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Tradicion-y-poscultura--la-critica-de-George-Steiner-al-mundo-contemporaneo

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE 
MÉXICO 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales 
 
 
 
 
 
TRADICIÓN Y POSCULTURA. 
LA CRÍTICA DE GEORGE STEINER AL MUNDO 
CONTEMPORÁNEO. 
 
 
 
Tesis que para obtener el título de 
Maestro en Estudios Políticos y Sociales 
presenta: 
 
 
 
 
 
Isaac Gerardo Mendoza Vázquez 
 
 
 
 
 
 
 
Tutor: DR. RICARDO POZAS HORCASITAS 
 
Ciudad Universitaria, 2008 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
ÍNDICE 
 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN ............................................................................... 1 
 
 
CAPÍTULO PRIMERO 
ITINERARIO BIOGRÁFICO INTELECTUAL 
DE GEORGE STEINER ..................................................................... 5 
1. La educación intelectual ...................................................... 6 
2. Hacia Europa ...................................................................... 11 
3. El escritor ............................................................................ 13 
4. Europa.................................................................................. 14 
5. Una vida segura................................................................... 16 
6. Dos recuerdos ..................................................................... 20 
7. Maestro ................................................................................ 24 
 
 
CAPÍTULO SEGUNDO 
TRADICIÓN Y MODERNIDAD....................................................... 31 
1. Crítica y tradición ............................................................... 31 
2. George Steiner como crítico............................................. 41 
3. El pasado y la tradición ..................................................... 48 
4. Interludio: Viena................................................................. 54 
5. Fin de la tradición —ennui y estética de la violencia ..... 59 
 
 
CAPÍTULO TERCERO 
POSCULTURA .................................................................................. 66 
1. Derrumbe del orden tradicional....................................... 67 
2. Cultura e inhumanismo ..................................................... 71 
3. Inhumanismo y violencia .................................................. 83 
 
 
CAPÍTULO CUARTO 
FIN DE LA CULTURA LETRADA ..................................................... 94 
1. La crisis del libro................................................................. 95 
a) Los tres rasgos de la crisis de la lectura..................................108 
i) Tradición: referencias preexistentes y compartidas ............108 
ii) Apuesta por la trascendencia .....................................111 
iii) Géneros: coherencia intelectual...................................112 
b) Consumo........................................................................116 
2. Silencio ............................................................................... 124 
a) Abandono de la palabra por la cifra.....................................129 
b) Abandono de la vitalidad y la precisión del lenguaje .................132 
c) Los tres momentos del silencio..............................................137 
i) El silencio como luz .................................................139 
ii) Sustitución de la palabra por la música........................141 
iii) El silencio como final del lenguaje ..............................144 
 
 
CONCLUSIONES............................................................................ 151 
 
 
ANEXO 
CRONOLOGÍA DE GEORGE STEINER........................................ 159 
 
 
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................. 163 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
 
 
 
George Steiner es un pensador y humanista que a lo largo de su trayectoria 
intelectual ha reflexionado en sus escritos y entrevistas el mundo contemporáneo 
en dos sentidos específicos: desde la crítica de la literatura y desde el sentido que 
tuvo el devenir del humanismo en el mundo occidental en el siglo veinte. El 
presente trabajo analiza esta segunda perspectiva, la que se refiere a su análisis y 
juzgamiento a la época actual esencialmente a través de una preocupación doble: 
la poscultura, entendida primeramente como la copiosidad de las formas de 
inhumanismo, y el declive o socavación de la cultura letrada. 
 Steiner es un pensador que ha mantenido una postura independiente, alejado 
de los medios masivos de comunicación, pero reconocido con numerosos 
premios en el campo de la literatura comparada, en el cual ha escrito obras que 
tienen como centro de atención la crítica, el análisis, estudio y reflexión de obras 
literarias, sin dejar de establecer diálogo fructífero con otras espacios de 
pensamiento y reflexión. Allí debe apuntarse la importancia y trascendencia de 
obras como: Tolstoi o Dostoievski (1960); Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, 
el lenguaje y lo inhumano (1967); Extraterritorial. Ensayos sobre literatura y la revolución 
lingüística (1972); Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la traducción (1975); Presencias 
Reales. ¿Hay algo en lo que decimos? (1989), entre otras. 
 Aunque identificado como profesor y ensayista, de manera afín Steiner ha 
desarrollado un análisis de los contenidos culturales y morales sobre los que el 
mundo contemporáneo viene desenvolviéndose. Él es un humanista en el sentido 
tradicional del término que se preocupa por el estado del género humano. Su 
reflexión literaria no excluye una crítica social y cultural; de hecho, distintos 
textos suyos (Lenguaje y silencio..., Extraterritorial... y especialmente En el castillo de 
Barba Azul, así como los ensayos de Pasión intacta) implican ya un juicio al mundo 
social, político y cultural de la civilización occidental. Su crítica académica del arte 
es ya una crítica de la cultura, si por cultura* se entiende el sentido imaginario, 
 
* Aquí son reproducidas las definiciones de cultura de dos distintos intelectuales. En el primer caso, 
José María Pérez Gay es uno de los especialistas de la Viena del 900; en el segundo, María Zambrano es 
una de las humanistas más importantes del siglo veinte. La definición de Pérez Gay: «Por cultura 
entiendo aquí no sólo las bellas artes (literatura, música, artes plásticas) sino también, y sobre todo, ese 
cúmulo de costumbres, pasiones, ideales eróticos, formas de amar y odiar, de comer y beber, el deseo 
de intimidad y la vida pública, los disfraces y disimulos imaginativos, las conductas dominantes que 
 Introducción 2 
simbólico, e inclusive artístico, que identifican a una sociedad, es decir, el 
conjunto de normas y valores, ideales, concepciones y creencias, prácticas de 
comportamiento y costumbres que componen y ordenan el devenir de una 
sociedad, formas públicas y privadas de actuar, los estilos de pensar y la 
conciencia de una historia y pasado comunes así como una determinada 
proyección del futuro. Aunque la producción de arte o formas estéticas de la vida 
intelectual no debe ser entendida como exclusiva de la cultura, visión por la que 
Steiner siente especial aprecio, este conjunto de elementos logra su plenitud en 
las creaciones artísticas, debido a que en la tradición en que él se desarrollaexiste 
una jerarquización de la cultura tanto como de la tradición. Su crítica al mundo 
contemporáneo es una crítica que hace desde la perspectiva la alta cultura clásica 
y letrada. En las grandes creaciones del espíritu se ve la genialidad del creador al 
igual los recursos últimos que garanticen la sobrevivencia del género humano. 
 La crítica cultural de Steiner se debe en gran medida a que es un hombre 
preocupado por la producción artística de su época tanto como por los procesos 
culturales, morales y políticos de los tiempos que ha vivido; el estilo de su crítica 
literaria comprende un juicio al devenir del mundo contemporáneo, en 
especialmente a sus demasías y desenfrenos. Por medio de la literatura, Steiner 
alcanza los fondos y márgenes últimos de la condición humana, lee sus límites y 
excesos; no es únicamente una lectura de obras literarias sino toda una amplia e 
inteligentísima visión sobre el género humano. Aunque se presenta como un 
escritor retirado del mundo de la acción pública, su escritura es una manera en 
que el humanista se relaciona con el mundo, reflexionándolo, es un diálogo con 
 
impregnan y determinan una sociedad. Se trata, en suma, de la entrega a una aventura animada por un 
inusitado proyecto vital, vale decir: asistir a la génesis de un sistema de creencias, ideas, valores y 
principios que conceden a la cultura un lugar primordial. No hay, pues, un tránsito de una etapa 
‘atrasada’ en la historia de Austria-Hungría a una más ‘adelantada’; hay el nacimiento de una variante de 
la modernidad, una mutación, por decirlo así, en la historia cultural de Europa. Desde esta perspectiva, 
la historia y la crítica de la cultura vienesa se incluiría dentro de esa categoría del conocimiento social 
que los historiadores contemporáneos llaman historia de las mentalidades.» José María Pérez Gay, 
«Viena: nuestro futuro anterior». 
Por su parte, María Zambrano apunta: «El hombre posee el privilegio de tener antepasados; somos 
siempre hijos de alguien, herederos y descendientes. Más cuando se pertenece a un mundo tan 
completo como el de la cultura occidental los antepasados son múltiples; tenemos diversas tradiciones 
detrás de nosotros, no una sola. De ahí el olvido y también los sucesivos renacimientos. / Y es que 
tener cultura, estar en una cultura, es tener detrás de la vida individual de cada uno un tesoro a veces 
anónimo, a veces con nombre y figura. Es poder recordar, rememorar. Poder también, en un trance 
difícil, aclarar en su espejo nuestra angustia e incertidumbre.» María Zambrano, Séneca. Sobre esta 
definición, un pequeño comentario: la cultura está en relación con una (su) particular tradición, es decir, 
está en relación y definida por el pasado. 
Además, sobre los orígenes y sentidos primordiales del término cultura, véanse de Gabriel Zaid: 
«El primer concepto de cultura» y «Tres conceptos de cultura». 
 
 Introducción 3 
el tiempo histórico en que escribe, pues todo autor escribe el mundo para 
comprenderlo y explicarlo al posible lector. Su contacto con el mundo 
circundante a través de la escritura, junto a su formación intelectual y su paso por 
el convulso siglo recién terminado, lo han llevado a ocuparse por igual de la 
literatura tanto como del devenir y la condición del género humano en la fase 
más reciente de la historia humana. 
 Un crítico literario, y mucho más uno del estilo que representa Steiner, se 
relaciona con la obra literaria a través de su estudio y análisis, pero además por su 
apego al mejor de los humanismos está en íntima relación con el tiempo y el 
espacio en que se crea una obra; de hecho, su análisis y estudio requiere ser 
entendido y situado en el contexto socio-histórico en que fue realizada o en el 
entorno en que es leída o interpretada en una primera o posterior ocasión. Steiner 
siempre se ha concebido como un maestro de la lectura, pero de una lectura 
comparada, su área de trabajo es la literatura comparada, la cual tiene como 
justificación primordial el análisis de una obra literaria desde sus múltiples 
características y sus diversos posibilidades y alcances, esto es, desde la óptica de 
una lectura abarcadora de todos los elementos subyacentes en el texto. 
 
 
 
~ 
 
El presente trabajo está dividido en cuatro capítulos. En el primero, son trazadas 
las estaciones del itinerario individual de George Steiner; se repasan momentos 
decisivos de su biografía, así como algunos rasgos de su carácter, los cuales han 
tenido consecuencia en los sentidos y los matices de su reflexión. No está de más 
señalar la necesidad de agregar la perspectiva biográfica en el estudio de la obra 
de un pensador pues el itinerario personal de un intelectual está en íntima 
relación a sus reflexiones, en especial los que vivieron durante el aciago siglo 
veinte. No puede entenderse a ningún pensador de envergadura sin su contexto. 
 En el segundo capítulo se analiza con detenimiento las características de la 
tradición intelectual a la que Steiner se adscribe. A partir de una reflexión 
necesaria y no concluida sobre el peso y trascendencia de la tradición en la 
modernidad, una era caracterizada por la evanescencia y transitoriedad de los 
contenidos de las tradiciones, se estudian las características de esa cultura que, 
según su visión, ya ha concluido. 
 El tercer capítulo es ya el análisis del concepto de poscultura. Allí se estudian 
los contenidos y sentidos distintivos de ese concepto en el marco general de su 
crítica al mundo contemporáneo. La poscultura es un concepto que debe leerse y 
 
 Introducción 4 
entenderse a partir de lo ocurrido en el siglo veinte. El núcleo duro del concepto 
refieren los cambios esenciales de la cultura en el siglo veinte, el gran viraje de la 
cultura —su abandono, si se entiende como pérdida de referentes y parámetros 
que guiaron a la civilización occidental. 
 Es importante señalar que este concepto que estudia la condición del género 
humano en especial en la segunda mitad del siglo veinte coloca a Steiner en la 
tradición de pensamiento de la crítica a la modernidad, tan larga e importante en 
distintas disciplinas humanísticas y sociales, y que ha dejado una larga estela de 
obras y reflexiones ricas y variadas. En este sentido, aunque con matices 
diferenciados y a veces lejanos, se pede señalar que Steiner forma parte de la 
tradición crítica de la modernidad que a lo largo de ese siglo fue poniendo en 
cuestionamiento al devenir de la cultura: José Ortega y Gasset, Georg Simmel, 
María Zambrano, la Escuela de Frankfurt, en especial con Walter Benjamín, entre 
otros pensadores, para quienes fue notorio si no el termino de la cultura por lo 
menos su fragmentación en el proceso civilizado de la humanidad, y cuya 
reflexión tuvo como eje central la racionalidad occidental en el siglo veinte, y su 
nefanda consecuencia de irracionalidad instrumental. 
 En el cuarto capítulo se analizan dos características concretas de la situación 
poscultural: la crisis de la lectura y el tema del silencio, pues representan la 
conclusión definitiva del ideal ilustrado y liberal de la cultura letrada. Para Steiner, 
estudioso de la literatura y ser humano culto, estas dos manifestaciones de la 
poscultura expresan la situación postrera más dramática de la condición actual, 
que ilustra asimismo la conclusión de la cultura occidental. 
 
 
CAPÍTULO PRIMERO 
ITINERARIO BIOGRÁFICO INTELECTUAL DE GEORGE 
STEINER 
 
 
 
En este primer capítulo serán trazadas las estaciones del itinerario vital e 
intelectual de George Steiner. El fin es situar y exponer su trayecto personal para 
comprender la obra de este crítico literario y cultural. Para comenzar debe 
anotarse que es considerado uno de los intelectuales y humanistas más 
destacados. Su producción intelectual, alrededor de tres decenas de libros, 
traducidos a una docena de idiomas, le han dado una presenciaindiscutible en la 
tradición humanística. Uno de los reconocimientos más importantes, que nos 
hablan de la trascendencia de su obra, es la concesión del Premio Príncipe de 
Asturias, en el área de Comunicación y Humanidades, en 2001. 
 Steiner, uno de los pensadores de primera importancia en el mundo 
intelectual occidental, ha sido testigo directo de la historia reciente del mundo 
occidental. «Soy hijo de este siglo.»1 Aunque se ha permitido no participar 
directamente en los debates políticos e ideológicos, siempre ha estado atento al 
devenir de la civilización occidental, lo cual le permite expresar sus opiniones y 
juicios que, aunque polémicos, no carecen de certitud y validez. 
 Tratar de definir o enmarcar a Steiner es una tarea en extremo difícil. Difícil 
sobre todo porque Steiner es uno de los intelectuales y humanista occidentales 
más importantes, poseedor de una de las culturas más ricas y con una vasta obra 
publicada. Sus textos nos revelan a un gran amante y conocedor de la cultura 
europea, particularmente de la literatura centroeuropea. 
 Aunque de manera directa no pertenece a la tradición vienesa del 
novecientos, la heredada a través de sus padres; su educación le hace concebirse 
dentro de lo que llama el mundo interior de la tradición centroeuropea. Él se ve 
como un intelectual cuyo interés se centra en la cultura de Europa central. 
 Como indica Ramin Jahanbegloo, Steiner no es un humanista, un intelectual 
comprometido en el sentido tradicional del término, sino más bien un intelectual 
responsable. Esto se debe a que su pensamiento está conformado por una serie 
de categorías éticas. «Todas mis categorías son éticas», dice en algún momento. 
«Existen muy pocos hombres verdaderos. El problema de la ética sigue siendo el 
mismo, pero el hombre no es ya juzgado por Dios sino por un juez. De nada 
 
1 George Steiner, George Steiner en diálogo con Ramin Jahanbegloo, pág. 80. [En adelante se citará como: 
George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo...] 
 Capítulo primero - Itinerario 6 
sirve sufrir si el juez no está ya ahí. Es la lógica de la magia y en ese caso resulta 
cierta.» Además, añade: «No quiero que me conviertan en un profeta moralizante. 
Espero haber contribuido a problemas tan importantes como el de la traducción, 
la historia de las literaturas de Occidente, las relaciones entre música y poesía; no 
soy Lévinas, soy un novelista y también un poeta y un escritor.»2
 
 
 
1. LA EDUCACIÓN INTELECTUAL 
 
Francis George Steiner nació en París el 23 de abril de 1929. Sus padres, judíos, 
vieneses bien posicionados, habían abandonado Viena en 1924, mientras crecía la 
amenaza del nazismo, pero sintieron y formaron parte del ambiente y vida 
intelectual y cultural que le dio tanto prestigio a aquella ciudad multicultural y 
cosmopolita: su padre, de origen checo, «encontró en el Imperio austro-húngaro 
una verdadera tolerancia para todo lo que pudiera contribuir al florecimiento de 
los talentos de cada uno»,3 mientras que su madre perteneció a una vieja familia 
vienesa «de confesión judía», educada de acuerdo a las características de la alta 
burguesía de la época, cosmopolita y políglota. 
 La Viena que sus padres abandonaron, y a la cual Steiner siempre se sentirá 
unido, es la Viena liberal, burguesa y educada, la Viena mítica de la gente culta, 
como la llama Antoine Spire, la Viena de las grandes expresiones artísticas y del 
pensamiento, tradición cultural que heredó a través de la educación de sus 
padres. Esta ciudad, floreciente, tolerante y múltiple, privilegiaba la vida cultural y 
artística y fue el espacio propicio para grandes manifestaciones y avances en casi 
todos los terrenos del saber, el arte, al ciencia, etcétera. 
 Pero para cuando Steiner nace en París, ya era una «Viena trágica»,4 el imperio 
austro-húngaro había desaparecido con la Primera guerra mundial, el 
antisemitismo era una realidad y la amenaza del nazismo era más que evidente. Su 
padre, persona siempre a atenta al devenir de la historia, a su entorno y a los 
hechos que sucedían, supo ver el peligro que se cernía sobre ellos. «Cuando 
pienso en él, me viene a la cabeza aquella intuición casi sobrenatural, aquel olfato, 
que le hacía presagiar el porvenir.»5 Por eso decidió, a pesar de arriesgar la buena 
posición que había logrado (a los 24 años se había convertido en secretario 
 
2 Ibidem, págs. 115, 116, y 116-117. 
3 Ibidem, pág. 25. 
4 George Steiner, La barbarie de la ignorancia. George Steiner en dialogo con Antoine Spire, pág. 12. [En 
adelante se citará como: George Steiner, La barbarie de la ignorancia...] 
5 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 26. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 7 
jurídico en el Banco Central de Austria), trasladar a su familia a un lugar que 
garantizara más seguridad. El lugar de la elección fue la capital francesa. 
Recuérdese que esta era una época de tremenda cisma mundial, de cambios y 
dificultades. El año del nacimiento de Steiner es el año de la más terrible crisis 
financiera y económica en Estados Unidos, que tuvo repercusiones en todo el 
orbe. El período durante el cual nace George Steiner puede caracterizarse por 
una dualidad muy particular. Son, en primera instancia, años de efervescencia 
intelectual y fuerza cultural en el mundo, tal vez sin parangón en la historia: 
psicoanálisis, biología, lingüística, filosofía, ciencia, física, arte, literatura, entre 
otros. 
 De la misma manera fueron años de excelentes, ideales condiciones de vida 
burguesa, crecimiento económico sostenido, y fácil acceso a la cultura, que la 
crisis del 29 vino a terminar. Pero a la vez fueron los años en que se germinó el 
ascenso del nazismo y la amenaza hitleriana y la consolidación del antisemitismo, 
dándose las primeras manifestaciones de odio, violencia, intolerancia. 
 Su padre de alguna manera intuía lo que se avecinaba, presagió el nefasto 
porvenir; estaba «convencido de la inminencia de la catástrofe».6 Desde el final de 
la Primera guerra mundial, comprendió «que la supervivencia material del aquel 
país [Austria], así como su genio cultural, no tenían ya base real alguna».7
 Steiner insistirá en cierta capacidad preadivinatoria de sus padre, debida a su 
interés por la historia y a su constante atención en los hechos que ocurrían a su 
alrededor. Esta es una de las características heredadas de su padre y que se verá 
impresa en su trabajo intelectual: su reflexión tiene siempre un entorno socio-
histórico. 
 Desde sus años más jóvenes, Steiner recibe una educación muy particular. En 
París, el pequeño George acudió a la escuela norteamericana en París, el instituto 
Jeanson-de-Sailly. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos paternos por mantener a 
salvo y segura a su familia, de nueva cuenta surge el peligro. La familia Steiner 
permaneció alrededor de dieciséis años en París; cuando dejan esta ciudad, el 
pequeño George Steiner anda alrededor de los once años. 
 En 1940, la familia Steiner se muda otra vez, en esta ocasión a Estados 
Unidos, concretamente a Nueva York. La razón de esta nueva mudanza es de 
nuevo la amenaza del nazismo, que entonces ya se cernía sobre París, ciudad que 
finalmente caerá en manos de los alemanes en ese mismo año. En Nueva York, 
asiste al Lycée François, donde realiza sus estudios hasta terminar su bachillerato. 
Allí tiene como profesores a «grandes hombres que habían huido del nazismo sin 
 
6 George Steiner, Errata. El examen de una vida, pág. 13. [En adelante se citará como: George Steiner, 
Errata...] 
7 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 26. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 8 
encontrar los medios para vivir en el exilio». Las guerras, especialmente las dos 
mundiales, son fuente de grandes movimientos de personas y, como señala 
Jacques Barzun,8 ya en el caso de la primera, tanto como la segunda, lo fue de 
intelectualesy artistas, científicos y pensadores. Desde la Primera guerra mundial, 
las universidades (y en este caso, los colegios) norteamericanas abrieron sus 
puertas a los exiliados. 
 Pero en el caso de Steiner no sólo importantes los colegios s los que asistió, 
sino la educación que fue recibiendo en su hogar, estrictamente guiada y vigilada 
por su padre. De esta educación de su padre deben resaltarse algunos elementos 
que contribuyeron a la formación intelectual de Steiner. 
 El primero de ellos es que la educación recibida en el seno familiar del futuro 
crítico literario fue plurilingüística, lo que guió y marcó no sólo su formación sino 
todo su interés posterior y su producción intelectual. George Steiner aprendió 
desde muy pequeño alemán, francés e inglés. «En un plano evidente, yo le debo 
al entrecruzamiento inicial de tres lenguas, a su latido y a su chispa dentro de mí, 
lo que ha sido mi vida y mi trabajo.»9
 «Mi madre comenzaba una frase en una lengua y la terminaba en otra, sin 
percatarse. También ella tenía un oído soberbio, un francés exquisito. Porque en 
la cultura vienesa una de las vías de acceso hacia la felicidad de otra civilización 
era el francés… ¡Nunca se debe olvidar el enorme prestigio de la lengua y la 
literatura francesa en toda aquella Europa central! Inmersos en al angloamericano 
casi universal nos olvidamos de que era el francés lo que permitía entrar en la 
sensibilidad clásica europea. Era hablando francés como uno se hacía —palabra 
que se volvió horrible bajo Hitler, pero que es un término muy bello— 
cosmopolita. Es un término bello en su sentido griego: ciudadano del planeta. 
¡Nada hay más bello!»10
 El plurilingüísmo fue una de las características que distinguen a quienes 
vivieron y disfrutaron el ambiente del imperio austro-húngaro. Protagonistas 
tanto como críticos de la Viena del novecientos apuntan que en el espacio que 
ocupó ese reino, confluyen una decena de etnias y una decena de lenguas; dos de 
los más grandes escritores del siglo veinte beneficiarios de ese clima intelectual: 
Stephan Zweig y Elias Canetti dejaron sus testimonios en sus respectivos libros 
de memorias: El mundo de ayer y La lengua absuelta.11
 
8 Jacques Barzun, Del amanecer a la decadencia. 500 años de vida cultural en occidente (de 1500 a nuestros 
días). 
9 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 121. 
10 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 14-15. 
11 Stefan Zweig, El mundo de ayer, y Elias Canetti, La lengua absuelta. Para un panorama del imperio 
austro-húngaro véase José María Pérez Gay, El imperio perdido, y «Viena: nuestro futuro anterior». 
 
 Capítulo primero - Itinerario 9 
 Sobre su plurilingüísmo, Steiner mismo añade: «¡Fue para mí la mejor de las 
suertes! Cada lengua es una ventana que da a otro mundo, otro paisaje, otra 
estructura de valores humanos.»12 Y, a manera de corolario, señala: «Se lo 
agradezco a mi padre, [...] supo adivinar que cada lengua que se aprende es una 
nueva libertad, una nueva lengua, un cosmos y un mundo en sí mismo, una 
inestimable oportunidad de supervivencia, en fin.»13
 La educación de Steiner siempre estuvo guiada por su padre para que tuviera 
una visión rica del mundo, abierta a las distintas culturas, lenguas y literaturas, a 
tal grado que, cuando estuvieron en París, acudió a una escuela americana y, 
cuando ya residían en Estados Unidos, fue enviado a un colegio francés. Esto 
constituía parte del plan del padre de Steiner, pues él creía que su hijo de alguna 
manera siempre debía estar contra corriente y forjarse en las humanidades, amén 
de destacar siempre la importancia del conocimiento de otras lenguas. Su 
educación estuvo planeada para las humanidades, para dedicarse a ellas a través 
de la enseñanza —alejándolo del mundo material, por lo menos del mundo 
bancario del que él provenía, para que Steiner pudiera dedicarse al saber: «Todo 
lo que hago es para que, algún día, seas un sabio»,14 le decía su padre. 
 El esmero del padre en la educación del hijo tiene una explicación: pertenece 
a una tradición judía, «sueño judaico» le llama él mismo, en el cual uno de los 
hijos, con el sacrificio de los padres, estaba llamado a convertirse «en una 
personalidad relevante en el campo de las ciencias». De acuerdo a esta misma 
tradición judía, su padre «llevaba en su interior la imagen de quien transmite el 
conocimiento y el amor a los textos». El fin del plan paterno es muy claro para 
Steiner, después de los años: quería que su hijo, más que un artista o un 
científico, fuera un sabio, un profesor: «Creo, profundamente que mi padre me 
destinaba al profesorado más que a cualquier otra cosa.»15
 «Toda la vida es una dialéctica. Creo que inconscientemente mi padre me 
quería profesor, sabio. Él venía de una tradición en la que una generación ganaba 
dinero para que los de la siguiente fueran rabinos —no rabinos en el sentido 
religioso sino en el sentido propio del término: estudios, profesor, magisterio; en 
otras circunstancias, por ejemplo, habría esperado de mí que fuese escritor, 
artista. Yo pintaba, dibujaba mucho, e inconscientemente no creo que fuera una 
decisión tomada en abstracto. Sé que en su mente el sabio y el profesor eran aun 
más importantes que el artista. Lo que no es cierto. Es una paradoja, claro. La 
creación no era para él, en su mente, tan inmediata. Da la medida de la gran 
 
12 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., pág. 16. 
13 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 28. 
14 Ibidem, pág. 31. 
15 Idem. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 10 
secularización de la tradición talmúdico rabínica del pasado en Europa oriental, 
cuando todos esperaban que su hijo fuera un sabio religioso. Ya no era así: 
estábamos en un mundo laico, secular. Peor me consta el inmenso placer que le 
di antes de que muriera, cuando me supo profesor en las grandes universidades. 
A veces me pregunto si realmente es ése el ideal.»16
 El plurilingüísmo es importante para Steiner por un hecho fundamental: la 
posibilidad de acercarse y conocer múltiples culturas, especialmente sus 
literaturas. La enseñanza fue la de leer literatura siempre en su idioma original. 
«Comprendí entonces que para aproximarse a un texto, conocer su legua me 
permitía no recurrir a los traductores.»17
 El conocimiento de otras lenguas abre las puertas de otras culturas. Rompe 
fronteras y acrecienta el poder de apropiación de lo que es en principio ajeno. 
Enriquece el espíritu; lo ennoblece y desarrolla una de las cualidades más 
preciadas pero más olvidadas: la hospitalidad, la cordialidad, y la comprensión del 
otro. «Podemos [con otras lenguas] ser huéspedes de otros hombres, comprender 
lo que nos dicen y responderles… Yo tuve esa inmensa suerte, y agregué más 
tarde una lengua que adoro: el italiano. Hay, al finas de mi carrera, de mi 
enseñanza, todavía tengo el privilegio de dar clases, conferencias en cuatro 
lenguas.»18
 Más para que el pequeño llegara a ser un maestro de lectura, el padre de 
Steiner supo despertar y estimular en su hijo de manera definitiva la curiosidad y 
el interés por la lectura para, posteriormente, establecer un severo régimen de 
lectura guiada. El plan consistía en que el pequeño entregara escritos aunque 
fueran breves resúmenes y comentarios de lectura de cada uno de los libros que 
se le daban a leer, sin lo cual no se le permitía pasar a otro libro. «Se trataba de 
que siguiera cierto método y respetara la obra. A una obra se le debe atención, y 
la atención lleva a la reflexión... más tarde, en el liceo [...] todo el sistema de 
resúmenes se ha vuelto muy importante en la educación secundaria. Era una 
pedagogía. A veces me impacientaba, me enfadaba, quería el próximo libro. En 
esto mi padre era muy estricto.»19
 Esta fascinación y apropiación del mundo de la lectura fue esencial para que 
Steiner se perfilara como el futuro profesor, el futuro sabioque su padre deseaba 
que fuera y que ha llegado a ser. Con este plan de lecturas su padre le insufló dos 
características primordiales que él mismo resalta en su quehacer como maestro: el 
respeto por lo clásico y la trascendencia de la memoria en el proceso educativo. 
 
16 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 23-24. 
17 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 31. 
18 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., pág. 17. 
19 Ibidem, págs. 18-19. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 11 
Sobre esta última, señala: «Tenía que resumir lo que había leído. Aprenderlo si era 
necesario, y encontré en aquel ejercicio lo que me permitía poseer el sentido de 
las lenguas. Debo a aquel hombre severo y sombrío, obsesionado por la amenaza 
hitleriana, una educación que es casi una gracia.»20
 En lo que se refiere al respeto por lo clásico viene desde su infancia también, 
cuando incluso durante los veranos su padre lo obligaba a leer y trabajar sobre los 
clásicos: «Guardo un fabuloso recuerdo de los veranos que pasábamos en la costa 
normanda, veranos en los que mi padre me hacía trabajar los clásicos.»21
 
 
 
2. HACIA EUROPA 
 
En 1947, George Steiner finaliza el bachillerato y estudia en la Universidad de 
Yale, a donde entra directamente al segundo año, y cursa sus estudios mediante 
exámenes; después de acreditar veinte asignaturas distintas, cursa un año el 
programa científico, en el cual termina por licenciarse. No obstante, a pesar de 
sus deseos expresos por continuarlos, no sigue sus estudios en esta disciplina. (Él 
mismo cuenta como uno de sus profesores, al observar sus limitadas capacidades 
para ser un distinguido científico —físico concretamente—, le recomienda 
abandonar sus intenciones.) 
 Posteriormente, hacia 1949, estudia filosofía y literatura en las universidades 
de Chicago y Harvard, antes de ganar una beca para realizar, a partir de 1950, un 
doctorado en literatura, en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Para graduarse, 
presenta la tesis que posteriormente se editará como libro con el título de La 
muerte de la tragedia. Su tesis, empero, no estuvo exenta de problemas. El primer 
jurado que la calificó juzgó que no reunía las características mínimas necesarias 
para que obtuviera el doctorado. Momentáneamente, decepcionado, Steiner la 
dejara de lado. 
 En el itinerario de George Steiner habría que señalar que, después de su paso 
por Oxford, y antes de doctorarse, trabajó en el semanario The Economist, y en la 
BBC de Londres. En ese semanario londinense, escribe sobre temas 
internacionales, cobrando por artículo publicado, entre 1952 y 1956. Steiner se 
considera a sí esencialmente un europeo, y el atractivo de trabajar en Londres era 
para poder permanecer en Europa, la tierra tan estimada por los Steiner y de la 
cual fueron arrojados por la amenaza del antisemitismo. Casi desde el final de la 
 
20 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 31. 
21 Ibidem, pág. 32. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 12 
guerra su deseo era volver a Europa, su deseo era permanecer allí pese a todo. Su 
permanencia en Europa tenía un significado muy especial. Estar allá era cumplir 
su deseo de permanecer en un continente mítico pero de la misma manera era la 
negación de facto de cualquier forma de victoria del nazismo, era su negación y 
una forma de esperanza finalmente. «Pero también eran años de gran felicidad 
por poder permanecer en Europa. Ése es el punto capital. Por lógica habría 
debido regresar a los Estados Unidos, donde tenía todo tipo de posibilidades. 
Para mi padre, saber a su hijo en Europa quería decir —y otra vez querría evitar 
cualquier presunción: las frases son graves— que Hitler no había triunfado del 
todo. Hitler había jurado que ya nunca habría gente como los Steiner en Europa. 
Para mi padre era capital que su hijo pudiese responder a esta idea: ‘no’.»22
 Una vez que reescribió y fue aprobada su tesis doctoral, ya adaptada a los 
cánones académicos, fue elegido en 1956 como Humanista en el Instituto de 
Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, puesto que ocupó hasta 
1958, y, posteriormente, después de su fundación, se integra al Churchill College, 
en Cambrigde, hacia 1962. «Cuando abandoné América sólo lamenté una cosa: 
no haber podido comprender nunca esa país.»23
 A partir de 1974, es designado profesor de Lengua Inglesa y Literatura 
Comparada en la Universidad de Ginebra, hasta 1994, año en que es nombrado 
profesor emérito en la Universidad de Ginebra y profesor visitante de Literatura 
Europea Comparada de la Universidad de Oxford. Entre 1969 y 1974, enseña en 
las universidades de Nueva York y Yale. Desde entonces se ha dedicado por 
completo a la enseñanza de la literatura. Dividiendo su tiempo entre Suiza e 
Inglaterra, es tal vez es el más distingo experto en literatura comparada del 
mundo occidental. 
 Como reconocimiento a su labor de crítico literario, a finales de 1966, 
después de la muerte de Edmund Wilson, fue designado su sucesor en las páginas 
de la New Yorker Revue of Books —hasta 1997. A esto hay que agregar que de 
manera regular ha publicado sus críticas en las más prestigiosas publicaciones 
especializadas en literatura y en publicaciones culturales de Europa y América. 
Por lo demás, su lugar como uno de los críticos más importantes en la escena de 
la literatura mundial se ve reflejado por las constantes conferencias que dicta en 
las más distinguidas instituciones culturales y educativas. 
 
 
22 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., pág. 31. 
23 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 60. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 13 
3. EL ESCRITOR 
 
Hasta el momentos en que se integra, primero, a Princeton y, luego, a las 
universidades de Cambrigde y Ginebra, el itinerario de George Steiner es hasta 
cierto punto fácil de seguir, pues existen los datos necesarios para reconstruirlo. 
 En lo que se refiere a este primer tramo de su vida, él mismo ha marcado los 
pasos de su itinerario personal a través de un libro de recuerdos, Errata. El examen 
de una vida, publicado en 1997, donde narra y reflexiona algunos pasajes 
biográficos cardinales y algunas de las temáticas que lo han preocupado y 
ocupado, y de las entrevistas que ha concedido a distintos medios (especialmente 
fructíferas han sido las que sostuvo con Ramin Jahanbegloo y con Antoine Spire, 
que se han convertido en sendos libros,24 además de la conversación con Cécile 
Ladjali25 sobre el tema de la enseñanza, también impresa). Pero a partir de su 
llegada a las mencionadas universidades, los datos son muy pocos. Esto no es 
extraño si se tiene en cuenta que desde entonces se ha dedicado exclusivamente a 
la enseñanza de la literatura, a la vez que dicta conferencias y escribe ensayos, 
artículos, críticas, libros. 
 Estas ocupaciones son llevadas a cabo, en la mayoría de los casos, en 
solitario. George Steiner no es lo que podríamos decir un intelectual con vida 
pública. No. Ni siquiera un intelectual comprometido —según la terminología 
hasta hace poco utilizada. Él gusta pensarse como un intelectual responsable. 
 A partir de los años sesenta, la forma de irlo siguiendo es a través de la 
publicación de sus artículos (aparecidos en las más prestigiosas revistas y 
suplementos culturales) y libros. Además, debemos comentar que Steiner es una 
persona sin interés alguno por figurar en ámbitos públicos. Incluso es reacio a 
que se le entreviste. 
 Conocido y reconocido como ensayista, de entre sus libros destacan: Tolstoi o 
Dostoievski (1960); La muerte de la tragedia (1961); Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la 
literatura, el lenguaje y lo inhumano (1967); En el castillo de Barba Azul. Aproximación a 
un nuevo concepto de cultura (1971); Extraterritorial. Ensayos sobre literatura y revolución 
lingüística (1971); Después de Babel. Aspectos dellenguaje y la traducción (1975); Heidegger 
(1978); Sobre la dificultad y o|tros ensayos (1978); Antígonas. Una poética y una filosofía de 
la lectura (1984); Presencias reales. Hay algo en lo que decimos (1989); Pasión intacta. 
Ensayos 1978-1996 (1996); Gramáticas de la creación (2001); Lecciones de los maestros 
(2003), además del ya mencionado Errata. El examen de una vida (1997). Es 
menester resaltar que Lenguaje y silencio... y En el castillo de Barba Azul... constituyen 
 
24 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., y La barbarie de la ignorancia... 
25 George Steiner y Cécile Ladjali, Elogio de la transmisión. Maestro y alumno. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 14 
los dos principales textos donde crítica al mundo moderno, situándose los demás 
en el ámbito de la crítica literaria. 
 Sin embargo, el ámbito de la escritura de Steiner no se limita a la reflexión y el 
ensayo, sino que se ha aventurado por los caminos de la creación, de la ficción —
la mentira, le llama. «La poética de la libertad humana está indisolublemente 
unida a la mentira, esa mentira que nos permite vivir en sus formas más nobles, 
que son la ficción, el poema y la utopía. Escapar al pragmatismo es lo que nos 
ofrece la mentira [...]. Porque ser hombre es decir al otro lo que no es.»26
 En el caso de Steiner, como en el de otros escritores y humanistas, la ficción 
es una de las caras de la misma y única cosmovisión. Incluso, es herramienta que 
salva al creador y a quien contempla (lee) la creación: «[...] la poesía puede salvar 
al hombre. Hasta en lo imposible.» Steiner no sólo es el juzgador de la literatura, 
del territorio de la palabra y la ficción, del mundo fantástico e irreal inventado 
por un escritor, es también el creador de mundos: una novela y numerosos 
relatos. «[...] porque contando historias es como uno intenta comprender.»27
 Estos textos no han merecido mucha atención —sobre todo de la crítica 
especializada—, ya que predomina su imagen como académico y crítico; él no 
aparece en los listados de los grandes escritores del siglo veinte. Sin embargo, el 
campo de la ficción siempre está presente en él y lo reconoce como uno de los 
terrenos en que mejor ha expresado sus preocupaciones más importantes. Así, ha 
escrito y publicado cuatro libros esenciales, que complementan sus 
preocupaciones más inquietantes: El año del señor. Tres relatos, El traslado de A. H. a 
San Cristóbal, Pruebas y Tres parábolas, y The deeps of the sea, and other fiction, aún no 
traducido al español.28
 
 
 
4. EUROPA 
 
Su nacimiento en París y su posterior residencia en Nueva York, debidos a la 
amenaza del nazismo, antes de instalarse en 1974 definitivamente en Europa, 
dividiendo su tiempo entre Inglaterra y Suiza, nunca lo alejaron de los puntos 
culturales que le interesaban. 
 En tanto que nacido en territorio francés, George Steiner poseía la 
nacionalidad de ese país, y posteriormente, en 1940, adquiere la ciudadanía 
 
26 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 156. 
27 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 119 y 118. 
28 El año del señor. Tres relatos; El traslado de A. H. a San Cristóbal; Pruebas y Tres parábolas; y, The Deeps 
of the Sea, and Other Fiction. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 15 
americana, sin embargo, esencialmente se considera europeo. Él mismo establece 
el radio de acción de su cultura y su reflexión: «Ante todo me siento europeo. Yo 
procedo de Europa central, un mundo reducido a cenizas que apenas comienza, 
espasmódicamente, a renacer. Me siento un judío europeo que oscila en una 
cuadrilátero definido por Leningrado y Odessa, de un lado París y Milán del otro 
y Frankfurt, Praga y Viena como centro. Es, digamos, la gran patria de Benjamin, 
de Adorno, de Ernst Bloch, de Freud y de Lukács. Una nación espiritual un 
mundo interior.»29
 Durante toda su vida, Steiner ha mantenido su interés fijo en este espacio 
arriba descrito; siempre está preocupado por cuanto sucede en Europa e 
interesado por lo mejor de la cultura de este continente. A pesar de su residencia 
en Estados Unidos, el centro de su preocupación ha sido en la Europa central. 
«Pero, ya que nuestra época nos obliga a imaginar lo peor, diré que dejé los 
Estados Unidos interesado por la suerte de Europa.»30
 George Steiner es un pensador que tuvo que vivir desde su primera infancia 
uno de los fenómenos más emblemáticos y frecuentes de la historia de las ideas 
del siglo veinte: el exilio. El exilio, por motivos de guerra, por persecución 
religiosa, étnica, política o ideológica, esto es, persecución y expulsión del 
territorio propio por motivos de ideas es una de las características predominantes 
en el pensamiento, la ciencia y el arte del siglo veinte. Él ha vivido ese fenómeno 
característico que estudió en uno de sus libros: la extraterritorialidad.31
 Sin embargo, tal y como se lo enseñó su padre, inclusive el exilio puede ser 
una experiencia enriquecedora. Y fueron sus experiencias enriquecedoras las que 
le perfilaron como un cosmopolita, al grado de manifestar que un hotel, o una 
estación de trenes, puede ser su lugar de residencia: su patria, dice, se encuentra 
en cualquier lugar donde exista una mesa de trabajo. Pero no sólo 
cosmopolitanismo, sino libertad y desarraigo como valores intelectuales: «[...] mi 
 
29 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 67. En un texto reciente (La idea de Europa), 
refrenda su adscripción y afecto por la Europa culta. Allí señala los puntos a los que se debe su apego y 
pasión a ese continente: «Cinco axiomas para definir Europa: el café, el paisaje a escala human y 
transitable, esas calles y plazas que llevan los nombres de los estadistas, científicos, aristas, escritores del 
pasado, nuestra doble ascendencia en Atenas y Jerusalén y, por último, esa aprensión de un capítulo 
final, de ese famoso crepúsculo hegeliano, que ensombreció la idea y la sustancia de Europa Incluso en 
sus horas de mediodía.» George Steiner, La idea de Europa, pág. 56. Debe resaltarse que el principal 
elemento por el cual se inscribe en la tradición europea es por su unidad de vida espiritual y su actividad 
creativa, por su propensión y respeto a una determinada jerarquía y aristocracia intelectual, por su 
ambiente de apertura, de tolerancia y libertad intelectual, en fin, por su diversidad lingüística, cultural y 
social. 
30 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 80. 
31 George Steiner, Extraterritorial. Ensayos sobre literatura y la revolución del lenguaje. [En adelante se 
citará como: George Steiner, Extraterritorial...] 
 
 Capítulo primero - Itinerario 16 
patria está donde yo puedo trabajar. Cualquiera sea el país que me dé una mesa 
de trabajo. [...] Patria es el lugar en el que a uno lo dejan trabajar.» El 
cosmopolitanismo no es pose. Es una actitud (una respuesta, una forma de 
resistencia) ante la historia. Es un anhelo más de la emancipación. Sobre éste, 
asienta: «Lo cual es el ideal del Siglo de las Luces y de cierta emancipación judía: 
la gran salida histórica del gueto, el movimiento hacia Occidente y hacia la 
libertad francesa, el ideal de la Revolución francesa y de los grandes pensadores 
de las Luces. Bajo el poder angloamericano hemos perdido, me parece, algo de 
nuestro sentido de lo que significaba ser europeo en aquel momento.» Pero el 
suyo es un cosmopolitanismo radical, extremo: «Nunca conseguí tener una idea 
casera de la mente. Sé que puede ser exasperante y hasta suscitar el odio. / Pero 
debemos aprender a ser invitados unos de otros en esta tierra.»32
 Su idea de exilio también fue influida por su padre. En tanto que judíos, 
debían siempre estar listos para partir, con el equipaje siempre preparado: 
«Estaba convencido en cuerpo y alma que los judíos debían tener a mano el 
equipaje preparado, de modo que pudieran huir rápidamente; además, surefrán 
preferido era ‘los baúles están siempre hechos, los títulos pueden quedar para 
mañana’.» Y además añade: «Tengo la seguridad de que no debemos quejarnos de 
la complejidad del mundo y de los rastros de la historia. Haber nacido en el siglo 
XX es una especie de privilegio.»33
 
 
 
5. UNA VIDA SEGURA 
 
George Steiner fue testigo del trágico siglo veinte. Pese a haber estado atento y 
haber mirado de cerca los acontecimientos terribles de ese siglo, especialmente el 
ascenso de nazismo y la barbarie de la segunda guerra, se puede considerar que 
Steiner ha vivido en un mundo prácticamente seguro. Se puede señalar que a 
pesar de los riesgos e incertidumbres que envolvieron los años más difíciles del 
pasado siglo, aquellos que van desde la primera guerra mundial hasta fines de la 
segunda, Steiner vivió protegido y seguro. 
 En primera instancia, en esos años terribles, por la seguridad que a su familia 
procuró su padre, al mantenerlos alejados del peligro y darle a su familia una 
excelente posición económica y rodearlos y nutrirlos de cultura. Steiner siempre 
recordara con cariño, sus primeros años. Siempre tendrá presente que su infancia 
 
32 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 51, 16, y 43. 
33 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., págs. 29 y 34. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 17 
y adolescencia estuvieron marcadas por la seguridad que su padre se esforzó por 
darle a su familia. Recordando su vida en París y sus primeros años de educación, 
indica algunas de las características que serán una constante en ambiente familiar 
en que creció y de su educación: plurilingüísmo, abundancia material, privilegios, 
viajes, riqueza y variedad artística y cultural, y una educación esmeradísima, 
humanista, programada cautelosamente por sus padres, en la tradición de la 
educación que se procuraba a los niños en la vieja y mítica capital austro-húngara. 
«Mis comienzos fueron totalmente los de una infancia privilegiada, protegida, en 
una casa llena de libros, de música, una madre maravillosa de origen vienés, 
políglota, un padre de origen checo, de una minúscula aldea a ocho kilómetros de 
Lídice, el pueblo que se hizo famoso por una de esas venganzas totales de los 
nazis durante la Segunda guerra mundial. Y una educación llena de esperanza, 
llena del humanismo característico de ese mundo, francés y al mismo tiempo 
centroeuropeo.»34
 Posteriormente incluso por una «suerte»: cierta invalidez en mano y brazo 
derechos que le eximieron de realizar el servicio militar. Steiner recuerda que 
algunos de sus amigos del instituto Jeanson-de-Sally, de París, y del Liceo francés 
de Nueva York, murieron a manos de los nazis, «mientras yo escapaba por una 
suerte inaudita». Por eso señala: «¿Acaso no he vivido, hasta nuestros días, en ese 
lujo extraordinario que es la seguridad?»35
 Un tercer momento de seguridad se lo ha dado en gran medida la profesión 
que ejerce: profesor de literatura, así como los lugares donde la ha desempeñado: 
dos universidades de gran prestigio y de amplia tradición liberal, lo que le 
permitió no involucrarse en las disputas y debates ideológicos y políticos que 
ocuparon en gran medida el escenario intelectual del siglo veinte, alejado de 
cualquier tipo de riesgos o limitaciones políticas o ideológicas y de los 
compromisos que se le demandaban a los intelectuales. 
 Aunque Steiner es una persona imbuida en el mundo de los libros, de las 
palabras, de las letras, no se le debe pensar ajeno al mundo circundante, sino lo 
contrario, un pensador que observa y juzga el mundo que le ha tocado vivir 
desde una posición privilegiada y con una mirada aguda y severa. 
 Tal vez como consecuencia de su vida segura, aunque con seguridad como 
una característica fundamental de la personalidad de Steiner, una de las más 
interesantes y polémicas, es su manifiesto apoliticismo. Considerado a sí mismo 
como «una especie de retoño de una burguesía victoriana»,36 es difícil 
comprender su pretendido apoliticismo, especialmente si se le sitúa en el tiempo 
 
34 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 11-12. 
35 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 80. 
36 Ibidem, pág. 218. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 18 
acelerado y conflictivo que le ha tocado vivir. La segunda mitad del siglo veinte 
se caracterizó particularmente por los encendidos debates en todos los terrenos 
de las ideas; esa época histórica representó una era convulsa y acalorada en lo que 
toca a disputas ideológicas y políticas, como anota Isaiah Berlin.37
 Más bien habría que entender a Steiner como un pensador inscrito en una 
tradición muy particular que alcanzó su máxima expresión en esos años. Como se 
verá detalladamente en el capítulo segundo de este trabajo, él pertenece a la 
tradición liberal centroeuropea del siglo diecinueve, la cual, en términos muy 
sucintos, privilegiaba: la tradición y los contenidos del pasado, la formación 
clásica, la primacía del individuo, el resguardo de la vida privada, la seguridad, la 
supremacía de las artes, la ciencia y la técnica, con un derecho fortalecido, entre 
otros factores. 
 De su padre retoma su distancia del mundo instrumental, práctico y, más 
precisamente, político, «su escepticismo hacia la acción política directa».38 Su 
aparente apoliticismo no implica desconocimiento de las tradiciones del 
pensamiento. (Reconoce inclusive la influencia del marxismo: «Sin embargo, el 
marxismo, es cierto, me ha aportado muchas cosas, pues tuve a Lukács como 
maestro y he leído a Hegel y Marx.»39) Esta postura podría atribuirse a su 
inscripción en la tradición intelectual del siglo diecinueve, en la que se entrecruza 
una imagen de intelectual apolítico pero, a la vez, consciente del sufrimiento y la 
pobreza: solidario sin compromiso: «Mi política puede resumirse en el intento de 
apoyar a cualquier orden social capaz de reducir, siquiera marginalmente, la 
cantidad de odio y de dolor en la existencia humana. De garantizar la intimidad y 
un espacio para la existencia. Me considero un anarquista platónico. No una 
papeleta electoral.»40
 Una vez expuesto su apoliticismo, deberíamos hacernos una idea más cercana 
de si es optimista o pesimista. A pregunta expresa de Ramin Jahanbegloo de si es 
pesimista, responde: «Hoy por hoy, sí. Me siento ensuciado por este mundo.» Sin 
embargo, agrega: «Las cosas van mucho mejor para la mayoría de la gente, a 
condición de no ser un mandarín autista como yo, que sufre el cáncer de la 
visión. En principio, las cosas tendrían que mejorar.»41
 Sin ser un militante o un escritor comprometido, y a pesar de estimarse 
apolítico, Steiner también ha sido crítico de lo que pasa en el mundo en materia 
de política. A la caída de lo regímenes comunista en la Europa del este, por 
 
37 Isaiah Berlin, El fuste torcido de la humanidad. Capítulos de historia de las ideas, págs. 21-22. 
38 George Steiner, Errata..., pág. 195. 
39 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 214. 
40 Ibidem, pág. 154. 
41 Ibidem, págs. 216 y 217. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 19 
ejemplo, criticó que se cambiara «la promesa mesiánica marxista por otra 
promesa: la promesa californiana», según lo dice R. Jahanbegloo. 
 En el centro de su crítica a lo que se ha dado en llamar el estilo de vida 
norteamericano es porque no exporta lo bueno que tiene la cultura 
norteamericana sino justamente lo peor, lo que aleja a la humanidad de los más 
elevados principios del ser humano constituidos durante muchos años. «El ruido 
se organiza, se convierte en una constante de nuestro tiempo. La humanidad no 
imagina ya lo que es la vida desprovista de un ideal trágico.» Por eso dice: «Estoy 
contento de mi edad avanzada, una humanidad que carece ya de sed de ideal no 
me tienta en absoluto.»42
 En un intento por resumir, podemos decir que la postura de Steiner hasido 
muy clara: más que su falta de cordialidad con la cultura norteamericana, el 
meollo de su crítica a la era moderna ha sido el resurgimiento de las formas del 
inhumanismo, como el antisemitismo expresado de manera a veces ambivalente 
por distintos intelectuales y artistas. Y muy especialmente, la ambigüedad de una 
cultura como la occidental en que es posible la convivencia de expresiones 
sublimes del arte y experiencia terribles de odio y barbarie. «Para mí, se han 
confirmado las predicciones de Sade cuando escribía en Las ciento veinte jornadas de 
Sodoma la industrialización de la tortura así como el descuartizamiento del cuerpo 
humano, al igual que el gigantesco programa de transformación de las fábricas ha 
desembocado en el uso del cuerpo humano como objeto de manufactura.» De 
allí que señale: «La literatura, el arte, el lenguaje, tiene el doble poder de despertar 
la sensualidad o de oscurecerla y disminuirla.»43
 Para Steiner, hay expresiones de lo inhumano que, como en el caso de Hitler 
y el tercer Reich, tienen algún elemento que está al margen de cualquier razón, 
que pertenece a otra lógica y que, esencialmente, compete al mal absoluto, a lo 
demoníaco; no es irracional, dice, sino antirrazonable. «Hace pensar en la física, 
donde se oponen materia y antimateria, el universo y la nada. Son imágenes que 
me ayudan a pensar ese inaccesible cuya pesada carga sufrimos. He consagrado 
toda mi obra, hasta el unto de que mi nombre se asocia con ella a la pregunta: 
¿Cómo racionalizar la Shoah? ¿Cómo se puede tocar Schubert por la noche, leer 
Rilke por la mañana y torturar a mediodía? Es también una pregunta a la que no 
puedo responde, pero que me ha servido de base para numerosos análisis.»44
 Inclusive cuando juzga sucesos como la Shoah, es aristocráticamente 
prudente. No suelta improperios; no juzga con una tabla raza que determine 
quiénes son los buenos y quiénes los malos. De hecho, parece proponer, habría 
 
42 Ibidem, pág. 152. 
43 Ibidem, págs. 77 y 113. 
44 Ibidem, pág. 78. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 20 
que considerar cada caso en su particularidad y circunstancias —mirar los hechos 
como resultado de un proceso socio-histórico, con una lógica propia que puede o 
no ser evidente. Sobre el problema de haber colaborado con los nazis, como en 
los casos de Heidegger, Eliade y De Man, o de callar los crímenes que 
cometieron soviéticos o chinos, como en el caso de Sartre, Steiner considera que 
habría que considerar la situación en que se dieron esos actos —la fuerte presión 
a qué fueron sometidos. Por eso dice: «Por muy mórbidas que parezcan esas 
cosas, no sé cómo se comportaría el señorito Steiner si se viera sometido a una 
presión muy fuerte. Mi posición es confusa: soy un intelectual sin entrenamiento 
alguno que le permita afrontar la violencia. [...] No tengo ya la confianza ciega y el 
impetuoso impulso que presidieron la elaboración de Lenguaje y silencio, y por eso 
la esquizofrenia y el desdoblamiento me hicieron escribir la novela. Sólo puedo 
repetir y subrayar que ya no sé y que envidio a los hombres y las mujeres que 
saben.» Resumiendo, agrega: «Todo lo que hay en mi obra referente a la reflexión 
sobre los límites del hombre y del lenguaje, mi estudio sobre la concreción de lo 
imaginario gira en torno a una incógnita, una angustia metafísica pascaliana o 
kierkegaardiana que fue pensada ya por san Agustín y que yo leo sin cesar una y 
otra vez. ¿Cómo comportarse cuando llegue el momento? Al ignorarlo, 
concentro mucha atención en ese problema.»45
 
 
 
6. DOS RECUERDOS 
 
Antes de pasar al último punto de este capítulo, que se refiere a su actividad 
como maestro, es necesario hacer referencia a un par de momentos importantes 
en la vida de George Steiner, rememorados por él mismo, y que han de revelar 
dos aspectos de su personalidad y su reflexión. 
 El primero, narrado al comienzo de su libro Errata. El examen de una vida,46 
tiene que ver con el regalo que le da un tío, durante unas vacaciones familiares en 
Tirol, al oeste de Austria: un álbum de heráldica, una «guía ilustrada de los 
escudos de armas de la ciudad principesca y de los feudos circundantes», álbum 
que por cierto lo consuela de la aburrición a que estaban condenados por la 
lluvia. Es importante resaltar que este recuerdo, lejano e íntimo, de un niño de 
siete años, donde describe el ambiente (tarde lluviosa, cuyos aromas, colores y 
olores de ese día perviven en su memoria), lo contextualiza en lo inmediato con 
 
45 Ibidem, págs. 79 y 80. 
46 George Steiner, Errata... 
 
 Capítulo primero - Itinerario 21 
el aciago ambiente socio-político de entonces, el verano de 1936, en Austria, 
cuando era ya un «país condenado» —nación que, como ya se señaló, sus padres 
habían abandonado en 1924, pero a la cual regresaban, como en este caso, de 
vacaciones. 
 Este regalo pareciera intranscendente y sin importancia salvo por el hecho de 
que en gran medida revela una característica que marca el pensamiento y la obra 
de Steiner, y en particular el tipo de visión que tiene de la realidad. Mediante este 
presente descubre las particularidades de la vida, su infinita gama de 
posibilidades, esto es, la pluralidad y diversidad de las cosas, y la incapacidad de 
asirlas mediante procesos racionales. «Aunque, claro está, entonces no podía 
definirlo o expresarlo de ninguna manera, aquel manual de heráldica me abrumó 
al revelarme la innumerable especificidad, la minuciosidad, la amplísima 
diversidad de las sustancias y las formas del mundo. Cada escudo de armas era 
diferente de todos los demás. Cada cual tenía su organización simbólica, su lema, 
su historia, localidad y fecha absolutamente propios, íntegramente suyos. 
Presagiaba una verdad única y definitiva. Cada uno de los elementos gráficos, 
cada uno de los colores y dibujos de sus cuarteles encerraba su propio y pródigo 
significado.»47
 Este descubrimiento fue esencial en la formación de su visión del mundo. 
«Crecí poseído por la intuición de lo particular, de una diversidad tan numerosa 
que ningún trabajo de clasificación y enumeración podía agotar.» Resumiendo, 
Steiner se sintió estupefacto por la imposibilidad de permanencia inalterable y 
por la «ausencia de repetición». «¿Intuí que no podía existir un facsímil perfecto 
de nada, que la misma palabra, pronunciada dos veces, incluso repetida a la 
velocidad del rayo, no era ni podía ser la misma?»48
 La literatura es lo irrepetible, único y concreto. No hay límite en los libros por 
leer y en las lenguas por aprender y hablar. Porque el mundo no tiene límites ni 
fin, es innumerable, específico en cada caso, diverso y amplio. Está marcado por 
una infinita posibilidad y por la capacidad de permanecer y cambiar, de 
manifestarse y ser otro. «El mosaico de lo posible podía estallar en cualquier 
momento y reorganizarse para formar nuevas imágenes y cambios de significado. 
El lenguaje de la heráldica, aquellos ‘gules’ y aquellas ‘barras siniestradas’, aunque 
entonces no lo entendía, debía ser, pues así lo sentía, tan sólo uno entre los 
innumerables sistemas de discurso específicamente creados a medida de la 
hormigueante diversidad de propósitos, artefactos representaciones y 
ocultamientos humanos.»49
 
47 Ibidem, pág. 14. 
48 Ibidem, pág. 15. 
49 Ibidem, pág. 16. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 22 
 Aunque a raíz de esta experiencia elabora listas, aprende que ningún 
conocimiento puede ser exhaustivo: imposible que las clasificaciones abarquen la 
totalidad. «Los índices disponibles, aunque tuvieran mil páginas, los atlas, las 
enciclopedias infantiles, nunca podían ser exhaustivas.» Así, para Steiner, existe 
un fenómeno de «unicidad» inconmensurable. «Imaginaba una insondable 
profundidad de diferenciación, de no identidad, constantemente amenazada por 
la eventualidad del caos. ¿Cómo podían los sentidos, cómo podía el cerebroimponer un orden y coherencia en el caleidoscopio, en el perpetum mobile del 
enjambre de la existencia?»50
 Desde entonces, a Steiner le asombra y atemoriza la amplísima diversidad de 
cosas distintas, las infinitas variaciones de las formas y los motivos: «El detalle 
podía no tener fin.» Ha estado a favor de la «fuerza motriz de la individuación», 
se declara poseído por la «santidad de lo minúsculo particular», su gusto ha 
estado dirigido y marcado por el arte, la literatura, donde los detalles y las 
particularidades no tienen fin, alejándose de las construcciones teóricas, que 
implican la formalización de la realidad. Por eso, anota: «Siempre he desconfiado 
de la teoría a la hora de resolver mis asuntos emocionales, intelectuales y 
profesionales. En la medida de mis posibilidades, encuentro sentido al concepto 
de teoría en las ciencias exactas y, hasta cierto punto, en las ciencias aplicadas. 
Estas construcciones teóricas precisan, para su verificación o refutación, de 
experimentos cruciales. Si son refutadas, serán sustituidas por otras. Pueden 
formalizarse lógica o matemáticamente por otras. La innovación de la teoría en el 
terreno de las humanidades, en la historia y en los estudios sociales, en la 
evaluación de la literatura y las artes, me parece mendaz. Las humanidades no son 
susceptibles ni de experimentos cruciales ni de verificación (salvo en un plano 
material, documental). Nuestra respuesta a ellas son pura intuición.»51
 El segundo recuerdo, al que denomina «el primero de mis recuerdos» se lo 
narra a Ramin Jahanbegloo: «Fue en 1934, yo tenía cinco años. París pasaba por 
malos momentos. El movimiento de extrema derecha de las Cruces de Fuego, 
que puede compararse con parte del actual movimiento de Le Pen, ascendía por 
la calle de la Pompe, debidamente escoltado por los Camelots del Rey y por la 
juventud fascista. Gritaban ‘muerte a los judíos’. Mi nodriza alemana, que hablaba 
el altoalemán porque era originaria de Postdam, corrió a buscarme al jardín de 
infancia para llevarme lo antes posible a casa. Recuerdo hoy que gritaban, al 
ritmo de sus pasos: ‘Antes Hitler que Blum’. Cuando estuvimos de regreso en 
casa, mi madre cerró las contraventanas mientras mi padre, que había vuelto en 
 
50 Ibidem, págs. 16 y 17. 
51 Ibidem, págs. 17, 18, y 17-18. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 23 
seguida también, permanecía en una absoluta calma. Pero yo, terco, quería ver lo 
que pasaba fuera y pedía a mamá que abriera las ventanas. Contemplaba a aquella 
muchedumbre que pasaba por la calle rompiendo escaparates y gritando 
consigna. En aquel momento, mi padre se acercó a mí y me dijo en aquel tono 
suyo, tan sosegado: ‘Ya ves, pequeño, eso es la Historia’. Nunca olvidaré esa frase 
de mi padre. Entonces no comprendí lo que quería decir, pero la frase me 
apaciguó en seguida. Y luego, he visto el mundo desde un nuevo punto de vista y 
he respondido a mi padre: ‘De acuerdo, papá, eso se llama Historia’; y desde 
entonces, frente a las más graves crisis, sé que ‘eso se llama Historia’. Para el niño 
que yo era, la frase fue decisiva, determinante.»52
 Se trata con toda seguridad de los desordenes que tuvieron cabida el 6 de 
febrero de 1934, en París, durante las protestas de las derechas contra el 
parlamentarismo y el gobierno radicalsocialista de Edouard Daladier, acusado, 
entre otras cosas, de estar implicado en casos de malversación; las protestas 
terminaron en enfrentamientos por más de seis horas con la policía en la Plaza de 
la Concordia, y numerosos muertos.53 Pese a que Francia no fue invadida sino 
hasta junio de 1940, este episodio muestra ya cierto clima de intolerancia y dio 
pie a manifestaciones de odio contra los judíos, a quienes se les acusaba de causar 
la crisis. 
 Este recuerdo es pertinente para insistir en la formación dura, severa, que le 
dio su padre, pero quien, de la misma manera, le enseñó a no evadir ni soslayar 
los acontecimientos que pasan a su alrededor. Steiner es un humanista que no 
sólo está al pendiente y bien informado de lo que sucede en el mundo sino que es 
un hombre comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir. Debe anotarse 
que en sus reflexiones hay una dialéctica entre lo individual-biográfico y lo socio-
político. Su trabajo es impensable sin el contexto social, político y cultural en el 
que se desarrolla. 
 
 
52 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., págs. 29-30. Recientemente, ha narrado este 
episodio de la siguiente manera: «En 1934, Francia se vio sacudida por un gran escándalo financiero. 
Hubo judíos implicados. Los grupos antisemitas desfilaban ceca de mi colegio, que era muy judío. Mi 
niñera y mi gobernanta –aún teníamos gobernantas en aquella época– fueron corriendo para llevarme a 
casa. Mamá bajó las persianas, sin quitar ojo a los manifestantes, que gritaban ‘¡Muerte a los judíos!’ En 
cuanto llegó a casa, papá gritó: ‘¡Sube las persianas!’ y me tomó de la mano para ir a mirar. Me quedé 
fascinado, naturalmente. A cualquier niño le ocurriría. Y me dijo: ‘No debes tener miedo nunca: lo que 
ves se llama historia.’ Esta frase, sin duda alguna, marcó el curso de mi vida.» George Steiner, Los 
logócratas, pág. 118. 
53 Crónica del siglo XX. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 24 
7. MAESTRO 
 
Todos los elementos hasta ahora narrados confluyen en la labor principal de 
George Steiner: la enseñanza. Ante la perspectiva de definir su quehacer, él 
mismo se identifica como un maestro: no un filósofo ni un crítico literario, no un 
escritor ni un pensador, sino como un maestro de lectura. «Me gustaría que, si 
perduro en las memorias, el recuerdo que de mí se guarde sea el de un maestro de 
lectura, alguien que ha pasado su vida leyendo con los demás.»54
 La lectura es su principal actividad; la enseñanza de la lectura, su profesión. El 
tema de la enseñanza, desempeñada por más de medio siglo, es central en su 
quehacer y en su reflexión, al grado de que ha dedicado un minucioso ensayo a 
este tema: Lecciones de los maestros.55 En esencia se ve a sí mismo como maestro de 
lectura —aunque como humanista, en el sentido más exacto de la palabra, no 
deja de lado su interés por la creación de ficciones: se ve así mismo como un 
«profesor de literatura general o novelista francotirador».56 Esta inspiración por la 
enseñanza le viene, como ya se mencionó al inicio de ese capítulo, por influencia 
de su padre quien quiso llevar a cabo en él el «sueño judaico» de contar en la 
familia una personalidad destacada en el ámbito de las ciencias, las artes o las 
humanidades. «Ser profesor es una vocación absoluta. No hay que olvidar que 
pertenezco a un pasado, a una cultura en la que el vocablo rabino, rabonim, no 
significa ‘sacerdote’ ni ‘hombre consagrado’, sino que es la más humilde de todas 
las palabras para designar a un ‘profesor’, Un rabonim es, sencillamente, un 
profesor, quizá la profesión más enorgullecedora y, al mismo tiempo, la más 
humilde que existe.»57
 En tanto que maestro, le interesa de manera primordial enseñar a bien leer, 
pues «una lectura bien hecha» supone ya la respuesta a preguntas sustanciales. 
«Esa lectura implica una responsabilidad, pues es una palabra que contiene la de 
respuesta; es preciso, por tanto, responder a un texto, a la presencia y la voz de 
otro.»58 (En otro lugar, Steiner apunta: «Leer bien es contesta al texto, ser 
equivalente al texto, ‘una equivalencia’ que contiene los elementos cruciales re 
respuesta y de responsabilidad. Leer bien es participar en una reciprocidad 
responsable con el libro que se lee, es embarcarse en un intercambio total [...].»59) 
 
54 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 85. 
55 George Steiner, Lecciones de los maestros. Además existe la edición impresa de una conversación 
con Cécile Ladjali sobre este tema: George Steiner y Cécile Ladjali, Elogio de la transmisión. Maestro yalumno. 
56 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 90. 
57 George Steiner y Cécile Ladjali, Elogio de la transmisión. Maestro y alumno, pág. 161. 
58 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 85. 
59 Steiner, George, Pasión intacta. Ensayos 1978-1995, pág. 26. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 25 
 Desde mediados de los setenta su actividad intelectual está guiada en dos 
sentidos para nada opuestos: la crítica y la enseñanza de la literatura. Hacia 
principios de los noventa, le describió a Ramin Jahanbegloo, en la larga entrevista 
que le concedió y que posteriormente se convirtió en libro, el estilo de su vida: 
«Ése es mi ritmo de vida. Enseño en Ginebra, en francés pero también en 
alemán, en inglés y en italiano. En Cambridge puedo tomarme cinco meses de 
libertad en un college que me gusta y consagro el resto de mi tiempo a la 
investigación.»60
 Es importante resaltar que uno de los rasgos que más llama la atención del 
carácter de Steiner es que es un hombre modesto y discreto —rehúsa al máximo 
las entrevistas—, a la vez, es sumamente adusto y severo. Inclusive, de él se tiene 
la imagen de un maestro autoritario. «Mi modestia nace de la mayor arrogancia. 
Doy pruebas de modestia porque sé que no he podido contribuir a lo que me 
parece esencial. Pero sentirse tan decepcionado también es cosa de arrogancia. 
Digo a mis alumnos cosas muy sencillas y avanzo muy lentamente. Tengo fama 
de ser un hombre demasiado autoritario.»61
 Este autoritarismo es explicable si se tiene en cuenta que fue educado en un 
tiempo y una cultura de respeto a las autoridades y jerarquías, las cuales eran 
definidas por las capacidades y en especial por el mérito. Este rasgo de su 
personalidad puede tener además otra explicación más sencilla: «La enseñanza es, 
por esencia, un acto de autoridad [...].»62 («En el progreso, en la innovación, por 
radicales que sean, está presente el pasado. Los Maestros protegen e imponen la 
memoria, Madre de las Musas.»63) Esto es así porque la condición misma de 
acceso a la cultura o al conocimiento es un acto que exige muchas cualidades, 
como la disciplina, el carácter, etc.: «El animal humano es muy perezoso, 
probablemente de gustos muy primitivos, mientras que la cultura es exigente, 
cruel por el trabajo que exige.»64
 Él se concibe como un profesor y un lector, un maestro de la lectura que guía 
a alumnos y lectores por el placer y la dificultad de la literatura. «[...] sólo soy un 
maestro de lectura. [...] los grandes profesores, los grandes escritores son otros. 
Por mi parte, soy sólo la ilustración de una frase de Pushkin, un factor que aporta 
a sus destinatarios —que son mis alumnos y mis lectores— las cartas que ha 
 
60 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 63. 
61 Ibidem, pág. 98. 
62 Ibidem, pág. 72. 
63 George Steiner, Lecciones de los maestros, pág. 143. 
64 George Steiner, La barbarie de la ignorancia..., págs. 65-66. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 26 
recogido de los grandes, un tarea inaudita que no es puramente contingente o 
profesional; implica un sacramento de rememoración.»65
 Es importante resaltar este último punto: el sacramento de rememoración. La 
memoria como el acto de recordar y traernos los hechos y sus problemáticas. 
Porque el acto de la lectura es acto crítico de la historia —memoria y juicio 
crítico conviven cuando se lee un texto. «En cada cultura hay gente que celebra el 
recuerdo, pero en Europa los recuerdos son milenarios e infinito el numero de 
problemáticas.»66
 Pero más que maestro, George Steiner es, se considera un lector: «Mi más 
ferviente deseo sería haber pasado la vida leyendo, leyendo en el sentido más 
amplio del término, como se dice en inglés I read a painting, I read a symphony, es 
decir, haber incluido en esa práctica las bellas artes y la música. Toda mi obra se 
funda en la aprehensión de las voces que se acercan a mí. Por eso escribo en la 
primera línea de Tolstoi y Dostoievski que toda crítica verdadera es un acto de amor. 
Eso me coloca a contrapelo de las disciplinas modernas, ya sean críticas, 
académicas, deconstruccionistas o semióticas. A mi entender, cualquier buena 
lectura paga una deuda de amor.»67
 Para Steiner acercarse a una obra de arte, leer una obra literaria es un acto de 
recepción de la presencia y la voz del otro, es una acción de «recepción del 
pensamiento, del amor y el deseo de los demás»: «[...] la enseñanza me ha sido 
siempre indispensable cuando habría podido, materialmente hablando, 
abandonarla varias veces. Pero, en la organización de mi existencia, la he buscado 
siempre como un medio de reunir a mi alrededor lectores, para mantener la 
esperanza de que, tras mi muerte, algunos se irán amando a los poetas y los 
filósofos que tanto he amado yo.»68
 La lectura tiene un trasfondo que va más allá de la transmisión de un mensaje 
o conocimiento, es hacer propio, él insiste reiteradamente que a través de la 
aprehensión por la memoria, el espíritu, cosmos, sentimiento del otro, inasible e 
incomprensible quizá pero que es con solidez una presencia viva. 
 «[...] lo que se sabe de memoria es inalienable; es imposible quitar a nadie lo 
que lleva en sí mismo de conocimiento, en un mundo donde reinan la censura y 
la opresión, el ruido, el exilio en una condición humana que no se limita a una 
seguridad material vacía de cualquier interioridad. Grandes espíritus han 
sobrevivido a la opresión porque sabían de memoria algunos textos. Saber de 
memoria una página de prosa no es un ejercicio, pues ese logos penetra en 
 
65 George Steiner, En diálogo con R. Jahanbegloo..., pág. 81. 
66 Ibidem, pág. 82. 
67 Ibidem, pág. 88. 
68 Ibidem, págs. 86 y 85-86. 
 
 Capítulo primero - Itinerario 27 
nosotros, demasiado difícil o violento tal vez, inaceptable, pero significa que le 
invitamos a acomodarse en la casa de nuestro ser y que aceptamos vivir juntos. 
Es arriesgarse a que, cierta noche, un texto, un cuadro, una sonata llamen a 
nuestra puerta —Reales presencias gira por completo en torno a ese imagen— y es 
posible que el invitado destruya e incendie por completo la casa. Es posible 
también que nos desvalije con un gran aletazo. Pero es preciso aceptar al texto en 
nosotros mismos, no tengo palabras para describir la riqueza de esta experiencia 
que he hecho mil veces, especialmente leyendo la Ética de Spinoza, que es para 
mí una referencia última. Leo cada día Heráclito y algunos poetas modernos, 
como Paul Celan, y aunque no comprendiera esos textos, los aprendo de 
memoria para que formen parte integrante de mí ser. De pronto la obra me 
acoge, sin explicarse, y tengo por fin acceso al poema. Pero no por ello puedo 
regresar a mis seminarios gritando que he comprendido por fin la obra, algo que 
sería arrogante y pretencioso a la vez. Es cierto, no obstante, que la 
incomprensión se ha transformado en amor, en fertilidad, en acto de confianza 
hacia algo que se me escapa.»69
 La lectura es un acto de actualización de un texto previo a la época en que se 
lee, o de resalto de uno nuevo. La lectura de un texto es el único medio capaz de 
abrirle la puerta de la posteridad. «Ninguna recompensa es más hermosa que la 
de haber luchado por la notoriedad de un libro, en la vida marginal y solitaria que 
he llevado.»70
 El camino de la lectura y la crítica de la literatura es un camino incierto, 
riesgoso, por su propia naturaleza. El mismo Steiner, uno de los grandes 
maestros de la lectura, sin ninguna duda, da cabida al error71 —esto es, la mala 
interpretación o la emisión de un juicio que posteriormente se creerá un 
desacierto— en el ámbito de las letras. «Debo confesar que, a veces, me he 
equivocado, pero es un mal necesario. Sólo puedo aconsejar, a quienes se 
muestran temerosos ante esa posibilidad, que se busquen otro oficio pues el 
miedo al ridículo no da derecho de ciudadanía en la pasión y el amor por las 
letras. Hay que cometer

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