Logo Studenta

alberto-aguirre-anaya-el-agua-para-riego-y-como-fuerza-motriz-a-partir-del-uso-de-la-energia-electrica-en-la-

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
 
El agua para riego y como fuerza motriz a partir del uso de la energía eléctrica en la 
agroindustria mexicana, 1898-1930. Un estudio de caso en la región de La Piedad-
Pénjamo. 
Dr. Alberto Aguirre Anaya 
CEQ-COLMICH 
Presentación 
El presente estudio indaga la combinación del uso del agua para riego y para la generación 
de electricidad, como uno de los caminos que tomaron algunos personajes de la 
agroindustria del periodo porfirista mexicano (finales del siglo XIX y principios del XX) 
mediante la implementación de plantas para la generación de electricidad como parte de su 
sistema productivo. 
 En efecto, es de todos conocido que el riego es una de las labores fundamentales de la 
agricultura y que su puesta en operación requiere de la implementación de tecnologías que 
han jugado un papel protagónico en la historia de la humanidad; por ello, no es de extrañar 
que en la historia del uso de la energía eléctrica también se vean incluidos la agricultura en 
general y el riego en particular. En este contexto, la innovación tecnológica representada 
por la incorporación de plantas generadoras de electricidad a las unidades de producción 
agrícola se encuentra aparejada con el desarrollo de las historias regionales y con la 
introducción de la energía eléctrica en la vida cotidiana. 
 La zona bajo estudio se localiza en la región fisiográfica denominada como El Bajío 
mexicano, región identificada históricamente con el epíteto de “el granero de México”. En 
el marco de este escenario se presenta el análisis de las acciones emprendidas por algunos 
hacendados de una zona en particular, ubicada en el Bajío entre las poblaciones de La 
2 
 
Piedad y Pénjamo, en donde se toman sus acciones como una muestra de renovación 
técnica en el contexto de la producción agrícola, como uno de los caminos por los que la 
tecnología de la generación eléctrica entró de lleno al México de principios de siglo XX. 
 
El valle de La Piedad - Pénjamo 
La fundación y funcionamiento de las primeras plantas generadoras de electricidad 
en México, están íntimamente relacionadas con su incorporación a la estructura productiva 
de la industria de la transformación, de la extracción o de servicios. Esta condición ha sido 
documentada en diversos estudios (ver por ejemplo Méndez:2006,154 ), pero es poco lo 
que se conoce sobre los primeros momentos del uso de la energía eléctrica en la industria 
agrícola. Se podría argumentar que dicho desconocimiento se debe a que aparentemente la 
industria agrícola no se ocupó de manera directa de la producción de energía eléctrica. En 
efecto, desde una visión general sobre lo que pudo haber sido el ámbito agrícola durante el 
periodo de estudio (finales del siglo XIX y principios del XX), la industria del campo se 
aprecia más como un grupo de unidades productivas en donde la expansión territorial era 
una estrategia para incrementar su capital productivo, de tal forma que se dejaba de lado la 
inversión en soluciones técnicas de carácter innovador. Pero contrariamente a esta 
percepción, ya se había advertido sobre la innovación tecnológica en las prácticas agrícolas 
de algunos propietarios de haciendas, en particular del centro de México en esa misma 
época (Tortolero, 1998: 47). Entre las diversas soluciones técnicas implementadas, la que 
interesa resaltar en el presente estudio es el uso de la energía eléctrica aplicada al riego, una 
3 
 
de las actividades fundamentales del quehacer agrícola, y en otras actividades asociadas 
con la agroindustria. 
 Desde el periodo colonial la región en donde se inserta el caso de estudio se ha 
caracterizado por su vocación agrícola; se trata del Bajío antes mencionado, ubicado en el 
centro del país, comprendido fundamentalmente entre los estados de Guanajuato y 
Querétaro. Está formado por una serie de valles cuyas aguas superficiales tienen en común 
formar parte de la cuenca del río Lerma, el que en su curso occidental hacia El Lago de 
Chapala fija los límites meridionales de la región (Brading, 1998: 50). Es esta serie de 
valles la que se aprovechó para el cultivo de cereales, en especial el cultivo de trigo venido 
de Europa. 
 El suelo de los valles relacionado con sus ríos y riachuelos, fueron algunos de los 
elementos que junto con el riego asistido por gravedad le dieron vida a la agricultura del 
Bajío. 
El área que interesa demarcar se encuentra específicamente en lo que hoy día 
abarcan los municipios de La Piedad y Pénjamo, ambos delimitados entre sí por el río 
Lerma, que más que separarlos resultan unidos por él. La génesis geológica de la zona 
delineó un valle y lomeríos que se visualizaron desde tiempos prehispánicos más que aptos 
para asentarse y hacer vida en torno a ellos. La combinación y aprovechamiento de sus 
diferentes recursos resulta el primer punto de atención; por una parte se encuentra un valle 
con suelos profundos y por el otro una serie de cerros y lomeríos que proveen de vegetación 
arbórea y arbustiva. Ambas zonas fisiográficas con sus respectivos ciclos de 
comportamiento natural, forman complementos que el trabajo del hombre ha delineado y a 
4 
 
los que se ha acoplado para formar el paisaje que hoy día podemos apreciar. Uno de estos 
rasgos es un patrón de asentamientos elemental: los poblados sobre las lomas y el cultivo 
sobre el valle. Pero usar al valle como área de cultivo no fue tarea fácil; se trata de una 
planicie propicia para las inundaciones temporales, aunque es muy posible que esa 
condición fuera la que muy probablemente atrajo a la población prehispánica. Los recursos 
de los medios cenagosos como se sabe, eran bien apreciados por su abundancia y 
diversidad; sin embargo, para quienes pretendieran practicar la agricultura a gran escala en 
ese prometedor valle, nunca la tuvieron fácil. Me refiero a que primero había que encauzar 
las escorrentías de los arroyos que lo cruzaban, después hacer algo con los encharcamientos 
temporales y por último, algo que nunca pudieron dominar, la crecida del río grande de 
Lerma. 
Así, hacia finales del siglo XIX la planicie ya no tenía ríos: todos eran canales. Y las 
zonas más aptas a las inundaciones o encharcamientos estaban adaptadas como zonas de 
entarquinamiento. Se trata de un área que abarca más de 20 km. de largo, con un promedio 
de 9 km. de ancho; corre de norte a sur y se encuentra flanqueada en todo su lado poniente 
por el río Lerma hasta llegar a un meandro en donde se encuentra la ciudad de La Piedad; 
desde este punto el curso del río se enfila hacia el poniente para seguir su camino hacia el 
lago de Chápala. Hoy día el valle pertenece al distrito de riego Rosario Mezquite. 
 
Antecedentes. Combinación de riego por gravedad con bombas impulsadas con 
motores a gas pobre 
La mayoría de los arroyos que cruzan el valle bajan desde la sierra de Pénjamo; en 
total se pueden contar cuatro corrientes principales y más de cinco afluentes menores que 
5 
 
descargan sobre ellas. Solo una de estas corrientes no ha sido canalizada plenamente; se 
trata del arroyo Los Ocotes, la corriente más septentrional y también la más extensa que 
cruza este valle desde su comienzo en plena sierra. Para ser más precisos, bajando desde la 
cañada del Chilarillo, el arroyo corre a lo largo de más de 23 km. hasta desaguar en el río 
Lerma ya muy cerca de La Piedad. En su recorrido hacia cotas más bajas los arroyos corren 
con dirección hacia el sur; pero llegando al valle, entre las cotas de 1700 y 1690, las 
corrientes tienden a inclinarse hacia el poniente, por ello sus aguas cruzan al valle desde el 
norponiente hacia oriente, sin prisa, a través de un desnivel de 10 ó 15 metros hasta llegar 
al Lerma. 
En la parte baja de la planicie las condiciones de los arroyos favorecieron la 
canalización de sus trayectos, pero también la adecuación de las depresiones y lugares de 
encharcamiento como zonas de entarquinamiento; además,antes de entrar a la planicie 
aluvial, se construyeron represas de almacenamiento en los lomeríos. 
Todas estas obras no fueron suficientes para cumplir las expectativas de los 
agroindustriales de finales de siglo XIX; en efecto, si se requería de agua durante todo el 
año era necesario dominar el curso del río Lerma. El proyecto que cumplía tal expectativa 
involucraba la construcción de una represa desde donde el río comenzaba su paso por el 
valle, una obra que se ambicionó desde cuando todo el valle pertenecía a la hacienda de 
Santa Ana Pacueco, en el siglo XVII. 
La presa no se construyó y para finales del siglo XIX cuando el antaño gran territori 
ya se encontraba dividido, cuando menos en sinco prpiedades, el proyecto de la presa se 
vislumbraba menos viable. Es en este punto en donde bombas centrífugas intaladas a la 
6 
 
orilla del río resultan las máquinas hidraulicas, que prometían resolver el problema técnico 
relacionado con el uso del agua para riego . 
 
Algo sobre las bombas y su instalación. 
En los albores del siglo XX, la estrategia para obtener agua del Lerma de manera 
rápida, económica y menos compleja, fue la instalación de bombas centrífugas accionadas 
por motores a partir de la transmisión del movimiento mediante bandas. Es interesante 
analizar la lógica implementada en aquellas instalaciones requeridas para el funcionamiento 
de las bombas y sobre todo, en el tipo de elementos necesarios para el manejo del agua una 
vez extraída del río. Como ocurría con las norias, la maquinaria se colocaba a la orilla del 
río. En un cárcamo excavado en la ladera de la corriente, se instalaba la bomba que se hacía 
funcionar por medio de la transmisión de bandas movidas por motores colocados en un 
nivel superior; el agua que se extraía generalmente se almacenaba en un estanque y desde 
éste se distribuía a los terrenos de cultivo por gravedad mediante canales. Esto es, la 
solución al problema de abasto que se pretendía resolver consistió esencialmente en la 
modernización del mecanismo de extracción; es decir, tenían el agua a la mano y si era 
posible, se utilizaba hasta la infraestructura de riego instalada previamente, como lo que 
sucedió en los terrenos de una de las haciendas ubicadas en el valle. 
 
Las haciendas del valle La Piedad-Pénjamo 
7 
 
Hacia la última década del siglo XIX y la primera del XX, se encontraban los 
terrenos de cinco haciendas distribuidas a lo largo de la rivera del río Lerma en su paso por 
el valle; se trataba de La hacienda de El Carmen y su compañera Guándaro, localizadas en 
el sur de éste hacia uno y otro lado de río Lerma; después, al centro se encontraba La 
Estancia del Refugio. Hacia el norte le seguía la Hacienda La Cal Grande y ya en el 
extremo, entre el meandro donde el río Lerma comienza su camino hacia el poniente y se 
aleja del valle, se encontraban los terrenos de lo que quedaba de la Hacienda de Santa Ana 
Pacueco y de lo que antes era uno de sus ranchos conocido como La Laguna Larga (que en 
su nombre pudo llevar la fama). Cabe mencionar que del otro lado del río, en la zona del 
meandro, se encuentra La Piedad. 
De estas haciendas, todas excepto la de Santa Ana Pacueco tenían bombas 
centrífugas instaladas a la orilla del río. Sobre la rivera, repartidas a lo largo de más de 9 
km., la de La Estancia del Refugio tenía tres bombas; La Cal Grande tenía una estación de 
bombeo en donde funcionaban dos bombas, y finalmente hacia el sur, en las haciendas de 
El Carmen y Guándaro tenían dos, una en cada hacienda. No sobra señalar que aún estando 
en diferentes estados, dichas propiedades eran de un mismo dueño. 
El señor Manuel Silva, propietario de la Estancia del Refugio, había tramitado en 
1898 el permiso para la instalación de las bombas en los terrenos de su hacienda1; se 
trataba de equipos que funcionaban con motor a vapor. Pero apenas diez años más tarde, 
Vicente Silva, sucesor de don Manuel, pidió permiso para cambiar los motores de vapor por 
otros que trabajaban con gas pobre; evidentemente se trataba de un equipo más eficiente y 
 
1 AHA, Aguas superficiales, caja 874, exp, 12547, f. 54. 
8 
 
moderno, y se argumentaba que estos motores consumían menos carbón; otra razón, 
comparados con respecto a los de vapor, era que no usaban agua. 
Las bombas elevaban el agua entre cinco y siete metros. Una de las plantas de 
bombeo tenía un tanque de almacenamiento con capacidad de 30,000 metros cúbicos y con 
esas aguas se regaban unas 2,000 hectáreas repartidas por un sistema de canales de riego 
con una longitud total no menor de 30 kms de longitud 2. 
Asimismo, en 1898 el señor Juan Lafarga Aragón, dueño de la Hacienda La Cal 
Grande, tenía en funcionamiento dos bombas centrífugas en una planta de bombeo que 
movía mediante sendos motores impulsados por una caldera 3, y al igual que lo 
implementado por los vecinos, no tardó mucho en idear la manera de cambar de energía 
para impulsar sus bombas. En este caso, los datos apuntan hacia haber apostado por una 
solución todavía más moderna, es decir saltar de los motores a leña a los motores 
impulsados por energía eléctrica. 
Don Juan Lafarga no fue el responsable directo de la decisión de introducir el uso de 
energía eléctrica; en la toma de esta medida tuvieron mucho que ver los hermanos Velasco, 
en esa época los dueños de las Haciendas de El Carmen y la de Guándaro4. Tanto los 
Lafarga como los Velasco radicaban y hacían vida social y comercial en La Piedad. Los 
Velasco mantenían diferentes actividades y negocios bien conocidos en el poblado; por 
ejemplo, fueron parte del patronato que auspició un monumento al padre José María 
Cavadas, benefactor del poblado y responsable del puente que actualmente lleva su 
nombre; este puente cruza el Río Lerma y une a La Piedad con Pénjamo desde 1833. 
 
2 AHA, Aguas superficiales, caja 874, exp, 12547, f. 56. 
3AHA, Aguas superficiales, caja 813, exp. 11754, f. 81. 
4AHA, Aguas superficiales, caja 903, exp. 12883, f. 164 
9 
 
Fueron también padrinos del reloj de la torre del templo del Señor de La Piedad. Por su 
parte, la documentación muestra que en 1883 fungen como agentes de la sucursal del 
Banco de Londres y México en esa ciudad. Otras obras reconocidas fueron sus aportaciones 
de capital al Monte de Piedad 5, así como que en 1909 fueron quienes vendieron una gran 
propiedad a la familia a Cusi, la que más tarde se conocería como Nueva Italia (Cusi, 
1968: 118). 
Son estos personajes los que impulsaron el uso de la energía eléctrica en los 
quehaceres de la agroindustria, solo que para realizar tal impulso fue necesaria la 
construcción de una planta generadora de electricidad propia, como se verá adelante. 
 
Uso de la energía eléctrica en el contexto social y temporal de los Larfarga – Velasco 
Apenas iniciado el siglo XX, el uso de la energía eléctrica en el contexto industrial 
no era para nada desconocido en la región bajo estudio. A partir de la utilización de las 
aguas de la cuenca del río Duero en la jurisdicción de Zamora y Jacona, se encontraba 
funcionando una planta hidroeléctrica de capital norteamericano que daba servicio hasta las 
minas de Guanajuato las que se encontraban a 175 kms de las instalaciones de la planta 
eléctrica, (Coll, 1998: 196); se trataba de la Guanajuato Power and Electric Co. Era esta 
compañía una de las que dominaban el mercado en el México de esa época y cuyas líneas 
de conducción de energía pasaban por La Piedad. Un tanto más relacionadas con la 
agroindustria, en el mismo Jacona, se encontraban dos plantas hidroeléctricas muy 
vinculadas con molinos para trigo. También existía el ejemplo de la planta hidroeléctrica 
 
5 Martínez; 2001, 88 
10 
 
que desde 1890 había diseñado e impulsadoel ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, en la 
región de Chapala (Casals, 2012: 11). 
Pero para el señor Lafarga y los Velasco, el ejemplo más directo del uso de la 
energía eléctrica y sus negocios asociados, lo tenían en la misma ciudad de La Piedad. En 
efecto, un grupo de agricultores y empresarios, entre quienes se encontraba el señor Cura 
Presbítero José Reyes Ávalos, había construido una planta hidroeléctrica en las 
inmediaciones de la ciudad con la intención tanto de bombear agua hacia los terrenos 
colindantes 6, como para el abastecimiento de agua a la población de esa ciudad. Se señaló 
que esta distribución fuera de “hasta la cantidad de veinte litros de agua por segundo”; esto 
es, se intentaba proveer a la población del agua “potable” del río Lerma por bombeo 
mediante de una tubería, que según el proyecto registrado en 1907, partía del lugar en 
donde se encontraba la presa de la planta hidroeléctrica hacia el centro del núcleo 
poblacional 7. 
Los interesados en este proyecto comenzaron la planeación desde 1903, con la 
solicitud de la concesión en el uso del agua del Lerma como fuerza motriz por parte del Sr. 
Jesús Avalos. Ya 1905, él mismo, ahora como socio de la Compañía Industrial de La 
Piedad Sociedad Anónima, fue quien encabezó los trámites para que en la aduana de 
Tampico se permitiera el despacho libre de derechos de importación de la maquinaria de la 
planta hidroeléctrica8. En marzo del mismo año se firmó un contrato con la casa Korff 
 
6 Esta es una propuesta que hago con base en la información recabada en entrevista realizada al Sr. Rogelio 
García Castillo (qepd), en particular en la construcción de la Quinta Guadalupe (trabajo de campo, 2014-
2015). 
7 Diario Oficial, 20 de Agosto 1907. Núm. 44, en AHA caja 2732, exp 38322. 
8 AHA. AS. C. 2732. Exp. 38322, f. 2,13 
11 
 
Honsberg para la compra venta de maquinaria para la producción de fuerza eléctrica9 . 
Finalmente la planta se inauguró en 1906 (Martínez, 2001: 89). 
El proyecto de distribución de agua potable nunca se llevó a cabo por los miembros 
de la Compañía Industrial; y tampoco nunca se distribuyó agua a del río. Digamos que en 
general el negocio de esa compañía no progresó como ellos lo pensaron; el resultado final 
fue que la planta hidroeléctrica se vendió apenas comenzaba la segunda década del siglo 
XX, ya en otra etapa de la historia económica y social de México. 
Sin embargo, en este devenir de trámites y transacciones comerciales, al inicio del 
proyecto es notable la presencia de un personaje que vale la pena apreciar en esta historia; 
se trata del ingeniero Luis Ugarte, quien para ese entonces era un joven ingeniero recién 
egresado de la Escuela Nacional de Ingenieros y oriundo de la ciudad de Guadalajara 
(Hermosillo, 2010: 31). A él le fue encargado el estudio del cauce del río Lerma para 
seleccionar el mejor punto en donde se debía construir la represa y equipamiento de la 
planta hidroeléctrica, trabajo que llevó a cabo en el año de 1904. Su propuesta se efectou al 
pie de la letra, y al pareces con tan buenos resultados que en ese mismo año, se aventuró en 
otro proyecto donde el propio Ugarte pidió la concesión de otro segmento del Lerma, la 
cual fue aprobada en Octubre del mismo 1904. El contrato concesionaba las aguas para 
utilizarlas como fuerza motriz por la cantidad de 4500 litros por segundo; es decir, es muy 
probable que ya existiera un proyecto en el que se previniera el gasto de agua que se 
requería antes de realizar la solicitud. Es difícil puntualizar hasta qué punto la sola 
iniciativa del joven ingeniero fue determinante para pedir la concesión de aguas nacionales, 
pues apenas dos meses de lograda dicha concesión ésta se traspasó a los Señores Velasco 
 
9AHA, Aguas superficiales, caja 2732, exp. 38322, f. 30. 
12 
 
Hermanos y Juan Lafarga Aragón, con el permiso de la Secretaría de Fomento, el 10 de 
Diciembre de 1904 10. 
Por ahora es difícil dilucidar cómo fue que el ingeniero Ugarte pudo haber usado su 
conocimiento para hacerse de recursos económicos, me explico. Primero mediante una 
perspectiva visionaria y mirada de experto, se hazo de una concesión para el uso del agua 
en un lugar con altas probabilidades para desarrollar un proyecto redituable; después, haber 
traspasado dicha concesión, una acción que al parecer resultaba una práctica normal entre 
grandes propietarios (Aboites, 1998: 65). Por ello, cabe preguntarse hasta dónde estaban 
involucrados los hacendados en este trámite desde el inicio de la idea. Como sea, lo que se 
puede entrever es una mezcla de intereses económicos, pero también de la puesta en 
práctica del conocimiento técnico avanzado de esa época y de las expectativas que 
generaba ese conocimiento en torno al interés comercial. 
Esa combinación de conocimientos, intereses y una visión de la inversión como 
negocio se dio en torno a una ciudad que, hacia 1900, solo tenía 9,852 habitantes (Checa 
2011: 133), pero más de 18000 hectáreas de terrenos potencialmente cultivables. Es decir, 
que el provecho económico que podía redituar ese proyecto provenía de las labores en el 
campo y no de lo que pudiera suceder en el ámbito urbano rural de esos años. 
 
La planta hidroeléctrica San Francisco. 
Una vez realizado el traspaso, la lista de elementos necesarios para construir, 
habilitar y realizar la puesta en operación de la concesión del río estuvo completa en 1905; 
 
10AHA, Aguas superficiales, caja 4132, exp. 56126, f. 10 apud. 
13 
 
en dicha lista se incluyeron cables, aisladores y demás aperos necesarios para la 
distribución y el consumo de energía; pero también se anotaron motores eléctricos en un 
total 20, de entre 5 y 120 caballos de fuerza, y 10 bombas para elevar agua 11; otro 
indicador de la orientación que se le quería dar al uso de la energía. 
Los planos de la instalación de la planta hidroeléctrica fueron firmados por el 
ingeniero Luis Ugarte, y según se puede apreciar en los restos de la construcción hoy día, 
las indicaciones del ingeniero se siguieron al pie de la letra. Este hecho nos da cuenta del 
conocimiento y manejo de la tecnología alemana, pues la maquinaria que se instaló en la 
planta era de aquel país; asimismo, entre los elementos mecánicos más sobresalientes están 
las turbinas del llamado sistema “Francis” marca Voith, y los dínamos generadores de 400 
caballos cada uno. 
La construcción, ahora en sus vestigios arqueológicos, se ubica hacia el norte del 
núcleo urbano de La Piedad, distante a unos 7 kms. La casa de máquinas se encuentra del 
lado derecho del curso del río, es decir en terreno del estado de Guanajuato. Consta de un 
acueducto elevado, el cual a la manera de los viejos molinos movidos por rodeznos, se 
conecta con dos recolectores de agua de forma cilíndrica; estos se construyeron con 
cemento; tienen una altura de más de nueve metros y un diámetro de más de dos y medio 
metros. Adosada a los cilindros de almacenamiento se encuentra la sala de máquinas, de la 
que solo quedan restos de un generador y partes de una turbina. La construcción es un 
recinto construido en su mayor parte con ladrillo; consta de dos niveles, el superior en 
donde se encontraban las máquinas, y el inferior por donde se canalizaba el desagüe de los 
cilindros de almacenamiento una vez que el agua hacía mover la turbina. Al parecer solo 
 
11 AHA. AS. c 2801, exp. 39188, f. 4 
14 
 
uno de estos cilindros de almacenamiento estuvo en funciones, por lo que también podemos 
suponer de que en esta planta hidroeléctrica solo funcionó una turbina. 
El agua que alimentaba la turbina por medio del acueducto elevado y el sistema de 
los cilindros de almacenamiento, se derivaba del ríoLerma por medio de una pequeña 
represa, pero dada la escasa gradiente del terreno, el agua tenía que ser conducida por un 
recorrido relativamente largo. Así la situación, se trazó un acueducto sobre los terrenos de 
la margen derecha del río, de una longitud de casi 5 kilómetros hasta llegar a la planta 
hidroeléctrica. 
Los diferentes elementos mecánicos de la planta comenzaron a llegar en el año de 
190612, y finalmente se puso en funcionamiento en 1908. 
 
De regreso a la hacienda de El Carmen y Guándaro 
La asociación entre los Velasco Hermanos y Juan Lafarga no duró mucho tiempo 
después de ponerse en funciones la planta hidroeléctrica; de acuerdo con la documentación, 
en el año de 1909 la sociedad se disolvió 13. A partir de esa fecha son los Velasco quienes 
se hacen cargo de la planta instalada en el rancho de San Francisco de Rizo. La ruptura de 
la sociedad no tuvo nada que ver con la suspensión del servicio de la hidroeléctrica; todavía 
en 1914 se realizaron algunos trámites para incrementar el flujo de agua de la concesión, y 
entre las razones con que reforzaron el argumento a favor del aumento del flujo en dicha 
concesión estaba el beneficio que representaba la presencia de unas instalaciones como la 
 
12 AHA. As. c. 2731, exp. 38315. 
13 AHA. A.S. C. 4132, Exp. 56126 f.76. 
15 
 
planta de San Francisco entre la población de la región. Esto era cierto sobre todo para el 
ámbito de la agroindustria. En efecto, se planteó que su energía daba fuerza para el bombeo 
del riego en las haciendas Cal Grande y El Carmen, alumbrado y fuerza para mover 
trilladoras y desgranadoras en las haciendas de Santa Ana Pacueco y Laguna Larga, además 
de dar servicio a cinco molinos de nixtamal instalados en el poblado de Numarán. Aparte, 
también se vendía energía para el servicio de alumbrado público y particular en La 
Piedad14. 
Como se puede notar, parte de los beneficios para la población anotados en la citada 
solicitud, involucraron directamente a los propios intereses de los solicitantes en su calidad 
de agricultores. Lo que denota esta situación es justamente la imbricación entre los dos 
ramos de la de la producción, o quizás, de cómo la planta hidroeléctrica se pensó en 
primera instancia como parte constituyente de las labores agrícolas, en donde el riego 
marcó el camino más directo de las renovaciones tecnicas que nos atañen en esta caso. 
Dado que la hacienda de El Carmen se ubicaba en el extremo sur del valle, las líneas 
de cables por donde se transmitía la energía tuvieron que completar más de 25 km. de 
camino. En los terrenos de la hacienda, esas líneas alimentaban dos motores que movían 
sendas bombas; éstas tenían como objetivo principal asegurar el llenado de dos cajas de 
agua o estanques de entarquinamiento; así, con la instalación de las bombas se pretendía 
asegurar lo que la naturaleza no garantizaba. 
Los terrenos de la Hacienda del Carmen se encontraban delimitados por el lecho del 
río Lerma en sus lados sur y poniente; aún así parece ser que las aguas de esta corriente no 
fueron fáciles de utilizar para el riego. De las concesiones que tenían los Hermanos Velasco 
 
14 AHA. A.S. C. 4132, Exp. 56126. 
16 
 
para uso de agua en esa zona, solo se hace referencia a las aguas torrenciales 15; al parecer 
no se hace mención del río hasta que se instalaron las bombas. Por otro lado, el plano que 
ilustra los terrenos de dicha hacienda hacia el año 192216, muestra una caja de agua en la 
parte más alta de los terrenos de esa propiedad, es decir, un reservorio de agua fundamental 
en la distribución del líquido para el resto de sus terrenos. Ello muestra que, como se hecho 
ancestralmente, la tarea de conducir el agua por los canales a partir de tal reservorio se le 
dejó a la gravedad. 
Se trata de una gran área de almacenaje en donde el bordo que la delimitaba medía 
cerca de los 1800 metros de largo en uno de sus lados; una enorme caja para asegurar gran 
cantidad de agua. Pero el lugar en donde se encontraba no era el más apropiado con 
respecto a las escorrentías que lo pudieran alimentar de manera natural en época de lluvias, 
pues en periodo de secas ciertamente era improbable que le llegara algo de agua. Así las 
cosas, la solución para llenar la caja debía venir del paso de las aguas del Lerma hacia la 
caja, que por las diferencias de nivel, requería de un bombeo eficiente y a gran escala. Todo 
ello hace ver la gran necesidad de los agroindustriales para encontrar una solución técnica 
realmente eficaz, y ésta la trajeron las bombas accionadas por motores eléctricos. 
El uso de nuevos insumos en la agroindustria conllevó a la inversión para su 
producción. En ese tenor, por una parte estaba el uso de la energía eléctrica como mera 
mercancía cuya venta a la población era una apuesta a futuro (hay que hacer notar que en 
aquella época no existía la enorme cantidad de aparatos eléctricos), y por otro lado estaba el 
uso de la energía como un gasto necesario para hacer o seguir haciendo redituable a su 
 
15 AHA. AS. C 813, exp. 11754, f. 81. 
16 AHA. AS. C903, exp. 12883, f 185. 
17 
 
empresa agrícola. Así pues, en el caso bajo estudio, todo parece indicar que para los dueños 
de la hacienda de El Carmen, la construcción de la planta hidroeléctrica representaba una 
innovación técnica en el diario quehacer del trabajo en el campo. La planta hidroeléctrica 
de San Francisco de Rizo se unió a la hacienda transformando la energía del río en 
electricidad, y ésta a su vez, en movimiento para extraer el agua del mismo río. 
Consecución de la historia 
El ejemplo aquí descrito presenta una región con cambios tecnológicos acelerados; 
en efecto, se transitó del uso de motores a vapor, pasando por los de gas pobre hasta llegar a 
los eléctricos. Estas implementaciones tecnológicas se efectuaron en no más de dos 
décadas. El objetivo principal de esos cambios lo motivó el proveerse del agua del río y en 
ese proceso se utilizaron, por un lado la bomba centrífuga, y por el otro los motores para 
impulsarla; de estos dos elementos el que representó más cambios mecánicos y funcionales 
fueron los motores. Los motores que funcionaban con energía eléctrica fueron el último 
eslabón, un elemento de esta cadena que tiene tras de sí la propia complejidad de la 
producción de la energía que lo alimenta, una energía que para el caso que nos ocupa 
provenía originalmente del mismo río del que se sacaba agua para regar las tierras de 
cultivo. 
En ese contexto se agrega otro elemento a la estructura productiva de la 
agroindustrias, me refiero en particular a las haciendas de El Carmen y la de Guándaro, se 
trata de una planta hidroeléctrica. Dicha planta se gesta en un contexto en donde la 
generación de electricidad estaba apenas ganando un lugar en el quehacer diario de la 
población. En ese sentido y en el contexto nacional, la Compañía Hidroeléctrica de San 
18 
 
Francisco formó parte de las compañías locales, cuyos mercados eran muy específicos y 
respondían principalmente para resolver necesidades de los propios insumos de los 
empresarios dueños de esas hidroeléctricas. La documentación señala que, durante 20 años 
a partir de 1895, se otorgaron aproximadamente 160 concesiones de agua para producir 
fuerza motriz, de las cuales probablemente 60% se aprovecharon para generar electricidad 
(Ortega, 1939: 70). 
Así, esas pequeñas plantas para la generación de electricidad, coexistieron entre 
grandes compañías con mercados más demandantes, como las transnacionales Mexican 
Light and Power Co. la Guanajuato Power and Electric Co., la Compañía Eléctrica de 
Chapala o la Compañía Nacional de Electricidad (Garza, 1994: 21; Coll, 1998: 195). Esta 
convivencia duró hasta que la ampliación delmercado comenzó a ser atractiva para las 
grandes compañías, por lo que paulatinamente fueron absorbiendo o afiliando a las 
pequeñas empresas locales. 
El corolario de los hechos sucedidos en torno a la empresa e iniciativa de los 
Velasco termina como lo que pasó también con otras empresas. Desde 1925, los servicios 
que demandaba la población de La Piedad con respecto al suministro de electricidad 
sobrepasaron la capacidad de las dos empresas locales que existían en ese momento. La 
población había crecido poco más de 25% en cuatro décadas (Checa, 2011: 135); la ciudad 
asumía cada vez más su liderazgo como centro comercial y como generadora de servicios 
para los poblados circundantes. Entre los usuarios que se encontraban en la región estaban 
por supuesto los pobladores de las haciendas, quienes con el nuevo régimen político de los 
años treinta del siglo XX se convertieron en ejidatarios. Así, entre el cambio de régimen 
político y aparentemente también el generacional, el vínculo que existía entre la planta 
19 
 
hidroeléctrica y el área para cultivo, amalgamados hasta entonces en una sola unidad 
productiva, se resquebrajó. A este respecto se puede señalar que la región comprendida 
entre La Piedad y Pénjamo se disgregó como un territorio dominado por un pequeño grupo 
de hacendados propietarios, para dar pie a otra lógica de comportamiento que dejó su huella 
también en la estructura espacial de la zona. 
Bajo esas circunstancias, los herederos Velasco convinieron en negociar con la 
Guanajuato Power and Electric Co. para salvar en lo posible su situación. En esta 
transacción el resultado fue que la planta hidroeléctrica propiedad de los Velasco (la de San 
Francisco de Rizo) junto con sus líneas de transmisión, se vendieron a la Guanajuato Power 
and Electric Co. en 1929. 17 Por su parte, hacia esa fecha y bajo la dirección de un nuevo 
dueño, don José García del Río, se vendió a la misma compañía la concesión de venta y la 
línea de transmisión de la Quinta Guadalupe (García, 1978: 72). 
Bajo esas circunstancias la planta hidroeléctrica La Quinta Guadalupe sobrevivió 
como compañía local, básicamente para dar servicio a los requerimientos de energía a los 
otros negocios del propio señor García. Entre los negocios que se enumeran sobresale la 
venta y distribución de agua potable a la población de La Piedad, justo como se planteó en 
el proyecto que los antiguos dueños de la Quinta Guadalupe habían iniciado en 1907. Sin 
embargo, en este nuevo proyecto el agua se bombeaba de un pozo localizado en el centro 
de la mancha urbana, a diferencia del proyecto original en donde se pretendía bombear del 
mismo río. 
 
17AHA, Aguas superficiales, caja 4132, exp. 56126, f. 216. 
20 
 
 La historia de lo que sucedió en torno a la planta hidroeléctrica La Quinta 
Guadalupe se puede describir en dos etapas posteriores a la formación de las plantas 
originales; la última implicó la colaboración entre empresas públicas estatales y privadas. 
Una de esas empresas constituida como cooperativa se fundó en La Piedad, asunto que 
viene al caso pues de la misma manera que antes hicieran los hermanos Velasco, los socios 
de la Cooperativa denominada El Salto, argumentaron en favor de obtener los permisos 
requeridos para obtener la concesión del uso del agua como fuerza motriz; asimismo, la 
pronta necesidad de realizar la obra y la producción de energía eléctrica como un beneficio 
para la región agrícola. De este modo se volvieron a nombrar lugares como La Estancia del 
Refugio, Cal Grande y El Carmen, pero en este caso se alegó que sus plantas de bombeo 
habían sido abandonadas dado el alto costo que implicaba utilizar la energía vendida por la 
Guanajuato Powerand Electric Co.18 
Es probable que las causas de la argumentación presentada por los miembros de la 
cooperativa sean un tanto exageradas, pero lo que demuestran es que la electricidad como 
fuente de energía en el ámbito agrícola para los años treinta era un hecho consumado y 
generalizado. Para concluir esta historia hay que mencionar que la cooperativa El Salto en 
sus últimos años, es decir en la segunda mitad del siglo XX, había incursionado también en 
la fabricación de Motobombas (García: 1998, 74); otra etapa en donde el riego continuaba 
siendo protagonista. 
Recuento 
 
18AHA, Aguas superficiales, caja 29547, exp. 1972, f. 22. 
21 
 
Este repaso en la historia del valle de La Piedad Pénjamo y su relación con los usos 
del agua en el ámbito agroindustrial, nos muestra cómo esa combinación entre el riego y la 
fuerza motriz del agua se entremezclaron con nuevas tecnologías; en este largo proceso, los 
personajes de la narración incursionaron hasta llegar a la propia generación de la energía 
eléctrica. Se trata de una situación que como se ha apuntado, corresponde a una primera 
etapa en la introducción del uso de la electricidad en México, y de esta forma es 
comparable también con otros casos. Me refiero en particular a aquellos en donde la 
generación de este tipo de energía se usaba como insumo y era parte de una empresa más 
compleja; en ese sentido el análisis aquí presentado pretende dar cuenta de un caso de 
estudio a escala regional, que sirve como ejemplificar dicha situación en el ámbito 
específico de la agroindustria. Un paso que puede dar pie a subsiguientes comparaciones, 
pero sobre todo al rescate de una historia local. 
 
 
 
Bibliografía 
 
Aboites Aguilae, Luis. 
1998 El agua de la nación: una historia política de México 1888-1946. Centro de 
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México,. 
 
Casals Costa, Vucente 
2012 El ingeniero Miguel Ángel de Quevedo y los inicios de la electricidad en México, 
 Simposio Internacional Globalización, innovación y construcción de redes técnicas 
urbanas en América y Europa, 1890-1930. Universidad de Barcelona, Facultad de 
Geografía e Historia. Enero. 
 
Coll Hurtado, Atlántida. Sánchez Salazar M. Teresa. 
1998 “Minería y electricidad”, La minería mexicana. De la Colonia al siglo XX, en Inés 
Herrera Canales (coor), Instituto Mora, Colegio de Michoacán, Colegio de México, 
22 
 
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Autónoma de México, 
México, pp. 182 - 204 
 
Cusi, Ezio. 
1969 Memorias de un colono Ed Jus, México 
 
Checa Artasu, Martín M. 
2011 Notas sobre la construcción urbana de una ciudad pequeña mexicana: la Piedad, 
Michoacán (1592-2010). Anuario de Espacios Urbanos 2011 
 
García del Río, José. 
1998 Apuntes autobiográficos, ed. Rogelio García Castillo, La Piedad, 
 
Garza Toledo, Enrique de la. et al. 
1994 Historia de la electricidad en México, Universidad Autónoma 
Metropolitana, México, 
 
Hermosillo Bagwell, Alison. 
2010. Luis Ugarte. Monografías de arquitectos del siglo XX, 19, Gobierno del Estado de 
Jalisco, Escuela Superior de Arquitectura. México. 
 
Martínez Álvarez, José Antonio. 
2001. Cronología de La Piedad, Ayuntamiento de La Piedad 1999- 2001. 
 
Méndez Reyes, Jesús 
2006 The Guanajuato Power and Electric Compani, un conflicto Estatal – Empresarial 
por los derechos de propiedad del agua y la electricidad (1897 – 1925), en Poder Público y 
Poder Privado. Gobierno, empresarios y empresas 1880 – 1980. Romero Ibarra, M. 
Eugenia, J. Mario Contreras Valdez, Jesús Méndez Reyes (coord.) UNAM. Facultad de 
Economía. México 
 
Ortega Mata, Rodolfo. 
1939 Problemas económicos de la Industria Eléctrica, un servicio social en 
México. Tesis de licenciatura en economía, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 
Escuela Nacional de Economía, Universidad Autónoma de México, México 
 
 
Archivo consultado 
AHA – Archivo Histórico del Agua. Ramo AS. Aguas superficiales.

Otros materiales