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LA UNAM COMO UN ESPACIO DE LUCHA PARA LA 
CONFIGURACIÓN DE UN DISCURSO POR LA 
CIUDADANÍA DE LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS 
 
 MÉXICO 2008 
 
- UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
 DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ASESORA: MTRA. VERÓNICA MATA GARCÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 T E S I S 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
LICENCIADA EN PEDAGOGÍA 
P R E S E N T A : 
 FLOR ANGÉLICA HERMIDA MIRALRIO 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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Para Yonatán, joven con espíritu libre, que 
inspiró en mí este trabajo y quien estoy segura 
nos dará sorpresas, porque sé que es de esos 
que puede construir al cuidar de sí y con los 
otros un futuro diferente. Hay un mundo para ti 
allá afuera. 
 
Confío en ti hermano 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A todos los maestros que contribuyeron implícita o 
explícitamente a la culminación de este trabajo, 
recordando entre ellos: 
A la Mtra. Leticia Sánchez Vargas, por quien empecé a 
comprender a la juventud de manera diferente. 
A la Mtra. Lucero Argott Cisneros, por su valiosa 
aportación en el inicio de mi investigación. 
Al Mtro. Gerardo Meneses Díaz, siempre con un discurso 
provocador e inquietante, a mi juicio uno de los mejores 
maestros de la carrera.
A mis padres por haberme apoyado en todo momento y 
haber confiado en mí. 
Mamá, se que siempre he podido contar con tu apoyo, 
pero en este último tiempo en particular me ayudaste 
mucho, no sé qué habría hecho sin ti, eres maravillosa. 
Gracias papá porque en todo momento me apoyaste en lo 
que decidí aún cuando no estabas de acuerdo conmigo, eso 
significa mucho para mí y siempre lo tendré en cuenta. 
A ambos los quiero mucho y les agradezco por todo su 
amor, apoyo y comprensión. 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
De manera muy especial a Verónica Mata García, a quien 
le debo en gran medida la elaboración de este texto y por 
quien tengo una profunda gratitud y un gran cariño. Fue 
un placer haber hecho este trabajo contigo, siempre 
aprendiendo en un ambiente de cordialidad y confianza. 
Es un honor haberte tenido como mi maestra y luego 
como mi asesora. 
Gracias por todo tu apoyo Vero. 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
 
Introducción……………………………………………………………………………………..........2 
 
 
1. Producción de estilos de vida para la juventud desde el discurso neoliberal globalizador: 
noción de ciudadanía en el presente 
 
1.1. La juventud como una categoría construida: Estrategias hegemónicas de 
control…………………………………………………………………………………………14 
1.2. Ciudadanos consumidores y espectadores hoy: individualismo y 
narcisismo……………………………………………………………………………………. 35 
1.3. Un espacio de lucha y de conquista: consideraciones en torno a la 
universidad…………………………………………………………………………………... 49 
 
 
2. Movimientos contrahegemónicos: una expresión de los jóvenes desde su condición de 
ciudadanos 
 
2.1. Juventud-Formación-ciudadanía: de los griegos a la modernidad…………....................66 
2.2. El desencanto posmoderno y la apatía frente al futuro………………………..................94 
2.3. Diversidad juvenil y contracultura……………………………………………………...111 
2.4. Movimientos estudiantiles: un signo de los jóvenes latinoamericanos en búsqueda de un 
lugar en este siglo………………………………………………............................................127 
 
 
3. La resistencia como una forma de lucha de la juventud que protagoniza un discurso 
contrahegemónico 
 
3.1. La juventud como protagónica de su destino: una elección ético-política de estar en el 
mundo………………………………………………………………………………………..144 
3.2. Juventud y responsabilidad por el otro: encuentro con la diversidad…………………...158 
3.3. Repensando la unión juventud-formación-ciudadanía………………………………….172 
 
 
A manera de cierre…………………………………………………………………………………185 
 
 
Bibliografía………………………………………………………………………………………...193 
 
 
 
 
 
 
 2
INTRODUCCIÓN 
 
 
Nos encontramos ante un escenario en el que cada vez parece ser más difícil entablar relaciones 
sólidas con los otros, en el que cada día se vuelve más perceptible la fragilidad de los vínculos 
humanos, nuestros tiempos parecen ser aquellos en los que hablar de una verdadera relación con el 
otro representa el temor mismo, hay un miedo profundo ante el encuentro con el otro, quizá por eso 
se hable tanto de la emergencia de un individuo que pone toda su atención sobre sí mismo sin mirar 
hacia el otro. Lypovetsky, en La era del vacío, nos hablará de la emergencia de un modo de 
socialización y de individualización inédito que da paso a un proceso de personalización, surge un 
individuo que sólo se interesa por su realización personal. Lipovetsky denuncia la falta de un 
entusiasmo político, hacia alguna ideología política, algún ídolo o algún tabú y el abandono de los 
proyectos históricos movilizadores, él dirá que estamos regidos por el vacío, luego entonces, la era 
del vacío parece protagonizarla un individuo que reclama su derecho a realizarse y a ser libre. Con 
esto se habla de un individuo que espera respeten su libertad para respetar la de los demás, y aunque 
esto aparenta no encontrar ninguna objeción, la encuentra cuando tras un examen más minucioso, 
podemos distinguir que esto se reflejaría, en dicho individuo, con una frase más sencilla: ‘si nadie 
se mete conmigo yo no me meto con nadie’, es decir, ‘en tanto que yo no te intereso, no me tengo 
que sentir comprometido contigo y por tanto no tengo que guardar ninguna responsabilidad frente a 
ti’. Pero si el otro no le interesa a este individuo es más bien porque ahora, el centro de sus 
preocupaciones lo ocupa él mismo, él es su preocupación central. 
 
 Lo anterior es la causa por la cual, en el trabajo que tiene entre sus manos, nos preocupamos 
por analizar cuál sería la imagen de ciudadanía bajo la cual nos estaríamos mirando y desde la que 
dicho individuo está decidiendo su actuar dentro de la comunidad desde su condición de ciudadano, 
incluso nos preguntamos si aún es posible hablar de ciudadanía en este escenario, puesto que 
creemos que en realidad resulta difícil decir que este individuo se esté configurando como 
ciudadano. Aunado a esto, resulta más difícil hablar de un ciudadano formado. Ya no estamos en 
los tiempos en que se pensaba que un ciudadano, para serlo, necesitaba formación, o si se habla de 
ella nos encontramos con que la imagen que se tiene de esta, está muy alejada de sus orígenes, la 
formación de la que se habla en nuestros días ya nada tiene que ver con la bildung alemana. Pero 
esto no es todo porque el problema se complica aún más cuando pensamos en los personajes 
centrales de nuestra investigación, en este caso, nos estamos refiriendo a los jóvenes, y en especial, 
a los jóvenes universitarios, de tal manera que cuando pensamos en la formación de la ciudadanía, 
nos preguntamos de qué manera esto último encuentra relación con la juventud y en estaposible 
relación, de qué forma interviene su condición de universitario, condición que nos llevó a discutir la 
situación de la universidad en nuestros días y la posición de esta última ante dicho escenario. 
 
 En lo que se refiere a la relación existente entre la juventud, la formación y la ciudadanía, 
analizamos dos momentos históricos en los que se marca una diferencia ante lo anterior, de tal 
forma que por un lado hemos decidido acercarnos a los griegos, y por otro, analizar dicho vínculo 
desde la modernidad. 
 
 Cuando hablamos de los griegos tomamos como referencia principalmente a cuatro jóvenes: 
Aquiles, Telémaco, Hipócrates y a Alcibíades; con ellos se puede detectar cómo en los griegos era 
necesario, al mirar a los jóvenes, abordar los temas referentes a la formación y la ciudadanía como 
cuestiones fundamentales que se tienen que atender desde la juventud. 
 
 En un primer momento nos referimos a Aquiles y a Telémaco, porque en este trabajo, 
retomamos el tema de la paideia desde sus orígenes, cuando surge en el seno de la cultura 
 3
aristocrática helénica en la que el punto clave de ésta, era la areté (la virtud). Para dicha 
aristocracia, los textos de Homero eran fundamentales, al parecer, de ellos tomaban la imagen del 
joven guerrero que tenía que dar su vida por el pueblo. Es aquí donde aparece Aquiles como un 
modelo a seguir, como aquel joven guerrero que muestra su valor cuando tiene que elegir entre vivir 
una vida corta y gloriosa o una larga y miserable, la cuestión del honor era muy importante para los 
griegos. Con Telémaco, que aparece en la Odisea de Homero, las cosas son diferentes porque él es 
un joven distinto a Aquiles, tal parece que es la imagen contraria, pero si decidimos hablar de él en 
nuestro trabajo es porque con él, podemos ver una imagen distinta en relación a la formación del 
joven. Telémaco se forma por medio de un viaje y aparentemente gracias a los consejos de un 
anciano, ahí aparece la imagen del adulto que tiene que guiar al joven. 
 
 Más tarde, veremos cómo a la paideia griega le van incorporando cuestiones como la 
conciencia de la convivencia en la comunidad, lograr por medio de ella una comunidad guerrera, la 
importancia del Estado, inculcar el amor a la patria y sumarle a dicha paideia, la imagen de la 
justicia como una fuerza educadora, de tal suerte que se terminará hablando de un joven que tiene el 
deber como ciudadano de formarse como un buen guerrero (que involucrará el heroísmo como una 
característica de los jóvenes), como aquel que debe ser valiente, fuerte, un joven que se forme para 
ser un hombre justo que cumpla su deber en la guerra, que ame su patria y obedezca las leyes. Si 
esto se vuelve fundamental es porque gracias a la paideia será posible que se lleve a cabo la 
formación del ciudadano desde la juventud, con la intención de formar una comunidad de hombres 
justos. 
 
 Por otro lado, en referencia a los jóvenes griegos, que retomamos en nuestro trabajo, tenemos a 
Hipócrates y Alcibíades, como dos jóvenes cercanos a Sócrates, el primero aparece como un joven 
inquieto y ansioso por ser un hombre virtuoso, por acercarse a la sabiduría por medio de la 
intervención de un sofista, el segundo, recurre a Sócrates al iniciar su vida pública, también es un 
joven ávido de sabiduría, pero con la intención de poder llegar a ser un buen gobernante. En este 
momento, destacaremos la noción de la paideia desde este último filósofo, para quien la imagen de 
la justicia se vuelve fundamental. Para Sócrates, las cuatro virtudes fundamentales que debe tener 
un buen ciudadano son: el valor, la prudencia, la sabiduría y la justicia. 
 
 Es con Sócrates con quien retomamos la imagen de la paideia que más nos interesa destacar, 
en el sentido de que en él es visible una paideia que involucrará el cuidado de cuerpo y el cuidado 
del alma, con predominio de este último, de tal suerte que será Sócrates quien le dará una especial 
importancia al conocimiento de sí por medio del cuidado de sí, en este sentido, la formación 
(paideia) será la ocupación consigo mismo que a su vez estará vinculada a una actividad política, 
por tanto, la formación del joven que se dará por medio del vínculo amoroso entre el joven y el 
adulto, tendrá como finalidad que tras el preocuparse por sí, el joven conciente de su papel en tanto 
ciudadano, mire hacia la comunidad, aspecto que también estudiaremos con Aristóteles cuando 
hablará de la necesidad de que los jóvenes tengan una educación previa, en la que destaca que el 
ocio toma un papel muy importante, para que los jóvenes lleguen a ser ciudadanos de la polis, en 
este sentido, la paideia será un acto de la comunidad porque el cuidado de cada ciudadano equivale 
al cuidado de la ciudad, aunado a esto, la paideia, según Aristóteles, lleva a actuar de forma justa a 
sus ciudadanos, lo que es necesario para la polis. 
 
 Finalmente, la importancia de retomar a los griegos, radica en poder ver en ellos, el valor que 
tienen los jóvenes para la polis y por tanto lo trascendental de su formación como ciudadanos. Una 
importancia que seguiremos viendo en la modernidad, lo que estudiaremos al retomar a Rousseau, 
Kant, Herder y Hegel. Para ello, no hay que perder de vista que la modernidad radica en la ruptura 
que entabla frente a la tradición para proclamar el triunfo de la razón sobre esta última, de manera 
 4
que tras darle muerte a dios, en el sentido de que deja de ser el centro para ahora colocar a la 
ciencia, a la razón, el hombre tiene que reconocer que ahora está en sus manos la posibilidad de 
crear mundo por él mismo. En este sentido, la modernidad parece ser muy optimista pues se cree 
que por medio de la ciencia y la tecnología animadas por la razón, el hombre será capaz de ordenar 
la sociedad de manera que se pueda lograr que ésta, se constituya como aquella que se conforma por 
hombres libres que pueden conducir dicha sociedad hacia el progreso para así poder ser felices. 
Ahora será el hombre el que creará el orden, este ya no estará relacionado con la mano divina, las 
creencias religiosas pasarán a formar parte de la vida privada para que ahora el hombre sin ninguna 
guía se enfrente a la construcción de su mundo. “Ni la sociedad ni la historia ni la vida individual, 
sostienen los modernistas, están sometidos a la voluntad de un ser supremo a la que habría que 
obedecer o en la cual se podría influir mediante la magia. El individuo sólo está sometido a las leyes 
naturales”1. 
 
 En referencia a esto último, tenemos a Rousseau quien en su Emilio partirá desde el entendido 
de que todo sale bien en las manos de la naturaleza, de tal forma que si el hombre es bueno por 
naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe, por tanto, la educación de Emilio es un efecto de 
dicha naturaleza que le enseña el camino hacia lo mejor, la educación de Emilio tiene una función 
socializadora porque lo prepara para el encuentro con el otro al considerar que por medio de su 
educación se prepara en tanto ciudadano, un ciudadano que puede asociarse libremente a la 
voluntad general y ser parte activa dentro del cuerpo social al participar en la deliberación pública 
por medio de la cual es posible realizar el contrato social que surge por medio de la realización de 
pactos donde se toman en cuenta los intereses de la comunidad, pero también los particulares. Con 
Rousseau, la formación no se puede ver alejada de la juventud, que a su vez se estará formando 
como ciudadana. 
 
 Por otro lado, nos acercaremos a Kant que con su sapere aude, ten el valor de servirte de tu 
propia razón, le dará a la modernidad tintes de emancipación al pensar la ilustración como aquella 
en la que el hombre se emancipa de la incapacidad de no valerse de su razón por cobardía al dejarse 
tutelar por otros. Lo que hará Kant, será confiar en la posible emergencia de un hombre nuevo que 
se caracterice por atreverse a pensar por sí mismo y hacerse responsablede sus actos, y es que para 
Kant, la naturaleza humana es perfección en sí, sin embargo, dirá que con la educación se desarrolla 
la naturaleza humana que es perfección en sí, esto porque Kant cree en la perfectibilidad del 
hombre, por lo que hablará de la educación como aquella que lo conducirá a esto último, la 
educación hace del hombre lo que es y elimina la barbarie del hombre por medio de la disciplina. 
Así, Kant hablará de la educación física y la educación práctica o moral en el hombre. Será por 
medio de la educación práctica o moral por la que el hombre se forme para vivir como aquél que 
obra libremente y como miembro de la sociedad, es decir, un hombre que se constituye como 
ciudadano. Por tal motivo, la imagen del ciudadano que se percibe en Kant, es la de aquel que es 
libre, emancipado, es decir, que no se somete a la tutela de otro, es un ciudadano en el que su obrar 
puede servir de ley universal, luego entonces, los jóvenes son importantes porque la juventud es el 
momento ideal desde el cual inicia su configuración en tanto ciudadano. Una vez más la juventud 
no aparece alejada de su formación como ciudadano. 
 
 Luego de habernos acercado a Rousseau y a Kant nuestro análisis girará hacia Herder y Hegel, 
con quienes a partir de diferenciarlos respecto a Rousseau y Kant, abordamos la noción de 
formación, pero ahora, a partir de la formación entendida desde la bilgung alemana. Herder y Hegel 
establecen una ruptura respecto a las ideas de Rousseau y Kant al dejar de pensar a la naturaleza 
desde una imagen perfecta para decir que el hombre para formarse, debe trascender su naturaleza 
 
1TOURAINE, A. Crítica a la modernidad, F. C. E., México, 1994, p19 
 5
porque el hombre lo es cuando se piensa, cuando está en proceso de construcción de sí mismo, por 
eso, la formación la entienden como un trabajo sobre uno mismo que deviene en la creación de lo 
que somos, esto explica el que Herder hablara del hombre como aquel que tiene que acceder a su 
humanidad, porque la humanidad será un logro a obtener a partir de un movimiento de despliegue y 
repliegue por medio del cual se da la autoformación de dicho hombre, es decir, por medio de la 
apertura hacia lo otro, tras la cual, luego de un regreso a sí, y del encuentro con el otro, el hombre se 
trasciende y es capaz de transformarse para llegar a ser lo que es. 
 
 En Herder, el vínculo entre la juventud con la formación en tanto ciudadanos, lo trabajamos 
luego de que el mismo Herder habla de la juventud como la gracia que debe reinar en la escuela y 
se declara en contra del profesor que se encierra en una niebla de erudición y que sólo pretende que 
la formación sea el aprender textos de memoria que seguramente se olvidarán con el tiempo, en 
cambio Herder dirá que cuando entramos al mundo será cuando recibimos nuestra formación, 
dejándonos ver que es cuando los jóvenes acceden al mundo, cuando estos se forman, lo que leemos 
en esta noción, es que la formación aparece ligada una vez más a los jóvenes y en este sentido, si se 
hablara de la formación de éstos como ciudadanos, tendríamos que decir que se forman como 
ciudadanos cuando estos se crean y crean mundo. 
 
 Por su parte retomamos a Hegel para entender la noción de formación; la formación para 
Hegel también se da por un movimiento, él nos hablará de un movimiento de conciencia que 
caracterizará la formación, por medio de la cual, el hombre deviene lo que es, de manera que como 
en el hombre debe reinar su aspecto racional y con ello dejar de lado su naturaleza, éste, se forma al 
trascender su estado de animalidad y salir del en si, para encontrarse con lo extraño, con lo ajeno, 
para que al regresar, pueda comprenderse frente al otro y devenir razón cultivada, devenir para si. 
Cuando el hombre se forma, se da su autoconciencia y se eleva al pensamiento universal, es ahí 
donde es capaz de reconocer al otro y darse cuenta de que ante él se hace necesario llegar a 
acuerdos que permitan establecer normas de convivencia en la que se destaque los deberes y 
obligaciones que tenemos primero para con uno mismo y luego para con los otros, ahí está la 
imagen de un hombre que sólo al formarse, puede devenir ciudadano. 
 
 Aquí queremos reiterar que lo que hicimos, fue trabajar a más detalle tanto a los griegos, como 
a estos últimos pensadores de la modernidad para distinguir la importancia que tenían los jóvenes y 
cómo era que ante ellos se construía una imagen positiva que los ligaba a un proceso de formación 
en el que se constituyen como ciudadanos, esto para que tras dicho análisis podamos ver cómo se 
transformó. 
 
 Además de lo anterior, hablaremos de la universidad como una institución que, dentro de la 
modernidad, es vista por la naciente burguesía, como un instrumento que le permite ascender como 
una clase social dominante, que le permitiera ser capaz de crear ella misma una nueva civilización y 
un nuevo hombre, y es que esta clase social que surge a partir de la liquidación del orden 
aristocrático-feudal, no contaba, a diferencia de la nobleza, con ningún linaje que ofreciera la 
dichosa nobleza de sangre o la renta territorial, lo que la burguesía busca, contrario a lo anterior, era 
legitimarse por otros medios a los que podía tener acceso, esto explica que la burguesía echara 
mano de su riqueza y buscara emplear el saber como un instrumento de ascenso. 
 
 Bonvecchio (2002) dirá que la universidad se convierte en el lugar del saber y del proyecto que 
se inscribe en él, un proyecto burgués que provoca que la universidad se configure como una 
institución que sirva para la reproducción de saberes, de las clases sociales y de modelos sociales. 
Así, la universidad encuentra en la modernidad un pedestal que la coloca como el templo de cultura 
y saber, la universidad es vista como un lugar sagrado e ideal donde maestros y estudiantes 
 6
compiten por el saber, donde coincide la universidad científica y la formación de los ciudadanos, la 
universidad es aquella que representa el saber filosófico, no obstante, en un primer cambio de la 
finalidad de la universidad, el destacado papel que portaba la filosofía, al grado de que se hablara de 
tener dirigentes que además fueran filósofos, es reemplazado por la ciencia, el lugar que ocupaba la 
filosofía ahora lo ocupa la ciencia, la universidad se vuelve el lugar desde el cual se lucha por lograr 
el progreso y una nueva sociedad por medio de la ciencia, aunque también se convierte en aquél 
desde el que se lucha por la patria, el saber también se vuelve nacional. 
 
 Para hablar de la decadencia de la primera imagen de una universidad contemplada como el 
templo del saber en la modernidad, Bonvecchio nos dirá que cuando maximizar la ganancia se 
vuelve prioridad, el hombre erudito es encarnado en fuerza de trabajo y es que no olvidemos que la 
clase burguesa, nace con un espíritu capitalista influido por el protestantismo, de tal forma que la 
intención de agradar a dios por medio del trabajo alejándose de las tentaciones y haciendo uso de su 
profesión para mostrarle a dios que se es virtuoso, viene acompañada de un trabajo que habrá de 
servir para acumular riqueza por medio del negocio, la inversión y el ahorro, puesto que el fin 
principal es la ganancia. Dicha ideología no tarda en convertir la modernidad de la ilustración en 
modernización económica, donde la ciencia y la tecnología son empleadas para incrementar 
ganancias, para generar la abundancia y acelerar el proceso que conduzca al progreso, de manera 
que la sociedad se concentra en la producción que genere más y más ganancias, y la universidad se 
convierte en el espacio que genere los profesionistas que se sumen a dicha función. Lo que pasa con 
las universidades es que son "reducidas a ‘fábricas’ de estudiantes, de graduados, de 
administradores o según el caso, desocupados, las universidades desarrollan una acción que 
frecuentementese reduce a la ‘asistencia social’ de masas. En tales acciones, el estudio, la 
formación, el ansia por conocer la realidad, encontrándose y desencontrándose con esa misma 
realidad, son reducidos a ‘píldoras’ y privadas de todo poder liberador. Éstos sirven solamente para 
producir un ‘efecto de droga’ en una población estudiantil destinada, inevitablemente, a encontrarse 
cada vez más homogeneizada con relación a los valores estándar de la sociedad"2. 
 
 En este caso, los jóvenes universitarios tendrían que sumarse a dicho proceso, en el que su 
universidad cae en mito porque ya no guarda ninguna relación con lo que al principio la 
caracterizaba como un templo del saber, de cultura y de filosofía, ahora, la universidad se vuelve, 
como indicara Weber, una fábrica. En este sentido la universidad se debe poner al servicio del 
progreso y contribuir al crecimiento de la nación, nación que a su vez, también se va desintegrando 
cuando crecen las inconformidades ante una nación que se vuelve el cobijo de Estados totalitarios 
que atentan contra la participación política de los ciudadanos al imponer su voluntad a la de la 
ciudadanía, esperando que esta sea una ciudadanía dócil, también ante la inconformidad de una 
clase obrera que al verse explotada inicia movilizaciones que las lleva a organizarse, de tal forma 
que incluso se hable de una unificación de las luchas proletarias como una sociedad internacional en 
lucha contra el autoritarismo, contra la explotación, e inclusive, contra imperialismos. Por tanto la 
universidad se encuentra ante una nación que se desintegra, a lo que se le suma un mercado que va 
ganando terreno. Ya Bonvecchio nos dijo que cuando la burguesía estaba más consolidada y segura 
de su hegemonía social, la función que se le atribuía al saber en un principio, cuando se le 
consideraba determinante para su propia identidad, deja de estar ligada a una misión histórica 
funcional al progreso, para ahora ser funcional al mercado, enseguida de esto, nos dirá que la lucha 
ya no es contra las clases aristocráticas como por el dominio del mercado. 
 
 Lo que hicimos en este trabajo, fue detallar cómo a partir de las luchas antiimperialistas y la 
apertura de los mercados nacionales, se da paso a la globalización donde el mercado mundial 
 
2 BONVECCHIO, C. El mito de la universidad, S XXI, México, 2002, p18 
 7
derrocó los regímenes y mercados nacionales, es aquí, es decir, tras el anuncio del derrocamiento de 
los estados nacionales, luego de la degradación del imperialismo que le abre terreno a la 
globalización, donde hablamos, al retomar a Hardt y Negri, de la emergencia de una nueva forma 
global de soberanía que protagoniza el imperio, como el centro que sustenta la globalización. En 
este caso el imperio es aquel que se adjudica el derecho a intervenir sobre los demás bajo el 
supuesto de mantener la paz, hablamos de un imperio que opera a través de redes porque su espacio 
siempre está abierto y es expansivo procurando establecer una única visión cultural y económica. 
Sin embargo, dentro de este contexto, lo que nos interesó, fue discutir dos aspectos fundamentales 
para nuestro trabajo, a partir de ubicarnos ante una globalización del mercado que se sustenta por un 
intercambio internacional regido por la ideología neoliberal. Por una parte discutimos la situación 
en la que se encuentran las universidades públicas y por otro, lo relacionado con la constitución de 
la ciudadanía enfrentada a la emergencia del individualismo en el presente. 
 
 Con lo que respecta a la universidad, luego de exponer porqué se dice que cae en mito, nos 
hemos centrado en las exigencias que por la influencia de los organismos internacionales (FMI, 
BM) se han demandado a las universidades públicas, en particular en la UNAM, donde se han 
provocado reacciones en algunos estudiantes donde incluso, debido a esto último se produjo, en 
especial, la huelga del 99 que nos sirve como referente a lo anterior. Así pues, tenemos que dichas 
exigencias responden claramente a las demandas de la globalización neoliberal. 
 
 Estamos hablando de una globalización que también se da gracias al avance de las tecnologías 
de la información y la comunicación, por las que las regiones se pueden unir a pesar de las 
distancias, haciendo posible el hablar de una comunidad global que de acuerdo a la ideología 
neoliberal abogará por promover una economía que se coordine por el mercado y la iniciativa 
privada, debido a que en el neoliberalismo, las políticas benefactoras de los estados, son 
cuestionadas por ser un sistema asistencialista costoso que provoca el despilfarro, en cambio, lo 
correcto será la apertura del mercado, la ayuda internacional y la nula intervención del estado, que 
representarán parte de un proyecto económico y social que se manifiesta como el único posible e 
ideal. 
 
 Dentro de este proyecto, la universidad pública es afectada cuando se ve como una de esas 
inversiones que le cuestan mucho al Estado y cuando desde los organismos internacionales 
comienzan las presiones por realizar reformas dentro de la universidad, encaminadas a dejarle el 
camino libre a la inversión privada y quitarle la responsabilidad al Estado sobre estas, para que sólo 
se preocupe por procurar la educación básica 
 
 La educación se vuelve importante porque se ve como una palanca de desarrollo donde invertir 
en capital humano posibilita el crecimiento económico, sin embargo el tipo de educación que se 
requiere también se debe adaptar a las demandas del mercado, donde a partir del avance de las 
tecnologías se vuelve fundamental el manejo adecuado de la información, para lo que se requiere de 
personal capacitado que de el ancho. 
 
 Dentro de las universidades, se pretendería que la educación se convierta en una mercancía que 
pueda adquirir el mejor postor que pretenda incorporarse al mercado laboral, de manera que como 
el beneficio es para él, se debe preocupar por hacer una buena elección, la inversión privada, por su 
parte, debe invertir en la educación que a su vez le proporcione lo que le beneficie a ella, es decir, 
profesionistas capacitados, así es como se pretende que la educación se vincule a las demandas del 
mercado donde se solicitan especialistas preparados que estén en constante actualización en tanto 
que la información que requieren para el manejo de tecnología cambia de manera tan veloz, como 
lo hacen dichas tecnologías, por tanto la capacitación se vuelve un recurso viable para dicho 
 8
propósito, al contribuir en la adquisición de habilidades técnicas, por eso es que en esta 
investigación reflexionamos en torno a la formación, a la que ya hemos hecho alusión, es decir, la 
formación entendida desde la bildung alemana, para analizar la manera en que se da su reemplazo 
por la capacitación que permite sobrevivir de la mejor manera en este entorno, o más bien, que 
permite adaptarse fácilmente. Si analizamos esto, es porque se hizo necesario cuestionarnos en 
torno al tipo de ciudadano que en nuestros días se pretende que se forme dentro de la universidad 
desde la imagen que se tiene de la formación en nuestros días, a lo que le sumamos las cuatro 
complicaciones que le imposibilitan tener experiencia al hombre, trabajadas por Larrosa, estas son: 
la falta de tiempo, exceso de trabajo, exceso de opinión y exceso de información, pues esto nos 
ayudó a reflexionar en torno la formación de los jóvenes universitarios como ciudadanos. 
 
 Lo que está visto es que la imagen del joven ciudadano que se espera emerja de la universidad, 
se relacionará más bien con la de aquel que se adapte a una ciudadanía dócil que más que 
preocuparse por la defensa de un papel ético-político que conquiste en tanto ciudadano, se adapte a 
un orden establecido ante el que no se admite ningún tipo de cuestionamiento, es cuando vemos un 
tipo de ciudadano, si es que se le puede llamar tal, quese caracteriza por ser un consumidor y 
espectador sumergido en individualismos que rayan en el narcisismo. 
 
 Mirar esto, nos coloca lejos de la paideia griega y lejos de la modernidad, nos coloca en un 
espacio de desesperanza dentro del cual encontraron eco los partidarios de la posmodernidad, por 
eso en nuestro trabajo discutimos sobre ello, sobre la posmodernidad que marca su distancia de los 
discursos esperanzadores de la modernidad, para denunciar que aquellos han devenido mitos, que la 
modernidad ha concluido. 
 
 En un primer momento, retomaremos a Lyotard cuando habla de la inviabilidad de los 
proyectos de la modernidad, para enseguida trabajar esto al retomar a Nietzsche como el pensador 
que inaugura la desesperanza que caracterizaría la posmodenidad colocada frente a la modernidad, 
cuando reconoce en el hombre la tragedia que luego de denunciada la muerte de dios, en el 
enfrentarse ante la construcción de su mundo sin ninguna guía, percibe el drama de su existencia 
ante la que el hombre se puede reconocer como artista de sí al romper con los límites de una vida 
cotidiana e inclinarse hacia una experiencia estética, donde aparece lo dionisiaco como lo que nos 
puede hacer escapar de la modernidad, que nos hace trascender los límites que por Apolo se 
vuelven conocibles. El pensamiento de Nietzsche será expuesto como aquel que abre paso a las 
críticas de la modernidad que se inician en el pensamiento posmoderno, luego del crecimiento de la 
incredulidad ante los relatos de la modernidad. 
 
 Y es que la posmodernidad aparece como una nueva condición de vida que se plantea la 
resistencia ante la modernidad y la incredulidad frente a sus relatos. Tras proclamar que la 
modernidad ha concluido, critica el sentido de una historia unitaria que se le percibe desde la 
modernidad, al decir que no existe una historia única. Vattimo nos dirá que “la crisis de la historia 
lleva consigo la crisis de la idea del progreso: si no hay un decurso unitario de las vicisitudes 
humanas, no se podrá ni siquiera sostener que avanzan hacia un fin, que realizan un plan nacional 
de mejora, de educación, de emancipación. Por lo demás, el fin de la modernidad pensaba que 
dirigía el curso de los acontecimientos era también una representación proyectada desde el punto de 
vista de un cierto ideal de hombre”3, el ideal de hombre, dice Vattimo, tenía forma de un hombre 
europeo moderno y la historia entendida desde la modernidad, desde la crítica que le hacen los 
posmodernos está colocada en un solo punto de vista que le servía como centro y le daba a dicha 
historia un sentido progresivo cuando el progreso es la meta a alcanzar. 
 
3 VATTIMO, G., Mardones, et-al. En torno a la posmodernidad. Anthropos, Barcelona, 1999, p 11 
 9
 
 Pero el progreso no siempre parece ser tan alentador, por eso trabajaremos con autores como 
Bauman y Ulrich Beck, del primero rescatamos sus aportaciones en lo que se refiere al análisis de la 
ambivalencia, donde la cita como un acto de violencia tras la función del lenguaje en el clasificar y 
nombrar, por ser un acto que necesariamente dejará fuera aquello que se convierte en lo 
indeterminado, lo que no se puede nombrar, así, la ambivalencia es el resultado del afán de crear el 
orden, también nos ayudará retomar a Ulrich Beck, en nuestro análisis, cuando él explica cómo la 
modernidad se caracteriza por un afán de mejorar y de autotransformarse, actos que tienen efectos 
colaterales que a su vez, terminan por generar autodestrucción. Por tanto, el progreso tiene la carga 
pesada que le van dejando los efectos colaterales de las acciones que toma para mejorar. Respecto a 
esta noción del progreso, Lyotard nos expondrá que: 
 
La modernidad, al menos desde hace dos siglos, nos ha enseñado a desear la extensión de las libertades 
políticas, de las ciencias, de las artes y de las técnicas. Nos ha enseñado a legitimar este deseo porque 
este progreso -decía- habría de emancipar a la humanidad del despotismo, la ignorancia, la barbarie y 
la miseria. La república es la humanidad ciudadana. Este progreso se encara actualmente bajo el más 
vergonzoso de los nombres: desarrollo. Pero ha llegado a ser imposible legitimar el desarrollo por la 
promesa de una emancipación de toda la humanidad. Esta promesa no se ha cumplido. El perjurio no 
se ha debido al olvido de la promesa, el propio desarrollo impide cumplimentarla. El 
neoanalfabetismo, el empobrecimiento de los pueblos del Sur y el Tercer Mundo, el desempleo, el 
despotismo de la opinión y, por consiguiente, el despotismo de los prejuicios implicados por los media, 
la ley de que es bueno lo que es ‘performante’, todo eso no es la consecuencia de la falta de desarrollo 
sino todo lo contrario. Por eso, ninguno se atreve a llamarlo progreso4. 
 
 Sin embargo, la imagen del progreso parece no desaparecer, de manera que se arraiga en los 
individuos, como si fuese algo instintivo cuando éste busca, por todos los medios, ser moderno 
como un elemento de distinción, por eso nos interesó lo que Uzuzquiza nos explica en relación a la 
forma en que se puede vivir el presente, llamándonos la atención dos de estas, la primera es vivirlo 
de forma mecánica y la segunda, vivirlo como rechazo. Creemos que el primero encuentra relación 
con el individuo narcisista del que hemos hablado y en la segunda, nosotros queremos hablar de los 
jóvenes y de las reacciones que han tomado ante el presente, que se manifiestan como rechazo del 
mismo, en este caso trabajamos la contracultura y los movimientos estudiantiles como dos formas 
distintas por las que los jóvenes protestan ante lo que no los satisface. 
 
 La primera forma de vivir el presente, la vinculamos a nuestros interés por la posmodernidad, 
y el análisis que desde ésta se hace en relación a la pérdida de sentido de la historia, nos interesan 
las reflexiones que se hacen desde la posmodernidad que nos dan pie para examinar el abandono de 
proyectos dentro de los individuos que protagonizan dicha posmodernidad, entonces trabajaremos la 
reacción de los individuos posmodernos, entendidos como los individuos que se configuran como 
narcisistas, que al decir de Lipovetsky, son los que protagonizan la posmodernidad. 
 
 Con relación a lo anterior, trabajamos la imagen de una “ciudadanía” preocupada por 
consumir, que más bien se caracteriza por tomar una posición pasiva ante lo que pasa en su entorno, 
lo que hace que se le mire como espectadora. El individuo colocado en esta posición, parafraseando 
a Uzuzquiza, cuando habla del que vive el presente de forma mecánica, sigue lo que le dicta el 
presente, por tanto vive dominado por él, bajo el supuesto de que no hay tiempo mejor que el 
presente, en ese momento deja de mirar el pasado y de contemplar proyectos a futuro para centrarse 
en el instante y buscar la manera de vivir mejor en el presente, por tal motivo, el ciudadano 
espectador está al pendiente de los medios de comunicación, deseando particularmente, la vida que 
 
4 LYOTARD, J. La posmodernidad (explicada a los niños), Gedisa, México, 1989, p110 
 10
por la televisión observa, dedicándose, por tanto, a comprar todo lo que le ofrezca comodidad, 
estatus, en fin, una vida mejor, de tal suerte que puede consumir desde cremas, aparatos 
electrodomésticos, autos, libros de superación personal, cursos, talleres de meditación, y todo lo que 
le asegure una vida feliz. 
 
 Este tipo de individuo narcisista, que sólo se ocupa por él mismo, está lejos de buscar espacios 
de cultura, de ocio que le sirvan de contemplación y para la formación, al decir de Giroux, “en un 
mundo postmoderno, el consumo, más que la producción, impulsa la economía capitalista. Dentro 
de esta nueva forma capitalista, la cultura está más que comercializada, se elimina su resistencia 
cuando la reflexión crítica deja paso a la imagen cosificadadel espectáculo. Al no discernir la 
diferencia entre la realidad como dato y la realidad como posibilidad, -entre una moralidad 
comprometida con la oposición a las formas de opresión y una política representativa, en la que la 
opresión, el sufrimiento y la desesperación se traducen en una estética estilizada-, el ámbito cultural 
impulsado por el mercado manifiesta un vacío apocalíptico”5. Un vacío que se manifiesta en el 
desinterés por causas políticas, por emprender proyectos, por el encuentro con el otro, un vacío que 
separa a este individuo de lo que abordamos dentro de la otra forma de vivir el presente, como 
resistencia ante él a partir de trabajar los movimientos contraculturales y estudiantiles en los 
jóvenes. 
 
 Ambos, el movimiento contracultural y los movimientos estudiantiles, los abordamos como 
movimientos contrahegemónicos que protagonizan los jóvenes como una elección en su actuar en 
tanto ciudadanos. A partir del análisis de estos dos movimientos trabajamos la relación entre el 
adulto y los jóvenes y en ella, las reacciones que los adultos tienen ante la visible diversidad en los 
jóvenes que se salen de los parámetros con los que son medidos por los adultos. La contracultura, la 
abordamos como aquella que inevitablemente nos insita a mirar la diversidad en los jóvenes que 
logran a partir de un acto lúdico y creativo, la posibilidad de protesta y a la vez de resistencia frente 
a la cultura hegemónica que el adulto pretende imponerle a los jóvenes, sin siquiera cuestionarla. 
Del lado de los movimientos estudiantiles, específicamente los de América Latina, nos encontramos 
con una movilidad en la que los jóvenes desde la universidad demuestran su sensibilidad ante los 
conflictos que trascienden el interior de dicha institución, en este caso, observamos cómo los 
movimientos estudiantiles están influidos por la situación de su país, demostrando un interés por 
temas trascendentales dentro de la comunidad, y a su vez, es posible pensar en la reacción de los 
adultos ante los jóvenes. 
 
 Estos movimientos contrahegemónicos surgen ante la mirada del adulto, como actos de 
rebeldía que desafían sus normas, valores, tradiciones y conocimientos, y que desmoronan los 
discursos que se pretenden hegemónicos desde los cuales los adultos se acercan a los jóvenes a 
partir de haberlos clasificado previamente dentro de una categoría que se vuelva conocible y 
predecible para ellos, lo que hacen los jóvenes de estos movimientos es fragmentar los imaginarios 
que se construyen en tono a la juventud, aspecto por el que iniciamos nuestro trabajo, en tanto que 
comenzamos por denunciar a la juventud como una categoría construida históricamente que tiene 
que ver con cuestiones culturales y sociales antes que con aspectos biológicos; son los movimientos 
contrahegemónicos de los jóvenes, los que anuncian de la forma más llamativa posible la diversidad 
en los jóvenes que evidencian la imposibilidad de ser abordados desde un discurso único, como se 
ha pretendido al crear discursos con la intensión de controlar lo inquietante que hay en los jóvenes, 
inquietud que provoca su diferencia, en este caso hablamos de los adultos que no cuestionan los 
imaginarios sociales que se construyen en tono a la juventud, que en cambio, se distinguen como 
adultos que se colocan bajo la heteronomía, que implica no reconocer su movilidad en la 
 
5 GIROUX, H. La inocencia robada. Juventud, multinacionales y política cultural, Morata, Madrid, 2003, p71 
 11
construcción de nuevos imaginarios sociales, en cambio estos adultos más que buscar una relación 
ética con lo jóvenes buscan una relación de dominio y de totalidad que vuelve imposible la 
comunicación entre ambos y por tanto la posibilidad de crear encuentros en lugar de desencuentros. 
 
 Por tanto, una problemática central gira en torno a la construcción de los imaginarios que se 
han adoptado en torno a la juventud y que han hecho difícil de parte de algunos adultos, reconocer 
la diversidad en los jóvenes y pensarlos en términos de lucha sin saltar de espanto, porque en este 
sentido se hace más problemático aún, que pretendan utilizar, bajo el amparo que le dan los 
discursos con los que llegan a ellos y que justifican la intervención sobre estos, a las universidades 
como un espacio desde el que sea posible controlar a los jóvenes redimiendo su diferencia y 
procurando que se sumen a un proyecto de vida que ellos no han escogido libremente, porque en ese 
sentido, no se reconoce en ellos su condición de ciudadanos, ni se respetan los espacios donde los 
jóvenes pueden formarse de verdad y no como capital humano a emplear. 
 
 Lo que intentamos hacer como propósito fundamental de nuestra investigación, es crear una 
lectura comprensiva que girara en torno al análisis del vínculo: juventud-formación-ciudadanía y de 
cómo la universidad se vuelve un espacio en el que se hace viable proyectar la formación de los 
jóvenes en tanto ciudadanos, a partir de desmantelar en una primera instancia, los imaginarios que 
se han construido en torno a la juventud así como comprender en qué términos se habla de la 
formación y la ciudadanía en el presente, y ahí, analizar el papel que se espera tome la universidad, 
en este caso la UNAM en nuestros días y desde esto, poder entender la manera en que se está 
vinculando a la universidad, con la formación de los jóvenes en tanto ciudadanos, para poder 
acercarnos desde un intento interpretativo de lo anterior, a la construcción, por un lado, de un 
discurso que resulte más próximo a los jóvenes en el acercamiento a éstos y por otro empezar a 
discutir los caminos desde los que es posible construir los espacios en los que puedan emerger 
nuevos movimientos contrahegemónicos desde la universidad, protagonizados por los jóvenes 
estudiantes. 
 
 
Observaciones metodológicas 
 
 Al pretender ubicarnos en una lectura de la realidad desde una episteme abierta a la 
comprensión del objeto de estudio a tratar, estaremos en el entendido de que la metodología se 
concebirá como una construcción que permita, más que llegar a conocimientos verdaderos que se 
dictaminen como un discurso legítimo (desde el cual se determine lo que no lo será), exponernos 
ante la ruptura de la realidad; que nos haga construir y reconstruir el objeto de estudio en el 
momento de acabar con nuestras certezas. 
 
 La metodología entendida como un proceso de construcción, tomará en cuenta la mejor manera 
de acceder al entendimiento del Otro (en este caso, el joven) a partir de los discursos que lo rodean, 
por lo que la metodología se piensa como aquella que nos permitirá leer textos desde un constante 
buscar más allá de lo expresado, buscando en lo dicho y lo no dicho, de tal manera que esta lectura 
se pretende realizar a partir de un acercamiento a la alteridad que nos permita comprender la 
intención de los discursos que la abordan, como en una especie de clavado al texto para intentar 
desentrañar el significante del mismo desde un desgajamiento de las huellas, de las palabras, lo cual 
nos coloca bajo una labor hermenéutica que nos hace indagar el signo del texto y del mensaje en su 
contexto, por lo que en un comprender mundo intentamos comprendernos en él desde una actitud6 
interpretativa que posibilite la apertura al Otro. 
 
6 Félix Duque hace referencia al texto y a la huella como actitudes interpretativas, por lo que al referir que 
nos ubicamos en una actitud interpretativa, exponemos que el tipo de lectura que realizaremos, se intentará 
 12
 
 Desde dicha forma de acceder a la realidad, plantearemos el acercamiento al objeto de estudio 
como una construcción a partir de momentos; es decir, por momentos metodológicos de 
acercamiento a dicho objeto de estudio, teniendo en cuenta que el sentido de nuestra investigación 
gira en torno a la siguiente interrogante: ¿aún podemospensar en la configuración de nuevos 
movimientos contrahegemónicos en la juventud universitaria de la UNAM, que esté en constante 
lucha por emerger como un verdadero ciudadano, abogando por espacios de cultura y reflexión, 
desde una elección ética en su participación ciudadana a partir de su relación con la universidad en 
el presente? 
 
 Puesto que estamos en la búsqueda de la construcción de un discurso que permita comprender 
al joven de manera distinta desde su participación ciudadana como aquella que se va configurando a 
partir de su identificación con los discursos que se plantean dentro de la escuela y con los que se 
van construyendo fuera de ella, pretendemos acercarnos a nuestro objeto de estudio abordado en 
tres momentos metodológicos, donde el primer momento contempla al joven como el otro 
construido por imágenes que tienen sus cimientos en cuestiones histórico-culturales, el segundo 
momento metodológico, contempla al joven como el otro excluido a partir de identificar su 
diferencia y el tercer momento metodológico aborda al joven como el otro en su relación ética. 
 
 En un primer momento partimos del presente al preguntarnos ¿cómo está viviendo el joven su 
ciudadanía desde este presente, al tomar una posición frente al mundo, en tanto joven universitario 
que está dentro de los marcos de una institución (en este caso la UNAM), pero que está en contacto 
con lo instituyente dentro de ella y con espacios fuera de la escuela? Dicha interrogante nos lleva a 
emprender un análisis, a partir de tres apartados que constituyen el primer capítulo de nuestra 
investigación: primero, la cuestión de la juventud vista como una categoría construida, aquí, nos 
preguntamos ¿qué significa ser joven?, ¿cómo dejamos de ser jóvenes?, ¿cómo se ha construido la 
imagen de la juventud?, para nuestro análisis, recurrimos a teorías que hablan en nombre de los 
jóvenes desde la sociología, la psicología, la antropología y la pedagogía. En este apartado 
confrontamos los imaginarios que se han construido de la juventud frente a la vejez, así como 
imágenes que ven a los jóvenes como los que deben ser buenos y serios frente a la maldad y la risa, 
además de trabajar a la juventud como una imagen que genera ventas en el seno del mundo adulto 
que tiene la esperanza de volver a ser joven. 
 
 Ya en el segundo apartado, analizamos desde dónde tendríamos que entender la condición de 
ciudadanía en el presente, para comprender a partir de qué elementos, los jóvenes se constituyen 
como ciudadanos en el presente ante la emergencia de lo que llamamos ciudadanos consumidores y 
espectadores, que de alguna manera, muestran las características del individualismo y el narcisismo. 
 
 En el tercer apartado a partir de ubicarnos en un contexto de neoliberalismo y globalización, 
buscamos comprender la adopción en los jóvenes, de su ciudadanía dentro de los marcos de su 
universidad, donde planteamos la discusión del conflicto de la UNAM en el presente, en ese 
contexto de neoliberalismo y globalización, como una institución que está en constante bombardeo 
de exigencias que abogan por acabar con esta última como un espacio de cultura, arte y reflexión, 
así que al pensarla como un espacio de cultura, arte y reflexión en este momento que parte del 
presente y que indaga desde el discurso de la modernidad, es oportuno trabajar con la noción del 
mito de la universidad que se crea en dicho periodo del tiempo, desde el cual esta última institución, 
es vista como el templo del saber con una visión emancipatoria. De lo que se trata es de reconocer a 
la universidad como un espacio en el que se puede luchar, pero que también puede ser un espacio de 
 
realizar desde una interpretación que tome en cuenta tanto la huella como el texto, pretendiendo 
desenmascarar lo ausente desde el presente, pero también mirando al pasado. 
 13
conquista. Este primer capítulo se liga a un segundo momento de la investigación para que a partir 
de la comprensión del presente se de una articulación con un segundo momento de esencia 
histórica, donde preguntamos por las formas en que han reaccionado los jóvenes frente a los 
adultos. 
 
 Sin embargo, este segundo capítulo se confronta por dos frentes discursivos. En los dos 
primeros apartados pretendemos evidenciar una forma de concebir el vínculo entre la juventud, la 
formación y la ciudadanía que está completamente alejado de lo que se discute en el primer 
capítulo, para esto, abordamos la cuestión de la formación, primero como aquella que está ligada a 
la juventud y a la formación de esta última como ciudadana desde la concepción griega y en la 
modernidad, para luego, en un segundo apartado, expresar las condiciones en las que tras el 
desencanto y la desconfianza que crecen ante la modernidad, se da la emergencia de un individuo 
que vive en la inmediatez y entonces, al comprender esto, abrir paso a la discusión sobre el 
reemplazo de la formación que abordamos en el primer apartado de este capítulo, por una educación 
que a su vez queda reducida a capacitación. 
 
 El segundo frente de este capítulo, está destinado a analizar los movimientos 
contrahegemónicos en la juventud. Nos preguntamos ¿de qué forma, el joven universitario ha 
participado en movimientos contrahegemónicos conformándose como un ciudadano activo?, por lo 
que se discutirá la participación del joven universitario en movimientos estudiantiles que se han 
dado en América Latina, desde su inicial imagen de hacer reformas universitarias, los cuales se 
leerán como una expresión de la ciudadanía del joven visto como aquel que decide qué posición 
adoptar ante los problemas que vive como universitario, pero que trascienden del discurso del 
estudiante en defensa de sus derechos como tal a manifestaciones ya sea de una pretendida defensa 
de las clases oprimidas o bien como la oposición a discursos dominantes creando formas 
alternativas de vivir en un mundo que en tanto caos provoca diversas reacciones en la juventud; 
como un segundo movimiento contrahegemónico se discutirá la contracultura en la juventud como 
otra expresión de su ciudadanía. 
 
 En el tercer momento nos ubicamos desde el presente, para a partir del análisis anterior 
situarnos en un nivel propositivo que permita aportar nuevos elementos para pensar a la juventud 
como ciudadana que va constituyendo sus luchas dentro y fuera de la universidad a partir de la 
configuración y la posibilidad de crear nuevos movimiento contrahegemónicos, que de entrada, 
anteponen una elección ética ante la forma en que pretenden estar en el mundo. 
 
 Este capítulo tiene una doble intención, se trata de ir examinando la posibilidad de empezar a 
construir un nuevo discurso desde el cual se aborde a la juventud a partir del reconocimiento de su 
diversidad, es decir, se trata de reconocer su diferencia no para tolerarla, controlarla o eliminarla 
sino para respetarla y buscar la forma de relacionarse con los jóvenes, para que con ellos y no por 
ellos, sea posible construir mundo al llegar a acuerdos y cultivar el encuentro. 
 
 Pero también se trata de pensar lo que se empezará a discutir desde el primer capítulo, en torno 
a la juventud, la formación y la ciudadanía, para repensar de una forma distinta a la que se ha 
venido discutiendo, la unión de estas tres y pensar en la universidad como un espacio de resistencia 
desde el que es viable que los jóvenes configuren nuevos movimientos contrahegemónicos donde se 
posicionen como protagonistas que toman una elección ético-política, a partir de entablar una 
relación ética consigo mismo desde el cuidado de sí para luego mirar hacia el otro. 
 
 14
Cap. 1 PRODUCCIÓN DE ESTILOS DE VIDA PARA LA JUVENTUD DESDE EL 
DISCURSO NEOLIBERAL GLOBALIZADOR: NOCIÓN DE CIUDADANÍA EN EL 
PRESENTE1.1. La juventud como una categoría construida: Estrategias hegemónicas de control 
 
Es muy común que en nuestros días, cuando se traen a la mesa de análisis problemáticas que giran 
en torno a la juventud, éstas se miren a partir de una sola mirada, y que dicha variante la coloque 
como el problema mismo, como aquello que le provoca conflicto a los jóvenes, y es que al parecer 
el malestar principal es su edad. 
 
 Tal vez nos sorprendería lo común y fácil que es encontrar, en el presente, a una cantidad 
inmensa de padres de familia, sociólogos, psicólogos, orientadores y pedagogos, entre otros, que 
buscan relacionarse con los jóvenes o bien intervenirlos bajo el cobijo que les proporciona lo que 
hasta el momento se ha mantenido como un discurso hegemónico y que ha proporcionado la 
justificación que el adulto ha argumentado para poder controlar a su antojo a este sector de la 
sociedad. Probablemente la columna vertebral de estos argumentos, esté colocada en la edad, como 
un factor que permitirá identificar a las personas jóvenes. No cualquiera puede ser considerado un 
joven, las imágenes que se construyen en torno a la juventud, partirán de una distinción que 
proviene de la edad, porque ésta da la pauta para que a los que se encuentran en un determinado 
rango de edad, se le puedan atribuir ciertas características que, se supone, los harán ser lo que son, 
de tal manera que el significado de ser joven, nacerá a partir de un imaginario que es construido por 
la sociedad para poder instaurar un orden dentro de la misma, que permita establecer cómo se 
habrán de entablar las relaciones entre los mismos integrantes de dicha sociedad, qué lugar habrá de 
tener cada cual, y de ahí, quién será el dominador y quién el dominado. 
 
 Lo que pretendemos hacer en este apartado, es aproximarnos a los discursos que se han 
mantenido como hegemónicos, quitándole la voz a los jóvenes para representarse como la voz de 
éstos y justificar bajo la imagen que construyen de la juventud, la necesidad de intervenirlos, en este 
caso mantendremos, como base del presente apartado, que el término juventud, es una categoría que 
ha devenido como producto de una construcción histórica que ha determinado la misma sociedad y 
Millones de jóvenes en el mundo entero hoy están creciendo 
convencidos de que no existe esperanza alguna en un 
mañana diferente y que no se requiere en absoluto de su 
acción imaginativa para que el mundo resuelva sus añejos 
problemas sociales. Condenados a ser parte de una fría 
estadística de desempleo, muchos de estos jóvenes miran 
impávidos o embrutecidos, a través de medios diversos, un 
futuro desolador. 
 
Elvira Concheiro 
 
 
 
La peor alienación no consiste en ser desposeído por el otro, 
sino en ser desposeído del otro. 
 
Baudrillard
 15
que tiene que ver más con una cuestión cultural que con una colocada en el plano de lo biológico. 
Por tanto partamos de entender a la juventud como un imaginario social para poder emprender un 
camino que nos permita comprender cómo se construye el imaginario sobre el joven, cómo ha 
cambiado, cómo se mantiene y cómo debemos entenderlo en el presente. Pero antes de esto, 
analicemos qué es un imaginario social. 
 
 En un primer momento, lo imaginario nos remite a lo inventado, a aquello que se separa de la 
realidad. El imaginario se da gracias al acto de poner imágenes, de tal forma que por medio del 
imaginario, un individuo crea símbolos con los que se da una imagen de sí y otra de la sociedad, 
estos símbolos conllevan significaciones que se desprenden de la creación del imaginario social, por 
eso, la creación del imaginario social que se expresa por medio de lo simbólico, en donde se 
vehiculizan significaciones, resulta ser el medio por el cual se establecen maneras en las que el 
individuo se mira a sí mismo y a la sociedad. Desde este entendido, podemos ver cómo el 
imaginario está ligado a la representación (la puesta en imágenes), porque en la creación de éstas, la 
sociedad tiene que idear la forma en que se han de representar las instituciones que la sostienen. En 
este sentido, el imaginario social, es la capacidad imaginante de un grupo, por medio de la cual la 
sociedad crea su propio modo de ser, y ello hace emerger las representaciones; por esto, el 
imaginario social es creación de significaciones imaginarias sociales que tienen por soporte 
imágenes y figuras que son instituidas por medio del lenguaje. Siguiendo a Cornelius Castoriadis, 
“consideramos la cuestión de las significaciones imaginarias sociales en el dominio más extenso y 
más familiar: el de la significaciones del lenguaje. La significación es aquí la coparticipación de un 
término y de aquel al que ese término remite, poco a poco, directa o indirectamente. La 
significación es un haz de remisiones a partir y alrededor de un término. Es así como una palabra 
remite a sus significaciones lingüísticos canónicos, ya sean “propios” o “figurados”, y cada uno de 
ellos según el modo de la designación identitaria”1. 
 
 En cuanto a mirar lo imaginario como aquello que se da bajo el modo de representación, 
tenemos que comprender el imaginario como un espacio de representación simbólica por medio del 
cual se entiende la realidad percibida establecida, no perdiendo de vista que el imaginario social es 
la creación, construcción e invención que la sociedad hace de su mundo y que involucra la creación 
incesante de lo histórico social y la construcción de significaciones colectivas, así que las 
significaciones imaginarias sociales, lo son, porque no corresponden a elementos estrictamente 
reales. “Cada sociedad se define y elabora una imagen del mundo natural, del universo en el que 
vive, intentando cada vez hacer de ella un conjunto significante, en el cual deben ciertamente 
encontrar su lugar los objetos y los seres naturales que importan para la vida de la colectividad, pero 
también esta misma colectividad, y finalmente cierto orden del mundo. Esta imagen, esta visión 
más o menos estructurada del conjunto de la experiencia humana disponible, utiliza cada vez las 
nervaduras racionales de lo dado, pero las dispone según, y las subordina a, significaciones que, 
como tales, no se desprenden de lo racional (ni, por lo demás, de un irracional positivo), sino de lo 
imaginario”2. 
 
 Desde Castoriadis entenderemos el imaginario social como una creación de la colectividad, 
esto debido a que el imaginario social surge a partir de que la misma sociedad busca definir su 
identidad, crear mundo e idear la forma en que se va a relacionar con él, de ahí el que al enfrentarse 
a las preguntas que Castoriadis nos cita, como: ¿quiénes somos como colectividad?, ¿qué somos 
unos para otros?, ¿qué queremos?, ¿qué deseamos? O bien ¿qué nos hace falta?, el imaginario social 
emerja como aquel que puede dar las respuestas que ni la realidad (percibida), ni lo racional 
(pensado) pueden dar, y en este sentido se valla creando el mundo a través de un orden simbólico, 
 
1 CASTORIADIS, C. La institución imaginaria de la sociedad 2, Tusquets, España, 1989, p290, 291 
2 CASTORIADIS, C. La institución imaginaria de la sociedad 1, Tusquets, España, p258 
 16
en el que el comprender este orden simbólico de la sociedad, implique captar la significación que se 
aloja en lo simbólico, pues es en lo simbólico donde entra en juego la relación entre el significado y 
el significante y donde se expresan las imágenes que la sociedad crea de su mundo. Así, nos 
encontramos con que dichas respuestas que no se encontraron ni en lo percibido (real), ni en lo 
pensado (racional), se encuentran en las significaciones imaginarias que mantienen unida a la 
sociedad gracias a la producción de estas significaciones colectivas. 
 
 Castoriadis dirá que el mundo está constituido y articulado en unión de un sistema de estas 
significaciones que existen como parte de lo imaginario social, mismo que a su vez,está en 
constante creación de dichas significaciones imaginarias sociales, de manera que el imaginario 
social es un magma de significaciones imaginarias que constituyen lo histórico-social, que lo 
inaugura y lo instituye. La sociedad se hace a sí misma, se fabrica y se dice a partir de lo imaginario 
radical como sociedad instituyente, que son lo que dan origen a un magma de significaciones 
imaginarias sociales, entendiendo que el magma, desde una analogía, es aquello que “no deja de 
moverse, de hincharse y de desinflarse, de licuar lo sólido y de solidificar lo que no era 
prácticamente nada. Y justamente porque el magma es así, puede el hombre moverse y crear en y 
por el discurso, no quedarse para siempre inmovilizado por las significaciones unívocas y flujos de 
las palabras que emplea.”3 Lo que podemos percibir de esto, es que la sociedad constituye un 
mundo de significaciones como magma, de tal suerte que enfatizamos el cómo Castoriadis 
sostendrá que lo que mantiene unida a una sociedad es el mantenimiento conjunto de su mundo de 
significaciones en tanto que la sociedad plantea la existencia de la significación como universal y 
total, y así mantener unida a una sociedad por la institución de normas, valores, lenguaje, etc., que 
se crean en torno a los imaginarios sociales. 
 
 El imaginario social o sociedad instituyente, está entendido por Castoriadis, como dar 
existencia en los histórico-social, como creación de significaciones imaginarias sociales por medio 
de las cuales, la sociedad es instituida; y el imaginario radical lo entenderá como creación, pero 
como un dar existencia en la psique. El primero tienen un apoyo en el primer estrato natural, que es 
la organización fija y estable del mundo, donde el hombre ocupa un lugar en tanto ser vivo, de esta 
apoyo en la naturaleza, el hombre retoma algunas cosas para la creación de sus imaginarios 
sociales. El segundo tiene un apoyo en lo que ya se había presentado por y para la psique. Ambos, 
el imaginario social o sociedad instituyente y el imaginario radical permiten entender la imagen que 
Castoriadis aborda sobre una sociedad que se va autotransformando, pasando por un movimiento de 
lo instituido, lo fijo, lo dado a lo instituyente y de la creación de la sociedad instituyente a una 
sociedad instituida. La sociedad entonces se da como autoalteración donde por un lado hay formas y 
figuras estables y por otro se da un estallido de estas formas-figuras que no son más que posición-
creación de otras figuras estables. La creación de las significaciones imaginarias sociales (con su 
creación de imágenes y figuras como soporte) del imaginario social y el imaginario radical, son lo 
que hace que la sociedad sea lo que es, pues la sociedad se instituye como significación imaginaria. 
 
 Por tanto tenemos que reconocer dos vertientes del imaginario social, por un lado está el 
imaginario radical o instituyente y por otro, el imaginario social efectivo, que es el instituido. En 
esta concepción del imaginario social percibido desde dos ámbitos, veremos que en el primero, el 
imaginario social toma tintes de creación, de alguna manera de libertad, de potencialidad; el 
imaginario social radical o instituyente, se refiere a la posibilidad de crear nuevas significaciones 
imaginarias sociales, es la creación del que duda de la realidad que se le presenta como dada, 
implica una ruptura con los imaginarios fijos. En ese sentido, Castoriadis habla de un estallido, del 
estallido de aquellas formas y figuras que se habían presentado como estables, quizá como 
 
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incuestionables. En cambio, en el segundo caso, el imaginario se refiere a la capacidad que tiene el 
hombre para conservar lo instituido, lo instituido, como ya se mencionaba, entendido como lo que 
ya estaba ahí, este imaginario, por tanto, es aquel que no se cuestiona, aquel que tal vez no se 
reconoce como un imaginario porque éste ya estaba dentro de la sociedad, incluso desde antes de 
que los individuos, pertenecientes a dicha sociedad, nacieran; es un imaginario que está fijo, de ahí 
que Castoriadis hablara de las formas y figuras estables. En este imaginario, no hay creación, los 
hombres no tienen que crear sus imaginarios, sino sumarse a los imaginarios establecidos y ver por 
la conservación y reproducción de éstos. Lo que tienen que hacer los individuos colocados aquí es 
continuar con la reproducción de poder y sumarse a aquello que ha de legitimar la realidad social 
dada. 
 
 Por este motivo es que se habla de una tarea que la sociedad demanda a sus integrantes, una 
tarea que se vuelve una herencia y que es tan natural que no se cuestiona, de tal forma que los 
integrantes de esta sociedad, tienen la misión de crear-fabricar nuevos individuos sociales que sean 
capaces de reproducir la sociedad al sumarse a los imaginarios que la componen, a fin de que se 
mantenga cierto orden dentro de dicha sociedad. Esta es una tarea heredada que no se ve como tal, 
más bien se ve como una deuda que se tienen con la sociedad. Por eso se dice que las instituciones 
de la sociedad se encargan de producir individuos que reproduzcan la sociedad instituida y el orden 
simbólico que ya se tiene, para que se sumen a los imaginarios efectivos (instituidos) y procuren la 
perpetuación de la sociedad. 
 
 No es nuevo decir, que para que este orden social continúe, es necesario que hayan individuos 
sociales que lo reproduzcan, por esto, Castoriadis dice que la institución de la sociedad es también 
la institución del individuo social, fabricar y crear al individuo social, es un proceso de inclusión de 
este individuo al mundo. Por eso, esta bienvenida que se le da al individuo social a la sociedad y al 
mundo de las significaciones ya dadas, ya instituidas, no es algo que se da de manera espontánea, 
por el contrario, el individuo social es creado-fabricado por la misma sociedad, pues son los 
individuos sociales ya integrados a la sociedad, los que heredan la tarea de continuar con la 
fabricación de individuos sociales. Castoriadis lo refiere como un proceso de socialización de la 
psique, en el que ésta se altera y se abre al mundo histórico-social. 
 
 El mismo Castoriadis nos explica la emergencia del individuo social a partir de la ruptura de la 
monada psíquica, ésta, es algo así como una etapa de la psique en la que no se establecen 
diferencias entre ella y el mundo, donde la psique se encierra en sí al formarse y figurarse a sí 
misma por medio de la creación de representaciones, entendidas como aquellas que crean las 
imágenes de lo que para ella será real, de tal manera que la psique deforma fantásticamente lo que 
la percepción real le da. Esto desde el entendido de que la elaboración psíquica parte de la 
necesidad del sujeto, el sujeto pensado como un sujeto de deseo, al pensarlo así, se comprende que 
sufre un falta, pues el deseo se sostiene sobre la falta de un objeto ausente o que puede faltar y esta 
ausencia es la que justifica la función del imaginario que crea la psique al atribuirle la tarea de 
llenar, colmar y cubrir dicha falta, por eso la falta del objeto es el apoyo de la creación psíquica, y 
así, la psique crea representaciones y da existencia a algo en calidad de ausente, también por eso, el 
imaginario radical se le atribuye a la psique como aquel que da existencia a lo que no es en ninguna 
parte y donde la creación de las representaciones de dicho imaginario, son reguladas por el principio 
de placer, puesto que en las fantasías que crea la psique se pueden realizar sus deseos, así el deseo 
es realizable en la realidad psíquica. 
 
 Por tanto, la ruptura de la monada psíquica, donde la psique se representa y representa en 
formas e imágenes lo que la rodea, se da en tanto que hay una necesidad de que el sujeto se incluya 
en el mundo social y entable relaciones con los otros, por eso la ruptura de la monadapsíquica, de 
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donde surge el individuo social se origina en el proceso de socialización de la psique a partir de la 
sublimación, ésta es la desviación de la pulsión de satisfacción hacia metas socialmente aceptables, 
es decir, el individuo debe apropiarse de lo social, de manera que al individuo se le muestran las 
formas e imágenes socialmente instituidas y las significaciones que portan. Así que, luego de 
explicar lo anterior, Castoriadis habla de la sublimación como un proceso en el que la psique 
reemplaza sus objetos privados por objetos que valen en y por su institución social, de ahí que el 
individuo social tiene que acceder al lenguaje (público) y al hacer social. 
 
 En el acceso de los individuos sociales al lenguaje (público) y al hacer social, se les da la 
bienvenida al mundo de los imaginarios sociales que se han construido en la colectividad, éste, es el 
acceso a las imágenes por medio de las cuales se representa la sociedad, es el acceso a la cultura, a 
las normas, valores, leyes, ritos y mitos de la sociedad, como un acceso al mundo de los imaginarios 
sociales, donde como ya se indicó, el hombre puede tomar tanto un camino donde se pueden 
establecer rupturas con las representaciones colectivas dadas, para de ahí, construir nuevos 
imaginarios, o bien tomar un papel pasivo, al asimilar dichos imaginarios sin cuestionarlos. En 
referencia a esto último y regresando a nuestro tema central, que son los jóvenes y nuestra intención 
de abordar los discursos que se han construido en torno a la juventud, nos hemos preguntado cuáles 
son las imágenes que en la sociedad se han construido para representar a los jóvenes, cómo éstas 
han aterrizado en la consolidación de un imaginario social que ha caracterizado a los jóvenes de una 
manera determinada, arraigándose a la colectividad, de manera que debido al recibimiento de los 
individuos sociales, a los imaginarios que constituyen la sociedad, se le han de asignar un lugar en 
este mundo a cada uno de estos individuos, un lugar que se habrá de diferenciar según la edad que 
poseen, a manera que cada etapa de la vida de dicho individuo esté cargada por significaciones 
imaginarias sociales construidas social y culturalmente que determinarán lo que cada uno debe ser 
para la consolidación del orden social. 
 
 Cuando la juventud nace como una categoría social, emerge como una etapa de la vida del 
hombre que conlleva en sí significaciones que permitirán entender, lo que el joven, en tanto tal, 
habrá de hacer, por eso, la identificación de los jóvenes se realiza por medio de las tareas que se les 
demanda, pero, ¿cómo es que surge la juventud como una categoría social que se distingue del resto 
de la sociedad? Con Roberto Brito observamos que surge como una necesidad del capitalismo, él 
retoma a autores como Philipe Ariés y Sven Morch para dar sustento a su argumento y hablar de la 
juventud como una categoría social de reciente aparición, que a partir del siglo XVIII, con el 
advenimiento del capitalismo surge como resultado de los cambios sociales que se dan en ese 
período histórico en el seno del capitalismo, y en éste último, por los cambios en las relaciones de 
producción. 
 
 A partir de la revolución industrial, los campesinos y los artesanos empiezan a ver trastocada 
su fuente de ingresos cuando pierden terreno frente a las fábricas y los medios de producción más 
avanzados que éstas poseían, provocando la desaparición de los talleres artesanales que tuvieron 
que ser cerrados para poder sobrevivir. Tras dicho cierre, los artesanos como los campesinos, se 
dirigen a las ciudades industriales en busca de un trabajo en las nuevas fábricas. El campesino deja 
sus tierras y el artesano deja sus herramientas, su tiempo y sus talleres para sumarse a la nueva 
fuerza de trabajo, pero más aún, deja atrás su legado, deja atrás la herencia que tenía para sus hijos, 
pues como indica Heli Morales, “esto tiene efectos en el campo de lo social. Cuando el hombre 
tenía un oficio también tenía taller. En el taller el artesano no sólo producía, también enseñaba. La 
herencia no sólo implicaba los espacios y las herramientas, también el oficio, el saber hacer. El 
padre producía para la familia y, entre tanto, enseñaba al hijo. Le daba de comer, le donaba un 
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saber”4. Pero ahora eso ya no es posible, la herencia que se venía transmitiendo de generación en 
generación es abandonada por necesidad y tanto el trabajo que se tenía asegurado en los talleres 
artesanales de la familia, como la herencia de la enseñanza que se requería para dicho trabajo, como 
indica Heli Morales, desaparecen, provocando que a partir de dichos cambios, sean otros los que se 
encarguen de la educación de sus hijos. Finalmente el trabajo que ahora se requiere, demanda otro 
tipo de preparación que la familia ya no puede otorgar. 
 
 Otra de las características de este período, es que ahora el Estado se vuelve el responsable de 
asegurarse de que la educación llegue a su pueblo, así que como resultado de los ideales de una 
nueva burguesía que se abría camino, se iniciaba un proceso en el que se demandan igualdad de 
oportunidades, demandas que el Estado debía cumplir impartiendo educación pública y gratuita, 
porque al educar a los ciudadanos del futuro, se hacía un beneficio a la nación. 
 
 Tanto los cambios en las condiciones de producción que demandaban una educación 
especializada, distinta a la que podía ofrecer la familia, como el hecho de que la educación se volvió 
una tarea del Estado, fueron causantes de la separación de la familia de la vida pública al ser 
privada de sus funciones económicas tras el desarrollo del trabajo asalariado, y a su ves, éstas 
aparecen como las condiciones que propiciaron el reconocimiento de la infancia. Roberto Brito nos 
dice que en la infancia se reconoce la necesidad de cuidados, y tras este reconocimiento viene una 
ruptura con la edad media, se deja atrás una etapa en la que no existía una categoría específica para 
denominar a los niños. Niños y jóvenes eran considerados como adultos pequeños (miniaturas en el 
vestido y en el estilo de vida). Esto queda atrás cuando a la infancia se le atribuye el carácter de 
frágil y se le procuran atenciones, así que Roberto Brito nos describe dicha situación para 
indicarnos que “la comprensión de la niñez abre un espacio para el reconocimiento de la juventud. 
La prolongación de la niñez hace posible la emergencia de la juventud como una fase específica de 
la vida en la que son impuestas al individuo ciertas demandas y tareas”5. 
 
 Las demandas y tareas que se requerían de la juventud, provenían de las necesidades de la clase 
burguesa, que para poder seguir creciendo precisaba de toda la fuerza laboral de la que pudiera 
disponer, los jóvenes fueron el flanco perfecto, de ahí que la juventud se conformara como una 
juventud obrera que contribuía al crecimiento de la industria. Los jóvenes recibían sueldos muy 
bajos y eran explotados con jornadas de trabajo demasiado largas, y es que los jóvenes resultaron 
ser un buen elemento que propiciaba las ganancias de las empresas y el crecimiento de la 
burguesía, misma que demandaba la producción de nuevos profesionales y una fuerza de trabajo 
más calificado, la exigencia era que sus jóvenes trabajadores adquirieran los conocimientos 
específicos que se requerían para realizar su trabajo, por tal motivo, la escuela surge como aquella 
en la que se podrá realizar dicho objetivo. La juventud se asocia de manera inmediata a la escuela. 
La juventud que como indica Roberto Brito, se reducía al simple revelo generacional de la fuerza de 
trabajo, se convierte en una etapa de preparación para insertarse al campo laboral. 
 
 La juventud se queda con el legado que le deja la imagen de la infancia asociada a la pureza y 
la fragilidad, por tanto, es abordada como un sector de la población que se percibe como necesitada, 
desde esta imagen, a los jóvenes se les procuran

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