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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN “DOS INFIERNOS: EL LITERARIO Y EL FÍLMICO, EN EL LUGAR SIN LIMITES”. SEMINARIO TALLER EXTRACURRICULAR QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURA HISPÁNICAS PRESENTA: ALEJANDRA TECLA MARTÍNEZ ASESOR: MTRA. MARÍA DE LOURDES LÓPEZ ALCARAZ ABRIL 2006 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Para Pingüino y Bonsái, para Cotol y Bebé, para Zapo y Lalo. Para Ramona, Dante, Piyuyo, Roy, Goliat, Güero y los demás 3 ÍNDICE Introducción……………………………………………………………….1 1. Autor vs. autor ………………………………………………………....4 José Donoso, el escritor...………………………………………….6 Arturo Ripstein, el cineasta………………………………….........15 2. El infierno sin límites: Un lugar y un tiempo………………………….25 El Olivo: De Talca a San Juan de Dios…………………………...28 El prostíbulo………………………………………………….…...47 3. Luz y oscuridad: Personajes al límite………………………………......60 Personajes luminosos……………………………………….……..62 La luz en el escenario: la Manuela………………….……..63 ¿Cara o cruz?: don Alejo…………………………….…....85 Personajes en tinieblas……………………………………......…...98 Los otros: Pancho Vega……………………………….......98 La esperanza muerta: la Japonesita………………………110 A manera de conclusiones……………………………………………….123 Fuentes…………………………………………………………………..125 4 INTRODUCCIÓN A partir de la aparición del cinematógrafo, la vida de los seres humanos cambió para siempre. La magia de una película ha hecho posible materializar sueños y fantasías existentes sólo en la imaginación. Además, dichos sueños cobraron vida fuera del espacio privado que es la mente para presentarse en un espacio público y compartido: la sala cinematográfica. Rápidamente, el cinematógrafo alcanzó a diversos sectores de la población; su expansión, hoy día, ha llegado a comunidades alejadas de las grandes urbes. Pero su mayor impacto ha sido cultural. El séptimo arte pronto inició el diálogo con otras de las bellas artes. Su vitalidad y su forma de concebir el mundo repercutieron en el desarrollo de la creación artística. Y en su devenir ha intercambiado esencias con la literatura de forma muy estrecha. Desde su nacimiento, el cine ha mantenido un diálogo constante con las letras, muestra de ello es la vigencia que tienen las adaptaciones de textos literarios a esta expresión artística. Así, en el presente trabajo se analiza una obra literaria que motiva la aparición de una obra fílmica: El lugar sin límites, novela del escritor chileno José Donoso que es interpretada y revalorada por el creador mexicano Arturo Ripstein, quien realiza el filme homónimo. Considero importante realizar este trabajo de investigación por varias razones. La primera de ellas corresponde a mi formación profesional, que me exige abocarme a un tema literario para así poder recurrir a los conocimientos adquiridos en el ámbito metodológico de la carrera de Lengua y Literatura 5 Hispánicas, por ello seleccioné una novela destacada, escrita por el reconocido autor chileno en 1966. La segunda razón obedece a mi afición por el cine; especialmente, me interesa analizar la obra de un realizador mexicano que tiene una amplia y reconocida trayectoria en el cine nacional. La investigación se centra en los elementos narrativos que permiten encontrar las afinidades existentes entre la obra literaria y la fílmica. Considero que a través del análisis de los espacios y los personajes se encontrarán dichas identificaciones, pues tanto en la texto literario como en el fílmico, estos elementos narrativos tienen gran relevancia. Desde el título, en ambos textos, se hace alusión a la espacialidad, a un lugar cuya naturaleza se explica en el epígrafe con el que inician ambas obras, en el cual se toma un fragmento del Doctor Fausto, de Marlow, y en el que Mefistófeles le explica a Fausto que el infierno es el lugar sin límites. Con base en esta consideración, en nuestro análisis partimos de la idea de que el espacio concebido en El lugar sin límites corresponde a la construcción de un infierno. Los lugares presentados en la obra literaria presentan características que se relacionan con la definición que el cristianismo formula sobre el infierno: la falta de luz, la imposibilidad de escapar de éste y el que es un lugar de castigo. Cabe aclarar que se retoma la definición cristiana porque en diversos momentos de la novela y del filme se alude a ritos que corresponden a esta doctrina. Y así como los espacios son importantes para la configuración de un espacio degradado, los personajes, como habitantes de éste, también lo son. En su análisis tomamos como punto de partida la tercera característica del infierno, lugar en el que se ejerce algún castigo sobre sus habitantes. La investigación se centra en los personajes principales, la protagonista y el antagonista, y en los 6 personajes secundarios, porque son sus relaciones las que configuran su perpetua tortura. Sin embargo, ya que el asunto es literario, el análisis no se centra en el tema religioso, que únicamente nos sirve para explicar los significados simbólicos del texto. Así que, metodológicamente, el análisis de la obra literaria y fílmica se aborda con base en teorías estructuralistas, por lo que se ha partido de la propuesta de Helena Beristáin para realizarlo. Y, en cuanto al análisis fílmico, nos apoyamos en autores como Francesco Casetti y Federico di Chio, teóricos también estructuralistas; además retomaremos conceptos que Eugene Vale vierte sobre el espacio y los personajes. Es necesario agregar que la temporalidad de la historia también es considerada en el análisis porque, tanto en la novela como en el filme, ofrece información que señala que los lugares y los personajes han sufrido un proceso de degradación continuo. En ambas versiones se nos muestran dos momentos: el apogeo y la decadencia del espacio y sus habitantes. Considerando estos aspectos, presentamos en este trabajo un capítulo en el que se contempla el espacio y otro en el que se presenta el análisis de personajes, en ambos casos se considera la temporalidad de la historia. Pero antes, el primer capítulo está dedicado al escritor y al realizador; a José Donoso y a Arturo Ripstein; con lo que se pretende mostrar las afinidades que tienen los dos autores. 7 1. AUTOR VS. AUTOR Aquí, frente a frente, parecería que sólo serán puestos en consideración los puntos de desencuentro entre Arturo Ripstein y José Donoso, pero además, de manera destacada, se expondrán los puntos de encuentro entre los dos autores de nuestro interés. Porque aquí no sólo importan por todo aquello que los hace distintos sino por sus semejanzas, por las identificaciones entre uno y otro, por sus coincidencias más que por sus diferencias. Autores que inevitablemente se semejan en su convicción de tomarse muy en serio su oficio. Mil novecientos sesenta y cinco fue un año determinante para ambos. Donoso vivía en México, en San Ángel Ín, ahí fue concebida la novela El lugarsin límites, la primera novela en español que pudo publicar fuera de Chile. También en la ciudad de México, Arturo Ripstein debutó como director con la película Tiempo de morir. Ambos fueron amigos y compañeros de Carlos Fuentes: uno vivía en casa del escritor mexicano, el otro trabaja con él en el guión de su primera película. Ambos, invitados a una fiesta organizada por el escritor mexicano, vieron desfilar toda la picaresca literario-plástica- cinematográfica-teatral-social de México, como el mismo Donoso la define1; tal vez no se hablaron, ninguno recuerda o menciona algún encuentro en esa fiesta. Pero más allá de las casualidades y los encuentros fortuitos están los encuentros entre la obra de Donoso y la de Ripstein. Y así empezamos, hablando de un chileno y de un mexicano, uno escritor, principalmente novelista, otro cineasta, específicamente director, que han trabajado arduamente por su vocación. Y aquí reunidos, ambos encuentran sus caminos en una obra, 1 José Donoso. Historia personal del Boom. Barcelona, Anagrama, 1972, p. 108. 8 El lugar sin límites, primero novela y luego filme. Y si bien ambas versiones tienen su propia naturaleza, cierto es que una dio materia a la otra, que hoy es considerada una de las mejores películas mexicanas. Además, y hablando de su obra total, los dos autores siempre fueron indagadores de su expresión artística, de las palabras, de las imágenes, de las formas y los fondos de la novela y el cine. Buscaron la expresión propia y la hicieron obra; los dos rompieron con viejas tradiciones, con la novela costumbrista chilena2 y con las viejas fórmulas de la llamada época de oro del cine mexicano3; dos tradiciones que esterilizaban la creación y la libertad de los jóvenes creadores, cada uno en su tiempo y en su espacio. También cabe decir que se presentará una breve semblanza de su niñez, cuando los primeros juegos ya dejaban ver sus futuras convicciones, sus constantes aficiones: la lectura, la escritura, las idas al cine, los juegos entre cables, los sueños y las historias que les eran contadas por sus madres. Los dos, arrullados, llevados al sueño por las voces maternas que los convertirían en hilvanadores de historias, en tejedores de cuentos y, después, en incansables narradores. Asimismo, conoceremos a los jóvenes y su historia. El ímpetu que los llevaría al derrotero de la creación. Cada uno con familias, con padres incrédulos en algún tiempo y orgullosos en otro. Estudiantes que dejaron escuelas y que se aventuraron en proyectos diversos pero que sólo llevaban a una parte. Hombres los dos de su momento, que desde siempre supieron lo iban a hacer y a ser. 2 ibidem. p. 23. 3 cfr. Paulo A. Paranaguá. Arturo Ripstein. La espiral de la identidad. Madrid, Cátedra, 1997, p. 39. 9 En El lugar si límites se concilian dos de esos momentos, 1966 para José Donoso y 1978 para Arturo Ripstein. Dos infiernos, dos posibilidades, uno novela y el otro filme. Aquí empezamos. 1.1 José Donoso, el escritor La vocación Donoso supo desde siempre que iba a ser escritor; desde pequeño su vida estuvo unida a las palabras y a los cuentos. Él mismo recuerda, en su obra autobiográfica Conjeturas sobre la memoria de mi Tribu4, que cuando era niño estuvo muy enfermo, había enflaquecido aparentemente sin razón alguna. El doctor les dijo a los padres que el niño estaba enfermo de tristeza y que era necesario alegrarle la vida. Entonces, la madre cuido de su presencia con mayor esmero, para verse más alegre y así animar al niño. Fue entonces cuando José Donoso tuvo su primer encuentro con la literatura y, al hablar de su madre, dice: “La veía alegre ahora, cantándome para enseñarme a contar sin tomar en cuenta que yo era demasiado chico. Sin embargo hasta hoy recuerdo los versos escuchados en su falda: Soy el farolero/ de la puerta del sol/ cojo mi escalera/ y enciendo el farol…”5 Donoso recuerda que El farolero de la puerta del sol fue el primer personaje imaginario que se encontró, después vendría el Ratón Pérez, el que se cayó a la olla de la hormiguita, y también Rin-rin renacuajo, el que fue a la boda. Todos estos personajes formaron parte de los mundos fantásticos que Pepe, como lo llamaba su padre, imaginaba. 4 cfr. México, Alfaguara, 1996, pp. 248. 5 Idem. p. 63. 10 Antes de seguir hacia delante, retrocedamos un poco. Doce años antes, el cinco de octubre de 1924, había nacido José Donoso, en una casa de la calle Constanza, hoy calle Holanda, en Santiago de Chile, lejos del barullo de la ciudad de actual y muy cerca de un ambiente rural. Fue en la calle Holanda donde Donoso conoció a Lola Senn, su primer amor y quien, de alguna manera, seguramente no deliberada, dio uno de los tantos empujones al niño José para ser escritor. Contando él con siete años de edad, la Lola, como se dio en llamarla en el libro mencionado, le pide a un repartidor de pan que lleve al niño de paseo en bicicleta. El encuentro entre éstos fue definitivo para el futuro novelista. Me montaba en su triciclo cuando me encontraba en la panadería, o me iba a buscar a la casa y salíamos a pasear, él enseñándome cosas que dijo eran de hombre grande. Me enseñó a leer Teófilo Senn e Hijas, Panadería Suiza, en el costado de su triciclo; fue lo primero en mi vida que aprendí a leer.6 A partir de ese momento no pudo dejar de leer. Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas fueron los autores que lo iniciaron en el mundo de la imaginación y de la fabulación. Después se sumarán las lecturas de las vidas de grandes músicos como la de Wagner, Liszt, y Chopin. Pero el hambre de leer no terminaba ahí, pues además las obras de Balzac, Stendhal y Tolstoi le fueron imprescindibles. Pero a pesar de su gusto por la lectura, el chileno no concluyó sus estudios de bachillerato. Donoso tenía otras inquietudes, planes que nada tenían que ver con seguir los pasos de sus compañeros. No ambicionaba ser burócrata ni oficinista ni abogado, quería ser escritor y para ello debía dejar el colegio, dejar su casa y dejar, como él lo menciona, el ambiente asfixiante de Chile. 6 idem. p. 68. 11 José Donoso en Santiago se sentía sofocado por la cotidianidad. Por eso, la idea de huir se proyecto en un recorrido por lugares extraños, una marcha hacia lo desconocido, y así gozar aquello que sólo por las noticias se figuraba sucedía en el mundo fuera de Chile. Entonces decidió irse de casa, iniciando lo que su padre dio en llamar el viaje de Don Quijote. José Donoso emprendió tal proyecto porque además tenía muy claro a donde quería llegar, y no hablamos de un lugar físico sino de un objetivo personal que él mismo expresa de la siguiente manera: “No, yo no era un turista, un viajero cualquiera: salía en busca de un incierto destino […]; y armado con mi convicción y mi propósito, que todos parecían respetar, de que iba a ser escritor.”7 El futuro escritor realizó su primer viaje a Punta Arenas, frente al estrecho de Magallanes. Ahí trabajó como ovejero, cuidando y llevando a pastar a las ovejas; pero sus principales preocupaciones y ocupaciones fueron el leer y el escribir, así que aprovechaba los ratos libres y la noche para hacerlo. Sin embargo, el joven Donoso, aburrido de ver ovejas todo el tiempo; por no hablar con nadie y siendo él un inquieto endémico, fue en busca del movimiento citadino, de la bulla interminable de la gran ciudad. Su brújula entonces señaló Buenos Aires, ciudad que consideraba extraña pero llena de literatura. En Buenos Aires, José Donoso encontró trabajo como mesero y morada en una hospedería muy concurrida por marinos; vivía en condiciones poco saludables, dormíaen un catre debajo del cual las ratas dejaban sus heces; por las noches no podía dormir a causa de la música y las trifulcas que diariamente sucedían. En esas condiciones lo atrapó la fiebre, la gastritis, la úlcera que no le 7 José Donoso. Conjeturas sobre la… p. 81. 12 permitía beber ni vivir tan impetuosamente y que más tarde sería el motivo de su muerte. El viaje de don Quijote terminó cuando la fiebre cesó. Donoso, después de regresar a Santiago, se encontraba más firmemente convencido de que iba a ser escritor. Entonces decidió terminar sus estudios de bachillerato para después ingresar a la universidad. Sin embargo, no había facultad de letras en la Universidad de Chile por lo que su familia le sugirió la abogacía como profesión porque, según opinión de ésta, la carrera de leyes era lo más cercano a las letras y la literatura. José Donoso, no obstante, sabía muy bien que la diferencia entre estas carreras era abismal. Conque decidió estudiar la carrera de inglés en la facultad de Filosofía y Letras del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Decisión que no fue muy bien vista por todos sus conocidos pues la pedagogía era considerada carrera de poco prestigio. Donoso recuerda que su padre aceptó con cierta reticencia que fuera escritor, no obstante jamás se opuso a sus intenciones de convertirse en novelista, por lo que le regaló una maquina de escribir y le prestó su oficina de la Facultad de Medicina para que ahí se encerrara a trabajar en sus primeros cuentos. Aun así, fue hasta la publicación de El obsceno pájaro de la noche, hasta que se hizo de un nombre como escritor, que José Donoso logró el reconocimiento de su padre. Antes de que esto sucediera recuerda que después de publicar su primera novela, Coronación, su padre le preguntaba: “¿Por qué escribes estas acuarelitas, estos apuntes que no significan nada? Voy a creer en tu capacidad cuando hayas escrito una novela con toda barba.”8 8 op cit. p.93. 13 El escritor A pesar de que la publicación de la novela Coronación le trajo éxito y reconocimiento en Chile, José Donoso continuó en esa exploración de la narración, del arte de contar cuentos para llegar a una forma propia, a su obra. En Historia Personal del Boom cuenta cuales fueron los acontecimientos que fueron indicándole el camino al encuentro con su obra. Con la publicación de su libro de cuentos Veraneos y de su novela Coronación, José Donoso vive en carne propia las dificultades de ser un escritor novel. Las editoriales difícilmente aceptaban publicar los libros de escritores jóvenes porque no aseguraban, no digamos un éxito comercial, el recuperar la inversión, por consiguiente los que lo intentaban debían echar mano de cualquier estrategia. Donoso así lo hizo y, para sacar a la luz su libro de cuentos, consiguió que diez amigas vendieran por anticipado diez ejemplares, con este dinero pudo pagar la primera cuota que le pidió la Editorial Universitaria, los libros restantes tuvo que venderlos en las esquinas o en las librerías a consignación; tal situación no le era particular: Casi todos los demás narradores de mi generación en Chile […] estaban en el mismo caso que yo. Claudio Giaconi, Alfonso Echeverría, Armando Cassígoli, Alejandro Jodorowsky…, publicamos nuestro libros en forma un tanto vergonzante, con ruegos y empeños, en privado o por suscripciones9 Como Donoso lo dice en el libro antes citado, las editoriales sólo publicaban los libros que aseguraban ventas y estos eran los que los colegios y las universidades, el periodismo y la crítica literaria consideraban como clásicos, obras de generaciones anteriores que constituían los únicos modelos a seguir 9 ibidem. p. 32. 14 por lo jóvenes lectores y escritores. Novelas como Doña Bárbara, Don Segundo Sombra, Los de abajo, La vorágine eran los obligados puntos de referencia para el que se iniciaba en las letras y pretendía escribir. Además, en Chile se hacía obligatorio que la novela fuera inconfundiblemente chilena. Así, la crítica consideraba buena a la novela que reproducía con fidelidad los mundos autóctonos que eran la diferencia entre un país y otro, lo que Donoso llama machismo chauvinista a toda prueba y dice: “El novelista de los países de Hispanoamérica escribía para su parroquia, sobre problemas de su parroquia y con el idioma de su parroquia, […]”10 Según los criterios dominantes de la época, la novela también debía ser lo suficientemente seria para así ser un instrumento útil para el progreso social; así, quedó fuera lo fantástico y primó el criterio de la eficacia práctica y no el de la eficacia literaria, lo que no hizo otra cosa que aislar a los escritores chilenos e impedirles su internacionalización. Sin embargo, una serie de hechos motivaron que José Donoso se alejara de los convencionalismos de la narrativa chilena de su tiempo. El primero, y que él mismo menciona en Historia Personal del Boom, se dio cuando llegó a sus manos el libro de un escritor mexicano que marcó en gran medida parte de su trayectoria. La región más transparente fue considerada por el chileno la primera novela latinoamericana que aspiró a salir de sus propias fronteras, pues manifestaba libertad en el quehacer literario, indagaba en otras formas, exploraba otros modelos, ya no a los costumbristas, ya no a los criollistas, lo que fue como un cataclismo para Donoso. Tiempo después, en 1962, se realizó en Chile el Congreso de intelectuales de Concepción, en donde Donoso se encontró con Carlos Fuentes 10 ibidem. p.19. 15 y con otros escritores latinoamericanos. En dicho Congreso no sólo se hablo de literatura, también se habló de las condiciones en las que se encontraban la industria editorial, se planearon acciones para crear editoriales sin la finalidad de lucrar y sí de promover a los jóvenes escritores. Donoso reconoce que lo dicho y planeado en el Congreso de Intelectuales no se llevo a cabo, pero admite que éste lo motivo a conceptualizar su obra de otra manera: […] trazó una línea clarísima que me dio el pase para atreverme a pensar literariamente ya no en términos de lo nuestro en cuanto a lo chileno, sino de lo nuestro en cuanto a que lo mío y lo chileno podía y tenía, que interesar a los millones y millones de lectores que componen el ámbito del habla castellana y rompiendo las fronteras tan claramente marcadas; inventar un idioma más amplio y más internacional. 11 Ese mismo año llegó a manos del autor chileno el libro de un escritor peruano, La ciudad y los perros, que fue un gran estímulo porque encontró que Vargas Llosa experimentaba con el hilo narrativo y con el narrador. La novela del peruano jugaba con el punto de vista, sustituía al narrador omnisciente por complejas estructuras formales: “experimentaba concientemente, intelectualmente; se ponía en una actitud de investigación sobre la naturaleza misma de la novela […]”12 Pero para Donoso la importancia de este libro no sólo tenía que ver con la obra misma sino además con el conocimiento de la existencia de un público literariamente maduro, internacional y sofisticado, preparado para recibir las nuevas propuestas. De este modo los noveles escritores podrían arriesgarse en 11 ibidem. p.44. 12 ibidem. p.85. 16 los caminos peligrosos de la experimentación, sin la preocupación de exponerse al aislamiento y a la incomprensión. Luego dos novelas más estimularían a José Donoso. La primera fue Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, a través de la cual se percató de que lo irracional podía tener el mismo o mayor alcance intelectivoque lo racional y que a veces puede disfrazarse de racionalidad. La segunda fue Rayuela de Julio Cortazar, en la que se presentaba a la cultura contemporánea como tal, sin disfraces ni disimulos: nombres de músicos, de pintores, de galerías de arte, de filósofos y de directores de cine. Cabe mencionar que José Donoso reconoce que muchas de las experimentaciones que empezaban a llevar a cabo los escritores latinoamericanos ya se veían en autores europeos y norteamericanos, pero éstos eran o parecían demasiado lejanos, de hecho la crítica chilena aceptaba tales experimentaciones en la literatura de esos países pero no la propia: James, Proust, Faulkner, Joyce, Virginia Wolf, Mann, Celine… sí, muy bien, eran ellos, allá lejos. La lectura de las novelas hispanoamericanas, en cambio, no sólo se me metió debajo de la piel y cayeron dentro de mi torrente sanguíneo, sino, creo yo, que permitieron, al abrir qué sé yo qué exclusas, que los maestros europeos y norteamericanos se incorporan a mí como cosa propia.13 Fue así como la idea de internacionalización llegó con la lectura de la novela de un mexicano, con la participación en el Congreso de Intelectuales de Concepción, con la lectura de una novela peruana y dos argentinas. Además la internacionalización de su primera novela también llegó un año después, pues fue publicada por una editorial de Estados Unidos. 13 ibidem. p.92. 17 Pero para el chileno la internacionalización de su obra no se centró únicamente en la publicación de sus libros en el extranjero ni en los innumerables viajes realizados a partir de la presentación de Coronación en Estados Unidos; sino en la visión que tenía de la narrativa, en su quehacer literario, en la práctica de su oficio, empezaba a gestarse un cambio. En 1964, José Donoso se queda a vivir por tres meses en casa de Carlos Fuentes. Ahí escribe El lugar sin límites, novela con la que Donoso se libera de una serie de miedos y tabús que habían cercado su posible expansión como escritor. En dicha novela empieza a despegarse del realismo, a través de aproximaciones estéticas de diversa índole indaga sobre las posibilidades de la novela y, un poco menos maniatado por los modelos clásicos impuestos en la literatura chilena, cuestiona los límites y experimenta. ¿Y el cine? El cine, como la literatura, estuvo desde siempre. Antes de José, cuando su padre y su madre se conocieron en una matiné del Teatro Garden y se quedaron hablando de Marianela. Es Donoso quien cuenta, en Conjeturas sobre la memoria de mi tribu, que después de aquel encuentro sus padres se hicieron novios y tiempo después se casaron. Años más tarde, cuando José se enamoró de la Lola, ya referida, tuvo uno de sus primeros encuentros con el cine y con el amor no correspondido. La Lola lo había invitado a ver Trade Horn, lo que emocionó al niño de escasos siete años: “En la lívida oscuridad parpadeante de a película que comenzaba, el cine llenándose con el olor a quemado que acompañaba al lento humito que se desperezaba a partir de la vieja máquina de Pathé, el muchacho se sentó a lado de la Lola, acurrucándose junto a ella.”14 14 José Donoso. Conjeturas sobre la… p. 67. 18 Es en juventud cuando José Donoso empieza a salir al cine con mayor frecuencia; en compañía de amigos y amigas, luego de la función iba a algún café para comentar las películas vistas. Fue asiduo cliente del cine Normandía, cine tradicional de Chile, al que fue para la última función que dio en su sala Alameda, la película era El sacrificio de Tarskowsky, después de lo cual escribe una crónica a través de la cual conocemos su gusto por un cine difícil y poco complaciente.15 Pero no sólo José Donoso buscó el cine, también el cine lo buscó a él. Diversos proyectos cinematográficos iban de la mano de alguna de sus novelas y hasta de su vida misma. Algunos de éstos jamás culminaron, como el guión que Michelangelo Antonioni le encargó y que no terminó en guión sino en novela: Este Domingo. O la posibilidad de que Buñuel filmara El lugar sin límites y que finalmente fue llevada a la pantalla por Ripstein. 1.2 Arturo Ripstein, el cineasta La vocación También Arturo Ripstein supo siempre que iba a ser cineasta. Desde pequeño su vida estuvo unida al cine y a los cuentos. Recuerda, en entrevista con Emilio 15 cfr. www.chile-hoy-de/arte-cultura/030500-donoso.htm. 19 García Riera16, que desde niño tuvo plena conciencia de que su vida estaría irremediablemente ligada al séptimo arte. Tenía la certeza de que todo aquello que veía, leía, pensaba y hacía lo preparaban para convertirse en cineasta. Tal intuición no era para menos. El acercamiento de Ripstein al cine se dio cuando él apenas tenía tres años de edad. En compañía de su padre, el productor Alfredo Ripstein, visitaba constantemente los estudios de grabación, en los que llegó a ver a y conocer a fotógrafos, directores y actores emblemáticos de la llamada época de oro del cine mexicano. Años atrás, el 13 de diciembre de 1943, Arturo Ripstein nació en la ciudad de México, en el Sanatorio español. Fue el primogénito y único varón de los hijos de Alfredo Ripstein, Jr. y de Frida Rosen. Nació con la marca del cine, así lo cuenta el padre en entrevista con Paulo Antonio Paranagua, en la que menciona que su hijo nació ahogado, con tres vueltas del cordón umbilical al cuello y con una mancha negra en el ojo, como un actor de la pandilla17 Al igual que a nuestro novelista chileno, Frida Rosen arrullaba y entretenía con lecturas y narraciones al pequeño Arturo, surgiendo en el niño el deseo por contar historias, por contar cuentos, por conmover a través de aquello que le era más cercano: el cine. Y aunque su padre quería que primero terminara una carrera, a los dieciocho años le puso una oficina en los estudios Churubusco, en donde se inició como realizador filmando sus primeros cortometrajes. Antes de que Arturo Ripstein se convirtiera en director de cine, sus pasos lo llevarían por otros caminos. Si bien el cine le era muy importante, su padre le pidió que estudiara leyes en el Colegio México y finalmente, siguiendo 16 Emilio García Riera. Arturo Ripstein habla de su cine. Guadalajara, Universidad de Guadalajara-CIEC, 1998, p. 297. 17 op cit. p. 29. 20 dicho consejo por una parte y por la otra no, realizó estudios de derecho en la UNAM por dos años. Pero Ripstein se dio cuenta de que la diferencia entre el cine y las leyes era abismal. Tiempo después, durante casi un año, estudió historia en el Colegio de México y, tratando de enmendar el camino, por menos de un año, cursó la carrera de Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana de la que, declara en la entrevista con García Riera, fue ignominiosamente expulsado. Al tiempo en que estudiaba derecho e historia, su formación como cineasta, más allá de los estudios de grabación que siempre visitó, continuó. En México, antes de 1961, no existía una escuela propia para la carrera de cine, de hecho, ni siquiera se concebía como carrera. Sin embargo, Arturo Ripstein encontró que en la UNAM se impartían clases de cine en lo que el cineasta llama “precuec”. Ahí, a los dieciocho años de edad, estudió con José Revueltas, Walter Reuter y Carlos Velo. Y si de manera precoz supo cual iba a ser su profesión, también su debut como director lo fue. Con el apoyo y, a la vez, suspicacia de su padre, filmó su primera película a los veintiún años de edad, Tiempo de morir (1965). Después de insistirle al productor de hacer una película juntos, éste aceptó poco entusiasmado, pensaba en el riesgo que significaba esta empresa, su hijo tan joveny sin experiencia, pero al fin dio marcha a los trabajos. Lo primero que Arturo debía hacer, según indicaciones de su padre, era escribir la película con algunos miembros de la compañía de Don Alfredo. Sin embargo llevó un guión original de un autor todavía poco conocido, Gabriel García Márquez, que no era escritor de la empresa del padre. El guión llevaba por título El charro, que más tarde cambiaría para permanecer como Tiempo de morir. 21 Lo segundo que debía hacer Arturo era llamar a los actores que el productor le sugiriera. Las propuestas del productor no fueron del agrado del novel cineasta, a quien le fueron impuestos los actores para los personajes principales: Jorge Martínez de Hoyos, Alfredo Leal y Marga López, a quienes no consideraba adecuados para la historia. El tercer paso que debía dar Ripstein era asegurar las ventas de la película, por lo que debía aceptar la sugerencia del productor de hacer un western, lo que enfadó sobremanera al aspirante a director. Y tal vez, por la forma en que le fueron impuestas esta serie de decisiones, el primer trabajo con su padre fue muy difícil. Después de Tiempo de morir, Arturo Ripstein tuvo que entrar en una especie de ruptura filial, sustituyendo a su padre y adoptando a Buñuel como figura paterna, no de sangre pero sí de oficio, ya que del padre lo separó tanto la experiencia como las expectativas, al hijo le interesa el cine de autor y al padre el cine de géneros. El distanciamiento de Arturo con su padre se dio años antes, el cineasta dice: “A los quince años, después de ver Nazarín, tuve un ataque de Buñuel que me decidió a ser director.”18 Fue entonces que descubrió que la personalidad dominante en una película podía ser del director y no del productor, como su padre, auténtico patrón en sus filmaciones. Para su segundo acercamiento con el cineasta andaluz, Arturo Ripstein tenía ya una meta bien cimentada, aprender. Entonces el joven aspirante a cineasta le pidió a Buñuel que le permitiera ayudarlo en la filmación de El ángel exterminador sin importar lo que tuviera que hacer. La posibilidad de estar presente en la filmación de El ángel exterminador le permitió Ripstein aprender lo que considera más importante 18 op cit. p. 17. 22 para un cineasta, algo que no tenía que ver con una teoría o estética determinada: “Buñuel no me enseñó técnica de cine; en cambio aprendí de él que las mejores películas posibles eran aquéllas en las que uno no traicionaba sus más íntimos principios.”19 Enseñanza que lo ha acompañado a lo largo de su carrera. El director La ruptura de Arturo Ripstein con su padre no sólo significó un distanciamiento familiar, al pasó del tiempo también resultó significativa porque representó una ruptura con el orden establecido por la vieja guardia del llamado cine de oro mexicano. A Arturo Ripstein debemos considerarlo como parte de una generación de nuevos cineastas que buscaban espacios para llevar a la pantalla grande sus ideas y propuestas. Hoy día se acostumbra hablar de la Época de Oro del Cine Mexicano y del Nuevo Cine Mexicano como si hubieran transcurrido alrededor de 40 años entre la primera y la actual sin que nada más pasara en la industria cinematográfica de nuestro país. ¿Fallo de memoria o segmentación de ésta? A mediados de los años sesentas una nueva generación de cineastas y críticos lanzaban feroces críticas a la política de puertas cerradas que el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica imponía a los nuevos cineastas. Los años sesenta y setentas significaron búsqueda, renovación y libertad por parte de aquellos que aspiraban a hacer cine. Es desde esa época, 19 ibidem. p. 17. 23 como Gustavo García y José Coria mencionan en su artículo “La nueva generación”20, cuando se empieza a hablar del “nuevo cine mexicano” y de “los nuevos cineastas mexicanos”. Es en abril de 1961 cuando el río empezó a sonar. Aparece entonces la revista Nuevo Cine y en ésta el manifiesto del grupo homónimo, en el que cineastas, aspirantes a cineastas, críticos y organizadores de cine clubes dan a conocer los objetivos que persiguen a partir de la creación del grupo: 1. La superación del deprimente estado del cine mexicano. Para ello, juzgamos que deberán abrirse las puertas a una nueva promoción de cineastas cada día más necesaria. Consideramos que nada justifica la trabas que se oponen a quienes[…]pueden demostrar su capacidad para hacer en México un nuevo cine que, indudablemente, será muy superior al que hoy se realiza. Todo plan de renovación que no tenga en cuenta tal problema está necesariamente, destinado al fracaso21 Las exigencias expuestas por el grupo Nuevo Cine contemplaban también la desaparición de la censura, para así permitir que todas las posiciones estéticas, morales y políticas tuvieran cabida. Entonces los temas, las historias, las formas del cine experimental indagaban en aquello que pocas veces fue tratado por generaciones anteriores. El grupo también exigía la creación de un instituto dedicado a la enseñanza cinematográfica, apoyar al movimiento de cine clubes, conformar una cinemateca, garantizar la existencia de publicaciones especializadas que 20 cfr. “La nueva generación” en Nuevo cine mexicano. Gustavo García y José Felipe Coria. Clío, 1997, pp. 85. 21 Hojas De Cine. Testimonios Y Documentos Del Nuevo Cine Latinoamericano. Vol II, México, SEP-UAM, 1998, p. 33. 24 orienten al publico, institucionalizar la investigación del cine mexicano y apoyar a los grupos de cine experimental. Y el río llevaba agua pues, a pesar de que la existencia del grupo Nuevo Cine fue un tanto efímera, las demandas del manifiesto iban a ser retomadas por la Sección de Técnicos y Manuales que en 1964 lanzó la convocatoria al primer concurso de cine experimental, lo que significó un parte aguas en la industria cinematográfica nacional porque entonces las condiciones estaban dadas para que a un cineasta joven se le abrieran las puertas de la dirección de cine. Gustavo García y José Coria mencionan que de la crisis que vivía el cine nacional se hablaba desde 1952, cuando se publicó El embrollo cinematográfico de León Méndez Berman y Santos Mar. Tiempo después se publicó El libro negro del cine mexicano de Contreras Torres. Es precisamente a partir de la década de los sesentas que, como medida para salir de esta crisis, se impulsa la creación de la Filmoteca de la UNAM (1960) y del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (1963) que, junto con la reproducción en cine clubes de películas extranjeras que no eran exhibidas en salas comerciales, se empieza a generar una cultura cinematográfica entre los jóvenes interesados en el séptimo arte. La ruptura con el viejo orden de la industria cinematográfica y con sus fórmulas centradas sobre todo en el melodrama, llevaron a los jóvenes aspirantes a cineastas a buscar en la literatura latinoamericana de su época una alternativa a las convenciones del cine de géneros, búsqueda en la que pretendían encontrar su propia voz en el cine de autor. El primer concurso de cine experimental puso de manifiesto éste interés. Gustavo garcía y José Felipe Coria nos dicen: 25 Se orientaron más bien a la adaptación de textos literarios de sus contemporáneos: Gámez contó con la colaboración de Juan Rulfo y de Jaime Sabines, mientras que las otras películas se basaron en obras de Inés Arredondo, Juan García Ponce, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Gabriel García Márquez, autores a su vez marcados por su afición al cine22 Aunque Arturo Ripstein no formó parte, al menos no oficialmente, del grupo Nuevo Cine, las coincidencias con todos los queconformaron éste son muchas. En su primera película también se acercó a dos hombres de letras. Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes escribieron el guión de Tiempo de Morir. Y si bien tuvo que ceder ante la presión de su padre para tratar la historia como western, pudo tratarla de una manera personal, convirtiéndola en una tragedia moral (así la clasifica José de la Colina en el libro Miradas al cine23). Además, al igual que muchos de sus contemporáneos, Ripstein tuvo que enfrentarse a la cerrazón del sindicato, su padre cuenta, en la entrevista con Paranaguá, que el secretario del sindicato se negaba a darle el permiso para filmarla porque decía que Arturo Ripstein era muy joven y cuando por fin aceptó le exigió que fuera filmada en cinco semanas y no menos. Después de su primera experiencia dentro de la industria cinematográfica, Ripstein optó por apartarse también de la industria mexicana del cine. Buscó estar al margen de la producción comercial y creó el grupo Cine Independiente de México junto con Felipe Cazals, Rafael Castanedo, Tomás Pérez Turrent y Pedro Miret. A partir de esta iniciativa, surge el proyecto y realización de La hora de los niños (1969). Es en este mediometraje donde Ripstein concentra una experiencia absolutamente personal. Si bien en Tiempo de morir reveló su personalidad al 22 op cit p. 13. 23 José De la Colina. Miradas al cine. Col. SepSetentas 31, SEP, México,1972, pp.220. 26 transgredir los códigos genéricos y convenciones narrativas, en La hora de los niños ya deja ver las figuras y temas que serán constantes en su obra: el encierro y el tiempo. Un año después, en 1970, con el ascenso al poder de Luis Echeverría Álvarez, se da inicio a la estatización del cine, pues la política cinematográfica del estado asume la administración del aprendizaje, del financiamiento, de la producción, de la promoción, de la distribución, de la exhibición y hasta de la premiación del cine. El 21 de enero de 1971, Rodolfo Echeverría da a conocer el Plan de Reestructuración de la Industria Cinematográfica, que contemplaba entre sus objetivos apoyar el cine experimental, financiándolo, distribuyéndolo, promoviéndolo en el extranjero y premiándolo Surgieron entonces nuevas casas productoras, algunas de ellas propiedad del estado- CONACINE I y II-. Se reinstaló el premio “Ariel” y el festival cinematográfico anual. Se organizó la participación del cine nacional en muestras y festivales internacionales, lo que permitió que las películas de Ripstein se internacionalizaran. Se creó el Centro de Capacitación Cinematográfica y la Cineteca Nacional. Y, en medio de toda esta aparente bonanza, los nuevos cineastas en su lucha por hacer un cine de autor filmaron bajo uno de los principios que los unió: la libertad de expresión. Emilio García Riera en su Historia documental del cine mexicano dice lo siguiente: […]para que los cineastas mexicanos ganaran la confianza en sí mismos que les daría fuerza e iniciativa, la experiencia del sexenio echeverrista resultó decisiva. Nunca antes habían accedido tantos y tan bien preparados directores a la industria, ni 27 se había disfrutado de mayor libertad en la realización de un cine de ideas avanzadas24 Por primera vez fue posible ver una serie de películas alejadas del característico maniqueísmo conservador de las películas de la vieja guardia. Los personajes se presentaban de carne y hueso, ya no más machos admirables, madres sacrificadas, padres cuya autoridad era inobjetable, jóvenes regañables y pecadoras sublimadas por su dolor y perfectamente sermoneables. Durante la gestión de Luis Echeverría, Arturo Ripstein pudo filmar tres largometrajes. Mil novecientos setenta y dos marcó su regreso a la industria cinematográfica con El castillo de la pureza (1972), película en la que el encierro vuelve a estar presente como uno de sus temas fundamentales. Después filmaría El Santo Oficio (1973) y Foxtrot (1975). Y dos años después, el tema del encierro es retomado en su séptima película. Cuenta Ripstein que la novela de José Donoso la conoció antes de que fuera publicada. Tenía veinte años de edad cuando iba de visita a casa de Carlos Fuentes, allí conoció al escritor chileno y su obra. El lugar sin límites le pareció al cineasta muy buena novela, luego supo que Buñuel había comprado los derechos pero que no la había llegado a filmar25. Años después se interesó en ésta para llevarla al cine y el 16 de mayo de 1977 inició la filmación en los Estudio América. ¿Y la literatura? Además del cine, Arturo Ripstein ha sido fiel lector y apasionado de la literatura. Su padre recuerda, en la entrevista con Paranaguá, que Arturo ha 24 Emilio García Riera. Historia documental del cine mexicano. Guadalajara, Universidad de Guadalajara-CIEC, 1992, pp. 337. 25 cfr. Emilio García Riera. . Arturo Ripstein habla… p. 183. 28 leído miles de libros, de los cuales de todos se acuerda pues heredó la buena memoria de su madre. Pero no sólo formaron parte de su niñez o de una forma de entretenimiento, los libros, las letras, la literatura están unidas a su trabajo cinematográfico. El mismo Paranaguá habla de los vínculos que unen la obra de Ripstein con otros textos: fílmicos o literarios (intertextualidad e intercodicidad), pues ésta mantiene un diálogo permanente con la tradición cultural. También tres películas explicitan su relación con la tradición cinematográfica, suficientemente significativas en su versión original: El imperio de la fortuna (1986), La mujer del puerto (1991) y Profundo carmesí (1996). Desde Tiempo de morir, el realizador mexicano ha optado por trabajar con figuras de la narrativa latinoamericana en lugar de recurrir a guionistas tradicionales. Dos mexicanos fueron parte importante de su equipo de trabajo: José Emilio Pacheco, con quien escribió los guiones de El castillo de la pureza (1972), El Santo Oficio (1973) y Foxtrot (1975); y Vicente Leñero, con quien escribió Cadena Perpetua (1978) y La tía Alejandra (1979). Hoy día, el director encontró a quien le escribe en forma casi exclusiva: Paz Alicia Garcíadiego, su pareja. Además de trabajar con hombres de letras, Ripstein tiene como sello particular el recuperar algún texto literario para el cine: por supuesto, El lugar sin límites; en El castillo de la pureza tomó el nombre de un ensayo de Octavio Paz sobre Marcel Duchamp; en La seducción (1980) el punto de partida para el guión es un relato de Heinrich von Kleist; en El otro (1984) adaptó el cuento El impostor, de Silvina Ocampo. Pero el vínculo con otras obras literarias no terminan ahí, Paranaguá compara el estilo del autor con el de Rulfo y menciona que algunos personajes femeninos de sus películas aluden a Susana San Juan: Mariana Sanpedro 29 (Tiempo de…) y Rebeca Sanpedro (Profundo Carmesí). Evidente en El imperio de la fortuna (1986), pues toma como referencia la película de Gavaldón El gallo de oro, cuyo guión fue escrito por el propio Rulfo. 30 1. EL INFIERNO SIN LÍMITES: UN LUGAR Y UN TIEMPO El espacio y el tiempo en El lugar sin límites, en la novela y en el filme, permiten un recorrido que nos llevará por las calles, las casas, las habitaciones, la intimidad de un pueblo; por las horas, el día y la noche, el devenir ineluctable de lo que sucede en este lugar. Nos acercaremos al Olivo en su espacio y en su tiempo para así descifrar los puntos de encuentro entre dos obras: la literaria y la fílmica, la novela de José Donoso y el filme de Arturo Ripstein. ¿Y por qué contemplar el espacio? En principio porque el título de la novela, retomado en el filme, apela a este elemento narrativo. El lugar sin límites ya nos hace referencia a un lugar, a unescenario determinado, singular, con características y funciones específicas. Si bien, siguiendo a Helena Beristáin, las informaciones sitúan a los objetos en el tiempo y en el espacio y por tanto sirven para autentificar la realidad del referente, es posible también que anticipen un escenario que tendrá real importancia y que no sólo funcionará como escenografía que le dé realismo o verosimilitud a la historia, sino como factor que dé mayor significado a lo que se que se nos cuenta. Al respecto la autora dice: […] podemos decir que el espacio en la historia posee una significación cultural y social, que se integra al conjunto de las demás significaciones, y que contamina el significado de los hechos que en determinado espacio ocurren. La organización del espacio y la función de los objetos que lo pueblan influyen en el significado de un hecho, pues éste varía según se realice en un circo, sobre un sepulcro, dentro de una celda, […] 1 1 Helena Beristáin. Análisis estructural del relato literario. México, Limusa, 2002, p. 82. 31 También Eugene Vale explica la importancia del espacio en el filme, menciona que a la hora de seleccionar los lugares donde ocurrirán los acontecimientos es necesario considerar que hay ciertas características conectadas con el lugar y dice: Estas características afectan a los eventos que allí ocurren. En consecuencia la elección correcta del lugar significa que estas características se suman a los hechos; una elección del lugar indiferente significa que ellas no tienen relación con los hechos, y una incorrecta elección del lugar significa que las contradicen 2 Analizaremos entonces el espacio literario tomando como punto de partida las informaciones que de éste se dan en el relato. Recordemos que, de acuerdo con Beristáin, las informaciones forman parte de las unidades integrativas y que tienen un carácter paradigmático. Entendemos entonces que la lectura de éstas será paradigmática y no sintagmática, sólo así cobrarán real significado. Además debemos tener presente que los espacios están determinados por el punto de vista de los personajes o del narrador. Parafraseando a Beristáin, podemos decir que el narrador pude manipular el espacio para presentarnos sus perspectivas y distancias, los acercamientos que permiten apreciar detalles, las vistas panorámicas que permiten tener un plano general, y así lograr efectos estéticos. Abundando en el tema, Antonio Garrido Domínguez comenta que el espacio contiene a los personajes por lo que con mucha frecuencia se convierte en signo de valores y relaciones muy diversas. Éste caracteriza a los personajes en su mundo interior y en su comportamiento porque puede constituir una 2 Eugene Vale. Técnicas del guión para cine y televisión. 6ª ed. Barcelona, Gedisa, 1996, p. 48. 32 proyección de ellos mismos, lo que da lugar a que se establezcan relaciones muy diversas entre los mismos personajes. Vemos entonces que el espacio se convierte en depositario de los afectos del personaje. Resumiendo, el espacio está relacionado muy fuertemente con la acción y con los personajes. En el primer caso los espacios pueden ejercer un influjo determinante en la trama hasta el punto de configurar su estructura. En el segundo caso el espacio nunca es indiferente para el personaje, pues funciona como metáfora o metonimia de éste, ya que puede reflejar, aclarar o justificar el estado de ánimo de un personaje. Idéntica función cumple el espacio cuando semiotiza y se convierte en exponente de relaciones de índole ideológica o psicológica, se puede establecer una serie de relaciones axiológicas3. Así, las referencias espaciales no sólo contribuyen a la creación del efecto de realidad sino que constituyen un poderoso factor de coherencia y cohesión textuales. Puede agregarse que el espacio ha servido como base compositiva para un elevado número de géneros narrativos. Y si bien, estos principios son validos para todo relato, retomamos a Eugene Vale en lo específico para el cine. Este autor propone analizar los espacios a partir de las siguientes características: el tipo, la clase, el propósito, la relación con una o más personas y la ubicación. Además, comenta que los elementos en el cine que dan información sobre los espacios a lo largo del relato son: el decorado, los objetos, el sonido, la iluminación, el diálogo, el ruido ambiente, la música de fondo y los actores. Por otra parte, contemplamos el tiempo porque en ese lugar sin límites también éste tiene un valor profundo. En el transcurrir de tiempo se llega del día a la noche, de la luz a la oscuridad, de la vida a la muerte. El tiempo tiene una relación de antes-después, de causa- efecto, de constante devenir de las 3 cfr. Antonio Garrido Domínguez. El texto narrativo. España, Síntesis, 1996, pp. 207-217. 33 acciones. Y en este devenir, de un día se regresa a otro distinto. De un segundo baile de la Manuela, con su vestido colorado pero pálido, roto y enflaquecido, vamos a un primer baile de la Manuela con su vestido colorado, reluciente y brillante. La degradación del Olivo literario y fílmico no es sino un constante devenir. Eugene Vale menciona que “el tiempo, que siempre avanza, representa el movimiento y cambio hacia delante.”4Mientras que Helena Beristáin - partiendo de Todorov- dice que toda secuencia vive un proceso en el que se pasa de un estado satisfactorio a otro insatisfactorio, por lo que se da un proceso de mejoramiento o degradación.5 En los dos autores podemos observar que este proceso de degradación también se presenta en el espacio y lugares referidos. Además, desde que inicia la novela y el filme, el tiempo es una presencia constante y hasta visible. En la obra literaria la Manuela toma el reloj y ve que es muy temprano, en la obra fílmica la Japonesita mira el reloj y dice que es muy temprano. En una, la historia sucede un domingo de misa. En la otra, la historia sucede un sábado, día en que llega el tren. Los dos autores se preocupan por darnos los datos suficientes sobre la temporalidad de la historia. 2.1 El Olivo: de Talca a San Juan de Dios Como ya se dijo, el título apela inmediatamente a la idea de un lugar específico, un lugar que no tiene límites y que el propio Ripstein califica de eufemismo 4 Eugene Vale. Técnicas del guión para cine y televisión. 6ª ed. Barcelona, Gedisa, 1996, p. 51. 5 cfr.. p. 58. 34 usado por Mefistófeles para referirse al infierno.6 Precisamente la novela inicia con el siguiente epígrafe: Fausto: Primero te interrogaré acerca del infierno. Dime, ¿dónde queda el lugar que los hombres llaman infierno? Mefistófeles: Debajo del cielo. Fausto: Sí, pero ¿en qué lugar? Mefistófeles: En las entrañas de estos elementos. Donde somos torturados y permanecemos siempre. El infierno no tiene límites, ni queda circunscrito a un solo lugar, porque el infierno es aquí donde estamos y aquí donde es el infierno tenemos que permanecer... Marlowe, Doctor Fausto 7 Desde el inicio, José Donoso nos da la razón del título que lleva su novela y Arturo Ripstein, de igual manera, no prescinde de tal información. Así, el título ya tiene una razón de ser, informa con antelación que El Olivo, el espacio en el que suceden las acciones, y que los lugares que ahí se presentan son un infierno. ¿Y qué es el infierno? En el Diccionario de los símbolos se ofrecen las visiones que de éste tienen distintas culturas, de las que retomamos sólo una, la cristina, porque para nuestro trabajo esta visión nos parece la más pertinente, ya que la novela, en diversas ocasiones, hace alusión a los ritosy conceptos cristianos, la misa, el pecado, la virginidad y la santidad. En la tradición cristiana, la pareja luz tinieblas simboliza los dos opuestos, el cielo y el infierno. Plutarco describía ya el Tártaro 6 cfr. Emilio García Riera. Arturo Ripstein habla de su cine. Guadalajara, Universidad de Guadalajara-CIEC, 1998, p.187. 7 José Donoso. El lugar sin límites. México, Alfaguara, 1996. p. 9. A partir de esta cita todas las referentes a la novela se hacen de la misma edición y solamente se escribirá entre paréntesis el número de la página correspondiente. 35 como privado de sol. Si la luz se identifica con la vida y con Dios, el infierno significa privación de Dios y de la vida […] La esencia misma del infierno es el propio pecado mortal, en el cual los condenados están muertos. Es la perdida de la presencia de Dios, y como ningún otro bien puede ya ilusionar al alma del difunto, separado del cuerpo y de las realidades sensibles, está sufre la desgracia absoluta, la privación radical, tormento misterioso e insondable. Es el descalabro total, definitivo, irremediable, de una existencia humana. La conversión del condenado ya no es posible; endurecido en su pecado, está perpetuamente fijado en la pena.8 Además es el mismo Mefistófeles quien da la definición de infierno, veamos la definición que el Diccionario de los símbolos da de este personaje: “Aquél que odia la luz. Demonio de la literatura medieval que asiste al doctor Fausto desde el momento en que éste entrega su alma al príncipe del infierno.”9 De ambas definiciones tomemos tres puntos esenciales para nuestro trabajo. Primero: la idea de que el infierno es un lugar privado de Dios y por tanto de luz, lo que lo hace un lugar en tinieblas. Segundo: la idea del infierno como prisión de la que no hay modo de salir. Tercero: la idea de que en el infierno se purga algún pecado y por tanto es un lugar de castigo, punto que retomaremos en el capítulo dedicado al análisis de personajes. Donoso y Ripstein establecen antes de empezar su relato que el infierno es el lugar sin límites, podemos deducir que el lugar que nos presenten, en el que se desarrolla la misma historia, es el infierno. Las informaciones presentes en ambos relatos dan cuenta del espacio. En un caso, el de la novela, será la Estación El Olivo, cercana a Talca, ubicada en Chile. En el filme, será El Olivo, cercano a San Juan de Dios, ubicado en México. 8 Diccionario de los símbolos. Barcelona, Herder, 1988, pp. 593. 9 idem. p. 703. 36 Las descripciones del Olivo literario permiten concebirlo como un pueblo casi deshabitado y desolado, las pocas casas que quedan son una ruina. La estación de tren prácticamente está en desuso, no tiene ni empleados. La vegetación del lugar es abundante, hay álamos y palmeras pero sobre todo zarzamoras y viñas que invaden el pueblo entero, parece que éstos son lo único que florece. Además la principal actividad económica está supeditada a la producción vinícola. El clima es húmedo (llueve toda la tarde) y hace frío. Es un pueblo al que no ha llegado la luz eléctrica. Respecto al Olivo fílmico, la información visual nos deja ver un pueblo casi deshabitado. Las calles del pueblo se ven desiertas. Hay pocas casas y parecen, por su arquitectura, casonas de las viejas haciendas de México. Están descuidadas y viejas pero se mantienen fuertes y en pie. Con exactitud no se sabe a que se dedican en el pueblo, parece que al cultivo de algunos granos pues los costales en la bodega de correos así lo indican. El clima es seco, la geografía perece árida aunque hay un río pequeño cerca. La vegetación es casi exigua, aunque se llegan a ver matorrales y árboles de pirul. Se aprecia que hace calor y el sol predomina en la primera parte del film. Es un pueblo al que le quitaron la luz eléctrica. La novela A) La falta de luz. La novela inicia dándonos algunas, más bien pocas, informaciones sobre la falta de luz eléctrica, lo que obedece a que la historia comienza al cinco para las diez de la mañana, a plena luz del día, por lo que la necesidad de luz todavía no se hace presente. En esta primera parte, sólo cuando se habla sobre la noche es cuando se nos ofrecen datos que hacen alusión a la oscuridad: “en la mañana temprano cuando todo es tan distinto a la noche abrigada por el fulgor del carburo […]” 37 (p. 15) o “y los chonchos de vino avinagrándose en el fondo de los vasos en las siete mesas sucias en la madrugada, mesas rengas, rayadas, todo claro, todo nítido ahora en la mañana y todas las mañanas” (p. 16). Es en el capítulo IV, cuando la Japonesita sabe que don Alejo quiere hablar con ella, que explícitamente se informa al lector de la falta de luz eléctrica en la estación El Olivo. Entonces la Japonesita imagina que el motivo de la visita del viejo es informarle que las gestiones para electrificar el pueblo han dado fruto. Resulta significativo que la exposición de tal información coincide con la tarde noche, cuando la oscuridad empieza a penetrarlo todo. Quedaba poca luz afuera. Pero desganada, sin fuerza para vencer las tinieblas de la cocina. La Japonesita extendió una mano para tocar una hornalla: algo de calor. Con la electricidad todo esto iba a cambiar. Esta intemperie (p. 42). La visión de la Japonesita agrega un sentido más: la ausencia de luz significa la ausencia de elementos vistos por ella, y por todos los personajes, como positivos y la presencia de elementos negativos. La luz es esperanza, es la posibilidad de mejorar, de alcanzar la felicidad. Un pueblo con luz es un pueblo próspero y uno sin luz se degradara paulatinamente hasta desaparecer. Así, vemos que además de presentar un ambiente externo también se presenta uno interno, pues la destrucción gradual del pueblo también representa la destrucción anímica y física de algunos de sus personajes: Decían que la Japonesa grande murió de algo del hígado, de tanto tomar vino. Pero no era verdad. No tomaba tanto. Mi madre murió de pena. De pena porque la estación El Olivo se iba para abajo, porque ya no era lo que fue. Tanto que habló de la electrificación con don Alejo. (p. 44) 38 Como ya se mencionó, los personajes hacen referencia a aspectos positivos-deseables y aspectos negativos-rechazables. Son los últimos los que están vigentes en La Estación El Olivo y por tanto las informaciones sobre éstos abundan en el relato. Repetitivas son las alusiones al frío que los personajes padecen: “Tiritando se puso la camisa. Se arrebozó el chal rosado […]” (p. 14), y que es mayor conforme se acerca la noche: “[…]se fue acercando cada vez más y más al fuego que palidecía, arrebozándose más y más con su chal. Tengo los huesos azules de frío. Ya oscurecía” (p. 42). Es invierno en el Olivo y la lluvia está presente desde muy temprano, por lo que aparecen objetos que aluden a la necesidad de crear calor artificial: brasitas, carbones, cenizas, brasero. Entonces, aparece la nostalgia por otro tiempo, para la Japonesita una época de calor cobijador: “añorando, eso sí, un poco de calor.” (p. 46). Además, el Olivo es un lugar deshabitado y pobre; así lo hace ver la Manuela cuando habla de las casas del pueblo: “Quedaban pocas habitadas porque hacía mucho tiempo que todos los toneleros trasladaron sus negocios a Talca […]” (p. 21) Don Alejo dice: “[…] sí, pues chiquilla, tan pocos toneleros que quedan, un par creo y viejazos ya, y la demás gente, tú vez, es tan poca y tan pobre[…]” (p. 54). Y la Japonesita: “Quedaba apenas un puñado de pobladores.” (p. 44). La Estación Olivo, lugar que ni panteón tiene; tampoco iglesia, apenas una bodega, ni escuela. Por tanto, tampoco tiene enterrador, cura, maestro, maquinista, policía. A falta deespacios, falta de oficios, profesiones y, por supuesto, gente dedicada a cumplir una función en el pueblo. Los pocos lugares que quedan son el prostíbulo y el galpón de correos, que parecen ser, junto con la minúscula capilla, los únicos espacios que todavía dan apariencia de pueblo a la Estación El Olivo; pero que finalmente parecen lugares sin vida, aquí una información sobre la oficina de correos: “En todo ese 39 espacio parduzco, donde hasta la cal del muro era de color tierroso [sic], lo único vivo era el azulino de los ojos de don Alejo […]” (p.34). Sin embargo, a tanta desolación, aridez y ausencia se opone la abundancia de la naturaleza: las viñas, las zarzamoras, las hojas secas de los árboles, recordemos que es invierno: “La Manuela se detuvo para contemplarlas un instante. Viñas y viñas y más viñas por todos lados hasta donde alcanzaba la vista, hasta la cordillera.” (p. 21). La naturaleza invade hasta los espacios de las personas, les quita lo habitable y por tanto su esencia humana. Resultan significativas y constantes las alusiones a la vegetación invasora y devoradora: Los álamos se agitaron. Si el viento arreciaba, el pueblo entero quedaría invadido por las hojas amarillas durante una semana por lo menos y las mujeres se pasarían el día barriéndolas de todas partes, de los caminos, los corredores, las puertas y hasta debajo de las camas, para juntarlas en montones y quemarlas[…] la zarzamora devorándolas y devorando las habitaciones de las casas abandonadas[…] (p. 20). Las viñas y la zarzamora se apoderan gradualmente de la Estación Olivo, rodean al pueblo como una telaraña que ya no dejará salir a nadie: “La maleza crecía junto a la vereda y las hojas eternamente repetidas de las zarzamoras cubrían las masas de las cosas con su grafismo preciso, obsesivo, maniático, repetido, minucioso.” (p. 123). Vemos entonces que la falta de luz es también la falta de lo humano, porque en el infierno la persona perece, no tiene derecho a ser. Entonces las viñas representan, además de la destrucción de la Estación Olivo, la pérdida de humanidad: “Entonces echar abajo todas las casas y arar el terreno del pueblo, abonado y descansado, y plantar más y más viñas como si el pueblo jamás hubiera existido, sí, me consta que eso es lo que quiere.” (p. 96). 40 Y la presencia de las viñas no se limita a la forma que adquiere en la naturaleza, también en su forma destilada aparece constantemente. “Vino. Todos los hombres que venían a su casa tenían olor a vino y todas las cosas sabor a vino. Y durante la vendimia el olor a vino invadía al pueblo[…]” (p. 114). El vino hace perder la conciencia a los hombres al animalizarlos: “Aunque en la noche, embrutecidos por el vino y con la piel hambrienta de otra piel, de cualquier piel con tal que fuera caliente y que se pudiera morder y apretar y lamer, los hombres no se daban cuenta ni con que se acostaban, perro, vieja, cualquier cosa.” (p.15) Resulta entonces que el vino es una forma de la falta de luz porque enceguece, le quita claridad y luz al pensamiento, a lo esencialmente humano. Dentro de la historia, el tiempo juega un papel importante en la conformación del espacio, pues a la presencia de elementos negativos es consecuencia de acontecimientos del pasado. En los capítulos VI y VII se habla de un tiempo original, la época de la Japonesa, en la que el pueblo tenía todavía la esperanza de convertirse en un lugar de importancia. El tiempo en que la Manuela llegó por primera vez a la Estación Olivo. El tiempo no de la abundancia pero sí de las promesas y del futuro prometedor. Ese tiempo original, con el pasar de los años, es una especie de tierra perdida. Paraíso tal vez no, pero sí un lugar lleno de vida, completamente humano. Las características de la Estación El Olivo correspondían a los valores positivos que los personajes le dan al espacio y que son opuestos a los que veinte años después están vigentes. Negativos-No humano Positivos-Humano 41 Oscuridad Frío (humedad) Deshabitado Pobre Inaccesible Luz Calor Poblado Próspero Accesible Veinte años atrás, en tan sólo un día, conocemos un pueblo que tiene la esperanza de convertirse en un lugar próspero, dicha esperanza lo mantuvo en pie. La Japonesa, administradora del burdel, irradia un calor infinito. Y una fiesta, organizada por ella para celebrar que don Alejo ganó las elecciones, concentra a los pobladores del lugar en el prostíbulo. Entonces está presente la luz, el calor de los cuerpos, el gentío cantando, bailando y bebiendo. Aquel día, muy temprano, en el pueblo pululan las mujeres: “La esposa del Jefe de Estación, la del Sargento de Carabineros, la del Maestro, la del Encargado de Correos […]” (p. 63). Y los hijos de éstas y sus maridos, corriendo por todo el pueblo y repartiendo volantes del candidato. Entonces conocemos la época de oro del Olivo: las calles y las casas llenas de gente, de mujeres, de niños. Ya en la noche, ya en la fiesta, con los tragos de vino en la cabeza, en todo el cuerpo, la Manuela baila, se contorsiona en medio de la pista. Entonces los hombres la llevan al río, la desnudan y ven su sexo; surge la apuesta, el pecado, el castigo que lleva a la destrucción del pueblo, las esperanzas se esfumarían. Don Alejo, con quien el pueblo se iba a ir para arriba, después de no conseguir que una carretera importante pase por el pueblo, quiere destruirlo todo, así lo ve la Manuela: “Echaría abajo todas las casas, borraría las calles 42 ásperas de barro y de boñigas, volvería a unir los adobes de los paredones a la tierra, de donde surgieron y araría esa tierra […]” (p. 58). El Olivo, que está en tinieblas, paulatinamente se ha degradado, desaparecerá poco a poco; sin luz, sin calor, sin esperanza, sin gente y sin salida para los personajes que pecaron aquella noche de apuestas. B) Una prisión. Ya en la definición de infierno que revisamos se nos decía que éste es un lugar del que no se puede escapar, no hay modo de dejarlo. El pueblo de la Estación El Olivo únicamente tiene dos salidas: el camino y el tren, pero dichas vías no son del todo accesibles. Las informaciones sobre los caminos y las calles los describen como sinuosos, llenos de hoyos y de piedras; caminos de cuidado, inaccesibles e inhospitalarios; calles que hacen lento el recorrido porque puede estar lleno de tropiezos: “Inclinado sobre el manubrio, Pancho escudriña la oscuridad porque tiene que escudriñarla si no quiere despeñarse en un canal o injertarse en la zarzamora. Cada piedra del camino hay que mirarla, cada bache […]” (p. 96). También, cuando la Manuela huye de sus perseguidores, las calles son angustiosamente sinuosas y tortuosas: “Le dolía el bofetón en la cara, los tobillos endebles, los pies desnudos que se cortaban en las piedras o en un trozo de vidrio o de lata, pero tenía que seguir corriendo […]” (p. 125). Para la Manuela, la única forma de salir por esta vía es con un vehículo, un auto como el de Pancho para poder ir y venir a placer. Por eso le dice a su hija: “Acuéstate con él, no seas tonta. Es regio. El hombre más macho de por aquí y tiene camión y todo y nos podría llevar a pasear” (p. 50). Hasta aquí podemos decir que geográficamente los caminos de la Estación Olivo establecen algunas condiciones para poder salir del lugar, condiciones con las que algunos personajes no cuentan. 43 El tren también se nos presenta como un medio que no funciona del todo, pues sólo hace viajes un día por semana, hecho que en el pasado no era así. Además, las descripciones de la estación hacen verla como un lugar en desuso, sin la presencia humana, sin cumplir su función que es transportar a las personas y sus cosas: “Claro que en épocas mejores el centro fue esto, la estación. Ahorano era más que un potrero cruzado por la línea, un semáforo inválido, un andén de concreto resquebrajado […]” (pp. 20- 21) Y don Alejo dice: “el tren que ya ni para aquí si quiera, los lunes nomás, para que tú te subas en la mañana y te bajes en la tarde cuando vas a Talca.” (p. 54). La otra vía, la que quedó en mera posibilidad, la carretera longitudinal, la vía que hubiera permitido el libre y fácil fluir de las personas, la libertad de agarrar un camión e irse, no existe. Entonces, además de darnos información sobre la incomunicación del pueblo, también se nos dan indicios sobre la forma en que este espacio incomunicado, falto de salidas, puede destruir y acabar con la vida, con lo humano: Pero después le dijeron la verdad […] que el trazado del camino pasaba a dos kilómetros del pueblo y entonces ella comenzó a desesperarse. La carretera longitudinal es plateada, recta como un cuchillo: de un tajo le cortó la vida a la Estación El Olivo, anidado en un amable meandro del camino antiguo. (p. 44). Sin embargo, las condiciones físicas del lugar no sólo representan la falta de una salida física. También van de la mano de la imposibilidad de algunos personajes de buscar otros espacios, más hospitalarios y amables. Dice Laura A. Chesak que en la narrativa de Donoso los espacios dejan ver un carácter 44 ambiguo y simbólico: “Por una parte encarnan la tensión entre el paraíso y la prisión, entre la protección y el encarcelamiento”10 La Japonesita y la Manuela en algún momento de la novela dicen querer irse del Olivo, pero no lo hacen porque, en un caso, se ha convertido en un refugio donde nadie cuestiona su condición de prostituta y, en el otro, el prostíbulo fue la esperanza de que su vida cambiaría. En ambos casos, el Olivo y el prostíbulo son un engaño, ya que no encuentran protección y sí una prisión en tinieblas que, tarde o temprano, las lleva a su fin. Que claro que le gustaría irse a vivir a otra parte y poner otro negocio. Pero que no se iba porque la Estación el Olivo era tan chica y todos los conocían y a nadie le llamaba la atención tan acostumbrados estaban. Ni los niños preguntaban porque nacían sabiendo […] y el pueblo se va a acabar uno de estos días y yo y usted con este pueblo de mierda que no pregunta ni se extraña de nada. (p. 49). José Promis menciona que a través de las novelas de Donoso se repite el tema del paraíso perdido, “el anhelo por el hombre por reencontrar el espacio metafísico de la felicidad y la permanencia”11. A lo largo de la novela nos encontramos con personajes que anhelan tiempos y momentos mejores, prometedores y llenos de esplendor. Nostalgia que lleva a imágenes y circunstancias del pasado, ya sea en flachazos provocados por la voz la de cada personaje, o por la estructura circular de la narración en la que, en el capítulo sexto y séptimo, se da paso a un hecho ocurrido veinte años atrás. Remembranza que va de la mano con los sueños de los personajes: la Japonesita sueña con la electrificación del pueblo y en consecuencia con el 10 Laura A. Chesak. José donoso. Escritura y subversión del significado. España, Verbum, 1997. pp.107, 108. 11José Promis, Cedomil Goic et al. José Donoso, la destrucción de un mundo. Argentina, Fernando García Cambeiro, 1975. p. 26 45 renacimiento del burdel heredado por la madre; la Manuela sueña con las luces, con los aplausos que tuvo como bailarina española. Sin embargo el paraíso no existe, también es un engaño que da esperanza de vida a los personajes. Lo real es que no hay salvación, no hay solución, no hay escapatoria al tormento de un mundo decadente y degradado.12El Olivo nunca les ha dado condiciones mejores de vida y tampoco felicidad, sino promesas de esplendor: Y cuando la Manuela y la Japonesita saben que nunca electrificarán al pueblo, una quiere irse, vender la casa, y la otra no piensa más que en quedarse, no va a venderla. Los personajes parecen estar atados a este espacio. Ella y el pueblo entero quedaron en tinieblas. No importaba que todo se viniera abajo, daba lo mismo con tal que ella no tuviera necesidad de moverse ni de cambiar. No. Aquí se quedaría rodeada de esa oscuridad donde nada podía suceder que no fuera una muerte imperceptible, rodeada de las cosas de siempre” (p. 57). El lugar se desmorona y el destino a permanecer en medio de la oscuridad se consuma con la muerte de la Manuela en la madrugada. El filme A) La falta de luz. Son las siete de la mañana, un poco menos, cuatro horas antes que en la novela, cuando las imágenes visuales y auditivas nos presentan al Olivo: el decorado, los accesorios, la iluminación, los actores y su caracterización, la música, el ruido ambiente nos dan a conocer un Olivo fílmico desolado, árido, infernal. 12 cfr. Fernando Moreno Turner et al. José Donoso, la destrucción de un mundo. Argentina, Fernando García Cambeiro, 1975. p. 87-71 46 Es un día luminoso y la falta de electricidad no se explicita. A esa hora los objetos se concentran en el interior de los bordes del cuadro, dentro de la toma, los que se pueden ver en la pantalla13. Un travelling toma un objeto sobre una mesa, una vela. En otra toma, junto a la cama de la Manuela, un buró con una lámpara de petróleo encima. Una más, Octavio haciendo cuentas y a su lado una lámpara de petróleo. Muchas tomas más en las que los personajes hablan, actúan y detrás de ellos, sobre las paredes o mesas, parte de la escenografía la conforman las lámparas de petróleo. ¿Qué clase de pueblo será? ¿Por qué usarán velas o lámparas? La respuesta se nos va dando a cuentagotas. Un dialogo: la Japonesita habla con la Manuela de don Alejo, el viejo quiere hablar con ella y cree que le dará buenas noticias, “Nos va a poner lo que tanto queremos”. Otro diálogo, la Japonesita reclama a un cliente que se quedó dormido que pague como hotel, pero éste sólo tiene 50 pesos: “La próxima vez serán 60. Y si tenemos luz eléctrica serán más todavía”. En otro diálogo, Don Alejo le dice al Administrador: “si hubiera luz, nadie se iría”. Al anochecer, después de que en el relato se da una retrospección, las velas y las lámparas iluminan tristemente los espacios que todavía son habitados por humanos. La fotografía de la película nos muestra lugares en tinieblas, oscuros por completo en algunos momentos y, en otros, alumbrados por luz en gamas tonales rojas y ocres, lo que hace ver a los objetos, personajes y espacios envejecidos y gastados. Afuera, las calles están vacías y solitarias, Pancho mira con atención el camino, ya que los faros de su camión apenas lo iluminan. 13 cfr. Francesco Casetti y Federico di Chio. Cómo analizar un film. Barcelona, Paidós, 1998, p. 139. 47 Así es, en el Olivo fílmico tampoco hay luz, característica esencial, determinante del infierno en el que la oscuridad da un ambiente interno igual al de la novela, si de manera externa no se cumple fielmente con las características que se mencionan en la obra literaria, sí lo hace al mostrarnos un ambiente degradado. También en el filme la ausencia de luz representa la ausencia de otros elementos que en la escala de valores de los personajes resultan negativos. El Olivo también se presenta como un pueblo deshabitado: en la toma de la fachada del prostíbulo se presenta a una anciana; en la toma de las calles cercanas a la gasolinera de Octavio se ve a un anciano que arrea a un burro; en la toma de la primera escena de la película se nos presenta el camino que lleva al Olivo, solitario, rodeado de arbustos y árboles de pirul; la toma en la que la Manuela huye por las calles del pueblo, ni una luz, ni una persona. Aquí, al igual que en la novela, se
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