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Homicidas-seriales--una-vision-sociopsicoanalitica

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
FFAACCUULLTTAADD DDEE PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA 
 
 
HOMICIDAS SERIALES: UNA VISIÓN 
SOCIOPSICOANALÍTICA 
 
 
T E S I S 
 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 
 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 
 
P R E S E N T A : 
 
 
 
ENRIQUE ALEJANDRO ZÚÑIGA VÁZQUEZ 
 
 
 
 
DIRECTOR: DR. DAVID AYALA MURGUÍA 
 
 
 
 
 
 
MÉXICO D. F. 2007 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A LA UNIVERSIDAD NACIONAL 
AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
POR SER LO MEJOR QUE ME HA PASADO, 
POR DARME UNA EDUCACIÓN DE PRIMERA, 
POR SER UNO DE LOS ULTIMOS RESQUICIOS 
DE LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. 
POR FORJAR PROFESIONISTAS QUE 
PERSIGUEN UTOPÍAS. 
 
 
 
A LA FACULTAD DE 
PSICOLOGÍA 
 
POR ENSEÑARME A SER 
PLURAL. POR ALBERGAR A 
PROFESORES DE PRIMERA. POR 
ERIGIRTE SOBRE PRINCIPIOS 
SOCIALES. POR IR A LA 
VANGUARDIA. 
 
 
 
A MIS PROFESORES 
 
QUIENES CONFÍAN EN QUE HAY 
GENTE VALIOSA EN LAS AULAS. 
SUS CLASES MARCARON UN CAMINO 
QUE BUSCA ENSANCHARSE. 
 
 
 AL DOCTOR DAVID AYALA 
 
POR DEVOLVERME LA FE EN 
ESTA CIENCIA. POR TIRAR 
PARADIGMAS. LA LECCIÓN MÁS 
VALIOSA ES SABER QUE 
EXISTEN HOMBRES QUE 
BUSCAN QUE LOS OTROS SEAN 
LIBRES. GRACIAS DOCTOR. 
 
A MARTÍN BARRÓN 
 
POR ENCENDER LA CHISPA DE LA DUDA. 
POR COMPARTIR TU PASIÓN. 
 
A MIS PADRES 
 
SUS MAGNÍFICOS DESCUIDOS ME DIERON LA OPORTUNIDAD DE ESTAR 
AQUÍ. 
 
A MI PADRE 
 
SU APOYO INCONDICIONAL ME HA PERMITIDO SER QUIEN SOY. 
 
A MI MADRE 
 
COMPARTIMOS EL GUSTO POR UNA CIENCIA DE LOCOS. ERES LA MEJOR 
SINODAL QUE ME HA EVALUADO. 
 
A MI MAMÁ BETY 
 
EL CAMINO HA SIDO LARGO, PERO SIEMPRES ESTUVISTE ALLÍ. LO QUE 
CUENTA SON LOS PEQUEÑOS DETALLES Y TU LOS EJERCÍAS CON 
PRESICIÓN MILIMETRICA. 
 
A MI PAPÁ PABLO 
 
DESDE TU INTEMPORALIDAD SABES QUE ESTO TAMBIÉN ES UN LOGRO 
TUYO. 
 
A MIS HERMANAS 
 
ES POR USTEDES POR QUIEN ME ESFUERZO, POR QUIEN BUSCO LIDIAR 
CON CRIMINALES. NO QUIERO QUE NADIE LES HAGA DAÑO, MÁS EN UN 
MUNDO QUE SE HA DESHUMANIZADO. 
 
A SONIA 
 
SABES QUE LO QUE COSECHASTE DARÁ FRUTOS. MIS LOGROS SON 
TUYOS. GRACIAS POR AGUANTAR, LA ESPERA VALDRÁ LA PENA. SABES 
QUE TE ADORO. 
 
A MIS AMIGOS 
 
SUS RISAS, SUS CUSTIONAMIENTOS, SU COMPAÑÍA, MARCÓ MI VIDA. 
COMPARTIMOS UNA PASIÓN QUE NOS ACERCÓ Y NOS MOSTRÓ QUE EN 
UN MUNDO COMPETITIVO LA HERMANDAD NO ESTÁ EXCLUIDA. 
 
 
ÍNDICE 
 
 
RESUMEN ........................................................................................................ 1 
 
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 2 
 
 
CAPITULO 1 
 
HOMICIDAS SERIALES: DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN 
 
1.1 Definición y clasificación: Bosquejando una idea ..................................... 5 
 
1.2 Homicidas seriales: recuento histórico ...................................................... 8 
 
1.2.1 Recuento histórico: Pasajes de la crueldad ................................. 9 
 
1.2.2 Vlad el “Empalador”: El Conde Drácula ..................................... 11 
 
1.2.3 Gilles de Rais .............................................................................. 12 
 
1.2.4 Elizabeth Bathory........................................................................ 13 
 
1.2.5 Jack “el Destripador”: Prototipo de los “serial killers” ............... 13 
 
CAPITULO 2 
FENÓMENO SOCIAL: DETERMINANTE O COADYUVANTE. 
2.1 Homicidas seriales: Una visión social ...................................................... 17 
2.2 Estados Unidos, Colombia y México: Generando homicidas seriales ... 17 
2.2.1 Estados Unidos: Gestando homicidas seriales........................... 19 
2.2.2 Colombia: Los estragos de la violencia ....................................... 23 
2.2.3 México: Indiferencia homicida...................................................... 26 
 
CAPÍTULO 3 
 
DUELO, FANTASÍA Y FETICHISMO: ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE MATAR 
 
3.1 Duelo: Detonante del homicidio................................................................. 32 
 
3.2 Fantasía: Móvil del homicida serial............................................................ 33 
 
3.2.1 Fantasía: Una posición criminológica........................................... 35 
 
3.2.2 Fantasía: Postura de Sigmund Freud .......................................... 36 
 
3.2.3 Fantasía: Postura de Melanie Klein ............................................. 38 
 
3.2.4 Fantasía: Postura de Jacques Lacan........................................... 40 
 
3.3 Fetichismo: Después del matar ................................................................ 42 
 
 
CAPÍTULO 4 
 
CANIBALISMO 
 
4.1 Canibalismo: “El alimento como comunión” ............................................. 44 
 
4.2 “Serial killers” caníbales ......................................................................... 47 
 
4.2.1 Fritz Haarmann: “El carnicero de Hannover”............................... 47 
 
4.2.2 Albert H. Fish:”El Ogro de Nueva York” ...................................... 48 
 
4.2.3 Andrei Romanovich “Chikatilo”: “La bestia de Rostov” ............ 50 
 
4.2.4 Jeffrey Dahmer: "El Carnicero de Milwaukee"............................. 51 
 
4.3 Dorancel Vargas: Un caníbal venezolano................................................. 54 
 
4.3.1 Modus operandi .......................................................................... 56 
 
4.3.2 Aspectos psíquicos de los homicidios ..................................... 58 
 
4.3.3 Estructura psíquica de Dorancel ............................................... 59 
 
CAPÍTULO 5 
 
ESTUDIO DE CASO 
 
5.1. Mujeres homicidas: Breve recuento........................................................ 62 
 
5.2 Indiferencia homicida: Juana Barraza “La mataviejitas” .......................... 64 
 
5.2.1 Modus Operandi.......................................................................... 67 
 
5.2.2 Aspectos psíquicos de los homicidios ..................................... 71 
 
5.2.3 Estructura psíquica de Juana Barraza...................................... 75 
 
 
CAPÍTULO 6 
 
ESTUDIO DE CASO 
 
6.1 Luis Alfredo Garavito: Asesino de “los niños de los cañaduzales” .......... 77 
 
6.1.1 Modus operandi .......................................................................... 83 
 
6.1.2 Aspectos psíquicos de los crímenes de Garavito ................... 86 
 
6.1.3 Estructura psíquica de Garavito................................................ 93 
 
 
CONCLUSIONES ............................................................................................ 95 
 
 
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 101 
 
 
RESUMEN 
 
 
Los homicidas seriales son sujetos que han cometido tres o más homicidios durante 
un periodo determinado de tiempo, siguiendo una modus operandi y por el simple 
hecho de que les causa placer. El termino “serial killer” es acuñado en los años 70s 
por Robert Ressler, quien a la postre determinaría que estos son organizados (actúan 
de forma planeada), desorganizados (actúan de forma impulsiva), y mixtos 
(combinación entre organizado y desorganizado). Robert Ressler estudiará a estos 
homicidas en los centros de investigacióncriminal norteamericanos (FBI –Federal 
Bureau Investigation- en Quantico, Virginia, en los Estados Unidos Americanos), ya 
que es de este país de donde provienen el 80 % de estos sujetos, aunque los 
mayores homicidas seriales han sido colombianos. Ressler en sus estudios encontró 
que muchos de estos homicidas mostraron conductas delictivas antes de comenzar a 
matar. Los homicidios devienen posteriormente a la elaboración de un duelo, pero 
éstos (homicidios) se pueden extender debido a la situación de cambio y fluctuación 
en que se encuentra la sociedad en donde habitan estos sujetos, falla lo simbólico 
(instituciones, códigos, preceptos, no explícitos, bajo los que se rige una sociedad), 
las leyes se vuelven permisivas y la sociedad indiferente. Posterior al duelo, el 
homicida, en el cual existían previamente fantasías homicidas, ya no logra sublimar, 
desplazar (según Freud) o hacer metáfora (cambiar un significante por otro según 
Lacan), por lo tanto tiene que actuar (según el orden de) la fantasía; fantasía que para 
Lacan sería el fantasma (un momento detenido). El andamiaje de los homicidios será 
el fantasma, situación por la cual existirá una compulsión a la repetición. Compulsión 
a la repetición que se logra porque se ha dado el pasaje al acto, el cual intenta 
solucionar la transferencia que se forma entre víctima y victimario. Posterior a los 
homicidios muchos de estos sujetos toman objetos y/o amputan miembros de las 
víctimas que usan como fetiches (intenta cubrir una falta que existe). En los sujetos 
que amputan (principalmente hombres) hay una predominancia de la fantasía del 
cuerpo fragmentado (Lacan 1957), que aunque es una fantasía infantil regresa en 
cualquier etapa de la vida, al estar aunada a la fase del espejo (según Melanie Klein 
una fase habla de que algo puede ocurrir en cualquier momento temporal y no 
necesariamente en un momento determinado). Todos estos homicidas no se 
muestran como sujetos con alguna patología, muestran actig outs en la realidad y no 
necesariamente síntomas. Al ser sujetos que en apariencia son indefensos, eso ha 
logrado que hayan sido capturados y liberados posteriormente (tanto por elementos 
de seguridad como por médicos, psiquiatras y psicólogos), su situación jurídica 
(cuando llegan a ser condenados) se reduce a purgar penas por un solo homicidio, ya 
que las legislaciones de países donde han aparecido no contemplan estos crímenes. 
Si no purgan sus penas en psiquiátricos o penitenciarías, son castigados con la pena 
capital. Castigos que buscan deshacerse del problema, pero no entenderlo, por lo 
cual existe poca información en torno a algún tratamiento con estos sujetos. 
 
 
 
 
PALABRAS CLAVE: Homicidas seriales, homicidio, simbólico, fantasía, fantasma, duelo, 
fetichismo, acting out, pasaje al acto, metáfora, fantasía del cuerpo fragmentado, 
transferencia. 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
El presente trabajo surge ante el poco interés que se ha mostrado en relación con la 
problemática de los homicidas seriales. La sociedad, los medios de comunicación, 
piden justicia y respuestas, sin embargo pocos hacen o hacemos algo. Intelectuales 
que vociferan, pero no se comprometen; políticos demagogos, psicólogos 
indiferentes, sociólogos deficientes. 
 
Como humano, la atrocidad que se lleva a cabo contra los grupos vulnerables (como 
las mujeres, niños, ancianos, y más si son pobres) me da rabia. Porque tengo 
hermanas, madre, novia, primos, abuelas, y me dolería que ellos fueran víctimas. El 
dolor de los otros, no nos puede ser indiferente. Como ciudadano, es triste darse 
cuenta que los engranes de la justicia, en nuestro país, no funcionan y no existe el 
menor interés por entender o resolver los casos que tienen alguna relación con esos 
crímenes. 
 
Desde la postura de Psicólogo es frustrante observar como alguien puede matar a 
decenas de personas usando métodos violentos y crueles, y no entender el por qué lo 
hace, y lo peor es saber que aplicando nuestra ciencia, a este tipo de crímenes, no se 
nos tome en cuenta como posibles co-participes en la búsqueda de estos criminales. 
 
Existen diversas referencias que nos hablan de los homicidas seriales (“serial killers”), 
pero realmente pocos le dan un enfoque científico o que pueda estar basado en una 
teoría que logre dar explicaciones coherentes y creíbles. Las referencias sobre los 
homicidas seriales son periodísticas, documentales y algunas aparecen tanto en 
libros de detectives como en libros de terror. Sin embargo no todo está perdido, 
existen referencias confiables sobre homicidas seriales, como son los estudios 
elaborados por el agente del FBI Robert Ressler y el de la Psiquiatra Hellen Morrison, 
principalmente. Aunque en México es un campo desértico existen investigadores 
como Martín Barrón que comienzan a abrir brechas. 
 
Los estudios que existen sobre esta problemática, generalmente se apoyan en 
principios psiquiátricos. Principios que exploran la conducta como una suerte de 
tautología cíclica, en donde los síntomas-conducta explican el problema y el problema 
explica los síntomas-conducta. Es decir: matan por que son psicópatas y son 
psicópatas porque matan, pero pocas veces se vuelca a conocer algunos aspectos 
intrínsecos de los homicidas seriales. 
 
Con este trabajo no se intenta llegar a la afirmación de que el psicoanálisis es la 
panacea que nos develará el “halo místico” que envuelve a estos criminales, sin 
embargo, puede que muestre una senda diferente por la cual andar, diferente de la 
que han transitado muchos teóricos del crimen. 
 
Para lograr establecer un punto de partida, en el tema de los homicidas seriales, es 
necesario entender quienes han sido, que han hecho, las posturas que existen en 
torno a ellos, la forma en que han sido clasificados. 
 
Posteriormente será indispensable hacer un recorrido por la historia, para observar 
las diversas manifestaciones, sobre este fenómeno, en el andar de nuestra 
civilización; podemos hablar de los verdugos, los duelos, los crímenes por religión –la 
inquisición-, etc., llegando hasta nuestra historia contemporánea. Un recorrido de 
decadencia, que nos pondrá frente al espejo de la atrocidad humana. 
 
Al hacer un recorrido por la historia se vuelve indispensable hablar sobre las 
sociedades y la relación de ésta con algunos homicidas seriales, factores que 
permitirán que estos se “forjen” (en una forma de coadyuvancia) o al menos actúen 
de manera impune. 
 
Para entender la relación sociedad-individuo se partirá de uno de los supuestos 
teóricos: “…tanto el sujeto psíquico como el sujeto social no pueden más que 
emerger al mismo tiempo”. (Citado en Mancilla, 2001). 
 
Será necesario remitirnos a su entorno, a las circunstancias que posibilitaron que 
pudiesen llevar a cabo sus homicidios. El poder conocer su entorno nos permitirá 
entender factores que pudieron influir para que el sujeto llevara a cabo asesinatos, a 
estos factores Ressler (1992) los llamó “estresores” (que básicamente serían 
referencias a las perdidas o lo que es la elaboración de un duelo). También será 
necesario estudiar el modus operandi de sus crímenes, ya que esto nos permitirá 
entender el simbolismo de sus actos. 
 
Será indispensable hablar sobre los aspectos psíquicos que han considerado 
importantes los especialistas en torno a los homicidas seriales. 
 
Para el FBI (Oficina Federal de Investigación, por sus siglas en inglés) algo que es 
predominante en la clasificación de los homicidas seriales es el rol que juega la 
fantasía. Ressler y sus colegas han concluido que “los homicidios sexuales están 
basados en la fantasía”. (Citado en Godwin 1998, p. 17). 
 
Para Ressler y muchos de sus alumnos la fantasía es el motor que lleva a los 
homicidios seriales a matar, pero la definición sobre ésta nunca es elaborada por él, 
sin embargo tiene la concepción de que la fantasía es la repetición (mental) constante 
sobre un evento, en donde predominan elementos con tintes de sadismo y donde se 
busca una satisfacción,generalmente (aunque no siempre) de impulsos sexuales, 
hasta que ésta es llevada a cabo, pero la cual no es satisfecha de modo pleno, razón 
por la que mata constantemente. Por ejemplo: “Edmund Kemper (quien mataba a 
mujeres jóvenes) tenía la fantasía de entrar a hurtadillas al cuarto de su madre, 
golpearla en la sien con un martillo y cortarle el cuello con una navaja. Dejó de matar, 
y se entregó a la policía, el día en que llevó a cabo esta fantasía”. (Citado en Ressler 
1992, p. 312). 
 
Las posturas de Robert Ressler surgen debido al amplio campo, sobre “serial killers”, 
que existe en los Estados Unidos. En los EUA han surgido el 80% de los asesinos 
seriales (Citado por Barrón, 2006), sin embargo es Colombia la cuna de dos de los 
mayores homicidas seriales de la historia de la humanidad (Luis Alfredo Garavito y 
Pablo Alonso Lopera). Esto necesariamente nos remitirá a hablar sobre estos países 
y a hacer un análisis de la situación social de éstos, en los tiempos que lindan con la 
aparición del o de los homicidas seriales y los homicidios que cometieron. Estados 
Unidos, Colombia y México serán ejemplos contundentes que mostraran el auge de 
homicidas en serie. 
En los últimos años hablar de homicidios en serie, en México, ha tenido mucho auge, 
porque la prensa necesita la nota que venda, porque se ha convertido en una moda, o 
porque es un problema que está agobiando a nuestra sociedad. Han surgido libros y 
se han publicado diversos artículos (periodísticos en especial) que hablan de esta 
realidad que aqueja a nuestro país, algunos han exagerado y otros han sido más 
objetivos, indudablemente no hay algo que justifique lo que está pasando, pero la 
exageración y el amarillismo, nos llevará por un camino en donde encontraremos 
pocas respuestas. 
 
Hablar de crímenes en México forzosamente nos remite a los homicidios perpetrados 
contra mujeres en Ciudad Juárez y mujeres de la tercera edad en la Ciudad de 
México, principalmente, los cuales han seguido un patrón específico (serial). 
 
“En Ciudad Juárez se ha encontrado que algunas mujeres asesinadas han 
presentado: diversas quemaduras por cigarro, amputación de un pecho y 
desprendimiento, parcial o total, del pezón opuesto, así como violación anal y vaginal, 
e incluso se les ha encontrado escrito en la pierna izquierda el nombre Juan y en la 
palma izquierda el número 67344, además de cierta sustancia gelatinosa en el interior 
de la boca”. (Citado en Barrón, 2003). 
 
En la Ciudad de México, se sabía poco en torno de un homicida que mataba mujeres 
(adultas mayores) nombrado como “El mataviejitas”, ya que se creía que era un 
hombre el que perpetraba los asesinatos. Su modo de operar, a grandes rasgos, era 
convencer a las viejitas para poder pasar a su casa y ya dentro las asesinaba 
asfixiándolas, con cables, con medias, con lo que pudiera, además de que existía un 
tipo particular de nudo. Todo esto sucedió cerca de 8 años (desde 1998 hasta 2006) 
hasta que un 25 de enero se logró capturar a una mujer (Juana Barraza), que 
acababa de cometer un asesinato contra una viejita, la cual a la postre sería 
identificada como “La mataviejitas”. 
 
Al ensayar ver desde otra perspectiva el campo de los homicidas seriales, el apoyo 
de la teoría social y psicoanalítica será la base; la perspectiva de teóricos sociales 
como Durkheim, Levi-Strauss, principalmente, y la teoría psicoanalítica encabezada 
por Sigmund Freud, Jacques Lacan y Melanie Klein nos aportarán preceptos que 
intentarán dar una óptica distinta sobre la razón del modus operandi y la relación que 
pueda existir con los elementos que existen en un homicida serial. Todo esto dentro 
de una investigación documental. 
 
En este recorrido por la personalidad del homicida serial, daría la impresión de que tal 
vez nos olvidemos de las víctimas, pero no, ya que el cuerpo de esta es quien nos 
hablará de ellos. Cuerpo cargado de simbolismos que nos dé la oportunidad de 
entender que pretendía quien los mató. Y es ese cuerpo silenciado justamente el que 
nos hablará de su victimario. 
 
CAPITULO 1 
 
“Asesinos son de la misma especie, hermanos en la raza de Caín”. 
 
Truman Capote (A sangre fría). 
 
HOMICIDAS SERIALES: DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN 
 
1.1 Definición y clasificación: Bosquejando una idea 
 
El termino “serial killers” surge en la década de los setenta y es creado por Robert 
Ressler. “Este termino designaba a los individuos que realizan tres o más homicidios 
en periodos de tiempo que van desde días a semanas, meses e incluso años. Estos 
hechos constituyen una cadena que contiene patrones o pautas determinadas, 
mismos que se perfeccionarán conforme pasa el tiempo, o bien, en función del lugar y 
tipo de víctima”. (Citado en Barrón 2003, p. 231). 
 
El término “serial killer”, puede ser designado como asesino serial, pero debido a que 
nuestro Código Penal (Articulo 302) entiende: “el que priva de la vida a otro es 
Homicida”, llevó a que se empleara el término homicida en vez de asesino. El termino 
homicidio específica que la muerte se infringe a un humano. 
 
El hecho de hablar de un homicida serial llega a confundir diversas concepciones que 
se tiene al respecto. Tal vez se asuma que algunos homicidas que han matado 
muchas personas y de la misma forma, sean seriales, como Hitler, Stalin, Franco, etc. 
Por eso es necesario considerar –con mayor precisión-una tipología de los homicidas: 
 
• Homicida en masa 
 
“Los homicidios (dos o varios) se cometen en un mismo lugar, ya sea que se 
verifiquen en un periodo que va desde minutos, horas o días. El prototipo de sujeto 
que perpetra estos actos, generalmente, presenta un desorden mental. A las víctimas, 
por lo regular, las conoce (puede existir una relación o no directa entre ambos), a 
ellas les atribuye sus problemas; por tanto, se presume como un acto de venganza 
para resolver su situación. Considera que tiene la verdad, puede sufrir delirios o 
inicios de una psicosis, en dos facetas: una endógena (esquizofrenia), y otra exógena 
(drogas u otro tipo de sustancias)”. (Ibídem). 
 
Aquí es donde se puede encontrar el terrorista, el genocida, el dictador, etc. 
 
• Homicida Múltiple 
 
“Los homicidios (dos o más) se consuman en distintos lugares. Aquí ubicamos al 
homicida en serie y al excursionista”. (Ibídem). 
 
• Homicida excursionista 
 
“Los homicidios se realizan en diferentes lugares y en un periodo de tiempo breve. El 
sujeto puede presentar una forma de esquizofrenia, y los asesinatos son resultado del 
desencadenamiento de impulsos que pueden durar cierto tiempo, el cual estará en 
función de los fines del criminal”. (Ibídem). 
 
• Homicida serial 
 
Este ya ha quedado especificado en renglones anteriores. 
 
El homicida serial puede ubicarse en combinación con diversas tipologías, ya que 
muchas veces llega a matar a varias personas en un día (múltiple); muchas veces 
sale de su “territorio” para matar, le gusta viajar y matar en otros lugares 
(excursionista). 
 
El homicida serial puede ser clasificado como: (Citado por Barrón 2006) 
 
• Viajero: sale de su territorio y viaja en busca de victimas. 
 
• Locales: matan sin tener que viajar a otras comunidades. 
 
• Específicos: matan cerca de donde viven, es decir, en su comunidad. 
 
También son clasificados según sus motivos y “personalidad: (Ibídem) 
 
• Visionario: escucha voces o tiene visiones que lo obligan a matar. 
 
• Misión: tiene por objetivo acabar con un grupo determinado. 
 
• Hedonista: le emociona y excita matar. 
 
• Lujurioso: le causa placer torturar a la víctima. 
 
Es común que al homicida serial se le designe como: “psicokiller” o psicópata. 
 
“Cleckley considera que el termino psicópata no debe ser entendido en términos de 
desorden mental o psicosis”. (Citado en Godwin 1998, p. 3). 
 
“Existen serios problemas en clasificar a los homicidas seriales como psicópatas. 
Primero, no todos los psicópatas pueden considerarse violentos. Otro problema con el 
termino es que los investigadores y clínicos aúnno han logrado llegar a un consenso 
sobre el termino psicópata” (Ibídem). 
 
Sin embargo, ante el hecho de que no existe una convergencia respecto a si el 
homicida serial es o no un psicópata, se han tenido que crear perfiles y clasificar a los 
homicidas seriales, con la intención de que los investigadores logren entender con 
que se enfrentan, y así de esta forma saber si estos planean u organizan sus 
crímenes para así lograr detenerlos. 
 
“Los perfiles del FBI han insistido que en los homicidas seriales existe una pequeña, o 
no, consciencia para planear los homicidios, esta es evidencia de que existe una 
estructura de creencias para la fantasía y la planeación. La planeación se ve reflejada 
en la escena del crimen y en las acciones del homicida, con tendencias a ser 
metódico, y comportamiento “ritualizado” cargado de significado y con tendencia a 
dominar, poder y control es la mayor motivación del homicida” (Ibídem). 
 
Esta necesidad de determinar las acciones, conscientes o no, de los homicidas 
seriales ha llevado a los investigadores a tener que determinar que tipo de 
comportamiento rige el actuar de éstos. Llevando a cabo una clasificación que ubica a 
los homicidas seriales como: organizados y desorganizados. 
 
“De acuerdo con la clasificación del FBI, el homicida serial organizado (no-social) es 
generalmente astuto y gasta mucho tiempo planeando sus homicidios, sea consciente 
o no, y su comportamiento es reflejado en la escena del crimen. Otra situación que 
hace asumir que el homicida serial organiza, es su excesiva preocupación y 
necesidad de control”. (Citado en Godwin 1998, p. 12). 
 
“Las víctimas de los homicidas seriales organizados son, por lo general, personas 
desconocidas y apresadas con mucho criterio. La edad, la profesión, el peinado o el 
estilo de vida son elementos que influyen en la elección”. (Ressler 1992, p. 172). 
 
“El homicida serial organizado es descrito como una persona antisocial, sin embargo 
es más gregario, bastante normal en el exterior, manteniendo relaciones normales. 
Puede ser creativo, móvil y adaptativo; tiene cierta preferencia por sus víctimas”. 
(Citado en Godwin 1998, p. 13). Ressler (1992) considera que este tipo de homicida, 
en la niñez, era el chico introvertido, calmado, el cual nunca causaba disturbios. 
 
“Los perfiles del FBI sugieren que el homicida serial organizado conmociona y ofende 
a la comunidad, y reta a la policía porque piensa que es más inteligente que ellos”. 
(Citado en Godwin 1998, p.13). 
 
Para Ressler (1992) el homicida organizado personaliza a sus víctimas, se produce 
una interacción verbal suficiente entre ellos como para que el criminal las reconozca 
como personas antes de matarlas. 
 
“El FBI sugiere que el homicida serial organizado generalmente lastima y tortura a sus 
víctimas antes de matarlas, en contraste con el desorganizado, el cual mutila y puede 
llevar acabo relaciones con las víctimas después de haberlas matado”. (Citado en 
Godwin 1998, p. 13). 
 
HOMICIDA SERIAL 
 ORGANIZADO 
PLANEA HOMICIDIOS 
PUEDE TENER RELACIONES NORMALES 
CREATIVO, MÓVIL Y ADAPTATIVO 
INTELIGENCIA SUPERIOR (NO EN TODOS) 
LÁSTIMA Y TORTURA ANTES DE MATAR 
SUS HOMICIDIOS SON EN MENOR CANTIDAD QUE 
LOS DESORGANIZADOS, YA QUE BUSCAN 
CUALIDADES PARTICULARES EN SUS VÍCTIMAS 
LLEVAN CONSIGO UN “KIT DE VIOLACIÓN” 
(OBJETOS QUE UTILIZA PARA MATAR) 
SE TRANSPORTA EN SU AUTO O EN EL DE LA 
VÍCTIMA 
INTENTA BORRAR EVIDENCIA DE LA ESCENA DEL 
CRIMEN 
 
“El homicida sexual desorganizado es descrito como solitario, tímido, y cobarde al 
matar. Sus crímenes carecen de planeación, y generalmente atacan de forma rápida. 
Algunas investigaciones indican que la escena del crimen muestra que los homicidas 
desorganizados no pueden controlar sus impulsos sexuales, reflejada en su 
incapacidad para controlar su comportamiento impulsivo en su actuar frente a otros”. 
(Citado en Godwin 1998, p. 14). 
 
Para Ressler (1992) el homicida desorganizado no selecciona a sus víctimas de una 
manera lógica y así sucede que a menudo elige víctimas de alto riesgo, a diferencia 
de lo que hace el organizado, que siempre escoge a su víctimas por ser fácilmente 
controlables. 
 
“El ataque sexual es una forma de degradar, subyugar, y, en ultima instancia, destruir 
a la víctima”. (Godwin 1998, p. 15). También una puesta en acto de la fantasía o la 
realización –inconsciente- de parte de ésta; además de los impulsos o pulsiones 
parciales anales y orales (en el sentido kleiniano). 
 
“El ofensor desorganizado es descrito como alguien que suele dejar muchos indicios 
forenses: huellas digitales, sangre, semen, y evidencia de una pequeña preparación o 
no de las armas que usa. Por ejemplo, los perfiles del FBI señalan que el homicida 
serial desorganizado no se restringe, ya que mata inmediatamente. Este tipo de 
homicida, tiende a despersonalizar, cortando y amputando partes especificas del 
cuerpo”. (Citado en Godwin 1998, p. 15). 
 
Robert Ressler (1992) afirma que el homicida serial desorganizado no tiene ni idea de 
la personalidad de sus víctimas, ni le interesan. No quiere saber quiénes son y a 
menudo intenta destruir su personalidad dejándolas inconscientes rápidamente. 
También sostiene que este tipo de homicidas, en su niñez, podían ser identificados 
como el chico problemático que siempre reñía y que tenía un bajo desempeño 
escolar. 
 
“Algunas de las acciones de los homicidas que intensifican su placer incluyen: 
mutilación, desentrañar, amputación y vampirismo”. (Godwin 1998, p. 15). 
 
“La literatura sugiere, que la víctima del homicida serial desorganizado generalmente 
muestra signos de daño excesivo en el área facial, el cual es indicador de que la 
víctima conocía o vio al agresor”. (Citado en Godwin 1998, p. 15). 
 
HOMICIDA SERIAL 
DESORGANIZADO 
CARECE DE PLANEACIÓN 
BUSCAN SATISFACCIÓN SEXUAL INMEDIATA 
SOLITARIO, TÍMIDO Y COBARDE 
EJERCE PODER SOBRE LA VÍCTIMA 
DEJA INDICIOS EN LA ESCENA DEL CRIMEN 
(ESPERMA, HUELLAS DIGITALES, PELO, ETC). 
INTELIGENCIA MEDIA O INFERIOR 
NO LOGRAN CONTROLAR SUS IMPULSOS 
ATACAN Y MATAN DE FORMA RÁPIDA 
SE TRANSPORTAN EN MEDIOS PÚBLICOS O SI 
TIENEN AUTO ESTÁ EN MALAS CONDICIONES 
 
Para Ressler (1992) existe el homicida serial mixto, ya que presenta diversas 
características tanto del organizado como del desorganizado. 
 
El hecho de que un homicida serial sea organizado o desorganizado no implica que 
cumpla con todas las características con las cuales son descritos. 
 
Joel Norris (1988) postula una tipología, para el homicida serial, donde observa que 
existen etapas previas y posteriores a un crimen. (Citado en Barrón 2003, p. 231). 
 
1 Fase áurea: existe una fuerte influencia de las fantasías en la persona, y cuando 
éstas evolucionan, se convierten en una obsesión al grado de convertirse en actos 
impulsivos. 
 
2 Ir de pesca: se realiza la búsqueda de la víctima, la cual tiene que adaptarse a las 
preferencias del victimario, pues éste debe tener perfecto control del riesgo. 
 
3 Acecho: una vez seleccionada la victima se procede al acecho; es aquí donde se 
reconocen los hábitos, lugar de trabajo, amistades y diversiones de la misma. 
 
4 Cortejo victimal: éste tiene por objeto ganarse la confianza de la victima; una vez 
conseguido esto, el victimario la invita para que lo acompañe a algún lugar o que 
aborde su coche. En ambos casos se ofrece seguridad absoluta a la víctima. 
 
5 Homicidio: el victimario culmina su fantasía criminal, cometiendo el homicidio. Si 
el hecho fue consumado por un psicópata con tendencia a una asociación de 
carácter sexual, cuando se comete el ilícito estos presentan un orgasmo al 
momento de la ejecución del delito. 
 
6 Fase fetichista o totémica: después del intenso placer que le produjo el 
homicidio, algunos victimarios guardan un (o varios) recuerdo (s) del momento y 
de la víctima, ya sean fotografías, objetos personales, o bien, algún órgano. 
 
7 Depresión poscrimen: el victimario puede presentar un poco de arrepentimiento.Esto lo conduce a dos caminos; uno, el suicidio, que es poco frecuente, y el otro, a 
repetir nuevamente todo el ciclo. 
 
Un homicida serial no necesariamente pasa por todas estas fases. 
 
Los homicidas seriales son el reflejo grotesco de una sociedad que a veces 
quisiéramos olvidar, presos de sus instintos, ilimitados, sin reglas, presa de su 
insatisfacción. Robert Ressler y Hellen Morrison coincidirían (después de 
entrevistarlos durante años) que son como niños que necesitan un poco de atención. 
 
1.2 Homicidas seriales: Recuento histórico 
 
1.2.1 Recuento histórico: Pasajes de la crueldad 
 
La historia de los homicidas seriales se remite mucho tiempo atrás, pero se 
presentaba de un modo diferente a lo que los criterios actualmente considerarían 
como un homicida serial. Sin embargo servirán como una ilustración de lo que han 
sido retazos de la historia negra de nuestra civilización. 
 
En muchas épocas el castigo y la represión (envuelta en principios rectores de la 
sociedad) fueron formas de suprimir e inhibir las protestas, el hambre, la delincuencia, 
etc. Los castigos infringidos eran tan severos, que casi cualquier forma de 
manifestarse o ir en contra de lo establecido por las figuras que detentaban el poder 
(Reyes, Príncipes, Duques, Iglesia –representada por la Santa Inquisición-, etc.) 
merecía torturas y terminaba en la muerte. 
 
Ante el hecho de que alguien tenía que infringir los castigos, surgen los verdugos, los 
cuales eran los encargados de llevar a cabo las reprimendas contra los condenados. 
En aras de causar el mayor impacto posible a la multitud, se infringían torturas, 
mutilaciones y se asesinaba. Aquí es donde se puede hablar de que tal vez existieron 
verdugos que llegaron a matar cientos de personas, siguiendo un mismo método, 
pero escudados bajo las leyes de la monarquía o estados incipientes. Asesinos 
solapados por leyes insulsas y absurdas, escudando su goce tras leyes ignominiosas. 
 
Juan Antonio Cebrián (2003) narra de esta forma los crímenes de los verdugos: “En el 
siglo XVII era muy frecuente que pueblos y ciudades contrataran los servicios de 
verdugos para los castigos de baja monta; narices amputadas, orejas segadas, 
lenguas arrancadas de cuajo, latigazos y azotes componían la macabra oferta de 
unos hombres acostumbrados a la sangre y al horror. ….los reos condenados a 
muerte eran ejecutados siguiendo curiosas y diferentes parafernalias: decapitación, 
tortura, ahorcamiento –tengamos en cuenta que los que morían lo hacían por traición 
a la corona, asesinato, robo…-, es decir hechos supuestamente terribles que 
merecían el más severo castigo a fin de ejemplificar en aras de mantener un estricto 
orden social. Por tanto, cuánto más visible fuera la ejecución, mayor ejemplo se daba 
a la sociedad sobre la fortaleza del sistema”. 
 
Las Monarquías y/o Estados que solaparon estos crímenes, son los mismos que 
permitieron que bajo los preceptos de honor y venganza surgiera la figura del duelo. A 
través del duelo la justicia pasa a manos propias, y en este “ojo por ojo, diente por 
diente” surgen hombres que, con o sin motivo, mataron a muchos otros, bajo el velo 
de “leyes” complacientes. Estos duelistas lograron perpetrar sus crímenes sin ninguna 
objeción social. 
 
Esta forma de permitir un crimen parecería de un Estado obsoleto, sin embargo el 
Código Penal Federal Mexicano (Artículos 297 y 308) estipulan que el duelo es 
atenuante de lesiones o de homicidio. 
 
En la actualidad los crímenes efectuados por sicarios, son crímenes que podrían 
calificarse como seriales, sin embargo, al seguir la lógica de que el modus operandi 
del sicario está en función del saldo de deudas y la venganza, podría parecer que no 
logra ceñirse a los motivos que llevan a un homicida serial a cometer sus crímenes. 
 
En este punto es necesario hacer la distinción entre los crímenes de un homicidio 
serial y los crímenes (aunque también de muchas personas), pero regido por otros 
preceptos. 
 
Gilles Lipovetsky (1986) postula que “la violencia en las sociedades sigue la lógica del 
honor y la venganza. Cuando el estado se erige, es en función de resguardar a sus 
integrantes, creando leyes que los protejan, es entonces cuando asume el honor y la 
venganza como preceptos que deben ser mantenidos, pero bajo el velo de las leyes”. 
 
Entonces se puede entender que los verdugos, los duelos, fueron crímenes que 
existían en función de leyes. Los sicarios parecen instaurar una nueva forma de 
violencia, que es el crimen a sueldo, por encargo, por protección o expansión de 
intereses. 
 
La motivación del homicida serial, en comparación con otros crímenes, sólo sigue la 
lógica del placer, matar por gusto. No intenta resarcir el honor, obtener dinero, ni 
venganza, aunque hay autores como Maurice Godwin (1998) que afirma que: “el tipo 
de homicidio serial perpetrado por venganza puede ser un acto repetitivo, ya que de 
forma inconsciente –el homicida- descarga impulsos agresivos sobre una persona, la 
cual representa una figura importante de la experiencia pasada de este”. 
 
“Lacan establece entonces su propia tipología de los crímenes. Nombra <crímenes 
del yo> a todos los crímenes llamados de interés y <crímenes del ello (soi)> a los 
crímenes puramente pulsionales, tal como típicamente se los encuentra en la 
demencia precoz; ellos tienen un carácter de simbólica, el sujeto quiere matar a su 
enfermedad o más generalmente al mal”. (Citado en Allouch 1984, p. 264). 
 
1.2.2 Vlad el “Empalador”: El Conde Drácula 
 
Un personaje en torno del cual ha habido discrepancias y muchas historias es Vlad 
Tepes, mejor conocido como Vlad “el Empalador” o mejor identificado por la historia 
como El Conde Drácula. En derredor de este gobernador de Valaquia, provincia 
situada al sur de Transilvania, Rumania, surgen muchos mitos y leyendas, los cuales 
llevarán a convertirlo en una de las figuras más “emblemáticas” del culto a los 
vampiros. 
 
Bram Stoker en 1897 escribió el libro que sería icono del vampirismo, llamado 
Drácula. Entonces ¿quién fue Drácula? 
 
“El auténtico, el que pisó realmente este mundo se llamaba Vlad Draculea y había 
nacido en 1431, en Schlässburg. Era el segundo hijo de Vlad Dracul, gobernador de 
Valaquia, un cargo peligroso de ejercer dada la terrible presión que los turcos ejercían 
sobre los territorios de Europa Oriental. Al año siguiente del nacimiento de Vlad, por 
dar un ejemplo bien significativo, los turcos invadieron Transilvania… En 1448, y por 
las ideas expansionistas de los húngaros, Dracul fue asesinado. Draculea tomó 
entonces el lugar de su padre, pero él era ambicioso y despiadado y no dudó en 
unirse a los turcos (sus propios enemigos) para recuperar sus tierras perdidas.” 
(Stoker 1897) 
 
“Draculea no estaba dispuesto a limitarse a las antiguas posesiones paternas. En 
1457, invadió Transilvania utilizando una política de absoluto terror. El avance de sus 
tropas no respetaba nada ni nadie, ni a mujeres, ni a niños… Además no tardó en 
hacerse horrorosamente famoso por la utilización masiva del empalamiento, hecho 
que derivó en su sobrenombre: Tepes, es decir, “empalador”. (Ibídem). 
“Sólo en 1462, “Tepes” ejecutó a más de veinticinco mil personas, entre las que se 
encontraban algunas cortesanas que lo habían seducido con sus encantos y a las 
que ordenó descuartizar” (Ibídem). 
 
Los homicidios adjudicados a Vlad son diversos, sin embargo se habla de que era un 
homicida serial –claro, en esa época no se hablaba de “serial killers”-, ya que 
asesinaba bebiéndose la sangre de sus víctimas (enfermedad conocida como 
hematodipsia –se bebe la sangre con fines de satisfacción sexual-), para 
posteriormente empalarlas. Para Hellen Morrison (2004) “los asesinatos de Vlad no 
buscaban una satisfacción personal, por placer, mas bien estaban respaldados por 
importantes motivos políticos: conquistar, organizar y eliminar. De hecho, una vez 
hubo satisfecho estos objetivos, puso fin a su barbarie”. 
 
“Estos crímenes que cometiófueron producto de una época. Como soberano del siglo 
XV criado en el arte de la guerra, Vlad fue uno de los cruzados más apasionados, un 
rumano especialmente sádico para quien la violencia era el sendero de la libertad 
religiosa y del poder, además de la prueba irrefutable de la supremacía religiosa del 
mundo católico romano. En las muchas batallas que libró contra los otomanos 
musulmanes, Vlad demostró su habilidad estratégica… y su naturaleza taimada”. 
(Ibídem) 
 
Entonces hablar de Vlad Tepes o Drácula nos pone ante una disyuntiva: la historia lo 
registra como un homicida en masa, el cual mató por motivos políticos y la otra 
perspectiva es la de un homicida serial, el cual mataba por placer y siempre lo hacía 
de la misma forma. 
 
Drácula estaría entonces entre el mito y la realidad, esta dualidad abre la posibilidad 
de poder mostrar indicios de que haya sido un homicida serial, por lo cual el 
vampirismo o la aparición de hombres lobo puedan ser formas documentadas (en 
forma de cuento o relato popular) de la existencia de éstos homicidas. 
 
1.2.3 Gilles de Rais 
 
Los registros existentes o la poca existencia de registros que documenten la historia 
de los homicidas seriales, coinciden en que uno de los primeros de éstos fue Gilles de 
Rais. 
 
En el siglo XV hablar de Gilles de Rais era hablar de un héroe, al combatir junto a 
Juana de Arco en la Batalla de Orleáns se convirtió en una de las figuras más 
emblemáticas francesas. Habitante de una Francia convulsionada por la Guerra de 
los Cien Años (entre ingleses y franceses) y las plagas bubónicas. 
 
“Hacia 1432, Gilles de Rais asesinaba a diestro y siniestro. Enviaba a sus sirvientes a 
la ciudad en busca de los pequeños más bellos, en particular de niños, aunque 
también secuestraron a alguna niña. Explicaban que el gran barón, el héroe, iba a 
enviarlos al extranjero para que recibieran una educación adecuada o que los iban a 
sacar del país para que pudieran escapar de la amenaza omnipresente de los 
ingleses. A los más hambrientos, sencillamente les ofrecían un pan…El barón se 
deleitaba con el pánico que experimentaban los niños cuando eran conducidos ante 
él a través de una serie de vestíbulos largos y húmedos… Junto al barón había toda 
suerte de artefactos mecánicos que se utilizaban para colgar al niño por el cuello y 
sujetarlo con cuerdas para amortiguar sus gritos. Justo antes de que el niño pereciera 
por estrangulamiento, lo descendían y lo soltaban. De Rais lo abrazaba, lo acariciaba 
y lo consolaba diciéndole que todo era una broma. Cuando el pequeño se calmaba, 
levantaba una braquemard, una espada de jinete corta y con una hoja ancha y plana, 
afilada por ambos filos. Bajaba lentamente la espada y le cortaba una vena del cuello. 
Entonces empezaba a masturbarse mientras la sangre manaba a chorro con cada 
latido del corazón del pequeño”. (Citado por Morrison 2003, p. 75-76). Esta forma de 
actuar mostraría lo que es, también, un crimen de poder. 
 
Los asesinatos de Rais comenzaron cuando murió uno de sus parientes más 
cercanos (su protector). Gilles de Rais fue condenado el 11 de octubre de 1442 por la 
Iglesia Católica francesa por el asesinato de ciento cuarenta niños en un periodo de 
catorce años. (Ibídem). 
 
1.2.4 Elizabeth Bathory 
 
Aunque existen pocos casos sobre mujeres que hayan sido homicidas seriales, el 
caso de Elizabeth Bathory es uno de los pocos que ha sido documentado. 
 
La condesa Bathory gobernaba en una Hungria convulsionada por el hambre y las 
pestes, llena de los vicios más deleznables del medioevo, en donde se les permitía a 
los gobernantes torturar a sus súbditos. 
 
Al ser omnipotente (ser Condesa la ponía por encima del resto) hacía que sus 
súbditos se “robaran” a las campesinas jóvenes con el fin de llevarlas a su castillo y 
allí poder matarlas. 
 
“La condesa ha pasado a los anales de la historia por haber arrebatado la vida a más 
de seiscientas cincuenta muchachas vírgenes a lo largo de sus treinta años de 
despótico reinado. Aquella mujer, de unos cuarenta años, creía que necesitaba 
bañarse en sangre fresca de vírgenes para preservar su juventud, que según ella 
misma afirmaba había empezado a perder tras el nacimiento de sus dos hijos. Se 
dice que hizo construir una jaula cilíndrica llena de púas para introducir en ella a sus 
víctimas”. (Ibídem) 
 
Posterior al descubrimiento de sus crímenes se le dejó impune, debido a que era de 
familia importante, su único castigo fue no poder salir de su palacio, en el cual murió 
encerrada. 
 
1.2.5 Jack “el Destripador”: Prototipo de los “serial killers” 
 
No existe documentación confiable, debido al poco seguimiento (investigación) que 
daban los cuerpos representantes de la seguridad -a los crímenes- en aquellas 
épocas, que dé información respecto al surgimiento de algún homicida serial que date 
del siglo XVII al XIX. Sin embargo, cerca del final del siglo XIX surge uno de los más 
“celebres” homicidas seriales, conocido como Jack “el Destripador”. 
 
Jack es uno de los casos que puso el dedo en la llaga respecto a lo que serían los 
homicidas seriales “modernos”. Los crímenes de Jack mostraban la decadencia de 
una Inglaterra sacudida por las guerras, el hambre, la pobreza. El reajuste social de 
un país que se encaminaba a ser una potencia mundial, pero plagado de injusticias 
que sacudían a sus pueblos y ciudades. 
 
En este contexto aparece un asesino de prostitutas, el cual las abordaba en una de 
las poblaciones más pobres (el West End), contrataba sus servicios (engañosamente) 
para degollarlas y posteriormente desentrañarlas (destriparlas), llevándose a veces 
parte de sus úteros. 
 
Estos crímenes se perpetraban durante las noches, ya que las calles del West End 
carecían de alumbrado, mató a 7 mujeres entre agosto y noviembre de 1888; la 
policía de Scotland Yard nunca logró capturarlo. 
 
Para Patricia Cornwell (2002), después de estudiar los pocos indicios forenses que se 
preservan en museos y buscar evidencia, concluyó que Jack era un artista de su 
época conocido como Walter Sickert, se codeaba con Rodin, André Gide, Renoir, 
Oscar Wilde, pero él nunca fue alguien reconocido. 
 
Sin embargo es difícil tener la certeza de quien fue Jack, se habla de gente de la 
realeza, de un médico reconocido, etc., un misterio que al parecer nunca será 
resuelto. Un misterio que pareciera “inauguró” la “producción en masa” de los 
homicidas seriales. 
Según Julia Monárrez, esta nueva era arranca en 1888 con los crímenes de cinco 
prostitutas a manos de Jack El Destripador, cuyos asesinatos en un principio no 
merecieron la atención de Scotland Yard (el departamento de policía británico), pues, 
a decir de Jess Franco, “la desaparición de una puta en Whitechappel, un barrio de 
prostitución y miseria, no era más importante que la de una paloma en Marbel Arch o 
una rata en las cloacas de Mayfair. Sólo en semejante ambiente puede un hombre 
asesinar impunemente con extraña perfección”. (Rivera Amalia 1 de febrero de 2006. 
¿Por qué matan las mujeres? La Jornada). 
“La alarma que despertó el poliasesinato cometido de manera casi idéntica, entre 
agosto y noviembre de ese año, se fue diluyendo: primero vendió bien en la prensa 
británica, porque sirvió para relegar asuntos peligrosos para el gobierno y la corona, 
pero con el tiempo todo quedó en el olvido y más de un siglo después permanece 
convenientemente oculta la identidad del asesino y, desde luego, el castigo quedó 
pendiente. Y no sólo eso sino que El destripador es hoy una figura respetada en el 
cine, la literatura y la misma sociedad por su “inteligencia”: es una leyenda construida 
a la sombra de la impunidad y la tolerancia”. (Ibídem). 
“Muchos años después de esos crímenes, refiere Franco, Scotland Yard publicó, casi 
silenciosamente, documentos desclasificados, como el diario de Jack en el cual daba 
pormenores de sus asesinatos para vanagloriarse y firmaba con su nombre completo: 
Eduardo, duque de Clarence, quien no era otro que hijo de EduardoVII, nieto de la 
reina de Inglaterra”. (Ibídem). 
“Eduardo, alias Jack El Destripador, murió de sífilis a los 28 años, casualmente poco 
después de la serie de crímenes. Quizá la muerte le impidió completar la lista de 16 
prostitutas que envió a la policía. O tal vez paró cuando vio que le pisaban los 
talones”. (Ibídem). 
“El duquecillo era cazador y sabía descuartizar a sus presas, lo que demostró con 
creces en sus víctimas; además frecuentaba los prostíbulos de Whitechappel. William 
Gull, médico de cabecera de palacio, confirmó la identidad de Jack, testimonio que 
como era de esperarse, desató la defensa a ultranza de Eduardo, no obstante que la 
autoinculpación en el diario y la caligrafía no dejaban dudas. Pero como se trataba de 
prostitutas y de un noble, comenta Franco, “se echó tierra al asunto, ya que esas 
desheredadas de la fortuna sólo podían terminar violentamente (…) Poco importaba 
si morían devoradas por la sífilis, la malaria o el cólera. No existían, no estaban 
censadas, no podían esperar ninguna protección. (…) Si El Destripador hizo de 
Whitechappel su coto de caza, fue por diversión: matar y destazar mujeres era más 
apasionante que perseguir animales salvajes (…) No sabemos si la reina Victoria 
conoció las hazañas de su nieto, o si sólo lo supo al final. Tanto da. En el fondo, 
puede que a ella no le importara demasiado, como no le importaron las ejecuciones 
masivas en India o en Pakistán”. (Ibídem). 
“Las matanzas del Asesino del bisturí hace más de cien años en Inglaterra o las de 
los autores de los feminicidios en Juárez ahora, son expresión del poder patriarcal 
que necesita humillar sexualmente a la víctima, degradarla y colocarla en su valía por 
debajo de un objeto inanimado”. (Ibídem). 
Después de la aparición de Jack “el Destripador”, el siglo XX está plagado de 
homicidas seriales. Era un mundo (y lo sigue siendo) plagado de guerras (primera y 
segunda guerra mundial, la guerra fría, la India, Chechenia, Yugoslavia, Irak, etc.), 
invasiones, razzia, conquistas, y un sin fin de eventos que permitieron que se forjara 
en su seno un sinfín de criminales, pero lo más preocupante es que permitieron que 
surgieran algunos de los más peligrosos, como son los homicidas seriales. 
 
Peter Kürten, conocido como el Vampiro de Dusseldorf, comenzó sus crímenes 
durante la primera guerra mundial, en una Alemania azolada por la guerra. Matando y 
bebiéndose la sangre de sus victimas. 
 
Henri Desiré Landrú aprovechó, también, la primera guerra mundial y mataba a las 
viudas de los soldados franceses caídos en batalla; mujeres necesitadas de afecto y 
que fueron engañadas. 
 
“Los crímenes de Landrú han llamado y llamarán la atención de todo aquél que 
pretenda introducirse en el mundo de la investigación criminológica. Su 
comportamiento educado, unido a su ironía y falta de escrúpulos, conmovieron a una 
sociedad, ya de por sí aterrorizada por los millones de muertos caídos en los campos 
de batalla de al Primera Guerra Mundial. En efecto, Landrú actuó impunemente en 
ese contexto bélico. Sus víctimas fueron preferentemente las viudas que iba dejando 
aquel conflicto que debía acabar con todos”. (Citado en Juan Antonio Cebrián, 2003). 
 
En cuanto a casos de “serial killers”, la lista es grande. Estos siempre aprovechan el 
momento oportuno para matar; la coyuntura social. 
 
Alexander Chikatilo matando a niños abandonados, en la época de las huestes y 
restos Stalinistas. 
 
Ed Gein, Charles Manson, Ted Bundy, Edmund Kempe, matando en unos Estados 
Unidos convulsionados por sus Guerras, sus movimientos sociales. Reflejo fiel de una 
sociedad erigida sobre principios bélicos. 
 
México no está exento, con nuestro Chalequero (Francisco Guerrero) quien mataba 
prostitutas durante la época de la revolución. Gregorio “Goyo” Cárdenas quien mató a 
varias mujeres, asfixiándolas, durante los 40s-50s. O “La mataviejitas” el caso más 
actual de una homicida serial, en un México permeado y gobernado por el 
narcotráfico y la impunidad. 
 
Estas son pequeñas pinceladas del alcance de nuestra deshumanidad tan humana. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO 2 
 
“La sociedad no quiere volverse un campo de experiencias clínicas donde las víctimas solo 
servirán para esclarecer la psicología de los asesinos”. 
 
Jean Allouch (El doble crimen de las hermanas Papin). 
 
FENÓMENO SOCIAL: DETERMINANTE O COADYUVANTE. 
2.1 Homicidas seriales: Una visión social 
Al estudiar a los homicidas seriales es necesario tomar en cuenta la coyuntura en la 
que se encontraban sus sociedades. 
Dar un vistazo atrás y en derredor del sujeto nos permitirá encontrar sendas por las 
cuales sin saberlo, en un momento dado, transitar. Tal vez no encontremos todas las 
respuestas que pretendemos, sin embargo hallaremos algunas de mucha utilidad. 
No se puede afirmar que exista un sólo determinante o factor social “causante” de la 
proliferación de homicidas seriales, aunque se puede caer en la tentación de hacerlo; 
hacerlo sería cerrar las posibilidades de poder observar en su totalidad, en su 
conjunto, hechos sociales que nos permitan entender por qué han surgido éstos. 
Emile Durkheim (1895) postulaba: “Un mismo consecuente no resulta siempre de un 
mismo antecedente, sino que puede proceder ya de una causa, ya de otra. Esta 
concepción del vínculo causal, al quitarle toda determinación, le hace casi inaccesible 
al análisis científico; porque introduce una complicación tal en el embrollo de las 
causas y efectos que el espíritu se pierde en ella sin remisión”. 
Existen varios países que han gestado homicidas seriales. Durante los periodos de 
tiempo en que han surgido, la sociedad que integraba ese país ha estado asolada por 
guerras, hambre, invasiones; también han existido grandes índices de violencia, sin 
embargo el común denominador era que en estas sociedades existía un cambio, 
turbulencia, en las dinámicas sociales; además de un gran descuido por parte del 
Estado, de las clases pobres, de sujetos infantiles, viejos o los considerados “lastres 
sociales”. 
Surgieron antes y después de la Alemania Nazi, en la Francia e Inglaterra invasoras, 
en los Estados Unidos intervencionistas, en la Rusia comunista-precapitalista, en la 
Colombia proveedora de drogas, en el México impune, en la Venezuela bolivariana, 
etc. En todo el mundo han surgido, siempre bajo la coyuntura del cambio, del 
reajuste, de una dinámica social que comienza a instaurarse y que, parece, no logra 
asimilarse aún. 
¿Cómo podríamos entender esto? ¿De qué manera puede determinar lo social a un 
homicida serial? ¿Cómo pasamos de lo general a lo particular? Para Durkheim (1895) 
“toda sociedad produce fenómenos nuevos, diferentes de los que hay en las 
conciencias solitarias, es preciso admitir que estos hechos específicos residen en la 
sociedad misma que los produce y no en sus partes, es decir, en sus miembros”. 
Pero cómo el individuo asimila lo social. Para Lévi-Strauss (1955) “los fenómenos 
sociales se interpretan como procesos de comunicación definidos por sistemas de 
reglas. Estos sistemas de regulación de la vida colectiva son -lo mismo que para la 
teoría marxista de la ideología en el plano social y para el psicoanálisis en el plano 
psicológico- inconscientes. Definidos los hechos sociales como lenguaje, los 
comportamientos, las instituciones, las tradiciones son mensajes susceptibles de 
decodificación”. 
“En el caso de la sociedad propia, esta decodificación es automática; en el caso de 
sociedades extrañas es preciso apropiarse de la <clave>”. (Citado en Fages, 1972, p. 
1). 
Este lenguaje por el cual son transmitidos los “hechos sociales” es primero 
simbolizado, sin lo cual no podría ser un hecho social. Para Lévi-Strauss “lo 
inconsciente es el carácter común específico de los hechos sociales”. Lo inconsciente 
es “una categoría del pensamiento colectivo”. Nos “capacita para comunicarnos con 
el otro, funda el pensamiento simbólico”. (Ibid,p. 55-56). 
Lo simbólico serían códigos, preceptos, intercambios, etc.; todo aquello que rige y 
ordena una sociedad. Instituciones, mensajes, que se dan de forma implícita, 
preexistentes, que se rigen por lo inconsciente. 
El homicida serial puede ser visto entonces como el producto de una sociedad que le 
da “cabida en su seno”, en donde el sujeto está “envuelto” en lo simbólico, inmerso en 
interacciones que le preexisten. No es el sujeto el problema, el conflicto es a nivel 
general. Falla el simbólico. 
Sí, tal vez él pueda ser el más grande homofóbico o el más acérrimo misógino, pero 
si la sociedad no permite (no falla lo simbólico) que se les cause daño a los grupos 
propensos (en este caso los homosexuales y las mujeres), su forma de pensar o 
sentir en torno a esta población, no pasará de eso, de ser un pensamiento o 
sentimiento; sin embargo si las instituciones, los paradigmas que rigen los 
intercambios en mi sociedad, lo permiten (falla lo simbólico) no solamente será un 
sentimiento o un pensamiento, no, se pasará a un acto (violaciones, agresiones, 
homicidios), que conforme más impune se vuelva, más general y tal vez más violento 
se convierta. 
Lévi-Strauss postula “He aquí, pues, en qué consiste la primacía de las 
infraestructuras. En primer lugar, el hombre se parece al jugador que toma en sus 
manos, cuando se sienta a la mesa, cartas que él no ha inventado, puesto que el 
juego de cartas es algo dado por la historia y la civilización. En segundo lugar, cada 
reparto de cartas resulta de una distribución contingente entre los jugadores, y se 
hace a sus espaldas. Hay manos que vienen dadas pero cada sociedad, como cada 
jugador, interpreta en los términos de varios sistemas, que pueden ser comunes o 
particulares: reglas de un juego o reglas de una táctica. Y es bien sabido que, con la 
misma mano, jugadores diferentes harán una jugada distinta, aunque no puedan, 
constreñidos también por las reglas, con una mano cualquiera, realizar cualquier 
jugada”. (Citado en Georgin 1988, p. 17). 
El criminal y/o quizás nosotros mismos tal vez no simbolizamos (por ejemplo, no 
aceptar un crecimiento de la población de adultos mayores o el ascenso de la mujer 
en los aspectos públicos), pero respetamos la “clave” de lo social. 
No es extraño que los Estados Unidos, un país que ha sido intervencionista, 
“injerencista”, con una política bélica hacia el exterior, posea el mayor número de 
homicidas seriales en la historia de la humanidad. 
“Clave” que se respeta. Como Japón, caso contrario a los EUA, un país que mira 
hacia adentro, y en donde no ha habido, o ha habido escasos, homicidas seriales, sin 
embargo su índice de suicidios es de los más altos en el mundo, junto con China. Lo 
cual habla de como se mira, y como se trata al otro y lo que esto significa, así como lo 
que cada país, cada simbólico hace con la agresión 
Interacción en donde el sujeto se individualiza en el momento en que tiene que 
decodificar la “clave” de lo social, en donde la conciencia de un individuo introduce 
variantes dentro de un “sistema simbólico que solo puede ser colectivo”. (Ibid, p. 59). 
Hablar de lo individual necesariamente nos remite a lo psicológico, para lo cual Lévi-
Strauss escribía: “La formulación psicológica no es más que una traducción en el 
plano del psiquismo individual de una estructura netamente sociológica. En verdad, el 
nexo entre individuo y sociedad no es la relación casi mecánica entre un efecto y su 
causa, entre un reflejo y la realidad”. (Ibíd., página 59). 
Esta visión de lo social nos hace ver que los sujetos que integran una sociedad son 
más que un amasijo amorfo, el cual parecería actuar por simple inercia, sin embargo 
actúa bajo significados-significantes que lo rigen. 
Todo ese simbólico social se introduce en la familia y en cada individuo a partir del 
complejo de Edipo. 
2.2 Estados Unidos, Colombia y México: Generando homicidas seriales. 
2.2.1 Estados Unidos: Gestando homicidas seriales 
Estados Unidos es el país en donde han surgido el 80 % de los homicidas seriales 
(Citado por Barrón, 2006), ubicándose como el país de donde han sido y son la mayor 
cantidad de estos “personajes”. 
En ese país el estado de California posee la mayor tasa de asesinatos seriales en la 
historia, seguido de Texas, Nueva York, Illinois y Florida. (Citado en Rivera Amalia 
2006). 
En 1966, sólo 6 por ciento de los homicidios ocurridos en Estados Unidos fueron 
considerados "sin motivo". Para 1985 esta cifra había alcanzado 20 por ciento y el 
número ha ido en aumento. Para 1994 se consideraba que todo ciudadano 
estadounidense tiene una probabilidad de uno entre 40 mil de convertirse en la 
víctima de un asesino serial. (Citado en El siglo XX, centuria de los asesinos seriales. 
2001. La Jornada). 
Remitirse a los homicidas seriales y a lo que pasaba en derredor de ellos (en su 
familia, en donde se encontrarían pocas casualidades que permitieran señalar que es 
un factor determinante para que asesinen, y en lo social, en donde las coincidencias 
se remiten a los aspectos de turbulencia o cambio social prevalecientes en éstas), es 
un largo recuento, sin embargo necesario. 
En Estados Unidos han existido una amplia cantidad de homicidas seriales, pero 
dentro de esta gama de homicidas han existido algunos que han sido convertidos en 
“emblemáticos”, debido a la cobertura que hizo la prensa de sus casos y como fueron 
asimilados por la gente. 
Uno de los más “famosos” homicidas seriales fue Ed Gein quien asesinó a dos 
mujeres y posiblemente a cinco personas más entre 1954 y 1957. “Desenterró los 
cuerpos de mujeres recién sepultadas para seccionar partes que más tarde empleaba 
para fabricar distintos artefactos, incluidas camisas hechas de piel humana”. (Citado 
en Ressler 1992, p. 378). 
Hellen Morrison (2004) cita: “En el interior de su morada se encontró un cuenco 
elaborado con la mitad de la calavera de una mujer, que serró y labró toscamente. 
También se halló un cinturón rígido decorado no con tachuelas, estrellas metálicas o 
nudos de cuero, sino con una cabeza, un corazón, pezón y narices humanas”. 
“Con la luna de Wisconsin como único testigo, se enfundaba en un disfraz 
confeccionado con retales de piel y parte de cuerpos humanos, incluidos varios 
pechos y una vagina, y bailaba”. (Citado en Morrison 2004, p. 75). 
“Los asesinatos de Gein comenzaron, al parecer, después de la muerte de su madre”. 
(Ibíd., p.74). 
Durante los años 50s Estados Unidos pasaba por un momento en donde la ideología 
anticomunismo estaba en su pleno apogeo, incitada por el senador McCarthy. 
McCarthy un reacio republicano representante de lo peor de la humanidad, actuando 
sin ninguna objeción en contra de aquello que fuera contra su pensamiento 
conservador. Cabe mencionar el hecho de que este senador era representante del 
estado de Wisconsin. 
Demasiada coincidencia que Gein y McCarthy fueran del mismo estado y que Gein 
matara precisamente a personas de su comunidad (¿podría ser sinónimo de 
comunismo?). 
Estados Unidos en el exterior y en el interior, de su país, intervenía en todo lo que 
“oliera” a comunismo, llegando incluso a las intervenciones armadas como la Guerra 
contra Corea del Norte, aún persistente, y la ayuda a Francia en la Indochina. 
En el interior (en el país mismo) se desataban movimientos que intentaban establecer 
los mismos derechos tanto para los blancos como para los negros, dirigidos por 
Martín Luther King y Malcom X, lideres sociales que reivindicaron, a través de luchas 
pacíficas, las mismas oportunidades para todos. Además de una gran violencia 
institucional y verbal contra ellos, los “diferentes”, los negros (niggers). 
A la vez que una doble moral o moral del embudo; “todo para los no comunistas y 
todo contra los comunistas”. Parecería que tiene que ver con la trasgresión, con llevar 
ésta un poco más allá del límite previo, ello tanto en lo social como en lo individual. 
En lo social entendido como país. La utilizacióndel miedo con fines particulares, o 
para unir sociedades. 
Otro de los “emblemáticos” homicidas seriales fue Edmund Kemper, “mató a 11 
personas entre 1965 y 1973. Empezó asesinando a sus abuelos, pasó a matar a 
mujeres jóvenes, mutilando sus cuerpos y teniendo relaciones sexuales con ellos 
después de muertos, y terminó asesinando a su madre y entregándose a la policía”. 
(Citado en Ressler 1992, p. 379). 
“En su opinión, sus crímenes fueron causados por la hostilidad que sentía hacia su 
madre, que lo había tratado de un modo opresivo. Los crímenes cesaron cuando 
Kemper acabó con la causa de sus problemas”. (Ibíd., p. 311). 
Kemper fue capturado en 1973, después de haber asesinado a su madre. Ressler 
(1992) describe el asesinato de ella: “…Kemper fue a casa de su madre. Ella llegó 
tarde porque había tenido una reunión en la universidad. Conversaron brevemente y, 
como de costumbre, su madre fue sarcástica con él. Cuando ella se hubo dormido, a 
las cinco de la mañana, Kemper fue a la cocina, cogió un martillo de carpintero y, de 
acuerdo con el guión que había seguido tantas veces en su imaginación, fue al 
dormitorio de su madre, le golpeó fuertemente con el martillo en la sien derecha y 
luego le cortó la garganta con su navaja. Incluso antes de que su madre hubiera 
terminado de desangrarse, la decapitó como había hecho con sus otras víctimas. 
Después le extirpó la laringe y la echó a la trituradora de cocina, que fue incapaz de 
digerirla y la devolvió, en lo que a Kemper le pareció un acto de justicia poética”. 
El momento histórico que pasaba Estados Unidos entre los 60s y 70s era importante, 
ya que arrastraba una de las más fuertes crisis económicas de su historia, aunque 
para el mundo aparentara que no pasara nada. 
El asesinato de Kennedy perpetrado por las huestes fascistas (revancha anticastrista 
por no eliminar a Fidel Castro) existentes dentro de la Casa Blanca, por el hecho de 
encontrarse con un presidente que iba en contra de la política bélica. La 
discriminación racial era (y es) un problema constante. La carrera armamentista crece 
en aras de lograr protegerse de los enemigos comunistas. El problema de los misiles 
con Cuba; la invasión a Bahía de Cochinos (Playa Girón); una política en contra de un 
movimiento rebelde que encendió los focos rojos de la insurgencia en toda América. 
Comienza la Guerra de Vietnam, existe un gran intervencionismo de Estados Unidos 
en la política de los países americanos; interviniendo en Panamá, imponiendo y 
expulsando gobernadores. Financiando y apoyando el derrocamiento de Salvador 
Allende en Chile, y permitiendo el arribo de Augusto Pinochet. 
Tal era la situación en Estados Unidos que Ressler dice: “A finales de 1972, la ciudad 
de Santa Cruz, en California, parecía la capital del asesinato de Estados 
Unidos”…”Había más noticias de este tipo per capita en Santa Cruz que en cualquier 
otro lugar del país”. Más tarde, se sabría que hubo tres homicidas seriales operando 
en la misma zona al mismo tiempo: John Linley Frazier, Herbert Mullin y Edmund 
Kemper. (Citado en Ressler 1992, p. 310). 
La pregunta que surge es ¿por qué allí? Podría ser por la coyuntura social en la que 
se encontraba California en esa época, en donde César Chávez intentaba reivindicar 
los derechos de los trabajadores mexicanos (así como centroamericanos) en los 
campos de cultivo. Un líder social que reivindicaría y cambiaría las vida de muchos 
indocumentados, pero que alteraría los engranes simbólicos de lo social, 
particularmente, en ese estado. 
Durante los años 70s surgen tres de los más “famosos” y despiadados homicidas 
seriales, estos eran: Henry Lee Lucas, John Wayne Gacy y Ted Bundy. 
Los asesinatos de Henry Lee Lucas son perpetrados entre 1970 y 1983, algunos los 
cometió en solitario y en otros acompañado de Ottis Toole. El número de asesinatos 
que cometió son indefinidos, sin embargo él confesó haber cometido cientos de éstos. 
El poder determinar los asesinatos de Lee Lucas fue complejo, ya que mataba en 
cualquier lugar y de diversas formas (con cuchillo, con arma de fuego, con bats, 
tubos, etc.). 
John Wayne Gacy es uno de los casos más estudiados y complejos que data sobre 
los homicidas seriales. Sus crímenes fueron efectuados entre 1972 y 1978, mató a 33 
hombres jóvenes. 
El hecho de que haya sido uno de los casos más sonados se debe ha que Gacy era 
un hombre respetado por su medio social, ya que tenía una constructora y se 
dedicaba a hacer eventos de beneficencia. Llegó, incluso, a disfrazarse de payaso 
para “alegrar” a los niños en algunos hospitales, por lo cual recibió el mote de “The 
Clown Killer” (El payaso asesino). Mote que encierra a la perfección esa dualidad que 
posibilita la trasgresión. Algo extiende la frontera del permiso y algunos reaccionan a 
esa “elasticidad momentánea”, individualizando la trasgresión. 
Al ser atrapado Gacy, en una entrevista le confiesa a Hellen Morrison, “llevo once 
meses recluido en este lugar. No he tenido pesadillas, no tengo remordimientos. No 
siento compasión por nadie. Estoy aquí y no sé por qué”. (Citado por Morrison 2004, 
p. 100) 
Sus relaciones sociales siempre las consideró buenas, sin embargo al referirse a su 
padre expresaba: “…durante toda mi vida decepcioné a mi padre. Y entonces volví a 
fallarle. Mi padre siempre pensó que yo era un bobo, un estúpido, que nunca llegaría 
a ser nadie. Un bobo y un estúpido”. (Ibídem). 
De los años 1974 a 1978 aparece otro homicida: Ted Bundy mató, al menos, a 22 
mujeres jóvenes en Seattle, las cuales tenían cabello lacio, oscuro y peinado con raya 
en medio, y llevaban puesto pantalón, parecidas a su ex-novia Stephanie (quien lo 
abandonó). Y Stephanie ¿a quién se parecía? 
Juan Antonio Cebrián escribe: “La locura de Bundy lo arrastró a una masacre en la 
que todo valía con tal de satisfacer los íntimos deseos del agresor: golpes tremendos 
con barras de hierro y martillos, violaciones corporales de toda índole, mordiscos, 
penetraciones vaginales con palos metálicos (sic), desgarramientos anales con ramas 
de árbol, estrangulamientos”. (Citado en Cebrián 2003, p. 191). 
Durante los 70s y 80s continua la política intervencionista de los Estados Unidos. 
Auspicia el golpe de Estado al gobierno Argentino precedido por Isabel Perón, 
perpetrado por un grupo de militares comandados por Rafael Videla y Roberto Viola. 
Apoya la Política bélica de Israel, tanto contra el pueblo palestino como con el 
egipcio, debido a toda la información que los órganos de inteligencia Israelí (Mossad) 
podía manejar contra ellos. 
Le da visto bueno a los gobiernos autoritarios de Centroamérica, apoya a Romeo 
Lucas García (Guatemala), a Anastasio Somoza (Nicaragua), a los paramilitares en el 
Salvador, dictaduras que mataron a miles de sus ciudadanos disidentes. Esta otra 
forma de asesinato. Es el asesinato purificador, pero que dentro de sus fronteras (de 
los estadounidenses) se da de otra forma, el asesinato trasgresor o prohibido. Todo 
esto sin mencionar la política de exterminio en el África negra. Apoya conflictos en los 
cuales estén inmiscuidos sus intereses y plagan el ambiente interno de su territorio de 
una “tensa calma”. 
Entre los años 70s y 80s surgen muchos homicidas seriales en territorio 
norteamericano. David Berñowitz (“El hijo de Sam”) mató a seis hombres y mujeres 
jóvenes (siendo doce en total), en la Ciudad de Nueva York, entre 1974 y 1978. 
Jeffrey Dahmer apodado “el carnicero de Milwaukee”, mató a 17 chicos y hombres 
entre 1979 y 1991. 
Tal era la situación en los Estados Unidos que Ressler (1992) cita: “La época de 
mediados de los ochenta fue denominado por Philip Jenkins de la Universidad Estatal 
de Pensilvania como los años de <<pánico por los asesinos en serie de 1983 a 
1985>>. Jenkins publicó un artículo en el Criminal Justice Research Bulletin (1988) en 
el que citaba numerosos artículos que salieron en periódicos y revistas durante dicho 
periodo. Todos señalaban que durante esa época hubomuchos más asesinatos no 
resueltos en Estados Unidos que en cualquier otro momento del pasado”. No 
obstante venden la imagen de que en su territorio no hay asesinato que no se 
resuelva. 
La situación de los Estados Unidos hace recordar que todo imperio (como Roma) 
incorpora o padece este tipo de fenómenos siniestros en cierto momento de su 
derrumbe. 
2.2.2 Colombia: Los estragos de la violencia 
En los últimos 20 años hablar de Colombia es hablar del narco, de la guerrilla, de la 
violencia, claro que no es de lo único de lo que se puede hablar, sin embargo es la 
forma en como la han presentado (los medios, la prensa, los estadistas, etc.) en los 
últimos años. 
Una Colombia que “alberga” o “albergó” personajes como Pablo Escobar (cabeza del 
cartel de Medellín), los hermanos Gilberto y Miguel Orejuela (cabezas del cartel de 
Cali), las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas), una historia que 
ha tenido que soportar masacres, ejecuciones, secuestros, terrorismo, y un pueblo 
asolado por la ineptitud y corrupción de sus gobernantes. 
En estos anales de turbulencia social se inscriben algunos homicidas seriales como: 
“los sordomudos estranguladores de taxistas”, “el sádico del punzón”, “El monstruo de 
los mangones”, “El descuartizador de las cruces”, “El estrangulador de Medellín”, “El 
Sádico del charquito” –Pedro Alonso López- (Citado en Jairo Gómez 1981, p.7), 
Pablo Alonso Lopera “El estrangulador de los Andes”, Daniel Camargo “La bestia de 
los Andes” y Luis Alfredo Garavito “El asesino de los niños de los cañaduzales”. 
Es necesario tomar en cuenta la sociedad Colombiana ya que aquí es donde 
surgieron cuatro de los mayores homicidas seriales de la historia (al menos de la que 
somos coetáneos), sus crímenes alcanzan la cantidad de casi 700 homicidios. 
También es importante relacionar los homicidios seriales con cambios importantes en 
relación a la concepción de la muerte, del matar, de lo anónimo del asesinato, de algo 
que ya no importa a nadie, siendo que siempre el fenómeno de la muerte fue algo 
importante e individual y que conmovía al grupo. Pero ahora eso ya no importa, miles 
mueren al año; la sociedad se desensibiliza, los pueblos y ciudades simplemente 
soportan aunque ya no aguanten más. 
La mayoría de estos homicidas eran Colombianos, pero mataban en el Ecuador, Perú 
y Colombia, por lo cual atraparlos era una tarea compleja. Los casos de mayor 
impacto fueron los de Pedro Alonso López, se le adjudican cerca de 200 homicidios; 
el de Pablo Alonso Lopera se le demostraron 115 homicidios, Daniel Camargo se 
especula cerca de 100 y el de Garavito a quien se le acusa de 192. 
Pablo Alonso Lopera comenzó sus asesinatos en 1964 y fue capturado en 1980, en 
esas épocas la situación social y económica era difícil, en Colombia, Ecuador y Perú. 
Economías estancadas, de las más débiles de Sudamérica y con grandes 
extensiones de pobreza. Así es como Lopera mató a 115 niñas, todas ellas 
estranguladas. 
La posibilidad de que Lopera pudiera matar radicaba, aparte del estado de miseria, 
violencia y la coyuntura social de los países donde asesinó, en que no se pensaba 
que el asesino de esas niñas fuera uno sólo, Jairo Gómez cita como buscaba la 
policía a los culpables: “Incontrolable el robo de niñas en el Ecuador, centenares de 
niñas desaparecen de sus hogares. Una banda internacional vende a las menores en 
el extranjero. Las autoridades impotentes ante la acción de una temible organización 
criminal. Estupor e indignación en el Ecuador. Madres piden protección para sus 
niñas. Menores entre siete y catorce años, las preferidas de los delincuentes.” (Citado 
en Jairo Gómez, 1981, p. 22). 
Los crímenes de Lopera ocurren bajo el velo de una sociedad indiferente que veía 
como desaparecían niñas y no les preocupaba, ni siquiera a los padres de éstas, ya 
que no daban aviso a la policía de sus desapariciones, porque creían que habían 
emigrado en busca de una vida mejor, más allá de la miseria y la violencia. 
Colombia era un país (y es) que vivía una época violenta, con su guerrilla, su narco, 
sus paramilitares y sus sicarios; Perú viviendo en rebeldía y en violencia, reflejado en 
el surgimiento del grupo guerrillero sendero luminoso; un Ecuador azorado por 
dictaduras. 
En estos casos las sociedades han dejado sin resguardo a un grupo y eso lo 
convierte en vulnerable y por tanto en sujeto de asesinato. 
El caso más reciente, y de mayor impacto, fue el de Luis Alfredo Garavito.
Garavito es el homicida serial “moderno” que más personas ha matado. Su historia 
comenzó a inscribirse en octubre de 1999, cuando es capturado; sus crímenes 
comenzaron entre 1993 y 1994. 
Los crímenes de Garavito eran conocidos como de “los niños de los cañaduzales”, “la 
razón principal del nombre es que las víctimas de Garavito (192), eran niños entre 6 y 
los 16 años, de bajo estrato económico, a los que abordaba en parques, canchas 
deportivas, terminales de autobús y mercados. La forma de “enganche” era mediante 
el ofrecimiento de dinero. Luego eran llevados a un despoblado donde eran 
asesinados. En algunas ocasiones Garavito se hizo pasar por vendedor ambulante, 
monje, indigente, discapacitado y representante de fundaciones ficticias en favor de 
niños y ancianos, también era conocido como “Alfredo Salazar”, “El loco”, “Tribilín”, 
“Conflicto” y “El Cura”. (Citado en Barrón 2003, p. 279). 
Es importante voltear a ver bajo que clima social se llevaban a cabo sus homicidios. 
“La historia de los homicidios se inició entre 1993-1994, en el Valle del Cauca, donde 
la desaparición de menores era bastante frecuente. Los motivos: masacres selectivas 
y muertes “producto del enfrentamiento de bandas delincuenciales dedicadas al 
narcotráfico”. Por lo tanto, el extravío de menores <<y la tragedia que encerraba, se 
veía opacada con el registro de cuerpos mutilados con motosierras que lanzaban al 
río Cauca como señal de advertencia a sus detractores>>.” (Ibíd., p. 78). 
Existían dos realidades: la que publicaban los gobiernos y la que ocurría en las calles 
de los pueblos. Bien lo decían las pintas en los muros argentinos “La historia de los 
arriba no es la memoria de los de abajo”. 
El fiscal del caso, Álvaro Vivas Botero (2005) dice: “En Risaralda y el Valle del Cauca, 
en el sur occidente colombiano, se produjeron la mayoría de las víctimas y 
coincidencialmente son regiones muy afectadas por el narcotráfico; allí confluyen los 
carteles de Cali, Norte del Valle y del mismo Medellín que tiene mucha influencia en 
Pereira. Estas razones llevaron también a considerar que detrás de las muertes 
masivas se diera este tipo de delincuencia. Se decía, por ejemplo, que por cada 
embarque que lograran “coronar los narcos”, sacrificaban a un niño, a través de 
rituales de santería”. 
El caso de Garavito puso el dedo en la llaga dentro de la sociedad colombiana, a lo 
cual el criminólogo colombiano Iván Valencia Laharenas dice: “Los asesinos en serie 
no se han acabado y no se acabarán (…), constituyen un hecho social”. (Citado en 
Vivas Botero, 2005, p. 29). 
Estos casos radican, y muestran, en el olvido en que se tiene a determinados grupos 
sociales y grupos expuestos. 
2.2.3 México: Indiferencia homicida 
Los altos índices de violencia y turbulencia social registrados en los últimos años en 
México han sido determinantes para marcar a la sociedad. En la búsqueda de saber 
qué pasa, han surgido voces (periodistas, criminólogos, sociólogos, psicólogos, etc.) 
que igualan, y tratan de comparar, lo vivido en nuestro país con lo que ha pasado con 
el pueblo colombiano; grandes carteles de la droga cobijados bajo el manto de 
gobiernos corruptos, altos niveles de violencia, sociedades que tornan la indeferencia 
en modus vivendi, formas de vida trastocadas por la miseria y el desamparo, 
“fluctuaciones” sociales que determinan la interacción social (sino miremos al norte y 
al sur). 
Entonces al encontrar similitudes entre una y otra sociedad se concluye: México

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