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Juan-Rejano--reflexiones-sobre-su-poesia

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
JUAN REJANO: REFLEXIONES SOBRE SU POESÍA. 
 
 
 
 
 
T E S I N A 
 
 
 
QUE PARA OPTAR POR LA LICENCIATURA EN 
LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS 
 
 
PRESENTA 
 
 
 
 
 
 
 
SUSANA MARÍA GLORIA TRAPOTE ALAMINOS
 
 
 
 
 
 
 
MEXICO, D. F. 2006 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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AGRADECIMIENTOS. 
 
 Son muchas las deudas de gratitud contraídas con diversas personas en el proceso de 
esta tesina. 
 
 En primer término a Juan Rejano. Al poeta y al hombre que conocí de cerca y a quien 
le debo, en cierta forma, el amor a mi carrera y a la literatura.. 
 
 En segundo lugar, a mi directora de tesina, la licenciada y profesora María Isabel Rull 
Valdivia, quien con su ayuda , asesoramiento y entusiasmo me alentó para que no decayera 
este trabajo, labor que ya traía entre manos años atrás, y que por razones ineludibles no 
podía darle forma final. Sus consejos, de toda índole, y su comprensión fueron para mí 
aliento y agua en el desierto. Sólo gracias a ella creo ver materializado un sueño, una 
asignatura pendiente. Gracias a mis sinodales, que serán los primeros lectores y críticos y a 
quienes de antemano agradezco y valoro las observaciones y sugerencias que me hagan. 
Habré de tenerlas presente siempre. 
 
 Deuda de gran peso es la que tengo con mis padres, con mi hijo Diego Ramiro y con 
mis hermanos, quienes contribuyeron con su apoyo moral a realizar este homenaje, inferior 
con mucho, al entrañable amor que nos inspiró Rejano. 
 
 Deuda impagable asimismo es la que contraje con todos mis maestros de la UNAM, 
porque ellos me inculcaron el amor a la literatura, ese sentimiento fundamental para 
emprender cualquier acción humana. Amé y amo mi carrera, y con ese amor he enseñado a 
mis alumnos. 
 
 A mis amigos, todos, gracias, pero en especial a Carmen Castellot, quien siempre 
animó para que este trabajo llegara a su fin, y gracias porque ella, tan amiga igual de Juan 
Rejano e hija de refugiados, supo comprender mi sentir interior por el poeta cordobés y mi 
ansia por realizar este homenaje. 
 
 También quiero dejar patente mi agradecimiento a todos los autores que he leído y 
citado en el curso de este trabajo, dedicado a uno de los temas más nobles de la Historia del 
Siglo XX: El exilio y sus poetas en México. Gran agradecimiento a los autores que con 
rigor y amor analizaron los acontecimientos de la Guerra Civil Española (1936-1939), que 
tanto interés provocó en las mentes y plumas más preclaras de la época. Gracias a este 
México nuestro que supo abrir los brazos y dar amor. A todos, a la España Republicana, a 
sus héroes caídos en la Guerra, a los que repartidos llegaron a nuestro maravilloso México 
para dejarse conquistar por los mexicanos y hacernos uno de ellos. A todos, mil gracias. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
INTRODUCCIÓN 
 
CAPÍTULO I. Juan Rejano: poesía entre dos guerras 
 
CAPÍTULO II. Juan Rejano: el exilio 
 
CAPÍTULO III. Juan Rejano en México 
 
CAPÍTULO IV. Juan Rejano y la poesía 
 
CAPÍTULO V: Reflexiones sobre La tarde 
 
CONSIDERACIONES FINALES 
 
CRONOLOGÍA 
 
HEMEROBIBLIOGRAFIA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Quiero a veces huir, huir adonde 
La memoria está exhausta 
Y sólo es un acorde suspendido 
Sin ayer ni mañana; 
Huir a donde el hombre anida con el sueño 
Más allá del espejo en que se abrasa, 
Más allá de la duda, 
Más allá, más allá de la esperanza. 
(Juan Rejano: La tierra y la sangre). 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Una faceta muy importante del exilio español en México, y en general de todo el 
exilio, es la literatura. 
 
La Guerra Civil Española de 1936-1939 llegó a interrumpir un momento literario 
verdaderamente excepcional que se estaba dando en la península. La mayoría de los poetas, 
escritores, artistas e intelectuales que animaban la vida espiritual de la época tuvieron que 
tomar partido por uno u otro de los bandos en contienda: los llamados nacionales y los 
republicanos. 
 
Finalizada la guerra con el triunfo de los nacionales, los partidarios de la República 
tuvieron que emprender el doloroso camino del exilio. Fue así como muchos llegaron a 
México: León Felipe, Luis Cernuda, Pedro Garfias, Juan Rejano, Enrique Díez Canedo, 
Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Juan Domenchina , Adolfo Sánchez Vázquez y Max 
Aux, entre otros. Aunque la mayoría era conocida en España, muchos de ellos fraguaron su 
verdadera personalidad literaria durante su exilio. 
 
Al margen de la valoración crítica de la obra respectiva de estos grandes creadores, 
me he enfocado hacia la figura de Juan Rejano en cuyo nombre he tratado de encarnar un 
momento crucial de la historia del exilio español que, en rigor, es la del exilio de la 
literatura misma, pues literatura y exilio están profundamente relacionados por cuanto son 
los poetas y los escritores quienes con sus mundos perdidos, se construyen la experiencia 
de los desplazados, el extrañamiento del hombre. De esa nostalgia nace el verdadero arte 
contemporáneo. 
 
La razón motivadora del presente trabajo es, en primer, lugar la deuda personal 
contraída con Juan Rejano puesto que fue gracias a él que mi abuelo, mi madre y mi tío 
pudieron venir a México, deuda que me propongo saldar homenajeándolo a través de esta 
investigación sobre su vida y parte de su obra y considerarlo dentro de su Libro de los 
homenajes, donde él con versos de amistad y gratitud se refirió a sus amigos escritores, 
artistas y gente común. ¿Podría, acaso, quedar fuera de esa gran mansión el mismo 
arquitecto? 
 
La elección de Juan Rejano como tema de esta tesina, además de la razón ya 
expuesta, obedece al hecho de que en él se encuentran dos dimensiones del exilio: la 
política y la poética, razón más que suficiente para la justificación del trabajo de esta 
índole. Juan Rejano no es sólo un cantor de primer orden, sino que también fue un 
infatigable activista político que puso su canto al servicio de una causa noble: la justicia 
social y la paz mundial. 
 
De la España que aloja en su cuerpo y en su espíritu, nacerá su poesía del exilio, 
transida de experiencias y emociones únicas. La nostalgia es el elemento recurrente de su 
lírica, que es como un río que fluye apacible, sin ruidos de montaña, pero que está ahí con 
su presencia real, recordándonos que es un río. 
 
Nuestro poeta nunca regresaría a su España querida, la muerte, inoportuna siempre, 
lo encontró en México a tan sólo unos meses de poder lograr su gran deseo. No regresó, 
pero sí su obra, porque años más tarde se publicaría allá Juan Rejano. La mirada del 
hombre, y su natal Córdoba crearía la Fundación Juan Rejano. No regresó, pero logró 
compartir sus sueños con nosotros, enviarnos las señales de su interior, su temple poético y 
su esencia humana. 
 
Recordar a Juan Rejano –hombre y poeta de pura sangre-es sacarlo un rato de mi 
corazón donde está anclado, para llevarlo a otros corazones sensibles, a otros mexicanos de 
los que él se rodeó en aquel inolvidable Suplemento Cultural del periódico El Nacional, 
dirigido por él durante muchos años. No son escasos los nombres de los poetas mexicanos 
de hoy que hicieron sus debut en aquella tribuna, la otra “morada cordial” que él edificó 
con generosidad para quienes aún tenían el verbo vacilante, pero con esa sensibilidad, 
obligada para ser poeta. Siempre tuvo Rejano una palabra amiga para los jóvenes que se 
acercaban a él en busca de consejos literarios y de los que exigió rigor por sobre todas las 
cosas. 
 
Desde mi condición humilde me he propuesto recoger los momentos culminantes de 
la personalidad del poeta y su obra, así como entregar una reflexión personal de su último 
poema-libro titulado La tarde, como deuda obligada de amor y gratitud para con él. 
 
Incursionar en su quehacer de hombre y de poeta es topar con un aspecto primordial 
de mi propia vida, pues sólo la poesía –la gran poesía- nos ayuda a reencontrarnos con 
nosotros mismos, con nuestra auténtica faceta humana. 
 
La fuente primera para la elaboración de este ensayo ha sido la obra de Rejano en la 
que se conjuga el poeta –memoria sentimental- y el político: labor en pro de la paz mundial 
y promotor de una cultura hispano mexicana. 
 
Adentrarme en sus versos, a más del goce que representa este ejercicio, es rastrear la 
esencia del exilio, el significado del corte brutal de sus raíces y el compromiso con el nuevo 
destino. Cada uno de sus versos ha sido vivido y luego transformado por esa magia de la 
poesía que convierte el dolor en belleza. 
 
Para de este trabajo se investigó la obra del poeta así como testimonios escritos y 
orales para mostrar una visión que abarcara aspectos profesionales y personales. 
 
Para situar a nuestro poeta dentro de su realidad histórica, en los tres primeros 
capítulos se hace una breve reseña de su biografía tanto en España como en el exilio, siendo 
más profunda esta última. 
 
En el capítulo cuarto entregamos un comentario personal sobre la poesía de Rejano, 
intentando definir algunos rasgos característicos de la misma. 
 
En el capítulo quinto encontramos una reflexión, también personal sobre su poema 
póstumo titulado La tarde, en todos sus cantos. 
 
En las consideraciones finales se hace una revisión sobre lo expuesto y sin que se 
pretenda llegar a conclusiones definitivas o acabadas. 
 
Se incluye una cronología en la que aparecen los hechos más relevantes de la vida 
del poeta y la publicación de sus obras. 
 
 
 
 
Mírame aquí, lejana España mía, 
devanando en tu imagen mi agonía, 
madura la pasión, la sangre alerta. 
 
(Juan Rejano Estoy bajo tu piel) 
 
 
 
 
CAPÍTULO I: JUAN REJANO. POESÍA DE ENTRE GUERRAS. 
 
El primer asunto que nos interesa presentar sobre nuestro poeta es a qué grupo 
perteneció en España dentro de la literatura. Después de la brillante cosecha del 
Modernismo, cuando cabía pensar que el espíritu se encontraba agotado, empiezan a surgir 
grupos, escuelas, fórmulas, que si bien unas se fueron hacia el verso libre, otros derivaron 
hacia la poesía tradicional, no cultivada ni entendida como copia mimética de lo que había 
sido en siglos anteriores, sino remozada y afinada tras la experiencia de los últimos años; 
otros se fueron hacia la lírica popular, también remozada y coloreada con nuevos matices, y 
otros, finalmente, hacia una depuración de elementos formales que los acerca, o así al 
menos lo creían ellos, a la poesía desnuda, esencial. El tricentenario de la muerte del poeta 
Luis de Góngora (1927), fue una llamada, sobre todo al grupo de los poetas universitarios, 
para que se volviera al gusto por los esquemas clásicos –el soneto, la décima, el romance- 
y, lo que vale más: a la lucha por el ritmo, la música y el color. 
 
La historia se da por generaciones o por grupos, y los hombres que comparten una 
forma de vida y actividades y que han nacido dentro de un período no mayor de 15 años, 
podría decirse que pertenecen a un mismo grupo1, y tomando en cuenta esto, vemos que las 
fechas de nacimiento de algunos poetas que convivieron con Juan Rejano están muy 
cercanos, como por ejemplo Pedro Salinas (1891), Jorge Guillén (1893), Gerardo Diego ( 
1898), Emilio Prados ( 1899), Luis Cernuda ( 1902), Rafael Alberti ( 1902) y Manuel 
Altolaguirre ( 1905). Juan Rejano, por su nacimiento ( 1903), entraría en esta nómina y fue 
amigo de casi todos. Ciertamente no formó parte como ellos de la Residencia de 
Estudiantes, el centro cultural más sobresaliente de la época, pero sí publicó en La Gaceta 
Literaria, una de la revistas del grupo, así como en Litoral, de Málaga. Además, completó 
su formación con los grandes poetas malagueños representativos del grupo, Emilio Prados 
y Manuel Altolaguirre, quienes pusieron a Rejano en contacto con Manuel Moreno Villa, 
Rafael Alberti y otros más, amistades que ya en México se conservaron y se acrecentaron. 
 
Un hecho más que nos permitiría ubicarlo junto a los poetas antes mencionados, es 
que está incluido, con varios más, en las antologías de Francisco Giner de los Ríos en Las 
cien mejores poesías españolas del destierro y de Mario Puccini, en el Romancero de la 
resistencia española . 
 
Otro requisito indispensable para que formara parte de este grupo sería la existencia 
de un hecho decisivo de índole cultural, político o histórico que aglutina a sus miembros. 
 
1 Referido por Aurora de Albornoz, en Juan Rejano. La mirada del hombre, solapa. 
Este hecho estaría conformado por tres elementos: El tricentenario de la muerte de 
Góngora, la dictadura de José Antonio Primo de Rivera y la Guerra Civil, que obligó a la 
mayoría de los poetas de este grupo a emprender el camino del exilio, finalizada la 
conflagración de 1939. 
 
Si bien, Juan Rejano podría, por las características dadas pertenecer al 27, no lo 
consideramos así, debido a que su personalidad poética – literaria se formó en el exilio y 
ello le da una connotación diferente. 
 
Juan Rejano nació en Puente Genil, provincia de Córdoba, en 1903. Hizo sus 
primeras letras en su tierra natal. En Málaga realizó estudios de música, campo en el que 
llegó a destacar como violinista.2 Los estudios de profesionista, que no concluyó, los 
realizó en Madrid. Para 1923, a los 20 años, ya contaba con un libro de versos titulado 
Poemas Meridionales, en los que advierte la influencia de Antonio Machado, Juan Ramón 
Jiménez y Rubén Darío. El libro fue prologado por el poeta andaluz Salvador Rueda, pero 
nunca se publicó.3 
 
Entre 1924 y 1925 hizo su servicio militar en Marruecos. Desde allí se trasladó a 
Málaga que es donde amplía su formación literaria al lado de Emilio Prados y Manuel 
Altolaguirre. La amistad con ellos le permitió conocer a algunas figuras intelectuales 
importantes de la época. En ese mismo año de 1927, en la imprenta Sur publica, junto con 
otros jóvenes, la revista Málaga Liberal. 
 
Rejano escribió Los romances apasionados entre los años de 1927 y 1930, libro de 
poesía que tampoco vio la luz. Por esos años publicó el ensayo El Modernismo, pero como 
señala Germán Gullón, “ni Manuel Altolaguirre ni Emilio Prados, ni Juan Rejano hicieron 
crítica literaria, fuera de artículos periodísticos o de revistas”.4 Durante 1931 lleva a cabo 
diversas actividades periodísticas y colabora en el Partido Comunista. Vive en Madrid 
donde fue secretario de la editorial Cenit, dirigida por Rafael Giménez Siles. Esta casa 
editaba para España y América Latina diversas obras de prestigiados escritores del 
momento. Simultáneamente, Rejano escribió artículos de crítica en el periódico madrileño 
El Sol. En 1936 dirige en Málaga el diario demócrata Amanecer, donde colaboró con los 
hermanos Blasco Alarcón, y al estallar la Guerra Civil dirige el diario republicano El 
Popular. Lucha en Málaga, donde hubo combates muy crudosy es en esta ciudad donde 
forma un gabinete de prensa y propaganda por encargo del gobernador de la provincia; 
también llevó a cabo actividades de enlace y difusión en los frentes de batalla. A la caída de 
esta ciudad andaluza, en febrero de 1937, el Partido Comunista lo envía a Valencia para 
fundar el diario Frente Rojo, del que será redactor en jefe. Hacia julio de 1937 tuvo la 
oportunidad de asistir al “Segundo Congreso de Escritores Antifascistas”. Caída la ciudad 
de Valencia fue trasladado a Barcelona y allí colabora en el periódico catalán La 
 
2 Juan Rejano, Algunos datos biográficos de Juan Rejano, suplemento cultural de El Nacional, 28 
de octubre, 1945, p.4. 
3 Juan Rejano, Un prólogo inédito de Salvador Rueda, en El Nacional, 13 de septiembre, 1951, p. 
3 y 5. 
4 Germán Gullón, El ensayo y la crítica, El exilio español de 1939, Madrid, Taurus, 1976, v. IV, p. 
268. 
Vanguardia, uno de los de mayor circulación durante la guerra. Publicaba un artículo 
diario, en la sección que se llamaba De un momento a otro, y lo firmaba con el pseudónimo 
de “Genil”. En estos artículos narraba acontecimientos bélicos y otros temas de carácter 
internacional. “Su pluma en esa época estuvo al servicio del pueblo, al tiempo que realizó 
importantes tareas de enlace y difusión... ”5 
 
Ocupada Barcelona por los franquistas (26 de enero de 1939), cae la República y 
con la derrota se inició el éxodo masivo a Francia, donde estaban los campos de 
concentración. Comenzaba la incertidumbre, la tragedia para los millares de españoles que 
atravesaron Los Pirineos. Había entre los desplazados: intelectuales, profesionistas, 
obreros, campesinos, hombres, mujeres, niños y niñas, todos con la desesperación y 
desgarramiento por dejar España, a sus seres queridos, familiares y amigos, expuestos a 
toda clase de represalias absurdas y crueles por parte del nuevo régimen fascista. Mauricio 
Fresco, diplomático mexicano apunta: “Ser español en esos momentos, significaba ser 
peregrino de la libertad y misionero de la justicia entre los hombres”.6 
 
Juan Rejano fue recluido en el campo de concentración Ángeles-suz-Mer. Manuel 
Gómez Hidalgo nos relata cómo eran esos campos: “playas cercadas de alambradas, 
infectos barrancones, vigilados por soldados senegaleses y gendarmes. Esporádicamente 
eran visitados por caballeros correctos y regordetes, de impecable chaqueta y gesticulación 
grandilocuente cuando formulaban alguna promesa”.7 
 
Posteriormente, Rejano fue a dar a un albergue que la “Asociación de Escritores 
Franceses” había dispuesto, cerca de París, para un grupo de sus homólogos españoles. 
Adolfo Sánchez Vázquez, gran amigo desde entonces de nuestro poeta y que convivió con 
él en ese albergue, nos cuenta que Rejano, después de dar largos paseos por los jardines y 
bosques se recluía en su habitación para escribir. Aquellos poemas apasionados, nacidos 
allí al inicio del exilio, fueron después recopilados en el libro titulado Memoria en llamas.8 
Estando en este albergue, les llegó la noticia de su traslado a México, acogidos a la 
generosidad hospitalaria que el General Lázaro Cárdenas brindaría a los republicanos 
españoles. Arribó nuestro poeta al Puerto de Veracruz, México, a bordo del barco llamado 
Sinaia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 Miguel Bautista, El escritor y la praxis política (J.R.), en Revista Mexicana de Cultura, 
suplemento de El Nacional, 25 de julio, 1976, p.3. 
6 Mauricio Fresco, La emigración republicana española. Una victoria de México, p.23. 
7Manuel Gómez Hidalgo, El exilio español, Cuadernos del Sur, Diario Córdoba, año XIV, núm. 
655, jueves 23 de nov., 2000, p. 6. 
8Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p.177. 
 
 Dicen que al morir le hallaron a 
 España dentro del pecho. 
 
Juan Rejano: Escrito en la arena. 
 
 
CAPÍTULO II: JUAN REJANO. EL EXILIO. 
 
El exilio español fue uno de los desplazamientos humanos y políticos más trágicos 
de la primera mitad del siglo XX. Los expatriados cruzaron la frontera francesa derrotados, 
sin nada, con el cuerpo y el alma heridos. Arrancados de cuajo de su contexto cultural, de 
su patria, de su geografía y sin documentos que los acreditaran como seres humanos, estos 
héroes románticos que defendieron hasta morir sus ideales fueron arrojados a los campos de 
concentración en Francia. Sólo les quedaba a este mar de españoles el idioma, que con su 
fuerza abrigadora fue la cobija para cubrir la miseria a la que fueron arrojados. Y no hay 
que olvidar, so pena de borrar ese fragmento de la historia, que fueron ellos las primeras 
víctimas del fascismo, que hizo de España su campo Marte para ensayar sus bombas y para 
acabar con todas las Guernicas del mundo. Sus hermanos menores, los fascistas españoles 
celebraron su victoria de pequeños aliados del Eje asesinando a los inocentes que no 
pudieron salir de su patria y que tuvieron nexos con los expatriados. En esta absoluta 
orfandad, hubo países como Rusia y México que tendieron la mano a España durante la 
guerra y después de la derrota. 
 
El Gobierno de México, con el presidente Lázaro Cárdenas quien conservaba 
cordiales relaciones con el pueblo ibero, no aceptó reconocer al régimen que derrocó a la 
república, ateniéndose a las normas de la política internacional que informa la Doctrina 
Estrada (México no reconocerá a ningún gobierno emanado de la violencia), por lo que le 
abrió las puertas a un buen número de aquellos refugiados que salieron huyendo del campo 
de carnicería en que se había convertido España a partir del 18 de julio de 1936. “México 
(...) fue el más hospitalario de los países de la emigración. El presidente Lázaro Cárdenas, 
por medio de la embajada en Francia y del SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos 
Españoles), creado por el gobierno de Juan Negrín, negociaron con las autoridades 
francesas la salida paulatina de los campos de concentración”.1 La generosidad de México 
fue muy grande y su compromiso con la democracia más, pero antes de dar albergue a los 
refugiados adultos, se preocupó por los niños españoles, “un contingente de cuatrocientos 
cuarenta niños y huérfanos provenientes, fundamentalmente de Valencia, en junio de 
1937”.2 
 
 
La situación en España con la guerra civil se fue agravando y en 1938 Daniel Cossío 
Villegas, por ese entonces embajador de México en Portugal, sugirió al presidente Lázaro 
Cárdenas “que el gobierno mexicano abriera sus puertas a un grupo de intelectuales de 
amplia reputación para que prosiguieran su labor en nuestro país.(...)”. La idea recibió, 
 
1 Mauricio Fresco, la emigración republicana española. Una victoria de México, p.23. 
2 Víctor Alfonso Maldonado, Vías políticas y diplomáticas del exilio, El Exilio Español en México 
(1939-1982), p. 26. 
además de la simpatía del presidente Cárdenas, el apoyo de algunos destacados mexicanos 
que, como Alfonso Reyes, Genaro Estrada, Jesús Silva Herzog y otros habían conocido de 
cerca la situación imperante al haber viajado a la sazón por España y que en una u otra 
forma estaban comprometidos con las causas y el ideal de la República.3 Hay testimonios 
del propio Daniel Cossío Villegas.4 
 
La política del general Lázaro Cárdenas hacia la República española y los 
refugiados fue de singular relevancia, no sólo para la supervivencia de éstos, sino para su 
participación e integración en la vida económica, social y cultural del país. Entre sus 
decisiones políticas más importantes estuvo la de otorgarles en 1940 la ciudadanía 
mexicana a aquellos que así lo requirieran o desearan, y más de un sesenta por ciento, lo 
hizo. Al constituirse en 1945 el gobierno republicano en el exilio de Giral, México lo 
reconoció oficialmente. Fiel al principio de no aceptar ningún gobierno conayuda militar 
extranjera, México no aceptando el de Francisco Franco. 
 
La que es considerada la primera gran oleada de emigrantes españoles llegó a 
México en el barco Sinaia. Los pasajeros tenían plena conciencia del momento histórico 
que estaban viviendo y así lo encontramos en la edición del diario Sinaia: Diario de la 
primera expedición de republicanos españoles a México - editado por Juan Rejano el 12 
de junio de 1939-, lo que marcará su actividad literario-periodística a partir de ese 
momento. No sólo se trata del primer testimonio escrito y gráfico de la emigración, sino del 
auténtico vínculo entre los refugiados que huyeron de España con una nueva patria. 
Durante la travesía a bordo del Sinaia, se hace evidente la conciencia que tienen todos los 
refugiados de su destino. Juan Rejano no deja de recordarles la importancia del 
compromiso que ellos tenían tanto con la tierra que abandonaban como con la que los 
recibía. Así, Rejano, escribió: 
 
No vamos como turistas, somos, simplemente, refugiados políticos 
acogidos a una generosa hospitalidad. Por ello, desearíamos que 
cada uno, particularmente, se trazase una conducta a seguir, basada 
en el principio de mutua convivencia y de simpatía hacia el pueblo 
que nos acoge (...) No olvidemos esta consigna básica: moralidad, 
honradez, fidelidad a los principios democráticos, y sobre todo, no 
olvidarse de que un día retornaremos a nuestra patria y de que esas 
conductas de hoy serán páginas imborrables en los anales de la 
República.5 
 
Esta esperanza del retorno que mencionó nuestro poeta aún a bordo del Siania, 
nunca lo abandonó, siempre estará presente en sus escritos, prosa o verso, y también en sus 
charlas amistosas, aún cuando en esas charlas también comentó que desde que pisó la 
ciudad de Veracruz, ésta le recordó su infancia y los pueblos andaluces; también la 
esperanza del retorno se hacía presente ya que en Veracruz tenía que ir dos veces cada día a 
un antiguo barco español, el “Manuel Arnús”, que se encontraba anclado en el puerto. Si en 
 
3Víctor Alfonso Maldonado, Vías políticas y diplomáticas del exilio, p. 26. 
4Daniel Cossío Villegas, Autobiografía, p. 25. 
5 Sinaia. Diario de la primera expedición de republicanos españoles a México, p.6. 
Veracruz encontró rasgos españoles, también empezó allí la integración de nuestro poeta 
con lo mexicano. 
 
Entre las preocupaciones de nuestro poeta a bordo del barco que lo llevaría a 
nuevas tierras, está la de proporcionar información a los tripulantes sobre el pensamiento 
político y social del presidente Lázaro Cárdenas, a quien le dedican amplia cobertura en las 
páginas del mismo diario en una sección que se titula El pensamiento de Cárdenas. 
Igualmente relevante es el conocimiento adquirido sobre la independencia del nuevo país, 
sobre el petróleo, agricultura, hidrografía y orografía, la economía, así como la 
reproducción de corridos de la Revolución mexicana. Manuel Andujar refiere esta etapa del 
Sinaia y la publicación de su Diario, con las siguientes palabras: 
 
Apenas salíamos a cubierta quienes de ‘infantería’, hicimos, mal 
que bien, el citado diario. Ramón Iglesias ilustre historiador no se 
despegaba (...) su aparato de radio, que en alta mar recogiera las 
noticias de un mundo que se deslizaba...Con sus apuntes hacíamos 
la ‘información del exterior’. Lectores seguros, ávidos, todos los de la expedición. 
Entrega y repartos gratuitos. Se anunciaban las conferencias, 
los conciertos de la ‘Banda Madrid’, bajo la batuta del maestro Oropeza. 
Era el Sinaia portavoz de propósitos creativos e instructivo, donde no 
faltaban anécdotas (...) artículos de geografía e historia de México (...) 
nociones en suma, que habrían de ambientarnos para un cortejo y 
ensamble, que concitaban, aún transidos por la derrota material, 
nuestra esperanza6 
 
El viaje, desde las costas de Francia por el Atlántico duró 18 días y el boletín del 
Sinaia fue un medio de comunicación, y entre sus colaboradores estuvo Susana Gamboa, 
quien viajaba como representante del gobierno mexicano. Se publicaron 17 boletines. 
Susana Gamboa escribió el primer artículo y el 12 de junio, un días antes de llegar a 
Veracruz, salió el último titulado Homenaje a Méjico (sic), cuya organización y dirección 
estuvo a cargo de Juan Rejano, quien contribuyó con un artículo en el que exalta la política 
del presidente mexicano. También en este número se publicó el famoso poema Entre 
España y México del poeta andaluz Pedro Garfias, escrito a bordo del barco y el que fue 
muy sentido por todos los exiliados y después por sus descendientes. 
 
El boletín Sinaia, podríamos decir, que para nuestro poeta cordobés representó el 
preámbulo de la extensa y gran labor que realizaría por años en México como director de 
suplementos y revistas y como periodista, enriqueciendo el periodismo mexicano y dándole 
la oportunidad a jóvenes escritores de aquella época y posteriores. El 13 de junio de 1939 
desembarcaron en el puerto de Veracruz. Ese momento, como otros de gran significado, 
fueron narrados años más tarde por Rejano en su libro La esfinge mestiza, donde 
encontramos varias reflexiones sobre la última visión que tuvo de su España querida, la que 
le quedó para siempre “ en la retina y en el corazón”:7 
 
Yo solo, apoyado en la borda, secas las manos y agarrotadas una en otra, 
 
6José Luis Abellán, El exilio español de 1939 (Guerra y Política), t. II, p. 23. 
7Juan Rejano, La esfinge mestiza. Crónica menor de México, p.14. 
los ojos fijos y adoloridos, como una agonía lenta, contemplaba mis viejas tierras de 
Andalucía... mucho más allá, adivinándolo, el rezago de mi Córdoba natal, amodorrado 
entre olivares, acunando el dolor de los míos, de mis gentes queridas.8 
 
Sin embargo, aunque no aparta la visión de lo que ama, Veracruz y su gente lo 
deslumbran, los veracruzanos hablan a semejanza de los andaluces, pero son más corteses, 
y en cuanto a la ciudad, en estos términos la describe: 
 
Los colores vivos de las casas, el trazado de las calles. 
Algunos balconcillos o rejas que se divisan, 
la claridad cegadora que todo lo envolvía...9 
 
Sabido es que la vida y obra de un poeta se entrelazan con frecuencia de manera 
inexplicable y en graduaciones diversas. Las de Juan Rejano constituyen un tejido de tal 
intensidad que resulta imposible separarlas como ámbitos distintos, incluso opuestos. 
Rejano, el hombre de carne y hueso, se vincula con el poeta, así como con las ideas y el 
compromiso social. Su labor periodística no constituirá únicamente un ejercicio de 
supervivencia, sino una forma más de llevar sus ideas al escenario de lo social, y de la 
transformación de la sociedad. Su compromiso lo llevó a participar activamente y así es 
como “desde 1959 fue dirigente del Partido Comunista de España y de ahí durante todo el 
exilio lucha desde las filas o puestos directivos del partido con la mirada puesta en el 
objetivo más inmediato: la liberación de su patria, y en el más lejano, la emancipación del 
ser humano. Juan Rejano fue y murió siendo comunista”.10 Semejante compromiso 
significaría para él defender el realismo socialista, sin embargo, “como marxista convicto y 
confeso, Rejano defendió estéticamente el realismo socialista, pero fue lo suficientemente 
inteligente como para no convertirlo en dogma”11 
 
 
 
 
 
 
 
 
8 Ibid,p.14. 
9Ibid, p. 21. 
10 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p. 177 
11 Manuel Aznar, Ética y Estética de Juan Rejano, ensayista exiliado, en Juan Rejano y el exilio de 
1939 en México, p. 95. 
 Aún recuerdo: llegué ciego a tu orilla, 
con un grito fragante la tierra alboreaba 
y me abracé a tu pueblo como a un árbol de luz. 
 
(Juan Rejano : La tarde) 
 
 
 
 
CAPÍTULO III: JUAN REJANO EN MÉXICO. 
 
El verdadero exilio español en México se inicia en el Sinaiacon la poesía de Pedro 
Garfias y el boletín del viaje dirigido por Juan Rejano. Comienza con la literatura que emite 
su inmenso grito a bordo del buque antes de que tocara tierra. Buen principio para el país 
que, desde un inicio, les abrió las puertas de su casa. El grito de Pedro Garfias, de angustia 
y esperanza, es el que todos los pasajeros llevaban por dentro. Así, desde el mar Entre 
España y México, entre estos versos del poeta andaluz se abren camino los refugiados: 
 
 Qué hilo tan fino, que delgado junco 
 -de acero fiel- nos une y nos separa 
 con España en el recuerdo, 
 con México presente en la esperanza.1 
 
Separados y unidos por ese junco de acero fiel entran uno por uno los españoles a 
México. La separación es una angustia mortal, un dolor físico y una súplica, casi 
franciscana, a su patria, pero a la vez un grito de gratitud al país que los acogía: 
 
España que perdimos, no nos pierdas, 
guárdanos en tu frente derrumbada, 
conserva a tu costado el hueco vivo 
de nuestra ausencia amarga, 
que un día volveremos más veloces 
(...) 
pueblo libre de México: 
como otro tiempo por la mar salada 
te va un río español de sangre roja, 
de generosa sangre desbordada. 
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas, 
y para siempre ¡oh vieja y nueva España!2 
 
Aquí está el exilio, el pasaporte poético de esos grandes indocumentados. Casi todos 
los poetas del exilio, por no decir todos, escribieron como si estuvieran a bordo del Sinaia, 
en la frontera de esa línea, el hilo fino que los une y los separa de esa España que llevan en 
la entraña, de esa que invocan con mortal angustia para que no los olvide, para no olvidarla. 
Así lo hizo Juan Rejano, tal vez uno de los que más se ajusta a ese límite, casi invisible, 
 
1 Poesía y exilio: los poetas del exilio español en México, p. 98. 
2Ibíd., p. 98. 
pero de acero fiel, rememorando a García Lorca, y uno de los que más transmitió la 
nostalgia a través de su pluma poética: 
 
con un cuchillo, 
 con un cuchillito, 
(...) 
 que apenas cabe en mi mano, 
pero que penetra fino 
por las carnes asombradas 
y que se para en el sitio 
donde tiembla enmarañada 
la oscura raíz del grito.3 
 
Instalado nuestro poeta en Veracruz, admirando paisaje y gente, recibe la ayuda de 
Alfonso Reyes quien por intercesión de José Mancisidor, le facilitó la llegada a la ciudad de 
México donde estableció contacto con su antiguo amigo Giménez Siles, con quien ya había 
trabajado en Madrid en varias revistas y en la Editorial Cenit. Ahora fundarían juntos (julio 
de 1939), la Editora y Distribuidora Ibero Americana, S.A. (EDIAPSA), empresa que 
crearía en la Alameda Central la primera “Librería de Cristal” como un nuevo tipo de 
librería popular. 
 
En 1940 EDIAPSA inicia la publicación de la revista literaria Romance, subtitulada 
Revista popular hispanoamericana, la cual fue concebida por un grupo de jóvenes 
escritores españoles entre los que estaban Antonio Sánchez Barbudo y Lorenzo Varela a 
quienes después se unió Juan Rejano, como portavoz cultural y como medio de expresión 
de la unidad y solidaridad entre los países hispanoamericanos. 
 
Romance fue considerada por varios una de las mejores revistas literarias, redactada 
y dirigida por emigrados, por la amplitud de su contenido y por su innovador diseño 
gráfico. En el “Propósito” se señala la vocación hispanoamericana de la revista: 
 
Romance – se decía- aspira a recoger en sus páginas las expresiones 
más significativas –por la calidad de su pensamiento y sensibilidad- 
del movimiento cultural hispanoamericano.4 
 
Por otra parte, el filósofo y gran amigo de nuestro poeta, Adolfo Sánchez Vázquez, 
quien también colaboró en la revista, escribe: “A Rejano se debe en su mayor parte, una de 
las mayores empresas literarias de la nueva época en Hispanoamérica: Romance”.5 
 
El proceso de asimilación a México debió de ser bastante difícil, si tomamos en 
cuenta que nuestro poeta no vino “a hacer la América”; él, como todos, se vieron obligados 
a abandonar su patria para poder conservar la vida, y su estadía en este país era de paso. 
Vivían con la esperanza del regreso, esperanza que murió cuando terminada la Segunda 
 
3 Federico García Lorca, Bodas de Sangre, en Obras Completas, p. 1180. 
4 José Luis Martínez, Las Revistas del Exilio Español en México, en Poesía y Exilio: Los poetas 
del Exilio Español en México, p.274. 
5 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, p.83. 
Guerra Mundial, los Estados Unidos de Norteamérica hicieron de Francisco Franco su 
aliado en la llamada “guerra fría” entre Rusia y Norteamérica. 
 
Aunque Juan Rejano mantenía la llama de la esperanza encendida, se nacionalizó en 
1941 mexicano, y su Crónica menor de México, La esfinge mestiza nos señala que “un 
refugiado es el que tiene dos patrias”, y que su deber no era olvidar España, sino amarla y 
agradecer intensamente a su nueva patria adoptiva. Dos amores, dos patrias por las que 
trabajó con toda su alma. El amor a ambas está presente en toda su obra y un poco más en 
su Libro de los Homenajes, principalmente en la Elegía a Héctor Pérez Martínez: 
 
Todo lo mexicano que ya es mío 
lo amé por ti, por ti latió esta tierra 
para que mi dolor no se perdiese 
en la oscura osamenta del planeta. 
 
Oh, hermano, hermano, acoge 
este lento sollozo que me anega. 
Tras su doliente estela no hay olvido.6 
 
La mejor forma en la que Juan Rejano pudo demostrar su gratitud a México fue a 
través de su incansable labor que siempre desarrolló a favor de la cultura mexicana y 
española y dándole la oportunidad a los escritores jóvenes para mostrarse y crecer. 
 
Separado de EDIAPSA y de la revista Romance, funda y es jefe de redacción de 
una nueva que llamaron Ars (cinco números), y en 1942 empieza a colaborar con un 
artículo semanal en el periódico El Nacional en el que escribió casi toda su vida. El 
rotativo, fiel a su política gubernamental, abrió sus páginas a muchos exiliados españoles 
que bajo su apoyo colaboraron y crecieron. Nuestro poeta escribía tres o cuatro artículos al 
mes, publicados sin día fijo en la página editorial bajo el título de Temas políticos, sociales 
y económicos; ciencia y arte. Su primer artículo apareció el 11 de octubre de 1942. La 
mayoría de esas colaboraciones las agruparía después en su libro La esfinge mestiza en 
1945. 
 
En 1947 fue invitado a asumir la dirección del suplemento dominical de El 
Nacional. El director del diario era Fernando Benítez. El rotativo ya había sido un diario al 
servicio de la cultura, sin embargo es a partir de 1947 cuando se realizan los mejores 
esfuerzos para desarrollar una ambiciosa labor cultural. Aparece, bajo la dirección de Juan 
Rejano, la “Revista Mexicana de Cultura” como suplemento dominical. El primer número 
de esta segunda época salió el 6 de abril del año citado. 
 
El periodismo y la difusión cultural fueron las actividades a las que nuestro poeta 
cordobés se entregó en cuerpo y alma y a ellas consagró buena parte de su vida, aunque hay 
que subrayar que la política y la poesía fueron para él su verdadera vocación. También hay 
que recalcar que aunque en España publicó en algunas revistas, fue en México donde se 
 
6 Juan Rejano, Libro de los Homenajes, en Alas de Tierra, p.246. 
consolidó su verdadera personalidad poética, tal vez porque “es en la poesía donde 
encuentra el cauce más adecuado para la experiencia singular y contradictoria del exilio”.7 
 
La pérdida de todo lo suyo marcó la obra poética de Rejano y fue el destierro el 
primer factor que le dio contenido. Juan Rejano, hombre revolucionario de carne y hueso, 
se vinculó tan fuerte al hombre, que encontramos enlazadas a su ejercicio literario tanto sus 
ideas políticas como su compromiso social, pero no por ello dejamos de sentir su poesía 
intimista y amorosa hacia el seramado. Su vocación poética será una forma de llevar sus 
ideas al escenario social, junto con su labor periodística y difusor de la cultura. 
 
Hacia 1943, Rejano publicó en un solo volumen dos libros de poesía que llevan por 
título Fidelidad del sueño y La memoria burlada; éste último después cambiaría a Memoria 
en llamas, que recopila los poemas escritos en París al inicio de su exilio, con prólogo del 
Nóbel chileno Pablo Neruda. Muestra son estos dos contundentes sonetos: 
 
 Estoy bajo tu piel, fuera del mundo, 
 fuera de razón y mis sentidos, 
pausa abierta en un viento sin sonidos 
 con que mi propia libertad circundo. 
 
¿Qué helado firmamento moribundo 
van tocando mis pies desvanecidos? 
¿Dónde brota el temblor de esos gemidos, 
que en ti está y está en mí, llanto profundo? 
 
 
Abridme el pecho y deshojad mi duda; 
un mínimo cierzo me acaricia y hiere, 
me viste de ilusión y me desnuda. 
 
Sobra razón que a mi razón altere, 
que en esta escala de mis ansias muda 
muriendo sueña y por soñar se muere.8 
. 
Y para Fidelidad de Sueño, escribe: 
 
El sueño de mi vida ya no es mío, 
ni está en mis manos detener su aliento; 
sujeto vivo a él y, a veces, siento 
que baja por mis venas como un río. 
 
Huyendo de su sombra me extravío 
por la escala sin fin del pensamiento: 
mas el sueño me sigue, como el viento 
tras el húmedo cuerpo del navío. 
 
 
7 Adolfo Sánchez Vázquez, Juan Rejano en el exilio, en Juan Rejano y el exilio de 1936 en México, 
p.180. 
8 Juan Rejano, Estoy bajo tu piel, en Memoria en llamas , en Alas de Tierra, p.19. 
Me vence este huracán, esta caricia 
que tiene ya su doble ser fundado 
donde la libertad su vuelo inicia. 
 
A libre vuelo eterno condenado, 
la frente llevo a despertar propicia 
y el corazón al sueño encadenado.9 
 
Juan Rejano, hacia el año de 1944, con un grupo de amigos fundó otra revista, 
añoranza de aquella que alguna vez se hizo en Málaga con Emilio Prados y Manuel 
Altolaguirre, titulada Litoral10. Fue aquí donde nuestro poeta publicó su segundo libro de 
poemas, compuesto por canciones evocadoras de su tierra andaluza, llevando por título El 
Genil y los Olivos (1944), libro dedicado a sus hijas Carmen y Conchita, precedido por una 
nota del propio autor donde afirma que: “Nacieron estas canciones (...) por la necesidad de 
aliviar el alma de tanto y tanto recuerdo como la embriaga, en esta lejanía amarga de 
España”.11 
 
Ese mismo año, el Centro Andaluz de México publicó un ensayo de Rejano, del que 
ya había dado una plática allí, titulado El poeta y su pueblo. Un símbolo andaluz: Federico 
García Lorca. 
 
Como ya lo mencionamos, Rejano realizó su labor poética en conjunto con la 
periodística, interesado cada vez más por integrarse a la patria adoptiva y por ello formó 
parte de varias e importantes publicaciones literarias mexicanas como Taller, idea de 
Octavio Paz; El hijo pródigo, editada por Octavio G. Barreda, y Letras de México, fundada 
por Barreda y dirigida por Ermilo Abreu Gómez y Alí Chumacero. El trabajo de nuestro 
poeta en estas revistas, así como la amistad que entabló con los poetas e intelectuales 
mexicanos contribuyó a que el proceso de asimilación fuera más fácil: “Me siento 
agradecido a los mexicanos hasta las lágrimas y soy capaz de hacer por México lo que 
sea”.12 
 
En los primeros años del exilio, Juan Rejano vivió, como es de suponer con mucha 
estrechez. Su habitación contenía una cama, una mesa y un librero con escasos libros, nada 
más.13 
 
De los sitios que frecuentaba, los cafés le resultaban agradables ya que le servían 
para estrechar lazos con sus compatriotas y con otros intelectuales mexicanos. El primer 
café del que fue asiduo, junto con la mayoría de los refugiados españoles, fue el de chinos, 
donde servían, según comentarios del poeta y mis familiares, un buen café con leche, 
grande y barato. Con el tiempo, este grupo de escritores fueron asistiendo a otros cafés que 
 
9 Juan Rejano, Sonetos del Sueño, Alas de Tierra, p.70. 
10 Juan Rejano, Algunas revistas literarias II, en El Nacional, 1 de julio, 1956, p.4. 
11Juan Rejano, El Genil y los Olivos, nota introductoria, en Alas de Tierra, p.77. 
12 Ascensión H. de León Portilla, España desde México. Vida y Testimonio de transterrados, 
p.343. 
13 Confr. Andrés Henestrosa, Homenaje a Juan Rejano, en Cuadernos Americanos, v. 208, núm. 5, 
sept.-oct., 1976, p.78. 
adquirieron importancia dentro de la historia cultural mexicana por las tertulias que se 
organizaban, como por ejemplo el café “París”, donde tuvo una peña León Felipe. 
 
Desde que Juan Rejano llegó a México, se fue allegando de grandes amistades tanto 
españolas como mexicanas, y de todas se ganó el aprecio y estimación, cosa que no 
resultaba difícil por el carácter tan afable que Rejano tenía. Todo en él era sinceridad, sus 
oídos se prestaban para oírte como el mejor de los amigos, siempre dispuesto a dar un 
consejo o una orientación desinteresadamente. Efraín Huerta, en su ensayo Los españoles 
que viví, donde habla de las amistades que cultivó, cuenta que “en una votación secreta 
realizada por algunos mexicanos, Juan resultó triunfador como el refugiado político más 
querido”. 14 Aquí sí tengo que hacer un paréntesis, porque gracias a esa amistad que 
entregaba Rejano, fue que mi abuelo Luis Alaminos Peña, mi madre y mi tío pudieron venir 
a México procedentes de Santo Domingo, siempre con la esperanza de que desde aquí 
saldría el primer barco hacia España una vez que terminara la guerra mundial . 
Desgraciadamente ni mi abuelo ni Juan pudieron hacer efectivo ese regreso, debido al 
reconocimiento de la ONU por el gobierno de Franco. La esperanza y la incertidumbre de 
los refugiados españoles, a partir de ese momento, se convirtieron en desilusión y 
resignación. En lo que a mí me toca, gracias a esa amistad de mi abuelo con el poeta, una 
amistad desde Málaga, fue que me dio la oportunidad y satisfacción de conocerlo y 
aprender de él. 
 
Si en un principio supusieron que el exilio sería corto, después de 1946 tuvieron la 
certeza de que se prolongaría, lo que así fue. “Por mi parte –afirmó nuestro poeta-, tan 
pronto como me percaté de la situación internacional, traté de incorporarme a la vida 
mexicana. Me ofrecieron el cargo de director del suplemento cultural de El Nacional, lo 
acepté”.15 
 
Bajo la dirección de Rejano, el suplemento cultural de El Nacional cambió de 
formato y de orientación y adoptó el nombre de Revista Mexicana de Cultura. A partir de 
ese momento las páginas de la revista estuvieron a la disposición de aquellos jóvenes que se 
iniciaban en la poesía o literatura, siempre con el asesoramiento y consejos del director. 
 
Cerciorados los exiliados de que el retorno a España estaba vedado, a partir de 1946 
pusieron su esperanza en la guerrilla clandestina de España. Juan Rejano, en 1947, publicó 
un volumen de poemas titulado Víspera heroica, dedicado a Pedro Garfias e ilustrado por el 
pintor Arturo Souto, compuesto por tres romances y cuatro sonetos cuyas regalías, o lo que 
saliera de la venta, se destinaría íntegro al movimiento de ayuda a los exiliados. Rejano 
crece como poeta y se amplía su obra. En 1948, Cuadernos Americanos publicó El oscuro 
límite que el poeta cordobés dedicó al pintor Arturo Souto. En 1949 aparecieron Noche 
adentro y Oda Española, éste último dedicado a “La Pasionaria”, Dolores Ibarrurri en 
1950. 
 
 
14 Efraín Huerta, El exilio español en México 1939-1982, p.682. 
15 Pablo Gil Casado, Con Juan Rejano, en Revista Mexicana de Cultura, suplemento de El Nacional, 3 oct., 
1976, p.2. 
En ese mismo año de 1950, a Rejano le dio por llamar Cuadernillo de Señales a la 
columna que mantenía semanalmente en la página editorialde El Nacional, y a partir de 
1954, esos Cuadernillos de Señales aparecieron cada domingo en la Revista Mexicana de 
Cultura. Rejano escribió sobre diferentes temas tales como arte, cultura, viajes, recuerdos, 
amistades y acerca de la teoría literaria con las que aprovechó a escribir sobre autores de 
casi todas las épocas de la historia literaria y puso énfasis en sacar del olvido a muchos 
poetas y escritores. En cada cuestión abordada imprimía un acento esperanzador y una 
lección ejemplificadora. Así era Juan Rejano, así seguirá siendo entre nosotros: esperanza y 
ejemplo. 
 
En octubre de 1956, al salir el número 500 de la Revista Mexicana de Cultura, 
Rejano publicó un poema a la memoria –tomo sus palabra-: “...del más grande y verdadero 
de los poetas españoles contemporáneos: Antonio Machado”, con el título La Respuesta. 
 
En 1955 dio a luz Canciones de Paz, dedicado a la memoria de su padre “muerto 
más allá del mar y de mis brazos”: 
 
 Una sílaba 
 una sílaba sola 
 una radiante sílaba sin tregua, 
 de sosegada piel y corazón 
 de fuego, 
 está a tu puerta –mira- con una estrella humana 
 y una dulce mirada de concordia.16 
 
La solidaridad con el ser humano es un tema que campea toda la obra poética de 
Juan Rejano, y en 1961 salió a la luz, publicado por la UNAM, un volumen que reúne 
poemas escritos desde 1941 y que “podría constituir una síntesis de ese afán de 
solidarizarse, llevando por título Los Homenajes”. 17 
 
Juan Rejano compartió su vida, aquí en México, con otra gran escritora y periodista, 
Luisa Carnés, cuya muerte trágica fue un duro golpe para nuestro poeta del que nunca 
pudo reponerse, y en su poema La tarde se puede apreciar ese sentimiento. Con su pérdida 
renació en Rejano la soledad de los primeros años del exilio, más acentuada, absoluta. 
Luisa y Juan formaron parte de la vida cultural mexicana, dejando cada uno de ellos una 
huella profunda en el periodismo, en la literatura y en los amigos. Inspirado en su pareja 
sentimental, en su recuerdo, Rejano escribe El Jazmín y la Llama, donde expresa el vacío 
que le dejó en su vida: 
 
Ha muerto. 
Ya estoy más solo. 
Lo escuché en la voz del viento. 
Puedo decirlo sin lágrimas. 
No puedo decirlo: ha muerto. 
 
16Juan Rejano, Canciones de Paz, p.13. 
17 Aurora de Albornoz, Poesía de la España peregrina: crónica incompleta, en El exilio español de 1939, p. 
13. 
 
Vagó por las galerías 
del alma, que abre el recuerdo. 
Sus tierras del sur soñaba 
tras los álamos del Duero. 
Y con Castilla vivía 
desde los jardines béticos. 
 
Amor, no puedo pensarlo 
y muero si no lo pienso. 
 
Tuvo una espina clavada 
en el corazón. Fue bueno. 
Cantó. Soñó. Un amor tuvo 
y se le fue pronto. Viejo, 
Solo y pensativo, andaba 
de noche por algún pueblo. 
 
Amor, no puedo escribirlo 
y puedo escribirte: ha muerto. 
 
Presentía la primavera 
desde los helados yermos 
y oyó cantar a los gallos 
de la aurora en el silencio. 
Hecho estaba de esperanza, 
de mansedumbre y de anhelo. 
 
 
 
Amor, el mar me devuelve 
la eternidad de su acento. 
 
Dicen que al morir le hallaron 
a España dentro del pecho.18 
 
Cuando en 1975, nuestra Máxima Casa de Estudios editó Alas de tierra, que 
contiene la mayor parte de la poesía de Juan Rejano escrita durante más de 30 años, 
también murió Francisco Franco, y entonces fue cuando nuestro poeta deseó regresar a su 
España querida. Sin embargo, antes de hacerlo, quiso poner orden en su vida y en su salud 
y se sometió a una operación de úlcera que le venía molestando desde años atrás. La 
operación fue un éxito, pero el postoperatorio no, se presentaron dificultades y sin que se 
pudiera hacer algo, Juan Rejano falleció. 
 
Amigos de él, al verlo en agonía, hicieron traer a sus hijas, a quienes había podido 
ver en la frontera con Francia, porque nunca pisó suelo español estando el dictador vivo. 
 
18 Juan Rejano, Escrito en la arena (22 de febrero), en El Jazmín y la llama, en Alas de Tierra, 
p.375-376. 
Mucha gente asistió a su funeral y se le rindieron homenajes en cuerpo presente y por 
televisión. Sánchez Vázquez se expresó: 
 
 El que vivió siempre la muerte de cada desterrado 
 como si fuera la suya propia, creyó al final de su vida 
 que escaparía al destierro. No fue así.19 
 
El Panteón Jardín de la ciudad de México fue su última morada. Lo acompañaron 
innumerables amigos, sus hijas, el hijo de Luis Carnés, Ramón Puyol, quien vino desde 
España al funeral, compañeros del Partido Comunista Español, colaboradores y discípulos 
suyos de El Nacional, intelectuales y periodistas españoles, mexicanos y latinoamericanos 
que vivían exiliados también en nuestro país y los hijos y los nietos de aquellos primeros 
amigos que supieron querer y admirar a Rejano desde siempre. 
 
Después de su muerte, el periodista Juan Cervera, amigo y protegido de nuestro 
poeta, editó un programa de televisión que se transmitió como homenaje póstumo al gran e 
inolvidable Juan Rejano. A las hijas se les regaló ese video casete, del que ya tendrá una 
copia la Fundación Juan Rejano en Puente Genil, Córdoba. 
 
Al morir, dejó en la imprenta un libro titulado La tarde, que apareció pocas semanas 
después del 4 de julio de 1975, y otra obra que quedó inédita titulada Elegías mexicanas. 
Asimismo, dejó preparada para su publicación La mirada del hombre, que debería aparecer 
en España cuando él se encontrara allí, con un prólogo de Aurora de Albornoz. Esta obra 
fue encontrada por sus hijas y la pusieron en manos de Sánchez Vázquez, quien se encargó 
de hacérsela llegar a la prologuista y la obra salió publicada en 1988, con lo que podemos 
decir que Rejano regresó a España. 
 
A nuestro poeta le hubiera gustado reanudar ese diálogo con los jóvenes españoles, 
con el pueblo al que tanto quiso y extrañó. El diálogo sí está abierto ahora que se creó la 
Fundación Juan Rejano, en su natal Puente Genil, con libros, cartas, fotografías y hasta con 
su máquina de escribir que sus hijas donaron para que la gente estuviera cerca de él. Por lo 
demás, varias de sus obras ya vieron la luz en tierra española y se reeditó La esfinge 
mestiza. 
 
 
 
 
 
 
19 Adolfo Sánchez Vázquez, Homenaje a Juan Rejano, en Juan Rejano y el Exilio de 1936 en 
México, p. 84. 
 
 
 Aún puedo caminar herido y ciego, 
la soledad por compañera amada 
y la esperanza por secreto fuego. 
 
(Juan Rejano: Fidelidad del sueño.) 
 
 
 
 
CAPITULO IV: JUAN REJANO Y LA POESÍA 
 
 
Juan Rejano reconstruyó su vida, hecha de fragmentos, a través de la poesía: 
“Cuando todo se ha derrumbado externamente, la necesidad de la reconstrucción es 
insoslayable”1. Nuestro poeta buscará para esa reconstrucción imágenes, límites, una tierra 
nueva y se enfrentará a un nuevo aprendizaje, a una fragmentación de su identidad. 
 
Empeñado en afirmar la continuidad del pasado, Rejano convertirá el presente en 
hechos y datos pretéritos: se debatirá entre invención y memoria sentimental. De este modo 
recreará su mundo interior, poniendo en orden su caos existente, por cuanto el que carece 
de patria, carece de ser. El orden lo va a conseguir a través del ritmo, la forma y la imagen 
poética. El paraíso perdido lo sustituirá por un mundo naciente hecho de verbos nuevos. 
Juan Rejano escribirá para todos y al hacerloplasmará su universo integrado de melancolía 
angustiosa. Con cada variante de la emoción construirá el mundo ilusorio cimentado en los 
códigos lingüísticos inventados por él. Al fin se percatará el poeta de que el exilio es el 
exilio, es decir la poesía alcanzada. La creación en el exilio no es sólo el destino histórico, 
sino el paso más allá de las restricciones, en donde el poeta se crea a sí mismo, a la vez que 
es creado por lo que escribe. 
 
Juan Rejano, como todo buen poeta, está consciente de lo que su obra representa 
tanto para él como para los suyos: 
 
 Nada vengo a pedir: perdón, acaso. 
 perdón a los que amé sin tregua y sólo pude 
 dejarles una llama para escalar el muro. 
 No sé cómo decirlo, pero el hombre 
 de las fértiles manos me comprende, 
 el hombre y sus silencios inflamados. 
 Aunque lo perdí todo, aunque aprendí el camino 
 de las gloriosas tumbas, lo que quiero 
 Es nacer otra vez, seguir naciendo, 
 crecer de nuevo, primavera, estío 
 de mis ojos que no agotan su asombro. 
 Seré un hálito más, seré una gota 
 
1 Angelina Muñiz-Huberman, La poesía y la soledad del exilio, en Los Poetas del exilio Español en 
México, p. 376. 
 en el collar dinámico que asciende 
 y en la boca plural que un himno augura. 
 Y al olvido dará la amarga historia. 
 Una rama de olivo me acompaña en la tarde.2 
 
La palabra sonará para Rejano y su sonido será señal de presencia, existencia. El 
poeta en el exilio se reconoce por ese sonido, por el eco, y ésa será su realidad. Rejano 
cambiará la vista por el oído y una vez aceptado el sonido, acudirá a su memoria, trasladará 
la imagen interna a la poética y de ese modo mitigará el dolor de la ausencia, de la pérdida. 
El sonido tomará el lugar de los ojos, ya que la visión se borra y la musicalidad la podemos 
guardar, se queda. El poema no podrá ser destruido, sólo requiere de la memoria y la 
realidad poética suplanta a cualquiera otra realidad, y con ello el exilio se diluye, se aleja y 
se asimila. 
 
La poesía en el exilio es una poesía de caminos, de retornos, a través de los cuales 
se llega al centro del alma: lo que no se toca es lo que más hiere. A Juan Rejano le servirá 
la expresión poética para saltar barreras, para dejar huellas y marcas, para no olvidar un 
presente continuo. 
 
La batalla que entabla Rejano va a ser con el tiempo mismo; al escribir sabrá 
atrapar el momento entre el ser y el no ser, entre el sueño y la vigilia, entre la ficción y la 
realidad. El poeta tiene un arma muy poderosa, su imaginación, y a través de ella, va a 
expresar sus recuerdos, todos los que ha ido acumulando. Si algo se ganó en el exilio fue la 
presencia de la poesía, la afirmación de la misma. 
 
El poeta del exilio recurrió a la poesía para liberar su presión psicológica, para 
intentar explicarse lo sucedido y fingir, cada vez con menos fuerza, que es posible desandar 
lo caminado, “porque estoy donde no estoy, en otras palabras, habito México mientras vivo 
en España”3, exclamaría nuestro poeta cordobés en varias ocasiones. 
 
La obra de Juan Rejano se conjuga con vocación de impulsar y promocionar las 
culturas española y mexicana. Nuestro poeta siempre hizo las cosas pensando en la unión 
de los seres humanos, poniendo en práctica ese concepto de cultura hispanoamericana que 
para él era: “ la que tiene como medio de expresión el idioma español cualquiera que sean 
las circunstancias raciales o nacionales que le dan vida”.4 Esa misma actitud la mantuvo en 
todas las publicaciones que dirigió y como ejemplo tenemos su labor en la Revista 
Mexicana de Cultura, donde no fue sólo el director, sino que estimuló, apoyó y orientó a 
cuantos nos acercamos a él. Supo compartir sus conocimientos y experiencias y lo más 
importante es que siempre enseñó con el ejemplo. Al margen de su gusto personal, 
publicaba lo que tenía algún valor literario. Quienes convivieron con él saben que nuestro 
poeta fue un hombre capaz de olvidarse de sí mismo con tal de ayudar a sus semejantes, y 
más si eran jóvenes. Él manifestaba que a los jóvenes se les tenía que dar oportunidad de 
vivir y de animarlos a escribir si de verdad les gustaba hacerlo. 
 
2 Juan Rejano, La Tarde, canto XII, p.31. 
3 Federico Patán, Juan Rejano. Poeta en el exilio, en Poesía y Exilio: Los poetas del exilio español en México, 
p.113. 
4 Confront. Romance, año 1, 11 de febrero, 1940, p. 2. 
 
Con todo y todo, a Rejano le fue imposible arreglar su estructura anímica 
destruyendo el pasado, pero a raíz de ello, lo vislumbraría desde una perspectiva de mayor 
acercamiento a México. La integración de lo mexicano en nuestro poeta fue lenta debido a 
que llegó con una personalidad ya formada. Se adentró en lo mexicano partiendo de su 
profundo agradecimiento a esta tierra y del deseo de comprender, cada vez más, al medio 
que lo rodeaba. 
 
Los temas de la vida y la muerte son recurrentes en la poesía de Rejano. La vida que 
está marcada por el destierro es una vida de recuerdos, de ausencia sobrevivida. La muerte 
comienza siendo un tópico popular que después adquiere las perspectivas de su propia 
muerte. Lo español en su obra se caracteriza por el predominio del terreno. En la forma del 
verso fue fiel a las medidas clásicas. Alejandrinos, endecasílabos (arte mayor) y 
octosílabos (arte menor). 
 
En el aspecto formal, la poesía de Rejano va de lo popular (con nanas) a lo culto 
(sonetos). Las formas típicas de la poesía popular aparecen con ecos del cancionero, 
predominando la copla de soleares entre las que destacan las “canciones con la muerte en 
torno”: 
 Se muere una sola vez. 
 o se muere tantas veces, 
 que no se llega a nacer. 
 
 Morir… cuando descansemos; 
 pero, mientras, que la muerte 
 no nos lleve a su terreno 
 
 Que del nacer al morir 
 la distancia no es muy larga, 
 pero es dura de cubrir. 
 
 Cúbrala el hombre de hazañas.5 
 
Otra composición que cultivó fue el romance de tipo narrativo con toques líricos 
como en “El miliciano muerto”: 
 
 MURIÓ con tanta alegría, 
 que al acercarse la muerte, 
 la muerte palidecía. 
 (…) 
 La muerte lo contemplaba 
 con ojos de vida duda 
 y los huesos se le helaban. 
 (. . .) 
 Murió con tanta alegría, 
 que la muerte, por los campos, 
 de su propia sombra huía.6 
 
5Juan Rejano, en Memoria en llamas (1939), en Alas de Tierra, p. 31. 
 
Como ya mencionamos, el elemento mexicano no tuvo pronta aparición en la poesía 
de nuestro poeta, sino que surgió primero en la prosa, en su crónica menor titulada la 
esfinge mestiza, y surge porque necesita de esa comprensión para ajustar sus relaciones con 
la nueva cultura; cultura vista desde la española y desde ella interpretada, lo que será un 
signo constante en la obra de nuestro poeta. La conciencia de lo definitivo penetra en él y lo 
va llevando hacia una apertura mayor, respecto a lo mexicano: lo ajeno íntimo se vuelve en 
lo posible, lo personal íntimo. México va ganando presencia en la escritura de Rejano, de 
manera lenta, pero con fuerza, como lo podemos apreciar en El libro de los Homenajes: 
 
 Observad a este hombre: con sus manos 
 ha narrado en los muros 
 leyendas como soles, ha trascrito 
 los linajes de México, las lágrimas 
 de un pueblo que no puede contar ya sus heridas.7 
 
Su poesía en el exilio tuvo dos actitudes: por una parte, la prolongación delcombate 
literario como una forma de resistencia en conjunción con la clandestinidad interior y en 
espera de que la eventual entrada de España en la Segunda Guerra Mundial llevase a la 
dictadura a su fin; y por la otra, como una forma de solidaridad con los caídos en defensa 
de la República española y con el mantenimiento de un gobierno testimonial en el exilio. 
 
Todas las esperanzas se desvanecieron después del 16 de julio de 1950, cuando fue 
desconocido el gobierno de la República, y la poesía de compromiso político tiende al muro 
de lamentaciones. 
 
Por una parte, la poesía en el exilio, “o de lo lejano” como lo llama Guillermo 
Carnero8, se orienta hacia el intimismo ya que para muchos la poesía de circunstancias de la 
calle sería perpetuar la dictadura, y casos como Juan Rejano se caracterizan por esto. 
 
En la poesía del poeta cordobés encontramos la referencia a los compañeros y a los 
muertos, a los campos de concentración, al dolor y desarraigo del desterrado y su nostalgia 
por España (paisajes, ríos, tipos humanos). Diversas combinaciones de estos asuntos 
configuran en obras de nuestro poeta. 
 
En el libro El Genil y los Olivos expresa la nostalgia adoptando una estructura de 
canción popular: 
 
 Nació bajo de un olivo. 
 Con buen sino nació el niño. 
 
 Para nacer, nacer bien. 
 ¿Hay mejor cuna en la tierra 
 
6Juan Rejano, Ibid. , p. 35. 
7 Juan Rejano, Diego Rivera en dos tiempos (1952), en Alas de tierra, p. 280. 
8 Guillermo Carnero, Lo vivo y lo lejano en la poesía española del exilio, en Juan Rejano y el exilio 
de 1936 en México, p. 64. 
 que un olivo en Jaén? 
 
 Con buen sino nació el niño: 
 Sombra y fruto por amigos. 
 
 Si a mí me dan a elegir, 
 yo nazco bajo un olivo, 
 orilla al Guadalquivir.9 
 
Para Rejano, la amistad fue una de las cosas más importantes en su vida, al grado 
que en su Libro de los Homenajes quiso dejar un agradecimiento a varios a través de su 
poesía y así tenemos que entre ellos está el que dedicó a mi abuelo Luis Alaminos Peña: 
 
 -¿EN DÓNDE tu reino, Lola? 
 - Mírame. En Andalucía. 
 (Jazmines. La noche sola 
 y un latido de agua fría.) 
 
 -¿Y ese sollozo lejano 
 de la guitarra? 
 - No es mío. 
 (La noche sola. Verano. 
 Se oye el suspirar del río.) 
 
 -Ay, dime, dímelo, Lola: 
 ¿quién eres tú? 
 -¿No lo aciertas? 
 (La noche, la noche sola 
 y las ventanas abiertas.) 10 
 
Haciendo revisión de la obra de nuestro poeta, se llegó a considerar que la poesía 
de Rejano, si bien coincide en algunas características con la Generación del 27 y con la del 
36, nunca participó en ninguna de ellas, por lo que lo situamos como “poeta libre”, cuyos 
temas tanto exteriores como íntimos están unidos a lo lejano y a la raíz existencial 
individual del poeta, orientado hacia la reflexión sobre el amor, la propia identidad, el 
cultivo de la soledad como cauce de autoconocimiento o la muerte. Este tipo de poesía la 
encontramos en Rejano en su libro Fidelidad del sueño: 
 
 AQUÍ, lejos, muy lejos, 
 sin raíz y sin luna, 
 desarbolado, ciego, 
 cuando me han arrancado de los brazos. 
 De mi origen y oprime 
 mi garganta un dogal de soledades, 
 cuando llamo a las puertas más recientes 
 y me responden los antiguos ecos 
 
9 Juan Rejano, en Los Olivos (El hijo del olivar, 7), en Alas de Tierra, p. 96. 
10Juan Rejano, Ofrenda andaluza a Luis Alaminos, Adivinanza a la Guitarra (1951), en Libro de los 
homenajes, en Alas de tierra, p. 277. 
 y soy por ello un desangrado arcángel 
 sin orillas, ni rosas, ni sorpresas.11 
 
Y también en El jazmín y la llama, poema intimista lleno de esperanza y sobre todo 
de erotismo: 
 
 
 
Te espero. Siempre te espero. 
 Aún cercada por mis brazos 
 te espero, te espero siempre 
 y te seguiré esperando 
 cuando ya tu aroma todo 
 se haya vertido en mi vaso 
 cuando tu sombra y mi sombra 
 sean un solo cuerpo, cuando 
 mi recuerdo para ti 
 se convierta en un relámpago 
 familiar que se abre y muere 
 cada vez que lo invocamos. 
 
 Te espero. Siempre te espero. 
 Porque esta sed sin ocaso 
 desbordó mi entraña y mueve 
 la tierra como un espasmo. 
 
 Calla. No me digas nada. 
 Abre mi pecho despacio. 
 Las estrellas van muy altas 
 y yo te sigo esperando.12 
 
El tema del amor es una constante en la poesía de Rejano. El amor a todo: el amor 
universal y el amor referido a una sola persona que permite, con su misterio y su 
transfiguración, la posesión del mundo, la plena realización de la vida personal: 
 
HE TENIDO tu amor de cielo a cielo, 
de orilla a orilla, entre la niebla agreste 
y en el desierto litoral de fuego. 
 
He tenido tu amor como las aves 
que en islas de coral su nido erigen 
y lo conducen por el mar y el aire 
al bosque, a la montaña, a otra ribera. 
 
Me sé de mundo a mundo tus mejillas, 
tus hombros de panal y de racimo, 
me sé tu boca herida, tus miradas, 
el arbusto sediento de tu pelo. 
 
 
11 Juan Rejano, Agónica presencia, en Alas de Tierra p. 65. 
12 Juan Rejano, Encuentro con el Alba (VIII), en Alas de tierra, p. 354. 
A distancia, paisajes, soledades 
me saben cuando duermo tus caricias.13 
 
Para nuestro poeta cordobés, la expresión es la necesidad vital de dejar constancia 
de nuestro paso por la vida. Es el drama desesperado de la existencia misma, que en 
palabras de Rejano se afirma que “expresión es lucha. Lucha con uno mismo. Agonía”.14 
 
Es el debate consigo mismo para encontrar las palabras adecuadas que definan lo 
que el poeta siente cuando desea describir su mundo, dar claridad a lo que intuye, “a la 
perfección de imágenes”.15Si la expresión es la exteriorización de un estado de ánimo, 
forzosamente tiene que ser agónica, puesto que aún no existe, es como un diccionario para 
poder expresar lo que llevamos dentro. Esa es la tarea del poeta. De ahí la lucha de Rejano. 
 
Por otra parte, Rejano estima que se debe escribir con claridad, sencillez expresiva. 
Para él, como para el maestro Antonio Machado, el arte debe inspirarse en el pueblo, del 
que se declara “su aprendiz”.16 Es categórico cuando afirma que la expresión (literaria), 
surge de la tradición, una tradición dinámica y renovada. En cuanto a la originalidad de la 
expresión de una obra literaria nos señala: 
 
 Está en beber en las fuentes comunes, 
 en las que se hallan al alcance 
 de cualquiera, poniendo en ello 
 la personalidad propia17 
 
Siguiendo los consejos de Rejano, se es original en la medida en que se es fiel así 
mismo, es decir al hombre, porque el ser humano es la medida de todas las cosas. Johannes 
Pfeiffer apunta, con respecto a la poesía, que la originalidad de ésta tiene que ver con cada 
uno ya que es una actitud interna, un modo de enfrentarse con el mundo,de ser en él, un 
mundo de vivencia; se manifiesta que yo puedo ser realmente ‘yo mismo’ (...) puedo llegar 
a poseerme después de decidir, en silenciosa resolución(...)”18 
 
Juan Rejano es de los poeta que llegó a poseerse después de decidir su camino en 
silenciosa resolución. Sí pudo poseerse y plasmar bellamente su mundo, pudo apoderarse 
de la verdad: 
 
 Vine a dar. Vine a darme. Nada llevo. 
 En medio de la tarde, desnudo como el viento, 
 estoy. A la hora exangüe pagaré mi tributo 
 final, y sin un grito ni un rencor me iré. En tanto, 
 apasionadamente espero. Y sufro. 19 
 
13 Juan Rejano, Plenitud, en Alas de tierra, p. 379. 
14 Juan Rejano, Difícil Anhelo, en El Nacional, 26 de marzo, 1958,p.5 y 8. 
15 Ibid, p.5 y 8. 
16Juan Rejano, Machado. España, en El Nacional, 27 de abril, 1949, p.5 y 7. 
17Juan Rejano, El Trazo, en el supl. de El Nacional, 10 de febrero, 1957, p.5. 
18J. Pfeiffer, La poesía, p.67 y 68. 
19Juan Rejano, La Tarde ( canto VII), p. 21. 
 
Para poeta es imperioso conciliar la creación individual imaginativo-expresiva con 
la colectiva, y el mejor ejemplo lo tenemos en su obra, donde une la poética con la ética. El 
valor de las palabras para Rejano, es fundamental: 
 
 Por las palabras amamos, vivimos y 
 desaparecemos. No somos nosotros los 
 que poseemos a las palabras: son las 
 palabras las que nos poseen a nosotros.20 
 
 
 
Exhorta “devolver la palabra a su origen y rehacerla de nuevo”. En cuanto a la 
técnica, no la considera imprescindible por cuanto “la calidad de la obra no está 
determinada por ella, sino por sus cualidades estéticas, pues lo que prevalece es el espíritu y 
no los métodos”21 
 
Se solidariza con el acto vidente de la poesía. En el epílogo del libro de Rejano, 
Alas de Tierra, hay un breve ensayo de Alberto Dallal, titulado Lo inasible y lo dócil, 
referido a la estética de Juan Rejano, donde se manifiesta la opinión de éste sobre la poesía 
y señala que “es un acto de identificación con el mundo”22, es decir con el hombre, con su 
acción revolucionaria que “nos refiere y define, individual y colectivamente”23Dallal afirma 
sobre Rejano que en él “la acción se hizo militancia, la militancia cultura, la cultura 
lenguaje y poesía”.24 
 
La actitud estética ante la forma poética de nuestro poeta, aclara Dallal, quedó 
definida por los cambios acaecidos a raíz de la guerra civil y el mundo creado después de la 
Segunda Guerra Mundial. Para Rejano, “el poeta es un hombre que se hace concreto 
cuando, sin dejar de ser hombre, vigoriza la lucha del pueblo a través de la poesía (…) y las 
diferencias entre el hombre que milita y el poeta se anulan en la praxis vital”.25 
 
La pasión poética de Rejano madura con el exilio y reconoce que la poesía pierde su 
validez si no está referida al hombre, al mundo. Dallal apunta que sin ser Rejano un poeta 
intelectual, busca la salida en la comprensión cabal, y en varias ocasiones yo le oí decir a él 
lo que bien podría ser una de las características de su poesía, “que la poesía no se escribe 
con la inteligencia, sino con los sentimientos.” A Rejano no le agradaban los poetas 
cerebrales, y tenía razón, porque los que nos proporciona mayor claridad y conciencia del 
ser no es el esfuerzo mental, sino la poetización simbólica y no por medio de una 
generalidad de orden conceptual, sino por una unicidad de orden imaginativo: 
 
 No espero que la tarde me dé sus ramos áureos 
 
20Juan Rejano, Las palabras, Revista Mexicana de Cultura, supl. de El Nacional, 20 nov., 1955, p.10. 
21 Juan Rejano, A propósito de las técnicas literarias, El Nacional, 5 sept., 1965, p. 4. 
22 Alberto Dallal, Lo inasible y lo dócil, en Alas de Tierra,( Epílogo), p.391. 
23 Ibid, p.392. 
24 Ibid., p.395. 
25 Ibid,p.393. 
 ni que los horizontes de púrpura se cuajen. 
 Espero la tormenta. 
 Vivo esperando el rayo que ha de abrirme 
 la ciudad donde quiero retornar al olvido. 
 La ciudad sin murallas ni cadenas. 
 Abierta, abrierta siempre, como la luz y el aire.26 
 
Retomando el ensayo de Dallal, se apunta características del grupo del 27, que como 
ya mencionamos, aunque Rejano coincide en algunas, nunca participó en él, nos pareció 
interesante transcribirlas porque va muy ligada al carácter y personalidad estética de 
nuestro poeta: 
 
Algunos poetas de la generación de Juan Rejano, perfilaron su obra y diseñaron sus 
poemas con ingredientes de la realidad que se alejaban totalmente de la poesía inconcreta. 
Sin dejar de ser íntimos, sin hacer de lado su voz personal, los miembros de la generación 
del 27 seguían y siguieron asidos a la vida en sus elementales dimensiones: cuerpo, alma, 
árbol, reflejo, fuego, mar, amor. En Rejano, esta realidad resulta ( ...) más intensa que en 
otras, talvez por la angustia (..), talvez por el temperamento arábigo que le dejara su tierra. 
En Rejano, la vida ‘llama en mi pecho a golpes’ (Soledades)” 27 
 
La poética de Rejano está impregnada de amor: a la patria, a la amada, al amigo, al 
pueblo, a la tarea revolucionaria, amor al que sufre, y, finalmente, amor a la poesía que le 
permitió exteriorizarlos a todos: 
 
 Amo la poesía sobre los demás 
 sueños del hombre, y creo en ella 
 ciegamente, porque veo en su 
 frente la imagen del dolor y de 
 su posible redención: el último 
 y definitivo asidero en esta agonía 
 de cada hora.28 
 
Con esta poesía que tanto amó, Rejano plasmó su ser entero en el tiempo que le 
tocó vivir; fue su vehículo para identificarse con el mundo: el hombre y su pueblo, y 
dejarnos la fidelidad de su universo íntimo. “Por la poesía, -acierta a decir Aurora de 
Albornoz-, puede vivir los tiempo y lugares, puede contener en su yo personal y único a los 
otros”.29 
 
La poética de Juan Rejano encierra una clara filiación a la poesía del maestro 
Antonio Machado, como por ejemplo, el valor que Rejano le otorga a la tradición, al 
 
26 Juan Rejano, La Tarde, (canto V), p. 445. 
27 Alberto, Dallal, Lo inasible y lo dócil, en Alas de tierra (Epílogo), p. 397. 
28Juan Rejano, Algunos datos biográficos de Juan Rejano, suplemento Cultural de El Nacional, 28 
de octubre de 1945 p.4. 
29 Aurora de Albornoz, La Mirada de Juan Rejano, en La mirada del Hombre, de Juan Rejano, 
p.18. 
pueblo, lo que nos permite situar a nuestro poeta dentro de la “evocación emocional de lo 
popular”30 
 
 
 
Rejano afirma que la expresión poética y literaria nunca vendrá de una inspiración 
vacía, sino que será ayudada a salir por la tradición, haciéndola parte de ella y 
enriqueciéndola posteriormente. Asimismo señala que la originalidad de una obra literaria 
radica en “beber en las fuentes comunes (...) poniendo en ello la personalidad propia”31. 
Manifiesta que la verdadera originalidad de una obra es la que nace de la interpretación 
personal y consiste en ser fiel a si mismo, al hombre y a no negar la tradición viva. La 
virtud del arte asienta, “no radica en descubrir, sino en expresar”32, porque la expresión es 
dejar constancia de nuestro paso por la tierra: “expresión es lucha. Lucha con uno 
mismo...”33 
 
En su libro póstumo La tarde, encontramos testimonio de esa constante, de lucha: 
 
A la venganza acudo entonces y quisiera 
encadenar tus alas con la palabra a solas, 
¿pero de qué me sirve si al cabo la palabra, 
tras la proeza huye, me abandona, se erige 
sobre sí misma, desdeñoso gesto, 
y otra vez el combate 
frente a ti se reanuda,

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