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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLECIO DE LETRAS HISPÁNICAS El abrigo del guardafaros: los ingredientes y la sazón de la narrativa de Fabio Morábito TESIS Que para obtener el título de: Licenciado en lengua y literaturas hispánicas Presenta: Edgar Roberto Mena López México, D. F. 2006 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 EL ABRIGO DEL GUARDAFAROS: LOS INGREDIENTES Y LA SAZÓN DE LA NARRATIVA DE FABIO MORÁBITO 3 El pájaro no canta porque tenga una respuesta, canta porque tiene una canción. Proverbio chino 6 Para Alicia López, mi madre, quien canta canciones que hablan de la ausencia. Para Fortino Mena, mi padre, quien hace quince años cruzó la frontera, evitó la migración y las redadas para ofrecerme un mundo más amable. Para Jimena Ballí, porque ella sabe de los abrigos y de las tormentas. Para María Baranda, por su poesía y sus consejos. Para Iván Baca, Laura Salinas, Mónica Tejeda, Carolín Cacao, Shirley, Mirsha y Eréndira; casi siempre, mis amigos. El primer capítulo de esta tesis se escribió en Querétaro, por eso es para Gabriela Aguirre Sánchez y para su padre. El segundo se escribió en Aguascalientes, por eso es para Laura Zaragoza, como un modesto pago por haberme comido su cereal. El tercero se escribió en Bogotá, Colombia, por eso es 7 para Liliana; como una manera de celebrar (en rolo) su ausencia. 8 AGRADECIMIENTOS Mi agradecimiento para el Mtro. Jaime Erasto Cortés por la atención y la paciencia para mencionarme los errores y las deficiencias de mis primeras versiones; porque sin sus críticas, consejos y regaños, este trabajo no tendría la misma calidad. Mi agradecimiento también para el Dr. José María Villarías Zugazagoitia, la Dra. Herlinda Dabbah Mustri, la Lic. Silvia Vázquez y la Mtra. Frida Rodríguez Gándara, por la atenta lectura de esta tesis y las observaciones expresadas para fortalecerla. Un agradecimiento especial para Fabio Morábito, por las facilidades para que este trabajo pudiera realizarse. 9 (Dalla, antepasada de la hoz. Es menester compartir el pan.) Edmond Jabès Cuando el silencio se instala dentro de una casa, es muy difícil hacerlo salir; cuanto más importante es una cosa, más parece que queremos callarla. Marguerite Yourcenar 4 ÍNDICE Introducción / 10 Capítulo 1. La importancia de lo oculto: La lenta furia 1.1.- Un lugar abandonado en la infancia, cuando la historia la cuentan los niños: "Las madres", "El Tapir", "De caza", "Mi padre" / 30 1.2.- Inocencia y erotismo en: "La perra", "El Tapir", "Las madres" / 54 1.3.- Los pequeños objetos que la mirada olvida: "El turista", "Mi padre" / 68 1.4.- Los recursos de la fantasía en: "Oficio de temblor", "Los Vetriccioli", Las madres" / 81 Capítulo 2. El caos que esconde la armonía: La vida ordenada 2.1.- El conflicto de pareja, un pretexto para contar: "El arreglo", "La caída del árbol", "La renta", "Las llaves", "Flores y frutos" / 96 2.2.- El regreso como detonante del cuento: "El arreglo", "La caída del árbol", "La luna y las ratas" /120 2.3.- Erotismo contenido y sensualidad expresa / 129 Capítulo 3. Escribir para recordar ciudades: También Berlín se olvida 3.1.- Para una definición del género / 145 3.2.- El humor callado de También Berlín se olvida / 163 3.3.- Cuando la historia sigue la ruta de la fantasía / 174 5 Conclusiones Invitación para armar un rompecabezas / 185 La soledad y los faros / 190 El orden y la fantasía / 195 Los textos y su relación con la crítica / 198 La paciencia y el olvido / 204 Las ciudades que dibuja la memoria / 207 Los caminos paralelos / 210 Apéndice. Entrevista con Fabio Morábito De la vida de Fabio Morábito / 216 “Con luz de ayer se escribe”: El proceso creador / 237 De la obra narrativa / 251 Bibliografía directa / 275 Hemerobibliografía / 276 10 INTRODUCCIÓN ES DOMINGO, EN LA CALLE LOS NIÑOS juegan su interminable partido de fútbol. En un texto del libro Ocho poemas, Fabio Morábito (Alejandría, Egipto, 1955) sugiere que: “Los mapas se hacen/ los domingos,/ cuando la población está dormida [...]”.1 Se menciona este texto porque, además de que coincide con el día, estas palabras también son un mapa; es decir, este apartado es el itinerario del viaje, la mención general de cada zona por la que transita este trabajo relativo a su obra narrativa; por esta razón, los mapas también se escriben los domingos. Morábito es reconocido como autor de poesía y cuento, pero su obra abarca otros géneros como el ensayo: Los pastores sin ovejas y El viaje y la enfermedad; cuento: La lenta furia, La vida ordenada y También Berlín se olvida; poesía: Lotes baldíos, De lunes todo el año, Ocho poemas, Alguien de lava; hay dos libros infantiles: Gerardo y la cama, Cuando las panteras no eran negras; Caja de herramientas es prosa, sin embargo guarda una estrecha relación con la poesía; y existe otro libro, Macrocefalia, escrito en colaboración con otros autores. Como poeta, su trabajo es apreciado no sólo 1 Fabio Morábito. “S/t”, en Ocho poemas, pp. 11-13. 11 por los premios que ha obtenido, sino por el reconocimiento de esa “parentela imaginaria”2 que sugiere la compañía de otros escritores que lo leen, o de personas que aprecian la literatura y que han agotado sus títulos de las librerías. El primer libro que leí fue De lunes todo el año. Los niños de los que hablaba al principio desconocen que ellos siguen jugando en el domingo y yo he pasado al lunes, por lo menos en estas palabras y a partir del libro de Morábito. Un título que sugiere un reencuentro; éste puede ocurrir todos los lunes del año o todos los días del año en que puede ser lunes, como fue la idea de Charles Tomlison. Debo mencionar que conocí su obra narrativa cuando ya había leído detenidamente sus libros de poesía. Esta última tiene aspectos muy particulares, destaca como el más importante su estirpe conversacional; es uno de los matices de ejecución que el autor elige, como en este texto que se llama “Atrás del vidrio”, donde nos cuenta de una escena aparentemente sencilla: Cuando me mude extrañaré 2 Gonzalo Rojas habla de la compañía entre los distintos autores: “que es tan honda como la parentela sanguínea”; además de leerse entre ellos, conforman una camaradería que a veces supera las letras. Cf. La voz de Gonzalo Rojas, poesía en la Residencia, Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2004, p. 12. 12 los cubetazos de agua de estos lavacoches —padre e hijo— que es lo primero que oigo al levantarme.3 La supuesta sencillez se desmorona cuando atendemos el trasfondo, alguien escucha desde su soledad y piensa en el día en que tendrá que abandonar su departamento; a pesar de esto, no nos muestra un mundo devastado, al contrario, celebra lo sencillo y lo inmediato. No recurre a la invención de un mundo distinto para alegrar su vista,se concentra en lo que tiene enfrente; hace poesía con lo que escucha, con los lavacoches que lo acompañan en la calle. Tiene la paciencia de detenerse a mencionar que son padre e hijo; aunque esto, para los demás, resulte intrascendente, para el autor es la razón de que coordinen el compás de sus movimientos. La poesía es un hallazgo porque encontramos en las palabras una nueva forma de nombrar al mundo, de ahí nace el encanto; el poeta es quien observa y quien menciona, su sorpresa primera nombra un objeto, le confiere nuevas cualidades y somos testigos del resultado. Los elementos que Morábito observa en sus trabajos no precisan una gran búsqueda, pertenecen a la cotidianeidad; tampoco elige los versos memorables o declamables; trata 3 Fabio Morábito. De lunes todo el año, pp. 14 y 15. 13 siempre de evitarlos según sus propias palabras. Prefiere la frase sencilla que, además de fortalecer el conjunto del trabajo, nos muestre una parte oculta del mundo. A veces, dentro de sus textos, reconoce esta misma vocación: Yo que no tengo casa aún puedo orientarla hacia las cosas más minúsculas.4 En ocasiones, adjudica a otro hablante la voz de sus poemas, incluso a un niño; dicho personaje observa con esa misma nitidez la realidad, la comprende y nos la entrega. En otras ocasiones, no se trata de observar, también Fabio nos sugiere los sonidos: [...] el niño que berrea del once, la radio eterna del catorce, el taconeo nocturno de los de arriba que llegan del trabajo mientras duermo.5 Se detiene para escuchar los detalles mínimos de su entorno, sucesos que pudiera pensarse no son tan cercanos a la poesía; sin embargo, el resultado es 4 Ibid., pp. 40 y 41. 5 Ibid., pp. 20 y 21. 14 la mejor prueba para no pensarlo así. Morábito tiene una idea de la poesía que coincide con Octavio Paz, quien escribe que: “[...] el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo”.6 Para Paz esto es parte del juego de correspondencias, donde la música del mundo convive con la armonía universal; para nuestro autor, la poesía significa la armonía de las cosas, el mundo y sus sonidos tienen cabida en el banquete donde se celebra otra armonía: aquélla que conforman los pequeños elementos como un ejército de hormigas que construye su ciudad; donde la virtud no es de un solo elemento sino del conjunto. Hay una forma distinta de mirar; si tomamos como ejemplo la ciudad, notaremos que su punto de vista es distinto al de otros autores. En particular con los poetas de la generación anterior. La ciudad de este autor no es ese lugar apocalíptico y terrible, no es la ciudad de Efraín Huerta, de Eduardo Lizalde, de Rubén Bonifaz Nuño; la ciudad de Fabio Morábito es un lugar que puede explorarse, donde es posible tener hallazgos. Su poesía es constancia de ese recorrido con los sentidos, es una nueva manera de celebrar la ciudad, de descubrirla, de cuestionarla; o, verla de una forma más natural, como él mismo anota: “[...] voltear a la ciudad, verle la cara,/ tutearla y no cesar de preguntar quién eres”.7 6 Octavio Paz. El arco y la lira, p. 41. 7 Fabio Morábito. Lotes baldíos, p. 53. 15 La poesía de Fabio Morábito empieza, sin duda, con el libro Caja de herramientas. Este libro es una búsqueda de un nuevo significado para ciertos objetos, y eso lo acerca a la poesía. El significado se potencializa. Cada objeto es observado y se le confieren nuevas aptitudes, otros nombres e inéditas utilidades. De ahí que pueda afirmarse que son textos más cercanos a la poesía; leemos por ejemplo que: “La lima jura por otra razón, porque es ciega; tiene mil ojos, y eso la vuelve ciega; tiene mil bocas y es muda. Entonces jura hasta el cansancio”.8 Los significados que nos sugiere pueden ser distintos; podemos no estar de acuerdo con su versión de lo que observa, pero aun así estaremos atentos al significado sugerido por sus palabras. Sus poemas buscan en los lotes baldíos, en los objetos abandonados y su voz tiene la fuerza de la suma, no es la frase que sustenta un poema; es el poema que se nutre con diferentes materiales, todos ellos sencillos; sabe que del silencio, la nada y el vacío, puede germinar algo de mayor fortaleza. Javier Sicilia también lo entiende así pues comenta: El mundo de Morábito es el mismo en el que todos nos movemos, con la única diferencia que él sabe develarnos el misterio que lo habita. Todo lo que existe dice algo, la barda, el tubo, una muchacha que toma café, el trabajo de su padre, el sonido del purificador de aire, un pliegue, etcétera.9 8 ——. Caja de herramientas, p. 10. 9 Javier Sicilia. “La sabiduría de lo cotidiano”, en Siempre, p. 67. 16 Un día, cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras, a la cafetería entró un individuo que se parecía a Fabio Morábito; yo sólo lo conocía por la portada del libro Del lunes todo el año; sin embargo, mi amigo no tenía la menor duda de que se trataba de él. A pesar de las dudas, decidimos acercarnos para preguntarle algo, además, no perdíamos nada. Su respuesta fue clara: Me confunden, yo no soy la persona que ustedes dicen. El falso Fabio nos miraba impávido y mi compañero insistía en hacerle preguntas; yo creo que el mismo sujeto sabía con quién lo confundíamos, pues nos agradeció el error al tiempo que regresábamos a nuestra mesa; mi amigo seguía diciendo, sí es, sí es. Éste es un buen ejemplo de la atracción que significó, no sólo para mí, sino para muchos compañeros de generación, la obra de Morábito. Mi gusto por su trabajo nace en esa época, tiempo en el que (además de confundirlo en otras mesas) buscábamos sus libros; aunque tampoco había mucho dinero para comprarlos. La lenta furia esperó apartado varias semanas antes de que pudiera tenerlo; alguien, debido a lo complejo, no sólo de comprarlos sino de conseguirlos, me regaló Lotes baldíos; aún conservo esa. Como lo mencioné anteriormente, su obra narrativa la empecé a leer después, ya con la enseñanza de sus libros de poesía. 17 La intención primaria de esta tesis era trabajar algún tema relativo a su obra poética, debido a que mis lecturas siempre estuvieron orientadas hacia esta vertiente de su trabajo y además por mi escaso conocimiento del género del cuento; sin embargo, las cosas se orientaron de manera tal que estudié su obra narrativa. La lectura de teoría acerca del cuento ayudó al crecimiento de la tesis. Normalmente se elige algo que se conoce, donde se siente una mayor seguridad; pero en el caso de este trabajo fue al revés, trabajé a un autor que conocía en otro género. Mis lecturas de cuento siempre fueron bien alimentadas, leía a grandes autores; sin embargo, los aspectos íntimos del género me eran ajenos; no tenía los recursos de un investigador, mucho menos de un creador que, con la práctica, va fortaleciendo su propia teoría del género. Mis ideas acerca de éste eran limitadas, pensaba que el cuento se refería a una anécdota y que eso buscaba el cuentista, una buena situación para describir. Leer el texto de Sean O´Faolain10 me dio otra perspectiva, puesto que propone que la trama del cuento es más fructífera a partir de la búsqueda, que cuando se estaciona en una simple anécdota. La poesía de Fabio Morábito es un terreno interesante: hay muchos recursos para construir un trabajo con grandes virtudes, hay una variedad de temas que pueden ser considerados. Para este trabajo no se eligió la poesía 10 Sean O´Faolain. “Sobre el tema”, en Lauro Zavala, Teorías del cuento, v. 1, pp. 191-215. 18 como punto central; esto ocurrió al delimitar la obra, había que elegir entrecuento y poesía; en este caso se eligió la primera. Si se hubieran considerado ambas, el resultado habría sido muy amplio. El corpus para el estudio de la tesis se limitó solamente a la narrativa. No se trabajaron los otros géneros por la diversidad pues el resultado habría sido complejo y vasto, si sumamos su obra ensayística y sus traducciones, además de sus libros para niños. La obra narrativa está conformada por los siguientes libros de cuento: La vida ordenada, La lenta furia, También Berlín se olvida; este último tiene la virtud de que lo nutren diferentes características de otros géneros como el ensayo. También hay que contar los dos libros infantiles: Cuando las panteras no eran negras y Gerardo y la cama. Entre los dos primeros hay claras diferencias, pero también puede establecerse cierto paralelismo. Jaime Erasto Cortés analiza las posibilidades expresivas del título del primero y las contrapone de acuerdo con las características de cada trabajo: El sustantivo del título La lenta furia y su acompañante, el adjetivo, forman un oxímoron, el que se diluye al manifestarse particularmente la furia en cada historia. Por lo tanto, se tienen, de acuerdo con el índice del libro, una furia erótica, una amorosa, una del lenguaje, una persecutoria y sexual, una absurda y jocosa, una juvenil, una aventurera, una escrutadora, una telúrica.11 11 Jaime Erasto Cortés. “La furia ordenada de Fabio Morábito”, en Sara Poot Herrera et al, Cuento bueno, hijo ajeno, p.117. 19 Estos dos libros tienen, entre ellos, un lapso de once años; como se mencionó antes, las diferencias también son evidentes. El primero marca una clara tendencia hacia la fantasía, el otro observa temas más reales, preocupaciones humanas que orillan a los personajes a buscar otros caminos; cuentan otra historia mediante sus gestos y sus actitudes. Además, algunos textos de este segundo muestran las características del cuento, según lo apunta Cristopher Domínguez Michael: “Si el cuento tiende a desaparecer para ser sustituido por un cajón de sastre donde los fragmentos, la prosa poética o las ficciones pasan por ‘cuentos’, sin serlo, en al menos cuatro relatos de La vida ordenada Morábito nos da una lección magistral sobre las reglas internas del cuento”.12 Cuando se escribían los dos primeros capítulos salió a la venta También Berlín se olvida, el cual se integró porque resultaba interesante precisar algunos rasgos característicos; al ser un nuevo libro cercano a la narrativa, había que observarlo a detalle. No se incluyó el estudio del libro Macrocefalia13 por ser una obra en que intervienen otros autores y por la dificultad de establecer la autoría de los distintos textos. Tampoco se incluyó Caja de herramientas14 por su conformación, ya que son textos más cercanos 12 Cristopher Domínguez Michael. “La morada perfecta de Fabio Morábito”, en Letras Libres, pp. 80-82. 13 Fabio Morábito. Macrocefalia. México: CREA/SEP, 1988. 14 ——. Caja de herramientas. México: FCE, 1989. 20 a la prosa poética que al cuento. A pesar de lo anterior, se intentó establecer puentes entre estos libros no estudiados y los otros que sí fueron considerados. Hay ciertas características que aparecen y son constantes como la observación de los pequeños objetos, la infancia, la crisis familiar, etc. La prosa de Morábito contiene elementos interesantes que la fortalecen. Guillermo Samperio se refiere a los ingredientes que aprovecha cada autor, utiliza la metáfora de alguien que cocina sus textos; escribe que lo importante, además de los ingredientes es, sobre todo, la sazón particular con que cada autor puede cocinar su trabajo.15 Una de las razones para estudiar la narrativa fue que ésta podía generar un trabajo de atractivos resultados. La tesis está estructurada de la siguiente forma: son tres capítulos; cada uno se refiere a un libro en particular: “La importancia de lo oculto” estudia La lenta furia; “El caos que esconde la armonía” analiza algunos aspectos de La vida ordenada y “Escribir para recordar ciudades”, se refiere a También Berlín se olvida. Hay un apéndice con una entrevista hecha a Fabio Morábito, en ella se preguntan tres aspectos: su vida, su proceso creador, y algunos aspectos relacionados con esta tesis, aplicados a su trabajo narrativo. En el primer capítulo se estudian cuatro elementos de La lenta furia; uno de los apartados trata a los personajes infantiles debido a su constante 15 Guillermo Samperio. Después apareció una nave, p. 73. 21 presencia; en los cuatro textos: “Las madres”, “El Tapir”, “De caza”, “Mi padre”, la historia la cuentan ellos; aquí se atan algunos cabos con su obra poética, donde también el autor tiende a hablar de los niños. Hay otro rasgo común, no sólo de este libro, sino que abarca otras partes de su obra; me refiero a los objetos cotidianos. El segundo apartado, “Los pequeños objetos que la mirada olvida”, se detiene en este aspecto y analiza su presencia, no sólo en la narrativa sino también en la poesía, como en el anterior. El tercer apartado estudia los dos tipos de erotismo, el que viven los niños y el de los personajes adultos, ambos se contraponen, ambos ofrecen características particulares. Cierra este capítulo un apartado relativo a la fantasía. En varias entrevistas, Morábito comenta la clara vertiente fantástica de este libro; por ello se analizan algunos textos a partir de estas consideraciones. Este capítulo tiene como metodología el estudio del género del cuento a partir de las consideraciones de varios autores incluidos en el libro Teorías del cuento de Lauro Zavala. Se organizó un fichero hemerográfico, con apoyo del Expediente de Fabio Morábito del ARCHIVO DE ESCRITORES MEXICANOS DE JAIME ERASTO CORTÉS, y se tomaron citas relativas a los distintos temas analizados. Una vez organizados los ficheros, se planteó un esquema de trabajo basado en los temas y las características que se observarían en cada texto; después se 22 procedió a escribir el análisis de los temas elegidos. Para esta parte del texto, se buscó un equilibrio entre todas las voces que conforman el análisis, con el objeto de que se orientaran hacia el mismo lugar. En este caso, lo más difícil fue conocer las características del cuento, porque yo no tenía suficientes conocimientos de ello y debí comprender lo que señalan los propios autores, la definición de género que ellos hacen. Una vez entendidas algunas de las características del género se pudo escribir con más claridad el capítulo. El segundo capítulo, cuyo título es “El caos que esconde la armonía”, analiza aspectos del libro La vida ordenada. Hay un tema constante, el que trata de la crisis interior; ésta propicia muchos de los matices que muestran los personajes, una de ellas es la crisis matrimonial. En los trabajos “El arreglo”, “La renta”, “Flores y frutos”, “Las llaves”, “La caída del árbol”, es una de las preocupaciones importantes de los personajes. El regreso es otro de los puntos estudiados, puesto que algunos personajes regresan a la ciudad de su infancia, a alguna casa o lugar que les proporciona seguridad en la crisis interior que padecen; es una válvula de escape de sus preocupaciones. Este punto se repite en algunos de los personajes, de ahí la intención de observarlo. Otros temas estudiados son la sensualidad y el erotismo, analizados en conjunto debido a que son aspectos relacionados dentro de los mismos textos. La sensualidad propicia el erotismo, hay un juego de movimientos y actitudes que motiva la 23 escena erótica en la imaginación de algunos personajes. Se establece un puente entre este libro y La lenta furia para estudiar las diferencias del tema en ambos; hay un arco detiempo entre los dos libros; debido a esto, hay una diferencia en el matiz del erotismo que describen. La metodología de este capítulo es similar a la anterior, pues se elaboraron fichas hemerográficas y del texto en cuestión; las fichas son acerca de los distintos temas estudiados. El apoyo de la crítica partió del texto de Ricardo Piglia, “Tesis sobre el cuento”. Se utilizó su idea de que el cuento moderno cuenta dos historias, debido a que los personajes de Morábito expresan ciertas conductas, padecen una crisis interior y eso se manifiesta en las cosas que hacen para olvidar su sufrimiento y sus sentimientos. La otra historia de la que habla Piglia es, en ocasiones, evidente en ciertos personajes de La vida ordenada; el análisis parte de este fundamento. “Escribir para recordar ciudades” es el título del tercer capítulo. Contiene tres partes: La primera estudia la problemática del género ya que También Berlín... es un libro híbrido; por esta razón, es difícil encontrarle relación con un solo género. En el primer apartado, se estudian las diferentes posibilidades, su relación con el cuento y con el ensayo. La crítica menciona sus puntos de vista, se refiere a algunos géneros o subgéneros; entonces se establece un contraste entre estos puntos de vista y las características de cada 24 texto. Esta sección fue interesante en su desarrollo y en sus resultados, pues se buscó información acerca de los diferentes géneros, en especial del ensayo. Las nociones de cuento ya estaban establecidas en los capítulos previos. En otro apartado, se estudia el humor; éste no se refiere a algo cercano a la carcajada; sin embargo, existe, forma parte integral de los trabajos, ya que es un aspecto que muchas veces fortalece la fantasía. Para este apartado, también se consideró el apoyo teórico para definir el humor. La definición de éste se hace a partir de la ironía porque es así como los autores lo hacen, contrastan ambos significados para encontrar las características de cada uno. En la hemerografía crítica, no se menciona el aspecto del humor; por lo anterior, las bases para construir el texto se conformaron de diferente manera. El último apartado de este capítulo se refiere a la fantasía. También Berlín... es un libro que sigue esta vertiente, es clara su orientación. Para el estudio se retoman algunas citas utilizadas al definir la fantasía en el primer capítulo, pero con la diferencia de que se orienta el análisis a partir de las propias características del libro. En esta sección del trabajo, la metodología fue la siguiente: se elaboraron fichas hemerograficas, aunque hay que mencionar que esta información no era muy completa; en la actualidad ya no se hace una reseña del libro, sino que se realiza una entrevista donde el autor expresa cuestiones generales. Esto dificultó la elaboración de las citas, ya que las preguntas y las 25 respuestas se repetían, lo cual redujo la cantidad de fichas. Tampoco se comentaban los temas analizados, de ahí que se recurriera más a la crítica para equilibrar las carencias. En cuanto a la delimitación de los géneros, en los comentarios de la crítica, no se analizaban con profundidad las ideas expresadas. En lo que se refiere al análisis de los géneros que conforman el libro, se estudió el ensayo a partir del libro El ensayo, entre el paraíso y el infierno de Liliana Weinberg;16 el aparato de narrativa ya estaba establecido en los dos capítulos anteriores y se tomaron esos aspectos para delimitar las características. Los objetivos alcanzados tienen que ver con la narrativa de Fabio Morábito, pues se analizaron algunos aspectos los tres libros mencionados. Son temas constantes que pueden ser percibidos en una primera lectura, pero se estudiaron a partir de diferentes puntos de vista: la crítica, el propio autor, el apoyo teórico en diferentes momentos y, por supuesto, quien escribe estas palabras. Se estableció un equilibrio entre las partes para conducir el estudio hacia un análisis completo. Los comentarios realizados por la crítica se consignan en el archivo hemerográfico consultado, el análisis de esta tesis parte fundamentalmente de esas opiniones. En la mayoría de los casos se trata de artículos críticos, y una pequeña parte se refiere a entrevistas breves que 16 Liliana Weinberg. El ensayo, entre el cielo y el infierno. México: UNAM, 2001. 26 ofrecen un plano general del libro, a partir de la lectura del autor y del entrevistador. Estos últimos, en la mayoría de los casos, no exponen una profundidad en su análisis, pero se tomaron algunas consideraciones importantes para apuntalar algunas ideas. Como se apuntó anteriormente, la poesía quedó para otra ocasión, pues es un tema que merece un estudio aparte, con similares características, por lo amplio de la bibliografía. Sumado a lo anterior, también podrían estudiarse los libros de ensayo; aunque el resultado sería de dimensiones más breves. Los libros infantiles, a pesar de ser prosa, no se consideraron para este trabajo, también podría desarrollarse un estudio más amplio, no sólo de estos libros, sino del interés del autor por recuperar y narrar el mundo de los niños. El análisis de esta tesis se basa, en mayor medida, en las consideraciones que hacen los propios autores de cuento en el libro Teorías del cuento; por lo tanto, queda pendiente otro tipo de análisis; la obra de Morábito contiene las características necesarias para generar un trabajo de interesantes resultados en cualquier investigación. He olvidado si es domingo o lunes; tampoco es julio, si no, podríamos esperar en la ventana para ver la transformación de las madres y la consecuente persecución. A lo mejor los niños esperan, apostados en un sitio, el momento en que esto ocurra, aunque no sea el mes, aunque ni siquiera sea 27 domingo; lo cierto es que ellos han dejado de jugar en la calle, ahora –quizá– lo hacen en estas palabras. La entrevista En su cubículo del Instituto de Investigaciones filológicas, Fabio Morábito recibió a un servidor para responder las preguntas de la entrevista. Ésta fue dividida en tres sesiones por los tres puntos que abarca la misma: la vida del autor, el proceso creador y algunas preguntas relativas a su obra. Eran los meses del bicampeonato del equipo de fútbol de la UNAM, en una de las sesiones yo llevaba una playera de los pumas que había comprado para enviarla a Bogotá; Fabio observó este y otros objetos con curiosidad. En una de las preguntas que no se hizo en la entrevista, quizá hubiera sido pertinente preguntarle el significado de la UNAM en su vida como académico. Cada una de estas sesiones estuvo acompañada por las voces que llegaban desde el pasillo, como consta en la grabación; sin querer nos acompañaba ese ruido que Fabio prefiere; es decir, el ruido que acompaña y que nos hace sentir arropados a la hora de escribir. La sección que se refiere a su vida contiene preguntas relativas a sus recuerdos de Alejandría, lo que esta ciudad significa en la actualidad para el autor; también el significado de Milán, porque en su obra son constantes las excursiones a este lugar donde 28 pasó su niñez y parte de la adolescencia. La ciudad de México ocupa un lugar trascendente en su vida, de ahí que la mayor parte de las preguntas se encarguen de iluminar el significado de esta otra ciudad. Se le pregunta por esos primeros años en que debió acoplarse al nuevo mundo. Desde mi punto de vista, ese primer reconocimiento fue necesariamente sensorial; es decir, se dedicó a escuchar los nuevos sonidos y a mirar lo que el paisaje desconocido podía ofrecerle; también recorrió los lugares, no sólo con los pies sino con cada uno de los sentidos. La preguntas de esta primera parte de la entrevista exploran estos territorios, además de la familia, losamigos, las aficiones, etc. En la segunda parte de la entrevista, se pregunta acerca los hábitos, los rituales posibles, pues en algunas entrevistas el autor ha mencionado su afición por escribir en ciertos lugares y en determinados horarios. También las preguntas se refieren a su cercanía con algunos temas o situaciones constantes, incluso con algunos personajes con los que podría pensarse que el autor se identifica. Morábito escribe varias versiones de sus textos hasta encontrar el objeto deseado, otras de las preguntas se relacionan con esta forma particular de pulir su trabajo. En la última parte, las preguntas se refieren a la obra. Cuando un autor pone el punto final, ésta deja de pertenecerle, como sugería el poeta alemán Novalis; por esta razón, Morábito se convierte en otro lector, aunque tiene la 29 ventaja de conocer más de cerca a sus personajes. De ahí que se le pregunte por su particular punto de vista acerca de los temas estudiados en la tesis; por ejemplo, la presencia de una voz infantil en sus textos, o la importancia que tiene la fantasía y el erotismo. En el caso del segundo libro, donde son claros aspectos como la crisis de pareja, el regreso de algunos personajes a una parte de su pasado y el erotismo, se formularon preguntas para que el autor diera su punto de vista y abonara el estudio con su particular análisis. Estos y otros temas son presentados en la entrevista. Uno de los propósitos de presentarla junto con la tesis es acrecentar la originalidad de ésta, pues la entrevista presenta algunas hipótesis y el autor, mediante su punto de vista, las acepta o nos ofrece otra ruta. Esto nos muestra otro de los propósitos: fortalecer el análisis de una con los aspectos que la otra parte resuelve. Al mismo tiempo, ambos estudios pueden oponerse puesto que son dos puntos de vista diferentes: el del autor y el propuesto la tesis. Todo lo anterior tiene la clara intención de fortalecer el resultado. 30 Capítulo 1: la importancia de lo oculto: La lenta furia 1.1 Un lugar abandonado en la infancia, cuando la historia la cuentan los niños LA INFANCIA ES UN LUGAR APACIBLE, un lugar solitario que nos ofrece la tranquilidad del desamparo. A Fabio Morábito le gusta contar desde la infancia, en su poesía y narrativa es frecuente encontrar situaciones de este tipo. Noé Cárdenas menciona que: “[...] con frecuencia Fabio Morábito parte de una infancia [...] para expresar su modo de ver el mundo”.17 Crítico habitual de la obra del autor de Lotes baldíos, Noé Cárdenas incluye en su comentario otro aspecto importante: la observación. Al situarse en la infancia, Morábito tiene la posibilidad de contar ciertos aspectos de una manera sencilla. Con el objeto de ejemplificar su interés por el tema de la infancia en los distintos géneros de su trabajo, citaré algunos ejemplos. En el poema “Recuento” del libro Lotes baldíos leemos: “Mi infancia fue un balón botando contra un muro/ de una ciudad sin prados”.18 En Alguien de lava, anota otros recuerdos más precisos: “[...] y sólo con esfuerzo puedo/ vislumbrar/ algunas 17 Noé Cárdenas. “Cuatro brechas para comenzar a leer a Fabio Morábito”, en El Semanario Cultural de Novedades, pp. 3 y 4. 18 Fabio Morábito. Lotes baldíos, p. 21. 31 sillas de mi infancia,/ normales sillas de madera/ que estaban en la sala [...]”.19 La cita coincide en dos puntos importantes, la infancia y la observación. Esta última se comentará con más detalle en otro capítulo. El hecho de encontrar en su bibliografía dos libros infantiles: Cuando las panteras no eran negras20 y Gerardo y la cama,21 es otro ejemplo claro para hablar de su interés por significar el mundo de los niños; o la visión que éstos tienen del mundo. En sus libros de poesía los ejemplos son frecuentes; en otro poema de Alguien de lava observamos una escena de familia: “Mamá no está de buenas./ Pero el pequeño acaba de encontrar un territorio virgen./ Nunca se había fijado en que los focos/ encierran una entraña./ Nunca se había fijado en que al fijarse en ellas/ las cosas se hacen más visibles”.22 Hay que subrayar, como en ejemplos anteriores, la importancia que le da a la observación. Más adelante, en el trabajo “Mi padre”, veremos cómo la mirada de un niño se detiene en objetos poco interesantes. Las citas anteriores tienen como punto de acuerdo la observación. Fabio Morábito también lo considera; así se lo explica a Sandra Licona: “[...] en realidad los seres humanos no maduramos y seguimos teniendo, en muchos 19 ——. Alguien de lava, p. 63. 20 ——. Cuando las panteras no eran negras. Madrid: Siruela, 1996. 21 ——. Gerardo y la cama. México: CIDCLI-Limusa, 1986. 22 ——. Alguien de lava. p. 67. 32 aspectos, una visión infantil”.23 La cita da su punto de vista como adulto, pero más adelante, en esta misma entrevista comenta como autor de textos infantiles: “Un escritor que se preocupa en exceso por ser claro, me parece que de entrada se está mutilando, y al mismo tiempo no está apelando a ese niño que está en el adulto”.24 Acotada, un poco, su opinión relativa a escribir literatura infantil, Fabio responde a César Güemes acerca de si hay (o debe haber) diferencia entre escribir cuentos, o cuentos para niños: La hay, pero no es tajante. El defecto de mucha literatura infantil es que quien escribe obliga a cambiar de régimen [...] Un verdadero libro para niños ha de ser cultivador para lectores de cualquier edad. Esto tiene consecuencias, entre ellas la del lenguaje. Al hacer libros para primeros lectores es fácil que se haga con frases cortas, se abunde en diminutivos o se sustantive más que se adjetive. Ese sistema no introduce directamente al lector en el mundo que le plantean. 25 La lenta furia se publica por primera vez en el año 1989 y de inmediato suscita comentarios de parte de la crítica. Enrique Serna escribe que se trata de un: “Libro sin caídas, cada uno de sus textos ofrece varias posibilidades 23 Sandra Licona. “En la literatura no hay seres comunes”, en Crónica, p. 26. 24 Ibid. 25 César Güemes. “Las obras dictan su perfil, sugiere Fabio Morábito”, en La Jornada de en Medio, p. 3. 33 interpretativas”26; Vicente Francisco Torres invita a que en los trabajos de Morábito “[...] se reconozca su calidad y su capacidad imaginativa”.27 Nueve son los textos incluidos en este libro, diversa es la estructura, la temática y el tratamiento de cada uno de ellos. Los agrupa el sustantivo que conforma el título: la furia; es decir, aquello que se guarda en un lugar escondido en la imaginación (y los sentimientos) de las personas; esto condiciona sus deseos, sus frustraciones; en un momento todo esto desemboca para generar la historia. La siguiente cita, en donde el autor comenta acerca del título, agrega otros aspectos: Un título que me vino de pronto y con el que yo me sentí muy a gusto porque describe algo del libro. Probablemente ese fondo de instintos, de cuerpo, de físico, que hay en todos los cuentos, y es lento, discreto, pero finalmente furioso. Es un impulso que no podemos omitir, que tiene que cumplirse de algún modo. 28 Varios de los textos de este libro son contados por una voz infantil. Un niño es el que lleva el hilo de la historia, el que la padece, el que observa el mundo desde su puesto de vigía. En todos los casos, ellos son narradores y a la vez, personajes inmiscuidos en la historia. 26 Enrique Serna. “Fabio Morábito, las maravillas de la voluntad”, en Sábado, p. 6. 27 Vicente Francisco Torres. “Fabio Morábito, La lenta furia”, en Sábado, p. 15. 28 Esther Arredondo. “Corrijo mucho para alcanzar la espontaneidad”, en Unomásuno, p. 21. 34Para el estudio de este primer capítulo se partirá de una idea de Julio Cortázar, quien aduce que el cuento guarda una estrecha relación con la fotografía; en tanto que la novela establece su analogía con el cine. Lo anterior por la noción de límite y condensación que supone el cuento; una idea contundente de su teoría dice que el cuento es: “[...] una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada”.29 Se analizarán los textos de Fabio Morábito a partir de esta consideración para ver las situaciones que le interesan y son representativas en su trabajo, ver cuáles son los aspectos que le importan en ese oficio de “[...] recortar un fragmento de la realidad”.30 La acción del trabajo “Las madres” sucede en el mes de junio. A las madres les ocurre un extraño cambio, crece dentro de ellas un deseo sexual incontrolable. No se menciona el porqué, pero no importa. Morábito, en pleno uso de sus facultades como cuentista, le da valor al comentario de Anton Chéjov, quien escribe: “[...] en los cuentos es mucho mejor quedarse corto que decir demasiado”.31 En un capítulo aparte estudiaremos el aspecto fantástico/maravilloso de este texto, baste decir por ahora que contiene esa vertiente. La tensión es inmediata, entramos de lleno en lo que sucede. La visión del narrador no es de sorpresa, es más bien un personaje que ha sido siempre 29 Julio Cortázar. “Algunos aspectos del cuento”, en Lauro Zavala, Teorías del cuento, V. 1, p. 307. 30 Ibid., p. 308. 31 Anton Chéjov. “La técnica del cuento”, en ibid., p. 22. 35 testigo de esa transformación. Una voz infantil guía toda la historia. Una pista importante para afirmar lo anterior es el comentario siguiente: “Como sea, no era nada agradable estar jugando en casa de un amigo y de pronto, un segundo después de que él se hubiera marchado al baño o a la cocina por un vaso de agua, ver salir del cuarto de al lado a su madre toda desnuda y disponible”.32 Como el texto está narrado en pretérito, podría pensarse que el narrador lo cuenta desde una época posterior; sin embargo, lo fundamental es que aunque nos contara un adulto, él está subrayando esa época: su infancia. El narrador es conducto de la experiencia, pero no permanece sólo como espectador; en una parte del trabajo se ve como personaje: “Nos habían enseñado a golpear a las madres en el pecho, en la cabeza y en el bajo vientre [...]”.33 Al reconocerse como personaje, puede contar —desde otro punto de vista— las consecuencias de dejarse atrapar: “Caer en poder de una madre significaba quedar apresado en sus garras todo el mes de junio”.34 El trabajo está narrado en tercera persona por un narrador anónimo; esto es claro porque no es su prioridad hablar de él, ni si quiera de su experiencia, sino que quiere contar lo que ocurría con las madres durante el mes de junio. 32 Fabio Morábito. La lenta furia, p. 13. 33 Ibid. 34 Ibid. 36 Es una voz omnisciente,35 por eso observa desde distintos ángulos; ejemplo de esto es cuando nos cuenta cómo los niños se defienden de las madres: “[...] y los niños se divertían lanzándoles objetos filosos con sus resorteras”.36 Puede alejarse para contar casi lo mismo, pero en un ambiente más amplio: “[...] desde las ventanas de los edificios cercanos, los niños sacaban sus resorteras y las bombardeaban con piedritas y pequeños trozos de vidrio, felices de ver cómo aullaban de rabia”.37 En suma, es la mirada del niño que ve la temporada en que las madres buscan saciar sus instintos, es el niño que se defiende y se divierte alejándose o que cuenta con temor lo que puede suceder, como si alguna vez lo hubiera padecido. Nuestro autor elige la voz infantil para significar ciertas cosas, elige este narrador para expresar un punto de vista. También es la mirada que observa el desenlace, cuando la fiebre ha menguado, cuando los hijos y los esposos han lavado las heridas de las madres y ahora ellas: “[...] estaban otra vez sacudiendo las sábanas y regando las plantas o gritando alguna advertencia a sus hijos que se marchaban a la escuela”.38 35 Esta consideración la hago a partir de los comentarios de Luz Aurora Pimentel, El relato en perspectiva, p. 98. Ella establece que el narrador omnisciente tiene “[...] una mayor libertad no sólo para acceder a la conciencia de los diversos personajes, sino para ofrecer información narrativa que no dependa de las limitaciones de tipo cognitivo, perceptaual, espacial o temporal de los personajes”. Agrega además que este narrador: “[...] se desplaza con un mínimo de restricciones”. 36 Fabio Morábito. Op. cit., p. 14. 37 Ibid., p. 16. 38 Ibid., p. 17. 37 Los textos de La lenta furia son breves; debido a esto la tensión es máxima. La limpieza es evidente, Morábito busca quitar los elementos innecesarios para lograr un grado de concreción importante. El autor tampoco elige la anécdota porque ésta se agotaría inmediatamente, prefiere la situación en que sus personajes desarrollen la trama y busquen una salida, a la vez que alimentan la tensión del texto. El texto “El Tapir” se desarrolla en un pueblo donde no hay mucho qué hacer. El personaje narrador no es exactamente un niño sino un adolescente. Él da cuenta de lo que ocurre con los otros personajes: nos transmite su soledad, sus miedos, etc. Asume con tristeza que ese verano no saldrá de vacaciones, tendrá que conformarse con la compañía de Justo en un deprimente lugar. Se juntan en la verdulería; ésta es un ejemplo —en pequeña escala— de lo que sucede en toda la ciudad: “Claro que siendo tiempo de vacaciones las ventas de la verdulería eran escasas [...]”.39 Esther Arredondo se refiere de esta manera al trabajo: [...] es un verano desolado donde el hijo del verdulero se tiene que hacer cargo de la tienda de su padre en una ciudad vacía donde todos se han ido de vacaciones. Un niño se le junta y ambos tienen que convivir en esa desolación, en esa ciudad sin amigos, sin nada que ocurra [...].40 39 Ibid., p. 19. 40 Esther Arredondo. Op. cit., p. 21. 38 Arredondo acierta al focalizar a Justo, el hijo del verdulero, pues la mayor parte de acontecimientos le ocurren a él; incluso el final del texto será a partir de su propio derrumbe. He aquí un ejemplo del tipo de estructura que el autor elige, nada alejada, por cierto, de un comentario de Anton Chéjov, quien aduce la necesidad de elegir a una persona de un grupo de personajes principales y secundarios: “[...] la coloca sobre el lienzo y la pinta sola, engrandeciéndola mientras los otros personajes se distribuyen sobre la tela como moneditas. Y el resultado es algo como la bóveda celeste: una enorme luna con muchas estrellitas alrededor”. 41 El texto está escrito en primera persona. El personaje narrador no sólo cumple esta función, sino que también participa en lo que sucede; sin embargo, lo que cuenta es sólo su punto de vista, un síntoma de lo anterior es la caricatura que hace de otros personajes. Caracteriza con ironía a Justo, su manera de tomar las frutas para entregarlas a los clientes, la manera en que intenta conservar limpio el lugar: “Apechugado detrás del mostrador con su matamoscas en la mano, detectaba la menor gota de jugo que cayera de mi boca y me obligaba a levantarme de la silla, ir por la jerga y limpiar [...]”.42 Su punto de vista no acepta contradicciones, finaliza la caricatura de Justo al 41 Anton Chéjov. Op. cit., p. 23. 42 Fabio Morábito. Op. cit., p. 20. 39 cuestionar su pulcritud: “Ese amaneramiento era más notorio porque contrastaba con sus uñas mugrosas y lo desaliñado de su persona”.43 Sean O´Faolain escribe acerca de un cuento de Anton Chéjov,consideración que puede tomarse como una definición del género; nos dice que el cuento: “[...] hace un comentario sobre las relaciones humanas”.44 La fotografía, o el segmento de la realidad que observa el cuento, a veces ilumina rincones oscuros y terribles de la condición humana. El mismo O´Faolain menciona de manera contundente que: “[el cuento] revela un segmento de la sociedad donde la vida se comprime y se hiere cruelmente”.45 La cita anterior es útil para caracterizar el texto que estudiamos ahora, me refiero al señalamiento de O´Faolain acerca de que el cuento a veces ilumina el lado oscuro del comportamiento humano; a Morábito le gusta, como hemos visto y como veremos, encontrar contradicciones en sus personajes, incluso los orilla a la soledad o al tedio máximos para ver cuáles serán sus reacciones, para ver cuál es su mecanismo de defensa cuando sienten que algo no les agrada. En el texto “El Tapir”, lo que sucede no escapa a esta mirada. La compañía que ofrece el narrador no es nada alentadora, lo hace, incluso, por lástima: “Por primera vez me dio lástima, viendo que no me movía, apoyó la escoba en la pared y de un manazo me agarró de la camiseta y 43 Ibid., pp. 20 y 21. 44 Sean O´Faolain. Op. cit., p. 199. 45 Ibid., p. 198. 40 me arrancó de la silla”.46 En realidad nadie le cae bien a Enrique Somonte, el narrador; intenta pasar desapercibido por los clientes, no le agrada Coral ni el Güero; podemos decir que tampoco El Tapir, de quien también hace una caricatura descriptiva: “El Tapir se recortó en el fondo de la calle con su cara cónica y sus lentes gruesos, agarrotado el manubrio en posición aerodinámica”.47 Los personajes anteriores tienen más o menos la misma edad que el narrador. Habitan el mismo lugar, padecen la misma época calurosa y ninguno ha salido de vacaciones. Como no tienen muchas opciones de compañía, se resignan a convivir aunque esto no les agrade. El narrador es testigo de lo anterior. El paisaje y la temporada de vacaciones se suman a la soledad del narrador, la narración en primera persona posibilita que el único punto de vista sea el suyo. Hay una crisis afectiva generada por la crisis económica que enfrentan en su casa. Comer un helado todos los días es su único consuelo, pero la crisis económica también derrumba esta tranquilidad: “A la mañana siguiente, cuando entré a la nevería, supe que iba a comer el último hot fudge del verano [...]”.48 46 Fabio Morábito. Op. cit., p. 29. 47 Ibid., p. 25. 48 Ibid., p. 27. 41 La soledad orilla a Enrique Somosa a refugiarse en la verdulería, aunque en realidad no quiera estar ahí, y a caricaturizar a Justo para entretenerse; hay algo de crueldad en todo ello. Alfredo García titula su comentario “Cuentos para un infante sombrío”; el título presagia una parte del contenido: “Un aire de crueldad sorda y funesto pesa sobre las narraciones”.49 El rasgo de crueldad que subraya Alfredo García no es gratuito, llama la atención porque, en este caso, es un adolescente el que lo demuestra. Lo anterior queda ejemplificado cuando ambos han ido buscar a Coral y al Güero al parque Rodétum. Cuando regresan a la verdulería, la encuentran convertida en un bodrio porque El Tapir se había vengado de esa manera de Justo, quien le había quitado la motoneta. El espectáculo es terrible para el hijo del verdulero: “Lo primero que vi fue una sandía reventada, luego las otras sandías, los melones, las uvas, los aguacates, los mangos y el resto de la fruta destrozada en el suelo”.50 Pareciera que el narrador se alegra por la desgracia de Justo. En una hábil mezcla de tiempos el narrador vaticina el castigo: “Supe que al día siguiente Justo empezaría a cuidar los conejos en el pequeño criadero de su padre después de una tunda tremenda”.51 La única pregunta que le surge es en qué podrá invertir el tiempo para no aburrirse: “Todavía quedaban dos 49 Alfredo García. “Cuentos para un infante sombrío”, en La Jornada Semanal, p. 8. 50 Fabio Morábito. Op. cit., p. 30. 51 Ibid., p. 31-32. 42 semanas de vacaciones y me pregunté dónde podría refugiarme de ahí en adelante”.52 Si todo lo anterior no basta para significar algo de crueldad, leamos el desenlace: “En eso vi un gran racimo de uvas a mis pies, intacto y orondo, el único sobreviviente de aquella masacre, y lo aplasté para emparejarlo con el resto sin que nadie me viera”.53 Cuando Fabio Morábito le comenta a Esther Arredondo los aspectos que utiliza en los trabajos de este libro, menciona algunos que en el texto percibimos con notoriedad; entre ellos: “[...] darle carta de ciudadanía a nuestras emociones, a nuestros deseos ocultos, reprimidos, y hacer ver que son muy coherentes, que son tan coherentes que pueden crear historias, secuencias muy lógicas”.54 El comentario de Morábito se refiere a los trabajos con rasgos fantásticos, pero también puede aplicarse en este caso. Me refiero a la crueldad que anotamos en las citas anteriores. Nuestro autor utiliza un personaje para expresar los deseos reprimidos que, aduce, podría tener cualquiera. Esos deseos reprimidos podrían ser las crueles acciones que el narrador adolescente utiliza para divertirse en un aburrido verano. 52 Ibid., p. 32. 53 Ibid. 54 Esther Arredondo. Op. cit., p. 21. 43 Acerca de este texto Armando Oviedo comenta que, junto con “De caza”: “[...] son la parte más íntima del autor [...]”, pues en ambos textos: “[...] se solaza con recuerdos de una adolescencia donde la nostalgia tiene el rostro de los amigos y el ambiente de lo ya perdido [...]”.55 Oviedo, atento lector de Morábito, nota el parentesco que tienen los elementos y el ambiente de ambos textos con anteriores libros; particularmente Lotes baldíos y Caja de herramientas. Es pertinente el comentario de Oviedo al encontrar similitudes en el trabajo estudiado previamente y “De caza”. Una de ellas es el ambiente decrépito lleno de lagartijas donde dos niños van a buscar diversión. Una cita, del mismo texto de O´Faolain, servirá para hablar de este texto y del que estudiaremos más adelante: “La verdad es que el escritor imagina su tema a su imagen y semejanza”.56 Por lo pronto, el tema de este texto y las situaciones descritas, contienen elementos que son apreciados por el autor. Veremos cómo el autor nos habla de un ambiente que le agrada. El texto “De caza” está narrado en primera persona por un niño; se establece, también, una dictadura de la voz y de lo que se cuenta; todo será a partir de la conveniencia de este personaje; incluso podrá manipular los comentarios para convencer al lector de que sus acciones son correctas. El 55 Armando Oviedo. “Fabio Morábito: La lenta furia”, en Sábado, pp. 12 y 13. 56 Sean O´Faolain. Op. cit. p. 200. 44 lector es testigo y camarada de la aventura que cuenta el narrador. No se establece un diálogo en tanto que el narrador no permite respuestas, pero de cuando en cuando hace un guiño a los lectores; por ejemplo, cuando dice: “No me pregunten cómo anduvimos las seis cuadras hasta llegar a su casa”.57 Otra cita de Sean O´Faolain señala que: “La fuerza de los temas tan sencillos no radica en que la sorpresa que nos dan (generalmente modesta) no procede de un complicado artificio, sino del complicado artificio de la naturaleza humana que inocentemente revelan”.58 Tal es el caso de algunos de los trabajos de Morábito; su artificio no es complicado, su fuerza radica en las situaciones humanas que describe. Como podemos ver, la trama no conlleva mayores dificultades o artificios, pienso que la intención de Morábito no es urdir un texto con grandes mecanismosque sorprendan mediante sus recursos técnicos al lector. Su intención es, más bien, describir el comportamiento de sus personajes en situaciones que no les agradan. Mencioné también que a Fabio no le interesa escribir textos cuya anécdota sea representativa, le gustan, al contrario, las historias en que sus personajes busquen una solución que crean adecuada. 57 Fabio Morábito. Op. cit., p. 75. 58 Sean O´Faolain. Op. cit., p. 201. 45 Un niño sale de su casa con resortera en mano con un único propósito: matar a una lagartija enorme, llamada “el Lagarto”, que tenía su guarida en la fábrica de ladrillos. Invita a sus amigos cercanos a la aventura, pero todos duermen la siesta. El narrador, ante la ausencia de sus amigos más cercanos, tiene que conformarse con la compañía de Arturo, el hermano menor de Roberto. Es evidente la aversión que siente por él; menciona que sus amigos tampoco lo soportan. La razón que aduce para odiarlo es sencilla: “[...] vive en un continuo estado de excitación, cuando habla grita, siempre se desvía del tema y cuenta unos chistes espantosos. Además es feo, oblongo, con las piernas desproporcionadas para su cuerpo”.59 La caracterización que hace el narrador es un rasgo frecuente; lo vimos en el trabajo que estudiamos con anterioridad, el narrador nos dibuja ridículamente a otro personaje para motivar que el lector también sienta rechazo por él. El narrador alimenta la imagen de Arturo con situaciones absurdas durante el camino. Cuando ya están en el lote baldío listos para cazar lagartijas, el narrador ya no soporta a Arturo. Aquí el narrador nos muestra algunos registros emocionales; por un lado, es evidente el odio que siente en contra de Arturo: “Seguí caminando, pero ya incapaz de concentrarme en las 59 Fabio Morábito. Op. cit., p. 65-66. 46 lagartijas, sintiendo cómo el odio me colmaba y nublaba”.60 He aquí otro de los aspectos que hacen singular el texto, me refiero a lo que el narrador maquina para deshacerse de Arturo; más adelante no sólo refiere su odio sino que imagina una situación más drástica: “Me imaginé soltándole un tiro en la nuca y lo vi desplomarse cuan largo era, apreté los dientes y seguí pensando en el lagarto”.61 Otro de los sentimientos que refleja es la vergüenza; lo hace al preguntarse por qué sus amigos no lo acompañan: “Ya estaba grande. Por algo ninguno de mis amigos estaba conmigo, sólo Arturo. Me sentí como si me hubieran agarrado robándome algo”.62 Es necesario apuntar que la voz de Arturo no existe, no puede defenderse ni siquiera con diálogos; es presa del narrador, él ordena la historia a su conveniencia; de ahí que, aunque el lector pueda pensar que el narrador hace daño, sea apoyado por la caracterización que previamente se hizo del acompañante. El narrador engaña a Arturo, y nos engaña a nosotros también, de que suba a la barda porque del otro lado hay prostitutas y lleva el juego hasta un desenlace terrible. Nos engaña porque está plenamente convencido de lo que dice, no duda; es más, alimenta con detalles su mentira: “Mira bien detrás de 60 Ibid., p. 68. 61 Ibid. 62 Ibid., p. 69. 47 los pilares, ahí se ponen las putas”.63 Sabemos, sin embargo, que cazar al lagarto es su mayor deseo. Cuando Arturo está sobre el muro suplicando la ayuda del narrador aparece el animal, el aterrorizado Arturo decide saltar. Las consecuencias son relativas, el compañero indeseable se rompe una pierna, el narrador no logra su cometido de matar el lagarto, pero se deshace de la desagradable compañía: “Debió de odiarme porque las pocas veces que volvimos a vernos se las arregló para no dirigirme la palabra, cosa que le agradecí”.64 Al final nos confiesa la broma: “Me imagino que después, esa misma tarde, hablando con Roberto, Arturo se enteró de que yo le había tomado el pelo con la historia de las prostitutas”.65 Otra de las similitudes que une a los dos últimos textos estudiados, son los sentimientos que muestran los narradores infantiles. Nos enseñan su odio, sus deseos de venganza, sus frustraciones, etc.; uno por el tedio del verano, otro porque va a cazar lagartijas con alguien que no le agrada. La voz infantil es adecuada por lo que representa; es decir, si esos sentimientos los tuviera un personaje adulto quizá no serían significativos. El hecho de que un niño o adolescente hable de matar a su compañero porque no le agrada, es lo que hace más interesante el trabajo. Morábito se preocupa por buscar en el interior 63 Ibid., p. 73. 64 Ibid., p. 76. 65 Ibid. 48 de sus personajes esos registros, los cuestiona, los describe en situaciones estresantes para ofrecer, como resultado, sus sentimientos. Antes de seguir adelante, es necesario recordar una cita de Sean O´Faolain, aquélla de que un escritor imagina su tema a su imagen y semejanza. La menciono nuevamente porque el siguiente trabajo es una declaración de principios del autor. Enrique Serna menciona la cercanía de los temas de La lenta furia con libros anteriores: “Cambio de género pero no de simpatías. Dos de los nuevos relatos que forman el volumen (“De caza” y “Mi padre”) son escolios o rescoldos de Lotes baldíos en los que narra el origen de su pasión por los recovecos abandonados de la ciudad”.66 Enrique Serna comenta lo anterior porque en este texto el autor recrea el ambiente que le gusta, el lote baldío, la compañía de las lagartijas. El trabajo parecería reproducir una canción defeña que nos enseñara la parte oculta de las cosas: “Déjenme solo ahora/ con estas lagartijas/ que no me piden nada”.67 Es difícil olvidar las referencias: “La ciudad tiene lugares/ donde no sucede nada,/ lotes baldíos ocultos/ tras una barda”.68 Todos estos elementos mencionados por Serna se suman al de la observación en el trabajo que estudiaremos a continuación. El narrador del texto “Mi padre” es una voz infantil. Agrego a los aspectos que apunta Serna, 66 Enrique Serna. Op. cit., p. 6. 67 Fabio Morábito. Lotes baldíos, p. 62. 68 Ibid., p. 11. 49 esa manera de buscar en el trasfondo de las cosas; este texto es quizá el mejor ejemplo de esa afición; Armando Oviedo lo advierte: “El relato ‘Mi padre’ es más que un cuento, es la declaración de principios de un autor que fue educado en el ‘enamoramiento total’ de las cosas y los lugares naturales [...]”.69 Lo que apunta Oviedo cobra relevancia a partir de lo que el niño cuenta de su padre: “Me agarraba de la mano y no perdía la oportunidad de indicarme el trasfondo y las partes ocultas de cada cosa que hallábamos en el camino. A eso se redujo desde el principio el contenido de mi ‘educación’”.70 El texto está narrado en primera persona por una voz infantil. Se trata de una narración descriptiva, hay muy pocos diálogos, incluso los diálogos entre el personaje y su padre son mínimos; la comunicación ocurre durante las caminatas que hacen por los lugares abandonados. El autor hace que su personaje describa los recovecos, las tuberías, etc., porque le interesa que cuente esos recorridos. Hay algo en el personaje que cuenta la historia que se hermana con el autor. Me refiero a esa manera de observar, de decir que nada está gratuitamente en el mundo y que si existe debe nombrarse. En el texto el autor expresa una necesidad de “[...] ver y tocar los armazones de fondo, las verdades insustituibles y elementales”.71 69 Armando Oviedo. Op. cit., pp. 12 y 13. 70 Fabio Morábito. La lenta furia, p. 81. 71 Ibid., p. 86. 50 El narrador comparte algunos puntos de vista con su padre; otras veces cuestiona pero no se lo dice. Al contrariode su madre, quien rotundamente se opone a esos paseos. Además del parentesco hay similitudes entre los dos personajes principales, el papá no muestra interés por su trabajo, ni siquiera lo hace cuando le otorgan un ascenso con aumento de sueldo; al narrador no le gusta la escuela, menciona él mismo que nunca había hecho la tarea. No sólo el tema, que guarda íntima relación con el autor, sino la sencillez del entramado son los aspectos importantes de este trabajo; este último se logra con dedicación; Morábito decanta sus materiales para obtener un producto de gran manufactura. El niño cambia los cuadernos de la escuela por salir a caminar con su padre, detenerse a observar un manojo de tubos; observar en lo escondido algo importante. La enseñanza es precisa: “Quería que no olvidara que debajo de la ciudad la vida prosigue y se extiende y forma otra ciudad más afanosa pero tan cierta como la que vemos”.72 La voz infantil que narra lo agradece porque participa imaginando: “Y yo oyéndolo hablar, imaginaba un hervor descomunal de galerías, de entronques y rampas iluminadas, con hombres que se cruzaban en cien direcciones distintas [...]”; 73 en otra parte del trabajo leemos: “[...] y yo me di cuenta de que al lado de un mundo esbelto y victorioso que le habla de usted a la materia, hay un enorme 72 Ibid., p. 87. 73 Ibid. 51 fondo impenetrable, una masa sin trabajar y sin redimir que todos cubren para no ver [...]”.74 La elección del personaje infantil es acertada porque es interesante el punto de vista del niño; es decir, puesto que no tiene un amplio conocimiento del mundo, es fundamental saber la manera en que se relaciona con las cosas nuevas que conoce. Por otro lado, el padre lo elige como testigo, como camarada de sus paseos, se puede educar; esto es evidente al final, cuando el narrador descubre en sus gestos y en su inquietud la presencia de su padre. Líneas atrás hablaba de la cercanía entre el narrador infantil y el autor; la siguiente cita nos enseña algunos elementos que los unen: A veces no bastaba algo tan simple como un terreno baldío rodeado por una valla de alambre. La valla, que protegía arbustos y hierbas, resaltaba lo infame del lugar, donde hasta las piedras tomaban un aire de sobrevivencia y esfuerzo. Permanecíamos absortos detrás del alambrado como si de un momento a otro vaya a saber qué trasvases íntimos podrían ocurrir [...]75 La cercanía estriba en los elementos que apunta el narrador. Estos elementos, casi siempre, nuestro autor los utiliza para escribir ya sea poesía o ya sea narrativa. 74 Ibid., p. 87-88. 75 Ibid., p. 92. 52 La mirada infantil nos muestra una admiración hacia el padre, quien logra ver, en lo abandonado de los objetos o los lugares, cosas interesantes; el niño aprende de su padre porque admira su manera de ver el mundo, participa de ella. Hay complicidad, aunque al final del relato se rompe cuando su padre obtiene un mejor trabajo con un horario más largo; esto lo obliga a olvidar esos paseos porque tiene que descansar. Todo regresa a su punto de partida, la complicidad se termina y hay que volver a la realidad: “Entonces me quité las manos de los bolsillos, agarré la mochila, saqué los cuadernos y por vez primera desde que estaba en tercero me puse a hacer la tarea”.76 El texto no precisa si esos paseos duraron semanas o años; en realidad no importa porque fue el tiempo necesario para orientar la mirada del niño; no importa porque el autor puso en las palabras de su personaje elementos que le son muy apreciados. Se cumple el precepto de O´Faolain. En este caso el tema del texto es entrañable y significativo para el autor. Morábito muestra esos fragmentos de la realidad —o de la condición humana— con sus palabras, con sus propios elementos. Este trabajo, como hemos mencionado, conserva ciertos aspectos importantes en la obra de Fabio; hablo de la observación, esa manera detallada de mirar en lo invisible. Encontramos la mirada del niño que expresa —a 76 Ibid. 53 partir del epígrafe de Silvina Ocampo, que nos guía antes de empezar la lectura— que “ninguna cosa es más importante que otra”; es la mirada que el padre impone a su hijo, incluso menciona exactamente la cita de Ocampo; ésa es mirada también la del autor que nos enseña —o nos invita— a mirar el mundo con sus palabras. 54 1.2 Inocencia y erotismo EL EROTISMO ES UN ASPECTO RECURRENTE en la obra de Fabio Morábito. Al ser un gran observador, los elementos eróticos tampoco se escapan de su escritura. Aunque la historia la cuenten adolescentes o niños, no dejan de aparecer elementos eróticos. Los niños inician el descubrimiento del mundo, conocen el desamor, como Justo en el texto “El Tapir”; conocen los secretos del mundo como en “Mi padre”. El erotismo es percibido de distintas maneras por los personajes y tiene diferentes matices en cada trabajo; aparece en mayor medida en tres textos: “Las madres”, “El Tapir” y “La perra”. Fabio Morábito comenta a Juan José Reyes lo que piensa acerca del erotismo, y la intención con que lo involucra en sus textos; la entrevista se refiere al libro La vida ordenada, pero resultan interesantes la precisiones que hace: [...] el erotismo en ese sentido es una especie de fuerza elemental que nos comunica o nos lleva a los elementos esenciales. Entonces no es tanto un erotismo porque los personajes sean eróticos o porque tengan una tendencia erótica sino porque es una especie de cita con los aspectos más elementales de la vida que justamente pueden ser muy fuertes o pueden agudizarse en momentos de conjunción, en momentos de incertidumbre existencial, apegarse a ciertos elementos; y el erotismo yo lo veo así, como una especie 55 de gancho muy fuerte para reubicarse, o por lo menos una fuerza que nos arrastra con un sentido como muy irreversible.77 Haré una escisión entre el erotismo que ocurre con los personajes infantiles o adolescentes de los trabajos “Las madres” y “El Tapir”; al final voy a referirme a los personajes adultos de “La perra”. El trabajo “Las madres” está inmerso en un ambiente erótico; desde la primera página lo percibimos, sorpresivamente entramos en una situación extraña; ante esta sorpresa nos queda atender al narrador, quien puede darnos más detalles, o puede explicarnos lo que sucede. Horacio Quiroga considera importante tomar al lector desprevenido; así lo comenta: “Véase todo lo que el cuentista ignora. Nadie lo sabe. Pero la atención del lector ha sido cogida de sorpresa, y esto constituye un desiderátum en el arte de contar”.78 En el caso de “Las madres” el narrador nos comenta su incomodidad cuando la madre de algún amigo, contagiada por el frenesí que ocurría a principios de junio, aparecía: “[...] toda desnuda y disponible”.79 Omar González describe el cambio de esta manera, dice que el texto: “[...] narra la transformación erótica y simiesca que sufren las madres de familia cada mes de junio, el ambiguo detrimento de las pobres víctimas de su excitación sexual que caen en sus 77 Juan José Reyes. “Entrevista” en El Semanario Cultural de Novedades, p. 3. 78 Horacio Quiroga. “Manual del perfecto cuentista”, en Lauro Zavala, Teorías del cuento, p. 34. 79 Fabio Morábito. La lenta furia, p. 13. 56 garras”.80 El erotismo está contado desde la inocencia en tanto que parte de la descripción de un niño, su reacción ante lo que sucede es pasiva, percibe la seducción pero hace lo necesario para escapar. El personaje no participa en lo que ocurre, sólo es testigo. De ahí que sólo describa las situaciones eróticas que observa: “De ordinario andaban desnudas encaramadas en algún tronco,con los senos hinchados, y los niños se divertían lanzándoles objetos filosos [...]”.81 La mirada del narrador se detiene en los detalles físicos y situaciones cargadas de erotismo: “Era ahí, en los árboles de la calle, donde las madres pasaban la mayor parte del tiempo gimiendo de deseo y sacudiendo las ramas”.82 Mencioné anteriormente que se trata de un narrador omnisciente; hay que agregar que su voz es colectiva, es como un “nosotros” para los habitantes de dicho lugar; es la voz con la que ellos cuentan. El narrador parece acostumbrado a lo que ocurre con las madres durante el mes de junio, no se inquieta ante lo que observa, le parece natural. Aun cuando es la voz de un niño la que narra, no se percibe algún rasgo de pudor. El narrador se acerca a la intimidad de las madres cuando han capturado a sus víctimas, no hay peligro al acercarse puesto que ya han cazado a alguien: 80 Omar González. “Fabio Morábito: La lenta furia”, en Sábado, p. 13. 81 Fabio Morábito. Op. cit., p. 14. 82 Ibid., p. 14. 57 “La víctima, (un oficinista, un obrero), atenazada entre los grandes muslos, se retorcía como se retuerce un gusano en el pico de un pájaro”.83 El narrador observa y se detiene en los detalles que representan o significan el deseo de las madres: “Las madres que aún no capturaban a su presa permanecían en los árboles húmedas y goteantes [...]”.84 Es importante que la descripción la haga un niño; esto sugiere la posibilidad de escuchar su punto de vista: “Unirse a una madre en ese estado era verdaderamente tocar el fondo de lo vulgar y ruin [...]”.85 En el trabajo “El Tapir” Morábito reúne a sus personajes en la soledad, en un pueblo deshabitado a causa de las vacaciones; las situaciones eróticas serán motivadas por ese ambiente. Prueba de ello es lo que nos dice el narrador acerca de que Coral se vea con Justo, su hipótesis es la siguiente: Cuando Coral empezó a buscarlo en la verdulería todas las tardes, devolviéndole la visita que él le hacía por la mañana, la subestimé, luego me dije que era por el tedio, por el calor agotador, y que una vez que se acabara el verano y la gente regresara de vacaciones y todo volviera a la normalidad, ella se olvidaría del hijo del verdulero.86 83 Ibid., p. 15. 84 Ibid. 85 Ibid. 86 Ibid., p. 23. 58 Durante esas visitas el narrador no ve lo que ocurre, pero imagina los detalles del contacto: “Justo la llevaba a la trastienda y yo tenía que dar la alarma si entraba un cliente. Oía los murmullos de los dos, el breve contacto de sus bocas y me imaginaba a Justo acariciándola con la punta de sus dedos”.87 En este trabajo percibimos dos puntos de vista del erotismo. Por un lado, lo que el narrador percibe de la relación de Justo y Coral. Se atreve a dar un punto de vista, puede describirla aunque sólo escuche; por otro lado está el erotismo que experimenta en situaciones que le ocurren a él mismo. Para aminorar su tedio se refugia en la nevería de la señora Consuelo, la madre de Coral; ella, orillada también por la soledad (su marido está enfermo), coquetea, pese a la diferencia de edades, con el narrador: [...] mientras se agachaba para remojar la jerga en una cubeta llena de agua; su escote se aflojó con el movimiento y me quedé viendo su amplio busto bullir en el sostén, ella se dio cuenta y me miró lenta y enfáticamente. Luego, cuando se acercó a retirar de mi mesita el vaso vacío de hot fudge, volvió a clavarme esa mirada.88 Esta situación vuelve a ocurrir, el personaje narrador nuevamente se muestra contrariado: 87 Ibid. 88 Ibid., p. 24. 59 [...] la señora Consuelo, al verme, se arregló el pelo y me pidió que me sentara en la barra porque todavía no había limpiado las mesitas de afuera [...]. Derramó otra porción de chocolate caliente, espolvoreó el todo con trocitos de nuez y coronó el borde del vaso con una nube de crema batida. Luego colocó el hot fudge frente a mí, retuvo su mano sobre el vaso y me miró como el día anterior. Sentí su hervor en el vientre, ella sonrió, respiró con énfasis y se quedó ahí, expuesta como un clavadista en el filo del trampolín, sin soltar la mano del vaso, ofreciéndome con un gesto invisible la desobediencia de sus senos que desbordaban el brasier negro sobre el mostrador de formaica.89 Una vez que ha salido de la nevería, el narrador nos da cuenta de sus sensaciones: “[...] me interné en el parque todavía excitado por los grandes senos sobre el mostrador [...]”.90 A los dos personajes principales, Justo y el narrador, los hermana el descubrimiento del mundo; ambos buscan y se tropiezan. En el caso del narrador, su timidez o su inocencia lo inhiben de aceptar el coqueteo de la señora Consuelo; porque quizá la única función de ella sea fungir como consuelo del narrador al preparar el hot fudge de todos los días. Como hemos visto, el erotismo es distinto en estos dos textos. En el primero, el narrador observa el frenesí de las madres; en este último el 89 Ibid., p. 27. 90 Ibid., p. 28. 60 narrador participa, es cómplice en la relación de Justo y Coral, además de que le suceden situaciones eróticas con la señora Consuelo. En estos trabajos y en el siguiente, notamos una intención de Fabio, contar lo que sucede, no ofrece un punto de vista moral, no es lo que pretende; eso le corresponde en todo caso al lector si quiere hacerlo. Antón Chéjov escribe de manera contundente acerca de lo anterior: “Dejemos que el jurado juzgue; mi oficio es simplemente mostrar cómo es la gente”.91 Fabio Morábito también describe el erotismo entre personas adultas; no es, como veremos más adelante, un erotismo común, y en eso radica la originalidad del texto; Esther Arredondo es contundente en su comentario: “El cuento de ‘La perra’ es una relación totalmente erótica [...]”.92 Lo apuntado por Arredondo cobra validez cuando nos enteramos de la manera en que los personajes (la mujer que narra y su pareja) se excitan. Por su parte, Noé Cárdenas precisa en su comentario algunos rasgos; menciona que se trata del: “[...] odio crónico de parte de una pareja hacia la perra, es decir, la sirvienta en turno, se convierte en un elemento indispensable para que brote entre ambos el deseo y sobrevengan los tactos [...]”.93 Contratan pues a la sirvienta convencidos de que los va a dejar en la calle: “Supe que nos robaría desde que 91 Antón Chéjov. “La técnica del cuento”, en Lauro Zavala, op. cit., p. 25. 92 Esther Arredondo. Op. cit., p. 21. 93 Noé Cárdenas. Op. cit., p. 9. 61 abrí la puerta y la vi parada en el rellano de las escaleras con la bolsa del mandado doblada debajo del brazo”.94 Morábito comenta a Esther Arredondo sus intenciones; sabemos que le gusta describir los comportamientos del ser humano, sobre todo aquellos que no son evidentes; aquéllos: “[...] que la gente no fácilmente deja ver porque siempre son situaciones un poco límite a las que no está acostumbrado; entonces sale a relucir la parte que casi siempre permanece oculta”.95 Lo singular del texto participa de lo extraño de este erotismo, o fantasía sexual; es decir, contratar a una sirvienta y esperar a que los robe es el pretexto perfecto para la excitación: La dejé en el living y regresé al cuarto, donde Alberto, tendido en la cama, fumaba un cigarro. —¿Cómo es? —Ratera, como todas. Me quité la bata y Alberto aplastó el cigarro en el cenicero y me quitó el resto. Metió su pierna entre mis muslos y yo le dije: —Tiene cara de mosquita muerta, nos va robar todo lo que pueda, ahora mismo debe estar viendo lo que le gustaría llevarse. —¡La perra! —murmuró él.
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