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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO MÉXICO, D. F. SEPTIEMBRE 2008 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORIA FAMILIA, PROPIEDAD Y PODER EN EL CENTRO DE MÉXICO. LOS RUIZ DE CASTAÑEDA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVIII T E S I N A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN HISTORIA PRESENTA: GABRIELA ANAYA CARREÑO DIRECTOR: DR. DAVID NAVARRETE UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS En la realización de mi tesina estuvieron presentes varias personas para que llegara a buen término, entre familiares, amigos y compañeros, y profesores. Primeramente quiero agradecer a mi director de tesis David Navarrete, quien por su paciencia, comentarios y orientación salió un trabajo digno de defenderse. Por otro lado y sin olvidar a Nelly Sigaut que me ha motivado y apoyado a titularme y a que eso suceda. Por último quiero agradecer a los sinodales, Dra. Carmen Yuste, Dra. Mónica Hidalgo, Dra. Marisa Pérez y al Dr. Antonio Ibarra, que leyeron este trabajo y que gracias a sus comentarios y opiniones certeras esta tesina salió adelante. También quiero mencionar a mis dos amigos del alma, Lizbeth Castillo Farjat y Ricardo Espinosa Tovar, que a lo largo de nuestra ya muy larga amistad, me ayudaron entre sus comentarios, opiniones y pláticas a que mi trabajo saliera adelante y sobre todo a reforzar nuestra amistad. Por último y sin ser de menor importancia les doy las gracias a toda mi familia, tíos y primos de la familia Anaya Tepox y Carreño Bracamontes, que siempre se han interesado y preocupado por mí y que se han cautivado por mi carrera. A todos ustedes gracias. DEDICATORIA Mi tesina se la quiero dedicar primero y de todo corazón a mis papás, Manuel Anaya y Martha Carreño, que siempre estuvieron a mi lado y al pendiente y sin dejar de apoyarme para que mi tesina saliera adelante. Gracias por las largas pláticas de motivación y reflexión, por aquellos viajes que me ayudaron a relajarme, distraerme y de aprender, a los abrazos y besos que nunca faltaron, por todo eso y mucho más. Gracias por ayudarme para salir adelante en este largo recorrido de mi carrera, de mi tesina, pero sobre todo en este trayecto de mi vida. También dedico esta tesina a mis dos hermanos, David y Daniel Eliseo, que muy a su estilo me apoyan, me ayudan y me quieren. Por último se lo dedico a mis dos sobrinitos Diego K’inich y Darinka, quienes estuvieron muy atentos en lo que hacia. Esto va dedicado para mi familia Anaya Carreño, que siempre hemos estado unidos ante las alegrías y las adversidades. Se que la trayectoria fue larga pero aquí esta el resultado que sin su apoyo no tendría buenos frutos. Gracias familia, los quiero mucho. Gabriela Anaya Carreño Ciudad de México, septiembre 2008 INDICE AGRADECIMIENTOS DEDICATORIA INTRODUCCIÓN 7 CAPÍTULO 1 TRAS LA FAMILIA DE LOS RUIZ DE CASTAÑEDA: UNA APROXIMACIÓN GENEALÓGICA Los inicios de la familia 13 La sucesión de Pedro Ruiz de Castañeda 16 Pedro Ruiz de Castañeda el mozo 17 Los hermanos Ruiz de Castañeda 18 Nicolás Ruiz de Castañeda 19 Francisco Ruiz de Castañeda 21 Jacinta y Gertrudis Ruiz de Castañeda 22 La tercera generación Ruiz de Castañeda 24 Las hijas de Pedro el Mozo 25 Descendencia de Francisco 31 CAPÍTULO 2 ENTRE LO RURAL Y LO URBANO, EL PATRIMONIO FAMILIAR La importancia económica de la hacienda 33 Un considerable y redituable patrimonio: las haciendas de Pedro Ruiz de Castañeda en 1737 35 Un provechoso entorno agrícola: la provincia de Chalco 37 Nuestra Señora de Guadalupe 39 San Isidro Labrador 42 Embarcadero de San Joseph 44 Guadalupe Huatongo 47 Ascensión de Cristo 49 Santiago Tenextepango 51 Las haciendas de Francisco y Nicolás Ruiz de Castañeda 58 Las haciendas de Francisco Ruiz de Castañeda 58 Las haciendas de Nicolás Ruiz de Castañeda 60 Las propiedades urbanas de los Ruiz de Castañeda 64 Las propiedades urbanas de Pedro Ruiz el Mozo 64 Las casas de Francisco Ruiz de Castañeda 68 CONCLUSIONES 71 MAPAS 74 BIBLIOGRAFÍA 78 ÍNDICE DE CUADROS Y MAPAS Cuadros Cuadro 1. Genealogía de los Ruiz de Castañeda 32 Cuadro 2. Propiedades de Pedro Ruiz de Castañeda, 1737 36 Cuadro 3. Nuestra Señora de Guadalupe, enero 1737 39 Cuadro 4. San Isidro Labrador, julio 173642 Cuadro 5. Embarcadero San Joseph, junio 1736 46 Cuadro 6. Guadalupe Huatongo, febrero 1737 47 Cuadro 7. Ascensión de Cristo, febrero 1737 49 Cuadro 8. Santiago Tenextepango, septiembre 1736 53 Cuadro 9. Haciendas de Francisco Ruiz de Castañeda, 1737 58 Cuadro 10. Haciendas de Nicolás Ruiz de Castañeda, 1739 61 Cuadro 11. Casa de la Aduana vieja, 1736 64 Cuadro 12. Casa Santa Catarina de Siena, 1737 68 Mapas Mapa 1. Propiedades de la familia Ruiz de Castañeda en el Valle de México 74 Mapa 2. Hacienda Santiago Tenextepango en Cuautla de Amilpas 75 Mapa 3. Hacienda San Juan de las Manzanas en Ixtlahuaca 76 Mapa 4. Propiedades urbanas en la ciudad de México de la familia Ruiz de Castañeda 77 7 INTRODUCCIÓN El interés por la familia Ruiz de Castañeda tiene su origen en mi participación durante 2002 y 2003 en el Seminario de Investigación “Catalogación de Obras de Arte”, siendo entonces estudiante de último año de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.1 A mi me correspondió realizar la investigación sobre los patronos de la Colegiata de Guadalupe. Como resultado de este estudio elaboré un artículo titulado “Los patronos de la fundación”, donde se destaca la activa participación de los miembros de la familia Ruiz de Castañeda, comenzando con Pedro Ruiz de Castañeda y después con sus tres hijos Pedro, Francisco y Nicolás. Esta activa intervención fue coronada con el nombramiento de uno de los hijos de Francisco como miembro del Cabildo de la Colegiata en 1750. Además de referencias relativas a la erección de la Colegiata, durante mi investigación encontré una rica y variada información sobre la relaciones de parentesco y sociales de los Ruiz de Castañeda, así como de sus bienes muebles e inmuebles. Esto despertó en mí el interés de conocer más acerca de esta familia, pues era claro que su rango de actividades rebasaba el ámbito religioso ligado al culto de la Virgen de Guadalupe. Cabe señalar que esta familia no se ha estudiado con anterioridad ni se ha publicado ningún trabajo sobre ellos adicional al ensayo de mi autoría ya referido. Con estas inquietudes en mente, me avoqué a reconstruir la genealogía de la familia a lo largo de varias generaciones y a profundizar en el conocimiento de sus redes sociales y de parentesco, así como en sus intereses económicos y propiedades urbanas y rurales. Además de rescatar y valorar la presencia de los Ruiz de Castañeda en la economía y sociedad novohispanas en el primer tercio del siglo XVIII, esta tesina pretende contribuir al mejor conocimiento de las familias novohispanas que conformaban la elite2 de la capital del 1 Este seminario fue impartido por Nelly Sigaut, profesora del Colegio de Historia de dicha Facultad. Los productos de esta investigación se publicaron en 2006 en la obra Guadalupe Arte y Liturgia: La Sillería de Coro de la Colegiata, la cual obtuvo en 2007 el Premio Anual del INAH “Paul Coremans” correspondiente al área de Conservación de Bienes Muebles. 2 El término elite se ha utilizado como categoría analítica en estudios históricos, antropológicos y sociológicos, entre otros. En este trabajo retomo el concepto de Gloria Artís (1994), estudiosa de la elite novohispana, quien considera que los miembros de tal sector social poseían gran poder económico y político, producto de la multiplicidad de sus inversiones económicas y su participación en diferentes ámbitos de la vida política del virreinato. Desde esta óptica, en este estudio consideraré como elite a un grupo de individuos o de familias que sobresalieron en la sociedad, en la economía y en la política, que estuvieron relacionados por lazos de parentesco, y que desarrollaron diversas estrategias familiares y económicas para mantenerse en el 8 virreinato en dicho periodo, el cual ha sido poco estudiado por los historiadores en comparación con el denominado periodo borbónico. Al centrarse en el examen de aspectos relativos a la composición y estructura familiar y los bienes materiales de sus miembros, esta tesina aspira a ubicarse dentro del terreno de la historia social y económica del México colonial. Los Ruiz de Castañeda fueron una familia que sobresalió en la sociedad y la economía novohispanas con base en sus inversiones, negocios, redes sociales y de parentesco. Pedro Ruiz de Castañeda, a quien puede considerarse el patriarca de la familia, y su hijo del mismo nombre fueron destacados comerciantes y hacendados ligados al Consulado de la Ciudad de México, rasgo que continuó con la tercera generación, cuyos integrantes además ampliaron las redes sociales y económicas familiares al vincularse por vía matrimonial y por negocios con diversos e importantes comerciantes peninsulares y criollos radicados en la capital novohispana. Este estudio trata con mayor amplitud la figura y propiedades de Pedro Ruiz de Castañeda hijo, debido a la amplia información documental que se encontró acerca de él, pero también examina a otros miembros de la familia, lo cual permite ponderar el peso de cada uno de ellos y contextualizar al grupo en su conjunto dentro de la sociedad de su época. La familia que se examina extendió sus actividades entre la segunda mitad del siglo XVII y durante el siglo XVIII y abarcó distintas jurisdicciones de la Nueva España. A fin de realizar un análisis empírico detallado que permita apreciar con claridad los rasgos distintivos de los Ruiz de Castañeda, este estudio se centra cronológicamente en los primeros treinta años del siglo XVIII y espacialmente en la ciudad de México, donde radicaron, y algunas jurisdicciones cercanas donde se localizaron sus principales haciendas. Esto quiere decir que sus intereses y actividades se desarrollaron en el centro económico y político de la Nueva España representado por la capital virreinal, hacia donde se dirigió el grueso de la producción de sus haciendas. En cuanto a ésta últimas, poseyeron haciendas productoras de granos básicos como maíz y trigo, azúcar y otros productos del campo de alta demanda en el mercado de la ciudad de México. Sus propiedades urbanas se ubicaron estrato alto de la sociedad. Hablamos de un reducido grupo integrado por grandes comerciantes y sus familias como los Castañiza, los Pedroso, los Fagoaga, los Iraeta, los Bassoco y los Sánchez Tagle, entre otros. 9 en el primer cuadro de la ciudad, varias de ellas cumpliendo la doble función de sitios de residencia y para la actividad comercial, pues contaban con almacenes y bodegas. La elite novohispana ha sido estudiada por diversos historiadores, abarcando temas sobre su vida cotidiana, sus redes sociales y de parentesco, y sus actividades económicas, particularmente para la segunda mitad del siglo XVIII. Para esta investigación se consultaron obras de autores como Gloria Artís, John Kicza, John Tutino, Doris Ladd, Pilar Gonzalbo y Federique Langue. La lectura de estos trabajos permitió conocer cómo estaba integrada la oligarquía novohispana y sus esferas espaciales y áreas económicas de influencia. Los integrantes de este reducido grupo social tenían inversionese intereses en los diferentes campos económicos, desde la producción de bienes y manufacturas, minería, agricultura y ganadería, hasta el comercio de importación y exportación. Las lecturas de otras investigaciones como las de Christiana Borchart y Guillermina del Valle fueron muy útiles para familiarizarse con la figura de los grandes comerciantes del Consulado de México, con quienes como se dijo antes, los Ruiz de Castañeda estuvieron ligados. El acercamiento a esta literatura permitió también apreciar la composición compleja de la elite, sus amplias redes y esferas de influencia y sus grandes capitales y fortunas personales y familiares. La información de archivo trabajada para esta investigación muestra que Pedro Ruiz de Castañeda y su hijo Pedro fueron hacendados y comerciantes que también actuaron como prestamistas en diversos giros económicos y zonas del virreinato. Además de productores de granos, azúcar y, en menor medida, ganado, fueron prestamistas y fiadores en distintas ramas productivas como la minería. Como se verá en este trabajo, esta combinación de funciones les permitió acumular una considerable fortuna valuada en varios miles de pesos. La reconstrucción que aquí se hace de la genealogía, propiedades, inversiones y redes sociales de los Ruiz de Castañeda está basada en documentación inédita resguardada en diversos archivos: Archivo General de la Nación (AGN), donde se consultaron diversos ramos, principalmente Bienes Nacionales, Archivo Histórico de Hacienda y Tierras; Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe (AHBG), donde se trabajó la sección Santuario, en particular las series de Correspondencia, Documentos Erección de Colegiata, Documentos Ruiz de Castañeda, y Testamentarias; finalmente, en el Archivo de Notarias (AN) se consultaron los protocolos de los dos notarios principales de la familia que se 10 estudia y en donde se localizo información diversa entre la que destacan transacciones de compra y venta, fundaciones de capellanías y testamentos, inventarios de bienes, transacciones comerciales y obras pías. Este estudio consta de dos capítulos. En el primero de ellos se reconstruye la genealogía de los Ruiz de Castañeda a lo largo de tres generaciones, iniciando con Pedro Ruiz de Castañeda. Su matrimonio con Isabel de Pimentel fue la base a partir de la cual se ampliaron tanto la fortuna material como las relaciones de parentesco y económicas de la familia. A la muerte de Pedro Ruiz, su hijo del mismo nombre pasó a fungir como patriarca del grupo familiar. La segunda sección de este capítulo se refiere a los restantes hijos varones de Pedro Ruiz e Isabel Pimentel, describiendo sus matrimonios y descendencias. También se anota el caso de sus hermanas Jacinta y Gertrudis, quienes permanecieron solteras al tomar los hábitos. La última sección del capítulo trata de la tercera generación de la familia, focalizando la atención en las hijas de Pedro Ruiz el mozo y sus enlaces matrimoniales, algunos de ellos con destacados comerciantes peninsulares y criollos. Se destaca la figura de Lucas Serafín Chacón, comerciante sevillano llegado a la Nueva España en el primer cuarto del siglo XVIII, quien llegó a ocupar el importante cargo de prior del Consulado de México. También se refiere brevemente el caso de los hijos de Francisco Ruiz de Castañeda, uno de los cuales fue miembro del cabildo de la Colegiata de Guadalupe. El segundo capítulo presenta un panorama amplio y a la vez detallado de las propiedades rurales y urbanas de la familia Ruiz de Castañeda. El estudio se centra en las posesiones de Pedro Ruiz el mozo, por ser de quien mayor información se localizó. Sus principales haciendas se encontraban en la provincia de Chalco, considerada entonces como el granero más importante de la ciudad de México. También poseía haciendas en los alrededores de la ciudad, en las jurisdicciones de Coatepec, Tacuba y Cuautla. La segunda sección del capítulo está destinada al análisis de las propiedades rurales de Francisco y Nicolás Ruiz. Las del primero se ubicaban en el valle de Chalco y las del segundo en el valle de Toluca y en las jurisdicciones de Texcoco y Teotihuacan, al noreste de la ciudad de México. Se subraya tanto el dilatado espacio donde se ubicaron las haciendas de la familia como el hecho de estar situadas en zonas agrícolas fértiles y muy cercanas al mercado de la ciudad de México. A fin de apreciar con claridad el tamaño, giro productivo, condición de 11 las propiedades y su valor, se presentan cuadros de cada hacienda elaborados a partir de los inventarios realizados entre 1736 y 1737. El segundo capítulo cierra con una exploración de las propiedades urbanas de la familia, la mayoría de ellas situadas dentro del primer cuadro de la capital virreinal. A partir de los inventarios de bienes asociados a los testamentos de Pedro el mozo y su hermano Francisco, se describen las dimensiones, composición y distribución de sus casas, incluyendo los espacios dedicados al almacenamiento de los productos procedentes de sus haciendas. También se detallan los bienes materiales y de uso personal de sus moradores, lo cual permite aproximarse al estilo de vida de una familia de elite como los Ruiz de Castañeda. Las conclusiones de la tesina resumen los hallazgos principales del estudio y apuntan algunos temas relevantes que no fueron suficientemente abordados y que convendrá examinar en futuras investigaciones. 12 CAPÍTULO 1. TRAS LA FAMILIA DE LOS RUIZ DE CASTAÑEDA: UNA APROXIMACIÓN GENEALÓGICA En este capítulo se reconstruye la genealogía de la familia, cubriendo tres generaciones, comenzando con el matrimonio de Pedro Ruiz e Isabel de Pimentel. En la segunda parte del capítulo se analiza el patrimonio y actividad económica de la familia, elementos que en conjunto permitirán apreciar las bases que los llevaron a pertenecer a la elite novohispana de la ciudad de México. Pedro Ruiz de Castañeda - a quien denominaremos como “el viejo” para distinguirlo de su hijo del mismo nombre, fue un comerciante, prestamista y hacendado de finales del siglo XVII con quien inició el ascenso familiar. Tomando en cuenta a parientes consanguíneos y afines del matrimonio de Pedro Ruiz de Castañeda e Isabel de Pimentel, haremos la reconstrucción genealógica familiar como una vía muy útil para entender sus estrategias de ascenso social.1 También se hará referencia a sus hijos, iniciando con Pedro Ruiz de Castañeda el mozo, que como su padre fue comerciante y hacendado, alcanzando un prestigio social dentro de la ciudad de México. Para tener una visión más amplia sobre la familia se hará referencia a los demás hijos: Francisco, que también fue hacendado y radicado en la ciudad de México; Nicolás presbítero de la Catedral Metropolitana y dueño de haciendas; sus hermanas, Jacinta y Gertrudis, monjas de velo negro en el convento de Jesús María; y por último Alonso, de quien sólo se tienen referencias aisladas. Después se hablará de la tercera generación, a través principalmente de los hijos de Pedro Ruiz de Castañeda el mozo y breves referencias de los hijos de Francisco. La reconstrucción genealógica realizada en este capítulo muestra las diversas y complejas redes familiares y de parentesco que, junto con su considerable patrimonio rural y urbano examinado en el capítulo 2, llevaron a los Ruiz de Castañeda a ubicarse entre el reducido grupo rector de la sociedad novohispana del siglo XVIII. Esta familia contó entre sus miembros a españoles peninsulares recién llegados a la capital novohispana que se enlazaron con familias “españolas” asentadas en la Nueva España por varias generaciones. 1 Siguiendo a Gloria Artís en su estudio sobre la oligarquía novohispana, considero como parte dela familia “tanto parientes consanguíneos como afines y me refiero a todos los descendientes de una pareja, así como a los hermanos de ambos cónyuges…”, Artís, 1994, 20. 13 Los inicios de la familia La investigación parte de la unión entre Pedro Ruiz de Castañeda con Isabel de Pimentel a mediados del siglo XVII. Se desconoce el año preciso del matrimonio, es posible que se casaran entre los años de 1660 a 1670. Pedro Ruiz de Castañeda era vecino y comerciante de la ciudad de México. Por tratos y negocios notariados con diversos personajes se sabe que era prestamista en varios giros económicos, principalmente en el comercio y que, además, tenía una hacienda en la provincia de Chalco llamada Nuestra Señora de Guadalupe, cerca del pueblo de Tlalmanalco. Falleció el 12 de septiembre de 1712. Sobre Isabel de Pimentel las noticias son muy escasas. Posiblemente provenía de una familia de lustre, lo cual explicaría su unión con un personaje de las características de Pedro Ruiz. Como era común en este tipo de uniones, una vez casada intervino en diversas actividades patrimoniales con su esposo. Documentos de archivo la muestran participando en mancomún con su marido en la fundación de obras pías, principalmente capellanías. En el Diario de sucesos notables de Antonio Robles se menciona el fallecimiento de Isabel el 20 de febrero de 1703, a causa de parto. 2 Este matrimonio marcaría el inicio de una serie de alianzas familiares y de negocios que el matrimonio celebró en los primeros años del siglo XVIII, incluyendo la fundación de un nuevo santuario guadalupano y poco después el establecimiento de la Colegiata de Guadalupe, también en el Tepeyac. Hijos y nietos seguirían las causas encomendadas y también ampliarían los negocios, las propiedades y las alianzas. Pedro e Isabel procrearon seis hijos, Alonso, Nicolás, Francisco, Pedro, Jacinta Clara y María Gertrudis, (ver cuadro 1). Dado el fuerte corporativismo de la sociedad novohispana,3 la fortuna de un individuo dependía en buena medida del respaldo familiar, sin el cual su horizonte era más limitado, “la familia permitía así a sus integrantes actuar 2 Robles, 1972, t. III, 259, “Febrero 20. Murió la mujer de Pedro Ruiz de Castañeda de Parto”. “Febrero Miércoles de Ceniza, 21. Por la tarde se enterró en la Iglesia de Santa Clara la mujer de Pedro Ruiz de Castañeda, no fue de entierro de Cabildo; hubo cien acompañantes”. 3 Esta sociedad estaba marcada por una jerarquización que determinaba la pertenencia a un grupo según la calidad étnica, la posición socioeconómica y el de compartir ciertos rasgos culturales. Así vemos que las familias del grupo español mantenían muy cerradas sus estructuras familiares para perdurar su linaje y origen, además de los rasgos culturales y socioeconómicos que se transmitían de generación en generación. 14 respaldados en sus múltiples y muy variadas solidaridades, compartiendo ciertos rasgos culturales”.4 En común con el comportamiento observado por los miembros de la elite novohispana, Pedro Ruiz participó en varias actividades económicas, destacando en el comercio y la agricultura. Gloria Artís señala en su estudio sobre la oligarquía novohispana que la diversificación de actividades y de inversiones fue algo común entre la elite,5 complementado unas con otras, aunque manteniendo una de ellas como eje. Así, por ejemplo, las familias que tenían inversiones en la agricultura buscaban controlar el procesamiento de la cosecha y su comercialización en los mercados provinciales y urbanos.6 Este patrón se observa entre los Ruiz de Castañeda, como se verá más adelante. Las primeras noticias que se tienen de Pedro Ruiz de Castañeda lo muestran como prestamista o aviador de personajes que radicaban en otros puntos del territorio novohispano, principalmente hacia el norte de la Nueva España, Sonora, Zacatecas, Guanajuato, Querétaro y San Luis, así como en las ciudades de Guatemala, Lima y Manila. Como ejemplo se tienen cartas notariadas y lastos7 en donde se refieren deudas a Pedro Ruiz en los años de 1694 y 1695 por montos que van desde mil a 16 mil pesos.8 De sus posesiones rurales se sabe que tenía una hacienda agrícola en la provincia de Chalco que heredaría a su hijo Pedro Ruiz el mozo, llamada Nuestra Señora de Guadalupe. Se desconoce como adquirió esta propiedad, si a través de herencia o por medio de compra. En cuanto a sus propiedades urbanas se tienen noticias de una casa localizada en el primer cuadro de la ciudad de México en la “calle del Convento de Balvarena que va a San Agustín”, en la calle actual de República de Uruguay, que compró en 1673 por seis mil pesos a María Castillo, viuda de Francisco Cerezero, caballero de la orden de Santiago.9 Es probable que esta propiedad fuera la casa principal, dadas las dimensiones que se 4 Sanchiz, 2005, 335. 5 Artís, 1994, 12. 6 Kicza, 1991, 78. 7 Lasto: Recibo o carta de pago que se da a quien lasta o paga por otra persona, para que pueda cobrarse de él. Tomado del Diccionario de la Lengua Española, 22ª Edición, 2001. 8 Archivo de Notarias (en adelante AN), Martín del Río, núm. 563, vols. 3891 y 3892, años 1694 y 1695. En estos volúmenes se presenta una serie de documentos notariales en donde se observa los negocios que tenía Pedro Ruiz en el territorio novohispano y en otros puntos del continente americano y en Filipinas. 9 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Bienes Nacionales, vol. 1347, exp. 5, año 1690. Este dato se consigna en una fundación de capellanía que realizaron en mancomún el matrimonio Ruiz de Castañeda y Pimentel. 15 mencionan en la escritura de establecimiento de una capellanía que fundó Pedro Ruiz sobre esta propiedad. De su actividad mercantil, sabemos que en el año de 1679 era cónsul del Consulado de Comerciantes de la ciudad de México.10 Aunque se ignoran detalles sobre sus negocios comerciales, su pertenencia al Consulado y el que haya ocupado tan importante cargo hace pensar que fueron de gran consideración. En su estudio sobre los mercaderes novohispanos, Christiana Borchart señala que para formar parte del Consulado y tener derecho a voto para elegir a sus funcionarios era necesario contar con lo siguiente: 1) tener bienes raíces en la ciudad, 2) una edad mínima de 25 años, 3) ser “comerciantes independientes con grandes capitales que estaban en condiciones de comerciar directamente con España”, y 4) mantener su propio negocio en la ciudad de México.11 Otras noticias referentes a Pedro Ruiz de Castañeda encontradas en documentos notariales, refieren que fue albacea y tenedor de bienes de varios personajes dedicados al comercio, la agricultura y la ganadería. Destaca su nombramiento como albacea de Andrés de Palencia, español originario de Salamanca, vecino de la ciudad de México y dueño de haciendas en San Miguel el Grande.12 Además del encargo de cumplir con las disposiciones y varias obras pías en la capital novohispana y en San Miguel el Grande, Pedro quedó al frente de la administración de varias haciendas de Palencia. También llevó el inicio de la Colegiata en el Santuario de Guadalupe. Más adelante sus hijos se encargarían de la administración de las haciendas de Palencia para tales causas. Se desconoce el origen de la relación entre Pedro Ruiz y Andrés Palencia. Es posible que sus relaciones comerciales pasaran después a lazos de amistad. La administración de haciendas fue una actividad muy importante, ya que esta tarea sólo se otorgaba a personas de confianza y competentes. En 10 Antonio Robles en su Diario, menciona que el 7 de enero de 1679 eligieron prior del Consulado al capitán Pedro Sedano, y cónsul a Pedro Ruiz de Castañeda, 1946,t. I, 258. AGN, Archivo Histórico de Hacienda (en adelante AHH), vol. 183, exp. 6, ff. 14. En este documento se le refiere como cónsul de la Universidad de mercaderes de esta Nueva España junto con Diego García Cano. El documento con fecha de 13 de diciembre de 1679, se refiere a un pago de 500 pesos que se le debían entregar al capitán Pedro Sedano prior actual del Consulado de los 730 pesos que se le debían, por parte del capitán Alonso González de Sacha tesorero de la renta y avería del Consulado. 11 Borchart, 1984, 25. 12 Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe (AHBG), Testamentarias, sin fecha, caja 1, s/ff. Estas disposiciones que dejó de limosna desde 200, mil, diez mil y hasta 25 mil pesos, tanto para conventos, hospitales, cárceles, niñas huérfanas, pobres y en construcciones y reconstrucciones de iglesias y capillas como en el convento de San Agustín, en la Basílica en la ciudad de México y la capilla de Jesús Nazareno en San Miguel el Grande, todo a cargo de sus albaceas. 16 documentos notariales examinados se observa que Pedro Ruiz era muy atento en sus negocios. Pedro Ruiz de Castañeda también fue albacea testamentario del capitán Esteban de Molina Mosquera, quien lo dejó como responsable de cobrar y finiquitar diversos negocios. Asimismo dejó a cargo de Pedro Ruiz la fundación del Convento de Santa Teresa la Nueva, en la capital novohispana. En el testamento respectivo, señala Josefina Muriel, “se dio orden a don Pedro Ruiz de Castañeda, albacea de los bienes del capitán de Molina Mosquera, para que fuesen entregadas al bachiller Juan de Dios Ocampo, mayordomo del Convento de San José, las cantidades que en la obra fuesen necesarias”.13 Esto sucedió en el año de 1701. La unión de Pedro Ruiz de Castañeda con Isabel de Pimentel marcó el inicio de una familia compleja y poderosa, donde las redes mercantiles y sociales de Pedro jugaron un rol fundamental. Estas redes permitirían a sus hijos desarrollar actividades e integrar patrimonios individuales de consideración, sin olvidar a la familia. Todos los Ruiz de Castañeda participaron activamente en los negocios familiares de una forma u otra. La sucesión de Pedro Ruiz de Castañeda A continuación se examina a los hijos de Pedro Ruiz de Castañeda e Isabel de Pimentel. Primero se habla de Pedro Ruiz de Castañeda el mozo, quien quedó al frente de la familia al morir su padre. Por fortuna, existe amplia información documental sobre este personaje, no así sobre sus hermanos, debiendo contentarnos con un cuadro poco preciso del perfil de estos últimos. 13 Muriel, 1946, 423. 17 Pedro Ruiz de Castañeda el mozo Éste fue el continuador más sobresaliente de la familia Ruiz de Castañeda y Pimentel, manteniendo la unidad familiar, atendiendo los negocios de la casa y además destacando por sus negocios y sus haciendas particulares. Se casó con Juana María Rivera, originaria de Guadalajara, hija de Juan de Rivera y Lorenza de Hijar y Bracamont. Es probable que la familia de Juana perteneciera a la elite de Guadalajara. De este enlace procrearon siete hijos, cinco mujeres y dos varones. Por el testamento de Pedro, sabemos que todas las hijas se casaron con españoles peninsulares, dedicados en su mayoría al comercio. Un hijo se dedicó al sacerdocio. Del otro se desconoce su actividad, sólo se sabe que heredó una propiedad.14 El nivel de participación de Pedro el mozo en los negocios familiares fue de importancia. En 1694, fue uno de los signatarios de la carta poder hecha por su padre para el finiquito de un adeudo de 16 mil pesos con los albaceas testamentarios de Juan de Chavarría, quien de acuerdo con los documentos consultados era un destacado mercader de la capital novohispana y del norte de Nueva España.15 A la muerte de su padre, en septiembre de 1712, Pedro el mozo fue su albacea y fideicomisario, quedando al frente de los negocios familiares, de la repartición de los bienes entre los herederos y de mantener la cohesión del grupo familiar. John Kicza señala en su estudio sobre los empresarios novohispanos que uno o varios de los hijos de un comerciante seguían con la ocupación de su padre, adiestrándose en el área contable y comercial e involucrándose en las redes sociales y económicas de su progenitor para sus actividades futuras.16 Este patrón se aprecia en el caso de Pedro el mozo, quien siguió las actividades mercantiles en la ciudad de México trazadas por su padre, complementándolas con la posesión de haciendas. Al mismo tiempo, como ya se dijo, fue el patriarca de la familia. Las familias novohispanas se organizaban bajo la dirección de un patriarca, quien intervenía en la elección de los 14 AGN, Tierras, vol. 562, exp. 1. 15 AN, Martín del Río, núm. 563, vol. 3891, f. 995, año 1694. Antonio Robles lo menciona en su texto diciendo lo siguiente: “domingo seis de noviembre salieron de capitanes por el comercio Juan Díaz, el hijo de Ruiz de Castañeda, y por maestre de campo Luis Sáenz de Tagle, caballero del hábito de Alcántara.” Hace suponer que se trata de Pedro el mozo. 1946, t.III, 31. 16 Kicza, 1986, 76. 18 cónyuges, actuaba como defensor y garante del honor de la familia, coordinaba los asuntos familiares para fortalecer el poder económico y recibía el reconocimiento de los miembros de la misma. “Un patriarca prudente sabía designar a su sucesor mucho antes de su propia muerte”,17 generalmente esta elección recaía en el primogénito. Las propiedades conocidas de Pedro el mozo son más en número e importancia con respecto de las que se han identificado de su padre. Se conocen seis propiedades rurales principales, tres en la provincia de Chalco y las demás en otras jurisdicciones, Coatepec, Cuautla de Amilpas y Tacuba. La mayoría de ellas se concentraban en el cultivo de maíz y una era azucarera. En lo que respecta a sus propiedades urbanas, destacan dos localizadas en el centro de la ciudad de México, una ubicada en la antigua calle de la Aduana Vieja (que actualmente es 5 de febrero) y la otra en la calle de Jesús María, rumbo a la iglesia de Nuestra Señora de la Merced (entre las calles actuales de Jesús María y Venustiano Carranza). Pedro Ruiz de Castañeda el mozo falleció el 7 de abril de 1736. Los albaceas y tenedores de bienes fueron su hijo Pedro Joseph Ruiz de Castañeda y sus yernos Lucas Serafín Chacón y Vicente Manuel de Moya y Escaño, quienes se encargarían de entregar a los herederos lo estipulado en el testamento. Los hermanos Ruiz de Castañeda Para continuar la herencia material y biológica era importante tener al menos un hijo y una o dos hijas. El hijo varón quedaba eventualmente al frente de las relaciones y negocios familiares, mientras que los matrimonios de las hijas fortalecían las relaciones sociales y consolidaban el linaje y los negocios. De haber más hijos era común encaminarlos a carreras eclesiásticas, otros se casaban después de fallecer los padres o sencillamente permanecían en la casa paterna o del hermano mayor sin tomar algún estado. 17 Kicza, 1991, 83 – 84. 19 Tres de los hijos de Pedro Ruiz de Castañeda el viejo e Isabel de Pimentel ingresaron a la iglesia, Nicolás, Gertrudis y Jacinta. Los otros dos, Francisco y Alonso, poseyeron haciendas de campo y posiblemente fueron comerciantes. Nicolás Ruiz de Castañeda Nicolás fue presbítero domiciliario del arzobispado de México en el año de 1739. Además de la ya mencionada utilidad de la elección del estado eclesiástico de uno o varios de los hijos para la consolidación social de la familia,18 quienes tomaban los hábitos podían ayudar al negocio familiar como agentes comerciales. De Nicolás se sabe que participó en los negociosy compromisos familiares, sobre todo los referentes a la erección de la Colegiata de Guadalupe. Junto con sus hermanos Pedro y Francisco, participó en la administración de las haciendas destinadas a financiar dicha fundación, y entre 1714 y 1739 poseyó la hacienda San Joaquín de las Trancas.19 Además estuvo involucrado en el encañado o conducción de agua para llevarla al Tepeyac obra que no se llego a concretar.20 Asimismo fue el administrador de los bienes de su hermano Alonso a partir de 1720, quedando como albacea y fideicomisario, y poco después su heredero. También se dedicaría a la producción y cultivo de trigo principalmente para su comercialización en la ciudad de México. El destino de Nicolás como religioso se observa en la fundación de una capellanía realizada por sus padres en el año de 1690, por la cantidad de tres mil pesos, siendo él su 18 Aguirre, 2003, 124. 19 Se desconoce el destino de esta hacienda, si la conservo la familia o fue vendida antes de su fallecimiento. 20 La intensión de llevar agua al Tepeyac inició en el año de 1678 con varios proyectos que no se concretaron sino hasta el año de 1752, cuando fue inaugurada la fuente que surtía agua a la villa y pueblo de Guadalupe. Sigaut, 2006, 134 – 136. Uno de esos proyectos para la conducción de agua al Tepeyac fue el de Nicolás Ruiz de Castañeda al estar muy interesado en la Basílica sobre todo en la erección de la Colegiata. Con motivo de una visita del arzobispo Vizarrón y Eguiarreta a Nicolás, “fue que el dicho presbítero le ofrecía cien mil pesos para la obra de la conducción del agua, pero desgraciadamente poco tiempo después enfermó, de la enfermedad que lo llevo al sepulcro”, y no lo estipuló en su testamento, así que se le comisionó al deán Francisco Moreno y Castro, albacea y tenedor de bienes de Nicolás, que llevará a cabo dicha obra pero se negó argumentando que ya se le había otorgado a la Basílica como a la colegiata de Guadalupe más de lo otorgado por Nicolás. La Rosa del Tepeyac, “El acueducto de Santa María de Guadalupe”, vol. 3 núm. 8, agosto de 1921, pp. 153 – 161. 20 primer capellán propietario “para que a su título se ordene del orden sacro hasta el de santo presbiterato el bachiller don Nicolás Ruiz de Castañeda, nuestro hijo legítimo, clérigo de menores órdenes”.21 Conviene señalar que la capellanía “Era una fundación eclesiástica que tenía como finalidad asegurar de manera permanente o perpetua un número de sufragios por el alma de la persona o personas que dispusiese el fundador de la misma. Para asegurar su supervivencia, se dotaba con bienes materiales cuya inversión facilitaba una renta, con la que se mantenía el capellán encargado de servirla, es decir, de celebrar sufragios”.22 El fundador de una capellanía donaba cierta cantidad para el sostenimiento del capellán y la celebración de determinado número de misas, ya fueran rezadas o cantadas. Por otro lado el fundador establecía los términos de la capellanía “el monto, las obligaciones del capellán, la persona en quien debía recaer el patronato y los bienes sobre los que se imponía la fundación”.23 La capellanía además de ser concebida como una vía de salvación de las almas después de la muerte, para los fundadores y sus allegados era utilizada para dotar a los parientes más cercanos - hijos, sobrinos, nietos, ahijados- de un medio de vida a través de las rentas, así como continuar sus estudios eclesiásticos principalmente.24 La fundación de capellanías fue común entre la familia Ruiz de Castañeda, ya que Nicolás como última voluntad dejó en su testamento once fundaciones de capellanías por la cantidad de entre dos mil y seis mil pesos cada una.25 Su hermano Francisco también fundó una en el año de 1726 por la cantidad de cuatro mil pesos, siendo él fundador y patrón principal y capellán su hijo del mismo nombre, para poder ordenarse de presbítero.26 De los 21 AGN, Bienes Nacionales, vol. 1347, exp. 5. Esta capellanía seguía en la familia Ruiz de Castañeda para el año de 1805, buscando ser los capellanes de esta fundación los tataranietos de Pedro Ruiz de Castañeda el viejo, Juan Ruiz de Castañeda y Gregorio Palacio Ruiz de Castañeda, para mantenerse y concretar sus estudios eclesiásticos. 22 Martínez López – Cano, 1998, 191. 23 Ibid, 120. 24 Ibid, 124 – 128. 25 AGN, Bienes Nacionales, vol. 71, exp. 1, ff. 12 – 48. 26 AN, Francisco Dionisio Rodríguez, núm. 576, vol. 3951, año 1726. ff. 131 – 137v. 21 otros hermanos se desconoce si fundaron capellanías pero lo más probable es que lo estipularan en sus testamentos. En su estudio sobre los grupos sociales pertenecientes a las profesiones liberales, Salvador Aguirre señala que tanto “los padres de los clérigos como de los abogados pertenecieron fundamentalmente a elites regionales y locales que, aunque en general no llegaron al más alto nivel del poder económico, político y social tenían una estrecha relación con ese poder”27 y fue a través de relaciones mercantiles que lograban acercarse a este sector alto y fueron ellos quienes se interesaban en que sus hijos tuvieran una mejor posición social, obteniendo algún rango alto dentro de la iglesia principalmente en los cabildos catedralicios o un cargo público. A Nicolás se le conocen tres propiedades rurales, una cerca del pueblo de Ixtlahuaca, otra rumbo a San Juan Teotihuacán y una tercera por el pueblo de Texcoco, todas dedicadas al cultivo del trigo. Dos de sus haciendas las compró a principios del siglo XVIII y la tercera la heredó de su hermano Alonso en el año de 1720. Nicolás Ruiz de Castañeda falleció el 7 de julio de 1739, y fue sepultado en la Basílica de Guadalupe el 9 de julio.28 Francisco Ruiz de Castañeda De este miembro de la familia se conoce más que del anterior gracias a documentos que han llegado hasta nosotros. Puede decirse que era hacendado y comerciante, siguiendo los pasos de su padre y hermano. Se casó con María Sánchez Leyva, de ella se desconoce su origen. Procrearon seis hijos, cuatro dedicados a la vida religiosa, Francisco, Juan, Joseph y Ana Gertrudis. A los otros dos, Vicente y Miguel, se les refiere en documentos notariales consultados como hacendados de la provincia de Chalco. 27 Aguirre, 2003, 133. 28 AGN, Bienes Nacionales, vol. 71, exp. 1, 1739, ff. 12 – 48. 22 Por medio de inventarios realizados poco después de su muerte, se conocen los bienes que poseyó Francisco. Entre ellos se encontraban tres haciendas, Santa María Atoyac, San Joseph y Acosac, ubicadas en la provincia de Chalco, rumbo al pueblo de Tlalmanalco, dos haciendas cultivaban maíz y otra trigo.29 De sus propiedades urbanas se conocen tres viviendas, también en el primer cuadro de la ciudad de México. El área central de la capital – la plaza principal y las calles que se prolongaban quizás tres cuadras hacia sus lados – comprendían un complejo de grandes casas, edificios de gobierno, talleres artesanales y, más específicamente tiendas al menudeo y bodegas comerciales,30 además de las viviendas de la elite novohispana, de los comerciantes y los artesanos. Francisco Ruiz de Castañeda falleció 18 de septiembre de 1737 y su viuda María Sánchez Leyva junto con el bachiller Gabriel Rivera, fueron los albaceas y tenedores de bienes de Francisco para otorgarlos a sus herederos. Jacinta y Gertrudis Ruiz de Castañeda Dentro de la sociedad novohispana la existencia de conventos de monjas respondía a una necesidad social. Las fundaciones de conventos manifestaba la religiosidad de las ciudades que las ennoblecía, las familias ricas fungieron como sus patronos y sus hijas fueron educadas en esos recintos para formarse como mujeres ejemplares ante la sociedad.La intervención de las autoridades tanto civiles como eclesiásticas apoyaban la fundación de los conventos, ya que respondía a la aceptación de la sociedad por la vida religiosa de las monjas y, además, los conventos realizaban préstamos a los parientes de las religiosas a parte de conceder oraciones, sacrificios y obsequios que ellas elaboraban y la sociedad en general les dio sentido.31 “La vida que en los monasterios se desarrollaba no era ajena a los pobladores de México, la veían como cosa suya y participaban de ella en las oraciones en 29 AGN, Tierras, vol. 3548, exp. 3. 30 Kicza, 1986, 33. 31 Amerlink, 1988, 14; Muriel, 1946, 480 – 482. 23 que se les permitía, no se consideró la vida conventual como algo ajeno a la vida social, sino más bien como una forma de ella.”32 Las únicas hijas de la familia Ruiz de Castañeda, Jacinta y Gertrudis, no contrajeron matrimonio y se inclinaron por una vida religiosa y de recogimiento, ingresando al convento real de Jesús María en el año de 1694. María Gertrudis ingresó en el mes de julio y Jacinta Clara en el mes de septiembre con un pago de tres mil pesos y demás gastos que el convento requería.33 Para ingresar a un convento era necesario que la joven aspirante, “estuviera bautizada, respondiera a un interrogatorio, diera a conocer la identidad de sus ascendentes y en caso de ser foráneas la declaración de varios testigos que conocieran a la aspirante y a su familia para garantizar su virtud y limpieza de sangre. La postulante debía expresar su deseo de entrar al convento sin que nada ni nadie la presionara; estar sana; pagar la dote para costear su manutención, y tener 15 años de edad al tomar el hábito de novicia para poder profesar después de un año”.34 Las futuras novicias tenían que realizar testamento y renuncia de bienes antes de profesar en donde expresaban su última voluntad ante notario que daba fe de las disposiciones de la joven. En este sentido se conoce que Jacinta Ruiz de Castañeda realizó su testamento y renuncia el 29 de agosto de 1695, en el cual estipula que deja a sus padres como albaceas, tenedores de bienes y herederos, así mismo en dos cláusulas refiere que deja mil pesos para la obra del claustro del convento de Jesús María y una capellanía de seis mil pesos para misas rezadas poniendo a censo la hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe de la provincia de Chalco, siendo patronos sus padres y después sus hermanos.35 Sobre el testamento y renuncia de Gertrudis no se conoce pero es probable que lo realizara en el mismo año. 32 Muriel, 1946, 481. 33 AN, Martín del Río, núm. 563, vol. 3891, año 1694, ff. 593 y 713. 34 Salazar, 2005, 224. 35 AGN, Bienes Nacionales, vol. 861, exp. 11. 24 No se tiene información de la vida dentro del convento de las hermanas Ruiz de Castañeda, ni tampoco sobre las fechas de sus fallecimientos. El camino de religiosa sólo lo seguiría una de sus sobrinas, Ana Gertrudis, pero no en el mismo convento sino en el convento de Santa Catarina, siendo novicia en el año de 1737. De Alonso Ruiz de Castañeda se tienen escasas noticias. Se sabe que era hacendado y que falleció el 20 de diciembre de 1720 y en su testamento nombró a su hermano Nicolás como su albacea, tenedor de bienes y heredero.36 La tercera generación Ruiz de Castañeda La continuidad de la familia puede rastrearse durante la primera mitad del siglo XVIII. Esta tercera generación estuvo marcada principalmente por las uniones matrimoniales de las cinco hijas de Pedro Ruiz de Castañeda el mozo: María Ignacia, Ana Manuela, Clara Francisca, Juana Manuela e Isabel Cayetana. También se tiene noticia del nombramiento de Francisco Ruiz de Castañeda como miembro del primer cabildo de la Colegiata de Guadalupe; Francisco era nieto de Pedro Ruiz el viejo. De los demás nietos de Pedro el viejo no se conocen sus trayectorias, salvo que cuatro de ellos fueron religiosos: Pedro Joseph, hijo de Pedro el mozo, Juan, Joseph y Ana Gertrudis, estos tres últimos hijos de Francisco. Otros tres pueden calificarse como hacendados gracias a las propiedades heredadas por sus padres: Joseph, el hijo menor de Pedro el mozo, y Vicente y Miguel, hijos de Francisco. Las hijas de Pedro el mozo 36 AN, Francisco Dionisio Rodríguez, núm. 576, vol. 3962, año 1739, ff. 547 – 555. “...por heredero de Alonso Ruiz de Castañeda, mi hermano, nombrado por tal en el testamento...falleció su fecha en esta ciudad a 20 de diciembre de 1720... y sin embargo, se me adjudicaron también con todos los demás bienes que dejo dicho don Alonso Ruiz de Castañeda en los autos de inventario que se hizo de ellos...” 25 De los distintos enlaces matrimoniales de esta tercera generación los que mejor se conocen son los de las hijas de Pedro Ruiz de Castañeda el mozo. De los matrimonios de los hijos de Francisco no se tiene información. Las hijas de los comerciantes por lo general se casaban con hombres que estaban ligados a los intereses económicos de la familia,37 siendo pocas hijas las que se volvieron monjas. En la época colonial, señala Javier Sanchiz, “el matrimonio estaba definido como la sociedad legítima del hombre y la mujer que se unían con vínculo indisoluble, para perpetuar su especie, ayudándose a llevar el peso de la vida y participar de una misma suerte”.38 La elección de la pareja no la tomaban los cónyuges, era decisión de los padres y atañía a toda la familia, ya que se consideraba que los padres eran más responsables en ese tipo de decisiones y además definían los intereses a largo plazo de un miembro de la familia.39 Así vemos que el patriarca podía rechazar o consentir un enlace dependiendo del beneficio que reportara a la familia. Por lo tanto el matrimonio era una estrategia familiar para concretizar su prestigio y fortuna. De los matrimonios de las hijas de Pedro Ruiz, hay que referirse al que contrajo su hija María Ignacia con Lucas Serafín Chacón, un comerciante sevillano radicado en la ciudad a principios del siglo XVIII y miembro del Consulado de Comerciantes entre 1729 y 1742.40 Su enlace fue el 23 de septiembre de 1720, y sus hijos fueron Pedro Serafín Chacón Castañeda y Ana María Serafín Chacón. Para los comerciantes peninsulares el matrimonio con las hijas de las familias criollas era un mecanismo para obtener propiedades, fortuna, reputación y conexiones. Además, la familia se beneficiaba al traer talento nuevo dentro de ella.41 Este nuevo miembro para llegar a ser aceptado en la familia tenía que demostrar sus habilidades y respetabilidad e incluso “podía llegar a ser el jefe titular de la familia o cuando menos su 37 Kicza, 1986, 201. 38 Sanchiz, 2005, 338. 39 Seed, 1991, 167. 40 AGN, AHH, vol. 213, exp. 4 y vol. 634, exp. 60. 41 Kicza, 1986, 182 y 1991, 82. 26 administrador económico”42 de los bienes tanto suyos como de la familia de su esposa, manejándolos como una unidad. Al fallecer Pedro, Lucas Serafín Chacón manejó sus propiedades y negocios hasta la entrega de los bienes a los herederos de aquél. Asimismo puso al corriente las cuentas como la administración de los bienes que quedaron de Pedro Ruiz el viejo en el año de 1745.43 Sobre Lucas no se conoce mucho. Es posible que sus negocios mercantiles le obligaran a radicar en la capital novohispana. De sus tratos comerciales se tienen noticias a partir del año de 1723, gracias a documentos notariales como cartas poder, finiquito de adeudos y otros en donde se menciona su relación con otros comerciantes que radicaban en el puerto de Veracruz y en Panamá.44 Es probable que Lucas llegara a Nueva España buscando una mejora económica.Se desconoce si ya era un mercader en España, en su natal Sevilla, o se formó en la capital novohispana con algún pariente cercano quien le enseñaría el oficio. Tuvo otros parientes dedicados al comercio, como Joseph Chacón, quien de acuerdo con documentación notarial encargó a Lucas varios negocios.45 Al establecerse en la capital y tener un lugar estable dentro de la vida comercial, Lucas Serafín trajo a la ciudad de México a su sobrino Felipe Joseph Narvarte, hijo de su hermana María Serafín Chacón y de Juan Martín de Narvarte, también originario de Sevilla, teniendo la misma actividad que su tío, ya que para la década de 1720 se le nombra como mercader.46 El enlace de María Ignacia y Lucas se realizó el 23 de septiembre de 1720, ella otorgó por dote 22 mil pesos más 4,361 pesos que trajo de su primer matrimonio con Joseph de Urbina, para un total de 31,361 pesos, incluidos los cinco mil pesos que dio Lucas por arras.47 La dote de María Ignacia incluía joyas, platería, ropa, muebles, lienzos, 42 Ibid. 43 AGN, Tierras, vol. 560, exp. 1, ff 20 – 60. En varios documentos se expresa la relación que hizo Lucas Serafín Chacón de los bienes que quedaron de su suegro Pedro Ruiz quedando él como administrador de los mismos hasta la entrega a los herederos, realizando dos relaciones con fechas de 31 de marzo de 1738 y de 19 de agosto de 1745. 44 AN, Francisco Dionisio Rodríguez, núm. 576, vol. 3948, año 1723. 45 Ibid. 46 Ibid. ff. 468 – 472v. Testamento que realizó Felipe Narvarte al partir hacia el puerto de Veracruz. 47 AGN, Tierras, vol. 560, exp. 1, ff. 109 – 122v. 27 cinco mulas y una tienda de cacahuatería gruesa con sus géneros, semillas y mercancía, ubicada en la ciudad de México. También era dueña de tres esclavos: “una mulata nombrada Juana María de edad de 27 años, doncella cocinera se aprecio en 300 pesos”, “un mulato nombrado Luis Antonio de edad de 19 años, color cacho, cochero, se aprecio en 250 pesos” y “un negro llamado Manuel, enfermo de edad de 31 años se aprecio en 150 pesos”.48 Las cartas de dote eran instrumentos en los que se reiteraban las condiciones establecidas en las capitulaciones matrimoniales y a la vez eran bienes que aportaba la mujer al matrimonio. La dote se consideraba una ayuda para el sustento de la unión.49 Era también la herencia que los padres otorgaban en vida a sus hijas y que sería administrada por su marido junto con las arras que él otorgaba. Esta suma representaba con frecuencia la décima o la quinta parte de su fortuna al momento de casarse.50 Pedro Ruiz de Castañeda el mozo entregó como dote a cada una de sus hijas la cantidad de 22 mil pesos. Se conoce una propiedad de Lucas Serafín Chacón en la ciudad de México, también dentro del primer cuadro. Esta casa vivienda se localizaba en la desaparecida calle de Juan Manuel, actualmente República de Uruguay.51 El valor de la construcción y del sitio fue de 6,912 pesos y la merced de agua de 15 mil pesos, en total 21,912 pesos esto en el año de 1746, año en que se realizaron los inventarios de los bienes de Lucas después de su fallecimiento. La relación entre Pedro Ruiz y Lucas Serafín Chacón parece que fue buena, pues esté último fue su albacea, fideicomisario y tenedor de bienes, junto con “sus hermanos”, Pedro Joseph y Vicente Manuel de Moya y Escaño. Como ya se dijo, se encargó de los negocios familiares hasta su muerte, llevando un control cuidadoso de los mismos. Otorgó las propiedades correspondientes a sus herederos, incluyendo los de su propia esposa, sin tener conflictos por ello, como solía suceder. A su muerte no había otro miembro que se 48 Ibid. 49 Artís, 1994, 72. 50 Kicza, 1986, 179. 51 AGN, Tierras, vol. 560, exp. 1, ff. 37v. - 39. La casa tenía las siguientes medidas: “su frente que mira al sur tuvo 24 varas que corren de oriente a poniente y 48 de fondo de norte a sur” se componía de planta baja, entresuelo y planta alta, su entrada, dos caballerizas, dos patios, sus habitaciones tanto para ellos como para los sirvientes, sus antesalas, cocina, despensa, comedor, oratorio y además de su azotea y pila de merced de agua. 28 encargara y sostuviera a la familia como él lo había hecho. Al parecer, Clara, otra hija de Pedro, quedó por un momento al frente de los negocios familiares y el repartimiento de los bienes que quedaban.52 Todos los miembros de la familia de Pedro el mozo nombraron en mancomún al licenciado Vicente de Esparza y Gallardo, abogado de la Real Audiencia, y al Bachiller Juan Manuel de Rivera, presbítero domiciliario de México, para que se encargasen de los negocios y bienes familiares.53 Después de este nombramiento se desconoce que sucedió con la familia, las propiedades y los negocios de la misma a partir de 1750. Los lazos de parentesco entre los herederos de Pedro el mozo y Serafín Chacón continuaron por otras vías. Otra hija de Pedro, Juana Manuela, se casó con el sobrino de Lucas Serafín Chacón, Felipe Joseph Narvarte. Es probable que esta unión se haya realizado en las décadas de 1720 y 1730, ya que en una carta poder del año de 1748 se refiere a Juana como viuda de su marido “albacea testamentaria y tenedora de bienes”, así como la tutora y curadora de bienes de sus hijos menores de edad Felipe y Joseph Antonio.54 Felipe Joseph además fue nombrado albacea por su tío junto con María Ignacia y Pedro Serafín Chacón, su sobrino, para que llevaran a buenos términos sus disposiciones testamentarias en el año de 1745.55 Otra hija de Pedro Ruiz, Isabel Cayetana, tuvo un matrimonio de importancia para la familia. Isabel se casó en primeras nupcias con Juan Sebastián del Hierro, el 9 de junio de 1726, a la edad de 22 años y emigró a España, estableciéndose en la ciudad de Cádiz. De este primer matrimonio procreó tres hijos, Marcos Conde del Pinar, Joseph, quien fue presbítero, y Juana Marquesa de Villostoya del Hierro y Ruiz.56 52 AGN, Tierras, vol. 562, exp. 4. A lo largo de este expediente se encuentran una serie de recibos y cartas de finiquito de adeudos que se le debían a la familia Ruiz de Castañeda firmados por Clara Ruiz durante el año de 1746, siendo testigos sus hermanas. 53 AGN, Tierras, vol. 562, exp. 4, 65 - 69. Este documento es una carta poder donde refiere que las viudas Ruiz de Castañeda como su hermano Joseph y el apoderado de Isabel Ruiz, Joseph Fernández Méndez, nombraron a estos personajes para que los representaran en los distintos negocios de la familia. 54 AN, Ignacio Xavier Trejo Carvajal, núm. 668, vol. 4514, año 1748, s/f. 55 AGN, Tierras, vol. 560, exp. 1, ff. 1 – 10. 56 Solar, 1930, 23. 29 En su segundo matrimonio Isabel se casó con Rodrigo de Torres y Morales teniente general de la armada y caballero de la Justicia de San Juan, el 27 de enero de 1737 en la isla de León. Sus hijos de este segundo matrimonio fueron Rodrigo Joseph y Miguel Joseph de Torres y Ruiz de Rivera.57 Con este enlace los Ruiz de Castañeda y Rivera se ligaron a la nobleza peninsular, pues Rodrigo de Torres y Morales recibió del rey el título de marqués de Matallana en agosto de 1745.58 Es muy probable que por este nombramiento la familia Ruiz de Castañeda haya reforzado su prestigio entre la sociedad novohispana, pero es un tema que hay que investigar en futuros trabajos. La acumulación de honores entre las familias reflejaba sus logros, honor, pureza y longevidad y “los títulos nobiliarios eran tan sólo un tipo de tales honores”.59 Con respecto a Ana Manuela, otra hija de Pedro, se sabe únicamente que se casó con Francisco de la Sierra Vargas Machuga, originario de Cádiz y vecino de la ciudad de México. En la información testimonial de abril de 1726 que antecedió a esta unión,Francisco, de 35 años, declaró: “estoy tratado y concertado de traer matrimonio según orden de Nuestra Santa Madre Iglesia con doña Ana Ruiz de Castañeda, natural y vecina de esta ciudad, viuda y mujer legítima que fue del primer matrimonio de don Juan Antonio Ruiz que falleció hacia tiempo de tres a cuatro años”.60 De este enlace hubo tres hijos, Juana María, Josefa Cayetana y Antonio. Por último de Clara Francisca Ruiz de Castañeda sabemos que se casó con Vicente Manuel de Moya y Escaño. Se desconoce la fecha del matrimonio, pero pudo haberse realizado en las décadas de 1720 y 1730, cuando se casaron sus demás hermanas. Se ignora si Clara tuvo hijos de este enlace. Vicente fue albacea de Pedro Ruiz, junto con el hijo de éste, Pedro Joseph, y Serafín Chacón. 57 Idid., 24. 58 Ibid. Apéndice, 33 – 37. Carta Real en donde se crea el marquesado de Matallana. 59 Kicza, 1991, 84. 60 AGN, Matrimonios, vol. 229, exp. 3. 30 Era común en la época colonial que una persona contrajera segundas o terceras nupcias, en parte debido a la alta mortalidad de la época. Por lo mismo, era también frecuente tener diferencias de edad amplias entre los cónyuges.61 La muerte de la esposa llevaba la disolución de la unidad conyugal y el viudo contraía nuevas nupcias, mientras que la muerte del esposo llevaba el fin de la unidad familiar, “traspasando los poderes de la cabeza de familia y jefe de la casa al primogénito y sucesor”. 62 Si los hijos aún eran menores de edad, la viuda velaba por la unidad familiar y los bienes de la familia hasta volverse a casar o creciera el primogénito, como sucedió con las hijas de Pedro. María Ignacia enviudó alrededor de 1710 y se volvió a casar; Isabel enviudó en la década de 1730 y se casó por segunda vez en el año de 1737. También sus hermanas enviudaron a finales de los años de 1740, Ana Manuela quedó viuda de su primer matrimonio en la década de 1720 y su segundo enlace fue en 1726. Algo similar le sucedió a Clara al enviudar por esos años. Por último, en 1748 se refiere que Juana estaba viuda y con dos hijos menores. De los hijos varones de Pedro Ruiz se conoce muy poco. El bachiller Pedro Joseph Ruiz de Castañeda, tercer miembro de la familia con el nombre, fue presbítero domiciliario del Arzobispado de México. Heredó de su padre la hacienda Ascensión de Cristo, en términos del pueblo de Tacuba. En su memoria testamentaria dejó estipulado que se fundaran varias obras pías para conventos y hospitales, además de fundar capellanías rezadas para su alma. 63 Falleció el 15 de marzo de 1739. Del hijo menor de Pedro, Joseph, se sabe que poseyó el ingenio de azúcar Santiago Tenextepango, otorgado por herencia paterna en el año de 1736. Gracias al testamento de su padre se sabe que recibió de él 6,400 pesos al casarse. Por motivos que desconocemos hubo entre ambos un pleito, como consta de la siguiente declaración de Pedro contenida en su testamento: “y habiéndome puesto pleito ante los señores de la Real Audiencia de esta corte por la legítima materna me mandaron le diese 600 pesos en cada un año, lo que ha dado y estoy ejecutando hasta la presente como consta de sus cartas de pago”.64 61 Artís, 1994, 74. 62 Sanchiz, 2005, 364. 63 AGN, Tierras, vol. 561, exp.1, ff. 2 – 44 y AGN, Bienes Nacionales, vol. 428, exp.1. 64 AGN, Tierras, vol. 562, exp. 1. ff. 1 – 15. 31 Descendencia de Francisco A diferencia del patrón observado entre los hijos de Pedro el Mozo, los de su hermano Francisco siguieron en su mayoría la carrera eclesiástica, según consta en los inventarios de los bienes de Francisco realizados en 1737.65 Además, algunos de ellos fueron destacados integrantes de la jerarquía clerical. Por ejemplo, Juan fue prefecto del Colegio de San Ildefonso y Francisco fue miembro del cabildo de la Colegiata de Guadalupe. De Juan sabemos que nació en Tlalmanalco en 1715 y que en 1733 tomó la sotana jesuita. Como prefecto en el Colegio de San Ildefonso publicó el Panegírico de Nuestra Señora de Guadalupe, predicado en su santuario y real Colegiata en el año de 1766.66 Francisco Ruiz de Castañeda formó parte del primer cabildo de la Colegiata de Guadalupe al concederla el rey después que su abuelo y tío, los Pedro Ruiz de Castañeda, pidieran una prebenda para la familia por los esfuerzos realizados para fundar la Colegiata. Tomó posesión el 22 de octubre de 1750. Heredó de su padre la hacienda San Joseph que se localizaba en la provincia de Chalco, rumbo al pueblo de Tlalmanalco. Falleció el 28 de febrero de 1774. Joseph, otro de los hijos de Francisco, fue clérigo de órdenes menores, mientras su hermana Ana Gertrudis fue novicia en el convento de Santa Catarina. De los seis hijos de Francisco, sólo Vicente y Miguel Pedro no tomaron estado religioso y se les menciona en la documentación de la época como vecinos y hacendados de la provincia de Chalco. 65 AGN, Tierras, vol. 3548, exp. 3. 66 Beristáin, 1981. 32 Cuadro 1. Genealogía de los Ruiz de Castañeda P ed ro R ui z de C as ta ñe da = Is ab el d e P im en te l (1 71 2) (1 70 3) P ed ro = J ua na d e R iv er a N ic ol ás Ja ci nt a G er tru di s A lo ns o F ra nc is co = M ar ía S án ch ez L ey va (1 73 6) ( 17 39 ) (1 72 0) ( 17 37 ) P ed ro M a. Ig na ci a = Lu ca s J ua na = F el ip e Jo se ph A na = F ra nc is co Is ab el = R od rig o C la ra = V ic en te M an ue l J os ep h (1 73 9) S er af ín C ha có n N ar va rte de la S ie rr a d e To rr es y M or al es d e M oy a y E sc añ o (1 74 5a ) Fr an ci sc o J os ep h J ua n A na G er tru di s V ic en te M ig ue l P ed ro (1 77 4) E sp añ ol p en in su la r 33 33 CAPÍTULO 2. ENTRE LO RURAL Y LO URBANO, EL PATRIMONIO FAMILIAR En este capítulo se reconstruye el patrimonio material de los Ruiz de Castañeda. El objetivo es ampliar nuestro conocimiento y comprensión de las bases económicas sobre las que se cimentó la destacada posición social de la familia. La exposición se focaliza en Pedro Ruiz el mozo, por ser sobre quien mayor información se localizó. A fin de ampliar la visión sobre el patrimonio material y el ámbito geográfico de influencia de la familia, también se examinan las propiedades de sus hermanos Nicolás y Francisco, dueños de haciendas de labor en los alrededores de la ciudad de México. La reconstrucción que aquí se presenta está basada en el testamento e inventarios de bienes realizados a raíz del fallecimiento de Pedro Ruiz, acaecida en el año de 1736, y los avalúos de sus propiedades para otorgarlas a sus herederos en 1737. También se trabajó el testamento e inventarios de Francisco, fallecido en el año de 1737 e información notarial relativa al proceso de venta de las haciendas de Nicolás en el periodo de junio a agosto de 1739. Se mostrará que los Ruiz de Castañeda fueron una poderosa familia de hacendados vinculados al abasto de granos básicos para la ciudad de México en el primer terciodel siglo XVIII. Aunque tuvieron haciendas en otras provincias, sus principales propiedades se ubicaron en la de Chalco, la cual ha sido destacada en diversos estudios como el principal granero de la ciudad de México en el siglo XVIII y como una zona controlada por algunos de los más acaudalados personajes y familias de aquel tiempo. La importancia económica de la hacienda. Antes de presentar el patrimonio de los personajes señalados conviene referirse a la importancia de la hacienda en la economía y la sociedad novohispanas. El término genérico hacienda se utilizó en la época colonial para designar cualquier clase de bienes, muebles o 34 inmuebles. En lo que aquí nos interesa, la palabra también se empleó para designar una propiedad rural con tierras de extensión variable. “El tamaño por sí solo no bastaba para que una propiedad rural se convirtiera en hacienda. Por otro lado, las haciendas en general eran más grandes que los otros tipos de unidades de producción que existían”, 1 además de variar en la calidad de la tierra. En las primeras décadas que siguieron a la conquista española se otorgaban mercedes de tierra para cultivo o bien para la cría de animales. En un segundo momento las propiedades rurales en manos no indias tendieron a incluir tierras de cultivo junto con otras dedicadas a la ganadería. Existió una diversidad de arreglos funcionales y estructurales de la hacienda colonial dependiendo de la región del país que se tratare. Así, por ejemplo, mientras en el norte predominaron las propiedades ganaderas, en el centro lo hicieron las agrícolas. Un rasgo común asociado a la hacienda colonial fue el intento de sus propietarios de controlar los recursos naturales, la fuerza de trabajo y los mercados regionales y locales.2 La hacienda cumplía diversas funciones para sus propietarios. Su posesión era de gran valor para la elite novohispana, pues constituía un factor importante de adquisición y conservación de su rango social. A la vez era una inversión segura donde frecuentemente se invertían las ganancias obtenidas en actividades más riesgosas como el comercio y la minería. Las haciendas también eran utilizadas como garantía hipotecaria para la obtención de préstamos y financiamientos. Finalmente, como se dijo antes, constituían unidades productivas y mercantiles que muchas veces permitieron a sus propietarios controlar los mercados agrícolas locales y regionales. Las haciendas eran unidades productivas orientadas al mercado. En el centro de la Nueva España muchas de ellas producían granos y frutos de alto valor comercial como trigo, maíz, azúcar, ganado menor y en algunas partes del territorio novohispano pulque. Estos productos se destinaban principalmente a los centros urbanos, ofreciendo una ganancia segura y estabilidad económica a sus propietarios.3 1 Van Young, 1992, 140. 2 Wobeser, 1983, 51. 3 Kicza, 1986, 36. 35 Las tierras variaban de calidad y dimensiones dependiendo de la región y determinaban en buena medida la especialización de la hacienda. En el centro del país debido a la competencia con los pueblos de indios por el acceso y control de la tierra predominaron las propiedades de mediana dimensión, comparadas con algunas de las extensas haciendas que prevalecieron en el norte novohispano. En la provincia de Chalco las haciendas promediaron las mil hectáreas o menos.4 Para trabajar sus tierras las haciendas del centro y sur de la Nueva España dependieron de la mano de obra indígena, en su mayoría procedente de los pueblos circunvecinos.5 Los regímenes de trabajo variaron dependiendo de la combinación de diversos factores, entre ellos el giro productivo, las dimensiones de la hacienda, la capacidad económica de su dueño para contratar grandes contingentes de trabajadores y la situación económica y disponibilidad de tierras de los pueblos indios. El valle de México y sus alrededores brindaron condiciones favorables para el cultivo de granos, gracias a las tierras fértiles, la abundancia de agua, disponibilidad de mano de obra y la cercanía de la ciudad de México, el más importante mercado de la Nueva España.6 Un considerable y redituable patrimonio: las haciendas de Pedro Ruiz de Castañeda en 1737. Al finalizar el primer tercio del siglo XVIII, Pedro Ruiz el mozo era dueño de seis propiedades rurales: cinco haciendas de labor y un embarcadero en las cercanías de la ciudad de México (cuadro 2). El principal cultivo de las haciendas era el maíz, pero también se producían otros granos. Respecto de la forma en que las adquirió, sólo sabemos que la hacienda Guadalupe, la heredó de su padre y la de Huatongo la compró a 4 Artís, 1993, 209. 5 Ibid. 6 Wobeser, 1983, 36. 36 principios del siglo XVIII. Todas las haciendas pasarían a sus hijos poco después de su fallecimiento.7 Cuadro 2. Propiedades de Pedro Ruiz de Castañeda 1737. Propiedad Ubicación Valor (pesos) Giro Rubro Principal, % del valor total Destino Nuestra Señora de Guadalupe Chalco 65,463 Labor de maíz Tierras 78.5% Herencia María Ignacia San Isidro Labrador Chalco 20,707 Labor de maíz Tierras 22.0% Herencia Juana Embarcadero San Joseph Chalco 21,317 Transporte Construcciones 97.5 % Arrendamiento Nuestra Señora de Guadalupe Huatongo Coatepec 66,507 Labor de maíz Tierras 80.7 % Herencia Ana Manuela Ascensión de Cristo Nuestro Señor Tacuba 25,601 Labor de trigo Tierras 66.6 % Herencia Pedro Joseph Santiago Tenextepango Cuautla de Amilpas 92,089 Ingenio de azúcar Estancia de ganado 22.0 % Herencia Joseph Como se muestra en el cuadro, tres propiedades estaban localizadas en Chalco, otra en Coatepec, una en Tacuba y otra más en Cuautla de Amilpas (mapa 1 y 2). De acuerdo con los inventarios consultados, tres haciendas se concentraban en la siembra del maíz, otra en el trigo y otra en la producción de azúcar. 7 Adicionalmente, sabemos por varios documentos que Pedro Ruiz tenía negocios en el norte de la Nueva España, como su padre. Era aviador de varios hacendados y mineros, así como de comerciantes. En 1717 hay una escritura de obligación y contrato con Pedro Ruiz de Castañeda el mozo, con las condiciones, hipotecas y calidades con personajes de Guanajuato como Pedro de Sardeneta y Legaspi, Francisco Derbez y Joseph Sardeneta y Legaspi, los tres a favor de Pedro Ruiz de Castañeda por la cantidad de 70,000 pesos para los avíos de la mina de Rayas. AGN, Tierras, vol. 561, ff. 50. 37 Para apreciar mejor la importancia social y económica que implicaba tener propiedades en Chalco, primero se describe el entorno agrícola de esta región, a continuación se examinan las haciendas de Pedro Ruiz y después las de sus hermanos Francisco y Nicolás. Cierra el capítulo con el examen de los bienes urbanos de Pedro y otros miembros de su familia. Un provechoso entorno agrícola: la provincia de Chalco El valle de Chalco se localiza al sureste de la ciudad de México, entre los estados actuales de Tlaxcala, Estado de México, Puebla y Morelos. Su altura promedio es de 1,600 metros y el clima fresco y con precipitaciones moderadas.8 Durante la época colonial la jurisdicción se subdividía en los partidos de Chalco, Tlalmanalco, Temamatla, Tenango, Amecameca, Xuchitepec, Ozumba, Chimalhuacan y Ecatzingo. La provincia fue un área de interés para los colonos españoles y las autoridades virreinales, quienes hicieron de este un territorio agrícola para servir de granero a la ciudad de México y otras regiones aledañas.9 Poco a poco cobró importancia debido a su producción agrícola y al intenso tráfico comercial en canoas que se realizaba con la capital virreinal a través
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