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Un-diplomatico-sin-cartera--Jose-Juan-Tablada

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1 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Filosofía y Letras 
Colegio de Letras Hispánicas 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tesis de Licenciatura en 
Lengua y Literaturas Hispánicas: 
 
Un diplomático sin cartera: José Juan Tablada 
 
por 
 
Gabriel Armando Nagore Cárdenas 
9953100-1 
 
 
 
Dirigida por el Dr. Jorge Ruedas de la Serna 
 
 
 
 
Con el apoyo del proyecto PAPIIT, Clave IN401906-2: 
“La literatura y la diplomacia mexicana (1900-1920). José Juan Tablada. Estudio 
preliminar. Edición y anotación de artículos dispersos en boletines, revistas y periódicos”. 
 
 
 
 
 
 
25 de mayo de 2007 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
 
 
 
 
 
 
 
El presente trabajo de tesis, fue elaborado en el marco del proyecto “La literatura y la 
diplomacia mexicana (1900-1920). José Juan Tablada. Estudio preliminar. Edición y 
anotación de artículos dispersos en boletines, revistas y periódicos” del Programa de 
Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección 
General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA). Clave: IN401906-2. El origen, la 
realización y la conclusión de esta tesis, fueron posibles gracias al proyecto financiado a 
través de dicho Programa de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
 
 
 
 
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A mis padres: Lupita y Gabriel. 
A mi hermano Rodrigo. 
A mi maestro Jorge. 
 
 
 
 
 
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A G R A D E C I M I E N T O S 
 
Agradezco el amoroso apoyo de mis padres, Lupita y Gabriel. A mi hermano que tanto 
admiro y quiero, le agradezco por lo mucho que me inspira. Agradezco la generosa ayuda 
del Dr. Jorge Ruedas de la Serna, sin la cual este trabajo no hubiera existido. Agradezco 
profundamente la presencia y el respaldo de mis amigos: Ingrid, Rafael, Cosette, Josefa, 
Beatriz, Juan Pablo, Ximena… Por la compañía y el camino, agradezco a Héctor (S.), 
Bárbara, Patricio (Pato), Manolo, Alejandro, Jordi, Monsieur, al Grupo La Paz y, sobre 
todo, al P. S. También agradezco el apoyo del Dr. Manuel Carvajal y de Elenita. A mi tía 
Angelina, mi tía Gloria y mi tío Javier, el haberme recibido en sus hogares. Agradezco la 
disposición y el apoyo de la Dra. Blanca Rodríguez y del Dr. Manuel Garrido; así como 
las atenciones del Mtro. Jaime Cortés y del Mtro. José Luis Ávila. Agradezco a la 
memoria de José Juan Tablada, al proyecto PAPIIT por el cual pude realizar esta 
investigación, y a este maravilloso universo que es la UNAM. 
 
 
 
 
 5 
CONTENIDOS 
 
 
 
Introducción. 6 
 
Capítulo I. De El Renacimiento a la Revista Moderna. 12 
 
i. Altamirano y El Renacimiento. 
ii. La Revista Azul. 
iii. La Revista Moderna y José Juan Tablada. 
 
Capítulo II. De lector a internacionalista: el perfil diplomático. 43 
 
i. El primer empleo en Relaciones Exteriores. 
ii. Las biografías de los Ministros de Relaciones Exteriores. 
iii. La idea de diplomacia de Tablada. 
iv. Hacia una diplomacia cultural. 
 
Capítulo III. Misión Diplomática al Sur. El poeta de insubsistente cartera. 75 
 
i. Flamante Embajador. 
ii. Noche alterna y luna nueva. 
iii. El Informe de Gerzayn Ugarte. 
iv. La respuesta de Tablada. 
v. Un giro a favor del poeta-diplomático. 
vi. Diplomático insolvente en aprietos. 
vii. ¿Disputa resuelta? 
viii. ¿El punto de vista de Relaciones Exteriores? 
ix. Nombramiento insubsistente. 
x. Legado del diplomático sin cartera. 
 
Capítulo IV. Poeta-diplomático en Nueva York. 108 
 
i. La innumerable y múltiple metrópoli. 
ii. Paladín de lo mexicano. 
iii. Programa diplomático de Tablada. 
iv. El diplomático consagrado. 
 
Recapitulación. Tablada: diplomático moderno. 132 
 
Bibliohemerografía. 154 
 
 
 
 6 
Introducción 
 
 
José Juan Tablada nace en la Ciudad de México en 1871 y muere en Nueva York en 
1945. Su vida y su obra fueron ejemplo de cambio permanente y, con frecuencia, de 
grandes contradicciones. Se puede decir que vive el tránsito del México romántico al 
postmodernismo, pasando por el simbolismo, el modernismo y la vanguardia. Fue sobre 
todo cosmopolita e incansable promotor de la transformación cultural del país. Un 
escritor “fin de siglo”, y a la vez, del nuevo siglo. Representante como pocos del 
romanticismo más radical que dio el salto a la modernidad. Y, como trataré de mostrar en 
este estudio, sus no pocas contradicciones son las que hacen de él un hombre moderno. 
 
Su primer libro de poesías, El Florilegio, publicado en 1899, muestra ya ese 
carácter diverso y heterogéneo. Es un libro romántico, pero de fuertes tendencias 
simbolistas. Contradictorio y, según los críticos, desigual, pues resume los mejores 
aciertos y los peores defectos de su obra. Héctor Valdés, editor de la poesía completa de 
Tablada, lo considera como el trabajo que mejor representa al modernismo de esa fase: la 
“pasión desbordada” –típicamente romántica-, e imágenes nuevas, exotismo, esmero 
formal –gusto parnasiano-, audacia del lenguaje, suntuosidad burguesa, pero también 
rebeldía y profanación. Para Héctor Valdés el baudelerianismo es muy acentuado, y no 
siempre lo favorece. Sin embargo, en síntesis, la obra revela, con todo su peculiar 
hibridismo, un impulso y un magnetismo poco comunes en la época. 
 
 En este libro aparece el poema más conflictivo de su obra: ‘‘Misa negra’’, que 
provocó fuertes reacciones de censura, así como el disgusto, que bastante caro le costó al 
poeta, de doña Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz, quien muy 
molesta por la profanación de la misa católica, lo calificó de altamente ofensivo para la 
religión. Jesús Rábago, director del periódico El País, que lo publicó, consideró que el 
poema había perjudicado al diario por lo que recomendó a Tablada que se moderara. Él, 
indignado, amenazó con abandonar el periódico y dirigió una carta abierta a los escritores 
liberales donde denunciaba esa “hipocresía” y proponía la fundación de la Revista 
Moderna, que habría de convertirse en la publicación más importante del modernismo 
 7 
hispanoamericano.1 Para los críticos, ‘‘Misa negra’’, escrito bajo la influencia de 
Huysmans, fue una provocación a la mentalidad conservadora y a la oligarquía mexicana 
de la época: 
 
 
 
MISA NEGRA 
(fragmentos) 
 
¡Emen Hetan! 
(Cri des stryges au sabbat.) 
 
¡Noche de sábado! Callada 
está la tierra y negro el cielo, 
palpita en mi alma una balada 
de doloroso ritornelo. 
................................................ 
 
¡Noche de sábado! En tu alcoba 
flota un perfume de incensario, 
 el oro brilla y la caoba 
tiene penumbras de santuario. 
 
Y allá en el lecho do reposa 
tu cuerpo blanco, reverbera 
como custodia esplenderosa 
 tu desatada cabellera. 
 
................................................. 
 
Toma el aspecto triste y frío 
de la enlutada religiosa 
y con el traje más sombrío 
viste tu carne voluptuosa. 
 
................................................... 
 
Quiero en las gradas de tu lecho 
doblar temblando la rodilla... 
Y hacer el ara de tu pecho 
y de tu alcoba la capilla. 
 
 
En realidad, es la fase de rebeldía romántica de Tablada. No se trata todavía del 
poeta de vanguardia –como se le ha querido ver- sino del romántico, en el sentido en que1 Cfr. Ángeles Mendieta Alatorre, en su obra Tablada y la gran época de la transformación cultural. 
 8 
los definió Víctor Hugo en el “Prefacio de Cromwell”: “románticos radicales”, contra los 
“románticos moderados”, como Hugo calificó a sus contemporáneos franceses, que 
fueron los modelos de los románticos mexicanos durante la mayor parte del siglo XIX.2 
Y como romántico radical, el joven Tablada muestra esa mentalidad abierta y combativa 
que lo caracterizará en toda su obra. 
 
 Otro rasgo que anuncia la apertura mental de Tablada y su interés creciente por 
las literaturas extranjeras, fue su labor de traducción, especialmente entre 1890 y 1905. 
En su mayoría fueron traducciones de poetas franceses, que revelaban su afición por 
Francia: poemas de Baudelaire, Victor Hugo, Jean Richepin, Jean Moréas, Jean Lahor, 
Pierre Louÿs, Sully Prudhomme, José María de Hérédia, Albert Samain, Maurice Rollinat 
y Anatole France, así como de los orientalistas franceses de su preferencia: Judith 
Gautier, y Edmond y Jules de Goncourt. Además de acercarse al inglés, con Edgar Allan 
Poe, y, cosa inusitada en la época, al portugués, con la traducción del poema dramático 
de Eugênio de Castro, El rey Galaor.3 
 
A este período corresponden también su crónicas japonesas, publicadas 
principalmente en la Revista Moderna, entre 1900 y 1902, además de haberlas 
reproducido en otros periódicos de la capital y de provincia. Su viaje al Japón, motivo de 
esas crónicas, ya fuera real o imaginario, fue un parte aguas en la vida intelectual del 
poeta.4 Tablada adquirió fama de japonista, quizá consagrado como el principal 
orientalista del modernismo mexicano. Su afición a lo japonés se hizo proverbial y, como 
veremos más adelante, le abrió las puertas de la diplomacia mexicana. Su primer 
nombramiento oficial ocurrió en el marco de las fiestas del Centenario, cuando fue 
agregado al Protocolo por la Cancillería, según publicó el periódico El Tiempo, el 1º de 
septiembre de 1910: 
 
 
2 Cfr. Jorge Ruedas de la Serna, Los orígenes de la visión paradisíaca de la naturaleza mexicana. México, 
UNAM, 1987. 
3 El rey Galaor. Poema dramático de Eugênio de Castro. Versión castellana de José Juan Tablada. 
Presentación de Jorge Ruedas de la Serna. México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2006. 
4 Ver En el país del sol de José Juan Tablada. Obras VIII – En el país del sol. Edición crítica, prólogo y 
notas de Jorge Ruedas de la Serna. México, UNAM, 2006. 
 9 
OTRO AGREGADO AL PROTOCOLO.- La Secretaría de 
Relaciones Exteriores ha nombrado agregado al Protocolo, al poeta 
José J. Tablada quien, como se sabe, ha permanecido algunos años en 
el Japón, con el objeto de que agasaje debidamente a la Embajada 
japonesa que viene en representación del Mikado a las fiestas del 
Centenario.5 
 
Como señala Jorge Ruedas de la Serna, no deja de ser significativa la frase subrayada, 
cuando, hasta donde se sabe, Tablada, en caso de haber estado en el Japón ese año de 
1900, su estadía no habría pasado de, a lo sumo, tres meses.6 Sin embargo, lo interesante 
de esta exageración estriba en que el japonismo de Tablada, y con él su 
internacionalismo, se había hecho para entonces de reconocida fama en el país. No debe 
olvidarse que en ese momento, como indica también Ruedas de la Serna, para Porfirio 
Díaz el Japón era una prioridad de la política exterior del régimen. El país nipón era visto 
como un milagro de prosperidad y de acelerado modernismo. 
 
 La intensa convivencia de Tablada con el arte japonés, naturalmente a través de 
los orientalistas franceses e ingleses, afirmó para siempre su mentalidad abierta a las 
corrientes estéticas universales y su gusto cosmopolita. Podría decirse que operó en él 
una transición definitiva a la estética moderna. Proceso en el que consistió la verdadera 
superación de la mentalidad decimonónica. Como escribe el crítico brasileño Alfredo 
Bosi, ese proceso consistió “en aquella mudanza de eje que se operó en la poesía 
occidental a partir de Gautier y de Baudelaire –de la expresión romántica del ego para la 
invención formalizante del objeto poético.”7 Proceso que en el caso de Tablada se 
completará a lo largo de veinte años, desde la publicación de El Florilegio (1899), a la 
aparición de Un día... poemas sintéticos (1919, y que fueron los años más convulsos de 
su vida. 
 
 Por todo ello considero que la vida y la obra de este poeta mexicano debe ser 
estudiada integralmente. Durante muchos años los críticos dividieron tanto su obra como 
 
5 
El Tiempo, 1 de septiembre de 1910, p. 2. Citado por Jorge Ruedas de la Serna, Ibidem, p. 20. 
6 Atsuko Tanabe, El japonismo de José Juan Tablada, pp. 45-46. Cit. por Ruedas de la Serna. Ibidem, p.18. 
7 Cit. Por Jorge Ruedas de la Serna en La poesía mexicana contemporánea. São Paulo, Centro de 
Documentação sobre América Latina, Universidade de São Paulo, 1976. p. 13. 
 10 
su vida en dos apartados: uno muy admirado, y otro que era preferible olvidar. Este 
último fue el del escritor, primero adicto a Díaz y a su candidato a la vicepresidencia en 
la última reelección del dictador, Ramón Corral, enemigo del Partido Antirreleccionista 
que apoyaba a Bernardo Reyes. Es decir, el autor de los certeros y despiadados Tiros al 
blanco, y después, de la ignominiosa sátira Madero Chantecler8; el también autor del 
panegírico, no menos infame, dedicado a Victoriano Huerta con el título de Historia de la 
campaña de la División del Norte.
9 Pero debemos encarar el problema de que, al mismo 
tiempo que escribe este lamentable panfleto adulador del golpista, está escribiendo, 
también, el libro Hiroshigué, con el que aspiraba a continuar la obra de su admiradísimo 
Edmundo de Goncourt.10 Y, finalmente, que durante ese mismo infausto período realiza 
su viaje a París y escribe sus crónicas de Francia.11 
 
 Su biografía, inseparable de su obra, presenta contrastes semejantes. Estudió en el 
Colegio Militar de Chapultepec. De joven solía asistir al Jockey Club donde conoció a 
personajes refinados, a escritores, libreros y coleccionistas de arte. Siendo de escasos 
recursos económicos, se vio precisado a vivir del periodismo. Colaboró en diversos 
periódicos, con crónicas, relatos y poemas. Fue comerciante de vinos. Se aficionó al 
deporte y aprendió jiu-jítsu. Se apasionó, futuristamente, por los automóviles, y se inició 
en los estudios teosóficos, con Víctor Ramond, del Círculo Teosófico de Monterrey. 
Vivió en Francia, entre 1911 y 1912. A la caída de Huerta, en 1914, se exilió en Nueva 
York. La casa japonesa que se había construido en Coyoacán fue saqueada y destruida 
por los zapatistas. En 1918 volvió a México. Ese año se casó con Nina Cabrera, su 
segunda esposa. Desempeñó controvertidas funciones diplomáticas en Bogotá y en 
Caracas, una vez despedido del Servicio Diplomático, por rebeldía, volvió a Nueva York, 
donde abrió la Librería de los Latinos, de efímera duración, con libros franceses, 
 
8 Ver Obras II de José Juan Tablada, Sátira política. Prólogo de Jorge Ruedas de la Serna, edición y notas 
de Jorge Ruedas de la Serna y Esperanza Lara Velázquez. México, UNAM, 1981. 
9 La defensa social. Historia de la campaña de la División del Norte. México, Impresora del Gobierno 
Federal, 1913. 
10 Hiroshigué, el pintor de la nieve y de la lluvia, de la noche y de la luna. México,1914. (Monografías 
Japonesas). Cfr. Ruedas de la Serna, “De la gueisha a la mujer de hierro o la crítica en la edición de textos”, 
en Literatura Mexicana, Vol. XIII, Núm. 2, 2002, pp. 117-127. 
11 Los días y las noches de París, París-México, Imprenta de la viuda de Ch. Bouret, 1918. Cfr. Obras III. 
Los días y las noches de París. Crónicas parisienses, prólogo, edición, recopilación y notas de Esperanza 
Lara Velázquez, México, UNAM, 1988. 
 11 
españoles e italianos. Realizó entonces una admirable labor dedivulgación del arte 
mexicano, promoviendo exposiciones de artistas famosos, y escribió millares de crónicas 
sobre los más diversos temas de los Estados Unidos y de México. 
 
Además de su Diario,12 entre 1925 y 1928 escribió el primer volumen de sus 
memorias, La feria de la vida, publicado en 1937.13 Paralelamente, de 1926 a 1928 
publicó en El Universal capítulos del segundo tomo, Las sombras largas, salido en 
volumen en 1993.14 
 
Como cronista su producción es enorme y variadísima.15 Como muestra aún 
parcial de sus numerosas crónicas, encontramos dos discos compactos, editados bajo la 
dirección de Jorge Ruedas de la Serna, con la colaboración del Centro Editor de Discos 
Compactos de la Universidad de Colima y el apoyo del CONACYT.16 
 
José Juan Tablada realizó una activa y destacada labor de difusión y fomento de 
las artes y de la cultura de México en el extranjero que, trascendiendo la institucionalidad 
diplomática, correspondió con su afán de promover el acercamiento y comprensión de las 
naciones por medio del intercambio cultural. De esta manera, concibió un camino fértil 
para el entendimiento con base en la idea de una diplomacia moderna que, partiendo de la 
expresión de las artes, particularmente de la literatura, resultó en la exploración de un 
nuevo espectro de posibilidades para el encuentro y diálogo entre los pueblos. 
 
En el presente trabajo, me referiré específicamente a las actividades de José Juan 
Tablada que se encuentran directamente relacionadas con la diplomacia y que, en su caso, 
entiendo como una diplomacia cultural y sin cartera. 
 
 
12 José Juan Tablada. Obras IV – Diario (1900-1944). Edición de Guillermo Sheridan. México, UNAM, 
1992. 
13 José Juan Tablada, La feria de la vida (Memorias). México, Ediciones Botas, 1937. 
14 Las sombras largas. México, CONACULTA, 1993. 
15 Cfr. Catálogo de artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945), 
organizado por Esperanza Lara Velázquez. México, UNAM, 1995. Contiene las referencias a 1.860 
artículos. 
16 La Babilonia de hierro. Crónicas neoyorquinas (1920-1936). Contiene 725 textos. UNAM-Universidad 
de Colima, 1997; México de día y de noche. Crónica mexicana 1928-1945. Con 395 textos. UNAM, 1998. 
 12 
Capítulo I 
De El Renacimiento a la Revista Moderna 
 
Altamirano y El Renacimiento 
 
José Juan Tablada no es una figura aislada de nuestra tradición literaria, aunque 
generalmente los críticos lo hayan estudiado de esa manera, lo cual puede ser válido, pero 
no desde la perspectiva que adoptaré en este estudio. Nuestra literatura se convirtió, a lo 
largo del siglo XIX, en un instrumento de enorme importancia, tanto para la proyección 
del país en el exterior, como para nuestro enriquecimiento cultural. Y este fin, connatural 
a la literatura, representó un largo proceso, que fue paralelo a la formación de la literatura 
nacional. Dicho proceso se hace evidente sobre todo en nuestras publicaciones 
periódicas, porque éstas generalmente aglutinaron a los escritores en grupos, ya fuera en 
academias, cenáculos, liceos, tendencias o afinidades ideológicas y estéticas. Cada uno de 
esos grupos, reunidos en torno a una publicación, contribuyeron a la formación de un 
sistema simbólico que fue configurando una tradición, un lenguaje, y una identificación 
del grupo con valores y expectativas comunes. Ese sistema se conformaba por un grupo 
de creadores y por un grupo de lectores afines a esos valores y expectativas. A esto es que 
llamaremos, de acuerdo con el crítico brasileño Antonio Candido, la formación de un 
sistema literario.17 
 
 Ahora bien, conviene aclarar que entre grupo y grupo, o generación y generación, 
sólo declarativamente se producen a lo largo del proceso, rupturas radicales. A pesar de 
los manifiestos “acráticos” que suelen justificar una nueva publicación, la verdad es que 
éstas mantienen un vínculo estrecho con el público lector, que las sostiene y que afianza 
una necesaria continuidad en el proceso. Como explica el mismo crítico en otra obra 
fundamental, el arte y la literatura hacen parte de un sistema de comunicación, 
conformado por cuatro elementos básicos: “el comunicante, el comunicado y el 
comunicando”, más lo que podría denominarse como la repercusión o el efecto. De tal 
 
17 Sobre el concepto de sistema literario, Antonio Candido, “Introdução” en Formação da literatura 
brasileira (Momentos decisivos). Vol. 1 (1750-1836). Belo Horizonte, Editora Itatiaia, 1981. 
 13 
modo que el mensaje (texto) o comunicado no se realiza plenamente sino hasta que 
“repercute y actúa”: “todo proceso de comunicación presupone un comunicante, en este 
caso el artista; un comunicado, o sea, la obra; un comunicando, que es el público al que 
se dirige; gracias a eso se define el cuarto elemento del proceso, esto es, su efecto”.18 De 
aquí se infiere que este proceso comunicativo, en el que se colocan justamente las 
revistas literarias, “es integrador y bitransitivo por excelencia”. Ninguna revista, como 
creación colectiva y que aspira a su permanencia, puede sustraerse al proceso 
comunicativo, so pena de su pronta desaparición. 
 
 Es cierto que tanto los grupos culturales como las revistas obedecen a dos 
tendencias sociales, “la agregación” y “la segregación”, como las llama el mismo crítico: 
 
La primera se inspira principalmente en la experiencia colectiva y se 
orienta a medios comunicativos accesibles. Procura, en este sentido, 
incorporarse a un sistema simbólico vigente, utilizando el que ya está 
establecido como forma de expresión de determinada sociedad. La 
segunda se preocupa por renovar el sistema simbólico, crear nuevos 
recursos expresivos y, para esto, se dirige a un número al menos 
inicialmente reducido de receptores, que se destacan, en cuanto tales, 
de la sociedad.19 
 
No obstante, aun estas últimas aspiran a aumentar el número de lectores y mantendrán su 
vigencia siempre que este número sea significativo. Por lo tanto, no osan desconocer 
radicalmente el sistema simbólico vigente. En principio, podríamos considerar al 
Renacimiento de Altamirano como una revista de “agregación”, porque vino a representar 
la ideología y la estética consolidada en su momento. Podríamos ubicar, asimismo, a la 
Revista Moderna como un producto artístico de “segregación” porque parece una 
publicación más elitista y renovadora. Sin embargo, al revisar más en detalle una y otra, 
podemos verificar que, a pesar de que el Renacimiento es considerado por nuestra 
historiografía como manifestación del nacionalismo más rampante, en sus páginas se 
publican numerosas traducciones realizadas por autores mexicanos: Byron, por Roa 
 
18 Antonio Candido, Literatura e sociedade. Estudos de Teoria e História Literária. São Paulo, T. A. 
Queiroz Editor, 2002. p. 21. 
19 Ibidem., p. 23. 
 14 
Bárcena; Ferdinand Freiligrath y Ludwig Uhland, por Rafael Zayas; Salomon Gessner, 
Goethe, por Santiago Sierra, como traducción libre; Edmond Guillemin, por Orozco y 
Berra; Víctor Hugo, por Isabel Prieto, José Rosas y Manuel M. Flores, quien también 
hizo traducción libre de “Amar” de Musset; Schiller y Krummacher, por José Sebastián 
Segura; Lamartine, por Roa Bárcena, Rosas y Ricardo Ituarte Esteva; Poe, por Ignacio 
Mariscal, etcétera. En contrapartida, si revisamos en detalle las páginas de la Revista 
Moderna, veremos que se publican numerosos materiales dirigidos a agradar al gusto 
medio y hasta frívolo del público de su tiempo. 
 
 Por todo esto, podríamos decir que composiciones irreverentes y heterodoxas, 
como el poema escandaloso de Tablada, son inexistentes en la Revista Moderna, y resalta 
el hecho de que esta publicación no lo hubiese contado entre sus páginas, como podría 
haberlo hecho para redimir al poeta reprimido. Por otro lado, el nacionalismo tan 
atribuido a Altamirano por la crítica tradicional,tendría que ser matizado. En el 
pensamiento de Altamirano, y por su proyecto de literatura nacional, se incubó, 
paradójicamente, una visión cosmopolita sin la cual hubiera sido imposible producir un 
movimiento que luchaba, no contra la cultura moderna, sino contra las ataduras del 
colonialismo mental del pasado. Generalmente se olvida que tanto para él, como para 
Víctor Hugo, literatura nacional significaba libertad y originalidad, y que, por ello, 
Altamirano fue un gran lector de las literaturas modernas: la alemana, la francesa, la 
inglesa y la italiana. 
 
 No se puede negar, por otro lado, que durante gran parte del siglo XIX, la 
literatura fue vista por nuestros escritores como instrumento eficaz de patriotismo. Esto 
históricamente es comprensible. En ese sentido, la literatura debía favorecer la 
consolidación de la Independencia obtenida a costa de grandes sacrificios. Pero si se 
quería dejar atrás a España, paralelamente fue creciendo la admiración a Francia, cuya 
Revolución, y cuya cultura, eran un modelo a seguir. La filosofía francesa fue siempre un 
manantial en el que bebieron nuestros próceres y nuestros escritores. Nuestro 
nacionalismo no fue antifrancés, ni siquiera después del fusilamiento de Maximiliano, y 
Francia fue la ventana a través de la cual respiramos los aires renovadores de la cultura 
 15 
europea. Nuestros escritores estéticamente más revolucionarios dominaban el francés, 
antes que otra lengua extranjera: Gutiérrez Nájera y el propio Tablada. 
 
 Es así que, primero, la obra de Tablada se encuadra visiblemente en nuestro 
sistema literario, y, segundo, que este sistema es el que en su proceso de formación se fue 
convirtiendo en un medio poderoso para abrir cauces diplomáticos para el país. Que 
Tablada fue un protagonista importante de este proceso es lo que intentaré mostrar en este 
trabajo. Mientras tanto, debemos recordar que, no obstante congregar a un número más o 
menos significativo de escritores que se sienten ligados al proyecto de una revista, la 
existencia de éstas depende de un líder, que las mantiene vivas y aglutina al grupo con su 
prestigio y magisterio. Cuando este líder desaparece o declina, la revista por lo general se 
acaba. El semanario El Renacimiento nació bajo el patrocinio intelectual de Ignacio 
Manuel Altamirano (1834-1893),20 y logró sostenerse durante todo el año de 1869, a 
pesar de las dificultades económicas y políticas que al final ocasionaron su desaparición. 
A tales dificultades se sumó el quebranto de salud que el maestro sufrió ese mismo año. 
Sin embargo, su repercusión fue importante y, todavía, en 1894, un año después de la 
muerte del maestro, el escritor, historiador y crítico teatral, de origen español, Enrique de 
Olavarría y Ferrari (1844-1918) por fidelidad a Altamirano, a quien consideraba su 
maestro, lanzó una segunda época de El Renacimiento, con el proyecto de dar 
continuidad al primero con escritores jóvenes. La publicación fue efímera, quizás por el 
anacrónico nacionalismo preconizado por Olavarría, que mal interpretaba la prédica de 
Altamirano y llegaba en el momento en que las expectativas de los escritores jóvenes, a 
los que apelaba, estaban puestas en las novedades literarias venidas de Europa, 
principalmente de Francia. Prevalecía entonces un ansia de libertad y de experimentación 
estética que desafiaba a los viejos modelos de nuestro primer romanticismo. 
 
El triunfo de la República había sido también el triunfo de El Renacimiento. Se 
puede decir que en esos años la simiente dejada por Altamirano había fructificado, y se 
necesitaba un nuevo líder que la hiciera florecer. La generación de nuestros viejos 
 
20 Sobre el surgimiento de este importante semanario, ver Índices de El Renacimiento. Semanario Literario 
Mexicano (1869). Estudio preliminar de Huberto Batis. México, Centro de Estudios Literarios, 1963. 
 16 
liberales, de los que hacía parte Ignacio Manuel Altamirano, estaba siendo reemplazada 
por la generación siguiente, orientada por otro maestro, Justo Sierra (1848-1912), con la 
mente puesta, ahora que la Independencia del país se sentía consolidada, en el futuro y en 
la modernidad. El país volvía la mirada de la introspección que mantuvo durante ese siglo 
de consolidación, a la sociedad de las naciones, seguro de participar en ella como uno 
más de sus miembros. La revista que verdaderamente diera continuidad a El 
Renacimiento de Altamirano estaba reservada a un nuevo líder, capaz de sentir y dar 
forma poética a las nuevas expectativas del sistema literario en formación: es decir, a los 
escritores jóvenes y a los lectores que exigían algo nuevo. 
 
La Revista Azul 
 
El nuevo líder fue, indudablemente, Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), el 
mejor preparado en ese momento para llenar las expectativas del nuevo público. Se 
aproximaba el fin de siglo, que cerraría, en la visión de entonces, el calamitoso siglo XIX 
mexicano. Era el tiempo de la esperanza, y, por contraste con los tonos oscuros que 
ensombrecían el pasado, se imponía el color “azul” de un cielo despejado para el 
porvenir. Nada más atractivo para el país que esta promesa anhelada por todos. Los 
críticos han discutido el origen y el sentido de esta denominación para la Revista Azul 
(1894-1896) fundada por Gutiérrez Nájera: 
 
Según afirma Max Henríquez Ureña, el título de la revista fue copia 
del de la Revue Bleu que se publicaba en París. Quizás al dársele ese 
nombre no se pensó sólo en dicha revista francesa, sino también en la 
frase L’art c’est azur, de Hugo, citada por Valera en su “Carta-
prólogo” al Azul... de Darío. Es indudable que también el propio título 
del libro de Darío (1888) debe haber influido en la denominación de la 
Revista Azul. [...] Si no es posible precisar razonablemente la causa 
original determinante, inspiradora y única que influyó en el nombre de 
la revista, al menos es lícito suponer que en el motivo confluyen el 
conjunto de acepciones simbólicas que –según señala [Boyd G.] 
Carter−21 desde Novalis hasta Gutiérrez Nájera han cristlizado en la 
 
21 Boyd G. Carter, “La Revista Azul. La resurrección fallida: Revista Azul de Manuel Caballero”, en Las 
revistas literarias de México. México, Departamento de Literatura, INBA, 1963, pp. 47-80. 
 17 
palabra “azul” un anhelo y una aspiración hacia el ideal de la 
belleza.22 
 
Ese “ideal de belleza”, pero sobre todo el ansia de libertad estética, por encima de 
posturas ideológicas, y la esperanza de un nuevo siglo de plenitud y realizaciones cautivó 
al público no sólo del país sino de Hispanoamérica. Si El Renacimiento tuvo repercusión 
local prolongada, la Revista Azul fue la primera que tuvo proyección internacional en los 
países de habla hispana en América. Desde su aparición se dio a conocer en Centro y 
Sudamérica. A la muerte de Gutiérrez Nájera, numerosos escritores de México y de otros 
países hermanos escribieron sentidas lamentaciones. Y, cosa excepcional en las revistas 
literarias de ese tiempo, ésta sobrevivió por más de un año a su fundador. 
 
 Dado que la Revista se encontraba estrechamente ligada a la obra de su fundador, 
no faltaron quienes, como el propio Olavarría, la criticasen por su proclividad a la 
literatura europea, principalmente francesa, acusándola, injustificadamente, de dar la 
espalda a la literatura nacional. Fue calificada de “afrancesada”, como se le tachó a su 
creador. Justo Sierra, en su prólogo a la primera edición de las poesías de Gutiérrez 
Nájera respondió, dice Alfonso Reyes, de manera contundente a estas acusaciones: 
 
[Justo Sierra] Crítico literario un día, su legado es breve, brevísimo, y 
en esto como en muchas cosas se manifestó por un solo rasgo 
perdurable: el prólogo a las poesías de Gutiérrez Nájera. Allí la 
explicación del afrancesamiento en la lírica mexicana, la defensa del 
Modernismo, todo lo cual está tratado almargen de las escuelas y por 
encima de las capillas. Entre sus contemporáneos no hay crítica que la 
iguale, y dudo que la haya entre los posteriores, aun cuando algo se ha 
adelantado. El solo estilo de aquel prólogo ostenta lujos hasta 
entonces desconocidos entre nosotros; las imágenes tienen vida; las 
frases, nerviosos resortes; el paréntesis, sabrosa intención, la 
digresión, un encanto que hace sonreír. Se siente el temor de profanar 
la tumba recién sellada del amigo. En torno a Gutiérrez Nájera, unos 
 
22 Ana Elena Díaz Alejo y Ernesto Prado Velázquez, “Estudio preliminar”, en Índice de la Revista Azul 
(1894-1896). México, UNAM, 1968. pp. 14-15. 
 18 
cuantos trazos fijan nuestra historia literaria. Sobre el mismo Gutiérrez 
Nájera, no creo que pueda decirse más ni mejor.23 
 
 
Justo Sierra sobre todo explica y defiende el influjo de Francia en los países de habla 
hispánica, pues, afirma, que la cultura francesa se convirtió en el paradigma del mundo 
en el siglo XIX. Nosotros mismos, dice, hemos conocido a Francia a través de la propia 
literatura de los españoles, que también la siguen. Pero, vista desde ahora, esta defensa 
generosa de Gutiérrez Nájera, como dice Reyes, hecha por el amigo cuando acababa de 
sellarse su tumba, en realidad contribuyó a afirmar todavía más, y quizás de modo por 
mucho tiempo irreversible, el sambenito del afrancesamiento del Duque Job. La 
argumentación de Sierra dispara impensadamente al prurito hispánico, tan arraigado 
desde el siglo XVIII, contra los poetas afrancesados que habían sido hasta objeto de 
exilio como, entre muchos más, Leandro Fernández de Moratín. Sierra les dice a esos 
supervivientes del hispanismo puro que, a pesar de su fobia declarativa, la Francia 
también nos había llegado por su conducto. Al justificar, de ese modo, el 
“afrancesamiento” de Gutiérrez Nájera, Sierra acabó consagrándolo como tal.24 
 
 Estudios recientes muestran que “el afrancesado” Gutiérrez Nájera no lo era tanto 
como durante mucho tiempo se le juzgó. El análisis de su obra poética, y especialmente 
de su abundantísima crónica, prueba que los galicismos de que se servía eran mínimos y 
nada significativos. De la misma forma, sus crónicas, de las cuales fundamentalmente 
vivía, nos demuestran que no era el flâneur que, desde la calle de Plateros, soñaba con 
París, sino que, contra esta falsa representación, era un cronista profundamente 
preocupado con la injusticia social.25 
 
 De cualquier forma, su mejor defensa la hizo el propio Gutiérrez Nájera, en su 
deslumbrante artículo “El cruzamiento en literatura”. Publicado en la Revista Azul, el 9 
 
23 Alfonso Reyes, “IV. Justo Sierra y la historia patria”, en Pasado inmediato. Obras completas, tomo XII, 
pp. 243-244. 
24 Cfr. Justo Sierra, “Prólogo” a la primera edición de la Poesía de Gutiérrez Nájera (1896), en edición 
facsimilar Poesía Completa, México, libros del bicho (12), Premia Editora, 1979. pp. VI-X, XIV-XV. 
25 Así lo demuestra Yolanda Bache Cortés, acuciosa editora de las crónicas teatrales de Gutiérrez Nájera, en 
una tesis reciente, Manuel Gutiérrez Nájera. Cronista de teatro. UNAM, 2006. 
 19 
de septiembre de 1894, el autor aprovecha 17 párrafos, con algunas modificaciones, de un 
artículo bastante anterior –de 1890, publicado en el Partido Liberal.26 Sólo el primero y 
el último fueron escritos íntegramente en 1894. Dato interesante que nos revela que las 
ideas ahí expuestas las había madurado Gutiérrez Nájera de tiempo atrás, antes de que 
existiera el proyecto de la Revista. El primer párrafo ubica el problema y lo ajusta al 
debate que en ese momento suscitaba su publicación: “Con frecuencia se culpa a esta 
Revista de afrancesamiento y se la tilda, sin razón alguna, de malquerer o menospreciar la 
literatura española” –comienza diciendo, para, a continuación, hacer la apología de 
Francia, donde dice: “hoy por hoy, el arte vive más intensa vida que en ningún otro 
pueblo”. Sigue después el mismo argumento que Justo Sierra usó para justificar la 
presencia de la cultura francesa en la obra del Duque Job: “los españoles mismos, a pesar 
de su apego a la tierruca, trasponen los Pirineos en busca de ‘moldes nuevos’ para sus 
ideas e inspiraciones.” Pero Gutiérrez Nájera no se queda ahí, pues declara al mismo 
tiempo que la literatura española no es prescindible ni puede ser ignorada “por todo aquel 
que aspire a ser literato o, cuando menos, a cultivar su gusto”; y de paso menciona a dos 
de los escritores españoles de su tiempo que considera excelentes, Salvador Rueda, a 
quien promete estudiar “con detención”, y Armando Palacio Valdés, “novelista de 
insigne mérito”, añade. Adelantando su tesis central, señala que “en la Península se 
traduce y se imita mucho, más de lo que se produce o revive”, pero eso no le parece 
negativo, por el contrario, cree que “es en extremo favorable al adelanto de las ciencias y 
las artes.” Opina que si la decadencia de la poesía lírica española es innegable, los 
novelistas, en cambio, son muy buenos; y el renacimiento de la novela española, asegura: 
 
...ha coincidido y debía coincidir con la abundancia de traducciones 
publicadas. Leen hoy los españoles mucho Zolá, mucho Daudet, 
mucho Bourget, mucho Goncourt, mucho Feuillet; y por lo mismo los 
rumbos de la novela han cambiado para los novelistas castizos. En una 
palabra: la novela española ha viajado y ha aprendido bastante en sus 
viajes.27 
 
26 Véase la nota de Ernesto Mejía Sánchez a este texto, en Manuel Gutiérrez Nájera, Obras I. Crítica 
literaria. Ideas y temas literarios. Literatura mexicana. Investigación y recopilación de Erwin K. Mapes; 
Edición y notas de Ernesto Mejía Sánchez; Introducción de Porfirio Martínez Peñaloza: Índices de Yolanda 
Bache Cortés y Belem Clark de Lara. México, UNAM, 1995. p. 101, nota 1. 
27 “El cruzamiento en literatura”, ibidem, p. 102. 
 20 
 
Pareciera aquí haber delineado su propio programa literario: “viajar”, dice el gran poeta 
que nunca salió del Valle de México. Viajar con la imaginación y por la lectura, es decir, 
aprender de los grandes escritores del mundo moderno. Esa es la consigna del Duque Job, 
que anticipa la obsesión de los poetas modernos: un impulso de libertad y una pulsión de 
vida. Por eso, Gutiérrez Nájera, no obstante su admiración a Francia, en ese entonces 
general, recomienda no cerrarse a una sola cultura, ni aun a la francesa. La parte medular 
de su ensayo la expresará con las siguientes palabras: 
 
No quiero que imiten los poetas españoles; pero sí quiero que 
conozcan modelos extranjeros; que adapten al castizo estilos ajenos; 
que revivan viejas bellezas, siempre jóvenes; en resumen, que su 
poesía se vigorice por el cruzamiento.28 
 
 Para nuestro poeta, en síntesis, cada raza habrá de conservar su carácter 
sustancial; “pero no se aísle de las otras ni las rechace, so pena de agotarse y morir”. Por 
eso, el cruzamiento en literatura es una necesidad universal: 
 
Mientras más prosa y poesía alemana, francesa, inglesa, italiana, rusa, 
norte y sudamericana, etc., importe la literatura española, más 
producirá y de más ricos y más cuantiosos productos será su 
exportación. Parece que reniega la literatura de que yo le aplique estos 
plebeyos términos de comercio; pero no hallo otros que traduzcan 
mejor mi pensamiento.29 
 
Éste fue el sentido de “el cruzamiento en literatura” que adoptó él mismo, un 
criterio de apertura a la literatura universal, y que fue la pauta editorial de su Revista. Por 
ello no era justo calificarlos, a él y a la Revista, simple y llanamente de afrancesados, 
independientemente del peso real que en ese entonces y tiempo después tuvo en el mundo 
la cultura francesa. Lo que se hizo evidente, apenas 4 años después de suspendida la 
Revista Azul, con la Exposición Universal de París de 1900, que cerró simbólicamente el 
siglo XIX. Es una penaque para entonces nuestro gran poeta hubiera dejado de existir. 
 
28 Ibidem, p. 104. 
29 Ibidem, p. 102. 
 21 
Pero la repercusión de la Revista Azul estuvo viva varios años después de iniciado el 
siglo. Había preparado el camino a su sucesora. 
 
 Vale la pena examinar el siguiente cuadro en que se aprecia el número de 
colaboradores, por nacionalidad, de la Revista. Es evidente el peso de los franceses, más 
numerosos aun que los mexicanos, pero, por otro lado, la diversidad de escritores de otras 
nacionalidades no deja de ser coherente con las ideas de Gutiérrez Nájera. Sin duda la 
revista buscó incorporar a representantes de las literaturas más remotas a la nuestra en ese 
tiempo: 
 
RELACIÓN DE AUTORES POR NACIONALIDADES30 
 
NACIONALIDAD NÚMERO DE AUTORES 
Franceses 60 
Mexicanos 54 
Españoles 32 
Venezolanos 18 
Cubanos 10 
Colombianos 5 
Italianos 3 
Rusos 3 
Costarricenses 2 
Peruanos 2 
Alemanes 2 
Chilenos 2 
Salvadoreños 2 
Norteamericanos 2 
Ingleses 2 
Dominicanos 2 
Guatemaltecos 1 
Nicaragüenses 1 
Puertorriqueños 1 
Austriacos 1 
Noruegos 1 
Rumanos 1 
Argentinos 1 
Ecuatorianos 1 
Hondureños 1 
Panameños 1 
Bolivianos 1 
Irlandeses 1 
Polaco-Mexicano 1 
 
Como se ha observado, no es tan significativo el número de los escritores de cada 
nacionalidad, como la gran diversidad de nacionalidades que se ven representadas en la 
 
30 FUENTE: Índice de la Revista Azul, op cit, “Apéndices”, pp. 119-122. 
 22 
Revista Azul. Sin lugar a dudas esta publicación fue la primera en México en abrir tan 
grande espectro de relaciones literarias con el exterior. También en este aspecto habría 
que valorar su contribución diplomática en el mejor sentido de la palabra. 
 
 En sus páginas, por otro lado, habían hallado natural hospedaje muchos de los 
escritores que habrán en poco tiempo de agruparse en torno de la Revista Moderna, José 
Juan Tablada, en primer lugar: publicó en ella nueve poemas originales, entre ellos el 
famoso “Ónix”; una traducción (de Jean Richepin); la prosa poética “El despertar de la 
musmé (Acuarela de Kunisada)”, que tuvo en especial aprecio y posteriormente 
seleccionó para su libro En el país del sol; así como un artículo-ensayo. De esta manera, 
el espíritu inquieto de Tablada había hallado liberal asilo en la revista del Duque Job. 
 
 Como en el caso de El Renacimiento, podemos aquilatar la repercusión de esta 
revista por el intento fallido de un editor en resucitarla y que provocó la iracunda protesta 
de numerosos escritores adictos al gran Duque, quienes veían en ese malhadado intento 
una maniobra tenebrosa. Es Alfonso Reyes quien mejor narra esa historia: 
 
Por 1907, un oscuro aficionado quiso resucitar la Revista Azul de 
Gutiérrez Nájera, para atacar precisamente las libertades de la poesía 
que proceden de Gutiérrez Nájera. No lo consentimos. El reto era 
franco, y lo aceptamos. Alzamos por las calles la bandera del arte 
libre. Trajimos bandas de música. Congregamos en la Alameda a la 
gente universitaria; los estudiantes acudieron en masa. Se dijeron 
versos y arengas desde el kiosco público. Por primera vez se vio 
desfilar a una juventud clamando por los fueros de la belleza, y 
dispuesta a defenderlos hasta con los puños. Ridiculizamos al 
mentecato que quería combatirnos, y enterramos con él a varias 
momias que andaban por ahí haciendo figura de hombres. Por la 
noche, en una velada, Urueta nos prestó sus mejores dardos y nos 
llamó “buenos hijos de Grecia”. La Revista Azul pudo continuar su 
sueño inviolado. No nos dejamos arrebatar la enseña, y la gente 
aprendió a respetarnos.31 
 
 
31 Alfonso Reyes, “Pasado inmediato”, tomo XII de Obras completas, pp. 207-208. 
 23 
Repárese en el carácter juvenil y universitario de este movimiento. Pareciera algo inédito 
que se congregasen los estudiantes en una protesta popular para reivindicar la revista de 
Gutiérrez Nájera e impedir que fuese profanada su memoria por alguien que se 
autonombraba sucesor y postulaba un programa contrario al movimiento de libertad e 
innovación estética impulsado por la Revista Azul. Alfonso Reyes (1889-1959) tenía 
entonces dieciocho años. Y habían pasado ya doce años desde la muerte de Nájera. Su 
programa estaba vivo, su poesía joven. La primera época de la Revista Moderna hacía 
cuatro años se había cerrado. ¿Por qué estos jóvenes se opusieron tan exaltadamente a 
que alguien intentara resucitar a la Revista Azul? 
 
 El autor de esa fallida resurrección fue el escritor y periodista Manuel Caballero 
(1849-1926), de amplia trayectoria en el periodismo mexicano. Algunos najerianos 
acogieron con beneplácito la iniciativa, incluido el viejo compañero y co-editor de la 
primera Revista Azul, Carlos Díaz Dufoo. Pero el prospecto, aparecido en marzo de 1907, 
provocó la ira de la juventud. Manuel Caballero, añorante, viejo y evidentemente 
anquilosado, le declaraba la guerra al “Decadentismo” en su inepto panfleto, y anunciaba 
que “combatirían los procedimientos de la escuela llamada modernista; darían a conocer 
los modelos de la poesía clásica; se haría crítica literaria, y en la sección bibliográfica se 
recomendarían libros que favorecieran la tendencia de su propio programa y se 
condenarían las obras dañosas al ‘buen gusto literario’.”32 No es difícil reconocer un 
proyecto confesional y profundamente reaccionario, adverso al revolucionario 
jacobinismo estético, más de la Revista Moderna que de la Revista Azul. No es 
descabellado suponer que la torpe maniobra del anacrónico Caballero consistía en 
servirse oportunistamente del prestigio de la Revista Azul, para combatir al grupo 
“decadente”, según él, aún muy activo, de la Revista Moderna, entonces en su segunda 
etapa, bajo la dirección de Amado Nervo. La efímera segunda Revista Azul apenas duró 
seis números, del 7 de abril al 12 de mayo de 1907.33 
 
 
32 Índice de la Revista Azul..., op. cit., “Estudio preliminar”, p. 24. 
33 Ibidem, p. 26. 
 24 
 Lo interesante de esta historia fue la protesta callejera de la juventud universitaria. 
Numerosos jóvenes escritores, entonces en ascenso, firmaron una “Protesta literaria” en 
la que declaraban: 
 
con toda la energía de que somos capaces, protestamos públicamente 
contra la obra de irreverencia y falsedad que en nombre del excelso 
poeta Manuel Gutiérrez Nájera, se está cometiendo con la publicación 
de un papel que se titula Revista Azul y que ha emprendido un anciano 
reportero carente de toda autoridad y todo prestigio, quien dice venir a 
continuar la obra de aquel gran poeta y a redimir la literatura nacional 
de quién sabe qué males, que sólo existen en su imaginación 
caduca...34 
 
El manifiesto concluía reclamándole a Carlos Díaz Dufoo haber vendido al innoble editor 
la propiedad de la primera Revista Azul, y cerraba con la siguiente imprecación: 
“¡Momias, a vuestros sepulcros! ¡Abrid el paso! ¡Vamos hacia el porvenir!”35 
 
 Entre los muchos firmantes estaban Luis Castillo Ledón, Alfonso Reyes, Pedro 
Henríquez Ureña, Carlos González Peña, Rafael López, etcétera. Se echa de menos la 
firma de Tablada; pero eran tiempos aciagos, se estaba desde entonces vislumbrando la 
última reelección de Porfirio Díaz y pronto se desencadenaría una encarnizada lucha 
periodística, en la que nuestro japonista estuvo del lado de la prensa oficiosa apoyando la 
candidatura de Ramón Corral a la vicepresidencia y en contra del general Bernardo 
Reyes, padre de Alfonso y cercano a sus amigos, entre ellos Henríquez Ureña y Jesús 
Urueta, quien habría de contender a su favor. ¿Será que quisieron hacer del prestigio del 
viejo Duque una vulgar moneda de cambio? Eso pensaron esos jóvenes diletantes. 
 
 En resumen, se puede afirmar que el sistema literario estaba consolidado. La 
importancia de la Revista Azul y su verdadera continuadora, la Revista Moderna, se podía 
medir por su repercusión.Sus partidarios, o sea sus lectores, en su mayoría jóvenes, se 
habían convertido en sus defensores. La Moderna, en su segunda época, tuvo una larga 
vida. 
 
34 Ibidem, p. 24. 
35 Ibidem, p. 25. 
 25 
 
La Revista Moderna y José Juan Tablada. 
 
 Alfonso Reyes percibió la continuidad entre estas dos revistas: 
 
Con Gutiérrez Nájera quedaban abiertos los nuevos rumbos; su órgano 
era la Revista Azul. Heredera de sus timbres, la Revista Moderna 
popularizó entre nosotros los modos de la poesía post-romántica. Los 
escritores que despuntan en la primera revista florecen ya en la 
segunda.36 
 
Justísimo comentario que pone en tela de juicio las tan comúnmente supuestas “rupturas” 
de grupos generacionales con que se maneja la historiografía literaria mexicana. En 
efecto, más que rupturas artificiales, debemos entender la dialéctica con la que se forma y 
evoluciona el sistema literario vinculado a la comunidad que le da sentido histórico. La 
Revista Moderna surge sobre el camino abierto por la Revista Azul, y ésta, a su vez, sobre 
la sedimentación que creó El Renacimiento. Sin duda no fueron las únicas revistas que 
surgieron y desaparecieron en el lapso de esos casi cuarenta años, pero fueron las de 
mayor repercusión. Se puede decir que la Revista Moderna fue la culminación de ese 
proceso. Y, como se vio, si al término de las dos primeras no hubo las condiciones para 
su resurgimiento, en la tercera éste se dio de manera natural, ya que el propio sistema lo 
hizo posible. Se había consolidado el grupo de creadores junto con un más amplio sector 
de lectores, ambos identificados con valores y expectativas comunes, abiertos a asimilar 
las innovaciones estéticas de la literatura y el arte universales. En otras palabras, las ideas 
del “cruzamiento en literatura” se habían convertido en acción. 
 
 La Revista Moderna aparece el 1º de julio de 1898 y concluye, en su primera 
época, en la segunda quincena de agosto de 1903. A partir del mes de septiembre de este 
año cambia su nombre por el de Revista Moderna de México e inicia su segunda etapa, 
 
36 Alfonso Reyes, “Pasado inmediato”, op. cit., p. 200. 
 26 
que concluirá el mes de junio de 1911, “habiendo llenado trece años de la vida literaria de 
México”, dice Héctor Valdés.37 
 
 José Juan Tablada, en La feria de la vida, recordó la circunstancia en que fue 
creada esta revista: 
 
Allá por 1898 escribí un poema que figura en la primera y ya rarísima 
edición de El florilegio, titulado “Misa negra”, y que si ante el menos 
escrupuloso criterio hoy reinante puede parecer inocente, provocó 
entonces verdadero escándalo [...] Ese poema, aunque usando 
imágenes nunca aplicadas antes a la poesía erótica, avivaba la eterna 
emoción; no era en rigor sino un madrigal que, como se verá, influyó 
en mi propia vida y en la literatura patria más de lo que yo hubiera 
pensado [...] En cierto periódico de fugaz vida que Jesús Rábago, en 
unión del licenciado Joaquín Escoto había fundado con exclusivos 
motivos políticos, se me había confiado la parte literaria que conmigo 
redactaban Alberto Leduc y Paco Olaguíbel, y en la que colaboraba 
Balbino Dávalos entonces en plena actividad poética [...] En una de 
las páginas literarias del mencionado diario, apareció el poema “Misa 
negra” y no bien circuló cuando empezaron a llegar las protestas 
airadas rebosando indignación y escándalo.38 
 
La observación de Tablada era correcta. El público lector no estaba preparado, entonces, 
para asimilar ese lenguaje poético que atentaba contra el código social vigente. La 
literatura romántica mexicana, hasta Altamirano, y desde los famosos Calendarios y 
Años Nuevos de los años treinta producidos por los miembros de la Academia de Letrán, 
y luego por el Liceo Hidalgo, se veían obligados a cuidar esmeradamente sus escritos 
para que se les franqueasen las puertas de las familias “decentes”, que constituían su 
círculo restricto de lectores, evitando los excesos e inconveniencias del romanticismo 
europeo más mordiente. Debemos recordar que las traducciones que en el siglo XIX 
circulaban en México de autores europeos, principalmente franceses, eran siempre 
“expurgadas” o depuradas, de los “errores” contra la ortodoxia religiosa o contra las 
“sanas costumbres” de las clases dominantes en la pacata sociedad en proceso de 
 
37 Héctor Valdés, Índice de la Revista Moderna. Arte y ciencia (1898-1903). Y Estudio preliminar 
elaborados por... México, UNAM, 1967. p. 9. 
38 La feria de la vida (Memorias), op. cit., pp. 409-410. Cit. por Héctor Valdés, Ibidem, p. 10. 
 27 
urbanización. Por eso, como escribe Ruedas de la Serna, nuestro romanticismo mantuvo 
de manera inconmovible su raíz ilustrada y su práctica “profiláctica”. Dumas, Victor 
Hugo, Chateubriand y todos los autores señeros de la época fueron siempre “expurgados 
de todo error” para que los pudiera asimilar el muy probo lector mexicano.39 
 
 Por todo ello, no era motivo de extrañamiento que el poema de Tablada que 
audazmente celebraba una misa erótica, profanando los símbolos más sagrados del 
sacrificio litúrgico, provocase tan virulenta reacción. José Emilio Pacheco, a propósito de 
este poema, dice que Tablada fue el primer poeta verdaderamente erótico de la literatura 
mexicana.40 Es muy discutible. La reacción del público no se debió a que se tratase de 
una poesía erótica; como tal, es –y lo dice el propio Tablada- bastante anodina. Mucho 
antes tuvimos un gran poeta erótico, Manuel M. Flores, y su poesía nunca causó la 
indignación de los lectores. La provocación de Tablada consistió en haber profanado el 
espacio sagrado en un medio público. En El florilegio, su primer libro de poesía, no 
habría tenido el menor problema como, en efecto, no lo tuvo. Pero en el periódico era 
otra cosa, por eso nunca lo volvió a publicar en revista o periódico alguno. La Revista 
Moderna, como antes observamos, no lo publicó posteriormente, y Tablada nunca mostró 
otra variante de su misa negra. Que no mucho ha cambiado, hasta ahora, el dominio de la 
religión sobre la conciencia de gran parte de la sociedad mexicana, lo muestran, si se me 
permite hacer la comparación, hechos recientes como el escándalo que provocó la novela 
Aura de Carlos Fuentes en un colegio privado, y la escandalosa reacción de la Curia 
mexicana con la película El crimen del padre Amaro (2002), de Carlos Carrera, muy 
deficiente y cursi por cierto, que oportunistamente se aprovechó del título de la gran 
novela de Eça de Queiroz, O crime do Padre Amaro (1875). 
 
 Aunque Tablada, con este episodio, hubiese querido ostentar la primacía en la 
fundación de la Revista Moderna –y Tablada fue siempre muy proclive a los 
protagonismos-, el surgimiento de esta revista se debió a tres factores fundamentales: 
 
39 Sobre este tema, ver especialmente el capítulo “Arcadia y romanticismo” de Los orígenes de la visión 
paradisíaca de la naturaleza mexicana, op. cit. 
40 Véase Antología del modernismo (1884-1921) Tomos I y II en un volumen. Introducción, selección y 
notas de José Emilio Pacheco. México, UNAM-ERA, 1999. p. 221, nota 1. 
 28 
primero, la madurez del movimiento modernista mexicano, que contaba con un amplio 
grupo de creadores y un público creciente, identificados todos con valores estéticos 
comunes; segundo, la consolidación de un código literario abierto y universalista que 
hizo posible la identificación y vinculación de los modernistas mexicanos con los 
hispanoamericanos y españoles e incluso de Francia y otros países europeos, muchos de 
cuyos escritores habían sido dados a conocer en revistas anteriores, no sólo la Revista 
Azul, sino algunas de menor alcance, como La juventud literaria, y otras más que sin 
duda contribuyeron al sistema en vías de formación; y, tercero, al patrocinio financiero de 
una de las oligarquías más fuertes e ilustradas delpaís, las poderosas familias 
terratenientes de Chihuahua, los Terrazas, los Creel y los Luján, interesados en el arte y la 
cultura como medio de ampliar su influencia política en el régimen porfirista, y de 
proyectarse para la sucesión presidencial que desde entonces se veía venir. 
 
 Enrique C. Creel fue un gobernante y administrador exitoso. Habría de jugar un 
importante papel, como secretario de Relaciones Exteriores, en el último período del 
gobierno de Porfirio Díaz, y no era inmune a la promesa de ser, en un momento dado, el 
sucesor presidencial. Desde los años de 1900, cultivaba su amistad con artistas y 
escritores, habiendo sido generoso mecenas de muchos de ellos, como de Jesús Urueta, a 
quien mantuvo “becado” dos años en Europa.41 Durante las fiestas del Centenario fue el 
responsable por la invitación a los gobiernos europeos y por la promoción exitosa de este 
importante evento nacional. Finalmente, tuvo mucho que ver para que Tablada fuese 
convidado a colaborar en la Cancillería, como habremos de ver en el próximo capítulo de 
este trabajo. 
 
 Aunque, en efecto, la idea inicial fue de Tablada, quien la expuso a un pequeño 
grupo de sus amigos, la Revista Moderna estuvo a punto de zozobrar en su primer 
número debido a la irresponsabilidad de Bernardo Couto, joven poeta dado a la vida 
“disipada” –a quien se le encomendó la dirección. El proyecto no habría continuado si no 
hubiera sido porque Jesús E. Valenzuela, rico propietario y hombre que gozaba de 
 
41 Jesús E. Valenzuela, Mis recuerdos. Manojo de rimas. Prólogo, edición y notas de Vicente Quirarte. 
México, CONACULTA, 2001. p. 88. 
 29 
elevada consideración en la alta sociedad, no hubiera tomado a su costa, y para siempre, 
el sostenimiento de la Revista. A pesar de que al oneroso patrocinio de la publicación se 
sumó otro poderoso capitalista chihuahuense, don Jesús E. Luján, la empresa acabó con 
la fortuna del magnánimo Valenzuela.42 
 
 Héctor Valdés señala agudamente las causas por las cuales la publicación llegó a 
vivir tanto tiempo y “en qué consistió la fuerza que la consolidó y la mantuvo”: 
 
todos sus artistas tenían un ideal común, luchaban por conceptos 
estéticos semejantes; en ellos había una conciencia de grupo que abría 
nuevos cauces al idioma poético, pugnaba por una moralidad nacida 
del hombre mismo y trataba de educar al público dándole una visión 
más completa y moderna del mundo. Había que escapar del espíritu 
provinciano.43 
 
 En efecto, son las causas que explican la fuerza y la pervivencia de la Revista, 
pero, además, su gran proyección local e internacional. Vale la pena examinar el 
siguiente cuadro en el que se muestran los colaboradores, por nacionalidades, que tuvo 
esta publicación en su primera época: 
 
RELACIÓN DEL TOTAL DE ESCRITORES POR NACIONALIDADES
44 
 
NACIONALIDAD NÚMERO DE ESCRITORES 
Franceses 84 
Mexicanos 68 
Españoles 16 
Japoneses 11 
Italianos 8 
Norteamericanos 8 
Argentinos 7 
Colombianos 6 
Venezolanos 5 
Rusos 5 
Chilenos 3 
Alemanes 3 
Nicaragüenses 2 
Poetas Latinos 2 
Peruanos 2 
Ingleses 2 
 
42 Para los detalles de su fundación, ver Héctor Valdés, Ibidem, pp. 13 ss., y Jesús E. Valenzuela, Ibidem. 
43 Héctor Valdés, Ibidem, p. 16. 
44 FUENTE: Índice de la Revista Moderna, Op cit, “Datos internos”, p. 25. 
 
 30 
Uruguayos 2 
Portugueses 1 
Brasileños 1 
Panameños 1 
Irlandeses 1 
Austriacos 1 
Noruegos 1 
Bolivianos 1 
Ecuatorianos 1 
Belgas 1 
Cubanos 1 
Húngaros 1 
Sin identificación 30 
TOTAL DE ESCRITORES 275 
 
Sin manifiestos explícitos, la Revista Moderna, por su propia dinámica, su prestigio, la 
calidad de sus textos literarios, su extraordinaria presentación, gracias a las ilustraciones 
de sus páginas, principalmente del gran dibujante y grabador Julio Ruelas, se convirtió en 
un vehículo privilegiado de la literatura mexicana de su tiempo y de vinculación e 
intercambio con el mundo literario hispanoamericano. Fue, según Max Henríquez Ureña, 
el “vocero del movimiento modernista de todo el continente”. Por eso mismo se convirtió 
en un importantísimo instrumento para abrir los cauces tan deseados de las relaciones 
culturales de México con el exterior.45 
 
 En este mismo sentido, la contribución de José Juan Tablada fue importante, 
sobre todo, a raíz de su viaje, real o imaginario, al Japón en el año de 1900, patrocinado 
por la Revista e impulsado por Jesús E. Luján. Con este famoso viaje, en el momento en 
que el Japón era visto como la más deslumbrante y novedosa experiencia del arte 
universal, la Revista se colocaba a la vanguardia de las publicaciones hispanoamericanas 
de su género.46 
 
Para evaluar la contribución de Tablada a la Revista Moderna, por lo que respecta 
al número de sus colaboraciones y variedad de temas, en poemas, artículos y 
traducciones, obsérvese el siguiente resumen: 
 
 
45 Max Henríquez Ureña, Breve historia del modernismo. México, Fondo de Cultura Económica, 1954 p. 
465. Cit. por Héctor Valdés, Ibidem, pp. 9-10. 
46 Sobre las circunstancias de este viaje, ver Jorge Ruedas de la Serna, “Prólogo”, en Obras VIII. En el país 
del sol de José Juan Tablada, op. cit. 
 31 
COLABORACIONES DE TABLADA PUBLICADAS EN LA REVISTA MODERNA
47
 
 
 
P O E S Í A 
TÍTULO TEMA FECHA NO 
TOMO 
PÁGINAS 
Hostias negras 
(VI) 
“Murió bajo el negro pavor de las frondas/ La luz 
argentada de los plenilunios…/ Y por la obsidiana de las 
yertas ondas/ Van –cisnes fantasmas– nuestros 
infortunios…” 
1º de julio de 
1898 
Año I, 
No. 1 
p. 1 
Para el artista 
Jesús Urueta 
Despedida a Jesús Urueta en vísperas de su viaje a París. 1º de 
septiembre de 
1898 
Año I, 
No. 3 
p. 46 
Hostias negras 
[El adiós de los 
pañuelos…] 
“…nuestro Adiós solloza/ Como un doble funerario/ En 
el árido desierto del Olvido,/ En la playa sin amor del 
Desengaño!” 
15 de 
septiembre de 
1898 
Año I, 
No. 4 
p. 59 
La sonata de 
Kreutzer 
(De los 
Poemas 
exóticos) 
El recuerdo de la trágica noche de sus bodas y el 
remordimiento hacen presa del dolor a un hombre que 
escucha la “sonata”. 
1º de octubre 
de 1898 
Año I, 
No. 5 
p. 73 
Fata Morgana 
(fragmento) 
El sufrimiento del poeta termina cuando “la sangre y el 
llanto” de la amada hacen germinar en su corazón una 
“semilla de oro”, “sepultada entre légamos impuros”. 
15 de octubre 
de 1898 
Año I, 
No. 6 
p. 94 
En el viejo 
parque 
El poeta, melancólico, pasa horas en el parque entre 
lecturas y recuerdos; un “fauno” interior inquieta su 
espíritu al cantarle una canción que invita al placer, pero 
en él ha muerto el sátiro y reencarnado el amor. 
1º de 
noviembre de 
1898 
Año I, 
No. 7 
pp. 
101-102 
Del amor y de 
la muerte 
(fragmento) 
Romance heroico con dedicatoria a Ciro B. Ceballos. 
Evocación y ceremonia fúnebre. 
15 de 
noviembre de 
1898 
Año I, 
No. 8 
pp. 
115-117 
Copa amatoria 
(A la manera 
del siglo XVI) 
Ofrecimientos amorosos a una dama, de ambiente 
caballeresco. 
15 de 
diciembre de 
1898 
Año I, 
No. 10 
pp. 
149-150 
Adiós a 
Bohemia 
Recuerdo del amor del poeta con una gitana, y de la 
despedida. 
enero de 1899 Año II, 
No. 1 
p. 18 
Tríptico Venganza que un caballero cruzado toma en contra de su 
dama, por que ésta lo engaña. 
febrero de 
1899 
Año II, 
No. 2 
p. 43 
Plenilunio 
erótico 
El poeta desea ver a la amada, después del canto amoroso 
que le brinda, tendida en el lecho, como la luna en el 
espacio cuando el sol la abandona. 
abril de 
1899 
Año II, 
No. 4 
p. 108 
Balada de los 
ojos 
“El minueto, entre las blondas/ Miré lucir tu talón rojo…/ 
Ah! La sonata de Scarlatti/ Que celebró tus dulces ojos!” 
mayo de 1899 Año II, 
No. 5 
p. 132 
Canción de 
Tristán 
(fragmento) 
“¿Cómo quiere tu orgullo si yo soy un espectro/ 
Oprimirme entre el mármol de tus brazos de estatua?” 
junio de 
1899 
Año II, 
No. 6 
pp. 
170-171 
Laus Deo Al terminarde escribir su libro, el poeta, en “las 
penumbras de su alma”, ve las imágenes que lo 
inquietaron. Luego dice: “No tuve bandera y hoy tengo 
un trofeo/ Y al fin de este libro murmuro: LAUS DEO!” 
julio de 
1899 
Año II, 
No. 7 
p. 194 
 
 
47
 FUENTES: Índice de la Revista Moderna, Op cit, “Índice General. ‘Tablada, José Juan (mexicano, 
1871-1945)’”, pp. 255-272; y Catálogo de artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas 
mexicanas (1891-1945), Op cit, “Sección A. 1891-1900. ‘VII. Revista Moderna (1898-1900)’” y “Sección 
B. 1901-1914. ‘II. Revista Moderna (1901-1903)’”, pp. 34-40. 
 
 32 
Alba mística “Ya mi pecho te siente… tú eres la hiedra/ Que abraza 
temblorosa la dura piedra./ Tú eres la enamorada de la 
ruina!” 
agosto de 
1899 
Año II, 
No. 8 
p. 235 
Rimas de ayer Recuerdos de la amada en el crepúsculo. Ruego para que 
entregue al poeta su belleza transmutada en flores. 
octubre de 
1899 
Año II, 
No. 10 
pp. 
294-295 
Sonetos de la 
hiedra: 
En el parque 
Momento de amor a la hora del crepúsculo. 2ª quincena 
enero de 
1900 
Año III, 
No. 2 
p. 19 
Sonetos de la 
hiedra: 
[Como un 
diamante…] 
El amor neurótico del poeta que la amada recibe con sus 
mejores “galas” espirituales. 
1ª quincena 
febrero de 
1900 
Año III, 
No. 3 
p. 33 
Sonetos de la 
hiedra: 
Preludio 
Petición a la amada para que se olvide de un pasado, 
porque éste nacerá de nuevo en los versos del poeta. 
2ª quincena 
febrero de 
1900 
Año III, 
No. 4 
p. 54 
A María 
Guerrero 
Elogio a la artista a quien compara con la felicidad que 
viene después de un tiempo malo. Sufrimientos de los 
poetas. 
1ª quincena 
marzo de 
1900 
Año III, 
No. 5 
pp. 
69-70 
Variaciones 
sobre un tema 
Tras adivinar, a través del vestido, el cuerpo de la amada, 
el poeta la invita a gozar del amor en una noche de luna. 
2ª quincena 
abril de 
1900 
Año III, 
No. 8 
pp. 
115-116 
En un álbum 
(A la señorita 
Sierra) 
Los encantos personales de la señorita Sierra al cumplir 
los quince años. 
1ª quincena 
mayo de 
1900 
Año III, 
No. 9 
pp. 
130-131 
En otoño Un hombre y una mujer que se aman no se perdonan los 
agravios, por orgullo, y permanecen en el silencio. 
2ª quincena 
junio de 
1900 
Año III, 
No. 12 
pp. 
185-186 
Musa japónica 
(Para la bien 
amada) 
Los elementos de un jardín japonés recuerdan al poeta las 
cualidades y las bellezas de la amada. 
2ª quincena 
septiembre 
de 1900 
Año III, 
No. 18 
pp. 
276-278 
El último 
icono… 
Comparación de la amada con una escultura antigua. Las 
esculturas han desaparecido, pero la mujer se ha 
transformado en una “madona” gracias al amor del poeta 
y a su mirada de “orfebre bizantino”. 
2ª quincena 
octubre de 
1900 
Año III, 
No. 20 
p. 308 
Nox… Descripción de la noche; una noche oriental “es una laca 
de negro y oro”. 
1ª quincena 
noviembre 
de 1900 
Año III, 
No. 21 
p. 325 
El poema del 
alma 
El poeta compara su alma a una doncella a quien él 
mismo ultrajó y llevó al vicio; busca consuelo en un 
convento imaginario. 
2ª quincena 
noviembre 
de 1900 
Año III, 
No. 22 
pp. 
349-352 
Del libro 
“Obsidianas” 
Pensamientos e impresiones del poeta al enfrentarse con 
la miseria; propósitos que hace en su “alma” para 
remediar la pobreza. 
 
1ª quincena 
diciembre 
de 1900 
Año III, 
No. 23 
pp. 
365-366 
Comedieta Descripción de una fiesta con los personajes “del sainete 
y de Gignol”. 
1ª quincena 
diciembre 
de 1900 
Año III, 
No. 23 
pp. 
366-368 
A la Venus 
china 
[A mi amigo 
Okada Asataro] 
Descripción de una china cuyo encanto se pierde para el 
poeta cuando éste descubre que tiene pies de “faunesa”. 
1ª quincena 
febrero de 
1901 
Año IV, 
No. 3 
p. 54 
Al Duque Job 
(In Memoriam) 
Elegía a Manuel Gutiérrez Nájera; la vigencia de su 
poesía. 
2ª quincena 
febrero de 
1901 
Año IV, 
No. 4 
pp. 
63-65 
Prerrafaelita 
(Al pintor 
Leandro 
Izaguirre) 
El poeta imagina a la amada como la virgen de una 
miniatura, un vitral, un exvoto o un mosaico antiguos. 
1ª quincena 
abril de 
1901 
Año IV, 
No. 7 
p. 113 
 
 33 
A la sombra de 
un Hermes 
Desea el poeta que su musa permanezca velada y sólo 
se advierta el latir de su corazón, y que si sufre, su 
llanto se deshaga en la sombra. 
 
1ª quincena 
mayo de 1901 
Año IV, 
No. 9 
p. 145 
Mañana…! Ya llegarán los venturosos días que el poeta y la amada 
ansían. 
2ª quincena 
mayo de 1901 
Año IV, 
No. 10 
p. 167 
Himno a León 
Bloy 
Elogio a Bloy; el poeta le pide que luche, que hiera, y 
que parezca “como un dios de represalia, de venganza 
y de pavor”. 
 
2ª quincena 
junio de 1901 
Año IV, 
No. 12 
p. 186 
Arieta El poeta sueña con el nacimiento, la vida y la muerte 
de su amor, y con la soledad final. 
2ª quincena 
agosto de 
1901 
Año IV, 
No. 16 
p. 262 
Flor de acanto Descripción de una mujer triste y hastiada. 2ª quincena 
septiembre de 
1901 
Año IV, 
No. 18 
p. 284 
Poesía en honor 
de los poetas 
norteamericanos 
Elegía a poetas norteamericanos: Bryant, Longfellow, 
Poe y Whitman. 
2ª quincena 
noviembre de 
1901 
Año IV, 
No. 22 
pp. 
349-352 
En un álbum La musa está desalentada, pero la poesía resurge ante 
la hermosura de la mujer en cuyo álbum escribe el 
poeta. 
 
1ª quincena 
enero de 1902 
Año V, 
No. 1 
p. 8 
Linda maestra 
(Aguafuerte de 
Goya) 
Descripción de la obra de Goya que representa a dos 
brujas volando en una escoba, mientras rezan “Las 
letanías del Tentador”. 
2ª quincena 
enero de 1902 
Año V, 
No. 2 
p. 32 
Sonetos de la 
hiedra: 
X 
El poeta, al dejar a la amada, siente que se “desclava 
de la cruz” del amor carnal; le da consuelo verla 
arrodillada mientras él se libera de los clavos. 
1ª quincena 
febrero de 
1902 
Año V, 
No. 3 
p. 40 
Las máscaras Descripción de dos máscaras: la de un guerrero 
ajusticiado y la de una infanta; sobre ellas teje el poeta 
una leyenda. 
1ª quincena 
marzo de 
1902 
Año V, 
No. 5 
pp. 
71-72 
Filtro de amor Consejos a una mujer para que cambie la tristeza por 
alegría y busque el amor. 
1ª quincena 
mayo de 1902 
Año V, 
No. 9 
pp. 
135-136 
Decamerón Indiferencia con que se toma en la corte de Florencia la 
llegada de la peste. 
2ª quincena 
mayo de 1902 
Año V, 
No. 10 
p. 149 
En un álbum Elogio a los encantos de una mujer. 2ª quincena 
julio de 1903 
Año VI, 
No. 14 
p. 218 
 
 
A R T Í C U L O S – E N S A Y O S 
TÍTULO TEMA FECHA NO 
TOMO 
PÁGINAS 
Sonrisas de la alameda Escenas de la Alameda de México 15 de octubre 
de 1898 
Año I, 
No. 6 
pp. 
94-95 
Del Salón ideal: 
Alcázar en la Playa 
Paisaje a la orilla del mar. 
(Cuadro de Arnold Boecklin). 
enero de 1899 Año II, 
No. 1 
p. 15 
Del Salón ideal: 
La elección del vestido 
La cortesana japonesa escoge el vestido que 
llevará en la noche. 
(Estampa de Toyokumi). 
enero de 1899 Año II, 
No. 1 
pp. 
15-16 
El monstruo 
(Fantasías estéticas) 
(A Bernardo Couto 
Castillo) 
Los monstruos que son característicos de 
algunas regiones. 
abril de 1899 Año II, 
No. 4 
pp. 
100-102 
Literatura 
dominguera. Los 
monaguillos azules. El 
réclame y al poesía 
Crítica contra los poetas arribistas que se 
aprovechan del modernismo y denigran la 
poesía. 
diciembre de 
1899 
Año II, 
No. 12 
p. 374 
 34 
Aguafuerte. El pecado El recuerdo de una falta cometida que tiene al 
alma aprisionada en el “Remordimiento, 
enmedio de un desierto que es el pecado…” 
1ª quincena 
febrero de 
1900 
Año III, 
No. 3 
p. 45 
Sir John Ruskin Labor filantrópica de Ruskin, quien supo hacer 
una apreciación de la humanidad sin ideales de 
la época. Elogio a sus trabajos como 
investigador y esteta [va acompañado por 
retrato de Ruskin realizado por Tablada]. 
2ª quincena 
febrero de 
1900 
Año III, 
No. 4 
pp. 
53-54 
Divagaciones Los entretenimientos de Tablada en sus ratos de 
ocio: cuidar y reparar las cosas que estimay 
repasar sus libros japoneses 
2ª quincena 
marzo de 
1900 
Año III, 
No. 6 
pp. 
82-83 
Álbum del extremo 
oriente 
(A Hyoshio Furukava) 
Explica Tablada por qué escribe Álbum del 
extremo oriente. La influencia que Japón ha 
tenido en los países europeos, principalmente 
en Francia donde los hermanos Goncourt son 
los principales japonistas. La necesidad de que 
en México se conozca el arte de dicho país. 
2ª quincena 
abril de 1900 
Año III, 
No. 8 
p. 114 
Álbum del extremo 
oriente: Los pintores 
japoneses 
Noticia de los principales pintores y escuelas 
pictóricas japoneses desde los tiempos 
legendarios hasta el siglo XVIII [Tablada 
adjunta copias por él realizadas de cuadros 
japoneses]. 
1ª quincena 
mayo de 1900 
Año III, 
No. 9 
pp. 
139-141 
Hacia el país del sol: 
Sitios, impresiones, 
episodios 
Sentimientos que el viaje hacia Japón produce 
en Tablada. Impresiones sobre la gente y la 
ciudad de San Francisco, California. Dirigido a 
Jesús E. Valenzuela. 
1ª quincena 
julio de 1900 
Año III, 
No. 13 
pp. 
200-203 
En el país del sol: 
Sitios. Episodios. 
Impresiones 
La llegada de Tablada al Japón: impresiones 
sobre varios aspectos de la vida japonesa, su 
arte y su pintoresquismo [acompañado por 
ilustraciones del propio Tablada]. 
1ª quincena 
septiembre de 
1900 
Año III, 
No. 17 
pp. 
257-261 
Cuadros del extremo 
oriente: bacanal china 
Celebración de un cumpleaños del emperador 
de China; los vicios y las costumbres de este 
pueblo; descripción de un templo del país. 
2ª quincena 
septiembre de 
1900 
Año III, 
No. 18 
pp. 
282-283 
En el país del sol 
[continúa] 
El encanto de la flor de loto. Recuerdos de la 
amada. Descripción del viaje de Yokohama a 
Tokio; comentarios e impresiones de la ruta y 
de la llegada a esa ciudad. 
 
1ª quincena 
octubre de 
1900 
Año III, 
No. 19 
pp. 
290-293 
En el país del sol: 
Los templos de la 
Shiba 
(Al poeta Jesús E. 
Valenzuela) 
Descripción de la “ciudad religiosa de la 
Shiba”, sus santuarios y las riquezas que 
contienen [ilustración de Tablada]. 
2ª quincena 
octubre de 
1900 
Año III, 
No. 20 
pp. 
312-315 
En el país del sol: 
Un entierro en el 
Japón 
(Señor don Jesús E. 
Valenzuela) 
Ceremonias funerales en honor de un noble 
japonés. 
1ª quincena 
noviembre de 
1900 
Año III, 
No. 21 
pp. 
333-336 
En el país del sol: 
Un matzuri 
Celebración del “matzuri”: festival religioso. 
Diversiones de los japoneses en dicho festival. 
2ª quincena 
noviembre de 
1900 
Año III, 
No. 22 
pp. 
342-344 
En el país del sol: 
El castillo sin noche 
Visita al “Yoshivara”, un serrallo japonés. 
Impresiones. Incluye tres cuartetos alejandrinos 
(ABAB), que Tablada escribe pensando en las 
mujeres del serrallo. 
1ª quincena 
diciembre de 
1900 
Año III, 
No. 23 
pp. 
357-359 
En el país del sol: 
Cha-No-Yu 
Visita a un coleccionista de arte japonés. La 
comida japonesa y sus refinamientos. Leyenda 
del té, sus ceremonias. Maravillas del arte 
japonés. 
2ª quincena 
diciembre de 
1900 
Año III, 
No. 24 
pp. 
370-373 
 
 35 
En el país del sol: 
Praderas de otoño 
Impresiones sobre el otoño y la llegada del 
invierno en el Japón. El paisaje otoñal 
relacionado con una casa de té. 
2ª quincena 
enero de 1901 
Año IV, 
No. 2 
pp. 
27-28 
En el país del sol: 
Bucólica 
La llegada del otoño hace recordar al poeta la 
vida durante el verano, cuando la cigarra era el 
único ser feliz y con su canto perturbaba sus 
sueños amorosos. El silencio otoñal es propicio 
para las evocaciones. 
2ª quincena 
enero de 1901 
Año IV, 
No. 2 
pp. 
28-29 
En el país del sol: 
Un teatro popular 
Descripción de una representación de teatro 
popular. Se hace hincapié en la gran calidad de 
los actores. 
1ª quincena 
febrero de 
1901 
Año IV, 
No. 3 
pp. 
45, 
47-48 
En el país del sol: 
La gloria del bambú 
El bambú, como último vestigio del ensueño de 
otoño, habla de los que representa: la 
hermosura, la fuerza, la gracia, el poder. El 
bambú es sagrado y benefactor. 
2ª quincena 
marzo de 
1901 
Año IV, 
No. 6 
pp. 
90-91 
Bernardo Couto 
Castillo 
Elegía a Couto Castillo. Su última obra, su 
personalidad como artista, su muerte. 
1ª quincena 
junio de 1901 
Año IV, 
No. 11 
pp. 
171-173 
Tipos que se van: 
El bibliómano 
El bibliófilo; su entusiasmo por los libros 
antiguos y raros. Es él un tipo de hombre 
extinguido. 
2ª quincena 
junio de 1901 
Año IV, 
No. 12 
pp. 
198-199 
Tipos que se van: 
El herbolario 
El herbolario aprovecha la ignorancia del 
pueblo para especular con ella; trafica con la 
marihuana. Este “tipo” desaparece con el 
influjo de la instrucción y el progreso. 
1ª quincena 
agosto de 
1901 
Año IV, 
No. 15 
p. 234 
Tres dibujantes 
modernos. Luis Morín. 
Steinlen. Willette. 
El auge del dibujo como arte. Los dibujantes 
vulgares. Breve estudio sobre Morín; 
influencias que tiene; lo más valioso de su obra. 
Steinlen, “El maestro del ‘affiche’”, el sentido 
social de su obra, la forma ideal con que pinta 
el amor. Comparación de Steinlen con Willette; 
la profundidad del primero y lo deleznable del 
segundo. 
1ª y 2ª 
quincenas 
enero de 1902 
Año V, 
No. 1 y 
No. 2 
pp. 
2-3 (1) 
pp. 
18-20 (2) 
Los precursores del 
arte animalista. 
Egipto, Caldea y 
Asiria 
El arte moderno, considerado como el “Tercer 
Renacimiento”, es el perfeccionador del arte 
animalista. A los egipcios corresponde el 
primer sitio, como iniciadores del animalismo; 
su impulso fue la religión. La caza movió a los 
caldeos hacia este arte. Después vienen los 
asirios. Los fenicios, vulgarizadores del arte 
animalista. Los judíos, que no lo practicaron 
por estar prohibido en la ley mosaica. Los 
persas, magníficos artistas con caracteres 
definidos; sus obras que representan animales y 
se conservan en museos. Acuarelistas persas; la 
vida y el color de sus creaciones. 
1ª y 2ª 
quincenas 
febrero de 
1902 
Año V, 
No. 3 y 
No. 4 
pp. 
34-35 (3) 
pp. 
50-51 (4) 
Tipos que se van: 
[continúa] 
El influjo de los espectáculos extranjeros y su 
aceptación; olvido de los genuinamente 
nacionales. El paseo de las flores en Santa 
Anita. 
1ª quincena 
marzo de 
1902 
Año V, 
No. 5 
pp. 
73-74 
Máscaras: 
Germán Gedovius 
Semblanza de Gedovius. Elogios. Su trabajo 
como pintor y como maestro en la Academia de 
San Carlos. 
2ª quincena 
abril de 1903 
Año VI, 
No. 8 
pp. 
113-114 
Máscaras: 
Alberto Fuster 
Fuster, pintor veracruzano residente en Europa, 
gran conocedor del arte y gran artista, aunque 
tenga detractores. 
2ª quincena 
junio de 1903 
Año VI, 
No. 12 
pp. 
177-178 
Máscaras: 
Rubén M. Campos 
La iniciación de Campos en la poesía y su 
transformación hasta llegar al modernismo, el 
lugar que ocupa entre los cuentistas mexicanos. 
Es Campos, además, “delicado pianista” y un 
gran crítico de la música. Elogio al poeta por 
Manuel Ugarte. 
1ª quincena 
agosto de 
1903 
Año VI, 
No. 15 
pp. 
225-226 
 36 
 
 
N A R R A T I V A 
TÍTULO TEMA FECHA NO 
TOMO 
PÁGINAS 
Exempli gratia o 
fábula de los siete 
trovadores y de la 
Revista Moderna 
Fábula: Los trovadores llegan a un castillo a ofrecer 
su arte, que es despreciado por los cortesanos; éstos 
prefieren los placeres materiales. Una lluvia de fuego 
castiga a los profanos y una nevasca convierte a los 
trovadores en estatuas de nieve. Llamada de atención 
a los lectores de la Revista Moderna en la que se 
compara a sus escritores con los trovadores y al 
público con los habitantes del castillo. 
1º de julio 
de 1898 
Año I, 
No. 1 
pp. 
2-3 
Cuentos a Umbria. 
La diadema 
Cuento: 
Muerte de una mujer, producida por la tristeza que 
una frase de amor dejó al escaparse de su corazón. 
1º de 
diciembre 
de 1898 
Año I, 
No. 9 
pp. 
143-144 
En otro mundo. 
Explorarium… 
 
Novela (fragmentos): Enumeración de los vinos de 
una cantina; reflexiones de un borracho

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