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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA GRAFFITI: UNA FORMA DE DECIR, UN LENGUAJE A DECIFRAR T E S I S E M P I R I C A QUE PARA OBTENER EL TITULO DE LICENCIADO EN PSICOLOGÌA P R E S E N T A : DAVID BONILLA SERRANO GENERACION 2009 Los Reyes Iztacala del 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 INDICE 1. Prólogo. ___________________________________________________________3 2. Introducción._______________________________________________________6 3. Capítulo 1: Antecedentes: A modo de historia.____________________________12 4. Capítulo 2: La ciudad de México y el graffiti._____________________________29 5. Capítulo 3: Control social VS graffiti.___________________________________42 6. Capítulo 4: Identidades, mal-estares, bien-estares y cultura; las voces desde dentro.____________________________________________________________53 4.1_ Primera entrevista: “FONK”.______________________________________59 4.1.1_ Análisis correspondiente a las preguntas escogidas de la primer entrevista del escritor: “FONK”___________________________________________________70 4.2_ Segunda entrevista: “KDOS” (“GATOMAN”)._______________________76 4.2.1_ Análisis correspondiente a las preguntas escogidas de la segunda entrevista del escritor: “KDOS” (“GATOMAN”).__________________________________86 4.3_ Tercera entrevista: “NEWTON”___________________________________91 4.3.1_ Análisis correspondiente a las preguntas escogidas de la tercer entrevista del escritor: “NEWTON”._______________________________________________99 4.4_ Cuarta entrevista: “DEADEZ”____________________________________107 4.4.1_ Análisis correspondiente a las preguntas escogidas de la cuarta entrevista del escritor: “DEADEZ”._______________________________________________119 7. Método._________________________________________________________121 2 8. Conclusiones._____________________________________________________122 9. Bibliografía.______________________________________________________125 3 PRÓLOGO Dentro del campo científico vigilante y sus aires de medición, objetividad, estudio e infinidades de modos de operar, se encuentran distintas formas de “explicar” los fenómenos, sucesos, creaciones naturales y creaciones por el ser humano; lo que hace, lo que dice; incluso lo que no hace ni dice. Vigilancia extrema para las masas en movimiento y aquellas que sutilmente están quietas, provocando en el sujeto sujetado, un querer decir de otro modo las cosas, un despertar dentro del sueño colectivo y común que se vive y sueña a diario, palabrear y escribir aquello cómodo que incomoda de una manera silenciosa a paso del tiempo, hacer uso del lenguaje, hablar, decir aquello acumulado que en ocasiones apesta y corroe tanto que a los otros les cae de peso, además de que se intenta esconder lo ya dicho de tal o cual forma. El querer decir algo siempre trae consigo cambios, tanto para el emisor como para el receptor, pues el lenguaje por si solo actúa; la palabra dicha, mal dicha y bien dicha mueve al individuo de su lugar provocando un bien-estar y un mal-estar. El uso de esta poderosa arma de comunicación ha ido mutando con el paso del tiempo; tanto así que se habla bailando, se habla soñando, se habla actuando, se habla esculpiendo, se habla pintando y se habla viendo. Foucault (2007) menciona que, en el siglo XVI el lenguaje real no es un conjunto de signos independientes, uniforme y liso, en el que las cosas vendrían a reflejarse como en un espejo; a fin de enunciar una a una su verdad singular. Es más bien una cosa opaca, misteriosa, cerrada sobre sí misma, masa fragmentada y enigmática, punto por punto, que se mezcla aquí o allá con las figuras del mundo y se enreda en ellas: tanto y también que, todas juntas, forman una red de marcas en la que cada una puede desempeñar y desempeña en efecto, en relación con todas las demás, el papel de contenido o de signo, de secreto o de indicio. Traspasemos pues y hablemos, dejemos que se diga cómo se tenga que decir, sin tocar esas nubes rojas que pronostican la guerra, la arena y el viento, que golpean cada vez más en nuestros rostros, mientras miran las ruinas del horizonte, la puerta cerrada dejando afuera el culo sangrante del pasado, el ojo tuerto del espionaje ya no puede observar nada, los perros de carrera ya no persiguen al conejito de felpa, no existen antídotos para esta peste, todos los cálculos fueron erróneos, falsos arquitectos que construyeron la realidad. 4 La palabra y la escritura tomadas como una arma punzante que destroza al espectador, a esa espectadora sociedad olvidada; olvidada y dada al olvido por quienes están dentro queriendo escapar a gritos en cualquier momento de la represión, esa enajenación causante de falta de lengua y decir del individuo; Erich Fromm (1996) en su libro “Espíritu y sociedad” describe que la sociedad burguesa ha hecho renuncia a desear la propia felicidad, imponiendo además a las clases populares una limitación de satisfacciones y del disfrute de bienes materiales (aun incitándolas por otra parte a tal disfrute) que supone establecer una crasa diferencia entre su nivel de vida y las clases poseedoras. Si estos deseos se hicieran de importancia vital para un individuo y solo hubiesen de ceder cada vez ante la fuerza, por decirlo así, la consecuencia seria, primero que en muchos casos el individuo insistiría en satisfacerlos a pesar de las amenazas de sanciones; y segundo que aun el caso que los reprimiese conscientemente, desarrollaría resentimiento y hostilidad contra quienes le impusiesen tal represión. No es fácil hablar, mucho menos lo es pintar, empecemos pues sin ataduras y sin remedio, ¿para qué remedio? Quizás para curar el mal de letras o el mal de “leerle” esta vez aquí no hay pintura, pues la pintura está afuera, afuera donde inicio todo; desde fuera para dentro o más bien de fuera lo metieron, dejando así palabras, pintura escritura, cultura… pero solo dejándolas ahí o allí, sin nada sin sentido. Parece que se vive con un único objetivo, escribir, manejar, opinar y sobre toda pauta interpretar lo que el otro dice, mantenerse despierto para no estorbar con lo ganado, o dormir para estar despierto, sin decir nada, solo dormir y estar atento mecanografiando mierda sin pestañear, puesto que ya todo está prediseñado por sujetos sujetados, “palabras científicas” y respuestas frías y aledañas, escupiendo tinta en la hoja y escupiendo saliva al hablar. En el maldito ocio del encarcelamiento de la mente, las cosas no dichas y las cosas pensadas contagiándose de cáncer literario de color negro y blanco y un poco de cable telefónico y chips de celular, todo feo, todo oscuro, todo negro, todo seco, todo sin orden, todo cuadrado, ¿a quién corresponden todas estas? Aquí dentro nadie compite, somos todos iguales de miserables. Los unos con las otras, el uno con las otras y otros, siempre tratandode anteponer un razonamiento supuestamente lógico de todos y todas y peor aún pues solo están, pero no están libres. En la tumba la libertad donde se escribe se pelea y se tiene la supuesta libertad, no es más que otra apuesta, otra apuesta puesta por quienes deciden qué hacer con dicho termino; no es más que un sueño, un sueño que se ha cumplido, un sueño del cual ya se ha 5 despertado, un sueño tan recurrente como pasajero, y tan estúpido como supuestamente lógico, aunque el pensamiento sea cuadrado, redondo, lineal o abierto no se ha podido nunca jamás estar de acuerdo en un solo sueño, pues los sueños son oníricos, distintos y no estarán más juntos, descubrí acá que la calle es el edén prohibido, y que los términos que implica la misma no son para todos y que no todos se gradúan con honores y otros tienen muchas inasistencias. El edén prohibido para quienes sus pasos al caminar dejan una huella seca, una huella sin razón y de forma cuadrada, cerrada e incomprensible, siempre dentro de las instituciones, siempre tratando de enclaustrar el orden de fuera con el desorden de dentro y el desorden de fuera con el orden de dentro. Observando la negación por la ventana de mi celda, ensordece la música de las rejas y ciega la mirada de asfalto que rodea el aire al tocarlo con cierto aroma a podrido, el constante tronar de cerrojos y cerraduras no deja dormir, pues mi sueño se ha ido y he vuelto a despertar desde una poesía maldita que yace en el infierno, somos yo y mi conciencia en el vacío de la nada y dentro de la misma, somos yo y mi pintura, somos yo y la noche puesta para deleitarme con muros fríos para que me escuche y me hable allí, somos yo y esta escritura en un prólogo que acaba de terminar, escritores: preparen los botes, apunten las válvulas de escape y disparen. A pintar, no dejen que se agote el fluido mágico de los aerosoles ni los empapadores materiales de color. Pintemos hasta el final. “Oía de vez en cuando el sonido de las palabras, y notaba la diferencia. Porque las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban; se sentían; pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños.” Juan Rulfo 6 INTRODUCCIÓN "No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo del que gozan hasta quienes no tienen morada" (Baltasar Gracián, El Cortesano) Graffiti, una palabra que en la actualidad no se deja de oír, claro está que no en todos lados suena, incluso podría estar de moda. Gran cantidad de personas la usan, y lo que es peor, gran cantidad de ellas hablan en su nombre. Se ha llegado a vaciar su significado dado que gran parte de los escritores de graffiti noveles y pseudoteoricos del tema no llegan a profundizar y mucho menos a conocer los orígenes del fenómeno mismo, cuya bandera defienden. Así pues, llega incluso a “contaminarse” con términos como “pintada”, “rap”, “hip-hop”; referente a lo anterior tiene que haber una manera objetiva de diferenciar todos estos conceptos dentro de la densa homogeneidad que los une (Méndez, 2002). Mas si la posición fuese absoluta e inmediata no habría posibilidad de mal comprensión del mundo y del sujeto en el mundo; así, entonces, el sujeto se encuentra quebrado en su misma posición de ser. Quiebre que muestra al sí mismo perdido en las cosas, en el mundo, en las obras. Se trata, ciertamente, de un sí mismo que no ha puesto paréntesis, y que encuentra sus ojos tejidos a los ojos del mundo. Se trata de un sujeto ex-puesto radicalmente a la voz del otro (Mena 2009). El graffiti y su diversidad creativa es una verdadera unidad de creación artística en lo que a sus valores expresivos y técnicos se refiere. El contacto real del espectador con el graffiti se da de manera inmediata e intuitiva, a través de los diversos modos que posee la percepción sensible para dar cuenta de lo percibido y es en este primer contacto, en donde generalmente se desvirtúan y resignifican las obras urbanas citadinas (Figueroa, 2005). De la misma forma De Diego (2005) nos menciona, que de esta forma los rasgos formales del graffiti adquieren una desvaloración de gran importancia por parte del espectador, quedando así los elementos gramáticos, señaladores de influjos y tendencias, propósitos del autor, etc., desechados a la opinión pública; en un lenguaje oculto expresado a través de matices, formas, colores y técnicas del artista. Una vez desechado, el espectador cae en la 7 una cotidiana conclusión y alude que las pinturas elaboradas con esta técnica, que es el graffiti son informales incluso indebidas; alejándose constantemente de la naturaleza críptica del mismo. En las entelarañadas ciudades de casi todo el mundo al salir a las calles nos muestran un habitad estable y turbulento a la vez, cuyo contenido se muestra en el exceso de vialidad automovilística, cantidades numerosas de basura, ruido ensordecedor constante, e infinidad de fenómenos e historias que día con día se tejen; dentro de todo este bagaje urbano es común que nos encontremos con trabajos artísticos fusionados con la ciudad y graffiti, producto en ocasiones de autores anónimos y muy conocidos en otras, dependiendo como ya se a mencionado su naturaleza críptica del mismo y el conocimiento del espectador acerca de este. El graffiti como tal, muestra una forma de expresión, una forma de “decir algo” o dicho de otro modo una forma de lenguaje pictórico, este es producido por ciertos grupos de individuos dentro del espacio urbano, cuyos miembros se reconocen entre sí por su actividad más o menos clandestina en el espacio público. El graffiti muestra una riqueza inagotable de significados y matices que la observación del observador ajeno o indiferente no puede apreciar por su desconocimiento de los códigos gramaticales y semánticos de las formas realizadas (Hannerz, 1986). Debido a tal desconocimiento hacia este fenómeno y todo lo que a este lo rodea; es de gran importancia desenmarañar la clandestinidad del significado plasmado en el graffiti y abrir una posibilidad para lo que se quiere o pretende decir con este tipo de manifestación artística sea dicho desde la voz de sus autores mismos, apoyado desde la Fenomenológica y la Hermenéutica, el arte de la interpretación, o más bien, de la mostración. De todas formas es una tarea por hacer, siempre por hacer. No se comprendería la esencia de la hermenéutica sin la indeterminación propia de su labor interpretativa o mostrativa de la realidad. Un acto interpretativo es siempre mediático; esto es, relativo al otro, a lo otro que está siendo explicado y comprendido en su señalamiento que lo despierta de su estar-en-el-mundo (Mena, 2009). En Estados Unidos y América Latina, se empieza a desarrollar este tipo de arte en la década de los 70s y 80s, estos escritores de graffiti son influenciados por el dadaísmo y la cultura pop, formando así imágenes y trabajos más grandes y complejos, convirtiéndose en parte de 8 Estados Unidos y desarrollándose en todo el mundo (Abreu, 2003). El graffiti al ser un género de comunicación y poder definirse como una sintaxis y una pragmática en sí mismo se puede considerar como un lenguaje. Sin embargo, su evolución ha creado diversos lenguajes dentro del mismo que podrían ser el verbal, el icónico y el verbal-icónico. Por añadidura, el graffiti posee una historia propia que nace en New York en el ámbito de la eclosión de nuevas formas culturales propiciada por minorías marginadas en esta ciudad (De Diego, 2006). Estos nuevos patrones son el resultado de la ruptura de muchos de los mecanismos hasta entonces vigentes de control social. La cultura del ghetto de New York dará paso en esta época a la cultura hip-hop de naturaleza mucho más combativa y reivindicativa de los propios valores del grupo y de la sociedad anglosajona en general, y que renunciará a laspautas de participación en las instituciones y a la aceptación implícita de los valores del grupo dominante. Entendiendo esta posición desde un corte Fenomenológico, el cual permite mirarlo desde los ángulos del participante mismo, dándole voz a éste último. Partiendo de que el ser humano está constituido subjetivamente por el lenguaje siendo este participe social y de conjugarse en el medio donde vive, también se entiende al yo y al otro como parte del mundo, como nosotros. Describe la existencia como coexistencia o ser en el mundo con los otros. Basa la intersubjetividad en la intercorporiedad y cifra la trascendencia en el descentramiento del yo hasta alcanzar el cuerpo fenoménico del otro, que se presenta como perceptor-percibido y no como un objeto frente a un sujeto consiente (López, 2006). Husserl (1986) inicia el análisis de la actitud natural asumiendo que los hombres viven su cotidiana relación con el mundo en función de una posición espontánea frente a la realidad exterior, una disposición hacia las cosas en que ellas aparecen como estado natural y "simplemente ahí, ahí delante en sentido literal o figurado". Conforme el graffiti nace como expresión gráfica de este amplio movimiento cultural en el que la afirmación de lo individual se confunde con la del grupo en el marco de los barrios populosos y degradados de las grandes ciudades occidentales, se genera una terminología, un lenguaje icónico y textual autóctonos y originales que son de imprescindible conocimiento para la comprensión adecuada de las nuevas formas del arte contemporáneo que muy 9 probablemente estén marcando las pautas de lo que será la producción artística del siglo XXI. Conferencia publica en Montreal (Rickelme, 1995). El escritor de graffiti como tal, generalmente proviene de lo que comúnmente llamamos “el barrio” aquella Zona no olvidada, pues suele ser popular pero si marginada de las ciudades, aquella zona que se convierte en favela, ghetto etc. La clase social en su gran mayoría es media y media baja, aunque algunos escritores poseen una clase social sustentable económica y socialmente, pues como un fenómeno que ha ido evolucionando ha sido tomado por diferentes sujetos de distintas posiciones sociales quedando así como una libre opción de práctica. Los primeros trazos del escritor son solo marcando o etiquetando con tags y bombas su placa y tags del crew, su propio lugar o sea su barrio donde viven, para así salir y dejarse ver en distintos puntos de la ciudad, sobre todo los lugares más visibles de la misma para darse a conocer entre la misma comunidad de escritores o hacia los transeúntes y espectadores que diario atraviesan la urbe; lo que les permite conocer cada vez más y a mas a gentes de lugares muy lejanos, incluso hasta de otros países, algunos escritores de graffiti a medida del paso del tiempo y su fuerte adhesión a el graffiti evolucionan sus técnicas y su propio estilo para elaborar obras más detalladas, significativas y complicadas que se han nombrado: piezas, wild style, 3D y diversos estilos que se generan en una producción o individualmente . Muchas veces se busca cuestionar su lugar de origen, su aceptación dentro del mismo, con los vecinos y los demás grupos sociales que están en su lugar de residencia, el graffiti crea una construcción significativa de la vida social, tomando símbolos que generalmente crean un lenguaje, para la gente espectadora, con el fin de decorar la urbe. El graffiti está dentro de nosotros, a nuestros ojos, a nuestro alcance, el graffiti es público, algunas veces es reconocido por los vecinos de los alrededores debido a los murales o trabajos muy bien elaborados, aunque algunas veces es denunciado a las autoridades por los mismos esto provocado por la ocupación de los espacios particulares que el escritor de graffiti los hace propios. El graffiti corresponde a una escritura de lo prohibido entre más logra decir lo indecible en el lugar y ante el sector ciudadano que mantiene tal mensaje como reservado o de prohibida circulación social. Muchas veces catalogado como “arte criminal” porque el límite de territorios pone en riesgo la libertad de su creador, por lo que la represión es un elemento 10 constante. Las categorías de arte y lo popular se vuelven parte de un discurso científico que sirve a una cultura hegemónica y es lo que no se logra reconocer como las exposiciones en los museos. El graffiti entendiéndolo a éste como corriente artística posmoderna y herramienta de comunicación visual, representa una serie de realidades borrosas, ocultas a primera vista para el espectador; el graffiti queda entonces enmarañado y mal entendido por dos principales perspectivas: la institucional y la opinión pública. En la perspectiva institucional podemos encontrar una mirada castigadora, una mirada la cual encuadra lo que es visto por el espectador en las calles, en esas calles supuestamente de libre tránsito, el cual la libertad es puesta desde dentro de la mirada institucional, el no estar detrás de un marco, el estar ahí sucio, a la intemperie, el no cobrar en ticket master o entrar los domingos a un espacio del museo gratuito; malestares de la propia cultura culturizada en cuadros. No dejando en cuenta y aclarando que los ataques con graffiti en los lugares privados como viviendas, monumentos y edificios gubernamentales son alarma de una vos de alguien que desea decir algo y transgrediendo su espacio del otro. En la segunda encontramos una mirada discriminadora y corriente que encasilla al fenómeno en la esfera del vandalismo y drogadicción, puesto que como cualquier otro fenómeno social está expuesto a las adicciones y al “vandalismo”. Aunado a lo anterior existe una evidente ausencia argumentativa por parte del escritor de graffiti hacia su trabajo, haciendo caer a este último en interpretaciones ambiguas. Habiendo más de una distorsión en la percepción del espectador acerca del graffiti, el fenómeno queda suspendido en el aire rodeado de una vaga constelación interpretativa. Lo anterior ocasiono realizar algunas preguntas: ¿El conocer la finalidad junto a los procesos interpretativos del escritor de graffiti hacia su obra, nos permitirá reconsiderar los prejuicios institucionales y comunitarios hasta ahora construidos? La pregunta fue el eje en el que se movió el presente trabajo y por tanto el objetivo general fue desentrañar el sentido confuso que tiene el graffiti entendiendo a éste fenómeno desde la voz de sus actores mismos (Heidegger, 1959). La interpretación del autor mismo, su vos, su sentir y su saber; es pues el interpretar o mostrar la realidad es el rescate del sentido de las cosas veladas, y ciertamente magullando la verdad de ser. Por ello, el hermeneuein, en cuanto mostración, conforma al ser interpretado desde su velamiento hasta el enceguecimiento de los ojos adheridos a su ser mientras posan su mirada en él. Los ojos que no ven nada para ver el velo de lo real, no descubren nada sino 11 en el mismo ropaje de las cosas. Y en la imposibilidad de efectuar un des-ropaje total, es que se halla la multiplicidad de sentido de lo real (Mena 2009). La importancia entonces de la investigación se formula en la siguiente premisa: Conocer las realidades complejas que se encierran detrás de un mural y graffiti citadinos, sus pugnas, la experiencia de vida en el graffiti, el conocimiento del fenómeno y sus demandas como artistas urbanos. Pero más que esta premisa de investigación; este trabajo será parte de un micrófono textual donde los escritores de graffiti se apoderaran de el para llevar su voz a los “oídos académicos” a esa otra parte que escucha, a esa parte que desconoce o intenta conocer, al lector interesado o desinteresado en el tema. Hablamos de graffiti ¿De qué otro modo estando dentro de las instituciones se puede estar cerca del graffiti si no es hablándolo?Pese a todo, nuestra relación con el habla es indeterminada, oscura, casi muda. Si pensamos en esta extraña situación, será inevitable que cualquier comentario acerca de este tema nos suene inicialmente extraño e incomprensible. Sería, por tanto, provechoso si desistiésemos de la costumbre de oír siempre tan sólo lo que ya entendemos. Esta proposición no va dirigida sólo a cada oyente; va dirigida más aún a aquel que intenta hablar, sobre todo cuando ello tiene lugar con la sola intención de mostrar posibilidades que nos permiten estar atentos al habla y a nuestra relación con ella (Heidegger, 1987). 12 ANTECEDENTES (A MODO DE HISTORIA) “A veces me alcanza el deseo de hablar un poco, sin poema, con las frases en que existe esta realidad, del rincón de la calle, horizonte y cielo avizoro al atardecer desde la alta ventana donde siempre estoy pensando.” Pablo Neruda En la vida cotidiana, con frecuencia se plantean cuestiones semánticas. Esto sucede cuando una persona pregunta, por ejemplo: “¿Qué significa precario?”, o bien: “¿Cuál es el significado defiance?”. Estas cuestiones aluden al significado de una palabra en particular y surgen del desconocimiento de un vocabulario amplio del castellano, en un caso, o del hecho de que se trata de una palabra perteneciente a un idioma extranjero, en el otro. A preguntas de esta índole puede responderse ofreciendo un sinónimo de uso común en el caso de “precario” y dando el término castellano correspondiente en el caso de “defienace” (Castro, 2003). En cuestiones filosóficas las palabras son de otra índole. Lo que causa perplejidad son las palabras en general y entonces se plantea preguntas como esta: ¿en qué consiste una palabra, cualquiera que ella sea, tenga significado? o bien: ¿Qué condiciones deben darse para que una palabra tenga significado? Una posible respuesta para una cuestión de esa índole es la que establece toda palabra para tener significado, debe ser capaz de una definición ostensiva o definirse mediante otras palabras que en última instancia admitan una definición ostensiva. Conforme a este criterio tendrían que establecerse, por ejemplo, los significantes de la palabras “rojo” y “libertad” (Castro, 2003). El término graffiti es de procedencia italiana (“graffiare” o garabatear). Decir que su plural es el sustantivo “graffiti”, no graffitis, es decir, estaríamos hablando de los graffiti o, como se diría en castellano, los grafitos (letrero o dibujo trazado o garabateado en paredes u otras superficies de carácter popular y ocasional). Se tiene conocimiento de que ya los romanos 13 “guarreaban” las paredes y los sitios públicos con profecías y protesta con un incontenible deseo de compartirlas con sus ciudadanos. Pero sabemos que tiene antecedentes más remotos aún en el tiempo. Escribir sobre los muros es un impulso tan antiguo como los indicios de racionalidad del ser humano: Los macedonios, los griegos o los antiguos egipcios con sus indescifrables jeroglíficos ya utilizaban esta superficie como soporte de su escritura y de su arte. Pero quizás el ejemplo más significativo y a la vez el más antiguo sea el de las pinturas rupestres realizadas en las paredes de las cuevas por el hombre primitivo. Las representaciones de animales, de escenas de caza, etc. No tenían otro objetivo que el de satisfacer uno de los más ancestrales instintos del hombre: El de comunicarse. Originariamente, el término graffiti fue utilizado para designar a las inscripciones y dibujos encontrados en la antigua arquitectura romana, especialmente las localizadas en la ciudad de Pompeya, que suman miles y datan de la época en que la ciudad era morada de descanso y esparcimiento de las clases privilegiadas del imperio. Pero el graffiti evoca además una actividad muy primitiva, que se remonta a los primeros trazos del homo sapiens en las paredes de las cavernas que le servían como morada y refugio. Desde entonces la humanidad no ha cesado de imprimir su huella y rastro en las paredes, lo que representa un encuentro de lo perenne y lo efímero, en el que el cuerpo marca su huella en un material o soporte destinado a perpetuarla. Como forma expresiva, el graffiti conserva la huella de ese gesto primitivo, anticipador de dos actividades emparentadas y a la vez distintas: la escritura y la pintura. La epigrafía se ha encargado de estudiar las inscripciones provenientes de las culturas antiguas y abarca diversidad de datos, desde los contenidos en monumentos públicos, murales, estelas, lápidas, objetos ornamentales y rituales o cotidianos como vasijas y sellos, hasta el graffiti propiamente dicho, que sin embargo ha sido considerado como una forma de expresión popular e intrascendente, por su carácter casual y espontáneo, que generalmente refiere información de tipo contestatario, anónima, sicalíptica y que, por lo mismo, apenas atrae el interés de los historiadores (Casas, Quintero y Zapiain, 2007). 14 Los antiguos romanos han sido calificados por algunos estudiosos como “graffiteros incurables”, dado que se han conservado infinidad de sus testimonios gráficos no sólo en Pompeya, sino también en el Domus Aurea del emperador Nerón en Roma, en la mansión de Adriano en el Tívoli, e inclusive en las pirámides de Egipto, en donde los soldados imperiales no resistieron la tentación de imprimir la huella de su paso. El valor testimonial de los graffiti pompeyanos en cuanto a la cultura, la lengua y la vida cotidiana de la época es incalculable, al estar compuestos lo mismo por mensajes verbales que icónicos, en frases sueltas, versos, dibujos y en combinación de imagen y escritura. Por su contenido, incluyen los más diversos tópicos: las cualidades eróticas de soldados y gladiadores, críticas a los candidatos a las elecciones, ofrendas y súplicas a Venus, propaganda de los juegos, declaraciones de amor, anécdotas varias, injurias e insultos, comentarios ingeniosos u obscenos, propaganda y tarifa de prostitutas, versos, representaciones fálicas etc. (Casas, Quintero y Zapiain, 2007) Hasta el siglo XIV la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística (recuérdese la pintura mural). Sin embargo, en la actualidad, éste no es un espacio creativo libre, sino un espacio clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo. Tanto es así que este fenómeno espontáneo ha llegado a interpretarse como una amenaza, una transgresión. Podría decirse que la ley ha prohibido el libre acceso al mayor lienzo del mundo y, precisamente por eso, éste se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies. El muro y sus extensiones metonímicas. (Méndez y Garrido 2002). Es concretamente a finales de los sesenta cuando los concienciados activistas políticos y los no tan concienciados miembros de las gangs retoman este antiguo método de comunicación de escribir en los muros: Los primeros para hacer públicas sus protestas y los segundos para delimitar su territorio. Poco después en la ciudad norteamericana de Filadelfia el bombing sienta los primeros antecedentes del graffiti tal y como hoy lo conocemos: Bombardeo de jóvenes artistas de las paredes de la ciudad con su nombre o apodo con la finalidad de llamar la atención de la sociedad y de los medios. Pronto esto evolucionó y se trasladó a la parte sur del barrio neoyorkino del Bronx (SouthBronx), donde el arte del writing toma la morfología definitiva de diálogo con la sociedad en general. Va a ser ahí, en Nueva York, donde se desarrolle plenamente esta cultura y evolucione hasta donde hoy la conocemos (Méndez y Garrido 2002). 15 A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creándose así una identidad propia en lacalle. Estos chicos escribían para sus amigos o incluso para sus enemigos. Quizás el ejemplo más significativo y a la vez el más conocido por todos sea el de “Taki 183”, un chico de origen griego que a la edad de 17 años comenzó a poner su apodo. Su verdadero nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo “Taki”) y 183 era la calle donde vivía (poner el nombre de la calle fue un elemento usado por muchos más escritores). “Taki” trabajaba como mensajero y viajaba constantemente en el metro de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto estampaba su tag en todos los lados, dentro y fuera del vagón. Él no lo consideraba como algo indebido, de hecho respondía así a las preguntas que le formularon en una entrevista en el New York Times: “Simplemente es algo que tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y no hago daño a nadie”. Estos actos le convirtieron en un héroe y poco después cientos de jóvenes empezaron a imitarle (Méndez y Garrido 2002). Convertido esto ya en un movimiento de una cierta masa dentro de la sociedad norte americana y su rasgo más notable de cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su modo de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el mero hecho de hallarse transformados en una masa los dota de una especie de alma colectiva en virtud de la cual sienten, piensan y actúan de manera meramente distinta de cómo sentiría, pensaría y actuaría cada uno de ellos en forma aislada (Freud, 2001). El hecho y el fenómeno del graffiti, pues, pasa a existir cuando se pone en relato y cuando esto ocurre comprendemos que el lenguaje no es nunca pura descripción, siempre hay interpretación, ya que no existe un ámbito de búsqueda que no profundice en la subjetividad de quien trabaja, elabora, pregunta y razona. (Fuentes, 2002). Algunos de los escritores también destacados de aquella época fueron: “Frank 207”, “Chew 127”, “Julio 204”, “Bárbara 62”. En principio no buscaban estilo, sólo querían aparecer por todos los lados. Es a partir de aquí cuando surgió el boom y cientos de adolescentes comenzaron a poner su nombre por toda la ciudad, haciéndose necesaria la creación de un estilo, tanto en la caligrafía, como en los métodos de ejecución o incluso los lugares utilizados para dicho fin. Por ejemplo, “Soul 1”, un escritor de la zona de Manhattan, se dedicó a escribir su nombre a media altura en los laterales de los edificios. 16 “Tracy 168” citaba: “Eran inalcanzables para el resto de los humanos”. Un caso muy sonado fue el de “Seen” al pintar su nombre en letras gigantescas en el mismísimo letrero de la colina de Hollywood (Silver, 1983). En cuanto a la caligrafía, en principio se utilizaba una bastante legible, hasta la llegada a Nueva York de un escritor de graffiti proveniente de Filadelfia llamado “Top Cat”, el Escribía su nombre en letras finas y alargadas muy juntas. Eran difíciles de entender, pero precisamente esto las hacía destacar de las demás y llamaban la atención del resto, por lo que un gran número de escritores de Manhattan adoptaron su estilo y lo bautizaron como “Broadway Elegant”. Como contra, algunos escritores de Brooklyn inventaron su propio estilo, que consistía en letras más separadas adornadas con corazones, flechas, espirales etc. Y por supuesto, el Bronx también tuvo su periodo de popularidad de estilo cuyo resultado era la mezcla de los dos anteriores. Aunque hay que decir que al final cada escritor optó por la creación de su propio estilo. Llegó un momento en el que el amasijo de firmas era tal, que surgió la necesidad de concentrarse en el tamaño y color de las letras, surgiendo así los primeros tags con out-line iniciados por el escritor “Super Kool” y que más tarde “Phase 2” perfeccionó dando como resultado unas letras más gordas perfiladas y coloreadas: bubble letters o bombas. De aquí posteriormente nacieron los ya famosos throw up o vomitados, que como su nombre indica, son piezas espontáneas y de realización rápida. Otro tipo de letras son las Block letters, perfectamente legibles similares a los rótulos. Pero el afán competitivo va más allá, y la obsesión por conseguir popularidad y respeto llega a una complejidad artística tal que las letras empiezan incluso a ser difíciles de entender, culminando así en el estilo más genuino del Bronx: El Wild style o estilo salvaje, formando así en las piezas trazos enredados, líneas anchas y delgadas con terminaciones y salidas en flechas. Ya a finales de los setenta, el graffiti alcanza sus cotas más altas con la incorporación de imágenes de la iconografía popular tales como personajes de cómic o dibujos animados, e incluso retratos y autorretratos en forma de caricatura. Con la incorporación de estas imágenes aparecen en escena las complejas Master pieces que además de hacer distinguir a los grandes maestros de los principiantes, amplían de manera considerable el tamaño de las obras. He aquí cuando el pintor contempla su obra, esa magnífica sustracción de la pintura hacia él y el hacia la pintura, el rostro ligeramente vuelto y la cabeza inclinada hacia el hombro. Fija un punto invisible, pero que el espectador 17 no puede asignar fácilmente ya que este punto somos nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestro rostro, nuestros ojos. Así pues el espectáculo que el contempla es dos veces invisible; porque nos está representando en aquella superficie y porque se sitúa justo en este punto ciego, en esa superficie esencial en el que la mirada se sustrae a uno mismo en el momento en que se mira (Foucault, 2007). La comunidad del writing arde de expresividad, y esto lleva a un estado de competitividad feroz que se traduce en el auge de las conocidas Style Wars para nada violentas, se trata de competir entre los mismos escritores para saber quién tiene el mejor estilo del momento, esta competición desemboca en las alianzas entre escritores, naciendo de esta forma el crew (Méndez y Garrido 2002). Esta es la etapa más primitiva del graffiti en el metro de Nueva York, su periodo de gestación, por decirlo de alguna forma. Cronológicamente coincide con finales de los años 60 hasta mediados de los 70. Hubo una gran evolución desde el uso de los primeros pinceles y rotuladores, diferentes tipos de caps, hasta la llegada de los nuevos aerosoles, mucho más rápido, limpios y, en definitiva, eficaces; provocando una explosión de escritura en los muros. Firmas, señas de que se estuvo ahí, dejar rastros para el receptor; pues el lenguaje habla por su cuenta, tanto las palabras, las letras las marcas, así como los silencios hablan. Esto quiere decir que no sólo hay el susurro de los hechos sino que el lenguaje tiene un susurro paralelo a lo que están diciendo los signos. Y de esta conciencia lingüística del pensar contemporáneo surgirá el nuevo asombro: el que ocasiona lo dicho y lo no dicho acerca de lo real (Fuentes, 2002). “Super Kool” creó en 1972 el primer intento de Master Piece, que posteriormente se terminó llamando únicamente Style Wars. De la misma manera que los estilos de firma evolucionaban gracias a la aparición de nuevos rotuladores con nuevas puntas, los tags realizados con aerosol evolucionaron gracias a la llegada de caps de trazo grueso. “Super Kool” se dio cuenta de que intercambiando una válvula convencional de spray de pintura por otra del tipo de los sprays de espuma o almidón con una abertura mayor, el spray de pintura soltaba mayor cantidad de la misma, cubriendo mayor superficie en menor tiempo, dándoles además un aspecto aterciopelado, y ello con una sola pasada. Armado con un spray de pintura rosa con la válvula modificada y otro de pintura amarilla con válvula normal, “Super Kool” se introdujoen el apartadero de la calle 221 y pintó su nombre en 18 grandes letras rosas perfiladas con una línea fina amarilla. La obra resultante estaba un tanto torcida y la forma de las letras era algo irregular, pero era la pieza más colorida y espectacular de las realizadas hasta el momento en el metro de Nueva York (Méndez y Garrido 2002). Por su parte, “Phase 2”, un escritor del Bronx, fue el primero en desarrollar una auténtica master piece. Partiendo del diseño básico de la obra de “Super Kool”, escribió su nombre en letras inmensas, huecas, pero bien formadas, coloreadas y perfiladas, él fue también quien bautizó con el nombre de Style Wars las competiciones entre los escritores. De este estilo de letras creó posteriormente más variaciones abriendo además el camino a otros escritores que continuaron desarrollando las letras bomba (Méndez y Garrido 2002). Dando comienzo a mas escritores para narrar y escribir con pintura en los vagones del tren, si llevamos esta consideración hacia su completitud, constatamos otra evidencia: el destino final de esta narración, de esa interpretación, es un lector, un receptor, una nueva subjetividad en la cual, gracias a lo que de común hay en la experiencia humana, lo narrado cobrara vida propia (Fuentes, 2002). “Phase 2” y “Super Kool” encendieron la mecha de la etapa que posteriormente estallaría en una Guerra de Estilos. Gracias al paso que dieron en la evolución de los primitivos tags a letras personalizadas con cuerpo y forma. Cabe destacar, antes de meternos en el periodo de la Guerra de estilos, otro precedente en la evolución del graffiti fue la obra de “Pistol 1”, un escritor de Brooklyn, que pintó la primera pieza con letras tridimensionales 3D Letters. El escritor “Fred” describía con las siguientes palabras la reacción de los demás escritores ante la obra tridimensional de “pistol 1”: "Vinieron a verla escritores de todas partes de la ciudad. Durante algún tiempo todo el mundo hablaba de ella porque todos querían hacer algo así, pero no se creían capaces. “Pistol 1” debió ensayarlo muchísimas veces en papel antes de conseguirlo. Pasado algún tiempo otros escritores empezaron a intentarlo, y luego eran muchos los que las hacían, incluso las mejoraban dándoles su toque personal. Es el contagio que provoca “Pistol”, “Phase 2” y “Super kool” (Silver, 1983). Lo que estos escritores emprendieron contribuye igualmente a hacer que en las masas se exterioricen rasgos especiales y al mismo tiempo a marcar la orientación de estos (Freud, 2001). Es la etapa comprendida entre mediados de los 70 y principios de los 80; es un momento en el que el concepto de competición alcanza sus cotas más altas, produciéndose en este periodo obras de gran calidad. En este momento se introduce un nuevo concepto en el vocabulario 19 del graffiti: "Maestro de estilo". Anteriormente se habían otorgado títulos similares a otros escritores, pero sólo en base al número de firmas u obras que habían logrado pintar. Se produce entonces una dicotomía entre dos formas distintas de alcanzar la fama: ¿Cantidad o calidad? Ahora el estilo también pasa a ser un arma para destacar del resto aparte de la cantidad de firmas que un escritor fuese capaz de estampar. De ahí que la llamada guerra de estilos derive en un intento de innovación constante (Méndez y Garrido 2002). La expansión del graffiti y su contagio en los jóvenes de New York, provoca más que una “guerra de estilos”, provoca ideas, pensamientos, hace que la necesidad de encontrar una manera más de decir algo se haga realidad, creando así formas y estilos distintos y personales para competir con los demás, esa clara realidad que se muestra en el muro acompaña al escritor de graffiti y lo hace ser más creativo, en definitiva lo hace crear. Y además de la dedicada creatividad lo pone inmediatamente consiente de que lo que el realiza es una manera más de decir algo que ahí esta y que nadie más que él puede decir pintando. Algunos escritores llegaron a cambiarse el nombre con la esperanza de que una nueva combinación de letras les inspirase nuevos diseños. A lo largo de las líneas de todo el metropolitano, los escritores trataban de superarse unos a otros mediante el uso de colores y diseño de sus pintadas. A medida que se avanzaba técnicamente en la calidad de las obras, iba aumentando el tamaño de las mismas. Muchos escritores encontraban pequeño el espacio comprendido entre las ventanas y la parte inferior del tren y empezaron a extenderse por encima de éstas creando los conocidos "Top to bottom" que ocupaban desde la parte inferior del vagón hasta la superior del mismo. De igual manera se extendían en sentido longitudinal las llamadas "End to end", que ocupaban de un extremo del vagón a otro. “Aron 155” describe de esta manera su reacción al ver por primera vez un Top to bottom: "Riff” revolucionó el mundo del graffiti con el primer Top to bottom. Era muy bonito. De largo ocupaba como medio vagón y el nombre estaba pintado con letras amarillas con chorros rojos y sombras como si fueran grietas. Todo el mundo fue a verlas y no dejaban de hablar de ellas. Cuando yo la vi por primera vez iba con mi madre al juzgado, no lo pude resistir y me puse a dar saltos y a gritar. Ella me miró sin comprender nada" (Méndez y Garrido 2002). No bastaría con comprender que es eso que está ahí 20 pintado, eso que es difícil de comprender, aquello que no está registrado, que no se comprueba, que no es común y por supuesto la subjetividad que está en los vagones del tren, deja al receptor en su desnuda mudez. No se salva con objetividad sino con la recepción que encuentran en un quién, que se hace a cargo de ellos, dotando a los signos de significado (Fuentes, 2002). Las obras continuaron aumentando de tamaño y complejidad, hasta que, a finales del 73 se pintó el primer Whole Car, “Stan 153” recuerda así este acontecimiento: "Nada más aparecer, “Flint 707” superó a todo el mundo. Hizo una obra en letras tridimensionales que ocupaba todo el lateral de un vagón, de arriba a abajo y de un extremo a otro. Estaban pintadas a rayas, como su fuera un caramelo, en color negro y plata con una lista azul y una nube en blanco. Como las letras eran en tres dimensiones daban la impresión de estar apoyadas sobre el vagón. En ese entonces no se le había ocurrido a nadie pintar algo así. Para pintarlo se tenía que colgar del tren y podías caerte. Pero él lo hizo, y la gente se volvió loca después de aquello (Méndez y Garrido 2002). Queda claro que la experiencia del otro no es la de un objeto, sino la de otro sujeto corporal mejor la de un yo generalizado y múltiple que constituye el potencial de las experiencias propias, siempre abiertas a otras que obviamente incluyen las de los otros (López, 2006). Su subjetividad no es la del espectador desinteresado, sino la del comportamiento y la acción (López, 2006). Los vagones enteros se generalizaron y, al mismo tiempo, fueron perfeccionándose con formas y dibujos complejos. a mediados de los 70, los mejores escritores de la ciudad se especializaron en la realización de obras de este tamaño que solían contener caricaturas, personajes de dibujos animados y la visión personal de los escritores con respecto a la vida en la ciudad. Llegó un momento en que algunos escritores dejaron de conformarse con el espacio que les propiciaba un solo vagón y empezaron a pintar Married Couple que equivalían a dos vagones enteros Estas aptitudes de los escritores son enteramente contrarias a su naturaleza, y los escritores sólo son capaces de ellas cuando se integra una masa (Freud, 2001). El escritor “Lee” era uno de ellos, el mismo describe: "Siempre he pensado que mi obra más conseguida fue: “La tierra es el infierno, el cielo es la vida”, una pintura que ocupaba dos vagones enteros. El cielo es la vida estaba pintado con colores claros y suaves.Era mi visión personal del cielo. Flores y montañas, el sol, una paloma, 21 mariposas y Dios con las dos manos levantadas como si estuviera predicando. En el siguiente coche me disparé, le dije a la ciudad cuál era su verdadero aspecto. Había un soldado con una pistola, todo su cuerpo estaba pintado de verde, y a su lado había un mensaje que decía Detener la guerra. Dibujé fábricas grises y sombras con grandes chimeneas. También dibujé a un hombre ahorcando a un perro para poner de relieve la crueldad con los animales. Y un tipo estrangulando a su chica. Dibujé manchas de sangre y al presidente echando un discurso y a la gente mirándolo, detrás de él se veía una bandera americana, pero no eran la verdadera, y escribí al lado: Voten por mí y les daré todo lo que quieran. También había misiles apuntando hacia el cielo, que estaba pintado oscuro y con sombras naranjas, como si estuviese ardiendo, y en él se leía La tierra es el infierno. Todo el vagón era muy oscuro. Si volviera a pintar algo así lo haría más grande y más exagerado. Haría cinco vagones enteros con el cielo y otros cinco con la Tierra y las malas cosas y pintaría ángeles tocando la trompeta y a Dios juzgando a los justos y a los pecadores". El decir de ese pensar, el pintar de ese pensar, el seguir aquello que causa un contagio, no es una forma más como cualquier otra de hablar de la realidad o de nosotros mismos, y el todo de lo que pasa es desde siempre, una determinación nuestra mediante el decirse del pensamiento y mediante el cómo va a ser interpretado por parte de los que vendrán a pensar después (Fuentes, 2002). Cuando parecía que la única regla a seguir por los escritores en el juego de la competición era la calidad de las obras, algunos escritores revolucionaron este concepto de competición añadiendo una nueva regla: La cantidad. Apareció entonces un nuevo término en el vocabulario del graffiti: "El rey de Línea", título que se otorgaba al escritor que más obras realizaba en una misma línea de metro, sin importar la calidad, convirtiéndose así en el dueño absoluto de dicha línea. Así, para conseguir este fin, no importaban los medios y se hizo muy popular entre los escritores una nueva forma de graffiti totalmente diferente de la anterior, los Throw Ups. Hasta entonces este término se había usado para describir a las obras pobres en diseño y ejecución. Tuvo que ser el escritor “In” quien encontrara la manera de convertir estos defectos en algo positivo (Méndez y Garrido 2002). En verano de 1975, según el testimonio de muchos escritores, “In” decidió recuperar el espíritu de competición apoyándose puramente en la cantidad de piezas que cada escritor 22 realizara en los vagones de metro. “In” escogió este nombre porque era corto y fácil y no necesitaba mucha pintura para escribirlo cuantas veces quisiera. Empezó a pintar su nombre en una versión chapucera y desigual de las letras bomba. Al principio sólo pintaba su nombre una o dos veces en cada vagón, pero luego empezó a bombardear los trenes cubriendo vagones enteros con lo que él mismo denominaba "Mis vomitados". Al principio los escritores no tenía a “In” en mucha consideración debido a la carencia total de estilo, pero cuando sus vomitados empezaron a contarse por miles, tuvieron que admitir que, con estilo o sin él, “In” era el que más se dejaba ver. A medida que la fama de “In” aumentaba, otros escritores empezaron a adoptar nombre de sólo dos letras y a pintar sus propios throw ups. Incluso “Jester”, uno de los escritores con más estilo del momento, cambió su nombre por el de “DY” para realizar vomitados (Méndez y Garrido 2002). Esto lleva entonces a que mientras el ser interpretado se deja ver, éste descubre al ser interpretante apenas velando por un saber más comprensivo de los múltiples sentidos del ser (Mena, 2009). Algunos escritores combinaban ambas maneras de pintar, apareciendo a veces en forma de throw up y otras en formatos de mayor envergadura, difundiendo con los primeros su nombre y con los segundo demostrando su estilo. Los escritores especializados en Whole Cars como “Lee” o “Blade” calificaban abiertamente los throw ups como "montones de basura" y se lamentaba de la popularidad que estaban alcanzando, ya que para ellos esto constituía la muerte del graffiti (Silver, 1983). Pese a esto “In” celebró su throw up número 5000 pintando un vagón entero de lo más espectacular cubierto de estrellas y colorido como un arco iris, como queriendo demostrar que también podía hacer obras mayores si se lo proponía. Luego volvió a sus pálidos y churretosos vomitados y se dice que no paró hasta completar el número 10000. En ese momento, según “Tracy 168”, “In” fue declarado Rey de todas las líneas. “Stan 153” confirma esto mismo: "Consiguió lo que quería era el rey de todo ¡Diez mil obras! No eran bonitas, pero la verdad es que aparecían en todas partes". Tras pintar un vagón entero con el que celebraba su vomitado 10000 con letras en tres dimensiones, “In” se retiró; de este modo, así como no hay fijeza en los modos de ser de lo interpretado, tampoco puede haberla en la interpretación ni menos aún en el interpretante que está tejido a sus propias obras, y en ellas perdido como las palabras en un libro. Mas la certeza aparece mientras el sí mismo se escribe (Mena, 2009). “Cap” fue otro de los escritores defensores de la cantidad pero actuando de una forma más drástica, ya que 23 generalmente realizaba sus throw ups encima de la obra de otros escritores defensores de la calidad, por lo cual no obtuvo el respeto de la mayoría de los escritores como ocurrió con el caso de “In” (Silver, 1983). Esta competición entre calidad y cantidad continuó hasta principios de los 80, cuando el graffiti entra en una etapa crítica para su supervivencia. Casi todas las piezas se realizaban en las diferentes cocheras de metro repartidas por la ciudad. Los escritores escalaban los muros, se colaban por las alambradas o saltaban los enrejados. También accedían por los apartaderos subterráneos descendiendo a las vías por los andenes o caminando por la plataforma que cubre el carril conductor hasta llegar a los trenes estacionados. Los escritores podían acceder a estos lugares con relativa facilidad, hasta que en 1980 el ayuntamiento de Nueva York, ayudado por la transit Police Departament, decidió una supuesta solución para desaparecer esta forma de expresión incrementando la vigilancia y los métodos de seguridad como muros más altos, dobles alambradas, perros, etc. En cocheras y apartaderos. Aunque los esfuerzos de la MTA por desaparecer al graffiti ya echo todo un movimiento de margen social fueron demasiados, no se corrijo el supuesto “problema” que afectaba a la forma y estilo de vida de los neoyorkinos, el espectáculo del graffiti siguió cobrando vida, aquel espectáculo, comprendido en su totalidad, es a la vez el resultado y el proyecto del modo de producción existente. No es un suplemento al mundo real, su decoración añadida. Es el corazón de irrealismo de la sociedad real. Bajo todas sus formas particulares, información o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones, el espectáculo constituye el modelo presente de la vida socialmente dominante. Es la afirmación omnipresente de la elección ya hecha en la producción y su consumo corolario. Forma y contenido del espectáculo son de modo idéntico la justificación total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El espectáculo es también la presencia permanente de esta justificación, como ocupación de la parte principal del tiempo vivido fuera de la producción moderna (Debord, 1967). Con motivo del 75 aniversario de la MTA, también se incrementó el control y mantenimiento de trenes, que eran inmediatamente lavados y repintados. Todo esto hizo disminuir en cierto modo las pintadas en el metro, aunque no conseguían acabarcon ellas definitivamente. El futuro del graffiti era incierto, pero estos no eran los últimos problemas. Los fabricantes de pintura hicieron un spray de válvula fija desapareciendo así los pulverizadores gruesos, éstos según “Caz”: "haría que el graffiti retrocediera a su 24 primera etapa, antes de que aparecieran las grandes pintadas". Otra opinión más optimista era la de “Fred” que afirmaba: "Los escritores encontrarán otras posibilidades, la tecnología juega un papel importantísimo; sería difícil hacer throw ups y obras maestras o cualquier otra cosa salvo firmas con un spray fino, pero también se pueden cambiar los estilos; los escritores siempre pueden inventarse otros nuevos que se adapten a los materiales de los que disponen (Méndez y Garrido 2002). El escritor “Fred” toma como principal arma ya no su aerosol si no su voz, su propia palabra y el hacer una experiencia con el habla quiere decir, por tanto: dejarnos abordar en lo propio por la interpelación del habla, entrando y sometiéndonos a ella. Si es verdad que el ser humano tiene por morada de su existencia la propia habla independientemente de si lo sabe o no entonces la experiencia que hagamos con el habla nos alcanzará en lo más interno de nuestra existencia (Heidegger, 1987). Hay ideas y sentimientos que solo emergen o se convierten en actos en los individuos ligados en masas (Freud, 2001). En las guerras de estilos existe un momento muy importante, puesto que nos encontramos ante el nacimiento de las crews (Equipos, grupos). Su objetivo es la de hacerse más fuertes y así conseguir el respeto de los demás, de dos a mas integrantes cada crew y sus miembros representan a uno solo, el crew. Si los individuos dentro de la masa están ligados en una unidad tiene que haber algo que los una, y este medio de unión podría ser justamente lo característico de la masa (Freud, 2001). Hay que tener en cuenta de que el hecho de que haya más miembros de un mismo grupo poniendo el mismo nombre facilita el acto de gettin’ up. En la crew, entendiéndola como una masa, todo sentimiento y acto son contagiosos, y en grado tan alto que el individuo sacrifica muy fácilmente si interés personal a su interés colectivo (Freud, 2001). Asimismo, abriga un sentimiento de omnipotencia; el concepto de lo imposible desaparece para el individuo inmerso en la masa (Freud, 2001). Esta época de esplendor no durará eternamente. En los primeros años de los ochenta, la MTA (Metropolitan Transit Authority) de Nueva York, comienza su encarnizada lucha contra el graffiti. Se denomina a los escritores como buffs (entusiastas) y se comienzan a tomar medidas tales como instalar nuevas vallas más sofisticadas en las cocheras de los vagones de metro, perros de vigilancia, recubrir los vagones con pintura resistente, aumento 25 de la cuerpos policiacos. Esto empieza a hacer flojear el graffiti de algún modo. Algunos escritores buscarán artimañas para seguir adelante en esta particular lucha (Silver, 1983). Otros buscarán otras alternativas, una de ellas es la de cruzar el Atlántico rumbo a Europa, dando a conocer esta subcultura en el viejo continente. Dentro de esta masa lo improbable e imposible, no existe para ella, buscando así contagiar al mundo con la resistencia de expresar libremente sin dejarse atrás y mucho menos dejarse aplastar por una gran represión hecha por el sistema de los Estados Unidos. Estos sentimientos son fuertes apasionados, aunque simples, por eso no reconocen la duda ni la incerteza (Freud, 2001). Aparte de la particular guerra con la MTA, aparece un nuevo personaje del lado del sistema, ejerciendo el papel de villano y contribuirá también al declive de writting. Hablamos del crack que se adueña de la Gran Manzana y por si fuera poco, esta droga letal no viene sola, sino que trae consigo todo lo que rodea a un mercado negro: Violencia y dinero. Es una época en la que un arma de fuego es algo al alcance de cualquiera, y esto, de algún modo, cambia la mentalidad y el espíritu de muchos de los escritores de graffiti. Pero esto no es todo, se empiezan a promulgar leyes restringiendo la venta de pintura a los jóvenes, se obliga a los vendedores a guardar la pintura bajo llave y se endurecen las penas contra los escritores de graffiti. La gota que colma el vaso es sin duda el hecho más perjudicial. No basta con tener a las autoridades en contra sino que la propia sociedad norteamericana e incluso los medios de comunicación a través en muchos casos de campañas políticas; empiezan a volverse contra ellos. Surgen brigadas e incluso asociaciones de vecinos anti- graffiti que promueven campañas y carteles. Surgen anuncios en televisión y en la prensa intentando concienciar del mal que las pintadas producen en la sociedad (Silver, 1983). Todo esto hace a los escritores mucho más territoriales y agresivos. Este aparente declive no es otra cosa que una etapa de respiro de la inminente llegada de que se vino encima, un segundo estallido, aparece el movimiento hip-hop. A mitad de esta década de los ochenta el graffiti se encuentra ante un periodo que podríamos denominar como una fase de supervivencia. Cuando todo parece ya perdido con la MTA como dueña y señora de la situación y la Transit Police en plenitud de fuerzas, cuando los tags, throw ups y demás elementos empiezan a escasear de manera alarmante o bien están tan escondidos que nadie los ve (Silver, 1983). El fenómeno se hace underground, callejones, casas abandonadas, puentes ahora empiezan a formar parte del escritorio para el graffiti; durante esta escasez de 26 pintura visible en las calles y los trenes, aparece en la escena el Hip-hop quien rescata al graffiti de esta oscura fosa. La explosión a mediados de los ochenta del movimiento Hip- Hop reaviva la llama de la neoyorkina cultura del writing. Esto anima de nuevo a los escritores de graffiti. Todos quieren ser b-boys (seguidores del hip hop). Los writers acompañados ahora por los breakers (bailarines de breakdance), DJ´S y los MC’S (cantantes de rap), están otra vez en la escena (Silver, 1983). Desde la Costa Oeste en California, llegan las noticias de la relativa facilidad para pintar trenes de mercancías, lo que animo a muchos escritores a tomar sus latas de pintura e ir a escribir sobre la superficie de los trenes, aunque muchos puristas neoyorkinos verán mal el graffiti en los trenes de mercancías; pues como sería posible que los trenes comerciales sean ensuciados con semejante pintura. También fomenta la resurrección del writing de forma inconsciente el acto de que la MTA empiece a retirar vagones averiados (trash trains) a cocheras para chatarra en Brooklyn, lo que hace que los apasionados del metro vuelvan a la carga impulsados por la esperanza de revivir los viejos y mejores tiempos, o por el simple hecho de tener una foto con su pieza en un vagón de metro neoyorkino. Sea como sea el writing resurge de entre sus cenizas, aunque los viejos tiempos nunca volverán (Méndez y Garrido 2002). Se ha reconocido la influencia de este movimiento en América Latina. Sin embargo, en el continente la expresión graffiti adquiere su particularidad a partir de los contextos específicos en que se desarrolla, las mezclas diversas, reinvenciones, transculturaciones, que justifican la búsqueda de lecturas y de herramientas críticas especiales para el graffiti que se expone en los muros de nuestras ciudades. En nuestra región, es posible distinguir un primer gran período del graffiti, que se ha emparentado con el “clima revolucionario” de los años 60 (Sandoval, 2002). En su mayoría de las veces el graffiti y los escritores de graffiti en América latina se entienden como objetos culturales complejos, discursos y prácticas significativas, propiamente urbanas y dinámicas en su interrelación con las ciudades en que se inscriben y escriben, ya que ellas no sólo constituyenel soporte de esta expresión gráfica: el graffiti hace parte de su producción, insertándose en el flujo de discursos e imaginarios que contribuyen a crear la ciudad, material y simbólicamente. La ciudad se entenderá aquí como un espacio complejo, que se ha reconocido cada vez más 27 como clave para la comprensión de la experiencia humana contemporánea, así como de la producción y consumo simbólicos. Así, como contraparte de los procesos de des-territorio progresivo promovido por los procesos de globalización, la ciudad se eleva como una referencia básica para definir las formas contemporáneas del habitar y de los intercambios de sistemas simbólicos (Sandoval, 2002). Empiezan las giras de escritores americanos por Europa así como las de europeos por la pasión hacia el graffiti, donde este arte se va adueñando e instalándose en las calles, apropiándose de las paredes y las canchas de deporte de la ciudad; contagiando a los jóvenes europeos y latinos provocándoles la misma manera de decir algo. Algo que ahí esta y que poco a poco se ira diciendo, se ira narrando escribiendo con letras, dibujos con un alto contenido visual, el graffiti se apropia de los muros de Europa y Latinoamérica. Y esto es así porque se ha hecho evidente la radical importancia que reside en la determinación narrativa de lo que ocurre (Fuentes, 2002). Es aquí donde, por otra parte, radica la fragilidad de lo escrito; las palabras no viven ni piensan por si solas (Fuentes, 2002). El escritor de graffiti actúa como emisor de aquello que está ahí y que de alguna u otra manera se dice pintando. A esto le sigue la proliferación de los fanzines de graffiti, que pasan de ser de fotocopias en blanco y negro a revistas a todo color e incluso a editarse como publicaciones desde el punto de vista “legal” y, como no, el último gran salto: El graffiti en Internet, donde infinidad de páginas recogen todo tipo de fotos y textos, reportajes, entrevistas a personajes, webs dedicadas a un sólo crew o incluso a un sólo escritor, páginas de la vieja escuela, páginas de graffiti en trenes, chats, foros y un largo etcétera. Con todo el “apoyo” de los medios masivos de comunicación el graffiti logra propagarse cada vez más, llegando a ser una forma de comunicación, aunque evidentemente el Internet y los medios no lo muestran en su forma pura, este lenguaje conserva su función representativa; en cada una de sus articulaciones, desde el principio de los tiempos, ha nombrado. En sí mismo no es más que un inmenso rumor de denominaciones que se cubren, se encierran, se ocultan y sin embargo, se mantienen para permitir analizar o componer las representaciones más complejas (Foucault, 2007). Justo allí en el interior de la pintura, los trazos y el espesor de colores, allí donde la significación parece tomar apoyo mudo sobre las silabas insignificantes, hay siempre una denominación dormida, una forma que tiene encerrada 28 entre sus paredes sonoras el reflejo de una representación invisible y por ello, imborrable (Foucault, 2007). Todo esto y mucho más expanden y consolidan este arte de la calle pese al esfuerzo inútil de las autoridades siendo incluso a veces ellas promotoras y financiadoras de muchos de los eventos y/o actividades llegando incluso hasta las galerías de arte o generar dinero a sus autores. Los cada vez más espacios cedidos para practicar este acto de manera legal fomentan por un lado el desarrollo e integración del fenómeno en la sociedad y la decepción e inconformismo de los más puristas por otro. Por otra parte, atribuye tanto a esas ideas como a los conductores de los medios masivos un poder misterioso, irresistible que denomina “prestigio”: El prestigio es una suerte de imperio que ejerce sobre nosotros un individuo, una obra o una idea. Paraliza por completo nuestra capacidad de crítica y nos llena de asombro y respeto (Freud, 2001). De esta manera quedando vagamente informados de cómo surge el fenómeno y que se dicen y dicen los escritores de graffiti, provocando que se comercialice y que de alguna manera se tome muy a la ligera este arte, esta forma de decir. Sólo queda nombrar que el arte del writing ha pasado queramos o no, a formar parte de nuestras calles, nuestros barrios, nuestras ciudades. En definitiva, de nuestras vidas, en un mundo en el que el poder de la imaginación está en las manos de los jóvenes escritores de graffiti (Méndez y Garrido 2002). 29 LA CIUDAD DE MEXICO Y EL GRAFFITI “Nosotros iremos así a su casa… como una pintura nos iremos borrando aquí sobre la tierra…” Nezahualcóyotl En el México profundo se tienen noticias de muchas expresiones artísticas encontradas en diferentes lugares y espacios ceremoniales, tal es el caso de Boca de Potrerillos, en Nuevo León. La zona arqueológica también es conocida como zona de petroglifos, ya que presenta una gran cantidad de manifestaciones grabadas sobre las rocas, diseminados sobre la parte terminal de la sierra de la Zorra, con un total de 8000 imágenes grabadas en distintas épocas, imágenes que, comparadas con las tags actuales vislumbran la clara evidencia cultural. Todo el cerro está lleno de fósiles y petroglifos de los antiguos pobladores del estado, grupos nómadas que se establecían temporalmente en estos rumbos y que dejaron constancia en las rocas con grabados sobre la cuenta de los días, animales del desierto, dioses e incluso ceremonias con los chamanes. En Tlaxcala se encuentra Cacaxtla, zona arqueológica que muestra pintura mural prehispánica, realizada entre los años 600 y 700 D.C. En Cholula, Puebla, hay murales elaborados en los años 200 D.C. con la técnica del temple (Hernández, 2008). Lo pensado ahí se a narrado por sí solo, ahí está en esas rocas, es cuestión de mirar y escuchar lo que ahí está, el pensamiento se narra, decimos, no obstante el pensar no es simétrico con el narrar, o que es lo mismo el pensar no es lo mismo, el pensar no es un hecho solo lingüístico (Fuentes, 2002). También el pensamiento está escrito y más aún grabado para que otros lo vean y lo seguirán viendo al paso del tiempo. El gusto por seguir pintando llegó a México en los muros de la recién construida ciudad de México; los enemigos de Hernán Cortés pintaban romances, injurias o sarcasmos para burlarse de él, y Cortes se limitó a escribirlo en papel blanco, papel de necios, lo cual inauguro una costumbre que ha persistido hasta la fecha. Díaz del Castillo (1960) en Zapiain, (2007); ejemplifica también la acción graffitera de los militares subalternos de Hernán Cortés, después de haber conquistado y sometido a la ciudad de Tenochtitlan en 1521. Descontentos por la paga recibida con motivo de esa acción, los soldados 30 arremetieron de manera anónima sobre las paredes de la morada de su general. Nos relata el cronista Díaz del Castillo: Como Cortés vivía en Coyoacán en un palacio que tenía paredes blancas, donde buenamente se podía escribir con carbones y otras tintas, cada mañana aparecían escritos muchos motes maliciosos, algunos en prosa, otros en verso. Algunos decían que no nos nombráramos conquistadores de la Nueva España sino conquistados por Hernán Cortés; otros decían que no le bastaba tomar buena parte de oro como general sino que lo tomaba como rey; otros escribían: ¡Oh, qué triste está el ánima mea, hasta que el oro no vea! y aun decían palabras que no son para poner en esta relación. Cuando Cortés salía de su aposento por las mañanas, leía los versos y las prosas, y como él también era algo de poeta y se preciaba de dar respuestas apropiadas, un día escribió: Pared blanca, papel de necios; y al día siguiente apareció escrito: Su Majestad lo sabrá muy presto. Y Cortés se enojó y dijo públicamente que ya no escribieran maldades y que castigaría a los ruines desvergonzados. Como se puede observar, el ingenio y la creatividaden este y en muchos otros episodios históricos remiten al uso del graffiti para exponer a la mirada pública la queja y la inconformidad, como formas de denuncia frente a la injusticia. Esta particularidad del graffiti se ha conservado a lo largo de la historia y su práctica discursiva ha cobrado peculiar fuerza al asociarse con importantes movimientos sociales y culturales (Zapiain, 2007). En los muros coloniales se pegaban ordenanzas y pregones, y como no había periódicos ni libertad de expresión, las paredes se utilizaban para desahogar rencores o protestas, amparados los vecinos en el anonimato y la impunidad (Hernández, 2008). Esta sociedad aparte, como una parte de la sociedad y como instrumento de unificación. En tanto que parte de la sociedad, es expresamente el sector que concentra todas las miradas y toda la conciencia. Precisamente porque este sector está separado es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia; y la unificación que lleva a cabo no es sino un lenguaje oficial de la separación generalizada (Debord, 1967). El tiempo no ha cambiado mucho; cabinas de teléfono, baños públicos, vagones de metro, muros de edificios públicos, hoy la ciudad se desviste de toda clase de propaganda de partidos políticos, anuncios espectaculares y anuncios que incitan al consumo, burlas y befas populares etc. Nuestros muros son decorados de manera gratuita y espontánea por estos artistas anónimos. 31 Nadie trajo el graffiti, el arte de pintar las paredes ya existía. Luego vinieron los grabados de Posadas los murales de Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco; surgen las pintas de consigna social de parte de la gente que estuvo involucrada en el movimiento ferrocalirero en apoyo de Demetrio Vallejo y Valentín Campa; además del movimiento magisterial de 1959, cuando las pintas de los muros eran un medio de comunicación para expresar la lucha y la inconformidad social. Estas pintas eran realizadas con nitrato de plata en la oscuridad, y al amanecer cuando quedaban expuestas al sol, se volvían negras, este y materiales como el aceite quemado fueron ocupados y reflejaba la escasa economía en las agrupaciones sociales que clandestinamente trabajó pintando los muros de la ciudad por miedo a ser descubiertos o reprimidos, la expansión total se dio en los sesenta junto con el movimiento del 68, el auge prosiguió en los setenta de una intención evidente política. Pese a ello, la migración, la culturización e ideologización norteamericana juegan un papel crucial, donde la historia de los movimientos sociales es vedada y el legado de los grupos no existe para muchos escritores que se incursionarán al graffiti hasta los 90´s. Los grupos comenzaron a formalizarse y verse influidos con la llegada de la película the warriors, este filme influyó mucho en el escenario juvenil de la década de los 80´s, así los chavos banda se ubicaron en la periferia de las grandes ciudades y mantuvieron vínculos profundos con su territorio, cuya defensa era el motivo de los conflictos endémicos, simbólicos históricos y sangrientos. Las bandas delimitaban su territorio con latas de spray escribiendo su nombre y algún dibujo que los representara, tales como: “la blanquita”, “la 17”, “los mocambos”, “los mierdas punks”, “los patanes”, “los panchitos”, “los bucks” etc. En las calles los chavos banda sin más recursos que una lata de spray bombardeaban las paredes para dejar su huella, las marcas en el barrio, como el único territorio público, ese lugar cargado de coraje, afectividad, frustración, nostalgia, recuerdos y adrenalina contenida que es de ellos, les pertenece, le pertenecía a la banda; por qué significaba que cada uno de sus miembros estaba constituido por el barrio: “los soldados se visten de verde, nosotros de mierda” (pinta en la colonia agua azul 1983, banda Mierdas Punks). “Temblamos de frío y de odio, pero estamos juntos. Y somos los mismos que todos temen. No queremos a nadie, ni a nosotros mismos, Nos duele nuestra vida y la de otros, mejor morir pronto” (Pinta de la banda de los Pancitos, Tacubaya, 1981). (Hernández, 2008). Hay sin duda dentro de estos grupos y en cada miembro de la banda momentos expresivos y pre- 32 lingüísticos, el estar en búsqueda para “descubrir” como decir eso que se piensa. Incluso el pensar debe muchas veces sacudirse del lenguaje para acceder a lo creativo (Fuentes, 2002). Mientras los chavos banda tomaban simbólicamente como propias las calles y los muros de estas mediante la lata de spray o la pinta con brocha, iniciaban los concursos de pintas de murales callejeros, las vecindades de Tepito pintadas por el grupo cultural “Tepito Arte Acá” del maestro Daniel Manríquez y compañía, y cientos de cosas que daban el pionero del graffiti en México y al que vale la pena hacer homenaje es a Macrovio López, indígena poblano fusilado por ser descubierto pintando insignias contra el gobierno. Un joven conocido como “Escape” fue de los pioneros en la edición de fanzines en este género en la zona oriente. Después del primer evento conocido en la colonia Pantitlán Zona 7 se dedicó a fotocopiar algunas fotos de graffiti y distribuirlas entre los jóvenes de los alrededores; el centro de distribución fue el tianguis del Chopo y en los eventos subsecuentes de Expo- graffiti, a los que asistían muchos jóvenes ansiosos por conocer más de este fenómeno (Hernández, 2008). Los escritores de graffiti mexicanos son influidos profundamente por la subcultura californiana con el graffiti cholo, el tatuaje basado en caligrafías góticas, y el skate, de Nueva York con el wild style y el hip-hop. Dichas influencias son de tal relevancia que desde ahí se entiende el graffiti mexicano, sin embargo existen otras manifestaciones conectadas directamente, es el caso de la militancia del sector anarquista y punk, así como las representaciones del zapatismo, las huelgas estudiantiles, el caso de Atenco, la APPO en Oaxaca, los movimientos surgidos en las elecciones presidenciales de México 2012 etc. El graffiti se ha convertido en símbolo de rebeldía y en icono de identidad para un sector de la juventud; en México es una agresión visual para cualquier sistema político establecido, jeroglíficos modernos que son muy difíciles de descifrar por los transeúntes, el graffiti ya no es clandestino, es cotidiano, oficial; el capitalismo, la difusión y lógica del mercado lo ha convertido en un producto juvenil idóneo para ser absorbido por las marcas y la publicidad. La llegada de herramientas producidas especialmente para graffiti como aerosoles, caps de varios tipos, fat caps, punto verde, punto rosa, banana, skiny, b16, poket y más, distintos tipos de marcadores, aerógrafos, stencils, fanzines, materiales adhesivos y revistas; toda una industria y espectáculo juvenil de consumo han llevado al graffiti al 33 ámbito comercial. En ese movimiento esencial del espectáculo, que consiste en incorporarse todo lo que en la actividad humana existe en estado fluido para poseerlo en estado coagulado como cosas que han llegado a tener un valor exclusivo para la comunidad de escritores de graffiti en México, reconocemos a nuestra vieja enemiga, que tan bien sabe presentarse al primer golpe de vista como algo trivial que se comprende por sí mismo, cuando es por el contrario tan compleja y está llena de sutilezas, la mercancía. El mundo a la vez presente y ausente que el espectáculo hace ver, es el mundo de la mercancía dominando todo lo que es vivido. Y el mundo de la mercancía se muestra así tal como es, puesto que su movimiento equivale al distanciamiento de los hombres entre sí y respecto de su producto global (Debord, 1967). Pese a todo esto algunos escritores de graffiti en México logran estar fuera del consumo, no obstante no se escapan del mismo, estos a su vez fabrican sus propios utensilios, stencils hechos a mano y marcadores
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