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1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM IZTACALA “Intervención Psicológica con mujeres víctimas del maltrato doméstico” T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A P R E S E N T A A D A R U B I V Á Z Q U E Z R U Í Z Directora: Lic. María del Rosario Guzmán Rodríguez Dictaminadores: Lic. Juana Olvera Méndez Lic. Lino Mauricio Contreras Vázquez Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 AGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOS En primer lugar quiero agradecerle a dios, gracias por darme la fortaleza y coraje por terminar este sueño, tú más que nadie sabes que a pesar de todas las pruebas que he tenido que pasar y conocías mi gran anhelo que tenía en mi corazón para lograr esta meta, te agradezco por abrir puertas y mandarme a todas las personas que me ayudaron e hicieron posible la conclusión de esta tesina. Señor gracias por todas tus bendiciones, solo con tu ayuda pude lograrlo. Agradezco al universo por poner todas las cosas en el momento y lugar adecuado, se que todo lo que me ha pasado ha sido producto de la creación de una energía positiva hacia mi persona. A mis padres, mis hermanas y el resto de mi familia quienes siempre confiaron en mí y me impulsaron a creer que este anhelo se convertiría en una realidad algún día, en los momentos que me vieron flaquear su apoyo fue fundamental para seguir creyendo en mí, gracias por todo su amor y confianza, los quiero infinitamente. A todos mis amigos que me motivaron a terminar, gracias por sus palabras, actos y acompañamiento, me ayudaron a confiar y a no desistir para titularme. Cada uno de ustedes los llevo en mi corazón y mis pensamientos, son parte esencial de mi vida, gracias por su amistad. Agradezco a mi Directora de la tesina, Profa. María, gracias por guiarme y ayudarme en la creación de esta tesina, usted fue parte fundamental para su desarrollo, gracias por todo el tiempo que me dedico y las correcciones que realizó, finalmente pude lograrlo. A mis dictaminadores, Profa. Juanita y Prof. Lino, gracias por brindarme su apoyo y dedicación incondicional en todo momento. Finalmente les doy las gracias a todas aquellas personitas que estuvieron involucradas directa o indirectamente, con su apoyo me impulsaron a concluir, gracias por su dedicación y tiempo que me brindaron. Gracias a todos ustedes seré: Licenciada En Psicología 2 INDICE Resumen 1 Introducción 2 1. VIOLENCIA DOMÉSTICA 1.1. Definición 7 1.2. Consideraciones Histórico-Sociales de la Violencia contra la Mujer 9 1.3. Origen y Causas de la Violencia ejercida contra la Mujer 14 1.5. Mitos sobre la Violencia contra la Mujer 17 1.6. Tipos de conductas violentas dentro del maltrato 20 1.7. El Ciclo de la Violencia 25 2. LA VÍCTIMA Y EL AGRESOR 2.1. Características de la víctima 30 2.2. Características del agresor 35 3. IMPACTO PSICOLÓGICO DEL MALTRATO DOMÉSTICO 3.1. Impacto Psicológico en la víctima cuando se inicia el Maltrato 43 3.2. Impacto Psicológico en la víctima cuando se mantiene el Maltrato 46 4. CONSECUENCIAS DEL MALTRATO DOMÉSTICO 4.1. Físicas 52 4.2. Sociales 56 4.3. Familiares 57 5. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON VÍCTIMAS DE MALTRATO DOMÉSTICO 5.1. Proceso de Intervención General 63 5.2. Intervención Psicológica Inicial: Cómo detectar una situación de Maltrato. Indicadores de la existencia de Maltrato 65 5.3. Intervención Psicológica dirigida a la toma de conciencia por parte de la sociedad a través de la elaboración de materiales didácticos 67 6. CONCLUSIONES 75 7. BIBLIOGRAFÍA 79 8. ANEXOS 83 1 RESUMEN Actualmente en nuestra sociedad existen actos de violencia hacia las mujeres, que vulneran con frecuencia, el más elemental de los derechos de los humanos: El derecho de todos a la vida, a la integridad física y moral. La violencia que se ejerce en contra de las mujeres es un problema grave, amplio y de enorme complejidad, al ser un hecho que se da frecuentemente en el ámbito familiar, en el trabajo, en la escuela y en la sociedad en general. Dentro del marco de la violencia familiar, estadísticamente predomina aquella que se da entre la pareja, teniendo un predomino del hombre sobre la mujer, convirtiéndose en un fenómeno social y de salud pública. En la presente tesina se abordó la violencia doméstica definida como una forma de la violencia de género: la cual tiene lugar en el espacio doméstico, de este modo se asocia con una relación de pareja, con o sin convivencia. La violencia familiar no puede minimizarse, constituye una violación a los derechos humanos y hoy en día resulta inadmisible negar la responsabilidad que como profesionistas tenemos, por lo que en la presente tesina se realizó una revisión teórica para conocer el origen, causas y consecuencias que padece la victima por parte del agresor, conociendo estos elementos se destacó el papel del psicólogo en dicha problemática. La intervención psicológica juega un papel relevante para la prevención de la violencia doméstica, tal es el caso de promover acciones que sensibilicen a la población ante este fenómeno, por lo que el uso de materiales didácticos ha sido un apoyo utilizado por los profesionistas involucrados en la temática. 2 INTRODUCCIÓN En la última década el término violencia ha formado parte del vocabulario cotidiano en la sociedad, es común observar a través de los medios de comunicación tales como televisión, radio, periódico e Internet que la violencia se ejerce a diario no respetando clase social, ni edad lamentablemente se ha convertido en una problemática social alrededor de todo el mundo. Hoy por hoy en México se vive una ola de violencia, la sociedad está inmersa en un medio donde las conductas violentas como son los gritos, las ofensas, las amenazas y las disputas en diferentes grados, son frecuentes dentro del hogar, lugares de trabajo, escuelas y ciudades, perjudicando diferentes sectores económicos, culturales y sociales. Desafortunadamente el grupo más afectado por la violencia en que vivimos, sigue siendo a quien se le considera la “más débil, es decir la mujer, en nuestra cultura aún permanece una construcción social desigual de lo femenino y lo masculino. Se inculcan ideas a través de generaciones sobre los hombres tales como: únicos proveedores del hogar, trabajadores mejor reenumerados, mayor reconocimiento social, personas con decisión y poder, etc.; en cambio a la mujeres se les da el rol de: amas de casa, trabajadoras no remuneradas, débiles, dependientes de la autoridad de un hombre (hijas de…., madres de…, esposas de…), personas expuestas a marginación, degradación, etc. Las autoridades internacionales, regionales y locales procuran generar acciones para detener el circulo de violenciaque estamos emergidos y que desafortunadamente afecta a las mujeres, ejemplo de ello son los encuentros entre países, estados y municipios, las convenciones realizadas, protocolos como son los de Naciones Unidas, OIT e Interamericanas, creaciones de Instituciones para la Atención hacia las mujeres por solo mencionar algunas. Aresti (2000) comenta que “Las investigaciones desarrolladas en los últimos años en este campo nos acercan a una conocimiento cada vez más preciso de fenómenos tales como las formas que adopta la violencia hacia la mujer en el contexto 3 doméstico, y sobre todo, las consecuencias que tienen las diversas formas de maltrato y abuso sobre la salud física y psicológica de la población” (p. 1). La población es consciente de la existencia de la violencia hacia la mujer, tanto en ámbitos públicos o privados, muestra de ello es la discriminación hacia la mujer, el acoso sexual, la violación, el tráfico de mujeres para la prostitución y por supuesto, todas las formas de maltrato físico, psicológico y sexual que sufren las mujeres, ocasionando diferentes tipos de daños que inclusive concluyen con la muerte. En una encuesta reciente realizada por el Instituto Nacional de Estadística Geográfica e Informática (INEGI), los resultados arrojaron que la violencia hacia la mujer es uno de los problemas con más auge dentro de la sociedad mexicana, a pesar de existen muchos casos se desconocen ya que no son denunciados. Antes de plantear la cuestión central de esta tesina, resulta necesario detenernos en algunas definiciones que aclaren este panorama, cuando hablamos de violencia de género nos referimos a “todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por la cultura patriarcal, se trata de una violencia estructural que se dirige hacia las mujeres con el objeto de mantener o incrementar subordinación al género masculino hegemónico, se expresa a través de conductas y actitudes que acentúan las diferencias apoyadas en los estereotipos de género” (Rodríguez, 2002, p 3). En cambio cuando hablamos de violencia doméstica, nos referimos a “una forma de las formas de la violencia de género: la que tiene lugar en el espacio doméstico (concepto que no alude exclusivamente al espacio físico de la casa o el hogar), entendemos espacio domestico al delimitado por las interacciones en contexto privados, de este modo se asocia con una relación de noviazgo, una relación de pareja, con o sin convivencia, o los vínculos con ex parejas” (Gloser, 2008, pp. 22). Dentro de la violencia doméstica se pueden dar diferentes conductas y actitudes perturbadas que lamentablemente se están dando desde edades tempranas, incluso 4 últimamente se ha observado un incremento considerable en los adolescentes que inician con sus parejas un noviazgo, dándose el maltrato físico, el abuso sexual, el abuso económico, el abuso ambiental, el maltrato verbal y psicológico, el chantaje emocional, entre otras manifestaciones. El fenómeno de violencia doméstica, está íntimamente ligado a factores culturales, creencias y valores acerca de las mujeres y de los hombres. Dentro de mi consultorio es triste escuchar testimonios de mujeres que fueron sometidas a violencia doméstica, y que la aceptaron por algún tiempo determinado, a causa de un paradigma envuelto en creencias tradicionalistas que se le ha transmitido en su familia de generación en generación como las siguientes: “el hombre es el que manda, así que te aguantas”, “si él te mantiene, tienes que aguantar todo, “tú eres la que tienes la culpa que te pegue, tú lo provocas”, “tienes que aguantar todo lo que él te haga, no vas a dejar a tus hijos sin padre”, “hazle caso a todo lo que te diga, o no se casara contigo”, “él es más fuerte que tú, él es fuerte”, “si lo dejas, vas a ser la culpable de lo que le pase”, “si no te habla fuerte como tu padre, no entiendes”, “estas casada con él para toda la vida, pase lo que pase”, “él tiene derecho a poner las reglas y controlar en tu casa, tú no eres mujer”, “si no te cela, es que no te ama”, “si te separas de él, tus hijos no te van a querer” etc. Las anteriores expresiones populares aún siguen vigentes en este siglo y con gran fuerza, presentándose más en comunidades rurales, donde las mujeres solo se dedican al hogar y que su nivel educativo es menor. Las consecuencias de dichas creencias son desfavorables hacía las víctimas de maltrato doméstico, pues corren el riesgo de vivirlo como algo natural dentro de sus vidas, quedando atrapadas en medio de un consenso social que les impide ser conscientes de sus derechos y de tal modo seguir siendo violentadas por los hombres que fungen como sus parejas. Existen numerosas consecuencias las mujeres víctimas de violencia doméstica, dentro de las más mencionadas son las psicológicas, solo por mencionar algunos trastornos emocionales, presentan estados de ansiedad, fobias, agotamiento, frecuentes pesadillas, 5 depresión, dificultad para concentrarse social y laboralmente, trastornos en el sueño, sentimientos de culpa, miedos diversos hasta dificultades de aprendizaje, etc. Otras de las consecuencias más notables son las consecuencias físicas como lesiones de leves (moretones, dolores) hasta graves (fracturas), embarazos no deseados, dolores de cabeza, problemas ginecológicos, discapacidad, abortos, fracturas, adicciones, trastornos gastrointestinales, disfunciones respiratorias, palpitaciones, etc. Dada la gran problemática que representa la violencia doméstica, surge la necesidad de propuestas de intervención, que estén enfocadas a la atención y prevención, es decir, por una parte la disminución de los casos de violencia y por otra, el incremento del conocimiento acerca del tema dentro de la sociedad en los diferentes sectores de justicia, públicos, de salud y de la educación. Los beneficios de realizar algún tipo de intervención en la sociedad son numerosos, empezando a nivel social se daría una integración entre hombres y mujeres, es decir, la mujer tendría una participación equitativa dentro de la sociedad en los diferentes roles que desempeñe profesionalmente, familiarmente y económicamente. El nivel educativo es un sector fundamental y de gran oportunidad para realizar intervenciones a nivel de prevención, fomentando la igualdad y el respeto hacia la mujer, pues se estaría actuando en una gran población estudiantil de edades que oscilan entre los 6 y 21 años aproximadamente. Por ejemplo, si a los alumnos que asisten al kínder y primaria se les infundiera información sobre la equidad de género a través de materiales didácticos y actividades, entonces, se les inculcaría el respeto e igualdad entre hombres y mujeres. Otro muestra de intervención podría ser llevada a nivel secundaria, preparatoria y universidad, en donde a los alumnos se les expusiera a través de videos las formas de violencia doméstica y sus consecuencias a nivel individual y familiar, creando una concientización en cada uno de ellas y ellos. 6 Los ejemplos antes citados, son muestra de que existen un sin fin de oportunidades para aprovechar el ambiente de la educación como un espacio de difusión en la sociedad y así disminuir o evitar las problemáticas de ausentismo escolar, aumento de la deserción escolar, trastornos de conducta y de aprendizaje, violencia en el ámbito escolar solo por hacer mención de algunas consecuencias de la violencia doméstica. Otro nivel donde es fundamental actuar es el económico, en donde, a causa de la violencia ejercida en contra de miles de mujeres, existe un incremento del gasto de sectores salud, educación, seguridad y justicia en el país. En cambio, si a las mujeres fueran respetadas y se les diera la oportunidad de ser activas económicamente al igual que los hombres, existiríandiversos beneficios tales como: mayor producción en los lugares de trabajo, mejores salarios, entre otros, generando una estabilidad económica. Actualmente se han llevado múltiples investigaciones a nivel intervención y se ha identificado la escasa creación de materiales didácticos para los programas específicos de la prevención de la violencia, por lo cual el objetivo de esta tesina fue hacer una revisión teórica sobre la violencia domestica con la finalidad de establecer el uso de materiales didácticos como herramientas de sensibilización para la sociedad, y así prevenir que las cifras de mujeres dañadas aumenten día con día. 7 CAPITULO 1. VIOLENCIA DOMÉSTICA 1.1 Definición El termino violencia intrafamiliar es un fenómeno que ha existido desde tiempos muy remotos, pero al parecer paso desapercibido o se intentó que así lo fuera, hasta que en los años setentas del siglo XX cuando se empezaron a escuchar en diversos foros las primeras ideas feministas; se exponían temas sobre la violencia conyugal y familiar en función de cómo eran vistos la mujer y los hijos, además el género masculino y su concepción del “como ser hombre” y de cómo “tratar la mujer como objeto propia al igual que los hijos”. Posteriormente los esposos Kempe, ambos pediatras en los Estados Unidos, iniciaron un campo de nueva expresión al describir el “Síndrome del niño maltratado”. Es hasta los años ochenta cuando la terapia familiar inició su interés por estudiar el fenómeno de la violencia conyugal, sin embargo la literatura era escasa hasta las década de los noventa. (Whaley, 2001). Según el Centro de Atención a Víctimas de Violencias Intrafamiliar de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (CAVI), la violencia se define como: “todos aquellos actos u omisiones que atentan contra la integridad física, psicológica o moral de cualquiera de los integrantes de una familia”. Además para que el maltrato se defina como tal, existen cinco características inherentes, como son: • Que sea recurrente y constante, no sólo único y aislado. • Que sea intencional, es decir, con claridad en la conducta. • Que implique un acto de poder o sometimiento: controlar a quien lo recibe. • Tendencia a que cada vez sea mayor la gravedad de la lesión. 8 • Su resolución seria a partir de recibir apoyo profesional. En la última década, surge un gran interés al abordar el término violencia, pues ha sido utilizado un sin fin de veces por la sociedad y específicamente su uso es común al referirse a la violencia que se vive dentro de un hogar, el cual debería ser un lugar donde todas las familias estén en paz y a salvo de cualquier peligro. Sin embargo, en el hogar las encuestas más recientes revelan que se lleva toda clase de represiones y castigos, en la mayoría de las familias el hombre ejerce conductas de abuso y poder hacia los demás integrantes. Palmero (2002) menciona que del 100% de los casos de violencia conyugal, el 2% corresponde al maltrato o abuso dirigido al hombre, el 75% de los casos corresponde al maltrato hacia la mujer y el porcentaje restante son los casos de violencia reciproca o cruzada. Más allá de las estadísticas que se han generado en la actualidad, resultado de múltiples investigaciones sobre la violencia doméstica, existen consecuencias dañinas que afectan a miles de familias mexicanas, que lamentablemente generan sentimientos de ira, odio, coraje y venganza, ocasionando que la convivencia este asociada en su mayoría por gritos, groserías e insultos que culminan en golpes, iniciándose en un principio en la pareja extendiéndose hasta los hijos. La violencia doméstica en nuestro país se ha convertido en un foco de emergencia, pues lamentablemente va creciendo día con día, sin respetar clase ni credo social, la problemática ha sido abordada por diferentes instancias y principalmente por los profesionales de salud quienes han considerado definirla con el fin de que sea abordada de manera adecuada y llevar acabo las acciones que corresponden al tratamiento y la prevención en la sociedad. Es inaceptable que muchas mujeres en pleno siglo XXI sean maltratadas por sus esposos, novios o amantes; sin embargo cada vez son menos las que lo aceptan o toleran. 9 Dada la atención e interés hacia la violencia doméstica, es importante contar con un panorama general, iniciando algunas de las definiciones de diferentes autores que a continuación se mencionan: Linares (2006, p. 19) define “la violencia doméstica es un conjunto de pautas relacionales que, de forma inmediata y directa, ponen en peligro la integridad física de las personas que están sometidas a ellas, cuyos responsables son miembros significativos de sus propias familias”. Al respecto Labrador (2004 p. 30) comenta “la violencia en el hogar, en su mayoría contra las mujeres, es un verdadero cáncer social que se extiende por todos los estratos sociales y edades. Se define como todo acto en contra de alguna persona que tenga como resultado posible o real daño físico, sexual o psicológico. Incluye las amenazas, la coerción y la privación arbitraria de la libertad, en la vida familiar”. Según García (2002, p. 14) la violencia doméstica o conyugal es el conjunto de agresiones, verbales, físicas, psicológicas y sexuales que recibe una persona por parte de su cónyuge dentro del hogar. El maltrato doméstico es un crimen que afecta a gran número de mujeres y es el delito menos denunciado a las autoridades. Se concluye que la violencia doméstica es una forma de agresión familiar, siendo el conjunto de conductas, acciones u omisiones habituales, ejercidas contra la pareja, u otro miembro de la familia, con el propósito explícito o no, de mantener el control de la relación. Dichas conductas adoptan formas físicas, psicológicas o sexuales, o atentan contra las propiedades o individuos relacionados con la pareja o que involucran aislamiento social progresivo, castigo, intimidación y/o restricción económica. (Moreno, 2007) 1.2 Consideraciones Histórico-Sociales de la Violencia contra la Mujer. Las investigaciones desarrolladas en los últimos años nos acercan a un conocimiento cada vez más preciso de fenómenos tales como la violencia hacia la mujer en el contexto doméstico, se ha incrementado la conciencia acerca de la existencia del 10 problema: el término ”violencia familiar” ha pasado a formar parte del vocabulario cotidiano, aun cuando todavía se le atribuyen significados cargados de mitos, lo que dificulta su adecuada comprensión. El problema de la violencia familiar se retomó por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por primera vez en Noviembre de 1985, posteriormente en 1986 en la 23 Asamblea de Delegadas de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA) comenzó el análisis de la violencia que afecta a la mujer y aprobó un importante plan de acción y así consecutivamente se llevaron encuentros de escala internacional, regional y nacional con la finalidad de incrementar políticas en torno al problema hasta nuestros días (Corsi 2003, p. 2), Para comprender el fenómeno de la violencia doméstica, resulta imprescindible comenzar por el análisis de los factores que la legitiman culturalmente. Desde siempre, las creencias y los valores acerca de las mujeres y de los hombres han caracterizado una sociedad patriarcal que define a los varones como superiores por naturaleza y les confiere el derecho y la responsabilidad de dirigir la conducta de su mujer. Sullivan (2004) señala que la sociedad en un proceso histórico ha experimentado cambios políticos y económicos que han contribuidoa transformar los significados de la masculinidad y la feminidad. A partir de la revolución industrial, en la sociedad urbana, particularmente en las clases media y alta, las condiciones socioeconómicas llevaron a distribuir tareas, poderes y espacios entre los sexos: el espacio público fue asignado para los hombres con posición activa, así como el poder físico, racional, económico y político; mientras que a las mujeres se les asignó el papel de lo privado, la responsabilidad en las tareas domésticas y la crianza de los hijos; es decir su poder giraba alrededor de los afectos en la vida familiar. Esta situación fue contribuyendo a fortalecer un sistema de organización patriarcal. Estas actitudes y valores, que echaron raíces a través de los siglos, se traducen en estructura sociales particulares por ejemplo, la división del trabajo, en puestos donde se 11 dirige la mayoría está ocupado por hombres y en algunos casos las actividades solo son desempeñadas por ellos, por ejemplo choferes de tráileres, carpinteros, mecánicos, etc. Además que las políticas institucionales llegan a excluir a las mujeres de puestos elevados como gerencias, sin embargo, dada la economía libre de nuestros tiempos ha contribuido a modificar muchas de las premisas que sostuvieron las sociedades patriarcales, incluyendo los significados atribuidos al género masculino, lo que ha traído que a través de una nueva estructura social se disminuya la discriminación hacia la mujer en espacios profesionales. Corsi (2003) menciona que Investigaciones llevadas a cabo en los últimos años demuestran que, a pesar de los esfuerzos realizados por numerosas organizaciones tendientes a difundir y promover ideas progresistas acerca de la igualdad entre los géneros, cierto núcleo de premisas, constitutivas de un sistema de diferencias más amplio siguen siendo sostenidas por amplios sectores de la población, entre ellas son: • Que las mujeres son inferiores a los hombres. • Que el hombre es el jefe del hogar. • Que el hombre tiene derechos de propiedad sobre la mujer y los hijos. • Que la privacidad del hogar debe ser defendida de las regulaciones externas. Desafortunadamente este tipo de ideologías inducen nuestra sociedad este conformada por costumbres y normas que defienden y enseñan a conformar familias con estructuras especificas, en donde, el hombre ejerce autoridad y poder indiscutible dentro del hogar y la mujer es sujetada por él. Sin embargo, ahora ha cambiado la estructura social y aun cuando existe un nuevo modelo de familias monoparentales, cuya cabeza de familia es una mujer, es decir, madres solteras, ellas mantienen relaciones de pareja externas donde permiten ser maltratadas por un hombre. Al respecto Lorente (2003 p. 14)) menciona que la forma que un hombre llega a absorber patrones sociales que usa en sus relaciones violentas es el patriarcado, el cual es un sistema caracterizado por un orden de subordinación de unos hombres sobre otros y la posesión y derecho absoluto sobre las mujeres. Por ello, casi desde el principio de la humanidad se ha asumido la superioridad del hombre sobre la mujer. Dado que el hombre 12 es “superior”, él estableció las leyes y las reglas de nuestra sociedad, basadas en la división entre géneros, cuyo objetivo es mantener la supremacía masculina sobre la interiorización femenina. Dicho de otro modo, el patriarcado en un forma aprobada de “ser hombre” en nuestra sociedad donde está justificado ser violento con la pareja si se revela. Parta entender con mayor claridad, consideremos la siguiente explicación propuesta por Almedia (2005): • El hombre desde pequeño aprende que hay dos posiciones sociales: en una están los seres grades, lo que son servidos: los que dan ordenes, permisos y castigos. Son vistos con admiración y respeto porque salen a buscar la supervivencia de la familia y por tanto, son lo que necesitan descansar y divertirse en forma diferente del resto de la familia, son lo que merecen el reconocimiento por todo lo que hacen. • La otra posición es donde están las inferiores (Las mujeres), las que tienen poder en el hogar hasta que llega el hombre; aceptan órdenes, deben satisfacer las necesidades y servir a los demás; son vistas con poco valor; puesto que no aportan “tanto” como el hombre. Además, son severamente castigadas si les ocurre aspira a los mismos privilegios y derechos del hombre-jefe. Según Landa (2004) señala que la sumisión de las mujeres en nuestro país constituye un grave contagio emocional, mantenido por las presiones sociales y familiares machistas. Las mismas madres sufridas moldean a sus hijas para que se sometan ante los hombres machistas y solapan a sus maridos alcohólicos y dan alas a sus prepotentes hijos. Los estereotipos de género son patrones culturales que determinan la forma de ser hombre y ser mujer, donde el hombre ejerce un rol dominante con control emocional adecuado o superior, es poco demostrativo en los afectos, emprendedor, competitivo, 13 “agresivo”, proveedor de la familia; mientras que la mujer es emotiva, sentimental, demostrativa en los afectos, pasiva, “sumisa”, obligada a atender al marido, es la responsable de la crianza de los hijos y dedicada al hogar. Desgraciadamente estos estereotipos han sido aprendidos y transmitidos durante generaciones, desde la infancia a las niñas se les enseña a ocupar papeles tradicionales de mujeres como son: ser limpias, cariñosas y abnegadas, además de que su obligación es cumplir con labores domésticas que les corresponda en el hogar. Otro construcción cultural que fomenta la violencia en las familias es la naturalización de la violencia que suele traducirse en expresiones populares (“la letra con sangre entra”, “una buena paliza a tiempo evita problemas”, “a las mujeres hay que tenerlas cortitas”, “aquí hace falta mano dura”, etc.) de este modo, las mujeres víctimas suelen quedar atrapadas en medio de un consenso social que les impide ser conscientes de sus derechos y del modo como están siendo vulneradas. (Corsi, 2003). Es inaceptable que en la sociedad se acepten estas ideologías, donde las personas no las cuestionan, es decir, se legitima la subordinación de un superior “hombre” sobre una inferior “mujer”. Históricamente la parte femenina, ha vivido olvidada y atrapada en un estrecha mazamorra de prejuicios y estereotipos, pero su afán de vivir plenamente la ha impulsado a escapar a menudo de estas limitantes, por lo que en la actualidad se lucha por la participación de la mujer en la vida social y laboral sea cada vez más creciente, los gobiernos del mundo difunden y aplican políticas de igualdad; así como la creación de leyes que la favorece, permitiendo que salgan a la luz casos de violencia doméstica que hasta entonces habían permanecido ocultos y privados dentro del seno familiar. Según la Comisión Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos, las estadísticas señalan que el 85 % de la violencia mundial es contra las mujeres y al menos 60% de las mujeres mexicanas sufren de discriminaron y maltrato desde niñas. A nivel mundial, una de cada cuatro mujeres padece de violencia doméstica. 14 Ante tales estadísticas, el interés de: sociedad, autoridades día a día es más creciente por la magnitud del problema se siguen investigando las variables que intervienen para su comprensión y manejo. El panorama es grave, sin embargo es un modelo que podemos cambiar o detener si queremos construir relaciones más justas y placenteras en nuestro entorno social. 1.3. Origen y Causas de la Violencia ejercida contra la Mujer. La violencia domestica ha tenido como cómplice el silencio y el encubrimiento, ha sido internada al ámbito de lo privado y confundida con la pasión o el ejercicio de derecho. Lo que confirma laconceptualización como objetos susceptibles de propiedad a quienes son más vulnerables de la sociedad: mujeres y niños. Cabe mencionar que la violencia doméstica es un fenómeno transmitido de generación en generación por las familias, presentándose en forma cíclica y repetitiva, sucede en todos los niveles sociales, económicos, o culturales afectando en gran manera la vida y salud de la sociedad que la padece. Se han analizado los factores que determinar el origen y las causas que conllevan a que las mujeres sean violentadas por su pareja, por lo que varios autores han sugerido algunas explicaciones, las cuales se mencionan a continuación: Soria (2006) sugiere que un grave problema social es que muchas mujeres dependen de algún hombre en su economía personal y en la mayor parte de las actividades que realizan, de esta forma han desarrollado profundos sentimientos de impotencia ante el mundo opresor y tratan de encontrar alguna seguridad sometiéndose a la autoridad de sus padres o de su pareja. El mismo autor menciona que las interacciones familiares y sociales que se utilizan para someter a las mujeres mexicanas, tienen que ver con la educación, es decir, con los procesos naturales de imitación: las niñas desean parecerse a sus madres en todos sus 15 comportamientos, aprenden a frenar sus impulsos, pensamientos y sentimientos espontáneos; agachan la cabeza, bajan la mirada y se callan. Por lo tanto, al igual que su madre ellas cargan en su interior frustración, derrotismo y resentimiento. La educación que reciben los hombres en su familia según Almedia (2005) es la siguiente: • El hombre desde niño ve la violencia hacia la mujer como una necesidad. • El hombre aprendió a usar la violencia para conservar su posición de superioridad sobre la mujer. • El hombre cree que debe controlar a la mujer para preservar la supremacía del patriarcado. • El hombre limita los recursos económicos o intelectuales de la mujer para evitar que tome decisiones propias y así controlarla. • El hombre desde niño aprende a suprimir su verdadera identidad (reprime sus auténticas emociones), para convertirse en hombre/jefe (macho) que apoya la sociedad. La violencia hacia la mujer inicia en su propia familia. Desde los primeros años de vida, los padres tratan a las hijas diferente que a los hijos; les inculcan la obligación de ayudar en las tareas domésticas; preparar y servir la comida, cuidar a sus hermanos, incluso también deber cuidar al padre. Los castigos, los deportes y las actividades son diferentes: les dan menos libertades, poca atención a sus prioridades y necesidades, sobre todo las empiezan a entrenar para ser sumisas y manejables, ya que cuando sean adultas se casaran, tendrán hijos y se deberán su marido, situación que ocurre aun en estos tiempos. Otra circunstancia que favorece la violencia doméstica, es la ideología del hombre de superioridad y la mujer supeditada enteramente a él. Es el hombre quien se vuelve en parte fundamental de la relación, fungiendo como: el que corrige y ayuda a superar las debilidades de la mujer, convirtiéndose para ella en una necesidad afectiva extrema, que finalmente se convierte en una dependencia emocional. 16 Kawage de Quintana (2003), señala que la dependiente emocional no soporta la soledad, tiene que estar con una pareja para sentirse bien, pues la indecisión y la sensación de inutilidad personal, la une a la otra persona. Sus características son similares a la dependencia alcohólica y a la drogadicción. La dependiente emocional presenta déficit en áreas de la personalidad como la autoestima, el autoconcepto, los estados de ánimo, tolerancia a la frustración y control de impulsos y en las relaciones interpersonales. La mujer víctima del maltrato vive alrededor del hombre, en una sumisión extrema, permanece en la relación de violencia y en algunos casos las víctimas de la violencia domestica presentan el síndrome denominado adaptación paradójica (identificación con el agresor, permanece con el agresor y lo defiende, a pesar de los recursos que pueda tener para romper con la relación). A pesar del maltrato, estas personas siguen amando a su pareja y no la dejan. La ruptura de la relación desencadena depresiones y tienden a volverse a enganchar en una relación de dependencia, es decir busca una pareja exactamente igual o muy parecida a la anterior. La dependiente emocional, según Lammoglia (2004) no lleva acabo la ruptura de la relación, principalmente por dos aspectos: 1. Por sentimiento de culpa: La mujer emocionalmente maltratada no deja a su marido por un sentimiento de culpa, tiende a suplicar, prometer, reconoce su mal comportamiento; piensa que el hombre la necesita y ella contempla como “una cobarde deserción”, el dejarlo. 2. Apartarse de su marido equivaldría a “vaciar” su existencia: Se ha acostumbrado a tolerar el maltrato, es lo único a que dedica su vida y lo convierte en el centro de su vivir, mostrando una inestabilidad en las relaciones interpersonales, la imagen y afecto de sí misma. Sin embargo, cierta atención individual acompañada de un terapeuta idóneo coadyuvará al fortalecimiento de una mejor autoestima para poder aprender a vivir. 17 1.5. Mitos sobre la Violencia contra la Mujer Anteriormente se ha destacado, que dentro de la violencia doméstica existen un sin fin de ideas o creencias equivocadas, a los cuales les llamaremos “mitos” que contribuyen al mantenimiento de dicha violencia, asimismo impiden ver la realidad a aquellas personas que son víctimas. En nuestros días aún existen diferentes mitos acerca de la violencia doméstica, los cuales se transmiten por en la sociedad y son heredados a través de diferentes generaciones, así como se heredan estilos de crianza, del mismo modo se heredan los tipos de relaciones violentas, semejantes a una maldición que pasa de familia en familia del mismo árbol genealógico. Lo asombroso es que la vigencia y fuerza de dichos mitos, ejercen gran poder en la población mexicana, por lo que a continuación se mencionaran algunos de ellos: Mito 1. “Ella no me entiende de otra forma, le tengo que pegar”. Las víctimas son personas masoquistas que les gusta que las maltraten. Realidad: El ser humano no goza al ser maltratado o lo golpeado. En la mayoría de los casos, la víctima no encuentra salida a su situación (depende su economía, la estabilidad de sus hijos y no cuenta con el apoyo de su familia). Tiene tanto miedo, que si se rebela, le va peor; está traumatizada por lo que se paraliza y no reacciona ante el maltrato de su pareja. Mito 2. “Si solo le digo en lo que todo lo que hace está mal, no la golpeo”. El maltrato psicológico no es tan peligroso como el físico. Realidad: Las conductas violentas en la pareja se inician con actos de hostilidad, provocaciones y verbalizaciones ofensivas que se hacen habituales y progresivas hasta que termina con la descarga incontrolada de una agresión física o sexual. El maltrato 18 psicológico causa un estrés y tiene consecuencias graves e irreversibles en las mujeres que lo padecen. Mito 3. “Ella es la culpable que le pegue” o “Yo lo provocó a él, lo hago enojar y por eso me pega”. Las víctimas son las que provocan la violencia. Realidad: Los comportamientos de abuso y maltrato surgen, no hay provocación o sentimiento que justifique la violencia. El agresor tiende a negar o minimizar su conducta y culpa a la víctima o a otros miembros de la familia, justificando la violencia que ejerce. Mito 4. “Él está enfermo de celos, por eso me golpea, algúndía se va a curar”. El agresor es una persona que padece algún tipo de enfermedad mental. Realidad: En la mayoría de casos, el agresor no está enfermo, es una persona con baja autoestima que se descontrola fácilmente y lo refleja al demostrar su coraje e ira con las personas que supuestamente quiere “su familia”. Generalmente somete y controla a la mujer, pues teme a perder el poder que ejerce sobre ella. Es responsable de sus actos y ante la Ley está cometiendo una falta o un delito. Al respecto Lammoglia, (2004) alude que según los estudios recientes, solo 10 % de los casos de violencia intrafamiliar son ocasionados por trastornos psicopatológicos. Mito 5. Yo no puedo cambiar, la que tiene que cambiar es ella, como decía mi papá, árbol que nade torcido, jamás su tronco endereza”. Las personas que son abusadoras y violentas nacieron así y nadie las puede cambiar. Realidad: La conducta violenta, manipuladora y abusiva es una conducta aprendida, si se puede cambiar, requiere que el agresor acepte su responsabilidad y las consecuencias de sus actos. El primer paso para poder aprender a controlar su hostilidad y su ira, es aprender a resolver los conflictos de forma pacífica, superar sus complejos, levantar su autoestima y respetando la opinión y los derechos de los demás, eliminar las ideas irracionales y creencias que hay en torno a las relaciones interfamiliares. 19 Mito 6. “Los trapitos se lavan en casa” o “lo que ocurre en casa ajena, nadie puede opinar”. Los problemas en el hogar son de índole privados. Realidad: El fenómeno de la violencia familiar es un problema de todos: familia, amigos, vecinos, comunidad y gobierno. La violencia es una conducta aprendida, el silencio y la no intervención agravan el problema, lo perpetúan pues se repite en otras generaciones o en otras relaciones de pareja, posteriormente se desplaza contra los hijos y los hijos contra hermanos menores, personas mayores, mascotas; y cada vez se expande y se repite en la escuela, en el trabajo, entre otros lugares. Mito 7. “Nosotros los hombres tenemos que mostrar autoridad hacia las mujeres, si no quien más”. Solo los hombres son agresivos con las mujeres. Eso ha sido siempre así. Realidad: También existen casos de hombres maltratados por mujeres, hay casos de padres maltratados por sus hijos, existe maltrato entre hermanos y maltrato a personas mayores. Depende del modelo aprendido. Mito 8 “Soy el que trabaja, así que ella se aguanta a lo que yo digo”. Si el hombre es sustentador del hogar, la mujer no debe exigir nada. Realidad: La mujer tiene tantos derechos como el hombre. Las relaciones de pareja deben caracterizarse por la igualdad, respeto mutuo y compartir deberes y responsabilidades, además de enfrentar los conflictos de manera constructiva buscando el beneficio de todos los integrantes de la familia. Dentro de las relaciones familiares, nadie tiene que imponer su voluntad o sus decisiones, esto constituye un maltrato y no tiene justificación. Desafortunadamente los más dañados, son los más inocentes, es decir, los hijos; testigos de la violencia que se ejerce, causándoles daños psicológicos y físicos que los afectará en su vida. 20 Mito 9. “Lo que nosotros pasamos como pareja, no es grave, ella es la que exagera”. La violencia en el hogar no es un problema grave. Realidad: La violencia doméstica es la mayor causa de lesiones en la población y afecta la salud mental y física de las víctimas. El hogar, paradójicamente se convierte en el lugar más peligroso para la mujer y los hijos. Mito 10. “Estaba tomado y se me hizo fácil ponerla en su lugar”. El consumo de alcohol o drogas es la causa de las conductas violentas en la pareja. Realidad: El alcohol y las drogan pueden provocar el asalto o incitar el comportamiento violento, sin embargo también se presentan casos de maltrato y de violencia habitual en personas que no han ingerido alcohol o drogas. Las consecuencias de seguir manteniendo algún mito mencionado con anterioridad, impide que la problemática se aborde de manera profesional y veraz, pues el agresor y la victima, según sea su caso, no aceptan su responsabilidad y en la mayoría de los casos, consideran que la violencia en la que viven, son circunstancias que les tocó vivir. Pero que sin lugar a dudas se puede potencializar su modo de vida centrado en la afectividad, aprendiendo a resolver conflictos siempre como una mejora en la familia. 1.6. Tipos de conductas violentas dentro del maltrato Cuando abordamos el tema de violencia, habitualmente nos imaginamos algún tipo de conducta visible como golpes, patadas, bofetadas, etc., sin embargo, al analizar el termino de violencia intrafamiliar, encontramos que es el conjunto de conductas, acciones u omisiones habituales, ejercidas contra la pareja, u otro miembro de la familia, con el propósito explícito o no, de mantener el control de la relación, percatándonos que no solo los golpes son una forma de violencia, pues se puede ejercer control hacia una persona por medio de insultos, amenazas, entre otras formas de proceder, por lo cual citaremos cuales son las modalidades de la violencia que presentan. 21 Dichas conductas adoptan formas físicas, psicológicas o sexuales, que atentan contra los individuos de la familia, incluyendo aislamiento social, castigo, intimidación y/o restricción económica. Se distinguen tres tipos de violencia: violencia física, violencia psicológica y violencia sexual, a continuación se describirán cada una de ellas: • Violencia física: Whaley (2001, p. 22) se refiere a “las acciones violentas que perjudican la integridad corporal, que van desde una bofetada hasta lesiones que causan la muerte”. Concluyendo que es toda aquella conducta que esté dirigida a ocasionar un daño o sufrimiento físico sobre la persona, que van de lo menor a lo mayor, como bofetadas, pellizcos, empujones, heridas, dislocaciones, quemaduras, pérdida de dientes, hematomas, o cualquier otro maltrato que afecte la integridad física hasta concluir en un homicidio. • Violencia sexual Sánchez (2007 p. 5) consiste en “una serie de prácticas en la que se obligar a la pareja a participar en actos sexuales no deseados, que son denigrantes o desagradables, criticarle su forma de tener relaciones sexuales, compararle con otras personas de su mismo sexo, tratarla como objeto sexual hasta la violación”. Del mismo modo incluiremos no sólo el acto sexual, sino toda forma de contacto o acceso sexual o no genital. • Violencia psicológica que se presenta en forma de intimidación, amenazas, insultos, control, aislamiento y devaluación de la persona. Ciertas conductas de maltrato que constituyen violencia psicológica, se tornan cotidianas y son consideradas como algo “natural” y parte de la relación de pareja. La víctima no se da cuenta hasta que el abuso, la manipulación y el maltrato se han instaurado crónicamente en la relación. Por lo general la toma de conciencia y la búsqueda de ayuda llegan cuando la autoestima ya se encuentra disminuida y gravemente lesionada. En todos los casos, el patrón de la amenaza de ejercer violencia y su ejercicio dentro de la familia, son conductas aprendidas en su entorno y reforzadas por la violencia en los 22 medios y en la sociedad y por la estructura tradicional de dominación en la familia. En sociedades como la nuestra, la violencia generalmente es ejercida por el hombre, debido a la costumbre, la tradición y estilos educativos; transmitidos de generación en generación, e interiorizados por el agresor y la víctima, a través de modelos que han sido reforzados dentro de la propia familia, la calle, los medios de comunicación. Sin embargo, con poca frecuencia pero igual importancia, también observamos casos de conducta violentaen mujeres hacia su pareja y familia e hijos hacia padres y hermanos. La violencia familiar por lo general, se fundamenta en una estructura familiar vertical, en la rigidez de las jerarquías en las relaciones familiares, en las creencias en torno a la obediencia y el respeto, a la disciplina y al valor del castigo, a la idea irracional que el proveedor de la economía tiene derecho a exigir y ejercer dominio sobre los demás y al grado de adhesión a los estereotipos de género --el hombre sexo fuerte, la mujer sexo débil- - y al grado de autonomía relativa de los miembros que componen el grupo familiar --el hombre es de la calle, la mujer de la casa, el hombre es libre, la mujer no. El fin es ejercer, por medios violentos o de manipulación, control y dominio sobre la relación. En la violencia familiar, la agresión constituye el estilo de relación en la pareja y a partir de ella se construyen patrones específicos de comunicación, negociación y resolución de problemas. Siendo la agresión una manifestación de los conflictos que surgen al interior de la familia. Se sabe que las agresiones dentro del hogar se pueden manifestar de diferentes maneras, desafortunadamente la violencia psicológica, es el tipo de abuso menos visible para la sociedad, ya que no deja ninguna huella observable que compruebe que se haya ejercido, inclusive existen mujeres que fungen como víctimas que lo ignoran, percibiéndolo como “normal o un estilo de vida” en su relación de pareja; siendo de gran gravedad, pues la violencia psicológica es el preámbulo para que se presente la violencia física. 23 En la violencia de índole psicológica tiene como objetivo negativo desestabilizar o herir a la víctima, con la finalidad de controlar y mantener el poder por parte del agresor. En concordancia France (2006) Hace mención de ciertos comportamientos o actitudes que son muestra de dicha violencia, como los siguientes: • Control: Consiste en vigilar a alguien de un modo malévolo, con la idea de dominarlo y mandarlo. Se quiere controlar todo y el modo de hacer las cosas. Se puede ejercer control en las horas de sueño, horas de comidas, los gastos, relaciones sociales e, inclusive los pensamientos. • Aislamiento: Se asila progresivamente a la mujer de sus núcleos sociales, como la familia, amigos, impedir que trabaje, etc. Al aislar a su mujer, el hombre procura que su vida se centre en él. • Celos patológicos: Sospechas constante o atribución de una intención de infidelidad sin fundamento. El hombre desea poseer totalmente a su mujer, exigiéndole presencia continua y exclusiva, lloverán los reproches, habrá búsqueda de pruebas, extorsión para extraer confesiones, amenazas y, después, llegando el caso, terminar en violencia física. • El acoso: Se repite un mensaje a alguien saturando sus capacidades críticas y de juicio, y se logra que a acepte cualquier cosa. Del mismo modo se puede conseguir, al vigilar a la persona, seguirla en la calle, acosarla por teléfono, esperarla a la salida de su trabajo, etc. • Denigración: Se trata de atacar la autoestima de la persona, demostrarle que no vale nada, expresándose con actitudes y palabras hirientes, frases despectivas hacia sus capacidades intelectuales, pensamientos y emociones. • Criticar su físico: Criticar negativamente mediante palabras disfrazadas de sinceridad hacia su físico y en casos extremos funciones como compañera, 24 ama de casa o madre. Como “Estas gorda, mírate quien te va a querer, estas vieja, etc.” • Humillaciones: Se ridiculizas o rebaja su ser, no respetándola. –Teniendo como consecuencia una ruptura de identidad y autoestima de la persona, acabando en depreciación y no sentirse digna de ser amada. Ejemplos: No sirves para nada, como siempre no resuelves nada, todo lo tengo que hacer yo. • Actos de intimidación: A través de muestras de poder y fuerza, por ejemplo dar portazos, romper objetos para causarle miedo. Amenazas: te voy a dejar, me vas a perder, te voy a dar donde más te duele. • Indiferencia ante las demandas afectivas: También llamada violencia moral, es el rechazo o desprecio hacia la otra persona, ignorando necesidades o estado físico o psicológico, sentimientos de su compañera. Crear a propósito una carencia y frustración al no compartir actividades en común. Ejemplos: Se duermen en otra recamara, no comen en casa, etc. • Amenazas: Se amenaza con llevarse a los niños, quitar el dinero, pegarle hasta suicidarse de manera continua y agravándose cada vez más. Constituyéndose en la última etapa antes de la agresión física. Un ambiente familiar donde se presente continuamente y sin control algunos de los comportamientos anteriores, se traduce en interacciones y mensajes agresivos con una tolerancia exagerada, en los cuales se ignoran los pensamientos, los sentimientos y las emociones de los demás integrantes de la familia. En la relación de pareja se llegan a presentar inclusive desde el noviazgo comportamientos violentos, durante este período, las imperfecciones o defectos son minimizados, justificados y vistos como pasajeros, por ambos. Ciertos eventos importantes 25 que provocan cambios en la dinámica familiar, como el inicio de la convivencia durante el primer año de matrimonio, el embarazo y nacimiento del primer hijo, entre otros desencadenan más episodios violentos. 1.7 El Ciclo de la violencia Una vez que se inicia el comportamiento violento en la pareja, es cíclico y repetitivo, presentándose el círculo de la violencia intrafamiliar (Fig. 1) llamado así por el especialista Martínez (2001), se caracteriza por tres fases: Fase 1: Acumulación de tensión Esta fase se caracteriza por cambios repentinos en el ánimo del agresor, quien comienza a reaccionar negativamente con pequeños episodios de violencia que van desde la hostilidad, provocaciones, verbalizaciones, etc. El agresor se muestra frustrado e irritable, comienza con sutiles menosprecios, celos y hostigamiento producto de su ira incontrolada. La víctima se muestra complaciente y sumisa o trata de hacerse invisible al no expresar su enojo ante tales acontecimientos. La tensión aumenta y cada momento es más difícil manejarla, aunque suele ser minimizada y justificada por la pareja. Sin embargó, en algún punto hacia el final de esta fase es ya imposible controlar e proceso en marcha, entrando la pareja a la segunda fase. Fase 2: Descarga de violencia o de agresión. Esta fase es la más corta de las tres, y consiste en la descarga incontrolada de las tensiones acumuladas durante la primera fase. Se caracteriza por la fuerza destructiva de los ataques que van desde golpes, insultos, frases hirientes, hasta llegar a un abuso sexual, entre otras. 26 Luego de la descarga de ira, el agresor tiende a negar el hecho, minimizando y culpando a la pareja diciendo “ella lo provocó”, o que “ella es la culpable de la situación”. En ocasiones la victima trata de igual forma de justificar la seriedad del ataque. Fase 3 Luna de miel (Arrepentimiento y Reconciliación). Se distingue por la actitud del agresor, extremadamente amorosa y arrepentida. Trata inclusive de reparar el daño. Mostrándose amable, pide perdón y promete no ejercer más violencia. La mujer maltratada quiere creer que no volverá a sufrir agresiones. La actitud repentina de su pareja, le hace cree que él puede cambiar. Esta fase no dura para siempre, muchas mujeres expresan que casi sin enterarse comienzan a ocurrir de nueva cuenta las agresiones, cuando el hombre se vuelve a sentir ansioso y el próximo episodio violento comienza, por lo que el ciclo se vuelve a repetir una y otra vez. Fig. 1 Muestra el Círculo de Violencia Intrafamiliar 27 Al respecto, se ha demostrado en estudios recientes quetomar en cuenta el funcionamiento del circulo de la violencia intrafamiliar, es de gran ayuda para los profesionales de la salud, ya que es en la primera etapa, es decir en la acumulación de atención, es el momento más adecuado para intervenir a nivel de prevención, puesto que al presentarse estos signos de violencia, la victima puede ser consciente que no es normal que se presenten estos episodios y perciba que existe un problema lo que la llevara a buscar algún tratamiento terapéutico para no permitir la descarga de la violencia en su relación de pareja. Después de abordar en este capítulo las temáticas más relevantes y fundamentales de la violencia doméstica, se concluye que es en la familia donde nacen y maduran los sentimientos más intensos y donde se realizan los aprendizajes sociales de todo individuo, a pesar de no tomar en cuenta la diferencia, la singularidad y los deseos de cada persona, aparece la violencia y se vuelve un modo habitual de resolver conflictos familiares, y lo más triste es que estos patrones de conducta se repiten de generación en generación, de tal modo que se convierte en un estilo de vida de abuelas, hijas y nietas. La violencia no es un fenómeno individual, sino la manifestación de un fenómeno de interacción, es decir, participan dos o más personas, por lo cual ambas son responsables de dicho fenómeno uno por agredir y otro por permitir que se lleve tales conductas violentas. El que actúa con violencia se define como superior al otro, y éste por lo general lo acepta. Las estadísticas de la violencia contra la mujer, van día con día en aumento, reflejando que dentro de nuestro contexto aún se les atribuye un papel secundario, paradójicamente, les conceden una considerable capacidad para hacerles daño psicológico y moral. Durante miles de años las mujeres han sido consideradas, como seres inferiores, no solo por la valoración social de que son objeto, sino también en la forma en la que son tratadas dentro de su familia, ha sido olvidada y atrapada en prejuicios y estereotipos donde 28 es vista como alguien débil, sometida, privada de su libertad y paz individual, para “encontrar el amor” con un esposo, novio o amante es tratada con maltratos constantes, atentando contra su integridad física y psicológica, destruyéndola por completo a lo que llamamos ”la violencia doméstica”. La historia de la violencia doméstica ha tenido como cómplice el silencio y el encubrimiento por parte de la sociedad, y ha sido confinada al ámbito de lo privado y no pocas veces confundida con la pasión y el ejercicio de un derecho. Por ejemplo el marido puede pegarle a su mujer, pero como sucede en casa constantemente, es vista como algo normal y privado dentro de esta familia, limitando a ambos actores que participan en la violencia romper toda clase de paradigmas que los llevan a no buscar ayuda de un terapeuta o instancia social, pues llegan a pensar “esto sucede en la casa y de aquí no debe salir”, “a nadie le debe de importar lo que sucede en nuestra familia”, “es problema de nosotros y de nadie más”, entre otras creencias. Dada que la problemática de la violencia se ha llegado a expandir como un cáncer dentro de nuestra país, es indispensable que la sociedad conozca las formas que se presenta, es inaceptable que muchas personas, incluso dentro de las instituciones gubernamentales, consideren que solo se violenta a una mujer cuando se le golpea o cuando existe una muestra de maltrato visible, es decir, cuando a simple vista existen rasgos de un maltrato físico. Recientemente en las estadísticas del INEGI a nivel nacional, se encontró que la violencia contra la mujer fue de 47 de cada 100 mujeres mayores de 15 años que viven con su pareja en el hogar, sufriendo de violencia emocional, física o sexual, por parte de su compañero o esposo. Las cuales en su mayoría, es decir, el 38 % sufre de violencia psicológica. Lo anterior, solo es el reflejo de una sociedad vive en la ignorancia, se ejerce una violencia no solo con golpes y heridas que se puedan ver, existe una violencia oculta que 29 solo la conoce aquella mujer que ha sido denigrada por su forma de ser, pensar y sentir. La cual ha sido lastimada a través de palabras por parte de su pareja, la cual destruyen su imagen y su confianza en ella misma, reflejada en sus sentimientos y emociones, es criticada y controlada constantemente por el hombre que “supuestamente la ama”. Esta clase de maltrato puede ser disfrazado con tal sutileza por parte del agresor, que suele decir, “solo te lo digo por tu bien”, “te amo tanto, que debo saber dónde estas cada minuto del día”, “es mejor que yo te diga en que estas mal, yo te amo, es mejor a que te lo digan otras personas”, “no debes de llorar, porque me haces sentir culpable”, “tu familia no te quiere, solo cuentas conmigo”, “no te vistas así, me pongo muy celoso”, “tú me perteneces, solo yo te puedo amar” etc. en donde, es tratada con tal calidez, que ella puede ignorar que sufre de una violencia psicológica o moral Al tener un punto de partida con la información señalada en este capítulo, existe la posibilidad de ofrecer a la familia y parejas que sufren de este problema tratamientos terapéuticos multidisciplinarios y eficaces, a nivel de prevención, ya que se definió, se conoció el porqué de la violencia, los estereotipos y mitos vigentes en la actualidad e identificamos los tipos de violencia físico, sexual y psicológico. Dichos tratamientos tienen como finalidad promover, proteger y restaurar la salud física y mental de los pacientes involucrados en la violencia familiar. 30 CAPITULO 2. LA VICTIMA Y EL AGRESOR 2.1 Características de la víctima Podemos definir como víctima a una persona que ha recibido una lesión física demostrable, deliberada, grave y repetida por parte de su compañero marital o cohabitante (Whaley, 2001). Cualquier mujer puede ser víctima si mantiene una relación de abusos continuos, no importa la edad, el nivel social, educacional o cultural. Según las estadísticas de los programas comunitarios, las mujeres pertenecen al nivel socioeconómico que oscila entre bajo y medio, argumentando que la falta de recursos educativos, sociales y económicos de esta clase social genera mayor frustración y favorece la aparición de violencia. Sin que ello quiera decir que el maltrato sea exclusivo de este sector. Echeburúa (2002) menciona algunas de las características principales de la mujer maltratada, como son: • Normalmente no terminan la secundaria, aunque esto no excluye a mujeres con altos niveles académicos. • Dependen de su pareja para su sustento económico (aunque psicológicamente sean aptas para ser activas económicamente). • Generalmente existe una dependencia afectiva. • Se caracterizan por una baja autoestima. • Mantienen las expectativas tradicionales de su rol sexual. • Frecuentemente hacen uso de drogas y alcohol. • Fueron agredidas física y/o sexualmente por sus padres durante su infancia. • Pueden estar acostumbradas a observar violencia en su familia de origen. • Poseen la capacidad para asumir responsabilidades familiares. • Han adquirido una tendencia a atribuirse culpa por los eventos negativos o poco exitosos. 31 Las características generales de las víctimas de maltrato doméstico, se mencionaran a continuación (Gálvez, 2011). La principal característica de la mujer maltratada es su tendencia a negar el maltrato, con la sugestión creada se convence que es ella misma la que provoca la violencia, se culpa y se censura o piensa que algún día el abusador cambiará su conducta y podrá vivir en armonía y felicidad con su pareja. Pero no hace nada para lograr esto solo obedece a su agresor, lo que favorece la circunstancia.Culpa también a otras personas o circunstancias: “No le tengo paciencia“, “Yo tengo la culpa por no tener la comida lista”, “Es por el trabajo”, “Fulanita o menganito lo tiene a él así”, “Son las preocupaciones”, “los niños lo alteran”, son frases que dice la víctima para justificar o culparse. Instaurado el abuso, la violencia y el maltrato, la víctima poco a poco se va sintiendo desconcertada, frágil, indefensa, sin protección y amparo. Incluso, llega a soportar el abuso en silencio, alejándose psicológicamente cuando es agredida, es como una anestesia que utiliza en esos momentos, y acepta la situación como irremediable y sin solución, viven desconcertada, sugestionada, sometida al te9mor y a la presión de su pareja. Al respecto Deaton y Col. (2003) indica que es más fácil racionalizar y tratar de encontrar razones que justifiquen porque la otra persona se comportó de una manera irrazonable o hiriente. Es más fácil creer que el problema, error y la culpa es suya; piensas que debes ser ignorante, estúpida o torpe, tal como suele decir la pareja. Cuando racionalizas o justificas a la otra persona y sientes culpabilidad. Es más viable seguir queriendo y creyendo que es amada. Al presentar excusas por la otra persona y tomar responsabilidad por la violencia o el abuso puede llegar a ser algo muy peligroso. Este tipo de pensamiento puede carcomer su autoestima y auto valor, causando que pierda el respecto a sí misma. Es una mujer emocionalmente inestable, en general presenta estados depresivos, se encuentra triste, apática, su autoestima está disminuida y la invade el pesimismo. Además 32 se encuentra vulnerable y al establecer una relación con una pareja manipuladora, con tendencias controladoras y dominantes, fácilmente y sin darse cuenta, acepta la violencia. Su pareja le ha repetido tantas veces que no sirve para nada, que ella termina con una autoestima baja y cree que solo su pareja la acepta y la quiere. La víctima tiene una imagen negativa y desvalorizada de sí misma, su auto concepto está seriamente lesionado: a menudo se siente fracasada, sola, miserable, sin control sobre su vida. Corsi (2003) menciona los probables resultados de una autoestima deteriorada son: • La inactividad: parálisis, apatía, fastidio, depresión. • El escape: en drogas y alcohol, fantasías de la televisión, incluso el último escape, el suicidio. • La compensación: Un complejo de superioridad y sentimientos engañosos de grandeza. Al padecer de una baja valoración, la víctima es tímida y sumisa en sus relaciones interpersonales, elige mejor por aislarse socialmente. Presenta reiterados sentimientos de miedo, terror, angustia, dolor, frustración, vergüenza y culpa. Las observaciones hechas a victimas señalan que en la mayoría de los casos existen antecedentes familiares inmersos de reglas patriarcales, por lo ellas desarrollan una tolerancia a la violencia y establecen relaciones disfuncionales con su pareja. A través del concepto de amor que aprendió en su familia, soporta toda clase de conductas abusivas, manipuladoras y violentas. Gálvez (2011) indica que estudios recientes muestran que las victimas tienden a ser sumisas interiorizando su enojo e ira al ser agredidas: • Controlan su enojo y ahogan su agresividad, se sienten frustradas y reprimidas. 33 • Si lo expresan con llanto, temen ser juzgadas o percibidas como infantiles. • Si llegaran a exteriorizar su agresividad, temen ser etiquetadas de histéricas y poner más en peligro su relación. A la víctima la responsabilizan de los fracasos y problemas que puedan presentar su familia, es culpable de todo, inclusive de los conflictos, infidelidades y adicciones de alcohol o drogas de su pareja e hijos, ella en silencio asume la culpa, el dolor y la angustia. Ante los episodios de violencia prolongados la victima empeora y las consecuencias son catastróficas, termina sola, anulada y enferma. Ya no controla su vida, otros lo hacen por ella. No es feliz y tampoco hace feliz a los suyos. Desafortunadamente existe una gran probabilidad que la mujer que fungió como víctima, vuelva a engancharse en una relación similar a la anterior, donde una vez más vivirá será víctima de abuso y maltratos. Esto le causará más conflictos, mayor confusión, más desconfianza y mayor desesperanza, repitiéndose el ciclo una y otra vez, probablemente a través de varias relaciones en busca del amor o de una compañía, actuará el mismo papel: el de mártir. Las victimas si en algún momento deciden romper el silencio y denunciar, se encuentran con una justicia lenta e inadecuada, que las escucha pero que no la satisface; familiares y amigos que le pueden decir que así es la convivencia y que tiene que tener paciencia. No encuentran además personas que la apoyen, y por lo general brinda su confianza a individuos que no son los más adecuadas (brujos, charlatanes, sacerdote, espiritistas, etc.), personas que muchas veces agravan su situación o la exponen a mayor peligro. Dado la importancia de identificar quienes son las mujeres que pueden llegar a fungir como víctimas, a continuación Palacios (2005) menciona algunas de las señales de alerta más frecuentes en la pareja: 34 • Muestra con frecuencia una actitud hostil, prepotente y sentimientos negativos. • Arremete contra puertas, objetos, animales, cuando algo le disgusta. • Ordena e impone sus deseos. No informa, no consulta no solicita la opinión de la pareja o de los otros miembros del grupo familiar. • Critica constantemente a la pareja o a otro miembro de la familia como persona, madre, padre, hijo, trabajador, estudiante, ama de casa, etc. • Se comporta de manera sobreprotectora o se pone demasiado celoso(a) y exclusivista. • Amenaza con hacer daño a la pareja, a sus hijos, familiares, mascotas o a sí mismo. • Impide a la pareja ver a familiares o amigos. • Impide o manipula a la pareja para que no realice actividades permitan su autonomía o libertad. (Estudios, trabajo o actividades fuera del hogar). • Destruye las pertenencias de la pareja o de otro miembro de la familia. • Intimida con gestos, insultos, gritos, o manipula a la pareja y/o a los hijos u otros. • Tiene un control abusivo sobre la economía familiar y utiliza el manejo de la economía como recompensa o castigo. • En ocasiones dice sentirse rechazado o solo (a). • No logra reconocer los sentimientos o derechos de otros. • Crea situaciones o realiza acciones que provocan conflicto para después culpar a la pareja o a los hijos u otras personas de la situación o hace que los demás crean que la pareja es culpable o que lo provoca. • Niega o no le da importancia o justifica sus comportamientos controladores, manipuladores, abusadores o violentos. • Culpa a la pareja, a otras personas o a las circunstancias por su comportamiento. • Obliga a la pareja a tener relaciones sexuales que la hacen sentir incomoda o cuando no lo desea. 35 • Le pega a la pareja con la mano o con el puño, la patea, la empuja, la muerde, la araña o cualquier otra acción que le cause lesión física. • Tiene la idea irracional de que el hombre es de la calle y la mujer de la casa, que el es el que manda y los demás deben hacen lo que él quiere o decide. • Suele mantener excelentes relaciones con otras personas diferentes a la familia y no es extraño que sean reconocidos como “buenas personas” y acuse a la pareja de ser dominante, irritable, controladora y caprichosa, haciendo él papel de víctima frente a los demás. • Algunos ingieren bebidas alcohólicas o drogas sin control y en ese estado pueden reaccionar con hostilidad y violencia • Algunos también utilizan armas u otros objetos (cuchillo, piedra, palos, etc.). con el objetivo de amenazar, intimidar o amedrentar. • El desamor, el abandono, la infidelidad,la indiferencia, la sobreprotección, la permisividad. También son manifestaciones de comportamiento violento. • Su actitud, al igual que el dependiente alcohólico y el drogadicto, es la de negar, minimizar, racionalizar o presentar amnesia selectiva para explicar y justificar su comportamiento. De esta forma se exime de culpas y la traslada a la víctima, a las circunstancias o a otras personas. 2.2 Características del agresor Existen diferentes ideas por parte de la sociedad que son difícil de asimilar, pues es aceptado que un hombre utilice relaciones de abuso para resolver conflictos con su pareja, por lo que las encuestas de hombres agresores van en aumento. No ven que cada situación tiene diversas soluciones y no perciben más opciones: Esto los lleva a sentirse mal, frustrados, incapaces, inseguros, pues siempre siguen el mismo patrón sin pensar en otras alternativas que se le presenta en la vida. El agresor puede ser una persona que pertenece a cualquier nivel educacional, económico o social, o de cualquier grupo cultural o religioso, de diferente adscripción 36 política, nación o país, a pesar de, existen características predominantes que se mencionan a continuación: Según los datos obtenidos en las encuestas recientes, los hombres violentos en el hogar, un 85 % están casados, el 60 % cuenta solo con un nivel cultural de primaria y en su mayoría son de un nivel socioeconómico bajo, el 75 % son activamente económicos y el 54 % no tiene una historia psiquiatrita anterior. Pero existen sus excepciones. Echeburúa (2002) menciona que la mayor parte de los agresores ejercen un maltrato físico, además del psicológico, es destacable que en un 37 % de los casos el problema fundamental sea el maltrato psicológico (humillaciones, desvalorizaciones, insultos, etc.). La duración de la violencia familiar es superior a los 5-10 años y se remonta frecuentemente al noviazgo o al primer año de matrimonio. El agresor es una persona con grandes carencias afectivas originadas probablemente por experiencias traumáticas en el pasado que han lesionado su autoestima y no le han permitido desarrollarse como personas adaptadas y saludables. Sin embargo solo el 36 % de los maltratadores han sido víctimas de los malos tratos en la niñez, por lo que se deduce que el maltratar es un acto de elección y no de consecuencia de su historia de vida. Su motivación en general, es la de someter por la fuerza y obligar al otro a hacer lo que no haría por su propia voluntad y ejercer dominio y control sobre la relación. Los hombres maltratadores suelen estar afectados por numerosos sesgos cognitivos, con creencias equivocadas sobre los roles sexuales y la inferioridad de las mujeres. Asimismo se muestran muy sensibles a las frustraciones, por lo que son personas impulsivas, inseguras, dependientes, con grandes necesidades de atención y afecto. Presentan déficit en áreas de la personalidad como son el conocimiento de sí mismo, autoestima, empatía, control de impulsos, tolerancia a la frustración y habilidades como las de comunicación, de resolución de conflictos, sociales. Su baja autoestima y el 37 desconocimiento que tiene de sí mismo, además de la imagen negativa y desvalorizada que tiene sobre su persona, coexiste con sus actitudes amenazantes y omnipotentes, reforzándose y confirmándose con cada uno de los actos de violencia. Compensa sus necesidades de atención y afecto y sus sentimientos de inferioridad distorsionando la imagen que tiene de sí mismo al reprimir ciertos aspectos de su personalidad y trayendo lo opuesto a flote. Reflejando que no son conscientes de sus necesidades internas ni de sus conflictos. No se conocen a sí mismos por lo tanto no saben cómo dar ni recibir afecto “para amar a los demás hay que amarse a sí mismo”. Gran parte de los agresores son personas que pueden presentar un comportamiento ambivalente, es decir, pueden ser amables, cercanos y cariñosos con la gente o violentos, prepotentes, agresivos, maltratadores con su pareja. Hacen creer a los otros y a sí mismo, lo que él quisiera ser, hace alardes de cualidades que no tiene o tiene sólo en potencia y es vulnerable porque no tienen la firme convicción de que son reales, de ahí la lucha que los sumerge en una preocupación y ocupación constante por mantener su falsa imagen. Se engaña a sí mismo y trata de engañar a los demás justificando, disculpándose, culpando a otros, manipulando. En alguna ocasión todos hemos vivido ante situaciones de frustración, confrontación, discusión, pero estas personas no son capaces de controlar su enfado y se descontrolan de una forma violenta, dando paso a la ira, pues no aprendieron a manejar sus impulsos y a utilizar conductas pacíficas, de diálogo, consideración y respeto por el otro. No escucha razones ni explicaciones. No saben cómo manejar sus dificultades, su hostilidad y sus fracasos. Tienen dificultad para relajarse y tienden siempre a acumular tensión y luego explotar en forma violenta cuando se sienten presionados, necesitan atención o “respeto” y cuando las cosas no se hacen o no sale según sus deseos, necesidades o gustos estallan con ira y enojo. 38 Desconocen y no satisfacen adecuadamente, necesidades como la autorrealización, el reconocimiento, pertenencia, seguridad y las fisiológicas que le permitirían un mejor desenvolvimiento y adaptación; por ello no es extraño que fracasen en lo que emprendan, se fijen metas inalcanzables y descuiden su salud generalmente abusan del alcohol o las drogas o presenten problemas de salud. Con los efecto de alguna adicción, es probable que se sobrevalore, distorsione los hechos y eventos y responda con violencia para demostrar su poder y superioridad Por lo general no toman parte en competencias y no soportan los desafíos pues se sienten incapaces y en desventaja, sentimientos que compensa con la violencia que ejercen sobre la pareja y la familia. Su inseguridad lo hace exigir a la víctima su total dedicación y exclusividad, para que no compare, para que no se de cuenta y provoca su aislamiento. Son poco tolerantes a la crítica o a que se ponga en evidencia sus defectos, errores o limitaciones. No aceptan su debilidad y sienten que la crítica prueba y expone su inferioridad, su incapacidad y esto aumenta su malestar y hace que reaccione con violencia hacia las personas más vulnerables, su pareja y sus hijos. Por esta razón también no permite que la familia hable sobre los problemas o conflictos que suceden en casa. Existen tipos de agresores como lo menciona Whaley (2001) “Los golpeadores habituales suelen insultar, humillar, avergonzar y maldecir a sus esposas, a diferencia de aquel que lo hace de una forma aislada, los primeros lo hacen con el propósito de debilitar su autoestima y volverlas “más manejables”. Mientras que los segundos lo hacen de una forma aislada incontrolada y sin un fin predeterminado. Asimismo se piensa que en ocasiones la agresión suele ser desencadenada por un acontecimiento específico: un paso real o imaginario hacia el abandono de la relación, incluso un embarazo. La causa más frecuente es un “abandono imaginario”. Estos hombre son violentos sólo dentro de los limites de la relación, y el maltrato se repite cualquiera que sea la conducta de la mujer; ruegos, halagos, argumentos, o contraataques, no establecen mayor diferencia. Se clasifican los agresores en: 39 • Agresores psicopáticos: El 40%, aproximadamente tienen antecedentes penales y según el DSM IV padecen de conductas antisociales y no sienten remordimiento al golpear a sus esposas, para ellos parece como si nada estuviera ocurriendo. Sin embargo, el resto de los hombres golpeadores, han sido socializados normalmente, no son psicópatas y tienen algún sentimiento de culpa que le es difícil
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