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Breve-historia-de-un-gran-prejuicio

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO.
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS.
COLEGIO DE HISTORIA.
BREVE HISTORIA DE UN GRAN PREJUICIO.
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE
LICENCIADO EN HISTORIA
PRESENTA
ALVARO SALDAÑA SANTANA.
ASESORA:
DRA. ROSA MA. DEL CARMEN MARTÍNEZ ASCOBERETA.
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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2
2006
6
CONTENIDO.
PREFACIO……………………………………………………………………………………………………6
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………..9
1 ENTRE MÁRMOLES, OLIVOS Y CONQUISTADORES…………………………………… ….....27
2 ENTRE PROFETAS Y DESIERTOS…………………………………………………………………….35
3 ENTRE PREDICACIONES Y PRODIGIOS…………………………………………………………...42
4 ENTRE ÁGAPES Y MISIVAS…………………………………………………………………………...50
5 ENTRE LA PÚRPURA Y EL INCIENSO……………………………………………………………….62
6 ENTRE FEUDOS Y BAJO LA LUZ DE LA LUNA CRECIENTE………………………………...….76
7 ENTRE CLAUSTROS, CRUZADOS Y TROVADORES………………………………………….....85
8 ENTRE HOGUERAS Y UNIVERSIDADES……………………………………………………..…....96
9 ENTRE LAS ARTES Y LOS ARTÍFICES DE UN MUNDO NUEVO…………………………..…103
10 ENTRE COLONIAS Y ANTE EL EMBATE DE LA CIENCIA……………………………………111
11 ENTRE REVOLUCIONES Y ANTE LA AUTORIDAD DE LA RAZÓN……………………….118
12 ENTRE DICTADURAS Y GUERRAS MUNDIALES……………………………………………. 127
13 ENTRE CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y TRIÁNGULOS ROSAS………………………..131
14 DEL MURO DE PIEDRA AL CAMINO DEL ARCOÍRIS………………………………………..140
15 “Y VOSOTROS SOYS TESTIGOS DE ESTAS COSAS”…………………………………………162
CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………………………..185
ANEXOS…………………………………………………………………………………………………….191
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………………………220
HEMEROGRAFÍA…………………………………………………………………………………………227
7
VIDEOGRAFÍA……………………………………………………………………………………………230
WEB PAGES………………………………………………………………………………………………..230
AGRADECIMIENTOS……………………………………………………………………………………231
Los dos santos mártires Sergio y Baco.
Miguel de Creta (1813)
8
Monasterio de San Sergio, Maalula, Siria.
9
PREFACIO.
“Aviendo muchos tentado a poner en orden la historia de las cosas q entre nosotros han
sido certísimas, Como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron de sus ojos, y fueron
ministros del negocio: Hame parecido también a mi, despues de aver entendido todas las cosas
desde el principio con diligencia, escrevirte las por orden, o buen Theophilo, Para que conozcas la
verdad de las cosas, en las quales has sido enseñado”.
 San Lucas 1, 1-4 (Biblia del Oso)
La idea de historiar el precedente de las Alternativas Religiosas de la Diversidad
Sexual, en lo que respecta a la Ciudad de México y a la Vía Cristiana; surgió durante los
últimos días de la estancia en el -hoy canónico- Monasterio san Antonio el Grande, de la
Iglesia Ortodoxa Antioquena, el domingo intermedio entre las fiestas de la Ascención y
Pentecostés, en 2003 -cual si se hubiera tratado del momento epifánico del Doctor Martín
Lutero en la “torre” (sitio donde se encontraban las letrinas), del convento de Wittemberg-,
la vivencia personal en una comunidad monástica ortodoxa, en el transcurso de un poco
más de seis meses, nos condujo a cuestionar –en un instante, y en situación no idéntica,
pero sí muy próxima al admirable fraile sajón-, el origen de la visión oficial del cristianismo
que ofrecen las Iglesias, cuya raigambre se remonta a la Iglesia Constantiniana y son a
saber: la Iglesia Católica Ortodoxa, la Iglesia Católica Romana y las Iglesias Evangélicas,
herederas, por su parte, de los dogmas fundamentales de los tiempos imperiales
bizantinos, que bien sintetiza el Símbolo Niceno Constantinopolitano.
Sin embargo, las tres tradiciones religiosas cristianas y/o sus respectivas
ramificaciones, enfatizan desde distintas, aunque estrechas apreciaciones, el origen y
presencia del pecado cual si fuera condición sine qua non del advenimiento de Jesús –en
el pasado para la redención, y en el futuro para la consumación del sistema de cosas-, y
por lo tanto, la presencia de las Iglesias como instituciones salvíficas, en el sentido de que
representan el medio por el cual el individuo alcanza la jaris o gracia divina.
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La idea de las manifestaciones nefastas de las huestes diabólicas en el entorno y
con especial incidencia en el ser humano a través de las pasiones o incitaciones al mal,
remítenos al dualismo propio de la religión zoroastriana o de la cosmovisión de algunos
grupos considerados heréticos por la Iglesia oficializada. En este aspecto, el cuerpo y sus
mociones cobran grande importancia y, si de sexualidad se trata, adquieren grados
pecaminosos casi por si mismos, al procurar el deleite sensorial y el derroche de la
energía que sólo pudiera dirigirse al servicio de la divinidad.
Desde la perspectiva monástica vivida, la higiene corporal –en un lapso en el que
por cuestiones técnicas, no se contaba con agua corriente en el Monasterio, y como
resultado los baños distaban más de quince días en efectuarse, situación aprovechada
para canalizarla conforme a la vivencia monástica de otras latitudes que profesan la
religión cristiana católica ortodoxa, verbi gratia: Monte Santo, Meteora, Patmos, Rusia,
Serbia, etc. y para seguir el ejemplo de los Santos Padres y Madres de la fe, que fueron
capaces de someter a sus cuerpos en forma tal que renunciaron a la limpieza física-, el
placer de los sentidos –propiciado a través de la música, el cine, los alimentos o los
afeites- y la relativa holganza –expresada mediante la lectura de textos no religiosos o no
autorizados por el “superior”- que en algunos momentos fueran necesarios para la
atención de la persona y para el desarrollo intelectual, provocaban el apego a los placeres
y el descuido de la vida “espiritual”. En este sentido, lo “mundano” y sus manifestaciones
resultaban contrarias a la conquista de la vida eterna, al equilibrio y adquisición de las
virtudes y a la recta adoración.
Resultaba obvio el cuestionar el origen de tales ideas, para dar por resultado
posible que, el conjunto de creencias practicadas en un ámbito ascético eran solamente
la manifestación de una vertiente cristiana entre muchas otras, que existieron en su
primera fase. Si la diversidad de religiones y presentaciones del mensaje cristiano
caracterizaban a una sociedad como la del Imperio Romano; y en nuestros días la
sociedad democrática -nacida de la modernidad- prioriza al ciudadan@ sobre las
instituciones, e incluso l@ conduce a cuestionarlas, se abrió ante nos la posibilidad de
historiar el proceso vivido por la cristiandad hasta el surgimiento de las Alternativas
Religiosas de la Diversidad Sexual en la Ciudad de México dentro de la Vía Cristiana.
Si la cristiandad oficializada se escandalizaba con la práctica de la sexualidad
hetero, ¿Cuál era su reacción ante la homosexualidad sea de varones o de mujeres, el
travestismo, la bisexualidad y la transexualidad?¿En dónde radica el origen de la repulsa
hacia el cuerpo, la sexualidad y en especial hacia las manifestaciones de su diversidad?
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Si como respuesta ante el rechazo en las Iglesias de origen, al interior del Colectivo
Lésbico-Gay-Bisexual-Transgénero-Transexual –LGBTT-, se han organizado grupos que
se abocan para la atención y formación religiosa de sus integrantes, sería oportuno
conocer la historia precedente a su nacimientoy las causas que han motivado una
particular percepción del ser humano, de aquel/la homo o mulier religiosus -a, que asume
una diversa orientación sexual.
Breve Historia de un Gran Prejuicio, desde el ámbito grecorromano, hasta el
surgimiento de las Alternativas Religiosas de la Diversidad Sexual en la Ciudad de
México, dentro de la Vía Cristiana, es el resultado de la confrontación con aquello que, las
autoridades religiosas y el mismo tiempo han validado como lo viable y lo “normal”.
Manera de dar a conocer la diversidad de percepciones del mensaje cristiano con la
inclusión de la sexualidad que sale de lo “natural”, de lo deseado y exigido, vía el texto
revelado y autorizado, por la selecta minoría con la rúbrica inapelabe de “Verbum Domini”,
y que resultare ad hoc a la formación de la persona idónea que integrare a la Iglesia
Constantiniana.
Momento de historiar el precedente de los grupos que, otrora pudieran ser
considerados heréticos, y por su “nefando” estilo de vida, hubieran sido presa inmediata
de las llamas. Deuda histórica también con aquellos seres humanos que, por disentir o
expresarse fuera de los parámetros de lo políticamente establecido, no constan en los
registros o bien aparecen como meras notas marginales.
Sirva la paráfrasis del prefacio, que la comunidad autoral del Evangelio canónico
de Lucas diera a su registro de fe, para dar a conocer el interés personal al realizar la
investigación que hoy tienes en tus manos:
Pues que resulta atrevido poner por orden las cosas que entre nos, l@s otr@s han sido
ciertísimas, como lo vivieron l@s que desde el principio lo vieron de sus ojos, y fueron ministr@s del
negocio: hame parecido, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con
diligencia, escribirtelas por orden, oh buen/a lector/a Amante de la Humanidad, para que
conozcas una particular interpretación de las cosas, en las cuales otros seres humanos como tú, han
buscado su dignidad como creyentes y ciudadanos.
Alvaro Saldaña Santana.
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INTRODUCCIÓN.
En nuestros días, asistimos a la manifestación de constantes muestras de
pluralidad y diversidad intrínsecas a la sociedad que habita la Ciudad de México,
megalópolis que si bien aparece como un todo, presenta al interior el cúmulo y las
constantes imbricaciones de culturas, pareceres y preferencias, que hacen de ella
el espacio idóneo de contacto y cruce de distintas expresiones del conglomerado
humano que la habita.
La apertura democrática vivida en el último año del Siglo XX, a la par que
representó el anhelado cambio de un partido en el poder, que por décadas
habíase mantenido en él, atrajo la visibilidad de los grupos que, dada la
alternancia, recibirían bajo el nuevo régimen la facultad de ser reconocidos,
escuchados y atendidos como vulnerables ante y en la sociedad mexicana.
En el caso específico de la Ciudad de México, las garantías que recibieron
los niños, las mujeres, las personas adultas en plenitud –otrora tercera edad-, los
indígenas, las religiones minoritarias y, como se hizo constar en el Código Penal
de la entidad a partir del año 2001, las personas con distinta orientación sexual;
recibieron la inclusión en un documento legal que reconoce su existencia y por
ende la facultad de recibir un trato equitativo en cuanto a los derechos y
obligaciones ante el Estado.
Sin embargo y aunque la modificación que se hiciera a la Carta Magna
desde el año de 2001, estipula en el párrafo tercero del Artículo Primero, como
delito la discriminación por cualesquier motivo, incluso las “preferencias” –palabra
tan abierta a su interpretación como preferencias humanas existen-, aún persiste
un ámbito que representa el elemento refractario de la equidad, en tanto que
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implica la transformación del imaginario colectivo de la ciudadanía, es decir en el
ámbito de las ideas, que reciben una fuerte herencia religiosa y por igual motivo,
una carga moral ante lo que se presenta como diverso, lo otro, lo que sale de lo
“cotidiano” –para algunas perspectivas y en sus contextos específicos- y que el
devenir del tiempo ha tendido a establecer como norma ante y dentro de la
sociedad.
Tocamos en ello un punto que, en la práctica de una sociedad multiforme
como la que habita en la Ciudad de México, que además de diversa en cuanto
expresiones sociales -inclúyase en este aspecto la pluralidad religiosa-, se ha visto
limitada en el ejercicio de los derechos humanos y garantías individuales
consignados en la Constitución de 1917 pues aún existen sectores sociales que
constantemente reciben la violencia a sus derechos.
La prensa y los medios dan a conocer la hegemonía que en el ámbito de la
moral, difunde la clerecía Católica Romana, al tratar de imponer su particular
punto de vista en torno a la manifestación cada vez más abierta del sector de la
Diversidad Sexual, de aquell@s que, en cuanto a la práctica de la sexualidad, el
erotismo y los afectos, rompen con lo que ha sido impuesto -acorde a la época
histórica- como: “natural”, “santo”, ”sano”, “normal”.
La presencia de un grupo religioso hegemónico –por la alusión a las cifras o
a la “tradición” y herencia histórica-, rompe en determinado instante con el parecer
y vivencia que se requieren dentro de una sociedad democrática, la cual exige que
los ciudadanos asuman ciertos valores para llegar a la consecuente aplicación de
las leyes y el derecho, sin dar la prioridad a un sector humano o social sobre otro.
De allí que la religión dentro de una sociedad democrática, como la que habita en
la Ciudad de México, requiera de colocar aún por encima del texto religioso
revelado por la divinidad -llámese Jehová, Alá, Jesucristo o Buddha-, a la
Declaración de los Derechos Humanos, la Carta Magna y demás documentos que
garantizan la equidad y convivencia de los habitantes.
Entramos con ello en los terrenos de la pluralidad religiosa, cuyas
manifestaciones en la urbe capital mexicana, definen en los creyentes un modo de
ser en particular, al cual se adicionan la herencia cristiana occidental –en sus
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variantes Católico Romana o Protestante- y la otrora cosmovisión prehispánica,
que se mantiene en ciertos sectores poblacionales del D.F., cuyas tradiciones aún
perduran al haber sido transmitidas por sus ancestros inmediatos -padres y
abuelos migrantes del campo a la ciudad-. Tradiciones que se remiten, en el caso
de los habitantes del territorio conocido académicamente como “Mesoamérica”, a
pueblos con acendrada religiosidad, e incluso auténticas teocracias militarizadas
que, después de la conquista, adoptan el cristianismo católico romano -con las
respectivas interpretaciones y adecuaciones propias del sincretismo- impuesto por
la España, defensora a ultranza de esta fe.
Herencia religiosa por un lado, por el otro el acopio personal de la oferta
que en el mismo sentido satisfaga a los seres humanos, en un mundo globalizado
y en una ciudad cosmopolita como la “defeña”, presenta al análisis un intrincado
mosaico de creencias y pareceres en torno a la trascendencia.
A ello súmase el formar parte del sector de la Diversidad Sexual y tenemos
por resultado, la presencia de la visión católica o protestante que, en barroca
interpretación de los textos y practicas religiosas, da a conocer el ámbito de
validación de los seres humanos que han quedado al margen de sus Iglesias de
origen, por causa de los mitos e interpretaciones bíblicas santificadas por siglos
de exclusión, no solamente en lo referente a las expresiones de la sexualidad
disidente, sino incluso de la práctica del erotismo y goce placentero de la propia
corporeidad de l@s integrantes del sector heterosexual.
Historiar un prejuicio quizá suene en nuestros oídos un tanto disparatado,
sin embargo, los efectos de algunos han sido y son vividos por ciertos grupos de
la especie humana. Al segregar a las etnias, a los sectores que conforman a una
sociedad, a los integrantes de alguna religión ajena a la mayoritaria, etc.;
asistimosa la manifestación de estructuras noéticas que la educación, la cultura o
la sociedad han impuesto a los individuos. Su uso conduce a un beneficio
personal o comunitario, al ser incluido dentro de los parámetros de conducta o de
moral deseables por una sociedad, si bien acarrean el sufrimiento y la exclusión
de quienes no aceptan las estructuras creadas por la misma.
En el caso específico de lo que en nuestros días se considera el Colectivo
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de la Diversidad Sexual, integrado por las lesbianas, los gays, l@s bisexuales,
l@s transgénero y l@s transexuales; aún es evidente el rechazo que expresan
algun@s integrantes de la sociedad ante su presencia, la cual cada vez resulta
más notoria e insoslayable en virtud de las libertades, consignadas en los códigos
legislativos, inherentes a los individuos.
La violencia contra dicho Colectivo va desde las agresiones físicas
–inclúyase en ello la muerte-, el lenguaje que descalifica las conductas o agrede a
las personas y la discriminación ya sea laboral, en la solicitud y recepción de
servicios, por la apariencia, etc. Los efectos de la internalización de un prejuicio,
son vividos de distintas maneras y en también diferente intensidad por las
personas que lo constituyen, y dichos efectos varían de acuerdo al ámbito social,
económico y cultural que rodea a la persona; y van desde la aceptación plena por
el entorno inmediato –entiéndase la familia-, hasta la exclusión total y la orfandad
de aquell@s que dan a conocer tener una orientación sexual “distinta” a los
demás.
El daño que en no pocas ocasiones recibe la persona provoca el
desequilibrio emocional, la ansiedad, los sentimientos de culpa y el agobio que en
ciertos casos llega a ser somatizado o conduce a los intentos de suicidio o su
expresa realización.
La experiencia de la “salida del clóset” del gay o la lesbiana representa la
deconstrucción del entorno que otorgaba estatus y seguridad, para lanzarse a la
aventura, en un mundo cuasi desconocido, con otros y otras iguales a sí, en su
orientación sexoafectiva.
Es en éste aspecto, en el cual podemos ubicar la importancia que ejerce la
religión y la puesta en práctica de una moral por parte de l@s creyentes, el acopio
de una cosmovisión y la adaptación de valores deseables por una institución
religiosa, con la mira de experimentar en un futuro post mortem, la eterna beatitud
prometida por la divinidad. Así, no poc@s creyentes entran en conflicto con las
instituciones religiosas y consigo mism@s, al cuestionar los principios doctrinales
y de índole moral que, directa o indirectamente se habían asumido, en lo que se
refiere a la inclusión de la sexualidad como parte de la expresión humana, en un
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rango semejante a la espiritualidad, si entendemos por ésta la práctica de una
religión.
Desde esta perspectiva, las Alternativas Religiosas de la Diversidad Sexual
reelaboran la exégesis bíblica y ofrecen una nueva hermenéutica, al validar al ser
humano con inclusión de la sexualidad, al dar una visión holística de la persona y
una reconciliación del o la creyente con la divinidad, consigo mismo y con el
prójimo; el evitar en lo posible la exclusión por aquella conseja evangélica de
“tratar al/la otr@ como quiera que me trate”, y la inclusión de los derechos y
garantías de los individuos como una manera de expresión de la divinidad en el
presente. De ello surge la iniciativa de historiar el precedente de estas Alternativas
Religiosas en la Ciudad de México, ya que en el pasado, el otro, el o la que se
atrevía a disentir de lo establecido –en el ámbito de las ideas, de las creencias
religiosas o de la afiliación política-, se exponía al escarnio público en el menor de
los casos, o en otros a refrendar su alteridad con la misma vida.
En la Breve Historia de un Gran Prejuicio, analizaremos el origen de la
exclusión por motivos de la hoy llamada orientación sexual, cuya raigambre en el
cristianismo nos remite a la Iglesia Primitiva, que si bien recibe una herencia
judaica, pronto vive el sincretismo con ciertas corrientes filosóficas griegas y
romanas, cuya presencia daba estatus ideológico a los creyentes y mayor
renombre a los líderes, pero dejaba a un lado la visión propia del judaísmo como
“una religión para la vida”, para ubicarle entonces en una fe para la trascendencia
ultraterrena.
El mismo análisis histórico de la represión vivida por este sector, presenta
distintos momentos: de la visión puramente religiosa, a la categoría de delito, la
creación de una terminología médica patologizante y finalmente el estallido de la
revuelta por los derechos y garantías, al unísono del feminismo en el Siglo XX.
La presente investigación, ofrece al lector una síntesis de la historia de la
exclusión por causa de la orientación sexual, desde la antigüedad clásica
grecorromana, para entrar en el sincretismo ad extra que hiciera la Iglesia
Cristiana Primitiva, al ofrecer a un mundo con diversidad de creencias y religiones,
un producto acabado que retomaría la mitología de cada una de ellas, para
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sazonar una herejía nacida del judaísmo, que ocupará en su momento, el carácter
de religión oficial del Imperio Romano. Y ad intra, mediante la adecuación del
ideario de las herejías -opiniones al margen u opuestas al parecer común de los
líderes de la Iglesia numéricamente mayoritaria-, conforme a las verdades
incuestionables validadas por los jerarcas religiosos, vía el consenso o la franca
imposición a favor de la estabilidad de la fe y del gobierno.
Las nuevas perspectivas de la corporeidad, del ser humano y de la
sociedad, se imponen junto con el Cristianismo, a los pueblos gentiles con los que
el Occidente entra en contacto desde la Edad Media hasta que, los movimientos
de secularización acaecidos a finales del Siglo XVIII, cuestionan a las Iglesias
-tras de una Reforma religiosa vivida en el Siglo XVI-, para colocar a la Ciencia
como rectora de los “dogmas” que de ella emanaren, como vocera de la razón,
para ser impuestos a la sociedad. El binomio Iglesia-Estado que existió en el
medievo, creador de una legislación represora de las sexualidades disidentes,
recibe en el Siglo XIX, el apoyo de la palabra inapelable de la minoría selecta de
los hombres de ciencia. La emancipación cada vez mayor del sector femenino
durante el transcurrir del Siglo XX, provoca el llevar a la contienda los
fundamentos religiosos, jurídicos y científicos que por siglos, ora más u ora
menos, habían validado la exclusión de la mujer de la participación cívica y social,
coyuntura atinada para sacar a colación a los sectores sociales que permanecían
en la penumbra de las instituciones, llámense Iglesia, Gobierno, Ciencia y por
supuesto, Familia.
El movimiento de transformación social, político, económico y religioso,
vivido en la última mitad del Siglo XX, nos conduce a cuestionar a las
–literalmente- patriarcales instituciones que formaban a la sociedad, México no
pudo quedar al margen de las mismas, el sector LGBTT inicia la trayectoria de
lucha por sus derechos como parte integrante de la sociedad, en un principio al
afiliarse a grupos o partidos políticos de “izquierda” en abierta oposición al
régimen gobernante. Las primeras expresiones de los grupos religiosos que nos
atañen, surgen durante esta época.
Sin embargo, los efectos de la cepa mortal del virus del VIH azotan a dicho
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sector en la década de los 80’s, especialmente a gays, transgéneros, transexuales
y bisexuales, cuyas prácticas de riesgo en el ejercicio de la sexualidad, hacen que
la pandemia del SIDA ocupe el espacio de la opinión pública, que habían dejado
vacantes las piras de los herejes y el cadalso de los delincuentes de unos dos
siglos atrás. De allí que las Alternativas Religiosas de la Diversidad Sexual
ofrezcan a sus fieles o congregantes, además del apoyo religioso, la reconciliación
con la corporeidad y la sexualidad, vividas en la medida de lo posible, dentro de
un marco de respeto y responsabilidad, conlas prevenciones debidas ante las
ITS’s (Infecciones de transmisión sexual), con la idea de una divinidad que ama a
sus criaturas más que fiscalizar sus prácticas sexuales, con una interpretación
bíblica de fondo. Cada Alternativa Religiosa se remite a una interpretación de los
mitos, para darles la adecuada actualización mediante los ritos y generar el ethos
que conducen a sus integrantes a expresar “soy de ést@s y no de l@s otr@s” por
tales o cuales valores que se conjugan para formar una personalidad específica.
Si desde la interpretación bilologicista, la sexualidad es una expresión más
de la naturaleza humana, nuestro análisis se inscribe dentro de la perspectiva
sociocultural, pues la validación de las manifestaciones de la sexualidades
divergentes responde a una sociedad y cultura específica, la cual es expresada en
el aspecto social –al reiterar y mantener los valores deseables por algún estrato
social-, religioso –al vincularse con algunos ritos o presente en la jerarquía
religiosa-, económico –si sustenta la economía de algunos estratos específicos de
la población-, cultural –en la organización y participación en festivales o eventos
comunitarios, en la producción artística-, militar –al conformar batallones o bien al
sustituir a la presencia femenina en los contingentes participantes en las justas
bélicas-.
 Al referirnos a la cultura occidental, que en el caso de nuestro país, recibió
la influencia directa desde el momento de su integración como una Provincia de
Ultramar del Imperio Español, la cristiandad fue transplantada en un “Nuevo
Mundo” con sus retos respectivos, al dominar un territorio que incluía la presencia
de etnias de vario pinto y con distintos grados de avance cultural. La Iglesia
Católica Romana detentó la autoridad espiritual exclusiva durante más de
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trescientos años y es, aún en nuestros días, numéricamente mayoritaria.
Sin embargo, la cultura recibida allende el Atlántico, obliga a remontarnos
más allá de la Conquista y presencia Hispanas en nuestro país, para vislumbrar la
que denominaremos Breve Historia de un Gran Prejuicio, para recurrir al
pasado e intentar dar a conocer la evolución del prejuicio en cuestión, al igual que
ubicar el momento histórico a partir del cual podemos hablar del Colectivo de la
Diversidad Sexual, dado que las expresiones contra éste, tienen un origen
histórico y dan a conocer la interpretación que, a partir de un momento, se dio de
aquello que salía de lo “normal” o lo “natural”.
 La presencia de un texto sagrado como fundamento de una religión
revelada –en nuestro caso el cristianismo y las Iglesias que de él se derivan-,
representa tanto el escándalo o piedra de tropiezo como el lugar de inicio de
alguna variante religiosa con particularidades, como las que ocupan el último
capítulo de nuestra investigación.
Escándalo, en la medida de confrontar al texto, que se acepta como
inspirado por la jerarquía religiosa o el cuerpo de gobierno de una institución, lo
cual en el presente al igual que en el pasado, provoca el desconcierto de la
feligresía, al ver violentado el texto otrora intocable y ponerle a disposición de la
disección que el/la atrevid@ hace del escrito que representa el origen y culmen de
una determinada tradición religiosa.
Lugar de inicio de una nueva interpretación del escrito, en tanto que se parte
de una hermenéutica que posibilita el desarrollo de la persona, a la luz de la
actualidad y conforme a los avances en los descubrimientos que la historia,
antropología, sociología y ciencias afines, hacen del texto sagrado, para colocarle
en el contexto idóneo de la etapa histórica en el cual fue escrito y como un modelo
a seguir de acuerdo a las necesidades del presente. El reto es, en ocasiones, el
confrontar una tradición interpretativa, validada por la autoridad del tiempo, con las
nuevas interpretaciones, producto de la investigación y el análisis, no siempre bien
recibidas por los creyentes.
En cada Iglesia de la Cristiandad, a la par del dogma o principios de fe que
resultan inalterables e incuestionables, es situada la moral que se espera de los
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fieles. Ambos, dogma y moral, rigen la vida de fe y comportamiento de los seres
humanos que integran una Iglesia. En el caso del dogma, las Iglesias cristianas
tienen al texto bíblico en el centro de la documentación que les da origen, la
Escritura fundamenta su sistema de creencias y a ella remiten los textos
extrabíblicos o doctrinarios.
Desde la Biblia del Oso, traducida en 1569 por el reformado y exjerónimo
Casiodoro de Reina, primera traducción íntegra del Libro Santo a la lengua de
Cervantes en el Siglo XVI – versión que utilizaremos a lo largo de nuestro análisis
(a menos que se indique lo contrario), como un homenaje al traductor príncipe de
la Biblia a nuestro idioma, quien además hubo enfrentado el cargo de sodomía por
haber compartido “techo y lecho” con el mozo Juan de Bayonne, es decir,
sírvanos de ejemplo el que, en Casiodoro de Reina se conjugaron en su
momento, los cargos de “hereje, sodomita y delincuente” ante las perspectivas
católica romana y evangélica-; hasta la Traducción del Nuevo Mundo de las
Santas Escrituras, financiada en el Siglo XX por los Testigos de Jehová, la Biblia
ha sido traducida a la par que interpretada por las Iglesias de la Cristiandad, con
la consecuente reproducción de las afinidades y/o aversiones que a cada Iglesia
le resulta pertinente acotar. De ahí que, palabras o términos que en el arameo,
hebreo o griego en los cuales fueron escritas las reproducciones más antiguas del
Libro Sagrado, sean vertidos a nuestra lengua, en ocasiones de manera precisa y
en otras de un modo difuso, como en el caso de la “abominación” descrita en el
Levítico, de los “arsenokites” -varones lechos, literalmente- y “malakis” –suave,
delicado, mullido-, que refiere Saúl-Pablo de Tarso en algunas de sus cartas, o la
“sarx héteras” –carne extraña- que da a conocer Judas en su epístola. Términos
que han servido para imponer el terror físico o de índole espiritual, a los creyentes
que osaren transgredir el mandato divino al cometer actos “contra natura”.
Al apelar al texto sagrado de la cristiandad como la base de la exclusión,
las Iglesias hoy consideradas Institucionales, pretenden aplicar en pleno Siglo
XXI, los parámetros que fueron vigentes para la organización de un pueblo en su
origen migrante, dedicado entonces a la crianza del ganado menor y en la limitada
región de Palestina; ante la problemática de una “aldea” cada vez más global
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afectada por reelecciones presidenciales, tsunamis, huracanes, sepelios de
celebridades y atentados dinamiteros vividos en la sala de estar o en el estudio de
cualesquier casa habitación vía los mass media y la net. Centro de interés también
para aquellos grupúsculos de fundamentalistas que esperan cambiar la situación
mundial y “parar” el sufrimiento personal con la aplicación de “oraciones fuertes” al
númen protector o mediante la aceptación de un Personal Jesus al solicitar que el
televidente imponga las manos en el aparato receptor.
Como hipótesis del presente estudio, es posible llegar al supuesto en torno
a la caducidad de las interpretaciones religiosas –sin mayor fundamento que los
textos sagrados a los cuales se refieren como “Palabra de Dios”, mientras que el
recurso argumental de la legislación, de las ciencias biológicas y humanísticas
abre la posibilidad de realizar nuevas interpretaciones- contrarias a las
manifestaciones de la Diversidad Sexual que, dicho sea de paso, han sido
utilizadas para validar la represión y el descrédito de los seres humanos que
difieren en su orientación erótico afectiva y que, en la actual opinión pública y
especialmente de los homófobos líderes de las Iglesias Institucionales, han
recibido el incremento de validación conforme se avanza en el ámbito político,
muestra de ello son las naciones que han hecho constar en su legislación el
reconocimiento de las unionesentre personas del mismo sexo o la expresión del
Colectivo LGBTT sin que exista ni se exija una explicación de por medio.
La herencia religiosa Católico Romana, que hubo pasado por el rasero del
Tribunal del Santo Oficio o la tradición Evangélica Reformada, en sus distintas
presentaciones llegadas a nuestro país y en especial a la Ciudad de México Made
in U.S.A. –por tanto mayoritariamente fundamentalistas-, limitan la perspectiva de
los creyentes al interior de las Iglesias, al reproducir el modelo recibido por la
tradición incuestionable e inalterable. El discurso, en algunos casos francamente
inhumano al comparar en ocasiones, a las personas LGBTT con animales –las
cucarachas como parte de la familia, según el obispo Lozano Barragán-, o la
condena -Biblia en mano- que hacen los predicadores itinerantes de las distintas
Iglesias nacidas al abrigo de la Reforma, son argumentos reiterados por los
feligreses sin un análisis de por medio o en el caso de hacerse, responde a la
22
repetición de un esquema conductual que asocia a la sexualidad con la validación
exclusiva de la hetero y con una finalidad genésica .
La familia, la paternidad, la femineidad, la masculinidad, la corporeidad y la
misma cristiandad, son temas que salen a relucir al realizar nuestro análisis, dado
que, si bien en un nivel personal, crea conflicto el asumir la orientación sexual que
rompe los parámetros introyectados por la persona –vía la imposición y la
reproducción del esquema heterosexual-, no queda al margen la trascendencia
del entorno inmediato -la familia que también ve romper las expectativas fincadas
en el/la hij@-, para ser sustituidos por nuevos parámetros de familia o por el
rechazo del/la integrante “rar@”, indeseable por la sociedad y más aún el ser que
acarrea la ira divina.
Ante el práctico abandono del/la gay, lesbiana, bisexual, transgénero o
transexual, se crean comunidades alternas que ofrecen cohesión y posibilitan la
reconstrucción de la identidad, desde la recuperación de la autoestima hasta el
restablecimiento de la relación con lo trascendente, como es el caso de las
Alternativas Religiosas que presentamos en el último capítulo, que si bien
aparecen al margen de las Iglesias Institucionales, posibilitan la integración e
interacción de l@s congregantes al compartir experiencias de vida y/o
perspectivas religiosas similares.
Pecado, delito, enfermedad, son los calificativos que a lo largo de la historia
de la cristiandad han estigmatizado a la disidencia sexual, de ello que sea
trascendente el analizar el origen de un prejuicio que hasta nuestros días
envuelve a un sector de la humanidad que representa entre el 10 al 15% de la
población mundial, para dar una cifra moderada.
La interpretación de los textos sagrados bajo la visión de estas Alternativas
Religiosas representa, al igual que sucedía en los primeros tiempos de la
cristiandad, la elección personal de vida y creencias religiosas de cada individuo,
entre las múltiples posibilidades de manifestaciones humanas, elección que hoy
es posibilitada por la praxis de los Derechos Humanos, para disentir ante el resto
de la comunidad y “dar razones de la esperanza” mientras se guarden los valores
que una sociedad democrática demanda de sus ciudadanos.
23
En este caso el asumir la divergencia sexual, representa el tomar una
posición política de respeto a los derechos propios y ajenos, equidad y
participación dentro de la dinámica social, con la cualidad de formar parte de un
sector mas de la diversidad –si comprendemos en ella a los grupos indígenas, las
distintas agrupaciones religiosas, las personas de diferente nacionalidad, etc.-, en
una Ciudad que enfrenta el reto de dar cabida y expresión a sus habitantes, sin
soslayar a quienes integran el Colectivo LGBTT.
Pese a los spots publicitarios financiados por el Gobierno de la Federación,
cuyo contenido exige la no-discriminación de l@s ciudadan@s, en los mismos
media se efectúa una discriminación velada con las gracejadas de cómicos, al
reiterar estereotipos negativos o por comentarios que descalifican a l@s
integrantes del Colectivo en cuestión. Aunado lo antes dicho, con las afirmaciones
que abiertamente dan a conocer los jerarcas de la Iglesia, numéricamente
mayoritaria –más no la única ni prioritaria-, la Católica Romana, en un país que
desde el Siglo XIX promulgó como parte de sus leyes, la libertad religiosa de los
individuos y el respeto a la práctica de religiones minoritarias o la irreligión de las
personas, como sería de esperarse en una nación democrática cuya laicidad
también ha sido promulgada en sus documentos rectores.
ACLARACION.
Las citas bíblicas contenidas en la investigación, han sido hechas de
acuerdo al sistema que sigue la Iglesia Católica Romana, dado que fuera el que
empleó Casiodoro de Reina en la Biblia del Oso, y es de la siguiente manera: la
cita Génesis 18, 16-33 se interpretaría de la forma siguiente: Libro del Génesis,
capítulo dieciocho, versículos dieciséis al treinta y tres. O bien: Génesis 18; 19
que expresa: Libro del Génesis capítulos dieciocho y diecinueve. Otro caso es:
Génesis 18; 19, 1-25.29 que se interpretaría como: Libro del Génesis, capítulo
dieciocho y capítulo diecinueve, versículos uno al veinticinco y versículo
veintinueve. Para llegar al ejemplo siguiente: Génesis 13, 1-13; 18, 16-33; 19,
24
1-25. 29-38 que se interpretaría: Libro del Génesis, capítulo trece, versículos uno
al trece; capítulo dieciocho, versículos dieciséis al treinta y tres; capítulo
diecinueve, versículos uno al veinticinco y veintinueve al treinta y ocho.
25
1
ENTRE MÁRMOLES, OLIVOS Y CONQUISTADORES.
Al referirnos a las manifestaciones de lo que hoy consideramos el Colectivo
de la Diversidad Sexual, si de Occidente se trata, la cita obligatoria será aquella
de la vivencia del amor –eros-, entre varones y mujeres o también entre personas
del mismo sexo que se tuvo en el actual territorio griego antes de nuestra era.
Común resultaba el que un varón en edad adulta, propietario de bienes
económicos, participante en la vida de la polis, cuya familia se preciaba de su
origen, tuviera además de la esposa reconocida legalmente, alguna o varias
concubinas, algún o alguna amante, además de vari@s esclav@s quienes podían
y debían de satisfacer los deseos y apetencias del Señor.
La sociedad ateniense no consideraba repulsa alguna por los encuentros
eróticoafectivos entre el erastes y el erómenos, el amante y el amado, sino que los
favorecía con la expectativa de formar ciudadanos comprometidos con el
bienestar de la polis. La educación citada, era iniciada por un varón que buscaba
los favores de un joven -efebo-, al seguir todo un juego de seducción que incluía
una ética precisa tanto para el varón como para el joven, de tal suerte que, la
virtud y el refinamiento de la búsqueda de los favores juveniles, crearan el
ambiente propicio para el aprendizaje idóneo por parte del efebo, de la
moderación, el valor, la constancia y el arrojo demostrados por el varón.
La relación entre erastes y erómenos concluía en tanto que el muchacho
26
apuntaba los rasgos propios del sexo masculino como son: la musculación, el
vello corporal y el cambio de voz. En ese momento, el joven se consideraba adulto
y por lo tanto, con la misión de educar a otro muchacho como buen ciudadano.
La sociedad ateniense descalificaba la voracidad de aquél joven que, en un
primer momento cedía ante los favores del varón, ello demostraba la falta de
virtud y carácter ante los retos, era necesario permanecer en el juego de la
seducción pese a la impaciencia del varón o la avidez del joven. En el caso de los
varones que continuaban con la intención de ser tratados como los jóvenes, la
sociedad ateniense consideraba repulsiva dicha conducta, pues demostraba la
falta de “virilidad” al no comprometerse con otro muchacho y por el contrario,
hacerlo con varones semejantes a él, además de ir en detrimento de su posición
comociudadano comprometido con la polis.
Los roles sexuales definían el estatus del varón y lo diferenciaban del joven,
de lo que resultaba que el último desempeñaría el rol pasivo en el trato sexual,
mientras que el varón ejercería el rol activo. Aquel varón que, pese a su edad y
situación social y política en Atenas, continuaba en el ejercicio del rol pasivo, era
mal visto e incluso públicamente se consideraba inadecuado.
La vivencia y práctica de la sexualidad resultaban cotidianas en Atenas, ya
que esta se ejercía en el ámbito doméstico, con la esposa, con l@s esclav@s; a
extramuros del hogar, con alguna o varias concubinas, existían burdeles en los
cuales ofrecían sus servicios prostitut@s de acuerdo a la preferencia del huésped
y aún en dichos burdeles existían distinciones entre l@s servidores sexuales, ya
que existían las heteras, mujeres que recibían una educación esmerada para
hacer pasar al cliente un momento agradable y de casi camaradería, y las porni
quienes solamente otorgaban la satisfacción sexual de los visitantes; además en
ciertos santuarios, se ejercía el culto a la fertilidad, que incluía la práctica de la
sexualidad con los sacerdotes o las sacerdotisas de los templos.
Podemos decir que, para la sociedad griega ateniense, el ejercicio de la
sexualidad masculina, comprometía el desarrollo integral de los ciudadanos en
tanto que, se les inducía a asumir las responsabilidades del gobierno, se formaba
a los jóvenes en la practica de las virtudes deseables para ser buenos ciudadanos
27
y en el caso de lo vivido en Grecia, el homoerotismo no calificaba peyorativamente
a los individuos.
En el caso de Esparta y Creta, la vigencia de la formación militar conducía
a los varones a tener un camarada que, en ocasiones, era también su pareja
sexual y afectiva. Conocido es el caso del hierós lójos, batallón formado por
varones que luchaban motivados por la defensa del amado.
En estas dos polis, la vivencia homoerótica se alentaba en los militares que
así lo asumían, pues con ello adquirían la temeridad de luchar por el amado en el
caso de que alguno muriera en la batalla, como resultado se encrudecería la lucha
del sobreviviente motivada por la venganza, hasta agotar con denuedo al
enemigo.
En lo que se refiere al ámbito femenino, resulta un tópico obligatorio
referirnos a Safo, la poetisa oriunda de la isla de Lesbos, quien según el Suidas o
diccionario histórico y literario compuesto en el Siglo X: “Fue hija de
Eskamandrónimos y de Cleis y nació en Eresos /o en Mitilene según otra biografía
/, en la isla de Lesbos. Poetisa lírica, floreció hacia la 42ª. Olimpiada /612-609 a.
C. / en que también vivieron Alceo, Estesícoro y Pitacos. Tuvo tres hermanos:
Larijos, Jaraxos y Eurigos. Casó con Kérkilas, hombre muy rico de la isla de
Andros y tuvo una hija, Cleis /como su abuela/. Tuvo tres compañeras o amigas:
Atis, Telesipa y Megara. La calumnia ha incriminado sus relaciones con ellas. Sus
discípulas fueron Anactoria de Mileto, Gongila de Colofón y Eurica de Salamina.
Escribió muchos libros de cantos líricos e inventó la primera, el plectro. Compuso
también epigramas, versos elegiacos, yambos y monodias”. Como consecuencia
de sus luchas políticas, pasó algún tiempo exiliada en Sicilia, probablemente en
Siracusa. Al volver a Mitilene, reunió a un grupo de jóvenes a las que enseñaba
música y poesía además de mantener cierta intimidad.
La indulgencia y la aprobación social de las prácticas homoeróticas,
respondían a la formación de la sociedad helénica y satisfacían a los parámetros
de valores de sus habitantes, además de que la misma religión, ofrecía los
modelos de comportamiento a través de la referencia mitológica al homoerotismo
de las divinidades y de los héroes.
28
Un refrán popular hace la mención de que “todos los caminos conducen a
Roma”, y como herederos de la Civilización Occidental, no podemos prescindir por
momento alguno de la impronta transmitida por Roma y su cultura, como es el
caso de nuestra lengua romance, de la estructura burocrática, de la organización
social jerarquizada y más aún, del hálito de legalismo que permea nuestras
funciones sociales.
Mezcla primordial de lo etrusco y lo griego, la sociedad romana remontaba
su fundación al año 753 a. C. y en el mito aludía a los dos huérfanos: Rómulo y
Remo, quienes fueron criados y educados por una lupa –entiéndase por esta más
que una loba, una meretriz-, de la cual aprendieron el latín, la lengua oficial de
Lazzio. Hacia el año 509 a. C., Roma se expande y convoca a otras ciudades a
formar la Res Publica a imitación de los griegos. Para el año 343 deja de ser
República y se convierte en Imperio. Con la invasión que hiciera Julio Cesar sobre
las Galias asistimos al inicio de lo que será por 500 años el Gran Imperio Romano.
En lo que respecta a la organización de la familia en Roma, podemos en
síntesis, caracterizarla por la siguiente estructura: el señor-dominus vigilaba sobre
su casa para prevenir la violación de sus derechos, de lo que resulta el contraer
nupcias por acuerdo de los domini al recibir una dote por sus hij@s. Le seguía al
dominus en la escala jerárquica del hogar, la madre de familia, a ella le seguían
en la escala los hijos y a éstos las hijas. Común era el que se tuviera esclavos en
la casa para el desempeño de las tareas domésticas, si bien algunos de ellos
podían adquirir la libertad reconocida, para entrar en la categoría de libertos. En
ocasiones, los domini compraban la libertad de los esclavos, de esta forma eran
redimidos, lo que los convertía en trabajadores del dominus redentor. Los hijos de
los esclavos libertos conformaban la clientela.
La sexualidad debía de ejercerse de acuerdo al parámetro que establecía el
dominus, en tanto que legalmente era el propietario de la familia y quien
detentaba la autoridad ante la sociedad romana, situación que también daba al
señor la facultad de ejercer su sexualidad con la esposa, en tanto que es la
señora de la casa, con l@s esclav@s en tanto que son seres a su servicio, podía
tener una o más concubinas, podía asistir a los burdeles para comprar el placer
29
sexual y el divertimento y podía también acudir a los templos que ofrecían cultos
de fertilidad y el ejercicio de sexualidad sagrada con los sacerdotes o
sacerdotisas, en ello notamos la similitud con el ámbito griego, pero cabe resaltar
el aspecto marcadamente romano de la propiedad, la familia es propiedad del
señor y sólo el señor dictará las uniones de sus hij@s con otros vástagos de las
familias cuya riqueza fuera proporcional o superior a la propia. En éste sentido, los
hijos adquirían la mayoría de edad a la muerte del señor, a diferencia del ámbito
griego, en el cual la mayoría de edad iba relacionada con el crecimiento físico del
individuo, tratárase de los varones o de las mujeres.
Las ciudades romanas que se preciaran de serlo, poseían un espacio
propio para los lupanares, la prostitución era ejercida tanto por varones como por
mujeres, quienes incluso dedicaban un día del año para hacer festejos públicos
ante el regocijo de la sociedad. En el caso de los prostitutos, tanto los había que
desempeñaban el papel pasivo en la relación, como aquellos que tenían el lugar
activo, distinción que también se incluía en el léxico. El travestismo era permitido
en el entorno de las celebraciones e incluso se dieron casos de emperadores que
adoptaron públicamente la indumentaria femenina. La bisexualidad no era mal
vista, sino que denotaba la diversidad en los objetos del afecto personal, y
mientras que, en ocasiones se podía tener una o varias amantes femeninas, el
contar también con varones como amantes de ocasión, no venía en detrimento
del status social y familiar. La imagen del señor sí podía verse afectada en el caso
de ejercer el papel pasivo en la relación sexual, ya que ponía en entredicho su
autoridad y le hacía someterse ante otro varón, ya se tratara de otro señor y en el
caso de sometersebajo un esclavo o algún varón de condición inferior, se tomaba
como una conducta aberrante e impropia para un ciudadano romano en pleno. El
homoerotismo se consideraba una conducta exótica, conocido como “el vicio
griego”, aunque no pasaba de causar la hilaridad del entorno.
Si bien ha sido expresada la tolerancia hacia el homoerotismo en el ámbito
griego y romano, éste recibía la aprobación o la repulsa en tanto que respondiera
a los parámetros socioculturalmente establecidos y no pusiera en detrimento a la
estructura social, pero en el caso de manifestar una conducta fuera de aquella
30
validada, desataba la repulsión e incluso la crítica, especialmente hacia aquellos
varones que, dado su status político o social, permitían ser dominados
sexualmente –al ejercer el papel pasivo en la relación- por varones de condición
inferior, por menores de edad o caían en la monstruosidad de tener tratos
sexuales con esclavos. Es decir, una cultura permitirá la manifestación
homoerótica, siempre que esta reúna aquellos requisitos que no alteren los
órdenes y jerarquías sociales y le conduzcan a su permanencia y reproducción.
Además, al calificar como “vicio de importación” a una conducta ¿No entramos
acaso en el terreno de los prejuicios, no solamente en lo que se refiere a las
prácticas sexuales validadas social y culturalmente, sino también en lo que
respecta a los usos y las costumbres de un pueblo determinado, para crear en el
imaginario colectivo la generalización de estereotipos aplicados a las étnias? 
La presencia de las figuras imperiales obliga a modificar los
comportamientos de acuerdo a su arbitrio, ya que las penas impuestas a
determinadas conductas, conducirán a la apertura o persecución de las
manifestaciones de la sexualidad. Como en el caso de los emperadores que al
final de su vida, adoptaron filosofías que promulgaban y promovían la virtud y el
equilibrio en los placeres; explícito es el caso de Cesar Augusto, quien prohibe el
trabajo de los prostitutos, la desnudez y los templos de culto a la fertilidad que
incluían el ejercicio de la sexualidad.
El intercambio de conocimientos, practicas, seres humanos, bienes,
quehaceres y cosmovisiones, hizo de Roma una sociedad verdaderamente
cosmopolita, ya que en las ciudades se podían conseguir distintos productos, se
podían apreciar individuos de todos los pueblos del orbe romano y asistir a los
cultos religiosos más diversos que poblaban las provincias del Imperio, entre los
cuales había aquellos que en su adoración incluían la sexualidad como fuente de
la prodigalidad de la naturaleza o bien aquellos que veían en la virginidad y
ascesis la causa de los favores divinos. Las filosofías resultaban sustentadas por
sus expositores, mediante argumentos que variaban de una escuela filosófica a
otra, de una percepción de alguna provincia a otra y producían un modelo humano
que variaba entre el resto de la población romana.
31
Los espectáculos podían ser públicos o privados y en no pocas ocasiones
incluían abiertas manifestaciones de la sexualidad: públicos, como los que se
exhibían en el teatro o en el circo mientras que privados, aquellos que aportaban
el solaz y la alegría a los señores en sus celebraciones.
El concepto de la felicidad en la sociedad romana, iniciaba en el ámbito de
lo cotidiano; el éxito en las empresas, la suerte en los negocios, la salud y la
prosperidad económica se recibía como proveniente del servicio tributado a las
deidades, y eran gozados en vida por los romanos. El panteón romano
comprendía a las deidades etruscas asimiladas a los modelos griegos y además
fue abierto en su momento, a la asimilación del panteón de los pueblos
dominados. Al igual que la legislación, que al ocupar una provincia o territorio
tenía que adaptar al lenguaje, terminología y prácticas romanas, los usos legales
de los pueblos conquistados, la religión siempre y cuando no se opusiera al
Imperio, podía ser tolerada e incluso favorecida en el ámbito imperial.
32
2
ENTRE PROFETAS Y DESIERTOS.
La extensión del Imperio Romano, incluía una pequeña provincia, que daba
cauce a las comunicaciones con Oriente para el acceso y transporte de
mercancías, sitio estratégico que permitía el cruce de culturas, el paso de las
caravanas, el mestizaje humano y la generación de nuevas ideas, la provincia de
Judea o Palestina ofrecerá con todo ello la práctica de valores y una moral
sustentada en un texto religioso que, a decir de los habitantes del lugar, provenía
de la misma divinidad para regir y definir la conducta humana.
Caracterizado por la migración, el pueblo que habitaba la provincia de
Judea, remontaba su historia escrita consignada en el texto sagrado, a la
emigración que hiciera Abraham -el patriarca de la tribu y fundador del linaje-, de
la tierra de Ur de los caldeos con la esperanza de encontrar la promesa que le
hiciera la divinidad familiar para asentarse en una tierra nueva. El peregrinar de la
que, en sus inicios fuera una tribu dedicada a la crianza del ganado menor, la
conduce al territorio ya poblado de Palestina, de ahí que sea necesario el
organizarse para enfrentar a los habitantes de la tierra. Por otra parte, la divinidad
que en sus inicios era personal del patriarca, se transforma en una divinidad tribal,
bajo cuya protección serán puestas las victorias de las campañas bélicas.
La ocupación del territorio de Palestina, conduce a la asimilación de los
pueblos y de las costumbres del lugar, de lo cual el mito fundacional del pueblo
33
judío, echará mano para dar a conocer el por qué de la beligerancia contra los
habitantes nativos de la tierra y la razón de su eliminación con fundamento en las
órdenes que, ex profeso se han recibido de la misma divinidad.
Como consecuencia de la necesidad de establecer una milicia capaz de
hacer frente a los enemigos, el sexo masculino ocupará la exclusividad en su
relación con el númen, dado que entre más numerosa fuera la proporción de
varones en edad militar, mayor éxito podría obtenerse en los conflictos armados
para echar a los habitantes del lugar. La poligamia será acepta ante la necesidad
de poblamiento y crecimiento de la tribu, con la intención de obtener efectivos
militares y el incremento numérico humano para llenar el espacio conquistado. La
figura del varón como líder familiar y militar, conduce a la sujección de las
mujeres. La existencia de concubinas y de esclavas que, en un momento dado
sirvieran también para dar descendencia al jefe de familia, provoca el incremento
poblacional de la tribu, mientras que resultaba imprescindible el extenderse
territorialmente vía la conquista, las alianzas o la compra de territorios.
Si la primera etapa de la vida del pueblo judío como nómade, se desarrolló
en Palestina, la trascendencia de dicho pueblo será notoria tras su emigración de
la tierra de Egipto, a la cual llegó tras una crisis de hambruna. Lidereados por un
caudillo que, según el mito y lo que se consigna en la Torá o Pentateuco; después
de haber sido salvado de las aguas del río Nilo por la hija de Faraón, tras haber
recibido una educación como noble egipcio, aunque criado por su madre judía y
después de un crimen cometido contra un capataz egipcio, con la respectiva huida
al desierto y asimilación del pueblo y costumbres madianitas; recibiera una
teofanía en el monte Horeb, al cuidar el ganado de su suegro Jetro, sacerdote de
Madián. Le será asignada la tarea de liberar de la esclavitud a su pueblo de origen
para reanudar la busca de la Tierra de Promisión, espacio en el cual el pueblo
judío adquirirá su identidad a la par que podrá desarrollarse como nación e incluso
constituirse como Estado.
Es a Moisés a quien le es atribuida la redacción de los cinco primeros libros
de lo que será la Biblia, y es en la tradición judía la Torá, Ley perpetua que Jehová
toma en cuenta para distinguir a su pueblo de entre las naciones de la tierra, para
34
hacer de él un pueblo santo –separado-;aunque el escrito sagrado recibirá
modificaciones de acuerdo a las circunstancias históricas, en general se valida
como Palabra de Dios y norma de moralidad para la nación por Él escogida.
Es en el ámbito moral en el cual podemos encontrar las prescripciones del
ejercicio de la sexualidad y ubicarlas de acuerdo al contexto cultual que es de
esperarse de los judíos piadosos. Disposiciones que varían desde la separación
por sexos en los servicios religiosos o en los rituales, hasta la práctica de la
sexualidad como parte de la vivencia y generación humana, la legislación mosaica
–o así tradicionalmente considerada-, deja relucir el velamen de sacralidad que
conduce al encuentro con la divinidad, la obligatoriedad de ciertas prácticas de
purificación y abstinencia para entrar en contacto y diálogo con lo sagrado -con lo
separado-, en un entorno de misterio y reverencia.
Desde lo meramente fisiológico, como la menstruación femenina o la
eyaculación involuntaria en el varón, hasta las conductas consentidas por los
individuos como el incesto o la práctica de ritos de raigambre gentil que incluyen el
ejercicio de la sexualidad, encontrarán una sanción o el recurso de purificación de
acuerdo a las circunstancias. Por otra parte, la influencia que se tiene de otros
pueblos y religiones será evidente al interior del texto sagrado, ya que resulta en
ocasiones motivo de polémica la existencia notoria de contradicciones o eventos
que tienen un trasfondo común aunque reciben un tratamiento diferenciado, como
es el pasaje del mito de la destrucción de Sodoma y aquel otro momento de la
violación tumultuaria padecida por la concubina de un levita.
El gobierno que será establecido en Judea, al asentarse en los territorios
conquistados a los habitantes oriundos de Palestina, sienta sus bases en la
teocracia que hace patente el libro sagrado, el gobierno ejercerá el control civil
apoyado y en combinación con los líderes religiosos que en momentos fungirán
como asesores políticos.
Con la solicitud que hace el pueblo para que se estableciera una
monarquía, la figura del Rey “Ungido de Jehová” definirá el gobierno al interior del
país así como los nexos con el exterior. Las campañas bélicas, el intercambio
comercial y la asimilación de otras costumbres, caracterizan el gobierno de los
35
reyes Saúl y David, sin embargo la prosperidad de la nación y el influjo de otras
culturas serán características del reinado de Salomón. Con el gobierno de reyes
posteriores, la laxitud en materia religiosa conducirá al pueblo de Israel a la
adopción de cultos –o quizá a hacerlos visibles-, de otras naciones como era el
culto que se tributaba a las deidades cananeas de la fertilidad, a los baales
–señores-, quienes con sus consortes propiciaban la abundancia gracias a la
adoración incluyente de la sexualidad.
Figuras voluptuosas de las diosas cananeas, se encuentran entre los
vestigios arqueológicos del actual Estado de Israel, verdaderos contendientes con
la autoridad de Jehová, son los ídolos antropomorfos que representan a Baal, o
bien los toros o leones en pequeño formato, que recibían culto. Motivo de acarreo
de la sanción divina que bien pudieron evitar los reyes de una tierra dividida en
dos porciones: el Reino de Israel al Norte y el Reino de Judá al Sur; reyes que
permitieron la proliferación de cultos de los pueblos aledaños que incluían los ritos
de fertilidad y el ejercicio de la sexualidad cúltica con sacerdotes o sacerdotisas.
Reyes que a no ser unos cuantos -casualmente del Reino de Judá-, purificaron el
Templo que construyera Salomón, su antecesor, de toda corrupción –entiéndase
idolatría-, hasta llegar a eliminar a los sacerdotes espurios que propiciaban la ira
de Jehová sobre su pueblo.
Remedio a destiempo y curación no efectuada, fueron las reformas hechas
por los reyes previos al destierro de la nobleza y elite judías a Babilonia, lugar del
llanto y la nostalgia, pero también posibilidad de sincretismo con la religión que
fuera del padre del linaje judío, el patriarca Abraham. Sitio de reflexión y
reelaboración religiosa que, conocerá la praxis de la intolerancia y la afirmación y
defensa de la identidad del pueblo judío entre las naciones, tras el decreto de
libertad dado por Ciro -emperador creyente y practicante del dualismo propio del
Mazdeismo, la religión de Persia reformada por Zoroastro o Zaratustra, que se
basa en la existencia de dos principios: el del bien, representado por Ahura Mazda
u Ormuz asimilable al Jehová judaico, y el del mal personificado por Ahrimán,
cada deidad con huestes de genios a su disposición y con la función de mediar
entre la humanidad y las deidades-.
36
Legalismo y estudio de la memoria consignada en el texto sagrado,
surgimiento de la sinagoga como espacio de reflexión y crecimiento religioso, el
judaísmo postexílico diferirá en su práctica y finalidad del judaísmo anterior al
destierro. La Ley como garante de la pureza religiosa, étnica, política y cultural se
dará a conocer en los lugares donde llegaron los judíos en el exilio –diáspora-, y
éstos llevarán el bagaje cultural propio, a las fiestas anuales que ocurrían en
Judea, en el Templo de Jehová, sede de su presencia. Espacio sagrado de
convocación de los judíos dispersos, el Templo adquiere la importancia de
congregar en las grandes fiestas a los procedentes de la diáspora; elemento de
identidad dentro de los tiempos sagrados, al concentrar a todos los judíos en una
misma fecha, la participación en el culto desarrollado en el Templo, obligará a la
práctica de rituales de purificación, que hacen del creyente, aquel que se separa
de lo cotidiano para establecer la unión temporal con lo divino, al igual que con su
etnia.
El establecimiento de la sinagoga con su respectiva escuela bíblica dirigida
por maestros capaces de explicar la Ley, los escritos de los Profetas y enseñar los
Salmos, fortalece el vínculo del judío de la diáspora con las tradiciones de sus
ancestros, así como definirá la moralidad, la conducta a seguir por parte de los
miembros del Pueblo de Dios, aún en tierra extraña, en torno a un verdadero culto
de la Palabra, reflejo de la participación de la deidad en el acontecer humano, lo
que la convierte en una “Historia Sagrada”.
La resistencia que desarrolla el pueblo judío para asimilar costumbres
extrañas, le hace rebelarse ante las autoridades que intentan trastocar el orden
religioso. De este modo, mueren como mártires de su fe, los guerrilleros y
población civil de Judea ante el embate primero de las autoridades helenistas y a
la postre ante el avance romano. Las atrocidades propias de la guerra son
cometidas aún en lugares sagrados, la generación de hijos ilegítimos producto de
violaciones a las mujeres judías, conduce a definir la validez del linaje para
considerar al neonato parte del Pueblo de Dios, si de este procedía la madre.
37
3
ENTRE PREDICACIONES Y PRODIGIOS.
En éste contexto y ante el embate de las conquistas del Imperio Romano,
el pueblo judío presencia la multiplicación de grupos de rebeldes que, a su
manera, ofrecen la solución a la problemática de ver sometida su independencia y
el anhelo de crecer ante las naciones.
Desde los guerrilleros que, en ataques sorpresa, caían sobre los
destacamentos romanos que en un momento de distracción bajaban la guardia;
los partidarios de transformaciones internas más que políticas, quienes se
retiraban al desierto para someter su persona a la guerra contra sí mismos bajo
las órdenes de un superior; los partidarios de la rígida observancia de la Ley, así
como de la espera en las Escrituras, en tanto que anunciaban un futuro promisorio
con la obligación de hacer cumplir cabalmente los mandamientos y leyes de
Jehová; aquellos que buscaban la pacificación del territorio mediante el pacto a
favor de los intereses de unos pocos; hasta los profetas de la catástrofe, que
esperaban la conflagración de las fuerzas celestes en apoyo del Pueblo de Dios.
Aellos viene a sumarse el mensaje de un predicador aparecido en la zona
de Galilea, que huelga decir era limítrofe de Judea y representaba la coyuntura
con otras culturas, pueblos y religiones.
El mensaje de éste nuevo predicador resonaba –a decir de los testimonios
que fueran validados por una futura Institución y de la cual se hablará en su
38
momento-, de profunda esperanza para los excluidos de la sociedad judía, como
lo eran las mujeres, los “pobres de la tierra”, los excluidos por alguna discapacidad
o enfermedad, los marginados por su oficio u ocupación y los niños.
La acción del predicador de orígenes oscuros y aún en nuestros días causa
de polémica, se desarrollará en las márgenes del lago Tiberíades o Mar de
Galilea, en torno a él se congregaban personas de baja ralea como: pescadores,
cobradores de impuestos, prostitutas, guerrilleros y gente oriunda de Samaria; de
él mismo se consigna en los testimonios validados a la postre, era un tecnon
–constructor, carpintero-, que en su predicación hacía uso de imágenes alegóricas
de fácil comprensión y asimilación, cuya intemporalidad podía aplicarse en
cualesquier momento y cuya moraleja resultaba tan profunda como práctica en su
uso.
Así, Jesús: “el Nazareno”, el “Hijo de José” o el “Hijo de Pantera” –Yeshuah
ben Panthira-, recorrió Judea en distintas ocasiones, con la idea de dar a conocer
el mensaje que fuera idóneo para su auditorio, acompañado de hechos
portentosos que otorgaban la plenitud de credibilidad a sus palabras.
El judaísmo practicado por Jesús de Nazareth, incluía la oración, la
asistencia a la sinagoga, las peregrinaciones al Templo durante las fiestas, la
lectura de la Torá, elementos que resultaban comunes a todo judío del pasado y
del presente –con excepción de las peregrinaciones al Templo, en tanto que no
existe más que uno de sus muros-, lo revolucionario del mensaje de Jesús,
radicaba en la percepción que aportó de la persona como sede de la presencia
divina, como aquel o aquella que confiere sacralidad a los seres, las cosas, el
espacio y los tiempos, y como origen y fin de los usos religiosos. Otro elemento
clave de la predicación de Jesús, radica en el énfasis que dio al Reinar de Dios,
en tanto que se realizaba dicho reinado al tomar conciencia de la participación
comunitaria sin hacer excepción de las personas, de tal suerte que compartía y
hacía compartir su mesa –acción de suma intimidad y vínculos interpersonales-,
con l@s marginad@s, al igual que con los rígidos observantes de la Ley, es decir
los fariseos y los escribas.
Si bien el mensaje de Jesús de Nazareth no hacía mención específica de la
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moralidad o inmoralidad de los actos, conducía a un compromiso interior de la
persona para ser expresado en el exterior con el prójimo. Él mismo no
consideraba necesaria la abolición de la Ley, sino cumplirla cabalmente al
otorgarle plenitud y autoridad como el medio para hacer patente la presencia de la
divinidad entre su pueblo. En un inicio, la predicación de Jesús comprendía
solamente a los judíos, “las ovejas perdidas de la Casa de Israel”, aunque su fama
taumatúrgica rebasó el territorio de Judea y se extendió a las provincias aledañas.
La predicación de Jesús -si tomamos en cuenta los escasos testimonios
validados por la Institución que será su difusora-, se vio interrumpida por el
conflicto desatado entre él, las autoridades religiosas judías y el gobierno romano
–representado en el inflexible procurador-, por la propuesta de validar al individuo
aún ante la autoridad civil de cualesquier orden.
La muerte del profeta y taumaturgo como sedicioso, aconteció en la ciudad
de Jerusalén en fecha próxima a la Pascua, fiesta de la liberación del pueblo judío
y de su salida mítica de la tierra de Egipto, circunstancia que considerarían sus
seguidores, para crear el imaginario en torno a la persona de Jesús de Nazareth
como el excelso libertador.
Acontecimiento clave para entender lo sucedido tras la muerte de Jesús, es
la creencia que se afianzó en su resurrección. Evento “constatado” por unos
cuantos de sus seguidores –en ello tienen importancia fundamental las mujeres
que se reunían en torno a Jesús, como testigos presenciales y transmisoras del
acontecimiento a los varones-, la idea de compartir una creencia, o más que eso
una “vivencia” en común, otorga cohesión al grupo -en este momento parte aún
del judaísmo-, daba prioridad a la transmisión del mensaje de Jesús de manera
oral, como las memorias de los testigos presenciales que difundían la esperanza
en el pronto regreso del líder para instaurar el Reinar de Dios.
La vida de la comunidad de los discípulos de Jesús de Nazareth ponía en
práctica la enseñanza del Maestro, situación que distinguía a los seguidores del
“Camino” –como eran conocidos-, del restante número de judíos. El mensaje de
Jesús fue difundido por sus seguidores al aprovechar la diáspora de los judíos por
el Imperio Romano, además las grandes fiestas de Pascua y Pentecostés
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representaron la oportunidad favorable a los creyentes del “Camino” para dar a
conocer el mensaje del Maestro entre los peregrinos que llegaban a Judea.
En el ámbito que fuera ocupado con anterioridad por el helenismo y en ese
entonces era posesión del Imperio Romano, las vías de comunicación tanto
marítimas como terrestres, propiciaron la transmisión del suceso y del mensaje de
Jesús por el orbe conocido, ya que había sinagogas en las ciudades capitales del
territorio del Imperio, otro factor de difusión de las enseñanzas de Jesús, fue la
existencia de un idioma común que facilitaba la comunicación e intercambio tanto
comercial como de ideas, el griego kiní. Los judíos de la diáspora leían el hebreo y
el arameo en los textos sagrados, pero su comunicación cotidiana era en griego,
los elementos religiosos si bien eran judíos, los restantes elementos culturales
eran propios de la tierra que habitaban.
Un aspecto que cubrió la figura de Jesús de Nazareth, fue el vacío dejado
en el mito por Alejandro Magno, el rey macedonio que extendió el dominio griego
más allá de lo entonces conocido y quien dejaba en libertad la cultura, religión y
orden social de los territorios conquistados, de quien casualmente se decía era
Hijo de Dios y murió a una edad aproximada a la del deceso de Jesús. De esta
manera, en el imaginario se crea la figura de un personaje que abarca todo el
orbe a través de su predicación, sus discípulos llevan la interpretación de sus
palabras a las provincias del Imperio Romano para paulatinamente ser asimiladas
por la población.
Mucho se ha dicho y escrito acerca de la trascendencia de la figura del
Apostol Pablo –Saúl de Tarso-, en la apertura que dio al mensaje de Jesús de
Nazareth para los no judíos, sin embargo, dicho personaje no fue sino uno de
muchos de los difusores de la Buena Noticia a los gentiles. La presunta primacía
de Pablo al llevar el mensaje a los no judíos, puede ponerse en tela de juicio, ya
que, si analizamos concienzudamente la preeminencia que se ha adjudicado a
dicho personaje, encontramos cuan parcial es el mensaje que llega a nosotros de
la predicación de Jesús, vía la interpretación paulina, inclusive podríamos
preguntar: ¿En dónde radica la importancia de un personaje a quien, dado su
contexto, que por sí mismo es limitado y con obvias particularidades, le fuera
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otorgada la mayor parte de la primacía canónica de los escritos que, a la postre
integrarían el Nuevo Testamento, en comparación con otros apóstoles e incluso
testigos presenciales de lo sucedido con el Maestro Nazareno? ¿En dónde
quedaron los escritos de los esenios, saduceos, zelotas, e inclusive otros fariseos
que asimilaron la esperanza y las creencias en Jesús, cuya interpretación de los
hechos y de la fe en el Maestro, sería tan enriquecedora para una cabal
aproximación a lo acontecido? ¿Cómo ha sido posible que la unidad de la hoy
conocida fe cristiana –desde cualquiera de sus presentaciones-, se haya basadoen el acontecimiento e interpretación muy particular que hubiera tenido Pablo,
para darle mayor autoridad, sin haber estado presente en Judea para las fechas
de muerte y presunta resurrección de Jesús?
Las respuestas serán solventadas en su momento, pero retornemos al
ámbito del Imperio Romano, en donde la multifacética sociedad, daba crédito a las
sectas y creencias más diversas para dar respuesta a sus necesidades
espirituales.
El judaísmo, en el momento de expansión del mensaje de Jesús, abría sus
puertas a las personas deseosas de conocer la fe y practicar las tradiciones
religiosas, no pocas sinagogas contaban con la cantidad suficiente de prosélitos,
hombres y mujeres cuyo interés les había conducido a asimilar la fe judaíca y a
seguir en lo posible la Ley de Moisés. Es con los prosélitos con quienes será
desarrollado y recibido el mensaje de Jesús, para formar las primeras asambleas
de creyentes en el “Camino”, oriundos de la gentilidad.
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ENTRE ÁGAPES Y MISIVAS.
Las primeras eklesías-comunidades de creyentes en el mensaje de Jesús,
se congregaban en las casas, reuníanse los miembros de la familia que habitaren
con el señor – ya nos hemos referido a la extensión de las familias romanas-, y
junto con otr@s herman@s -que habían recibido la propuesta de adoptar la fe en
el mensaje de Jesús, que implicaba seguir un nuevo estilo de vida conforme al
cambio de las ideas (metanía de meta, cambio y nus, pensamiento, palabra que
pésimamente se ha traducido y mal entendido en nuestra lengua como
arrepentimiento) y estaban de acuerdo con él, al rubricarlo con la inmersión en las
aguas o bautismo-, se compartían los alimentos en un ambiente de fraternidad al
compartir también la fe en el mensaje del Maestro. La eucaristía –acción de
gracias-, era el punto central de la celebración, se partía una hogaza de pan y se
bebía un cáliz de vino, ceremonia que tenían otras religiones y sectas
contemporáneas, sin embargo, era el sentido de la celebración el que variaba al
hacer una anámnesis -traer a la memoria-, lo sucedido en la última cena de
Pascua celebrada por Jesús antes de su muerte, al recordar los dichos de Jesús,
así como las acciones de los hombres de fe consignadas en el Antiguo
Testamento. La cena o ágape, congregaba a los creyentes que procedían de
diferentes estamentos sociales en el hogar de alguno que tuviera recursos
suficientes para dar espacio a la celebración, los reunía en torno a la mesa para
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compartir el pan y el vino, al igual que su fe, esperanza y vivencia del mensaje de
Jesús.
El transcurso de la celebración sólo variaba en la “fracción del pan y el
beber la copa común”, de los servicios desarrollados en las sinagogas, ya que al
igual que en éstas, se leía a los profetas y se entonaban salmos a la divinidad,
además de dar una exhortación para seguir los ejemplos de los adalides de la fe o
la explicación del pasaje bíblico escuchado. Es necesario resaltar que la
traducción bíblica utilizada por los creyentes se había hecho al griego kiní –la
Septuaginta-, por lo cual facilitaba a los gentiles y judíos de la diáspora, el uso y
aprendizaje de ciertos pasajes clave de la Escritura.
La vida de las primeras comunidades de creyentes, incluía especialmente a
los miembros de los estamentos inferiores de la sociedad romana, aunque no por
ello se vedaba el acceso a los propietarios de bienes o señores, que encontraban
el vacío en su existencia o favorecían a los cultos exóticos llegados del Oriente.
Como ya se había señalado, no pocos de ellos habían tenido una aproximación al
judaísmo, si bien en la citada religión habían adquirido el suficiente bagaje cultual
y religioso, para asimilar la predicación de l@s vocer@s de la nueva secta.
Con la formación de las primeras comunidades cristianas, acudimos a la
diversificación de opciones soterológicas emanadas del mensaje de Jesús. Todas
ellas decían tener el fundamento de su doctrina en la predicación del Maestro y en
ocasiones realizaban el sincretismo con otros mitos y religiones.
La difusión del mensaje de Jesús, condujo a identificarlo con el Mesías
esperado por el Pueblo de Israel; la traducción de la Ley, los Profetas y los
Salmos al griego, con la constante alusión al Señor –Kirios-, como substitución del
nombre de Jehová, lleva a identificar en el Maestro –Didáskalos- Jesús, la
potestad y grandeza del Dios de Israel, súmase a ello la ocupación y destrucción
del Templo de Jehová en Jerusalén en el año 70 y la diáspora de judíos por el
orbe romano como parte del cumplimiento profético de la salvación que llegaría a
los gentiles en un tiempo mesiánico.
El paso para asimilar la fe en Jesús con las creencias y filosofías gentiles
estaba por darse, de suerte que, la proliferación de comunidades que creían y
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esperaban a y en Jesús, se multiplicaron por el ámbito grecorromano. En sus
inicios, los líderes de ellas eran personajes carismáticos cuya autoridad se basaba
en la experiencia de fe en el género de vida propuesto por el Cristo, el Ungido de
Dios o Mesías, anhelado y recibido en la persona de Jesús.
La cristiandad resultaba muy diversa en ese momento, y en algunos casos
con plena apertura a la participación de los creyentes, tan es así que, en algunas
regiones de Imperio, existieron comunidades fundadas y coordinadas por mujeres,
otras abrían la participación en el desarrollo del culto a todos los creyentes o
invitados de éstos -sin que tuvieran afiliación alguna a la Iglesia-, otras
permanecían en la tradición y legalismo judíos o bien estaban aquellas que
optaban por asimilar junto al mensaje de Jesús, algunos ritos y mitos propios de la
gentilidad. Sin embargo y pese a la diversidad de percepciones del mensaje de
Jesús, existía “la gran Iglesia”, “los de la mayoría” o “de la muchedumbre” –del
griego i polí, Los más- cuya interpretación condujo a dejar por escrito las
viviencias de su fe así como la problemática que enfrentaron en algún instante,
con la solución posible a las interrogantes planteadas. Para éste momento, fue
común dejar la constancia escrita de los “Dichos del Señor”, que en un principio
eran transmitidos de manera oral, aunque en ello se incluyera la perspectiva muy
particular del grupo cristiano en cuestión.
En lo que respecta al mensaje de Jesús y a la sexualidad, las
interpretaciones eran también de lo más disímbolas, ya que algunas iban del
aplicar a la boca del Maestro palabras que negaban toda expresión o goce
sensual –incluyamos en ello la sexualidad-, hasta quienes que, con base en los
supuestos dichos y acciones de Jesús, validaban a la sexualidad como una forma
de encontrar la vía a la iluminación, en tanto que, todo quehacer y acontecer,
había sido transfigurado por la presencia y asimilación de la humanidad por el
Maestro. Escritos cristianos primitivos, considerados a la postre como apócrifos,
especialmente de los dos primeros siglos apoyan el mensaje de los creyentes en
estas interpretaciones, de hecho el escándalo de Los más era de esperarse.
Con la constancia por escrito de los “Dichos del Señor”, la difusión del
mensaje cristiano facilitó su expansión; también los escritos de algunos líderes, ya
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fueran epístolas, devocionarios o catecismos, dan a conocer las ideas que, sobre
la persona de Jesús, tenía determinada comunidad.
Junto con la difusión de distintas escuelas filosóficas, y su impacto en el
mensaje cristiano, es modificada la percepción del Maestro, al punto de
identificarle con el Demiurgo propio del neoplatonismo o con el Logos autor de
todas las cosas, quien vino al mundo para conducir a la humanidad a la luz que
está sobre todo. Es decir, la persona del humilde albañil y carpintero, procedente
de un origen no muy luminoso, ni con pretensiones de divinizarse, fue a partir de
su asimilación al pensamiento filosófico, cubierta con la brillantez y dignidad que le
han hecho hasta nuestros días, inaccesible para los simples mortales, paradoja
que, llegado el momento, será

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