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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA Unidad Tecamachalco Espacios públicos y fragmentación socio espacial. La Plaza Tlaxcoaque intervenida como un vacio urbano. Tesis por créditos de posgrado Presenta para obtener el título de Ingeniero Arquitecto: Mayra del Carmen Elizondo Platero Jurado: Director: Dr. José Antonio García Ayala Asesor 1: Dr. Ricardo Antonio Tena Núñez Asesor 2: M. en C. Felipe Heredia Alba Asesor 3: M. en C. Arturo España Caballero Asesor 4: Ing. Arq. Rosa Isela Soto Martínez MAYO 2016 1 CONTENIDO Introducción Planteamiento del Problema Justificación CAPITULO Fragmentación, vacío y renovación en el espacio publico 1.1 El espacio público patrimonial fragmentado intervenido como vacío urbano 1.2 El patrimonio urbano-arquitectónico en el espacio público fragmentado 1.3 Efectos de la renovación del espacio público: exclusión y segregación 1.4 La urbanización sociocultural en el espacio público CAPITULO II. Plaza Tlaxcoaque, un espacio renovado. 2.1 Política pública de renovación por el Bicentenario de la Independencia de México 2.2 Proceso de desarrollo histórico de la Plaza Tlaxcoaque. 2.3 Renovación de la Plaza Tlaxcoaque. 2.4 Aspectos espaciales y sociodemográficos en la Plaza Tlaxcoaque y su entorno inmediato. Conclusiones generales Bibliografía 2 INTRODUCCION En el siguiente trabajo se aborda “la renovación del espacio público”, en un territorio fragmentando social y espacialmente, generando vacíos urbanos, y los efectos que se dan sobre el patrimonio, por medio de la percepción gobierno- habitante. Analizando dicho fenómeno, desde las perspectivas de los habitantes, partiendo de las expectativas del gobierno, para comprender si una intervención de embellecimiento, es suficiente para la generación de apropiaciones vecino, avecindada, visitante. El primer capítulo denominado “Los efectos de la renovación sobre el espacio público patrimonial y la creación de vacíos urbanos”, pretende abordar, inicialmente las definiciones teóricas de los principales conceptos, requeridos para el análisis del tema,asi como las consecuencias de las intervenciones dadas sobre el espacio público, en un territorio fragmentando, por medio de los efectos espaciales y sociales. En el segundo capítulo llamado “Plaza Tlaxcoaque, un espacio patrimonial fragmentado y renovado ”, se presenta el caso de estudio, para llevar acabo el análisis del tema, partiendo de los antecedentes históricos que colocan a Tlaxcoaque como un espacio público fragmentado, seguido de las recientes intervenciones, por medio de políticas públicas para la recuperación de la vitalidad de un lugar olvidado. El tercer capítulo designado como “Apropiación física y simbólica de Plaza Tlaxcoaque y su entorno inmediato”, analiza las dinámicas culturales del entorno inmediato, por medio de las percepciones de los vecinos, avencidados y visitantes, partiendo de los paisajes culturales dados, y percibidos, así como los efectos espaciales y sociales, resultado de las políticas de rescate del espacio público generadas del gobierno. 3 El último capítulo titulado “Plaza Tlaxcoaque: espacio público fragmentado y vacío urbano”, analiza la relación espacio público fragmentado y vacíos urbanos, por medio de la conformación de paisajes de embellecimiento, para apreciar las continuidades y discontinuidades espaciales y sociales, por medio de la dinámica cultural de la zona, desde el punto de vista esperado, hasta llegar al obtenido. La última parte presenta las consecuencias de una política de embellecimiento, sobre un espacio fragmentado, que genera un vacío urbano, en un espacio olvidado, en base a la relación gobierno-persona. 4 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA En los últimos años, se han observado grandes cambios en la Ciudad de México, producto de algunos proyectos para la intervención de espacios públicos, consecuencia de diversos motivos, como turismo, delincuencia, revitalización, aprovechamiento espacial, económico o social entre otros. Dichos cambios se han dando conforme la ciudad se ha transformando y con ello la sociedad, por medio de diversos efectos. Como resultado de las intervenciones dadas sobre el espacio público, la sociedad ha creado cierta identidad hacia los espacios públicos y se ha transformado continuamente, y este fenómeno es muy evidente en la interacción que existe entre la sociedad y la cultura. Los proyectos de intervención que se han generado, en la ciudad han ejercido una influencia en el uso de los espacios públicos, que se ha visto se muestran, directamente en la proyección del paisaje cultural. Los nuevos paisajes culturales que se crean en los espacios públicos intervenidos por parte del GDMX, han causado un impacto no solo en la percepción espacial y social, si ni también en la modificación, de la relación usuario-espacio. Dichas modificaciones tienen diversos efectos en el entorno inmediato, ya que generan continuidad o discontinuidad espacial, así como de prácticas, la interacción estética y la interacción de los individuos que utilizan el espacio público, permite la construcción de paisajes interculturales, en donde intervienen culturas locales, y culturas foráneas del interior del país, al igual que de otra parte del mundo, debido a que la ciudad no es homogénea, cuenta con un sinfín de fragmentos, que son apreciados en el espacio público, al igual que en su entorno urbano, lo que nos habla de una apropiación diferente sobre el espacio por parte de los diferentes grupos sociales que interactúan en él, así como un uso contrastante del mismo espacio público intervenido. 5 Cuando la intervención de un espacio se genera solo valorando la parte estética, dejando de a un lado la continuidad con el entorno inmediato, se puede generar un vacío urbano, que puede beneficiar al entorno inmediato, donde la concepción y apreciación puede llegar a ser desfavorable o favorable, de acuerdo a la relación “Gobierno-Habitante”, en donde la apropiación o resignificación, en un territorio fragmentado, tiene el valor que el observador quiera darle, por tanto el hecho de modificar un espacio, en el sentido estético, no tiene, porque, beneficiar directamente al entorno, pero si genera un cambio directo en la apreciación del paisaje cultural. Por tanto se presenta como problemática “la renovación del espacio público”, como parte de la fragmentación socio espacial de la ciudad, como parte de las políticas de intervención, en un ”territorio fragmentado”, afectando el patrimonio, que se puede observar por medio de los ”paisajes culturales” dentro de un “vacío urbano”. 6 JUSTIFICACIÓN Debido a los festejos de por el “Bicentenario de la Independencia de México” y el “Centenario dela Revolución Mexicana”, se dieron diversas intervenciones, en los espacios públicos, que posteriormente fueron consideradas como parte de un “Programa de Rescate de Espacios Públicos” por parte del gobierno en turno, a cargo de Marcelo Ebrad (2006-2012), las políticas generadas en dicho periodo se concentraron en el embellecimiento del espacio público, con la finalidad de devolverle la vitalidad a la ciudad, por medio de diversos elementos arquitectónicos, que comenzaron a ser reproducidos en varias partes de la ciudad como son fuentes, pavimentos, equipamiento, vegetación etc. todo esto principalmente como atracción turística. Ciertamente, el impacto producido por estas intervencionesque se realizan en los espacios públicos desbordan los límites de lo imaginado, convirtiéndose en un hecho no sólo de efecto metropolitano, sino de consecuencias directas en la redefinición conceptual y operativa de los espacios emblemáticos recreativos de la ciudad y la imagen formal irradiada por dichos espacios, en los que se va dando el embellecimiento estético de dichos espacios producto de una introducción a los paisajes culturales y al medio turístico, al parecer de mejorar la interacción usuario- espacio. Para efectos la investigación, se seleccionó como caso de estudio, “La Plaza Tlaxcoaque”, primera menta por forma parte del periodo de intervenciones de interés, seguido de que se encuentra en un territorio fragmentado, que cuenta con barreras físicas, además de encontrarse localizada en una zona de CDMX, que ha vivido múltiples cambios, que la han aislado espacialmente, y que a su vez fue intervenida con la finalidad de ser la “puerta de entra sur a la CDMX”, ubicada en un territorio fragmentado con anterioridad histórica, que es considerado un vacío urbano, que forma parte del patrimonio de la ciudad, e interviene con la continuidad y discontinuidad tanto de prácticas, como de espacio .Además de ser un lugar que causo, gran polémica por el contenido, en su interior, debido a que el proyecto que 7 originalmente se planteó, no fue el que se realizó. Además de que los recursos económicos fueron por parte del gobierno Azebayan, considerando que la Plaza cuenta con elementos conmemorativos de otro país, en un lugar destinado a la celebración del Bicentenario de la Independencia, y Centenario de la Revolución, lugar que se pretendía fuera la puerta de entrada sur a la CDMX, que no considero a los vecinos y avencidados para el diseño de lo que hoy se conoce, que posteriormente sufrió diversas intervenciones, por tanto el trabajo abordara “el embellecimiento de un espacio público”, en un “territorio fragmentado”, ubicado en un “vacío urbano”, bajo la percepción gobierno-habitante. 8 CAPITULO I. DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS PATRIMONIALES A LOS PAISAJES CULTURALES En el presente capitulo se presenta la postura de investigación, por medio del establecimiento de un eje de análisis entre “Cultura-Ciudad”. El primer concepto visto desde la apropiación simbólica y el segundo como un producto cultural. Para la comprensión de la relación dialéctica se aplicara el concepto de urbanización sociocultural. Posteriormente se desarrolla el concepto de “Espacio público” como parte de la ciudad, para proseguir con la “Fragmentación urbana”, vista como un proceso evolutivo propio de la ciudad, consecuencia del crecimiento urbano desorganizado. Continuando con el concepción de “Vacío urbano”, como área de oportunidad, con el objetivo de establecer espacios de consolidación, oportunidades únicas y privilegiadas para promover la idea de la “Renovación urbana”. La parte fundamental de dicho capitulo, es la relación de “Fragmentación urbana- vacío urbano – renovación urbana”; sobre el espacio público, en el entendido de su dimensiones y características básicas, respecto al patrimonio, visto desde la visión cultural, obtenida atraves de los paisajes culturales, percibidos por medio de memorias, vivencias, apropiación, re significaciones etc.; esto desde la argumentación de la recuperación de los espacios públicos como parte de una renovación urbana, de espacios abiertos planificados como parques, plazas o vías de comunicación, en un territorio con vacíos urbanos, entendidos como espacios en espera de la urbanización. 9 1.1 LA URBANIZACIÓN SOCIOCULTURAL EN EL ESPACIO PÚBLICO La ciudad es un lugar dinámico, donde se realiza un gran número de intervenciones, en años recientes, se han dado como renovaciones urbanas dentro de los espacios públicos, con mayor auge en vacíos urbanos, principalmente en los Centros Históricos. Impactando diversas dimensiones económicas, políticas, sociales y culturales, por medio de las renovaciones urbanas. Por lo tanto surge la gran interrogante de cómo abordar el tema. Por lo cual se retoman la postura adoptada por Guillerme Cantor Magnani (2002), en contraposición a la aproximación de las visiones modernas y postmodernas “de lejos y de paso” contra “de cerca y por dentro con la cual está vinculada. Atreves de dos escalas, la primera la planeación urbana donde los datos cuantitativos son primordiales (escala macro), y el proyecto urbano que favorece los datos cualitativos (escala micro). Donde ambas posturas se complementan, en donde la elección de cada una depende del interés. Es aquí donde se manifiesta la dimensión cultural, como primordial, retomando la postura “de cerca y por dentro”. Por lo cual la investigación es cualitativa, en donde, la dimensión cultural no sólo es una pre-condición que adapta la presencia de una determinada fuerza histórica a la reproducción de una forma concreta de vida social, al inducir el acontecimiento de hechos históricos. Debido a que la cultura es un proceso histórico social en el que se desarrolla la capacidad de crear nueva formas a partir de contenidos inéditos. No siempre es necesario continuar con las prácticas tal y como fueron fundadas, ya que todo proceso está sujeto a cambio o transformación, debido a las adaptaciones que se hacen con la transición que surge en el pensamiento. La percepción de la realidad desde los "otros puntos de vista" y no solo de la verticalidad. Por tanto la problemática actual en torno a la definición de la cultura puede comprenderse como la culminación de un conflicto tradicional que enfrenta entre sí frente a la noción de espíritu que genera el discurso moderno cuando versa sobre la vida social. 10 La realidad cultural da muestras de pertenecer orgánicamente, en interioridad, a la vida práctica y pragmática de todos los días. La dimensión cultural de los sujetos sociales que las perciben y experimentan hace que redunden en realidades sociales muy diferentes entre sí. La ciudad de México, así como otras ciudades se ha convertido en un espacio intervenido por sus habitantes, quienes se lo han apropiado y han construido múltiples relaciones de encuentro y desencuentro. Dichas relaciones se manifiestan en el espacio público, así como en el uso del mismo, que de acuerdo con Viviescas (1989:115), es un “espacio para el tiempo, en que la población no está directa o indirectamente sometida a la producción de la plusvalía”. La ciudad por tanto, va conformándose a partir de unas prácticas ligadas permanentemente con la vida política, cultural y económica, y son éstas las que permiten identificar lo público en la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo sometidos a constantes transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de ciudad fragmentada, que van dejando atrás el modelo integrador de ciudad tradicional. El modelo urbano de ciudad fragmentada surge a partir de mediados de los años setenta y en relación con el desarrollo y expansión que se da a nivel mundial producto de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así como de la reestructuración económica, por lo cual se producen profundas transformaciones que, de una manera u otra, determinan las problemáticas que se dan dentro del mundo globalizado. Estos cambios “alteraron profundamente el escenario de la acción social, tanto en sus dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales, como en su expresión territorial”, por lo cual tenemos al modelo de ciudad fragmentada (De Mattos, 2001:5). Dentro de dicho modelo se encuentra la urbanización , que es un proceso complejo, propio de la ciudad, dentro del cual se lleva a cabo la generación de fragmentos, sociales, culturales, económicos, políticos, espaciales, debido a que, en la actualidad las ciudadesse encuentran en constante transformación, producto 11 entre otras cosas de la separación física de los grupos sociales en el espacio urbano, que se encuentra en aumento como consecuencia del crecimiento demográfico desproporcionado que se manifiesta a partir de dos grandes fenómenos: el primero y más relevante corresponde a la creciente concentración de la población urbana, que actúa a través del crecimiento de las ciudades existentes y el surgimiento de nuevas ciudades. El segundo, consiste en la transformación de la ciudad, la re-densificación de un territorio que se encuentra en transición de lo rural a lo urbano, inmerso en el actual proceso de la globalización y en el paradigma en la posmodernidad. Estas problemáticas son producto de la fragmentación existe en la ciudad que se encuentra inmersa en el mundo globalizado, particularmente en las urbanizaciones cerradas, complica e imposibilita la integración social y el contacto cara a cara, lo cual produce una ausencia de las identidades en los habitantes por la relación con su entorno; que contribuye al surgimiento de una ciudadanía fragmentada que se asocia a estilos culturales quebrantados, generando a partir de la exclusión provocada, entre otras cosas, por los mercados inmobiliarios y la planeación urbana, que regulan y racionalizan la producción del espacio para la imposición de un orden concreto, es decir el gobierno decide cómo funcionará el espacio a través de sus políticas públicas (Díaz, 2006), las cuales conducen inexorablemente a formar trozos dentro el tejido urbano. Debido a que la ciudad se encuentra en constante cambio, el espacio público también, con mayor auge en los centros históricos, para efectos de la investigación, se retoma la postura de Magnani (2002), como yuxtapuestas a la percepción generada dentro de las visiones modernas y posmodernas “de lejos y de paso” contra “de cerca y por dentro”. La primera dentro de la escala macro ligada a la planeación urbana, basada en datos cuantitativos, la segunda de escala micro en referencia al proyecto urbano que auxilia a los aspectos cualitativos, por tanto dichas posturas se complementan. 12 Para efectos de la investigación se privilegia la dimensión cultural, apoyándose de la segunda postura “de cerca y por dentro”, para comprender el efecto de intervenciones del espacio público, en el sentido del embellecimiento, a partir de quien hace y habita la ciudad, al establecer un eje de análisis definido por la relación entre ciudad y cultura, tomando la concepción de ciudad de Susana B. Díaz Ruíz, en el ensayo cuarto, donde plantea una definición acerca de la ciudad en la que se vive actualmente: “La ciudad contemporánea se define como espacio de ausencias, deshabitado, regular y construido a partir de contenidos predominantemente racionalistas. El ser humano, por su parte, ha perdido el contenido de vida compartida en sus dimensiones políticas, públicas y cívicas. La ciudad que empezara siendo el inicio de la sociedad civil, liberada de las trabas atávicas de la tradición, termina su recorrido en una agonía de impracticables haceres y estares colectivos. Desconcierto caótico, segmentación urbana, libertad y desarraigo, globalidad y localidad, son algunas de las oposiciones terminológicas que encierran las claves sociológicas propuestas para comprender la vida en las ciudades contemporáneas.”(Diaz,2000:34) En donde la autora, a partir de su análisis de la ciudad, acentuando presencia de lo histórico, como elemento fundamental de la construcción de la ciudad actual, por lo que, llega al proponer que, para poder realizar cambios, se debe resaltar que en el espacio público existen “prácticas sociales de convivencia,” que se insertan en una historia territorial, con una dinámica social y en donde existen políticas de Estado. Complementando dicho concepto con el propuesto por Jordi Borja (2003), quien define a la ciudad como un producto cultural socio-histórico, para asignarle al espacio público el lugar por excelencia en donde se ejerce la ciudadanía, partiendo de los derechos y obligaciones del ciudadano, por lo tanto la ciudad está configurada como una realidad cultural de lugares significativos para la vida cotidiana en colectividad de los sujetos. El concepto de cultura que se inserta a esta concepción bajo la idea de una semiótica o simbólica de la cultura, para lo cual Gilberto Giménez (2005), trabaja un análisis de las significaciones interiorizadas 13 (“habitus” de Bourdieu) bajo contextos sociales estructurados e históricamente determinados, permitiendo que los simbolismos producidos en el espacio público, se puedan visualizar como el resultado de una interrelación entre los contextos ideológicos, sociales, económicos, artísticos, educativos, políticos, etc. dentro de un periodo determinado, como parte de las practicas, vivencias y experiencias de las personas, entendiendo que: La cultura es la organización social del sentido, interiorizado por los sujetos (individuales o colectivos) y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados. Así definida, la cultura puede ser abordada, ya sea como un proceso (punto de vista diacrónico), ya sea como configuración presente en un momento determinado (punto de vista sincrónico) (Giménez, 2005, p. 85) Por tanto las formas simbólicas generadas en el espacio público “embellecido”, no se encuentran visualizadas de forma aislada, son parte de la interrelación de los contextos sociales , artísticos, económicos, políticos, ideológicos etc.; por medio de la interiorización de las prácticas y experiencias de los habitantes construidos en un periodo de tiempo determinado. Ahora bien es indispensable establecer la relación que se produce entre la ciudad y la cultura, para lo cual Ricardo Tena (2007) propone una relación dialéctica inmersa en contextos culturales entre lo social y lo espacial, teniendo en cuenta el intercambio que se produce por el rol de sujeto activo a objeto pasivo, de acuerdo al sentido en se dirija la afectación. Entonces lo social (sujeto activo) afecta a lo espacial (objeto pasivo) dando origen a una ciudad y su transformación, produciéndose un proceso de “socialización de lo espacial", para lo cual Tena ofrece una definición operativa a estas concepciones denominándolo como “Urbanización sociocultural”: Urbanización sociocultural se refiere al conjunto de efectos culturales que genera el espacio urbano en la sociedad que habita; entendiendo que es lo urbano del espacio (su ser, naturaleza, carácter y características) lo que incorpora la 14 sociedad como lugar de su experiencia urbana, lo que la hace sociedad urbana (la urbaniza), es el espacio que modela sus formas de vida, la territorializa y le brinda una adscripción (identidad) urbana particular que opera a distinta escala y bajo diversas modalidades sociales y culturales (Tena, 2007, p. 76) En base a la concepción de urbanización sociocultural, el espacio público es entonces concebido como un producto social que puede ser definido por las relaciones entre ciudad y cultura, que en él se desarrollan como un producto de los procesos sociales, en los cuales se encuentra inmersos, entonces: “Es decir, el espacio se define como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren ante nuestros ojos y que se manifiestan por medio de procesos y funciones. El espacio es, entonces, un verdadero campo de fuerzas cuya aceleración es desigual. Esto es la razón de que la evolución espacial no se realice de forma idéntica en todos los lugares” (Santos; 1990: 138). La visión generada por Santos al analizar la diferenciación social y fragmentación socio-territorial,considera dos componentes del espacio, a saber: el soporte natural y la distribución de las materialidades, producto del proceso histórico, que determinan la configuración espacial; y la dinámica social, o el conjunto de relaciones económicas, culturales, políticas, etc., que definen una sociedad en un momento dado y que dan un significado específico a la configuración social. “El espacio es esencialmente un hecho social, un fenómeno concreto que se impone a todos los miembros de la sociedad, sin imponerse a la sociedad en sí misma” (Santos; 1990: 160). En la generación del espacio público, la fragmentación es característica del proceso histórico de conformación de la ciudad, en donde la ciudad por medio de la historia puede mostrar lo que era la sociedad que muestra fragmentos claramente delimitados. Entonces la fragmentación es una cualidad de la ciudad, que se ha caracterizado por un heterogéneo uso del suelo conforme a la división 15 social y técnica del trabajo Lobato Correa, cuando define el espacio urbano afirma que los fragmentos mantienen una vinculación dada por los flujos de relaciones (relaciones espaciales) que pueden ser visibles (circulación de personas, mercancías, etc.) o invisibles (financieros, informacionales, toma de decisiones, etc.). En este sentido, el espacio urbano es entonces “simultáneamente fragmentado y articulado: cada una de sus partes mantiene relaciones espaciales con las demás” (Lobato Correa, 1989:7) Para la comprensión de la relación entre sujeto- espacio, se requiere del apoyo de la etnografía urbana que incluye el registro de escenarios, actores y reglas para relacionar las prácticas socioculturales con el espacio público, Tena (2007) propone utilizar las categorías de análisis de Magnani (2002, p. 20–25): pedazo, pórtico, trayecto, mancha, circuito, con las cuales se puede territorializar redes de sociabilidad básica o compleja y las prácticas culturales, en donde el pedazo se configura como el análisis de uso y contacto interpersonal definiéndose como el espacio social comprendido entre lo público (calle) y lo privado (vivienda) por el que se forman lazos que pueden generar imaginarios e identitarios. El pórtico se comprende las referencias físicas o simbólicas que trabajan como parte de referencias o delimitaciones que se encuentran ligadas a la llegada a un espacio. El trayecto se concibe como una ruta establecida que liga espacios en función de las prácticas socioculturales que se generan como resultado de selecciones que remiten a un sistema de reglas de compatibilidad. En base a la postura socio–céntrica sustentada en el análisis e interpretación del punto de vista del habitante para entender la ciudad, en el sentido de Alicia Lindón (2001:18), que es compatible con el modelo de la ciudad vivida de la visión organicista del urbanismo, como lo explica García Vázquez en el libro “Ciudad Hojaldre, Visiones urbanas del siglo XXI del 2004”1, cuyos antecedentes están en 1 La ciudad hojaldre, que se enmarcan en cuatro capítulos y varios subcapítulos: el primer capítulo es la visión culturalista de la ciudad en ella, se derivan la ciudad de la disciplina, planificada y poshistórica, el segundo capítulo es la visión sociológica de la ciudad que abarca la ciudad global, dual, del espectáculo y sostenible, el tercer capítulo es la visión organicista de la ciudad en ella se ven la ciudad como naturaleza, de los cuerpos y vivida y por último la visión tecnológica de la ciudad que abarca la ciberciudad y la ciudad chip, todas ellas para explicar las visiones urbanas del siglo XXI (García, 2004). 16 la corriente de antropopolis concebida por Francoise Choay (1965:75), bajo el eje de análisis cultura- ciudad, se da una relación dialéctica, denominada urbanización sociocultural, la cual involucra un paradigma semiótico que requiere de una interpretación más allá de lo evidente. Apoyado en la visión culturalista de una ciudad, en el sentido de armar mentalmente una ciudad donde la historia, la identidad y arraigo son elementos fundamentales para mantenerla viva, de acuerdo con García Vázquez quien subraya a lo culturalista como un retorno al pasado en sus formas y modos de vida, como un estado postguerra y postindustria, donde la ciudad se percibe como el entorno arrasado o por las bombas, o la maquinaria, o simplemente el pensamiento moderno. Siendo este último el motivo principal del surgimiento de nuevas corrientes y nuevos planteamientos para el desarrollo y restauración de las ciudades, concretizándolo en ciudades desarrolladas de Europa y en la potencia mundial que es Estados Unidos. Con las aportaciones dadas por Choay, es de gran relevancia mencionar como referencia su contribución teórica en la historia del urbanismo. La relevancia por la memoria y el tiempo como condicionantes en la estructura de una ciudad, donde los hechos culturales que se formaron son su sustento y su reflejo, destaca su referencia a la ciudad tradicional donde los oficios, la comunidad y la cultura local eran parte de una experiencia estética común que enriquecía el vivir cotidiano ( las vivencias diarias de la ciudad). La inserción de la ciudad al actual mundo globalizado genera una tendencia inherente a la fragmentación urbana, que genera un decaimiento de la ciudad asociado a la relación sujeto- espacio, generando la perdida de vitalidad y de diversidad de sus espacios públicos. Las ciudades y más concretamente sus espacios públicos, son lugares de las relaciones sociales donde se manifiesta libremente la identidad ciudadana. Durante las últimas décadas se han multiplicado los procesos de vaciamiento y privatización, justificados ante la opinión pública 17 como la única solución posible frente a los problemas de inseguridad y a los grandes costos de mantenimiento que los gobiernos no llegan cubrir. Por tanto la ciudad se construye en función del grado establecido entre lo individual y lo colectivo, dicha relación depende de la profundidad de la identidad individuo-ciudad. Entonces la fragmentación urbana constituye la expresión mayor de un proceso que de acuerdo con Vidal Rojas (2010) en términos sociológicos se relaciona, desde un punto de vista positivo, de existencia de ciudades en la ciudad y desde un punto de vista negativo, de desaparición sociológica de la ciudad, como consecuencia de su dislocación social, de su desagregación física y de su desmembramiento simbólico. En cualquiera de los casos, la fragmentación supone la independencia de las partes (fragmentos) con respecto del todo (sistema urbano). La fragmentación urbana física puede proceder de uno de los dos procesos siguientes. Por un lado, de un proceso de construcción a partir de piezas diferentes del conjunto urbano. Se trata aquí de la ciudad de fragmentos que caracteriza, por ejemplo, la conurbación de centros poblados diferentes en términos de actividades, constitución histórica, estructura territorial, nivel de renta de los habitantes, dimensión, formas arquitecturales, etc. Ella se caracteriza por lo que algunos autores han llamado una «discontinuidad continua» (Balbo et Navez Bouchanine, 1993). Es un fenómeno de asociación de diferencias. La fragmentación física de la ciudad puede también proceder de una desconstrucción del conjunto urbano por la singularización de sectores que adquieren una identidad propia. Se trata aquí de la ciudad fragmentada que caracteriza, por ejemplo, las grandes aglomeraciones en las que aparecen barrios enmurallados, fronteras intraurbanas o zonas monofuncionales. Es lo que llamamos, la “continuidad discontinuada”. Es un fenómeno de disolución de la identidad. 18 La fragmentación física se refiere principalmente a la discontinuidad físico- formal entre superficies o fragmentos. Peroel análisis de esta discontinuidad es indisociable de la observación de los aspectos morfológicos y tipológicos, arquitecturales y urbanos, que otorgan una identidad propia a aquellos fragmentos. Al mismo tiempo, el análisis de la fragmentación física implica una reflexión sobre los aspectos funcionales-relacionales entre esos fragmentos: análisis comparativo- funcional de los niveles de infraestructura, equipamientos y servicios, análisis relacional de las redes y flujos de relación entre los fragmentos (calles, redes telefónicas, etc.). Sin embargo, lo limitado del espacio del que disponemos nos obliga a concentrarnos sobre los aspectos estrictamente físico-formales de esta dimensión de la fragmentación. (Vidal, 2010:5) La fragmentación dentro de la relación espacio-tiempo, genera una percepción espacial continua, debido a que en la actualidad la movilidad en la ciudad va en aumento, y la dimensión espacial en relación con la dimensión temporal es cada vez más conflictiva, gracias a los avances en transporte y movilidad, estas relaciones han sufrido cambios en los estilos de vida de los ciudadanos, debido a la ruptura de la continuidad del espacio público, producto de la creación de nuevas vialidades, lo que genera una barrera tanto espacial, como simbólica, lo que lleva a la discontinuidad de prácticas, así como un crecimiento de manera difusa, con zonas integradoras y zonas que no lo son. Los centros históricos se van segregando y la ciudad pierde su capacidad totalizadora, potenciada por el poder privado de hacerse dueño de los espacios públicos, que la van debilitando. La estructura híbrida propia de la sociedad actual, donde la era de la informática, de los flujos y de la velocidad está en constante cambio y mutación, genero un crecimiento discontinuo creando lugares degradados, obsoletos, marginales, que encontramos diseminados dentro de la ciudad, desde el tejido urbano consolidado hasta las periferias, estos lugares se denominan vacíos urbanos, que pueden ser concebidos como nocivo para la ciudad lo que permite una clara relación con su entorno y el paisaje, creando una amplia red de posibilidades que pueden producir un profundo impulso reformador en la ciudad. 19 Estos espacios latentes, expectantes, relativamente abandonados, tanto en la ciudad histórica como en la periferia difusa, surgen de los resquicios de una ciudad contemporánea caduca, y abren expectativas y oportunidades para hacer ciudad sin necesidad de expandirla. Traen consigo la esperanza de construir lugares y espacio público, producir paisaje, de reequilibrar, articular y cicatrizar la metropolisacion. Son estructuras pasadas y olvidadas como ruinas modernas que poseen un gran potencial transformador, para generar una ciudad densa y compacta, haciéndola más rica y compleja en las relaciones que establece para los que la habitan. 20 1.2 Fragmentación socio-espacial en el espacio público. La fragmentación puede entenderse como un proceso divisorio, y la fragmentación urbana se considera como un fenómeno cuyas consecuencias se manifiestan en los múltiples ámbitos que participan en la composición de las ciudades como son los ámbitos físicos, sociales, económicos, culturales y políticos, y cuyos efectos en mayor medida se refieren a cambios negativos que inciden severamente en la esencia de la ciudad, es decir, en un cambio en sus valores de libertad, justicia y democracia (Borja & Muxí, 2000). Partiendo de esta idea Milton Santos (1997), establece que el uso de una región genera un proceso de fragmentación espacial, en donde la idea de uso del territorio permite reconocer las apropiaciones de los actores sociales (indivual y colectivamente), en la relación de espacio-sociedad, donde “producir, es producir espacio”, en otras palabras es la perspectiva espacial por medio de la cual, se asume como un producto social como parte de la condición de proceso de producción y reproducción social. Se considera al territorio a partir de los procesos que incidieron a través del tiempo en su estructuración actual y que se plasman, en lo formal, en los aspectos morfológicos. Este territorio, territorio usado en la concepción de M Santos (1999), también es el enlace entre pasado y futuro. Así es que la idea de territorio usado “puede ser más adecuada a la noción de un territorio en cambio, en proceso. Si lo tomamos a partir de su contenido, el territorio tiene que ser visto como algo que está en proceso. El territorio constituye el trazo de unión entre el pasado y el futuro inmediatos” (Santos, 1999:19). Milton Santos aplica el concepto de territorio usado para indicar que la Dialéctica sociedad-naturaleza solamente se realiza a partir de la naturaleza valorada por la sociedad. “Lo que se da es la relación sociedad y sociedad en cuanto territorio, sociedad en cuanto espacio” (Santos, 1999:18). Es en este sentido de territorio usado, de territorio valorado por la sociedad que se incluyen los conceptos de territorio y territorialización. 21 Entonces dos aspectos prioritarios y complementarios señala Bervejillo (1996) respecto de las estrategias territoriales: “construcción «interna» de capacidades y posicionamiento e inserción «externa» en el escenario globalizado.” Las acciones de la primera corresponden a “conformar, estructurar; complejizar el territorio local, desde un enfoque multidimensional”; en tanto la “segunda supone: comunicar; insertar y posicionar el territorio local en las redes interterritoriales y en los sistemas globales. En conjunto, las nuevas orientaciones suponen una revalorización de la oferta territorial específica, y a la vez un impulso al protagonismo del sistema de actores local y regional.” (Bervejillo; 1996:28). Como resultado de los procesos de reestructuración global de la economía, se verifican complejos efectos y manifestaciones territoriales, en los cuales es tan importante la valorización de los recursos como la participación de los agentes, públicos y privados, así como de la comunidad. Agrega Santos (1997), que el espacio geográfico hoy es un sistema de objetos cada vez más artificiales, provocados por sistemas de acciones igualmente imbuidas de artificialidad, y cada vez más tendientes a fines extraños al lugar y a sus habitantes. Se establece un nuevo sistema de naturaleza que gracias al movimiento ecológico conoce apenas un ápice de su desnaturalización. Haciendo referencia a las ciudades, nos encontramos ahora ante un nuevo paradigma tecnológico, llamado “informacional”, que permite el desarrollo de una economía global. Dicha economía se articula territorialmente en torno a ciudades. Por economía global entendemos una economía en la que las actividades estratégicamente dominantes funcionan como unidad a nivel planetario en tiempo real. La economía global es excluyente e incluyente a la vez. La ciudad, como producto social, se manifiesta a través de diversas materialidades, las cuales surgen como marcas indivisibles de las diversas formas de habitar, siendo su resultado un espacio fragmentado, diversificado y segregado que pone en evidencia las diferencias y distancias sociales entre sus habitantes. 22 Lombardo (2007) considera que, en la producción social del espacio urbano, el proceso de espacialización se realiza a través de: la calificación del espacio –referida a la provisión de infraestructura, equipamiento y servicios, a las distintas áreas de la ciudad. la valorización del territorio –los precios del suelo, de los edificios y sus modificaciones según la calificación de las distintas zonas de la ciudad para las diversas funciones urbanas. la diferenciación espacial –las diversas cualidades que las distintas zonas y lugares urbanos presentan entre sí. Debido a que la ciudad, es un producto social, resultado de las diferentesformas de habitar, por tanto la ciudad no es un espacio donde sólo se congregan grupos de individuos, es un espacio natural socialmente mediado, es decir intervenido por los seres humanos, quienes se lo han apropiado y han establecido múltiples relaciones de encuentro y desencuentro (Henao: 1996:448). Estas relaciones tienen su expresión territorial en el espacio público que, como señala Viviescas, es un “espacio para el tiempo en que la población no está directa o indirectamente sometida a la producción de la plusvalía” (Opcit: 1989: 115). La ciudad por tanto, va conformándose a partir de unas actividades ligadas permanentemente con la vida política y económica, y son éstas las que permiten identificar lo público en la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo sometidos a constantes transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de ciudad fragmentada, que van dejando atrás el modelo integrador de la ciudad tradicional. De acuerdo con Richard Sennett (2011), la ciudad contemporánea, sede del capitalismo industrial y postindustrial, es "una colonia humana", una clase particular de sociedad, diversa y diferenciada, un escenario de encuentro entre extraños que tienen sus vidas entrelazadas en grados distintos. En este escenario urbano aparecen problemas de expresión y de comunicación equivalentes a los que enfrentan los actores y el público en el teatro. Desde este enfoque, la ciudad es el mejor escenario para observar lo que ocurre en el dominio público y el debilitamiento que experimenta como espacio de participación con fines sociales y de compromiso cívico. Señala el autor que esta situación en la sociedad occidental se debe a que la participación se ha transformado en un asunto de responsabilidad formal, los 23 ciudadanos se relacionan con el Estado en actitud de conformidad y la desconfianza es un rasgo de las interacciones sociales (Sennett, 2011). La ciudad de México, así como otras ciudades se ha convertido en un espacio intervenido por sus habitantes, quienes se lo han apropiado y han construido múltiples relaciones de encuentro y desencuentro. Dichas relaciones se manifiestan en el espacio público, así como en el uso del mismo, que de acuerdo con Viviescas (1989:115), es un “espacio para el tiempo en que la población no está directa o indirectamente sometida a la producción de la plusvalía”. La ciudad por tanto, va conformándose a partir de unas prácticas ligadas permanentemente con la vida política, cultural y económica, y son éstas las que permiten identificar lo público en la ciudad. Hoy, estos espacios están siendo sometidos a constantes transformaciones, generando nuevos modelos urbanos de ciudad fragmentada, que van dejando atrás el modelo integrador de ciudad tradicional. El modelo urbano de ciudad fragmentada surge a partir de mediados de los años setenta y en relación con el desarrollo y expansión que se da a nivel mundial producto de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así como de la reestructuración económica, por lo cual se producen profundas transformaciones que, de una manera u otra, determinan las problemáticas que se dan dentro del mundo globalizado. Estos cambios “alteraron profundamente el escenario de la acción social, tanto en sus dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales, como en su expresión territorial”, por lo cual tenemos al modelo de ciudad fragmentada (De Mattos, 2001:5). Dentro de dicho modelo urbano, surge el termino fractura urbana, por medio del cual se explica la perdida de la funcionalidad en los sectores, que muestran en la perdida de interrelación y continuidad con el entorno urbano, por medio de elementos urbanos como las autopistas, líneas férreas, autopistas, y naturales como relieve, flujos hidrológicos, es aquí donde surge el análisis de la fragmentación urbana, en donde la gentrificación de barrios pobres y las urbanizaciones privadas y cerradas. ( Borsdorf, 2003: Janoschka,2006). 24 Dentro de las fractura urbana, la alteración de la configuración socio-espacial, forma parte de la expansión de un modelo de crecimiento mundial basado en la globalización, económica, política y social, los estudios de, Saskia Sassen (la ciudad global),afirman que “la ciudad dual no sólo es una yuxtaposición de ricos y pobres que dan por resultado de una determinada estructura urbano-social sino el producto de procesos articulados de crecimiento y declive de la estructura ocupacional que afecta tanto a sectores formales e informales de la economía, a sectores industriales -a nivel superior y a nivel inferior- y a fuerza de trabajo calificada y no calificada”. (Citada en Castells, M.:1995). La yuxtaposición de ricos y pobres, dentro de la estructura urbano-social, se ve reflejada en la espacialidad de un lugar, debido a que la ciudad dual favorece la aparición de fragmentos, Sostiene Saskia Sassen que la ciudad ha emergido como sitio de nuevas demandas donde el capital global la usa como “mercancía organizativa” y considera que los desarrollos de las ciudades no se pueden entender aislados de los cambios fundamentales que suceden dentro de la organización de mayor escala de la economía avanzada. Saskia Sassen (2003) sitúa su análisis del “paradigma de la centralidad”, en el sentido de percibir la ciudad como una concentración expandida que se caracteriza “por una organización de la actividad económica espacialmente dispersa pero a la vez globalmente integrada”. Interpreta en esta característica a las ciudades nodales del capitalismo global y nos permite preguntar cuál es su comportamiento con respecto a estos patrones. Soja (2002) por su parte, llama a este fenómeno la “ciudad dual”, imagen que también rescata García Vásquez (2004) para dar cuenta de la esencia bipolar de la ciudad. La manifestación social de esta espacialidad es la propagación de desigualdades sociales y económicas, lucha por el territorio y la fortificación de la ciudad, agrupándose en comunidades cerradas lo que da como resultado una imagen segregada, desigual y en conflicto. 25 La manifestación cultural se refiere a una ciudad creada y dirigida por la industria moderna del ocio, la cultura y el consumo. La metáfora utilizada es la “ciudad espectáculo”, que opera como “fachada de la ciudad dual”, como la escenografía que simula la vida, que se construye con elementos de “deslumbre” y “acogida estética” como si ese entorno fuera un espacio incólume y salvaguardado de esa otra realidad externa que nos agobia, espacios construidos con una creciente artificialidad en su conformación. Este fenómeno de doble cara lo describe Baudrillard como la ciudad hiperreal o de la simulación, término que comparte Soja (2002) (simcities), como resultado de la desaparición del sentido y el significado de la realidad del espacio. Lo que queda es una copia exacta que opera en virtud de una idea que delinea una ciudad que sólo puede imaginarse y que si se vive es una simulación de una realidad inexistente o efímera. Améndola (2000) llama a este espacio con creciente tendencia al artificio, la ciudad de la belleza, del placer y del hedonismo, que le imprimen a la ciudad, por el proceso de demanda colectiva, criterios de valoración a nivel general y de sus partes, y termina analizando este fenómeno de la ciudad espectáculo como un delirio estético que emerge ente la creciente formación de la ciudad como espacio del mercado y modelo competitivo, lo que hace pensar el espacio público como una espacialidad en venta, esta última metáfora es llamada por el autor: la ciudad como “parque temático”. La fragmentación implica ciertamente la pérdida de ese cotidiano colectivo y contiguo. Las condiciones de vida de la población ya no aparecen ligadas unas a las otras, en el marco de una copresencia marcada por la contigüidad. Por el contrario, los lugares se re-jerarquizan,respondiendo a imperativos exógenos, y se diferencian, respondiendo a fuerzas centrífugas, que tienden a la disgregación y a la fragmentación, sembrando los puntos discontinuos de la verticalidad, rodeados de manchas de la horizontalidad. Es el fin de la vecindad espacial como categoría analítica. Esa fragmentación del tejido socio-territorial involucra una creciente complejidad en la diferenciación entre ganadores y perdedores, pero no implica estudiar el fragmento como tal, pues “el lugar no es una parte, es el todo mismo 26 concretado en lo local” (Silveira, 1995: 58). El lugar por sí mismo no posee autonomía de significación: sólo es posible comprenderlo e interpretarlo haciendo referencia a una totalidad mayor que aquella unidad de análisis. Pero las nociones de homogeneidad y contigüidad espacial ya no resultan válidas en el actual contexto, pues la constitución de un territorio reticular es el signo más evidente del proceso contemporáneo de fragmentación. Resulta imprescindible replantear el análisis y la interpretación del territorio en tales términos. Durante las últimas décadas se han producido evidentes transformaciones en las grandes ciudades. Estos cambios son notorios tanto en la estructura urbana, como en el funcionamiento institucional y las relaciones sociales que se dan al interior de la ciudad. Ante este escenario, existe cierto grado de consenso en donde no se trata de transformaciones pasajeras, sino que más bien tienen que ver con tendencias de largo plazo, derivadas de la reestructuración económica, productiva e institucional que vivieron la mayoría de nuestros países a partir de la década de los años ´80, en gran medida impulsadas por regimenes dictatoriales proclives a la instauración de modelos neoliberales que aceleraron los procesos de modernización capitalista en la región. Junto con lo anterior, el período de reestructuración coincide además, en la década de los años ´90 con la irrupción de los procesos de globalización tanto a nivel económico, como cultural, ecológico, tecnológico, etc., generando una conciencia cada vez más generalizada de globalidad, es decir, generando una conciencia del hecho de que “a partir de ahora nada de cuanto ocurra en nuestro planeta podría ser un suceso localmente delimitado, sino que todos los descubrimientos, victorias y catástrofes afectarán a todo el mundo y que todos deberemos reorientar y reorganizar nuestras vidas y quehaceres, así como nuestras organizaciones e instituciones, a lo largo del eje local-global" (Beck, 1998:30) En este escenario y en el contexto del desarrollo urbano parecen generarse algunas tendencias que configuran la nueva cuestión urbana y social en nuestra región. De acuerdo a De Mattos (2006), estas tendencias se pueden distinguir a 27 partir de la constatación de cinco fenómenos: 1) la constitución de nuevas estructuras productivas y una nueva dinámica urbana; 2) la desregulación de los mercados de trabajo y la generación de una ciudad más desigual; 3) la expansión de los negocios inmobiliarios y el predominio de nuevos criterios urbanísticos; 4) una explosión de movilidad y la generación de una nueva morfología urbana; 5) la aparición de nuevos artefactos urbanos con la consiguiente uniformización del paisaje[1]. Estas cinco tendencias se pueden ver en mayor o menor medida, tanto en Santiago de Chile, Lima, Río de Janeiro, Buenos Aires o Ciudad de México. Si bien, existen grandes diferencias culturales e identitarias entre cada una de estas y otras ciudades, los procesos de conformación de la estructura urbana y de las relaciones sociales, responden a grandes rasgos a la misma lógica de modernización capitalista en la era de la globalización. Estos procesos, caracterizados en las tendencias identificadas por De Mattos, y sus consecuencias sociales, han contribuido a que se vuelva a hablar, en la discusión académica, de viejos temas como, marginalidad, exclusión, integración y segregación, aunque con significados hoy día muy diferente. Algunos de los conceptos que han sido utilizados con mucha frecuencia en los estudios urbanos de los últimos años, son los de fragmentación y segregación. Sin embargo, no existe uniformidad en la acepción de los términos. Hay autores que hablan indistintamente de segregación y fragmentación, otros, los asocian simplemente a características espaciales, dejando de lado las implicancias sociales del fenómeno. Si bien no es posible agotar la discusión respecto de estos conceptos, dados los límites de este trabajo, la idea aquí es simplemente plantear la cuestión acerca de la necesidad de precisión conceptual en estudios urbanos, sin abandonar el ideal de una ciudad justa, es decir, cargando los conceptos precisamente con las cuestiones sociales e históricas inherentes a ellos, teniendo presente un horizonte político y reivindicativo en la ciudad de la globalización. 28 En este sentido, una posible definición en torno a la segregación, es la que hace Marcuse (1997) al distinguir entre aglomeración (clustering) y segregación (segregation). La primera es una reunión de un grupo poblacional en el espacio. Es un término genérico para la formulación de cualquier área de concentración espacial. Mientras que la segunda, es un proceso por el cual un grupo poblacional es forzado, involuntariamente a aglomerarse en un área espacial definida [2]. La segregación por lo tanto, para este autor, constituye un proceso social de formación y mantención involuntaria de una determinada población en un área específica, de acuerdo a las características estructurales de la sociedad y de la producción del espacio en la ciudad. Esta definición, se contrapone a otras que señalan por ejemplo, que entre desigualdades y segregación no existe una relación directa, o bien, que la "segregación geográfica" debe diferenciarse de la "segregación sociológica", para llegar finalmente a aceptar dentro del mismo concepto tanto características negativas como positivas, de exclusión como de inclusión, relegando el concepto a una cuestión puramente espacial[3]. Algo similar sucede con la noción de fragmentación. En primer lugar, aparece una distinción en la idea de fragmentación que tiene que ver con la escala y concepción del término. Por una parte, fragmentación urbana (micro) se asocia a una ruptura, separación o distanciamiento social en la ciudad. Esta aproximación, considera que la actual dinámica urbana, desde el comportamiento del mercado de suelos, las iniciativas inmobiliarias, el surgimiento de estilos de vida, las transformaciones en el mercado de trabajo, la polarización social, hasta el aumento de la violencia y la inseguridad, lleva a una separación social en el espacio que se refleja en el surgimiento de barrios cerrados o similares, específicamente allí donde se juntan estratos sociales diferentes, gracias a los nuevos patrones de urbanización. 29 A grandes rasgos, la fragmentación urbana a nivel micro, haría referencia a “un concepto nuevo de ciudad rodeada de muros, vallas, portones y sistemas de seguridad para proteger a sus miembros de manera hermética y excluirlos del mundo exterior” (Borsdorf, Hidalgo, Sánchez, 2006:324). Por otra parte, la fragmentación urbana (macro) también se refiere a un proceso más amplio de relocalización funcional de espacios en la ciudad. En este sentido, se refiere a la aparición de una serie de nuevos “distritos” urbanos que responden a la lógica actual de organización de la producción del capitalismo en su fase actual, así como a nuevos patrones culturales y de consumo de los ciudadanos. Este proceso es potenciado además, por las tendencias a la metropolización expandida (De Mattos, 2001) y a lo que se ha denominado como dispersión urbana, reflejada en suburbanización y periurbanización (Monclús, 1998; Dematteis, 1998). Ambas dimensiones dela fragmentación (micro y macro) no son tratadas como un fenómeno unitario en los estudios urbanos, sino más bien como dos problemas desconectados entre sí. La importancia de unificar conceptualmente el campo de estudio, tiene que ver con las consecuencias sociales que los procesos descritos implican. En otras palabras, la ciudad fragmentada y segregada, implica una ciudad que deja a una parte importante de sus habitantes fuera de los canales de integración. Se trata de dar cuenta de una situación persistente de exclusión, donde los conceptos que se utilicen son importantes al momento de generar un impacto en políticas públicas tendientes a paliar los efectos negativos de las transformaciones en curso. 30 1.2 Vacío urbano en el espacio público La fragmentación del espacio público, sufre una crisis, que manifiesta su ausencia, como consecuencia del abandono, degradación, privatización, exclusión, etc.; debido a que es considerado un integrador socialmente, articulador físico y social, en donde la ciudad por medio de su uso colectivo, construye la memoria colectiva, en la manifestación de las identidades, resignificaciones, interpretaciones y reinterpretaciones, por medio de la urbanización es un producto de convergencia de intereses característicos del actual capitalismo globalizado. La vinculación física del lugar con el entorno, tiene relación con el tiempo, de tal forma que la apropiación del territorio, está inmersa en la degradación, con base en la definición, lo que es aquí y lo que no lo es. Entonces, el exceso de presente llevaría al olvido, algo que no se ubica ni en el pasado ni en el futuro pero que puede volver al presente con sólo evocarlo. Es en este punto donde surge la degradación, debido a que el olvido y el recuerdo, son apreciados por la memoria a través de la capacidad de estar ausente es que puede devenir un recuerdo del pasado, si todas las imágenes estuvieran en presente no existiría rememoración, y para ello es necesario el olvido. En otras palabras, es imposible entender el recuerdo sin el olvido. El olvido es aquel que hace posible la memoria, por lo menos así lo entendía también Heidegger cuando afirmaba “sí como la espera de algo sólo es posible sobre la base de estar a la espera, de igual modo el recuerdo “erinnerung” sólo es posible sobre la base del olvidar, y no al revés; porque en la modalidad del olvido, el haber sido abre primariamente el horizonte, en el que comprendiéndose, el Dasein perdido la exterioridad puede acordarse de lo que se preocupa” (Heidegger en Ricoeur,2004: 566). Citando, al mismo Heidegger, comprendernos como seres en lo cercano y a los otros en lo lejano parece ser una contradicción ya que el fin del ser ahí en el mundo es la muerte. El fundamento existencial del “ser ahí” es la temporalidad. La temporalidad del “ser ahí” desarrolla el contar el tiempo. El tránsito al ya no ser, la muerte de los otros, saca al ser ahí de la posibilidad de experimentarse por sí 31 mismo. En el morir de los otros puede experimentarse el fenómeno del ser como vuelco en que un ente pasa de la forma del “ser ahí” al ya “no ser ahí“. En el dolorido pensar en ella son los supervivientes con ella de un modo de procurar por que tributa honras. La pérdida que se experimenta con la muerte, los supervivientes. La totalidad del ser ahí es constituida por el acabarse. “el ente que somos antológicamente nosotros mismos es lo más lejano” (Heidegger M,1951: 358) La pérdida de un espacio, no es solo física, también lo es mental para los habitantes, es aquí donde la degradación social y espacial, dentro de una fractura urbana, tiende a crear vínculos entre el espacio público y su entorno inmediato, es aquí cuando entra la crisis del espacio público. Hablando de la crisis del espacio público, la mayoría de las sociedades viven la degradación, dichos cambios, han tenido incidencia en la forma de vivir los espacios y su existencia, el crecimiento discontinuo ha generado lugares degradados, obsoletos, marginales que se encuentran diseminados por la ciudad, desde el tejido urbano, consolidado hasta las periferias. Es aquí donde surge el siguiente concepto de la investigación “vacío urbano”, entendido como lugares negativos en donde se permite una clara relación entre el paisaje y el entorno, por medio de los ojos de los habitantes. Los vacíos urbanos se definen como bolsas de suelo urbano que han quedado por distintas circunstancias permanentemente excluidas del uso para el que fueron concebidas y urbanizadas. Muchas veces constituyen espacios de oportunidad que, bien aprovechados, desde los parámetros de la racionalidad urbanística, nos ayudarán a recomponer y ordenar la ciudad en su conjunto. Es decir, determinadas situaciones de privilegio les confieren un carácter estratégico, que va más allá del terreno que ocupan, e incluso de sus inmediaciones. Solá Morales (2002) afirma que los vacíos urbanos son “lugares aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el presente. Son lugares obsoletos en los que solo ciertos valores residuales parecen mantenerse a pesar de su completa desafección de la actividad de la ciudad. (…) Desde un punto de vista económico, áreas industriales, estaciones de ferrocarril, 32 puertos, áreas residenciales inseguras, lugares contaminados, se han convertido en áreas de las que puede decirse que la ciudad ya no se encuentra allí”.(Morales;2002;45) De acuerdo con Kant, citado por Vallenilla (1992:91) "la nada como nihil privatum expresa la negación, Sinónimo de carencia, ausencia o falta de cualidades positivas en el objeto". Extrapolando este concepto al objeto de estudio, se define el vacío urbano como la nada, la negación del espacio, del lugar. Centros y vacíos urbanos comparten un mismo tiempo, sin embargo los separa un límite que participa de lo racional e irracional. Y es la idea del límite como parte del centro la que permite definir los territorios del lugar y el vacío. Bajo esta clasificación, la ciudad alberga nuevos términos de territorialidad, donde la estructura urbana tradicional ha sido abruptamente modificada y sustituida por nuevos componentes urbanos, tales como el crecimiento reciente de la periferia y grandes edificaciones que, para poder sobrevivir, dependen de la accesibilidad de un gran contingente poblacional a kilómetros de distancia, clamando el uso de las autopistas. El vacío, como residuo entre límites de espacios, sectores o centros, define diferentes escalas. Gausa (1998:83) lo ve como "desvanecimientos operativos de la masa construida ( ... ) campos abiertos, enclaves puntuales dispersos ... " La escala de los vacíos va desde, lo que Villalobos (2000:155) llama "vacío de dentro" del tejido urbano consolidado -espacios que actúan como frontera entre bordes de períodos diferentes, producto de la extirpación del tejido, que clama por operaciones de infill- hasta los "Vacíos Urbanos" residuos entre límites de sectores identificables, centros, paisajes urbanos y naturales, grandes manchas de ruptura de la continuidad urbana, de imágenes y recorridos, para los que las operaciones de diseño claman por estrategias más variadas. El vacío urbano como frontera entre paisajes urbanos, y entre éstos y el natural, genera un espacio definido por su dimensionalidad, carente de sentido de lugar. El sentido de lugar está perdido en esa estructura que surge por el espacio residuo de la yuxtaposición de modelos de ciudad, sin acción programada, que incorpora espacios disímiles y contradictorios, que termina por promover la desvinculación física y funcional del paisaje. 33 Para Merlin y Choay (1988: 366-367), el vacío urbano corresponde a los terrenos dejados al abandono y se distinguen de aquellos de la periferia urbana: hay los no construidos, a los que todavía no se les hadesignado una actividad, y los del tejido urbano construido, como parcelas anteriormente construidas, donde se han demolido las edificaciones. Los terrenos inutilizados temporalmente, bien sea por razones de especulación, bien porque todavía esperan la fase de planificación de una intervención, también se caracterizan como vacíos urbanos. Según los autores, barrios enteros pueden convertirse en un vacío, como es el caso de antiguas manzanas industriales y de residencia obrera. En general, el vacío de la zona central de las áreas metropolitanas encuentran un nuevo uso de forma rápida (la construcción de habitaciones, equipamientos públicos, las áreas terciarias que reemplazan el uso anterior), mientras que, en la periferia, eso no ocurre. Por eso, el vacío aparece como un corte en la urbanización: dependiendo de su dimensión, puede dificultar la articulación de las manzanas, favorecer la violencia e inseguridad (IAURIF, 1981). Debido a esto el desarrollo urbano de algunas áreas centrales o históricas se vieron ampliadas bajo el paradigma de la especulación del suelo, sin tener en cuenta la necesidad de entender el espacio público como elemento articulador en la trama compacta que permite el saneamiento de la ciudad o de este tipo de áreas. Esta especulación inmobiliaria provocó a lo largo de su devenir la pérdida de un patrón urbano, en donde el espacio público, se presenta como un modelo urbano que identifico el espacio urbano como uno de los atributos más importantes de la ciudad. Hoy día resulta esencial la inclusión de este elemento como factor importante en el desarrollo de las ciudades. El tejido urbano discontinuo, favorece el desplazamiento vehicular. Es aquí donde surge la creación de vialidades sobre el espacio público que da lugar a una fragmentación espacial. Donde los espacios entre las edificaciones aisladas se convierten, entonces, en espacios residuales, donde se puede improvisar una ocupación, generalmente asociada a solucionar las necesidades de un sector de la población en específico, temporalmente. 34 1.4 Renovación del espacio publico Ya se expuso en los puntos anteriores las definiciones del espacio público, por lo tanto, debido a ser propiedad y dominio de la administración pública (estado) para garantizar el uso y el disfrute del mismo a los usuarios, al formar parte de la unidad funcional de esta, que incentiva la evolución psicosocial de los habitantes es decir de socializar, participar, recrearse, culturizarse, en otras palabras fomentar la vida pública, generan la necesidad de una renovación urbana que mejora la calidad de vida de los habitantes, los gobiernos consideran la necesidad de renovar un territorio, en el momento en el cual sufren una degradación o deterioro. El deterioro generalizado, social y físico, que crea una imagen de abandono y marginalidad, incide desfavorablemente en la percepción del espacio, acentuándose la tendencia a criminalizarles y mitificarlos como lugares peligrosos. Es aquí donde surge la pérdida del espacio público en la sociedad contemporánea, surgiendo los fenómenos de privatización primordialmente por el sector inmobiliario. Entonces fundamentalmente la capacidad cohesionadora del sistema de espacios públicos, y la creciente privatización urbana, donde las manifestaciones ejemplares, se encuentran en la substitución de espacios abiertos por un conjunto de artefactos urbanos de dominio privado y la transformación del paisaje urbano por fenómenos de homogenización de la ciudad, hipervigilancia y control espacial, en donde la clase hegemónica es la que tiene el control sobre el mismo. De acuerdo con Lucía Dammert (2000): Sin duda el Centro Histórico es un espacio potencial para la violencia [que a su vez se ha convertido] en uno de los aspectos más dramáticos de la degradación y el deterioro del Centro Histórico, en tanto es –simultáneamente- causa y efecto de la misma…Los imaginarios sobre el Centro Histórico se construyen también sobre la base de estigmas: pobreza, mercado ambulante, tugurio, prostitución, inseguridad, con lo cual se definen posiciones, no para solucionar los problemas sino para expulsarlos.(en línea 2000) 35 Las clases altas y medias renunciaron al espacio público de la ciudad tradicional por miedo. Los pobres y marginales, se han visto obligados a convivir con él. Este fenómeno está perfectamente descrito por Jordi Borja hace unos años: “La agorafobia urbana es el resultado de la imposición de un modelo económico y social que se traduce en una forma esterilizada de hacer la ciudad visible donde sea rentable e ignorando u olvidando el resto. La agorafobia es una enfermedad de clase, ya que solo se pueden refugiar en el espacio privado las clases altas…Los pobres muchas veces son las víctimas de la violencia urbana, pero no pueden permitirse prescindir del espacio público”. La ciudad tradicional es cada vez menos usada en su sentido de socialización a través de sus espacios públicos que ofrecieron en sus orígenes la posibilidad de interactuar con el otro, de hacer confluir la diversidad, de poder cruzarse en una calle o plaza con los vecinos, de ser disfrutados por niños y jóvenes. Por lo tanto las posibilidades de intercambio se reducen en gran medida acentuadas por la inseguridad que provoca el ambiente inmediato y por ende aumenta el sentimiento de individualidad. Los vecinos no se conocen, los niños no juegan en la calle ni sus escuelas quedan en la zona. La vida se hace de puertas para adentro, coartándose la socialización, es aquí donde el espacio desarrollo urbano, bajo el paradigma de la especulación del uso de suelo, sufre severos cambios De acuerdo con Richard Sennett (2011), la ciudad contemporánea, es sede del capitalismo industrial y postindustrial, es “una colonia humana”, una clase particular de sociedad, diversa y diferenciada, un escenario de encuentro entre extraños que tienen sus vidas entrelazadas en grados distintos. En este escenario urbano aparecen problemas de expresión y de comunicación equivalentes a los que enfrentan los actores y el público en el teatro. Desde este enfoque, la ciudad es el mejor escenario para observar lo que ocurre en el dominio público y el debilitamiento que experimenta como espacio de participación con fines sociales y de compromiso cívico. Señala el autor que esta situación en la sociedad occidental se debe a que la participación se ha transformado en un asunto de responsabilidad formal, los ciudadanos se relacionan con el Estado en actitud de conformidad y la desconfianza 36 es un rasgo de las interacciones sociales (Sennett, 2011). El concepto de espacio público, como dimensión de la política y del orden social urbano, se ha transformado históricamente. Identificado en la época renacentista, en el siglo xv, con el bien común, con lo abierto y lo manifiesto a la observación de todos y con la política, en los siglos posteriores incorpora diversas formas de sociabilidad que aluden no sólo a las audiencias y a los públicos de obras de teatro o de conciertos, a los actores y a los escenarios donde se representan. También, y quizá sobre todo, aluden a la relación entre los públicos la sociedad y los personajes públicos de la política y de la cultura, y a los vínculos entre el ciudadano y la calle como espacio de encuentro. Lo público adquiere paulatinamente el sentido actual, que se refiere a la vida social que se desarrolla fuera del dominio privado y a una amplia diversidad de personas que configuran un público urbano cosmopolita, cuyo escenario es la ciudad capital donde convergen grupos sociales complejos (Sennett, 2011). Desde el ámbito físico, se le puede considerar como el “vacío” urbano conformado por los volúmenes construidos en las zonas centrales de la ciudad y suelen ser los espacios en los que con mayor protagonismo se expresa el verde dela ciudad y donde tradicionalmente han sido ubicadas esculturas artísticas de mediano y gran formato y monumentos conmemorativos. El Espacio Público contiene, por su propia esencia, una característica fundamental: permite conectar lugares y personas de todo tipo y procedencia, en cualquier momento. Por lo tanto, el Espacio Público es intrínsecamente el más democrático de la ciudad al facilitar el intercambio más heterogéneo en tiempo, espacio, edad, género, nacionalidad. “La renovación del tejido urbano, aunque bien estudiada desde la doctrina en algunas de sus fórmulas más conocidas como la Reforma Interior, no lo ha sido tanto en la ciudad contemporánea, ni tampoco en aquellas manifestaciones menos organizadas pero muy intensas que tanto protagonismo tuvieron en el siglo XIX. Tampoco lo ha sido la relación existente entre las operaciones de transformación y conservación de las áreas centrales compactas con valor y la incorporación del espacio público como alternativas básicas del desarrollo urbano y manteniendo el criterio que las ciudades compactas son más sustentables”. (Jordi Borja, 2003) 37 El concepto de espacio degradado surgió como una alternativa para entender la gestión ambiental, es decir una forma de entender las problemáticas ambientales con una visión territorial que opera en tres direcciones: la prevención, corrección y curación, para Gómez concebir la degradación como “una situación que se considera total o parcialmente indeseable con respecto a otra que se considera satisfactoria, y ello en las circunstancias económicas, sociales y ambientales de desarrollo en sume en que inscribe” (Gómez; 2004;47) La degradación genera espacios de carácter residual debido a fenómenos naturales como temblores, terremotos, huracanes, etc; estos espacios se ven en la necesidad de reedificarse, para ser aprovechados como parques, plazas u otras funciones necesarias para la comunidad, como es el caso del aprovechamiento de bajo puentes, que carecen de una imagen agradable para el entorno, o simplemente espacios que han quedado al margen de la vida urbana de estas áreas compactas, convirtiéndose en su mayoría en espacios residuales que provocan contaminación al medio y sin un uso en beneficio para la comunidad. Estos espacios han sido nombrados por Marién Ríos Díaz (2013), como vacíos urbanos. (Ríos; 2013: 3) Los vacíos urbanos no solo son parte de la conformación de Ciudad, se presentan debido a la degradación del espacio, se presentan en todas las grandes ciudades del mundo, y se pueden entender como “quiebres en el paisaje”. Estos predios son espacios que se van quedando dentro de la mancha urbana y no se desarrollan ni se les da uso que potencialmente pueden tener, de aquí que no se cumpla con el propósito básico del uso del suelo, según lo menciona Luisa Constanza Guerra (Guerra: 209: 25) Estos vacíos están presentes en la fragmentación socio espacial del espacio público, en las plazas, paseos, parques y jardines, calles y avenidas que lo conforman, entonces se constituyen el primer elemento de percepción del lugar. Este fenómeno es más notorio en los centros históricos, donde el impacto permite que se produzca, una actitud de repudio o acercamiento al centro histórico y por extensión a los alrededores. Cuando el espacio público está degradado, provoca un 38 inmediato rechazo, este rechazo trae consigo una serie de problemas que pueden ser económicos, sociales, políticos, la degradación puede darse por diversas causas, como la falta de alumbrado, abandono, deterioro físico, falta de mantenimiento, criminalidad, etc; por tanto esta clase de factores influyen directamente sobre el comportamiento de los habitantes individual y colectivo. Por tanto el deterioro y subutilización del espacio público, debido a ser uno de los problemas de la ciudad, más en específico de los centros históricos, lleva a la recuperación de las áreas urbanas, mediante un proceso a través del cual se promueve el mejor uso en términos sociales, económicos, culturales de una zona deteriorada. Por lo cual la renovación se convierte en una oportunidad de desarrollo urbano viable, pero depende en gran medida de la política. Además requiere de la actuación concertada del sector público y privado. De acuerdo con Miles Calean (1950) economista la renovación urbana se refiere al reordenamiento se refiere a las estructuras urbanas de zonas de la ciudad estratégicamente ubicadas que han perdido funcionalidad, calidad habitacional, presentan deterioro de sus actividades, o en las que se ha degradado el espacio libre o el espacio edificado. Las primeras operaciones de renovación urbana se realizaron en el siglo XIX con el objetivo de realizar obras de saneamiento y ensanche de vías. En la actualidad las operaciones de renovación urbana van cada vez más dirigidas a la rehabilitación de barrios estratégicamente situados y que como consecuencia de esa actuación se revalorizan, impulsando procesos económicos públicos y privados al igual que movimientos sociales. Los centros urbanos son los principales lugares de actuación de proyectos de renovación urbana pues allí se concentran los barrios más antiguos y con infraestructura menos adaptada a las estructuras económicas y sociales actuales. La renovación urbana hoy día se produce en el centro de una ciudad en desarrollo o en sus proximidades, dado que en estas zonas es donde se localizan los barrios más envejecidos e inadaptados a las estructuras económicas y sociales actuales. Este tipo de actuación a gran escala implica la intervención de la administración 39 pública para la gestión del suelo donde se desarrollan los proyectos, pero también requieren de una fuerte participación del sector privado para garantizar el éxito económico y social. ( Calean en línea) Por esta razón estos espacios se convierten en un recurso potencial de uso se les ha convertido en objeto de propuesta de arquitectos, urbanistas y colectivos de distinto tipo, muchas de las veces dando respuesta a movimientos o necesidades sociales, o creando innovadoras actividades productivas capaces de ofrecer nuevas oportunidades sociales. Ello lleva a un empoderamiento de la ciudadanía, y citando a Signorelli (1999), ”en la condición urbana el control de un recurso se vuelve fuente de poder” Esqueletos, solares y edificios públicos y privados que permanecen vacíos y sin uso son espacios de oportunidad para el desarrollo de nuevos focos que permitan a los ciudadanos un acceso directo a la gestión colectiva de los recursos de los que la ciudad dispone. Se plantea la incorporación de nuevos usos a esos espacios más allá de los convencionales, respondiendo a las nuevas demandas de la población, que no son recogidas habitualmente por el planeamiento tradicional. Reclamos basados en nuevas formas de economía más participativa, auto-organizada y centrada en las necesidades de la colectividad más que en el crecimiento desenfrenado. (Todo por la Praxis, 2012) La tendencia a usar los espacios de manera mucho más intensa, desdibujando la titularidad y desorientando los usos preestablecidos, evidencian la complejidad y el crecimiento de una sociedad interconectada que reclama la oportunidad de experimentar el espacio público de maneras diversas. La agenda de políticas urbanas necesita reinventarse para un tiempo que no fue el previsto en las normativas que rigen las dinámicas del urbanismo tal y como lo hemos conocido. El marco tradicional del urbanismo ha perseguido fijar usos y dar respuestas sólidas y con vocación de permanencia con herramientas de planificación que buscan dar estabilidad. Sin embargo, en un momento de cambio como el que vivimos, necesita flexibilizar su lógica para poder ser permeable a proyectos y dinámicas de expresión social mucho mejor adaptadas a la realidad 40 social actual y a la urgencia por
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