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Influencia-del-apoyo-social-en-la-depresion-de-estudiantes-de-ensenanza-media

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“INFLUENCIA DEL APOYO SOCIAL EN LA DEPRESIÓN DE 
ESTUDIANTES DE ENSEÑANZA MEDIA”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ASESORES: MTRA. NORMA COFFIN CABRERA 
 MTRA. ÁNGELES CAMPOS HUICHÁN 
 LIC. EDY ÁVILA RAMOS 
 
 
 
 
 
TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉX 2006 
T E S I S E M P Í R I C A 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE: 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
P R E S E N T A N: 
GARCÍA RAYGADAS NORLENDY 
MARTÍNEZ VILLEDA NATALI NOEMI 
YAÑEZ BARRAGÁN GUADALUPE NAYELLI 
IZTACALA 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
 
 
Dedicatoria: 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A mi mamá, por mostrarme el camino de la vida, por el ejemplo que me ha brindado, por 
enseñarme a levantar de cada tropiezo, por no dejarme sola en ningún momento, por abrirme los 
brazos cuando necesito un consuelo, por ser el pañuelo que seca mis lágrimas, por ser la 
motivación de mis logros, por detenerme cuando comienzo a caer, por ser mi enfermera cuando lo 
necesito, por ser mi luz cuando todo a mi alrededor es oscuridad, porque siempre encuentra las 
palabras necesarias ante la adversidad, porque aunque no dijera nada, con una sola mirada sé 
que me comprende. Por ser mi Madre, el mejor regalo que Dios me pudo dar. 
 
 A mi papá y hermanos, porque han sabido ser mi sostén, porque sin ellos mi vida no sería 
igual. A Jesús porque cada palabra y cada mirada hacen que cada uno de mis días sean 
maravillosos, a Luis que a pesar de su seriedad se interesa y se preocupa por mí, a Yuritzi que 
aunque vive lejos sé que siempre estará ahí cuando la necesite, porque me enseñó que la distancia 
no es impedimento para querernos como hermanos. 
 
 A mis Amigos que siempre me han apoyado, por confiar en mí, porque a pesar de todo 
siempre están ahí cuando los necesito. A Rosisela por enseñarme que lo maravilloso de la vida no 
está en lo exterior, sino en cada uno de nosotros, a Eduardo Pérez, porque ha sido un soporte 
durante todo este tiempo, ya que su cariño, apoyo y amistad incondicional me hacen sentir una 
persona especial. 
 
A Ilse y Yered porque sin ellos la vida en la escuela hubiese sido diferente, a Carlos y 
Fabiola porque marcaron la diferencia y aunque no pudieron concluir conmigo, siempre estarán 
en mi corazón. A Nayelli y Natali que han sabido comprenderme y ayudarme cuando más lo he 
necesitado y porque sin ellas éste sueño no hubiese sido realidad. 
 
 A mis sinodales Norma Coffin, Edy Ávila y Ángeles Campos, por su paciencia y entrega, 
ya que sin su apoyo y tiempo esto no sería posible. 
 
 
Norlendy García Raygadas 
 
“Nuestras dudas son traicioneras, y 
nos hacen perder lo bueno que 
podríamos ganar, por miedo a hacer el 
intento.” 
Shakespeare 
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DEDICATORIA 
 
 
Este trabajo está dedicado especialmente a mi Valeria que ha sido la impulsora de mi 
vida; ha logrado trasmitirme la energía para lograr mis metas, me ha tenido paciencia en los 
momentos que nos separamos y sobre todo me ha brindado su amor incondicional…gracias a 
ti terminé mi ilusión e inició mi esperanza para seguir…te amo!!! 
 
 
No podía dejar a un lado a mis padres, que a pesar de todo han sido también los 
protagonistas de este logro…los quiero mucho, nunca lo olviden y mucho menos lo 
duden…mis hermanos también estuvieron presentes en mi mente y en mi corazón…gracias!!! 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
Agradezco el apoyo especialmente a Teresa González, en general a la familia que me 
ha acogido y me he sentido como en mi propia casa 
 
A Nayelli y Norlendy, quienes con su esfuerzo y tolerancia hicieron posible nuestro 
sueño…gracias por la amistad y cariño dedicado…!!! 
 
Por último, este espacio es especial para ti Salvador…que con tu apoyo emocional 
participaste en este sueño…me has abierto las puertas al camino perfecto pero, sobre todo y 
con tu amor profundo me has llenado de ilusiones…te quiero y será por mucho tiempo!!! 
 
 
 
 
 
 
Natali Noemí Martínez Villeda 
 
 
 
 
 
 
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AGRADECIMIENTOS 
 
 Doy principalmente gracias a Dios por haberme concedido la vida, por 
haber puesto en mi camino a todas aquellas personas que me han impulsado y 
ayudado a superarme día con día como persona y que nunca cayera, 
asimismo a que concluyera mis estudios. 
 
 
 Quiero agradecer también a mis amigas y compañeras de tesis: Norlendy y 
Natali, por todo el apoyo brindado, consejos y por el esfuerzo que hicimos 
juntas, ya que sin ellas no hubiera sido posible la realización de este trabajo. 
 
 
 Sobre todo quiero agradecer el apoyo incondicional brindado por mis tíos: 
Carmen, Juan, Mari, José, a mi prima Vianey, a mi mamá y a mi hermano 
Christopher. 
 
 
 
 
 “Siempre te recordarán por lo que dices… 
 
 no por lo que callas” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Guadalupe Nayelli Yañez Barragán 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
Resumen…………………………………………………………………………………………7 
 
Introducción……………………………………………………………………………….........8 
 
CAPITULO 1. Adolescencia 
 
1.1 Institucionalización de la adolescencia…………………………………….11 
1.2 Antecedentes………………………………………………………………….17 
1.3 Definición de Adolescencia como etapa de vida………………………….19 
1.4 Teorías de la Adolescencia…………..……………………………………...23 
1.4.1 Teoría psicoanalítica 
1.4.2 Teoría sociológica de Erickson 
1.4.3 Teoría cognoscitiva de Jean Piaget 
 
1.5 Proceso de desarrollo…………………………………………………..........26 
1.5.1 Desarrollo físico 
1.5.2 Desarrollo psicológico 
1.5.3 Desarrollo social 
1.6 Caracterización de los adolescentes………………………………………..35 
1.7 Adolescentes y Familia……………………………………………………….41 
1.8 Autoestima……………………………………………………………………..45 
 
CAPITULO 2. Apoyo social 
 
2.1 Definición de apoyo social……………………………………………….....52 
2.2 Tipos de apoyo social………………………………………………..….…..54 
2.3 Teorías de apoyo social…………………………………………………….56 
2.4 Funciones del apoyo social………………………………………………...57 
2.5 Fuentes y áreas del apoyo social………………………………………….59 
2.6 Efectos de apoyo social…………………………………………………….61 
 
CAPITULO 3. Depresión 
 
 3.1 Antecedentes de la depresión…………………………………….………...64 
 3.2 Definición y manifestaciones de la depresión……………….…………….66 
 3.3 Etiología de la depresión………………………………………….…………78 
3.3.1Biológicas 
3.3.2 Sociales 
3.3.3 Psicológicas 
 3.4 Depresión en la Adolescencia…………………………………….………..80 
 3.4.1 Factor desencadenante…………………………………….………..82 
 3.4.2 Causas...…………………...…………………………………….……82 
 3.4.3 Síntomas………………………………………………….…………..84 
 6 
 3.5. Apoyo Social y Depresión en Adolescentes……………………………86 
 
 
MÉTODOLOGÍA.........................................................................................................92 
 
RESULTADOS……………………………………………………………………………...97 
 
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES……………………………..…………………………104 
 
REFERENCIAS……………………………….……………………………………………111 
 
ANEXOS…………………………………………………………………………………….1201.- Inventario de Beck 
2.- Escala de Apoyo Social 
3.- Taller de prevención primaria de depresión en adolescentes 
 
 
 
 
 
 
 
 
RESUMEN 
 
En el presente trabajo se realizó un análisis sobre la influencia del apoyo social 
sobre el nivel de depresión de adolescentes estudiantes de secundaria de primero y 
tercer grados, tomando en cuenta diferentes zonas de procedencia (rural, urbana y 
metropolitana). El interés por centrarnos en el adolescente es debido a que esta 
población es vulnerable a diversos factores que van desde trastornos psicológicos 
como es el caso de la depresión hasta llegar al suicidio; Lucio (2004), confirma que 1 de 
cada 10 mexicanos padece depresión y que en la etapa de la adolescencia es más 
frecuente en la mujer. Para comprender y explicar lo anterior se llevó a cabo un estudio 
con 300 adolescentes, con un rango de edad de 12 a 19 años, aplicándoseles una 
escala de Apoyo Social y el Inventario de Depresión de Beck, con la finalidad de medir 
el apoyo social percibido y el nivel de depresión. Se Encontró que la población 
estudiada percibe un alto nivel de apoyo social lo que conlleva a manifestar niveles de 
depresión bajos. Sin embargo, en su minoría de población, las zonas rural y 
metropolitana presentan un nivel de depresión alto, además de destacar que esta 
minoría pertenece al primer grado de estudios, con esto concluimos que a menor edad 
mayor nivel de depresión. Finalmente se diseñó un taller de prevención primaria de 
depresión, con la finalidad de que los adolescentes reflexionen sobre la importancia del 
autoconocimiento para el crecimiento y reafirmación de éste, de su autoconcepto y 
autoevaluación, para crear en ellos una autoestima sólida y así en futuras 
investigaciones se aplique para prevenir dicho trastorno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 8 
INTRODUCCIÓN 
 
 El presente trabajo pretende abordar el tema de la adolescencia así, como la 
depresión y la influencia del apoyo social para el desarrollo de ésta. 
 
 Para comenzar a hablar de la adolescencia diversos autores han tratado de 
definir ésta etapa, por ejemplo Riley (1983) considera que es la sociedad quien 
construye a la adolescencia otorgándole cambios que van desde lo físico hasta lo 
psicológico. Por su parte, Papalia (1996) señala que etimológicamente el vocablo 
adolescencia, proviene del verbo latino: adoleceré cuyo significado es crecer, madurar. 
En tanto que Hurlock (1994) manifiesta que la adolescencia es una etapa de transición 
del desarrollo entre la niñez y la edad adulta que comienza alrededor de los 12 y 
termina hacia los 20 años. Sin embargo se considera que la definición de ésta etapa ha 
ido cambiando conforme a la época en la que se vive y a factores como la política, 
economía y cultura. Es así como se destaca la importancia a los adolescentes dentro 
de su entorno social ya que sus conductas, pensamientos y relaciones interpersonales 
se van a definir a partir de lo que la sociedad imponga como cultura; en este caso los 
adolescentes forman un grupo especifico que forma una cultura en particular y que se 
caracteriza por la presencia de cambios de tipo anatomofisiológicos (crecimiento 
somático, madurez endocrino-genital), psicológicos (cambios emocionales e 
intelectuales), sociales (desempeño de nuevos roles, patrones de conducta) y culturales 
(significaciones centrales entorno a ser joven). Consideramos que los adolescentes 
significan de manera diferente estos cambios, por ejemplo respecto a los cambios 
físicos se ha creado un estereotipo del cuerpo de la mujer desarrollando 
frecuentemente trastornos anoréxicos y bulímicos, dentro del ámbito académico, las 
calificaciones llegan a etiquetar de manera equívoca a los adolescentes; en general 
factores como éstos generan en los adolescentes inestabilidad emocional al grado de 
llegar a presentar depresión, punto importante dentro de nuestra investigación. 
 
 Es así como la depresión se asocia comúnmente con violencia, comportamiento 
imprudente, consumo de drogas, alcohol y cigarros. Un factor desencadenante es lo 
social y los síntomas van desde la pérdida de apetito, de energía, interés etc; hasta 
 9 
intento de suicidio. En México el incremento de suicidios entre niños y adolescentes es 
preocupante, y la mayor parte de éstos tuvieron como antecedente la depresión 
(www.paidospsiquiatria.com). 
 
 Como hemos mencionado, la depresión es un problema altamente frecuente que 
ha tenido un impacto global fuerte en el funcionamiento psicosocial. Por tal motivo, 
diversos estudios hacen mención a la relación que existe entre apoyo social y 
depresión, argumentando que el apoyo social, entendiéndose éste como un proceso de 
intercambio de actitudes positivas a favor de las personas que lo necesitan, es decir, un 
sentimiento de ayuda, que disminuye el riesgo de padecer algún síntoma depresivo. Así 
lo confirma un estudio realizado en el año 2000 por Fernández y Bravo, quienes 
ocuparon una muestra de 889 adolescentes entre 12 y 18 años, a los cuales se les 
aplicó un cuestionario que permite evaluar el tamaño y composición de la red social, así 
como el apoyo percibido en tres diferentes dimensiones: confianza, ayuda y afectividad. 
Esta investigación reveló diferencias en el grado de apoyo percibido en función del 
género con respecto a las edades de los adolescentes. Concluyeron que el nivel de 
apoyo social es un factor importante que se debe tomar en cuenta para prevenir 
cualquier tipo de patología psicológica. 
 
 De acuerdo a lo mencionado anteriormente, el objetivo de este trabajo consiste 
en identificar la influencia del apoyo social en la depresión de los adolescentes, de tres 
diferentes zonas (rural, metropolitana y urbana), teniendo como hipótesis la existencia 
de una relación inversamente proporcional entre el apoyo social percibido y la 
depresión en los adolescentes. 
 
 El desarrollo de la presente tesis empírica principia por un recorrido de la 
definición de la etapa adolescente, haciendo mención de sus antecedentes y la manera 
en que ha llegado a institucionalizarse dicha etapa para poder caracterizar a los 
adolescentes como un grupo específico. 
 
 10 
 Posteriormente en el capítulo II se analizan los aspectos básicos del apoyo 
social, así como su definición, tipos, teorías, funciones, fuentes, áreas y efectos del 
apoyo social dejando en claro que dicho apoyo juega un papel importante en el 
desarrollo social de los individuos. 
 
 El tercer capítulo se refiere a la importancia del trastorno depresivo resaltando 
sus causas, síntomas y efectos, además de sustentarlo con diversas investigaciones 
que muestran la manera de abordarlo difundiendo el apoyo social dentro de la familia, 
escuela, trabajo y círculos de amistad. 
 
 Finalmente se realiza el análisis de los datos recabados, en donde se pretende 
presentar una visión lo más cercana posible a la realidad del problema de la depresión 
y la falta de apoyo social en los adolescentes del presente estudio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO 1 
 
1.- ADOLESCENCIA 
 
1.1 INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA ADOLESCENCIA COMO ETAPA DE VIDA 
 
La intención de reflexionar sobre la institucionalización de las etapas de vida es 
señalar que la adolescencia no es un fenómeno universal o que las etapas de vida no 
son naturales, sino que están construidas socialmente, considerando diferentes estilos 
de vida conforme a su construcción social en cada época. 
 
Es común escuchar y referirse a las etapas de la vida como la infancia, 
adolescencia o vejez, por las cuales atraviesa el ser humano a lo largo de su existencia. 
Sin embargo, investigaciones recientes consideran que el descubrimiento de las 
distintas etapas de vida es una característica central de la sociedad moderna. 
 
Es así como Meyer (1986, referido por Held, 1986) ha señalado que la estructura 
social está organizada alrededor de categorías de edades socialmente estandarizadas,unidas unas con otras, no por conciencia individual, sino por un rol social. 
 
Asimismo, denota no solamente la regulación de la secuencia y las perspectivas 
de vida mediante las cuales los individuos se orientan y planean sus acciones (Kohli y 
Meyer, 1986). En este sentido la periodización del curso de vida significa la clara y 
estricta delimitación y organización de la unión entre edad cronológica y categorías 
sociales e incluso roles. 
 
Es así como podemos hablar de una periodización o, más específicamente de 
una cronologización de las etapas de vida, pues éstas se han definido y distinguido 
entre una y otra etapa según la edad crono lógica. Podemos distinguir así eventos de 
vida “normativos”, es decir, aquellos que se espera por parte del individuo que ocurran 
 12 
en etapas de la vida especificadas y que sólo tienen sentido para el curso de la vida 
moderna. 
 
Por otro lado, la estructura social también llega a crear mecanismos de defensa 
en el curso de vida y eslabones entre ellos tales, como reglas sociales, legales y de 
carácter psicológico, que enlazan las etapas de vida. 
 
En resumen, podemos considerar que la sociedad moderna ha construido 
socialmente a la adolescencia adjudicándole cambios físicos, sociales, culturales, 
psicológicos, etc., dejando claro a la sociedad el comportamiento y los cambios de los 
adolescentes, además de poner énfasis en que la construcción social del curso de vida 
y de las etapas se elaborarán también conforme a las demandas emergentes de la 
transformación social de una nación vinculada con algún proceso sobresaliente en 
términos de su economía, política y cultura, dictando la necesidad y preocupación de 
caracterizar y reconocer institucionalmente la periodicidad del curso de la vida. 
Asimismo, la sociedad permite considerar que los procesos de las etapas de la vida no 
son universales, ya que, varían con la estructura y el cambio social histórico (Riley, 
1986). 
 
Lo anterior implica que la adolescencia es una construcción social demarcada 
por un periodo de vida y favorecida por un interjuego de sucesos sobresalientes de 
carácter económico, social, familiar, escolar y político, es así como éstas 
transformaciones van generando nuevas y asiduas consideraciones para los periodos 
de vida, de tal forma que éstos y la estructura social se renuevan o incluso se reforman 
de acuerdo a las necesidades de la época y cultura. 
 
La adolescencia no se manifiesta de la misma manera en todos los contextos, y 
los criterios que la definen como tal varían de cultura a cultura y de una época a otra e 
incluso en algunas no figura como tal. Es importante señalar, por ejemplo, que los 
griegos y romanos no vieron a la adolescencia como una etapa separada, excepto por 
 13 
el corto período de uno o dos años en el que ocurría el cambio físico, de la inmadurez a 
la madurez sexual (Furnham y Gunter, 1989). 
 
En las culturas clásicas y la forma de vida de la Edad Media y en el 
Renacimiento fue típico el salto seguido de la niñez a la adultez. Aries (1962), por su 
parte menciona que en los años 1300 y 1400, muchachos jóvenes de 5 años de edad 
iban armados a la escuela, y con frecuencia tenían que quitarse sus espadas antes de 
empezar la clase (citado en Furnham y Gunter, 1989). 
 
Por otra parte, la mayoría de las culturas occidentales consideraban a la edad de 
7 años como la adultez; después de esta edad la persona era responsable legalmente 
de sus crímenes y podía ser ahorcada si la falta lo ameritaba. 
 
Durante la República y los primeros años del Imperio Romano, el paso de 
responsabilidad de decidir sobre el futuro se hacía a temprana edad; el paso de la 
infancia en la vida pública estaba marcado por una fiesta con carácter de ceremonia en 
la que el niño ofrecía su bulla (prenda de la niñez, prenda y señal de fortuna y amuleto), 
juguetes y entretenimientos infantiles a los Lares (dioses protectores del hogar), para 
ser declarado como mayor de edad y entonces elegir la carrera por la que había que 
conducir su vida. 
 
En otras culturas y épocas, las mujeres medievales eran casadas o 
comprometidas en matrimonio desde muy niñas e incluso desde que se hallaban en la 
cuna. El niño era capaz de dar su consentimiento desde la edad de 7 años, mientras 
que el matrimonio era concebible en cuanto la niña hubiese cumplido los 12 o el chico 
fuera menor de 14 (Pouver, E. 1979). 
 
En otras civilizaciones como la azteca, existieron rasgos sociales importantes 
como el concepto de hombre, del mundo y de la vida, o de lo que apreciaban y 
esperaban de los hombres y mujeres, así como también de los valores y las normas de 
comportamiento que debían regir la vida de los individuos. En esta civilización, llegada 
 14 
la pubertad o los “años de discreción”, como lo llamaron los cronistas, se pronunciaban 
consejos y reglas morales que los jóvenes debían cumplir, como era en el caso de la 
mujer, donde la educación iba dirigida al servicio de los dioses, aprendizaje de las 
tareas consideradas propias de su género (hacer cacao, moler maíz, preparar comida, 
hilar y tejer), a la conducta moral (se le recomendaba no dedicarse al deleite sexual, no 
enamorarse apasionadamente y no rechazar al que la pretendiera) y fidelidad al marido; 
no debía entregarse a otro hombre y permanecer unida a él hasta la muerte (Morgan, M 
1983). 
 
 En los navajo, el grupo indio más numeroso de los Estados Unidos, la pubertad 
femenina representaba todo el misticismo vinculado a sus bienes en los campos de 
cultivo. La madre preparaba a sus hijas desde la edad de 10 años para que celebraran 
el gran poderío que tendrían y saber los tabúes relacionados a su nueva condición a 
partir de su primer sangrado. La joven se convertía en el símbolo tribal de la 
fecundidad, se vinculaba con conceptos como tierra y vida y desde luego, el poder de la 
reproducción. Esta equiparación de la fecundidad femenina con la fertilidad y el campo 
corresponde a los mesoamericanos (Tibón, G. 1984). 
 
Estos ejemplos nos reiteran que el hecho de la singularidad de la adolescencia 
marca diferencias, y puntualiza que, como fenómeno social, no se encuentra en todas 
las culturas ni con los mismos criterios. La institucionalización y conceptualización de 
los periodos de vida se ven influidos por las características particulares de la época en 
términos de la economía, política y cultura de cada nación. Tal es el caso de la Edad 
Media: la organización de la etapa fue política, y a pesar de la edad, se les demandaba 
desarrollar actividades que actualmente se realizan sólo si se es adulto; en las culturas 
occidentales el rasgo de institucionalización es de carácter social y cronológico, e 
implican una demanda de responsabilidad que en la actualidad existe al juzgar los 
delitos de los infantes. 
 
En la actualidad se considera en la adultez la madurez sexual y capacidad de 
decisión del individuo, mientras que en épocas anteriores se adjudicaba esto en edades 
 15 
prematuras. Incluso el matrimonio se realizaba a corta edad además de ser un contrato 
mercantil en sociedades feudales. Los aztecas a temprana edad también les daban a 
conocer a los hijos el rol que debían desempeñar; mientras que en los navajo, el rasgo 
que organizaba el proceso de vida era el entrecruce entre el misticismo y la economía 
en términos de la agricultura. 
 
Quizás en los ejemplos anteriores se muestran sólo las regularidades de los 
estilos de institucionalizar las etapas de vida en épocas y culturas. Aparentemente en 
tales estilos aparece el Yo (de las personas) como algo pasivo, a lo que se le impone 
una institución, de modo que, por ejemplo, en el caso de los romanos percibimos un Yo 
público, en los aztecas un Yo religioso y guerrero y en los navajo un Yo místico, 
vinculado a la fertilidad; incluso en la industrialización un Yo de éxito, aunque con cierta 
autonomía y libertadde elección (Cartier-Naslednikov, 1980 y García, P. 1986). 
 
Sin embargo, ello no significa que la institución sea imposición, ya que el Yo en 
cada época, entendido como el resultado de las significaciones en torno a la identidad 
que las personas tienen en determinadas épocas y contextos, que dan cuenta de las 
diferencias a través de las mismas y de la construcción social de las instituciones, 
implica que el individuo modifique y construya su realidad e incluso la signifique. 
 
Ejemplos muy conocidos de esto tienen que ver con los “hippies” en 1969 
aproximadamente, quienes fueron líderes, promotores, impulsores y, después de todo, 
el símbolo, el tótem de la comunidad inglesa y norteamericana que reaccionaban contra 
los valores de la sociedad en que vivían (Cartier-Naslednikov, 1980 y García, P. 1986). 
 
Con todo esto podemos decir que la institucionalización del curso de vida 
organiza, estructura, regula la secuencia de vida, las perspectivas de la misma, y 
describe la realidad social; sin embargo, la institucionalización no es cerrada ni 
absoluta. Existe una construcción del Yo para cada época en la que las personas 
participan activamente. En el caso de nuestra contemporaneidad, se expresa en la 
exacerbación de la autoconciencia, de la autoestima, la deliberada proyección del Yo 
 16 
que nosotros creamos con construcciones propias. Nuestra moderna y extraña 
tendencia de ver el mundo como un lugar en el cual somos eficaces y del que todos 
somos algo de la mayoría de los aspectos de la cultura occidental moderna (Kohli y 
Meyer, 1986). 
 
Con base en esto consideramos, a manera de conclusión, que la 
institucionalización de la adolescencia ha ido cambiando en su concepto y 
características de acuerdo a la época y cultura, además de tomar en cuenta las 
necesidades económicas, políticas y sociales. Sin embargo, conforme ha ido pasando 
el tiempo, también observamos que ha ido -a nuestro parecer- avanzando la cultura de 
nuestra sociedad, pues en la época actual, como se mencionaba, los adolescentes 
constantemente están en contra de las reglas sociales establecidas e incluso las 
culturales. 
 
Por otro lado, también se piensa que la individualización estructural de la 
experiencia se construye desde la niñez, a través de un sistema institucional en el cual 
las oportunidades están estructuradas y definidas en términos de elección individual y 
de logro. Esto se constituye en la familia, con nuestra constante organización de 
decisiones y atribuciones individuales, que de alguna forma implican una autonomía 
relativa y, por ende, libera las diferencias individuales. Esto tiene consecuencias en 
cómo el individuo vive su vida, ya que éste crece social, psicológica y biológicamente, 
acumula conocimientos, actitudes y experiencias, se mueve a través de redes sociales 
en la familia, escuela y trabajo e interactúa con otra gente desarrollando un ser social. 
El individuo tiene un margen de acción y elección, y no es unidireccional (Baerveldt, C. 
Y Theo Verheggen, 1997 citado en Solis, R. M., 2002). 
 
Conviene precisar finalmente, que en el caso de los adolescentes, la pretendida 
individualización, o bien, la relativa autonomía, puede generarles serios conflictos por la 
ambigüedad entre las expectativas sociales y las oportunidades y/o limitaciones que 
tienen, a veces generados por la familia, la escuela y por el mismo sistema, que por un 
lado les reduce y subestima su campo de desarrollo, el derecho y capacidad de tomar 
 17 
decisiones, y la conciencia y responsabilidad de sus actos; y por el otro, los incita a que 
se defiendan, se apropien de sus derechos y libertades, y sean creativos, reflexivos y 
participativos en sus diferentes espacios de desarrollo. Esto de alguna manera reitera la 
idea de que la institución no es cerrada, de que no existe regla que dicte que la 
conducta debe ser sólo como se indica y no más, ya que las personas contribuyen a la 
producción y reproducción de un orden social. 
 
Con lo expuesto anteriormente sobre el proceso de institucionalización del curso 
de vida, la cual contribuyó a la nominación de la adolescencia como etapa de vida y su 
conceptualización, podemos centrarnos detalladamente en el concepto de adolescencia 
para aclarar más la idea que en la actualidad tenemos de esta etapa. 
 
 
1.2 ANTECEDENTES 
 
Para ello podemos comenzar por preguntarnos ¿desde cuándo reconocemos a 
los adolescentes y a su etapa, como comúnmente nos referimos a ellos? Autores como 
Lowe (1981) y Torres Rivas (1988) señalan que aunque los adolescentes siempre han 
estado entre nosotros, en el sentido biológico-estadístico, su existencia como grupo 
específico dotado de características psicológicas y socio-culturales ha sido reconocida 
por la sociedad recientemente. Hasta el siglo XVIII los adolescentes no se distinguían 
de los niños. 
 
Se comenta que la aparición de los adolescentes como grupo reconocible 
comienza quizá en los primeros años de la década de 1940, en el momento en que los 
padres permanecían ausentes por la guerra y los adolescentes se encontraron con 
nuevas libertades y responsabilidades, aunque también se reconoce que éste no es el 
único factor que hizo surgir a este grupo social. 
 
A esto agrega Pépin (1975) que en Norteamérica la psicología del adolescente 
se estudió por primera vez científicamente a través del artículo de W. H. Burnham. “The 
 18 
study of adolescence”, publicado en 1891, y posteriormente S. May publica su libro 
“Adolescence” como resultado de sus investigaciones y observaciones, y pone en 
evidencia la idea de evolución y de un período específico de la vida a partir de 1904. 
 
A principios de siglo las escuelas Francesa, Alemana y Suiza con psicólogos 
como Duprat, Lemaitre, H. Wallon y J. Piaget entre otros, organizaron estudios de 
medios geográficos y culturales distintos, deduciendo que la adolescencia estaba 
fuertemente influenciada por el ambiente en el que se desarrollaba, y que no era 
forzosamente la crisis tumultuosa y dramática cantada por la literatura romántica. 
 
Las diversas investigaciones realizadas por psicólogos tienen que ver con lo que 
Riley (1986) alude acerca del hecho de que algunas veces un proceso incipiente en la 
formación de la normatividad de la edad, es acelerada por movimientos sociales (tales 
como las organizaciones que promueven los derechos de los niños y viejos), o por la 
influencia de pensadores cuyos resultados (de investigación o reflexión) bien pueden 
llegar a ser parte de los contenidos a través de los cuales se ubica a la persona en una 
determinada etapa de vida. Por ejemplo, el uso del concepto “crisis de adolescencia” es 
un constructo teórico con el que se ha caracterizado a los adolescentes en una lógica 
de visión predeterminada del fenómeno. 
 
Sin embargo, lo importante es enfatizar que varios autores coinciden en que el 
reconocimiento de los adolescentes como grupo social específico se hace a partir de un 
evento histórico-social trascendental, como lo es una guerra mundial, y que desde el 
siglo XIX se alude a características biológico-sociales particulares como distintivas del 
período de la adolescencia, lo cual no es cuestión aislada sino que es parte de una 
transformación social que demandó caracterizar y reconocer institucionalmente una 
etapa de vida (Pépin, L. 1975; Merani, A. 1982 y Lowe, G. 1981). 
 
Como se mencionó, incurren otros factores para la institucionalización de la 
etapa de la adolescencia, como los de tipo político y económico. Por ejemplo, aunque 
no fue el capitalismo lo que reguló el surgimiento de la adolescencia sí podría señalarse 
 19 
que a medida que se va desarrollando (aún en condiciones de subdesarrollo y 
dependencia) se amplía el período en el que se comprenden las transformaciones 
biológicas que necesariamente atraviesan todos los seres humanos; el desarrollo de las 
fuerzas productivas,extraordinariamente dinámico, crea las bases para una activa 
diferenciación de la estructura social y de la cultura, especialmente hoy en día una 
cultura de consumo de masas. Este mercado necesita “crear” su propia demanda, su 
propia juventud. Reiteramos que con esto no se afirma que el capitalismo produjo la 
condición juvenil pero sí que le ha permitido vivir su autonomía transicional a través de 
formas de existencia en que se valoriza el entrenamiento educativo, en que se amplían 
los horizontes culturales y en las que se cultiva una sensibilidad de grupo que favorece 
la autoidentidad (Torres-Rivas, 1988). 
 
Otros autores como Furnham, A. y Gunter, B. (1989), consideran otros rasgos 
también importantes que incurren, en el desarrollo de la adolescencia como son: el 
periodo de dependencia potencial con la familia de origen y el tiempo de escolaridad 
para prepararlos hacia su independencia económica y social. 
 
 
1.3 DEFINICIÓN DE ADOLESCENCIA COMO ETAPA DE VIDA 
 
El interés de señalar la conceptualización contemporánea de la adolescencia 
obedece a considerar, por un lado la institucionalización de la misma como etapa de 
vida que se construyó socialmente y conforme a demandas emergentes de una 
transformación social. Por otro lado que las características que definen a los 
adolescentes no son únicas ni absolutas, y varían de acuerdo al contexto social y 
cultural en que nos ubiquemos. 
 
Quizá en la contemporaneidad, como ya se señalaba, se comparten ideas (de 
sociedad a sociedad) de que la adolescencia es una etapa de vida en la que se prepara 
a la persona para integrarse al mundo de los adultos, y algunas otras constantes por el 
estilo (educación, regulación de sexualidad, dependencia de los adultos, libertad). Sin 
 20 
embargo, aún dentro de una misma sociedad la “cultura de los jóvenes” tendrá 
aspectos diferentes dependiendo de los contextos sociales en que se mueven; por lo 
tanto, consideramos conveniente proponer la siguiente definición que nos permitirá 
comprender con mayor flexibilidad nuestra investigación. 
 
La adolescencia es una etapa de vida construida socialmente conforme a 
demandas emergentes de una trasformación social, cuyas características definitorias 
dependen del contexto social y cultural en el que nos ubiquemos. Los adolescentes son 
un grupo específico que produce una cultura particular y que está caracterizado por la 
presencia de cambios de tipo anatomofisiológicos (crecimiento somático, madurez 
endocrino-genital), psicológico (cambios emocionales, intelectuales), social (desempeño 
de nuevos roles, patrones de conducta) y cultural (significaciones centrales entorno a 
ser joven). 
 
Sin embargo, también expondremos a continuación diferentes definiciones sobre 
la adolescencia, esto con el propósito de complementar la información, además de 
poder distinguir los conceptos que se han asignado de acuerdo a la cultura y época. 
 
Al respecto Papalia (1996), agrega que etimológicamente el vocablo 
adolescencia proviene del verbo latino: adoleceré cuyo significado es crecer, madurar. 
Sin embargo, para la psicología el crecimiento al que alude la definición no sólo 
involucra los aspectos físicos, también incluye los aspectos psicológicos. 
 
La adolescencia es un período de transición del desarrollo entre la niñez y la 
edad adulta. Por lo general, se considera que comienza alrededor de los 12 ó 13 años y 
termina hacia los 19 ó 20 años, iniciando con la pubertad, lo cual proviene del latín 
pubertas que significa edad de la virilidad y que se refiere al momento en que los 
órganos reproductores maduran y comienzan a funcionar. La pubertad es la etapa final 
de la niñez y la parte inicial de la adolescencia; como promedio, la pubertad dura 4 
años. Los 2 años de la pubertad se conocen como preadolescencia, se dice que el 
individuo que es un preadolescente o un niño pubescente, no es un adolescente y 
 21 
carece de madurez sexual. Tampoco manifiesta las características propias de un niño 
porque muchos de sus rasgos físicos y pautas de conducta han comenzado a 
transformarse en los de un adulto (Hurlock, 1994). 
 
Aunque Muss (1995) coincide con el autor anterior, mencionando que 
etimológicamente la adolescencia proviene de ad: a, hacia y olescere de olere: crecer. 
Significa la condición y el proceso de crecimiento. Dicho proceso implica una crisis (del 
griego: crisis: acto o facultad de distinguir, elegir, decidir y/o resolver) a partir del cual se 
logrará la identidad personal. 
 
Muss (1995), sostiene que cronológicamente, la adolescencia se ha concebido 
como una fase que la comprende un número determinado de años, y que separa a la 
niñez de la vida adulta, entre los 12 y los 18 años. 
 
En términos médicos se indica que la adolescencia es un periodo entre la 
pubertad y la vida adulta que dura aproximadamente entre los 12 y 20 años de edad. 
Se caracteriza por un acelerado desarrollo físico y por la manifestación de una serie de 
ajustes psicológicos y sociales. Asimismo, existen grandes variaciones hormonales que 
contribuyen a la intensidad y cualidad de las sensaciones que el adolescente 
experimenta (Salomón, 1980). 
 
Se menciona que este periodo empieza con los cambios fisiológicos de la 
pubertad, y termina cuando se llega al pleno status sociológico del adulto. Sin embargo, 
al igual que sucede en todas las etapas del desarrollo, estos puntos extremos no están 
bien definidos. Por ejemplo, Mckinney y Fitzgerald, (1990) mencionan que la fisiología 
de la pubertad es un conjunto muy complejo de fenómenos que incluye un rápido 
crecimiento del cuerpo, la clasificación de los huesos, cambios hormonales, y la 
aparición de las características primarias y secundarias del sexo, al igual que las 
reacciones psicológicas a estos cambios. 
 
 22 
Desde este punto de vista sociológico, Muss (1995) menciona que la 
adolescencia es una situación marginal en la cual han de realizarse nuevas 
adaptaciones, aquellas que dentro de una sociedad dada distinguen la conducta infantil 
del comportamiento adulto. 
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica al periodo adolescente entre 
los 10 y 19 años de edad, y considera a la adolescencia temprana entre los 10 y los 14 
años y de los 15 a los 19 años como adolescencia tardía. Asimismo, delimita la 
juventud entre los 15 a los 25 años. Según criterios de la OMS, el final de la 
adolescencia coincide con el fin de la juventud, es decir, a los 25 años. 
 
Legalmente la adolescencia se considera como una edad “torpe”, que se 
completa a los 18 años; sólo hasta entonces se considera al individuo preparado para 
enfrentar las responsabilidades ciudadanas que en todas las sociedades imponen un 
orden jurídico. Cuando el adolescente llega a su mayoría de edad, queda condicionado 
a derechos y deberes sociales (Swartz, 1980). 
 
Desde el punto de vista psicológico, está caracterizado por un estado de 
transición en la historia del individuo, en la que tiene que integrarse como un todo 
biopsicosocial. Es así como se pueden detectar cinco áreas críticas en el desarrollo de 
la personalidad del adolescente; los cambios psicológicos, las relaciones familiares, la 
relaciones con personas del mismo sexo y del opuesto, crecimiento cognitivo e 
intelectual, y el establecimiento de identidad personal (Llanes, 1982). 
 
En resumen, Hurrocks, (1984) menciona que la adolescencia es una época en la 
que el individuo se hace más conciente de sí mismo, intenta poner a prueba todo 
concepto con el cual se identifique, tratando de encontrar la estabilidad que caracteriza 
a la vida adulta, ya que existe una necesidad continúa de ajuste a las situaciones en las 
que la persona no tiene experiencia. 
 
 
 23 
1.4 TEORÍAS DE LA ADOLESCENCIA 
 
A continuación mencionaremos las teorías más importantes sobre los cambios 
de la adolescencia, así como los teóricos más representativos; quieneshan explicado 
los cambios físicos, emocionales y psicológicos de los adolescentes y los efectos que 
producen en las funciones del individuo y su vida. 
 
1.4.1 TEORÍA PSICOANALÍTICA 
 
Esta teoría atribuye los cambios de la adolescencia a causas internas. Freud 
(1988) en su teoría psicosexual del desarrollo, considera la etapa genital o de madurez 
sexual adulta, como el punto clave de la adolescencia. Es un nuevo despertar de las 
urgencias sexuales de la etapa fálica dirigidas ahora por canales socialmente 
aceptados: las relaciones heterosexuales con personas externas a la familia. Debido a 
cambios fisiológicos de la maduración, el adolescente ya no reprime su sexualidad, 
como lo hacía en la etapa de latencia. Todo lo anterior implica un replanteamiento de 
los lazos con los padres y un cambio en las relaciones con éstos y con las demás 
personas. Además de que hay un desequilibrio psíquico, lo cual puede provocar 
desajustes, haciendo a la personalidad más vulnerable y produciendo defensas 
psicológicas que en cierto modo obstaculizan la adaptación. 
 
Ana Freud dedicó más tiempo a esbozar el desarrollo de los adolescentes y los 
mecanismos de defensa que utilizan en sus esfuerzos por controlar impulsos sexuales 
recién descubiertos. Considera que los años de la adolescencia eran importantes para 
la formación del carácter. De acuerdo con ella, los cambios glandulares de la pubertad, 
afectan también la función psicológica. Lo anterior implica un redespertar instintivo de 
las fuerzas libidinales, las cuales a su vez provocan un desequilibrio psicológico. Así 
pues, uno de los aspectos a ser tenidos en cuenta en el estudio de la pubertad es la 
tentativa de recobrar el equilibrio interno (Freud, 1988). 
 
 24 
Para Blos (1991), la adolescencia constituye un segundo proceso de 
individualización, el primero tuvo lugar en los tres primeros años de vida, cuando el 
bebé aprende a andar y adquiere independencia física y confianza en sí mismo. En el 
adolescente hay también una búsqueda de independencia, que en este caso es más 
afectiva y supone romper los lazos afectivos de dependencia. 
 
1.4.2 TEORÍA SOCIOLÓGICA DE ERICKSON 
 
Erickson (citado en Papalia, 1993) desarrolla su propia teoría que enfatiza el 
aspecto sociológico. Desde esta perspectiva el adolescente es el resultado de 
tensiones y presiones que provienen de la sociedad. El sujeto tiene que incorporar los 
valores y las creencias de la sociedad, es decir, terminar de socializarse y al mismo 
tiempo adoptar determinados papeles sociales. 
 
El concepto principal de la teoría de Erickson lo constituye la adquisición de una 
identidad del yo. El cumplimiento de esta tarea evolutiva contiene un elemento común a 
todas las culturas y es la idea de que el niño, con el fin de adquirir una identidad del yo, 
fuerte y sana, ha de recibir gran reconocimiento de sus logros. 
 
Para Erickson, el adolescente tiene la tarea de integrar todos los papeles o roles 
que aprendió durante su infancia en una sola identidad congruente. Los cambios físicos 
señalan la llegada a la plena vida adulta, con el interrogante de su función dentro de la 
sociedad. La pubescencia se caracteriza por la rapidez del crecimiento físico, la 
madurez sexual y la conciencia sexual. El joven se enfrenta con una “revolución 
fisiológica” dentro de sí mismo que amenaza a su imagen corporal y a su identidad del 
yo. Empieza a preocuparse por “lo que parece ser ante los ojos de los demás” en 
comparación con el sentimiento que tiene de sí mismo. 
 
Erickson considera importante el estudio de la identidad, ya que el adolescente 
tiene que restablecer la identidad del Yo a la luz de sus experiencias anteriores y 
 25 
aceptar que los nuevos cambios corporales y sentimientos libidinales son parte de sí 
mismo (Papalia, 1993). 
 
Si la identidad no se establece satisfactoriamente en esta etapa, existe el riesgo 
de que el papel que ha de desempeñar como individuo le parezca difuso, cosa que 
pondrá en peligro el desarrollo ulterior del Yo. Cuando esto sucede, se pueden 
presentar patologías. 
 
La madurez empieza cuando la identidad ha sido establecida y ha surgido un 
individuo integrado. La identidad del Yo implica la integración total de ambiciones y 
aspiraciones vocacionales, junto con todas las cualidades adquiridas a través de 
identificaciones anteriores. 
 
1.4.3 TEORÍA COGNOSCITIVA DE JEAN PIAGET 
 
Según este enfoque, el individuo está en continúa actividad para reconocer su 
mundo y hacer más eficiente su funcionamiento en él, adquiriendo formas cada vez 
más adecuadas para explorar todos los aspectos de su medio ambiente y utilizando sus 
experiencias pasadas, integrándolas a las actuales y respondiendo a las demandas que 
se le presenten. 
 
Piaget menciona que en la adolescencia se producen importantes cambios en el 
pensamiento que van unidos a modificaciones en la posición social. El carácter 
fundamental de esta etapa es la inserción en la sociedad de los adultos (Flavell, 1987). 
 
La adolescencia se encuentra entre los 12 y los 18 años. Según Piaget (citado en 
Flavell, 1987) es la etapa de las operaciones formales, en la cual el adolescente tiene la 
capacidad de utilizar su pensamiento alcanzando su máxima eficiencia, es decir, 
cambiará su perspectiva del tiempo, desarrollará habilidades para comunicar el 
contenido de su pensamiento, formulará hipótesis, podrá corregir falsos supuestos, 
considerará otras alternativas cada vez más complejas y establecerá sus propias 
 26 
conclusiones. También será mucho más reflexivo y ampliará las posibilidades de 
resolución de los problemas, lo cual es indispensable para vivir y desenvolverse en un 
mundo que cambia rápidamente, en el que es necesario manejar continuamente mucha 
información, siendo estas características de la sociedad en que vivimos. 
 
Como puede verse, cada autor define a la adolescencia desde el ángulo en que 
se estudia. La teoría psicoanalítica pone el acento en los factores internos que 
desencadenan la adolescencia y se manifiestan en los conflictos de integración social; 
las teorías sociológicas atribuyen la adolescencia a causas sociales exteriores, 
poniendo énfasis en los factores medio ambientales como el resultado de tensiones y 
presiones; la teoría de Piaget se sitúa en un punto intermedio entre ambas teorías, pero 
subraya un aspecto descuidado por ellos, que son los cambios que se producen en la 
manera de pensar de los adolescentes. 
 
 
1.5 PROCESO DE DESARROLLO 
 
1.5.1 DESARROLLO FÍSICO 
 
Hurlock (1994) clasifica las modificaciones corporales en cuatro categorías principales: 
 
1.5.1.1 Aumento del tamaño corporal: 
 
 Uno de los principales cambios físicos de la adolescencia es un aumento 
rápido de estatura, comprobándose así por Tannerm, 1962 (en McMinney, 1990) 
que influyen en este crecimiento la genética, la nutrición, las estaciones del año y 
en un grado menor, el clima y la raza. 
 
El crecimiento de estatura de los adolescentes varía entre hombres y 
mujeres, en el caso de los hombres, el crecimiento empieza entre los 12 y los 15 
años, en promedio, mientras que en las mujeres, dicho crecimiento empieza dos 
 27 
años antes. Debido a que la estatura está regulada por la hormona del 
crecimiento, que proviene del lóbulo anterior de la glándula pituitaria, en cantidad 
suficiente, permite que los niños sanos y bien nutridos alcancen su máximo 
tamaño normal. En general los adolescentes tienden a alcanzar una estatura 
semejante a la de sus padres. 
 
Dentro de este rubro se maneja el aumento, que se debe en gran parte al 
crecimiento de los huesos y músculos. Los huesos más grandes y más pesados, 
cambian en cuanto a su forma, sus proporciones y su estructura interna. En las 
mujeres hacia los 17 años sus huesos están maduros o cercanos a la madurez 
en tamaño y osificación. Los huesos de los varones completansu desarrollo 
unos dos años más tarde. En la madurez, cerca del 16 por ciento del peso 
corporal corresponde a los huesos. 
 
Asimismo, los músculos contribuyen al peso total del cuerpo en 
proporción cercana al 25 por ciento; en la madurez, la proporción se encuentra 
entre el 45 y el 50 por ciento. Los músculos inciden más en el peso de los 
hombres que en el de las mujeres; la adiposidad contribuye más al peso de éstas 
que al de los hombres. El aumento más pronunciado de tejido muscular aparece 
entre los 12 y 15 años en mujeres y entre 15 y 17 años en hombres (Hurlock, 
1994). 
 
1.5.1.2 Cambios en las proporciones del cuerpo: 
 
La segunda transformación física del adolescente comprende 
modificaciones (exteriores e interiores) en las proporciones del cuerpo. El 
crecimiento es asincrónico, es decir, el ritmo máximo de desarrollo de las 
diferentes partes del cuerpo no se da forzosamente al mismo tiempo. 
 
Los cambios externos ocurren en las características faciales, la frente 
sobresale, la nariz y la mandíbula se hacen más prominentes y los labios se 
 28 
agrandan. Al igual que el ensanchamiento de caderas en mujeres y en hombres 
ensanchamiento de hombros (Shaffer, 2000). 
 
Los cambios internos abarcan la madurez del tamaño y forma del aparato 
digestivo, el estomago se hace más largo incrementando su capacidad. En el 
aparato circulatorio se produce el aumento del tamaño del corazón y también la 
longitud y grosor de las paredes de los vasos sanguíneos. El corazón crece con 
tanta rapidez que a los 17 o 18 años es doce veces más pesado que en el 
nacimiento. Asimismo, ocurren cambios en la respiración, ya que ahora es más 
pausada que en la infancia, aunque el volumen del aire inhalado y exhalado sea 
mayor (Hurlock, 1994). 
 
1.5.1.3 Desarrollo de las características sexuales primarias y secundarias: 
 
En lo que respecta a la maduración sexual, Aristóteles (referido por 
Hurlock, 1989) mencionaba que los cambios físicos de la adolescencia en los 
hombres tenía relación con cierta actividad de los testículos en razón de que si 
los castraban, sus voces seguían teniendo una tonalidad aguda y el vello puberal 
no aparecía. La sociedad podía distinguir qué tanto los hombres como las 
mujeres mostraban cambios, sin embargo no sabían por qué. 
 
Hurlock, (1994), señala que una respuesta parcial al misterio de la 
maduración sexual, proviene del trabajo de endocrinólogos que descubrieron una 
estrecha relación entre la glándula pituitaria, ubicada en la base del cerebro y las 
gónadas o glándulas sexuales, (sabiendo en la actualidad, que desde el 
nacimiento el ser humano tiene definidos sus órganos sexuales). Con el curso de 
los años, al llegar a la pubertad, el hipotálamo actúa sobre la glándula hipófisis 
dando lugar a que las hormonas actúen sobre los testículos y los ovarios, 
llevando a cabo la producción de espermatozoides y hormonas masculinas en el 
hombre y en las mujeres óvulos y hormonas femeninas. 
 
 29 
Las hormonas son sustancias que el cuerpo produce y actúan como 
mensajeros del cerebro para dar funcionamiento a glándulas y órganos. Además 
existen hormonas especiales llamadas sexuales que producen los cambios 
durante la adolescencia. También son las responsables de hacer que empiece el 
funcionamiento de los órganos reproductores (Pick, 1993). 
 
Tanto en el hombre como en la mujer se dan diferentes cambios gracias al 
funcionamiento del eje hipotálamo-testículos u ovarios por medio de las 
hormonas. 
 
En el caso del hombre, por influencia de la testosterona, el pene, escroto y 
testículos aumentan su volumen, así como la distribución del vello corporal, 
originando el crecimiento del pelo encima del pubis, hasta alcanzar el ombligo 
(formando un rombo), en la cara (bigote y barba), el tórax, las piernas, los brazos 
y menos frecuente en otras regiones como glúteos o la espalda. También origina 
el vello en la mayor parte del cuerpo. Se produce hipertrofia de la mucosa de la 
laringe y agrandamiento de la misma y esto hace que la voz se transforme en 
grave, aumenta el espesor de la piel, oscureciendo el color, aumentando la 
secreción de las glándulas sebáceas (que al ser excesiva da lugar al acné); se 
produce un desarrollo muscular cada vez más voluminoso a diferentes niveles 
como son la espalda, brazos, piernas, etc; aumenta el volumen, la resistencia y 
la intensidad de crecimiento de los huesos dando lugar a que se una la epífisis 
con la diáfisis correspondiente (extremo de los huesos). Existe retención de 
calcio. Aumenta el metabolismo de 5 a 10 por ciento, hay mayor cantidad de 
proteína-enzimas, aumenta la actividad de todas las células del organismo, 
existen más glóbulos rojos que aumentan el volumen de la sangre, se regula el 
equilibrio de electrolitos y agua (Monroy, 1995). 
 
En la mujer, por influencia de los estrógenos, se van a presentar efectos 
como: el cambio de órganos sexuales infantiles a adultos, favoreciendo el 
crecimiento de las trompas de Falopio, el útero y la vagina; también se 
 30 
desarrollan los genitales externos (labios mayores, menores, clítoris) y cambia el 
epitelio de la vagina. Se produce el depósito de grasa, favoreciendo el desarrollo 
de las masas y del aparato productor de leche (aunque esta función se lleva a 
cabo después del parto); el crecimiento óseo es rápido en los primeros años y 
provocando la soldadura de la epífisis con la diáfisis (unión de los extremos de 
los huesos) en consecuencia, el crecimiento de la mujer suele cesar unos años 
antes que el varón. Existe también retención de calcio y fósforo, se produce 
ensanchamiento de la pelvis, el crecimiento del pelo femenino a nivel pubiano 
quedando en forma triangular con la base arriba, la piel toma una textura 
especial, blanda y lisa. Se producen depósitos de grandes cantidades de grasa 
en el tejido subcutáneo, dando lugar a depósitos especiales en las mamas, 
muslos y glúteos produciendo el agrandamiento de la cadera, aumenta 
ligeramente la intensidad del metabolismo, pero no tanto como la hormona 
masculina testosterona, produciendo aumento ligero de la proteína corporal y 
regulando funciones intracelulares en el organismo (Monroy, 1995). 
 
Las diferencias que se establecen a nivel hormonal es que las hormonas 
femeninas tienen efectos en forma casi exclusiva sobre algunos órganos, como el útero, 
mamas, esqueleto y tejido graso, en cambio la testosterona ejerce en todo el 
organismo. 
 
La otra hormona femenina producida en esta etapa es la progesterona y va a 
tener efectos importantes a nivel del útero, trompas de Falopio y mamas, para favorecer 
la implantación y nutrición del útero, en caso de embarazo. 
 
Después de iniciados los cambios mencionados, aparecen en el caso del 
hombre, la presencia de la eyaculación, aproximadamente a los 14 años. En la mujer 
existe la aparición de la primera menstruación, aproximadamente a los 12 años 
(Monroy, 1995). 
Papalia (1996), agrega que las hormonas tienen relación con las emociones, 
específicamente con la agresión de los hombres, y la agresión y depresión en las niñas. 
 31 
Sin embargo, debe recordarse que en los seres humanos las influencias sociales se 
combinan con las hormonas, que en ocasiones, predominan. 
 
1.5.2 DESARROLLO PSICOLÓGICO 
 
Al llegar a la adolescencia con los intensos cambios corporales, afectivos, 
sociales, etc., aquel Yo infantil que estaba más o menos estructurado deja de tener 
sentido, y el adolescente se aventura a la búsqueda de un Yo adulto, que pueda 
encajar en la nueva situación (Pedagogía y Psicología Infantil, 2001) 
 
En ésta búsqueda, a menudo angustiosa, de una identidad adulta, el adolescente 
consume una gran parte de sus energías, atraviesa distintas etapas, diversas en 
contenido y duración, ensaya múltiples comportamientos antes de haber encontrado la 
fórmula adecuada. Se puede hablar, así de identidades transitorias,que se adoptan por 
un período de mayor o menor duración, de identidades ocasionales, que son las que 
adoptan ante situaciones vividas por vez primera e identidades parciales, que 
responden a distintos comportamientos que aparecen en situaciones diferentes. 
Asimismo, se busca la propia identidad adoptando determinadas vestimentas; la 
adhesión a ciertas modas y la intensa vinculación al grupo que presenta el adolescente 
(Pedagogía y Psicología Infantil, 2001). 
 
Para Erickson (1875, en Monroy 1995), la adolescencia es un periodo de crisis 
de identidad, ya que la percepción de la identidad es más fuerte y clara a medida que 
pasa la adolescencia, cuando el individuo se puede llamar asimismo “Yo”. Sin embargo, 
la identidad no es un todo construido, sino que es un proceso de reformulaciones e 
integración de todas las identificaciones anteriores y además es cualitativamente 
diferente a la suma de ellas, ya que el individuo aparece como libre de aprensiones y 
prejuicios y a la vez parece estar preocupado por su acelerado crecimiento con el que 
se trata de superar la situación de inferioridad individual. 
 
 32 
El riesgo de la adolescencia, sería la difusión de la identidad, manifestada como 
la huida al mundo en el momento presente, a causa de la incomprensión del propio ser 
y del qué hacer. El individuo siente una inestabilidad para lograr una identidad de sí 
mismo, de su ocupación; tiene un sentimiento de soledad, por el cual, para estar unido, 
se integra a un grupo y los miembros del grupo como tales, se sobre-identifican con el 
grupo hasta el punto que parece que han perdido completamente su identidad individual 
y adoptado una grupal (Monroy, 1995). 
 
Esta tendencia a formar grupos es debido a que el adolescente ensaya diversos 
roles, desarrolla habilidades, comparte ideas, intereses, se siente acompañado, etc. 
Hay una necesidad de intelectualizar y fantasear, debido a que el adolescente en estos 
momentos comienza a hacer uso del pensamiento abstracto, entonces tiende a los 
juegos mentales, el afán de conocer su nueva habilidad; teniendo como finalidad 
satisfacer lo que en realidad no puede lograr, por ejemplo, sueña con tener un auto 
deportivo o conquistar alguna mujer, objetos que quedan distantes del adolescente en 
términos reales. 
 
El adolescente se enfrenta a una serie de duelos tales como perder el cuerpo 
infantil, enfrentarse y aceptar los cambios que ocurren en su organismo, la renuncia a la 
dependencia infantil, aceptar responsabilidades que muchas veces desconoce, la 
aparición de crisis religiosas y los intentos de pensamientos filosóficos que son dirigidos 
a criticar el mundo presente y a fantasear sobre cómo quisieran que fuera (Monroy, 
1995). 
 
En cuanto a las emociones en la adolescencia, suelen existir cambios en los 
estímulos que provocan emociones. Así como hay modificaciones en la forma de la 
respuesta emocional, también hay una similitud entre las emociones de la infancia y la 
adolescencia; tanto en uno como otro periodo las emociones dominantes tienden a ser 
desagradables, principalmente el temor y la ira en sus diversas formas: el pensar, los 
celos y la envidia. Las emociones placenteras (alegría, afecto, felicidad o curiosidad) 
 33 
son menos frecuentes y menos intensas, en particular en los primeros años de la 
adolescencia. 
 
No obstante, hay que tomar en cuenta que los factores sociales son, en gran 
parte, responsables de la identidad que el adolescente asumirá, así como de las 
emociones desagradables, de la forma como expresa cada emoción y de la clase de 
estímulo que la origina. Los factores sociales son importantes para determinar el hecho 
al cual el adolescente responderá ante dicha identidad y emoción (Hurlock, 1994). 
 
1.5.3 DESARROLLO SOCIAL 
 
El desarrollo sexual va ligado con lo social, ya que se inicia desde la niñez al 
aprender normas estructuradas por el grupo al cual pertenece. Cuando el niño se 
acerca a la adolescencia, siente la necesidad de liberarse lo más pronto posible de los 
lazos familiares y ha de asociarse con individuos o grupos de su mismo género; en ellos 
se habrá de adaptar a sus reglas y normas para su aceptación dentro de los mismos 
(Powel, 1985). Todo este proceso se llama socialización, que es la interacción de un 
individuo con los demás. 
 
Los factores que influyen en la socialización del adolescente son el prestigio 
definido por Keislor (en Powel, 1985), como el grado en que el individuo se considerará 
por los demás como fuente de indicaciones de respuestas provechosas para un grupo y 
esto puede ser relacionado con las calificaciones, exámenes, etc. Otros factores que 
influyen son la similaridad de intereses, la proximidad y el nivel socioeconómico de cada 
individuo y que a su vez moldean las características de conducta, cualidades 
personales, valores y normas morales demostradas en la interacción de los 
adolescentes. 
 
Entonces, podemos decir que entre los grupos que se forman en la adolescencia 
se encuentran las “pandillas” que son un grupo pequeño, exclusivo, informal, que ofrece 
seguridad a los jóvenes, puesto que toma alguna de las funciones que anteriormente se 
 34 
encontraban dentro del grupo familiar. Al respecto Conger (1980) menciona que las 
pandillas tienden a ser más grandes, menos íntimas y más centradas en las actividades 
compartidas, tales como los deportes y los pasatiempos. Y en el caso de las mujeres se 
forman las camarillas de muchachas que tienden a ser relativamente pequeñas y a 
interesarse más por las relaciones interpersonales. 
 
Sin embargo, dentro de este grupo el adolescente presenta el aspecto de 
conformidad en donde actúa, viste igual, le gusta la misma comida y la misma música 
con el fin de tener seguridad e identificarse con los demás. Cabe señalar que, como los 
amigos desempeñan un papel importante en la vida de la mayor parte de los 
adolescentes, es probable que la aceptación social sea una preocupación imperiosa 
para casi todos ellos (Conger,1980). 
 
No obstante, al aumentar su edad y familiaridad con el medio, el adolescente 
adquiere más seguridad por la aceptación del grupo, siendo capaz de funcionar por sí 
mismo, por lo que busca ahora un lugar de aceptación y llamar la atención de los 
adultos. 
 
En relación a las amistades del adolescente, Powel (1985) menciona que durante 
la primera adolescencia las amistades pueden ser bastante inestables y de corta 
duración debido al rápido desarrollo que puede haber dentro del grupo o de algún 
joven; por tanto, éste tenderá a otros intereses que pueden ser diferentes a los de su 
grupo. Conforme se encuentre en una fase más avanzada de su adolescencia en donde 
su aceptación en los grupos se realice, las amistades serán duraderas por la similitud 
de intereses en cuanto a lo que les rodea, siendo esto la proximidad de estatus social y 
económico. 
 
Asimismo, durante este periodo, la oportunidad de compartir sentimientos y 
pensamientos puede ayudar a facilitar la transición gradual hacia las relaciones 
heterosexuales y hacia el desarrollo del sentido de la identidad del papel sexual propio. 
 
 35 
Con base en lo anterior, podemos decir que el desarrollo sexual y social en la 
etapa de la adolescencia está en constante interacción, de tal manera que el ambiente 
cultural y social que rodea al individuo proporciona pautas de comportamiento que van 
a formar parte de su realidad, es decir, de sus preferencias sexuales, la elección de 
amistades o grupo social al cual quiera pertenecer, así como la forma de conceptuar el 
medio que le rodea. 
 
1.6 CARACTERIZACIÓN DE LOS ADOLESCENTES 
 
A lo largo del capítulo hemos abordado cómo se ha ido construyendo la etapa de 
la adolescencia desde diferentes enfoques, además de tomar en cuenta la cultura, 
época política, social y económica. 
 
Sin embargo, y cómo también se ha mencionado, nuestra época actualsocial ha 
sufrido cambios desde la manera de abordar la temática de la adolescencia hasta la 
forma de comportamiento de los adolescentes inmersos en nuestra sociedad. 
 
Precisamente, este apartado está dedicado a los adolescentes dentro de su 
entorno social, ya que, consideramos que sus conductas, pensamientos, emociones y 
relaciones interpersonales se definen a partir de lo que la sociedad imponga como 
cultura, desde la manera de vestir hasta la forma de pensar. 
 
Cabe aclarar que la intención no es mostrar una tipificación sino considerar cómo 
el adolescente construye su realidad social al estar inmerso en una cultura, y cómo ésta 
puede influir para desencadenar trastornos emocionales como es la depresión, foco de 
importancia en nuestra investigación. 
 
Referente a lo anterior Blumer (1982), menciona que las personas nacemos en 
un mundo social específico y que, de cierta forma, está a nuestra disposición porque 
nos enfrentamos, lo interpretamos, y lo vamos construyendo, ya que no reproducimos lo 
 36 
que se nos presenta como si fuéramos agentes pasivos, sin voluntad y menos aún sin 
inteligencia. 
 
Señala que las personas, a través de la constante y dinámica interacción social, 
interpretan o “definen” las acciones de los otros congéneres, padres, vecinos y amigos 
que les asignan símbolos con un significado que elaboran por sí mismos, aunque no 
dejan de considerar las distintas cosas que le rodean, como las exigencias, 
prohibiciones, y expectativas de carácter social. 
 
La persona construye sus objetos, entiéndase este término como el significado o 
sentido en su propia y continua actividad, y en normas y creencias preexistentes que 
influyen en él para orientar su conducta. En cada uno de sus innumerables actos, tanto 
en los menos trascendentes, como vestirse, o en los más importantes, como prepararse 
para una carrera profesional, la persona está señalando a sí misma diferentes objetos, 
evaluando su grado de convivencia para la acción que desarrolla y tomando decisiones 
en función de dicha evaluación. 
 
La acción de la persona es construida o elaborada y no es sólo la mera reacción 
al estímulo. Tienen que señalarse las diversas condiciones que pueden servirle para 
instrumentar su acción y aquéllas que puedan entorpecerla. Su acción se elabora paso 
a paso a través de su proceso de indicación a sí mismo. El individuo conjunta y orienta 
su acción tomando en consideración las distintas cosas e interpretando la importancia 
que revisten para lo que proyecta hacer. 
 
La persona advierte que se le exige una respuesta social dada, reconoce un 
orden; por ejemplo, observa que tiene hambre, se percata de que desea comprar algo, 
incluso sabe que detesta comer con alguien. Al señalarse a sí misma éstas cosas, las 
afronta pudiendo reaccionar ya sea aceptándolas, rechazándolas o transformándolas 
de acuerdo con el modo en que las defina o interprete. Su comportamiento, por lo tanto, 
no es una reacción automática a factores tales como presiones ambientales, reglas o 
normas, sino al modo en que maneja e interpreta estos factores en el contexto de la 
 37 
acción que está elaborando. Cabe notar que la elaboración de la acción siempre tiene 
lugar en un contexto social, en el que en cierta forma ajusta su acción a la de los 
demás, enjuicia lo que estos hacen o pretenden hacer y aprehende el significado de sus 
actos. Conforme las personas se mueven a través de los contextos, sus modos de 
participación varían debido a las posiciones particulares, las relaciones sociales, de ahí 
que las acciones, pensamientos y emociones de las personas deban funcionar en 
formas flexibles. Su proceder no puede ser el mero seguimiento de esquemas, 
procedimientos y reglas, sino más bien interpretan y ubican los estándares para 
incluirlos en una situación concreta, lo que permite que logre el significado de su 
conducta. Las personas no están predeterminadas por circunstancias sociales, sino que 
son capaces de parti cipar de acuerdo a sus potencialidades personales y 
enriquecedoras en los contextos sociales (Drier, O: 1996). 
 
En este sentido consideramos que las características de los adolescentes no 
deben ser consideradas como estereotipadas, ya que éstos pueden actuar en forma 
diferente en la medida que dotan de significado a las acciones de los demás, de 
acuerdo al tipo de interacción y situación en la que se encuentren. No son agentes 
pasivos que sólo reproducen normas o estereotipos sino que son individuos que actúan 
y reflexionan. 
 
Los adolescentes no se remiten literalmente a los componentes del curso de vida 
familiar y social institucionalizados, es decir, pueden o no apegarse a criterios 
cronológicos, seguimiento de roles genéricos, normas familiares y sociales, modelos 
identitarios, ocupacionales y educativos, y pueden llevarlos a cabo en forma familiar 
particular, ya que éstos sólo fungen como un marco en el que se establecen las 
condiciones para las acciones pero no las deciden. 
 
A continuación nos referiremos a aspectos que anteriormente mencionamos y 
que comúnmente se consideran al hablar de los adolescentes; sin embargo, en esta 
ocasión se abordará tomando en cuenta la diversidad cultural y social para la 
 38 
construcción de las adolescencias así como el papel activo de los jóvenes en dichas 
construcciones. 
 
Las consideraciones trabajadas son útiles, pues la mayoría de los investigadores 
parten de los cambios físicos y psicológicos de los adolescentes como índices claros 
para estandarizar el periodo, aunque en este apartado se hará bajo la lógica de 
construcción social y personal en la que se desarrollan los adolescentes. 
 
Abordando las características de los adolescentes, apuntamos que al hablar de 
adolescencia tradicionalmente implica señalar cambios físicos y mentales, indicar por 
un lado la manifestación de rasgos físicos característicos y, por el otro, la expresión de 
rasgos psicológicos, tales como la inteligencia, emociones y otros. 
 
Algunos teóricos señalan que los atributos característicos del pensamiento de los 
adolescentes son: que poseen la identificación con lo real concreto, se reestructuran 
como sujetos a través del acto introspectivo, objetivizan el mundo de sus vivencias, 
objetivizan su Yo en la introspección, desarrollan su pensamiento de un nive l concreto a 
un nivel “hipotético-deductivo” y reflexionan sobre su realidad, valores, normas y el 
devenir (Lowe, G. 1981; Piaget e Inhelder, 1971; Merani, 1982). 
 
Este desempeño cognitivo se desarrollará de acuerdo al medio social en forma 
diferente con respecto a otros y existe la heterogeneidad de rasgos en adolescentes. 
También, es necesario considerar la importancia de las emociones, debido a que 
comúnmente esta etapa se ha caracterizado porque los adolescentes son muy 
temperamentales e inestables, lo cual les ocasiona conflictos consigo mismos y con los 
demás. 
 
Al respecto, algunas investigaciones coinciden en señalar que la adolescencia se 
distingue por una emotividad de carácter continua que le permite sentir con vehemencia 
cualquier emoción, principalmente con personas cercanas a él debido a que se vuelve 
muy selectivo respecto a quién proporciona su afecto, por ejemplo, sólo a algunos 
 39 
miembros de su familia y a pocos de sus congéneres del mismo sexo o del sexo 
opuesto (Rubin, Z. 1980; Hurlock, E. 1989). 
 
Se ha señalado que los factores sociales son de mayor trascendencia en cuanto 
se refiere a la emotividad. Algunos ejemplos sobre el aumento de la emotividad por 
estos factores son que el adolescente pasa por un proceso de adaptación a una nueva 
etapa, la cual le exige una adopción, revisión y/o modificación de sus hábitos 
recreativos, conductuales, de pensamiento e incluso emocionales. También 
desempeñarse en su nuevo estatus social, interactuar con los padres, con las personas 
que los rodean, enfrentar situacionesque antes que era niño no vivió, responder a las 
exigencias paternales y sociales que en ocasiones son contradictorias, etc. Estas 
situaciones también tienen como efectos en la conducta del adolescente sentirse 
inseguros de sí mismos y de la posición que ocupa, de tal forma que a veces tiende a 
ser agresivo, retraído, mostrarse incómodo, tornarse extremadamente sensible, y 
reservado, distanciado o indiferente e incluso altanero (Rozet, 1974 citado en Hurlock). 
 
El sentirse seguro es parte del resultado de la adaptación a la etapa de la 
adolescencia y para ganar seguridad emocional, personal, en hábitos y actividades se 
valen de ciertos recursos, tales como las valiosas ayudas sociales que se proporcionan 
mutuamente los adolescentes a partir de sus relaciones íntimas con amigos, coetáneos 
y vecinos; por ejemplo, facilitarse la oportunidad de establecer y efectuar interacciones 
y relaciones sociales, el desarrollo de habilidades en el trato social y en la postura 
frente a los conflictos. 
 
En buena medida, la seguridad emocional y personal la adquieren en los 
múltiples juegos y ejercicios (sobre todo simbólicos, actitudinales y de comportamiento), 
que realizan para afirmar su Yo, por ejemplo en lo relacionado a la construcción de su 
imagen hasta diferenciarla de los demás y reconocerla como propia. 
 
Considerando que en el caso de los adolescentes hay un proceso de 
transformación corporal y que la imagen externa de sí se ve modificada y reconstruida, 
 40 
las observaciones de Wallon (1987), podrían aplicarse en el sentido de que también en 
su proceso juegan con su propia imagen- el juego no es en aislado sino en función con 
los otros- para ganar seguridad sobre su cuerpo; por ejemplo, a través de las diferentes 
formas de vestirse, arreglarse, y jugar con sus expresiones faciales, lo cual en esta 
etapa tiene múltiples simbolismos sociales y con un carácter diferente al que tienen los 
niños. 
 
En la adolescencia los simbolismos son de índole abstracto y no concreto como 
en la infancia; por ejemplo, la forma de vestir de una chica, si se maquilla o no, y cómo 
lo hace podría derivar significaciones que van desde juicios morales hasta preferencias 
de moda. En el caso de los muchachos podrían considerarse las formas que utilizan al 
hablar, lo que dicen y cómo lo dicen, e incluso las representaciones imaginarias que 
elaboran en la interacción con los otros. Los simbolismos abstractos se aprenden en la 
constante convivencia, y se significan en forma particular para ir construyendo su 
identidad. 
 
Con relación a una idea más compleja sobre la identidad, McGuire y Mcguire 
(1987) encontraron que sus sujetos de 11 a 18 años, referían su identidad de acuerdo a 
los siguientes criterios: 
 
• Identificación: características propias que hacen los adolescentes al compararse; 
esto es, aludir a un rasgo sobresaliente al percibir de sí mismo tanto lo que es 
como lo que no es. 
• Características físicas: se refieren a la altura, peso, color de ojos y de pelo, para 
distinguirse de otros. 
• Definición de sí en términos del género: las personas pueden tener mayor idea 
de ellos mismos en función del género predominante en el contexto familiar. 
• Afirmación contra negación: esto es, diferenciarse por la ausencia de una 
característica en uno y por la presencia o sobresaliencia de la misma en otros. 
 41 
• Aspectos sociales para la ubicación del Yo y el papel de los otros: para hablar de 
sí mismo hace referencia a otras personas como hermanos, amigos e incluso 
padres. 
• Uso de verbos para autodefinirse: se refieren a ellos mismos usando expresiones 
como “llegar a ser” y “sobre el devenir”, principalmente. 
 
Hablar de identidad de los adolescentes supone entender la fusión de la noción 
de (quién soy) con la imagen de sí (cómo me veo), y en este sentido considerar que 
para lograr esto se requiere de un proceso que implique, por una parte, el 
autoreconocimiento y por la otra, la autoaceptación. 
 
Asimismo, otros autores consideran que la identidad se ve afectada no sólo por 
cambios biológicos del propio individuo sino también por las expectativas y las 
oportunidades sociales; quizá se altere su estabilidad, su control, su equilibrio y 
coherencia adquirida de los años anteriores, y le desconcierten sus variados cambios 
de ánimo y a veces lo contradictorio de su conducta. Estos cambios no sólo ocurren en 
el adolescente mismo, sino también, sufren cambios en la relación con el ambiente 
social, principalmente con el círculo familiar, cómo se hablará en el siguiente apartado. 
 
1.7 ADOLESCENTES Y FAMILIA 
 
La familia es la cuna en la cual se genera en el niño la motivación, sirviendo 
como modelos que le darán sentido personal y social como individuo. Cuando en la 
niñez se vivió sin imágenes amorosas permanentes que brindaran las funciones de 
protección y apoyo emocional, los jóvenes pueden llegar a presentar un panorama 
general de desamparo, abandono, aislamiento, agresión y problemas para alcanzar 
metas académicas o laborales. Tomando este punto de referencia, Espinosa (1997), 
realiza un modelo de intervención sistémica en cuatro familias desvinculadas con hijos 
adolescentes, en donde en todos los casos los jóvenes presentaron sentimientos de 
soledad, aislamiento de sus pares y familia; eventualmente tenían ideas suicidas, dudas 
sobre su capacidad intelectual y atractivo físico; las técnicas usadas para resolver esos 
 42 
dilemas fueron: cambiar las formas de involucración hijo/padre(s), estrategias alrededor 
del síntoma (prescripción o fingimiento) y el uso del lenguaje metafórico para relatar 
historias estratégicas. Finalmente, los cambios efectuados a nivel familiar-paciente 
identificado, comprendieron el establecimiento de límites claros y flexibles dentro y 
fuera del sistema, ampliando así las redes de apoyo, sobre todo con la familia extensa. 
Concluye destacando la importancia de los cuidados del niño y el papel de los padres 
en la satisfacción de sus necesidades afectivas. 
 
Relacionado con esto también, Weinstock, A. (1979), aplica algunas técnicas 
para adolescentes con trastornos de carácter (considerados como psicópatas o 
antisociales), pues estos individuos tienen una gran falta de conciencia o de 
inhibiciones de cualquier tipo, altamente frustrados, con baja tolerancia al fracaso, 
impulsividad desenfrenada y hostilidades y resentimientos amargos. Estos 
adolescentes habían sido de igual forma rechazados por uno de los padres, provenían 
de hogares disueltos por divorcio o por la muerte de alguno de los padres. Por último, 
se probó que es factible tratar a adolescentes con trastornos graves de carácter y de 
desarrollo, empleando la psicoterapia de grupo. 
 
Este tipo de trastornos o algunos otros se desarrollan, puesto que la relación del 
adolescente con el círculo familiar sufre transformaciones debido al desarrollo (en su 
mayor parte) de la sexualidad, lo cual despierta su interés y atracción por personas de 
su edad, empujándolo a desprenderse de sus progenitores. Por otro lado, la gran 
necesidad de independencia que en estos momentos le preocupa, lo lleva a “intentar 
ser” por sus propios méritos en lugar de “ser a través de” sus padres, lo cual a veces 
ocasiona conflictos con ellos, al reaccionar con absoluta indiferencia y desinterés ante 
todo lo que la familia representa. También las cuestiones ideológicas se convierten a 
menudo en objeto de discusión. En su mayoría, los jóvenes manifiestan su protesta 
ante la forma de vida que llevan sus padres y los consideran incapaces de comprender 
las ideas y los gustos de la juventud. Pero, si los padres acceden a responder a las 
preguntas de sus hijos y analizar continuamente con ellos sus propias actitudes, el 
diálogo será eficaz y servirá para que los jóvenes no se encierren en posiciones 
 43 
reductibles y preconcebidas (Weinstock, A., 1979). Por

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