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Wolpe J (1998) Psicoterapia por inhibicion reciproca Bilbao Desclee de Brouwer

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MÓDULO 0614 - METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 1 
 
 
UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 2 
Wolpe, J. (1998). Psicoterapia por inhibición 
reciproca. Bilbao: Descleé de Browuer. 
(cap. 7) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UU NN II DD AA DD II .. 
 
FF UU NN DD AA MM EE NN TT OO SS TT EE ÓÓ RR II CC OO SS YY 
PP RR ÁÁ CC TT II CC OO SS DD EE LL AA 
EE NN TT RR EE VV II SS TT AA 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
 
 
EL ENCUENTRO CON EL PACIENTE: METODOS DE 
ENTREVISTA................................................................................2 
Las entrevistas iniciales.............................................................2 
El cuestionario de Willoughby................................................3 
El cuestionario de personalidad de willoughby...................3 
Exposición introductoria al paciente.......................................5 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 2 
 
EELL EENNCCUUEENNTTRROO CCOONN EELL PPAACCIIEENNTTEE:: MMEETTOODDOOSS DDEE 
EENNTTRREEVVIISSTTAA 
 
Conviene hacer una descripción sobre cómo se 
desarrollan las entre-vistas y esto no solamente para que sirva de 
orientación a quienes las hayan de emplear como procedimiento 
terapéutico, sino también para dar oportunidad al lector dotado 
de espíritu crítico para que juzgue si los factores que yo haya 
pasado por alto han influido o no en el curso de los hechos. 
Las entrevistas iniciales 
 
Por lo regular, la primera entrevista dura una hora, las 
posteriores unos 45 minutos. En todas ellas el paciente se coloca 
frente al terapeuta, separados ambos por una mesa de 
despacho. Se le ruega dé su nombre, dirección, edad y número 
telefónico. Estos datos se anotan en una ficha, en la que también 
se van registrando todos los demás obtenidos en las entrevistas 
sucesivas. Si el paciente muestra oposición a esta toma de notas 
se le recuerda que el informe es confidencial y que no será visto 
por nadie sino por mí. De vez en cuando me veo obligado a 
emplear un seudónimo en la ficha-informe en lugar del nombre 
real. 
El primer paso en la serie de operaciones terapéuticas 
consiste en obtener del paciente una historia detallada de sus 
dificultades y síntomas. Se pone el máximo cuidado para la 
identificación de los acontecimientos que han provocado la actual 
situación, así como también la de los facto res que han ido 
apareciendo tanto para agravar como para aminorar los 
síntomas. Muchos pacientes pueden relacionar la aparición de 
diversas reacciones con ocurrencias específicas o estados 
crónicos. Otros pueden fijar, dentro de unos límites razonables, el 
momento de aparición de sus síntomas, sin poder dar ninguna 
otra indicación acerca de las demás circunstancias relevantes. 
Hay un tercer grupo de pacientes que no pueden recordar nada 
sobre la aparición de sus reacciones neuróticas. Les obligamos a 
recordar los sucesos con más calma, con la esperanza de que 
surga algún recuerdo; pero si al cabo de unos minutos no 
aparecen factores significativos, dejamos de presionar sobre 
dicho punto, diciendo al paciente que no tenemos ninguna 
intención de dedicar gran cantidad de tiempo a hurgar en la 
historia pasada porque, aunque es interesante y a veces útil, no 
es necesario: «para vencer sus reacciones neuróticas es de la 
mayor importancia y trascendencia determinar cuáles son los 
estímulos que las evocan o pueden evocar en el momento 
actual». Sin embargo, más tarde, cuando el caso presenta 
nuevos aspectos, solemos volver a la historia pasada de una 
secuencia de hechos particulares. Suele ocurrir también que 
algunos pacientes de vez en cuando y espontáneamente 
suministran datos de gran interés. 
Después, nuestra atención se centra en la vida del 
paciente, empezando desde las circunstancias en que nació y se 
crió. Le preguntamos sobre sus relaciones y actitudes con y 
hacia sus padres, hermanos y otras personas; cómo se llevaban 
sus padres entre sí, si le castigaban y de qué manera, su 
enseñanza religiosa, sus temores y dificultades y cualquier otro 
incidente importante que viniera a su mente. A continuación el 
paciente nos relataba sus experiencias en instituciones 
educacionales, sus actitudes hacia ellas, sus logros académicos 
y atléticos y cualesquiera importantes reacciones emocionales 
hacia los profesores o compañeros. Esto nos lleva hacia su 
historia profesional tanto en sus aspectos técnicos como 
interpersonales. Le hacemos preguntas sobre su vida sexual, sus 
primeros recuerdos conscientes de impulsos sexuales, 
masturbación y sus actitudes ante ella, y sus primeras reacciones 
heterosexuales y homosexuales. A esto sigue una historia de sus 
relaciones sexuales, con un énfasis especial en aquellas 
acompañadas de fuertes complicaciones emocionales —
agradables o desagradables— y su historia marital en todos sus 
aspectos sociales y sexuales. Finalmente se le pide que vuelva a 
contar alguna experiencia de miedo o congoja no mencionada 
previamente. El orden de estos temas varía según el ritmo 
natural exigido por el relato. 
Todo lo que el paciente dice se acepta simplemente sin 
preguntas ni críticas. Se le hace sentir que el terapeuta está a su 
lado sin reservas. Y esto no por un deseo expreso de hacernos 
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MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 3 
 
simpáticos, sino como resultado natural de una consideración 
totalmente objetiva, y no moralizante, del comportamiento de los 
organismos humanos. Por ejemplo, cuando el paciente nos 
cuenta avergonzado alguna aventura amorosa extramarital, le 
indicamos con toda sinceridad que no hay nada en ello de lo cual 
tenga que avergonzarse, ya que en sus circunstancias hubo 
factores que hicieron natural su ocurrencia. 
La toma formal de datos para la historia clínica puede 
durar de una a 12 entrevistas. Al final de la última entrevista, el 
paciente recibe el cuestionario de autosuficiencia de Bernreuter 
(1933) para que lo rellene en casa. A pesar de la ambigüedad de 
algunos de sus 60 ítems, el cuestionario tiene algún valor 
orientador con respecto a la probable duración de la terapia. Una 
puntuación inferior a 20 (33 por 100) indica que el paciente 
tendrá dificultades en la realización de las tareas 
psicoterapéuticas activas posteriormente asignadas a él. Esto 
concuerda plenamente con la experiencia de Salter (1950). 
El cuestionario de Willoughby 
La siguiente entrevista comienza con las respuestas al 
cuestionario de Wílloughby (1932, 1934), que reproducimos a 
continuación. Se trata de un test de neuroticismo, es decir, de las 
reacciones persistentes de ansiedad inadaptativa; este 
cuestionario revela un neuroticismo relacionado principalmente 
con los tipos ordinarios de situaciones sociales. Cada pregunta 
ha de ser contestada conforme a una escala de 5 puntos, en la 
que el '0' es negativo y los restantes son progresivamente 
positivos. El examen de cada una de las preguntas revela que 
una contestación positiva a los números 1, 3, 5, 7, 11, 13, 15, 16, 
18, 19, 20, 22 y 23 es signo de reacciones neuróticas de 
ansiedad (por definición, págs. 49-51). Por ejemplo, cuando uno 
tiene miedo ante la perspectiva de tener que desarrollar ante una 
audiencia una actividad que, en otras circunstancias, no le 
ofrecería ninguna dificultad, podemos decir que hay miedo sin 
relación alguna con una amenaza objetiva. Las respuestas 
positivas al resto de las preguntas, es decir, a los ítems 2, 4, 6, 8, 
9, 10, 12, 14, 17, 21, 24 y 25 son indicativas de sensibilidades 
emocionales muy diversas, pero no de aquellas que 
explícitamente se relacionan conla ansiedad. Sin embargo, el fon 
do ansioso de estas sensibilidades aparece indicado por el 
descenso de tal puntuación positiva en estas preguntas, operado 
en aquellos pacientes que mejoran gracias a la terapia. 
Es importante que cada pregunta sea formulada de tal 
modo que la contestación refleje claramente la ansiedad o las 
diversas sensibilidades emocionales. Para conseguir esto, el 
terapeuta ha de recorrer el cuestionario juntamente con el 
paciente. Explicándole con todo cuidado el significado, cuando 
aparece la pregunta 3, «¿tiene usted miedo de caerse cuando se 
encuentra en un lugar alto?», explicamos al paciente que una 
respuesta positiva significa un temor ante situaciones en las QUE 
NO EXISTE NINGUN PELIGRO REAL DE CAIDA. Y cuando 
aparece la pregunta 22, «¿le preocupa a usted su presencia 
física?», le decimos que se refiere a estar preocupado por el 
físico incluso cuando uno se ha mirado al espejo y se ha 
observado limpio, bien acicalado y vestido convenientemente, tal 
como lo exige la situación del momento. 
El cuestionario de personalidad de willoughby 
 
Instrucciones: 
 
Las preguntas contenidas en este cuestionario pretenden 
indicar los diversos rasgos de personalidad emocional. No es un 
test en absoluto, ya que no hay contestaciones correctas o 
incorrectas a ninguna de las preguntas de este cuestionario. 
Después de cada pregunta encontrará una fila de 
números cuyo significado se da más abajo. Todo lo que usted 
debe hacer es trazar un círculo alrededor del número que le 
describe a usted mejor. 
0 significa «no», «nunca», «en absoluto», etc. 
1 significa «algo», «a veces», «un poco», etc. 
2 significa «ni mucho, ni poco», «normal». 
3 significa «frecuente», «mucho», «bastante a menudo» 
4 significa «prácticamente siempre», «totalmente», etc. 
1. ¿Le dan miedo las tablas (el teatro)? 0 1 2 3 4 
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2. ¿Le preocupan las experiencias humillantes? 0 1 2 3 4 
3. ¿Tiene usted miedo de caerse cuando está en un lugar 
elevado? 0 1 2 3 4 
4. ¿Son heridos fácilmente sus sentimientos? 0 1 2 3 4 
5. ¿Se mantiene usted retraído en ocasiones sociales? 0 1 2 3 4 
6. ¿Está usted triste o alegre en ocasiones sin saber por qué? 0 
1 2 3 4 
7. ¿Es usted asustadizo? 0 1 2 3 4 
8. ¿Se ilusiona frecuentemente? 0 1 2 3 4 
9. ¿Se desalienta fácilmente? 0 1 2 3 4 
10. ¿Dice usted cosas cuando le espolean y luego se lamenta? 0 
1 2 3 4 
11. ¿Le gusta estar solo? 0 1 2 3 4 
12. ¿Llora fácilmente? 0 1 2 3 4 
13. ¿Le preocupa que otros observen su trabajo incluso cuando 
usted lo hace bien? 0 1 2 3 4 
14. ¿Le hieren hondamente las críticas? 0 1 2 3 4 
15. ¿Cruza usted la calle para evitar encontrarse con alguien? 0 1 
2 3 4 
16. En una recepción o en un té, ¿evita usted encontrar a gente 
importante? 0 1 2 3 4 
17. ¿Se siente a menudo desgraciado? 0 1 2 3 4 
18. ¿Vacila usted en presentarse voluntario para una discusión o 
debate en clase? 0 1 2 3 4 
19. ¿Está usted solo a menudo? 0 1 2 3 4 
20. ¿Es usted consciente de sí mismo ante sus superiores? 
3 4 
21. ¿Carece usted de confianza en sí mismo? 0 1 2 3 4 
22. ¿Tiene usted preocupación por su presencia física? 0 1 2
23. Si usted ve un accidente ¿hay algo que le impida pr
ayuda? 0 1 2 3 4 
24. ¿Se siente usted inferior? 0 1 2 3 4 
25. ¿Se le hace pesado tomar una determinación hasta pasa
tiempo de acción? 0 1 2 3 4 
Su nombre………………….. Fecha ………………… 
 
Como la puntuación más alta para cualquier pregun
4, la puntuación máxima posible es 100. La distribución d
puntuaciones a la primera respuesta dada por 295 pacientes 
escogidos al azar aparece en la figura número 8. En el test de 
Kolmogorov-Smirnov (Miller, 1956; Siegel, 1956) la distribución 
de los 160 varones no difiere significativamente de las de las 135 
hembras. Se observará que 236 pacientes (el 80 por 100) daban 
puntuaciones de 30 o más y 277 (el 94 por 100) de 20 o más. 
A la vista del hecho arriba indicado, las contestaciones 
positivas al cuestionario de Willoughby indican en gran medida la 
ansiedad neurótica, tal como viene definida en este libro. La 
comparación de esta distribución con la de las puntuaciones de 
un grupo «normal» de sujetos, constituiría una importante 
comprobación de la correspondencia de la definición con las 
realidades clínicas. Desgraciadamente no hay ningún estudio que 
sea estrictamente comparativo, ya que nadie ha empleado el 
cuestionario con un grupo de sujetos «normales» siguiendo el 
mismo método de pregunta por pregunta. Pero un estudio de 
Willoughby (1934) proporciona algunas indicaciones. En él, de un 
total de 262 estudiantes universitarios, hay un 50 % de 
puntuaciones superiores a 30 y un 75 % superior a 20. Esto se 
aproxima mucho a la distribución encontrada por Larvey (1932) 
en las puntuaciones del cuestionario de Thurstone, sobre el cual 
se basa el de Willoughby. La figura 9 compara la función de 
distribución acumulativa de la muestra de los sujetos de 
Willoughby con las de nuestros pacientes. 
 
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La diferencia máxima es 21, y se halla en el nivel de 
puntuación de 30-39. En el test de Kolmogorov-Smirnov esto es 
significativo a un nivel de .001. Esto significa que lo que mide 
Willoughby es mucho más prevalente entre la gente que viene a 
ser tratada de una condición diagnosticada como neurótica, que 
entre la población «normal». 
La información proporcionada por la puntuación de 
Willoughby acerca de la reactividad neurótica se reduce a un 
número limitado de áreas en las que es muy común tal 
reactividad. Cabe esperar que, mientras que en unos pacientes 
nos informe adecuadamente de la magnitud de su neuroticismo, 
en otros en cambio no revele más que una parte, o nada en 
absoluto, en caso de que las respuestas neuróticas pertenezcan 
a áreas que el cuestionario no toca. Por ejemplo, un hombre 
cuyas reacciones neuróticas estuvieran prácticamente confinadas 
a solas las situaciones sexuales, tuvo una puntuación inicial de 
17; un ejecutivo comercial muy sano y feliz hasta sólo hace 18 
meses, cuando ciertas experiencias alarmantes le ocasionaron 
un temor a enfermedades del corazón, dio una puntuación de 15. 
Otro grupo de pacientes, en los que el cuestionario da 
puntuaciones bajas, es el de los histéricos no ansiosos discutidos 
en el capítulo 6. 
Tomando nota de lo arriba mencionado, parece justificado 
decir que mientras las puntuaciones altas de la distribución de 
Willoughby denotan que las reactividades neuróticas son altas, 
las puntuaciones bajas no muestran que éstas sean bajas. Pero 
se impone naturalmente esta pregunta: ¿cuál es la línea divisoria 
entre las puntuaciones altas y las bajas? Una con-testación 
podría ser que toda puntuación superior a cero es alta porque 
indica la existencia de CIERTO ncuroticismo, y estaría 
perfectamente justificado todo intento de eliminarlo. Pero en el 
terreno práctico, la pregunta debería ser esta otra: ¿a qué nivel 
las reacciones neuróticas comienzan a introducirse en la vida de 
un paciente lo suficientemente como para afectar su felicidad? 
Como es obvio, no puede fijarse un nivel absoluto válido para 
todo el mundo; pero nuestra experiencia, en términos generales, 
ha sido la de que cuando el nivel baja a 20 ó 15, las reacciones 
neuróticas dejan de preocupar al paciente y éste permanece 
indiferente ante ellas. Sin embargo, no sólo es importante la 
puntuación total sino también lo son sus componentes parciales. 
Una puntuación de 10, compuesta de dos 4 y dos 1, indica 
claramente sensibilidades neuróticas más importantes que una 
puntuación de 20 compuesta de 1 (unos). 
Exposición introductoria alpaciente 
Una vez obtenidas las respuestas al cuestionario, 
hacemos uña exposición al paciente según el tenor siguiente: 
 
«Quiero darle una idea sobre la naturaleza de sus 
malestares y de los medios que adoptaremos para eliminarlos. 
Su problema es que usted reacciona con miedo con demasiada 
frecuencia o demasiado fuertemente. Cabe que usted diga que la 
palabra «miedo» no es una denominación adecuada para alguno 
o algunos de sus sentimientos perturbadores. Quizá piense que 
«ansiedad», «tensión», «perturbación» o «angustia» sean 
palabras más propias, o bien que sus sentimientos sean tan poco 
corrientes que ninguna palabra pueda describirlos. Aún así le diré 
que el miedo es la emoción profunda, pero hay muchos factores 
que pueden modificar las respuestas fisiológicas productoras de 
ese sentimiento de miedo. No todos los temores son 
rechazables: en algunas circunstancias el miedo es una 
respuesta enteramente razonable e incluso útil. Usted no vendría 
a tratamiento si sus temores se asemejasen simplemente, por 
ejemplo, al producido por serpientes venenosas o por una 
amenaza efectiva de perder todo su dinero en la Bolsa. Pero si 
usted tiene miedo de montar en un ascensor o de caminar por 
una calle o de entrar en una habitación llena de gente, entonces 
usted está sufriendo miedo por situaciones en las que no existe 
un peligro real. Tales temores son miedos inútiles. Sin embargo, 
no existen sin fundamento. Ciertas y determinadas circunstancias 
han hecho surgir estos miedos inútiles. Estas circunstancias 
varían grandemente en detalle pero tienen una esencia central 
común como se lo voy a pro-bar mediante un sencillo ejemplo. 
 
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»Un niño pequeño entra en la cocina de su madre, coloca 
su mano en el fogón enorme de una cocina económica y se 
abrasa. En ese momento experimenta dolor y miedo y hace un 
movimiento de retirada. Un efecto posterior y duradero de su 
experiencia es que en ocasiones posteriores, cuando el niño 
entre en la cocina y vea la chapa, reaccione con temor y sienta 
un impulso instintivo de mantenerse lejos de ella. En otras 
palabras: ha asimilado una reacción de miedo y de evitar un 
objeto peligroso, cosa que, como es natural, es buena en sí. 
 
»Pero también se puede observar otra reacción al parecer 
inútil y extraña. Supongamos que en el dormitorio cíe la madre 
del niño hay una gran cómoda negra. En este caso el niño siente 
temor de esta cómoda simplemente porque, al igual que la cocina 
económica, es muy grande y tiene color negro. El simple 
parecido ha ocasionado de esta manera un temor inútil en el 
muchacho hacia un objeto totalmente inofensivo. En este simple 
ejemplo pueden apreciarse inmediatamente las desventajas que 
entra-ña el miedo inútil. En primer lugar, no es deseable la simple 
experiencia innecesaria de la emoción displacentera del miedo. 
En segundo lugar, si la cómoda se interpusiera en el camino del 
niño éste tendría que dar un rodeo. -Finalmente si su madre 
guardase dulces en uno de los cajones, las golosinas no serían 
accesibles para él en mucho tiempo. 
 
»Este ejemplo es un modelo de cómo se aprenden todos 
los miedos inútiles o neuróticos. Siempre que una persona esté 
sometida a una experiencia temerosa intensa, o a una situación 
crónica de miedo, es susceptible de condicionarse a reaccionar 
después con miedo siempre que, en circunstancias realmente 
benignas, encuentre cosas o estímulos similares a aquellos que 
estuvieron íntimamente relacionados con la situación de temor. 
Escuche este otro ejemplo: Una joven vino a verme porque tenía 
un miedo inexplicable ante su jefe. Resultó ser que había tenido 
un padre extraordinariamente cruel, y al cual tenía miedo con 
toda la razón. Por el principio de semejanza que he descrito, 
había llegado a temer también prácticamente a todas las demás 
personas, y el temor especial hacia su jefe se debía al hecho de 
que él tenía ciertas maneras de comportarse muy parecidas a las 
de su padre». 
 
Basados en los datos de la historia del paciente, 
intentamos mostrar a éste cómo las experiencias de su propio 
pasado le han llevado a la sensibilidad presente. Si no se pueden 
establecer relaciones satisfactorias, le decimos que esto no es 
necesario; y que podemos emplear el tiempo transitando por 
otros caminos más fructíferos, en vez de andar hurgando en el 
pasado; porque, aunque es interesante saber qué le llevó a su 
neurosis, la simple posesión de este conocimiento no hará 
desaparecer sus ansiedades inadaptativas. Le decimos que tiene 
que tomar medidas para romper con los hábitos ansiosos, que 
algunas de éstas se pueden aplicar en su vida diaria y otras en la 
sala de consultas, pero que la esencia de todas estas medidas 
consiste en oponer a la ansiedad otros estados emocionales 
incompatibles con ella. 
Una vez hecho esto, el terreno está preparado para la 
utilización de los métodos concretos de psicoterapia, el uso 
formal de respuestas particulares que, al inhibir la ansiedad (o, 
en ciertos casos, otras diferentes respuestas neuróticas), 
reducen sus hábitos neuróticos. Como se indicó anteriormente en 
este capítulo, algunos de estos hábitos pueden debilitarse de 
modo espontáneo debido a que, en ciertos pacientes, la misma 
situación de entrevista provoca respuestas antagónicas a la 
ansiedad (véase capítulo 13). Las respuestas de que dispone el 
terapeuta y mediante las cuales puede conseguirse 
«deliberadamente» el cambio terapéutico, vienen señaladas en la 
lista que sigue, lista que no agota las posibilidades y puede 
esperarse que se alargue con más respuestas a medida que el 
tiempo pase. 
1. Respuestas asertivas. 
2. Respuestas sexuales. 
3. Respuestas de relajación. 
4. Respuestas respiratorias. 
5. Respuestas de «apaciguamiento de la ansiedad». 
6. Respuestas motrices condicionadas competitivamente. 
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7. Respuestas «placenteras» situaciones de la vida real (con 
mejoría por drogas o medicinas). 
8. a) Respuestas emocionales inducidas por la entrevista. b) 
Abreacción. 
 
La «Abreacción» y las respuestas «placenteras» 
situaciones de la vida real pueden surgir espontáneamente, pero 
su aparición puede favorecerse por técnicas oportunas por parte 
del terapeuta. La utilidad de cada una de las otras respuestas 
formuladas en la lista (de 1 a 6) depende de la acción del 
terapeuta, el cual debe proveer para que se evoquen en 
circunstancias que efectivamente inhiban la ansiedad. Las 
respuestas y su empleo en la terapia se presentarán a discusión 
más adelante. 
Como es natural, el primer problema es siempre decidir 
cuál de las respuestas puede utilizarse en la forma más 
apropiada para obtener la inhibición recíproca de las respuestas 
de la ansiedad neurótica del paciente. Esto dependerá, como es 
obvio, de la naturaleza del estímulo evocador de la ansiedad. Un 
estímulo bueno y muy importante habrá sido re-velado ya por la 
historia o por las contestaciones positivas a los ítems del 
cuestionario de Willoughby. En general, las respuestas o 
asertivas se emplean para ansiedades evocadas en el curso de 
las interpersonales directas; las respuestas sexuales, para las 
ansiedades sexuales; las respuestas cíe relajación, para las 
ansiedades procedentes de diversas fuentes, pero especialmente 
para aquellas evocadas por configuraciones de estímulo que no 
permitan ninguna clase de acción directa (por ejemplo, objetos 
inanimados); las respuestas respiratorias, para la ansiedad difusa 
(«libre-mente flotante»). Como se verá por las historias clínicas 
que presentaremos a continuación, ciertas circunstancias 
especiales pueden aconsejar una distintaelección de respuestas 
terapéuticas. 
 
UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA 
 
	EL ENCUENTRO CON EL PACIENTE: METODOS DE ENTREVISTA
	Las entrevistas iniciales
	El cuestionario de Willoughby
	El cuestionario de personalidad de willoughby
	Exposición introductoria al paciente

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