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Universidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Opresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformaciónOpresión y apartheid: elementos de conformación del sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibiadel sentimiento nacional en Namibia TTTT EEEE S S S S IIII SSSS que para obtener el título de: Licenciada en Relaciones Internacionales presenta: Lizbeth Jesika Cruz Martínez Directora: Dra. María Cristina Rosas González México, DF. 2008 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. El movimiento que todo lo transforma… Al movimiento infinito. Agradecimientos Los ciclos que se cierran traen consigo otros por comenzar. Después de finalizar este proceso de crecimiento (que no acaba), culminado con los escritos que aquí comparto, me siento en la necesidad de dirigir mis sensaciones y pensamientos a las personas que con su presencia, comentarios, miradas, infinitas pláticas, cuidados, lagrimas, abrazos, besos, paisajes, palabras, silencios… han contribuido a que este ciclo se cierre. Mucho tengo que agradecer a la vida, al destino, la suerte, las coincidencias, a los encuentros y desencuentros en los que me ha tocado estar. Todo parece ser una serie de acontecimientos encadenados que nos traen de aquí para allá, y sin embargo, lo que hay es mucha magia a nuestro alrededor y mucho por compartir. La tesis, representa un proceso profesional, pero también una recapitulación de vida y una serie de reflexiones personales que se colocan en diferentes partes de mi ser y que ahora finaliza para dar paso a algo más… Este proceso no hubiera sido posible sin mi historia personal, porque se trata de una síntesis de mí ser y de las inquietudes que me perturban y que me hacen vivir. Por eso en primer lugar agradezco a mi padre, Antonio Cruz, el que me haya retenido a su lado y me haya permitido vivir con una familia tan numerosa como maravillosa… gracias por respetar mis decisiones y estar conmigo a tú manera. A mi abuela Inés y a mi tía Soco, quienes nunca me han dejado a pesar de los múltiples desencuentros, incluso la muerte, y dificultades. Gracias por cuidar de mí cuando yo no podía hacerlo, y por su presencia que me alejó del desamparo… gracias por estar. A todos mis tíos y tías que han compartido de corazón algo de ellos: Margarita, José, Chavita, Vero, Richard, Miguel, Fabiola, Eduardo, Tere, Miliana, Hilario… A mis primos, que sin serlo han sido mis hermanos, compartiendo juegos, risas, momentos difíciles, miedos y sueños: Karen, Lalo, Viris, Dana, Cinthya, Jorge, Pepe y Poy, gracias y para adelante. A las chaparritas, por ser los seres más mágicos que la vida me ha permitido conocer, porque me dicen todo su amor con tan sólo mirarnos, niñas hermosas gracias por recordarme que la vida es para vivirla: Dani, Friduchis, Fer y Marlene, las amo con todo mí ser. A todas esas maravillosas mujeres que han estado ahí presentes, siendo mis amigas y hermanas, y que hemos vivido momentos sorprendentes, llenos de danza, música, brincos, lágrimas, risas, enojos, confesiones… Chave, Addy, Fabiola, Queta, Carmina, Gaby, Hash, Laura, Roxana, Norma, Kaya… hermosas mujeres!!! A la banda… los amigos que con sus enseñanzas, su tiempo, las experiencias, las pláticas interminables, han estado en una etapa maravillosa e irrepetible: Bore, Ranas, Jonathan, Piolo, Lalo, Hugo, Josué, Mentes y a todos los que con sus charlas, tiempo y espacio me ayudaron, tal vez sin saberlo a escribir, a imaginar y a disfrutar, gracias Jesús, Vladimir, Juan, Marcel, Héctor, Roberto Kener, Oso, Mau, Cedillo, Rodrigo… y también a quienes compartieron su imaginación a través de los dibujos. A mi asesora de tesis por su ejemplo de tenacidad, disciplina y amor a la Universidad, que lo refleja en su constancia y compromiso con la enseñanza y con sus alumnos. Dra. María Cristina Rosas González gracias por compartir su conocimiento, pero sobre todo por no claudicar. A los profesores que aceptaron ser sínodos, ante todo por su disposición y tiempo de leer este trabajo, muchas gracias por sus valiosas palabras de aliento e interés: Dr. Leopoldo González Aguayo, Maestro Alfonso Sánchez Mugica, Dr. Edmundo Hernández- Vela Salgado, y en especial a la profesora María de Lourdes González Prieto, quien lleva a África en su corazón. A la danza que me ha enseñado a que sin movimiento no hay transformación, que ha despertado mis sentidos y me permite compartirlos, gracias a mis maestras Karina, Xochitl y Asami por mostrar con su danza que el mundo está lleno de posibilidades y gracias a Karim Keita y Lamin Thiam que desde Guinea y Senegal han venido a vivir y compartir su danza a este maravilloso ombligo del mundo, gracias por sus movimientos irrepetibles y mágicos. Para todos, un camino de luz y oscuridades llenas de movimiento… Para todos un pedacito de mi ser, de mi tiempo y espacio. GRACIAS Índice Introducción 1 1. Apertura e imaginación 10 2. Violencia en el escenario internacional proyectada en Namibia 21 2.1. Una mirada hacia la violencia 26 2.2. Un sistema internacional opresor: colonialismo y neocolonialismo 29 2.2.1. Colonialismo alemán en Namibia 38 2.2.1.1. Resistencia del africano ante la opresión alemana 47 2.2.2. Neocolonialismo sudafricano 50 2.2.2.1. Complicidad de Gran Bretaña con Sudáfrica 50 2.2.2.2. Estrategia sudafricana 54 2.2.2.3. Leyes para instaurar el apartheid y su reflejo cotidiano 56 2.2.2.4. Bantustanes 68 2.2.2.5. Institucionalización de la violencia 76 2.2.2.6. Otros medios para continuar con la opresión 84 2.2.2.7. Hegemonía regional sudafricana 89 2.3. Imperialismo estadounidense en Namibia 95 2.4. Organización de las Naciones Unidas 110 2.5. La Unión Soviética 125 2.6. La violencia del oprimido como una respuesta de lucha 126 3. La construcción del apartheid como institución que legitima la opresión: Racismo e identidad 130 3.1. Universalismo y racismo 132 3.2. La construcción de un mito: la identidad afrikaner 140 3.3. El apartheid como síntoma del capitalismo: Concretización de la dominación a través del racismo 151 4. La invención de la nación namibiana 170 4.1. Identidad nacional 176 4.2. La cultura como factor determinante del nacimiento y consolidación de un movimiento de liberación nacional 188 4.3. La independencia como consecuencia de la lucha de la nación: Quitando las cadenas de la opresión 193 4.3.1. La participación del pueblo: ¿se puede hablar de revolución? 195 4.3.2. La dirigencia del movimiento de liberación nacional 200 4.4. ¿Nación creada o nación inventada? 203 4.5. ¿Qué hay después del apartheid? Invención inacabada de la nación 210 Esperanza y utopía. Conclusión 216 Fuentes consultadas 226 1 Introducción Introducción Introducción Introducción Sin duda la humanidad ha sido actor y testigode la incongruencia de sus propios actos, sólo basta mencionar los estragos provocados por las dos conflagraciones mundiales, las cuales fueron pretexto para una nueva repartición mundial por parte de las grandes potencias. En este sentido, podemos decir que las luchas más sangrientas que ha librado la humanidad han estado fundamentadas en intereses políticos y económicos de una minoría, a saber la clase dominante. Si bien estos conflictos estuvieron imbuidos por el protagonismo europeo, en los países en vías de desarrollo sus efectos se han resentido más que en cualquier otro lugar, ya que fueron el objeto de la mencionada repartición, empero la atención se localizó en las consecuencias y estragos provocados en Occidente1. Siguiendo esta lógica podemos ver que Occidente ha ocupado y ocupa una posición de protagonismo importante, de hecho dicha posición ha desviado la atención mundial de otras regiones del mundo. Dicho en otros términos, la historia está permeada básicamente de una perspectiva etnocentrista que impide ver la verdadera conformación del sistema internacional; más aún, dicha visión ha tenido como principal consecuencia el olvido de demasiadas personas y la realización de sobradas injusticias. Los países occidentales sólo han tomado en cuenta a los países en desarrollo para emprender saqueos y obtener beneficios propios, nunca han tomado en cuenta las problemáticas que atañen a estos países. De hecho, en la mayoría de los casos se han encargado de provocar o bien profundizar los trastornos de dichas sociedades. En la cuestión académica esta situación se ve reflejada, pues la perspectiva etnocentrista ha prevalecido a la hora de iniciar investigaciones de otras culturas. Dicho esto, la justificación de la presente investigación gira en torno a una propuesta que desde hace varias décadas, pensadores africanos, han venido desarrollando y que tiene que ver con la necesidad de terminar con la visión generalizada del continente africano, sustentada en 1 Basta mencionar el Plan Marshall, que surgió como respuesta a los desastres ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, abocándose a la reconstrucción de Europa; aunque, cabe señalar, que la implementación del este plan por parte de Estados Unidos, significó un muro de contención al avance comunista, es decir, si bien dentro de los objetivos primordiales se encontraba la reconstrucción del continente europeo, la ayuda también estuvo apoyada y enfocada al cumplimiento de la política exterior estadounidense: detener la expansión del comunismo y preservar la tradición capitalista en Europa, con lo que aseguraba a la economía estadounidense de una futura depresión. En sí, el Plan Marshall significó una estrategia estadounidense para comprometer el desarrollo de la región europea occidental. 2 espejismos que parten del desconocimiento y de una mirada superficial de África. Asimismo, conviene señalar que parte del trabajo presentado aquí, representa una síntesis de la serie de seminarios y clases que a lo largo de la licenciatura lleve a cabo. Las hipótesis que sustentan ésta investigación se derivan a partir de la observación de dos cuestiones, una se relaciona con la estructura del sistema internacional y la otra con los acontecimientos que se generaron en Namibia a partir de la colonización. En este marco, se formularon cuatro hipótesis. La primera señala que la propia dinámica del sistema internacional a través del colonialismo, en primera instancia y después con el imperialismo, se presenta como la principal causa de la opresión y del dominio impuesto a Namibia. El apartheid es un síntoma del capitalismo, pues encuentra su génesis y su sustento en la expansión capitalista del siglo XIX. En el mismo sentido, el propio desarrollo capitalista es el que exige su desaparición como sistema económico, exigencia realizada hacia las últimas décadas del siglo XX. En un segundo momento, se planteó que si bien el apartheid se instaura institucionalmente hasta mediados del siglo XX, sus bases ideológicas se fundamentan en el mito religioso de la raza elegida. Entonces, buscan la justificación a la explotación y el racismo en una supuesta superioridad otorgada por dios. Una tercera hipótesis señala que la opresión y las prácticas emprendidas por el gobierno sudafricano fungieron como el motor de desarrollo del sentimiento nacional en Namibia, es decir, la noción de nación como tal es percibida en este país africano a través de sentido de pertenencia a una comunidad y la diferenciación a otra comunidad, en respuesta al régimen impuesto por Sudáfrica. Finalmente, una cuarta hipótesis indica que el camino aún no termina para Namibia, por lo que la independencia y el desmantelamiento del apartheid es sólo el comienzo de un largo trayecto a la consolidación de un sistema cuyas características principales sean la igualdad, el respeto a los derechos humanos y una amplia participación política de toda la sociedad. Sólo abordando estos elementos la sociedad sudafricana podrá lograr una verdadera transformación. La constante invención de la nación namibiana, teniendo como prioridad a la población representa una alternativa para combatir la dominación. 3 Una vez señaladas las hipótesis conviene decir que dentro de los objetivos se planteó: 1. Analizar mediante un enfoque multidisciplinario – principalmente con la Ciencia Política y la Sociología – la opresión institucionalizada mediante el apartheid en Namibia. 2. Establecer la relación entre las estructuras de dominación occidentales implementadas en Namibia y el capitalismo. 3. Emprender el estudio de la dominación Sudafricana en Namibia y su reflejo en la concepción de la construcción nacional, es decir, determinar si la nación namibiana realmente fue una invención – en el sentido de la apropiación de un ideal – o es una institución impuesta. 4. Analizar hasta qué punto los namibianos se han apropiado a través de la práctica de elementos fundamentales como la liberación, esperanza y utopía; o bien si aún después del desmantelamiento del apartheid se ha continuado en la misma dinámica de la opresión, ya sea por la antigua élite opresora o por la población negra. En este marco y en consecución a las hipótesis y objetivos planteados, el primer capítulo de la presente investigación titulado Apertura e imaginación, está dirigido a señalar la importancia del estudio de África a partir de un rompimiento de modelos impuestos, con el fin de ampliar la percepción y el conocimiento del análisis. El estudio de un país africano requiere de una amplia comprensión del pasado africano, a partir de sus propias concepciones. No obstante, el recurrir a la explicación de términos y realidades occidentales en relación con África resultan imprescindibles si se quiere emprender un análisis de las estructuras occidentales de dominación ejercidas no sólo en África, sino en otras regiones, e incluso al interior de las mismas sociedades occidentales. Ahora bien, no es labor de la presente investigación presentar lo relacionado con las estructuras de dominación al interior de las sociedades occidentales, más bien se pretenden abordar el estudio de las estructuras de dominación occidentales al interior del continente africano, particularmente en Namibia. Para tales efectos, es menester tener claros conceptos básicos como colonialismo, neocolonialismo e imperialismo. Dichos procesos han estado sustentados en un sistema de violencia ejercido sobre quienes no tienen el poder, sociedades que han sido despojadas de los medios de subsistencia y cuya 4 libertad fue arrebata, dejando en su lugar un sistema de segregación racial, siendo su consecuencia más nefasta la humillación y socavación de millones de seres humanos. La violencia está presenteen las relaciones que Europa y más tarde Sudáfrica, Estados Unidos y la Unión Soviética quisieron establecer con Namibia, a saber la opresión y el olvido. En este sentido, es necesario mencionar que lo ocurrido en Namibia fue real (y sigue siendo real), es decir, que tanto los países occidentales como Sudáfrica sabían que estaban implantando en Namibia un sistema injusto, delineado en función de intereses económicos, donde la población de la entonces África Sudoccidental no tenía cabida. Por tal motivo, la opresión de la población negra era vista con naturalidad. De la misma forma actuaron las potencias involucradas durante la lucha por la liberación de Namibia, así ni Estados Unidos ni la Unión Soviética creyeron en la liberación del pueblo namibiano, sino que lo observaron en una lógica de apropiación territorial, en un contexto de Guerra Fría. La misma actitud tuvo la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que si bien reprobó el apartheid en Sudáfrica y Namibia, no mostró una disposición real de terminar con la violencia ejercida hacia la población negra, principalmente en lo que respecta a la actuación del Consejo de Seguridad. En este contexto, resulta trascendental estudiar la participación de Naciones Unidas, dejando de lado el análisis limitado del impacto o no de las Resoluciones emitidas en el caso de Namibia, sino más bien a partir de un análisis crítico de la organización, la cual ha derivado en un instrumento de Estado y de clase que sirve a los intereses de los poderosos, teniendo en la Asamblea General una pantalla perfecta, que cubre el sistema antidemocrático que en el interior de la organización prevalece. En esta lógica, podemos ver que el sistema internacional y por tanto sus instituciones están permedados por la violencia, siendo la opresión en Namibia un ejemplo más de que dicho sistema está fincado precisamente en la dominación a través de estructuras opresivas como el apartheid, o simplemente con el olvido de las instituciones internacionales. 5 La violencia en Namibia tomó niveles insospechados, donde incluso la imaginación es sutil. Ante este escenario, la población negra sufrió prácticas terroristas estructuradas a partir del Estado, siendo la tortura el elemento más significativo. Es importante decir que nos referimos no sólo a la tortura física, sino a la tortura ideológica e incluso económica implementada por el aparato de Estado para flagelar la voluntad del individuo y de la sociedad; tortura dirigida a socavar la esperanza y de dejar sin alimento el cuerpo y el espíritu de los namibianos. Empero, la misma situación de opresión despertó en los namibianos otra esperanza, alimentó otro espíritu, el de la liberación. El medio para llegar a rebasar esa esperanza fue la violencia, pero no una violencia deseosa de dominación, sino de destrucción de las estructuras del apartheid. Dicho en otros términos, desarrollaron una violencia legítima, la cual se encontraba respaldada por un proyecto liberador: la invención de la nación namibiana. La violencia emprendida por el pueblo namibiano estaba fundamentada en su propia existencia. Lo expuesto anteriormente es el motivo para incluir como segundo capítulo la Violencia en el escenario internacional proyectada en Namibia, siendo la violencia internacional esencial para la comprensión del presente tema de estudio, a saber la opresión y la dominación ejercida por los poderosos sobre los débiles, y como dicho sistema de violencia alimentó la necesidad de una vida sin grilletes. Cabe señalar que este capítulo es el más extenso, pues se integra a partir de la exposición de los hechos históricos que sustentan la presente investigación. Asimismo, la utilización de la Historia como herramienta de análisis da la oportunidad al lector de inmiscuirse ampliamente en la problemática namibiana. Por tanto, la argumentación deriva a partir de la revisión de la historia de Namibia, contada en palabras de Peter Katjavivi, del Fondo Internacional de Defensa y Ayuda para África Sudoccidental y del Departamento de Información y Publicidad de Organización del Pueblo del Sudeste Africano (SWAPO). Una vez establecidos los elementos centrales tanto teóricos como históricos, es conveniente continuar con el análisis de uno de los sistemas de dominación más aberrantes en la historia de la humanidad: el apartheid. Dicha aberración se desprende de su propia estructura y de su institucionalización como un sistema de producción económica, que no tomaba en cuenta ningún elemento del ser humano que no fuera la ganancia que se podría sacar de su trabajo, el cual estaba sustentado en la explotación, es decir, para efectos prácticos del apartheid el trabajador 6 negro no representaba otra cosa que un esclavo, en un contexto histórico donde teóricamente la esclavitud era rechazada. Es conveniente mencionar que el apartheid fue sostenido por los gobiernos blancos de Sudáfrica como un sistema de desarrollo separado; donde ambos sectores de la sociedad – los pobladores negros y los blancos – debían caminar por los senderos del desarrollo de manera separada. Por supuesto, el desarrollo que tanto pregonaba el gobierno sudafricano implicaba necesariamente el subdesarrollo de la mayoría de la población y con esto la instauración de la esclavitud. La esclavitud en Namibia no consistió en la exportación o mejor dicho rapto de los africanos a otros continentes como lo hicieron los europeos a partir del siglo XVII; sino que la esclavitud impuesta por el apartheid estuvo dirigida a la destrucción de cualquier identidad, ya que para el apartheid los namibianos eran sólo máquinas que servían a sus intereses económicos. Los sudafricanos robaron un territorio y pretendieron robar la vida a miles de personas. En este sentido, el capítulo 3 tiene como objetivo presentar la construcción del apartheid como una institución que legitima la opresión: racismo e identidad, teniendo de su lado todo un sustento religioso fabricado en función de la implantación de una ideología racista dominante. Es así que es necesario buscar en el pasado las bases que sustentan el mito religioso del apartheid y por lo tanto la creencia de la superioridad racial, que hacen suya los pobladores blancos de Sudáfrica y que después implantarán en Namibia. En la misma línea, es necesario realizar un análisis acerca de las bases ideológicas del apartheid en cuanto al sentido práctico de su establecimiento. Es así que resulta imprescindible el estudio de la explotación y el racismo no como consecuencias del apartheid, sino como la concretización de la dominación. “La opresión sucede lógicamente a la explotación, puesto que garantiza la continuidad de ésta. La opresión sustentada en criterios racistas, acompañó y fortaleció a la opresión por razones económicas hasta confundirse con ella al punto de volverse indistinguibles.”2 2 Walter Rodney. De cómo Europa subdesarrolló a África. Editorial Siglo XXI, 1982, Pág. 108 7 Ahora bien, es importante ubicar al régimen del apartheid como un síntoma del capitalismo, y tener presente ante todo que la explotación de la población namibiana servía a los intereses del gran capital. En esta lógica, tanto Sudáfrica como las potencias capitalistas se beneficiaban de dicha explotación y por lo tanto miraron con gran indiferencia la gran injusticia que se cometía contra la nación namibiana. Así, cualquier discurso de Europa Occidental y de Estados Unidos acerca de la injusta situación que vivían los namibianos, así como de las falsas condenas al gobierno de Sudáfrica, no son más que una burla, pues de antemano sabían que a ellos les favorecía tan lamentable situación. Dicho en otros términos, el apartheid funcionaba con el apoyo de las clases políticas y económicas de los paísespoderosos. Empero, lo mencionado anteriormente no fue suficiente para parar la verdadera condición de los namibianos, a saber la resistencia sustentada en una lucha de varias décadas por su liberación, la cual surgió a partir de la necesidad de identificación. Así, mientras la opresión era mayor y por tanto la grieta en el corazón de los pobladores negros del África Sudoccidental crecía, también se avivaba la esperanza de pertenencia. Ésta esperanza se vio reflejada en la creación e invención de Namibia como una nación. Tomando en cuenta este argumento, el contenido del capítulo 4 de la presente investigación está dirigido al análisis de la conformación de la nación namibiana, a partir del argumento de su invención, tomando como eje principal la participación del pueblo. En este ánimo, es importante considerar el papel que jugó la SWAPO en el movimiento de liberación nacional, así como su desempeño a partir de la independencia del país. El estudio de la evolución de la SWAPO debe considerarse a partir de su impacto y relación con el pueblo namibiano, en función de un cuestionamiento básico: ¿Revolución?, entendiendo por este concepto no simples cambios, si no un proceso constante y dirigido, es decir, la Revolución también debe ser inventada y estar por tanto en constante renovación, teniendo en consideración que el pueblo es la verdadera fuerza de este proceso. 8 Siguiendo este orden de ideas, la nación namibiana es una construcción inacabada pues la lucha por destruir las raíces de la opresión debe ocupar la mente y el corazón del pueblo siempre, es decir, no se habla de una construcción inacabada porque Namibia no exista como una nación, sino porque si se piensa que ya es un proceso terminado, se puede truncar. Asimismo, es menester señalar que la nación de Namibia existía aún antes de 1990, fecha en que los gobiernos occidentales apoyándose en la ONU deciden otorgarle la independencia, ya que el proceso independentista es resultado de la lucha del pueblo y no sólo de la labor de la ONU como se ha querido presentar. Dicho en otros términos, Namibia es una nación inventada por los namibianos y no creada por los gobiernos occidentales, ya que si bien la historia la escriben los vencedores, también hay una historia que se cuenta a diario y que se escribe con el corazón del pueblo. Por otra parte, resulta de vital trascendencia delimitar el estudio del papel de la cultura en el proceso de liberación de Namibia, más aún considerar a la cultura como un factor determinante del nacimiento y consolidación de un movimiento de liberación nacional. En este sentido, con la colonización y la implementación del apartheid se intentó la destrucción de cualquier identidad de la población negra e incluso se llegó a negar la existencia de una cultura, o más bien debiéramos decir que el apartheid representó la solución colonial para negar la existencia de la cultura africana. En contrapartida, la resistencia a la dominación se estructuró como una expresión de la cultura dominada. El objetivo anterior sólo puede lograrse con el análisis detallado de la cultura en el contexto africano – particularmente namibiano –, es decir, dejando de la lado la idea de la cultura dirigida por las élites y para las élites, o mejor dicho deshaciéndose de la enajenación de la cultura, situación que encarna por sí misma la apropiación de la cultura, recuperándola como fundamento del movimiento de liberación, pues “La cultura es la síntesis dinámica, en el nivel de conciencia del individuo o de la colectividad, de la realidad histórica, material y espiritual, de una sociedad de un grupo humano, de las relaciones existentes tanto entre el hombre y la naturaleza, como entre los hombres y las demás categorías sociales”.3 Ahora bien, la independencia de Namibia no debe tomarse como un punto y a parte, más bien deben dejarse escritos puntos suspensivos, ya que la desinstitucionalización del apartheid de 3 Amílcar Cabral “El papel de la cultura en la lucha por la independencia”, Cultura y resistencia cultural: una lectura política. Editorial Nueva imagen. Centro de Estudios Económicos y sociales del Tercer Mundo (CEESTEM), 1981, Pág. 33. 9 ninguna manera significa la liberalización de una sociedad que estuvo condenada al olvido durante mucho tiempo; más aún la finalización teórica del apartheid debe ser un proceso que se refleje ampliamente en la práctica diaria de la sociedad namibiana. En esta lógica, Namibia tiene ante sus ojos el reto más grande de su historia, a saber, la consolidación y apropiación de su lucha por la liberación. Así, la construcción inacabada de la nación debe seguir resonando como el principal objetivo en la mente y espíritus de los namibianos. Ante este escenario, resulta imprescindible el trabajo continuo de los namibianos en la construcción de esperanzas y utopías que permitan la concretización de las mismas, es decir, se necesitan esperanzas que trasciendan a otras esperanzas, y utopías que se alejen de la distopía, entendiéndose esta última como el lugar existente del que no podemos salir. En el pasado, las esperanzas y utopías del pasado hicieron hervir el movimiento de liberación nacional, tal como lo señala Franz Fanon: “Como en tiempos obscuros, el sueño revolucionario, podía iluminar las vidas de los hombres solitarios”, ahora sigue haciendo falta soñar. En unas cuantas palabras, se necesita de alternativas inventadas por los africanos, a través del rescate de su pasado, donde la solidaridad de ninguna manera represente un sacrificio personal, sino la máxima plenitud del ser. Asimismo, el ahondar en concepciones africanas representa una oportunidad de conocimiento y comprensión de que la cultura occidental que da prioridad al capital y que en la tierra ve sólo un beneficio de la explotación de recursos, no es la única y definitiva. Por el contrario, la humanidad ha sido testigo de otras culturas que han vivido en la tierra con respeto y devoción por la vida, que han otorgado a la palabra (kuma) un instrumento de la creación, dándole valor por encima de las cuestiones materiales. Pues en última instancia, “… el respeto que deseamos obtener del hombre hacia sus pares no es más que un caso particular del respeto que debería sentir por todas las formas de vida.”4 4 Claude Lévi- Strauss. Raza y cultura. Ediciones UNESCO, 1952, Pág. 139. 10 Aborigen. Daniel González Muñoz 11 Apertura e imaginaciónApertura e imaginaciónApertura e imaginaciónApertura e imaginación CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1CAPÍTULO 1 “¿Sabes qué es lo más hermoso de aquí? Mira: nosotros caminamos, dejamos todas esas huellas sobre la arena, y ahí se quedan, precisas, ordenadas. Pero mañana cuando te levantes, al mirar esa enorme playa no habrá ya nada, ni una huella, ni una señal cualquiera, nada. El mar borra por la noche. La marea esconde. Es como si no hubiera habido nunca nadie. Si hay un lugar en el mundo en el que puedes pensar que no eres nada, ese lugar está aquí. Ya no es tierra, todavía no es mar. No es vida falsa, no es vida verdadera. Es tiempo. Tiempo que pasa. Y basta” Alessandro Baricco Océano Mar Al comenzar un estudio en cualquier ámbito de las Ciencias Sociales uno de los primeros cuestionamientos que se formulan es el de qué camino se debe tomar, así el investigador se encuentra parado ante toda una gama de posibilidades y por lo tanto de dudas. En este sentido, pareciera ser que el primer cuestionamiento nos aleja a la vez que nos acerca, nos da respuestas a la vez que nos genera más dudas, en sí el primero de nuestros cuestionamientos nos lleva a formularnosmás interrogantes. Esto pareciera ser un caos total, no obstante aunque el camino parezca totalmente oscuro, es esa misma oscuridad la que nos hace buscar un poco de luz. El camino del conocimiento lejos de ser el camino de la luz, se presenta como un trayecto lleno de obstáculos y de oscuridad, donde también hay fragmentos de luz, dualidad que sin duda acompaña al ser humano en ese camino del saber. Como señala Fabien Adonon “… la ciencia nace de la ambigüedad, de la duda, y su médula es estarse corrigiendo constantemente; que la ciencia no es tener la sartén por el mango y estar seguros de que siempre es así.”1 El desarrollo del conocimiento científico ha estado acompañado por la elaboración de diversos marcos teóricos- metodológicos que se presentan como un progreso en la forma de entender al mundo y por tanto de vivirlo. Sin embargo, esto no es totalmente cierto, ya que si bien las diferentes teorías y métodos abordados por el hombre al tratar de comprender su realidad a 1 Fabien Adonon Djogbénou. Estudios africanos. Hacia el universo negroafricano. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2003, Volumen 1, pág. 11. 12 través del método científico pueden representar o debiéramos decir que representan un progreso para la humanidad, la fuerte carga ideológica con la que han sido tratados ha debilitado su esencia. Bajo esta lógica han sido utilizadas no sólo las Ciencias Sociales, sino la misma Ciencia, siendo los avances tecnológicos uno de los ejemplos más emblemáticos, ya que lo que debiera usarse en beneficio de los seres humanos no sólo en lo que respecta a aumentar el nivel de vida, o el desarrollo económico, político, social y cultural, sino a acrecentar el espíritu del ser humano; es visto sólo como una forma de favorecer los intereses de unos cuantos: los poderosos. Así, la Ciencia ha sido utilizada para los fines más aberrantes en contra del ser humano, incluso para planear su muerte siempre y cuando favorezca a la élite en el poder; pareciera ser que la utilización de la Ciencia en lugar de hacernos mejores seres humanos nos aleja del camino de la humanidad; nos distancia, nos hace recelosos y desconfiados entre nosotros mismos; nos deshumaniza. Ante este escenario la tarea de la Ciencia en general, y de las Ciencias Sociales en particular, se presenta como un gran desafío que incluso a ojos de muchos se percibe como imposible. Empero, el camino del conocimiento está plagado de posibilidades y en ellas tenemos que hurgar para encontrar soluciones. Una vez dicho esto, es menester mencionar que al abordar el presente estudio en el ámbito de las Ciencias Sociales se pretende navegar en el camino de la posibilidad, a partir de los elementos que la realidad nos deja entrever, realidad marcada por el devenir histórico. Asimismo, es necesario aclarar que este intento está delimitado por lo que a partir de mi propia experiencia he considerado como esencial para colaborar con una mínima parte al estudio social. Esto sin duda es de vital importancia al comenzar una investigación, ya que permite percibirse como parte de la historia y no como un ente aislado cuyo accionar cotidiano no tiene ningún peso más que para nosotros mismos o incluso ni para nosotros, es decir, permite alejarnos de la idea de que nuestras acciones por más pequeñas que parezcan y las de otros son insignificantes y sin relación alguna con los hechos históricos, lo que Wright Mills denomina como la interrelación del hombre y la sociedad, de la biografía y la historia, del yo y del mundo. “Los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres individuales. Cuando una sociedad se industrializa, el campesino se convierte en un trabajador, y el señor feudal es liquidado o se convierte en un hombre de negocios. Cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene; cuando la proporción de las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos o se arruina. Cuando sobrevienen guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohetes, un oficinista en 13 un experto en radar, las mujeres viven solas y los niños crecen sin padre. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas.”2 De esta suerte, el inicio de una investigación implica necesariamente una ubicación y una delimitación, tanto del objeto de estudio como de la forma de percibir la realidad de quien elabore el estudio, dicho en otros términos, la comprensión de la realidad histórica es tan necesaria como la comprensión de las inquietudes que apresan el corazón y la mente del estudioso. Si no se cuentan con ambos elementos, el estudio se limitará a ser sólo un relato de hechos históricos o bien abstracciones alejadas de la realidad.3 Ahora bien, la senda del conocimiento científico implica el tomar en cuenta los diferentes paradigmas y los debates paradigmáticos que lo han acompañado, y que en consecuencia han bordeado a las Ciencias Sociales en general y a las Relaciones Internacionales en particular. Empero, si bien este no es lugar para abarcar el estudio de dichos debates, es necesario tomar en cuenta que desde su nacimiento como disciplina científica, las Relaciones Internacionales han estado acompañadas de una discusión paradigmática marcado por la influencia del paradigma tradicional. Recordemos que aunque el origen de las Relaciones Internacionales como teoría internacional puede encontrarse en tiempos remotos e incluso alejado de la concepción occidental, es a partir de la Primera Guerra Mundial y concretamente por sus consecuencias desastrosas cuando las Relaciones Internacionales comienzan a tener un carácter de disciplina científica. En este contexto, es en Estados Unidos donde se emprende la creación de instituciones dedicadas al estudio de las Relaciones Internacionales a partir de una concepción científica. No obstante, su desarrollo guarda un interés particular para el gobierno estadounidense, que nada tiene que ver con el desarrollo del conocimiento científico, ya que siendo el vencedor de dicha conflagración y por lo tanto el hegemón mundial, toma en sus manos el poder de la Ciencia y de su desarrollo, así que las Ciencias Sociales no serían la excepción, pues para los estadounidenses se vuelve imprescindible la utilización de un nuevo paradigma, marcado por una forma distinta de percibir la realidad, su propia percepción, a saber: el realismo político.4 2 C. Wright Mills. La imaginación sociológica. Fondo de Cultura Económica, 1997, Pág. 23 3 Bajo esta lógica se inscribe el debate que ha perturbado a la Ciencias Sociales en lo que a la relación entre teoría y práctica se refiere. Así, podemos decir que estos dos elementos deben estar acompañados siempre, pues una teoría sin práctica se vuelve irreal, y una práctica que no tome en cuenta la teoría corre el riesgo de alejarse del sendero del conocimiento científico. 4 La búsqueda de dicho paradigma estaba encaminada a la sustentación de la forma estadounidense de percibir la vida, por lo que otras concepciones serían tomadas a menos ante el paradigma tradicional. Por otra parte, el 14 Ante este contexto resulta imprescindible ubicarnos si queremos emprender un estudio en el ámbito de las Relaciones Internacionales, más aún si tomamos en cuenta que es el paradigma el que proporciona el marco intelectual en cualquier estudio de Ciencia Social. Entonces, si el estudio de las Relaciones Internacionales ha estado marcado por el dominio de un paradigma – lo que no implica que no haya otras concepciones5 – se vuelve trascendental para el desarrollo del conocimiento científico y para la comprensión de cualquierfenómeno internacional, la apertura y la imaginación. Con la apertura me refiero a la necesidad de terminar con las limitantes que el paradigma tradicional ha traído al desarrollo científico de las Relaciones Internacionales. Dicho en otros términos, el encerrar el estudio de las relaciones internacionales en una sola forma de percibir la realidad ha traído consecuencias nefastas a dicha disciplina, pues ha pretendido limitar la comprensión que se pueda tener de un fenómeno internacional no sólo al campo de la Ciencia Política, sino a la percepción estadounidense tanto de la Ciencia Política como de las Relaciones Internacionales, es decir, ha comenzado a cortar las alas de la interdisciplinariedad. Ahora bien, el dar a conocer los límites del paradigma tradicional de ninguna manera quiere decir quitarlo del camino, o juzgarlo de innecesario. Por el contrario, en la búsqueda de la interdisciplinariedad, la Ciencia Política y por tanto el paradigma del realismo político se vuelven imprescindibles (no únicos) en el estudio de un fenómeno internacional. Por un lado, las Relaciones Internacionales encuentran en la Ciencia Política un bastión fundamental en su propia estructura, ya que dota a esta disciplina de elementos teóricos-metodológicos esenciales para la comprensión de la realidad internacional. Por otro lado, resulta imprescindible que al abordar el estudio del realismo político se tome en cuenta que si bien ha fungido como paradigma de las Relaciones Internacionales, también lo ha hecho como una ideología dominante y como una justificación del actuar internacional por parte de Estados Unidos en su papel de hegemón. El negar la importancia del realismo político en las Relaciones Internacionales sería ignorar la existencia de esta parte de la realidad. Asimismo, el pretender que sea el realismo político o en su caso la Ciencia Política la que guíe la comprensión de la realidad internacional, sería cerrarle el realismo político lejos de ser sólo una concepción de la realidad se transforma en una justificación del accionar del gobierno estadounidense tanto al interior del país como en sus relaciones internacionales. 5 Es necesario tomar en cuenta que si bien un paradigma puede explicar parte de la realidad, no hay un único marco teórico- metodológico adecuado para la comprensión de la sociedad y realidad internacionales. Más aún si hablamos del estudio africano, el cual no se puede limitar a las concepciones de corte occidental, de hecho es necesario tomar en cuenta tanto las aportaciones africanas como de otras regiones. A la vez que es menester buscar en el pasado y el presente africanos otras formas de concebir la vida. 15 camino a las Relaciones Internacionales como disciplina científica, pues se terminaría con la apertura tan necesaria en las Ciencias Sociales, se acabaría con la construcción de posibilidades. Siguiendo esta lógica, el realismo político es de gran utilidad al abordar el presente estudio, ya que una parte del mismo está dirigido al análisis de las estructuras de dominación occidentales en África, siendo esta la lupa propicia para analizar lo referente a la violencia implementada en Namibia bajo el colonialismo y el régimen del apartheid. En este sentido, el realismo político como concepción científica recupera el concepto de poder y como ideología dominante ejerce el poder. Por otro lado, en cuanto concepción teórica, el realismo político establece la necesidad de explicar al mundo tal y como es, es decir, propone enunciar la realidad y no meras intenciones. Hasta aquí, el realismo político ofrece una alternativa teórica, no obstante al tratar de despojarse de lo que denomina como buenas intenciones o deseos6 se autolimita pretendiendo establecer que el mundo es como es y no puede hacerse nada por cambiarlo, ni siquiera quienes tienen el poder de hacerlo.7 Asimismo, la concepción de poder del realismo político puede pensarse como restrictiva, pues el poder es analizado a partir de su dimensión de dominio y no de su dimensión transformadora. Dicho en otros términos, el realismo político se centra en la práctica de concentrar el poder por el sólo hecho de tenerlo para ejercerlo de una forma dominante, y no de una forma liberadora y creadora. Así, el poder no se ha utilizado a favor de la humanidad, pues se ha visto limitado a los intereses de algunos y no se ha tomado en cuenta su verdadera dimensión, a saber: la transformación. En este ánimo, podemos analizar la resistencia del pueblo namibiano sustentada en la lucha, y cómo el poder puede ser utilizado como una forma de transformación. 6 El debate entre realismo político e idealismo gira precisamente alrededor de esta diferencia, la cual es fundamental, ya que si bien el idealismo pretende negar la realidad marcada por el poder como elemento central; el realismo político niega la posibilidad de progreso, ya que no cree en el cambio, no porque lo crea inexistente, sino porque no conviene a sus intereses. 7 Es precisamente en este punto donde es necesario reiterar que las Relaciones Internacionales como disciplina científica han estado limitadas al dominio de tal o cual concepción teórica, lo cual se explica por el poderío que han ejercido los países occidentales en el desarrollo de la Ciencia. Es así que las concepciones teóricas – particularmente el realismo político – han fungido como una ideología más que como una explicación teórica. Empero, las Relaciones Internacionales no necesitan del establecimiento de concepciones dominantes, pues participan como limitantes en el desarrollo del conocimiento científico, ya que en su afán de apoderarse de un trono, llegan a establecer verdades únicas y formas de concebir la realidad distorsionadas a partir de un solo esquema de pensamiento: el dominante. Asimismo, la preponderancia de una concepción teórica, limita el análisis de los propios defectos o carencias de dicha concepción. Si bien el realismo político contribuyó decisivamente en la formulación de una teoría de las Relaciones Internacionales, en contrapartida su carácter de teoría dominante justificaría ideológicamente el inicio y evolución de la carrera armamentista, pues basándose en el interés nacional, vuelve a las ideas de seguridad nacional y de fuerza militar el soporte de las relaciones internacionales. 16 Por otra parte, el realismo político al enarbolar una visión estatocéntrica de las relaciones internacionales deja de lado una multitud de actores, a la vez que olvida que si bien el Estado es una estructura fundamental para comprender la realidad internacional, este no es un ente que surja de la nada, sino que se construye por los individuos en el poder.8 En sí, el realismo político es de gran utilidad para la explicación de una parte de la realidad, no de toda ella. Asumirlo como totalizante sería una barrera para el desarrollo de las Ciencias Sociales. En este sentido, la presente investigación debe tomarlo en cuenta a la hora de tratar de comprender la realidad, no obstante no pretende basarse en este paradigma de forma totalizadora. De la misma forma, para este estudio es esencial recuperar la concepción sociológica de las Relaciones Internacionales, la cual ha quedado desplazada a un segundo término, no por ser menos importante o por tener más carencias que el enfoque político, sino por el dominio que la Ciencia Política ha tenido en el estudio de las relaciones internacionales. En este sentido, Pettman se plantea la necesidad de una teoría sociológica de las Relaciones Internacionales, arguyendo que mediante la sociología “nos orientamos para una comprensión comprensiva de esa colectividad humana que ahora llamamos “sociedad”,su configuración social, sus “fuerzas” constituyentes y compulsivas y su “estructura” manifiesta... El sistema social no puede entenderse sin referencia a los sistemas culturales desde el momento en que los miembros individuales de uno normalmente actúan a la luz de los significados establecidos en el otro.”9 El tomar en cuenta el enfoque sociológico da la oportunidad a las Relaciones Internacionales de señalar la participación de otros actores, a partir del análisis de la estructura y la dinámica de las relaciones sociales que se efectúan en la realidad internacional.10 La sociología ha encontrado su mayor desarrollo en la tradición alemana, la cual ha cimentado su estudio en el análisis de la sociedad occidental, por lo que resulta de gran utilidad el tomar en cuenta el enfoque sociológico, ya que a partir de sus categorías y conceptos se puede 8 Celestino Del Arenal arguye que es tal el impacto del surgimiento del Estado que se vuelve el centro sobre el que gira el pensamiento político. Para él, el Estado es el producto de un proceso de concentración y secularización del poder. 9 Celestino Del Arenal. Introducción a las Relaciones Internacionales. Editorial Tecnos, 1994, Pág. 160. 10 Es menester señalar que el enfoque sociológico utiliza la historia como una herramienta fundamental, considerándola no como un simple relato o fechas aisladas, sino como el desmenuzamiento y la comprensión de los hechos históricos. 17 abordar el examen de las estructuras de dominación occidentales, tan necesarias en la presente investigación.11 Al pretender recuperar la concepción sociológica de ninguna manera se procura pensar en la posibilidad de dejar a un lado la concepción política; al contrario, las Relaciones Internacionales necesitan de la interdisciplinariedad para enarbolar su carácter científico.12Dicha interdisciplinariedad no se limita a las concepciones política y sociológica, sino que debe abarcar las diferentes ramas de las Ciencias Sociales, tales como la antropología, la economía, el derecho y la historia. Sin embargo, es conveniente señalar que el presente estudio estará guiado por los enfoques sociológico y político, lo que de ninguna manera indica que las expectativas de la delimitación del tema no puedan ir más allá. Ahora bien, el hecho fundamental de la interdisciplinariedad de las Relaciones Internacionales no quita a la misma su carácter de ciencia autónoma, ya que en primer lugar cuenta con un objeto de estudio particular que la diferencia de otras ramas del conocimiento científico, a saber: la sociedad internacional. Entonces, si bien es cierto que el enfoque sociológico puede contribuir a la comprensión de la realidad, tal y como pasa con la Ciencia Política (y en todo caso con las demás ramas del conocimiento social), no es suficiente, ya que se necesita de la elaboración y apropiación de conceptos y categorías propias13 de las Relaciones Internacionales. Esto sin duda es un gran reto para cualquiera que pretenda hacer aportaciones en el campo de las 11 Así, por ejemplo conceptos como el de la acción social de Max Weber nos llevan a comprender la conducta que se orienta al comportamiento de los otros, a partir de la explicación en términos de causas- efectos y de la interpretación, es decir, atribuyéndole un sentido a una acción en el momento en el que se conocen los motivos. Así, para Weber el comprender el sentido de un actuar significa conocer por qué surgió con una determinada configuración y desarrollo y por qué produjo estos y no otros efectos observables. Siguiendo esta lógica, Weber estudia al capitalismo no como una forma económica, sino como una mentalidad, una forma de percibir la vida y actuar en consecuencia. Véase Max Weber. Ética protestante y el espíritu del capitalismo. Routledge, 1998. 12 La interdisciplinariedad de las Relaciones Internacionales conducen a una percepción ampliada de la realidad, más aún si consideramos la constante evolución y ampliación de su objeto de estudio. En este sentido, el estudio de la sociedad internacional debe tomar en cuenta el cambio como un elemento fundamental para su comprensión y por lo tanto, para la construcción de paradigmas. 13 Este argumento no debe servir para limitar la teoría y praxis de las Relaciones Internacionales, ya que es de gran utilidad para su desarrollo la aplicación de conceptos y categorías de otras ramas de las Ciencias Sociales. El desarrollo de las Ciencias Sociales necesita de un trabajo conjunto y no una separación de tendencias doctrinarias que las alejen de la realidad. La retroalimentación de las Ciencias Sociales debe ser una premisa en su propio desarrollo, lo mismo debe ocurrir al interior del desarrollo teórico de las Relaciones Internacionales, ya que lejos de retroalimentarse en el debate, las distintas concepciones teóricas de la realidad internacional, se fraccionan a sí mismas, ya que en la focalización de su interpretación dejan de enriquecerse entre sí, perciben sus valores y por tanto su forma de ver la realidad como la verdad. Esto ocurre no sólo a la hora de tratar de teorizar la realidad internacional, sino en la misma práctica, en este contexto, se ha inscrito la violencia desplegada hacia los namibianos, ejerciendo el racismo con naturalidad y cinismo, e incluso de manera institucional a través del apartheid, justificando así la dominación. 18 Relaciones Internacionales, pues lejos de ser una realidad, debe trabajarse arduamente en la construcción de esta tarea, a la vez que es necesario un verdadero interés científico en el desarrollo de esta disciplina científica, es decir, su teorización debe alejarse de intereses y protagonismos particulares. Es así que la apertura debe tomarse en cuenta como un punto neurálgico en el desarrollo de las Relaciones Internacionales, pues el delimitar un campo o un objeto de estudio no significa limitar. Asimismo, la apertura es fundamental a la hora de emprender un estudio de un fenómeno africano, más aún si tomamos en cuenta que la Ciencia ha estado delimitada por los intereses occidentales14, a la vez que se ha pretendido proyectar una imagen de África totalmente falseada. En este sentido, basta con recordar el significado que la colonización tuvo para Occidente por una parte, y para África por otra: mientras que para los colonizadores el establecerse e imponerse en unas tierras ajenas estaba justificado en nombre del progreso y del peso indiscutible que dan a su pensamiento; para los africanos se trató de un ultraje y de una imposición de una forma de concebir y ser en el mundo. Así, la apertura que se necesita para la comprensión en el estudio de África es innegable y necesaria, sin ella no se iría más allá de la mera descripción de datos, pues no se tomaría en cuenta que hay otras realidades y otras posibilidades, a saber: las africanas. Dicho en otras palabras, no podemos esperar que el estudio de África se vea limitado a las concepciones teóricas occidentales, que si bien pueden servir para analizar parte de la realidad, de ninguna manera deben fungir como únicas y menos aún como aparatos ideológicos para preservar dicha realidad, la cual ha estado marcada por la utilización del poder como forma de opresión. Es decir, al intentar un estudio africano, ante todo debemos quitarnos el velo que las concepciones occidentales han puesto sobre África, ya que la aproximación a la realidad que una concepción teórica pueda darnos, no implica el asumir que el análisis debe estar delimitado sin tomar en cuenta las concepciones y cosmovisiones africanas.15 Dicho esto, no hay porque cortar la cabeza de ideales y utopías que albergan en otras culturas y que pueden servir a la humanidad para mejorar, para convertirse en seres humanos14 Con esto no pretendemos asegurar que la Ciencia sea occidental y mucho menos se pretende negar las aportaciones al conocimiento científico por parte de otras regiones. Empero, no se puede evadir la apropiación del desarrollo científico, y por ende su utilización por parte de Occidente. 15 Recordemos que la propia concepción del ser humano es distinta dentro de algunas cosmovisiones africanas, ya que lo perciben como parte del mundo, de un mundo natural y no material como el que prevalece en las concepciones occidentales. Sin duda el asumirse como parte de un todo cambia por completo la forma de percibirse y de percibir a los otros. 19 verdaderos y no continuar siendo máquinas capacitadas para el egoísmo e imposibilitados para la transformación. Es precisamente en este punto, donde la imaginación puede desarrollar su mejor aportación tanto al estudio de África como al desarrollo del conocimiento científico. La imaginación entendida a través de su capacidad creadora y transformadora, es decir, tener la facultad de imaginar otras posibilidades. Sin duda, en un mundo como el nuestro, donde la desesperanza y la imposibilidad del cambio están siempre presentes, esto pareciera ser inverosímil, incluso quienes detentan el poder manejan la idea de la transformación como una utopía, es decir, algo irrealizable o incluso irracional. Empero, la imaginación debe permitirnos apropiarnos de conceptos esenciales como el de la utopía y utilizarlos a nuestro favor y no en nuestra contra, es decir, creer posible la utopía. Bajo esta lógica, Stanley Hoffman plantea la necesidad de construir utopías relevantes, las cuales se preocupen de los verdaderos valores, pero sin descuidar sus posibilidades de realización, es decir, tratar de hacerlas posibles, ya que “En ningún caso puede afirmarse que el problema de lo que debe ser el mundo y cómo deben comportarse moralmente los Estados es irrelevante... La política mundial plantea cuestiones morales y han de ser examinadas”.16 Esta afirmación no sólo debe incluir el actuar de los Estados, sino de todos los actores que conforman la sociedad internacional. Así, al plantearnos el análisis de un fenómeno internacional, el estudioso de las Relaciones Internacionales tiene como tarea el dejar de lado los prejuicios teóricos, es decir, la apertura que se explicó anteriormente. A la vez, como tarea conjunta debe abrir posibilidades y su margen de acción; tareas que serán llevadas a cabo por su capacidad de imaginar. Dicho en otros términos, el estudioso debe partir de una concepción del hombre como constructor de posibilidades de comprensión y transformación de la realidad internacional, dejar de pensar en la naturaleza humana como en un término uniforme y comenzarla a pensar en su esencia transformadora, ya que va cambiando, se adapta, se destruye y se construye. Si hablamos de una naturaleza humana única e inamovible estamos condenados a la aceptación de que la posibilidad no existe. Ahora bien, al tener un acercamiento al estudio de África, me gusta pensar en ella como otros mundos llenos de posibilidades que aún no han sido exploradas y explotadas, y que están ahí 16 Celestino Del Arenal. Op. Cit. Pág. 176 20 esperándonos para comenzar la construcción de otras realidades, donde se privilegie al espíritu y al ser humano sobre el individuo. Dejar de mirar al continente africano desde la imagen impuesta que prevalece, es decir, como un cúmulo de problemáticas; y comenzar a percibirlo a partir de la totalidad de sus posibilidades, lo que no implica negar los problemas que atañen a los africanos. Entonces, la imaginación no debe entenderse como algo inexistente o simplemente ficticio, por el contrario, ella nos va a permitir creer y crear en otras posibilidades mediante el análisis conciente de la realidad y la aceptación de las problemáticas que rodean al ser humano, pero tomando en cuenta su opuesto como un ejercicio que permita abrir oportunidades. No se trata de teorizar lo que debería de ser, sino a partir de lo que significa transformar.17 Así, bajo el lente de la posibilidad, la presente investigación pretende estudiar la lucha por la liberación de Namibia y la invención de la nación namibiana, pues tanto la lucha por la libertad como la construcción e invención inacabada de la nación namibiana significa el abrir posibilidades. A este respecto Weber señala que “El destino de una época de cultura que ha comido del árbol de la ciencia consiste en tener que saber que podemos hallar el sentido del acaecer del mundo, no a partir del resultado de una investigación, por acabada que sea, sino siendo capaces de crearlo”.18 17 Wright Mills señala el concepto de imaginación sociológica que considero pertinente rescatar, la cual define como la “… capacidad de pasar de una perspectiva a otra... es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Detrás de su uso está siempre la necesidad de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo que tiene su cualidad de ser”. Wright Mills. La imaginación sociológica. 18 Max Weber. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. 21 Áfrika. 35°25´N, 35°25´S, 17°20´W, 52°15´E 22 Violencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en NamibiaViolencia en el escenario internacional proyectada en Namibia CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2CAPÍTULO 2 “… el capitalismo viene chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza.” Kart Marx Durante mucho tiempo hemos escuchado y utilizado el término violencia, en este sentido no podemos negar que en la historia de la humanidad, la violencia ha sido una constante real. Si bien las formas de ejercerla han sido matizadas por los distintos contextos históricos, siempre ha estado presente. Asimismo, el término violencia ha sido involucrado en más de las veces con otro concepto que ha sido objeto de múltiples estudios, es decir, el poder. Aunque dicho concepto ha sido analizado conjuntamente con el de violencia, o incluso se han utilizado como sinónimos, de ninguna manera se refieren a la misma realidad. Esto ha representado una confusión en los ámbitos de la metodología y de la teoría, confusión que sin duda ha dificultado el entendimiento de la realidad internacional, por tal motivo es imprescindible en la presente investigación tratar de delimitar dichos conceptos y en consecuencia, plantear su importancia en África, particularmente en Namibia. Podemos comenzar señalando que el poder ha sido entendido en términos de la tradición occidental, lo cual se comprende si se toma en cuenta el dominio imperial de Occidente. Ante tal situación, el poder ha sido analizado y comprendido principalmente en términos de relaciones materiales; es decir, que se ha establecido que el poder es un cúmulo de elementos de dominación tanto tangibles como intangibles; se arguye que quien tiene poder es aquél que posee tierra, armamento, dinero, el dominio estatal, o bien se habla de un poder ideológico. De hecho, las distintas definiciones de poder están en estrecha relación con el problema del orden y del Estado, ya en 1651 Thomas Hobbes planteaba la necesidad del Estado. Lo anterior resulta válido si se quieren comprender las relaciones que han prevalecido en Occidente e inclusive al analizar las correspondencias que los occidentales han establecido con otras partes del mundo. Dicho en otros términos, el estudio del poder en estos términos sigue siendo vital para la comprensiónde una parte de la realidad. Empero, el considerar la tradición occidental no es motivo para minimizar o incluso negar las diferentes concepciones del mundo, en este caso, las que se desarrollaron en el continente africano. 23 En lo que a Occidente se refiere, Karl Marx había subrayado que la historia de la sociedad, del poder y del Estado europeos estaba marcada por “... una concepción precisa de la relación del ser con sus semejantes y con el objeto. La propiedad de los medios de producción, es decir, la apropiación y la capacidad de enajenar la tierra, el esclavo, el siervo o el salario en el proceso de producción y el producto del trabajo habrá dado aquí su configuración no solamente a las relaciones socioeconómicas sino también al poder, al Estado, a las relaciones de clase y de interés”.1 Por otro lado, en las sociedades tradicionales africanas, el poder se concibe y se vive de manera diferente, lejos de estar ligado a la propiedad de los medios de producción, hay un lazo más allá de lo material con la tierra, la cual se percibe en función a su pertenencia natural, es decir, como parte de un todo. De hecho, el hombre se entiende como parte integrante de la naturaleza y por tal motivo, no concibe a la tierra como una pertenencia. Las sociedades africanas tradicionales vinculan su ser con el de la tierra, a la cual ven no sólo como la proveedora de alimentos y consecuentemente como fuente de recursos naturales, sino que la perciben a partir de una relación caracterizada por la pertenencia, la tierra es un todo al cual se incluyen. La tierra es la dadora de vida y como tal la inscriben en su cosmovisión. “El negro- africano disocia el ejercicio del poder político, de la detentación de los medios de producción. El jefe de tierra, de cotos de caza, de bosques o de zonas de pesca establece con el espacio y sus “verdaderos dueños” un lazo metafísico que la simple conquista no elimina. Se requería más para debilitar este lazo metafísico: Una revolución religiosa, una ruptura ideológica, que naturalizara, al menos en este plano un discurso cosmológico diferente”.2 Entonces, si la cuestión fundamental de la tierra y la de producción difieren del pensamiento occidental, el estudio de África requiere tomar en cuenta otra forma de entender al poder, es decir, despojarnos del predominio de la tradición occidental, no para abandonarla, ya que es necesario recurrir a ella, sino para acceder a un análisis más riguroso. Bajo esta lógica, resulta imprescindible mencionar que la propia concepción occidental nos ha llevado a tener una visión limitada del poder, su comprensión se ha delineado a partir de las relaciones de dominio, siendo una de sus proyecciones la violencia. Antes de abordar la relación de poder y violencia, considero necesario señalar que el poder va más allá del dominio, ya que comprende una capacidad transformadora. Durante la historia de la 1 Pathé Dágne. “El poder en África”, Introducción a la otra África. Pág. 479- 480. 2 Ibídem. Pág. 484 24 humanidad, el hombre ha argumentado tener o carecer del poder, entendido únicamente a partir de cuestiones materiales; por el poder se han librado las batallas más sangrientas, pero después de su obtención no se ha utilizado, más bien se ha preservado bajo estructuras rígidas, se ha encapsulado en pocas manos y por lo tanto se ha dejado de lubricar, pues el poder no ha sido utilizado bajo su verdadero significado, el de la transformación. El poder engloba en sí mismo una fuerza creadora capaz de vislumbrar mejorías en la vida del ser humano, es decir, el poder potencia al individuo para actuar y da la capacidad para empezar algo nuevo. Se puede decir, entonces que los “poderosos” han debilitado al poder, ya que este corresponde a “… la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar de concierto. El poder no es nunca propiedad de un individuo; pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se desintegra. Cuando decimos de alguien que "está en el poder", no nos referimos a que determinado número de personas le ha dado poder para actuar en nombre suyo. En cuanto desaparezca el grupo del que originó el hombre "su poder" se desvanece también (potestas in populo, sin el pueblo o el grupo no hay poder). En el uso corriente, al referirnos a "un hombre poderoso" o "una poderosa personalidad", ya estamos usando la palabra "poder" metafóricamente”3, y la utilización metafórica del poder implica hablar de poderío.4 No obstante, aunque el poder no se derive únicamente en la dominación, es menester estudiarlo bajo esta óptica, ya que la formulación del sistema internacional pasado y actual ha estado basado en relaciones de poder dirigidas a establecer la dominación sobre el débil para satisfacer sus intereses, ya sea al interior del Estado o al exterior del mismo, mediante la imposición de su voluntad a los demás. La concepción más utilizada del poder coincide precisamente con el realismo político, donde la lucha por el poder es lo que define a la política internacional, siendo el poder tanto un medio como un fin; así, el poder es el último árbitro y alrededor de él se bordean las relaciones internacionales. En palabras de Hans Morgenthau para el realismo político, referirse al poder es hablar del “dominio del hombre sobre las mentes y las acciones de otros hombres. Por poder político entendemos las relaciones de dominio entre los que detentan la autoridad pública y entre 3 Hannah Arendt. Sobre la violencia. Editorial Joaquín Mortiz, 1970, Pág. 41 4 Para Arendt el poderío se refiere inequívocamente a algo único, a una entidad individual; es la propiedad inherente a un objeto o persona, y aunque se manifieste en relación a otros objetos o personas y pertenece a su carácter, sigue siendo en esencia independiente de ellas. 25 éstos y la gente en general. El poder es una relación psicológica entre aquellos que lo ejercen y aquellos sobre los cuales es ejercido. El da a los primeros el dominio sobre ciertos actos de los segundos a través de la influencia que los primeros ejercen sobre la mente de los segundos”.5 Entonces en las relaciones internacionales el poder se ha ejercido en más de las veces de forma violenta, de hecho la violencia, ha representado una forma de comunicar el poder mediante la agresión y para agredir a otro ser humano no es necesario tocarle, es decir, la violencia no necesariamente implica un daño físico, ya que la violencia se ejerce principalmente bajo su carácter psicológico. Dicho poder no es un poder en sí mismo, por el contrario es un poder ilusorio y en decadencia, ilusorio porque realmente no se trata de un poder, o por lo menos de un poder en su máxima expresión (la transformación) y en decadencia, pues la única forma de preservarlo es mediante la violencia. Así, un régimen que utilice la violencia como forma de demostrar su poder en realidad teme perderlo, lo que de ninguna manera quiere decir que sólo los regímenes que están a punto de extinguirse utilicen la violencia, más bien de lo que se trata es de advertir que si bien la violencia es ejercida del más fuerte hacia el más débil, también puede entenderse como el último recurso, como la desesperación de un régimen ante la pérdida del poder, recordemos que durante la década de 1970, mientras la lucha por la liberación de Namibia se fortalecía el gobierno de Sudáfrica se volcó a la utilización de métodos cada vez más violentos, lo mismo ocurrió en la década de 1980, cuando el apartheid agonizaba como institución, además la represión utilizada era mayor mientras más temía la desocupación. Sin embargo, el régimen sudafricano no utilizó la violencia hacia los namibianos sólo cuando expiraba – por lo menos institucionalmente –, ya que su gobiernoen Namibia se caracterizó desde un inicio por la implementación de la violencia en niveles que rayaban en la irracionalidad, aún cuando en un inicio la violencia no hubiese sido necesaria, ya que la población namibiana consideró a Sudáfrica como una posibilidad de quitarse por completo el yugo que la colonización alemana había puesto, es decir, que de cierta forma había consenso en permitir a Sudáfrica la administración temporal de Namibia, más aún tomando en cuenta que la Sociedad de Naciones apoyaba el mandato. Finalmente, “una de las distinciones más obvias entre poder y violencia es que el poder siempre requiere de mucha gente, mientras que la violencia puede prescindir de ella, hasta cierto 5 Celestino del Arenal. Introducción a las Relaciones Internacionales. Pág. 133- 134. 26 punto, porque depende de implementos... La forma más extrema de poder es el todos contra uno; la forma extrema de la violencia es uno contra todos. Y esto es imposible sin instrumentos”.6 2.1. Una mirada hacia la violencia En medio de nuestra alegría doméstica, sus hogares están siendo destruidos. Por otra parte, las mutilaciones y asesinatos son tan terribles precisamente porque las víctimas son hombres y mujeres con cuerpos hechos para abrazarse y cuya imaginación es para el amor, al igual que la nuestra. Marshall Berman Una vez aclarado que poder y violencia no corresponden a términos sinónimos, y que la violencia ha sido utilizada como una forma de gobernar por parte de quienes detentan el poder o como un recurso de los Estados que desean afirmar su hegemonía sobre la periferia, es necesario reflexionar acerca del concepto de violencia, ya que para interés de la presente investigación es imprescindible tener un acercamiento a una de las problemáticas más preocupantes de la humanidad: la utilización de la violencia por parte de los gobiernos (ya sea de forma encubierta o estableciendo mecanismos institucionales), los cuales están obligados moral y políticamente a preservar y desarrollar el bienestar de sus poblaciones. En primera instancia, podemos considerar que la violencia ha quedado registrada en la mente del ser humano como una forma de relacionarse desde el inicio de la historia de la humanidad, sólo que es a partir del siglo XX y principalmente con los destrozos de la Primera y Segunda Guerras Mundiales que queda marcado en la memoria colectiva los niveles absurdos e irracionales que la violencia puede alcanzar. Ahora bien, al hablar de violencia no podemos evitar remitimos a una cuestión que es central para el desmenuzamiento y la comprensión de la esencia de este fenómeno, es decir, su estructuración en la mente del ser humano como una forma de pensar y de actuar; en otras palabras el análisis de quiénes han sido los opresores y en consecuencia quiénes los oprimidos. “Donde la violencia se desarrolla, ésta adquiere para las clases dominantes el peso de un “valor”, es decir, de condición normal de la vida, necesaria para mantener el orden existente, legitimada como “el derecho” de los que tienen el poder”.7 6 Hannah Arendt. Op. Cit. Pág. 39. 7 Susana B. C. Devalle. “Violencia: estigma de nuestro siglo”, Poder y cultura de la violencia. El Colegio de México, 2000, Pág. 22. 27 En este sentido, la violencia necesita de un sujeto y un objeto para poder desarrollarse, y el objeto se determina mediante la implementación de una relación de superioridad- inferioridad, donde dicho objeto obtiene su significación. Dicho en otros términos, quien la utiliza se ve a sí mismo como superior ante el otro, ve en ella no una justificación sino la manera correcta – según sus valores – de proceder, no percibe un mal, más bien ve una relación normal. Por otro lado, la superioridad del sujeto le da la oportunidad de llevar esta ideología hasta sus últimas consecuencias, adentrarla a lo más profundo de la percepción que el otro – el oprimido, el objeto – tiene de sí mismo; entonces el oprimido encuentra en su relación con el opresor la misma naturalidad que éste último vive, a saber la naturalidad que trae consigo la violencia, una aceptación de las condiciones tal y como están, una aceptación tan dolorosa que en un primer momento deja sin movimiento al oprimido.8 La violencia es parte de todos los que conformamos la sociedad internacional; unos la han vivido a partir de las marcas de su cuerpo, de lo que sus ojos han mirado en masacres, a través de la pérdida de sus familiares por motivos ajenos como la guerra, mediante la angustia de saberse perdido en un conflicto entre Estados que la mayoría de veces no se entiende, o bien cuando han sentido la presencia de un enemigo... Otros la vivimos de lejos, mediante las noticias que nos llegan de un lugar distante en guerra; o de cerca cuando nos sentimos impotentes porque parece que nada puede cambiar, que la humanidad está al borde del abismo, cada vez más cerca de su propia destrucción, o bien cuando sin saberlo o sabiéndolo seguimos alimentándola con nuestra indiferencia. En fin, la violencia está presente a diario, en sus múltiples formas y matices, todos la vivimos en carne propia, aunque lo ignoremos; aún quienes detentan los mecanismos de opresión, quienes la instrumentan viven atrapados dentro de ella. La violencia se alimenta precisamente de la indiferencia, de la constante deshumanización de la humanidad, del desinterés por lo que realmente interesa, es decir, el arduo trayecto del hombre en su búsqueda del verdadero ser humano. Dicha búsqueda se ha visto empañada por una dinámica individualista, en la que mientras los hechos sociales parezcan no afectar al individuo, éste sigue viviendo su cotidianidad sin preocupación. Esta indiferencia es la misma que hace que no nos sorprendamos de una masacre, o bien que sólo la veamos como estadísticas o como una noticia más y no como seres humanos que han dejado de existir por cuestiones que quizá nunca comprendieron, que murieron en el dolor y en la impotencia, que fueron violentados hasta su 8 Hablamos de una inmovilidad del oprimido en un primer momento, ya que entendemos a ésta como supuesta, como artificial y como tal se puede modificar. No obstante, en capítulos posteriores ahondaremos en el tema. 28 muerte. Le hemos quitado los verdaderos significados a las palabras tortura, asesinato, guerra, violencia; las adoptamos como parte del lenguaje cotidiano sin profundizar en sus significaciones. “Los muertos son todos iguales a las luz de las estadísticas. Lo que los diferencia es más vivido que pensado: no es su dimensión numérica, estadística, sino la forma como habitan en nuestra memoria. Las formas violentas de su muerte no son más que las formas múltiples de nuestras intolerancias: las memorias de su muerte y los silencios de los que sobrevivimos no son más que mudas caras reflejando nuestras indiferencias”.9 Y entonces la violencia nos ha alcanzado y nos ha atrapado; la vivimos como parte de nuestro mundo cotidiano. Sobre nosotros la han ejercido y la hemos empleado sobre alguien más débil; tal vez los matices de ésta no se comparan con los que un gobierno pueda desplegar contra su población o contra otro Estado, pero qué violencia es peor, cómo podemos medir sus niveles o debemos pretender que si se es menos violento no se es tan perverso, cómo definir la línea tan delgada que separa una violencia de otra, siendo que ésta es progresiva, cómo cerrar los ojos ante otra violencia que ya es nuestra por el simple hecho de que ocurra entre la humanidad, por qué continuar percibiendo las muertes de manera tan distante y los cuerpos como estadísticas o sólo como carne amontonada que “... los años los volvieron tan sólo polvo [...] La memoria
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