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LA TRATA DE NIÑAS Y MUJERES JÓVENES EN LA REGIÓN PUEBLA- 
TLAXCALA: UNA INDAGATORIA DESDE LA CRÍTICA DEL DESARROLLO 
 
 
 
 
T E S I S 
QUE PARA LA OBTENCIÓN DEL GRADO DE 
MAESTRA EN DESARROLLO ECONÓMICO Y COOPERACIÓN 
INTERNACIONAL 
 
 
 
 
 
P R E S E N T A 
MILÉN ARAGÓN DOMÍNGUEZ 
 
 
 
ASESOR 
DRA. MARÍA EUGENIA MARTÍNEZ DE ITA 
 
 
 
 
 
PUEBLA, PUE. DICIEMBRE 2014 
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA 
FACULTAD DE ECONOMÍA 
CENTRO DE ESTUDIOS DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y 
SOCIAL 
MAESTRÍA EN DESARROLLO ECONÓMICO Y 
COOPERACIÓN INTERNACIONAL 
II 
	
  
 
 
 
 
 
DEDICATORIA 
 
 
 
 
A Elizabeth, mi madre, por ser mi gran ejemplo y maestra en la vida. 
 
 
 
A mis hijos, Sofía y Bruno, por ser mi inspiración, mi dicha y fortaleza en la vida 
y por creer siempre en mi. 
 
 
 
A mi compañero de vida, Carlos, por su apoyo y comprensión. 
 
 
 
A todas las mujeres que me han inspirado para estar de pie y seguir luchando: 
Elizabeth, Altagracia, Hugalina, Gabriela, Rosalina, Sandra, Claudia 
 
 
 
A mi familia 
 
 
A todas las niñas y mujeres que han sido atrapadas, silenciadas e invisibilizadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
III 
	
  
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
 
 
 
A la Dra. María Eugenia Martínez de Ita, por todas sus enseñanzas y acompañamiento. 
Por contagiarme su energía, por brindarme sus palabras y su apoyo. 
 
 
 
A mis amigos, maestras y maestros de la maestría. 
 
 
 
A la Maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional de la BUAP, 
por las experiencias y aprendizajes ofrecidos. 
 
 
 
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por el apoyo otorgado durante todo el 
programa de maestría. 
 
 
 
A la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
IV 
	
  
RESUMEN 
 
La investigación pretende explicar cuál es la situación de trata en la región Puebla- 
Tlaxcala, principalmente analizando los factores económicos y sociales que inciden en la 
región para hacer de éste fenómeno una práctica común. 
El análisis contempla dos niveles. El primero reflexiona el problema como un fenómeno 
global, que generalmente atiende a condiciones de pobreza y vulnerabilidad social en las 
mujeres, pero que se desarrolla y fortalece con rapidez debido a los mecanismos y discursos 
que la globalización neoliberal y la cultura patriarcal han legitimado para sustentar la 
cosificación de la mujer y su mercantilización en el sistema capitalista, facilitando así el 
desenvolvimiento del mercado sexual. 
El segundo nivel de la investigación, sitúa los efectos de la globalización neoliberal en la 
dimensión local y pretende explicar cómo es que el modelo de desarrollo basado en el 
crecimiento económico de manera específica en los procesos de industrialización, ha 
promovido una demanda, y por tanto, oferta de servicios de la industria sexual. 
Aun que, el trabajo no exenta a la migración, los esquemas de violencia familiar, la 
violencia de género o la culturas como elementos determinantes para la comprensión del 
fenómeno, la tesis se ha centrado en los factores económicos que influyen o convergen para 
gestar y articular la trata sexual, de manera específica el crecimiento industrial como un 
detonante para la expansión del mercado sexual. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
V 
	
  
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO: ANÁLISIS AL PATRIARCADO CAPITALISTA, 
DISCURSO PARA LA COSIFICACIÓN, UTILIZACIÓN Y EXPLOTACIÓN SEXUAL 
DE MUJERES Y SU INFLUENCIA EN EL DESARROLLO. 
 
1.1 Influencia de la modernidad en las relaciones hombre- naturaleza y 
hombre- mujer 17 
1.2 Capitalismo y patriarcado 20 
1.3 El discurso patriarcal y las construcciones de género para la cosificación y 
mercantilización de la mujer en la explotación sexual 26 
	
  
 
CAPÍTULO II. ANTECEDENTES Y CONCEPCIONES DE LA TRATA DE PERSONAS 
 
2.1 Marco histórico 35 
2.1.1 Reconocimiento e institucionalización de la “trata de personas” 44 
2.1.2 Tipos de trata 48 
2.1.3 La trata de niñas y mujeres con fines de explotación sexual 51 
2.2 Lineamientos legales en el ámbito internacional, nacional y local 
que previenen, combaten y penalizan la trata de personas 52 
2.2.1 Lineamientos legales en el ámbito internacional 53 
2.2.2 Lineamientos legales en el ámbito nacional 56 
2.2.3 Lineamientos legales en el ámbito local 58 
2.2.4 Ley para la Prevención de la Trata de Personas para el Estado de Tlaxcala 59 
2.2.5 Ley para prevenir y erradicar los delitos en materia de trata de personas 
y para la protección y asistencia a las víctimas de estos delitos en el estado 
de Puebla 64 
 
 
CAPÍTULO III. MODELO DE DESARROLLO Y TRATA DE NIÑAS Y MUJERES 
JÓVENES EN LA REGIÓN PUEBLA- TLAXCALA 
 
3.1 Capitalismo, neoliberalismo, globalización y patriarcado una relación bien 
Advenida 72 
3.2 Consecuencias de la Globalización. Feminización de la pobreza y las 
actividades de sobrevivencia 78 
VI 
	
  
3.3 Explotación sexual de niñas y mujeres jóvenes en la globalización 
neoliberal 88 
3.4 Caracterización de la trata de niñas y mujeres jóvenes en la región 
Puebla- Tlaxcala 98 
3.4.1 ¿Cómo es la trata sexual de niñas y mujeres jóvenes en la región? 99 
3.5 Antecedentes. Una revisión a los detonantes económicos de la explotación 
sexual de mujeres en la región 102 
3.6 Causas económicas de empuje y atracción de la trata 105 
 
CONCLUSIONES 108 
 
FUENTES DE CONSULTA 112 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
	
  
INTRODUCCIÓN 
 
La región Puebla- Tlaxcala sigue siendo una de las zonas con mayor concentración de 
proxenetismo y explotación sexual forzada en México. Fenómeno que puede evidenciarse 
con las investigaciones hechas sobre la trata de personas en ambas entidades y con las 
desapariciones de niñas y mujeres jóvenes, que para Rosy Orozco1 (2013), Presidenta de la 
Comisión Unidos contra la Trata A. C., tiene una implicación directa con la trata de 
personas. 
Según datos de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) y organizaciones civiles 
nacionales y locales, las desapariciones de niñas y mujeres continúa en ambos estados. Para 
el caso de Puebla, la PGJ informó al diario local Intolerancia Diario que del año 2011 al 
2013, van 201 desapariciones; de las cuales 50 personas conciernen a la primera mitad del 
año 2013. Del total de personas desaparecidas, el 70 % son mujeres y el 40% son 
adolescentes de 12 a 17 años de edad. 
Para el caso de Tlaxcala, la directora del Colectivo Mujer y Utopía, Rosario Adriana 
Mendieta Herrera2 (2014), comentó que las desapariciones y el tema de trata guardan 
relación. Agregó que Patricia Olamendi, ex directora general del Instituto Nacional de las 
Mujeres, en 2008 había reportado la existencia de 4 mil mujeres desaparecidas en Tlaxcala. 
Así mismo, Mendieta reconoce que el colectivo que ella dirige, cuantificó 46 
desapariciones de mujeres en el estado de Tlaxcala en el año 2013, y 170 denuncias por 
trata de personas de 2011 a inicios de 2014. 
En pleno siglo XXI más de 20 mil personas en nuestro país son victimas3 de esta nueva 
forma de posesión de humanos con fines de explotación, a la que hoy se reconoce como 
trata de personas. El 1.6 % de las víctimas, de los 12.3 millones (anuales) a escala mundial, 
son aportados por México, según la OrganizaciónInternacional de Migraciones-OIM 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
1En Castillo, J. (2013). Consultada el 28 de enero de 2014. Véase en: 
http://intoleranciadiario.com/detalle_noticia/112677/politica/el-fantasma-de-la-trata-detras-de-la-
desaparicion-de-menores 
2 En De la Luz, G. (2014). Consultada el 28 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2014/06/23/se-reportaron-46-desapariciones-de-mujeres-en-tlaxcala-
el-ano-pasado-cuantifica-el-cmu/ 
3 Cifras estimadas por la Organización Internacional de Migraciones (2010) en el documento “La trata de 
personas en México, Diagnóstico sobre la asistencia a víctimas". 
2 
	
  
(2010). Esta cifra tiene una feminización concentrada ya que más del 50% de estas víctimas 
son mujeres y niñas (OIM, 2010), lo equivalente a aproximadamente una cuarta parte de la 
totalidad de mujeres en la capital del Estado de Tlaxcala. 
Los datos de ambas entidades nos hacen concordar con algunas instancias cuando se refiere 
a la trata como un problema de violencia, invisibilización y explotación de la infancia y 
juventud femenina. A esto, el Instituto de Estudios sobre conflicto y Acción Humanitaria, 
afirma que el 80 % de las víctimas de trata de personas son mujeres o niñas4 y según 
UNICEF, la cifra de niños y niñas víctimas de Trata, se acerca a 1.2 millones de menores 
por año en el mundo y 20 mil niños, niñas y adolescentes cada año en nuestro país, según el 
informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre Trata de Personas del año 
20085, la Organización Internacional para las migraciones6 así como algunos 
observatorios7 y centros de investigación. 
Aunque los datos son alarmantes debemos tener presente que son aproximaciones basadas 
en el mínimo de casos que han sido reconocidos, procesados y/o documentados por las 
instituciones competentes, pues se sabe que es un crimen de difícil cuantificación y 
documentación. 
La trata de personas en su giro de explotación sexual de niñas y mujeres es un problema 
multifactorial en el que se ven involucrados aspectos económicos, sociales, culturales y 
políticos desde los cuales se le reconoce como una situación problemática que 
principalmente afecta a las mujeres. Este presenta como tesis central el problema de trata 
con fines de explotación sexual es una manifestación violenta de las formas 
contemporáneas de posesión y explotación humana que promueve el sistema capitalista 
patriarcal, y que se alimenta de la situación de desigualdad de las mujeres. Es también una 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
4Sevilla, N. (2013). Consultada el 28 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.iecah.org/web/index.php?option=com_content&view=article&id=2263:la-trata-de-personas-
situacion-y-perspectivas-en-america-latina&catid=15:articulos&Itemid=9 
5Contreras, J. (2013). Consultada el 29 septiembre 2013. Véase en: 
http://www.cronica.com.mx/notas/2009/419130.html 
6 n.d. (2011, 10 de septiembre). 20 mil personas al año son víctimas de trata en México, dice ONU. La Gente. 
Véase en: http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/106020/20-mil-personas-al-ano-son-victimas-de-trata-
en-mexico-dice-onu 
7	
  Observatorio Nacional Ciudadano, Seguridad, Justicia y Legalidad. (2014). Consultada	
  el	
  28	
  de	
  enero	
  de	
  
2014.	
  
	
  
3 
	
  
expresión del deterioro social que limita el desarrollo al negar o depravar la posibilidad de 
que las mujeres satisfagan las necesidades básicas que Galtung (citado en Furlán y Spitzer, 
2013, pp.39-42) enuncia: sobrevivencia, bienestar, identidad y libertad. 
Las expresiones de este problema, al menos geográficamente hablando, han sido 
identificadas en más de diez entidades federativas, en las que se distinguen los estados de 
Sonora, Guerrero, Distrito Federal, Chiapas, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas, Baja 
California, Quintana Roo, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Estado de México, Tlaxcala y 
Puebla8. Aun dentro del mismo país, cada estado o región con incidencia en tema de trata 
ha mostrado sus propias características o particularidades, de manera específica el centro 
del país, de donde se calcula y documenta que al menos el 80% de los explotadores 
proceden de Tlaxcala o realizan sus actividades delictivas en ese estado, en Puebla, 
Veracruz y el D.F. 
El estudio que se pretende desarrollar aquí es pertinente y urgente, no sólo por representar 
una violación a los acuerdos internacionales y a los códigos de cada nación o entidad que 
presumen o pretenden erradicar cualquier forma de trata, sino porque representa un daño 
directo al tejido social y a los seres humanos. 
Es una expresión de extrema violencia patriarcal que el sistema capitalista ha aprovechado 
para la acumulación de capital que requiere ser visibilizada, analizada y afrontada, pues el 
no hacerlo significaría reproducir y justificar una economía sumergida e ilegal basada en la 
explotación y dominación de las mujeres (o las víctimas), que las priva de la libertad y de la 
posibilidad del desarrollo. 
Hablar de trata, es discutir también de un problema económico no solo porque es una de las 
tres actividades criminales más lucrativas (Méndez, 2007), de la que se calculan ganancias 
de aproximadamente 31 mil 600 millones de dólares (Ruiz, 2011); sino también porque se 
trata de un fenómeno que nos hace cuestionar la situación o el modelo de desarrollo en el 
que nos encontramos. 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
8 Gómez, N. (2011). Consultada el 28 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/187578.html 
4 
	
  
Es decir, es un tema que pone en tensión al desarrollo, aun con las adjetivaciones (humano, 
social, económico, sustentable, etc.) que se le den, ya que en él, se encuentran ausentes, en 
cautiverio o en condición de explotación miles de mujeres y niñas. 
La concentración de la argumentación y discusión del fenómeno en la sociología, la 
psicología la antropología, el derecho, no así desde la economía, exige que se aborden las 
causas, el comportamiento y las consecuencias desde esta postura, pues complementaría los 
trabajos que se han hecho desde las disciplinas antes enunciadas. 
Desde esta preocupación es que esta tesis se ha planteado como objetivo, analizar los 
factores económicos y sociales que motivan la existencia de la trata de niñas y mujeres 
jóvenes con fines de explotación sexual en la región Puebla- Tlaxcala. De ahí que los 
objetivos específicos que acompañan a la misma sean los siguientes: 
 
 Caracterizar el modelo de desarrollo en la región Puebla- Tlaxcala. 
 Identificar los factores del modelo económico de desarrollo, que facilitan la trata de 
niñas y mujeres jóvenes en Puebla- Tlaxcala. 
 Reconocer las manifestaciones económicas de la trata de niñas y mujeres jóvenes 
con fines de explotación sexual en la región Puebla- Tlaxcala. 
 
A partir de estos propósitos se han estructurado algunos cuestionamientos que permitirán 
orientar la investigación. 
 
1. ¿Qué características tiene la trata de niñas y mujeres en la región Puebla - Tlaxcala? 
2. ¿Qué modelo de desarrollo está siendo orientado para la región Puebla – Tlaxcala? 
3. ¿Qué factores del modelo económico, han promovido el surgimiento y desarrollo de 
la trata de niñas y mujeres jóvenes en la región Puebla - Tlaxcala? 
4. ¿Qué factores económicos han fomentado la perpetuación de la trata de niñas y 
mujeres jóvenesen Puebla-Tlaxcala? 
5 
	
  
5. ¿Qué expresiones económicas ha tenido la trata de niñas y mujeres en la región? 
 
Las preguntas que aluden al modelo de desarrollo y los factores que han promovido el 
surgimiento y desarrollo de la trata de niñas y mujeres jóvenes en Puebla y Tlaxcala nos 
permitirá explicar la base económica sobre la cual estamos reproduciendo la vida y 
expondrá como las políticas económicas y los modelos de desarrollo han influido en el 
proceso de deterioro social y del sostenimiento de la explotación sexual de niñas y mujeres. 
Por otro lado, los cuestionamientos sobre las características que tiene la trata de niñas y 
mujeres en Puebla y Tlaxcala, así como la de los factores y expresiones económicas que 
han fomentado la perpetuación de la trata de niñas y mujeres jóvenes en Puebla-Tlaxcala, 
exploran en primer lugar la situación que cada entidad afronta con respecto a la trata sexual, 
y por otro lado, nos permite identificar y explicar los factores económicos locales que 
impulsan o preservan estas prácticas. 
México está catalogado como lugar de tránsito, y destino para la trata de personas con fines 
de explotación sexual, comercial y del trabajo forzado. Los puntos rojos en nuestro país 
según CNDH, se ubican en Sonora, Guerrero, Distrito Federal, Chiapas, Veracruz, 
Chihuahua, Tamaulipas, Baja California, Quintana Roo, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, 
Estado de México, Tlaxcala y Puebla9. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
9 Gómez, N. (2011) Op. Cit. 
6 
	
  
 
Mapa I. 1: Entidades que reportan un alto índice de casos de trata de personas con 
fines de explotación sexual. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Fuente: Elaboración propia, con datos expuestos por la CNDH, en el diario El Universal. 
 
Aunque la investigación dará un esbozo general respecto a la situación de trata de niñas y 
mujeres jóvenes en nuestro país, nos centraremos en indagar sobre el contexto de la franja 
Puebla- Tlaxcala, que es el territorio con alta incidencia en este delito, tal y como lo ha 
afirmado la Presidenta de la Comisión Unidos contra la Trata A. C., Rosy Orozco, cuando 
expresa que el 80% del delito a nivel nacional se comete en Tlaxcala10. 
En el caso de Puebla, la mayor concentración de casos de este tipo se ha manifestado al sur 
del estado, dado que tiene una estrecha cercanía con los municipios de alta incidencia en 
Tlaxcala, y a su vez es una región cuya presencia de migrantes de otras entidades y países 
ha ido en aumento. Cabe recalcar que ambas entidades, Puebla y Tlaxcala han sido zonas 
de paso y acogida temporal o permanente, no solo para los migrantes sino también para las 
redes locales de trata, dada la proximidad con el Estado de Veracruz y el Distrito Federal. 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
10 Sipse. (2012). Consultada el 30 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/es-tlaxcala-foco-rojo-en-trata-de-personas 
7 
	
  
Tlaxcala particularmente ha manifestado proyecciones del fenómeno en el ámbito 
internacional, diarios locales en EE.UU, publicaciones y reportajes internacionales, como 
las que hacen, Center for Public Policy Studies, FBI, CNN, entre otros, han localizado al 
Estado de Tlaxcala como uno de los más recurrentes en este delito. Para dar cuenta de ello, 
es preciso recurrir a lo que el diario U-T San Diego, a través de su corresponsal Aguilera 
(2012), quien informó el año pasado que el poblado de Tenancingo, junto con otros 
municipios de Tlaxcala, aportan el 80% de los tratantes a nivel nacional en México. 
Aun en la localización por entidad federativa, cada estado tiene sus matices y en el caso de 
Tlaxcala no todos los municipio han sido enmarcados en las mismas dimensiones. El 
Gobernador tlaxcalteca Mariano González dio a conocer en el Consejo Estatal contra la 
Trata11 (Ramírez, 2011) a los municipios que resaltan como zonas de alerta, donde se 
encuentran Chiautempan, Acuamanala de Miguel Hidalgo, Tenancingo, Apizaco, Papalotla 
de Xicohténcatl, San Pablo del Monte, San Lorenzo Axocomanitla, Zacatelco y Contla. 
Agregando al “círculo de proxenetas” los municipios de, La Magdalena Tlaltelulco, 
Xicohtzinco, Teolocholco y Santa Catarina Ayometla (Domínguez y Aragón, 2012). La 
mayoría de estas poblaciones se ubican en poco más de 20 kilómetros de carretera que 
conectan a Puebla y Tlaxcala. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
11 Ramírez, J. L. (n.d.). Consultada el 28 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.abctlaxcala.com/index.php?option=com_content&view=article&id=9981:focos-rojos-en-15-
municipios-por-alta-incidencia-de-trata&catid=52:sobresalientes 
8 
	
  
Mapa I. 2: Municipios de Tlaxcala con un alto índice de casos de trata de personas con 
fines de explotación sexual. 
 
Fuente: Elaboración propia, con base en información publicada por los diarios 
electrónicos el abctlaxcala, el zócalo y la publicación académica de Domínguez y 
Aragón, 2012. 
 
En los últimos años, Puebla se ha convertido en región de análisis para distintos colectivos 
y observatorios enfocados en el fenómeno de la trata de personas, no sólo por la cercanía 
con Tlaxcala, sino también por elevar su apertura en atractivos turísticos y sexuales, que 
han incrementado la demanda, y por tanto, oferta de esta clase de servicios. El sondeo 
hecho por distintas organizaciones enfocadas en el tema de trata que se reporta en el diario 
electrónico Central, expresa que tan solo en 14 municipios del Estado de Puebla existen por 
lo menos 107 centros nocturnos. Dicha investigación permitió la identificación y registro de 
casos, así como su magnitud respecto a la explotación sexual de mujeres en dichos lugares. 
A partir de la sistematización de la fuente recientemente mencionada y otras consultas 
hemerográficas, se reúnen los municipios en el Estado de Puebla cuya incidencia en el tema 
es alta; Cuautlancingo12, Atlixco, Puebla13, Coronango, San Pedro Cholula14, Tehuacán, 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
12 Marcial, N. (2013). Consultada el 28 de diciembre de 2013. Véase en: 
http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/n2951690.htm 
9 
	
  
Ajalpan, Tepeaca, Xicotepec y con incipiente manifestación en Huejotzingo, Esperanza, 
Libres, Tecamachalco, Teziutlán, Zacapoaxtla, Zacatlán y Tetela de Ocampo.15 
Mapa I. 3: Municipios del Estado de Puebla con alto índice de casos de trata de 
personas con fines de explotación sexual. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente: Elaboración propia con base en los datos publicados en los diarios electrónicos, e 
Central, El Sol de Puebla y Municipios Puebla.13 Chester. (2010). Consultada el 28 de diciembre de 2013. Véase en: 
http://arturoalfarogalan.wordpress.com/2010/09/22/tres-municipios-de-puebla-focos-rojos-en-trata-de-
personas/ 
14 Castillo, K. (2013). Consultada el 28 de diciembre de 2013. Véase en: 
http://www.municipiospuebla.com.mx/nota/2013-07-16/san-pedro-cholula/rescatadas-sólo-dos-niñas-
v%C3%ADctimas-de-trata-en-san-pedro-cholula 
15 Los datos fueron publicados por el diario electrónico Central, sin embargo son resultado de la investigación 
y sistematización de distintas Organizaciones No Gubernamentales, entre las que se encuentran; Corazón 
Azul, Asociación Nacional contra la Trata Humana en la Sociedad (Anthus), entre otras. Consultada el 10 de 
enero de 2014. Véase nota completa en; http://periodicocentral.mx/nota-roja/el-mapa-de-la-trata-de-personas-
en-puebla-107-bares-operan-con-victimas-de-explotacion-sexual 
10 
	
  
Recapitulando, vale la pena reiterar que el trabajo se centrará en analizar las causas 
económicas de la trata de niñas y mujeres jóvenes en la región Puebla y Tlaxcala; 
entendiendo por ella, al conjunto de municipios de cada entidad, que además de presentar 
un alto grado de incidencia en el fenómeno se ubica en el cinturón geográfico de 
colindancia sureña entre Tlaxcala (San Pablo del Monte, Teolocholco, Tenancingo, 
Papalotla, Xicohtzinco y Zacatelco) y Puebla (Coronango, Huejotzingo, Cuautlancingo y 
Puebla). 
Respecto a la temporalidad, se ha decidido abarcar del año 2000 al 2013. El periodo 
responde a un tiempo de evidente efervescencia teórica, legislativa y social respecto al 
combate de la trata, en él se enmarca el surgimiento de Leyes en contra de la trata, la 
emergencia de organizaciones no gubernamentales de atención al tema de género y en 
forma específica de la violencia de género y trata de personas en la región. El trabajo de 
investigación y documentación, y por último, es un periodo que nos permite realizar la 
búsqueda biblio-hemerográfica necesaria para la reconstrucción local del fenómeno. 
Como se ha mencionado, la trata de niñas y mujeres jóvenes con fines de explotación 
sexual es un fenómeno multifactorial que puede explicarse desde los siguientes 
planteamientos: 
Territorial- El rasgo fronterizo en el caso de México, también se ha permeado por este 
fenómeno. Los 3152 kilómetros de frontera mexicana, desde el Monumento 206, en la 
frontera norte (SRE16, 2011. Visitar sitio oficial), y los 1149 kilómetros en la frontera sur 
han sido regiones con carencia de Estado de Derecho, donde al tema de la trata de personas 
forma parte del ritmo económico y social de esos espacios. De ahí que, el periódico digital, 
El Universal haya resaltado, a partir de las investigaciones de la Comisión Nacional de 
Derechos Humanos (CNDH), a los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua y 
Tamaulipas (Alvarado, 2011), al norte17; y a Chiapas y Quintana Roo (Gómez, 2011), al 
sur18 como focos rojos en el tema. 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
16 SRE. (2011). Consultada el 10 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.sre.gob.mx/index.php/otros/informacion-general-sobre-mexico 
17 Alvarado, I. (2011). Consultada el 10 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.eluniversal.com.mx/notas/794561.html 
18 Gómez, N. (2011). Consultada el 28 de enero de 2014 Véase en: 
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/187578.html 
11 
	
  
Tecnológico- La tecnología abrió un espacio intangible, sin nombre, sin rostro que 
posibilitó y potencializó el desarrollo de la trata de personas. El espacio virtual ha sido una 
herramienta que facilita la articulación de redes criminales, tratantes y consumidores. Este 
medio se ha vuelto un interlocutor y promotor comercial inmaterial en este mercado ilegal. 
La política y el papel del Estado- El Estado mexicano y sus entidades han sido cómplices 
en la consolidación de redes criminales y en la operabilidad de la trata de personas, al no 
dotar de mecanismos estructurales y legales que frenen esa actividad. Ejemplos de ello es la 
laxa vigilancia y prevención en la propaganda y giros turísticos de ciertas entidades, la 
inexistencia de mecanismos eficaces para el monitoreo y seguimiento de denuncias por 
desaparición y trata, la falta de condiciones materiales y de servicios para la canalización de 
los casos de trata, la corrupción, la colusión con redes de trata, entre otras actitudes que ha 
presentado el Estado permiten de manera directa o indirecta el funcionamiento de este 
delito. 
Situación social- La vulnerabilidad social también causal del problema, provocada y 
acentuada por la dinámica económica, ha provocado que la población acepte cada vez 
peores condiciones de trabajo a cambio de la garantía de subsistencia. El sistema capitalista 
ha provocado, aprobado y se ha valido de esta condición, en la que la humanidad se vuelve 
blanco de explotación y exterminio, sobre todo de los grupos sistémicamente invisibles -
pobres, migrantes, mujeres, niños y niñas, indígenas, refugiados, presos, etc.-. El texto, 
Dinero, perlas y flores en la reproducción feminista, de Mariarosa Dalla Costa (2009), la 
autora expresa “…para nacer (el capitalismo) supuso el sacrificio de segmentos ingentes de 
la humanidad, supuso exterminios en masa, producción de hambre y miseria, esclavitud, 
violencia y terror y, en su avance, sigue suponiendo todo esto”. 
Procesos de transnacionalización- La rentabilidad de esta actividad la ha vuelto más 
atractiva para los criminales. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la 
Interpol y el Departamento de Estado de Estados Unidos de Norteamérica han ubicado al 
tráfico de armas, el narcotráfico y la trata de personas como las actividades criminales más 
lucrativas (Aguilera, 2012)19. 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
19 Aguilera, E. (2012). Consultada el 11 de enero de 2014. Véase en: 
http://www.utsandiego.com/news/2012/sep/22/inhumane-trade/all/?print 
12 
	
  
La cultura y las construcciones de género- Como vemos, la cultura, las subjetividades de 
los colectivos, la educación, las condiciones territoriales, el capital social que aprovecha las 
determinantes territoriales y ecológicas, van dando idea del tamaño del problema, y abren, 
aunque con la puesta casi invisible, campos de intervención para los cientistas sociales, o 
los promotores de desarrollo en la de trata de personas desde la arista sujeto- territorial. 
Teniendo claro que este fenómeno tiene distintos vértices de análisis, el trabajo se 
concentrará primordialmente en el análisis económico, pero de manera precisa desde la 
crítica del desarrollo, donde además nos apoyaremos del análisis patriarcal y sexista en el 
que nos hemos desarrollado, como un agente valiosísimo para el capitalismo, que se ha 
encargado de legitimizar, profundizar y reproducir las relaciones violentas, inequitativas y 
desiguales en la sociedad y que funcionan de la mejor manera para que la trata de mujeres y 
niñas se mantenga. Este último punto cobrará mayor profundización en el marco teórico del 
trabajo, pues representa nuestra guía, nuestra mirada analítica en este trabajo. 
Siendo un fenómeno antiguo en su propósito mercantilista del cuerpo pero nuevo en 
términos conceptuales, que no ha podido ser abatido, su abordaje ha resultado parcial ya 
que en los programas nacionales destinados a su abatimiento, se concentran en asumirle 
como un asunto de inseguridad y deterioro social, si bien los dos elementos son reales, el 
análisis económico y político parecen escaparse del marco justificatorio y de respuesta a la 
resolucióndel problema. Por ello, resulta importante en esta tesis, vislumbrar cómo la trata 
de niñas y mujeres jóvenes tiene un fundamento económico que se alimenta y beneficia de 
las situaciones históricas, culturales y políticas de desigualdad y subordinación de las 
mujeres. A demás de que el trabajo se propone trabajar el problema desde un enfoque 
económico, se hará énfasis en las implicaciones del fenómeno en la gestión del desarrollo 
de las mujeres y de la región Puebla-Tlaxcala de tal forma que podamos discutir la manera 
en que impacta directa o indirectamente, positiva o negativamente la trata en el desarrollo 
de las comunidades. Lo anterior responde a que el desarrollo, como un estado social y 
económico, se ha tratado de gestionar en diversas geografías, por los grupos, gobiernos 
locales, instituciones y agencias internacionales, en la idea de que es el estado óptimo de 
bienestar del que todos deberían gozar. 
13 
	
  
Como último punto, y no menos importante, mencionaremos el esquema patriarcal y sexista 
en el que nos hemos desarrollado, como un agente valiosísimo para el capitalismo, que se 
ha encargado de legitimizar, profundizar y reproducir las relaciones violentas, inequitativas 
y desiguales en la sociedad y que funcionan de la mejor manera para que la trata de mujeres 
y niñas se mantenga. Este último punto cobrará mayor profundización en el marco teórico 
del trabajo, pues representa nuestra guía, nuestra mirada analítica en este trabajo. 
El trabajo que se desarrolla es una investigación cualitativa. Dado que este enfoque, más 
que estudiar la realidad, intenta construirla, asumimos a la observación, documentación, 
análisis, descripción y explicación del fenómeno como las etapas básicas para el desarrollo 
de la investigación. 
 La investigación será de corte explicativo debido a que es el nivel de análisis más 
estructurado y en el que están implícitos otros niveles de estudio (Hernández, 2000), como 
es la exploración, la descripción y la correlación; que proporcionan un sentido de 
entendimiento del fenómeno más completo. Un estudio explicativo “como su nombre lo 
indica, (su interés) se centra en explicar porqué ocurre un fenómeno y en qué condiciones 
se da éste, o por qué dos o más variables están relacionadas” (Hernández, 2000, p.66). 
Así entonces, el trabajo propone acercarnos a los elementos teóricos y concretos (lo que se 
ve y se sabe) que nos permitan caracterizar el fenómeno, y posteriormente correlacionar 
con el fenómeno, algunas características económicas de las mujeres y de la región que se 
vuelven promotoras de la trata de niñas y mujeres jóvenes en Puebla-Tlaxcala. 
Considerando el nivel de análisis de la investigación, nos apoyamos principalmente en el 
método documental, por lo que se hizo una amplia revisión biblio-hemerográfica acerca de 
la situación de trata en la región Puebla- Tlaxcala, entre las que destacan, los diagnósticos 
situacionales de tipo local, las investigaciones efectuadas por parte asociaciones civiles, 
centros de investigación, instituciones no gubernamentales y universidades; así mismo, 
artículos académicos, tesis de posgrado, libros, leyes, protocolos, acuerdos y códigos que 
legislan al respecto, y notas periodísticas de distintos periódicos de Puebla y Tlaxcala. 
La revisión de literatura nos facilitó la construcción del desarrollo teórico y el análisis 
permanente en cada uno de los capítulos. De manera específica, la revisión de protocolos, 
acuerdos, leyes, y códigos permitió fundamentar el marco legal de la trata de mujeres, 
14 
	
  
permitiéndonos ubicar, a partir de la comparación entre los distintos niveles legislativos, las 
carencias y virtudes de éstos. 
La revisión de artículos, diagnósticos y libros de análisis económico abonaron en la 
descripción de la situación económica de las mujeres y el modelo económico imperante en 
la región estudiada, (concentrándose en once municipios). Esta revisión nos permitiría 
ubicar las variables económicas con las que se correlacionaría al fenómeno estudiado. 
Cabe mencionar, que la recolección de información también se vio nutrida por la 
información que pudo obtenerse de algunos actores centrales en la investigación continúa, 
prevención y abatimiento de la trata de personas en la región. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
	
  
CAPÍTULO I. EL PATRIARCADO Y LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER, BASES 
DE LA EXPLOTACIÓN SEXUAL DE NIÑAS Y MUJERES JÓVENES 
 
La trata de personas y enfáticamente la trata de mujeres con fines de explotación sexual ha 
sido un fenómeno trabajado ya por diferentes disciplinas de las ciencias sociales, 
particularmente desde la sociología, la antropología, la psicología, el derecho y en otros 
momentos por proyectos de investigación multidisclipinarios que pretenden entender el 
fenómeno de manera más completa. Las preocupaciones centrales han estado en entender y 
definir claramente el fenómeno, identificar sus causas, analizar el comportamiento, sobre 
todo sociológico (prácticas, cultura, valores, el comportamiento de los sujetos) y legal 
(deteniéndose en la tipificación del delito, las redes de criminalidad que se tejen, etc.) así 
como en realización de diagnósticos que muestren la situación de la trata en determinadas 
regiones, para proponer alternativas teóricas o de intervención. 
Tratando de ampliar la reflexión respecto a este problema, nosotros nos posicionamos 
desde un análisis económico que por supuesto se nutre de los trabajos de otras disciplinas, 
pero pretende explicar cómo la trata de niñas y mujeres jóvenes también debe ser entendido 
como un asunto de origen y repercusión económica. Azaola (2003), Kumar (2007, 2013), 
Kumar y Jarquín (2005), Robles (2007) entre otros, han dejado ver en sus investigaciones 
cómo las circunstancias económicas de las mujeres y niñas se han convertido en un factor 
detonante para su vulnerabilización frente a la trata y cómo esta actividad delictiva se ha 
convertido en un negocio millonario en el sistema económico actual. Si bien los autores han 
reflexionado en torno a la situación de pobreza, no han contemplado explícitamente otros 
factores de índole económica que pudieran repercutir en la perpetuación y expansión de 
esta actividad, por ello, nos interesa analizar algunas otras causas (de índole económica), al 
tiempo que reflexionemos en el impacto de dicho fenómeno en la promoción del desarrollo 
para las mujeres. 
En este sentido el trabajo se enmarca en dos enfoques teóricos, el primero es la postura del 
feminismo crítico, y por otro, la crítica del desarrollo. Se propone a la teoría crítica 
feminista como brújula en la discusión y elaboración de este trabajo por distintas razones: 
16 
	
  
1.- La corriente feminista es producto de las luchas, principalmente de mujeres y 
movimientos de mujeres, que apelan por condiciones justas, dignas, igualitarias y 
equitativas de vida, en un mundo cuyas determinaciones sociales, dígase roles, y relaciones 
sociales las desvirtuó y subyugó al yugo masculino y Estado patriarcal. 
2.- El feminismo es una reivindicación de los derechos humanos y civiles de las mujeres. 
3.- Es una postura crítica y un grito vivo que exige la generación de relaciones horizontales, 
el derrocamiento de las construcciones de género, como relaciones de poder deterministas y 
desiguales y por las cuales se reproduce la violencia, el abuso, la marginación, la 
dominación y en este caso, la trata de personas. 
4.- Este enfoque aporta la categorías y conceptos, como la de género; que nos permiten 
entender cómo las construcciones genéricas de los sexos han influido en primer lugar en la 
subjetivación de los roles y condiciones de hombres y mujeres, criterio que ha 
determinado, legitimado y reproducido relaciones de poder asimétricas entre hombres y 
mujeres. O la del “sistema sexo- genero” (categoría de los estudios de géneros) que nos 
posibilitaexplicar las relaciones jerárquicas que subordinan a la mujer y la orillan a realizar 
actividades marginales como es la de la explotación sexual, pues reflejan la oposición del 
hombre frente a la mujer, lo masculino frente a lo femenino, que por lo regular no en 
términos de igualdad, por el contrario, responden a un orden jerárquico (Conway Jill, 
Bourque Susan, Scott Joan, en Lamas, 1997). Por último retomamos al patriarcado como 
estructura (social) central en la legitimación de la desigualdad y marginación de las 
mujeres, que si bien es un discurso que antecede al capitalismo, fenómeno que se abordará 
en este trabajo, ha servido muy bien a los intereses de ese modelo económico, para la sobre 
explotación de las mujeres, particularmente la sexual. 
De manera general, podemos decir que este enfoque nos impulsa a desnaturalizar lo 
naturalizado. Romper con la desigualdad y la injusticia en el mercado, comenzando por 
visibilizar a todos aquellos sectores (mujeres, niños ancianos, homosexuales, negros etc.) a 
los que se les ha empujado a la marginación. 
Para ello, nos apoyaremos de algunas escritoras que facilitan entender el sistema patriarcal, 
contexto en el que problemas como la trata de niñas y mujeres jóvenes se expande; y las 
posturas desde las cuales se entienden y critican las desigualdades de género y las 
17 
	
  
relaciones de dominación y violencia actuales. Por lo que los argumentos de Silvia Federici 
(2013), Sasskia Sassen (2003), Mariarosa Dalla Costa (2009) y Marta Lamas (1997) 
resultan básicos en nuestra discusión teórica. 
Por otro lado, retomamos a la crítica del desarrollo como la posición reflexiva y 
contestataria respecto al discurso económico dominante, el cual se ha basado en el 
crecimiento económico a partir de la cosificación y mercantilización de lo animado e 
inanimado. La postura crítica del desarrollo abre las puertas a la desnaturalización del 
capitalismo, como único sistema de vida, nos invita a la descolonización capitalista y 
patriarcal (estructuras de las que se ha hecho funcionar), permite ver las desigualdades 
sociales, económicas y políticas que ha fomentado y afectado concentradamente a las 
mujeres y cuestiona el papel en el que se ha puesto al mundo (como ente viviente o 
naturaleza), al hombre y a las mujeres. 
Dicho lo anterior, explicamos brevemente la organización y sentido de esta discusión 
teórica. Con ánimo de responder a qué aspectos han generado que la mujer se haya 
convertido en la mercancía principal, más no valiosa, en la trata con fines de explotación 
sexual, nos concentramos en argumentar la influencia que tuvo la modernidad en la 
construcción de las relaciones humanas y la organización jerárquica en dichas relaciones a 
partir del sistema género que primaba en el momento. En segundo lugar, tratamos de 
explicar cómo el discurso patriarcal reafirmó la subordinación de las mujeres y determinó 
la concepción de sí misma y la social respecto a su papel e identidad femenina, 
naturalizando su valor a partir del valor de su cuerpo por la procreación, la producción o la 
ejecución de labores. Por último se explica cómo el capitalismo toma la plataforma 
patriarcal para justificar y sostener la cosificación de las mujeres y su explotación por su 
condición sexuada (lo que su cuerpo y construcción biológica ofrece) y genérica (lo que 
socialmente puede ofrecer) para el beneficio del mercado. 
 
1.1 Influencia de la modernidad en las relaciones hombre- naturaleza y hombre- 
mujer 
Diariamente somos testigos de represiones, atentados, suicidios y aniquilamientos a la 
humanidad, y sin embargo en nuestro papel de espectadores, víctimas y victimarios nos 
18 
	
  
hemos sumergido en la legitimación y reproducción de la desigualdad social. Es necesario 
preguntarse qué o quiénes generan la dinámica de desigualdad e inequidad, qué sistema 
social estamos reproduciendo, qué tipo de vida estamos viviendo, qué modelo de desarrollo 
se está planteando para la sociedad desde el colectivo y desde las esferas económico- 
políticas. 
Es imposible dejar fuera de estas interrogantes al capitalismo, pues es el modelo de 
producción económica desde hace más de cinco siglos y el determinante económico, 
político y social actual. Hoy por hoy, el régimen -capitalismo- mundial. 
Para introducirnos a la discusión, cabe revisar los elementos fundantes o los intereses que 
rigen el desenvolvimiento del capitalismo. La modernidad, sin duda fue uno de ellos, y 
además la responsable de la reconfiguración del hombre, tanto en la concepción de sí 
mismo y la relación con su misma especie como con su entorno. 
Las ideas modernas permitieron el desprendimiento del pensamiento místico 
sobreponiéndose a él el pensamiento racional, haciendo que el hombre se posicionara como 
agente de creación y trasformación de él y del mundo. 
El inicio de esta nueva actitud y percepción del hombre frente al mundo abrió la puerta a la 
dominación de la naturaleza como recurso ilimitado y disponible a ser extraído y explotado 
en aras de satisfacer sus necesidades de subsistencia pero también las ficticias. 
La cosificación del entorno y la dominación engendraron por un lado la explotación y 
acumulación como bases del incipiente desarrollo capitalista donde todo es rentable y 
vendible, y por otro lado, determinaron la dimensión del pensamiento eurocéntrico y 
colonial a partir de las jerarquías establecida entre los hombres. Es decir, la “necesidad” por 
controlar lo salvaje, la naturaleza, para después poseerlo, fue un criterio que se trasladó 
también a la relación de los hombres hacia las mujeres. 
Un ejemplo de esta reconfiguración de las relaciones sociales puede verse en Europa 
durante el S. XVI- XVII, donde el papel de las mujeres estaba determinado por un criterio 
naturalista, desde el cual se anunciaba una serie de tareas domésticas que se decían innatas 
de la mujer, como la reproducción, la crianza y la guarda del hogar, mientras que el hombre 
se desempeñaba en el trabajo productivo. Rousseau (citado en Amorós, 1990, p. 148) decía 
que; “la superioridad de la fuerza física del varón fundamenta un poder legítimo, de lo cual 
19 
	
  
se sigue, que la mujer está hecha especialmente para complacer al hombre,…por ley de la 
naturaleza”. 
Si bien, la relación y papel social de las mujeres y hombres del momento parecía atender a 
un análisis exclusivamente naturalista, en realidad podemos ver un discurso político y 
social patriarcal (que limitaba y despojaba a las mujeres) que se apoya de una justificación 
naturalista que permitía su naturalización y reproducción sin cuestionamiento. Este modo 
de organizar y concebir el mundo se traslada y profundiza en distintas geografías tras las 
colonizaciones europeas a América Latina, África y Asia, pues con personas genotípica y 
culturalmente diferentes, las jerarquías se agudizan. 
 
Colonialidad del género y la nueva relación entre los sexos 
Según María Lugones (2012) el pensamiento moderno está caracterizado por las dicotomías 
jerárquicas. Dichas dicotomías son centrales en la estructuración social, política y 
económica capitalista a partir de los géneros y las razas. Para ella, los europeos introdujeron 
(del S. XVI al XVIII) la dicotomía racial como elemento discursivo de dominación de otros 
hombres, lo que implicó sembrar en la conciencia de los “indios” y “negros” (de las 
colonias) la diferencia y su posición de sumisión ante el hombre europeo blanco. Los indios 
o negros no eran otra cosa que bestias sin género, amorfos, ambiguos, capaces de cualquier 
actividad, y trabajo. En este sentido, eran totalmente accesibles, especialmente las mujeres 
en el aspecto sexual por el hombre, el colonizador, el ser de razón, poder y dominio. Esta 
misma percepción de las mujeres se enseñó e interiorizó en los indios y los negros, de 
manera tal, que el gusto o reproducción de odio y violencia fueran partedel 
comportamiento con su sexo contrario. 
El hombre europeo moderno no sólo excluyó racialmente a los indios y los negros de la 
categoría hombre sino que negó a las mujeres de dichos grupos y las sometió a la 
domesticación, dominación y cosificación. En este sentido, compartimos lo que dice 
Lugones (2012) cuando expresa que la dominación del capitalismo no sólo es desde la 
vertiente de raza, sino también en función del género y la clase o estrato. La “colonialidad 
de género”, introdujo un sistema de organización social basado en la división y 
estandarización de los cuerpos para la reproducción capitalista a partir de los sexos. 
20 
	
  
Quijano (2000) reafirma este planteamiento asumiendo que las dimensiones de superioridad 
y dominación fueron naturalizadas. Para el caso de las mujeres, la división de actividades 
para la reproducción capitalista consistió en la satisfacción sexual de los hombres y del 
sistema patriarcal. Para ambos casos la mujer cobró una connotación de “cuerpo”, 
facilitándole al sistema patriarcal su utilización y mercantilización en el mercado, el cual 
responde también a una esfera de dominio masculino. 
 
1.2 Capitalismo y patriarcado 
Aunque se han vertido algunas reflexiones respecto a las ideas que fomentaron, por un lado, 
el dominio del entorno y por el otro la reproducción del sistema capitalista, es preciso que 
seamos más enfáticos respecto a lo que es el patriarcado y el papel que ha jugado en lo que 
Pérez (2010) llama una economía pervertida (capitalismo). Cómo es que el patriarcado, 
como forma de organización política, social, económica, ideológica y religiosa basada en la 
idea de la autoridad y superioridad de lo masculino sobre lo femenino, fundamentada a 
través de la socialización de género (Martínez, 2011), y que antecede a los orígenes del 
capitalismo; ha tenido un papel central en el funcionar de la maquinaria del capital. 
El capitalismo, entendido como un régimen basado en la acumulación de riqueza y las 
relaciones de explotación que utiliza o destruye la vida como medio para obtenerla, ha 
diseñado y puesto en marcha las condiciones estructurales idóneas para que hombres y 
mujeres perpetúen el sistema. Así mismo determinó la división sexual del trabajo, 
justificada en un discurso naturalista- patriarcal, que agudizó y mantuvo la desigualdad y 
anulamiento del papel productivo de las mujeres en el trabajo no reconocido de la esfera 
doméstica. A lo que Aragón y Cuahutle (2013) comentan: 
El capitalismo a través de la violencia determinó el rol de la mujer, supeditándola a 
la voluntad del Estado patriarcal y a la del hombre. Su existencia y labor se 
circunscribió a la satisfacción de sus (del Estado y de los hombres) intereses y 
necesidades. El valor de la mujer y sus funciones se atomizaron en el producto de su 
cuerpo, cuya tarea central sería la concepción (reproducción) de la mano de obra 
que nutre y sostiene al sistema capitalista. (p.6) 
 
 
Desde la división sexual del trabajo y la formalización monogámica de las familias de la 
21 
	
  
que habla Engels, en su obra El origen de la familia la propiedad privada y el Estado se 
fomentaron y agudizaron las relaciones de superioridad por parte de los varones hacia las 
mujeres en todos los espacios. Benítez (2014) comenta que esa división sexual aunada a la 
violencia machista disciplinadora del trabajo, se ha ido reforzando actualmente con la 
presencia de las crisis. Las mujeres han tenido que buscar alternativas (que en su dimensión 
positiva se entienden), como los cultivos domésticos, el apoyo de beneficios comunales, el 
trueque, la cooperación y la solidaridad para soportar las crisis, pero en otros casos son 
orilladas a ejecutar actividades basadas en la explotación de su cuerpo. 
El cuerpo (como instrumento o como producto), la sensualidad, la sexualidad, la 
complacencia, el servilismo, la sumisión, las actividades de cuidado y cariño pasan a ser los 
clichés de la identidad y la función de las mujeres hasta el día de hoy. Retomando la crítica 
de Lagarde (1990), en la que impugna esa identidad de asignación (lo que le toca, es su 
naturaleza, para eso sirve, así debe ser) estructural, a la que se nos ha limitado, 
cuestionamos la construcción de las mujeres en función del ser para otros y de otros, dado 
que nos mantiene como sujetas negadas y cosificadas, utilizadas y mercantilizadas, por una 
economía que sobrepone al mercado sobre la vida y por un discurso androcéntrico 
reproducido y vigilado por la cultura. 
A esta vigilancia patriarcal se le puede identificar según Puelo (2005), en forma de coerción 
y de consentimiento. El primero remite a la vigilancia o procuración de que las reglas o 
rígidas normas para hombres y mujeres se hagan cumplir por medio del castigo o hasta la 
muerte, aspecto que desarrollaremos más adelante. El segundo responde a las formas o 
actitudes patriarcales interiorizadas, donde el sujeto mismo será quien busque ansiosamente 
cumplir el mandato, por la dominación social. 
El patriarcado de consentimiento es el que permite la perpetuación de ese discurso y 
modelo. Lamas (1990) en su texto Identidad femenina refiere que desde la familia 
(integrada por hombres y mujeres) se nos enseña a las mujeres aquellas conductas y 
actividades propias, es decir naturales, innatas, de nosotras mismas. Lo que representa una 
paradoja, pues al ser natural, no tendría que enseñarse con tanto rigor y vigilancia. En otras 
palabras, la cultura entendida también como el determinante social, se ha convertido en la 
policía y supervisora de que las conductas y relaciones patriarcales se cumplan. 
22 
	
  
Amorós (1990), haciendo un análisis del papel y percepción de la mujer en la ilustración 
abstrae de Rousseau lo siguiente; 
 …la mujer no es sujeto del contrato social ni participa en la constitución de la 
voluntad general, pues su misma inmediatez hace de ella un ente precívico y 
determina su aptitud como forjadora, en el espacio privado, de las condiciones de 
posibilidad de lo cívico, es decir, como reproductora del ciudadano." Ahora bien, para 
asegurar que cumpla como guardiana de la función reguladora de los valores del 
estado de naturaleza, los varones deberán constituirse en sus guardianes: pues la 
inmediatez, por la que la mujer asumía las connotaciones de naturaleza 
paradigmática, justifica al mismo tiempo que se la haga objeto de una educación 
diferencial y altamente represiva. (Amorós, 1990, p.143) 
 
 
La legitimidad que le da la cultura a estos valores androcéntricos hacen peligroso al 
patriarcado, pues la dificultad para visibilizarlo y combatirlo remite a transformar la cultura 
también. 
Actualmente, los ámbitos y manifestaciones donde ha encontrado cabida el capitalismo se 
han diversificado, ocasionando que se vayan cerrando cada vez más espacios para que 
hombres y mujeres garanticen su subsistencia. 
Las mujeres especialmente han sido perjudicadas por; 
1.- la depredación y acaparamiento del capital sobre los espacios y recursos de 
subsistencia o espacios comunes, 
2.- la marginación y empobrecimiento a la que se les ha orillado social y 
estructuralmente, 
3.- el interés de explotar el cuerpo, la vida y cultura portada en ellas, 
4.- y por los paradigmas de desarrollo que se han aterrizado en políticas, programas 
y estructuras que reproducen esta marginación y dominación patriarcal sobre la humanidad 
pero especialmente sobre las mujeres. 
Es decir, el interés natural de dominio del sistema capitalista aunado a las políticas 
neoliberales y la globalización han puesto en tensión la sostenibilidad de la vida para 
millones de mujeres y hombres. Las grandes industrias, transnacionales y los homo 
economicus, han vuelto inaccesible la tierra, el agua, la educación, la salud entre otros 
bienes comunes para común de la gente. El campo para muchas familias, y sobre todo para 
23 
	
  
las mujeres al ser ellas las mayoresproductoras de alimento en el mundo, ya no garantiza 
su estabilidad económica o mínimamente su sobrevivencia puesto que la competencia 
frente a las agro-industrias, las excluye del mercado. 
Esta situación ha promovido en gran medida que la mujer sea la nueva obrera pero en 
condiciones paupérrimas, que se circunscriben a la percepción salarial precaria y desigual 
frente a la de los hombres, a su desempeño en actividades de subempleo con largas 
jornadas, y limitadas prestaciones y servicios. 
Así mismo, las mujeres han tenido que incursionar en nuevas formas de trabajo itinerante, 
tales como es el trabajo a domicilio, las actividades de ambulancia, el trabajo informal o/e 
ilegal, la migración, entre otras, que son aceptadas por ellas ya que les permite mantener 
flexibilidad en los horarios para cumplir con los cuidados de sus hogares 
Rosalba Todaro (2000) “afirma que también las responsabilidades familiares 
vuelven a las mujeres más vulnerables a la precarización de los empleos, ya que 
muchas veces deben aceptar trabajos de peor calidad, con menor protección laboral 
y de seguridad social, a cambio de flexibilidad para compatibilizar trabajo 
doméstico y trabajo remunerado.”(Citado en: Valdivieso, 2009, p. 32) 
 
A pesar de ser actividades “aceptadas” por las mujeres a causa de su situación (social, 
económica familiar, etc.) debemos reconocer que reflejan las condiciones de desempleo, 
empobrecimiento, desigualdad y oportunidades limitadas provocadas por el modelo 
neoliberal en el que la globalización se ciñe y que rigen la dinámica económica capitalista 
actual, y que afectan especialmente a los países menos desarrollados. 
Por otro lado, el capital y la dinámica globalizadora ha visto en las funciones naturalizadas 
en las mujeres, un abanico de posibilidades para extraer beneficios. Además de mantener el 
trabajo doméstico, como un subsidio al capital, por el conjunto de actividades que 
garantizan la extracción de plusvalía del trabajo no pagado que realiza el hombre en la 
industria; el sistema económico ha diseñado una industria en torno a las actividades 
“feminizadas”, como las maquilas, el mercado de los servicios domésticos, los servicios de 
cuidados, la renta de vientres, el mercado cigüeña, entre otras. Que si bien, todas mantienen 
la esencia servil que se ha dictado para las mujeres, existe otro mercado basado en la 
idealización y cosificación del cuerpo de la mujer. 
24 
	
  
La industria sexual, ha abierto un negocio millonario para muchos actores a partir de la 
mercantilización de la mujer al ras de la satisfacción del deseo y necesidad del otro. Esta 
actividad, se ha basado en la trasformación de mujeres, atendiendo a un prototipo de belleza 
de mercado; la explotación de la imagen erótica de las mujeres, que día a día se vive en los 
medios de comunicación haciéndola ver como un ente deseable y usable; los servicios de 
acompañamiento, prostitución (y explotación del cuerpo) y la pornografía, etc. 
Aguirre (1989) describe a la utilización del sexo como la nueva forma de explotación 
neocapitalista, la cual es sostenida por la sociedad de consumo. En otras palabras, el sexo se 
ha vuelto un negocio. La invasión del sexo y la pornografía en el cine, la novela, la revista 
especializada, la televisión y demás medios de comunicación masiva dan cuenta de ello. 
Esta nueva industria se ha influenciado por las determinaciones de la modernidad y el 
consumo de “bienes-objeto” (objetos muertos) y “bienes-sujeto” (hombres y mujeres 
cosificados), que a su vez son regidos por estándares de lo bello, lo adecuado, lo 
reconocido, lo debido; premisas que detonan el deseo por aquel “bien” y lo hacen 
potencialmente demandado y consumido, como es el caso de un cuerpo femenino bien 
formado. Como lo expresa Oliveira (2006), el cuerpo y agregaríamos la subjetividad, se 
encuentra determinada por las exterioridades de la globalización. Es decir, los modelos de 
belleza se imponen y vuelven vulnerables a muchas mujeres, puesto que su cuerpo está 
condenado a la aceptación o al rechazo de los otros pero también de uno mismo. 
Oliveira (2006) retoma lo que John Berger en El Sentido de la vista analiza, para demostrar 
cómo es que la exhibición de las mujeres a lo largo de la historia de la pintura europea, ha 
hecho que ellas se vean a sí mismas, pero también valoradas por el resto del mundo, como 
algo para ser mirado, accesible y disponible. 
Este análisis resulta importante ya que detrás de este modelo estético y de belleza se está 
fomentando la mercantilización del cuerpo y de la mujer en la industria sexual, de 
pornografía y fantasía sexual, que es a su vez legitimado y reproducido por la cultura 
patriarcal. 
El patriarcado ha dado al sistema capitalista trabajo de subsidio, trabajo sin pago, sin 
reconocimiento, a partir de la división sexista del trabajo. Villareal (1999) comenta; 
La explotación económica de las mujeres, al no pagarse el trabajo reproductivo, es 
25 
	
  
base de su explotación erótica, reproductiva, afectiva, intelectual y cultural. Es 
fuente, en consecuencia, de poderío para los hombres y todas las personas (aún 
mujeres), y las instituciones que se benefician y obtienen ganancias de la extracción 
de trabajo, valor, servicios y bienes de las mujeres. A su vez la sociedad se 
beneficia, porque a través de su trabajo y de otras actividades, las mujeres 
contribuyen al incremento y desarrollo de aspectos y áreas básicas de la economía, 
la sociedad, la cultura y del sistema político. (Villareal, 1999, p.8) 
 
Este modelo económico ha limitado a las mujeres de posibilidades para subsistir y las ha 
marginado a enrolarse en actividades poco dignas pero que resultan redituables al mercado. 
Andrea D´atri (2010) en su artículo El capitalismo y la opresión de las mujeres, resalta que 
las condiciones de desigualdad y opresión de las que millones de mujeres son víctimas en 
este sistema capitalista patriarcal produce una vida de barbarie que ha ido produciendo la 
sobreexplotación de la mujer. 
Investigadoras e investigadores, feministas y no feministas han hecho fuertes críticas 
respecto de las perversiones que este sistema ha engendrado tomando como referente el 
contexto de globalización. Sassen (2003 y 2010) por ejemplo ha comentado que las 
mujeres, han sido actoras estratégicas en la economía global, particularmente refiere a la 
feminización de la supervivencia, al ser la mujer la que incursione de manera forzada en 
circuitos transfronterizos de la economía sumergida. 
Estos circuitos incluyen la trata ilegal de mujeres y niñas para la industria del sexo; 
el tráfico generalmente ilegal de trabajadores migrantes, que es una fuente creciente 
de ganancias para los contratistas legales e ilegales; y, más en general, la migración 
en sí, que se ha transformado en una fuente importante de ingresos económicos para 
los gobiernos de los países de origen. (Sassen, 2010, p.105) 
 
La autora entiende que el resultado final de las actividades al margen de la economía 
sumergida, es una feminización significativa de la supervivencia global tanto para las 
mujeres como para los hogares, los gobiernos, y los actores económicos. Por ello la 
migración global y la trata de mujeres están íntimamente ligadas a las particularidades de 
la actual globalización de las economías, pero también a la cosificación y mercantilización 
de las mujeres tanto en el norte como en el sur. 
La creciente depauperación de gobiernos y de economías enteras ha promovido y permitido 
la proliferación de actividades de supervivencia que implican la migración y la trata de 
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mujeres. Interesantes datos retoma Valdivieso (2009) y Balbuena (2003) para ejemplificar 
esta situación, al referir que las corrientes migratorias prácticamente han pasado a ser 
sinónimo de la creciente precarización de la situación de las trabajadoras emigrantes, que 
alcanzan el 48% de 20 millones delatinos y centroamericanos aproximadamente que se 
encuentran fuera de sus países de origen, situación de la cual el fondo de Población de 
Naciones Unidas en su informe de 2000 señala que 4 millones de mujeres son vendidas 
cada año con tres fines: prostitución, esclavitud, o matrimonio. Este negocio mueve 
anualmente una cifra de entre cinco y siete billones de dólares (Balbuena, 2003 citada en 
Valdivieso, 2009, p. 32) 
Al igual que Lamas (1990), y Sassen (2010), Torre (2011) en su artículo Mujer, dignidad y 
libertad, exalta que estamos viviendo un proceso de cosificación de las mujeres en el que se 
les convierten en mercancías o prestadoras de servicios marginales, originando la 
naturalización y banalización de las prácticas prostituyentes. 
 
1.3 El discurso patriarcal y las construcciones de género para la cosificación y 
mercantilización de la mujer en la explotación sexual 
 
Aunado a que la mujer se encuentre en actividades (de sobrevivencia) marginales por la 
situación económica en su país de origen o su situación individual, está la cultura patriarcal 
(discurso y práctica), la cual ha sostenido la marginación en las mujeres, la cosificación y la 
coerción en ellas para ejecutar prácticas prostituyentes. En el discurso y práctica patriarcal, 
el factor de apropiación, es central. Guillaumin (2005) explica que la apropiación de la 
mujer se ha dado en cuatro formas a) la apropiación de su tiempo; b) la de los productos de 
su cuerpo; c) la sexual y d) la carga física de los miembros inválidos del grupo. Estos 
actores expresan las construcciones desiguales de los géneros y particularmente dos de ellos 
reflejan con claridad la legitimidad que va dando el patriarcado a la cosificación de las 
mujeres para la explotación sexual de las mismas. 
Para el caso de la “apropiación del tiempo”, en el acuerdo matrimonial (y familiar) se han 
atribuido tareas (domésticas) que no tienen temporalidad determinada, pues el 
cumplimiento, mantenimiento y conservación de los bienes y personas del hogar demandan 
múltiples tiempos y espacios. 
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En virtud no de un contrato directo de apropiación como es el caso de la esposa 
(cuya nuda apropiación se manifiesta en la obligación legal —además y primera— 
del servicio sexual), sino en función de la apropiación general de la clase de las 
mujeres que implica que su tiempo (su trabajo) está disponible sin contrapartida 
contractual; y disponible en general y sin distinción. (Guillaumin, 2005, pp.26 -27) 
 
La apropiación del tiempo da cuenta del rol doméstico (como producto también de su 
construcción de género) que se le ha atribuido a las mujeres y que reafirma una percepción 
de ella como servil y complaciente a las necesidades de la pareja y la familia, subsumiendo 
sus deseos y necesidades; y deja ver la desigualdad que se ha generado por las posiciones 
de poder que en la familia y particularmente en el matrimonio se establecen. Al margen de 
las actividades domésticas se concentra el cuidado de los miembros “inválidos” de la 
familia, en el que se ubican a los infantes, los ancianos, los enfermos, etc., lo anterior como 
una reafirmación de su función de cuidadora doméstica. La sobre jornada doméstica 
excluye de cierta manera a las mujeres del ámbito público, puesto que sus funciones y 
tiempos están absorbidos por las funciones en el hogar, lo cual les limita de posibilidades, 
capacidades y habilidades para hacer y ser en el contexto social más amplio. 
Por otro lado, la apropiación de los productos del cuerpo de la mujer, hablan de la 
inminente posesión de los hijos por parte del hombre. En otras palabras, el hombre se 
posiciona como poseedor de la esposa y del número de hijos que él determine tener, pero 
hace responsable de esta función a la mujer. A lo que Guillaumin (2005) comenta; 
…la prueba todavía actual de la apropiación de los productos del cuerpo es que en el 
matrimonio el número de hijos no está sometido a contrato, no está fijado, o 
sometido a la aprobación de la esposa. La ausencia para la mayoría de las mujeres 
de una posibilidad real de anticoncepción y de aborto es la consecuencia de ello. La 
esposa debe tener y tendrá todos los hijos que quiera imponerle el esposo. (p.27) 
 
Esta segunda forma de apropiación nos indica que existe un despojo de la autonomía 
reproductiva de las mujeres ya que las matrices y cuerpos femeninos pasan a ser dominio 
masculino. 
La apropiación sexual puede reducirse al “uso físico, el uso sexual” de la mujer por parte 
del hombre, a lo que la autora dice; 
…una manera nítida de expresar que lo esencial en la relación entre un hombre y 
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una mujer es el uso físico. Uso físico manifestado aquí bajo su forma más reducida, 
más sucinta: el uso sexual. Único uso físico posible cuando el encuentro es fortuito 
y que no existen lazos sociales estables. No es de sexualidad de lo que se trata aquí, 
ni de “sexo”, sino simplemente de uso; ni tampoco de “deseo”, simplemente de 
control, igual que en la violación. (Guillaumin, 2005, p.30) 
 
La autora diferencia entre dos formas de uso físico (y sexual), el primero que refiere al uso 
físico matrimonial, en el que existe un uso obligatorio y justificado que se respalda por el 
contrato de matrimonio. Su importancia es tal, que su no ejercicio es causa de anulación. La 
segunda forma es el uso físico sexual, el cual se vincula más con las relaciones 
prostituyentes en las que hay una venta o coerción del servicio sexual. 
Las formas de apropiación han hecho surgir un lenguaje y reconocimiento hacia la mujer 
como la posesión, la cosa que es de alguien y donde el hombre se posiciona como el dueño. 
En el papel de objeto, emerge un lenguaje propio de los poseedores para adjetivar 
negativamente o positivamente (en función a su utilidad) su pertenencia tal como si se 
tratase de dinero o bienes materiales; comenta Guillaumin (2005, p.33) que frases como: 
“El dinero apesta”, “esto no sirve”, ” te lo vendo”, “te presto mi dinero”, entre otras, se 
trasladaron a la mujer: “las mujeres apestan”, “esta no sirve”, “te la vendo”, “te presto a mi 
mujer”. Es así que las mujeres se hacen menospreciables como los bienes. 
La negación, la invisibilización y la desvalorización hacia la mujer del modelo económico 
patriarcal las ha minimizado a un cuerpo, anulándolas como sujetas y dándoles existencia 
únicamente material, lo que las hace más vulnerables a ser propiedades de uso que por 
obvia relación requiere de un poseedor. 
La interiorización y discriminación hacia la mujer ha dado pie, desde el momento en que se 
le reconocerle como un cuerpo- objeto, a la explotación sexual de las mujeres y niñas, en la 
que la cultura machista basada en el poder masculino patriarcal (Lagarde, 2001) ha puesto 
en “armonía” la relación posesión y poseedor o mujer tratada y padrote. 
El problema se vuelve aun más complejo, cuando la trata de personas se enmarca en una 
dinámica de acumulación por desposesión (como comportamiento natural del fenómeno 
capitalista), donde no solo los objetos pueden ser expropiados para mantener dicha 
acumulación, y en este caso las mujeres en su construcción social de cuerpos y legitimados 
como objetos, son susceptibles para ser explotados y vendidos. 
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La visión minimizada de la mujer en el cuerpo puede fundamentarse claramente con lo que 
Gayle Rubin (1996) expresa con el concepto de “sistema sexo- genero, al decir que el poder 
de los géneros parte de los procesos identitarios y de denominación que son construidos 
socialmente respecto al cuerpo sexuado. Es decir, la construcción social del cuerpo será la 
legitimación del poder del género masculino sobre el femenino, se manifestará a partir de la 
reproducción de actividades y valores que se depositen para cada sexo. 
De esta relación binómica entre posesión y poseedor o cuerpo femenino y explotador se 
entiende que en la economía de mercado, basada en la explotaciónsexual, el hombre según 
Robles (2007) pague por ejercer físicamente su poder y satisfacer sus deseos con las 
mujeres. El uso sexual de la mujer representa una forma de ejercer poder, tal y como se 
analizó en las formas de posesión, y en este sentido, el uso del poder, violento o no, ha 
generado autodisciplinamiento corporal y subjetivo en las mujeres, de manera tal que pueda 
ser explotada “con consentimiento” “o sin consentimiento”, para el trabajo sexual. 
Es decir, según las determinaciones del sexo, automáticamente se confiere poder 
diferenciado en las mujeres y los hombres. 
Las construcciones sociales genéricas naturalizan la marginalidad y violencia en las 
mujeres. Los roles enunciados para ellas van estructurando una identidad subyugada donde 
su sexualidad se ve trastocada, al imponérsele criterios de satisfacción para los otros por 
encima de la propia, haciéndole creer que su obligación y responsabilidad como mujeres es 
hacer placentera la relación sexual para el hombre. 
Inevitablemente nos convertimos en el objeto sobre el cual los hombres descargan 
su violencia reprimida. Somos violadas tanto en nuestros lechos como en las calles, 
precisamente porque hemos sido situadas para proveer satisfacción sexual, para 
actuar como válvulas de escape para todo lo que va mal en la vida de un hombre, 
y a los hombres siempre se les ha permitido volcar su rabia contra nosotras si no 
nos adaptamos al rol asignado.(Federici, 2013: 46) 
 
En acuerdo con Federici (2013), la trata de mujeres parte de esa construcción misógina, que 
asume que la mujer no puede disfrutar del placer que la sexualidad le proporciona pues, 
para las mujeres el sexo es un trabajo y por la cual puede explicarse también legitimidad 
que se le ha brindado a la trata de niñas y mujeres y Phinney (2008), la prostitución y la 
trata constituyen una expresión de misoginia y de racismo; “si bien para algunos varones el 
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acercamiento a la prostitución tiene su origen en el apetito sexual, para otros constituye una 
expresión de misoginia, de racismo, o de ambas cosas (p. 2)”. 
Mariarosa Dalla Costa (2009), explica que “la condición femenina capitalista nace con la 
violencia…la mujer padece (la consiguiente) violencia de verse fagocitada en proporciones 
crecientes, por falta de recursos económicos en el tráfico de la prostitución.” (p. 307). Es 
decir, al ser privada la mujer de desempeñar oficios y medios de producción y subsistencia, 
debido al nuevo sistema de producción capitalista, la prostitución se convierte en un oficio 
ejercido por las mujeres de manera masiva, haciendo de la caracterización social de las 
mujeres un simbolismo social que remite a la prostitución, la cosificación femenina y la 
violencia. 
Hablar de el uso del cuerpo femenino, no sólo expresa la posición patriarcal en el que la 
sociedad, la economía, la política se articula, sino también es una imagen de violencia y 
misoginia, como lo afirman Phiney (2008), Federici (2013) y Dalla Costa (2009). 
 
Hablar de trata es hablar de una violencia patriarcal 
La predominación de los hombres en la explotación forzada de mujeres para el mercado 
sexual es notoria. Hablar de trata sexual es hablar de un negocio masculino. Es un crimen 
organizado por hombres, con miras y propósitos de hombre, con mecanismos de control 
también particulares de los hombres y que tiene fines también masculinos, la satisfacción 
de su deseo sexual. 
Montiel (2009), menciona que los que explotan son delincuentes que utilizan mecanismos 
de poder para reclutar y explotar mujeres y que en su mayoría, se trata de hombres que se 
especializan en estrategias de poder sobre el cuerpo y la subjetividad (de las mujeres) para 
manipular. Así mismo, el Informe Mundial sobre la trata de personas (2012) de la ONU 
publicó que las dos terceras partes del total de las condenas por trata de personas en el 
periodo 2007-2010 eran hombres, aunque también se ha registrado la participación de 
mujeres, sobre todo cuando se habla de la explotación sexual de niñas. 
Lo anterior muestra que la explotación sexual del cuerpo femenino está consumida por el 
dominio patriarcal, en el que la condición de género y sexo se vuelven determinante para 
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ser considerada cuerpo de desfogue sexual. Sin embargo a este análisis habría que incluirle 
dos dimensiones más, la de raza y clase. 
La raza, se convierte en un criterio de selección para quienes consumen los cuerpos de las 
mujeres forzadas a prostituirse y por tanto del tratante. La dimensión de raza se ha volcado 
sobre todo a la geografía latina, plasmándose la idea de que las características físicas y 
temperamentales de las mujeres de esa región inspiran más erotismo. “Los clientes, varones 
caucásicos con regularidad, anuncian a mujeres latinoamericanas como dependientes, 
eróticas y poseídas por un frenesí sexual, lo que indica que se propagan, refuerzan los 
estereotipos racistas y colonialistas”(Phinney, 2008).20 
 La dimensión de clase, por su lado, es un aspecto muy importante para analizar la trata, 
puesto que la pobreza y marginación de las mujeres (aunque no el único criterio de 
atracción), ha sido uno de los principales rasgos de las mujeres en situación de trata. La 
vulnerabilidad socio-económica, hacen a la mujer aun menos visible, y amplía la 
oportunidad por parte del tratante para trasgredir la integridad humana de estas mujeres sin 
que se les culpe o se les castigue. Dice Phinney (2008) que “la pobreza y las desigualdades 
por razones de sexo crean un considerable caudal de reclutas”.21 
Para Phinney (2008), la trata sexual configura una manifestación de persistentes 
desigualdades entre los sexos y de subordinación de la mujer, ya que la mayoría de los 
seres sometidos a la trata sexual son mujeres y niñas de baja condición económica y que 
proceden principalmente de países en vías de desarrollo y trasladadas hacia los más 
poderosos. 
La perspectiva de clase ayuda a explicar las relaciones asimétricas, de violencia, abuso y 
poder de ricos a pobres, de blancos frente a negros o indígenas y de hombres frente a 
mujeres, que desembocan en la explotación sexual de niñas y mujeres jóvenes. 
Las categorías de raza y clase además de ser un criterio de selección de las víctimas y para 
la ubicación de ellas en determinados mercados, son también dimensiones de análisis para 
comprender la complejidad de la trata. 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
20 Phinney , A. (2008). Véase en: 
http://portal.oas.org/Portal/Topic/Comisi%C3%B3nInteramericanadeMujeres/Documentos/Proyectos/Tr%C3
%A1ficodeMujeresyNi%C3%B1os/tabid/737/Default.aspx 
21 Phinney. A. (2008). Op. cit. 
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La posición de la mujer en el desarrollo capitalista 
Pérez (2010) afirma que esas tensiones, marginación y desigualdad en las que se encuentran 
las mujeres, están directamente relacionadas con el hecho de vivir en un sistema que no 
tiene como prioridad la calidad de vida, ni el cuidado de la misma, sino la valorización de 
capital, que además está construido sobre ejes de desigualdad, de forma clave, la 
desigualdad de género y que paradójicamente desarrolla discursos matizados con un rostro 
de benevolencia o brinda opciones al sistema capitalista pero que en realidad nutre las 
dicotomías jerárquicas desde las que se ha sostenido el modelo. El ejemplo más claro es el 
del desarrollo. Solución desde la misma lógica dominante del capitalismo. 
El desarrollo, tiene una carga patriarcal, colonial, capitalista y sexista que fomenta la 
exclusión y la violencia soft o pasiva, al menos el desarrollo occidental, vertical, y 
oficialista, el cual aclararemos para evitar confusiones conceptuales. 
Este concepto se ha planteado como la solución

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