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Historia de la doctrina social de la Iglesia

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Historia de la doctrina social de la Iglesia1 
La enseñanza social de la Iglesia no es una síntesis teórica independiente de las 
condiciones de su aparición, sino la respuesta histórica a un problema histórico. En 
ese sentido, su historia parte del Papa León XIII, que sube al pontificado en 1878. 
Sin embargo, existe una historia de la preparación inmediata y una prehistoria, 
además de las fuentes de sus principios que están en la Biblia y en la tradición 
patrística y la filosofía escolástica. 
La prehistoria de la Doctrina Social de la Iglesia tiene que ver con América 
Latina, porque la reflexión social realizada en el siglo XVI por la cristiandad 
española desarrolla por primera vez su temática. La lucha de los misioneros por la 
justicia promovió la reflexión de los teólogos sobre el descubrimiento de América, 
y particularmente sobre la cuestión social y económica que el primer imperio 
mercantilista produjo al organizar el trabajo en América. La primera vez que se 
plantea una temática de convivencia social producida por el modo moderno de 
encarar el trabajo, es con los teólogos sociales españoles del siglo XVI. 
La enseñanza social de la Iglesia no es una síntesis teórica, independiente de 
las condiciones de su aparición, sino una toma de posición, una definición en un 
debate histórico. Por eso su contenido se fue extendiendo a medida que se tomaba 
conciencia de la amplitud de la "cuestión social". Y por eso también no es un 
tratado de filosofía ni un sistema ideológico de la sociedad. Es el Decálogo más el 
Evangelio aplicados a la cuestión social. "Siempre el Decálogo, queridos hijos, 
siempre el Evangelio", decía Juan XXIII al presentar su encíclica "Mater et 
Magistra", en 1961. Y ya había dicho León XIII en 1901, en un intento esclarecedor 
aún válido, "Algunos opinan... que la llamada cuestión social es solamente 
económica, siendo por el contrario, totalmente cierto que la cuestión social es 
principalmente moral y religiosa". 
Cada documento requiere un estudio detallado de su contexto literario e 
histórico, porque cada uno es el fruto de la reflexión eclesial sobre las 
circunstancias contemporáneas que lo motivaron. El cristiano que quiere estudiar 
las enseñanzas de la Iglesia para vivirlas, debe advertir y reconocer sus supuestos 
doctrinales. La doctrina social no es algo aparte del contenido esencial de la 
 
1 BRARDINELLI RODOLFO LUIS - GALÁN CARLOS LUIS. Manual de doctrina social de la Iglesia. Sexta 
edición (2012), Ed. Guadalupe, Buenos Aires (Argentina), 20-32. 
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enseñanza de la Iglesia. Para acercarse a los documentos sociales, es bueno tener 
una formación clara de los fundamentos y del conjunto de la doctrina católica. 
1. LEÓN XIII: EL PUNTO DE PARTIDA 
La Encíclica "Rerum Novarum", de León XIII, se toma como punto de partida 
de la Doctrina Social de la Iglesia, pero los comienzos reales coinciden con la fecha 
de asunción del pontífice, es decir 1878. 
¿Qué corrientes recorrían el interior de la Iglesia y el entorno social por esos 
años? Los católicos estaban divididos en intransigentes y liberales. Los 
intransigentes tenían tanto miedo a la palabra revolución como término república. 
Los liberales, por su lado, se mostraban demasiados audaces. Querían la 
reconciliación con las luces y la política republicana; con la nueva libertad, con las 
ciencias positivas y con el progreso. Eran los menos, pero vislumbraban el futuro. 
La revolución liberal había nacido en Inglaterra, país en lucha contra los países 
católicos, en especial España, que hasta ese momento había liderado al mundo. Y 
la Roma papal aparecía comprometida con el proyecto de los países católicos. 
No extraña que la Iglesia vea entonces al liberalismo como un movimiento que 
lucha contra ella. La Iglesia arrastrará este prejuicio hasta León XIII y hasta el 
mismo siglo XX. León XIII se enfrentó con el gran problema de que una nueva 
Europa había crecido al margen de la Iglesia, la Europa urbano-industrial. Los 
principios que inspiraban a esta nueva Europa, si bien no renegaban totalmente de 
la cultura cristiana, se desviaban de muchos valores fundamentales. La Iglesia no 
encontraba cómo relacionarse con los nuevos Estados no confesionales; León XIII 
puso a la Iglesia en una actitud evangeliza- dora integral, publicando 62 
documentos importantes: 24 pastorales, 17 espirituales, 14 filosóficos y sociales y 6 
teológicos. 
Pero al culminar el siglo, los problemas sociales comenzaron a acuciar al 
hombre europeo. La explotación de los trabajadores, propia del sistema capitalista 
de entonces y la ideologización de sus reivindicaciones por el socialismo, hacían 
que la situación de los obreros fuera el centro de preocupación social. La atención 
de León XIII pasó del terreno político al social, y el documento fundamental de 
esta temática fue la encíclica "Rerum Novarum" (15 de mayo de 1891). 
 
 
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2. LA ENCÍCLICA QUE ABRIÓ CAMINO 
León XIII sintió que tenía que dar su palabra en momentos en los que la 
revolución industrial llegaba a casi todos los países europeos, con condiciones de 
trabajo inhumanas. 
La preparación de esta encíclica demandó más de un año. Sus puntos 
fundamentales podrían sintetizarse así: 
* Los movimientos reivindicadores de los trabajadores el "proletariado" 
(desposeídos de todo, excepto de su prole), encuentran su respaldo en la encíclica, 
que los alienta en su búsqueda de la justicia. 
* Critica las falsas soluciones del liberalismo eco nómico y del socialismo. Y 
señala como problema fundamental de la organización social y económica la 
separación de la economía y la moral. 
*Recuerda a los gobernantes que deben aliviar la situación de los proletarios, y 
que la "verdad incuestionable es que la riqueza nacional proviene no de otra cosa 
que del trabajo de los obreros" (n. 23). 
*Pide a los católicos comprometerse en un doble combate, contra la injusticia 
social y contra las doctrinas que predicaban el odio de clases. 
*Se aferra al principio moral de que la economía debe estar al servicio del 
hombre. 
"Rerum Novarum" tuvo un eco inmenso en su tiempo, a veces entusiasta, a 
veces hostil. Fue de una gran influencia sobre la organización del movimiento 
obrero católico, aun en América Latina, donde inspiró la creación de los Círculos 
Católicos de Obreros. 
3. SAN PÍO X Y BENEDICTO XV 
San Pío X (1903-1914) dedicará sus esfuerzos a la reforma interna de la Iglesia, 
que debe a su pontificado una profunda reestructuración catequística, litúrgica y 
jurídica. En relación a la doctrina social se plantean los mismos problemas sociales 
que tuvo su predecesor; San Pío X sólo los toca indirectamente. No obstante, se 
pueden señalar algunos puntos salientes de su pontificado: 
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*Critica la ley francesa de separación de Iglesia y Estado, con la encíclica 
"Vehementer Nos" (1906) 
*En "Singulari quadam" (1912) busca orientar, particularmente a los obreros 
alemanes, sobre los sindicatos confesionales y los inter-confesionales. También se 
define contra la lucha de clases. 
La preocupación principal del pontificado de Benedicto XV (1914-1922), fue la 
primera guerra mundial. 
Los problemas internos de la Iglesia, y de la acción de los católicos, pasaron a 
segundo plano: 
* Su primera encíclica "Ad Beatissimi" (1914) es un llamamiento a la paz; 
define las causas de la guerra, y entre ellas, la codicia de los bienes temporales. 
* Durante la guerra, publica en francés una "Ex- hortación a los gobernantes de 
las naciones en guerra" sobre las bases de una paz justa. 
* “Pacem Dei” fue su documento más importante. En esta encíclica, en 1920, 
hace un llamamiento a la reconciliación cristiana. También expone el deseo de que 
se constituya una sociedad de naciones, por lo que fue un precursor de losintentos de organización internacional. 
4. PÍO XI: LA SOCIEDAD Y EL ESTADO 
Pío XI (1922-1939) es el otro Papa que podemos considerar fundador de la 
Doctrina Social de la Iglesia. Era un hombre erudito, con un gran sentido de la 
organización. 
Su aporte fue particularmente importante en relación a la concepción del 
Estado, en una época en que sus funciones crecían sin mesura. [Los puntos 
relevantes son] 
* En "Ubi Arcano" (1922) condena el nacionalismo exacerbado, que poco 
después llevaría a la segunda guerra mundial. 
* En "Non abbiamo bisogno" (1931) critica la con- cepción totalitaria del 
estado fascista, defendiendo los derechos naturales de la familia. "Mit brennender 
Sorge " (1937) es una encíclica contra el nazismo y en defensa del derecho natural 
de los hombres y las sociedades por encima del Estado. 
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* Dedicó al comunismo la encíclica "Divini Redemptoris"(1937) donde 
denuncia su filosofía atea. Considera que el liberalismo preparó el camino al 
comunismo. 
* El primer documento social de Pío XI es la encíclica "Divini illius magistri 
"(1929) sobre la educación cristiana de la juventud. Para el Papa la educación es 
una obra esencialmente social. Sobre ella tienen derechos la familia, la Iglesia y el 
Estado. El derecho de la familia y de la Iglesia sobre la educación es anterior al 
del Estado. 
* Pío XI reformula la doctrina sobre el matrimonio y la familia en "Casti 
connubii"(1930). La familia es una preocupación fundamental, en momentos en 
que la civilización urbano-industrial la enfrenta con desafíos enormes. 
* Las consecuencias de la crisis económica mundial de 1929 motivó tres 
encíclicas. La más conocida es la "Quadragesimo anno" (1931) publicada en el 40° 
aniversario de la "Rerum novarum". 
* Ese mismo año publica otra, referida a las consecuencias de la crisis, "Nova 
impendet" (1931). Es un llamando a la misericordia y a la solidaridad de los 
cristianos ante una nueva calamidad -la aguda crisis económica mundial- que 
amenaza sobre todo a los más desposeídos. 
* En 1932 publica "Caritate Christi compulsi" en la que analiza la crisis de la 
sociedad europea, y el dramatismo de sus palabras anuncia proféticamente la 
segunda guerra mundial. 
5. "QUADRAGESIMO ANNO” 
Es la principal encíclica social de Pío XI, promulgada en el 40° aniversario de la 
"Rerum novarum". La depresión económica de EEUU a fines de 1929, que afectó al 
mundo entero, la extensión del estado totalitario en Europa y el éxito del 
comunismo "han hecho necesaria -dice- una más cuidadosa aplicación de la 
doctrina de León XIII e incluso algunas adiciones". Pío XI advierte que es necesario 
poner el acento en la reforma del Estado y de las asociaciones profesionales, la 
justicia social, el régimen capitalista, el socialismo y la renovación moral. 
La primera institución que hay que reformar -dice Pío Xi- es el Estado, y, lo 
primero, para dar lugar a las asociaciones intermedias, es terminar con el vicio del 
"individualismo". 
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Con respecto a las asociaciones profesionales, su inspiración es la filosofía 
cristiana y no el totalitarismo. Rechaza "la pugna de clases" para llegar a una 
colaboración entre las distintas profesiones. 
Enfatiza que el principio rector de la economía es la justicia social, cuya alma 
debe ser la caridad social, cuya alma debe ser la caridad social. Y que la libre 
concurrencia ha llevado a la acumulación de "una descomunal y tiránica potencia 
económica en manos de unos pocos". Verifica que el individualismo ha producido 
la dictadura económica, se ha adueñado del mercado libre y el deseo de lucha ha 
sido reemplazado por la desenfrenada ambición de poderío. La economía se ha 
hecho horrendamente dura, cruel y atroz. 
A pesar de la división socialista en dos bloques, el violento -comunismo-, y el 
moderado -socialismo-, para Pío XI el socialismo no ha renunciado a su 
fundamento anti-cristiano 
La conclusión es que no habrá restauración social sin renovación moral. La 
economía actual "la hemos encontrado plagada de vicios gravísimos" y tanto el 
comunismo como el socialismo "andan muy lejos de los preceptos evangélicos". 
Sólo la cristianización de la vida económica podrá remediar estos males. Y 
concluye: "Los primeros e inmediatos apóstoles de los obreros han de ser obreros, 
y los apóstoles del mundo industrial y comercial, deben ser de sus propios 
gremios". 
6. PÍO XII: LA RECONSTRUCCIÓN Y EL DESARROLLO 
Eugenio Pacelli, secretario de Estado de Pío XI desde 1930, conocido en 
Argentina porque fue delegado papal en el Congreso Eucarístico Internacional de 
Buenos Aires en 1934, subió al pontificado como Pío XII, en 1939, a los 63 años. 
Aristócrata romano, intelectual, siempre exacto en la expresión de sus ideas, 
aportó precisiones importantes a la Doctrina Social de la Iglesia. Escribió pocas 
encíclicas y ninguna fundamental en materia social. Su enseñanza social la realizó 
principalmente en radiomensajes y discursos. 
6.1. Temática política 
En su primera encíclica "Summi Pontificatus"(1939), expone el tema de la 
solidaridad internacional. Señala como causa del mal contemporáneo en la 
convivencia internacional el "rechazo de una norma universal de rectitud moral". 
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Denuncia la concepción totalitaria del Estado y las "doctrinas de la fuerza" y del 
"realismo político" que argüían los países agresores de la guerra. 
Los tres primeros mensajes navideños, "In questo giorno" (1939), "Grazie" 
(1940) y "Nell'alba" (1941) proponen puntos para la paz y para lograr un nuevo 
orden internacional, pidiendo en el de 1940 "una declaración doctrinal a favor del 
reconocimiento de derechos morales y jurídicamente imprescindibles". Ocho años 
antes de que fueran promulgados el Pontífice estaba sugiriendo la declaración 
universal de los derechos del hombre. 
En la encíclica "Summi Pontificatus”, insistía en que la guerra no debía ser 
aceptada resignadamente por el hombre como si fuera un terremoto u otra 
calamidad natural. Es un desorden moral, consecuencia del abandono de la ley de 
Dios y del desconocimiento de la ley natural, y Pío XII la condena y pide un código 
penal internacional, cuyo primer delito a sancionar es el del crimen de la guerra. 
Sin embargo, no niega el derecho de defenderse contra la agresión. Considera 
legítimo el servicio militar contra el cual los católicos no deben hacer una objeción 
de conciencia (alocución de 1956) aunque afirma la responsabilidad moral del 
soldado que no debe cumplir órdenes criminales, ni actos en sí inmorales, a pesar 
de que la desobediencia le cause perjuicios personales. Cita como actos inmorales 
los fusilamientos indiscriminados y la tortura (alocución de 1953). 
Denuncia al imperialismo como un peligro de guerra, rescata una doctrina 
política basada en el bien común, y señala que el fin de la sociedad política es la 
dignidad de la persona humana; es un antecedente fundamental, retomado 
posteriormente por Juan XXIII y por el Concilio Vaticano II. Asimismo trata 
reiteradamente el tema de la democracia y el pueblo. 
6.2. Temática socioeconómica 
El documento más importante es el discurso de Pentecostés "La solennitá" 
(1941) en el 50° aniversario de la "Rerum novarum". El tema es la necesidad de una 
distribución más justa de los bienes, sin la cual el objeto de la economía nacional 
no puede alcanzarse. 
En el 5o aniversario de la guerra, Pío XII, en el mensaje radiofónico "Oggi" 
(1944) defiende el derecho a la propiedad privada, tanto de los bienes de consumo 
como de los medios de producción, y denuncia la indefensión de los trabajadores 
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ante "las excesivas concentraciones de bienes económicos que, disimulados de 
ordinario bajo formas anónimas, llegan a sustraerse a sus deberes sociales". 
7. JUAN XXIII: NUEVOS ASPECTOS DE LA CUESTIÓN SOCIAL Y 
LA APERTURA POLÍTICA 
Juan XXIII, AngeloRoncalli, detrás de su apariencia sencilla, tenía una gran 
personalidad. Subió al pontificado en 1958, a los 77 años, y gobernó sólo hasta 
1963. Sorpresivamente, puso en marcha el programa de reformas más importante 
desde el Concilio de Trento (1545-1563). No era teólogo y se ufanaba al decirlo. 
Quería actuar como pastor, más que como doctor. Como hijo de campesinos, era 
pragmático. "De un papa se espera que sea el hombre abierto a todas las formas de 
progreso de la vida moderna sin excepción", dijo al asumir su cargo. Y sin duda, lo 
fue. 
7.1. "Mater et magistra": la Doctrina Social al alcance de todos 
Promulgado en 1961, este documento de lenguaje sencillo alcanzó una difusión 
y un eco universal inusual en las encíclicas papales. Juan XXIII, con tono 
conciliador y animoso, manifiesta una gran apertura al mundo, a la técnica y a las 
ciencias, a la socialización y al reencuentro entre los hombres. 
"Mater et magistra" trata extensamente la razón de ser de la Doctrina Social de 
la Iglesia, que surge de la misión dada a la Iglesia por Cristo, de velar "con 
maternal solicitud por la vida de los individuos y de los pueblos". "Deseamos que 
se estudie cada vez más la doctrina social". Y exhorta a que sea una disciplina 
obligatoria en los seminarios, en los colegios católicos, y en la catequesis 
parroquial y que haya un verdadero esfuerzo por divulgarla. Y resalta que la 
verdadera educación social católica es la que culmina con la acción social de los 
católicos. 
"La economía debe estar al servicio del hombre", dice Juan XXIII, y habla de 
"un precepto gravísimo de la justicia social, a saber, que el desarrollo económico y 
el progreso social deben ¡r juntos y acomodarse mutuamente, de forma que todas 
las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza 
de la nación". Trata por primera vez el tema de las ideologías en sí mismas, (un 
antecedente del tratamiento que hará Pablo VI en la "Octogésima adveniens") y su 
principal observación es que "no consideran la total integridad del hombre" (n. 
213). 
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7.2. "Pacem in terris": una encíclica dirigida a todos los hombres 
Juan XXIII publicó en total 8 encíclicas, seis de temas religiosos y dos sociales. 
La última -"Pacem in terris"- publicada en abril de 1963 -el año de su muerte- está 
dedicada a la paz. El Papa vuelca en ella toda su preocupación por la paz, 
amenazada por la llamada "crisis de Cuba", en 1962, en la que casi se llega a la 
guerra entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. 
Es la primera encíclica dedicada exclusivamente a la paz. Es un verdadero 
tratado de política, el más sistemático y completo de la Doctrina Social de la 
Iglesia. No está dirigida sólo a los católicos, sino también "a todos los hombres de 
buena voluntad". Su estilo es simple y positivo, sin condenaciones. Expone que 
todos los hombres, cristianos o no, pueden y deben reencontrarse en una acción 
común. Y hace un listado de los derechos humanos, actualizando la visión eclesial 
de la actualidad en tres grandes temas: la promoción económica y social de las 
clases populares, el ingreso de la mujer en la vida pública y el despertar de los 
pueblos a la emancipación. 
8. EL CONCILIO VATICANO II: UN COMPENDIO DE 
ANTROPOLOGÍA CRISTIANA 
Cuando Juan XXIII convoca al Concilio Vaticano II pone como objetivo "lograr 
que la Iglesia se capacite cada vez más para solucionar los problemas del hombre 
contemporáneo". 
Ubica así al Concilio en ese gran esfuerzo de la Iglesia por reevangelizar el 
mundo surgido de la crisis, cuyo inicio León XIII colocaba en el siglo XVI. En la 
mitad del siglo XX no es ya crisis de la relación Iglesia y Mundo solamente, sino 
del hombre mismo. Dice Juan XXIII: "La Iglesia asiste en nuestros días a una grave 
crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo 
se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas 
más trágicas de la historia". 
8.1. La constitución "Gaudium et spes" 
Dada a conocer en 1965, su contenido, eminentemente social, puede ser 
dividido en tres partes: un estudio preliminar de carácter sociológico, un tratado 
de antropología cristiana y varios desarrollos de filosofía social cristiana. Este 
documento comienza a formular un sendero nuevo en la búsqueda de la misión de 
la Iglesia en el mundo. 
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Una novedad es el capítulo dedicado a la cultura, como meta necesaria para la 
evangelización de los pueblos. Asimismo contiene aportes sobre la vida 
económico-social, política nacional e internacional, el progreso de las ciencias y la 
técnica, y las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia, fundamentadas en 
una fuerte defensa de la paz. El Concilio llama a preparar "una época en la que, 
por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra". 
8.2. Otros documentos conciliares 
Interesan a la Doctrina Social de la Iglesia otros documentos del Concilio 
Vaticano II: la declaración "Dignitatis humanae" sobre la libertad religiosa, que 
complementa la enseñanza antropológica de"Gaudium et spes", y el decreto sobre 
el apostolado de los laicos, "Apostolicam actuositatem", que destaca la importancia 
del apostolado en el medio social, para llenar de espíritu cristiano el pensamiento, 
las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que uno vive. 
9. PABLO VI: LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO MODERNO 
Cuando el cardenal Juan Bautista Montini asumió el papado con el nombre de 
Pablo VI (1963), se propuso traducir en vida los postulados del Concilio Vaticano 
II. No le fue fácil compaginar renovación y tradición. Le tocó vivir cinco guerras 
internacionales, contra las cuales luchó incansablemente. Fue un gran maestro, 
conciso y claro. Intelectual, fino humanista, peregrino de la paz y de la unidad de 
la Iglesia, buscó el acercamiento con otras iglesias cristianas, clarificó el concepto 
de la liberación cristiana y llamó a construir la Civilización del Amor. 
9.1. "Populorum progressio": el desarrollo es el nuevo nombre de la 
paz 
Pablo VI había inaugurado su pontificado con una encíclica, "Ecclesiam Suam" 
(1964), un programa para una Iglesia en pleno Concilio. En ella, el Papa pone el 
acento en la evangelización del mundo moderno. Y partiendo de los lineamientos 
sociales que había trazado Juan XXIII, da a conocer, en 1967, su primera encíclica 
social, la "Populorum progressio". 
Es la encíclica que más autores modernos cita. Con un mensaje luminoso, 
valiente y esperanzado, pide a la humanidad que dé un paso adelante en la 
solidaridad. Algunas citas breves nos ubican en su espíritu: 
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"Los pueblos ricos gozan de un rápido crecimiento, mientras que los pobres se 
desarrollan lentamente" (n. 8). 
"¿Quién no ve los peligros que hay en ello, de reacciones populares violentas, 
de agitaciones insurreccionales y de deslizamiento hacia las ideologías 
totalitarias?" (n. 11) 
Pide una acción urgente, porque las situaciones "cuya injusticia clama al cielo" 
(n. 30) tientan hacia la violencia, y ésta casi siempre engendra "nuevas injusticias" 
(n. 31). 
Propone dos líneas de acción, una de solidaridad y otra de justicia social. La 
primera es de asistencia a los débiles mediante la creación de un fondo mundial 
"alimentado con una parte de los gastos militares" (n 51). Pero, señala, no hay 
solidaridad si no se respeta la justicia, e invita a realizar la caridad universal en la 
política internacional. Con este espíritu hay que recibir inmigrantes e invertir en 
los países subdesarrollados. "Entre las civilizaciones, como entre las personas, un 
diálogo sincero es, en efecto, creador de fraternidad" (n. 73) Y recuerda que "las 
diferencias económicas, sociales y culturales demasiado grandes entre los pueblos 
provocan tensiones y discordias y ponen la paz en peligro"(n. 76). Por eso el 
desarrollo es el nuevo nombrede la paz. 
9.2. "Humanae vitae": el amor conyugal y la paternidad responsable 
En 1963, Juan XXIII había creado una comisión de expertos, para estudiar el 
tema de la concepción, la familia y el control de la natalidad. Pablo VI amplió esta 
comisión y en 1968 publicó su encíclica "Humanae vitae", en la que se define 
favorable a la paternidad responsable, y rechaza la anticoncepción, la esterilización 
y el aborto. 
Pablo VI advierte sobre los peligros de la invasión "por las autoridades 
públicas despreocupadas de las exigencias morales" del ámbito "más personal y 
más reservado de la intimidad conyugal". 
9.3. "Octogésima adveniens" 
A los 80 años de la "Rerum novarum", Pablo VI dirigió una carta al Cardenal 
Mauricio Roy, presidente del Consejo para los seglares y de la Comisión Pontificia 
"Justicia y Paz". La "Octogésima adveniens"(1971) se divide en dos partes: en la 
primera presenta una serie de aplicaciones de la Doctrina Social a problemas de la 
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sociedad industrial. Y en la segunda rescata "la visión global del hombre y de la 
humanidad". Cuestiona cuál es el origen y el valor del progreso, que no debe dejar 
de lado el pivote central del crecimiento del hombre que es "el desarrollo de la 
conciencia moral". Y pide la superación del "homo oeconomicus", tanto en la soli-
daridad internacional, como en el mismo mundo de los países desarrollados. 
9.4. "Evangelii nuntiandi": la evangelización de la cultura y la 
liberación 
Este documento (1975) es una exhortación apostólica que reafirma las 
conclusiones del sínodo sobre la evangelización del mundo contemporáneo. Es un 
documento pastoral, aunque no de pastoral social. Sin embargo, los dos temas que 
desarrolla son claves para la Doctrina Social de la Iglesia: la evangelización de la 
cultura y el concepto cristiano de liberación. 
La formulación del concepto cristiano de liberación era una necesidad. 
Primero, porque está en el centro de la evangelización. Pero además lo exigía la 
misión pontificia de dar criterios de verdad sobre un tema muy discutido en esos 
momentos, tanto en Europa como en América Latina. Afirma que la liberación ha 
de integrar el contenido explícito de la evangelización, y no sería completa si no la 
tuviera en cuenta. Pero advierte que no puede ser reducida a predicar una 
liberación socio- política, porque "si esto fuera así, la Iglesia perdería su 
significación más profunda". 
La exhortación es explícita en la exclusión de la violencia: "Debemos decir y 
reafirmar que la violencia no es ni cristiana ni evangélica y que los cambios 
bruscos o violentos de las estructuras serán engañosos, ineficaces en sí mismos y 
ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo". 
10. JUAN PABLO II: EL RENOVADOR 
Juan Pablo II renovará la vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia e 
inaugurará una etapa de atención a la problemática antropológica de la cuestión 
social. Se levanta como el profeta del hombre nuevo, insistiendo en la idea de que 
las correcciones de la organización social son inútiles si no se corrige la concepción 
del hombre. 
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10.1. "Laborem exercens": El hombre y el trabajo 
El tema de esta encíclica (1981) es el del hombre en el "vasto contexto de esa 
realidad que es el trabajo". Conmemora el 90° aniversario de la "Rerum novarum". 
La cuestión social que plantea ya no es "un problema de la clase", sino el "problema 
del mundo", y pone el acento en la prioridad del hombre sobre el producto. Para el 
Papa, el economicismo del capitalismo liberal (o materialismo práctico) tiene una 
responsabilidad decisiva en el problema del trabajo y es el causante de la 
antinomia entre el capital y el trabajo. 
La doctrina de la Iglesia "se aparta radicalmente del programa del 
colectivismo", pero "se diferencia, al mismo tiempo, del programa del capitalismo", 
dice Juan Pablo II 
El único título legítimo para la posesión de los bienes de producción, es que 
estén al servicio del trabajo. 
El Papa ubica a los derechos del trabajador entre los derechos fundamentales 
de la persona. Y señala como el primero de ellos el de lograr un empleo adecuado. 
También habla de la necesidad de una planificación global, que debe realizar el 
Estado, salvando la iniciativa privada, contra el desempleo. Y en el caso de los 
desocupados, el Papa afirma la obligación de prestar subsidios a favor de ellos, lo 
que "brota del principio fundamental del orden moral en este campo, del derecho a 
la vida y a la subsistencia". 
Para Juan Pablo II el salario es "el problema clave de la ética social" y el 
objetivo de su mejoramiento justo, uno de los principales cometidos del 
sindicalismo. Para la encíclica, la remuneración justa debe ser suficiente para 
fundar y mantener dignamente una familia y su futuro, e incluye las prestaciones 
de la salud, las condiciones de trabajo, el descanso, etc. 
Esta encíclica incluye una exposición extensa, sistemática sobre los sindicatos, 
cuyo fin es "la defensa de los intereses existenciales de los trabajadores en todos los 
sectores en que están en juego sus derechos". No acepta que el sindicato haga 
política partidista ni ve conveniente una relación muy estrecha entre sindicato y 
partido político. Y en relación con la huelga, recuerda que es un método 
reconocido como legítimo y que los trabajadores deberían tener asegurado el 
derecho a la huelga sin sufrir sanciones penales por participar en ella. Recuerda 
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que es un medio extremo, del que no se puede abusar, ni utilizar contra el bien 
común, ni en función de los juegos políticos. 
10.2. "Familiaris consortio", o la misión de la familia cristiana en el 
mundo 
Después del sexto sínodo de obispos (Roma, 1980), dedicado al matrimonio y 
la familia, Juan Pablo II publica, en 1981, la exhortación apostólica "Familiaris 
consortio". Realiza una síntesis de la problemática teológica y pastoral sobre el 
matrimonio y la familia a partir de las nuevas perspectivas postconciliares. 
Podríamos señalar los puntos principales de esta encíclica: 
-No se coloca en una posición "restauradora" de la familia tradicional. 
- Los cambios en la concepción tradicional de la familia no son sólo hechos 
degradantes, sino que también están descubriendo valores ocultos. 
- Estudia el rol social de la mujer: ni sujeta exclusivamente a la función de 
esposa y madre, ni obligada a trabajar fuera de casa. Y denuncia que la mujeres la 
primera víctima de la mentalidad que considera al ser humano no como persona 
sino como cosa. 
- Habla del rol del padre, del "machismo", y de los derechos del niño y el 
anciano y condena el anticoncepcionismo, la esterilización y el aborto procurado, 
especialmente cuando la ayuda económica está condicionada a programas que lo 
propician. 
Desarrolla ampliamente el tradicional principio de que la familia es la "célula 
primera y vital de la sociedad" y "lugar natural y el instrumento más eficaz de 
humanización y de personalización de la sociedad". 
10.3. La encíclica "Sollicitudo rei socialis" 
A veinte años de la "Populorum progressio", Juan Pablo II publica su séptima 
encíclica, en diciembre de 1987. 
Su objetivo es dar a los pueblos una perspectiva más amplia para superar los 
enormes desafíos del desarrollo: la visión solidaria del mundo. Describe la 
situación social internacional de los 80´con mucho menos optimismo que veinte 
años antes. El abismo entre los países desarrollados y los no desarrollados, entre el 
Norte y el Sur, se agranda y se mantiene con un dinamismo negativo. Además ha 
crecido en complejidad: derechos humanos reprimidos, diferencias cada vez más 
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hondas entre pobres y ricos y el crecimiento de la conciencia sobre esas situaciones 
de desequilibrio. 
El Papa señala las responsabilidades que tienen los países desarrollados por 
omisiones de sus pueblos y de sus gobiernos, insensibles aldeber de ayudar a los 
países que se separan cada vez más del mundo del bienestar al que pertenecen. Lo 
que más preocupa al Papa es que la unidad del género humano está compro-
metida, con la existencia de no sólo el primer, el segundo y el tercer mundo, sino 
un cuarto mundo, constituido por los bolsones más marginados existentes en 
todos los países, incluso los desarrollados. 
La raíz de esta situación internacional de injusticia, según la encíclica, es la 
estructura geopolítica mundial, que nacida al final de la Segunda Guerra Mundial 
enfrenta al Este con el Oeste, y aleja cada vez más al Norte del Sur, con su secuela 
negativa de imperialismo, comercio de armas, refugiados, terrorismo y políticas 
anti-natalistas. Como contrapartida, señala el crecimiento de la conciencia de los 
pueblos, el respeto de los derechos humanos y de la justicia, y la preocupación 
ecológica. 
Frente a concepciones erróneas del desarrollo, que buscan satisfacer más el 
tener que el ser (economicismo, consumismo) el Papa propone la jerarquía de 
valores del Evangelio: "¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si 
arruina su vida?". 
Realiza una lectura teológica de la situación internacional e individualiza las 
causas morales del desequilibrio internacional. El crecimiento moral consistirá en 
crecer en conciencia de que la interdependencia cada vez más intensa de los 
pueblos se resuelva en solidaridad y no en imperialismo. Solidaridad entre las 
naciones y Particularmente, entre los mismos pobres. 
10.4. "Centesimus annus", reafirmación de la Doctrina Social 
No es casual que la fecha elegida para su promulgación fuera el 1o de mayo de 
1991. Primero, por ser la fecha tradicional del Día del Trabajo en todo el mundo, y 
segundo, porque en ese mes cumplía 100 años la "Rerum novarum.". 
Cuando León XIII dio a conocer la "Rerum Novarum", no sólo se creaba por 
decirlo así, la doctrina social, sino que se definía la posición eclesial frente a la 
cuestión obrera en el siglo XIX, como expresión de la opción preferencial por los 
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pobres. León XIII elabora ese capítulo de la teología moral, ya que el nudo de la 
problemática social era la distancia que separaba la economía de la moral. 
Juan Pablo II hace una relectura de León XIII para ¡luminar el fin de siglo con 
la visión evangélica de las nuevas aristas que presenta la cuestión social. 
Al enumerar las causas de la caída del socialismo real, considera que antes que 
a la ineficiencia del sistema, se debe a la violación de los derechos del trabajador. 
Su prueba es contundente, ya que las muchedumbres de los trabajadores son las 
que hicieron caer el imperio, y a través de una lucha pacífica, sólo con las armas de 
la verdad y de la justicia. 
Pero, agrega, "la verdadera causa es el vacío espiritual provocado por el 
ateísmo. Las jóvenes generaciones realizaron la insoslayable búsqueda de la propia 
identidad y del sentido de la vida, hasta descubrir las raíces religiosas de la cultura 
de sus naciones". Es interesante encontrar que entre las consecuencias de los 
hechos de 1989, Juan Pablo II dice que "llevan a reafirmar la positividad de una 
auténtica teología de la liberación humana integral, ahora que se ha superado todo 
lo que había de caduco en los intentos de un compromiso imposible entre 
marxismo y socialismo". 
Con respecto al sistema económico, afirma que la Iglesia no tiene modelos para 
proponer, y que sólo ofrece como orientación ideal e indispensable, la propia 
doctrina social, la cual reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero 
tiempo indica que han de estar orientados al bien común. 
El último capítulo de la encíclica reafirma que "la Iglesia no puede abandonar 
al hombre" y "que este hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en 
el cumplimiento de su misión". 
La doctrina social es un instrumento de evangelización, o una explicitación de 
una antropología cristiana, o también, un capítulo de teología moral. 
10.5. "Evangelium vitae", la defensa de la vida humana 
El 25 de marzo de 1995 Juan Pablo II dio a conocer esta encíclica. Dedicada a 
defender el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su término, 
desgrana distintos argumentos, fundamentaciones y citas para avalar su ferviente 
adhesión a "la cultura de la vida". 
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Reseña las nuevas amenazas a la vida humana que se ciernen sobre la 
humanidad y que se suman a las ya existentes: enfermedades endémicas, violencia 
y guerras, que se agravan con los genocidios, la legalización del aborto y la 
eutanasia y el suicidio voluntario, todos ellos violatorios de la integridad de la 
persona humana. También denuncia las mutilaciones, las torturas corporales y 
mentales, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la 
prostitución, la trata de personas, las manipulaciones genéticas, las condiciones 
ignominiosas de trabajo que son "oprobios que corrompen la civilización humana" 
Muchos de estos males hoy han pasado de ser delitos, a derechos aceptados legal-
mente. A esto hay que agregar la pobreza, la falta de fe, la carencia de principios 
éticos y una profunda crisis de la cultura -"la cultura de la muerte"- que ayudan a 
producir una situación semejante. 
Fruto de la colaboración con los Episcopados de todos los países, llama la 
atención sobre el hecho ¡inquietante de que "a la conciencia misma casi oscurecida 
por condicionamientos tan grandes, le cuesta cada vez más percibir la distinción 
entre el bien y el mal, preferente al valor fundamental de la vida humana 
Con citas del Antiguo y Nuevo Testamento, Juan Pablo II condena todas las 
formas de violación del precepto divino del "no matarás" y llega más lejos al 
afirmar que no puede haber verdadera democracia si no se reconoce la dignidad 
de cada persona y no se respetan derechos. "No puede haber siquiera verdad si no 
se defiende y promueve la vida", dice el Papa, citando a Pablo VI. 
10.6. "Tretio milenio adveniente" 
Dada a conocer en noviembre de 1994, esta Carta Apostólica que anunciaba el 
Jubileo del Año 2000, es una reflexión profunda sobre los 2.000 años de la venida 
de Cristo al mundo, y una cronología de los relatos bíblicos que precedieron y 
registraron "la plenitud de los tiempos, es decir la llegada del Mesías, la 
Encarnación del el cumplimiento de las promesas. 
El papa invita al arrepentimiento y reconoce con humildad que, en algunos 
siglos, muchos hijos de la Iglesia aprobaron métodos de intolerancia e incluso de 
violencia en el servicio a la verdad. Y después del examen de conciencia, Juan 
Pablo II trasmite algunas preocupaciones pastorales: la indiferencia religiosa, 
secularismo, el relativismo ético, la falta de discernimiento frente a la violación de 
fundamentales derechos humanos, la incertidumbre perturbadora de la vida de fe 
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y de la oración y la corresponsabilidad de tantos cristianos en graves formas de 
injusticias y de marginación social. 
Hay una emocionada mención a los nuevos mártires de hoy, a menudo 
desconocidos, que es preciso rescatar del olvido, y también una invitación a 
replantearse la opción preferencial por los pobres y marginados, la condonación la 
deuda internacional que grava el destino de muchas naciones y la propuesta al 
diálogo interreligioso. 
10.7. "Novo millennio ineunte" 
El 6 de enero de 2001, Juan Pablo II publicaba esta carta apostólica, pasando 
revista a lo ocurrido durante el jubileo del año 2000, y mirando hacia el nuevo 
milenio. El documento abarca todos los aspectos de la vida de la Iglesia, y hace 
varias referencias concretas a temas sociales. 
Al tratar el tema de la deuda internacional de los países pobres, observa con 
complacencia la reducción de esa deuda decidida por algunos estados acreedores, 
y plantea el problema de la deuda con los organismos financieros internacionales. 
Aborda el tema de la caridad, comola práctica de un amor activo y concreto 
con cada ser humano. "Nuestro mundo -dice- empieza el nuevo milenio cargado 
de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que 
ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando no sólo a millones y 
millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida 
muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana." 
Y plantea los temas del desequilibrio ecológico, de la guerra, de la violación de 
los derechos humanos y de la defensa de la vida, destacando el papel de los laicos 
en las tareas relacionadas con esos problemas. 
11. BENEDICTO XVI 
El 2 de abril de 2005 falleció Juan Pablo II, y el 19 del mismo mes fue elegido 
como Papa el hasta entonces cardenal Joseph Ratzinger, teólogo alemán que 
durante muchos años había dirigido en el Vaticano la Congregación para la 
Doctrina de la Fe. 
Al día siguiente, en el discurso programático a los cardenales electores, 
Benedicto XVI indicó algunos temas que iban a estar más presentes en su 
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pontificado: la unidad del Colegio apostólico, el Concilio Vaticano II como brújula 
para orientarse en el nuevo milenio, el Año de la Eucaristía, la caridad hacia todos, 
la unidad de los cristianos promovida con gestos concretos que interpelen a las 
conciencias, el diálogo abierto y sincero con los seguidores de otras religiones y 
con todas las personas que están buscando una respuesta a las preguntas 
fundamentales de la existencia, el compromiso a favor de la paz y de un auténtico 
desarrollo social respetuoso de la dignidad de todo ser humano. 
11.1. "Deus Caritas est" 
El 25 de diciembre de 2005 Benedicto XVI publica su primera encíclica, "Deus 
Caritas est" (Dios es amor). 
En la primera parte, "La unidad del amor en la creación y en la historia de la 
salvación", el Papa analiza los distintos significados de la palabra amor, señalando 
las diferencias entre el "eros" -amor entre el hombre y la mujer, caracterizado por la 
pasión espontánea, posesiva, irrefrenable, enamorada, ensimismada, fascinada por 
la promesa de felicidad- y el "ágape"- dimensión del amor caracterizada por el 
reconocimiento y respeto del otro, por la entrega y preocupación por el otro, por el 
bien del amado-. Y concluye que "eros y ágape... nunca llegan a separarse 
completamente, Cuando más se encuentran ambos, aunque en diversa medida, la 
justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera 
esencia del amor en general". 
En la segunda parte el Papa analiza el ejercicio del amor por parte de la Iglesia 
como "comunidad de amor". "Para la Iglesia -señala- la caridad no es una especie 
de actividad de asistencia social que también se podría dejar en manos de otros, 
sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia 
esencia". Desarrolla después el tema de la relación entre la caridad y la justicia, las 
múltiples estructuras de servicio caritativo en el contexto social actual, y quiénes 
son los responsables de la actividad caritativa de la Iglesia. 
11.2. “Caritas in verite” 
El 29 de junio de 20 Benedicto XVI publicó su tercera encíclica, "Caritas in 
veritate" (El amor en la verdad), que comienza afirmando que el amor en la verdad 
es "la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de 
toda la humanidad", y define al amor como " la vía maestra de la doctrina social de 
la Iglesia". Concebida como homenaje al 40° aniversario de la "Populorum 
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progressio", la encíclica recuerda el mensaje de aquel documento de Pablo VI, y en 
los capítulos siguientes analiza el desarrollo humano en nuestro tiempo, el papel 
de la fraternidad en el desarrollo económico (ante la globalización), los deberes y 
derechos relacionados con el desarrollo (con especial mención del tema del medio 
ambiente), la cooperación internacional y, finalmente, la relación entre el 
desarrollo de los pueblos y la técnica. 
En la conclusión, después de afirmar que "la fuerza más poderosa al servicio 
del desarrollo es un humanismo cristiano, que vivifique la caridad y que se deje 
guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios", 
concluye que "La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene 
en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los 
pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto 
ordenamiento a las realidades humanas".

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