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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PSICOLOGÍA RESIDENCIA EN NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA LA FUNCIÓN EJECUTIVA EN EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD REPORTE DE EXPERIENCIA PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL GRADO DE: M A E S T R A E N P S I C O L O G Í A P R E S E N T A : M A R I S O L R E Y E S N A V A DIRECTOR DEL REPORTE: DRA. JUDITH SALVADOR CRUZ COMITÉ TUTORIAL: DRA. GUADALUPE ACLE TOMASINI DRA. DOLORES RODRÍGUEZ ORTIZ DRA. PATRICIA ANDRADE PALOS MTRA. LILIA MESTAS HERNÁNDEZ MARZO 2009MÉXICO D.F UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Quiero agradecer en primer lugar a mi couch, quien aunque se alargó el partido a tiempos extras, en todo momento estuvo conmigo y no me dejó claudicar, me dio la fe y fortaleza para seguir adelante… Gracias Dios! Agradezco al CONACyT y a la Universidad Nacional Autónoma de México, excelentes instituciones que tenemos en el país, que apoyan a quienes queremos seguir formándonos profesionalmente, sin importar de qué universidad venimos, me siento muy honrada de haber pertenecido a la UNAM, máxima casa de estudios. A la jefa de Neurología, la Dra. Lilia Nuñez y al Dr. Juvenal Gutiérrez, Jefe del área de Neurología Pediátrica y a la Dra. Elsa Solórzano y su excelente grupo de trabajo, por todo lo que me enseñaron y sobre todo por considerar a los Neuropsicólogos como parte de su equipo de trabajo. Al Dr. Reynoso y al Instituto Nacional de Rehabilitación, que me dieron la oportunidad de participar en el protocolo de investigación, así como a los niños que participaron en él, y a quienes espero contribuir con algo con este trabajo. A Vero Z. quien no solo me brindo su apoyo en el INR sino también su amistad. A los profesores de la Residencia en Neuropsicología, de quienes aprendí no sólo académicamente, también me enseñaron que lo que no te mata te hace más fuerte. A la Dra. Paty Andrade, quien me ayudó enormemente en la realización de este trabajo y de quien recibí no solo su valiosa asesoría, sino también me brindó su tiempo y me tuvo mucha paciencia. A Ari quien a pesar de todo siempre me brindó su apoyo no sólo en lo personal, técnico y académico, sino también me ayudó a crecer y madurar. Gracias por todo! De manera infinita agradezco y dedico este trabajo a los pacientes y sus familiares, quienes nos enseñaron lo que no te dicen los libros y que por lo mismo nos obligaron a prepararnos cada día más. Agradezco a mis padres, mis hermanos, a mi niño hermoso, a mis amigos y a todas las personas que de alguna manera me apoyaron durante la maestría y en la realización del presente trabajo, quienes caminaron conmigo y me levantaron en cada caída sin decir nada, en verdad mil gracias por todo su apoyo, cariño y comprensión, me siento muy afortunada de tenerlos en mi vida. Dedicatorias Dedico con todo mi cariño este trabajo a todas las personas que estuvieron a mi lado durante este tiempo: Mis padres, quienes me han ayudado en todo momento y quienes me han enseñado que no hay obstáculos para cumplir tus sueños y que la mejor forma de seguir adelante es la constancia y la dedicación. Son el mejor ejemplo de que nunca es tarde para cumplir tus sueños. Mi abue que me apapachó y me consintió en las noches de desvelo, y con toda la sabiduría de las abuelas, supo cuando callar y cuando dar un abrazo y una palabra de aliento. Mi familia, mis sobrinos y mis hermanos, en especial Óscar y Nana que sufrieron conmigo las noches de desvelo, aguantaron mis berridos y siempre tuvieron una loca ocurrencia para alegrarme el día. Marco y Ángeles que ya no tendrán pretexto pa’ no llevarme a visitar a los gigantes! Y a los Murcia que por fin dejarán de verme aquí en la máquina de antisocial. Mis hijos, Chico, Santi, Viri, Kali y mis Danieles, que en muchos momentos descuidé y quienes sufrieron las histerias de su mamá Chory y aún así me siguen queriendo. Ya me entenderán cuando les toque estar así =) Mi chiquito hermoso, quien a pesar de la distancia y el tiempo siempre estuvo aquí conmigo, desvelándose, ayudándome en todo lo que podía y quien sufrió conmigo todas y cada uno de los momentos vividos durante este proceso. Gracias por esperarme y soportar todo hasta el final. Te amo Chris! La familia Wellmann Ríos, quien me recibió con los brazos abiertos y a quienes en tan poco tiempo he aprendido a querer. Es un honor que me consideren un integrante más de su familia. Al Staff de Radiochilango, Paco, Iván, Rod y Cía, quienes me alentaron a seguir adelante y comprendieron que no era por cortada que dejé de asistir a las reuniones. Más que mis amigos, saben que los quiero como hermanos! Mis queridas amigas las Chonas, Nydia, Azucena, Mona, Sara y en especial a Vero y Chelita, que sin esas interminables noches de desvelo y sin esos cafés con tequila no sé qué hubiera sido de mi salud. Gracias por escucharme y estar conmigo en los momentos más difíciles. Las quiero mucho amiguitas!!! Mi amiga Judith, con quien inicié este sueño en el año 2000 y quien en todo momento me apoyó de mil formas. Espero seguir compartiendo muchas experiencias más contigo amiguita, TQM. Mi gemela, amiga, cómplice y sisterna Anita, de quien aprendí mucho y quien ha sido un gran ejemplo a seguir, como siempre lo dije, eres mi Master!!! Recuerda que aún nos faltan muchas páginas más por escribir en este maravilloso libro de la vida. Mi querida Vivianita (Dianita pa’ los cuates), amiga, como siempre solidaria conmigo hasta el final! Te quiero mucho condenadota y no sabes cómo se te extraña por acá. Ojalá esta bella amistad que surgió en este tiempo perdure para siempre. Mis maestras y amigas Judith y Lilia, de quienes aprendí mucho y quienes me enseñaron que en medio de la obscuridad siempre hay una luz, solo hay que saber por dónde caminar para no seguir el camino falso ni caer en el vacío. Mis amigas Erika e Isabel, quienes siempre tuvieron las palabras exactas para darme ese jalón de orejas que de vez en cuando hace falta. Las quiero mucho amigas!!! Mi abuelo, quien solidariamente compartió conmigo el estrés de los trabajos finales y a Ari, quien se encargo de Chico en los interminables días de trabajo. Los quiero mucho. A esa extraña pero maravillosa persona que compartió conmigo el inicio de este gran sueño. Gracias feín por todo tu apoyo, tus consejos y regaños cuando quería desertar Mis compañeros Lety, Rebeca y Miguel de quienes admiro su fortaleza y lealtad y con quienes espero coincidir en otros momentos de la vida. ÍNDICE RESUMEN LA FUNCIÓN EJECUTIVA EN EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD. INTRODUCCIÓN TDAH Antecedentes 1 Características 3 CIE-10 5 DSM-IV 9 Etiología 17 Factor neurológico 17 Factor genético 17 Factores pre y perinatales 19 Factores ambientales 19 Factores del desarrollo 20 Cerebro y TDAH 21 Circuito fronto-estriado21 Corteza prefrontal 23 Prevalencia 27 Trastornos comorbidos 31 Modelos cognitivos del TDAH 34 Modelo de Barkley 34 Modelo de asignación/alerta de Seargent 36 Modelo de aversión al retraso de Sonuga-Barke 37 Modelo de las funciones ejecutivas frías/afectivas de Zelazo y Muller 38 Perfiles cognitivos del TDAH 41 FUNCIONES EJECUTIVAS Definiciones 44 Planeación 48 Desarrollo de las funciones ejecutivas 50 Procesos cognitivos que interactúan con las funciones ejecutivas Atención 52 Redes atencionales 54 Memoria de trabajo 59 Evaluación de las funciones ejecutivas 64 MÉTODO Propósito 68 Objetivos 70 Tipo de estudio 70 Participantes 70 Instrumentos Torre de Londres 71 Figura de Rey 74 Procedimiento 80 RESULTADOS 83 DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 101 REFERENCIAS 118 GLOSARIO 126 APÉNDICES 127 ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS TABLAS Tabla 1. Desempeño de los niños con TDAH en la Figura de Rey A y B 83 Tabla 2. Desempeño de los niños con TDAH en la TOLDX 84 Tabla 3. Desempeño por subtipos de TDAH en la TOLDX 86 Tabla 4. Puntajes de la ejecución de la figura de Rey. 88 Tabla 5. Errores en la ejecución de la Figura de Rey A y B (C y M) en niños con 89 TDAH. Tabla 6. Porcentaje de errores con percentil ≥ 90 en la Figura de Rey A (C) por 92 subtipos. Tabla 7. Porcentaje de errores con percentil ≥ 90 en la Figura de Rey A (M) por 93 subtipos. Tabla 8. Porcentaje de errores con percentil ≥ 90 en la Figura de Rey B (C) por 94 subtipos. Tabla 9. Porcentaje de errores con percentil ≥ 90 en la Figura de Rey B (M) por 94 subtipos. FIGURAS Fig. 1 Corte coronal que muestra el cuerpo estriado y las estructuras adyacentes. 22 Fig. 2. Áreas del cerebro que forman la corteza frontal y prefrontal. 23 Fig. 3. Áreas de Brodmann, vista lateral. 24 Fig. 4. Áreas de Brodmann, vista medial. 25 Fig. 5. Áreas de Brodmann implicadas en la Memoria de trabajo. 62 Fig. 6 Secuencia de las unidades que trazan los niños de predominio inatento 95 Fig. 7 Unidades que trazan principalmente los niños Hiperactivos Impulsivos en 96 la copia. Fig. 8 Unidades internas que trazan los niños Hiperactivos Impulsivos en la copia. 97 Fig. 9 Unidades que trazan principalmente los niños Hiperactivos Impulsivos en la 97 memoria. Fig. 10. Unidades que trazan los niños de Tipo Combinado en la ejecución de la 98 copia. Fig. 11. Unidades que trazan los niños de Tipo Combinado en la ejecución de la 99 memoria. Fig. 12. Elementos que componen la Figura de Rey B. 100 Resumen El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un padecimiento neuroconductual común en la edad escolar. La inatención y/o hiperactividad- impulsividad es la sintomatología predominante de este trastorno y afecta a los procesos psicológicos superiores tales como las funciones ejecutivas. La presente investigación tuvo como objetivo analizar la planeación en niños de entre 7 y 12 años en dos áreas de ejecución: gráfica y manipulativa. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el desempeño de las tareas entre los subtipos de TDAH pero si un patrón característico de cada subtipo en la realización de la tarea gráfica. Palabras clave: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH); Función Ejecutiva; Planeación; Prueba de la Figura de Rey; Torre de Londres-Drexel (TOLDX) Abstract The Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) is a common neurobehavioral disorder in school age children. The lack of attention and / or hyperactivity-impulsivity are predominant symptoms of this disorder and affect the higher psychological processes such as executive functions. This study aimed to analyze planning in children between the ages of 7 and 12 years in two areas of performance: graphics and manipulatives. There were no statistically significant differences in the performance of these tasks among the subtypes of the disorder: however a characteristic pattern was found of each subtype in the achievement of the graphic task. Key words: Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD); Executive Function; Planning; Rey Complex Figure Test; Tower of London-Drexel (TOLDX) i LA FUNCIÓN EJECUTIVA EN EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD INTRODUCCIÓN El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un padecimiento neuroconductual que afecta antes de los primeros siete años de vida, según lo menciona la taxonomía internacional APA (American Psychiatric Association) por lo que es el trastorno conductual más frecuente en la edad escolar. En las últimas décadas ha sido de los trastornos más diagnosticados en las instituciones de salud, tanto públicas como privadas. Este diagnóstico generalmente coincide con los reportes de las instituciones escolares o con las dificultades que los menores presentan en el medio sociocultural en el que se desenvuelven. Los síntomas más representativos del TDAH son la inatención y/o hiperactividad-impulsividad. Para su estudio actualmente el trastorno se ha clasificado en tres tipos: 1) de predominio Inatento, 2) hiperactivo- impulsivo, y 3) de tipo combinado (Asociación Americana de Psiquiatría, 1995). La forma de realizar el diagnóstico ha quedado a cargo de instituciones de salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la American Psychological Association (APA) que se han dedicado a realizar clasificaciones y criterios que caractericen al trastorno. De esta manera la OMS, mediante la publicación de la Clasificación Estadística Internacional (CIE) en su décima edición y la APA, con el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico) en su cuarta edición, han propuesto una serie de criterios que encuadran el trastorno, siendo sólo éstos los parámetros conductuales que actualmente se utilizan a nivel mundial para realizar el diagnóstico. ii La valoración del trastorno debe tomar en cuenta que las conductas deben presentarse al menos en dos ambientes diferentes (por ejemplo hogar y escuela) y como mínimo seis meses antes. Asimismo, existen otras escalas conductuales que ayudan a diagnosticar y corroborar el trastorno, como la escala Conners para padres y profesores (Conners, 1969) y el EDAH en su versión española (Farré y Narbona, 1998), la escala Brief Psychiatric Rating Scale (BPRS) (Overall y Gorham, 1962) y la Behavior Assessment System for Children (BASC-II) (Reynolds y Kamphaus, 2004) entre otras. Como se mencionó anteriormente, hasta el momento no existe una prueba específica que diagnostique el TDAH, por lo que para la valoración de este trastorno se debe recolectar la mayor información posible en las historias clínicas, en los reportes académicos (identificando las fortalezas y debilidades del niño) así como los aspectos conductuales, emocionales, cognitivos, sociales y afectivos, en diferentes ámbitos: social, escolar y familiar, de aquí la importancia de que el trastorno sea evaluado por un equipo multidisciplinario. Aunque la etiología de este padecimiento no ha sido determinada, se han realizado estudios que sugieren la existencia de factores genéticos involucrados; asimismo se han documentado anormalidades neuroanatómicasy neuroquímicas que abarcan redes que se encuentran relacionadas con el control ejecutivo y la alerta, incluyendo el circuito frontoestriado derecho (Castellanos, Giedd, y Marsh, 1996; Castellanos y Tannock, 2002), lo cual sustentaría la hipótesis de que el déficit en el lóbulo frontal es la base neural de los síntomas del TDAH. iii De acuerdo a las cifras dadas por el DSM-IV (1995), la prevalencia del trastorno oscila entre el 3% y el 5%, sin embargo como el diagnóstico no siempre es correcto, las cifras varían de acuerdo a quien responda los criterios conductuales de las escalas. En México se estima que el TDAH se presenta en aproximadamente un millón y medio de niños (SERSAME, 2000) y si tomamos en cuenta que gran parte de la población que padece el trastorno, lo sigue manifestando durante la adolescencia y la adultez, el número de personas afectadas es de alrededor de dos millones y medio. Como se ha mencionado, el diagnóstico se establece mediante un diagnóstico clínico y escalas conductuales, es por esto que áreas de la salud como la neuropsicología se han dado a la tarea de investigar mediante pruebas que evalúan la capacidad cognitiva cuáles son los procesos alterados en los niños con TDAH así como las características de cada subtipo, encontrando que las funciones ejecutivas son el proceso que más alteraciones ha mostrado en todos los casos. Las funciones ejecutivas se refieren a las conductas y habilidades relacionadas a la planeación y uso de estrategias, así como al mantenimiento de la atención y la conducta en la búsqueda de alguna meta (Riccio, Wolfe, Romine, Sullivan y Sullivan, 2004). Las funciones ejecutivas dependen de procesos como la atención y la memoria de trabajo para funcionar correctamente. Estos procesos han sido relacionados con la corteza prefrontal y también parecen estar alterados en otros trastornos conductuales, cuya deficiencia principal es un problema para inhibir conductas y pensamientos inapropiados (Casey, Giedd y Thomas, 2000). iv Debido a que el funcionamiento ejecutivo es el proceso que se encuentra más alterado en el TDAH y que hay clara evidencia de perfiles cognitivos dependiendo el subtipo (Chabildas, Penington y Willcutt, 2001; Nigg, Goldsmith y Sachek, 2004; Diamond, 2005; Schoechlin y Engel, 2005), el propósito de este estudio fue explorar el desempeño de dichas funciones en el áreas manipulativa y en la gráfica, mediante la ejecución de dos pruebas neuropsicológicas: la Torre de Londres-Drexel (Culberston y Zillmer, 1998) y la figura de Rey (Rey, 1941; Osterrieth, 1944). De esta manera, el trabajo quedó organizado en cinco apartados; en el primero se realizó una revisión teórica sobre antecedentes y aspectos generales del TDAH como etiología y prevalencia así como características específicas de los perfiles cognitivos, trastornos comorbidos, así como descripción de la fisiología y anatomía de las estructuras involucradas en el trastorno entre otras cosas. En el segundo apartado se abordó la definición de función ejecutiva, sus componentes y su relación anátomo- fisiológica con el TDAH. En el tercer apartado se encuentra el método, en el que se describieron los propósitos, participantes, herramientas y procedimiento para evaluar las funciones ejecutivas en niños con TDAH. En la cuarta parte se encuentran los resultados de acuerdo a los análisis estadísticos realizados. Finalmente en el último apartado se realizó la discusión y las conclusiones del trabajo, resumiendo los principales hallazgos cuantitativos y cualitativos sobre el desempeño de las pruebas aplicadas y su relación con los aspectos teóricos descritos en el primer apartado. Asimismo se realizó un análisis de los alcances y limitaciones del estudio así como una propuesta de las posibles líneas de investigación. 1 TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN (TDAH) ANTECEDENTES El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por presentar déficits en la atención, impulsividad e hiperactividad, problemas para modular el nivel de actividad y moderar las acciones impulsivas; el resultado es una conducta inadaptada inconsistente con la edad y el nivel de desarrollo (Rappley, 2005). Estos problemas fueron reportados por varios médicos desde el siglo XIX: así, en 1848 Heinrich Hoffmann refirió el comportamiento de un niño hiperactivo y desatento. En 1902, George Still describió a 42 niños que se caracterizaban por ser agresivos, desafiantes y resistentes a la disciplina, excesivamente emocionales, con inhibición volitiva y con dificultades para mantener la atención, creyendo que ésta se debía a un déficit en el control moral de su conducta. En la década de los años 20’s Hohman y en la década de los 30’s Cohen reportaban que los síntomas descritos por Still se presentaban tras una lesión cerebral. En la década de los sesenta, Clemens y Peters acuñaron el término de disfunción cerebral mínima bajo el supuesto de que los niños con sintomatología hipercinética no presentaban lesión cerebral alguna. Así, la etiología no sería una lesión cerebral concreta sino una disfunción general, en la que el cerebro aparece absolutamente normal sin ningún tipo de patología (Menéndez, 2001). Esta sintomatología ya empezaba a describir la sintomatología actual. 2 El TDAH tiene sus antecedentes en la época de la transición conceptual de los términos lesión cerebral mínima y disfunción cerebral mínima, cuando todavía no existía una distinción entre los tipos de TDAH. Posteriormente, en la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM II) el énfasis se centró en la hiperactividad como síndrome hipercinético. En la tercera edición la atención se enfocó en los déficits y alteraciones cognitivas que presentaban los niños y el desorden fue categorizado en dos tipos: 1) trastorno por déficit de atención (TDA) con hiperactividad, en el que se presentaban indicadores de inatención, impulsividad e hiperactividad; y, 2) trastorno por déficit de atención (TDA) sin hiperactividad, en el que se mostraban indicadores de inatención e impulsividad (APA, 1980). Usando los criterios de la segunda edición, los niños diagnosticados con TDA sin hiperactividad mostraban más probabilidades de presentar problemas de procesamiento cognitivo y dificultades de aprendizaje, así como a tener un mayor riesgo de manifestar trastornos de ansiedad y emocionales (Riccio, Homack, Pizzitola y Wolfe, 2006). La conceptualización del TDA sin hiperactividad, en términos de si se presentaban problemas de atención e impulsividad estaba equivocada, ya que estos indicadores no suelen coexistir. Los síntomas que coexisten son la hiperactividad e impulsividad. Se concluyó que tanto el tipo inatento como el hiperactivo manifiestan diferentes déficits cognitivos y perfiles conductuales (Makris, Biederman, Valera, Bush, Kaiser, Kennedy et al., 2007; Riccio, et al., 2006). 3 Con los criterios del DSM-III (1980) se realizaron investigaciones y se encontró que el rendimiento matemático en los niños con TDA sin hiperactividad era significativamente menor, presentaban dificultades al realizar producciones escritas, lectura de comprensión pobre, decremento en la denominación, enlentecimiento cognitivo y lentitud en la percepción motora. Estos dos últimos síntomas podrían constituir otra dimensión de problemas de atención llamada tempo cognitivo lento (Riccio, et al., 2006) pero fue excluida por no tener utilidad estadística. Ante la ausencia de evidencia científica que apoyara la división entre TDA, con y sin hiperactividad, en la revisión de la tercera edición del DSM (1987) el trastorno fue conceptuado como TDAH, en el que la presencia de cualquier combinación: al menos ocho de los 14 síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad, se consideraba suficientepara establecer el diagnóstico. Para la cuarta edición del DSM-IV (1995) se tomaron en cuenta los hallazgos anteriormente mencionados y se identificaron dos dimensiones: la de hiperactividad- impulsividad y la de inatención, las cuales se podrían manifestar de tres formas: Predominantemente Inatento (PI), de predominio Hiperactivo-Impulsivo (HI) y de Tipo Combinado (TC) así como el TDAH no especificado. CARACTERISTICAS DEL TDAH Aunque el TDAH es una de las primeras causas de consulta en las instituciones de salud, su diagnóstico aún es controvertido ya que no existen marcadores biológicos ni evidencia anatomo-fisiológica contundente que lo determine; esto ocasiona que el 4 trastorno se sobre diagnostique, en el caso de los niños, y se sub-diagnostique, en el caso de las niñas. La habilidad para enfocar la atención, regular la actividad y controlar los impulsos surge en todos los niños durante el proceso del desarrollo, por lo que el diagnóstico del TDAH está basado sobre la alteración de estos síntomas específicos, el contexto en el que los síntomas ocurren y el grado en el que estos son inconsistentes con la edad y persisten causando deterioro (Rappley, 2005). Es decir, es difícil determinarlo en edades tempranas, antes de los 4 o 5 años, porque su comportamiento característico es mucho más variable que el de los niños de más edad, pudiendo incluir características similares a los síntomas del TDAH. Ciertos síntomas de inatención en niños pequeños o preescolares no suelen observarse con facilidad, puesto que dichos niños habitualmente experimentan pocas exigencias de atención sostenida. Es por esto que el diagnóstico es más factible elaborarlo en los niños de edad escolar ya que los síntomas de inatención afectan las tareas en clase y el rendimiento académico. Sin embargo hay que tener en cuenta que, en el caso de los síntomas impulsivos, pueden deberse a dificultades con las normas familiares e interpersonales y escolares, especialmente en la adolescencia (APA, 1995). A medida que los niños maduran, los síntomas son menos notorios. Esto es evidente en el último período de la infancia y el inicio de la adolescencia ya que disminuyen los 5 signos de actividad motora excesiva, de modo que los síntomas de hiperactividad pueden limitarse a inquietud motora o a un sentimiento interno de desesperación. En los adultos, el TDAH es más difícil de diagnosticar porque los síntomas son menos obvios y más inespecíficos. La falta de concentración, infelicidad debida a la sobrecarga emocional y organizacional, déficit en la inhibición así como dificultad en la integración afectiva puede ser el resultado del TDAH o de un trastorno de ansiedad, de depresión o de personalidad, entre otros (Schoechlin y Engel, 2005). Es importante señalar que el diagnóstico debe ser realizado por un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud (médico general, neurólogo, neuropsicólogo, psicólogo) apoyados por los profesionales de la educación (profesores, pedagogos, psicólogos educativos) y por las personas que pertenecen al entorno social del niño (padres, familiares, otros cuidadores primarios). Actualmente para identificar las características del TDAH se utilizan clasificaciones como la CIE-10 y el DSM-IV, que se han ido reestructurando para reducir las diferencias de términos entre ambos así como aumentar la congruencia entre ambas. Clasificación Estadística Internacional (CIE-10) El CIE-10 (1992) es la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros problemas de salud en su décima versión, es publicada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y consta de una lista de códigos que sirven para clasificar las enfermedades. En esta clasificación no se refiere un TDAH como tal, el trastorno está 6 considerado bajo el rubro de trastornos hipercinéticos, en el que los rasgos característicos son una conducta hiperactiva y una marcada falta de atención. Estas conductas deben estar presentes en diversas situaciones --casa, escuela, contexto social, etc.-- y persistir con el tiempo --presentarse al menos seis meses atrás--. De acuerdo a la lista de códigos del CIE-10, los trastornos hipercinéticos comienzan generalmente durante los primeros cinco años de vida y se caracterizan por: Presentar déficit cognitivos por lo que falta persistencia en actividades que requieren la participación de dichos procesos. Tendencia a cambiar de una actividad a otra sin terminar ninguna. Su actividad es desorganizada, mal regulada y excesiva. Estos niños suelen ser descuidados e impulsivos, propensos a accidentes. Generalmente presentan problemas de disciplina por no seguir las normas, más que por desafíos deliberados a las mismas, por una falta de premeditación. Su relación social con los adultos suele ser desinhibida. Son poco populares entre sus iguales y pueden llegar a aislarse. Son extraordinariamente frecuentes los retrasos específicos en el desarrollo motor y del lenguaje. Las complicaciones secundarias de los trastornos hipercinéticos son: Un comportamiento disocial, antisocial. Baja estimación de sí mismo. 7 Normalmente estas dificultades persisten durante los años escolares e incluso en la vida adulta, pero en muchos de los casos con el paso del tiempo existe una mejoría gradual de la hiperactividad y del déficit de la atención. Los trastornos hipercinéticos se presentan en niños con mayor frecuencia que en las niñas. Es común que se acompañe de problemas de lectura o de aprendizaje. Para realizar el diagnóstico de trastorno hipercinético es necesario identificar ciertas conductas que se presentan en el déficit de atención y la hiperactividad. De esta manera el trastorno de la atención se pone de manifiesto por: Una interrupción prematura de la ejecución de tareas. Dejar las actividades sin terminar o cambiar de una actividad a otra, dando la impresión que pierden la atención en una tarea porque se entretienen con otra (aunque estudios de laboratorio no demuestran con precisión un grado extraordinario de distracción sensorial o perceptiva). Estos déficits en la persistencia y en la atención deben ser diagnosticados sólo si son excesivos para la edad y el CI del afectado. La hiperactividad implica: Una inquietud excesiva, en especial en situaciones que requieren una relativa calma y puede manifestarse mediante saltos o correr sin rumbo fijo, imposibilidad de permanecer sentado cuando se requiere, por una verborrea, por una inquietud general acompañada de gesticulaciones y contorsiones. 8 El criterio para la valoración de si una actividad es excesiva está en función del contexto, es decir, de lo que se espera en esa situación concreta y de lo que sería normal teniendo en cuenta la edad y el CI del niño. Dentro de los trastornos hipercinéticos se pueden encontrar a su vez una subdivisión del trastorno, de acuerdo al predominio de ciertos rasgos, teniendo así: Trastorno de la actividad y de la atención en el que están presentes las pautas del trastorno hipercinético, las del trastorno por déficit de atención y además las del trastorno por déficit de atención con hiperactividad pero no existen las pautas del trastorno disocial. Trastorno hipercinético disocial en el que están presentes las pautas del trastorno hipercinético y las del trastorno disocial. Trastornos hipercinéticos sin especificación que presenta las pautas del trastorno hipercinético pero no es posible diferenciarlo del trastorno de la actividad y de la atención y del trastorno disocial. De acuerdo a los códigos revisados en el CIE-10 se pueden distinguir dos síntomas principales que caracterizan el trastorno: el déficit de atención y la hiperactividad. Además de estos rasgos, el niño puede presentar déficit en la cognición, en el lenguajey en la destreza motora. Aunque la clasificación del trastorno hipercinético que se maneja en el CIE-10 está editada por la OMS, tanto en México como en el resto de los países de América se 9 utilizan los criterios del DSM, editado por la Asociación Americana de Psiquiatría, por lo que en el siguiente apartado se revisarán dichos criterios. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) En la cuarta edición del DSM IV (1995), se describe que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad se divide en cinco criterios. Criterio A: Existe un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad, que es más frecuente y grave que el observado en personas de un nivel de desarrollo similar. Criterio B: Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o de desatención causantes de problemas pueden haber aparecido antes de los 7 años de edad. Sin embargo, bastantes sujetos son diagnosticados habiendo estado presentes los síntomas durante varios años. Criterio C: Algún problema relacionado con los síntomas debe producirse al menos en dos situaciones (p. ej., en casa y en la escuela o en el trabajo). Criterio D: Debe haber pruebas claras de interferencia en la actividad social, académica o laboral propia del nivel de desarrollo. Criterio E: El trastorno no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental Aunque la mayor parte de los individuos tienen síntomas tanto de desatención como de hiperactividad-impulsividad, en algunos predomina uno u otro de estos patrones. El 10 subtipo apropiado debe indicarse en función del patrón sintomático predominante durante los últimos 6 meses. Para elaborar el diagnóstico, se debe cumplir con cuatro de los criterios anteriormente mencionados. Específicamente en el criterio A se toman en cuenta la presencia de conductas que reúnan los criterios de 1) desatención y de 2) hiperactividad- impulsividad que se encuentran dentro del criterio A. Criterios para el diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad A. (1) o (2): (1) Seis o más de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Desatención (a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades (b) A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas (c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente (d) A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comporta-miento negativista o a incapacidad para comprender instrucciones) 11 (e) A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades (f) A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos) (g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas) (h) A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes (i) A menudo es descuidado en las actividades diarias (2) Seis o más de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Hiperactividad (a) A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento (b) A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado (c) A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud) (d) A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio (e) A menudo «está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor (f) A menudo habla en exceso 12 Impulsividad (g) A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas (h) A menudo tiene dificultades para guardar turno (i) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej., se entromete en conversaciones o juegos) Si el sujeto ha reunido los criterios diagnósticos, el siguiente paso es determinar el subtipo al que pertenece, de acuerdo a lo siguiente: Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado (TC) El niño entra en este tipo si durante seis meses o más han persistido seis o más síntomas de inatención (A1) y seis o más síntomas de hiperactividad-impulsividad (A2). La mayor parte de los niños y adolescentes con este trastorno se incluyen en el tipo combinado. No se sabe si ocurre lo mismo con los adultos afectos de este trastorno. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio del déficit de atención (PI) Se diagnostica este tipo si el sujeto cumple con seis o más criterios de inatención (A1) pero no con los síntomas de hiperactividad-impulsividad (A2) durante al menos los últimos seis meses. 13 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo (HI) Si se reúnen seis o más criterios de hiperactividad-impulsividad (A2) pero no se reúnen los criterios de inatención (A1) durante al menos los últimos seis años. Cabe señalar que, en el caso de los adolescentes y adultos que actualmente presentan síntomas y ya no cumplen con todos los criterios, debe especificarse en el diagnóstico como remisión parcial. Cuando los síntomas de un sujeto no cumplen actualmente todos los criterios del trastorno y no queda claro si tales criterios se cumplían con anterioridad, debe diagnosticarse un trastorno por déficit de atención con hiperactividad no especificado. Durante la primera infancia puede ser difícil distinguir los síntomas del TDAH de los comportamientos propios de la edad en niños activos. Los niños que tienen un CI bajo pueden presentar síntomas de desatención si la escuela es inadecuada para su capacidad intelectual, por lo que estos comportamientos deben distinguirse de signos similares en niños con TDAH. En el caso contrario, también puede observarse desatención en el aula cuando niños de elevada inteligencia están situados en ambientes académicamente poco estimulantes. Respecto al CI, es importante señalar que dentro del estudio del TDAH no existe un parámetro exacto; los investigadores han tomado diferentes puntuaciones como criterio de inclusión. Así por ejemplo, Goldberg, Mostofsky, Cutting, Mahone, Astor, Denckla et 14 al. (2005); López, Gómez, Aguirre, Puerta y Pineda (2005) usaron un CI > 70; Rucklidge (2006); Yang, Chan, Zou, Jing, Mai y Li (2007) tomaron un CI >75; Riccio et al., (2006) incluyeron un CI ≥ 80; Perchet, Revol, Fourneret, Mauguière y García-Larrea (2001); Piek, Dyck, Nieman, Anderson, Hay, Smith et al., (2004); Morales y Meneses (2003) usaron como criterio un CI >90. Por su parte, Galindo, de la Peña, de la Rosa, Robles, Salvador y Cortés (2001) no lo tomaron en cuenta para incluir a los pacientes de su muestra, aunque tenían un CI promedio de 102, solo consideraron el diagnóstico de TDAH. Es por esto que autores como Barkley (1997) han argumentado que el CI de los niños con TDAH en comparación a los grupos controles, deben ser ajustados estadísticamente porque estos procedimientos pueden eliminar diferencias que son debidas a los efectos del TDAH sobre las funciones ejecutivas y no precisamente que los niños tengan un desempeño intelectual bajoe incapacitante. En niños con retraso mental debe establecerse un diagnóstico adicional de TDAH sólo si los síntomas de desatención o hiperactividad son excesivos para la edad mental del niño. También se debe tomar en cuenta que existen otros trastornos de la infancia que comparten síntomas y pudieran confundirse. El TDAH no se diagnostica si los síntomas se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental. Cuando coexisten debe diagnosticarse cada uno de ellos. El diagnóstico diferencial puede complicarse cuando algunos sujetos con TDAH presentan secundariamente actitudes negativistas hacia tareas académicas y laborales por la renuencia a aceptar las exigencias de otros. 15 Como puede verse, los criterios del DSM-IV para el diagnóstico de este trastorno son casi idénticos a los criterios de investigación de la CIE-10; ambos se basan principalmente en características conductuales, sin embargo difieren en que: Los códigos de la CIE-10 define categorías más estrictas. En la CIE-10 la presencia de otros trastornos es siempre un criterio de exclusión y no recomienda el diagnóstico del trastorno hipercinético en presencia de trastornos afectivos o de ansiedad En el DSM-IV se plantea la posibilidad de comorbilidad con otros trastornos, ya sea de conducta, de ansiedad o afectivos. Respecto a la edad de diagnóstico, en el DSM-IV el límite superior para la aparición de los síntomas es de siete años mientras que en la CIE-10 el límite superior es de seis años. Mientras que el diagnóstico del DSM-IV requiere seis o más síntomas de inatención o bien seis o más de hiperactividad/impulsividad, los criterios diagnósticos de investigación de la CIE-10 requieren al menos seis síntomas de inatención, al menos tres de hiperactividad y por lo menos uno de impulsividad. En el DSM-IV se hace una clasificación por subtipos dependiendo de los síntomas predominantes, en la CIE-10 se subespecifíca esta entidad en función del posible cumplimiento de los criterios diagnósticos de un trastorno disocial. En la CIE-10, este trastorno se denomina trastorno de la actividad y la atención, y viene incluido dentro del grupo de trastornos hipercinéticos. A pesar de sus diferencias, estas clasificaciones tienen la ventaja de que su aplicación requiere de poco tiempo, sin embargo cuando se realiza la identificación de conductas 16 específicas puede ser respondida subjetivamente, ya sea infra o supra valorando las conductas, de acuerdo al criterio de los papás y maestros, quienes aportan la información para determinar el diagnóstico y el tipo de TDAH que el niño presenta. Tanto el DSM-IV como la CIE-10 se basan en la cantidad de síntomas y no en el grado que afectan al menor. No obstante, existen otras escalas para diagnosticar el trastorno, como la escala Conners para padres y profesores (Conners, 1969) que usa las calificaciones del observador para ayudar a evaluar el TDAH y los problemas conductuales en niños y adolescentes, en su versión española la Evaluación del Déficit de Atención con Hiperactividad, EDAH (Farré y Narbona, 1998); la escala Brief Psychiatric Rating Scale (BPRS) que permite una evaluación rutinaria de los pacientes en el ámbito clínico y psiquiátrico (Overall y Gorham, 1962); la Behavior Assessment System for Children (BASC-II) que evalúa las conductas, pensamientos y emociones de los niños y adolescentes, enfocándose en la evaluación de conductas adaptadas e inadaptadas (Reynolds y Kamphaus, 1991); la ADHD RS-IV (Attention-Deficit-Hiperactivity Disorder Rating Scales IV) para padres y profesores, que consta de los síntomas del criterio A de inatención e hiperactividad/impulsividad del DSM-IV (Du Paul, Power, Anastopoulos y Red, 1998), entre otras. Hasta ahora tampoco se ha demostrado la eficacia del diagnóstico por medio de pruebas computarizadas o de aplicación estándar, que miden la atención e impulsividad, por lo que en la realización del diagnóstico se deben considerar otras conductas que puedan estar influyendo el desempeño conductual y académico. 17 También es importante determinar si hay una historia familiar de TDAH, depresión, trastorno bipolar, ansiedad, tics, desórdenes genéticos que pueden presentar síntomas similares a los del TDAH (Rappley, 2005). ETIOLOGÍA A pesar de que el TDAH se ha estudiado más estructuradamente desde su primera publicación en el DSM-II en los años sesentas, su etiología aún no ha sido determinada. En diversas investigaciones realizadas al respecto, se ha concluido que su etiología es multifactorial. De los factores etiológicos que se han encontrado con una estrecha relación con el trastorno son: Factor neurológico El factor neurológico se refiere a las lesiones cerebrales que pueden ocasionar múltiples trastornos psicológicos y psiquiátricos. Aunque estos trastornos suelen ser inespecíficos, aún no se han asociado al TDAH como únicos responsables del mal funcionamiento cerebral. En el caso de los niños que presentan lesión cerebral manifiesta, sólo un porcentaje de ellos presenta TDAH (Herreros, Rubio, Sánchez y Gracia, 2002). Factor genético Para estudiar el factor genético se han realizado investigaciones con gemelos, hermanos, padres y familiares de niños con TDAH, demostrando que la heredabilidad del trastorno es de 0.75 (Compains, Álvarez y Royo, 2002; Mulas, Mattos, de la Osa- Langreo y Gandía, 2007). Los estudios de genética molecular sugieren que los tres 18 genes responsables de incrementar la predisposición para el trastorno son: el gen del receptor de dopamina D4, el gen transportador de dopamina y el gen receptor de dopamina D2. Se estima que los casos heredados oscilan entre el 55%-92% de todos los sujetos con TDAH y generalmente ha sido por vía paterna (Compains et al., 2002). De acuerdo a Jonhson, Robertson, Kelly, Silk, Barry, Dáibhis et al. (2007) estudios genéticos han mostrado una asociación entre TDAH y la variación alélica en los genes que controlan los sistemas de neurotransmisores que regulan el estado de alerta, tales como la noradrenalina, serotonina y la corticotropina. En otros estudios Castellanos, Sonuga-Barke, Milham y Tannock (2006) encontraron que la heredabilidad del TDAH está sólidamente establecida, aunque los principales genes de riesgo todavía no se han identificado, algunos genes relacionados a la neuromodulación monoaminérgica están confirmados como contribuyentes menores a la varianza fenotípica general. De acuerdo a Diamond (2005) el Transportador de Dopamina (DAT) es el principal mecanismo para recapturar la liberación de dopamina. El DAT es abundante en el cuerpo estriado, donde está muy distribuido y estratégicamente localizado, significando un papel más importante en la función del estriado que en la función prefrontal, es decir, el estriado es potencialmente el principal lugar para la disfunción neurobiológica en el TDAH. El perfil neurobiológico, cognitivo y conductual de los niños con Trastorno por Déficit de Atención implica fuertemente una alteración primaria en la corteza prefrontal, el alelo 7 repetido del gen DRD4 está más relacionado al Trastorno por Déficit de Atención. El receptor de dopamina del subtipo DRD4 está presente en la 19 corteza prefrontal pero no en el estriado. En el estriado los receptores son abundantes para, y limitados a, D1, D2 y D3 (Diamond, 2005). Factores pre y perinatales Los factores prenatales y perinatales como ansiedad durante el embarazo, bien sea por su personalidad o por acontecimientos externos graves durante el periodo de gestación (problemas con la pareja, familiares, económicos, laborales, etc.), asfixia al nacer (hipoxia prolongada, anoxia, problemas con el cordón umbilical), hemorragias durante la gestación, parto prolongado, nacimiento prematuro, consumo de la madre de sustancias tóxicas, de tabaco yalcohol, y bajo peso al nacer se han reportado en algunos casos de niños con TDAH (Herreros et al., 2002). Si bien estos factores son nocivos al producto, dichas condiciones no afectan por igual a todos los niños prematuros o con bajo peso al nacer, por lo que se considera son factores que hacen al niño más vulnerable a la influencia negativa de otras variables ambientales, más no detonantes del trastorno. Factores ambientales La influencia del medio ambiente también ha sido reportada en algunos casos, sin embargo hay niños con predisposición genética o antecedentes biológicos que no siempre presentan alteraciones en la conducta, por lo que habría que estudiar si existe influencia del entorno, es decir, si la influencia positiva o negativa de la familia, el entorno escolar y social así como la condición socioeconómica, entre otras variables sociales, pueden constituir un factor que detone o no al TDAH. Asimismo, también existen factores como la exposición a altos niveles de cobre y plomo que pueden ser 20 nocivos al buen desarrollo cerebral y que también han sido reportados, aunque en menor grado (Nieto, Wollman, y Barroso, 2004). Factores del desarrollo Reportes indican que el TDAH es causado por el fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales en los que se apoyan la inhibición y el autocontrol. De acuerdo con esta hipótesis, estudios neuropsicológicos sugieren que el déficit central en el TDAH es una falla para inhibir o retrasar la respuesta (Baddeley, 2003; Barkley,1997; Barrios y Guàrdia, 2001; Casey et al., 2000; Durston, Thomas, Yang, Ulug, Zimmerman y Casey, 2002; Etchepareborda, 2004; Nieto et al., 2004; Nigg, Blaskey, Huang,-Pollock y Rappley, 2002; Perchet et al., 2001; Riccio et al., 2006; Schlaggar, Brown, Lugar, Visscher, Miezin y Petersen, 2002). Otra hipótesis acerca de la etiología de los trastornos de la atención propone la presencia de alteraciones en los patrones de maduración del sistema nervioso, por lo tanto si los niños con TDAH presentan un retardo en la maduración, esto se ve reflejado en habilidades cognitivas como la atención, la memoria y el lenguaje, que influirán en la ejecución de pruebas que tienen un alto nivel de complejidad (Morales y Meneses, 2003). Los factores anteriormente mencionados pueden interactuar entre sí, sin embargo hasta ahora ninguno por separado puede confirmar la presencia del trastorno, por lo que la hipótesis de una etiología multifactorial sigue siendo la más aceptada, aunque cada vez más los estudios han ido perfilando los factores del neurodesarrollo como los principales responsables del trastorno. 21 CEREBRO Y TDAH El cerebro es responsable de nuestro funcionamiento bio-psico-social, esto lo hace mediante innumerables conexiones e interconexiones existentes entre las estructuras cerebrales, que cuando se encuentran dañadas o poco desarrolladas provocan alteraciones de tipo fisiológico y funcional, repercutiendo en el contexto familiar, social, académico y laboral, así como en el aspecto emocional del sujeto. Debido al impacto que generan las alteraciones cerebrales en el desarrollo del sujeto, profesionales de la salud (médicos, neurólogos, neuropsicólogos, psicólogos, entre otros) se han dado a la tarea de crear, adaptar y/o usar diversos recursos para evaluar el funcionamiento cerebral tanto en personas sanas como en personas que presentan alguna alteración. De esta manera se han podido realizar hallazgos sobre el desarrollo y la fisiología de ciertas estructuras cerebrales así como su repercusión en las funciones cognitivas, que son la base del adecuado funcionamiento del sujeto. Las estructuras cerebrales que intervienen en el TDAH se han investigado mediante el uso de técnicas de neuroimagen ya que varios autores han propuesto que existe una diferencia en las estructuras que forman el circuito frontoestriado, circuito que ha sido relacionado con el trastorno. CIRCUITO FRONTO-ESTRIADO Cuerpo estriado Se le llama circuito frontoestriado a las proyecciones que van desde y hacia el cuerpo estriado a la corteza prefrontal. El cuerpo estriado está formado por el núcleo caudado y el putámen (figura 1), ambos junto con el globo pálido constituyen los ganglios 22 basales, que son un grupo de regiones cerebrales subcorticales cercanos a la base del cerebro. Tradicionalmente se consideraba que los ganglios basales se limitaban a la modulación de funciones motoras, sin embrago estudios recientes han demostrado su intervención en diversas funciones cognitivas, principalmente en formas específicas de aprendizaje o memoria (Cardoner y Alonso, 2006). Ganglios basales y estructuras asociadas Fig. 1 Corte coronal que muestra el cuerpo estriado y las estructuras adyacentes. Tomado de http://www.javeriana.edu.co/Facultades/Ciencias/neurobioquimica/libros/neurobioquimica/gangliosbasales.jpg El cuerpo estriado es la principal área receptora de aferencias de los ganglios basales, lo que sugiere que desempeña un papel fundamental en el procesamiento de la información procedente de otras regiones cerebrales (Cardoner y Alonso, 2006). Ahora se sabe que los ganglios basales y el cerebelo están conectados a las áreas de la corteza prefrontal involucradas en las funciones cognitivas, una lesión podría llevar a una disfunción ejecutiva (Berquin, Giedd, Jacobsen, Hamburger, Krain, Rapoport, et al., 1998). En el cuerpo estriado existe gran abundancia del Transportador de Dopamina (DAT). Los sistemas dopaminérgicos que llegan a la región prefrontal son el nigroestriatal y el mesolímbico. 23 El sistema nigroestriatal tiene como función principal controlar el movimiento, se conecta principalmente con el núcleo caudado y el lenticular, y luego con la corteza prefrontal (CPF). La deficiencia en la formación de dopamina produce consecuencias similares a las que provocaría una lesión. El sistema mesolímbico se proyecta a varios núcleos del sistema límbico, como el núcleo amigdalino, el del septo y el accumbens, que se conectan con los ganglios basales y la CPF. Ambos sistemas dopaminérgicos tienen funciones diferentes y la destrucción de sus fibras origina síndromes conductuales complejos (Rebollo y Montiel, 2006). Corteza prefrontal La CPF es la parte de la corteza cerebral anterior a la corteza premotora y al área motora suplementaria (ver figura 2) comprende un tercio del cerebro y está constituida por la corteza prefrontal dorsolateral (CPFDL) y la corteza orbitofrontal (COF). Sus conexiones abarcan prácticamente todas las áreas heteromodales, unimodales, paralímbicas y límbicas de la corteza cerebral (Happaney, Zelazo y Stuss, 2004). Fig. 2. Áreas del cerebro que forman la corteza frontal y prefrontal. Tomado de http://www.way-to-allah.com/es/milagros/itistruth/fisiologia.jpg Corteza prefrontal Corteza motora primaria Corteza premotora 24 47 La CPF muestra crecimiento considerable durante la infancia y en la adolescencia, según lo indicado por los cambios en la mielinización relacionados con la edad (Happaney et. al., 2004). La inhibición, la memoria de trabajo y la atención comparten como base neuroanatómica la CPF y sus vías de conexión son una condición necesaria para el desarrollo exitoso de las funciones cognitivas, motoras y sensoriales (Cardoner y Alonso, 2006). La CPF es un punto donde se centra la información procedente de numerosas regiones de asociación, así como de estructuras límbicas corticales y subcorticales. Su lesión altera la capacidad del sujeto para procesar la información temporal y ejecutar de forma adecuada las conductas dirigidas a un objetivo o un fin (Dubois, 1994; en Cardoner y Alonso, 2006). La CPFDL abarca las áreas 9 y 46 de Brodmann (figura 3) y sirve como sustrato de las funciones cognitivas superioresdel ser humano, participa de forma importante en la memoria de trabajo, en la orientación de la atención a estímulos específicos y en el establecimiento e integración de la información para permitir la toma de decisiones (Cardoner y Alonso, 2006). Fig. 3. Áreas de Brodmann, vista lateral. Tomado de http://www.ds3web.it/brodman_area.jpg 11 25 Datos reunidos en estudios de neuroimagen, neuropsicológicos, genéticos y neuroquímicos han involucrado la disfunción de la CPFDL y del cíngulo anterior dorsal (CAD), quienes constituyen la base cortical de las redes frontoestriadas que sustentan las funciones ejecutivas. Se ha considerado que el CAD tiene un rol en la cognición -- detección de estímulos, selección de respuestas, detección de errores, monitoreo de acciones y recompensas basadas en la toma de decisiones-- y en el control motor y además que está involucrado en el proceso subyacente de la alerta (Makris et al. 2007). La COF abarca las áreas anteriores y laterales --áreas 10 y 47 de Brodmann-- (ver figura 3) y áreas ventromediales --11, 12, 13 y 14-- (ver figura 4). Debido a que recibe aferencias multimodales de la corteza temporal de asociación, de la amígdala y del hipotálamo, así como de componentes límbicos de los ganglios basales, se le considera el centro principal de la integración para el procesamiento de la información emocional (Krawzcyk, 2002). Fig. 4. Áreas de Brodmann, vista medial. Tomado de http://www.ds3web.it/brodman_area.jpg 26 La COF y las áreas ventromediales del lóbulo frontal parecen desempeñar un papel relevante en las situaciones que implican obtener una recompensa; la amígdala está principalmente involucrada en el aprendizaje inicial de eventos de respuesta- recompensa (Happaney et.al. 2004) y en aquellas en las que el sujeto tiene que realizar modificaciones conductuales rápidas para adaptarse a cambios ambientales (Krawzcyk, 2002). La COF medial está principalmente involucrada en la evaluación inicial del significado afectivo o emocional del estímulo, debido a sus conexiones más directas a las estructuras límbicas, mientras que la COF lateral, por el contrario está conectada a las áreas corticales más altas, tales como la CPFDL y ha sido vinculada a la reevaluación del significado emocional de los estímulos, la regulación de la emoción, supresión y selección de respuestas, como las evaluadas en las tareas go/no-go. Los pacientes con lesiones orbitofrontales muestran graves dificultades en la toma de decisiones, especialmente por su incapacidad para anticipar las posibles consecuencias negativas de acciones inmediatas, aunque el conocimiento de la estrategia apropiada se mantenga conservado (Krawzcyk, 2002). También es frecuente la toma de decisiones arriesgada sin llegar a valorar si la estrategia escogida es la adecuada o no (Cardoner y Alonso, 2006). Resultados neuroanatómicos obtenidos de estudios pre-clínicos, estudios de imagen (SPECT, PET, IRM, IRMf, y DTI) y neuropsicológicos apoyan la hipótesis de que la 27 disfunción en el circuito frontoestriado subyace al TDAH (Berquin et al., 1998; Durston y Casey, 2006; Makris, et. al, 2007), asimismo han encontrado diferencias en el desarrollo de las estructuras, cambios en el metabolismo, cambios en la perfusión cerebral, etc. Así como la relación que existe con procesos específicos tales como el control cognitivo. PREVALENCIA El TDAH es un trastorno que se presenta en los primeros años de la infancia. Por lo que se sabe el trastorno ocurre en distintas culturas, con variaciones en su prevalencia entre diferentes países occidentales, probablemente debido a que las prácticas diagnósticas son distintas y no porque el trastorno se presente de diferente manera. También se ha observado que el TDAH es más frecuente en los familiares biológicos en primer grado de los niños que padecen el trastorno (APA, 1995). Como se menciona en el DSM-IV, los estudios realizados también sugieren la existencia de una mayor prevalencia de trastornos de tipo interno como son los del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos del aprendizaje, trastornos relacionados con sustancias y trastorno antisocial de la personalidad en miembros de la familia de personas con trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Como se ha dicho anteriormente, la prevalencia del trastorno varía, teniendo así que de acuerdo al DSM IV (1995) los porcentajes oscilan entre el 3% y el 5%. Los datos que emite la OMS señalan que la prevalencia del trastorno en niños es de 5%, sin embargo estas cifras cambian dependiendo el tipo de población estudiada y no porque la 28 presentación clínica del cuadro sea diferente. Los datos de su prevalencia en la adolescencia y la vida adulta son imprecisos, ya que durante la infancia el trastorno puede cambiar de tipo. Estudios epidemiológicos han sugerido que el TDAH tiene una alta comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos. De acuerdo a la literatura se ha encontrado que este trastorno puede presentarse durante todo el período del desarrollo, desde la edad preescolar, la edad escolar, persistir en la adolescencia e incluso en la vida adulta (Barkley, 1997; Lijffijt, Kenemans, Verbaten y Van Engeland, 2005). Los síntomas pueden permanecer hasta la edad adulta en un 40% a 60% de los casos, período en el que se manifiesta por dificultades en las relaciones interpersonales, laborales y sociales y por su alta comorbilidad con personalidad disocial, dependencia de fármacos y alcoholismo, entre otros trastornos de conducta. Aproximadamente en un 20% de los casos en que el TDAH persiste en la adultez se presentaría esta comorbilidad con trastornos de conducta (Compains et al., 2002). En países como Estados Unidos muestran que el intervalo es de entre el 2% y 18%. En España entre el 3% y 5% y en Colombia se han reportado cifras de un 14% hasta un 18% (Compains et al., 2002). Rappley (2005) reporta un estimado de entre el 3% y el 7%, encontrando que los niños están más afectados que las niñas en una proporción de 9 a 1 o 2. Estos datos son consistentes por los reportados por el DSM-IV, en el que la proporción de hombres a mujeres oscilan entre 4:1 y 9:1 --en función de si la población es general o clínica--. De acuerdo a lo reportado por las estadísticas 29 mundiales, las revisiones clínicas tienden a demostrar que se diagnostican más niños que niñas. Las niñas suelen presentar pocos síntomas agresivos e impulsivos y tienen los índices más bajos de trastorno de conducta (Valdizán, Mercado, y Mercado- Undanivia, 2007). En México se estima que cinco millones de personas padecen TDAH, de los cuales un millón 600 mil son niños de entre seis y doce años (SERSAME, Programa Específico de Trastornos por Déficit de Atención 2000–2006) y de éstos sólo 8% es diagnosticado y atendido. Por su parte el Hospital Juan N. Navarro, especializado en paidopsiquiatría, que ha reportado que el TDAH es la primera causa de atención en la consulta externa y que uno de cada tres niños que solicitan servicio lo hace por este trastorno, cifras que también son reportadas por la Dirección General de Servicios de Salud Mental. De acuerdo a estos datos el 6% de la totalidad de la población infantil padece este trastorno, con una proporción de seis niños por una niña. Por su parte, Morales y Meneses (2003) del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Guadalajara reportan que el trastorno de la atención con predominio hiperactivo-impulsivo muestra mayor prevalencia. La Secretaría de Salud supone que la población afectada sería más de un millón de niños, y si se toma en cuenta que más de la mitad de esta población continúa con las alteraciones durante la adolescencia y la adultez, serían casi dos millones y medio de personas afectadas.30 En una encuesta sobre TDAH --opinión, diagnóstico y manejo-- realizada en ocho países, entre ellos México, la Federación Mundial de Salud Mental (2005) encontró que en nuestro país más de la mitad de los papás (53%) reportan que sus niños fueron mal diagnosticados al inicio antes de hacerles el diagnóstico correcto, siendo este dato mayor en México que en el resto de los países que participaron. Más de la mitad de estos papás (55%) piensan que el proceso de diagnóstico involucra mucho tiempo, ya que en promedio el tiempo que pasa desde que se realiza la primera cita con un profesional de la salud hasta llegar al diagnóstico por un especialista, en dependencias de gobierno, es de un año y ocho meses. Tres cuartas partes de la población entrevistada consideran que el pediatra tiene poco conocimiento sobre el trastorno, por lo que el 50% de los padres creen que es difícil que les den interconsulta con un especialista. De acuerdo a lo anterior, los datos que se han reportado respecto al trastorno varían de acuerdo a la certeza y pronta elaboración del diagnóstico. Respecto al diagnóstico, es importante recordar que el principal instrumento para hacerlo son las escalas conductuales que en ocasiones son respondidas de manera errónea, por lo que, para tener cifras más exactas del trastorno se tendrían que crear instrumentos alternativos que corroboren o rechacen el diagnóstico o nuevas metodologías en las que se involucre un equipo multidisciplinario (neurólogos, pediatras, neuropsicólogos, psicólogos educativos, nutriólogos, etc.). 31 TRASTORNOS COMÓRBIDOS Como se mencionó en el apartado anterior, la prevalencia en el TDAH tiene cifras que varían entre sí, y esto puede ser debido a que los límites entre dos trastornos son difíciles de establecer. Las conductas del TDAH pueden coexistir o superponerse con otras condiciones de salud mental, como problemas de aprendizaje y lenguaje, trastorno oposicionista-desafiante, desorden conductual, ansiedad y depresión, trastorno bipolar, estrés postraumático, tics y problemas de adaptación (Rappley, 2005) o simplemente existir una historia infantil de maltrato o abandono, diferentes situaciones de adopción, exposición a neurotóxicos, infecciones, exposición in útero a fármacos, escaso peso en el nacimiento y retraso mental, que también pueden contribuir con un diagnóstico errado o una comorbilidad falsa (APA, 1995). Hay autores que plantean que el TDAH tiene trastornos comorbidos (Diamond, 2005; Piek, et al., 2004; Rebollo y Montiel, 2006; Seidman, Biederman, Monuteax, Doyle y Faraone, 2001) de esta manera en un estudio realizado en Suecia se reportó que el 78% de los niños que cumplían con los criterios para TDAH tenían por lo menos un diagnóstico comórbido y el 67% cumplían criterios para por lo menos dos trastornos comórbidos. En esta población las comorbilidades más frecuentes fueron el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno del desarrollo de la coordinación. Kaplan (1998) postuló que el TDAH, el desorden de desarrollo de cordinación y otros trastornos del desarrollo muestran una alta comorbilidad porque ellos reflejan una condición heterogénea generalizada del neurodesarrollo conocida como desarrollo 32 atípico del cerebro. Las alteraciones en la atención, habilidades motoras y otras habilidades del desarrollo son causadas cuando el desarrollo temprano del cerebro es interrumpido. En Suecia se ha encontrado que los niños con problemas de atención a menudo tienen comorbilidad con problemas motores (Gillberg, 1992, citado en Piek et. al., 2004), por lo que han sido categorizados como déficit en la atención, control motor y percepción (DAMP) y se ha definido como un síndrome de disfunción del neurodesarrollo con un alto grado de comorbilidad psiquiátrica. Los niños con DAMP son diagnosticados con TDAH en la mitad de los casos. El alto nivel de comorbilidad de la atención y el desorden de coordinación motora sugiere que pueden compartir un mecanismo neurocognitivo subyacente común, sin embargo en una investigación realizada por Piek et al. (2004) no encontraron una etiología común entre los dos trastornos. De acuerdo con Artigas (2003) en los trastornos de conducta es difícil determinar si representan un trastorno comorbido o simplemente son una de las manifestaciones principales del TDAH. Junto con las dificultades escolares, los trastornos conductuales constituyen la repercusión más negativa del TDAH. Este grupo comorbido es más propenso al uso de drogas y alcohol en la adolescencia y la edad adulta. Los trastornos depresivos muestran una alta comorbilidad con el TDAH y es importante averiguar si existe una historia familiar de ansiedad. Los aspectos que más se aprecian son la falta de autoestima, estado de ánimo irritable, falta de energía, somatizaciones y problemas de sueño. Los trastornos de ansiedad suelen ser los que tienen mayor comorbilidad con el TDAH. 33 Es difícil determinar si el niño desarrolla la hiperactividad e inatención a causa de la ansiedad o su falta de autoestima, derivada del TDAH ya que en una investigación realizada por Seidman Biederman, Faraone, Weber, Menin y Jones (1997) se concluyó que los déficits neuropsicológicos eran el centro de las alteraciones en el TDAH y no la comorbilidad con desórdenes psiquiátricos. De acuerdo con el DSM-IV (1995) los niños de PI son más propensos a presentar comorbilidad con desórdenes interiorizados como la ansiedad o depresión, al igual que con los déficits referentes a lectura y lenguaje. Gran proporción de niños con TDAH sufren también un trastorno negativista desafiante o un trastorno disocial. El autismo también se ha relacionado con el TDAH, ya que ambos desórdenes psiquiátricos aparecen en la infancia, alterando los circuitos frontoestriado y frontoparietal. También puede presentarse comorbilidad con trastornos específicos de lenguaje, trastornos generalizados del desarrollo, el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, trastorno desintegrativo de la niñez (psicosis desintegrativa), trastorno del desarrollo de la coordinación, trastornos depresivos y trastornos de ansiedad. El TDAH es un trastorno que suele confundirse o coexistir con otros, por lo que muchas veces no solo es importante hacer el diagnóstico diferencial sino determinar si hay coexistencia o no evitando con esto que pasemos por alto otros problemas, incluso más importantes que el propio TDAH (Rappley, 2005). La comorbilidad del TDAH con otros trastornos influye en el desempeño académico, actitudes, personalidad, emociones, etc. del niño así como en los diferentes contextos en los que se 34 desenvuelve (social, familiar y escolar) y debido a esto presentan un bajo rendimiento en las pruebas académicas, de ahí la importancia de descartar o identificar otros probables trastornos comorbidos con el TDAH. MODELOS COGNITIVOS DEL TDAH De acuerdo a los apartados anteriores, varios procesos cognitivos se encuentran alterados en el TDAH, ya sea solo o en comorbilidad con otros trastornos, afectando el desempeño diario de los niños, por lo que diversos han sido los modelos teóricos que han abordado el TDAH, de los cuales de acuerdo a Castellanos et. al., 2006 los más representativos en lo que a la cognición se refiere, son los modelos de la disfunción ejecutiva de Barkley, el de asignación/alerta de Seargent, el de la aversión al retraso y el de las funciones ejecutivas frías/afectivas de Zelazo y Muller. Modelo de Barkley Tomando en cuenta la clasificación del DSM-IV, Barkley jerarquizó otros aspectos de la sintomatología y los interpretó como una disfunción de las funciones ejecutivas, constituyendo un modelo que se caracteriza por la inhabilidad para regular su propio comportamiento, es decir, la falla en la interiorización del habla dificulta la regulación del comportamientoy produce poco dominio de sí mismo y la falta de autocrítica. La falla en la autorregulación de las emociones, la motivación y el nivel de vigilia se manifiesta por la imposibilidad de reprimir las emociones en público, la falta de control de los impulsos y las motivaciones, dificultando el análisis y síntesis de las conductas para resolver problemas (Rebollo y Montiel, 2006). 35 Según Barkley el TDAH es una alteración del desarrollo caracterizado por niveles evolutivamente inapropiados de problemas de atención, hiperactividad e impulsividad que no pueden explicarse por ningún déficit neurológico importante ni por otros de tipo cognitivo, sensorial, motor o del habla. Esta alteración se relaciona con dificultades para seguir conductas gobernadas por reglas y con el mantenimiento de conductas de trabajo durante periodos más o menos extensos (Crespo, Manghi, García, y Cáceres, 2007). La hipótesis de Barkley es que más que un déficit atencional, la desinhibición y los déficits en las funciones ejecutivas son características de los tipos combinado e hiperactivo-impulsivo de TDAH. Asimismo, en otras investigaciones también se han encontrado alteraciones en el control inhibitorio y en la memoria de trabajo (Barkley, 1998; Castellanos y Tannock, 2002), diferencias en las estructuras y el funcionamiento de las mismas (Casey, et al., 2000; Castellanos et al., 1996; Durston y Casey, 2006; Liston, Watts, Tottenham, Davidson, Niogi y Ulug, 2006; Lou, Henriksen y Bruhn, 1984; Perchet et al., 2001; Sowell, Thompson, Holmes, Batth, Jernigan y Toga, 1999) así como en la percepción del tiempo (Yang et al., 2007). El modelo de la disfunción ejecutiva del TDAH de Barkley (1997) propone que la deficiente inhibición conductual es el déficit central del TDAH, lo que produce déficits secundarios en las habilidades ejecutivas. Barkley incluye tres procesos interrelacionados en el proceso de inhibición: 1) la capacidad para inhibir respuestas superiores; 2) la capacidad para detener patrones de respuestas habituales y permitir 36 una demora en la toma de decisiones; y, 3) la capacidad para proteger este periodo de demora y las respuestas autodirigidas de las interrupciones que derivan de eventos (control de interferencia). De acuerdo a diversos estudios, los niños con TDAH tienen una pobre ejecución sobre tareas que requieren control inhibitorio, como las go/no go y las tareas de tipo Stop. Esta teoría implica el circuito frontoestriado en el TDAH dada su participación en el control cognitivo. Modelo de asignación/alerta de Seargent Otro modelo que ha sido desarrollado para demostrar los déficitis conductuales del TDAH es el de la asignación/alerta de Sergeant quien propone que un óptimo estado de alerta y activación es un prerrequisito para preparar la acción motriz y reunir las demandas de la tarea para ser ejecutada (Castellanos et. al., 2006). El modelo de Seargent utiliza el CIE-10 como sistema diagnóstico y en él se le da poca relevancia al TDAH de Predominio Inatento (PI). En este modelo, los niños con TDAH tienen problemas específicos en la etapa de salida del procesamiento de la información y la causa que afecta selectivamente la organización motriz es un estado disminuido de la activación con una incapacidad de asignar y mantener un estado óptimo de alerta. Las personas que tienen TDAH sufren principalmente de etapas de actividad poco favorables, tienen problemas en usar capacidades atencionales de manera óptima más que verdaderos déficits atencionales o ejecutivos (Fuggetta, 2006). Seargent describió tres niveles del sistema del procesamiento de información: el primer nivel es un conjunto de procesos cognitivos de bajo nivel --codificación, procesamiento 37 central y organización de respuestas--. Hay evidencia de que este nivel no está alterado en el TDAH pero está implicado en la organización motora. El segundo nivel es la reunión de actividad, consistente en la alerta, activación y esfuerzo; los niños con TDAH muestran déficits en los últimos dos aspectos. El tercer nivel es el sistema de dirección o funciones ejecutivas que revisa el desempeño y corrige los errores. En las conductas dirigidas a metas, este nivel de procesamiento es responsable de la planeación, monitoreo y corrección de errores que influencian los otros factores, incluyendo la organización motora. Como se revisó, el modelo de asignación/alerta de Seargent argumenta que la pobre inhibición y el control de interferencia (déficit central en el modelo de Barkley) afecta a la memoria de trabajo, que consecuentemente perturba el procesamiento temporal. Este modelo representa mejor los déficits en la velocidad de procesamiento del TDAH. Modelo de aversión al retraso de Sonuga-Barke Otro modelo es el de la aversión al retraso, en el que se halla una preferencia por una recompensa inmediata, evidenciando una aversión al retraso; además existe una relación con las alteraciones en los procesos motivacionales. Este modelo involucra las redes de recompensa frontoestriadas, incorporan al núcleo accumbens y asocian las proyecciones límbicas, cerebelosas y del tallo cerebral. Hallazgos de que los niños con TDAH muestran hipersensibilidad al retraso, incluso en situaciones donde los déficits inhibitorios no están involucrarados, son consistentes con este modelo (Sonuga-Barke, Dalen, y Remington, 2003). 38 Sonuga-Barke propone un modelo del desarrollo del TDAH de doble vía: una, mediada por déficits ejecutivos y alteraciones asociadas con los circuitos frontodorsales estriados, la otra por aversión al retraso y alteraciones en los circuitos frontoventrales estriados (Castellanos et. al., 2006). De esta manera, el TDAH puede ser entendido en términos de dos distintos procesos subyacentes: uno principalmente cognitivo -- funcionamiento ejecutivo-- y otro motivacional --aversión al retraso--. Si se confirma la existencia de estas dos bases del TDAH puede tener implicaciones tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Modelo de las funciones ejecutivas frías/afectivas de Zelazo y Muller Siguiendo la hipótesis de que la principal alteración del TDAH es el funcionamiento ejecutivo, Zelazo y Muller distinguieron entre aspectos cognitivos más puros de las funciones ejecutivas asociados con la corteza prefrontal dorsolateral, caracterizadas como funciones ejecutivas cool o frías en contraste con los aspectos relativamente afectivos o hot de dichas funciones, asociados con la corteza orbito-frontal medial. En este esquema, las funciones ejecutivas cool se obtienen de problemas relativamente abstractos y descontextualizados, tales como las tareas de funcionamiento ejecutivo probadas hasta ahora en el TDAH (Castellanos et. al., 2006). Los modelos de función ejecutiva/inhibición del TDAH y el motivacional, sientan las bases para un inminente cambio de paradigmas en la neuropsicología del TDAH (Stroop, flanker, go/no-go, stop, tareas de ejecución continua y tareas de memoria de trabajo) que se enfocan en la habilidad para suprimir automáticamente procesos o 39 respuestas predominantes y/o mantener las instrucciones o representaciones de las tareas en la memoria de trabajo. Las funciones ejecutivas hot son requeridas para los problemas que son caracterizados por una alta participación afectiva o demanda de las evaluaciones flexibles del significado afectivo de los estímulos. Zelazo y Muller proponen que el TDAH podría considerarse un desorden de las funciones ejecutivas cool. Con base en esto, Castellanos et al., (2006) proponen que los síntomas de inatención podrían estar asociados a déficits en las funciones ejecutivas cool, mientras que los síntomas de Impulsividad/hiperactividad podrían reflejar déficits en las funciones ejecutivas hot. Estos mismos autores tratando de revalorar los modelos actuales del
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