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Opresion-y-apartheid--elementos-de-conformacion-del-sentimiento-nacional-en-Namibia

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Universidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de México 
 
 
 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
 
 
 
Opresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformación 
del sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibia 
 
 
TTTT EEEE S S S S IIII SSSS 
 
que para obtener el título de: 
Licenciada en Relaciones Internacionales 
presenta: 
 
Lizbeth Jesika Cruz Martínez 
 
 
Directora: Dra. María Cristina Rosas González 
 
 
 
México, DF. 2008 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El movimiento que todo lo transforma… Al movimiento infinito. 
 
 
Agradecimientos 
Los ciclos que se cierran traen consigo otros por comenzar. Después de finalizar este proceso de crecimiento (que no 
acaba), culminado con los escritos que aquí comparto, me siento en la necesidad de dirigir mis sensaciones y pensamientos 
a las personas que con su presencia, comentarios, miradas, infinitas pláticas, cuidados, lagrimas, abrazos, besos, paisajes, 
palabras, silencios… han contribuido a que este ciclo se cierre. 
Mucho tengo que agradecer a la vida, al destino, la suerte, las coincidencias, a los encuentros y desencuentros en los que 
me ha tocado estar. Todo parece ser una serie de acontecimientos encadenados que nos traen de aquí para allá, y sin 
embargo, lo que hay es mucha magia a nuestro alrededor y mucho por compartir. 
La tesis, representa un proceso profesional, pero también una recapitulación de vida y una serie de reflexiones personales 
que se colocan en diferentes partes de mi ser y que ahora finaliza para dar paso a algo más… 
Este proceso no hubiera sido posible sin mi historia personal, porque se trata de una síntesis de mí ser y de las inquietudes 
que me perturban y que me hacen vivir. Por eso en primer lugar agradezco a mi padre, Antonio Cruz, el que me haya 
retenido a su lado y me haya permitido vivir con una familia tan numerosa como maravillosa… gracias por respetar mis 
decisiones y estar conmigo a tú manera. 
A mi abuela Inés y a mi tía Soco, quienes nunca me han dejado a pesar de los múltiples desencuentros, incluso la muerte, y 
dificultades. Gracias por cuidar de mí cuando yo no podía hacerlo, y por su presencia que me alejó del desamparo… gracias 
por estar. 
A todos mis tíos y tías que han compartido de corazón algo de ellos: Margarita, José, Chavita, Vero, Richard, Miguel, Fabiola, 
Eduardo, Tere, Miliana, Hilario… 
A mis primos, que sin serlo han sido mis hermanos, compartiendo juegos, risas, momentos difíciles, miedos y sueños: Karen, 
Lalo, Viris, Dana, Cinthya, Jorge, Pepe y Poy, gracias y para adelante. 
A las chaparritas, por ser los seres más mágicos que la vida me ha permitido conocer, porque me dicen todo su amor con 
tan sólo mirarnos, niñas hermosas gracias por recordarme que la vida es para vivirla: Dani, Friduchis, Fer y Marlene, las amo 
con todo mí ser. 
A todas esas maravillosas mujeres que han estado ahí presentes, siendo mis amigas y hermanas, y que hemos vivido 
momentos sorprendentes, llenos de danza, música, brincos, lágrimas, risas, enojos, confesiones… Chave, Addy, Fabiola, 
Queta, Carmina, Gaby, Hash, Laura, Roxana, Norma, Kaya… hermosas mujeres!!! 
A la banda… los amigos que con sus enseñanzas, su tiempo, las experiencias, las pláticas interminables, han estado en una 
etapa maravillosa e irrepetible: Bore, Ranas, Jonathan, Piolo, Lalo, Hugo, Josué, Mentes y a todos los que con sus charlas, 
tiempo y espacio me ayudaron, tal vez sin saberlo a escribir, a imaginar y a disfrutar, gracias Jesús, Vladimir, Juan, Marcel, 
Héctor, Roberto Kener, Oso, Mau, Cedillo, Rodrigo… y también a quienes compartieron su imaginación a través de los 
dibujos. 
A mi asesora de tesis por su ejemplo de tenacidad, disciplina y amor a la Universidad, que lo refleja en su constancia y 
compromiso con la enseñanza y con sus alumnos. Dra. María Cristina Rosas González gracias por compartir su conocimiento, 
pero sobre todo por no claudicar. 
A los profesores que aceptaron ser sínodos, ante todo por su disposición y tiempo de leer este trabajo, muchas gracias por 
sus valiosas palabras de aliento e interés: Dr. Leopoldo González Aguayo, Maestro Alfonso Sánchez Mugica, Dr. Edmundo 
Hernández- Vela Salgado, y en especial a la profesora María de Lourdes González Prieto, quien lleva a África en su corazón. 
A la danza que me ha enseñado a que sin movimiento no hay transformación, que ha despertado mis sentidos y me permite 
compartirlos, gracias a mis maestras Karina, Xochitl y Asami por mostrar con su danza que el mundo está lleno de 
posibilidades y gracias a Karim Keita y Lamin Thiam que desde Guinea y Senegal han venido a vivir y compartir su danza a 
este maravilloso ombligo del mundo, gracias por sus movimientos irrepetibles y mágicos. 
Para todos, un camino de luz y oscuridades llenas de movimiento… Para todos un pedacito de mi ser, de mi tiempo y 
espacio. GRACIAS 
Índice 
 
Introducción 1 
 
1. Apertura e imaginación 10 
 
2. Violencia en el escenario internacional proyectada en Namibia 21 
2.1. Una mirada hacia la violencia 26 
2.2. Un sistema internacional opresor: colonialismo y neocolonialismo 29 
2.2.1. Colonialismo alemán en Namibia 38 
2.2.1.1. Resistencia del africano ante la opresión alemana 47 
2.2.2. Neocolonialismo sudafricano 50 
2.2.2.1. Complicidad de Gran Bretaña con Sudáfrica 50 
2.2.2.2. Estrategia sudafricana 54 
2.2.2.3. Leyes para instaurar el apartheid y su reflejo cotidiano 56 
2.2.2.4. Bantustanes 68 
2.2.2.5. Institucionalización de la violencia 76 
2.2.2.6. Otros medios para continuar con la opresión 84 
2.2.2.7. Hegemonía regional sudafricana 89 
2.3. Imperialismo estadounidense en Namibia 95 
2.4. Organización de las Naciones Unidas 110 
2.5. La Unión Soviética 125 
2.6. La violencia del oprimido como una respuesta de lucha 126 
 
3. La construcción del apartheid como institución que legitima la 
opresión: Racismo e identidad 
130 
3.1. Universalismo y racismo 132 
3.2. La construcción de un mito: la identidad afrikaner 140 
3.3. El apartheid como síntoma del capitalismo: Concretización de la dominación 
a través del racismo 
151 
 
4. La invención de la nación namibiana 170 
4.1. Identidad nacional 176 
4.2. La cultura como factor determinante del nacimiento y consolidación de un 
movimiento de liberación nacional 
188 
4.3. La independencia como consecuencia de la lucha de la nación: Quitando 
las cadenas de la opresión 
193 
4.3.1. La participación del pueblo: ¿se puede hablar de revolución? 195 
4.3.2. La dirigencia del movimiento de liberación nacional 200 
4.4. ¿Nación creada o nación inventada? 203 
4.5. ¿Qué hay después del apartheid? Invención inacabada de la nación 210 
 
Esperanza y utopía. Conclusión 216 
 
Fuentes consultadas 226 
 
 
 1 
Introducción Introducción Introducción Introducción 
 
 
Sin duda la humanidad ha sido actor y testigode la incongruencia de sus propios actos, sólo basta 
mencionar los estragos provocados por las dos conflagraciones mundiales, las cuales fueron 
pretexto para una nueva repartición mundial por parte de las grandes potencias. En este sentido, 
podemos decir que las luchas más sangrientas que ha librado la humanidad han estado 
fundamentadas en intereses políticos y económicos de una minoría, a saber la clase dominante. 
 
 Si bien estos conflictos estuvieron imbuidos por el protagonismo europeo, en los países en 
vías de desarrollo sus efectos se han resentido más que en cualquier otro lugar, ya que fueron el 
objeto de la mencionada repartición, empero la atención se localizó en las consecuencias y estragos 
provocados en Occidente1. Siguiendo esta lógica podemos ver que Occidente ha ocupado y ocupa 
una posición de protagonismo importante, de hecho dicha posición ha desviado la atención mundial 
de otras regiones del mundo. Dicho en otros términos, la historia está permeada básicamente de 
una perspectiva etnocentrista que impide ver la verdadera conformación del sistema internacional; 
más aún, dicha visión ha tenido como principal consecuencia el olvido de demasiadas personas y la 
realización de sobradas injusticias. 
 
 Los países occidentales sólo han tomado en cuenta a los países en desarrollo para 
emprender saqueos y obtener beneficios propios, nunca han tomado en cuenta las problemáticas 
que atañen a estos países. De hecho, en la mayoría de los casos se han encargado de provocar o 
bien profundizar los trastornos de dichas sociedades. En la cuestión académica esta situación se ve 
reflejada, pues la perspectiva etnocentrista ha prevalecido a la hora de iniciar investigaciones de 
otras culturas. 
 
Dicho esto, la justificación de la presente investigación gira en torno a una propuesta que 
desde hace varias décadas, pensadores africanos, han venido desarrollando y que tiene que ver 
con la necesidad de terminar con la visión generalizada del continente africano, sustentada en 
 
1 Basta mencionar el Plan Marshall, que surgió como respuesta a los desastres ocurridos durante la Segunda 
Guerra Mundial, abocándose a la reconstrucción de Europa; aunque, cabe señalar, que la implementación del 
este plan por parte de Estados Unidos, significó un muro de contención al avance comunista, es decir, si bien 
dentro de los objetivos primordiales se encontraba la reconstrucción del continente europeo, la ayuda también 
estuvo apoyada y enfocada al cumplimiento de la política exterior estadounidense: detener la expansión del 
comunismo y preservar la tradición capitalista en Europa, con lo que aseguraba a la economía estadounidense 
de una futura depresión. En sí, el Plan Marshall significó una estrategia estadounidense para comprometer el 
desarrollo de la región europea occidental. 
 
 
 2 
espejismos que parten del desconocimiento y de una mirada superficial de África. Asimismo, 
conviene señalar que parte del trabajo presentado aquí, representa una síntesis de la serie de 
seminarios y clases que a lo largo de la licenciatura lleve a cabo. 
 
Las hipótesis que sustentan ésta investigación se derivan a partir de la observación de dos 
cuestiones, una se relaciona con la estructura del sistema internacional y la otra con los 
acontecimientos que se generaron en Namibia a partir de la colonización. 
 
En este marco, se formularon cuatro hipótesis. La primera señala que la propia dinámica 
del sistema internacional a través del colonialismo, en primera instancia y después con el 
imperialismo, se presenta como la principal causa de la opresión y del dominio impuesto a Namibia. 
El apartheid es un síntoma del capitalismo, pues encuentra su génesis y su sustento en la 
expansión capitalista del siglo XIX. En el mismo sentido, el propio desarrollo capitalista es el que 
exige su desaparición como sistema económico, exigencia realizada hacia las últimas décadas del 
siglo XX. 
 
En un segundo momento, se planteó que si bien el apartheid se instaura institucionalmente 
hasta mediados del siglo XX, sus bases ideológicas se fundamentan en el mito religioso de la raza 
elegida. Entonces, buscan la justificación a la explotación y el racismo en una supuesta superioridad 
otorgada por dios. 
 
Una tercera hipótesis señala que la opresión y las prácticas emprendidas por el gobierno 
sudafricano fungieron como el motor de desarrollo del sentimiento nacional en Namibia, es decir, la 
noción de nación como tal es percibida en este país africano a través de sentido de pertenencia a 
una comunidad y la diferenciación a otra comunidad, en respuesta al régimen impuesto por 
Sudáfrica. 
 
Finalmente, una cuarta hipótesis indica que el camino aún no termina para Namibia, por lo 
que la independencia y el desmantelamiento del apartheid es sólo el comienzo de un largo trayecto 
a la consolidación de un sistema cuyas características principales sean la igualdad, el respeto a los 
derechos humanos y una amplia participación política de toda la sociedad. Sólo abordando estos 
elementos la sociedad sudafricana podrá lograr una verdadera transformación. La constante 
invención de la nación namibiana, teniendo como prioridad a la población representa una 
alternativa para combatir la dominación. 
 
 3 
Una vez señaladas las hipótesis conviene decir que dentro de los objetivos se planteó: 
 
1. Analizar mediante un enfoque multidisciplinario – principalmente con la Ciencia Política y la 
Sociología – la opresión institucionalizada mediante el apartheid en Namibia. 
2. Establecer la relación entre las estructuras de dominación occidentales implementadas en 
Namibia y el capitalismo. 
3. Emprender el estudio de la dominación Sudafricana en Namibia y su reflejo en la concepción de 
la construcción nacional, es decir, determinar si la nación namibiana realmente fue una invención – 
en el sentido de la apropiación de un ideal – o es una institución impuesta. 
4. Analizar hasta qué punto los namibianos se han apropiado a través de la práctica de elementos 
fundamentales como la liberación, esperanza y utopía; o bien si aún después del desmantelamiento 
del apartheid se ha continuado en la misma dinámica de la opresión, ya sea por la antigua élite 
opresora o por la población negra. 
 
En este marco y en consecución a las hipótesis y objetivos planteados, el primer capítulo de 
la presente investigación titulado Apertura e imaginación, está dirigido a señalar la importancia 
del estudio de África a partir de un rompimiento de modelos impuestos, con el fin de ampliar la 
percepción y el conocimiento del análisis. 
 
El estudio de un país africano requiere de una amplia comprensión del pasado africano, a 
partir de sus propias concepciones. No obstante, el recurrir a la explicación de términos y 
realidades occidentales en relación con África resultan imprescindibles si se quiere emprender un 
análisis de las estructuras occidentales de dominación ejercidas no sólo en África, sino en otras 
regiones, e incluso al interior de las mismas sociedades occidentales. 
 
Ahora bien, no es labor de la presente investigación presentar lo relacionado con las 
estructuras de dominación al interior de las sociedades occidentales, más bien se pretenden 
abordar el estudio de las estructuras de dominación occidentales al interior del continente africano, 
particularmente en Namibia. Para tales efectos, es menester tener claros conceptos básicos como 
colonialismo, neocolonialismo e imperialismo. 
 
Dichos procesos han estado sustentados en un sistema de violencia ejercido sobre quienes 
no tienen el poder, sociedades que han sido despojadas de los medios de subsistencia y cuya 
 4 
libertad fue arrebata, dejando en su lugar un sistema de segregación racial, siendo su consecuencia 
más nefasta la humillación y socavación de millones de seres humanos. 
 
La violencia está presenteen las relaciones que Europa y más tarde Sudáfrica, Estados 
Unidos y la Unión Soviética quisieron establecer con Namibia, a saber la opresión y el olvido. En 
este sentido, es necesario mencionar que lo ocurrido en Namibia fue real (y sigue siendo real), es 
decir, que tanto los países occidentales como Sudáfrica sabían que estaban implantando en 
Namibia un sistema injusto, delineado en función de intereses económicos, donde la población de 
la entonces África Sudoccidental no tenía cabida. Por tal motivo, la opresión de la población negra 
era vista con naturalidad. 
 
De la misma forma actuaron las potencias involucradas durante la lucha por la liberación de 
Namibia, así ni Estados Unidos ni la Unión Soviética creyeron en la liberación del pueblo namibiano, 
sino que lo observaron en una lógica de apropiación territorial, en un contexto de Guerra Fría. 
 
La misma actitud tuvo la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que si bien reprobó el 
apartheid en Sudáfrica y Namibia, no mostró una disposición real de terminar con la violencia 
ejercida hacia la población negra, principalmente en lo que respecta a la actuación del Consejo de 
Seguridad. 
 
En este contexto, resulta trascendental estudiar la participación de Naciones Unidas, 
dejando de lado el análisis limitado del impacto o no de las Resoluciones emitidas en el caso de 
Namibia, sino más bien a partir de un análisis crítico de la organización, la cual ha derivado en un 
instrumento de Estado y de clase que sirve a los intereses de los poderosos, teniendo en la 
Asamblea General una pantalla perfecta, que cubre el sistema antidemocrático que en el interior de 
la organización prevalece. 
 
En esta lógica, podemos ver que el sistema internacional y por tanto sus instituciones están 
permedados por la violencia, siendo la opresión en Namibia un ejemplo más de que dicho sistema 
está fincado precisamente en la dominación a través de estructuras opresivas como el apartheid, o 
simplemente con el olvido de las instituciones internacionales. 
 
 5 
La violencia en Namibia tomó niveles insospechados, donde incluso la imaginación es sutil. 
Ante este escenario, la población negra sufrió prácticas terroristas estructuradas a partir del Estado, 
siendo la tortura el elemento más significativo. Es importante decir que nos referimos no sólo a la 
tortura física, sino a la tortura ideológica e incluso económica implementada por el aparato de 
Estado para flagelar la voluntad del individuo y de la sociedad; tortura dirigida a socavar la 
esperanza y de dejar sin alimento el cuerpo y el espíritu de los namibianos. 
 
Empero, la misma situación de opresión despertó en los namibianos otra esperanza, 
alimentó otro espíritu, el de la liberación. El medio para llegar a rebasar esa esperanza fue la 
violencia, pero no una violencia deseosa de dominación, sino de destrucción de las estructuras del 
apartheid. Dicho en otros términos, desarrollaron una violencia legítima, la cual se encontraba 
respaldada por un proyecto liberador: la invención de la nación namibiana. La violencia emprendida 
por el pueblo namibiano estaba fundamentada en su propia existencia. 
 
 Lo expuesto anteriormente es el motivo para incluir como segundo capítulo la Violencia 
en el escenario internacional proyectada en Namibia, siendo la violencia internacional 
esencial para la comprensión del presente tema de estudio, a saber la opresión y la dominación 
ejercida por los poderosos sobre los débiles, y como dicho sistema de violencia alimentó la 
necesidad de una vida sin grilletes. 
 
 Cabe señalar que este capítulo es el más extenso, pues se integra a partir de la exposición 
de los hechos históricos que sustentan la presente investigación. Asimismo, la utilización de la 
Historia como herramienta de análisis da la oportunidad al lector de inmiscuirse ampliamente en la 
problemática namibiana. Por tanto, la argumentación deriva a partir de la revisión de la historia de 
Namibia, contada en palabras de Peter Katjavivi, del Fondo Internacional de Defensa y Ayuda para 
África Sudoccidental y del Departamento de Información y Publicidad de Organización del Pueblo 
del Sudeste Africano (SWAPO). 
 
 Una vez establecidos los elementos centrales tanto teóricos como históricos, es conveniente 
continuar con el análisis de uno de los sistemas de dominación más aberrantes en la historia de la 
humanidad: el apartheid. Dicha aberración se desprende de su propia estructura y de su 
institucionalización como un sistema de producción económica, que no tomaba en cuenta ningún 
elemento del ser humano que no fuera la ganancia que se podría sacar de su trabajo, el cual 
estaba sustentado en la explotación, es decir, para efectos prácticos del apartheid el trabajador 
 6 
negro no representaba otra cosa que un esclavo, en un contexto histórico donde teóricamente la 
esclavitud era rechazada. 
 
Es conveniente mencionar que el apartheid fue sostenido por los gobiernos blancos de 
Sudáfrica como un sistema de desarrollo separado; donde ambos sectores de la sociedad – los 
pobladores negros y los blancos – debían caminar por los senderos del desarrollo de manera 
separada. Por supuesto, el desarrollo que tanto pregonaba el gobierno sudafricano implicaba 
necesariamente el subdesarrollo de la mayoría de la población y con esto la instauración de la 
esclavitud. 
 
La esclavitud en Namibia no consistió en la exportación o mejor dicho rapto de los africanos 
a otros continentes como lo hicieron los europeos a partir del siglo XVII; sino que la esclavitud 
impuesta por el apartheid estuvo dirigida a la destrucción de cualquier identidad, ya que para el 
apartheid los namibianos eran sólo máquinas que servían a sus intereses económicos. Los 
sudafricanos robaron un territorio y pretendieron robar la vida a miles de personas. 
 
 En este sentido, el capítulo 3 tiene como objetivo presentar la construcción del 
apartheid como una institución que legitima la opresión: racismo e identidad, teniendo 
de su lado todo un sustento religioso fabricado en función de la implantación de una ideología 
racista dominante. Es así que es necesario buscar en el pasado las bases que sustentan el mito 
religioso del apartheid y por lo tanto la creencia de la superioridad racial, que hacen suya los 
pobladores blancos de Sudáfrica y que después implantarán en Namibia. 
 
 En la misma línea, es necesario realizar un análisis acerca de las bases ideológicas del 
apartheid en cuanto al sentido práctico de su establecimiento. Es así que resulta imprescindible el 
estudio de la explotación y el racismo no como consecuencias del apartheid, sino como la 
concretización de la dominación. “La opresión sucede lógicamente a la explotación, puesto que 
garantiza la continuidad de ésta. La opresión sustentada en criterios racistas, acompañó y fortaleció 
a la opresión por razones económicas hasta confundirse con ella al punto de volverse 
indistinguibles.”2 
 
 
2 Walter Rodney. De cómo Europa subdesarrolló a África. Editorial Siglo XXI, 1982, Pág. 108 
 7 
 Ahora bien, es importante ubicar al régimen del apartheid como un síntoma del 
capitalismo, y tener presente ante todo que la explotación de la población namibiana servía a los 
intereses del gran capital. En esta lógica, tanto Sudáfrica como las potencias capitalistas se 
beneficiaban de dicha explotación y por lo tanto miraron con gran indiferencia la gran injusticia que 
se cometía contra la nación namibiana. 
 
 Así, cualquier discurso de Europa Occidental y de Estados Unidos acerca de la injusta 
situación que vivían los namibianos, así como de las falsas condenas al gobierno de Sudáfrica, no 
son más que una burla, pues de antemano sabían que a ellos les favorecía tan lamentable 
situación. Dicho en otros términos, el apartheid funcionaba con el apoyo de las clases políticas y 
económicas de los paísespoderosos. 
 
 Empero, lo mencionado anteriormente no fue suficiente para parar la verdadera condición 
de los namibianos, a saber la resistencia sustentada en una lucha de varias décadas por su 
liberación, la cual surgió a partir de la necesidad de identificación. Así, mientras la opresión era 
mayor y por tanto la grieta en el corazón de los pobladores negros del África Sudoccidental crecía, 
también se avivaba la esperanza de pertenencia. 
 
Ésta esperanza se vio reflejada en la creación e invención de Namibia como una nación. 
Tomando en cuenta este argumento, el contenido del capítulo 4 de la presente investigación está 
dirigido al análisis de la conformación de la nación namibiana, a partir del argumento de su 
invención, tomando como eje principal la participación del pueblo. 
 
 En este ánimo, es importante considerar el papel que jugó la SWAPO en el movimiento de 
liberación nacional, así como su desempeño a partir de la independencia del país. El estudio de la 
evolución de la SWAPO debe considerarse a partir de su impacto y relación con el pueblo 
namibiano, en función de un cuestionamiento básico: ¿Revolución?, entendiendo por este concepto 
no simples cambios, si no un proceso constante y dirigido, es decir, la Revolución también debe ser 
inventada y estar por tanto en constante renovación, teniendo en consideración que el pueblo es la 
verdadera fuerza de este proceso. 
 
 8 
 Siguiendo este orden de ideas, la nación namibiana es una construcción inacabada pues la 
lucha por destruir las raíces de la opresión debe ocupar la mente y el corazón del pueblo siempre, 
es decir, no se habla de una construcción inacabada porque Namibia no exista como una nación, 
sino porque si se piensa que ya es un proceso terminado, se puede truncar. Asimismo, es menester 
señalar que la nación de Namibia existía aún antes de 1990, fecha en que los gobiernos 
occidentales apoyándose en la ONU deciden otorgarle la independencia, ya que el proceso 
independentista es resultado de la lucha del pueblo y no sólo de la labor de la ONU como se ha 
querido presentar. Dicho en otros términos, Namibia es una nación inventada por los namibianos y 
no creada por los gobiernos occidentales, ya que si bien la historia la escriben los vencedores, 
también hay una historia que se cuenta a diario y que se escribe con el corazón del pueblo. 
 
Por otra parte, resulta de vital trascendencia delimitar el estudio del papel de la cultura en 
el proceso de liberación de Namibia, más aún considerar a la cultura como un factor determinante 
del nacimiento y consolidación de un movimiento de liberación nacional. En este sentido, con la 
colonización y la implementación del apartheid se intentó la destrucción de cualquier identidad de la 
población negra e incluso se llegó a negar la existencia de una cultura, o más bien debiéramos 
decir que el apartheid representó la solución colonial para negar la existencia de la cultura africana. 
En contrapartida, la resistencia a la dominación se estructuró como una expresión de la cultura 
dominada. 
 
 El objetivo anterior sólo puede lograrse con el análisis detallado de la cultura en el contexto 
africano – particularmente namibiano –, es decir, dejando de la lado la idea de la cultura dirigida 
por las élites y para las élites, o mejor dicho deshaciéndose de la enajenación de la cultura, 
situación que encarna por sí misma la apropiación de la cultura, recuperándola como fundamento 
del movimiento de liberación, pues “La cultura es la síntesis dinámica, en el nivel de conciencia del 
individuo o de la colectividad, de la realidad histórica, material y espiritual, de una sociedad de un 
grupo humano, de las relaciones existentes tanto entre el hombre y la naturaleza, como entre los 
hombres y las demás categorías sociales”.3 
 
 Ahora bien, la independencia de Namibia no debe tomarse como un punto y a parte, más 
bien deben dejarse escritos puntos suspensivos, ya que la desinstitucionalización del apartheid de 
 
3 Amílcar Cabral “El papel de la cultura en la lucha por la independencia”, Cultura y resistencia cultural: una 
lectura política. Editorial Nueva imagen. Centro de Estudios Económicos y sociales del Tercer Mundo 
(CEESTEM), 1981, Pág. 33. 
 9 
ninguna manera significa la liberalización de una sociedad que estuvo condenada al olvido durante 
mucho tiempo; más aún la finalización teórica del apartheid debe ser un proceso que se refleje 
ampliamente en la práctica diaria de la sociedad namibiana. 
 
 En esta lógica, Namibia tiene ante sus ojos el reto más grande de su historia, a saber, la 
consolidación y apropiación de su lucha por la liberación. Así, la construcción inacabada de la 
nación debe seguir resonando como el principal objetivo en la mente y espíritus de los namibianos. 
 
 Ante este escenario, resulta imprescindible el trabajo continuo de los namibianos en la 
construcción de esperanzas y utopías que permitan la concretización de las mismas, es decir, se 
necesitan esperanzas que trasciendan a otras esperanzas, y utopías que se alejen de la distopía, 
entendiéndose esta última como el lugar existente del que no podemos salir. En el pasado, las 
esperanzas y utopías del pasado hicieron hervir el movimiento de liberación nacional, tal como lo 
señala Franz Fanon: “Como en tiempos obscuros, el sueño revolucionario, podía iluminar las vidas 
de los hombres solitarios”, ahora sigue haciendo falta soñar. 
 
 En unas cuantas palabras, se necesita de alternativas inventadas por los africanos, a 
través del rescate de su pasado, donde la solidaridad de ninguna manera represente un sacrificio 
personal, sino la máxima plenitud del ser. Asimismo, el ahondar en concepciones africanas 
representa una oportunidad de conocimiento y comprensión de que la cultura occidental que da 
prioridad al capital y que en la tierra ve sólo un beneficio de la explotación de recursos, no es la 
única y definitiva. 
 
Por el contrario, la humanidad ha sido testigo de otras culturas que han vivido en la tierra 
con respeto y devoción por la vida, que han otorgado a la palabra (kuma) un instrumento de la 
creación, dándole valor por encima de las cuestiones materiales. Pues en última instancia, “… el 
respeto que deseamos obtener del hombre hacia sus pares no es más que un caso particular del 
respeto que debería sentir por todas las formas de vida.”4 
 
 
4 Claude Lévi- Strauss. Raza y cultura. Ediciones UNESCO, 1952, Pág. 139. 
 10 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aborigen. Daniel González Muñoz 
 11 
Apertura e imaginaciónApertura e imaginaciónApertura e imaginaciónApertura e imaginación 
 
CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1 
 
“¿Sabes qué es lo más hermoso de aquí? Mira: nosotros caminamos, 
dejamos todas esas huellas sobre la arena, y ahí se quedan, precisas, 
ordenadas. Pero mañana cuando te levantes, al mirar esa enorme 
playa no habrá ya nada, ni una huella, ni una señal cualquiera, 
nada. El mar borra por la noche. La marea esconde. Es como si no 
hubiera habido nunca nadie. Si hay un lugar en el mundo en el que 
puedes pensar que no eres nada, ese lugar está aquí. Ya no es tierra, 
todavía no es mar. No es vida falsa, no es vida verdadera. Es 
tiempo. Tiempo que pasa. Y basta” 
 
Alessandro Baricco 
Océano Mar 
 
Al comenzar un estudio en cualquier ámbito de las Ciencias Sociales uno de los primeros 
cuestionamientos que se formulan es el de qué camino se debe tomar, así el investigador se 
encuentra parado ante toda una gama de posibilidades y por lo tanto de dudas. En este sentido, 
pareciera ser que el primer cuestionamiento nos aleja a la vez que nos acerca, nos da respuestas a 
la vez que nos genera más dudas, en sí el primero de nuestros cuestionamientos nos lleva a 
formularnosmás interrogantes. Esto pareciera ser un caos total, no obstante aunque el camino 
parezca totalmente oscuro, es esa misma oscuridad la que nos hace buscar un poco de luz. 
 
 El camino del conocimiento lejos de ser el camino de la luz, se presenta como un trayecto 
lleno de obstáculos y de oscuridad, donde también hay fragmentos de luz, dualidad que sin duda 
acompaña al ser humano en ese camino del saber. Como señala Fabien Adonon “… la ciencia nace 
de la ambigüedad, de la duda, y su médula es estarse corrigiendo constantemente; que la ciencia 
no es tener la sartén por el mango y estar seguros de que siempre es así.”1 
 
 El desarrollo del conocimiento científico ha estado acompañado por la elaboración de 
diversos marcos teóricos- metodológicos que se presentan como un progreso en la forma de 
entender al mundo y por tanto de vivirlo. Sin embargo, esto no es totalmente cierto, ya que si bien 
las diferentes teorías y métodos abordados por el hombre al tratar de comprender su realidad a 
 
1 Fabien Adonon Djogbénou. Estudios africanos. Hacia el universo negroafricano. Universidad Nacional 
Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2003, Volumen 1, pág. 11. 
 12 
través del método científico pueden representar o debiéramos decir que representan un progreso 
para la humanidad, la fuerte carga ideológica con la que han sido tratados ha debilitado su esencia. 
 
 Bajo esta lógica han sido utilizadas no sólo las Ciencias Sociales, sino la misma Ciencia, 
siendo los avances tecnológicos uno de los ejemplos más emblemáticos, ya que lo que debiera 
usarse en beneficio de los seres humanos no sólo en lo que respecta a aumentar el nivel de vida, o 
el desarrollo económico, político, social y cultural, sino a acrecentar el espíritu del ser humano; es 
visto sólo como una forma de favorecer los intereses de unos cuantos: los poderosos. Así, la 
Ciencia ha sido utilizada para los fines más aberrantes en contra del ser humano, incluso para 
planear su muerte siempre y cuando favorezca a la élite en el poder; pareciera ser que la utilización 
de la Ciencia en lugar de hacernos mejores seres humanos nos aleja del camino de la humanidad; 
nos distancia, nos hace recelosos y desconfiados entre nosotros mismos; nos deshumaniza. 
 
 Ante este escenario la tarea de la Ciencia en general, y de las Ciencias Sociales en 
particular, se presenta como un gran desafío que incluso a ojos de muchos se percibe como 
imposible. Empero, el camino del conocimiento está plagado de posibilidades y en ellas tenemos 
que hurgar para encontrar soluciones. 
 
 Una vez dicho esto, es menester mencionar que al abordar el presente estudio en el ámbito 
de las Ciencias Sociales se pretende navegar en el camino de la posibilidad, a partir de los 
elementos que la realidad nos deja entrever, realidad marcada por el devenir histórico. Asimismo, 
es necesario aclarar que este intento está delimitado por lo que a partir de mi propia experiencia he 
considerado como esencial para colaborar con una mínima parte al estudio social. Esto sin duda es 
de vital importancia al comenzar una investigación, ya que permite percibirse como parte de la 
historia y no como un ente aislado cuyo accionar cotidiano no tiene ningún peso más que para 
nosotros mismos o incluso ni para nosotros, es decir, permite alejarnos de la idea de que nuestras 
acciones por más pequeñas que parezcan y las de otros son insignificantes y sin relación alguna 
con los hechos históricos, lo que Wright Mills denomina como la interrelación del hombre y la 
sociedad, de la biografía y la historia, del yo y del mundo. 
 
“Los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al 
fracaso de hombres y mujeres individuales. Cuando una sociedad se industrializa, el campesino se 
convierte en un trabajador, y el señor feudal es liquidado o se convierte en un hombre de negocios. 
Cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene; cuando la proporción de 
las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos o se arruina. Cuando 
sobrevienen guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohetes, un oficinista en 
 13 
un experto en radar, las mujeres viven solas y los niños crecen sin padre. Ni la vida de un individuo 
ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas.”2 
 
De esta suerte, el inicio de una investigación implica necesariamente una ubicación y una 
delimitación, tanto del objeto de estudio como de la forma de percibir la realidad de quien elabore 
el estudio, dicho en otros términos, la comprensión de la realidad histórica es tan necesaria como la 
comprensión de las inquietudes que apresan el corazón y la mente del estudioso. Si no se cuentan 
con ambos elementos, el estudio se limitará a ser sólo un relato de hechos históricos o bien 
abstracciones alejadas de la realidad.3 
 
Ahora bien, la senda del conocimiento científico implica el tomar en cuenta los diferentes 
paradigmas y los debates paradigmáticos que lo han acompañado, y que en consecuencia han 
bordeado a las Ciencias Sociales en general y a las Relaciones Internacionales en particular. 
Empero, si bien este no es lugar para abarcar el estudio de dichos debates, es necesario tomar en 
cuenta que desde su nacimiento como disciplina científica, las Relaciones Internacionales han 
estado acompañadas de una discusión paradigmática marcado por la influencia del paradigma 
tradicional. 
 
Recordemos que aunque el origen de las Relaciones Internacionales como teoría 
internacional puede encontrarse en tiempos remotos e incluso alejado de la concepción occidental, 
es a partir de la Primera Guerra Mundial y concretamente por sus consecuencias desastrosas 
cuando las Relaciones Internacionales comienzan a tener un carácter de disciplina científica. En 
este contexto, es en Estados Unidos donde se emprende la creación de instituciones dedicadas al 
estudio de las Relaciones Internacionales a partir de una concepción científica. No obstante, su 
desarrollo guarda un interés particular para el gobierno estadounidense, que nada tiene que ver 
con el desarrollo del conocimiento científico, ya que siendo el vencedor de dicha conflagración y 
por lo tanto el hegemón mundial, toma en sus manos el poder de la Ciencia y de su desarrollo, así 
que las Ciencias Sociales no serían la excepción, pues para los estadounidenses se vuelve 
imprescindible la utilización de un nuevo paradigma, marcado por una forma distinta de percibir la 
realidad, su propia percepción, a saber: el realismo político.4 
 
2 C. Wright Mills. La imaginación sociológica. Fondo de Cultura Económica, 1997, Pág. 23 
3 Bajo esta lógica se inscribe el debate que ha perturbado a la Ciencias Sociales en lo que a la relación entre 
teoría y práctica se refiere. Así, podemos decir que estos dos elementos deben estar acompañados siempre, 
pues una teoría sin práctica se vuelve irreal, y una práctica que no tome en cuenta la teoría corre el riesgo de 
alejarse del sendero del conocimiento científico. 
4 La búsqueda de dicho paradigma estaba encaminada a la sustentación de la forma estadounidense de percibir 
la vida, por lo que otras concepciones serían tomadas a menos ante el paradigma tradicional. Por otra parte, el 
 14 
Ante este contexto resulta imprescindible ubicarnos si queremos emprender un estudio en 
el ámbito de las Relaciones Internacionales, más aún si tomamos en cuenta que es el paradigma el 
que proporciona el marco intelectual en cualquier estudio de Ciencia Social. Entonces, si el estudio 
de las Relaciones Internacionales ha estado marcado por el dominio de un paradigma – lo que no 
implica que no haya otras concepciones5 – se vuelve trascendental para el desarrollo del 
conocimiento científico y para la comprensión de cualquierfenómeno internacional, la apertura y la 
imaginación. 
 
Con la apertura me refiero a la necesidad de terminar con las limitantes que el paradigma 
tradicional ha traído al desarrollo científico de las Relaciones Internacionales. Dicho en otros 
términos, el encerrar el estudio de las relaciones internacionales en una sola forma de percibir la 
realidad ha traído consecuencias nefastas a dicha disciplina, pues ha pretendido limitar la 
comprensión que se pueda tener de un fenómeno internacional no sólo al campo de la Ciencia 
Política, sino a la percepción estadounidense tanto de la Ciencia Política como de las Relaciones 
Internacionales, es decir, ha comenzado a cortar las alas de la interdisciplinariedad. 
 
Ahora bien, el dar a conocer los límites del paradigma tradicional de ninguna manera quiere 
decir quitarlo del camino, o juzgarlo de innecesario. Por el contrario, en la búsqueda de la 
interdisciplinariedad, la Ciencia Política y por tanto el paradigma del realismo político se vuelven 
imprescindibles (no únicos) en el estudio de un fenómeno internacional. Por un lado, las Relaciones 
Internacionales encuentran en la Ciencia Política un bastión fundamental en su propia estructura, 
ya que dota a esta disciplina de elementos teóricos-metodológicos esenciales para la comprensión 
de la realidad internacional. Por otro lado, resulta imprescindible que al abordar el estudio del 
realismo político se tome en cuenta que si bien ha fungido como paradigma de las Relaciones 
Internacionales, también lo ha hecho como una ideología dominante y como una justificación del 
actuar internacional por parte de Estados Unidos en su papel de hegemón. 
 
El negar la importancia del realismo político en las Relaciones Internacionales sería ignorar 
la existencia de esta parte de la realidad. Asimismo, el pretender que sea el realismo político o en 
su caso la Ciencia Política la que guíe la comprensión de la realidad internacional, sería cerrarle el 
 
realismo político lejos de ser sólo una concepción de la realidad se transforma en una justificación del 
accionar del gobierno estadounidense tanto al interior del país como en sus relaciones internacionales. 
5 Es necesario tomar en cuenta que si bien un paradigma puede explicar parte de la realidad, no hay un único 
marco teórico- metodológico adecuado para la comprensión de la sociedad y realidad internacionales. Más 
aún si hablamos del estudio africano, el cual no se puede limitar a las concepciones de corte occidental, de 
hecho es necesario tomar en cuenta tanto las aportaciones africanas como de otras regiones. A la vez que es 
menester buscar en el pasado y el presente africanos otras formas de concebir la vida. 
 15 
camino a las Relaciones Internacionales como disciplina científica, pues se terminaría con la 
apertura tan necesaria en las Ciencias Sociales, se acabaría con la construcción de posibilidades. 
 
Siguiendo esta lógica, el realismo político es de gran utilidad al abordar el presente estudio, 
ya que una parte del mismo está dirigido al análisis de las estructuras de dominación occidentales 
en África, siendo esta la lupa propicia para analizar lo referente a la violencia implementada en 
Namibia bajo el colonialismo y el régimen del apartheid. En este sentido, el realismo político como 
concepción científica recupera el concepto de poder y como ideología dominante ejerce el poder. 
Por otro lado, en cuanto concepción teórica, el realismo político establece la necesidad de explicar 
al mundo tal y como es, es decir, propone enunciar la realidad y no meras intenciones. Hasta aquí, 
el realismo político ofrece una alternativa teórica, no obstante al tratar de despojarse de lo que 
denomina como buenas intenciones o deseos6 se autolimita pretendiendo establecer que el mundo 
es como es y no puede hacerse nada por cambiarlo, ni siquiera quienes tienen el poder de hacerlo.7 
 
Asimismo, la concepción de poder del realismo político puede pensarse como restrictiva, 
pues el poder es analizado a partir de su dimensión de dominio y no de su dimensión 
transformadora. Dicho en otros términos, el realismo político se centra en la práctica de concentrar 
el poder por el sólo hecho de tenerlo para ejercerlo de una forma dominante, y no de una forma 
liberadora y creadora. Así, el poder no se ha utilizado a favor de la humanidad, pues se ha visto 
limitado a los intereses de algunos y no se ha tomado en cuenta su verdadera dimensión, a saber: 
la transformación. En este ánimo, podemos analizar la resistencia del pueblo namibiano sustentada 
en la lucha, y cómo el poder puede ser utilizado como una forma de transformación. 
 
 
6 El debate entre realismo político e idealismo gira precisamente alrededor de esta diferencia, la cual es 
fundamental, ya que si bien el idealismo pretende negar la realidad marcada por el poder como elemento 
central; el realismo político niega la posibilidad de progreso, ya que no cree en el cambio, no porque lo crea 
inexistente, sino porque no conviene a sus intereses. 
7 Es precisamente en este punto donde es necesario reiterar que las Relaciones Internacionales como 
disciplina científica han estado limitadas al dominio de tal o cual concepción teórica, lo cual se explica por el 
poderío que han ejercido los países occidentales en el desarrollo de la Ciencia. Es así que las concepciones 
teóricas – particularmente el realismo político – han fungido como una ideología más que como una 
explicación teórica. Empero, las Relaciones Internacionales no necesitan del establecimiento de concepciones 
dominantes, pues participan como limitantes en el desarrollo del conocimiento científico, ya que en su afán 
de apoderarse de un trono, llegan a establecer verdades únicas y formas de concebir la realidad distorsionadas 
a partir de un solo esquema de pensamiento: el dominante. Asimismo, la preponderancia de una concepción 
teórica, limita el análisis de los propios defectos o carencias de dicha concepción. 
Si bien el realismo político contribuyó decisivamente en la formulación de una teoría de las Relaciones 
Internacionales, en contrapartida su carácter de teoría dominante justificaría ideológicamente el inicio y 
evolución de la carrera armamentista, pues basándose en el interés nacional, vuelve a las ideas de seguridad 
nacional y de fuerza militar el soporte de las relaciones internacionales. 
 16 
Por otra parte, el realismo político al enarbolar una visión estatocéntrica de las relaciones 
internacionales deja de lado una multitud de actores, a la vez que olvida que si bien el Estado es 
una estructura fundamental para comprender la realidad internacional, este no es un ente que 
surja de la nada, sino que se construye por los individuos en el poder.8 
 
En sí, el realismo político es de gran utilidad para la explicación de una parte de la realidad, 
no de toda ella. Asumirlo como totalizante sería una barrera para el desarrollo de las Ciencias 
Sociales. En este sentido, la presente investigación debe tomarlo en cuenta a la hora de tratar de 
comprender la realidad, no obstante no pretende basarse en este paradigma de forma totalizadora. 
 
De la misma forma, para este estudio es esencial recuperar la concepción sociológica de las 
Relaciones Internacionales, la cual ha quedado desplazada a un segundo término, no por ser 
menos importante o por tener más carencias que el enfoque político, sino por el dominio que la 
Ciencia Política ha tenido en el estudio de las relaciones internacionales. 
 
En este sentido, Pettman se plantea la necesidad de una teoría sociológica de las 
Relaciones Internacionales, arguyendo que mediante la sociología “nos orientamos para una 
comprensión comprensiva de esa colectividad humana que ahora llamamos “sociedad”,su 
configuración social, sus “fuerzas” constituyentes y compulsivas y su “estructura” manifiesta... El 
sistema social no puede entenderse sin referencia a los sistemas culturales desde el momento en 
que los miembros individuales de uno normalmente actúan a la luz de los significados establecidos 
en el otro.”9 
 
El tomar en cuenta el enfoque sociológico da la oportunidad a las Relaciones 
Internacionales de señalar la participación de otros actores, a partir del análisis de la estructura y la 
dinámica de las relaciones sociales que se efectúan en la realidad internacional.10 
 
La sociología ha encontrado su mayor desarrollo en la tradición alemana, la cual ha 
cimentado su estudio en el análisis de la sociedad occidental, por lo que resulta de gran utilidad el 
tomar en cuenta el enfoque sociológico, ya que a partir de sus categorías y conceptos se puede 
 
8 Celestino Del Arenal arguye que es tal el impacto del surgimiento del Estado que se vuelve el centro sobre el 
que gira el pensamiento político. Para él, el Estado es el producto de un proceso de concentración y 
secularización del poder. 
9 Celestino Del Arenal. Introducción a las Relaciones Internacionales. Editorial Tecnos, 1994, Pág. 160. 
10 Es menester señalar que el enfoque sociológico utiliza la historia como una herramienta fundamental, 
considerándola no como un simple relato o fechas aisladas, sino como el desmenuzamiento y la comprensión 
de los hechos históricos. 
 17 
abordar el examen de las estructuras de dominación occidentales, tan necesarias en la presente 
investigación.11 
 
Al pretender recuperar la concepción sociológica de ninguna manera se procura pensar en 
la posibilidad de dejar a un lado la concepción política; al contrario, las Relaciones Internacionales 
necesitan de la interdisciplinariedad para enarbolar su carácter científico.12Dicha 
interdisciplinariedad no se limita a las concepciones política y sociológica, sino que debe abarcar las 
diferentes ramas de las Ciencias Sociales, tales como la antropología, la economía, el derecho y la 
historia. Sin embargo, es conveniente señalar que el presente estudio estará guiado por los 
enfoques sociológico y político, lo que de ninguna manera indica que las expectativas de la 
delimitación del tema no puedan ir más allá. 
 
Ahora bien, el hecho fundamental de la interdisciplinariedad de las Relaciones 
Internacionales no quita a la misma su carácter de ciencia autónoma, ya que en primer lugar 
cuenta con un objeto de estudio particular que la diferencia de otras ramas del conocimiento 
científico, a saber: la sociedad internacional. Entonces, si bien es cierto que el enfoque sociológico 
puede contribuir a la comprensión de la realidad, tal y como pasa con la Ciencia Política (y en todo 
caso con las demás ramas del conocimiento social), no es suficiente, ya que se necesita de la 
elaboración y apropiación de conceptos y categorías propias13 de las Relaciones Internacionales. 
Esto sin duda es un gran reto para cualquiera que pretenda hacer aportaciones en el campo de las 
 
11 Así, por ejemplo conceptos como el de la acción social de Max Weber nos llevan a comprender la conducta 
que se orienta al comportamiento de los otros, a partir de la explicación en términos de causas- efectos y de la 
interpretación, es decir, atribuyéndole un sentido a una acción en el momento en el que se conocen los 
motivos. Así, para Weber el comprender el sentido de un actuar significa conocer por qué surgió con una 
determinada configuración y desarrollo y por qué produjo estos y no otros efectos observables. Siguiendo esta 
lógica, Weber estudia al capitalismo no como una forma económica, sino como una mentalidad, una forma de 
percibir la vida y actuar en consecuencia. Véase Max Weber. Ética protestante y el espíritu del capitalismo. 
Routledge, 1998. 
12 La interdisciplinariedad de las Relaciones Internacionales conducen a una percepción ampliada de la 
realidad, más aún si consideramos la constante evolución y ampliación de su objeto de estudio. En este 
sentido, el estudio de la sociedad internacional debe tomar en cuenta el cambio como un elemento 
fundamental para su comprensión y por lo tanto, para la construcción de paradigmas. 
13 Este argumento no debe servir para limitar la teoría y praxis de las Relaciones Internacionales, ya que es de 
gran utilidad para su desarrollo la aplicación de conceptos y categorías de otras ramas de las Ciencias 
Sociales. El desarrollo de las Ciencias Sociales necesita de un trabajo conjunto y no una separación de 
tendencias doctrinarias que las alejen de la realidad. La retroalimentación de las Ciencias Sociales debe ser 
una premisa en su propio desarrollo, lo mismo debe ocurrir al interior del desarrollo teórico de las Relaciones 
Internacionales, ya que lejos de retroalimentarse en el debate, las distintas concepciones teóricas de la realidad 
internacional, se fraccionan a sí mismas, ya que en la focalización de su interpretación dejan de enriquecerse 
entre sí, perciben sus valores y por tanto su forma de ver la realidad como la verdad. Esto ocurre no sólo a la 
hora de tratar de teorizar la realidad internacional, sino en la misma práctica, en este contexto, se ha inscrito la 
violencia desplegada hacia los namibianos, ejerciendo el racismo con naturalidad y cinismo, e incluso de 
manera institucional a través del apartheid, justificando así la dominación. 
 18 
Relaciones Internacionales, pues lejos de ser una realidad, debe trabajarse arduamente en la 
construcción de esta tarea, a la vez que es necesario un verdadero interés científico en el desarrollo 
de esta disciplina científica, es decir, su teorización debe alejarse de intereses y protagonismos 
particulares. 
 
Es así que la apertura debe tomarse en cuenta como un punto neurálgico en el desarrollo 
de las Relaciones Internacionales, pues el delimitar un campo o un objeto de estudio no significa 
limitar. Asimismo, la apertura es fundamental a la hora de emprender un estudio de un fenómeno 
africano, más aún si tomamos en cuenta que la Ciencia ha estado delimitada por los intereses 
occidentales14, a la vez que se ha pretendido proyectar una imagen de África totalmente falseada. 
 
En este sentido, basta con recordar el significado que la colonización tuvo para Occidente 
por una parte, y para África por otra: mientras que para los colonizadores el establecerse e 
imponerse en unas tierras ajenas estaba justificado en nombre del progreso y del peso indiscutible 
que dan a su pensamiento; para los africanos se trató de un ultraje y de una imposición de una 
forma de concebir y ser en el mundo. 
 
Así, la apertura que se necesita para la comprensión en el estudio de África es innegable y 
necesaria, sin ella no se iría más allá de la mera descripción de datos, pues no se tomaría en 
cuenta que hay otras realidades y otras posibilidades, a saber: las africanas. Dicho en otras 
palabras, no podemos esperar que el estudio de África se vea limitado a las concepciones teóricas 
occidentales, que si bien pueden servir para analizar parte de la realidad, de ninguna manera 
deben fungir como únicas y menos aún como aparatos ideológicos para preservar dicha realidad, 
la cual ha estado marcada por la utilización del poder como forma de opresión. Es decir, al intentar 
un estudio africano, ante todo debemos quitarnos el velo que las concepciones occidentales han 
puesto sobre África, ya que la aproximación a la realidad que una concepción teórica pueda 
darnos, no implica el asumir que el análisis debe estar delimitado sin tomar en cuenta las 
concepciones y cosmovisiones africanas.15 
 
Dicho esto, no hay porque cortar la cabeza de ideales y utopías que albergan en otras 
culturas y que pueden servir a la humanidad para mejorar, para convertirse en seres humanos14 Con esto no pretendemos asegurar que la Ciencia sea occidental y mucho menos se pretende negar las 
aportaciones al conocimiento científico por parte de otras regiones. Empero, no se puede evadir la apropiación 
del desarrollo científico, y por ende su utilización por parte de Occidente. 
15 Recordemos que la propia concepción del ser humano es distinta dentro de algunas cosmovisiones 
africanas, ya que lo perciben como parte del mundo, de un mundo natural y no material como el que 
prevalece en las concepciones occidentales. Sin duda el asumirse como parte de un todo cambia por completo 
la forma de percibirse y de percibir a los otros. 
 19 
verdaderos y no continuar siendo máquinas capacitadas para el egoísmo e imposibilitados para la 
transformación. 
 
Es precisamente en este punto, donde la imaginación puede desarrollar su mejor 
aportación tanto al estudio de África como al desarrollo del conocimiento científico. La imaginación 
entendida a través de su capacidad creadora y transformadora, es decir, tener la facultad de 
imaginar otras posibilidades. 
 
Sin duda, en un mundo como el nuestro, donde la desesperanza y la imposibilidad del 
cambio están siempre presentes, esto pareciera ser inverosímil, incluso quienes detentan el poder 
manejan la idea de la transformación como una utopía, es decir, algo irrealizable o incluso 
irracional. Empero, la imaginación debe permitirnos apropiarnos de conceptos esenciales como el 
de la utopía y utilizarlos a nuestro favor y no en nuestra contra, es decir, creer posible la utopía. 
 
Bajo esta lógica, Stanley Hoffman plantea la necesidad de construir utopías relevantes, las 
cuales se preocupen de los verdaderos valores, pero sin descuidar sus posibilidades de realización, 
es decir, tratar de hacerlas posibles, ya que “En ningún caso puede afirmarse que el problema de lo 
que debe ser el mundo y cómo deben comportarse moralmente los Estados es irrelevante... La 
política mundial plantea cuestiones morales y han de ser examinadas”.16 Esta afirmación no sólo 
debe incluir el actuar de los Estados, sino de todos los actores que conforman la sociedad 
internacional. 
 
 Así, al plantearnos el análisis de un fenómeno internacional, el estudioso de las Relaciones 
Internacionales tiene como tarea el dejar de lado los prejuicios teóricos, es decir, la apertura que se 
explicó anteriormente. A la vez, como tarea conjunta debe abrir posibilidades y su margen de 
acción; tareas que serán llevadas a cabo por su capacidad de imaginar. Dicho en otros términos, el 
estudioso debe partir de una concepción del hombre como constructor de posibilidades de 
comprensión y transformación de la realidad internacional, dejar de pensar en la naturaleza 
humana como en un término uniforme y comenzarla a pensar en su esencia transformadora, ya 
que va cambiando, se adapta, se destruye y se construye. Si hablamos de una naturaleza humana 
única e inamovible estamos condenados a la aceptación de que la posibilidad no existe. 
 
Ahora bien, al tener un acercamiento al estudio de África, me gusta pensar en ella como 
otros mundos llenos de posibilidades que aún no han sido exploradas y explotadas, y que están ahí 
 
16 Celestino Del Arenal. Op. Cit. Pág. 176 
 20 
esperándonos para comenzar la construcción de otras realidades, donde se privilegie al espíritu y 
al ser humano sobre el individuo. 
 
Dejar de mirar al continente africano desde la imagen impuesta que prevalece, es decir, 
como un cúmulo de problemáticas; y comenzar a percibirlo a partir de la totalidad de sus 
posibilidades, lo que no implica negar los problemas que atañen a los africanos. 
 
Entonces, la imaginación no debe entenderse como algo inexistente o simplemente ficticio, 
por el contrario, ella nos va a permitir creer y crear en otras posibilidades mediante el análisis 
conciente de la realidad y la aceptación de las problemáticas que rodean al ser humano, pero 
tomando en cuenta su opuesto como un ejercicio que permita abrir oportunidades. No se trata de 
teorizar lo que debería de ser, sino a partir de lo que significa transformar.17 
 
Así, bajo el lente de la posibilidad, la presente investigación pretende estudiar la lucha por 
la liberación de Namibia y la invención de la nación namibiana, pues tanto la lucha por la libertad 
como la construcción e invención inacabada de la nación namibiana significa el abrir posibilidades. 
 
A este respecto Weber señala que “El destino de una época de cultura que ha comido del 
árbol de la ciencia consiste en tener que saber que podemos hallar el sentido del acaecer del 
mundo, no a partir del resultado de una investigación, por acabada que sea, sino siendo capaces de 
crearlo”.18 
 
 
17 Wright Mills señala el concepto de imaginación sociológica que considero pertinente rescatar, la cual define 
como la “… capacidad de pasar de una perspectiva a otra... es la capacidad de pasar de las transformaciones 
más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre 
ambas cosas. Detrás de su uso está siempre la necesidad de saber el significado social e histórico del 
individuo en la sociedad y el periodo que tiene su cualidad de ser”. Wright Mills. La imaginación sociológica. 
18 Max Weber. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. 
 21 
 
 Áfrika. 
35°25´N, 35°25´S, 17°20´W, 52°15´E 
 
 22 
Violencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en Namibia 
 
CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2 
 
 
“… el capitalismo viene chorreando sangre y lodo por 
todos los poros, desde los pies a la cabeza.” 
 
Kart Marx 
 
Durante mucho tiempo hemos escuchado y utilizado el término violencia, en este sentido no 
podemos negar que en la historia de la humanidad, la violencia ha sido una constante real. Si bien 
las formas de ejercerla han sido matizadas por los distintos contextos históricos, siempre ha estado 
presente. Asimismo, el término violencia ha sido involucrado en más de las veces con otro concepto 
que ha sido objeto de múltiples estudios, es decir, el poder. Aunque dicho concepto ha sido 
analizado conjuntamente con el de violencia, o incluso se han utilizado como sinónimos, de 
ninguna manera se refieren a la misma realidad. Esto ha representado una confusión en los 
ámbitos de la metodología y de la teoría, confusión que sin duda ha dificultado el entendimiento de 
la realidad internacional, por tal motivo es imprescindible en la presente investigación tratar de 
delimitar dichos conceptos y en consecuencia, plantear su importancia en África, particularmente en 
Namibia. 
 
 Podemos comenzar señalando que el poder ha sido entendido en términos de la tradición 
occidental, lo cual se comprende si se toma en cuenta el dominio imperial de Occidente. Ante tal 
situación, el poder ha sido analizado y comprendido principalmente en términos de relaciones 
materiales; es decir, que se ha establecido que el poder es un cúmulo de elementos de dominación 
tanto tangibles como intangibles; se arguye que quien tiene poder es aquél que posee tierra, 
armamento, dinero, el dominio estatal, o bien se habla de un poder ideológico. De hecho, las 
distintas definiciones de poder están en estrecha relación con el problema del orden y del Estado, 
ya en 1651 Thomas Hobbes planteaba la necesidad del Estado. 
 
 Lo anterior resulta válido si se quieren comprender las relaciones que han prevalecido en 
Occidente e inclusive al analizar las correspondencias que los occidentales han establecido con 
otras partes del mundo. Dicho en otros términos, el estudio del poder en estos términos sigue 
siendo vital para la comprensiónde una parte de la realidad. Empero, el considerar la tradición 
occidental no es motivo para minimizar o incluso negar las diferentes concepciones del mundo, en 
este caso, las que se desarrollaron en el continente africano. 
 23 
 En lo que a Occidente se refiere, Karl Marx había subrayado que la historia de la sociedad, 
del poder y del Estado europeos estaba marcada por “... una concepción precisa de la relación del 
ser con sus semejantes y con el objeto. La propiedad de los medios de producción, es decir, la 
apropiación y la capacidad de enajenar la tierra, el esclavo, el siervo o el salario en el proceso de 
producción y el producto del trabajo habrá dado aquí su configuración no solamente a las 
relaciones socioeconómicas sino también al poder, al Estado, a las relaciones de clase y de 
interés”.1 
 
 Por otro lado, en las sociedades tradicionales africanas, el poder se concibe y se vive de 
manera diferente, lejos de estar ligado a la propiedad de los medios de producción, hay un lazo 
más allá de lo material con la tierra, la cual se percibe en función a su pertenencia natural, es decir, 
como parte de un todo. De hecho, el hombre se entiende como parte integrante de la naturaleza y 
por tal motivo, no concibe a la tierra como una pertenencia. Las sociedades africanas tradicionales 
vinculan su ser con el de la tierra, a la cual ven no sólo como la proveedora de alimentos y 
consecuentemente como fuente de recursos naturales, sino que la perciben a partir de una relación 
caracterizada por la pertenencia, la tierra es un todo al cual se incluyen. La tierra es la dadora de 
vida y como tal la inscriben en su cosmovisión. 
 
 “El negro- africano disocia el ejercicio del poder político, de la detentación de los medios 
de producción. El jefe de tierra, de cotos de caza, de bosques o de zonas de pesca establece con el 
espacio y sus “verdaderos dueños” un lazo metafísico que la simple conquista no elimina. Se 
requería más para debilitar este lazo metafísico: Una revolución religiosa, una ruptura ideológica, 
que naturalizara, al menos en este plano un discurso cosmológico diferente”.2 
 
 Entonces, si la cuestión fundamental de la tierra y la de producción difieren del 
pensamiento occidental, el estudio de África requiere tomar en cuenta otra forma de entender al 
poder, es decir, despojarnos del predominio de la tradición occidental, no para abandonarla, ya que 
es necesario recurrir a ella, sino para acceder a un análisis más riguroso. Bajo esta lógica, resulta 
imprescindible mencionar que la propia concepción occidental nos ha llevado a tener una visión 
limitada del poder, su comprensión se ha delineado a partir de las relaciones de dominio, siendo 
una de sus proyecciones la violencia. 
 
 Antes de abordar la relación de poder y violencia, considero necesario señalar que el poder 
va más allá del dominio, ya que comprende una capacidad transformadora. Durante la historia de la 
 
1 Pathé Dágne. “El poder en África”, Introducción a la otra África. Pág. 479- 480. 
2 Ibídem. Pág. 484 
 24 
humanidad, el hombre ha argumentado tener o carecer del poder, entendido únicamente a partir 
de cuestiones materiales; por el poder se han librado las batallas más sangrientas, pero después de 
su obtención no se ha utilizado, más bien se ha preservado bajo estructuras rígidas, se ha 
encapsulado en pocas manos y por lo tanto se ha dejado de lubricar, pues el poder no ha sido 
utilizado bajo su verdadero significado, el de la transformación. 
 
 El poder engloba en sí mismo una fuerza creadora capaz de vislumbrar mejorías en la vida 
del ser humano, es decir, el poder potencia al individuo para actuar y da la capacidad para empezar 
algo nuevo. 
 
 Se puede decir, entonces que los “poderosos” han debilitado al poder, ya que este 
corresponde a “… la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar de concierto. El poder no 
es nunca propiedad de un individuo; pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se 
desintegra. Cuando decimos de alguien que "está en el poder", no nos referimos a que 
determinado número de personas le ha dado poder para actuar en nombre suyo. En cuanto 
desaparezca el grupo del que originó el hombre "su poder" se desvanece también (potestas in 
populo, sin el pueblo o el grupo no hay poder). En el uso corriente, al referirnos a "un hombre 
poderoso" o "una poderosa personalidad", ya estamos usando la palabra "poder" 
metafóricamente”3, y la utilización metafórica del poder implica hablar de poderío.4 
 
 No obstante, aunque el poder no se derive únicamente en la dominación, es menester 
estudiarlo bajo esta óptica, ya que la formulación del sistema internacional pasado y actual ha 
estado basado en relaciones de poder dirigidas a establecer la dominación sobre el débil para 
satisfacer sus intereses, ya sea al interior del Estado o al exterior del mismo, mediante la 
imposición de su voluntad a los demás. 
 
 La concepción más utilizada del poder coincide precisamente con el realismo político, donde 
la lucha por el poder es lo que define a la política internacional, siendo el poder tanto un medio 
como un fin; así, el poder es el último árbitro y alrededor de él se bordean las relaciones 
internacionales. En palabras de Hans Morgenthau para el realismo político, referirse al poder es 
hablar del “dominio del hombre sobre las mentes y las acciones de otros hombres. Por poder 
político entendemos las relaciones de dominio entre los que detentan la autoridad pública y entre 
 
3 Hannah Arendt. Sobre la violencia. Editorial Joaquín Mortiz, 1970, Pág. 41 
4 Para Arendt el poderío se refiere inequívocamente a algo único, a una entidad individual; es la propiedad 
inherente a un objeto o persona, y aunque se manifieste en relación a otros objetos o personas y pertenece a su 
carácter, sigue siendo en esencia independiente de ellas. 
 25 
éstos y la gente en general. El poder es una relación psicológica entre aquellos que lo ejercen y 
aquellos sobre los cuales es ejercido. El da a los primeros el dominio sobre ciertos actos de los 
segundos a través de la influencia que los primeros ejercen sobre la mente de los segundos”.5 
 
 Entonces en las relaciones internacionales el poder se ha ejercido en más de las veces de 
forma violenta, de hecho la violencia, ha representado una forma de comunicar el poder mediante 
la agresión y para agredir a otro ser humano no es necesario tocarle, es decir, la violencia no 
necesariamente implica un daño físico, ya que la violencia se ejerce principalmente bajo su carácter 
psicológico. 
 
Dicho poder no es un poder en sí mismo, por el contrario es un poder ilusorio y en 
decadencia, ilusorio porque realmente no se trata de un poder, o por lo menos de un poder en su 
máxima expresión (la transformación) y en decadencia, pues la única forma de preservarlo es 
mediante la violencia. Así, un régimen que utilice la violencia como forma de demostrar su poder en 
realidad teme perderlo, lo que de ninguna manera quiere decir que sólo los regímenes que están a 
punto de extinguirse utilicen la violencia, más bien de lo que se trata es de advertir que si bien la 
violencia es ejercida del más fuerte hacia el más débil, también puede entenderse como el último 
recurso, como la desesperación de un régimen ante la pérdida del poder, recordemos que durante 
la década de 1970, mientras la lucha por la liberación de Namibia se fortalecía el gobierno de 
Sudáfrica se volcó a la utilización de métodos cada vez más violentos, lo mismo ocurrió en la 
década de 1980, cuando el apartheid agonizaba como institución, además la represión utilizada era 
mayor mientras más temía la desocupación. 
 
Sin embargo, el régimen sudafricano no utilizó la violencia hacia los namibianos sólo 
cuando expiraba – por lo menos institucionalmente –, ya que su gobiernoen Namibia se caracterizó 
desde un inicio por la implementación de la violencia en niveles que rayaban en la irracionalidad, 
aún cuando en un inicio la violencia no hubiese sido necesaria, ya que la población namibiana 
consideró a Sudáfrica como una posibilidad de quitarse por completo el yugo que la colonización 
alemana había puesto, es decir, que de cierta forma había consenso en permitir a Sudáfrica la 
administración temporal de Namibia, más aún tomando en cuenta que la Sociedad de Naciones 
apoyaba el mandato. 
 
Finalmente, “una de las distinciones más obvias entre poder y violencia es que el poder 
siempre requiere de mucha gente, mientras que la violencia puede prescindir de ella, hasta cierto 
 
5 Celestino del Arenal. Introducción a las Relaciones Internacionales. Pág. 133- 134. 
 26 
punto, porque depende de implementos... La forma más extrema de poder es el todos contra uno; 
la forma extrema de la violencia es uno contra todos. Y esto es imposible sin instrumentos”.6 
 
2.1. Una mirada hacia la violencia 
 
En medio de nuestra alegría doméstica, sus hogares están siendo 
destruidos. Por otra parte, las mutilaciones y asesinatos son tan 
terribles precisamente porque las víctimas son hombres y mujeres 
con cuerpos hechos para abrazarse y cuya imaginación es para el 
amor, al igual que la nuestra. 
 
Marshall Berman 
 
Una vez aclarado que poder y violencia no corresponden a términos sinónimos, y que la violencia 
ha sido utilizada como una forma de gobernar por parte de quienes detentan el poder o como un 
recurso de los Estados que desean afirmar su hegemonía sobre la periferia, es necesario reflexionar 
acerca del concepto de violencia, ya que para interés de la presente investigación es imprescindible 
tener un acercamiento a una de las problemáticas más preocupantes de la humanidad: la utilización 
de la violencia por parte de los gobiernos (ya sea de forma encubierta o estableciendo mecanismos 
institucionales), los cuales están obligados moral y políticamente a preservar y desarrollar el 
bienestar de sus poblaciones. 
 
En primera instancia, podemos considerar que la violencia ha quedado registrada en la 
mente del ser humano como una forma de relacionarse desde el inicio de la historia de la 
humanidad, sólo que es a partir del siglo XX y principalmente con los destrozos de la Primera y 
Segunda Guerras Mundiales que queda marcado en la memoria colectiva los niveles absurdos e 
irracionales que la violencia puede alcanzar. 
 
Ahora bien, al hablar de violencia no podemos evitar remitimos a una cuestión que es 
central para el desmenuzamiento y la comprensión de la esencia de este fenómeno, es decir, su 
estructuración en la mente del ser humano como una forma de pensar y de actuar; en otras 
palabras el análisis de quiénes han sido los opresores y en consecuencia quiénes los oprimidos. 
“Donde la violencia se desarrolla, ésta adquiere para las clases dominantes el peso de un “valor”, 
es decir, de condición normal de la vida, necesaria para mantener el orden existente, legitimada 
como “el derecho” de los que tienen el poder”.7 
 
 
6 Hannah Arendt. Op. Cit. Pág. 39. 
7 Susana B. C. Devalle. “Violencia: estigma de nuestro siglo”, Poder y cultura de la violencia. El Colegio de 
México, 2000, Pág. 22. 
 27 
En este sentido, la violencia necesita de un sujeto y un objeto para poder desarrollarse, y el 
objeto se determina mediante la implementación de una relación de superioridad- inferioridad, 
donde dicho objeto obtiene su significación. Dicho en otros términos, quien la utiliza se ve a sí 
mismo como superior ante el otro, ve en ella no una justificación sino la manera correcta – según 
sus valores – de proceder, no percibe un mal, más bien ve una relación normal. 
 
 Por otro lado, la superioridad del sujeto le da la oportunidad de llevar esta ideología hasta 
sus últimas consecuencias, adentrarla a lo más profundo de la percepción que el otro – el oprimido, 
el objeto – tiene de sí mismo; entonces el oprimido encuentra en su relación con el opresor la 
misma naturalidad que éste último vive, a saber la naturalidad que trae consigo la violencia, una 
aceptación de las condiciones tal y como están, una aceptación tan dolorosa que en un primer 
momento deja sin movimiento al oprimido.8 
 
 La violencia es parte de todos los que conformamos la sociedad internacional; unos la han 
vivido a partir de las marcas de su cuerpo, de lo que sus ojos han mirado en masacres, a través de 
la pérdida de sus familiares por motivos ajenos como la guerra, mediante la angustia de saberse 
perdido en un conflicto entre Estados que la mayoría de veces no se entiende, o bien cuando han 
sentido la presencia de un enemigo... Otros la vivimos de lejos, mediante las noticias que nos 
llegan de un lugar distante en guerra; o de cerca cuando nos sentimos impotentes porque parece 
que nada puede cambiar, que la humanidad está al borde del abismo, cada vez más cerca de su 
propia destrucción, o bien cuando sin saberlo o sabiéndolo seguimos alimentándola con nuestra 
indiferencia. En fin, la violencia está presente a diario, en sus múltiples formas y matices, todos la 
vivimos en carne propia, aunque lo ignoremos; aún quienes detentan los mecanismos de opresión, 
quienes la instrumentan viven atrapados dentro de ella. 
 
 La violencia se alimenta precisamente de la indiferencia, de la constante deshumanización 
de la humanidad, del desinterés por lo que realmente interesa, es decir, el arduo trayecto del 
hombre en su búsqueda del verdadero ser humano. Dicha búsqueda se ha visto empañada por una 
dinámica individualista, en la que mientras los hechos sociales parezcan no afectar al individuo, 
éste sigue viviendo su cotidianidad sin preocupación. Esta indiferencia es la misma que hace que no 
nos sorprendamos de una masacre, o bien que sólo la veamos como estadísticas o como una 
noticia más y no como seres humanos que han dejado de existir por cuestiones que quizá nunca 
comprendieron, que murieron en el dolor y en la impotencia, que fueron violentados hasta su 
 
8 Hablamos de una inmovilidad del oprimido en un primer momento, ya que entendemos a ésta como 
supuesta, como artificial y como tal se puede modificar. No obstante, en capítulos posteriores ahondaremos en 
el tema. 
 28 
muerte. Le hemos quitado los verdaderos significados a las palabras tortura, asesinato, guerra, 
violencia; las adoptamos como parte del lenguaje cotidiano sin profundizar en sus significaciones. 
 
 “Los muertos son todos iguales a las luz de las estadísticas. Lo que los diferencia es más 
vivido que pensado: no es su dimensión numérica, estadística, sino la forma como habitan en 
nuestra memoria. Las formas violentas de su muerte no son más que las formas múltiples de 
nuestras intolerancias: las memorias de su muerte y los silencios de los que sobrevivimos no son 
más que mudas caras reflejando nuestras indiferencias”.9 
 
 Y entonces la violencia nos ha alcanzado y nos ha atrapado; la vivimos como parte de 
nuestro mundo cotidiano. Sobre nosotros la han ejercido y la hemos empleado sobre alguien más 
débil; tal vez los matices de ésta no se comparan con los que un gobierno pueda desplegar contra 
su población o contra otro Estado, pero qué violencia es peor, cómo podemos medir sus niveles o 
debemos pretender que si se es menos violento no se es tan perverso, cómo definir la línea tan 
delgada que separa una violencia de otra, siendo que ésta es progresiva, cómo cerrar los ojos ante 
otra violencia que ya es nuestra por el simple hecho de que ocurra entre la humanidad, por qué 
continuar percibiendo las muertes de manera tan distante y los cuerpos como estadísticas o sólo 
como carne amontonada que “... los años los volvieron tan sólo polvo [...] La memoria

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