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Analisis-de-la-distribucion-espacial-de-la-chova-piquirroja-Pyrrhocorax-pyrrhocorax-en-la-region-central-de-la-Peninsula-Iberica

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
INSTITUTO DE GEOGRAFÍA 
“Análisis de la Distribución Espacial de la 
Chova Piquirroja ( Pyrrhocorax pyrrhocorax) 
en la Región Central de la Península 
Ibérica”. 
 
 
TESIS 
 
 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE 
MAESTRÍA EN GEOGRAFÍA 
PRESENTA 
 
 
Eduardo Javier Benavides Garduño 
 
 
 
 
 
Director: Dr. Raymundo Montoya Ayala 
Ciudad Universitaria Mayo, 2009. 
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UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
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DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTOS. 
 
 
Dedico este trabajo con profundo cariño y admiración a mis abuelitos por su amor 
incondicional, por enseñarme mis primeras letras y por toda la felicidad y sabiduría que 
me brindaron. De igual manera lo hago con mi madre, la Biól. Martha O. Garduño 
Pérez, por su amor y su ejemplo; mi tía, la Dra. Adriana Garduño Pérez, por su apoyo 
constante, su entereza y su amor; y mi primo, Ricardo Arturo Castillo Garduño, por su 
ingenio y espíritu libre. 
 
Agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México la excelente formación 
profesional y personal que me ha dado a lo largo de estos años, primero durante la 
Carrera y ahora en el Posgrado. Agradezco a la Facultad de Filosofía y Letras, al 
Instituto de Geografía y a la Facultad de Estudios Superiores Campus Iztacala el 
haberme acogido en sus instalaciones y el haberse convertido en extensiones de mi 
hogar. 
 
Deseo agradecer al Dr. Raymundo Montoya Ayala por su dirección en la elaboración de 
este trabajo de investigación. Hago extensivo este agradecimiento y mis más 
respetuosas consideraciones a los Profesores revisores asignados por el Posgrado en 
Geografía de la UNAM, la Dra. Laura Elena Maderey Rascón, la Dra. Marta Cervantes 
Ramírez, la Dra. Patricia Ramírez Bastida y la M. en C. Deyanira Etaín Varona Graniel, 
por sus observaciones y aportaciones, mismas que han enriquecido el presente texto. 
 
Agradezco a todos los Profesores del Posgrado en Geografía con quienes tomé cursos 
a lo largo de la Maestría por sus valiosas enseñanzas. Así mismo, deseo externar un 
reconocimiento a la Unidad Administrativa del Programa compuesta por el Mtro. 
Macario Arredondo, Penélope Márquez y Victoria Ponce por sus atenciones y gentileza. 
 
Por último, agradezco a mis compañeros y amigos de la Orientación en Geografía 
Ambiental, Osvaldo Franco Ramos, Daniel Muñoz Santamaría, Hugo Luna Soria, 
Guillermo Rosales Dorantes y Jesús Domínguez Gutiérrez, por los buenos tiempos 
compartidos en estos años. Manifiesto un reconocimiento especial al M. en G. Guillermo 
Woolrich Piña por su orientación en la aplicación de los modelos estadísticos utilizados 
en este estudio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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ÍNDICE 
 
1.0 Introducción 9 
 
1.1. Los Estudios sobre la Fauna y su Relación con el Medio Físico 9 
1.2. Panorama General sobre las Características 
 y Cualidades de las Especies 11 
1.3. La Consideración de Factores Mesológicos en los Estudios 
 sobre la Fauna 13 
1.4. La Chova Piquirroja 16 
1.5. Comentarios sobre la Importancia de la Especie y su Conservación 23 
1.6. Los Sistemas de Información Geográfica en Estudios sobre la Fauna 25 
 
2.0 Área de Estudio 33 
 
2.1 Provincia de Madrid 33 
2.2 Provincia de Segovia 36 
 
3.0 Objetivos 41 
 
3.1 Objetivo General 41 
3.2 Objetivos Particulares 41 
 
4.0 Metodología 43 
 
5.0 Resultados y Discusión 47 
 
5.1 Conteo y Estimación del Tamaño Poblacional 47 
5.2. Observaciones sobre los Hábitos de Ocupación del Territorio 
 por la Especie 51 
5.2.1. Vegetación y Usos del Suelo 54 
5.2.2. Litología 59 
5.2.3. Edafología 65 
5.2.4. Relieve 75 
5.3 Ámbito de Hogar 76 
 
6.0 Conclusiones 83 
 
7.0 Literatura citada 87 
 
 
 
 
 
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1.0 INTRODUCCIÓN. 
 
1.1. Los Estudios sobre la Fauna y su Relación con el Medio Físico. 
 
La conservación, con sus connotaciones sociales, culturales y económicas, es el nexo 
más directo entre los estudios faunísticos y los estudios del medio físico; las actividades 
cinegéticas y recreativas contribuyen también, en menor medida, a hacer necesario el 
estudio de la fauna. 
 
La conservación significa el uso correcto de los recursos de la tierra, del agua y de la 
vida silvestre para todo fin, incluyendo amenidad y recreo (Countryside Comission, 
1970). Sobre la conservación existen tres posturas globales claramente diferenciadas. 
La primera de ellas defiende que la conservación solamente es aplicable en aquellos 
sistemas ecológicos que son productivos, ya sean los naturales actuales, o bien los 
artificiales potenciales. Otros consideran la conservación como actuación sobre los 
recursos naturales, que tienen como fin una utilidad para el hombre. La tercera visión 
defiende la conservación por si misma, sin que sea necesario aducir razones utilitarias, 
ya que, en todo caso, y de acuerdo con García de Viedma (1974), el futuro de las 
comunidades animales está en analizar el pasado y el presente para pretender prever el 
futuro. El pasado lo presidió la influencia del hombre, que ha intervenido con su gran 
capacidad de adaptación y modificación del entorno. Estamos frente a un recurso, la 
fauna, que se distingue por su facilidad de adaptarse rápidamente, dentro de ciertos 
límites, a circunstancias medioambientales cambiantes. Precisamente esa adaptabilidad 
y movilidad de la vida animal es un factor importante para la conservación. 
 
En el momento actual, el enfoque práctico del estudio de la fauna fluctúa entre dos 
tendencias diferenciadas más por sus métodos y formas de llevarse a cabo que por sus 
objetivos, comunes en muchos casos: la primera está dirigida a una enumeración de los 
valores faunísticos, en cuanto a su importancia en el entorno general; la segunda hacía 
una integración de la fauna con los demás elementos del medio, con la finalidad de 
obtener datos manejables y de fácil comprensión, que puedan estructurarse de manera 
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tal que el producto definitivo resuelva los conflictos entre características ambientales y 
actuaciones humanas con la suficiente flexibilidad para adaptarse a los cambios del 
estatus. 
 
En los estudiossobre el medio físico, el interés se dirige hacia la fauna silvestre, que 
comprende todas aquellas especies salvajes que forman poblaciones estables e 
integradas en comunidades también estables, independientemente de su procedencia, 
por lo cual no se suele incluir en dichos estudios a los animales domésticos. Todo 
estudio sobre la fauna parte del conocimiento taxonómico y de la distribución de las 
especies. Resulta necesario, entonces, conocer los límites de distribución de los 
animales y conocer su taxón hasta el nivel de especie. La fauna se contempla desde un 
enfoque básicamente zoogeográfico y fundamentalmente de zoogeografía aplicada, 
que traduce los conocimientos ecológicos, históricos y experimentales de la fauna en 
términos aplicables a la planificación física (Lozano et al., 2000). 
 
Esta consideración obliga a referenciar los distintos niveles de análisis a los que se 
puede estudiar la fauna en relación con los distintos ámbitos territoriales que se 
corresponderán con diferentes escalas de expresión cartográfica. Para el interés de 
este estudio se toma en cuenta un ámbito local. En este nivel se debe incluir las 
variaciones estacionales de las especies presentes en el territorio estudiado; se debe 
recoger toda aquella información que permita describir detalladamente las comunidades 
presentes en el territorio reflejando expresamente las relaciones entre las poblaciones y 
los atributos del medio como son la movilidad de las especies entre los biotipos, las 
influencias de las alteraciones antrópicas en la dinámica faunística de los biotipos, 
competencia, distribución espacial, reproducción, etc. (Lozano et al., 2000). 
 
Según Mobius (1877), los animales no pueden vivir por si mismos y aislados; dependen 
de la cubierta vegetal, de otros animales, de factores del medio y del hombre. Todos 
ellos dan lugar al ambiente o biotipo del animal. La ubicación y patrones de uso del 
territorio por parte de las especies son rasgos que están fuertemente ligados a los tipos 
de formaciones vegetales, a la presencia de agua y a la presencia de factores limitantes 
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y condicionantes de orden topográfico, fisiográfico, etc. De igual manera, las 
poblaciones de fauna silvestre enfrentan amenazas, tanto directas como indirectas, 
principalmente a causa de las actividades humanas. Las más notorias son la caza, 
captura y robo de puestas y crías, el comercio y el tráfico, la contaminación y utilización 
de venenos, la desestabilización de las poblaciones, la construcción de obstáculos, los 
efectos perniciosos de la actividad agrícola y cambios en el uso del suelo, las 
desecaciones y las molestias en épocas cruciales como la de reproducción y crianza. 
Estas amenazas ocasionan impactos sobre la fauna como la eliminación, reducción y 
fragmentación de espacios, el desplazamiento de individuos, la pérdida o alteración de 
las poblaciones, la concentración de especies o individuos y la eliminación o alteración 
de los hábitats. 
 
1.2. Panorama General sobre las Características y C ualidades de las Especies. 
 
Estabilidad: Para Dajoz (1974), el término equilibrio biológico significa simplemente que 
dentro de su área geográfica las poblaciones se multipliquen sin traspasar un límite 
superior que conduciría a la autodestrucción, ni un límite inferior que provocaría su 
extinción. Se puede y se suele decir que una población que fluctúa poco entre límites 
muy próximos es estable. La estabilidad es una característica descriptiva de las 
poblaciones (Margalef, 1974). 
 
El crecimiento de una población normal es ya un cierto factor de inestabilidad, pues las 
poblaciones están ligadas a los límites de los recursos ambientales que las soportan. 
Algunas poblaciones siguen una curva sigmoidal de incrementos y estabilización hacia 
un límite ambiental o capacidad de carga, pero otras muchas son relativamente 
inestables, creciendo hasta que exceden la capacidad de carga del ecosistema para 
esa especie, momento en el cual caen hasta densidades mucho más bajas. Hay 
especies, tales como las aves territoriales, que poseen mecanismos de autorregulación 
que estabilizan sus poblaciones, pero otras muchas no los tienen. Algunos mecanismos 
de control dependientes de la densidad incluyen combinaciones de efectos tales como 
la competencia en los límites del recurso, que dan como resultado la dispersión de los 
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individuos que pierden en la competencia. Tal dispersión expone a esos individuos 
desplazados a una alta tasa de mortalidad por depredación (Whittaker, 1975). Este 
fenómeno debe ser considerado, por ejemplo, al crear zonas (islas) de protección 
especial para favorecer el desarrollo de una población amenazada de extinción. 
 
Abundancia y Rareza: Ligados a la estabilidad de las especies se encuentran otros dos 
rasgos: abundancia y rareza, con sus contrarios, escasez y condición de común. Estos 
son rasgos que en el contexto abstracto tienen poco significado, pero cuya relevancia 
se incrementa a medida que se concreta y reduce el área de estudio de las especies 
animales (Escribano, 1977). 
 
La abundancia y la rareza pueden expresarse de formas distintas, ya sea como 
densidad o frecuencia, o como un índice de abundancia relativa. Resultan muy útiles las 
clasificaciones creadas por algunos autores en las que se consideran distintos niveles 
de abundancia y rareza asociados a un sentido de comparación. En ellas se refleja el 
grado de presencia o ausencia de una determinada especie en el área de estudio. La 
abundancia expresa el número de individuos de una misma especie: un animal 
abundante es aquel del cual existen muchos individuos, siempre de forma relativa. La 
rareza, concepto íntimamente ligado al de abundancia, juega un papel muy importante 
en los propósitos de conservación: un animal raro es el que no es frecuente, visto desde 
un nivel taxonómico superior (Escribano, 1977; Claphan et al., 1981; Hubbel y Foster, 
1985). 
 
Soule (1986), considera los siguientes tipos de rareza para las especies: especies raras 
dentro del hábitat, especies dependientes del hábitat, especies endémicas, especies 
especialistas de nichos regenerativos (que solo juegan un rol ecológico en una etapa de 
la sucesión) y especies raras (ya sea por su exigencia trófica o por aspectos de su 
comportamiento). 
 
Muchos factores naturales o inducidos por el hombre pueden contribuir a la rareza 
cuando dan lugar a una alteración en el tamaño de la población o a una disminución en 
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el tamaño del hábitat, a consecuencia de las cuales una especie puede convertirse en 
una especie rara. La pérdida del hábitat puede producir un descenso en el tamaño 
poblacional y también afectar a su distribución. Puede, incluso, ocasionar la inmediata 
extinción de una especie; en todo caso, si la población sobrevive, será más vulnerable. 
También puede inducir el fenómeno de la emigración. Una variante de la pérdida del 
hábitat es la fragmentación del mismo, el área queda distribuida en fragmentos 
disjuntos. Las consecuencias son las mismas que las anteriormente mencionadas. Las 
aves y los mamíferos son los grupos más propensos a desaparecer en los fragmentos 
aislados (Wilcox, 1980). 
 
Representatividad: Se puede definir como el carácter simbólico que tienen 
determinadas especies, a la manera que pueden tenerlo las manifestaciones culturales. 
Esta cualidad incluye los caracteres de relíctica o endémica que pueden tener las 
especies. La conservación de las especies que son representativas, dentro de un rango 
o variación ecológica, es a menudo un objeto fundamental en la valoración de la fauna 
para su conservación. La representatividad es un concepto de orden global que 
requiere la comparación para su determinación cuando se recurre a clasificaciones 
como la siguiente: especies muy representativasy características, especialmente 
pertenecientes al hábitat (especies características y especialistas); especies no 
representativas (especies generalistas); y especies adicionales y acompañantes 
(especies pertenecientes a otros hábitats) (MOPT, 1992). 
 
Singularidad: La singularidad es la condición de distinto o distinguido; valor adicional 
que una especie posee por circunstancias extrabiológicas como pueden ser las 
históricas, estéticas, culturales o sociales (MOPT, 1992). 
 
1.3. La Consideración de Factores Mesológicos en lo s Estudios sobre la Fauna. 
 
El clima, el agua, el relieve, el suelo, la vegetación, la actuación humana y la interacción 
entre los propios animales ejercen una influencia decisiva sobre la fauna y lo hacen 
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tanto de forma indirecta como directa a través del control que cada uno de estos 
factores establece sobre los caracteres de los demás elementos del sistema. 
 
Son muchos los aspectos y elementos climáticos que manifiestan un influjo 
incuestionable sobre la vida animal. Así, el régimen de temperaturas afecta a la 
distribución de las especies y condiciona sus rasgos anatómicos, fisiológicos y 
funcionales. En lo que respecta a las precipitaciones, la mayor influencia, si bien 
indirecta, viene dada por constituir el factor condicionante fundamental de la vegetación 
que sirve de hábitat, soporte, y reservorio alimenticio de la fauna; de igual forma, las 
precipitaciones condicionan el grado de humedad relativa ambiental, registro este de 
importancia vital para muchas especies, así como los patrones de actividad de algunos 
animales. A las dos variables climáticas ya mencionadas, temperatura y humedad, han 
de añadirse otras que controlan la distribución, biología, conductas y ecología de las 
especies. La insolación condiciona el reparto y entidad de ciertos grupos faunísticos. 
También el viento puede condicionar la tipología de comunidades faunísticas; su 
persistencia e intensidad lo convierten en un factor limitante del crecimiento de la 
vegetación, y en consecuencia, de la fauna que encuentra en ella su soporte, hábitat y 
recurso trófico (Lozano et al., 2000). 
 
Sabido es que no existe ningún organismo en nuestro planeta que no dependa, en 
mayor o menor medida, del agua. Donde el agua escasea, la fauna desarrolla 
estrategias para hacerse con ella bien a través de la prelación, o bien aprovechando la 
humedad del cuerpo de agua más cercano, o incluso completando su ciclo vital en los 
momentos en los que se presentan precipitaciones pasando, posteriormente, a un 
estado de latencia (Lozano et al., 2000). 
 
Los diversos componentes del relieve actúan sobre la fauna de manera 
fundamentalmente indirecta condicionando el ambiente climático, escorrentía, suelos y 
vegetación que constituyen sus factores mesológicos. Las litologías calcáreas, por 
efecto de la disolución, pueden dar lugar a la aparición de redes de grutas, cuevas, 
simas, etc., que acogen a comunidades faunísticas peculiares. Por otra parte, la 
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presencia de litologías muy contrastadas, con rocas resistentes junto a otras 
deleznables, genera, por acción de la erosión, topografías afractuosas con aparición de 
crestas o cornisas sobresalientes que constituyen emplazamientos idóneos para 
muchas aves para fines de anidación. El factor exposición, a través del grado de 
insolación, y el factor pendiente influyen de manera indirecta sobre la fauna: cuando 
más inclinada sea la topografía resultante, menos suelo sostiene, lo cual beneficia la 
distribución de algunos grupos de vertebrados (reptiles, por ejemplo) en detrimento de 
otros (mamíferos). Finalmente, es importante señalar que la presencia de grandes 
cordilleras puede establecer, al igual que en el caso de las islas, fronteras en la 
distribución de las especies y general procesos de especiación, así como endemismos 
y vicarianzas (Lozano et al., 2000). 
 
Los aspectos determinantes que condicionan la dependencia de la fauna respecto a la 
vegetación son, en primer lugar, el propio hecho de que esta última esté constituida por 
los productores primarios, base de la cadena trófica; y en segundo lugar, el que la 
vegetación represente el soporte físico o hábitat en el que se desenvuelve gran parte de 
la vida animal pues, no en vano, la fauna medra, anida, vive, se alimenta, se mimetiza y 
se refugia en y con la vegetación. La diversidad de especies y estructuras vegetales 
favorece la de las especies y poblaciones animales; las agrupaciones vegetales 
pluriestratas suelen contener una carga animal más variada y de mayores recursos 
poblacionales (Lozano et al., 2000). 
 
La perspectiva geográfica en el estudio de la fauna (zoogeografía) requiere estudiar de 
manera ineludible los factores mesológicos, bióticos y abióticos que la condicionan y el 
papel de las comunidades animales en la configuración el eco-geosistema y su 
expresión en el paisaje. No debe perderse de vista que la fauna constituye la cúspide 
de la pirámide medioambiental, lo que la convierte en absolutamente dependiente del 
resto de los elementos del sistema y coevoluciona con él constituyendo el más sensible 
y fiable indicador de su estado y dinámica. A partir de estos presupuestos será factible 
la compilación lógica y sistemática de datos de interés para generar una sólida 
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información zoogeográfica que facilite la valoración de este recurso y patrimonio 
ambiental de cara a la ordenación y gestión del territorio (Lozano et al., 2000). 
 
1.4. La Chova Piquirroja. 
 
La chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) (Linnaeus, 1758) es una especie 
perteneciente a la familia Corvidae (Orden Passeriformes) de talla media (40 cm y 300 
gr de peso en promedio), de plumaje negro con incrustaciones en tonos azul metálico y 
verdoso y caracterizada por un pico largo y decurvado en color rojo. No hay diferencias 
en cuanto al plumaje entre machos y hembras, aunque el tamaño puede ayudar a sexar 
a la mayoría de los ejemplares. El macho tiene el tarso de alrededor de 55.7 mm y el 
ala mayor de 288 mm. La hembra es más pequeña, con longitud de ala menor de 288 
mm y tarso de 51.5 mm. La longitud del pico puede ayudar en ocasiones (punta-cráneo: 
macho mayor de 65 mm, hembra menor de 50 mm), aunque el solapamiento es muy 
grande (Zúñiga, 1989; Blanco et al., 1991; Tella y Torre, 1993; Blanco, 2003) (Figuras 1 
y 2). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figuras 1 y 2. Se muestra a la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax). 
 
Esta ave pertenece a un género con solo dos especies. Se han reconocido siete 
subespecies a lo largo de su distribución mundial (Vaurie, 1959), dos de las cuales 
están presentes en España: Pyrrhocorax pyrrhocorax erythrorhamphus, en la península 
ibérica, y Pyrrhocorax pyrrhocorax barbarus en la isla de La Palma, Islas Canarias. Su 
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especie hermana, la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus) se caracteriza por su 
menor tamaño y su pico amarillo y más corto. Ambas especies comparten muchas 
peculiaridades de su ecología y comportamiento, y con frecuencia coinciden en las 
áreas de cría y alimentación formando colonias y bandos mixtos en sus hábitats 
favoritos, las montañas. Estas especies pueden, incluso, llegar a hibridarse en la 
naturaleza, aunque siempre en condiciones de extrema escasez de chova piquirroja, 
como ha ocurrido en algunas ocasiones en los Alpes (Sitasuwan, 1984). En España, 
ambas especies convergen en ambientes de alta montaña como los Pirineos, la 
Cordillera Cantábrica, y las sierras del norte de Burgos, a los que se restringe la chova 
piquigualda (Blanco, 2003). 
 
Pueden reconocerse tres tipos principales de edad. Los juveniles son aves que 
presentan plumaje nuevo, patas anaranjadas, pico amarillento o anaranjado, e iris 
oscuro. A lo largo delotoño de su segundo año de vida se observa cierto contraste 
entre las plumas corporales (y pequeñas cobertoras si están cambiadas) brillantes y las 
plumas juveniles de alas y cola que permanecen sin brillo, además de las plumas de 
vuelo y cola desgastadas. El plumaje negro brillante uniforme y con poco desgaste y el 
iris rojizo son rasgos distintivos de las aves adultas. La muda postjuvenil es parcial 
incluyendo únicamente las plumas del cuerpo y frecuentemente las pequeñas 
cobertoras del ala y suele estar terminada en Octubre del segundo año de vida, 
mientras que la muda postnupcial completa suele estar terminada a inicios de 
Noviembre en aves reproductoras (Tella y Torre, 1993) (Figura 3). 
 
Son aves primordialmente granívoras, pero se alimentan también de gusanos, insectos, 
moluscos, crustáceos, huevos, frutas, arañas, y también ratones, costumbres que 
comparten con el resto de los córvidos, y son voladores bastante hábiles. Sus hábitos 
de nidificación son complejos (acostumbra nidificar en colonias), el nido es a menudo 
 
 
 
 
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voluminoso y en su interior la hembra deposita 3 ó 4 huevos. La unión en parejas es 
muy precoz y parece durar toda la vida, incluso durante el invierno. En la época de cría 
no son tan coloniales como otros de sus congéneres, pero fuera de la época de cría son 
aves sociables que se reúnen en bandos, superando en ocasiones el centenar de 
individuos. Se trata de un ave adaptable a un amplio rango de altitudes, ocupa zonas de 
acantilados marinos y áreas de montaña que dispongan de cortados de roca, 
especialmente calizos, para nidificar y de amplias praderas de uso agroganadero para 
alimentarse, o bien en desfiladeros fluviales que ofrezcan disponibilidad de sitios de 
nidificación y también puede ocupar edificios. La chova piquirroja puede observarse 
durante todo el año en sus áreas de cría y parte de la población realiza trashumancia 
invernal (Bignal y Curtis, 1988; Zúñiga, 1989; Blanco et al., 1991; Blanco, 2003). 
 
Las parejas reproductoras establecen colonias formadas por 10-15 parejas en las que 
únicamente hay 5-7 nidos. Estos son construidos por ambos adultos con palos, hierba 
seca y forrados de lana en su interior. La mayor parte del trabajo estructural corre a 
cargo del macho y la hembra se encarga de arreglarlo por dentro con materiales 
variados. Casi siempre los nidos están en el fondo de profundas grietas o cuevas, en 
agujeros o chimeneas de acantilados marinos y cortados rocosos, también se ha 
encontrado en edificios desmantelados, almacenes y en ruinas. La puesta consiste en 
3-6 huevos y más raramente 2 ó 7, son blancos, amarillentos o verdosos, pero siempre 
con puntos y manchitas sepia o pardo amarillentas y manchas gris ceniza, algunos 
tienen la cáscara completamente blanca. Jourdain (1940) para 100 huevos medidos en 
Gran Bretaña obtuvo un promedio de 39.4 x 27.9 mm con un máximo de 41 x 29.5 mm 
Figura 3. Chova piquirroja juvenil. 
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y un mínimo de 34 x 26 mm. En acantilados costeros las primeras puestas pueden ser 
encontradas a primeros de Abril y más a menudo en los últimos días de este mes, 
mientras que en montañas pueden ser localizados desde mediados de Marzo hasta la 
primera o segunda semanas de Mayo. A partir de la puesta del primer huevo la hembra 
incuba sola, naciendo el primer pollo a los 17-18 días y con intervalos de 24 horas los 
demás. El macho alimenta a la hembra mientras incuba y ésta sale fuera del nido si 
pasan 30 minutos sin que el macho aparezca y comienza a llamarlo con agudos gritos. 
Los pollos son atendidos por la hembra las dos o tres primeras semanas, cubriéndolos 
continuamente y dándoles la comida que aporta el macho cada 20-37 minutos (Holyoak, 
1972). Después de realizar el primer vuelo fuera del nido, normalmente a los 38 días de 
nacer, se esconden en las grietas de las rocas y agujeros donde permanecen 4-9 días 
hasta que vuelan bien y siguen a los adultos en sus correrías durante 4 o 5 semanas. 
No obstante, antes ya pueden comer solos, capturando insectos con habilidad. 
 
La distribución de las parejas reproductoras de chova piquirroja depende, a escala local, 
de la disponibilidad de lugares de nidificación apropiados en cortados de roca y de la 
calidad de las áreas de alimentación cercanas (Bignal et al., 1996). En estos medios, 
las chovas construyen sus nidos en cavidades, grietas y recovecos presentes en 
cortados distribuidos por zonas montañosas, acantilados marinos y cañones fluviales 
(García-Dory, 1983). Sus hábitats idóneos de alimentación los encuentra en áreas de 
vegetación rala o suelo desnudo y zonas de suelo rocoso o pedregoso con vegetación 
arbustiva poco densa; de igual manera, parece preferir extensiones utilizadas para el 
pastoreo en régimen intensivo (Bignal et al., 1996). En estos medios, que proveen un 
acceso más o menos libre al sustrato, la chova encuentra sus principales presas, 
mismas que acostumbra desenterrar con su fuerte y largo pico. Entre sus presas más 
frecuentes destacan las larvas de mariposas y escarabajos, así como arañas, hormigas, 
grillos y otros artrópodos (Soler y Soler, 1993, Sánchez et al., 1996), aunque su dieta 
también incluye la ingesta frecuente de frutos y granos. Esta especie ha sido capaz de 
explotar áreas de alimentación que cumplen con el perfil requerido sin la necesidad 
imperante de lugares de nidifación natural mediante el uso de edificios y construcciones 
cuyas características semejan a estos lugares. Por ejemplo, las chovas nidifican en el 
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interior de casas de campo abandonadas o en ruinas, granjas, naves y corrales, cascos 
y campanarios de iglesias, en las paredes o cavidades de construcciones viejas con 
techos altos o abovedados, etc. El uso de construcciones como sustrato de nidificación 
se ha extendido recientemente debido a su abandono o uso reducido por parte del 
humano y merced a la adopción de prácticas agrícolas y ganaderas que requieren 
menor actividad en el campo debido a la mecanización y tecnificación, pero que 
perturban más las condiciones naturales del medio (Blanco et al., 1998; Tella et al., 
1993) (Figuras 4 y 5). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figuras 4 y 5. Se muestra un nido de la especie con cuatro huevos y los polluelos. 
 
La utilización de edificios como lugar de nidificación de la chova piquirroja se conoce 
desde al menos mediados del siglo XIX según refiere el naturalista Brehm (1881) 
cuando cita la nidificación de esta especie, por aquel entonces denominada Fregilo 
alpino (Fregilus graculus), en campanarios de los Alpes. Se conoce también para las 
provincias de Guadalajara, Madrid y Ávila, sobre todo en el interior de campanarios y 
ermitas. También se dispone de registros de nidificación de la chova piquirroja en el 
interior de los pueblos y ciudades de Bhutan, en edificios históricos y modernos en Ulan 
Bator, Mongolia, así como en la Gran Muralla China (Bignal y Bignal, 1987). El uso de 
edificios ha permitido la expansión geográfica y el incremento de la población de la 
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 - - - 21 - 
especie en regiones de España como Segovia. Sin embargo, el uso de las 
construcciones por parte de las poblaciones puede suponer un conflicto con la 
conservación del patrimonio arquitectónico de las ciudades (Blanco, 2003). 
 
Esta ave presenta una distribución muy fragmentada en Europa, y aunque es una de 
las especies más escasas en este contexto geográfico, su distribución global es muy 
amplia extendiéndose desde la costa atlántica europea por el oeste (las Hébridas 
escocesas en el norte y la isla de La Palma en el sur) hasta Asia Central, los Himalayas 
y China por el este. Dentro de su rango de distribución presenta muchas poblaciones 
aisladas, especialmente localizadas en las montañas delAtlas marroquí y las montañas 
de Bale y Simién en Etiopía. En el Paleártico se distribuye de forma fragmentada por 
Escocia, Irlanda, Bretaña, el Macizo Central Francés, los Apeninos y los Pirineos. En los 
Alpes ha sufrido una regresión generalizada que resultó en su extinción como 
reproductora en Austria a principios de la década de los 50´s. En cambio, está presente 
todavía como nidificante en Sicilia, Cerdeña y Creta, y podría ser abundante, aunque no 
existen registros u observaciones fiables, en algunas zonas de Turquía y el Caúcaso. 
Las poblaciones parecen más continuas en su área de distribución oriental, 
especialmente en la Cordillera del Himalaya y las zonas montañosas de Chica y 
Mongolia. En África, solo la población aislada en las montañas de Etiopía, distante unos 
3,000 Km de la población más cercana localizada en el sur de Irán se ha cuantificado 
en alrededor de 1,000-1,300 individuos (Delestrade, 1998; Blanco, 2003). 
 
En España se distribuye principalmente en el centro y la porción norte, ocupando los 
principales sistemas montañosos, especialmente en los Pirineos, La Cordillera 
Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Bético. De igual manera, existen 
poblaciones las regiones costeras de Galicia, Asturias, y Cantabria y otras más no 
asociadas a sistemas montañosos en la región central de la península (sureste de 
Madrid) o en ramblas como en la Hoya de Guadix, Granada (Zúñiga, 1989; Blanco et 
al., 1991). Sus estrictas y especiales necesidades de hábitat tornan susceptibles a sus 
poblaciones a reducciones tanto en su número como en extensión y se sugiere que a 
menudo esto haya provocado extinciones locales. En la actualidad, y de manera 
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 - - - 22 - 
especial debido a los cambios en los usos tradicionales del suelo, manifiesta una clara 
disminución en la mayor parte de su área de distribución en la península ibérica (Cramp 
y Simmons, 1983) (Figura 6). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El tamaño de la población de esta especie se desconoce con precisión tanto en Europa 
como en la península ibérica, aunque los efectivos reproductores en Europa Occidental 
fueron estimados en 12,265-17,370 parejas por Monaghan en 1997. Existen algunas 
estimaciones del tamaño de la población en ciertas zonas obtenidas durante la 
realización de los Atlas de Aves Nidificantes de algunas provincias y comunidades, pero 
se precisa aún de información detallada sobre la abundancia de parejas en la época de 
cría. La población de la chova piquirroja en el área total de España se estimó en 7,000-
9,800 parejas para el primer Atlas de las Aves de España, sin especificar su precisión o 
el método utilizado para el análisis (SEO/BirdLife, 1997). Aunque la población española 
pueda considerarse como la que contiene el mayor contingente de aves de toda 
Europa, existen ciertos núcleos, especialmente en las Comunidades Autónomas de 
Cataluña, Asturias y Galicia, en los que se viene ratificando su continua regresión 
Figura 6. Distribución de la Chova 
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) 
(Pombo, 2007). 
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 - - - 23 - 
(Muntaner et al., 1984), (García-Dory, 1983), al igual que ocurre con otros núcleos 
dentro de Portugal (Farinha, 1991), (Álvares et al., 2004). De igual forma, durante los 
últimos años se ha observado una tendencia regresiva en las poblaciones mejor 
conocidas de la chova piquirroja en la región central de la península ibérica (sureste de 
Madrid, Segovia y Murcia) y una aparente desaparición de áreas de Salamanca, 
Extremadura y Huelva, lo que ha motivado que esta especie se encuentre en la 
categoría de “Casi Amenazada” en el nuevo Libro Rojo de las Aves de España. La 
pérdida del hábitat de alimentación debido a la presencia e intensificación de la 
agricultura, especialmente la de regadío en áreas extensas, la construcción de 
infraestructuras y la urbanización de los hábitats, factores todos que contribuyen a la 
fragmentación y al aislamiento de las poblaciones, son las principales causas del 
declive en estas poblaciones, sin obviar la posible pérdida de variabilidad genética 
(Blanco, 2004; Fernández y Domínguez, 1991). La chova piquirroja es una especie 
considerada como SPEC 3 (Tucker y Heath, 1994), además de estar incluida en el 
Apéndice II del Convenio de Bonn (1979). Se ha sugerido la posibilidad de que existan 
diferencias sustanciales en la organización social, dinámica y conservación de las 
poblaciones repartidas entre áreas aisladas geográficamente (Blanco et al., 1998). 
 
1.5. Comentarios sobre la Importancia de la Especi e y su Conservación. 
 
Según E. O. Wilson, las conexiones que los seres humanos buscan de manera 
subconsciente con el resto de la biota, definidas en conjunto como “biofilia”, nos 
previenen de los peligros que la pérdida de la biodiversidad a escala planetaria suponen 
para nuestra existencia (Wilson, 1992). Desde un punto antropocéntrico, cada especie 
puede considerarse como un tesoro único producto de millones de años de evolución 
que merece ser estudiado y conservado. Hay que considerar, de igual manera, el valor 
ecosistémico de la especie, en este caso la chova piquirroja. Entre otras de las 
características concretas de la especie que se refieren a su valor ecosistémico pueden 
destacarse el papel de la chova como agente disgregador de los excrementos del 
ganado en su búsqueda de alimento (escarabajos y fauna coprófaga) y su efecto en la 
dispersión, asimilación e intercambio de nutrientes en los pastizales (García-Dory, 1983 
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y 1989; McCracken y Foster, 1993 y 1994); su potencial desempeño en la renovación y 
descompactación del suelo al remover la tierra en busca de sus presas; su posible 
intervención en la lucha contra las plagas agrícolas y ganaderas (McCracken et al., 
1992; Sánchez et al., 1996; Blanco et al., 1998); y su contribución al equilibrio 
microbiano de los pastos y suelos agrícolas (McCracken y Foster, 1993; Bignal et al., 
1996). Como un rasgo especial, debe apuntarse que el valor de la especie como 
bioindicador de la calidad de los suelos ha sido reiteradamente destacado (Bignal y 
Curtis, 1988; Bignal y McCracken, 1996; Arcos y Gil, 1998), aunque no ha sido utilizada 
aún en actividades de gestión y planificación territorial. 
 
Además de su importante rol en el medio, la chova piquirroja representa un elemento de 
potencial valor comercial como generador del denominado “turismo de naturaleza”, y 
más específicamente, como factor de atracción para un turismo especializado que 
incluye ornitólogos y observadores de aves, tanto científicos como aficionados, 
interesados en la especie (Owen, 1998). La conservación de esta especie en áreas y 
parques naturales protegidos supone un beneficio neto para la creciente industria del 
turismo rural y de naturaleza. Por último, esta especie posee un valor estético intrínseco 
entendido como el beneficio que su contemplación y estudio proporciona a la sociedad. 
Esto queda reflejado en la obra de artistas como Ramiro Fernández Saus en la cual la 
chova piquirroja aparece representada como metáfora del lugar del hombre en la 
naturaleza. La devoción que ornitólogos, naturalistas, científicos y artistas guardan 
hacia esta especie refleja su valor como símbolo de la tradición agrícola y ganadera 
respetuosa con la naturaleza (Blanco, 2003). 
 
Desde que Bernis (1955) definiese los grandes patrones de distribución de la avifauna 
en la península Ibérica, y apuntase los principales factores influyentes, varios autores 
han contribuido a la descripción y el esclarecimiento de la distribución y abundancia de 
las aves en la península Ibérica. Los primeros esfuerzos orientados al estudio de la 
distribución y abundancia de las aves en España tuvieron un corte faunístico y de 
inventario (“contabilidad” de la naturaleza), pero supusieron una importantísimacontribución al proporcionar buen conocimiento de historia natural tanto a escala local 
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como de toda la Península, y establecieron una guía a partir de la cual se generaron 
numerosos trabajos. Una vez establecidos los grandes patrones de distribución y 
abundancia sobre grandes superficies de terreno mediante el “mira, anota y cuenta”, la 
atención se decantó hacia la definición de patrones a escalas espaciales más 
pequeñas, reparando especialmente en dos fenómenos ecológicos básicos y muy 
relevantes: la densidad (individuos por unidad de superficie) y la variación entre 
distintas formaciones vegetales o paisajes de sus comunidades de aves, poniendo 
especial atención a las preferencias de hábitat y las variaciones en abundancia ligadas 
a la estructura de la vegetación y a la disponibilidad de recursos (lugares de nidificación, 
áreas de alimentación, etc.), tendencia que predomina hoy día (Muntaner et al., 1984; 
Carrascal y Lobo, 2003). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figuras 7 y 8. Ejemplares de chova piquirroja. 
 
1.6. Los Sistemas de Información Geográfica en Estu dios sobre la Fauna. 
 
En los últimos 20 años las ciencias biológicas y medioambientales han experimentado 
una revolución en lo que se refiere a las herramientas que utilizan para adquirir y 
analizar los datos requeridos para sus estudios. Esto ha sido posible a causa del 
avance en las tecnologías de la comunicación e informática que permiten manejar 
mayor cantidad de datos y más complejos, los cuales pueden ser analizados 
rápidamente. Junto a estas tecnologías se han implementado instrumentos como los 
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 - - - 26 - 
registradores de datos, así como los paquetes estadísticos. El resultado de este tipo de 
herramientas es la creación y la aceptación de los Sistemas de Información Geográfica 
(SIG) como un instrumento invaluable, pues hasta hace muy poco tiempo, en los 
estudios ecológicos y de planeación física, se tenía el problema de la heterogeneidad 
espacial y temporal porque se carecía de una serie de herramientas para el manejo de 
sus datos (Johnson, 1990), así como de los métodos de análisis necesarios para 
representar el volumen de datos que podían tomar y representar de forma fiable en los 
ecosistemas complejos. Las computadoras modernas, los Sistemas de Información 
Geográfica y los algoritmos estadísticos para el manejo de los datos espaciales nos 
permiten ahora un mayor rango de escalas espaciales dentro de estos sistemas. 
 
En la década de los años sesenta se da la aparición de los primeros Sistemas de 
Información Geográfica. Desde su nacimiento, han pasado por distintas fases de 
desarrollo y diversidad, siendo actualmente muchos los programas informáticos que 
realizan los objetivos fundamentales de los Sistemas de Información Geográfica como 
la solución de los problemas espaciales complejos. En esta etapa de evolución de los 
Sistemas de Información Geográfica se ha conseguido que estos sistemas sean una 
potente herramienta para la gestión de información espacial de manera rápida y eficaz. 
Los Sistemas de Información Geográfica actuales son capaces de gestionar, 
almacenar, representar e incluso desempeñar papeles fundamentales en aplicaciones 
avanzadas como la planificación del territorio (Bosque, 1992; Barredo, 1996). 
 
Los Sistemas de Información Geográfica han sido definidos de distintas maneras 
dependiendo del punto de vista del autor. Cebrian (1988) los enuncia como una base de 
datos computarizada que contiene información espacial; Burrough (1986) los define 
como un conjunto de herramientas para reunir, almacenar, recuperar, transformar y 
representar datos espaciales del mundo real para un grupo particular de propósitos; 
Bosque (1992) propone que un Sistema de Información Geográfica es tecnología 
informática para gestionar y analizar información espacial; la N.C.G.I.A. (1990) 
menciona que son un sistema de hardware, software y procedimientos elaborados para 
facilitar la obtención, gestión, manipulación, análisis, modelado, representación y salida 
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 - - - 27 - 
de datos espacialmente georeferenciados para resolver problemas complejos de 
planificación y gestión; mientras que Aronoff (1989) menciona que se trata de un 
sistema informatizado que provee los siguientes cuatro conjuntos de operaciones para 
tratar datos georeferenciados: 1) entrada de datos, 2) uso de los datos 
(almacenamiento y recuperación), 3) manipulación y análisis y 4) salida. Rodríguez 
(1993) propone que un Sistema de Información Geográfica es un modelo informatizado 
del mundo real, descrito en un sistema de referencia ligado a la tierra, establecido para 
satisfacer necesidades de información específicas respondiendo a un conjunto de 
preguntas concretas. 
 
En todas las definiciones anteriormente mencionadas el elemento fundamental hace 
referencia a que son datos espacialmente georeferenciados. Este elemento diferencia a 
los Sistemas de Información Geográfica de otras bases de datos especializadas. El dato 
espacial contiene, en su componente más elemental, características de localización (X, 
Y) y tipo de característica temática (Z), en las cuales se asienta la base de todas las 
operaciones posibles que puede realizar un Sistema de Información Geográfica. El dato 
espacial puede ser sintetizado, analizado y presentado cartográficamente a través de 
los Sistemas de Información Geográfica, por ello, debe ser introducido en la base de 
datos con una serie de requerimientos y características que hacen al dato espacial 
operativo en el Sistema de Información Geográfica pudiendo resolver problemas de 
toma de decisiones (Gutiérrez y Gould, 1994). 
 
El entorno ha pasado a ser una de los temas capitales dentro de las preocupaciones de 
la población mundial. En las últimas décadas se han ido incorporando al acervo popular 
conceptos y vocablos que nos hablan de la importancia del cuidado y conservación de 
lo que se ha dado en llamar “medio ambiente”. A veces puede ser difícil deslindar lo que 
podría ser catalogado como ambiental de lo que no lo es, por lo que investigaciones de 
muy diferente calado son tildadas de ambientales sin por ello cometer un error. Estas 
dos singularidades, es decir, la actualidad del tema y su gran diversidad semántica, 
provocan que las necesidades de información sean mayores que en otros campos. 
Además de todo esto, hay que añadir el enfoque sistémico, generalmente usado en el 
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 - - - 28 - 
análisis ambiental, que hace necesario cubrir ámbitos muy diversos de la problemática 
a estudiar (Laín, 1999). Como consecuencia de todo lo anterior es frecuente que la 
recopilación, tratamiento y análisis de la información para una investigación ambiental 
resulte laboriosa, compleja y costosa. Por ello es necesario dotar al investigador 
ambiental de las herramientas adecuadas para el tratamiento, análisis y difusión de la 
información. Aunque esto parezca sencillo no lo es tanto puesto que, aunque inmersos 
en lo que se ha dado en llamar “La Era de la Información”, carecemos en muchas 
ocasiones de un marco sistémico en el cuál poder ordenar y organizar las 
innumerables fuentes de información de las que disponemos (Arcilas, 2002). 
 
Gran parte de la información ambiental que se maneja está muy vinculada con la 
información geográfica o espacial. En gran medida se puede afirmar que la información 
ambiental suele ser a su vez información geográfica. Los Sistemas de Información 
Geográfica se presentan como una herramienta muy eficaz en el manejo y análisis de 
toda aquella información que pueda ser georeferenciada de algún modo. Su amplia 
difusión en los centros de investigación, las administraciones públicas y organizaciones 
privadas prevé un uso intenso y creciente de este nuevo instrumento de análisis 
territorial. En conclusión debe pensarseque una de las principales aplicaciones de los 
SIG en la actualidad son los temas ambientales y que en el futuro este uso no sólo se 
mantendrá sino que tenderá a crecer de forma exponencial (Laín, 1999). 
 
Los estudios para la conservación de la biodiversidad poseen un componente espacial 
muy marcado. Para la conservación de especies, comunidades y ecosistemas es 
imprescindible el conocimiento de su localización y distribución en el territorio. Esto 
hace de los Sistemas de Información Geográfica, cuya principal característica es su 
capacidad de manejar información espacial, un instrumento cada vez más relevante 
para la toma de decisiones en esta materia. La construcción de bases de datos 
funcionales al objetivo de conservación biológica ha sido una recomendación 
permanente tanto en los últimos encuentros científicos sobre medio ambiente, como de 
diversos tratados internacionales sobre biodiversidad (Moreira, 1996). Lograr un 
conocimiento más acabado de la riqueza biológica, así como aumentar la información 
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 - - - 29 - 
disponible sobre su estado de conservación resulta una tarea prioritaria. Aunado a esto, 
conocer con razonable exactitud su distribución en el territorio es imprescindible, por lo 
cual es importante contar con una expresión espacial tanto de las bases de datos 
existentes como las que diseñen en el futuro. Por otra parte, a las tradicionales 
disciplinas preocupadas del análisis territorial se añaden hoy nuevas tendencias 
disciplinarias que están tomando en consideración problemas de escalas espaciales 
amplias, por ser precisamente allí donde se manifiestan los impactos de uso humano de 
los paisajes naturales. Frente a la necesidad de ampliar, y a la vez de aplicar el 
conocimiento científico disponible sobre biodiversidad, así como de integrar el 
conocimiento proveniente de otras disciplinas, se hace indispensable recurrir a 
modalidades de análisis que permitan el manejo de información con base territorial. 
Entre ellas, los Sistemas de Información Geográfica, entendidos como procedimientos 
de análisis espacial, se cuentan entre las más promisorias tanto a la luz de las 
experiencias realizadas en otros países, así como por su rápido desarrollo a nivel 
mundial en los últimos años. Se trata de un instrumento de carácter sistémico, que 
permite manejar información muy variada y compleja, proveniente de fuentes diversas, 
y que facilita el análisis simultáneo de varias dimensiones de un mismo problema. Su 
capacidad de entregar los resultados en forma cartográfica resulta particularmente útil 
para quienes deben tomar decisiones de política pública a nivel regional (Moreria, 
1996). 
 
De la cualidad del Sistema de Información Geográfica de manejar información espacial 
surge su potencial para apoyar los estudios de conservación de la diversidad biológica. 
Esto debido a que para la conservación de las especies, comunidades y ecosistemas, 
es imprescindible el conocimiento de su localización y distribución en el espacio. Este 
potencial es alto, aún cuando existan discrepancias en relación a la definición del 
concepto de “diversidad biológica”. A los índices de diversidad utilizados en un principio 
por biólogos y ecólogos se han venido a sumar las definiciones con objetivos de 
conservación que distinguen básicamente tres niveles: diversidad genética, de especies 
y de ecosistemas. Esta clasificación tiene una marcada componente espacial. Para 
distinguir un ecosistema dentro de un bioma, por ejemplo, es necesario variar la escala 
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 - - - 30 - 
de análisis. Es más, dentro de un mismo nivel, como puede ser el de diversidad de 
especies, es posible realizar análisis a distintas escalas: global, regional o local 
(Redford, 1993; Moreria, 1996). 
 
Un Sistema de Información Geográfica permite realizar análisis espaciales complejos, 
como el área máxima ocupada por una especie en distintas escalas temporales, el 
porcentaje de esta área superpuesto con la distribución de otra especie, el porcentaje 
del área ocupado por cada tipo de suelo; así como análisis de dependencia entre 
variables, como el número total de individuos o especies monitoreados en un 
determinado rango altitudinal o unidad vegetacional, y los diferentes tipos de hábitat 
ocupados por una especie. Permite, además, formular modelos usando la base de 
datos digital para simular los efectos de un proceso dado, en un tiempo determinado, 
con diferentes escenarios. Es así como los Sistemas de Información Geográfica pueden 
ayudar a identificar carencias en los sistemas de áreas protegidas, o modelar cómo las 
diferentes opciones de desarrollo o de manejo pueden afectar áreas sensibles Sucede 
que además de permitir un complejo análisis, proporcionan un resultado cartográfico 
atractivo y comprensible en todo ámbito, ayudando a salvar la brecha entre el ámbito 
científico y el de la toma de decisiones (Moreira, 1996). 
 
En relación al manejo de fauna silvestre, los Sistemas de Información Geográfica 
pueden ser utilizados para orientar estrategias de conservación por medio del análisis 
de factores tales como disponibilidad de alimentos, protección frente a depredadores, 
potencialidad de áreas para nidificación y reproducción, etc. Una experiencia ilustrativa 
se ha llevado a cabo en California dentro de un programa para restablecer la población 
del cóndor de California (Gymnogyps californianus), que se encuentra en peligro de 
extinción. La meta del programa es liberar individuos dentro del rango histórico de 
distribución a partir de ejemplares criados en cautiverio. Por lo tanto, el análisis del 
rango histórico de distribución de la especie es un componente esencial en el problema. 
El programa ha utilizado un SIG que combina datos de observación del cóndor (lugares 
de anidamiento, alimento, reproducción, áreas de vuelo), con datos ambientales de 
dirección del viento y topografía, cobertura y uso del suelo (esta última variable en 
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 - - - 31 - 
relación a límites urbanos, límites administrativos, áreas forestales, áreas de recreación 
y de caza, y áreas de preservación de la fauna). Integrando todos estos datos al análisis 
se pretende obtener los lugares más idóneos para liberar los individuos criados en 
cautiverio. Según Star y Estes (1990), un Sistema de Información Geográfica que 
permite compilar, analizar y relacionar datos tan cuantiosos y variados, es la única 
herramienta que puede ser usada para modelar el hábitat potencial del cóndor y de 
otras especies con problemas de conservación. 
 
A pesar de que el uso de los Sistemas de Información Geográfica se ha incorporado 
rápidamente en ciertos campos como la planificación urbana, el transporte y la 
distribución de servicios, en el ámbito de la conservación de la biodiversidad son pocas 
las experiencias realizadas, o al menos han sido muy poco difundidas. Un banco de 
datos apoyado por un Sistema de Información Geográfica es una iniciativa que ayudaría 
a sistematizar y dar expresión espacial (territorial) a este conocimiento y sin duda 
facilitaría el diseño de estrategias de conservación apropiadas. En la medida que se 
realicen nuevas experiencias de manejo de información espacial a través de los 
Sistemas de Información Geográfica en este campo, irán probándose metodologías, 
criterios y variables a utilizar, que permitan un mejor conocimiento de la forma y las 
causas de la distribución en el espacio y el tiempo de las especies que configuran la 
diversidad biológica característica de cada lugar (Moreira, 1996). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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2.0. ÁREA DE ESTUDIO. 
 
Se ha definido la región central de la península ibérica como zona de estudio 
obedeciendo al registro continuo de la especie dentro de sus márgenes y por la 
variedad de condiciones propicias para su actividad (Figura 9).2.1. Provincia de Madrid. 
 
La Provincia de Madrid se organiza territorialmente en 179 municipios y en 801 
localidades y entidades menores de población. Posee el 2.2 % de los municipios totales 
que integran el territorio español y es la vigésimo tercera provincia española en número 
de ayuntamientos. La Comunidad Autónoma tiene una superficie de 8,021,80 Km². Sus 
límites describen un triángulo equilátero aproximado, en el que su base está en la linde 
con la provincia de Toledo, al sur, y su vértice superior en el puerto de Somosierra, al 
norte. El término municipal de Aranjuez rompe esta forma triangular, a modo de 
apéndice que se adentra en la provincia de Toledo. Fuera de ese triángulo, rodeada por 
las provincias de Ávila y Segovia, se encuentra la Dehesa de la Cepeda, que pertenece 
al municipio madrileño de Santa María de la Alameda. La región está situada en el 
centro de la Meseta Central, en la parte septentrional de la Submeseta Sur, entre el 
Sistema Central (al norte y noroeste) y el río Tajo (al sur y sureste). Limita al norte y al 
oeste con Castilla y León (provincias de Segovia y Ávila) y al este y al sur con Castilla-
La Mancha (provincias de Toledo, Guadalajara y Cuenca) (Montero et al., 1991; 
Echengausia y Unceta, 2006). 
 
Se trata de una región con gran variedad ecológica y sus mayores elevaciones se 
encuentran en el Sistema Central (Peñalara - Sierra de Guadarrama, 2,430 m; Siete 
Picos, 2,138 m; y Peña Cebollera - Sierra de Somo 2,129 m). El conjunto de sierras es 
muy complejo y flanquea la región por el norte; su relieve es de estructura fallada, con 
horst y graben, labrados sobre gneis y granitos. Se distinguen tres conjuntos: el 
Conjunto Somosierra-Ayllón; la Sierra de Guadarrama; y las estribaciones de la Sierra 
de Gredos al suroeste (Montero et al., 1991; Echengausia y Unceta, 2006). 
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Es una zona abundantemente irrigada. Entre los principales cursos de agua destacan 
los ríos Jarama, Guadarrama, Alberche, Ausencia, Cofio, Perales, Lozoya, Guadalix, 
Manzanares, Henares, Anjuelo y Tajuña (estos últimos dos de alimentación pluvial y la 
mayoría tributarios del Tajo). El clima dominante en la región es el mediterráneo 
continentalizado debido a la altitud y a la disposición de las montañas que impiden que 
lleguen las masas de aire húmedo marítimo, de tal manera que las montañas presentan 
medias climáticas más frías. Existe un notable gradiente térmico y pluviométrico e 
irregularidad climática propiciada por el medio urbano. Las precipitaciones presentan un 
notable gradiente desde el valle del Tajo, donde no se alcanzan los 500 mm por año, 
hacia las montañas que se pueden superara los 1,500 mm por año. También la 
temperatura presenta un gradiente muy acusado y con un patrón similar al de las 
precipitaciones (Montero et al., 1991; Echengausia y Unceta, 2006). 
. 
El contraste entre el valle del Tajo y las montañas dan a la región una notable variedad 
ecológica. Aunque ha sido intensamente explotada, lo que ha provocado la 
deforestación de buena parte de la región, existen zonas de montaña menos explotadas 
y las manchas forestales autóctonas son notables a pesar de la intensa presión 
demográfica. La vegetación natural de la región es el bosque mediterráneo de encino y 
alcornoques (que sería la vegetación típica del piso basal), pero prácticamente ha 
desaparecido y ha sido sustituido por encinares. En la región también predominan las 
especies subseriales arbustivas en formaciones de garriga (una formación vegetal baja, 
resultado de la degradación del bosque de Quercus (Quercus pubescens, Quercus ilex) 
constituida principalmente por arbustos resistentes a la sequía que característica de las 
regiones mediterráneas), maquia o estepa mediterránea (una formación vegetal de 
especies perennes formada principalmente por arbustos y árboles termófilos, de altura 
media entre 50 cm a 4 metros), que además corresponden, generalmente, con áreas 
abandonadas. En el piso montano aparece el roble y el fresno, ya en condiciones de 
mayor humedad y menos calor; sin embargo, este piso está sufriendo intensamente el 
impacto de las especies de repoblación, como el pino. En las zonas más húmedas y 
altas aparece el haya, junto a acebos, tejos, arces, cerezos, y demás especies del 
bosque caducifolio, y el castaño como especie cultivada. En el piso subalpino aparece 
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el pino silvestre, adaptado a una menor temperatura y peores suelos, ya que se 
encuentra en las laderas más empinadas. El límite inferior de este piso es impreciso, 
debido a la repoblación del piso montano con esta especie (Montero et al., 1991; 
Echengausia y Unceta, 2006). 
 
En el piso alpino aparece la pradera, que hasta el siglo XIX sirvió como área de pasto 
para el ganado. El bosque de ribera es importantísimo en los valles de los ríos; en él se 
encuentran olmos, chopos y fresnos, pero ha sufrido muy intensamente la presión 
antrópica y prácticamente ha desaparecido siendo sustituido por explotaciones 
madereras de crecimiento rápido (Montero et al., 1991; Echengausia y Unceta, 2006). A 
pesar de la intensa presión demográfica la región tiene bastantes espacios naturales 
protegidos, en los que están representadas las principales biocenosis de la comunidad. 
Entre ellos destacan: el Parque Regional de la cuenca alta del Manzanares (el cual 
alberga algunos de los ecosistemas mejor conservados, con cordilleras fluviales, zonas 
húmedas, bosques, y acoge especies en peligro de extinción como el buitre leonado, el 
águila imperial, y diversidad de rapaces, rebecos, jabalí, y cabra montesa); el Parque 
del Sureste (situado en las inmediaciones de la confluencia de los ríos Manzanares y 
Jarama en una zona húmeda que alberga fauna importante como ánades, cigüeñas, 
cigüeñuelas, garcilla, halcón peregrino y milano negro); el Parque Natural de la Cumbre, 
Circo y Lagunas de Peñalara (que contiene la cumbre más alta de la Comunidad, 
Peñalara, así como el aparato glaciar más desarrollado de la sierra de Guadarrama, con 
tres circos glaciares, sus morrenas centrales, laterales y terminales, sus lagunas y 
trampales); la Reserva Natural de El Regajal-Mar de Ontígola (donde anidan varias 
especies de aves migratorias); y el Monte de El Pardo (perteneciente al Patrimonio 
Nacional Español y cuya extensión guarda la mejor muestra de monte mediterráneo de 
la región, con bosques adehesados de encino, alcornoque y enebro y fauna compuesta 
por águilas imperiales, corzos, gamos, jabalíes y conejos) (Montero et al., 1991; 
Echengausia y Unceta, 2006). 
 
 
 
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2.2. Provincia de Segovia. 
 
Castilla y León es una comunidad autónoma española constituida en 1983, cuyo 
territorio se sitúa en la parte norte de la meseta de la península Ibérica y se 
corresponde mayoritariamente con la parte española de la cuenca del Duero. Está 
compuesta por las provincias de Ávila, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, 
Soria, Valladolid y Zamora. Es la comunidad autónoma con mayor extensión de España 
y la tercera región más extensa de la Unión Europea (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y 
Arenillas, 2006). 
 
La Provincia de Segovia está formada, en su mayor parte, por la meseta y un cinturón 
de relieves montañosos. La meseta es una altiplanicie que tiene una altitud media 
cercana a los 800 m y está cubierta por materiales arcillosos depositados que han dado 
lugar a un paisaje seco y árido. Siguiendo la morfología de la zona se pueden observar: 
al norte, las montañas de las provincias de Palencia y de León con cumbres altas y 
espigadas y las montañas de la provincia de Burgos, dividas en dos partes por el 
desfiladero de Pancorbo, vía de unión entre el País Vasco y Castilla, de éstas, la parte 
norte pertenece a la Cordillera Cantábrica y llega hasta la ciudad de Burgos; la zona 
este-sureste,perteneciente al Sistema Ibérico; en la parte nordeste se extienden las 
montañas de Zamora, con picos amesetados por la erosión; al este, en las montañas 
sorianas, se puede apreciar el Sistema Ibérico, presidido por el Moncayo, su cumbre 
más alta; separando la meseta septentrional de la meridional, al sur, se levanta el 
Sistema Central donde se encuentran la Gata y la Gredos en la mitad oeste y la 
Guadarrama y la de Ayllón en la mitad este (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 
2006). 
 
La meseta septentrional está constituida por zócalos paleozoicos. Al principio de la era 
Secundaria, una vez finalizado el plegamiento herciniano que elevó la actual 
Centroeuropa y la zona galaica de España, los materiales depositados fueron 
arrastrados por la acción erosiva de los ríos. Durante el plegamiento alpino, los 
materiales que formaban la meseta se rompieron por múltiples puntos. De esta fractura 
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se elevaron los montes de León, con montañas de no mucha altura y, constituyendo la 
espina dorsal de la meseta, la Cordillera Cantábrica y el Sistema Central, formado de 
materiales como el granito o las pizarras metamórficas (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y 
Arenillas, 2006). 
 
La principal red hidrográfica de Castilla y León está constituida por el río Duero y sus 
afluentes. Desde su nacimiento en los Picos de Urbión, en Soria, hasta su 
desembocadura en la ciudad portuguesa de Oporto, el Duero recorre 897 Km. Del norte 
descienden el Pisuerga, el Valderaduey y el Esla, sus afluentes más caudalosos y por el 
este, con menor agua en sus caudales, destacan el Adaja y el Duratón. Después de 
pasar la ciudad de Zamora, el Duero se encajona entre las montañas de los Arribes, en 
Portugal, de donde le llegan importantes afluentes como el Tormes, el Huebra, el 
Águeda, el Coa y el Paiva, todos procedentes del Sistema Central. Por la derecha le 
llegan el Sabor, el Tua y el Támega, nacidos en el macizo Galaico. Pasados los Arribes, 
el Duero gira hacia el oeste desembocando en el Atlántico. Sin embargo, la Cuenca del 
Duero no es la única, ya que también están la del Ebro, en Burgos y Soria (río Jalón), la 
del Miño en León, la del Tajo en Salamanca (río Alagón) y la Cantábrica en algunas 
provincias por las que pasa la Cordillera Cantábrica (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y 
Arenillas, 2006). 
 
Además de los ríos, la cuenca del Duero también alberga gran cantidad de lagos y 
lagunas como la Laguna Negra, en los Picos de Urbión, la Laguna Grande, en Gredos, 
el Lago de Sanabria, en Zamora o la Laguna de la Nava en Palencia. También 
destacan una gran cantidad de embalses, alimentados por el agua proveniente de las 
lluvias y el deshielo de las cumbres nevadas. Así, Castilla y León a pesar de no tener 
precipitaciones abundantes es una de las comunidades de España con mayor nivel de 
agua embalsada (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 2006). 
 
La Provincia tiene un clima mediterráneo continentalizado, con inviernos largos y fríos, 
con temperaturas medias de entre 2° C y 4° C en Ene ro y veranos cortos y calurosos 
(medias de 19° C a 22º C), pero con los tres o cuat ro meses de aridez estival 
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característicos del clima mediterráneo. La precipitación media anual es del orden de 
450-500 mm acentuándose en las tierras más bajas (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y 
Arenillas, 2006). 
 
Las encinas y sabinas dominantes en la llanura castellano-leonesa son restos de los 
bosques que cubrieron hace tiempo estas mismas tierras. Las explotaciones 
agropecuarias, debido a la necesidad de tierras para el cultivo del cereal y de pastos 
para los inmensos rebaños de la mesta castellana, supuso la deforestación de estas 
tierras durante la Edad Media. Los últimos bosques castellano-leoneses de sabina se 
encuentran en las provincias de Soria y Burgos. Son bosques poco frondosos que 
pueden formar comunidades mixtas con encinas, quejigo o pino. La vertiente castellano-
leonesa de las montañas cantábricas y las estribaciones del norte del sistema Ibérico 
cuentan con una rica vegetación. Las laderas más húmedas y frescas están pobladas 
por grandes hayedos, cuya área de extensión puede alcanzar los 1,500 m de altitud. A 
su vez, el haya forma bosques mixtos con el tejo, el serbal, el mostajo, el acebo y el 
abedul. En las laderas de solana proliferan el roble albar, el carballo, el fresno, el tilo, el 
castaño, el abedul y el pinar de Lillo, una especie típica del norte de la provincia de 
León (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 2006). 
 
En las laderas inferiores del sistema Central perviven amplias extensiones de encinar. A 
un nivel superior, entre los 1,000 y 1,100 m de altitud, abundan los castañares. Por 
encima de ellos predomina el roble pirenaico, muy resistente a los fríos, cuyo estrato se 
prolonga hasta los 1,700 m. Sin embargo, muchos robledales han desaparecido, 
talados por el hombre y sustituidos por pinos de repoblación. Los principales pinares 
nativos se encuentran en la sierra de Guadarrama. Las zonas subalpinas situadas entre 
los 1,700 y los 2,200 m acogen matorrales de piornos y enebros. Buena parte de la 
provincia de Salamanca, sobre todo en las comarcas de Salices y Ciudad Rodrigo, está 
ocupada por dehesas, un tipo de bosque parecido al de las sabanas africanas, con 
encinas, alcornoques, quejigos y rebollos. La provincia de Salamanca y la de Valladolid 
en la región de Rueda (Valladolid) cuentan también con los únicos olivares castellano-
leoneses, ya que estos árboles no crecen en ninguna de las otras regiones de Castilla y 
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León. También cabe destacar las regiones vinícolas con vinos de muy buena calidad 
como pueden ser los de Toro, los de Ribera del Duero (Valladolid, Burgos, Soria) los de 
Rueda, o los de Cigales (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 2006). 
 
Castilla y León presenta una gran diversidad faunística. Existen numerosas especies y 
algunas de ellas tienen especial interés por su singularidad, como algunas especies 
endémicas, o bien por su escasez como por ejemplo el oso pardo. Se han contabilizado 
418 especies de vertebrados, que constituyen el 63 % de todos los vertebrados que 
habitan en España. El aislamiento a que están sometidas las altas cumbres propicia la 
existencia de abundantes endemismos como es el caso de la cabra montés (Capra 
pyrenaica victoriae), que en Gredos constituye una subespecie única en la Península. 
Otros mamíferos como la ardilla, el lirón, el topo, la marta, la garduña, el zorro, el gato 
montés, o el lobo son bastante abundantes en algunas áreas y, únicamente en la 
cordillera Cantábrica, algunos ejemplares de oso pardo suelen frecuentar los bosques 
caducifolios. El gato montés (Felis silvestris) y el lince ibérico (Lynx pardina) viven casi 
únicamente en zonas de matorral mediterráneo (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 
2006). 
 
También se encuentran en este ambiente pequeños reptiles como la culebra de 
escalera, la culebra lisa meridional y la culebra de esculapio. La culebra lisa europea 
(Coronella austriaca) puede encontrarse desde el nivel del mar hasta los 1,800 m de 
altura y en la Comunidad tiende a vivir en las alturas. Más arriba todavía, en las zonas 
rocosas del piso subalpino a unos 2,400 m de altitud vive la lagartija serrana (Lacerta 
monticola cyreni), uno de los pocos reptiles adaptados a estas alturas. La salamandra 
de Almanzor (Salamandra salamandra almanzoris) y el sapo de Gredos (Bufo bufo 
gredosicola) son dos subespecies endémicas del sistema Central (Bosque y Vila, 1992; 
Sáenz y Arenillas, 2006). Entre las aves que pueblan los bosques mediterráneos 
abiertos viven dos especies en peligro de extinción: la cigüeña negra (Ciconia nigra) y el 
águila imperial ibérica (Aquila adalberti). El águila imperial ibérica anida en los árboles y 
se alimenta sobre todo de conejos,pero también de aves, reptiles y carroña. En los 
bosques de coníferas viven entre otros el agateador, el carbonero garrapinos (Parus 
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ater) y el trepador azul (Sitta europaea). Entre las rapaces forestales se encuentran el 
azor (Accipiter gentilis), el gavilán (Accipiter nisus) o el cárabo (Strix aluco), que atacan 
con frecuencia a otras aves de menor tamaño como arrendajos (Garrulus glandarius), 
pitos (Metriopelia melanoptera), pinzones (Fringilla coelebs) y currucas (Sylvia 
atricapilla) (Bosque y Vila, 1992; Sáenz y Arenillas, 2006). En las inmediaciones de la 
Provincia encontramos numerosos parques y espacios naturales como los de Picos de 
Europa, que es también parque nacional, Sierra de Gredos, lago de Sanabria, Cañón 
del Río Lobos, Hoces del Duratón, Arribes del Duero, Fuentes Carrionas y Fuente 
Cobre, Batuecas-Sierra de Francia y el de las Hoces del Río Riaza (Bosque y Vila, 
1992; Sáenz y Arenillas, 2006). 
 
Figura 9. Provincias de Segovia y Madrid. 
 
 
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3.0. OBJETIVOS. 
 
3.1 Objetivo General. 
 
El objetivo general de este trabajo fue realizar un análisis de la distribución espacial de 
la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) en la región central de la península 
ibérica, específicamente de los grupos identificados en la porción Norte-Noreste de la 
Comunidad de Castilla y León (próximos o en la Provincia de Segovia) y en la porción 
Centro-Norte de la Provincia de Madrid. 
 
3.2 Objetivos Particulares. 
 
Como objetivos particulares se plantearon la elaboración de un censo de la población 
reproductora y no reproductora de la especie en las zonas de estudio para estimar el 
tamaño de la población, la identificación y caracterización de las locaciones de 
nidificación y alimentación de la especie en las áreas de estudio, la estimación de la 
distribución espacial de reproductores en las zonas de interés y la obtención de 
información puntual y referencial sobre la distribución espacial de la especie utilizando 
Sistemas de Información Geográfica, particularmente mediante la aplicación Animal 
Movement Analyst. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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4.0. METODOLOGÍA. 
 
Se realizaron un total de 55 recorridos en campo durante el período Marzo, 2004 – 
Julio, 2007 en la porción Norte-Noreste de la Comunidad de Castilla y León y en la 
porción Centro-Norte de la Comunidad de Madrid. Los recorridos sirvieron para obtener 
información sobre el uso del hábitat, organización social en dormideros y movimientos 
de dispersión de la especie. De igual manera, se obtuvo información sobre el número 
de aves reproductoras y no reproductoras durante las épocas de cría para estimar el 
tamaño poblacional y datos relativos a la distribución de los reproductores. De cada uno 
de los grupos observados en las visitas prospectivas se seleccionaron hembras para 
anillarlas con la finalidad de que sirvieran como referencia para la identificación de los 
grupos en visitas posteriores. El anillamiento consiste en la aplicación de una anilla 
metálica, habitualmente de aluminio, en la pata de un ave viva. Esta anilla lleva impreso 
un remite, que identifica a la estación anilladora donde se centralizan los datos, uno o 
varios dígitos característicos del tamaño de la anilla y un número diferente para todas 
las anillas del mismo modelo y estación. Los datos de anillamiento correspondientes a 
todas las aves que llevan anillas de un remite determinado quedan archivados en el 
centro correspondiente. Estos datos son básicamente la especie del ave, el grupo al 
cual pertenece, su edad y el lugar y la fecha en que se ha liberado con la anilla. Otra 
información opcional, como medidas y peso, estado reproductor o parasitario, o datos 
de muda, pueden también recogerse. Frecuentemente alguna de esta información, 
como en los casos de la muda o la biometría, forma parte de otros bancos de datos 
paralelos. La información de cualquier captura posterior de la misma ave se envía a la 
estación del grupo que le corresponde, donde se elabora un historial en el que se 
incluyen los datos de anillamiento y los de las sucesivas capturas (Pinilla, 2000). 
 
Para la presentación inicial de los datos se recurrió a fichas de campo en las cuales se 
incluyeron datos sobre el recuento de aves en dormideros en dos épocas diferentes del 
año, invierno (aves jóvenes más una porción de las parejas reproductoras) y primavera 
(aves jóvenes que forman una población temporal en bandadas), los conteos de los 
números de parejas posibles, probables y seguras, temporalidad, y pautas para la 
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realización de programas de seguimiento de las bandadas desde los dormideros hasta 
las zonas de alimentación. En cuanto a las observaciones y registros sobre 
comportamiento, se tomaron en consideración datos relativos a las actividades de los 
grupos de acuerdo al hábitat y la caracterización del mismo para el establecimiento de 
patrones de comportamiento y uso del territorio y movimientos de los grupos. Los 
puntos de observación de la especie fueron georreferenciados y registrados en los 
mapas topográficos de las zonas correspondientes para su transferencia posterior a la 
cartografía digital. La información proveniente de los registros se compiló en hojas de 
cálculo Excel para conformar una base de datos compatible con un Sistema de 
Información Geográfica anexando cada bloque al dormidero o punto de actividad 
observado. 
 
La metodología de este estudio es de carácter sistémico e integrador y considera al 
territorio como un sistema de relaciones entre un conjunto amplio de componentes de 
diferente naturaleza. La interacción entre estos componentes y los hábitos de ocupación 
del territorio por parte de la especie fue estudiada a través de análisis cartográfico. El 
análisis de la distribución espacial tuvo como resultado base la elaboración de una 
cartografía ecológica donde se identificaron diferentes unidades y sectores que reflejan 
la dinámica de movimiento de la especie y la caracterización del territorio que ocupa 
tomando en consideración un conjunto variables como el sustrato, la vegetación, los 
usos del suelo, el relieve, y la cercanía a las infraestructuras presentes, a cuerpos de 
agua y a zonas naturales protegidas. 
 
La información cartográfica de la que se dispuso para realizar este estudio proviene, 
para la Comunidad de Madrid, del proyecto interinstitucional de la Red Complementaria 
del Sistema Urbano Español (Proyecto Marco “Estudio prospectivo del Sistema Urbano 
del Sudoeste Europeo” del Programa Operativo Sudoeste Europeo / Diagonal 
Continental de la Iniciativa Comunitaria INTERREG II-C, suscrito entre Portugal, Francia 
y España), editado por el Ministerio del Medio Ambiente y La Universidad Complutense 
de Madrid, a través del Departamento de Geografía Humana en el año 2005 (Troitiño et 
al., 2005). Para lo referente a Segovia y alrededores, la base cartográfica utilizada es 
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del año 2004 y fue proporcionada por la Junta de Castilla y León por medio de la 
Consejería de Fomento, la Dirección General de Vivienda, Urbanismo y Ordenación del 
Territorio y su Centro de Información Territorial. Con base a los objetivos del proyecto y 
a la disponibilidad de la información cartográfica en formato digital la escala utilizada en 
la cartografía fue de 1:50,000 para todos los mapas temáticos: cuerpos de agua, 
división territorial, edafología, hidrología superficial, núcleos urbanos, parques naturales, 
infraestructuras y vías de acceso, geología y vegetación y usos del suelo. A esta misma 
escala se generó la sectorización y cartografía resultantes del estudio. Los Modelos 
Digitales de Elevación utilizados presentan una escala de 1:25,000 con una resolución 
de malla de 25 x 25 m.

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