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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS 
 
Reflexión sociológica en torno al fenómeno de la 
anorexia nerviosa (analogía entre la patología 
individual y la patología colectiva en la sociedad 
actual) 
 
T E S I S 
 
Que para obtener el título de Licenciada en Sociología 
 
Presenta 
 
Ana Patricia Carreño Mondragón 
 
Director de tesis 
Dr. Raúl Rojas Soriano 
 
Agosto, 2008 
Neevia docConverter 5.1
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
Dedico esta tesis en primera instancia a la única persona que de manera 
excepcional me hace creer en la predestinación, a quien tuve la fortuna de 
reencontrar –bajo mi incipiente hipótesis de la isomería de las almas- durante el 
primer semestre de mi formación académica en esta Facultad; y quien por cerca 
de catorce años me ha acompañado incólume, incondicional y constante, me 
refiero a mi esposo Sergio Yañez H., amigo, colega, amor, cómplice y todo, (diría 
Mario Benedetti). Asimismo, a nuestros amadísimos hijos Serxio Samuel y Mikel 
Orlando, razones y motivos para no claudicar; y desde luego a mis padres (María 
Teresa y Samuel), a Lucía, Samuel y Teresa, (mis hermanos), y a mis tías Isabel y 
Margarita ( ). 
 
Asimismo, expreso un especial agradecimiento a la Mtra. María del Carmen 
Bermejo M. ( ), quien me infundió la disciplina y el amor por la redacción; y desde 
luego al Dr. Raúl Rojas Soriano, quien se aventuró a otorgarme la confianza, la 
paciencia y la asesoría necesarias para elaborar la presente tesis, pero sobre todo 
me transmitió la certeza en la necesidad de la pasión para llevar a efecto esta 
inacabada labor del Sociólogo para que los frutos rendidos no sean sólo para uno 
mismo sino también para los demás. 
 
 
 
1
Ana Patricia Carreño Mondragón 
 
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2 
“Por mi raza hablará el espíritu” 
Ciudad Universitaria, agosto de 2008 
DE NUEVO 
 
Me arrojé de nuevo a tus brazos 
y me recibiste con la misma dulzura; 
aunque me recriminaron buscarte 
no hice caso; 
simplemente deseaba esa tranquilidad 
que me succionaste apasionadamente. 
Eres mi vicio pleno, 
¿no me rechazas?, 
que escurriéndose mi vida 
me propongo tomar valor 
de donde sea… 
y tú me abrasas 
con tu calor fraterno, 
me duermes las sensaciones 
que por momento son fastidio; 
recoges mi llanto ahogado, a cuajos, 
el que camina dentro de mí; 
te bebes mi debilidad 
y yo… 
 me clavo tu fuerza. 
 
Ana (18 de enero de 1995), 
paciente anoréxica desde 1990. 
 
 
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3 
ÍNDICE 
 Página
Introducción 5
 
Capítulo 1 
La patología individual, el fenómeno médico 19
1.1 ¿Qué es un trastorno alimentario? 20
1.2 Anorexia nerviosa: clínica y epidemiología 27
 1.2.1 El cuadro clínico 35
 1.2.2 La encrucijada: anorexia nerviosa, bulimia y bulimarexia 38
1.3 Terapéutica y profilaxis 40
 1.3.1 Experiencias y opciones 45
 
Capítulo 2 
La delgada línea: el contexto 49
2.1 La sociedad de consumo 51
2.2 El ideal de belleza y su imperio 55
2.3 Mundialización e importación de cánones 68
 
Capítulo 3 
La patología colectiva, algunos indicios 73
3.1 Expansión de la anorexia nerviosa 74
3.2 Los medios de comunicación y la sociedad incomunicada 83
3.3. La crisis axiológica 88
3.4. El individuo solitario, la sociedad atomizada 93
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4 
 
 
Capítulo 4 
La reconciliación histórica: el punto de encuentro 98
4.1 Anoréxicas célebres (la historia) 100
4.2 Anoréxicas anónimas (la actualidad) 107
 
Capítulo 5 
Las dos caras del hambre 122
5.1 Insatisfacción de los cuerpos, insatisfacción del espíritu 122
5.2 El hambre que sublima… vacío individual y vacío social 132
 
Conclusiones y sugerencias 148
 
Anexos 153
 
Bibliografía y fuentes 182
 
 
 
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5 
INTRODUCCIÓN 
 
A lo largo de su historia la Sociología, como disciplina científico-social, se ha visto 
enriquecida con el aporte de eminentes teóricos como Emile Durkheim, Auguste 
Comte, Max Weber, Karl Marx, George Herbert Mead, C. Wright Mills, Georg 
Simmel, Talcott Parsons, Erving Goffman, Gilles Lipovetsky, Zygmunt Bauman, ya 
sea directa o indirectamente, sin embargo al ir acorde con el desarrollo humano su 
labor es inacabada e ilimitada pues implica un quehacer constante, que se 
enriquece de los aportes anteriores para dar respuesta a las inquietudes y 
cuestiones presentes y futuras de la actividad social. 
 
Como una fase más del proceso formativo en el área de las Ciencias 
Sociales, los egresados de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la 
Universidad Nacional Autónoma de México, al concluir nuestros estudios de 
Licenciatura estamos comprometidos con nosotros mismos y con la institución 
para emprender un trabajo investigativo de carácter innovador, el cual constituye 
la tesis para obtener el título y al mismo tiempo poder acceder a grados 
posteriores; es decir, la licenciatura se erige como uno de los muchos escalones 
que conforman el intermitente desarrollo profesional, aunque quizá sea el más 
importante por ser el primero de ellos. 
 
En lo particular, como egresada de la licenciatura en Sociología de esta 
Facultad, quien sustenta la presente tesis ha plasmado en las páginas 
subsecuentes el resultado del trabajo final, con el propósito de contribuir, 
consciente que será de manera mínima, al desarrollo científico de la Sociología y a 
la posterior elaboración de propuestas para solucionar la problemática que 
representa nuestro objeto de estudio: la anorexia nerviosa en el actual contexto 
histórico, cultural y social. 
 
Asimismo, este trabajo concebido en primera instancia como un proyecto de 
investigación, surgió y fue presentado ante la Coordinación de Sociología de la 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, bajo la dirección del Doctor. 
en Sociología Raúl Rojas Soriano, con el título inicial: Reflexión sociológica en 
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6 
torno al fenómeno de la anorexia nerviosa (analogía entre la patología individual y 
la patología colectiva en la sociedad mexicana. Caso referencial: Ciudad de 
México 1990-2000); pero, conforme avanzaron la investigación y estructuración 
del mismo sufrió modificaciones, aunque no así en su esencia, con lo que para su 
presentación final, quedó al amparo del título: Reflexión sociológica en torno al 
fenómeno de la anorexia nerviosa (analogía entre la patología individual y la 
patología colectiva en la sociedad actual), en virtud de la metodología empírica 
aplicada y de la sustentación teórica que lo compone. 
 
Cabe aclarar que la inquietud por este tema surgió hace más de veinte años 
después de haber conocido el caso de las gemelas australianas Rachel y Claire 
Wallmeyer1, a través de una publicación de divulgación sensacionalista donde se 
hacía referencia a su mutuo “acuerdo” de ayuno voluntario; razón por la cual 
primero se trató de una “curiosidad” pueril. No obstante, tras el paso de los años 
cobró fuerza el interés por este fenómeno de características antaño peculiares, y 
se formalizó durante el transcurso de la licenciatura, esencialmente entre 1995 y 
1997, cuando aún no se hablada de un boom de la anorexia nerviosa y otros 
trastornos de la alimentación. 
 
El argumentopara plantear la anorexia nerviosa, entidad a la que 
comúnmente se enmarca en el ámbito médico y clínico, como un fenómeno 
susceptible de estudio sociológico dentro de la presente tesis, consistió en que su 
relevancia yace, de acuerdo con Durkheim, en la imposibilidad de desvincular al 
actor social de su entorno; y de acuerdo con la experiencia obtenida durante el 
presente trabajo y sus consecuentes resultados, no podemos prescindir ni mucho 
menos ignorar la continua relación de reabastecimiento que sostienen ambas 
esferas (la individual y la colectiva), ya que el individuo es capaz de influir en su 
medio como, a la vez, y de manera casi simultánea e inmediata, también se ve 
 
1 Dicha publicación la tuve entre mis manos siendo aún una niña, razón por la cual espero se 
comprenda que no recuerde ni el título ni la fecha con exactitud. Resalto y rescato, no obstante, el 
impacto que tuvo en mí y que me guió, primero de manera inconsciente y después de manera 
apasionada, a emprender una investigación más seria y profunda en relación con esta particular 
relación “contractual” de ayuno, más allá de la fraterna, entre estas gemelas, a quienes tuve la 
oportunidad de ver nuevamente hace tres años en un programa televisivo, del que hago referencia 
en el capítulo 4. 
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7 
influido y vulnerado por éste, argumento que podemos sustentar con lo que al 
respecto Fromm señala: 
 
La entidad básica del proceso social es el individuo, sus deseos y sus 
temores, su razón y sus pasiones, su disposición para el bien y para el 
mal. Para entender la dinámica del proceso social tenemos que 
entender la dinámica de los procesos psicológicos que operan dentro 
del individuo, del mismo modo que para entender al individuo debemos 
observarlo en el marco de la cultura que lo moldea (Erich Fromm, El 
miedo a la libertad, p. 28). 
 
Inicialmente, la propuesta metodológica para emprender la investigación 
implicaba la recopilación de material bibliográfico, hemerográfico y de otro tipo de 
fuentes, en torno al tema de estudio, a la vez que la aplicación de encuestas a 
personas que padecen anorexia nerviosa y a población, de acuerdo con la 
epidemiología de este trastorno, susceptible de padecerlo. Sin embargo, durante 
la realización de esta tesis tuvimos la oportunidad de conocer la experiencia 
escrita de Ayelet (paciente anoréxica) y su terapeuta Tammie Ronen2; así como 
de acercarnos de manera personal a “Ana”, paciente que nos compartió su 
experiencia tras casi dieciocho años de cronicidad3. 
 
Lo anterior marcó un giro metodológico que nos llevó a tomar la decisión de 
referir ambos ejemplos como casos referenciales de la actualidad, debido a que la 
primera, si bien contemporánea a nosotros, desarrolló el trastorno en Israel, casi 
de manera simultánea y muy similar a la segunda, originaria y residente de la 
Ciudad de México; es decir, lo que llamó nuestra atención es que ambas tienen 
puntos de encuentro que a su vez pudieron relacionarse con aquella considerada 
como la anoréxica por excelencia de la historia: Catalina de Siena. 
 
Otro suceso que también determinó el viraje referido en relación con 
nuestro trabajo, fue la entrevista que el día 18 de febrero del año en curso nos 
 
2 El libro que escribieron tanto la paciente como su terapeuta ya citadas, se retomará en capítulos 
posteriores. 
3 Caso que también se refiere más adelante, principalmente en el capítulo 4. 
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8 
concedió en las instalaciones de Plinio 339 de la Ciudad de México, el Dr. José 
Armando Barriguete Meléndez, psiquiatra especialista en trastornos de la 
conducta alimentaria desde hace más de 22 años, y titular actual de la Clínica de 
Trastornos de la Alimentación del Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias 
Médicas Salvador Zubirán (INNCMSZ). Dicha entrevista permitió llevar a efecto los 
postulados del enfoque multidisciplinario y por la misma razón lograr una 
comprensión holística de la anorexia nerviosa, al mismo tiempo que nos permitió 
tener un acercamiento a nuestro objeto de estudio como fenómeno médico, 
humano y social de la actualidad. 
 
En este sentido, los casos referenciales (el histórico a través de la biografía 
de Catalina de Siena, y los contemporáneos mediante el acercamiento a las 
experiencias de Ayelet y “Ana”), de manera conjunta con la experiencia clínica 
referida por el Dr. Barriguete Meléndez –cuyo aporte fue de invaluable ayuda para 
la comprensión de la patología individual y su correspondiente relación con la que 
hemos sugerido como patología colectiva- nos permitieron replantear la necesidad 
de insistir en la labor de investigación más ardua y formal, que coadyuve al aporte 
de análisis y soluciones, puntos que retomamos y enfatizamos al conformar las 
conclusiones y sugerencias a las cuales llegamos al término de este trabajo. 
 
Asimismo, resta reconocer, con base en la experiencia obtenida al realizar 
el presente trabajo, las limitaciones en la estructura, las referencias y fuentes 
empleadas, así como en la necesidad de profundizar analíticamente no sólo en las 
cifras y los datos, sino también lo que nos reporta la experiencia, sea profesional o 
empírica, de los demás actores sociales, que como nosotros, estamos insertos en 
un contexto caótico el cual requiere nuevas herramientas de análisis, descripción, 
pero sobre todo de comprensión del acontecer humano. 
 
En este orden de ideas, podemos constatar que en el transcurso del devenir 
histórico, la crisis axiológica no había sido tan evidente como lo es ahora, o al 
menos la cotidianeidad humana no había derivado en una convivencia de 
soledades irreconciliables entre sí, muy probablemente exacerbada por los 
avances científicos y tecnológicos donde se hace latente el sueño de 
omnipresencia del ser humano, acortando la distancia del circuito comunicativo 
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9 
pero alargando aquella de la relación interpersonal. Es decir, el ser humano o 
sujeto social contemporáneo en su acelerada y no siempre consciente carrera por 
el sedentarismo –entendido como la delegación de los procesos y quehaceres 
humanos en la tecnología en pro de la máxima utilidad y el menor esfuerzo- ha 
disminuido no sólo éste en el ámbito laboral (individual y colectivo), sino también 
aquella dedicación inherente a su autoconstrucción. En este tenor destacamos lo 
que Gilles Lipovetsky señala: 
 
La libertad como la guerra, ha propagado el desierto, la extrañeza 
absoluta ante el otro. ‘Déjame solo’, deseo y dolor de estar solo. Así 
llegamos al final del desierto; previamente atomizado y separado, cada 
uno de hace agente activo del desierto, lo extiende y lo surca, incapaz 
de ‘vivir’ el Otro. No contento con producir el aislamiento, el sistema 
engendra su deseo, deseo imposible que, una vez conseguido, resulta 
intolerable: cada uno exige estar solo, cada vez más solo y 
simultáneamente no se soporta a sí mismo, cara a cara. Aquí el 
desierto ya no tiene ni principio ni fin (Gilles Lipovetsky, La era del 
vacío…, p. 48) 
 
Los postulados teóricos de Lipovetsky fueron claves para emprender esta 
investigación, así como confirmar mediante estadísticas y diversas fuentes, el 
boom de trastornos de la conducta alimentaria que presenciamos, principalmente 
en los últimos 10 años; sobre todo porque resulta preocupante cómo estas 
patologías sumen en la anemia, la desnutrición e incluso la muerte no sólo a las 
víctimas de dicho padecimiento sino también a nuestra sociedad, vulnerada ya de 
por sí por otros padecimientos como el SIDA, el cáncer cérvico uterino, e incapaz 
de solucionar desde una perspectiva humanística aquellas patologías que se 
estigmatizan como exclusivas del drama individual. 
 
Y es que la anorexia nerviosa fue calificada a mediados de la década de los 
ochenta del siglo XX, y referida en el Manual Diagnóstico y Estadístico delos 
Trastornos Mentales cuarta edición, (DSM-IV), por algunos psiquiatras ortodoxos, 
que se basan en esta herramienta de diagnosis básicamente como una 
enfermedad mental, consistente en un férreo rechazo a mantener el peso corporal 
mínimo normal, acompañado de un miedo intenso a ganar peso, a la alteración en 
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10 
la percepción de la talla o la silueta y en las mujeres a la ausencia de al menos 
tres ciclos menstruales; razón por la cual la anorexia se catalogó como una 
patología casi exclusiva de las preadolescentes y adolescentes pertenecientes a 
las clases económicamente desahogadas de los países desarrollados4, pues en 
este estrato donde el alimento era abundante podían otorgarse el “lujo” de no 
comer. 
 
No obstante, en México se ha reportado un aumento no sólo en los casos de 
anorexia nerviosa, sino también en las demás patologías de la conducta 
alimentaria, como lo reportan las cifras de la Encuesta Nacional de Salud y 
Nutrición (Ensanut), realizada en 2006 por el Instituto Nacional de Salud Pública a 
25 mil 6 adolescentes entre 10 y 19 años de edad, pues de acuerdo con dicha 
encuesta “3.2% de ellos practicó alguna conducta alimentaria de riesgo en los 
últimos tres meses, aunque en menor proporción el vómito inducido y la ingesta de 
medicamentos.” (Ruth Rodríguez, “Llaman a frenar…”)5. 
 
Asimismo, estos trastornos ya no son exclusivos de sectores urbanos,6 por lo 
que nuestra primera inquietud estribó en discernir cuál sería la explicación más 
acorde con nuestra realidad, considerando que este padecimiento ya no está 
determinado por un factor predominantemente etáreo7 ni económico, lo que a su 
vez permitió la estructuración de las siguientes preguntas de investigación: 
 
• ¿Qué antecedentes históricos han trascendido sobre la anorexia nerviosa? 
Cuestión que permitió establecer un acercamiento sociohistórico, 
fundamentado esencialmente en el caso de Catalina de Siena.. 
 
4 Josep Toro y Eric Vilardel en Anorexia Nerviosa, (1987) plantean que las víctimas de esta 
enfermedad, generalmente mujeres entre los 13 y 20 años de edad, pertenecen a una sociedad 
opulenta y desarrollada, donde no hay carencia de alimentos. 
5 Información consultada en: www.eluniversal.com.mx/articulos/39208.html, el martes 10 de abril de 
2007. 
6 En mayo de 1999, el entonces Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ), 
atendía pacientes de estratos desfavorecidos del interior de la República Mexicana. 
7 Se refiere al grupo de edad estudiado, por ejemplo adolescentes, que comprenden de los 12 a los 
20 años. 
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11 
• ¿Qué métodos terapéuticos, en general, y qué instituciones médicas y 
grupos de autoayuda existen en México, en lo particular, para abordar este 
y otros trastornos de la alimentación? 
• ¿Qué elementos existen actualmente para considerar el trastorno de la 
anorexia nerviosa como un problema de salud pública en la escala mundial, 
y cómo repercute ello en la sociedad mexicana? 
• ¿Cómo han influido los factores culturales, publicitarios y la sociedad de 
consumo en el incremento de personas que padecen este trastorno? 
• ¿La anorexia nerviosa ha traspasado el límite de la patología individual, de 
acuerdo con las estadísticas tanto de la Ensanut 2006 ya mencionada, 
como las de la Organización Mundial de la Salud, y se ha convertido en una 
patología colectiva? 
• ¿En medio de una sociedad atomizada, la adicción al hambre, una forma de 
denominar esta patología por las características que exhibe8, pretende 
saciar el vacío personal e interpersonal del individuo? 
• ¿Nuestra sociedad actual padece también una especie de anorexia que 
comienza a manifestarse a través de sus células (actores sociales)? 
 
Una explicación muy breve en relación con lo anterior, estriba en que la 
tendencia al aumento de la tasa de incidencia en trastornos alimentarios con 
cuadros clínicos antagónicos entre los distintos pacientes (pues de acuerdo con el 
Dr. Barriguete no ha conocido dos pacientes iguales). Lo anterior puede ser 
indicativo de que los signos y la sintomatología ya no responden exclusivamente a 
un ideal estético como se ha pregonado en el discurso “oficial”, donde se rinde 
tributo a la cultura de la delgadez, a manera de “capricho” propio de la opulencia 
económica y alimentaria sino, y aquí reside la idea central del presente trabajo, a 
que el desarrollo tecnológico y científico está devorando cada vez con mayor 
rapidez la condición humana a grados tales que la persona, en su afán por saciar 
su hambre de interrelación con sus semejantes y su entorno, se alimenta de la 
nada hasta identificarse con ella en un proceso de autosacrificio y autonegación 
 
8 Podemos catalogar a la anorexia nerviosa, de acuerdo con Marcelo Hekier y Celina Miller, como 
una adicción al hambre en tanto que los neurotransmisores que la inanición prolongada genera 
(endorfinas), producen un estado de bienestar emocional que, al momento de emprender acciones 
para revertir el trastorno, dificultan su remisión, complican el cuadro clínico o incluso derivan en la 
cronicidad del padecimiento. 
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12 
física pues la inmediatez de la vida contemporánea minimiza la opción de 
reconocerse en el otro. 
 
En este sentido, de acuerdo con Zygmunt Bauman “la supervivencia de dicha 
sociedad y el bienestar de sus miembros dependen de la rapidez con la que los 
productos quedan relegados a meros desperdicios y de la velocidad y la eficiencia 
con la que éstos se eliminan. En esa sociedad, nada puede declararse exento de 
la norma universal de la ‘desechabilidad’ y nada puede permitirse durar más de lo 
debido.” (Zygmunt Bauman, Vida líquida, p.11) 
 
Estos argumentos, ejes rectores de nuestro trabajo, surgieron a su vez a raíz de 
las siguientes hipótesis: 
 
1. Existen antecedentes históricos, como ya hemos mencionado, que dan 
cuenta de la existencia de la anorexia nerviosa en otras sociedades, 
principalmente aquellas de idiosincrasia rígida como la Europa medieval, 
dominada por el cristianismo, en donde el ayuno voluntario era considerado 
una virtud conducente a la santidad; no obstante, las características de 
aquellos “místicos”, posteriormente canonizados por su rechazo a la 
carnalidad y la sensualidad, y los actuales anoréxicos presentan un común 
denominador que nos atrevemos a expresar como un vacío que trata de 
saciarse mediante la no saciedad corporal. 
 
2. A pesar de que los métodos terapéuticos de reversión, atenuación, 
rehabilitación y prevención, los trastornos de la alimentación han 
aumentado no sólo en nuestro país sino en el mundo entero. Lo anterior 
implica que el abordaje multidisciplinario requiere una constante revisión 
puesto que las cifras de morbilidad y mortalidad a causa de estas 
patologías en vez de decrecer han aumentado en las últimas fechas, lo que 
da cuenta de un trastorno de índole epidémica y por tanto, de un problema 
de salud pública9. 
 
 
9 Basten como ejemplos, las recientes muertes de modelos ultradelgadas, que han causado 
conmoción en las pasarelas, así como la adopción de medidas preventivas para evitar que estas 
jóvenes arriesguen no sólo su salud sino su vida a costa de la delgadez que se exige en este 
ambiente. Estos casos los mencionamos en el capítulo 4. 
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13 
3. La víctima10 de la anorexia nerviosa intenta saciar –a través del ayuno 
permanente o “adicción al hambre”- un vacío existencial que se hace 
extensivo hacia el colectivo social. Es decir, el nihilismo de la sociedad 
automatizada se trasluce en el nivel individual, dado que la persona se 
convierte en reflejo y, simultáneamente, refleja la mecanización y la ruptura 
comunicativa a nivel colectivo en un ensimismamiento que la lleva a 
alimentarse de la nada y “a ser ella la nada misma”,cuando son 
coaccionadas y limitadas las necesidades de comunicación y 
retroalimentación humanas. 
 
4. El ideal estético, de características andróginas, que predomina en nuestra 
sociedad, cuyo origen podemos ubicar más destacadamente en la 
revolución sexual de la década de los sesentas del siglo XX, no es 
unilateralmente el desencadenante de un trastorno de la alimentación. Los 
medios masivos de comunicación se han encargado no sólo de difundir la 
cultura del hambre a través de modelos femeninos y masculinos delgados, 
de dietas en pro de una “vida sana”, sino también de poner de manifiesto, 
simultánea y veladamente el proceso de minusvalía axiológica y las 
carencias sociales. Es decir, al no quedar sino la reducción del organismo 
humano a su mínima condición, la sociedad misma comienza a atomizarse 
desde sus propios actores sociales. 
 
5. La sociedad contemporánea hace de algunos de sus miembros más 
susceptibles el iceberg por el que manifiesta la sintomatología de su propia 
crisis axiológica. De esta manera las esferas individual y colectiva denotan 
un proceso similar; en la social, precede a la muerte una especie de 
autonegación al negar a sus miembros, tal como el paciente anoréxico, en 
la esfera individual, niega su cuerpo con el hambre. Es en el sentido de este 
discurso como podríamos atrevernos a afirmar que nuestra sociedad 
también padece anorexia. 
 
 
10 La génesis de la anorexia nerviosa según Peggy Jean Claude (¡Alerta! Anorexia y bulimia, p. 53 
y ss.), descansa en llamar a los afectados ‘víctimas’ significativamente altruistas, quienes se niegan 
a sí mismas en pro de la afirmación del otro. 
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14 
Asimismo, nos parece pertinente destacar la existencia de la escasa 
bibliografía sociológica que existe respecto de este tema,11 pues 
desafortunadamente al haber sido abordado exclusivamente como una entidad 
médica, ya sea desde el ámbito psiquiátrico, nutricional u orgánico, se le enmarca 
primordialmente en la esfera de la salud, dejando de lado la influencia de factores 
sociales, culturales, educativos e históricos, lo que a la vez tiene la ventaja de 
poder traducirse en un campo propicio e incluso fértil para el estudio, el análisis y 
la prospectiva social. 
 
De esta manera, y con base en lo expuesto anteriormente, nuestra tesis quedó 
estructurada como se refiere a continuación: 
 
En el capítulo 1 retomamos los argumentos básicos que Durkheim estableció 
en relación con el suicidio, para acercarnos a la anorexia como un fenómeno con 
el cual, de manera semejante que el primero, convivimos de manera cotidiana, 
incluso ya casi imperceptible. Asimismo, partimos de la premisa de que esta 
patología es una forma no violenta de suicidio, en palabras de Durkheim: “Se mata 
uno lo mismo rehusando alimentarse, que destruyéndose por el hierro o por el 
fuego, y no es tampoco necesario que el acto producido por el paciente haya sido 
el antecedente inmediato de la muerte, para que ésta pueda ser considerada 
como efecto suyo.” (Emile Durkheim, El suicidio, p. 14). 
 
Posteriormente, nos avocamos a la definición y categorización médica de la 
anorexia nerviosa y su interrelación con otros Trastornos de la Conducta 
Alimentaria (TCA), con base en los criterios expuestos en los manuales auxiliares 
existentes para el diagnóstico psiquiátrico. Asimismo, exponemos brevemente los 
antecedentes históricos que dieron origen a la definición actual de este 
padecimiento, y los referentes estadísticos que dan cuenta del crecimiento 
exponencial en la tasa de incidencia y prevalencia de nuestro tema de estudio. 
 
 
11 Josep Toro y Eric Vilardel, Op. cit., fueron los pioneros que en la España contemporánea; 
estudiaron este trastorno desde una perspectiva multidisciplinaria, adelantándose al boom de la 
“adicción al hambre” que hoy predomina entre los adolescentes, jóvenes, adultos e inclusive niños. 
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15 
Por último, en este capítulo hacemos referencia de los diversos niveles de 
atención, con base en los postulados por la medicina preventiva, y las opciones 
terapéuticas que existen para prevenir, detectar y rehabilitar a quienes sufren esta 
patología; finalizando con el panorama general en torno a los esfuerzos que se 
han realizado en el nivel mundial, y en nuestro país para erradicar o tratar de 
revertir esta “epidemia” del siglo XXI. Asimismo, rescatamos y hacemos hincapié 
en el enfoque multidisciplinario, donde queda enmarcada nuestra labor como 
científicos sociales para la descripción y el análisis sociohistórico y cultural de la 
anorexia nerviosa. 
 
En el capítulo 2, damos inicio a la contextualización de este fenómeno, inserto 
de manera particular en la sociedad de consumo, es decir, la nuestra; en la cual 
constatamos que a pesar de la multiplicidad de tecnologías de la información y de 
la inacabada oferta de mensajes, bienes y servicios, las necesidades básicas 
quedan relegadas a un plano secundario y cobran fuerza aquellas creadas por la 
sociedad occidental, en torno al utilitarismo y la inmediatez: “Las más acuciantes y 
persistentes preocupaciones que perturban esa vida son las que resultan del 
temor a que nos tomen desprevenidos, a que no podamos seguir el ritmo de unos 
acontecimientos que se mueven con gran rapidez, a que nos quedemos 
rezagados, a no percatarnos de las fechas de ‘caducidad’.” (Zygmunt Bauman, 
Vida líquida, p. 10) 
 
En el plano gastronómico, describimos cómo lo anterior permitió y propició el 
crecimiento de expendios fast food12, pero también la oferta de dietas y planes de 
ejercicio, así como la consolidación y expansión de un ideal de belleza andrógino, 
asexuado, y por lo mismo extremadamente delgado, difundido a través de los 
mensajes de la moda y la publicidad, pero sobre todo gracias al proceso de 
mundialización cultural13. De la misma manera, como apunta Gilles Lipovetsky, 
también se han incrementado el estrés y los padecimientos psicológicos. 
 
 
12 Estos comercios si bien minimizaron el tiempo de espera y de alimentación en las grandes urbes, 
disminuyeron también los espacios de convivencia alrededor del alimento; todo ello en pro de la 
máxima utilidad y del vivir con rapidez, además de preservarse joven a “cualquier costo”, de 
acuerdo con Lipovetsky. Esto último en relación a la extensa promoción de dietas y planes de 
ejercicio para mantenerse joven y “saludable”. 
13 En relación con la aclaración del concepto de mundialización, ahondaremos con base en los 
postulados de Lenin, referentes al imperialismo, e el capítulo 2. 
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16 
Por tal motivo, para dar sustento a nuestros argumentos retomamos a 
Lipovetsky, quien se refiere de manera analítica al capitalismo y a su modus 
operandi en la sociedad contemporánea señalando, que ésta ha logrado su 
ascenso y consolidación porque en la indiferencia encuentra la condición idónea 
para instaurarse con un mínimo de resistencia, bajo los auspicios del 
individualismo que promueve la sociedad de consumo principalmente a partir de la 
posguerra. 
 
En el capítulo 3, damos seguimiento al fenómeno de la globalización para dar 
cuenta del proceso de mundialización de la anorexia nerviosa como una 
enfermedad imperialista14, es decir, que ha sido exportada de los países 
desarrollados del siglo XX15, partiendo de la hipótesis de que este fenómeno se ha 
convertido en una patología característica de nuestra sociedad, y ello lo 
corroboramos al consultar las estadísticas que ofrecen instituciones tanto locales 
como internacionales; por ejemplo la Organización Mundial de la Salud (OMS) 
publicó en 2006 que 70 millones de personas en el mundo padecen anorexia o 
bulimia. Asimismo, cabe citar cómo en Nezahualcóyotl, México, una investigación, 
denominada “Propiedades sicométricas del test infantil de actitudes alimentariasen una muestra mexicana”, realizada por especialistas de la Universidad 
Autónoma del Estado de México (UAEM), reveló que 19% de niñas y 18% de 
niños de quinto y sexto grado de primaria han realizado dietas con intención de 
perder peso.16 
 
Al hablar de un contexto que ha propiciado el aumento de esta patología, 
retomamos la forma en que operan las tecnologías de la comunicación 
actualmente, permitiendo el contacto virtual entre individuos afines y el surgimiento 
de un novedoso fenómeno: agrupaciones que proliferan en la carretera de la 
información (Internet), y que traspasan a diario y de manera innumerable las 
fronteras y las líneas divisorias, promoviendo por añadidura, dicho “estilo de vida”. 
 
14 En el entendido que este término se aclarará oportunamente con base en la obra de Lenin El 
imperialismo, fase superior del capitalismo. 
15 Lo que Mario Benedetti en su ensayo “Septentrión y Meridión”, en: La cultura, ese blanco 
inmóvil, denomina Norte (en referencia a los países desarrollados) y Sur (a los subdesarrollados o 
dependientes). 
16 Emilio Fernández, “Hacen dieta casi 20% de niños de 5º y 6º grados: UAEM”, en El Universal 
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17 
 
Lo anterior nos permitió argumentar la existencia de una crisis axiológica, en 
virtud del resquebrajamiento de las instituciones de antaño, principalmente la 
familia, y de un fenómeno de peculiar socialización que transcurre en medio de un 
clima de comunicación-incomunicación17, que finalmente deriva en un clima de 
anomia y en un estado de desorientación, de ausencia de expectativas y objetivos 
que repercute directamente en la esfera privada, y desde ella trasciende al todo 
social; situación idónea para que florezcan las muertes voluntarias, la anorexia 
entre ellas. 
 
En el capítulo 4, partimos de una breve revisión del contexto histórico donde se 
desarrollaron algunos casos de personas con anorexia, auspiciados por causas 
disímiles y aparentemente inconexos, y por tal motivo nos detenemos primero en 
el pasado medieval, hegemónicamente cristiano, donde el ayuno voluntario era 
exaltado como una virtud exclusiva de santos, ascetas y místicos, de entre 
quienes emerge y sobresale la figura caquéxica de Catalina de Siena, vista a 
través de los ojos complacientes de su confesor. 
 
Posteriormente, bajo la acotación que hace Biber18 de la inexistencia de dos 
pacientes iguales, nos acercamos a la actualidad y a los casos que en ésta se 
dan, con el propósito de indagar sobre la existencia o no de un común 
denominador tanto en la esfera individual (el trasfondo del padecimiento personal), 
como en la esfera social (el contexto). Lo anterior porque nuestra sociedad basada 
en la inmediatez gracias a sus tecnologías de la comunicación, logra la 
congregación y el “encuentro” de personas anoréxicas anónimamente a través de 
la red. Al respecto, retomamos los argumentos de Erving Goffman en relación con 
el funcionamiento y los códigos de los equipos de actuación, ante lo cual 
señalamos que el beneficio de este anonimato consiste, no sólo en vivir la 
anorexia como una secta personal sino, y principalmente, en no evidenciar la 
propia soledad. 
 
17 Es decir, las tecnologías de la información y la comunicación, han acelerado los procesos que 
permiten el contacto entre los seres humanos, no obstante, ello no implica que este contacto se 
halla humanizado, por el contrario, la rapidez e instantaneidad lo ha mecanizado haciendo de la 
comunicación un trámite más y no un proceso enriquecedor y de reciprocidad. 
18 Autora de Anorexia, cuando no se acepta el propio cuerpo. 
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18 
 
En el capítulo 5, profundizamos en la interrelación patología individual-
patología colectiva, refiriéndonos al trasfondo vivencial de la soledad para el caso 
de la primera, y el clima de anomia en relación con la segunda. Es decir, para el 
trastorno personal el “pretexto” para el ayuno voluntario ha variado de acuerdo con 
el contexto, la cultura y la ideología predominantes; sin embargo, tanto en el 
pasado como en la actualidad, encontramos el mismo intento de la persona inserta 
en una colectividad pero desapegada de sí misma y de su entorno: llenar un vacío; 
el cual en el siglo XXI se patentiza en el intento por sanear el espíritu lacerado a 
causa de los incesantes estímulos a que está expuesto el ser humano. Así, la 
sociedad “hipermoderna” de acuerdo con Lipovetsky, estimula y reafirma el modo 
de vida anoréxico, que trasciende el espacio individual y se trasluce hacia el 
colectivo, dando cuenta de un vacío y una crisis en ambos espacios. 
 
Finalmente, aportamos una serie de conclusiones al respecto, que no sólo se 
basan en el trabajo realizado sino también en la metodología empírica aplicada19 y 
que pretenden ser, lo reconocemos, nuestra limitada aportación a la labor 
sociológica, así como una invitación a continuar en este quehacer y profundizar en 
el estudio y la investigación de esta y otras patologías más que afectan al 
organismo social, desde una perspectiva científico-social. 
 
Hacemos por último una cordial invitación al lector para que conozca el trabajo 
final que compone la presente tesis de licenciatura en Sociología, y reflexione, a la 
par nuestra, sobre la situación de un padecimiento que podemos observar no sólo 
en los seres humanos implicados, sino también en el tejido social en el que 
estamos inmersos. 
 
 
 
19 Ver en anexos (1), la transcripción de la entrevista realizada al Dr. José Armando Barriguete M., 
psiquiatra especializado en trastornos de la alimentación desde hace casi 22 años en nuestro país. 
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19 
CAPÍTULO 1 
LA PATOLOGÍA INDIVIDUAL, EL FENÓMENO MÉDICO20
 
“la bulimia es la pesadilla de la anoréxica, 
y la anorexia es el sueño dorado de la bulímica” 
(Marilyn Duker y Roger Slade) 
 
 
No podemos ignorar actualmente que la anorexia nerviosa y otros trastornos de la 
alimentación son fenómenos que han cobrado inusual trascendencia en el ámbito 
social al dejar de ser exclusivos de la otrora sociedad occidental opulenta, y 
volverse extensivos a aquellas sociedades ahora occidentalizadas. Es decir, el 
ayuno voluntario ya no se presenta únicamente como un lujo suplementario de la 
superabundancia y sí como un suceso aunado a la globalización. Por ejemplo, en 
la sociedad mexicana estas patologías del orden psicológico, permean todos los 
estratos sociales por igual y ya no son privativas de un grupo etáreo específico.21
 
De acuerdo con los postulados de Lenin, el proceso de globalización al que 
también se le ha denominado indistintamente mundialización, podría considerarse 
una fase del imperialismo: “el superimperialismo, la unión de los imperialismos de 
todo el mundo, y no la lucha entre ellos, la fase de la cesación de las guerras bajo 
el capitalismo, la fase de la ‘explotación general del mundo por el capital financiero 
unido internacionalmente’”. (V. I. Lenin, El imperialismo, fase superior del 
capitalismo, p. 93).22 En este sentido, la anorexia la vemos como una enfermedad 
“imperialista”, ya que su raíz yace en el mundo occidental y se presenta en los 
países capitalistas u occidentalizados, como veremos más adelante. 
 
20 La influencia de lo social en la presencia y pertinencia de este fenómeno se analiza a partir del 
capítulo 2, por lo que en el presente sólo hemos de avocarnos a él desde la perspectiva médica. 
21 Ya hicimos mención del estudio llevado a cabo en Nezahualcóyotl, México por la investigadora del 
Centro Universitario Ecatepec, María del Consuelo Escoto Ponce de León, y Esteban Jaime Camacho 
Ruiz, de la Unidad Académica Profesional Nezahualcóyotl, donde se revela que 19% de niñas y 18% 
de niños de quinto y sexto grados de primaria del país, realizan dietas con la intención de perderpeso, 
y que 17% de las niñas y 25% de niños de la misma edad están insatisfechos con su cuerpo. (Emilio 
Fernández, “Hacen dieta…”) 
22 Lenin cita a Kautsky para dar sustento a su concepto de superimperialismo. 
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20 
 
En este sentido, bajo la consideración del importante incremento y 
permanencia de estos desórdenes desde hace casi treinta años, la acotación de 
Durkheim nos parece aplicable y conveniente cuando, en relación con el crimen, 
señala: “Debemos, pues, decir que el crimen es necesario, que no puede dejar de 
existir, que las condiciones fundamentales de la organización social, tal como nos 
son conocidas, lo implican lógicamente. En consecuencia es normal.” (Emile 
Durkheim, Op. cit., p. 317). Aunque todavía desconocemos como científicos 
sociales, si la anorexia nerviosa es necesaria o “normal” para el funcionamiento de 
nuestra organización social, sí podemos estar seguros que está presente de 
manera cotidiana, lo que la hace una entidad familiar y nos permite acercarnos a 
ella como fenómeno individual, pero sobre todo, y lo más importante, como 
fenómeno social. 
 
Sin embargo, al quedar pendiente resolver qué tan prescindible se ha vuelto la 
anorexia nerviosa en nuestra sociedad para su normal funcionamiento y por qué 
sigue en aumento su incidencia poblacional, habremos de acercarnos a su 
definición de manera paulatina, iniciando por la perspectiva médica. 
 
 
1.1. ¿QUÉ ES UN TRASTORNO ALIMENTARIO? 
 
Durkheim realiza un exhaustivo análisis del suicidio bajo la consideración de 
constituir un acto íntimo y personal, con la pertinente observación que no todo 
suicidio cometido implica violencia, es decir, “puede ocurrir que una actitud 
puramente negativa o una simple abstención produzcan idéntica consecuencia. Se 
mata uno lo mismo rehusando alimentarse, que destruyéndose por el hierro o por 
el fuego.” (Emile Durkheim, Op. cit., p. 14). Con base en lo anterior tenemos un 
primer acercamiento a nuestro objeto de estudio, si calificamos en primera 
instancia a la anorexia nerviosa como una especie de suicidio, toda vez que 
constituye una negación tajante a alimentarse, acción que de no ser frenada o 
revertida, conduce de manera inexorable y pausada a la muerte. 
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21 
 
Desde el punto de vista rigurosamente médico, encontramos que “los 
trastornos de la alimentación se caracterizan por los trastornos cognitivos y las 
alteraciones conductuales asociados a la dieta, al peso y a la figura, y se 
manifiestan siempre asociados a una psicopatología importante y rica.” (Fernando 
Fernández Aranda y Vicente José Turón Gil, Trastornos de la alimentación…, p. 
27). Este tipo de alteraciones involucra la distorsión de la imagen corporal descrita 
por Hilde Bruch hace casi cuarenta años23. 
 
La alteración en la propiocepción24 y la obsesión por adelgazar, por sí mismas 
no dan cuenta de la complejidad del problema ni del por qué en su crecimiento 
exponencial durante los últimos años, sólo forman parte de los criterios para 
agilizar el diagnóstico, “dentro de una perspectiva descriptiva, como por ejemplo la 
de los DSM25 (Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales), 
y la de la mayoría de los manuales diagnósticos, se ofrece una visión estática26 
del problema, una especie de ‘fotografía’ en la que se catalogan todas las 
características esenciales de un trastorno. Sin embargo, dicha clasificación no 
ofrece ninguna indicación a nivel operativo [sobre] cómo funciona el problema y 
cómo puede resolverse.” (Giorgio Nardone, et al., Las prisiones de la comida…, p. 
15). 
 
 
23Hilde Bruch fue pionera en introducir el concepto de distorsión de la imagen corporal, como 
criterio diagnóstico para trastornos de la alimentación, principalmente para la anorexia nerviosa, en 
virtud de su experiencia con estas pacientes y cuando la patología era infrecuente. Este trastorno 
fue definido como: a) trastorno del propio concepto corporal; b) trastorno en la percepción e 
interpretación cognitiva de los propios estímulos interoceptivos, y c) sensación de descontrol 
respecto a las propias funciones corporales. (Fernando Fernández Aranda y Vicente José Turón 
Gil, Trastornos de la alimentación, guía básica de tratamiento en anorexia y bulimia, p. 139) 
24 Se refiere a la percepción que cada uno tiene de sí mismo, y que en el caso de la anorexia 
nerviosa, de acuerdo con Hilde Bruch, esta alterada y dicha alteración se refleja en la distorsión de 
la imagen corporal, lo cual se traduce en una evasión de aceptar un cuerpo emaciado 
sustituyéndolo por la imagen de un cuerpo robusto. 
25 Hace referencia al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en sus 
ediciones DSM-III-R y DSM-IV. Ver en anexos (2), la base diagnóstica para la anorexia nerviosa de 
acuerdo a los criterios del DSM-IV: 
26 Es decir, todos los pacientes se catalogan de acuerdo con ciertos criterios a cumplir para que 
sea diagnosticado su padecimiento, y eso impide la individualización en la profilaxis y la terapia a 
elegir, cuando el abordaje se hace exclusivamente con base en este tipo de herramientas. 
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22 
De manera semejante el género, que funcionó durante mucho tiempo como un 
criterio inequívoco para hacer referencia en casi toda la bibliografía sobre el tema 
a las “anoréxicas”, resulta obsoleto y no actúa ya como un factor de exclusividad 
en favor de la población femenina. En referencia a lo anterior, resulta pertinente el 
siguiente dato: “El porcentaje de varones ha pasado de 5% a 10% en los últimos 5 
años. Este es un dato interesante, ya que ratifica que no hay nada en la anatomía 
o fisiología femenina que haga que las mujeres tengan el uso privativo de estas 
patologías, a su vez, refuerza la hipótesis de la fuerte influencia que ejerce la 
presión del contexto sociocultural en la aparición de estos fenómenos.” (Rosina 
Crispo, Anorexia nerviosa y bulimia…, p. 39); esta incidencia que ahora se 
observa en ambos sexos y que está en constante aumento, ratifica también su 
dimensión epidémica. 
 
Con referencia a su génesis, no todos los trastornos de la alimentación 
implican una restricción de la ingesta alimentaria, aunque poseen en el fondo una 
relación problemática con la comida. La raíz de dicho conflicto puede entenderse 
al recordar que el primer contacto de todo ser vivo con su entorno gira alrededor 
del alimento, de la supervivencia en la forma de la comida que proporciona la 
madre. En el ser humano como en otros mamíferos, la relación materno-filial se 
establece a partir de la lactación y el contacto íntimo que ésta representa; así, de 
acuerdo con Guillemot y Laxenaire “la comida es el primer objeto externo con el 
que se encuentra el recién nacido. Al principio se confunde con la madre, antes de 
diferenciarse por sí misma.” (Anne Guillemot y Michel Laxenaire, Anorexia 
nerviosa y bulimia. El peso…, p. 96). 
 
Quizá sea esta la principal razón por la cual muchas teorías psicoanalíticas 
parten de la relación madre-hijo(a) para explicar el origen de los trastornos de la 
alimentación, es decir, relaciones problemáticas, de abandono, rechazo, etc. No 
obstante, reducir el ser humano a una entidad exclusivamente psicológica, 
dejando de lado su dimensión biológica y social, y la anorexia nerviosa a un 
fenómeno puramente psicogénico y de repercusiones exclusivamente orgánicas, 
parcializa su amplitud y consecuencias, así como a quienes la padecen los deja en 
el orden de individuos enfermos y no de seres humanos que sufren más allá del 
ámbito orgánico. 
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23 
 
Lo anterior no implica que neguemos, pues no es nuestra labor, que existan 
problemas con la figura materna en quienes padecen este trastorno, pero es 
idóneo ampliar el horizonte de comprensión ya que cambios, abusos, miedo al 
rechazo, a la propia sexualidad y conflictos en las interrelaciones con los 
semejantesy consigo mismo, también son fuentes que desencadenan estos 
trastornos. Por lo tanto para ensanchar este ámbito de comprensión partiremos del 
enfoque bio-psico-social del ser humano, primordialmente porque en estos 
trastornos se observan conductas que: 
 
a) “afectan directamente al cuerpo; 
b) reflejan un cierto tipo de vulnerabilidad individual en cuanto a 
personalidad y maduración; 
c) ocurren en una familia con determinadas características previas a la 
aparición del trastorno y que sufre, además, el efecto de la presencia 
del problema una vez que éste se instala; 
d) ocurren predominantemente en una sociedad en particular: la 
postindustrial de fin de siglo, marcada por una ética y una estética 
determinadas, para este caso, la de dar prioridad a la imagen externa 
por encima de cualquier otro valor.” (Rosina Crispo, Op. cit., p. 19). 
 
 
 
En virtud de esta lógica, Crispo enfatiza en la importancia de no dejar al 
margen la interrelación de los factores individuales (personalidad), familiares y 
socioculturales, pues no son meros distintivos “que causan un trastorno del comer 
[sino que] es bueno verlos como factores que hacen que una persona sea más 
vulnerable para desarrollarlo.” (Ibid., p. 51). De esta manera, se basa en lo 
propuesto por los doctores Garner y Garfinkel, pioneros en los tratamientos de 
trastornos de la alimentación en el Hospital de Toronto, Canadá, desde la década 
de 1980; y propone como factores que inciden en la vulnerabilidad para presentar 
y/o desarrollar un trastorno del comportamiento alimentario, los siguientes27: 
 
 
 
 
27 Fuente: Rosina Crispo, Op. cit., p. 51 
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24 
 
 
I. Factores 
predisponentes 
II. Factores 
precipitantes 
III. Factores 
perpetuantes 
 
- socioculturales 
 
- familiares 
 
- individuales 
- estresores 
 
- actitudes normales 
con peso y figura 
 
- dietas extremas y 
pérdida de peso 
 
- atracones y purgas 
 
- secuelas 
fisiológicas y 
psicológicas 
 
 
Anteriormente, Guillemot y Laxenaire habían desechado la causalidad lineal de 
estos trastornos, en favor de la dimensión multifactorial, “reconociendo el papel 
cierto de la psicopatología individual y de las influencias familiares, estando a la 
vez de acuerdo con la innegable importancia de los factores inherentes al contexto 
sociocultural.” (Anne Guillemot y Michel Laxenaire, Op. cit., p. VII). En ambos 
enfoques, el de Crispo y el de estas autoras, el argumento es el mismo: no 
podemos desmembrar ni descontextualizar al sujeto al momento en que 
intentamos estudiarlo y comprenderlo en su ser y en su actuar, sobre todo 
tratándose de una patología que incide en su persona, en su entorno y en su 
acontecer social. 
 
La teoría de la multicausalidad puede verse enriquecida si retomamos el 
siguiente postulado de Durkheim: “Los más diversos acontecimientos de la vida y 
hasta los más contradictorios pueden igualmente servir de pretexto al suicidio. 
Pero ninguno de ellos es causa específica.” (Emile Durkheim, Op. cit., pp. 257-
258). Si bien lo anterior es aplicable, de acuerdo con el autor al exclusivo caso del 
suicidio, lo que interesa resaltar es que a pesar de no existir una causa unilateral 
para estos trastornos, su incremento en los últimos años nos remite a pensar en la 
probable existencia de un desorden en el sistema social en donde se hallan 
inmersas las personas que presentan estas patologías. 
 
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25 
Por esta razón estamos de acuerdo con Ronen, cuando advierte que se trata 
de “un trastorno holístico28 que afecta a áreas completas de la vida de la persona. 
Incluye componentes personales (…) relaciones de familia y actitudes familiares 
hacia la vida en general (…) relaciones sociales; y la aceptación de los iguales.” 
(Tammie Ronen, y Ayelet, Luchar contra la anorexia…, p. 256). 
 
El carácter personal, aunado a la interrelación de factores anteriormente 
mencionados, incide en la dificultad para observar los componentes sociales que 
entran en juego. Sin embargo, reconocer la existencia de estos últimos ha 
sugerido la pertinencia de un abordaje y un tratamiento multidisciplinario para 
subsanar estas patologías y sus efectos en el organismo, la familia y la sociedad 
primordialmente porque “son de etiopatogenia compleja: en ellos se entrelazan 
aspectos médicos, psicopatológicos y relacionales que conforman unas entidades 
clínicas a menudo graves, y con frecuencia crónicas, que requieren tratamientos 
multidisciplinarios.” (Fernando Fernández Aranda y Vicente José Turón Gil, Op. 
cit., p. 151). 
 
En consecuencia, la profilaxis y la terapéutica para la anorexia nerviosa no 
siempre vistieron el mismo cariz a la luz de las diversas disciplinas (médica, 
psicológica y social), que lo adoptaron como objeto de estudio, ya que su óptica 
obedeció en primera instancia a los avances médicos, al contexto de su abordaje y 
a los procesos culturales. Lo anterior permitió que siglos atrás abundasen los 
místicos enflaquecidos a raíz del ayuno prolongado y las penitencias que exigía, 
como requisito de santidad el cristianismo, y que del “siglo V al XVI, [sea] 
esencialmente en la literatura teológica donde se encuentran casos de muchachas 
jóvenes que ayunaban hasta el total rechazo del alimento. Estas conductas son 
consideradas de forma irregular, ya sea como un signo de elección divina o como 
un signo de posesión demoníaca, lo que podía conducir indistintamente a la 
canonización o a la hoguera” (Anne Guillemot y Michel Laxenaire, Op. cit., p. 8). 
 
No fue sino hasta mediados del siglo XX cuando con los avances científicos, el 
creciente aumento de casos y el naciente interés en la anorexia nerviosa como 
 
28 Es decir, donde el ser humano funciona y se entiende como un todo integrado en su ser, en su 
funcionamiento y en su actuar. 
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26 
fenómeno social, cuando se tipifica y formaliza su estudio; aquí comprobamos 
como el entorno fue determinante en los siglos precedentes para que se tratase de 
casos de ascetas o herejes, de santos o posesos, como el contexto determina 
ahora que se trate de una psicopatología con alta incidencia, tanto en cristianos 
(los santos de antaño) como en no cristianos (los herejes). “En última instancia, 
quizá la anorexia nerviosa existiese en la Edad Media, pero el contexto 
sociocultural de la época no permitía reconocerla como entidad patológica.” (Ibid., 
p. 20). Y se la enmarcaba como una virtud o como un estigma, reafirmando lo 
anterior. 
 
No olvidemos, sin embargo, que ya sea en la forma de psicopatología o de 
ejemplo de “santidad” y austeridad cristiana, la anorexia nerviosa continúa siendo 
un fenómeno sociocultural que ha transitado casi intacto en su estructura clínica y 
personal a través de varios siglos. Es decir, en las sociedades teocéntricas 
proliferan los santos y los ascetas, y el pretexto para el ayuno descansa en el 
sacrificio, el misticismo y lo divino como algo humanamente asequible a costa de 
lo humanamente sacrificable. Sin embargo, para estos como para los casos 
contemporáneos, nos atrevemos a hablar de la existencia de un denominador 
común, a pesar de los siglos que separan las definiciones y las terapéuticas 
aplicadas, pues al final nos encontramos con un ser humano austero, solo y 
plagado de temores y culpas, el mismo solitario del siglo XIII como del siglo XXI 
que rehúsa la satisfacción corporal en pro de llenar un vacío, reflejando otro vacío 
que lo sobrepasa. Lo anterior es la génesis de nuestro interés: la interrelación 
contexto social-individuo, es decir la existencia de una patología en ambos lados. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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27 
1.2. ANOREXIA NERVIOSA: CLÍNICA Y EPIDEMIOLOGÍA 
 
Después de haber mencionado brevemente las características generales y 
comunes a los trastornos de la alimentación, hemos de ocuparnos 
específicamentede la definición de la anorexia nerviosa en el entendido que es 
necesario comprenderla en un primer momento como patología médica, partiendo 
del curso que ha seguido su definición, así como los tratamientos médicos y 
psicológicos que ha motivado, para posteriormente poder conformar su dimensión 
espacio-temporal en el contexto sociocultural actual. 
 
Por esta razón, y de acuerdo con la bibliografía consultada hasta el 
momento en que elaboramos la presente tesis, ofrecemos nuestra definición, 
elaborada a partir de la conjunción de todas aquellas teorías que giran en torno a 
esta patología, con lo cual nos permitimos describir a la anorexia nerviosa como 
un trastorno individual que afecta en primer orden la relación de la persona con su 
alimentación, como síntoma de un malestar personal más profundo influenciado 
por su percepción de sí misma, la percepción que de ella cree que tienen y/o 
deben tener los demás, y la percepción que posee del entorno que la rodea; lo que 
hace de esta enfermedad un fenómeno que trasciende el entorno individual 
trastocando el social, al impactar el desempeño físico, psíquico y social de quien lo 
padece, incidiendo negativamente en su multidimensionalidad, razón por la cual 
para su abordaje terapéutico requiere de un enfoque multidisciplinario. 
 
Asimismo, si bien la anorexia es una patología individual ya hemos visto 
que obedece a factores socioculturales, no sólo por el imperativo del ideal estético 
andrógino y ultradelgado –que veremos posteriormente- al que 
desafortunadamente se le otorga el mayor énfasis, sino que esta enfermedad se 
vive actualmente en medio de un entorno social caótico y estresante, como un 
“estilo de vida”, respuesta y refugio a una autoestima lacerada por la 
propiocepción, el entorno familiar y social. De esta manera, los puntos que desde 
nuestro punto de vista consideramos importantes retomar para referirnos a la 
anorexia para comprenderla de una mejor manera, son: 
 
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28 
a) Una férrea voluntad que se concentra casi exclusivamente en mantener el 
control al interior del propio cuerpo con la tajante evitación del alimento (en el 
caso de la anorexia restrictiva), o su eliminación (en el caso de la anorexia 
purgativa –uso de laxantes y diuréticos-). Así como el intento por hacer 
extensivo este control a un caótico entorno familiar y colectivo: todo gira 
alrededor de la comida, del estado de salud del paciente y de las necesidades 
que este percibe en los demás, mas no en sí mismo, a menos que reconozca 
que requiere ayuda y la acepte. 
b) La distorsión de la propia imagen corporal, aunada a una incipiente 
autoestima, de acuerdo con la teoría de Hilde Bruch, que favorece y propicia 
dicha distorsión: verse “obeso” cuando se está “en los huesos” obedece a 
complejos factores que se canalizan en querer agradar a otros (autoimagen 
desvalida), aún a costa de la propia salud. Es decir, la imagen y las 
necesidades del otro se maximizan y las propias se minimizan junto con el 
propio organismo malnutrido y en proceso de emaciación. 
c) Baja autoestima que se intenta ocultar a través de actos “altruistas”, pues de 
acuerdo con Peggy Claude-Pierre, la persona con anorexia es una víctima 
dominada por su mente negativa (teoría del Síndrome de Negatividad 
Confirmada o SNC), que imperativamente le hace sentir valía en relación con 
el otro y lo que haga de bueno y en favor del otro, mas no a favor suyo; razón 
por la cual constantemente se agreden a sí mismas tratándose como 
“basura”, “malas”, o lastimándose (Self-injury), al sentir que claudican o fallan 
en su intento por “salvar” al otro. 
d) Alteraciones orgánicas resultantes de la desnutrición y los períodos 
prolongados de ayuno, entre las que destacan: desórdenes gastrointestinales, 
lanugo29, hipotermia, ausencia (amenorrea) o irregularidad en los ciclos 
menstruales en las mujeres, arritmias cardiacas, alteraciones electrolíticas 
(potasio, cloro, sodio a causa de los vómitos y el abuso de laxantes)30, 
 
29 Vello fino que crece como respuesta del organismo ante el frío causado por la escasez de grasa 
corporal para mantener la temperatura basal. 
30 Estas alteraciones pueden conducir a un shock hipovolémico que invariablemente su desenlace 
será el de la vida del paciente, y generalmente se presenta en aquellos pacientes con conductas 
purgativas como abuso de laxantes, vómito y diuréticos; es decir, en este sentido la bulimia que 
exhibe más este tipo de comportamientos posee un rango mayor de mortalidad que la anorexia. 
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29 
hipotensión, trastornos del sueño, trastornos obsesivos en relación con la 
cuenta calórica de los alimentos y el peso “deseado”, sequedad de piel, 
pérdida de concentración por el deficiente aporte de glucosa al cerebro, 
propensión al suicidio acorde con la pérdida de control, y depresión, mismos 
que dificultan el éxito de la psicoterapia en virtud de que se ha comprobado 
que ante la inanición el organismo aumenta la producción de endorfinas y 
prevalece una efímera sensación de bienestar y actividad física 
enmascarando el daño fisiológico y retrasando las intervenciones 
terapéuticas. 
e) Comportamientos obsesivos que se ejecutan a manera de “rituales”, 
relacionados con la cuenta de calorías, la práctica extenuante de ejercicio 
físico, la sobrevaloración de un “peso deseado” que conforme se obtiene va 
disminuyendo; por ejemplo, si se deseaba alcanzar un peso de 47 kg, al llegar 
a éste se fijará como nueva “meta” un peso de 45 kg, y así sucesivamente. 
f) Períodos depresivos que acentúan los comportamientos autodestructivos 
(autolesiones o lo que se denomina Self-injury), las tentativas suicidas y la 
consumación del suicidio; lo que confiere a la anorexia nerviosa la mayor tasa 
de mortalidad por suicidio de todas las psicopatologías. 
g) Ensimismamiento y aislamiento social que complican el cuadro y el pronóstico 
clínicos, y favorecen la interrelación y el auge de grupos y reuniones de 
personas con este padecimiento, quienes se autoproclaman “princesas”, 
culpan a la sociedad, o bien reconocen en foros (páginas “pro-ana”) su 
extrema soledad y desprotección. 
 
No obstante, las características enumeradas anteriormente, y que hemos 
organizado con base en los resultados de nuestra labor de investigación respecto 
al tema, responden, como puede apreciarse, a teorías diversas que se han 
enarbolado a lo largo del tiempo y tras un largo camino de explicaciones, estudios 
e intervenciones; camino al que aún le falta mucho por recorrer si consideramos 
que en la actualidad y con el aumento de las tecnologías de la información, se 
disemina rápidamente este peculiar “estilo de vida”. 
 
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30 
Recordemos entonces, que la anorexia nerviosa adquiere el rango de 
patología hasta el siglo XX, pese a que hay indicios claros de casos con la 
sintomatología que compone a ésta y a la bulimia a lo largo de la historia, sin 
embargo “aunque se sabe que los romanos tenían la costumbre de darse 
atracones y vomitar, la literatura médica del pasado no considera eso igual que la 
anorexia. En realidad, sólo se la describe como una enfermedad de mujeres 
jóvenes a partir de 1979, y en ese momento se creía que era extremadamente 
rara.” (Julia Buckroyd, Anorexia y Bulimia, p. 35). 
 
Sin embargo, el primer acercamiento científico a la anorexia como entidad 
médica puede ubicarse, de acuerdo con varios autores, a partir de Lasègue en 
Francia y Gull en Inglaterra durante el siglo XVIII. Ambos médicos “hacen 
referencia a la histeria entonces de moda, y denominan el síndrome ‘anorexia 
histérica’.” (Anne Guillemot y Michel Laxenaire, Op. cit., p. 9). Lasègue desecha 
definitivamente que se trate de una entidad sobrehumana, ya sea divina o 
demoniaca, “incluso se apega de la farsa de la simulación y entra en la ciencia 
médica desde su estado más empeñoso: el ámbito de la psique.” (Nicolás 
Caparróse Isabel Sanfelió. La anorexia, una locura…, p. 35). En este sentido son 
los precursores de la tipificación del trastorno como psicopatología. 
 
Durante el siglo XX los estudios se formalizan en virtud del apogeo del 
psicoanálisis, y así surgen explicaciones desde todas las ramas médicas: 
endocrinología, neurología, psiquiatría, entre otras31, pero lo que aún persiste en 
la definición que rige actualmente, es la distorsión de la imagen corporal y las 
necesidades del cuerpo, cuya impulsora fue Hilde Bruch en la década de los 
setenta a través de su comunicación de Gotinga. (Fernando García Rodríguez. 
Las adoradoras…, p. 11), teoría a la que añade el sentimiento de impotencia. 
(Francisco Martínez López y Ventura Ferrer Delso, Anorexia nerviosa, entre…, p. 
18). En este último quizá estribe el inicio de la espiral depresiva que proponen 
Duker y Slade, y que finaliza con la muerte en un alto porcentaje de pacientes, 
 
31 “Internistas, endocrinólogos, psiquiatras, digestólogos, etc., se disputan su correspondencia. Y, 
cuando en 1914-1916 Simmons nos habla de ‘caquexia hipofisaria’, una parte de los casos son 
arrebatados del campo de la Anorexia Nerviosa (…) Delay, en 1944, propondrá el nombre de 
‘endocrino-neurosis juvenil’ y considerará el cuadro como una patología endocrino-orgánica, más 
de etiología emocional.” (Francisco Martínez López y Ventura Ferrer Delso, Op. cit., p. 18). 
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31 
pues la enfermedad se vive a veces como un estigma o como una condena de la 
que es imposible escapar. 
 
De acuerdo con García Rodríguez, lo esencial de la definición es que la 
anorexia nerviosa puede entenderse como una enfermedad psicosomática, 
apoyada en tres planos, dos psicológicos y uno somático. “Los dos primeros son 
una fobia a la obesidad y una deificación de la delgadez. El tercero es una 
patología de los mecanismos que regulan la ingesta, que resultan alterados a 
partir de una desnutrición prolongada.” (Fernando García Rodríguez, Op. cit., p. 8). 
 
Sin embargo, al existir tantas divergencias en el proceso de 
conceptualización, y con el propósito de facilitar y hacer un diagnóstico más eficaz 
y rápido (aunque a veces no resulte plenamente eficiente), la anorexia nerviosa y 
los demás trastornos de la alimentación fueron incluidos en el Manual Diagnóstico 
y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)32 desde hace más de veinte años. 
Asimismo, surgieron otros referentes que pueden ser auxiliares complementarios, 
como la CIE-10, donde a “diferencia del DSM-IV, el diagnóstico de anorexia 
nerviosa tiene preferencia sobre el de bulimia nerviosa, la CIE-10 excluye el 
diagnóstico de anorexia nerviosa si se han dado atracones de forma regular.” 
(Michel Salazar Vallejo, et al., Formación continuada…, p. 642). Por su parte, la 
Organización Mundial de la Salud (OMS), con su Cuestionario sobre Depresión e 
Imagen Corporal (ICD 10) aporta una herramienta más para el diagnóstico, que a 
la vez involucra varias disciplinas médicas. 33
 
Vista como acontecer individual, Nardone, en su obra Las prisiones de la 
comida, distingue dos tipos de pacientes anoréxicas, a las que denomina 
respectivamente sacrificante y abstinente. La primera entra en crisis y hace 
evidente su sintomatología de manera sincrónica con una situación familiar 
específica, además de estar inmersa en un sistema familiar cargado de “energía 
patógena”; mientras que la segunda incluye a jóvenes sumamente capaces en el 
 
32 Los criterios diagnósticos se encuentran tanto en la edición del DSM-III, DSM-III-R y DSM-IV. En 
esta última también se contemplan los Trastornos de la Alimentación no Específicos (TANE por sus 
siglas). 
33 Ver en anexos (3), los criterios diagnósticos del ICD 10. 
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32 
ámbito intelectual, pero poseedoras de una sensibilidad extrema que las hace 
vulnerables; “de hecho, a través de la abstinencia, el ayuno prolongado y el 
adelgazamiento, estas jóvenes consiguen provocarse una anestesia perceptiva y 
emotiva real y progresiva.” (Giorgio Nardone, et al., Las prisiones…, p. 61). 
 
En cuanto al alcance epidemiológico, Durkheim subraya la importancia de la 
estadística como complementaria del análisis sociológico, “es preciso tomar como 
objetivo directo del análisis la cifra social, e ir del todo a las partes.” (Emile 
Durkheim, Op. cit., p. 115). En este sentido, no podemos ignorar la prevalencia e 
incidencia de la anorexia nerviosa pues por añadidura observamos cómo las cifras 
relacionadas con este trastorno han aumentado alarmantemente en las últimas 
décadas, tanto para mujeres como para hombres, lo cual nos permite catalogarla 
como un boom. 
 
Por ejemplo, para el caso de nuestro país, de acuerdo con datos 
proporcionados por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador 
Zubirán (INCMNSZ), en el periodo de 1997 a 2003, la incidencia de la anorexia en 
mujeres aumentó del 6 al 9%, mientras que en los hombres mostró un inusitado 
incremento con cifras del 1.3 al 3.8% (Cinthya Sánchez, “Anorexia y bulimia…”)34. 
Tan sólo en el estado de Veracruz, 2 de cada 10 jóvenes padecen anorexia, un 
ejemplo grave de lo anterior es el de una joven de 14 años que presenta un peso 
de tan sólo 25 kilos. (Marcos Miranda Cogco, “Anorexia y bulimia en 
aumento…”)35
 
En relación con la influencia del ambiente familiar, se ha reportado que 
quienes presentan este trastorno provienen de un clima perfeccionista donde se 
exige ser el hijo o la hija ideal, con altas expectativas académicas y sin rango de 
cometer errores, es decir, sumamente exigente, “quizá por eso se deposita en el 
cuerpo la perfección que la cultura de la delgadez impone y una vez obtenida la 
meta en la báscula, se deforma el pensamiento y se exige más y más, 
 
34Artículo obtenido de la página www.eluniversal.com.mx/notas/384150.html, el 28 de octubre de 
2006 
35 Artículo publicado en la revista Vanidades, año 47, núm. 1, enero de 2007 
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http://www.eluniversal.com.mx/notas/384150.html
 
 
33 
trastornando la imagen corporal de manera tal que la perfección del cuerpo queda 
alterada” (Maruza Castillo-Nájera. “Anorexia, mal del siglo XXI”)36. 
 
La familia, primer espacio socializador, promueve ciertos valores que se 
refuerzan en el espacio colectivo, de los cuales el individuo no puede 
desprenderse. Otro aspecto relacionado con el núcleo familiar, y que influye en la 
aparición de estos trastornos de acuerdo con el investigador Craig Johnson, 
Director de la sección de males alimentarios en el Hospital Psiquiátrico Laureate 
de Tulsa, es que “si una persona tiene un familiar que ha tenido anorexia nerviosa, 
tiene un riesgo 12 veces mayor de padecerla.” (“Estudian predisposición 
genética…”)37. 
 
La adolescencia también ha sido catalogada como una etapa donde se 
presenta una mayor predisposición para desarrollar este trastorno, la mayoría de 
los autores consultados para este trabajo, coinciden en señalar que es la etapa del 
desarrollo más crítica para su aparición, al ser “cuando la persona se encuentra 
frente a las nuevas exigencias y desafíos planteados por las experiencias durante 
ese periodo.” (Alfonso Chinchilla Moreno. Guía teórico-práctica…, p. 53). 
 
En Chile, por ejemplo, la Dra. Pascuala Urrejola estima que “la edad 
promedio de presentación es de 13.75 años, con un rango de edad entre los 10 y 
25 años” (Dra. Pascuala Urrejola Noguera, “Anorexia nerviosa”)38; mientras que 
para el caso de España, un estudio realizado en 1997 en Aragón reveló que 16 
por ciento de las mujeres adolescentes presentaba un riesgo de sufrir algún 
trastorno de la conducta alimentaria, frente al 3% de los varones. (NOVA, 
“Movimiento Pro-Anoréxico…’”)39. 
 
 
36 Artículo obtenido de la página www.eluniversal.com.mx/editoriales/36467.html,el 11 de enero de 
2007 
37 Artículo obtenido de la página www.eluniversal.com.mx/cultura/51616.html, el 21 de febrero de 
2007 
38 Articulo obtenido el 25 de abril de 2007 de la página 
//escuela.med.puc.cl/paginas/OPS/curso/Lecciones/Leccion09/M3L9Leccion.html 
39 Artículo obtenido de la página www.agencianova.com/nota.asp?n=2006_3_13&id=29326, el 25 
de abril de 2007 
Neevia docConverter 5.1
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/36467.html
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/51616.html
http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2006_3_13&id=29326
 
 
34 
En Alemania aproximadamente cien mil alemanes de 35 años o menos 
padecen anorexia y entre 10 y 15% de estos muere a causa de ésta. (DPA. 
“Atracón, otro mal…”)40. Mientras que Argentina ostenta el segundo lugar como 
consumidor de anorexígenos y de acuerdo con la Asociación para la lucha contra 
la anorexia y la bulimia (ALUBA), una de cada 10 adolescentes sufre alguna 
patología alimentaria. (news.bbc.co.uk…)41
 
Por lo hasta ahora expuesto, insistimos en que pertenecer al género 
femenino y ser adolescente ya no es exclusivo ni determinante para padecer estos 
trastornos, aunque hasta hace algunos años era considerado así en virtud de que 
la mayoría de los pacientes con anorexia o bulimia eran mujeres, “del orden del 90 
al 97% en el caso de la anorexia y del 80 al 85% para la bulimia.” (Anne Guillemot 
y Michel Laxenaire, Op. cit., p. 77). 
 
Recientemente en nuestro país se estimó, de acuerdo con Marcela 
Medrano, secretaria particular de la Subsecretaría de Servicios e Insumos de la 
Secretaría de Salud del Gobierno del Distrito Federal, que junto con la obesidad, 
los trastornos de la alimentación afectan a dos mujeres de cada diez y a un 
hombre de cada diez. (Angélica Simón. “Bulimia y anorexia afectan…”)42. 
 
Actualmente estos trastornos se presentan indistintamente en mujeres y 
hombres, es decir, afectan al ser humano; dicha incidencia que se registra en 
ambos sexos da cuenta de la trascendencia que han adquirido, y a pesar de que 
Gilda Gómez Peresmitré de la Facultad de Psicología de la UNAM no los 
considera aún un problema de salud pública, ante lo cual diferimos, sí señala 
cómo la anorexia afecta a hombres y mujeres entre los 9 y 25 años de edad, con 
base en una muestra de ocho mil 673 pertenecientes a distintos grupos de edad43. 
 
40 Artículo obtenido de la página www.jornada.unam.mx/2005/08/16/a02n2cie.php, el 16 de agosto 
de 2005 
41 Página consultada el 25 de abril de 2007. 
42 Artículo obtenido de la página www.eluniversal.com.mx/ciudad/83780.html, el 19 de abril de 2007 
43 Prepuberal (6 a 9 años), puberal (10 a 12 años) y adolescencia (13 a 19 años). Asimismo 
encontró que en la Ciudad de México y zona conurbada, desde los seis años ya existe una actitud 
negativa hacia la comida. 
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http://www.jornada.unam.mx/2005/08/16/a02n2cie.php
http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/83780.html
 
 
35 
(“Estudian predisposición genética…”)44. En el INCMNSZ, donde hace más de 20 
años se atendieron los primeros casos de este tipo en nuestro país, ahora se 
atiende a niñas que cuentan con sólo nueve años en la clínica dirigida por el Dr. 
Armando Barriguete. (Cinthya Sánchez, Op. cit.).45
 
 
1.2.1. EL CUADRO CLÍNICO 
Retomando el aspecto médico nos parece pertinente exponer de manera breve el 
cuadro clínico que involucra este trastorno. En primera instancia, y como ya se 
mencionó, se encuentra el perfeccionismo, factor considerado como el de mayor 
riesgo por la mayoría de los autores, “no sólo para la anorexia nerviosa, sino 
también para la depresión, el suicidio y otras anomalías de trasfondo emocional.” 
(Anne Guillemot y Michel Laxenaire, Op. cit., p. 35). Bioquímicamente existen 
semejanzas entre los trastornos de la alimentación y los Trastornos Obsesivo-
Compulsivos (TOC), en relación con los niveles de serotonina46, pues estos se 
encuentran alterados, en este hallazgo descansa la explicación del aumento del 
índice de suicidio, como acto secundario a cualquiera de los dos trastornos antes 
citados. (Mirna Servín, “Desórdenes alimenticios”)47. 
 
 
44 Artículo obtenido en www.eluniversal.com.mx/cultura/51616.html, el 21 de febrero de 2007 
45Especialistas de la Fundación Ellen West afirman que en México la situación empieza a ser 
alarmante ya que 81% de mujeres a quienes se les aplicó una encuesta dijeron necesitar 
adelgazar; de ellas 27% consume pastillas; 12% recurre a laxantes y diuréticos y 7% confesó 
vomitar. (“Los sacrificios de una flaca”, obtenido en www.eluniversal.com.mx/articulos/34917.html, 
el 26 de septiembre de 2006). 
46 La serotonina, también llamada 5-hidroxitriptamina (5-HT) es un neurotransmisor que se piensa 
participa en la percepción sensorial, la termorregulación, la regulación del estado de ánimo y la 
inducción del sueño. (Gerard Tórtora, et al., Anatomía…, p. 409). En este sentido, las acciones de 
bienestar o depresión se encuentran relacionadas con los niveles bioquímicos de este 
neurotransmisor, motivo por el cual para el tratamiento del estado depresivo, los trastornos 
obsesivo-compulsivos y de la conducta alimentaria se utilizan antidepresivos que actúan regulando 
la recaptura de serotonina, como por ejemplo la fluoxentina (prozac), de la que se hablará 
posteriormente. 
47 Artículo obtenido en www.jornada.unam.mx/2000/03/27/cien-eureka.html, el 2 de mayo de 2000 
Neevia docConverter 5.1
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/51616.html
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/34917.html
http://www.jornada.unam.mx/2000/03/27/cien-eureka.html
 
 
36 
A la exploración física, los signos son evidentes y abarcan los derivados de 
la caquexia48, secundaria a la desnutrición, por lo que el aspecto del paciente 
recuerda al de un sobreviviente de los campos de concentración: “La facies está 
pálida, amarillenta, demacrada; los ojos hundidos y sin brillo. Aparece lanugo en 
mejillas, brazos y piernas.” (Fernando Fernández Aranda y Vicente José Turón Gil. 
Trastornos de la alimentación…, p. 38). Mientras que en la exploración radiológica 
del corazón se observa una disminución de las medidas cardiacas, pues este 
órgano empequeñece en razón de la pérdida ponderal. (Ibid.) 49 
 
No obstante, el aspecto emaciado, la fragilidad del cabello, uñas, huesos y 
dientes, las alteraciones orgánicas objetivas que arrojan el electrocardiograma y 
los análisis de laboratorio como la química sanguínea y la biometría hemática, 
entre otros, el paciente anoréxico sorprende por su franca e incólume vitalidad, 
“pueden mantenerse activas, aunque con insomnio. Tienen una alta tolerancia al 
cansancio, contrario a lo que pudiera pensarse, pues solamente cuando el Índice 
de Masa Corporal (IMC) cae a ocho50, se presenta el aletargamiento.” (“Los 
sacrificios de una flaca”)51. Esta engañosa vitalidad es sólo un esfuerzo del 
organismo por adaptarse a la desnutrición, haciendo uso de todos los recursos y 
sustancias almacenadas para seguir funcionando; se trata de un proceso de 
adaptación en un cuerpo que está en el proceso contrario consigo mismo, con su 
entorno, y más bien ha de interpretarse como una señal de alarma y cronicidad. 
 
Una vez que se ha declarado el daño por la inanición autoinducida es 
imprescindible detenerlo ya que no puede predecirse el desenlace de la 
enfermedad, y la descompensación puede ocurrir de manera vertiginosa. Duker y 
 
48 Del griego kakhezia (mal estado). Alteración profunda en la nutrición, que produce un 
adelgazamiento extremado. (Pequeño Larousse ilustrado) 
49 Ver en Anexos (4) otros signos y síntomas. 
50 El índice de masa corporal (IMC) se establece con base en la siguiente fórmula: peso en 
kilogramos2 dividido entre la altura en centímetros; y de acuerdo con los especialistas de Ellen 
West, un índice de masa corporal menor a 18 corresponde a una persona enferma

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