Logo Studenta

Soldados-del-destino-manifiesto--cuatro-testimonios-de-la-guerra-del-47

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFíA Y LETRAS 
SOLDADOS DEL DESTINO MANIFIESTO. 
CUATRO TESTIMONIOS DE LA GUERRA DEL 47 
T E S S 
QUE PARA OBTENER El TfTULO DE: 
LICENCIADO EN HISTORIA 
PRESENTA: 
RAÚL NIVÓN RAMíREZ 
ASESOR: 
MIGUEL SOTO 
MtxlCO O.F 2007 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE fiLOSOFíA Y LETRAS 
SOLDADOS DEL DESTINO MANIFIESTO. 
CUATRO TESTIMONIOS DE LA GUERRA DEL 47 
T E S S 
QUE PARA OBTENER El TfTULO DE: 
LICENCIADO EN HISTORIA 
PRESENTA : 
RAÚL NIVÓN RAMiREZ 
ASESOR: 
MIGUEL SOTO 
M8<ICO O.F 2007 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Luisa Fernanda 
 
 
 
 
 
 Agradecimientos 
 
Agradezco al doctor Miguel Soto por aceptar la asesoría de este trabajo, y 
por su compromiso como investigador y docente hacia la comunidad universitaria 
y los alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras. 
A las doctoras Josefina MacGrégor y Ana Rosa Suárez Argüello, así como 
al doctor Bernardo Ibarrola por la lectura y comentarios al presente trabajo, y por 
brindarme la oportunidad de trabar como becario en dos proyectos importantes de 
investigación histórica. 
Al doctor Javier Rico, por aceptar la lectura de esta tesis, y por el ejemplo 
personal que representa como docente. 
A la doctora Estela Báez, sínodo del presente trabajo, y por sus 
comentarios que sin duda enriquecieron el escrito. 
A mi colegas, carnales y críticos, Eric, Didier y Pillo. 
A mi amigos y compañeros que me han acompañado estos últimos años, y 
a quienes de manera sincera aprecio y admiro: Mirna, Axel, Gonzalo, Adriana, 
Omar, José Luis, Gabriel, Victoria, Claudia, Luis. 
A la Universidad Nacional Autónoma de México facilitarme no sólo una 
formación profesional, sino también deportiva. 
A Jorge Maldonado por convencerme en estudiar esta importante carrera. 
A Marisela, por ser mi compañera estos últimos meses. 
A mis primos, tíos y abuelos: Isabel, Francisca, Raúl y Mauricio 
A mi querida hermana Luisa Fernanda por aguantarme tantos años, y por el 
orgullo de ser tu hermano. 
A mis amados padres, Xóchitl y Eduardo, por su empeño, dedicación y por 
su ejemplo como académicos, pero sobre todo, como personas. 
 
 
 
Ciudad Universitaria, 17 de septiembre de 2007 
 
Índice 
 
 Agradecimientos 4 
Comentarios iniciales 5 
 
Capítulo 1: “Predestinados a la grandeza” 13 
 Preludio 14 
 La fundación del expansionismo estadounidense 17 
 Nace un nuevo término 24 
 El impacto del nuevo término 32 
 Intermedio 39 
 La herramientas del Destino Manifiesto 44 
 
Capítulo 2: Esbozo de México 56 
 Bajo el mando de Zachary Taylor 57 
 William Seaton Henry 61 
 1. Biografía del capitán 61 
 2. West Point: “Nuestra alma mater debe 
estar orgullosa de sus hijos…” 63 
 Campaign Sketches o Esbozos de campaña 68 
 William Seaton Henry y el Destino Manifiesto 74 
 
Capítulo 3: México: un sitio romántico 79 
 Bajo el mando de Winfield Scott 80 
 H. Judge Moore 83 
 Scott’s Campaign… o La campaña de 
Scott en México 87 
 Romanticismo y Destino Manifiesto 92 
 
Capítulo 4: Las campañas alternas 103 
 Bajo el mando de John E. Wool 104 
 Jonathan W. Buhoup 105 
 Army of Chihuahua o El Ejército de Chihuahua 107 
 Bajo el mando de Joseph Lane 109 
 Albert Gallatin Brackett 111 
 General Lane’s Brigada o La brigada del general 
Lane 113 
 La “prensa de a centavo” y el estilo de Brackett 
y Buhoup 114 
 ¿Destino Manifiesto en la brigada de Lane y 
el ejército de Chihuahua? 119 
 
Comentarios finales 127 
 
Fuentes 133 
 
 5
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Comentarios iniciales 
 6
1. 
 La guerra entre México y Estados Unidos de 1846-1848 inauguró un nuevo 
periodo en la historia de ambas naciones, cuya consecuencia más evidente fue, para 
la primera, la pérdida de la mitad del territorio, y con ello el punto más crítico de su 
vida política, económica y social desde la consumación de la independencia hasta 
ese momento; mientras que para la segunda, significó la ansiada expansión 
continental hasta el pacífico. 
 Sin embargo, para la parte mexicana, la Guerra del 47 representa 
también –hasta la fecha- un drama que no tuvo una justificación moral ni racional, y 
que se ha tomado como un momento clave en la fundación de la nación mexicana. Es 
tal vez por este trauma en la conciencia mexicana que no se le ha dedicado la 
atención que le corresponde, aunque “no haya sido olvidada completamente, ni sus 
protagonistas perdonados”. 1 
La importancia de este evento como hecho que define a la nación mexicana 
tiene que ser abordada de diversas formas, con el fin de brindar no sólo una 
interpretación más completa de él, sino para contribuir también a reducir el 
sentimiento adverso ante la derrota y pérdida de los territorios. De esta forma, se 
podrá tener una opinión más fundamentada sobre el hecho histórico y sus 
consecuencias, dejando a un lado –en la medida de lo posible- la carga pasional que 
representa para los mexicanos la guerra con Estados Unidos. 
 
2. 
 
La historiografía mexicana y la estadounidense están de acuerdo en que uno de los 
factores que orillaron a la guerra entre estos países fue la influencia del Destino 
Manifiesto en la política e ideología de los anglosajones. Prácticamente en todas las 
obras que de una u otra manera abordan el tema, no sólo de la guerra, sino de las 
relaciones entre México y Estados Unidos, se hace mención de esta ideología como 
determinante en el curso de sus interacciones. El Destino Manifiesto fue la 
materialización conceptual de todo un complejo de eventos, acontecimientos, 
 
1 Jesús Velasco Márquez. La guerra del 47…. p. 9. 
 7
sentimientos y proyecciones que la sociedad y gobierno estadounidenses 
experimentaban. En dos simples palabras, sus creadores lograron encerrar no sólo 
una explicación histórica, sino una justificación del origen mismo de la nación 
estadounidense y así insertarla ante las demás como un “pueblo” elegido por una 
fuerza superior encaminada a un fin trazado por Dios. 
Sin embargo, mucho se habla de este discurso de elección divina y de 
expansionismo concebido por los altos mandos políticos, militares y en la opinión 
pública, pero ¿hasta qué grado se encontraba el común de la población 
estadounidense permeada de la idea de predestinación manifiesta, y de manera 
específica los soldados que sometieron a México en 1846-1848? De esta manera, 
presento a continuación una breve investigación historiográfica en la que se aborda el 
tema de la presencia de la idea del “Destino Manifiesto” en cuatro testimonios de 
soldados estadounidenses que participaron en la guerra del 47.Para ello, se definirá 
la idea del Destino Manifiesto así como sus orígenes, y se hablará sobre el periodo 
histórico en el que nació el término (1828-1845). 
Así, la presente investigación plantea la siguiente afirmación a demostrar: 
• Que la idea del Destino Manifiesto se encuentra presente en los cuatro casos 
concretos a analizar. 
3. 
 
 El criterio de selección de los cuatro testimonios fueel de las distintas 
campañas realizadas para la invasión de México. Éstas fueron las de los generales 
Zachary Taylor y John E. Wool al norte de México en 1846 y 1847, y de Winfield Scott 
y Joseph Lane en el altiplano central, 1847 y 1848.2 Dada la extensión y riqueza de 
información encontrada en los soldados partícipes en las campañas de Taylor y Scott, 
y con el fin de guardar el orden cronológico de ambas campañas, la primera obra a 
analizar será la del capitán William Seaton Henry, quien participó bajo las órdenes del 
primero, siguiendo el apartado dedicado a Judge Moore, soldado de la campaña del 
segundo. Se encuentra al final un capítulo en el que se abordan las narraciones de 
 
2 No se ignora la campaña por la conquista de Arizona, California y Nuevo México dirigida por el general Stephen 
Kearny y el capitán Alexander Doniphan, sin embargo, por cuestiones de extensión, no han sido consideradas para 
el presente trabajo. 
 8
Jonathan Buhoup y Albert G. Brackett, soldados de los ejércitos de Wool y Lane 
respectivamente. Se unifica en una unidad temática a estos dos autores debido a que 
sus participaciones en las campañas alternas generaron elementos similares en sus 
obras que hicieron posible colocarlos en uno solo. En cada apartado se esboza una 
breve caracterización del soldado analizado, así como del general que los dirigió 
debido a que consideré necesario, hacer un contraste entre el alto mando y el 
individuo que formó parte del contingente que vino a México. 
 Las obras utilizadas para llevar a cabo la investigación se ubican en la 
biblioteca Ernesto de la Torre Villar del Instituto de Investigaciones Dr. José María 
Luis Mora, y se detallan a continuación: 
 
Brackett, Albert Gallatin. General Lane’s Brigade in Central Mexico by Albert G. 
Brackett, M.D., Late an Officer in the U.S. Volunteer Service. Cincinnati: H. W. 
Derby & Co.; New York, J. C. Derby, 1854. 336 p. 
 
Buhoup, Jonathan W. Narrative of the central division, or army of Chihuahua, 
commanded by Brigadier General Wool: embracing all the occurrences ... from 
the time of its rendezvous at San Antonio de Bexar till its juncture with Gen’l 
Taylor, and its final disbandment at Camargo - with an account of its sufferings 
while passing through a barren and hostile country - together with a description 
of the battle of Buena Vista, &c. and an interesting appendix. By Jonathan W. 
Buhoup. Pittsburgh: M. P. Morse, 1847. 168 p. 
 
Henry, William. Seaton. Campaign Sketches of the War with Mexico by Capt. W. S. 
Henry, U. S. Army. He Wishes to Enjoin Upon the Battalions of Infantry, That 
Their Main Dependence Must be in Bayonet – Taylor’s Orders. With 
Engrabings. Nueva York: Harper and Brothers Publishers, 1847. 331 p. 
 
Moore, Judge. Scott’s Campaign in Mexico form the Redezvous on the Island of 
Lobos to the Taking of the City Including an Account of the Siege of Puebla, 
UIT Sketches of the Country and Manners and Customs of the Inhabitants. By 
Judge Moore of the Palmetto Regiment. Charleston: J. B. Nixon Publisher, 
1849. 234 p. 
 
 9
4. 
 
En el capítulo inicial intitulado “Predestinados a la grandeza”, se intentó exponer el 
origen del expansionismo estadounidense, así como del espíritu que prevaleció a lo 
largo de este tiempo, y que en mayor o menor medida, formó parte de los valores de 
los soldados analizados. Originalmente no contemplaba abundar mucho en el tema 
dado que la propuesta inicial consideraba que se podían incluir los elementos del 
contexto histórico dentro de los apartados dedicados a los autores a analizar. Sin 
embargo, observé que el momento histórico en el que se gesta el afán por ampliar el 
territorio estadounidense resultaba lo bastante extenso y complejo como para hablar 
de ello en un capítulo completo.3 
 De esta manera, se intentó armar un primer apartado en el que, sin un afán de 
originalidad particular, se mostrara al lector el escenario y contexto de los temas 
tratados dentro de los capítulos de los soldados. 
 Resultó entonces que los temas del expansionismo y el Destino Manifiesto se 
extendieron de tal manera que no pareció pertinente dar una panorámica de la guerra 
del 47. Sí prefirió entonces, que el apartado dedicado a “las herramientas del Destino 
Manifiesto” y los “bajo el mando de…” los generales Taylor, Scott, Wool y Lane se 
ocuparan de los sucesos principales del conflicto mexicanoestadounidense. 
 A lo largo del texto se presentan ilustraciones que muestran algunos de los 
protagonistas de la guerra, se dio prioridad a los daguerrotipos y acuarelas de la 
época. Estas imágenes fueron obtenidas de internet, y su procedencia se detalla en la 
bibliografía. 
 
 
3 Dicho sea de paso, y dejando este comentario como una nota al pie de página, si desde los niveles medios se 
dedica tanto esfuerzo a explicar la historia europea para entender el desarrollo del proceso mexicano, habría que 
reflexionar entonces, cuál ha sido el papel de la historia estadounidense en la construcción de la mexicana. Con 
esto no quiero decir que no haya una buena cantidad de estudios importantes y pertinentes sobre historia, 
historiografía o la influencia histórica de Estados Unidos a México, sin embargo, considero que así como se habla 
de un renacimiento europeo, una ilustración y una revolución francesa (por citar algunos temas típicos de los 
planes de estudio), no se dedica el mismo tiempo a la colonización inglesa en América, la independencia de 
Estados Unidos, o el periodo de construcción de ese país después de su emancipación de Gran Bretaña. 
 10
5. 
 
Con respecto al estado de la cuestión, no se abundará sobre las obras que tratan 
sobre el Destino Manifiesto o sobre la guerra del 47. La razón obedece, en el caso del 
primer tema, a que a lo largo del primer capítulo, se habla del origen del término, así 
como del impacto que éste tuvo tanto en la década de 1840, como en la historiografía 
posterior. En el caso del conflicto entre México y Estados Unidos, hay una gran 
cantidad de títulos que se ocupan del acontecimiento, desde el tiempo de la misma 
guerra. Por ello, y dado que no es objetivo de este escrito hablar sobre los orígenes, 
desarrollo o consecuencias del conflicto mexicano-estadounidense, no se hablará 
sobre las obras que sí se encargan de esto, aunque es importante señalar que se 
intentó hacer uso en los apartados monográficos, de las obras más importantes y/o 
recientes que abordan el tema, y que se detallan tanto en el aparato crítico como en 
la bibliografía. 
En cambio, se hablará brevemente de aquellas obras que sirven de 
antecedente para la construcción de este texto, y que de manera general relacionan 
la visión que los extranjeros, especialmente estadounidenses, tenían sobre México en 
el marco de la guerra de 1846-1848. 
Sobre la historiografía que pretende dar una interpretación del México del siglo 
XIX a través de los viajeros,4 destacan, en el caso mexicano, las obras de Juan 
Ortega y Medina, México en la conciencia anglosajona (1955), y Visión extranjera de 
México, 1840-1867 (1998), de José Enrique Covarrubias. El primero propone, a 
través de una serie de textos ubicados entre 1821 y 1847, “reconstruir un primer 
bosquejo del ser mexicano histórico que se encuentra sumido en tan vasto cuanto 
interesante material transeúnte y foráneo”.5 Covarrubias, por su parte, observa la 
laguna de información que hay en el periodo que estudia, respecto a las costumbres y 
situación social de México. Su objetivo resulta entonces en abordar lo anterior a 
través de “la vertiente de los inmigrantes, es decir, e los extranjeros radicados en 
 
4 Éstos se entienden como diplomáticos, militares, comerciantes o turistas. 
5 Juan A. Ortega y Medina. México en la conciencia anglosajona. p. 11. 
 11
México durante un tiempo prolongadoy desprovistos de una misión específica que 
condicionara su estancia o interés en el país”.6 
 La obra de Begoña Arteta, Destino Manifiesto. Viajeros Anglosajones en 
México (1830-1840) (1989), relaciona el Destino Manifiesto y algunos viajeros 
anglosajones en la década de 1830. No obstante, a diferencia del presente texto, la 
obra de Arteta maneja, a lo largo de su capitulado, una serie de elementos y 
características que pretende ejemplificar a través de sus autores seleccionados, 
mientras que la presente tesis propone enfocarse en cuatro obras concretas para 
encontrar en ellas los elementos de la ideología de la predestinación manifiesta. 
 En la historiografía estadounidense, se revisaron aquellos autores que han 
tratado sobre la problemática que representó para el ejército estadounidense y sus 
soldados la invasión a México. Éstos son Robert W. Johannsen, To the Halls of the 
Montezumas (1985); James M. McCaffrey, Army of Manifest Destiny (1992); Richard 
Bruce Winders, Mr. Polk’s Army (1997); y Paul Foos, Soldiers and social conflict 
during the Mexican American War (2002). En todos estos textos se hace referencia a 
las percepciones que voluntarios y regulares tenían sobre la misma guerra con 
México, así como de su gente, costumbres y cultura. De igual forma hacen uso, junto 
con muchas otras fuentes, de diarios y cartas de estos participantes (incluidos los que 
se usarán en este trabajo), y se liga de manera breve la acción del ejército y sus 
soldados con el Destino Manifiesto. No obstante, debido al uso exhaustivo de fuentes 
para realizar una obra que abarque desde la formación del ejército, hasta los detalles 
que ocurrían en los campamentos, el análisis de obras de soldados específicos y su 
intento por ligaras a esta ideología es prácticamente inexistente. 
 Finalmente habría que mencionar algunas obras recientes que reproducen 
testimonios de soldados estadounidenses partícipes en el conflicto, y que, además de 
su valor documental, se ven enriquecidos con prólogos, introducciones y 
presentaciones que de manera general reflexionan sobre la guerra del 47 y la visión 
 
6 José Enrique Covarrubias. Visión extranjera de México…. p. 9., Además, el autor no deja de reconocer la 
importancia de Ortega y Medina para el estudio del México del siglo XIX a través de la visión extranjera, aunque 
señala que el criterio de la selección de los textos fue de autores anglosajones, cuyos motivos de viaje fueron de 
turismo, comercio o misión diplomática. Covarrubias en cambio propone utilizar obras de personajes no 
itinerantes y de diferentes nacionalidades que estuvieran –a diferencia de los autores elegidos por Ortega y 
Medina- más empapados de la vida social en México. 
 12
específica de cada soldado hacia este evento. Ésta son: Revisión de la guerra entre 
México y los Estados Unidos de Abies A. Livermore,7 con traducción, prólogo, y notas 
de Francisco Castillo Nájera; de Marianne Patricia Guadalupe Bourdelle Cazals 
Kirsch, la Traducción del diario y correspondencia de Ralph Wilson Kirkham durante 
la guerra entre México y Estados Unidos, con un breve estudio introductorio8. Se 
encuentran también los trabajos de George Winston Smith-Charles Judah, Chronicles 
of the Gringos; Van R. Baker, The Websters. Letters of an American Army Family in 
Peace and War, 1836-1853; Ruth C. Carter, For Honor Glory & Union. The Mexican & 
Civil War letters of Brig. Gen. William Haines Lytle; Mark L. Gardner y Marc Simmons, 
The Mexican War Correspondence of Richard Smith Elliot; Leonel Hudson, Company 
“A” Corps of Engineer, U.S.A., 1846-1848, in the War, by Gustavus Woodson Smith, 
todas disponibles en bibliotecas mexicanas. 
 
 
7 La traducción es de 1947 y publicada un año después. La edición del Fondo de Cultura Económica es de 1989. 
8 Tesis de licenciatura de 2004, asesorada por Miguel Soto. 
 13
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo 1: 
“Predestinados a la grandeza” 
 14
Preludio 
 
La década de 1840 representó en la vida política de 
Estados Unidos un momento clave para la consolidación 
del Estado que se fue gestando desde 1828, año en que 
Andrew Jackson llegó a la presidencia. Las tres décadas 
que preceden a la Guerra de Secesión bien pueden ser 
consideradas como un periodo clave en la historia de esta 
nación, dado que fue la gran oportunidad para poner a 
prueba las ideas que legaron los llamados Padres 
Fundadores.1 A lo largo de estos años, ocurrió una serie 
de eventos en la vida social, política, económica y cultural 
de Estados Unidos que culminaron con un hecho material 
incuestionable: la consolidación territorial de lo que 
actualmente es ese país. 
En lo que toca al nivel más alto de gobierno, sucedió entonces un fenómeno 
importante, que consistió en el fortalecimiento de la capacidad de gestión nacional del 
poder Ejecutivo, a través del ejercicio de la facultad de veto a las decisiones del 
Congreso. Los presidentes de este periodo (1829-1845)2 lograron asumir poco a poco 
parte del control que el poder Legislativo tenía sobre la política.3 El primero y más 
representativo fue Andrew Jackson, cuya personalidad y popularidad concentraron 
fracciones significativas del poder en sus manos,4 y su influencia en la vida política 
 
1 Algunas de éstas se exponen de la página 15 a la 17. 
2 Andrew Jackson, Martin Van Buren, [William Henry Harrison murió a un mes haber tomado posesión el 4 de 
abril de 1841] John Tyler y James Knox Polk. 
3 EUA 8. Síntesis de su historia I. p. 425. 
4 Ana Rosa Suárez Argüello en EUA 8. Síntesis de su historia I señala que fue “prácticamente inevitable que el 
poder se concentrara en sus manos” (p. 425). Sin embargo, aunque decisiones controvertidas como el retiro de la 
concesión del Banco Nacional corroboran la idea de ese ejecutivo fuerte, la misma idea debe matizarse puesto que 
a pesar del poder que tenía este presidente, no logró llevar a cabo proyectos ambiciosos a lo largo de su periodo 
tales como la compra de Texas. Confróntese con Miguel Soto, “Texas en la mira política” en Marcela Terrazas y 
Ana Rosa Suárez Argüello. Política y Negocios, p. 36-39, quien señala que a pesar de la obsesión de Jackson por 
obtener este territorio (p. 27) y de que no se validaran los acuerdos fronterizos en los que Estados Unidos 
renunciaba “para siempre jamás” a Texas, se impuso el senado y se ratificó en Washington, el 25 de febrero de 
1832, el “Tratado de límites entre los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos”, con esas 
limitantes territoriales. 
 
1. Andrew Jackson 
 15
estadounidense fue tal que la historiografía ha llamado a esta etapa la era 
jacksoniana. 
La victoria electoral de Jackson para el periodo de 1829-1833 se dio, en gran 
medida, gracias la oposición que había ejercido a la administración de John Quincy 
Adams (1825-1829), cuyo gobierno, entre otras cosas, pretendía el fortalecimiento 
administrativo del gobierno federal, y por consiguiente el aumento de la burocracia. 
Pero principalmente, porque Jackson contaba con el favor popular, que si bien no le 
otorgó una victoria aplastante, fue suficiente para ver ésta como el triunfo del “hombre 
común”, a diferencia de sus seis antecesores que provenían de estratos más 
acomodados de la sociedad.5 
Asimismo, defensor de aquellos que sustentaban “el principio de los derechos 
de los estados”, Jackson promovió en la campaña de 1828 la dispersión general de la 
autoridad pública y el debilitamiento de la “aristocracia económica” (aunque no 
especificaba los medios para hacerlo).6 Pero más que por sus ideas políticas, en 
buena medida, su arribo al poder se debió a la fama obtenida en la batalla de Nueva 
Orleáns de 1815,7 en la que los ingleses fueron derrotados por la joven nación 
estadounidense, quien vio en este evento un momentofundacional que se celebró 
con el mismo patriotismo que el 4 de julio.8 Así, su ascenso a la presidencia reforzó 
no sólo el sentimiento de soberanía de los estados, sino también el de la 
invulnerabilidad del “hombre de frontera” que venció a los ingleses con tanta facilidad 
como “un cazador de ardillas”.9 También devino una reacción que coadyuvó a la 
formación del segundo sistema bipartidista, en el que un sector, los demócratas, 
apoyaba la idea de terminar con el sistema de privilegios y aplicar un esquema de 
principios democráticos común a todos los hombres blancos, proyecto que otros 
veían como un peligro. Estos últimos criticaron también el poder que el Ejecutivo llegó 
 
5 Allen Jones Maldwyn. Historia de Estados Unidos 1607-1992. p. 131 y 132. Jackson ascendió en la escala social 
y política. A los catorce años quedó huérfano y se desempeñó como aprendiz de tablajero y maestro de escuela 
antes de estudiar derecho y trasladarse a Tennessee para involucrarse en la política. 
6 Ibidem. p. 297 y 303. 
7 Ibidem. p. 102. En realidad, la victoria de Jackson en la batalla del 8 de enero de 1815 lo hizo un héroe nacional, 
pero no tuvo efectos sobre la guerra ya que la paz se había firmado en Gante, el 24 de diciembre de 1814, pero la 
noticia aún no había llegado a Estados Unidos. 
8 Richard Winders. Mr. Polk’s Army. p. 4. 
9 Ibidem. 
 16
a ejercer gracias a su poder de veto, por lo que se asumieron como un partido 
atrapado dentro de una monarquía al grado de haber llamado al presidente Jackson 
el “rey Andrew”. Este partido se hizo llamar Whig (1832-1856) en recuerdo al partido 
opositor inglés.10 
El gobierno de Jackson fue una maquinaria de suma efectividad, puesto que 
sabía combinar el liderazgo tanto en el gobierno como en el partido demócrata de 
modo que se imponía y desafiaba a los otros dos poderes. Formó aquello que se 
llamó “gabinete de cocina”, una camarilla informal de consejeros adeptos a su partido; 
insistía en que los ministros no eran agentes del Congreso, y despreciaba leyes 
aprobadas si éstas eran contrarias a sus intereses.11 De este modo, el poder 
Ejecutivo se afianzó efectivamente gracias a su personalidad, pero de igual forma se 
hizo susceptible al riesgo de enfocar los problemas del Estado de una forma 
personalista e instintiva, en la que había la posibilidad de elegir mal a los ministros, o 
de aplicar alguna política poco conveniente para la nación.12 
Este periodo en el que el poder Ejecutivo experimentó cambios en su forma de 
guiar a la nación alcanzó su punto más crítico en la elección de 1844, cuando, por 
una estrecha ventaja, resultó ganador el undécimo presidente de Estados Unidos: 
James Knox Polk.13 Este personaje representaba la continuación de las ideas 
jacksonianas, al grado que llegó a apodársele el “joven Hickory”.14 Más allá de las 
características similares que el gobierno de Polk pudo haber tenido con el de 
 
10 Ibidem. 
11 Un ejemplo de esto es el veto a la ley de 1830 para proporcionar un subsidio al proyecto del camino de 
Maysville. Jackson argumentaba que la ley era inconstitucional dado que el camino en cuestión se encontraba 
enteramente dentro del estado de Kentucky y que por lo tanto no beneficiaría el comercio interestatal, además que 
la obra generaría un gasto muy grande para el gobierno. Alan Brinkley. Historia de Estados Unidos…. p. 263. 
12 EUA 8. Síntesis de su historia I.. p. 425. 
13 Charles Sellers. James K. Polk Continentalist, 1843-1846. p. 108-161. El autor señala que lo más notable de 
esta elección fue la proximidad entre ambos contendientes, destacando casos extremos en los que el número de 
votos para cada partido era exactamente el mismo en las elecciones de 1840 y 1844. Apunta que “dada la fuerza 
que tenía la identificación partidista, la fracción ganadora lo sería no tanto por ganar el voto de sus oponentes, sino 
asegurándose de la unión entusiasta de sus propios partidarios” (p. 108 y 109). Por ello, cualquier 
resquebrajamiento que se diera al interior de uno u otro partido sería vital para ganar los votos decisivos. Para tal 
objetivo, la campaña de Polk optó por la fórmula jacksoniana de un “gasto juicioso”, poco proteccionista y que no 
rebasara los gastos del gobierno (p. 119; vid. Supra p. 3), pero particularmente por la cuestión de la anexión de 
Texas con la que se pretendía obtener el apoyo del sur esclavista (p 124; vid. Infra p. 11). David Pletcher, por su 
parte en La diplomacia de la anexión (1ª edición en inglés), comenta que el programa político de Polk “conjugaba 
la acción y la prudencia: la ‘reanexión’ de Texas para complacer al Sur; la ‘reocupación de Oregón para calmar al 
Norte, y un plan evasivo de impuestos para unificar a los granjeros, comerciantes e industriales” (p. 274). 
14 A Andrew Jackson se le llamaba el “viejo Hickory” [nogal]. 
 17
Jackson, lo cierto fue que el nuevo presidente tomó posesión en un periodo en el que 
gran parte de la población clamaba por la expansión del territorio.15 De esta manera, 
la elección de 1844 consistió también en una suerte de referéndum con respecto a 
dos de los eventos más importantes ocurridos en los años anteriores: la reocupación 
de Oregón y la anexión de Texas.16 
 
La fundación del expansionismo estadounidense 
 
La fiebre expansionista estadounidense fue el resultado del desarrollo político, 
económico, social e ideológico de esta nación. Por un lado, la política de Jackson 
generó un código ético que mostraba diferencias importantes con Europa, ya que 
mientras los líderes políticos del continente se preocupaban por crear una teoría de 
Estado postnapoleónica, los jacksonianos fijaban más su atención en el crecimiento 
económico y el nacionalismo territorial basado en una estructura militar cívica y 
subordinada a decisiones democráticas.17 El país entonces debía armarse, pero en el 
pensamiento de Jackson este proceso debía hacerse considerando a los ciudadanos 
como un componente esencial, siempre y cuando fueran dueños de propiedades o 
tuvieran al menos acceso a poseerlas. En el imaginario popular de este periodo, este 
último factor representaba independencia, lo cual significaba el “estatus económico” 
indispensable para hacer frente a la coerción de las elites.18 Así, a lo largo de la 
primera mitad del siglo XIX, tanto el Norte como el Sur de Estados Unidos 
experimentaron una gran prosperidad material que comenzó hacia el año de 1815 y 
generó un periodo de grandes cambios en la forma de vida de la sociedad. “La vieja 
economía agrario-comercial se transformó en una economía de mercado, generadora 
de su propia expansión y con un notable movimiento de hombres, bienes y 
servicios”.19 
 
15 Winders. Mr. Polk’s Army. p. 6. El autor califica este periodo como de mucho tumulto en el sentido muchos 
estadounidenses “reclamaban la reocupación de Oregón y la reanexión de Texas”, y gracias a lo que Polk pudo 
ascender a la presidencia. 
16 John S. D. Eisenhower. Tan lejos de Dios. p. 34. 
17 Robert Johannsen en To the Halls of the Montezumas, p. 56, encuentra que Jackson fue el primero en hablar de 
la “expansión del área de la libertad”. 
18 Paul Foos. A Short Offhand Killing Affair. p. 36. 
19 Ana Rosa Suárez Argüello. Del Maine a México…. p. 16. 
 18
Estos tiempos de crecimiento no pueden explicarse sólo por las modificaciones 
económicas, sino que hay que tomar en cuenta otros factores que aceleraron el 
progreso material, tales como el desarrollo de los medios de transporte y la mejora en 
las comunicaciones. En este sentido, el gobierno tuvo su parte al impulsar la 
economía a través del financiamiento de caminos (como el Camino Nacional), el 
subsidio de canales o la reducción de aranceles al hierro para la construcción de 
ferrocarriles; prestó apoyo a la marina mercante y al servicio postal y desarrolló laprimera línea de telégrafo Washington-Baltimore.20 
De esta manera, aumentó la demanda de materias primas y manufacturadas, 
hecho que incrementó la producción y mejoró los precios. También atrajo capitales 
extranjeros y facilitó los préstamos bancarios y la compraventa de terrenos. El 
gobierno favoreció políticas de expansión y venta de tierras hacia lo que entonces era 
el Oeste estadounidense, así como el apoyo a la industria manufacturera. También 
favoreció la competencia a través del fomento de la “suficiencia económica” entendida 
como una virtud de los ciudadanos.21 Estos grandes cambios generaron, entre otros, 
un aumento en la población y provocaron el desarrollo de una compleja estructura 
social en la que la riqueza se concentraba en unas pocas manos, mientras que la 
clase media se vio reducida y sujeta a cambios económicos imprevistos “lo cual la 
tornaba, al mismo tiempo, optimista y ansiosa acerca de su situación y porvenir”.22 
Irónicamente, la solución que se presentaba ante los inconvenientes que la 
expansión había generado en la economía de las clases medias era la misma 
expansión. Si bien el motor de la apertura geográfica estadounidense no fue 
exclusivamente de orden económico, sí resultó un móvil de suma importancia para 
que la población exigiera al gobierno más territorios dado que esto demostraba ser 
esencial para que se desarrollara el sistema social, así como la productividad y la 
riqueza.23 Ante una población en constante aumento y un sistema capitalista en 
crecimiento, el desplazamiento hacia nuevas tierras planteaba la oportunidad para la 
 
20 EUA 8. Síntesis de su historia I. p. 427 
21 Carlos Bosch García. “La política diplomática de la expansión de Estados Unidos” en Josefina Zoraida 
Vázquez, De la rebelión de Texas a la Guerra del 47. p. 106. 
22 Suárez Argüello. Del Maine a México…. p. 17 y 18. 
23 Harry Magdoff, citado en Gilberto López y Rivas. La guerra del 47 y la resistencia popular a la ocupación. p. 
48. 
 19
explotación agrícola y minera así como para dar cauce al comercio y la especulación. 
Se trataba de abrir paso a la ilusión de la sociedad de crear un futuro próspero.24 
Había también razones políticas para el impulso de la expansión territorial que 
consistían, para los dirigentes políticos, en la necesidad de que hubiera un equilibrio 
regional entre los estados esclavistas y los libres.25 Al exterior serviría para evitar la 
presencia de las potencias europeas en el continente. Comenta Carlos Bosch que, 
ante la idea de evitar la entrada de Europa, “se desarrolló una técnica de colonización 
amoldada a las necesidades circunstanciales y la fórmula fue provocar una situación 
de hecho que al discutirse daría lugar a situaciones diferentes”.26 Ante estos dos tipos 
de reclamos políticos, las cuestiones de Oregón y Texas fueron la expresión de la 
necesidad de adquirir más territorio. 
La sociedad y la ideología dialogaban también con los cambios político-
económicos. Sin ahondar mucho en el tema, los estadounidenses experimentaban, 
entre otras cosas, nuevos valores, producto de la coyuntura mundial y de sus 
procesos externos. Comenzaban a insertarse en ellos una creencia y optimismo en la 
naturaleza humana: el Romanticismo27. Esta actitud era un fenómeno general, pero 
en los países donde se desarrolló, adquirió diferentes expresiones: en el caso de 
Estados Unidos, le dio un impulso artístico, especialmente en pintura y literatura, pero 
también modificó el sentido de la nación y el nacionalismo a través de las diversas 
representaciones de esa fe y optimismo en la naturaleza humana. 28 
Otro concepto que contribuyó a la ideología de la sociedad fue el de “hombre 
de frontera”, acuñado posteriormente por Frederick Jackson Turner, que dio 
significado a la búsqueda del hombre estadounidense por dominar de manera 
individual el continente salvaje que se presentaba ante sí.29 En este sentido, Estados 
 
24 EUA 8. Síntesis de su historia I. p. 432. 
25 Ibidem. 
26 Bosch García. “La política diplomática de la expansión de Estados Unidos” en Josefina Zoraida Vázquez, De la 
rebelión de Texas a la Guerra del 47. p. 107. 
27 Brinkley. Historia de Estados Unidos. p. 343. 
28 Ibidem. Quizá el ejemplo más notable de esta interacción entre el Destino Manifiesto y el romanticismo sea la 
pintura de John Gast, American Progress, en donde se muestra ese optimismo en el progreso, la tecnología, y la 
expansión hacia el Oeste. 
29 William Goetzmann. Army Exploration in the American West, 1803-1863. p. 3. Si bien la tesis de Turner, 
respecto el significado de la frontera en la historia estadounidense y que data de la década de 1920, ha tenido 
desde entonces numerosos críticos, también ha sido validada y complementada a los largo de los subsecuentes 
 20
Unidos se veía como la oportunidad para probar el dominio de la naturaleza. La 
expansión entonces no era fruto de un mero interés económico sino la consecuencia 
de un deseo personal. 
Con el aumento demográfico,30 llegó de igual modo la migración hacia las 
zonas no habitadas allende los Apalaches. Si bien, como he mencionado, los cambios 
económicos que se experimentaban en Estados Unidos generaron incertidumbre en 
la clase media, ésta disfrutaba de un bienestar más notorio que en el siglo XVIII. Por 
esto mismo, el temor al cambio producía no sólo ansiedad con respecto a su situación 
y porvenir, sino también optimismo. Resultó entonces que, después de 1815, la 
sociedad tenía la creciente sensación de una ruptura con el pasado. El cambio 
parecía ser el espíritu de la época y se le apreciaba por doquier: en la marcha de los 
hijos al Oeste, en los ferrocarriles, los canales, las nuevas tecnologías, el crecimiento 
de las ciudades, las fábricas, las grandes corporaciones, etc.31 
No era cuestión de asombro que una nación que desde sus orígenes 
coloniales se había caracterizado por permitir e impulsar los derechos individuales, 
creara un nacionalismo sui generis, y que su sociedad se viera a sí misma como una 
“comunidad imaginada”, en donde se compartía el sentimiento de pertenecer a un 
nuevo tipo de país, caracterizado por la apertura social, económica y espacial.32 Se 
hacía patente que el camino que había tomado la nación era el correcto, y que 
gozaba del aval divino. El expansionismo, en este sentido, se justificaba ideológica y 
 
años. En su obra America’s Frontier Heritage, Ray Allen Billington encuentra que después de la propuesta de 
Turner, se hallan tres generaciones de historiadores que aceptan en algún sentido su propuesta. De tal forma, 
Billington se propone no sólo resumir lo dicho por Turner, sino también comprobar la validez de sus afirmaciones 
bajo la luz de la investigación moderna de la historia y las ciencias sociales, a través de las herramientas de estas 
últimas. p. vi. 
30 Disparado en gran medida por lo cinco millones de inmigrantes extranjeros que llegaron a Estados Unidos entre 
1828 y 1861, procedentes de todas partes del mundo, pero sobre todo de Irlanda, Alemania y Gran Bretaña. 
Llegaron seducidos por la propaganda de los estados del Oeste, empresarios industriales y de las compañías 
ferrocarrileras que buscaban mano de obra y compradores de tierra, o bien, por la idea de mejorar su situación 
económica en el nuevo continente gracias a la información que recibían de sus parientes y amigos. Con ello, la 
sociedad estadounidense se vio enriquecida con el arribo de comerciantes, artesanos y profesionistas; no obstante, 
para la mayoría de los extranjeros, la inmigración resultó una difícil prueba que no devino en una mejora de vida 
inmediata. Muchos tuvieron que emplearse como mano de obra barata, y otro tanto se enroló en las filas delejército, con el fin de obtener un lugar en la pujante sociedad estadounidense. (vid. Infra. Apartado “Las 
herramientas del Destino Manifiesto”.). EUA 8. p. 376-381. 
31 Anders Stephanson. Manifest Destiny. p. 28. 
32 Ibidem. 
 21
teológicamente, y no debía de asombrarse que, para la campaña presidencial de 
1844, la ampliación de los límites fuera utilizada como bandera política. 
Ahora bien, si los orígenes políticos y económicos del expansionismo están en 
las primeras décadas del siglo XIX, en el plano ideológico este concepto tiene su 
origen en personajes que fundaron la nación estadounidense. Prácticamente desde 
que se consumó la independencia se buscó afianzar y expandir el territorio de las 
trece colonias. El republicanismo, por un lado, no sólo fue un movimiento 
emancipador, sino además favoreció la especulación inmobiliaria con las tierras 
occidentales más allá de los territorios que habían sido de Inglaterra. 
También fue el momento de comenzar a discutir y perfilar la república que se 
quería. Los Padres Fundadores conocían perfectamente a los autores clásicos de 
política moderna: Maquiavelo, Rousseau, Hume y Montesquieu y, a partir de ellos, 
argumentaron sobre el tamaño ideal de la República.33 La discusión se dividió entre 
aquellos que aspiraban a que Estados Unidos fuera un país de grandes dimensiones 
y los que sostenían que era más conveniente mantener un pequeño territorio. Los 
primeros, encabezados por James Madison, se apoyaron en el principio de 
representatividad, y en que una ciudadanía heterogénea y virtuosa, dispuesta a 
sacrificarse por el bienestar común, “ofrecía oportunidades para todos los ciudadanos 
de satisfacer sus intereses individuales a través del acceso a la propiedad y la 
participación en la agricultura comercial”.34 
Los debates se extendieron al Congreso de 1788, donde se cuestionaron los 
mecanismos que debían aplicarse ante los peligros de las tiranías. Al final, las 
argumentaciones de Madison resultaron en una inversión de la idea tradicional del 
tamaño óptimo de las repúblicas, pues logró convencer de lo contrario: “mientras más 
grande sea la sociedad, mejor capacidad tendrá de autogobierno”.35 
 
33 Foos, en A Short Offhand Killing Affair. p. 34, dedica especial atención sobre cómo pudieron ser adoptadas las 
ideas de Maquiavelo tanto en los asuntos de las repúblicas, como de los ejércitos que sostienen a éstas. A Short 
Offhand Killing Affair. p. 34. 
34 Víctor A. Arriaga. “James Madison y la expansión territorial, 1780-1790” Núm. Revista de historia y ciencias 
sociales, NÚM. 56, mayo-agosto de 2003. p. 9. Lo anterior en contraste con aquellos que defendían que un estado 
de menores dimensiones territoriales y homogeneidad de población permitiría una mejor administración del 
Estado. 
35 Ibidem. p. 21. “Dentro del esquema madisoniano, las dimensiones del territorio eran un instrumento esencial 
para permitir que el republicanismo floreciera a lo largo de Estados Unidos. La expansión tenía una utilidad 
 22
Thomas Jefferson y John Quincy Adams tenían argumentos más sencillos para 
justificar la expansión de la república. Jefferson defendía el sistema agrario como 
forma de vida y decía que “eran los elegidos de Dios aquellos que cultivaban la 
tierra”.36 A diferencia de Madison, no consideraba el Oeste como perteneciente a 
Estados Unidos, sino que apoyaba una serie de repúblicas a lo largo del continente 
que siguieran el modelo estadounidense y estarían compuestas por la misma gente, 
los mismos valores, ocupaciones y devoción a los conceptos republicanos. La 
expansión mediata tendría que ser hacia las fronteras naturales, es decir, rebasar los 
Apalaches, hasta llegar al río Mississippi y a las Floridas, entonces de España. 
Jefferson no descartaba incluso que se pudiera ocupar todo el territorio británico, para 
abarcar así desde el Mississippi hasta los límites con el círculo polar ártico, e 
incorporar a Cuba como un puesto estratégico necesario en el Caribe.37 
Por su parte, John Quincy Adams veía en la extensión hacia el Pacífico la 
oportunidad de ampliar los intereses marítimos de Estados Unidos. La idea de 
continentalidad de este personaje existía en función del beneficio del comercio, ya 
que también era conciente de la rivalidad que se estaba dando entre su país, Gran 
Bretaña y Francia.38 Su aportación más significativa fue la negociación y firma del 
tratado Onís-Adams de 1819, en el que España vendió las Florida oriental a la nación 
del norte.39 
Estas ideas de los Padres Fundadores generaron en los políticos y en la 
sociedad un cambio importante que los historiadores han llamado “el sentimiento 
estadounidense de misión”.40 La idea de expansión tendió a circunscribirse al Partido 
 
política clara: una república extensa podía garantizar la representación de una diversidad de intereses y, al hacerlo, 
asegurar los beneficios del republicanismo”. 
36 Thomas Jefferson, citado en Goetzmann. When the Eagle Screamed. p. 1. 
37 Goetzmann. When the Eagle Screamed. p. 2 y 3. En el año de 1801, cuando Jefferson tomó posesión como 
presidente, se refirió a Estados Unidos como a “un vasto territorio que proporcionaría espacio suficiente para 
nuestros descendientes hasta la milésima y la diezmilésima generación”. Citado en Eisenhower, Tan lejos de Dios, 
p. 21. 
38 Ibidem. p. 2. 
39 Pletecher comenta que Adams comunicó al gabinete de Monroe que estaba en sus manos convertir a Estados 
Unidos en el ‘continente de Norteamérica’. “Desde los tiempos en que nos hicimos un pueblo independiente, el 
que ése sea nuestro designio, como el que el Mississippi fluya hacia el mar, es la ley de la naturaleza”. Citado en 
La diplomacia de la anexión. p. 143. 
40 James M. McCaffrey. Army of Manifest Destiny. p. 67. Los Padres Fundadores vieron su trabajo como un 
ejemplo que las demás naciones debían seguir. Creían que su sistema de gobierno era el modelo clave para la 
 23
Demócrata (fundado en 1824), ya que la oposición, representada por los whigs, 
pretendía establecer una soberanía nacional en un territorio más limitado y 
desaconsejaban que la población y los recursos se extendieran demasiado. Sin 
embargo, en el año de 1835, los expansionistas recibieron el apoyo whig,41 hecho 
que fue ampliamente difundido en la célebre obra de Alexis de Tocqueville.42 
De esta manera, a lo largo de las primeras décadas del siglo XIX, Estados 
Unidos fijaría sus ojos en el territorio de Oregón y en las provincias del norte de 
México. En su afán por extender la nación, no sólo en dimensión sino en habitantes e 
instituciones, se dio la colonización de Texas, en complicidad con los gobiernos tanto 
mexicano como estadounidense, y que devino en la Independencia de esta entidad 
en 1836. A pesar de los intentos diplomáticos de México por evitar el reconocimiento 
de la “Estrella Solitaria” y posteriormente su anexión, el país del norte llevaba el 
impulso que apuntaba a que Texas fuese sólo un paso en la ansiada expansión del 
territorio. En tal sentido, y después de las negativas del Senado por incorporar 
Texas,43 la elección de Polk se presentó como un indicador de este proceso político, 
ideológico, económico y social que tenía como denominador común la fiebre de la 
expansión, y alcanzaría un momento clave en el año de 1845. 
 
 
prosperidad mundial, y que los estadounidenses tenían la tarea de llevar este mensaje de republicanismo a las 
personas menos afortunadas que ellos. 
41 Pletcher. La diplomacia de la anexión p. 143.; vid. supra p. 3. 
42 Quien predijo que “los anglo-americanos solos cubrirán el inmenso espaciocomprendido entre las regiones 
polares y los trópicos, extendiéndose desde las costas del Atlántico a las playas del Océano Pacífico”. Citado en 
Pletcher, La diplomacia de la anexión, p. 143. 
43 EUA 8. p. 435. Las fuerzas abolicionistas, los estados libres y la mayoría de los whigs se opusieron por el temor 
a un conflicto armado con México y porque la extensión del área esclavista afectara el equilibrio regional. Por esto 
Jackson se limitó a reconocer la independencia de Texas (1837) y en los años siguientes, Martin Van Buren se 
negó a considerar la anexión. 
 24
2. John L. O’Sullivan. Al parecer no 
existe retrato alguno de Jane 
McManus Storm Cazneau. 
Nace un nuevo término 
 
La elección presidencial de noviembre de 1844 
significaba el reflejo de las aspiraciones de la 
nación, ya que la cerrada votación entre el 
demócrata James K. Polk y el whig Henry Clay 
terminó siendo un indicador que señaló cuáles 
propuestas habían marcado la diferencia en el 
electorado. En este sentido, el voto por el primero 
daba voz a la “fiebre del Oregón”, que había estado 
en la mente de cientos de estadounidenses desde 
1841, pero también significaba un paso en firme 
para lograr lo que Tyler no obtuvo sino hasta el final 
de su gestión: la anexión de Texas.44 Clay, por su 
parte, era el representante de un partido que se había negado a la anexión texana por 
el temor a desequilibrar la balanza entre los estados esclavistas y los libres.45 
En efecto, en la década de 1840, el expansionismo se había convertido en una 
“verdadera fiebre que racionalizaba la ambición”, donde algunos sentían la obligación 
de cumplir con el mandato bíblico, otros la de llegar al Pacífico, en tanto que había un 
clamor general por la anexión de Texas y Oregón.46 Ante esto, los políticos vieron en 
la expansión una fuente segura de popularidad, objetivo que, como se ha 
mencionado, tomó Polk para su campaña, a pesar de que había algunos grupos 
minoritarios que se oponían al crecimiento hacia el Oeste por razones morales, 
pacifistas, políticas o racistas y contaban –según Johannsen- con un pensamiento 
más refinado que los expansionistas.47 Estos últimos eran, sin embargo, mayoría y 
 
44 Sobre los intentos de Tyler para la anexión de Texas, ver el capítulo 5 de Pletcher, La Diplomacia de la 
Anexión, “Tyler y la campaña de Texas”, p. 221-262. 
45 EUA 8. Síntesis de su historia I. p. 436. 
46 Josefina Zoraida Vázquez. “¿Dos guerras contra Estados Unidos”, en De la rebelión de Texas a la guerra del 
47. p. 22. 
47 Robert W. Johannsen. “Young America and the War with Mexico” en Richard W. Frangaviglia y Douglas W. 
Richmond, Dueling Eagles. p. 159. El autor ejemplifica esta idea con Alexander Mackay (autor de la obra The 
Western World; or Travels in the United Status in 1846-47: exhibiting them in their latest development, social, 
political, and industrial; including a chapter on California, 1849) quien observa que uno de los argumentos de un 
congresista para legitimar la reclamación de Oregón se basaba en el Génesis de la Biblia. Otro ejemplo de la idea 
 25
defendían públicamente el derecho a ocupar tierras deshabitadas o gobernadas de 
manera tiránica, y de obtener los beneficios de las tierras del Oeste y del comercio 
con Santa Fe y San Francisco. 48 
Lo anterior generó que proliferara la pluma de escritores, y de manera 
particular la de aquellos que publicaban sus textos en la prensa. Durante esta 
década, la retórica que se usaba en torno a la visión de Estados Unidos era 
hiperbólica, con expresiones populares propias del nacionalismo y el romanticismo. El 
historiador George Bancroft declaraba que había un espíritu dentro de cada 
estadounidense que lo guiaba a la verdad, y que lo que era verdad para los individuos 
también lo era para las naciones. Para Bancroft, el país vivía una era de asombro y 
movimiento impulsado por los avances tecnológicos y el empuje de los individuos. Por 
su parte, los extranjeros, especialmente los ingleses, a pesar de mostrar sus reservas 
ante los progresos de Estados Unidos, no podían ocultar que a sus ojos se erigía, 
según palabras del poeta Walt Withman – entonces editor de un diario de Brooklyn- 
como una “tierra nueva y fresca”.49 En el año de 1849, Abiel A. Livermore se percató 
también de que la literatura, en forma de prosa, poesía, historia, oratoria, importada o 
doméstica, fue una “circunstancia” que contribuyó a que el país inclinara la balanza a 
favor de la guerra con México.50 
Este espíritu bélico encontró forma en el discurso de Polk: dispensación 
providencial, apelación a los corazones de la gente, la libertad del individuo inmerso 
en un sistema de auto-gobierno, la ausencia de límites del ciudadano para alcanzar 
sus metas. El escritor Ralph Waldo Emerson, uno de los principales voceros del 
romanticismo estadounidense, llamaba a los jóvenes a “obedecer a sus corazones, y 
a ser nobles con esta tierra”, guiados por lo que él llamaba el “sublime y amigable 
 
de Johannsen se encuentra en los cuestionamientos que Abiel A. Livermore (Revision de la Guerra entre México y 
los Estados Unidos, 1850) hace a la idea de “un destino” por el cual Estados Unidos puede realizar toda acción en 
nombre de Dios; de manera concreta, se pregunta: “¿son estos predestinados anglosajones tan inmaculados en su 
carácter, tan sabios en sus grandes ideas nacionales y tan inflexibles al realizarlas que hayan ganado un título o 
autenticado [sic.] un ‘derecho divino’ para conquistar el resto del planeta de Dios?” (p. 31). 
48 Josefina Zoraida Vázquez y Lorenzo Meyer. México frente a Estados Unidos. p. 53 y 54. 
49 Johannsen. “Young America and the War with Mexico” en Richard W. Frangaviglia y Douglas W. Richmond, 
Dueling Eagles. p. 158-160. No confundir a George Bancroft, contemporáneo de Hubert H. Bancroft, quien 
redactara una Historia de México. Sobre esta obra trata la doctora Antonia Pi-Suñer en Historiografía española y 
norteamericana sobre México, editada por Álvaro Matute, Instituto de Investigaciones Históricas, 1991. 
50 Livermore. Revisión de la Guerra entre México y los Estados Unidos. p. 30. 
 26
destino” de su país como “nación del futuro, de principios, de proyectos, de vastos 
designios y expectativas”. Para Polk, Estados Unidos se encontraba libre de la carga 
de la tradición, por lo que sus ciudadanos podían “inspirar y expresar el espíritu más 
expansivo [sic] y humano”. “El generoso continente es nuestro”, recordaba a sus 
lectores: “estado por estado, territorio por territorio hasta llegar a las olas del 
Pacífico”.51 
Pero estas ideas romántico-nacionalistas y de propaganda política, que 
desembocaban en mayor o menor medida en la idea de expansión, no encontraron 
un título concreto sino hasta junio de 1845, cuando los periodistas de la Democratic 
Review, Jane McManus Storm Cazneau y John L. O’Sullivan, acuñaron en dos 
palabras: Destino Manifiesto, “los preceptos intelectuales y emocionales más 
importantes del siglo XIX” 52 en Estados Unidos. El editorial se conoce con el título de 
“Anexión” o “Destino Manifiesto”. 
La historiografía ha concedido a O’Sullivan la paternidad del término. Sin 
embargo, habría que apuntar que el estudio de Linda Hudson ha demostrado que el 
texto con el que se nombra por primera vez al Destino Manifiesto,53 pudo ser en 
realidad un escrito atribuible a Jane McManus (1807-1878). La obra de Hudson 
revela, entre otras cosas, que la familia McManus tomó parte en la colonización de 
Texas; que llegó en diciembre de 1832, y se hizo de una fracción de la zona permitida 
a John Austin.54 En particular, Jane M. adquirió una concesión que ocupaba lo que 
hoy en día es el condado de León, y en abril de 1833 viajó a Nueva York para realizar 
los preparativospara regresar a sus tierras con colonos. Entre esta fecha y 1840, J. 
McManus intentó sacar provecho económico de sus tierras otorgadas,55 sin embargo, 
los problemas con el gobierno de México, la independencia texana y los procesos 
internos del nuevo Estado, entre otros, le generaron una serie de problemas que la 
 
51 Citado en Johannsen. “Young America and the War with Mexico” en Richard W. Frangaviglia y Douglas W. 
Richmond, Dueling Eagles. p. 155 y 156. 
52 Linda Hudson, Mistress of Manifest Destiny. p. 46. 
53 Nos referimos al editorial titulado “Anexión”, también conocido como “Destino Manifiesto” por la compilación 
de documentos EUA del Instituto Mora, de junio de 1845 y firmada por John L. O’Sullivan. 
54 Hudson. Mistress of Manifest Destiny. p. 22 y 23. El territorio de John Austin abarcaba prácticamente el centro 
de Texas. 
55 McManus, al igual que mucha gente que creía en una predestinación divina, también era parte de una cultura 
liberal que buscaba emancipación y beneficios económicos. De esta manera, el Destino Manifiesto y la cultura 
política estadounidense se encontraban íntimamente ligadas. 
 27
 
3. Portada de la Democratic Review 
orillaron a alejarse de la “Estrella Solitaria”. Para entonces, Jane M. había logrado 
encontrar trabajo como periodista en el New Yorker, y posteriormente, entre 1839 y 
1846, en The Daily Plebeian, el Workingman’s Advocates y el Sun, todas 
publicaciones de Nueva York. De igual modo colaboraría con el United States 
Magazine and Democratic Review editada por John O’Sullivan.56 
O’Sullivan era una combinación de visionario, literato, político, aventurero, 
artista, académico, nacido en Europa de padres estadounidenses en el año de 1813. 
En ese continente comenzó su educación y en el americano obtuvo los títulos de 
bachiller y maestro en Artes por parte de Columbia College en 1831. Era versado en 
leyes y ejercía ocasionalmente en la ciudad de Nueva 
York. En 1837 fue cofundador de la Democratic 
Review, revista en la que participaron autores de la 
talla de Edgar Allan Poe, aunque el mayor 
contribuyente fue el mismo O’Sullivan. En 1844 
cofundó la New York Morning Review, y dos años 
después ocupó el puesto de rector de la Universidad 
de Nueva York. Ese mismo año, participó en actos de 
filibusterismo en Cuba, que le costaron su arresto y 
juicio en la isla. Estaba bien colocado dentro del 
círculo de Polk y en la administración de Franklin 
Pierce (1853-1857) fue nombrado ministro en 
Portugal. Durante la guerra de Secesión, se declaró a 
favor de la causa confederada, hecho que lo obligó a 
exiliarse más tarde. A su regreso en 1865, 
permaneció en el anonimato hasta su muerte en el año de 1895.57 
En el tiempo en que maduraba en Estados Unidos la fiebre por la expansión, y 
que McManus trabajaba para las mencionadas publicaciones, entre ellas la de 
O’Sullivan, la periodista fue madurando ideas que –según el estudio de Hudson- 
queda demostrado que se encuentran presentes en el célebre editorial “Anexión” de 
 
56 Ibidem. p. 40-44. 
57 Frederick Merk. Manifest Destiny and Mission in American History. p. 27 y 28. 
 28
John O’Sullivan. Algunas de las concepciones que McManus planteaba en 1839 en el 
artículo “La Gran Nación del Futuro” (publicada en la Democratic Review) decían: 
“¿Quién y qué podrá poner un límite a nuestra marcha progresiva?”. Y refiriéndose a 
Estados Unidos y la expansión señalaba: “Como la nación de naciones, destinada a 
manifestar a la humanidad…Estados Unidos ha sido elegido a una sagrada misión 
con las naciones del mundo, de llevar libertad de conciencia, libertad a las personas, 
libertad de comercio y empresa”.58 
Por su parte, en 1839, O’Sullivan también declaraba en la Democratic Review 
que Estados Unidos era la nación del progreso, y que nadie podría oponerse a tal 
aseveración. Con base en la noción de “verdad eterna” (Everlasting Truth) del 
documento fundador de la independencia estadounidense, veía en su país una misión 
providencial; creía que estaba destinado a protagonizar una nueva epifanía, es decir, 
a “manifestar a la humanidad la excelencia de los principios divinos… para establecer 
en la tierra la dignidad moral y la salvación del hombre, así como la inmutable verdad 
y la beneficencia de Dios”.59 
Ahora bien, regresando a junio de 1845 y el editorial “Anexión” o “Destino 
Manifiesto” de O’Sullivan-McManus,60considerado como el documento que 
materializa esta idea, el texto hace uso de una retórica romántica y nacional con la 
que llamaba a cerrar el debate interno por la anexión de Texas para aceptar la nueva 
provincia como “una parte más que cubre el ala del águila”, ya que la independencia 
de este territorio fue –según los autores- un acto, no sólo de hecho sino de derecho, 
en el cual simplemente se cumplió la “voluntad de esa nación”. Ésta se componía, por 
supuesto, de una mayoría de origen estadounidense que había sido agraviada por el 
gobierno central mexicano, por lo que no había otro camino para garantizar su 
libertad, si no era a través de la ansiada independencia. De este modo, Texas había 
quedado “liberado legítima y absolutamente liberado de toda alianza mexicana, o 
 
58 Ibidem. p. 46. 
59 Citado en Johannsen. “Young America and the War with Mexico” en Richard W. Frangaviglia y Douglas W. 
Richmond, Dueling Eagles. p. 156. 
60 Consideramos como válido del estudio de Hudson que demuestra incluso que el texto pudo ser redactado por 
McManus. Por tal razón creemos hacer justicia al conceder que la paternidad y maternidad del término 
corresponden a ambos personajes. 
 29
deber de cohesión al cuerpo político mexicano, por los actos y los errores propios de 
México, y solamente de México”.61 
Para O’Sullivan-McManus, la participación de Estados Unidos en el conflicto de 
Texas fue nula, y desecha toda posibilidad de que el afán por anexar esa provincia 
haya sido una medida “calculada para aumentar y perpetuar” la esclavitud, o que esta 
institución fuese un factor para que el país solicitara su incorporación a la Unión”. 
Para ellos, la “nación” texana cumplía con la predicción de que las tierras habitadas 
por individuos impregnados por el individualismo y el republicanismo estadounidense 
buscarían de manera natural las vías que garantizaran la libertad. De allí que no 
existiera razón para negar el ingreso de “la estrella solitaria” a la Unión, y para no 
comprender que había detrás un elemento mayor que justificaba el incremento del 
territorio de Estados Unidos, pues de otro modo, se estaría “limitando nuestra 
grandeza y controlando el cumplimiento de nuestro destino manifiesto de 
sobreextender el continente asignado por la Providencia para el libre desarrollo de 
nuestros millones que anualmente se multiplican”.62 
En estas líneas quedaba plasmada de manera explícita, la justificación de la 
independencia de Texas, movida por un destino que los ciudadanos de origen 
estadounidense debían cumplir. Pero también quedaban definidas las razones por las 
cuales Estados Unidos tenía el derecho para hacer suyo ese territorio y, de manera 
implícita, el de Oregón, al hablar de los millones de habitantes que se multiplicaban 
año con año. Se hacía notar el espíritu de expansión que se venía manifestando en la 
década de 1840. Pero el texto también evidenciaba otros elementos de la 
personalidad de los estadounidenses y sus opiniones sobre otras naciones. La 
esclavitud, por ejemplo, era un tema que se ligaba a Texas y a las demás naciones 
americanas, ya que O’Sullivan-McManus consideraban que su abolición no 
representaba un objetivo en sí mismo, sino empujar a los negros, o mejor dicho, 
“deshacerse” de ellos a través del único receptáculo capaz de absorberlos: las 
poblaciones indias de México, América Central y del Sur. Respecto al dominioque su 
país tendría que asumir en California, el periodista se refiere a México de la siguiente 
 
61 John O’Sullivan. “Destino Manifiesto” en EUA. Documentos de su historia socioeconómica II. Tomo 5. p. 594. 
62 Ibidem. p. 592. 
 30
forma: “Imbécil y distraído, México nunca podrá ejercer ninguna verdadera autoridad 
gubernamental sobre tal territorio”. En este comentario, de manera implícita, se hace 
patente la idea de que ante la falta de autoridad, la mejor opción para Texas era la 
independencia.63 Así, -en palabras de Miguel Soto- “con un descaro rusoninano o, si 
se quiere, con un cinismo descarnado, se pregonaba la buena nueva del continente, y 
más le valía a México aceptarlo de buena gana”.64 
El artículo de O’Sullivan-McManus resumía la fiebre expansionista, romántica y 
nacionalista que justificó y predijo el engrandecimiento territorial de la Unión. Hacía 
falta sólo una advertencia final a las potencias extranjeras advirtiendo que “no importa 
quién ostente el equilibrio del mundo”, ni cuánto se empeñen unidas Francia, 
Inglaterra, Europa entera, “¡nunca podría hacerle frente al peso (…) simple y sólido de 
250, ó 300 millones (y millones norteamericanos) destinados a reunirse bajo el 
tremolar de las barras y estrellas, en el vertiginosamente cercano año del Señor de 
1845!”.65 Esta exposición no sólo acuñaba un término que representó las intenciones 
de un gran sector de la sociedad y de muchos políticos estadounidenses, sino que 
otorgaba la exclusividad absoluta de expansión a su país. 
En el editorial del 27 de diciembre de 1845 del New York Morning Review, 
llamado “El verdadero título”,66O’Sullivan (probablemente apoyándose o 
parafraseando una vez más a McManus) utiliza una vez más el concepto para 
evidenciar las razones por las cuales Estados Unidos tenía, al igual que con Texas, 
derecho sobre el territorio de Oregón.67 Esta vez tendría más éxito en el sentido de 
que muchos congresistas, que deseaban expandir el “dominio del águila”, adoptaron 
el término en las discusiones del capitolio.68 En un debate público entre O’Sullivan y 
 
63 Ibidem.. p. 594 y 595. 
64 Miguel Soto, “Agentes y socios del ‘Destino Manifiesto’. Negocios y política en los despojos territoriales de 
México”, en Jorge A. Schiavon, Daniela Spenser y Mario Vázquez Olivera (editores). En Busca de una nación 
soberana. Relaciones internacionales de México, siglos XIX y XX. p. 116. 
65 John O’Sullivan. “Destino Manifiesto” en EUA. Documentos de su historia socioeconómica II. Tomo 5. p. 597. 
66 “The True Title”. 
67 Aunque es necesario decir que la publicación de O’Sullivan no era la única que exponía este sentimiento de 
predestinación. Sin conjugar los dos términos, Destino Manifiesto, el Daily Ohio Statesman de Columbus 
apuntaba a ideas muy similares. En la edición del 15 de mayo de 1845 declaraba respecto la anexión de Texas que 
“todo este contienente debe ser nuestro; nuestro destino es llevar nuestras leyes e instituciones a todo lo largo y 
ancho de su territorio”. Citado en Pletcher, La diplomacia de la anexión, p. 403. 
68 Johannsen. “The Meaning of Manifest Destiny” en Sam W. Haynes y Christopher Morris, Manifest Destiny and 
Empire American Antebellum Expansionism. p. 9. 
 31
el diputado whig Robert Winthrop, este último acusaba a O’Sullivan de fomentar con 
ese término una noción de patriotismo que empujaba a la guerra, sin ofrecerle a la 
vez el espíritu de conciliación, compromiso y paz necesarios.69 Más allá de la 
discusión que tuvo lugar en la prensa no sólo entre ellos, sino entre otros demócratas 
y whigs, lo importante fue que se distinguieron claramente las dos principales 
posturas políticas, así como la adopción del término en el léxico del Legislativo, lo 
cual sin duda alguna significaba la inclusión –al menos en la esfera política- de una 
postura que no sólo explicaba el papel que Dios había otorgado a la nación, sino que 
además la llamaba a actuar para cumplir con esa labor.70 
La cuestión de Texas dio motivo para que O’Sullivan explicara el destino que la 
Providencia había deparado a Estados Unidos y Oregón y el marco para reiterar la 
idea, la cual tuvo un éxito evidente, ya que, de acuerdo o no, en adelante se 
consideró como una doctrina. El Destino Manifiesto de 1845 se volvió un elemento 
explicativo del éxito, hasta ese entonces, del país. En ese mismo año, para el médico 
e historiador John W. O’Neal (1821-1913), no cabía duda de que el Destino 
Manifiesto había sido la causa básica y esencial de la independencia de Texas,71 
pero también la guía de lo que el país debía seguir realizando. Se convirtió al mismo 
tiempo en mito fundacional y teleología, ya que en dos simples palabras, su autor 
logró encerrar no sólo una explicación histórica, sino una justificación del origen 
mismo de la nación estadounidense, y así presentarla ante las demás naciones como 
un “pueblo elegido” por una fuerza superior y encaminado a un fin trazado por Dios. 
A partir del momento en que nació el nuevo término, y hasta nuestros días, 
periodistas, historiadores, políticos y público en general retomarían el “Destino 
Manifiesto” como un elemento de explicación de muchas de las políticas 
estadounidenses hacia otras naciones. En los casos concretos de la independencia 
de Texas, su anexión y la guerra con México, la mayoría de las reflexiones al 
 
69 Stephen John Harnett. Democratic Dissent and the Cultural Fictions of Antebellum America. Recurso en línea: 
(http://www.press.uillinois.edu/epub/books/hartnett). Acceso: 14 de agosto de 2006. 
70 Para más información sobre el impacto inmediato en la política estadounidense del editorial de O’Sullivam 
véase el artículo de Johannsen “Young America and the War With Mexico” en Sam W. Haynes y Christopher 
Morris, Manifest Destiny and Empire American Antebellum Expansionism. Arlington, Texas: University of Texas, 
1997. p. 155-175. 
71 Andreas V. Reichstein. “¿Un caso de Destino Manifiesto?” en Josefina Zoraida Vázquez, De la rebelión de 
Texas a la Gierra del 47. p. 67. 
 32
respecto abordan el concepto como una causa en sí, o como un factor de suma 
importancia para que ocurrieran dichas cuestiones. 
 
El impacto del nuevo término 
 
Puede decirse que el impacto del Destino Manifiesto de 1845 se dio en tres planos: 
en la sociedad, la historiografía y la reflexión filosófica. 
Respecto al primero, autores como Frederick Merk sugieren que toda doctrina 
llega a ser considerada como tal en la medida en que es aceptada por la sociedad. 
En el caso del Destino Manifiesto, continúa el autor, la amplitud de su aceptación es 
difícil de ser medida. Una forma de estimar si, efectivamente, esta visión era admitida 
por el pueblo estadounidense fue el resultado de la elección de 1844, dado que la 
campaña del partido Demócrata mantenía un tono abiertamente expansionista. Sin 
embargo, lo que mejor podría servir para medir ese impacto es el número de 
publicaciones periódicas con pronunciamientos a favor de esa idea. Si bien los 
lectores de un diario no aprueban siempre todas las opiniones editoriales, puede 
asumirse que, por lo menos, las conocen y la mayoría coincide con sus tendencias 
ideológicas, en este caso con las aspiraciones del Destino Manifiesto.72 
El estudio de Merk señala que el Noreste y Noroeste de la Unión eran áreas 
particulares donde se concentraban diarios abocados a las ideas de la predestinación 
manifiesta, siendo Nueva York la ciudad que más concentraba estas publicaciones. 
De hecho era en ella donde se publicaban los ya mencionados Democratic Review y 
Morning News que dirigía O’Sullivan. Pero operaban diferentes diarios como el New 
York Herald, el Sun, el True Sun, el Daily Plebeian, el New York Daily Globe, ligados 
de una u otra manera a las mismas ideas. Merk señala que otros estados, comoMassachussets, repitieron este patrón en el Norte, pero que, en el Medio Oeste, como 
Illinois, y en el sur como Texas, fueron también firmes impulsores de las ideas 
basadas en la misión providencial de Estados Unidos.73 
 
72 Frederick Merk. Manifest Destiny…. p. 34 y 35. 
73 Ibidem. p. 35-38. 
 33
Robert Johannsen, Michael Roth y Lawrence Delbert Cress estudian el papel 
de la prensa, no sólo como trasmisora de información sobre el conflicto, sino como 
elemento de opinión, que construyó en la sociedad estadounidense las imágenes de 
los acontecimientos más importantes en el frente de batalla En especial, Roth se 
ocupa de cómo los corresponsales transmitían a sus compatriotas en Estados Unidos 
sus impresiones y sentimientos racistas y expansionistas, y también a los soldados en 
el interior del mismo México. El Flag of Freedom, que se publicó en Puebla durante la 
ocupación estadounidense en 1847 y 1848, señalaba: “Nuestra misión para México 
fue impulsada no por otro motivo que el deseo de ser el instrumento de la firme 
instauración en este suelo de la ‘Bandera de la Libertad’, y para dejarla aquí en 
custodia de una nación regenerada”.74 
Por lo anterior, en el plano historiográfico, el Destino Manifiesto ha sido visto 
como una idea que se asimiló por parte de los ciudadanos, y era parte del ambiente 
que imperaba durante los años que antecedieron y durante el desarrollo de la misma 
guerra. Algunos consideran que esta noción marcó la era comprendida entre 1800 y 
1860, en la que se consolidó la nación y el país se extendió hacia el Pacífico a través 
de la migración y los grandes proyectos transcontinentales, pero sobre todo, en que 
los estadounidenses estaban imbuidos de un sentido de misión hacia todo el 
mundo.75 Fue incorporada como el “derecho de la joven nación estadounidense” para 
esparcir sus instituciones a lo largo del subcontinente norteamericano,76 a lo que, 
según cada autor, se añadía como un derivado o un componente de la época 
romántica que experimentaba el mundo occidental.77 
En lo que toca al punto de vista de algunos historiadores de México, la 
predestinación manifiesta ha sido un conglomerado vago de ideas y sentimientos 
expansionistas, que se desbordaron en la década de 1840, y se traducían en algunos 
 
74 Flag of Freedom. Citado en Michael Roth, “Journalism and the US-Mexican War”, en Richard W. Frangaviglia 
y Dowglas W. Richmond (editores), Dueling Eagles. Reinterpreting the U.S.-Mexican War, 1846-1848. p. 117. 
75 Goetzmann. When the Eagle Screamed. p. xiii. Véase también Exploration and Empire. The explorer and the 
Scientist in the Winning of the American West p. 232, donde el autor vuelve a manifestar la idea del Destino 
Manifiesto como una era de la historia estadounidense, pero enfocado a los exploradores del Oeste en el periodo 
de 1845 a 1860. 
76 Winders. Mr. Polk’s Army. p. 6 
77 Tales son los casos de Paul Foos, Harnett y Robert Johannsen, quienes a los largo de sus obras atribuyen al 
término una retórica heroica, patriótica y nacional, propia del romanticismo. 
 34
como la obligación de extender la democracia o cumplir un mandato bíblico, mientras 
que para otros sólo se trataba del anhelo de abrirse paso a los territorios del Oeste y 
apropiarse de los puertos del Pacífico. De manera práctica, constituyó el término que 
justificaba las acciones estadounidenses.78 
Miguel Ángel González Quiroga se refiere al Destino Manifiesto como todo un 
concepto para extender la democracia al resto del continente y legitimar lo que 
esencialmente era una ambición insaciable por la tierra. Lo anterior, descansaba en la 
convicción de la superioridad de la raza estadounidense y la denigración de naciones 
como México. Para González Quiroga, este concepto era una “razón para justificar lo 
injustificable”.79 
Jesús Velasco Márquez afirma en primera instancia, que el Destino Manifiesto 
es una teoría tomada de la historiografía estadounidense que ayuda a explicar las 
acciones de Estados Unidos sobre México en la guerra de 1847.80 Esta teoría –según 
Velasco Márquez- es una justificación moral de todos los pasos que ha dado Estados 
Unidos en su carrera expansionista e imperialista. Ha sido también una expresión de 
profundo nacionalismo, orgullo y un instrumento para despertar el “innato” sentido de 
misión en los estadounidenses. Sin embargo, aclara que el uso de este término como 
factor explicativo es muy ambiguo, ya que se ha utilizado para definir una gran gama 
de conceptos que van desde el providencialismo hasta el pragmatismo o 
utilitarismo.81 Es quizá por esta razón que el autor antepone a Destino Manifiesto el 
calificativo de teoría, considerando esta palabra como una serie de afirmaciones sin 
comprobar.82 En un artículo posterior, el mismo autor le agrega al término un 
contenido de propuesta mesiánica usada para justificar el movimiento expansionista 
de 1840 –una justificación moral coyuntural-.83 
 
78 Josefina Zoraida Vázquez. “¿Dos guerras contra Estados Unidos?” en De la rebelión de Texas a la guerra del 
47. p. 22 y 23. 
79 Miguel Ángel González Quiroga. “The War between the United States and Mexico” en Richard W. 
Frangaviglia y Douglas W. Richmond, Dueling Eagles. p. 92 y 93. 
80 Jesús Velasco Márquez. La guerra del 47 y la opinión pública. p. 9. 
81 Ibidem. p. 70 y 71. 
82 En el léxico científico, una teoría puede ser demostrable mas no comprobable. 
83 Jesús Velasco Márquez. “La separación y la anexión de Texas en la historia de México y Estados Unidos” en 
Josefina Zoraida Vázquez, De la rebelión de Texas a la Gierra del 47. p. 157. 
 35
Gilberto López y Rivas proporciona una explicación de la misión preordenada 
como idea subordinada al desarrollo capitalista de Estados Unidos. El expansionismo 
era sinónimo de avanzar hacia un Destino Manifiesto, lo cual era producto del 
desarrollo capitalista de esta nación. Para López y Rivas el motor que ponía en 
marcha el movimiento hacia otras tierras no era el origen racial, étnico, religioso de 
los estadounidenses (aunque aclara que éstas son expresiones culturales que 
ocupan un papel importante), sino la preocupación de sus líderes por desarrollar un 
sistema económico sin interferencias políticas.84 Es decir que el capitalismo fue una 
condición sin equa non para que se diera el fenómeno ideológico del Destino 
Manifiesto. 
Ahora bien, en el plano filosófico, el Destino Manifiesto ha dado pie a una serie 
de reflexiones de las que se generaron tres corrientes de pensamiento respecto su 
origen y definición ontológica. Juan Ortega y Medina considera que el Destino 
Manifiesto es un tema que se inserta dentro de lo típicamente estadounidense, pero 
debe ser analizado como un fenómeno de transferencia, cuya formulación, casi de 
manera íntegra, se hereda de Inglaterra como una tesis misional, política y espiritual, 
propia del pensamiento protestante anglosajón.85 Agrega que estas ideas se 
secularizaron después de la obtención de la independencia en la doctrina “conocida 
como destino patente o evidente (manifest); es decir, un destino preordenado”.86 
Frederick Merk perfila el Destino Manifiesto como una mezcla de 
republicanismo, democracia, libertad de credo, anglosajonismo y otros ingredientes, 
encauzados a la expansión continental (en la década de 1840) e insular (en la de 
1890);87 mientras que Albert K. Weinberg lo considera como una doctrina e ideología 
(no debe confundirse con expansionismo) que justifica y condensa dogmas 
 
84 Gilberto López y Rivas. La guerra del47 y la resistencia popular a la ocupación. p. 48, 49 y 55. 
85 Ortega y Medina considera que esta tesis misional era la de “predestinación y vocación” del puritanismo inglés. 
Destino Manifiesto.... p. 30. Confróntese con Miguel Soto,

Continuar navegando