Logo Studenta

A-1-no-11

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

(*) Los textos reproducidos en este nú-
mero de Tiempo Universitario se 
basan en el libro Breve Historia de 
la Escuela de Ingeniería Civil y 
Topográfica de la UAP, elaborado 
por Manuel Rendón Moredia, con 
la colaboración del historiador Jesús 
Márquez Carrillo, editado en Puebla, 
Pue., México, 1989.
Hasta mediados del siglo 
XVIII, la ingeniería era más un 
oficio que una profesión. En 
lo fundamental estaba cons-
tituido por un conjunto de 
habilidades mecánicas tras-
mitidas de padres a hijos, y de 
maestros a aprendices. En la 
Edad Media, la construcción 
de puentes era especialidad de 
algunas cofradías religiosas.
La eclosión que trae con-
sigo el Renacimiento en todos 
los órdenes de la cultura, las 
ciencias y las artes propicia 
que el oficio de los ingenieros 
adquiera un gran auge, estable-
ciéndose las bases para que el 
mismo se convierta en una pro-
fesión. Salomón de Caus fue el 
primero en acuñar el vocablo 
“ingeniero” pero con una con-
notación distinta a la que hoy 
posee: mediante dicho término 
hacía alusión más bien al inge-
niero militar, distinguiéndolo 
del arquitecto civil, aunque con 
el tiempo se dio el título a todos 
aquellos que proyectaban y 
construían nuevas máquinas.
No es sino hasta 1747 
cuando tiene lugar la funda-
Año 1/No. 11, 11 de junio de 1998
Palacio de Minería, sede del Real Seminario de Minería que inició sus labores en 1792, siendo la primera 
institución de tal naturaleza en América y antecedente de la Escuela Nacional de Ingenieros, creada por 
el presidente Juárez en 1867.
Historia de la Escuela de Ingeniería
☞
2
ción de la primera escuela de inge-
nieros del mundo: L’ Ecole des Ponts 
et Chaussées, en París, dirigida por 
Jean Perronet. Tal institución tuvo 
su origen en el Corps de Ingénieurs 
de Ponts et Chaussées (institución 
militar). En 1794 se establece en París 
la École Plolytechnique. 30 años des-
pués se funda en los Estados Unidos 
una institución similar a la anterior, el 
Rensselaer Polytechnic Institute.
Es a finales del siglo XVIII 
cuando se demarcan los terre-
nos de la ingeniería civil y de 
la militar. De este modo, al ini-
ciarse el siglo XIX, ya podemos 
observar plenamente definidos 
los rasgos de la profesión que 
hoy conocemos como ingeniero 
civil: desde entonces vemos a 
los miembros de dicha profe-
sión construir estructuras de 
todas clases, diseñar sistemas 
de distribución de agua pota-
ble y sistemas sanitarios; tender 
vías férreas, redes de caminos, 
y participar en la planeación y 
desarrollo de las ciudades.
Inglaterra y Escocia son la 
cuna de la segunda rama de la 
ingeniería: la ingeniería mecánica, 
la cual se deriva de los inventos 
del ingeniero escocés James Watt, 
que contribuyeron de manera 
decisiva al surgimiento de la 
maquinaria que hizo posible la 
Revolución Industrial.
Antecedentes de las escue-
las de ingeniería en México
En nuestro país, el Real Semi-
nario de Minería -considerado 
como el asiento del primer ins-
tituto de investigación científica 
del continente- es fundado el 
primero de enero de 1792. La ini-
ciativa partió de dos distingui-
dos personajes de la Ciudad de 
México, Juan Lucas de Lassaga, 
regidor y juez contador de mine-
ros y albaceazgos, y Joaquín 
Velázquez de Cárdenas y León, 
abogado de la Real Audiencia 
y catedrático de matemáticas 
de la Real y Pontificia Universi-
dad de México. Empero, fueron 
Fausto de Elhuyar y de Zúbice, 
y Andrés Manuel del Río quie-
nes iniciaron las actividades del 
Colegio.
En 1833, con base en el Cole-
gio de Minería, se funda el Esta-
blecimiento de Ciencias Físicas y 
Matemáticas, que tuvo corta vida.
En 1843 las autoridades del 
país disponen ampliar los estu-
dios de dicho Colegio, que hasta 
entonces sólo ofrecía los estudios 
preparatorianos: se le incluyen las 
carreras de agrimensor, ensayador, 
apartador de oro y plata, beneficia-
dor de metales, geógrafo, natura-
lista e ingeniero de minas. Esta es la 
primera ocasión en que se emplea 
la palabra ingeniero en los planes 
académicos de nuestro país, pues 
antes el título que se otorgaba era 
el de “perito facultativo”.
En 1857, mientras el Colegio 
se limitaba a las especialidades 
de minería, topografía, y traba-
jos geográficos, se establece en la 
Academia de San Carlos la carrera 
de ingeniero civil, trayéndose de 
Europa a Saverio Cavallari, quien 
hizo los programas de estudio.
En diciembre de 1867, a 
instancias de Don Blas Balcárcel 
, ministro de Fomento del Presi-
dente Juárez, se crea la Escuela 
Especial de Ingenieros, cuya 
sede es el Palacio de Minería. 
Hacia 1883 dicha institución se 
denominaba ya Escuela Nacio-
nal de Ingenieros, y estudiaban 
en ella los futuros telegrafistas, 
ensayadores, apartadores, y los 
ingenieros topógrafos e hidró-
grafos, de caminos, puentes y 
canales —llamados civiles a 
partir de 1897—, y los ingenie-
ros de minas, metalurgistas y 
geógrafos.
En 1889, a propuesta de 
Mariano Villamil, se crea la 
carrera de Ingeniero Electricista, 
y en 1898 surjen las cátedras de 
ingeniería sanitaria y de proce-
dimientos de construcción.
En vísperas del estallido 
de la Revolución Mexicana 
de 1910, el alumno Modesto 
Rolland propone el estable-
cimiento de las academias 
libres de concreto armado.
Durante la primera mitad 
del siglo XX continúa el auge 
de la ingeniería iniciada a fina-
les del siglo XIX, pero se detiene 
a raíz de las vicisitudes del 
movimiento revolucionario. La 
construcción y el ejercicio de la 
carrera prácticamente desapare-
cen del panorama del país, situa-
ción que se prolonga durante 
casi tres lustros. Disminuye de 
manera drástica la cantidad de 
estudiantes, y los profesionistas 
se dedican a buscar otras áreas 
de trabajo para subsistir.
Llegamos así al año de 1926, 
que constituye un hito importante 
para el futuro de la ingeniería civil: en 
esa fecha surgen dos dependencias 
gubernamentales que se encarga-
rán, con el tiempo, de emprender las 
grandes obras de ingeniería del país: 
nos referimos a la Comisión Nacional 
de Irrigación y a la Comisión Nacio-
nal de Caminos. En una primera 
etapa, debido a la premura y a los fac-
tores políticos, el gobierno mexicano 
contrata a compañías extranjeras para
3
Actual Escuela de Ingeniería
iniciar las obras de referencia: la 
J. G. White Engineering Corpo-
ration -en el caso de las obras de 
riego-, y la Byrne Brothers Cons-
truction Company -en el caso de 
los caminos.
A partir de los años treinta 
los programas de construcción 
iniciados adquieren un gran 
ímpetu, y los ingenieros mexica-
nos poco a poco van asumiendo 
los principales cargos y la direc-
ción de las obras. De este modo 
se inicia la etapa contemporánea 
de la ingeniería civil mexicana, la 
cual llega a ponerse a la altura de 
las naciones más avanzadas.
La enseñanza politécnica
Al iniciarse la etapa constructiva 
de la Revolución Mexicana la 
enseñanza politécnica -no obs-
tante la existencia de instituciones 
de excelente nivel- la misma se 
encontraba en un verdadero caos, 
dado que se impartía de manera 
desordenada, y sin la menor pla-
neación y coordinación.
Una vez que llega a la Pre-
sidencia el Gral. Lázaro Cárde-
nas, éste se propone conferirle 
un gran impulso a la enseñanza 
politécnica, como parte esencial 
de sus proyectos innovadores 
en el campo de la educación. Es 
así como surge el Instituto Poli-
técnico Nacional, tarea en la que 
participan con gran entusiasmo 
personajes tan destacados como 
Luis Enrique Erro, Juan de Dios 
Bátiz y Wilfredo Massieu, entre 
otros.
El Instituto quedó formado 
en un principio por planteles 
ya existentes que integraban la 
denominada “institución poli-
técnica”, a los que se añadieron 
la Escuela Nacional de Bacterio-
logía, Parasitología y Fermenta-
ciones, y la Escuela Nacional de 
Medicina Homeopática.
En enero de 1937 se celebró 
en el Palacio de Bellas Artes la 
inauguración oficial del Instituto 
Politécnico Nacional.
Los orígenes de la Escuela de 
Ingeniería Civil y Topográfica de 
la UAP se remontan alperiodo 
posterior a la Intervención Fran-
cesa y caída del Segundo Impe-
rio cuando, una vez restaurada 
la República, se inicia una época 
de relativa bonanza para la vida 
económica del país, lo cual se 
traduce en la reorganización de 
las principales instituciones edu-
cativas de la nación.
En ese contexto, el Cole-
gio del Estado experimenta una 
gran renovación de su vida aca-
démica; así, al calor de la reforma 
positivista impulsada por el 
insigne maestro Gabino Barreda 
-originario del estado de Puebla- 
se inicia en el Colegio un gran 
impulso a las cátedras científicas, 
las cuales prácticamente no exis-
tían en el mismo (a excepción 
de los cursos de matemáticas y 
física a nivel elemental). De esta 
forma, en septiembre de 1869, 
se abre la cátedra de química, 
dotada de los aparatos y útiles 
necesarios, bajo la dirección del 
profesor Joaquín Ibáñez.
Una vez que se establecen 
en diciembre de 1869 las cáte-
dras de Cálculo Infinitesimal, 
Mecánica Racional y Aplicada, 
y Topografía y Geodesia, surge 
la carrera de Ingeniero Topó-
grafo e Hidromensor. A fines 
de 1872, se titulan los primeros 
cuatro ingenieros: Ismael Álva-
rez, Manuel Carrasco, Eduardo 
del Valle, y Carlos Revilla.
Tales transformaciones 
que experimenta el Colegio 
del Estado --casi totalmente 
opuestos a los tradiciona-
les planes de estudio que se 
impartían en el mismo desde 
tiempos inmemoriales-- fue-
ron posibles gracias a diver-
sos factores de índole estatal y 
nacional. Así, por ejemplo, el 
relativamente elevado número 
de alumnos que cursaban estu-
dios técnicos en esa época en 
el Colegio, sólo puede expli-
carse con base en el proceso 
de modernización del país a 
que aspiraban los gobiernos 
de Juárez y Lerdo. Los libera-
les de 1867 tenían una fe quasi 
ciega en la capacidad reden-
tora de la educación, y en las 
inmensas potencialidades que 
podría traer consigo el pro-
greso técnológico, por lo cual 
se esforzaron, entre otras co-
☞
Ingeniería Civil y 
Topográfica de la UAP
4
sas, por darle un gran impulso 
a las vías de comunicación y 
al transporte. Don Francisco 
Zarco decía: “Decretemos 
ferrocarriles, caminos... para 
comunicar espiritual y mate-
rialmente el país”. Zamacona 
expresaba: “Los caminos de 
hierro resolverán todas las 
cuestiones políticas, sociales y 
económicas que no han podido 
resolver la abnegación y la san-
gre de dos generaciones”.
En ese contexto, pues, no 
era de ningún modo casual que 
florecieran carreras como inge-
niería, y en general la enseñanza 
de los estudios científicos.
En el estado de Puebla, los 
gobiernos liberales asumieron 
con entusiasmo las reformas de 
Juárez y de Lerdo, empero, no 
fue sino hasta el año de 1878, 
durante el gobierno de Juan 
Crisóstomo Bonilla, cuando se 
decreta una nueva Ley de Ins-
trucción Pública, en consonan-
cia con la reforma positivista. 
Este ordenamiento, en sus artí-
culos del 19 al 32, establecía las 
carreras de Abogado, Notario y 
Escribano, Agente de Negocios, 
Médico, Químico-Farmacéu-
tico e Ingeniero. Cabe resaltar 
la importancia que se otorga 
a esta última profesión, pues 
se instituyen siete especialida-
des: entre ellas las de Ingeniero 
Geógrafo e Hidrógrafo, e Inge-
niero Mecánico y Civil.
Lamentablemente la citada 
ley resultó demasiada ambi-
ciosa para su época: no hubo 
estudiantes suficientes para jus-
tificar la apertura de la mayoría 
de las carreras que contemplaba. 
De esta manera, el Colegio del 
Estado, durante la década de los 
ochenta hasta 1893, se limitó a 
ofrecer las carreras de Abogado, 
Ingeniero Topógrafo e Hidro-
mensor, Escribano y Agente de 
Negocios, siendo la de Inge-
niero la segunda en importan-
cia, después de la de Abogado.
En 1893, durante la gestión 
del Gral. Mucio P. Martínez, y 
siendo Presidente del Colegio del 
Estado don Francisco Sánchez, se 
decreta una nueva Ley de Instruc-
ción Pública, en cuyo artículo 83, 
del Capítulo IV, se indicaba que 
los estudios de Ingeniería com-
prenderían en lo sucesivo sólo 
las siguientes carreras: I.- Inge-
niero Topógrafo e Hidrógrafo. II.- 
Ingeniero de caminos, puertos, 
canales y construcciones civiles y 
III.- Ingeniero Arquitecto. La pri-
mera se cursaría en dos años, y la 
segunda y la tercera en cuatro.
Además de tales modifica-
ciones, había una diferencia sus-
tancial entre esta ley y la de 1878, 
y era que la educación superior 
dejaba de ser gratuita. El Estado 
se limitaría a proteger la instruc-
ción profesional. Pese a esa situa-
ción, contra lo que se esperaba, si 
bien probablemente disminuyó la 
población que aspiraba a la educa-
ción superior, no desaparecieron 
en nuestro estado los estudios de 
ingeniería, a diferencia de lo que 
sucedió en otras entidades -entre 
ellas Jalisco, Oaxaca y el Estado de 
México- que tuvieron que supri-
mirlos por falta de alumnos y por 
lo excesivo de su costo.
De todos modos, el gober-
nador Mucio P. Martínez deci-
dió en 1898 reformar la Ley de 
Educación de 1893, reduciendo 
las carreras de Ingeniería a 
las profesiones de Ingeniero 
Topógrafo, de Caminos, Obras 
Hidráulicas y Construcciones 
Civiles, las que tendrían una 
duración de cuatro años.
A pesar de esos tropie-
zos, los estudios técnicos y 
científicos continuaron expe-
rimentando un gran auge en 
el Colegio del Estado, particu-
larmente durante el periodo 
en que su dirección recayó 
en el Lic. José Rafael Insunza 
(1894-1910), quien, entre 
otras iniciativas, fortaleció de 
manera notable el Gabinete 
de Física, y —tomando en 
consideración los avances en 
materia de comunicaciones 
eléctricas— estimuló la crea-
ción de cátedras como Tele-
grafía Práctica.
☞
5
Uniforme de alumnos del Real Seminario 
de Minería.
Otro importante avance en 
ese periodo, que algunos con-
ciben como la época de oro del 
Colegio del Estado, fue la instala-
ción de los observatorios astronó-
mico y metereológico, los cuales 
adquirieron un gran prestigio a 
nivel estatal y nacional. Además, 
se enriqueció de manera notable 
el acervo de la biblioteca técnica 
y científica. Sus valiosos volúme-
nes forman parte de la “Biblio-
teca Lafragua”.
Por otra parte, en vista del 
enorme impacto que a nivel 
mundial suscitó la aplicación 
de la energía eléctrica, en 1889 
el Gral. Mucio P. Martínez 
comisionó al profesor Alfredo 
Fenochio para efectuar un estu-
dio sobre la enseñanza y apli-
caciones de la electricidad en 
el estado de Puebla, en el cual 
se llegó a la conclusión de que 
debería establecerse formal-
mente la carrera de Ingeniero 
Electrónico. Por desgracia este 
proyecto jamás cristalizó.
En la primera década de 
la actual centuria el auge de los 
estudios técnicos y científicos 
en Puebla empieza a declinar, 
a un grado tal que se extin-
guen casi de manera total en las 
décadas de los veinte y treinta. 
Entre las causas de dicha situa-
ción sobresale la desarticulación 
económica y social originada 
por la Revolución Mexicana, y 
otros factores no menos impor-
tantes, como la preferencia en la 
industria y el transporte por los 
ingenieros extranjeros, las bajas 
remuneraciones que percibían 
los profesionales del ramo, y el 
poco interés de las clases diri-
gentes por el desarrollo y evolu-
ción de sus empresas.
Desde luego la decadencia 
de los estudios profesionales 
no se reflejó sólo en la carrera 
de Ingeniería, sino afectó a la 
mayoría de las carreras, inclu-
yendo las de médico y abogado.
Lo que ocurría era que en la 
sociedad mexicana de la época, lo 
que hoy se llama movilidad social 
o capilaridad, era muy limitada, 
de modo tal que ascender en la 
escala social era muy difícil. Sólo se 
lograba en casos excepcionales.
El 7 de octubre de 1916, 
siendo gobernador y comandante 
militar del estado el Gral. Cesáreo 
Castro, se decreta una nueva Ley 
de Instrucción Secundaria y Pro-
fesional, en cuyo artículo 26, capí-
tulo III, se limitaba los estudios 
de Ingeniería a una sola carrera: 
Ingeniero topógrafo, de caminos, 
obras hidráulicas y construccio-
nes civiles, especificándose que su 
duraciónsería de cinco años.
Se señalaba, además, que 
las carreras impartidas por el 
Colegio serían laicas, educa-
tivas e instructivas, y se cos-
tearían a través de los fondos 
públicos, aunque se hacía la 
siguiente advertencia: “cuando 
así lo exigieren las circunstan-
cias del erario, podrá el Ejecu-
tivo disponer que los alumnos 
costeen total o parcialmente, 
todas o algunas de las ense-
ñanzas que recibieren, por el 
tiempo que fuese necesario”.
Asimismo, se ponía como 
condición para abrir cuales-
quier curso que hubiese por 
lo menos tres alumnos matri-
culados regularmente. Caso 
de que en el transcurso del 
año tal cantidad se redujese a 
uno, el curso se cerraría.
En septiembre de 1917 
se estudia y se aprueba un 
proyecto de reforma a los 
estudios de ingeniería. El 20 
de junio de 1918, el goberna-
dor del estado, Dr. Alfonso 
Cabrera, decreta una nueva 
Ley de Instrucción Secunda-
ria y Profesional. Si bien en 
la misma se hace mención a 
la carrera de ingeniero, no se 
indica la especialidad respec-
tiva, aunque se especifica que 
el título sería de ingeniero 
civil.
No obstante la crisis que 
enfrentan los estudios técni-
cos en esa época, en febrero 
de 1920 -durante la rectoría 
de Francisco L. Casián- se 
inaugura en el tercer patio del 
edificio Carolino la Estación 
Sismológica, que aún sigue 
prestando servicios.
Finalmente, en 1924, 
siendo gobernador provisio-
nal del estado de Puebla el Lic. 
Vicente Lombardo Toledano, 
se establece un decreto de 
reformas a la Ley de Instruc-
ción Secundaria y Profesional, 
en cuyo artículo 26 (transitorio) 
se establece que: “Cuando los 
recursos del Estado lo permi-
tan y haya alumnos suficientes 
para estudiar en toda forma la 
carrera de Ingeniero, se intro-
ducirán en el plan de estudios 
las modificaciones necesarias 
para ponerlo a la altura de la 
ciencia contemporánea”.
Pese a lo avanzado de la 
reforma de marras, ello no fue 
suficiente para estimular el 
crecimiento de la Escuela de 
Ingeniería: ésta atravesaba por 
una profunda crisis, tal como 
lo ponía de relieve el hecho 
que en 1923 apenas tenía a dos 
alumnos y tres maestros.
Su recuperación tendría 
lugar hasta fines de la década de 
los treinta, en contrapunto a los 
cambios que se habían producido 
en el México posrrevolucionario.
6
Alicia Mercedes Bonilla y Morales, primera mu-
jer titulada de ingeniero civil en la UAP el 22 de 
junio de 1974.
El 14 de abril de 1937 queda legalmente instituida la Universi-
dad de Puebla. La inauguración solemne se realiza el 22 de mayo 
del mismo año. Ese día, en el Salón de Actos, el rector Lic. Manuel 
L. Márquez toma protesta como primer Director Honorario de la 
Facultad de Ingeniería Civil al Ing. Arcadio Medel Marín.
Se inicia así la segunda etapa en la vida de la Escuela de 
Ingeniería de nuestra institución.
Una de las primeras medidas que adoptan las autoridades 
de la institución es la reoganización académica, diseñando pla-
nes y programas de estudio similiares a los que se impartían en 
la Universidad Nacional Autónoma de México.
La Escuela de Ingeniería se instaló en los salones del tercer 
patio del Edificio Carolino, en el sitio conocido como “las cata-
cumbas”. Para tal efecto, se hicieron las adaptaciones necesarias, 
bajo la dirección técnica del Ing. Medel.
Entre los catedráticos de tal época se encontraban los ingenieros 
Aarón Merino Fernández, —quien fue gobernador del Estado de 1964 
a 1968— Enrique Allende y Gómez, Luis Arrioja Landa, Rodolfo Peláez 
Encinas, Guillermo Camargo, Felipe Spota Márquez, y el citado Medel.
En 1930 se funda la Escuela de Ingeniería Química, que al igual 
que la de Ingeniería arrancó con un número muy reducido de alumnos. 
Seguramente con el propósito de aprovechar mejor la planta de profeso-
res en las materias del tronco común, el Ing. Medel propuso al H. Con-
sejo Universitario -iniciativa que fue aprobada por este órgano- la fusión 
de ambas escuelas, surgiendo de esta forma la que durante varios años 
se denominó “Facultad de Ingeniería de la Universidad de Puebla”.
El mismo Ing. Medel se convirtió en director de la misma, 
cargo en el que permaneció nueve años, esto es, de 1937 a 1945. En 
su lugar fue nombrado el Ing. Químico Alfredo Lobato Velázquez.
Durante la administración del primero la escuela experimenta un 
incremento sostenido en su cantidad de alumnos. Para ese entonces, 
se incorporan a la planta docente catedráticos tan distinguidos como 
el ingeniero y astrónomo Joaquín Ancona Albertos, y los ingenieros 
militares españoles José Fernández Lerena y José Sánchez Rodríguez.
Al fin de la gestión del Ing. Lobato Velázquez, es electo director de 
la Facultad el Ing. Enrique Allende y Gómez, en cuya administración 
se separan nuevamente las escuelas de Ingeniería Civil y de Química. 
No obstante, los alumnos siguen recibiendo algunas clases en común. 
Aquél dura en su cargo hasta el 6 de febrero de 1953, y en su lugar 
es nombrado director el Ing. Joaquín Ancona Albertos, cuyo nombra-
miento es concedido por el entonces rector Gonzalo Bautista O’ Farril.
Durante su gestión se impulsa la creación de un Labora-
torio de Ensaye de Materiales, el cual vendrá a satisfacer una 
demanda muy sentida por los universitarios.
El rector O’ Farril, aprovechando sus buenas relaciones con per-
sonas influyentes, inicia pláticas con las Asociaciones Mexicana y 
Regional de Caminos, tendientes al establecimiento de la carrera de 
Ingeniero de Caminos en la Universidad de Puebla, la cual se esta-
blece -junto con la de Arquitectura- en el año de 1954. Ambas carreras 
eran anheladas por empresarios textiles que querían ampliar su radio 
de actividades hacia la floreciente industria de la construcción.
El primero de julio de 1954 renuncia el Ing. Ancona a la dirección 
de la Escuela de Ingeniería para pasar a ocupar la de la Facultad de 
Ciencias Físico-Matemáticas, cargo que ocupara el Ing. Luis Rivera Te
Directores de la Escuela de Ingeniería
7
ESTE MANUAL DE INGENIERIA, publica-
do en Inglaterra en 1916, ilustra algunas de las 
doce ramas —p.e. marítima, de ferrocarriles o de 
construcción— que se brindaban entonces a los 
estudiantes interesados. Para que el estudiante 
entrara a un despacho de ingenieros, debía adies-
trarse por tres o cuatro años como aprendiz.
rrazas. La dirección de aquélla recae entonces en la persona del Ing. Sebas-
tián Flores López, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1957. Durante 
la gestión de éste la universidad solicita la colaboración del Sr. Rómulo O’ 
Farril, padre, presidente de la Asociación Mexicana de Caminos, a efecto 
de iniciar las gestiones necesarias ante la Secretaría de Comunicaciones 
y Transportes y Obras Públicas, tendientes a la instalación de un labora-
torio para pruebas químico-físicas en caminos, complementándolo con 
una sección de resistencia de materiales y mecánica de suelos. Una vez 
aprobado el proyecto, fue invitado el profesor Emmett H, Karrer, espe-
cialista en ingeniería de caminos de la Ohio State University, para colabo-
rar en la estructuración del programa de estudios respectivo.
Al finalizar el periodo del Ing. Flores López, durante el rectorado 
del Dr. Manuel S. Santillana, es nombrado en su lugar el Ing. Sergio 
Zepeda Cornejo. En el trascurso de su administración los ingenieros 
Arcadio Medel Marín y Francisco José Linares presentan al nuevo rec-
tor, Lic. Armando Guerra Fernández, un proyecto para la creación de 
los Institutos de Ingeniería Civil y Física, el cual no llega a cristalizar.
Al estallar en 1961 el movimiento estudiantil, como es del 
conocimiento público, propicia que la universidad se divida en 
dos grandes bloques. La estructura académica y administrativa 
de la escuela de Ingeniería -al igual que en los otros planteles de 
la institución- se rompe. Con el fin de ayudar a resolver los pro-
blemas derivados de ese estado de cosas, queda encargado pro-
visionalmente de la escuela el Ing. Francisco Melgarejo Nanni.
Civil y Topográfica en su segunda etapa
☞
Ingeniería dela UAP: a la altura de las mejores del país*
La Facultad de Ingeniería de la UAP ha logrado en 
los últimos años todo un cúmulo de avances que la 
colocan no sólo a la altura de las mejores instituciones 
similares en la entidad, sino incluso de todo el país.
Entre tales avances tenemos los siguientes. En 
lo que concierne a eficiencia terminal, se ha logrado 
abatir los bajos índices de titulación que se presen-
taban en años anteriores. Así, por ejemplo, a nivel 
licenciatura, en 1997 se titularon 115 pasantes de la 
escuela de Ingeniería Civil, 38 de Topográfifca, y 
uno de la primera generación de Ingeniería Mecá-
nica y Eléctrica. También se otorgó la primera cali-
ficación Cum Laude a un examen profesional en 
Ingeniería Civil.
Durante el cuatrimestre de otoño de 1997, 
ingresaron los primeros alumnos de los colegios de 
Ingeniería Industrial, e Ingeniería Textil. En las otras 
licenciaturas ofrecidas por la Facultad ingresar un 
total de 500 estudiantes.
En el transcurso del año anterior, se contrata-
ron o recontrataron 19 profesores en toda la Facul-
tad, y se asignaron siete plazas de tiempo completo 
y definitivas, fortaleciéndose en particular a la 
planta académica de las escuelas de Ingeniería Civil 
y Tecnológica.
También, en 1997 se amplió y consolidó la 
infraestructura de la Facultad. Así, se creó un 
equipo para llevar a cabo el proyecto integral de 
Ingeniería, cuyo objetivo era la remodelación y 
equipamiento de su laboratorio. Para cristalizar 
dicho proyecto, se realizó una ampliación dentro 
del laboratorio anterior que abarcó un área de 650 
metros cuadrados. De igual forma,se remodeló el 
laboratorio de Ingeniería Sanitaria, y las aulas de 
la planta alta. Estos trabajos exigieron una inver-
sión de 2 millones 334 mil 138 pesos, sin contar la 
inversión para adquisición de equipo.
Asimismo, durante 1997 la rectoría de la insti-
tución destinó 16 mil dólares para financiar la adqui-
sición de tres acelerógrafos digitales, lográndose con 
esto aumentar en un 40 por ciento la capacidad para 
medir temblores en el municipio de Puebla.
(*) Datos obtenidos del II Informe de labores de Nicolás Fueyo 
MacDonald, director de la Facultad de Ingeniería de la UAP, pre-
sentado el pasado 8 de mayo de 1998.
Este libro es incunable y parece ser una de 
las ediciones echas por J. Dupré. 
Otra de las características es que presenta 
Marcas de Fuego en los Cantos. Encua-
dernación en Madera Forrada en Piel
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
Rector: Enrique Doger Guerrero Secretario general: Guillermo Nares Rodríguez
Tiempo Universitario
Director: Alfonso Yáñez Delgado, Editor: Francisco Ortíz Ortíz, Diseño Gráfico: Blanca E. Castillo Cedeño, Cordinador de textos: 
Humberto Sotelo Mendoza, Captura: Luz María Muñoz Díaz. Tiempo Universitario es una publicación del Archivo Histórico Univer-
sitario. Aparece quincenalmente. Impreso en: Editorial Mundocolor Gráfico. Tiraje: Veinte mil ejemplares. Esta publicación se puede 
adquirir gratuitamente en el tercer patio del edificio Carolino, 4 Sur 104, Puebla, Pue. tel.: 32-74-79 con Flora Alarcón. Se aceptan 
colaboraciones de investigacion sobre colaboraciones de investigación sobre la vida universitaria.
Topográfos trabajando grabado del sigloXIX
La situación no se regulariza sino hasta el 17 de mayo de 1962, 
cuando el Presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad, Lic. 
Arturo Fernández Aguirre, nombra al Ing. Felipe Spota Márquez “auxi-
liar del Consejo de Gobierno y encargado de la Facultad de Ingeniería”, 
quien permanece muy poco tiempo en el cargo, siendo reemplazado por 
el Ing. Francisco Melgarejo Nanni, quien a su vez solicita licencia en octu-
bre de ese año, ocupando su lugar el Ing. Antonio Osorio García.
El 2 de mayo de 1963 es designado director provisional de la 
escuela el Ing. Enrique Allende y Gómez.
Finalmente, el 5 de diciembre de 1963, durante la rectoría del 
Dr. Manuel Lara y Parra, es nombrado director el Ing. Antonio Oso-
rio García, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1970. Éste formó 
parte de la Junta Administrativa que gobernó a la UAP de 1967 a 
1971, al lado del director de la Escuela de Filosofía y Letras, maestro 
Joaquín Sánchez Mc Gregor, el director de la Escuela de Derecho y 
Ciencias Sociales, Lic. Amado Camarillo Sánchez, y el director de 
la Escuela de Enfermería y Obstetricia, Dr. Rolando Revilla Ibarra.
A fines de 1968, la Escuela de Ingeniería se traslada a ocupar las insta-
laciones construidas ex profeso en la recién concluida Ciudad Universitaria.
Al término de la gestión del Ing. Osorio García, la H. Junta 
Administrativa de la Universidad nombra como director al Ing. 
Miguel Ángel Pérez Peredo, decisión que es ratificada por el H. 
Consejo Universitario en sesión celebrada el 7 de enero de 1973.
Dado el crecimiento que experimenta la escuela en la década de los 
setenta, las autoridades de la institución consideran necesario ofrecer otra alter-
nativa a los estudios de Ingeniería, por lo cual se estudia y aprueba en octubre 
de 1972 la creación de la carrera de Ingeniero Topógrafo. A decir verdad, se 
trató más bien de una reapertura de dicha profesión, dado que la misma ya 
existía pero fue clausurada. Los cursos se iniciaron en octubre de 1973.
En febrero de 1977, durante el rectorado del Ing. Luis Rivera Terra-
zas, es nombrado como director de las Escuelas de Ingeniería y Topogra-
fía el Ing. Héctor Gómez Calzada, en sustitución del Ing. Pérez Peredo.
En el transcurso de la gestión de aquel se celebra el Primer Con-
greso de las Escuelas de Ingeniería, en marzo de 1981. En ese evento 
se presentaron muchas ponencias interesantes, que contribuyeron de 
manera decisiva al perfeccionamiento de los planes de estudio, y al 
prestigio que hoy goza la Facultad de Ingeniería de la UAP.
Al ingeniero Calzada que concluyó su gestión en 1982, lo 
sustituyeron los directores siguientes: Ing. Alvaro Sánchez Solís, 
1982-1985; Ing. Raúl López Bretón, 1985-1988; Ing. Helmuth Lau 
Nader, 1988-1989; Ing. Manuel Luna Ruiz, 1989-1992; Dr. Jorge 
Antonio Rodríguez y Morgado, 1992-1996; Mtro. Nicolás Fueyo 
Mac Donald 1996-2000.
(Los textos fueron elaborados por Humberto Sotelo Mendoza)

Otros materiales

Materiales relacionados

23 pag.
Semana 11 Motivación-2

SIN SIGLA

User badge image

diegomendoza30054

1 pag.
Semana 11- Práctica Caso Disney

SIN SIGLA

User badge image

diegomendoza30054