Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS JUAN REJANO: REFLEXIONES SOBRE SU POESÍA. T E S I N A QUE PARA OPTAR POR LA LICENCIATURA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS PRESENTA SUSANA MARÍA GLORIA TRAPOTE ALAMINOS MEXICO, D. F. 2006 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS. Son muchas las deudas de gratitud contraídas con diversas personas en el proceso de esta tesina. En primer término a Juan Rejano. Al poeta y al hombre que conocí de cerca y a quien le debo, en cierta forma, el amor a mi carrera y a la literatura.. En segundo lugar, a mi directora de tesina, la licenciada y profesora María Isabel Rull Valdivia, quien con su ayuda , asesoramiento y entusiasmo me alentó para que no decayera este trabajo, labor que ya traía entre manos años atrás, y que por razones ineludibles no podía darle forma final. Sus consejos, de toda índole, y su comprensión fueron para mí aliento y agua en el desierto. Sólo gracias a ella creo ver materializado un sueño, una asignatura pendiente. Gracias a mis sinodales, que serán los primeros lectores y críticos y a quienes de antemano agradezco y valoro las observaciones y sugerencias que me hagan. Habré de tenerlas presente siempre. Deuda de gran peso es la que tengo con mis padres, con mi hijo Diego Ramiro y con mis hermanos, quienes contribuyeron con su apoyo moral a realizar este homenaje, inferior con mucho, al entrañable amor que nos inspiró Rejano. Deuda impagable asimismo es la que contraje con todos mis maestros de la UNAM, porque ellos me inculcaron el amor a la literatura, ese sentimiento fundamental para emprender cualquier acción humana. Amé y amo mi carrera, y con ese amor he enseñado a mis alumnos. A mis amigos, todos, gracias, pero en especial a Carmen Castellot, quien siempre animó para que este trabajo llegara a su fin, y gracias porque ella, tan amiga igual de Juan Rejano e hija de refugiados, supo comprender mi sentir interior por el poeta cordobés y mi ansia por realizar este homenaje. También quiero dejar patente mi agradecimiento a todos los autores que he leído y citado en el curso de este trabajo, dedicado a uno de los temas más nobles de la Historia del Siglo XX: El exilio y sus poetas en México. Gran agradecimiento a los autores que con rigor y amor analizaron los acontecimientos de la Guerra Civil Española (1936-1939), que tanto interés provocó en las mentes y plumas más preclaras de la época. Gracias a este México nuestro que supo abrir los brazos y dar amor. A todos, a la España Republicana, a sus héroes caídos en la Guerra, a los que repartidos llegaron a nuestro maravilloso México para dejarse conquistar por los mexicanos y hacernos uno de ellos. A todos, mil gracias. INDICE AGRADECIMIENTOS INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I. Juan Rejano: poesía entre dos guerras CAPÍTULO II. Juan Rejano: el exilio CAPÍTULO III. Juan Rejano en México CAPÍTULO IV. Juan Rejano y la poesía CAPÍTULO V: Reflexiones sobre La tarde CONSIDERACIONES FINALES CRONOLOGÍA HEMEROBIBLIOGRAFIA Quiero a veces huir, huir adonde La memoria está exhausta Y sólo es un acorde suspendido Sin ayer ni mañana; Huir a donde el hombre anida con el sueño Más allá del espejo en que se abrasa, Más allá de la duda, Más allá, más allá de la esperanza. (Juan Rejano: La tierra y la sangre). INTRODUCCIÓN Una faceta muy importante del exilio español en México, y en general de todo el exilio, es la literatura. La Guerra Civil Española de 1936-1939 llegó a interrumpir un momento literario verdaderamente excepcional que se estaba dando en la península. La mayoría de los poetas, escritores, artistas e intelectuales que animaban la vida espiritual de la época tuvieron que tomar partido por uno u otro de los bandos en contienda: los llamados nacionales y los republicanos. Finalizada la guerra con el triunfo de los nacionales, los partidarios de la República tuvieron que emprender el doloroso camino del exilio. Fue así como muchos llegaron a México: León Felipe, Luis Cernuda, Pedro Garfias, Juan Rejano, Enrique Díez Canedo, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Juan Domenchina , Adolfo Sánchez Vázquez y Max Aux, entre otros. Aunque la mayoría era conocida en España, muchos de ellos fraguaron su verdadera personalidad literaria durante su exilio. Al margen de la valoración crítica de la obra respectiva de estos grandes creadores, me he enfocado hacia la figura de Juan Rejano en cuyo nombre he tratado de encarnar un momento crucial de la historia del exilio español que, en rigor, es la del exilio de la literatura misma, pues literatura y exilio están profundamente relacionados por cuanto son los poetas y los escritores quienes con sus mundos perdidos, se construyen la experiencia de los desplazados, el extrañamiento del hombre. De esa nostalgia nace el verdadero arte contemporáneo. La razón motivadora del presente trabajo es, en primer, lugar la deuda personal contraída con Juan Rejano puesto que fue gracias a él que mi abuelo, mi madre y mi tío pudieron venir a México, deuda que me propongo saldar homenajeándolo a través de esta investigación sobre su vida y parte de su obra y considerarlo dentro de su Libro de los homenajes, donde él con versos de amistad y gratitud se refirió a sus amigos escritores, artistas y gente común. ¿Podría, acaso, quedar fuera de esa gran mansión el mismo arquitecto? La elección de Juan Rejano como tema de esta tesina, además de la razón ya expuesta, obedece al hecho de que en él se encuentran dos dimensiones del exilio: la política y la poética, razón más que suficiente para la justificación del trabajo de esta índole. Juan Rejano no es sólo un cantor de primer orden, sino que también fue un infatigable activista político que puso su canto al servicio de una causa noble: la justicia social y la paz mundial. De la España que aloja en su cuerpo y en su espíritu, nacerá su poesía del exilio, transida de experiencias y emociones únicas. La nostalgia es el elemento recurrente de su lírica, que es como un río que fluye apacible, sin ruidos de montaña, pero que está ahí con su presencia real, recordándonos que es un río. Nuestro poeta nunca regresaría a su España querida, la muerte, inoportuna siempre, lo encontró en México a tan sólo unos meses de poder lograr su gran deseo. No regresó, pero sí su obra, porque años más tarde se publicaría allá Juan Rejano. La mirada del hombre, y su natal Córdoba crearía la Fundación Juan Rejano. No regresó, pero logró compartir sus sueños con nosotros, enviarnos las señales de su interior, su temple poético y su esencia humana. Recordar a Juan Rejano –hombre y poeta de pura sangre-es sacarlo un rato de mi corazón donde está anclado, para llevarlo a otros corazones sensibles, a otros mexicanos de los que él se rodeó en aquel inolvidable Suplemento Cultural del periódico El Nacional, dirigido por él durante muchos años. No son escasos los nombres de los poetas mexicanos de hoy que hicieron sus debut en aquella tribuna, la otra “morada cordial” que él edificó con generosidad para quienes aún tenían el verbo vacilante, pero con esa sensibilidad, obligada para ser poeta. Siempre tuvo Rejano una palabra amiga para los jóvenes que se acercaban a él en busca de consejos literarios y de los que exigió rigor por sobre todas las cosas. Desde mi condición humilde me he propuesto recoger los momentos culminantes de la personalidad del poeta y su obra, así como entregar una reflexión personal de su último poema-libro titulado La tarde, como deuda obligada de amor y gratitud para con él. Incursionar en su quehacer de hombre y de poeta es topar con un aspecto primordial de mi propia vida, pues sólo la poesía –la gran poesía- nos ayuda a reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra auténtica faceta humana. La fuente primera para la elaboración de este ensayo ha sido la obra de Rejano en la que se conjuga el poeta –memoria sentimental- y el político: labor en pro de la paz mundial y promotor de una cultura hispano mexicana. Adentrarme en sus versos, a más del goce que representa este ejercicio, es rastrear la esencia del exilio, el significado del corte brutal de sus raíces y el compromiso con el nuevo destino. Cada uno de sus versos ha sido vivido y luego transformado por esa magia de la poesía que convierte el dolor en belleza. Para de este trabajo se investigó la obra del poeta así como testimonios escritos y orales para mostrar una visión que abarcara aspectos profesionales y personales. Para situar a nuestro poeta dentro de su realidad histórica, en los tres primeros capítulos se hace una breve reseña de su biografía tanto en España como en el exilio, siendo más profunda esta última. En el capítulo cuarto entregamos un comentario personal sobre la poesía de Rejano, intentando definir algunos rasgos característicos de la misma. En el capítulo quinto encontramos una reflexión, también personal sobre su poema póstumo titulado La tarde, en todos sus cantos. En las consideraciones finales se hace una revisión sobre lo expuesto y sin que se pretenda llegar a conclusiones definitivas o acabadas. Se incluye una cronología en la que aparecen los hechos más relevantes de la vida del poeta y la publicación de sus obras. Mírame aquí, lejana España mía, devanando en tu imagen mi agonía, madura la pasión, la sangre alerta. (Juan Rejano Estoy bajo tu piel) CAPÍTULO I: JUAN REJANO. POESÍA DE ENTRE GUERRAS. El primer asunto que nos interesa presentar sobre nuestro poeta es a qué grupo perteneció en España dentro de la literatura. Después de la brillante cosecha del Modernismo, cuando cabía pensar que el espíritu se encontraba agotado, empiezan a surgir grupos, escuelas, fórmulas, que si bien unas se fueron hacia el verso libre, otros derivaron hacia la poesía tradicional, no cultivada ni entendida como copia mimética de lo que había sido en siglos anteriores, sino remozada y afinada tras la experiencia de los últimos años; otros se fueron hacia la lírica popular, también remozada y coloreada con nuevos matices, y otros, finalmente, hacia una depuración de elementos formales que los acerca, o así al menos lo creían ellos, a la poesía desnuda, esencial. El tricentenario de la muerte del poeta Luis de Góngora (1927), fue una llamada, sobre todo al grupo de los poetas universitarios, para que se volviera al gusto por los esquemas clásicos –el soneto, la décima, el romance- y, lo que vale más: a la lucha por el ritmo, la música y el color. La historia se da por generaciones o por grupos, y los hombres que comparten una forma de vida y actividades y que han nacido dentro de un período no mayor de 15 años, podría decirse que pertenecen a un mismo grupo1, y tomando en cuenta esto, vemos que las fechas de nacimiento de algunos poetas que convivieron con Juan Rejano están muy cercanos, como por ejemplo Pedro Salinas (1891), Jorge Guillén (1893), Gerardo Diego ( 1898), Emilio Prados ( 1899), Luis Cernuda ( 1902), Rafael Alberti ( 1902) y Manuel Altolaguirre ( 1905). Juan Rejano, por su nacimiento ( 1903), entraría en esta nómina y fue amigo de casi todos. Ciertamente no formó parte como ellos de la Residencia de Estudiantes, el centro cultural más sobresaliente de la época, pero sí publicó en La Gaceta Literaria, una de la revistas del grupo, así como en Litoral, de Málaga. Además, completó su formación con los grandes poetas malagueños representativos del grupo, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, quienes pusieron a Rejano en contacto con Manuel Moreno Villa, Rafael Alberti y otros más, amistades que ya en México se conservaron y se acrecentaron. Un hecho más que nos permitiría ubicarlo junto a los poetas antes mencionados, es que está incluido, con varios más, en las antologías de Francisco Giner de los Ríos en Las cien mejores poesías españolas del destierro y de Mario Puccini, en el Romancero de la resistencia española . Otro requisito indispensable para que formara parte de este grupo sería la existencia de un hecho decisivo de índole cultural, político o histórico que aglutina a sus miembros. 1 Referido por Aurora de Albornoz, en Juan Rejano. La mirada del hombre, solapa. Este hecho estaría conformado por tres elementos: El tricentenario de la muerte de Góngora, la dictadura de José Antonio Primo de Rivera y la Guerra Civil, que obligó a la mayoría de los poetas de este grupo a emprender el camino del exilio, finalizada la conflagración de 1939. Si bien, Juan Rejano podría, por las características dadas pertenecer al 27, no lo consideramos así, debido a que su personalidad poética – literaria se formó en el exilio y ello le da una connotación diferente. Juan Rejano nació en Puente Genil, provincia de Córdoba, en 1903. Hizo sus primeras letras en su tierra natal. En Málaga realizó estudios de música, campo en el que llegó a destacar como violinista.2 Los estudios de profesionista, que no concluyó, los realizó en Madrid. Para 1923, a los 20 años, ya contaba con un libro de versos titulado Poemas Meridionales, en los que advierte la influencia de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío. El libro fue prologado por el poeta andaluz Salvador Rueda, pero nunca se publicó.3 Entre 1924 y 1925 hizo su servicio militar en Marruecos. Desde allí se trasladó a Málaga que es donde amplía su formación literaria al lado de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. La amistad con ellos le permitió conocer a algunas figuras intelectuales importantes de la época. En ese mismo año de 1927, en la imprenta Sur publica, junto con otros jóvenes, la revista Málaga Liberal. Rejano escribió Los romances apasionados entre los años de 1927 y 1930, libro de poesía que tampoco vio la luz. Por esos años publicó el ensayo El Modernismo, pero como señala Germán Gullón, “ni Manuel Altolaguirre ni Emilio Prados, ni Juan Rejano hicieron crítica literaria, fuera de artículos periodísticos o de revistas”.4 Durante 1931 lleva a cabo diversas actividades periodísticas y colabora en el Partido Comunista. Vive en Madrid donde fue secretario de la editorial Cenit, dirigida por Rafael Giménez Siles. Esta casa editaba para España y América Latina diversas obras de prestigiados escritores del momento. Simultáneamente, Rejano escribió artículos de crítica en el periódico madrileño El Sol. En 1936 dirige en Málaga el diario demócrata Amanecer, donde colaboró con los hermanos Blasco Alarcón, y al estallar la Guerra Civil dirige el diario republicano El Popular. Lucha en Málaga, donde hubo combates muy crudosy es en esta ciudad donde forma un gabinete de prensa y propaganda por encargo del gobernador de la provincia; también llevó a cabo actividades de enlace y difusión en los frentes de batalla. A la caída de esta ciudad andaluza, en febrero de 1937, el Partido Comunista lo envía a Valencia para fundar el diario Frente Rojo, del que será redactor en jefe. Hacia julio de 1937 tuvo la oportunidad de asistir al “Segundo Congreso de Escritores Antifascistas”. Caída la ciudad de Valencia fue trasladado a Barcelona y allí colabora en el periódico catalán La 2 Juan Rejano, Algunos datos biográficos de Juan Rejano, suplemento cultural de El Nacional, 28 de octubre, 1945, p.4. 3 Juan Rejano, Un prólogo inédito de Salvador Rueda, en El Nacional, 13 de septiembre, 1951, p. 3 y 5. 4 Germán Gullón, El ensayo y la crítica, El exilio español de 1939, Madrid, Taurus, 1976, v. IV, p. 268. Vanguardia, uno de los de mayor circulación durante la guerra. Publicaba un artículo diario, en la sección que se llamaba De un momento a otro, y lo firmaba con el pseudónimo de “Genil”. En estos artículos narraba acontecimientos bélicos y otros temas de carácter internacional. “Su pluma en esa época estuvo al servicio del pueblo, al tiempo que realizó importantes tareas de enlace y difusión... ”5 Ocupada Barcelona por los franquistas (26 de enero de 1939), cae la República y con la derrota se inició el éxodo masivo a Francia, donde estaban los campos de concentración. Comenzaba la incertidumbre, la tragedia para los millares de españoles que atravesaron Los Pirineos. Había entre los desplazados: intelectuales, profesionistas, obreros, campesinos, hombres, mujeres, niños y niñas, todos con la desesperación y desgarramiento por dejar España, a sus seres queridos, familiares y amigos, expuestos a toda clase de represalias absurdas y crueles por parte del nuevo régimen fascista. Mauricio Fresco, diplomático mexicano apunta: “Ser español en esos momentos, significaba ser peregrino de la libertad y misionero de la justicia entre los hombres”.6 Juan Rejano fue recluido en el campo de concentración Ángeles-suz-Mer. Manuel Gómez Hidalgo nos relata cómo eran esos campos: “playas cercadas de alambradas, infectos barrancones, vigilados por soldados senegaleses y gendarmes. Esporádicamente eran visitados por caballeros correctos y regordetes, de impecable chaqueta y gesticulación grandilocuente cuando formulaban alguna promesa”.7 Posteriormente, Rejano fue a dar a un albergue que la “Asociación de Escritores Franceses” había dispuesto, cerca de París, para un grupo de sus homólogos españoles. Adolfo Sánchez Vázquez, gran amigo desde entonces de nuestro poeta y que convivió con él en ese albergue, nos cuenta que Rejano, después de dar largos paseos por los jardines y bosques se recluía en su habitación para escribir. Aquellos poemas apasionados, nacidos allí al inicio del exilio, fueron después recopilados en el libro titulado Memoria en llamas.8 Estando en este albergue, les llegó la noticia de su traslado a México, acogidos a la generosidad hospitalaria que el General Lázaro Cárdenas brindaría a los republicanos españoles. Arribó nuestro poeta al Puerto de Veracruz, México, a bordo del barco llamado Sinaia. 5 Miguel Bautista, El escritor y la praxis política (J.R.), en Revista Mexicana de Cultura, suplemento de El Nacional, 25 de julio, 1976, p.3. 6 Mauricio Fresco, La emigración republicana española. Una victoria de México, p.23. 7Manuel Gómez Hidalgo, El exilio español, Cuadernos del Sur, Diario Córdoba, año XIV, núm. 655, jueves 23 de nov., 2000, p. 6. 8Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p.177. Dicen que al morir le hallaron a España dentro del pecho. Juan Rejano: Escrito en la arena. CAPÍTULO II: JUAN REJANO. EL EXILIO. El exilio español fue uno de los desplazamientos humanos y políticos más trágicos de la primera mitad del siglo XX. Los expatriados cruzaron la frontera francesa derrotados, sin nada, con el cuerpo y el alma heridos. Arrancados de cuajo de su contexto cultural, de su patria, de su geografía y sin documentos que los acreditaran como seres humanos, estos héroes románticos que defendieron hasta morir sus ideales fueron arrojados a los campos de concentración en Francia. Sólo les quedaba a este mar de españoles el idioma, que con su fuerza abrigadora fue la cobija para cubrir la miseria a la que fueron arrojados. Y no hay que olvidar, so pena de borrar ese fragmento de la historia, que fueron ellos las primeras víctimas del fascismo, que hizo de España su campo Marte para ensayar sus bombas y para acabar con todas las Guernicas del mundo. Sus hermanos menores, los fascistas españoles celebraron su victoria de pequeños aliados del Eje asesinando a los inocentes que no pudieron salir de su patria y que tuvieron nexos con los expatriados. En esta absoluta orfandad, hubo países como Rusia y México que tendieron la mano a España durante la guerra y después de la derrota. El Gobierno de México, con el presidente Lázaro Cárdenas quien conservaba cordiales relaciones con el pueblo ibero, no aceptó reconocer al régimen que derrocó a la república, ateniéndose a las normas de la política internacional que informa la Doctrina Estrada (México no reconocerá a ningún gobierno emanado de la violencia), por lo que le abrió las puertas a un buen número de aquellos refugiados que salieron huyendo del campo de carnicería en que se había convertido España a partir del 18 de julio de 1936. “México (...) fue el más hospitalario de los países de la emigración. El presidente Lázaro Cárdenas, por medio de la embajada en Francia y del SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles), creado por el gobierno de Juan Negrín, negociaron con las autoridades francesas la salida paulatina de los campos de concentración”.1 La generosidad de México fue muy grande y su compromiso con la democracia más, pero antes de dar albergue a los refugiados adultos, se preocupó por los niños españoles, “un contingente de cuatrocientos cuarenta niños y huérfanos provenientes, fundamentalmente de Valencia, en junio de 1937”.2 La situación en España con la guerra civil se fue agravando y en 1938 Daniel Cossío Villegas, por ese entonces embajador de México en Portugal, sugirió al presidente Lázaro Cárdenas “que el gobierno mexicano abriera sus puertas a un grupo de intelectuales de amplia reputación para que prosiguieran su labor en nuestro país.(...)”. La idea recibió, 1 Mauricio Fresco, la emigración republicana española. Una victoria de México, p.23. 2 Víctor Alfonso Maldonado, Vías políticas y diplomáticas del exilio, El Exilio Español en México (1939-1982), p. 26. además de la simpatía del presidente Cárdenas, el apoyo de algunos destacados mexicanos que, como Alfonso Reyes, Genaro Estrada, Jesús Silva Herzog y otros habían conocido de cerca la situación imperante al haber viajado a la sazón por España y que en una u otra forma estaban comprometidos con las causas y el ideal de la República.3 Hay testimonios del propio Daniel Cossío Villegas.4 La política del general Lázaro Cárdenas hacia la República española y los refugiados fue de singular relevancia, no sólo para la supervivencia de éstos, sino para su participación e integración en la vida económica, social y cultural del país. Entre sus decisiones políticas más importantes estuvo la de otorgarles en 1940 la ciudadanía mexicana a aquellos que así lo requirieran o desearan, y más de un sesenta por ciento, lo hizo. Al constituirse en 1945 el gobierno republicano en el exilio de Giral, México lo reconoció oficialmente. Fiel al principio de no aceptar ningún gobierno conayuda militar extranjera, México no aceptando el de Francisco Franco. La que es considerada la primera gran oleada de emigrantes españoles llegó a México en el barco Sinaia. Los pasajeros tenían plena conciencia del momento histórico que estaban viviendo y así lo encontramos en la edición del diario Sinaia: Diario de la primera expedición de republicanos españoles a México - editado por Juan Rejano el 12 de junio de 1939-, lo que marcará su actividad literario-periodística a partir de ese momento. No sólo se trata del primer testimonio escrito y gráfico de la emigración, sino del auténtico vínculo entre los refugiados que huyeron de España con una nueva patria. Durante la travesía a bordo del Sinaia, se hace evidente la conciencia que tienen todos los refugiados de su destino. Juan Rejano no deja de recordarles la importancia del compromiso que ellos tenían tanto con la tierra que abandonaban como con la que los recibía. Así, Rejano, escribió: No vamos como turistas, somos, simplemente, refugiados políticos acogidos a una generosa hospitalidad. Por ello, desearíamos que cada uno, particularmente, se trazase una conducta a seguir, basada en el principio de mutua convivencia y de simpatía hacia el pueblo que nos acoge (...) No olvidemos esta consigna básica: moralidad, honradez, fidelidad a los principios democráticos, y sobre todo, no olvidarse de que un día retornaremos a nuestra patria y de que esas conductas de hoy serán páginas imborrables en los anales de la República.5 Esta esperanza del retorno que mencionó nuestro poeta aún a bordo del Siania, nunca lo abandonó, siempre estará presente en sus escritos, prosa o verso, y también en sus charlas amistosas, aún cuando en esas charlas también comentó que desde que pisó la ciudad de Veracruz, ésta le recordó su infancia y los pueblos andaluces; también la esperanza del retorno se hacía presente ya que en Veracruz tenía que ir dos veces cada día a un antiguo barco español, el “Manuel Arnús”, que se encontraba anclado en el puerto. Si en 3Víctor Alfonso Maldonado, Vías políticas y diplomáticas del exilio, p. 26. 4Daniel Cossío Villegas, Autobiografía, p. 25. 5 Sinaia. Diario de la primera expedición de republicanos españoles a México, p.6. Veracruz encontró rasgos españoles, también empezó allí la integración de nuestro poeta con lo mexicano. Entre las preocupaciones de nuestro poeta a bordo del barco que lo llevaría a nuevas tierras, está la de proporcionar información a los tripulantes sobre el pensamiento político y social del presidente Lázaro Cárdenas, a quien le dedican amplia cobertura en las páginas del mismo diario en una sección que se titula El pensamiento de Cárdenas. Igualmente relevante es el conocimiento adquirido sobre la independencia del nuevo país, sobre el petróleo, agricultura, hidrografía y orografía, la economía, así como la reproducción de corridos de la Revolución mexicana. Manuel Andujar refiere esta etapa del Sinaia y la publicación de su Diario, con las siguientes palabras: Apenas salíamos a cubierta quienes de ‘infantería’, hicimos, mal que bien, el citado diario. Ramón Iglesias ilustre historiador no se despegaba (...) su aparato de radio, que en alta mar recogiera las noticias de un mundo que se deslizaba...Con sus apuntes hacíamos la ‘información del exterior’. Lectores seguros, ávidos, todos los de la expedición. Entrega y repartos gratuitos. Se anunciaban las conferencias, los conciertos de la ‘Banda Madrid’, bajo la batuta del maestro Oropeza. Era el Sinaia portavoz de propósitos creativos e instructivo, donde no faltaban anécdotas (...) artículos de geografía e historia de México (...) nociones en suma, que habrían de ambientarnos para un cortejo y ensamble, que concitaban, aún transidos por la derrota material, nuestra esperanza6 El viaje, desde las costas de Francia por el Atlántico duró 18 días y el boletín del Sinaia fue un medio de comunicación, y entre sus colaboradores estuvo Susana Gamboa, quien viajaba como representante del gobierno mexicano. Se publicaron 17 boletines. Susana Gamboa escribió el primer artículo y el 12 de junio, un días antes de llegar a Veracruz, salió el último titulado Homenaje a Méjico (sic), cuya organización y dirección estuvo a cargo de Juan Rejano, quien contribuyó con un artículo en el que exalta la política del presidente mexicano. También en este número se publicó el famoso poema Entre España y México del poeta andaluz Pedro Garfias, escrito a bordo del barco y el que fue muy sentido por todos los exiliados y después por sus descendientes. El boletín Sinaia, podríamos decir, que para nuestro poeta cordobés representó el preámbulo de la extensa y gran labor que realizaría por años en México como director de suplementos y revistas y como periodista, enriqueciendo el periodismo mexicano y dándole la oportunidad a jóvenes escritores de aquella época y posteriores. El 13 de junio de 1939 desembarcaron en el puerto de Veracruz. Ese momento, como otros de gran significado, fueron narrados años más tarde por Rejano en su libro La esfinge mestiza, donde encontramos varias reflexiones sobre la última visión que tuvo de su España querida, la que le quedó para siempre “ en la retina y en el corazón”:7 Yo solo, apoyado en la borda, secas las manos y agarrotadas una en otra, 6José Luis Abellán, El exilio español de 1939 (Guerra y Política), t. II, p. 23. 7Juan Rejano, La esfinge mestiza. Crónica menor de México, p.14. los ojos fijos y adoloridos, como una agonía lenta, contemplaba mis viejas tierras de Andalucía... mucho más allá, adivinándolo, el rezago de mi Córdoba natal, amodorrado entre olivares, acunando el dolor de los míos, de mis gentes queridas.8 Sin embargo, aunque no aparta la visión de lo que ama, Veracruz y su gente lo deslumbran, los veracruzanos hablan a semejanza de los andaluces, pero son más corteses, y en cuanto a la ciudad, en estos términos la describe: Los colores vivos de las casas, el trazado de las calles. Algunos balconcillos o rejas que se divisan, la claridad cegadora que todo lo envolvía...9 Sabido es que la vida y obra de un poeta se entrelazan con frecuencia de manera inexplicable y en graduaciones diversas. Las de Juan Rejano constituyen un tejido de tal intensidad que resulta imposible separarlas como ámbitos distintos, incluso opuestos. Rejano, el hombre de carne y hueso, se vincula con el poeta, así como con las ideas y el compromiso social. Su labor periodística no constituirá únicamente un ejercicio de supervivencia, sino una forma más de llevar sus ideas al escenario de lo social, y de la transformación de la sociedad. Su compromiso lo llevó a participar activamente y así es como “desde 1959 fue dirigente del Partido Comunista de España y de ahí durante todo el exilio lucha desde las filas o puestos directivos del partido con la mirada puesta en el objetivo más inmediato: la liberación de su patria, y en el más lejano, la emancipación del ser humano. Juan Rejano fue y murió siendo comunista”.10 Semejante compromiso significaría para él defender el realismo socialista, sin embargo, “como marxista convicto y confeso, Rejano defendió estéticamente el realismo socialista, pero fue lo suficientemente inteligente como para no convertirlo en dogma”11 8 Ibid,p.14. 9Ibid, p. 21. 10 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p. 177 11 Manuel Aznar, Ética y Estética de Juan Rejano, ensayista exiliado, en Juan Rejano y el exilio de 1939 en México, p. 95. Aún recuerdo: llegué ciego a tu orilla, con un grito fragante la tierra alboreaba y me abracé a tu pueblo como a un árbol de luz. (Juan Rejano : La tarde) CAPÍTULO III: JUAN REJANO EN MÉXICO. El verdadero exilio español en México se inicia en el Sinaiacon la poesía de Pedro Garfias y el boletín del viaje dirigido por Juan Rejano. Comienza con la literatura que emite su inmenso grito a bordo del buque antes de que tocara tierra. Buen principio para el país que, desde un inicio, les abrió las puertas de su casa. El grito de Pedro Garfias, de angustia y esperanza, es el que todos los pasajeros llevaban por dentro. Así, desde el mar Entre España y México, entre estos versos del poeta andaluz se abren camino los refugiados: Qué hilo tan fino, que delgado junco -de acero fiel- nos une y nos separa con España en el recuerdo, con México presente en la esperanza.1 Separados y unidos por ese junco de acero fiel entran uno por uno los españoles a México. La separación es una angustia mortal, un dolor físico y una súplica, casi franciscana, a su patria, pero a la vez un grito de gratitud al país que los acogía: España que perdimos, no nos pierdas, guárdanos en tu frente derrumbada, conserva a tu costado el hueco vivo de nuestra ausencia amarga, que un día volveremos más veloces (...) pueblo libre de México: como otro tiempo por la mar salada te va un río español de sangre roja, de generosa sangre desbordada. Pero eres tú esta vez quien nos conquistas, y para siempre ¡oh vieja y nueva España!2 Aquí está el exilio, el pasaporte poético de esos grandes indocumentados. Casi todos los poetas del exilio, por no decir todos, escribieron como si estuvieran a bordo del Sinaia, en la frontera de esa línea, el hilo fino que los une y los separa de esa España que llevan en la entraña, de esa que invocan con mortal angustia para que no los olvide, para no olvidarla. Así lo hizo Juan Rejano, tal vez uno de los que más se ajusta a ese límite, casi invisible, 1 Poesía y exilio: los poetas del exilio español en México, p. 98. 2Ibíd., p. 98. pero de acero fiel, rememorando a García Lorca, y uno de los que más transmitió la nostalgia a través de su pluma poética: con un cuchillo, con un cuchillito, (...) que apenas cabe en mi mano, pero que penetra fino por las carnes asombradas y que se para en el sitio donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito.3 Instalado nuestro poeta en Veracruz, admirando paisaje y gente, recibe la ayuda de Alfonso Reyes quien por intercesión de José Mancisidor, le facilitó la llegada a la ciudad de México donde estableció contacto con su antiguo amigo Giménez Siles, con quien ya había trabajado en Madrid en varias revistas y en la Editorial Cenit. Ahora fundarían juntos (julio de 1939), la Editora y Distribuidora Ibero Americana, S.A. (EDIAPSA), empresa que crearía en la Alameda Central la primera “Librería de Cristal” como un nuevo tipo de librería popular. En 1940 EDIAPSA inicia la publicación de la revista literaria Romance, subtitulada Revista popular hispanoamericana, la cual fue concebida por un grupo de jóvenes escritores españoles entre los que estaban Antonio Sánchez Barbudo y Lorenzo Varela a quienes después se unió Juan Rejano, como portavoz cultural y como medio de expresión de la unidad y solidaridad entre los países hispanoamericanos. Romance fue considerada por varios una de las mejores revistas literarias, redactada y dirigida por emigrados, por la amplitud de su contenido y por su innovador diseño gráfico. En el “Propósito” se señala la vocación hispanoamericana de la revista: Romance – se decía- aspira a recoger en sus páginas las expresiones más significativas –por la calidad de su pensamiento y sensibilidad- del movimiento cultural hispanoamericano.4 Por otra parte, el filósofo y gran amigo de nuestro poeta, Adolfo Sánchez Vázquez, quien también colaboró en la revista, escribe: “A Rejano se debe en su mayor parte, una de las mayores empresas literarias de la nueva época en Hispanoamérica: Romance”.5 El proceso de asimilación a México debió de ser bastante difícil, si tomamos en cuenta que nuestro poeta no vino “a hacer la América”; él, como todos, se vieron obligados a abandonar su patria para poder conservar la vida, y su estadía en este país era de paso. Vivían con la esperanza del regreso, esperanza que murió cuando terminada la Segunda 3 Federico García Lorca, Bodas de Sangre, en Obras Completas, p. 1180. 4 José Luis Martínez, Las Revistas del Exilio Español en México, en Poesía y Exilio: Los poetas del Exilio Español en México, p.274. 5 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p.83. Guerra Mundial, los Estados Unidos de Norteamérica hicieron de Francisco Franco su aliado en la llamada “guerra fría” entre Rusia y Norteamérica. Aunque Juan Rejano mantenía la llama de la esperanza encendida, se nacionalizó en 1941 mexicano, y su Crónica menor de México, La esfinge mestiza nos señala que “un refugiado es el que tiene dos patrias”, y que su deber no era olvidar España, sino amarla y agradecer intensamente a su nueva patria adoptiva. Dos amores, dos patrias por las que trabajó con toda su alma. El amor a ambas está presente en toda su obra y un poco más en su Libro de los Homenajes, principalmente en la Elegía a Héctor Pérez Martínez: Todo lo mexicano que ya es mío lo amé por ti, por ti latió esta tierra para que mi dolor no se perdiese en la oscura osamenta del planeta. Oh, hermano, hermano, acoge este lento sollozo que me anega. Tras su doliente estela no hay olvido.6 La mejor forma en la que Juan Rejano pudo demostrar su gratitud a México fue a través de su incansable labor que siempre desarrolló a favor de la cultura mexicana y española y dándole la oportunidad a los escritores jóvenes para mostrarse y crecer. Separado de EDIAPSA y de la revista Romance, funda y es jefe de redacción de una nueva que llamaron Ars (cinco números), y en 1942 empieza a colaborar con un artículo semanal en el periódico El Nacional en el que escribió casi toda su vida. El rotativo, fiel a su política gubernamental, abrió sus páginas a muchos exiliados españoles que bajo su apoyo colaboraron y crecieron. Nuestro poeta escribía tres o cuatro artículos al mes, publicados sin día fijo en la página editorial bajo el título de Temas políticos, sociales y económicos; ciencia y arte. Su primer artículo apareció el 11 de octubre de 1942. La mayoría de esas colaboraciones las agruparía después en su libro La esfinge mestiza en 1945. En 1947 fue invitado a asumir la dirección del suplemento dominical de El Nacional. El director del diario era Fernando Benítez. El rotativo ya había sido un diario al servicio de la cultura, sin embargo es a partir de 1947 cuando se realizan los mejores esfuerzos para desarrollar una ambiciosa labor cultural. Aparece, bajo la dirección de Juan Rejano, la “Revista Mexicana de Cultura” como suplemento dominical. El primer número de esta segunda época salió el 6 de abril del año citado. El periodismo y la difusión cultural fueron las actividades a las que nuestro poeta cordobés se entregó en cuerpo y alma y a ellas consagró buena parte de su vida, aunque hay que subrayar que la política y la poesía fueron para él su verdadera vocación. También hay que recalcar que aunque en España publicó en algunas revistas, fue en México donde se 6 Juan Rejano, Libro de los Homenajes, en Alas de Tierra, p.246. consolidó su verdadera personalidad poética, tal vez porque “es en la poesía donde encuentra el cauce más adecuado para la experiencia singular y contradictoria del exilio”.7 La pérdida de todo lo suyo marcó la obra poética de Rejano y fue el destierro el primer factor que le dio contenido. Juan Rejano, hombre revolucionario de carne y hueso, se vinculó tan fuerte al hombre, que encontramos enlazadas a su ejercicio literario tanto sus ideas políticas como su compromiso social, pero no por ello dejamos de sentir su poesía intimista y amorosa hacia el seramado. Su vocación poética será una forma de llevar sus ideas al escenario social, junto con su labor periodística y difusor de la cultura. Hacia 1943, Rejano publicó en un solo volumen dos libros de poesía que llevan por título Fidelidad del sueño y La memoria burlada; éste último después cambiaría a Memoria en llamas, que recopila los poemas escritos en París al inicio de su exilio, con prólogo del Nóbel chileno Pablo Neruda. Muestra son estos dos contundentes sonetos: Estoy bajo tu piel, fuera del mundo, fuera de razón y mis sentidos, pausa abierta en un viento sin sonidos con que mi propia libertad circundo. ¿Qué helado firmamento moribundo van tocando mis pies desvanecidos? ¿Dónde brota el temblor de esos gemidos, que en ti está y está en mí, llanto profundo? Abridme el pecho y deshojad mi duda; un mínimo cierzo me acaricia y hiere, me viste de ilusión y me desnuda. Sobra razón que a mi razón altere, que en esta escala de mis ansias muda muriendo sueña y por soñar se muere.8 . Y para Fidelidad de Sueño, escribe: El sueño de mi vida ya no es mío, ni está en mis manos detener su aliento; sujeto vivo a él y, a veces, siento que baja por mis venas como un río. Huyendo de su sombra me extravío por la escala sin fin del pensamiento: mas el sueño me sigue, como el viento tras el húmedo cuerpo del navío. 7 Adolfo Sánchez Vázquez, Juan Rejano en el exilio, en Juan Rejano y el exilio de 1936 en México, p.180. 8 Juan Rejano, Estoy bajo tu piel, en Memoria en llamas , en Alas de Tierra, p.19. Me vence este huracán, esta caricia que tiene ya su doble ser fundado donde la libertad su vuelo inicia. A libre vuelo eterno condenado, la frente llevo a despertar propicia y el corazón al sueño encadenado.9 Juan Rejano, hacia el año de 1944, con un grupo de amigos fundó otra revista, añoranza de aquella que alguna vez se hizo en Málaga con Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, titulada Litoral10. Fue aquí donde nuestro poeta publicó su segundo libro de poemas, compuesto por canciones evocadoras de su tierra andaluza, llevando por título El Genil y los Olivos (1944), libro dedicado a sus hijas Carmen y Conchita, precedido por una nota del propio autor donde afirma que: “Nacieron estas canciones (...) por la necesidad de aliviar el alma de tanto y tanto recuerdo como la embriaga, en esta lejanía amarga de España”.11 Ese mismo año, el Centro Andaluz de México publicó un ensayo de Rejano, del que ya había dado una plática allí, titulado El poeta y su pueblo. Un símbolo andaluz: Federico García Lorca. Como ya lo mencionamos, Rejano realizó su labor poética en conjunto con la periodística, interesado cada vez más por integrarse a la patria adoptiva y por ello formó parte de varias e importantes publicaciones literarias mexicanas como Taller, idea de Octavio Paz; El hijo pródigo, editada por Octavio G. Barreda, y Letras de México, fundada por Barreda y dirigida por Ermilo Abreu Gómez y Alí Chumacero. El trabajo de nuestro poeta en estas revistas, así como la amistad que entabló con los poetas e intelectuales mexicanos contribuyó a que el proceso de asimilación fuera más fácil: “Me siento agradecido a los mexicanos hasta las lágrimas y soy capaz de hacer por México lo que sea”.12 En los primeros años del exilio, Juan Rejano vivió, como es de suponer con mucha estrechez. Su habitación contenía una cama, una mesa y un librero con escasos libros, nada más.13 De los sitios que frecuentaba, los cafés le resultaban agradables ya que le servían para estrechar lazos con sus compatriotas y con otros intelectuales mexicanos. El primer café del que fue asiduo, junto con la mayoría de los refugiados españoles, fue el de chinos, donde servían, según comentarios del poeta y mis familiares, un buen café con leche, grande y barato. Con el tiempo, este grupo de escritores fueron asistiendo a otros cafés que 9 Juan Rejano, Sonetos del Sueño, Alas de Tierra, p.70. 10 Juan Rejano, Algunas revistas literarias II, en El Nacional, 1 de julio, 1956, p.4. 11Juan Rejano, El Genil y los Olivos, nota introductoria, en Alas de Tierra, p.77. 12 Ascensión H. de León Portilla, España desde México. Vida y Testimonio de transterrados, p.343. 13 Confr. Andrés Henestrosa, Homenaje a Juan Rejano, en Cuadernos Americanos, v. 208, núm. 5, sept.-oct., 1976, p.78. adquirieron importancia dentro de la historia cultural mexicana por las tertulias que se organizaban, como por ejemplo el café “París”, donde tuvo una peña León Felipe. Desde que Juan Rejano llegó a México, se fue allegando de grandes amistades tanto españolas como mexicanas, y de todas se ganó el aprecio y estimación, cosa que no resultaba difícil por el carácter tan afable que Rejano tenía. Todo en él era sinceridad, sus oídos se prestaban para oírte como el mejor de los amigos, siempre dispuesto a dar un consejo o una orientación desinteresadamente. Efraín Huerta, en su ensayo Los españoles que viví, donde habla de las amistades que cultivó, cuenta que “en una votación secreta realizada por algunos mexicanos, Juan resultó triunfador como el refugiado político más querido”. 14 Aquí sí tengo que hacer un paréntesis, porque gracias a esa amistad que entregaba Rejano, fue que mi abuelo Luis Alaminos Peña, mi madre y mi tío pudieron venir a México procedentes de Santo Domingo, siempre con la esperanza de que desde aquí saldría el primer barco hacia España una vez que terminara la guerra mundial . Desgraciadamente ni mi abuelo ni Juan pudieron hacer efectivo ese regreso, debido al reconocimiento de la ONU por el gobierno de Franco. La esperanza y la incertidumbre de los refugiados españoles, a partir de ese momento, se convirtieron en desilusión y resignación. En lo que a mí me toca, gracias a esa amistad de mi abuelo con el poeta, una amistad desde Málaga, fue que me dio la oportunidad y satisfacción de conocerlo y aprender de él. Si en un principio supusieron que el exilio sería corto, después de 1946 tuvieron la certeza de que se prolongaría, lo que así fue. “Por mi parte –afirmó nuestro poeta-, tan pronto como me percaté de la situación internacional, traté de incorporarme a la vida mexicana. Me ofrecieron el cargo de director del suplemento cultural de El Nacional, lo acepté”.15 Bajo la dirección de Rejano, el suplemento cultural de El Nacional cambió de formato y de orientación y adoptó el nombre de Revista Mexicana de Cultura. A partir de ese momento las páginas de la revista estuvieron a la disposición de aquellos jóvenes que se iniciaban en la poesía o literatura, siempre con el asesoramiento y consejos del director. Cerciorados los exiliados de que el retorno a España estaba vedado, a partir de 1946 pusieron su esperanza en la guerrilla clandestina de España. Juan Rejano, en 1947, publicó un volumen de poemas titulado Víspera heroica, dedicado a Pedro Garfias e ilustrado por el pintor Arturo Souto, compuesto por tres romances y cuatro sonetos cuyas regalías, o lo que saliera de la venta, se destinaría íntegro al movimiento de ayuda a los exiliados. Rejano crece como poeta y se amplía su obra. En 1948, Cuadernos Americanos publicó El oscuro límite que el poeta cordobés dedicó al pintor Arturo Souto. En 1949 aparecieron Noche adentro y Oda Española, éste último dedicado a “La Pasionaria”, Dolores Ibarrurri en 1950. 14 Efraín Huerta, El exilio español en México 1939-1982, p.682. 15 Pablo Gil Casado, Con Juan Rejano, en Revista Mexicana de Cultura, suplemento de El Nacional, 3 oct., 1976, p.2. En ese mismo año de 1950, a Rejano le dio por llamar Cuadernillo de Señales a la columna que mantenía semanalmente en la página editorialde El Nacional, y a partir de 1954, esos Cuadernillos de Señales aparecieron cada domingo en la Revista Mexicana de Cultura. Rejano escribió sobre diferentes temas tales como arte, cultura, viajes, recuerdos, amistades y acerca de la teoría literaria con las que aprovechó a escribir sobre autores de casi todas las épocas de la historia literaria y puso énfasis en sacar del olvido a muchos poetas y escritores. En cada cuestión abordada imprimía un acento esperanzador y una lección ejemplificadora. Así era Juan Rejano, así seguirá siendo entre nosotros: esperanza y ejemplo. En octubre de 1956, al salir el número 500 de la Revista Mexicana de Cultura, Rejano publicó un poema a la memoria –tomo sus palabra-: “...del más grande y verdadero de los poetas españoles contemporáneos: Antonio Machado”, con el título La Respuesta. En 1955 dio a luz Canciones de Paz, dedicado a la memoria de su padre “muerto más allá del mar y de mis brazos”: Una sílaba una sílaba sola una radiante sílaba sin tregua, de sosegada piel y corazón de fuego, está a tu puerta –mira- con una estrella humana y una dulce mirada de concordia.16 La solidaridad con el ser humano es un tema que campea toda la obra poética de Juan Rejano, y en 1961 salió a la luz, publicado por la UNAM, un volumen que reúne poemas escritos desde 1941 y que “podría constituir una síntesis de ese afán de solidarizarse, llevando por título Los Homenajes”. 17 Juan Rejano compartió su vida, aquí en México, con otra gran escritora y periodista, Luisa Carnés, cuya muerte trágica fue un duro golpe para nuestro poeta del que nunca pudo reponerse, y en su poema La tarde se puede apreciar ese sentimiento. Con su pérdida renació en Rejano la soledad de los primeros años del exilio, más acentuada, absoluta. Luisa y Juan formaron parte de la vida cultural mexicana, dejando cada uno de ellos una huella profunda en el periodismo, en la literatura y en los amigos. Inspirado en su pareja sentimental, en su recuerdo, Rejano escribe El Jazmín y la Llama, donde expresa el vacío que le dejó en su vida: Ha muerto. Ya estoy más solo. Lo escuché en la voz del viento. Puedo decirlo sin lágrimas. No puedo decirlo: ha muerto. 16Juan Rejano, Canciones de Paz, p.13. 17 Aurora de Albornoz, Poesía de la España peregrina: crónica incompleta, en El exilio español de 1939, p. 13. Vagó por las galerías del alma, que abre el recuerdo. Sus tierras del sur soñaba tras los álamos del Duero. Y con Castilla vivía desde los jardines béticos. Amor, no puedo pensarlo y muero si no lo pienso. Tuvo una espina clavada en el corazón. Fue bueno. Cantó. Soñó. Un amor tuvo y se le fue pronto. Viejo, Solo y pensativo, andaba de noche por algún pueblo. Amor, no puedo escribirlo y puedo escribirte: ha muerto. Presentía la primavera desde los helados yermos y oyó cantar a los gallos de la aurora en el silencio. Hecho estaba de esperanza, de mansedumbre y de anhelo. Amor, el mar me devuelve la eternidad de su acento. Dicen que al morir le hallaron a España dentro del pecho.18 Cuando en 1975, nuestra Máxima Casa de Estudios editó Alas de tierra, que contiene la mayor parte de la poesía de Juan Rejano escrita durante más de 30 años, también murió Francisco Franco, y entonces fue cuando nuestro poeta deseó regresar a su España querida. Sin embargo, antes de hacerlo, quiso poner orden en su vida y en su salud y se sometió a una operación de úlcera que le venía molestando desde años atrás. La operación fue un éxito, pero el postoperatorio no, se presentaron dificultades y sin que se pudiera hacer algo, Juan Rejano falleció. Amigos de él, al verlo en agonía, hicieron traer a sus hijas, a quienes había podido ver en la frontera con Francia, porque nunca pisó suelo español estando el dictador vivo. 18 Juan Rejano, Escrito en la arena (22 de febrero), en El Jazmín y la llama, en Alas de Tierra, p.375-376. Mucha gente asistió a su funeral y se le rindieron homenajes en cuerpo presente y por televisión. Sánchez Vázquez se expresó: El que vivió siempre la muerte de cada desterrado como si fuera la suya propia, creyó al final de su vida que escaparía al destierro. No fue así.19 El Panteón Jardín de la ciudad de México fue su última morada. Lo acompañaron innumerables amigos, sus hijas, el hijo de Luis Carnés, Ramón Puyol, quien vino desde España al funeral, compañeros del Partido Comunista Español, colaboradores y discípulos suyos de El Nacional, intelectuales y periodistas españoles, mexicanos y latinoamericanos que vivían exiliados también en nuestro país y los hijos y los nietos de aquellos primeros amigos que supieron querer y admirar a Rejano desde siempre. Después de su muerte, el periodista Juan Cervera, amigo y protegido de nuestro poeta, editó un programa de televisión que se transmitió como homenaje póstumo al gran e inolvidable Juan Rejano. A las hijas se les regaló ese video casete, del que ya tendrá una copia la Fundación Juan Rejano en Puente Genil, Córdoba. Al morir, dejó en la imprenta un libro titulado La tarde, que apareció pocas semanas después del 4 de julio de 1975, y otra obra que quedó inédita titulada Elegías mexicanas. Asimismo, dejó preparada para su publicación La mirada del hombre, que debería aparecer en España cuando él se encontrara allí, con un prólogo de Aurora de Albornoz. Esta obra fue encontrada por sus hijas y la pusieron en manos de Sánchez Vázquez, quien se encargó de hacérsela llegar a la prologuista y la obra salió publicada en 1988, con lo que podemos decir que Rejano regresó a España. A nuestro poeta le hubiera gustado reanudar ese diálogo con los jóvenes españoles, con el pueblo al que tanto quiso y extrañó. El diálogo sí está abierto ahora que se creó la Fundación Juan Rejano, en su natal Puente Genil, con libros, cartas, fotografías y hasta con su máquina de escribir que sus hijas donaron para que la gente estuviera cerca de él. Por lo demás, varias de sus obras ya vieron la luz en tierra española y se reeditó La esfinge mestiza. 19 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, en Juan Rejano y el Exilio de 1936 en México, p. 84. Aún puedo caminar herido y ciego, la soledad por compañera amada y la esperanza por secreto fuego. (Juan Rejano: Fidelidad del sueño.) CAPITULO IV: JUAN REJANO Y LA POESÍA Juan Rejano reconstruyó su vida, hecha de fragmentos, a través de la poesía: “Cuando todo se ha derrumbado externamente, la necesidad de la reconstrucción es insoslayable”1. Nuestro poeta buscará para esa reconstrucción imágenes, límites, una tierra nueva y se enfrentará a un nuevo aprendizaje, a una fragmentación de su identidad. Empeñado en afirmar la continuidad del pasado, Rejano convertirá el presente en hechos y datos pretéritos: se debatirá entre invención y memoria sentimental. De este modo recreará su mundo interior, poniendo en orden su caos existente, por cuanto el que carece de patria, carece de ser. El orden lo va a conseguir a través del ritmo, la forma y la imagen poética. El paraíso perdido lo sustituirá por un mundo naciente hecho de verbos nuevos. Juan Rejano escribirá para todos y al hacerloplasmará su universo integrado de melancolía angustiosa. Con cada variante de la emoción construirá el mundo ilusorio cimentado en los códigos lingüísticos inventados por él. Al fin se percatará el poeta de que el exilio es el exilio, es decir la poesía alcanzada. La creación en el exilio no es sólo el destino histórico, sino el paso más allá de las restricciones, en donde el poeta se crea a sí mismo, a la vez que es creado por lo que escribe. Juan Rejano, como todo buen poeta, está consciente de lo que su obra representa tanto para él como para los suyos: Nada vengo a pedir: perdón, acaso. perdón a los que amé sin tregua y sólo pude dejarles una llama para escalar el muro. No sé cómo decirlo, pero el hombre de las fértiles manos me comprende, el hombre y sus silencios inflamados. Aunque lo perdí todo, aunque aprendí el camino de las gloriosas tumbas, lo que quiero Es nacer otra vez, seguir naciendo, crecer de nuevo, primavera, estío de mis ojos que no agotan su asombro. Seré un hálito más, seré una gota 1 Angelina Muñiz-Huberman, La poesía y la soledad del exilio, en Los Poetas del exilio Español en México, p. 376. en el collar dinámico que asciende y en la boca plural que un himno augura. Y al olvido dará la amarga historia. Una rama de olivo me acompaña en la tarde.2 La palabra sonará para Rejano y su sonido será señal de presencia, existencia. El poeta en el exilio se reconoce por ese sonido, por el eco, y ésa será su realidad. Rejano cambiará la vista por el oído y una vez aceptado el sonido, acudirá a su memoria, trasladará la imagen interna a la poética y de ese modo mitigará el dolor de la ausencia, de la pérdida. El sonido tomará el lugar de los ojos, ya que la visión se borra y la musicalidad la podemos guardar, se queda. El poema no podrá ser destruido, sólo requiere de la memoria y la realidad poética suplanta a cualquiera otra realidad, y con ello el exilio se diluye, se aleja y se asimila. La poesía en el exilio es una poesía de caminos, de retornos, a través de los cuales se llega al centro del alma: lo que no se toca es lo que más hiere. A Juan Rejano le servirá la expresión poética para saltar barreras, para dejar huellas y marcas, para no olvidar un presente continuo. La batalla que entabla Rejano va a ser con el tiempo mismo; al escribir sabrá atrapar el momento entre el ser y el no ser, entre el sueño y la vigilia, entre la ficción y la realidad. El poeta tiene un arma muy poderosa, su imaginación, y a través de ella, va a expresar sus recuerdos, todos los que ha ido acumulando. Si algo se ganó en el exilio fue la presencia de la poesía, la afirmación de la misma. El poeta del exilio recurrió a la poesía para liberar su presión psicológica, para intentar explicarse lo sucedido y fingir, cada vez con menos fuerza, que es posible desandar lo caminado, “porque estoy donde no estoy, en otras palabras, habito México mientras vivo en España”3, exclamaría nuestro poeta cordobés en varias ocasiones. La obra de Juan Rejano se conjuga con vocación de impulsar y promocionar las culturas española y mexicana. Nuestro poeta siempre hizo las cosas pensando en la unión de los seres humanos, poniendo en práctica ese concepto de cultura hispanoamericana que para él era: “ la que tiene como medio de expresión el idioma español cualquiera que sean las circunstancias raciales o nacionales que le dan vida”.4 Esa misma actitud la mantuvo en todas las publicaciones que dirigió y como ejemplo tenemos su labor en la Revista Mexicana de Cultura, donde no fue sólo el director, sino que estimuló, apoyó y orientó a cuantos nos acercamos a él. Supo compartir sus conocimientos y experiencias y lo más importante es que siempre enseñó con el ejemplo. Al margen de su gusto personal, publicaba lo que tenía algún valor literario. Quienes convivieron con él saben que nuestro poeta fue un hombre capaz de olvidarse de sí mismo con tal de ayudar a sus semejantes, y más si eran jóvenes. Él manifestaba que a los jóvenes se les tenía que dar oportunidad de vivir y de animarlos a escribir si de verdad les gustaba hacerlo. 2 Juan Rejano, La Tarde, canto XII, p.31. 3 Federico Patán, Juan Rejano. Poeta en el exilio, en Poesía y Exilio: Los poetas del exilio español en México, p.113. 4 Confront. Romance, año 1, 11 de febrero, 1940, p. 2. Con todo y todo, a Rejano le fue imposible arreglar su estructura anímica destruyendo el pasado, pero a raíz de ello, lo vislumbraría desde una perspectiva de mayor acercamiento a México. La integración de lo mexicano en nuestro poeta fue lenta debido a que llegó con una personalidad ya formada. Se adentró en lo mexicano partiendo de su profundo agradecimiento a esta tierra y del deseo de comprender, cada vez más, al medio que lo rodeaba. Los temas de la vida y la muerte son recurrentes en la poesía de Rejano. La vida que está marcada por el destierro es una vida de recuerdos, de ausencia sobrevivida. La muerte comienza siendo un tópico popular que después adquiere las perspectivas de su propia muerte. Lo español en su obra se caracteriza por el predominio del terreno. En la forma del verso fue fiel a las medidas clásicas. Alejandrinos, endecasílabos (arte mayor) y octosílabos (arte menor). En el aspecto formal, la poesía de Rejano va de lo popular (con nanas) a lo culto (sonetos). Las formas típicas de la poesía popular aparecen con ecos del cancionero, predominando la copla de soleares entre las que destacan las “canciones con la muerte en torno”: Se muere una sola vez. o se muere tantas veces, que no se llega a nacer. Morir… cuando descansemos; pero, mientras, que la muerte no nos lleve a su terreno Que del nacer al morir la distancia no es muy larga, pero es dura de cubrir. Cúbrala el hombre de hazañas.5 Otra composición que cultivó fue el romance de tipo narrativo con toques líricos como en “El miliciano muerto”: MURIÓ con tanta alegría, que al acercarse la muerte, la muerte palidecía. (…) La muerte lo contemplaba con ojos de vida duda y los huesos se le helaban. (. . .) Murió con tanta alegría, que la muerte, por los campos, de su propia sombra huía.6 5Juan Rejano, en Memoria en llamas (1939), en Alas de Tierra, p. 31. Como ya mencionamos, el elemento mexicano no tuvo pronta aparición en la poesía de nuestro poeta, sino que surgió primero en la prosa, en su crónica menor titulada la esfinge mestiza, y surge porque necesita de esa comprensión para ajustar sus relaciones con la nueva cultura; cultura vista desde la española y desde ella interpretada, lo que será un signo constante en la obra de nuestro poeta. La conciencia de lo definitivo penetra en él y lo va llevando hacia una apertura mayor, respecto a lo mexicano: lo ajeno íntimo se vuelve en lo posible, lo personal íntimo. México va ganando presencia en la escritura de Rejano, de manera lenta, pero con fuerza, como lo podemos apreciar en El libro de los Homenajes: Observad a este hombre: con sus manos ha narrado en los muros leyendas como soles, ha trascrito los linajes de México, las lágrimas de un pueblo que no puede contar ya sus heridas.7 Su poesía en el exilio tuvo dos actitudes: por una parte, la prolongación delcombate literario como una forma de resistencia en conjunción con la clandestinidad interior y en espera de que la eventual entrada de España en la Segunda Guerra Mundial llevase a la dictadura a su fin; y por la otra, como una forma de solidaridad con los caídos en defensa de la República española y con el mantenimiento de un gobierno testimonial en el exilio. Todas las esperanzas se desvanecieron después del 16 de julio de 1950, cuando fue desconocido el gobierno de la República, y la poesía de compromiso político tiende al muro de lamentaciones. Por una parte, la poesía en el exilio, “o de lo lejano” como lo llama Guillermo Carnero8, se orienta hacia el intimismo ya que para muchos la poesía de circunstancias de la calle sería perpetuar la dictadura, y casos como Juan Rejano se caracterizan por esto. En la poesía del poeta cordobés encontramos la referencia a los compañeros y a los muertos, a los campos de concentración, al dolor y desarraigo del desterrado y su nostalgia por España (paisajes, ríos, tipos humanos). Diversas combinaciones de estos asuntos configuran en obras de nuestro poeta. En el libro El Genil y los Olivos expresa la nostalgia adoptando una estructura de canción popular: Nació bajo de un olivo. Con buen sino nació el niño. Para nacer, nacer bien. ¿Hay mejor cuna en la tierra 6Juan Rejano, Ibid. , p. 35. 7 Juan Rejano, Diego Rivera en dos tiempos (1952), en Alas de tierra, p. 280. 8 Guillermo Carnero, Lo vivo y lo lejano en la poesía española del exilio, en Juan Rejano y el exilio de 1936 en México, p. 64. que un olivo en Jaén? Con buen sino nació el niño: Sombra y fruto por amigos. Si a mí me dan a elegir, yo nazco bajo un olivo, orilla al Guadalquivir.9 Para Rejano, la amistad fue una de las cosas más importantes en su vida, al grado que en su Libro de los Homenajes quiso dejar un agradecimiento a varios a través de su poesía y así tenemos que entre ellos está el que dedicó a mi abuelo Luis Alaminos Peña: -¿EN DÓNDE tu reino, Lola? - Mírame. En Andalucía. (Jazmines. La noche sola y un latido de agua fría.) -¿Y ese sollozo lejano de la guitarra? - No es mío. (La noche sola. Verano. Se oye el suspirar del río.) -Ay, dime, dímelo, Lola: ¿quién eres tú? -¿No lo aciertas? (La noche, la noche sola y las ventanas abiertas.) 10 Haciendo revisión de la obra de nuestro poeta, se llegó a considerar que la poesía de Rejano, si bien coincide en algunas características con la Generación del 27 y con la del 36, nunca participó en ninguna de ellas, por lo que lo situamos como “poeta libre”, cuyos temas tanto exteriores como íntimos están unidos a lo lejano y a la raíz existencial individual del poeta, orientado hacia la reflexión sobre el amor, la propia identidad, el cultivo de la soledad como cauce de autoconocimiento o la muerte. Este tipo de poesía la encontramos en Rejano en su libro Fidelidad del sueño: AQUÍ, lejos, muy lejos, sin raíz y sin luna, desarbolado, ciego, cuando me han arrancado de los brazos. De mi origen y oprime mi garganta un dogal de soledades, cuando llamo a las puertas más recientes y me responden los antiguos ecos 9 Juan Rejano, en Los Olivos (El hijo del olivar, 7), en Alas de Tierra, p. 96. 10Juan Rejano, Ofrenda andaluza a Luis Alaminos, Adivinanza a la Guitarra (1951), en Libro de los homenajes, en Alas de tierra, p. 277. y soy por ello un desangrado arcángel sin orillas, ni rosas, ni sorpresas.11 Y también en El jazmín y la llama, poema intimista lleno de esperanza y sobre todo de erotismo: Te espero. Siempre te espero. Aún cercada por mis brazos te espero, te espero siempre y te seguiré esperando cuando ya tu aroma todo se haya vertido en mi vaso cuando tu sombra y mi sombra sean un solo cuerpo, cuando mi recuerdo para ti se convierta en un relámpago familiar que se abre y muere cada vez que lo invocamos. Te espero. Siempre te espero. Porque esta sed sin ocaso desbordó mi entraña y mueve la tierra como un espasmo. Calla. No me digas nada. Abre mi pecho despacio. Las estrellas van muy altas y yo te sigo esperando.12 El tema del amor es una constante en la poesía de Rejano. El amor a todo: el amor universal y el amor referido a una sola persona que permite, con su misterio y su transfiguración, la posesión del mundo, la plena realización de la vida personal: HE TENIDO tu amor de cielo a cielo, de orilla a orilla, entre la niebla agreste y en el desierto litoral de fuego. He tenido tu amor como las aves que en islas de coral su nido erigen y lo conducen por el mar y el aire al bosque, a la montaña, a otra ribera. Me sé de mundo a mundo tus mejillas, tus hombros de panal y de racimo, me sé tu boca herida, tus miradas, el arbusto sediento de tu pelo. 11 Juan Rejano, Agónica presencia, en Alas de Tierra p. 65. 12 Juan Rejano, Encuentro con el Alba (VIII), en Alas de tierra, p. 354. A distancia, paisajes, soledades me saben cuando duermo tus caricias.13 Para nuestro poeta cordobés, la expresión es la necesidad vital de dejar constancia de nuestro paso por la vida. Es el drama desesperado de la existencia misma, que en palabras de Rejano se afirma que “expresión es lucha. Lucha con uno mismo. Agonía”.14 Es el debate consigo mismo para encontrar las palabras adecuadas que definan lo que el poeta siente cuando desea describir su mundo, dar claridad a lo que intuye, “a la perfección de imágenes”.15Si la expresión es la exteriorización de un estado de ánimo, forzosamente tiene que ser agónica, puesto que aún no existe, es como un diccionario para poder expresar lo que llevamos dentro. Esa es la tarea del poeta. De ahí la lucha de Rejano. Por otra parte, Rejano estima que se debe escribir con claridad, sencillez expresiva. Para él, como para el maestro Antonio Machado, el arte debe inspirarse en el pueblo, del que se declara “su aprendiz”.16 Es categórico cuando afirma que la expresión (literaria), surge de la tradición, una tradición dinámica y renovada. En cuanto a la originalidad de la expresión de una obra literaria nos señala: Está en beber en las fuentes comunes, en las que se hallan al alcance de cualquiera, poniendo en ello la personalidad propia17 Siguiendo los consejos de Rejano, se es original en la medida en que se es fiel así mismo, es decir al hombre, porque el ser humano es la medida de todas las cosas. Johannes Pfeiffer apunta, con respecto a la poesía, que la originalidad de ésta tiene que ver con cada uno ya que es una actitud interna, un modo de enfrentarse con el mundo,de ser en él, un mundo de vivencia; se manifiesta que yo puedo ser realmente ‘yo mismo’ (...) puedo llegar a poseerme después de decidir, en silenciosa resolución(...)”18 Juan Rejano es de los poeta que llegó a poseerse después de decidir su camino en silenciosa resolución. Sí pudo poseerse y plasmar bellamente su mundo, pudo apoderarse de la verdad: Vine a dar. Vine a darme. Nada llevo. En medio de la tarde, desnudo como el viento, estoy. A la hora exangüe pagaré mi tributo final, y sin un grito ni un rencor me iré. En tanto, apasionadamente espero. Y sufro. 19 13 Juan Rejano, Plenitud, en Alas de tierra, p. 379. 14 Juan Rejano, Difícil Anhelo, en El Nacional, 26 de marzo, 1958,p.5 y 8. 15 Ibid, p.5 y 8. 16Juan Rejano, Machado. España, en El Nacional, 27 de abril, 1949, p.5 y 7. 17Juan Rejano, El Trazo, en el supl. de El Nacional, 10 de febrero, 1957, p.5. 18J. Pfeiffer, La poesía, p.67 y 68. 19Juan Rejano, La Tarde ( canto VII), p. 21. Para poeta es imperioso conciliar la creación individual imaginativo-expresiva con la colectiva, y el mejor ejemplo lo tenemos en su obra, donde une la poética con la ética. El valor de las palabras para Rejano, es fundamental: Por las palabras amamos, vivimos y desaparecemos. No somos nosotros los que poseemos a las palabras: son las palabras las que nos poseen a nosotros.20 Exhorta “devolver la palabra a su origen y rehacerla de nuevo”. En cuanto a la técnica, no la considera imprescindible por cuanto “la calidad de la obra no está determinada por ella, sino por sus cualidades estéticas, pues lo que prevalece es el espíritu y no los métodos”21 Se solidariza con el acto vidente de la poesía. En el epílogo del libro de Rejano, Alas de Tierra, hay un breve ensayo de Alberto Dallal, titulado Lo inasible y lo dócil, referido a la estética de Juan Rejano, donde se manifiesta la opinión de éste sobre la poesía y señala que “es un acto de identificación con el mundo”22, es decir con el hombre, con su acción revolucionaria que “nos refiere y define, individual y colectivamente”23Dallal afirma sobre Rejano que en él “la acción se hizo militancia, la militancia cultura, la cultura lenguaje y poesía”.24 La actitud estética ante la forma poética de nuestro poeta, aclara Dallal, quedó definida por los cambios acaecidos a raíz de la guerra civil y el mundo creado después de la Segunda Guerra Mundial. Para Rejano, “el poeta es un hombre que se hace concreto cuando, sin dejar de ser hombre, vigoriza la lucha del pueblo a través de la poesía (…) y las diferencias entre el hombre que milita y el poeta se anulan en la praxis vital”.25 La pasión poética de Rejano madura con el exilio y reconoce que la poesía pierde su validez si no está referida al hombre, al mundo. Dallal apunta que sin ser Rejano un poeta intelectual, busca la salida en la comprensión cabal, y en varias ocasiones yo le oí decir a él lo que bien podría ser una de las características de su poesía, “que la poesía no se escribe con la inteligencia, sino con los sentimientos.” A Rejano no le agradaban los poetas cerebrales, y tenía razón, porque los que nos proporciona mayor claridad y conciencia del ser no es el esfuerzo mental, sino la poetización simbólica y no por medio de una generalidad de orden conceptual, sino por una unicidad de orden imaginativo: No espero que la tarde me dé sus ramos áureos 20Juan Rejano, Las palabras, Revista Mexicana de Cultura, supl. de El Nacional, 20 nov., 1955, p.10. 21 Juan Rejano, A propósito de las técnicas literarias, El Nacional, 5 sept., 1965, p. 4. 22 Alberto Dallal, Lo inasible y lo dócil, en Alas de Tierra,( Epílogo), p.391. 23 Ibid, p.392. 24 Ibid., p.395. 25 Ibid,p.393. ni que los horizontes de púrpura se cuajen. Espero la tormenta. Vivo esperando el rayo que ha de abrirme la ciudad donde quiero retornar al olvido. La ciudad sin murallas ni cadenas. Abierta, abrierta siempre, como la luz y el aire.26 Retomando el ensayo de Dallal, se apunta características del grupo del 27, que como ya mencionamos, aunque Rejano coincide en algunas, nunca participó en él, nos pareció interesante transcribirlas porque va muy ligada al carácter y personalidad estética de nuestro poeta: Algunos poetas de la generación de Juan Rejano, perfilaron su obra y diseñaron sus poemas con ingredientes de la realidad que se alejaban totalmente de la poesía inconcreta. Sin dejar de ser íntimos, sin hacer de lado su voz personal, los miembros de la generación del 27 seguían y siguieron asidos a la vida en sus elementales dimensiones: cuerpo, alma, árbol, reflejo, fuego, mar, amor. En Rejano, esta realidad resulta ( ...) más intensa que en otras, talvez por la angustia (..), talvez por el temperamento arábigo que le dejara su tierra. En Rejano, la vida ‘llama en mi pecho a golpes’ (Soledades)” 27 La poética de Rejano está impregnada de amor: a la patria, a la amada, al amigo, al pueblo, a la tarea revolucionaria, amor al que sufre, y, finalmente, amor a la poesía que le permitió exteriorizarlos a todos: Amo la poesía sobre los demás sueños del hombre, y creo en ella ciegamente, porque veo en su frente la imagen del dolor y de su posible redención: el último y definitivo asidero en esta agonía de cada hora.28 Con esta poesía que tanto amó, Rejano plasmó su ser entero en el tiempo que le tocó vivir; fue su vehículo para identificarse con el mundo: el hombre y su pueblo, y dejarnos la fidelidad de su universo íntimo. “Por la poesía, -acierta a decir Aurora de Albornoz-, puede vivir los tiempo y lugares, puede contener en su yo personal y único a los otros”.29 La poética de Juan Rejano encierra una clara filiación a la poesía del maestro Antonio Machado, como por ejemplo, el valor que Rejano le otorga a la tradición, al 26 Juan Rejano, La Tarde, (canto V), p. 445. 27 Alberto, Dallal, Lo inasible y lo dócil, en Alas de tierra (Epílogo), p. 397. 28Juan Rejano, Algunos datos biográficos de Juan Rejano, suplemento Cultural de El Nacional, 28 de octubre de 1945 p.4. 29 Aurora de Albornoz, La Mirada de Juan Rejano, en La mirada del Hombre, de Juan Rejano, p.18. pueblo, lo que nos permite situar a nuestro poeta dentro de la “evocación emocional de lo popular”30 Rejano afirma que la expresión poética y literaria nunca vendrá de una inspiración vacía, sino que será ayudada a salir por la tradición, haciéndola parte de ella y enriqueciéndola posteriormente. Asimismo señala que la originalidad de una obra literaria radica en “beber en las fuentes comunes (...) poniendo en ello la personalidad propia”31. Manifiesta que la verdadera originalidad de una obra es la que nace de la interpretación personal y consiste en ser fiel a si mismo, al hombre y a no negar la tradición viva. La virtud del arte asienta, “no radica en descubrir, sino en expresar”32, porque la expresión es dejar constancia de nuestro paso por la tierra: “expresión es lucha. Lucha con uno mismo...”33 En su libro póstumo La tarde, encontramos testimonio de esa constante, de lucha: A la venganza acudo entonces y quisiera encadenar tus alas con la palabra a solas, ¿pero de qué me sirve si al cabo la palabra, tras la proeza huye, me abandona, se erige sobre sí misma, desdeñoso gesto, y otra vez el combate frente a ti se reanuda,
Compartir