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Del mismo autor ¿Qué es una obra maestra?, Barcelona, 2002 Likeness and prese11ce: A history of the image befo re the Era of Art, Chicago, 1997 Kunstgeschicl1te. Eine Einfiihrung, Berlín, 2003 (en colaboración con Heinrich Dilly y Wolfgang Kemp) Bild und Kult. Bine Geschid1te des Bildes vor dem Zeitalter der Kunst, Munich, 2004 Das echte Bild. Bildfragen als Glaubensfragen, Munich, 2005 Anthropologies of art, Massachusetts, 2005 Hieronymus Bosch: Carden of earthly delights, Munich, 2005 Hans Belting Antropología de la imagen Traducido por Gonzalo María Vélez Espinosa lf@F1 conocimiento vaioo Cuadro de texto Primera edición, 2007 © Katz Editores Sinclair 2949, SQ B 1425 Buenos Aires Fernán González, 59 Bajo A 28009 Madrid www.katzeditores.com Título de la edición original: Bild-Anthropologie © 2. Auflage 2002 by Wilhelm Fink Verlag, Paderborn / Alemania © de la traducción Gonzalo María Vélez Espinosa / Universidad Iberoamericana, A. C., México DF ISBN Argentina: 978-987-1283-57-6 ISBN España: 978-84-96859-13-5 l. Antropología. I. Vélez Espinosa, Gonzalo María, trad. II. Título CDD 301 El contenido intelectual de esta obra se encuentra protegido por diversas leyes y tratados internacionales que prohíben la reproducción íntegra o extractada, realizada por cualquier procedimiento, que no cuente con la autorización expresa del editor. Diseño de colección: tholon kunst Impreso en la Argentina por Latingráfica S. R. L. Hecho el depósito que marca la ley 11. 723. 1 1 i i 1 1 1 t 1 1 1 f 1 1 1 4 4 ¡j 1 1 ! 1 i j l f Índic:e 7 Prólogo 13 i. Medio - Imagen - Cuerpo Introducción al tema 71 2. El lugar de las imágenes n Un intento antfopológico 109 3. La imagen del cuerpo como imagen del ser humano Una representación en crisis 143 4. Escudo y retrato Dos medios del cuerpo 177 5. Imagen y muerte La representación corporal en culturas tempranas (con un epílogo sobre fotografía) 233 6. Imagen y sombra La teoría de la imagen de Dante en proceso hacia una teoría del arte 263 7. La transparencia del medio La imagen fotográfica 297 Bibliografía 319 Índice de nombres Cartel de un estudio fotográfico en Macenta, Guinea (foto: G. le Querrec, Magnu1n, 1988}. j 1 Prólogo En mi discurso de ingreso a la recién fundada Escuela de Estudios Supe- riores en el otoño de i993, me referí a la necesidad de una historia de la llna- gen, de la que aún carecemos, en un momento en que la historia del arte continúa en una tradición demasiado firme. Propuse, entonces, un pri- mer aporte en el volumen Bild und Kult [Imagen y culto J. Sin embargo, el resultado no me satisfizo, pues esta historia de la imagen comienza apenas después de la Antigüedad, cuando n1uchas de las precisiones acerca de la imagen ya se habían establecido. Asimismo, las fronteras de la cultura euro- pea, dentro de las cuales me había desplazado, restringen sumamente el tema cuando se plantea la cuestión de la imagen desde sus fundan1entos. Pero el subtítulo -"Una historia de la imagen antes de la época del arte"- disolvió controversias que me hubieran resultado bienvenidas, ya que se referían a la diferencia entre imagen y producto artístico. En algunas rese- ñas se me exigió reflexionar también acerca de una "Historia de la imagen después de la época del arte". Al fin de cuentas, es sabido que en la actua- lidad las cuestiones referentes a la imagen están más relacionadas con los medios masivos que con el arte. Frente a las nuevas tecnologías, en Karls- ruhe era posible entenderse mejor con imágenes producidas con una cón- tinuidad evidente, en vez de depositar las esperanzas en la cuestión del arte en sentido idealista o con actitud defensiva. Pero, ¿era en verdad útil para las cuestiones acerca de la imagen el modelo de historia en el sentido esbozado aquí? David Freedberg ya me había despertado dudas respecto de una "historia de la imagen" lineal, cuando escribía su libro The power of images en una office de la Columbia Univer- sity vecina a la mía, en la época en que yo estaba trabajando en Bild und Kult. La in1agen, como concepción [ Vorstellung] y producto, o, en pala- bras del precursor Sartre, cOmo "acto de igual modo que como cosa", se contrapone por este doble sentido a cualquier esquema de orden histórico, 8 1 ANTROPOLOGÍA DE LA IMAGEN co1no el que hemos aplicado a las obras y a· los estilos. Así, llevé a cabo primeran1ente un experimento de tipo antropológico, cuando en 1990, el año de la publicación de Bild und Kult, dirigí junto con Herbert S. Kessler un simposio en Dumbarton Oaks, Washington. Mi ponencia, recibida con reservas por los historiadores y por los historiadores del arte presentes (y que por cierto nunca fue publicada), planteaba la pregunta "VVhyúnages?'; y daba al perfil histórico de los productos en imagen 1nenos peso que a la propia tradición de la praxis de la imagen. Por ello pretendía indagar detrás de los iconos de las imágenes de culto en culturas tempranas, y relacio- narlas con interrogantes acerca de la identidad colectiva que se hubiesen resuelto al mis1no tiempo en y ante estas Imágenes en la vida pública, donde tanto la percepción co1no la representación constituían actos sociales en correspondencia simétrica. Estas ideas se concretaron algunos años más t2:::-Gc, cuando rc..:it; 1,~ ~:úv~ tación para participar de un simposio sobre el fenón1eno de la muerte en las culturas del n1undo. A partir de ahí se propuso una investigación sobre el te1na de la ü11agen y la muerte, que desde entonces es apoyada como pro- yecto por la Fundación Gerda I-Ienkel, y que he continuado en colabora- ción con Martin Schulz. Esta investigación se expone en una versión nueva y 1nucho más an1plia en el presente volumen. El acento se desplaza de la imagen de culto, de la que 111e he ocupado durante largo tien1po, a la üna- gen de los n1uertos como motivación de la praxis hu111ana de la imagen. En el culto a los inuertos una imagen funge como medio para el cuerpo ausente, y con ello entra en juego un concepto de n1edios con1pletamente distinto al que la ciencia n1ediática en1plea en la actualidad, es decir, el concepto del medio portador en sentido físico. Igualmente, en este caso el concepto de cuerpo no puede separarse del concepto de iinagen, ya que la imagen del difunto no sólo representaba un cuerpo ausente, sino tan1- bién el n1odelo de cuerpo establecido por una detern1inada cultura. Esta relación es válida incluso para la praxis de la imagen nlás reciente, como lo muestra la pugna por el dominio de la ünagen y del cuerpo virtual sobre el cuerpo real. Únicamente una perspectiva antropológica puede permi- tirse afrontar estos ten1as, que de otra for1na no admitirían comparacio- nes, pues pertenecen a la historia de los medios y de la técnica. El lector, entonces, encontrará ta1nbién en los escritos de este volun1en que las imá- genes digitales de los medios de la actualidad aparecen con10 parte inte- gral de la tradición de la inu1gen, sin constituir ninguna gran frontera. Mientras tanto, publiqué por otra parte diversas investigaciones sobre te1nas conten1poráneos que apuntan en la misma dirección (se encuen- tran señalados en la bibliografía al final de este volumen). Con el artista 1 ~ 1 1 ' i 1 1 PRÓLOGO 1 9 "-- ·-- .. ,- medüítico ~ar;~Iill intenté a~alizar el "alfabeto de las imágenes" en el con- / texto del análisis del·lehguaje. Nam June Paik me n1otivó a arriesgar un plantean1iento intercultural en relación con el te1na de la imagen, sin el que su oeuvre no puede ser entendida. En un congreso en la Casa de las Culturas del Mundo en Berlín, que organicé en i997 con Lydia I-Iaustein, se ubicó la cuestión de la imagen en el centro de un diálogo con filósofos y críticos de arte de Asia Oriental, que fue publicado con el título Das Erbe der Bilder [La herencia de las imágenes]. En la Academia de Ciencias en Berlín había conocido en1995 al antropólogo de Malí Ma1nadou Dia- wara, con quien inicié un intercambio científico bajo el título Die Ausste- llung von Kulturen [La exposición de culturas], y quien dirigió en Karls- ruhe un congreso acerca de la función del n1useo de hnágenes en otras culturas. Mi amistad con el artista japonés Hiroshi Sugimoto me condujo :-:. !1:.:~vas preguntas, con las que se fortaleció mi convicción de que sólo es posible indagar acerca de la ünagen por can1inos interdisciplinarios que no le temen a un horizonte intercultural. Por este 1notivo se instituyó en Karlsruhe un colegio de graduados, que al misn10 tien1po propició la publicación del presente libro. Inició su labor en el otoño de 2000 con la participación de diez profesores de enseñanza superior de diversas disciplinas y de tres instituciones distintas, con la tarea de involucrarse en el discurso de la imagen de manera conjunta y, por lo tanto, interdisciplinaria. Es posible que esta discusión ton1e un rumbo distinto al que plantean los ensayos de este libro, lo que incluso me resul- taría positivo, pues por lo pronto todas las indagaciones se encuentran en un estadio experin1ental y preparatorio. En este sentido, el presente libro se concibe como una fu11dan1entación para la investigación y como resul- tado intern1edio. Cada uno de los siguientes escritos actüa por sí misn10 y persigue una ruta propia al tema del libro. Con todo, espero que, a pesar de esta forn1a provisoria, el tema muestre su perfil y haga transparentes los interrogantes que subyacen en todos n1ÍS escritos. Me parece que el prólogo es la nlanera n1ás sincera de comentar n1i acercamiento personal a este tema en todos sus procesos. No pretendo generar el n1alentendido de que aquí se postula un progra1na acabado con pretensiones científico-políticas, por mucho que ta1nbién sea n1i deseo que las nuevas ciencias de la imagen, como la historia del arte y la arqueología, ganen inayor presencia en el discurso de los medios. Es posible discutir si el término "antropología de la in1agen" es el ade- cuado para aquello que persigue la visión de este libro. El térn1ino "antro- pología" conduce fácilmente a confusión con las disciplinas existentes lla- n1adas "Antropología", o bien propone un tema álgido para quienes recelen 10 1 ANTROPOLOGIA DE LA IMAGEN de que subyace una declaración en favor de una "imagen del ser humano" fija y estática. Esta sospecha se aclara con facilidad en el texto "La imagen del cuerpo como imagen del ser hun1ano") incluido en este libro. Desde mi punto de vista) el tér1nino "antropología", a causa de su proximidad con la etnología, posee una grata ambivalencia) pues también la investigación etnológica contemporánea se dirige a nuestra propia cultura) como lo ha hecho Marc Augé) cuyas investigaciones agradezco en la mayoría de las propuestas. David Freedberg y Georges Didi-Huberman) por sólo men- cionar estos dos nombres) han realizado contribuciones importantes en este sentido que bordean los límites de la historia del arte. Por último, el término "antropología" conlleva una diferencia positiva respecto de una historia de las imágenes y de los medios con una orientación exclusiva- n1ente tecnológica. Ambas perspectivas sólo pueden justificarse cuando no se descartan 1nutuamente sino que se con1plen1entan) como lo demos- tró de 1nodo precursor Hartmut Winkler con el ejemplo de la ciencia mediá- tica. En este sentido) la perspectiva antropológica fija su atención en la pra- xis de la imagen, lo cual requiere un tratamiento distinto al de las técnicas de la imagen y su historia. El texto que vuelvo a publicar ahora en una versión completamente reelaborada con el título "El lugar de las imáge- nes n" toca el tema del interrogante antropológico que se desprende de las imágenes. Una introducción general a la metodología que he seguido en este libro se proporciona en el primer texto aquí incluido (capítulo 1). Todos los textos son inéditos. El texto del capítulo 3 se publicará simultá- neamente, con10 conferencia) con las ponencias de la Fundación Gerda I-lenkel sobre la imagen del ser hun1ano. El texto del capítulo 5 fue esbo- zado por primera vez en 1996, aunque de forma completamente distinta y mucho más breve (véase la Bibliografía). Agradezco a mi compañero de batallas en Karlsruhe, Martin Schulz, con quien he desarrollado de manera conjunta este tema durante años. Les agradezco a él y a mi colaborador Ulrich Schulze, pues ambos carga- ron con la tarea adn1inistrativa que sostiene en el Colegio de graduados el programa Bild-Kürper-Mediun1 [Imagen-Cuerpo-Medio]. Finalmente, agradezco a los nueve colegas) sobre tcido a la psicóloga Lydia Hartl) que comparten conn1igo el riesgo del Colegio de graduados y que me han otorgado su estímulo. La Hochschule für Gestaltung [Escuela Superior para la Creación] tomó su resolución gracias a la responsabilidad de este colegio) que se vio favorecido por el generoso gesto de confianza de la Deutschen Forschungsgemeinschaft [Sociedad Alemana de Investigación]. La Fundación Gerda Henkel ha aco1npañado el proyecto en otra fase) en la organización de Imagen y nzuerte) con tal comprensión que, sin esta expe- PRÓLOGO 1 11 riencia) por la cual estaré siempre agradecido a la señora E. He1nfor:, n~ hubiéramos tenido el valor de dar este gran paso. Con la renovada invi- tación como huésped del rector) obtuve en la Academia de Ciencias en Berlín a principios de 2000 la gran oportunidad de corregir) en diálogo con los fellows) los textos de este libro hasta su versión final. Agradezco en este sentido a W. Lepenies, e igualn1ente a P. Wapnewski y J. Elkana) que como J. Nettelbeck n1e impulsaron a proseguir por senderos inciertos. Los colegas de Berlín) en especial H. Bredekamp y D. Kamper) acompafiaron la aventura de Karlsruhe con consejos y con actos. Agradezco a G. Boehn1 y a K. Stierle por haber aceptado este libro en su se:~e "Imagen Y texto". A Roland Mayer le agradezco la importante correcc1on final ~e los textos. Por últiino, agradezco a mi lector) R. Zons) sin cuyo entusiasmo tal vez en este 1nomento aún no habría publicado el presente libro. \'!./ 1 Medio - Imagen - Cuerpo Introducción al tema 1. PLANTEAMIENTO DE I NTERROGANTES En los últimos añ os se h an p uesto de moda las discusiones sobre la lina- gen. Sin embargo, en las formas de referirse a la imagen se ponen de mani- fi esto discrepancias que permanecen inadvertidas sólo debido a que una y otra vez aparece el término imagen como un narcótico, ocultando el hecho de que no se está hablapdo de las mismas imágenes, aun cuando se arroje este término como un ancla en las oscuras profundidades de la compren- sión. En los discursos sobre la imagen constantemente se llega a indefini- ciones. Algunos dan la impresión de circular s in cuerpo, como n i siquiera lo hacen las imágenes d e las ideas y del recuerdo, que en efecto ocupan nuestro propio cuerpo. Algunos igualan las imágenes en general con el campo d e lo visual, con lo que es imagen todo lo que vemos, y nada queda como imagen en tanto significad o simbólico. Otros identifican las imáge- nes de manera global con signos icónicos, ligaclos por una relación de seme- janza a una realidad que no es imagen, y que permanece por encima de la imagen. Por último, está el discurso del arte, que ignora las imágenes pro- fanas, o sea las que existen en la actualidad en el exterior de los museos (los nuevos templos), o que pretende proteger al arte de todos los interrogan- tes sobre las imágenes que le roban el monopolio de la atención. Con esto surge una nueva pugna por las imágenes, en la que se lucha por los mono- polios de la definición . No solamente hablamos d e muy distintas imáge- nes de la misma forma. Tambié n aplicam.os a imágenes del m ismo tipo dis- cursos muy disímiles.' 1 En una perspectiva filosófica, Scholz (1991); Barck (1990); Müller (1997); Hoffmann (1997); Recki y Wiesing (1997); Wiesing (1997); Brandt (1999), y Steinbrenner-Winko (1999). En una perspectiva más histórica, Barasch (1992) y Marin (1993). 13 14 1 ANlROP OLOG I A DE LA IMAGEN Si se elige una aproximación antropológica, com o se sigue en esta obra, se enc uentra uno con un nuevo problema en la objeción d e que el estu- d io de la a n tropología se refiere al ser h uman o, y no a lasúnágenes. Esta objeción d emuestra precisamente la necesidad de lo que cuestiona. Los hombres y las mujeres aís lan dentro de su actividad visual, que esta - blece los lineamientos de la vida, aquella unidad simbólica a la que lla- mamos imagen. La duplicidad del significado de las imágenes internas y externas no puede sep ararse del concepto de imagenry justamente por ello trastorna su fundamentación antropológica. Una irnagen es más que u n producto de la percepció n . Se manifiesta como r~sultado de wrn ~imbolización personal o colectiva. Todo lo que pasa por la mirada o frente al ojo interio r puede entenderse así como una imagen, o trans- formarse en una imagen. Debido a esto, si se considera seriamente el con- cep to de imagen, únicamente puede tratarse de un concepto a ntropol ó- gico. Vivimos con imágen es y entendemos el mundo en imágenes. Esta relació n viva con la imagen se extiende de igual forma a la producción física de imágenes que desarrollamos en el espacio social, que, podría- mos d ecir, se vincula con las imágenes m entales com o una pregunta con una respuesta. El discurso de la antropología no se restringe a u n tema determin ado, sino que expresa el anhelo de una comprensión abierta, interdisciplinaria de la imagen. Lo mismo puede decirse en lo que respecta a una tempora- lidad distinta a Ja que estipulan lo modelos históricos evolucio.n istas. El cuerpo enfrenta siempre las mismas experiencias, como tiempo, espacio y muerte, que ya h emos captado a priori en imagen. Desde la perspectiva antropológica, el ser humano no aparece con10 amo de sus imágenes, sino - algo completam ente d istinto- como " lugar de las imágenes" que toma.n posesió n de su cuerpo: está a merced de las imágenes a u toengcn<lradas, En una perspectiva de la historia de la técn ica y los medios, Aumo nt (1990); Deleuze (1990 y 1991); Flusser (1992); Durand (1995) y Sachs Hombach (1998). En una perspectiva icono lógica de la h isto ria del arte, Panofsky (1939); Kaemmerling (1979); Mitchell (1994a), pero tam bién Oexle (1997); Gombrich (1960 y 1999). Cf. también Belting (1990) y Stoichita (1998). En referencia a análisis generales y cuest iones interdisciplinarias, véanse D idi-Huberman (1990); Destins de L'image (1991); Gau thier (1993), y especialmente los ensayos reun idos en Boehm (1994) (donde se incluyen sus p ropios ensayos) . Cf. también Debray (1992) . En referencia a la "vimal cultu re", véanse Mitchell (1994a) y Bryson (1994). Sobre la imagen en las cie ncias naturales, véase la nota 29. En una perspectiva de la his toria de los m edios, véanse Crary (1996) y Stafford (1996), así como el libro de Breidbach-Clausberg (1999). MEDIO· IMAG EN· lUERPO 1 15 au n cuando s i:!mpre inte nte dominarlas.2 Sin e1n bargo, sus testimonios en imagen demuestran que el cambio es la única contin uidad de la que puede disponer. Las imágenes no dejan ninguna duda de cuá~ voluble es su ser. De ahí que d eseche muy pronto las imágenes que ha mventado, cuando da una nueva orientación a las preguntas acerca del mundo y de sí mismo. La incertidumbre acerca de sí mismo genera en el ser humano la propen - sión a verse como otros, y en imagen. la creaciór. de imágenes en el espacio social, algo qoe todas las cultu - ras han concebido, es otro tema, referido a la actividad de pe rcepción sen sorial de cüalquier erson a o a la producció n de imágenes interiores. Por mucho que en· lo s iguiente a parezcan los tres temas relacionados, el primero de ellos es el centro de la investigación. La pregunta "¿Qu é es una imagen?" apunta en nuestro caso a los artefac tos, a las obras en imagen.' a la transposición de imágen es y a los procedimientos con los que se obtie- nen imágenes, por nombrar algunos ejemplos.3 El qué que se busca en imá- genes de este tipo no puede ser comprendido sin el c61110 ~or el que se coloca como imagen o se convierte en imagen. En el caso de la imagen es dudoso que pueda llegar a determinarse el qué en el sentido del contenido o el te~a; es como si se leyera un ·enunciado ton1.ado d e un texto, en cuyo lenguaje Y forma están contenidos múltiples enunciados posibles. El cómo es la comu - nicación genuina, la verdadera forma del lenguaje de la imagen . . Sin embargo, el cómo se almacena a través de m edios en los que perci- bimos las imágenes que nos llegan del exterior, y que sólo pued en enten- derse como imágenes o relacionarse con imágenes en su medio. Por cierto, las propias imágenes pueden considerarse como medios del conoc~i~nto, que de otra forma se m anifiest a n como textos. Pero se hacen v1s1bles mediante técnicas o program as, que en retros'pectiva histórica pueden lla- m arse m edios ortadores, lo mismo si aparecen en una pieza única o en pintura 0 en serie, com o en una p ágina impresa o en tomas fotográficas. Desd e esta perspectiva, el conce pto ae mf dios, po r muy grande que sea también su importan cia en otro contexto, en la actualidad no puede ser adscrito aún a un discurso establecido definitivamente. Las teorías acerca 2 Cf. mi e nsayo en este libro: "El lugar de las imágenes". En referencia a una perspectiva antropológica cerca na a mi planteamiento, véanse sobre todo Freedberg (1989); Didi-Huberman (1996 y 1998); Macho (1996Y1999); Reck (1996); en el campo m ás estrecho de la antropología como disciplina, especialmente Turner (1987); Gruzinski (1990) y, con varios trabajos, Augé (1994 y i997a), así como Plessner (1982) . Cf. también Mül!er-Funk Y Reck (1996). 3 Cf. Boehm (1994), con una selección de a uto res que se ocupan de los artefactos de la imagen, al igual que Mitchell (1994a) Y Marin (1993). 16 I ANTR OPOLOGIA DE LA IMAGEN de la imagen aparecen en otras tradiciones de pensamiento como teorías sobre los 111edios, por lo qu e se hace necesario concederles un valor pro- pio en la f lsica de la image114 d e la medialidad de todas las imágenes. Con esto surge la p regunta de si es posible clasificar también la imagen digi- tal de ntro de una historia de los m edios de la imagen, o bien, como se pro- pone ac tualmente, si Tequiere de un discurso completamente distinto. Pero si la imagen d igita genera una correspondiente imagen m.ental,-enton- ces continúa el di;ílogo con un espectador muy adiestrado. La imagen sin- tética nos invita a una síntesis distinta a la que efectuaba n los :i1eClios a na - lógicos dc la_i1uage11. No obstante, Bernard Stiegler5 plantea la cuestión de si p recisa1nente por eso no debería establecerse una nueva "h istoria de la representación'', que "seria sobre todo una historia de los p or tado- res d e ·magen". El concepto de imagen sólo puede enriquecerse si se habla de imagen y de medio como de las dos caras de u na m oneda, a las que no se puede sepa- rar, aunque estén separadas para la mirada y s ignifiquen cosas distintas. No basta con hablar d el material para evitar el concepto de medios que está de moda. El medio se caracteriza precisam ente por compren der como forma (transmisión) de la imagen las dos cosas que se d is tinguen com o obras de arte y objetos estéticos. El apreciado discurso acerca de forma y m ateria, en el que se continúa la antigua discusión respecto de espíritu y materia, n o puede ser aplicado al medio portador de la irnagen.6 No se puede reducir una imagen a la forma en que la recibe un medio cuando porta una ima- gen: la distinción en tre idea y desarrollo es igualmente poco válida para la relación entre imagen y m edio. En esta proporción subyace una din á mica que no se explica con los argu mentos convencionales d e la cuestión acerca de la imagen. En el marco de la discusió n acerca d e los medios, laimagen reclama un nuevo contenido conceptual. Animamos a las imágenes, como si vivieran o co1n o si n os habla ran, cuando las encontramos en sus cuerpos mediales. La percepción de imágenes, un acto de la animación, es una acción simbólica que se practica de manera muy distinta en las diferentes culturas o en las técnicas de la imagen contemporáneas. El con cepto d e medios, por su par te, solamente adquiere su significado verdadero cuando toma la palabra en el contexto de la imagen y el cuerpo. 4 Debo este co ncepto, con su polémica en contra de una metafísica de la imagen, a las conversaciones con P. Wcibcl. Cf. también Seittcr (1997). 5 Sticglcr (1996: 182). 6 Véase Schlosser (1993: 119 y s.) respecto de A. Schopenhaue r, Parerga w1d Paralipomena (1851: § 209). El idealismo alemán legó una fuerte t radición en el concepto de imagen. Aquí se constituye también como el missing1ink, pues el medio, en pr imer término, nos coloca ante la posibilidad de percibir las imágenes de tal m odo que no las confundimos ni con los cuerpos reales ni con las meras cosas. La distinción entre imagen y medio nos aproxim a a la concien cia del cnerpo. Las im<ígenes del recuerdo y de la fantasía surgen en el propio cuerpo como si fuera w1 medio portado vi.viente. Como es sabido, esta experien cia sus- citó la d istinción entre m emo ria [ Gedachtnis], como archivo de imagenes- prop.io del c.uerpo, y recuerdo [Erinnerung], Gomo producción de image- nes ro iilélcl cuerpo.7 En los textos antigu os, los medios de la imagen siem- pre dejaron sus h uellas en aquellos casos en los que las im ágenes fueron suje- tas a prohibición material, con el fin de proteger de las falsas in1ágen es las imágenes in ternas del espectador. En concepciones m ágicas, por el con tra- rio, encontramos la reveladora praxis de consagrar a los medios de la ima- gen p ara su uso en un lugar aislado, transformando, en primer lugar, una sustancia en un medio a través de un ritual (p. 197). En el medio de las imágenes reside una doble relación co.r.poral. La ana- logía con el cuerpo surge con un primer sentido a partir de que con cebi- m os los m edios portadores como cuerpos simbólicos o vi rtuales de las imá- genes. En un segundo enfoque surge a partir • .de qtle los medios circunscriben y transforman 11uestra percepción corporal. Ellos dirigen nuestra expe- r iencia del cuerpo mediante el acto de la observació n [Betrachtung] en la medida en que ejercitamos según su m odelo la propia percepción del cuerpo y su enajenación [Entausserung]. Con m ucha mejor disp osición recono- cemos entonces aquí una analogía para las imágen es que hemos recibido. Esto es válido incluso para los m edios de imagen electrónicos, que se pre- cian de la descorporización de las imágen es. La negación telemática del espacio, que en cierto modo proporciona alas a nuestro cuerpo, responde a la misma tendencia. Pues la descorporización no es o tra cosa que una experien cia corporal de un nuevo tipo, que ya cuenta con paralelos histó- ricos (p. 119). Con todo, el cue rpo virtualizado o globalizado proporciona esta extensión de su p ercepción sólo mediante sus órganos corporales. El enfoqu e medial de las im<ígenes t rae de regreso a nuestro cuerpo-que en numerosas variantes d e la sem iótica fue intencionalmente sacado del juego- como sujeto medial de la discusión.8 La teoría de los signos forma 7 Fleck.ner (1995), con una selección de textos acerca de la teoría d~ la memoria. Cf. también los trabajos de A. y J. Assmann (1993) sobre este tema y, e n relación con la teoría de Platón, Darmann (1995: 19 y ss.). 8 La d iscusión sobre los medios se encuentra aún muy fragmentada. Cf. al respecto los trabajos de Rotzer (1991); McLuhan (1996); Reck (1996); Faulstich (1997 y 1998); Bredekamp (1997); Boehm (1999), y Spielmann-Winter (1999) . En relación 18 I ANTROPOLOGIA DE LA IMA GE N pa rte d e las contribuciones en el campo de la abstracción debidas a la Modernidad, pues separó el mundo de los signos del mundo del cuerpo, en el sentido de que los signos se encuentran en casa en el sistema social y están basados en una convención.9 Se dirigen a una p ercepción cogni- tiva, en vez de a una percepción sensorial, relacionada con el cuerpo: incluso las imágenes se r educen en este caso a signos icónicos. La simetría entre los signos lingüís ticos y visuales (también la primacía del le nguaje como sis- tema de transm isión) es elemental para la semiótica. Si bien Ernst Gom- brich admitió en su ensayo estructuralista que las imágenes "proporcio- na ºnformaciones que no pueden ser decodificadas de ninguna otra manera",'º esta formulación muestra de modo extremadamente claro la restricción (uncio nalista a la que se somete el concepto de imagen. Algo similar sucede con la diferencia entre imagen y medio, q ue en la semió- tica se queda demasjado corta del lado de la imagen. Solamente un enfo- que an.trnpológico puede devolver su lugar al ser hL<mano, que se ex12eri- m enta como medial e igualmente actúa de manera medial. En esto se distingue tamb ién de las teoúas de los medios y de los análisis técnicos que no conciben al ser humano con10 usuario, sino sólo como inventor de nue- vas técnicas. 2. LOS CAMINOS INTERRUMPIDOS HACIA UNA CIENCIA DE LA IMAGEN En la actualidad, n umerosas teorías de los medios adjud ican a las imáge- nes un papel secundario, o, con miopía, se dedican a un solo medio téc- n ico, como la fotografía o el cinc. Una teoría gen eral de los m edios de la imagen queda aún pendiente. Es posible encontrar motivos his tóricos para explicar por qué este discurso m ereció poca atención. La antigua tecnolo- gía, que h abía acumulado una rica experiencia con imágenes y sus medios, fue hered ada en el Renacimiento por una teoría del arte a la que ya no le interesaba una genuina teoría de la imagen, y a la que sólo le merecía atención una imagen si se transformaba en arte o si satisfacía alguna curio- con el cuerpo como u na parte determinante del yo , cf. Merleau-Ponty (1965: 178 y ss., y 1984: 13 y ss.). 9 Al respecto, Eco (1972); Scholz (1991), y Schafer-Wimmer (1999). C f. Kaemmerling ( 1979); lversen (1986); Mayo (1990), y Schapiro, en Boehm (1994: 253 y ss.). 10 Gombrich (1999: 50 y ss.). MEDIO - IMAGEN - CUERPO I 19 sidad científica en torno de fenómenos ópticos. La renovada teologización de la imagen en la Reforma simplemente promovió este desarrollo. Se adju- dicó, entonces, la retórica de la imagen a la historia del arte. La historia del arte, a su vez, histosjzó con pasión el con cepto de imagen . La estética filosófica d esvió la atención del artefacto para con centrarse en Ja abstrac- ción del concepto de imagen, mientras gue ~sicología investigó la ima- gen como construcción d el espectados en l a teoría de la Gestalt. Las téc- n icas modernas de la imagen proporcionaron el material para la historia de su desarrollo, de la cual surgier.QJJ impulsos importantes para la teo- ría de los medios. De esta forma, la competencia quedaba dividida en dis- tintas d isciplinas. ¿Q ué aspecto _podr ía tener entonces en la actualwaa un discurso acerca de la ·magen y de lo que con stituye la cualida<Lde Ja imagen? El antiguo concepto de iconología aún aguarda que se le otorgue un sentido con- temporáneo. Cuando Erwin Panofsky lo volvió fructífero para la his toria del arte, lo restringió nuevamente a las alegorías de imágenes del Renaci- m iento, que se pueden interpretar por m edio de textos históricos, con lo cual se desvía su sentido. Es d istinto hablar de significados en ºmágenes que pueden hacerse legibles de manera sitJJilar.a un texto, que tomar como tema el significado q ue las imágenes recibían y t enían en esa sociedad en particular." W. J. T. M itchell ha puesto nuevamente en uso el término ico- nología en su libro que lleva el mismo título. Por iconología entiende un método para dejar ele explicar las imágenes mediante textos, y distinguir- las de los textos. Su iconologíacrítica, como la ha llamado, no distingue entre imágenes y la visual cult11re como concepto rector. Quizá pretendió intro- ducir esta distinción en un segundo libro, al que tituló Picturc theory. En él establece las diferencias entre pictures e i11zages, algo que es imposible para nosotros, pues en alemán llamamos de igual manera al cuadro [Bild] col - gado en la pared y a la imagen [Bild] que contiene. Desde la perspectiva de MitchellJ p ictures son imágenes físicas, "objetos [concretos] de la repre- sentación q ue hacen que las imágenes se man ifiesten'. Yo p referiría habla de medios para encontrar uo término para la corporización de las imáge- nes. l\1itd1ell menciona los' vis11al ami verbal media" sobre tocio en refe- rencia a las bellas artes y a la literatura." Así, el interrogante elemental acerca del.a imagen aún debe ser esclarecido. En la ciencia del arte, la imagen estaba sumamente_restringida a su carác- ter artístico, por lo q ue fue clasificad a den tro de la historia de las formas 11 Panofsky (1939), y en Kaemmerling (1979: 207 y ss.). 12 Mitchell (1986 y 1994a: 4 y 11 y ss.). 1 " 20 1 ANTROPOLOGÍA DE LA IMAGEN artísticas. Precisamente en este sentido cabe la conferencia que dio Theo- dQr Hetzer en 1931 con el título "Aportes a la historia de la imagen", sin advertir la contradicción de buscar la imagen únicam ente en la pintura, cuyos principios formales pretendía investigar. En la fotografía, el medio moderno de la imagen sin más, veía inconmovible la llegada del " fin de la imagen", pues entonces ya n o podría hablarse más del "carácter de ima- gen" de una determinada forma artística.13 La disciplina d e la historia del arte se vio de pronto analizando la forma a rtística. La protesta en con tra de este sobrentendido provino del círculo d e /\by Warburg en Hamburgo, aduciendo que ele la ciencia del arte debe.ría surgir una ciencia de.Ja cul- tura de uh -ri120 distinro. El propio Warburg se en contró durant e la Pri- mera Gu erra Mun dial en camino de convertirse en " historiador de la ima- gen'', y se dio a la tarea, como l o muestra Michael Diers, de estudiar las · 11ágenes de propagan da de los pa r tidos que conducían la guerra. Pocos años después siguió su investigación sobre la palabra y la imagen en los medios impresos d e la época de Lutero. Sin embargo, esta extensión del concepto de imagen fue reducida rápidamente por sus colegas y estudian- tes con el fin de obtener un m a terial de comparación ampliado p ara la inte rpretación sensorial de obras de arte antiguas. 14 Dos años después de la muerte de Warburg, Edgar Wind dirigió un con- g reso de estética en 1931 con el fin de revisar "El concepto de Warburg de la ciencia de la cultura" y limitarlo a cuestion es estéticas. Las imágenes tenían ya sólo el propósito d e promover el "conocimiento conceptua de aspectQS del arte", donde el Ren acimiento constituía un paradigma del arte supuestamente in temporal. Con esto, las tareas de una verdadera ciencia de la im agen retrocedieron nuevamente.Así se entiende también que Edgar Wind r ecurriera a una desesperanzada transcripción cuan do eq uip aró el medio portador d e las imágenes con "cualquier forma asible para el hom- bre laborioso" a través d e la cu al "son transmitidas las obras de arte".15 Si bien Ernst Cassirer utilizaba el concepto de medios, le daba una or ien ta- ción completamente distinta. En su Filosofía de las formas simbólicas, que desarrolló en la cercanía de Warburg, distingue la palabra hablada de la "i magen sensorial de una idea" en tanto "no eslá co ntaminada [sic) por ninguna materia sensorial p ropia" (2.3.2). En esta formu lación se expresa de manera sumamente clara la jerarquía en el mundo de los-símbolos. Tam- 13 I-Ietzer (1998: 27 y ss.). 14 Diers (1997: 30). Cf. Sch oell-Glass (1999: 621 y ss.). Cf. además Warburg (1991), con bibliografía suplementar ia . 15 Véase la nueva edición del texto en Warburg (1979: 401 y ss., especialmen te p . 414). bién las imágenes podrían transmitir conocimiento; sin embargo, Cassirer les reprocha desviarse muy fáci lmente de la " miTada del espí ritu", en vez de que ésta las utilizase únicaniente_ como "medió' del conocim.icnto. En este dis- cu rso, las propias imágenes eran un medio, y como tal quedaban supedita- das al lenguaje.16 Ya en 1911 el h istoriador del arte)ul ius von Sch losscr, en su trabajo sobre las imágenes e n fi guras de cera, se h abía topado por primera vez con el signifi- cado an tropológico <le los medios de la imagen. Sin embargo, en el uso de un cuerpo aparente o de un m uñeco que MED IO - IMAGEN - CUERPO 1 21 Figura 1.1. Monbijou, figura de cera de Federico I de Prusia. simula estar vivo detectó únicamente la latencia de formas de pensamiento mágico (figura 1.1). En contra de sus intenciones, su concep to de la "magia de Ja imagen" limitó por eso mismo la discusión, en vez de lograr que su material fructificara en una revisión de las cuestiones relativas a la ima- gen. Continua me nte Schlosser se refiere a la pervi':'encia de la "vida pri- mitiva de las almas", lo que le impidió d iferen ciar el sentido de una repre- sentación de una an imación mágica. En el mism o contexto, Schlosser se en frentó con la expresión simbólica del medio, qoe identificó con el mate- rial de las imágenes. En las figuras de cera, el problema radicaba "en el empico de materiales naturales'', como cabello y tejidos, con lo que pare- cía les ionarse la idea del arte. En es te caso "se le había robado al arte la forma autónoma, lo que lo distingue de la vida. Schlosser se apoya en Schopenh auer, q uien había rechazado el engaño de la imagen de cera por no sep arar la form a de la materia . Schopenh auer equiparó la imagen con la ob ra de ar te, con lo cual podía afirmar que "se encuen tra más cerca de la idea que d e la realid ad". Sob re este fundamento se basa en primer término una verdadera experiencia estética.17 Pero no sólo en el arte es válido pretender diferenciar entre u na copia en algún material de trabajo y la imagen o rig inal de la que ésta paTtió:'Cle lo contrario nunca hubieran podido existir imágenes convincen tes del 16 Cassirer (1923-1929) . Véase también Cassirer (1923: u y ss.). En relación con Cassirer, véanse Schilp (1966) y el volumen Science in contcxt 12.4 (1999) dedicado a Cassirer. i7 Cf. la nota 6. 22 I ANTROPOtOG{A DE tA IMAGEN Figura 1.2. Picasso, escultura (foto: Minotaure, 1933). cuerpo humano, cuya sustancia orgá- nica no puede ser transferida a imáge- nes artificiales. Por eso nos espantan los muñecos que aparentan estar vivos, que se apartan de la in d lldable difer encia entre cuerpo eimagen, co¡no podría ser la de esculturas de piedra o de bronce (figura i.2). !-o CiUe en elmuncL de los cuerpos y de las ::osas es su material, en d m undo de las imá_ge nes es su med io. Puesto que una) magen carece de cuerpo, és ta requ iere de u n 1n edio en el cual pueda corporizarse. Si r astreamos las imágenes hasta el más antiguo culto a los muertos, encontraremos la praxis social de otorgarles en piedra o en barro un medio duradero, que era intercam- biado por el cuerpo en descomposición del d ifunto.18 La antítes is de forma y materia, que fue elevada a ley en el arte, tiene sus raíces en la diferencia entre medio e imagen. J:a protección del con cepto de arte excluyó ya desde el Renacimiento cual- quier reconocimiento de imágenes que tuv ieran u n car:ícter a rt íst ico incier to. Esta exclu sión era vál ida para imágenes de cera, máscaras funerarias y diver- sas figuras votivas híbridas, com o lo demostró Georges Didi-Huberman mediante el caso de la historiografía del arte del artista del Renacimiento Giorgio Vasari.'9 El dominio de la imagen de muertos en la cultura occi- dental cayó completamente bajo la sombra del discurso del arte, por lo cual en todas partes en la literatura de investigación se encuentra uno con m ate- rial sepultado, ocon el obstáculo de barreras de pensamiento que jus to cuando se las quiere franquear pierden su conciencia de culpa. La dicoto- mía entre la h istoria del arte y la de las imágenes se agud izó completamen te con Ja formació n de la histor ia acad fanica del a rte d el siglo x 1 x, que m an- tuvo su dista ncia respecto de los nuevos medios de la imagen, como l a foto- 18 Cf. al respecto mi ensayo "Imagen y muerte" en este libro. 19 Didi-Huberman (1994: 383 y ss.) . MEDIO · IMAGEN - CUERPO 1 23 grafía. Pronto am_p1ió su materia con conocimiento de causa hacia el lla- maao arte de la hu ma ni a , pese a lo cual el concepto monocular del arte de la nueva era con tinuó determin ando el discurso. 3. LA P OLÉMI C A ACTUAL EN CONTRA DE LAS IMÁGENES A partir de Michel Foucault ubicamos las imágenes en un nuevo discurso que trata sobre la "crisis de la representació n". En este discurso, los filóso- fos respon sabilizan a las imágen es de q ue la representación del mundo haya entrado en..crisis. Jean Baudri]Jard incluso llama a las imágenes "asesinas d e lo real''. Lo rea] se transforma así en una certeza ontológica, a la que las imágen es tien en que, y deben, renunciar. Ya sólo concedemos a los tiem- pos históricos el haber tenido dominio sobre las imágenes. Con esto se olvida que también entonces se controlaba su realidad social o religiosa en imágen es ligadas a la época, con u na autoridad emanada de la con - ciencia colectiva. Sólo que una vez desaparecida la referencia temporal las imágenes antiguas ya no n os descon ciertan. La crisis de la representación es en realidad u na duda en cuan to ah ·cferencia, que hemos deja o de confiar a las iinágenes. Las im ágenes fracasan únicamente cuando ya n o encontramos en ellas ninguna anaJogía con aquello que las precede y con lo que se las puede relacionar en el m u ndo. Pero también en culturas his- tóricas las imágenes fungían com o una evidencia (¡vaya hermosa palabra! ) que sólo era posible encontrar en imágenes, y para la cual se inventaron las imágenes. Sin embargo, para Baudrillard, toda imagen__e.nla que no se pueda leer alguna p r ueb, de rea lidad equivale a 1ñ simulacro, así como sospe- cha que existe una s imulación donde no se respeta la equivalencia por él propuesta entre signo-y significad o. 20 A la crisis de la analogía contribuyó también la imagen digital, cuya onto- logía pa(_ece remplazada orla lógica de su producción. Desconfiamos de lasimágeJ1es cuya manera de originarse ya no se inscribe bajo la rúbrica de la copia. ¿Se tra ta en las imágen es sintéticas de imágenes vi r tuales que escapan de nuestro concepto de imagen, o establecen u n nuevo concepto de Íl11agen q ue rch t'.1ye cualquier co111paTación con la historia de la imagen? Nos encontramos frente a la tarea de reflexionar de nuevo sobre la ima- 20 Baudrillard (1976 y 1981). En relación con otro discurso sobre el tema de la virtualidad, véanse Barck (1990); Flessner (1997); Flusser (1995); Grau (1999); Kittler (1990); Kramer (1997); Quéau (1993), y Reck (1997) . r~~·~ '-i..- : :.c. .... 24 1 ANTROPOLOGÍA DE LA IMAGEN gen y las cualidades <J.l:le constituyen una imagen , una vez que se h aya asen - tado la actual situación de euforia o de consen so respecto del fin de los tiempos. "Indu dablemente, cada vez sabemos m enos qué es una imagen", escribe Raymond Bellour com o cronista del debate con tem poráneo, aun- que tampoco es "fácil decir cómo era la situación en otras épocas". La pérdida de toda p ersp ecti.va_bistórica despojaría a 1a d iscusióñ<:le un acceso eseo_cial al estatus de la imagen, que aún se encuentra ligada a n uestros órgan os corpoc.áles. Por esta razón, Éric Alliez aboga por una historia de los tipos de imagen, en la que a antropología y la tecn ología estén s epr e- sentadas en el m ismo discurso. Sólo entonces sería p osible entender la ima- gen sin tética n o sólo como exprcstOn de una cri sis de a imagen, sino como un tipo distinto d e imagen que establece una nueva praxis de la percep- ción , y que por Jo tanto también amplía.los criterios con los que relacio- namos la percepción con n uestro_cuerpQ.21 La crisis de la imagen com enzó quizá ya desde el estado de analogía total, cuando 1as imágenes en cine y video aparecieron cargadas de sonido y movi- m iento, es decir, con las antiguas prerrogatíYas de la vida. A este respecto, Derrida habla de "una imagen viva ele lo viviente" (image vivante du vivant), o sea de un a paradoja que " le roba todos los ~lausos" a la vida,22 pues sólo desp ués de q ue incorporaron paulatinam ente casi todos los registros que parecían reservados a la vida, los productores de imágenes d ieron vuelta la sit uación. C omen zaron aiseflando mundos virtuales que triunfan sobre el dictado deJa_analogía y que sólo existen en imagen. No obstante, aque- llo que tan sólo resplandece por sus efectos pierde pronto nuestro res- peto, lo mismo que todo Jo que se ofrece en interacción para el uso de la persona común. No deseamos jugar con imágen es porque en secreto toda- vía creemos en ellas. Éstas pierden su autoridad simbólica cada vez que presentan más ficciones, que falsifican nuestra necesidad de utopías. Tam- bién la virtualidad requiere reconectarse con la realidad, de la que recibe su sentido libertario. Por tan to, ¿revelan las imágenes una rep resentación que sólo p ode1nos confiar a épocas pasadas? ¿Representan alguna o tra cosa que a s í mismas? Para esta conjetura existen fundamentos más que suficientes. No obstante, se llega fácilmente a la conclusión errónea de pretender declarar el gran ca mbioaelos tiempos, en el que toda comparación con imágenes de otras épocas resulta banal. ¿ o confund imos dem asiado rápido las imágenes con la producción masiva y con el vacío de s ignificados que cier tamen te les asig- 21 Bellour, en Sansonow y Alliez (1999: 79), y Alliez (ibid.: 21 y s.). 22 Derrida (1996: 39 y ss., especialmente p. 47). MEDIO - IMAGEN - CUERPO I 25 n..amos? Resulta evidente q ue ya no .contamos con tm concepto claro acerca de lo qu e es un a imagen, si respon sabilizamos a nuestros propios produc- tos por lo qu e han llegado a ser por nuestra causa y por causa del poder eco- nómico y político de los productores de imágen es.23 Un a fa1ta de claridad similar encontramos en la actualidad allí donde se diluyen las fronteras entre ]as imágenes y sus medios. Las imágenes colectivas surgidas en las culturas históricas, in cluidas aquellas a las que pertenecemos, provien en de una ant i- gua gen ealogía d e la interpretación del ser. Si las confundimos con las téc- nicas y los medios con los que las invocamos en Ja actualidad, se suprime ento nces una d istinción que ha desempeñado un papel primordial en la historia de la imagen. La "tecnología d e las imágen és" a la que se refiere Derrida, sin duda, transformó la percepción de las imágenes. Y sin embargo, la descripción de Derrida es válida más para las superficies sobre las qu e aparecen las imágenes que para estas m ismas, d esde el m omento en que en las imágenes leemos nuestra relación con el mundo.24 Aparece así la urgen- cia de plantear la cuestión de un fundamento antropológico de las imáge- nes desde la perspectiva del e nfoque human o y del artefacto técnico. 4. PRODUCCIÓN MENTAL Y FÍSICA DE IMÁGENES La his toria d e las imágenes ha s ido siemp re tambié n una histo r ia d e los medios d e la imagen . La in teracción en tre imagen-y tecnología sólo1rnede entender se si se la o bserva a la luz ae las acc io nes simbólicas. La p roduc- ción de imágenes es ella misma un acLQs.imbó.lico, y por ello exige de n oso- tros una ma nera de crcepción igu¡¡lmenle sin1bólica q ue se d istingue nota- blemente de la percepc ió n cotidiana de nuestras imágenes naturales. Las imágenes que fundamentan significados, que como ar tefactos ocup a n su lugar en cada espacio socia1 llegan al m undo com o imágenes,rnediales. E l m edio por tador les p roporciona una superficie con uns ignificado y una forma de perccpción_actuales. Desde las más an tiguas manufacturas hasta los disti n tos procesos digitales, h an estado supeditadas a requerimien tos téc;1icos. Son estos requerimientos los que en primer térm ino ponen sobre el tapete sus características mediales, con las cu ales, por otra parte, l as 23 Cf. al respecto Augé (1997a: i25 y ss., especialmente pp. i55 y ss., "Du narratif au tout fictionnel"). 24 Derrida (1996: 11 y ss.), acerca de la d istinción entre "artefactualité" y "artevirtualité". 26 1 AN TROPOLOGÍA OE LA IMAGEN percibimos. La escenificación en un m edio de representación es lo que fun- damenta primordialmente el acto de la percepción. El esquema de tres pasos que aquí esbozo es fundamental para la función de la imagen desde una perspectiva antropológica: imagen - medio - espectador, o imagen - aparato de imágenes - cuerpo vivo (donde éste debe ser entendido como cuerpo medial o "mediatizad o"). En el discurso actual, por el contrario, las imágenes-o bien se debaten en un sentido tan abstracto que parecen existir desprovistas de medio y carentes de cuerpo, o bien se confunden simplemente con sus respectivas técnicas de imagen.25 En un caso se reducen al me;-o concepto de imagen, en el otro a la mera técnica de la imagen.A este dualismo contribuyen nues- tras ideas acerca de las imágenes W.teriores y exteriores. A unas podemos describirlas como imágenes end..ógeJ)as, o propias del cuerpo, mientras que las o tras n ecesi tan siempre p_rimexo un cucrpo técnico de la imagen para al..g111za r n uestr.aJnirada. Sin embargo, no es posible entender estas dos modalidades - imágenes d el mundo exterior e imágenes internas- en el m arco de esta dualidad, pues ésta sólo prosigue la antigua oposición entre espíri tu y materia.26 Si bien en el con cepto imagen radica ya el doble sig- nificado de imágenes interiores y exteriores, que únicamen te en el pensa- miento de la civilización occidental entendemos tan confiadam ente como dualismo, las imágenes mentales y fisicns de una época determinada (los sueños y los iconos) están interrelacionadas en tantos sentidos, que sus componentes difícilmente pueden separnrse, y esto sólo en un sen tido estrictamente material. La producción de im<ígenes l1n tenido siempre po r efecto una estandarización de las imágenes inclivicluales, y por su parte las creó partir del m.undo dcin1áge11es contemporáneo de sus observa- dores, el q ue sólo entonces hizo posibl-c el efecto colectivo.27 La cues tión d e la repr esentaciQ.u.interna y externa se plantea en la actua- lidad en la neurobiología, que ubica la "represen tación in terna" (O laf Breiclbach) en el aparato perceptivo, y ve almacenada la experiencia del n1undo esencialmente en la estructura neuconal. p:·opia del cerebro.28 En el contexto de las cien cias de la cultura p uede p lantearse la misma cues- tión, aunque aquí se trata de un in terroga.me acerca de la relación de inter- crunbio entre Ja producción de imágen es mentales y la produccióna e imá- 25 Cf. las referencias de las notas i y 8. 26 Véase la nota 6 , así como Arendt (1971), con una crítica desde la historia de la filosofia a esta contradicción. 27 Cf. al respecto, en uno de los lados del espectro metodológico, Augé (1997a: 45 y ss.) y, en el otro, Derrida (1996) y Stiegler (1996). 28 Véase Breidbach (1999: 107 y ss.), así como Breidbach-Clausberg (1999) . MEDIO · IMAGEN· CUERPO 1 2 7 genes materiales en una época determinada, donde la última debería con- templarse como representación externa. Sólo en este sen tido es posible hablar de una historia de las imágenes, de manera similar a lo que ocu- rre con una historia del cuerpo o del esp acio. Sin em bargo, finalmen te, el planteamiento de interrogantes puede ligarse nuevamente con las cien- cias n aturales, si se está dispuesto a entender sus procedimientos de ori- gina r imágenes (imaging science) como artefactos, que funcionan no en un sentido n eutral u objetivo, sino en un o específico de la cultura. Es en torno de esta cuestión que James Elkins (Chicago) ha descubierto la "non- art image" como tem.a del análisis y de la critica (o.rmalcs.2;1 Aunque nuestras imágenes internas no siempre son de naturaleza indi- vidual, cuando son de origen colectivo las interiorizamos tanto que lle- gamos a considerarlas imágenes propias. Por ello, las j mágenes colectivas significan que no sólo percibimos el ruundo com o in dividuos, sino que lo h acemos de ma nera colectiva, lo que supedita nuestra percepción a una forma q ue es tá deternünada. poi:. la época. Justamente es en estas cir- cunstancias donde pa rticipa el enfoque medial de las imágenes. En cada percepción ligada a una época las · 01.ágen.es se trnnsformaJ1 cualitativa- mente, iocluso si sus ·temas son inm!.!.D..es al tiempo. Además, les otorga- mos Ja expresión de un significado personal y la duración de un recuerdo personal. Las imágenes vistas están sujetas irremisiblemente a nuestra cen- sura personal. Los guardianes que vigilan nuestra m emoria de imágen es las esperan de antemano. Si bien nuestra experiencia con imágenes se basa en una construcción que nosotros mismos elaboramos, ésta está determi- nada por las condiciones actuales, en las que las imágenes mediales son modeladas. O curre un acto de m etamorfosis et1<1ndo ias im<ígenes de algo que suce- dió se transforman_en..imágenes recordadas, que, a partir de ahí, eo.contra- rán un nuevo lugar en nuestro almacén personal de im ágenes. En un pri- mer acto despojamos de su cuerpo a las imágenes exteriores que nosotros "llegam os a ver': para en un segundo acto proporcio narles un nuevo cuerpo: tiene lugar u n intercambio entre su m edio portador y nuestro cuerpo, que, por otr a parte, se constituye en un medio natural.3° Esto es válido incluso 29 Elkins (1996: 553 y ss.). Cf. Jones-Gallison (1998); Weibel (1995: 34 y ss.).; Breidbach-Clausberg (1999), con numerosas contribuciones metodológicas, y Sachs-Hombach y Rehkamper (1998). 30 Esta situación ya había preocupado a Platón (Darmann, i995), quien se decidió por el medio vivo, aquel que puede acordarse de si mismo, en contra de los medios m uertos de la escritura y la pintura. Véase al respecto el ensayo "Imagen y muerte" en este l ibro, sección 8: "La crítica de Platón a las imágenes". 28 1 ANTROPOLOGÍA DE LA IMAGE N para las imágenes digitales, cuya estructura abstracta los espectadores tradu cen en percepción corporal. La impresión de la imagen que recib i- mos a través del m edio almacena la atención que les dedicamos a las imá- genes, puesto que un medio no solamente tiene una cualidad físico-téc- nica, sino también una forma temporal h istórica. Nuestra per cepción está sujeta al cambio cultural, a pesar de que, desde los tiempos más remo- tos imaginables, nuestros órganos sensoriales no se han transformado. A este hecho, contribuye de manera determinante la h is toria m edial de las imágenes. De esto se deriva el postulado fundamental de que los medios de la imagen no son extern os a las imágenes. Volvemos a en con trarn os con el tema de la percepción medial en el antiguo debate sobre el surgimiento de las impresiones de los sen tidos, que dejaban la huella de todas las cosas empíricas en nuestra mirada. Aris- tóteles se ocupó de este tem a cuando quiso oponerse a cierta an tigua doc- trina según la cual se t rataba de partículas materiales que se desprendían de las cosas y penetraban en nuestros ojos. Para ello propuso la tesis, cuya influencia posterior sería muy amplia, de que las imágenes vistas son percibidas como formas puras a las que la mirada despoja de su materia- lidad. Esta tesis establece ya el dualismo que separa a las imágen es exter- nas de las internas, como si todos los puentes que las u n ían h ubieran sido demolidos. Con esto, al mismo tiem po, se dejó de prestar atención a las relaciones entre percepción corporal y percepción en imagen. A par- tir de entonces, los medios, en los cualessurgen las imágenes y desde los cuales las imágenes tienen efecto, fueron considerados como una impu - reza del concepto de imagen, y por ello se les dejó de prestar una aten - ción especial.31 En la praxis, cada medio se aproxima a la tendencia ya sea de referirse a sí mismo, o bien , por el cont rario, de ocultarse en la imagen. Cuanto más nos concentramos en el medio de una determinada imagen, más entre- vemos una func ión de almacenamiento, y nos d istanciamos. Por el contra- rio, su efecto sobre n osotros se incremen ta cuanto menos tomemos con- ciencia de su participación en la imagen, como si la imagen existiera debido a su propia potencia. La ambivalencia entre imagen y medio consiste en que sus correspondencias se replan tean n uevamente para cada caso con- creto con una multiplicidad casi ilimitada. El poder de la imagen es ejer- cido por las instituciones que disponen de las imágenes a través del medio actual y de su atractivo: con el medio, lo q u e se promueve es la imagen 31 Aristóteles, Parva Naturalia (Peri Aistheseos), en Aristotle (1936: 215 y ss.). Cf. al respecto Cassirer (1922: 20 y ss.), "Der Begriff der symbolischen Form ... ". que se preten de inculcar a los recepto- res. La seducción de los sent idos a tra- vés de la fascinación del medio es en la· actualidad u na fascinación tecnológica. Siem pre se habló de él cuando se pre- tendía il ustrar al espectador sobre el poder ciego de las im ágenes, con lo cual se reducen a la 1nateria muerta de sus me- dios (p. 42). Cuando en la vida pública las imágenes tenían un efecto pernicioso 0 promovían ideas falsas, se pretendió sustraerlas del control de los medios que ejercía la parte contraria: si se las des- truía, sólo era posible destruir los me- dios en los que hab ían sido realizadas. Sin ningún medio, las imágenes deja- ban de estar presentes en el espacio social (figura i.3) . 5. LA ANALOG ÍA ENTRE CUERPOS Y MEDIOS MEDIO - IMAGEN - CUERPO 1 29 Figura 1.3 . Monumento fúnebre que muestra las huellas de la tormenta sobre las imágenes, Cated ral de Münster. Cada modalidad d e la antropología está sujeta a malentendidos, puesto que el término ha servido a m uy distintas disciplinas, y con much a frecuencia en su h istoria fue teñida de colo res ideológi~os.32 Una tradición que cele- braba en la historia d el esp íritu la evolución de un a imagen del mundo mágica a una racional, adopta de todos modos una actitud de rechazo a la antropología. Esto también afecta a la con fección de imágen es, en tanto 32 La antropología filosófica en el sentido kantiano, la antropología médica y la antropología de los pueblos extranjeros (véase sin embargo la revisión de J. Clifford y M. Augé, que han pugnado por una etnología de la cultura occidental) se han convertido en disciplinas reconocidas que defienden sus fronteras. A esto se aüade la "cultural anthropology" según el patrón norteamericano (Coote-Shelton (1992] y Marcus-Myers [1995]) . En relación con la antropología h istórica véanse la nota 34, con mis preferencias personales, y la nota 2. La postura de A. Gehlen (1961) con tinúa siendo una labor en proceso. Finalmente, en relación con la situación general de las investigaciones antropológicas en la actualidad, cf. Affergan (1997) y Augé (1994). Para una consideración retrospectiva del cambio en .la investigación etnológica, véase la autobiografía de Geertz (1995). Cf. también Müller-Funk y Reck (1996), en lo referente a una antropología histórica de los medios. 32 1 ANTROPOLOGÍA OE LA IMAGEN Figura 1.4. Pinturas con10 ventanas iluminadas (foto: E. Erwitt, 1965). estuvo parado frente a esa pared y que dejó ahí una imagen indexal en el sentido de la fotografía.38 Los cuerpos se hacen evidentes en la luz también por el hecho de qtte en ellos 1nis1nos se fonnan son1bras (figura i.7). De acuerdo con su manera de n1anifestarse, la luz y la son1bra son incorpóreas (no 1ne estoy refiriendo aquí a las leyes de la física). Y sin embargo, con su ayuda percibimos cuerpos en su extensión. Son en cierto n1odo n1edios naturales de la 111irada. Leonardo da Vinci se ocupó en sus escritos de las paradoJ°as que existen entre el cuerpo y su percepción por parte nuestra. "La sombra es el n1edio a través del cual los cuerpos 1nanifiestan su for111a." Advirtió también la circunstancia de que las sombras siguen a los cuerpos a todos lados, y que sin en1bargo se sepa- ran del cuerpo en el contorno.39 La pintura de sonzbras griega ( esquiagrafía) fue celebrada como una invención que pern1itía traducir el ser del cuerpo por la apariencia de la i111agen. La fotografía moderna captura el cuerpo en el rastro de la luz de manera similar a corno en la Antigüedad lo había hecho el dibujo de contornos en el rastro de las son1bras (p. 228). Las superficies de la proyección tan1bién pueden abogar en contra del cuerpo. La pintura cristiana señaló su contradicción con la plástica tridi- 38 Cf. al respecto el ensayo "I111agen y muerte" en este libro, nota 86. 39 Richter (1970: 164 y ss. ["on1bra e lumi de'corpi"], 166ys.y194). MEDIO - IMAGEN - CUERPO 1 33 Figura 1.5. Roberl Frank, Interior (ca. 1980), de: T'lte lines of 1ny hand (1989, 3ª ed.). rv como ventana y espejo. mensional del cuerpo de la cultura antigua. El rechazo a la imagen antro- pocéntrica del n1undo se sin1bolizó en los iconos trascendentales (trans- corporales), utilizando imágenes sin se1nejanza con los cuerpos para tras- pasar las fronteras del 111undo corporal:1ª La imagen corporal co1npletamente plástica no volvió a adquirir en el período final de la historia antigua la i111portancia cultural que había tenido en 1a cultura griega. Hegel fue quien vio esta historia de los n1edios con la n1ayor claridad, al distinguir la anti- gua imagen del cuerpo, que veía plasmada en ·1a época clásica, de 11 imagen del ahna de la pintura ro1nántica.41 Desde el 1nomento en que el ser hun1ano formó una imagen en una obra o dibujó una figura, eligió para ello un medio adecuado, así fuera un trozo de barro o una pared lisa en una cueva. Plasmar una ünagen signifi- caba al inisn10 tie1npo crear una itnagen físicamente. Las imágenes no aparecieron en el 111undo por partenogénesis. Más bien nacieron en cuer- pos concretos de la iinagen, que desplegaban su efecto ya desde su mate- rial y su forn1ato. No olvidemos que las iinágenes tuvieron la necesidad de adquirir un cuerpo visible puesto que eran objeto de rituales en el espacio 40 Véase al respecto Belting (1990). 41 Véase I-Iegel (1971: n8 y ss.), Vorlesungen iiber die Asthetik, en relación con la forn1a artística clásica y ro1nántica. 30 1 AN TROPOLOGIA DE LA IM AGEN supuesto ejercicio arcaico. Parecería que la im agen hubiera p erman ecido . en una oscuridad a la que sólo p u do vencer la luz de u na reflexión ilus- trada: lo que en algún m omento fue imagen en un sen tid o arcaico, se resol- vía en esta evolución ya sea como lenguaje (con su empleo de símbolos y metáforas), o como arte.33 Es por ello que en la actualidad el retorno de las imágenes despierta una p a rticular desconfian za, pues parece tratarse de una regresión a una creencia en las imágenes que ya h abía sido supe- rada. Una antro_Rología que se ocupa d e la confección de imáge nes y de la creencia d e la humanidad en las imágenes se hace mereced ora de la sos- p echa de traicionar una faceta clara y apreciada del progreso. No obs- tante, se ha introducido una antropología histórica como una forma moderna d_e cien cia de 1a cultura, que busca su materia tanto en el pasado como en el presente de la propia cultura. Si ésta investiga los m edios y los símbolos que emplea la c ultura en la producción de signos, entonces también la ima- gen es, eventualmente, un tema para ella.H La cuestión de las imágenes demuele las fronteras que delimitan las épocas y las culturas, pues sólo puede encontrar respuestas más allá de esas fronteras. Las imágenes poseen ciertamente una forma temporal en los medios y en las técnicas histór icos, y no obstante son tra ídas a la dis- cusión por temas que están más allá d el tiempo, como muerte, cuerpo y tiempo. Su función es la de simbolizar la experiencia del mundo y repre- sentar el m undo, de m anera q ue en l a transformació n se indiq ue tam - bién lo forzoso de la repetic ión . El cambio en la experiencia de la ima- gen exp resa también un cam bio en la experien c ia del cuei:po_, por lo que la historia cultural de la imagen se refleja también en una análoga historia cultural del cuerpo. Al respecto, el medio, a través del cual se com unican n u estros cuerp os con las imágenes, adop ta u n papel clave. El cuerpo y la imagen, q ue siempre han sido n uevamen te defin idos, p uesto que siempre han estado ahí, son por consiguiente temas natos de la antropología.3s 33 Cf. al respecto las consideraciones, desde la perspectiva de la filosoffa de las formas simbólicas, de Cassirer (nota i6). En Warbu rg (1979 y 1988), la Ilustración y la distancia racional desempeñan una función ambivalente en relación con la imagen. 34 Con relación a la antropología histórica o an tropología de la cultura en sus modalidades europeas más recientes, véanse sobre todo Plessner (1982); Marshall (L990); Süssm uth (1984); Kamper-Wulf (1994), y Gebauer (1998), así como Gebauer-Kamper (1989) o las publicaciones de .la SFD Anthropologie der Literaturwissenschaften en Constanza. 35 Cf. al respecto el ensayo "La imagen del cuerpo como imagen del ser humano", asf como el ensayo "Imagen y muerte" en este libro. MEDIO - IMAGEN - CUERPO 1 31 La fuga del cue rpo que se da en la actualidad sólo p roporciona una nueva prueba de la relación entre percepción de la imagen y'percep cÍón del cuerpo. La fuga dentro del cuerpo y la fuga fuera del cu erpo son sólo dos formas antagónicas de tratar con el cuerpo, para definirse, ya sea en favor del cuerpo o en su contra. Dejamos que la inmanencia y la trascen- dencia del cue rpo sean confirmadas por imágenes a las que les impon e- mos esta tenden cia opuesta. Los m edios digitales de la actualidad modi- fican nuestra percepción, al igual que lo hicieron todos los medios técnicos que les antecedi.eLon; sin embargo, esta percepción permanece ligaCla al cuerpo. l)nicamente por medio de las imágenes nos liberamos de la susti- tución dé nuestros cuerpos, a los que podemos mirar así a la distancia. Los espejos electrón icos n os represen tan tal com o deseamos ser, pero tam- bién com o no som os. Nos muestran cuerpos artificiales, incapaces de morir, y con eso satisfacen nuestra utopía in effigie.36 Ya el espejo fue inventado con el propósito de ver cuerpos donde no hay cuerpo alguno: sobre vidrio o metal captura nuestra imagen lo mismo que n uest ra mirada a la im agen . Como medio, el espejo es el reluciente opuesto de nuestros cuerpos, y sin embargo nos devuelve la imagen que nos hacemos de n uestro propio cuerpo (figu ras i.4, i.5, i.6). Sobre la super- ficie del espejo el cuerpo posee una imagen incorpórea, que no obstante percibimos como corporal. Desde entonces, otras superficies técnicas han seguido desempeñando el papel del espejo, y con ello también han invitado a contemplar el m undo en la imagen distante de un exterior:37 la ventana simbólica de Leone Battista Alberti, esa pin tura de los inicios del Renaci- miento, se volvió el modelo de pantalla como superficie transparente. El espejo y la pintura comprueban, como medios arquetípicos, la capacidad humana de traducir cuerpos tridimensionales en un medio que los con- tradice de m anera tan profunda por tratarse de una superficie. Sobre la pro- yección de un cuerpo existe la primera referencia de la joven corintia, que d urante la despedida conservó a su amado en el contorno de la sombra que su cuerpo arrojaba contra la pared (figura 5.30) (p. 223). La pared le sirvió como n1edio para preservar la huella de un cuerpo que alguna vez 36 Cf. al respecto el epílogo referido a la fotografía en el ensayo "Imagen y muerte" en este libro. 37 Con relación al espejo, cf. los trabajos de Baltrusaitis (1986) y Haubl (1991). Ya desde el siglo vr a. C. en la cultura egipcia y posteriormente en la griega, el espejo ha sido un medio privilegiado. Cf. también Marin (1993: 40 y ss.) y las referencias bibliográficas de la nota 12 del ensayo "Imagen y sombra" en este libro con relación al tema de Narciso, así como Belting (1995b). 34 I AN TROPOLOGIA DE LA IM AGE N Figura 1.6. Autorretrato de Picasso en el espejo (Royan, 1940). p úblico ofrecidos por u na comunidad. Además, debían ser instaladas en un lugar p ropicio para su apreciación, en el que se reunían cuerpos que así for - maban un lugar público.42 Su hardware n o sólo las hacía visibles, sino que les o torgaba u na presen cia en un cuerpo den tro del ámbito social. Esto sigue 42 Los monumentos continúan en la Modernidad, de modo híbrido e ideológico, el antiguo montaje de las imágenes de culto, en una sociedad que planteó p reguntas sobre la identidad, en un ambiguo doble sentido, a la deidad (el gobernante) y a la obra en imagen que la encarna. Montaje, consagración, veneración, procesión o el ritual ante la imagen están unidos a la imagen en tanto actos del ceremonial: véanse Freedberg (1989: 82 y ss.) y Belting (1990). En relación con el ritual. véase Turner (1987). siendo así, com o en las h abitacion es de hotel donde el monitor se exhibe como sobre un altar casero para recibir las imá- genes inmateriales que son enviadas desde el ámbito p úblico (figura i.8). , Los multimedia y los med.ios masi- vos son tan d;:¡minantes en la discusión actual, que para oponérseles es necesa- rio plantear primero otro concepto de medios. Marshall McLuhan con sideró los medios, ante todo, como u na exten sión de nuestros propios órganos corporales, por lo cual en el progreso de la tecnolo- gía hallaba su verdadera justificación. Al en tender a los m edios com o pró tesis del cuerpo que m ejoran n uestra ap rehensión del tiem po y el esp acio, podía hablar de medios del cue rpo.43 En la his toria del MEDIO· IMAGEN - CUERPO 1 35 Figura 1.7. La sombra de Picasso (foto: Picasso, 1927). arte, por el contrario, los medios son concebidos como géneros y materia- les a través de los cuales los artistas se expresan, o sea como medios del arte. En oposición a esto, entiendo los medios como m edios p ortadores, o m edios anfitriones, que necesitan de las imágenes para hacerse visibles, es decir, son medios de la .imagen. Deb en ser distinguibles de los cuerpos verdade- ros, con lo cual han desatado las con ocidas cuestiones sobre forma y m ate- ria. La experiencia en el mundo se aplica a la experiencia en la imagen. Sin embargo, la experiencia de la imagen está ligada, por ot ra parte, a una expe- riencia medial. Los medios conllevan. una form.a temporal d inámica deter- minada por los ciclos h istóricos de la propia his toria de los medios."Hi'sta el mom ento, el debate en torn o a estos ciclos sólo se ha ocupado de lo refe- ren te a los estilos ar tísticos (George Kubler). Cada medio acarrea su forma temporal como si la llevara grabada en relieve. Así pues, las cuestiones de los medios son desde su o rigen cuestiones de la historia de los medios.« En Ja terminología de los medios de la imagen hace falta una distinción fundam ental, la q ue existe entre escritura y lenguaje. lmngen fotográficn o electrónica o n términos que se refieren a m edios individuales para los q ue no existe un término general. El len guaje hablado está ligado al cuerpo que habla, mientras qu e el len guaje escrito se libera del c uerpo. El acto 43 McLuhan (1964 y 1997: 45 y ss.). 44 Kubler (1962) . 36 I ANTROPOLOGfA OE LA IMAGEN Figura 1.8. Armario con televiso r en un hotel de Amberes (publicidad del hotel). corporal en el que participan la voz y el oído es remplazado por una condu cción lineal del ojo en el caso de la escritura, que comunica a través de un medio técnico. Mientrastanto, la afirmación d e que la escri- tura impresa requiere del sen- tido de distancia del ojo, y q ue ella, en tanto 1nedio transmi- sor el e nuestra cultura, h abía introducido ya una abstracción de la percepción desde antes de la época de las computadoras, se ha convertido en un topos de todas las teorías de los m edios.4S En lo q ue se refiere a las imágenes, se mantiene todavía una argun1en- tación s im ilar a la que se desarrolló para el lenguaje . Las imágenes inte- riores y exteriores caen indistintamente en el concepto imagen. Es evidente, sin embargo, que en el caso de las imágenes los m edios son un equiva- le n te d e lo que la escritura es en el caso del lenguaje. Sólo que para las imágenes no existe la alterna tiva entre lenguaje y escritura, que en ambos casos salen del cuerpo. Tenemos que trabajar con medios para hacer visi- bles las imágen es y en tonces comunicar a través de ellas. El lenguaje de las imágenes, como lo llamamos, es u na denominación di ferente para la media- lidad d e las imágenes. No permiLe su separación ele las imágenes de manera tan limpia com o en la distinción entre escritura y lengu aje (posiblemente la escritur::i, en tan to medio, haya modelado el len guaje). Es por ello que el concepto de imagen resulta tan difícil de identificar en los artefactos para imágenes. Aquí radica una tarea inte rdisciplinaria para el futuro. En las imágenes técnicas, el carácter medial ha adquirido en la actua- lidad aun otro significado. Nos com unicamos en imágenes con un m undo que no es accesible a nuestros órganos sensoriales sin algún tipo de inter- mediación. La competencia de nuevos medios sobrepasa al mism o tiempo la competen c ia de nuestros ó rganos corporales.46 l:.sta, po r su parte, es transmitida nuevamente mediante imágen es, como en las investigaciones biológicas. A través d e las imágenes representamos, parafraseando a Paul 45 Kerckhove (1995: 45 y ss.). Cf. también Dencker (1995); Kittler et al. (1994); McLuhan (1962), y Vattimo-Welsch (1997). 46 McLuhan (1964 y 1996), respecto de esta mirada hacia los medios. ME DIO - IMAG EN · CUERPO 1 37 KJee, lo que no es posible copia r s ino que tiene que ser h echo visible por medio de un nuevo tipo de imágenes. En esta categoría e ntran los proce- dimientos para obtener imágenes de las ciencias naturales. Sin embargo, esta dependencia de los m edios técn icos desata una crisis tanto en la conciencia del cuerpo como en el trato con imágenes. Nos armamos con p rótesis visuales para que sean aparatos los que dirijan nuestra percep- ción. En la experiencia con imágenes aparece una abstracción semejante a la de la experiencia del cuerpo: se impone a través de la experiencia de una in termediación técnica sobre la que n o tenernos ya con trol corpo- ral. Algo similar es vá lido para la producción de im ágen es de los medios masivos. Le adjudicamos mayor au tor idad que a la experiencia propia con el mundo. Al10ra el mundo sólo es accesible a través de los m edios, como Jo demostró Susan Sontag con la fotografía.47 Con esto ocurre un des- plazamiento de la ex"Periencia tradicional de las im ágenes. Su m ediali- dad atrae tanta atención, q ue ya no es posible reconocerla como puente entre imagen y c uerpo, sino que pa rece tratarse de una autoexpresión del m ed!o . Esto tiene como consecue nc ia que la discusión en torn o de la percepción se ha vuelto m ás abstracta que la p ercepción misma, q ue aún continúa ligada al cuerpo. En la actual histor ia técnica de los medios, la -producción de imágenes se describe en ci.erLo modo como automati~mo dela técn ica de los medios. De esta fo rma, la discusión en torno de las in1ágenes se transforma preci- samente en lo opuesto en la filosofía o e n la psicología, que han prestado menor atención a los medios de la imagen, como si no tuvieran que ver con los seres h umanos. Por úl timo, las ciencias n aturales, q ue sólo se ocu- pan del organismo vivo, n i siquiera han descubierto los aparatos de im á- genes en los que se simbolizan las n o rmas h istóricas d e la percepción. Así, casi siempre falta un aspecto importante en el triángulo imagen-cuerpo- medio. Por motivos sim ilares, atm no ha sido posible representar de manera conjun ta la producción del imagin a rio colectivo (de los mitos y los sím- bolos de una época) y la p roducción física (y artística) de imágenes, de modo que su mutua dependencia e n el sentido cultural y en el técnico de los m edios se torne perceptible.48 El cuerpo continú a sien do el eslabó n en una historia m edial de las imágen es en la que aparecen juntos técnica y con- 47 Véase Sontag (1973: 153 y ss.) . 48 Al respecto, cf. Augé (1997a: 125 y ss.) y Caillois (1987: 17 y ss.), así como naturalmente los trabajos de Lacan (por ejemplo, Laca n 11994]). En el campo de la etnología, véanse las investigaciones de Lévi-Strauss (1962 y 1978); en el del psico:rnálisis, véase el volumen Destins de l'image (1991). 38 1 ANTROPOLOGiA DE LA IMAGEN ciencia, m edio e imagen. Las imágenes existen en la his toria doble de la producción mental y material de imágenes. Pero dado que los temas ima- gen-medio-cuerpo están atrapados por la moda y la ideología, resulta difí- cil traerlos a la d iscusión en un discurso abier to que no sucumba ante las diversas fraccion es de los bastiones académicos. 6. LA D I FERENCIA ENTRE I MAGEN Y MEDIO El m edio posee en el culto a los muertos u n an tiquísim o paradigm~ (p. i77). E l difunto intercambiaba su c ue rpo perdido p o r una imagen, por m edio de la cu al p erma necía entre los vivos. Ú nica mente en imagen era p osible que es te intercambio tu vie ra luga r. Su m edio representab a el cuerpo de los muertos del m ism o modo en que había existido entre1os cuer- pos de los vivos, quienes realizaba n el intercam bi:l s im bólico entre m ue rte e imagen . Así, en este caso n o se t ra taba únicamente d e u n m edio entre im agen y espectador, sino entre muerte y vid a. Por este m o tivo, Ja susti- tuc ió n e ra much o más importante q ue cualquier g rad o de sem ejan za. Me refiero aquí a un arque tipo d e la imagen en el que están con ten idas, s in em bargo, todas las experiencias anteriores con la imagen. Un ú ltimo reflejo del antiguo r itual de los muertos fue el medio humano de las sesio- Qes esp iritistas, q ue encarn aba de m an era especialmen te drást'ica el con - cepto de m edios del s iglo x1x .49 Una persona v iva o frecía a un muerto su cuerpo como 111edio, pa ra que éste hablara COJJ su propia voz a los vivos. f ste es un caso de pervivencia de la antiquísima idea d e la corp oriza - ción en un doble en una forma híbrida. La experiencia m edial que realiza mos con las imágenes (la experiencia de que las imágenes utilizan un medio) está basada en la conciencia de que uti lizam os n uest ro propio cuerpo como m ed io para gen erar imágenes interiores o para captar imágenes exteriores: imágen es ~e surgen en nues- tro cuerpo, como las imágenes de los sueños, a las que percibim os como si u tili zaran n uestro cuerpo com o _medio a nfi trión. La m edialidad de las im ágenes es una expresión d e la experiencia del cuerp o. Traslada m os la visibil idad q ue poseen los cuerpos a la visib il id ad que adquiere n las im á- 49 En relación con el medio en sesiones espiritistas, W. I-I. C., Kontakte mit dem fenseits? (Berlin, 1973); Horkel {1963); I-Iaack (1988), asi como el catálogo Victor Hugo et le spiritisme {París, 1985). La conjuración de espíri tus en o tras culturas requie re de un discurso completamente dist into. MED IO - IMAG EN - CUERPO 1 39 genes a través de su medio, y las valoramos como u na expresión d e p re- sencia, así como relacionam os la invisib ilidad con la ausencia. En el acer- tijo de la imagen, la ausencia y la presencia están entrelazadas de m anera indisoluble. En su medio está presente (de lo contrario no podríamos verla) , y sin embargo está referida a una ausencia, de la cual es imagen. Leemos el
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