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LA HERMENÉUTICA ANALÓGICA FRENTE A LA HERMENÉUTICA METAFÓRICA DE PAUL RICOEUR Vicente De Haro Romo Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras. Maestría en Filosofía. Director: Dr. Mauricio Beuchot. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Dedico este trabajo a mis padres, Vicente y Georgina, mis abuelos, Graciela, Jorge, Martha y Manuel (+) y mis hermanas, Georgina y Martha. La culminación de esta tesis debe mucho a mis maestros y amigos, grandes amigos y grandes filósofos: Héctor Zagal, Luis Xavier López Farjeat, Rocío Mier y Terán, Alberto Ross, Carlos Llano, Carlos Kramsky, Fernando Galindo, Isabel Álvarez-Malo, Ma.Elena García-Peláez, Sara García-Peláez, Guillermo Núñez, Vicente Amador, Mario Gensollen, Julián Zárate. Son parte crucial de mi mundo y de su interpretación: Erick, Eduardo, Gustavo, Omar, John, David, Adrián, Gabriel. A ellos, a todos mis compañeros de estudio y trabajo, a la invaluable ayuda de Isabel Lucero, Tere Caballero y Diana Hernández, a mis alumnos —télos final de todo esfuerzo académico y sentido de mi aprendizaje— agradezco su escucha y su apoyo en la filosofía y en la vida, dos horizontes no tan diferentes. A mis compañeros de clase en el Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y a mis profesores, en particular a la calidez y a la sabiduría del Dr. Mauricio Beuchot, debo más de lo que estas páginas pueden reflejar. Mi esperanza hermenéutica evoca de modo especial a Casandra. Entre analogía y metáfora, y así en verdad, mi mirada es la de todos ellos, y mi voz nada pronuncia sin nombrarlos. LA HERMENÉUTICA ANALÓGICA FRENTE A LA HERMENÉUTICA METAFÓRICA DE PAUL RICOEUR ÍNDICE I. Introducción p.3 II La hermenéutica metafórica frente a la hermenéutica analógica p.13 II.1 Objetivos p.13 II.2 La hermenéutica analógica frente al univocismo y al equivocismo p.14 II.3La hermenéutica metafórica frente a la hermenéutica analógica p.36 III. Metáfora y analogía en Paul Ricoeur p.45 III.1 En La Metáfora Viva p.47 III.2 La metáfora y el problema central de la hermenéutica p.58 III.3 Metáfora, polisemia, equivocidad p.64 IV. El horizonte metafísico de la hermenéutica p.74 IV.1 Objetivos p.74 IV.2 Hermenéutica y retirada del ser p.77 IV. 3 Una ontología analógica p.85 IV. 4 Una ontología militante: la diferencia entre Ricoeur y Derrida p.95 V. Conclusiones p.117 Bibliografía p. 122 I. Introducción Si la lengua se desborda en el discurso, si en el discurso el acontecimiento se desborda en el sentido, hay que decir ahora que el sentido se desborda en un nuevo acontecimiento de discurso que es la interpretación misma. P. Ricoeur, El conflicto de las interpretaciones. La figura del recientemente fallecido Paul Ricoeur (1913-2005) es central en el panorama de la filosofía contemporánea. Como ya ha señalado algún autor, es en Ricoeur donde la fenomenología francesa se consolida1; a ello habría que agregar que es en el pensamiento de este autor francés donde la fenomenología se confronta y a la vez se vincula con el existencialismo, el estructuralismo, el psicoanálisis, la filosofía analítica, el pragmatismo y, obviamente, la hermenéutica. Incluso me atrevo a afirmar que es en las obras ricoeurianas donde la fenomenología-hermenéutica, o la hermenéutica-fenomenológica, recupera y reivindica los grandes planteamientos de la filosofía clásica, particularmente los de Aristóteles.2 Ricoeur es uno de los pensadores contemporáneos más reconocidos, incluso fuera del campo filosófico: sus obras han tenido repercusión en el ámbito teológico, en el historiográfico y en la teoría literaria. Desde sus tempranas aproximaciones a una fenomenología de la voluntad, en Finitud y culpabilidad (1960) hasta El proceso de reconocimiento (2004), Ricoeur articuló una visión antropológica mediada por la comprensión hermenéutica del símbolo, el relato y la cultura. En mi opinión, sus obras más logradas son aquéllas que abordan directamente los fenómenos de innovación semántica y de apropiación narrativa del tiempo: La metáfora viva (1975) y los tres volúmenes de Tiempo y narración (1983-1985). En la antropología ricoeuriana es recurrente el tema de la creatividad, hasta el punto de que, en algún momento, él mismo caracterizó su proyecto antropológico como una poética de la voluntad. Formado en la tradición reflexiva francesa, de Lachelier, Lagneu y Nabert, Ricoeur se interesa por la constitución del yo, 1 Cfr. WALDENFELS, Bernhard, De Husserl a Derrida¸ traducción de W. Wegscheider, Paidós, 1a edición, Barcelona, 1997, p.78. 2 Así intenté mostrarlo en DE HARO, Vicente, “La mimesis de Aristóteles desde la hermenéutica de Paul Ricoeur”, en Tópicos, revista de filosofía de la Universidad Panamericana, #23 (2002), pp. 49-70. pero renuncia a la inmediatez del cogito cartesiano (certero, pero vacuo) y opta por una vía larga, mediada por la comprensión hermenéutica de las objetivaciones de la conciencia. Se trata de un giro hermenéutico, semejante, aunque no idéntico, al que representa Hans-Georg Gadamer, pues el espíritu se refleja progresiva y dialécticamente en el texto, siempre de modo parcial, sin pretensiones racionalistas o absolutas. A diferencia de la decantación gadameriana hacia la comprensión, Ricoeur insiste en las relaciones dialécticas entre ésta y la explicación. Está implícita también la oposición a la “vía corta” de la presencia inmediata del entender a sí mismo. Ricoeur se compromete con un detour, un largo rodeo: para el autor de Valence, es necesario aplicar principios ontológicos al estudio del lenguaje y de los productos culturales para aprehender su sentido, y para después de este rodeo hermenéutico, “volver” a la ontología —que en realidad nunca es abandonada— y justificar planteamientos ético-políticos. El enlace entre fenomenología y hermenéutica lo establece Ricoeur a partir de la significación. La teoría fenomenológica al respecto es imprescindible, y aunque corre el riesgo de psicologismo, constituye un antecedente insuperable de la hermenéutica. Es incluso condición de posibilidad de la iunterpretación, pues ofrece una teoría general del sentido y garantiza así la “dicencia” (Sagbarkeit) de la experiencia, además de defender el “cuerpo del lenguaje” contra los excesos lingualistas.3 La hermenéutica, a su vez, ofrece a la fenomenología la posibilidad de una reflexión concreta, como suele decir Ricoeur: la superación de una filosofía reflexiva demasiado dependiente de la inmediatez del cogito y, a la vez, el acceso a ese mundo de la vida (Lebenswelt) que buscaba el último Husserl: el remedio a los rasgos idealistas —o peor aún: solipsistas— de la reducción husserliana. También se integran en el pensamiento ricoeuriano una interesante lectura del psicoanálisis de Freud, atenta a las polaridades de la fuerza y del sentido, y capitalizada en la crítica al cogito inmediato, transparente y autotético; y el diálogo fecundo —aunque amenudo friccionado— con el estructuralismo, cuyas variantes 3 Cfr. WALDENFELS, Bernhard, De Husserl a Derrida..., ed.cit., p. 80ss. más radicales han sido acremente criticadas por Ricoeur, aunque algunas figuras representativas más moderadas (v.g. Jakobson, o Greimas) hayan propuesto teorías sumamente compatibles y valoradas por el pensamiento ricoeuriano. Sin embargo, y a pesar de la presencia de Ricoeur en diversas áreas de las ciencias humanas, su recepción ha sido, sin lugar a dudas, muy parcial, y como intentaré mostrar en esta tesis, a menudo equivocada. Quizá las confusiones se deban a la búsqueda inconsciente de posiciones fijas y sistemáticas en la trayectoria de Ricoeur, que en realidad, a partir de un marco general de continuidad, se atrevió a proceder por “residuos”, es decir, por problemas que cada obra deja abiertos y que a menudo requieren un planteamiento nuevo y la corrección de posturas anteriores.4 Es probable también que la misma diversidad de los campos ricoeurianos de investigación haya propiciado visiones y juicios parciales sobre el pensamiento del autor francés.5 Ha de reconocerse que no por todas las esferas de discurso transita Ricoeur con la misma soltura y claridad. Aún así, ello no justifica posiciones tan ambiguas como la de Gianni Vattimo, quien a la vez critica la hermenéutica ricoeuriana por ser “metafísica” y por tener “prejuicios trascendentales”, e incluye a Ricoeur entre los filósofos posmodernos, junto a Derrida, Deleuze, Guattari, y él mismo. ¿Es Ricoeur un metafísico, que Vattimo rechazaría por dogmático, o un posmoderno equivocista? Probablemente esta confusión propiciada por el autor italiano repercute en las que señalaré a continuación.6 En relación directa con el estudio que nos ocupa, encontramos afirmaciones que no dejan de llamar la atención. Autores tan atentos a las filosofías de la interpretación como Samuel Arriarán o Luis Álvarez coinciden en juzgar e incluso descartar injustamente, propuestas supuestamente ricoeurianas hacia el 4 La mejor exposición del itinerario filosófico de Ricoeur y del marco de continuidad de este proceder residual, está en IHDE, Don, “Paul Ricoeur´s Place in the Hermeneutic Tradition”, en AAVV, The Philosophy of Paul Ricoeur (Lewis Hahn, ed.), The Library of Living Philosophers, Open Court, llinois, 1995, pp.59-70. El artículo tiene también el mérito de reconocer el énfasis ontológico de Ricoeur —sobre el que ya discutiremos en este trabajo— y de relacionarlo, por estas intenciones ontológicas, con Heidegger y con Gadamer, sin confundir las diversas perspectivas de cada uno de estos autores. 5 Eso sugiere Mario Valdés, perplejo ante las lecturas equivocadas del pensamiento ricoeuriano, en la introducción de A.A.V.V. Con Paul Ricoeur: indagaciones hermenéuticas, Monte Ávila, Caracas, 2000, p. IX. 6 Cfr. VATTIMO, Gianni, Ética de la interpretación, traducción de Teresa Oñate, Paidós, Barcelona, 1991. Beuchot es consciente de la imprecisión de esta inclusión, cfr. BEUCHOT, Mauricio, Historia de la filosofía de la posmodernidad, Ed. Torres Asociados, México, 2004, p. 7. equivocismo que el propio autor francés jamás admitiría, o en relacionar hasta el punto de confundir su postura hermenéutica con la deconstruccionista de Jacques Derrida, o con la radicalización simbólica de Ernst Cassirer. Así ha hecho, por ejemplo, Napoleón Conde Gaxiola, cuando el mismo Paul Ricoeur se ha distanciado expresamente de Cassirer por considerar que universaliza demasiado las formas simbólicas, y en múltiples ocasiones, como veremos de las tesis y las intenciones de Jacques Derrida.7 Conde Gaxiola ha reconocido analogicidad e intención metafísica en el pensamiento ricoeuriano, pero sólo en la obra tardía, en Sí mismo como otro, lo cual, como veremos, es impreciso.8 Por su parte, Álvarez afirma que el pensador francés “rechazó las posibilidades y recursos de la analogía para con ella y a través de ella estudiar los símbolos. En su lugar optó, como sabemos, por la síntesis que presenta la metáfora”.9 También Ambrosio Velasco incluyó alguna vez a Ricoeur en el conjunto de “hermeneutas equivocistas y relativistas”.10 Ya veremos cuáles son los textos en los que podría fundamentarse dicho juicio. Sin embargo, adelanto que me parece igualmente desatinado, y que trataré de refutarlo a lo largo de este trabajo. Me parece que este tipo de caracterizaciones confunden la búsqueda ricoeuriana de sentido —sin duda sujeta a la finitud humana, y por ello a tensiones dialécticas, malentendidos y fragmentaciones—, con la negación de sentido que supone la diseminación derrideana y otras propuestas radicalmente equívocas, o simple y sencillamente carentes de precisión conceptual, como la citada de Ernst Cassirer. Uno de los objetivos del presente trabajo es atender directamente a los textos de Ricoeur, para corregir estas perspectivas, demarcar sus similitudes y diferencias con los contemporáneos, y poder formular un juicio más justo con las intenciones y los alcances de las obras del autor de Valence. 7 Cfr. RICOEUR, Paul, Freud: una interpretación de la cultura, traducción de Armando Suárez, Siglo XXI, México, 1970, pp.12-21. Vid. Infra, discutiré este texto ricoeuriano con más detalle en el punto III.3. 8 Cfr. CONDE, Napoleón, “Breve historia de la hermenéutica analógica”, en Diánoia, XLIX, No. 52 (mayo 2004), p. 149. 9 ÁLVAREZ, Luis, Hermenéutica analógica, símbolo y acción humana, Ed. Torres, México, 2000, p.17. 10 VELASCO, Ambrosio, “Comentarios a ‘Márgenes de la interpretación: hacia un modelo analógico de la hermenéutica’ de Mauricio Beuchot”, en AAVV (Mariflor Aguilar, comp.), Diálogos sobre filosofía contemporánea, AFM-UNAM, México, 1995, p. 196. En el mismo volumen, en respuesta esta réplica, Beuchot, concede “hay un peligro de subjetivismo y de relativismo en hermeneutas como Gadamer y Ricoeur, aunque éste último asegura superarlo...” (p.202). Veremos como, de hecho, lo supera. Probablemente, la calificación de Ricoeur como equivocista también deba mucho a algunos pasajes de la obra de Mauricio Beuchot (Torreón, 1950), lo cual no deja de ser paradójico, pues si en alguna corriente intelectual se ha recibido de modo maduro y fecundo la influencia de Ricoeur, es precisamente en la hermenéutica analógica propuesta y desarrollada por este pensador mexicano. El movimiento surge en 1993, con una ponencia de Beuchot sobre la analogía como alternativa entre el univocismo y el equivocismo en la interpretación. Recuperando a la analogía como modo de significación y de predicación, Beuchot toma elementos de la semántica, de la filosofía del lenguaje y de la retórica, y a la vez recoge los recursos analógicos implícitos en la recuperación gadameriana de la phrónesis aristotélica —analogía puesta en práctica— y en el pensamiento de Ricoeur. Aunque Beuchot reconoce su deuda con la analogicidad desplegada en la hermenéutica ricoeuriana, como veremos también subraya con insistencia que el filósofo francés erró al centrar su estrategia interpretativa en la metáfora, en lugar de considerar a plenitud el espectro argumentativo y creativo de la analogía. Beuchot ha pugnado por una comprensión analógica que atenúe la metáfora con la metonimia y las asuma en una relación dialéctica. En esta tesis nos ocuparemos de las relaciones entre estos tropos y el pensamiento analógico en general. En el presente trabajo intentaré, además, matizar y contextualizar el juicio beuchotiano respecto a Ricoeur. Sospecho que este juicio fue determinante en los seguidores de la hermenéutica analógica, quienes probablemente radicalizaron la postura sin un acercamiento más cuidadoso a la obra ricoeuriana. Recordemos que Arriarán unió la hermenéutica analógica con sus estudiossobre el barroco, que Luis Álvarez ha sido uno de los principales expositores de la hermenéutica simbólico-analógica aplicada a la comunicación y la psicología, y que Napoleón Conde, uno de los seguidores más entusiastas de la propuesta de Beuchot, ha historiado prolijamente el movimiento de la hermenéutica analógica.11 Otros seguidores de este movimiento intelectual sí han reconocido la fecunda influencia del pensamiento de Ricoeur en la hermenéutica analógica, como María Antonia González Valerio, quien siguiendo al filósofo de Valence ha desarrollado toda una teoría 11 Es esta historia la que he seguido en la presente introducción, cfr. CONDE, Napoleon; “Breve historia de la hermenéutica analógica”, en ed.cit., pp. 147-162. del referente mimético: la mimesis¸ tal como la ha tratado Ricoeur, requiere precisamente de una referencia análoga. También Salcedo Aquino ha subrayado la cercanía entre las propuestas hermenéuticas de Beuchot y de Ricoeur, insistiendo en las aportaciones de éste último.12 Como se verá, yo propondré una lectura de las obras ricoeurianas, y en particular de La metáfora viva, que precisamente aproxima la hermenéutica ricoeuriana a la hermenéutica analógica. Por supuesto, no pretendo que este sea un hallazgo original. Además del reconocimiento explícito que, como veremos, hace Beuchot a la influencia de Ricoeur, diversos comentadores han subrayado la analogicidad en el pensamiento ricoeuriano, tanto en la esfera filosófica del discurso (M. Gerhart13, K. Blamey14) como en otras15. Sostengo también que, haciendo las precisiones correspondientes y matizando algunas tesis filosóficas, pueden rastrearse las similitudes entre la hermenéutica de Ricoeur, que como veremos, sólo es metafórica en un sentido muy concreto, y la propuesta analógica de Beuchot. Detrás de la exposición del parentesco entre propuestas, late en este trabajo un interés por explorar los recursos lógicos, argumentativos y creativos de la analogía y la metáfora; las relaciones entre estos recursos —pues puede incluirse a la metáfora entre los tipos de analogía, y viceversa; pueden aproximarse, subordinarse, oponerse y complementarse según las diversas clasificaciones que estudiaremos— y la alternativa que ofrecen al pensamiento para romper el falso dilema entre univocismo y equivocismo, tradición y crítica, racionalidad y afectividad, intuición y argumentación o creatividad y rigor. El primer capítulo de este trabajo pretende aclarar el panorama: explica a grandes rasgos la propuesta de la hermenéutica analógica, ubicándola como opción intermedia entre el univocismo y el equivocismo, apuntando algunos de los presupuestos filosóficos en la obra de Beuchot y tratando de rastrear las fuentes clásicas en las 12 Cfr. SALCEDO, Alejandro, Hermenéutica analógica, pluralismo cultural y subjetividad, Ed. Torres Asociados, México, 2000. 13 Cfr. GERHART, Mary, “The Live Metaphor”, en AAVV, The Philosophy of Paul Ricoeur, ed.cit., pp.215-232. 14 Cfr. BLAMEY, Kathleen, “From the Ego to the Self: a Philosophical Itinerary”, en AAVV, The Philosophy of Paul Ricoeur, ed.cit., pp. 571-603. 15 Cfr. p.ej. SILVA, Eduardo, “Paul Ricoeur y los desplazamientos de la hermenéutica”, en Teología y vida, Vol. XLVI (2005) pp. 167-205: “Ricoeur contribuye a abrir una vía intermedia entre un sentido único y fijo para siempre y sentidos infinitos inconmensurables entre sí, un camino que permite superar el objetivismo moderno evitando el relativismo posmoderno”, p. 167. Este autor incluso cita a Beuchot para comentar la analogicidad ricoeuriana (cfr. Nota 194). que abreva la hermenéutica analógica, principalmente la clasificación de los tipos de analogía que hace Tomás de Vío Cayetano, siguiendo a su vez a Tomás de Aquino. A lo largo de este capítulo intentaré ocuparme, aunque sea parcialmente, de la analogía en sí misma en cuanto recurso lógico y argumentativo, y no sólo de las aplicaciones beuchotianas. Después resumiré lo que dice el filósofo mexicano sobre la influencia de Paul Ricoeur en su pensamiento, y expondré la crítica que realiza Beuchot sobre los riesgos del modelo metafórico en Ricoeur. Para ello, utilizaré buena parte de los textos de Beuchot sobre hermenéutica y algunos más, textos clásicos antiguos y modernos sobre la analogía, pero sobre todo y de modo especial el Tratado de hermenéutica analógica, piedra de toque para la propuesta que nos ocupa. En el segundo capítulo me ocuparé directamente del pensamiento ricoeuriano, tratando de contextualizar y precisar los apuntes de Beuchot sobre el pretendido modelo metafórico que Ricoeur aplicaría en la hermenéutica. Aunque echaré mano ocasionalmente de las obras mayores de Paul Ricoeur y de diversos artículos, el texto clave será por obvias razones La metáfora viva. Intentaré mostrar que, en esta obra, que es en cualquier caso la más insistente en el corpus ricoeuriano respecto a la traslación metafórica, hay un lugar particular para las otras variantes de analogía (de proporcionalidad propia o de atribución) en el corte metodológico que distingue el lenguaje filosófico del poético. Por si quedara alguna duda, analizaré también el artículo de Ricoeur titulado “La metáfora y el problema central de la hermenéutica” ̧texto muy influyente en las discusiones sobre metodología en las ciencias humanas, para mostrar que en dicho artículo la metáfora le resulta útil a Ricoeur en el planteamiento del problema de las relaciones dialécticas entre explicación (el concepto diltheyano de Erklären) y comprensión (Verstehen), que es, para Ricoeur, el problema central de la hermenéutica filosófica. No dejaré de citar Sí mismo como otro, y un par más de pasajes de la obra ricoeuriana en donde, efectivamente, la aplicación de otras modalidades analógicas es parcial y limitada. A pesar de ellos, me parece —lo apunto aunque ello no sea el objetivo principal de este trabajo— que puedo mostrar consistencia argumentativa a lo largo de las obras de Ricoeur: si se muestra que La metáfora viva no incurre en los equivocismos que algunos le atribuyen, es mucho más plausible la unidad de intención que, sostengo, late en todos los escritos ricoeurianos, aun cuando éstos, como he dicho, proceden residualmente. Comentadores de la obra ricoeuriana como John B. Thompson, Don Ihde o Domenico Jervolino han discutido este punto sobre la continuidad o discontinuidad del pensamiento ricoeuriano, incluso con el mismo Paul Ricoeur; intentaré argumentar a favor de una continuidad relativa.16 El tercer capítulo del trabajo abundará en el que considero el mayor de los horizontes abiertos por una hermenéutica analógico-metafórica, consciente de sus propios límites y a la vez responsable de tender puentes entre las diversas perspectivas que admiten las realidades textuales (escritos, diálogos, acciones significativas) y la condición humana. Intentaré mostrar que la hermenéutica filosófica, si se plantea con las características que le dan Ricoeur y/o Beuchot, exige una serie de presupuestos ontológicos, y simultáneamente abre el mundo del lenguaje —clausurado prematuramente por ciertas filosofías del lenguaje o trivializado por algunas extrapolaciones postestructuralistas— y lo remite a la pregunta radical por el ser y por sus principios fundamentales. A menudo se piensa que la hermenéutica filosófica es radicalmente escéptica, antimetafísica, e incluso nihilista. Se le compromete demasiado con el perspectivismo —por la omnipresencia del scopus hermenéutico o, en otros casos, por una circularidad que no necesariamente es viciosa—, sin considerar que una hermenéutica madura asume las condiciones estructurantes de la interpretación y a la vez las supera, de modo que esta interpretación sea analógicamente verdadera. Haré algunas alusiones breves y sin intenciónsistemática a las ideas más influyentes de quienes han vinculado hermenéutica y escepticismo: Vattimo y Derrida. En este último me detendré más adelante para aclarar cierto “parentesco” con el pensamiento de Ricoeur: si bien hay elementos comunes, la intención es profundamente diversa. Lo que intentaré ilustrar de algún modo, siguiendo el hilo de la hermenéutica analógica y de la ricoeuriana, es el papel de la interpretación como horizonte temático de un ser, que es a la vez y de modo innegable, condición de posibilidad de aquélla. 16 Se resumen las discusiones al respecto en JERVOLINO, Domenico, “The Depth and Breath of Paul Ricoeur´s Philosophy”, en AAVV, The Philosophy of Paul Ricoeur, ed.cit., pp. 533-543. Cerraré el estudio con esta reflexión sobre los principios de la metafísica aplicados a la hermenéutica. Como puede verse, buena parte de esta tesis se ocupa en precisar la interpretación de ciertos textos y evadir posiciones que considero originadas en malentendidos. En el fondo, late un interés por la analogía y la metáfora como recursos de una filosofía argumentativa, reflexiva y a la vez abierta, flexible y creativa, que encuentra instancias en los grandes filósofos clásicos. La tradición hermenéutica, desde Schleiermacher, validaría las precisiones textuales que pretendo hacer, pues la interpretación se ejercita precisamente donde caben la confusión y la opacidad. Me parece que es la importancia misma del objeto —el ser interpretado, y ya no la pura interpretación—la que valida mi intención de fondo y la que funciona de algún modo como coartada para este estudio sobre los recursos de interpretación y su relación con aquello que fundamenta toda interpretación. II. La hermenéutica metafórica frente a la hermenéutica analógica II.1 Objetivos En este apartado expondré los rasgos generales de la hermenéutica analógica, no en cuanto corriente filosófica o estilo interpretativo, sino en cuanto conjunto de principios filosóficos y de recursos lógicos y argumentativos fundado en cierta lectura de la analogía. No me detendré tampoco en las ya innumerables aplicaciones que han confirmado la riqueza y flexibilidad de dichos principios, y que a la vez los han retroalimentado.1 Mi intención es la de un análisis filosófico, por decirlo de algún modo, abstracto y fundamental, de dichos principios. Debo mencionar que en la bibliografía mexicana al respecto me he encontrado con un número excesivo de textos que simplemente sintetizan el Tratado de hermenéutica analógica, e incluso con alguno que corre el riesgo de trivializar sus propuestas al descontextualizarlas y privarlas de la densa urdimbre de referencias y de discusiones teóricas que presenta el texto original de Mauricio Beuchot. Precisamente para evadir este riesgo de repetición, me referiré a las propuestas fundamentales del Tratado, y el resto del horizonte analógico lo trazaré a partir de obras clásicas y estudios temáticos sobre la analogía. Definir, a través de estas fuentes, a la analogía en sí misma y en general permitirá ponderar los méritos y los límites de la hermenéutica analógica, que sin duda abreva en ellos. Me ha parecido que, sobre todo en lo que se refiere a las distinciones y vínculos entre la analogía y la metáfora —que nos ocuparán principalmente en esta tesis—, el Tratado de hermenéutica analógica se apoya principalmente en la división de los tipos de analogía que establece Tomás de Vío Cayetano, a partir de cierta lectura de los textos de Tomás de Aquino. Será el De nominum analogia, la fuente de la hermenéutica 1 Entre las aplicaciones recientes de la hermenéutica analógica que, en lo personal, me han resultado más llamativas, podría mencionar la expuesta en HERNÁNDEZ, Elizabeth, Hermenéutica, educación y analogía: fundamentos hermenéuticos de una educación mediante textos literarios, Universidad Pedagógica Nacional, Col. Textos No. 43, México, 2004. Creo que otras propuestas de aplicación son menos logradas que la aquí expuesta, que además muestra un buen conocimiento de autores como Habermas, Gadamer, Ricoeur y Eco, todos ellos influyentes en la articulación de la hermenéutica analógica. analógica que aprovecharé con mayor detenimiento para mostrar los presupuestos detrás de la propuesta hermenéutica beuchotiana. El tomista Santiago Ramírez, célebre sintetizador de las disputas teológicas y filosóficas sobre la analogía, y otros estudiosos del recurso analógico como R. McInerny, J. Deely, J.F. Ross, R.Swinburne y M.Leezemberg atravesarán también estas páginas. Después de haber delimitado de tal modo los perfiles de la hermenéutica analógica, me ocuparé de los pasajes en los que Beuchot reconoce sus deudas con la filosofía de Ricoeur y también en aquellos textos en los que afirma que su propuesta lleva más allá, e incluso corrige y rectifica la ricoeuriana. En dichos pasajes críticos aparecerá, pues, el reto y la pregunta de la presente investigación: si la hermenéutica analógica ha señalado insuficiencias auténticamente presentes en la hermenéutica tal como la expone Paul Ricoeur; si las propuestas difieren sustancialmente y de qué manera, y en qué sentido ambas, analogía y metáfora, participan de una misma intención en aras de un sentido que espera más allá del ejercicio interpretativo. II.2 La hermenéutica analógica frente al univocismo y al equivocismo El Tratado de hermenéutica analógica lo deja muy claro: el origen de la propuesta beuchotiana es la búsqueda de los márgenes de la interpretación.2 Beuchot quiere evadir tanto el caos posmoderno donde todas las interpretaciones son válidas, donde se pierde la verdad textual y donde no cabe preguntar por un sentido predominante ni por una interpretación mejor que otra, como el univocismo que compromete irremediablemente con una única interpretación que ha de imponerse a las demás y que hace superfluo todo ejercicio interpretativo. Quisiera subrayar que la estrategia de Beuchot para plantear la hermenéutica analógica viene definida precisamente por la oposición al univocismo y al equivocismo. El pensador mexicano no aborda la analogía de modo directo, sino que perfila y descarta los polos extremos para caracterizar y proponer el justo medio. La analogía, en cuanto tal, entendida como comparación de razones o relación entre relaciones, es connatural a la 2 Cfr. BEUCHOT, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica: hacia un nuevo modelo de interpretación, Itaca- UNAM, México, 1ª ed. 1997, p.37ss. racionalidad humana; su uso está ligado de modo patente a la vida individual y colectiva. Como en algunos momentos sugiere Beuchot y como han subrayado otros estudiosos, la analogía entendida en sentido amplio es incluso el centro de toda semiosis: la estructura detrás del uso humano de los signos.3 La analogía es incluso imposible de definir genéricamente, pues representa un concepto coincidente con el de orden si se le considera desde el punto de vista formal: omnis ordo proportio quaedam est¸ y no hay realidad absolutamente carente de algún tipo de ordenación ni diferencia específica que delimite esta idea de ‘alguna proporción’. La imposibilidad de una definición por género y diferencia específica de la analogía, o los intentos fallidos por formalizarla (la formalización presupone signos unívocos y resulta insuficiente ante la simplicidad y el carácter trascendental de nuestro recurso) no deben propiciar el ataque logicista contra el razonamiento analógico. Como bien señaló el importante intérprete tomista de la analogía Santiago Ramírez, el hecho de que la analogía sea una comparación de razones no implica que sólo sea posible conocerla comparativa o aproximadamente, pues puede conocerse una relación más allá de un conocimiento relativo.Es posible, pues, un estudio preciso de la analogía, si bien lo más interesante es su aplicación reflexiva, en la conciencia de que por su carácter relacional la analogía está condicionada en cada caso de significación o de interpretación por los términos a los que vincula: talis est relatio qualis est eius fundamentum. 4 Es por esta conciencia de los límites y presupuestos de la analogía que la hermenéutica analógica se constituirá como un modelo, atenido críticamente a aquello a lo que desea aplicarse. En este sentido, quienes acusan a la hermenéutica analógica de ser una respuesta ad hoc y situada acomodaticiamente entre los extremos del problema de la interpretación, olvidan que este modelo se reconoce (como hace la analogía misma) en un razonamiento y en un procedimiento a posteriori, y que sólo en este sentido permite el paso de las partes conocidas a la totalidad por conocerse, y de los efectos manifiestos a las causas por estudiarse. Es por ello que Beuchot le llamará un razonamiento icónico o abductivo, en el que juegan un papel tanto la 3 Cfr. DEELY, John, “The absence of analogy”, en The Review of Metaphysics, Marzo 2002, No. 55-3, Academic Research Library, p. 522. 4 Cfr. GAMBRA, José Miguel, La analogía en general: síntesis tomista de Santiago Ramírez, EUNSA, Navarra, 2002, p.90 y p.105. hipótesis (apagogé) como la inducción (epagogé).5 El juego entre estas dos instancias cognitivas será planteado, en la propuesta que nos ocupa, como una variante del círculo hermenéutico; círculo no vicioso, sino enriquecedor de cada uno de los momentos dialécticos de los que consta la comprensión analógica. He dicho antes que la analogía se traslapa con el orden si se le considera formalmente. Así debe considerársele en cualquier caso: si bien materialmente puede haber univocidad, formaliter toda realidad admite una aproximación analógica.6 La analogía se usa, por ello, en todas las ciencias; como hizo ver el mismo Santiago Ramírez, su aplicación al saber humano puede ser dialéctica, demostrativa o explicativa.7 Me parece que Beuchot aprovecha estas tres trincheras, pero inicial y paradigmáticamente su aplicación de la analogía es dialéctica: se trata de hacer ver, en general y luego en cada caso de aproximación textual, la poca atinencia de un modelo unívoco o equívoco para la interpretación. El recurso analógico tiene orígenes matemáticos: era un concepto relacional entre cuatro términos y no semántico; sin embargo, permite fundamentar la denominación.8 Cabe apuntar que, no por tomarse de las matemáticas y extenderse a otras esferas, dicha extensión tendría que verse como una aplicación impropia — alguno diría metafórica— del recurso: la extensión puede darse por un proceso de abstracción formal.9 Esta “conveniencia”, “comunidad de proporción o de habitud”, “relación de razones”, “similitud”, “imagen” , “proporcionalidad o “comparación” —como se le ha llamado históricamente— ha sido también asociada con las vestigia: es una relación constituida a partir de huellas, término que, como habrá ocasión de mostrar, tendrá diversas connotaciones para las propuestas hermenéuticas del siglo XX. Al margen del modo en que se le nombre, el recurso implica un lógos compuesto, una relación de conmensurabilidad entre dos relaciones, establecidas a su vez entre términos más o menos homogéneos. Así, el término analogía está plenamente justificado en sus orígenes griegos: ana significa repetición, iteración, 5 Cfr. BEUCHOT, Mauricio, Las caras del símbolo: el icono y el ídolo, Caparrós, Col. Esprit #38, Madrid, 1999, p.16. 6 GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.149. 7 GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.76. 8 Para los orígenes matemáticos, y las inmediatas aplicaciones filosóficas de la analogía, cfr. AAVV, Origini e Sviluppi, dell´Analogia: da Parmenide a S. Tommaso, Vallombrosa, Roma, 1987. 9 GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p. 116. distribución o reduplicación, y contempla tanto una dinámica ascendente/descendiente como un movimiento transversal; lógos en este caso remite al cálculo. Igualmente, ratio proviene de reor: calcular, y portio significa quasi pars, mensura, ratio. Así, analogía o proportio son los términos que se han impuesto tradicionalmente para el recurso que nos ocupa. Más adelante veremos algunas clasificaciones en las que sólo un tipo concreto de analogía es llamado “proporcional”. Conviene utilizar una definición general y flexible de la analogía, para facilitar su planteamiento hermenéutico; se da analogía cuando hay “una semejanza proporcional entre cosas semejantes o proporcionales, de modo que uno sea a otro como otro a otro, o una proporción semejante, de suerte que uno cualquiera sea respecto de otro de alguna manera”.10 Una definición concretamente filosófica podría ser “cualquier habitud de semejanza entre varias razones, del mismo o de diverso género, de forma tal que pertenezcan de alguna manera al mismo orden, mutuamente comparadas”.11 La idea de Beuchot al destacar la centralidad de la analogía es formular una hermenéutica que no devenga relativismo pero que tampoco desemboque en una visión monolítica o ingenua de la realidad interpretada. Siguiendo la conocida división aristotélica de los modos de significación o predicación, entre el univocismo y el equivocismo late una mediación posible: Lo análogo es lo que se predica o se dice de un conjunto de cosas en un sentido en parte idéntico y en parte distinto, predominando la diversidad; es idéntico según algo, según algún respecto, y diverso de modo simple (simpliciter diversum et secundum quid idem); esto es, es diverso de por sí y principalmente, y sólo es idéntico o semejante de modo relativo o secundario.12 El pasaje anterior enfatiza ya la preeminencia de la diversidad. Ello permite a Beuchot el ejercicio cabal de la hermenéutica, entendida ésta como trabajo interpretativo en la polisemia: in claris non fit interpretatio. El acto hermenéutico —por naturaleza circular, pero no vicioso en un sentido lógico, sino espiral y enriquecedor— sería entonces: “Una percepción o captación de la semejanza o conveniencia de varias 10 GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p. 103. 11 GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.116. 12 BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit., p. 38. interpretaciones entre sí y de éstas con el texto; un análisis que permite ver los límites de esas semejanzas y diferencias, y una argumentación que da la invención de argumentos para apoyarla.”13 Por otra parte, la preeminencia de la diversidad es la conveniente a la naturaleza del recurso analógico: si la analogía implicase identidad y diferencia al mismo nivel, no sería sino una pluralidad sin cohesión, dos contrarios en la misma dosis que no pueden fundamentar un tercero que medie entre ellos: cum ex actu et actu non fiat unum per se. Así, la diversidad es en la analogía la forma, lo que determina; la identidad es la materia, lo determinado. El papel hermenéutico del diverso scopus de cada interpretación queda intacto. Aunque habrá que precisar los tipos de analogía para indicar en cuáles predomina la unidad y en cuáles la diversidad, puede decirse en principio que el nombre análogo significa primero multiplicidad y sólo secundariamente identidad relativa, aunque no por ello ésta última es accidental. La inclusión aristotélica del análogo entre los equívocos14 y la expresión tomista respecto a los aequivoca a consilio y a veces meramente aequivoca15, queda justificada. También McInerny insiste en que la diferencia prevalece: el nombre análogo implica proporciones, relaciones y referencias diversas; rationes diferentes que sin embargose atribuyen a una misma cosa. En Beuchot la preeminencia de lo diverso no sólo revela su filiación cayetanista —volveremos sobre esta influencia en momentos clave de este trabajo—, sino que, como veremos, le permitirá poner en diálogo su hermenéutica analógica con las filosofías posmodernas de la diferencia, y refutar la lectura de Jacques Derrida respecto a la analogía aristotélica. Tampoco habría hermenéutica, sin embargo, si en la diversidad se diluyera todo sentido: la parte idéntica que comprende la analogía nos traza límites, evita la interpretación infinita y vacua del equivocismo total. Nos topamos, pues, con un relativismo relativo — o, salvando la contradicción semántica que representa una 13 BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.25. 14 Metafísica III, 1098-1099. 15 Cfr. v.g. De Veritate, q.2, a11, ad 8. y cfr. Para un comentario al respecto, NICOLETTI, Enrico, “Lánalogia in S. Tommaso”, en AAVV, Origini e Sviluppi, dell´Analogia, ed.cit., pp. 135 – 140. coincidencia pragmática, con un absolutismo relativo.16 Los márgenes interpretativos buscados se hallan en los mínimos universales (analógicos) y en los principios y causas necesarias que, como intentaré hacer ver más adelante, configuran una ontología, precisamente analógica, como la del propio Aristóteles. La analogía se aplicará así tanto al nombre como a la ratio, es decir, a los analogum analogans, pero a partir de un fundamento en las cosas o los términos de la relación, analogum analogatum. Los extremos evitados, univocismo y equivocismo absolutos, se tocan: ambos imposibilitan la interpretación, detienen o desintegran el pensamiento. Los extremos coinciden porque los conceptos involucrados en la denominación equívoca son unívocos, así como el concepto formal de equivocidad. Sólo el concepto de analogía no lo es: pues es reduplicativamente análogo. Para Beuchot, las instancias de univocidad y equivocidad en la hermenéutica son clasificadas—siguiendo sugerentemente a Ricoeur— como hermenéutica positivista (la unívoca) y hermenéutica romántica (la equívoca).17 La terminología es útil aunque corre algún riesgo de imprecisión. Lo importante es el intento de superar la cerrazón de la una y el caos de la otra; ello permite intersubjetividad, objetividad y verdad: Podemos proponer un medio analógico, que sería una hermenéutica en la que las interpretaciones no fueran todas inconmensurables, equívocas, ni todas tuvieran que ser idénticas por sólo haber una posible, unívoca, sino que fueran en parte comunicables, precisamente por tener una parte de comunidad o igualdad, pero preponderantemente diversas por guardar en cierta medida la particularidad del intérprete (...) Habría una interpretación principal, más cercana a la verdad objetiva; pero eso no quitaría la posibilidad de que hubiera otras más que se acercaran a ella y que tuvieran su parte o grado de verdad en el sentido de aproximación en la correspondencia a lo que el autor dice en el texto.18 Estas “otras” interpretaciones no son anuladas por la jerarquía que esta analogía —que en este caso, como veremos, se plantea ad unum— requiere: existe un ámbito de variación en esta analogía atributiva, que no sólo evita el reduccionismo al analogado principal, sino que exige que el conjunto sea, aunque ordenado, poliádico: que haya otras interpretaciones válidas, aunque según una secuencia estructurada. La variabilidad 16 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit., p.42 17 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit.,, 45-47. 18 BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit., p.50-51. de lo análogo es tan firme frente a la dispersión de la equivocidad como irreductible frente a la tentación de univocidad.19 Puede verse cómo lo que Beuchot hace es llevar a la palestra de la hermenéutica la distinción clásica, desde Aristóteles, entre los modos de predicación, trabajada por los escolásticos y estructurada de modo particularmente prolijo por Tomás de Aquino y sus seguidores. Beuchot hace ver que la esfera de la hermenéutica no se corresponde con la de la predicación unívoca, en la que la semejanza perfecta permite hablar de parámetros de suyo universales; ni con la predicación equívoca, en la cual la ratio es incomunicable y sólo se cuenta con una apariencia de unidad que imposibilitaría la interpretación confiable; sino con la predicación análoga, en la que la unidad se da en una razón parcial o relativa fundada en las cosas y manifestada en el nombre. Hay, por supuesto, maneras más cercanas a la semántica para expresar esta misma idea desde una trinchera puramente lingüística: por ejemplo la de J.F. Ross, cuando define la analogía como una relación sincrónica entre esquemas predicativos. El autor de Portraying Analogy se refiere por “esquema predicativo” al plexo de relaciones sinonímicas, antónimas, hipónimas, subordinadas, etcétera, que tiene toda expresión. En tanto una expresión equívoca implicaría esquemas dispares en lo relevante al significado, una expresión análoga tiene siempre algún tipo de cercanía en parámetros relevantes para la significación, implica un traslapamiento (overlapping) significativo de esquemas.20 En esto coincide con otros autores como Richard Swinburne.21 En el fondo, late la misma idea aristotélica de analogía, en éstas y muchas otras definiciones. He querido subrayar la de J.F. Ross porque, como veremos, también la clasificación de Cayetano admite esta aproximación semántica. La analogía remite, en suma, a una semejanza imperfecta, mezclada con desemejanza, supone una razón común pero no uniforme, sino desigual, y su uso en hermenéutica se concreta como:“... Un intento de ampliar el margen de interpretaciones válidas de un texto sin perder los límites; de abrir la verdad textual, esto es, la 19 Cfr. BEUCHOT, Perfiles esenciales de la hermenéutica, UNAM, México, 3ª ed. 2002, p.25. 20 Cfr. ROSS, James F., Portraying Analogy, CUP, Cambridge, 1981, p.p.86-96. 21 Cfr. SWINBURNE, Richard, Revelation: from Metaphor to Analogy, Clarendon Press, Oxford, 1992, p.40. de las lecturas posibles, sin que se pierda la posibilidad de que haya una jerarquía de acercamientos a una verdad delimitada o delimitable”.22 El recurso analógico media entre univocismo y equivocismo, pero además participa de los extremos, uniendo en sí igualdad y diversidad. Beuchot ha subrayado esta dialéctica, aunque quizá sin precisar de qué tipo de dialéctica estamos hablando. Aún así, queda claro que se trata de una dialéctica positiva, pues siendo la razón análoga una y simple, en ella la diferencia y la semejanza no pueden darse de la misma manera en que se dan en lo unívoco o lo equívoco, sino per modum participantis, esto es, identidad y diferencia se dan análogamente en la analogía, manteniendo unidas las diferencias sin anularlas. Es por ello que la analogía se plantea como diversa frente al univocismo y como idéntica frente al equivocismo. Es justamente porque la dialéctica es positiva que será posible, en la clasificación de los tipos de analogía, hallar un más y un menos entre sus variantes. En la significación equívoca o unívoca no hay gradación, no hay más ni menos ni antes ni después. Sólo la analogía, como han subrayado McInerny y Swinburne, permite estos matices y esta ordenación gradual.23 La analogía como modelo hermenéutico nos ofrece, pues, la salida a falsas dicotomías, a los callejones sin salida del positivismo (de alguna modernidad racionalista y unívoca, salvando la injusta generalización de estas adjetivaciones) y del equivocismo (la posmodernidad relativista). Nos ofrece un término medio y una dialéctica —dialéctica positiva, como hemos visto, que asume la diferencia sin anularla, manteniéndolaen tensión— entre la interpretación sintagmática y la paradigmática, el sentido literal y el alegórico, la referencia (suppositio) y el sentido (significatio), la sincronía y la diacronía, la palabra y el acontecimiento, la alteridad y la mismidad, la descripción y la valoración, la objetividad y la subjetividad, la permanencia y el cambio, la metonimia y la metáfora. Destaco este último par porque en él se juega la valoración, y a la vez el distanciamiento, de Beuchot respecto a Ricoeur. 22 Cfr. BEUCHOT, M., Las caras del símbolo..., ed.cit.,p.12. 23 Cfr. SWINBURNE, Richard, Revelation…, ed.cit., p.42 y MCINERNY, Ralph, The Logic of Analogy. An Interpretation of St. Thomas, M.Nijhoff, The Hague, 1961, p.78. Abundaremos en ello más adelante. Para encararlo, hemos de retomar lo que Beuchot rescata de Cayetano: la clasificación de los tipos de analogía, pues como ya he dicho la analogía misma es análoga.24 Abarca desde la analogía de desigualdad (prácticamente unívoca) hasta la analogía de proporción, ya sea ésta impropia (la metafórica, próxima a la equivocidad) o propia (la que, como veremos, subraya Beuchot, por las ventajas cognitivas y verificativas de la igualdad proporcional), pasando por la analogía de atribución (que posibilita el analogado principal del que ya hablábamos, y la jerarquía o estructuración de interpretaciones diversas).25 Aunque hay referencias a muchos otros autores, me parece que las obras beuchotianas sobre hermenéutica analógica tienen la división cayetanista de la analogía por telón de fondo, y sobre esta clasificación reposan tanto su actualización en terminología retórica, pragmática o analítica, como las observaciones críticas a la postura de Ricoeur. Por ello quisiera abordar brevemente la división propuesta por Tomás de Vío. Debo aclarar que hay variantes terminológicas respecto a los nombres que utiliza Beuchot en su hermenéutica —más acordes con los que usa, v.g. Santiago Ramírez—, y que maneja con cierta generalidad Ricoeur en La metáfora viva. Me atendré a las denominaciones de Beuchot, aunque también podría llamarse “proporcionalidad” a la relación entre cuatro términos, y podrían utilizarse “proporción” o “atribución” como sinónimos, en los que se establece una relación de uno a uno o de dos a uno. Expondré con terminología beuchotiana, que es más sencilla, la clasificación cayetanista. Así, la relación de cuatro términos es de proporción o proporcionalidad, y la que apunta de cualquier forma a un término, de atribución. Cayetano divide la analogía en tres grandes clases o modos: a) Analogía de desigualdad: ésta, señala Cayetano, no es propiamente análoga. Alguno ha acusado a este comentador de la poca atención que la Escolástica concedió a esta relación26, otros, en contraste, le han reprochado admitirla siquiera en la clasificación, pues si la analogía de desigualdad fuera en verdad analogía, 24 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit., p.54 25 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit., pp..54ss. y BEUCHOT, Perfiles esenciales..., ed.cit., p. 25-26. 26 Cfr. GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.253. nada sería unívoco.27 El desprecio de Tomás de Vío se debe a que la analogía aquí no se da en sentido propio según el concepto; la relación es en realidad unívoca por el nombre (univocidad lógica) y cuasi-equívoca según la naturaleza; si fuese análoga, cualquier género lo sería, pues es el tipo de relación que hay entre las diversas especies de un mismo género. En efecto, implica cierta ordenación de prioridad y posterioridad, sin alcanzar una ratio propiamente analógica. Como puede verse el tratamiento cayetanista es muy oscuro en este punto, pero no pretendemos profundizar en esta primera tipificación.28 b) La analogía de atribución es analogía según el concepto y no según el ser, dice Cayetano. Es analogía pros hen, ad unum, secundum simplicem rationem, secundum attributionem: es una diversidad de relaciones estructurada por el término común a dichas relaciones; se da en todos los modos en que se da la causalidad. Cayetano, como hará Beuchot, habla de la analogía de atribución como un sólo tipo, si distinguir si se da de dos términos a uno, de un término a otro, etcétera.29 Lo importante para estos autores es que se trata de una predicación según cierta estructuración de prioridad, desde aquél a quien más perfectamente conviene dicha razón. Es extrínseca, piensa Tomás de Vío, en todos los analogados secundarios30; no hay un significado unitario entre el primer analogado y el resto, de modo que desde el punto de vista estrictamente lógico puede llamarse equívocos a los análogos por atribución, o, como se les ha llamado también, “análogos a voluntad”. En este caso puede hablarse de una significación “ancla” a partir de la cual se obtiene la serie de significaciones derivadas.31 Se trata primero de distinguir a los elementos relacionados, estructurarlos según jerarquía, y luego ir del primero hacia los demás, puesto que este primer analogado —del que se dice unívocamente lo dicho— se requiere en la definición de los demás.32 27 Cfr. DEELY, John, “The absence of analogy…”, ed.cit., p. 542 28 Cfr. CAYETANO, Tomás de Vío, De nominum analogía, I, 5. Sigo la traducción de Vicente Igual en La analogía, PPU, Barcelona, 1989, así como sus notas y estudio introductorio. 29 Cfr. BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.36. 30 Cfr. CAYETANO, De nominum..., ed.cit., I, 10. 31 Cfr. HERRERA, Alejandro, “Metáfora y analogía”, en AAVV, (Saúl Rosales, ed.), Poema, analogía e iconicidad, UIA Torreón, Coahuila, 2003. 32 Cfr. CAYETANO, De nominum..., ed.cit.,I, 20. ¿Es esta remisión ad unum problemática para una postura como la de Beuchot, que quiere salvar un margen de variabilidad en la aplicación de la analogía? No, puesto que ni siquiera en la analogía de atribución se da un concepto único de modo perfecto, sino un concepto análogo (concepto mental imperfecto, pero uno y múltiple) que incluye “confusamente y en potencia” todas las relaciones particulares que se despliegan en la derivación.33 Como ya he adelantado, he aquí la lógica poliádica en que la hermenéutica analógica, incluso en aquellos casos más cercanos al univocismo, se ampara. c) La analogía de proporcionalidad es la analogía propiamente dicha para Cayetano —lo cual no está exento de controversia—, y ello se refleja, sostengo, en la hermenéutica analógica. Se da cuando el nombre es común y la razón significada por ese nombre es proporcionalmente la misma, semejante según una cierta proporción. El origen matemático de la analogía es aquí más evidente, y su aplicación filosófica es extensible a toda semejanza de relaciones. Cayetano afirma que es ésta la analogía “más digna” e insiste en que sólo a ésta llamaron “analogía” los griegos34; remite a Metafísica V,6, donde Aristóteles usa como sinónimos analogía y proporcionalidad, ecuación que se subrayó en las traducciones y comentarios árabes.35 Cayetano defiende que la ratio analogiae de la analogía de proporcionalidad —es decir, de la analogía propiamente dicha— no es unívoca: ello sería contradictorio, pues se perdería la proporción, y al perder la diversidad, se soslayaría incluso el alcance real de la relación. Cita a favor de esta postura tanto Analíticos Posteriores II, 14 y Ética Nicomaquea I,6.36 Si en la atribución aparece la desventaja de que el primer analogado sea unívoco y los otros participen de la significación de modo confuso, en la proporcionalidad el vocablo análogo se relaciona de modo indistinto con todas sus significaciones. Lo uno por proporcionalidad, concluye el comentador tomista, no es unitario por accidente ni por agregación, sino por sí mismo.37Es en este tipo de analogía en donde aparece la subdivisión crucial para la ubicación que hace la hermenéutica analógica de la metáfora como instancia de analogicidad. Hay dos modos de analogía de proporcionalidad: 33 Cfr. CAYETANO, De nominum..., ed.cit., III, 51 b.a. 34 CAYETANO, De nominum..., ed.cit., III, 27. 35 Cfr. CAYETANO, De nominum..., ed.cit., III, 28 y III, 29. 36 Cfr. CAYETANO, De nominum...,ed.cit., V, 54. 37 Cfr. CAYETANO, De nominum...,ed.cit., VI, a 61. c.1) La analogía de proporcionalidad propia, en la cual el nombre común se dice de los analogados, apunta Cayetano, “sin metáforas”.38 Diversos autores han subrayado aquí la circularidad en la definición cayetanista39: ¿qué es en concreto lo que distingue a la proporcionalidad propia de la impropia, si ésta es justamente la que se dice more metaphorico? Esta ambigüedad ha dado pie a diversas polémicas: ¿se trata, acaso, de un carácter intrínseco en una, extrínseco en la otra, por parte de la ratio analogiae? Alguno sostiene que, en efecto, la proporcionalidad propia es aquélla que “se hace según el género de la causa formal inherente”.40 Sin embargo, no está claro cómo podría negarse la “inherencia” según la cual otros tipos de proporcionalidad serían tan sólo impropios o metafóricos. Difícilmente puede zanjarse la cuestión señalando ejemplos diversos (el que apunta Cayetano en el lugar citado – “el corazón es al animal como el cimiento a la casa”, como proporcionalidad propia, es metafórico por derecho, salvo por la explicitación de la razón común). He de señalar como un punto vulnerable de la hermenéutica analógica el no aclarar con mayor detenimiento este punto: se da por sentada la división cayetanista de la analogía, se utiliza para distanciarse de un modelo hermenéutico puramente metafórico... y hace falta aún precisar con mayor claridad cuál es el rasgo de la analogía metafórica que la distingue de otro tipo de proporcionalidad. De no precisarse este criterio, incluso podría pensarse que toda analogía de proporcionalidad, al representar una cierta traslación entre relaciones, tendría algo de metafórico. Lo claro es que en esta analogía de proporcionalidad propia ningún analogado se define refiriéndose a otro; no hay referencia en la definición aunque puede haberla en la explicación o en la exposición. c.2) La analogía de proporcionalidad impropia se caracteriza, según Tomás de Vío, porque “El nombre común tiene absolutamente una razón formal, que se salva en uno de los analogados y se dice 38 Cfr. CAYETANO, De nominum..., ed.cit., III, 25. 39 Cfr. V.gr. MCINERNY, Ralph, The Logic…, ed.cit., p. 68; en cambio, la insuficiencia no se señala en GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.227. 40 Cfr. El estudio de IGUAL LUIS, Vicente, en CAYETANO, De nominum..., ed.cit., p.45. del otro metafóricamente”; el ejemplo es: la risa es al rostro como las flores al prado.41 La circularidad e insuficiencia de esta caracterización es de nuevo evidente. Tampoco basta afirmar que es una relación de relaciones en la que el término común se aplica propiamente en una de ellas, e impropiamente en la otra42; ¿cuál es el criterio de esta “propiedad”? De nominum analogia no ofrece mayores pistas al respecto, salvo por el pasaje VII, 75a, en el que se señala que el análogo metafórico es aquél en el cual “Es necesario que un extremo sea puesto en la razón significada del otro, y esto no indiferentemente, sino tomado propiamente, pues este otro sólo puede tomarse metafóricamente en razón del primero”.43 El único indicio aislado de un criterio para la “impropiedad” de la metáfora parece, pues, una cierta asimetría. Al menos así lo interpreta J.F. Ross para quien lo “impropio” de la proporcionalidad metafórica es que sus esquemas son asimétricos (a diferencia de lo que sucede en la proporcionalidad propia, en la metáfora el sentido figurado presupone el literal y no viceversa). La metáfora, aún así, es un tipo de analogía —una relación de traslapamiento entre esquemas contrastantes— y uno muy importante —pues desde el punto de vista sincrónico supone relaciones semánticas y relevantes, y desde el punto de vista diacrónico es una forma de dinamismo para los esquemas predicativos, que en el proceso metafórico se reagrupan.44 En efecto: en la función metafórica se requiere un sentido propio para entender al figurado como tal. Veremos cómo en Ricoeur esto garantiza un ordenamiento categorial, supuesto y asumido dialécticamente en el “error categorial” creativo que lo trastoca en una metáfora viva. De algún modo esta característica —que no tiene la proporcionalidad propia— acerca la analogía metafórica a la de atribución; por ello algunos autores incluían a la metáfora como subespecie de la atribución y no de la proporcionalidad; Beuchot sigue a Cayetano en este punto. Quizá también le sigue en la duda respecto a la unidad conceptual de la analogía metafórica, y por ello sus prevenciones contra el tropo y sus equivocismos.45 De momento sólo agregamos que esta necesaria referencia a un analogado “propio” garantiza, en la propia estructura semántica de la metáfora, que no todo sea metafórico, lo cual subrayará Ricoeur contra la diseminación equivocista. Hace falta aún precisar qué 41 CAYETANO, De nominum..., ed.cit., III, 25. 42 Cfr. GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.159. 43 CAYETANO, De nominum..., ed.cit., VII, 75a, vid también VII, 76 y 77. 44 Cfr. ROSS, James F., Portraying Analogy, ed.cit., p. 91, p. 96 y p. 117. 45 Cfr. GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.212. sería el sentido literal y si debe identificarse con una metafísica de lo propio —Ricoeur dirá que no es así, y mantendrá la diferencia, aunque no intransitable, entre atribución y proporcionalidad metafórica. El mismo Beuchot simplificará las cosas al hablar de la metáfora preferentemente como analogía de proporcionalidad “impropia” —que puede significar simplemente “connotada”— y no “extrínseca”, término éste último que históricamente ha sido muy conflictivo. Lo mismo hace McInerny, precisando además que “lo propio” remite aquí simplemente a una ratio propia, que puede ser el uso familiar, usual, y por ello focal y normativo, cuya prioridad se hace patente por su presencia en los otros modi significandi.46 Metafórico sería, entonces, el uso que se separa del uso corriente47, y así logra significar actualidad, enérgeia.48 Veremos cómo esto influye decisivamente en Ricoeur. También Maarten M.Leezemberg subraya que, en Aristóteles y en toda esta tradición que le sigue, se ha corrido el riesgo de entender el sentido metafórico como opuesto al sentido propio (kýrios) cuando basta con oponerlo a lo corriente, a lo común. La metáfora como proporcionalidad impropia no depende así de una estructuración esencial, sino que implica una innovación semántica, en una interacción asociativa o connotativa entre las palabras, el contexto y los usos previos. 49 La posibilidad apuntada de que la proporcionalidad impropia remita a una significación connotativa, me parece, es la razón de fondo de que la metáfora pueda ser considerada en una amplitud superlativa, comprendiendo en sí todos los tropos, e incluso toda forma de analogía. ¿No connota, de algún modo, el efecto a la causa, el relativo al correlativo? ¿No son estas connotaciones formas, o fundamentos, de traslación lingüística, como puede verse en la división aristotélica de la metáfora en la Poética? De algún modo Aristóteles aprovechó esta amplitud del concepto de “metáfora” cuando, en dicha enumeración, incluyó como metáforas recursos que podrían denominarse “sinécdoque” (tipos de metáfora a y b, traslación del género a la especie y de la especie al género) y “metonimia”(que de algún modo se da en el tipo c, de la especie a la especie). 46 Cfr. MCINERNY, Ralph, Studies in Analogy, Nijhoff, The Hague, 1968, p. 76. 47 Cfr. Poética 1457b 3-4. 48 Cfr. MCINERNY, Ralph, Studies in Analogy, ed.cit., p.88-89. 49 Cfr. LEEZEMBERG, Contexts of Metaphor: Semantic and Conceptual Aspects of Figurative Language Interpretation, IILC, Amsterdam, 1995, p. 34. Caracterizar a la metáfora simplemente como proporcionalidad impropia, y no como extrínseca, permite, además, considerarla de algún modo intrínseca, al menos en el sentido de que es una analogía tanto según el ser como según la intención.50 Esto permite ya entrever la posibilidad de una verdad metafórica. Que Cayetano incluya a la metáfora en la analogía da pie al tratamiento que le da Beuchot. Aún podría subdividirse este tipo de analogía en: 1. metáfora sensible; 2. metáfora no sólo sensible51 (la traslación metafórica ha de apoyarse en algo sensible y puede llevar a lo metafísico; veremos cómo Derrida genera una confusión –la cual explota teoréticamente— al igualar el meta de la metafísica con el de la metáfora). Basta, pues, señalar que se da una metáfora o proporcionalidad impropia cuando el nombre aplica total y perfectamente a los términos de una de las proporciones, e imperfecta y parcialmente a los de la otra, en virtud de algo connotado por el nombre. Lo importante aquí es que se trata de algo meramente “connotado” por el nombre y no nombrado directamente por él; no es una referencia a aquello a lo que la palabra fue impuesta a significar en primer lugar. Sin embargo —como McInerny y Swinburne subrayan, sin salir de la discusión clásica al respecto—, el uso de la metáfora extiende también el significado de la palabra a esta referencia connotada, creando así una nueva ratio.52 Esta posibilidad catacrética, a partir de Hegel53 y pasando por Gadamer hasta Ricoeur, desemboca en la discutida “metafórica fundamental”, que el postestructuralismo malentiende como la universalización de lo metafórico, cuando en realidad no es sino una perspectiva diacrónica de lo que sucede entre metáforas muertas —ya sedimentadas, incorporadas al sustrato de la lengua— y las metáforas vivas.54 50 Cfr. GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.278 Santiago Ramírez llega a considerar a la metáfora, justamente por esta razón, el tipo más eminente de analogía. 51 Cfr. GAMBRA, Rafael, La analogía en general..., ed.cit., p.246. 52 Cfr. MCINERNY, Ralph, Studies in Analogy, ed.cit., p.44. y SWINBURNE, Richard, Revelation…, ed.cit., p. 47. 53 La importancia del pensamiento hegeliano en el problema que nos ocupa —tan dialéctico, a su modo— no debe soslayarse; y en concreto en la comprensión de la catácresis o asimilación de la metáfora a la lengua, el aporte del pensador idealista es fundamental. Es Hegel quien enfrenta la metáfora como momento de espiritualización de los conceptos, y es de él de quien toman los deconstruccionistas este mismo momento catacrético para invertirlo y cuestionar todos los conceptos como una engañosa espiritualización metafórica. Un volumen muy destacado para estos temas en Hegel es LOPEZ FARJEAT, Luis Xavier, El desencanto de las palabras: seis ensayos frente a Hegel, UP-O.Cruz, México, 2005, en particular el primer ensayo, pp. 19-42. 54 Esta diferencia entre metáforas sedimentadas en la lengua y metáforas creativas de autor no se hace explícita en Aristóteles, y en mi opinión, es Ricoeur quien la ha trabajado filosóficamente con resultados más fecundos, cfr. LEEZEMBERG, M., Contexts of Metaphor..., ed.cit., p.36. Ricoeur se interesa por la innovación semántica y por eso abundará en el proceso creativo de las metáforas vivas; ello no supone que las metáforas muertas o de diccionario no Ya he sugerido que, entendiendo la metáfora en su sentido más amplio, podría pensarse que incluye a la analogía como una de sus subespecies —como sucede en la clasificación de la Poética—, en lugar de ser incluida como una subdivisión suya. McInerny ha destacado que esta inversión encuentra fundamentos incluso en Tomás de Aquino, y en concreto en el uso del término “naturaleza”, que el Aquinate y Aristóteles llaman “metafórico”55 — ¿cómo podría ser este término “impropio”? Hay otros pasajes en los que ambos términos se usan como equivalentes56. McInerny apunta que las imprecisiones de Cayetano obscurecen la identificación o subordinación entre metáfora y analogía. La hermenéutica analógica ha de precisar estas lagunas si quiere echar mano de la clasificación cayetanista. La consideración de la metáfora como subespecie de la analogía no es la única alternativa; McInerny57 considera que podrían abrirse las siguientes opciones, incluso a partir del mismo planteamiento cayetanista: 1. Analogía y metáfora difieren absolutamente, pues en la analogía hay una ratio extendida de la palabra que refiere a la misma res significata, aunque lo haga de modo diverso; en cambio, la metáfora no se refiere a la naturaleza, y su extensión apunta tan sólo a alguna semejanza en los efectos o las propiedades. 2. La analogía es un tipo de metáfora, si ésta última se entiende ampliamente como transferencia del nombre desde un contexto usual a otro que no lo es tanto. Incluso, en la distinción entre metáforas muertas y vivas, podría contemplarse el proceso de la metafórica fundamental y hablar de una constitución metafórica de la ratio propia de la analogía. Esta posibilidad ha de precisarse, como veremos, pues implica cierto riesgo de equivocidad. sean importantes; lo son de modo destacado en la estructuración conceptual de la experiencia, tal como se ilustra en LAKOFF, George y JOHNSON, Mark, Metáforas de la vida cotidiana, traducción de Carmen González Marín, Cátedra, Madrid, 1986. 55 Cfr. MCINERNY, Ralph, Studies in Analogy, ed.cit., p.67, cfr. Metafísica V, 4, 1051a11, y también Poética, 1457b9- 16 56 Cfr. V.gr. S.Th., I, q.13, a.3 y a.6 57 Cfr. MCINERNY, Ralph, Studies in Analogy, ed.cit.,, p.70ss. 3. La metáfora es un tipo de analogía, en tanto que puede fundarse en la analogía de proporcionalidad. La metáfora es una subdivisión de la analogía si consideramos, como hemos hecho hasta ahora, una cierta gradación, de modo que se trata de una analogía “más cercana al equivocismo”. Ésta última es la alternativa más cayetanista, y es la que asimila la hermenéutica analógica. Aún podríamos agregar una alternativa más, que de algún modo reúne y sintetiza las opciones (2) y (3): la que propone Alejandro Herrera, en un análisis lógico formal de la analogía y precisamente en diálogo con Beuchot. Herrera aclara que metáfora y analogía no son coextensivas, ni una incluye a la otra; no toda metáfora es analógica ni toda analogía, metafórica. Sin embargo, sí se intersectan en el punto en el que una metáfora analógica se funda en la proporcionalidad, que es llevada así al lenguaje, y una analogía metafórica es la figurativa (frente a otras analogías puramente “literales”). 58 Esto es consecuente con la clasificación de Aristóteles de los tipos de metáfora en la Poética, en la cual, piensa Herrera, las metáforas que van de especie a especie, de especie a género o de género a especie no son propiamente metafóricas, sino más bien resultado de un proceso inferencial implícito.59 Beuchot concede a Herrera —y ello es una rectificación de cierta importancia, respecto de la inicial adhesión al esquema de Cayetano—, que analogía y metáfora no se incluyen una a otra, sino que se intersectan. Sin embargo, insiste en que hay al menos “un germen de analogía” en toda metáfora, y esto porque siempre está presente el hilo conductor de alguna semejanza.60Ha de aclararse en este punto que Beuchot entiende por semejanza algo dinámico, cualitativo y relacional, que exige una aproximación tanto estética (en su percepción o captación) como analítica (en sus límites con las diferencias) y dialéctica (una argumentación que le da firmeza), y cuyo contenido puede ser de convenientia (ajuste), sympatheia (identidad en los accidentes entre sustancias diversas), emulatio (reflejo de atributos) o signatura (imagen visible de lo invisible).61 La concepción beuchotiana de la semejanza es, por tanto, semántico-pragmática, y omnipresente; 58 Otros autores, como Swinburne, coinciden con esta propuesta de intersección entre analogía y metáfora. Cfr. SWINBURNE, Richard, Revelation…, ed.cit., p. 48. 59 Cfr. HERRERA, Alejandro, “Metáfora y analogía” en ed.cit., p. 101. 60 Cfr. BEUCHOT, Mauricio, “Respuesta a Herrera” en ed.cit., pp. 110-114. 61 Cfr. BEUCHOT, Mauricio, Las caras del símbolo, p. 30. cualquier teoría de la metáfora, sostiene Beuchot con Ricoeur, tanto una teoría de la sustitución como una teoría interaccionista (ambos apuestan por esta última)62 ha de fundarse en la semejanza. También se subraya, en el diálogo con Herrera, el momento abductivo, que implica la interpretación contextual de toda metáfora; para Beuchot, la hipótesis abductiva es producto siempre de un razonamiento analógico.63 Así valida Beuchot, aunque en mi opinión tan sólo parcialmente, el uso de la clasificación de Cayetano para los tipos de analogía y por tanto la subordinación a ésta de la metáfora: 1. Una relación de semejanza presenta siempre una estructura, en algún sentido, analógica. 2. La metáfora se construye sobre la semejanza. .: Por tanto, la metáfora implica siempre una estructura analógica; y su composición y reconocimiento, algún tipo de razonamiento analógico. Por supuesto, lo que admite matices y podría suponer una discusión más amplia es la premisa (1). Cabría incluso invertirla, pues también podría decirse que toda analogía se funda en una semejanza —en una semejanza de relaciones. Creo que Beuchot concede a Herrera lo suficiente, y rescata apenas la validez de la clasificación cayetanista que tanto utiliza; al final, el criterio para atenerse a ella es un tanto pragmático. Sostengo que la clasificación en la que la metáfora no es sino una subclase de la analogía no es absoluta: hay otros modos posibles, y quizá más fecundos, de estructurar las relaciones entre estos recursos. Vuelvo de momento a la clasificación cayetanista, que Beuchot sigue aplicando una vez defendida la analogicidad de toda relación de semejanza. Ha de subrayarse que no sólo en la proporcionalidad impropia se intersectan proporcionalidad y atribución; de hecho estos tipos de analogía pueden coincidir materialmente — algunos lo llaman analogía mixta— , y ya veremos como la diferencia entre las perspectivas quoad se / quoad nos permite discernir entre ellas cuando es necesario. Cayetano subraya la analogía de proporcionalidad: sería la analogía por antonomasia y la estrictamente filosófica. Quizá por ello la hermenéutica analógica ha echado 62 Pues ambos aceptan el esquema de interacción de sentidos que propone BLACK, Max, Models and metaphors, Cornell University Press, New York, 1962. 63 Cfr. BEUCHOT, Mauricio, “Respuesta a Herrera”, en ed.cit., pp 110-114. mano tan a menudo del planteamiento cayetanista, que subraya lo menos unívoco de la analogía, aunque aprovecha toda la gama de posibilidades que el razonamiento analógico despliega. No debe olvidarse, sin embargo, que lo importante es el carácter múltiple de este razonamiento analógico, que posibilita todas estas oscilaciones dentro de la misma pluralidad del recurso. Beuchot no aclara las confusiones que pueden suscitarse a partir de la división de Cayetano. En cambio, saca provecho de esta clasificación, e incluso establece equivalencias con terminología propia de la retórica, de la lingüística, de la semántica y de la pragmática. Llama integración a la analogía, como hace la teoría de sistemas.64 Equipara, por ejemplo, la analogía de atribución a la imagen, la analogía de proporcionalidad propia al diagrama —y dice, como haría Cayetano, que éste es el más propiamente analógico— y la proporcionalidad impropia, como hemos repetido, a la metáfora.65 A las analogías de atribución y proporcionalidad propia las anuda, en terminología de los tropos retóricos, en la metonimicidad66, y sostiene que ésta y la metaforicidad se encuentran latentes en tensión dialéctica en el símbolo,67 y más en concreto en el símbolo icónico. Todas éstas son variantes de la analogía. La dualidad metáfora / metonimia, que se comprende y articula en el recurso analógico, será también importante en el distanciamiento respecto de Ricoeur. Teniendo en mente esta analogía de la analogía —pero también de la metáfora, pues también metaphora dicitur multipliciter—, la división cayetanista y las ventajas argumentativas que ofrece (determinación, orden, y simultánea flexibilidad), a la vez que sus insuficiencias, nos ocuparemos ahora de la referida evaluación de Beuchot respecto a la propuesta de Ricoeur, que responde de algún modo a la aceptación de los tipos cayetanistas de analogía y al énfasis en su diversidad. II.3 La metafórica frente a la hermenéutica analógica 64 Cfr. BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.80 65 Cfr. BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.25 66 Cfr. BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.99 67 Cfr. BEUCHOT, Las caras del símbolo, ed.cit., p.56. Beuchot reconoce plena y abiertamente sus deudas con el trabajo hermenéutico de Ricoeur. En el plano de las intenciones filosóficas más generales de Beuchot, alguno ha dicho que fue por su lectura de Ricoeur que desarrolló un pensamiento filosófico atento a la riqueza literaria68, y que aspiró a explicar la acción comunicativa.69 En el plano conceptual, el pensador mexicano no sólo debe al francés la caracterización ya citada de “la hermenéutica romántica” frente a la “hermenéutica positivista”70, la comprensión plena de lo que es un texto incluyendo al diálogo y a la acción significativa71, o la necesidad de aproximar palabra — sincronía— y acontecimiento —diacronía.72 También aprovecha la elaboración ricoeuriana de las nociones de apropiación y distanciamiento73 y la sugerencia de una tensión entre comprensión y explicación.74 Beuchot incluso aplica las sugerencias de Tiempo y narración (posteriormente desarrolladas en Sí mismo como otro) para ejemplificar la función de la hermenéutica como mediadora entre la metafísica y la ética.75 También abreva Beuchot en el tratamiento ricoeuriano de la retórica, para vincularla sin confundirla con la hermenéutica y con la filosofía (sin confundir ni traslapar tampoco estas dos últimas76). Sobra hablar de la aplicación beuchotiana del pensamiento de Ricoeur en la aproximación al psicoanálisis.77 En la propia 68 Cfr. CONDE, Napoleón, “Sobre la poesía y la filosofía de Mauricio Beuchot”, en AAVV, Poema, analogía..., ed.cit., p.129, y CONDE, Napoleón, Hermenéutica analógica, Humanismo e Historia, Primero Editores, México, 2003, p.108, aunque ha de precisarse frente a este último texto que si Beuchot recoge esta inspiración literaria de Ricoeur, seguramente lo hace desde un horizonte más amplio al de Finitud y culpabilidad, y que incluye necesariamente a La metáfora viva. 69 Cfr. ÁLVAREZ, Luis, Hermenéutica analógica, símbolo y acción humana, ed.cit., p.68. 70 Cfr. BEUCHOT, Perfiles esenciales..., ed.cit., p.21 71 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ..., ed.cit.,, p. 17 72 Cfr. BEUCHOT, Perfiles esenciales..., ed.cit., p.41 73 Cfr. BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica ...,
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