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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGIA Influencia de los analgésicos en la pérdida de la memoria de trabajo visoespacial T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGIA P R E S E N T A ERICKA JAZMIN BARRIENTOS GARCIA DIRECTORA DE TESIS: DRA. CARMEN SELENE CANSINO ORTIZ REVISORA DE TESIS: DRA. MARIA DOLORES RODRIGUEZ ORTIZ SINODALES: DRA. MARTHA PATRICIA TREJO MORALES DRA. MAURA JAZMIN RAMIREZ FLORES DRA. ITZEL GRACIELA GALAN LOPEZ Margarita Texto escrito a máquina CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 3 Agradecimientos. La presente investigación se llevó a cabo con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT 238826) y de la Dirección General de Apoyo al Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México a través del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT IG300115, IG300618). 4 Agradecimientos. Agradezco infinitamente a la Dra. Selene por la confianza de haberme permitido ser participe en el Laboratorio de NeuroCognición en donde tuve la oportunidad de conocer más acerca de ésta área, aprender nuevas cosas y a aproximarme a la labor de la investigación. Agradezco mucho la paciencia y el apoyo brindado para hacer posible la presente investigación. Agradezco a la Dra. Dolores Rodríguez por la paciencia y el apoyo brindado. Agradezco a la Dra. Itzel Galán por el tiempo invertido, por todo su conocimiento y experiencia que enriquecieron el presente trabajo. Agradezco a la Dra. Maura Ramírez por la confianza, apoyo y comprensión Agradezco a la Dra. Patricia Trejo por sus sugerencias, experiencia, conocimientos brindados y la colaboración al trabajo. También agradezco a cada uno de mis compañeros del Laboratorio de NeuroCognición, por brindarme su amistad, sus experiencias y compartir conmigo divertidos momentos que quedarán plasmados en mis recuerdos. Agradezco también a mis amigas y amigos que estuvieron conmigo brindándome su apoyo y sus consejos. 5 DEDICATORIA. El presente trabajo está dedicado a mi familia, principalmente a mis padres, ya que sin su apoyo esto no hubiera sido posible. Gracias por estar a mi lado, brindándome la mano para levantarme cuando creía que no podía más, por escucharme, aconsejarme y guiarme para ser una mejor persona, una mejor hija y hermana. Cada esfuerzo es por y para ustedes. 6 Contenido 1. Resumen 7 2. Introducción 8 3. Antecedentes 10 3.1. Memoria 10 3.1.1. Memoria de trabajo 10 3.1.2. Memoria viso-espacial 12 3.1.3. Métodos de estudio de la memoria viso-espacial 12 3.2. Analgésicos 18 3.2.1. Analgésicos no narcóticos. 19 3.2.1.1 Mecanismos de acción. 20 3.2.2. Analgésicos narcóticos 22 3.2.2.1 Mecanismos de acción. 22 3.2.3. Consumo de analgésicos en México 26 3.2.4. Analgésicos y Memoria 29 4. Justificación 37 5. Método 38 5.1. Preguntas de investigación 38 5.2. Objetivo General 38 5.2.1 Objetivos específicos 38 5.3. Hipótesis 39 5.4. Variables 39 5.5. Participantes 40 5.6. Instrumentos 42 5.7. Aparatos 43 5.8. Estímulos 43 5.9. Procedimiento 43 5.10. Análisis de datos 45 6. Resultados 45 7. Discusión 47 8. Conclusión 51 9. Limitaciones y Sugerencias 52 10. Referencias 53 7 1. Resumen El objetivo del presente estudio fue investigar la influencia del consumo de analgésicos en el desempeño de la memoria de trabajo viso-espacial. Participaron 80 hombres y mujeres entre 40 y 60 años de edad; se dividieron en dos grupos: 40 personas que ingerían analgésicos al menos una vez al mes y 40 personas que no ingerían ningún analgésico. La memoria de trabajo se evaluó por medio del paradigma n-back, en dos niveles de complejidad: 1-back y 2-back. No se observaron diferencias estadísticamente significativas en el porcentaje de respuestas correctas ni en los tiempos de reacción en ninguno de los niveles de complejidad de la tarea de memoria de trabajo viso-espacial (1-back y 2-back) entre el grupo de consumidores de analgésicos y el grupo de no consumidores. Sin embargo, los resultados revelaron que entre más temprana es la edad de inicio del consumo de analgésicos mayores son los tiempos de reacción en la tarea de memoria de trabajo de baja complejidad. Del mismo modo, se observó que entre mayor es el tiempo que han consumido analgésicos, menores son el porcentaje de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo de alta complejidad y mayores son los tiempos de reacción en la tarea de memoria de trabajo de baja complejidad. Los hallazgos indican que el tiempo de consumo incide tanto en la exactitud como en la velocidad de la memoria de trabajo pero no el consumo actual de analgésicos. 8 2. Introducción El consumo de medicamentos constituye un hecho cotidiano y habitual en la mayoría de los hogares de México. En nuestro país, la libre comercialización de algunos medicamentos ha intensificado su consumo, por lo que se han convertido en artículos que se valoran en términos de la oferta y la demanda, sin tomar muchas veces en cuenta sus posibles riesgos (Gómez, Galar, Téllez, Carmona & Amaya, 2009). Reynoso, Mejía, Olvera y Chehue (2007) realizaron un estudio para evaluar el patrón de consumo de medicamentos de las personas que acudían a una farmacia comunitaria y observaron que la motivación central para consumir algún medicamento es el dolor, lo que conlleva a un elevado consumo de analgésicos. Esto puede deberse a la creencia común de que los analgésicos son inofensivos ya que su adquisición no requiere la presentación de una prescripción médica. En tareas cotidianas utilizamos la memoria espacial en diversas situaciones, por ejemplo, cuando nos desplazamos de un lugar a otro, cuando interpretamos mapas o cuando visualizamos el espacio o cualquier objeto físico (Fiol, 2009). Diversos estudios (Bernsteirn & Werlin, 2003; Carter, Kleykamp, Griffiths & Mintzer, 2013; Darke, Sims, McDonald & Wickes, 2000; Dassanayake et al. 2012; Lintzeris, Miychell, Bond, Nestor & Strang, 2006; Rapeli, Fabritius, Kalska & Alho, 2011) han comprobado que el consumo de analgésicos puede causar una disminución en la memoria. En uno de estos estudios (Dassanayake et al. 2012) se observó que los analgésicos inhiben las señales que transmiten la sensación del dolor dentro del sistema nerviosocentral, reacción mediada por mensajeros químicos que también 9 están involucrados en la cognición, lo que podría interferir con la memoria, especialmente si los analgésicos se usan por períodos prolongados. De allí, el interés del presente estudio de investigar la posible influencia de los analgésicos en la memoria, en particular, en la memoria de trabajo viso-espacial, ya que se trata de un tipo de memoria básico para el desarrollo de múltiples funciones cognitivas superiores. 10 3. Antecedentes 3.1. Memoria. La memoria ha sido a lo largo de la historia una de las funciones cognitivas que más ha atraído la atención de la humanidad. La memoria es la capacidad de retener y de evocar eventos del pasado, mediante procesos neurobiológicos de almacenamiento y de recuperación de la información (Etchepareborda & AbadMas, 2005), por lo que es una función básica para el aprendizaje y el razonamiento. Tulving (1998) considera que la memoria es un regalo de la naturaleza, puesto que es una habilidad que nos permite conservar la información para utilizarla posteriormente, y actuar de forma más adecuada en un tiempo posterior gracias a la experiencia adquirida previamente. Existen diferentes tipos de memoria, entre las cuales está la memoria de trabajo. 3.1.1. Memoria de trabajo. Baddeley y Hitch (1974) propusieron un modelo denominado memoria de trabajo. Se trata de un sistema de memoria de capacidad limitada que codifica, almacena, transforma y emplea la información en diferentes funciones cognitivas (Baddeley, 2000). Por ejemplo, recordar un número de teléfono o realizar una operación matemática, son funciones que llevamos a cabo mediante la memoria de trabajo. Baddeley (2000) definió la memoria de trabajo como la capacidad para realizar tareas que involucran la manipulación y el almacenamiento simultáneo 11 de información. Este tipo de memoria consta de tres componentes (Baddeley & Hitch, 1974): 1. El ejecutivo central se encarga de supervisar, mantener y controlar la atención distribuida entre varios procesos, coordinar la información proveniente de varias fuentes y planificar y coordinar actividades simultáneas. 2. El bucle fonológico es un almacén acústico de breve duración, acoplado a un proceso de ensayo articulatorio capaz de mantener la información mediante su continua repetición y puede también almacenar material presentado visualmente a través de su denominación subvocal. 3. La agenda viso-espacial se especializa en mantener y manipular información visual y espacial. La información que llega a la memoria de trabajo se mantiene durante un periodo de tiempo, luego decae y se pierde (Baddeley & Hitch, 1974). Sin embargo, dicho material puede transferirse a la memoria a largo plazo y perdurar. Con base en una serie de hallazgos empíricos, se añadió el almacén episódico al modelo de memoria de trabajo (Baddeley, 2001). Este almacén es de capacidad ilimitada y es capaz de utilizar una codificación multidimensional de la información, lo que permite la unión de la información para crear episodios integrados (Repovs & Baddeley, 2006). El sistema de memoria de trabajo coordina la información procedente de distintas regiones cerebrales a través de diversos mecanismos (e.g. Alcaraz & Gumá, 2001). Entre las múltiples funciones de este sistema de memoria, se encuentra la de colaborar en la integración de la información sensorial de 12 distintas modalidades. Asimismo, utiliza la información de los almacenes de la memoria episódica y la mantiene en línea en la memoria de trabajo para solucionar problemas y tomar decisiones. Otra función es la de planear el futuro mediante “modelos” predictivos en los que las representaciones de eventos pasados concurren en el foco de atención consciente para ser comparados y evaluados con el propósito de formular planes. 3.1.2. Memoria viso-espacial. La memoria de trabajo espacial es un tipo de memoria vital para la adaptación y la supervivencia de los seres vivos, ya que gracias a ella es posible recordar el lugar donde se encuentran los alimentos o el lugar donde existe un refugio seguro (Fiol, 2009). La memoria de trabajo espacial se define como la capacidad de generar, retener, recuperar y transformar imágenes visuales bien estructuradas (Lohman, 1996). En la memoria de trabajo viso-espacial existe una distinción fundamental entre información visual y espacial (Logie & Marchetti, 1991; Logie, 1995). La información visual se refiere a los atributos como el color y la forma; mientras que la información espacial se refiere tanto a la manipulación de información contenida en secuencias de movimientos, como al repaso activo de esa información en la memoria de trabajo. 13 Darling, Della Sala y Logie (2007) diferenciaron también entre dos tipos de procesos de memoria de trabajo viso-espacial en función de la naturaleza de la información: el proceso pasivo conserva la naturaleza visual de los estímulos; mientras que el activo, se caracteriza por la transformación y el procesamiento de los estímulos de carácter espacial. Esta distinción se sustenta en la idea de que la representación visual conserva características estáticas (los objetos se perciben estables e invariantes); mientras que la representación espacial implica dinamismo como consecuencia de la exploración de las relaciones entre los objetos (Darling et al., 2007). El hipocampo es considerado como el núcleo neurálgico de la memoria espacial, aunque debido a su complejidad, también intervienen otras estructuras nerviosas (Fiol, 2009). Por ejemplo, el lóbulo parietal está implicado en el procesamiento de información espacial, de hecho, diferentes zonas de la corteza parietal participan en la organización de una misma representación espacial pero de forma diferente. 3.1.3. Métodos de estudio de la memoria viso-espacial. Phillips (1974) fue uno de los primeros autores que utilizó el paradigma de detección del cambio, el cual se sigue empleando en la actualidad. Este paradigma permite estudiar diversas características del funcionamiento de la memoria visual a corto plazo, por ejemplo, estimar su capacidad. Phillips (1974) utilizó material difícil de verbalizar, básicamente patrones abstractos de cuadros 14 blancos y negros que conformaban matrices de diferente complejidad. El paradigma básico consistía en la presentación de matrices con cuadros blancos y negros distribuidos aleatoriamente cuya complejidad iba aumentando, tras un intervalo de retención de tiempo variable, aparecía en la fase de prueba nuevamente una matriz que podía ser o no idéntica a la presentada previamente. La tarea del participante consistía en indicar si la matriz era igual o si se había producido algún cambio. Los resultados mostraron que la ejecución era perfecta hasta un intervalo de retención de 1 segundo, a partir del cual la ejecución empeoraba, además, el declive en la ejecución se correlacionó con la dificultad de las matrices. A pesar de que el intervalo de retención era el responsable de una ejecución pobre, ésta no disminuía sensiblemente en intervalos entre 2 y 9 segundos. Numerosas investigaciones (e.g. Darling et al., 2007; Baddeley, 2001; Hecker & Mapperson, 1997; Klauer & Zhao, 2004; Logie, 1986; Logie & Marchetti, 1991; Tresch, Sinnamon & Seamon, 1993) han estudiado la posible distinción neurológica que subyace a los procesos de mantenimiento y manipulación de la información visual y espacial en la memoria de trabajo visoespacial. Burin, Duarte, Delgado y Prieto (2004) propusieron el uso de tareas duales para distinguir el funcionamiento de los diferentes subsistemas de la memoria de trabajo y varios estudios han utilizado este tipo de tareaspara examinar la memoria de trabajo viso-espacial y sus posibles componentes. Por ejemplo, Klauer y Zhao (2004) observaron con datos conductuales una disociación entre los procesos que manipulan información visual y aquellos que operan sobre la 15 información espacial de la agenda viso-espacial. En una tarea en la que los participantes debían recordar las posiciones de los estímulos, se observó mayor interferencia cuando la tarea dual consistía en discriminar movimientos que cuando se trataba de una tarea en la que debían discriminar colores. Del mismo modo, estos autores observaron que el desempeño de los participantes en una tarea de memoria de ideogramas chinos se vio más afectada por una tarea dual de discriminación del color que por una tarea de discriminación de movimientos. Esta doble disociación apoya, de acuerdo con los autores, un fraccionamiento de la memoria de trabajo viso-espacial en un componente espacial y otro visual. Del mismo modo, Darling, Della, Logie & Cantagallo (2006) evaluaron la posible disociación de los componentes espacial y visual de la memoria de trabajo viso-espacial en pacientes que habían sufrido lesiones distintas. Uno de ellos sufrió un infarto vascular en los lóbulos frontal, parietal y temporal derechos, y el otro sufrió una lesión en los lóbulos frontales bilaterales y en el lóbulo parietal derecho. Se utilizaron dos tareas en las que se presentaron los mismos estímulos, sin embargo, las instrucciones variaban entre las tareas. En una de ellas se daba la instrucción de atender sólo a la posición del estímulo y en la otra, la de atender sólo al estímulo independientemente de la posición. El primer paciente descrito mostró un déficit selectivo en la tarea de memoria espacial, pero no en la tarea de memoria visual. En cambio, el segundo paciente mostró el patrón opuesto, un déficit selectivo en la tarea de memoria visual pero no en la tarea de memoria espacial. Los autores concluyeron que existe una disociación neurofuncional entre los componentes de la agenda viso-espacial. 16 Awh et al. (1998) realizaron un estudio en el que emplearon una tarea de memoria en la que en cada ensayo se presentaba una letra en diferentes posiciones. Después de un intervalo de 5000 ms, aparecía otra letra y la tarea consistía en indicar si la nueva letra coincidía en identidad o localización con la letra almacenada en memoria. Además, durante el intervalo de retención los participantes tuvieron que realizar una tarea de tiempo de reacción de elección. En esta tarea se presentaron dos estímulos, uno de ellos podía tener una forma similar a la letra en memoria o estar en la misma posición que el estímulo en memoria. Los participantes tenían que pulsar rápidamente una tecla u otra para indicar cuál de los dos estímulos era igual al estímulo en memoria. Los autores esperaban que el tiempo de reacción a los estímulos de elección serían más rápidos cuando los estímulos aparecieran en la localización memorizada, pero sólo cuando se estuviera repasando la localización del estímulo; ya que en la condición de memoria de la identidad no se estaría repasando la localización. Los resultados confirmaron las expectativas de los autores para la tarea de memoria espacial pero no para la tarea de memoria sobre la identidad del estímulo. Asimismo, Logie y Pearson (1997) estudiaron la posible disociación entre la memoria de trabajo visual y espacial en niños. En este estudio emplearon una prueba de reconocimiento visual de patrones (matrices con cuadros rojos y blancos) y una prueba de reconocimiento espacial de secuencias de cubos (tarea de Bloques de Corsi) en niños con edades entre 5-6 años, 8-9 años y 11-12 años. Los resultados revelaron que el desempeño en la tarea de memoria visual fue mayor que en la tarea de memoria espacial, y esta diferencia en el desempeño 17 fue mayor conforme incrementaba la edad de los niños. También realizaron un experimento en el que evaluaron el recuerdo inmediato en lugar del reconocimiento y obtuvieron resultados similares. Los autores concluyeron que sus resultados apoyan la propuesta de que la agenda viso-espacial se distingue por un subsistema que almacena información visual atemporal y un subsistema que conserva información espacial temporal. Otro procedimiento utilizado para evaluar la memoria visual es el Test de Retención Visual de Benton (TRVB) (Benton, 1945). Este instrumento examina la percepción visual y las habilidades viso-constructivas. El TRVB está compuesto por tres series (equivalentes en términos de dificultad) de 10 láminas. Las láminas contienen una o más figuras geométricas las cuales van aumentando en su complejidad. La prueba puede administrarse para evaluar el recuerdo inmediato, ya que se le pide al participante que reproduzca de forma inmediata los diseños después de 10 y 5 segundos de exposición de la lámina; también puede administrarse para evaluar la habilidad de copia o para evaluar el recuerdo demorado después de un intervalo de 15 segundos (Fiol, 2009). Esta prueba se emplea para detectar si personas con lesiones neurológicas manifiestan problemas en la memoria viso-espacial en general, ya que no permite distinguir entre el componente visual y espacial de este tipo de memoria. Uno de los paradigmas más utilizados para medir la memoria de trabajo es la tarea de n-back, en ella los participantes deben recordar el estímulo de cada ensayo para compararlo con un estímulo que se presentó en el ensayo pasado (1-back) o dos ensayos antes (2-back) o tres ensayos antes (3-back) (Gevins et 18 al, 1990). La tarea requiere procesos de comparación, mantenimiento y actualización de la secuencia de estímulos. También requiere de procesos inhibitorios para no responder cuando el estímulo es igual a los presentados anteriormente pero no corresponde al estímulo con el que debe de compararse el estímulo actual (Gevins et al, 1990). Esta tarea es un procedimiento eficaz para medir el concepto de memoria de trabajo porque incluye subprocesos típicos de la memoria de trabajo. 3.2. Analgésicos. Los analgésicos son medicamentos que se emplean para calmar el dolor producido por el daño de algún tejido en el organismo causado por traumatismos, infecciones u otras enfermedades (Neal, 2007). Existen dos tipos de analgésicos: los narcóticos y los no narcóticos (Martínez, 2002). Los narcóticos u opiáceos actúan directamente sobre el sistema nervioso central. Se usan para aliviar el dolor agudo postoperatorio, así como el dolor persistente (crónico) y el dolor súbito de moderado a intenso (Martínez, 2002). El dolor persistente se trata habitualmente con opiáceos de acción prolongada que se liberan en el organismo lentamente y controlan el dolor durante largos períodos, se administran de modo permanente siguiendo un cronograma establecido, independientemente de que la persona experimente dolor en ese momento. Si se presentan eventos de dolor súbito se administra un segundo opiáceo de acción inmediata. Los opiáceos de acción inmediata hacen efecto 19 con rapidez y no permanecen en el organismo por un tiempo prolongado (Martínez, 2002). A veces los opiáceos se administran en combinación con no opiáceos. Entre los analgésicos más comunes se encuentran: MS Contín, Oramorh, Avinza, Kadian, Roxanol (nombre genérico: morfina); Codeína, Dolophine (nombre genérico metadona); Opana, Opana ER, Numorpahn HCI (nombre genérico: oximorfona); Dilaudid (nombre genérico: meperidina); Duragesic, Actiq o Fentora (nombre genérico: fentanilo). Algunos analgésicos narcóticos combinan un opiáceo con aspirina, paracetamol o ibuprofeno, entre los ejemplos se incluyen: Percodan (nombre genérico: oxicodona y aspirina); Percocet y Roxicet (nombre genérico: oxicodonay acetaminofeno) y Vicodin, Lorcet y Lortab (nombre genérico: hidrocodona y paracetamol). Los analgésicos no narcóticos o no opiáceos bloquean la producción de las sustancias que desencadenan el dolor y tienen propiedades anti-inflamatorias y anti-piréticas (Martínez, 2002). Entre los más comunes se encuentran: Tylenol (nombre genérico: acetaminofeno); medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) como la Aspirina, Motrin o Advil (nombre genérico: ibuprofeno) y Aleve o Naprosyn (nombre genérico: naproxeno sódico). 3.2.1. Analgésicos no narcóticos. Este tipo de analgésicos constituyen los medicamentos fundamentales para el tratamiento del dolor, tanto agudo como crónico. Son un grupo de fármacos sin relación química entre sí, lo que hace difícil su clasificación, con efectos 20 farmacológicos y de toxicidad similares (Álvarez et al., 2009). Estos fármacos producen alivio sintomático del dolor y de la inflamación en las artropatías crónicas, como en la artrosis y la artritis reumatoide; así como en enfermedades inflamatorias agudas como fracturas, esguinces, lesiones deportivas y otras lesiones de tejidos blandos. También son útiles para el tratamiento de dolores postoperatorios, dentales, menstruales, y los producidos por cefaleas y migraña (Álvarez et al., 2009). 3.2.1.1 Mecanismos de acción de los analgésicos no narcóticos. Aunque hay diferencias entre los distintos AINE, comparten en su farmacología esencial la capacidad de inhibir la enzima ciclooxigenasa (COX), lo que impide la producción de prostaglandinas a partir del ácido araquidónico. Las prostaglandinas participan en la estimulación de las terminales nerviosas del dolor durante procesos inflamatorios. Existen dos isoformas comunes de la enzima COX (COX-1 y COX-2) y ambas están relacionadas íntimamente y catalizan la misma reacción. La COX-1 es una enzima constitutiva que existe en la mayor parte de los tejidos, incluidas las plaquetas sanguíneas, y tiene una función de mantenimiento en el cuerpo ya que participa en la homeostasis de los tejidos y es responsable de la producción de prostaglandinas que también intervienen en la citoprotección gástrica, la agregación plaquetaria, la autorregulación del flujo sanguíneo renal y el inicio del parto. Por el contrario, la enzima COX-2 es inducida en células inflamatorias cuando son lesionadas, 21 infectadas o activadas. Por ejemplo, las citosinas como la interleucina y el factor de necrosis tumoral generan procesos inflamatorios. Por lo tanto, la isoforma COX-2 es responsable principalmente de la producción de los mediadores de la inflamación de la familia de los prostanoides. Aunque en el sistema nervioso central y en algunos otros tejidos hay una acumulación considerable de COX-2 constitutiva y su función en estas áreas no se conoce claramente (Rang & Dale, 2012). La mayor parte de los AINE tradicionales inhibe la COX-1 y la COX-2 con el propósito de inhibir la producción de prostaglandinas y por lo tanto el dolor. En el año de 1971 sir John Vane y sus colaboradores describieron las acciones inhibitorias de los AINE sobre las enzimas COX (Rang & Dale, 2012), las cuales son estructuralmente semejantes, ya que poseen un gran canal hidrófobo por el que se anclan al ácido araquidónico y a otros ácidos grasos para comenzar reacciones de oxigenación. Por lo general, los AINE inhiben rápidamente a la enzima COX-1, mientras que la inhibición de la COX-2 es más lenta y a menudo irreversible. Los AINE inhiben estas enzimas al entrar en el canal hidrófobo y formar enlaces de hidrógeno con residuos de arginina, lo que impide el acceso de las enzimas COX a los ácidos grasos. Sin embargo, el ácido acetilsalicílico constituye una excepción a lo anteriormente expuesto. Esta molécula provoca la inhibición irreversible de la enzima COX por lo que tiene efectos prolongados (Rang & Dale, 2012). Los mecanismos de acción de los AINE se clasifican en tres grupos (Rang & Dale, 2012; Álvarez et al., 2009; Chamorro, Rubio & Romera, 1994): 22 a) Los inhibidores periféricos de las prostaglandinas, el representante más conocido de este grupo es el ácido acetil salicílico. b) Inhibidores centrales de las prostaglandinas, grupo formado por el paracetamol y el metamizol, por su naturaleza química actúan selectivamente sobre los tejidos nerviosos. Este efecto central explica las importantes propiedades antitérmicas de ambas drogas. c) Inactivadores del receptor sensibilizado, el metamizol (como la morfina) además de sus efectos centrales específicos, tienen la propiedad de bloquear la transmisión del impulso doloroso desde el receptor cuando éste ya está sensibilizado, llevándolos a una situación de reposo. 3.2.2. Analgésicos narcóticos. Los opioides no sólo varían en cuanto a su acción específica sobre ciertos receptores sino también en su nivel de eficacia al actuar sobre los diferentes tipos de receptores. Algunos fármacos actúan como agonistas o como agonistas parciales en un tipo de receptor y como antagonistas o antagonistas parciales en otro, lo que produce mecanismos de acción muy complejos (Rang & Dale, 2012). Los receptores para este tipo de fármacos son denominados receptores opioides. La analgesia es consecuencia de la interacción de los analgésicos narcóticos con alguno de estos receptores y afectan tanto a los sistemas aferentes como a los eferentes de la sensibilidad dolorosa (Álvarez et al., 2009). Estos fármacos producen farmacodependencia debido a que las personas 23 desarrollan tolerancia a sus efectos depresores, dependencia psicológica y dependencia física, que se traduce en un síndrome de abstinencia bien definido. Estos fármacos producen depresión respiratoria en función de la potencia analgésica. Además, su ingesta genera efectos psicológicos subjetivos, independientes a la acción analgésica, por lo que algunas personas recurren a la autoadministración (Álvarez et al., 2009). 3.2.2.1 Mecanismos de acción de los analgésicos narcóticos. Los analgésicos narcóticos ejercen su acción a través de la ocupación y posteriormente activación de receptores localizados en la membrana celular. Se han identificado receptores opioides en el sistema nervioso central, cardiovascular, endocrino y digestivo (Álvarez et al., 2009). Se han descrito cinco tipos de receptores opioides denominados según sus agentes prototipo (Chamorro & Romera 1994): 1) el receptor µ (mu) por morfina es un tipo de receptor agonista parcial y la morfina es un potente analgésico que en dosis elevadas puede causar la muerte por depresión respiratoria grave, 2) receptor κ (kappa) por ketociclazocina, este analgésico puede funcionar como agonista y antagonista y tiende a producir disforia más que euforia, 3) receptor ∑ (sigma) por SKF 10047, un benzomorfano con actividad atípica, 4) receptor δ (delta) por las encefalinas y 5) receptor ε (épsilon) por endorfina. El receptor µ media los efectos clásicos de la morfina y la analgesia supraespinal. El receptor 24 κ produce analgesia y sedación a nivel de la médula espinal y tienen bajo riesgo de producir dependencia física y depresión respiratoria. El receptor δ también media la analgesia a nivel espinal y desencadena las interacciones metabólicas que generan el fenómeno del estrés inducido por el dolor. El receptor ∑ es el causante de los efectos psicomimétricos (como las alucinaciones) y vegetativos de los opioides (Chamorro & Romera, 1994; Martín & Del-Rio, 1999; Rang & Dale, 2012). Los receptores opioides pertenecen a la familia de receptores que se acoplan a las proteínas G1/G0, por lo que ejercen potentes efectos sobre los canales iónicos de las membranas neuronales. Los opioides facilitan la apertura de canalesde potasio e inhiben la apertura de canales de calcio por lo que inhiben la excitabilidad neuronal y disminuyen la liberación de transmisores. El efecto celular global es por consiguiente inhibitorio, no obstante, aumenta la actividad en algunas vías neuronales por un proceso de desinhibición que causa excitación en las neuronas de proyección (Rang & Dale, 2012). A escala celular, los cinco tipos de receptores opioides median efectos muy similares. Sus distribuciones anatómicas heterogéneas en el Sistema Nervioso Central (SNC) dan lugar a diferentes respuestas funcionales (Rang & Dale, 2012). Los receptores opioides tienen una amplia distribución en el encéfalo y la médula espinal. Los opioides son eficaces cuando se inyectan en dosis mínimas en diversos núcleos encefálicos específicos, como la corteza insular, la amígala, el hipotálamo y el asta inferior de la médula espinal. Existen datos (Rang & Dale, 2012) que indican que la analgesia supraespinal con opioides implica la 25 liberación de péptidos opioides endógenos tanto en localizaciones supraespinales como espinales, y que en la médula espinal también existen mecanismos analgésicos derivados de la liberación de serotonina por parte de fibras inhibidoras descendentes. La interrupción quirúrgica de la vía descendente del bulbo raquídeo rostro-ventral a la médula espinal reduce la analgesia inducida por morfina administrada sistémicamente o microinyectada en localizaciones supraespinales, lo que implica que en humanos los efectos supraespinales y espinales contribuyen a la respuesta analgésica. En la médula espinal, la morfina inhibe la transmisión de impulsos nocioceptivos a través del asta posterior y suprime los reflejos nocioceptivos incluso en pacientes que presentan sección de la médula espinal. La morfina también puede actuar presinápticamente al inhibir la liberación de varios neurotransmisores (Rang & Dale, 2012). El efecto analgésico de los opioides que se produce en el sistema nervioso central ocurre a diferentes niveles: medula, mesencéfalo, diencéfalo, sistema límbico y corteza. El alivio del dolor es relativamente selectivo, pues no altera otras modalidades sensoriales (tacto, vibración, vista, oído), sin embargo, estos fármacos pueden provocar alteraciones en el estado mental, tanto euforia o bienestar por su acción en el sistema límbico, como sedación y depresión del nivel de conciencia a dosis altas (Rang & Dale, 2012). 26 3.2.3. Consumo de analgésicos en México. En México, el consumo de medicamentos representa un problema grave de salud pública que produce importantes deterioros en la comunidad (Gómez et al., 2009). Este problema se debe a numerosos factores, entre ellos, el incremento de la propaganda sobre medicamentos en los medios de comunicación con el propósito de mejorar la calidad de vida, el aumento de la longevidad, los cambios en los patrones generales de las enfermedades, la falta de acceso a fuentes confiables de información actualizada y objetiva y el incremento en el consumo de medicamentos debido a la promoción de la industria farmacéutica que incita a su consumo. El patrón del consumo de medicamentos se evaluó a través de las personas que acudían a una farmacia comunitaria en la ciudad de Pachuca (Reynoso et al., 2007). Los resultados de este estudio mostraron que las mujeres entre 36 y 45 años de edad consumían con mayor frecuencia medicamentos. En el estudio participaron 308 personas, de las cuales 202 eran mujeres y 106 eran hombres. Los medicamentos de mayor consumo se agruparon en función de su acción terapéutica en distintos grupos farmacológicos, entre los que destacan los analgésicos con un 41.87%, los antigripales con un 22.50% y los antibióticos con un 9.85% de consumo. También se encontró que la frecuencia de consumo de medicamentos es más alta en las personas entre los 25 y 34 años de edad, con un consumo de 93.25%, seguido del grupo entre 18 y 24 años de edad con un consume de 88.03%. El consumo de medicamentos fue ligeramente más frecuente en los hombres (87.74%) que en las mujeres (85.64%). Asimismo, se 27 observó que las personas solteras consumían medicamentos con mayor frecuencia (88.78%), seguido de las personas que tenían pareja, ya sea en unión libre (88.31%) o casadas (85.21%). Asimismo, Reynoso et al. (2007) reportaron que las personas que consumen con mayor frecuencia medicamentos son las que tienen bachillerato terminado (92.80%) y estudios superiores completos (92.30%). Además, los obreros (96.77%) y comerciantes (94.73%) tienden más a la automedicación. En el estudio se concluyó que la prevalencia del consumo de medicamentos fue de un 86.36%, lo que indica que es una práctica muy utilizada para el alivio de problemas comunes de salud. La motivación principal para consumir medicamentos es el dolor, lo que conlleva a un elevado consumo de analgésicos. De acuerdo con Reynoso et al. (2007) esto se debe a la creencia generalizada de que los analgésicos son inofensivos porque no se requiere una preescripción médica para adquirirlos. El consumo de medicamentos es una estrategia para enfrentar la enfermedad que emerge a nivel individual pero se extiende como una práctica social (Cesolari, Calvi, Garrot, Perez & Busmail, 2004). El consumo de medicamentos está ampliamente influenciado por las condiciones socioculturales del usuario y por la publicidad farmacéutica (Tobón, 2002). La duración del tratamiento en que el medicamento es administrado tiene una amplia variabilidad entre los usuarios (Torres & Vázquez, 2007), el 39.4% de los usuarios consumen los medicamentos hasta que se retiran los malestares, lo 28 cual es muy variable de un individuo a otro, y el 32.7% los consume solamente una vez. Asimismo, se ha observado que los medicamentos pueden ser empleados con dosis incorrectas durante periodos de tiempo cortos o prolongados (Laporte & Castel, 1992). Esta variabilidad en el consumo de medicamentos se debe principalmente a la falta de información sobre el uso adecuado de éstos, lo cual puede traer serias consecuencias (Torres & Vázquez, 2007). De acuerdo con la investigación realizada por Reynoso, et. al. (2007), los padecimientos que más frecuentemente se tratan de manera autónoma con medicamentos son el dolor de cabeza (66.54%), el resfriado común (54.13%), los padecimientos digestivos (43.98%), los trastornos de las vías respiratorias (27.81%) y el síntoma de la tos (27.81%). Las personas que tienen un trabajo tienden a auto-medicarse con mayor frecuencia para evitar caer enfermas, y no cumplir con las actividades y compromisos de trabajo (Bronfman, Castro, Zuñiga, Miranda & Oviedo, 1997). Otras razones frecuentes de la automedicación es evitar consultar a un médico, lo que conlleva a no perder tiempo y a ahorrar recursos económicos. La facilidad de comprar en las farmacias medicamentos que alivian el dolor y las molestias, promovidos por los medios masivos de comunicación, como la televisión (Bronfman et. al 1997), influye en que las personas resuelven sus malestares rápidamente, con la finalidad de incorporarse a sus actividades de manera inmediata (Tobón, 2002). 29 3.2.4. Analgésicos y memoria. Se han realizado estudios (Bernsteirn & Werlin, 2003; Carter, et al. 2013; Darke, et al, 2000; Dassanayake et al. 2012; Lintzeris, et al, 2006; Rapeli, et al, 2011) sobre la influencia de los analgésicos narcóticos en la pérdida de memoria. En algunos de ellos (e.g. Dassanayake et al. 2012) se observó que los analgésicos narcóticos u opiáceos, inhiben las señales que transmiten la sensación de dolor dentro del SNC y disminuyen la acción emocional ante el dolor. Ambas acciones están mediadas por mensajeros químicos que tambiénestán involucrados en varios aspectos de la cognición. Por ende, el uso de estos fármacos puede interferir con la memoria a largo y a corto plazo, especialmente si se usan por períodos prolongados. Se realizó un estudio (Rapeli et al., 2011) donde participaron voluntariamente personas entre 18 y 50 años de edad que consumían y/o eran dependientes de los opiáceos con metadona, buprenorfina o buprenorfina/naloxona. Se evaluaron los procesos de atención selectiva, memoria de trabajo y memoria verbal. El análisis de los datos mostró que los participantes que eran dependientes de los opiáceos buprenorfina no mostraron déficits en atención pero sí en memoria de trabajo y memoria verbal, por lo que se concluyó que el uso de la buprenorfina puede afectar negativamente a la memoria, aunque esta evidencia es aún insuficiente. Asimismo, los participantes que consumían metadona mostraron déficits cognitivos en todos los dominios estudiados (atención, memoria verbal y memoria de trabajo) lo que probablemente se debió a que la metadona prolonga 30 los tiempos de reacción en pacientes dependientes de opiáceos (Lintzeris et al., 2006). Darke et al. (2000) realizaron un estudio con pacientes dependientes de opiáceos que consumieron metadona durante cinco meses. Después de este periodo, los autores observaron que los pacientes, en comparación con los participantes controles sanos, tuvieron un menor desempeño en una tarea de memoria verbal. En otro estudio (Dassanayake et al., 2012) se emplearon fármacos depresores del SNC con el objetivo de evaluar si su sobredosis afectaba dominios cognitivos importantes para llevar a cabo actividades cotidianas. En particular, en este estudio se evaluaron habilidades visomotoras, funciones ejecutivas, memoria de trabajo, impulsividad y toma de decisiones en una muestra de 107 pacientes que ingerían de forma habitual benzodiacepina, opiáceos y ansiolíticos. Además, participaron en el estudio como grupo control, 68 personas que no consumían ningún tipo de depresores del SNC. En comparación con el grupo control, los pacientes tuvieron un desempeño significativamente inferior en todos los dominios cognitivos evaluados, en particular en las tareas de memoria de trabajo, impulsividad y toma de decisiones. Asimismo, los pacientes tuvieron mayores tiempos de reacción en la tarea de toma de decisiones. Diversos estudios (e.g. Honey et al., 2004; Lofwall, Griffiths & Mintzer, 2006; Morgan, Mofeez, Brandner, Bromley & Curran, 2003; Parwani et al., 2005; Rowland et al. 2005;) han reportado alteraciones en los procesos de memoria debido a la administración de ketamina. Sin embargo, pocas investigaciones 31 (Krystal et al., 1999; Krystal et al., 2005) han comparado los efectos de la ketamina sobre la cognición con los efectos sobre ésta causados por otras drogas. Carter et al. (2013), del Departamento de Farmacología y Toxicología de la Universidad de Arkansas, realizaron un estudio en el que compararon los efectos de la ketamina y del triazolam en la cognición de 20 personas voluntarias sanas. Se encontró que la ketamina deteriora el equilibrio, mientras que el triazolam altera la coordinación psicomotora y la atención dividida; además el triazolam, en comparación con dosis bajas de ketamina, produjo un menor desempeño de los participantes en tareas de memoria episódica. Los autores concluyeron que la ketamina produce menor deterioro en memoria de trabajo y memoria episódica que el triazolam, la cual cuando se administra en dosis altas se asocia a un menor desempeño en tareas cognitivas. En un estudio de caso (Bernsteirn & Werlin, 2003) realizado con un hombre de 76 años de edad que se encontraba en un estado mental normal, se observó confusión, desubicación en lugares conocidos y pérdida de la memoria a corto plazo después de que comenzó con un régimen terapéutico de ibuprofeno de 600 mg, tres veces al día. El tratamiento fue indicado porque el paciente padecía de osteoartritis. En particular, se observaron síntomas de demencia una semana después de tomar el medicamento, los cuales desaparecieron una semana después de que se interrumpió el tratamiento. Este patrón se repitió seis meses más tarde cuando el paciente retomó el tratamiento para realizar un viaje al extranjero. En este estudio se concluyó que muy posiblemente el uso del medicamento ibuprofeno fue la causa de dicha pseudodemencia, de acuerdo con datos obtenidos por las observaciones de la familia y del paciente. Sin embargo, 32 aún no existe suficiente evidencia para asegurar que la ingesta de ibuprofeno puede causar una pérdida temporal de la memoria. Dhingra, Ahmed, Shin, Scharaga y Magun (2015) realizaron una revisión del efecto de la sedación con opioides en los procesos cognitivos en personas geriátricas. Los autores encontraron que las personas que usaban estos analgésicos mostraron falta de atención y concentración, déficits de memoria, disminución psicomotora, distorsión de la percepción, disfunción ejecutiva, somnolencia, letargia y desórdenes del sueño. Aunado al tratamiento farmacológico, estos efectos también podrían ser consecuencia del dolor que experimentaban las personas. De acuerdo con los autores, los opioides ejercen su efecto a nivel del SNC por lo que producen un efecto tóxico sobre las neuronas, lo que disminuye la conciencia, el procesamiento de la información y los tiempos de respuesta. El tratamiento farmacológico por medio de opioides consiste regularmente en reducir las dosis paulatinamente y rotar los tipos de opioides. Además, en ocasiones se proporcionan psico-estimulantes, terapia cognitivo-conductual, acupuntura, ejercicio, yoga y reducción del estrés por medio de la técnica mindfulness. En los estudios analizados se observó un déficit de la memoria del 73 % al 81%, perturbación del sueño del 35 % al 57 % y fatiga en un 10%. Los autores concluyeron que la disfunción cognitiva extrema por opioides puede resultar en delirio, mientras que la disminución del nivel de alerta puede terminar en coma. El estrés emocional, los desórdenes del sueño y otras comorbilidades pueden empeorar estos efectos, particularmente en pacientes geriátricos. 33 Del mismo modo, Ren et al. (2015) estudiaron los efectos de combinar los analgésicos dezocine y butorfanol en la función cognitiva post operatoria de 40 pacientes ancianos que fueron sometidos a cirugía con anestesia general. Los investigadores dividieron a los pacientes en tres grupos con 20 integrantes cada uno: grupo al que se le administró dizocine, grupo al que se le administró butorfanol y un grupo al que se les aplicó ambos fármacos. Los autores emplearon una escala para evaluar la analgesia y el vómito, el método de Ransi para evaluar la sedación y el Examen Estado Mini-Mental para evaluar la función cognitiva. Cuarenta y ocho horas después de la operación el grupo que recibió ambos fármacos tenía menor dolor, vómito y náuseas que los otros dos grupos. Seis horas después de la operación el nivel de sedación fue mayor y los puntajes en el Examen Estado Mini-Mental fueron menores en el grupo al que se le administró butorfanol en comparación con el grupo que recibió ambos fármacos. Los autores concluyeron que la combinación de analgésicos mitiga sus efectos sobre la función cognitiva en pacientes geriátricos post operatorios. En otro estudio (Schiltenwolf et al., 2014) se evaluaron las funciones cognitivas en pacientes que sufrían de dolor crónico de espalda y que habían sido tratados durante un largo periodo mediante opioides, en pacientes sin tratamiento con opioides y en un grupo control sano. Los pacientes que participaron en el estudio tenían entre 20 y 75 años de edad. Los 37 pacientes con dolor crónico recibieron morfina, oxicodona, metadona, tilidine,fentanilo, hidromorfona y tramadol, al menos 30 mg diariamente por mínimo 3 meses. En los otros grupos participaron 33 pacientes con dolor crónico que no recibieron terapia con opioides y 25 personas sanas. Se evaluaron el procesamiento de la 34 información, tiempo de reacción, memoria para reconocer patrones y las funciones ejecutivas. También se estimó la experiencia del dolor, la funcionalidad de la espalda, la depresión y la ansiedad. Los resultados mostraron que los dos grupos con dolor crónico necesitaron más tiempo para procesar la información. Los pacientes que recibieron terapia con opioides tuvieron un menor desempeño en memoria espacial, memoria de trabajo y flexibilidad para cambiar de conceptos en comparación con los pacientes que no recibieron la terapia con opioides y el grupo control sano. Schiltenwolf et al. (2014) observaron una asociación entre la intensidad del dolor y la depresión y el uso de medicamentos. Cabe mencionar que los pacientes que participaron en este estudio tenían terapia con diferentes opioides y diferentes dosis. Los autores concluyeron que el dolor crónico de espalda impide algunas funciones cognitivas y la terapia a largo plazo con opioides aumenta este impedimento cognitivo. Dublin et al. (2015) estudiaron si el uso de opioides (codeína, oxicodona e hidrocodona) se asociaba con el riesgo de demencia o con declive cognitivo; realizaron un estudio de corte prospectivo en donde participaron 3,434 personas de más de 65 años de edad que habían estado al menos 10 años en el “Group Healt”, un sistema de salud integral. La edad media de los participantes fue de 74 años y les aplicaron el Instrumento de Evaluación de Habilidades Cognitivas a los participantes cada dos años. Los participantes que obtuvieron valores muy bajos en el instrumento fueron evaluados por un comité multidisciplinario para diagnosticar demencia. Determinaron la exposición acumulada promedio a opioides (39% de codeína, 26% oxicodona, 23% hidrocodona) durante diez años y analizaron el riesgo de demencia con el modelo de Amenazas Proporcionales 35 de Cox. En sus resultados encontraron que el 23% de los participantes desarrollaron demencia en un promedio de 7.3 años después de que empezó el estudio y que el 19% posiblemente desarrolló la enfermedad de Alzheimer. Además, se observó que únicamente los pacientes que consumían 91 veces más la dosis promedio tuvieron un mayor riesgo de presentar demencia en comparación con las personas que consumían de 0 a 10 dosis por arriba del promedio. Los autores concluyeron que las personas que consumieron una alta dosis de opioides tuvieron un mayor riesgo de padecer demencia en comparación con las personas que usaron dosis bajas. Blank et al. (2011) evaluaron si el uso de medicamentos que alteran el SNC está relacionado con riesgo de declive cognitivo en ancianos mediante un estudio longitudinal. Se aplicó el Examen de Estado Mini-Mental a 1,196 participantes entre 65 y 74 años de edad. Durante 7.6 años, se evaluó el uso de opioides, de benzodiacepinas y de otros medicamentos (antipsicóticos, antidepresivos, anticolinérgicos y antiepilépticos). Los autores observaron que el uso de opioides con benzodiacepinas o con cualquier otro medicamento que incida sobre el SNC se asoció con declive cognitivo, por lo tanto, concluyeron que el uso de opioides afecta las funciones cognitivas de los ancianos. Ferreira, Oliver, Thomaz, Teixeira y Foss (2016) analizaron procesos cognitivos en pacientes con dolor crónico y los compararon con un grupo control sano. Participaron personas de 18 años o más, 45 eran pacientes que consumían opioides o algún otro medicamento (paracetamol, anti-inflamatorios no esteroidales, antidepresivos o benzodiacepinas) y 45 personas sanas. Se consideraron variables como la edad y el nivel educativo, asimismo, se evaluó el 36 nivel de dolor en cada participante, la comorbilidad y la medicación usada por los pacientes. Se aplicaron pruebas cognitivas como la Evaluación Cognitiva de Montreal, la Prueba de Fluidez Verbal, el Test del Reloj y la Prueba de Stroop. Los resultados mostraron que los pacientes con dolor crónico tuvieron un menor desempeño en todas las pruebas en comparación con las personas sanas. Los autores concluyeron que la relación entre dolor crónico y déficits cognitivos representa una realidad genuina que no debe descuidarse en la rutina diaria de los médicos que trabajan con el manejo del dolor. Los déficits que observaron los autores fueron más pronunciados en la memoria de trabajo y la fluidez verbal. Sin embargo, también existen estudios en los que el consumo de analgésicos no afecta a la memoria, sino que la beneficia. Por ejemplo, Unlu, Bilen, Ali, Turgut, y Turkmen (2014) investigaron los efectos del fentalin transdérmico en la cognición de 50 pacientes con cáncer que padecían de dolor. Utilizaron la Escala Visual Analógica (VAS) y la Examinación Cognitiva de Addenbrooke. La calidad de vida de los pacientes con cáncer fue evaluada con el instrumento Grupo de Cooperación Oncológica del Este. El tratamiento de los pacientes empezó con 25 microgramos de fentanil transdérmico cada hora y se aumentó hasta que el desempeño en el VAS fuera menor al 2%. Treinta días después se aplicaron nuevamente los instrumentos y los resultados mostraron que las funciones de atención-orientación, memoria, fluidez y lenguaje mejoraron con el tratamiento de fentanil. No se observó un cambio en las habilidades visoespaciales, por lo que los autores concluyeron que el uso de fentanilo transdérmico no está asociado con el deterioro del desempeño cognitivo, por el contrario, mejora estas funciones. 37 4. Justificación La mayoría de los estudios que han intentado establecer los efectos de los analgésicos sobre la cognición en general (Carter et al., 2013; Dassanayake et al., 2012; Honey et al., 2004; Krystal et al., 1999; Krystal et al., 2005; Lofwall et al., 2006; Morgan et al., 2003; Parwani et al., 2005; Rowland et al. 2005;) o sobre la memoria en particular (Bernsteirn & Werlin, 2003; Darke et al., 2000 Rapeli et al., 2011) se han llevado a cabo con pacientes, es decir, personas afectadas por diversas enfermedades y que por lo tanto se ven obligadas a ingerir analgésicos. El efecto de los analgésicos sobre la memoria en estos pacientes podría estar confundido con los efectos del estrés asociado a la enfermedad sobre la memoria (Cortés, 2011). Por otro lado, los estudios (Carter et al, 2013) con personas sanas a las que se les ha administrado analgésicos para evaluar sus efectos sobre la cognición, generalmente se llevan a cabo con dosis altas y prolongadas de analgésicos que no corresponden a las dosis que tomarían las personas sanas por una dolencia aguda o afección temporal. De tal forma que aún se desconoce cuál es el efecto de los analgésicos sobre la memoria en personas sanas sin enfermedades inhabilitantes. 38 5. Método 5.1. Preguntas de investigación ¿Tendrán las personas que consumen analgésicos un menor porcentaje de respuestas correctas y mayores tiempos de reacción en tareas de memoria de trabajo espacial que las personas que no consumen analgésicos? ¿Será el desempeño de las personas que consumen analgésicos en las tareas de memoria de trabajo menor en las tareas de alta complejidad que en las de baja complejidad? ¿Se correlacionará el desempeño en la tarea de memoria de trabajo con la frecuencia de consumo de analgésicos, con la edad de inicio del consumo de éstos y con la duración de consumo? 5.2. Objetivo general Determinar si la ingesta de analgésicos se asocia a un menor desempeño en tareas de memoria de trabajo espacial en dos niveles de dificultad. 5.2.1 Objetivos específicos • Establecersi el desempeño se afecta en función del nivel de complejidad de la tarea de memoria de trabajo. • Investigar si la frecuencia, edad de inicio y duración de consumo de analgésicos se asocia con un menor desempeño en las tareas de memoria de trabajo en ambos niveles de dificultad o sólo en la de alto nivel de complejidad. 39 5.3. Hipótesis • El porcentaje de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo espacial, en sus dos niveles de complejidad, y los tiempos de reacción en esas respuestas, diferirán significativamente entre las personas que consumen analgésicos y las que no lo hacen. • El porcentaje de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo espacial, en sus dos niveles de complejidad, y los tiempos de reacción en esas respuestas se correlacionarán con la frecuencia, edad de inicio y duración con que las personas han consumido analgésicos. 5.4. Variables. • Variables dependientes: - Respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo espacial n–back en sus dos niveles de complejidad (1–back y 2–back). - Tiempos de reacción en las respuestas correctas de la tarea de memoria de trabajo espacial n–back en sus dos niveles de complejidad (1–back y 2–back). Medido a partir de la presentación del estímulo. • Variables independientes: - Nivel de complejidad Baja complejidad (1–back): Recordar si la ubicación del estímulo en cada ensayo se encuentra en la misma posición o no que el estímulo presentado en el ensayo anterior. 40 Alta complejidad (2–back): Recordar si la ubicación del estímulo en cada ensayo se encuentra en la misma posición o no que el estímulo presentado dos ensayos antes. • Variables atributivas: - Consumo o no consumo de analgésicos: Los participantes del grupo de consumo reportaron ingerir analgésicos al menos una vez al año, mientras que los del grupo de no consumo, reportaron no ingerir analgésicos. - Frecuencia con que los participantes consumen analgésicos: 0 = Nunca, 1 = una vez al año, 2 = tres veces al año, 3 = seis veces al año, 4 = una vez al mes, 5 = dos o tres veces al mes, 6 = una o dos veces por semana, 7 = tres o cuatro veces por semana, 8 = casi todos los días, 9 =diario. - Edad de inicio del consumo de analgésicos, - Tiempo que los participantes han consumido analgésicos. 5.5. Participantes. Participaron 80 personas entre 40 y 60 años de edad (40 personas que ingerían analgésicos al menos una vez al mes y 40 que no lo hacían). Se consideraron como criterios de inclusión escolaridad mínima de 8 años de estudio, visión normal o corregida a lo normal; consumir analgésicos por lo menos una vez al año (Figura 1); puntaje mínimo de 26 en la subescala de Vocabulario de la Escala de Inteligencia para Adultos de Weschler (WAIS) (1961), puntaje no mayor a 20 en el Inventario de Depresión de Beck (1987) y puntaje mínimo de 24 en el Estado Minimental de Folstein (1975). Las 41 características de ambos grupos se muestran en la Tabla 1. Los grupos de consumidores de analgésicos y no consumidores no difirieron significativamente (p > 0.05) en edad, años de estudio, ni en los puntajes de las pruebas psicológicas. Como criterios de exclusión se consideraron el padecer enfermedades neurológicas o psiquiátricas y adicción a drogas y/o alcohol. Tabla 1. Características de los participantes y resultados en las pruebas psicológicas. Medias y desviación estándar entre paréntesis. En el Inventario de Depresión de Beck y el Examen Estado Minimental (MMSE) se muestran media y rango intercuartil entre paréntesis. No consumidores Edad (años) Años de estudio Vocabulario (puntaje normalizado) Inventario de Depresión de Beck Examen Estado Minimental 51.05 (5.52) 13.29 (4.02) 12.08 (1.52) 7.15 (19) 28.68 (4) Consumidores 51.30 (5.34) 12.56 (3.50) 12.08 (1.78) 8.50 (19) 28.35 (6) Figura 1. Frecuencia de consumo de analgésicos de la muestra total (n=40). 4 12 3 8 2 1 10 3 veces al año 1 vez al mes 2 ó 3 veces al mes 1 ó 2 veces por semana 3 ó 4 veces por semana Casi todos los días Diario Frecuencia de consumo de analgésicos 42 5.6. Instrumentos. Subescala de Vocabulario de la Escala de inteligencia para Adultos Revisada de Weschler (1981). Esta escala fue estandarizada en una muestra de 1700 adultos, puede aplicarse a partir de los 18 años de edad. Cuenta con un coeficiente de confiabilidad de 0.96. La subescala de Vocabulario se correlaciona con el coeficiente intelectual general del WAIS y con otras pruebas de inteligencia. Por medio de ésta, se puede evaluar la habilidad mental general de los sujetos y posibles indicios de procesos patológicos. Inventario de Depresión de Beck (Beck et al., 1961). Escala constituida por 21 categorías de síntomas o actitudes, en cada una de estas categorías se presentan cuatro frases que van de mucha a poca sintomatología de depresión. El puntaje de depresión se obtiene al sumar las respuestas, si el puntaje obtenido es mayor a 20 debe considerarse la probabilidad de padecer depresión. La prueba ha sido estandarizada con 1508 sujetos entre 15 y 55 años de edad y su coeficiente de confiabilidad es de 0.87. Estado Minimental de Folstein (Folstein et al., 1975, citado en Folstein & Cockrell, 1988). Prueba constituida por ítems que valoran: orientación, concentración, atención, cálculo, memoria y lenguaje. La confiabilidad test– retest (24 h) es de 0.89 con el mismo aplicador y de 0.83 con un aplicador diferente. El Minimental permite discriminar entre pacientes con deficiencias cognitivas (moderadas a graves) y sujetos controles, además de ser sensible al 43 deterioro progresivo en pacientes con demencia. El diagnóstico de déficit cognitivo se aplica en el 75% de los casos con puntajes menores a 24. 5.7. Aparatos. Se utilizaron una computadora PC, dos monitores de 17 pulgadas, una caja de respuesta, una televisión, una videocámara y el software E-prime para mostrar los estímulos y registrar las respuestas de los participantes. 5.8. Estímulos. Se utilizó un círculo de color gris con un ángulo visual vertical y horizontal de 1.5 grados. El estímulo se presentó en una de doce posibles posiciones de un círculo imaginario. La distancia entre el centro de la pantalla y los estímulos fue de aproximadamente 4°. Se llevaron a cabo 72 ensayos en cada nivel de complejidad (1-back y 2-back). En el 33% de los ensayos los círculos fueron estímulos blanco, es decir, tuvieron la misma posición que el estímulo que se presentó en el ensayo anterior (1-back) o dos ensayos antes (2-back). 5.9. Procedimiento. Los participantes asistieron a dos sesiones de aproximadamente hora y media cada una. La primera sesión se realizó en un cubículo silencioso y se aplicaron los instrumentos de inclusión en el siguiente orden: Subescala de Vocabulario del WAIS, Estado Minimental de Folstein y el Inventario de Depresión de Beck. En seguida, se evaluó la agudeza visual de las personas. Si las personas reunían todos los criterios de inclusión y ninguno de exclusión se 44 les pedía que firmaran la carta de consentimiento informado. En seguida, se llevó a cabo una entrevista para explorar su consumo de analgésicos. En la segunda sesión, los participantes realizaron la tarea de memoria de trabajo viso-espacial en una cámara sonoamortiguada tenuemente iluminada. Los participantes realizaron las tareas sentados en un sillón a una distancia de 100 cm del monitor. Sobre el brazo izquierdo o derecho (según su mano dominante) del sillón se colocó la caja de respuesta a una distancia cómoda para los participantes. Las personas hicieron una versión breve de cada tareacomo entrenamiento antes de realizar las tareas. Enseguida, los participantes realizaron las tareas de memoria de trabajo viso-espacial n-back en sus dos niveles de complejidad (1-back y 2-back) en orden contrabalanceado. Los participantes fueron observados desde una cámara de observación y podían comunicarse con el investigador a través de un sistema de audio. Tarea de memoria de trabajo Cada ensayo comenzó con la presentación en la pantalla de la computadora con fondo blanco de un círculo de color gris en una de las doce posibles posiciones durante 300 ms, en seguida la pantalla permaneció en blanco por 2700 ms, tiempo en que el participante podía proporcionar su respuesta. Después de este periodo, comenzaba el siguiente ensayo. En la tarea de baja complejidad (1–back), el participante debía indicar si el círculo se encontraba en la misma posición que en el ensayo anterior presionando un botón de la caja de respuestas u otro si el círculo se encontraba en distinta posición. En la tarea de alta complejidad (2–back) el participante debía presionar un botón si el estímulo 45 se encontraba en la misma posición que dos ensayos atrás o presionar otro botón si la posición era diferente. 5.10. Análisis de datos. Se realizó un ANOVA mixto con los factores grupo (consumidores de analgésicos y no consumidores) y complejidad (1–back y 2–back) tanto para el porcentaje de respuestas correctas como para los tiempos de reacción. Estas mismas variables se analizaron mediante la prueba de correlación de Pearson para determinar si se relacionaban con la frecuencia, la edad de inicio de consumo y el tiempo que los participantes habían consumido analgésicos. 6. Resultados El porcentaje de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo en ambos niveles de complejidad y en ambos grupos se muestran en la Tabla 2 y los tiempos de reacción en estas respuestas en la Tabla 3. Tabla 2. Media del porcentaje de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo visoespacial en ambos niveles de complejidad. No consumidores (%) DE Consumidores (%) DE 1-back espacial 93.30 5.39 94.18 3.60 2-back espacial 72.14 13.87 75.60 12.90 DE= Desviación estándar 46 Tabla 3. Media de los tiempos de reacción (ms) en las respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo visoespacial en ambos niveles de complejidad (1 y 2-back). No consumidores DE Consumidores DE 1-back espacial 914 135 941 162 2-back espacial 1308 185 1279 213 DE= Desviación estándar El ANOVA mixto realizado con la variable porcentaje de respuestas correctas con los factores grupo (consumidores de analgésicos y no consumidores) y complejidad (1-back y 2-back) resultó significativo para el factor nivel de complejidad (F (1,78) = 196.82, p < 0.001, χ 2 = 0.72) pero no para el factor grupo (F (1,78) = 0.83, p = 0.36) ni para la interacción entre ambos factores (F (1,78) = 1.56, p = 0.21). El porcentaje de respuestas correctas fue superior en la tarea de baja complejidad (Media ± error estándar: 93.74 % ± 0.51) que en la tarea de alta complejidad (73.87 % ± 1.50). Por otro lado, el ANOVA mixto realizado con la variable tiempos de reacción en las respuestas correctas de la tareas de memoria de trabajo viso-espacial resultó significativo para el factor complejidad (F (1,78) = 350.26, p < 0.001, χ 2 = 0.82) pero no para el factor grupo (F (1,78) = 2.15, p = 0.15) ni para la interacción entre factores (F (1,78) = 0.001 p = 0.98). Los tiempos de reacción fueron menores en la tarea de baja complejidad (928 ms ± 17) que en la tarea de alta complejidad (1294 ms ± 22). Se encontraron correlaciones significativas (Tabla 4) entre la edad de inicio de consumo y los tiempos de reacción en la tarea de memoria de baja complejidad, 47 entre más temprana es la edad de inicio de consumo mayores fueron los tiempos de reacción de los participantes. Asimismo, se observaron correlaciones significativas entre la duración de consumo de analgésicos y los porcentajes de respuestas correctas en la tarea de memoria de trabajo de alta complejidad y los tiempos de reacción en la tarea de baja complejidad. Las personas que tenían más tiempo consumiendo analgésicos tuvieron menor porcentaje de respuestas correctas y mayores tiempos de reacción. Como referencia, en el grupo de consumidores de analgésicos se observó la siguiente frecuencia de consumo al mes (Media + rango: 5.8 + 2.3), edad de inicio de consumo (Media + DE: 43.92 años + 10.69) y duración de consumo (4.15 años + 6.87). Tabla 4. Coeficientes de correlación de Pearson entre las características de la conducta de consumo y el desempeño en tareas de memoria de trabajo viso-espacial. Respuestas correctas (%) Tiempos de reacción (ms) 1-back 2-back 1-back 2-back Frecuencia de consumo r= 0.08 p = 0.44 r= 0.13 p = 0.27 r= 0.03 p = 0.76 r= -0.07 p = 0.53 Edad de inicio de consumo r= 0.03 p = 0.89 r= -0.04 p = 0.79 r= -0.31 p = 0.50 r= -0.03 p = 0.85 Duración de consumo r= -0.28 p = 0.08 r= -0.33 p = 0.04 r= 0.34 p = 0.03 r= 0.25 p = 0.13 7. Discusión El presente estudio demuestra que el uso habitual por largo tiempo de analgésicos tiene una consecuencia sobre la eficiencia de la memoria de trabajo visoespacial. Sin embargo, consumir analgésicos en el momento en que la memoria de trabajo fue 48 evaluada no es un factor que influya en el desempeño en este tipo de tareas. Estos hallazgos lo demuestran el hecho de que ni los porcentajes de respuesta ni los tiempos de reacción en ninguno de los niveles de complejidad de la tarea difirieron entre los participantes que en el momento de la evaluación consumían analgésicos de los participantes que no lo hacían. Este hallazgo no coincide con los de Carter et al. (2013), quienes también evaluaron los efectos de los analgésicos en adultos sanos y observaron efectos en la cognición. Las discrepancias entre ambos estudios seguramente se deben al hecho de que Carter et al. (2013) administraron en condiciones controladas de laboratorio varias dosis, algunas superiores a las que las personas regularmente utilizan. En dosis altas (0.4 mg/70 kg) en los que los participantes manifestaron experimentar claros efectos subjetivos por la administración de triazolam, los participantes mostraron deficiencias en su desempeño en una tarea de memoria de trabajo y en una tarea de memoria episódica. En el presente estudio no se administró analgésico alguno a los participantes por lo que éstos realizaron las tareas sin estar bajo los efectos de estas drogas, lo que explica que no se observarán diferencias en el desempeño en la tarea de memoria entre consumidores y no consumidores de analgésicos. Sin embargo, esto no significa que los analgésicos sean inocuos cuando se consumen en dosis habituales en la vida cotidiana, por el contrario, los resultados del presente estudio claramente demuestran que el uso prolongado de analgésicos incide sobre la memoria de trabajo de los participantes. En particular, se observó que entre más tiempo tenían los participantes de consumir 49 analgésicos menores porcentajes de respuestas correctas obtuvieron en la tarea de memoria de trabajo de alta complejidad. Este hallazgo confirma la mayor vulnerabilidad de la memoria de trabajo cuando su nivel de demanda cognitiva es elevada (Lin & Craik 2008). La tarea de memoria de trabajo de alta dificultad (2-back) involucra varios procesos, algunos de ellos ausentes en la tarea de baja complejidad (1-back), entre ellos el mantenimiento temporal de la información, el reemplazo y actualización de información, el control de interferencia del estímulo inmediato anterior.La tarea de memoria de trabajo de baja complejidad es menos demandante puesto que el tiempo que la información debe mantenerse en el foco de atención es menor que en la tarea de alta complejidad y porque no requiere propiamente de procesos para controlar la interferencia de información irrelevante. Los resultados confirman por lo tanto que la eficiencia de los procesos superiores involucrados en la tarea de memoria de trabajo de alta complejidad se ve disminuida por el consumo prolongado de analgésicos pero no así los procesos de baja demanda de la memoria de trabajo. Sin embargo, el consumo prolongado de analgésicos también tiene repercusiones sobre los procesos de memoria de trabajo de baja complejidad pero no en términos de su eficiencia sino en términos de la velocidad en que son empleados. Este hecho fue observado a través de dos hallazgos del presente estudio, uno de ellos fue la correlación significativa entre edad de inicio de consumo de analgésicos y los tiempos de reacción en la tarea de memoria de trabajo de baja complejidad y el otro fue la correlación significativa entre la duración de consumo y los tiempos de reacción en esta misma tarea. Las personas que iniciaron tempranamente su consumo de analgésicos también 50 podrían ser aquellas que tienen más tiempo consumiendo este medicamento pero no necesariamente. En ambas situaciones se observó que la velocidad de procesamiento de la información en procesos simples de memoria de trabajo disminuye. En la tarea de memoria de trabajo de baja complejidad es necesario comparar el estímulo previo con el estímulo actual, de tal forma que la información no es transformada y podría considerarse simplemente memoria inmediata sino fuera por el componente de actualización de la información presente en la tarea (Cansino et al., 2013). Por lo tanto, el consumo prolongado de analgésicos disminuye la velocidad de respuesta en juicios de memoria relativamente simples. En cambio, los tiempos de reacción en procesos de memoria de trabajo complejos no se ven afectados, o probablemente no fue posible observar un efecto en la velocidad de los procesos de memoria de trabajo de alta complejidad porque existe una mayor variabilidad en los tiempos de reacción en la tarea 2-back. Los efectos del consumo prolongado de analgésicos en los tiempos de reacción ya se habían detectado anteriormente en pacientes dependientes de opiáceos (Lintzeris et al., 2006). Sin embargo, el presente estudio amplía la información existente de los efectos de los analgésicos en pacientes que padecen alguna enfermedad a personas sanas que consumían analgésicos de manera habitual y duradera sin padecer una enfermedad física o mental inhabilitante. Además, estos hallazgos se observaron en personas de edad media, lo que indica que si sus hábitos de consumo de analgésicos continúan en la edad adulta mayor, sus efectos serán aún más pronunciados. 51 Los hallazgos del presente estudio concuerdan con estudios previos realizados en pacientes, por ejemplo, Dassanayake et al. (2012) encontraron que pacientes consumidores habituales de opiáceos tuvieron un desempeño significativamente inferior en todos los dominios cognitivos evaluados, en particular en las tareas de memoria de trabajo, y mayores tiempos de reacción en una tarea de toma de decisiones. De igual forma, Schiltenwolf et al. (2014) observaron que los pacientes que recibieron terapia con opioides tuvieron un menor desempeño en una tarea de memoria espacial, una tarea de memoria de trabajo y una de flexibilidad para cambiar conceptos en comparación con los pacientes que no recibieron la terapia con opioides y el grupo control sano. Al parecer, los analgésicos producen un efecto acumulativo sobre el sistema nervioso a través del tiempo, el cual se acentúa hasta poder provocar efectos en la eficiencia de la memoria de trabajo de alta complejidad y en la velocidad de procesamiento de la memoria de baja velocidad. 8. Conclusión El porcentaje de respuestas correctas y los tiempos de reacción en estas respuestas en las tareas de memoria de trabajo visoespacial de baja y alta complejidad no difirieron entre participantes que consumían analgésicos de aquellos que no lo hacían, probablemente porque los consumidores no se encontraban bajo los efectos de los analgésicos en el momento en que su memoria fue evaluada. Sin embargo, las personas que tenían mayor tiempo consumiendo analgésicos tuvieron un menor desempeño en la tarea de memoria 52 de trabajo de alta dificultad. Asimismo, entre mayor era el tiempo de consumo o menor era la edad de inicio de consumo, los participantes tuvieron mayores tiempos de reacción en la tarea de memoria de trabajo de baja dificultad. Los hallazgos demuestran que el uso habitual y prolongado de analgésicos incide sobre la eficiencia y la velocidad de la memoria de trabajo en individuos sanos que no parecen una enfermedad. 9. Limitaciones y sugerencias. Se sugiere realizar estudios en los que se tomen medidas más precisas sobre el tipo de analgésico que consumen los participantes y ampliar la edad de los participantes a evaluar. Sin embargo, es importante señalar que el estudio de los efectos de los analgésicos en una muestra de individuos sanos como se llevó a cabo en el presente estudio, amplía los conocimientos sobre los efectos de los analgésicos cuando no son utilizados como consecuencia de una enfermedad, ya que sólo se conocían los efectos de los analgésicos en pacientes o en condiciones controladas de laboratorio. 53 10. Referencias Alcaraz, V.M. & Gumá D.E. (2001). Cap. 7 La memoria humana. En: Instituto de Neurociencias, UDG & Facultad de Psicología UNAM (Eds). Texto de neurociencias cognitivas (pp. 195-229). México: El Manual Moderno. Álvarez G,J., Ariño I.J., Errando O.C., Martínez T,F., Roigé I.S. & Gilsanz R,F. (2009). Empleo clínico de bloqueantes neuromusculares y su reversión. Recomendaciones del grupo de expertos de la Sociedad Española de anestesiología, reanimación y tratamiento del dolor. Revista Española de Anestesiología y Reanimación, 56(10), 616-627. Awh, E., & Jonides, J. (1998). 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