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ACTA DE LA PRIMERA REUNIÓN DEL CONSEJO UNIVERSITARIO (I SESIÓN SOLEMNE), DE FECHA 14 DE ENERO DEL AÑO DOS MIL CUATRO. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- En la Heroica Puebla de Zaragoza, siendo las trece horas del día catorce de enero del año dos mil cuatro, se reunió el Consejo Universitario en el Salón Barroco del Edificio Carolino, para llevar a cabo su primera sesión solemne bajo la presidencia del Dr. Enrique Doger Guerrero, Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y fungiendo como Secretario el Mtro. Roberto Enrique Agüera Ibáñez, Secretario General de la Institución. Acto seguido y en uso de la palabra el Mtro. Roberto Enrique Agüera Ibáñez, en su carácter de Secretario del Consejo Universitario, manifiesta: “Con fundamento en el artículo 14º, de la Ley de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; así como en los artículos 38, fracción I; 50, fracción III del Estatuto Orgánico; y en los artículos 12, fracción III del Reglamento del Honorable Consejo Universitario. Asimismo, en los artículos 2, fracción I; 5 y 9 del Reglamento de Otorgamiento de Distinciones y Grados Honoríficos y conforme al acuerdo de este máximo órgano de gobierno, tomado en sesión extraordinaria el día 21 de febrero del año 2003, se da inicio a la primera sesión solemne del Consejo Universitario, teniendo como único punto del orden del día: La entrega del Doctorado Honoris Causa al Doctor Mario Molina Pasquel”. Acto seguido se concede la palabra al Dr. Jaime Noriega Bernechea, Presidente de la Sociedad de Químicos de México, para que proceda a hacer la presentación de la semblanza del homenajeado: “Honorable Consejo Universitario; señor Rector, señor Magistrado, bienvenidos todos amigos. Es para mi un privilegio muy particular, que siempre me emociona, el poder hablar de un amigo tan querido y hablar de él frente a la nación, a fin de cuentas, en un homenaje emocionado de contemplar la manera en como los mexicanos aprecian el trabajo. Mario José Molina Pasquel, nace un 19 de marzo de 1943 – lo que lo hace como seis meses más joven que yo – en la Ciudad de México y desde ---------- 2 muy temprano tenía tendencias por el estudio de las ciencias; uno de sus primeros regalos fue un juego de química de su tía, con el cual hizo más que veinte travesuras en el baño de su casa, como pueden sus hermanos confirmar. Estuvo en la escuela primaria, en la secundaria, y después en la preparatoria, en las mejores escuelas de la Ciudad de México, pero lo que empezó a marcarle un perfil ya definido es cuando cursa la carrera de Ingeniería Química en la entonces Escuela Nacional de Ciencias Químicas, hoy Facultad de Química de la UNAM de 1960 a 1964; y cursa esta carrera porque no había otra más difícil en el momento – de eso me acuerdo bien- a él le interesaba estudiar algo muy científico, pero que fuera práctico y le llamaba la atención la química, entonces no tuvo más remedio que ser compañero nuestro en la Carrera de Química. Durante esos años el joven Mario se convirtió en referencia obligada de sus compañeros, porque siempre había leído, conocía y tenía en su poder un libro diferente respecto del libro de texto del tema de discusión en clase; por eso tenía puntos de vista frescos, independientes y originales, y quizá esto era consecuencia que desde muy temprano en su vida se sentía a gusto rodeado de libros en la biblioteca familiar. En alguna ocasión ese conocimiento le llevó a corregir al maestro con motivo de un examen, asimismo con su actitud libre, conseguía el descubrimiento de lo lógico en el conocimiento y convertía en obvio lo que para muchos nos era oscuro. Aquí quisiera hacer un comentario, aquellos años, los que estudiábamos ingeniería química, había áreas de estudio que casi teníamos que aprendernos de memoria, porque más nos valía, pero no acabábamos de entender porque las cosas tenían que ser así, y el único que siempre sabía por qué así eran, era Mario. En los años 1967 – 1968, después de recibirse – hizo su tesis en el Instituto de Química de la UNAM - era la primera o segunda generación que manejaba un cromotograma que recién había llegado a la facultad y que lo había estrenado el Dr. Pedro Joshepnatan – que está ahí y que me está viendo y oyendo – a su regreso de estudios de posgrado en Alemania, se encarga del proyecto académico de la maestría en Ingeniería Química (primera del país), a petición del entonces director de la Facultad de Química, Manuel Madrazo Garamendi. Creo que es un buen momento para recordar al maestro Madrazo - 3 que tuvo la visión de atraer a los jóvenes más brillantes de su generación con una visión de contribuir hacia el futuro de la nación. Fue entonces que el poder de convocatoria de Mario nos hizo reaccionar a todos ante las nuevas posibilidades de crecimiento personal y de la utilidad en el nuevo México que ya se anhelaba, pero que no acabábamos de avizorar. Con él aprendimos desde 1967 que los ingenieros podíamos ser científicos por derecho propio y además, ser útiles a la Nación. Durante sus años de intenso estudio en la Universidad de California (1969- 1973), dejamos de oír de él, excepto que siempre obtenía A o A plus como calificación, lo que desde luego no era sorpresa para ninguno de nosotros, hasta que de pronto en 1974 empezamos a saber de su trabajo en la química de la atmósfera, trabajaba con el profesor Rowland, en California. Fue singular el escepticismo con el cual los grandes grupos industriales recibían sus conclusiones, y una vez más su capacidad independiente de razonamiento y pensamiento lógico, sin cortapisas, lo enfrentaban a un establishment sin imaginación, que pedía confirmación a pesar del gran peso del trabajo científico presentado. Debieron pasar aproximadamente diez años y mucho trabajo durante los cuales Mario se dedicó a investigar y demostrar la química que había planteado originalmente, aquí debo decirles que el trabajo seminal en 1974 que empezó a aparecer en la revista Nature, consistió únicamente de cuatro artículos y a partir de esos cuatro artículos estalló la revolución. Hace algunos años cuando platicábamos con nuestros amigos los físicos cuántas publicaciones el Doctor Molina cuando fue reconocido como Premio Nobel, eran como cuarenta y cinco, pero de esas las que podrían explicar todo el problema eran seis, y como decía Mario demostró en el laboratorio la química que ya había planteado. Fue necesaria la investigación en diferentes campos en particular en la meteorología, con la participación de instituciones como la NASA con aviones especiales para poder volar suficientemente alto y captar muestras en la estratosfera para concluir que la reducción de la capa de ozono se debía a reacciones químicas que involucraban al cloro y flúor, los que a su vez resultaban de la descomposición de los gases industriales utilizados para la---- 4 refrigeración fundamentalmente, los cloro y fluorocarburos. Los famosos ‘freones’. Finalmente diversas agencias internacionales ante el peso de la evidencia, con responsabilidad en el medio ambiente global y un grupo importante de gobiernos plantearon y resolvieron en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, la firma del protocolo de Montreal, para que el mundo reaccionara para corregir usos y partes de nuestra planta industrial, a partir del conocimiento generado por un grupo de científicos en el laboratorio y que tenían efecto importante sobre el mundo. Este fue un momento culminante para el esfuerzo de su investigación, el reconocimiento generalizado a la excelencia y corrección del trabajo de Mario Molina, sólo podía conducir a una premiación en la forma más justay universal posible, con el Premio Nobel 1995. Una vez más, Mario Molina construía intelectualmente, los ingenieros además de científicos útiles en un sentido industrial, podemos y somos útiles en causas sociales para la humanidad, rescatando con gran seriedad la autoridad moral que se obtiene por medio del trabajo decidido y comprometido. El número de publicaciones del Doctor Molina ahora ya es del orden de ciento cincuenta, con un gran grupo de estudiantes que se han doctorado, algunos que han obtenido la maestría y según los últimos reportes que tengo, ninguno de sus alumnos está en la cárcel, todavía, esto es muy interesante para nosotros, a pesar del ejemplo que les damos lo hacen bien los jóvenes. Una mirada a su currículum, después de 1995, nos enseña otra faceta del Doctor Molina, continúa trabajando en el laboratorio ensanchando nuestro conocimiento de la química atmosférica, con el mayor rigor experimental y utilizando su personalidad mundial para llamar la atención hacia problemas que requieren la atención de la comunidad científica y – ojo- de las clases políticas regionales. Debo mencionar en este momento que el Doctor Molina y un grupo muy brillante de colaboradores de todo el mundo han estado trabajando los últimos dos años en estudiar, analizar y hacer un diagnóstico exhaustivo de las condiciones de la Ciudad de México, la cantidad de equipo industrial, prototipo – ya no de avanzada – que han traído los investigadores al 5 Valle de México, es del orden de varios millones de dólares y han tenido que entrar y salir de la frontera en diversas ocasiones. El trabajo y el grupo de trabajo que ha conseguido Mario para analizar un problema tan difícil que afecta a veinte millones de mexicanos ha sido genial, y ha sido algo que sólo él podía hacer con su poder de convocatoria, ahora ya no ante nosotros sino a nivel global con la comunidad científica. Su mensaje finalmente es que el trabajo y el estudio son los únicos caminos para llegar al conocimiento útil para la humanidad y que la ética y la moral son nuestra mejor guía para conducir nuestros pasos frente a las demandas sociales de nuestro tiempo. No habrá en los tiempos que vengan, la posibilidad de algún reproche en cuanto a la metodología, pero espero habrá muchas alabanzas para la pasión, la entrega y el coraje con el que Mario ha enfrentado muchísimo trecho largo de su vida de algo que somos testigos. En el espíritu de estas últimas líneas, la Unión Química, asociación formada por la Sociedad Química de México, A. C., el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos y el Colegio Nacional de Ingenieros Químicos, con la representación de las profesiones químicas del país, decidimos crear a partir de 1997 un Premio Nacional con el nombre de nuestro amigo ‘Mario Molina Pasquel’. Este premio se entrega cada año durante la celebración del día del Químico y tiene como lema – esta se graba en una charola de plata- : A la excelencia profesional creativa e innovadora al lograr que las Ciencias Químicas propicien una mejor calidad de vida y bienestar en la sociedad. Ha habido ya cinco recipientes de este premio, nos acompañan hoy dos de ellos, el maestro Arnulfo Canales, que nos llega desde Monterrey y Pedro Joshepnatan que viene desde el CINVESTAV del IPN, ambos han recibido este premio. Con estas breves líneas – en las que no quiero abundar en los números en cuanto a las publicaciones, pero después de 1995, a partir del 96, las principales revistas mundiales internacionales- deseo señalar que hay cuando menos 45 artículos de primera línea con contribuciones sobre el entendimiento de los fenómenos químicos de muestras complejas en la atmósfera, todos ellos generando nueva información y nuevos datos, verificando mecanismos de reacción y haciendo análisis de cuáles puedan ser las causas y cómo las podemos corregir. 6 He deseado expresar desde la perspectiva de un compañero académico, una historia de coraje intelectual singular de un mexicano al servicio del conocimiento y de sus semejantes; las luchas a lo largo de 30 años no han sido pocas ni fueron fáciles, pero finalmente la perseverancia y el convencimiento de la necesidad de encontrar la verdad para servir con ella en la mano, triunfaron. Muchas gracias”. Acto seguido y en uso de la palabra el presidente del Consejo Universitario, el Dr. Enrique Doger Guerrero, se dirige a los presentes con el discurso siguiente: “Muy apreciado Doctor Mario Molina Pasquel, Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad, Maestro Guillermo Pacheco Pulido, presidente del Honorable Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, señor Secretario General, muy distinguidos y apreciados familiares del Doctor Mario Molina, su señora esposa, compañeras y compañeros universitarios, distinguidos invitados. Permítanme iniciar con una cita de Albert Einstain, que decía: algo he aprendido en mi larga vida, que toda nuestra ciencia contrastada con la realidad es primitiva y pueril, y sin embargo, es lo más valioso que tenemos. Al inicio de la década de los 70 un joven mexicano recién doctorado en Estados Unidos, inició investigaciones en el campo de la química atmosférica; unos veinticinco años más tarde, en 1995, su labor académica y científica le mereció el Premio Nobel en el área de la química, siendo el primer científico de origen mexicano en obtener ese galardón. Hoy la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla tiene el enorme orgullo de recibir al Doctor Mario Molina Pasquel y otorgarle el Doctorado Honoris Causa como reconocimiento a su trabajo científico y a sus contribuciones a favor de la conservación ambiental. Sea usted bienvenido Doctor Molina, su presencia resulta motivo de gran satisfacción y sobre todo nos permite hacer patente la admiración de la comunidad universitaria a su labor. El Premio Nobel otorgado por la Academia Sueca de Ciencias al Doctor Molina, conjuntamente con los profesores Paul Crutzen y Frank Sherwood Rowland, reconoció la importancia de sus descubrimientos sobre la manera en que se forma y se descompone el ozono en la atmósfera; así como la acción de 7 ciertos químicos elaborados por el hombre - como aquí ya han señalado – llamados ‘freones’, que destruyen la capa de ozono que protege la Tierra de los rayos ultravioletas del Sol, lo cual si no existiera esta capa provocaría grandes daños a la humanidad. En palabras de los integrantes del Comité del Premio Nobel, dichos estudios atrajeron la atención mundial respecto al daño causado a la atmósfera y contribuyeron a nuestra salvación frente a un problema ambiental global que pudo haber tenido consecuencias catastróficas; ese mismo año fue premiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, por su contribución a la protección de la capa de ozono. El impacto de los descubrimientos fue tal, que condujo a la elaboración de un tratado ambiental internacional que en 1987, mediante gestiones de la Organización de las Naciones Unidades, permitió formular el Protocolo de Montreal que compromete a los países a desarrollar sustitutos para los gases peligrosos utilizados en la industria y prohibió su uso a partir de 1996. De aplicarse debidamente estas medidas se calcula que la restauración de la capa del ozono tardará alrededor de 100 años. De esta manera las investigaciones del Doctor Molina tuvieron no sólo repercusiones científicas sino también repercusiones políticas y sociales, pues además de incorporar nuevos términos como el ya conocido ‘agujero en la capa de ozono’ y el ‘efecto invernadero’ al vocabulario cotidiano, ayudaron a generar un cambio de la manera de pensar y actuar de gobiernos, empresas y de la sociedad en general. La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla recibe a un hombre cuya trayectoriarevela el impulso de un estudiante decidido, la constancia de un investigador apasionado y el talento de un científico que ha sido capaz de enfrentar exitosamente las dificultades y aprovechar cabalmente las oportunidades. No son estas por cierto virtudes sencillas de obtener y sabemos que quien las posee ha sido capaz de conjugar su vocación y capacidad con una férrea voluntad, un esfuerzo y una constancia. Las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy dulces los frutos, decía Aristóteles. El desempeño de nuestro distinguido invitado pone de manifiesto el largo camino que deben seguir los científicos. El propio Doctor Molina ha-- 8 señalado que si bien desde que era estudiante de Preparatoria le fascinaban las ciencias, esa inclinación no le resultaba particularmente fácil y cito: ‘porque la cultura latinoamericana no es muy proclive a favorecer las ciencias, de modo que tuve que luchar muy duro para conservar a mis amigos y mantener vivo mi interés por las ciencias’, fin de la cita. De esa manera luego de graduarse como ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios de maestría en la Universidad de Freiburg en Alemania y posteriormente obtuvo el Doctorado en Física y Química por la Universidad de Berkeley en California. Ha sido profesor en la UNAM, en la Universidad de Berkeley, en la Universidad de California, en Irving y en el Jet Propulsión of Earth del Instituto Tecnológico de California. Posteriormente, en 1989, ingresó al Departamento de Ciencias Atmosféricas Planetarias de la Tierra, del Instituto Tecnológico de Massachussets, el MAT, para realizar labores docentes y de investigación; ese mismo año recibió la Medalla de la Nasa en reconocimiento a sus logros científicos. Actualmente es profesor investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmósfera y Planeta en el mismo Instituto de Massachussets e integrante del Comité de Asesores sobre Ciencia y Tecnología del Presidente de Estados Unidos. No obstante que el mundo actual se encuentra inmerso en una revolución sociocultural basada en la ciencia y la tecnología, la labor de los científicos no está exenta de escollos, por ejemplo cuando en 1974 el Doctor Molina y el investigador estadounidense Sherwood Rowland publicaron un artículo en la revista Nature en el que advertían sobre el peligro que suponía la emisión de los gases cloro fluorocarbonados para la capa de ozono; por esa publicación – como aquí ya se ha dicho – recibieron fuertes críticas de numerosos científicos que las consideraron alarmistas, pero a estos desafíos los anteceden dificultades más severas, precisamente en el período de formación de los estudiantes y particularmente en países como México, en el que enfrentamos el enorme reto de ofrecer a las nuevas generaciones mejores condiciones de desarrollo y más amplias posibilidades de relación profesional, para que sean capaces no únicamente de adaptarse al medio, sino de transformarlo y mejorarlo. 9 Hasta hace poco más de cincuenta años en México la ciencia era escasa y limitada, no había instituciones donde se impartiera una educación científica estructurada ni dónde desarrollar investigaciones. Además de que el número de personas que poseían una cultura científica era sumamente reducido. – lamentablemente sigue siendo reducido- Gracias a la universidad pública ha sido posible construir la ciencia académica que hoy poseemos, que si bien es aún limitada en sus dimensiones ha alcanzado niveles de calidad, por ello permítanme referir unas breves reflexiones en este tema. En este nuevo siglo el desarrollo y las naciones dependen cada vez más de la capacidad de generación y aplicación del conocimiento. El conocimiento constituye el valor agregado fundamental en todos los procesos de producción de bienes y servicios de un país, haciendo que el dominio del saber sea el principal factor del desarrollo auto-sostenido. En el mundo actualmente existen siete mil universidades registradas, pero los 560 millones de jóvenes que debieran acceder a ellas sólo en la actualidad 88 millones están en universidades. En los países más desarrollados uno de cada dos jóvenes accede a la universidad, mientras que en los países pobres sólo llega uno de cada diez; en México la cifra es dos de cada diez. El conocimiento y la tecnología se renuevan a ritmos cada vez más veloces, en el mundo actual producimos más conocimiento en una década que el que se producía anteriormente en todo un siglo. Esto demanda una renovación continua de contenidos, pero también de métodos de enseñanza y aprendizaje. En este tercer milenio el reto es aprender y comprender mejor. Así el valor estratégico del conocimiento refuerza el papel que desempeñan las instituciones de educación superior. Los cambios sociales y económicos implican que la educación superior tiene una creciente tarea en la formación de ciudadanos, en la construcción de la democracia, en nuevas formas de liderazgo, en la enseñanza de valores y habilidades, pero sobre todo, en la promoción de una cultura científica. El problema es de enorme trascendencia porque hoy reconocemos que la economía está sustentada en buena medida en el conocimiento y no hay conocimiento sin investigación científica. El conocimiento tiene un valor económico y es sin lugar a dudas el principal ingrediente del capital social de- 10 los países del siglo XXI. Un buen ejemplo de esto lo ilustra el hecho de que en la actualidad casi todos los nuevos conocimientos, los verdaderamente novedosos son guardados con gran celo, son patentados, pues tienen un valor económico. Al inicio de este siglo XX una empresa como la IBM registró 2,756 patentes, en contraste 134 países del mundo, incluidos los países latinoamericanos, registraron solamente 2,643 patentes –una empresa transnacional registró más patentes que 134 países – es decir, la concentración del capital está cada vez más ligada a la concentración del conocimiento y viceversa. El capital acumulado por los tres hombres más ricos del mundo, que tienen fuertes inversiones en empresas líderes, en el desarrollo de nuevas tecnologías, supera al producto interno bruto de los 48 países más pobres del planeta. Pretender tratar como iguales a los desiguales no es más que privilegiar más a quienes ya tienen privilegios. Por ello es importante destacar y reconocer la trayectoria personal y científica del Doctor Mario Molina. Recordemos que fue en la Universidad Nacional donde el Doctor Molina cursó sus estudios de licenciatura, lo que venturosamente confiere un lazo académico esencial en su formación, pero tampoco olvidemos que para poder seguir sus estudios tuvo que emigrar al extranjero. Esta circunstancia debe servirnos para reflexionar en torno a la misión de la universidad pública mexicana y sobre la forma que debe responder a la demanda educativa. De ahí que estemos obligados a impulsar una nueva fase en el desarrollo de nuestras instituciones, que asegure que los jóvenes con vocación científica sean asegurados con mayores oportunidades y así logremos formar, en el plazo más breve, a un mayor número de investigadores del más alto nivel en las diversas ramas del conocimiento; para lograrlo es imprescindible mejorar la calidad de la enseñanza e impulsar nuevos programas, promover la experimentación, apoyar la invención y alentar la investigación en nuestros estudiantes. De esa manera será posible que su relación inicial con la ciencia se transforme en una verdadera posibilidad de desempeño profesional en el futuro, es importante también destacar que dadas las restricciones financieras-- 11 que enfrentamos las instituciones de educación superior, el futuro de la ciencia en México y por lo tanto buena parte del desarrollo nacional, depende dela incidencia que la ciencia, la investigación y la innovación alcancen en el aparato productivo. En consecuencia vincular a la ciencia con la sociedad como respuesta a sus necesidades es un proyecto de desarrollo impostergable, en el que las universidades debemos participar activa y decididamente. Por otra parte, no está de más señalar que cuantos más conocimientos científicos tengan los individuos de una sociedad, más sólida podrá ser ésta. Una buena formación científica permite a los estudiantes desarrollar la capacidad de comprensión y en consecuencia contribuye a la formación de mejores ciudadanos comprometidos con la construcción de sociedades democráticas y sustentables. Prueba de lo anterior son los aportes científicos del Doctor Mario Molina al desarrollo de nuestro país, pues el resultado de sus investigaciones sobre el daño que causan los compuestos químicos en la capa de ozono y las repercusiones del llamado ‘efecto invernadero’ en el clima global, se suman a otras acciones de gran trascendencia para el impulso de la ciencia y sus aplicaciones. Como aquí ya se mencionó una de ellas es la ‘Fundación Mario Molina Fellowship’ que ofrece becas de estancia a científicos mexicanos para realizar investigaciones en el AMT relacionadas con el estudio y la contaminación atmosférica. También es preciso destacar la participación del Doctor Molina en los trabajos tendientes a mejorar la calidad del aire en la zona metropolitana de la Ciudad de México, dentro del Programa Integral de Contaminación del Aire Urbano, Regional y Global; el primero que utiliza una metodología de evaluación integrada, reuniendo a investigadores de diferentes áreas para desarrollar una estrategia coordinada que considera aspectos técnicos, económicos, sociales y políticos del problema. Estas actividades ponen de manifiesto el interés del Doctor Molina porque su trabajo científico redunde en beneficios para la humanidad y señaladamente para el país que lo vio nacer. Honorable Consejo Universitario, señoras y señores, muy distinguido Doctor Molina, el Doctorado Honoris Causa que la Benemérita Universidad-- 12 Autónoma de Puebla otorga este día al Doctor Mario Molina Pasquel, es un reconocimiento al trabajo, un reconocimiento a la dedicación y un reconocimiento al talento de un mexicano que ha logrado destacar en el campo científico y que ha realizado invaluables contribuciones a la conservación ambiental del planeta. Constituye también, un homenaje a su capacidad para hacer de su pasión científica un instrumento a favor del bienestar de la humanidad. Contar en nuestro claustro académico con un distinguido científico mexicano nos alienta y compromete a mantener el esfuerzo de la universidad para formar nuevos investigadores y para cumplir cabalmente con el camino hacia el éxito y hacia el desarrollo. Muchas gracias”. A continuación el Dr. Enrique Doger Guerrero, en su carácter de Presidente del Honorable Consejo Universitario procede a hacer la entrega del Pergamino y de la Medalla correspondiente al Grado de Doctor Honoris Causa al Doctor Mario Molina Pasquel. Acto seguido se concede el uso de la palabra al Doctor Mario Molina Pasquel, quien manifiesta: “señor Rector, miembros del presidium, distinguidos invitados, primero que nada quiero agradecer las palabras del Dr. Enrique Doger y de mi amigo Jaime Noriega, palabras muy halagadoras y que para mí es un gran honor recibir el Doctorado Honoris Causa de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Me siento muy honrado y complacido por este reconocimiento. Quisiera aprovechar esta oportunidad para mencionar una serie de problemas relacionados con el medio ambiente que enfrenta la sociedad en este siglo, problemas con los que he estado trabajando en estos últimos años, los cuales no son nuevos, pues desde hace siglos sabemos que las actividades de la sociedad han tenido consecuencias importantes para el medio ambiente a nivel local y regional. Sin embargo, es solamente desde hace unas cuentas décadas que nos hemos percatado con claridad del carácter global que tiene el impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente. Un ejemplo de estos problemas globales es el de los clorofluorocarbonos o CFCs y su efecto sobre la capa de ozono – como lo escuchamos hace unos momentos -, estos llamados CFCs fueron desarrollados como sustitutos de----- 13 refrigerantes tóxicos tales como el amoníaco y el bióxido de azufre, que se han usado en grandes cantidades desde mediados del siglo pasado no sólo como refrigerantes, sino también como solventes, propelentes para latas de aerosol, y para fabricar hule espuma, entre otras cosas. Se pensaba originalmente que estos compuestos industriales no tenían efectos nocivos en el medio ambiente. Sin embargo, precisamente por su estabilidad, los CFCs pueden alcanzar una de las capas superiores de la atmósfera, la estratosfera, en donde se descomponen, reduciendo la capa de ozono que protege la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta del Sol. Esto es muy preocupante, pues esta radiación ultravioleta es dañina para muchos sistemas económicos y para el propio ser humano. La vida, tal como la conocemos en nuestro planeta, no pudo haber evolucionado en ausencia de la capa de ozono de la estratosfera. El problema de los CFCs ha sido básicamente resuelto a través de un acuerdo internacional, el llamado Protocolo de Montreal, que prohibe la producción de los CFCs desde finales de 1995 en los países industrializados, aunque en la actualidad, algo se produce todavía en México y en otros países en desarrollo. Como todos sabemos, todavía contamos con refrigeración, con aire acondicionado, con hule espuma, con latas de aerosol, etc., pero para estos fines ya se usan en casi todo el mundo tecnologías nuevas, libres de CFCs. Así pues, tenemos un precedente muy importante que nos demuestra que los problemas ambientales globales sí se pueden resolver. Otro problema muy importante de alcance global es el del cambio climático. Desde que comenzó la revolución industrial el uso de combustibles fósiles ha tenido como resultado un incremento muy pronunciado en la cantidad de bióxido de carbono en la atmósfera. Las concentraciones de otros gases como el metano también se han elevado en la atmósfera de todo el planeta como consecuencia de las actividades humanas. Todos estos gases atrapan radiación infrarroja; se llaman gases ‘invernadero’ pues afectan el equilibrio térmico de la Tierra. La mayor parte de la comunidad científica de expertos en estos temas está de acuerdo en que el llamado efecto ‘invernadero’ provocará un calentamiento de la superficie de la Tierra, y que a finales de este siglo XXI el aumento en la temperatura promedio de la superficie de nuestro planeta podría alcanzar varios grados----- 14 centígrados. A primera vista este aumento no parece gran cosa, pero si tomamos en cuenta que estamos hablando de la temperatura promedio de nuestro planeta el cambio sería alarmante, comparable a los cambios que hubo entre las épocas glaciares e interglaciares. Estos cambios podrían alterar significativamente los patrones de lluvia y de temperatura en todo el mundo, y podrían tener toda una serie de consecuencias perjudiciales para la población humana y para muchos sistemas ecológicos también. Otro problema con el que he estado trabajando en años recientes es el de calidad del aire en las zonas más pobladas de nuestro planeta. Las fuentes más importantes de compuestos que contaminan el aire hoy en día, se pueden controlar eficientemente con tecnologías tales como los convertidores catalíticos para automóviles, y de esta manera se ha podido mejorar muy significativamente la calidad del aire en los países desarrollados. Sin embargo, la mala calidaddel aire se ha vuelto un problema muy serie en las grandes ciudades de los países en desarrollo, pues la adquisición de tecnologías que limitan las emisiones nocivas requiere muchos recursos económicos. Está muy claro que estos problemas no se pueden resolver nada más con ciencia y tecnología, y que es indispensable tomar en cuenta factores económicos, sociales y políticos. De todas maneras estos problemas sí se pueden atacar: por ejemplo, no cabe duda de que la calidad del aire ha mejorado en años recientes en el área metropolitana de la Ciudad de México, que era considerada hasta hace poco como una de las ciudades más contaminadas del mundo. Esta mejora ha sido el resultado de acciones del gobierno en colaboración con el sector académico y el industrial, aunque por otro lado todavía falta mucho por hacer para que la calidad del aire en la Ciudad de México se considere satisfactoria desde el punto de vista de sus efectos sobre la salud. Además de los problemas ambientales conectados con la atmósfera, me refiero a la Ciudad de México, que lo he tomado como caso de estudio, pero que es un problema muy grave en muchas ciudades grandes, sobre todo en países en desarrollo y estamos empezando colaboraciones muy estrechas con estas otras ciudades para poder contribuir al mejoramiento del aire en el resto del mundo y atacar así un problema de salud importante. 15 Pero además de los problemas conectados con la atmósfera a los que me acabo de referir, hay muchos otros, relacionados, por ejemplo, con el agotamiento de recursos naturales, la contaminación del agua, la degradación de la tierra, etc. Si tomamos en cuenta todos estos problemas, debemos concluir que es indispensable que haya cambios muy importantes en la manera como funciona la sociedad, sobre todo en los países en desarrollo. Necesitamos un modelo de progreso económico distinto al de los países industrializados. La población de los países en vías de desarrollo claramente tiene el derecho a mejorar su nivel de vida, pero no lo puede hacer copiando la manera de funcionar que hasta ahora ha caracterizado al desarrollo económico de los países industrializados, con un alto nivel de consumo de recursos naturales, esto es con un desarrollo sustentable. Tenemos, pues, mucho trabajo que hacer para resolver problemas ambientales y sociales, tanto en México como en todo el mundo. Es por eso que necesitamos tener gente muy bien preparada, y es por eso que universidades como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla pueden jugar un papel muy importante en la educación de profesionales que puedan abordar este tipo de problemas. Y lo que se necesita no es solamente formar expertos en ciencia y tecnología, sino profesionales que además de trabajar para su beneficio personal tengan un compromiso real con su comunidad para tratar de resolver esos problemas y para beneficiar a la sociedad en general y a las generaciones futuras. De nuevo, es un gran honor para mí recibir el Doctorado Honoris Causa de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Este reconocimiento es para mí un gran estímulo para continuar trabajando en México para la preservación del medio ambiente y para contribuir a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos de nuestro país. Muchas gracias”. Acto seguido y en uso de la palabra, el Mtro. Roberto Enrique Agüera Ibáñez, en su carácter de Secretario del Consejo Universitario, da por concluida la presente sesión solemne, agradeciendo la presencia de los invitados especiales y personalidades que el día de hoy asisten a este acto. Se cierra esta acta, siendo las trece horas con cincuenta minutos del día catorce de enero del año dos mil cuatro. Para constancia. DOY FE. - - - - - - - - - - - - - - -
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