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UNIVERSIDAD NACIONAL 
AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS 
 POLÍTICAS Y SOCIALES 
 MAESTRÍA EN COMUNICACIÓN 
 
 PENSAR EN VOZ ALTA 
 La participación de mujeres articulistas 
 de opinión en las páginas editoriales 
 del diario ‘El Universal’ 
 
 T E S I S 
 
 QUE PARA OBTENER EL GRADO DE 
 MAESTRÍA EN COMUNICACIÓN 
 P R E S E N T A: 
ELSA GUADALUPE LEVER MONTOYA 
 
 ASESORA: 
 MTRA. TERESITA DE BARBIERI 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA 2007 
 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México, 
en especial a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 
por la oportunidad de aprender y aprovechar los invaluables 
recursos educativos que nos ofrece, entre ellos la apertura de 
la línea de investigación en Estudios de Género. 
 
 
 
 
A mi madre, Graciela Montoya; mi padre, Oscar Lever; 
mis hermanos Oscar y Eduardo, y mis hermanas 
Silvia y Martha, por su incondicional apoyo 
moral en todo momento. 
 
 
 
 
A mi pareja, amigo y ángel de la guarda, Miguel, 
por su ayuda, consejos, críticas y porras. Gracias amor, por todo. 
 
 
 
 
A mis maestras y asesoras Mtra. Teresita de Barbieri, 
Dra. Susana González Reyna, Dra. Elvira Hernández 
Carballido, Dra. Josefina Hernández Téllez y 
Dra. Ana Lau Jaiven, por sus apreciables 
 y oportunos comentarios, su paciencia 
y su incalculable guía en la realización de esta tesis. 
 
 
 
 
A El Universal, por las facilidades prestadas en la 
Hemeroteca. 
 
 
 
A las actuales y ex colaboradoras de El Universal que 
accedieron a las entrevistas, pues sus respuestas 
contribuyeron a enriquecer este trabajo. 
 
 
 
 
Y finalmente, a mis amigas y amigos, y a todas las mujeres en general, 
pues ellas son, en gran medida, mi motivación para buscar un mundo mejor. 
ÍNDICE 
 
 
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………5 
PRIMERA PARTE (1916-1968) 
1. Calladitas se ven más bonitas
1.1 Género, prensa y opinión ................................................................................13 
1.2 El Universal, primer diario nacional. Reseña Histórica .................................30 
 1.3 El artículo de opinión (o artículo editorial), oficio masculino ...................... 40
1.4 Las páginas de opinión (o páginas editoriales), el privilegio .........................44 
2. La cobija y la mujer, suavecitas han de ser 
2.1 Las herencias del porfiriato y la Revolución ..................................................51 
2.2 Los hombres en El Universal. El espacio público..........................................60 
2.3 Las mujeres en El Universal. El espacio tradicional ......................................65 
3. Mujer que sabe latín… 
3.1 De la sección femenina a la tribuna editorial .................................................85 
3.2 Literatura, el recurso permitido (María Enriqueta Camarillo, Gabriela 
Mistral, Concha Espina) .......................................................................................86 
3.3 La política, pensar en voz alta (Carmen Vilchis Baz) ....................................95 
SEGUNDA PARTE (1969-2005) 
4. Ni cabellos largos, ni ideas cortas 
4.1 Metodología para el análisis ...........................................................................99 
4.2 El impulso (Isabel Hernando, Cristina Pacheco, Laura Bolaños) ................110 
4.3 La supervivencia ...........................................................................................117 
4.4 Retomando el camino (Sol Arguedas, Marta Lamas)...................................117 
4.5 Altibajos (Rosario Ibarra, Sofía Bassi) .........................................................124 
4.6 El auge (Blanca Esponda, Rosario Guerra Díaz, Lucinda Nava Alegría)....131 
4.7 La recaída......................................................................................................139 
4.8 El reimpulso (Irma Salinas Rocha, Florence Toussaint, Rosa Albina Garavito, 
Sara Sefchovich, Ikram Antaki)..........................................................................140 
4.9 El segundo auge (Leticia Calzada, Mireille Roccatti, Cecilia Loría, Martha 
Chapa, Amalia García, Ifigenia Martínez, Amparo Espinosa Rugarcía) ...........155 
4.10 Las contemporáneas (Ana María Salazar, Jacqueline Peschard, 
Rosario Green) ....................................................................................................174 
5. Juntas… ¿ni difuntas? 
5.1 Interpretación de resultados ..........................................................................183 
5.2 El proceso de participación...........................................................................195 
 
 3
CONCLUSIONES………………………………………………………………202 
ANEXOS 
-Concentrados.……………………………………………………………………216 
-Entrevistas.…………………………………………………..………………..…243 
BIBLIOGRAFÍA ……..…………………………………………………………268 
HEMEROGRAFÍA..……………………………………………………………273 
OTRAS FUENTES 
-Sitios web………………………………………………………….…………….275 
-Entrevistas.………………………………………………………………………277 
 
 
 
 
 
 
 
 4 
 Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
ifícil y lento ha sido el camino que han recorrido las mujeres hacia la 
expresión de sus ideas, hacia la externalización de su opinión. Si “pensar” 
les era negado, pensar en voz alta era una transgresión, una aventura, una 
osadía. 
 D
El feminismo, los estudios de la mujer y las teorías de género se han encargado en 
gran parte de ello: de visibilizar a las mujeres que han sido ignoradas o 
minimizadas por los historiadores que, sin hacer a un lado la gran labor que han 
realizado al respecto, hay que reconocer en ellos su tendencia a obviar de la historia 
a las mujeres, y de la prensa en sí. 
Es por esto que la prensa es uno de los canales para escuchar esas voces femeninas 
que se atrevieron a externar su pensar, y qué mejor que seguirlas desde El 
Universal, un diario que por su antigüedad e inherente interpretación de la historia 
nos muestra el camino que tuvieron y han tenido que andar las mujeres articulistas. 
En este sentido, al recorrer las páginas de 88 años de vida política, económica y 
social del país, podemos observar algunas de las formas en que las mujeres se han 
incorporado a una esfera socialmente determinada como masculina. Estamos 
hablando no sólo del periodismo escrito, sino del periodismo de opinión y, dentro 
de éste, específicamente de la labor del articulista de opinión. 
Esto es, rescatar de la historia de la prensa, particularmente a través de El 
Universal, a las mujeres que han participado en las páginas de opinión, o también 
llamadas páginas editoriales. 
Abordar temas de investigación desde una perspectiva de género ha sido un interés 
personal permanente, pero la inquietud por este tema, es decir, “la participación de 
las mujeres en las páginas editoriales del diario El Universala partir de su 
incorporación como articulistas de opinión regulares”, surgió desde hace seis años, 
puesto que durante ese lapso estuve en contacto diario, como correctora de estilo, 
con los artículos que se publican en las páginas de opinión del periódico El 
Universal. 
 5
Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
En el transcurso de esos seis años pude observar algunas diferencias tanto entre los 
hombres y las mujeres que conforman el grupo de articulistas de opinión como 
entre los discursos elaborados. Una de esas diferencias, muy marcada y evidente, es 
la disparidad numérica. Hasta marzo de 2005 eran ocho mujeres y 56 hombres, 
apenas 11% del total (63 articulistas). 
Mi primera pregunta ante ello fue: ¿Por qué hay tan pocas mujeres articulistas? Y 
de ésta surgieron otras: ¿Qué temas abordan? ¿Qué importancia le dan al espacio 
que tienen en las páginas de opinión? ¿Cómo consiguieron ese espacio? 
Después surgió la inquietud de conocer si esta situación había sido semejante desde 
la aparición de El Universal; en qué manera y también cuándo se ha modificado 
esta participación femenina, atendiendo sobre todo a cantidad de mujeres, tópicos 
abordados, perfiles profesionales o ámbitos de experiencia. Mis preguntas ahora 
fueron: ¿Por qué son y han sido menos mujeres que hombres? ¿Cómo ha sido la 
inclusión, el arribo de las mujeres al ejercicio de la opinión en la prensa? ¿Cómo ha 
sido la participación de las mujeres como articulistas regulares en las páginas de 
opinión de El Universal? ¿Qué elementos han favorecido esta participación? 
¿Obedece ello o no a una dinámica cultural? 
Es decir, cómo ha sido el proceso de participación de las mujeres como articulistas 
en las páginas editoriales de El Universal desde su aparición y qué situaciones 
históricas, políticas y sociales han estado alrededor de este proceso de 
participación. Asimismo, la propia historia del diario El Universal arroja datos para 
complementar un análisis al respecto. 
Así, he considerado trascendente estudiar si existe o no una relación entre dichas 
modificaciones en la participación femenina y el contexto histórico, político y 
social de México, donde queda inserto el propio desarrollo de la prensa y de El 
Universal en particular. La investigación planteada aporta información comprobada 
sobre el estado en el que se desarrolla la participación femenina en las páginas de 
opinión de un diario de circulación nacional, y permite inferir los obstáculos y 
retos, así como las propuestas hacia la igualdad de género en estos espacios. 
Hasta ahora, no hay un estudio sobre el proceso de participación de las mujeres, en 
un lapso de 88 años, como articulistas de opinión en las páginas editoriales del 
diario El Universal, de ahí su carácter eminentemente descriptivo. Poco se ha 
abordado el papel de las mujeres como “opinadoras” en la prensa y las escasas 
investigaciones que hay se centran en columnistas, amén de otras más sobre 
 6 
 Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
reporteras1. De esta forma, observar en El Universal cómo y cuándo la 
participación de las articulistas se ha modificado será un termómetro de la situación 
de las mujeres en la prensa en general y en la vida política y social del país. 
Utilizo el término termómetro porque conviene advertir que en esta investigación 
no se busca dar una respuesta a cómo han participado las mujeres en la prensa en 
general; tampoco es un recuento histórico de cómo han colaborado como 
“opinadoras” en cada etapa de la vida nacional, ni del desarrollo de la prensa en el 
país. Insisto, este trabajo habla sobre un periódico en particular, El Universal, del 
cual se rescatan a 29 mujeres, sus perfiles, los temas que han abordado y las 
circunstancias sociales y culturales que han acompañado su participación. 
La presente investigación tiene como objetivo general describir el proceso de 
participación de las mujeres como articulistas de opinión en las páginas editoriales 
del diario El Universal, con el fin de conocer en qué forma y medida esta 
participación tiene alguna relación con momentos coyunturales en la historia 
nacional del siglo XX. Para ello el estudio se ha dividido en dos partes, donde cada 
una persigue sus propios objetivos. 
En la primera parte se encuentra una descripción del lugar de las mujeres en El 
Universal desde la fecha de su fundación, 1916, hasta el año 1968. En estas 
primeras cinco décadas de vida del diario se halla un recuento de las pioneras en el 
oficio de pensar en voz alta; los candados y cerraduras de las puertas de la opinión, 
y las llaves que abrieron el acceso a las páginas editoriales. Todo ello bajo una 
mirada histórica, esa que permite comprender los sucesos en sus circunstancias. 
Asimismo, se plantea lo que en el desarrollo de la investigación se entenderá como 
“artículo de opinión” y “páginas editoriales”. Por supuesto también, hay un 
acercamiento a la historia del diario El Universal. En este sentido, los objetivos 
 
1 Una de ellas aborda un análisis de contenido de mensajes en noticiarios por televisión, abarcando un tanto superficialmente 
todavía (pues que es sólo un análisis cuantitativo) el acceso de mujeres a puestos de decisión en los medios: La participación de las 
mujeres periodistas en la conducción de noticiarios de televisión hombre-mujer de la ciudad de México, presentada por Aida Leidi 
Rivera Solís en 2002 y asesorada por Hortensia Moreno Esparza, para la obtención del título de licenciatura en Acatlán. También la 
de Alejandra Conde Rodríguez, para nivel licenciatura en la FCPyS, en 2003, Las mujeres filicidas en el diario La Prensa, 
asesorada por Elvira Hernández Carballido, donde aplica un análisis narratológico para identificar la manera en que el diario elegido 
informa en sus notas periodísticas sobre los casos de mujeres que han asesinado a sus hijos. La misma Elvira Hernández 
Carballido, en su tesis de licenciatura en la FCPyS en 1986, La prensa femenina en México durante el siglo XIX, llega a poner sobre 
la mesa de la investigación académica la cuestión de género, para por primera vez dar a conocer los contenidos de las 
publicaciones hechas por mujeres. En 1989, la tesis Suplemento Doble Jornada, de María Isabel Inclán, ofrece un contexto 
histórico de la presencia femenina en la prensa nacional y describe el contenido del suplemento. Xóchitl Sen Santos abordó también 
el asunto de mujeres periodistas en su tesis A la conquista de la información general (Las mujeres periodistas de El Día en la 
década de los setenta), en la FCPyS, en 1997. A nivel maestría, en 1996 la tesis Las primeras reporteras mexicanas: Magdalena 
Mondragón, Elvira Vargas y Esperanza Velásquez Bringas, de Elvira Hernández Carballido nuevamente, es otro aporte al estudio 
de la prensa a través de una perspectiva de género, en el cual brinda nombres, biografías, temáticas y textos de dichas reporteras. 
También en 2001 Josefina Hernández Téllez obtuvo este grado en la FCPyS con la tesis Adelina Zendejas: precursora de la 
escritura y el periodismo femeninos, asesorada por Lourdes Romero, donde Irma Lombardo habla sobre los géneros informativos 
 
 7
Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
particulares de esta fase son: relacionar la perspectiva de género con la prensa, el 
artículo de opinión y la sección editorial de un diario; conocer la historia del 
periódico El Universal; ubicar los espacios donde las mujeres opinaron antes de 
hacerlo en la sección editorial; identificar los contextos en que se desarrolló su 
participación, y a las primeras mujeres que publicaron en las páginas editoriales y 
de qué escribieron. 
En la segunda parte, que abarca a partir de 1969 hasta2005, es donde se presenta a 
las mujeres que, además de ser parte ya de las páginas editoriales, escriben artículos 
de opinión relacionados con el fin mismo de dicha sección: la política, y todo lo 
que concierne a este concepto. 
A diferencia de la primera parte, donde la descripción está basada en la revisión y 
narración de la situación de las mujeres que escribieron en El Universal, en esta 
segunda etapa la descripción parte de un análisis tópico (temático) del discurso. Es 
decir, se encuentran los temas que han abordado, las inquietudes que las motivaron 
a reflexionar y opinar. El contexto nuevamente toma lugar en esta fase,2 pues es 
necesario una vez más para entender de qué forma utilizaron la tribuna editorial. 
Asimismo, las editorialistas de El Universal toman lugar de viva voz, a través de 
entrevistas, donde ofrecen su testimonio respecto a su participación. 
De esta forma, los objetivos particulares de esta parte son: conocer a las articulistas 
de opinión regulares de la sección editorial del diario; identificar los contextos en 
que se desarrolló su participación; analizar los tópicos del discurso de cada 
articulista, y destacar la importancia que reviste la participación de las mujeres en 
las páginas editoriales de El Universal. 
Por último, la interpretación de los resultados, considerando ambas partes de la 
investigación, permitirá describir el proceso de participación que han vivido las 
 
2y de opinión en su obra De la opinión a la noticia (1992, Kiosco), ubicando a los primeros periodistas en sus propios contextos y 
ofreciendo incluso interpretaciones alrededor de los textos publicados. El libro de Florence Toussaint, Escenario de la prensa en el 
porfiriato (1989, Fundación Manuel Buendía), ofrece un análisis de la prensa en México del periodo comprendido entre 1876 y 1910. 
Es una investigación de las publicaciones a través de las instituciones, la tradición y la tecnología. Otros estudios que destacan son 
La prensa en México (1810-1915) [1999, Pearson] de Laura Navarrete Maya y Blanca Aguilar; La ficción de los héroes (2000, Orbis 
Press) de Mayo Murrieta y “Hacia una reconstrucción de la historia del periodismo en México” (Revista Mexicana de Ciencias 
Políticas y Sociales, enero-marzo de 1990), de Leonardo Martínez Carrizales. Existen dos textos más, de los primeros que 
abordaron la cuestión de la historiografía de las mujeres en la prensa. Estos aún adolecían de sesgos y omisiones, pero hay que 
considerar el momento en que se generaron. Me refiero a Las mexicanas en el periodismo (1935, Imprenta Mundial) de Fortino 
Ibarra de Anda, y “La mujer en el periodismo” (1956, Revista de Filosofía y Letras, núm. 60) de Carmen Ruiz Castañeda. De esta 
forma, aunque la producción teórica y metodológica sobre género, análisis de contenido en textos impresos e historia de la prensa 
es amplia, no se ha analizado la participación de mujeres como articulistas de opinión ni mucho menos del diario El Universal desde 
las perspectivas de género e histórico-periodístico. Asimismo, prácticamente las tesis y libros que abordan la historia de la prensa y 
las mujeres periodistas se han concentrado en el periodo revolucionario o etapas prerrevolucionarias, dejando un hueco informativo 
y de investigación en etapas posteriores. 
 
 8 
 Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
mujeres articulistas de opinión en las páginas editoriales de El Universal, así como 
su situación actual. 
Ahora bien, considerando que las páginas editoriales de un diario son espacios 
desde los cuales se interpretan y generan momentos coyunturales en la historia
nacional, se parte del supuesto de que la participación de las mujeres como 
articulistas de opinión en las páginas editoriales está directamente relacionada con 
momentos coyunturales en la historia. 
Por ello, la hipótesis general es: La participación de las mujeres como articulistas 
de opinión en las páginas editoriales de El Universal ha tenido un avance tanto 
cuantitativo como cualitativo resultado de un proceso cultural del país, donde los 
contextos social y político han dado pauta a cambios, aunque lentos, en la 
construcción social del género. 
Para poner a prueba esta hipótesis se ha recurrido a una serie de pasos 
metodológicos que se muestran a continuación: 
1. Buscar con autoridades de El Universal, y en su propia hemeroteca, 
información sobre la historia de este diario y sobre las mujeres articulistas de 
opinión que han participado en él. 
Respecto a este paso, cabe mencionar que El Universal posee dos libros de edición 
propia, de donde se obtuvo la mayor parte de la historia de este diario. En lo 
referente a las mujeres articulistas, no hay nada elaborado sobre ello. Lo más 
cercano a mi búsqueda fue un ejemplar de la publicación monotemática mensual, 
Hemeroscopio –publicada de 1990 a 1994– elaborada por la hemeroteca de El 
Universal, el cual abordó lo que llamaron “Nuestras mejores plumas”. En él se 
mencionan nombres de articulistas de opinión y periodos de participación, desde 
1916 hasta 1990, y que sirvió como primera guía. Es importante señalar que de 
más de 200 nombres citados, sólo están mencionadas 12 mujeres. 
Me referí a este material como primera guía, porque como lo supuse y como 
quedó comprobado con la inmersión directa en los ejemplares, existen falsa 
información e imprecisiones, al menos en lo que a las mujeres articulistas 
respecta. Es decir, algunas articulistas fueron omitidas, en alguna otra el apellido 
es incorrecto, y en muchas otras los periodos de participación están equivocados. 
O comenzaron antes o después de lo que se dice, o terminaron igual o después. Sin 
embargo, sirvió como un primer contacto con el objeto de estudio. 
2. Revisar los 88 años de vida de El Universal para: 
 9
Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
a) Reforzar la información obtenida de la historia del diario y conocerlo más de 
cerca en cuanto a etapas internas, política y línea editorial, directores, número de 
páginas, periodicidad, secciones, páginas editoriales y géneros periodísticos. 
b) Rescatar a las mujeres articulistas de opinión que participaron, ya sea en las 
páginas editoriales o en cualquier otra sección, antes de que abordaran temas 
políticos. 
c) Identificar a las mujeres articulistas de opinión que participaron y participan 
específicamente en las páginas editoriales, tomando como base el momento en que 
comenzaron a opinar sobre política (en todo lo que abarca ésta). 
Asimismo, la revisión de los 88 años se realizó de la siguiente manera: 
a) Se revisaron detalladamente los primeros cinco años para después hacerlo un 
año sí y otro no, pues se observaron pocos o ningún cambio. Es decir que el año 
no revisado no perjudicó la investigación, pues no se encontraría ninguna 
modificación trascendente en cuanto a características del diario y participación de 
mujeres articulistas. 
b) En cada año revisado se consultaron los ejemplares de tres meses, no siempre 
los mismos pero procurando que entre ellos hubiera un intervalo semejante. Esto, 
siguiendo el mismo criterio de los años, pues es comprensible la idea de que en 
tres o cuatro meses no revisados difícilmente se pueda presentar un cambio 
drástico a nivel editorial. 
Sin embargo, cuando pude observar que alguna articulista aparecía en un mes 
determinado y que no se encontraba tres meses antes, procedí a revisar los meses 
contenidos en ese intervalo para precisar la fecha exacta de su ingreso o término 
en su participación. 
Este procedimiento varió un poco a partir de 1969, ya que, por tratarse de las 
mujeres articulistas de opinión ya sujetas realmente a análisis, la revisión fue cada 
tres o cuatro meses, pero de cada año. Se siguió la misma dinámica de revisar 
otros meses para determinarfechas exactas de ingreso y término. 
3. Realizar fichas de los artículos más representativos que permitieron presentar 
una descripción detallada de los contenidos editoriales relacionados con el proceso 
de participación de las mujeres como comentaristas o articulistas de opinión. 
4. Precisar a las articulistas de las páginas editoriales que serían parte del análisis. 
Dos criterios guiaron este paso: 
 10 
 Pensar en Voz Alta. Mujeres articulistas de opinión 
 
a) Se consideraron a las comentaristas que han participado con el género de 
artículo de opinión; esto, porque algunas de ellas, aun cuando aparecían en las 
páginas editoriales, lo hacían con columna y no artículo. De igual forma, algunas 
hacían artículo de opinión, pero estaban insertas fuera de las páginas editoriales, 
más específicamente en la página destinada a las columnas. 
b) Se consideraron a las articulistas con un periodo de participación de más de un 
año, ya que muchas escribieron sólo en periodos más breves. 
5. Indagar en la formación y experiencia de las articulistas, para precisar el perfil 
de cada una. Esto se realizó con investigación documental, en diccionarios 
biográficos e internet, y cuando hubo oportunidad se hizo a través de las mismas 
autoras, en entrevistas o con currículos proporcionados por ellas. 
6. Sustentar teórica y metodológicamente el trabajo de investigación. En este caso 
las teorías que enmarcan el estudio son: teoría del periodismo y teoría de género; 
la propuesta de Teun Van Dijk para el análisis tópico del discurso, y se recurrió a 
la entrevista semiestructurada como técnica de investigación. 
7. Determinar el corpus de la investigación y la muestra intencionada de artículos 
a analizar de cada articulista en las páginas editoriales. Tanto este punto como el 
anterior se explicarán después con más detalle (Ver apartado 4.1 del capítulo 
cuarto, en la Segunda Parte de esta investigación). 
8. Entrevistar a algunas articulistas de opinión del diario que participaron o están 
participando en las páginas editoriales, con el fin de obtener su testimonio sobre 
dicha participación y sobre su papel como “opinadoras”. 
9. Finalmente, aplicar, a través de todas estas fases, los tres objetivos básicos de la 
historia de la prensa: recuperar, reconstruir e interpretar. 
Cabe aclarar que desde el inicio de la investigación quedó definido el uso de la 
perspectiva de género como instrumento teórico para visualizar en los contenidos 
de este diario las presencias femenina y masculina (la femenina 
preponderantemente), y la construcción de género que ha determinado su lenta 
inserción en el ejercicio de la opinión en El Universal. 
 
 
 11
Ilustración A 
 
 
 12 
PRIMERA PARTE (1916-1968) 
 
CAPÍTULO 1 
Calladitas se ven más bonitas 
 
l objetivo de este capítulo es definir la perspectiva de género con la que se 
abordará el tema, así como su relación con la prensa y la opinión. 
Una vez planteado por qué las mujeres, la prensa y la opinión, se habla del 
diario El Universal, a través de una reseña histórica, como el periódico específico 
desde el cual se analizará el proceso de participación de las articulistas de opinión 
en las páginas editoriales. 
E 
Por tanto, es menester también definir lo que se entenderá, de aquí en adelante, por 
artículo de opinión y páginas editoriales. 
1.1 GÉNERO, PRENSA Y OPINIÓN 
Abordar el papel de las mujeres en la prensa, y en específico en el periodismo de 
opinión, requiere de una perspectiva de género. Esto, porque es necesario 
incorporar esa mirada analítica que permite ver a hombres y mujeres como seres 
socialmente construidos y como constructores de la sociedad. 
Por mucho tiempo el feminismo y los estudios de la mujer se encargaron de 
visibilizar a las mujeres, como el sector omitido en la historia. Sin embargo, los 
estudios de género vinieron a completar este trabajo al proponer la perspectiva de 
género, es decir, continuar con la loable labor de hacer presentes a las mujeres, pero 
cuestionando y trastocando la construcción social del género. Por supuesto, hacer 
esto conlleva hablar no sólo de ellas, sino también de los otros, los hombres, y las 
relaciones entre unas y otros, entre unas y entre otros. 
La perspectiva de género es ese lugar teórico desde donde se verá, de aquí en 
adelante, la participación de mujeres en el articulismo de opinión, concretamente en 
la sección editorial de El Universal, durante el periodo comprendido entre octubre 
de 1916 y marzo de 2005. 
 13
El género es una realidad estructurante de todas las sociedades humanas. La 
conceptualización del género es un logro de los estudios de la mujer –década de los 
60–, pues antes de ellos tanto la opinión común como la reflexión de la ciencia 
sobre el conocimiento de la realidad social sólo hablaban de hombres y mujeres 
como sexos bajo una justificación biologicista. 
Sin embargo, los estudios de la mujer no surgieron de la nada, pues fueron 
resultado de la lucha del feminismo que tiene sus antecedentes en las ideas de las 
feministas que cuestionaron la condición de la mujer y la reproducción humana, 
plantearon la emancipación de las mujeres, su derecho a formar parte del gobierno 
de la nación, reivindicaron la libertad y el placer sexuales contra los conceptos 
religiosos y estrictamente misóginos.2 Asimismo, este desarrollo del pensamiento 
feminista fue variando en función de los procesos sociales que vivía el movimiento 
feminista conformando los feminismos “radical”, “liberal”, “socialista”, el de “la 
diferencia” y el de la “igualdad”. 
[Los estudios de la mujer] significaron una revolución del conocimiento que 
desde entonces se definieron como una corriente interdisciplinaria y 
multidisciplinaria con un carácter heterogéneo en sus marcos teóricos, 
metodológicos e instrumentales.3
Desde las ciencias sociales surge el interés por estudiar los géneros desde sus 
propias teorías y conceptos, bajo la consideración de que es una dimensión 
compleja en varios sentidos, entre ellos los políticos, socio-culturales, ideológicos, 
psicológicos y biológicos; es decir, la construcción de un objeto límite desde la 
ciencias sociales, ya que los datos corporales son construidos socialmente4. 
 
2Una completa y exhaustiva compilación coordinada por Celia Amorós, Historia de la teoría feminista (Universidad 
Complutense, Madrid, 1994), da cuenta de la historia del feminismo. Con textos de Rosa Cobo, Oliva Blanco, Ana de 
Miguel, Alicia Miyares, Ma. Teresa López, Ángeles Perona, Alicia Puleo, y de la propia autora, entre muchas otras, se 
abordan temas como el discurso de la igualdad, la construcción social de la mujer, la ideología patriarcal, sufragismo, 
el conflicto clase-sexo-género, los feminismos de Betty Friedan y Simone de Beauvoir, el feminismo radical, el de la 
diferencia, el socialista contemporáneo, el pragmatista y el cultural, entre otros. 
3 Fernández Poncela, Ana M., Las mujeres en la imaginación colectiva, Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 31 
4 La orientación de los estudios sobre la condición de la mujer abarcaba dos ejes de análisis comunes: 1) La opresión 
que vivían todas las mujeres de cualquier raza, etnia, clase social, nacionalidad, etc. en las relaciones entre los sexos 
en la familia, el trabajo, la política y la educación; 2) La posición de la mujer a través de la historia y la cultura como la 
producción, la reproducción y la sexualidad (Ver obra de Mitchell, J. La condición de la mujer, Extemporáneos, 
México,1985). 
El concepto de subordinación fue también clave en estos estudios, y partía de la idea de que las mujeres estaban 
ubicadas en una estructura de poder masculino, lo que implicaba una jerarquía sexual. Resultado de ello era la 
desvalorización e interiorización de “lo femenino” en la cultura occidental (Ravelo B, P.,“Aportes para una 
epistemología de la concienciafeminista”, en Cuadernos del Norte, núm. 28, julio, 1993, p.16). 
De esta forma, subordinación, opresión, explotación y discriminación son los principales términos con los que el 
feminismo y los estudios de la mujer analizan la “situación de la mujer”. Después de los 60, el feminismo de los 70 y 
80 se caracteriza por el reconocimiento de la diferencia y por la formulación de nuevos principios teóricos. 
 14 
En este contexto, la “mujer” como categoría de análisis se redefinió en la categoría 
“género”, importante en la medida en que implica el conjunto de relaciones 
sociales, el comportamiento entre varones y mujeres, y entre cada uno con su 
mismo sexo como seres socialmente sexuados.5 
Esto permitió la reformulación de los estudios de la mujer, por lo que en los 80 y 
90 pasó a conformarse la especialidad de estudios de género, ampliando los 
estudios de la mujer incorporando el estudio genérico de lo masculino y la 
problematización de las relaciones de género, es decir, para hablar de la mujer y lo 
femenino socialmente construido es necesario hablar también del hombre y lo 
masculino socialmente construido. 
De esta forma, “género” deja de referirse a “cosas de mujeres” para referirse a una 
perspectiva totalizadora cuyo centro es la identificación de las relaciones que se 
establecen entre los varones y las mujeres, en los distintos contextos históricos, así 
como la forma en que se construye la diferencia genérica y el papel que ésta juega 
en la estructuración del poder en la sociedad6. Esto se convirtió en el avance 
original más importante en la teoría feminista.7
Utilizada como categoría de análisis, el género es, de acuerdo con Gayle Rubin8, 
“un conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad 
biológica en productos de la actividad humana y en el cual se satisfacen esas 
necesidades humanas transformadas”.9
Lo que quiere decir que, con base en un hecho biológico: el sexo (nacer mujer o 
varón), cada cultura y cada época ha construido el ser y hacer femenino y 
masculino y, junto con esa imposición, la diferencia y la desigualdad. La diferencia 
biológica entre hombres y mujeres, explica Josefina Hernández Téllez, “justifica un 
orden de cosas y de ideas, y se traducen en desigualdad”.10
 
 
5 De Barbieri, Teresita, “Sobre la categoría género. Una introducción teórico-metodológica” en Revista Interamericana 
de Sociología, núm. 2 y 3, 1992, pp. 152-153. 
6 Muñiz, Elsa, “Historia y género: una reflexión sobre México”, en Acta Sociológica: Encuentros y desencuentros. La 
perspectiva social de género, núm. 16, enero-abril, Coord. de Sociología FCPyS, UNAM, México, 1996, p.59 
7 Flax, Jane, “Posmodernismo y relaciones de género en la teoría feminista”, en Feminaria, núm. 5, abril 1990, p.3 
8 El término género fue acuñado por Gayle Rubin al criticar los trabajos de Levi-Strauss y a Sigmund Freud sobre 
parentesco y el complejo de Edipo, respectivamente. Fue este artículo, en Estados Unidos en la mitad de los 70, “el 
que echó las bases para dotar de contenido teórico al conjunto abierto de problemas que se estaban tratando” (De 
Barbieri, T., “Más de tres décadas de los estudios de género en América Latina”, IIS-UNAM, manuscrito, 2005, p. 2) 
9 Rubin, Gayle, “El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo”, en Nueva Antropología, Vol VIII 
núm. 30, México, 1986, p. 97 
10 Hernández Téllez, Josefina, Adelina Zendejas: Precursora de la escritura y el periodismo femeninos, tesis de 
maestría, FCPyS-UNAM, México, 2001, p. 34 
 15
Así iniciamos la vida con predeterminaciones: azul si es varón, rosa si es niña. 
Luego con el acto civil de registro de nacimiento iniciamos una vida formal y 
cada día al enfrentarnos a la vida común y corriente afirmamos el ser hombre o 
el ser mujer, al llenar un formulario, al contestar preguntas o cuestionarios, o 
tan sólo al ser llamados por nuestro nombre.11
Conforme la categoría género fue adquiriendo el cuerpo teórico que lo sustenta 
como un enfoque de estudio válido, varias estudiosas y estudiosos del tema han 
aportado sus propias definiciones, entre las que se encuentra la de Joan W. Scott: 
El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las 
diferencias que distinguen los sexos… es una forma primaria de relaciones 
significantes de poder. Los cambios en la organización de las relaciones 
sociales corresponden siempre a cambios en las representaciones del poder, 
pero la dirección del cambio no es necesariamente en un solo sentido.12 
Marcela Lagarde aporta la suya: 
El género es el conjunto de características asignadas al sexo, afirma Marcela 
Lagarde. Este conjunto de características que tradicionalmente se pensaban 
como de origen sexual (biológico y natural), en realidad son históricas, pues no 
venían en los genes, no estaban en los cromosomas, ni en las hormonas o 
glándulas sexuales, ni en la anatomía ni la fisiología; no tienen que ver con las 
características biológicas.13 
Cuando al momento de nacer y según la apariencia de los genitales se le trata al 
bebé de cierta manera, se le habla distinto y se depositan sobre su persona ciertas 
expectativas o deseos, se está comenzando “el proceso de atribución de 
características ‘femeninas’ y ‘masculinas’ a cada sexo, a sus actividades y 
conductas, y a las esferas de la vida.14 Además no hay que olvidar, como explica 
De Barbieri, que si género es la construcción social de sentido de las 
especificidades de los cuerpos, “tiene que ser tomada en cuenta la capacidad de los 
cuerpos de las mujeres de producir otro cuerpo humano”.15 
 
 
11 Ibid, p. 33 
12 Scott, Joan, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en Lamas, Marta, El género: la construcción 
cultural de la diferenciación sexual, PUEG, México, 2000, p. 289 
13 Lagarde, Marcela, “La multidimensionalidad de la categoría género y del feminismo”, en Metodología para los 
Estudios de Género, México: IIE-UNAM, México, 1996, p. 52 
14 Lamas, Marta, “Cuerpo e identidad” en Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino, Bogotá: TM 
Editores/Ediciones Uniandes/Programa de Estudios: Género, Mujer y Desarrollo, FCH-Universidad de Colombia, 
1995, p. 62 
15 De Barbieri, Teresita, “Certezas y malos entendidos sobre la categoría género”, en Guzmán Stein, Laura y 
Pacheco O, Gilda, Estudios Básicos de Derechos Humanos, tomo IV, Instituto Interamericano de Derechos 
Humanos-Comisión de la Unión Europea, San José de Costa Rica, 1996, p. 59 
 16 
[Cuando hablamos del género como categoría] nos referimos a una imagen 
intelectual, a un modo de considerar y estudiar a las personas, a una 
herramienta analítica que nos ayuda a descubrir áreas de la historia que han 
sido olvidadas. Es una forma conceptual de análisis sociocultural que desafía la 
ceguera que la tradición historiográfica ha demostrado respecto al sexo… hay 
que señalar que la categoría de género es específica del contexto, depende de 
él, y como tal debe ser concebida.16 
Así entonces, el concepto de género implica una mirada a la diferencia sexual como 
construcción cultural. Propone una alternativa a las tradicionales interpretaciones 
esencialistas de las identidades masculina y femenina al considerarlas como 
producto social e histórico y no de la naturaleza. Y sitúa la organización 
sociocultural de la diferencia sexual como eje decisivo en la organización política y 
económica de nuestro mundo. 
Es decir, las mujeres y los hombres nacemos biológicamente diferentes (una 
diferencia mínima, por cierto), pero a partir de ahí, empezando por nuestros padres 
y médicos, toda la sociedad se encarga de “educarnos” en la idea socialmente 
construida de ser “femenina” o “masculina”, ser un “hombre” o ser “una mujer”. A 
esto se añade que esa idea socialmente construida de los roles que le “tocan” y 
“corresponden” a cada sexo, está tan arraigada y nos antecedehasta antes de nacer, 
que pasa por natural, como parte de la naturaleza de cada sexo, como esencia del 
ser hombre o del ser mujer. 
Estas diferencias sexuales organizadas socioculturalmente han repercutido en 
representaciones arquetípicas de masculinidad y feminidad, en supuestas 
características y cometidos sociales de hombres y mujeres decisivas en el desarrollo 
y pervivencia de prácticas sociales, creencias y códigos de comportamiento 
diferenciados según el sexo biológico. 
Los sistemas de género como universos simbólicos de muy amplio alcance, 
que definen a los seres humanos sexuados, norman las relaciones entre varones 
y mujeres, entre varones y entre mujeres, crean, mantienen y reproducen las 
instituciones específicas, orientan la acción y le dan sentido y constituyen uno 
de los grandes ejes de la desigualdad y la estratificación sociales.17 
 
 
 
16 Samuel, Raphael, citado por Muñiz E., op. cit., p. 51 
17 De Barbieri, Teresita, “Más de tres décadas de los estudios de género en América Latina”, IIS-UNAM, manuscrito, 
2005, p. 2 
 17
Así, mediante el proceso de constitución del género, la sociedad fabrica ideas de lo 
que deben ser los hombres y las mujeres, de lo que es “propio” de cada sexo.18 De 
ahí la frase acuñada por Simone de Beauvoir, “no se nace mujer: se llega a serlo”19, 
aludiendo a esa construcción social del “ser mujer” y negando con ello su supuesta 
determinación biológica y natural. Y si cada persona no nace, sino que es 
construida, se puede llegar a ”no serlo”; “tenemos esperanzas de poder modificar, 
con voluntad y con determinación histórica, ciertas características”.20 
La importancia de la distinción entre sexo y género es una herramienta conceptual 
básica que sugiere cómo partes integrales de nuestra identidad, comportamiento, 
actividades y creencias individuales, pueden ser un producto social. El sexo 
biológico –esas diferencias absolutas entre machos y hembras– no prescribe una 
personalidad fija y estática. Esta distinción sexo/género sugiere que existen 
características, necesidades y posibilidades dentro del potencial humano que están 
consciente e inconscientemente suprimidas, reprimidas y canalizadas en el proceso 
de producir hombres y mujeres. Es de estos productos, lo masculino y lo femenino, 
el hombre y la mujer, de lo que trata el género.21
Ahora bien, en cuanto las relaciones de género son construcciones sociales, poseen 
un carácter transformable. Si han sido y son un producto social, la sociedad puede 
transformarlas, definirlas hacia la eliminación de las diferencias que existen en 
detrimento tanto de un género como del otro. El hecho no hace la ley: el pasado no 
necesariamente determina el futuro.22
No ha resultado fácil definir un concepto de género único, pero ello ha servido para 
enriquecer la discusión desde tan diversos puntos de vista y áreas del conocimiento. 
Lo que sí queda muy claro, sobre todo para esta investigación, es que el género 
debe relacionarse con lo social, el poder y el saber. 
La articulación poder-saber permite comprender cómo desde el poder se 
construyó un discurso –desde la biología, la psicología, la historia– que ha 
servido de fundamento a toda una legislación discriminatoria de la mujer, 
restrictiva de su libertad.23 
 
18 Lamas, Marta., op, cit., p. 62 
19 De Beauvoir, Simone, El segundo sexo, Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 207 
20 Lagarde, Marcela, op.cit., p. 60 
21 Kaufman, Michel, “Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres” en 
Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino, Bogotá: TM Editores/Ediciones Uniandes/Programa 
de Estudios: Género, Mujer y Desarrollo, FCH-Universidad de Colombia, 1995, p. 126 
22 Collin, Francoise, “Teorías de las diferencias entre los sexos” en Hirata, Helena (et. al.): Diccionario Crítico del 
Feminismo, Síntesis, España, 2002, p. 60 
23 Birgin, Haydee, “Cuando del poder se trata. La mujer en el Tercer Mundo”, en Koschützke, Alberto, Y hasta cuándo 
esperaremos. Mujer y poder en América Latina, Nueva Sociedad, Caracas, 1989, pp. 134 y 135 
 18 
La importancia del concepto de género “radica en que éste describe las verdaderas 
relaciones de poder entre hombres y mujeres y la interiorización de tales 
relaciones”.24 Una perspectiva desde el género, advierte Carmen Ramos, “tendría 
que tomar en cuenta de modo específico las consecuencias para las relaciones entre 
los individuos y su conexión con los sistemas de poder”.25 
GÉNERO Y TRABAJO 
Como estructura social que es, la construcción social del género está también en las 
áreas de desarrollo de las personas, y no sólo en el hogar, y es evidente en el 
aspecto laboral. De esta forma, se ha podido observar que en los últimos 40 años se 
han producido importantes cambios en la posición social de las mujeres. De modo 
consensual se menciona como uno de los más significativos la incorporación de la 
mujer al mundo laboral. 
Esta incorporación se conjuga con un aumento sustantivo del nivel de escolaridad 
de la población femenina y con una creciente participación de las mujeres en la 
esfera política. Las mujeres han “salido” al mundo público y ocupan algunos 
espacios que tradicionalmente eran masculinos. Sin embargo, este ingreso a la 
esfera pública no ha sido fácil y ha traído consigo otros problemas que aún siguen 
sin resolverse y que son parte de la persistente desigualdad de género. 
La entrada de las mujeres en el mercado de trabajo constituye un logro importante 
pues para algunas significa la independencia económica, mientras que para otras es 
un complemento indispensable de los bajos salarios familiares, y para la mayoría es 
una realización profesional, un rompimiento con el aislamiento social.26 Sin 
embargo, el trabajo asalariado no necesariamente lleva a la reducción de la 
discriminación de la mujer e incluso la mayor parte de las veces conlleva una doble 
jornada de trabajo. 
El mercado de trabajo es uno de los lugares más documentados “donde se 
construyen cotidianamente diferencias y disparidades entre hombres y mujeres”.27 
Analizar la situación de las mujeres en el campo laboral es uno de los hilos 
conductores para comprender el lugar de ellas en la sociedad. 
 
 
24 Kaufman, Michel, op. cit., p. 126 
25 Ramos Escandón, Carmen, “La historia de México desde el género”, en Ensayos núm. 55, pp. 25-27 
26 De Oliveira, Orlandina, Trabajo, poder y sexualidad, El Colegio de México, México, 1991, p.17 
27 Maruani, Margaret, “Empleo”, en Hirata, Helena (et. al.) Diccionario Crítico del Feminismo, Síntesis, España, 2002, 
p. 86 
 19
La desigualdad de género es modulada históricamente y han sido relevantes dentro 
de ella características como la asignación prioritaria de los hombres a la esfera 
productiva-pública y de las mujeres a la esfera reproductiva-privada, así como la 
absorción por parte de los hombres de las funciones con fuerte valor social añadido, 
como las políticas, religiosas y militares.28
En este sentido, se pone de relieve que la valorización del matrimonio y la 
maternidad hace de la familia un ámbito privilegiado de la procreación y la 
socialización de los hijos, y la esfera doméstica se identifica con el mundo de la 
mujer. De esta forma hay ocupaciones “típicamente femeninas”, con lo que se 
contribuye a reforzar la imagen desvalorizada de la mujer al encajonarla en 
actividades que son prolongaciones de las tareas domésticas. 
Ahora bien, en tanto hay trabajos de hombres y trabajos de mujeres, hay jerarquías. 
En el establecimiento de esta relación jerárquica entre los sexos está implícita una 
relación de poder, de dominación, relaciones de dominación masculina, donde 
entran en juego los conceptos de subordinación y resistencia, que han ayudado a 
cuestionar la situación de las mujeres ante la dominación masculina.29 
Si existeuna reiterada desigualdad, las jerarquías y exclusiones en la población 
femenina, apunta De Barbieri, es porque existe no sólo poder, sino dominación. Y 
entonces hay que “determinar el núcleo del conflicto, sus actores, su materia, el 
poder que se juega en ella; la obediencia, la organización de la dominación: sus 
instituciones, normas valores, sus mecanismos de legitimación; sus formas de 
reproducción”30. 
La subordinación femenina se vincula con el proceso de transformación de las 
diferencias biológicas en factores de desigualdad social y de discriminación contra 
la mujer, es decir, se basa en el proceso de construcción social de los géneros, 
 
28 Kergoat, Daniele, “División sexual del trabajo y relaciones sociales entre los sexos”, en Hirata, Helena (et. al.), 
Diccionario Crítico del Feminismo, Síntesis, España, 2002, p. 66. La autora explica que esta forma de división sexual 
del trabajo tiene dos principios ejes: el de separación, es decir que hay trabajos de hombres y trabajos de mujeres, y 
el jerárquico, es decir un trabajo de hombre vales más y es más importante que uno de mujer. 
29 Se entiende la dominación como un sistema donde ciertos grupos ejercen poder sobre otros legitimando la 
capacidad para seguir ejerciendo el dominio y los dominados lo tomen como algo natural. Es vivir bajo las ideas 
dominantes en una sociedad, lo que desde Gramsci se nombra hegemonía, para llevar a que dichas ideas se 
vuelvan de igual forma algo natural. Para Weber el término dominación se entiende como la probabilidad de 
encontrar obediencia a un poder. La dominación significa que la orden del dominador influencia a los dominados, de 
tal manera que el contenido de la orden se transforma en obediencia para los subordinados. Según Max Weber, 
debe entenderse por dominación la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para 
mandatos específicos (o para toda clase de mandatos) Esta dominación ("autoridad") puede descansar en los más 
diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones puramente 
racionales con arreglo a fines. La obediencia implica una cierta renuncia a la razón y a la propia opinión. Obediencia 
significa que la acción del que obedece transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido, por sí 
mismo, en máxima de su conducta. 
30 Ibid, p. 20 
 20 
donde lo femenino es desvalorizado, inferiorizado.31 En el análisis de género se 
trata de poner énfasis en los espacios que se han considerado tradicionalmente 
como femeninos (doméstico, familiar, privado) y cuestionar dicha visión que se 
reproduce en el mercado de trabajo, en el ámbito laboral. 
Una relación natural entre dos seres humanos, diferenciados por el propio 
cuerpo de cada uno, sirve de base a una diferenciación social, a una relación 
dominación sometimiento. La diferenciación histórica introduce la dominación 
como una forma de organizar los sujetos.32 
El concepto de resistencia está basado en varias posturas, como la de Norbert Elias, 
donde una reacción al poder ejercido es intrínseca en estas relaciones, pues el 
sujeto sobre quien se ejerce la dominación tiene muchas opciones de reacción que 
van de la obediencia ciega a la insubordinación revolucionaria, y entre ellas las 
resistencias. La lucha contra la desigualdad de género tiene mucho de esta 
concepción, ya que se habla de resistencia cuando se trata de la acción de las 
mujeres contra su subordinación y recrean las condiciones para romper con los 
estereotipos; se vuelven sujetos portadores de alternativas de transformación. 
Asimismo, desde la visión de Michel Foucault,33 pues se concibe a partir del 
supuesto de que la sociedad y las relaciones entre hombres y mujeres son un 
entretejido de poderes. De esta forma, el poder es una relación y no un rasgo 
individual; el poder no se detenta, no se apropia sino se ejerce y se revela en todas 
las esferas de la vida social: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo. 
Desde esta perspectiva, para que el poder se ejerza es necesario que el otro sea un 
sujeto activo, que responde, reacciona, resiste; el poder es enfrentamiento, es lucha. 
Así pues, las mujeres, aunque subordinadas, ejercen poderes que pueden mantener 
el sometimiento o llevar a cambios en su condición social. Según este autor, si no 
hubiese resistencia no habría relaciones de poder y se hablaría sólo de obediencia. 
La idea de resistencia se vincula con un proceso creativo, resistir es constituirse en 
un agente activo de cambio. 
Siguiendo a Antonio Gramsci y su concepto de hegemonía, la lucha de las mujeres 
busca destruir la hegemonía opresiva por una nueva hegemonía equitativa; cambiar 
la construcción social imperante hasta el momento, las representaciones colectivas, 
las leyes, y las costumbres que han mantenido a las mujeres en desigualdad de 
condiciones. 
 
31 De Oliveira, op. cit., p, 34 
32 Birgin, Haydee, op. cit., p. 133 
33 Foucault, Michel, Microfísica del poder, La Piqueta, Madrid, 1979 
 
 21
Sin embargo, a pesar de que el poder no puede concebirse sin la resistencia que 
engendra, “la interacción entre poder y resistencia no es siempre perceptible, ya 
que el orden dominante se reconstruye borrando las huellas de su contestación”.34
Así entonces, aunque imperceptible a veces, la resistencia femenina se ha dado 
desde el ámbito cotidiano, del laboral, hasta el área de la producción académica e 
intelectual, sobre todo por mujeres universitarias, resistencia que han definido 
como una “revolución pasiva” desde la sociedad civil35, o “silenciosa”36, donde lo 
pasivo no aparece como peyorativo sino como estrategia de poder que repercute y 
penetra a la sociedad y sus símbolos. 
Desenmascarar las visiones dominantes constituye una forma de resistencia 
creativa que abre posibilidades de modificación de las relaciones de poder, donde 
otros dos procesos37 están presentes: el de exclusión y el de segregación, ambas 
basadas en la construcción social del género que parte, como ya se dijo, de la 
construcción social de la diferencia biológica. De esta forma, las mujeres han 
quedado “silenciadas”, han quedado excluidas del poder, excluidas del ámbito 
público, de los núcleos donde se ejerce control como las Fuerzas Armadas y la 
jerarquía de la Iglesia católica.38 Y conforme se han incorporado a esta esfera 
masculina, el proceso de segregación se redefine. 
En este sentido, el que las mujeres se resistan y luchen contra la exclusión y la 
segregación, arribando a un ejercicio de poder, es síntoma de un proceso de cambio 
social, de cuestionamiento al orden de dominación masculina, entendiendo como 
cambio social las transformaciones observables y verificables que suponen cambio 
de estructuras, es decir, debe modificar de manera sustancial y permanente la 
organización de la colectividad.39 
Lo anterior se consigue a través de varios factores como los deseos y decisiones 
conscientes de los individuos, lo actos individuales influidos por cambios sociales, 
las tensiones estructurales, las influencias externas, la confluencia de elementos de 
origen diverso, la manifestación de un propósito común y la presencia de élites de 
 
34 Riot-Sarcey, Michele, “Poder(es)”, en Hirata, Helena (et. al.) Diccionario Crítico del Feminismo, Síntesis, España, 
2002, p. 195 
35 De Barbieri, Teresita, y Oliveira, Orlandina, “Nuevos sujetos sociales: la presencia política de las mujeres en 
América Latina”, en Nueva Antropología, núm.30, México, 1986, pp. 5-29 
36 García de León, María A., Élites discriminadas. Sobre el poder de las mujeres, Anthropos, Colombia, 1994, p.75 
37 Varikas, Eleni, “Igualdad”, en Hirata, Helena (et. al.) Diccionario Crítico del Feminismo, Síntesis, España, 2002, p. 
133 
38 De Barbieri, Teresita, “Algo más que las mujeres adultas. Algunos puntos para la discusiónsobre la categoría 
género desde la sociología”, en González M., Metodología para los estudios de género, IIE-UNAM, México, 1996, p. 
25 
39 Cordero del Castillo, Prisciliano, “El cambio social”, en Hernández S., Alfredo (coord.), Manual de Sociología, 
Universidad de Valladolid, Valladolid, 1998, pp. 96-98 
 22 
poder, entendiendo que élite es un grupo de personas que en una sociedad ocupan 
puestos importantes, que concentran poder en una estructura social.40 
Ahora bien, puesto que se trata de un asunto de poder (poder masculino), las 
mujeres que se acercan a él, que participan de algún modo en él es, para María A. 
García de León, de importancia relevante. Son mujeres que están reivindicando su 
herencia social, es decir, estudiar, actuar en la vida publica, trabajar. Han 
reclamado lo que la permanencia de una sociedad androcéntrica les negaba. 
Estas mujeres que se han incorporado a la esfera pública podrían formar parte, 
entonces, de una especie de élite de poder en tanto grupo con ideas e intereses 
comunes, y debido al poder que tienen o influjo que ejercen sobre los valores de 
una colectividad, se convierten en potentes agentes de cambio social. 41
García de León le llama a este conjunto de mujeres con poder como élites 
discriminadas42, ya que tienen que ejercer su posición como una especie de 
privilegio enturbiado, ya que en tanto que élite femenina son una “élite aislada” 
tanto de la élite masculina como de la masa femenina, y una “élite discriminada”, 
es decir, constreñida a las pequeñas porciones de poder que el monopolio 
masculino graciosamente le entrega no sin presiones. De esta manera, la autora se 
aboca a mujeres públicas, entre ellas las profesoras universitarias, las mujeres 
políticas y las mujeres empresarias. 
En este sentido, las mujeres han tenido que enfrentarse no sólo a la osadía de 
involucrarse en actividades dominadas por los hombres, sino a la percepción por 
parte tanto de hombres como de mujeres, de que son excepcionales, etiqueta que si 
bien resultaría halagadora en algunas circunstancias, en estas no, pues refiere a una 
carencia de oportunidades para todas. 
Es decir, si los casos de mujeres en puestos de poder y decisión son raros, y ellas 
son consideradas también raras, excepcionales y diferentes a las demás mujeres, 
esto obedece a que sigue sin haber igualdad de oportunidades entre hombres y 
mujeres en el ámbito laboral; no hay aún los mismos derechos y oportunidades para 
ingresar y mantenerse en el mercado de trabajo; para recibir capacitación; gozar de 
las mismas condiciones de empleo como salario, prestaciones y oportunidades de 
ascenso, y tener acceso a diferentes puestos y niveles dentro de la organización, 
incluyendo directivos. 
 
40 Negro M., Ana, “Las élites sociales”, en Hernández S., Alfredo (coord.), Manual de Sociología, Universidad de 
Valladolid, Valladolid, 1998, p. 454 
41 Cordero del Castillo, op. cit., pp. 96-98 
42 García de León, op. cit. 
 23
GÉNERO Y PRENSA 
Muchos estudios han investigado el aspecto laboral desde una perspectiva de 
género, dentro de los cuales se destaca la discriminación y segregación de mujeres 
y hombres. Sin embargo, el área del trabajo periodístico, como labor intelectual, 
tiene aún muchos aspectos por investigar. 
Marta Lamas explica que “la perspectiva de género es la nueva manera de hablar 
de los problemas entre hombres y mujeres. Los periodistas, hombres y mujeres, de 
los medios deberían tener perspectiva de género. Cuando van a hacer su nota, un 
reportaje, lo que sea, tratar de ver qué pasa con los hombres y qué pasa con las 
mujeres, hasta dónde nos salimos de ese esquemita”.43
Creo que la gente cree que género quiero decir mujeres, y no entienden que es 
construcción cultural de la diferencia sexual, lo que se piensa que le toca a las 
mujeres o lo que se piensa que le toca a los hombres en una cultura, y mientras 
no se entienda, va a ser un periodismo bastante anticuado.44 
La participación de las mujeres en la prensa puede abordarse desde variados puntos 
de vista, según se trate de ellas como objeto o sujeto de estudio. Dentro de las 
primeras es común abordarlos como tema en noticias o cualquier producto de 
información. Como sujeto se les ha estudiado como productoras, como desde quién 
produce información o participa en su elaboración. 
Mercedes Charles considera que existen dos aspectos clave a estudiar: las mujeres 
como receptoras y las mujeres como emisoras.45 Al respecto, en la prensa hay 
diversos puestos desde los cuales se produce o elabora información: reporteras, 
corresponsales, editoras, coordinadoras, jefas de sección, directoras, redactoras y 
según también el género periodístico que se maneje: columnista, reportera, 
articulista, editorialista, analista, cronista, etc. 
De esta forma, las mujeres ya no sólo producen información, sino también opinan 
sobre ella. Es el caso de las articulistas, quienes ejercen el comentario, el análisis, o 
la reflexión y la crítica de lo que acontece. Particularmente, el trabajo de las 
mujeres articulistas de opinión se hace en la sección editorial de un diario, donde la 
opinión se centra en la política. 
 
43 Lamas, Marta. Entrevista. Pensar en Voz Alta: mujeres editorialistas en El Universal, domicilio de Debate 
Feminista, México, DF, 27 de abril de 2005 
44 Idem 
45 Charles, Mercedes, “Mujeres y medios de comunicación: lagunas e interrogantes”, en Fem, núm 102, junio 1991, 
México, pp. 4-6 
 24 
Es necesario destacar que un periódico es, finalmente, una empresa como la 
mayoría que, desafortunadamente, están organizadas bajo un esquema patriarcal 
donde la dominación de género es evidente en cada nivel jerárquico. Desde el 
dueño del diario hasta cada nivel de decisión es un hombre quien detenta la 
responsabilidad. Y esto es un reflejo total de la sociedad, donde la cultura y el 
sistema político trabajan de igual manera que al interior de empresas de este y otros 
tipos. Al igual que allá afuera, en la vida cotidiana de las mujeres, en sus hogares y 
en la escuela, dentro de las empresas periodísticas se tienen que enfrentar a la 
dominación de género, a las relaciones de poder, a la exclusión, la segregación, la 
discriminación y otra serie de mecanismos de subordinación. Afuera, como dentro 
de estas áreas laborales, las mujeres han tenido que buscar formas de abrirse paso, 
de enfrentar, contrarrestar y hasta intentar derrumbar los muros androcéntricos que 
las limitan, invalidan e invisibilizan. 
Afuera, como adentro, no se ha comprendido aún y por completo, que las 
capacidades de ambos sexos pueden y deben ser aprovechadas en beneficio de los 
objetivos de las empresas, pues ello trae consigo mayor competitividad y 
productividad, además de aumentar los niveles profesionales, económicos y 
sociales de sus colaboradoras y colaboradores. 
GÉNERO Y OPINIÓN 
El caso de las mujeres que participan del periodismo de opinión, a través de 
artículos en las páginas editoriales de diarios o columnas periodísticas, podrían 
considerarse también, siguiendo a García de León, como una élite discriminada, en 
tanto se han incorporado a un ámbito político y, por ende público.46 Por ello son 
mujeres que gozan del “privilegio” de emitir su opinión en un campo dominado por 
hombres, que es la política; son mujeres con estudios superiores o activistas 
políticas que ejercen el poder de formar opinión desde una tribuna periodística, la 
cual lleva implícita también el poder de producir, reproducir, sostener o contestar al 
orden de dominación masculina. 
Escasas en las páginas de opinión de los diarios, estas mujeres ejercen también el 
poder de la resistencia y a través de esa lucha han abierto caminos contra la 
exclusión y segregación, hacia el cambio social. Sin embargo, considerando todo lo 
antes expuesto, esta lucha continúa enmarcada por los principios de jerarquización,46 Lo que García de León llama “élite discriminada”, Mannheim [citado por Negro M., Ana, “Las élites sociales”, en 
Hernández S., Alfredo. (coord.), Manual de Sociología, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1998, p. 459] la define 
como élite “sublimada” y está constituida por dirigentes moral-religiosos, estéticos e intelectuales, cuya finalidad es 
procurar socialmente salidas a esos nuevos sentimientos que surgen de la discusión de problemas de actualidad, en 
sentido crítico y estimulando el desarrollo de perspectivas nuevas. Es decir, intelectuales con un papel preponderante 
pues pueden apoyar o cuestionar el sistema. 
 25
así como de exclusión y segregación, pues las páginas de opinión de los diarios se 
muestran como un campo de desigualdad de género. 
Pocas han accedido a esta área, y las que lo han hecho han sido seleccionadas 
porque su profesión o actividad son “extensión de lo femenino”. Así, resulta que las 
mujeres que participan en este campo son profesoras, escritoras, o bien son 
militantes de algún partido político acorde con la línea del diario. También se 
hallan mujeres con cargos políticos relevantes, que dan cierto prestigio al diario, 
pero que pierden ese acceso en cuanto dejan de detentar dicho cargo político. 
En general, la presencia de esta élite de mujeres en las páginas de opinión de los 
diarios es todavía cuantitativa y cualitativamente menor. Se sigue creyendo que son 
aún un grupo de mujeres privilegiadas que ejercen el poder que les permiten 
ejercer. Que son la excepción que confirma la regla. La regla es, critica Valcárcel, 
que para las mujeres una formación superior, pública, política y de poder es 
inaceptable excepto en casos excepcionales. Así, una mujer con esta formación “ni 
es ni puede ser una mujer corriente, por lo tanto su capacidad o su trabajo revierten 
sólo sobre ella misma y para nada cambian la opinión que haya de mantenerse 
sobre el resto. Ella es una excepción y las demás son lo que son”.47 
Pero esta es una visión susceptible de cuestionarse y es parte de esta investigación 
planteada, a través de la perspectiva de género, ya que los contenidos de un diario y 
mensajes de la prensa en general están ligados a cambios en los escenarios político-
sociales y quizá estas mujeres élite, articulistas de opinión, encontraron y siguen 
hallando, a contracorriente, el hilo conductor a favor de las mujeres; es posible que 
hayan encontrado y sabido aprovechar los momentos coyunturales para abordar a 
los medios desde la tribuna del artículo de opinión. 
Considerar a las mujeres que opinan como casos raros, algo fuera de la naturaleza 
femenina, al ver como arriesgado y extraordinario que algunas decidieran salir del 
ámbito privado al público, es un error, ya que deben tomarse en cuenta las 
condiciones socioculturales que permitieron ese cambio. No en balde el feminismo 
como lucha colectiva de las mujeres “recuperó para la historia de las mujeres la 
idea de hacer una nueva historia, pero la historia del género, no de las 
excepciones”.48
Quizá no es que sean la excepción que confirma la regla, sino mujeres que han 
visualizado el espacio máximo de opinión de un diario como instrumento para 
 
47 Valcárcel, Amelia “La memoria colectiva y los retos del feminismo” en Valcárcel, A. y Romero, Rosalía Los desafíos 
del feminismo ante el siglo XXI, Colecc. Hypatia, Instituto Andaluz de la Mujer, Sevilla, 2000, p. 36 
48 Muñiz, Elsa, op. cit., p.45 
 26 
contribuir, desde sus puntos de vista como articulistas de opinión, desde su propio 
lenguaje, a la posibilidad de una nueva hegemonía no opresiva. 
No hay una relación natural entre los signos y el mundo, cada lengua articula y 
organiza el mundo de diferentes maneras a partir de las relaciones específicas 
de los significados y significantes de sus signos. Así como cada lengua 
nombra, cada cultura realiza su propia simbolización de la diferencia entre los 
sexos, que engendra múltiples versiones de una misma oposición: hombre-
mujer, masculino-femenino.49
Por décadas este espacio “público” que conforman las páginas editoriales fue 
llenado con la opinión masculina, pero conforme la mujer se ha ido insertando en la 
política y en la participación activa en ésta, también lo ha hecho en este espacio 
periodístico. Por ello es que hablar de las mujeres en cuanto a prensa y opinión 
conlleva no sólo a hacerlo en función de la participación masculina (contraste no 
sólo obvio, sino también necesario si se buscan explicaciones), sino también a 
hacerlo desde la percepción de esta participación como un proceso. 
Es decir, no sólo se trata de observar lo que a simple vista es obvio: que hay menos 
mujeres que hombres articulistas de opinión, sino de percibir que ello es resultado y 
parte a su vez de un proceso, en el cual ambos géneros están y han estado inmersos. 
Los hombres son parte del problema, pero también de la solución. 
CASO EL UNIVERSAL 
Como caso concreto de prensa nacional se encuentra el diario El Universal, pues es 
el más antiguo –89 años–, permanece en circulación con regularidad y peso 
público. Actualmente ha tenido una gran consolidación financiera e informativa. 
Desde el ámbito periodístico, la línea de mando la detentan el director general, el 
consejo de asesores,subdirectores, los jefes de información, editores, columnistas y 
articulistas de opinión. Así, ser integrante del equipo de “opinadores” es una vía 
para que ciertas visiones legitimen, reproduzcan o cuestionen el sistema. 
Pero ¿por qué basarse en un periódico para esta investigación? ¿Es necesario 
entonces un enfoque histórico? Para contestar estas interrogantes habrá que 
considerar al periódico no sólo como un medio que arroja datos como fechas y 
nombres, sino también como fuente de información generada en determinados 
momentos, circunstancias y por supuesto de las personas en esos momentos y 
tiempos. El periódico es un catalizador de opiniones, dice Nicolás González; es un 
 
49 Lamas, Marta, “La antropología feminista y la categoría género”, en Nueva Antropología Vol III, núm. 30 México 
1986, p. 6 
 
 27
agente de la conciencia pública. Y continúa: “El que lee a diario un periódico, 
termina pensando como él”.50
Es decir, describir y hablar de lo que se dijo es una labor de reconstrucción del 
acontecer de un periódico, de la vida de los periodistas en sus propias situaciones 
sociales, políticas y culturales y, por ende, es hablar de momentos específicos de la 
historia, sobre todo nacional. Es, como apunta Florence Toussaint51, recuperar, 
reconstruir e interpretar. 
Antes de prejuzgar la actitud y labor social de los diarios, en este caso El Universal, 
se debe reconocer que se han enfrentado a situaciones y obstáculos emanados de las 
características de la sociedad en que surgieron, así como de las que fueron 
presentando durante el mismo desarrollo cultural; es decir, es necesario estudiarlos 
en su contexto. Esto se aplica a su vez al estudiar a los periodistas de esos 
periódicos. 
Por ello el aspecto histórico en esta investigación resulta evidente en tanto que 
ayuda a comprender el presente; permite entender que la situación actual de las 
mujeres en la prensa, en El Universal, y específicamente en el oficio de opinar, es 
parte de un proceso evolutivo, “no es un dato inmutable, sino la consecuencia de un 
desarrollo lento y sinuoso”.52
Permite realizar biografías de periodistas, reconstruir los momentos del pasado, 
rescatar trabajos periodísticos que permiten atisbar las ideas de sus creadores, 
detectar los géneros periodísticos practicados en determinado periodo, 
relacionar la historia de México con la historia del periodismo. Todo lo 
publicado en este medio con el paso del tiempo se transforma en memoria de la 
humanidad, ya que los periódicos son susceptibles de utilizarse como 
documentos de los cuales se seleccionan, recuperan, organizan y evalúan 
informacionesdistintas que apoyan investigaciones de índole variada o bien 
para derivar de las mismas temáticas de estudios multidisciplinarios.53
Con esta investigación se plantea un procedimiento para estudiar el desarrollo 
histórico de las mujeres en el periodismo de opinión, la expresión de sus ideas a 
través de las páginas y de la sección editorial, y de los momentos históricos en que 
estuvieron insertas. La utilización del género en este trabajo como categoría 
cultural y social permite, sin duda, adentrarse en la “interacción entre mujeres 
 
50 González Ruiz, Nicolás (dir.), El periodismo. Teoría y práctica, Noguer S.A., Barcelona, 1960, pp. 178 y 200. 
51 Citada por Hernández C., Elvira, op. cit., pp. III y IV de la Introducción. 
52 Hernández C., Elvira, op. cit., p. VI de la Introducción. 
53 Idem 
 28 
excepcionales y mujeres comunes, entre la biografía y la sociedad, y sobre todo, 
entre los hombres y las mujeres”.54 
Historia, prensa y género se relacionan mucho más cuando permiten atisbar al 
fondo de las motivaciones. La integración de las mujeres en la historia, expresa 
Joan Scott, va de la mano con la “redefinición y ampliación de nociones 
tradicionales del significado histórico, de modo que abarque la experiencia personal 
y subjetiva lo mismo que las actividades públicas y políticas”.55 
Por ello es que las mujeres articulistas de opinión también son una categoría 
histórica esencial. Como se verá a detalle más adelante, los articulistas de opinión 
interpretan la realidad social y presentan una versión de la misma. Las mujeres 
articulistas de opinión son doblemente instituciones del orden de género. Por una 
parte porque utilizan un medio masivo de comunicación, que tiene las mismas 
funciones de género que el Estado, gobierno, iglesias, escuelas; y por otra, porque 
como mujeres reproducen a otras mujeres y hombres como tales. “Educamos y 
enseñamos a las otras personas a ser mujeres u hombres de acuerdo con los 
lineamientos dominantes de nuestro mundo”.56 
Así pues, el periódico, los periodistas y los contenidos impresos constituyen 
elementos determinantes en la historia de la prensa [y las mujeres en ella] 
porque conforman un espacio que comparte percepciones sociales y valores 
para conservar tradiciones, usos y costumbres o generar nuevos patrones de 
comportamientos, actitudes y opiniones en una misma época. 
La revisión minuciosa de la prensa en determinado momento histórico permite 
un seguimiento pormenorizado no solamente de la vida de una sociedad sino 
también el desarrollo y características de la práctica periodística así como el 
perfil de sus creadores. Sin duda, estudiar la historia de la prensa significa 
aspirar a comprender el comportamiento del periodismo, desentrañar las 
formas de expresión existentes e un época o la manera en que las exigencias 
sociales y políticas pueden influir o determinar las estructuras informativas, 
conocer la participación de los periodistas así como la manera de expresarse, 
los géneros periodísticos que utilizaron y sus puntos de vista sobre determinado 
tema o situación.57
¿Por qué son y han sido menos mujeres que hombres? ¿Cómo ha sido la inclusión, 
el arribo de las mujeres al ejercicio de la opinión en la prensa? ¿Cómo ha sido la 
participación de las mujeres como articulistas regulares en las páginas de opinión 
 
54 Muñiz, Elsa, op. cit., p. 64 
55 Scott , Joan, op. cit., p. 267 
56 Lagarde, Marcela, op. cit., p. 63 
57 Hernández C., Elvira, op. cit., p. XVII de la Introducción 
 29
de El Universal? ¿Qué elementos han favorecido esta participación? ¿Obedece ello 
o no a una dinámica cultural? 
Responder a estas preguntas llevará a describir las circunstancias en que nació y ha 
circulado El Universal; comprender el papel que juegan los articulistas de opinión; 
conocer a las figuras femeninas de cada época y las situaciones culturales que 
permitieron a cada una de ellas figurar en el diario. Asimismo, conocer lo que 
escribieron, en qué espacios opinaban, cómo y en qué circunstancias arribaron a la 
sección editorial, así como entender su situación actual. 
Los medios de comunicación, por su inmediatez, flexibilidad y capacidad de 
abarcar grandes públicos, advierte Mercedes Charles, “son instancias privilegiadas 
para crear, recrear, reproducir y difundir determinada o determinadas visiones del 
ser y del quehacer femenino, y para introducir diversas propuestas de mujer en el 
escenario social”.58 De esta forma, mujeres articulistas, historia nacional, 
feminismo, perspectiva de género y prensa quedan reunidas en El Universal como 
material para ser investigado. 
1.2 EL UNIVERSAL, PRIMER DIARIO NACIONAL. RESEÑA HISTÓRICA 
Desde su nacimiento y a través de sus 88 años de vida, El Universal ha sido un 
testigo fundamental del devenir histórico y en 1916 vino a representar la mejor 
opción de información en esa etapa crucial del despegue de las instituciones del 
Estado revolucionario y las siguientes, convirtiéndose en un diario de referencia, de 
obligada consulta si de recorrer la historia del siglo XX se trata. Cercano ya a 
nueve décadas de existencia, El Universal ha sido testigo, vocero y tribuna. 
Momento de gran actividad, aún envuelto en un ambiente de confusión, fue el año 
de 1916 en México. El movimiento revolucionario estaba por concretarse con la 
Constitución y la efervescencia política era no sólo reflejada en la prensa, sino 
también fomentada por ésta. 
Innumerables periódicos circulaban para entonces, de los que dan cuenta una buena 
cantidad de historiadores e investigaciones de esta etapa. Cabe mencionar que 
estudios recientes59 han destacado los medios impresos dirigidos por mujeres, pues 
resulta evidente que habían sido omitidas de las amplias investigaciones al 
 
58 Charles, Mercedes “Construcción de la identidad de género en la comunicación masiva”, en Bedolla Miranda, 
Patricia (comp.) Estudios de Género y Feminismo II, Fontamaría, México, 1998, p. 358 
59 Me refiero sobre todo a la tesis doctoral de Elvira Hernández Carballido. La participación femenina en el 
periodismo nacional durante la Revolución Mexicana (1910-1917), FCPyS-UNAM, México 2003. 
 30 
respecto.60 La prensa en estos inicios de un cambio político estaba caracterizada 
por 
una gran polarización. Existía parcialidad, represión y censura, pero la aparición 
constante de periódicos indicaba también el deseo de mayor libertad de expresión y 
da cuenta del esfuerzo por conseguirla. 
Para 1916 el periodismo industrializado se ponía en marcha, trayendo con ello 
mayor difusión por el aumento de ejemplares y más rapidez en la impresión. 
Asimismo, los géneros periodísticos de nota informativa, reportaje, artículos, 
crónicas y entrevistas se habían incorporado a lo que preponderantemente eran 
ensayos y poesía. La importancia del artículo de opinión y de sus autores ya se 
perfilaba desde antes, pues el prestigio de éstos les permitía tener acceso al espacio 
impreso para reflexionar sobre el contexto que se vivía, y opinar y criticar. 
En este marco de pugna política y de sucesos relevantes a nivel internacional, en 
una época convulsionada y aún herida por difíciles años de lucha armada, surge el 
1º de octubre de 1916 El Universal. Su fundador, el ingeniero Félix F. Palavicini, 
legislador constituyente, había estado al frente de la Secretaría de Instrucción 
Pública, con el gobierno de Venustiano Carranza, y estaba comprometido con el 
progreso cultural del país. “Siempre creí que un diario no debe limitarse a una 
simple empresa mercantil, sino que debe contribuir a la elevación moral y al 
progreso de la cultura del país”61, decía Palavicini. 
Por ello el periodismo encontró con El Universal un camino hacia la modernidad, 
“y dio cabida a las principales plumas de la época, caracterizándose desde entonces 
por una política editorial plural”.62

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