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UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Dedicatoria 
 
Este trabajo está dedicado a mi compañera de siempre: Leticia y a mis 
hijos: Matlatzin Sacnicté y Balam Itzcoatl. 
 
A la memoria de mi Padre: Leobardo Celedón Minguela 
 
A la Memoria de Doña Refugio Escobedo Crispín 
 
A la Selva Lancandona…tan lastimada… a la cual además le pido una disculpa 
por la tardanza en la conclusión de este trabajo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
Este trabajo tiene que agradecer a muchas personas que a lo largo de este decenio 
han colaborado de una u otra manera para su realización. Desde los compañeros que 
me ayudaron en la recopilación de muestras en la Estación de Biología de Chajul: 
Ramón, Cesar, “Chepe”; los compañeros de laboratorio: Manuel, Jan, Tom, Maestra 
Silvia, hasta la “Banda”, es decir, los compañeros de la vida que siempre han estado 
conmigo y seguramente estarán: Edu, Pancho U., Gude, Rayo, Alfredo, Ana, Araceli, 
Doña Carmen, Noe, Paty, María, Lucy, Angélica, Manuel Gabriel, Enrique, Ángeles, 
Paloma, Adriana, Leo, Fede, Jimmy…A todas ellas mil gracias. 
 
A las múltiples sobrinas (os)…de los cuales solo menciono algunas (os): ”Valdo”, 
“Maquis”, Metztli, Cesar, Jean, “Yonis”, Ulises, Adriana, Xael, Uriel, David, Wendy, 
Freddy,… 
 
A mis maestros por la revisión y aportaciones y además por su paciencia del tamaño 
del océano para esperar la conclusión de esta tesis: Dr. Felipe García, Dr. Javier 
Alvarez, Dr. Manuel Maass y Dr. Julio Campo, particularmente agradezco el firme 
apoyo de siempre de la Dra. Christina Siebe, que además de ser mi Maestra en esto 
de los suelos, siempre estuvo presente para la conclusión milenaria de este trabajo. 
Realizando un esfuerzo adicional para no correrme –por mi colgadez- del Instituto 
de Geología al que en su conjunto también doy gracias. 
 
Agradezco particularmente a las Dras. Pilar Larrocea y Silke Cram por las 
observaciones realizadas a esta tesis. 
 
Al Dr. Miguel Martínez y su equipo de trabajo de esos años. 
 
A los Maestros Pilar Alonso y Erick Márquez. 
 
A mi compañera, que nunca ha perdido la esperanza y que a diario me dice por 
donde, dada la miopía manifiesta que tengo para salir al mundo. 
 
A mis chavos, dos, a los dos: Matlatzin Sacnicté y Balam Itzcoatl que siempre me 
están haciendo cosquillas en el alma para no perder la sonrisa ante la vida. 
 
A mis viejos, tan solos…siempre tan solos, con todo mi cariño, sobre todo a mi 
padre que nos dejó hace algunos días. 
 
A la Facultad de Ciencias…entregando un pedido más. 
 
 
 
 
 
 
 
Índice 
 
Contenido Páginas 
 
Agradecimientos i 
Lista de Cuadros ii 
Lista de Figuras iii 
 
1.- Resumen 1 
 
2.- Introducción 3 
 
3.- Objetivos 8 
 
4.- Antecedentes 8 
 
4.1.- Deforestación y práctica de la roza, tumba y quema en las selvas 
 tropicales de América. 8 
4.2.- Impacto del uso de la roza, tumba y quema en las 
 características del suelo 12 
 
4.2.1.- Conversión 12 
4.2.2.- Cultivo 17 
4.2.3.- Descanso 18 
 
5.- Zona de estudio 19 
 
5.1.- Localización 19 
5.2.- Clima 20 
5.3.- Geología 21 
5.4.- Geomorfología 22 
5.5.- Suelos 23 
5.6.- Vegetación 24 
 
6.- Métodos 25 
 
6.1.- Selección de sitios de muestreo 25 
 
6.2.- Trabajo de campo 25 
 
 
 
 
Contenido Páginas 
 
6.2.1.- Profundidad fisiológica 26 
6.2.2.- Capacidad de campo 26 
6.2.3.- Capacidad de retención de agua disponible 26 
6.2.4.- Conductividad hidráulica 26 
6.2.5.- Erosionabilidad 27 
6.2.6.- Nitrógeno disponible 27 
6.2.7.- Humus 27 
 
6.3.- Trabajo de laboratorio 27 
 
6.3.1.- Textura 27 
6.3.2.- Densidad aparente 27 
6.3.3.- Densidad real 28 
6.3.4.- pH 28 
6.3.5.- Carbono orgánico total 28 
6.3.6.- Nitrógeno total (Nt), fósforo (Pt) y potasio totales (Kt) 28 
6.3.7.- Bases intercambiables: calcio, magnesio, potasio y sodio. 28 
6.3.8.- Aluminio e hidrógeno intercambiables 29 
6.3.9.- Fósforo aprovechable 29 
 
6.4 Análisis Estadísticos 29 
 
7.- Resultados 31 
 
7.1.-Historia, cobertura vegetal y usos actuales de las parcelas en la 
 zona de estudio (selva y ejidos) 31 
7.2.- Caracterización morfológica, clasificación y características 
 edafoecológicas de los suelos localizados en las dos zonas 
 de estudio 41 
 7.2.1. Morfología y clasificación en perfiles derivados de Lutitas 41 
7.2.2 Características edafoecológicas en perfiles derivados de lutitas 45 
 7.2.3 Morfología y clasificación en perfiles derivados de areniscas 47 
7.2.4 Características edafoecológicas de los perfiles derivados de 
arenisareniscas 50 
7.2.5 Morfología y Clasificación en perfiles derivados de aluvión 52 
7.2.6. Características edafoecológicas de los perfiles derivados de aluvión 
aluvión 55 
 
 
 
Contenido Páginas 
 
7.3.- Comparación de algunas propiedades físicas y químicas 
 de los suelos de la zona ejidal y la zona de selva 57 
7.3.1.- Perfiles 57 
7.3.2.- Contenido de carbono orgánico 57 
7.3.3.- Contenido de Nitrógeno total 58 
7.3.4.- Fósforo y Potasio total 60 
7.3.5. Calcio, Magnesio y Potasio intercambiables 62 
7.3.6.- Aluminio intercambiable y pH 66 
7.3.7.- Fósforo aprovechable 68 
7.3.8. Densidad aparente 70 
 
7.4.- Muestras compuestas 74 
 
7.4.1.- Contenido de carbono orgánico 74 
7.4.2.- Contenido de nitrógeno total 75 
7.4.3.- Fósforo y Potasio totales 77 
7.4.4.-Contenido de Calcio, Magnesio y Potasio intercambiable 80 
7.4.5.- Contenido de fósforo aprovechable 83 
7.4.6.- pH y Aluminio intercambiable 84 
7.4.7.- Densidad aparente 85 
 
7.5.- Muestras compuestas derivadas de aluvión en selva, 
 acahual viejo, acahual joven y milpa 91 
 
7.5.1. Carbono orgánico 91 
7.5.2.- Nitrógeno total 92 
7.5.3.- Fósforo y Potasio totales 92 
7.5.4.- Calcio, magnesio y potasio intercambiables 94 
7.5.5.- Fósforo aprovechable 96 
7.5.6.- pH 96 
7.5.7.- Densidad aparente 97 
 
8.- Discusión 98 
 
8.1.- Dinámica de nutrimentos (C, N, P totales y bases intercambiables) 
 y pH 98 
 
 
 
Contenido Páginas 
 
8.2.- La estructura y distribución de partículas primarias 108 
 
8.3.- El balance de agua y aire 110 
 
9.- Conclusiones y Perspectivas 113 
 
9.1.- Perspectivas 114 
 
10.- Literatura citada 116 
 
Anexo Descripción detallada de los perfiles de suelo1 123 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 Información contenida en CD 
 
 
Lista de Cuadros 
 
Cuadro Título Página 
 
Cuadro 1. Cambios en el pH (agua), P disponible (mg kg-1), y bases 
intercambiables (meq 100 g -1) en la superficie de suelo después 
de la tumba y quema de un bosque secundario. 17 
 
Cuadro 2. Lista de los sitios muestreados,material parental y su localización 
en la zona de estudio (selva y ejidos). 31 
Cuadro 3. Edad, posición topográfica, secuencia de uso y vegetación y/o uso 
actual de los perfiles de las zonas de estudio ejidal y selva. 
 40 
Cuadro 4. Características edafoecológicas de suelos derivados de lutitas 
ubicados en las zonas selva y ejidos en Chajul, Chiapas. 
 46 
Cuadro 5. Características edafoecológicas de suelos derivados de areniscas 
ubicados en las zonas de selva y ejidos en Chajul, Chiapas. 
 51 
Cuadro 6. Características edafoecológicas de suelos derivados de aluvión 
ubicados en las zonas de selva y ejidos en Chajul, Chiapas. 
 56 
Cuadro 7. Comparación de valores promedio de diferentes variables de los 
perfiles localizados en las zonas de estudio (selva-ejidos) a 20 
cm de profundidad en Chajul, Chiapas. 72 
 
Cuadro 8. Análisis de Varianza en muestras de perfiles a profundidad de 0-
20 cm en zonas (selva y ejidos) y grupos (lutitas, areniscas, 
aluvión) en el área de estudio. 73 
Cuadro 9. Comparación de diferentes variables de muestras compuestas (0-
30 cm) de perfiles localizados en las zonas de estudio (selva y 
ejidos). 89 
Cuadro 10. Análisis de Varianza en muestras compuestas de perfiles a 
profundidad de 0-30 cm en zonas (selva-ejidos) y grupos 
(lutitas, areniscas y aluviones) en el área de estudio. 90 
 
 
 
Lista de Figuras 
 
Figura Título Página 
 
Figura 1. Zonas de Selva (derecha) y Ejidos (izquierda) divididas por el 
cauce del Río Lacantum en el área de estudio cercana a la 
Estación de Biología de Chajul, al sur de la Reserva de los 
Montes Azules, Ocosingo, Chiapas. 
 5 
Figura 2. Pteridium aquilinum (L.) Kuhn o “petatilla” en un área donde fue 
practicada la roza, tumba y quema (zona de ejidos), al sur de la 
Reserva de los Montes Azules. 
 6 
Figura 3. Quemas para fines agropecuarios en la selva Lacandona. 
 10 
Figura 4. Ubicación de la Reserva de Biosfera Montes Azules en el Estado 
de Chiapas, México (tomado de Vázquez-Sánchez, 1992). 
 11 
Figura 5. Profundidad (x ±DS) del suelo a la cual se alcanzaron diferentes 
temperaturas durante la quema (Tomado de Ewel et al. 1981). 
 15 
Figura 6. Localización de la zona de estudio (Tomado de INEGI, 1988). 
 19 
Figura 7. Temperatura ambiente (°C) y precipitación (mm) en la zona de 
estudio. Datos registrados durante el periodo 1990-1995 en la 
Estación de Biología de Chajul. 
 20 
Figura 8. Localización de Sac-Bahlán (Tomado de De Vos, 1987). 
 32 
Figura 9. Vegetación de la zona de sabanas 1 y 2. Se puede observar la gran 
cantidad de Cyperus sp en sotobosque y la presencia de 
árboles. 
 33 
Figura 10. Selva mediana en perfiles sobre areniscas de la zona de selva 
(Huevos Azules (HA), Lomo Miguel (LM)). 
 34 
Figura 11. Selva alta en la zona de aluviones de la selva. 
 35 
Figura 12. Vegetación llamada “navajilla” (Cyperus sp) en la zona de ejidal 
sobre suelos derivados de lutitas. 
 36 
 
 
Figura Título Página 
 
Figura 13. Área utilizada como “potrero” con pastos “signa” inducidos 
(Cynodon plectos (L.)) sobre suelos derivados de areniscas en la 
zona ejidal. 
 36 
Figura 14. Milpas en aluviones de la zona ejidal (al centro). A la izquierda un 
acahual viejo y un acahual joven a la derecha. 
 37 
Figura 15. “Petatilla” (Pteridium aquilinum (L.) Kuhn) en acahual sobre 
areniscas en la zona ejidal. 
38 
Figura 16. Especies vegetales de mayor importancia relativa en las zonas 
 ejidales (Tomada de Méndez, 1999). 
 39 
Figura 17. Criterios de clasificación de suelos localizados en el área de 
estudio. 
 43 
Figura 18. Morfología de suelos derivados de lutitas. 
 44 
Figura 19. Criterios de clasificación de suelos derivados de areniscas. 
 48 
Figura 20. Morfología de suelos derivados de areniscas. 
 49 
Figura 21. Criterios de clasificación de suelos derivados de aluvión. 
 53 
Figura 22. Morfología de suelos derivados de aluvión. 
 54 
Figura 23. Valores promedio de C total a profundidad de 0-20 cm en suelo 
de selva y ejidos. 
 58 
Figura 24. Contenido de Nt a profundidad de 0-20 cm en suelo de selva y 
ejidos. 
 59 
Figura 25. Contenido de Pt a profundidad de 0-20 cm en muestras derivadas 
de lutitas, areniscas y aluvión de selva y ejidos. 
 60 
Figura 26. Contenido de K total en muestras con profundidad de 0-20 cm en 
sitios derivados de lutitas, areniscas y aluvión en las zonas de 
estudio. 
 61 
 
 
 
Figura Título Página 
 
Figura 27. Contenido de Ca intercambiable a profundidad de 0-20 cm en 
perfiles de selva y ejidos en la zona de estudio. 
 63 
Figura 28. Valores de Mg intercambiable a profundidad de 0-20 cm en 
perfiles de selva y ejidos de la zona de estudio. 
 63 
Figura 29. Valores de K intercambiable en muestras a profundidad de 0-20 
cm de perfiles ubicados en selva y ejidos en la zona de estudio. 
 64 
Figura 30. Valores de Al intercambiable a profundidad de 0-20 cm en 
perfiles de selva y ejidos. 
 66 
Figura 31. Valores de pH de 0-20 cm de profundidad en perfiles de selva y 
ejidos en la zona de estudio. 
 67 
Figura 32. Valores promedio de P aprovechable a profundidad de 0-20 cm en 
selva y ejidos de la zona de estudio. 
 69 
Figura 33. Valores promedio de densidad aparente a profundidad de 0-20 
cm en perfiles de la selva y ejidos de la zona de estudio. 
 70 
Figura 34. Valores promedio de C total en muestras compuestas (0-30 cm) 
de selva y ejidos en la zona de estudio. 
 74 
Figura 35. Valores promedio de N total en muestras compuestas (0-30 cm) 
de selva y ejidos de la zona de estudio. 
 76 
Figura 36. Valores de P total en muestras compuestas 0-30 cm en sitios 
derivados de lutitas, areniscas y aluvión en las zonas de 
estudio. 
 77 
Figura 37. Valores promedio de K total en muestras compuestas 0-30 cm en 
sitios derivados de lutitas, areniscas y aluvión en la zona de 
estudio. 
 78 
Figura 38. Contenido de Ca intercambiable en muestras compuestas (0-30 
cm) en perfiles de selva y ejidos en Chajul, Chis. 
 80 
 
 
 
Figura Título Página 
 
Figura 39. Contenido de Mg intercambiable en muestras compuestas (0-30 
cm) en perfiles de selva y ejidos de Chajul, Chis. 
 81 
Figura 40. Contenidos de K intercambiable en muestras compuestas (0-30 
cm) en perfiles de selva y ejidos en Chajul, Chis. 
 81 
Figura 41. Contenido de P aprovechable en muestras compuestas (0-30 cm) 
en perfiles derivados de aluvión en selva y ejidos de Chajul, 
Chis. 
 83 
Figura 42. Valores de pH en muestras compuestas (0-30 cm) en sitios de 
selva y ejidos de Chajul, Chis. 
 85 
Figura 43. Valores de Al intercambiable en muestras compuestas (0-30 cm) 
de selva y ejidos en Chajul, Chis. 
 85 
Figura 44. Valores de densidades aparentes en muestras compuestas (0-30 
cm) de selva y ejidos en Chajul, Chis. 
 87 
Figura 45. Contenido de C total en muestras compuestas (0-30 cm) de selva, 
acahual viejo, acahual joven y milpa en aluviones de Chajul, Chis. 
 91 
Figura 46. Contenido de N total en muestras compuestas (0-30 cm) de 
selva, acahual viejo, acahual joven y milpa en aluviones de 
Chajul, Chis. 
 92 
Figura 47. Contenido de P total en muestras compuestas 0-30 cm en selva, 
acahual viejo, acahual joven y milpa. 
 93 
Figura 48. Contenido de K total en muestras compuestas 0-30 cm de aluvión 
en selva, acahual viejo, acahual joven y milpa. 
 93 
Figura 49. Valores de Ca intercambiable en muestras compuestas (0-30 cm) 
de aluvión en selva, acahual viejo, acahual joven y milpa en la 
zona de estudio.94 
Figura 50. Valores de Mg intercambiable en muestras compuestas (0-30 
cm) derivadas de aluvión de selva, acahual viejo, acahual joven y 
milpa en Chajul, Chis. 95 
 
 
Figura Título Página 
 
Figura 51. Valores de K intercambiable en muestras compuestas (0-30 cm) 
de perfiles derivados de aluvión en selva, acahual viejo, acahual 
joven y milpa. 
 95 
Figura 52. Contenido de P aprovechable en muestras compuestas (0-30 cm) 
de suelos de selva, acahual viejo, acahual joven y milpa en las 
zonas de estudio. 
 96 
Figura 53. Valores de pH en muestras compuestas (0-30 cm) derivadas de 
aluvión en selva, acahual viejo, acahual joven y milpa en Chajul, 
Chis. 
 97 
Figura 54. Densidad aparente en muestras compuestas (0-30 cm) de selva, 
acahual viejo, acahual joven y milpa en Chajul, Chis. 
 97 
Figura 55. Vista aérea de las áreas llamadas “petatillas” dentro de la zona 
de Selva, donde se realizaron algunos perfiles y se localizaron 
“tepalcates” pertenecientes al preclásico maya. 
 110 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 1 
1.-Resumen 
 
En el presente estudio se evaluó el impacto del cambio de uso de suelo a 
través del sistema de roza, tumba y quema sobre las características de tres 
unidades de suelo en la zona sur de la Reserva de la Biósfera Montes 
Azules, Chiapas. Se compararon zonas de selva dentro de la Reserva con las 
zonas agrícolas y ganaderas del área ejidal que la circunda. 
 
En cada zona se delimitaron unidades geomorfológicos (lomeríos de lutitas, 
lomeríos de areniscas y llanuras aluviales del río Lacantum) en fotografía 
aérea, se realizó una verificación en campo del material parental mediante 
barrena de 1 m, identificándose suelos derivados de rocas sedimentarias: 
lutitas, areniscas y suelos derivados de depósitos aluviales. Se escogieron 
tres sitios por tipo de material parental en las dos zonas. Se obtuvieron 9 
sitios dentro de la selva y 9 sitios dentro de la zona de los ejidos. 
 
En el caso de los sitios dentro de los ejidos se investigó la edad de 
aplicación de la roza, tumba y quema. Se realizó un perfil para tomar 
muestras de suelo por horizonte y determinar la calidad de sitio (Siebe, 
1996). En cada uno de los sitios se obtuvo, además, una muestra compuesta 
con barrena de 30 cm. 
 
En el caso de las parcelas con suelos derivados de aluvión, de acuerdo a la 
dinámica de uso que poseen (división del área de cultivo en porciones más 
pequeñas y siembra de cada una de ellas, aproximadamente cada 4 años), se 
tomaron muestras compuestas de sitios con diferente desarrollo de 
vegetación secundaria (acahual viejo y joven) y bajo producción agrícola 
(milpa). 
 
Se determinaron características edafoecológicas (capacidad de aireación, 
capacidad de retención de agua disponible y de campo) en campo y 
características físicas (textura, densidad aparente y real, porosidad) y 
químicas (pH, bases intercambiables, Corg., MO, Nt, Pt, Kt) en laboratorio. 
 
Para el análisis de los datos se realizó un Análisis de Varianza (ANOVA). Se 
calcularon medias ponderadas con los datos de perfiles hasta una 
profundidad de 0-20 cm. Además se analizaron los datos de muestras 
compuestas de 0-30 cm. 
 
Los resultados obtenidos indican un impacto de la roza, tumba y quema en 
las características químicas del suelo, particularmente en el contenido de C 
 2 
orgánico, N total y disponible, materia orgánica, pH, P total y disponible, K 
total y bases intercambiables (Ca, Mg y K). 
 
Aparentemente no hubo cambios en las características físicas (textura, 
densidad aparente). En las características edafoecológicas los cambios 
fueron moderados. 
 
Es necesario considerar la historia de cada uno de los lugares de estudio 
para tener una visión más amplia del impacto que infringe este sistema 
agrícola en las características físicas y químicas de los suelos. 
 
Los diferentes suelos escogidos para este trabajo mostraron 
susceptibilidades distintas y capacidades distintas para recuperarse 
después del disturbio provocado por la roza, tumba y quema (resiliencia). El 
grado de susceptibilidad fue más pronunciado en los suelos derivados de 
areniscas y lutitas y mucho menor en aquellos derivados de aluvión. 
 3 
 2.- Introducción 
 
La roza, tumba y quema es una técnica agrícola que consiste en la tumba de 
bosque primario o secundario, la quema del bosque “tumbado” y la utilización 
del terreno para fines agrícolas durante un periodo continuo de 1 a 4 años. 
Este periodo de aprovechamiento agrícola es alternado con descansos que 
pueden ser hasta de 20 años en condiciones ideales. Sin embargo, en países 
densamente poblados como los tropicales, los periodos de descanso pueden 
ser tan cortos como 3 o menos años. Algunas variaciones de esta técnica 
son, por ejemplo, la utilización de los terrenos abiertos para actividades 
ganaderas, por lo que después de la primera “tumba y quema” se puede 
obtener una cosecha de maíz para autoconsumo o directamente después de 
la “tumba” se introducen pastos o plantaciones forestales. Weischet y 
Caviedes (1993) discutieron las diferentes variedades de aplicación de esta 
técnica resaltando los tiempos de descanso que se dan a la tierra en 
diferentes regiones del mundo, principalmente en los países tropicales. 
 
La roza, tumba y quema está íntimamente relacionada con el problema de la 
deforestación, la cual a su vez implica en muchas ocasiones la pérdida de 
diversidad genética vegetal y animal y la alteración de los ciclos 
biogeoquímicos. Los impactos sobre el clima por el aporte de carbono a la 
atmósfera como consecuencia de las quemas, así como la degradación de los 
suelos de bosques “tumbados”, son de especial importancia debido a su 
influencia global (Fujisaka et al. 1996). 
 
El estudio de los efectos de la roza, tumba y quema es relativamente 
reciente (aprox. hace 40 años). Hasta las dos últimas décadas -en las cuales 
se han integrado conceptos como sustentabilidad-, se ha resaltado la 
necesidad de dirigir estudios que integren las relaciones entre el suelo y la 
vegetación, así como aquellos que retomen los usos y manejos tradicionales 
en su ejercicio. 
 
Los impactos de la roza, tumba y quema a nivel local referidos en la 
literatura son principalmente: (a) sobre el ciclaje de nutrimentos, el cual se 
produce por la tumba y quema de la vegetación (Jordan, 1989), (b) en la 
alteración de las propiedades físicas (estructura y textura) y químicas pH, 
carbono orgánico (Corg), nitrógeno total (Nt) y capacidad de intercambio 
catiónico (CIC) del suelo, (c) en la pérdida de suelo por erosión (Kleinman et 
al. 1995) y de fertilidad por lixiviado de micro y macronutrimentos en suelos 
localizados en topografías con alto grado de inclinación (Juo y Manu, 1996), 
 4 
(d) la destrucción de la microbiota del suelo (Deka y Mishra, 1983) y (e) la 
disminución de la viabilidad y su almacenamiento del banco de semillas de la 
vegetación nativa de cada sitio (Ewel et al. 1981, Uhl, 1987). Este último 
punto es de suma importancia ya que la eliminación del germoplasma 
involucra la deforestación permanente de estos sitios. 
 
A pesar de las innegables modificaciones que la roza, tumba y quema 
provoca a nivel global y local en los sistemas naturales, su uso está 
aumentando debido a la alta demanda de tierras para cultivo 
(particularmente en las regiones tropicales). En América Latina, los 
problemas por deforestación provocados por roza, tumba y quema citados 
por Houghton et al. (1991), son más altos que en África o Asia. Skole y 
Tucker (1993), realizaron estudios sobre el alto grado de deforestación en 
Brazil particularmente en la zona de la Amazonia por roza, tumba y quema. 
 
En México, hasta 1995 se reconoció la transformación de la selva en áreas 
ganaderas de 3 000 000 ha citadas tán sólo para el estado de Chiapas 
(Villafuerte y García, 1997). El Colegio de Frontera Sur ha calculado que en 
50 años, el estado de Chiapas perderá la mayorextensión de Bosques de 
México. 
 
En el presente estudio se evaluó el impacto del cambio de uso de suelo a 
través del sistema roza, tumba y quema sobre las características 
edafoecológicas de tres unidades de suelo en la zona sur de la Reserva de la 
Biosfera Montes Azules, Chiapas. Para ello se compararon zonas de selva 
dentro de la Reserva con zonas agrícolas y ganaderas del área ejidal que la 
circunda (Figura 1). 
 
En ambas zonas se analizaron las características físicas, químicas y 
edafoecológicas (contenido de nutrimentos, capacidad de retención de agua 
y capacidad de circulación de aire) de tres unidades de suelo que contrastan 
por haberse desarrollado a partir de materiales parentales distintos: 
aluvión, lutitas y areniscas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
 
Selva
Río
 Lac
ant
ún
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 1. Zonas de Selva (derecha) y Ejidos (izquierda) divididas por el 
cauce del Río Lacantum en el área de estudio cercana a la Estación de 
Biología de Chajul, al sur de la Reserva de los Montes Azules, Ocosingo, 
Chiapas. 
 
La Reserva Natural de la Biósfera Montes Azules hoy en día presenta una 
cobertura de selva mediana subperennifolia y subcaducifolia. Posiblemente 
ha sido alterada durante tres épocas históricas: a) por los “mayas antiguos”, 
hace aproximadamente 1200 años en el Clásico tardío (Ekholm, 1992), b) por 
los mayas-lacandones hace aproximadamente 400 años (De Vos, 1993) y por 
la extracción de madera a mediados del siglo XIX (De Vos, 1996). 
 
La zona ejidal presenta la misma historia de alteración que la reserva, pero 
además en ella se realiza roza, tumba y quema desde hace aproximadamente 
20 años con la llegada de campesinos de diferentes partes de la República. 
Hoy en día presenta una cobertura de milpa dominantemente en las terrazas 
aluviales y de pastizales y acahuales en los terrenos sobre lomeríos. La 
cobertura de selva ha desaparecido en esta zona en un alto porcentaje de 
su superficie. 
 
Suazo (1998) refirió datos de hasta 3 600 ha (360 km2) de superficie 
ocupada por Pteridium aquilinum (L.) Kuhn en la región comprendida entre 
Marqués de Comillas y la parte ubicada más al sur de la Reserva de Biosfera 
Montes Azules (región Chajul). Pteridium aquilinum (L.) Kuhn es una especie 
 6 
invasora en estos ecosistemas que es favorecida por los disturbios 
provocados por deforestación y/o agricultura trashumante como la roza, 
tumba y quema (Velásquez-Montes, 2001). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 2. Pteridium aquilinum (L.) Kuhn o “petatilla” en un área donde fue 
practicada la roza, tumba y quema (zona de ejidos), al sur de la Reserva de 
los Montes Azules. 
 
 7 
De acuerdo a la experiencia empírica de los campesinos de la zona ejidal, 
sabemos que existen diferencias en cuanto a producción agrícola entre cada 
una de las unidades de suelo de la zona de estudio, esto repercute en el uso 
final que cada suelo tiene. De esta manera, la observación y práctica 
cotidiana les ha demostrado que los suelos derivados de lutitas y areniscas 
en la primera cosecha tienen una producción agrícola relativamente pobre 
(1.1 y 2.1 t ha-1 de maíz en areniscas y lutitas respectivamente). 
Posteriormente se empobrecen aun más por lo que el tiempo de uso de estos 
sitios se restringe después de la primera cosecha hasta ser destinados 
como potreros o simplemente se deja crecer el acahual. A diferencia de lo 
anterior, los suelos derivados de aluvión tienen una producción agrícola 
mayor a las 2.16 t ha-1 de maíz por siembra dos veces al año, por lo que son 
los suelos que en su mayoría se utilizan durante periodos más extendidos 
para las actividades agrícolas (comunicación oral de campesinos de la zona, 
1995). 
 
Estudios realizados en la zona de interés (Siebe et al. 1995), han 
determinado que algunas diferencias entre los patrones de distribución de 
la vegetación responden a diferencias en tipos de suelo (principalmente en 
aluminio intercambiable, pH y constitución textural). Estas diferencias 
entre los suelos provocadas por sus características físicas, químicas y 
biológicas (Szabolcs, 1994), marcan su comportamiento particular ante un 
disturbio inducido. En este sentido, la capacidad de un suelo a recuperarse y 
regresar a las condiciones primarias propias o intrínsecas particulares 
después de estar sometido a stress y/o un disturbio inducido, es definida 
como la resiliencia de un suelo (Eswaran, 1994). Las unidades de suelo que 
tenemos en el presente estudio, definitivamente tienen una respuesta 
particular al disturbio inducido por la roza, tumba y quema. 
 
En el presente trabajo se consideró como hipótesis general que la roza, 
tumba y quema provoca o infringe un efecto diferencial en la fertilidad de 
cada unidad de suelo (suelos derivados de lutitas, areniscas y aluvión) y 
provoca una respuesta diferente debido a las diferencias intrínsecas que el 
material parental impone en cada uno de ellos en sus características físicas 
y químicas. Estas a su vez repercuten en: 
 
a. El balance de nutrimentos (carbono y nitrógeno total y bases 
intercambiables) y pH. 
b. La estructura y distribución de partículas primarias (textura). 
c. El balance de agua y aire. 
 8 
De esta manera y considerando las características de los suelos derivados 
de areniscas, suponemos que son los más susceptibles al efecto de la roza, 
tumba y quema, seguidos por los suelos derivados de lutitas, mientras que 
los menos susceptibles son aquellos derivados de aluvión. 
 
 8 
 
 
3.- Objetivo. 
 
 
Evaluar el impacto provocado recientemente (20 años o menos), por el 
sistema agrícola de la roza, tumba y quema sobre las características físicas, 
químicas y edafoecológicas de las diferentes unidades de suelo presentes en 
la zona de estudio, comparándolas con aquellas situadas dentro de la 
Reserva de la Biósfera Montes Azules. 
 8 
4.- Antecedentes. 
 
4.1.- Deforestación y roza, tumba y quema en las selvas tropicales de 
América. 
 
El trópico húmedo cubre el 40 % del área total de la tierra. La mayoría de 
esta región posee una alta tasa de crecimiento poblacional. En contraste a 
las presiones demográficas, el recurso suelo de los trópicos es limitado en 
extensión geográfica, desigualmente distribuido y frágil para el cultivo 
intensivo en estos climas. Oxisoles y Ultisoles (que equivalen a Ferralsoles, 
Plintosoles, Acrisoles y Lixisoles en el sistema clasificatorio de la Base 
Referencial Mundial del Recurso Suelo de 1998) son los principales suelos 
de los trópicos húmedos y se caracterizan por estar altamente 
intemperizados, ser ácidos (con pH cercano al 5) y poseer bajas reservas de 
nutrimentos disponibles para las plantas. Estos suelos cubren un tercio de 
los trópicos húmedos del mundo (Lal, 1995). 
 
En México las zonas correspondientes al trópico cálido húmedo, se ubican en 
altitudes entre los cero y mil metros sobre el nivel del mar, con 
precipitación pluvial entre dos mil y cinco mil milímetros anuales y 
temperatura media anual de 20º C. Las zonas cubren desde San Luis Potosí, 
pasando a lo largo del estado de Veracruz y algunas regiones limítrofes de 
Hidalgo, Puebla, Oaxaca y Yucatán, hasta el norte y noroeste de Chiapas, 
algunas porciones de Tabasco y buena parte de la península de Yucatán. 
 
El trópico mexicano comprende 392 municipios de 12 estados de la 
República, cubre una superficie de más de 21 millones de hectáreas. Se han 
registrado más de cinco mil doscientos núcleos agrarios, entre ejidos y 
comunidades indígenas, que se extienden por más de 10 millones de 
hectáreas, es decir, la mitad del territorio del trópico húmedo (Ordóñez, 
1997). 
 
La deforestación de las selvas tropicales de América Latina durante el 
transcurso del siglo pasado fue más alta que África o Asia, alcanzando hasta 
43 000 km2 año-1. Del total de bosque que existía en 1850, cifra cercana a 
los 370 millones de hectáreas, un 28 % fue transformado hasta 1985. De 
esta área el 44 % fue convertidoen pastizales, 25 % en tierras de cultivo, 
20 % ha sido degradado y 10 % fue utilizado para agricultura por roza, 
tumba y quema (Houghton et al. 1991). 
 
 9 
En México, con el levantamiento de la veda para la explotación de la madera 
en el estado de Chiapas entre 1994 y 1996, March (1997) describió una 
sobreexplotación forestal, un explosivo incremento del contrabando de 
maderas preciosas y la invasión de terrenos que pertenecen a la Reserva de 
la Biosfera Montes Azules para fines agrícolas. De 1991 a 1995, la 
superficie de pastos y praderas se incrementó en el estado en cerca de 
27%, de tal forma que para 1995 se reconoce oficialmente una superficie 
ganadera de casi 3 000 000 ha (Villafuerte y García, 1997). 
 
De mantenerse los actuales índices de deforestación, se estima que en 50 
años más, Chiapas perderá la mayor extensión de bosques tropicales de 
México. El Colegio de la Frontera Sur, señaló que en 15 años (1979–1991) la 
deforestación promedio anual en las selvas tropicales y bosques templados 
de Chiapas fue de 60 411 ha año-1 y la pérdida del 1.9 % anual de sus bosques 
y selvas. Para ser más exactos, de 1977 a 1995 se han destruido 585 000 ha 
de la Selva Lacandona y de 1 836 611 ha correspondientes a la misma región, 
hasta 1996 sobrevivían poco más de 500 000 ha de selva primaria en buen 
estado de conservación (Balboa, 1996)1. En la Figura 3 se pueden observar 
las quemas en esta zona y la pérdida de bosque por la tala para esos fines. 
 
1 Especialistas del Colegio de la Frontera Sur y del Instituto de Historia Natural aseguran que a partir de que el 
ex presidente Carlos Salinas de Gortari autorizó levantar la veda forestal en distintas regiones del estado de 
Chiapas, los índices de deforestación se incrementaron en forma alarmante (Balboa, 1996). 
 10 
 
La zona de la Selva Lacandona (donde está ubicada la Reserva de los Montes 
Azules), ha sido una zona que a través de los siglos ha sufrido alteración por 
la edificación de ciudades o para actividades agrícolas. Ekholm (1992), 
describió por lo menos veinte sitios de interés arqueológico que pertenecen 
a diferentes periodos de la cultura maya. La misma autora ha identificado 
hasta ahora tres sitios con vestigios pertenecientes al Clásico maya 
cercanos a la zona de estudio: Tzendales, Blom y La Palma. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 3. Quemas para fines agropecuarios en la selva Lacandona. 
 
De Vos (1992)2 indicó, a partir de una rigurosa revisión histórica, la 
presencia de la etnia Lacandona en la zona de estudio a partir de 1585, 
fecha en que emigraron de su ciudad de origen llamada Lacam-Túm (Gran 
peñón), ubicada al noroeste de la Reserva, en la actual laguna Miramar. Las 
referencias históricas mencionan la presencia de dicha vegetación por lo 
menos desde 1605. Esto indica que quizás la existencia de esta vegetación 
 
2 Los lacandones se aposentaron en la zona fundando una nueva ciudad a la que llamaron Sac-Bahlán (Jaguar 
blanco), debido a la abundante presencia del árbol Sac-Bahlán-Té o Palo María (también llamado Barí), del cual 
extraían pigmentos que utilizaban para teñir sus ropas. Fundaron también dos poblados más pequeños llamados 
Map y Pet. Llama la atención que en la zona existan parches con vegetación a la cual se ha llamado petatilla 
(Pteridium aquilinum (L.) Kuhn ); esta vegetación de acuerdo a algunos autores como Suazo (1998) y Velásquez-
Montes (2001), invade el suelo después de la alteración de la vegetación original por el uso del fuego. En la zona de 
estudio se han encontrado a su vez “tepalcates” (experiencia personal), lo cual nos indica una posible actividad 
humana en el lugar. 
 
 11 
se remonta a tiempos anteriores a la llegada de los Lacandones o por lo 
menos, provocada por éstos cuando habitaron en estas áreas. 
 
El 12 de enero de 1978 se decretó a una porción de tierra de la Selva 
Lacandona como Reserva de la Biósfera Montes Azules con una superficie 
de 331 200 ha (DOF, 1978) (ver Figura 4). Esto ocurrió más por un instinto 
de conservación o sobrevivencia y sin ningún estudio previo, sin consultas a 
la población, sin ninguna zonificación y estableciendo una normatividad muy 
general, sin medidas efectivas de protección al ambiente (Vásquez-Sánchez, 
1992), 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 4. Ubicación de la Reserva de Biósfera Montes Azules en el Estado 
de Chiapas, México (Tomado de Vázquez-Sánchez, 1992). 
 
 12 
Las deficientes medidas de control sobre las actividades agrícolas y 
forestales de pobladores desplazados hacia esas zonas y la presión que 
ejercen por la ocupación de nuevas tierras para cultivo, aunado a los 
constantes titubeos gubernamentales sobre su administración, han 
provocado que más del 10 % (33 000 ha) haya sido deforestado3 (Vásquez-
Sánchez, 1992). 
 
 
4.2.- Impacto del uso de la roza, tumba y quema en las características 
edafoecológicas de los suelos de los ecosistemas tropicales. 
 
La roza, tumba y quema infringe diferentes impactos al suelo durante su 
práctica. Kleinman et al. (1995) identificaron tres diferentes etapas del 
proceso: conversión, cultivo y descanso. A continuación se considerará esta 
clasificación para su revisión más detallada. 
 
4.2.1.- Conversión. 
 
En la conversión, la “tumba” y “quema” de la vegetación sirve para eliminar 
la sombra del dosel con el fin de evitar pestes en el cultivo y para liberar 
nutrimentos almacenados en la biomasa vegetal, haciéndolos disponibles al 
futuro cultivo. Fölster (1986) estimó que la contribución de nutrimentos a 
partir de la biomasa del dosel arbóreo es alrededor del 50 a 80 % de la 
fertilidad total del sistema en bosque tropical. Sin embargo, no puede pasar 
desapercibido que buena parte del azufre y nitrógeno proviene de la 
microbiota edáfica (Ewel et al. 1981). Quizás el impacto más importante que 
la roza y tumba infringe al ecosistema, es la alteración del reciclaje natural 
de nutrimentos y la pérdida acelerada de estos elementos. 
 
Comúnmente, la presencia de los restos vegetales “tumbados”, sirven para 
proteger el suelo de la erosión, sin embargo, al ser quemados se pierde esta 
cubierta protectora y los parches desnudos de la superficie del suelo son 
afectados por los rayos del sol y la precipitación que incide directamente 
sobre éstos. La eliminación de la protección del dosel de los árboles puede 
aumentar la temperatura de la superficie del suelo y estimula la pérdida de 
nitrógeno por volatilización a la atmósfera (Christiany, 1986; Lal, 1987), 
 
3 El crecimiento poblacional en el Municipio de Ocosingo, en el cual se encuentra la Reserva, se ha sextuplicado, 
contando actualmente con más de 120 000 habitantes. Lo anterior provoca que dentro de los límites de la Reserva 
existan más de 10 742 pobladores agrupados en 18 asentamientos. Parte de este crecimiento poblacional ha 
obedecido a la inmigración de pobladores de los Altos de Chiapas o pobladores de distintas regiones del país, a la 
dotación de tierras en la zona de Marqués Comillas y a la inmigración de refugiados guatemaltecos en los años 
ochentas (Lazcano-Barrero et al. 1992). 
 
 13 
aumentando la tasa de disminución de materia orgánica (Van Wambeke, 
1992). 
 
La concentración de actividades humanas durante la roza y tumba, así como 
la caída de árboles, repercute en las características físicas del suelo. Por 
ejemplo, la densidad aparente en suelos volcánicos de Guatemala se 
incrementó de 0.56 a 0.66 g cm-3 en los 10 cm superficiales del suelo 
después de la roza-tumba y decreció de 0.74 a 0.70 g cm-3 después de 3 a 5 
años de abandono (Sánchez, 1976). Mientras que Allegre y Cassel (1996) 
encontraron que la densidad aparente se incrementó de 1.4 a 1.6 g cm-3 en 
los primeros 20 meses después de la tumba practicada en un bosque 
secundario y no encontraronincrementos de este parámetro en los 100 
meses posteriores. 
 
En lo referente a las poblaciones de microorganismos, la roza y tumba, 
también modifica su crecimiento normal, alterando los ciclos biológicos de 
los diferentes grupos que se encuentran en el suelo (Ewel et al. 1981). Uhl 
(1987) encontró que esta modificación en los grupos microbianos del suelo 
favorece la germinación de diversos grupos de plantas, sobre todo malezas. 
 
La importancia de la quema radica en la aportación directa de los 
nutrimentos almacenados en la biomasa vegetal. Esto tiene consecuencias 
considerables en la fertilidad del suelo (Palm et al. 1996; Ramakrishnan, 
1992) ya que se posibilita la disponibilidad de los nutrimentos y la absorción 
de éstos por el cultivo mediante el aporte de ceniza. La contribución de 
nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio ha sido documentada por 
diferentes autores como se observa en el cuadro 1. 
 
La quema tiene consecuencias también en el material parental. Si ésta es 
intensa, las cenizas pueden infiltrarse en los suelos, sobretodo si son 
arenosos, hasta los horizontes subsuperficiales. De esta forma, se pueden 
formar capas impermeables entre 2.5 y 23 cm de profundidad que pueden 
reducir la permeabilidad del suelo (Alegre y Cassel, 1996). Las altas 
temperaturas volatilizan la mayor parte del nitrógeno, el azufre y el 
carbono en cantidades hasta de 21 t ha-1 de C, como lo estimó Andriesse y 
Schelass, (1987). 
 
La materia orgánica del suelo también se pierde (Aweto, 1981; Juo y Manu, 
1996) aunque algunos autores como Kotto-Same et al. (1997), mencionaron 
que la pérdida de materia orgánica varía de acuerdo al tipo de suelo y a la 
intensidad en el tiempo de la quema. El mantillo es destruido al ser expuesto 
 14 
a la erosión eólica e hídrica, por lo que la retención de agua y nutrimentos 
para la absorción de las plantas es alterada. El resultado puede ser un 
encostramiento de la superficie, como lo describen Kleinman et al. (1995) en 
Ultisoles y Alfisoles. 
 
Juo y Manu (1996) señalaron las alteraciones en la estructura provocadas 
por la quema. Estos autores consideraron las afectaciones básicamente en 
dos niveles: 
a. Ciclaje interno, liberación de nutrimentos a partir de la descomposición 
de la hojarasca. Los suelos ácidos, pobres en bases intercambiables 
dependen, según los autores, del ciclaje interno. 
b. Ciclaje mixto, que involucra el aporte de nutrimentos del suelo y de la 
hojarasca. 
Los elementos de importancia para el buen funcionamiento del reciclaje 
interno son: (i) el sistema bifásico de flujo de agua (macroporos: flujo de 
agua rápido; microporos: flujo de agua más lento y sistema utilizado para el 
flujo de los nutrimentos liberados por la hojarasca) y (ii) la carga positiva 
característica del subsuelo, la cual puede acelerar o disminuir la velocidad 
de lixiviado de los aniónes como los nitratos (NO3- ) y sulfatos (SO42-) (Juo 
y Manu, 1996). 
 
La quema altera estos sistemas de flujo de agua y aire. Andriesse y 
Koopmans (1984) han concluido que los cambios significativos en las 
propiedades del suelo se presentan cuando la temperatura de la quema 
sobrepasa los 150º C. 
 
Ewel et al. (1981) encontraron, en experimentos llevados a cabo en 
Andosoles de Costa Rica, que a 2 cm por arriba de la superficie del suelo, 
una quema puede alcanzar hasta 200 ºC. Sin embargo, el suelo mineral no 
fue afectado ya que las temperaturas alcanzadas a 1 cm de profundidad 
fueron de 100 ºC y a 3 cm fueron menores a los 38 ºC. En el mismo artículo, 
discuten como los efectos negativos reales sobre el suelo son mínimos y 
supeditan estas conclusiones a la calidad y cantidad del combustible y el 
contenido de humedad de la biomasa quemada y a la duración de la quema. 
 
 
 
 
 
 
 
 15 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 5. Profundidad (x±DS) del suelo a la cual se alcanzaron diferentes 
temperaturas durante la quema (Tomado de Ewel et al. 1981). 
 
Sánchez (1976), apuntó cómo la presencia de partículas de carbón de leña 
de tamaño variable, pueden cambiar el color del suelo, particularmente en 
suelos arenosos, e incrementar así la capacidad de calor de dichos suelos. 
Sin embargo, Kotto-Same et al. (1997) señalaron que los restos de 
vegetación depositados en el suelo sirven a largo plazo como verdaderos 
reservorios de nutrimentos. Uhl (1987), describió problemas en la 
germinación, emergencia, desarrollo de plántula, absorción de nutrimentos y 
agua debido a las altas temperaturas del suelo en el orden de 67 a 310 °C en 
la superficie y 48 a 199 °C a 1 cm de profundidad. De acuerdo a este autor, 
la quema tiene un efecto definitivamente mortal en el banco de semillas de 
la zona sometida (Uhl y Saldarriaga, 1986). 
 
La textura del suelo también puede verse afectada por la elevación extrema 
de la temperatura. El resultado de análisis mecánico en Vertisoles de India 
 16 
Central, muestra un "aligeramiento" de la textura del suelo, concluyendo que 
el fuego redujo su estado coloidal al incrementar la proporción relativa de la 
fracción gruesa. El efecto es debido en parte, a que las arcillas se 
convierten en arenas por fusión y en parte, a que las arcillas son removidas 
preferentemente por la escorrentía y la erosión acelerada por el fuego 
inducido (Andriesse y Schelaas, 1987). Ewel et al. (1981) mencionaron que el 
efecto de fusión de arcillas se lleva a cabo cuando la quema sobrepasa los 
400ºC. 
 
En lo referente al pH, autores como Christianty (1986), Kleinman et al. 
(1995) y Ohta et al. (1995) concordaron en cómo esta variable aumenta en 
los primeros años posteriores a la quema y esta elevación en el pH, perdura 
en base a la capacidad de amortiguamiento del suelo (de 3 años hasta 20 
años en Andosoles), además de producirse una disminución en la saturación 
de aluminio, lo cual significa un beneficio sobre todo en suelos ácidos. Sin 
embargo, también se produce un decrecimiento del pH gradual con el tiempo 
debido al lavado de bases y a la absorción de éstas por parte de los cultivos 
sucesivos (Juo y Manu, 1996). 
 
Por otro lado, el nitrógeno total decrece en relación a la duración de la 
quema. Sin embargo, la combinación de altas temperaturas, el suministro de 
nutrimentos y los cambios en el pH originados por la disminución de la 
cubierta vegetal y la depositación de cenizas en la superficie quemada, 
favorecen, según algunos autores como Jordan (1989), a la fijación 
simbiótica de nitrógeno. La actividad de algunas bacterias fijadoras de 
nitrógeno aumenta de manera proporcional al incremento del pH (Palm et al. 
1996), así como el P, Ca, Mg, y K, como se observa en el Cuadro 1, (Juo y 
Manu, 1996). 
 
El efecto fertilizador de las cenizas se pierde por los siguientes factores: 
a) la carencia de una cubierta vegetal, la cual incrementa la pérdida de suelo 
durante tormentas en terrenos con pendientes. El efecto repercute 
también sobre el espacio radicular, disminuyendo la capacidad de retención 
de agua del suelo (Siebe et al. 1995); b) el incremento en la frecuencia del 
cultivo, lo cual deja una destrucción gradual del sistema de macroporos, por 
lo que altera la infiltración del agua de lluvia e incrementa la pérdida de 
ceniza por escorrentía y lavado; c) la quema y el cultivo continuo que 
aumentan la destrucción del mantillo, en la descomposición de la materia 
orgánica humificada del bosque primario y reduce la contribución de los 
procesos microbianos en el reciclaje de nutrimentos (Juo y Manu, 1996; 
Palm et al. 1996). 
 17 
Localidad pH P Ca Mg K
Nam Phrom, Tailandia antes de la quema 6,2 1,4 17 5,6 0,5
despues de la quema 7,2 7,7 36,3 7,5 1,9
Kade, Ghana antes de la quema 5,2 9,8 5,7 1,2 0,4
despues de la quema 7,9 30 17,9 2,7 2,0
Yurimaguas, Perú antes de la quema 4,0 12 1 0,3 0,3
despues de la quema 4,7 23,7 2,3 0,6 0,4
Onne, Nigeria antes de la quema 4,3 1,3 0,3 0,2
despues de la quema 5,0 3 0,9 0,3
Ibadan, Nigeria antes de la quema 6,0 4,7 5,9 1,6 0,3
despuesde la quema 6,3 20,7 7,5 1,9 1,0
La profundidad de las muestras de suelo es de: 0-5 y 0-7 cm.
Se usaron diferentes métodos para la extracción de P, incluyendo el Bray No. 1 y 2 y Prueba de Olsen.
El tiempo de muestreo fue de 1 mes despues de la quema.
Cuadro 1. Cambios en el pH (agua), P disponible (mg kg-1) y bases intercambiables (meq 100g-1) en la 
superficie del suelo despues de la tumba y quema de un bosque secundario.
(Nyey-Greenland, 1960, Sánchez et al . 1983, Kyuma et al. 1985, Kang y Juo, 1986) Tomada de Juo y Manu, 1996.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ewel et al. (1981) señalaron que la regeneración del bosque también se ve 
afectada por la quema debido a la destrucción del germoplasma nativo y el 
acondicionamiento favorable de la fertilidad para el crecimiento de especies 
invasoras. Suazo (1998) comenta la invación de terrenos “tumbados y 
quemados” de selvas tropicales en el sur de México por Pteridium aquilinum 
(L.) Kuhn, una maleza que a pesar de no ser nativa de regiones neotropicales, 
recurre hoy en día en ellas, debido entre otras cosas al uso del fuego en las 
quemas de la vegetación “tumbada” y a las características de los suelos con 
bajo pH y carencias en los contenidos de fósforo aprovechable. El fuego, 
condiciona el terreno para el establecimiento del esporofito de esta maleza. 
Pteridium aquilinum (L.) Kuhn una vez que se establece, es capaz de 
“arrestar” la suceción secundaria y no permitir el desarrollo de la selva. 
 
4.2.2.- Cultivo. 
 
Existe una amplia gama de tipos y procesos de cultivo lo que representa 
igualmente una variedad de impactos al suelo. Lal (1987) y Kleinman (1995) 
coinciden en la opinión de que la materia orgánica generalmente declina en 
esta etapa, por lo que, en consecuencia, la CIC y el pH también se ven 
afectados. En general, como consecuencia del cultivo se produce un aumento 
en la acidez del suelo, un descenso en los niveles de nutrimentos, en 
particular el N y el P, una degradación de la estructura y porosidad y por 
consecuencia un descenso en la capacidad de infiltración del suelo. 
 
 18 
Uhl y Murphy (1981) encontraron que en Oxisoles y Espodosoles de 
Venezuela, el cultivo removió entre el 3 y 10 % del total de nutrimentos del 
sistema. Las prácticas de cultivo pueden aminorar los efectos negativos 
sobre las características del suelo. La rotación de cultivos y la no utilización 
de maquinaria en el barbecho, entre otras prácticas, ayudan en el mismo 
sentido (Sánchez et al. 1983). 
 
 
4.2.3.- Descanso. 
 
Esta etapa se caracteriza por el abandono del campo de cultivo. La idea 
original se basa en la recuperación de los niveles de nutrimentos perdidos 
durante las etapas anteriores -de ahí, se dice que la tierra “descansa” -. Los 
principales problemas a los que se enfrenta el sistema agrícola de roza, 
tumba y quema, se producen por la insuficiencia en tiempo de las etapas de 
descanso de la tierra, provocada principalmente por las presiones de tipo 
social. Zinke et al. (1978) encontraron que los acortamientos en los periodos 
de recuperación provocan una disminución en la fertilidad. Los mismos 
autores describieron que el aumento de nutrimentos como el Ca, K, y P se 
producen a partir de los residuos de ceniza y el nitrógeno y materia 
orgánica, por la vegetación del acahual, además de proveer protección a los 
eventos climáticos como el viento y la precipitación (Young, 1989). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 19 
Reserva de 
los Montes Azules
Perfiles
Zona Selva
Perfiles
Zona Ejidal
90 54 0890 59 26
16
 0
5 
04
16
 0
8 
39
Guatemala
Mexico
G
ol
fo
 d
e 
M
ex
ic
o
M
a
r C
a
rib
e
 
 
 
5.- Zona de estudio. 
 
5.1.- Localización 
 
El área de estudio está ubicada al sureste de la Reserva de los Montes 
Azules entre los 91° 00 y los 90° 53 de longitud oeste y los 16° 05-16° 09 
de latitud norte, en las inmediaciones de la estación de Biología de la UNAM 
de Chajul. La Figura 6 muestra la localización de los sitios de muestreo, así 
como las zonas de estudio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 20 
0
100
200
300
400
500
600
700
E F M A M J J A S O N D
mes
m
m
18
19
20
21
22
23
24
ºC
PP mm T ºC
 
 
 
Figura 6. Localización de la zona de estudio (Tomado de INEGI, 1988). 
 
5.2 Clima. 
 
La fórmula climática de la región es Am w”ig, la cual describe las siguientes 
características (García, 1987): 
 El clima se ubica dentro del grupo de los cálidos húmedos (el 
promedio del mes más frío es >18 ºC) con lluvias en verano. 
 El régimen de lluvias de verano indica: por lo menos 10 veces mayor 
cantidad de lluvia en el mes más húmedo de la mitad caliente del año 
que en el mes más seco (ver Figura 4), un porcentaje de lluvia 
invernal entre 5 y 10.2 de la tabla anual. 
 Con canícula o sequía de medio verano. Las isotermas poseen una 
oscilación de <5 ºC. 
 Posee una marcha de temperatura tipo Ganges (g), considerando que 
el mes más caliente del año se ubica antes de junio (ver Figura 7). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 7. Temperatura ambiente (ºC) y precipitación (mm) en la zona de 
estudio. Datos registrados durante el periodo 1990-1995 en la Estación de 
Biología de Chajul. 
 21 
 
 
 
5.3 Geología. 
 
El estado de Chiapas posee diferentes tipos de relieves, éstos se 
encuentran en zonas que se alinean paralelas a la costa del Pacífico. De la 
Rosa et al. (1989) los clasifican de la siguiente manera, siguiendo el 
gradiente del Pacífico al Golfo de México: 
 
 Planicie Costera del Pacífico 
 Sierra Madre de Chiapas 
 Depresión Central 
 Meseta Central 
 Montañas del Oriente o Serranía de Lacandonia 
 Montañas del Norte 
 Planicie Costera del Golfo y 
 Tierras Bajas Chapayal 
 
 
La zona de estudio pertenece a las Montañas del Oriente o Serranía de 
Lacandonia. Esta región se encuentra limitada al poniente por la Meseta 
Central; al norte por la Sierra del Norte; al este por la República de 
Guatemala y al sur por la Provincia Tierras Bajas Chupayal. Ocupa un área de 
11 000 km2, con una longitud de 225 km y un ancho hasta de 70 km en el 
noroeste y de 100 km en el sureste. 
 
Su topografía es básicamente montañosa. Las mayores altitudes alcanzan 
hasta 1200 msnm, pero se caracteriza por tener elevaciones no 
considerables, en lo general entre 300 y 700 msnm. 
 
La geología de la zona de estudio está formada de rocas sedimentarias 
pertenecientes al Mesozoico tales como calizas, lutitas y dolomias del 
Cretásico Superior y del Cenozoico, constituído por areniscas, lutitas, 
conglomerados y calizas del Eoceno (De la Rosa et al. 1989). 
 
 
 
 
 
 
 22 
 
 
 
 
 
5.4 Geomorfología. 
 
El estado de Chiapas de acuerdo a García-Gil y Lugo (1992), posee tres tipos 
fundamentales de formas de relieve: 
 
i. Laderas. 
ii. Mesas. 
iii. Depresiones. 
 
Las dos primeras formas se localizan en la parte norte del Estado y están 
formadas fundamentalmente por rocas de tipo calizas provenientes del 
Cretásico Superior, las cuales se disuelven formando el karst o carso debido 
a dos factores que son: su posición topográfica y su fuerte grado de 
fractura. 
 
Las depresiones, las cuales son las formas observadas en la zona de estudio, 
forman planicies estructurales con lomeríos de poca altura y planicies 
formadas por los depósitos aluviales pertenecientes al río Lacantum. 
 
Las planicies estructurales están constituidas por rocas sedimentarias, 
principalmente lutitas y areniscas paleogénicas. Ocupan los niveles 
hipsométricos más bajos del área (<400 msnm). La planicie de plataforma 
representa un relieve joven posterior al Eoceno. 
 
Las planicies aluviales se localizan en la zona donde confluye el río Lacantum 
y se forman a partir de procesos acumulativos de sedimentos formados 
principalmente de arenas y arcillas acarreadas por las corrientes fluviales 
de los diferentes afluentes que se integran al río Lacantum. La planicie 
aluvial que se forma es irregular, alcanzando hasta cinco kilómetros de 
ancho en algunasáreas. 
 
 
 
 
 
 
 23 
 
 
 
5.5 Suelos. 
 
Según un estudio a escala 1:200 000, la mayoría de los suelos presentes en 
el área corresponden a Luvisoles, los cuales tienen un horizonte de 
acumulación de arcilla con saturación de bases superior al 50 %. Los más 
abundantes son los Luvisoles órticos, crómicos, férricos y gléicos. Los 
Acrisole presentes en el área, poseen un marcado horizonte de acumulación 
de arcilla y una baja saturación de bases (<50 %), los más abundantes son 
Acrisoles órticos, férricos y gléicos. La litología superficial está compuesta 
de areniscas, lutitas y arcillas (García-Gil y Lugo, 1992). 
 
Estudios realizados a mayor detalle en las inmediaciones de la estación de 
Biología de Chajul describen la existencia de muy diversos suelos (Siebe et 
al. 1995). Dependiendo del material parental se han desarrollado: 
 
 
Material parental Suelo 
Aluviones recientes del río Lacantum Luvisoles stágnicos y háplicos 
Areniscas Acrisoles húmicos y férricos 
Lutitas Cambisoles stágnicos y vérticos 
Calizas Leptosoles réndzicos 
(FAO, 1988) 
 
Las principales diferencias entre los suelos de la zona consisten en su grado 
de acidez (valores de pH entre 3.9 para Acrisoles y 7.0 en Leptosoles 
rendzicos), en su porcentaje de saturación de bases y Al, la capacidad de 
retención de agua aprovechable y la capacidad de aireación. A ésta última se 
encuentra ligada las condiciones de drenaje natural del sitio y la 
permeabilidad de los suelos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 24 
 
 
 
5.6 Vegetación. 
 
La vegetación más característica de la zona de la Reserva de la Biósfera 
Montes Azúles es de selva alta perennifolia donde la altura de la masa 
forestal alcanza los 50 m de altura. Este tipo de vegetación cubre zonas con 
suelos de origen aluvialy de inundación periódica. La selva mediana 
subperennifolia y perennifolia con árboles que alcanzan hasta los 30 m de 
altura, cubre lomerios bajos (de hasta 250 msnm) y montañas de 700 msnm. 
Entre las especies que destacan por su importancia se encuentran: el hule 
(Castilla elastica Cerv.), la ceiba (Bernoullia flammea Oliver), el ramón 
(Brosimum alicastrum Swart) y el chacá (Bursera simaruba (L.) Sarg.) 
(García - Gil y Lugo, 1992). 
 
Siebe et al. 1995, reporta zonas con vegetación sabanoide con árboles hasta 
de 15 m de altura y manchones monoespecíficos del helecho Pteridium 
aquilinum (L.) Kuhn, a los que los lugareños denominan “petatillas”. 
 
En zonas de terrazas aluviales algunas especies sobresalientes son: Licaria 
platypus (Hemsley) Fritsch, Brosimum alicastrum Swartz. y Quararibea 
funebris (La Llave) Vischer, en las zonas de inundación periódica y suelos 
con drenaje deficiente son comunes Bactris balanoides , B. trichophylla 
Burret, Pachyra acuatica y Bravaisia integerrima; en las montañas, por 
arriba de 300 msnm es notoria la presencia de Manilkara zapota, Wimeria 
bartletti y Aegephylla argentea; en los lomeríos bajos las especies 
dominantes son Dialium guianense (Aublet) Macbride, Cupania dentata DC. y 
Brosimum costaricanum Libermann. La vegetación sabanoide presenta 
abundancia de Terminalia amazonia (J. F. Gmelin) Exell, Lacistema 
aggregatum (Berg.) Rusby y Calophyllum brasiliense Camb, con un abundante 
estrato herbáceo de Cyperus ssp. (García-Gil y Lugo, 1992, Siebe et al. 
1995). 
 
Es importante mencionar que esta zona fue explotada por extracción de 
especies como la caoba (Swiettenia macrophylla King,) (Meliaceaea) durante 
más de 70 años. La distribución y abundancia de esta especie, se encuentra 
muy restringida en el área de estudio4. 
 
4 Al respecto es muy importante revisar el trabajo de De Vos, J. (1996). 
 25 
 
En la zona de los ejidos que rodean la Reserva de los Montes Azules, 
Martínez-Ramos et al. (1996) reporta un mosaico de terrenos con uso 
agropecuario, comunidades sucesionales en diferentes estadios y relictos de 
selva cada vez más distantes entre sí. 
 
Arreola, (1996) menciona en 1993, el 65.5% de la región se mantenía 
cubierta por vegetación primaria de selva húmeda (alta o mediana), 9.9% 
era utilizada con fines agrícolas o pecuarios y la vegetación secundaria se 
extendía ya sobre el 17% de los terrenos. A su vez menciona las 
transformaciones en el uso del suelo, que iban en ese año a una tasa del 10, 
8 y 24% anual. 
 
 25 
6.- Métodos. 
 
6.1.- Selección de sitios de muestreo: 
 
La selección de los sitios de muestreo en la zona ejidal se basó 
fundamentalmente en el tipo de material parental en ambas zonas de 
estudio (ejidal y selva), y en la edad de aplicación de la roza, tumba y quema 
en las parcelas de la zona ejidal. Se realizaron dos etapas: 
 
a) Se delimitaron unidades geomorfológicas en el área de estudio mediante 
la observación de fotografías aéreas, incluyendo las dos zonas de 
estudio: dentro de la Reserva Montes Azules (zona selva) y fuera de ella 
(zona ejidal). 
 
b) Se realizó una verificación en campo de las unidades geomorfológicas y 
los suelos asociados a éstas mediante barrena de 1 m. A su vez, se 
aplicaron cuestionarios a campesinos ejidatarios dueños de parcelas para 
determinar el tipo de suelo, tiempo transcurrido desde que se “tumbó y 
quemó”, productividad de cosechas y herramientas de uso. 
 
6.2.- Trabajo de campo: 
 
Una vez realizado lo anterior, tanto en la zona ejidal como en la zona de 
selva, se seleccionaron tres parcelas o sitios por cada una de las siguientes 
unidades geomorfológicas: llanuras aluviales, lomeríos derivados de lutitas y 
lomeríos derivados de areniscas. 
 
En cada parcela se realizó un perfil y su respectiva descripción (ver Anexo 
B). Se tomaron muestras (alteradas y no alteradas1) por horizonte en cada 
perfil. Adicionalmente se tomó una muestra compuesta de alrededor de 20 
submuestras con barrena de 30 cm por sitio de una superficie de 12 m x 12 
m como área representativa de acuerdo a las dimensiones de las parcelas. 
En el caso de las parcelas localizadas sobre aluviones de la zona ejidal, se 
tomaron muestras compuestas bajo el mismo criterio mencionado de acahual 
viejo, acahual joven y milpa. A estas parcelas particularmente los 
campesinos de la zona les aplican un manejo de “rotación”, es decir, el área 
total de una parcela es subdividida en cuatro porciones más pequeñas que 
son utilizadas en promedio cada cuatro años. 
 
1 Muestras alteradas son aquellas tomadas por horizonte en cada perfil, sin respetar la estructura de la misma. Se 
toma en lo general 1 kg de muestra para análisis de laboratorio. Muestras no alteradas son aquellas donde se trata 
de mantener la estructura original del suelo, muestreandola con anillo de acero de 5.5 x 4.2 cm (99.8 cm3), cuatro 
por cada horizonte del perfil. 
 26 
Por esta razón en estas áreas se localizaron manchones de vegetación 
secundaria a los que llamamos acahuales viejos por el tiempo de abandono en 
general más de 8 años, y Acahual joven a las zonas recien abandonadas en lo 
general con 4 años o menos. Llamamos milpa a las áreas cultivadas en el 
momento del muestreo. 
 
En la Figura 6 se muestra la localización de los sitios muestreados y en el 
cuadro 2 se presenta una relación de los mismos. 
 
6.2.1.- Profundidad fisiológica (Siebe et al, 1996) 
 
Señala el espesor del suelo en el que pueden penetrar y desarrollarse 
potencialmente las raíces. 
 
6.2.2.- Capacidad de Campo (Siebe et al, 1996) 
 
La capacidad de campo (CC) representa a la cantidad de agua que puede ser 
retenida en un suelo contra la fuerza de gravedad. 
 
6.2.3.- Capacidad de retención de agua disponible (Siebe et al, 1996) 
 
La capacidad de agua disponible (dCC) (o rango de humedad aprovechable) 
de un suelo representa a la cantidad de agua retenida que puede ser 
absorbida por las plantas. Esta se determina en el espacio radicular efectivo 
el cual se define en base a la profundidad máxima de la que las raíces llegan 
a absorber agua en años secos. 
 
6.2.4.-Conductividad hidráulica (Siebe et al, 1996) 
 
La conductividad hidráulca describe la capacidad para trasmitir agua a 
través del suelo. Esta propiedad física se puede estimar en condiciones de 
saturación a partir de la textura y la densidad aparente. 
 
6.2.5.- Erosionabilidad (Siebe et al, 1996) 
 
El riesgo de erosión hídrica del suelo o factor “K”, puede estimarse si se 
considera la textura, el contenido de materia orgánica, la estabilidad de 
agregados y la permeabilidad solo a nivel horizonte superficial. 
 
6.2.6.- Nitrógeno disponible (Siebe et al, 1996) 
 
 27 
Se puede estimar a partir del contenido de materia orgánica que es en lo 
general la única fuente de N en el suelo. 
 
6.2.7.- Humus (Siebe et al, 1996) 
 
El humus se calcula, considerando la cantidad de materia orgánica, la 
densidad aparente, el porcentaje de piedras y el espesor de la capa de suelo 
superficial en dm. 
 
6.3.- Trabajo de laboratorio: 
 
Una vez en el laboratorio las muestras alteradas de los distintos materiales 
parentales, se secaron a temperatura ambiente se tamizaron en malla de 2 
mm y se realizaron los siguientes análisis de laboratorio. Para la 
determinación de nitrógeno total, fósforo total, potasio total y bases 
intercambiables, las muestras fueron molidas en molino fino. 
 
6.3.1.- Textura por el método del hidrómetro (Bouyoucos, 1963). 
 
La textura del suelo fue determinada por densitometría con hidrómetro, de 
acuerdo a la proporción expresada en porcentaje, de partículas de tamaño 
de arenas, limos y arcillas de las cuales está compuesto. Las muestras se 
trataron para eliminar por oxidación a la materia orgánica con H2O2 al 8 %. 
La disolución de carbonatos se realizó mediante HCl al 10 %, para 
posteriormente lavar mediante sifoneo eliminando a su vez excesos de 
cloruros. 
 
6.3.2.- Densidad aparente por el método del cilindro (Schlichting y Blume, 
1966). 
 
Este método calcula la densidad aparente gravimétricamente en muestras 
inalteradas tomadas en cilindro, secadas en horno a 105 ºC hasta peso 
constante y relaciona el peso del suelo seco con el volumen de la muestra 
inalterada. 
 
6.3.3.- Densidad real por el método del picnómetro (Black, 1965) 
 
Este método determina la densidad real gravimétricamente con 
picnómetros. 
 
6.3.4.- pH potenciométrico (CaCl2). 
 28 
 
El pH se midió en un extracto con CaCl2 0.01 M en una relación peso/volumen 
mediante un potenciómetro WTW con compensación automática de 
temperatura. 
 
6.3.5.- Carbono orgánico total por el método de digestión húmeda 
(Lichterfelder citado en Schlichting y Blume, 1966). 
 
La determinación del carbono consiste en la oxidación del carbono orgánico 
vía húmeda mediante dicromato de potasio a una temperatura de 120 ºC y la 
determinación fotométrica de la extinción de los iones Cr3+. El cálculo del 
contenido de carbono en las muestras de suelo se realizó a través de una 
curva patrón realizada con una solución de glucosa. 
 
6.3.6.- Nitrógeno, Fósforo y Potasio totales por autoanalizador. 
 
El método fue automatizado del Autoanalizador II B-W69A, Technicom 
Industrial System, 1977. Tarrintown, N.Y. 
 
6.3.7.- Bases intercambiables: calcio, magnesio, sodio y potasio 
(Bouwer et al., 1952). 
 
Las bases intercambiables fueron obtenidas mediante extractos de suelo 
con acetato de amonio (NH+4COO-) 1 N a pH 7.0. El calcio y magnesio se 
determinaron en espectrofotómetro de absorción atómica Perkin Elmer 
3110 (EAAA) y el sodio y potasio por flamometría utilizando un Spectronic 
400. Las ionizaciones e interferencias fueron eliminadas mediante la adición 
de cloruro de lantano (LaCl2) al 0.5 % en el caso del calcio y magnesio, y 
cloruro de cesio (CsCl2) al 0.5 % para el sodio y el potasio. 
 
6.3.8.- Al3+ + H+ intercambiable (Van Reeuwijk, 1992). 
 
El Al3+ y H+ intercambiables fueron determinados en extracciones de suelo 
con KCl 1N. En una primera fase se determinó la suma de Al3+ + H+ mediante 
titulación volumétrica con NaOH 0.1 M. En la segunda fase se determinó el 
H+ mediante la complejación del Al3+ con NaF al 4 %. 
 
6.3.9.- Fósforo aprovechable (Bray I). 
 
La determinación de fósforo aprovechable se realizó colorimétricamente 
por molibdato de amonio a 600 nm en espectrofotómetro. La extracción se 
 29 
realizó con HCl y NH4F para remover las formas solubles de fósforo en 
ácidos y sales ácidas (fosfato de calcio, fosfatos de aluminio y hierro). 
 
6.5.- Análisis Estadísticos. 
 
Se realizó un Análisis de Varianza factorial 2 x 3 (ANOVA) de acuerdo al 
diseño de muestreo: 
 
 Los datos cumplieron con la homogeneidad de varianza 
(homocedasticidad) y la normalidad. 
 Se trabajaron con dos factores: uso de suelo (selva y ejidos) y 
material parental. 
 El uso de suelo tuvo dos categorias o niveles: selva y ejidos para el 
suelo alterado por uso agropecuario. 
 El material parental tuvo tres categorias o niveles: suelos derivados 
de lutitas, suelos derivados de areniscas y suelos derivados de 
aluvión. 
 Cada nivel en el caso del factor material parental tuvo tres réplicas. 
Para el análisis se consideró el promedio resultante de las tres. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 30 
 
 
Selva Ejidos
Lu
ti
ta
s
A
re
ni
sc
as
Uso del suelo
M
at
er
ia
l p
ar
en
ta
l
+
+
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+
+
x
x
x
x
x
x
x
x
x
xPerfiles Perfiles
A
lu
vi
ón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Se trabajó con el paquete estadístico STATISTICA versiones 5.0, 1999. 
Previo análisis exploratorio de los datos. 
 
Para el análisis se calcularon medias ponderadas de todas las muestras de 
los perfiles hasta 20 cm de profundidad, y las muestras compuestas con 
profundidad de 0-30 cm. 
 
 
 
 
37 
Nombre perfil Material parental Latitud norte Longuitud oeste
Sabana 1 (S1) Lutitas 16° 07 35" 90° 56 56"
Lomo Miguel (LM) Lutitas 16° 07 08" 90° 56 23"
Sabana 2 (S2) Lutitas 16° 08 12" 90° 58 02"
Lomo 5 Junto a Petatilla 3 (L5JP3) Conglomerado sobre areniscas 16° 08 06" 90° 57 20"
Ruinas ( R ) Conglomerado sobre areniscas 16° 07 30" 90° 56 28"
Huevos Azules (HA) Conglomerado sobre areniscas 16° 07 40" 90° 57 17"
Aluvión Lacantún (AL) Aluvión 16° 06 17" 90° 56 27"
Aluvión Chaquistero (ACH) Aluvión 16° 06 19" 90° 59 18"
Aluvión Playón de la Gloria (APG) Aluvión 16° 08 39" 90° 54 37"
Lutita 1 (L1) Lutitas 16° 05 04" 90° 59 12"
Lutita 2 (L2) Lutitas 16° 05 17" 90° 57 17"
Lutita 3 (L3) Lutitas 16° 07 58" 90° 54 28"
Arenisca 1 (Ar1) Conglomerado sobre areniscas 16° 05 18" 90° 59 26"
Arenisca 2 (Ar2) Areniscas 16° 05 04" 90° 57 02"
Arenisca 3 (Ar3) Conglomerado sobre areniscas 16° 08 15" 90° 54 08"
Aluvión 1 (Al1) Aluvión 16° 08 09" 90° 54 30"
Aluvión 2 (Al2) Aluvión 16° 06 04" 90° 58 58"
Aluvión 3 (Al3) Aluvión 16° 05 15" 90° 57 15"
Localización
7.- RESULTADOS 
 
7.1.-Historia, cobertura vegetal y usos actuales de las parcelas en la 
zona de estudio (selva y ejidos). 
 
En el cuadro 2 se muestra la relación de los sitios muestreados, el material 
parental que poseen y las coordenadas de su localización (ver también Figura 
3). 
 
Cuadro 2. Relación de los sitios muestreados, material parental y su 
localización en la zona de estudio (selva y ejidos). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los diferentes tipos de vegetación en la selva y los usos de la tierra en los 
ejidos que tenían al momento del muestreo de las parcelas consideradas en 
la zona de estudio; las secuencias de uso que cada una de ellas a lo largo del 
tiempo desde que tuvieron la primera “tumba”; la posición topográfica del 
perfil y la edad aproximada son considerados en el cuadro 3. 
 
Es importante mencionar que de acuerdo a De Vos (1993), algunos de los 
sitios muestreados de la zona selva, posiblemente tuvieran ocupación 
humana y uso agrícola. Los tiempos más probables de ocupación de esta zona 
por los Mayas-Lacandones de acuerdo al mismo autor, transcurrieron a lo 
 
 
38 
largo del siglo XVII. La localización de la última ciudad de los Mayas-
Lacandones llamada Sac-Bahlán(ver Figura 8), coincide con algunos lugares 
de muestreo considerados en este trabajo (Lomo 5 Junto a Petatilla 3 
(L5JP3) y Sabana 2 (S2)). 
 
Posiblemente haya habido ocupación en tiempos más remotos a estos 
testimonios, ya que se localizaron vestigios de construcciones (pisos y 
piedras labradas) en otros lugares de la misma área de estudio, 
particularmente entre el ejido Loma Bonita y el rio “Chajulillo” o “Xalbal” 
según De Vos (1993). 
 
Por otro lado, durante la realización de los perfiles en la etapa de muestreo 
se encontraron “tepalcates” de cerámica del Preclásico Maya en perfiles de 
las zonas de estudio selva y ejidal (AL y Ar3) (com. pers. Dra. Yoko Sugiura 
Yamamoto, Inst. Inv. Antropológicas, UNAM). Ekholm (1992) mencionó 
lugares arqueológicos importantes cercanos a la zona de estudio del 
preclásico maya (Blom, Tzendales y La Constancia); a su vez la autora 
considera como inexplorada la región del sur de la Selva Lacandona. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 8. Localización de Sac-Bahlán (Tomado de De Vos, 1987). 
 
 
39 
La vegetación sabanoide que poseen los sitios Sabana 1 (S1) y Sabana 2 (S2) 
en la zona de la reserva, está caracterizada por árboles de altura máxima 
de 15 m cuya composición es similar a la que existe en los lomos más bajos, 
con abundancia adicional de Terminalia amazonia (Gmel.) Exell 
(Combretaceae), Lacistema aggregatum (Berg) Rusby (Lacistemataceae) y 
Calophyllum brasiliense Camb. (Guttiferaceae). En el sotobosque existe una 
abundante capa de Cyperus spp, y Bromelias terrestres (Siebe et al. 1995). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 9. Vegetación de la zona de sabanas 1 y 2. Se puede observar la gran 
cantidad de Cyperus sp en sotobosque y la presencia de árboles 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
40 
Una selva mediana se encontró en la vegetación correspondiente a los 
perfiles Lomo Miguel (LM), Lomo 5 Junto a Petatilla 3 (L5JP3), Ruinas R y 
Huevos Azules (HA). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 10. Selva mediana en perfiles sobre areniscas de la zona de selva 
(Huevos azules (HA), Lomo Miguel (LM)), 
 
 
 
 
41 
 
 
La vegetación perfiles Aluvión Lacantum (AL), Aluvión Chaquistero (ACH) y 
Aluvión Playón de la Gloria (APG) correspondía a las características de una 
Selva alta. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 11. Selva alta en la zona de aluviones de la selva. 
 
 
42 
La vegetación que posee la parcela L1 en la zona ejidal es de tipo sabanoide, 
fundamentalmente por la presencia de Cyperus sp. Los árboles en este sitio 
fueron eliminados. Se le considera acahual porque se abandonó sin un uso en 
particular. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 12. Vegetación llamada “navajilla” (Cyperus sp) en la zona ejidal sobre 
suelos derivados de lutitas. 
 
Las parcelas Lutita 2 (L2) y Arenisca 2 (Ar2) son potreros en los cuales se 
sembraron pastos de la variedad Signa (Cynodon plectos (L.)) como forraje 
para ganado vacuno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 13. Área utilizada como “potrero” con pastos “signa” inducidos 
(Cynodon plectos (L.)) sobre suelos derivados de areniscas en la zona ejidal. 
 
 
43 
Las parcelas en la zona ejidal de Lutita 3, Aluvión 1 (Al1), Aluvión 2 (Al2) y 
Aluvión 3 (Al3), se utilizaron como milpa o sembradío de maíz, frijol y 
calabaza. Como se menciona en la metodología, las parcelas de aluvión son 
divididas en cuatro partes regulares y se siembran dos veces al año durante 
3 o 4 años consecutivos en cada fragmento. La parcela de Lutita 3 es la 
única sobre lutitas que se maneja de igual forma que las parcelas sobre 
aluviones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 14. Milpas en aluviones de la zona ejidal (al centro). A la izquierda un 
acahual viejo y un acahual joven a la derecha. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
44 
Las parcelas Arenisca 1 (Ar1) y Arenisca 3 (Ar3) son acahuales pero se 
diferencian del acahual L1 fundamentalmente por la vegetación dominante 
en estas áreas es la de un helecho: Pteridium aquilinum (L.) Kuhn 
(Polypodiaceae) o “petatilla” como la llaman los campesinos habitantes de la 
zona. Estas parcelas tenían al momento del muestreo 4 semanas en promedio 
desde la última “quema”. En Ar3 se encontraron evidencias de ocupación 
humana desde épocas prehispánicas (“tepalcates”). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 15. “Petatilla” (Pteridium aquilinum (L.) Kuhn) en acahual sobre 
areniscas en la zona ejidal. 
 
En la zona de los ejidos, Méndez (1999), reportó las especies vegetales con 
mayor importancia relativa de las zonas de los ejidos. La figura 16 señala 
estas variedades vegetales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
45 
0.0 20.0 40.0 60.0 80.0 100.0 120.0 140.0 160.0
Vismia camparaguey
Byrsonima crassifolia
Luehea candida
Vernonia patens
Trichospermum mexicanum
Cupania glabra
Squizolobium paraibum
Inga pavoniana
Cordia alliodora
Cecropia peltata
Piper hispidum
Xylopia frutescens
Ochroma pyramidale
Zanthoxylum kellermanii
Croton schiedeanus
Trema micrantha
Zanthoxylun caribaeum
Conostegia icosandra
Piper aduncun
Inga acrocephalla
(b)
0.0 20.0 40.0 60.0 80.0 100.0
Vismia camparaguey
Trichospermum mexicanum
Castilla elastica
Blepharidium mexicanum
Thevetia ahouai
Piper hispidum
Vernonia patens
Inga pavoniana
Inga sp
Bellucia grossularioides
Spondias radlkoferi
Alibertia edulis
Ochroma pyramidale
Acacia hayesii
Blepharidium guatemalense
Cecropia peltata
Lonchocarpus sp
Croton schiedeanus
Zanthoxylum kellermanii
Aegiphila monstrosa
Valor de im portancia
(c)
0.0 20.0 40.0 60.0 80.0 100.0 120.0 140.0
Pterocarpus rohrii
Lonchocarpus cruentus
Luehea speciosa
Cecropia peltata
Inga vera
Inga pavoniana
Ochroma pyramidale
Trichospermum mexicanum
Spondias radlkoferii
Piper aequale
Solanum laenceifolium
Casearia corimbosa
Piper auritum
Spondias mombin
Cestrum racemosum
Piper hispidum
Ficus lapatifolia
Trophis racemosa
Luehea candida
Sapium lateriflorum
(a)
(b)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 16. Especies vegetales de mayor importancia relativa en las zonas 
ejidales: (a) zonas de aluvión, (b) lomerios de areniscas, (c) lomerios de lutitas 
(Tomada de Méndez, 1999). 
 
 
46 
Selva Ejido Selva Ejido Selva Ejido Selva Ejido Selva Ejido
S1 L1 400 10 media superior indefinido smpa Sabana Acahual
LM L2 400 18 superior inferior smp Selva mediana Pastizal
S2 L3 400 13 superior superior indefinido sm Sabana Milpa
L5JP3 Ar1 400 10 superior media sma Selva mediana Acahual
R Ar2 400 18 media media smp Selva mediana Pastizal
HA Ar3 400 10 superior superior sma Selva mediana Acahual
AL Al1 400 18 llanura aluvial llanura aluvial sm Selva alta Milpa
ACH Al2 400 14 llanura aluvial llanura aluvial sm Selva alta Milpa
APG Al3 400 15 llanura aluvial llanura aluvial sm Selva alta Milpa
smpa = selva-milpa-pastizal-acahual
smp = selva-milpa-pastizal
sm = selva-milpa
sma = selva-milpa-acahual
* se considera la edad a partir de la última ocupación maya-lacandón en el siglo XVII de acuerdo a De Vos (1993) 
Vegetación y/o uso actual
Años
Perfil Edad Posición Secuencia de uso 
Cuadro 3. Edad, posición topográfica, secuencia de uso y vegetación y/o uso 
al momento del muestreo en las áreas de estudio. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
47 
 
7.2.- Caracterización morfológica, clasificación y características 
edafoecológicas de los suelos localizados en las dos zonas de estudio. 
 
7.2.1. Morfología y clasificación en perfiles derivados de Lutitas. 
 
Las figuras 17 y 18 nos muestran la morfología y clasificación de los perfiles 
muestreados en las dos zonas de estudio derivados de lutitas. Los perfiles 
son, en general profundos, deficientemente drenados, poco porosos y poco 
permeables. 
 
Los colores en horizontes superficiales son pardo-amarillento en los ejidos 
(Ap) y negro-parduzco en la selva (Ah) con

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