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Intervenção em Habilidades Sociais em Menores Institucionalizados

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IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL 
 
 CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE CIENCIAS DE 
 LA SALUD UNIDAD SANTO TOMAS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
SECCIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO E INVESTIGACIÓN 
MAESTRÍA EN INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA 
“Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la 
conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados” 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRÍA EN 
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA 
PRESENTA: 
Lic. Juan Sebastián Miranda Vázquez 
 
DIRECTORES DE TESIS: 
Dra. Amalia Gpe. Gómez Cotero 
M. en C. J. Javier Corona Maldonado 
 
Ciudad de México, a 28 de enero del 2021 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Agradecimientos 
 A mis directores de tesis, Dra. Amalia Gómez y Mtro. Javier Corona les agradezco su 
compromiso y constancia con este proyecto. A mi comité de tesis, Dra. Paola Figuerola, Mtra. 
Reynalda Alva y Mtra. Karina Suaste, por sus valiosas observaciones y aportaciones que 
fortalecieron este proyecto y mi formación académica. Me llevo conmigo aprendizajes y esencia 
humana, de parte de todas y de usted maestro. 
 Dra. Cecilia Anaya, Mtra. Mónica Serrano, Mtra. Neith Gámez, Dra. Angélica Pablo, Dra. 
Katia Rodríguez, Dr. Luis López, Dr. Ricardo Aguilera, Dra. Serena Alvarado, Dr. Gerardo Leija, 
Dra. Nadia Pérez, por sus inestimables enseñanzas y disposición genuina en la formación, que 
junto con mi comité, me enseñan los verdaderos valores del Instituto Politécnico Nacional. 
A la Casa Hogar Tepotzotlán, perteneciente al Grupo Norte Unido A.C., a la directora 
Verónica Arzola de la institución y sus valiosas colaboradoras: Leticia López, que desde hace 
muchos años, muchos humanos han pasado por sus manos y que sin su apoyo y disposición, 
este proyecto no sería posible. A los menores que participaron, aprendimos mucho en conjunto 
e hicimos un gran equipo, ¡sé que nos vamos fortalecidos de esta experiencia!. Lic. Isis Servin 
López, mi más grande agredecimiento contigo, por que en tu compañía y dirección, me 
presentaste en este mundo de real exigencia psicológica, humana y de convicciones muy 
firmes, por que sabemos que servimos a estas infancias que han sido tratadas injustamente. 
A mi familia, que me permiten lograr mi desarrollo personal y académico, nunca me han 
limitado y me han animado, les estoy agradecido por el amor y confianza. 
A mis colegas de posgrado con sus inestimables proyectos, a mis amigos y amigas de 
toda una vida, les aprecio y nos deseo fortaleza en el camino que nos resta por delante. 
 
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IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Dedicatoria 
 Este esfuerzo académico, que llevó 2 años de concreción y de dirección puntual 
de profesores y profesoras de posgrado, que lo posibilita el Instituto Politécnico Nacional, y que 
dentro de este documento, se encuentra una recopilación de información y antecedentes de 
todo el mundo, de esfuerzos académicos hechos por hombres y mujeres de diversas 
instituciones y condiciones, todos ellos con una finalidad: estudiar y dar remediación a sucesos 
tan comunes y lamentables como la crianza adversa, así como a las consecuencias negativas 
que sufren estos menores. 
Este trabajo académico, está dedicado a esas infancias maltratadas, por que un día no 
existan más esas injusticias a las que han sido sometidas, que recapacitemos como sociedad 
humana y redirijamos el trato, al buentrato y el retorno a lo amoroso. 
Les dedico este trabajo muchachos! Trabajaron muy duro y esas infancias, no son su 
destino, trabajaremos para que México sepa que el cambio es posible y que ustedes son un 
ejemplo de las posibilidades. 
 
 
 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Resumen 
 Las habilidades sociales permiten la obtención de beneficios del medio, así 
como la defensa de los derechos propios y expresión saludable de pensamientos. 
Algunos entrenamientos en habilidades sociales desde el marco cognitivo-conductual han 
mostrado evidencia de mejoría en el repetorio de actuación prosocial, aumento de empatía y 
reducción de agresividad en las poblaciones donde se ha aplicado, como en estudiantes, niños 
y adolescentes con diagnóstico psiquiátrico y menores provenientes de crianzas adversas. La 
crianza adversa y mantenimiento de repertorios agresivos son variables que se encuentran en 
la condición de institucionalización, donde las consecuencias de mantenimiento y reforzamiento 
de la agresividad pueden perpetuarse durante varios ciclos vitales, trayendo consigo 
malestares psicológicos de desajuste y problemas sociales, por lo cual, la propuesta y 
ejecución de un entrenamiento de habilidades sociales, basado en el Aprendizaje Estructurado 
de Goldstein et al. (1989), aplicado desde el marco cognitivo-conductual, en apoyo del 
modelamiento simbólico, demuestra efectividad al producir una reducción significativa en los 
puntajes de agresividad y amplio tamaño del efecto, además de caracterizar a la agresividad 
impulsiva como predominante en la institucionalización. 
 
 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Abstract 
 Social skills allow to obtain both benefits from the environment and defend one’s 
rights and healthy expression of thoughts. Some social skills trainings, from the cognitive-
behavioral theory, have shown evidence of improvement in theprosocial behavioral repertoire, 
empathy increase and aggression reduction in the populations where they have been applied, 
such as students, adolescents with psychiatric diagnosis, and children coming from severe 
childhood adverse experiences. That kind of early adverse experiences and the maintaining of 
aggressive behavior are variables that are found in institutionalization, where the consequences 
of aggressiveness maintaining and reinforcement can be perpetrated during various vital cycles, 
bringing psychological maladjustment and social troubles, whereby, the proposal and execution 
of a social skills training, based on Structured Learning from Goldstein et al. (1989), and applied 
from the cognitive-behavioral theory, and adding the symbolic modeling, show significative 
reduction on the scores of aggression, also show effectivity and large effect size, and with the 
contribution of characterizing impulsive aggression as predominant in institutionalization. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Tabla de contenido 
Introducción ...........................................................................................................................10 
Capítulo 1-Habilidades Sociales Como Reajuste Psicológico ...................................................11 
Habilidades Sociales .............................................................................................................11 
Deficiencias en Habilidades Sociales y su Relación con la Institucionalización .....................20 
Antecedentes de Habilidades Sociales y Entrenamiento Cognitivo-Conductual ....................26 
Capítulo 2-Conducta Agresiva y Violencia Extendidas a la Institucionalización .........................38 
Descripción de la Conducta Agresiva y Consideraciones ......................................................38 
Funcionalidad de la Conducta Agresiva .................................................................................45 
Epidemiología y Prevalencia de Violencia Contra Menores en México ..................................50 
Conducta Agresiva Entre Pares en la Institucionalización .....................................................52 
Capítulo 3-Institucionalización de Menores ...............................................................................60 
Definición de Institucionalización y Contextualización ...........................................................60 
Estadísticas en Institucionalización .......................................................................................63 
Antecedentes Sobre Institucionalización ...............................................................................66 
Capítulo 4-Método ....................................................................................................................69 
Justificación ...........................................................................................................................69 
Pregunta de Investigación .....................................................................................................70 
Objetivo General ...................................................................................................................70 
Definición Operacional de Variables ......................................................................................71 
Hipótesis ...............................................................................................................................71 
Método ..................................................................................................................................71 
Resultados ............................................................................................................................78 
Discusión ............................................................................................................................. 103 
Conclusiones ....................................................................................................................... 112 
Referencias ......................................................................................................................... 121 
Anexos ................................................................................................................................ 130 
 
Índice de Tablas 
1. Tabla 1-Habilidades en el Aprendizaje Estructurado……..18 
2. Tabla 2-Entrenamiento por dominio……..19 
3. Tabla 3-Esquematización condensada de intervención……..75 
4. Tabla 4-Concentrado de datos diagnósticos poblacionales……..79 
5. Tabla 5-Puntajes escala IPAS en fase de pretest……..82 
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6. Tabla 6-Puntajes escala IPAS en fase de postest……..89 
7. Tabla 7-Puntajes escala IPAS, fases pretest y postest……..90 
8. Tabla 8-Pruebas de normalidad……..92 
9. Tabla 9-Estadísticos de muestras relacionadas……..94 
10. Tabla 10-Correlaciones de muestras relacionadas……..94 
11. Tabla 11-Prueba de muestras relacionadas, diferencias relacionadas……..95 
12. Tabla 12- Prueba de muestras relacionadas, significancia bilateral……..95 
13. Tabla 13-Prueba de muestras relacionadas en agresividad impulsiva, significancia 
bilateral……..99 
14. Tabla 14-Prueba de muestras relacionadas en agresividad premeditada, significancia 
bilateral……..100 
15. Tabla 15-Reducciones de puntaje con respecto a la media……..102 
 
Índice de Figuras 
1. Figura 1-Conductas y actividades dentro del albergue……..80 
2. Figura 2-Dispersión de edades de los participantes……..90 
3. Figura 3-Puntajes por media escala IPAS, ambas condiciones ……..91 
4. Figura 4- Histograma de prueba de normalidad pretest……..93 
5. Figura 5- Histograma de prueba de normalidad postest……..93 
6. Figura 6-Diagrama de cajas y bigotes, escala IPAS total……..96 
7. Figura 7-Diagrama de cajas y bigotes, medidas de porcentajes no superpuestos……..98 
8. Figura 8-Puntajes por media escala IPAS, agresividad impulsiva……..100 
9. Figura 9- Puntajes por media escala IPAS, agresividad premeditada……..101 
 
Índice de ecuaciones 
1. D de Cohen (d3) ……..97 
 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Introducción 
 
El desempeño adecuado de habilidades sociales presenta una serie de beneficios para 
el reajuste psicológico en las personas, permiten al individuo que se desenvuelve en un 
contexto social, obtener reforzamiento de ese medio y probabilizar su buen funcionamiento 
(Peñafiel & Serrano, 2010), trayendo como consecuencia, un estado de bienestar subjetivo, 
como la satisfacción con la vida que experimenta la persona que las utiliza a su favor y por 
consiguiente, con su medio (Flores & Díaz-Loving, 2004). 
Por el contrario, las deficiencia en habilidades sociales puede traducirse en una serie de 
afectaciones a nivel social y personal, donde el aislamiento y agresividad son características 
que acompañan a la carencia del desempeño prosocial, con la agravante de reforzamiento 
indeseadode las conductas agresivas excesivas a lo largo del desempeño de la persona, en 
diversos contextos y tiempos (Berg et al., 2019; Smyke et al., 2010). 
Aunado a la carencia de habilidades sociales, el contexto de institucionalización se 
presenta como atenuante para desencadenar afectaciones mayores, de carácter 
psicopatológico y social en los menores que se encuentran en esa condición. Dentro del 
contexto de institucionalización, la atenuante es la conducta agresiva, que se mantiene y 
refuerza indeseablemente, manteniendo a los menores en un estado psicológico de desajuste, 
que se evidencia en su desempeño conductual problemático, principalmente con sus pares 
(Ibarra, 2018; Musitu et al., 1990). 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Capítulo 1-Habilidades Sociales Como Reajuste Psicológico 
 
Habilidades Sociales 
 
En cualquier situación social a la que nos enfrentemos, requeriremos de algunas 
habilidades que nos permitan tener un buen desempeño y probabilicemos nuestra satisfacción 
o la de otros, así mismo, podamos estar seguros de que algunas conductas desadaptativas 
como la conducta agresiva en exceso o la violencia, se encuentran controladas de tal manera, 
que nuestro actuar sea armonioso. 
Durante este actuar social tendremos necesidades distintas (incluyendo el contexto de 
institucionalización), las exigencias son variables y como indica Flores (2002 citada en Flores & 
Díaz-Loving, 2004) requeriremos habilidades para resolver situaciones sin ser agresivos [o 
violentos, que deje rastros de culpa por la acción de manifestar un no –por ejemplo- 
inadecuadamente] y más bien, expresar el real sentir y pensar, por lo cual, las habilidades 
sociales emergen aquí como un concepto de interés mayor: 
Betina y Contini (2011) consideran que las habilidades sociales dotan de beneficios a la 
persona que las usa adecuadamente, al ser herramientas para alcanzar objetivos y ser útiles 
en la resolución de situaciones, consideradas necesarias para la adaptación al ambiente, 
definiéndolas así como un repertorio de conductas aprendidas, empleadas por los individuos en 
situaciones interpersonales para obtener o mantener el reforzamiento en su ambiente. 
 Peñafiel y Serrano (2010) refuerzan la postura anterior al enunciar la utilidad de las 
habilidades sociales, al ser un reforzador en lo social, cultural y económico, teniendo 
importancia en el funcionamiento social presente [aprendizaje social] y futuro del niño, negando 
así que se trate de un rasgo de personalidad innato. 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Por su parte Caballo (1986, citado en Caballo, 2007) emite una definición más 
elaborada que considera más dimensiones (de contenido: expresión de conducta como 
opiniones, deseos, sentimientos; de consecuencias: refuerzo social; de juicio: consecuencias 
de comportamiento) sobre la conducta socialmente habilidosa “es el conjunto de conductas 
emitidas por un individuo en un contexto interpersonal, que expresa los sentimientos, actitudes, 
deseos, opiniones o derechos de ese individuo, de un modo adecuado a la situación, 
respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas 
inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas” (p. 6). 
Flores y Díaz-Loving (2004) determinan que poseer buenas habilidades sociales, facilita 
la calidad y satisfacción que se experimenta en la vida, que puede lograr este cometido 
mediante relaciones interpersonales, comunicación y diálogos naturales, espontáneos y fluidos, 
sin malentendidos ni conflictos, por lo cual, contar con ellas, puede traer consigo un estado de 
bienestar subjetivo. De no poseer estas habilidades sociales, puede traer estrés y entorpecer 
las relaciones. 
Ramos et al. (2014) apoyan la postura anterior al clarificar las consecuencias benéficas 
de poseer buenas habilidades sociales, enunciando así la comprensión de sí mismo y de los 
demás, con la capacidad de entablar relaciones amistosas y familiares más saludables, mayor 
implicación en decisiones en diversos ámbitos y un mejor rendimiento académico, solo por 
mencionar algunos beneficios de forma general. 
En otras palabras, son conductas que las personas emiten en situaciones 
interpersonales para obtener una respuesta positiva de los demás, recibiendo un reforzamiento 
social positivo, con consecuencias en elevación de autoestima, beneficiando el ajuste 
psicológico (Flores & Díaz-Loving, 2004). 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Un ejemplo más de los beneficios que se enuncian en esta sección, es un estudio el 
cual tuvo como enfoque el uso de conductas prosociales para prevenir el rechazo entre pares, 
concluyendo que el incremento en conductas prosociales parece mejorar esta relación, ligado a 
su vez a las preferencias de comportamiento e interacción entre pares, por otro lado, los 
efectos de esta conducta prosocial, debilitan las posibilidades de desarrollar síntomas 
depresivos y agresivos en niños (He et al., 2018). 
El uso de conductas prosociales ha demostrado buenos resultados cuando se ha 
utilizado como contraparte de conductas agresivas, en específico cuando se muestran como 
requisito [la agresividad] para ser aceptado en determinado grupo social. Un estudio confirma la 
incompatibilidad entre la agresividad y conductas prosociales, siendo esta última un factor 
protector en la etiología de la agresividad, que se cree, tiene que ver con la aceptación social y 
por tanto, demostrar conductas agresivas es lo normativo. En otras palabras, las conductas 
prosociales muestra un efecto reversivo ante conductas agresivas, probablemente debido a 
altos niveles de empatía mostrados y buen juicio crítico (Jung & Schröder-Abé, 2019). 
Para este punto, conviene señalar el concepto de Asertividad, el cual ha sido tratado de 
sinónimo de las habilidades sociales, que como puntualiza Caballo (2007), este término ha 
sufrido una serie de transformaciones, considerado en primer momento por Wolpe como 
personalidad excitatoria en 1949, posterior en 1958 el mismo autor la denomina conducta 
asertiva. 
Alberti y Emmons (1970, citado en Peñafiel & Serrano, 2010) definen la asertividad 
como “el comportamiento que fomenta la igualdad en las relaciones humanas, permitiéndonos 
actuar en defensa de los intereses propios, defendernos sin ansiedad injustificada, expresar 
sincera y agradablemente nuestros sentimientos y poner en práctica nuestros derechos 
personales respetando los derechos de los demás” (p. 17). 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Otros autores, como Liberman y cols. (1975, citados en Caballo, 2007; Flores& Díaz-
Loving, 2004) le denominaron a estos atributos como competencia personal, y por esos años 
comenzó a utilizarse el término de habilidades sociales como intercambiable de conducta 
asertiva, considerando que el entrenamiento asertivo y entrenamiento en habilidades sociales 
designa prácticamente el mismo conjunto de elementos de un tratamiento y el mismo grupo de 
categorías conductuales a entrenar. 
Las deficiencias en habilidades sociales, traen consigo una serie de consecuencias 
negativas y contraproducentes para el desarrollo de las personas, una de ellas es que cuando 
las relaciones de las personas están determinadas por la ansiedad, inhibición o reforzamiento 
negativo, se puede llegar a alcanzar un pobre concepto de sí misma (Flores & Díaz-Loving, 
2004). 
Ramos et al. (2014) complementan las consecuencias negativas de poseer carentes 
habilidades sociales, enunciándolas en situaciones más generales, como la incapacidad de 
comunicar eficazmente las necesidades propias y sentimientos a las demás personas, dificultad 
para establecer y conservar amistades, probablemente la percepción de mantenerse apartado 
de situaciones y decisiones importantes o divertidas, con sentimientos de soledad o 
problemáticas constantes. 
Las razones por las que alguien puede no poseer estas habilidades se engloban en 2 
grandes causantes (Flores & Díaz-Loving, 2004): 
• Nunca se aprendieron por falta de modelos, sin aprendizaje directo, rigidez educacional, 
limitación de expresión, ambiente restrictivo (por ejemplo, crianza en ciudad, campo, 
colegios exclusivos). 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
• Las habilidades existen, pero factores de ansiedad que inhiben o interfieren con otras 
conductas, es un déficit de ejecución de la conducta relacionados con pensamientos 
cíclicos (abordaje propio desde el marco cognitivo-conductual). 
Macdonald et al. (2016) complementan y apoyan el panorama anterior, al añadir que 
gran proporción de nuestros repertorios conductuales como las habilidades sociales y solución 
de problemas, no provienen simplemente por respuesta operante, si no del aprendizaje de 
otros, en específico lo observado de otros, mediante aprendizaje vicario, donde el 
reforzamiento juega un papel determinante para adoptar dichas conductas, de aquí, que 
muchas personas encuentren difícil el control de situaciones específicas, si no han tenido la 
oportunidad de desarrollar las habilidades necesarias, incluyendo las habilidades sociales. 
Una de las estrategias conductuales que se proponen como protectoras ante las 
dificultades entre pares y su mantenimiento, además de evitar el desarrollo de psicopatologías, 
puede ser un modo de actuar siendo considerado y amable (Williams, 2009, citado en He et al., 
2018). 
Si se considera desde un sentido simple, se entrena a la persona en habilidades para 
satisfacer sus necesidades individuales y así, favorecer las relaciones sociales (Flores & Díaz-
Loving, 2004). 
Por su parte, Caballo (2007) empata con esta postura, al afirmar que el entrenamiento 
en habilidades sociales, constituye un procedimiento básico de tratamiento, ya que las 
problemáticas que ataca se dan a nivel social, es decir, el individuo está inmerso en un medio 
donde pone en práctica esas habilidades en situaciones y relaciones sociales, donde el trato es 
dinámico y las respuestas ante las demandas se amplían cada vez más, por ello entrenar la 
base de habilidades sociales ofrece un abanico de posibilidades ante las interacciones 
sociales. 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Campbell (2006); Leiberg y Anders (2006); Warden y MacKinnon (2003) (citados en 
Pascual-Sagastizabal et al., 2019) en unión ante las posibilidades que se abren para el 
tratamiento de las conducta agresivas o socialmente dañinas, menciona que una conducta 
diametral es la empatía, aquella habilidad de percibir y entender las emociones de otras 
personas y reaccionar apropiadamente a ellas, considerada en todo caso, como una habilidad 
prosocial. Cabe mencionar que esta habilidad forma parte del entrenamiento en habilidades 
sociales de forma regular. 
Una manera de abordar las conductas no sociales, como las conductas agresivas, y 
hablando en concreto en el contexto de institucionalización es mediante la intervención en 
habilidades sociales. Dicha intervención puede partir del marco cognitivo-conductual, el cual 
Ramos et al. (2014) indican que se basa en la utilización de conjuntos de técnicas en 
momentos específicos que coadyuvan a desarrollar el déficit de habilidades sociales presente 
en una situación específica, o bien en la vida en general de un individuo, donde la raíz de este 
déficit adquirido está en el intercambio social, por lo cual, la intervención se basa en la mejora 
de estos intercambios sociales, que permitan visualizar mejoras en cuanto a convivencia y 
reducción de agresión en la población. 
La utilización del marco cognitivo conductual ha recibido suficiente soporte empírico 
para el tratamiento de conductas disruptivas como la agresión, así mismo la evidencia señala 
que este tipo de intervenciones también resulta útil en conjunto con intervención farmacológica 
para casos de agresión severa (Aman et al., 2014; Sukhodolsky et al., 2004; Dretzke et al., 
2009, citados en Sukhodolsky et al., 2016). 
Caballo (2007) considera al entrenamiento en habilidades sociales como un método 
potente y frecuente para el tratamiento de problemas psicológicos, al mejorar la efectividad 
interpersonal y mejora general de la calidad de vida. 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
El trabajo en habilidades sociales puede basarse en el Aprendizaje Estructurado que 
propone Goldstein et al. (1989), ya que en sus componentes consideran la existencia de los 
trastornos conductuales (agresividad, retraimiento, inmadurez) y el método consiste en la 
aplicación de técnicas conductuales y cognitivas como modelamiento, representación de 
papeles, retroalimentación del rendimiento y transferencia del adiestramiento, donde en este 
proceso de enseñanza se muestra a los participantes ejemplos específicos de un individuo 
filmados o en vivo, que represente las conductas que se deben aprender, seguido de 
retroalimentación positiva en la representación de papeles, para posteriormente alentar a 
poner en práctica estas conductas en situaciones diversas y propiciar generalización. 
Ramos et al. (2014) determinan que el utilizar este término de habilidades sociales en 
función de la conducta interpersonal, necesariamente consiste en un conjunto de capacidades 
de actuaciones aprendidas, punto que empata ampliamente con las posturas anteriores sobre 
la susceptibilidad de entrenamiento en los actores sociales de determinado contexto. Dicho 
entrenamiento de conductas tiene que ver con las interrelaciones que se hagan con los demás 
actores (papel activo), las cuales pueden ser consideradas situaciones críticas, estresantes y 
con determinadas variablesambientales, con lo cual se considera que convergen varios 
factores a la vez en uno o varios momentos, con la intención de adquirir una conducta 
socialmente habilidosa que permita ejecutar conductas sociales de intercambio, con resultados 
favorables para ambos [o varios] implicados. 
Por tanto, Goldstein et al. (1989) proponen 6 categorías sobre las habilidades sociales y 
el aprendizaje estructurado, que contienen 50 conductas o habilidades que modelan los 
instructores: 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Tabla 1 
Habilidades en el Aprendizaje Estructurado 
 
Nota: Recuperado de Habilidades sociales y autocontrol en la adolescencia, de Goldstein, A., 
Sprafkin, R., Gershaw, J. y Klein, P., 1989, p. 75, Barcelona: Martínez Roca. 
 
Ruiz et al. (2012) ofrecen una clasificación similar desde el plano cognitivo-conductual, 
especificando que las habilidades sociales constituyen un amplio rango de competencias, 
formando las siguientes categorías, considerando que estas habilidades pueden trabajarse en 
paradigmas separados o en conjunto: 
 
 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Tabla 2 
Entrenamiento por dominio 
 
Nota: Representación en tabla de las páginas 297-299, Ruiz et al. (2012). 
Caballo (1997, 2010, citado en Ruiz et al., 2012) puntualiza que para realizar un 
entrenamiento en habilidades sociales requiere trabajar conductas específicas, reducir 
ansiedad, reestructuración cognitiva y entrenamiento en solución de problemas. 
Para el Entrenamiento de Habilidades Sociales en formato grupal que propone Caballo, 
ofrece una serie de beneficios, entre ellos que el entrenamiento en sí ya es una situación social 
donde se propicia la participación y práctica con los pares, sirve como un contexto de apoyo ya 
que generalmente el grupo ofrece condiciones personales similares, con menor índice de 
intimidación y se desarrollen expectativas positivas de mejora en los participantes. Se trata de 
situaciones reales y más posibilidades de generalización en situaciones sociales, además de 
economizar en cuestión de tiempo de enseñanza (Caballo, 2007). 
 
 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Deficiencias en Habilidades Sociales y su Relación con la Institucionalización 
 
En México el campo de las habilidades sociales ha cobrado un especial interés, donde 
se ha investigado sobre la eficacia de entrenamientos en habilidades sociales en niños y 
adolescentes, sin embargo, también se ha dirigido en mayor medida a investigar los problemas 
de interacción social, emocional o conductas ya presentes, probando a su vez metodologías 
con evidencia empírica provenientes de otros países y poblaciones, trabajando así más en los 
correctivo que preventivo, siendo la prevención una necesidad en nuestro país debido a los 
altos índices de delincuencia, drogadicción y vandalismo, entre otros más. Los problemas 
interpersonales que presentan los jóvenes durante su desarrollo afectan sus relaciones, lo cual 
impacta en el comportamiento desadaptativo a las normas, emocionales y a la salud integral, 
con probabilidad de que estas conductas desadaptativas se extiendan a la adultez (Ríos, 
2014). 
Huesmann et al. (2009) destacan desde la perspectiva del desarrollo, que la alta 
estabilidad de agresión infantil puede durar y extenderse a la adultez, con probabilidad de 
robustecer sus efectos penetrantes y con resultados indeseables en lo psicosocial (Jia et al., 
2016). 
Considerando que durante el desarrollo de una persona pueden existir problemáticas, 
se considera que la adolescencia es un periodo de transición entre la infancia y la vida adulta, 
que se caracteriza por la necesidad de integración social, búsqueda de afirmación e 
independencia individual, además que se consolida la identidad sexual y emocional. Por lo 
anterior, la prevención de problemas en esta etapa de la vida es posible en nivel primario [antes 
de que se presenten las conductas problemáticas] con poblaciones de alto riesgo ambiental 
como niños y adolescentes; y en nivel secundario, encaminado a intervenir casos identificados 
como propensos a evidenciar algún trastorno, como aquellos que presentan abandono social y 
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Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
cultural. Ambos niveles de prevención pueden conducirse mediante la intervención formativa, 
donde se entrenen habilidades sociales como medio alternativo al déficit o carencia que se 
pretende intervenir que a su vez, de no ser intervenido, pueda causar futuros problemas (Ríos, 
2014). 
El desempeño deficiente de conductas asertivas se ha relacionado con baja autoestima, 
bajo locus de control externo y depresión, ya que la falta de asertividad contribuye al poco 
contacto social positivo, por ello, conductas que no son remediadas pueden verse extendidas a 
la edad adulta, por ejemplo, una deficiencia en la interacción puede derivarse de prejuicios o 
interpretaciones incorrectas de la situación (Michelson, et.al., 1988 citado en Lara & Silva, 
2002), o bien, fallos en las representaciones del aprendizaje, que pueden deberse al fallo en la 
observación de las actividades relevantes, codificación inadecuada de las conductas 
modeladas para su representación en memoria, problemas de retención, deficiencias motoras o 
reforzamiento inadecuado (Ruiz et al., 2012). 
Lo anterior representa desventajas múltiples para la persona en desarrollo o bien, una 
vez que alcanzan la adultez, por que ya poseen antecedentes de conducta social anormal y 
extienden estas conductas a otras edades y contextos (Almas et al., 2012; Lara & Silva, 2002). 
Las habilidades sociales deficientes y su descripción han sido documentadas, un 
ejemplo de ello es el trabajo realizado por Berg et al. (2019), efectuaron un estudio donde 
corroboraron que los conflictos verbales contribuyen a la asociación entre depresión y violencia 
interpersonal, donde la depresión incrementa el riesgo de conductas violentas (personas 
deprimidas se encuentran normalmente envueltas en situaciones que fácilmente son 
oportunidades de manifestaciones violentas) y la raíz de la situación es de carácter nosológico 
identificado (depresión, contextual), pero que combinado con la variable de interacción verbal 
ineficiente y formulada como agresión, trae consecuencias violentas y por tanto, 
22 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizadoscontraproducentes para la persona y su medio, violando las reglas de interacción (recordando 
que los conflictos requieren mutualidad). Probabilizando así la aparición de conflictos que 
emergen desde estilos de comunicación disruptiva, que pueden agravarse por antecedentes 
como adversidades tempranas y consumo de drogas de abuso. 
Por su parte, Silva et al. (2018), abordan el entrenamiento en habilidades sociales en 
relación con el bullying, hallando reducción en este último a causa del entrenamiento en 
habilidades sociales. Los participantes empezaron a actuar con mayor amabilidad, empatía y 
autocontrol emocional, pudiendo resolver problemas con sus pares en formas noviolentas, lo 
cual es clave para hacer amistades, de lo contrario, las habilidades sociales que se poseen y 
que son identificadas como insuficientes, explica la aparición y mantenimiento del bullying, ya 
que la agresión y violencia se utiliza como un modo de mantener estatus y respeto del resto de 
los pares, sin embargo, esto es una percepción distorsionada, considerada un fallo en el 
aprendizaje de la interacción saludable o bien, sin reforzamiento al respecto de lo saludable. 
Por último contemplar que las habilidades sociales deficientes pueden permanecer sin 
cambios significativos por tiempos prolongados, conduciendo así a psicopatologías que 
predisponen a un desarrollo anormal de la salud, manteniendo ininterrumpido el ciclo de 
agresión (Smyke et al., 2010). 
Ejemplo de esta prolongación de conductas desadaptativas, son los menores 
institucionalizados, que generalmente se mueven por diversos ambientes, como los orfanatos y 
residencias donde fueron sujetos de adopción, o bien, regresan a sus lugares de origen, donde 
se puede predecir que muestren desventajas como las descritas por Berg et al. (2019) y 
fortalecerse o mantenerse (Smyke et al., 2010) estas conductas desadaptativas a raíz de no 
haber sido intervenidas en tiempos anteriores al retiro de la vida en la institución. 
23 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Bakermans-Kranenburg et al. (2011) ejemplifican el punto anterior al exponer la 
persistencia de una conducta, aparentemente amistosa o amigable, pero con la variable 
conductual de ser indiscriminada, que se presenta en menores con historial de 
institucionalización. Esta conducta brevemente descrita es considerada desadaptativa y refleja 
la necesidad de estimulación social insatisfecha en edades más tempranas, como los pobres 
vínculos que se establecen con los encargados [quienes por lo general no cuentan con 
preparación adecuada para estimular adecuadamente la interacción social de los menores y 
tienen a su cargo un número amplio de menores (31:1 en algunos casos, según lo reportado 
por van Ijzendoorn et al., 2011)] a cargo de proveer cuidados en distintas etapas vitales. La 
identificación de estas deficiencias en relación a las y los cuidadores primarios, junto con la 
carencia de estimulación recomendable, tienen como producto las deficiencias en seguridad 
emocional y en regulación conductual (Dobrova-Krol, et.al., 2009 citados en Bakermans-
Kranenburg et al., 2011). 
Complementando la postura anterior, Merz & McCall (2010) indican que la deficiencia 
de habilidades sociales, sumado a las dificultades que encuentran con sus pares en la 
institucionalización, puede ser una base que explica los problemas sociales y de internalización 
que experimentan dentro de la institución o una vez que dejan ese ambiente. 
Una vez que dejan la institución, Hawk y McCall (2010) aseguran que son estos 
menores los que presentan conductas extremas [no saludables] y mayores problemas, muchos 
de ellos manifiestándose en la adolescencia, en comparación con aquellos que provienen de 
condiciones similares o sin institucionalización, atribuyendo una vez más a la 
institucionalización esta base de donde se sostienen dichas problemáticas, que como se sabe, 
las instituciones de este tipo varían en cuanto a grados de severidad de condiciones 
ambientales, que por lo general, carecen de estimulación socio-afectiva en cuidados e 
interacciones. 
24 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Hawk y McCall (2010) también apuntan que esta variabilidad de conductas y su 
mantenimiento están en estrecha relación con el tiempo de permanencia en estas instituciones, 
siendo entre 6 y 24 meses de institucionalización suficiente tiempo para presentar problemas 
conductuales posteriores en algunos menores. Almas et al. (2012) detalla que tras 20 meses de 
crianza en ambientes institucionalizados (en este caso un orfanato, considerado de mayor 
calidad que la denominada institucionalización tratada en esta intervención), estos menores 
puntuaban más bajo en habilidades sociales que los menores que no habían sido 
institucionalizados, probablemente debido a las limitaciones que supone este ambiente de 
institucionalización, sugiriendo así que el tiempo de convivencia en estos ambiente 
institucionalizados, afecta negativamente la conducta del menor poniéndolo en desventaja 
frente a los menores que no han experimentado ese tipo de situaciones desfavorables. 
Tras los datos aportados por Hawk y McCall (2010) y Almas et al. (2012), se hace 
evidente la necesidad de intervenciones tempranas en el desarrollo de habilidades sociales en 
menores institucionalizados, para a su vez contribuir en el entendimiento de los mecanismos 
para remediar los efectos negativos de esta condición en la infancia, con miras a prepararles 
para desempeñarse adecuadamente ante las crecientes demandas sociales de la adolescencia 
(Almas et al., 2012). Y que, como apuntan Dodge y Pettit (2003), las intervenciones en estadios 
tempranos de desarrollo, son más recomendables que en edades avanzadas, por ello, 
identificar los niveles de conducta agresiva incluso en el ingreso de algún menor, será vital para 
visibilizar [o no] a lo largo de su estancia en la institución (Attar-Schwartz et al., 2017). 
En otras palabras, la condición de institucionalización, no provee de oportunidades 
apropiadas en edad, ni en expectativas para el desarrollo relevante de habilidades, puntuando 
más bajo en habilidades adaptativas como comunicación, habilidades sociales y motoras, que 
aquellos menores no institucionalizados (Naumova et al., 2019). 
25 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Autores como Bell et al. (2015); Hussey y Guo (2002, 2005); James et al. (2004); Lyons 
et al. (2001); Proctor et al., 2010; Villodas Litrownik et al. (2016) y Wulczyn et al. (2003) afirman 
que hay relativamente poca producción en investigación que explique los progresos de niños 
en cuidados residenciales, esto en términos de cambio conductual u otra consideración 
funcional durante la estancia de menores en este tipo de instituciones (Attar-Schwartz et al., 
2017). 
Flores y Díaz-Loving (2004) proponen una idea interesante, en la cual la visión sobre la 
asertividad se basa en visualizarla como un punto medio entre la pasividad donde se pierdetodo, y la agresividad [excesiva], que hace que los otros pierdan todo, es decir, la asertividad 
funge como mediadora de situaciones. 
Peres (2005) recolectó datos que indican que estas deficiencias en conductas 
socialmente habilidosas influirán en la producción laboral y en la reinserción a la sociedad 
como jóvenes independientes y protagonistas de su vida, que de no remediarse, pueden 
presentar conductas de evitación, escape o silencio, ante los requerimientos del medio donde 
se desempeñen, lo cual se traduce en dificultades en el establecimiento de relaciones 
interpersonales, expresión abierta de cualquier sentimiento u opinión, que van desde la 
dificultad en el uso del yo, hasta el uso adecuado de tono, fluidez y contenido del lenguaje, 
consideradas esas dificultades, conductas contrarias a las previstas en los entrenamientos en 
habilidades sociales, es decir, se presenta la contraparte de lo considerado ideal en el espectro 
de conducta socialmente habilidosa, donde retomando a Flores y Díaz-Loving (2004), dadas 
estas fallas conductuales, pueden perderlo todo, hablando en términos de enriquecimiento 
interpersonal. 
 
26 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Antecedentes de Habilidades Sociales y Entrenamiento Cognitivo-Conductual 
 
Dentro de las definiciones y bondades de las habilidades sociales, encontramos que la 
conducta agresiva resulta ser remediada por los beneficios intrínsecos de un entrenamiento 
basado en los principios prosociales, por lo cual en este apartado se revisarán los esfuerzos 
realizados sobre el entrenamiento en habilidades sociales, en situaciones desfavorables, desde 
el marco cognitivo conductual y el impacto en variables psicológicas y su relación con la 
conducta agresiva. 
Conocer sobre las condiciones de esta población institucionalizada resulta de interés 
para la producción de literatura, ya que las revisiones de estudios e intervenciones contemplan 
diversas variables como parte de los entrenamientos a implementar, algunos de ellos fueron 
diseñados para poblaciones sin institucionalización. Tal como señalan Turner et al. (2018), el 
entrenamiento en habilidades sociales de corte conductual, fue diseñado para pacientes fuera 
de la institucionalización, pero provenientes de recuperación psiquiátrica en la década de los 
70, y su diversificación en 1980 y 1990 añadió técnicas y con ello la ampliación de enfoques de 
tratamiento. 
Por otro lado, el entrenamiento de Aprendizaje Estructurado que propone Goldstein et 
al. (1989) contemplaba ya en la población trastornos conductuales. Pero para poder concebir el 
aprendizaje de este tipo, en específico el observacional, Ruiz et al. (2012) apuntan que los 
pilares (descritos por Bandura en 1988) para adquirir competencias sociales son atención, 
retención, reproducción y motivación, procesos cognitivos necesarios para un desempeño 
adecuado de lo aprendido, por ello, contemplar estas variables psicológicas cobra relevancia 
para implementar programas institucionales ajustados a las necesidades particulares de cada 
población (Iorio & Seidman, 2012). 
27 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Con el punto anterior en mente, es común que en las revisiones de literatura se 
encuentren trabajos en Habilidades Sociales abordadas desde distintos marcos: entrenamiento 
cognitivo-conductual, entrenamiento conductual, entrenamiento cognitivo-social, basado en 
UCLA-FAST (entrenamiento conductual adicionado con psicoeducación, prevención de 
recaídas y habilidades diarias –Universidad de California-), controles activos (intervención 
cognitivo conductual combinada con asesoramientos de apoyo), asesoramiento (counseling 
supportive, no directivo) (Turner et al., 2018), metacognición enfocado en entender los estados 
mentales propios y los de los demás (MOSST, Metacognition-Oriented Social Skills Trainig) 
(Inchausti et al., 2017), mediante historias sociales y en modalidades grupal e individual, con o 
sin implicación de la familia, reconocimiento de expresión facial y el uso de tecnología como un 
robot o computador (March et al., 2018). 
Así mismo la utilización del marco cognitivo-conductual ha abordado intervenciones [en 
población institucionalizada o afines] en habilidades sociales, encontrando la mejora de las 
mismas junto con reducciones en agresividad (Essau et al., 2014; González et al., 2013; 
Ramírez et al., 2009; Smyke et al., 2010), mejoras en expresión de sentimientos por 
reestructuración cognitiva (Ramírez et al., 2009), incremento en habilidades de empatía, 
compromiso social y académico, motivación (DiPerna et al., 2018), cambios positivos en 
confianza social ante situaciones conflictivas y no conflictivas, así como una mejor capacidad 
de toma de decisiones y comunicación (Tymes et al., 2016). 
Un meta-análisis elaborado por Scaini et al. (2016) indica que las intervenciones en 
habilidades sociales de corte cognitivo-conductual realizadas en escuelas y en contextos 
clínicos tenían efectos (Effect Size) de moderados a amplios, sin embargo, el contexto escolar 
tiene un efecto mayor en el entrenamiento, debido a que cuentan con un contexto 
prácticamente inmediato de generalización, mientras que en el contexto clínico convergían 
variables distintas, entre ellas, comorbilidades y severidad de trastornos clínicos. 
28 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
De esta manera, las intervenciones de tipo cognitivo-conductual se colocan como de 
primera elección y se consideran una garantía de tratamiento ante síntomas como aislamiento 
o incapacidad [desventaja] social. Generalmente, estas conductas son susceptibles de ser 
entrenadas y con la meta de mantenerse durante un periodo largo y estable una vez mejoradas 
(Maddox et al., 2017). 
Macdonald et al. (2016) empatan con la postura anterior al describir que las 
intervenciones de Terapia Cognitivo-Conductual [TCC] son un conjunto de intervenciones, 
basadas en el aprendizaje, dirigidas a tratar problemas emocionales, psicológicos y 
conductuales, con una amplia gama de aplicaciones, desde problemas de salud y mentales, 
interpersonales y sociales, como la carencia de habilidades sociales y delincuencia. 
Considerándose así que la TCC tiene relevancia en problemas asociados al maltrato de 
menores, con beneficios como la reducción de conductas agresivas en niños, recomendando la 
utilización este marco como plausible ante este tipo de conductas incompatibles (Hudley & 
Graham, 1993; Lochman & Wells, 2002, citados en Verhoef et al., 2019). 
Algunos programas de corte Cognitivo, Conductual o la combinación de ambos 
enfoques se encuentran disponibles: 
• Social Skills Improvement System-Class Wide Program (SSIS-CP) (DiPerna et 
al., 2018), a través del Proyecto de Bucarest (Bucharest Early Intervention Project –BEIP-) 
donde se dan una serie de seguimientos y estudios a menores en 2 condiciones (instituto y 
orfanato). Este proyecto de Bucarest es de destacar, ya que las poblaciones con las queintervienen ya se encuentran aleatorizadas en las condiciones mencionadas y de esta manera 
intervienen en áreas tales como: cognición, apego, conducta socio-emocional, actividad-
estructura cerebral, sensación, procesamiento, desórdenes [psiquiatría], discapacidad, 
lenguaje, funcionamiento ejecutivo (Bucharest Early Intervention Project, 2017). SSIS-CP se 
29 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
centra en 10 unidades instruccionales, enfocadas en habilidades sociales clave para el salón 
de clases, identificadas por profesores para el éxito escolar. 
Las unidades son habilidades receptivas (escuchar a otros, seguimiento de pasos y 
reglas), información entrante selectiva (prestar atención al trabajo propio), habilidades 
productivas (realizar preguntas), habilidades interactivas (comunicación, cooperación, 
detección y control de emociones y mostrar el entendimiento de reglas). Cada unidad consta de 
3 sesiones con uso de un guion, videos breves específicos de entre 30 90 segundos, ejercicios 
de práctica en un cuadernillo. Cada sesión requiere de 20 a 25 minutos para completar 6 
estrategias instruccionales basadas en descripciones, modelamiento, juego de roles, realizar 
prácticas, monitoreo de progreso y generalización para ayudar al menor a aprender la habilidad 
deseada para cada unidad. Se trabaja en grupos pequeños y cada instructor requería de un 
entrenamiento específico para impartir el programa. Los resultados del tamaño del efecto de 
este programa arrojan pequeños pero positivos efectos en niños de primer grado de primaria, 
con tamaño de efecto más amplio para 2do grado en cuanto a habilidades sociales, 
académicas y de aprendizaje. 
• La aplicación del programa GSSI (Group-based Social Skills Interventions), que 
es considerada una intervención en habilidades sociales basada en el trabajo grupal, son 
reconocidas como los programas con mayor uso para tratar la incapacidad social [o desventaja 
social] en distintos ámbitos (escolar, orfanato) y con adolescentes en específico. GSSI ha 
reportado su uso en más de una docena de revisiones sistemáticas, por lo cual un meta-
análisis reporta la eficacia de la aplicación de este programa de corte conductual, donde la 
flexibilidad de aplicación de este programa permite aplicar de entre 1 y 2 horas de intervención 
semanal con posibilidad de un aumento intensivo en el entrenamiento con 5 o 6 horas 
semanales, participación de pares competentes y por tanto modelos de habilidades sociales, es 
30 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
decir, modelos sin la característica de la muestra que estaban diagnosticados con Espectro 
Autista. 
Este programa consta de presentación de información acerca de conductas correctas 
en contextos sociales, interacción entre pares satisfactoria mediante reforzamiento, 
autoreportes de conocimiento y desempeño social, reportando así mejoras moderadas en 
competencias sociales que se obtienen a través de los puntajes reflejados por padres, 
autoreportes, observadores, tareas y maestros y considerable mejora en la autopercepción 
social. La revisión del tamaño del efecto de este programa en comparación con TCC 
convencional, se reporta con resultados similares entre ambos tratamientos, recomendando así 
la aplicación de TCC para el tratamiento adicional de ansiedad en este tipo de poblaciones 
(Gates et al., 2017). 
• Otro programa llamado Learning Together [Aprendiendo Juntos], incluye 3 
intervenciones centradas en conductas (1. modificación de políticas institucionales, 2. 
compromiso escolar combinado con toma de decisiones y 3. educación social-emocional). Este 
programa utiliza autoreportes de los estudiantes, sesiones grupales, llenado de cuestionarios, 
análisis costo-consecuencia y entrevistas para conocer la percepción de los mismos en torno al 
bullying y victimización. El objetivo de este programa era promover en los estudiantes la 
elección de conductas basadas en la autonomía, motivación y razonamiento, todo esto a través 
del compromiso académico por la vía de la mejora en las relaciones entre estudiantes y 
maestros, academias y desarrollo del estudiante, reorientando las prácticas de la escuela y 
reorganización para centrarse en los estudiantes. 
El personal de la escuela tuvo entrenamiento en prácticas regenerativas, que se basan 
en promover la discusión y tomar acciones sobre algún tema en particular (en grupos), además 
de impartir lecciones de habilidades sociales y emocionales para los estudiantes, mediante 
31 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
lenguaje apropiado, con el objetivo de reforzar la construcción de relaciones interpersonales 
(aunque también había sesiones especiales para tratar conductas consideradas inadecuadas y 
más complejas que el bullying). Los resultados de este programa reportan además de 
reducciones en victimización por bullying, mejoras en función psicológica, bienestar y calidad 
de vida, además de resaltar que el involucramiento de las áreas escolares es clave para lograr 
cambios más significativos (Bonell et al., 2018). 
• Super Skills for Life (SSL) es un programa que integra principios de terapia 
cognitivo-conductual, activación conductual, entrenamiento en habilidades sociales y el uso de 
retroalimentación por video, además de preparación cognitiva como parte del tratamiento. 
Diseñado para menores con problemas de internalización, así como trastornos de ansiedad, 
fobias y depresión, obteniendo así efectos positivos en problemas de conducta, hiperactividad y 
problemas con pares. Consta de 5 principios nucleares: 1. Abordaje transdiagnóstico para 
impactar en factores de riesgo como baja autoestima o carencia de habilidades sociales y 
comorbilidades, 2. Basado en principios de TCC para ayudar a los menores a desarrollar 
habilidades de enfrentamiento ante situaciones que les provoquen ansiedad, 3. Utiliza 
retroalimentación vía videos con preparación cognitiva para ayudar a los menores a mejorar la 
autopercepción, esto incluye la exposición ante un grupo y son grabados para que con esta 
evidencia se pueda usar para enseñar técnicas que alivien el abordaje de conversaciones o 
unirse a un grupo, 4. Usa principios de activación conductual para involucrar a los menores en 
actividades positivas y recompensantes con la finalidad de mejorar autoestima, 5. Enseñar al 
menor habilidades básicas para usar en interacciones sociales para mejorar las experiencias 
exitosas en este tipo de situaciones. Los facilitadores fueron entrenados para aplicar el 
programa, utilizando un manual, guiados por un facilitador líder, reuniones periódicas para 
conocer los estatus de avance en el programa, protocolo aprobado por el comité de ética de su 
universidad. 
32 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervenciónen habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
En cuanto a las sesiones de SSL, esta aplicación constó de 8 sesiones, 1 sesión por 
semana, de 45 minutos cada una y realizado en grupos pequeños de entre 6 y 8 niños. Los 
tópicos de las sesiones se engloban en las siguientes habilidades: educación acerca de 
emociones y sentimientos, reevaluación cognitiva, resolución de problemas, activación 
conductual, técnicas de relajación, automonitoreo y competencia social (Essau et al., 2014). 
• Muiltimodal Anxiety and Social Skills Intervention (MASSI), se trata de un 
programa Cognitivo-Conductual modificado, diseñado para impactar en ansiedad e incapacidad 
[o desventaja en otras palabras] social en adolescentes con Desorden del Espectro Autista 
(ASD por sus siglas en inglés). Diseñado para edades de entre 12 y 17 años, con diagnóstico 
de ASD, ansiedad, fobias. Constó de 5 fases: pretratamiento, punto medio, postratamiento 
inmediato, 3 meses de postratamiento y 1 año de postratamiento, así como 12-13 sesiones 
individuales de terapia cognitivo-conductual con duración de 60-70 minutos aproximadamente, 
escuela para padres e involucramiento de los mismos al final de las sesiones individuales por 
15 minutos aproximadamente. Durante este último periodo de las sesiones, el adolescente y 
terapeuta realizaba un recuento sobre la sesión para el padre o madre y se explicaba las 
asignaciones de tareas a realizar. Se adecuaba el programa según las necesidades, por 
ejemplo, por requerimientos específicos por ansiedad o habilidades sociales específicas a 
entrenar. El manual de entrenamiento para este programa con adaptaciones para ASD, fue 
basado en los principios de la terapia cognitivo-conductual y análisis aplicado de la conducta, 
donde las modificaciones que se hablan de este programa fueron de índole visual, incremento 
del involucramiento parental y consideración de intereses del adolescente. Este programa 
demostró tener suficiente soporte para impactar positivamente en incapacidad social, con 
mantenimiento de 3 meses posteriores a la intervención, un empeoramiento en incapacidad 
social de los 3 meses a 1 año de seguimiento, pero que se mantenía dentro de cambios 
significativos, lo cual es un hallazgo relevante en cuanto a tratamiento o entrenamientos en 
33 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
habilidades sociales mediante el uso de terapia cognitivo-conductual para esta población y 
aquellas con síntomas de ansiedad o desventajas sociales (Maddox et al., 2017). 
Macdonald et al. (2016) realizaron un reporte donde sintetizaron evidencia sobre la 
efectividad, costo-efectividad de varias intervenciones encaminadas a tratar las consecuencias 
del maltrato infantil. Debido al extenso reporte de resultados que supone esta revisión, solo se 
tratarán los hallazgos reportados en cuanto al corte cognitivo-conductual. Macdonald et al. 
(2016) recalcan en primera posición la utilización de intervenciones basadas en teorías 
cognitivas, incluyendo TCC con sus respectivas variaciones en abordaje de trauma y abuso. La 
aplicación de estas intervenciones (y otras más como aquellas que involucran el uso del arte 
como medio de expresión, trabajo entre pares, intervenciones sistémicas, entre otras) pueden 
ser hechas en una variedad de contextos como ambientes clínicos, escuelas y comunidades. 
Así mismo las modalidades individuales y grupales, junto con las combinaciones posibles, tales 
como la inclusión de los cuidadores primarios, también son variaciones que considerar. Por otro 
lado, características étnicas, cambios de cuidadores primarios, condiciones de adopción, 
relaciones de parentesco, orfanatos o cuidados residenciales son otras consideraciones en 
esta revisión. 
Los resultados de Macdonald et al. (2016) con respecto al uso de intervenciones 
basadas en TCC para las situaciones de menores con historial de abuso sexual, abuso físico e 
historias de maltrato en múltiples formas, indican que las intervenciones se han impartido en 
modalidad individual (en mayor parte) y en ocasiones en paralelo con los tutores no 
abusadores, conducidas estas intervenciones por profesionales con suficiente acercamiento a 
la condición de maltrato y trauma. Las edades de los participantes en estas intervenciones 
revisadas están entre 2 y 18 años, donde las intervenciones tuvieron como característica el 
entrenamiento en los siguientes aspectos: psicoeducación, inoculación al estrés, autoestima, 
relajación, estrategias de enfrentamiento con paro de pensamiento, comunicación, 
34 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
modelamiento, control conductual individual y en modalidad interactiva, entrenamiento en 
seguridad corporal, donde ponían en práctica y generalización estas habilidades enseñadas, 
con metodología cognitivo-conductual. 
Un ejemplo de aplicación de lo anterior, Cohen (1995, 1998, citado en Macdonald et al., 
2016) reporta que los menores que fueron agredidos sexualmente, recibieron TCC junto con 
educación en seguridad [entendido como de defensa], identificación de tocamientos adecuados 
e inadecuados y entrenamiento en asertividad, paro de pensamiento, imaginería positiva, 
programas de reforzamiento contingente, entrenamiento en control parental y resolución de 
problemas, impactando también en la concepción de que ahora el o la menor están dañados y 
en la reducción del estrés de los padres por la situación y encaminándolos al apoyo de sus 
hijos y el control conductual. Este programa apoyó a los menores a direccionar sus problemas 
conductuales mediante la enseñanza de la conexión entre pensamientos, sentimientos y 
conducta, control de técnicas y habilidades en solución de problemas. 
Las sesiones de esta extensa revisión, tuvieron en promedio 10 u 11 sesiones para 
modalidad grupal, dependiendo del objetivo de tratamiento podía haber aumento en el número 
de sesiones. Los padres o tutores generalmente tenían participaciones cortas de 15 minutos 
por semana. Sobre los tratamientos individuales oscilaron entre 8 y 20 sesiones, de 1 hora u 
hora y media cada una, en algunos estudios se reportó que el terapeuta pasaba la mitad de la 
sesión con la madre/padre/tutor y el resto con el/la menor, algunas sesiones en conjunto 
(Macdonald et al., 2016). 
En cuanto a la efectividad del marco cognitivo conductual en esta revisión, para 
conductas sexualizadas no fue contundente para mostrar reducción de las mismas y 
externalización de conductas. Sobre el tratamiento de menores que fueron abusados 
físicamente se demostró una mejora en la internalización y externalización conductual, 
35 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
reducción en síntomas traumáticos y depresivos, grandes reducciones en conductas violentas 
en el binomio padres-hijos y viceversa. Por último, para los menores que sufrieron distintos 
tipos de maltrato, coincide con los hallazgos para los menores que sufrieron abuso físico, 
encontrando así reduccionesen síntomas depresivos y postraumáticos, reducción de 
conductas riesgosas, mejoras conductuales en cuanto a agresiones físicas y autocontrol, 
mostrando así evidencia de efectividad entre moderada y amplia (Macdonald et al., 2016). 
En específico sobre entrenamiento en habilidades sociales y experiencias de maltrato 
en la infancia, se reportan los siguientes estudios recopilados por Macdonald et al. (2016), que 
se centran mayormente en técnicas de psicoeducación, práctica de habilidades sociales, 
construcción de relaciones saludables, reducción de aislamiento, sentimiento de pertenencia 
(De Luca, et.al., 1995; Grayston, et.al., 1995): Graham-Bermann et.al. (2007) donde la 
intervención se basa en mejorar el conocimiento del menor sobre la violencia familiar, la 
influencia de sus actitudes y creencias acerca de la familia y violencia, mejorando así su ajuste 
emocional y habilidades sociales. Overbeek et.al. (2013) mediante psicoeduación y basado en 
el programa de Graham-Bermann, su intervención cubrió la modulación afectiva, habilidades de 
regulación emocional, enfrentamiento y procesamiento, habilidades sociales y mejorando su 
seguridad y desarrollo futuro. Holland et.al. (2004) evaluó una intervención multimétodo para 
niños abusados sexualmente en la que implemento psicoeducación y entrenamiento en 
habilidades sociales en formato grupal. 
Las poblaciones con las que se ha estudiado e intervenido son aquellas con características de: 
• Abandono moral y material (Ferreira, 2003; Macdonald et al., 2016; Martínez et al., 2007). 
• Estudiantes de distintos niveles académicos (Bonell et al., 2018; DiPerna et al., 2018; Scaini et 
al., 2016; Smyke et al., 2010; Tymes et al., 2016). 
36 
IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
• Menores en condición de institucionalización (Bos et al., 2011; González et al., 2013; Levin et 
al., 2015; Slopen et al., 2012; Smyke et al., 2010; Wismer & Pollak, 2017). 
• Condición psiquiátrica (Essau et al., 2014; Maddox et al., 2017; Scaini et al., 2016). 
Existe reportes de estudios puntualizando los parámetros sobre la eficacia, efectividad y 
eficiencia de la terapia cognitivo conductual, puntualmente nos interesa conocer estos 
parámetros en la aplicación del entrenamiento de habilidades sociales o bien, el efecto de este 
tipo de entrenamientos en variables psicológicas descritas en los antecedentes de habilidades 
sociales y conducta agresiva. 
Diversos meta-análisis han encontrado relaciones consistentes entre la aplicación del 
paradigma cognitivo conductual y la mejora de síntomas de diversos trastornos, como desorden 
de ansiedad general y social (dificultades en relaciones), psicosis, estrés postraumático, 
traumas emocionales, autismo, esquizofrenia y conductas de riesgo para la salud. Destacar 
que algunas de las intervenciones integraron el entrenamiento en habilidades sociales dentro 
del paradigma cognitivo-conductual o bien, como un tratamiento en comparación. Estas 
mejoras debido a la aplicación del paradigma cognitivo conductual, en comparación con otras 
intervenciones (psicoterapia interpersonal, mindfulness, entre otras) y modalidades individuales 
y grupales, mostraron un tamaño del efecto significativo, que se extiende desde moderado a 
amplio, con mediciones desde la g de Hedges (entre 0.28 y 0.99), la d de Cohen (entre 0.25 y 
1.744) y significancia estadística (entre 0.001 y 0.114). La población atendida con este 
paradigma y entrenamiento en habilidades sociales se centró mayormente en infantes y 
adolescentes de diversas nacionalidades, contextos escolares, clínicos y provenientes de 
condiciones adversas o considerados en maltrato (Dubreucq et al., 2019; Macdonald et al., 
2016; Maddox et al., 2017; Nardi et al., 2017; Scaini et al., 2016; Turner et al., 2018). 
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IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Estas revisiones de intervenciones basadas en el paradigma cognitivo-conductual y el 
entrenamiento en habilidad sociales, nos proveen de un soporte sólido y válido para la presente 
intervención. La referencia para determinar la efectividad de esta intervención será de pequeño 
a moderado, es decir, como mínimo se espera una d= 0.2, esperando encontrar un efecto 
mayor y se extienda a d= 0.5>, lo cual indicaría un tamaño del efecto de moderado a amplio, 
que, según los reportes anteriores, es el rango de tamaño del efecto en el que se ha 
documentado que este tipo de intervenciones tiene lugar. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Capítulo 2-Conducta Agresiva y Violencia Extendidas a la Institucionalización 
 
Descripción de la Conducta Agresiva y Consideraciones 
 
Se presentan las definiciones de conducta agresiva y violencia, evidenciando así la 
estrecha relación entre ellas y con ello, estructurar el complejo cuerpo de conocimiento que 
supone la institucionalización, los menores en esa condición y por supuesto, sus antecedentes 
influyentes en conducta: 
Algunas definiciones se enfocan en la intencionalidad que posee la agresividad. A este 
respecto, autores puntualizan que la agresión se refiere a la intención de dañar o ganar ventaja 
sobre las personas, puede que una motivación de esta conducta sea evitar ser dañado. Estas 
agresiones pueden presentarse sin que necesariamente haya daño físico, ya que la violencia 
involucra el uso de fuerza física contra otra persona, en ocasiones motivada por la agresividad, 
por tanto, no toda conducta agresiva es violenta, pero toda conducta violenta es agresiva. La 
violencia es vista como una forma extrema de agresión, con potencial daño físico grave 
(Anderson et al., 2017; Bushman et al., 2016; Lambe et al., 2018) 
Otra motivación para mostrar conductas agresivas es postulada por la teoría social-
cognitiva, indica que, para muchos niños, verse comprometidos emocional y personalmente 
[que tiene que ver con la percepción del evento, probablemente no asociado a una agresión 
manifiesta], puede conducir a agresiones. Emociones asociadas a enojo o ansiedad en exceso, 
pueden exacerbar la conducta agresiva (Anderson & Bushman, 2002; Lemerise & Arsenio, 
2000; Granic, 2014; Hubbard et al., 2002; De Castro et al. 2003; Dodge & Somberg, 1987; 
Rejintjes et al., 2011, citados en Verhoef et al., 2019). 
 
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IPN Miranda-Vázquez, J. S. 
 
Efectividad de una intervención en habilidades sociales sobre la conducta agresiva de menores mexicanos institucionalizados 
 
Plutchick y Praag (1989, citados en Romans et al., 2015) refuerzan las posturas anteriores, 
al definir la agresión como una variedad de conductas motivadas o impulsadas a infligir daño. 
El daño al que se hace referencia en las definiciones anteriores, puede resultar en daño propio 
o de otros (personas u objetos) (Romans et al., 2015; Connor,

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