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(*) Los textos reproducidos en este nú- mero de Tiempo Universitario se basan en el libro Breve Historia de la Escuela de Ingeniería Civil y Topográfica de la UAP, elaborado por Manuel Rendón Moredia, con la colaboración del historiador Jesús Márquez Carrillo, editado en Puebla, Pue., México, 1989. Hasta mediados del siglo XVIII, la ingeniería era más un oficio que una profesión. En lo fundamental estaba cons- tituido por un conjunto de habilidades mecánicas tras- mitidas de padres a hijos, y de maestros a aprendices. En la Edad Media, la construcción de puentes era especialidad de algunas cofradías religiosas. La eclosión que trae con- sigo el Renacimiento en todos los órdenes de la cultura, las ciencias y las artes propicia que el oficio de los ingenieros adquiera un gran auge, estable- ciéndose las bases para que el mismo se convierta en una pro- fesión. Salomón de Caus fue el primero en acuñar el vocablo “ingeniero” pero con una con- notación distinta a la que hoy posee: mediante dicho término hacía alusión más bien al inge- niero militar, distinguiéndolo del arquitecto civil, aunque con el tiempo se dio el título a todos aquellos que proyectaban y construían nuevas máquinas. No es sino hasta 1747 cuando tiene lugar la funda- Año 1/No. 11, 11 de junio de 1998 Palacio de Minería, sede del Real Seminario de Minería que inició sus labores en 1792, siendo la primera institución de tal naturaleza en América y antecedente de la Escuela Nacional de Ingenieros, creada por el presidente Juárez en 1867. Historia de la Escuela de Ingeniería ☞ 2 ción de la primera escuela de inge- nieros del mundo: L’ Ecole des Ponts et Chaussées, en París, dirigida por Jean Perronet. Tal institución tuvo su origen en el Corps de Ingénieurs de Ponts et Chaussées (institución militar). En 1794 se establece en París la École Plolytechnique. 30 años des- pués se funda en los Estados Unidos una institución similar a la anterior, el Rensselaer Polytechnic Institute. Es a finales del siglo XVIII cuando se demarcan los terre- nos de la ingeniería civil y de la militar. De este modo, al ini- ciarse el siglo XIX, ya podemos observar plenamente definidos los rasgos de la profesión que hoy conocemos como ingeniero civil: desde entonces vemos a los miembros de dicha profe- sión construir estructuras de todas clases, diseñar sistemas de distribución de agua pota- ble y sistemas sanitarios; tender vías férreas, redes de caminos, y participar en la planeación y desarrollo de las ciudades. Inglaterra y Escocia son la cuna de la segunda rama de la ingeniería: la ingeniería mecánica, la cual se deriva de los inventos del ingeniero escocés James Watt, que contribuyeron de manera decisiva al surgimiento de la maquinaria que hizo posible la Revolución Industrial. Antecedentes de las escue- las de ingeniería en México En nuestro país, el Real Semi- nario de Minería -considerado como el asiento del primer ins- tituto de investigación científica del continente- es fundado el primero de enero de 1792. La ini- ciativa partió de dos distingui- dos personajes de la Ciudad de México, Juan Lucas de Lassaga, regidor y juez contador de mine- ros y albaceazgos, y Joaquín Velázquez de Cárdenas y León, abogado de la Real Audiencia y catedrático de matemáticas de la Real y Pontificia Universi- dad de México. Empero, fueron Fausto de Elhuyar y de Zúbice, y Andrés Manuel del Río quie- nes iniciaron las actividades del Colegio. En 1833, con base en el Cole- gio de Minería, se funda el Esta- blecimiento de Ciencias Físicas y Matemáticas, que tuvo corta vida. En 1843 las autoridades del país disponen ampliar los estu- dios de dicho Colegio, que hasta entonces sólo ofrecía los estudios preparatorianos: se le incluyen las carreras de agrimensor, ensayador, apartador de oro y plata, beneficia- dor de metales, geógrafo, natura- lista e ingeniero de minas. Esta es la primera ocasión en que se emplea la palabra ingeniero en los planes académicos de nuestro país, pues antes el título que se otorgaba era el de “perito facultativo”. En 1857, mientras el Colegio se limitaba a las especialidades de minería, topografía, y traba- jos geográficos, se establece en la Academia de San Carlos la carrera de ingeniero civil, trayéndose de Europa a Saverio Cavallari, quien hizo los programas de estudio. En diciembre de 1867, a instancias de Don Blas Balcárcel , ministro de Fomento del Presi- dente Juárez, se crea la Escuela Especial de Ingenieros, cuya sede es el Palacio de Minería. Hacia 1883 dicha institución se denominaba ya Escuela Nacio- nal de Ingenieros, y estudiaban en ella los futuros telegrafistas, ensayadores, apartadores, y los ingenieros topógrafos e hidró- grafos, de caminos, puentes y canales —llamados civiles a partir de 1897—, y los ingenie- ros de minas, metalurgistas y geógrafos. En 1889, a propuesta de Mariano Villamil, se crea la carrera de Ingeniero Electricista, y en 1898 surjen las cátedras de ingeniería sanitaria y de proce- dimientos de construcción. En vísperas del estallido de la Revolución Mexicana de 1910, el alumno Modesto Rolland propone el estable- cimiento de las academias libres de concreto armado. Durante la primera mitad del siglo XX continúa el auge de la ingeniería iniciada a fina- les del siglo XIX, pero se detiene a raíz de las vicisitudes del movimiento revolucionario. La construcción y el ejercicio de la carrera prácticamente desapare- cen del panorama del país, situa- ción que se prolonga durante casi tres lustros. Disminuye de manera drástica la cantidad de estudiantes, y los profesionistas se dedican a buscar otras áreas de trabajo para subsistir. Llegamos así al año de 1926, que constituye un hito importante para el futuro de la ingeniería civil: en esa fecha surgen dos dependencias gubernamentales que se encarga- rán, con el tiempo, de emprender las grandes obras de ingeniería del país: nos referimos a la Comisión Nacional de Irrigación y a la Comisión Nacio- nal de Caminos. En una primera etapa, debido a la premura y a los fac- tores políticos, el gobierno mexicano contrata a compañías extranjeras para 3 Actual Escuela de Ingeniería iniciar las obras de referencia: la J. G. White Engineering Corpo- ration -en el caso de las obras de riego-, y la Byrne Brothers Cons- truction Company -en el caso de los caminos. A partir de los años treinta los programas de construcción iniciados adquieren un gran ímpetu, y los ingenieros mexica- nos poco a poco van asumiendo los principales cargos y la direc- ción de las obras. De este modo se inicia la etapa contemporánea de la ingeniería civil mexicana, la cual llega a ponerse a la altura de las naciones más avanzadas. La enseñanza politécnica Al iniciarse la etapa constructiva de la Revolución Mexicana la enseñanza politécnica -no obs- tante la existencia de instituciones de excelente nivel- la misma se encontraba en un verdadero caos, dado que se impartía de manera desordenada, y sin la menor pla- neación y coordinación. Una vez que llega a la Pre- sidencia el Gral. Lázaro Cárde- nas, éste se propone conferirle un gran impulso a la enseñanza politécnica, como parte esencial de sus proyectos innovadores en el campo de la educación. Es así como surge el Instituto Poli- técnico Nacional, tarea en la que participan con gran entusiasmo personajes tan destacados como Luis Enrique Erro, Juan de Dios Bátiz y Wilfredo Massieu, entre otros. El Instituto quedó formado en un principio por planteles ya existentes que integraban la denominada “institución poli- técnica”, a los que se añadieron la Escuela Nacional de Bacterio- logía, Parasitología y Fermenta- ciones, y la Escuela Nacional de Medicina Homeopática. En enero de 1937 se celebró en el Palacio de Bellas Artes la inauguración oficial del Instituto Politécnico Nacional. Los orígenes de la Escuela de Ingeniería Civil y Topográfica de la UAP se remontan alperiodo posterior a la Intervención Fran- cesa y caída del Segundo Impe- rio cuando, una vez restaurada la República, se inicia una época de relativa bonanza para la vida económica del país, lo cual se traduce en la reorganización de las principales instituciones edu- cativas de la nación. En ese contexto, el Cole- gio del Estado experimenta una gran renovación de su vida aca- démica; así, al calor de la reforma positivista impulsada por el insigne maestro Gabino Barreda -originario del estado de Puebla- se inicia en el Colegio un gran impulso a las cátedras científicas, las cuales prácticamente no exis- tían en el mismo (a excepción de los cursos de matemáticas y física a nivel elemental). De esta forma, en septiembre de 1869, se abre la cátedra de química, dotada de los aparatos y útiles necesarios, bajo la dirección del profesor Joaquín Ibáñez. Una vez que se establecen en diciembre de 1869 las cáte- dras de Cálculo Infinitesimal, Mecánica Racional y Aplicada, y Topografía y Geodesia, surge la carrera de Ingeniero Topó- grafo e Hidromensor. A fines de 1872, se titulan los primeros cuatro ingenieros: Ismael Álva- rez, Manuel Carrasco, Eduardo del Valle, y Carlos Revilla. Tales transformaciones que experimenta el Colegio del Estado --casi totalmente opuestos a los tradiciona- les planes de estudio que se impartían en el mismo desde tiempos inmemoriales-- fue- ron posibles gracias a diver- sos factores de índole estatal y nacional. Así, por ejemplo, el relativamente elevado número de alumnos que cursaban estu- dios técnicos en esa época en el Colegio, sólo puede expli- carse con base en el proceso de modernización del país a que aspiraban los gobiernos de Juárez y Lerdo. Los libera- les de 1867 tenían una fe quasi ciega en la capacidad reden- tora de la educación, y en las inmensas potencialidades que podría traer consigo el pro- greso técnológico, por lo cual se esforzaron, entre otras co- ☞ Ingeniería Civil y Topográfica de la UAP 4 sas, por darle un gran impulso a las vías de comunicación y al transporte. Don Francisco Zarco decía: “Decretemos ferrocarriles, caminos... para comunicar espiritual y mate- rialmente el país”. Zamacona expresaba: “Los caminos de hierro resolverán todas las cuestiones políticas, sociales y económicas que no han podido resolver la abnegación y la san- gre de dos generaciones”. En ese contexto, pues, no era de ningún modo casual que florecieran carreras como inge- niería, y en general la enseñanza de los estudios científicos. En el estado de Puebla, los gobiernos liberales asumieron con entusiasmo las reformas de Juárez y de Lerdo, empero, no fue sino hasta el año de 1878, durante el gobierno de Juan Crisóstomo Bonilla, cuando se decreta una nueva Ley de Ins- trucción Pública, en consonan- cia con la reforma positivista. Este ordenamiento, en sus artí- culos del 19 al 32, establecía las carreras de Abogado, Notario y Escribano, Agente de Negocios, Médico, Químico-Farmacéu- tico e Ingeniero. Cabe resaltar la importancia que se otorga a esta última profesión, pues se instituyen siete especialida- des: entre ellas las de Ingeniero Geógrafo e Hidrógrafo, e Inge- niero Mecánico y Civil. Lamentablemente la citada ley resultó demasiada ambi- ciosa para su época: no hubo estudiantes suficientes para jus- tificar la apertura de la mayoría de las carreras que contemplaba. De esta manera, el Colegio del Estado, durante la década de los ochenta hasta 1893, se limitó a ofrecer las carreras de Abogado, Ingeniero Topógrafo e Hidro- mensor, Escribano y Agente de Negocios, siendo la de Inge- niero la segunda en importan- cia, después de la de Abogado. En 1893, durante la gestión del Gral. Mucio P. Martínez, y siendo Presidente del Colegio del Estado don Francisco Sánchez, se decreta una nueva Ley de Instruc- ción Pública, en cuyo artículo 83, del Capítulo IV, se indicaba que los estudios de Ingeniería com- prenderían en lo sucesivo sólo las siguientes carreras: I.- Inge- niero Topógrafo e Hidrógrafo. II.- Ingeniero de caminos, puertos, canales y construcciones civiles y III.- Ingeniero Arquitecto. La pri- mera se cursaría en dos años, y la segunda y la tercera en cuatro. Además de tales modifica- ciones, había una diferencia sus- tancial entre esta ley y la de 1878, y era que la educación superior dejaba de ser gratuita. El Estado se limitaría a proteger la instruc- ción profesional. Pese a esa situa- ción, contra lo que se esperaba, si bien probablemente disminuyó la población que aspiraba a la educa- ción superior, no desaparecieron en nuestro estado los estudios de ingeniería, a diferencia de lo que sucedió en otras entidades -entre ellas Jalisco, Oaxaca y el Estado de México- que tuvieron que supri- mirlos por falta de alumnos y por lo excesivo de su costo. De todos modos, el gober- nador Mucio P. Martínez deci- dió en 1898 reformar la Ley de Educación de 1893, reduciendo las carreras de Ingeniería a las profesiones de Ingeniero Topógrafo, de Caminos, Obras Hidráulicas y Construcciones Civiles, las que tendrían una duración de cuatro años. A pesar de esos tropie- zos, los estudios técnicos y científicos continuaron expe- rimentando un gran auge en el Colegio del Estado, particu- larmente durante el periodo en que su dirección recayó en el Lic. José Rafael Insunza (1894-1910), quien, entre otras iniciativas, fortaleció de manera notable el Gabinete de Física, y —tomando en consideración los avances en materia de comunicaciones eléctricas— estimuló la crea- ción de cátedras como Tele- grafía Práctica. ☞ 5 Uniforme de alumnos del Real Seminario de Minería. Otro importante avance en ese periodo, que algunos con- ciben como la época de oro del Colegio del Estado, fue la instala- ción de los observatorios astronó- mico y metereológico, los cuales adquirieron un gran prestigio a nivel estatal y nacional. Además, se enriqueció de manera notable el acervo de la biblioteca técnica y científica. Sus valiosos volúme- nes forman parte de la “Biblio- teca Lafragua”. Por otra parte, en vista del enorme impacto que a nivel mundial suscitó la aplicación de la energía eléctrica, en 1889 el Gral. Mucio P. Martínez comisionó al profesor Alfredo Fenochio para efectuar un estu- dio sobre la enseñanza y apli- caciones de la electricidad en el estado de Puebla, en el cual se llegó a la conclusión de que debería establecerse formal- mente la carrera de Ingeniero Electrónico. Por desgracia este proyecto jamás cristalizó. En la primera década de la actual centuria el auge de los estudios técnicos y científicos en Puebla empieza a declinar, a un grado tal que se extin- guen casi de manera total en las décadas de los veinte y treinta. Entre las causas de dicha situa- ción sobresale la desarticulación económica y social originada por la Revolución Mexicana, y otros factores no menos impor- tantes, como la preferencia en la industria y el transporte por los ingenieros extranjeros, las bajas remuneraciones que percibían los profesionales del ramo, y el poco interés de las clases diri- gentes por el desarrollo y evolu- ción de sus empresas. Desde luego la decadencia de los estudios profesionales no se reflejó sólo en la carrera de Ingeniería, sino afectó a la mayoría de las carreras, inclu- yendo las de médico y abogado. Lo que ocurría era que en la sociedad mexicana de la época, lo que hoy se llama movilidad social o capilaridad, era muy limitada, de modo tal que ascender en la escala social era muy difícil. Sólo se lograba en casos excepcionales. El 7 de octubre de 1916, siendo gobernador y comandante militar del estado el Gral. Cesáreo Castro, se decreta una nueva Ley de Instrucción Secundaria y Pro- fesional, en cuyo artículo 26, capí- tulo III, se limitaba los estudios de Ingeniería a una sola carrera: Ingeniero topógrafo, de caminos, obras hidráulicas y construccio- nes civiles, especificándose que su duraciónsería de cinco años. Se señalaba, además, que las carreras impartidas por el Colegio serían laicas, educa- tivas e instructivas, y se cos- tearían a través de los fondos públicos, aunque se hacía la siguiente advertencia: “cuando así lo exigieren las circunstan- cias del erario, podrá el Ejecu- tivo disponer que los alumnos costeen total o parcialmente, todas o algunas de las ense- ñanzas que recibieren, por el tiempo que fuese necesario”. Asimismo, se ponía como condición para abrir cuales- quier curso que hubiese por lo menos tres alumnos matri- culados regularmente. Caso de que en el transcurso del año tal cantidad se redujese a uno, el curso se cerraría. En septiembre de 1917 se estudia y se aprueba un proyecto de reforma a los estudios de ingeniería. El 20 de junio de 1918, el goberna- dor del estado, Dr. Alfonso Cabrera, decreta una nueva Ley de Instrucción Secunda- ria y Profesional. Si bien en la misma se hace mención a la carrera de ingeniero, no se indica la especialidad respec- tiva, aunque se especifica que el título sería de ingeniero civil. No obstante la crisis que enfrentan los estudios técni- cos en esa época, en febrero de 1920 -durante la rectoría de Francisco L. Casián- se inaugura en el tercer patio del edificio Carolino la Estación Sismológica, que aún sigue prestando servicios. Finalmente, en 1924, siendo gobernador provisio- nal del estado de Puebla el Lic. Vicente Lombardo Toledano, se establece un decreto de reformas a la Ley de Instruc- ción Secundaria y Profesional, en cuyo artículo 26 (transitorio) se establece que: “Cuando los recursos del Estado lo permi- tan y haya alumnos suficientes para estudiar en toda forma la carrera de Ingeniero, se intro- ducirán en el plan de estudios las modificaciones necesarias para ponerlo a la altura de la ciencia contemporánea”. Pese a lo avanzado de la reforma de marras, ello no fue suficiente para estimular el crecimiento de la Escuela de Ingeniería: ésta atravesaba por una profunda crisis, tal como lo ponía de relieve el hecho que en 1923 apenas tenía a dos alumnos y tres maestros. Su recuperación tendría lugar hasta fines de la década de los treinta, en contrapunto a los cambios que se habían producido en el México posrrevolucionario. 6 Alicia Mercedes Bonilla y Morales, primera mu- jer titulada de ingeniero civil en la UAP el 22 de junio de 1974. El 14 de abril de 1937 queda legalmente instituida la Universi- dad de Puebla. La inauguración solemne se realiza el 22 de mayo del mismo año. Ese día, en el Salón de Actos, el rector Lic. Manuel L. Márquez toma protesta como primer Director Honorario de la Facultad de Ingeniería Civil al Ing. Arcadio Medel Marín. Se inicia así la segunda etapa en la vida de la Escuela de Ingeniería de nuestra institución. Una de las primeras medidas que adoptan las autoridades de la institución es la reoganización académica, diseñando pla- nes y programas de estudio similiares a los que se impartían en la Universidad Nacional Autónoma de México. La Escuela de Ingeniería se instaló en los salones del tercer patio del Edificio Carolino, en el sitio conocido como “las cata- cumbas”. Para tal efecto, se hicieron las adaptaciones necesarias, bajo la dirección técnica del Ing. Medel. Entre los catedráticos de tal época se encontraban los ingenieros Aarón Merino Fernández, —quien fue gobernador del Estado de 1964 a 1968— Enrique Allende y Gómez, Luis Arrioja Landa, Rodolfo Peláez Encinas, Guillermo Camargo, Felipe Spota Márquez, y el citado Medel. En 1930 se funda la Escuela de Ingeniería Química, que al igual que la de Ingeniería arrancó con un número muy reducido de alumnos. Seguramente con el propósito de aprovechar mejor la planta de profeso- res en las materias del tronco común, el Ing. Medel propuso al H. Con- sejo Universitario -iniciativa que fue aprobada por este órgano- la fusión de ambas escuelas, surgiendo de esta forma la que durante varios años se denominó “Facultad de Ingeniería de la Universidad de Puebla”. El mismo Ing. Medel se convirtió en director de la misma, cargo en el que permaneció nueve años, esto es, de 1937 a 1945. En su lugar fue nombrado el Ing. Químico Alfredo Lobato Velázquez. Durante la administración del primero la escuela experimenta un incremento sostenido en su cantidad de alumnos. Para ese entonces, se incorporan a la planta docente catedráticos tan distinguidos como el ingeniero y astrónomo Joaquín Ancona Albertos, y los ingenieros militares españoles José Fernández Lerena y José Sánchez Rodríguez. Al fin de la gestión del Ing. Lobato Velázquez, es electo director de la Facultad el Ing. Enrique Allende y Gómez, en cuya administración se separan nuevamente las escuelas de Ingeniería Civil y de Química. No obstante, los alumnos siguen recibiendo algunas clases en común. Aquél dura en su cargo hasta el 6 de febrero de 1953, y en su lugar es nombrado director el Ing. Joaquín Ancona Albertos, cuyo nombra- miento es concedido por el entonces rector Gonzalo Bautista O’ Farril. Durante su gestión se impulsa la creación de un Labora- torio de Ensaye de Materiales, el cual vendrá a satisfacer una demanda muy sentida por los universitarios. El rector O’ Farril, aprovechando sus buenas relaciones con per- sonas influyentes, inicia pláticas con las Asociaciones Mexicana y Regional de Caminos, tendientes al establecimiento de la carrera de Ingeniero de Caminos en la Universidad de Puebla, la cual se esta- blece -junto con la de Arquitectura- en el año de 1954. Ambas carreras eran anheladas por empresarios textiles que querían ampliar su radio de actividades hacia la floreciente industria de la construcción. El primero de julio de 1954 renuncia el Ing. Ancona a la dirección de la Escuela de Ingeniería para pasar a ocupar la de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, cargo que ocupara el Ing. Luis Rivera Te Directores de la Escuela de Ingeniería 7 ESTE MANUAL DE INGENIERIA, publica- do en Inglaterra en 1916, ilustra algunas de las doce ramas —p.e. marítima, de ferrocarriles o de construcción— que se brindaban entonces a los estudiantes interesados. Para que el estudiante entrara a un despacho de ingenieros, debía adies- trarse por tres o cuatro años como aprendiz. rrazas. La dirección de aquélla recae entonces en la persona del Ing. Sebas- tián Flores López, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1957. Durante la gestión de éste la universidad solicita la colaboración del Sr. Rómulo O’ Farril, padre, presidente de la Asociación Mexicana de Caminos, a efecto de iniciar las gestiones necesarias ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y Obras Públicas, tendientes a la instalación de un labora- torio para pruebas químico-físicas en caminos, complementándolo con una sección de resistencia de materiales y mecánica de suelos. Una vez aprobado el proyecto, fue invitado el profesor Emmett H, Karrer, espe- cialista en ingeniería de caminos de la Ohio State University, para colabo- rar en la estructuración del programa de estudios respectivo. Al finalizar el periodo del Ing. Flores López, durante el rectorado del Dr. Manuel S. Santillana, es nombrado en su lugar el Ing. Sergio Zepeda Cornejo. En el trascurso de su administración los ingenieros Arcadio Medel Marín y Francisco José Linares presentan al nuevo rec- tor, Lic. Armando Guerra Fernández, un proyecto para la creación de los Institutos de Ingeniería Civil y Física, el cual no llega a cristalizar. Al estallar en 1961 el movimiento estudiantil, como es del conocimiento público, propicia que la universidad se divida en dos grandes bloques. La estructura académica y administrativa de la escuela de Ingeniería -al igual que en los otros planteles de la institución- se rompe. Con el fin de ayudar a resolver los pro- blemas derivados de ese estado de cosas, queda encargado pro- visionalmente de la escuela el Ing. Francisco Melgarejo Nanni. Civil y Topográfica en su segunda etapa ☞ Ingeniería dela UAP: a la altura de las mejores del país* La Facultad de Ingeniería de la UAP ha logrado en los últimos años todo un cúmulo de avances que la colocan no sólo a la altura de las mejores instituciones similares en la entidad, sino incluso de todo el país. Entre tales avances tenemos los siguientes. En lo que concierne a eficiencia terminal, se ha logrado abatir los bajos índices de titulación que se presen- taban en años anteriores. Así, por ejemplo, a nivel licenciatura, en 1997 se titularon 115 pasantes de la escuela de Ingeniería Civil, 38 de Topográfifca, y uno de la primera generación de Ingeniería Mecá- nica y Eléctrica. También se otorgó la primera cali- ficación Cum Laude a un examen profesional en Ingeniería Civil. Durante el cuatrimestre de otoño de 1997, ingresaron los primeros alumnos de los colegios de Ingeniería Industrial, e Ingeniería Textil. En las otras licenciaturas ofrecidas por la Facultad ingresar un total de 500 estudiantes. En el transcurso del año anterior, se contrata- ron o recontrataron 19 profesores en toda la Facul- tad, y se asignaron siete plazas de tiempo completo y definitivas, fortaleciéndose en particular a la planta académica de las escuelas de Ingeniería Civil y Tecnológica. También, en 1997 se amplió y consolidó la infraestructura de la Facultad. Así, se creó un equipo para llevar a cabo el proyecto integral de Ingeniería, cuyo objetivo era la remodelación y equipamiento de su laboratorio. Para cristalizar dicho proyecto, se realizó una ampliación dentro del laboratorio anterior que abarcó un área de 650 metros cuadrados. De igual forma,se remodeló el laboratorio de Ingeniería Sanitaria, y las aulas de la planta alta. Estos trabajos exigieron una inver- sión de 2 millones 334 mil 138 pesos, sin contar la inversión para adquisición de equipo. Asimismo, durante 1997 la rectoría de la insti- tución destinó 16 mil dólares para financiar la adqui- sición de tres acelerógrafos digitales, lográndose con esto aumentar en un 40 por ciento la capacidad para medir temblores en el municipio de Puebla. (*) Datos obtenidos del II Informe de labores de Nicolás Fueyo MacDonald, director de la Facultad de Ingeniería de la UAP, pre- sentado el pasado 8 de mayo de 1998. Este libro es incunable y parece ser una de las ediciones echas por J. Dupré. Otra de las características es que presenta Marcas de Fuego en los Cantos. Encua- dernación en Madera Forrada en Piel BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Rector: Enrique Doger Guerrero Secretario general: Guillermo Nares Rodríguez Tiempo Universitario Director: Alfonso Yáñez Delgado, Editor: Francisco Ortíz Ortíz, Diseño Gráfico: Blanca E. Castillo Cedeño, Cordinador de textos: Humberto Sotelo Mendoza, Captura: Luz María Muñoz Díaz. Tiempo Universitario es una publicación del Archivo Histórico Univer- sitario. Aparece quincenalmente. Impreso en: Editorial Mundocolor Gráfico. Tiraje: Veinte mil ejemplares. Esta publicación se puede adquirir gratuitamente en el tercer patio del edificio Carolino, 4 Sur 104, Puebla, Pue. tel.: 32-74-79 con Flora Alarcón. Se aceptan colaboraciones de investigacion sobre colaboraciones de investigación sobre la vida universitaria. Topográfos trabajando grabado del sigloXIX La situación no se regulariza sino hasta el 17 de mayo de 1962, cuando el Presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad, Lic. Arturo Fernández Aguirre, nombra al Ing. Felipe Spota Márquez “auxi- liar del Consejo de Gobierno y encargado de la Facultad de Ingeniería”, quien permanece muy poco tiempo en el cargo, siendo reemplazado por el Ing. Francisco Melgarejo Nanni, quien a su vez solicita licencia en octu- bre de ese año, ocupando su lugar el Ing. Antonio Osorio García. El 2 de mayo de 1963 es designado director provisional de la escuela el Ing. Enrique Allende y Gómez. Finalmente, el 5 de diciembre de 1963, durante la rectoría del Dr. Manuel Lara y Parra, es nombrado director el Ing. Antonio Oso- rio García, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1970. Éste formó parte de la Junta Administrativa que gobernó a la UAP de 1967 a 1971, al lado del director de la Escuela de Filosofía y Letras, maestro Joaquín Sánchez Mc Gregor, el director de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales, Lic. Amado Camarillo Sánchez, y el director de la Escuela de Enfermería y Obstetricia, Dr. Rolando Revilla Ibarra. A fines de 1968, la Escuela de Ingeniería se traslada a ocupar las insta- laciones construidas ex profeso en la recién concluida Ciudad Universitaria. Al término de la gestión del Ing. Osorio García, la H. Junta Administrativa de la Universidad nombra como director al Ing. Miguel Ángel Pérez Peredo, decisión que es ratificada por el H. Consejo Universitario en sesión celebrada el 7 de enero de 1973. Dado el crecimiento que experimenta la escuela en la década de los setenta, las autoridades de la institución consideran necesario ofrecer otra alter- nativa a los estudios de Ingeniería, por lo cual se estudia y aprueba en octubre de 1972 la creación de la carrera de Ingeniero Topógrafo. A decir verdad, se trató más bien de una reapertura de dicha profesión, dado que la misma ya existía pero fue clausurada. Los cursos se iniciaron en octubre de 1973. En febrero de 1977, durante el rectorado del Ing. Luis Rivera Terra- zas, es nombrado como director de las Escuelas de Ingeniería y Topogra- fía el Ing. Héctor Gómez Calzada, en sustitución del Ing. Pérez Peredo. En el transcurso de la gestión de aquel se celebra el Primer Con- greso de las Escuelas de Ingeniería, en marzo de 1981. En ese evento se presentaron muchas ponencias interesantes, que contribuyeron de manera decisiva al perfeccionamiento de los planes de estudio, y al prestigio que hoy goza la Facultad de Ingeniería de la UAP. Al ingeniero Calzada que concluyó su gestión en 1982, lo sustituyeron los directores siguientes: Ing. Alvaro Sánchez Solís, 1982-1985; Ing. Raúl López Bretón, 1985-1988; Ing. Helmuth Lau Nader, 1988-1989; Ing. Manuel Luna Ruiz, 1989-1992; Dr. Jorge Antonio Rodríguez y Morgado, 1992-1996; Mtro. Nicolás Fueyo Mac Donald 1996-2000. (Los textos fueron elaborados por Humberto Sotelo Mendoza)
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