Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
1 Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Letras Hispánicas Tesis de Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas: Un diplomático sin cartera: José Juan Tablada por Gabriel Armando Nagore Cárdenas 9953100-1 Dirigida por el Dr. Jorge Ruedas de la Serna Con el apoyo del proyecto PAPIIT, Clave IN401906-2: “La literatura y la diplomacia mexicana (1900-1920). José Juan Tablada. Estudio preliminar. Edición y anotación de artículos dispersos en boletines, revistas y periódicos”. 25 de mayo de 2007 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 El presente trabajo de tesis, fue elaborado en el marco del proyecto “La literatura y la diplomacia mexicana (1900-1920). José Juan Tablada. Estudio preliminar. Edición y anotación de artículos dispersos en boletines, revistas y periódicos” del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA). Clave: IN401906-2. El origen, la realización y la conclusión de esta tesis, fueron posibles gracias al proyecto financiado a través de dicho Programa de la Universidad Nacional Autónoma de México. 3 A mis padres: Lupita y Gabriel. A mi hermano Rodrigo. A mi maestro Jorge. 4 A G R A D E C I M I E N T O S Agradezco el amoroso apoyo de mis padres, Lupita y Gabriel. A mi hermano que tanto admiro y quiero, le agradezco por lo mucho que me inspira. Agradezco la generosa ayuda del Dr. Jorge Ruedas de la Serna, sin la cual este trabajo no hubiera existido. Agradezco profundamente la presencia y el respaldo de mis amigos: Ingrid, Rafael, Cosette, Josefa, Beatriz, Juan Pablo, Ximena… Por la compañía y el camino, agradezco a Héctor (S.), Bárbara, Patricio (Pato), Manolo, Alejandro, Jordi, Monsieur, al Grupo La Paz y, sobre todo, al P. S. También agradezco el apoyo del Dr. Manuel Carvajal y de Elenita. A mi tía Angelina, mi tía Gloria y mi tío Javier, el haberme recibido en sus hogares. Agradezco la disposición y el apoyo de la Dra. Blanca Rodríguez y del Dr. Manuel Garrido; así como las atenciones del Mtro. Jaime Cortés y del Mtro. José Luis Ávila. Agradezco a la memoria de José Juan Tablada, al proyecto PAPIIT por el cual pude realizar esta investigación, y a este maravilloso universo que es la UNAM. 5 CONTENIDOS Introducción. 6 Capítulo I. De El Renacimiento a la Revista Moderna. 12 i. Altamirano y El Renacimiento. ii. La Revista Azul. iii. La Revista Moderna y José Juan Tablada. Capítulo II. De lector a internacionalista: el perfil diplomático. 43 i. El primer empleo en Relaciones Exteriores. ii. Las biografías de los Ministros de Relaciones Exteriores. iii. La idea de diplomacia de Tablada. iv. Hacia una diplomacia cultural. Capítulo III. Misión Diplomática al Sur. El poeta de insubsistente cartera. 75 i. Flamante Embajador. ii. Noche alterna y luna nueva. iii. El Informe de Gerzayn Ugarte. iv. La respuesta de Tablada. v. Un giro a favor del poeta-diplomático. vi. Diplomático insolvente en aprietos. vii. ¿Disputa resuelta? viii. ¿El punto de vista de Relaciones Exteriores? ix. Nombramiento insubsistente. x. Legado del diplomático sin cartera. Capítulo IV. Poeta-diplomático en Nueva York. 108 i. La innumerable y múltiple metrópoli. ii. Paladín de lo mexicano. iii. Programa diplomático de Tablada. iv. El diplomático consagrado. Recapitulación. Tablada: diplomático moderno. 132 Bibliohemerografía. 154 6 Introducción José Juan Tablada nace en la Ciudad de México en 1871 y muere en Nueva York en 1945. Su vida y su obra fueron ejemplo de cambio permanente y, con frecuencia, de grandes contradicciones. Se puede decir que vive el tránsito del México romántico al postmodernismo, pasando por el simbolismo, el modernismo y la vanguardia. Fue sobre todo cosmopolita e incansable promotor de la transformación cultural del país. Un escritor “fin de siglo”, y a la vez, del nuevo siglo. Representante como pocos del romanticismo más radical que dio el salto a la modernidad. Y, como trataré de mostrar en este estudio, sus no pocas contradicciones son las que hacen de él un hombre moderno. Su primer libro de poesías, El Florilegio, publicado en 1899, muestra ya ese carácter diverso y heterogéneo. Es un libro romántico, pero de fuertes tendencias simbolistas. Contradictorio y, según los críticos, desigual, pues resume los mejores aciertos y los peores defectos de su obra. Héctor Valdés, editor de la poesía completa de Tablada, lo considera como el trabajo que mejor representa al modernismo de esa fase: la “pasión desbordada” –típicamente romántica-, e imágenes nuevas, exotismo, esmero formal –gusto parnasiano-, audacia del lenguaje, suntuosidad burguesa, pero también rebeldía y profanación. Para Héctor Valdés el baudelerianismo es muy acentuado, y no siempre lo favorece. Sin embargo, en síntesis, la obra revela, con todo su peculiar hibridismo, un impulso y un magnetismo poco comunes en la época. En este libro aparece el poema más conflictivo de su obra: ‘‘Misa negra’’, que provocó fuertes reacciones de censura, así como el disgusto, que bastante caro le costó al poeta, de doña Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz, quien muy molesta por la profanación de la misa católica, lo calificó de altamente ofensivo para la religión. Jesús Rábago, director del periódico El País, que lo publicó, consideró que el poema había perjudicado al diario por lo que recomendó a Tablada que se moderara. Él, indignado, amenazó con abandonar el periódico y dirigió una carta abierta a los escritores liberales donde denunciaba esa “hipocresía” y proponía la fundación de la Revista Moderna, que habría de convertirse en la publicación más importante del modernismo 7 hispanoamericano.1 Para los críticos, ‘‘Misa negra’’, escrito bajo la influencia de Huysmans, fue una provocación a la mentalidad conservadora y a la oligarquía mexicana de la época: MISA NEGRA (fragmentos) ¡Emen Hetan! (Cri des stryges au sabbat.) ¡Noche de sábado! Callada está la tierra y negro el cielo, palpita en mi alma una balada de doloroso ritornelo. ................................................ ¡Noche de sábado! En tu alcoba flota un perfume de incensario, el oro brilla y la caoba tiene penumbras de santuario. Y allá en el lecho do reposa tu cuerpo blanco, reverbera como custodia esplenderosa tu desatada cabellera. ................................................. Toma el aspecto triste y frío de la enlutada religiosa y con el traje más sombrío viste tu carne voluptuosa. ................................................... Quiero en las gradas de tu lecho doblar temblando la rodilla... Y hacer el ara de tu pecho y de tu alcoba la capilla. En realidad, es la fase de rebeldía romántica de Tablada. No se trata todavía del poeta de vanguardia –como se le ha querido ver- sino del romántico, en el sentido en que1 Cfr. Ángeles Mendieta Alatorre, en su obra Tablada y la gran época de la transformación cultural. 8 los definió Víctor Hugo en el “Prefacio de Cromwell”: “románticos radicales”, contra los “románticos moderados”, como Hugo calificó a sus contemporáneos franceses, que fueron los modelos de los románticos mexicanos durante la mayor parte del siglo XIX.2 Y como romántico radical, el joven Tablada muestra esa mentalidad abierta y combativa que lo caracterizará en toda su obra. Otro rasgo que anuncia la apertura mental de Tablada y su interés creciente por las literaturas extranjeras, fue su labor de traducción, especialmente entre 1890 y 1905. En su mayoría fueron traducciones de poetas franceses, que revelaban su afición por Francia: poemas de Baudelaire, Victor Hugo, Jean Richepin, Jean Moréas, Jean Lahor, Pierre Louÿs, Sully Prudhomme, José María de Hérédia, Albert Samain, Maurice Rollinat y Anatole France, así como de los orientalistas franceses de su preferencia: Judith Gautier, y Edmond y Jules de Goncourt. Además de acercarse al inglés, con Edgar Allan Poe, y, cosa inusitada en la época, al portugués, con la traducción del poema dramático de Eugênio de Castro, El rey Galaor.3 A este período corresponden también su crónicas japonesas, publicadas principalmente en la Revista Moderna, entre 1900 y 1902, además de haberlas reproducido en otros periódicos de la capital y de provincia. Su viaje al Japón, motivo de esas crónicas, ya fuera real o imaginario, fue un parte aguas en la vida intelectual del poeta.4 Tablada adquirió fama de japonista, quizá consagrado como el principal orientalista del modernismo mexicano. Su afición a lo japonés se hizo proverbial y, como veremos más adelante, le abrió las puertas de la diplomacia mexicana. Su primer nombramiento oficial ocurrió en el marco de las fiestas del Centenario, cuando fue agregado al Protocolo por la Cancillería, según publicó el periódico El Tiempo, el 1º de septiembre de 1910: 2 Cfr. Jorge Ruedas de la Serna, Los orígenes de la visión paradisíaca de la naturaleza mexicana. México, UNAM, 1987. 3 El rey Galaor. Poema dramático de Eugênio de Castro. Versión castellana de José Juan Tablada. Presentación de Jorge Ruedas de la Serna. México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2006. 4 Ver En el país del sol de José Juan Tablada. Obras VIII – En el país del sol. Edición crítica, prólogo y notas de Jorge Ruedas de la Serna. México, UNAM, 2006. 9 OTRO AGREGADO AL PROTOCOLO.- La Secretaría de Relaciones Exteriores ha nombrado agregado al Protocolo, al poeta José J. Tablada quien, como se sabe, ha permanecido algunos años en el Japón, con el objeto de que agasaje debidamente a la Embajada japonesa que viene en representación del Mikado a las fiestas del Centenario.5 Como señala Jorge Ruedas de la Serna, no deja de ser significativa la frase subrayada, cuando, hasta donde se sabe, Tablada, en caso de haber estado en el Japón ese año de 1900, su estadía no habría pasado de, a lo sumo, tres meses.6 Sin embargo, lo interesante de esta exageración estriba en que el japonismo de Tablada, y con él su internacionalismo, se había hecho para entonces de reconocida fama en el país. No debe olvidarse que en ese momento, como indica también Ruedas de la Serna, para Porfirio Díaz el Japón era una prioridad de la política exterior del régimen. El país nipón era visto como un milagro de prosperidad y de acelerado modernismo. La intensa convivencia de Tablada con el arte japonés, naturalmente a través de los orientalistas franceses e ingleses, afirmó para siempre su mentalidad abierta a las corrientes estéticas universales y su gusto cosmopolita. Podría decirse que operó en él una transición definitiva a la estética moderna. Proceso en el que consistió la verdadera superación de la mentalidad decimonónica. Como escribe el crítico brasileño Alfredo Bosi, ese proceso consistió “en aquella mudanza de eje que se operó en la poesía occidental a partir de Gautier y de Baudelaire –de la expresión romántica del ego para la invención formalizante del objeto poético.”7 Proceso que en el caso de Tablada se completará a lo largo de veinte años, desde la publicación de El Florilegio (1899), a la aparición de Un día... poemas sintéticos (1919, y que fueron los años más convulsos de su vida. Por todo ello considero que la vida y la obra de este poeta mexicano debe ser estudiada integralmente. Durante muchos años los críticos dividieron tanto su obra como 5 El Tiempo, 1 de septiembre de 1910, p. 2. Citado por Jorge Ruedas de la Serna, Ibidem, p. 20. 6 Atsuko Tanabe, El japonismo de José Juan Tablada, pp. 45-46. Cit. por Ruedas de la Serna. Ibidem, p.18. 7 Cit. Por Jorge Ruedas de la Serna en La poesía mexicana contemporánea. São Paulo, Centro de Documentação sobre América Latina, Universidade de São Paulo, 1976. p. 13. 10 su vida en dos apartados: uno muy admirado, y otro que era preferible olvidar. Este último fue el del escritor, primero adicto a Díaz y a su candidato a la vicepresidencia en la última reelección del dictador, Ramón Corral, enemigo del Partido Antirreleccionista que apoyaba a Bernardo Reyes. Es decir, el autor de los certeros y despiadados Tiros al blanco, y después, de la ignominiosa sátira Madero Chantecler8; el también autor del panegírico, no menos infame, dedicado a Victoriano Huerta con el título de Historia de la campaña de la División del Norte. 9 Pero debemos encarar el problema de que, al mismo tiempo que escribe este lamentable panfleto adulador del golpista, está escribiendo, también, el libro Hiroshigué, con el que aspiraba a continuar la obra de su admiradísimo Edmundo de Goncourt.10 Y, finalmente, que durante ese mismo infausto período realiza su viaje a París y escribe sus crónicas de Francia.11 Su biografía, inseparable de su obra, presenta contrastes semejantes. Estudió en el Colegio Militar de Chapultepec. De joven solía asistir al Jockey Club donde conoció a personajes refinados, a escritores, libreros y coleccionistas de arte. Siendo de escasos recursos económicos, se vio precisado a vivir del periodismo. Colaboró en diversos periódicos, con crónicas, relatos y poemas. Fue comerciante de vinos. Se aficionó al deporte y aprendió jiu-jítsu. Se apasionó, futuristamente, por los automóviles, y se inició en los estudios teosóficos, con Víctor Ramond, del Círculo Teosófico de Monterrey. Vivió en Francia, entre 1911 y 1912. A la caída de Huerta, en 1914, se exilió en Nueva York. La casa japonesa que se había construido en Coyoacán fue saqueada y destruida por los zapatistas. En 1918 volvió a México. Ese año se casó con Nina Cabrera, su segunda esposa. Desempeñó controvertidas funciones diplomáticas en Bogotá y en Caracas, una vez despedido del Servicio Diplomático, por rebeldía, volvió a Nueva York, donde abrió la Librería de los Latinos, de efímera duración, con libros franceses, 8 Ver Obras II de José Juan Tablada, Sátira política. Prólogo de Jorge Ruedas de la Serna, edición y notas de Jorge Ruedas de la Serna y Esperanza Lara Velázquez. México, UNAM, 1981. 9 La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte. México, Impresora del Gobierno Federal, 1913. 10 Hiroshigué, el pintor de la nieve y de la lluvia, de la noche y de la luna. México,1914. (Monografías Japonesas). Cfr. Ruedas de la Serna, “De la gueisha a la mujer de hierro o la crítica en la edición de textos”, en Literatura Mexicana, Vol. XIII, Núm. 2, 2002, pp. 117-127. 11 Los días y las noches de París, París-México, Imprenta de la viuda de Ch. Bouret, 1918. Cfr. Obras III. Los días y las noches de París. Crónicas parisienses, prólogo, edición, recopilación y notas de Esperanza Lara Velázquez, México, UNAM, 1988. 11 españoles e italianos. Realizó entonces una admirable labor dedivulgación del arte mexicano, promoviendo exposiciones de artistas famosos, y escribió millares de crónicas sobre los más diversos temas de los Estados Unidos y de México. Además de su Diario,12 entre 1925 y 1928 escribió el primer volumen de sus memorias, La feria de la vida, publicado en 1937.13 Paralelamente, de 1926 a 1928 publicó en El Universal capítulos del segundo tomo, Las sombras largas, salido en volumen en 1993.14 Como cronista su producción es enorme y variadísima.15 Como muestra aún parcial de sus numerosas crónicas, encontramos dos discos compactos, editados bajo la dirección de Jorge Ruedas de la Serna, con la colaboración del Centro Editor de Discos Compactos de la Universidad de Colima y el apoyo del CONACYT.16 José Juan Tablada realizó una activa y destacada labor de difusión y fomento de las artes y de la cultura de México en el extranjero que, trascendiendo la institucionalidad diplomática, correspondió con su afán de promover el acercamiento y comprensión de las naciones por medio del intercambio cultural. De esta manera, concibió un camino fértil para el entendimiento con base en la idea de una diplomacia moderna que, partiendo de la expresión de las artes, particularmente de la literatura, resultó en la exploración de un nuevo espectro de posibilidades para el encuentro y diálogo entre los pueblos. En el presente trabajo, me referiré específicamente a las actividades de José Juan Tablada que se encuentran directamente relacionadas con la diplomacia y que, en su caso, entiendo como una diplomacia cultural y sin cartera. 12 José Juan Tablada. Obras IV – Diario (1900-1944). Edición de Guillermo Sheridan. México, UNAM, 1992. 13 José Juan Tablada, La feria de la vida (Memorias). México, Ediciones Botas, 1937. 14 Las sombras largas. México, CONACULTA, 1993. 15 Cfr. Catálogo de artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945), organizado por Esperanza Lara Velázquez. México, UNAM, 1995. Contiene las referencias a 1.860 artículos. 16 La Babilonia de hierro. Crónicas neoyorquinas (1920-1936). Contiene 725 textos. UNAM-Universidad de Colima, 1997; México de día y de noche. Crónica mexicana 1928-1945. Con 395 textos. UNAM, 1998. 12 Capítulo I De El Renacimiento a la Revista Moderna Altamirano y El Renacimiento José Juan Tablada no es una figura aislada de nuestra tradición literaria, aunque generalmente los críticos lo hayan estudiado de esa manera, lo cual puede ser válido, pero no desde la perspectiva que adoptaré en este estudio. Nuestra literatura se convirtió, a lo largo del siglo XIX, en un instrumento de enorme importancia, tanto para la proyección del país en el exterior, como para nuestro enriquecimiento cultural. Y este fin, connatural a la literatura, representó un largo proceso, que fue paralelo a la formación de la literatura nacional. Dicho proceso se hace evidente sobre todo en nuestras publicaciones periódicas, porque éstas generalmente aglutinaron a los escritores en grupos, ya fuera en academias, cenáculos, liceos, tendencias o afinidades ideológicas y estéticas. Cada uno de esos grupos, reunidos en torno a una publicación, contribuyeron a la formación de un sistema simbólico que fue configurando una tradición, un lenguaje, y una identificación del grupo con valores y expectativas comunes. Ese sistema se conformaba por un grupo de creadores y por un grupo de lectores afines a esos valores y expectativas. A esto es que llamaremos, de acuerdo con el crítico brasileño Antonio Candido, la formación de un sistema literario.17 Ahora bien, conviene aclarar que entre grupo y grupo, o generación y generación, sólo declarativamente se producen a lo largo del proceso, rupturas radicales. A pesar de los manifiestos “acráticos” que suelen justificar una nueva publicación, la verdad es que éstas mantienen un vínculo estrecho con el público lector, que las sostiene y que afianza una necesaria continuidad en el proceso. Como explica el mismo crítico en otra obra fundamental, el arte y la literatura hacen parte de un sistema de comunicación, conformado por cuatro elementos básicos: “el comunicante, el comunicado y el comunicando”, más lo que podría denominarse como la repercusión o el efecto. De tal 17 Sobre el concepto de sistema literario, Antonio Candido, “Introdução” en Formação da literatura brasileira (Momentos decisivos). Vol. 1 (1750-1836). Belo Horizonte, Editora Itatiaia, 1981. 13 modo que el mensaje (texto) o comunicado no se realiza plenamente sino hasta que “repercute y actúa”: “todo proceso de comunicación presupone un comunicante, en este caso el artista; un comunicado, o sea, la obra; un comunicando, que es el público al que se dirige; gracias a eso se define el cuarto elemento del proceso, esto es, su efecto”.18 De aquí se infiere que este proceso comunicativo, en el que se colocan justamente las revistas literarias, “es integrador y bitransitivo por excelencia”. Ninguna revista, como creación colectiva y que aspira a su permanencia, puede sustraerse al proceso comunicativo, so pena de su pronta desaparición. Es cierto que tanto los grupos culturales como las revistas obedecen a dos tendencias sociales, “la agregación” y “la segregación”, como las llama el mismo crítico: La primera se inspira principalmente en la experiencia colectiva y se orienta a medios comunicativos accesibles. Procura, en este sentido, incorporarse a un sistema simbólico vigente, utilizando el que ya está establecido como forma de expresión de determinada sociedad. La segunda se preocupa por renovar el sistema simbólico, crear nuevos recursos expresivos y, para esto, se dirige a un número al menos inicialmente reducido de receptores, que se destacan, en cuanto tales, de la sociedad.19 No obstante, aun estas últimas aspiran a aumentar el número de lectores y mantendrán su vigencia siempre que este número sea significativo. Por lo tanto, no osan desconocer radicalmente el sistema simbólico vigente. En principio, podríamos considerar al Renacimiento de Altamirano como una revista de “agregación”, porque vino a representar la ideología y la estética consolidada en su momento. Podríamos ubicar, asimismo, a la Revista Moderna como un producto artístico de “segregación” porque parece una publicación más elitista y renovadora. Sin embargo, al revisar más en detalle una y otra, podemos verificar que, a pesar de que el Renacimiento es considerado por nuestra historiografía como manifestación del nacionalismo más rampante, en sus páginas se publican numerosas traducciones realizadas por autores mexicanos: Byron, por Roa 18 Antonio Candido, Literatura e sociedade. Estudos de Teoria e História Literária. São Paulo, T. A. Queiroz Editor, 2002. p. 21. 19 Ibidem., p. 23. 14 Bárcena; Ferdinand Freiligrath y Ludwig Uhland, por Rafael Zayas; Salomon Gessner, Goethe, por Santiago Sierra, como traducción libre; Edmond Guillemin, por Orozco y Berra; Víctor Hugo, por Isabel Prieto, José Rosas y Manuel M. Flores, quien también hizo traducción libre de “Amar” de Musset; Schiller y Krummacher, por José Sebastián Segura; Lamartine, por Roa Bárcena, Rosas y Ricardo Ituarte Esteva; Poe, por Ignacio Mariscal, etcétera. En contrapartida, si revisamos en detalle las páginas de la Revista Moderna, veremos que se publican numerosos materiales dirigidos a agradar al gusto medio y hasta frívolo del público de su tiempo. Por todo esto, podríamos decir que composiciones irreverentes y heterodoxas, como el poema escandaloso de Tablada, son inexistentes en la Revista Moderna, y resalta el hecho de que esta publicación no lo hubiese contado entre sus páginas, como podría haberlo hecho para redimir al poeta reprimido. Por otro lado, el nacionalismo tan atribuido a Altamirano por la crítica tradicional,tendría que ser matizado. En el pensamiento de Altamirano, y por su proyecto de literatura nacional, se incubó, paradójicamente, una visión cosmopolita sin la cual hubiera sido imposible producir un movimiento que luchaba, no contra la cultura moderna, sino contra las ataduras del colonialismo mental del pasado. Generalmente se olvida que tanto para él, como para Víctor Hugo, literatura nacional significaba libertad y originalidad, y que, por ello, Altamirano fue un gran lector de las literaturas modernas: la alemana, la francesa, la inglesa y la italiana. No se puede negar, por otro lado, que durante gran parte del siglo XIX, la literatura fue vista por nuestros escritores como instrumento eficaz de patriotismo. Esto históricamente es comprensible. En ese sentido, la literatura debía favorecer la consolidación de la Independencia obtenida a costa de grandes sacrificios. Pero si se quería dejar atrás a España, paralelamente fue creciendo la admiración a Francia, cuya Revolución, y cuya cultura, eran un modelo a seguir. La filosofía francesa fue siempre un manantial en el que bebieron nuestros próceres y nuestros escritores. Nuestro nacionalismo no fue antifrancés, ni siquiera después del fusilamiento de Maximiliano, y Francia fue la ventana a través de la cual respiramos los aires renovadores de la cultura 15 europea. Nuestros escritores estéticamente más revolucionarios dominaban el francés, antes que otra lengua extranjera: Gutiérrez Nájera y el propio Tablada. Es así que, primero, la obra de Tablada se encuadra visiblemente en nuestro sistema literario, y, segundo, que este sistema es el que en su proceso de formación se fue convirtiendo en un medio poderoso para abrir cauces diplomáticos para el país. Que Tablada fue un protagonista importante de este proceso es lo que intentaré mostrar en este trabajo. Mientras tanto, debemos recordar que, no obstante congregar a un número más o menos significativo de escritores que se sienten ligados al proyecto de una revista, la existencia de éstas depende de un líder, que las mantiene vivas y aglutina al grupo con su prestigio y magisterio. Cuando este líder desaparece o declina, la revista por lo general se acaba. El semanario El Renacimiento nació bajo el patrocinio intelectual de Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893),20 y logró sostenerse durante todo el año de 1869, a pesar de las dificultades económicas y políticas que al final ocasionaron su desaparición. A tales dificultades se sumó el quebranto de salud que el maestro sufrió ese mismo año. Sin embargo, su repercusión fue importante y, todavía, en 1894, un año después de la muerte del maestro, el escritor, historiador y crítico teatral, de origen español, Enrique de Olavarría y Ferrari (1844-1918) por fidelidad a Altamirano, a quien consideraba su maestro, lanzó una segunda época de El Renacimiento, con el proyecto de dar continuidad al primero con escritores jóvenes. La publicación fue efímera, quizás por el anacrónico nacionalismo preconizado por Olavarría, que mal interpretaba la prédica de Altamirano y llegaba en el momento en que las expectativas de los escritores jóvenes, a los que apelaba, estaban puestas en las novedades literarias venidas de Europa, principalmente de Francia. Prevalecía entonces un ansia de libertad y de experimentación estética que desafiaba a los viejos modelos de nuestro primer romanticismo. El triunfo de la República había sido también el triunfo de El Renacimiento. Se puede decir que en esos años la simiente dejada por Altamirano había fructificado, y se necesitaba un nuevo líder que la hiciera florecer. La generación de nuestros viejos 20 Sobre el surgimiento de este importante semanario, ver Índices de El Renacimiento. Semanario Literario Mexicano (1869). Estudio preliminar de Huberto Batis. México, Centro de Estudios Literarios, 1963. 16 liberales, de los que hacía parte Ignacio Manuel Altamirano, estaba siendo reemplazada por la generación siguiente, orientada por otro maestro, Justo Sierra (1848-1912), con la mente puesta, ahora que la Independencia del país se sentía consolidada, en el futuro y en la modernidad. El país volvía la mirada de la introspección que mantuvo durante ese siglo de consolidación, a la sociedad de las naciones, seguro de participar en ella como uno más de sus miembros. La revista que verdaderamente diera continuidad a El Renacimiento de Altamirano estaba reservada a un nuevo líder, capaz de sentir y dar forma poética a las nuevas expectativas del sistema literario en formación: es decir, a los escritores jóvenes y a los lectores que exigían algo nuevo. La Revista Azul El nuevo líder fue, indudablemente, Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), el mejor preparado en ese momento para llenar las expectativas del nuevo público. Se aproximaba el fin de siglo, que cerraría, en la visión de entonces, el calamitoso siglo XIX mexicano. Era el tiempo de la esperanza, y, por contraste con los tonos oscuros que ensombrecían el pasado, se imponía el color “azul” de un cielo despejado para el porvenir. Nada más atractivo para el país que esta promesa anhelada por todos. Los críticos han discutido el origen y el sentido de esta denominación para la Revista Azul (1894-1896) fundada por Gutiérrez Nájera: Según afirma Max Henríquez Ureña, el título de la revista fue copia del de la Revue Bleu que se publicaba en París. Quizás al dársele ese nombre no se pensó sólo en dicha revista francesa, sino también en la frase L’art c’est azur, de Hugo, citada por Valera en su “Carta- prólogo” al Azul... de Darío. Es indudable que también el propio título del libro de Darío (1888) debe haber influido en la denominación de la Revista Azul. [...] Si no es posible precisar razonablemente la causa original determinante, inspiradora y única que influyó en el nombre de la revista, al menos es lícito suponer que en el motivo confluyen el conjunto de acepciones simbólicas que –según señala [Boyd G.] Carter−21 desde Novalis hasta Gutiérrez Nájera han cristlizado en la 21 Boyd G. Carter, “La Revista Azul. La resurrección fallida: Revista Azul de Manuel Caballero”, en Las revistas literarias de México. México, Departamento de Literatura, INBA, 1963, pp. 47-80. 17 palabra “azul” un anhelo y una aspiración hacia el ideal de la belleza.22 Ese “ideal de belleza”, pero sobre todo el ansia de libertad estética, por encima de posturas ideológicas, y la esperanza de un nuevo siglo de plenitud y realizaciones cautivó al público no sólo del país sino de Hispanoamérica. Si El Renacimiento tuvo repercusión local prolongada, la Revista Azul fue la primera que tuvo proyección internacional en los países de habla hispana en América. Desde su aparición se dio a conocer en Centro y Sudamérica. A la muerte de Gutiérrez Nájera, numerosos escritores de México y de otros países hermanos escribieron sentidas lamentaciones. Y, cosa excepcional en las revistas literarias de ese tiempo, ésta sobrevivió por más de un año a su fundador. Dado que la Revista se encontraba estrechamente ligada a la obra de su fundador, no faltaron quienes, como el propio Olavarría, la criticasen por su proclividad a la literatura europea, principalmente francesa, acusándola, injustificadamente, de dar la espalda a la literatura nacional. Fue calificada de “afrancesada”, como se le tachó a su creador. Justo Sierra, en su prólogo a la primera edición de las poesías de Gutiérrez Nájera respondió, dice Alfonso Reyes, de manera contundente a estas acusaciones: [Justo Sierra] Crítico literario un día, su legado es breve, brevísimo, y en esto como en muchas cosas se manifestó por un solo rasgo perdurable: el prólogo a las poesías de Gutiérrez Nájera. Allí la explicación del afrancesamiento en la lírica mexicana, la defensa del Modernismo, todo lo cual está tratado almargen de las escuelas y por encima de las capillas. Entre sus contemporáneos no hay crítica que la iguale, y dudo que la haya entre los posteriores, aun cuando algo se ha adelantado. El solo estilo de aquel prólogo ostenta lujos hasta entonces desconocidos entre nosotros; las imágenes tienen vida; las frases, nerviosos resortes; el paréntesis, sabrosa intención, la digresión, un encanto que hace sonreír. Se siente el temor de profanar la tumba recién sellada del amigo. En torno a Gutiérrez Nájera, unos 22 Ana Elena Díaz Alejo y Ernesto Prado Velázquez, “Estudio preliminar”, en Índice de la Revista Azul (1894-1896). México, UNAM, 1968. pp. 14-15. 18 cuantos trazos fijan nuestra historia literaria. Sobre el mismo Gutiérrez Nájera, no creo que pueda decirse más ni mejor.23 Justo Sierra sobre todo explica y defiende el influjo de Francia en los países de habla hispánica, pues, afirma, que la cultura francesa se convirtió en el paradigma del mundo en el siglo XIX. Nosotros mismos, dice, hemos conocido a Francia a través de la propia literatura de los españoles, que también la siguen. Pero, vista desde ahora, esta defensa generosa de Gutiérrez Nájera, como dice Reyes, hecha por el amigo cuando acababa de sellarse su tumba, en realidad contribuyó a afirmar todavía más, y quizás de modo por mucho tiempo irreversible, el sambenito del afrancesamiento del Duque Job. La argumentación de Sierra dispara impensadamente al prurito hispánico, tan arraigado desde el siglo XVIII, contra los poetas afrancesados que habían sido hasta objeto de exilio como, entre muchos más, Leandro Fernández de Moratín. Sierra les dice a esos supervivientes del hispanismo puro que, a pesar de su fobia declarativa, la Francia también nos había llegado por su conducto. Al justificar, de ese modo, el “afrancesamiento” de Gutiérrez Nájera, Sierra acabó consagrándolo como tal.24 Estudios recientes muestran que “el afrancesado” Gutiérrez Nájera no lo era tanto como durante mucho tiempo se le juzgó. El análisis de su obra poética, y especialmente de su abundantísima crónica, prueba que los galicismos de que se servía eran mínimos y nada significativos. De la misma forma, sus crónicas, de las cuales fundamentalmente vivía, nos demuestran que no era el flâneur que, desde la calle de Plateros, soñaba con París, sino que, contra esta falsa representación, era un cronista profundamente preocupado con la injusticia social.25 De cualquier forma, su mejor defensa la hizo el propio Gutiérrez Nájera, en su deslumbrante artículo “El cruzamiento en literatura”. Publicado en la Revista Azul, el 9 23 Alfonso Reyes, “IV. Justo Sierra y la historia patria”, en Pasado inmediato. Obras completas, tomo XII, pp. 243-244. 24 Cfr. Justo Sierra, “Prólogo” a la primera edición de la Poesía de Gutiérrez Nájera (1896), en edición facsimilar Poesía Completa, México, libros del bicho (12), Premia Editora, 1979. pp. VI-X, XIV-XV. 25 Así lo demuestra Yolanda Bache Cortés, acuciosa editora de las crónicas teatrales de Gutiérrez Nájera, en una tesis reciente, Manuel Gutiérrez Nájera. Cronista de teatro. UNAM, 2006. 19 de septiembre de 1894, el autor aprovecha 17 párrafos, con algunas modificaciones, de un artículo bastante anterior –de 1890, publicado en el Partido Liberal.26 Sólo el primero y el último fueron escritos íntegramente en 1894. Dato interesante que nos revela que las ideas ahí expuestas las había madurado Gutiérrez Nájera de tiempo atrás, antes de que existiera el proyecto de la Revista. El primer párrafo ubica el problema y lo ajusta al debate que en ese momento suscitaba su publicación: “Con frecuencia se culpa a esta Revista de afrancesamiento y se la tilda, sin razón alguna, de malquerer o menospreciar la literatura española” –comienza diciendo, para, a continuación, hacer la apología de Francia, donde dice: “hoy por hoy, el arte vive más intensa vida que en ningún otro pueblo”. Sigue después el mismo argumento que Justo Sierra usó para justificar la presencia de la cultura francesa en la obra del Duque Job: “los españoles mismos, a pesar de su apego a la tierruca, trasponen los Pirineos en busca de ‘moldes nuevos’ para sus ideas e inspiraciones.” Pero Gutiérrez Nájera no se queda ahí, pues declara al mismo tiempo que la literatura española no es prescindible ni puede ser ignorada “por todo aquel que aspire a ser literato o, cuando menos, a cultivar su gusto”; y de paso menciona a dos de los escritores españoles de su tiempo que considera excelentes, Salvador Rueda, a quien promete estudiar “con detención”, y Armando Palacio Valdés, “novelista de insigne mérito”, añade. Adelantando su tesis central, señala que “en la Península se traduce y se imita mucho, más de lo que se produce o revive”, pero eso no le parece negativo, por el contrario, cree que “es en extremo favorable al adelanto de las ciencias y las artes.” Opina que si la decadencia de la poesía lírica española es innegable, los novelistas, en cambio, son muy buenos; y el renacimiento de la novela española, asegura: ...ha coincidido y debía coincidir con la abundancia de traducciones publicadas. Leen hoy los españoles mucho Zolá, mucho Daudet, mucho Bourget, mucho Goncourt, mucho Feuillet; y por lo mismo los rumbos de la novela han cambiado para los novelistas castizos. En una palabra: la novela española ha viajado y ha aprendido bastante en sus viajes.27 26 Véase la nota de Ernesto Mejía Sánchez a este texto, en Manuel Gutiérrez Nájera, Obras I. Crítica literaria. Ideas y temas literarios. Literatura mexicana. Investigación y recopilación de Erwin K. Mapes; Edición y notas de Ernesto Mejía Sánchez; Introducción de Porfirio Martínez Peñaloza: Índices de Yolanda Bache Cortés y Belem Clark de Lara. México, UNAM, 1995. p. 101, nota 1. 27 “El cruzamiento en literatura”, ibidem, p. 102. 20 Pareciera aquí haber delineado su propio programa literario: “viajar”, dice el gran poeta que nunca salió del Valle de México. Viajar con la imaginación y por la lectura, es decir, aprender de los grandes escritores del mundo moderno. Esa es la consigna del Duque Job, que anticipa la obsesión de los poetas modernos: un impulso de libertad y una pulsión de vida. Por eso, Gutiérrez Nájera, no obstante su admiración a Francia, en ese entonces general, recomienda no cerrarse a una sola cultura, ni aun a la francesa. La parte medular de su ensayo la expresará con las siguientes palabras: No quiero que imiten los poetas españoles; pero sí quiero que conozcan modelos extranjeros; que adapten al castizo estilos ajenos; que revivan viejas bellezas, siempre jóvenes; en resumen, que su poesía se vigorice por el cruzamiento.28 Para nuestro poeta, en síntesis, cada raza habrá de conservar su carácter sustancial; “pero no se aísle de las otras ni las rechace, so pena de agotarse y morir”. Por eso, el cruzamiento en literatura es una necesidad universal: Mientras más prosa y poesía alemana, francesa, inglesa, italiana, rusa, norte y sudamericana, etc., importe la literatura española, más producirá y de más ricos y más cuantiosos productos será su exportación. Parece que reniega la literatura de que yo le aplique estos plebeyos términos de comercio; pero no hallo otros que traduzcan mejor mi pensamiento.29 Éste fue el sentido de “el cruzamiento en literatura” que adoptó él mismo, un criterio de apertura a la literatura universal, y que fue la pauta editorial de su Revista. Por ello no era justo calificarlos, a él y a la Revista, simple y llanamente de afrancesados, independientemente del peso real que en ese entonces y tiempo después tuvo en el mundo la cultura francesa. Lo que se hizo evidente, apenas 4 años después de suspendida la Revista Azul, con la Exposición Universal de París de 1900, que cerró simbólicamente el siglo XIX. Es una penaque para entonces nuestro gran poeta hubiera dejado de existir. 28 Ibidem, p. 104. 29 Ibidem, p. 102. 21 Pero la repercusión de la Revista Azul estuvo viva varios años después de iniciado el siglo. Había preparado el camino a su sucesora. Vale la pena examinar el siguiente cuadro en que se aprecia el número de colaboradores, por nacionalidad, de la Revista. Es evidente el peso de los franceses, más numerosos aun que los mexicanos, pero, por otro lado, la diversidad de escritores de otras nacionalidades no deja de ser coherente con las ideas de Gutiérrez Nájera. Sin duda la revista buscó incorporar a representantes de las literaturas más remotas a la nuestra en ese tiempo: RELACIÓN DE AUTORES POR NACIONALIDADES30 NACIONALIDAD NÚMERO DE AUTORES Franceses 60 Mexicanos 54 Españoles 32 Venezolanos 18 Cubanos 10 Colombianos 5 Italianos 3 Rusos 3 Costarricenses 2 Peruanos 2 Alemanes 2 Chilenos 2 Salvadoreños 2 Norteamericanos 2 Ingleses 2 Dominicanos 2 Guatemaltecos 1 Nicaragüenses 1 Puertorriqueños 1 Austriacos 1 Noruegos 1 Rumanos 1 Argentinos 1 Ecuatorianos 1 Hondureños 1 Panameños 1 Bolivianos 1 Irlandeses 1 Polaco-Mexicano 1 Como se ha observado, no es tan significativo el número de los escritores de cada nacionalidad, como la gran diversidad de nacionalidades que se ven representadas en la 30 FUENTE: Índice de la Revista Azul, op cit, “Apéndices”, pp. 119-122. 22 Revista Azul. Sin lugar a dudas esta publicación fue la primera en México en abrir tan grande espectro de relaciones literarias con el exterior. También en este aspecto habría que valorar su contribución diplomática en el mejor sentido de la palabra. En sus páginas, por otro lado, habían hallado natural hospedaje muchos de los escritores que habrán en poco tiempo de agruparse en torno de la Revista Moderna, José Juan Tablada, en primer lugar: publicó en ella nueve poemas originales, entre ellos el famoso “Ónix”; una traducción (de Jean Richepin); la prosa poética “El despertar de la musmé (Acuarela de Kunisada)”, que tuvo en especial aprecio y posteriormente seleccionó para su libro En el país del sol; así como un artículo-ensayo. De esta manera, el espíritu inquieto de Tablada había hallado liberal asilo en la revista del Duque Job. Como en el caso de El Renacimiento, podemos aquilatar la repercusión de esta revista por el intento fallido de un editor en resucitarla y que provocó la iracunda protesta de numerosos escritores adictos al gran Duque, quienes veían en ese malhadado intento una maniobra tenebrosa. Es Alfonso Reyes quien mejor narra esa historia: Por 1907, un oscuro aficionado quiso resucitar la Revista Azul de Gutiérrez Nájera, para atacar precisamente las libertades de la poesía que proceden de Gutiérrez Nájera. No lo consentimos. El reto era franco, y lo aceptamos. Alzamos por las calles la bandera del arte libre. Trajimos bandas de música. Congregamos en la Alameda a la gente universitaria; los estudiantes acudieron en masa. Se dijeron versos y arengas desde el kiosco público. Por primera vez se vio desfilar a una juventud clamando por los fueros de la belleza, y dispuesta a defenderlos hasta con los puños. Ridiculizamos al mentecato que quería combatirnos, y enterramos con él a varias momias que andaban por ahí haciendo figura de hombres. Por la noche, en una velada, Urueta nos prestó sus mejores dardos y nos llamó “buenos hijos de Grecia”. La Revista Azul pudo continuar su sueño inviolado. No nos dejamos arrebatar la enseña, y la gente aprendió a respetarnos.31 31 Alfonso Reyes, “Pasado inmediato”, tomo XII de Obras completas, pp. 207-208. 23 Repárese en el carácter juvenil y universitario de este movimiento. Pareciera algo inédito que se congregasen los estudiantes en una protesta popular para reivindicar la revista de Gutiérrez Nájera e impedir que fuese profanada su memoria por alguien que se autonombraba sucesor y postulaba un programa contrario al movimiento de libertad e innovación estética impulsado por la Revista Azul. Alfonso Reyes (1889-1959) tenía entonces dieciocho años. Y habían pasado ya doce años desde la muerte de Nájera. Su programa estaba vivo, su poesía joven. La primera época de la Revista Moderna hacía cuatro años se había cerrado. ¿Por qué estos jóvenes se opusieron tan exaltadamente a que alguien intentara resucitar a la Revista Azul? El autor de esa fallida resurrección fue el escritor y periodista Manuel Caballero (1849-1926), de amplia trayectoria en el periodismo mexicano. Algunos najerianos acogieron con beneplácito la iniciativa, incluido el viejo compañero y co-editor de la primera Revista Azul, Carlos Díaz Dufoo. Pero el prospecto, aparecido en marzo de 1907, provocó la ira de la juventud. Manuel Caballero, añorante, viejo y evidentemente anquilosado, le declaraba la guerra al “Decadentismo” en su inepto panfleto, y anunciaba que “combatirían los procedimientos de la escuela llamada modernista; darían a conocer los modelos de la poesía clásica; se haría crítica literaria, y en la sección bibliográfica se recomendarían libros que favorecieran la tendencia de su propio programa y se condenarían las obras dañosas al ‘buen gusto literario’.”32 No es difícil reconocer un proyecto confesional y profundamente reaccionario, adverso al revolucionario jacobinismo estético, más de la Revista Moderna que de la Revista Azul. No es descabellado suponer que la torpe maniobra del anacrónico Caballero consistía en servirse oportunistamente del prestigio de la Revista Azul, para combatir al grupo “decadente”, según él, aún muy activo, de la Revista Moderna, entonces en su segunda etapa, bajo la dirección de Amado Nervo. La efímera segunda Revista Azul apenas duró seis números, del 7 de abril al 12 de mayo de 1907.33 32 Índice de la Revista Azul..., op. cit., “Estudio preliminar”, p. 24. 33 Ibidem, p. 26. 24 Lo interesante de esta historia fue la protesta callejera de la juventud universitaria. Numerosos jóvenes escritores, entonces en ascenso, firmaron una “Protesta literaria” en la que declaraban: con toda la energía de que somos capaces, protestamos públicamente contra la obra de irreverencia y falsedad que en nombre del excelso poeta Manuel Gutiérrez Nájera, se está cometiendo con la publicación de un papel que se titula Revista Azul y que ha emprendido un anciano reportero carente de toda autoridad y todo prestigio, quien dice venir a continuar la obra de aquel gran poeta y a redimir la literatura nacional de quién sabe qué males, que sólo existen en su imaginación caduca...34 El manifiesto concluía reclamándole a Carlos Díaz Dufoo haber vendido al innoble editor la propiedad de la primera Revista Azul, y cerraba con la siguiente imprecación: “¡Momias, a vuestros sepulcros! ¡Abrid el paso! ¡Vamos hacia el porvenir!”35 Entre los muchos firmantes estaban Luis Castillo Ledón, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Carlos González Peña, Rafael López, etcétera. Se echa de menos la firma de Tablada; pero eran tiempos aciagos, se estaba desde entonces vislumbrando la última reelección de Porfirio Díaz y pronto se desencadenaría una encarnizada lucha periodística, en la que nuestro japonista estuvo del lado de la prensa oficiosa apoyando la candidatura de Ramón Corral a la vicepresidencia y en contra del general Bernardo Reyes, padre de Alfonso y cercano a sus amigos, entre ellos Henríquez Ureña y Jesús Urueta, quien habría de contender a su favor. ¿Será que quisieron hacer del prestigio del viejo Duque una vulgar moneda de cambio? Eso pensaron esos jóvenes diletantes. En resumen, se puede afirmar que el sistema literario estaba consolidado. La importancia de la Revista Azul y su verdadera continuadora, la Revista Moderna, se podía medir por su repercusión.Sus partidarios, o sea sus lectores, en su mayoría jóvenes, se habían convertido en sus defensores. La Moderna, en su segunda época, tuvo una larga vida. 34 Ibidem, p. 24. 35 Ibidem, p. 25. 25 La Revista Moderna y José Juan Tablada. Alfonso Reyes percibió la continuidad entre estas dos revistas: Con Gutiérrez Nájera quedaban abiertos los nuevos rumbos; su órgano era la Revista Azul. Heredera de sus timbres, la Revista Moderna popularizó entre nosotros los modos de la poesía post-romántica. Los escritores que despuntan en la primera revista florecen ya en la segunda.36 Justísimo comentario que pone en tela de juicio las tan comúnmente supuestas “rupturas” de grupos generacionales con que se maneja la historiografía literaria mexicana. En efecto, más que rupturas artificiales, debemos entender la dialéctica con la que se forma y evoluciona el sistema literario vinculado a la comunidad que le da sentido histórico. La Revista Moderna surge sobre el camino abierto por la Revista Azul, y ésta, a su vez, sobre la sedimentación que creó El Renacimiento. Sin duda no fueron las únicas revistas que surgieron y desaparecieron en el lapso de esos casi cuarenta años, pero fueron las de mayor repercusión. Se puede decir que la Revista Moderna fue la culminación de ese proceso. Y, como se vio, si al término de las dos primeras no hubo las condiciones para su resurgimiento, en la tercera éste se dio de manera natural, ya que el propio sistema lo hizo posible. Se había consolidado el grupo de creadores junto con un más amplio sector de lectores, ambos identificados con valores y expectativas comunes, abiertos a asimilar las innovaciones estéticas de la literatura y el arte universales. En otras palabras, las ideas del “cruzamiento en literatura” se habían convertido en acción. La Revista Moderna aparece el 1º de julio de 1898 y concluye, en su primera época, en la segunda quincena de agosto de 1903. A partir del mes de septiembre de este año cambia su nombre por el de Revista Moderna de México e inicia su segunda etapa, 36 Alfonso Reyes, “Pasado inmediato”, op. cit., p. 200. 26 que concluirá el mes de junio de 1911, “habiendo llenado trece años de la vida literaria de México”, dice Héctor Valdés.37 José Juan Tablada, en La feria de la vida, recordó la circunstancia en que fue creada esta revista: Allá por 1898 escribí un poema que figura en la primera y ya rarísima edición de El florilegio, titulado “Misa negra”, y que si ante el menos escrupuloso criterio hoy reinante puede parecer inocente, provocó entonces verdadero escándalo [...] Ese poema, aunque usando imágenes nunca aplicadas antes a la poesía erótica, avivaba la eterna emoción; no era en rigor sino un madrigal que, como se verá, influyó en mi propia vida y en la literatura patria más de lo que yo hubiera pensado [...] En cierto periódico de fugaz vida que Jesús Rábago, en unión del licenciado Joaquín Escoto había fundado con exclusivos motivos políticos, se me había confiado la parte literaria que conmigo redactaban Alberto Leduc y Paco Olaguíbel, y en la que colaboraba Balbino Dávalos entonces en plena actividad poética [...] En una de las páginas literarias del mencionado diario, apareció el poema “Misa negra” y no bien circuló cuando empezaron a llegar las protestas airadas rebosando indignación y escándalo.38 La observación de Tablada era correcta. El público lector no estaba preparado, entonces, para asimilar ese lenguaje poético que atentaba contra el código social vigente. La literatura romántica mexicana, hasta Altamirano, y desde los famosos Calendarios y Años Nuevos de los años treinta producidos por los miembros de la Academia de Letrán, y luego por el Liceo Hidalgo, se veían obligados a cuidar esmeradamente sus escritos para que se les franqueasen las puertas de las familias “decentes”, que constituían su círculo restricto de lectores, evitando los excesos e inconveniencias del romanticismo europeo más mordiente. Debemos recordar que las traducciones que en el siglo XIX circulaban en México de autores europeos, principalmente franceses, eran siempre “expurgadas” o depuradas, de los “errores” contra la ortodoxia religiosa o contra las “sanas costumbres” de las clases dominantes en la pacata sociedad en proceso de 37 Héctor Valdés, Índice de la Revista Moderna. Arte y ciencia (1898-1903). Y Estudio preliminar elaborados por... México, UNAM, 1967. p. 9. 38 La feria de la vida (Memorias), op. cit., pp. 409-410. Cit. por Héctor Valdés, Ibidem, p. 10. 27 urbanización. Por eso, como escribe Ruedas de la Serna, nuestro romanticismo mantuvo de manera inconmovible su raíz ilustrada y su práctica “profiláctica”. Dumas, Victor Hugo, Chateubriand y todos los autores señeros de la época fueron siempre “expurgados de todo error” para que los pudiera asimilar el muy probo lector mexicano.39 Por todo ello, no era motivo de extrañamiento que el poema de Tablada que audazmente celebraba una misa erótica, profanando los símbolos más sagrados del sacrificio litúrgico, provocase tan virulenta reacción. José Emilio Pacheco, a propósito de este poema, dice que Tablada fue el primer poeta verdaderamente erótico de la literatura mexicana.40 Es muy discutible. La reacción del público no se debió a que se tratase de una poesía erótica; como tal, es –y lo dice el propio Tablada- bastante anodina. Mucho antes tuvimos un gran poeta erótico, Manuel M. Flores, y su poesía nunca causó la indignación de los lectores. La provocación de Tablada consistió en haber profanado el espacio sagrado en un medio público. En El florilegio, su primer libro de poesía, no habría tenido el menor problema como, en efecto, no lo tuvo. Pero en el periódico era otra cosa, por eso nunca lo volvió a publicar en revista o periódico alguno. La Revista Moderna, como antes observamos, no lo publicó posteriormente, y Tablada nunca mostró otra variante de su misa negra. Que no mucho ha cambiado, hasta ahora, el dominio de la religión sobre la conciencia de gran parte de la sociedad mexicana, lo muestran, si se me permite hacer la comparación, hechos recientes como el escándalo que provocó la novela Aura de Carlos Fuentes en un colegio privado, y la escandalosa reacción de la Curia mexicana con la película El crimen del padre Amaro (2002), de Carlos Carrera, muy deficiente y cursi por cierto, que oportunistamente se aprovechó del título de la gran novela de Eça de Queiroz, O crime do Padre Amaro (1875). Aunque Tablada, con este episodio, hubiese querido ostentar la primacía en la fundación de la Revista Moderna –y Tablada fue siempre muy proclive a los protagonismos-, el surgimiento de esta revista se debió a tres factores fundamentales: 39 Sobre este tema, ver especialmente el capítulo “Arcadia y romanticismo” de Los orígenes de la visión paradisíaca de la naturaleza mexicana, op. cit. 40 Véase Antología del modernismo (1884-1921) Tomos I y II en un volumen. Introducción, selección y notas de José Emilio Pacheco. México, UNAM-ERA, 1999. p. 221, nota 1. 28 primero, la madurez del movimiento modernista mexicano, que contaba con un amplio grupo de creadores y un público creciente, identificados todos con valores estéticos comunes; segundo, la consolidación de un código literario abierto y universalista que hizo posible la identificación y vinculación de los modernistas mexicanos con los hispanoamericanos y españoles e incluso de Francia y otros países europeos, muchos de cuyos escritores habían sido dados a conocer en revistas anteriores, no sólo la Revista Azul, sino algunas de menor alcance, como La juventud literaria, y otras más que sin duda contribuyeron al sistema en vías de formación; y, tercero, al patrocinio financiero de una de las oligarquías más fuertes e ilustradas delpaís, las poderosas familias terratenientes de Chihuahua, los Terrazas, los Creel y los Luján, interesados en el arte y la cultura como medio de ampliar su influencia política en el régimen porfirista, y de proyectarse para la sucesión presidencial que desde entonces se veía venir. Enrique C. Creel fue un gobernante y administrador exitoso. Habría de jugar un importante papel, como secretario de Relaciones Exteriores, en el último período del gobierno de Porfirio Díaz, y no era inmune a la promesa de ser, en un momento dado, el sucesor presidencial. Desde los años de 1900, cultivaba su amistad con artistas y escritores, habiendo sido generoso mecenas de muchos de ellos, como de Jesús Urueta, a quien mantuvo “becado” dos años en Europa.41 Durante las fiestas del Centenario fue el responsable por la invitación a los gobiernos europeos y por la promoción exitosa de este importante evento nacional. Finalmente, tuvo mucho que ver para que Tablada fuese convidado a colaborar en la Cancillería, como habremos de ver en el próximo capítulo de este trabajo. Aunque, en efecto, la idea inicial fue de Tablada, quien la expuso a un pequeño grupo de sus amigos, la Revista Moderna estuvo a punto de zozobrar en su primer número debido a la irresponsabilidad de Bernardo Couto, joven poeta dado a la vida “disipada” –a quien se le encomendó la dirección. El proyecto no habría continuado si no hubiera sido porque Jesús E. Valenzuela, rico propietario y hombre que gozaba de 41 Jesús E. Valenzuela, Mis recuerdos. Manojo de rimas. Prólogo, edición y notas de Vicente Quirarte. México, CONACULTA, 2001. p. 88. 29 elevada consideración en la alta sociedad, no hubiera tomado a su costa, y para siempre, el sostenimiento de la Revista. A pesar de que al oneroso patrocinio de la publicación se sumó otro poderoso capitalista chihuahuense, don Jesús E. Luján, la empresa acabó con la fortuna del magnánimo Valenzuela.42 Héctor Valdés señala agudamente las causas por las cuales la publicación llegó a vivir tanto tiempo y “en qué consistió la fuerza que la consolidó y la mantuvo”: todos sus artistas tenían un ideal común, luchaban por conceptos estéticos semejantes; en ellos había una conciencia de grupo que abría nuevos cauces al idioma poético, pugnaba por una moralidad nacida del hombre mismo y trataba de educar al público dándole una visión más completa y moderna del mundo. Había que escapar del espíritu provinciano.43 En efecto, son las causas que explican la fuerza y la pervivencia de la Revista, pero, además, su gran proyección local e internacional. Vale la pena examinar el siguiente cuadro en el que se muestran los colaboradores, por nacionalidades, que tuvo esta publicación en su primera época: RELACIÓN DEL TOTAL DE ESCRITORES POR NACIONALIDADES 44 NACIONALIDAD NÚMERO DE ESCRITORES Franceses 84 Mexicanos 68 Españoles 16 Japoneses 11 Italianos 8 Norteamericanos 8 Argentinos 7 Colombianos 6 Venezolanos 5 Rusos 5 Chilenos 3 Alemanes 3 Nicaragüenses 2 Poetas Latinos 2 Peruanos 2 Ingleses 2 42 Para los detalles de su fundación, ver Héctor Valdés, Ibidem, pp. 13 ss., y Jesús E. Valenzuela, Ibidem. 43 Héctor Valdés, Ibidem, p. 16. 44 FUENTE: Índice de la Revista Moderna, Op cit, “Datos internos”, p. 25. 30 Uruguayos 2 Portugueses 1 Brasileños 1 Panameños 1 Irlandeses 1 Austriacos 1 Noruegos 1 Bolivianos 1 Ecuatorianos 1 Belgas 1 Cubanos 1 Húngaros 1 Sin identificación 30 TOTAL DE ESCRITORES 275 Sin manifiestos explícitos, la Revista Moderna, por su propia dinámica, su prestigio, la calidad de sus textos literarios, su extraordinaria presentación, gracias a las ilustraciones de sus páginas, principalmente del gran dibujante y grabador Julio Ruelas, se convirtió en un vehículo privilegiado de la literatura mexicana de su tiempo y de vinculación e intercambio con el mundo literario hispanoamericano. Fue, según Max Henríquez Ureña, el “vocero del movimiento modernista de todo el continente”. Por eso mismo se convirtió en un importantísimo instrumento para abrir los cauces tan deseados de las relaciones culturales de México con el exterior.45 En este mismo sentido, la contribución de José Juan Tablada fue importante, sobre todo, a raíz de su viaje, real o imaginario, al Japón en el año de 1900, patrocinado por la Revista e impulsado por Jesús E. Luján. Con este famoso viaje, en el momento en que el Japón era visto como la más deslumbrante y novedosa experiencia del arte universal, la Revista se colocaba a la vanguardia de las publicaciones hispanoamericanas de su género.46 Para evaluar la contribución de Tablada a la Revista Moderna, por lo que respecta al número de sus colaboraciones y variedad de temas, en poemas, artículos y traducciones, obsérvese el siguiente resumen: 45 Max Henríquez Ureña, Breve historia del modernismo. México, Fondo de Cultura Económica, 1954 p. 465. Cit. por Héctor Valdés, Ibidem, pp. 9-10. 46 Sobre las circunstancias de este viaje, ver Jorge Ruedas de la Serna, “Prólogo”, en Obras VIII. En el país del sol de José Juan Tablada, op. cit. 31 COLABORACIONES DE TABLADA PUBLICADAS EN LA REVISTA MODERNA 47 P O E S Í A TÍTULO TEMA FECHA NO TOMO PÁGINAS Hostias negras (VI) “Murió bajo el negro pavor de las frondas/ La luz argentada de los plenilunios…/ Y por la obsidiana de las yertas ondas/ Van –cisnes fantasmas– nuestros infortunios…” 1º de julio de 1898 Año I, No. 1 p. 1 Para el artista Jesús Urueta Despedida a Jesús Urueta en vísperas de su viaje a París. 1º de septiembre de 1898 Año I, No. 3 p. 46 Hostias negras [El adiós de los pañuelos…] “…nuestro Adiós solloza/ Como un doble funerario/ En el árido desierto del Olvido,/ En la playa sin amor del Desengaño!” 15 de septiembre de 1898 Año I, No. 4 p. 59 La sonata de Kreutzer (De los Poemas exóticos) El recuerdo de la trágica noche de sus bodas y el remordimiento hacen presa del dolor a un hombre que escucha la “sonata”. 1º de octubre de 1898 Año I, No. 5 p. 73 Fata Morgana (fragmento) El sufrimiento del poeta termina cuando “la sangre y el llanto” de la amada hacen germinar en su corazón una “semilla de oro”, “sepultada entre légamos impuros”. 15 de octubre de 1898 Año I, No. 6 p. 94 En el viejo parque El poeta, melancólico, pasa horas en el parque entre lecturas y recuerdos; un “fauno” interior inquieta su espíritu al cantarle una canción que invita al placer, pero en él ha muerto el sátiro y reencarnado el amor. 1º de noviembre de 1898 Año I, No. 7 pp. 101-102 Del amor y de la muerte (fragmento) Romance heroico con dedicatoria a Ciro B. Ceballos. Evocación y ceremonia fúnebre. 15 de noviembre de 1898 Año I, No. 8 pp. 115-117 Copa amatoria (A la manera del siglo XVI) Ofrecimientos amorosos a una dama, de ambiente caballeresco. 15 de diciembre de 1898 Año I, No. 10 pp. 149-150 Adiós a Bohemia Recuerdo del amor del poeta con una gitana, y de la despedida. enero de 1899 Año II, No. 1 p. 18 Tríptico Venganza que un caballero cruzado toma en contra de su dama, por que ésta lo engaña. febrero de 1899 Año II, No. 2 p. 43 Plenilunio erótico El poeta desea ver a la amada, después del canto amoroso que le brinda, tendida en el lecho, como la luna en el espacio cuando el sol la abandona. abril de 1899 Año II, No. 4 p. 108 Balada de los ojos “El minueto, entre las blondas/ Miré lucir tu talón rojo…/ Ah! La sonata de Scarlatti/ Que celebró tus dulces ojos!” mayo de 1899 Año II, No. 5 p. 132 Canción de Tristán (fragmento) “¿Cómo quiere tu orgullo si yo soy un espectro/ Oprimirme entre el mármol de tus brazos de estatua?” junio de 1899 Año II, No. 6 pp. 170-171 Laus Deo Al terminarde escribir su libro, el poeta, en “las penumbras de su alma”, ve las imágenes que lo inquietaron. Luego dice: “No tuve bandera y hoy tengo un trofeo/ Y al fin de este libro murmuro: LAUS DEO!” julio de 1899 Año II, No. 7 p. 194 47 FUENTES: Índice de la Revista Moderna, Op cit, “Índice General. ‘Tablada, José Juan (mexicano, 1871-1945)’”, pp. 255-272; y Catálogo de artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945), Op cit, “Sección A. 1891-1900. ‘VII. Revista Moderna (1898-1900)’” y “Sección B. 1901-1914. ‘II. Revista Moderna (1901-1903)’”, pp. 34-40. 32 Alba mística “Ya mi pecho te siente… tú eres la hiedra/ Que abraza temblorosa la dura piedra./ Tú eres la enamorada de la ruina!” agosto de 1899 Año II, No. 8 p. 235 Rimas de ayer Recuerdos de la amada en el crepúsculo. Ruego para que entregue al poeta su belleza transmutada en flores. octubre de 1899 Año II, No. 10 pp. 294-295 Sonetos de la hiedra: En el parque Momento de amor a la hora del crepúsculo. 2ª quincena enero de 1900 Año III, No. 2 p. 19 Sonetos de la hiedra: [Como un diamante…] El amor neurótico del poeta que la amada recibe con sus mejores “galas” espirituales. 1ª quincena febrero de 1900 Año III, No. 3 p. 33 Sonetos de la hiedra: Preludio Petición a la amada para que se olvide de un pasado, porque éste nacerá de nuevo en los versos del poeta. 2ª quincena febrero de 1900 Año III, No. 4 p. 54 A María Guerrero Elogio a la artista a quien compara con la felicidad que viene después de un tiempo malo. Sufrimientos de los poetas. 1ª quincena marzo de 1900 Año III, No. 5 pp. 69-70 Variaciones sobre un tema Tras adivinar, a través del vestido, el cuerpo de la amada, el poeta la invita a gozar del amor en una noche de luna. 2ª quincena abril de 1900 Año III, No. 8 pp. 115-116 En un álbum (A la señorita Sierra) Los encantos personales de la señorita Sierra al cumplir los quince años. 1ª quincena mayo de 1900 Año III, No. 9 pp. 130-131 En otoño Un hombre y una mujer que se aman no se perdonan los agravios, por orgullo, y permanecen en el silencio. 2ª quincena junio de 1900 Año III, No. 12 pp. 185-186 Musa japónica (Para la bien amada) Los elementos de un jardín japonés recuerdan al poeta las cualidades y las bellezas de la amada. 2ª quincena septiembre de 1900 Año III, No. 18 pp. 276-278 El último icono… Comparación de la amada con una escultura antigua. Las esculturas han desaparecido, pero la mujer se ha transformado en una “madona” gracias al amor del poeta y a su mirada de “orfebre bizantino”. 2ª quincena octubre de 1900 Año III, No. 20 p. 308 Nox… Descripción de la noche; una noche oriental “es una laca de negro y oro”. 1ª quincena noviembre de 1900 Año III, No. 21 p. 325 El poema del alma El poeta compara su alma a una doncella a quien él mismo ultrajó y llevó al vicio; busca consuelo en un convento imaginario. 2ª quincena noviembre de 1900 Año III, No. 22 pp. 349-352 Del libro “Obsidianas” Pensamientos e impresiones del poeta al enfrentarse con la miseria; propósitos que hace en su “alma” para remediar la pobreza. 1ª quincena diciembre de 1900 Año III, No. 23 pp. 365-366 Comedieta Descripción de una fiesta con los personajes “del sainete y de Gignol”. 1ª quincena diciembre de 1900 Año III, No. 23 pp. 366-368 A la Venus china [A mi amigo Okada Asataro] Descripción de una china cuyo encanto se pierde para el poeta cuando éste descubre que tiene pies de “faunesa”. 1ª quincena febrero de 1901 Año IV, No. 3 p. 54 Al Duque Job (In Memoriam) Elegía a Manuel Gutiérrez Nájera; la vigencia de su poesía. 2ª quincena febrero de 1901 Año IV, No. 4 pp. 63-65 Prerrafaelita (Al pintor Leandro Izaguirre) El poeta imagina a la amada como la virgen de una miniatura, un vitral, un exvoto o un mosaico antiguos. 1ª quincena abril de 1901 Año IV, No. 7 p. 113 33 A la sombra de un Hermes Desea el poeta que su musa permanezca velada y sólo se advierta el latir de su corazón, y que si sufre, su llanto se deshaga en la sombra. 1ª quincena mayo de 1901 Año IV, No. 9 p. 145 Mañana…! Ya llegarán los venturosos días que el poeta y la amada ansían. 2ª quincena mayo de 1901 Año IV, No. 10 p. 167 Himno a León Bloy Elogio a Bloy; el poeta le pide que luche, que hiera, y que parezca “como un dios de represalia, de venganza y de pavor”. 2ª quincena junio de 1901 Año IV, No. 12 p. 186 Arieta El poeta sueña con el nacimiento, la vida y la muerte de su amor, y con la soledad final. 2ª quincena agosto de 1901 Año IV, No. 16 p. 262 Flor de acanto Descripción de una mujer triste y hastiada. 2ª quincena septiembre de 1901 Año IV, No. 18 p. 284 Poesía en honor de los poetas norteamericanos Elegía a poetas norteamericanos: Bryant, Longfellow, Poe y Whitman. 2ª quincena noviembre de 1901 Año IV, No. 22 pp. 349-352 En un álbum La musa está desalentada, pero la poesía resurge ante la hermosura de la mujer en cuyo álbum escribe el poeta. 1ª quincena enero de 1902 Año V, No. 1 p. 8 Linda maestra (Aguafuerte de Goya) Descripción de la obra de Goya que representa a dos brujas volando en una escoba, mientras rezan “Las letanías del Tentador”. 2ª quincena enero de 1902 Año V, No. 2 p. 32 Sonetos de la hiedra: X El poeta, al dejar a la amada, siente que se “desclava de la cruz” del amor carnal; le da consuelo verla arrodillada mientras él se libera de los clavos. 1ª quincena febrero de 1902 Año V, No. 3 p. 40 Las máscaras Descripción de dos máscaras: la de un guerrero ajusticiado y la de una infanta; sobre ellas teje el poeta una leyenda. 1ª quincena marzo de 1902 Año V, No. 5 pp. 71-72 Filtro de amor Consejos a una mujer para que cambie la tristeza por alegría y busque el amor. 1ª quincena mayo de 1902 Año V, No. 9 pp. 135-136 Decamerón Indiferencia con que se toma en la corte de Florencia la llegada de la peste. 2ª quincena mayo de 1902 Año V, No. 10 p. 149 En un álbum Elogio a los encantos de una mujer. 2ª quincena julio de 1903 Año VI, No. 14 p. 218 A R T Í C U L O S – E N S A Y O S TÍTULO TEMA FECHA NO TOMO PÁGINAS Sonrisas de la alameda Escenas de la Alameda de México 15 de octubre de 1898 Año I, No. 6 pp. 94-95 Del Salón ideal: Alcázar en la Playa Paisaje a la orilla del mar. (Cuadro de Arnold Boecklin). enero de 1899 Año II, No. 1 p. 15 Del Salón ideal: La elección del vestido La cortesana japonesa escoge el vestido que llevará en la noche. (Estampa de Toyokumi). enero de 1899 Año II, No. 1 pp. 15-16 El monstruo (Fantasías estéticas) (A Bernardo Couto Castillo) Los monstruos que son característicos de algunas regiones. abril de 1899 Año II, No. 4 pp. 100-102 Literatura dominguera. Los monaguillos azules. El réclame y al poesía Crítica contra los poetas arribistas que se aprovechan del modernismo y denigran la poesía. diciembre de 1899 Año II, No. 12 p. 374 34 Aguafuerte. El pecado El recuerdo de una falta cometida que tiene al alma aprisionada en el “Remordimiento, enmedio de un desierto que es el pecado…” 1ª quincena febrero de 1900 Año III, No. 3 p. 45 Sir John Ruskin Labor filantrópica de Ruskin, quien supo hacer una apreciación de la humanidad sin ideales de la época. Elogio a sus trabajos como investigador y esteta [va acompañado por retrato de Ruskin realizado por Tablada]. 2ª quincena febrero de 1900 Año III, No. 4 pp. 53-54 Divagaciones Los entretenimientos de Tablada en sus ratos de ocio: cuidar y reparar las cosas que estimay repasar sus libros japoneses 2ª quincena marzo de 1900 Año III, No. 6 pp. 82-83 Álbum del extremo oriente (A Hyoshio Furukava) Explica Tablada por qué escribe Álbum del extremo oriente. La influencia que Japón ha tenido en los países europeos, principalmente en Francia donde los hermanos Goncourt son los principales japonistas. La necesidad de que en México se conozca el arte de dicho país. 2ª quincena abril de 1900 Año III, No. 8 p. 114 Álbum del extremo oriente: Los pintores japoneses Noticia de los principales pintores y escuelas pictóricas japoneses desde los tiempos legendarios hasta el siglo XVIII [Tablada adjunta copias por él realizadas de cuadros japoneses]. 1ª quincena mayo de 1900 Año III, No. 9 pp. 139-141 Hacia el país del sol: Sitios, impresiones, episodios Sentimientos que el viaje hacia Japón produce en Tablada. Impresiones sobre la gente y la ciudad de San Francisco, California. Dirigido a Jesús E. Valenzuela. 1ª quincena julio de 1900 Año III, No. 13 pp. 200-203 En el país del sol: Sitios. Episodios. Impresiones La llegada de Tablada al Japón: impresiones sobre varios aspectos de la vida japonesa, su arte y su pintoresquismo [acompañado por ilustraciones del propio Tablada]. 1ª quincena septiembre de 1900 Año III, No. 17 pp. 257-261 Cuadros del extremo oriente: bacanal china Celebración de un cumpleaños del emperador de China; los vicios y las costumbres de este pueblo; descripción de un templo del país. 2ª quincena septiembre de 1900 Año III, No. 18 pp. 282-283 En el país del sol [continúa] El encanto de la flor de loto. Recuerdos de la amada. Descripción del viaje de Yokohama a Tokio; comentarios e impresiones de la ruta y de la llegada a esa ciudad. 1ª quincena octubre de 1900 Año III, No. 19 pp. 290-293 En el país del sol: Los templos de la Shiba (Al poeta Jesús E. Valenzuela) Descripción de la “ciudad religiosa de la Shiba”, sus santuarios y las riquezas que contienen [ilustración de Tablada]. 2ª quincena octubre de 1900 Año III, No. 20 pp. 312-315 En el país del sol: Un entierro en el Japón (Señor don Jesús E. Valenzuela) Ceremonias funerales en honor de un noble japonés. 1ª quincena noviembre de 1900 Año III, No. 21 pp. 333-336 En el país del sol: Un matzuri Celebración del “matzuri”: festival religioso. Diversiones de los japoneses en dicho festival. 2ª quincena noviembre de 1900 Año III, No. 22 pp. 342-344 En el país del sol: El castillo sin noche Visita al “Yoshivara”, un serrallo japonés. Impresiones. Incluye tres cuartetos alejandrinos (ABAB), que Tablada escribe pensando en las mujeres del serrallo. 1ª quincena diciembre de 1900 Año III, No. 23 pp. 357-359 En el país del sol: Cha-No-Yu Visita a un coleccionista de arte japonés. La comida japonesa y sus refinamientos. Leyenda del té, sus ceremonias. Maravillas del arte japonés. 2ª quincena diciembre de 1900 Año III, No. 24 pp. 370-373 35 En el país del sol: Praderas de otoño Impresiones sobre el otoño y la llegada del invierno en el Japón. El paisaje otoñal relacionado con una casa de té. 2ª quincena enero de 1901 Año IV, No. 2 pp. 27-28 En el país del sol: Bucólica La llegada del otoño hace recordar al poeta la vida durante el verano, cuando la cigarra era el único ser feliz y con su canto perturbaba sus sueños amorosos. El silencio otoñal es propicio para las evocaciones. 2ª quincena enero de 1901 Año IV, No. 2 pp. 28-29 En el país del sol: Un teatro popular Descripción de una representación de teatro popular. Se hace hincapié en la gran calidad de los actores. 1ª quincena febrero de 1901 Año IV, No. 3 pp. 45, 47-48 En el país del sol: La gloria del bambú El bambú, como último vestigio del ensueño de otoño, habla de los que representa: la hermosura, la fuerza, la gracia, el poder. El bambú es sagrado y benefactor. 2ª quincena marzo de 1901 Año IV, No. 6 pp. 90-91 Bernardo Couto Castillo Elegía a Couto Castillo. Su última obra, su personalidad como artista, su muerte. 1ª quincena junio de 1901 Año IV, No. 11 pp. 171-173 Tipos que se van: El bibliómano El bibliófilo; su entusiasmo por los libros antiguos y raros. Es él un tipo de hombre extinguido. 2ª quincena junio de 1901 Año IV, No. 12 pp. 198-199 Tipos que se van: El herbolario El herbolario aprovecha la ignorancia del pueblo para especular con ella; trafica con la marihuana. Este “tipo” desaparece con el influjo de la instrucción y el progreso. 1ª quincena agosto de 1901 Año IV, No. 15 p. 234 Tres dibujantes modernos. Luis Morín. Steinlen. Willette. El auge del dibujo como arte. Los dibujantes vulgares. Breve estudio sobre Morín; influencias que tiene; lo más valioso de su obra. Steinlen, “El maestro del ‘affiche’”, el sentido social de su obra, la forma ideal con que pinta el amor. Comparación de Steinlen con Willette; la profundidad del primero y lo deleznable del segundo. 1ª y 2ª quincenas enero de 1902 Año V, No. 1 y No. 2 pp. 2-3 (1) pp. 18-20 (2) Los precursores del arte animalista. Egipto, Caldea y Asiria El arte moderno, considerado como el “Tercer Renacimiento”, es el perfeccionador del arte animalista. A los egipcios corresponde el primer sitio, como iniciadores del animalismo; su impulso fue la religión. La caza movió a los caldeos hacia este arte. Después vienen los asirios. Los fenicios, vulgarizadores del arte animalista. Los judíos, que no lo practicaron por estar prohibido en la ley mosaica. Los persas, magníficos artistas con caracteres definidos; sus obras que representan animales y se conservan en museos. Acuarelistas persas; la vida y el color de sus creaciones. 1ª y 2ª quincenas febrero de 1902 Año V, No. 3 y No. 4 pp. 34-35 (3) pp. 50-51 (4) Tipos que se van: [continúa] El influjo de los espectáculos extranjeros y su aceptación; olvido de los genuinamente nacionales. El paseo de las flores en Santa Anita. 1ª quincena marzo de 1902 Año V, No. 5 pp. 73-74 Máscaras: Germán Gedovius Semblanza de Gedovius. Elogios. Su trabajo como pintor y como maestro en la Academia de San Carlos. 2ª quincena abril de 1903 Año VI, No. 8 pp. 113-114 Máscaras: Alberto Fuster Fuster, pintor veracruzano residente en Europa, gran conocedor del arte y gran artista, aunque tenga detractores. 2ª quincena junio de 1903 Año VI, No. 12 pp. 177-178 Máscaras: Rubén M. Campos La iniciación de Campos en la poesía y su transformación hasta llegar al modernismo, el lugar que ocupa entre los cuentistas mexicanos. Es Campos, además, “delicado pianista” y un gran crítico de la música. Elogio al poeta por Manuel Ugarte. 1ª quincena agosto de 1903 Año VI, No. 15 pp. 225-226 36 N A R R A T I V A TÍTULO TEMA FECHA NO TOMO PÁGINAS Exempli gratia o fábula de los siete trovadores y de la Revista Moderna Fábula: Los trovadores llegan a un castillo a ofrecer su arte, que es despreciado por los cortesanos; éstos prefieren los placeres materiales. Una lluvia de fuego castiga a los profanos y una nevasca convierte a los trovadores en estatuas de nieve. Llamada de atención a los lectores de la Revista Moderna en la que se compara a sus escritores con los trovadores y al público con los habitantes del castillo. 1º de julio de 1898 Año I, No. 1 pp. 2-3 Cuentos a Umbria. La diadema Cuento: Muerte de una mujer, producida por la tristeza que una frase de amor dejó al escaparse de su corazón. 1º de diciembre de 1898 Año I, No. 9 pp. 143-144 En otro mundo. Explorarium… Novela (fragmentos): Enumeración de los vinos de una cantina; reflexiones de un borracho
Compartir