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UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 LA POLITICA GUBERNAMENTAL PARA LOS PUEBLOS INDIOS EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI INDICE INTRODUCCIÓN I. LOS PUEBLOS INDIOS DEL SIGLO XV AL SIGLO XIX 1.1 Aspectos precolombinos 1.2 La Colonia 1.3 El Siglo XIX 1.4 El Mandato de Díaz II. LA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XX Y LOS PUEBLOS INDIOS 2.1 Período revolucionario 2.2 Período post-revolucionario III. EL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA 3.1 La consolidación del indigenismo integracionista (1948- 1970) 3.2 El INI y el indigenismo integracionista vinculado al desarrollo compartido y al combate a la marginación 3.2.1 Desarrollo compartido 1970-1976 3.2.2 Combate a la marginación 1977-1982 3.2.3 El indigenismo de participación y la apertura económica 1982-1988 3.2.4 Liberalismo “social” e indigenismo de autogestión 1988-1994 3.2.5 Lo indígena, una discusión nacional dentro de la globalización 1994- 2000 5 11 11 14 19 21 24 24 26 32 32 37 37 42 46 51 63 3 IV. COMISIÓN NACIONAL PARA EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS. 4.1 El gobierno panista 4.2 La Comisión 4.2.1 El agotamiento del modelo 4.2.2 El proceso 4.2.3 Alternativas institucionales 4.2.4 Estructura de la Comisión V. CONDICIONES SOCIOECONÓMICAS EN LAS REGIONES INDÍGENAS 5.1. Regiones indígenas 5.2. Población indígena en las regiones 5.3. Indicadores socioeconómicos en las regiones indígenas 5.4. La discriminación de los indígenas 5.5. Migración internacional 5.6. Migración interna VI. ACCIÓN INSTITUCIONAL DE LA COMISIÓN NACIONAL PARA EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS 2004- 2006 6.1. Consolidación de la CDI 6.2. Presupuesto consolidado de la Administración Pública Federal 6.3 Coordinación interinstitucional 6.3.1. Programa de Infraestructura Básica para la Atención de los Pueblos Indígenas 6.3.2. Desarrollo Indígena en 50 Municipios 6.3.3. Otros convenios para la acción coordinada 6.4. Los programas del INI 6.4.1. Programa Albergues Escolares Indígenas, PAEI 6.4.2. Programa Ecoturismo en Zonas Indígenas, PEZI 6.4.3. Programa Fomento y Desarrollo de las Culturas Indígenas, PROFODECI 68 68 75 76 77 79 80 86 88 90 94 103 109 114 119 119 121 126 126 129 133 136 140 141 142 4 6.4.4. Programa de Coordinación para el Apoyo a la Producción Indígena, PROCAPI 6.4.5. Programa Fondos Regionales Indígenas, FRI 6.4.6. Programa Promoción de Convenios en Materia de Justicia 6.4.7. Programa Organización Productiva para Mujeres Indígenas, POPMI 6.5. Consulta y participación 6.6. Comunicación intercultural VII. CONSIDERACIONES FINALES ANEXO BIBLIOGRAFÍA 143 144 146 146 147 148 151 164 173 5 INTRODUCCIÓN Los indígenas en México han sido percibidos por la sociedad en general, en las décadas previas a la irrupción del EZLN -en las que ya sólo representan alrededor de 10% de la población nacional-, como algo invisible o útil para realizar tareas de servicio doméstico (que ya en el siglo XIX, había sido causal para perder los derechos ciudadanos), como un estrato inferior, sin posibilidad de aspirar a compartir las “bondades” del mundo moderno y convivir con los “bien nacidos”. Para la población medianamente ilustrada, lo indígena resultaba algo atractivo, siempre y cuando se relacionara con la historia precolombina o con manifestaciones artísticas o artesanales reconocidas internacionalmente. Tal visión ignoraba u ocultaba las centurias de agresión, exclusión y discriminación a las que han sido sometidos, desde que eran la mayoría aplastante de los habitantes del territorio en el que hoy vivimos. También ignoraba todo lo relacionado con las variadas figuras de solidaridad y reciprocidad, practicadas como producto de la herencia o el necesario aprendizaje, que les han permitido subsistir a pesar del despojo y explotación que han sufrido. Contra lo que muchos pensaban, la percepción actual en las zonas urbanas del país no cambió sustancialmente después de la gran difusión de los temas indígenas propiciados por la rebelión del 1º de enero de 1994; la ignorancia, los mitos y las visiones deformadas fueron el reflejo de la mayoría de las respuestas obtenidas de personas consultadas en una investigación con características de encuesta, levantada en 2006. Un año antes de la investigación mencionada, se difundieron ampliamente los resultados de un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que arrojaba resultados alarmantes en materia del atraso observado en algunas partes del país. Existían municipios en tal pobreza y marginación que eran comparables, medidos por índices de desarrollo humano, con las existentes en los países africanos más pobres, aquellos en los que frecuentemente se presenta la hambruna. También se conoció que los municipios más pobres de México eran indígenas. Independientemente de la discusión asociada a la forma de nombrar a los pueblos originarios o a los habitantes que mantienen lengua, costumbres y formas de 6 organización interna con clara influencia colectiva o de comunidades existentes antes de la conquista, se trata de formaciones socioculturales con características propias y diferenciadas, que en un marco jurídico moderno, deberían habérseles respetado sus derechos: de creencia, de posesión de la tierra, de formas de gobierno, de formas de producción, de formas de asociación, etc. La constante, desde la llegada de los españoles hasta nuestros días, ha sido muy otra. Con sustento en la ley o a pesar de ella, siempre se les han conculcado sus derechos, aunque haya sido en diferente magnitud o intensidad. Contar en 2007 con una fotografía de injusticia e iniquidad padecida por los habitantes originarios del país, conduce a establecer el propósito de este trabajo; identificar los elementos que han conformado las prácticas fundamentales de las diferentes cúpulas detentadoras del poder político, económico y social que han conducido a mantener el dominio, sometimiento o asimilación de las poblaciones indígenas, con particular atención en las políticas públicas aplicadas a partir del surgimiento de las instituciones que en los siglos XX y XXI se han creado para “atender a los indígenas”. Después de 70 años de la creación del Departamento de Asuntos Indígenas, en la época de Cárdenas, es preciso hacer un corte, para explicarnos los malos resultados, en términos del incumplimiento de los objetivos que se plantearon los discursos oficiales, para aprovechar los aciertos, en caso de que los haya, y sobre todo, explorar la posibilidad de sugerir caminos que permitan modificar de fondo las condiciones de vida y de existencia de las poblaciones indígenas, al tiempo que se propicie la reproducción de sus culturas, en un entorno en el que la sociedad toda los respete y aprecie, siempre que se generen opciones económicas pertinentes que lo sustenten. Para la elaboración de la presente tesina se partió de las siguientes hipótesis:• Afirmamos que la discriminación racial que, con diferentes matices, los detentadores de los poderes reales han impuesto como ideología dominante, ha sido una constante que ha influido durante 500 años en forma determinante para mantener en las peores condiciones políticas, económicas y sociales a la población indígena del país, subsistiendo muchas manifestaciones de ello en la actualidad, no sólo como percepción de la sociedad en general, sino como prácticas vivas de los agentes gubernamentales. 7 • Consideramos que el desarrollo económico firme y sostenido, capaz de generar empleos, es un requisito indispensable pero no suficiente para obtener resultados apreciables en las condiciones de reproducción de la población indígena. • Las lamentables condiciones socioeconómicas de los pueblos indígenas demandan políticas específicas, no necesariamente iguales a la dirigida a los pobres o pobres extremos. • Las políticas neoliberales han sido un factor decisivo para agudizar las condiciones adversas de los pueblos indígenas, cancelándoles la posibilidad de obtener ingresos propios, lo que ha propiciado su masiva migración a los Estados Unidos. Para sustentar las hipótesis planteadas se elaboraron siete capítulos que inician con la reflexiones del papel que se les asigna a los indígenas en la Colonia, destacándose que los procesos de colonización implicaron un sometimiento total de los diferentes pueblos indígenas, años en que se les trató de imponer lengua, religión, formas de producción y de gobierno, aún cuando se mantuvieron ciertas figuras de organización interna que favorecían a los criollos para la recolección de tributos, pero que de alguna manera servía para defenderse de los despojos de tierras no sancionados por las autoridades reales. El siglo XIX incluye los elementos que muestran cómo la igualdad asociada a las corrientes liberales predominantes no mejoró las condiciones de los indígenas, y en algunos aspectos las agravó, ejemplo de ello son la prohibición de los cabildos y la sanción jurídica del despojo de las tierras de las comunidades indígenas. Lerdo y Juárez cierran el eslabón de esa cadena. Porfirio Díaz y su compadre, con las compañías deslindadoras, completan el ciclo liberal que explota, excluye y despoja a los pueblos indígenas, con cuya exposición concluye el Capítulo I. El Capítulo II aborda someramente cómo la lucha revolucionaria de las primeras décadas del siglo XX no están precedidas por reivindicaciones específicas de los indígenas, aunque la potencial restitución de tierras de las comunidades, planteada por Zapata y parcialmente concretada en el sexenio de Lázaro Cárdenas, representan una base material que por momentos generó expectativas que nunca cuajaron del todo. Se 8 describen las concepciones sobre lo indígena, prevalecientes en el lapso que transcurrió entre el término de la lucha armada y la aparición del Instituto Nacional Indigenista, INI en 1948, destacando la enarbolada por José Vasconcelos que al ponderar a una “Raza Cósmica” superior, que se estaba formando con los mestizos, suponía la desaparición de los indígenas como consecuencia natural del progreso. El Capítulo III describe en forma crítica las políticas públicas aplicadas por el Estado, desde la aparición del INI hasta el final del milenio, iniciando con el periodo de consolidación de la visión de integración del indígena al progreso, a la civilización para que en un periodo relativamente breve, al dejar de ser indígena, lo lograra; continúa con el desarrollo compartido, que caracteriza al sexenio presidido por Luís Echeverría Álvarez, en el que se observa un incremento significativo de los recursos humanos y financieros destinados al apoyo de los pueblos indígenas en lo particular, acompañados por programas que respaldan la comercialización de los productos del campo para beneficio de los campesinos. Con López Portillo se frena la tendencia de crecimiento de los recursos financieros canalizados a los indígenas, directa o indirectamente, aunque se le da una cobertura teórica con la creación de la Coordinación General de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados, COPLAMAR. La reducción de los apoyos, en términos reales, se acentuó en el sexenio de Miguel de la Madrid, aunque inicia el cambio en la concepción oficial del indigenismo, donde el más abierto abandono del campo, se complementa con el planteamiento de la necesidad de romper con el tutelaje de los desposeídos, y se busca, al menos en el discurso, lograr un equilibrio entre el acceso a la modernidad económica de los indígenas y el respeto a su identidad cultural. También inicia la retórica que pondera la participación de los indígenas en el diseño de las soluciones a sus problemas. Todo ello en un entorno de estancamiento y baja generación de empleos. La aceleración de las fórmulas neoliberales de Salinas y Zedillo terminan por desarticular las cadenas productivas de los diferentes sectores de la economía, cuestiones que sirvieron de caldo de cultivo para el exitoso movimiento del EZLN. Exitoso, por lo menos en lo que se refiere a la generación de expectativas para muchos indígenas del país de encontrar un cauce común a reivindicaciones asociadas con el combate de las ancestrales injusticias padecidas; en la interpretación de los intelectuales de izquierda; y por la amplia presencia en medios de comunicación nacionales e internacionales. 9 En el tercer capítulo mencionado se presentan las reflexiones sobre las políticas públicas declaradas y los magros resultados obtenidos, así como la descripción de los elementos que impidieron modificar de fondo la situación social y económica de los pueblos indígenas. El capítulo IV aborda la manera como el gobierno de Vicente Fox enfrenta el asunto de los pueblos indígenas, lo que incluye desde enarbolar de origen las propuestas de reforma de la COCOPA, hasta la creación de una nueva institución que no sólo atienda directamente a los pueblos indígenas, sino que se encargue de articular programas, proyectos y acciones de las diferentes instancias de la administración pública, incluyendo los tres poderes de los diferentes órdenes de gobierno y la concertación con los sectores social y privado, destacándose la descripción de las razones que provocaron el desgaste del INI y por tanto su ineficacia, al tiempo que se describe el proceso de cabildeo para la conformación de una Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, con las herramientas y fuerza necesarias para iniciar una nueva etapa institucional con pretensiones de mediano y largo plazo. Las condiciones socioeconómicas en las regiones indígenas: en el capítulo V se documentan con cifras que muestran sin lugar a dudas que los indígenas en el México del siglo XXI siguen siendo los más pobres, marginados y discriminados del país, por razones históricas, que se han reproducido bajo diferentes formas, que incluyen su situación material, conformada por su ubicación en regiones agrestes, donde las tierras son de baja calidad, en puntos muy alejados y sinuosos, arrinconados por los detentadores del poder económico, y por tal motivo tienen los más bajos ingresos, el peor sistema de comunicaciones, las más deterioradas condiciones de salud y los más altos grados de analfabetismo. Panorama que se agravó con las políticas neoliberales generando una reactivación de los procesos migratorios en las regiones indígenas que tenía alguna tradición en la materia, e integrando masivamente a migrantes en regiones en las que no se “acostumbraba”. Como parte importante de tales condiciones se describen características de la discriminación activa o pasiva de la que siguen siendo objeto los indígenas del país. 10 El capítulo VI incorpora un recuento crítico de los logros de la CDI en materia de incremento delos recursos financieros y humanos que se canalizaron a los pueblos indígenas en el periodo 2004-2006, tanto por la nueva institución como por todas las dependencias y entidades de la administración pública federal; los avances en la atención conjunta y coordinada de los pueblos indígenas por varias instancias de la administración pública federal, estatal y municipal para atender regiones, grupos seleccionados de municipios o necesidades de infraestructura básica con el apoyo de las herramientas del nuevo entramado institucional, sustentado en reformas legislativas pertinentes. Se aborda simultáneamente lo relacionado con los programas heredados del INI y las dificultades internas y externas que impidieron su incorporación plena al nuevo diseño de coordinación interinstitucional que permitiera hacer más pertinente su operación, al tiempo que se hubiese cumplido con lo establecido en la Ley de la CDI. Particular importancia se atribuye a lo avanzado en materia de participación y consulta de los pueblos indígenas y de comunicación intercultural, procurando establecer elementos que permitan para el futuro próximo fortalecer estas vertientes para convertirlas en ejes que orienten las políticas públicas específicas para los pueblos indígenas. Finalmente en el capítulo VII, “Consideraciones Finales”, se hacen reflexiones globales sobre los resultados de las políticas públicas en los diferentes momentos históricos, con particular énfasis en los gobiernos neoliberales; en la discusión sobre las reformas constitucionales; sobre las razones coyunturales que hicieron posible obtener éxitos relativos a la CDI que no necesariamente garantizan su continuidad y mucho menos la profundización de los procesos, tal como lo tenía contemplado la administración de esa institución y que dejó documentado en algunos escritos prospectivos. Por último, se plantean elementos para la integración de propuestas de políticas públicas, unas asociadas a un cambio en la correlación de fuerzas que permitan al Estado retomar la conducción del desarrollo económico, en un marco ampliamente democrático y otras como planteamientos defensivos con la pretensión de impedir retrocesos o el inicio descendente de un ciclo, como los que se han observado en la historia reciente del INI o de los gobiernos que sucedieron al de Lázaro Cárdenas. 11 I. LOS PUEBLOS INDIOS DEL SIGLO XV AL SIGLO XIX Antes de la llegada de los españoles, la población que habitaba el territorio de lo que hoy es la República Mexicana se distinguía por la diversidad, constituida por un gran número de pueblos, que hablaban diferentes lenguas, que tenían diferentes formas de interpretar el mundo, de medir el tiempo, de nombrar autoridades, de estratificación social, de trabajo colectivo forzoso, trabajo solidario, para obras suntuarias, religiosas y de uso comunitario. Sin embargo, existía un sistema cultural completo del que necesariamente participaban los pueblos involucrados, así como una poderosa estructura de dominación que sometía a un gran número de pueblos dispersos en el centro y en el sur del país. Para ilustrar la pluralidad y diversidad que debió existir a finales del siglo XV, baste decir que la persistencia, en la actualidad, de más de 60 idiomas, con más de 240 variantes dialectales1, sólo son un pálido reflejo de las más de 150 lenguas precolombinas, en donde cada una de ellas trae consigo, no sólo una forma de comunicación o de transmisión de la información, puesto que al nombrar realidades y experiencias, se ordena el pensamiento, se establecen vínculos, emociones, poesía, literatura, se estructuran formas diferentes de entender lo que es “lo tuyo, lo mío, lo nuestro, la familia, el clan, los otros”. Muchas expresiones culturales y religiosas se suman para constituir una rica variedad de formas de ver al mundo y de insertarse en él. 1.1 Aspectos Precolombinos En los primeros años del siglo XVI, existían dos civilizaciones organizadas que ya habían logrado un desarrollo cultural, político y social, relativamente alto: El Imperio Azteca y el Imperio Maya. El Imperio Azteca, que ocupaba la parte central y sur del país, del Océano Pacífico hasta el Golfo de México y El Imperio Maya establecido en la península de Yucatán, Tabasco, Chiapas, la parte central y oeste de Guatemala y la parte oeste de Honduras. Dos imperios que controlaban vía tributos, gran parte del territorio nacional y Centro-América, abarcando una gran cantidad de culturas y sociedades (civilizaciones) en distintos grados de desarrollo y dominio territorial. 1 WARMAN (2003), p.100. 12 Los aztecas, con relación a la tenencia de la tierra, tenían 4 tipos de acuerdo a la clasificación que hace Eckstein2: 1. Tlatocalalli, la cual correspondía a la tierra del rey seleccionada por él para su uso personal. 2. Pillalli, tierra de los nobles y de los guerreros, otorgada por el rey como recompensa de los servicios prestados, estas tierras eran cultivadas por los guerreros y nobles con la ayuda de sus descendientes.3 3. Mitlchimalli, tierra para la guerra y teotlalpan, tierra para los dioses, la primera financiaba los gastos militares y del ejército y la segunda se encargaba de los gastos sacerdotales y de las numerosas ceremonias religiosas. Estas tierras se rentaban ó se cultivaban colectivamente por los habitantes de aldeas vecinas. 4. Calpulalli y el altepetlalli, son dos clases de propiedad comunal perteneciente a todo el poblado. La tierra perteneciente al Calpulli (colonia o barrio) se denominaban Calpulalli, la cual era administrada por un consejo de ancianos y distribuida entre todos los miembros del Calpulli, quienes disfrutaban de derechos de herencia y de derechos inalienables sobre sus parcelas, dichos derechos sólo podían cesar cuando el miembro dejaba de cultivar la tierra durante tres años consecutivos o cuando se cambiaba a otro poblado. El Calpulalli nunca podía ser vendido o traspasado a otro Calpulli, sólo podía rentarse con la finalidad de cubrir necesidades públicas o colectivas. Los límites entre los poblados estaban bien delimitados y el consejo de ancianos conservaba un mapa exacto del Calpulalli y el registro de todos los cambios de posesión. 2 ECKSTEIN (1966), pp. 9-12. 3 Sin embargo, cuando se conquistaban tierras que ya estaban habitadas, no se desposeía completamente a sus dueños, sino que la sumisión consistía en convertirse en arrendatarios y por lo tanto la obligación de pagar una renta. Es interesante señalar la notable semejanza de estos arrendatarios denominados “mayeques” con los vasallos del sistema feudal europeo. Ibid., p.10. 13 5. El Altepetlalli (tierra del pueblo), a diferencia del Calpulalli, el cual estaba dividido y se trabajaba individualmente el Altepetlalli no estaba parcelado, sino que se utilizaba en común para pastoreo, recolección de leña ó eventualmente ciertas porciones del Altepetlalli eran cultivadas colectivamente, a fin de obtener fondos para cubrir impuestos y algunos gastos públicos. Los mayas por lo que se refiere a la tenencia de la tierra, tenía patrones diferentes. No se conocía la propiedad privada, toda la tierra era propiedad común, debido seguramente a la baja calidad de los suelos de la península de Yucatán que obligaba a los mayas a buscar continuamente nuevas tierras aptas para el cultivo. Al levantarse la cosecha, cualquiera podía escoger la parcela que consideraba más adecuada, aunque cada poblado tenía derecho sobre sus propias tierras, derecho que se negaba a campesinos extraños. La agricultura en Mesoamérica presenta un avance considerable que permite revelar la existencia de grandes ciudades y mercados como Teotihuacan y Tlaltelolco que sólo se explican con una produccióncon excedentes importantes, sobre todo de maíz. También pueden haber sido el sustento de las alianzas políticas entre los altépetl o señoríos para constituir imperios como el Azteca. Simultáneamente se observaba que cada unidad geográfica era autosuficiente en la producción de alimentos básicos, cuyos excedentes iban a parar a los graneros imperiales, en forma de tributo o a los mercados de las grandes ciudades (se estiman alrededor de 2 millares de altepeme o señoríos en Mesoamérica prehispánica), lo que ilustra la fragmentación política y administrativa de la zona, aunque la duración de la confederación Azteca, cerca de siglo y medio, hizo pensar en formas imperiales tan estables como las incas4. Así, el sentido y las características de la dominación en el mundo precolombino estaban orientados a la obtención de tributo de los pueblos sojuzgados, a partir de lo que se producía localmente, ya sea que se vieran obligadas a producir más o a consumir menos para pagar el tributo asignado, sin la necesidad de cambiar la producción de bienes. “Pero el hecho de que bienes producidos por distintos pueblos tengan significación y se 4 KATZ, Friederich (1972), The Ancien American Civililizations, citado por Warman (2003), p. 143. 14 vuelvan codiciables para otro pueblo, que ocupa tal vez un nicho ecológico diferente, revela algo más importante: la pertenencia de unos y otros a la misma civilización, lo que hace que las diversas producciones locales sean compatibles… Esto plantea que la dominación entre pueblos que comparten una misma civilización, como los pueblos mesoamericanos, no conduce a la sustitución ni al abandono de las prácticas productivas preexistentes… No se crea una situación de incompatibilidad inicial entre lo que se produce (que es parte de la cultura propia) y lo que se tributa”5. Otra obligación que imponen los aztecas en las regiones dominadas, fue la organización de mercados regulares para hacer posible el comercio. En las regiones alejadas, cercanas a la frontera con los mayas por ejemplo, los pueblos sometidos llegaron a no pagar tributo, a cambio, proporcionaban hombres para las guarniciones y alimento a las tropas para facilitar el desarrollo del comercio. No se conoce lo que ingresaba a Tenochtitlán por comercio y por tributo, a fin de ubicar la importancia de éstos, sin embargo, algunos investigadores señalan que el comercio era tan importante como el tributo. En cuanto a la presencia militar de los mexicas, en algunos pueblos existían guarniciones permanentes y en otros sólo se enviaba al calpixque (funcionario destinado a recolectar el tributo). En las guerras de conquista no había un componente religioso, en el sentido de que se buscara imponer la religión de los vencidos. “La civilización común hace posible que el sometimiento de un pueblo al dominio del otro no implique su negación ni vuelva ilegítima su cultura”6, a diferencia de la conquista española. 1.2 La Colonia El mosaico, encontrado por los españoles -que incluye procesos de transición, pueblos sojuzgados por otros, y alianzas en forma de confederaciones-, propició un reagrupamiento de los entonces sometidos en torno a los conquistadores lo que hizo más breve la conclusión de las confrontaciones armadas. 5 BONFIL (1990), p. 115. 6 Ibid., p.116. 15 “Consumada la conquista militar, los españoles iniciaron la destrucción progresiva de las bases materiales que permitían la reproducción de las condiciones de vida de la comunidad indígena”7, sin detenerse en documentar la forma de producción de los indígenas y mucho menos analizar la racionalidad económica, por lo que se explica que los pocos documentos que los españoles elaboraron ó recogieron sobre economía se refieran únicamente a los tributos, a la fuerza de trabajo y a los recursos naturales y no exista información sobre el porqué y el cómo de la organización económica, esto en virtud de “la doble necesidad del conquistador de plantar , por una parte, los enclaves económicos que aseguraran el establecimiento de la empresa colonizadora, y por otra, evitar la continuidad y restauración del modo de producción nativo”8. El mismo desinterés estuvo en los frailes y misioneros que acompañaron al soldado, ya que “elaboraron admirables y minuciosos vocabularios lingüísticos, crearon métodos sistemáticos para recolectar y analizar la información, y sobre estas bases compusieron obras extraordinarias, acerca de la religión”9, a fin de producir elementos imprescindibles para su misión de adoctrinamiento y conquista espiritual. Así, en los primeros tiempos de la Colonia, “se destruyeron los niveles superiores de la organización social mesoamericana (los que correspondían a los estados, señoríos y unidades étnicas más amplias que la comunidad local) y se eliminó, físicamente en muchos casos, a los integrantes de los grupos dirigentes, es decir, a los sacerdotes y sabios y a los jefes militares y políticos. Sólo en el ámbito restringido de la comunidad local pudieron sobrevivir algunas antiguas formas de autoridad, ahora mediatizadas y puestas al servicio de los intereses de la colonización”10 Las epidemias, el trabajo forzoso, el reacomodo en el territorio, también involuntario, la desaparición de señoríos, la persecución de las elites y la irrupción abrupta de la pretendida imposición de una forma de vida y de entender el mundo, resultó mucho más grave para la reducción de la población indígena que la lucha armada. La catástrofe demográfica que implicó una reducción de 90% de la población originaria durante los 7 FLORESCANO (1977), p. 72. 8 Ibid. 9 Ibid. 10 Ibid., p. 125. 16 primeros 100 años de la colonia11 es el principio de una diferenciada pero constante agresión, despojo y marginación que ha durado más de cinco siglos. La corte española tuvo intensas discusiones para dilucidar si los indios tenían alma y por tanto podían considerarse seres humanos. Estas resultaron pautas para los ordenamientos jurídicos específicos aplicables a su tajada en tributo y en trabajo, carga que se fue haciendo insoportable, con relación al tributo y al trabajo, es necesario aclarar que “aunque ambos descansan, a fin de cuentas, en el esfuerzo físico e intelectual del indio, la distinción es conveniente porque el “trabajo” se empleó en empresas españolas en las que contaba cada indio individualmente, como fuerza física, en tanto que el “tributo” se extraía de la riqueza generada en las comunidades, aprovechando el total de sus recursos: su tierra, sus formas de organización, sus conocimientos, sus habilidades, su cultura toda”12. La construcción y mantenimiento de las grandes obras de riego, protección hidráulica quedaron bajo la responsabilidad de los cabildos indios o de las haciendas o empresas mineras, pero cuya mano de obra la constituía el trabajo forzoso sin remuneración.13 Particular importancia tiene como forma extraordinaria de explotación, el llamado repartimiento forzoso de mercancías al que sometían los alcaldes mayores o corregidores a los indios, que consistía en la compra obligada de bienes a crédito que incluía una tasa usuraria de interés, que en muchas ocasiones se pagaba con bienes a precios castigados, práctica que, como muchas otras, se prohibieron, sin que tal prohibición operara. La evangelización constituyó otro proceso violento que forzó a los españoles encargados de la tarea a estudiar lenguas indígenas, estableciéndose la cátedra del náhuatl y el otomí, en la Universidad de México cerca de 30 años después de que ésta fue creada.14 Simultáneamente se prefiguraba el vano intento de uniformar el idioma de 11 WARMAN (2003), pp.46-47.ROSEMBLATH, Ángel estima que había 4.5 millones; COOK y BORAH dicen que 25.2 millones y en el año 1625 la población sólo era de 700,000 habitantes. 12 Ibid., p. 137. 13 Ibid., pp. 203-204 alude al tequio y fajina que se conserva como costumbre hasta hoy para el mantenimiento de obras públicas; y al gran deterioro de la infraestructura en zonas indígenas durante la colonia. 14 Ibid., p. 92 la universidad a la que no tenían acceso los indígenas y las castas se fundo en 1551. 17 la Nueva España que en el siglo XVIII con padrinazgo del Arzobispo Lorenzana llegó a plantearse la desaparición de las lenguas originarias y la generalización del español, afán que se mantuvo durante los dos siglos siguientes, aunque con diferente intensidad.15 En cuanto a la tierra, no obstante las ordenanzas de la segunda mitad del siglo XVI para proteger la propiedad comunal de los indígenas y dotar de tierras a los pueblos que las solicitaran, al coincidir con la catástrofe demográfica, el auge del repartimiento forzoso y el obligado cambio de regiones de contingentes indígenas para atender las necesidades del Bajío, el resultado práctico fue que “…las tierras ancestrales de los indios, se quedaron sin documentar, sin títulos que las ampararan del despojo. La posesión formal de las tierras comunales… (de) los indios se congeló cuando la población indígena se encontraba más mermada…” y cuando se presenta presión por tierras al restablecerse el crecimiento de la población indígena, los españoles compusieron la propiedad de sus latifundios.16 El comercio también fue un mecanismo de explotación de los indios. Ellos debían, en los primeros tiempos coloniales, asegurar con su producción el abasto de las ciudades, no sólo con los tributos en especie sino también con la venta de los alimentos necesarios. Los alcaldes mayores adelantaban dinero a los indios de su distrito como pago anticipado e irrisorio de sus cosechas, que después revendían a su verdadero precio. La estructura de los tianguis indios se conformó como un sistema de satélites de un mercado regional situando como eje articulador a la ciudad criolla más importante, de donde surgió una red de intermediarios de todas las castas entre los mercados principales y los tianguis locales. La estructura comercial de la Nueva España estaba severamente fragmentada por los privilegios, estancos y monopolios que se concedían a las corporaciones raciales de la sociedad. Para superar la fragmentación (¿superar?) del mercado, un gran número de intermediarios hacían llegar los productos mercantiles 15 Las tareas de educación de los indígenas siempre vinculado al proceso de evangelización tiene matices humanos como e Hospital Pueblo que Vasco de Quiroga fundó en 1536. 16 Ibid., pp. 125-127, cita a Florescano, Enrique (1971) Estructuras y Problemas Agrarios en México (1550-1821) relata que el rey en 1687 y 1695 recuperó en Reales Cédulas la vieja ordenanza del Marqués de Falces expedida un siglo antes, para evitar la expropiación total de los pueblos indios por la conservación del fundo legal. Otra vez acátese pero no se cumpla. 18 hasta los indios, capturando una tajada del valor como ganancia en cada uno de los pasos de la transacción Por otra parte en el sistema político jugó un papel relevante la participación de las autoridades indias que sometidas a los españoles, hacían que la población indígena cumpliera las contradictorias demandas del gobierno colonial, ya que las autoridades (“señores naturales” o caciques, como les decían en las antillas) de los señoríos que rechazaban ese papel eran eliminados o sustituidos. El Gobierno colonial a través de los alcaldes mayores y corregidores depositaba en los cabildos indios las funciones de recolectar tributos, reclutar fuerza de trabajo, en fin mantener los indios en policía.17 Los cabildos indios, coincidentes en su primera etapa con los señoríos, tenían jurisdicción sobre varias localidades (la cabecera y los pueblos sujetos). Pronto se presentó la lucha entre los pueblos sujetos y las cabeceras para constituir sus propios cabildos, para constituirse en pueblos de por si. De esta manera se fraccionaron y multiplicaron las comunidades que se vincularon directamente con las autoridades españolas, pero que por la pulverización en el siglo XVIII, casi carecían de autoridad.18 A principios del siglo XIX se cancelan los tributos a través de los cabildos. La tierra en posesión de los indios se redujo como consecuencia de la expansión de los latifundios españoles. Aun así la propiedad comunal y la representación política de los pueblos a través de sus cabildos, que se habían fragmentado y multiplicado eran la línea de defensa de la república de indios.19 Desde el siglo XVII se instituyeron en forma generalizada las cofradías que eran asociaciones voluntarias que a través de pago de cuotas anuales fungían como mutualistas con características solidarias que cubrían costos de funerales y financiaban 17 Mantener a los indios en policía, significaba que se mantuvieran dentro de las reglas establecidas por los conquistadores. Que no alteraran el nuevo orden. 18 Ibid., pp. 141-150, donde también se abordan dos temas: los alcaldes mayores y corregidores que son eslabones de gobierno y fuente de enriquecimiento se llegan a cotizar y vender estas “plazas”, y las reformas borbónicas del último cuarto del S XVIII que en materia de organización territorial (12 intendencias más la de Chiapas, los corregimientos y alcaldías mayores se transformaron en 257 subdelegaciones). 19 En víspera de la independencia los indios se concentraban, como hasta ahora, en el sur sureste del territorio, en las sierras sobre todo. Las tierras serranas eran menos codiciadas por las haciendas frente a la abundancia relativa de tierras planas. 19 las fiestas religiosas. Las presidía un mayordomo, casi siempre un principal que había desempeñado cargos en el cabildo, La Iglesia, con las fiestas del santo patrón, y las cofradías proporcionaron el marco para la solidaridad mutualista, ante la ausencia de otras formas de solidaridad social. En torno a la figura de la mayordomía, que consiste en la selección, dentro del sistema de cargos, de la persona encargada de sufragar los gastos de las fiestas más importantes de las comunidades, cargo que recaía en personas que habían tenido años exitosos que les había permitido concentrar ciertas riquezas, razón por la cual además de confirmar el prestigio del seleccionado, representó, para muchos, una forma de redistribuir el ingreso. 1.3 El Siglo XIX Las fuerzas triunfantes de los dos movimientos sociales del siglo, en su afán declarativo igualitario, si bien rompen con los privilegios expresos atribuidos a las razas y castas, en la práctica debilitan aún más las estructuras defensivas de propiedad y de gobierno indígenas inmersas en la estratificación definida en la Nueva España.20 Decretada la independencia la pasión indigenista de los criollos se volvió patriotismo nacionalista e igualitario, que al no estar sustentada en una nación culturalmente homogénea y con historia compartida, sino en una sociedad basada en una pluralidad étnica, con la mayoría de la población, segregada21 y en condiciones materiales de rezago producido por la exclusión histórica, propicia la reproducción y profundización del rezago y la exclusión. Muchos de los integrantes de la clase gobernante consideraban a la pluralidad un pecado, una deficiencia que tenía que ocultarse, razón por la cual, con la bandera de la libertad se encubría la creciente desigualdad, y una discriminación oculta que se convirtió en una discriminación más agresiva que la precedente, al dejar de estar regulada, pero pasar a formar parte de la conciencia dominante y portanto una práctica común socialmente aceptada, de tal suerte que con frecuencia se consideró a los indios, tanto por los conservadores como por los liberales, como el mayor lastre que trababa el desarrollo del país, por el rechazo que “ellos” sentían por el progreso. En esta materia 20 Este trabajo no se plantea matizar las propuestas rescatables de Rayón, Morelos y Maximiliano (Carlota) y muchos más que no resultaron triunfantes. 21 INI-PNUD (2000b), p. 26. Aquí se señala que la población indígena en 1810 se estimó en 3.6 millones o el 60 % de la entonces población total del país. 20 resulta ilustrativo que después de haberse plasmado la expresión más avanzada y moderna del proyecto criollo individualista para superar el régimen corporativo colonial, con la Constitución de 1857, proliferaran los prejuicios contra las razas inferiores y sus mezclas, donde lo “científico” los identificaba con la decadencia racial y las deficiencias biológicas.22 En este siglo recobró fuerza el afán castellanizador con base en la supuesta superioridad del español sobre las lenguas indígenas que fueron calificadas como formas inferiores y vulgares del lenguaje o “dialectos”. Al establecerse la nivelación legislativa, se pusieron condiciones de ingreso mínimo para ser considerado ciudadano o restricciones para el ejercicio de los derechos cívicos a partir de requisitos que afectaban de manera directa a la población indígena, como eran el analfabetismo y la servidumbre doméstica23 “El embate contra la propiedad comunal por parte de los estados de la federación fue simultáneo al acoso de los cabildos indios. En la década de 1820 expidieron ordenamientos desamortizadores o privatizadores de las tierras comunales en Chihuahua, Veracruz, Zacatecas, Puebla y México…Pero el gobierno federal fue el más precoz cuando en 1824 ordenó la desamortización de las parcialidades indias de la Ciudad de México.”24 La ley Lerdo que desamortizaba los bienes inmuebles en poder de las corporaciones civiles o religiosas y que sancionó un proceso ya iniciado contra la propiedad de los indígenas, afectó directamente las bases de su organización y de la reproducción de su cultura. Si a tal rompimiento se le agrega el que fueron proscritas las instituciones y gobiernos especiales de los indígenas, como es el cabildo o las “repúblicas de indios”, 22 WARMAN (2003), p. 77, que cita a Rojas Rabiela, Teresa (1987) “El indio en la prensa nacional mexicana del siglo XIX”, CIESAS, y Florescano, Enrique (1997). 23 CASO (1954), pp. 209-210. 24 Ibid., pp. 128-129, dice que impuesta la definición igualitaria de que todos los habitantes eran mexicanos, la existencia de los gobiernos privativos era considerada ilegal. Los cabildos fueron las primeras victimas de los criollos. Por otra parte resalta que en 1856 con la Ley Lerdo y en 1857 con la constitución, sólo sancionan un proceso ya iniciado. Por otra parte conviene resaltar que como se asienta en la P 180 el clero se consolida como el mayor latifundista concentrando más de la cuarta parte de toda la propiedad inmobiliaria, que se manejaban a través de muchas organizaciones religiosas y que generaban una renta mayor que el del gobierno nacional. 21 se les presenta un panorama en el que “sus comunidades fueron despojadas de personalidad jurídica, por lo que no podían concurrir a los tribunales para defender sus intereses colectivos. Su propiedad comunal fue disuelta…para favorecer la propiedad individual”25 de los hacendados. Las comunidades más fuertes en su organización, con frecuencia las más alejadas en su ubicación, conservaron su propiedad comunal y organización interna al margen de la ley, encerrándose para fortalecerse hacia el interior y debilitarse hacia el exterior. Las comunidades indígenas arrinconadas y encerradas, practicaron formas “autónomas” de gobierno donde predominaba la jerarquía cívico religiosa que conformaba el sistema de cargos con autoridades tradicionales, que en cierta medida normaban el comportamiento interno de la comunidad y no pocas de sus relaciones con el exterior. El propósito formal de esos sistemas era la celebración de fiestas religiosas. Destaca la participación de toda la comunidad en el disfrute y pago del festejo mediante cuotas. Los mayordomos o cargueros principales eran los que rotativa y ascendentemente costeaban la fiesta a cambio de pertenencia y prestigio y la posibilidad de pasar a ocupar un puesto vitalicio entre los ancianos, principales o fiscales. Estos últimos escogían candidatos para desempeñarse como autoridades civiles. Los principales tomaban las decisiones por consenso. Frente a la abolición jurídica de cofradías y cabildos, las autoridades tradicionales indígenas absorbieron en un sistema único las funciones de ambos.26 1.4 El Mandato de Díaz Para algunos estudiosos la consolidación de la República coincide con el Porfiriato (1876-1910), situación que algunos atribuyen a la prolongada y ya muy necesaria paz obligada, junto con el espectacular crecimiento de la economía de mercado que en términos universales ha acompañado o precedido a las repúblicas liberales. El ejemplo más notable del tal crecimiento se concreta en que en ese periodo se tiende prácticamente toda la red ferroviaria que actualmente existe en el país, conectando la frontera norte y los puertos principales con los centros de consumo y, en algunos casos, 25 WARMAN (2003), pp. 28-29. 26 Ibid., pp. 153-157. 22 de producción, paralelamente se incrementó notablemente la inversión extranjera y el fomento de la minería y la industria textil se vio acompañada de un crecimiento acelerado en tales rubros. Las exportaciones crecieron 300%. Tal paraíso estaba acompañado de despotismo, represión, marginación y pobreza para la mayoría de la población y una concentración del poder y privilegios de la clase hacendada y las empresas extranjeras que, en su conjunto fueron el caldo de cultivo de la Revolución de 1910.27 La incorporación de tierras ociosas a la vida productiva se promovió con dos ordenamientos: En 1883 el decreto sobre colonización y compañías deslindadoras y en 1894 la ley sobre ocupación de terrenos baldíos, ordenamientos que resultaron funestos para las comunidades indígenas, puesto que desde la instauración de las leyes de reforma habían perdido el derecho a ser propietarios de la tierra.28 Entre 1883 y 1910 unas cincuenta compañías deslindaron 63 millones de hectáreas de las 200 que tiene el territorio nacional, quedándose las compañías con 21 millones de hectáreas como pago a su esfuerzo, los otros 42 millones fueron adquiridos al gobierno, básicamente por hacendados. La tierra se concentró en 9% de propietarios y por tanto 91% de quienes vivían en el campo carecían de derechos sobre la tierra.29 “A principios del siglo XX la cuestión agraria representaba uno de los mayores problemas de México. El 74 por ciento de la población era rural, clasificada como india o mestiza. Menos de 11 mil haciendas controlaban el 57 por ciento del territorio nacional, mientras 15 millones de campesinos 95 por ciento de las familias rurales carecían de tierra. Para 1910 el grado de concentración de la tierra en México era mayor que en cualquier otro país latinoamericano. Durante la dictadura de Porfirio Díaz, (1880-1910) clímax del periodo liberal, las comunidades indígenas perdieron el 90 por ciento de sus tierras”.30 27 ROSENZWEIG (1965). 28 FABILA (1990). 29 SRA (1997), pp. 26- 31, todo indica que los datos de la concentración de las tierras incluye a la de los indígenas. 30 Tannembaum, F. The Mexican Agrarian Revolution, 1929, en Randall, L. Reformandola Reforma Agraria mexicana, México, UAM, El Atajo, 1999, p. 27, y Klooster D. 1997, Conflict in the commons. Rules and conflicts around a common pool resource management in San Miguel Peral, Oaxaca, México, PHD Dissetation, Universidad de California, Los Ángeles, p. 119-120, citado en MERINO (2001). 23 Para José Velasco Toro, el proceso de acumulación capitalista, incluyendo la construcción de las vías férreas, despojó a los pueblos indígenas de sus tierras lo que generó levantamientos étnicos en diversos lugares, destacando, sobre todos, los que se presentaron en la Cuenca del río Yaqui, ya que “se mantuvieron durante todo el siglo XIX y bien entrado el siglo XX. La rebelión Yaqui encontró su energía en la firme convicción de que el área territorial ocupada por siglos y el uso de sus recursos les pertenecía en tanto grupo. Y en ese sentido afirmaron la lucha planteando su autonomía comunal y reconocimiento territorial”31. La concentración del poder política era absoluto y contaba con múltiples formas de control, que incluía desde los jefes políticos diseminados por Díaz en todo el país, hasta el uso del ejército, para defender a todos los propietarios de las turbas que, en muchas ocasiones osaban intentar escaparse de los grilletes representados por las deudas hereditarias que adquirían los peones acasillados. Además las haciendas, por su poder económico, político y social, parecían feudos señoriales en donde nada de lo que acontecía escapaba al control ejercido por el “señor propietario”. La política educativa oficial tenía como objetivo la eliminación de las lenguas indígenas y la promoción del castellano en todas las esferas. Justo Sierra en 1902 hace una declaración contundente donde concluye que “…la sola lengua escolar, llegará a atrofiar y destruir los idiomas locales…”32 Un dato importante es que para 1895 el Censo sólo registra 1 794, 293 habitantes hablantes de lengua indígena, que ahora sólo representaban 15% de la población total, frente al 60% estimado al estallar la guerra de independencia (3.6 millones), reducción que no encuentra una explicación lógica. Algunos supuestos, lo atribuyen a un sub registro provocado por la discriminación, persecución y maltrato a que fueron sometidos los indígenas. 31 VELASCO (1986), pp. 237-256. 32 WRIGHT (1998) en [http://www.prodygyweb.net.mx/dcwright/oto_edu.htm]. 24 II. LA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XX Y LOS PUEBLOS INDIOS La Revolución Mexicana como fenómeno político y social ha sido abordado por un gran número de estudiosos del tema con diferentes orientaciones y matices que la ubican en posiciones extremas, en cuanto a las fuerzas vencedoras de la contienda, las ideologías que representaban, su potencial de transformación social, su papel de liberador de las fuerzas productivas para facilitar el desarrollo del modelo económico dominante o para propiciar la instauración de un nuevo modelo. En el amplio mosaico de interpretaciones, abundan las posiciones intermedias ó aquéllas que la tipifican como algo único, singular y aislado del entorno universal, discusión que merece un espacio específico, por lo que sólo se abordarán aspectos vinculados con la población indígena, intentando no participar en la interpretación. 2.1 Período revolucionario Dentro de las manifestaciones previas a la lucha armada, las reivindicaciones que aluden específicamente a la población indígena no resultan abundantes, sino que se encuentran inmersas en los planteamientos generales en torno a las reivindicaciones por la tierra y en contra de la concentración de su propiedad, y forzando un poco las cosas, algunos podrían atribuir potenciales beneficios para los indígenas, en las aspiraciones democráticas contra el monopolio del poder. Por esa ausencia específica, es importante destacar que en julio de 1906 el Programa del Partido Liberal Mexicano, que encabezaban los Flores Magón, dentro de sus reivindicaciones sociales incluye la protección de la raza indígena en su artículo 48.33 La restitución de las tierras a los pequeños propietarios privados de su propiedad por la ley de terrenos baldíos del Plan de San Luís y más específicamente, la devolución a los pueblos de las tierras de las que habían sido despojados del Plan de Ayala, son reivindicaciones que tocan directamente las posibilidades de subsistencia y reproducción de los indígenas. 33 TENA (1989). 25 Tomando en cuenta que cuando se habla de los constituyentes, se trata de una generalidad abstracta, por la composición de fuerzas que representaban intereses y visiones diferentes del país por construir, en los debates, al identificar a la educación como una de las prioridades nacionales, algunos constituyentes destacan como uno de los obstáculos fundamentales para avanzar en la consecución de los objetivos de la educación, a la existencia de muchas lenguas y culturas indígenas. Concepto y posición que predominó en los gobiernos post revolucionarios. La Constitución de 1917 incorporó las libertades y derechos de los ciudadanos, los ideales democráticos y federalistas de la Constitución de 1857 y las garantías sociales, entre las cuales destacan los referentes al trabajo, la tierra y la educación. Para muchos, las reivindicaciones captadas por el artículo 27 constitucional, genéricamente referida como la reforma agraria, constituyeron la base de la primera política pública del Estado Mexicano moderno hacia los indígenas.34 “El Régimen emanado del pacto revolucionario,… otorgó a los indígenas un nuevo trato en lo sustantivo y en lo adjetivo. En el aspecto sustantivo los dotó de tierra a través de la reforma agraria en un lapso prolongado y a un ritmo desigual en las diferentes regiones del país… [finalmente] los indígenas recibieron tierra en propiedad social… En lo adjetivo o ideológico, el indígena fue reconocido y ensalzado como el glorioso pasado en la forja de una nueva raza: la “cósmica”… [Sin embargo,] el verdadero heredero del glorioso pasado no era el indígena contemporáneo sino el mestizo revolucionario, que incorporaba y sintetizaba todas las etapas de la historia para arribar a un futuro luminoso”.35 Para el mismo Warman no sólo el concepto de la nación mestiza quedó cojo, por no incluir a los indígenas, sino que señala que el pensamiento de la “Revolución Mexicana”, en los indígenas vivos veía atraso, marginación, posición conservadora, sector disfuncional, por lo que a través de la educación y el progreso material, habría que incorporarlos a la nación mestiza para convertirlos en mexicanos y que adoptaran los valores de la cultura nacional. 34 WARMAN (2001), pp. 14 y 24. 35 WARMAN (2003), pp. 32-33. 26 Manuel Gamio es un estudioso de los pueblos indios que mantiene posiciones de avanzada como funcionario de los gobiernos post-revolucionarios. Al empezar el primer gobierno constitucionalista creó la Dirección de Antropología en la Secretaría de Industria y Fomento para generar y adquirir conocimientos científicos, acerca de las características somáticas, culturales, lingüísticas, socioeconómicas, de ambiente físico y recursos de las poblaciones indígenas y de sus relaciones para introducir a estos grupos a la vida y cultura nacionales. El mismo antropólogo destacado, Manuel Gamio, se hace protagonista de una enconada polémica, en torno al tipo de educación necesaria para el México del siglo XX, teniendo como interlocutor al connotado intelectual y, en ese momento, Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos.36 Gamio proponía la instalación de programas integrales –antropológicos, sociales y económicos- para adaptar el proceso educativo a las diferentes características prevalecientes en cadauna de las regiones indígenas y Vasconcelos planteaba la creación de un sistema educativo sustentado en un modelo único para todo el país y los sectores sociales, puesto que no consideraba pertinente diseñar programas especiales para los indios, lo que implicaba que todos los niños del país estudiarían con los mismos métodos y conceptos, que concuerdan con la visión de homogeneizar a todos los habitantes del país, para construir una sociedad moderna, basada en una raza fortalecida. Las respuestas institucionales vinculadas con los indios, en el primer tercio del siglo se presentaron en el ramo educativo. 2.2 Período post revolucionario Es así como en 1922 el gobierno federal inició un programa global de extensión de los servicios educativos en las zonas rurales e indígenas. Este programa reconocía que las condiciones económicas y culturales de estas zonas ameritaban un tipo de educación diferente al que se impartía en zonas rurales.37 En 1923 se creó el Departamento de Educación y Cultura Indígenas dentro de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para que a través de las Casas del Pueblo se atendiera a este segmento de la población, 36 LEÓN PORTILLA (1978), en INI (1978), p. 112. Vasconcelos es Secretario de la SEP de 1921 a 1924 (Fue encargado de educación y fomento entre noviembre de 1914 y enero de 1915 en el gabinete de Eulalio Gutiérrez). 37 INI (1964), p. 31. 27 aunque los logros fueran magros, pues al intentar consolidar las Casas del Pueblo como propuesta educativa diferenciada se desentienden de la especificidad de “los indígenas” y se convierten en escuelas rurales y el Departamento de Educación y Asuntos Indígenas en el Departamento de Escuelas Rurales.38 En los años 20 los maestros rurales debían evitar el uso de las lenguas indígenas en el aula, de acuerdo con la doctrina oficial conocida como el “método directo”. La prohibición oficial del uso de las lenguas indígenas constituyó un agravio más para la población originaria del país. En 1926 se fundó la Casa del Estudiante Indígena en el Distrito Federal con el propósito de integrarlos al contexto de la cultura nacional y para que regresaran a “evangelizar” a sus paisanos; sin embargo, los jóvenes educados en esta casa no volvieron a sus regiones. En 1933 la Casa del Estudiante Indígena es sustituida por 11 internados regionales o centros de educación indígena cuyo propósito era formar a jóvenes indígenas para que se constituyeran en los difusores de los programas gubernamentales. Siendo Cárdenas presidente, un grupo de lingüistas desarrolla el Proyecto Tarasco que se constituye en el primer esfuerzo para preparar personal indígena para que activamente utilizara técnicas lingüístico-pedagógicas adecuadas para el caso. Con Base en los lineamientos del Proyecto Tarasco, Cárdenas invitó a México al Instituto Lingüístico de Verano (ILV) para que coadyuvara, en la tarea de estudiar las lenguas indígenas de México, preparara alfabetos y cartillas y promoviera la educación en lenguas indígenas. Al concentrarse el ILV en sus actividades evangelizadores, y desatender lo convenido, los resultados se desvirtuaron. En 1939 se crea el Instituto Nacional de Antropología e Historia, para profundizar en el conocimiento de las culturas indígenas y en la protección del patrimonio cultural, en el marco del nacionalismo integrador y hegemónico. El sistema educativo federal en las zonas rurales creció de manera explosiva, pasando de 309 escuelas rurales en 1922 a 3,695 en 1930 y a 11,743 en 1940.39 38 HERNÁNDEZ (2000), pp. 18-19. 39 WRIGHT (1998), en [http://www.prodigyweb.net.mx/dcright/oto_edu.htm]. 28 En 1940, todavía en el periodo cardenista y a instancias de Manuel Gamio, se llevó a cabo en Pátzcuaro, Michoacán el Primer Congreso Indigenista Interamericano, momento en el que era plenamente aceptada la hipótesis integradora de los indígenas a través de la educación. Una de las resoluciones trascendentes fue la organización del Instituto Indigenista Interamericano (III), que incorporaría como filiales a los institutos nacionales que se fueran creando, otra, consistió en que se sentaron las bases para el nacimiento del Instituto de Alfabetización para Indígenas Monolingües, que junto con el Proyecto Tarasco, constituyeron los cimientos para que la castellanización no implicara la pérdida de las lenguas maternas. En 1944 se crea la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Bajo la premisa de que los indígenas se incorporarían a la nación a través de la educación y el progreso material se fueron creando las instituciones que se han mencionado, pero que culminan su primera etapa, en términos de voluntad política, con la creación del Departamento de Asuntos Indígenas en 1936, como instancia autónoma y vinculada directamente con el Titular del Ejecutivo Federal y con facultades para: • Estudiar los problemas fundamentales de las razas aborígenes y dictar las medidas y disposiciones, con acuerdo del Presidente para lograr que la acción coordinadora del poder público redunde en beneficio de los indígenas. • Promover y gestionar ante las autoridades federales y estatales todas aquellas medidas ó disposiciones que conciernen al interés general de los núcleos de población indígena. En 1936 se creó la Comisión Intersecretariales de la alta y baja Sierra Tarahumara y en 1937 las dos comisiones intersectoriales para el estudio y la planeación de regiones indígenas, la del Valle del Mezquital y la de la Mixteca oaxaqueña. Las altas inversiones de La Comisión Nacional de Irrigación, y los proyectos elaborados durante el cardenismo, son expresiones específicas de lo que fueron los primeros intentos de planeación, como resultado concreto del primer plan sexenal 1934-1940, en el que las prioridades fueron la atención de lo rural, incluyendo el reparto agrario, el 29 mejoramiento de la educación y la salud y sentar las bases para el desarrollo de los distritos de riego y por tanto de la agricultura de exportación. Con relación a la llamada reforma agraria, no obstante las discusiones y disposiciones reglamentarias al artículo 27 constitucional, legisladas entre 1917 y 1934 para normar el proceso de restitución y donación, los resultados prácticos casi fueron inexistentes, por los procesos lentos y tortuosos, para algunos y por la falta de voluntad política para otros. En contraste entre 1934 y 1940 se repartieron 18 millones de hectáreas40 y se realizaron importantes reformas legales, dentro de las que destaca, por sus efectos en la población indígena, la reglamentación del procedimiento para la confirmación y titulación de los bienes de las comunidades y de la comunidad como régimen agrario. También se creó, en esos años, el Departamento de Asuntos Agrarios. La importancia concedida a lo indígena en el 1936, tuvo un claro retroceso en 1946, cuando el Departamento (autónomo) de Asuntos Indígenas, se convierte en una Dirección General dependiente de la SEP. Con relación al comportamiento de las autoridades tradicionales durante los gobiernos post revolucionarios, se configura una componenda casi generalizada, durante la hegemonía del partido único, puesto que el PRI y sus antecesores registraban como propios a los que designaban las comunidades, de tal suerte que en sus estatutos reconocieron “los usos y costumbres”. Otro comportamiento poco saludable, social y políticamente que llegó para quedarse, fue la proliferación de secretarios de los ayuntamientos que desarrollaron poderes, muchas veces superiores a los de los presidentes municipales, con el agravante de que en no pocas ocasiones, tal poder se ha consolidado con corruptelas de diferente índole.41 Tomando en cuenta que el clero, mantiene en muchasregiones, funciones de intermediación, con la población indígena, la cruzada educativa de la tercera y cuarta 40 Al leer el diario de los debates de la Reforma decimoquinta al 27 constitucional, el senador Ramírez Mijares habla de 20 millones, pero de cualquier manera fueron muchas, de buena calidad y con destinatarios diferentes al los dotados por Díaz Ordaz. 41 También resulta relevante mencionar que la reforma agraria trajo consigo una estructura de gobierno formal que en algunos casos, se fusionó con el tradicional, en otros convivió y en algunos más se separó. El trabajo colectivo se analiza como forma de solidaridad que se mantiene y cohesiona. WARMAN (2003), pp. 234-236. 30 década del siglo XX tuvo componentes anticlericales que provocaron resistencia entre los indígenas, por lo que, además de limitar los resultados en materia educativa, se impidió que se quebrara el vínculo estructural entre las formas tradicionales de gobierno indígenas y la iglesia católica. En el mismo período, al presentarse casos de integrantes de un colectivo que cambian de religión, bajo la influencia del ILV, inicia un fenómeno que altera, el entramado de relaciones de cargos y reciprocidades que rigen el comportamiento de las comunidades, produciéndose desde el aislamiento voluntario de prácticas solidarias, hasta la violencia máxima, pasando por la expulsión de territorios. Tales desprendimientos cobraron mayor fuerza en el último tercio del siglo XX. Los resabios de la estructura satelital descrita para las regiones de refugio, por Aguirre Beltrán, en donde, existe una dependencia tanto de los municipios indígenas del municipio principal manejado por ladinos, como de las localidades sujetas con respecto a las cabeceras, sigue representando un fenómeno que origina por un lado que, al menos, durante la primera mitad del siglo XX, las autoridades estatales reprodujeran los apoyos que permitieron mantener subordinados a los municipios indígenas y por otro se ha mantenido la demanda de fraccionar más los municipios.42 Los usureros ladinos tuvieron su expresión más extendida en el manejo del avío de la producción agropecuaria, entendida como una fuerte reminiscencia del repartimiento forzoso de mercancías. Tal práctica ha sido ampliada a la producción artesanal, financiar la migración y costear la mayordomía.43 Al concluir el proceso armado de la Revolución Mexicana, la población mexicana era eminentemente rural44, y algunos procesos industriales se vieron afectados por la ocupación de los transportes para otros propósitos, pero la presencia de fenómenos mundiales que afectaron sensiblemente a todos los mercados, como fueron, la crisis de 1929, preparativos de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de ésta, sentaron las bases 42 WARMAN (2003), pp. 157-159. 43 Ibid., pp. 213-215. También se plantea una discusión sobre el papel de la mayordomía, cuestionando su función redistribuidora del ingreso y por tanto de la llamada economía de prestigio. 44 70% de la población vivía en localidades menores a 2500 habitantes y 9 % de los habitantes del campo concentraban la propiedad de la tierra. 31 para que las prioridades del Estado iniciaran un giro para fomentar la actividad industrial y financiera, situación que se concreta, hasta la posguerra, tiempo en el que el destino de la inversión pública pretende orientar a la inversión en su conjunto, consolidando la estructura corporativa que inicia el fortalecimiento de las cúpulas empresariales que encabezan lo sectores secundario y terciario de la economía.45 45 Es frecuente encontrar en los economistas del hubiera, la reflexión sobre el que México desaprovechó el momento en que los norteamericanos se concentraron en la producción de guerra, para desarrollar nuestra industria de bienes duraderos, lo que podría haber evitado, generar empresarios parásitos, por el modelo cerrado y proteccionista que amparó la sustitución de importaciones. Pertinente es comentar que, el cambio de prioridades, fue sentando las bases para la futura crisis agropecuaria, al ser los empresarios también beneficiarios de los temporales excedentes del campo en los tiempos que el sector era exportador neto. 32 III. EL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA La estructura corporativa en plena consolidación46 se vincula con el -después bautizado como- desarrollo estabilizador. Al terminar la década de los 40 se aprecia un crecimiento económico firme, pero con una distribución regional desequilibrada, que se pretende atender a través del intento de planificación regional con base en las cuencas hidrológicas, que se basa, parcialmente en las propuestas de Ángel Bassols Batalla en la materia. En 1947 cobran fuerza las acciones tendientes a orientar el desarrollo integral de las regiones del país, con base en las cuencas hidrológicas y algunas de las comisiones creadas con ese criterio tuvieron fuerte impacto en las regiones de refugio, como la Comisión del Papaloapán, y de las regiones indígenas del Valle del Yaqui47. 3.1 La consolidación del indigenismo integracionista (1947-1970) Con el fundamento de que el crecimiento tampoco había beneficiado a amplios sectores, que algunos mostraban condiciones de marginación y rezago evidentes y como respuesta a los compromisos internacionales adquiridos con el Instituto Indigenista Interamericano, el 10 de noviembre de 194848 se expidió la ley que creó al Instituto Nacional Indigenista (INI), siendo su primer Director General49 el ilustre arqueólogo y abogado mexicano Alfonso Caso. El INI nació como filial del Instituto Interamericano Indigenista y se le faculta en sus artículos 2 y 12 para identificar, proponer y promover la puesta en marcha de las medidas de mejoramiento que requiera la población indígena, precisando que las Secretarías y Departamentos de Estado colaborarán con el Instituto para cumplir con el plan que defina su Órgano de Gobierno, y los obliga a considerar recursos financieros necesarios en su presupuesto para el efecto, que no podrían ser transferidas a otros propósitos. En lo que se refiere a su estructura de gobierno, la Ley de creación del INI estableció que contaría con un Consejo integrado por el Director y representantes de las Secretarías de Estado relacionadas con el medio rural, el Departamento de Asuntos 46 SÁNCHEZ (1999), p.59. En su nota número 69 alude a Lorenzo Meyer en “El primer tramo del camino” en Historia General de México”, 1988, T.II., pp. 1308-1309. 47 SPP (1985), pp. 48 y 49. 48 Se publicó en el DOF el 4 de diciembre de 1948. 49 Presidió el INI de 1948 a 1970. 33 Agrarios, El Banco de Crédito Ejidal y cuatro instituciones académico-culturales: el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y la Sociedad Mexicana de Antropología. Las declaraciones del primer Director General del INI muestran la manera de ver al indígena, por la alta burocracia, pues al definirlo a través de cuatro criterios: raza, cultura, lengua y psicología, en el sentido de pertenencia o filiación, le asigna a la raza un papel disminuido.50 También plantea Caso que “…como política, el indigenismo consiste en una decisión gubernamental, expresada por medio de convenios internacionales, de actos legislativos y administrativos, que tienen por objeto la integración de las comunidades indígenas en la vida económica y social de la Nación…”.51Además de continuar con el “integracionismo” planteado en el Primer Congreso Indígena Interamericano de 1940, deja patente el papel tutelar que se le otorga al INI con relación a los indígenas:“… no deseamos que la comunidad indígena permanezca indefinidamente bajo nuestro control y dirección. [Sólo] cuando la comunidad haya aceptado los cambios culturales indispensables [y cuando] haya sido puesta en el camino de su integración”, afirmó, concluiría la sujeción de las comunidades indígenas.52 Durante los años que siguieron a la creación del INI, los operadores del indigenismo, entre quienes destacaba Gonzalo Aguirre Beltrán53, diseñaron un camino alternativo a la incorporación individual o comunitaria de los indios, a través de la teoría de la integración cultural que dio sustento a la acción de los centros coordinadores indigenistas y que proponía la transformación de las regiones interculturales de refugio. El 21 de marzo de 1951 se creó por decreto presidencial, el primer centro coordinador en los Altos de Chiapas, que fue concebido como una agencia de desarrollo integral, 50 WARMAN (2003), p. 82, donde también se muestra que al no contemplar para su definición la situación socioeconómica, se queda corto con respecto a lo planteado por Manuel Gamio muchos años antes, pero lo significativo es que ahora la postura de Caso era de aceptación generalizada en el medio de los que podían influir en las políticas públicas (académicos y burócratas influyentes en el medio). 51 CASO (1978), p. 9. 52 SÁNCHEZ (1999), p. 43; que cita a Alfonso Caso (1962), “Los ideales de la acción indigenista”, en Los centros coordinadores, México, INI, p. 7-13. 53 SÁNCHEZ (1999), p. 44; cita a Aguirre Beltrán (1991), Obra Antropológica IV. Formas de gobierno indígena. La “Revolución [sacrificó] el principio de la libre determinación de los pueblos para regirse conforme a sus propios patrones, pues consideró más valiosa meta la consecución de la unidad nacional como requisito ineludible de un progreso efectivo y de un modo de convivencia mejor…”. 34 cuyo propósito era funcionar como catalizador del mejoramiento de las comunidades indígenas, a través del proceso de transmisión cultural a los indios, que les permitiría vencer el rezago e integrar a los indígenas a la sociedad nacional. Entre 1952 y 1954 se crearon 6 centros coordinadores más en Chihuahua y Oaxaca y cinco más en los siguientes 8 años, en Yucatán, Oaxaca, Nayarit, Guerrero y Michoacán. Estos centros coordinadores indigenistas (CCI)54 desarrollaron programas para impulsar la agricultura, la zootecnia, la salud, la educación, la resolución de conflictos agrarios y especialmente para construir caminos, puesto que se trataba de regiones completamente aisladas. En las 11 regiones con presencia de CCI se intentó romper con el aislamiento que existía en las comunidades al poner en marcha el programa caminero que consistía en la apertura de brechas de penetración apoyadas con maquinaria del INI y en el trabajo comunitario (tequio o fajina), habiendo tenido que vencer la desconfianza inicial de los indios. Los CCI se integraron con antropólogos, agrónomos, zootecnistas, abogados, economistas, médicos, ingenieros civiles y profesores, entre otros, quienes se apoyaban para el desarrollo de sus actividades en jóvenes indígenas, capacitados in situ como auxiliares directos en la alfabetización y en la enseñanza de la lengua materna. En ese intento integrador, el INI desde la década de los 50 capacitó a promotores culturales bilingües para alfabetizar a los indígenas y prepararlos para participar en el sistema educativo nacional, que devino en el Programa de Promotores Culturales Bilingües de la SEP en 1964 y en la Dirección General de Educación Indígena de la misma SEP en 1978.55 En el ámbito internacional México se mantiene participando activamente al apoyar la propuesta del que se convertiría en el convenio 107 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y suscribirlo en 1959, relativo a poblaciones indígenas y tribales, cuyo propósito protector de los pueblos indígenas se inscribía en el pensamiento prevaleciente, de hacerlo a través de su integración a las colectividades nacionales. Hoy, parecería para muchos una posición limitada y ya superada, pero no hay que cantar victoria, porque posiciones como esta o más regresivas están muy 54 SÁNCHEZ (1999), p. 46-47; cita a Aguirre Beltrán (1991) y concluye que el objetivo es la constitución de una región cultura homogéneamente integrada. 55 WARMAN (2003), p. 97; cita a Aguirre Beltrán (1983), “Las lenguas Vernáculas: la experiencia de México”, Ediciones de la Casa Chata. 35 arraigadas en amplios sectores de la sociedad, mayoritariamente urbana, y en los programas de los partidos políticos “liberales”56. En sus primeros años de vida, el INI tuvo un gran impacto político en las regiones indígenas, puesto que se constituyó en un freno para que los caciques locales, presidentes municipales y hasta gobernadores, siguieran oprimiendo y controlando a los indígenas libremente.57 En el mismo periodo los CCI también fueron instrumento de penetración y control del gobierno federal en zonas aisladas del país para implantar estrategias de desarrollo que no contaban con el consenso de la población que se afectó, por lo que se llegó a lesionar la organización y cultura de los indios. Destacan por su magnitud los reacomodos de población indígena ocasionados con motivo de la construcción de las presas Cerro de Oro y Temascal, hoy Miguel de la Madrid y Miguel Alemán. Durante los años 50 y el primer lustro de los 60, el INI tuvo como propósito establecer las bases necesarias para lograr el desarrollo económico, por ello se hizo cargo de la construcción de infraestructura caminera, sanitaria y educativa, así como, de apoyar el aprovechamiento forestal en diversas regiones a través de la intervención directa y asesoría, destacando la de la Sierra Tarahumara y los Altos de Chiapas. También se iniciaron proyectos de piscicultura y acciones para evitar el intermediarismo, la especulación y la escasez. En materia de educación, después de los primeros intentos de establecer escuelas puente en los CCI y de que los resultados no fueran los esperados, en 1961 se inició en la Sierra Tarahumara, el Programa Escuelas Alberge en la que los niños permanecían de lunes a viernes. Estas escuelas alberge contaban con aulas, comedor, cocina y dormitorios para niños y niñas. En 1962 se dio un fuerte impulso a las campañas de nutrición en zonas indígenas y a través de Instituto Nacional de Protección a la Infancia se daban desayunos escolares en las escuelas de los CCI. 56 Recordar que el PAN se oponía en 1991 a la reforma del artículo 4º constitucional. 57 NOLASCO (2003), p. 8; y ZEPEDA (1978). Tal freno, no impidió que se mantuvieran las relaciones de dominio pero, en algunos casos lo dificultó, en otros lo matizo y en otros más representó esperanzas de acabar con ellas. 36 En la Asamblea Anual del Consejo Técnico de la Educación de 1963, el gobierno de México aceptó por primera vez la necesidad de adoptar un enfoque integral en la educación india, la alfabetización en lenguas vernáculas y los principios y métodos de la antropología social como instrumentos para impulsar el desarrollo de la comunidad en las regiones de refugio indígenas. A partir de 1958 se impulsa la construcción de parques industriales, lo que refleja la prioridad que se le otorga al sector y se constituye en el principio del abandono paulatino al que se someterá al sector primario de la economía, lo que para muchos se constituirá en un factor de desequilibrio que presionará más adelante los saldos de la balanza comercial. Sin que se planteara concientemente, se inició demasiado temprano el desplazamiento a un segundo término de la voluntad política asociada a la planeación regional con sustento en
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