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UUNNIIVVEERRSSIIDDAADD NNAACCIIOONNAALL AAUUTTÓÓNNOOMMAA DDEE MMÉÉXXIICCOO FFAACCUULLTTAADD DDEE EESSTTUUDDIIOOSS SSUUPPEERRIIOORREESS IIZZTT AACCAALLAA “INFLUENCIA DEL APOYO SOCIAL EN LA DEPRESIÓN DE ESTUDIANTES DE ENSEÑANZA MEDIA”. ASESORES: MTRA. NORMA COFFIN CABRERA MTRA. ÁNGELES CAMPOS HUICHÁN LIC. EDY ÁVILA RAMOS TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉX 2006 T E S I S E M P Í R I C A QUE PARA OBTENER EL TITULO DE: LICENCIADO EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A N: GARCÍA RAYGADAS NORLENDY MARTÍNEZ VILLEDA NATALI NOEMI YAÑEZ BARRAGÁN GUADALUPE NAYELLI IZTACALA UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Dedicatoria: A mi mamá, por mostrarme el camino de la vida, por el ejemplo que me ha brindado, por enseñarme a levantar de cada tropiezo, por no dejarme sola en ningún momento, por abrirme los brazos cuando necesito un consuelo, por ser el pañuelo que seca mis lágrimas, por ser la motivación de mis logros, por detenerme cuando comienzo a caer, por ser mi enfermera cuando lo necesito, por ser mi luz cuando todo a mi alrededor es oscuridad, porque siempre encuentra las palabras necesarias ante la adversidad, porque aunque no dijera nada, con una sola mirada sé que me comprende. Por ser mi Madre, el mejor regalo que Dios me pudo dar. A mi papá y hermanos, porque han sabido ser mi sostén, porque sin ellos mi vida no sería igual. A Jesús porque cada palabra y cada mirada hacen que cada uno de mis días sean maravillosos, a Luis que a pesar de su seriedad se interesa y se preocupa por mí, a Yuritzi que aunque vive lejos sé que siempre estará ahí cuando la necesite, porque me enseñó que la distancia no es impedimento para querernos como hermanos. A mis Amigos que siempre me han apoyado, por confiar en mí, porque a pesar de todo siempre están ahí cuando los necesito. A Rosisela por enseñarme que lo maravilloso de la vida no está en lo exterior, sino en cada uno de nosotros, a Eduardo Pérez, porque ha sido un soporte durante todo este tiempo, ya que su cariño, apoyo y amistad incondicional me hacen sentir una persona especial. A Ilse y Yered porque sin ellos la vida en la escuela hubiese sido diferente, a Carlos y Fabiola porque marcaron la diferencia y aunque no pudieron concluir conmigo, siempre estarán en mi corazón. A Nayelli y Natali que han sabido comprenderme y ayudarme cuando más lo he necesitado y porque sin ellas éste sueño no hubiese sido realidad. A mis sinodales Norma Coffin, Edy Ávila y Ángeles Campos, por su paciencia y entrega, ya que sin su apoyo y tiempo esto no sería posible. Norlendy García Raygadas “Nuestras dudas son traicioneras, y nos hacen perder lo bueno que podríamos ganar, por miedo a hacer el intento.” Shakespeare 3 DEDICATORIA Este trabajo está dedicado especialmente a mi Valeria que ha sido la impulsora de mi vida; ha logrado trasmitirme la energía para lograr mis metas, me ha tenido paciencia en los momentos que nos separamos y sobre todo me ha brindado su amor incondicional…gracias a ti terminé mi ilusión e inició mi esperanza para seguir…te amo!!! No podía dejar a un lado a mis padres, que a pesar de todo han sido también los protagonistas de este logro…los quiero mucho, nunca lo olviden y mucho menos lo duden…mis hermanos también estuvieron presentes en mi mente y en mi corazón…gracias!!! AGRADECIMIENTOS Agradezco el apoyo especialmente a Teresa González, en general a la familia que me ha acogido y me he sentido como en mi propia casa A Nayelli y Norlendy, quienes con su esfuerzo y tolerancia hicieron posible nuestro sueño…gracias por la amistad y cariño dedicado…!!! Por último, este espacio es especial para ti Salvador…que con tu apoyo emocional participaste en este sueño…me has abierto las puertas al camino perfecto pero, sobre todo y con tu amor profundo me has llenado de ilusiones…te quiero y será por mucho tiempo!!! Natali Noemí Martínez Villeda 4 AGRADECIMIENTOS Doy principalmente gracias a Dios por haberme concedido la vida, por haber puesto en mi camino a todas aquellas personas que me han impulsado y ayudado a superarme día con día como persona y que nunca cayera, asimismo a que concluyera mis estudios. Quiero agradecer también a mis amigas y compañeras de tesis: Norlendy y Natali, por todo el apoyo brindado, consejos y por el esfuerzo que hicimos juntas, ya que sin ellas no hubiera sido posible la realización de este trabajo. Sobre todo quiero agradecer el apoyo incondicional brindado por mis tíos: Carmen, Juan, Mari, José, a mi prima Vianey, a mi mamá y a mi hermano Christopher. “Siempre te recordarán por lo que dices… no por lo que callas” Guadalupe Nayelli Yañez Barragán INDICE Resumen…………………………………………………………………………………………7 Introducción……………………………………………………………………………….........8 CAPITULO 1. Adolescencia 1.1 Institucionalización de la adolescencia…………………………………….11 1.2 Antecedentes………………………………………………………………….17 1.3 Definición de Adolescencia como etapa de vida………………………….19 1.4 Teorías de la Adolescencia…………..……………………………………...23 1.4.1 Teoría psicoanalítica 1.4.2 Teoría sociológica de Erickson 1.4.3 Teoría cognoscitiva de Jean Piaget 1.5 Proceso de desarrollo…………………………………………………..........26 1.5.1 Desarrollo físico 1.5.2 Desarrollo psicológico 1.5.3 Desarrollo social 1.6 Caracterización de los adolescentes………………………………………..35 1.7 Adolescentes y Familia……………………………………………………….41 1.8 Autoestima……………………………………………………………………..45 CAPITULO 2. Apoyo social 2.1 Definición de apoyo social……………………………………………….....52 2.2 Tipos de apoyo social………………………………………………..….…..54 2.3 Teorías de apoyo social…………………………………………………….56 2.4 Funciones del apoyo social………………………………………………...57 2.5 Fuentes y áreas del apoyo social………………………………………….59 2.6 Efectos de apoyo social…………………………………………………….61 CAPITULO 3. Depresión 3.1 Antecedentes de la depresión…………………………………….………...64 3.2 Definición y manifestaciones de la depresión……………….…………….66 3.3 Etiología de la depresión………………………………………….…………78 3.3.1Biológicas 3.3.2 Sociales 3.3.3 Psicológicas 3.4 Depresión en la Adolescencia…………………………………….………..80 3.4.1 Factor desencadenante…………………………………….………..82 3.4.2 Causas...…………………...…………………………………….……82 3.4.3 Síntomas………………………………………………….…………..84 6 3.5. Apoyo Social y Depresión en Adolescentes……………………………86 MÉTODOLOGÍA.........................................................................................................92 RESULTADOS……………………………………………………………………………...97 DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES……………………………..…………………………104 REFERENCIAS……………………………….……………………………………………111 ANEXOS…………………………………………………………………………………….1201.- Inventario de Beck 2.- Escala de Apoyo Social 3.- Taller de prevención primaria de depresión en adolescentes RESUMEN En el presente trabajo se realizó un análisis sobre la influencia del apoyo social sobre el nivel de depresión de adolescentes estudiantes de secundaria de primero y tercer grados, tomando en cuenta diferentes zonas de procedencia (rural, urbana y metropolitana). El interés por centrarnos en el adolescente es debido a que esta población es vulnerable a diversos factores que van desde trastornos psicológicos como es el caso de la depresión hasta llegar al suicidio; Lucio (2004), confirma que 1 de cada 10 mexicanos padece depresión y que en la etapa de la adolescencia es más frecuente en la mujer. Para comprender y explicar lo anterior se llevó a cabo un estudio con 300 adolescentes, con un rango de edad de 12 a 19 años, aplicándoseles una escala de Apoyo Social y el Inventario de Depresión de Beck, con la finalidad de medir el apoyo social percibido y el nivel de depresión. Se Encontró que la población estudiada percibe un alto nivel de apoyo social lo que conlleva a manifestar niveles de depresión bajos. Sin embargo, en su minoría de población, las zonas rural y metropolitana presentan un nivel de depresión alto, además de destacar que esta minoría pertenece al primer grado de estudios, con esto concluimos que a menor edad mayor nivel de depresión. Finalmente se diseñó un taller de prevención primaria de depresión, con la finalidad de que los adolescentes reflexionen sobre la importancia del autoconocimiento para el crecimiento y reafirmación de éste, de su autoconcepto y autoevaluación, para crear en ellos una autoestima sólida y así en futuras investigaciones se aplique para prevenir dicho trastorno. 8 INTRODUCCIÓN El presente trabajo pretende abordar el tema de la adolescencia así, como la depresión y la influencia del apoyo social para el desarrollo de ésta. Para comenzar a hablar de la adolescencia diversos autores han tratado de definir ésta etapa, por ejemplo Riley (1983) considera que es la sociedad quien construye a la adolescencia otorgándole cambios que van desde lo físico hasta lo psicológico. Por su parte, Papalia (1996) señala que etimológicamente el vocablo adolescencia, proviene del verbo latino: adoleceré cuyo significado es crecer, madurar. En tanto que Hurlock (1994) manifiesta que la adolescencia es una etapa de transición del desarrollo entre la niñez y la edad adulta que comienza alrededor de los 12 y termina hacia los 20 años. Sin embargo se considera que la definición de ésta etapa ha ido cambiando conforme a la época en la que se vive y a factores como la política, economía y cultura. Es así como se destaca la importancia a los adolescentes dentro de su entorno social ya que sus conductas, pensamientos y relaciones interpersonales se van a definir a partir de lo que la sociedad imponga como cultura; en este caso los adolescentes forman un grupo especifico que forma una cultura en particular y que se caracteriza por la presencia de cambios de tipo anatomofisiológicos (crecimiento somático, madurez endocrino-genital), psicológicos (cambios emocionales e intelectuales), sociales (desempeño de nuevos roles, patrones de conducta) y culturales (significaciones centrales entorno a ser joven). Consideramos que los adolescentes significan de manera diferente estos cambios, por ejemplo respecto a los cambios físicos se ha creado un estereotipo del cuerpo de la mujer desarrollando frecuentemente trastornos anoréxicos y bulímicos, dentro del ámbito académico, las calificaciones llegan a etiquetar de manera equívoca a los adolescentes; en general factores como éstos generan en los adolescentes inestabilidad emocional al grado de llegar a presentar depresión, punto importante dentro de nuestra investigación. Es así como la depresión se asocia comúnmente con violencia, comportamiento imprudente, consumo de drogas, alcohol y cigarros. Un factor desencadenante es lo social y los síntomas van desde la pérdida de apetito, de energía, interés etc; hasta 9 intento de suicidio. En México el incremento de suicidios entre niños y adolescentes es preocupante, y la mayor parte de éstos tuvieron como antecedente la depresión (www.paidospsiquiatria.com). Como hemos mencionado, la depresión es un problema altamente frecuente que ha tenido un impacto global fuerte en el funcionamiento psicosocial. Por tal motivo, diversos estudios hacen mención a la relación que existe entre apoyo social y depresión, argumentando que el apoyo social, entendiéndose éste como un proceso de intercambio de actitudes positivas a favor de las personas que lo necesitan, es decir, un sentimiento de ayuda, que disminuye el riesgo de padecer algún síntoma depresivo. Así lo confirma un estudio realizado en el año 2000 por Fernández y Bravo, quienes ocuparon una muestra de 889 adolescentes entre 12 y 18 años, a los cuales se les aplicó un cuestionario que permite evaluar el tamaño y composición de la red social, así como el apoyo percibido en tres diferentes dimensiones: confianza, ayuda y afectividad. Esta investigación reveló diferencias en el grado de apoyo percibido en función del género con respecto a las edades de los adolescentes. Concluyeron que el nivel de apoyo social es un factor importante que se debe tomar en cuenta para prevenir cualquier tipo de patología psicológica. De acuerdo a lo mencionado anteriormente, el objetivo de este trabajo consiste en identificar la influencia del apoyo social en la depresión de los adolescentes, de tres diferentes zonas (rural, metropolitana y urbana), teniendo como hipótesis la existencia de una relación inversamente proporcional entre el apoyo social percibido y la depresión en los adolescentes. El desarrollo de la presente tesis empírica principia por un recorrido de la definición de la etapa adolescente, haciendo mención de sus antecedentes y la manera en que ha llegado a institucionalizarse dicha etapa para poder caracterizar a los adolescentes como un grupo específico. 10 Posteriormente en el capítulo II se analizan los aspectos básicos del apoyo social, así como su definición, tipos, teorías, funciones, fuentes, áreas y efectos del apoyo social dejando en claro que dicho apoyo juega un papel importante en el desarrollo social de los individuos. El tercer capítulo se refiere a la importancia del trastorno depresivo resaltando sus causas, síntomas y efectos, además de sustentarlo con diversas investigaciones que muestran la manera de abordarlo difundiendo el apoyo social dentro de la familia, escuela, trabajo y círculos de amistad. Finalmente se realiza el análisis de los datos recabados, en donde se pretende presentar una visión lo más cercana posible a la realidad del problema de la depresión y la falta de apoyo social en los adolescentes del presente estudio. CAPITULO 1 1.- ADOLESCENCIA 1.1 INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA ADOLESCENCIA COMO ETAPA DE VIDA La intención de reflexionar sobre la institucionalización de las etapas de vida es señalar que la adolescencia no es un fenómeno universal o que las etapas de vida no son naturales, sino que están construidas socialmente, considerando diferentes estilos de vida conforme a su construcción social en cada época. Es común escuchar y referirse a las etapas de la vida como la infancia, adolescencia o vejez, por las cuales atraviesa el ser humano a lo largo de su existencia. Sin embargo, investigaciones recientes consideran que el descubrimiento de las distintas etapas de vida es una característica central de la sociedad moderna. Es así como Meyer (1986, referido por Held, 1986) ha señalado que la estructura social está organizada alrededor de categorías de edades socialmente estandarizadas,unidas unas con otras, no por conciencia individual, sino por un rol social. Asimismo, denota no solamente la regulación de la secuencia y las perspectivas de vida mediante las cuales los individuos se orientan y planean sus acciones (Kohli y Meyer, 1986). En este sentido la periodización del curso de vida significa la clara y estricta delimitación y organización de la unión entre edad cronológica y categorías sociales e incluso roles. Es así como podemos hablar de una periodización o, más específicamente de una cronologización de las etapas de vida, pues éstas se han definido y distinguido entre una y otra etapa según la edad crono lógica. Podemos distinguir así eventos de vida “normativos”, es decir, aquellos que se espera por parte del individuo que ocurran 12 en etapas de la vida especificadas y que sólo tienen sentido para el curso de la vida moderna. Por otro lado, la estructura social también llega a crear mecanismos de defensa en el curso de vida y eslabones entre ellos tales, como reglas sociales, legales y de carácter psicológico, que enlazan las etapas de vida. En resumen, podemos considerar que la sociedad moderna ha construido socialmente a la adolescencia adjudicándole cambios físicos, sociales, culturales, psicológicos, etc., dejando claro a la sociedad el comportamiento y los cambios de los adolescentes, además de poner énfasis en que la construcción social del curso de vida y de las etapas se elaborarán también conforme a las demandas emergentes de la transformación social de una nación vinculada con algún proceso sobresaliente en términos de su economía, política y cultura, dictando la necesidad y preocupación de caracterizar y reconocer institucionalmente la periodicidad del curso de la vida. Asimismo, la sociedad permite considerar que los procesos de las etapas de la vida no son universales, ya que, varían con la estructura y el cambio social histórico (Riley, 1986). Lo anterior implica que la adolescencia es una construcción social demarcada por un periodo de vida y favorecida por un interjuego de sucesos sobresalientes de carácter económico, social, familiar, escolar y político, es así como éstas transformaciones van generando nuevas y asiduas consideraciones para los periodos de vida, de tal forma que éstos y la estructura social se renuevan o incluso se reforman de acuerdo a las necesidades de la época y cultura. La adolescencia no se manifiesta de la misma manera en todos los contextos, y los criterios que la definen como tal varían de cultura a cultura y de una época a otra e incluso en algunas no figura como tal. Es importante señalar, por ejemplo, que los griegos y romanos no vieron a la adolescencia como una etapa separada, excepto por 13 el corto período de uno o dos años en el que ocurría el cambio físico, de la inmadurez a la madurez sexual (Furnham y Gunter, 1989). En las culturas clásicas y la forma de vida de la Edad Media y en el Renacimiento fue típico el salto seguido de la niñez a la adultez. Aries (1962), por su parte menciona que en los años 1300 y 1400, muchachos jóvenes de 5 años de edad iban armados a la escuela, y con frecuencia tenían que quitarse sus espadas antes de empezar la clase (citado en Furnham y Gunter, 1989). Por otra parte, la mayoría de las culturas occidentales consideraban a la edad de 7 años como la adultez; después de esta edad la persona era responsable legalmente de sus crímenes y podía ser ahorcada si la falta lo ameritaba. Durante la República y los primeros años del Imperio Romano, el paso de responsabilidad de decidir sobre el futuro se hacía a temprana edad; el paso de la infancia en la vida pública estaba marcado por una fiesta con carácter de ceremonia en la que el niño ofrecía su bulla (prenda de la niñez, prenda y señal de fortuna y amuleto), juguetes y entretenimientos infantiles a los Lares (dioses protectores del hogar), para ser declarado como mayor de edad y entonces elegir la carrera por la que había que conducir su vida. En otras culturas y épocas, las mujeres medievales eran casadas o comprometidas en matrimonio desde muy niñas e incluso desde que se hallaban en la cuna. El niño era capaz de dar su consentimiento desde la edad de 7 años, mientras que el matrimonio era concebible en cuanto la niña hubiese cumplido los 12 o el chico fuera menor de 14 (Pouver, E. 1979). En otras civilizaciones como la azteca, existieron rasgos sociales importantes como el concepto de hombre, del mundo y de la vida, o de lo que apreciaban y esperaban de los hombres y mujeres, así como también de los valores y las normas de comportamiento que debían regir la vida de los individuos. En esta civilización, llegada 14 la pubertad o los “años de discreción”, como lo llamaron los cronistas, se pronunciaban consejos y reglas morales que los jóvenes debían cumplir, como era en el caso de la mujer, donde la educación iba dirigida al servicio de los dioses, aprendizaje de las tareas consideradas propias de su género (hacer cacao, moler maíz, preparar comida, hilar y tejer), a la conducta moral (se le recomendaba no dedicarse al deleite sexual, no enamorarse apasionadamente y no rechazar al que la pretendiera) y fidelidad al marido; no debía entregarse a otro hombre y permanecer unida a él hasta la muerte (Morgan, M 1983). En los navajo, el grupo indio más numeroso de los Estados Unidos, la pubertad femenina representaba todo el misticismo vinculado a sus bienes en los campos de cultivo. La madre preparaba a sus hijas desde la edad de 10 años para que celebraran el gran poderío que tendrían y saber los tabúes relacionados a su nueva condición a partir de su primer sangrado. La joven se convertía en el símbolo tribal de la fecundidad, se vinculaba con conceptos como tierra y vida y desde luego, el poder de la reproducción. Esta equiparación de la fecundidad femenina con la fertilidad y el campo corresponde a los mesoamericanos (Tibón, G. 1984). Estos ejemplos nos reiteran que el hecho de la singularidad de la adolescencia marca diferencias, y puntualiza que, como fenómeno social, no se encuentra en todas las culturas ni con los mismos criterios. La institucionalización y conceptualización de los periodos de vida se ven influidos por las características particulares de la época en términos de la economía, política y cultura de cada nación. Tal es el caso de la Edad Media: la organización de la etapa fue política, y a pesar de la edad, se les demandaba desarrollar actividades que actualmente se realizan sólo si se es adulto; en las culturas occidentales el rasgo de institucionalización es de carácter social y cronológico, e implican una demanda de responsabilidad que en la actualidad existe al juzgar los delitos de los infantes. En la actualidad se considera en la adultez la madurez sexual y capacidad de decisión del individuo, mientras que en épocas anteriores se adjudicaba esto en edades 15 prematuras. Incluso el matrimonio se realizaba a corta edad además de ser un contrato mercantil en sociedades feudales. Los aztecas a temprana edad también les daban a conocer a los hijos el rol que debían desempeñar; mientras que en los navajo, el rasgo que organizaba el proceso de vida era el entrecruce entre el misticismo y la economía en términos de la agricultura. Quizás en los ejemplos anteriores se muestran sólo las regularidades de los estilos de institucionalizar las etapas de vida en épocas y culturas. Aparentemente en tales estilos aparece el Yo (de las personas) como algo pasivo, a lo que se le impone una institución, de modo que, por ejemplo, en el caso de los romanos percibimos un Yo público, en los aztecas un Yo religioso y guerrero y en los navajo un Yo místico, vinculado a la fertilidad; incluso en la industrialización un Yo de éxito, aunque con cierta autonomía y libertadde elección (Cartier-Naslednikov, 1980 y García, P. 1986). Sin embargo, ello no significa que la institución sea imposición, ya que el Yo en cada época, entendido como el resultado de las significaciones en torno a la identidad que las personas tienen en determinadas épocas y contextos, que dan cuenta de las diferencias a través de las mismas y de la construcción social de las instituciones, implica que el individuo modifique y construya su realidad e incluso la signifique. Ejemplos muy conocidos de esto tienen que ver con los “hippies” en 1969 aproximadamente, quienes fueron líderes, promotores, impulsores y, después de todo, el símbolo, el tótem de la comunidad inglesa y norteamericana que reaccionaban contra los valores de la sociedad en que vivían (Cartier-Naslednikov, 1980 y García, P. 1986). Con todo esto podemos decir que la institucionalización del curso de vida organiza, estructura, regula la secuencia de vida, las perspectivas de la misma, y describe la realidad social; sin embargo, la institucionalización no es cerrada ni absoluta. Existe una construcción del Yo para cada época en la que las personas participan activamente. En el caso de nuestra contemporaneidad, se expresa en la exacerbación de la autoconciencia, de la autoestima, la deliberada proyección del Yo 16 que nosotros creamos con construcciones propias. Nuestra moderna y extraña tendencia de ver el mundo como un lugar en el cual somos eficaces y del que todos somos algo de la mayoría de los aspectos de la cultura occidental moderna (Kohli y Meyer, 1986). Con base en esto consideramos, a manera de conclusión, que la institucionalización de la adolescencia ha ido cambiando en su concepto y características de acuerdo a la época y cultura, además de tomar en cuenta las necesidades económicas, políticas y sociales. Sin embargo, conforme ha ido pasando el tiempo, también observamos que ha ido -a nuestro parecer- avanzando la cultura de nuestra sociedad, pues en la época actual, como se mencionaba, los adolescentes constantemente están en contra de las reglas sociales establecidas e incluso las culturales. Por otro lado, también se piensa que la individualización estructural de la experiencia se construye desde la niñez, a través de un sistema institucional en el cual las oportunidades están estructuradas y definidas en términos de elección individual y de logro. Esto se constituye en la familia, con nuestra constante organización de decisiones y atribuciones individuales, que de alguna forma implican una autonomía relativa y, por ende, libera las diferencias individuales. Esto tiene consecuencias en cómo el individuo vive su vida, ya que éste crece social, psicológica y biológicamente, acumula conocimientos, actitudes y experiencias, se mueve a través de redes sociales en la familia, escuela y trabajo e interactúa con otra gente desarrollando un ser social. El individuo tiene un margen de acción y elección, y no es unidireccional (Baerveldt, C. Y Theo Verheggen, 1997 citado en Solis, R. M., 2002). Conviene precisar finalmente, que en el caso de los adolescentes, la pretendida individualización, o bien, la relativa autonomía, puede generarles serios conflictos por la ambigüedad entre las expectativas sociales y las oportunidades y/o limitaciones que tienen, a veces generados por la familia, la escuela y por el mismo sistema, que por un lado les reduce y subestima su campo de desarrollo, el derecho y capacidad de tomar 17 decisiones, y la conciencia y responsabilidad de sus actos; y por el otro, los incita a que se defiendan, se apropien de sus derechos y libertades, y sean creativos, reflexivos y participativos en sus diferentes espacios de desarrollo. Esto de alguna manera reitera la idea de que la institución no es cerrada, de que no existe regla que dicte que la conducta debe ser sólo como se indica y no más, ya que las personas contribuyen a la producción y reproducción de un orden social. Con lo expuesto anteriormente sobre el proceso de institucionalización del curso de vida, la cual contribuyó a la nominación de la adolescencia como etapa de vida y su conceptualización, podemos centrarnos detalladamente en el concepto de adolescencia para aclarar más la idea que en la actualidad tenemos de esta etapa. 1.2 ANTECEDENTES Para ello podemos comenzar por preguntarnos ¿desde cuándo reconocemos a los adolescentes y a su etapa, como comúnmente nos referimos a ellos? Autores como Lowe (1981) y Torres Rivas (1988) señalan que aunque los adolescentes siempre han estado entre nosotros, en el sentido biológico-estadístico, su existencia como grupo específico dotado de características psicológicas y socio-culturales ha sido reconocida por la sociedad recientemente. Hasta el siglo XVIII los adolescentes no se distinguían de los niños. Se comenta que la aparición de los adolescentes como grupo reconocible comienza quizá en los primeros años de la década de 1940, en el momento en que los padres permanecían ausentes por la guerra y los adolescentes se encontraron con nuevas libertades y responsabilidades, aunque también se reconoce que éste no es el único factor que hizo surgir a este grupo social. A esto agrega Pépin (1975) que en Norteamérica la psicología del adolescente se estudió por primera vez científicamente a través del artículo de W. H. Burnham. “The 18 study of adolescence”, publicado en 1891, y posteriormente S. May publica su libro “Adolescence” como resultado de sus investigaciones y observaciones, y pone en evidencia la idea de evolución y de un período específico de la vida a partir de 1904. A principios de siglo las escuelas Francesa, Alemana y Suiza con psicólogos como Duprat, Lemaitre, H. Wallon y J. Piaget entre otros, organizaron estudios de medios geográficos y culturales distintos, deduciendo que la adolescencia estaba fuertemente influenciada por el ambiente en el que se desarrollaba, y que no era forzosamente la crisis tumultuosa y dramática cantada por la literatura romántica. Las diversas investigaciones realizadas por psicólogos tienen que ver con lo que Riley (1986) alude acerca del hecho de que algunas veces un proceso incipiente en la formación de la normatividad de la edad, es acelerada por movimientos sociales (tales como las organizaciones que promueven los derechos de los niños y viejos), o por la influencia de pensadores cuyos resultados (de investigación o reflexión) bien pueden llegar a ser parte de los contenidos a través de los cuales se ubica a la persona en una determinada etapa de vida. Por ejemplo, el uso del concepto “crisis de adolescencia” es un constructo teórico con el que se ha caracterizado a los adolescentes en una lógica de visión predeterminada del fenómeno. Sin embargo, lo importante es enfatizar que varios autores coinciden en que el reconocimiento de los adolescentes como grupo social específico se hace a partir de un evento histórico-social trascendental, como lo es una guerra mundial, y que desde el siglo XIX se alude a características biológico-sociales particulares como distintivas del período de la adolescencia, lo cual no es cuestión aislada sino que es parte de una transformación social que demandó caracterizar y reconocer institucionalmente una etapa de vida (Pépin, L. 1975; Merani, A. 1982 y Lowe, G. 1981). Como se mencionó, incurren otros factores para la institucionalización de la etapa de la adolescencia, como los de tipo político y económico. Por ejemplo, aunque no fue el capitalismo lo que reguló el surgimiento de la adolescencia sí podría señalarse 19 que a medida que se va desarrollando (aún en condiciones de subdesarrollo y dependencia) se amplía el período en el que se comprenden las transformaciones biológicas que necesariamente atraviesan todos los seres humanos; el desarrollo de las fuerzas productivas,extraordinariamente dinámico, crea las bases para una activa diferenciación de la estructura social y de la cultura, especialmente hoy en día una cultura de consumo de masas. Este mercado necesita “crear” su propia demanda, su propia juventud. Reiteramos que con esto no se afirma que el capitalismo produjo la condición juvenil pero sí que le ha permitido vivir su autonomía transicional a través de formas de existencia en que se valoriza el entrenamiento educativo, en que se amplían los horizontes culturales y en las que se cultiva una sensibilidad de grupo que favorece la autoidentidad (Torres-Rivas, 1988). Otros autores como Furnham, A. y Gunter, B. (1989), consideran otros rasgos también importantes que incurren, en el desarrollo de la adolescencia como son: el periodo de dependencia potencial con la familia de origen y el tiempo de escolaridad para prepararlos hacia su independencia económica y social. 1.3 DEFINICIÓN DE ADOLESCENCIA COMO ETAPA DE VIDA El interés de señalar la conceptualización contemporánea de la adolescencia obedece a considerar, por un lado la institucionalización de la misma como etapa de vida que se construyó socialmente y conforme a demandas emergentes de una transformación social. Por otro lado que las características que definen a los adolescentes no son únicas ni absolutas, y varían de acuerdo al contexto social y cultural en que nos ubiquemos. Quizá en la contemporaneidad, como ya se señalaba, se comparten ideas (de sociedad a sociedad) de que la adolescencia es una etapa de vida en la que se prepara a la persona para integrarse al mundo de los adultos, y algunas otras constantes por el estilo (educación, regulación de sexualidad, dependencia de los adultos, libertad). Sin 20 embargo, aún dentro de una misma sociedad la “cultura de los jóvenes” tendrá aspectos diferentes dependiendo de los contextos sociales en que se mueven; por lo tanto, consideramos conveniente proponer la siguiente definición que nos permitirá comprender con mayor flexibilidad nuestra investigación. La adolescencia es una etapa de vida construida socialmente conforme a demandas emergentes de una trasformación social, cuyas características definitorias dependen del contexto social y cultural en el que nos ubiquemos. Los adolescentes son un grupo específico que produce una cultura particular y que está caracterizado por la presencia de cambios de tipo anatomofisiológicos (crecimiento somático, madurez endocrino-genital), psicológico (cambios emocionales, intelectuales), social (desempeño de nuevos roles, patrones de conducta) y cultural (significaciones centrales entorno a ser joven). Sin embargo, también expondremos a continuación diferentes definiciones sobre la adolescencia, esto con el propósito de complementar la información, además de poder distinguir los conceptos que se han asignado de acuerdo a la cultura y época. Al respecto Papalia (1996), agrega que etimológicamente el vocablo adolescencia proviene del verbo latino: adoleceré cuyo significado es crecer, madurar. Sin embargo, para la psicología el crecimiento al que alude la definición no sólo involucra los aspectos físicos, también incluye los aspectos psicológicos. La adolescencia es un período de transición del desarrollo entre la niñez y la edad adulta. Por lo general, se considera que comienza alrededor de los 12 ó 13 años y termina hacia los 19 ó 20 años, iniciando con la pubertad, lo cual proviene del latín pubertas que significa edad de la virilidad y que se refiere al momento en que los órganos reproductores maduran y comienzan a funcionar. La pubertad es la etapa final de la niñez y la parte inicial de la adolescencia; como promedio, la pubertad dura 4 años. Los 2 años de la pubertad se conocen como preadolescencia, se dice que el individuo que es un preadolescente o un niño pubescente, no es un adolescente y 21 carece de madurez sexual. Tampoco manifiesta las características propias de un niño porque muchos de sus rasgos físicos y pautas de conducta han comenzado a transformarse en los de un adulto (Hurlock, 1994). Aunque Muss (1995) coincide con el autor anterior, mencionando que etimológicamente la adolescencia proviene de ad: a, hacia y olescere de olere: crecer. Significa la condición y el proceso de crecimiento. Dicho proceso implica una crisis (del griego: crisis: acto o facultad de distinguir, elegir, decidir y/o resolver) a partir del cual se logrará la identidad personal. Muss (1995), sostiene que cronológicamente, la adolescencia se ha concebido como una fase que la comprende un número determinado de años, y que separa a la niñez de la vida adulta, entre los 12 y los 18 años. En términos médicos se indica que la adolescencia es un periodo entre la pubertad y la vida adulta que dura aproximadamente entre los 12 y 20 años de edad. Se caracteriza por un acelerado desarrollo físico y por la manifestación de una serie de ajustes psicológicos y sociales. Asimismo, existen grandes variaciones hormonales que contribuyen a la intensidad y cualidad de las sensaciones que el adolescente experimenta (Salomón, 1980). Se menciona que este periodo empieza con los cambios fisiológicos de la pubertad, y termina cuando se llega al pleno status sociológico del adulto. Sin embargo, al igual que sucede en todas las etapas del desarrollo, estos puntos extremos no están bien definidos. Por ejemplo, Mckinney y Fitzgerald, (1990) mencionan que la fisiología de la pubertad es un conjunto muy complejo de fenómenos que incluye un rápido crecimiento del cuerpo, la clasificación de los huesos, cambios hormonales, y la aparición de las características primarias y secundarias del sexo, al igual que las reacciones psicológicas a estos cambios. 22 Desde este punto de vista sociológico, Muss (1995) menciona que la adolescencia es una situación marginal en la cual han de realizarse nuevas adaptaciones, aquellas que dentro de una sociedad dada distinguen la conducta infantil del comportamiento adulto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica al periodo adolescente entre los 10 y 19 años de edad, y considera a la adolescencia temprana entre los 10 y los 14 años y de los 15 a los 19 años como adolescencia tardía. Asimismo, delimita la juventud entre los 15 a los 25 años. Según criterios de la OMS, el final de la adolescencia coincide con el fin de la juventud, es decir, a los 25 años. Legalmente la adolescencia se considera como una edad “torpe”, que se completa a los 18 años; sólo hasta entonces se considera al individuo preparado para enfrentar las responsabilidades ciudadanas que en todas las sociedades imponen un orden jurídico. Cuando el adolescente llega a su mayoría de edad, queda condicionado a derechos y deberes sociales (Swartz, 1980). Desde el punto de vista psicológico, está caracterizado por un estado de transición en la historia del individuo, en la que tiene que integrarse como un todo biopsicosocial. Es así como se pueden detectar cinco áreas críticas en el desarrollo de la personalidad del adolescente; los cambios psicológicos, las relaciones familiares, la relaciones con personas del mismo sexo y del opuesto, crecimiento cognitivo e intelectual, y el establecimiento de identidad personal (Llanes, 1982). En resumen, Hurrocks, (1984) menciona que la adolescencia es una época en la que el individuo se hace más conciente de sí mismo, intenta poner a prueba todo concepto con el cual se identifique, tratando de encontrar la estabilidad que caracteriza a la vida adulta, ya que existe una necesidad continúa de ajuste a las situaciones en las que la persona no tiene experiencia. 23 1.4 TEORÍAS DE LA ADOLESCENCIA A continuación mencionaremos las teorías más importantes sobre los cambios de la adolescencia, así como los teóricos más representativos; quieneshan explicado los cambios físicos, emocionales y psicológicos de los adolescentes y los efectos que producen en las funciones del individuo y su vida. 1.4.1 TEORÍA PSICOANALÍTICA Esta teoría atribuye los cambios de la adolescencia a causas internas. Freud (1988) en su teoría psicosexual del desarrollo, considera la etapa genital o de madurez sexual adulta, como el punto clave de la adolescencia. Es un nuevo despertar de las urgencias sexuales de la etapa fálica dirigidas ahora por canales socialmente aceptados: las relaciones heterosexuales con personas externas a la familia. Debido a cambios fisiológicos de la maduración, el adolescente ya no reprime su sexualidad, como lo hacía en la etapa de latencia. Todo lo anterior implica un replanteamiento de los lazos con los padres y un cambio en las relaciones con éstos y con las demás personas. Además de que hay un desequilibrio psíquico, lo cual puede provocar desajustes, haciendo a la personalidad más vulnerable y produciendo defensas psicológicas que en cierto modo obstaculizan la adaptación. Ana Freud dedicó más tiempo a esbozar el desarrollo de los adolescentes y los mecanismos de defensa que utilizan en sus esfuerzos por controlar impulsos sexuales recién descubiertos. Considera que los años de la adolescencia eran importantes para la formación del carácter. De acuerdo con ella, los cambios glandulares de la pubertad, afectan también la función psicológica. Lo anterior implica un redespertar instintivo de las fuerzas libidinales, las cuales a su vez provocan un desequilibrio psicológico. Así pues, uno de los aspectos a ser tenidos en cuenta en el estudio de la pubertad es la tentativa de recobrar el equilibrio interno (Freud, 1988). 24 Para Blos (1991), la adolescencia constituye un segundo proceso de individualización, el primero tuvo lugar en los tres primeros años de vida, cuando el bebé aprende a andar y adquiere independencia física y confianza en sí mismo. En el adolescente hay también una búsqueda de independencia, que en este caso es más afectiva y supone romper los lazos afectivos de dependencia. 1.4.2 TEORÍA SOCIOLÓGICA DE ERICKSON Erickson (citado en Papalia, 1993) desarrolla su propia teoría que enfatiza el aspecto sociológico. Desde esta perspectiva el adolescente es el resultado de tensiones y presiones que provienen de la sociedad. El sujeto tiene que incorporar los valores y las creencias de la sociedad, es decir, terminar de socializarse y al mismo tiempo adoptar determinados papeles sociales. El concepto principal de la teoría de Erickson lo constituye la adquisición de una identidad del yo. El cumplimiento de esta tarea evolutiva contiene un elemento común a todas las culturas y es la idea de que el niño, con el fin de adquirir una identidad del yo, fuerte y sana, ha de recibir gran reconocimiento de sus logros. Para Erickson, el adolescente tiene la tarea de integrar todos los papeles o roles que aprendió durante su infancia en una sola identidad congruente. Los cambios físicos señalan la llegada a la plena vida adulta, con el interrogante de su función dentro de la sociedad. La pubescencia se caracteriza por la rapidez del crecimiento físico, la madurez sexual y la conciencia sexual. El joven se enfrenta con una “revolución fisiológica” dentro de sí mismo que amenaza a su imagen corporal y a su identidad del yo. Empieza a preocuparse por “lo que parece ser ante los ojos de los demás” en comparación con el sentimiento que tiene de sí mismo. Erickson considera importante el estudio de la identidad, ya que el adolescente tiene que restablecer la identidad del Yo a la luz de sus experiencias anteriores y 25 aceptar que los nuevos cambios corporales y sentimientos libidinales son parte de sí mismo (Papalia, 1993). Si la identidad no se establece satisfactoriamente en esta etapa, existe el riesgo de que el papel que ha de desempeñar como individuo le parezca difuso, cosa que pondrá en peligro el desarrollo ulterior del Yo. Cuando esto sucede, se pueden presentar patologías. La madurez empieza cuando la identidad ha sido establecida y ha surgido un individuo integrado. La identidad del Yo implica la integración total de ambiciones y aspiraciones vocacionales, junto con todas las cualidades adquiridas a través de identificaciones anteriores. 1.4.3 TEORÍA COGNOSCITIVA DE JEAN PIAGET Según este enfoque, el individuo está en continúa actividad para reconocer su mundo y hacer más eficiente su funcionamiento en él, adquiriendo formas cada vez más adecuadas para explorar todos los aspectos de su medio ambiente y utilizando sus experiencias pasadas, integrándolas a las actuales y respondiendo a las demandas que se le presenten. Piaget menciona que en la adolescencia se producen importantes cambios en el pensamiento que van unidos a modificaciones en la posición social. El carácter fundamental de esta etapa es la inserción en la sociedad de los adultos (Flavell, 1987). La adolescencia se encuentra entre los 12 y los 18 años. Según Piaget (citado en Flavell, 1987) es la etapa de las operaciones formales, en la cual el adolescente tiene la capacidad de utilizar su pensamiento alcanzando su máxima eficiencia, es decir, cambiará su perspectiva del tiempo, desarrollará habilidades para comunicar el contenido de su pensamiento, formulará hipótesis, podrá corregir falsos supuestos, considerará otras alternativas cada vez más complejas y establecerá sus propias 26 conclusiones. También será mucho más reflexivo y ampliará las posibilidades de resolución de los problemas, lo cual es indispensable para vivir y desenvolverse en un mundo que cambia rápidamente, en el que es necesario manejar continuamente mucha información, siendo estas características de la sociedad en que vivimos. Como puede verse, cada autor define a la adolescencia desde el ángulo en que se estudia. La teoría psicoanalítica pone el acento en los factores internos que desencadenan la adolescencia y se manifiestan en los conflictos de integración social; las teorías sociológicas atribuyen la adolescencia a causas sociales exteriores, poniendo énfasis en los factores medio ambientales como el resultado de tensiones y presiones; la teoría de Piaget se sitúa en un punto intermedio entre ambas teorías, pero subraya un aspecto descuidado por ellos, que son los cambios que se producen en la manera de pensar de los adolescentes. 1.5 PROCESO DE DESARROLLO 1.5.1 DESARROLLO FÍSICO Hurlock (1994) clasifica las modificaciones corporales en cuatro categorías principales: 1.5.1.1 Aumento del tamaño corporal: Uno de los principales cambios físicos de la adolescencia es un aumento rápido de estatura, comprobándose así por Tannerm, 1962 (en McMinney, 1990) que influyen en este crecimiento la genética, la nutrición, las estaciones del año y en un grado menor, el clima y la raza. El crecimiento de estatura de los adolescentes varía entre hombres y mujeres, en el caso de los hombres, el crecimiento empieza entre los 12 y los 15 años, en promedio, mientras que en las mujeres, dicho crecimiento empieza dos 27 años antes. Debido a que la estatura está regulada por la hormona del crecimiento, que proviene del lóbulo anterior de la glándula pituitaria, en cantidad suficiente, permite que los niños sanos y bien nutridos alcancen su máximo tamaño normal. En general los adolescentes tienden a alcanzar una estatura semejante a la de sus padres. Dentro de este rubro se maneja el aumento, que se debe en gran parte al crecimiento de los huesos y músculos. Los huesos más grandes y más pesados, cambian en cuanto a su forma, sus proporciones y su estructura interna. En las mujeres hacia los 17 años sus huesos están maduros o cercanos a la madurez en tamaño y osificación. Los huesos de los varones completansu desarrollo unos dos años más tarde. En la madurez, cerca del 16 por ciento del peso corporal corresponde a los huesos. Asimismo, los músculos contribuyen al peso total del cuerpo en proporción cercana al 25 por ciento; en la madurez, la proporción se encuentra entre el 45 y el 50 por ciento. Los músculos inciden más en el peso de los hombres que en el de las mujeres; la adiposidad contribuye más al peso de éstas que al de los hombres. El aumento más pronunciado de tejido muscular aparece entre los 12 y 15 años en mujeres y entre 15 y 17 años en hombres (Hurlock, 1994). 1.5.1.2 Cambios en las proporciones del cuerpo: La segunda transformación física del adolescente comprende modificaciones (exteriores e interiores) en las proporciones del cuerpo. El crecimiento es asincrónico, es decir, el ritmo máximo de desarrollo de las diferentes partes del cuerpo no se da forzosamente al mismo tiempo. Los cambios externos ocurren en las características faciales, la frente sobresale, la nariz y la mandíbula se hacen más prominentes y los labios se 28 agrandan. Al igual que el ensanchamiento de caderas en mujeres y en hombres ensanchamiento de hombros (Shaffer, 2000). Los cambios internos abarcan la madurez del tamaño y forma del aparato digestivo, el estomago se hace más largo incrementando su capacidad. En el aparato circulatorio se produce el aumento del tamaño del corazón y también la longitud y grosor de las paredes de los vasos sanguíneos. El corazón crece con tanta rapidez que a los 17 o 18 años es doce veces más pesado que en el nacimiento. Asimismo, ocurren cambios en la respiración, ya que ahora es más pausada que en la infancia, aunque el volumen del aire inhalado y exhalado sea mayor (Hurlock, 1994). 1.5.1.3 Desarrollo de las características sexuales primarias y secundarias: En lo que respecta a la maduración sexual, Aristóteles (referido por Hurlock, 1989) mencionaba que los cambios físicos de la adolescencia en los hombres tenía relación con cierta actividad de los testículos en razón de que si los castraban, sus voces seguían teniendo una tonalidad aguda y el vello puberal no aparecía. La sociedad podía distinguir qué tanto los hombres como las mujeres mostraban cambios, sin embargo no sabían por qué. Hurlock, (1994), señala que una respuesta parcial al misterio de la maduración sexual, proviene del trabajo de endocrinólogos que descubrieron una estrecha relación entre la glándula pituitaria, ubicada en la base del cerebro y las gónadas o glándulas sexuales, (sabiendo en la actualidad, que desde el nacimiento el ser humano tiene definidos sus órganos sexuales). Con el curso de los años, al llegar a la pubertad, el hipotálamo actúa sobre la glándula hipófisis dando lugar a que las hormonas actúen sobre los testículos y los ovarios, llevando a cabo la producción de espermatozoides y hormonas masculinas en el hombre y en las mujeres óvulos y hormonas femeninas. 29 Las hormonas son sustancias que el cuerpo produce y actúan como mensajeros del cerebro para dar funcionamiento a glándulas y órganos. Además existen hormonas especiales llamadas sexuales que producen los cambios durante la adolescencia. También son las responsables de hacer que empiece el funcionamiento de los órganos reproductores (Pick, 1993). Tanto en el hombre como en la mujer se dan diferentes cambios gracias al funcionamiento del eje hipotálamo-testículos u ovarios por medio de las hormonas. En el caso del hombre, por influencia de la testosterona, el pene, escroto y testículos aumentan su volumen, así como la distribución del vello corporal, originando el crecimiento del pelo encima del pubis, hasta alcanzar el ombligo (formando un rombo), en la cara (bigote y barba), el tórax, las piernas, los brazos y menos frecuente en otras regiones como glúteos o la espalda. También origina el vello en la mayor parte del cuerpo. Se produce hipertrofia de la mucosa de la laringe y agrandamiento de la misma y esto hace que la voz se transforme en grave, aumenta el espesor de la piel, oscureciendo el color, aumentando la secreción de las glándulas sebáceas (que al ser excesiva da lugar al acné); se produce un desarrollo muscular cada vez más voluminoso a diferentes niveles como son la espalda, brazos, piernas, etc; aumenta el volumen, la resistencia y la intensidad de crecimiento de los huesos dando lugar a que se una la epífisis con la diáfisis correspondiente (extremo de los huesos). Existe retención de calcio. Aumenta el metabolismo de 5 a 10 por ciento, hay mayor cantidad de proteína-enzimas, aumenta la actividad de todas las células del organismo, existen más glóbulos rojos que aumentan el volumen de la sangre, se regula el equilibrio de electrolitos y agua (Monroy, 1995). En la mujer, por influencia de los estrógenos, se van a presentar efectos como: el cambio de órganos sexuales infantiles a adultos, favoreciendo el crecimiento de las trompas de Falopio, el útero y la vagina; también se 30 desarrollan los genitales externos (labios mayores, menores, clítoris) y cambia el epitelio de la vagina. Se produce el depósito de grasa, favoreciendo el desarrollo de las masas y del aparato productor de leche (aunque esta función se lleva a cabo después del parto); el crecimiento óseo es rápido en los primeros años y provocando la soldadura de la epífisis con la diáfisis (unión de los extremos de los huesos) en consecuencia, el crecimiento de la mujer suele cesar unos años antes que el varón. Existe también retención de calcio y fósforo, se produce ensanchamiento de la pelvis, el crecimiento del pelo femenino a nivel pubiano quedando en forma triangular con la base arriba, la piel toma una textura especial, blanda y lisa. Se producen depósitos de grandes cantidades de grasa en el tejido subcutáneo, dando lugar a depósitos especiales en las mamas, muslos y glúteos produciendo el agrandamiento de la cadera, aumenta ligeramente la intensidad del metabolismo, pero no tanto como la hormona masculina testosterona, produciendo aumento ligero de la proteína corporal y regulando funciones intracelulares en el organismo (Monroy, 1995). Las diferencias que se establecen a nivel hormonal es que las hormonas femeninas tienen efectos en forma casi exclusiva sobre algunos órganos, como el útero, mamas, esqueleto y tejido graso, en cambio la testosterona ejerce en todo el organismo. La otra hormona femenina producida en esta etapa es la progesterona y va a tener efectos importantes a nivel del útero, trompas de Falopio y mamas, para favorecer la implantación y nutrición del útero, en caso de embarazo. Después de iniciados los cambios mencionados, aparecen en el caso del hombre, la presencia de la eyaculación, aproximadamente a los 14 años. En la mujer existe la aparición de la primera menstruación, aproximadamente a los 12 años (Monroy, 1995). Papalia (1996), agrega que las hormonas tienen relación con las emociones, específicamente con la agresión de los hombres, y la agresión y depresión en las niñas. 31 Sin embargo, debe recordarse que en los seres humanos las influencias sociales se combinan con las hormonas, que en ocasiones, predominan. 1.5.2 DESARROLLO PSICOLÓGICO Al llegar a la adolescencia con los intensos cambios corporales, afectivos, sociales, etc., aquel Yo infantil que estaba más o menos estructurado deja de tener sentido, y el adolescente se aventura a la búsqueda de un Yo adulto, que pueda encajar en la nueva situación (Pedagogía y Psicología Infantil, 2001) En ésta búsqueda, a menudo angustiosa, de una identidad adulta, el adolescente consume una gran parte de sus energías, atraviesa distintas etapas, diversas en contenido y duración, ensaya múltiples comportamientos antes de haber encontrado la fórmula adecuada. Se puede hablar, así de identidades transitorias,que se adoptan por un período de mayor o menor duración, de identidades ocasionales, que son las que adoptan ante situaciones vividas por vez primera e identidades parciales, que responden a distintos comportamientos que aparecen en situaciones diferentes. Asimismo, se busca la propia identidad adoptando determinadas vestimentas; la adhesión a ciertas modas y la intensa vinculación al grupo que presenta el adolescente (Pedagogía y Psicología Infantil, 2001). Para Erickson (1875, en Monroy 1995), la adolescencia es un periodo de crisis de identidad, ya que la percepción de la identidad es más fuerte y clara a medida que pasa la adolescencia, cuando el individuo se puede llamar asimismo “Yo”. Sin embargo, la identidad no es un todo construido, sino que es un proceso de reformulaciones e integración de todas las identificaciones anteriores y además es cualitativamente diferente a la suma de ellas, ya que el individuo aparece como libre de aprensiones y prejuicios y a la vez parece estar preocupado por su acelerado crecimiento con el que se trata de superar la situación de inferioridad individual. 32 El riesgo de la adolescencia, sería la difusión de la identidad, manifestada como la huida al mundo en el momento presente, a causa de la incomprensión del propio ser y del qué hacer. El individuo siente una inestabilidad para lograr una identidad de sí mismo, de su ocupación; tiene un sentimiento de soledad, por el cual, para estar unido, se integra a un grupo y los miembros del grupo como tales, se sobre-identifican con el grupo hasta el punto que parece que han perdido completamente su identidad individual y adoptado una grupal (Monroy, 1995). Esta tendencia a formar grupos es debido a que el adolescente ensaya diversos roles, desarrolla habilidades, comparte ideas, intereses, se siente acompañado, etc. Hay una necesidad de intelectualizar y fantasear, debido a que el adolescente en estos momentos comienza a hacer uso del pensamiento abstracto, entonces tiende a los juegos mentales, el afán de conocer su nueva habilidad; teniendo como finalidad satisfacer lo que en realidad no puede lograr, por ejemplo, sueña con tener un auto deportivo o conquistar alguna mujer, objetos que quedan distantes del adolescente en términos reales. El adolescente se enfrenta a una serie de duelos tales como perder el cuerpo infantil, enfrentarse y aceptar los cambios que ocurren en su organismo, la renuncia a la dependencia infantil, aceptar responsabilidades que muchas veces desconoce, la aparición de crisis religiosas y los intentos de pensamientos filosóficos que son dirigidos a criticar el mundo presente y a fantasear sobre cómo quisieran que fuera (Monroy, 1995). En cuanto a las emociones en la adolescencia, suelen existir cambios en los estímulos que provocan emociones. Así como hay modificaciones en la forma de la respuesta emocional, también hay una similitud entre las emociones de la infancia y la adolescencia; tanto en uno como otro periodo las emociones dominantes tienden a ser desagradables, principalmente el temor y la ira en sus diversas formas: el pensar, los celos y la envidia. Las emociones placenteras (alegría, afecto, felicidad o curiosidad) 33 son menos frecuentes y menos intensas, en particular en los primeros años de la adolescencia. No obstante, hay que tomar en cuenta que los factores sociales son, en gran parte, responsables de la identidad que el adolescente asumirá, así como de las emociones desagradables, de la forma como expresa cada emoción y de la clase de estímulo que la origina. Los factores sociales son importantes para determinar el hecho al cual el adolescente responderá ante dicha identidad y emoción (Hurlock, 1994). 1.5.3 DESARROLLO SOCIAL El desarrollo sexual va ligado con lo social, ya que se inicia desde la niñez al aprender normas estructuradas por el grupo al cual pertenece. Cuando el niño se acerca a la adolescencia, siente la necesidad de liberarse lo más pronto posible de los lazos familiares y ha de asociarse con individuos o grupos de su mismo género; en ellos se habrá de adaptar a sus reglas y normas para su aceptación dentro de los mismos (Powel, 1985). Todo este proceso se llama socialización, que es la interacción de un individuo con los demás. Los factores que influyen en la socialización del adolescente son el prestigio definido por Keislor (en Powel, 1985), como el grado en que el individuo se considerará por los demás como fuente de indicaciones de respuestas provechosas para un grupo y esto puede ser relacionado con las calificaciones, exámenes, etc. Otros factores que influyen son la similaridad de intereses, la proximidad y el nivel socioeconómico de cada individuo y que a su vez moldean las características de conducta, cualidades personales, valores y normas morales demostradas en la interacción de los adolescentes. Entonces, podemos decir que entre los grupos que se forman en la adolescencia se encuentran las “pandillas” que son un grupo pequeño, exclusivo, informal, que ofrece seguridad a los jóvenes, puesto que toma alguna de las funciones que anteriormente se 34 encontraban dentro del grupo familiar. Al respecto Conger (1980) menciona que las pandillas tienden a ser más grandes, menos íntimas y más centradas en las actividades compartidas, tales como los deportes y los pasatiempos. Y en el caso de las mujeres se forman las camarillas de muchachas que tienden a ser relativamente pequeñas y a interesarse más por las relaciones interpersonales. Sin embargo, dentro de este grupo el adolescente presenta el aspecto de conformidad en donde actúa, viste igual, le gusta la misma comida y la misma música con el fin de tener seguridad e identificarse con los demás. Cabe señalar que, como los amigos desempeñan un papel importante en la vida de la mayor parte de los adolescentes, es probable que la aceptación social sea una preocupación imperiosa para casi todos ellos (Conger,1980). No obstante, al aumentar su edad y familiaridad con el medio, el adolescente adquiere más seguridad por la aceptación del grupo, siendo capaz de funcionar por sí mismo, por lo que busca ahora un lugar de aceptación y llamar la atención de los adultos. En relación a las amistades del adolescente, Powel (1985) menciona que durante la primera adolescencia las amistades pueden ser bastante inestables y de corta duración debido al rápido desarrollo que puede haber dentro del grupo o de algún joven; por tanto, éste tenderá a otros intereses que pueden ser diferentes a los de su grupo. Conforme se encuentre en una fase más avanzada de su adolescencia en donde su aceptación en los grupos se realice, las amistades serán duraderas por la similitud de intereses en cuanto a lo que les rodea, siendo esto la proximidad de estatus social y económico. Asimismo, durante este periodo, la oportunidad de compartir sentimientos y pensamientos puede ayudar a facilitar la transición gradual hacia las relaciones heterosexuales y hacia el desarrollo del sentido de la identidad del papel sexual propio. 35 Con base en lo anterior, podemos decir que el desarrollo sexual y social en la etapa de la adolescencia está en constante interacción, de tal manera que el ambiente cultural y social que rodea al individuo proporciona pautas de comportamiento que van a formar parte de su realidad, es decir, de sus preferencias sexuales, la elección de amistades o grupo social al cual quiera pertenecer, así como la forma de conceptuar el medio que le rodea. 1.6 CARACTERIZACIÓN DE LOS ADOLESCENTES A lo largo del capítulo hemos abordado cómo se ha ido construyendo la etapa de la adolescencia desde diferentes enfoques, además de tomar en cuenta la cultura, época política, social y económica. Sin embargo, y cómo también se ha mencionado, nuestra época actualsocial ha sufrido cambios desde la manera de abordar la temática de la adolescencia hasta la forma de comportamiento de los adolescentes inmersos en nuestra sociedad. Precisamente, este apartado está dedicado a los adolescentes dentro de su entorno social, ya que, consideramos que sus conductas, pensamientos, emociones y relaciones interpersonales se definen a partir de lo que la sociedad imponga como cultura, desde la manera de vestir hasta la forma de pensar. Cabe aclarar que la intención no es mostrar una tipificación sino considerar cómo el adolescente construye su realidad social al estar inmerso en una cultura, y cómo ésta puede influir para desencadenar trastornos emocionales como es la depresión, foco de importancia en nuestra investigación. Referente a lo anterior Blumer (1982), menciona que las personas nacemos en un mundo social específico y que, de cierta forma, está a nuestra disposición porque nos enfrentamos, lo interpretamos, y lo vamos construyendo, ya que no reproducimos lo 36 que se nos presenta como si fuéramos agentes pasivos, sin voluntad y menos aún sin inteligencia. Señala que las personas, a través de la constante y dinámica interacción social, interpretan o “definen” las acciones de los otros congéneres, padres, vecinos y amigos que les asignan símbolos con un significado que elaboran por sí mismos, aunque no dejan de considerar las distintas cosas que le rodean, como las exigencias, prohibiciones, y expectativas de carácter social. La persona construye sus objetos, entiéndase este término como el significado o sentido en su propia y continua actividad, y en normas y creencias preexistentes que influyen en él para orientar su conducta. En cada uno de sus innumerables actos, tanto en los menos trascendentes, como vestirse, o en los más importantes, como prepararse para una carrera profesional, la persona está señalando a sí misma diferentes objetos, evaluando su grado de convivencia para la acción que desarrolla y tomando decisiones en función de dicha evaluación. La acción de la persona es construida o elaborada y no es sólo la mera reacción al estímulo. Tienen que señalarse las diversas condiciones que pueden servirle para instrumentar su acción y aquéllas que puedan entorpecerla. Su acción se elabora paso a paso a través de su proceso de indicación a sí mismo. El individuo conjunta y orienta su acción tomando en consideración las distintas cosas e interpretando la importancia que revisten para lo que proyecta hacer. La persona advierte que se le exige una respuesta social dada, reconoce un orden; por ejemplo, observa que tiene hambre, se percata de que desea comprar algo, incluso sabe que detesta comer con alguien. Al señalarse a sí misma éstas cosas, las afronta pudiendo reaccionar ya sea aceptándolas, rechazándolas o transformándolas de acuerdo con el modo en que las defina o interprete. Su comportamiento, por lo tanto, no es una reacción automática a factores tales como presiones ambientales, reglas o normas, sino al modo en que maneja e interpreta estos factores en el contexto de la 37 acción que está elaborando. Cabe notar que la elaboración de la acción siempre tiene lugar en un contexto social, en el que en cierta forma ajusta su acción a la de los demás, enjuicia lo que estos hacen o pretenden hacer y aprehende el significado de sus actos. Conforme las personas se mueven a través de los contextos, sus modos de participación varían debido a las posiciones particulares, las relaciones sociales, de ahí que las acciones, pensamientos y emociones de las personas deban funcionar en formas flexibles. Su proceder no puede ser el mero seguimiento de esquemas, procedimientos y reglas, sino más bien interpretan y ubican los estándares para incluirlos en una situación concreta, lo que permite que logre el significado de su conducta. Las personas no están predeterminadas por circunstancias sociales, sino que son capaces de parti cipar de acuerdo a sus potencialidades personales y enriquecedoras en los contextos sociales (Drier, O: 1996). En este sentido consideramos que las características de los adolescentes no deben ser consideradas como estereotipadas, ya que éstos pueden actuar en forma diferente en la medida que dotan de significado a las acciones de los demás, de acuerdo al tipo de interacción y situación en la que se encuentren. No son agentes pasivos que sólo reproducen normas o estereotipos sino que son individuos que actúan y reflexionan. Los adolescentes no se remiten literalmente a los componentes del curso de vida familiar y social institucionalizados, es decir, pueden o no apegarse a criterios cronológicos, seguimiento de roles genéricos, normas familiares y sociales, modelos identitarios, ocupacionales y educativos, y pueden llevarlos a cabo en forma familiar particular, ya que éstos sólo fungen como un marco en el que se establecen las condiciones para las acciones pero no las deciden. A continuación nos referiremos a aspectos que anteriormente mencionamos y que comúnmente se consideran al hablar de los adolescentes; sin embargo, en esta ocasión se abordará tomando en cuenta la diversidad cultural y social para la 38 construcción de las adolescencias así como el papel activo de los jóvenes en dichas construcciones. Las consideraciones trabajadas son útiles, pues la mayoría de los investigadores parten de los cambios físicos y psicológicos de los adolescentes como índices claros para estandarizar el periodo, aunque en este apartado se hará bajo la lógica de construcción social y personal en la que se desarrollan los adolescentes. Abordando las características de los adolescentes, apuntamos que al hablar de adolescencia tradicionalmente implica señalar cambios físicos y mentales, indicar por un lado la manifestación de rasgos físicos característicos y, por el otro, la expresión de rasgos psicológicos, tales como la inteligencia, emociones y otros. Algunos teóricos señalan que los atributos característicos del pensamiento de los adolescentes son: que poseen la identificación con lo real concreto, se reestructuran como sujetos a través del acto introspectivo, objetivizan el mundo de sus vivencias, objetivizan su Yo en la introspección, desarrollan su pensamiento de un nive l concreto a un nivel “hipotético-deductivo” y reflexionan sobre su realidad, valores, normas y el devenir (Lowe, G. 1981; Piaget e Inhelder, 1971; Merani, 1982). Este desempeño cognitivo se desarrollará de acuerdo al medio social en forma diferente con respecto a otros y existe la heterogeneidad de rasgos en adolescentes. También, es necesario considerar la importancia de las emociones, debido a que comúnmente esta etapa se ha caracterizado porque los adolescentes son muy temperamentales e inestables, lo cual les ocasiona conflictos consigo mismos y con los demás. Al respecto, algunas investigaciones coinciden en señalar que la adolescencia se distingue por una emotividad de carácter continua que le permite sentir con vehemencia cualquier emoción, principalmente con personas cercanas a él debido a que se vuelve muy selectivo respecto a quién proporciona su afecto, por ejemplo, sólo a algunos 39 miembros de su familia y a pocos de sus congéneres del mismo sexo o del sexo opuesto (Rubin, Z. 1980; Hurlock, E. 1989). Se ha señalado que los factores sociales son de mayor trascendencia en cuanto se refiere a la emotividad. Algunos ejemplos sobre el aumento de la emotividad por estos factores son que el adolescente pasa por un proceso de adaptación a una nueva etapa, la cual le exige una adopción, revisión y/o modificación de sus hábitos recreativos, conductuales, de pensamiento e incluso emocionales. También desempeñarse en su nuevo estatus social, interactuar con los padres, con las personas que los rodean, enfrentar situacionesque antes que era niño no vivió, responder a las exigencias paternales y sociales que en ocasiones son contradictorias, etc. Estas situaciones también tienen como efectos en la conducta del adolescente sentirse inseguros de sí mismos y de la posición que ocupa, de tal forma que a veces tiende a ser agresivo, retraído, mostrarse incómodo, tornarse extremadamente sensible, y reservado, distanciado o indiferente e incluso altanero (Rozet, 1974 citado en Hurlock). El sentirse seguro es parte del resultado de la adaptación a la etapa de la adolescencia y para ganar seguridad emocional, personal, en hábitos y actividades se valen de ciertos recursos, tales como las valiosas ayudas sociales que se proporcionan mutuamente los adolescentes a partir de sus relaciones íntimas con amigos, coetáneos y vecinos; por ejemplo, facilitarse la oportunidad de establecer y efectuar interacciones y relaciones sociales, el desarrollo de habilidades en el trato social y en la postura frente a los conflictos. En buena medida, la seguridad emocional y personal la adquieren en los múltiples juegos y ejercicios (sobre todo simbólicos, actitudinales y de comportamiento), que realizan para afirmar su Yo, por ejemplo en lo relacionado a la construcción de su imagen hasta diferenciarla de los demás y reconocerla como propia. Considerando que en el caso de los adolescentes hay un proceso de transformación corporal y que la imagen externa de sí se ve modificada y reconstruida, 40 las observaciones de Wallon (1987), podrían aplicarse en el sentido de que también en su proceso juegan con su propia imagen- el juego no es en aislado sino en función con los otros- para ganar seguridad sobre su cuerpo; por ejemplo, a través de las diferentes formas de vestirse, arreglarse, y jugar con sus expresiones faciales, lo cual en esta etapa tiene múltiples simbolismos sociales y con un carácter diferente al que tienen los niños. En la adolescencia los simbolismos son de índole abstracto y no concreto como en la infancia; por ejemplo, la forma de vestir de una chica, si se maquilla o no, y cómo lo hace podría derivar significaciones que van desde juicios morales hasta preferencias de moda. En el caso de los muchachos podrían considerarse las formas que utilizan al hablar, lo que dicen y cómo lo dicen, e incluso las representaciones imaginarias que elaboran en la interacción con los otros. Los simbolismos abstractos se aprenden en la constante convivencia, y se significan en forma particular para ir construyendo su identidad. Con relación a una idea más compleja sobre la identidad, McGuire y Mcguire (1987) encontraron que sus sujetos de 11 a 18 años, referían su identidad de acuerdo a los siguientes criterios: • Identificación: características propias que hacen los adolescentes al compararse; esto es, aludir a un rasgo sobresaliente al percibir de sí mismo tanto lo que es como lo que no es. • Características físicas: se refieren a la altura, peso, color de ojos y de pelo, para distinguirse de otros. • Definición de sí en términos del género: las personas pueden tener mayor idea de ellos mismos en función del género predominante en el contexto familiar. • Afirmación contra negación: esto es, diferenciarse por la ausencia de una característica en uno y por la presencia o sobresaliencia de la misma en otros. 41 • Aspectos sociales para la ubicación del Yo y el papel de los otros: para hablar de sí mismo hace referencia a otras personas como hermanos, amigos e incluso padres. • Uso de verbos para autodefinirse: se refieren a ellos mismos usando expresiones como “llegar a ser” y “sobre el devenir”, principalmente. Hablar de identidad de los adolescentes supone entender la fusión de la noción de (quién soy) con la imagen de sí (cómo me veo), y en este sentido considerar que para lograr esto se requiere de un proceso que implique, por una parte, el autoreconocimiento y por la otra, la autoaceptación. Asimismo, otros autores consideran que la identidad se ve afectada no sólo por cambios biológicos del propio individuo sino también por las expectativas y las oportunidades sociales; quizá se altere su estabilidad, su control, su equilibrio y coherencia adquirida de los años anteriores, y le desconcierten sus variados cambios de ánimo y a veces lo contradictorio de su conducta. Estos cambios no sólo ocurren en el adolescente mismo, sino también, sufren cambios en la relación con el ambiente social, principalmente con el círculo familiar, cómo se hablará en el siguiente apartado. 1.7 ADOLESCENTES Y FAMILIA La familia es la cuna en la cual se genera en el niño la motivación, sirviendo como modelos que le darán sentido personal y social como individuo. Cuando en la niñez se vivió sin imágenes amorosas permanentes que brindaran las funciones de protección y apoyo emocional, los jóvenes pueden llegar a presentar un panorama general de desamparo, abandono, aislamiento, agresión y problemas para alcanzar metas académicas o laborales. Tomando este punto de referencia, Espinosa (1997), realiza un modelo de intervención sistémica en cuatro familias desvinculadas con hijos adolescentes, en donde en todos los casos los jóvenes presentaron sentimientos de soledad, aislamiento de sus pares y familia; eventualmente tenían ideas suicidas, dudas sobre su capacidad intelectual y atractivo físico; las técnicas usadas para resolver esos 42 dilemas fueron: cambiar las formas de involucración hijo/padre(s), estrategias alrededor del síntoma (prescripción o fingimiento) y el uso del lenguaje metafórico para relatar historias estratégicas. Finalmente, los cambios efectuados a nivel familiar-paciente identificado, comprendieron el establecimiento de límites claros y flexibles dentro y fuera del sistema, ampliando así las redes de apoyo, sobre todo con la familia extensa. Concluye destacando la importancia de los cuidados del niño y el papel de los padres en la satisfacción de sus necesidades afectivas. Relacionado con esto también, Weinstock, A. (1979), aplica algunas técnicas para adolescentes con trastornos de carácter (considerados como psicópatas o antisociales), pues estos individuos tienen una gran falta de conciencia o de inhibiciones de cualquier tipo, altamente frustrados, con baja tolerancia al fracaso, impulsividad desenfrenada y hostilidades y resentimientos amargos. Estos adolescentes habían sido de igual forma rechazados por uno de los padres, provenían de hogares disueltos por divorcio o por la muerte de alguno de los padres. Por último, se probó que es factible tratar a adolescentes con trastornos graves de carácter y de desarrollo, empleando la psicoterapia de grupo. Este tipo de trastornos o algunos otros se desarrollan, puesto que la relación del adolescente con el círculo familiar sufre transformaciones debido al desarrollo (en su mayor parte) de la sexualidad, lo cual despierta su interés y atracción por personas de su edad, empujándolo a desprenderse de sus progenitores. Por otro lado, la gran necesidad de independencia que en estos momentos le preocupa, lo lleva a “intentar ser” por sus propios méritos en lugar de “ser a través de” sus padres, lo cual a veces ocasiona conflictos con ellos, al reaccionar con absoluta indiferencia y desinterés ante todo lo que la familia representa. También las cuestiones ideológicas se convierten a menudo en objeto de discusión. En su mayoría, los jóvenes manifiestan su protesta ante la forma de vida que llevan sus padres y los consideran incapaces de comprender las ideas y los gustos de la juventud. Pero, si los padres acceden a responder a las preguntas de sus hijos y analizar continuamente con ellos sus propias actitudes, el diálogo será eficaz y servirá para que los jóvenes no se encierren en posiciones 43 reductibles y preconcebidas (Weinstock, A., 1979). Por
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