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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA DIABETES: SUS EMOCIONES Y LA MANIFESTACIÓN EN EL CUERPO T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A CERVANTES URBÁN ROSA MARÍA COMISIÓN DICTAMINADORA DR. SERGIO LÓPEZ RAMOS LIC. GERARDO ABEL CHAPARRO AGUILERA DRA. OLIVA LÓPEZ SÁNCHEZ TLALNEPANTLA, ESTADO DE MÉXICO 2005 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Una flor enseña sin palabras Los capullos florecen en silencio y caen en silencio. Jamás retornan a las ramas. Pero hasta estos momentos y en este lugar Entregan su vida. Escuchen la voz de las flores Una flor en una rama nos descubre la verdad. La alegría de la vida inmortal Brilla en este lugar sin arrepentimiento. Shibayama Zenkei Roshi Agradecimientos A la vida, por la fortuna de existir aquí y ahora. A quien con mucho amor me dio la existencia, quien me ha cuidado y me ha enseñado que se debe vivir con respeto; por mostrarme el ser agradecida sin esperar nada, el sonreír nomás porque así es el vida y el del perseverar para alcanzar los objetivos, te amo Mamá, mil gracias. A la persona que es el principal motor de mí ser, a ti que siempre estuviste pendiente de darme un abrazo al regresar a casa. A mi mejor amigo y a mi mejor maestro, esto es por ti y gracias a ti. A ti Papá, por ser la alegría de mi vida. A los que me han llevado de la mano por el camino, soportándome y teniéndome tanta paciencia y cariño, este es el fruto de lo que somos, esa cooperación que nos lleva a ser el mejor equipo, porque son los mejores hermanos, gracias Paty, Lalo, Lety, Javi, Claus y Ricardo. A la más hermosa manifestación del amor, a esa sonrisa que me llena de felicidad; esperando que esto te sirva a ti y a ese nuevo ser que viene, a ver la vida con otros ojos. Gracias José Javier. A la mejor casa de estudios, donde me inicié y me consagre como profesional y como ser humano, a la Universidad Nacional Autónoma de México, en especial al Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan y a la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, gracias. A los que me dieron el espacio para crecer y me orientaron en las confusiones de mi cabeza y de mi cuerpo, a los que se convirtieron en algo más que mis guías, a ustedes: Felipe Gutiérrez Barajas, Luis Estrevel Rivera, Ma. Elena Martínez Chilpa, Gerardo Chaparro Aguilera, Oliva López Sánchez, y Leticia Maldonado Durán, gracias maestros, por ser la luz que me llevó a ser lo que hoy soy. A los que se convirtieron en las llaves de mi corazón, a mis cómplices de las primeras aventuras y desventuras, a ustedes todo mi agradecimiento, porque que son el espíritu para vivir: Mariana Campos Hurtado, Martín Rodríguez Juárez, Eunice Cervantes León, Edith Bravo Becerra, Gabriela Arreola Toledo, Edgar Ortega Licona, Lizbeth Flores Hernández y Armando Durán Martínez. A ustedes que me dieron la posibilidad de conocer más allá de mí y de ustedes mismos, gracias por todo el cariño profesado, porque la vida con ustedes se volvió sublime, mi ser les hace una reverencia: Leslie Larrazábal Sánchez, Hugo Gómez Hernández, Areli Flores Carmona, Karina Vargas Huerta, Samuel Ulloa Torres, Ma. Patricia González, Érika Sandoval Solís, Antonio Hernández Jiménez, Arnulfo Víquez Godines, Alfredo Soto Pérez, Jacobo Moreno Alcérreca y Marisol Bulux Calderón. A ti que sin tiempo ni distancia me acompañas en el camino, GRACIAS Manuel Leigh Miranda. Las Flores me enseñaron que la vida había que vivirla sin arrepentimiento, sin sufrimiento, apoyándonos con el corazón limpio y bien plantado en la tierra. Por su fortaleza y por su constancia, por su amistad incomparable, con todo mi cariño y mi aprecio para ustedes: Liliana Rubí Sánchez y Rosa Ma. Ruiz Aguilar. A ti que me has guiado a desprenderme de la vida y ser yo, GRACIAS Guillermo Villagrán Parra. A usted que con sus enseñanzas me permitió abrir mi cuerpo, mi corazón y despertar: gracias Maestro Sergio López Ramos. Finalmente, gracias a todas y cada una de las personas que intervinieron en este estudio, su existencia fue en momentos reflejo de la mía, gracias por mostrarme que en el dolor no hay dueño y gracias por hacerme ver que el camino de la muerte y la vida son uno mismo. Otoño del 2005. Nombre de archivo: A1 Directorio: C:\Mis documentos\TESIS\Cervantes urban rosa maria\doc Plantilla: C:\WINDOWS\Application Data\Microsoft\Plantillas\Normal.dot Título: Una flor enseña sin palabras Asunto: Autor: BASE Palabras clave: Comentarios: Fecha de creación: 18/11/05 03:56 P.M. Cambio número: 2 Guardado el: 18/11/05 03:56 P.M. Guardado por: BASE Tiempo de edición: 4 minutos Impreso el: 19/11/05 02:16 P.M. Última impresión completa Número de páginas: 4 Número de palabras: 632 (aprox.) Número de caracteres: 3,606 (aprox.) Índice Agradecimientos 3 Introducción 6 2 Capítulo 1. Una enfermedad y su concepción biomédica 8 5 ♣ Un poco de la historia de la Diabetes 13 ♣ La concepción alópata actual de la Diabetes 15 ♣ El diagnóstico de la Diabetes 28 ♣ El tratamiento de la Diabetes 30 ♣ Complicaciones 43 ♣ Prevención 61 ♣ Algunos Resultados 64 Capítulo 2. La alimentación en la construcción de la Diabetes 68 ♣ Lo culinario en el México prehispánico 70 ♣ La fusión de dos culturas en la alimentación: México y España 74 ♣ ¿Qué comemos los mexicanos? 80 ♣ Emoción y Alimentación. 90 Capítulo 3. Ser uno: Una visión sin fragmentos del cuerpo 100 ♣ El cuerpo y la enfermedad desde nuestros orígenes: La Medicina Tradicional Mexicana 106 ♣ El cuerpo y la enfermedad: Una mirada desde la Medicina Tradicional China 112 Capítulo 4. La Dulzura en un Cuerpo 121 ♣ Metodología 125 ♣ Resultados 126 ♣ Las Historias 222 ♣ Conclusiones 251 Conclusiones 259 Bibliografía 265 Anexos 269 Nombre de archivo: A2 Directorio: C:\Mis documentos\TESIS\Cervantes urban rosa maria\doc Plantilla: C:\WINDOWS\Application Data\Microsoft\Plantillas\Normal.dot Título: Índice Asunto: Autor: BASE Palabras clave: Comentarios: Fecha de creación: 17/11/05 05:01 P.M. Cambio número: 1 Guardado el: 17/11/05 05:04 P.M. Guardado por: BASE Tiempo de edición: 3 minutos Impreso el: 19/11/05 02:17 P.M. Última impresión completa Número de páginas: 1 Número de palabras: 149 (aprox.) Número de caracteres: 854 (aprox.) V Resumen En la actualidad, las formas de entender los avatares del cuerpo no son suficientes, las relaciones que genera se han complejizado en sobre manera, porque en él se manifiestan formas más intrincadas de significar su realidad y las explicaciones que intentan dar cuenta de ello no alcanzan a comprenderlo, pues se intenta explicarlo desde formas que lo despedazan, es por ello que es necesario abordarlo con una mirada distinta. Esa mirada nos remitehacia nuestros orígenes, dar cuenta de nuestra historia nos permite ver que el cuerpo guarda una memoria propia que debido a los inminentes cambios ahora se manifiesta mediante la expresión de un síntoma que se ha encarnado en medio de su historia familiar y geográfica. Es por ello que las enfermedades crónico degenerativas cobran miles de vidas entre la población mexicana; entre ellas la Diabetes que resulta ser la primer causa de mortalidad en nuestro país. De ahí surge entonces el interés del trabajo presente; si ésta es una enfermedad que sigue en aumento a pesar de las medidas de salud instituidas, quiere decir entonces que hay una ruta que no se ha explorado y la cual deja entrever el por qué de la incidencia de este padecimiento. Así pues para tratar de comprender este proceso se ha partido desde hacer una revisión biomédica de la Diabetes, pues es fundamental conocer el desarrollo de la enfermedad al interior del organismo; para después abordar un poco de la historia de la alimentación en México ya que nuestros antepasados tenían una unión mística con su nutrición; pero cuando estos sistemas cambian a partir de la conquista española, se generan nuevas enfermedades tales como la Diabetes en nuestros días. Posteriormente se expresan las alternativas por las cuales se integran esas partes que olvidábamos: las emociones y su relación con los órganos del cuerpo. La Medicina Tradicional Mexicana y la Medicina Tradicional China nos abren la posibilidad de encontrar la ruta hacia el origen de la enfermedad y por ende una posible solución para reencontrar la armonía interior. De ahí seguimos en los relatos que las personas Diabéticas nos cuentan para entender cómo es que fue el proceso de la construcción de su enfermedad, es decir, cómo la familia, los estilos de vida, de alimentación y sus emociones encontraron la manifestación en su cuerpo. Finalmente esto sólo nos sirve para integrar al cuerpo, a ser conscientes que en la vida y la muerte hay un solo camino y por ello es importante escuchar las historias que nuestro cuerpo nos cuenta. He ahí la importancia para los profesionales de la salud, no podemos olvidar que en ese otro que somos nosotros mismos, hay una memoria que necesita ser abierta para hallar el equilibrio perdido, lo demás es trabajo, aquí y ahora. 6 Introducción El cuerpo de ahora es otro y eso nos hace construir nuevas miradas, este trabajo que presento es un intento de esa mirada. Este cuerpo es una síntesis donde confluyen el espacio y el tiempo de una sociedad que se ubica en una realidad geográfica e histórica, que comparte una cultura, creencias, formas de alimentación y formas de autocuidado particulares. Las visiones epistemológicas y prácticas que devienen de un modelo mecanicista han hecho del cuerpo un ente fragmentado, que situándolo en las condiciones mencionadas, lo lleva a construir formas en las cuales tiende a apropiarse del proceso de salud- enfermedad. En la actualidad las enfermedades crónico degenerativas ocupan los primeros lugares en la mortalidad mexicana, llevándonos a reflexionar sobre el papel que ejercen las políticas de salud en el país y las demandas de una cura sin sufrimiento que aquejan a la población. Ahora esas teorías psicológicas y reformas políticas, no responden a las necesidades expresadas, se han quedado en el rezago y es necesario encontrar alternativas que permitan integrar al ser humano como lo que es: un microcosmos que se relaciona íntimamente con el universo o macrocosmos. Es parte fundamental hacer caso a aquellas cosas que parecían no tener validez o significancia dentro de este juego de la enfermedad y la salud, pues es ahí donde el cuerpo encuentra el camino perdido. Partiendo de esto surge el interés del trabajo, la Diabetes es la causa número uno de muertes en México, y es alarmante el incremento que se ha manifestado en los últimos años, lo que hace evidente que las instituciones de salud están en crisis; recordemos que no sólo en la salud infieren las condiciones inherentes al tiempo y espacio propios, quiere decir entonces que hay un estilo de vida común que está afectando para que la Diabetes siga cobrando vidas. El proceso de enfermarse de Diabetes tiene entonces un viaje que es necesario exponerse. Por lo tanto, el presente trabajo se compone de cuatro capítulos. En el primero se habla de la concepción alópata de la Diabetes, su forma de detección, los diversos 7 tratamientos empleados, las complicaciones agudas y crónicas que se derivan de la propia enfermedad; así como las medidas de “prevención” que proponen las instituciones mexicanas y algunos resultados de este modelo. El segundo apartado corresponde a la importancia histórica de la alimentación en el país, la significancia de esto cobra sentido cuando se pone de manifiesto que nuestros antepasados tenían un régimen alimenticio que los llevaba a una comunicación mística con el macrocosmos, permitiéndoles vivir en armonía; pero cuando los sistemas de nutrición cambian a partir de la conquista española, se generan nuevas enfermedades y otras concepciones de viciar al paladar. Lo que comemos ahora los mexicanos ya no es para nutrir, sino para llenar el placer del paladar y del estómago. Complemento este capítulo con algunas sugerencias que nos llevarían a ver la comida con otros ojos y la importancia que tiene con las emociones. El tercer capítulo expone más de esas alternativas para llevar de nueva cuenta al ser humano a esa armonía perdida. Volver a contemplar las cosmovisiones occidentales y orientales nos permiten observar lo que fuimos y lo que somos. Es reencontrar la raíz de la enfermedad para darnos cuenta que el viaje puede explicarse y hallarle una solución por medio de la cooperación de las teorías de la Medicina Tradicional Mexicana y la Medicina Tradicional China. Por último el cuarto capítulo son las historias orales de personas que padecen Diabetes Mellitus tipo 2, para conocer el proceso que los llevó a construir su enfermedad, es decir, cómo la familia, los estilos de vida, de alimentación y sus emociones, encontraron la manifestación en su cuerpo. Finalmente quedan algunas conclusiones sobre el tema, a partir de ahora no es posible ver al cuerpo como nos han enseñado, dar conocimiento de esto al lector, espero genere el interés de escucharse a sí mismo y darse la oportunidad de escuchar los mensajes que nosotros mismos nos enviamos. Nombre de archivo: A3 Directorio: C:\Mis documentos\TESIS\Cervantes urban rosa maria\doc Plantilla: C:\WINDOWS\Application Data\Microsoft\Plantillas\Normal.dot Título: Resumen Asunto: Autor: BASE Palabras clave: Comentarios: Fecha de creación: 17/11/05 05:05 P.M. Cambio número: 1 Guardado el: 17/11/05 05:10 P.M. Guardado por: BASE Tiempo de edición: 2 minutos Impreso el: 19/11/05 02:18 P.M. Última impresión completa Número de páginas: 3 Número de palabras: 996 (aprox.) Número de caracteres: 5,681 (aprox.) CAPÍTULO 1 UNA ENFERMEDAD Y SU CONCEPCIÓN BIOMÉDICA 9 Antes yo creía en el imperio de la cabeza. No era yo, era la cabeza quien dictaba esa razón. No hay razón de obedecer, Si ni siquiera estoy en el cuerpo que responde al nombre que otra mente inventó. (“Soy o Estoy”, Café Tacvba) Como seres humanos, el principal motivo que nos mueve es el comprendernos a nosotros mismos, han sido diversas las lecturas desde las que se intenta llegar a esta comprensión ya que se podría ir desde cualquier punto de vista común, o bien desde un ámbito religioso hasta llegar a la perspectiva científica. Todas estas visiones, han transmitido un saber que ha constituido y construido un cuerpo, un cuerpo que se enfrenta a vivir en un tiempo y un espacio dados. Este individuo, compuesto deuna infinidad de matices, se ha ido alejando cada vez más de sí mismo y es precisamente en la insatisfacción de este amplio panorama de interpretaciones de él, lo que hace que en lugar de verse como un ser humano completo, se sienta y se perciba como un ente fragmentado que ha dejado a un lado el sentido de su existencia en manos de quien dicen poseer el conocimiento de este ser. En el México de hoy podemos identificar este cuerpo como la concreción de una clase social y de una política económica que expresa las expectativas de un tiempo donde se buscaba el desarrollo al nivel de países europeos, donde uno de los lineamientos a seguir para obtener mejores ciudadanos era la calidad de los servicios de salud. Lo que en definitiva vino a significar un proceso contraproducente, puesto que en vez de mejorar la calidad de vida, ésta ha ido decayendo en la última década de manera contundente. Es precisamente que en la sociedad occidental en razón del desarrollo de procesos económicos, políticos y técnicos específicos se construyó un sistema considerado científico, la llamada medicina alópata o biomedicina, que da explicación y acción sobre las enfermedades; este sistema devino en hegemónico y ha llegado a ser identificado como la 10 forma más adecuada de tratar la enfermedad, subordinado a otras formas de atender los padecimientos. En la medicina moderna se tiene la convicción de que los procesos corporales pueden ser calculados y examinados, con base al mismo enfoque lógico que aplicamos para intentar comprender cualquier otro fenómeno natural, por tanto, según esta orientación, no hay nada especial que separe a los procesos fisiológicos de los restantes procesos físicos que observamos en la naturaleza. Esta concepción emerge de Descartes, que basaba su visión de la naturaleza en una división fundamental de la misma en dos reinos separados e independientes: mente y cuerpo, éste para darle una mejor explicación se comparaba con el funcionamiento de una máquina, y así puesto que aquellas cosas materiales poseen una lógica, todo podía explicarse en función de la disposición y movimiento de sus partes1. Para Descartes, una persona sana era como un reloj bien hecho, en perfectas condiciones mecánicas de funcionamiento, y una persona enferma era comparable a un reloj cuyas partes no estaban funcionando de manera adecuada. La formulación cartesiana conducía a considerar que el cuerpo refleja las características maquinoides, habitantes de un mundo maquinoide. La enfermedad surgía, pues, como manifestación de un desorden en el mecanismo. Algo andaba mal en la máquina. Este enfoque dualista y reduccionista con respecto al ser humano resultaba enormemente fructífero para una ciencia que estaba dando sus primeros pasos. La ciencia no había hecho más que despertar, y andaba en busca de modelos y principios orientadores. El enfoque cartesiano le proporcionó el mandato necesario de examinar los cuerpos, de invadirlos incluso por medio de la disección anatómica2. Las principales características de la teoría médica moderna , y también muchos de los aspectos de la práctica médica actual, revelan el perfil de esta imagen cartesiana. De acuerdo con ella, la ciencia médica se ha limitado a intentar comprender los mecanismos 1 Fritjof, C. (1998) La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los seres vivos. Barcelona: Anagrama. 2 Dossey, L. (1986) Tiempo, espacio y medicina. Barcelona: Kairós 11 biológicos implicados en las afecciones de las distintas partes del cuerpo y, al proceder así, a menudo ha perdido de vista al paciente como ser humano. Se ha concentrado en fragmentos corporales cada vez más pequeños, mudando su perspectiva desde el estudio de los distintos órganos y funciones del cuerpo al de sus células, y desde éstas finalmente al estudio de las moléculas3. Con el desarrollo de la anatomía y la fisiología, se le fue dando a lo biológico un peso fundamental y desde fines del siglo XIX, con los descubrimientos de Pasteur y Koch, se incorporan los paradigmas de la ciencia experimental. En el siglo XX la fisiopatología y la bioquímica patológica crean novedosos métodos de diagnóstico y terapéutica, el biologísmo no sólo se va a expresar en la práctica clínica sino en la epidemiológica, se establece una serie de propuestas que tienden a naturalizar la enfermedad, ya que se habla de una red causal con una tríada entre el agente, el huésped y el ambiente que existen en un equilibrio inestable4. Una idea central, es el supuesto de que existe una “predisposición” en el cuerpo de la persona, independientemente de su biografía personal o de su contexto. Tal predisposición, termina por estandarizar el curso normal de la enfermedad, de forma que el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico se establecen en función del conocimiento médico disponible sobre tal curso. Al asentarse la enfermedad de esta forma se termina asumiendo que tal curso puede ser predecible y controlado con las medidas médicas, en forma independiente a las condiciones materiales y sociales que rodean a los individuos (Mercado, 1996). En el México invadido por la corona española, la visión de la proximidad intelectual a las personas que pudieran tener acceso a ésta era una constante señal de alerta, ya que estaba en entredicho el poder y la sumisión a la que se tenían sometida al país. Panorama que resultó en un evidente rezago científico. 3 Op. Cit. 1986 4 A través del tiempo el modelo biomédico ha ido en evolución, la “Historia natural de la enfermedad” se complementa hoy en día con los avances en ciencias genómicas, donde la manipulación del código genético permite conocer la causa y manifestación de infinidad de enfermedades. Arganis, J. E., (1998) “Estrategias para la atención a la Diabetes Mellitus de enfermos residentes en Cosamaloapan, Veracruz” Tesis para optar por el grado de Maestría en Antropología Social. México: Escuela Nacional de Antropología e Historia. 12 Ante la evidente crisis atravesada por la ciencia médica a principios del siglo XIX, los médicos Manuel Carpio y Casimiro Liceága manifestaron su descontento escribiendo al tribunal de médicos españoles, y a los gobiernos con el propósito de promover una reforma en los estudios de medicina. Como lo único que lograron fue la creación de tres o cuatro planes de enseñanza, estos profesores y sus alumnos organizaron grupos de estudio, que más tarde se convertirían en asociaciones académicas médicas privadas cuyo objetivo era establecer sus planes de estudio y por lo tanto obtener una hegemonía en la enseñanza de la ciencia médica en México. El 23 de diciembre de 1830 se inician los arreglos de los requisitos para ingresar a la Escuela de Medicina, y es para el 19 de octubre de 1833 que el Poder Legislativo del país autoriza al gobierno la organización de la enseñanza pública, por consiguiente la instauración de los planteamientos médicos modernos5. La promoción de la investigación clínica constituyó para los galenos la única vía por la cual la institución médica mexicana lograría adquirir conocimientos y prestigio similares a los de los países europeos. De esta manera, la medicina mexicana lograría alcanzar el nivel de desarrollo médico del resto del mundo occidental e instituir un poder médico nacional. Las investigaciones médicas realizadas en México iban tomando más la forma de los cánones científicos positivistas europeos6, los estudios clínicos contaban con un marco metodológico caracterizado por un riguroso control, una evaluación basada en numerosas observaciones de casos y las constantes referencias a los datos de investigaciones extranjeras con el objetivo de validar los resultados obtenidos por los médicos mexicanos7. No podía faltar además el retomarlas ideas cartesianas para explicar el funcionamiento del hombre en analogía con una máquina. Tener una idea del cuerpo fragmentado impidió visualizar en el futuro los procesos complejos de la relación con la sociedad y las maneras de construir nuevos vínculos con 5 López, S. O., (1998)Enfermas, Mentirosas y Temperamentales. La concepción médica del cuerpo femenino durante la segunda mitad del s. XIX en México. México: CEAPAC-Plaza y Valdés. 6 El positivismo hace referencia Término que designa la doctrina y las escuelas que tienen su origen en las teorías de A. Comte y cuyo rasgo distintivo es no aceptar más que lo existente en la realidad, es decir, los hechos positivos y las relaciones que se dan entre ellas. Rechaza las cuestiones de la metafísica, ética o teológicas que no pueden ser corroboradas empíricamente. 7 Op. Cit. 1998 13 los otros, con el individuo. La subjetividad y las representaciones simbólicas estructuran una nueva realidad que no se puede explicar con el modelo biologista o la atomización del cuerpo; la fragmentación en sistemas sin conexión sólo estipuló nuevas posibilidades de leer la vida como una condenación a la prolongación de los estilos de vida. En ese sentido los procesos sociales e históricos se construyen como mecanismos contenedores acordes a una lectura de la sociedad de su tiempo. La cultura de la salud no escapa a los aprendizajes que se estipulan en las instituciones como los hospitales y las escuelas, en ellas se ve la realidad de la muerte y de la enfermedad como el proceso natural donde se culmina y donde se espera llegar8. Es por ello que en la actualidad somos participes en el incremento alarmante de las enfermedades crónicas en las últimas décadas. La diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares, los tumores malignos, los accidentes y la enfermedad cerebro vascular son, entre otras, las causas del mayor número de muertes en México y sustituyeron, de entre las primeras causas de muerte , a las enfermedades infecciosas. Un poco de la historia de la diabetes Nada sabemos de la vida, el dolor y la muerte de las primeras personas que enfermaron de diabetes. Las hubo con seguridad, pero les faltó el médico observador que distinguiera su suplicio de los sufrimientos de los otros enfermos y que legara a la posteridad sus notas e impresiones. En 1873, el arqueólogo y novelista alemán George Ebers, excavando en las ruinas de Luxor, tuvo la suerte de dar con un papiro, que data del año 1553 a.C. y el cual contiene una síntesis de todos los conocimientos médicos del antiguo Egipto. El papiro habla de enfermos que adelgazan, que tienen hambre continua, que orinan muchísimo y que se sienten atormentados por una sed enorme. Para su tratamiento aconsejaba una pócima hecha con grasa de ternera, cerveza, hojas de menta y sangre de hipopótamo, junto con invocaciones a Isis, a Anubis y a Osiris y sacrificios y ofrendas a Imhotep. Es seguro que el diabético seguía igual, es decir, bebiendo, orinando, adelgazando y debilitándose, para acabar muriendo en un breve plazo9. 8 López, R. S., (2000) Prensa, cuerpo y salud en el siglo XIX mexicano (1840-1900). México: CEAPAC- Miguel Ángel Porrúa. 9 Cañadell, V. J., (1980) El libro de la diabetes. España: Jims, pág. 11-13 14 En el siglo V a.C., en la lejana India, Susruta observa una extraña enfermedad – propia de ricos, de obesos, de personas que comen mucho dulce y mucho arroz- cuya característica más peculiar es que la orina de los que la sufren tiene un sabor dulce. Siguen pasando años y años. Los síntomas de la diabetes son bien conocidos por muchos médicos: adelgazamiento, debilidad, hambre, sed y gran cantidad de orina. Los tres últimos por ser quizá los más característicos, recibieron y han conservado hasta nuestros días nombres de la etimología griega: polifagia (hambre), polidipsia (sed) y poliuria (orina abundante). Así llegamos a 1679, cuando un médico inglés, el doctor Thomas Willis humedece un dedo en la orina de un diabético, lo pasa a su boca y redescubre su sabor dulce. Él tiene la oportunidad de probar la orina de muchos pacientes que presentan los síntomas de la diabetes. En unos la orina es muy dulce, en otros no lo es tanto y en algunos es totalmente insípida. Esta observación le permitió diferenciar dos clases de diabetes; la más frecuente es aquella en que la orina de los enfermos es dulce, enfermedad a la cual cuadra bien el nombre de diabetes mellitus –en latín mellitus significa miel-, distinguiéndose así de la diabetes sin azúcar o diabetes insípida. La historia de la diabetes avanza decididamente al comenzar el siglo XIX. Se inicia la época de la medicina experimental, un capítulo más se escribe con Claude Bernard, quien descubre que las féculas y azúcares de la alimentación se transforman en glucosa o azúcar de uva, que luego, en el hígado, se concentra y se convierte en glucógeno, el cual a su vez, puede pasar nuevamente a glucosa, manteniéndose así de una manera constante en la concentración de azúcar en la sangre. De igual forma se hacen investigaciones con el páncreas, órgano situado por detrás del estómago que contribuye a la digestión de los alimentos. En 1867, Langerhans descubre que dispersos en el seno de la masa pancreática, de aspecto muy similar al de las glándulas salivales, hay unos islotes de células cuyas estructura es distinta a las células que producen fermentos digestivos10. Posteriormente se descubre que un organismo carente de páncreas se vuelve diabético, así mismo se relaciona una sustancia segregada por dichos islotes con la regulación de la glucosa. 10 Op. Cit. (1980) Pág. 21 15 En 1918, Charles H. Best y Frederick G. Bating investigando con Marjorie, una perra diabética por extirpación del páncreas recibe las primeras inyecciones de la sustancia producida por los islotes de Langerhans: se había descubierto la insulina. Así pues esto permitió que se llevara un tratamiento más eficaz de muchos diabéticos; pero con su descubrimiento no se han aclarado totalmente las posibles causas que originan la enfermedad. El examen del páncreas de personas fallecidas con diabetes ha revelado que en unos casos hay una degeneración total de este órgano, en más ocasiones se encuentra que la atrofia sólo afecta a los islotes de Langerhans, pero muchas otras veces, no se encuentra la más mínima lesión pancreática. En el primero y segundo grupos de diabéticos parece evidente que la enfermedad está causada por un defecto del páncreas, pero los casos en que este órgano no presenta ninguna anormalidad deben obedecer a otro origen11. La concepción alópata actual de la Diabetes Mellitus La diabetes mellitus es una enfermedad crónica degenerativa que afecta al metabolismo de proteínas, grasas y carbohidratos; se asocia a una deficiencia absoluta o relativa en la secreción de insulina y puede presentar además un grado variable de resistencia a la misma. Representa una de las enfermedades de mayor proporción dentro de los padecimientos crónicos degenerativos. Uno de los principales peligros de la diabetes es su avance silencioso, ya que puede ser asintomática en etapas iniciales y cursar durante lapsos variables en forma inadvertida. Aproximadamente 30 a 50% de los enfermos desconoce su enfermedad, ya porque efectivamente se encuentran asintómaticos o porque sus signos y síntomas no han sido identificados como tales (Alpízar, 2001). Alrededor del 8.2% de la población entre 20 y 69 años padece diabetes, y cerca del 30% de los individuos afectados desconoce que la tiene. Esto significa que en nuestro país existen más de cuatro millones de personas enfermas de las cuales poco más de un millón no han sido diagnosticadas. Unaproporción importante de personas la desarrolla antes de los 45 años de edad. Por otra parte, la mortalidad por esta causa muestra un incremento 11 Op. Cit. (1980) pág. 30 16 sostenido durante las últimas décadas, hasta llegar a ocupar el primer lugar dentro de la mortalidad de la población en edad productiva, en tanto que, ocupa el segundo lugar en la población mayor a 65 años. Principales causas de mortalidad en edad productiva (de 15 a 64 años), 2003 Nacional Orden Descripción Defunciones Tasa 1/ % Total 174 747 263,74 100,0 1 Diabetes mellitus 23 365 35,26 13,4 2 Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 17 712 26,73 10,1 3 Enfermedades isquémicas del corazón 12 854 19,40 7,4 4 Accidentes de tráfico de vehículo de motor 11 158 16,84 6,4 5 Agresiones (homicidios) 8 720 13,16 5,0 6 Enfermedad cerebrovascular 6 237 9,41 3,6 7 VIH/SIDA 4 359 6,58 2,5 8 Nefritis y nefrosis 3 948 5,96 2,3 9 Lesiones autoinfligidas intencionalmente (suicidios) 3 590 5,42 2,1 10 Uso de alcohol 3 041 4,59 1,7 11 Tumor maligno del cuello del útero 2 667 4,03 1,5 12 Tumor maligno de la mama 2 632 3,97 1,5 13 Enfermedades hipertensivas 2 539 3,83 1,5 14 Infecciones respiratorias agudas bajas 2 421 3,65 1,4 15 Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 2 238 3,38 1,3 Tabla 1 1/ Tasa por 100 000 habitantes. Fuente: Elaborado a partir de la base de datos de defunciones INEGI/Secretaría de Salud.Dirección General de Información en Salud. CONAPO. Proyecciones de la Población de México, 2000 - 2050. México, 2002. Principales causas de mortalidad en edad posproductiva (65 años y más), 2003 Nacional Orden Descripción Defunciones Tasa 1/ % Total 246 823 4,719.60 100.0 1 Enfermedades isquémicas del corazón 2 Diabetes mellitus 37 690 720.68 15.3 3 Enfermedad cerebrovascular 35 619 681.08 14.4 4 Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 20 288 387.93 8.2 5 Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 15 866 303.38 6.4 6 Enfermedades hipertensivas 8 842 169.07 3.6 7 Infecciones respiratorias agudas bajas 8 738 167.08 3.5 8 Desnutrición calórico protéica 7 939 151.80 3.2 9 Nefritis y nefrosis 6 617 126.53 2.7 10 Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 6 131 117.23 2.5 11 Tumor maligno de la próstata 4 479 85.64 1.8 12 Tumor maligno del estómago 4 081 78.03 1.7 13 Tumor maligno del hígado 3 123 59.72 1.3 14 Anemia 3 038 58.09 1.2 15 Ulcera péptica 2 185 41.78 0.9 Tabla 2. 1/ Tasa por 100 000 habitantes. Fuente: Elaborado a partir de la base de datos de defunciones INEGI/Secretaría de Salud.Dirección General de Información en Salud. CONAPO. Proyecciones de la Población de México, 2000 - 2050. México, 2002. 17 La diabetes es la causa más importante para la amputación de miembros inferiores de origen no traumático, así como de otras complicaciones como retinopatía e insuficiencia renal. Es también uno de los factores de riesgo más importantes por lo que se refiere a las enfermedades cardiovasculares. Pero qué sucede con el organismo, ¿de qué forma es que se produce la diabetes en el cuerpo? El órgano que desempeña el papel más importante para la aparición de la diabetes es el páncreas. Éste se encuentra por abajo y atrás del estómago y es mucho más pequeño que el hígado. El páncreas está constituido por dos órganos con funciones distintas: el páncreas exócrino, la principal glándula digestiva del cuerpo, y el páncreas endocrino, lugar donde se origina la insulina, glucagón, somatostatina y polipétido pancreático. Mientras que la acción primordial de los productos del páncreas exócrino (enzimas digestivas) es el procesamiento de los alimentos ingeridos con la finalidad de que estén disponibles para su absorción, las hormonas del páncreas endocrino modulan todos los demás aspectos de la nutrición celular, desde el índice de absorción de alimentos hasta el almacenamiento celular o el metabolismo de los nutrientes. La disfunción del páncreas endocrino o las respuestas anormales de sus hormonas en tejidos blanco, dan como resultado trastornos graves en la homeostasia de nutrientes, generando así la diabetes. (Greenspan, 2000). Dentro del páncreas se encuentran distribuidos unos agrupamientos aislados de células, llamados Islotes de Lagerhans. En esos islotes se encuentran unas células beta, que tienen la función de elaborar y secretar la hormona Insulina en la sangre. Cuando la glucosa aparece en el torrente sanguíneo de una persona normal, las células beta liberan la insulina para iniciar el proceso de transformación o almacenaje de ésta en el hígado12. 12 La imágenes fueron retomadas de Durán y col. (1997) El diabético optimista, Manual para diabéticos, familiares y profesionistas de la salud. México: Trillas. CAPÍTULO 2 LA ALIMENTACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA DIABETES. 69 “El hombre no vive de lo que come sino de lo que digiere” (Anónimo) Para el caso que nos ocupa, no podemos soslayar el proceso social y político de la época que cruza la enfermedad y sus formas de materialización en el cuerpo, eso significa que no existe una explicación absoluta, las diversas mediaciones sociales y personales redimensionan el proceso de salud y de muerte. Una es el proceso de construcción de la enfermedad que está íntimamente ligado a la dieta de una población, a sus hábitos de comida cotidiana, a su herencia cultural de degustar ciertos sabores y olores1. Hoy en día es común hablar de la alimentación, se hace parte de las charlas amenas entre amas de casa, o entre adolescentes, en la radio, en escuelas, en los puestos de revistas, en un sin número de lugares hallamos el tema, pero ¿realmente hacemos conciencia de lo que significa el “comer bien”?, ¿seremos de verdad conscientes de lo que introducimos en nuestro cuerpo?, o ¿será que esto también es parte de una mezcla publicitaria entre la estética humana y la salud pública?. Los seres humanos somos omnívoros pues comemos todo tipo de alimentos, sin embargo se excluyen algunos productos dado que fisiológicamente son imposibles de digerir para el estómago humano. A pesar de esto, hay productos o alimentos que algunos grupos de personas excluyen no porque no sean comestibles, sino por los diferentes gustos. En esencia, la comida nutre la mente colectiva de un grupo social antes que el estómago, por lo que viene a ser más un factor social que uno nutricional o fisiológico. Es el siglo XVI realmente el que marca el inicio de una revolución en las cocinas del mundo, y es en México que los cambios ocurridos durante esos primeros años de la dominación española han influido profundamente en qué y cómo comemos. Los cambios 1 López, R. S. (2000) Prensa, Cuerpo y Salud en el Siglo XIX Mexicano 1840-1900.México: Porrúa, CEAPAC 70 de los sistemas culinarios de aquellos tiempos devinieron en nuevas formas de construir un cuerpo, que al paso del tiempo fue adquiriendo otros estilos de vivir y morir. Para comprender de manera más profunda cómo es que estos intercambios en los sistemas alimenticios produjeron nuevas enfermedades; entre ellas la Diabetes, sería conveniente hacer una revisión breve a los acontecimientos que marcaron la estructura de una distinta significación a la acción de comer y de conformar un cuerpo. Lo culinario en el México Prehispánico La cocina mexicana tal como la conocemos hoy en día es parte de una gran composición de varias culturas, tales como la europea, la asiática y la misma americana. Para conocer a cerca cómo es la variedad culinaria actual, forzosamente nos tenemos que remitir a nuestros antepasados, al origen de las bases de la constituciónde la alimentación mexicana. La alimentación de los antiguos pobladores del denominado Nuevo Mundo, estaba sujeta a la geografía que habitaban, es decir, no hacían modificaciones sustanciales para ajustar el ambiente de acuerdo a sus necesidades, sino más bien ellos eran los que se adaptaban a las condiciones de las diversas regiones donde se ubicaban. Los más importantes centros de origen de la agricultura del Nuevo Mundo tenían climas diversos, tan diversos como las frías tierras altas de los Andes y las tórridas bajas del Amazonas y el Orinoco, pero estaban todos en los trópicos. La agricultura del Nuevo Mundo nunca desarrolló los medios de producir grandes cantidades de alimentos en las áreas semiáridas de la zona templada, es decir, en las praderas de latitud media2 Los indios del Nuevo Mundo sólo domesticaron unas cuantas especies de animales, de los cuales solamente la Llama era de tamaño considerable, ninguna de ellas era capaz de tirar un arado; se tenían pocos animales domésticos y por lo tanto se vieron 2 Crosby, W. A. (1997) “La fusión de dos comidas” en Long, J. Comida y conquista. Consecuencias del encuentro entre dos mundos. México: UNAM 71 obligados a desarrollar cultivos y técnicas agrícolas que no dependían de la fuerza o el estiércol de éstos animales. Así pues, la dieta predominante en la época del México prehispánico era altamente nutritiva, balanceada y de gran variedad comprendida por especies vegetales, insectos y en menor proporción ciertas carnes. Los animales comestibles eran: el guajolote, la iguana, el pato, el venado, el perro, el conejo, las tuzas, las codornices, el jabalí y algunas aves migratorias. De la pesca destacaban los mariscos, los moluscos, crustáceos como los caracoles, los ajolotes, las ranas, peces y langostas. De las frutas y legumbres cosechadas en mesoamérica, se encuentran el mamey, guayaba, papaya, ciruela, capulín, tuna, zapote, maíz, calabaza, jitomate, tomate, fríjol, elote, chile, chilacayote, chayote, quelite, nopal, huauzontle y la jícama, entre otros. Cabe destacar el papel del maíz dentro de la alimentación prehispánica, pues éste se creía constituía el sustento básico del cuerpo y también del espíritu. La religiosidad de los aztecas y los mayas, entre otros pueblos, estaba vinculada de varias maneras al maíz; dioses y ofrendas, tortillas, atoles y pinole; ídolos de masa, fertilidad y agricultura; cañas y mazorcas. Además es sabido que el Popol Vuh afirma que el hombre fue creado a partir del maíz2. Es también importante mencionar que la magnitud del consumo y producción del maíz se debió en gran parte a las cualidades que posee, pues puede prosperar en una enorme variedad de climas. Cuando los europeos llegaron a América, el maíz se cultivaba en el estado de Tabasco y a lo largo del río San Lorenzo, en Canadá. Los pobladores precolombinos cultivaban el maíz sin la necesidad de una gran infraestructura o bien, de animales domésticos, y con o sin irrigación. Otra de las ventajas que ofrecía el maíz es la 2 Hoy en día se puede constatar que el maíz es uno de los aspectos que unifica a la población mexicana, indudablemente es su consumo el que nos dice que para cualquier persona, de cualquier estrato social, no hay barreras puesto que no hay quien no haya probado alimento que tenga como base el maíz. El maíz en México no conoce la discriminación. 72 utilidad que le daban a sus demás componentes, por ejemplo, los tallos que se podían usar para hacer cercas y techos Entre los insectos, éstos se comían porque eran fáciles de hallar en cualquier tipo de terreno, por lo que eran (y son) comunes dentro de la dieta de la población. Es así que insectos tales como el gusano de maguey, los escamoles, chapulines, el ahuahutle, las arañas, las hormigas, los jumiles o chinches de monte, los acociles, las larvas de mariposa, chicharras, etc., por mencionar algunos, son parte de la gran gama de la alimentación prehispánica. Cuenta Bernal Díaz del Castillo: “Todo lo que se comía eran lagartijas, golondrinas, la envoltura de las mazorcas, la grana salitrosa. Andaban masticando semillas de colorín y andaban masticando lirios acuáticos, y relleno de construcción, y cuero y piel de venado. Lo asaban, lo requemaban, lo tostaban, lo chamuscaban y lo comían. Algunas yerbas ásperas y aun barro”.3 Por otra parte los elementos dulces lo constituían la miel para endulzar bebidas como el atole, pinole y el chocolate, otras bebidas comunes eran el chinguirito y la chica, que eran servidas en vasijas de oro, llevaban una connotación importante para las relaciones sociales. Sin embargo a todo aquel que abusara de dichas bebidas era castigado, por lo tanto no había personas que ingirieran altas cantidades de alcohol, sólo les estaba permitido a los ancianos a quienes se les respetaba y veneraba por toda su acumulación de experiencia y conocimientos. “Los clientes entraban al mercado por la calle de las verduras y se sumían de inmediato en un enloquecido laberinto de colores, formas, olores y sonidos. Los vendedores distribuían verdaderos huertos de color sobre mantas blancas de algodón puestas en el suelo. Ofrecían pilas de jitomates rojos y rechonchos, camotes morados, jícamas marrones y verdes nopales –las hojas tiernas de un cactus-; las calabazas y chiles variaban del rojo al amarillo brillante al verde oscuro 3 Díaz del Castillo, Bernal (1984) Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid: Miguel León Portilla, en Long, J. Ibidem (1997) 73 y el negro, mientras incontables hongos rojos, amarillos, anaranjados y azules añadían nuevas pinceladas de color. Las más hermosas eran las flores comestibles del cacao, la calabaza y el maguey a la espera de algún comprador que se las llevase para preparar sopas o tamales. Como si no bastara con el despliegue multicolor, los comerciantes cortaban muestras y se las ponían debajo de la nariz a los clientes que pasaban. Raíces aromáticas parecidas a cebollas y puerros competían con manojos de orégano perfumado, verdolagas, quelites y berros. No existía ninguna contraparte europea de muchas hierbas precolombinas, como la hoja santa, con su característico sabor anisado, o el epazote, con el que se condimentaban los guisados de fríjol. Otras plantas tenían un parecido casual con algunas europeas, como ocurría con las semillas del guaje, que sabían a ajo. Los vendedores atraían la atención hacia sus productos canturreando sílabas repetitivas en náhuatl, y sus pregones, gritos, regateos y maldiciones resonaban por toda la ciudad. Donde por fin terminaban las verduras se instalaban los vendedores de carne y de pescado. Los puestos se prolongaban cientos de metros por la orilla del mercado y las carnes se exhibían cortadas en o en un pie porque, a diferencia de las tiendas del Viejo Mundo, que despachaban carne de res y de cerdo, en Tlatelolco el grueso de las ventas de los carniceros consistía en conejos, perros, tuzas y zarigüeyas. Entre las especialidades figuraban los ajolotes, salamandras larvarias que se encontraban en lagunas cercanas; armadillos muy estimados por su carne, e iguanas. Los indios se deleitaban asimismo con venados tanto de las tierras chichimecas como de la península de Yucatán. La costa del golfo proporcionaba también muchos manjares exóticos a los comerciantes de pescado que disponían su mercadería en filas paralelas al mercado de carne. Camarones secos que iban desde el tamaño más diminuto hasta el de enormes espirales se amontonaban junto a cangrejos, almejas, caracoles y ostras. Los vendedores ofrecían también innumerables especies de peces, pescados salados traídos de costas lejanas y truchas de ojoslímpidos capturadas en arroyos próximos. El pescado blanco de los lagos más occidentales era el más caro, debido a su carne suculenta. Otros productos de lujo incluían langostas, ranas, tortugas, serpientes, anguilas y pulpos, así como el caviar de huevecillos de peces e insectos. 74 Después de este recorrido por los alimentos mesoamericanos el visitante, cansado pero satisfecho, no había llegado más allá del centro del mercado. Más hacia el este los comerciantes vendían utensilios de cocina de cerámica y otros artículos para el hogar; hacia el sur los textiles multicolores se perdían a lo lejos y, al norte, junto con nuevos fardos de telas y pieles, había calles llenas de granos secos, leguminosas y chiles. Después de los vendedores de piel de conejo empezaban hileras al parecer interminables de maíz en una multitud de colores – blanco, amarillo, azul, rojo, variopinto--, además de montañas de amaranto, nueces y pepitas de calabaza. Las leguminosas mostraban una variedad similar, e incluían diminutos frijoles negros de la costa del golfo, otros gruesos y color café de los campos cercanos, y unos blancos, pequeños, traídos de provincias distantes. Cerca se alzaban montañas de sal asó como una miríada de chiles secos. Por suerte en ese lugar se divisaba ya la salida, pasando una ruidosa calle de aves vivas.4” Para el nativo americano el comer, no tenía una connotación de placer, simplemente era para calmar el hambre, la comida también era utilizada como ofrenda en día de muertos y en ritos para sus dioses. Sin embargo a raíz de la colonización española, esta visión vino a dar un giro totalmente distinto, puesto que para los venidos del Viejo Mundo, el comer era un acto de deleite y goce, un motivo de festejo magnánimo, que demostraba el poderío de su imperio. La fusión de dos culturas en la alimentación: México y España 1492 fue sin duda un año que marcaría para siempre la historia humana, ya que a pesar de que cuando somos niños nos enseñan que “Cristóbal Colon descubrió América”, éste fue un acontecimiento que trajo consigo una serie de consecuencias inimaginables y de una enorme trascendencia, más de la que nos suelen mostrar en la escuela. Ese evento fue el choque entre dos mundos, un encuentro entre dos culturas distintas que se fusionaron dando origen –entre otras cosas- al sistema culinario que hoy es tan común en nuestra vida diaria. 4 Sahagún, B. “The Florentine codex. General History of the things of New Spain” , 1950-1982, 10:79, 11: 279-289, en: Pilcher, J. (2001) ¡Vivan los tamales! La comida y la construcción de la identidad Mexicana, México: Ediciones de la Reina Roja, Conaculta, CIESAS 75 Este encuentro del Viejo Mundo con el Nuevo Mundo fue la consecuencia de la necesidad de hallar nuevas rutas comerciales después de que los turcos otomanos conquistaron Asia Menor y cerraron las vías comerciales a la India y a sus abundantes especias, que se habían vuelto una necesidad de consumo para el paladar de los europeos. Los primeros conquistadores que llegaron al territorio mexicano lo hicieron con recursos alimenticios relativamente escasos y debieron consumir los que la región brindaba. Poco tiempo después comenzaron a llegar naves cargadas con productos del Caribe y de España, pero nunca resultaron suficientes y, como consecuencia, se aprovechó lo que México ofrecía con pocas adiciones. La alimentación en el Viejo Mundo se caracterizaba por el consumo de especias que le daban un el toque vistoso a la rutinaria comida, que consistía principalmente en carne, pan y vino; algunas de estas especias eran la menta, el perejil, el romero, la salvia, la pimienta, la nuez, el clavo, el comino, el tomillo, la canela, entre otras. Así pues, de los frutos que el Viejo Mundo trajo hacia el Nuevo Mundo podemos encontrar dentro de los productos, algunos de los cuales encontraron un clima adecuado para desarrollarse, otras en cambio, tardaron en adaptarse a estas tierras nuevas. Entre ellas destacan trigo, caña de azúcar, arroz, olivo, vid, zanahoria, lechuga, rábano, nabo, perejil, cebolla, ajo, berenjena, acelga, haba, lenteja, pera, manzana, higo, durazno, melocotón, limas, limón, naranja y muchas más. Los animales domésticos adoptados por los indígenas fueron el caballo, el cerdo, la gallina, las vacas, las ovejas, las cabras, entre otras. Estos animales fueron una novedad importante para los indígenas: su tamaño y demás características biológicas5 les permitieron adaptarse rápidamente a las nuevas y variadas condiciones naturales de México; su carne era abundante, fácil de obtener, y sobre todo, aseguraron una fuente accesible de grasa, sin paralelo con las existentes antes de la llegada de los españoles. La 5 Tal es el caso de la gallina, que tardo poco en incorporarse a los hogares de los pobladores debido a su gran parecido con el guajolote, tanto en su apariencia como en su cuidado, lo que en cierta medida facilitó su acomodo en la vida de los indígenas. 76 manteca del puerco abrió plenamente a la cocina mexicana la posibilidad de freír los alimentos, y dio origen a numerosos platillos nacionales como carnitas, frijoles refritos, y los que llevan tortillas o sus derivados fritos, como totopos, quesadillas, chalupas y tantos más. Aunque su empleo como alimento fue limitado, contrastó la ganadería caballar, ya que ella sí implicaba una tecnología y el uso de herramientas de hierro, que los españoles no deseaban poner en manos de los indígenas. Por lo tanto el uso del caballo fue restringido y se consideraba un favor y honor importante el otorgar una autorización para emplearlo a quienes no fueran españoles. El ganado vacuno, por el contrario, quedó inicialmente en manos españolas, ya que implicaba una tecnología ganadera con la que no estaban familiarizados los indígenas. No fue sino hasta 1526 en que la Ciudad de México se abasteció regularmente de carne de res. La cría de estos animales también se alejó paulatinamente del centro del país, hasta alcanzar los grandes pastizales del norte. El propósito de su cría fue doble. Por una parte era fuente importante de carne, pero en los primeros tiempos de la Colonia se utilizó también para producir los cueros que requerían el calzado, los cinturones y sobre todo para el apoyo de la industria minera6. Esas cantidades de animales modificaron drástica y permanentemente los ecosistemas. Eliminaron los pastos nativos, que no habían desarrollado defensas contra el pastoreo y el pisoteo intenso7. Esto estimuló las explosiones demográficas entre los inmigrantes y alteró drásticamente, y para siempre, los ecosistemas de regiones enteras. De las leguminosas que predominaban en el Viejo Mundo, estaba el trigo, fuente de importantes sectores económicos, industriales y religiosos. Resultaba fundamental su consumo, pues recordemos que era uno de los ingredientes principales dentro de la dieta europea. En un intento por fomentar la producción ibérica de lana, los reyes católicos 6 Vargas, L. A., Casillas, L. E. “El encuentro de dos cocinas: México en el siglo XVI” en: Long, J. (1997) comida y conquista. Consecuencias del encuentro entre dos mundos. México, UNAM 7 Crosby, A. W. “La fusión de dos comidas” en: Long, J. (1997) comida y conquista. Consecuencias del encuentro entre dos mundos. México, UNAM 77 habían permitido que los pastores apacentasen a sus animales en los campos de cultivo, y que se talasen bosques enteros para convertirlos en pastizales. Las hambrunas resultantes devastaron el campo español, y los recuerdos del hambre impulsaron a los conquistadores hacia el Nuevo Mundo8. El trigo fue un cereal que costó un gran esfuerzo para acoplarse al Nuevo Mundo, ya querequería inversiones importantes, tanto agrícolas como industriales. Hacían falta arados de hierro para labrar adecuadamente la tierra, y éstos, a su vez, precisaban onerosos animales de tiro. El grano también requería riego abundante tanto para la siembra, en diciembre, como para la maduración, en marzo. Después de la cosecha el cereal tenía que molerse para hacer harina, proceso muy costoso9. El pan de trigo tenía una especial importancia, no sólo porque era el principal producto de la dieta española, sino porque debido a él lograron la consumación de la conquista del Viejo Mundo por medio de la evangelización del pueblo mexicano al catolicismo. Además se trataba de imponer la creencia a los indígenas que al consumir los alimentos de la dieta española, podían llegar a ser tan fuertes e inteligentes como aparentemente lo eran ellos. Indudablemente fue una mentira, que de tanto repetirla se hizo verdad con la cual el mexicano además de ingerir esa dieta, degustó los sentimientos de sumisión y humillación, que se vieron reflejados en la transformación del cuerpo azteca, de fuerte, alto y equilibrado a chaparro y desganado, perdiendo la armonía con él mismo y con la naturaleza que le rodeaba. Sin embargo la guerra del trigo no fue del todo ganada, ya que el maíz a pesar que redujo su relevancia, no perdió nunca su vigencia, cosa que podemos observar y ser participes hoy en día. Para la Nueva España, un producto que llegó a revolucionar su cocina es el azúcar, extraída de la caña de azúcar, originaria de la India y que al llegar a estos terrenos rápidamente pasó a ser un ingrediente fundamental de la comida mexicana, ya que el 8 Op. Cit. (2001) p.56 9 Ibidem. p.58 78 azúcar se combinó con las frutas locales para producir ates, orejones, frutas cubiertas, acitrones y otras tantas. La producción de azúcar favoreció el de las bebidas alcohólicas. Mientras que la elite que podía permitirse los elevados precios siguió bebiendo vinos y jereces importados. Los colonizadores menos afortunados adoptaron la bebida fermentada nativa: el pulque. Sin embargo, tal vez la bebida más popular de la Nueva España que no contenía alcohol era el chocolate, transformando aquella bebida amarga de los señores precortesianos en una dulce al agregarle azúcar y especias10. Lo anterior indica como la comida se convirtió en un sistema de jerarquización de las clases sociales. Las cocineras de la Nueva España crearon una elaborada cocina combinando ingredientes y técnicas culinarias de ambos lados del Atlántico. Pero el proceso de mestizaje se inició en los márgenes de los sistemas culinarios, con la mezcla de ingredientes como chiles y carne. Los cereales básicos, el maíz y trigo, siguieron siendo en gran medida mutuamente excluyentes, el pan alimentaba a una acomodada sociedad criolla y las tortillas se restringían a los pobres y a las comunidades indígenas. Las asociaciones jerárquicas de la comida dentro de la Nueva España contribuyeron a retrasar la aparición de una cocina nacional consiente de sí misma, así como las divisiones sociales coloniales demoraron la unificación de la nación mexicana11. Después de todo, esta fusión fue dada por las circunstancias a las que estaban sometidos los españoles y a los que ellos mismos sometieron al pueblo indígena. Ambas partes tuvieron que adaptarse para encontrar un equilibrio en la búsqueda de no perder aquello que consideraban suyo, como sus tradiciones, su cultura, su educación, su alimentación. Las mujeres jugaron en todo este proceso un factor fundamental, fueron ellas quienes propiciaron el mestizaje culinario, pues amalgamaron la alimentación en un intento de solventar las carencias de ingredientes o bien, para no dejar de ser y pertenecer 10 Ibidem 60 11 Ibidem 52 79 a sus raíces prehispánicas. Es entonces que el intercambio culinario funcionó en forma recíproca, creando grandes maravillas para el paladar: “Sor Andrea de la Asunción se levantó las blancas mangas y el hábito negro de la orden de Santo Domingo y se aprestó a cumplir su sagrada vocación. Bajo el techo abovedado de una cocina conventual de Puebla de los Ángeles empezó por escoger chiles rojos y negros y tostarlos en el comal. Un brillo beatífico le cubrió la frente mientras molía los pimientos en el metate hasta obtener una pasta tersa. De esa piedra de moler de origen nativo pasó al especiero del Viejo Mundo, para seleccionar clavo, canela, granos de pimienta, semillas de cilantro y de ajonjolí, que frió en una sartén. Las molió, se las agregó a los chiles, junto con jitomates hervidos, y coció la mezcla a fuego muy bajo en una cazuela de barro, añadiéndole de vez en cuando caldo de pavo. De la salsa café oscuro emanaban aromas divinos, pero cuando se echó unas gotas en la palma de la mano para probarla seguía faltando algo. Andrea dio pronto un vistazo en busca de inspiración por la cocina azulejada y de pronto vio el chocolate, la antigua bebida de los señores aztecas. En el instante preciso en la que la tablilla al mismo tiempo dulce y amarga se fundió en la salsa, terminó de crear el mole poblano, el plato nacional de México12”. Para el final del siglo XVI la situación cambió y sus principales efectos sobre la alimentación fueron: la adopción de nuevos instrumentos y técnicas de cultivo por los indígenas, la introducción de la ganadería que llegó a los poblados indígenas, cambios en el modo de preparar y consumir la comida, el inicio de la industrialización de algunos alimentos, la apertura de establecimientos públicos para la venta de alimentos, entre otros. Así como se crearon nuevos sistemas alimentarios, también se establecieron diversas formas de construir el cuerpo, nuevas enfermedades, nuevos padecimientos y nuevas formas de ver la vida se originaron. Lo cual llevo a un desequilibrio que permanece hasta nuestros días. 12 Valdés, A. “Novísimo arte de cocina o excelente colección d e mejores recetas” en: Pilcher, J. (2001) ¡Vivan los tamales! La comida y la construcción de la identidad Mexicana, México: Ediciones de la Reina Roja, Conaculta, CIESAS 80 ¿Qué comemos los mexicanos? En la época del México Independiente el consumo del maíz, fríjol, chile y trigo tuvieron sus respectivas variaciones de acuerdo a la industria que las manejaba, al clima que preponderaba y de igual forma al mercado donde se insertaban. En cambio el consumo de la fruta y las carnes rojas estuvo por lo general limitado a los pequeños propietarios o a las fincas de los rancheros más acomodados. Buena parte de lo obtenido no iba al mercado; era consumido por los propios productores y lo que salía a venta a penas si tenía regalías. La cocina mexicana no sólo variaba con las regiones sino también con el tiempo, ya que las diferentes ocasiones requerían los alimentos apropiados. Las reglas de etiqueta funcionaban como mapas temporales que guiaban las relaciones interpersonales por el terreno muchas veces escabroso de la clase, el género y el parentesco. El comportamiento adecuado dependía del estatus de un individuo pero también lo determinaba, con lo cual resultaba tan difícil como esencial ubicarse correctamente en el contexto que fuese. La etiqueta de la comida contribuía asimismo a resolver las contradicciones sociales al brindarle a la “gente decente” espacios en los cuales consumir alimentos populares poco elegantes pero deseables. No obstante, transgredir los límites entre la casa y la calle planteaba graves peligros a la sociedad refinada. Las memorias de Guillermo Prieto recuerdan con afecto las comidas de su juventud e ilustran la gran variedad de alimentos mexicanos del siglo XIX. En la escuela en la que estaba interno sedespertaba todas las mañanas esperando tomar lugar en la cama una taza de suculento chocolate. Este estimulante esencial, preparando con agua o con leche y servido con un pan dulce o unas frutas cristalizadas, constituía el desayuno, que se servía como a las diez de la mañana. Aunque era demasiado temprano para recibir visitas, esta comida familiar era bastante sustanciosa, con carne o pollo asado, guisados, moles o a veces una omelet. Y cualquiera que fuese el platillo principal, la guarnición habitual eran frijoles. Las familias adineradas tomaban vino tinto importado y las clases medias consumían el pulque nativo. 81 La comida, que era la más importante, comenzaba entre 1 y 2 de la tarde y la cuidad de México observaba infaliblemente este ritual. Las oficinas cerraban temprano para que los hombres pudiesen salir a comer a su casa, con la familia; tal vez, después de una siesta, regresaban a trabajar unas cuantas horas más. La comida tenía un formato invariable, y cada plato llegaba a la mesa por separado. Primero se servía con un consomé de pollo o de carne de res con limones para sazonarlo y chiles para acompañarlo. Luego venía una sopa seca de pasta o arroz con salsa de jitomate, que podía cubrir las pastas o incorporarse en la preparación del arroz. Los platos fuertes mostraban más diversidad; era típico el puchero hecho con coles, nabos, garbanzos, jamón y otros ingredientes. Después de los frijoles y postre la familia se entregaba a una siesta que se prolongaba hasta bien entrada la tarde. Entre las 4 y 5 otra taza de chocolate estimulaba el apetito para la merienda, que se servía al anochecer y consistía en panes y dulces. Muchas veces se ofrecía a los miembros de la familia extensa y los amigos, que con ella se sostenían hasta que estaba lista la cena, como a las 10 de la noche. Este alimento, ya se tomase en la casa o en una fonda modesta, podía consistir en un guisado de carne con ensalada o pollo con mole. Los mexicanos acomodados se acostaban muy tarde, tras haber consumido a lo largo del día, una noble cantidad de comida13. La comida estaba ligada a un sentimiento de ambivalencia en el que por un lado se despreciaba los hábitos alimenticios indígenas que daban parte a la identidad nacional y por otro la amalgama que éstos tuvieron con la cocina europea, con el fin de hacer de los mexicanos, seres mejores y productivos, tal y como lo eran las grandes elites del mundo moderno. Los mexicanos del siglo XIX reconocían con toda claridad su cocina nacional en las formas de los tamales prehispánicos y los moles coloniales. Las mujeres seguían preparándolos, tanto al abrigo de su espacio doméstico como en las exuberantes festividades callejeras. Sin embargo los dirigentes varones se mostraban notablemente renuentes a reconocer esos platos como expresiones legítimas de la cultura nacional y 13 Op Cit. Pilcher, J. (2001) p. 90-92 82 mantenían la cocina europea como la norma para los banquetes públicos. Además, a partir de 1900 las clases altas mexicanas, que en algún tiempo hicieran de lado el maíz como simple forraje para los indios, comenzaron a atribuirle un nuevo y siniestro significado al cereal nativo, considerándolo como uno de los principales impedimentos para el desarrollo nacional. El discurso de la tortilla funcionaba realmente como un subterfugio para distraer la atención de las desigualdades sociales. Cuando en los años cuarenta los investigadores del Instituto Nacional de Nutrición analizaron finalmente la dieta del país, descubrieron que el maíz y el trigo eran prácticamente intercambiables. La desnutrición rural no era consecuencia de alguna inferioridad de la tortilla, sino que la pobreza, y sobre todo la falta de tierra, hacía imposible llegar a tener una dieta bien balanceada. Lamentablemente una reforma agraria que permitiese a los campesinos alimentarse bien representaba una respuesta inaceptable para los gobiernos mexicanos que trataban de alcanzar la modernización económica. El desarrollo industrial requería mano de obra barata para producir bienes y grandes mercados para consumirlos, y ninguna de las dos cosas existía cuando la gran mayoría de la gente vivía en el nivel de la subsistencia, en comunidades aisladas14. Entre 1880 y 1910 se rompieron por fin las barreras de la incomunicación: haciendas viejas y plantaciones nuevas se dieron a la tarea de procesar varios productos agrícolas solicitados aquí y en otras tierras. Las ciudades se llenaron de pequeños establecimientos, cuya producción fabril se integró poco a poco a la manera artesanal de elaborar los alimentos. El crecimiento en las ciudades de las clases medias y populares que solicitaban y podían pagar los productos del país, hizo aparecer ingenios, fábricas de aceites, aguas gaseosas, licores, cervezas, conservas, harinas y pastas alimenticias, así como empacadoras de productos del mar y de la tierra. El ferrocarril y la energía eléctrica contribuyeron enormemente a la expansión y modernización de las comunicaciones y los 14 Op Cit. Pilcher, J. (2001) p. 121 83 servicios, al desarrollo de la industria y la concentración de gente y de actividades en la ciudad de México15. Los principales factores que contribuyeron al proceso de expansión de la ciudad fueron la consolidación del suelo urbano y suburbano, la desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, que puso en movimiento el mercado de bienes raíces antes estancado, originó numerosas transacciones de la propiedad y la desintegración de los núcleos conventuales. Otro factor fue la modernización tecnológica, que produjo un aumento en los ingresos de un grupo creciente de los habitantes; el desarrollo de los organismos de crédito urbano (1882) y la creación de fuentes de trabajo, servicios públicos y edificios de asistencia social o recreativa en zonas periféricas. El acelerado crecimiento demográfico del país, exigía un aumento correctivo en la producción de alimentos, pero el volumen conjunto de maíz, fríjol, arroz y garbanzo, cosechado en 1940, apenas fue superior en un 10.6% del alcanzado en 1911, en tanto que la población había aumentado en ese lapso un 30.5%. Cabe aclarar que la producción no fue mayor debido, por una parte, a la guerra civil que se prolongó todavía durante la década de los veinte: la rebelión delahuertista de 1923, la cristera de 1926-1929 y la escobarista de 1929; influyeron también las heladas, sequías, inundaciones, plagas, enfermedades y otras causas que, conforme al Censo Agrícola Ganadera de 1940, determinaron las perdidas de las cosechas en una superficie total de más de 1.2 millones de hectáreas16. Los resultados de estos acontecimientos generaron en el país una crisis en el mercado, de ahí que surgiera la tendencia por garantizar el abasto y los precios de los bienes básicos que llevó a una injerencia del Estado en la economía. 15 Arias, P. (1997)La Cocina Mexicana a través de los Siglos. IX Comida en Serie. México: Clío 16 López, R. D., (1998) El abasto de productos alimenticios en la ciudad de México. México: Fondo de Cultura Económica. 84 Un intenso proceso de modernización de la agricultura se inició a partir de la década de los cuarenta. En 1941, el gobierno estableció un programa cooperativo con la ayuda de la Fundación Rockefeller y por medio de la Oficina de Estudios Especiales de la Secretaría de Agricultura se propuso como objetivo aumentar la producción de alimentos. Las investigaciones comenzaron en torno a los problemas científicos para adaptar semillas a los suelos locales, a la búsqueda de mezclas adecuadas de insecticidas y fertilizantes, a la utilización eficiente de agua y otros problemas.Siguiendo las recomendaciones de la comisión de expertos, los especialistas en fitopatología, genética, suelos, empezaron a trabajar. Al principio limitaron sus investigaciones al maíz y al trigo, con cierta atención al fríjol en 1949, a la papa en 1952, y a las hortalizas en 1953; al sorgo, la cebada y las leguminosas forrajeras en 1954 y a la ganadería en 1956. Las razones para dar preferencia al maíz y al trigo eran claras: los dos cereales representaron en el período de 1939-1941, el 72% de la superficie cosechada (64% para el maíz y 7.4% para el trigo), además, el maíz era el artículo básico en la alimentación de la mayoría de los mexicanos. Por otra parte, era notorio el rápido aumento en el consumo por personas de trigo, sobre todo en las zonas urbanas. Si bien las semillas híbridas podrían aumentar el rendimiento hasta el 70% más que las semillas de maíz común. El empleo de fertilizantes y semillas mejoradas fuera de los distritos de riego en gran parte siguió siendo desconocido17. La principal problemática se destacaba en el consumo de estas leguminosas, con lo que se llegaba a dividir la alimentación de los mexicanos en tres niveles: los más pobres comían simplemente maíz, sal y agua; cuando les era posible complementaban esa dieta con chiles y pulque; finalmente, en el nivel más alto, los mexicanos añadían a estos alimentos básicos carne, pan y otros productos. La estratificación de la población se hacía evidente con la cultura alimentaria que sufría vertiginosos cambios a partir de los eventos políticos, económicos y sociales que se manifestaban alrededor del mundo. Evidencia de esto tenemos a la Depresión Económica de 1929 y a la Primera y Segunda Guerra mundial. 17 Ibidem p. 314 85 Después de estos acontecimientos el aumento de la participación de las mujeres al trabajo, requirió de la implantación de nuevas formas de organización en los hogares de muchas familias. Ya no fue posible que las mujeres dedicadas durante la guerra a trabajar y sostener a los hijos retornaran como antes a la vida doméstica. Su exigencia de nuevos derechos modificó para siempre las rutinas de una sociedad donde ya no sólo trabajaban fuera del hogar, sino lejos de él. El poco espacio disponible para cocinar hizo que con el tiempo surgieran las primeras cadenas de comida rápida, donde se buscaba un alimento que fuera rápido de preparar y que trajera consigo los beneficios de las vitaminas, proteínas y carbohidratos, surgiendo así la hamburguesa, o lo que en México el equivalente sería la clásica torta – carne de cerdo, pollo, frijoles, queso, rebanadas de aguacate, jitomate y chiles, todo dentro de un pan llamado telera, comida que enmarca el mejor ejemplo de la fusión de la comida mexicana con el resto del mundo-, todo para satisfacer las necesidades de las masas, facilidad, comodidad y funcionalidad eran los principales requisitos a cumplir. Si algo distingue a estos establecimientos, criados a los pechos del capitalismo, es justamente su carácter centralizado, eficaz y comunitario: la comida es barata y engañosamente nutritiva, disponible de forma instantánea y en cantidades ilimitadas; nadie tiene que esperar a nadie y nadie lava la vajilla porque platos y cubiertos sencillamente se tiran, y los propios clientes llevan la comida hasta la mesa y recogen cuando han acabado18. La revolución alimenticia llegó entonces con las grandes industrias que convirtieron la comida en productos envasados para su mayor duración, la calidad entonces se vendía en costos de tiempo, más no de nutrición, aunque su publicidad afirmase lo contrario. El empleo de conservadores y saborizantes artificiales daba la impresión de consumir un alimento más apetitoso19dio pie a que los alimentos se 18 Harris, M. (1999) Bueno para comer. México: Mc Graw Hill 19 El empleo de aditivos en los alimentos ha constituido la formación de una industria dedicada a esta rama, el sabor y apariencia de los alimentos es parte de una mercadotecnia que incluye sin lugar a dudas prácticas económicas, políticas, sociales y de salud, esta última en la intervención de las enfermedades causadas a raíz de la desnutrición originada en parte por la comida poco nutritiva que sale de estas industrias dedicadas a la búsqueda de comensales que desean eficacia y rapidez en su alimentación. Ver, Benitez, A. A. (1997) “La Sabrosa Industria del Sabor” en Tecnología de Alimentos, Industria y Mercado,32 (1) Diciembre, págs. 14-20, “¿A qué le tiras cuando comes mexicano?” en Tecnología de Alimentos, Industria y Mercado,32(11) 86 sintetizaran o se refinaran de tal forma, que al final eran simplemente materia muerta que perdió todos sus nutrientes, pero que reunía sabor y aspecto agradable, resultando el origen de desnutrición en la población mexicana y así mismo un factor determinante en el aumento de enfermedades crónico degenerativas, tal es el caso de la Diabetes, que en nuestro país actualmente se encuentra en la primera causa de mortalidad en personas de edad productiva. Principales productos de la Industria Alimentaria20. Aceites y grasas comestibles: La tendencia de la agricultura mexicana a sustituir ciertos cultivos poco remunerativos, por cultivos de materias primas industriales de elevado rendimiento, como las oleaginosas, permitieron el desenvolvimiento de numerosas empresas dedicadas a elaborar aceite y grasas de origen vegetal. La producción de aceites, grasas y proteínas vegetales en México registró durante el periodo de 1970-1983, una tasa media de crecimiento de 4.7% superior a la de la población, que fue de 3.1% anual, lo que permitió a esta industria abastecer el mercado interno prácticamente en su totalidad. Este hecho adquiere relevancia porque se trata de una industria estratégica como proveedora de alimentos, ya que el 86% de la producción de aceites y grasas vegetales se destina al mercado alimentario, con la perspectiva de irse incrementando como fuente directa de proteínas de la canasta básica alimentaria de la población. Al principiar la década de los sesenta, esta industria satisfacía casi el 60% de las necesidades nacionales, con una producción de más de 800 000 toneladas y la mayor importancia la tenía la copra, seguida por el ajonjolí y el cacahuate; muy de lejos por la linaza, el cártamo y la higuerilla, la soya, el olivo, el coquito, la semilla de nabo y el maíz. El país producía alrededor de 1 300 000 toneladas de aceites y grasas vegetales. Este auge de oleaginosas obedeció, más que al aumento de la población, al consumo generalizado de aceites vegetales para cocinar, en sustitución de la manteca de cerdo, de la que había Diciembre, págs. 6-9; García, G. (1998) “Seguridad de los aditivos en los alimentos. Evolución o Revolución.” en Tecnología de Alimentos, Industria y Mercado, 33 (4) Abril págs. 36-38 20 Ibidem 1998 p. 526-535 87 cuantiosos deficientes por la eventualidad de las cosechas temporales de maíz, lo que ocasionaba un alto precio de la grasa animal. Azúcar: La industria azucarera creció a una tasa media de 2.4 anual en el periodo de 1970- 1980, inferior en tres puntos a la que registró en la década de los sesenta. El decrecimiento de la actividad obedeció principalmente al descenso de la productividad, tanto en el cultivo de caña, como en su posterior transformación industrial. El consumo nacional de azúcar aumento a un ritmo de 5% en promedio anual durante 1970-1980. Respondiendo la dinámica de consumo esencialmente a la demanda del sector industrial, que en esos años subió a una tasa media del 7% anual; a su vez, el consumo doméstico ascendió a un 2.6% promedio anual. La demanda
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