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INTRODUCCIÓN La investigación histórica reciente de la arquitectura colom- biana de los siglos xix y xx pone en evidencia la contribución que hicieron a la conformación del patrimonio cultural del país varios arquitectos extranjeros, entre quienes se destacan los franceses Gastón Lelarge y J. B.Arnaud, el danés Tomás Reed, el italiano Pietro Cantini y los norteamericanos Robert Farrington y G. B.Weeb, entre otros. En el caso de Antioquia sobresalen los italianos Felipe Crosti y Giovani Buscaglione, el francés Carlos Garre y el belga Agustín Goovaerts. A ellos, además de buenas muestras de arquitectura eclecticista y modernista, se debe la preparación técnica de muchos artesanos locales que luego desarrollarían la versión nacional de estas propuestas estéticas y arquitectónicas.3 Albañiles y maestros adaptaron con ingenio los modelos arquitectónicos y los procedimientos constructivos enseñados aquí por los extranjeros, tal como se puede reconocer todavía en los pocos monumentos anónimos o de autores conocidos de esa época que se conservan en varias ciudades colombianas. Agustín Goovaerts fue uno de los arquitectos más característicos del período de transición de la arquitectura ecléctica o arquitectura europea del siglo XIX —común- mente llamada en Colombia republicana-, a la moderna, en que se destacó por el ejercicio de esa triple función de diseñar, construir y formar aprendices. Su venida a Colombia estuvo relacionada con el proyecto de modernización del país iniciado por Pedro Nel Ospina primero como gobernador de Antioquia (1918-1920) y luego como presidente de la república (1922-1926), quien le comisionó la dirección de un vasto plan de obras acordes con sus propuestas en tal sentido. La arquitectura pública y las obras civiles se pusieron a la orden del día en la "era Ospina", que cubrió todos los 3 Esta versión incorporó el empleo de materiales relativamente nuevos como el concreto armado en com- binación con el ladrillo. A veces los artesanos y albañiles que no abandonaron los tipos, técnicas y materiales tradicionales como la tapia, las casas en galería con habitaciones alrededor de un patio central, incorporaron en este período elementos del eclecticismo, casi siempre en la decoración de las fachadas, zócalos interiores y cielorasos en yesería, calados y variada obra de madera. Los diseños del modernismo belga conocido como Art Nouveau ejercieron también influencia en las reinterpretaciones y reelaboraciones de detalles decorativos en madera, hierro y vidrio, así como en la ebanistería. ramos de intervención del Estado: educación, salud, policía, justicia, fuerzas armadas, obras públicas, banca, agricultura, entre otros, con especial énfasis en las regiones donde el gobierno no había atendido debidamente la dotación de infraestructura por más de un siglo. De ahí la presencia en Antioquia de un profesional con las calidades de Goovaerts y la extensa obra que desarrolló en Medellín y los diferentes municipios del departamento. Goovaerts no fue un arquitecto famoso en Europa ni en Colombia, pero su im- portancia radica en la significación que su obra adquirió al representar un ideal de modernización, inicialmente de la élite regional y luego de la ciudadanía, que terminó aceptando, después de muchos debates y décadas de permanencia, un modelo estético en el cual se plasmaban muchos valores y aspiraciones compartidos por los antioqueños. La vida de Goovaerts sirve para conocer el oficio de arquitecto en Antioquia en un período dinámico en la actividad edificadora en Medellín, cuando sólo unos pocos profesionales de la construcción y el diseño estaban activos. Hoy, después de mucho tiempo, se rescata y difunde su obra, en la que claramente se refleja una etapa de la historia nacional y regional rica en procesos de desarrollo urbano y arquitectónico que dejaron lo que al presente es parte del sustento de la identidad cultural de la ciudad y de numerosas poblaciones del departamento. No obstante su cantidad y riqueza en significados, pocos edificios suyos tienen categoría de monumento. Sólo el Palacio de Calibío o Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el Palacio Nacional y la Escuela Fernando González de Envigado cuen- tan con el respaldo de una disposición legal. Su obra aún en pie se intenta conservar y proteger por varias instituciones públicas y privadas, a través de la investigación, la restauración y la declaratoria legal como monumentos.
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