Logo Studenta

Impacto-en-la-auto-actualizacion-de-los-participantes-en-actividades-de-sensibilizacion-del-proyecto-de-promocion-del-desarrollo-personal-y-profesional-2010

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNAM IZTACALA_ 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
Impacto en la auto-actualización de los participantes en 
actividades de sensibilización del proyecto de promoción del 
desarrollo personal y profesional 2010 
T E s s 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE 
P 
L I e E N e I A o o EN PSI e o LO G I A 
R E s E N T A (N) 
RAFAEL ZEPEDA HERNÁNDEZ 
JULlETA CONTRERAS HERNÁNDEZ 
Director: Lic. GISEL LÓPEZ HERNÁNDEZ 
Dictaminadores: Mtra. GABRIELA DELGADO SANDOVAL 
'~ ¡;-I' 
I-;-~~'! 
• fesiztacolo 
.~ ."'--
Lic. ISRAEL TREJO GONZÁLEZ 
Los Reyes Iztacala, Edo de México, Nov 2011 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
INDICE 
 
 
CAPITULO 1. Enfoque Centrado en la Persona 2 
1.1. Actitudes básicas 15 
 
 
CAPITULO 2.- Historia en México del Enfoque Centrado en la Persona 22 
2.1 Promoción del Desarrollo Personal y Profesional en Iztacala 25 
2.2 Estrategias vigentes del PDP 30 
2.2.1 Difusión y sensibilización 32 
 
 
CAPITULO 3.- Teoría de la motivación de Abraham Maslow 35 
3.1 Auto-actualización desde la psicología humanista 43 
 
 
CAPITULO 4.- Auto-actualización de los usuarios de la estrategia difusión y 
sensibilización del año 2010 47 
 
 
RESULTADOS 49 
 
 
CONCLUSIONES 53 
 
 
BIBLIOGRAFÍA 59 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 2 
CAPITULO 1. ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA 
 
La psicoterapia autodirectiva o “centrada en la persona” apareció como un enfoque 
psicoterapéutico sistematizado en los primeros años de la década de los cuarenta. Carl 
Rogers, fundador y figura central del sistema, llegó a la Universidad Estatal de Ohio 
tras haber ejercido la psicoterapia durante más de 12 años en la clínica comunitaria de 
Rochester, Nueva York (Lafarga, 1992). 
 
Durante el periodo de 1930-1940, Rogers estuvo desarrollando una técnica de trabajo 
con personas, influido por el entrenamiento freudiano en el Instituto de Psicoterapia 
Infantil; por su experiencia con niños y adultos, por la influencia del pensamiento 
rankiano con el que había estado en contacto gracias a unos compañeros que lo habían 
estudiado en la Escuela de Trabajo Social de Filadelfia, y por las disertaciones con los 
miembros de su propio equipo. Sin embargo, pensaba que, aunque consciente de que 
estaba desarrollando su propio sistema de trabajo seguía básicamente una corriente 
psicoterapéutica importante, pero no diferente a la que seguían otros (Rogers, 1974). 
 
Ya estando en Ohio, Rogers encabezó un grupo de estudiantes e intelectuales inquietos, 
y muy influidos por la tendencia a la verificación; emprende un minucioso trabajo de 
práctica psicoterapéutica seguida por el análisis de las grabaciones de las consultas, para 
identificar las constantes que facilitaban el proceso de crecimiento en las personas que 
acudían a recibir ayuda psicoterapéutica. Con base en dichos análisis y en los datos y 
observaciones emanados de su práctica clínica anterior, Rogers escribió un documento 
titulado “Conceptos nuevos en psicoterapia” en 1940. Mientras según él, sólo describía 
y analizaba las nuevas corrientes, con la única diferencia de haber derivado sus hipótesis 
no de inferencias teóricas sino de datos observables; suscitó un furor de crítica, 
alabanza, ataque y entusiasmo, y pensó que había creado algo “realmente nuevo”. A 
partir de ese momento Rogers emprendió una etapa de reformulación de hipótesis, 
práctica clínica y verificación científica, en forma independiente (Lafarga, 1992). 
 
Durante un primer periodo, que abarca aproximadamente de 1940 a 1945, tanto las 
hipótesis derivadas de la práctica como sus verificaciones se concentraron en las 
variables del proceso psicoterapéutico operantes en la persona que recibía ayuda. 
 
 3 
El paradigma utilizado para formular las hipótesis en forma operacional fue el siguiente: 
si la persona que recibe ayuda siente la necesidad de recibirla, tiene una inteligencia 
mínima suficiente y no está rodeada de un medio ambiente totalmente adverso; si el 
terapeuta actúa como facilitador de la expresión y no interviene directamente y si entre 
ambos se establece una buena relación, entonces, la persona que recibe ayuda: 
 
a) Sentirá una creciente relación de sus expresiones y manifestaciones de sentimientos 
como propias. 
b) Reconocerá y aceptará la imagen que se forma gradualmente de sí misma. 
c) Tomará decisiones más responsables. 
d) Adquirirá un conocimiento más profundo de sí misma. 
e) Crecerá hacia la independencia personal. 
El análisis y trabajo de verificación de estas hipótesis se hizo con base en las 
transcripciones completas de procesos psicoterapéuticos y los datos empíricos obtenidos 
en las entrevistas. Como se indicó anteriormente, en la investigación se analizó el 
proceso en la persona que recibía ayuda. La única característica del terapeuta que se 
tuvo en cuenta en este primer periodo fue su capacidad para establecer una relación 
personal satisfactoria con la persona que recibía ayuda, a fin de facilitar la 
manifestación del potencial de ésta y evitar toda forma de intervención directa. 
 
El sistema teórico emanado de tales hipótesis básicas se conoció como psicoterapia no 
directiva, apelación congruente con el énfasis en las condiciones o circunstancias de la 
persona que recibía ayuda y el conocimiento que se tenía entonces de la participación no 
directiva del terapeuta (Gondra, 1975). 
 
El segundo periodo, que se extiende aproximadamente de 1946 a 1953, estuvo orientado 
por una interrogante de suma importancia que dejaron sin respuesta los primeros 
estudios: ¿en qué consistía la participación del psicoterapeuta en el proceso? Durante la 
primera fase de maduración del enfoque Rogers, ya había descrito ampliamente la 
empatía y la aceptación incondicional hacia la persona que recibe ayuda, pero los 
estudios de investigación no habían considerado esas variables, y las hipótesis derivadas 
de la práctica clínica sobre conductas específicas en el psicoterapeuta aún no se 
verificaban. 
 
 4 
Durante el primer periodo estaba totalmente descartado hacer interpretaciones, indicar 
directivas, expresar opiniones o sentimientos, ofrecer planes y otras estrategias 
semejantes; había que favorecer el impulso autoiniciado y autodirigido de la persona 
hacia el crecimiento, la salud y la adaptación. Pero el énfasis en las negaciones 
obstaculizaba la participación activa y positiva de los psicoterapeutas, identificándose a 
éstos más por lo que no hacían que por lo que sí hacían. 
 
En el segundo periodo los estudios se orientaron a proporcionar una formulación más 
completa de todo el proceso, en el cual se incluyó en forma más explícita la 
participación del terapeuta. En 1945 Snyder realizó un estudio en el que analizaba el 
contenido de las investigaciones del psicoterapeuta sobre la persona que recibe ayuda. 
Este estudio fue repetido por Seeman en 1949, quien encontró que a partir de las 
primeras entrevistas el movimiento hacia una mayor comprensión de la persona por sí 
misma y una mayor actividad en la planeación de la expresión de sentimientos positivos 
que seguía a la manifestación de los negativos, se aprecia más claramente cuando el 
terapeutatenía una actitud empática y una aceptación incondicional, manifestadas en 
frases que no sólo reflejaban los sentimientos y los contenidos, sino que también 
transmitían las actitudes de comprensión y de aceptación incondicional (Lafarga, 1992). 
 
En 1951, Bergman (citado en Lafarga, 1992) planteó la interacción entre el 
psicoterapeuta y la persona que recibe ayuda en las mismas categorías que Snyder y 
Seeman, pero no se limitó a tabular proporciones de conductas del terapeuta y de la otra 
persona, sino que demostró que las actitudes del psicoterapeuta eran propiamente 
cocausas de las reacciones de crecimiento de la persona en el proceso psicoterapéutico. 
Bergman concluyó que después de las intervenciones estructuradas o interpretativas del 
terapeuta se producía en la persona que recibía ayuda un abandono de la exploración en 
la experiencia del yo, entendiéndola como asuntos históricos de la vida y como 
experiencias que no encajan en su idea del sí mismo; mientras que la clarificación 
empática del sentimiento generaba una continuada exploración de la experiencia y la 
adquisición de una más profunda comprensión de sí mismo, es decir se logra el 
reconocimiento de la experiencia en el aquí y en el ahora. Cabe resaltar que a diferencia 
del psicoanálisis, en el ECP se busca manejar los asuntos actuales, no enfocándose a los 
pasados; para Rogers, la principal tarea del terapeuta es generar una atmósfera en la que 
el cliente pueda abrirse de manera más completa a su propia experiencia orgánica, en 
 5 
esta atmósfera el cliente tiene menos miedo de encarar y admitir sus propios 
sentimientos, y abrirse a aceptarse como se es, esperando que consiga también la 
aceptación de experiencias que antes había negado o distorsionado por no encajar en su 
concepto del yo (Mischel, 1988). 
 
Lo más importante de este segundo periodo en cuanto a la práctica psicoterapéutica 
centrada en la persona, es el esfuerzo de los psicoterapeutas para responder no sólo al 
sentimiento sino también al significado afectivo y no al significado semántico, de las 
expresiones de la otra persona. Las reacciones superficiales de reflejo, es decir el 
regresar al cliente la manera en que está viviendo sus sentimientos y su experiencia, con 
frecuencia características de la clarificación no directiva, fueron sustituidas por la 
transmisión verbal de una comprensión más profunda del significado afectivo en la 
comunicación de la persona que recibía ayuda. 
 
En esta etapa se identifica la importancia de que el psicoterapeuta realice un esfuerzo 
máximo por meterse bajo la piel de la persona con quien se comunica e intenta vivir 
como suyas las actitudes expresadas, en lugar de observarlas desde fuera, a fin de captar 
los matices más delicados y cambiantes de la expresión; en una palabra, trata de 
absorberse a sí mismo por completo en la experiencia de la otra persona. En la lucha por 
conseguir esta captación de las actitudes de la otra persona, el psicoterapeuta no puede 
formular diagnósticos ni interferir en el proceso (Gondra, 1975). 
 
Con base en las hipótesis emanadas de la práctica clínica y las investigaciones 
realizadas hasta la fecha, Carl Rogers formuló una teoría “fenomenológica” de la 
personalidad. “La fenomenología se basa en el principio de que el hombre y el mundo, 
el sujeto y el objeto, el ser y la conciencia, el interior y el exterior, deben considerarse 
siempre como una unidad indivisible; principio que constituye el fundamento del ser en 
el mundo según Husserl, no es conocimiento en sentido verdadero, sino un mirar 
espiritual, intuición; contrapone conscientemente la intuición a la abstracción. El 
hombre no es el resultado o el punto de intersección de causalidades varias que 
determinan su cuerpo o su psique; el hombre no puede concebirse como parte del 
mundo ni como simple objeto de la biología, de la psicología y la sociología; ni agotarse 
completamente en el universo de las ciencias; todo lo que el hombre sabe sobre el 
mundo, incluso lo aprendido a través de la ciencia, lo conoce a partir de su visión o 
 6 
experiencia del mundo, sin la cual los símbolos de las ciencias carecerían de sentido; 
nada lo tendría sin una visión personal de cada cosa como se es dada en lo externo y 
como se vivencia en lo interno” (Quitmann, 1989 pág. 269). 
 
Como se mencionó antes, Rogers con ayuda de la fenomenología y de los resultados 
obtenidos de la práctica clínica, sistematizó una teoría para su verificación, la cual se 
estructuraba con las siguientes hipótesis (Shlien y Zimring, 1974; citado en Lafarga, 
1992): 
 
a) Si la persona logra una mejor organización perceptual de la imagen de sí misma, 
su conducta cambiará. 
b) Si existen necesidades insatisfechas en la persona, el organismo buscará una 
satisfacción. 
c) Si la persona experimenta amenazas externas o internas, su percepción y su 
conducta serán rígidas. 
d) Si disminuyen dichas amenazas, la percepción y la conducta de la persona 
estarán más abiertas a su propia experiencia. 
e) Las percepciones de la persona que contribuyen a aumentar la estima de sí 
misma o la satisfacción consigo misma serán claramente captadas, aceptadas e 
incorporadas. 
f) Las percepciones que producen desestima de sí misma o insatisfacción consigo 
misma serán denegadas, distorsionadas o ignoradas. 
g) Las percepciones que sean congruentes con la experiencia producirán bienestar 
psíquico. 
h) Las percepciones que no sean congruentes con la experiencia producirán 
malestar psíquico. 
i) A mayor bienestar psíquico, mayor aceptación de los demás. 
 
Las investigaciones realizadas en este segundo periodo se pueden clasificar en dos 
grupos. El primero toma en cuenta los aspectos moleculares de las hipótesis anteriores, 
y el segundo se enfoca a los resultados del proceso psicoterapéutico, de acuerdo con 
varias hipótesis. 
 
 7 
Del primer grupo, Sheerer (Brazier, 1997) diseñó una escala de categorías para medir la 
aceptación de uno mismo y de los demás, verificándose las hipótesis. En la misma línea 
que Sheerer, Stock (1949, op. cit.), al analizar las mismas grabaciones, seleccionó los 
contenidos afectivos y los sentimientos experimentados por cada una de las personas 
hacia ellas mismas y hacia las demás. Este autor encontró una correlación positiva entre 
los sentimientos de una persona hacia sí misma y los sentimientos de esa misma persona 
hacia los demás. Con el mismo material Haigh (1954, op. cit.) comparó las dos partes 
del proceso de psicoterapia y diseñó una escala para medir la defensividad. Encontró 
una considerable disminución de esta característica en la segunda parte del proceso y 
una correlación significativa de la disminución de ésta con otros criterios de 
recuperación. 
 
En 1954 Cartwright puso a prueba la hipótesis sobre la distorsión, la inhibición o el 
olvido de experiencias generadoras de insatisfacción o falta de estima en la persona. Un 
grupo de sujetos fue expuesto a una serie de estímulos de estima y satisfacción en 
distintos grados. La memoria de los estímulos, o su distorsión y olvido, en los sujetos 
del experimento confirmó la hipótesis. 
 
El segundo bloque de estudio durante este periodo constituye uno de los cuerpos de 
investigación más ricos y trascendentales para el sistema. Era necesario comprobar si 
todo el proceso psicoterapéutico (de acuerdo con algunas variables que intervenían en 
él) generaba cambios consistentes. Rogers y Dymond (1954) realizaron un reporte 
exhaustivo de este bloque con base en una investigación en la que participaron 80 
personas distribuidas entre los grupos experimental y de control en el grupo de aquéllos 
que en algún momento abandonaron la psicoterapia. Estas personas participaron en 
distintos proyectos durante periodos que duraron desde algunos meses hasta cuatro 
años. Las proporciones entre hombres y mujeres eran casi las mismas y las edades 
fluctuabanentre los 21 y los 40 años. 
 
El grupo experimental estuvo compuesto por aproximadamente 30 sujetos, y fue 
analizado y estudiado en comparación con un grupo control integrado por igual número 
de sujetos. Todos los sujetos fueron evaluados con base en pruebas psicométricas y 
proyectivas durante periodos anteriores al proceso psicoterapéutico, posteriores a él y 
durante periodos de seguimiento. Para analizar la transcripción completa de todas las 
 8 
entrevistas se dispuso de gran variedad de instrumentos psicológicos; de relatos hechos 
por los sujetos mismos; de informes de los terapeutas; de informes sobre las baterías de 
pruebas y sobre la evaluación de los procesos a través de escalas para medir cambios en 
diversas áreas de funcionamiento, y del juicio de profesionales que evaluaban tanto el 
proceso en las personas que recibían ayuda como la participación de los terapeutas. 
 
El desarrollo de métodos e instrumentos para la medición y cuantificación de los 
procesos internos ha sido uno de los desafíos más grandes de la investigación en 
psicoterapia. Afortunadamente, en la Universidad de Chicago, en donde se realizaron 
los estudios mencionados, apareció en 1953 un trabajo de Stephenson (citado en 
Lafarga, 1992) acerca de un método cuantitativo para analizar las proposiciones 
autodescriptivas de una persona en uno o varios periodos determinados. Un análisis 
factorial de los distintos elementos de estas descripciones permitía comparar al sujeto 
consigo mismo y constatar la naturaleza del cambio. Las primeras aplicaciones de esta 
técnica no corroboraron las hipótesis. 
 
Sin embargo, en el conjunto de estudios en el que se aplicó la “metodología Q” ésta fue 
ampliamente aprovechada y adaptada para medir diferencias no solo intraindividuales 
sino también interindividuales, de manera que pudieron compararse entre sí diversos 
procesos psicoterapéuticos; los sujetos consigo mismos durante las diversas etapas del 
proceso psicoterapéutico, con base en sus propias percepciones y formulaciones, y los 
resultados obtenidos en el proceso, por psicoterapeutas en distintas orientaciones 
teóricas y metodológicas, experimentados y no experimentados. Los diseños 
experimentales fueron muy claros, pero su aplicación resultó sumamente compleja. 
 
Los resultados globales mostraron, en los sujetos sometidos al proceso psicoterapéutico 
centrado en la persona, una ampliación y mayor aceptación de la propia imagen, cuando 
en la relación interpersonal se eliminaron las amenazas externas, y se caracterizaron por 
una comprensión y aceptación de la experiencia de la otra persona, comunicada con 
claridad y en forma directa pero cálida. 
 
El descubrimiento más importante de este segundo periodo, consiste en que el 
movimiento hacía cambios positivos y permanentes en la integración de la personalidad; 
hacia actitudes más satisfactorias y constructivas para con los demás y para con ellos 
 9 
mismos, y hacia cambios positivos en la conducta de los sujetos, se relacionó más bien 
con el grado de empatía, aceptación y congruencia de los psicoterapeutas que con la 
mayor o menor experiencia profesional, edad u orientación teórica o ideológica de éstos. 
 
Este trabajo generó una serie de interrogantes que confirman lo difícil que es el avance 
de la investigación en un campo tan complejo. ¿Qué tanto influye la personalidad del 
psicoterapeuta en el proceso?, ¿en qué medida influyen su experiencia y orientación 
ideológica?, ¿qué significa la “realidad” para la persona que busca ayuda y para el 
psicoterapeuta en un proceso fenomenológico?; las interrogantes enumeradas son sólo 
una muestra de las perplejidades que dejaban las diversas investigaciones realizadas 
hasta ese momento (Lafarga, 1992). 
Las conclusiones globales de estos estudios que indican alguna efectividad terapéutica 
del enfoque centrado en la persona, basadas en resultados cuantificables, abrieron el 
campo a una práctica clínica más amplia y productiva, y estimularon una nueva 
variedad de investigaciones que se analizarán en forma sintética. 
 
Durante el tercer periodo, que se extiende aproximadamente de 1950 a 1955, las nuevas 
hipótesis que subsumen y reformulan las anteriores, podrían expresarse 
operacionalmente en la siguiente forma: 
 
a) Si dos personas entran en contacto y una de ellas experimenta ansiedad y 
necesidad de ayuda psicoterapéutica. 
b) Si el terapeuta es congruente consigo mismo. 
c) Si el terapeuta experimenta una aceptación incondicional por parte de la persona 
que recibe ayuda. 
d) Si el terapeuta muestra además una comprensión empática hacia la otra persona, 
y 
e) Si la persona que recibe ayuda, percibe claramente en el terapeuta congruencia, 
aceptación incondicional y comprensión empática, el proceso psicoterapéutico 
estará en marcha. 
 
La investigación de este periodo se refiere a las “condiciones necesarias y suficientes 
para el proceso terapéutico”. Este periodo es una continuación lógica de los dos 
primeros. 
 10 
 
En 1958 Halkider estudió la relación de las variables b, c y d con los resultados de 
diferentes procesos psicoterapéuticos, y encontró que dichas condiciones estuvieron 
correlacionadas con los resultados más favorables. Barrett-Lennard (1962, citado en 
Lafarga 1992) realizó un estudio semejante donde obtuvo los mismos resultados. Estos 
trabajos son muy parecidos a los del primer bloque del periodo anterior. En 1962 
Goodman investigó la congruencia de los sentimientos internos con la expresión 
externa, tanto en el psicoterapeuta como en la persona que recibía ayuda. Este autor 
encontró, mediante un ingenioso diseño experimental, que a medida que avanza la 
percepción mutua de congruencia, avanzaba también el proceso. 
 
Varios autores critican la metodología de los estudios descritos y proponen un control 
más rígido de variables y una elección al azar de las muestras. Pero esto sólo hubiera 
sido posible en un laboratorio y con sujetos no humanos. Hay que tener en cuenta que la 
investigación en psicoterapia es una investigación seminaturalista, debido a que las 
condiciones de control deben ser mínimas y los datos se derivan de la observación del 
comportamiento de personas que no pueden ser elegidas al azar; por lo tanto, tiene y 
tendrá limitaciones propias impuestas por su mismo objeto de estudio. Deshumanizar al 
hombre en aras del conocimiento científico significaría mutilar y distorsionar la 
finalidad de las ciencias del hombre. 
 
A partir de 1955 la práctica psicoterapéutica centrada en la persona, con el cúmulo de 
datos obtenidos de la práctica clínica y de la investigación, evolucionó hasta lo que 
actualmente se considera psicoterapia experiencial, una psicoterapia más amplia y 
consciente no sólo de los elementos que constituyen las experiencias de la persona que 
recibe ayuda y del psicoterapeuta, en un periodo determinado, sino también de los 
resultados de la interacción de estas experiencias, mediante un proceso de clarificación, 
enriquecimiento e integración. 
 
En 1957 Rogers pasó de la Universidad de Chicago a la de Wisconsin como profesor de 
psicología y psiquiatría. Debido al interés de este autor por ofrecer un nuevo tipo de 
ayuda a pacientes hospitalizados y por descubrir nuevas dimensiones en la práctica y en 
la teoría de la psicoterapia, aceptó coordinar un grupo de psicoterapeutas e 
investigadores. 
 11 
 
La importancia de este cuarto periodo, radica en el “proceso” psicoterapéutico 
considerado como un desarrollo de la persona en todas las dimensiones significativas de 
su existencia, tanto interna como externa, en direcciones convergentes. El proceso 
psicoterapéutico considerado como un todo hipotético por investigar fue descrito como 
la interacción creciente de las experiencias de dos personas: el terapeuta y la persona en 
búsqueda de ayuda (Rogers, 1997). 
 
Lo importante en la práctica y en la investigaciónno son tanto los factores y el proceso, 
sino el movimiento cambiante del proceso completo. Sin embargo, se resaltó el 
predominio de una condición o factor, relacionado con el proceso: la autenticidad del 
psicoterapeuta. A medida que los psicoterapeutas del sistema centrado en la persona 
tuvieron mayor libertad en la relación psicoterapéutica, encontraron otros facilitadores 
del crecimiento de la persona que recibía ayuda, que no sólo no interferían con la 
búsqueda autónoma de la ayuda, sino que la agilizaban y enriquecían. La autenticidad 
del terapeuta, es decir, la congruencia entre la experiencia de sus sentimientos y 
emociones, y la expresión de ésta a través de conceptos y símbolos verbales, empezó a 
ser considerada como el elemento psicoterapéutico más importante que asimilaba a las 
anteriores, además de tener la cualidad de servir como modelo de autenticidad para la 
persona que recibía ayuda. 
 
Las nuevas hipótesis sobre el movimiento en el proceso psicoterapéutico fueron 
formuladas de la siguiente manera: si la persona que recibe ayuda se percibe aceptada 
en diversas modalidades y niveles de su expresión y experiencia, así como percibe que 
el terapeuta manifiesta su experiencia con claridad y profundidad durante el proceso, 
entonces: 
 
a) Sentirá que su experiencia y expresión son cada vez más congruentes. 
b) Sus sentimientos y afectos serán experimentados con mayor nitidez y 
simbolizados con mayor claridad. 
c) La experiencia será más amplia y el manejo de la persona cada vez mejor, tanto 
en la relación terapéutica como fuera ella. 
d) Esta experiencia será más aceptada como propia, referida al presente y 
diferenciada del pasado. 
 12 
e) La imagen de sí misma será menos rígida, menos determinada por elementos 
externos y más abierta a nuevas experiencias y al cambio. 
 
Ya en 1955 Gendlin y Zinring, como en 1959 Rogers y en 1962 Gendlin, obtuvieron 
estas formulaciones después de analizar cuidadosamente las grabaciones de varios 
procesos completos. De las conclusiones más importantes en relación con las hipótesis 
de este periodo, se destacarán sólo algunas; tanto los pacientes que recibieron las ayudas 
generales del hospital como los que además experimentaron el proceso de psicoterapia 
individual, manifestaron avance en algunas de las escalas de cambio. En muchos 
aspectos el grupo experimental que recibió psicoterapia, considerado como un todo, no 
mostró mayor evidencia de resultados positivos que su grupo control de pares. Sin 
embargo, aquél obtuvo un mejor promedio de altas en el hospital, sin nuevas incidencias 
durante el año posterior a la psicoterapia. El grupo que recibió psicoterapia también 
mostró evidencia de cambios positivos en la personalidad, los cuales no se observaron 
en el grupo control, pero las diferencias entre los dos grupos no fueron significativas. 
 
El cuadro fue muy diferente al examinar la relación entre las actitudes de los 
psicoterapeutas y el proceso exhibido por los sujetos esquizofrénicos. Se encontró que 
mientras más profundo era el nivel de comprensión y autenticidad del terapeuta en su 
relación con el paciente, éste exhibía una mayor profundidad en los niveles de 
comunicación y exploración de su experiencia en cada etapa de la terapia (Rogers, 
1997). 
 
Los pacientes que percibían un alto nivel de congruencia en la relación con el terapeuta, 
recibieron las más altas puntuaciones en las escalas de cambio positivo. El segundo 
lugar en estas puntuaciones fue para quienes percibieron empatía. En tercer lugar estuvo 
el grupo control y, por último, aquellos pacientes que en la relación con el 
psicoterapeuta percibieron bajas la empatía y la congruencia. Estos últimos no 
mostraron cambios positivos y algunos manifestaron cambios regresivos. 
 
Una interrogante emanada de estos resultados merece particular atención porque tal vez 
se necesiten cambios y reformulaciones en la teoría para responderla. En este estudio se 
encontró que la persona con más perturbaciones y que obtiene más bajas calificaciones 
en la escala que mide movimientos en el proceso, probablemente aprovecha menos la 
 13 
psicoterapia. ¿Por qué sucede? ¿Qué tipo de disturbios en la personalidad hacen el 
proceso menos efectivo? Los resultados del presente estudio ofrecen una clave: los 
sujetos más perturbados percibieron muy bajas las actitudes básicas del terapeuta, con 
excepción de la empatía. Esta percepción de insuficiencia en las actitudes básicas del 
terapeuta se correlacionó con poco movimiento en el proceso y una expresión más 
rígida de la experiencia. La incapacidad de una persona para aceptar a los demás y 
considerarlos empáticos y auténticos, puede ser un enorme obstáculo en el desarrollo de 
su crecimiento. Este obstáculo se advierte con más frecuencia cuando existen 
diferencias notorias de edad, nivel social y educación entre la persona que recibe ayuda 
y el terapeuta. 
 
Sin embargo, en trabajos recientes (Armenta, 2006), se ha concluido que el ECP puede 
aplicarse a personas que sufren o viven una psicosis; aplicando el trabajo de Prouty 
(2002, op.cit.) que es una extensión y profundización al trabajo rogeriano. A diferencia 
de como se trabajó anteriormente, aquí la propuesta es establecer un contacto 
psicológico con la persona psicótica y su mundo interno y particular, para desde ahí 
reintegrar partes de la experiencia de vida que por ciertas razones se han invalidado, 
negado o mantenido fuera de la conciencia. 
 
Puede denotarse que durante este cuarto periodo lo más significativo de las 
investigaciones realizadas fue descubrir que muchas de las características que facilitan 
el proceso de crecimiento en personas diagnosticadas como neuróticas, también lo 
facilitan en las esquizofrénicas, lo cual confirma la hipótesis de que el tipo de relación 
interpersonal que se establece con cualquier grupo de personas es el elemento más 
importante para que se efectúen cambios en la personalidad así como sugiere que el 
ingrediente esencial para el cambio son las actitudes de las personas que se relacionan, 
sean sujetos psicóticos o normales, delincuentes o neuróticos (Rogers, 1986). 
 
La capacidad de elegir y organizar la información permite a cada persona dar sentido al 
mundo exterior. El objetivo de toda psicoterapia consiste en ampliar la capacidad de la 
persona para seleccionar y organizar en forma congruente e integrada la experiencia de 
los estímulos internos y externos y no sólo realizar una simbolización conceptual de 
éstos. 
 
 14 
Este objetivo se logra cuando las dos personas que intervienen en la relación 
psicoterapéutica son capaces de estimular mutuamente esta capacidad, la una en la otra, 
y cada una en sí misma. La segunda fase del cuarto periodo se caracteriza por la 
exploración de esta nueva hipótesis básica. 
 
Se considera el quinto periodo, cuando Rogers en 1964 llegó a la Jolla, California, como 
miembro residente del Instituto Occidental de Ciencias de la Conducta, donde fue 
miembro fundador del Centro para Estudios sobre la Persona. Desde entonces su labor 
como psicoterapeuta e investigador fue ininterrumpida y su fecundidad como escritor no 
ha tenido paralelo en periodos anteriores. Durante estos años, Rogers analizó las 
implicaciones de los descubrimientos y de las nuevas formulaciones de la teoría 
centrada en la persona en el desarrollo de los grupos a través de la comunicación 
interpersonal, en las relaciones interpersonales del matrimonio y en el inmenso campo 
de la educación. Siendo éste último tema lo que se torna como principal en este periodo, 
ampliando con investigaciones los ámbitos en donde la teoría de Rogers se “aplica” 
(Rogers, 1986). 
 
El ECP ha crecido y ha sido diversificado por sus alumnos y seguidores. Quizá, el valor 
más grande de este enfoque reside en el hecho de haber captado un principio básico de 
la naturaleza íntima de todo ser vivo: la necesidadque tiene de un ambiente, una 
atmósfera, un clima propicios y adecuados, que, cuando se le ofrecen (en el caso 
humano, a través de las actitudes de autenticidad, aceptación incondicional y 
comprensión empática) activan su “tendencia actualizante”, es decir, despliegan su 
máxima potencialidad del desarrollo y creatividad, y llegan a niveles de excelencia 
difíciles de imaginar en esta evolución perenne de la vida, en general, y de los seres 
humanos, en particular (Martínez, 2006). 
 
Debido a la importancia de las actitudes facilitadoras del terapeuta encontradas en las 
investigaciones antes mencionadas, a continuación se describirá cada una de ellas. 
 
 
 
 
 
 15 
1.1. Actitudes básicas 
 
Desde un principio, el objetivo de las investigaciones sobre el proceso psicoterapéutico 
centrado en la persona fue aislar aquellas variables que, al margen de consideraciones 
puramente teóricas, suscitaran un cambio favorable en las personas que buscaban ayuda 
psicoterapéutica. Al aislarlas, se observó que operaban independientemente de la 
orientación teórica e, incluso, de las técnicas utilizadas por el psicoterapeuta. Es decir, 
todos aquellos psicoterapeutas que en su práctica profesional mostraban los más altos 
niveles de empatía, aceptación incondicional y autenticidad fueron capaces de producir 
los cambios más estables y benéficos en el proceso psicoterapéutico (Lafarga, 1986; 
citado en Oblitas 2008). 
 
La evidencia relativa a la eficacia de este núcleo de facilitadores no se ha obtenido sólo 
del estudio de los procesos psicoterapéuticos, sino de las relaciones entre maestros y 
estudiantes, padres e hijos, así como entre personas mutuamente significativas, pero sin 
carácter profesional. 
 
Más allá del proceso psicoterapéutico que considera al análisis del psicodiagnóstico 
como la esencia de los fenómenos de cambio favorable; más allá de la técnica e 
ingeniería del cambio, que ignoran la realidad del fenómeno interno y de los 
significados de la experiencia subjetiva, es indispensable buscar las condiciones 
necesarias y suficientes para el cambio favorable y prolongado, a través del proceso 
psicoterapéutico y no psicoterapéutico, sugeridas por la evidencia de la investigación a 
partir de hipótesis emanadas de la práctica (Lafarga, 1986; citado en Oblitas, 2008). 
 
El enfoque centrado en la persona ha tenido el propósito empírico de identificar 
aquellos factores que facilitan el cambio favorable y duradero tanto en la persona que 
busca ayuda, como en el terapeuta. Entre los profesionales de la ayuda psicológica, es 
cada vez más aceptado que la eficacia psicoterapéutica no depende de la orientación 
ideológica o de la técnica del psicoterapeuta y que la distinción entre terapeutas 
efectivos, medianamente efectivos y poco efectivos no puede establecerse si se 
consideran como criterios la orientación teórica y la técnica específica. 
 
 16 
Al parecer, los psicoterapeutas creativos y más eficientes recurren a aquellos elementos 
teóricos, metodológicos y prácticos que contribuyan al crecimiento o cambio favorable 
y duradero de la persona con quien están comprometidos en una relación de ayuda. 
 
Las condiciones básicas necesarias para el desarrollo de las personas son: la 
autenticidad, la aceptación incondicional y la comprensión empática; estas actitudes no 
pueden adoptarse a voluntad, son nociones que no se refieren a simples formas de 
conducta, sino a la personalidad misma, tal como se expresa en la acción. 
 
Existen definiciones para éstos conceptos dentro del ECP, sin embargo son basadas 
desde la congruencia de la cotidianeidad, no por el hecho de entender la definición o 
concepto se logra un desarrollo de este mismo, ya que como desde un principio el 
mismo ECP lo marca, la teoría solo es la forma en que se trata de dar cuenta de ciertos 
procesos, mismos que no serán comprendidos por quienes lo practiquen hasta que se 
logre un compromiso personal que va más allá del hecho de poder citar toda la teoría. 
 
Dentro del ECP el centro del crecimiento personal es el individuo, no el problema, y la 
intención es crear las condiciones de seguridad psicológica que propicien y promuevan 
su propio crecimiento que le permita enfrentar y resolver sus problemas, tanto presentes 
como futuros, de manera más íntegra, libre y responsable (Lafarga, 1986; citado en 
Oblitas, 2008). 
 
La autenticidad o acuerdo interno, se refiere al estado de coincidencia que existe entre 
la experiencia y su representación en la conciencia del individuo “normal”, es decir, que 
funciona adecuadamente. La autenticidad, se crea de una unidad interna que implica una 
fuerza que se expresa con facilidad y convicción (congruencia), dentro de éste marco se 
generan y mantienen lazos afectivos, esta unidad interna es captada por las personas, 
pues es un hecho subjetivo dentro de las relaciones humanas. La ausencia de 
autenticidad conduce a un deterioro de las relaciones lo que las hace no sólo ineficaces, 
sino perjudiciales. 
 
En la cotidianeidad, se acepta que la mayor autenticidad o correspondencia entre lo que 
una persona percibe y lo que dice de sí misma es índice de buen funcionamiento 
psíquico. En realidad, que llegue a existir un alto grado de esta correspondencia en la 
 17 
comunicación de las personas es uno de los objetivos prioritarios del enfoque centrado 
en la persona. En consecuencia, las relaciones no son neutrales ni distantes, sino que se 
caracterizan por un compromiso emocional. La libre expresión de los sentimientos debe 
potenciarse mediante la atención. Esto no significa encontrar bien todo lo que el 
individuo diga, piense o sienta, sino que sea aceptado en su ser, así sin prejuicio ni 
valoración (Araiza, 2003). 
 
Esto implica darse cuenta de uno mismo; o sea, de nuestros sentimientos que nos son 
accesibles a nuestra conciencia y vivirlos, experimentarlos en cada relación, y 
comunicarlos si persisten. Esto con cada persona, sin negarse a sí mismo; significa 
evitar la tentación de presentar una fachada o esconderse tras una máscara que no es 
propia. Ser real implica la difícil tarea de darse cuenta del flujo de experiencias que 
transcurren dentro de uno mismo, un flujo caracterizado especialmente por su 
complejidad y su cambio continuo (Idem). 
 
La honradez en la comunicación de la propia experiencia se aprende mejor de una 
persona que transmite y comunica la suya de forma honesta; de igual modo, la 
aceptación de uno mismo y la estima de los propios recursos y de la propia conducta, se 
aprende mejor a través de la propia relación con una persona que puede aceptarse a sí 
misma y estimar sus propios recursos y su propia conducta, de una manera honrada y no 
defensiva. 
 
La persona que es capaz de escuchar con atención no dividida, de mostrar genuino 
aprecio por todos y cada uno de los elementos en la comunicación que recibe, de 
clarificar y ordenar tal comunicación sin distorsionarla al mismo tiempo que facilita una 
amplia y profunda expresión de la experiencia de su igual, favorece que dichas actitudes 
sean poco a poco introyectadas y se convierten así, en el elemento básico del proceso de 
comunicación. 
 
Por lo tanto, cuando una persona responde clara y honestamente a las preguntas de tipo 
personal, está transmitiendo el mensaje no verbal de que, para mantener la propia 
estima, no es necesario ser defensivo y de que, incluso al serlo, es posible reconocerlo y 
no perder la autoestima. Si es capaz de expresar sus propios sentimientos y reacciones 
emocionales, conservando el respeto y la estima por sí mismo y por el otro, está 
 18 
demostrando, al mismo tiempo, que es posible expresar y manejar los sentimientos sin 
tener que justificarlos o racionalizarlos (Lietaer, 1997). 
 
Todo esto, no implica que una persona sea un modelo de buen funcionamiento psíquico 
por la integración y manejo de su experiencia y por sus pautasde conducta en todos los 
ámbitos personales; si así fuera, sería imposible la ayuda por medio de la relación 
interpersonal. La condición indispensable para que alguien pueda ser agente facilitador 
del cambio favorable y permanente es que él mismo esté comprometido con la búsqueda 
de su propio crecimiento. Que conozca las áreas de su propia problemática personal y el 
efecto que éstas producen en sus relaciones, y que esté trabajando en encontrar sus 
propias soluciones constructivas. Que esté procurando crecer en honestidad y 
autoestima, que vaya asumiendo creciente responsabilidad por las decisiones de su vida 
y esté intelectual y visceralmente persuadido de que lo que es bueno para él mismo no 
necesariamente lo es para los demás (Oblitas, 2008). 
 
En mayor o menor grado, los diversos sistemas psicoterapéuticos conceden gran 
importancia a la expresión libre y espontánea de la persona que recibe ayuda, pero 
divergen en la metodología para motivar tal expresión. Dicha metodología, en el ECP se 
resume a la permisividad del individuo para facilitar la manifestación de la experiencia, 
lo cual implica por su parte, no emitir juicios de valor, explícitos o implícitos, sobre la 
persona o sobre su conducta. A esto se le conoce como aceptación incondicional, que 
puede ser descrita no sólo como permisividad, sino, más aún, como una actitud de 
manifiesto interés y aprecio por todo lo que la persona es, por todas sus conductas y por 
su comunicación. No es aprobación, pues ésta puede ser tan reprochable como la 
desaprobación, sino un interés genuino y manifiesto por todo lo que constituye la 
realidad interior y la exterior de la persona (Idem). 
 
La aceptación incondicional es un impulso hacia el crecimiento en toda la conducta de 
la persona, facilita que la experiencia subjetiva de ésta resulte comprensible y 
manejable. Cuando la persona descubre que todo en ella es producto de dicho impulso y 
se le recibe con una actitud incondicional en tanto que su experiencia, su comunicación 
y su conducta no sólo merecen sino que reciben genuino aprecio por parte de otras 
personas, los recursos de esta persona, en el presente se van movilizando para hacerla 
crecer en autoestima, ampliar el ámbito de su conciencia, establecer pautas más 
 19 
constructivas de funcionamiento y, lo principal: para sentir hacia sí misma y hacia los 
demás la aceptación incondicional que está experimentando en una relación. Introyecta 
o internaliza esta aceptación incondicional y aprende a quererse a sí misma, no como 
“debería ser”, sino como realmente es. 
 
La aceptación incondicional, se organiza a través de la satisfacción y valor de la propia 
existencia. Para Rogers fue siempre indispensable el conocimiento y aceptación de sí 
mismo, decía que de la forma en que cada individuo se conozca y se acepte, podrá 
conocer y aceptar a los demás. Pues cabe señalar que el ECP hace referencia a estas 
cualidades dentro del ámbito terapéutico, personal y social (Rogers y Kinget, 1971). 
 
Los sistemas de ayuda que privan a la persona de experimentar aprecio por sí misma, 
por sus descubrimientos e, incluso, por sus propias equivocaciones; sabotean los 
esfuerzos al fragmentar la satisfacción de la necesidad de autoestima, tan trascendente 
para subsistir psicológicamente sana, como el aire que respira para mantener la vida 
(Oblitas, 2008). 
 
En verdad, resulta difícil conservar una auténtica aceptación incondicional hacia el 
comportamiento global de otra persona cuando no se acepta que ésta tiene la capacidad 
para orientar su propia existencia, para tomar sus propias decisiones y para ser orientada 
por su propia conciencia; siendo más difícil cuando no se ha aceptado que uno mismo 
tiene dicha capacidad. De aquí se deriva la incondicionalidad que tanto retoma el 
enfoque centrado en la persona, del reconocimiento personal para actuar en congruencia 
con las propias convicciones. 
La forma de actuar en dicha congruencia no se fija de acuerdo con verdades o principios 
preestablecidos, sino conforme a convicciones personales de las cuales cada persona 
asume la responsabilidad completa. En este sentido, una relación adquiere las 
características de la más sana convivencia entre los hombres. Los límites de la libertad 
individual están definidos por el derecho que tienen los demás miembros del grupo a su 
propia libertad. En casos de conflicto entre las libertades individuales, el criterio del 
bien común o mayor bien alcanzable para todos los miembros de un grupo, base de toda 
sociedad, prevalece sobre la conveniencia individual. En otras palabras: la persona que 
se vive con aceptación incondicional ofrece a otra la experiencia de ser aceptada 
 20 
incondicionalmente en todas las dimensiones de su propio ser, pero, también, que su 
conducta posee límites al convivir armoniosamente con otro ser libre (Oblitas, 2008). 
 
La actitud empática en el psicoterapeuta, que se manifiesta en un intento de éste por 
comprender a fondo la experiencia de la persona en búsqueda y por transmitir de 
manera verbal esta comprensión esclarecedora, es compartida por todas las corrientes 
psicoterapéuticas contemporáneas. 
 
Para el ECP la empatía es la capacidad para sumergirse en el mundo subjetivo de los 
demás y para participar en su experiencia en la medida en que la comunicación verbal y 
no verbal lo permitan. La actitud empática puede ser descrita como un captar la 
experiencia de la otra persona en la interacción cotidiana del presente con todos los 
matices de sentimiento, superficial o profundo, y con todos los significados simples o 
complejos que dicha experiencia tiene para la persona. Es una captación no evaluatoria 
de la experiencia de esa persona tal como ella la vive y la describe, comunicada con 
nitidez y con afecto. Posee como objetivo inmediato, por una parte, comunicar la 
comprensión de la experiencia con claridad en la formulación y, por la otra, con interés 
y afecto. 
 
La actitud empática supone que cada persona es capaz, en condiciones favorables, de 
explorar su propia experiencia y, debido a su impulso natural al crecimiento, efectuar 
los cambios que considera más apropiados para sí. Tiene como propósito inmediato 
facilitar y estimular esta exploración y estos cambios. La empatía profunda significa 
“escuchar con el tercer oído” en el que es importante un contacto regresivo con los 
niveles más profundos de los sentimientos propios y la habilidad para poder imaginar lo 
que sentiría en una situación parecida (Lietaer, 1997). 
 
El individuo se esfuerza por participar en la experiencia del otro, sin limitarse a los 
aspectos simplemente emocionales, se refiere a la aprehensión de aspectos tanto 
cognoscitivos como emocionales de la experiencia de los demás. Además, se esfuerza 
por aprehender esta experiencia a partir del punto de vista de la persona que las 
experimenta, no a partir del ángulo subjetivo del facilitador. 
 
 21 
Rogers y Kinget (1971), enmarcan que la capacidad de empatía es útil para toda 
persona. Esta sensibilidad parece estar determinada por convicciones, necesidades e 
intereses anclados en la organización personal y su adquisición parece exigir una cierta 
modificación de toda la personalidad. 
 
En el planteamiento de las relaciones interpersonales, cada individuo es un elemento 
muy importante; sin embargo, un individuo puede sabotear sus objetivos cuando actúa 
como director, planificador y maestro en una relación, puesto que refuerza, 
precisamente, de forma abierta o sutil, la dependencia y la pasividad de la otra persona; 
dejando a ésta como incapaz de asumir las decisiones al integrar su experiencia, al 
hallar sus propios significados y al orientar y planificar su propia conducta. 
 
Sólo personas que se consideren a ellas mismas en continuo aprendizaje, capaces de 
facilitar y estimular el aprendizaje compartiendo iniciativas y responsabilidades, podránfacilitar el proceso de reintegración y reconocimiento de otra persona, en cualquier tipo 
de relación. 
 
Estas condiciones básicas se interrelacionan de manera que resulta difícil separarlas 
para explicarlas, ya que son una integración mutuamente reforzante, dentro del ECP no 
se busca el aprendizaje de técnicas, verbalizaciones o ejecución de pasos sino del 
compromiso del individuo de convertirse en persona, ya que la teoría es una forma de 
ser, de vivir (Mears y Thorne, 2000). A continuación se describirá cómo fue la 
introducción del Enfoque Centrado en la Persona en México. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 22 
CAPITULO 2.- HISTORIA EN MÉXICO DEL ENFOQUE CENTRADO EN LA 
PERSONA 
 
A mediados de los años 60´s, el Dr. Juan Lafarga inicia el desarrollo del ECP en 
México después de un periodo de estudios en Estados Unidos. Anteriormente, en los 
años cincuentas Rogelio Díaz Guerrero hizo una introducción a la obra de Rogers en el 
colegio de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México; así mismo, 
Ernesto Meneses presenta los elementos esenciales de este enfoque en la Universidad 
Iberoamericana (UIA). 
 
Cuando Lafarga llega a México, en 1966 propone al departamento de psicología de la 
UIA, un proyecto para iniciar un programa de entrenamiento en psicoterapia basado en 
el ECP con la intención de integrarlo en el plan de estudios para obtener el grado de 
maestro en psicología clínica. Sin embargo, el departamento le objetó que los 
psicólogos egresados de la licenciatura no estaban preparados para recibir un 
entrenamiento en psicoterapia; por lo que se le ofreció impartir unos cursos de 
counseling, entendiendo esto como una forma de orientación y consejo psicológico; por 
lo cual inicia un programa independiente en el centro de orientación de la misma 
universidad, denominándose el primer seminario “Curso introductorio de counseling” 
que para Lafarga implicaba Psicoterapia Centrada en la Persona (Hernández y Gaspar, 
1997). 
 
En estos primeros años, el movimiento se centraba principalmente en sí mismo, por la 
necesidad inminente de ser aceptado, reconocido y valorado como una nueva aportación 
en los campos disciplinares de la psicología. Se buscaba una identidad propia y un 
sentido particular de su ser y quehacer profesional (González, 1987). 
 
Alrededor de los años 70´s José Gómez del Campo, uno de los primeros egresados de 
los grupos de entrenamiento psicoterapéutico de la UIA, reformulando el programa con 
el que él mismo fue entrenado en la ciudad de México, lleva el ECP al Instituto 
Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) ubicado en Guadalajara, 
entrenando nuevas generaciones de estudiantes. 
 
 23 
Para el año de 1979 Alberto Segrera imparte el primer curso sobre el ECP en la UNAM. 
En 1982, se realiza el Primer Foro Internacional sobre el ECP en Oaxtepec, Morelos. 
Dos años después aparece la Revista Mexicana de Psicología, como un proyecto de 
Lafarga, para incorporar las necesidades de los psicólogos dedicados a diferentes áreas 
de aplicación. 
 
En esta época, los intereses en el programa del posgrado impartido en la UIA, se centran 
principalmente en la búsqueda de la integración de los elementos biopsicológicos de la 
naturaleza humana, en el énfasis que se coloca en los aspectos teóricos y metodológicos, 
y en los primeros intentos por incursionar en el campo de la investigación científica. Un 
cambio significativo que sufre el programa en esta etapa se refiere a una definición clara 
y a una delimitación precisa del campo de acción profesional del egresado (González, 
1987). 
 
De 1990 a 1993 en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Campus Iztacala 
(ENEP Iztacala) de la UNAM, se impartió el “Curso de formación en psicoterapia, 
desde el ECP de Carl Rogers”. Este curso fue coordinado por Lafarga y su objetivo era 
formar terapeutas con conocimientos, habilidades, aptitudes, valores y experiencias para 
desempeñarse como facilitadores del proceso psicoterapéutico (Porras, 2001). 
 
Los humanistas se basan teóricamente en el ECP pues creen que la filosofía del hombre 
emerge de la misma experiencia, es decir, cuando se crean alrededor del hombre las 
condiciones ambientales e internas necesarias y suficientes para su desarrollo, las 
opciones para los individuos, los grupos y la sociedad se orientan hacia la vivencia y la 
práctica de los propios valores personales, sociales y trascendentales. El desarrollo 
humano es una práctica profesional orientada a la facilitación y promoción del 
crecimiento humano, individual y colectivo que considera a la persona en todas sus 
dimensiones (Lafarga, 1992). 
 
Contemplado como un movimiento eminentemente educativo, el desarrollo humano se 
fundamenta en las corrientes de pensamiento fenomenológico, humanista y 
existencialista, de las que se desprende su ser y quehacer. Entre sus características 
distintivas se encuentra la apertura al cambio, al diálogo, a la experiencia y al encuentro 
consigo mismo, con el tú, con el nosotros y los otros, con la naturaleza y con el mundo. 
 24 
Contribuye en lo general a la difusión del conocimiento y de la cultura, a la transmisión 
de los valores humanistas traducidos en hechos y acciones que promueven la 
transformación de las estructuras sociales hacia otras más justas y humanas, así como a 
la promoción de los procesos de autorrealización y trascendencia y de expansión de la 
conciencia hasta sus más remotos alcances (González, 1987). 
 
Actualmente existen tres programas de posgrado relacionados con la psicología 
humanista: en la UIA, el ITESO y en la Universidad Vasco de Quiroga de Morelia. En 
la Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
existen programas de ampliación y profundización de conocimientos. Su influencia ha 
llegado a otras instituciones de educación superior como es el CETYS de Tijuana, la 
Universidad de Coahuila y el Instituto Tecnológico de Sonora. 
 
Existen cuatro institutos en la Ciudad de México y dos en Guadalajara para la formación 
de promotores del Desarrollo Humano a un nivel paraprofesional, así como grupos de 
entrenamiento profesional y paraprofesional promovidos por los egresados de los 
programas de posgrado de Torreón, Durango y Chihuahua. 
 
Dichos egresados están en toda la República y hace apenas unos años, quedó constituida 
la primera asociación de ex alumnos de Desarrollo Humano, egresados de la UIA en la 
Ciudad de México y la Revista Prometeo, plataforma ambiciosa de comunicación para 
todos los promotores del Desarrollo Humano. 
 
Años más tarde, en el 2000, emerge dentro de la Facultad de Estudios Superiores 
Iztacala el Proyecto de Promoción del Desarrollo Personal y Profesional (PDP), basado 
en el enfoque humanista que ya se ha tratado anteriormente, surge como una alternativa 
de solución a las problemáticas que presentaban los estudiantes de dicha institución; ya 
que después de una serie de investigaciones se mostró la relación que existe entre el 
fracaso escolar y el nivel de estabilidad personal en diversas áreas de la vida. Derivado 
de esto, se implementaron múltiples estrategias para optimizar la calidad de vida 
emocional y profesional de los estudiantes, buscando que haya un impacto en su futuro 
como egresados al campo laboral (Osorio, 2009). 
 
 
 25 
2.1 Promoción del Desarrollo Personal y Profesional en Iztacala. 
 
Como ya se ha mencionado el PDP nace a partir de detectar un incremento en la 
matrícula de ingreso en la FES Iztacala, serios problemas en relación a la deserción 
escolar y altos índices de reprobación debido a diferentes factores, como son: los de 
índole económico, familiares, académicos, de adaptación social, adicciones, depresión, 
embarazos, etc., lo que le implica a la UNAM grandes pérdidas respecto a la inversión 
económica que hace por estudiante. El gasto social es muy elevado y laeficiencia 
terminal es muy baja. Dichos factores afectan la calidad de vida y ponen a prueba los 
recursos personales con los que cuentan los estudiantes para poder cubrir las exigencias 
que implica cursar y terminar una licenciatura (Delgado, López, Martínez, y Porras, 
2007). 
 
Con el objetivo de tener datos más precisos de la correlación que existe entre estos 
factores y el bajo rendimiento académico se formalizó con la Secretaría de Desarrollo y 
Relaciones Institucionales la realización de una investigación que tuvo como objetivo 
conocer la relación que los estudiantes establecen entre aspectos de su vida y su 
desempeño académico. 
 
La investigación se realizó con todas las carreras del Campus, aplicando un cuestionario 
a una muestra elegida aleatoriamente, que en total fue de 357 estudiantes, contando con 
una representatividad del 95%. 
 
El cuestionario mencionado constó de 56 preguntas, cuya respuesta era de opción 
múltiple; donde se exploraron el área personal, social, cognitiva, emocional y familiar. 
Tuvo como finalidad conocer aspectos importantes de la vida de los estudiantes de 
Iztacala, relacionados con el rendimiento académico de los alumnos, para 
posteriormente implementar acciones encaminadas a apoyar y fortalecer el desarrollo 
académico y profesional de los mismos. Los resultados se agruparon por las categorías 
incluidas en dicho cuestionario. 
 
Aspectos generales: los participantes fueron 66% Mujeres y el 33% de hombres. El 
semestre en el que se encontraban inscritos dichos participantes se distribuyó de la 
siguiente manera: de segundo semestre un 33%, de cuarto semestre 22%, de sexto 
 26 
semestre un 28% y de octavo semestre un 17%. La edad en la que se encontraban los 
estudiantes puede determinarse en un rango de 19 y 25 años que abarca el 79.0% de la 
población encuestada. 
 
El porcentaje de participación por carrera fue el siguiente: Medicina 33.6%, Psicología 
23.0%, Odontología 19.0%, Enfermería 11.5%, Biología 8.7% y Optometría 4.2%. 
Cabe señalar que el porcentaje de participación de las carreras se debe al número total 
de integrantes de cada carrera. 
 
En lo referente al estado civil de los alumnos, se distribuyó de la siguiente manera: 
soltero con un 92% y casado con una minoría del 5.4%. La mayoría de la población 
mencionó actualmente vivir con sus padres y/o familiares (89.6%), algunos viven solos, 
con pareja y/o amigos (10.4%). 
 
Por otro lado en lo referente al promedio con el cual egresaron de nivel medio superior 
el de mayor incidencia fue el rango de entre 7.6 a 8.5 con un 53.4%, siguiendo a este el 
rango de entre 8.6 a 9.5 con un 24.7% y dejando en tercer termino al rango de entre 9.6 
a 10 con un 14.9%. En lo que respecta al promedio actual (en el momento de realizada 
la investigación), se debe mencionar que los rangos no se diferencian del promedio 
anterior. 
 
En el aspecto social, los encuestados mencionaron que les resulta sencillo relacionarse 
con sus compañeros 39%, ser cooperativos 34%, aunque también se es competente 
40%. En lo referente al aspecto personal, los alumnos refieren estar satisfechos con su 
vida 66.1%, así como estar estudiando la carrera de su preferencia 49% y sentirse 
culpables cuando algo en la escuela les sale mal (como calificaciones) 32.4%. Se 
identificó que el estrés se encuentra presente en los alumnos cuando se trata de periodos 
de exámenes finales 70%. Con respecto al nivel de satisfacción que sienten en su 
aspecto personal, el 58% se siente satisfecho. Así, como sentirse competentes en lo 
académico 69.3%. Para lo familiar, se les cuestionó acerca del apoyo que sienten por 
parte de su familia para lo que el 66.0% dijeron sentirse totalmente apoyados y respecto 
a la exigencia que sienten por parte de los padres con las calificaciones, 37.4% sienten 
que les exigen mucho. En lo cognitivo, se indagó el tiempo que dedican los estudiantes 
a realizar sus tareas escolares, en donde se encontró que el 47.0% dedican de 3 a 4hrs., 
 27 
también se abordó la aplicación de los conocimientos adquiridos para lo que el 55.5% 
mencionó que les resulta fácil aplicar sus conocimientos. Para el aspecto económico, se 
investigó que tan frecuente los alumnos dejan de hacer la tarea por ir a trabajar, para lo 
que el 52.7% menciona que nunca lo ha hecho, además se preguntó a los chicos con que 
frecuencia faltaban a la escuela por falta de dinero a lo que el 78.2% mencionó que 
nunca han dejado de asistir por este motivo (Delgado, López, Martínez, y Porras, 2007). 
 
Aunado a los hallazgos anteriores, se obtuvieron los resultados del examen médico que 
se realizó en el 2001 con los estudiantes de nuevo ingreso en la prueba Goldberg, que 
fueron preocupantes ya que la FES Iztacala obtuvo el porcentaje más alto en problemas 
de depresión (30% de los estudiantes) de toda la UNAM, lo cual sirvió para reafirmar la 
necesidad de abordar la situación personal de los alumnos. 
 
Con los resultados anteriores, se obtuvo una mayor precisión para poder atender las 
necesidades de la población estudiantil de la FESI y es aquí donde surge como una 
propuesta de solución a las problemáticas descritas, el Proyecto de Promoción del 
Desarrollo Personal y Profesional (PDP), el cual se ha desarrollado desde el ciclo 
escolar 2000-1 a la fecha. Dicho proyecto es un trabajo de intervención comunitaria en 
la misma institución y tiene como objetivo general mejorar la calidad de vida de la 
comunidad de la FES Iztacala para incrementar su rendimiento. El proyecto incluye tres 
áreas; la formación de estudiantes, la promoción del desarrollo personal de la 
comunidad y la evaluación de los resultados obtenidos, cuyos objetivos específicos son: 
a) formar promotores del desarrollo humano desde la Psicología Humanista; b) facilitar 
y promover el desarrollo personal de la FES Iztacala y mejorar sus relaciones socio-
afectivas; y c) evaluar y retroalimentar el proyecto (Delgado, López, Martínez y Porras, 
2007). 
 
En el transcurso del tiempo, el PDP ha implementado diferentes actividades de acuerdo 
a las necesidades de la población de Iztacala y a las prioridades del Proyecto, mismas 
que se mencionan a continuación: 
 
1) Boletín “PUMITZA”: cuyo objetivo fue ser un medio impreso interactivo que 
propiciara la reflexión personal de los estudiantes, a través de información relacionada 
con los temas abordados por PDP, así como la publicación de artículos de cultura 
 28 
general e información de las actividades concretas para la comunidad estudiantil. Se 
editaron 5 números del boletín, sin embargo, en una investigación realizada en el 2002 
sobre los diferentes medios impresos de la FESI, y el conocimiento que tenían los 
estudiantes de éstos, se encontró que los alumnos conocían en un porcentaje mínimo el 
boletín, por lo que actualmente ya no se edita. 
 
Tomando en cuenta esto, en el 2003 se elaboraron trípticos con la información concreta 
de los temas a abordar en los talleres largos con el objetivo de sensibilizar a la 
comunidad estudiantil de la importancia del desarrollo personal y de habilidades para su 
rendimiento académico óptimo. 
 
2) Jornada de Salud: se realiza desde el 2003 a la fecha, con la finalidad de dar a 
conocer el Proyecto de Promoción del Desarrollo Personal y Profesional, promover 
cada una de las estrategias que lo integran, así como realizar inscripción de los alumnos 
interesados. Se lleva a cabo anualmente con actividades creativas, interactivas, 
dinámicas que promueven los objetivos del proyecto. 
 
3) Seguimiento a microtalleres: esto se realizó en el 2004, se contactó a los alumnos que 
habían participado en microtalleres, con la finalidad de conocer el impacto que tuvo la 
experiencia del microtaller en su vida. Se logró contactar a 144 alumnos, quienes 
reportaron un incremento a largo plazo tanto de autoconciencia como de habilidades 
personales. 
 
4) Sensibilizacióna profesores: en el 2004 se trabajó con los profesores de las diferentes 
carreras con la idea de sensibilizarlos acerca del trabajo realizado en PDP y de obtener 
retroalimentación de aquellos profesores que habían cedido horas para el desarrollo de 
microtalleres. Se contactó a 52 profesores, de los cuales el 84% consideró que los 
microtalleres son necesarios y el 80% respondió que estaría dispuesto a participar 
nuevamente en la aplicación de los mismos. 
Para el año 2005, esta estrategia se realizó específicamente con los profesores de 
medicina con la finalidad de que participaran en el PDP cediendo horas de su clase para 
los microtalleres. El 50% de los profesores cedieron horas de clase, el 41% reconoció a 
la actividad como importante, pero opinaron que se realizara extraclase y sólo el 8% se 
mostró poco accesible. 
 29 
 
5) Plan tutorial: esta estrategia se realizó en 2004 y 2005 con la finalidad de ofrecer un 
espacio de conocimiento y crecimiento personal-profesional a los alumnos recién 
egresados de secundaria que ingresaban a un ambiente universitario de la carrera de 
enfermería (nivel técnico), los alumnos mostraban problemas en su adaptación, altos 
índices de deserción y depresión. Se trabajó con los alumnos interesados, en sesiones 
grupales e individuales; abordando temáticas generales en las primeras sesiones y 
posteriormente ahondando en las problemáticas personales de manera individual como 
comunicación familiar, desarrollo de habilidades sociales, autoconocimiento, entre otras 
(Delgado, López, Martínez, y Porras, 2007). 
 
A partir del año 2006, la carrera de enfermería solamente se impartió en nivel 
licenciatura, por ello la estrategia dejó de realizarse. 
 
6) Investigación-intervención: se propuso esta estrategia en 2005 con la idea de trabajar 
con los alumnos que presentaron alto índice de depresión en el examen médico aplicado 
a todos los alumnos de nuevo ingreso, sin embargo al lograr el contacto, la gran mayoría 
habían desertado, por ello se decidió abrir la estrategia al público en general 
impartiendo talleres de pérdidas y depresión en los cuales se realizó investigación a 
partir de observación participante, obteniendo datos cualitativos importantes acerca de 
cómo enfrentan los alumnos su depresión y sus pérdidas. 
 
El PDP, al ser un programa institucional, también ha realizado actividades de apoyo a 
otros programas: 
 
1) Se apoyó al programa de PROSALUD, brindando apoyo psicológico individual a los 
trabajadores que así lo solicitaron durante el semestre 2001-2 y 2002-2, atendiendo a 
personas que trabajan en la FES Iztacala en los departamentos de biblioteca, recursos 
financieros, de personal, prestaciones y servicios, jefatura de psicología, imprenta, 
intendencia, transporte, recursos humanos, vigilancia, promoción cultural, planeación y 
evaluación, presupuestos, C.R.A.P.A., servicios escolares y laboratorios. 
 
Así mismo, se impartieron talleres exclusivamente para atender las inquietudes de esta 
población, con temas como manejo de estrés y autoestima. Encontrando una apertura de 
 30 
los trabajadores quienes se mostraron complacidos de que se les abrieran espacios 
especiales para ellos donde poder hablar sobre sí mismos en un ambiente de seguridad 
psicológica. 
 
2) Programa de Ubicación Profesional Individualizada (UPI), el cual se inició en el año 
2001 en el CCH Azcapotzalco y se desarrolló en 2002, 2003 y 2005 en el CCH Vallejo, 
a través de talleres de Orientación Vocacional y Desarrollo Humano. 
 
3) Una actividad más de apoyo que brinda el PDP son los Talleres de Desarrollo 
Humano para funcionarios y/o trabajadores administrativos del platel. Durante el primer 
año (2003), se llevó a cabo atendiendo a la solicitud del Departamento de 
Superintendencia de la FESI, abordando temáticas relacionadas con el desarrollo 
personal y las actividades laborales de los participantes. Posteriormente, en el 2005, el 
Departamento de Prestaciones solicita nuevamente el apoyo y genera por primera vez 
un acuerdo con el Sindicato para que a los trabajadores se les reconozcan estos talleres 
como parte de su capacitación, lo cual tiene un impacto personal y laboral. 
 
Como se ha ido abordando, se puede notar que el objetivo principal por el que inició el 
PDP se ha ampliado, para atender los objetivos principales del proyecto se ha trabajado 
con diversas estrategias, que si bien se han modificado con el tiempo, otras de ellas se 
han mantenido y son con las que se trabaja en la actualidad: 1) Microtalleres de 
Desarrollo Personal (MT); 2) Talleres Desarrollo Humano (TDH); 3) Orientación 
Individual (OI) y; 4) Difusión y Sensibilización (DS) (Delgado, López, Martínez, y 
Porras, 2007). 
 
 
2.2 Estrategias vigentes del PDP 
 
Como ya se mencionó, actualmente el PDP cuenta con cuatro estrategias de 
intervención comunitaria, cada una tiene diferentes características y cubre diferentes 
objetivos, sin embargo todas se derivan del objetivo general con el cual dio inicio el 
PDP. A continuación se especificará lo que realizan tres de las cuatro estrategias, con el 
fin de enmarcar la importancia de cada una: 
 
 31 
1) Microtalleres de Desarrollo Personal (MT); tiene como objetivo sensibilizar a los 
estudiantes de segundo semestre de todas las carreras de la FESI, para promover su 
desarrollo personal, lo cual repercutirá en un mejor aprovechamiento escolar de los 
alumnos. Maneja temas de autoestima, identidad profesional, relaciones interpersonales, 
relaciones familiares y relaciones de pareja. Los microtalleres tienen una duración de 4 
hrs. cada uno, distribuidas en 2 sesiones de 2 hrs., y se efectúan en los horarios de las 
asignaturas que tienen mayor número de horas a la semana. Los MT iniciaron en el año 
2000. 
 
2) Talleres de Desarrollo Humano (TDH); tienen como objetivo incidir en el desarrollo 
personal de la comunidad estudiantil de la FESI, de la población general interesada en 
los temas que versan sobre: autoestima, sexualidad, adicciones, hábitos alimenticios, 
duelo y pérdida, relaciones de pareja y erotismo, sentimientos y emociones, 
comunicación y habilidades sociales. Los TDH surgieron al inicio del PDP en el año 
2000, la metodología de trabajo se basa en técnicas y ejercicios vivenciales 
estructurados que permitan explorar sentimientos, pensamientos y actitudes, para 
promover la salud emocional e identidad personal de los participantes. Tienen una 
duración de 16 hrs. cada uno, se llevan a cabo en horarios flexibles de acuerdo a las 
posibilidades de los estudiantes. 
 
3) Orientación Individual (OI); tiene como objetivo fomentar el auto-conocimiento de 
manera individual de las personas de la comunidad de la FES Iztacala que participen en 
la OI para promover su desarrollo personal y profesional. Está dirigido a todos los 
alumnos que hayan participado en cualquiera de las demás estrategias y que por sus 
necesidades individuales soliciten orientación psicológica para atender su salud 
emocional, así como a la población en general. Se trabaja por medio de cita, y las 
sesiones tienen una duración de 50 minutos cada vez. La OI inició en el año 2000, los 
participantes de esta estrategia pueden asistir como máximo a 14 ó 16 sesiones en total 
por la duración del semestre (Delgado, López, Martínez, y Porras, 2007). 
 
En el PDP quienes proporcionan el servicio de las estrategias son los alumnos y 
alumnas que cursan la carrera de Psicología, en séptimo y octavo semestre. Durante el 
séptimo semestre conocen los conceptos básicos de la Psicología Humanista y 
específicamente del Enfoque Centrado en la Persona, así mismo son participantes de un 
 32 
taller de sensibilización, con la finalidad de que vivencien personalmente las actividades 
que se espera ellos promuevan más tarde con una actitud de empatía, respeto y 
aceptación hacia el otro. Durante el octavo semestre los alumnos llevan uncurso-taller 
en el cual obtienen conocimientos y herramientas específicas para cubrir el objetivo de 
cada una de las estrategias. 
 
Para cada estrategia del PDP la formación está dirigida al desarrollo de competencias 
específicas de acuerdo a sus objetivos. Para la estrategia de TDH las competencias están 
encaminadas a desarrollar habilidades que faciliten el crecimiento individual a través de 
un proceso grupal, mientras que en la OI se forman personas facilitadoras de procesos 
individuales basado en los conocimientos teóricos, las destrezas e instrumentalización 
de formas de comunicación y actitudes básicas que promuevan el cambio y crecimiento 
personal. En el caso de MT, su objetivo es sensibilizar a los estudiantes de segundo 
semestre de todas las carreras de la FESI para promover su desarrollo personal, lo cual 
repercutirá en un mejor aprovechamiento escolar. 
 
En cada estrategia se busca proveer los ambientes físicos y ecológicos indispensables 
para promover la armonía del ser humano con la naturaleza. Más importante aún, 
generar las condiciones necesarias en las cuales, por la experiencia se sabe que el 
hombre se desarrolla y crece en atmósferas sociales de comprensión, afecto 
incondicional y honradez (Lafarga, 1992). 
 
La cuarta estrategia es Difusión y Sensibilización (DS), de la cual se realizarán las 
especificaciones en el siguiente apartado. 
 
 
2.2.1 Difusión y sensibilización. 
 
La estrategia DS surge en el 2006, atendiendo a la necesidad de abarcar a la población 
que no acude a las otras tres estrategias del PDP. Esta estrategia no tiene actividades 
establecidas previamente, cada semestre se planean actividades nuevas que permitan el 
acercamiento novedoso con la población de la FESI. Con el paso del tiempo, la 
estrategia se ha ido modificando, ofreciendo un espacio en el cual los participantes 
 33 
puedan expresar libremente su sentir y sus vivencias, así como hacer un trabajo 
reflexivo y promocionar el proyecto. 
 
Su objetivo inicial fue establecer un contacto con la comunidad Iztacala que difunda las 
actividades del PDP y sensibilice a la población hacia el crecimiento personal, a través 
de medios escritos, visuales y audiovisuales. Sin embargo, después de dos años el 
objetivo fue modificado, quedando de la siguiente manera: ofrecer un espacio que 
facilite la reflexión y el autoconocimiento de la comunidad de la FES-I, a través de 
actividades vivenciales de Desarrollo Humano. 
 
Cada año se plantean actividades creativas de desempeño manual para promover el 
auto-conocimiento usando materiales como cartulinas, fommy, plastilina, hojas de 
colores, papel lustre, telas, pinturas no tóxicas, crayolas, lápices, materiales de reuso, 
naturaleza muerta, etc. Otro tipo de actividades realizadas son los performance y 
monólogos que muestran a los espectadores alguna situación o problemática no resuelta. 
Tanto las actividades de desempeño manual como los de expresión dramática, se 
acompañan frecuentemente de espacios de reflexión escrita, en donde los asistentes 
muestran su opinión sobre las temáticas abordadas que han sido: identidad, depresión, 
construcción de género, relaciones de pareja, cuidado del entorno, agresión y violencia, 
expresión de sentimientos, reconocimiento de la sombra, autoestima, sentimiento de 
pertenencia, el darse cuenta, auto-actualización, entre otras. 
 
Esta estrategia ha realizado su trabajo dentro de las instalaciones de la FES-I siempre en 
espacios abiertos, y fuera de ella en las clínicas odontológicas de Almaraz, Molinito, 
Cuautitlán y Cuautepec, así como en la estación del metro La Raza. En sus primeros 
años se proyectaron películas y videos en espacios cerrados, sin embargo la 
participación es poca. 
 
Cabe retomar lo mencionado por Lafarga (1992), que la importancia de esta estrategia 
se identifica a partir de saber que la función del promotor del desarrollo humano no 
puede quedar restringida al ámbito de la orientación o de la psicoterapia, más bien 
permea y transforma toda la actividad humana hacia la utilización de todos los recursos 
en la búsqueda de una verdad social y desconocida a la que todos nos vamos 
 34 
aproximando desde diferentes ángulos y perspectivas; esto se logra promocionando 
responsablemente valores de salud y crecimiento. 
 
Es importante saber que para poder lograr cualquier objetivo, es indispensable conocer 
cuáles son las necesidades que presenta la población para así poder ofrecer actividades 
de intervención; de igual forma es importante que cada persona que esté buscando su 
crecimiento, sepa identificar sus propias necesidades, pues ello le permitirá tomar 
decisiones para favorecer su desarrollo. Maslow, figura relevante en el surgimiento de la 
psicología humanista al igual que Carl Rogers, retoma las necesidades como un punto 
central a partir del cual desarrolla sus planteamientos. En el siguiente capítulo se aborda 
éste tema y su importancia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 35 
CAPITULO 3.- TEORÍA DE LA MOTIVACIÓN DE 
ABRAHAM MASLOW 
 
Como se ha mencionado en el primer capítulo en la década de los cincuentas y sesentas 
apareció en los Estados Unidos la psicología humanista como tercera fuerza, junto al 
psicoanálisis y al conductismo. Se trata de una corriente psicológica que, limitada en 
principio a aquel país, llegó a Alemania y al resto de Europa en los años sesenta. 
 
La inmigración de muchos europeos hacia Estados Unidos durante el dominio nazi fue 
un apoyo para la renovación cultural y humanista que empezaba en ese país. Una mayor 
preocupación por la pintura, la música y otras áreas del arte estimulaba a ocuparse con 
mayor intensidad de cuestiones trascendentales. 
 
La importancia de cada ser humano apareció reducida de forma aterradora a la vista de 
la bomba atómica, muchas personas se sintieron desamparadas no desde la soledad 
existencial, sino desde una forma neurótica de soledad que acompañaba la creciente 
alienación de los individuos respecto a sí mismos y a otros seres humanos, lo cual 
estimuló la preocupación por cuestiones como el sentido de la vida. 
 
Dentro de este contexto social, poco a poco se formó un movimiento encabezado por 
Abraham Maslow, quien en 1954 Maslow junto a Anthony Sutich (más tarde sería el 
editor del Journal of Humanistic Psychology) empezaron, sobre la base de una lista de 
colegas interesados, a enviar trabajos cuyas temáticas, como amor, creatividad, 
autonomía, crecimiento, entre otros no se imprimían con agrado en las revistas de 
orientación conductista. 
 
Sin embargo, el movimiento apareció por vez primera a la luz pública, con el nombre de 
psicología humanística, cuando en 1961 se publicó el primer número de Journal of 
Humanistic Psychology, y un año más tarde se fundó, bajo la presidencia de Maslow, la 
American Association of Humanistic Psychology (AAHP). 
 
Se definían como la tercera rama fundamental del campo general de la psicología (las 
dos ya existentes son la psicoanalítica y la conductista) y como tal, trata en primer 
 36 
término de las capacidades y potencialidades humanas que no tienen lugar sistemático 
en las teorías ya existentes. 
 
Este nuevo comienzo psicológico contenía de forma implícita un desafío al psicoanálisis 
y otro aún más fuerte al conductismo, ya que en este tiempo se exigía una metodología 
científica rigurosa y estricta, no existía en principio interés alguno por la filosofía 
existencialista o las corrientes fenomenológicas. 
 
Esto cambió en los años que siguieron a la fundación de la AAHP, la elección de 
Abraham Maslow en 1968 como presidente de la American Psychology Association 
(APA), la máxima organización de los psicólogos estadounidenses, permitió la creación 
de una sección de psicología humanística en el seno de la APA en el año de 1971, que 
significó el reconocimiento de esta tendencia psicológica

Otros materiales