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||||||| UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA ESTRATEGIAS PSICOPEDAGÓGICAS PARA LA ENSEÑANZA VALORAL SIGNIFICATIVA EN ALUMNOS DEL PRIMER GRADO DE PREPARATORIA T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA. PRESENTAN: Briseño Parra Alicia Guzmán Ovando Maricela ASESOR DE TESIS: DOCTOR JOSÉ LUIS ROMERO HERNÁNDEZ SAN JUAN DE ARAGÓN DICIEMBRE, 2006 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS Agradezco a mí familia: Carlos mi esposo; mi hija Claudia Abril y mi hijo Carlos Patricio el apoyo que me brindaron para que la conclusión de uno de mis proyectos personales se llevara a cabo. También a mis padres y hermanos que me empujaron para que no cejara y lo dejara inconcluso. Así como a los maestros que me prestaron su atención y tiempo. Y a mi misma que aún y con todo me tenía que echar porras para no abandonar lo ya iniciado. BRISEÑO PARRA ALICIA AGRADECIMIENTOS A Dios, por estar presente en cada instante de mi vida. A mi mamá por amarme tal cual soy. A Uziel por ser uno de los principales motivos para seguir en esta lucha diaria. A Ale, por tu presencia en mi vida y valorar mis logros y aceptar mis fallas. A Chuko por tu apoyo incondicional en momentos tan difíciles MARICELA ÍNDICE INTRODUCCIÓN ..................................................................................................I CAPÍTULO 1. ESTRATEGIAS PSICOPEDAGÓGICAS Y CONCEPTOS ESENCIALES DEL VALOR ÉTICO EN EL ALUMNO DE PRIMER GRADO DE PREPARATORIA ......................................1 1.1. Conceptualización de las estrategias psicopedagógicas ...............................2 1.1.1. Concepto de estrategia ...............................................................................2 1.1.2. Delimitación del ámbito psicopedagógico ...................................................7 1.1.3. Estrategias y técnicas de enseñanza..........................................................10 1.2. Concepto genérico y tipología del valor ........................................................17 1.3. El valor ético...................................................................................................22 1.3.1. Concepto y fundamentos ............................................................................22 1.3.2. Características y tipología de los valores ...................................................24 1.3.3. Problemática del estudio de los valores éticos............................................26 1.4. Enseñanza y Ética ........................................................................................29 1.5. La transmisión de valores éticos en la escuela: el problema de la crisis de valores.......................................................................................................31 1.6. El alumno de primer grado de preparatoria....................................................35 CAPÍTULO 2. EVOLUCIÓN DE LA ENSEÑANZA EN VALORES: DE LA INDOCTRINACIÓN AL JUICIO MORAL AUTÓNOMO............49 2.1. Precedente: el valor ético y los fines esenciales de la enseñanza.................49 2.2. Concepciones históricas de la enseñanza en valores....................................54 2.2.1. Los modelos tradicionales o funcionalistas .................................................55 2.2.2. Enfoques renovadores: el relativismo individualista....................................57 2.2.3. Tendencias progresistas: el modelo moral racional ....................................59 2.3. Concepciones características de los modelos progresistas de enseñanza en valores ....................................................................................61 2.3.1. Bases teóricas: el constructivismo ..............................................................62 2.3.2. Funcionamiento en el plano educativo ........................................................68 2.4. El desarrollo del adolescente y el papel que juegan los valores éticos (Piaget y Kohlberg) ........................................................................................71 2.5. Los valores y la escuela .................................................................................77 CAPÍTULO 3. ESTUDIO DE CASO: PROBLEMÁTICA DE LA ENSEÑANZA VALORAL EN LA EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR....................88 3.1. La enseñanza valoral en el currículo de las Escuelas Preparatorias de la UNAM ...........................................................................................................88 3.1.1. Antecedentes ..............................................................................................89 3.1.2. Contenidos curriculares y objetivos de la asignatura de Ética ....................91 3.1.3. Crítica del enfoque y los contenidos curriculares ........................................95 3.2. Estudio diagnóstico de necesidades educativas en materia de enseñanza valoral ..........................................................................................96 3.2.1. Metodología de la investigación ..................................................................97 3.2.2. Premisas epistemológicas de la investigación ............................................98 3.2.3. Método y técnicas .......................................................................................101 3.2.4. Categorías de análisis.................................................................................107 3.2.5. La población y muestra objeto del estudio ..................................................114 3.2.6. Resultados ..................................................................................................116 CAPÍTULO 4. ESTRATEGIAS PSICOPEDAGÓGICAS PARA LA FORMACIÓN ÉTICA DE ALUMNOS DEL PRIMER GRADO DE PREPARATORIA. ...................................................152 4.1. Justificación de la propuesta ..........................................................................152 4.1.1. Educativa ....................................................................................................153 4.1.2. Social ..........................................................................................................157 4.2. Propuesta de intervención..............................................................................158 4.2.1. Propuesta del curso de enseñanza valoral para padres y maestros...........158 4.2.2. Estrategias psicopedagógicas.....................................................................182 4.2.2.1. Selección de actividades de aprendizaje .................................................182 4.2.2.2. Instrumentación........................................................................................1914.2.2.3. Carta descriptiva ......................................................................................199 4.2.2.4. Relación contenido-método......................................................................200 4.2.3. Propuesta de mecanismos de evaluación...................................................201 CONCLUSIONES .................................................................................................203 BIBLIOGRAFÍA .....................................................................................................210 ANEXO 1. CUESTIONARIO APLICADO A LOS DOCENTES. ............................217 ANEXO 2. ENTREVISTAS....................................................................................221 ANEXO 3. TEXTOS DE TRABAJO PARA LAS ESTRATEGIAS. ........................231 I INTRODUCCIÓN A lo largo de los años, la relación ética-escuela ha constituido uno de los puntos más controvertidos del debate educativo, debido, esencialmente a su multidimensionalidad; se trata de un tema que abarca las esferas de la práctica de la instrucción formal: por un lado (dimensión institucional) se cuestiona en qué medida los centros educativos pueden actuar como instancias difusoras de una cultura ética y por otro (dimensión psicopedagógica), se postula la necesidad de que tanto los docentes como las instituciones se den a la tarea de buscar los métodos adecuados para dar a la enseñanza moral un enfoque dinámico, auténticamente formativo. La importancia de la relación entre ambas variables (ética y escuela), reside en el hecho de que desde épocas remotas, se considera como fin trascendental de la actividad educativa, la introyección en el alumno de ciertos valores de convivencia social que permitan su adecuada integración comunitaria. Este fin elemental de la educación fue retomado por autores como Durkheim quien consideraba que la educación tiene por objeto suscitar cierto número de estados físicos, emocionales y morales que exige de él la sociedad en su conjunto. En la misma línea se afirma que la educación tiende a que el alumno se integre como sujeto activo del quehacer común del grupo social al que pertenece mediante la asunción e incorporación a su conducta de una serie de valores, tales como la tolerancia, el respeto, la honestidad, la solidaridad, entre otros, que optimicen los flujos de interacción con sus semejantes. La orientación de las teorías psicopedagógicas hacia el estudio de los procesos de la cognición humana, ha dejado atrás la creencia de que el único método para “enseñar moral” a los alumnos es la indoctrinación, es decir, pretender que el alumno asuma, mediante la exposición unilateral y verbalista del docente, una serie de dogmas de conducta social, sin favorecerse la reflexión previa de las mismas y sin tomar en cuenta los mecanismos de incorporación de la norma al II acervo cognitivo del sujeto. A esta tendencia de indoctrinación, identificada con los modelos tradicionales o “cerrados” de enseñanza-aprendizaje y a la que por sus características se identificó durante largo tiempo con la enseñanza de los dogmas religiosos, se han opuesto los modelos cognoscitivistas o formativos de enseñanza moral, basados en esencia, en la necesidad de que el alumno desarrolle ciertas destrezas y habilidades intelectuales que le lleven a la creación de juicios morales y favorezcan, por tanto, un aprendizaje formativo o significativo de la esencia de los valores éticos. Esta tendencia renovadora de la enseñanza moral ha sido objeto de múltiples desarrollos teóricos y ha llegado incluso a cobrar forma en el plano curricular a raíz del proceso general de reforma educativa en el cual nuestro país se encuentra inmerso y que se basa en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (SEP, 1992), plantea la prioridad de impregnar a la educación que se imparte en preescolar, primarias y secundarias, de un sentido ético, dirigido a la obtención de habilidades tendientes a la integración social en los mejores términos para el grupo comunitario. Este mismo enfoque es retomado en el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 (SEP, 1996) que, en su parte introductoria señala textualmente: “…La educación es una vía hacia una mejor manera de vivir. No puede estar desvinculada de las necesidades e intereses del educando, sino que ha de ser pertinente a sus condiciones y aspiraciones y servir al mantenimiento y superación de las comunidades y de la sociedad en general…” (p. 13) Esta tendencia fue una de las directrices básicas de los procesos de reforma curricular impulsados en la educación básica a partir de 1993. En el caso de la escuela primaria, los cambios en el enfoque de la enseñanza moral se hicieron tangibles en las asignaturas de Educación Cívica, en las que, desde el plano programático se pretende que los alumnos incorporen la esencia de los valores éticos a su práctica social mediante la experimentación de “…nuevas formas de convivencia, cuyas bases sean el respeto a la dignidad humana, el diálogo, la III tolerancia y el cumplimiento de los acuerdos entre individuos libres…” (SEP, 1996: p.15) En el caso de la escuela secundaria, las múltiples carencias en relación a la enseñanza valoral, trataron de subsanarse mediante la creación, en virtud del Acuerdo 253 de la Secretaría de Educación Pública (3 de febrero de 1999), de las asignaturas de Formación Cívica y Ética I, II y III. El objetivo estructural de estas asignaturas es el de: “…proporcionar elementos conceptuales y de juicio para que los jóvenes desarrollen la capacidad de análisis y discusión necesaria para tomar decisiones personales y colectivas que contribuyan al mejoramiento de su desempeño en la sociedad […] Se busca que los alumnos aprendan a considerar y asumir su entorno social como un ambiente propicio para el ejercicio de actitudes comunitarias y cívicas…” (SEP, 1999: 7). Estas primeras medidas tendientes a modificar substancialmente el sentido de la enseñanza valoral, no han hallado a la fecha, continuidad en la educación media superior, lo que resulta una grave omisión de acuerdo a los objetivos educativos del proceso integral de la reforma educativa. En la primaria y en la secundaria, la educación en valores ha adoptado, llanamente un sentido integrador o formativo, sin embargo, en el bachillerato (y particularmente en los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM), ésta sigue siendo enunciativa por basarse en un currículo que, a grandes rasgos se basa en el estudio de las concepciones de Ética a lo largo de las distintas doctrinas filosóficas que se han sucedido a lo largo del tiempo. De tal manera que los logros obtenidos en los ciclos anteriores, se “cortan” o interrumpen cuando el alumno ingresa a la enseñanza preparatoria. La gravedad de esta omisión se incrementa si se considera que la mayor parte de los autores contemporáneos en la materia coinciden en la idea de la gran importancia que tiene una adecuada reflexión valoral en la adolescencia. En términos generales, el trabajo que sustentaremos plantea un análisis detallado de la problemática brevemente descrita líneas arriba, y se propone una IV serie de estrategias (curriculares y psicopedagógicas) que den continuidad al modelo formativo de enseñanza valoral planteado en el marco de la reforma educativa. Para tal efecto, el trabajo se estructura formalmente del modo que sigue: En el capítulo primero se analiza el marco teórico de las estrategias psicopedagógicas y del valor ético, incluyéndose su concepto, algunas consideraciones sobre su ontología y las teorías que existen en torno a la posibilidad de que éste sea transmitido por medio de la educación formal.En el capítulo segundo se analiza detalladamente la evolución de los distintos modelos de enseñanza valoral comenzando en los tradicionales (de indoctrinación) y concluyendo en los progresistas o formativos que actualmente marcan el rumbo de la reforma educativa. El capítulo tercero da cuenta del estudio de caso, en el cual se entrevistó a una muestra de docentes de Ética de las ENP para obtener sus principales puntos de vista sobre las necesidades educativas en la materia y sobre los mejores modos para modificar el sentido actual de dicha actividad (la enseñanza valoral). Finalmente, en el capítulo cuarto se presentan las estrategias psicopedagógicas y propuestas curriculares para que la enseñanza valoral que se imparte en las ENP, tenga significatividad y continuidad respecto a la impartida en niveles o ciclos anteriores de enseñanza, logrando con ello mayor compatibilidad con los fines generales de la educación propuestos en el marco de la reforma educativa. Es conveniente mencionar que se aplicará el método deductivo ya que se partirá de lo general, planteado por la teoría, hasta llegar a su aplicación concreta. La investigación será descriptiva porque su propósito es mostrar situaciones y eventos relacionados con la enseñanza valoral; esto es, decir cómo es y se V manifiesta la enseñanza de valores y su aplicación para el trabajo en grupo dentro de las escuelas preparatorias. Cabe mencionar que el estudio descriptivo busca especificar las propiedades de personas (docentes y alumnos de escuelas preparatorias), comunidades (la comunidad escolar) y cualquier otro fenómeno que sea sometido a análisis. Se emplearán técnicas tanto de la investigación documental como de la investigación de campo. La investigación documental consiste en el análisis de información de fuentes secundarias; es decir, información que fue recopilada para otros fines diferentes a los de la investigación, pero que sirve a los propósitos de la misma. Esta información se obtendrá de bibliotecas de la SEP y de otras bibliotecas públicas y privadas. Para la investigación de campo se recurre a la etnografía como una perspectiva metodológica que permite recopilar y evaluar los registros que se derivan fundamentalmente de la observación directa del comportamiento habitual en una sociedad, así como analizar, reflexionar y describir los comportamientos culturalmente significativos que acontecen con grupos determinados. 1 CAPÍTULO 1 ESTRATEGÍAS PSICOPEDAGÓGICAS Y CONCEPTOS ESENCIALES DEL VALOR ÉTICO Uno de los problemas que se han presentado al definir la educación ética, reside en la intangibilidad que es intrínseca a los valores morales o éticos. En efecto, a lo largo de la historia de la filosofía y de la educación se ha debatido no sólo si el valor ético es susceptible de ser enseñado, sino incluso si en realidad tales valores existen o se encuentran dotados de universalidad. En específico esa universalidad se refiere a que los valores son válidos en cualquier lugar y tiempo. Estos dos problemas que se vinculan en todo caso con la ontología y la teleología de la ética misma, derivaron en la creencia, vigente prácticamente hasta mediados del siglo XX, de que los valores no podían enseñarse en la escuela, sino que su adquisición y desarrollo se reservaban en exclusiva a la práctica social. Sin embargo, como veremos en capítulos subsecuentes, los avances reportados por las ciencias del comportamiento y en lo particular los estudios de la psicología cognitiva, vinieron a revolucionar los conceptos tradicionales de enseñanza de los valores éticos. Estos modelos cognitivos o “progresistas” de enseñanza valoral parten en su conjunto, de dos presupuestos fundamentales: a) La universalidad que impregna a los valores éticos o morales; y, b) La posibilidad de considerarlos como objetos de conocimiento, susceptibles de ser apropiados por los alumnos vía la creación de experiencias de aprendizaje en el seno de la educación formal. Sin embargo, el análisis estructural y operativo de estos modelos cognitivos requiere, en primer lugar hacer una referencia esquemática a los conceptos elementales de estrategias psicopedagógicas, así como de valor (en su acepción genérica) y singularmente a los valores éticos y sus implicaciones sociales y educativas, tarea que se aborda en el presente capítulo. 2 1.1. Conceptualización de las estrategias psicopedagógicas El estudio sobre estrategias cognitivas ante diversas situaciones de aprendizaje viene ocupando un indudable protagonismo en la investigación psicopedagógica durante los últimos veinte años. En el campo educativo, la instrucción de estrategias de aprendizaje no sólo se considera compatible con el paradigma constructivista del aprendizaje1, sino que su inclusión en el currículo se ha concebido como un medio imprescindible para que los alumnos “aprendan a aprender” durante el desarrollo de la educación básica y media básica. Sin embargo, no parece existir un acuerdo tan claro en cuanto al modo de integrar este tipo de enseñanza en el currículo, ni aún siquiera sobre el mismo concepto de estrategia. 1.1.1. Concepto de estrategia En una revisión teórica se ha tratado de delimitar este intrincado campo semántico, constatando diversos vocablos y definiciones, no siempre conciliables, que se han ido desarrollando desde los años setenta (véase Gagnè, 1974; Flavell, 1976; Paris, Lipson y Wixon, 1983; Kirby, 1984; Stenberg, 1983, 1985; Nisbett y Shucksmith, 1986; Thomas y Rhower, 1986; Weinstein y Mayer, 1986; Derry y Murphy, 1986; Jones, Palinscar, Ogle y Carr, 1987; León, 1991; León, 1999; Schmeck, 1988; Pressley y Levin, 1989; Pozo, 1990; Mayor, Suengas, y González, 1993; Monereo, 1994; Justicia y Cano, 1996; Monereo y Castelló, 1997; Beltrán, 1993, 1998; Pozo y Monereo, 1999). En algunos de estos trabajos, el concepto de estrategia se vincula al de “procedimiento”, al de “heurístico” o incluso al de “técnica de aprendizaje”. En cualquier caso, se enfatiza que las estrategias constituyen conjuntos de operaciones mentales manipulables; es decir, “secuencias integradas de procedimientos o actividades que se eligen con el propósito de facilitar la adquisición, almacenamiento o utilización de la 1 Coll, C. 1990 “Un marco de referencia psicológico para la educación escolar: la concepción constructivista del aprendizaje y la enseñanza.” En Coll, C.; A. Marchesi y J. Palacios (Comps.) Desarrollo psicológico y educación II. Psicología de la Educación. Alianza. Madrid. :435-453. 3 información” “la secuencia de procedimientos que se aplican para lograr aprender”; “las actividades u operaciones mentales seleccionadas por un sujeto para facilitar la adquisición del conocimiento”. 2 Por otro lado, este carácter propositivo e intencional, dotado de un cierto nivel de conciencia metacognitiva*, convierten el concepto de estrategia en algo más que un mero “producto” del comportamiento metacognitivo. Lo que verdaderamente permite establecer diferencias con otras secuencias de operaciones mentales, es un particular “modo de actuar” que se traduce en una “utilización óptima de una serie de acciones que conducen a la consecución de una meta”, gracias a una “toma de decisiones en condiciones específicas”, que implican un determinado nivel de representación mental.3 Así, desde este otro punto de vista, otros trabajos parecen más bien desplazar las características discriminativas de “lo estratégico” al tipo de comportamiento del sujeto, al desarrollo de mecanismos reguladores, e incluso al “estilo” de afrontamiento de las tareas. En definitiva, parece haber una coincidencia en enfatizar la imbricación del concepto de estrategia con la “serialidad”del pensamiento, al mismo tiempo que con su capacidad de autorregulación más o menos conciente. Podríamos decir, en consecuencia, que una estrategia se caracteriza, no sólo por la representación detallada de una secuencia de acciones, sino también por una particular cualidad de dichas acciones. Lo que estamos planteando es una disquisición (examen riguroso que se hace de algo, considerando cada una de sus partes), latente en la bibliografía especializada, entre una consideración “sustantiva” de la estrategia como un conjunto de operaciones ordenadas, aunque con un carácter más o menos flexible, frente a una consideración, que podríamos denominar “adjetiva”, inherente a determinadas formas de actuar. Dicho de un modo más simple, entre el término de “estrategia” y el de “comportamiento estratégico”. 2 Pozo, I. 1990 Estrategias de aprendizaje. Ed. Alianza. Madrid. p.201 * El término de conciencia metacognitiva se refiere al control conciente de la actividad cognitiva. 3 León, J. A. 1991 La mejora de la comprensión de textos expositivos: Un análisis interactivo. Infancia y Aprendizaje, 56 :5-24. 4 La dimensión de generalidad o especialización estratégica nos permite, a su vez, establecer dos grupos de estrategias cognitivas íntimamente relacionados: 1. Estrategias básicas, constituidas por un conjunto de acciones mentales de adquisición y transformación mental de la información. Estas estrategias son susceptibles de aplicarse ante cualquier tarea cuyo objeto sea optimizar la capacidad de atención, representación, categorización, razonamiento o el control metacognitivo del sujeto. 2. Estrategias específicas, que, aún compartiendo los mismos objetivos y acciones cognitivas de las anteriores, poseen un mayor grado de especialización respecto a los conocimientos previos de los que se vale, así como de los contenidos y tareas concretas sobre los que se aplica. No se trata de procedimientos esencialmente distintos, sino de diferentes niveles de análisis de las operaciones mentales que se realizan en función de la especialización de la tarea. La máxima especialización se adquiriría al desarrollar un aprendizaje técnico donde se incorporan y automatizan habilidades e instrumentos con objetivos más específicos. En resumen, cada uno de estos tres criterios, nos permiten clasificar ad hoc un procedimiento estratégico, desde el punto de vista de las posibilidades de solución de la tarea, de los objetivos del sujeto o del nivel de aprendizaje de las operaciones mentales implicadas. Si las representáramos como tres ejes perpendiculares, localizaríamos en el centro los procedimientos que en la mayoría de los trabajos son considerados como más típicamente estratégicos, es decir, aquellos que manifiestan un lato* grado de profundidad y generalidad, a la vez que un elevado margen de decisión. El aprendizaje y la aplicación estratégica de los contenidos procedimentales* suponen, ante todo, un modo de enseñar que debería concretarse en una serie de * Lato significa el sentido que por extensión se le da a las palabras y no es el que exacta o rigurosamente les corresponde. * Los contenidos procedimentales son secuencias o acciones dirigidas que conducen a los alumnos a la consecución de una meta. 5 orientaciones metodológicas concretas para favorecer la práctica educativa. Las consideraciones anteriores en torno a lo que hemos llamado la acepción adjetiva del concepto de estrategia tiene importantes implicaciones psicopedagógicas, en función de los condicionantes epistemológicos de cada área curricular. En un reciente trabajo (Montanero, 2000), se ha comprobado la utilidad de seguir un proceso de instrucción que vincule la enseñanza de estrategias generales y específicas con contenidos interdisciplinarios de las áreas de educación básica y media. Con objeto de instruir estrategias de comprensión y razonamiento en el ámbito sociolingüístico de un Programa de Diversificación Curricular, se comenzó entrenando estrategias cognitivas básicas, implicadas en la comparación, clasificación, el razonamiento lógico y causal y la solución de problemas con tareas muy sencillas y en principio descontextualizadas de los contenidos curriculares, con un carácter fundamentalmente heurístico e interdisciplinario. Posteriormente, se diseñaron procedimientos específicos de comprensión de textos con materiales curriculares de ciencias sociales progresivamente más complejos; de tal modo que se potenciaba el proceso de especialización y transferencia de los anteriores procedimientos heurísticos con contenidos de Geografía, Historia, Lengua, Literatura y Ética.4 En definitiva, la clave y principal implicación de la acepción adjetiva no reside tanto en la selección de las estrategias que se van a enseñar en cada área, cuanto en la necesidad de que todo el proceso de enseñanza-aprendizaje se vuelva en sí “estratégico”. Una de las orientaciones fundamentales para conseguirlo, sea cual sea el contenido de enseñanza, se resume en la importancia, especialmente para los alumnos con problemas de aprendizaje, de “hacer abierto y explícito lo que otros estudiantes aprenden en situaciones de aprendizaje más espontáneo e implícito”. Esto requiere, en primer lugar, que los profesores realicen un minucioso análisis de contenido de los procedimientos estratégicos seleccionados, con tres objetivos: 4 Montanero, M. 2000 La instrucción de estrategias de comprensión en el ámbito sociolingüístico del segundo ciclo de la E.S.O. Tesis doctoral inédita. Universidad de Extremadura. 6 • desglosar explícitamente cada conocimiento procedimental, en función de sus metas y operaciones más simples; • analizar los conocimientos declarativos específicos y las habilidades previas que se requieren; • organizar el conocimiento condicional necesario, relativo a las características personales, contextuales y específicas de la tarea que enriquezca la toma de decisiones sobre la mejor ejecución de aquellas operaciones. 5. En segundo lugar, es importante introducir elementos que faciliten una regulación metacognitiva y la transferencia para que dicho conocimiento resulte significativo. La incorporación a las actividades del aula de ciertos métodos, basados en las posibilidades reguladoras del lenguaje, como el modelado de las estrategias, la autointerrogación y discusión metacognitiva, la participación guiada o el trabajo en grupo puede resultar de beneficio para facilitar una progresiva transferencia de control hacia la autorregulación estratégica. Por último, es necesario diseñar actividades dirigidas a que los alumnos practiquen la ejecución estratégica de los procedimientos. La práctica debe ser abundante, estructurada y diversificada a través de diversas áreas y contextos. La organización de actividades de interacción cooperativa entre los alumnos es fundamental para propiciar la “motivación de aprendizaje y el desarrollo de un “estilo” auténticamente estratégico. Con diferentes matices, existe un cierto acuerdo en torno a estas tres grandes fases para propiciar el aprendizaje de estrategias en distintas áreas curriculares. La reflexión sobre estas orientaciones metodológicas en el marco del proyecto curricular debería encaminarse a superar la instrucción puntual, dentro de una sola área o unidad didáctica, para que el aprendizaje estratégico forme parte de un tratamiento educativo más sólido. Si no se considera el modo de trasladar las anteriores orientaciones metodológicas a las unidades didácticas de cada área,5 Martín, E. 1999. “Enseñar a pensar a través del currículo.” En Coll, C.; A. Marchesi, y J. Palacios (Comps.), Desarrollo psicológico y educación. Trastornos del desarrollo y necesidades educativas especiales. Alianza. Madrid. :439-467. . 7 correremos el riesgo de que la enseñanza de estrategias se limite a una declaración de buenas intenciones, sin tener en cuenta el diseño específico de actividades y materiales que faciliten la apropiación de procedimientos estratégicos por parte del alumno. 1.1.2. Delimitación del ámbito psicopedagógico El campo de la psicopedagogía constituye, históricamente, un espacio común de intervención de diversas profesiones –especialistas en educación con orientación psicosociológica y de psicólogos con especialidad educacional– por lo que la denominación de psicopedagogía, surge como necesidad de unificar la formación del conjunto de profesionales que interviene en el campo psicoeducativo, focalizando el estudio de los procesos de enseñanza y aprendizaje.6 La psicopedagogía constituye un conjunto de prácticas institucionalizadas de intervención en el campo del aprendizaje, sea como prevención o como diagnóstico y tratamiento de trastornos, sea como modificación del proceso de aprendizaje escolar; un área que estudia y trabaja con el proceso de aprendizaje y sus dificultades, sus dominios específicos son: el sujeto de conocimiento y el agente de transmisión y las dimensiones constitutivas de los mismos; y que el sujeto–objeto de la psicopedagogía es el ser humano en situación de aprendizaje contextualizado. Comienza a manifestarse como una convergencia conceptual al caracterizar al aprendizaje, al sujeto en situación contextualizada de aprendizaje y a los procesos psicoeducativos como objetos de la intervención y de la reflexión psicopedagógica, aspectos que constituyen una problemática multidimensional involucrando una compleja serie de factores. 6 Coll, C. 1989 Conocimiento psicológico y práctica educativa. Barcanova. Barcelona. 8 Según Muller, intervienen cuestiones pre–subjetivas: lo social, el lenguaje, la conformación neurobiológica; cuestiones subjetivas: el proceso de construcción del conocimiento, procesos de desarrollo y cambio conceptual, procesos de constitución de la subjetividad y la dinámica afectiva; cuestiones, ambas, contextualizadas en un sistema de relaciones intersubjetivas y por la confluencia de aspectos intrasubjetivos y situacionales. La contextualización del aprendizaje supone las restricciones, las limitaciones y posibilidades cognitivas y subjetivas, educacionales, económicas, culturales y socio–ambientales. 7 Es, entonces, la naturaleza misma del objeto de la intervención psicopedagógica, su complejidad real, lo que reclama una acumulación progresiva de funciones múltiples y la heterogeneidad disciplinaria en la formación teórico– estratégica del profesional en el campo psicopedagógico. La pluridimensionalidad de los procesos psicoeducativos escolares y extraescolares excede en varios sentidos las aportaciones de una disciplina única, hegemónica, de la cual derivan marcos conceptuales interpretativos y técnicas adecuadas para la intervención psicopedagógica. Contrariamente, las formulaciones teóricas en respuesta a los problemas que plantea la intervención, así como la variedad de estrategias que una intervención eficaz requiere, sólo pueden ser provistas por una convergencia disciplinaria. Esta convergencia disciplinaria que durante la formación inicial se plantea como intención, se concretiza en las prácticas profesionales psiopedagógicas. Los profesionales psicopedagogos recurren a diversas teorías en respuesta a los problemas derivados de la práctica, con el propósito de comprender los procesos de enseñanza–aprendizaje en contextos escolares y extraescolares, de intervenir eficazmente en su mejoramiento, y a su readecuación conceptual en un intento de legitimación de sus propias prácticas. El concepto de convergencia disciplinaria (o interdisciplinariedad en un sentido estricto) no implica importar las teorías de referencia sin más al campo 7 Muller, M. “Psicología y Psicopedagogos. Acerca del campo ocupacional y la clínica psicopedagógica.” Temas de Psicopedagogía. Barcelona, 1994. Vol.1, pp.7–20 9 psicopedagógico, en un sentido unidireccional, la teoría no se enriquece, se estatiza, la pura aplicación no produce ni genera nuevos conocimientos. Contrariamente, retomando la idea de Castorina, la psicopedagogía debe partir de la originalidad de su campo de trabajo, de la índole de sus problemas, para seleccionar los aspectos significativos de las teorías de referencia, recrear sus hipótesis y reformular sus instrumentos para adecuarlos a las cuestiones estrictamente psicopedagógicas, e incluso, plantear cuestiones que representen auténticos desafíos para el desarrollo de aquellas teorías procurando, entonces, una relación bidireccional entre las teorías de referencia y las prácticas psicopedagógicas.8 No existe una teoría referencial hegemónica del quehacer psicopedagógico, precisamente, porque ninguno de los desarrollos teóricos contemporáneos puede en sí mismo comprender y explicar las múltiples dimensiones que intervienen en el objeto psicopedagógico; sino que se recurre a múltiples marcos conceptuales e instrumentaciones teóricas. La identificación –y la reducción– del ámbito disciplinar de la psicopedagogía con una única teoría explicativa del complejo fenómeno del aprendizaje en contextos terapéuticos y educativos supone la inmediata desvirtuación del objeto y del campo de intervención psicopedagógica. Diferente es entender que ninguna de las posiciones teóricas –psicológicas, neurobiológicas, pedagógicas, sociológicas– es autosuficiente para explorar e intentar explicar aspectos concernientes al sujeto y al objeto, a los procesos de enseñanza–aprendizaje escolares y extra–escolares y sus perturbaciones. Comprender e intervenir en la compleja estructura del proceso de enseñanza y aprendizaje y sus transformaciones supone formarse en múltiples marcos de referencia teóricos, su consideración crítica y la articulación de sus aportes para resolver los problemas propios de la intervención psicopedagógica. Desde esta óptica "aprender a ser psicopedagogo" supone reconstruir una fundamentación teórica rigurosa, con la utilización crítica de las teorías y disciplinas constitutivas acorde con las cuestiones y las problemáticas que la intervención plantea. No 8 Castorina, J. Problemas en psicología genética. Ed. Miño y Dávila. Buenos Aires, 1999. 10 implica la especialización en cada una de las teorías de referencia sino una profundización en los aspectos medulares de cada teoría y la restricción a aquellos aspectos –conceptuales e instrumentales– vinculados y concernientes al campo de trabajo psicopedagógico. Así, las prácticas psicopedagógicas recurren a un muy amplio espectro de técnicas y estrategias de intervención: entrevistas, coordinación y trabajo interdisciplinario, grupos terapéuticos, técnicas de recolección de información diagnóstica, estrategias terapéuticas, asesoramiento y coordinación de proyectos educativos institucionales y proyectos pedagógicos innovadores, entre varias estrategias más específicas. 1.1.3. Estrategias y técnicas de enseñanza Tanto las estrategias como las técnicas son fundamentales en la enseñanza y deben estar, lo más próximo que sea posible, a la manera de aprender de los alumnos. Estrategias y técnicas deben propiciar la actividad de los educandos, pues ya ha mostrado la psicologíadel aprendizaje la superioridad de los procedimientos activos sobre los pasivos. La enseñanza de cada materia requiere, claro está, técnicas específicas; pero todas deben ser orientadas en el sentido de llevar al educando a participar en los trabajos de la clase, sustrayéndolo a la clásica posición del menor, oír, escribir y repetir. Por el contrario, sean cuales fueran los métodos o técnicas aplicados, el profesor debe lograr que el educando viva lo que está siendo objeto de enseñanza. En la actualidad, dentro de los sistemas educativos se prefieren las estrategias que descansan en la cooperación, la solidaridad y la ayuda mutua; que se apoyan a su vez en datos psicológicos sólidos y dan excelentes resultados pedagógicos, pues los estudiantes aprenden a convivir con los demás. 11 Las estrategias de enseñanza, por tanto, se deben elegir y adecuar conforme a las necesidades y aspiraciones de los individuos, también deben de cubrir las exigencias de la sociedad; conforme los individuos se desarrollan y maduran, sus necesidades cambian, por lo que los métodos de enseñanza deben ser diferentes para cada etapa. "Cada sistema educativo, desde sus principios de organización, hasta el detalle de los procedimientos de enseñanza, es el reflejo de una época correspondiente a una forma de civilización. La geografía de la educación, por su parte, nos muestra que los métodos de formación de los jóvenes, en una misma época, dependen estrechamente del género de vida, y del régimen político y social de cada país; y el tipo cultural se forma y se refleja a la vez en la educación".9 Como podemos ver, en el proceso educativo se le da una gran importancia al desarrollo pedagógico de los adolescentes, desde su infancia hasta su incorporación a las escuelas de educación media, en las que por medio de métodos didácticos o intuitivos, se fortalece la aptitud física y mental de los niños, además de que los ayuda a adecuarse a sus condiciones sociales y culturales. Los métodos didácticos tradicionales, basados en la explicación o la lección dada por los maestros, con apoyo de material como libros o manuales, se considera muy apropiada para la educación de los niños, ya que los métodos intuitivos que se basan en la enseñanza a partir de imágenes o cosas reales, que ayudan a los niños a formar su creatividad desarrollando sus aptitudes cognoscitivas, tienen un defecto, y este es que se tienen que aplicar desde las etapas más tempranas de la educación para que puedan dar fruto. Entre las principales técnicas didácticas se pueden destacar las siguientes: 9 Piéron, Henri. La formación educativa. 3ª edición, Ed. Kapelusz, Argentina, 1990, p. 2. 12 1. SIMPOSIO De acuerdo con esta técnica, se puede organizar en los grupos, una serie de charlas, discursos o exposiciones verbales presentadas por varios alumnos sobre diversas facetas de un solo tema que puede ser de las asignaturas básicas como ciencias sociales y naturales; o bien sobre algún otro tema de interés para los adolescentes como la música, los deportes, los juegos, entre otros. En general, la forma en que se puede realizar un simposio, para los adolescentes es la siguiente: 1. Se elige un tema, de acuerdo con el programa y la opinión de todos los alumnos. 2. Elegido el tema, se selecciona a los expositores que desean participar. 3. El profesor, o algún alumno que se elija como coordinador inicia el acto, exponiendo claramente el tema que se ha de tratar, así como los aspectos en que se basará. 4. Una vez terminada cada exposición, el coordinador cede la palabra sucesivamente a los restantes miembros del simposio. 5. Finalizadas las exposiciones de los miembros, el coordinador puede hacer un breve resumen o síntesis de las principales ideas expuestas y solicitar las opiniones del resto del grupo que quedaron como espectadores. 2. TÉCNICA PHILLIPS 6'6 (DE LOS CORRILLOS) Consiste en dividir el grupo en otros más pequeños con el propósito de discutir o analizar un tema, hasta llegar a las conclusiones. Su objetivo es el de enseñar a estudiar, favorecer el diálogo, fomentar el trabajo en grupo, y 13 responsabilizar al alumno de su propio aprendizaje. Esta técnica se utiliza en ambientes informales y permite la participación de todos los presentes. En general, esta técnica requiere poca preparación. Bastará con que el que la aplique conozca el tema. Para su realización, se puede seguir el siguiente procedimiento: 1. El grupo mayor se subdivide en pequeños grupos, de tal manera que todos los miembros del grupo participen. 2. La división del tema puede hacerse arbitrariamente o de acuerdo a intereses específicos. 3. Una vez dividido el grupo se nombrará un coordinador, que mantenga la discusión sobre el tema. 4. Los grupos ya formados comienzan su labor de discusión, por un tiempo previamente específico (generalmente seis minutos). 5. Una vez cumplido lo anterior el grupo vuelve a integrarse y se procede a la elaboración total del material obtenido por los grupos. 3. TÉCNICAS MESA REDONDA Otra de las técnicas que se puede aplicar es la de mesa redonda; a través de la cual, se realiza una discusión ante el grupo por algunos alumnos seleccionados, bajo la dirección de un coordinador. El procedimiento que se recomienda seguir para la aplicación de esta técnica es el siguiente: 1. Se selecciona el tema de acuerdo con el programa de estudio y los intereses de los alumnos. 14 2. Una vez decidido el tema que desea tratarse, el organizador debe seleccionar a los expositores, con distintos puntos de vista. 3. El grupo elegido se coloca en una parte del salón donde puede ser escuchado por los demás. 4. El auditorio permanece atento a lo que sucede en la mesa redonda, para realizar comentarios y preguntas al final de la discusión. 4. DIÁLOGOS SIMULTÁNEOS Al método alternativo de descomponer un grupo grande en pequeñas secciones (parejas) para facilitar la discusión se le denomina técnica de diálogos simultáneos. Aunque la denominación se emplea indistintamente con la de corrillos; ésta se reserva para grupos de discusión de dos personas. En esta técnica las parejas hablan en voz baja para no molestar a los demás. 5. PANEL La aplicación de esta técnica consiste en la reunión de varios alumnos que dialogan, conversan y debaten entre sí el tema propuesto, desde sus particulares puntos de vista y especialización, ante el resto del grupo. Los pasos que pueden seguirse durante su desarrollo en la educación de los adolescentes son: 1. El coordinador, que puede ser el profesor o uno de los alumnos, presenta a los miembros del panel y formula la primera pregunta. 2. Se inicia la conversación y se desarrolla el diálogo según el plan preestablecido. 15 3. El coordinador interviene para efectuar nuevas preguntas, guiar el diálogo, superar una situación de tensión, estimular el diálogo, todo ello sin intervenir con sus propias opiniones. 4. Antes de terminar el diálogo, el coordinador invita a los miembros a que hagan un resumen de sus ideas. 5. El coordinador mencionará las conclusiones más importantes. 6. Una vez finalizado el panel, la conversación y debate del tema puede pasar al grupo, sin que sea requisito la presencia de los miembros del panel, ya que el coordinador puede seguir conduciendo esta parte de la actividad grupal, que se habrá convertido entonces en un "foro". 6. TORBELLINO DE IDEAS La técnica del torbellino de ideas consiste en que los miembros de un grupo hablan con toda libertad, libres de inhibiciones sobre un tema o cuestión, con el objeto de producir ideas originales, provocar nuevas soluciones,establecer nuevas relaciones entre los hechos o integrarlos de manera distinta. Como se puede observar, su objetivo consiste en desarrollar y ejercitar la imaginación creadora, fuente de innovaciones, descubrimientos o soluciones, lo cual es muy importante para lograr la educación integral de los alumnos. El proceso para aplicar esta técnica es muy sencillo y puede realizarse en cualquier clase: 1. Seleccionar cualquier tema de acuerdo con el programa de estudio y los intereses de los alumnos. 2. Nombrar a un moderador que puede ser el profesor o cualquiera de los alumnos. 16 3. Invitar a todos los participantes para que den sus opiniones respecto al tema. 4. Al terminar la sesión se debe leer la lista de las propuestas más valiosas, para compaginarlas con la práctica. 5. Posteriormente, se hace un resumen y se extraen las conclusiones. 7. ESTUDIO DE CASOS Un "caso" es la descripción detallada y exhaustiva de una situación real la cual ha sido investigada y adoptada para ser presentada de modo tal que posibilite un amplio y profundo análisis e intercambio de ideas. Su principal objetivo consiste en poner al grupo en contacto con hechos reales, enseñándole a analizar situaciones y desarrollando el razonamiento. 8. ROLE-PLAYING (DESEMPEÑO DE ROLES) El desempeño de roles consiste en representar un caso concreto con el objeto de que se torne real, visible, vivido, de modo que se comprenda mejor la actuación de los que deben intervenir en ella en la vida real. Esto se logra no sólo en quienes representan los roles, sino en todo el grupo que actúa como observador participante por su compenetración en el proceso. Los actores transmiten al grupo la sensación de estar viviendo el hecho como si fuera en la realidad. El proceso básico que se sigue para su desarrollo es: 1. El problema o situación a tratar puede ser previsto o surgir en un momento dado de una reunión de grupo. En todos los casos debe ser bien delimitado y expuesto con toda precisión. 17 2. Entre los miembros del grupo se eligen los "actores" que se harán cargo de los papeles. 3. El grupo puede designar observadores especiales para determinados aspectos. El grupo debe evitar toda actitud enervante o intimidatoria. 4. Los participantes aportan todos los datos posibles para describir y enriquecer la escena por representar, imaginando la situación, el momento, la conducta de los personajes, etc. 5. Se da fin a la acción cuando se considera que se ha logrado suficiente información para discutir el problema, lo cual se hará de inmediato bajo la dirección de un coordinador. Éste permite, en primer término, dar sus impresiones a los intérpretes. 6. Después, todo el grupo expone sus impresiones interrogando a los intérpretes y discutiendo el desarrollo. 7. Finalmente se extraen las conclusiones sobre el problema en discusión. 1.2. Concepto genérico y tipología del valor Los valores, considerados en su connotación genérica siempre han existido. Incluso en el seno de las primeras formaciones sociales, por rudimentarias que éstas fuesen, pudo observarse la tendencia del hombre a jerarquizar hechos, fenómenos o conductas. Bajo esta lógica, los objetos de uso cotidiano que resultaban útiles eran dotados de un valor práctico (por ejemplo un utensilio para la caza); asimismo, existían conductas que eran especialmente valorables, como sería, por ejemplo, la astucia para obtener satisfactores elementales como la comida, el vestido, etc. 18 El valor, en este sentido, es producto de la jerarquización, independientemente del objeto al que se refiriese. Sin embargo, aún desde sus orígenes, estos valores funcionales o utilitarios10 no eran, en sí objetos materiales, sino construcciones mentales que el hombre elaboraba para dar un cauce al desarrollo propio y al de las comunidades a las que pertenecía. Sirva lo anterior para exponer que en tal sentido, los valores son producto, a la vez, tanto de necesidades concretas de los grupos sociales como de la actividad psicológica de los individuos que los conformaban; su enclave es la jerarquización y su constitución se da, a través de su aceptación general por los miembros de una sociedad, de donde se deriva que también sean considerados como instituciones o figuras impregnados de un alto contenido cultural. Los valores son, en este sentido, entes abstractos, cuya principal característica es la “valencia”11, entendida ésta como un constructo psicológico que permite jerarquizar hechos, fenómenos o conductas del hombre organizado en sociedades. Contrariamente a lo que suele pensarse, el concepto genérico del valor no se refiere necesariamente a la ética: el ejemplo más ilustrativo es la valoración de cosas en razón de su funcionalidad. Ya en un ámbito moderno podríamos referirnos, por ejemplo al valor económico de las cosas, al valor estético de una obra de arte o bien al valor lógico o científico de una teoría o conjunto de postulados. Es decir, además de los éticos o morales, existen otros tipos de valores que han guiado u orientado el desarrollo de las sociedades en sus diversos estadios históricos. Marx, por ejemplo, hace mención de que las mercancías tienen un valor de uso y un valor de cambio (entendido por Marx como fetiche de la mercancía) señalando además, que de su reconocimiento general han dependido las relaciones económicas de intercambio en las distintas épocas. De donde se 10 Bueno, Miguel. Ética, Edit. Herrero, México, 1985, p. 16 11 Gutiérrez Sáenz, Raúl. Ética, Edit. Esfinge, México, 1988, p. 93 19 infiere que los valores son, además, factores determinantes de la conducta de los hombres que los aceptan como directrices de la conducta social. Esta misma característica puede observarse, como veremos, también en el caso de los valores éticos o morales. El valor, entendido como jerarquización, tendría, por tanto entre otras características, las siguientes:12 • Bipolaridad: En tanto que a todo valor corresponde siempre un antivalor. Es decir, el valor es siempre contrastable con su opuesto, sea cual sea la naturaleza del objeto que jerarquiza: a lo bello se opone lo grotesco; a la justicia la injusticia; a lo científico lo especulativo, etc.; • Trascendencia: El valor es, en todo caso trascendente, ya que su aceptación depende de varios tipos de convención o de acuerdo social entre los individuos y orientará en algún sentido el curso de las relaciones interpersonales de los mismos. En términos sencillos: el valor ético marcará pautas de conducta entre niños y adultos; del valor económico dependerá la naturaleza de las transacciones que celebren los particulares, etc. • Preferibilidad: Debido a la “valencia” que entrañan (la cual constituye su esencia convencional), la mente del hombre tiende a preferirlos respecto al antivalor que por consecuencia lógica se le opone. Gutiérrez se refiere a la preferibilidad como “...esa particularidad por la cual los valores atraen o inclinan hacia sí mismos la atención, las facultades y, en especial, la voluntad del hombre que los capta… Enfrente de las cosas, el hombre prefiere las que encierran un valor...”13 Los valores, en su conjunto entrañan también la característica de ser generales en tanto que son asumidos y observados por todos los miembros de un grupo social e incluso por varios grupos sociales unidos por rasgos culturales comunes. 12 Ibidem, pp. 94-95 13 Idem 20 Por otra parte, cabe hacer mención de algunos criterios clasificatorios del valor, considerado aún en su acepción genérica,puesto que ello nos permite dilucidar la ubicación del valor ético al que nos referiremos en lo particular en el siguiente apartado. Para José Ferrater, los valores se dividen en:14 • Lógicos: son, en términos generales, aquellos que dan validez científica a una afirmación, postulado o teoría. Usualmente vienen determinados por el método que se aplica para su validación. Adquieren el carácter de universales, sólo si se sustentan en la infalibilidad de sus principios; Vgr. La teoría de la relatividad de Einstein. Su polo opuesto (antivalor) se conformaría por aquellas afirmaciones sin sustento lógico o científico. • Éticos: En términos generales, son los que se dirigen a evaluar la conducta interna y externa de los seres humanos. Se relacionan con los juicios morales que catalogan a los actos como buenos o malos; virtuosos o dañinos, etc.; • Estéticos: Califican a las cosas, generalmente obras u objetos de arte, en razón de las características estructurales o estilísticas que los hacen “feos” o “bellos” dependiendo de lo agradables o desagradables que resulten para los sentidos. Llegan a adquirir universalidad, cuando su valencia es reconocida independientemente del entorno sociocultural del grupo que los asume o reconoce. El filósofo alemán Niklas Hartmann también clasifica los valores en lógicos, éticos y estéticos agregando además las siguientes categorías: • Valores de placer, los que proporcionan al ser humano sensaciones agradables, en el plano sensorial o espiritual generalmente vinculadas con la recreación y el esparcimiento; • Valores vitales, dirigidos a la preservación de la salud física y mental de los individuos, estribando su valencia en “...variables relativas a la salud física de las personas (sano vs. enfermo; joven vs. viejo, etc.)...”15 14 Cfr. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, España, p. 376 15 Hartmann, Niklas. El conocimiento del bien, Fondo de Cultura Económica, México, 1990, p. 52 21 Bartolomé, por su parte clasifica a los valores no en función del objeto al que valoran o regulan, sino atendiendo al efecto de éstos en la vida del hombre. Las categorías de clasificación propuestas por él, son16, a grandes rasgos, las siguientes: • Valores pre-humanos o infrahumanos. Son los que perfeccionan al hombre en sus estratos inferiores, van dirigidos a lo que tienen en común todos los seres (el placer, la fuerza, la agilidad, la salud, etc.). • Valores humanos pre-morales o humanos inframorales. Son los valores exclusivos del hombre, que perfeccionan los estratos que solo posee el ser humano, como son: los valores económicos (la riqueza, el éxito) y los valores eudemónicos, es decir todo lo referente a la idea de la felicidad como bien supremo para la expansión de la propia personalidad; los valores noéticos (referentes al conocimiento, la verdad, la inteligencia, la ciencia); los valores estéticos (la belleza, la gracia, el arte y el buen gusto), y los valores sociales (la cooperación y cohesión social, la prosperidad, el nacionalismo, el prestigio, la autoridad, etc.). • Valores morales. Son valores superiores a los anteriores porque dependen exclusivamente del libre albedrío y reafirman la racionalidad del hombre (la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza). • Valores religiosos. Son los valores sobrehumanos y sobrenaturales. Se pretende sean una participación de Dios en la vida social y se encuentran en un nivel superior de las potencias naturales del hombre (la santidad, la caridad y en general todas la virtudes teológicas). A pesar de las diferencias existentes en los anteriores criterios clasificatorios, los autores coinciden en aceptar la existencia de valores correspondientes al dominio de la lógica (los científicos), aquellos que pertenecen al arte (los estéticos) y otros que regulan la vida en sociedad (los éticos). Cada uno de ellos cuenta con existencia autónoma y características propias. Las anteriores clasificaciones sirven para enmarcar adecuadamente al valor ético cuyo concepto y estructura se analizan en seguida. 16 Cfr. Bartolomé, M. Educación y valores, Edit. Narcea, Madrid, España, 1995, pp. 41-43 22 1.3. El valor ético Tras analizar tanto el concepto como las características genéricas del valor, así como los distintos criterios que existen para su clasificación, en el presente apartado se realiza una aproximación conceptual al valor ético siendo menester analizar sus fundamentos (que son básicamente los mismos en los que subyace la convivencia armónica y racional de los seres humanos) y principales características que lo vinculan con la práctica educativa. 1.3.1. Concepto y fundamentos Los valores en su conjunto han sido entes reguladores de la conducta social del hombre en sus diferentes esferas; sin embargo, las interacciones específicas que se establecen entre los miembros de una comunidad, hacia la integración de sistemas de convivencia con fines comunes, han sido reguladas, en especial por los valores éticos. El valor ético puede definirse en dos perspectivas: la formal y la material. Desde la primera se considera la teleología del valor ético, es decir, su finalidad última en la vida social; en perspectiva formal se atiende a la epistemología del valor, es decir, al modo en que éste se entiende y ejecuta. En perspectiva formal, Bueno dice que, “…vale todo lo que contribuye a mantener y superar la existencia…”17 . En este sentido, lo bueno puede apreciarse como el medio para superar las condiciones de existencia del hombre en sociedad a través de la obtención de un orden armónico y de un ambiente propicio para el desarrollo integral de la comunidad; su antítesis, lo malo, destruye en menor o mayor medida dichas expectativas. Sin embargo, es necesario responder a los cuestionamientos: ¿Qué es el bien moral? Y desde luego, ¿Dónde o cómo se origina? 17 Bueno, Miguel. Op. Cit., p. 150 23 El bien moral es un elemento que contrasta la naturaleza del hombre con la del resto de los seres vivos. Esto es, la conducta de un animal se evalúa en función de valores de cambio (¿cuánto cuesta ese perro?) o de valores utilitarios (“…es un buen animal de carga…”); es decir, los animales no cuentan con los elementos cognitivos que les lleven a distinguir lo bueno de lo malo por carecer de raciocinio. Respecto a dicha distinción, Messner observa: “…La conducta del animal es dirigida por instintos que le determinan forzosamente; el animal no puede oponerse a su instinto de conservación y suicidarse. Tiene que obedecer a sus impulsos, y ser lo que corresponde a su naturaleza: el animal es, por ello, siempre y necesariamente, lo que, según su naturaleza, debe ser. En cambio, la conducta humana no viene determinada por ninguna coacción apetitiva inevitable; que su modo de comportarse corresponda a su naturaleza racional, depende de su autodeterminación…”18. El raciocinio permite al hombre autodeterminarse. Este principio racional de autodeterminación le permite a su vez asociarse con sus semejantes formando grupos sociales (tribus, clanes, pueblos, naciones) y contrastar lo que resulta conveniente para que en dicho grupo exista un equilibrio que permita la satisfacción de las necesidades de cada uno de sus miembros. La autodeterminación racional* permite al hombre comprender el contenido apriorístico o predeterminado de los valores éticos y sociales, esto es, a través de su libertad ejerce las facultades asociativas que le permiten distinguir lo bueno de lo malo: “…el fundamento de que la moralsurja en el hombre está en que su obrar depende de su autodeterminación: la libertad es el fundamento originante de la moralidad. Mientras que el animal tiene que ser su verdadero ‘él mismo’ en lo que corresponde a su naturaleza, ello es para el hombre un deber…”19. 18 Messner, Johannes. Ética general aplicada, Edit. Rialp, Madrid, España, 1992, p. 43 * Se refiere a la capacidad del individuo para decidir de su propia vida. 19 Idem . 24 En congruencia con lo anterior, Gutiérrez Sáenz expresa una definición del valor ético o moral como: “…la adecuación entre un acto y las exigencias de la naturaleza racional del que lo ejecuta…”20. El valor ético se contrapone al obrar arbitrario e instintivo del hombre; el valor ético es, por lo tanto, un regulador de la voluntad y de la conducta social del hombre basado en el ejercicio de la autodeterminación racional. El valor ético tiene una esencia compleja que en muchas ocasiones obstaculiza su definición. Sin embargo nos parece acertada la posición de Hare, quien siguiendo los principales postulados de la doctrina axiológica kantiana, considera que el valor “…es un acto racional del hombre que regula su conducta y que se caracteriza por ser descriptivo, universalizable y por dar lugar a relaciones lógicas…”21. Este vínculo entre moral y raciocinio es especialmente relevante para la práctica educativa, puesto que por ser normas asimiladas por la razón son también susceptibles de constituirse en objetos de conocimiento. 1.3. 2. Características y tipología de los valores Puede afirmarse que, al igual que el resto de los valores, el valor ético es bipolar (toda vez que confronta la valencia del bien con el efecto de su omisión - el mal-); trascendental, dado que en la práctica social una conducta es virtuosa si persigue la consecución del valor “ideal” o trascendente; susceptible de elegibilidad en función de que puede darse, bajo ciertas circunstancias contextuales la existencia de la “ceguera moral”, y objetivo, porque se hace tangible en la conducta humana. El valor ético se distingue por ser, en todo caso, universal. Es decir, en tanto que los valores lógicos y estéticos sólo llegan a ser universales al reunir ciertas 20 Gutiérrez Sáenz, Raúl. Op. Cit. p. 110 21 Hare cit. por Martín Mateo, Ramón. Tratado general de Ética, Edit. Narcea, Madrid, España, 1989, p. 89 25 cualidades (apego a las leyes científicas, aceptación de su valencia en los distintos entornos culturales), las normas éticas tienen validez en cualesquier contexto y entorno sociocultural, es decir, no son entes sujetos a relativización. En efecto, si, como hemos visto, el raciocinio es el origen primario de la normatividad ética cuyo fin es mantener la armonía en las relaciones sociales, sería contradictorio afirmar que lo que en una sociedad es una virtud moral, en otra es un acto antimoral; las cualidades intrínsecas en el valor ético así como sus efectos (que son, en todo caso la elevación de la interacción entre los hombres) denotan su aplicación universal. Por ejemplo, la justicia y el respeto a los derechos humanos son, en esencia virtudes morales que aparecen como axiomas universales; si éstos, por factores políticos o sociales son tergiversados, dicha relativización ya no se inscribiría al campo de la ética, sino al de la política. Por otra parte, también existen criterios que clasifican a los valores éticos, que vale la pena conocer, puesto que permiten establecer vínculos con su traslación a la práctica educativa. Según Miguel Bueno22, los valores éticos pueden agruparse en tres categorías fundamentales: a) Valores dianoéticos; b) Valores morales y c) Valores prácticos. A continuación se presenta una relación de los principales valores éticos, correspondientes a cada una de dichas categorías, a fin de acercarnos a aquellos que pueden transmitirse mediante la práctica educativa: • Valores dianoéticos: Son los que proporcionan los elementos necesarios para el conocimiento del valor y para la objetividad en la conducta. Dentro de esta categoría pueden ubicarse la justicia, la prudencia o templanza, la sapiencia (disposición al conocimiento), la fortaleza y la perseverancia; • Valores morales en sentido estricto: Son las virtudes esenciales de la actitud moral. Entre estos se encuentran la bondad (vinculada con la conducta altruista y desinteresada), la honestidad (disposición a decir siempre la verdad), el respeto y la solidaridad o espíritu de grupo; 22 Bueno, Miguel, Op. Cit. p. 18 26 • Valores prácticos: Son los correspondientes a la forma que debe revestir la ejecución de conductas éticas. Entre estos destacan la humildad, la paciencia y la lealtad Los valores éticos pueden definirse como: un conjunto de normas que son descubiertas internamente por algunas personas como resultado de su propia reflexión y libre elección y que establecen la directriz de su conducta, y cuyas repercusiones se extienden a prácticamente todos los ámbitos de la vida del hombre en sociedad incluso en la educación puesto que la escuela es en realidad una de las principales instancias de transmisión de los valores éticos. 1.3.3. Problemática del estudio de los valores éticos El estudio de los valores éticos ha sido un campo particularmente problemático en el marco de los sistemas filosóficos, dificultad que se ha hecho patente también en el ámbito de la educación. La causa primordial de esta problemática reside en el carácter abstracto de los mismos que ha significado, en algunas épocas, la negación rotunda de la existencia de una “tabla” o una serie de valores de carácter universal. Teleológicamente, los valores éticos constituyen, en su conjunto lo que conocemos como “moral social”, es decir, “...el conjunto de normas abstractas (no escritas) que regulan las relaciones sociales tendiendo a la preservación de un sistema de interacciones hacia la consecución del bien común...”23*. Los valores implican jerarquización de conductas, la cual estará siempre vinculada con los elementos del entorno: sistema político, económico, religioso, etc. Históricamente, los valores éticos se desarrollaron vinculados muy estrechamente con la religión. Desde los escritos religiosos más antiguos como la 23 Alatorre, Roberto. Ética, Edit. Porrúa, México, 1996, p. 202 * 27 Biblia y el Corán pueden encontrarse múltiples referencias a los valores éticos; de hecho estos libros sagrados conciben al valor como un atributo que hace digna a la persona ante los ojos de la deidad. Este criterio teológico-moral persistió durante toda la Edad Media, declinando durante los siglos XVII y XVIII en que los sistemas filosóficos, como los estudios de la ética kantiana comenzaron a emancipar a los valores de la religión. Esta ruptura en la concepción de los valores a través de la reflexión ética derivó, a la postre en nuevos pronunciamientos que negaban la validez universal de los valores. Según Hartmann, el nihilismo (escuela filosófica que niega la existencia de los valores) fue la tendencia filosófica determinante para que iniciase la reflexión contemporánea sobre los valores en razón de que todo estudio constructivo del devenir de la moral: “…debe efectuarse en la dirección del conocimiento valorativo y no en el rechazo de tal conocimiento…” 24 Uno de los principales problemas en el estudio de los valores es el concerniente a su relativización, es decir, a la tendencia que considera que éstos son variables de un gruposocial a otro debido a las diferencias culturales entre éstos. Bajo las tendencias sociológicas modernas, el problema de la relativización de los valores parece resolverse en función de la dañosidad o la “lesividad de los actos que le contravienen”25, es decir, de indicadores prácticos que se vuelven tangibles en la vida cotidiana al romper el estado de equilibrio necesario para obtener la armonía social y el estado de bienestar. Elliot Turiel resuelve el problema de la relativización de los valores mediante la contrastación valor- convención social. Define a la convención social como las “…uniformidades conductuales que coordinan las interacciones de los individuos dentro de los sistemas sociales…”26 . En este sentido, es la convención social la 24 Hartman, Op. Cit., pp. 32-33 25 Cfr. García Maynez, Eduardo. El problema de la relativización de los valores, Edit. Porrúa, México, 1976, p. 46 26 Turiel,Elliot. El desarrollo del conocimiento social. Ed. Debate, Madrid, 1990, p. 49 28 que se encuentra sujeta al devenir cultural en tanto que el valor propiamente dicho (o regla moral) tiene un carácter universal incorporado fácticamente a las estructuras de la sociedad. Sin embargo, la aceptación del carácter universal de los valores no resuelve por sí misma el problema de su enseñanza en el ámbito de la educación formal. No obstante que los valores se vinculan directamente con la causa última de la educación (que es formar sujetos éticos que puedan relacionarse con sus semejantes persiguiendo el bien común), la práctica otorga indicadores sobre la existencia de una compleja problemática epistemológica en la formación ética de todos los niveles educativos. Los problemas metodológicos de la enseñanza de los valores éticos en la escuela se vinculan con el hecho de que éstos, en la práctica social se constituyen en auténticos dominios culturales, factor determinante de que su transmisión formal tenga un carácter formativo, relacionado indisolublemente con el desarrollo cognoscitivo de los alumnos. Por oposición a los enfoques no cognoscitivistas que en términos generales niegan que el valor de una explicación adecuada de la experiencia, las tendencias cognoscitivistas consideran la existencia de una lógica de correlación del valor con la “…formación del mundo experiencial del cognoscente…”27 En perspectiva constructivista, los valores son códigos abstractos que adquieren significado en función de la interacción del cognoscente con su medio social: su enseñanza informativa fomentará el egocentrismo en tanto que su enseñanza constructiva o formativa, acelera los procesos de socialización de los sujetos. El valor ético, bajo esta óptica se manifiesta como un fenómeno cognitivo que adquiere caracteres prácticos, cuando el individuo internaliza los códigos de conducta extraídos de la correlación social a su vida cotidiana28 27 Hartman, Op. Cit. p. 39 28 Wertsh, James. Vygotsky y la formación social de la mente, Paidós, México, 1990, p. 170 29 Del análisis de los anteriores problemas concluimos: a) Que el carácter universal de los valores es incuestionable en el marco de los estudios éticos contemporáneos; b) Que las tendencias pedagógicas actuales asumen que los valores son objetos susceptibles de ser transmitidos en la práctica educativa, siempre que el método empleado se dirija a la formación de sujetos éticos y no a la exposición enunciativa y arbitraria de los mismos. 1.4. Enseñanza y Ética La Ética estudia a la moral por lo que su concepto es mucho más amplio; se refiere al estudio de los valores para determinar en qué medida éstos responden realmente a las necesidades del grupo social; es una instancia a la vez crítica y analítica por lo que muchos autores se refieren a ella como la filosofía de la moral. Tal y como establece De la Fuente: “...El objeto de la ética, el campo de estudio de la ética es el de la moral, entendido como el conjunto de las normas y de los actos de conducta libres y conscientes. La ética al investigar este campo, se propone estudiar sus problemas fundamentales. Éstos se llaman problemas éticos y son el objeto formal de la ética...” 29 Es conveniente considerar ¿en qué consisten estos problemas éticos a los que nos referimos como el objeto central de estudio de la Ética si estamos partiendo del supuesto de que los valores son figuras universales? La Ética, como ciencia de la moral, no pretende instaurar nuevos valores ni cuestionar la validez de los ya existentes, sino establecer criterios para su observancia por parte de las personas; si hablamos, por ejemplo de una ética social, estaremos refiriéndonos a la reflexión sobre el modo en que deben obrar las personas para que sus conductas sean valorables axiológicamente. Por ello es común hablar de una ética del profesor, del médico, del abogado, etc. La reflexión ética versa sobre 29 De la Fuente, José Guadalupe. Curso de filosofía, Universidad de Guadalajara, México, 2004, p. 6 30 las cualidades de aquéllas conductas que pueden considerarse como valorables en un contexto dado. Lo anterior nos lleva a reflexionar, ya en el plano educativo: ¿cómo debe enseñarse la ética en la escuela? Sabemos por lo expuesto en el punto anterior que los modelos éticos cognoscitivistas aceptan la posibilidad de que los valores sean transmitidos como objetos de conocimiento, y sin embargo, queda abierto el cuestionamiento de cómo pueden incorporarse los valores a la práctica educativa, o más concretamente, de qué medios pueden valerse las instituciones educativas y los docentes para transmitir valores a los alumnos. Y aunque esta cuestión se tocará ampliamente en el siguiente capítulo, basta observar el modelo adoptado en las escuelas preparatorias para percatarnos de la gran problemática que persiste en el tema. Lo más común en ciertos niveles educativos (especialmente en el bachillerato y en la educación superior) es incluir en el programa una o varias asignaturas de Ética que son cien por ciento enunciativas; en ellas se suele estudiar el concepto de ética y valor, así como el desarrollo histórico de los estudios en torno a los valores éticos. Salvo en campos académicos muy especializados (como el estudio de la Filosofía), esta organización de contenidos carece de todo valor formativo. Existe una clara contradicción entre los objetivos formulados que se vinculan, casi siempre con la “transmisión de valores” o con la “creación de una conciencia ética” en los alumnos, y los contenidos y los métodos instrumentados para tal efecto. En realidad, el conocimiento enunciativo de las escuelas filosóficas y el analizar el lugar que tiene la Ética en la filosofía, difícilmente logrará que los alumnos adquieran valores y los lleven a la práctica. La Ética es una ciencia analítica, pero al mismo tiempo la reviste un carácter reflexivo y práctico; al vincularse con la enseñanza formal, ha de buscarse el modo de transmitir valores y no que el alumno acumule conocimientos arbitrarios que nunca llegará a aplicar en su vida social. Éste último aspecto es el que más importa a la educación y será retomado al problematizar nuestro objeto de estudio. 31 1.5. La transmisión de valores éticos en la escuela: el problema de la crisis de valores La transmisión de valores en la escuela se ha convertido en uno de los principales temas en el marco de la reforma educativa. Existe un consenso teórico (sobre todo en las tendencias pedagógicas de corte constructivista) sobre la necesidad de reafirmar el carácter de
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