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Espacios-pAblicos-y-fragmentaciAn-socio-espacial---La-Plaza-Tlaxcoaque-intervenida-como-un-vacAo-urbano

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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL 
ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA 
Unidad Tecamachalco 
 
 
Espacios públicos y fragmentación socio espacial. 
La Plaza Tlaxcoaque intervenida como un vacio urbano. 
 
Tesis por créditos de posgrado 
Presenta para obtener el título de Ingeniero Arquitecto: 
Mayra del Carmen Elizondo Platero 
 
Jurado: 
Director: Dr. José Antonio García Ayala 
 Asesor 1: Dr. Ricardo Antonio Tena Núñez 
 Asesor 2: M. en C. Felipe Heredia Alba 
 Asesor 3: M. en C. Arturo España Caballero 
Asesor 4: Ing. Arq. Rosa Isela Soto Martínez 
 
 
 
 
MAYO 2016 
1 
 
CONTENIDO 
Introducción 
Planteamiento del Problema 
Justificación 
CAPITULO Fragmentación, vacío y renovación en el espacio publico 
1.1 El espacio público patrimonial fragmentado intervenido como vacío urbano 
1.2 El patrimonio urbano-arquitectónico en el espacio público fragmentado 
1.3 Efectos de la renovación del espacio público: exclusión y segregación 
1.4 La urbanización sociocultural en el espacio público 
CAPITULO II. Plaza Tlaxcoaque, un espacio renovado. 
2.1 Política pública de renovación por el Bicentenario de la Independencia de México 
2.2 Proceso de desarrollo histórico de la Plaza Tlaxcoaque. 
2.3 Renovación de la Plaza Tlaxcoaque. 
2.4 Aspectos espaciales y sociodemográficos en la Plaza Tlaxcoaque y su entorno inmediato. 
Conclusiones generales 
Bibliografía 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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INTRODUCCION 
En el siguiente trabajo se aborda “la renovación del espacio público”, en un 
territorio fragmentando social y espacialmente, generando vacíos urbanos, y los 
efectos que se dan sobre el patrimonio, por medio de la percepción gobierno-
habitante. Analizando dicho fenómeno, desde las perspectivas de los habitantes, 
partiendo de las expectativas del gobierno, para comprender si una intervención de 
embellecimiento, es suficiente para la generación de apropiaciones vecino, 
avecindada, visitante. 
El primer capítulo denominado “Los efectos de la renovación sobre el 
espacio público patrimonial y la creación de vacíos urbanos”, pretende 
abordar, inicialmente las definiciones teóricas de los principales conceptos, 
requeridos para el análisis del tema,asi como las consecuencias de las 
intervenciones dadas sobre el espacio público, en un territorio fragmentando, por 
medio de los efectos espaciales y sociales. 
En el segundo capítulo llamado “Plaza Tlaxcoaque, un espacio 
patrimonial fragmentado y renovado ”, se presenta el caso de estudio, para llevar 
acabo el análisis del tema, partiendo de los antecedentes históricos que colocan a 
Tlaxcoaque como un espacio público fragmentado, seguido de las recientes 
intervenciones, por medio de políticas públicas para la recuperación de la vitalidad 
de un lugar olvidado. 
El tercer capítulo designado como “Apropiación física y simbólica de 
Plaza Tlaxcoaque y su entorno inmediato”, analiza las dinámicas culturales del 
entorno inmediato, por medio de las percepciones de los vecinos, avencidados y 
visitantes, partiendo de los paisajes culturales dados, y percibidos, así como los 
efectos espaciales y sociales, resultado de las políticas de rescate del espacio 
público generadas del gobierno. 
 
3 
 
El último capítulo titulado “Plaza Tlaxcoaque: espacio público 
fragmentado y vacío urbano”, analiza la relación espacio público fragmentado y 
vacíos urbanos, por medio de la conformación de paisajes de embellecimiento, para 
apreciar las continuidades y discontinuidades espaciales y sociales, por medio de 
la dinámica cultural de la zona, desde el punto de vista esperado, hasta llegar al 
obtenido. La última parte presenta las consecuencias de una política de 
embellecimiento, sobre un espacio fragmentado, que genera un vacío urbano, en 
un espacio olvidado, en base a la relación gobierno-persona. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 
En los últimos años, se han observado grandes cambios en la Ciudad de México, 
producto de algunos proyectos para la intervención de espacios públicos, 
consecuencia de diversos motivos, como turismo, delincuencia, revitalización, 
aprovechamiento espacial, económico o social entre otros. Dichos cambios se han 
dando conforme la ciudad se ha transformando y con ello la sociedad, por medio de 
diversos efectos. Como resultado de las intervenciones dadas sobre el espacio 
público, la sociedad ha creado cierta identidad hacia los espacios públicos y se ha 
transformado continuamente, y este fenómeno es muy evidente en la interacción 
que existe entre la sociedad y la cultura. 
Los proyectos de intervención que se han generado, en la ciudad han ejercido 
una influencia en el uso de los espacios públicos, que se ha visto se muestran, 
directamente en la proyección del paisaje cultural. Los nuevos paisajes culturales 
que se crean en los espacios públicos intervenidos por parte del GDMX, han 
causado un impacto no solo en la percepción espacial y social, si ni también en la 
modificación, de la relación usuario-espacio. 
Dichas modificaciones tienen diversos efectos en el entorno inmediato, ya 
que generan continuidad o discontinuidad espacial, así como de prácticas, la 
interacción estética y la interacción de los individuos que utilizan el espacio público, 
permite la construcción de paisajes interculturales, en donde intervienen culturas 
locales, y culturas foráneas del interior del país, al igual que de otra parte del mundo, 
debido a que la ciudad no es homogénea, cuenta con un sinfín de fragmentos, que 
son apreciados en el espacio público, al igual que en su entorno urbano, lo que nos 
habla de una apropiación diferente sobre el espacio por parte de los diferentes 
grupos sociales que interactúan en él, así como un uso contrastante del mismo 
espacio público intervenido. 
 
5 
 
Cuando la intervención de un espacio se genera solo valorando la parte 
estética, dejando de a un lado la continuidad con el entorno inmediato, se puede 
generar un vacío urbano, que puede beneficiar al entorno inmediato, donde la 
concepción y apreciación puede llegar a ser desfavorable o favorable, de acuerdo 
a la relación “Gobierno-Habitante”, en donde la apropiación o resignificación, en un 
territorio fragmentado, tiene el valor que el observador quiera darle, por tanto el 
hecho de modificar un espacio, en el sentido estético, no tiene, porque, beneficiar 
directamente al entorno, pero si genera un cambio directo en la apreciación del 
paisaje cultural. Por tanto se presenta como problemática “la renovación del 
espacio público”, como parte de la fragmentación socio espacial de la ciudad, 
como parte de las políticas de intervención, en un ”territorio fragmentado”, 
afectando el patrimonio, que se puede observar por medio de los ”paisajes 
culturales” dentro de un “vacío urbano”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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JUSTIFICACIÓN 
Debido a los festejos de por el “Bicentenario de la Independencia de México” y 
el “Centenario dela Revolución Mexicana”, se dieron diversas intervenciones, en 
los espacios públicos, que posteriormente fueron consideradas como parte de un 
“Programa de Rescate de Espacios Públicos” por parte del gobierno en turno, a 
cargo de Marcelo Ebrad (2006-2012), las políticas generadas en dicho periodo se 
concentraron en el embellecimiento del espacio público, con la finalidad de 
devolverle la vitalidad a la ciudad, por medio de diversos elementos arquitectónicos, 
que comenzaron a ser reproducidos en varias partes de la ciudad como son 
fuentes, pavimentos, equipamiento, vegetación etc. todo esto principalmente como 
atracción turística. 
Ciertamente, el impacto producido por estas intervencionesque se realizan en los 
espacios públicos desbordan los límites de lo imaginado, convirtiéndose en un 
hecho no sólo de efecto metropolitano, sino de consecuencias directas en la 
redefinición conceptual y operativa de los espacios emblemáticos recreativos de la 
ciudad y la imagen formal irradiada por dichos espacios, en los que se va dando el 
embellecimiento estético de dichos espacios producto de una introducción a los 
paisajes culturales y al medio turístico, al parecer de mejorar la interacción usuario-
espacio. 
Para efectos la investigación, se seleccionó como caso de estudio, “La Plaza 
Tlaxcoaque”, primera menta por forma parte del periodo de intervenciones de 
interés, seguido de que se encuentra en un territorio fragmentado, que cuenta con 
barreras físicas, además de encontrarse localizada en una zona de CDMX, que ha 
vivido múltiples cambios, que la han aislado espacialmente, y que a su vez fue 
intervenida con la finalidad de ser la “puerta de entra sur a la CDMX”, ubicada en un 
territorio fragmentado con anterioridad histórica, que es considerado un vacío 
urbano, que forma parte del patrimonio de la ciudad, e interviene con la continuidad 
y discontinuidad tanto de prácticas, como de espacio .Además de ser un lugar que 
causo, gran polémica por el contenido, en su interior, debido a que el proyecto que 
7 
 
originalmente se planteó, no fue el que se realizó. Además de que los recursos 
económicos fueron por parte del gobierno Azebayan, considerando que la Plaza 
cuenta con elementos conmemorativos de otro país, en un lugar destinado a la 
celebración del Bicentenario de la Independencia, y Centenario de la Revolución, 
lugar que se pretendía fuera la puerta de entrada sur a la CDMX, que no considero 
a los vecinos y avencidados para el diseño de lo que hoy se conoce, que 
posteriormente sufrió diversas intervenciones, por tanto el trabajo abordara “el 
embellecimiento de un espacio público”, en un “territorio fragmentado”, 
ubicado en un “vacío urbano”, bajo la percepción gobierno-habitante. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPITULO I. DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS PATRIMONIALES A 
LOS PAISAJES CULTURALES 
En el presente capitulo se presenta la postura de investigación, por medio del 
establecimiento de un eje de análisis entre “Cultura-Ciudad”. El primer concepto 
visto desde la apropiación simbólica y el segundo como un producto cultural. Para 
la comprensión de la relación dialéctica se aplicara el concepto de urbanización 
sociocultural. 
Posteriormente se desarrolla el concepto de “Espacio público” como parte de 
la ciudad, para proseguir con la “Fragmentación urbana”, vista como un proceso 
evolutivo propio de la ciudad, consecuencia del crecimiento urbano desorganizado. 
Continuando con el concepción de “Vacío urbano”, como área de oportunidad, con 
el objetivo de establecer espacios de consolidación, oportunidades únicas y 
privilegiadas para promover la idea de la “Renovación urbana”. 
La parte fundamental de dicho capitulo, es la relación de “Fragmentación 
urbana- vacío urbano – renovación urbana”; sobre el espacio público, en el 
entendido de su dimensiones y características básicas, respecto al patrimonio, visto 
desde la visión cultural, obtenida atraves de los paisajes culturales, percibidos por 
medio de memorias, vivencias, apropiación, re significaciones etc.; esto desde la 
argumentación de la recuperación de los espacios públicos como parte de una 
renovación urbana, de espacios abiertos planificados como parques, plazas o vías 
de comunicación, en un territorio con vacíos urbanos, entendidos como espacios en 
espera de la urbanización. 
 
 
 
 
 
9 
 
1.1 LA URBANIZACIÓN SOCIOCULTURAL EN EL ESPACIO PÚBLICO 
 
La ciudad es un lugar dinámico, donde se realiza un gran número de intervenciones, 
en años recientes, se han dado como renovaciones urbanas dentro de los espacios 
públicos, con mayor auge en vacíos urbanos, principalmente en los Centros 
Históricos. Impactando diversas dimensiones económicas, políticas, sociales y 
culturales, por medio de las renovaciones urbanas. Por lo tanto surge la gran 
interrogante de cómo abordar el tema. Por lo cual se retoman la postura adoptada 
por Guillerme Cantor Magnani (2002), en contraposición a la aproximación de las 
visiones modernas y postmodernas “de lejos y de paso” contra “de cerca y por 
dentro con la cual está vinculada. Atreves de dos escalas, la primera la planeación 
urbana donde los datos cuantitativos son primordiales (escala macro), y el proyecto 
urbano que favorece los datos cualitativos (escala micro). 
Donde ambas posturas se complementan, en donde la elección de cada una 
depende del interés. Es aquí donde se manifiesta la dimensión cultural, como 
primordial, retomando la postura “de cerca y por dentro”. Por lo cual la investigación 
es cualitativa, en donde, la dimensión cultural no sólo es una pre-condición que 
adapta la presencia de una determinada fuerza histórica a la reproducción de una 
forma concreta de vida social, al inducir el acontecimiento de hechos históricos. 
Debido a que la cultura es un proceso histórico social en el que se desarrolla 
la capacidad de crear nueva formas a partir de contenidos inéditos. No siempre es 
necesario continuar con las prácticas tal y como fueron fundadas, ya que todo 
proceso está sujeto a cambio o transformación, debido a las adaptaciones que se 
hacen con la transición que surge en el pensamiento. La percepción de la realidad 
desde los "otros puntos de vista" y no solo de la verticalidad. Por tanto la 
problemática actual en torno a la definición de la cultura puede comprenderse como 
la culminación de un conflicto tradicional que enfrenta entre sí frente a la noción de 
espíritu que genera el discurso moderno cuando versa sobre la vida social. 
10 
 
La realidad cultural da muestras de pertenecer orgánicamente, en 
interioridad, a la vida práctica y pragmática de todos los días. La dimensión cultural 
de los sujetos sociales que las perciben y experimentan hace que redunden en 
realidades sociales muy diferentes entre sí. La ciudad de México, así como otras 
ciudades se ha convertido en un espacio intervenido por sus habitantes, quienes se 
lo han apropiado y han construido múltiples relaciones de encuentro y 
desencuentro. Dichas relaciones se manifiestan en el espacio público, así como en 
el uso del mismo, que de acuerdo con Viviescas (1989:115), es un “espacio para el 
tiempo, en que la población no está directa o indirectamente sometida a la 
producción de la plusvalía”. 
La ciudad por tanto, va conformándose a partir de unas prácticas ligadas 
permanentemente con la vida política, cultural y económica, y son éstas las que 
permiten identificar lo público en la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo 
sometidos a constantes transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de 
ciudad fragmentada, que van dejando atrás el modelo integrador de ciudad 
tradicional. 
El modelo urbano de ciudad fragmentada surge a partir de mediados de los 
años setenta y en relación con el desarrollo y expansión que se da a nivel mundial 
producto de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así 
como de la reestructuración económica, por lo cual se producen profundas 
transformaciones que, de una manera u otra, determinan las problemáticas que se 
dan dentro del mundo globalizado. Estos cambios “alteraron profundamente el 
escenario de la acción social, tanto en sus dimensiones económicas, sociales, 
políticas y culturales, como en su expresión territorial”, por lo cual tenemos al 
modelo de ciudad fragmentada (De Mattos, 2001:5). 
Dentro de dicho modelo se encuentra la urbanización , que es un proceso 
complejo, propio de la ciudad, dentro del cual se lleva a cabo la generación de 
fragmentos, sociales, culturales, económicos, políticos, espaciales, debido a que, 
en la actualidad las ciudadesse encuentran en constante transformación, producto 
11 
 
entre otras cosas de la separación física de los grupos sociales en el espacio 
urbano, que se encuentra en aumento como consecuencia del crecimiento 
demográfico desproporcionado que se manifiesta a partir de dos grandes 
fenómenos: el primero y más relevante corresponde a la creciente concentración de 
la población urbana, que actúa a través del crecimiento de las ciudades existentes 
y el surgimiento de nuevas ciudades. El segundo, consiste en la transformación de 
la ciudad, la re-densificación de un territorio que se encuentra en transición de lo 
rural a lo urbano, inmerso en el actual proceso de la globalización y en el paradigma 
en la posmodernidad. 
Estas problemáticas son producto de la fragmentación existe en la ciudad 
que se encuentra inmersa en el mundo globalizado, particularmente en las 
urbanizaciones cerradas, complica e imposibilita la integración social y el contacto 
cara a cara, lo cual produce una ausencia de las identidades en los habitantes por 
la relación con su entorno; que contribuye al surgimiento de una ciudadanía 
fragmentada que se asocia a estilos culturales quebrantados, generando a partir de 
la exclusión provocada, entre otras cosas, por los mercados inmobiliarios y la 
planeación urbana, que regulan y racionalizan la producción del espacio para la 
imposición de un orden concreto, es decir el gobierno decide cómo funcionará el 
espacio a través de sus políticas públicas (Díaz, 2006), las cuales conducen 
inexorablemente a formar trozos dentro el tejido urbano. 
Debido a que la ciudad se encuentra en constante cambio, el espacio público 
también, con mayor auge en los centros históricos, para efectos de la investigación, 
se retoma la postura de Magnani (2002), como yuxtapuestas a la percepción 
generada dentro de las visiones modernas y posmodernas “de lejos y de paso” 
contra “de cerca y por dentro”. La primera dentro de la escala macro ligada a la 
planeación urbana, basada en datos cuantitativos, la segunda de escala micro en 
referencia al proyecto urbano que auxilia a los aspectos cualitativos, por tanto dichas 
posturas se complementan. 
12 
 
Para efectos de la investigación se privilegia la dimensión cultural, 
apoyándose de la segunda postura “de cerca y por dentro”, para comprender el 
efecto de intervenciones del espacio público, en el sentido del embellecimiento, a 
partir de quien hace y habita la ciudad, al establecer un eje de análisis definido por 
la relación entre ciudad y cultura, tomando la concepción de ciudad de Susana B. 
Díaz Ruíz, en el ensayo cuarto, donde plantea una definición acerca de la ciudad 
en la que se vive actualmente: 
“La ciudad contemporánea se define como espacio de ausencias, 
deshabitado, regular y construido a partir de contenidos predominantemente 
racionalistas. El ser humano, por su parte, ha perdido el contenido de vida 
compartida en sus dimensiones políticas, públicas y cívicas. La ciudad que 
empezara siendo el inicio de la sociedad civil, liberada de las trabas atávicas de la 
tradición, termina su recorrido en una agonía de impracticables haceres y estares 
colectivos. Desconcierto caótico, segmentación urbana, libertad y desarraigo, 
globalidad y localidad, son algunas de las oposiciones terminológicas que encierran 
las claves sociológicas propuestas para comprender la vida en las ciudades 
contemporáneas.”(Diaz,2000:34) 
En donde la autora, a partir de su análisis de la ciudad, acentuando presencia 
de lo histórico, como elemento fundamental de la construcción de la ciudad actual, 
por lo que, llega al proponer que, para poder realizar cambios, se debe resaltar que 
en el espacio público existen “prácticas sociales de convivencia,” que se insertan 
en una historia territorial, con una dinámica social y en donde existen políticas de 
Estado. Complementando dicho concepto con el propuesto por Jordi Borja (2003), 
quien define a la ciudad como un producto cultural socio-histórico, para asignarle al 
espacio público el lugar por excelencia en donde se ejerce la ciudadanía, partiendo 
de los derechos y obligaciones del ciudadano, por lo tanto la ciudad está configurada 
como una realidad cultural de lugares significativos para la vida cotidiana en 
colectividad de los sujetos. El concepto de cultura que se inserta a esta concepción 
bajo la idea de una semiótica o simbólica de la cultura, para lo cual 
Gilberto Giménez (2005), trabaja un análisis de las significaciones interiorizadas 
13 
 
(“habitus” de Bourdieu) bajo contextos sociales estructurados e históricamente 
determinados, permitiendo que los simbolismos producidos en el espacio público, 
se puedan visualizar como el resultado de una interrelación entre los contextos 
ideológicos, sociales, económicos, artísticos, educativos, políticos, etc. dentro de un 
periodo determinado, como parte de las practicas, vivencias y experiencias de las 
personas, entendiendo que: 
La cultura es la organización social del sentido, interiorizado por los sujetos 
(individuales o colectivos) y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos 
históricamente específicos y socialmente estructurados. Así definida, la cultura 
puede ser abordada, ya sea como un proceso (punto de vista diacrónico), ya sea 
como configuración presente en un momento determinado (punto de vista 
sincrónico) (Giménez, 2005, p. 85) 
Por tanto las formas simbólicas generadas en el espacio público 
“embellecido”, no se encuentran visualizadas de forma aislada, son parte de la 
interrelación de los contextos sociales , artísticos, económicos, políticos, 
ideológicos etc.; por medio de la interiorización de las prácticas y experiencias de 
los habitantes construidos en un periodo de tiempo determinado. 
Ahora bien es indispensable establecer la relación que se produce entre la 
ciudad y la cultura, para lo cual Ricardo Tena (2007) propone una relación dialéctica 
inmersa en contextos culturales entre lo social y lo espacial, teniendo en cuenta el 
intercambio que se produce por el rol de sujeto activo a objeto pasivo, de acuerdo 
al sentido en se dirija la afectación. Entonces lo social (sujeto activo) afecta a lo 
espacial (objeto pasivo) dando origen a una ciudad y su transformación, 
produciéndose un proceso de “socialización de lo espacial", para lo cual Tena ofrece 
una definición operativa a estas concepciones denominándolo como “Urbanización 
sociocultural”: 
Urbanización sociocultural se refiere al conjunto de efectos culturales que 
genera el espacio urbano en la sociedad que habita; entendiendo que es lo urbano 
del espacio (su ser, naturaleza, carácter y características) lo que incorpora la 
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sociedad como lugar de su experiencia urbana, lo que la hace sociedad urbana (la 
urbaniza), es el espacio que modela sus formas de vida, la territorializa y le brinda 
una adscripción (identidad) urbana particular que opera a distinta escala y bajo 
diversas modalidades sociales y culturales (Tena, 2007, p. 76) 
En base a la concepción de urbanización sociocultural, el espacio público es 
entonces concebido como un producto social que puede ser definido por las 
relaciones entre ciudad y cultura, que en él se desarrollan como un producto de los 
procesos sociales, en los cuales se encuentra inmersos, entonces: 
“Es decir, el espacio se define como un conjunto de formas representativas 
de las relaciones sociales del pasado y del presente y por una estructura 
representada por las relaciones sociales que ocurren ante nuestros ojos y que se 
manifiestan por medio de procesos y funciones. El espacio es, entonces, un 
verdadero campo de fuerzas cuya aceleración es desigual. Esto es la razón de que 
la evolución espacial no se realice de forma idéntica en todos los lugares” (Santos; 
1990: 138). 
La visión generada por Santos al analizar la diferenciación social y 
fragmentación socio-territorial,considera dos componentes del espacio, a saber: el 
soporte natural y la distribución de las materialidades, producto del proceso 
histórico, que determinan la configuración espacial; y la dinámica social, o el 
conjunto de relaciones económicas, culturales, políticas, etc., que definen una 
sociedad en un momento dado y que dan un significado específico a la configuración 
social. “El espacio es esencialmente un hecho social, un fenómeno concreto que se 
impone a todos los miembros de la sociedad, sin imponerse a la sociedad en sí 
misma” (Santos; 1990: 160). 
En la generación del espacio público, la fragmentación es característica del 
proceso histórico de conformación de la ciudad, en donde la ciudad por medio de 
la historia puede mostrar lo que era la sociedad que muestra fragmentos 
claramente delimitados. Entonces la fragmentación es una cualidad de la ciudad, 
que se ha caracterizado por un heterogéneo uso del suelo conforme a la división 
15 
 
social y técnica del trabajo Lobato Correa, cuando define el espacio urbano afirma 
que los fragmentos mantienen una vinculación dada por los flujos de relaciones 
(relaciones espaciales) que pueden ser visibles (circulación de personas, 
mercancías, etc.) o invisibles (financieros, informacionales, toma de decisiones, 
etc.). En este sentido, el espacio urbano es entonces “simultáneamente 
fragmentado y articulado: cada una de sus partes mantiene relaciones espaciales 
con las demás” (Lobato Correa, 1989:7) 
 Para la comprensión de la relación entre sujeto- espacio, se requiere del 
apoyo de la etnografía urbana que incluye el registro de escenarios, actores y reglas 
para relacionar las prácticas socioculturales con el espacio público, Tena (2007) 
propone utilizar las categorías de análisis de Magnani (2002, p. 20–25): pedazo, 
pórtico, trayecto, mancha, circuito, con las cuales se puede territorializar redes de 
sociabilidad básica o compleja y las prácticas culturales, en donde el pedazo se 
configura como el análisis de uso y contacto interpersonal definiéndose como el 
espacio social comprendido entre lo público (calle) y lo privado (vivienda) por el que 
se forman lazos que pueden generar imaginarios e identitarios. El pórtico se 
comprende las referencias físicas o simbólicas que trabajan como parte de 
referencias o delimitaciones que se encuentran ligadas a la llegada a un espacio. El 
trayecto se concibe como una ruta establecida que liga espacios en función de las 
prácticas socioculturales que se generan como resultado de selecciones que 
remiten a un sistema de reglas de compatibilidad. 
En base a la postura socio–céntrica sustentada en el análisis e interpretación 
del punto de vista del habitante para entender la ciudad, en el sentido de Alicia 
Lindón (2001:18), que es compatible con el modelo de la ciudad vivida de la visión 
organicista del urbanismo, como lo explica García Vázquez en el libro “Ciudad 
Hojaldre, Visiones urbanas del siglo XXI del 2004”1, cuyos antecedentes están en 
 
1 La ciudad hojaldre, que se enmarcan en cuatro capítulos y varios subcapítulos: el primer capítulo es la visión culturalista de la ciudad 
en ella, se derivan la ciudad de la disciplina, planificada y poshistórica, el segundo capítulo es la visión sociológica de la ciudad que abarca 
la ciudad global, dual, del espectáculo y sostenible, el tercer capítulo es la visión organicista de la ciudad en ella se ven la ciudad como 
naturaleza, de los cuerpos y vivida y por último la visión tecnológica de la ciudad que abarca la ciberciudad y la ciudad chip, todas ellas 
para explicar las visiones urbanas del siglo XXI (García, 2004). 
16 
 
la corriente de antropopolis concebida por Francoise Choay (1965:75), bajo el eje 
de análisis cultura- ciudad, se da una relación dialéctica, denominada urbanización 
sociocultural, la cual involucra un paradigma semiótico que requiere de una 
interpretación más allá de lo evidente. 
Apoyado en la visión culturalista de una ciudad, en el sentido de armar 
mentalmente una ciudad donde la historia, la identidad y arraigo son elementos 
fundamentales para mantenerla viva, de acuerdo con García Vázquez quien 
subraya a lo culturalista como un retorno al pasado en sus formas y modos de vida, 
como un estado postguerra y postindustria, donde la ciudad se percibe como el 
entorno arrasado o por las bombas, o la maquinaria, o simplemente el pensamiento 
moderno. Siendo este último el motivo principal del surgimiento de nuevas 
corrientes y nuevos planteamientos para el desarrollo y restauración de las 
ciudades, concretizándolo en ciudades desarrolladas de Europa y en la potencia 
mundial que es Estados Unidos. 
Con las aportaciones dadas por Choay, es de gran relevancia mencionar 
como referencia su contribución teórica en la historia del urbanismo. La relevancia 
por la memoria y el tiempo como condicionantes en la estructura de una ciudad, 
donde los hechos culturales que se formaron son su sustento y su reflejo, destaca 
su referencia a la ciudad tradicional donde los oficios, la comunidad y la cultura 
local eran parte de una experiencia estética común que enriquecía el vivir cotidiano 
( las vivencias diarias de la ciudad). 
La inserción de la ciudad al actual mundo globalizado genera una tendencia 
inherente a la fragmentación urbana, que genera un decaimiento de la ciudad 
asociado a la relación sujeto- espacio, generando la perdida de vitalidad y de 
diversidad de sus espacios públicos. Las ciudades y más concretamente sus 
espacios públicos, son lugares de las relaciones sociales donde se manifiesta 
libremente la identidad ciudadana. Durante las últimas décadas se han multiplicado 
los procesos de vaciamiento y privatización, justificados ante la opinión pública 
17 
 
como la única solución posible frente a los problemas de inseguridad y a los grandes 
costos de mantenimiento que los gobiernos no llegan cubrir. 
Por tanto la ciudad se construye en función del grado establecido entre lo 
individual y lo colectivo, dicha relación depende de la profundidad de la identidad 
individuo-ciudad. Entonces la fragmentación urbana constituye la expresión mayor 
de un proceso que de acuerdo con Vidal Rojas (2010) en términos sociológicos se 
relaciona, desde un punto de vista positivo, de existencia de ciudades en la ciudad 
y desde un punto de vista negativo, de desaparición sociológica de la ciudad, como 
consecuencia de su dislocación social, de su desagregación física y de su 
desmembramiento simbólico. En cualquiera de los casos, la fragmentación supone 
la independencia de las partes (fragmentos) con respecto del todo (sistema urbano). 
La fragmentación urbana física puede proceder de uno de los dos procesos 
siguientes. Por un lado, de un proceso de construcción a partir de piezas diferentes 
del conjunto urbano. Se trata aquí de la ciudad de fragmentos que caracteriza, por 
ejemplo, la conurbación de centros poblados diferentes en términos de actividades, 
constitución histórica, estructura territorial, nivel de renta de los habitantes, 
dimensión, formas arquitecturales, etc. Ella se caracteriza por lo que algunos 
autores han llamado una «discontinuidad continua» (Balbo et Navez Bouchanine, 
1993). Es un fenómeno de asociación de diferencias. 
La fragmentación física de la ciudad puede también proceder de una 
desconstrucción del conjunto urbano por la singularización de sectores que 
adquieren una identidad propia. Se trata aquí de la ciudad fragmentada que 
caracteriza, por ejemplo, las grandes aglomeraciones en las que aparecen barrios 
enmurallados, fronteras intraurbanas o zonas monofuncionales. Es lo que 
llamamos, la “continuidad discontinuada”. Es un fenómeno de disolución de la 
identidad. 
 
18 
 
La fragmentación física se refiere principalmente a la discontinuidad físico-
formal entre superficies o fragmentos. Peroel análisis de esta discontinuidad es 
indisociable de la observación de los aspectos morfológicos y tipológicos, 
arquitecturales y urbanos, que otorgan una identidad propia a aquellos fragmentos. 
Al mismo tiempo, el análisis de la fragmentación física implica una reflexión sobre 
los aspectos funcionales-relacionales entre esos fragmentos: análisis comparativo-
funcional de los niveles de infraestructura, equipamientos y servicios, análisis 
relacional de las redes y flujos de relación entre los fragmentos (calles, redes 
telefónicas, etc.). Sin embargo, lo limitado del espacio del que disponemos nos 
obliga a concentrarnos sobre los aspectos estrictamente físico-formales de esta 
dimensión de la fragmentación. (Vidal, 2010:5) 
La fragmentación dentro de la relación espacio-tiempo, genera una 
percepción espacial continua, debido a que en la actualidad la movilidad en la 
ciudad va en aumento, y la dimensión espacial en relación con la dimensión 
temporal es cada vez más conflictiva, gracias a los avances en transporte y 
movilidad, estas relaciones han sufrido cambios en los estilos de vida de los 
ciudadanos, debido a la ruptura de la continuidad del espacio público, producto de 
la creación de nuevas vialidades, lo que genera una barrera tanto espacial, como 
simbólica, lo que lleva a la discontinuidad de prácticas, así como un crecimiento de 
manera difusa, con zonas integradoras y zonas que no lo son. Los centros históricos 
se van segregando y la ciudad pierde su capacidad totalizadora, potenciada por el 
poder privado de hacerse dueño de los espacios públicos, que la van debilitando. 
La estructura híbrida propia de la sociedad actual, donde la era de la 
informática, de los flujos y de la velocidad está en constante cambio y mutación, 
genero un crecimiento discontinuo creando lugares degradados, obsoletos, 
marginales, que encontramos diseminados dentro de la ciudad, desde el tejido 
urbano consolidado hasta las periferias, estos lugares se denominan vacíos 
urbanos, que pueden ser concebidos como nocivo para la ciudad lo que permite 
una clara relación con su entorno y el paisaje, creando una amplia red de 
posibilidades que pueden producir un profundo impulso reformador en la ciudad. 
19 
 
Estos espacios latentes, expectantes, relativamente abandonados, tanto en 
la ciudad histórica como en la periferia difusa, surgen de los resquicios de una 
ciudad contemporánea caduca, y abren expectativas y oportunidades para hacer 
ciudad sin necesidad de expandirla. Traen consigo la esperanza de construir lugares 
y espacio público, producir paisaje, de reequilibrar, articular y cicatrizar la 
metropolisacion. Son estructuras pasadas y olvidadas como ruinas modernas que 
poseen un gran potencial transformador, para generar una ciudad densa y 
compacta, haciéndola más rica y compleja en las relaciones que establece para los 
que la habitan. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
20 
 
1.2 Fragmentación socio-espacial en el espacio público. 
La fragmentación puede entenderse como un proceso divisorio, y la fragmentación 
urbana se considera como un fenómeno cuyas consecuencias se manifiestan en los 
múltiples ámbitos que participan en la composición de las ciudades como son los 
ámbitos físicos, sociales, económicos, culturales y políticos, y cuyos efectos en 
mayor medida se refieren a cambios negativos que inciden severamente en la 
esencia de la ciudad, es decir, en un cambio en sus valores de libertad, justicia y 
democracia (Borja & Muxí, 2000). 
Partiendo de esta idea Milton Santos (1997), establece que el uso de una 
región genera un proceso de fragmentación espacial, en donde la idea de uso del 
territorio permite reconocer las apropiaciones de los actores sociales (indivual y 
colectivamente), en la relación de espacio-sociedad, donde “producir, es producir 
espacio”, en otras palabras es la perspectiva espacial por medio de la cual, se 
asume como un producto social como parte de la condición de proceso de 
producción y reproducción social. 
Se considera al territorio a partir de los procesos que incidieron a través del 
tiempo en su estructuración actual y que se plasman, en lo formal, en los aspectos 
morfológicos. Este territorio, territorio usado en la concepción de M Santos (1999), 
también es el enlace entre pasado y futuro. Así es que la idea de territorio usado 
“puede ser más adecuada a la noción de un territorio en cambio, en proceso. Si lo 
tomamos a partir de su contenido, el territorio tiene que ser visto como algo que está 
en proceso. El territorio constituye el trazo de unión entre el pasado y el futuro 
inmediatos” (Santos, 1999:19). Milton Santos aplica el concepto de territorio usado 
para indicar que la Dialéctica sociedad-naturaleza solamente se realiza a partir de 
la naturaleza valorada por la sociedad. “Lo que se da es la relación sociedad y 
sociedad en cuanto territorio, sociedad en cuanto espacio” (Santos, 1999:18). Es en 
este sentido de territorio usado, de territorio valorado por la sociedad que se 
incluyen los conceptos de territorio y territorialización. 
21 
 
Entonces dos aspectos prioritarios y complementarios señala Bervejillo 
(1996) respecto de las estrategias territoriales: “construcción «interna» de 
capacidades y posicionamiento e inserción «externa» en el escenario globalizado.” 
Las acciones de la primera corresponden a “conformar, estructurar; complejizar el 
territorio local, desde un enfoque multidimensional”; en tanto la “segunda supone: 
comunicar; insertar y posicionar el territorio local en las redes interterritoriales y en 
los sistemas globales. En conjunto, las nuevas orientaciones suponen una 
revalorización de la oferta territorial específica, y a la vez un impulso al protagonismo 
del sistema de actores local y regional.” (Bervejillo; 1996:28). Como resultado de los 
procesos de reestructuración global de la economía, se verifican complejos efectos 
y manifestaciones territoriales, en los cuales es tan importante la valorización de los 
recursos como la participación de los agentes, públicos y privados, así como de la 
comunidad. 
Agrega Santos (1997), que el espacio geográfico hoy es un sistema de 
objetos cada vez más artificiales, provocados por sistemas de acciones igualmente 
imbuidas de artificialidad, y cada vez más tendientes a fines extraños al lugar y a 
sus habitantes. Se establece un nuevo sistema de naturaleza que gracias al 
movimiento ecológico conoce apenas un ápice de su desnaturalización. 
Haciendo referencia a las ciudades, nos encontramos ahora ante un nuevo 
paradigma tecnológico, llamado “informacional”, que permite el desarrollo de una 
economía global. Dicha economía se articula territorialmente en torno a ciudades. 
Por economía global entendemos una economía en la que las actividades 
estratégicamente dominantes funcionan como unidad a nivel planetario en tiempo 
real. La economía global es excluyente e incluyente a la vez. La ciudad, como 
producto social, se manifiesta a través de diversas materialidades, las cuales surgen 
como marcas indivisibles de las diversas formas de habitar, siendo su resultado un 
espacio fragmentado, diversificado y segregado que pone en evidencia las 
diferencias y distancias sociales entre sus habitantes. 
 
22 
 
Lombardo (2007) considera que, en la producción social del espacio urbano, 
el proceso de espacialización se realiza a través de: 
 la calificación del espacio –referida a la provisión de infraestructura, 
equipamiento y servicios, a las distintas áreas de la ciudad. 
 la valorización del territorio –los precios del suelo, de los edificios y sus 
modificaciones según la calificación de las distintas zonas de la ciudad para 
las diversas funciones urbanas. 
 la diferenciación espacial –las diversas cualidades que las distintas zonas y 
lugares urbanos presentan entre sí. 
Debido a que la ciudad, es un producto social, resultado de las diferentesformas de habitar, por tanto la ciudad no es un espacio donde sólo se congregan 
grupos de individuos, es un espacio natural socialmente mediado, es decir 
intervenido por los seres humanos, quienes se lo han apropiado y han establecido 
múltiples relaciones de encuentro y desencuentro (Henao: 1996:448). Estas 
relaciones tienen su expresión territorial en el espacio público que, como señala 
Viviescas, es un “espacio para el tiempo en que la población no está directa o 
indirectamente sometida a la producción de la plusvalía” (Opcit: 1989: 115). La 
ciudad por tanto, va conformándose a partir de unas actividades ligadas 
permanentemente con la vida política y económica, y son éstas las que permiten 
identificar lo público en la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo sometidos a 
constantes transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de ciudad 
fragmentada, que van dejando atrás el modelo integrador de la ciudad tradicional. 
De acuerdo con Richard Sennett (2011), la ciudad contemporánea, sede del 
capitalismo industrial y postindustrial, es "una colonia humana", una clase particular 
de sociedad, diversa y diferenciada, un escenario de encuentro entre extraños que 
tienen sus vidas entrelazadas en grados distintos. En este escenario urbano 
aparecen problemas de expresión y de comunicación equivalentes a los que 
enfrentan los actores y el público en el teatro. Desde este enfoque, la ciudad es el 
mejor escenario para observar lo que ocurre en el dominio público y el debilitamiento 
que experimenta como espacio de participación con fines sociales y de compromiso 
cívico. Señala el autor que esta situación en la sociedad occidental se debe a que 
la participación se ha transformado en un asunto de responsabilidad formal, los 
23 
 
ciudadanos se relacionan con el Estado en actitud de conformidad y la desconfianza 
es un rasgo de las interacciones sociales (Sennett, 2011). 
La ciudad de México, así como otras ciudades se ha convertido en un espacio 
intervenido por sus habitantes, quienes se lo han apropiado y han construido 
múltiples relaciones de encuentro y desencuentro. Dichas relaciones se manifiestan 
en el espacio público, así como en el uso del mismo, que de acuerdo con Viviescas 
(1989:115), es un “espacio para el tiempo en que la población no está directa o 
indirectamente sometida a la producción de la plusvalía”. La ciudad por tanto, va 
conformándose a partir de unas prácticas ligadas permanentemente con la vida 
política, cultural y económica, y son éstas las que permiten identificar lo público en 
la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo sometidos a constantes 
transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de ciudad fragmentada, que 
van dejando atrás el modelo integrador de ciudad tradicional. 
El modelo urbano de ciudad fragmentada surge a partir de mediados de los 
años setenta y en relación con el desarrollo y expansión que se da a nivel mundial 
producto de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así 
como de la reestructuración económica, por lo cual se producen profundas 
transformaciones que, de una manera u otra, determinan las problemáticas que se 
dan dentro del mundo globalizado. Estos cambios “alteraron profundamente el 
escenario de la acción social, tanto en sus dimensiones económicas, sociales, 
políticas y culturales, como en su expresión territorial”, por lo cual tenemos al 
modelo de ciudad fragmentada (De Mattos, 2001:5). 
Dentro de dicho modelo urbano, surge el termino fractura urbana, por medio 
del cual se explica la perdida de la funcionalidad en los sectores, que muestran en 
la perdida de interrelación y continuidad con el entorno urbano, por medio de 
elementos urbanos como las autopistas, líneas férreas, autopistas, y naturales 
como relieve, flujos hidrológicos, es aquí donde surge el análisis de la fragmentación 
urbana, en donde la gentrificación de barrios pobres y las urbanizaciones privadas 
y cerradas. ( Borsdorf, 2003: Janoschka,2006). 
24 
 
Dentro de las fractura urbana, la alteración de la configuración socio-espacial, 
forma parte de la expansión de un modelo de crecimiento mundial basado en la 
globalización, económica, política y social, los estudios de, Saskia Sassen (la ciudad 
global),afirman que “la ciudad dual no sólo es una yuxtaposición de ricos y pobres 
que dan por resultado de una determinada estructura urbano-social sino el producto 
de procesos articulados de crecimiento y declive de la estructura ocupacional que 
afecta tanto a sectores formales e informales de la economía, a sectores industriales 
-a nivel superior y a nivel inferior- y a fuerza de trabajo calificada y no calificada”. 
(Citada en Castells, M.:1995). 
La yuxtaposición de ricos y pobres, dentro de la estructura urbano-social, se 
ve reflejada en la espacialidad de un lugar, debido a que la ciudad dual favorece la 
aparición de fragmentos, Sostiene Saskia Sassen que la ciudad ha emergido como 
sitio de nuevas demandas donde el capital global la usa como “mercancía 
organizativa” y considera que los desarrollos de las ciudades no se pueden entender 
aislados de los cambios fundamentales que suceden dentro de la organización de 
mayor escala de la economía avanzada. 
Saskia Sassen (2003) sitúa su análisis del “paradigma de la centralidad”, en 
el sentido de percibir la ciudad como una concentración expandida que se 
caracteriza “por una organización de la actividad económica espacialmente dispersa 
pero a la vez globalmente integrada”. Interpreta en esta característica a las ciudades 
nodales del capitalismo global y nos permite preguntar cuál es su comportamiento 
con respecto a estos patrones. Soja (2002) por su parte, llama a este fenómeno la 
“ciudad dual”, imagen que también rescata García Vásquez (2004) para dar cuenta 
de la esencia bipolar de la ciudad. La manifestación social de esta espacialidad es 
la propagación de desigualdades sociales y económicas, lucha por el territorio y la 
fortificación de la ciudad, agrupándose en comunidades cerradas lo que da como 
resultado una imagen segregada, desigual y en conflicto. 
 
 
25 
 
La manifestación cultural se refiere a una ciudad creada y dirigida por la 
industria moderna del ocio, la cultura y el consumo. La metáfora utilizada es la 
“ciudad espectáculo”, que opera como “fachada de la ciudad dual”, como la 
escenografía que simula la vida, que se construye con elementos de “deslumbre” y 
“acogida estética” como si ese entorno fuera un espacio incólume y salvaguardado 
de esa otra realidad externa que nos agobia, espacios construidos con una creciente 
artificialidad en su conformación. 
Este fenómeno de doble cara lo describe Baudrillard como la ciudad hiperreal 
o de la simulación, término que comparte Soja (2002) (simcities), como resultado de 
la desaparición del sentido y el significado de la realidad del espacio. Lo que queda 
es una copia exacta que opera en virtud de una idea que delinea una ciudad que 
sólo puede imaginarse y que si se vive es una simulación de una realidad inexistente 
o efímera. Améndola (2000) llama a este espacio con creciente tendencia al artificio, 
la ciudad de la belleza, del placer y del hedonismo, que le imprimen a la ciudad, por 
el proceso de demanda colectiva, criterios de valoración a nivel general y de sus 
partes, y termina analizando este fenómeno de la ciudad espectáculo como un 
delirio estético que emerge ente la creciente formación de la ciudad como espacio 
del mercado y modelo competitivo, lo que hace pensar el espacio público como una 
espacialidad en venta, esta última metáfora es llamada por el autor: la ciudad como 
“parque temático”. 
La fragmentación implica ciertamente la pérdida de ese cotidiano colectivo y 
contiguo. Las condiciones de vida de la población ya no aparecen ligadas unas a 
las otras, en el marco de una copresencia marcada por la contigüidad. Por el 
contrario, los lugares se re-jerarquizan,respondiendo a imperativos exógenos, y se 
diferencian, respondiendo a fuerzas centrífugas, que tienden a la disgregación y a 
la fragmentación, sembrando los puntos discontinuos de la verticalidad, rodeados 
de manchas de la horizontalidad. Es el fin de la vecindad espacial como categoría 
analítica. Esa fragmentación del tejido socio-territorial involucra una creciente 
complejidad en la diferenciación entre ganadores y perdedores, pero no implica 
estudiar el fragmento como tal, pues “el lugar no es una parte, es el todo mismo 
26 
 
concretado en lo local” (Silveira, 1995: 58). El lugar por sí mismo no posee 
autonomía de significación: sólo es posible comprenderlo e interpretarlo haciendo 
referencia a una totalidad mayor que aquella unidad de análisis. Pero las nociones 
de homogeneidad y contigüidad espacial ya no resultan válidas en el actual 
contexto, pues la constitución de un territorio reticular es el signo más evidente del 
proceso contemporáneo de fragmentación. Resulta imprescindible replantear el 
análisis y la interpretación del territorio en tales términos. 
Durante las últimas décadas se han producido evidentes transformaciones 
en las grandes ciudades. Estos cambios son notorios tanto en la estructura urbana, 
como en el funcionamiento institucional y las relaciones sociales que se dan al 
interior de la ciudad. Ante este escenario, existe cierto grado de consenso en donde 
no se trata de transformaciones pasajeras, sino que más bien tienen que ver con 
tendencias de largo plazo, derivadas de la reestructuración económica, productiva 
e institucional que vivieron la mayoría de nuestros países a partir de la década de 
los años ´80, en gran medida impulsadas por regimenes dictatoriales proclives a la 
instauración de modelos neoliberales que aceleraron los procesos de 
modernización capitalista en la región. 
Junto con lo anterior, el período de reestructuración coincide además, en la 
década de los años ´90 con la irrupción de los procesos de globalización tanto a 
nivel económico, como cultural, ecológico, tecnológico, etc., generando una 
conciencia cada vez más generalizada de globalidad, es decir, generando una 
conciencia del hecho de que “a partir de ahora nada de cuanto ocurra en nuestro 
planeta podría ser un suceso localmente delimitado, sino que todos los 
descubrimientos, victorias y catástrofes afectarán a todo el mundo y que todos 
deberemos reorientar y reorganizar nuestras vidas y quehaceres, así como nuestras 
organizaciones e instituciones, a lo largo del eje local-global" (Beck, 1998:30) 
En este escenario y en el contexto del desarrollo urbano parecen generarse 
algunas tendencias que configuran la nueva cuestión urbana y social en nuestra 
región. De acuerdo a De Mattos (2006), estas tendencias se pueden distinguir a 
27 
 
partir de la constatación de cinco fenómenos: 1) la constitución de nuevas 
estructuras productivas y una nueva dinámica urbana; 2) la desregulación de los 
mercados de trabajo y la generación de una ciudad más desigual; 3) la expansión 
de los negocios inmobiliarios y el predominio de nuevos criterios urbanísticos; 4) 
una explosión de movilidad y la generación de una nueva morfología urbana; 5) la 
aparición de nuevos artefactos urbanos con la consiguiente uniformización del 
paisaje[1]. 
Estas cinco tendencias se pueden ver en mayor o menor medida, tanto en 
Santiago de Chile, Lima, Río de Janeiro, Buenos Aires o Ciudad de México. Si bien, 
existen grandes diferencias culturales e identitarias entre cada una de estas y otras 
ciudades, los procesos de conformación de la estructura urbana y de las relaciones 
sociales, responden a grandes rasgos a la misma lógica de modernización 
capitalista en la era de la globalización. Estos procesos, caracterizados en las 
tendencias identificadas por De Mattos, y sus consecuencias sociales, han 
contribuido a que se vuelva a hablar, en la discusión académica, de viejos temas 
como, marginalidad, exclusión, integración y segregación, aunque con significados 
hoy día muy diferente. 
Algunos de los conceptos que han sido utilizados con mucha frecuencia en 
los estudios urbanos de los últimos años, son los de fragmentación y segregación. 
Sin embargo, no existe uniformidad en la acepción de los términos. Hay autores que 
hablan indistintamente de segregación y fragmentación, otros, los asocian 
simplemente a características espaciales, dejando de lado las implicancias sociales 
del fenómeno. 
Si bien no es posible agotar la discusión respecto de estos conceptos, dados 
los límites de este trabajo, la idea aquí es simplemente plantear la cuestión acerca 
de la necesidad de precisión conceptual en estudios urbanos, sin abandonar el ideal 
de una ciudad justa, es decir, cargando los conceptos precisamente con las 
cuestiones sociales e históricas inherentes a ellos, teniendo presente un horizonte 
político y reivindicativo en la ciudad de la globalización. 
28 
 
En este sentido, una posible definición en torno a la segregación, es la que 
hace Marcuse (1997) al distinguir entre aglomeración (clustering) y segregación 
(segregation). La primera es una reunión de un grupo poblacional en el espacio. Es 
un término genérico para la formulación de cualquier área de concentración 
espacial. Mientras que la segunda, es un proceso por el cual un grupo poblacional 
es forzado, involuntariamente a aglomerarse en un área espacial definida [2]. 
La segregación por lo tanto, para este autor, constituye un proceso social de 
formación y mantención involuntaria de una determinada población en un área 
específica, de acuerdo a las características estructurales de la sociedad y de la 
producción del espacio en la ciudad. 
Esta definición, se contrapone a otras que señalan por ejemplo, que entre 
desigualdades y segregación no existe una relación directa, o bien, que la 
"segregación geográfica" debe diferenciarse de la "segregación sociológica", para 
llegar finalmente a aceptar dentro del mismo concepto tanto características 
negativas como positivas, de exclusión como de inclusión, relegando el concepto a 
una cuestión puramente espacial[3]. 
Algo similar sucede con la noción de fragmentación. En primer lugar, aparece 
una distinción en la idea de fragmentación que tiene que ver con la escala y 
concepción del término. Por una parte, fragmentación urbana (micro) se asocia a 
una ruptura, separación o distanciamiento social en la ciudad. Esta aproximación, 
considera que la actual dinámica urbana, desde el comportamiento del mercado de 
suelos, las iniciativas inmobiliarias, el surgimiento de estilos de vida, las 
transformaciones en el mercado de trabajo, la polarización social, hasta el aumento 
de la violencia y la inseguridad, lleva a una separación social en el espacio que se 
refleja en el surgimiento de barrios cerrados o similares, específicamente allí donde 
se juntan estratos sociales diferentes, gracias a los nuevos patrones de 
urbanización. 
 
29 
 
A grandes rasgos, la fragmentación urbana a nivel micro, haría referencia a 
“un concepto nuevo de ciudad rodeada de muros, vallas, portones y sistemas de 
seguridad para proteger a sus miembros de manera hermética y excluirlos del 
mundo exterior” (Borsdorf, Hidalgo, Sánchez, 2006:324). 
Por otra parte, la fragmentación urbana (macro) también se refiere a un 
proceso más amplio de relocalización funcional de espacios en la ciudad. En este 
sentido, se refiere a la aparición de una serie de nuevos “distritos” urbanos que 
responden a la lógica actual de organización de la producción del capitalismo en su 
fase actual, así como a nuevos patrones culturales y de consumo de los ciudadanos. 
Este proceso es potenciado además, por las tendencias a la metropolización 
expandida (De Mattos, 2001) y a lo que se ha denominado como dispersión urbana, 
reflejada en suburbanización y periurbanización (Monclús, 1998; Dematteis, 1998). 
Ambas dimensiones dela fragmentación (micro y macro) no son tratadas 
como un fenómeno unitario en los estudios urbanos, sino más bien como dos 
problemas desconectados entre sí. La importancia de unificar conceptualmente el 
campo de estudio, tiene que ver con las consecuencias sociales que los procesos 
descritos implican. En otras palabras, la ciudad fragmentada y segregada, implica 
una ciudad que deja a una parte importante de sus habitantes fuera de los canales 
de integración. Se trata de dar cuenta de una situación persistente de exclusión, 
donde los conceptos que se utilicen son importantes al momento de generar un 
impacto en políticas públicas tendientes a paliar los efectos negativos de las 
transformaciones en curso. 
 
 
 
 
 
 
30 
 
1.2 Vacío urbano en el espacio público 
La fragmentación del espacio público, sufre una crisis, que manifiesta su ausencia, 
como consecuencia del abandono, degradación, privatización, exclusión, etc.; 
debido a que es considerado un integrador socialmente, articulador físico y social, 
en donde la ciudad por medio de su uso colectivo, construye la memoria colectiva, 
en la manifestación de las identidades, resignificaciones, interpretaciones y 
reinterpretaciones, por medio de la urbanización es un producto de convergencia de 
intereses característicos del actual capitalismo globalizado. 
La vinculación física del lugar con el entorno, tiene relación con el tiempo, de 
tal forma que la apropiación del territorio, está inmersa en la degradación, con base 
en la definición, lo que es aquí y lo que no lo es. Entonces, el exceso de presente 
llevaría al olvido, algo que no se ubica ni en el pasado ni en el futuro pero que puede 
volver al presente con sólo evocarlo. Es en este punto donde surge la degradación, 
debido a que el olvido y el recuerdo, son apreciados por la memoria a través de la 
capacidad de estar ausente es que puede devenir un recuerdo del pasado, si todas 
las imágenes estuvieran en presente no existiría rememoración, y para ello es 
necesario el olvido. 
En otras palabras, es imposible entender el recuerdo sin el olvido. El olvido 
es aquel que hace posible la memoria, por lo menos así lo entendía también 
Heidegger cuando afirmaba “sí como la espera de algo sólo es posible sobre la base 
de estar a la espera, de igual modo el recuerdo “erinnerung” sólo es posible sobre 
la base del olvidar, y no al revés; porque en la modalidad del olvido, el haber sido 
abre primariamente el horizonte, en el que comprendiéndose, el Dasein perdido la 
exterioridad puede acordarse de lo que se preocupa” (Heidegger en Ricoeur,2004: 
566). Citando, al mismo Heidegger, comprendernos como seres en lo cercano y a 
los otros en lo lejano parece ser una contradicción ya que el fin del ser ahí en el 
mundo es la muerte. El fundamento existencial del “ser ahí” es la temporalidad. La 
temporalidad del “ser ahí” desarrolla el contar el tiempo. El tránsito al ya no ser, la 
muerte de los otros, saca al ser ahí de la posibilidad de experimentarse por sí 
31 
 
mismo. En el morir de los otros puede experimentarse el fenómeno del ser como 
vuelco en que un ente pasa de la forma del “ser ahí” al ya “no ser ahí“. En el dolorido 
pensar en ella son los supervivientes con ella de un modo de procurar por que tributa 
honras. La pérdida que se experimenta con la muerte, los supervivientes. La 
totalidad del ser ahí es constituida por el acabarse. “el ente que somos 
antológicamente nosotros mismos es lo más lejano” (Heidegger M,1951: 358) 
La pérdida de un espacio, no es solo física, también lo es mental para los 
habitantes, es aquí donde la degradación social y espacial, dentro de una fractura 
urbana, tiende a crear vínculos entre el espacio público y su entorno inmediato, es 
aquí cuando entra la crisis del espacio público. Hablando de la crisis del espacio 
público, la mayoría de las sociedades viven la degradación, dichos cambios, han 
tenido incidencia en la forma de vivir los espacios y su existencia, el crecimiento 
discontinuo ha generado lugares degradados, obsoletos, marginales que se 
encuentran diseminados por la ciudad, desde el tejido urbano, consolidado hasta 
las periferias. Es aquí donde surge el siguiente concepto de la investigación “vacío 
urbano”, entendido como lugares negativos en donde se permite una clara relación 
entre el paisaje y el entorno, por medio de los ojos de los habitantes. 
Los vacíos urbanos se definen como bolsas de suelo urbano que han 
quedado por distintas circunstancias permanentemente excluidas del uso para el 
que fueron concebidas y urbanizadas. Muchas veces constituyen espacios de 
oportunidad que, bien aprovechados, desde los parámetros de la racionalidad 
urbanística, nos ayudarán a recomponer y ordenar la ciudad en su conjunto. Es 
decir, determinadas situaciones de privilegio les confieren un carácter estratégico, 
que va más allá del terreno que ocupan, e incluso de sus inmediaciones. 
Solá Morales (2002) afirma que los vacíos urbanos son “lugares 
aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el 
presente. Son lugares obsoletos en los que solo ciertos valores residuales parecen 
mantenerse a pesar de su completa desafección de la actividad de la ciudad. (…) 
Desde un punto de vista económico, áreas industriales, estaciones de ferrocarril, 
32 
 
puertos, áreas residenciales inseguras, lugares contaminados, se han convertido en 
áreas de las que puede decirse que la ciudad ya no se encuentra 
allí”.(Morales;2002;45) 
De acuerdo con Kant, citado por Vallenilla (1992:91) "la nada como nihil 
privatum expresa la negación, Sinónimo de carencia, ausencia o falta de cualidades 
positivas en el objeto". Extrapolando este concepto al objeto de estudio, se define 
el vacío urbano como la nada, la negación del espacio, del lugar. Centros y vacíos 
urbanos comparten un mismo tiempo, sin embargo los separa un límite que participa 
de lo racional e irracional. Y es la idea del límite como parte del centro la que permite 
definir los territorios del lugar y el vacío. Bajo esta clasificación, la ciudad alberga 
nuevos términos de territorialidad, donde la estructura urbana tradicional ha sido 
abruptamente modificada y sustituida por nuevos componentes urbanos, tales como 
el crecimiento reciente de la periferia y grandes edificaciones que, para poder 
sobrevivir, dependen de la accesibilidad de un gran contingente poblacional a 
kilómetros de distancia, clamando el uso de las autopistas. 
El vacío, como residuo entre límites de espacios, sectores o centros, define 
diferentes escalas. Gausa (1998:83) lo ve como "desvanecimientos operativos de 
la masa construida ( ... ) campos abiertos, enclaves puntuales dispersos ... " La 
escala de los vacíos va desde, lo que Villalobos (2000:155) llama "vacío de dentro" 
del tejido urbano consolidado -espacios que actúan como frontera entre bordes de 
períodos diferentes, producto de la extirpación del tejido, que clama por operaciones 
de infill- hasta los "Vacíos Urbanos" residuos entre límites de sectores identificables, 
centros, paisajes urbanos y naturales, grandes manchas de ruptura de la 
continuidad urbana, de imágenes y recorridos, para los que las operaciones de 
diseño claman por estrategias más variadas. El vacío urbano como frontera entre 
paisajes urbanos, y entre éstos y el natural, genera un espacio definido por su 
dimensionalidad, carente de sentido de lugar. El sentido de lugar está perdido en 
esa estructura que surge por el espacio residuo de la yuxtaposición de modelos de 
ciudad, sin acción programada, que incorpora espacios disímiles y contradictorios, 
que termina por promover la desvinculación física y funcional del paisaje. 
33 
 
Para Merlin y Choay (1988: 366-367), el vacío urbano corresponde a los 
terrenos dejados al abandono y se distinguen de aquellos de la periferia urbana: hay 
los no construidos, a los que todavía no se les hadesignado una actividad, y los del 
tejido urbano construido, como parcelas anteriormente construidas, donde se han 
demolido las edificaciones. Los terrenos inutilizados temporalmente, bien sea por 
razones de especulación, bien porque todavía esperan la fase de planificación de 
una intervención, también se caracterizan como vacíos urbanos. Según los autores, 
barrios enteros pueden convertirse en un vacío, como es el caso de antiguas 
manzanas industriales y de residencia obrera. En general, el vacío de la zona central 
de las áreas metropolitanas encuentran un nuevo uso de forma rápida (la 
construcción de habitaciones, equipamientos públicos, las áreas terciarias que 
reemplazan el uso anterior), mientras que, en la periferia, eso no ocurre. Por eso, el 
vacío aparece como un corte en la urbanización: dependiendo de su dimensión, 
puede dificultar la articulación de las manzanas, favorecer la violencia e inseguridad 
(IAURIF, 1981). 
Debido a esto el desarrollo urbano de algunas áreas centrales o históricas se 
vieron ampliadas bajo el paradigma de la especulación del suelo, sin tener en cuenta 
la necesidad de entender el espacio público como elemento articulador en la trama 
compacta que permite el saneamiento de la ciudad o de este tipo de áreas. Esta 
especulación inmobiliaria provocó a lo largo de su devenir la pérdida de un patrón 
urbano, en donde el espacio público, se presenta como un modelo urbano que 
identifico el espacio urbano como uno de los atributos más importantes de la ciudad. 
Hoy día resulta esencial la inclusión de este elemento como factor importante en el 
desarrollo de las ciudades. 
El tejido urbano discontinuo, favorece el desplazamiento vehicular. Es aquí 
donde surge la creación de vialidades sobre el espacio público que da lugar a una 
fragmentación espacial. Donde los espacios entre las edificaciones aisladas se 
convierten, entonces, en espacios residuales, donde se puede improvisar una 
ocupación, generalmente asociada a solucionar las necesidades de un sector de la 
población en específico, temporalmente. 
34 
 
1.4 Renovación del espacio publico 
Ya se expuso en los puntos anteriores las definiciones del espacio público, 
por lo tanto, debido a ser propiedad y dominio de la administración pública (estado) 
para garantizar el uso y el disfrute del mismo a los usuarios, al formar parte de la 
unidad funcional de esta, que incentiva la evolución psicosocial de los habitantes es 
decir de socializar, participar, recrearse, culturizarse, en otras palabras fomentar la 
vida pública, generan la necesidad de una renovación urbana que mejora la calidad 
de vida de los habitantes, los gobiernos consideran la necesidad de renovar un 
territorio, en el momento en el cual sufren una degradación o deterioro. 
El deterioro generalizado, social y físico, que crea una imagen de abandono 
y marginalidad, incide desfavorablemente en la percepción del espacio, 
acentuándose la tendencia a criminalizarles y mitificarlos como lugares peligrosos. 
Es aquí donde surge la pérdida del espacio público en la sociedad contemporánea, 
surgiendo los fenómenos de privatización primordialmente por el sector inmobiliario. 
Entonces fundamentalmente la capacidad cohesionadora del sistema de espacios 
públicos, y la creciente privatización urbana, donde las manifestaciones ejemplares, 
se encuentran en la substitución de espacios abiertos por un conjunto de artefactos 
urbanos de dominio privado y la transformación del paisaje urbano por fenómenos 
de homogenización de la ciudad, hipervigilancia y control espacial, en donde la clase 
hegemónica es la que tiene el control sobre el mismo. 
De acuerdo con Lucía Dammert (2000): Sin duda el Centro Histórico es un 
espacio potencial para la violencia [que a su vez se ha convertido] en uno de los 
aspectos más dramáticos de la degradación y el deterioro del Centro Histórico, en 
tanto es –simultáneamente- causa y efecto de la misma…Los imaginarios sobre el 
Centro Histórico se construyen también sobre la base de estigmas: pobreza, 
mercado ambulante, tugurio, prostitución, inseguridad, con lo cual se definen 
posiciones, no para solucionar los problemas sino para expulsarlos.(en línea 2000) 
 
35 
 
Las clases altas y medias renunciaron al espacio público de la ciudad 
tradicional por miedo. Los pobres y marginales, se han visto obligados a convivir 
con él. Este fenómeno está perfectamente descrito por Jordi Borja hace unos años: 
“La agorafobia urbana es el resultado de la imposición de un modelo económico y 
social que se traduce en una forma esterilizada de hacer la ciudad visible donde sea 
rentable e ignorando u olvidando el resto. La agorafobia es una enfermedad de 
clase, ya que solo se pueden refugiar en el espacio privado las clases altas…Los 
pobres muchas veces son las víctimas de la violencia urbana, pero no pueden 
permitirse prescindir del espacio público”. 
La ciudad tradicional es cada vez menos usada en su sentido de socialización 
a través de sus espacios públicos que ofrecieron en sus orígenes la posibilidad de 
interactuar con el otro, de hacer confluir la diversidad, de poder cruzarse en una 
calle o plaza con los vecinos, de ser disfrutados por niños y jóvenes. Por lo tanto las 
posibilidades de intercambio se reducen en gran medida acentuadas por la 
inseguridad que provoca el ambiente inmediato y por ende aumenta el sentimiento 
de individualidad. Los vecinos no se conocen, los niños no juegan en la calle ni sus 
escuelas quedan en la zona. La vida se hace de puertas para adentro, coartándose 
la socialización, es aquí donde el espacio desarrollo urbano, bajo el paradigma de 
la especulación del uso de suelo, sufre severos cambios 
De acuerdo con Richard Sennett (2011), la ciudad contemporánea, es sede 
del capitalismo industrial y postindustrial, es “una colonia humana”, una clase 
particular de sociedad, diversa y diferenciada, un escenario de encuentro entre 
extraños que tienen sus vidas entrelazadas en grados distintos. En este escenario 
urbano aparecen problemas de expresión y de comunicación equivalentes a los que 
enfrentan los actores y el público en el teatro. Desde este enfoque, la ciudad es el 
mejor escenario para observar lo que ocurre en el dominio público y el debilitamiento 
que experimenta como espacio de participación con fines sociales y de compromiso 
cívico. Señala el autor que esta situación en la sociedad occidental se debe a que 
la participación se ha transformado en un asunto de responsabilidad formal, los 
ciudadanos se relacionan con el Estado en actitud de conformidad y la desconfianza 
36 
 
es un rasgo de las interacciones sociales (Sennett, 2011). El concepto de espacio 
público, como dimensión de la política y del orden social urbano, se ha transformado 
históricamente. Identificado en la época renacentista, en el siglo xv, con el bien 
común, con lo abierto y lo manifiesto a la observación de todos y con la política, en 
los siglos posteriores incorpora diversas formas de sociabilidad que aluden no sólo 
a las audiencias y a los públicos de obras de teatro o de conciertos, a los actores y 
a los escenarios donde se representan. También, y quizá sobre todo, aluden a la 
relación entre los públicos la sociedad y los personajes públicos de la política y de 
la cultura, y a los vínculos entre el ciudadano y la calle como espacio de encuentro. 
Lo público adquiere paulatinamente el sentido actual, que se refiere a la vida social 
que se desarrolla fuera del dominio privado y a una amplia diversidad de personas 
que configuran un público urbano cosmopolita, cuyo escenario es la ciudad capital 
donde convergen grupos sociales complejos (Sennett, 2011). 
Desde el ámbito físico, se le puede considerar como el “vacío” urbano 
conformado por los volúmenes construidos en las zonas centrales de la ciudad y 
suelen ser los espacios en los que con mayor protagonismo se expresa el verde dela ciudad y donde tradicionalmente han sido ubicadas esculturas artísticas de 
mediano y gran formato y monumentos conmemorativos. El Espacio Público 
contiene, por su propia esencia, una característica fundamental: permite conectar 
lugares y personas de todo tipo y procedencia, en cualquier momento. Por lo tanto, 
el Espacio Público es intrínsecamente el más democrático de la ciudad al facilitar el 
intercambio más heterogéneo en tiempo, espacio, edad, género, nacionalidad. 
“La renovación del tejido urbano, aunque bien estudiada desde la doctrina en 
algunas de sus fórmulas más conocidas como la Reforma Interior, no lo ha sido 
tanto en la ciudad contemporánea, ni tampoco en aquellas manifestaciones menos 
organizadas pero muy intensas que tanto protagonismo tuvieron en el siglo XIX. 
Tampoco lo ha sido la relación existente entre las operaciones de transformación y 
conservación de las áreas centrales compactas con valor y la incorporación del 
espacio público como alternativas básicas del desarrollo urbano y manteniendo el 
criterio que las ciudades compactas son más sustentables”. (Jordi Borja, 2003) 
37 
 
El concepto de espacio degradado surgió como una alternativa para entender 
la gestión ambiental, es decir una forma de entender las problemáticas ambientales 
con una visión territorial que opera en tres direcciones: la prevención, corrección y 
curación, para Gómez concebir la degradación como “una situación que se 
considera total o parcialmente indeseable con respecto a otra que se considera 
satisfactoria, y ello en las circunstancias económicas, sociales y ambientales de 
desarrollo en sume en que inscribe” (Gómez; 2004;47) 
La degradación genera espacios de carácter residual debido a fenómenos 
naturales como temblores, terremotos, huracanes, etc; estos espacios se ven en la 
necesidad de reedificarse, para ser aprovechados como parques, plazas u otras 
funciones necesarias para la comunidad, como es el caso del aprovechamiento de 
bajo puentes, que carecen de una imagen agradable para el entorno, o simplemente 
espacios que han quedado al margen de la vida urbana de estas áreas compactas, 
convirtiéndose en su mayoría en espacios residuales que provocan contaminación 
al medio y sin un uso en beneficio para la comunidad. Estos espacios han sido 
nombrados por Marién Ríos Díaz (2013), como vacíos urbanos. (Ríos; 2013: 3) 
Los vacíos urbanos no solo son parte de la conformación de Ciudad, se 
presentan debido a la degradación del espacio, se presentan en todas las grandes 
ciudades del mundo, y se pueden entender como “quiebres en el paisaje”. Estos 
predios son espacios que se van quedando dentro de la mancha urbana y no se 
desarrollan ni se les da uso que potencialmente pueden tener, de aquí que no se 
cumpla con el propósito básico del uso del suelo, según lo menciona Luisa 
Constanza Guerra (Guerra: 209: 25) 
Estos vacíos están presentes en la fragmentación socio espacial del espacio 
público, en las plazas, paseos, parques y jardines, calles y avenidas que lo 
conforman, entonces se constituyen el primer elemento de percepción del lugar. 
Este fenómeno es más notorio en los centros históricos, donde el impacto permite 
que se produzca, una actitud de repudio o acercamiento al centro histórico y por 
extensión a los alrededores. Cuando el espacio público está degradado, provoca un 
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inmediato rechazo, este rechazo trae consigo una serie de problemas que pueden 
ser económicos, sociales, políticos, la degradación puede darse por diversas 
causas, como la falta de alumbrado, abandono, deterioro físico, falta de 
mantenimiento, criminalidad, etc; por tanto esta clase de factores influyen 
directamente sobre el comportamiento de los habitantes individual y colectivo. 
Por tanto el deterioro y subutilización del espacio público, debido a ser uno 
de los problemas de la ciudad, más en específico de los centros históricos, lleva a 
la recuperación de las áreas urbanas, mediante un proceso a través del cual se 
promueve el mejor uso en términos sociales, económicos, culturales de una zona 
deteriorada. Por lo cual la renovación se convierte en una oportunidad de desarrollo 
urbano viable, pero depende en gran medida de la política. Además requiere de la 
actuación concertada del sector público y privado. 
De acuerdo con Miles Calean (1950) economista la renovación urbana se 
refiere al reordenamiento se refiere a las estructuras urbanas de zonas de la ciudad 
estratégicamente ubicadas que han perdido funcionalidad, calidad habitacional, 
presentan deterioro de sus actividades, o en las que se ha degradado el espacio 
libre o el espacio edificado. Las primeras operaciones de renovación urbana se 
realizaron en el siglo XIX con el objetivo de realizar obras de saneamiento y 
ensanche de vías. En la actualidad las operaciones de renovación urbana van cada 
vez más dirigidas a la rehabilitación de barrios estratégicamente situados y que 
como consecuencia de esa actuación se revalorizan, impulsando procesos 
económicos públicos y privados al igual que movimientos sociales. 
Los centros urbanos son los principales lugares de actuación de proyectos 
de renovación urbana pues allí se concentran los barrios más antiguos y con 
infraestructura menos adaptada a las estructuras económicas y sociales actuales. 
La renovación urbana hoy día se produce en el centro de una ciudad en desarrollo 
o en sus proximidades, dado que en estas zonas es donde se localizan los barrios 
más envejecidos e inadaptados a las estructuras económicas y sociales actuales. 
Este tipo de actuación a gran escala implica la intervención de la administración 
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pública para la gestión del suelo donde se desarrollan los proyectos, pero también 
requieren de una fuerte participación del sector privado para garantizar el éxito 
económico y social. ( Calean en línea) 
Por esta razón estos espacios se convierten en un recurso potencial de uso 
se les ha convertido en objeto de propuesta de arquitectos, urbanistas y colectivos 
de distinto tipo, muchas de las veces dando respuesta a movimientos o necesidades 
sociales, o creando innovadoras actividades productivas capaces de ofrecer nuevas 
oportunidades sociales. Ello lleva a un empoderamiento de la ciudadanía, y citando 
a Signorelli (1999), ”en la condición urbana el control de un recurso se vuelve fuente 
de poder” Esqueletos, solares y edificios públicos y privados que permanecen 
vacíos y sin uso son espacios de oportunidad para el desarrollo de nuevos focos 
que permitan a los ciudadanos un acceso directo a la gestión colectiva de los 
recursos de los que la ciudad dispone. Se plantea la incorporación de nuevos usos 
a esos espacios más allá de los convencionales, respondiendo a las nuevas 
demandas de la población, que no son recogidas habitualmente por el planeamiento 
tradicional. Reclamos basados en nuevas formas de economía más participativa, 
auto-organizada y centrada en las necesidades de la colectividad más que en el 
crecimiento desenfrenado. (Todo por la Praxis, 2012) La tendencia a usar los 
espacios de manera mucho más intensa, desdibujando la titularidad y 
desorientando los usos preestablecidos, evidencian la complejidad y el crecimiento 
de una sociedad interconectada que reclama la oportunidad de experimentar el 
espacio público de maneras diversas. 
La agenda de políticas urbanas necesita reinventarse para un tiempo que no 
fue el previsto en las normativas que rigen las dinámicas del urbanismo tal y como 
lo hemos conocido. El marco tradicional del urbanismo ha perseguido fijar usos y 
dar respuestas sólidas y con vocación de permanencia con herramientas de 
planificación que buscan dar estabilidad. Sin embargo, en un momento de cambio 
como el que vivimos, necesita flexibilizar su lógica para poder ser permeable a 
proyectos y dinámicas de expresión social mucho mejor adaptadas a la realidad 
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social actual y a la urgencia por

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