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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. ESCUELA NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS. “ANTOLOGÍA DE ARTE MEDIEVAL Y RENACENTISTA” TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN DISEÑO GRÁFICO PRESENTA: LUIS ALEJANDRO RAMOS MARTÍNEZ DIRECTOR DE LA TESINA: LIC. ERIC ESCOBEDO ANZURES MÉXICO D. F. 2006 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Gracias a Dios, gracias a mis padres, gracias a toda mi familia, gracias a los profesores, gracias a todas las personas que me ayudaron y me apoyaron. Dios los bendiga a todos. ÍNDICE. Título. Página. CAPÍTULO I. ARTE BIZANTINO. 1 MARCO HISTÓRICO. 2 Emperadores Bizantinos. 2 ANTECEDENTES. 3 INTRODUCCIÓN. 4 Territorio. 5 Lugares con obras Bizantinas (Imperio Romano de Oriente). 7 Bizancio – Constantinopla – Estambul. 7 ARTE. 8 La Estética Bizantina. 8 PERIODO PROTOBIZANTINO. 10 Arte 11 Arquitectura 11 Mosaicos 11 ÉPOCA JUSTINIANA 12 PERIODO ICONOCLÁSTICO 13 ÉPOCA MACEDÓNICA 13 Temática de la iconografía bizantina 13 Pintura 14 Arquitectura 14 Mosaico y Esmalte 15 ARTE COMNENO 15 ÉPOCA DE LOS PALEÓLOGOS 15 Programa Iconográfico de la época de los Paleólogos 16 Arquitectura 16 Pintura y Mosaicos 16 Escultura 17 IMPERIO BIZANTINO DE NICEA 17 Arquitectura 17 I Concilio de Nicea (325) 17 II Concilio de Nicea (787) 17 Nestorianismo 18 Monofisismo 18 SIGLOS FINALES 18 AUTORES (en orden cronológico) 20 ILUSTRACIONES 21 CAPÍTULO II. ARTE IRLANDÉS 22 INTRODUCCIÓN 23 Territorio 23 Lugares con Arte Irlandés 24 RELIGIÓN 24 La Cristiandad Irlandesa 24 La fe de una isla de piedra 24 Viajes de monjes hacia Irlanda 24 ARTE 24 ARQUITECTURA 25 ESCULTURA 26 La naciente cruz Céltica 27 Pendón vívido de fe 27 Campo de paz y paganos Cristianos 27 La cruz invicta 27 PINTURA 29 Miniaturismo en Evangeliarios, y manuscritos 29 ORFEBRERÍA 30 MÚSICA 32 AUTORES (en orden cronológico) 32 ILUSTRACIONES 33 CAPÍTULO III ARTE ANGLOSAJÓN 35 INTRODUCCIÓN 36 Llegada a Britania de Anglos, Sajones, y Jutos 36 Lugares con obras de Arte Anglosajón 36 Reyes Anglosajones 36 LA CULTURA ANGLOSAJONA 37 Literatura 37 Idioma 37 ARTE 37 ARQUITECTURA 37 Estilos de iglesias 38 PINTURA 38 MINIATURA 38 ESCULTURA 40 ARTES MENORES 41 AUTORES (en orden cronológico) 41 ILUSTRACIONES 42 CAPÍTULO IV. ARTE VIKINGO 43 MARCO HISTÓRICO 44 Cronología de la Era Vikinga 44 INTRODUCCIÓN 45 Territorio 45 Lugares con Arte Vikingo 45 Los pueblos Escandinavos antes de la migración 46 Europa durante la Era Vikinga 47 Primera oleada y fundación de Estados Vikingos 48 Los resultados de la expansión Noruega 48 La expansión de los Varegos Suecos 49 El dominio Danés 49 La segunda oleada Vikinga y el final del movimiento de expansión 50 El imperio Danés 50 La segunda expansión noruega 51 La segunda expansión Sueca 51 La resistencia occidental a las incursiones Vikingas 51 Ciudades y unidades político-administrativas 52 Una sociedad violenta 52 Economía 53 Navegación 54 VIAJES 54 A Oriente 54 A Occidente 54 Al Atlántico 55 Colonizaciones 55 Rutas comerciales 56 CULTURA 56 Lenguaje y Escritura 57 Religión Escandinava 57 Dioses Nórdicos 57 Cosmogonía mitológica 59 Templos y Cultos 60 El advenimiento del Cristianismo 61 ARTE 61 Arquitectura 62 Escultura 62 Artesanías y Joyas 64 Metalistería 64 Monedas 65 Vestido 65 Juegos 66 CAPÍTULO V. ARTE ISLÁMICO 68 INTRODUCCIÓN 69 Civilización Islámica 69 Territorio 69 Lugares con obras de Arte Islámicas 70 Economía y Sociedad 70 El papel de las mujeres en el Islam 70 DESARROLLO HISTÓRICO 71 Periodo Clásico 71 Los Omeyas 71 Los Abasíes 72 Disgregación y nuevos poderes 71 RELIGIÓN 74 El Islam 74 Doctrina islámica 75 Desarrollo y expansión 75 Monoteísmo 75 Ética 75 Profetas 75 El Aniconismo 76 Sufismo 76 Los Mutazilíes 77 Filosofía medieval 77 ARTE 78 Orígenes y características 78 ARQUITECTURA ISLÁMICA 80 ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS 81 Mezquitas 82 Patio 82 Minarete 82 Cúpula 82 Iwan 82 Arco apuntado 83 Mimbar y Mansura 83 Madrazas 83 Decoración arquitectónica 83 Arquitectura Religiosa 83 Arquitectura religiosa Omeya 84 Arquitectura religiosa Abatida 85 Arquitectura religiosa Persa 85 Arquitectura religiosa en España, Egipto y Norte de África 85 Arquitectura Civil 86 Tumbas y Mausoleos 87 PINTURA 87 ARTES DECORATIVAS 87 Cerámica 87 Vidrio 87 Ebanistería y Eboraria 88 El Arte del bronce 88 Marroquinería 88 Textiles 88 Los Tiraz 88 Alfombras 88 AUTORES (en orden cronológico) 89 ILUSTRACIONES 93 CAPÍTULO VI. ARTE CAROLINGIO 96 INTRODUCCIÓN 97 Lugares con obras artísticas Carolingias 98 ARTE 98 La Estética Carolingia. 98 Arquitectura 100 La reforma del clero y sus consecuencias en la topografía de las Catedrales 100 Carácter innovador de la Arquitectura monástica 101 Escultura 102 Pintura 102 Miniatura 102 La iluminación de Manuscritos Carolingia 102 Orfebrería 103 AUTORES (en orden cronológico) 103 ILUSTRACIONES 104 CAPÍTULO VII. ARTE OTONIANO 106 INTRODUCCIÓN 107 Lugares con obras artísticas Otonianas 108 ARTE 108 La Plástica Otoniana 108 Imaginería Cristiana 108 Arquitectura 108 Hacia el muro Románico 109 Elementos arquitectónicos 109 La Westwerk Carolingia y su transformación 109 La cripta 110 Pintura 110 Pintura mural 110 El Libro, sus creadores y sus comitentes 111 Miniatura 111 La Imagen del Emperador 112 Escultura 112 Marfiles 113 Metalistería 113 El Antependium de la Catedral de Basilea 114 Los bronces monumentales en Hildesheim 114 AUTORES (en orden cronológico) 114 Resumende la Estética de la Alta Edad Media. 114 ILUSTRACIONES 116 CAPÍTULO VIII. ARTE ROMÁNICO 117 INTRODUCCIÓN 118 Lugares con obras de Arte Románicas 118 ARTE 119 La Estética de la Baja Edad Media. 119 Características del Arte Románico. 119 La Teoría de las Artes Plásticas en la Edad Media (Arte Románico). 120 Arquitectura 121 Francia 122 Alemania o el Sacro Imperio Romano Germánico 122 El reino Anglonormando 123 Los reinos Hispano-cristianos 123 Italia 124 Escultura 125 Pintura 126 Pintura francesa 126 Pintura italiana 127 Pintura alemana 127 Pintura inglesa 127 Pintura española 127 Miniatura 128 Metalistería 129 Vitrales 129 AUTORES (en orden cronológico) 129 ILUSTRACIONES 135 CAPÍTULO IX. ARTE GÓTICO 138 INTRODUCCIÓN 139 Orígenes 139 RELIGIÓN 139 Protestantismo 139 ARTE 140 Lugares con obras artísticas Góticas 140 Evolución y características principales 140 El Artista y la Sociedad 141 La Teoría de las Artes Plásticas en la Edad Media (Arte Gótico). 142 ARQUITECTURA 143 Expansión de la Arquitectura Gótica 144 Gótico temprano 145 Gótico clásico 145 Gótico radiante o rayonnant 145 Catedrales Góticas del siglo XIII 146 Gótico flamígero ó flamboyant 146 Estilo Isabelino 147 Estilo Manuelino 147 Estilo perpendicular (Perpendicular style) 147 Gótico final o tardío 147 Vidrieras 147 Catedrales francesas principales 147 Catedrales españolas principales 148 Catedrales Románico-góticas 149 El Gótico clásico en el ámbito rural 149 Las Catedrales del Gótico final 150 Arquitectura civil 150 ESCULTURA 150 Aparición del Naturalismo 151 Difusión de la Escultura Gótica 152 Artes decorativas 152 PINTURA 153 AUTORES (en orden cronológico) 153 Resumen de la Estética de la Baja Edad Media. 180 Evaluación de la Estética Medieval. 181 ILUSTRACIONES 184 CAPÍTULO X. ARTE RENACENTISTA 186 INTRODUCCIÓN 187 El Humanismo. La Corriente Ideológica del Renacimiento 187 Panorama Político en Italia (siglos XIV y XV) 188 RELIGIÓN 189 Reforma y Contrarreforma 189 Sociedad y Cultura Renacentista 189 ARTE 190 La Estética del Renacimiento 191 ARQUITECTURA 192 ESCULTURA 192 Escultura Renacentista Italiana 192 Escultura Manierista 193 Italia 193 Francia 193 España 194 PINTURA 194 I) Imitación de Grecia y Roma 194 Idealismo 194 Racionalismo 194 Naturalismo 195 Serenidad y equilibrio 195 Universalidad 195 Miniatura 195 EVOLUCIÓN DEL ARTE RENACENTISTA 195 Siglos XIII-XIV. El Trecento 195 Escuela Florentina 195 Escuela Sienesa 196 Siglo XV. El Quattrocento 196 Escuela Florentina 196 Escuela de Perusa 196 Escuela Veneciana 196 Escuela de Papua 197 SIGLO XVI 197 Escuela Milanesa 197 Escuela Romana 197 El Quattrocento Italiano (Florencia y los Medici) 197 Arquitectura del Quattrocento 198 Escultura del Quattrocento 199 Pintura del Quattrocento 200 El Cinquecento 201 Teoría del Arte del Renacimiento Clásico 202 MANIERISMO 203 La Estética del Manierismo 204 El Renacimiento en el Norte de Europa 206 El Renacimiento en los Países Bajos 206 El Renacimiento en Francia 207 El Renacimiento en Alemania 207 El Renacimiento en España 208 El Renacimiento en Latinoamérica 209 Evaluación de la Estética del siglo XVI 210 AUTORES (en orden cronológico) 210 ILUSTRACIONES 298 INDICE DE AUTORES EN ORDEN ALFABÉTICO Y POR CAPÍTULO. 303 GLOSARIO 318 GLOSARIO DE IMÁGENES 319 BIBLIOGRAFÍA 322 “ANTOLOGÍA DE ARTE MEDIEVAL Y RENACENTISTA” TEXTO DIDÁCTICO DE APOYO PARA LA ASIGNATURA DE ARTE MEDIEVAL Y RENACENTISTA. PRESENTACIÓN. El presente material fue diseñado para apoyar al alumno de la ENAP de las carreras de Diseño y Comunicación Visual y Artes Visuales, en el estudio de la asignatura de Arte Medieval y Renacentista; Respaldando al mismo tiempo al profesor de la asignatura, al considerar sus lineamientos didácticos en el desarrollo de los objetivos generales y específicos del curso, enfocando el contenido del material a los mismos. Auxilia al alumno en la introducción a la investigación y al estudio de las principales manifestaciones artísticas, la identificación de estilos, las influencias artísticas y su desarrollo durante dicho periodo, utilizando bibliografía de autores especializados y medios de fácil acceso al estudiante de la ENAP. 1 CAPÍTULO I ARTE BIZANTINO MARCO HISTÓRICO Emperadores Bizantinos Emperador Año Constantino 324-337 Constantino II 337-340 Constancio I 337-350 Constancio II 337-361 Juliano 361-363 Joviano 363-364 Valencia 364-378 Teodosio I 379-395 Arcadio 395-408 Teodosio II 408-450 2 Marcial 450-457 León I 457-474 León II 473-474 Zenón 474-491 Basilio 475-476 Anastasio I 491-518 Justino I 518-527 Justiniano I 525-565 Justino II 565-578 Tiberio I. 578-582 Mauricio 582-602 Focas 602-610 Heraclio 610-641 Heraclio Constantino y Heraclonas 641 Constancio II 641-668 Constantino IV 668-685 Justiniano II 685-695 Leoncio 695-698 Tiberio II 698-705 Justiniano II 705-711 Felipe 711-713 Anastasio II 713-715 Teodosio III 715-717 León III 717-741 Constantino V 741-775 León IV 775-780 Constantino VI 780-797 Irene 797-802 Nicéforo I 802-811 Estauraquio 811 Miguel I 811-813 León V 813-820 Miguel II 820-829 Teófilo 829-842 Miguel III 842-867 Dinastía Macedónica 867-1056 Basilio 867-886 León VI 886-912 Alejandro 912-913 Constantino VII 913-959 Romano I 920-944 Romano II 959-963 Nicéforo II 963-969 Juan I 969-976 Basilio II 976-1025 Constantino VIII 1025-1028 Romano III 1028-1034 Miguel IV 1034-1041 Miguel V 1041-1042 Zoe y Teodora 1042 Constantino IX 1042-1055 Teodora II 1055-1056 Miguel VI 1056-1057 Isaac I 1057-1059 Constantino X 1059-1067 Romano IV 1068-1071 Miguel VII 1071-1078 3 Nicéforo III 1078-1081 Dinastía Comneno 1081-1185 Alejo I 1081-1118 Juan II 1118-1143 Manuel I 1143-1180 Alejo II 1180-1183 Andrónico I 1183-1185 Isaac II 1185-1195 Alejo III 1195-1203 Isaac II y Alejo IV 1203-1204 Alejo V 1204 Teodoro I 1205-1221 Juan III 1221-1254 Teodoro II 1254-1258 Juan IV 1259-1261 Dinastía de los Paleólogos 1259-1453 Miguel VIII 1259-1282 Andrónico II 1282-1328 Miguel IX 1294 5-1320 Andrónico III 1328-1341 Juan V 1341-1391 Juan VI 1347-1354 Andrónico IV 1376-1379 Juan VII 1390 Manuel II 1391-1425 Juan VIII 1425-1448 Constantino XI 1449-1453 Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Lowden, John. Early Christian & Bizantine Art. Edit. Paidon Press Limited. London. 1998 ANTECEDENTES Entre la decadencia del Imperio Romano y el surgir de la Italia del Renacimiento, entre los años del 400 al 1400 de nuestra era, se supone, que el progreso de las Artes y las Ciencias, y en realidad de toda la vida cultural, atravesó una larga crisis e incluso se detuvo por completo. Pero esta versión es falsa. Pues entre estas dos épocas se encuentra la era de Bizancio, que se mantuvo durante oncesiglos y formó un enlace entre la antigüedad y el mundo Occidental moderno. Conservando los elementos unificadores del Imperio Romano y añadiendo una fuerza organizadora aún más poderosa: el Cristianismo. Estas fueron las fuerzas principales que forjaron la civilización Bizantina. Hacia la segunda mitad del siglo III, el Imperio Romano fundado por Augusto apenas 300 años antes, se enfrentaba a la desintegración. El sistema Imperial de Augusto, cuando alcanzó el poder, era el centro del mundo Occidental, pero a pesar de su posición de dominio, el estado Romano se encontraba en estado turbulento por luchas internas. Aunque conservando las formas gubernamentales de la República. En el siglo III, el Imperio había llegado a un punto próximo a quebrarse, por una combinación de factores: abuso de autoridad, ineficiencia burocrática, una Economía en bancarrota, guerras civiles, incursiones de los bárbaros e intrigas particulares. El clima político quedó evidenciado, cuando el Emperador Pertinax, fue asesinado por la guardia Pretoriana, la cual luego procedió a subastar el título. El ganador fue un rico Senador llamado Juliano. A los pocos meses, Juliano había sido depuesto y asesinado, y en el 235 reinaba la anarquía militar. En los siguientes cincuenta años hubo veinte Emperadores legítimos, además de innumerables usurpadores que gobernaron sectores del Imperio en diversas épocas. Ya no funcionaba el concepto de gobierno central y el poder estaba en manos de ejércitos provinciales que no eran fieles al Imperio, sino a sus propios jefes. Galia y parte de España estuvo gobernada como reino separado durante nueve años por un general llamado Póstumo. En oriente, la viuda de un Príncipe de Palmira, conquistó las provincias Romanas del Asia Menor e incluso extendió su influencia hasta Egipto, granero del Imperio, aunque finalmente fue derrotada por el Emperador Aureliano. El poder fue tomado por la fuerza de ejércitos, pero fracasaron al intentar soluciones al caos administrativo y económico doméstico. El dinero se depreció y la Economía degeneró en un sistema de pago por especies. Guerras sucesivas y repetidas pestes, redujeron el potencial humano y el Imperio seguía exigiendo hombres, mercancías e impuestos a las provincias ya casi agotadas. En esta escena, Diocleciano, un soldado, consiguió imponer el concepto del derecho divino del Emperador, al tomar el poder, e impuso varias medidas que contuvieron el ímpetu decadente de la Economía. Diocleciano dividió la administración entre dos Emperadores, uno en Oriente y otro en Occidente. Diocleciano asumió el cargo de Emperador en Oriente, eligiendo como capital a Nicomedia, no lejos de la ciudad que más tarde llegaría a ser Constantinopla. 4 Las medidas adoptadas por Diocleciano, para evitar la desintegración del Imperio Romano y al darle importancia a los dominios orientales, prepararon indirectamente la escena para el surgir de Bizancio. La estructura basada en el estado Romano, más el Cristianismo, que era una fuerza que estaba dentro del Imperio, contribuyeron a la creación de Bizancio. El Cristianismo se extendía por todo el Imperio, a pesar, de los innumerables obstáculos. Al principio el Cristianismo fue considerado por los Romanos, como otra Religión de las que se toleraban, mientras no fuesen contrarias a los intereses del estado, o indujera a disturbios civiles. Los Cristianos añadieron atractivo universal a su fuerza, asimilando mucho de las Religiones y Filosofías de los diversos pueblos del Imperio, y ayudados por éste, sin percatarse, al facilitar la tarea de diseminar la Palabra de Cristo, al ser utilizados el griego, el latín y la red Romana de ciudades y carreteras para comunicarse. En el siglo III estaba, ya en camino de convertirse en la fuerza más poderosa dentro del Imperio. Diocleciano impuso el concepto del Emperador como dios, y que le adorasen como tal. Los Cristianos se negaron, y el Emperador respondió en 303, promulgando, el primero de una serie de edictos, ordenando quemar libros sagrados, arrasar iglesias, esclavizar, encarcelar o torturar a los cristianos, sin distinción de sexo, edad, ni clase social. En 305, Diocleciano abdicó voluntariamente, su Imperio no tenía una fuerza integradora. En 311, cuatro jefes pretendían el título de Emperador, uno de ellos, de guarnición en Occidente, era Constantino. Constantino nació en Mesia, provincia Romana. Su padre Constancio, fue uno de los gobernadores de Diocleciano y más tarde, uno de los co-emperadores, su madre fue Elena, más tarde Santa Elena. Constantino fue proclamado Augusto al morir su padre en el 306. Constantino venció, uno a uno, a los otros Emperadores, a Majencio, Máximo y a Licinio, y él quedó como único Emperador de Roma en 323, y declarando su preferencia por el Cristianismo. Constantino tomó dos decisiones importantes para unir al Imperio, primeramente, le aseguró al Cristianismo un estado legal dentro del mismo, y la segunda decisión fue sacar la capital del Imperio de Roma, y después de valorar varias ciudades, escogió, según se dice por intervención divina, a Bizancio, una pequeña ciudad comercial en una posición estratégica en el mar de Mármara. La ciudad de Bizancio fue fundada por un colonizador Griego llamado Bizas, 658 o 657 a.C., cerca de mil años antes de que Constantino la eligiera como su nueva capital en el 324. Se llamó Bizancio, y luego Constantino la llamó Nueva Roma, pero más tarde fue conocida como Constantinopla, ciudad de Constantino el Grande, fue inaugurada el 11 de mayo del 330. Constantinopla se alzaba en un lugar estratégico, entre el mar de Mármara y el puerto conocido como el Cuerno de Oro. Con defensas naturales y ventajosas rutas comerciales, llegarían a la ciudad grandes cargamentos de víveres, especias y medicamentos a la creciente población. Constantino llevó desde Roma a los mejores pensadores, sus instituciones políticas y jurídicas, su Lengua, su Cultura y su Arte, pero en un aspecto fundamental, Constantinopla no era una imitación de la antigua Roma, pues había de ser una ciudad Cristiana. La actividad constructora de Constantino fue notable, pero la mayor transformación en el aspecto físico de Constantinopla, se produjo en el siglo VI, bajo el Emperador Justiniano. Emperadores posteriores ayudaron, pero la ciudad fue hasta la época de su captura, en sus características principales, tal y como la había dejado Justiniano. Justiniano llevó al extremo la idea del Imperio Universal. Las aspiraciones políticas eran apaciguar toda inquietud interna, comenzar la reconquista de los territorios arrebatados por los pueblos Germánicos, extender el imperio y asegurar las fronteras, reorganizar el derecho y revitalizar la prosperidad. Aunque en ocasiones el Arte del siglo V se considera como el Arte del primer periodo Bizantino, es más exacto encuadrarlo en el seno de la antigüedad tardía. En este periodo se desarrolló la transición entre la tradición Clásica del Arte Paleocristiano y el verdadero estilo Bizantino, iniciado poco después del año 500, cuando los retratos de los Cónsules asumieron el carácter hierático de los iconos religiosos. La edad de oro de este primer periodo Bizantino coincide con el reinado del Emperador Justiniano (527 al 565), constructor prolífico y mecenas de las Artes. La continuidad de las tradiciones y enseñanzas Filosóficas paganas hasta la tercera década del siglo VI (Escuela de Atenas) y el prestigio de la Literatura pagana transmitida en las escuelas públicas de Retórica, hicieron que la cultura Cristiana Protobizantina tuviera que ser más exclusivista y militantemente antipagana que su contemporánea Occidental. De esta forma uno de los rasgos distintivos de la literatura Protobizantina Cristiana seria su escepticismo, cuando o negación de la sabiduría antigua, y la inserción de todos los saberes en las Escrituras. La muy abundante literatura eclesiástica Protobizantina sería de exégesis de las Escrituras, de polémica contra el paganismo o las herejías. INTRODUCCIÓN Los años transcurridosdesde la muerte de Teodosio habían supuesto una paulatina separación del occidente Romano y de sus grupos dirigentes; mientras que el mismo poder imperial en aquellas tierras se había ido reduciendo a la sola península italiana. Y en esas condiciones era lógico que las ricas provincias orientales -de Asia Menor, Siria y Egipto- hicieran sentir su peso en la Corte de Constantinopla, tanto aceptando a una mayoría de gentes provenientes de sus círculos dirigentes, como buscando unos posicionamientos ideológicos (religiosos) más conformes con el sentir de aquéllas. Por otro lado, el fin de la dinastía de Teodosio significó también el de los especiales vínculos de la casa imperial con nobles de procedencia barbárica. Y la misma preponderancia de los orientales en la Corte supuso también la búsqueda de un ejército compuesto fundamentalmente de gentes de esa misma procedencia. Planteadas así las líneas de fuerza de la evolución política del Imperio durante el siglo V d.C. no cabe duda que los principales problemas que tuvieron que encarar los diversos gobiernos fueron de dos tipos: conflictos étnicos y conflictos religiosos. Aunque en más de una ocasión se entremezclaran unos y otros. Para su resolución los diversos gobiernos no sólo echaron mano de medidas coyunturales sino que también se procedió a muy importantes reformas administrativas, financieras y de legislación civil y religiosa (Concilios ecuménicos), algunas de las cuales habrían de 5 tener importancia decisiva en la posterior Historia Bizantina. Los problemas de tipo étnico que tuvo que enfrentar el Imperio en este siglo fueron fundamentalmente tres, presentados de forma más o menos sucesiva: Germánico, Isáurico y Búlgaro. De ellos los dos primeros se presentaron fundamentalmente como dificultades internas al Imperio; derivados de la problemática planteada por la existencia de algunas etnias especializadas en suplir de soldados al Imperio pero conservando su identidad étnica, y siendo utilizadas como instrumento de presión y de ascenso en la Corte imperial por parte de su jefes, que mantenían una específica situación de mando y autoridad sobre las mismas al margen de las estructuras político-administrativas del Imperio. La continuidad de las tradiciones y enseñanzas filosóficas paganas hasta la tercera década del siglo VI d.C. (Escuela de Atenas) y el prestigio de la Literatura pagana transmitida en las escuelas públicas de Retórica, hicieron que la cultura Cristiana Protobizantina tuviera que ser más exclusivista y militantemente antipagana que su contemporánea occidental. De esta forma uno de los rasgos distintivos de la Literatura Protobizantina Cristiana fue su escepticismo, o negación de la sabiduría antigua, y la inserción de todos los saberes en las Escrituras. La muy abundante Literatura eclesiástica Protobizantina sería de exégesis de las Escrituras, de polémica contra el paganismo o las herejías. Los investigadores lo han llamado Imperio Bizantino según el antiguo nombre de su capital, Bizancio, o también el Imperio Romano de Oriente, pero para los coetáneos, y en la terminología oficial de la época, era simplemente Roma y sus ciudadanos eran Romanos. El Griego era la lengua principal, aunque algunos habitantes hablaban Latín, Copto, Sirio, Armenio y otras lenguas locales a lo largo de su Historia (330-1453). Sus Emperadores consideraron los límites geográficos del Imperio Romano como los suyos propios y buscaron en Roma sus tradiciones, sus símbolos y sus instituciones. El Imperio, regido por un Emperador sin una constitución formal, lentamente formó una síntesis a partir de las instituciones tardorromanas, del Cristianismo ortodoxo y de la cultura y lengua Griegas. Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio Romano de Oriente en el 330 d.C. después de que Constantino I el Grande, el primer Emperador Cristiano, la fundara en el lugar de la antigua ciudad de Bizancio, dándole su propio nombre. De forma gradual la desarrolló hasta convertirla en una verdadera capital de las provincias Romanas orientales, es decir, aquellas áreas del Imperio localizadas al sureste de Europa, suroeste de Asia y en la parte noreste de África, que también incluían los actuales países de la península Balcánica, Turquía occidental, Siria, Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más oriental de Libia. Constantino estableció las bases de la armonía entre las autoridades eclesiásticas y las imperiales que duró a lo largo de la Historia del Imperio. Éstas incluían la creación de un sistema monetario basado en el solidus de oro, o nomisma, que perduró hasta la mitad del siglo XII d.C.. La prosperidad comercial de los siglos IV, V y VI d.C. hizo posible el auge de muchas antiguas ciudades. Las grandes propiedades dominaban el mundo rural y aunque los elevados impuestos tuvieron como consecuencia el abandono de la tierra, la Agricultura permaneció como la principal fuente de riqueza del Imperio. La Iglesia y la Corona adquirieron vastos territorios, convirtiéndose de este modo en los mayores terratenientes del Imperio. Una rigurosa regulación imperial sobre la pureza y suministro de los metales preciosos, al igual que sobre la organización del comercio y la actividad artesanal, caracterizaron la vida económica. El Emperador, encarnación viviente del derecho, emitió leyes, y era el último intérprete del derecho civil. La última responsabilidad en todas las cuestiones políticas y militares recaía sobre él; jugó un papel decisivo en la designación y cese del patriarca de Constantinopla, y otros cargos eclesiásticos. El Emperador estaba a la cabeza de un espléndido protocolo oficial, y la sociedad Bizantina se caracterizaba por un firme sentido de jerarquía y una minuciosa atención al protocolo. La concepción de la autoridad imperial, la creación del alfabeto Cirílico realizada por los misioneros bizantinos para los pueblos eslavos, así como la conservación de antiguos manuscritos Griegos y de la cultura Helénica por eruditos Bizantinos han sido las más importantes contribuciones del Imperio Bizantino a la posterioridad. Territorio Durante los 1123 de su existencia, desde 330 al 1453, las fronteras de Bizancio se mantuvieron inestables continuamente. En la era de Justiniano, en el siglo VI, se extendían desde España, al oeste, hasta las llanuras de Mesopotamia, al este, y desde el mar Negro y el Danubio, al norte, y hasta la zona costera de Africa mediterránea, por el sur, en el periodo final de Bizancio, los límites del Imperio se habían reducido tanto, que solamente comprendían la ciudad misma y partes del sur de Grecia. La primera fase de la historia Bizantina, del 330, hasta la muerte de Anastasio I en el 518, fue poco más que un intento de fortalecer y defender el antiguo Imperio Romano contra las fuerzas que amenazaban constantemente, y valiéndose de todos los medios a su alcance, trataban de arruinar su existencia. El Cristianismo entretanto, extendía su influencia a medida que el estado reprimía el Paganismo. Durante un breve periodo, el Emperador Juliano (361-363), intentó restablecer a los dioses de la antigüedad, cerró las iglesias, se desató la violencia y amenazó la anarquía. A su muerte sus sucesores, echaron atrás su política, hasta que en el reinado de Teodosio el Grande (379-395), el Cristianismo fue declarado Religión del Estado. En los siglos iniciales IV y VI, la mitad oriental del Imperio escapó en gran parte a los desastres que afligieron a la mitad occidental, cuando los invasores bárbaros entraron en Italia y otras partes de las posesiones romanas de Occidente. Este impulso de los bárbaros en Occidente influyó en gran manera en la caída del Imperio. El Occidente había entrado en un periodo de turbulencia, en el que iba a forjarse su porvenir e independencia. Bizancio, al evitar las consecuencias de las emigraciones bárbaras en Occidente, consiguió conservar su herencia de civilización y cultura Grecorromana, al mismo tiempo que es elaborado y proclamado el dogma teológico fundamental del Cristianismo.Bizancio surgió en parte, durante el periodo comprendido entre el inicio del reinado del Emperador Justino I, en 518 y hasta la muerte del Emperador Focas en el 610. La parte media, la cubre el último de los grandes Emperadores Romanos, Justiniano I. Fue durante este periodo que tomaron forma definitiva los principales aspectos de la cultura Bizantina, distintos de la cultura Romana. Justiniano quería restablecer el Imperio Romano original en toda su integridad. Pagó un tributo anual a los Persas que habían restaurado su Imperio y anuló la presión que habían aumentado sobre las fronteras orientales, desde el principio del siglo VI. Intentó recuperar las provincias occidentales y africanas ocupadas por las tribus Germánicas. 6 Recuperó África del Norte, Sicilia, Roma en 536 y a su muerte, los Ostrogodos habían sido derrotados en Italia, se habían reconquistado otras islas del Mediterráneo occidental, Córcega, Cerdeña y las Baleares, y las fuerzas Bizantinas habían penetrado el Sureste de España. La mayor parte de España seguía en manos de los Visigodos, y la provincia de Galia no fue nunca reconquistada. Pero fue este periodo en el que el Imperio Romano, comprendía, por última vez, casi toda la región mediterránea. Justiniano también se propuso restablecer el Imperio internamente. Reformó la administración, aboliendo la venta de cargos y centralizó la burocracia. Construyó nuevas fortificaciones en Europa y Asia. El mayor y más perdurable monumento de Justiniano a la sociedad Bizantina, y a la sociedad occidental, fue su codificación del Derecho Romano, pues al ser recibido en Occidente en el siglo XI, contribuyó a dar forma al desarrollo del pensamiento legal y político latino. Lo que trasciende, en el reinado de Justiniano, fue el florecimiento del genio Bizantino, antes que la efímera conquista de territorios. La desintegración que amenazó al Imperio en los años que siguieron a Justiniano, fue temporalmente detenida por el Emperador Heraclio (610-641), que comenzó también la organización del Imperio en una serie de provincias militares, sistema que debía continuar siendo la base del gobierno durante los siglos siguientes. Pero esto sólo fue un respiro, pues las tribus de Arabia central, habían penetrado a través de Palestina, Siria, Egipto y Persia. Cuando Heraclio murió en el 641, el Imperio había perdido para siempre sus posesiones de extremo sureste. Al final de la dinastía Heracliana en 711, Bizancio estaba reducido a la península de Anatolia, la costa de los Balcanes, el Sur de Italia y la isla de Sicilia. Y hacia fines del siglo VII, apareció en los Balcanes otro enemigo: los Búlgaros. En el 717, Constantinopla fue sitiado por segunda vez por los Musulmanes y acudió en su socorro un General de las tropas de Anatolia. Coronado luego como León III (717-775), y fundador de la dinastía Siria, él y su hijo, Constantino V (741-775), rechazaron al los Musulmanes hasta el borde meridional de Anatolia. Continuó la reorganización de las provincias, comenzada en tiempos de Heraclio, y completó así la consolidación de Bizancio, como Estado relativamente pequeño, organizado para la defensa contra los enemigos que la rodeaban. Espiritual y territorialmente, el Imperio Romano mundial se había transformado en el de Bizancio. Aunque perdió la mayor parte de sus conquistas y se desvaneció el elemento latino en la parte oriental del Imperio. Bizancio era predominantemente Griego, tanto por su lenguaje, como por su civilización. Una larga lucha familiar acabó por destruir la dinastía Siria, y ensanchó la brecha entre Bizancio y Occidente. El cenit de las realizaciones de Bizancio, llegó bajo la dinastía Macedónica, su fundador, Basilio I (867-886), inició la nueva era de triunfos militares, especialmente León VI (886-912). Basilio I regeneró la administración de justicia, y se esforzó en reconciliar a la Iglesia griega con la latina, también perteneció a esta dinastía Constantino VII (913-959), patrono de las Artes y Basilio II (916-1025), austero soldado y estadista. Fue un periodo de expansión externa y prosperidad interna, la riqueza pasaba a través de las rutas comerciales del imperio, Basilio II convirtió al Imperio Bizantino en un gran poder, cuyos territorios se extendían desde las orillas orientales del Mar Negro, hasta el Adriático al Oeste, desde el Danubio al Norte, al Eufrates en el Sur. Pero a pesar de esto, existían signos de próximas dificultades. En Occidente, los normandos penetraban en las posesiones bizantinas de Italia. En 1054, las Iglesias de Roma y Constantinopla se excomulgan mutuamente. Todas las Repúblicas marítimas Italianas, deseaban expansionar su comercio. El fervor de las cruzadas iba en aumento en Occidente, estaba dirigido contra Oriente, pero llegaban a codiciar al mismo Bizancio. Por el Norte, las tribus estepas, penetraban a través de la frontera del Danubio. En la capital la estructura social se iba debilitando por la creciente independencia de la aristocracia rural. Finalmente, en las fronteras orientales se hallaba siempre el peligro de los Turcos. Bajo los Macedonios, Bizancio alcanzó nuevas alturas, por última vez. Lugares con obras Bizantinas (Imperio Romano de Oriente) Asia-medio oriente: Afrosidias, Agth’amar, Éfeso, Monasterio de Sta. Catalina (Monte Sinaí), Nicea (Iznik), Quíos, Trebisonda, Valle de Gareme, Valle de Soganli. Europa: Atenas, Castelseprio, Cefalú, Constantinopla ( act. Estambul), Dafni, Hosias Lukas, Kiev, Milesevo, Monreale, Nerezi, Novgorod, Ohrid, Palermo, Rávena, Roma, Sicilia, Sopocani, Tesalónica, Torcello, Venecia. Bizancio – Constantinopla - Estambul En el 324 d.C. el Emperador Romano Constantino I el Grande escogió la antigua ciudad de Bizancio, como nueva capital imperial, y más tarde la bautizó con el nombre de Constantinopla. Al igual que Roma, Constantinopla se construyó sobre siete colinas y antiguamente estuvo rodeada por murallas, que fueron erigidas por el Emperador Teodosio II en 413, y que hoy se hallan en ruinas en su mayor parte. La zona más antigua de la ciudad de Estambul se encuentra al Oeste y Sur del Cuerno de Oro, donde se encontraba la antigua Bizancio. Fanar, el barrio Griego, se encuentra dentro de la ciudad. Cruzando el Cuerno de Oro, al Noreste de Estambul se encuentra el barrio comercial de Galata, que se comunica con Estambul a través de varios puentes colgantes. Las zonas residenciales son Beyolu (Pera) y Usküdar, en el lado asiático del Bósforo. La institución más antigua de enseñanza superior es la Universidad de Estambul (1453); otras instituciones destacadas son la Universidad Técnica de Estambul (1773), la Universidad de Mármara (1883), la Universidad de Yildiz (1911), y la Universidad del Bósforo. Estambul es la principal sede del patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa oriental y la archidiócesis del patriarca de los Cristianos Armenios en Turquía; en la ciudad hay 200 iglesias Cristianas. Estambul tuvo una gran importancia histórica como la primera capital del Imperio Bizantino y más tarde como capital del Imperio Otomano. Su influencia en el desarrollo del derecho Romano, la Filosofía y el Arte Griego, y la Teología e Historia Cristiana, es enorme. Su significación política y cultural ha hecho que la ciudad sufriera numerosos asedios militares. Además de los Turcos, asaltaron la ciudad los Árabes (673-678, 717-718), los búlgaros (813, 913) y los ejércitos de la cuarta Cruzada, que conquistaron la ciudad en dos ocasiones (1203, 1204). Tras la caída de Constantinopla en manos Turcas en 1453, la ciudad se convirtió en la capital del Imperio Otomano ó Turco, 7 rango que mantuvo hasta 1923, cuando los dirigentes de la recién fundada República de Turquía designaron Ankara (entonces Angora) como nueva capital. Desde 1918 hasta 1923 Gran Bretaña, Francia e Italia ocuparon la ciudad. Su nombre se cambió oficialmente por el de Estambul en 1930. Población (1990), 6 620 641 habitantes. Bizancio experimentó cierta prosperidad en el siglo XII, pero su poder político y militar se desvaneció.Los cruzados, aliados con la república de Venecia, sacaron provecho de las luchas intestinas en Bizancio para apoderarse y saquear Constantinopla en 1204, estableciendo su propio Imperio Latino de Constantinopla. Se establecieron núcleos de resistencia Bizantina en Epiro (noroeste de Grecia), Trebisonda (ahora Trabzon, en Turquía), y de forma especial en la ciudad y región de Nicea (en la actualidad Iznik, en Turquía). El Emperador Miguel VIII Paleólogo recuperó Constantinopla de manos de los latinos en 1261 y fundó la dinastía de los Paleólogos, que gobernaron hasta 1453. Los recursos del Imperio gobernado por los Paleólogos fueron muy limitados en términos económicos, territoriales, así como en cuanto a la autoridad central. Las condiciones agrícolas empeoraron para la población rural. Los Turcos Otomanos, en plena ascensión, conquistaron los restos del Asia Menor Bizantina a principios del siglo XIV. Después de 1354 ocuparon los Balcanes y finalmente tomaron Constantinopla, lo que supuso el fin del Imperio en 1453. El Imperio Bizantino fue regido por unos Emperadores autocráticos, que constituían la fuente de la autoridad gubernamental. Ellos fueron los responsables de mantener la doctrina religiosa ortodoxa, situando toda la fuerza del poder imperial bajo una uniformidad doctrinal. Los Emperadores lucharon por esa uniformidad, en parte para obtener el apoyo de la Iglesia, pero también porque creyeron que la supervivencia y el bienestar del Imperio dependían del favor divino. León III el Isaurio instituyó la política contraria al uso de imágenes en el culto, o iconoclasia, lo cual puso en marcha una controversia que duró hasta el 843, con unas consecuencias de largo alcance para las relaciones entre la Religión y el Arte en la sociedad Bizantina. Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Sherrar, Philips. Bizancio. D.F.E. C.I/T.L. México. 1983. ARTE La división del Imperio Romano en dos sectores, oriental y occidental, tiene importantes consecuencias para la historia. Mientras el Imperio de Occidente cae en poder de los pueblos Germánicos, el Arte Romano continúa viviendo en Constantinopla, y la ciudad recibe al mismo tiempo influencias de Oriente. El Arte Bizantino se considera como una síntesis de tres estilos: Romano, Helenístico y Oriental. El Arte Bizantino evoluciona hasta el año 1453, en este largo espacio se pueden distinguir varias etapas. El esplendor de las realizaciones Bizantinas en las Artes reflejó no solamente el dominio de la iglesia Cristiana, sino también los gustos intelectuales y artísticos de la aristocracia del Imperio que la apoyaba. En Bizancio el Arte se encuentra ligado al Estado. Si Constantino el Grande fomenta la Arquitectura religiosa, con su apoyo moral y financiero, Justiniano impulsa gigantescas obras civiles, así como la construcción de las cuatro iglesias más importantes del Arte Bizantino. En el siglo VI, bajo el reinado de Justiniano, el Arte Bizantino tiene su periodo más extenso. Reconquista África que es poblada de basílicas, y en Italia, en Rávena, en el mismo Bizancio, edificó las Iglesias de los Santos Apóstoles, Santos Sergio y Baco, y Santa Sofía. Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Lozano Fuentes, José. Historia del Arte. D.F.C.E.C.S.A. México. 1979. La Estética Bizantina. 1. El concepto bizantino del mundo. El concepto bizantino del mundo eran religiosos, inspirado por el Evangelio y por la trascendente filosofía helenística, que puede resumirse en tres tesis: Primero, existen dos mundos: el terreno y el divino, o sea, el material y el espiritual. El mundo espiritual es anterior al material y contiene modelos según los cuales fue creado el mundo terreno. Los dos mundos están separados por toda una jerarquía de entes. El espiritual es un mundo perfecto, mientras que el material es imperfecto, oscuro y plagado de peligros. Segundo, el mundo material no puede ser malo del todo, ya que Dios descendió y vivió en él. El misterio de la Encarnación constituía para los bizantinos el único consuelo y esperanza del ser humano. Tercero, aunque el hombre vive en la tierra, pertenece al mundo superior. Esta visión religiosa y dualista del mundo penetró en la estética de Bizancio, era ésta una estética religiosa que se ocupaba de la belleza trascendental. Mas encontramos en ella una aportación original, el concepto de arte que sostenía que su objetivo es trasladar al hombre del mundo material hasta el divino. Éste concepto era expresado en el arte bizantino y permitía –conforme a la idea de la Encarnación- representar a Dios corporalmente. 2. Actitud de los bizantinos hacia el arte. Igual que su concepto trascendental y religiosa del mundo, influyeron también en el arte y la estética bizantinos las condiciones étnicas, geográficas y políticas. A. Los bizantinos se consideraban griegos. Leían las obras de los griegos antiguos y convivían a diario con su arte; deseaban conservar sus tradiciones, sus formas artísticas y sus conceptos de arte. B. Por otro lado, viviendo en los confines orientales de Europa y en territorios que se extendían hasta el Asia, los bizantinos no podían evitar las influencias orientales. De oriente provenía su gusto por las formas abstractas, por el boato, las piedras preciosas, los ornamentos dorados y los colores intensos. C. Durante siglos Bizancio fue una gran potencia y todo en él era de dimensiones monumentales. D. El arte bizantino se caracteriza por una increíble tenacidad en reproducir lo desaparecido y extinto y por una de las mayores virtudes, que es la perseverancia. E. Los emperadores bizantinos ostentaban un poder ilimitado, tanto secular como eclesiástico, siendo su voluntad ley suprema. La vida intelectual y artística del país quedaba bajo el control del emperador y de sus funcionarios, que no toleraban ninguna clase de oposición ni innovaciones. 3. El materialismo místico. El arte bizantino, siguiendo los modelos impuestos por la corte del emperador, concebía los objetivos de manera grandiosa. En las iglesias bizantinas convergían todas las artes: la monumental arquitectura, los mosaicos, las pinturas de paredes 8 y bóvedas, cuadros, objetos y ornamentos litúrgicos, los ritos y cantos. El ritual bizantino estaba marcado por cierto materialismo místico, de modo que los objetivos místicos eran alcanzados mediante el esplendor de la materia.. el ritual pretendía conducir a Dios a través de la experiencia estética. 4. La imagen y el prototipo. La religiosa y espiritualista estética bizantina halló su expresión más pura en la pintura que, no sólo había de servir a Dios sino también representarle, a él y a sus santos. La pintura bizantina se limitaba prácticamente a un solo tipo, los íconos. Se limitaba a la figura humana, con la justificación teológica de que la figura del hombre, en la que Dios había encarnado, es la más digna de la tierra. Las imágenes bizantinas representaban cuerpos, mas no eran ellos su verdadero objeto sino las almas, el cuerpo no era sino símbolo del alma. Persiguiendo éste ideal, los artistas desmaterializaban el cuerpo humano, representándolo con líneas lo más abstractas y lo menos orgánicas posible. Los íconos no habían de representar figuras temporales, sino sus prototipos. La pintura tridimensional no estaba prohibida en Bizancio, pero tampoco se practicaba; era ésta una pintura demasiado materialista y realista como para que tuviese lugar en un arte que debía representar exclusivamente prototipos eternos. Esto dejaba poco lugar para la imaginación del artista y el apuntar de ideas originales. Así se limitó la iniciativa del artista. 5. La querella por el culto de las imágenes. Al cabo de algunos siglos de existencia y prosperidad, el arte bizantino fue condenado en nombre de la misma ideología que lo había engendrado. La estética bizantina produjo la controversia más tenaz de la historia de la estética, la querella iconoclasta. La causa fundamental del enfrentamiento fue el antagonismo entre dos doctrinas teológicasy dos conceptos del arte inspirados por ellas. Pero fue también el contraste entre dos culturas que chocaron en Bizancio: la cultura plástica de los griegos y la abstracta del Oriente. Cuando el torno imperial fue ocupado por monarcas orientales, la supremacía de los iconoclastas fue signo de preponderancia de la cultura oriental y de las tendencias espiritualistas. En cambio, la victoria final de los iconólatras, el triunfo de la imagen sobre lo abstracto, significó la victoria de la tradición helénica. 6. Los iconólatras y los iconoclastas. Los iconoclastas, con sus elevados ideales, aspiraban a purificar el culto y a evitar la idolatría y la profanación de la religión. 7. La doctrina de los iconólatras. Los iconólatras polemizaban con el argumento de que es imposible representar lo divino, replicando sencillamente que los íconos de Cristo representan su naturaleza humana y en absoluto divina. 8. Juan Damasceno y Teodoro Estudita. Desde sus comienzos, la pintura bizantina presuponía que el creyente, al contemplar una imagen contempla al mismo Dios, porque el icono se parece a su prototipo, es decir, a Dios mismo. Para Juan Damasceno, aquella semejanza era suficiente para justificar el culto rendido a las imágenes. En la segunda parte de la querella, Teodoro Estudita llego aún más lejos, sosteniendo que una imagen de Cristo no sólo se parece sino en el fondo es idéntica a él. 9. Consecuencias de la teoría de los iconólatras. Como fruto del movimiento de los iconólatras nació la teoría más inusitada del arte de las conocidas hasta entonces en la historia de la estética, una teoría que concebía la obra pictórica como parte del ser divino, y cuyo criterio de valor radicaba en la semejanza con el trascendente prototipo. 10. La influencia ejercida por los iconoclastas sobre la estética y el arte. En cierto sentido, el moviendo iconoclasta desempeñó un papel positivo en el desarrollo del arte y de las teorías artísticas. Mientras que sus adversarios crearon su teoría mítica del arte, los iconoclastas iniciaron el arte realista. Se puede afirmar que gracias a los iconoclastas nació un nuevo tipo de pintura, una pintura realista, libre de espiritualismo y misticismo. 11. La estética y la teología. Pude surgir la duda si la querella bizantina acerca del culto de las imágenes pertenece a la historia de la estética, o más bien habría que incluirla en la historia de la teología. En realidad, el movimiento iconoclasta pertenece a ambas: a la teología, que suele implicar consecuencias estéticas, y a la estética, porque a veces este disciplina basa sus teorías en supuestos teológicos. 12. La iconoclastia fuera de Bizancio. El movimiento trajo consigo diversas consecuencias: entre los judíos fue causa de empobrecimiento de las artes plásticas y la desaparición, por varios siglos, de las artes imitativas. Entre los musulmanes, la iconoclastia, aunque no impidió el desarrollo del arte, lo convirtió en arte abstracto, en gran parte decorativo, estilizado, arabesco, puramente imaginario, por completo distanciado del modelo y de la vida. En Bizancio, en cambio, el movimiento originó y promovió el desarrollo del arte figurativo, practicado no sólo por los iconólatras sino también –aunque a escala mucho menor – por sus adversarios. Para obtener más información sobre éste tema, consulte: Tatarkiewicz, Wladyslaw. Historia de la Estética. AKAL. 1987. PERIODO PROTOBIZANTINO La Historia del Imperio Bizantino en los algo más de tres siglos que van desde la muerte de Teodosio el Grande (395) hasta el desgraciado final de Justiniano II, constituye el llamado periodo Protobizantino según una periodización que de la Historia Bizantina hizo Ernest Stein. Dicho periodo se señalaría por mantener los rasgos esenciales de los tiempos anteriores, los propios del Imperio Romano universal del siglo IV, pero más por poner las bases y las condiciones propias del Bizancio Clásico de la Alta Edad Media. Entre dichas características heredadas cabría señalar en primer lugar la decidida vocación de la clase dirigente Bizantina por conservar el Imperio de los Romanos en su prístina extensión tricontinental, tal y como expresaría el Emperador Justiniano en su famosa proclama poco antes de iniciar su obra reconquistadora en África e Italia. Dicha vocación no sólo impulsó éste y otros intentos reconquistadores y un costosísimo esfuerzo bélico por mantener las posiciones adquiridas en Occidente, sino también una política intervencionista en los territorios y Cortes Romano-germánicas de la Península Ibérica y las Galias. Intervencionismo que se basaba en una querida, y en gran parte reconocida por los otros interlocutores, posición de hegemonía o preeminencia política del Imperio, que en los usos diplomáticos establecidos por éste suponía imaginar al Imperio y a los diversos Reinos como constituyendo una gran familia en la que el Emperador Constantinopolitano era el padre y los Reyes Germanos sus hijos. Esta 9 vocación hegemónica en todo el ámbito mediterráneo se basaba, y a su vez favorecía, en el mantenimiento de una cierta unidad económica del Mediterráneo, donde todavía existía un importante comercio, especialmente impulsado por el transporte estatal de bienes fiscales que unía los puertos principales del mismo. Y desde el punto de vista cultural supuso un constante reto para el gobierno imperial de crear y sostener una ideología unitaria, expresada en lenguaje religioso, que mantuviera cohesionados a los grupos dirigentes de las diversas regiones que lo componían, evitando la consolidación y diferenciación ideológico-cultural de las mismas. De tal forma que sería en el terreno de las grandes disputas religiosas de la época -Arrianismo, Nestorianismo, Monofisismo y Monotelismo- en el que mejor se reflejaron esas tensiones entre centro y periferia que caracterizaron la época Protobizantina. Pero estos siglos también pusieron las bases del posterior Bizancio altomedieval. Dichas tensiones entre centro y periferia al fin supusieron una nueva toma de identidad cultural y étnica por parte del núcleo Balcánico-anatólico del Imperio, lo que se expresada en su monolingüismo Helénico y en su ortodoxia Cristiana. El paulatino colapso del transporte junto con el comercio estatal y mediterráneo de bienes fiscales también constituye otro síntoma y consecuencia de dichas tensiones entre centro y periferia; además de explicar la rápida dislocación del Imperio en el Oriente de mayoría no Helénica ni ortodoxa y el incontenible avance de la conquista Islámica en la segunda mitad del siglo VII, dicha ruptura era síntoma de la culminación de un proceso de cambio socioeconómico que a su vez precipitó. La disminución drástica de los intercambios comerciales y de la fácil provisión de alimentos condujo a la disminución del tamaño de las ciudades, y hasta a la desaparición de varias de ellas. La unión de los intereses de los grandes propietarios y los campesinos frente a las exacciones fiscales del Estado habría supuesto una recreación de las economías campesinas autónomas de subsistencia, a lo que también contribuyeron los asentamientos de Eslavos en los Balcanes. Recreación campesina que ciertamente sería la base para un cambio fundamental en el reclutamiento militar, propio del régimen Temático Clásico. Al mismo establecimiento de éste contribuyó muy fundamentalmente el cambio en la Administración pública exigido por la contracción del Imperio y la constitución de casi todo su territorio en una posible frontera con detalle, y por la necesidad de dotar a los mandos militares de atribuciones fiscales y civiles para el aprovisionamiento directo de sus unidades ante el mismo fracaso de la Hacienda centralizada. Caracterizados así estos tres siglos del Imperio Bizantino por las tensiones entre el centro y la periferia, por su vocación mediterránea universalista y su fracaso, por la continuidad de rasgos propios del Imperio Romano del siglo IV y la aparición de otros típicos del Bizancio Clásico de los Emperadores Isaurios y Macedonios, no cabe dudaque se dibujarían con nitidez en el plano de los acontecimientos. El primero de ellos iría de la muerte de Teodosio el Grande (495) a la subida al trono de Justino I (518). El segundo estaría constituido por los sucesores de Justiniano, hasta la crisis de Focas y la sublevación de Heraclio (610). Mientras, el tercer periodo correspondería a la dinastía fundada por este último (610-711). Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Lozan Fuentes, José. Historia del Arte.D.F.C.E.C.S.A. México. 1979. Arte Aunque en ocasiones el Arte del siglo V d.C. se considera como el Arte del primer periodo Bizantino, algunos lo han encuadrado en el seno de la antigüedad tardía. En este periodo se desarrolló la transición entre la tradición Clásica del Arte Paleocristiano y el verdadero estilo Bizantino, iniciado poco después del año 500, cuando los retratos de los Cónsules asumieron el carácter hierático de los iconos religiosos. La edad de oro de este primer periodo Bizantino coincide con el reinado del Emperador Justiniano (527 al 565), constructor prolífico y mecenas de las Artes. Arquitectura El otro gran mérito de la cultura protobizantina sería la creación de las bases de la conservación de la herencia literaria y científica de la Antigüedad, en tiempos de Justiniano harían época: La Iglesia de Santa Sofia (ver ilustración No. 1), proyecto de Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles y la Iglesia de los Santos Apóstoles (ésta copiada de la Iglesia de San Juan de Éfeso. Pero sería sobre todo en la iconografía donde más se reflejase la Teología Cristiana, prestando una gran importancia al valor simbólico de ciertas representaciones, no sólo en las escenas humanas sino también de los elementos vegetales y animales más ornamentales. Estos objetivos teológicos favorecieron la tendencia a romper toda relación orgánica de las escenas con el espacio y el tiempo, pues más que narrar la intención del artista era la de enseñar. Junto con ello cabe destacar la conservación de las técnicas heredadas de la Antigüedad para la representación humana, aunque con una clara tendencia a la sistematización y a mezclarse con elementos contrarios como la frontalidad o falta de toda profundidad e idea de volumen, la falta de interés por la representación ilusionista en la pintura y el relieve que podría ponerse en relación con el triunfo del ideal neoplatónico representación de la verdad, de manera que cada imagen debiera ir muy ligada a su prototipo más que a un espécimen concreto y fugaz. La Iglesia Santa Sofía está toda ella llena de significado litúrgico. Todo, responde a un riguroso plan establecido cuyo fin es expresar mediante símbolos las verdades eternas de la Religión Cristiana. Esta dedicada a la glorificación de la segunda persona de la Santísima Trinidad como Santa Sabiduría. De planta con forma ligeramente rectangular. Todo el edificio se ordena alrededor de una gran cúpula central que da unidad a todo el conjunto. Esta cúpula a su vez esta flanqueada por dos semicúpulas al Norte y al Sur del mismo diámetro que la central. Estas dos semicúpulas a su vez, están flanqueadas por dos nichos semiesféricos, abriéndose en el lado Norte un tercer nicho que forma el ábside. En los laterales el casquete esférico, formado por la cúpula central, está flanqueado por secciones de bóvedas de cañón que cubren las naves laterales. Al frente puede verse la existencia de dos pórticos divididos, ambos, en secciones de bóvedas de cañón. La cúpula está sustentada mediante pechinas (sistema que permite pasar de un espacio rectangular a un espacio circular). Estas pechinas, unidas entre si por grandes arcos, apoyan sus ángulos inferiores sobre unos pilares que transmiten el empuje de la cúpula a dos semicúpulas menores al norte y al sur, encuadradas ambas por otras dos semicúpulas en el sur y tres en el norte que acaban sujetándose en gruesos contrafuertes. En los lados el peso que transmiten las pechinas está contrarrestado por los grandes arcos que cumplen el papel 10 de contrafuertes. Con este sistema se podía conseguir una cúpula sujetada solo sobre 4 puntos. Este sistema de cubierta sólo por cuatro puntos permite que las paredes que no tienen función de sostén, puedan estar horadaras de ventanas, que proporcionaban una extraordinaria luminosidad al interior del edificio. Las naves se dividen mediante columnas, cuatro en el tramo central, dos en los laterales. Se pueden distinguir dos tipos de iglesias: la basílica, compuesta por tres naves longitudinales de distinta altura y cubierta con una techumbre de madera a dos aguas, y la iglesia de planta centralizada organizada en torno a un espacio cubierto por una cúpula de material pétreo. El segundo modelo predominó hasta el final del Imperio Bizantino. En todas las iglesias Bizantinas, la mayor belleza se concentra en el espacio interior. Mosaicos La evolución del Arte Bizantino durante el periodo de Justiniano se refleja en los distintos estilos de los Mosaicos. Estos varían desde la austeridad de la Transfiguración de Cristo (c. 540), en el ábside de la Iglesia monástica de Santa Catalina en el monte Sinaí (Egipto) al Cortejo de mártires (mediados del siglo VI) de la Basílica de San Apolinar il Novo (ver ilustración No. 2) en Ravena (Italia), que recuerdan las procesiones de figuras oferentes del Arte antiguo del Oriente Próximo. En el año 547 se concluyó, en la Iglesia de San Vital de Ravena, una de las series de Mosaicos más extensas de la edad de oro de Justiniano. Sus diferentes estilos figurativos aparecen por adaptación a las intenciones temáticas y no por una simple diversidad estilística. Las escenas del coro, basadas en el Antiguo Testamento son una muestra del modelo narrativo especialmente por su fondo pintoresco de rocas, flores y nubes rosáceas, con evidentes reminiscencias Pompeyanas. En el muro curvo del ábside, por su parte, aparece el Emperador Justiniano frente a su esposa Teodora, ambos flanqueados por su corte y ataviados con sus atributos imperiales (ver ilustración No. 3). El Emperador —reverenciado como vicario de Cristo en la tierra (ver ilustración No. 4)—, la Emperatriz y su séquito se yerguen frente al espectador, con la mirada perdida al estilo de las representaciones icónicas. Por último, en la bóveda de horno que cubre el ábside, aparece la figura de Jesucristo imberbe —como un Apolo— sentado sobre la esfera del universo, un Cristo sedente derivado de los sarcófagos Paleocristianos que ejemplifica la herencia Clásica en el Arte Bizantino. Estos tres modelos (narrativo, icónico y de inspiración Clásica) se repitieron en todos los periodos trascendentes del Arte Bizantino. Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Echeverría, Estela. El Arte Bizantino. Incafo. Madrid. 1991. ÉPOCA JUSTINIANA El Emperador Bizantino (527-565) que extendió el dominio de Bizancio en Occidente, embelleció Constantinopla y completó la codificación del Derecho Romano fue Justiniano I (ver ilustración No. 5). Sobrino del Emperador Justino I, nació en Iliria y se educó en Constantinopla (la actual Estambul, Turquía). Se convirtió en el año 518 en Administrador del Emperador Justino, que le nombró su sucesor. Contrajo matrimonio con Teodora, una antigua Actriz, en el 523. Tras la muerte de su tío Justino en el año 527 fue elegido Emperador. El centralizado Imperio que había concebido Justiniano requería un sistema legal uniforme. Para lograrlo, una comisión imperial, presidida por el jurista Triboniano, trabajó durante diez años para recopilar y sistematizar el Derecho Romano. Su trabajo, conocido como Código de Justiniano y promulgado en el 534, se incorporó al enorme Corpus Iuris Civilis (Corpus de Derecho civil); en él se reunían todas las constituciones de los Emperadores Romanos desde Adriano (117-138 d.C.) hasta la fecha de su publicación; y fue actualizado mediante la adición de nuevas leyes o Novellae, escritas mayormente en Griego —el resto lo estaban en latín—, reflejando la realidad lingüística del Imperio.Las otras dos partes que componían el Corpus eran el Digesto o Pandectas (resumen de la obra de los grandes jurisconsultos Romanos) y las Instituciones, manual para estudiantes de Derecho. Esta formidable codificación constituye aún la base legislativa en muchos países de Europa. Simultáneamente a esta obra legal, se acentuó la autoridad sagrada del Emperador, eslabón entre Dios y el pueblo que le estaba confiado. Esta autocracia imperial se manifestó en un suntuoso ceremonial, heredero del esplendor Romano al que se añadió la pompa oriental (Persa). Bajo el reinado de Justiniano I se desarrolló la conocida como ‘primera edad de oro del Arte Bizantino’, que se manifiesta en la Iglesia de Santa Sofía, y la Iglesia de San Sergio y Baco, en Constantinopla (hoy Estambul, Turquía), así como en la Iglesia de San Vital, en Ravena (Italia). El Emperador Alejo I Comneno, fundador de la dinastía de los Comnenos, no obstante, pidió ayuda al Papa contra los Turcos. Europa Occidental respondió con la primera Cruzada (1096-1099). Aunque en un primer momento el Imperio se benefició de las Cruzadas, recuperando algunos territorios en Asia Menor, éstas precipitaron su decadencia. Las ciudades mercantiles Italianas recibieron especiales privilegios comerciales en territorio Bizantino, controlando así gran parte del comercio y de la riqueza del Imperio. Bizancio experimentó cierta prosperidad en el siglo XII, pero su poder político y militar se desvaneció. Los cruzados, aliados con la república de Venecia, sacaron provecho de las luchas intestinas en Bizancio para apoderarse y saquear Constantinopla en 1204, estableciendo su propio Imperio Latino de Constantinopla. Se establecieron núcleos de resistencia Bizantina en Epiro (noroeste de Grecia), Trebisonda (ahora Trabzon, en Turquía), y de forma especial en la ciudad y región de Nicea (en la actualidad Iznik, en Turquía). El Emperador Miguel VIII Paleólogo recuperó Constantinopla de manos de los latinos en 1261 y fundó la dinastía de los Paleólogos, que gobernaron hasta 1453. Los recursos del Imperio gobernado por los Paleólogos fueron muy limitados en términos económicos, territoriales, así como en cuanto a la autoridad central. Las condiciones agrícolas empeoraron para la población rural. Los Turcos Otomanos, en plena ascensión, conquistaron los restos del Asia Menor Bizantina a principios del siglo XIV. Después de 1354 ocuparon los Balcanes y finalmente tomaron Constantinopla, lo que supuso el fin del Imperio en 1453. El Emperador Justiniano I y su esposa, Teodora, intentaron restaurar la antigua majestuosidad y los límites geográficos del Imperio Romano. Entre el 534 y el 565 reconquistaron el norte de África, Italia, Sicilia, Cerdeña y algunas zonas de la península Ibérica. Sin 11 embargo, este esfuerzo, junto con los importantes gastos contraídos al construir edificios públicos e iglesias, como la de Santa Sofía en Constantinopla, agotaron los recursos económicos del Imperio a la vez que distintas plagas diezmaron su población. PERIODO ICONOCLÁSTICO En el siglo VIII (726-845), estalló la crisis iconoclasta, que sometería a una dura prueba a Bizancio. El mundo Cristiano se dividió en dos sectores: iconódulos o adoradores de imágenes, e iconoclastas o enemigos de ellas. Algunos abusos en la adoración de las imágenes y las tendencias Monofisistas de las provincias orientales del Imperio, indujeron al Emperador León III, a prohibir la representación de Dios, y de los santos, e inició una campaña de destrucción de imágenes. Durante este tiempo, los temas del Arte se inspiraron en la Naturaleza. La Iconoclasia, que se había topado con una fuerte oposición del Clero Bizantino, y de la población de Constantinopla, concluyó en 893, cuando Teodora, la viuda del Emperador Teófilo, convocó un concilio y reinstauró el culto a las imágenes. El icono se convirtió en un objeto de emanación divina y no sólo quedó rehabilitado, sino que estaría en adelante, revestido de nuevo poder e importancia. El estilo Bizantino y su ideal estético tuvieron tiempo de constituirse y de culminar con la creación de formas acordes con las exigencias de un Imperio Cristiano fuertemente centralizado, ávido de trascendencia, pero también de lujo, de magnificencia y de hierática grandeza. Esta crisis impulsó una reflexión de los Teólogos y los monjes sobre la utilidad y justificación de las imágenes religiosas. Los defensores de las imágenes se apoyaron en la realidad de la encarnación. Sin embargo, las Artes decorativas prosperaron durante el periodo iconoclasta. Algunas ideas de su carácter se plasmaron en el trabajo de los mosaiquistas, como la decoración a partir de volutas de acanto de la Mezquita de la Cúpula de la Roca en Jerusalén (685-705), los encantadores paisajes de árboles de la Gran Mezquita de Damasco (706-715) o los motivos geométricos del mihrab de la Mezquita de Córdoba. Los ejemplos más antiguos de tejidos de seda Bizantinos, algunos con motivos inspirados en los diseños de la antigua Persia, están fechados en el periodo iconoclasta. En las iglesias de occidente se usaron estos tejidos, importados de oriente, como cortinas del sagrario y sudarios de santos o gobernantes. En la época iconoclasta, Constantinopla adquirió numerosos construcciones profanas. Frente a Constantinopla, en Bryas, en la costa asiática, el Emperador Teófilo, hizo construir un palacio, el gran palacio se amplió, y posteriormente se erigirían los Palacios de los Manganos, en el siglo X, y el Palacio de Blachernae a finales del siglo XI. Aunque el Arte religioso estaba estrechamente ligado a la Iglesia de Oriente, ciertas partes en su seno se opusieron a cualquier representación de escenas o personajes sagrados. Esta postura llevó al comienzo de la iconoclasia en el año 726, cuando el Emperador León III ordenó la destrucción por todo el Imperio no sólo de los iconos, sino de todas las representaciones religiosas donde apareciera la figura humana. Únicamente el territorio Bizantino de Italia se resistió a esta nueva norma. ÉPOCA MACEDÓNICA La prohibición de llevar a cabo representaciones figurativas fue cancelada finalmente el año 843, con la llegada de la nueva dinastía Macedonia (867-1056), que inauguró una segunda edad de oro del arte Bizantino conocida como el periodo Bizantino medio. Durante este periodo del renacimiento Macedónico el Arte experimentó un resurgimiento de las tradiciones Clásicas. Este hecho puede comprobarse en los pocos manuscritos miniados que se han conservado de los siglos IX y X. Las miniaturas a página entera están basadas en el estilo Helenístico del Arte Griego desarrollado durante el periodo tardía. Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Sas-Zaloziecky, Vladimir. Arte Bizantino. Moretón. Bilbao. 1967. Temática de la iconografía bizantina La importancia doctrinal de las imágenes religiosas, tuvo su expresión material en las obras de Arte, sobre todo en la Iconografía Bizantina, inaugurada después de 843. Dentro de la iglesia y de la sociedad Bizantina de la época, lo que se trataba de aceptar, es lo que la iglesia consiguió: la legitimidad de las imágenes de Cristo, de la Virgen y de los Santos. Dado que todos ellos pudieron ser vistos, y que todo lo visible es representable. Este punto es vital capital para el estatuto de los íconos, según los bizantinos. La veneración que se debe al icono, según éste estatuto, está justificada por la presencia en él, de lo divino o de la santidad. Ese culto se dirigía, no al objeto material que constituye el icono, sino al ser divino, o santo, al que debe su parte de inteligibilidad. Lo esencial en ésta doctrina es, la noción de la presencia en figura de un elemento irracional, que comparte con el personaje que representa. Esta idea base, incita al artista a transmitir en sus obras el sentimiento de que éstas pertenecen, en parte, al universo irracional, y se separan del mundo de las imágenes corrientes. Así, el icono asegura una presencia irracional del personaje que muestra, con el que tiene encomún una parte de su esencia sobrenatural. Esta idea tuvo consecuencias en la vida religiosa e incluso civil, pública y privada de los bizantinos, e influyó en la formas de las obras artísticas. La presencia de lo sagrado en cada una de las imágenes, favorecía la elección de un estilo grave y majestuoso. Un hieratismo de las actitudes y de los gestos, un rechazo más o menos afirmado de imitar la plasticidad de los cuerpos y de las cosas, así como el espacio y el movimiento en que ésta plasticidad se despliega. Este estilo se aplica a cualquier imagen que trate de lo sagrado, es decir, a cualquier imagen de tema religioso. La elección de los temas es limitada. Esencialmente se evoca en Bizancio a Dios y su reino ideal, sus grandes servidores y su historia, es decir a realidades inmutables para todo cristiano. Uno de los rasgos más característicos de la Iconografía Bizantina de la edad media, es el esfuerzo por atenerse firmemente al programa, que consistía en reafirmar incansablemente la permanente presencia de Cristo y de los Santos, o incluso de los acontecimientos de la obra de Salvación, excluyendo en la medida de lo posible, los temas que fueran transposiciones iconográficas de obras poéticas o doctrinarias. Es aquí donde la iconografía bizantina, en la época de su florecimiento, se distingue radicalmente de la iconografía occidental, que sigue estando muy abierta a la imagen-comentario e instrumento pedagógico. Sólo a fines de la edad media, los bizantinos intentaron éste tipo de 12 iconografía, que se dirige sobre todo a la inteligencia, pero sin abandonar la iconografía de contemplación. El espíritu de la Iconografía Bizantina medieval, tal como éste había sido firmado en el canon concilio de Trullo en 692 fue que, a partir del momento en que estamos en presencia de la realidad (Jesucristo, Dios encarnado), no puede ya recurrirse a su sombra (imagen alegórica de Jesucristo, cordero). El terreno de la iconografía sagrada, es la realidad de la historia providencial, sus acontecimientos y héroes; nada más que eso, es decir, al margen de las especulaciones de quienes creyeron que debían y podían explicarlos. Si desea obtener más información acerca de éste tema, consulte: Grabar, André. Las Vías de la Creación en la Iconografía Cristiana. Alianza. Madrid. 1985. Pintura Los Artistas Bizantinos aprendieron otra vez, estudiando los antecedentes Clásicos, la representación de figuras vestidas en el estilo de paños o pliegues mojados. También intentaron sugerir la valoración de luces y sombras que crea la ilusión de espacio tridimensional y da vida a la superficie pintada. Sin embargo, las imágenes religiosas sólo se aceptaban si la figura humana no se representaba como una presencia física tangible. Los artistas Bizantinos resolvieron este problema por medio de la abstracción, es decir, por medio de diseños planos que conservaran el interés visual de la composición mientras evitaban cualquier modelo concreto y con ello cualquier apariencia corporal. De este modo establecieron convencionalismos para la representación de la figura humana que perduraron en los restantes siglos del Arte Bizantino. Arquitectura El periodo Bizantino medio fue un momento de consolidación arquitectónica, en contraste con los experimentos llevados a cabo en la época de Justiniano. La tipología de iglesia de planta centralizada se consolidó y los temas representados en la decoración de mosaicos fueron sistematizados de acuerdo a las creencias y prácticas de la Iglesia ortodoxa. El modelo de iglesia centralizada de este periodo medio fue la de planta de cruz Griega inscrita en un cuadrado. Como en Santa Sofía, su principal elemento era la cúpula central sobre planta cuadrada, flanqueada por cuatro brazos iguales dispuestos en cruz. Sin embargo, la cúpula no estaba sostenida por pechinas, sino por trompas (pequeños arcos ascendentes fijados en diagonal en las esquinas del cuadrado). Las zonas más bajas del espacio interior correspondían a los pequeños espacios creados entre los brazos de la cruz y el gran cuadrado dentro del que se inscribe la iglesia. Mosaico y Esmalte El típico esquema decorativo de las iglesias de planta de cruz Griega puede ser fácilmente reconstruido por los ciclos de Mosaicos de Hosios Lukas, Dafni y muchas otras iglesias Griegas del siglo XI. El esquema estaba basado en la disposición jerárquica de los temas en una sucesión ascendente. Los Santos de menor categoría estaban relegados a las áreas más bajas y menos visibles del interior. Los Santos más importantes se situaban en los elementos estructurales principales. En las superficies murales mayores y en los niveles más altos bajo la cúpula se colocaban las escenas de los Evangelios y de la vida de la Virgen María. En las bóvedas se pintaban los temas celestiales, como la Ascensión de Cristo. El tema de Pentecostés, representado por una serie de rayos de luz que descienden sobre los apóstoles, ocupaba la bóveda del brazo oriental. Al fondo, en el centro de la bóveda de horno (semicúpula) sobre el ábside, impera una espléndida Virgen amamantando al niño Jesús. Desde el centro de la cúpula, el pantocrátor, o enorme busto de Jesucristo barbado que gobierna el mundo, mira hacia el universo creado. De esta forma la iglesia se convierte en un símbolo del Cosmos, y todo el interior con su jerarquía de imágenes sagradas se transforma en un inmenso icono tridimensional. A menor escala se realizaron trabajos en esmalte alveolado (ver ilustración No. 6), una técnica en la que los Artesanos Bizantinos fueron especialmente diestros. Algunos ejemplos conservados incluyen coronas (entre ellas la famosa Corona de San Esteban de Hungría) y un gran número de suntuosos relicarios, y su influencia se percibe en las coronas visigodas del Tesoro de Guarrazar. Los Orfebres Bizantinos forjaron también otros objetos litúrgicos en oro y plata. ARTE COMNENO La segunda fase más importante del periodo Bizantino medio coincidió con el dominio de la dinastía imperial Comnena (1081-1185). Su Arte inauguró una nueva tendencia artística que se continuó en los siglos sucesivos. El icono de la Virgen de Vladimir (c. 1125, Galería Tretyakov de Moscú) muestra un carácter humanístico bastante alejado del primer Arte Bizantino. Ahora la Virgen María, en lugar de mostrar el tradicional hieratismo, aprieta su mejilla con la del niño Jesús. En un fresco del año 1164 de la Iglesia de San Pantaleón en Nerezi (Croacia) podemos encontrar el humanismo Comneno en un nuevo tema iconográfico, el Threnos o Virgen dolorosa, representado con un intenso patetismo. Al igual que la Virgen de Vladimir, esta Pintura al fresco es obra de un Pintor de Constantinopla. Las series más extensas de Mosaicos Comnenos son los realizados a partir de 1174 por artistas Bizantinos para la gran Iglesia de Monreale en Sicilia. El esquema decorativo de los Mosaicos orientales tuvo que readaptarse a la estructura de la basílica. Las escenas del libro del Génesis ocupan los espacios pictóricos situados entre y por debajo de la arquería de la nave central, siguiendo un precedente occidental. Los temas de El sacrificio de Isaac, Rebeca en el pozo y Jacob luchando con el ángel, representados en un nuevo estilo narrativo más dinámico, se adaptan hábilmente al espacio plano de los arcos. Arriba, en la inmensa semicúpula del ábside, se alza el gigantesco busto del Pantocrátor. Estos Mosaicos de Sicilia son otro ejemplo de la exportación del Arte del periodo medio hacia los territorios situados más allá de los límites del Imperio oriental. En algunas cúpulas del Oeste de Francia pueden detectarse influencias del Arte Bizantino. En la república de Venecia el Arte y la Arquitectura Bizantina predominaron durante los siglos XI y XII. La Catedral de San Marcos (iniciada en el año 1063), con sus cinco cúpulas, fue construida siguiendo el modelo cruciforme de la Iglesia justiniana de los Santos Apóstoles de Constantinopla. En la Catedral de Torcello el gran paramento del Juicio Final en el muro occidental y la obsesionante
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