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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS LA FUNCIÓN Y LOS SENTIDOS DEL HUMOR EN AUGUSTO MONTERROSO T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS PRESENTA: ROLANDO QUEZADA SALAZAR MÉXICO, D.F. 2007 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS: • Dedico esta tesis a mis padres por su amor que buen trabajo les costó: a mi madre por sus grandes dichos y su presencia constante y a mi padre por su increíble formalidad y ser más risueño últimamente. • Mención especial y profundo agradecimiento vitalicio para mi querida y valerosa directora de tesis: Doctora Tere Miaja, quien con heroico y estoico empeño se unió a mi odiseica empresa y me respaldó firmemente (cual Palas Atenea al abatido Ulises) hasta las últimas consecuencias (afortunadamente gratas para todos). • A la Doctora Beatriz Espejo por sus enseñanzas, afecto y gran disposición. • A la Maestra Luci Fernández por su amabilidad, su buen humor y sus correcciones precisas. • A la Maestra Marcela Palma por su gentileza, • Al Maestro Eduardo Casar, por las vistas panorámicas guiadas desde su balcón y por orientar, con el suyo, mi espíritu humorístico y risueño. • A mis hermanos, Maru, Germán y Beto, queridísimos e incondicionales. • A todos los de mi sangre, que en silencio o no, mostraron su preocupación por este que escribe y que no querían verme “quedado” como las muchachas feas de los pueblos que no salen ni en rifa, o las de las ciudades, que se les pasa el tren o el avión. • Agradezco grandemente la fe y esperanza suministradas por mis entrañables amigos de siempre y los de cada momento que no creyeron que mi tesis era un mito ni una psicopatología. • A Yaocí por su apoyo de cerca y de lejos. • A quienes me proporcionaron descanso luego de ver cómo me fustigaba existencialmente. • A mis amores. • Desde luego, a la vida que siempre nos salva de morir. ÍNDICE INTRODUCCIÓN ---------------------------------------------------------------------------- I. EL HUMOR Y SUS FORMAS------------------------------------------------------ 1.1. Humor: Ironía, Sátira y Alegoría ---------------------------------------- 1.2. Juego--------------------------------------------------------------------------- 1.3. Valor --------------------------------------------------------------------------- 1.4. Virtud--------------------------------------------------------------------------- II. CENTROS DE SU CRITICA ------------------------------------------------------ 2.1 Sociedad (Calle, trabajo, familia) -------------------------------------- 2.2 Política ------------------------------------------------------------------------ 2.3 Academia --------------------------------------------------------------------- III. RECURSOS DISCURSIVOS Y LITERARIOS -------------------------------- 3.1 El humor ---------------------------------------------------------------------- 3.2 La rebeldía ------------------------------------------------------------------- 3.3 El juego ----------------------------------------------------------------------- 3.4 La relativización ------------------------------------------------------------ 3.5 La brevedad ----------------------------------------------------------------- IV. EL SENTIDO ÉTICO DEL HUMOR ---------------------------------------------- 4.1 Ética y humor----------------------------------------------------------------- 4.2 Virtud -------------------------------------------------------------------------- CONCLUSIONES ---------------------------------------------------------------------------- BIBLIOGRAFÍA ------------------------------------------------------------------------------- Página I 1 1 10 13 14 15 18 27 33 49 49 58 78 88 94 104 104 110 115 118 INTRODUCCIÓN La lectura de Monterroso fue mi principal impulso para escribir a partir de dos sensaciones: el entusiasmo y la vergüenza por mi entumecimiento literario. En este trabajo intentaré defender la idea de que Augusto Monterroso hace del humor una herramienta para el disfrute de la vida cotidiana, sobreponiéndose a los juicios y nocivas influencias del exterior, pero sobre todo, riéndose de aquellos que con denuedo buscan explicar, criticar y discurrir sobre como podría ser la mejor vida en vez de aprovechar lo bueno de la vida tal como es. Elijo el tema del humor porque estoy convencido que es una manera muy saludable de entender la vida. Pero dadas las múltiples posibilidades del humor, en el cuerpo de la tesis determinaré los sentidos del término que me serán útiles y que también relacionaré con conceptos como la diversión y el juego. En la primera parte definiré algunos conceptos que considero básicos para mi estudio de la obra de Monterroso. El siguiente apartado lo dedicaré a la exploración de los ámbitos donde se concentra fundamentalmente la crítica incisiva de Monterroso. Más adelante identificaré algunas recursos discursivos y literarios de las que se vale Monterroso para construir sus obras y expresar sus puntos de vista. Finalmente, dedicaré un capítulo para desentrañar los aspectos éticos que distingo en la obra. Si bien para mi estudio haré referencia a todos los libros del autor, voy a centrar mi atención especialmente en tres de ellos: La Oveja Negra, Movimiento Perpétuo y Obras completas y otros cuentos. Mi análisis se inclina más hacia la parte conceptual que hacia la estilística; es decir que abordaré la obra principalmente en su contenido, aunque también me detengo en algunos aspectos formales. Me propongo destacar la importancia del humor en la vida cotidiana y revalorarlo como una característica humana que es necesario desarrollar o estimular. Estoy convencido de que el tema que trato tiene una influencia favorable en la sociedad, además de que debería ser revalorado entre quienes estudiamos la literatura. Estructuraré mi trabajo partiendo de lo general a lo particular. En primer lugar voy a referirme a los ámbitos sociales donde se manifiesta el tema del humor, en seguida analizaré algunos rasgos específicos de la obra y su manifestación en diferentes contextos. Dedicaré el último capítulo a desarrollar un solo asunto del humor: su carácter ético. 1 I. EL HUMOR Y SUS FORMAS 1.1 HUMOR: IRONÍA, SÁTIRA Y ALEGORÍA. En principio e irónicamente, es importante aclarar la dificultad para dar una definición exacta y única del término, ya que el carácter humano y heterogéneo del humor es inaprehensible aun en su más amplia definición. Por lo mismo resulta necesario el auxilio de otras palabras que añadan significado a la concepción del humor que quiero utilizar en mi trabajo. Según Ángel Quero: “todos sabemos a que nos referimos cuando hablamos del humor, y tenemos una idea más o menos definida del mismo. Pero cuando tratamos de conceptualizarlo y de analizar sus mecanismos se vuelve difuso y poco aprehensible desde un punto de vista científico.”1 Así pues, presentaré algunas acepciones básicasde la palabra que posteriormente enriqueceré con algunos datos etimológicos, históricos, así como con algunas definiciones que incluyen las perspectivas de algunas disciplinas de estudio, como la psicología, la antropología, la biología, la sociología y la filosofía. Me interesa abordar el humor fundamentalmente como un rasgo humano útil en el reconocimiento de uno mismo y la relación con los demás, así como en la construcción de una forma de vida armónica con el medio. El sentido del término humor que más emplearé en el contexto de mi estudio tiene un sentido romántico, como lo señala la autora Francisca Noguerol: Se creía que el cerebro producía la bilis negra causante de la melancolía y por ello se hablaba de buen o mal humor, según se estuviera alegre o triste. A partir del siglo XIX los ingleses incorporaron el concepto en el vocabulario de la crítica para designar un género literario. Debido a que la adopción literaria del término ocurrió durante el Romanticismo, caracterizado por su carácter idealista, el vocablo tomó solamente la acepción positiva.2 1 Ángel Quero, Las Sombras de la Risa, en http://www.antropoenfermeria.com/textos%20antropologia/HUMOR.htm 2 Francisca Noguerol, La trampa en la sonrisa. Univ. de Sevilla, p. 29. 2 En la actualidad, el término humor por sí mismo (sin adjetivos) se refiere al buen ánimo de alguien o al sentido jocoso de algo. Desde el punto de vista etimológico encontramos también algo atractivo que nos remite a una connotación orgánica del término que –desde mi punto de vista– nos permite reconocer al humor como una característica entrañable del ser humano: proviene originalmente de la palabra latina humor-humoris, cuyo plural, humores significa las secreciones del cuerpo, los líquidos del organismo humano, cuyo equilibrio, de acuerdo a lo que se creía en la Edad Media, hacía saludable al ser humano. Cada vez que alguna de las secreciones del cuerpo predomina, los sentimientos del ser humano cambian y junto con éstos también cambia su comportamiento.3 Añado que tales secreciones consisten en una sustancia viscosa que segrega el hígado para facilitar la digestión en el intestino. A esto mismo, en otras circunstancias, se le llama “hiel”, “bilis”4: sustancia segregada cuando hay disgusto o amargura. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) da la siguiente definición: “Disposición en que uno se halla para hacer una cosa. Sin calificativo, se dice de la buena disposición.”5 Y con calificativo nos da la siguiente definición: “Buen humor: Propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente.”6 Para los antropólogos Jan Bremmer y Herman Roodenburg, los chistes [como una expresión del humor] se cuentan en un contexto cultural dado y el que los cuenta lo hace ante un determinado público […] No conviene, sin embargo, tomar la idea de contexto cultural demasiado literalmente. Lo que interesa a la hora de identificar las pautas del chiste y su significado es el contexto general.7 Es decir que un chiste puede entenderse como una manifestación humana con un sentido que trasciende las diferencias o barreras entre culturas. 3 María Zoí Fountopoulou, El humor como elemento de la interculturalidad, p. 1, en http://www.sgci.mec.es/redele/biblioteca/asele/78.zoi.pdf 4 Con base en la información tomada de internet en www.definiciones.com 5 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, versión electrónica, 2000. 6 Ibid. (El subrayado es mío.) 7 Jan Bremmer, Una historia cultural del humorismo, Sequitur, p.229. 3 Desde el punto de vista de los autores antes mencionados, tanto la antropología como el humor alteran el sistema imperante para conseguir sus fines propios: información sobre las formas de vida para la primera, y una sonrisa o un buen momento para la segunda. El humor altera ciertas lógicas de pensamiento en pos de la diversión, mientras que la antropología hace lo mismo en pos de la confianza y para obtener información. A esta alteración del sistema le llaman desfamiliarización y consiste en “desbaratar el sentido común, convocar lo inesperado, situar asuntos conocidos en contextos nuevos […] para propiciar en el público y en los lectores mayor consciencia de sus ideas, prejuicios y diferencias.”8 Una liberación semejante ocurría en el carnaval, donde – según dice Mijail Bajtín– en la plaza pública se generaba “un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales. Se elaboraban formas especiales del lenguaje y de los ademanes, francas y sin constricciones, que abolían toda distancia entre los individuos en comunicación liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas de conducta.”9 El humor funciona pues como un elemento liberador que crea una lógica de convivencia en la que los individuos se acercan. El humor rompe también con lo presupuesto, con los referentes esperados y propone una fuga hacia la imaginación con el fin de divertir. Así, estos autores agregan: “Entendemos por humor cualquier mensaje –se transmita por el gesto, la palabra hablada o escrita, la imagen o la música– que se proponga provocar la sonrisa o la risa.”10 Amplían este concepto apoyados en el diccionario Robert, donde humor es también la “forma de ingenio que consiste en mostrar o deformar la realidad resaltando sus aspectos divertidos e insólitos.”11 Añado una idea más 8 Ibidem. p. 234. 9 Mijail Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y el Renaicmiento, Alianza Editorial, p.16. 10 Jan Bremmer, Op. cit. p.1 11 Ibid. p.2 (El subrayado es mío) 4 que al respecto tienen estos autores y que me parece importante destacar y es la “capacidad del ser humano para enfrentarse con serenidad a […] las dificultades y adversidades de la vida cotidiana.”12 De lo anterior quiero destacar la propiedad del humor para provocar sonrisas dentro de un ámbito especial de la realidad en donde se exaltan los aspectos divertidos e inusitados y que, entre otras funciones, sirve para hacer frente y con sosiego a las adversidades de cada día. Esto hace del humor una capacidad humana muy valiosa que sería conveniente tomar muy en serio y fomentar como toda cosa que represente un bien para el hombre. Sin embargo cabe añadir que, si bien el humor es una capacidad humana, no significa que todos los hombres la desarrollen, sino sólo aquellos que tienen esa gracia, como lo anota Sigmund Freud en su libro El chiste y su relación con lo inconsciente: “No todos los hombres se hallan igualmente capacitados para servirse de él [del humor]. No se halla a disposición de todo el mundo, y, ampliamente, sólo a la de contadas personas, a las que caracterizamos diciendo que tienen ‘chiste’.”13 En el habla cotidiana el chiste, nos remite también a algo con interés, a la esencia de una cosa, al meollo; el chiste de algo es lo importante de algo o alguien, no andar por las ramas, ir al grano. Lo podemos ilustrar claramente en expresiones como: “Así no tiene chiste”, “Es un monumento/obra/hombre sin chiste” o “…el chiste es que…” Y con ese tener chiste, Freud anticipa un sentido más elevado para las personas que cuentan con esta habilidad humorística: “se nos muestra el ‘chiste’ como una especial capacidad perteneciente a la categoría de las antiguas ‘potencias del alma’, pero 12 Idem. (El subrayado es mío) 13 Sigmund Freud, El chiste y su relación con lo inconsciente, Alianza. p.138. 5 casi por completo independientemente de las restantes: inteligencia, fantasía, memoria, etc.”14 Los antropólogos, Bremmer y Roodenburg encuentran también un sentido de armonía humana importante que ayuda a reforzar la idea del humor como una elevada capacidad humana: “Elhumor y la risa de los investigadores de campo fomentan la comunicación, relajan el ambiente y refuerzan la cohesión.”15 Fácil es constatar lo anterior con sólo pensar en el ambiente que se crea en una reunión cualquiera de personas donde priva un ambiente de circunspección y silencio, frente a otro donde hay chistes y risas. A decir de estos dos autores (dicho que yo comparto), el humor cumple también una función casi terapéutica cuando en los encuentros con sus informantes, “las dos partes encuentran en la risa un terreno común de comunicación y una manera de deshacer la tensión del momento. La risa hace soportable lo insoportable.”16 Cualquiera puede recordar alguna ocasión en la que una buena ocurrencia hubiera dado pie a la relajación de un ambiente rígido e incómodo. El buen humor propicia la diversión, sí, pero también da alivio y paz a la mente y al cuerpo.17 Más adelante se verá lo que puede producir el humor en esos momentos de tensión creativa. Lauro Zavala, después de una amplia investigación sobre el humor en diferentes culturas, establece una comparación entre el humor y el sexo colocándolos en un plano por encima del de la realidad concreta: Al concluir el análisis semántico, y a pesar de las grandes diferencias culturales y cronológicas, entre todos los materiales estudiados, es evidente el empleo del 14 Idem. 15 Jan Bremmer, op. cit., p.241. 16 Ibid. p. 235. (El subrayado es mío.) 17 Por ejemplo, durante un examen profesional cuando el examinado está profundamente nervioso por la gravedad del acto, una pequeña broma, un comentario chusco, siempre es muy bienvenido por el achicopalado aspirante a licenciado o maestro. Lamentablemente no se ha convertido en una practica común que contribuya al acercamiento entre la formalidad y las buenas maneras con el buen humor. Normalmente estos ámbitos tienden a excluirse y ahí siguen los examinados sufre que sufre cada vez que tienen que titularse. 6 humor como un elemento didáctico y catártico, así como la recurrencia al sexo como un tópico que rebasa el interés por las preocupaciones morales, económicas, metafísicas o de prestigio.18 Así pues, se puede entender que el humor nos separa placenteramente de la hostilidad del mundo para situarnos en un nivel de serenidad y buen ánimo hacia la vida propia y hacia los demás. Como se ha visto, el concepto de humor es vasto, lo cual le da un carácter polimorfo, es decir que aparece o se manifiesta de diferentes formas. Entre estas formas del humor que serán fundamentales para el contenido de mi trabajo, está la ironía que es una “figura retórica de pensamiento porque afecta a la lógica ordinaria de la expresión. Consiste en oponer […] el significado a la forma de las palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que […]se pueda comprender otra, contraria”19; es decir que, a través de un cierto énfasis en una palabra, se aluda o dé a entender un sentido opuesto. Se llama ironía de pensamiento a una forma de ironía “cuando se finge tomarla de la opinión del adversario, para caracterizarlo poniendo en evidencia la falta de sentido de su criterio.”20 En atención a los recientes estudios sobre la ironía, Beristáin dice: [...]se han señalado como sus rasgos más característicos: su componente retórico: la disemia, que le aporta su ambigüedad esencial (un significante con dos significados: un contenido patente positivo, con un contenido latente negativo); su componente intensamente ilocutivo puesto que la ironía agrede, denuncia, apunta a un blanco.21 Según la Real Academia Española, el término ironía se refiere a una “burla fina y disimulada.” Por otro lado, Wayne C. Booth en su libro La retórica de la ironía, señala que en ésta, “se le pide al receptor que rechace toda su respuesta original y que 18 Lauro Zavala Humor, ironía y lectura, UAM, México, 1993. p. 23. 19 Helena Beristáin, Diccionario de Retórica, p. 277 20 Ibid. p. 282. 21 Ibid. p. 283. 7 adopte una dirección totalmente nueva”22, que anule sus preconcepciones, se relaje, se deje ir en el flujo humorístico. Es decir que la ironía es una manera de burla, una forma de divertimiento a costa de trastocar o dejar de lado una lógica común que nos conduciría a tomar lo dicho como algo verdadero y, por lo tanto, perder todo sentido del humor. Wayne C. Booth lo expone de manera un tanto más agreste al decir que la ironía la descubrimos “oscureciendo lo que es claro, mostrando el caos donde había orden, liberando por medio de la destrucción del dogma o destruyendo al revelar el inevitable germen de negación que hay en toda afirmación.”23 La ironía nos obliga a cambiar esquemas de pensamiento ; más aún, nos lleva a jugar con ellos, a alternarlos y alterarlos. Es otro plano de la realidad donde lo concreto y ”real” no deja de serlo pero se convierte a la vez en un punto de apoyo y en la esencia de un juego del pensamiento humano. “Sin la existencia de alguien que perciba el carácter paradójico, incongruente o fragmentario de algún aspecto del mundo, la ironía no llega a existir. Además, sin un lector que entienda el texto irónico como tal, la ironía desaparece, y le sobreviene sólo un sentido literal.”24 Finalmente, y sólo por mencionarlo, nos encontramos también con una forma de ironía que es el sarcasmo o el escarnio, es decir, “la ironía cuando llega a ser cruel, brutal, insultante y abusiva en el sentido de que se aplica a una persona indefensa o digna de piedad”.25 En todo caso, su sentido es negativo y acre; la RAE lo define como una “burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a personas o cosas.” Sin embargo no será un concepto relevante en este trabajo, ya que no es un recurso frecuente en Monterroso, quien más bien privilegia la sátira. 22 Wayne C. Booth, La retórica de la ironía. Madrid, Taurus, 1989. p. 54. 23 Citado por Lauro Zavala en Humor, ironía y lectura, UAM, México, 1993. p.35. 24 L. Zavala, op. cit., p. 37. 25 Helena Beristáin, op.cit., p. 280. 8 La sátira, como lo explica Francisca Noguerol, “se ha convertido en un término «comodín» que admite las más diversas significaciones.”26 Por lo anterior es que resulta conceptualmente imposible hallar una definición específica, aunque yo la llamaría hermana de la ironía. La RAE la define como una “composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a personas o cosas. Discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a este mismo fin.”27 Noguerol prefiere destacar en la sátira, características y relaciones con otras figuras retóricas que considero importantes y útiles para mi trabajo, a saber: “crítica al hombre y su entorno; utilización de modos oblicuos de expresión (alegoría, ironía); y, finalmente, presencia del humor como ingrediente fundamental”.28 Es importante destacar también la importancia sustancial de un interlocutor capaz de entender e interpretar adecuadamente la sátira, pues como lo señala Noguerol “La sátira no potencia los significados literales, presenta sentidos figurados, por lo que requiere la participación activa del lector en el proceso de su exégesis. Sin esa participación del lector, la sátira, así como la ironía pueden pasar inadvertidas y sin ningún efecto más que la distorsión de la intención del texto, como ya se señaló antes respecto de la ironía. Sobre ésta, Frye indica: “La ironía mira por encima del hombro, por así decirlo, al habla normal y corriente que todos pueden entender de inmediato; viaja de incógnito”.29 Así, la sátira y la ironía, replantean la realidad burlándose de su normalidad. Por otra parte, con un tinte lúdico, cercano a la sátira y la ironía, el humor se realiza en la alegoría, también llamada metáfora continuada.Según Helena Beristáin, se trata de un... 26 Francisca Noguerol , op. cit., p.23. 27 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, versión electrónica, 2000. 28 Francisca Noguerol, op. cit. p. 24. 29 Citado por Francisca Noguerol, op. cit. p. 27. 9 conjunto de elementos figurativos usados con valor translaticio y que guarda paralelismo con un sistema de conceptos o realidades, lo que permite que haya un sentido aparente o literal que se borra y deja lugar a otro sentido más profundo, que es el único que funciona y que es el alegórico. Esto produce una ambigüedad en el enunciado porque éste ofrece simultáneamente dos interpretaciones coherentes, pero el receptor reconoce sólo una de ellas como la vigente.30 Además, la alegoría es también “tanto […] la representación concreta de una idea abstracta (por ejemplo, un esqueleto con guadaña es alegoría de la muerte), como el relato de carácter simbólico semejante al apólogo o fábula.”31 La RAE da una definición concreta: “Ficción en virtud de la cual una cosa representa o significa otra diferente.”32 Tampoco hay un acuerdo entre los teóricos respecto de la diferencia entre ironía y alegoría, sin embargo, Wayne C. Booth encuentra que en la alegoría hay una «suma» de sentidos, en tanto que en la ironía, se «restan»: Las transformaciones alegóricas no son en cuanto tales irónicas en nuestro sentido actual : los significados reconstruidos se suman a, no se quitan de, lo que daría de sí una lectura estrictamente literal. En la ironía, se le pide al receptor que rechace toda su respuesta original y que adopte una dirección totalmente nueva.33 El humor requiere de una cierta inteligencia para ser entendido; hace falta aguzar bien los sentidos para adquirir lo que cotidianamente llamamos sentido del humor. Por ejemplo, resulta siempre un interesante ejercicio de inteligencia hallar la paradoja en algún comentario. La paradoja, siguiendo la definición del Diccionario de retórica y poética, es una “figura de pensamiento que altera la lógica de la expresión pues aproxima dos ideas opuestas y en apariencia irreconciliables, que manifestarían un 30 H. Beristáin, op. cit. p. 25 31 Ibid. p. 26 32 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, versión electrónica. 33 Wayne C. Both, sistado por Francisca Noguerol en op. cit. p.25. 10 absurdo si se tomaran al pie de la letra pero que contienen una profunda y sorprendente coherencia en su sentido figurado.”34 Y en este juego de oposiciones conceptuales con aproximaciones interpretativas, encontramos que “la paradoja llama la atención por su aspecto superficialmente ilógico y absurdo, aunque la contradicción es aparente porque se resuelve en un pensamiento más prolongado que el literalmente enunciado.”35 1.2 JUEGO Según la RAE, el juego es un “Determinado número de cosas relacionadas entre sí y que sirven al mismo fin. JUEGO de hebillas, de botones, de café.” Yo agregaría también el juego literario; es decir, juego de palabras y de creación. En otro sentido, desde el punto de vista poético, el juego es la “habilidad y arte para conseguir una cosa o para estorbarla” tal como hacemos cuando “le seguimos el juego a alguien” o cuando creemos que alguien juega con nosotros. Según Marcela Madrid Gómez Tagle, “El terreno del juego es un universo reservado, cerrado y protegido, un espacio puro, el espacio de la celebración y de la fiesta.”36 Lo cual es afín a lo que plantea Johan Huizinga respecto a que el juego es “un convenio para, dentro de ciertos límites espaciales y temporales, realizar algo en determinada forma y bajo reglas determinadas.”37 De acuerdo con este autor... El juego es una acción y ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la consciencia de «ser de otro modo» que en la vida corriente.38 34 H. Beristáin, op. cit. p. 387. 35 Ibid. p. 387. 36 De internet en: http://www.angelfire.com/nv/filofagia1/ludica.html 37 Johan Huizinga, Homo ludens. Alianza. p. 136. 38 Ibid. p. 46. 11 Al identificar al hombre del siglo XX, como miembro de una colectividad organizada, Huizinga encuentra que tiene un comportamiento semejante al de un joven adolescente. Entre las razones que da, encuentra que la falta de humor afecta muy negativamente y en muchos sentidos el comportamiento de las personas. Este autor habla de un hombre caracterizado por: Toda una serie de propiedades […] que también pueden considerarse bajo la etiqueta de puerilidad, son la ausencia del sentido del humor, la reacción exagerada frente a ciertas palabras cargadas de un efecto simpático o antipático, la aquiescencia fácil, la suposición de malas intenciones o motivos en los demás y la intolerancia frente a otras opiniones, exageración desmedida en la alabanza y en el reproche y facilidad para toda ilusión que halague el amor propio o la consciencia del grupo.39 Es interesante hacer énfasis en todos los vicios que se cultivan frente a la falta del humor. Ya se prefigura aquí una idea del humor que tiene que ver con la calidad humana del individuo, con su ética. Ese hombre en formación, que está configurándose como alguien autónomo, no fomenta mucho su humor porque eso parece pertenecer al ámbito de lo irrelevante. Huizinga agrega que tales rasgos también estuvieron presentes en otros tiempos, sin embargo, en el último cuarto del siglo XX es cuando se manifiestan en mayores proporciones y con “brutalidad”: “Cada vez se nos impone más la conclusión de que el elemento lúdico de la cultura […] va perdiendo importancia en todos aquellos terrenos que le eran propios. En la cultura moderna apenas si se juega y, cuando parece que juega, su juego es falso.”40 Esta pérdida de importancia del juego en la vida cotidiana, hace también más complicado el ejercicio del humor. Es muy interesante descubrir, a través de este autor que en la lengua hindú, la palabra “divyati designa, en primer lugar, el juego de 39 Ibid. p. 260. 40 Ibid. p. 262. 12 dados, pero también significa jugar en general, bromear, retozar y burlar.”41 Aquí encontramos un lazo fuerte entre el juego y el humor, el buen ánimo; el juego y el humor tienen un sentido positivo y sirven para estar a gusto en la vida, ayudan a pasarla bien. Este es un significado fundamental de juego, que emplearé en mi trabajo. Es importante también entender que “el juego no es la vida «corriente» o la vida «propiamente dicha». Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera tempórea de actividad que posee su tendencia propia. Y el infante sabe que hace «como si... », que todo es «pura broma».”42 El juego, al igual que el humor, no es un elemento constitutivo de la vida en sí, sino que la enriquece amablemente e impide la intervención del que no se divierte o aguafiestas, cierra el paso a la desdicha. 1.3 VALOR Para los fines de mi estudio, me interesa tener una noción del significado de valor porque encuentro en el humor rasgos particulares que lo hacen valioso o valorable. Entrando en el terreno filosófico, Lisbeth Sagols señala: Los valores no son cosas físicas ni cualidades de las cosas, sino cualidades que percibimos con un sentido emotivo especial; los valores están en función de nuestra capacidad para valorar, es decir, para preferir o estimar cualidades positivas que reconocemos en las cosas, personas o acciones.43 Según esta definición, los valores están muy ligados a la subjetividad pues cada persona aprecia de manera distinta las cosas.Un valor es aquello “que vale para el hombre, y vale para el hombre lo que tiene alguna significación en su vida, esto es, lo que incide en ella y le afecta positiva o negativamente, de un modo favorable o desfavorable, pero en todo caso no le es indiferente ni le pasa inadvertido.”44 En el desarrollo de mi trabajo emplearé el término solamente en su sentido positivo, como un valor apreciable, benéfico y provechoso. 41 Ibid. p. 49. 42 Ibid. p. 21 43 Lizbeth Sagols, et al., Ética y valores 1, McGraw-Hill. p. 23. 44 Miguel Bueno, La esencia del valor,FFL-UNAM. p. 13. 13 Los valores tienen también una importante carga cultural, es decir que tienen una manifestación concreta que les da forma y sentido social: Los valores no pueden concebirse a espaldas de su expresión cultural, pues sin ella quedarían inoperantes, como formas vacías de la imaginación; imaginar un valor no es realizarlo, así como pensar en algo no equivale a construirlo. Para convertir al valor en obra se requiere del acto creador por el cual un proyecto se transforma en realidad, un propósito en un hecho.45 En mi trabajo consideraré el humor como una manifestación cultural que puede constituirse en un valor humano cuando su finalidad es la diversión por la diversión y no la agresión ni el resentimiento. 1.4 VIRTUD Tal vez parezca exagerado asociar los conceptos humor y virtud porque no hay un vínculo inmediato o evidente en ellos; sin embargo será parte de mi trabajo detallar los rasgos que los aproximan. Según Aristóteles “Por virtud humana entendemos no la del cuerpo sino la del alma, y por felicidad una actividad del alma”46 Se trata pues de la capacidad humana para tener un juicio equilibrado de las cosas, “un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente. Posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto.”47 Es innegable la importancia de la virtud en nuestros días, en los que esa prudencia y esa búsqueda del equilibrio entre los extremos parece ser cada vez más escasa. Una definición breve y clara es la que nos da el propio filósofo griego: “A las disposiciones dignas de alabanza las llamamos virtudes.”48 Este concepto encierra también un carácter social, un sentido de convivencia donde los actos personales son 45 Ibid. p. 15. 46 Aristóteles, Ética nicomaquea. Porrúa. p. 15 47 Ibid. p. 23. 48 Ibid. p. 17. 14 tomados por los demás como algo loable. Este aspecto social será importante en un apartado especial de este trabajo. 15 II. CENTROS DE SU CRITICA “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”49 Me resulta casi incómodo citar este texto y, aún más, poner la nota al pie. Mi incomodidad proviene de la duda de hacer un comentario más sobre el mismo. No quiero entrar al terreno de la interpretación y qué es lo que yo creo que nuestro autor50 quiso decir, ni si es un cuento brevísimo o no es cuento. No elogiaré la capacidad sintética del autor para condensar no se cuánta cosa dentro de esas siete palabras. Me interesa más hablar del asunto de la sorpresa. Más allá que cualquier significado que entrañe, “El dinosaurio” salta ante nuestro pensamiento, desarticula nuestra lógica narrativa, nuestra preconcepción de una historia, desconcierta, en fin. En atención a mis necesidades intelectuales, un comentario de Juan Vicente Gómez, me satisface. Para él, el hombre que despierta es un ser evolucionado que se da cuenta que “desarrolló su inteligencia, comenzó su proceso de crecimiento intelectual, pudo descubrir que a su lado se encontraba el dinosaurio que él creía extinto desde hacía ya algunos milenios. Así Monterroso nos pone ante la evidencia de que aún no nos hemos desprendido de lo animal que hay en cada uno de nosotros.”51 De manera particular, yo ya no sé ni qué pensar porque, por un lado, me gusta la lectura interlineada, el análisis, la especulación y la interpretación empedernida; pero, por otro lado me cansa y creo que hace mucha falta tomar las cosas de la manera más sencilla, más monterrosiana. Por esto me gusta pensar 49 “El dinosaurio” en A. Monterroso, Obras completas, p. 77. 50 Me permito emplear la expresión “nuestro autor” como un mero formulismo académico que me inhibe para escribir “mi autor”, que es el sentido que quiero dar en realidad 51 Juan Vicente Gómez Gómez, en “En homenaje a Monterroso”. De internet. 16 también que el autor lo escribió por una mera ocurrencia; así nomás, sin pensarle tanto.52 Si bien la interpretación amplia y desglosada parece más interesante y llamativa, si se toma de un modo más simple, parece más simpática. Por eso creo que es bueno leer según el ánimo o el humor que uno tenga cuando toma un libro de Monterroso.53 En todo caso, nos encontraremos con una sorpresa que nos hace leer “El Dinosaurio” en muchos minutos y luego releerlo, repasarlo, estudiarlo, analizarlo, especular, antologarlo, comentarlo, recomendarlo, leer las críticas, etc., como si fuera la gran cosa54 (valga la expresión). Lo que nos sorprende se hace importante, más por la irrupción en nuestra cotidianeidad que por su importancia intrínseca. Hay en la sorpresa una esencia que permanece, que se guarda como reclamando un sentido más profundo que lo circunstancial. Lo que sorprende se platica una y otra vez dándole vueltas y más vueltas con la intención de conservar esa cosa buena que nos da relatar algo inusual que rompe la normalidad.55 En la sorpresa hay algo que se resiste a morir 52 Una vez, caminando por la calle pregunté con decencia a un sudoroso expendedor de tacos: “¿Podría decirme la hora por favor?” Su respuesta fue lacónicamente: “Sí.” Luego, silencio. Ante mi desconcierto, pasados unos segundos, el hombre, secamente me dijo la hora. No creo que él hubiera planeado su acción; simplemente lo hizo. Esa situación inesperada y desconcertante fue grata. Así, el desconcierto que producen los textos de Monterroso son fundamentalmente cordiales, independientemente de las incontrolables interpretaciones que suscite. 53 No puedo evitar la siguiente humorada para ilustrar. A pesar de todo, no suele ser fácil que la gente acierte a responder la siguiente pregunta: “¿Qué le dijo Batman a Robin?” La repuesta correcta es: “Robin”. La cosa no para ahí porque ahora hay que responder: “¿Qué le dijo Robin a Batman? La respuesta: “¡Qué!” Chistes como estos desarticulan nuestras preconcepciones y nos sitúan en el territorio de lo básico, lo elemental, que buena falta hace a aquéllos con mentes sin sosiego. 54 Debo decir, con todo respeto y sabedor de las distancias, que este cuento me produjo la misma confusión mental que la ocasión en que mi padre me hablaó de un filósofo griego (cuyo nombre siempre creí que se escribía con zeta) que decía “Yo sólo sé que no sé nada”. En aquél entonces, yo no completaba aún la década de vida y esa máxima escapó a mi cabal entendimiento al menos hasta mi adolescencia. Años más tarde, siendo ya adulto, me encuentro con el asunto de el Dinosaurio “ahí”, ahí, nomás. La celebérrima sentencia de aquel clásico me tomó menos tiempo para su comprensión que el cuenti-tito de Monterroso, que todavía hoy no deja de despertarme algunas dudas, por decir lo menos. 55 Pienso en las anécdotas que todos comunicamos como queriendo reproducir la emoción del momento en que ocurrieron para hacerlo sentir de igual manera a los interlocutores; no 17 y entonces se archiva en la memoria, como el cuentito en cuestión que no empieza con “Y” Con este mínimo cuento intento dar una mínima muestra del allanamiento que hace Monterroso en la vida común provocándonos dudas fundamentales:¿Qué?, ¿Quién?, ¿Por qué?, ¿Cuándo? Preguntas que buena falta nos hace refrescar en nuestra mente de vez en cuando o después de cada comida56. Su literatura, como la buena literatura, viene a alterar lo supuesto, a variar lo predecible, a dislocar la presunciones cultistas, a asaltar las mentes del airado intelectual y del ordinario lector. En referencia al libro Movimiento perpetuo, Graciela Tomassini nos dice que “Monterroso propone aquí una literatura desplazada, como todo juego, del centro de la escena y tan heterogénea como la vida misma.”57 Dentro de esa heterogeneidad inabarcable, por demás, quiero distinguir tres ámbitos que percibo como los blancos centrales del humor y la crítica del autor de La Oveja Negra. Son a) la sociedad, b) la política y c) la academia. En el primer aspecto me referiré a situaciones de la vida cotidiana en la calle, la familia, la pareja, los grupos de amigos, etc. En cuanto a lo política me ocuparé de los asuntos relacionados con sistemas de gobierno, estructuras jerárquicas en el trabajo y las relaciones entre pueblos. Finalmente abordaré de diversos asuntos que tienen que ver con las estructuras académicas: el uso conocimiento, la enseñanza, la erudición, la impostura y los vicios que se crean entre los profesionales de alguna disciplina, especialmente la literatura. obstante que en muchas ocasiones es casi imposible comunicarlo debido a que el contexto es diferente. Con el paso del tiempo, uno mismo va perdiendo la intensidad de esa emoción hasta que se pierde y entonces uno deja de contar aquello que una vez creímos importante. Sin embargo, por otro lado nos encontramos siempre con las anécdotas que repetimos una y otra vez con entusiasmo porque sentimos que su importancia se mantiene vigente. 56 Uso lo de “después de cada comida” queriendo decir que se trata de una actividad que recomendaría realizar sistemáticamente. 57 Graciela Tomassini, “Literatura y juego” en http://cuentoenred.org/cer/numeros/no_3/pdf/no3_tomassini.pdf 18 2.1 SOCIEDAD (CALLE, TRABAJO, FAMILIA) El humor de Monterroso no es una fuga ni un remedo de la realidad, es la realidad tomada como motivo u objeto de placer; del placer de reír y ponerse sonriente y contento. Su humor es radical y cotidiano, va con él a todos lados y siempre encontrará ocasión para usarlo en contra de las estructuras sociales y académicas que limitan un proceder sereno. Me refiero también a un humor que se rebela58 contra lo establecido tanto en el trato social como en la lógica de pensamiento colectivo59. Con su literatura, Monterroso pondrá en tela de juicio algunos de los prejuicios sociales. “El verdadero artista –nos dice Víctor Márquez– sorprende siempre con lo que está a la vista y otros no ven; su mayor fuente de sorpresas es lo cotidiano. En cuanto a crear algo nuevo, es dudoso, pero, ¿por qué no intentarlo?”60 Monterroso se nutre de los casos de la realidad, los desentraña y los replantea desde un punto de vista humorístico. Para ello se vale de su capacidad de análisis. Desde muy niño se vuelve un observador escrupuloso de lo que está a su alrededor: Había gordos y había flacos; estaban los morenos, los más morenos y los blancos; señores con barbas; y barbas que podían ser largas o cortas, rizadas o lisas, blancas, negras o color de zanahoria; señores calvos con mucho pelo, peinados para atrás o con raya a un lado […] en fin, una gran variedad que al principio me hacía preguntar con insistencia a mis padres a qué se debía; pero como nunca obtuve respuestas satisfactorias (entre otras razones, me percaté más tarde, porque nadie las sabía) pronto dejé de inquirir 58 El tema de la rebelión merecerá un estudio particular más adelante. 59 A diferencia del criterio dominante en el Siglo de las Luces, cuyo racionalismo “no podía comprender la imagen de la vida cotidiana, formada en medio de contradicciones y nunca logra un acabado perfecto.” (M.Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. p. 109.) 60 Víctor Márquez, “Todos hablan, nadie escucha”, en Marcela González, Con Augusto Monterroso en la selva literaria, Universidad Veracruzana, p. 165 19 y me dediqué a averiguarlo por mí mismo y a divertirme observando la diversidad que había en todo. 61 En esa curiosidad se basa su agudo y certero humor. Monterroso entiende lo que pasa afuera, alrededor suyo, pero evita hacer juicios; se limita a observar. No hay repuestas a sus preguntas de niño y, tal vez por eso, tiene claro que las cosas son y ocurren, independientemente de la opinión de los espectadores. Esa consciencia y esa sabiduría lo lleva a criticar a aquellos que se empeñan en intervenir en asuntos que no les atañen.62 En el cuento “Rosa tierno” es, quizá, donde mejor refleje ese interés profundo por lo que sucede a su entorno social. Monterroso entiende bien la diversidad a su alrededor y en un solo cuento breve logra tocar fugazmente, pero con gran tino, algunos rasgos esenciales de un médico psiquiatra, de un mesero, su madre y su padrastro; de otras dos madres, etc. Retrata aspectos de la gente sin abundar más en la crítica o el análisis, pero sí insinuando múltiples trasfondos que siempre quedan de tarea al lector. Monterroso hace del humor su arma de ataque contra ciertas conductas sociales que normalmente se utilizan para justificar una forma de vida pretenciosa, ridícula o descontenta. Contra ellos dirige su humor, pero al mismo tiempo, por supuesto, es capaz de criticarse a sí mismo: “Monterroso es observador cuidadoso de todos los ridículos humanos, pero quizá su máxima preocupación, como la de 61 A. Monterroso, Los buscadores de oro, Alfaguara, pp. 62-63. 62 Al paso de los lustros, y con el conocimiento del mundo y la gente, acaba uno por entender la otrora enervante restricción que nos impusiera un compañerito de escuela, un hermano mayor o los mismos padres al tratar sus confidencias: “No te metas en lo que no te importa”. Entonces había que tragarse la curiosidad y ocuparse de uno mismo, cultivar el propio jardín: tarea difícil si no hay quien oriente. 20 los grandes humoristas, es una flagelada y terrible, aunque divertida, consciencia de la propia ridiculez, del propio caos.”63 La sociedad y los prejuicios que en ella se gestan, tienen un efecto negativo en el mismo humor. Éste es concebido como algo superficial, inocuo, vulgar o de baja estima. ¿Y por qué no debería de ser así? “Es como todo” dicen las señoras para evitar perder tiempo en explicaciones especializadas infinitas.64 Nada está exento del juicio popular. Contra ello, hay que buscar defender el humorismo y esforzarse en distinguirlo de la simpleza, de la fórmula creada para hacer reír. El humorismo es inventiva, creación, desarrollo, agudeza, espontaneidad, adaptación, rebeldía, comprensión y más. Estos elementos se ponen en juego para hacer un humor invulnerable capaz de defenderse por sí mismo de los prejuicios y los límites de la comprensión popular. José Luis Castillejos le pregunta a Monterroso cómo hace para ejercitar su humor y él responde: “Nada mejor que observar a las otras personas. Me impresionan mucho por sus lados ridículos.” 65 En la fábula “La parte del León”, el autor da cuenta de ello al mostrarnos la ingenuidad humana (o la franca estupidez) que lleva a la gente a enredarse en causas perdidas para luego solazarse en discursos sobre la injusticia y la desigualdad. Monterroso representa al hombre poderoso como a un león incomprensivo que se come a la Oveja, la Cabra y la Vaca cuando éstas se inconformaron porque el felino se había comido un ciervo que debía compartir con todos. Mientras eran deglutidos,los rumiantes 63 Margo Glantz, “Monterroso y el pacto autobiográfico” en Campos, Marco, La literatura de Augusto Monterroso, UAM, pp. 45-46. Me parece claro que cualquiera que guste realmente del humor no tiene problema en ser objeto de su propia sátira. 64 También es un argumento sistemáticamente esgrimido por mi madre (tan poco proclive a la hermenéutica y la epistemología) en sus argumentaciones de sobremesa. 65 Entrevista con José Luis Castillejos en http://www.columnasur.org/25joseluis/2004%20cronica/041212jlc.htm 21 exclamaban consignas como “contrato social, Constitución, derechos humanos y otras igualmente fuertes y decisivas”66 Otro gran ejemplo de esta cuestionamiento que hace de la sociedad es cuando advierte irónicamente sobre el riesgo de tomar en cuenta las enseñanzas de Esopo: Desaparecería todo lo que hace interesante el mundo, como los ricos, los prejuicios raciales, el color de la ropa interior y la guerra; y el mundo sería entonces muy aburrido porque no habría heridos para las sillas de ruedas, ni pobres a quienes ayudar, ni negros para trabajar en los muelles, ni gente bonita para la revista Vogue.67 En su esfuerzo reivindicador del humor, Monterroso le atribuye un carácter especial en la comunidad como un elemento humano, que yo concibo como un valor: “el humorismo es el realismo llevado a sus últimas consecuencias. […] todo lo que hace el hombre es risible o humorístico. En las guerras deja de serlo porque durante éstas, el hombre deja de serlo.”68 Cuando el hombre está en guerra pierde su carácter de hombre y pasa a ser otro ente enfurecido y violento, incapaz, no sólo de divertirse, sino de mantener la calma. De ahí la imposibilidad patente de apelar a la mesura del iracundo, de solicitar templanza al resentido y de hallar buen juicio en el apasionado.69 Sin embargo, tampoco en la paz cotidiana ni la tranquilidad individual se alcanzan fácilmente porque la gente tiene que librar otras batallas menos evidentes que los conflictos sociales. Es decir que la gente tiene que enfrentar sus propios conflictos en medio de un malestar que domina y deja poco espacio para el disfrute. 66 A. Monterroso, La Oveja..., p. 94. El autor acentúa la ironía calificando de “fuertes y decisivas” las acciones que habían resultado absolutamente inútiles. 67 A. Monterroso, La palabra mágica, p. 69. 68 A. Monterroso, Movimiento perpetuo, p. 115 69 Cabe señalar de paso que algo que enfurece especialmente a una mujer ya irritada, es conminarla a la mesura con una frase como: “Bueno, pero cálmate.” 22 El sufrimiento, como una manifestación de ese malestar es abordado paródicamente por Monterroso en el cuento “La vida en común”, donde se burla punzantemente de los especialistas sufridores que siempre encuentran algún motivo para sustentar su forma de vida. Nuestro autor nos habla de “alquien que a toda hora se queja con amargura de tener que soportar su cruz […] es a la vez la cruz del otro, que amargamente se queja de tener que sobrellevar a toda hora la cruz […] que le ha tocado cargar en esta vida, y así cada quién según su capacidad y a cada quién según sus necesidades.”70 Esta conclusión del cuento es una más de las formas como Monterroso hace que el lector, no solo ría, sino piense en el sentido de ese “según” su capacidad y sus necesidades. Entonces surge la pregunta que lleva a la reflexión que el autor quiere provocar: ¿Cuáles son las capacidades y necesidades de cada sufridor para cargar su cruz? Es decir que el sufrimiento no tiene paradigmas, sino sólo manifestaciones concretas en cada individuo. Un caso semejante lo tenemos en el cuento “Uno de cada tres”, que es una alegoría apologética de un grupo de sufridores organizados para difundir ampliamente su dolor. De una manera muy divertida, el autor muestra la ridiculez de aquéllos que siempre andan buscando audiencia para relatar su tormento cotidiano. La elección de Monterroso es el goce cotidiano, y para mostrarlo se apoya en los que han encontrado en el sufrimiento una actitud constante, por ejemplo “quien se queja de una enfermedad tan cruel como imaginaria, la que se anuncia abrumada por el pesado fardo de los deberes domésticos, aquel que publica versos quejumbrosos”.71 Tal vez todos ellos caben dentro de esa categoría tan conocida en nuestra sociedad, la de los que “están implorando, en el interés de 70 A. Monterroso, Movimiento perpetuo, p. 125. 71 A. Monterroso, Obras completas, p. 21. 23 los demás, un poco de la compasión que no se atreven a prodigarse a sí mismos.”72 Consciente de los problemas del mundo contemporáneo, habla de la necesidad de la gente de comunicarse con sus semejantes, pero desde un punto de vista satírico, no condoliente. Se trata de una alegoría que critica brutalmente, pero al mismo tiempo plantea de manera menos trágica, un problema social muy complejo que encuentra en los textos de Monterroso una perspectiva menos atormentada, incluso simpática. Monterroso tiene el interés de develar el espíritu humano puro, crudo. No habla del hombre como desearíamos los humanistas que fuera, pero tampoco lo coloca en el terreno del desamparo o la desesperanza. Él lo utiliza para jugar y divertirse burlándose, criticando, ironizando. En una de sus fábulas se encuentran el León y el Conejo, en principio presentados arquetípicamente; sin embargo el autor les atribuye también otros rasgos humanizándolos aún más. Al Conejo lo pinta astuto y un poco fanfarrón, y al León lo pone miedoso y extravagante. Las cualidades del primero lo llevan a actuar con prudencia y alejarse del lugar antes de perder la paciencia y perjudicar al perturbado felino.73 Monterroso rompe con la lógica de pensamiento común que nos llevaría a pensar, por ejemplo, en un Conejo victimizado y un León exaltado. Al ir en contra de los prejuicios sociales, admite el riesgo de los prejuicios de la gente sobre él mismo y su humor; pero no es algo que le importe sobremanera como se puede ver: Quizá todo tenga que defenderse de los prejuicios. ¿Por qué el humor habría de ser una excepción? Cuando se habla de religión, la gente no piensa en Cristo o en Buda sino en los curas o en las beatas; cuando se menciona a los militares, la gente no recuerda a Alejandro o a Bolívar sino a Anastasio 72 Idem. 73 Evidentemente se trata de la fábula “El Conejo y el León”. 24 Somoza. De esta manera […] cuando oyen la palabra humorismo, muchos le quitan el seguro a su revólver, pero tendrían que volver a ponérselo si recordaran a Aristófanes, a Cervantes […]. Es probable que la imagen del humorista esté más dada por los chistosos profesionales, por los que viven del humor y por los que lo reverencian y lo esgrimen como los curas reverencian el altar y los Somozas empuñan las pistolas.74 En la fábula “El Grillo Maestro” Monterroso hace una sátira de los argumentos que llega a encontrar la gente para justificar un punto de vista inmutable y que le resulta conveniente. Frente a la necesidad de glorificar el canto de los grillos, uno de ellos afirma que la garganta de los pájaros era “evidentemente el órgano del cuerpo humano menos indicado para emitir sonidos dulces y armoniosos.”75 Tal ironía, exacerbada al hablar de “cuerpo humano” cuando se está refiriendo a las aves, es una burla para los escleróticos que se toman la vida con demasiada restricción y serían incapaces de encontrar en cualquier dicho, la posibilidad de relajarse y pasarla bien. Asimismo nos hace ver la gran necesidad de los hombres de encontrar un razonamiento ad hoc a sus necesidades, pese a lo absurdo que pueda parecer. La alteración o ajuste de la realidad que se vive como otra realidad me remite a la ideadel carnaval y la necesidad de tener un esquema, un referente propio. “En el carnaval es la vida misma la que interpreta, y durante cierto tiempo el juego se transforma en vida real. Esta es la naturaleza específica del carnaval, su modo particular de existencia.”76 Y aunque los grillos no viven en una situación carnavalesca, sí juegan un juego que acaba convirtiéndose en la vida real. El humor permite a Monterroso expresar puntos de vista y criticar profundamente a la sociedad, pero de una manera indirecta, como evitando el juicio directo y absoluto, sino creando una alegoría. Se dirige a un público que tenga disposición a 74 A. Monterroso, Viaje al centro de la fábula, ERA. pp. 41-42. 75 A. Monterroso, La oveja negra…, UNAM, p. 78, 76 Mijail Bajtín, La cultura popular…, Alianza Editorial p. 14. 25 recapitaular, a revisar su propia actuación. Guillermo Sheridan en su texto “Miel de tigre” se refiere al estilo de Monterroso como “una ironía que hace ochos en la jaula de la página en espera del momento de saltar sobre la prolija imbecilidad indiferente.”77 Es decir que cierne las mentes humanas que se han hecho al modo de lo ya establecido por la sociedad. Sin embargo, Monterroso siempre busca mejorar las relaciones entre la gente entendiendo al otro: “Hay que estar al tanto del lenguaje diario de la calle –nos dice Monterroso– para no ser pedante ni insoportable.”78 Con su humor se burla de la presión que ejerce la sociedad sobre los individuos. En la fábula “El apóstata arrepentido” el autor juega de manera muy compleja y rápida con varios elementos tanto conceptuales como narrativos. Trata de un hombre que piensa convertirse en cristiano, tras las grandes dudas que lo han asaltado. Sin embargo, vemos que antes no era ni musulmán o judío, sino católico o acaso protestante; es decir, cristiano también. Aquí aplica una aguda crítica sobre el uso cotidiano de ciertos términos que acaban por vaciarse de su sentido original al ser tratados continuamente por el vulgo. La sátira va más allá, pues el protagonista es asediado por la gente que lo supone un “gracioso” o alguien que busca “llamar la atención” y entonces decide desistir en su “extravagante debilidad y propósito”. La crítica social de Monterroso no se dirige a nadie en particular sino que ataca los vicios humanos tanto de un lado como de otro; de los agredidos, como de los agresores, de los pasivos y de los liosos. Pero lo hace de manera precisa, puntual. No se extiende en la descripción de caracteres psicológicos de los personajes. Monterroso debe leerse lentamente y repasarse luego con más 77 Guillermo Sheridan, “Miel de tigre”, en Marcela González, op. cit. p. 209. 78 Citado por José Manuel Gómez en Marcela González, Con Augusto Monterroso en la selva literaria. México, Universidad Veracruzana p. 194 26 detenimiento aún. El primer encuentro nos hace reír y entender algo. En un segundo acercamiento hacemos nuevos descubrimientos que podrían suponerse agotados en la primera lectura. El chiste del texto –como se verá– va más allá de su gracia, su brevedad y su juego. Respecto a sus fábulas, nos dice claramente: “Mis animales son puros pretextos para hablar de la gente y sus aspiraciones y derrotas.”79 Monterroso se vale de su humor para “golpear” al lector, para sacudir el pensamiento, para incomodarlo amablemente –valga la paradoja: “A la gente le gusta que le peguen, y por eso, aparte de esa función, la sátira no sirve para nada, ni cambia nada y se vuelve humorística y digresiva […]” 80 En una abierta crítica al carácter latinoamericano, expone en Viaje al centro de la fábula, su idea sobre el humorismo literario hispanoamericano: “En Hispanoamérica somos lo suficientemente ingenuos para creer que todo está bien, o lo bastante escépticos como para creer que algo tenga remedio. Yo en lo personal, creo que, excepto un poco de smog, todo está muy bien.”81 Monterroso busca la templanza con humor. Con ironía nos dice que todo está muy bien, pero nos deja claro a través de sus textos que no, que no todo está bien, pero no tiene sentido hundirse en el pesimismo. No por ello, Monterroso deja de ser cabalmente consciente de los problemas y desgracias humanas. Por otro lado también se ocupa de los que escriben o, más bien, pretenden hacerlo, pero no lo logran; de esos coleccionistas de páginas en blanco, que escamotean las ideas de aquellos que sí escriben. Pero yo veo esto como una manifestación particular de lo que se vive cotidianamente a un nivel más amplio: la exaltación del ego de una persona a partir de las glorias ajenas. Más allá de esa 79 A. Monterroso, Viaje al centro…, p. 99. 80 Ibid. p. 97. 81 Ibid. p. 39. 27 saludable ufanía con que la compañía o la pura visión de alguien famoso toca a cualquiera, hay quienes realmente creen apropiarse de esa gloria, a partir de la sola contemplación. Esos parecen compartir un poco de la categoría del célebre porque les gusta su apariencia, su voz, su estilo de vestir o de escribir, o sus ideas. Unos se enajenan un poco de la fama de un autor, actor o artista para sí mismos, de la misma manera que un hombre se atribuye la atracción que genera su espectacular auto rojo cuando pasa por una calle llena de gente. Pero también el público hace el juego atribuyendo características del auto a su conductor. De igual modo el público lector concede valores que encuentra en la obra aunque el autor nunca hubiera reparado al respecto82. Con esto busco explicar el fenómeno del hombre común que aspira a un mayor reconocimiento, quedando su intento sólo en la enajenación de lo que es de otros. Así, un hombre que no practica la actuación está tan lejos de su artista preferido, como un ávido lector que no escribe, del genio literario de su escritor preferido. Lo mismo ocurre con el predicador, el teórico, el bien intencionado, el ingenuo, el filósofo, el bienhechor, etc. quienes son llevados por sus ideas hacia afuera de la realidad. 2.2 POLÍTICA Sobre la obra de Monterroso, Saúl Sosnowski dice lo siguiente: Atacar el poder es desmantelar la vasta red que compagina sus alcances;[...] incursionar en lo acatado como orden mitificado e inalterable, es hurgar en los reductos que pueden des-ordenar, des-cubrir y plantear desde el vacío de la duda y la inseguridad de encarnar facetas imprevistas de lo cotidiano.83 82 Vale contar que en una ocasión a la que en un festival de cine independiente, un hombre ducho e instruído del público informaba al joven y cándido cineasta que presentaba su ópera prima: “Encuentro en tu película ciertos elementos que me remiten a El laberinto de la soledad, de Octavio Paz.” y le preguntó si en efecto había tomado en cuenta al Nóbel. La respuesta lapidaria fue: “No. Yo a Octavio nunca lo he leído…”. Pues ¿qué hará pensar a los intelectuales de hoy que para hacer películas sobre la realidad mexicana se tendría que conocer El laberinto de “Octavio”? Monterroso se burla de los excesos del intelectualismo, de la misma manera que el incipiente cineasta los hizo sin darse cuenta. 83 Saúl Sosnowski “Monterroso: la sátira del poder”, en Refracción, p. 41 28 Creo también que así fnciona el humor de Monterroso, como un desarticulador de concepciones impuestas con más o menos fuerza, pero al fin, ajenas al individuo. Su humor nos lleva a un cuestionamiento del sistema dominate y a buscar posibilidades más propias, más personales. No es raro entonces que Monterroso tenga una opinión como la siguiente respecto de las relaciones humanas: Políticamente me considero igual que siempre: una persona preocupada por la situación de los más desasistidos, de los trabajadores de la ciudad y el campo. [...] Las derrotas ocambios de los últimos años en el orden mundial no me hacen olvidar que los problemas básicos de la sociedad siguen siendo los mismos: la explotación de unos por otros, las desigualdades económicas, la discriminación... Para nada me ha hecho falta cambiar mis convicciones. 84 Con tal claridad, no es casual entonces que sea en el primer libro publicado por Monterroso, Obras completas (y otros cuentos), donde se refleja de manera más clara su postura respecto a ciertos fenómenos políticos: a) El imperialismo norteamericano frente a la ingenuidad y la sumisión de los pueblos latinoamericanos, reflejado en el cuento “Mr. Taylor”. b) El protagonismo y arrogancia de las culturas modernas de Occidente frente a otras que suponen más “atrasadas”, en el cuento “El eclipse”. c) El abismo que separa al mundo de los gobernantes y el de sus gobernados, en “Primera dama”. En el cuento “Dejar de ser mono” hay también una fuerte crítica al mundo occidental que no entiende la vida fuera de sus exigentes códigos de progreso. Me interesa analizar cómo Monterroso incide con humor en los problemas que se suscitan entre los poderosos y los oprimidos, entre los pueblos “desarrollados” y los tercermundistas, entre los déspotas y los sumisos. 84 De internet en http://www.columnasur.org/25joseluis/2004%20cronica/041212jlc.htm 29 Especialmente apreciable me parece la capacidad del autor para ir al fondo de los problemas sin caer en el maniqueísmo ni la adherencia a una causa, sino satirizando y criticando inteligentemente las contradicciones, despropósitos y excesos del poder, como también la sumisión y la torpeza de los subyugados. El caso más claro dónde pueden verse estas relaciones de poder está en el neo-colonialismo norteamericano en América (valga la redundancia). Son muchos años de una historia que registra etapas hondamente dolorosas para los pueblos de Latinoamérica. Hay un claro sentimiento adverso contra el despotismo de los Estados Unidos, principalmente. Pero frente a esta difícil realidad, Monterroso no adopta una postura trágica en su discurso. Al contrario; se manifiesta claramente reprobando las acciones brutales de los poderosos, pero con su matiz característico: el humor. No sé qué tan fácil pueda ser hallar la vena humorística en situaciones como la explotación comercial de un pueblo, la discriminación racial o las ofensas a una cultura, pero sí creo que hace falta mucha claridad mental y emocional para publicar un libro que risueñamente trate estos aspectos. Monterroso lo hace, permitiéndonos además reír con ficciones atroces como aquella en que era necesario matar a cuanto indígena se pudiera para mantener la cuota de cabezas para la exportación: […] a los enfermos graves se les concedían veinticuatro horas para poner en orden sus papeles y morirse; pero si en este tiempo tenían suerte y lograban contagiar a la familia, obtenían tantos plazos de un mes como parientes fueran contaminados.85 No creo que tal alegoría con su negro humor que nos hace reír por lo absurdo, signifique que no pueda haber una reflexión atrás. De manera inexorable, 85 A. Monterroso, Obras completas, p. 14 30 Monterroso nos pone enfrente problemas terribles, pero mediados por un fino humor. El rechazo que hace el autor a la violencia y al injusticia de los capitalistas norteamericanos inescrupulosos, es patente; pero eso no lo lleva a tomar partido por las víctimas; al contrario, también éstas son objeto de su sátira. Así, vemos que en el mismo cuento, el autor nos narra que frente a la necesidad de que muriera la gente para quitar su cabeza, se implantaron leyes un poco excesivas como cuando alguien por descuido decía “¡Qué calor hace!” y se le comprobaba que estaba exagerando, “se le cobraba un pequeño impuesto y era pasado ahí mismo por las armas, correspondiendo la cabeza a la Compañía y, justo es decirlo, el tronco y las extremidades a los dolientes.”86 Algo que generalmente nos escandaliza, en primera instancia, Monterroso lo convierte en motivo de humor, un humor negro, ciertamente, pero que también nos hace reconocer sin culpa, otra parte de nuestra realidad, sin duda más afortunada que la de los personajes. Monterroso es despiadado contra las víctimas del comercio desmesurado; pero no sólo no se detiene, sino que busca la risa del lector y como lectores reímos. Podría pensarse que su humor nos hace tomar distancia de la realidad a manera de evasión. Yo creo más bien que su humor nos permite asimilar en una dimensión más real, una situación a la cual, de alguna manera, somos ajenos y por lo tanto tampoco podría dolernos tanto. El autor provoca una risa que es consecuencia de la comprensión de un asunto que entonces ocupa un lugar más cercano. Monterroso no toma partido ni milita por una causa social, sencillamente no calla lo que piensa. Por una parte se mofa de la imbecilidad de una declamadora 86 Ibid. p. 14. 31 Primera Dama que al enterarse de los severos problemas de los niños pobres de una primaria, comenta “—Pobres criaturas. ¿Y como cada cuánto se desmayan?”; por otra, exalta los conocimientos sobre astronomía de los hombres prehispánicos, lo cuál les vale el corazón de un conquistador que se creía muy perspicaz. Combate la hipocresía pseudohumanista que censura cualquier juego asociado al sufrimiento de los pobres y los desprotegidos. Monterroso comienza su cuento alegórico “Dejar de ser mono” con la halagüeña línea: “El espíritu de investigación no tiene límites”, para después agregar que “En Estados Unidos y en Europa han descubierto a últimas fechas que existe una especie de monos hispanoamericanos capaces de expresarse por escrito.”87 Así denuncia la pedantería e ignorancia de esos países, cuyo desarrollo material los hace grandes ignorantes de lo que pasa fuera de su pequeño mundo. Esta crítica a la arrogancia científica de Occidente es una muestra de su criterio político, pero que no representa su único interés, evidentemente. Monterroso, con su humor, no sólo se lanza contra la política de los países, sino también contra la política entre las gente. Específicamente, la academia es un ámbito bien conocido por él, donde no perderá oportunidad para revelar las perversiones de sus estructuras políticas. Encuentro en el caso de “Tú dile a Sarabia que…”88 la visión de las estructuras jerárquicas en una oficina de gobierno, donde una mosca origina que un jefe reflexione sobre su vida y su trabajo. Sin embargo Monterroso no se interesa tanto por la crítica de los estamentos de una oficina; más bien se ocupa de reflejar con humor el tedio del jefe que encuentra una hoja de nómina “más ancha que azul”. No critica la injusticia o el despotismo sino que nos habla de la 87 A. Monterroso, Movimiento perpetuo, p. 85. 88 Ibid. p. 63 32 parte emocional del funcionario que, algo “cansadón” mira la hoja “sin entusiasmo para elevarla después hasta el cielo raso, como si quisiera remontarse más allá, más arriba y más lejos, e irse empequeñeciendo hasta perder su corbata y su forma cotidiana y convertirse en una manchita del tamaño de un avión lejanísimo, que es como el de una mosca, y más tarde en un punto más pequeño aún”.89 Y finalmente deja caer todo el peso de una sátira que, a mí, después de gracia me produce cierta compasión: “Dile a la señorita Esperanza que mañana va a venir la señorita Lindbergh por el asunto de la vacante, que le diga que vaya a Personal y que vea a Sarabia. Tú dile a Sarabia que digo yo que la nombre y que la comisione aquí o en donde quiera, que después le explico.”90 Monterroso entiende completamente la frialdad de los sistemas políticos, su conservadurismo y la rigidez de sus estructuras.Su crítica la emite desde una segura trinchera que es el humor. Más que lanzar ataques frontales contra el poder y sus perversiones, ironiza y se burla de las situaciones patéticas que ocurren en ese ámbito. En este sentido Mijail Bajtín dice: Los representantes del viejo poder y de la antigua concepción cumplen su función con un aire serio y grave, en tanto que los espectadores ríen desde hace rato. Pero ellos siguen con el mismo tono grave, majestuoso y temible de los monarcas y heraldos de la «verdad eterna», sin comprender que el paso del tiempo los ha vuelto ridículos[…].91 El autor de Movimiento perpetuo, desde el título cuestiona la rutina, lo establecido, lo inamovible y estático que tanto daño hace a la mente humana. Por eso, coincido con la siguiente idea de Saúl Sosnowski: “Los falsa y 89 Ibid. p. 65. 90 Idem. 91 Mijail Bajtín, op. cit., p191. 33 provisionalmente poderosos, los impotentes, los meros seguidores de lo caduco, no hallan tranquilidad ni reposo en estos textos.”92 Considero que Monterroso contribuye a crear consciencia sobre la injusticia y la falta de humanidad existente en las relaciones comerciales y políticas. Asimismo critica la preponderancia del dinero por encima de la dignidad y, finalmente hace recapacitar sobre la actitud del oprimido frente al poder. Pero también cumple una función democrática, al buscar el lado risueño tanto del oprimido y marginal, como del potentado, pasando, por supuesto, por los intelectuales. Monterroso se encarga de evidenciar con humor la parte humana de sus personajes sin que la posición social de los mismos, determine de alguna forma, la intención lúdica del autor. Nuevamente encuentro aquí el sentido carnavalesco del que nos habla Bajtín: En las fiestas oficiales las distinciones jerárquicas se destacaban a propósito, cada personaje se presentaba con las insignias de sus títulos, grados y funciones y ocupaba el lugar reservado a su rango. Esta fiesta tenía por finalidad la consagración de la desigualdad, a diferencia del carnaval en el que todos eran iguales y donde reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su empleo, su edad y su situación familiar.93 En síntesis, la crítica de Monterroso en el sentido político no es un reclamo, ni mucho menos una demanda de justicia o atención. Se trata, más bien de una denuncia sutil, pero incisiva y alegre. Considero que es una manera muy efectiva de evidenciar los despropósitos a los que dan lugar las relaciones políticas. 2.3 ACADEMIA 92 Saúl Sosnowski, “Monterroso: la sátira del poder” en Refracción. Augusto Monterroso ante la crítica…, p. 43. 93 M. Bajtín, Op.cit. p. 15 34 El ambiente académico es evidentemente bien conocido por Monterroso de una manera “profesional”. Tal vez por esa misma razón es que ejercerá su crítica más acre en contra de los ridículos y despropósitos que ocurren en este contexto: Monterroso parte de una formación autodidacta que, para comenzar, ya lo sitúa a una cierta distancia de los centros educativos convencionales. Acaso su capacidad autoformativa le permite identificar de manera más clara los elementos buenos y malos que intervienen en los sistemas académicos y los exhibe. En su libro Literatura y vida explica un poco de esa vida fuera de la academia donde no hay relaciones de autoridad, sino más bien funciona una intuición que lo lleva a sentir un especial respeto por la literatura: A veces pienso que ese respeto, y otro tanto de temor, debo imputarlos al hecho de que soy autodidacto y, por consiguiente, a una formación demasiado severa y exigente en cuanto a mis lecturas, formación que nunca recibió otro estímulo que la curiosidad ni tuvo otro guía que mi instinto, pero que hizo desarrollarse en mí una desmedida veneración por los autores clásicos que leía, a los que consideraba inigualables y en buena medida vigilantes. 94 De una manera muy natural Monterroso aprende la literatura de la mano firme de grandes autores constantemente mencionados (Cervantes, Quevedo, Dickens, Swift, Borges, etc.). Quienes fungirán como una especie de profesores o autoridades metafísicas. A esto se opone la historia del cuento “Obras completas” donde un joven y destacado estudiante, frente al desmedido temor de escribir sus propios versos, se entrega con rigor al cumplimiento de las exigencias de su profesor obsesionado con Unamuno. El autor comenta al respecto de una “historia triste del joven poeta indeciso y tímido que se aleja de la poesía –su verdadera pasión– sutilmente inducido a ello por la autoridad de un conspicuo profesor, poeta 94 A. Monterroso, Literatura y vida, p. 27. 35 frustrado que desvía la vocación del artista adolescente, para convertirlo en un sabio erudito como él, seguro de sí mismo y su saber.”95 Entre otras perversiones que ocurren en el ámbito académico, Monterroso habla de una que es breve, pero contundentemente relacionada con la amistad: Fui muy afortunado al contar con el trato diario de esos primeros interlocutores y lectores, para quienes, tal vez sea duro decirlo, la amistad era algo que se hallaba muy por debajo de la exigencia literaria. Estoy seguro de que el afecto amistoso dependía para ellos, sobre cualquier otra cosa, de que uno pudiera responder en todo momento a aquella exigencia. 96 Esta terrible afirmación es una muestra de los grados a los que puede llevar la inercia de la academia que, no obstante da lugar a la amistad. Tal vez sean estos los sensibles motivos por los que Monterroso deja caer todo el peso de su humor crudo contra las estructuras académicas, pero revistiendo sus emociones con un humor que, aunque duras como son, las hace más pasaderas. Asi lo vemos cuando le preguntan si ha hecho crítica literaria: “Si un autor era malo me identificaba con él, me daba lástima, y prefería no escribir sobre su libro; o si era bueno, me daba envidia; así, cuando estuve a punto de escribir bien de un libro malo y mal de uno bueno, me hinqué mentalmente y desistí de hacerlo.”97 Su rechazo al sistema académico, da a Monterroso la claridad para cuestionar los fenómenos que ocurren en el interior de esos ámbitos y que al ser vistos desde afuera resultan ridículos. Critica a quienes se educan para hacer algo que nunca concretan y que J. P. Richter llamaría concesivamente “genios pasivos”. Según este autor, los genios pasivos están en la frontera de la genialidad pero que son 95 Ibid. p. 33. 96 Ibid. p. 35. 97 A. Monterroso, Viaje al…, p. 58. 36 “hombres selváticos y nocturnos a los que negó el destino el don de la palabra”98. La descripción de esta clase de personajes hecha por este filósofo tiene un sesgo humorístico, aunque involuntario, cuando nos dice que “en su libertad poética y filosófica, sorprenden y conciben el universo y la belleza; pero cuando ellos a su vez desean crear, sujeta una cadena invisible la mitad de sus miembros y forman una cosa más pequeña o distinta de la que se proponían crear. [...] Son desgraciados sus días de creación.”99 Nuestro autor se burla de los análisis eruditos de la realidad y el comportamiento humano, para mostrar una visión mucho más asequible y lacónica, pero también crítica. Su visión de la vida es elemental, sin tanta complicación, una realidad donde siempre hay cabida para la risa, más que para las intrigas o los incoherentes anhelos de un mundo mejor. Un supuesto motivo que lo lleva a escribir La oveja negra es: “Combatir el aburrimiento e irritar a los lectores, principio este último irrenunciable.” En seguida reconoce su fracaso en esta última intención,
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