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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGIA INFLUENCIA DE LAS DIMENSIONES DE LOS REFORZADORES EN LAS ELECCIÓNES DE ADOLESCENTES TESTIGOS DE VIOLENCIA DOMÉSTICA T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: LICENCIADO EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: Agustín Jaime Negrete Cortés Asesor: Dr. Ariel Vite Sierra Revisora: Dra. Georgina Cárdenas López 2007 -- C on ve rt ed fr om W or d to P D F fo r fr ee b y F as t P D F - - w w w .fa st pd f.c om - - UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Dedicatorias: A mi madre: Gracias por todo el apoyo incondicional, por tus acertados concejos y tus regaños pero principalmente por tu cariño de madre que siempre me a acompañado, gracias por ser amiga, compañera, hermana, padre y madre, soñadora, viajera y cómplice, gracias por la vida y enseñarme el valor de doblarse pero no quebrarse. A mi padre el profesor Víctor Negrete: Donde quiera que el esté a el van mis triunfos. A mi Hermano: Gracias por aguantarme con la gallina y el camino que abrió la puerta para que fueran muchas las platicas de mecánica quántica, por tu gran aportación en el programa. A Enrique Trejo: Por que mucho de lo que soy se lo he aprendido a el. ”Luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje de un…” A mi tío Enrique Por que todo mundo sabe que con el se cuenta siempre y es el vivo ejemplo de lucha y tenacidad. Gracias por su apoyo. A toda la familia Cortés: Mi madrina Belén, Alma, Clara, Ángeles, Eriquillos, Concha, Jorge, Jorgito, Cita, Chive, Ere, Héctor, Pedro… y los nombres continúan y continúan; todos ustedes son extraordinarios. A Luisa: Quien me inspiró a hacer, continuar y culminar este trabajo, por ser un orgullo para mí, siempre te llevo guardada muy cerca del corazón… gracias por tu cariño y apoyo. A Diego, Eric, Ivonne, Dana y Carolina: Por las risas, juegos, desvelos, estudios, riesgos, viajes, sueños, planes y sobre todo por su amistad, apoyo y confianza en toda mi vida A mis tíos Agustín y Araceli: Por que han llenado muchas veces ese hueco que dejó mi padre, gracias tío por parecerse a el y enseñarme que cada día tiene algo esperando por nosotros… a Eric y Lalo por hacerme feliz y recordarme mi infancia, gracias tía por sus correcciones ortográficas y escuchar mis problemas. -- C on ve rt ed fr om W or d to P D F fo r fr ee b y F as t P D F - - w w w .fa st pd f.c om - - 3 A la Universidad Nacional Autónoma de México Mi segunda casa y en muchas ocasiones la primera, no hay mejor educación que la que cuesta, y esta me ha costado sudor y sangre desde que entré; aquí se engloban todos sus trabajadores y maestros que me formaron en la carrera, a todos ustedes les debo este trabajo. Solo hay una y es la UNAM. A mi Director, Maestro, Compañero y Amigo Dr. Ariel Vite Sierra Por el apoyo incondicional, sus enseñanzas, consejos y platicas “todo tiene un por que” y sobre todo por su gran paciencia. A la Dra. Georgina Cárdenas López: Por su fuerza y apoyo en la investigación e innovación psicológica; admiro y respeto todo su trabajo. A todos los sinodales: Dr. Juan José Sánchez Sosa Mtro. Luis Emilio Cáceres Alvarado Dr. Julio Espinosa Rodríguez Sus concejos son invaluables y su conocimiento es admirable y sorprendente A todos los que de manera directa e indirecta apoyaron este trabajo: Adolfo, Adaina, Adriana, Lic. José López Almuina, Araceli, Consuelo Ríos, todos los maestros de matemáticas y todos los jóvenes que participaron. Y sobre todo a Dios… el sabe por que. -- C on ve rt ed fr om W or d to P D F fo r fr ee b y F as t P D F - - w w w .fa st pd f.c om - - 4 INDICE Resumen 6 I. INTRODUCCIÓN 8 II. ANTECEDENTES 11 1. Violencia 13 1.1 Definición de Violencia 13 1.2 Clasificación de la Violencia 14 1.3 Codificación del Tipo de Conducta 16 1.4 Tipos de Lesión o Efectos en la Víctima 17 2. Violencia Doméstica 18 2.1 Lo Doméstico 19 3. El Panorama Actual 20 3.1 La Violencia Doméstica a Nivel Mundial 20 3.2 En México 24 4. Los Testigos de Violencia Doméstica 27 4.1 ¿Quienes son los Principales Testigos? 27 4.2 Los Hijos como Víctimas 27 4.2 Consecuencias de ser Testigos de Violencia Doméstica 29 5. Impulsividad 31 5.1 Definición de Impulsividad 31 5.2 Predicciones de la Impulsividad 36 6. Ley de Igualación 37 6.1 Los inicios de la Ley de Herrnstein 37 6.2 El empleo de la Ley de Igualación en la Investigación 38 III. DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN 43 7. Método 43 7.1 Participantes 43 7.2 Escenario 43 7.3Materiales e Instrumentos 43 7.4 Diseño Experimental 46 7.5 Variables 46 7.5.1 Variables Dependientes 46 7.5.2 Variables Independientes 46 7.5.2.1 Violencia Doméstica 46 7.5.2.2 Tasa de Reforzamiento 47 7.5.2.3 Calidad del Reforzamiento 47 5 7.5.2.4 Esfuerzo de la Respuesta 48 7.5.2.5 Inmediatezdel Reforzamiento 48 7.6. Procedimiento 51 7.6.1 Línea Base 52 7.6.2 Fase de Evaluación 52 7.6.3 Fase de Réplica 54 7.7 Análisis de los Resultados 54 8. Resultados 55 8.1 Adolescentes Testigos de Violencia Doméstica 55 8.2 Grupo Control 60 8.3 Resultados por género 68 9. Discusión 69 10. Referencias 75 11. Anexos 80 6 Resumen La violencia domestica es actualmente considerada un problema de salud publica. Se estima que aproximadamente en el 60 % de los hogares mexicanos se experimenta algún tipo de violencia familiar. Los resultados de las investigaciones sobre los efectos de las exposiciones a la violencia domestica en adolescentes, revela que estos son propensos a sufrir daño psicológico en cinco áreas generales: (a) trauma inmediato, (b) efectos adversos en el desarrollo, (c) vivir bajo altos niveles de tensión, particularmente el miedo de dañarse a ellos mismos y a su madre (b) la exposición a modelos que emplean la violencia e (e) impulsividad. Con el objetivo de evaluar el efecto de las dimensiones del reforzador sobre la conducta de elección en adolescentes testigos de violencia doméstica, se examinó cómo la tasa de reforzamiento, calidad, inmediatez y esfuerzo de la respuesta se combinan para influir en la conducta de elección de 10 adolescentes, divididos en dos grupos: cinco testigos de violencia doméstica y cinco no testigos de violencia doméstica, y asimismo evaluar la viabilidad de una propuesta metodológica derivada de la ley de igualación a fin de determinar las respuestas diferenciales a dichos reforzadores y dimensiones de la respuesta. A ambos grupos se les proporcionaron dos conjuntos de problemas matemáticos que fueron similares en dos dimensiones pero competían en otras, las cuales fueron contrabalanceadas a través de seis combinaciones en la fase de evaluación inicial, evaluando el tiempo asignado a cada una de ellas. Las condiciones que resultaron con el mayor y menor tiempo asignado se replicaron. Los resultados obtenidos señalan que el tiempo asignado a cada alternativa fue afectado diferencialmente por las dimensiones de la respuesta y el reforzador en los adolescentes testigos de violencia doméstica. Los adolescentes que fueron testigos de algún tipo de violencia en sus hogares asignaron un número mayor de elecciones o tiempo a las dimensiones de reforzadores que implicaban una mayor inmediatez del reforzamiento a diferencia de los adolescentes del grupo control. Ambos adolescentes, del grupo de testigos de violencia y del grupo control, prefirieron los problemas matemáticos que implicaban un menor esfuerzo de respuesta y una mayor calidad de reforzador. Las dimensiones en competencia que son sensibles a la impulsividad son: Inmediatez contra Esfuerzo (IvsE), Inmediatez contra calidad (IvsC) tasa de reforzamiento contra Inmediatez (RvsI). En estos casos, los adolescentes testigos de violencia doméstica respondieron con una mayor cantidad de elecciones a la dimensión de inmediatez a diferencia de los adolescentes del grupo control. Esto nos habla de que los adolescentes del grupo testigo de violencia doméstica son más impulsivos que los adolescentes del grupo control. La comparación inter genero mostró que las mujeres testigos de violencia doméstica mostraron mayor impulsividad que las mujeres del grupo control a 7 comparación de los hombres quienes no tuvieron tanta diferencia en este sentido. Esto habla de una mayor influencia de la violencia doméstica sobre las mujeres del grupo testigos de violencia domestica. Encontrando que usar paradigmas basados en la ley d igualación pueden ser buenos predictores de conductas impulsivas por ser paradigmas que contemplan la naturaleza propia del reforzador. 8 I. INTRODUCCIÓN Kahlil Gibran (1923), señala en su libro El profeta, que el amor es un arma de dos filos: Puede procurarnos el mayor éxtasis y también el mayor dolor. Las parejas se conocen, se enamoran, planean una vida juntos, posiblemente se casen; y como en cualquier historia de amor, esperan ser felices para siempre. Por desgracia, no siempre es así. Algunas veces las relaciones se tornan violentas; una persona agrede a su pareja, produciéndose entonces una relación abusiva. Algunos tipos de relaciones abusivas son conocidas como violencia doméstica. El observar las condiciones de violencia en las cuales viven un importante número de mujeres y niños, es un paisaje dramático en el mundo actual. La violencia familiar es parte inherente de casi todas las sociedades alrededor del mundo (Cárdenas, Vite, López & Flores, 2005) y que en las últimas décadas se ha prestado una creciente atención a este tipo de relaciones (Kail & Cavanagh, 2006). De acuerdo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (Gómez, 2002), más del 60% de los hogares mexicanos experimenta algún tipo de violencia. El 84% de este tipo de violencia se refiere al maltrato físico, el 63% al maltrato sexual y el 14% a violación conyugal. La mayor parte de las investigaciones se refieren a la violencia conyugal y sus consecuencias en la mujer, sin embargo existe poca investigación en nuestro país sobre los efectos de la violencia domestica en los hijos, particularmente en los adolescentes. Las consecuencias en los adolescentes pueden diferir dependiendo de múltiples variables, así como la edad de los adolescentes, la naturaleza y severidad de la violencia, la existencia de otros factores en la vida de los adolescentes (por ejemplo: pobreza, abuso sustancial de los padres, etc.) y cuando los adolescentes son también directamente abusados físicamente. En general los adolescentes que son expuestos a violencia doméstica pueden ser 9 asociados con incremento en sus conductas agresivas, incremento en problemas emocionales, así como depresión y/o anorexia, bajos niveles de competencia social y un bajo desempeño académico. Específicamente, los estudios que examinaron diferencias entre grupos en estas conductas revelaron que la exposición a los adolescentes a la violencia doméstica tendían a ser mas agresivos y a exhibir conductas violentas, problemas en sus escuelas y comunidades tendiendo un temperamento violento (Fantuzzo, 1999), así como de problemas de consumo excesivo de drogas y alcohol (Sasson, 2003; Hughes, 1988; McClosekey, Figueredo, & Koss, 1995; Rosenbaum, & O´leary, 1981) e impulsividad (Llorente, 2004; Cantera, 2002). Existen diversos estudios que han enfocado su atención en las variables externas de un individuo, específicamente un contexto familiar violento, como los causantes del desarrollo de conductas impulsivas y violentas (Justicia, Benítez, Pichardo, Fernández, García & Fernández; 2006). Todos estos problemas conductuales y de agresividad tienen como sustrato la conducta de impulsividad, esta ha sido definida en investigaciones conductuales como la elección entre alternativa de respuestas concurrentemente disponibles que producen pequeños reforzadores inmediatos contrareforzadores altos pero demorados. (Aisnlie 1974; Loque, Peña-Correal, Rodríguez y Kabela, 1986; Neef, Mace, Shade, 1993; Rachlim, 1974). A la inversa el autocontrol es definido como la elección que produce una relativa alta ganancia a un largo plazo (Neef, 2001). Dentro de los modelos conductuales del estudio de la elección, sobresale la contribución de la ley de igualación (Baum, 1974; Herrnstein, 1961; 1970). La cual ha esclarecido los efectos del reforzador al hacer explícitas sus propiedades relativas; es decir, considera los efectos de un reforzador sobre la conducta en el contexto de otros reforzadores para opciones de respuestas concurrentes. En virtud de que el reforzador depende de su relación con otros, la investigación de las interacciones de los reforzadores ha recibido una creciente atención (Green & Freed, 1993). 10 De manera particular, en investigaciones conductuales, el autocontrol, y su inverso la impulsividad, han sido examinadas en un paradigma de programas concurrentes el cual enfatiza la naturaleza del contexto de este constructo, como dependiente en tamaño, calidad y retraso de las ganancias o reforzadores por respuestas alternativas en competencia. El autocontrol y la impulsividad son operacionalmente definidos como la elección entre alternativas de respuestas concurrentemente disponibles que producen altos reforzadores pero demorados (autocontrol) o reforzadores inmediatos con pocas ganancias (impulsividad) (Neef, Bicard, Endo, Coury & Aman, 2005; Neef, Bicard, & Endo, 2001; Neef, Mace & Shade, 1993; Rachlin, 1974). En relación con los planteamientos señalados, el interés del presente trabajo es generar información empírica a fin de conocer la viabilidad de algunas nociones de la ley de igualación, para evaluar el constructo de impulsividad. Por lo tanto el objetivo del presente estudio fue evaluar como las diferentes dimensiones de un reforzador que son: el valor del programa de reforzamiento o la tasa de reforzamiento, el esfuerzo que requiere la respuesta, la calidad del reforzador y la inmediatez de reforzamiento se combinan para influir en la conducta de elección de los adolescentes testigos de violencia domestica bajo un paradigma de ley de igualación. 11 I. ANTECEDENTES 1. Violencia Aunque la violencia entre los seres humanos prácticamente ocurre desde el inicio de la humanidad, los motivos de la misma y sus escenarios han sido diferentes. También, los grupos humanos más afectados se han localizado en el transcurso de la historia, y en la actualidad, los claramente involucrados se identifican entre los niños, las mujeres, los adultos mayores y los discapacitados La violencia es el abuso de la fuerza para obtener algo. A diferencia de la agresividad que es arremeter contra alguien para dañarlo. Se ha elegido el vocablo «violencia», y no otros, porque en su seno podemos introducir cualquiera de los aspectos externos e internos que permiten describirla. Podremos encontrar la agresión o el maltrato, la faceta física o la psíquica, las agresiones mixtas, o la agresión sexual como formas de exteriorización. Asimismo este término permite incluir los factores causales o con- causales, predisponentes o desencadenantes, etc. La palabra «violencia» establece un descriptor básico que puede acoger tanto la situación individual de agresor o víctima que tiene cada protagonista de esa unidad de funcionamiento familiar, como la situación de relación alterada con aparición de la agresión o agresiones, ansiedades, temores, amenazas, dependencias, etc. (Cobo, 1999) En términos generales, la respuesta del sector de salud a la violencia es fundamentalmente reactiva y terapéutica. Se tiende a fragmentarla en áreas de interés y de competencia especiales, por lo que es frecuente pasar por alto tanto la perspectiva general como las relaciones entre las distintas formas de violencia. No obstante, la violencia es un fenómeno complejo que hay que abordar de forma integral y holística. Por definición, la salud pública 12 no se centra en los pacientes a título individual, sino en la salud de las comunidades y las poblaciones como un todo. Sus intervenciones se ocupan, en la medida de lo posible, de los grupos que corren mayor riesgo de enfermedades o lesiones (Cobo, 1999). De acuerdo con Curtis (2000), las investigaciones que se han realizado a nivel mundial revelan que existe una gran carencia de recursos humanos y financieros disponibles que permitan tratar el problema efectivamente. Adicionalmente, existe una falta de coordinación entre los servicios que se ofrecen y las necesidades de las victimas y testigos de violencia domestica (Cárdenas, Vite, López & Flores, 2005 En lo concerniente a la violencia, los profesionales de la salud pública y sus colaboradores parten de la sólida convicción, basada en pruebas científicas, de que tanto la conducta violenta como sus consecuencias pueden prevenirse. La estrategia planteada desde la salud pública, no reemplaza a las respuestas que la justicia penal y los derechos humanos dan a la violencia, sino que complementa sus actividades y les ofrece más instrumentos y fuentes de colaboración (Cobo, 1999) Pocos pueden refutar el hecho de que la violencia es un problema social. Sin embargo, es importante reconocer que pasó mucho tiempo antes de que esta condición fuera reconocida como tal. La perspectiva de que los problemas se construyen socialmente, mantiene que las reacciones de la sociedad son fundamentales en el proceso de redefinición de una condición social como un problema social. Estas reacciones incluyen todas las maneras en que los miembros de una sociedad responden a las condiciones sociales (Cárdenas et al. 2005). 13 1.1Definición de Violencia Una de las razones por las que apenas se ha considerado a la violencia como una cuestión de salud pública es la falta de una definición clara del problema. La violencia es un fenómeno sumamente difuso y complejo cuya definición no puede tener exactitud científica, ya que es una cuestión de apreciación. La noción de lo que son comportamientos aceptables e inaceptables, o de lo que constituye un daño, está influida por la cultura y sometida a una continua revisión a medida que los valores y las normas sociales evolucionan. En la generación anterior, por ejemplo, la palmeta o nalgada formaba parte de los castigos habituales en los colegios británicos, y se utilizaba para golpear a los alumnos en las nalgas, las piernas o las manos. Hoy, un profesor británico puede ser procesado por utilizar cualquier tipo de coerción física con un niño (Informe Mundial sobre la violencia y la salud, 2002) Debido a la amplia variedad de códigos morales imperantes en los distintos países, ha hecho de la violencia una de las cuestiones más difíciles y delicadas de abordar en los diferentes foros mundiales dedicados a este tema. La violencia puede definirse de muchas maneras, según quién lo haga y con qué propósito. Por ejemplo, la definición orientada al arresto y la condena será diferente a la empleada para las intervenciones de los servicios sociales. En el ámbito de la salud pública, la dificultad reside en definir la violencia de manera que abarque el conjunto de actos perpetrados y las experiencias subjetivas de las víctimas, pero sin que la definición resulte tan amplia que pierda sentido o describa como hechos patológicos las vicisitudes naturales de la vida cotidiana. Se necesita, además, un consenso mundial que permita comparar los datos entre los países y construir una sólida base de conocimiento. 14 La Organización Mundial de la Salud ha definido a la violencia como: El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otrapersona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (WHO, 1996). La definición comprende tanto la violencia interpersonal como el comportamiento suicida y los conflictos armados. Cubre también una amplia gama de actos que van más allá del acto físico para incluir las amenazas e intimidaciones. Además de la muerte y las lesiones, la definición abarca también las numerosísimas consecuencias del comportamiento violento, a menudo menos notorio, como los daños psíquicos, privaciones y deficiencias del desarrollo que comprometan el bienestar de los individuos, las familias y las comunidades. 1.2 Clasificación de la violencia La complejidad, la ubicuidad y la diversidad de los actos violentos suscitan sentimientos de impotencia y apatía. Se requiere un marco analítico o una clasificación que separe los hilos de este intrincado tapiz para esclarecer la naturaleza del problema y las acciones necesarias para afrontarlo. Hasta el momento, la tarea de contrarrestar la violencia se ha fragmentado en áreas especializadas de investigación y actuación. Para superar este inconveniente, el marco analítico debe prestar especial atención a los rasgos comunes y las relaciones entre los distintos tipos de violencia, dando paso a una perspectiva holística de la prevención. Son escasas las clasificaciones de este tipo, y ninguna es integral ni goza de la aceptación general (Foege, Rosenberg & Mercy, 1995). 15 El Informe mundial sobre la violencia y la salud realizado por la Organización Mundial de la Salud (2002) divide a la violencia en tres grandes categorías. Estas categorías tienen como descriptor al autor del acto violento: violencia dirigida contra uno mismo, violencia interpersonal y violencia colectiva. Esta categorización inicial distingue entre la violencia que una persona se inflige a sí misma, la infligida por otro individuo o grupo pequeño de individuos, y la infligida por grupos más grandes, como los estados, grupos políticos organizados, milicias u organizaciones terroristas A su vez, estas tres amplias categorías se subdividen para reflejar tipos de violencia más específicos. La violencia dirigida contra uno mismo comprende los comportamientos suicidas y las autolesiones, como la automutilación. El comportamiento suicida va desde el mero pensamiento de quitarse la vida al planeamiento, la búsqueda de medios para llevarlo a cabo, el intento de matarse y la consumación del acto. La violencia interpersonal se divide en dos subcategorías: • Violencia intrafamiliar o de pareja: en la mayor parte de los casos se produce entre miembros de la familia o compañeros sentimentales, y suele acontecer en el hogar, aunque no exclusivamente. • Violencia comunitaria: se produce entre individuos no relacionados entre sí y que pueden conocerse o no; acontece generalmente fuera del hogar. El primer grupo abarca formas de violencia como el maltrato de los niños, la violencia contra la pareja y el maltrato de los ancianos. En el segundo grupo se incluyen la violencia juvenil, los actos violentos azarosos, las violaciones y las agresiones sexuales por parte de extraños, y la violencia en establecimientos como escuelas, lugares de trabajo, prisiones y residencias de ancianos. 16 La violencia colectiva es el uso instrumental de la violencia por personas que se identifican a sí mismas como miembros de un grupo frente a otro grupo o conjunto de individuos, con objeto de lograr objetivos políticos, económicos o sociales. Adopta diversas formas: conflictos armados dentro de los Estados o entre ellos; genocidio, represión y otras violaciones de los derechos humanos; terrorismo; crimen organizado. Esta clasificación toma en cuenta la naturaleza de los actos violentos, que pueden ser físicos, sexuales o psíquicos, o basados en las privaciones o el abandono, así como la importancia del entorno en el que se producen, la relación entre el autor y la víctima y, en el caso de la violencia colectiva, sus posibles motivos (Informe Mundial sobre la violencia y la salud, 2002). 1.3 Codificación del tipo de conducta Por lo tanto, al enfrentarnos con un hecho o una historia de violencia, la primera cuestión que surge es clasificarla. Según Cobo (1999), basándose en esta línea podemos encontrar: • Violencia por acción pura. En los casos en donde principalmente el agresor arremete contra su víctima de forma directa y causando un daño inmediato. • Violencia por omisión pura. Los casos de violencia en las que el agresor omite cualquier acción en pro del desarrollo de la víctima, por ejemplo el abandono. • Violencia por inducción o facilitación. No es una violencia de forma directa pero el agresor, en este caso, facilita todos los medios necesarios para causar daño a su victima. • Violencia mixta o múltiple con elementos de acción, de omisión y/o de inducción síncronos o en la historia de esa violencia. • Otras conductas violentas determinadas no descritas en los apartados anteriores. • Violencia no especificada. 17 1.4 Tipos de lesión o efectos en la victima Cobo (1999) sugiere otro descriptor de los tipos de violencia, es en base a los efectos o consecuencias sobre la victima, es el descrito por Cobo, (1999): • Violencia física, que será descrita por los efectos en el ámbito de la lesión de nuestro cuerpo, en la que puede demostrarse un sustrato orgánico. Estaríamos hablando de daño corporal u orgánico. Este apartado incluye tanto la agresión física como acción, como los efectos físicos de una conducta por omisión o inducción. • Violencia sexual, cuando lo afectado es el ámbito de la sexualidad de la víctima, aquello que en lenguaje jurisdiccional actual se ha dado en llaman; la libertad sexual. • Violencia psíquica, en la que los efectos corresponden a las situaciones en las que el daño aparece en el ámbito de lo mental, y por ello es susceptible de valorarse a través de lo que en lenguaje biomédico podría considerarse como trastorno mental. Con el fin de conseguir un enfoque práctico y que pueda adoptar algunas formas clínicas de interacción psicofísica, definiremos esta violencia como psíquica cuando sus efectos puedan categorizarse a través del DSM-IV o en la CIE-10 (capítulo de los trastornos mentales y del com- portamiento). • Otras violencias. Además de las formas anteriores que agrupan la mayor cantidad de las violencias domésticas reconocidas como tales, existen otras que no pueden incluirse en las formas anteriores, pero que están perfectamente descritas. • Violencia mixta o múltiple. Es la más habitual entre aquellas violencias que tienen detrás una historia compleja. A través de los protagonistas del drama encontraremos aspectos de lesión física, psíquica y también sexual, en muchas ocasiones. • Formas no especificadas, cuando no tenemos elementos de descripción suficiente para establecer una de las anteriores, pero presumimos su existencia 18 2. Violencia Domestica La violencia doméstica se refiere al abuso y/o ataque de adolescentes o adultos hacia sus compañeros íntimos. Este término es indistinto entre abuso de compañero íntimo y violencia interparental (Baker, 2002; Fantuzzo, 1999). La violencia doméstica ocurre en todas las edades, razas, grupos socioeconómicos, educacionales, ocupacionales y religiosos. Es usada para intimidar, humillar o asustar a las victimas como una forma para mantener el poder y el control sobre otros. Es una conducta de abuso que en muchos casos ha sido aprendida por el perpetrador (Baker, 2002) La gama de conductas incluidas en este término actualmente varía con el contexto en el cual este se use. Las definiciones clínicas son a menudo más amplias que las definicioneslegales. Por ejemplo un clínico definiría la violencia doméstica como un patrón de ataques y conductas coercitivas incluyendo físicas, sexuales y psicológicas así como coerción económica que los adultos o adolescentes usan a través de sus relaciones íntimas. Por contraste los modelos legales sobre la violencia doméstica y familiar limitan esta definición a los actos de daño físico, incluyendo actos sexuales involuntarios o amenaza de daño físico. (Fantuzzo, 1999). La violencia en el ámbito familiar comprende: La violencia física, considerando esta como cualquier acción no accidental que provoque o pueda provocarte daño físico, enfermedad o riesgo de padecerla, La violencia psíquica, considerando como tal los actos, conductas o exposición a situaciones que agredan o puedan agredir, alteren o puedan alterar el contexto afectivo necesario para tu desarrollo psicológico normal, tales como rechazos, insultos, amenazas, humillaciones, aislamiento. 19 La violencia sexual, como toda actividad dirigida a la ejecución de actos sexuales en contra de tu voluntad, dolorosos o humillantes o abusando del poder, autoridad, con engaño o por desconocimiento en el caso de los menores. La violencia económica, como la desigualdad en el acceso a los recursos económicos que deben ser compartidos, al derecho de propiedad, a la educación y a un puesto de trabajo, derechos reconocidos en la Constitución. La corrupción, como conductas desviadas, antisociales o desadaptadas que impiden tu integración social (inducción a la delincuencia, explotación sexual....). La explotación laboral y mendicidad, son situaciones en las que mediante abuso de poder o por fuerza y con violencia un miembro de la familia te obliga a la practica continuada de trabajos o actividades que o bien interfieren en tu normal desarrollo o exceden de los limites de lo considerado normal en función de la edad, sexo, formación, o que se consideran humillantes o antisociales. 2.1 Lo doméstico En la utilización de «lo doméstico» como referente encontramos la posibilidad de valorar no sólo aquello que sucede en un lugar específico entre las paredes físicas del edificio, sino el domus como definidor de una convivencia específica en la que el lazo de lo cotidiano, lo íntimo, lo que define un sistema funcional de familia quedaba perfectamente establecido. El hecho de lo doméstico nos permite incluir también tanto lo actual, lo que es, como lo que fue en un momento determinado, aunque la relación formal, física y directa se haya roto (Cobo, 1999). 20 La palabra «doméstico» nos sitúa en la estructura de convivencia dentro de la cual nos interesa analizar la violencia que aparece o existe. Al utilizar la referencia domus establecemos que la relación entre las personas debe contemplar un contacto directo, una interrelación de coexistencia y convivencia inmediata definible en un contexto físico domiciliario, en la que los actos o conductas de unas personas tengan un correlato de efectos en las otras en lo que llamaremos funcionamiento familiar. Es muy importante considerar que, en este trabajo, no sólo se aborda la relación de pareja, de cónyuges o compañeros estables, ex cónyuges o ex compañeros estables, sino que contemplamos aquellas violencias que afectan tanto a la totalidad de ese núcleo de convivencia doméstica (todos sus miembros) como específicamente a alguno o algunos de ellos. Recuérdese la vivencia de la violencia ya como víctima directa, ya como testigo de ella, fundamentalmente en los más pequeños de esa familia, en los que la propia situación de violencia genera un desvalimiento físico que requiere cuidados. Esta convivencia doméstica, desde el punto de vista de la interrelación entre las personas, debe incluir tanto las situaciones que existen en la actualidad, como aquéllas que, habiendo existido con anterioridad, han dejado tras de sí unos intereses comunes, o una interacción entre las conductas (Cobo, 1999). 3. El Panorama Actual 3.1 La violencia doméstica a nivel mundial La violencia familiar o doméstica se manifiesta como uno de los problemas sociales de mayor preocupación en el mundo. Muchos estudios realizados en América Latina y otras regiones del mundo han mostrado que la 21 violencia doméstica es una amenaza importante contra la salud y el bienestar de las personas. En Estados Unidos, la violencia familiar es vista como un problema de salud publica (Osofsky, 1999) ésta se observa en un 40% entre personas que son familiares, amigos, y/o conocidos (Garner & Fagan, 1997). No obstante a tal panorama, la violencia doméstica continúa siendo un fenómeno poco entendido que solo en los últimos quince años ha recibido atención por parte de los investigadores (Holtzworth-Munroe et al., 1997c). Las estadísticas disponibles a nivel mundial indican que cada año en los Estados Unidos, 4000 mujeres son golpeadas hasta causar la muerte por su pareja. En África, Asia y otros países, las niñas y adolescentes enfrentan distintos tipos de violencia, como ser quemadas, desfiguradas con ácido o mutiladas. En Canadá, 25% de las mujeres han experimentado abuso físico por parte de su pareja, mientras que en Suecia una mujer es golpeada a muerte cada 10 días (Curtís, 2000). En un estudio realizado por Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano (2002), se aprecia que este fenómeno se manifiesta tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo. De acuerdo a una encuesta nacional realizada por la Fundación Commonwealth (1993), en solo un año, casi cuatro millones de mujeres Americanas fueron físicamente maltratadas por su pareja y se reporta que cuando menos un 34% de Americanos han presenciado un incidente de violencia familiar. En este mismo informe se señala que la incidencia de mujeres víctimas de violencia familiar es mas alta, que la frecuencia de cualquier otro tipo de delito (v. g. robo, asalto, daño físico), registrado en los Estados Unidos. En los Estados Unidos se realizo un estudio para encontrar las diferencias raciales de violencia contra la pareja, encontrando que los México- Americanos tienen mayor propensión a mostrar violencia familiar que los Anglo-Americanos. En un estudio, Torres (2001) reporta que la severidad y tipo de ataque no difieren, pero que, sin embargo, la percepción de lo que constituye violencia familiar es bastante distinta. Las mujeres Anglo- 22 Americanas reconocieron más tipos de conductas de abuso en comparación a las que reportaron las mujeres México-Americanas. Esto apoya la noción de que resulta más probable que la mujer acepte diversos niveles de abuso como normales, cuando la cultura donde está inmersa permite al hombre tener control y censura sobre su conducta, y cuando las condiciones sociales representan una barrera para vivir una vida libre de violencia. Las culturas que dan prioridad al honor y presentan a la mujer como un ser pasivo, que apoya las actividades masculinas contribuyen a tolerar el maltrato a la mujer. También las que insisten en la lealtad y el sacrificio a favor de la familia. Vandello (2000), reseñó dos estudios de latinoamericanos y los norteamericanos del sur, donde se examinaron esas ideas. Los latinoamericanos y los norteamericanos del sur, daban mayor importancia al honor. Evaluaban a la mujer en una relación abusiva más positivamente si no abandonaba al hombre; desaprobaban menos que los estadounidenses del norte a la mujer que veían que era empujada y reprimida, si aparecía arrepentida y reconocía su error. Las estadísticas internacionales indican que la evaluación del maltrato es más alta en las culturas que destacan la pureza femenina, el estatus del varón y el honor de la familia. Por ejemplo, una causa común de asesinato de mujeres en los países árabe son los hermanos u otrosparientes de sexo masculino que matan a la victima por que violó el honor de su familia (Kulwicki, 2002). Los estadounidenses de origen chino tienden más a definir la violencia familiar a partir de la agresión física y sexual, sin que incluyan las modalidades psicológicas. Los inmigrantes en Estados Unidos mencionan el aislamiento social (por ejemplo, no poder interactuar con la familia, los amigos ni los compañeros de trabajo) como una modalidad sumamente dolorosa de maltrato, vinculada generalmente a la dependencia económica con el esposo y a los roles sexuales tradicionales (Abraham, 1999). 23 Mientras que en algunas culturas, se han adoptado tipos distintos de actitudes que han generado un menor abuso en la pareja, como por ejemplo, una mayor igualdad en el trato y un aumento de oportunidades para que las mujeres tengan acceso a la educación. En otras culturas que han adoptado como norma la dependencia económica y restricciones para que la mujer pueda incluso pedir el divorcio, los índices de violencia familiar han aumentado (Holloway, 1999). En contraste, en muchas otras culturas el problema de la violencia familiar todavía no se ha reconocido como un problema prioritario. La violencia doméstica es un tópico que ha llamado la atención y promovido el estudio de diversos sectores de la sociedad. Un número importante de investigadores y profesionistas de diversas disciplinas, así como grupos de activistas, han unido sus esfuerzos y agendas para encontrar soluciones. Han dejado atrás el conocido encasillamiento propio de cada disciplina que a lo largo del tiempo ha impedido que se tenga una perspectiva integral de la violencia familiar. Es importante mencionar que la violencia familiar se ha concebido como un problema social en las dos últimas décadas, demostrando que no importa la raza, el nivel socio económico, ni edad a la que pertenezca; así mismo recordemos que éste problema no es un asunto privado, ni individual, ni aislado, es una grave circunstancia que aparece como indicador de las fallas del sistema global en el que vivimos. Sin embargo, la literatura en el campo señala que así como reciente es la investigación sobre violencia doméstica en países desarrollados, es aún más nueva e incipiente en aquellos países en los que no se reconoce como problema social, o bien, en aquellos donde se tiene que competir con otros problemas prioritarios de salud pública que se presentan en la sociedad, como son el abuso de alcohol, desnutrición y enfermedades infecciosas, como es el caso de México y algunos otros países de Latinoamérica, Asia y África (Cárdenas et al., 2005) 24 3.2 En México En nuestro país, la violencia doméstica representa uno de los problemas sociales más acuciantes. Aunque no existen datos que permitan cuantificar la violencia familiar a nivel nacional, se cuenta con información de distintas fuentes. Asimismo en nuestro país, al igual que en el resto del mundo, la mujer es la más agredida. De cada 10 casos de violencia familiar en adultos, se calcula que ocho ocurren en mujeres. Además, se informa que aproximadamente el 50% de los casos de parto prematuro y el 15% de mujeres con antecedentes de aborto, refieren violencia (Gómez, 2002). Las mujeres con edades comprendidas entre los 15 y 19 años han mostrado ser el grupo con mayor porcentaje de mujeres con por lo menos un incidente de violencia en los últimos 12 meses con un 55.8% tal como lo muestra la tabla 1. En total, de toda la población femenil de la república mexicana el 46.6 % han sufrido al menos un incidente de violencia en los últimos doce meses (INEGI 2006) En la misma encuesta, el INEGI muestra que el estado con mayor porcentaje de mujeres con al menos un incidente de violencia en los últimos 12 meses es Sonora con 49.8% seguido por Zacatecas 47.6%, Baja California 47.3% y Chihuahua 46.3%, como vemos, se trata de estados que se encuentran al norte de nuestro país, en donde comúnmente, algunos casos de violencia llegan hasta el ultimo escalón, el homicidio. Tabla. 2. Por su parte, la Comisión Nacional de Derechos Humanos estima que aproximadamente en el 60 por ciento de los hogares se experimenta algún tipo de violencia familiar, pero sólo del 10 al 15 por ciento de las agresiones reales son denunciadas (Gómez, 2002). 25 Entre las denuncias realizadas al Sistema de Unidades de Atención a la Violencia Intrafamiliar (UAVIF), de las 3,060 mujeres que asistieron durante un año, todas manifestaron maltrato psicoemocional, el 84% se quejó de maltrato físico, 63% denunció maltrato sexual y 14% de ellas refirieron violación conyugal. No obstante, de los 129 hombres que fueron agredidos por su pareja, 99% denunció maltrato psicoemocional, principalmente insultos; 67% informó maltrato físico y 31% dijo ser victima de maltrato sexual (Chavarria, 2000). Una encuesta reciente en el Distrito Federal realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, muestra que la violencia familiar tiene lugar en el 30.4% de todos los hogares en la forma de maltrato emocional, intimidación o abuso físico o sexual. Sólo 14.4% de estos hogares buscan alguna clase de ayuda, a pesar de que el 72.2% espera que se repita la violencia (UNICEF, 2001, en Cárdenas et al 2005). En la ciudad de Guadalajara se llevó a cabo un estudio en el que se muestra que el perpetrador muchas veces no es el mismo esposo si no algún miembro de la familia. Por ejemplo, en el 73% de las encuestadas afirmó que el esposo fue el perpetrador de la violencia, el 15% refirió a familiares del compañero/esposo, el 11% algún otro familiar, el 4% el padrastro, y un 15% alguna persona no familiar. Estos porcentajes no suman un cien por ciento debido a que en muchos casos no es solo el esposo el que lleva a cabo los actos violentos, si no que en muchos casos, son también otros familiares o no familiares los que ejercen violencia sobre la mujer. El tipo de violencia ejercida por el esposo o compañero fue: 33% emocional, 19% Física y 12 por ciento sexual (Ramírez y Patiño, 1996) Del 46.6 porciento de mujeres violentadas al menos una vez en los últimos doce meces, el 52.2 % son mujeres con secundaria, siendo este el grupo con mayor índice de violencia. Fuera de todo pensamiento común, se 26 esperaría que el grupo más vulnerable fuese el grupo sin instrucción siendo que es el menos vulnerable, así como mujeres con algún año de educación en nivel superior. (Ver Tabla 3). Grupos de edad Total de mujeres Mujeres con al menos un incidente de violencia Porcentaje Total 19 471 972 9 064 458 46.6 15 a 19 años 591 442 330 224 55.8 20 a 24 años 1 834 311 931 718 50.8 25 a 29 años 2 606 924 1 377 548 52.8 30 a 34 años 2 923 017 1 473 121 50.4 35 a 39 años 2 766 515 1 348 656 48.8 40 a 44 años 2 252 210 1 097 650 48.7 45 a 49 años 1 943 713 901 563 46.4 50 a 54 años 1 452 276 578 959 39.9 55 y más años 2 991 629 963 503 32.2 No especificado 109 935 61 516 56.0 Tabla 1 Mujeres y porcentaje de mujeres con al menos un incidente de violencia en los últimos doce meses por grupos de edad, 2003. Entidad federativa Total de mujeres Mujeres con al menos un incidente de violencia Porcentaje Estados Unidos Mexicanos 19 471 972 9 064 458 46.6 Baja California 537 468 254 038 47.3 Coahuila de Zaragoza 491 805 209 561 42.6 Chiapas 803 074 216 763 27.0 Chihuahua 635 875 294 314 46.3 Hidalgo 448 839 186 134 41.5 Michoacán de Ocampo 760 429 346 606 45.6 Nuevo León 852 872 243 521 28.6 Quintana Roo 210 019 90 286 43.0 Sonora 442 563 220 368 49.8 Yucatán 345 828 128 602 37.2 Zacatecas 259 324 123 512 47.6 El resto de las entidades 13 683 876 6 750 753 49.3 Tabla 2 Mujeres y porcentaje de mujeres con al menos un incidente de violenciaen últimos doce meses por grupos de edad, por entidad federativa. 27 Nivel de instrucción Total de mujeres Mujeres con al menos un incidente de violencia Porcentaje Total 19 471 972 9 064 458 46.6 Sin instrucción 2 182 046 828 622 38.0 Con primaria incompleta 3 985 014 1 847 390 46.4 Primaria completa y secundaria incompleta 5 014 192 2 427 524 48.4 Secundaria completa 3 214 961 1 678 247 52.2 Algún año en media superior 2 770 216 1 347 669 48.7 Algún año en superior 1 669 738 650 691 39.0 No especificado 635 805 284 315 44.7 Tabla 3. Mujeres y porcentaje de mujeres con al menos un incidente de violencia en los últimos doce meses por nivel de instrucción. 4. Los Testigos de Violencia Doméstica 4.1 ¿Quienes son los principales testigos? La violencia doméstica, casi siempre, tiene resultados adversos para las víctimas y los gastos en los que se incurre son diversos. Para la víctima, los costos monetarios incluyen en muchas ocasiones gastos médicos y baja productividad en el trabajo, la casa y/o la escuela; aunados a los costos no monetarios, como por ejemplo: el dolor y el sufrimiento experimentados así como el deterioro en su calidad de vida. Asimismo habría que considerarse el impacto de las situaciones traumáticas derivadas de este tipo de violencia que pudieran reflejarse en la agudización y cronicidad de los trastornos afectivos y emotivos que son propios de las personas que se encuentran inmersas en esta dinámica, independientemente del papel activo o pasivo que les corresponda jugar en la díada relacional (Cárdenas et al., 2005). 4.2 Los hijos como víctimas Asimismo, habrá que considerar el impacto que la violencia doméstica ejerce en los ámbitos relacionados con la autoestima y la auto percepción de la integridad como en la personalidad de los distintos miembros de la familia, aspecto que se puede reflejar en el bajo rendimiento académico de los hijos, en el deterioro de las relaciones sociales, en los escenarios de trabajo de cada 28 uno de los cónyuges y en el trastrocamiento de los valores sociales y morales que rigen las relaciones entre los individuos. Los costos sociales incluyen: los servicios encargados del cuidado de la salud y los programas de atención a víctimas; así como los costos de gestión judicial y de procuración de justicia de las victimas y los victimarios (Cárdenas et al., 2005). Se ha comprobado que los niños y adolescentes son más vulnerables que los adultos a los acontecimientos traumáticos y que las consecuencias, incluso en los más pequeños, pueden ser graves y perdurables. De hecho, el riesgo de que de los síntomas se vuelvan crónicos es mayor en niños que en adultos (Maresca, 2006). En esta mayor vulnerabilidad pueden influir diferentes factores: • Dependencia de los adultos: El menor es un ser absolutamente dependiente de los adultos que le rodean y la reacción de éstos, tanto ante el mismo acontecimiento, si han compartido la experiencia, o ante la reacción del menor, va a desempeñar un papel crucial en las medidas que se tomen y en la adaptación del niño y el adolescente. • Interferencia con el desarrollo del menor: A diferencia de los adultos, los niños están en un continuo proceso de desarrollo bio-psico-social. Cuando la situación traumática ocurre en periodos de formación de la personalidad – infancia y adolescencia- puede dar lugar a alteraciones en la estructuración de la misma, pudiendo influir en la capacidad para establecer vínculos personales de calidad. El costoso proceso del desarrollo necesita de la predictibilidad y apoyo de los adultos protectores. Los estímulos traumáticos que suponen un ambiente de caos y violencia alteran dicho proceso, pues parte de la energía y de la capacidad adaptativa del niño está puesta al servicio del uso de mecanismos de defensa para protegerse de los acontecimientos violentos e incomprensibles para él. A diferencia del adulto, para el cual la recuperación consiste en retomar su situación anterior, en el niño y el adolescente, la interrupción del proceso 29 normal de desarrollo que ocasiona el trauma, hace que se retrasen o se impida definitivamente la adquisición de habilidades, capacidades y funciones propias de ese momento evolutivo y de los posteriores y el tiempo corre en contra: si hay un 40% de fracaso escolar en menores con TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático), las posibilidades futuras de integración laboral ya quedan limitadas, por ejemplo. Como consecuencia de la experimentación del trauma, el proceso de desarrollo del menor puede detenerse o desviarse interfiriendo con su funcionamiento psicosocial y limitando sus oportunidades futuras, de tal forma, que los problemas secundarios que de ello se deriven puedan resultar más graves que los síntomas que se derivan directamente del trauma (Maresca, 2006). 4.3 Consecuencias de ser testigo de violencia doméstica La interpretación subjetiva de amenaza para la vida o la integridad física marca el grado de afectación. A mayor frecuencia, duración y severidad de la situación, más gravedad. A mayor proximidad al evento, mayor riesgo. En situaciones de violencia familiar, los niños se encuentran en la línea de fuego cruzado con el riesgo de padecer lesiones físicas, además de irregularidad de horarios, falta de sueño, cambios de humor de los adultos cuidadores. Viven en un clima de incertidumbre y de amenaza de peligro para sí mismo o para otros (Maresca, 2006). Existe la noción generalizada de que haber estado expuesto durante la infancia a un contexto familiar violento es uno de los factores explicativos más importantes de por que ciertos preadolescentes emprenden una carrera criminal violenta y persisten en ella durante su adolescencia y adultez. De hecho , desde la perspectiva de la teoría del aprendizaje social (Bandura, 1977) se ha planteado de tiempo atrás que ser testigo o victima de violencia en el hogar materno modela el aprendizaje de comportamientos agresivos y 30 violentos, así como la concepción de que dichas conductas, son un método legitimo y efectivo, para obtener beneficios. Así, la idea de que las agresiones en el seno familiar perpetúan la violencia en la sociedad, tanto al interior como por fuera del ámbito domestico se ha convertido en parte de la sabiduría popular sobre las causas de la violencia (Llorente, 2004). Los niños que viven con violencia doméstica corren el riesgo de padecer problemas emocionales y conductuales. Algunos niños experimentan síndrome de estrés post traumático, problemas de sueño, reacciones intensificadas de susto, constante horror acerca de posible peligro. (Baker, 2002), Los adolescentes y jóvenes adultos con una historia de violencia tienen tres veces más riesgo de depresión o suicidio que los individuos sin esa historia (Maresca, 2006). Los efectos pueden diferir dependiendo de múltiples variables, así como la edad de los niños, la naturaleza y severidad de la violencia, la existencia de otros factores en la vida de los niños (por ejemplo: pobreza, abuso sustancial de los padres, etc.) y cuando los niños son también directamente abusados físicamente. En general los niños que son expuestos a violencia doméstica pueden ser asociados con incremento en sus conductas agresivas, incremento en problemas emocionales, así como depresión y/o anorexia, bajos niveles de competencia social y un bajo desempeño académico. Entre 1989 y 1996 los estudios indicaban que los niños demostraban más externalización y más internalización que los niños de hogares no violentos. Específicamente, los estudios que examinaron diferencias entre grupos en estas conductas revelaron que la exposición a los niños a la violencia doméstica tendían a ser mas agresivos y a exhibir conductas violentas, problemasen sus escuelas y comunidades tendiendo un temperamento violento (Fantuzzo, 1999), así como de problemas de consumo excesivo de drogas y alcohol (Sasson, 2003; Hughes, 1988; McClosekey, Figueredo, & Koss, 1995; Rosenbaum, & O´leary, 1981) e impulsividad (Llorente, 2004; Cantera, 2002). 31 La experiencia de terror e indefensión durante la adolescencia pone en peligro las tres tareas adaptativas normales de esta fase de la vida: la formación de la identidad, la separación de la familia de origen y la exploración de un mundo social más amplio. Las manifestaciones son más parecidas al adulto, aunque sus respuestas están más marcadas por la impulsividad y las conductas agresivas. El intento de mitigar el malestar tiene un riesgo mayor a esta edad por poder conllevar conductas arriesgadas y peligrosas (uso de drogas, delincuencia, promiscuidad sexual), la expresión a través del cuerpo (trastornos de alimentación) o la adopción de conductas prematuramente adultas (abandono de la escuela, embarazo, etc.) que tienen un alto costo para el adolescente y también para la familia y la sociedad. (Maresca. 2006). Existen diversos estudios que han enfocado su atención en las variables externas de un individuo, específicamente un contexto familiar violento, como los causantes del desarrollo de conductas impulsivas y violentas (Benítez, Pichardo, Fernández, García & Fernández; 2006). 5. Impulsividad No hay una definición única de impulsividad en virtud de que se reconoce la existencia de distintos tipos de esta, a veces sólo tangencialmente relacionados (el porqué se les sigue denominando con el mismo nombre es uno de estos misterios insondables en nuestra disciplina) (Servera & Galván, 2001). 5.1 Definición de Impulsividad Algunos autores dividen la impulsividad en tres rubros. La primera de ellas es la impulsividad manifiesta (con un componente motor y otro social), una impulsividad personológica (con influencias de estilo cognitivo, por un lado, y por otro, del marco biofactorial) y, finalmente, una impulsividad del procesamiento de la información o cognitiva (con una conceptualización dentro 32 de las teorías del pensamiento y dentro de los modelos cognitivo- conductuales) (Servera & Galván, 2001). La impulsividad manifiesta se inicia con los trabajos de Skinner sobre el tema del control de estímulos, que Barkley (1990, 1997) ha recuperado en sus modernas teorías explicativas de la hiperactividad. Curiosamente éste es también un primer punto de encuentro de la impulsividad y la inatención. Los dos reflejan un problema de control de estímulos porque la atención se entiende como una baja relación entre un estímulo y la conducta esperada del individuo, mientras la impulsividad se entiende, por un lado, como una incapacidad para demorar reforzadores (baja tolerancia a la frustración y/o poca resistencia a la tentación) y, por otro, como una falta de consideración de las condiciones de estímulo presentes (precipitación e incapacidad de previsión de consecuencias). Este tipo de impulsividad, conocida hoy en día como un trastorno del bajo control, es la más evidente en trastornos hiperactivos y algunos trastornos de conducta graves. Su naturaleza se basa en modelos que interaccionan aspectos hereditarios, funciones neuropsicológicas y factores de aprendizaje. Barkley (1997) afirma que el desorden es fundamentalmente un problema de autocontrol o incapacidad de inhibición conductual el cual se manifiesta cuando un retraso de una consecuencia en una tarea de respuesta genera un conflicto que es contrastado entre las consecuencias inmediatas o retardadas de la respuesta. Las conductas (elecciones) que son mas sensitivas (influenciadas por) a las consecuencias inmediatas o remotas siguieren discontinuidad temporal en el cual el valor de una consecuencia deseada disminuye como una función de demora de esa consecuencia (Critchfield y Kollins, 2001). La impulsividad personológica es la que deriva, por un lado, de la teoría de los estilos cognitivos y, por otro lado, de las teorías biofactoriales de la personalidad (Servera & Galván, 2001). En el siguiente apartado abordaremos el estilo cognitivo reflexividad-impulsividad, o mejor dicho abordaremos su 33 reformulación, puesto que son pocos los datos hoy en día que sigan avalando la posibilidad de hablar de un estilo impulsivo en términos ortodoxos. Por su parte, la impulsividad sí continúa jugando un papel clave en prácticamente todas las teorías de la personalidad vigentes. Dickman (1993) define esta impulsividad como una tendencia a actuar con una menor previsión de las consecuencias de nuestros actos, y distingue entre una impulsividad funcional y otra disfuncional. La primera se refiere a conductas de falta de previsión que han recibido contingencias positivas asiduamente (en otras palabra, han sido reforzadas por el medio); es la típica de personas muy activas, buscadores de riesgos y sensaciones, que de algún modo poseen sistemas que les protegen de los posibles errores normalmente asociados a su conducta impulsiva. La disfuncional, en cambio, es la impulsividad que aún habiendo recibido mucha estimulación aversiva se mantiene; es la de las personas que a la precipitación normalmente añaden errores o resultados negativos. En términos factoriales, la impulsividad personológica normalmente es uno de los dos componentes de la dimensión «extraversión» (el otro es la sociabilidad), y está presente en los modelos y las pruebas de evaluación (test, auto informes, escalas, etc.) de Eysenck, Barrat, Costa y McRae, Gray, etc., es decir, en los principales autores de teorías de la personalidad. La impulsividad manifiesta y la personológica pueden tener puntos de conexión, tal vez una es continuación de la otra en la edad adulta en algunos casos, pero en otros no es así. Los trastornos del bajo control no tratados se pueden relacionar, en la edad adulta, con delincuencia, agresividad y problemas de adaptación social, mientras la impulsividad personológica, incluso la disfuncional, puede causar problemas puntuales más o menos importantes a la persona que la presenta, pero no tiene porqué llegar al ámbito clínico. La impulsividad del procesamiento de la información es un tipo de impulsividad ligada al ámbito cognitivo, más específicamente al afrontamiento y resolución de problemas (Servera & Galván, 2001). 34 Sabemos que alcanza su mayor relevancia entre los 6-12 años, puesto que va muy ligada a aspectos de maduración que tal vez hagan que en la adolescencia y en sujetos adultos su repercusión sea menor. No es que no tenga continuidad, pero no está nada claro que esa continuidad sea la personológica, más bien se diluye por el desarrollo de otros mecanismos cognitivos compensatorios que la hacen menos evidente. En los modelos explicativos de la acción de pensar esta impulsividad hace referencia a un sesgo en la actuación del sujeto que altera cualquiera de los procesos básicos de la resolución del problema: su identificación, su definición, la generación de alternativas de solución, la previsión de consecuencias, la toma de decisión, etc. Dentro del modelo cognitivo-conductual, aunque más aplicado, sigue manteniendo una estructura muy similar, sólo que en este caso el trabajo de investigación se ha orientado más a su tratamiento que a su conceptualización (Bornas, 1994; Bornas y Servera, 1992; Servera, 1992). La impulsividad cognitiva se puede definir como una tendencia del sujeto a precipitar sus respuestas, especialmente en tareas que explícita o implícitamente conllevan incertidumbre de respuesta, y a cometer más errores. En otras palabras, es una impulsividad contextualizada, en comparación con las otras dos más generales, pero ese contexto no es tan limitado como a primera vista pudieraparecer: la mayoría de tareas y actividades del aprendizaje escolar requieren una aproximación reflexiva para su correcta asimilación y ejecución. La impulsividad cognitiva es, por lo tanto, una impulsividad básicamente infantil. En definitiva, la impulsividad cognitiva comparte con las otras dos la idea de precipitación y falta de consideración de las consecuencias, pero se diferencia de la manifiesta en que no tiene porqué ir ligada a problemas de falta de control motor, y de la personológica en que no tiene porqué demostrarse en el espectro de funcionamiento social de la persona. Al menos así lo atestiguan los datos que, en lugar de presentarnos un constructo de «impulsividad» amplio y sólido en sus tres canales de respuesta, se empeñan una y otra vez en defender una relativa independencia de las tres dimensiones aquí especificadas (Servera & Galván, 2001). 35 Las personas que a diario conviven con niños que son reportados como impulsivos las describen como personas que a menudo precipitan respuestas antes de haber sido completada la pregunta. Son niños que tienen dificultades para guardar turno y a menudo interrumpen o se inmiscuye en las actividades de otros. Esta tendencia de responder rápidamente ante estimulo, sin la deliberación y evaluación de las consecuencias trae como resultado en muchas ocasiones embarazos adolescentes (Devieux, 2002; Jones & Phililliber, 1983) conducta criminal (Devieux, 2002, Eysenck & McGurk 1980), conductas consumistas (Horton 1979). El manual de diagnostico y estadística de la Asociación Americana de Psicología (2001) implica a la impulsividad en el Trastorno por Déficit de Atención en niños, desórdenes de abuso de substancias, ciertos tipos de conductas antisociales, así como desórdenes de conducta en niños y desórdenes de control de impulsos no clasificados, cleptomanía, piromanía y desórdenes explosivos. Otra definición de impulsividad es la que da Neef y cols. (2005), que es la elección entre alternativas de respuesta concurrentemente disponibles que producen inmediatez pero menor reforzamiento. Operacionalmente ha sido definida en las investigaciones conductuales básicas y aplicadas como la elección entre alternativa de respuestas concurrentemente disponibles que producen pequeños reforzadores inmediatos contra reforzadores altos pero demorados. (Aisnlie 1974; Loque, Peña-Correal, Rodríguez y Kabela, 1986; Neef, Mace, Shade, 1993; Rachlim, 1974). A la inversa el autocontrol es definido como la elección que produce relativa alta ganancia a un largo plazo (Neef, Bicard & Endo, 2001). 36 La impulsividad ha sido comúnmente definida como la tendencia a responder rápidamente y sin pensar (Hoaken, Shaughnessy, & Phil, 2003). La incapacidad para inhibir conductas cuando la inhibición es la respuesta apropiada (Schachar y Logan, 1990), o la inhabilidad para retrasar gratificación cuando la tolerancia del retraso produce menor recompensa peligrosa (Rachlin, 1974). Investigaciones experimentales de laboratorio definen operacionalmente la impulsividad como una preferencia por una recompensa pequeña pero más inmediata sobre una recompensa alta pero más retardada (Rachlin, 1974) o una débil inhibición motora (Schachar y Logan, 1990). 5.2 Predicciones de la Impulsividad Existe una serie de investigaciones que muestran que la impulsividad predice problemas de alcohol (Colder y Chassin, 1997; Poulos, Parker, 1995; Vickkunen y Linnoila, 1993) abuso de drogas (Allen, Moeller, Rhoades & Cherek. 1998) conductas sexuales riesgosas (Dnohuew et al., 2000; Rawlings, Boldero & Wseman, 1995) y suicidio (Linoila, DeJong & Virkkunenn, 1989, Oquendo & Mann 2000). También se asocia a la impulsividad con agresión interpersonal y el crimen violento (Lane & Chereck, 2000; Scarpa & Raine, 2000; Chereck et al., 1997), fenómenos sociales complejos, de los cuales aproximadamente tres millones de personas son victimas cada año (Hoaken, et al., 2003). 37 6. Ley de Igualación 6.1 Los inicios de la ley de Hernstein Dentro de los modelos conductuales del estudio de la elección, sobresale la contribución de la ley de igualación (Baum, 1974; Herrnstein, 1961; 1970). La cual ha esclarecido los efectos del reforzador al hacer explícitas sus propiedades relativas; es decir, considera los efectos de un reforzador sobre la conducta en el contexto de otros reforzadores para opciones de respuestas concurrentes. En virtud de que el reforzador depende de su relación con otros, la investigación de las interacciones de los reforzadores ha recibido una creciente atención (Green & Freed, 1993). Es decir, proveen una aproximación de cómo un organismo asigna su conducta a través de un conjunto de actividades disponibles, para expresar la asignación, como una función de parámetros de las contingencia de reforzamiento asociados con esa actividad. La asignación de conducta de los sujetos a las alternativas, está relacionado con los parámetros de las consecuencias (tipo o cantidad de reforzamiento) y las limitantes impuestas al acceso del reforzamiento (requerimientos de respuesta y acceso de respuesta). La cantidad relativa de conducta asignada para ganar acceso a una consecuencia en particular es una medida del valor de este reforzador (Vuchinich & Tucker, 1983) La igualación ocurre cuando una persona distribuye su conducta acorde a la relativa velocidad de reforzamiento contra la maximización que requiere un cambio individual entre las alternativas de reforzamiento de tal forma que las ganancias sean mayores. En términos de generalidad la ley de igualación es un buen descriptor de la conducta humana en programas concurrentes IV IV en laboratorios. 38 De manera particular, la ley de Igualación señala que la frecuencia relativa de respuesta iguala aproximadamente, la frecuencia relativa del reforzamiento. Esto se conoce como la ley de igualación y matemáticamente se expresa de la siguiente manera: En donde R es la frecuencia de respuesta y r es la frecuencia de reforzamiento para las alternativas de respuesta 1 y 2. Hay que considerar que esta ecuación implica, primero, que la distribución de la conducta puede ser descrita cuantitativamente. De esta manera, se puede obtener una predicción precisa observando la magnitud actual de cambios que se están realizando alrededor de la conducta, a comparación de una predicción cualitativa. Segundo, la relación muestra cómo la conducta en la situación de elección es diferente de la conducta en una situación en elección única. Tercera, y posiblemente la más importante para los terapeutas de la conducta, es que la distribución de una conducta dada, está en función del reforzamiento asociado con otras conductas. 6.2 El empleo de la ley de igualación en la investigación En la vida cotidiana, todas las personas están en situaciones de elección, si tomar el pesero o irse caminando, si comprar esto o aquello, si estudiar o ver la televisión, si levantarse del asiento y hacer alguna travesura o continuar sentado como lo ordenó el maestro. La ley de igualación de Herrnstein ha sido un excelente método para identificar mecanismos que influencian la conducta de elección. 39 Debido a que las alternativas de respuestas son típicamente asimétricas en un número de dimensiones (tasa de reforzamiento, cantidad, calidad, retraso y esfuerzo de la respuesta), la consideración de estos elementos pueden ayudar al entendimiento, predicción y control de la conducta (Foqua, 1984; Green & Freed, 1993; Neef et al., 1992). Al respecto, McDowel (1998), señala que la teoría de la igualación generaliza los ambientes naturales humanos y sus implicaciones para la modificación de la conducta humana por que enfatizala naturaleza contextual del reforzador. En términos de aplicación, los programas concurrentes de reforzamiento modelan complejos ambientes en los cuales los humanos son expuestos a elecciones entre diferentes alternativas de elección. Por ejemplo, en un estudio realizado por Conger y Killeen (1974) se evaluó la conducta humana dentro de un foro de discusión. Los oradores fueron reforzados por dos asistentes dentro de un programa concurrente IV IV con algunas palabras o frases positivas. El tiempo relativo que empleaban los oradores hacia los asistentes igualó la tasa relativa de reforzamiento social de los asistentes. Por ejemplo Fernandez y McDowell (1995) estudiaron en una muestra de quince pacientes diagnosticados con problemas de dolor crónico, la relación entre las conductas de dolor y bienestar, y la atención social proporcionada por personas significativas de cada paciente, los resultados obtenidos indicaron que tanto las conductas asociadas al dolor crónico como las conductas de bienestar se incrementaron en función del reforzamiento social de las personas significativas, ajustándose a la función hiperbólica. Para evaluar las diferencias individuales en la agresión social (Snyder & Patterson, 1995) compararon los intercambios diádicos de madre-niño, de niños agresivos y niños control. En congruencia con a la ley de la igualación se observó que la probabilidad relativa de la terminación maternal del conflicto (reforzamiento negativo) contingente a las tácticas aversivas de sus hijos, se correlacionó significativamente con la probabilidad relativa de la elección de sus hijos de las mismas tácticas semanas después. Además, se observó una igualación entre la elección maternal de tácticas de conflicto y el reforzamiento negativo de sus hijos a dichas tácticas. 40 En otro estudio, Dishion, Sparackle, Andrews y Patterson (1995), al analizar los procesos de la influencia asociada a la conducta antisocial, video grabaron a un grupo de adolescentes, y sus amigos, y se registraron los tópicos normativo-rompimiento de reglas, así como las reacciones del escucha (sonrisas-pausas). Los análisis de la ley de igualación indican una relación lineal entre el tópico de rompimiento de reglas y reacciones positivas. A su vez se manifestó un patrón recíproco entre rompimiento de reglas y las conductas de sonreír y realizar comentarios al tópico, en los adolescentes que presentaban historias de arrestos por conducta delictiva, en comparación con aquellos adolescentes que presentaron un arresto o ninguno. De los estudios en donde se ha manipulado la frecuencia del reforzador, destaca en primer lugar el de Beardsley y McDowell (1992) quienes trabajaron con una muestra de sujetos en una situación de solución de problemas. En dicha situación la conducta de observar al experimentador se reforzó a través de expresiones verbales, elogios e interés con base en cinco programas de intervalo variable; de nueva cuenta se demostró que la hipérbola de la ley de igualación describió la relación entre el tiempo de reforzamiento y el tiempo dedicado a conductas de observar al experimentador. En segundo lugar, Borrero y Vollmer (2002) evaluaron la conducta apropiada e inapropiada de cuatro sujetos con retardo en el desarrollo. Dichos autores efectuaron observaciones descriptivas durante la interacción de los participantes y sus cuidadores, en dos escenarios laboratorio (tres participantes) y hogar (un sujeto). Los resultados muestran que la tasa proporcional de conducta problema relativo a conducta apropiada se ajusta aproximadamente a la tasa proporcional de reforzamiento para la conducta problemática de todos los sujetos. 41 De manera particular, en investigaciones conductuales, el autocontrol, y su inverso la impulsividad, han sido examinadas en un paradigma de programas concurrentes el cual enfatiza la naturaleza del contexto de este constructo, como dependiente en tamaño, calidad y retraso de las ganancias o reforzadores por respuestas alternativas en competencia. El autocontrol y la impulsividad son operacionalmente definidos como la elección entre alternativas de respuestas concurrentes disponibles que producen altos pero reforzadores demorados (autocontrol) o reforzadores inmediatos con pocas ganancias (impulsividad) (Neef, Bicard, Endo, Coury & Aman, 2005; Neef, Bicard, & Endo, 2001; Neef, Mace & Shade, 1993; Rachlin, 1974). En estudios con estudiantes de educación especial, los investigadores evaluaron la asignación de respuesta entre problemas matemáticos presentados concurrentemente, sobre programas concurrentes de intervalo variable, diferenciando la opción de respuesta en la calidad del reforzador (Neef, Mace, Shea & Shade, 1992) o en la demora del acceso al reforzador (Neef, Mace & Shade, 1993), lo que produjo una preferencia por la alta calidad o mayor inmediatez de reforzamiento que alteró el efecto producido solo por la tasa del reforzamiento. Por otro lado, diferentes esfuerzos de respuesta, (representados por la dificultad del problema) entre las tareas alternativas no alteró la distribución de respuesta en proporción a la relativa velocidad del reforzamiento (Neef, Mace, Shea & Shade, 1991). La ley de igualación es utilizada como un modelo matemático para la predicción de la asignación de respuestas en programas concurrentes de reforzamiento, ofrece a los analistas conductuales aplicados una metodología y un marco de referencia para el estudio de la elección (McDowell, 1988). Dentro de este marco de referencia, la efectividad de cualquier contingencia respuesta-reforzador es vista como dependiente del valor relativo de las contingencias alternativas disponibles. 42 Su aplicación en ambientes naturales (Carr & McDowell, 1980; Fernandez & McDowell, 1995; Conger & Killeen, 1974; McDowell, 1981; Martens & Houk, 1989), señala sus bondades, en virtud de que permiten predecir qué tanto reforzamiento sostiene un nivel específico de respuesta e identificar las variables que mayormente influyen en la distribución de la conducta humana. 43 I. DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN 1. Método 7.1 Participantes Se seleccionaron diez estudiantes, que cursaban el primer semestre de Bachillerato, de entre 14 y 16 años de edad, de clase media. Cinco testigos de violencia doméstica, de los cuales tres fueron hombres y dos mujeres; y cinco no testigos violencia de violencia doméstica, 4 mujeres y un hombre. La selección se llevó a cabo a través de la aplicación del Inventario de Salud, Estilos de Vida y Comportamiento (Sánchez-Sosa & Hernández-Guzmán, 1993) entre los estudiantes que asistían al Colegio de Bachilleres y el CECYT, del oriente de la Ciudad de México. 7.2 Escenario Las aplicaciones del software se realizaron en las salas de cómputo del Colegio de Bachilleres y del CECYT. 7.3 Materiales e Instrumentos La prueba experimental se realizó en una computadora de escritorio usando un Software (Vite, Negrete y Negrete, 2006), similar al utilizado por Neef et al, (2005). En primera instancia, el programa desplegaba una pantalla, en la que el usuario podría escoger entre dos opciones, la primera, analista, daba inicio a una nueva sesión de evaluación; la segunda opción, puntaje, mostraba los resultados de los participantes ya evaluados. Como lo muestra el Figura 1, seleccionando la opción analista (2) aparecía después una nueva pantalla en la que debía de ingresarse una clave (3), una vez ingresada la clave correcta se daba clic en aceptar y una pantalla (4) debía de ser llenada con los datos del sujeto a evaluar, como son nombre, apellidos y tipo de 44
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