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s e G) El dibujo-proyecto 1 arquitectónico Q. Alfonso Rodríguez Pulido • 1 ~ CUIIJID UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE ARTE, ARQUITECTURA Y DISEÑO DIVISIÓN DE D1srno Y PROYECTOS CENTRO DE INVESTIGACIONES DEL MEDIO AMBIENTE Y ORDENACIÓN TERRITORIAL (CIMA) El dibujo-proyecto arquitectónico, pasado y presente @ Alfonso Rodríguez Pulido Diseño de portada e interiores: Vícthor Chávez Cuidado de la edición: Javier Ramírez Primera edición D.R. © 2010 Universidad de Guadalajara Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño Universidad de Guadalajara Av. Juárez 975, Centro, CP 44100, Guadalajara, Jalisco, México. ISBN: 978 607 4S0 196 4 Impreso en México Printed and made in Mexico COMITÉ EDITORIAL 2007-2010 editorial@cuaad.udg.mx www.cuaad.udg.mx Índice Agradecimientos ..... .. ... .. ........ ......................................................... ........ 5 Presentación Adriana l. Olivares González ........ .... ................. ..... ....... . .... ........ 7 Prólogo Javier Seguí ................ ... . .............. .... ....... ..... .......... ........... ..... ...... 13 Introducción Alfonso Rodríguez Pulido ........................................................ 25 PRIMERA PARTE .... ...................................... ...... ......... ............... .......... 31 CAPÍTULO 1 Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México UNO ...................................................................................................... 33 D0$ ................... .... .. .............................. ..... .. ....... .............................. .... 39 TRES .......... ..................... ... ....... ....................... .... .................................. 45 CUATRO ......... ...................... .. ........ .. ................................................ ..... 57 CINCO ................ .. ........................................... ..................... ..... .... ......... 61 CAPÍTULO 2 Planes de estudios y procesos de enseñanza en las academias .... ................. .. .................. .............. .. ... 63 SEGUNDA PARTE ............................................................................... 141 CAPÍTULO 3 Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México SEIS ...................................................................................................... 143 SIETE .................................................................................................... 146 OCHO ........................................................................................ .......... 153 CAPÍTULO 4 El movimiento moderno y los mensajes de los arquitectos de las vanguardias europeas ............................................................... 157 CAPÍTULO 5 La transición: de la Escuela Nacional de Bellas Artes (San Carlos) a la ENA ............................................................................. . 181 CAPÍTULO 6 Aproximaciones al dibujo ................................................................... 237 CAPÍTULO 7 El dibujo en la dinámica imaginativa del proyecto ............................. 271 Bibliografía .......................................................................................... 299 Agradecimientos Escribir es un acto en solitario. Escribir acerca de algo es una contribu- ción social en la que quien escribe es una suerte de instrumento trans- criptor de información, conocimientos y sabiduría, los cuales están en el ambiente y cuya pertenencia es colectiva. Quiero reconocer la colaboración de personas e instituciones que contribuyeron para materializar este esfuerzo. A la Universidad de Gua- dalajara y la Universidad Veracruzana, instituciones educativas que por medio de sus respectivos rectores: Marco Antonio Cortés Guardado y Raúl Arias Lovillo, han conservado la voluntad de intercambiar experien- cias académicas para mantener la ruta de distribución -social y genero- sa- del conocimiento universitario. A los estudiantes del programa de maestría Expresión Gráfica y Proyectación Arquitectónica, de la UdeG, y a mis estudiantes de la Fa- cultad de Arquitectura de la UV, quienes alentaron la aparición de este trabajo. A los coordinadores de programas PNP, en especial a Daniel González Romero y Adriana Olivares González, académicos del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño. 6 1 Alfonso Rodríguez Pulido A Javier Seguí, instigador intelectual de temáticas relacionadas con dibujar como actos de vida. A Javier Ramírez y Victhor Chávez, editor y diseñador, respectivamente, del texto. Al Pereda, atento lec- tor y dibujante. A Miriam, quien junto con nuestros hijos: Alfonso, José Luis y Daniel, ha constituido una columna de soporte e inteligencia para mis exploraciones. Presentación Adriana l. Olivares González Recuerdo que durante una conferencia, un prestigiado compañero in- vestigador hizo una de las afirmaciones más contundentes que he escu- chado: "la carrera de arquitectura está en crisis [ ... ] no la arquitectura sino su enseñanza". Poco después, en una tertulia de amigos académi- cos que participaron en el taller que anualmente organiza la maestría en Procesos y Expresión Gráfica en la Proyectación Arquitectónica Urbana y el doctorado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, en Guadalajara (México), fue inevitable continuar la discusión que desató esta provoca- tiva afirmación. Si bien es cierto existe una percepción generalizada (entre alum- nos, profesores y egresados) de que algo no marcha bien en las insti- tuciones responsables de la enseñanza de la arquitectura, realmente parece que, hasta ahora, no se ha analizado a conciencia la raíz de los problemas y, consecuentemente, no se tienen las herramientas necesa- rias para enfrentar los desafíos que los nuevos tiempos exigen. 8 1 Adriana l. Olivare~ González Por µn lado, la complejidad del mundo actual que implica el inusi- tado desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación; las nuevas formas de producción y consumo -que incluyen el objeto arquitectónico-; la crisis del medio ambiente; la inequidad y la pobreza extrema, entre otros procesos actuales, han dado lugar a la construc- ción de nuevos paradigmas que de alguna manera han permeado en las universidades -entre ellos el de la sostenibilidad-, y en los que, aparen- temente, se está respaldando actualmente la enseñanza de la arquitec- tura. Por el otro lado, desde la teoría, la pedagogía y la praxis proyec- tual, se sigue rindiendo culto a los mitos creados en torno a influyentes personajes de la enseñanza y la actividad profesional de la arquitectura emanados del movimiento moderno, como Walter Gropius y Mies Van Der Rohe, y en México los nacidos del pensamiento del proyecto posre- volucionario, como José Villagrán García. En este contexto, el presente texto de Alfonso Rodríguez Pulido pone en la mesa de discusión uno de los temas actuales del debate disciplinar: ¿es el dibujo manual un recurso didáctico necesario para la enseñanza de la arquitectura?, ¿influye en el proceso de aprendizaje y en los resultados proyectuales del futuro arquitecto? Tomando como elemento central de la investigación el rol del dibujo como herramienta pedagógica para la enseñanza de la ar- quitectura, en la primera parte del libro el autor va introduciendo al lector en una interesante reflexión crítica sobre la enseñanza de la arquitectura en México, y en las diversas posiciones que existen actualmente entre los mismos académicos que forman parte de las instituciones que contribuyen, en menor o mayor medida, al logro de dicho objetivo. En este sentido, hay que considerar que los arquitec- tos que fundaron las escuelas de arquitectura en el interior del país fueron formados en la ciudad de México, en las instituciones que históricamente plantearonlas bases y el desarrollo de la disciplina: Presentación 1 9 la Academia de San Carlos, primero, y más tarde la Escuela Nacio- nal de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional. En la segunda parte, Rodríguez Pulido aborda desde tres ámbitos la relación entre el dibujo y la enseñanza de la arquitectura. Primeramente realiza una revisión histórica de las academias más importantes en Euro- pa y sus métodos de enseñanza de la arquitectura, centrando su aten- ción en el dibujo, como antecedente necesario para acercarse al análisis de la enseñanza de la arquitectura en México. Asimismo, lleva a cabo el necesario análisis de las evidencias de los pueblos prehispánicos esta- blecidos en el territorio mexicano relacionadas con la representación, proyectación y construcción de la arquitectura a través del dibujo, como preexistencias culturales con las que se encuentran los europeos cuando llegan a América. Finalmente, concluye con el análisis de la "Real Aca- demia de San Carlos de Nueva España", una de las primeras academias del nuevo continente que formalizó la enseñanza de arquitectura . Más que un acercamiento historicista, Alfonso lleva a cabo en este apartado una interesante revisión de los planes de estudio de la Academia de San Carlos para establecer la importancia del dibujo como sistema pedagó- gico y, por lo mismo, actividad central en la enseñanza de la arquitectura. El capítulo tres nos introduce en el debate actual sobre la impor- tancia del dibujo en la enseñanza de la arquitectura en nuestro país, centrado fundamentalmente en las aportaciones del periodo posrevo- lucionario, a través de personajes como Rivera, Siqueiros, Atl y Villagrán, o los estudiantes de esta época, como O'Gorman y Enrique Yáñez, en el marco contextual de la influencia de las vanguardias europeas que dieron lugar al movimiento moderno: la Bauhaus y De Stijl, entre otras. El acto de "dibujar" es planteado en este capítulo como un proceso intelectual y, por lo tanto, un acto voluntario. El dibujo es definido como 1 O I Adriana l. Olivares González una "malla interpretativa de construcción de la realidad que percibimos o i+aginamos", página 149. Este debate es el pretexto que toma el autor para llevar a cabo, en el capítulo cuatro, el necesario análisis de los paradigmas de la en- señanza de la arquitectura europea basada en los principios de las van- guardias que dieron lugar al movimiento moderno, tomando como eje conductor el rol del dibujo en los programas y actividades pedagógicas: las Vchutemas y el constructivismo en Rusia, y la Bauhaus en Alemania, así como sus principales protagonistas. Rodchenko, Gropius, ltten, Kandisky, Hannes Mayer, Paul Klee y hasta Le Corbusier, entre otros, son analizados para desentrañar sus aportaciones, desde el dibujo, a la enseñanza de la arquitectura, reve- lando su extraordinaria importancia como método de enseñanza. En el capítulo cinco el autor entra de lleno en el tema con el aná- lisis de las circunstancias y resultados del traslado de la enseñanza de arquitectura de la Escuela Nacional de Bellas Artes a la Escuela Nacional de Arquitectura, ambas dependientes de la Universidad Nacional de México, situación que en la práctica se concretó con el desplazamiento de sus instalaciones a la Ciudad Universitaria, cuya independencia física permitió la aplicación plena de los principios del movimiento moderno. La hipótesis que liga la reflexión está vinculada a la oposición a las aca- demias en un contexto de cambio político-social que plantea nuevas formas de acercamiento a la disciplina, considerada a la vez como cien- cia y técnica. Finalmente, en el capítulo seis expresa un conjunto de ideas que van tomando forma y contexto en los capítulos que le preceden, y la necesaria aproximación crítica respecto de lo que actualmente acon- tece con el dibujo en las instituciones dedicadas a la enseñanza de la arquitectura. Esto le permite concluir, en el capítulo siete, con el análisis necesario de la relación entre el dibujo y el proyecto. La forma en que el autor desarrolla esta reflexión permite que este documento sea accesible para los estudiantes de la disciplina, quienes generalmente desconocen a los personajes, el contexto y condiciones en los que desarrollaron los "principios" y "teorías" que con tanta vehe- mencia sus profesores intentan que apliquen en su proceso proyectual. Alfonso Rodríguez Pulido refleja en este libro el compromiso de una persona preocupada por el futuro de la arquitectura y su enseñan- za en nuestro país, y sin duda aporta, desde la perspectiva del dibujo, importantes elementos para la reflexión crítica que rodean actualmente a la enseñanza de una de las disciplinas más antiguas: la arquitectura. Como coordinadora de la maestría en Procesos y Expresión Grá- fica en la Proyectación Arquitectónica Urbana, considero que este documento constituye una valiosa aportación que avala la propia de- nominación y objetivo de este programa de posgrado: la expresión y representación gráfica para la proyectación de la arquitectura y de la ciudad como uno de los ejes principales que le han posicionado en el nivel de excelencia nacional y en la que participan un conjunto valioso de académicos que, como Alfonso Rodríguez, han hecho de este pro- grama un laboratorio de ideas, un espacio necesario para la generación y difusión del conocimiento que nos ayude a construir un hábitat mejor para nuestra sociedad. Prólogo Javier Seguí Hace ahora alrededor de 12 años que Alfonso Rodríguez Pulido tantea- ba su tesis doctoral que acabó titulándose "El dibujo en la enseñanza de la arquitectura. Las escuelas de arquitectura en México" y que fue defendida en Madrid el 23 de febrero de 2000. El trabajo fue evaluado con la máxima calificación. Eran momentos especiales en los que, por un lado, la disciplina del dibujo desaparecía de las escuelas de arquitectura y, por otro, cada vez éramos más conscientes del papel englobante y genérico que el acto de dibujar (abierto y anticonvencional) jugaba en la invención del carácter y el aprendizaje de proyectar edificios. El trabajo de Alfonso R. Pulido supuso un importante esfuerzo por recopilar la historia de las materias gráficas en los planes de estudio de las escuelas de arquitectura mexicanas y españolas, y por recoger y categorizar las dudas, certezas e inquietudes de un colectivo de pro- fesionales docentes quizás más interesados en justificar sus asentados hábitos pedagógicos que en reflexionar sobre el papel social de los ar- 14 1 Javier Seguí quitectos en ejercicio, sobre sus hábitos oficiantes y acerca de la funda- mentación iniciática del aprendizaje en los centros de enseñanza. Alfonso tenía razón. En las escuelas desaparece el ejercicio de di- bujar abierto y genérico, constituyente de la configuralidad arquitec- tónica liberante (diagramática), sustituido por la "representación infor- matizada", al tiempo que en los medios sociales triunfa la visualidad convencional (fotográfica), hasta el punto en que se supone que todo lo cognoscible se puede "representar" con verosimilitud. Hoy todo es configurable, observable, consignable en figuras, en un enorme simulacro que acabará recubriendo todo lo experimental. Hoy la red ofrece mundos paralelos con dobles actuantes en escenarios visuales, hechos de la superposición de imágenes diversas cambiadas de escala e intensidad. Todo lo imposible/posible es verosímil reproduc- ción de una exterioridad amaestrada por la óptica fotográfica, anuncia- da en la perspectiva visual renacentista. ¿Para qué dibujar representan- do si la fotografía y el montaje informático pueden con todo? Pero hay un campo de experiencia que no cabe en este juego. Es el placer de dibujar (Nancy) y laexperiencia del dibujar como exploración de interiores irreductibles a lo visual. Nosotros crecimos teniendo como referencias los modelos re- nacentistas, aunque los propios renacentistas (Alberti, Leonardo, Ra- fael. .. ) nos advertían que el dibujo (no hablaba del acto de dibujar) de los arquitectos no era el de los pintores. Nosotros éramos herederos de una iniciación arcaica que nunca se había preguntado por qué la irrupción del arte abstracto (no representativo) había sido un aliciente para la transformación del proyectar edificios. El libro más moderno de los citados en las escuelas era el Vagnetti, una convencional e infundada clasificación de dibujos de edificios. Nos costó mucho llegar a darnos cuenta que lo que nos rodea ni se ve ni se puede dibujar y que, según se actúe en el papel, la experiencia de Prólogo 1 15 hollarlo dejando huellas conduce por sendas imagina/es dispares, pero todas ellas organizadoras del medio (arquitectónicas). También fue tra- bajoso llegar a notificar que los dibujos hechos se pueden vivir, no tanto como ventanas al mundo cuanto como auténticos mundos por los que, con tamaños imagina/es idóneos, se pueden desarrollar historias dinámi- cas con episodios sedentarios y contemplativos de gran intensidad. Estos desvelamientos han sido reforzados por trabajos de pensa- dores fuera de nuestro ámbito (Deleuze, Didi-Hubermann, Nancy) y por profesionales de nuestra área (Pedro Burgaleta, Alfonso Rodríguez Pul i- do, Vicente Pérez Carabias, Javier Raposo Grau y Uriel Seguí). A pesar de los esfuerzos repetidos por aclarar el papel del acto de dibujar y del dibujo en el mundo de imágenes que nos rodea y, por supuesto, en la formación universal de arquitectos, seguimos llenos de confusión, tanto en la aplicación de palabras a los haceres y a las obras, como en el del habla relativa al propio dibujar y proyectar edificios. Si es pertinente, quisiera añadir a esta ligera presentación una reflexión del año de la lectura de la tesis de Alfonso Rodríguez Pulido titulada "Proyecto y representación": En un reciente trabajo académico se identificaban proyecto y re- presentación (ambos arquitectónicos) sin ningún tipo de matiz y se lle- gaba a declarar que la enseñanza del proyecto viene a ser una forma pedagógica de la enseñanza de la representación y viceversa . De forma un tanto confusa pero contundente, la tesis establecía que se proyecta como se representa y se representa como se proyecta . Confieso que la identificación me turbó durante un tiempo, hasta que, atando cabos de aquí y de allá, comprendí que es el fundamento (más o menos implícito) de muchas de las consideraciones que apare- cen en escritos acerca del dibujo arquitectónico y de la mayoría de las convicciones que enmarcan silenciosamente la enseñanza del dibujo y el proyecto en casi todas las escuelas de arquitectura del orbe. 16 1 Javier Seguí La turbación que sentí no se debió tanto a la posibilidad teórica de vincular las nociones de representación (central en la reflexión cognitiva) y proyecto (central en toda reflexión ética) sino al agobio que provoca el aplastamiento sin matiz de los dos conceptos, impidiendo tomar en consideración una sola de las muchas observaciones y reflexiones acu - muladas desde, digamos, finales del siglo pasado, acerca del dibujar y el proyectar que, sin duda, romperían el dogmatismo reaccionario al que inevitablemente se llega cuando no se quieren revisar las posturas (y sus convicciones anejas) en que descansa sin problemas aparentes la rutina inconsciente de practicar un oficio y sentirse justificado. Yo creía que algunas de las observaciones y reflexiones, casi siem - pre omitidas en estos posicionamientos, eran ineludibles desde alguna de sus formulaciones y que, además, bastantes de ellas eran inolvida- bles y conducían a consideraciones rigurosamente inevitables. Me propongo ahora traer a estas líneas algunas de estas conside - raciones con el propósito de recordar su contenido e indicar las posibles consecuencias de su inclusión en el contexto teórico y pedagógico del dibujo y el proyecto arquitectónicos. J. A. Hale, en la introducción de su libro Bu/ding ideas (New York, 1999), citando a Marco Frascari (1991), acota: "Era tradicional la interpre- tación que sostenía que un dibujo arquitectónico es la representación gráfica de un edificio existente o futurible . La interpretación moderna y postmoderna entiende que los edificios son las representaciones de los dibujos que les preceden." Y usa esta indicación para remarcar la orien- tación de las nuevas inquietudes teóricas de la arquitectura fundadas en la distinción emergente entre pensamiento y acción, junto al colapso de las narrativas históricas. Al margen del sentido de la acotación para el texto de Hale, lo importante es remarcar que en ella se está utilizando "representación" para indicar un proceso de descripción que se orienta desde un refe - Prólogo 1 17 rente a su consignación posterior. En este sentido, si es la edificación la que consigna el proyecto, es absurdo pensar que el proyecto pueda ser una representación . ¿Una representación de qué referente? A no ser que se recurra a las ideas innatas o a la iluminación divina transfundida a la mente, que operarían como referentes sublimes del proyecto que luego se edifica. Si, junto con Argan, pensamos que hay proyectos que se realizan sin saber lo que se quiere lograr (sin una meta formal establecida) o sa- biendo sólo lo que no se quiere hacer (lo que se quiere evitar), es decir, si admitimos que hay proyectos (algunos o todos) que son fruto de la arbitrariedad del propio tantear configuraciones diversas, entonces no podemos simplificar los matices de tal proceder aplastándolos en los ecos de la mera representación, sistemáticamente vinculada con los es- tadios de eficiencia comunicativa (convencional) de las descripciones de las situaciones naturales en tanto designables con palabras. Todo proyecto documentado queda manifiesto en argumentacio- nes y configuraciones que pueden ser entendidas como representacio - nes, aunque sea dudoso atribuir naturaleza representativa a algunas consignaciones de las empleadas como documentos indicativos y de control para la construcción. Cabe señalar que los dibujos en planta y en sección, propios en la concepción de la arquitectura, han sido tradicionalmente separados de otros tipos de configuraciones gráficas hasta adquirir, para algunos autores, la naturaleza de símbolos "designativos de situaciones no pura- mente visuales", ya que tienen por objeto tratar las delimitaciones y or- ganizaciones que, una vez resueltas con ciertas técnicas constructivas, pueden determinar las amplitudes vacías que se disponen para albergar actividades sociales ritualizadas. Cuando se dibuja una planta, se está tanteando un hueco limita- do por materia construida donde han de ser posibles los movimientos 18 1 Javier Seguí previstos en el destino de esa planta. Se está haciendo esto estricta- mente y con vacilaciones pero no se está representando. Pérez Carabias ("Grafoaje y creatividad", 2000), apoyándose en la clásica distinción de Luquet referida al arte primitivo, llama a este tipo de designios "realis- mo intelectual", confrontándolos con otros que pertenecen al "realis- mo visual". En el realismo intelectual la configuración gráfica es la pura realidad y el que dibuja una planta, al hacerlo, la construye, la habita, la vive. No relata nada ni se refiere a ninguna exterioridad describible, sólo pone en obra su dinamicidad ritual y arquitectónica. Luego, la plan- ta alcanzada puede entenderse como un sustituto de la realidad. No como un sustituto representante (representación), sino como otra reali- dad análoga (simulacro). Con la sección ocurre lo mismo que con la planta. También opera así el alzado, formando la trilogía de configuracionesen que se basa la dinámica activo-reflexiva, consignativa y comprobatoria del proyectar arquitectura. Esta forma de entender y usar estas modalidades confi- gurativas hunde sus raíces en la tradición histórica, de donde destaca la diferenciación que se notifica en la carta de Rafael Sanzio y Baltasare Castiglione dirigida, en 1515, al papa León x. "Y puesto que el modo de dibujar que más corresponde al ar- quitecto es diferente del pintor, diré cuál me parece conveniente para entender todas las medidas y saber encontrar todos los miembros de los edificios sin error. Así pues, el dibujo de los edificios pertinente al arquitecto se divide en tres partes, de las cuales la primera es la planta, es decir, el dibujo plano. La segunda es la pared de fuera con sus orna- mentos. La tercera es la pared de dentro, también con sus ornamentos". En filosofía, el realismo es una opción frente a la cuestión de la existencia de los universales y el nombre de precisas posiciones adop- tadas en teoría del conocimiento y/o en metafísica. El sentido de la denominación "realismo intelectual", desplazado desde la filosofía a la Prólogo 1 19 antropología y a la semiología, viene a consistir en la asignación de las características de la objetividad a que alude la denominación "realismo conceptual", a la evidencia de realidad que se constata en la apreciación de ciertos signos en especiales circunstancias. Así, diremos que alguien entiende algo de un modo realista inte- lectual cuando lo aprecia como un "concepto o concepción que es en sí mismo real o "real". Un primitivo dibujando y, al tiempo, inventando, recreando y conjurando al animal que está configurando. Si utilizamos el punto de vista filosófico anotado, pensar que un proyecto arquitectónico puede ser una representación, que es tanto como decir que puede consistir en el desarrollo consignativo de una referencia ideal, equivaldría a entender la tarea profesional de los arqui- tectos desde presupuestos idealistas, desde una especie de realismo platónico radicalizado. Hace unos días alguien sostenía que el concepto de representa- ción abarca la totalidad de lo cognoscible y comunicable, sin dejar nada fuera de él, y recordaba que la condición básica para que algo sea inter- pretable es que pueda ser considerado como el resultado de un proce- so representativo (descriptivo y consignativo). Desde este enfoque, todo lo comprensible ha sido mediado, por ello todo lo que nos rodea y es mencionable cabe en el marco de la representación. Ahora bien, si todo lo formado adquiere el carácter de la repre - sentación, el concepto pierde capacidad discriminatoria, y hay que pre- guntarse si todos los procesos de formación o todas las consignaciones son semejantes. Desde este ángulo, habría que subrayar las diferencias procesales y productivas entre describir objetos existentes e inventar objetos que han de ser fabricados para que existan. Para entrar en esta disquisición parece pertinente situarse en el punto de vista de la acción o la praxis. 20 1 Javier Seguí Un proceso de descripción gráfica (de representación) puede en- tenderse motivado por el impulso o la necesidad de transcribir, en un medio, un objeto existente que actuará como referente del proceso y como condición de veracidad de la descripción. Además, se apoyará en la puesta en obra de técnicas operativas convencionales adecuadas a la consignación en marcha . Y concluirá con un producto reconocible como una "figuración" del referente de partida. Un proceso de proyecto, acometido y ejecutado gráficamente, sólo se entiende motivado por el deseo de cambiar objetivamente el medio ambiente . En general, el deseo desencadenante de los pro- yectos, aun pudiendo ser técnica, social o políticamente conocido, suele ser confuso o desajustado configuralmente, lo que obliga a pasar por fases de aproximación sucesivas donde se tantean, desde posiciones "realistas intelectuales", conformaciones alternativas (co - nocidas y recontextualizadas o aleatorias) sobre las que se proyectan los deseos y las condiciones desencadenantes del cambio que se pretende. El proceso se termina cuando no se puede rechazar críti - camente el resultado. Si comparamos estos dos procedimientos activos, constatamos sus grandes diferencias de motivación, punto de arranque, objetivo y criterio valorativo, aunque en los estadios operativos intermedios (los configurativos) se empleen técnicas formativas de articulación similar, aunque con contenidos semánticos muy dispares. Cuando se representa algo gráficamente, lo que no tiene duda es la entidad del referente, aunque siempre sea un problema definir qué es lo que queremos describir de él. En esto la representación es tam- bién un proyecto ya que, para acometerla, hay que tantear y decidir un relato que englobe al referente, el momento, las propiedades a ser descritas y el sistema gráfico convencional con el que se va a efectuar la consignación . Prólogo 1 21 Esta fase es inevitable en la representación (en cualquier compor- tamiento productivo que no sea meramente reproductivo) y, en ocasio- nes, es lo más importante (ver V. Hildebrandt), lo determinante, aunque nunca llegue a suplantar la naturaleza descriptiva de los procesos repre- sentativos. E. Tostrup (Architecture and Rhetoric, Singapore, 1999) asegura que la figuración es una actividad psicosocial que engloba el proceso de producción y el objeto producido, dando lugar a una confusión con- ceptual que favorece la virtualidad de aquello que ha configurado. En este hecho fundamenta su estudio, en el que considera los di- bujos de presentación en los concursos de arquitectura como figuracio- nes retóricas (argumentales) que tratan de persuadir a los jueces de la adecuación de las soluciones presentadas en las diversas convocatorias. Al margen del análisis pormenorizado y las categorizaciones que la autora emplea en su trabajo, hay que destacar aquí la gran inversión o simulacro que se produce en estos casos, ya que partiendo de tanteos determinativos conceptivos, se utiliza el proyecto logrado como una "réplica", y la presentación final se acomete como una fase indepen- diente del proyectar, en la que hay que lograr que los documentos se entiendan como "réplicas" simplificadas de un ente inexistente, óntica- mente inexistente aunque virtualmente definido. En estos casos, como en los discursos verbales, lo importante es la verosimilitud, la posibilidad de que lo figurado pueda entenderse como una representación de la virtualidad que, una vez proyectada, se quiere vender como idealidad realizable. Analizada la situación desde distintos ángulos, no creo que pueda quedar duda de que representar y proyectar ni son nociones sinóni- mas, ni comparten estructuras formativas ni significativas, aunque los proyectos arquitectónicos se documenten en configuraciones gráficas sometidas a convenciones representativas. 22 1 Javier Seguí Sin embargo, esta cuestión no zanja el problema de qué hay que enseñar en las escuelas para programar las mediaciones instrumentales y los hábitos necesarios de destreza (configurativa) gráfica para introdu- cir al alumno en el oficio de arquitecto. En primer lugar, sí parece obligado acometer la representación gráfica geométrica de objetos arquitectónicos como modalidad inevi- table para el entendimiento convencional de las configuraciones espa- ciales. Sin embargo, este aprendizaje geométrico, técnico y "artístico" no garantiza, se produzca como se produzca, que se pueda descubrir en él el posicionamiento significativo (o realista intelectual), definidor y tentativo que es necesario asumir a la hora de proyectar. En muchas escuelas esta discusión ni siquiera se plantea, fiando al trabajo continuado de proponer soluciones a temas de proyectos el descubrimiento inverbalizable del juego de lenguaje peculiar que seconstituye al proyectar dibujando. Acercarse al juego gráfico del proyectar desde el dibujo, utili- zando modalidades no representativas, o representativas "realistas", que es lo que intentamos hacer nosotros desde hace años, no suele resultar justificable, porque se entiende que esos modos gráficos son "artísticos" y poco rigurosos, aunque se admita que en su práctica se desvelan y organizan hábitos operativos análogos (isomorfos), con los que hay que desarrollar para proyectar. La gran dificultad de este acer- camiento es que las modalidades gráficas empleadas, exploradas en sí mismas (al margen de su instrumentalidad), resultan "incalificables" con criterios convencionales "representativos" y fuerzan a sistemas de aprendizaje, relación y valoración basados en compromisos éticos so- bre actitudes, que suponen enormes esfuerzos didácticos (con gran- des costos energéticos). Una cosa es hablar de los sistemas pedagógicos utilizados en las distintas universidades en razón a las tradiciones y las disponibilidades Prólogo 1 23 docentes, y otra muy distinta es evitar las dificultades lógicas y éticas de las enseñanzas artísticas, aplastando los conceptos de representación y proyecto hasta banalizar sus naturalezas y eludir las tensiones de su comprometida docencia. Referencias Arr:iAN, J. Cario, Proyecto y destino, UCV, Caracas, 1969. HALE, Jonathan A, Building ideas. lntroduction to Architectural theory, Wiley, West Sussex, 2000. PÉREZ Ca rabias, Vicente, Grafoaje y creatividad, Guadalajara (México), 2000. TosTRUP, Elisabeth, Architecture and Rhetory, Papadakis, Singapore, 1999. V1LLANuE VA, Luis, "Historia de la representación arquitectónica" (apuntes), UPC, 1999. Introducción Alfonso Rodríguez Pulido Al analizar documentos que describen la situación actual de la ense- ñanza de la arquitectura en México, saltó una sospecha que ha sido cada vez más recurrente: ¡está desapareciendo el dibujo de las escue- las de arquitectura! Esta afirmación, que pudiera parecer exagerada puesto que no es posible desligar a la arquitectura de su dibujo, encuentra fundamen- tos tanto en enfoques de planes y programas de estudios como en la didáctica de la enseñanza que, desde la Academia posrevolucionaria y hasta fechas recientes, ha orientado sus propuestas hacia asignaturas o disciplinas que pretenden la actualización del curricu/um hacia merca- dos de trabajo. En los planes de estudios se escribe del proyecto y de métodos didácticos, pero ni por asomo se considera el dibujo como un sistema didáctico. Los certificados de estudios para los actuales egresados de facul- tades o escuelas de arquitectura no incluyen siquiera la palabra dibujo en la lista de asignaturas que avalan. La situación es aceptada como 25 26 1 Alfonso Rodríguez Pulido normal y comúnmente es justificada con la alusión a los conceptos de modernidad de la propia arquitectura. La presencia de las computado- ras aparece como otra de las justificaciones recurrentes del hecho. Las condiciones de la enseñanza de la arquitectura a finales del siglo pasado resumen acontecimientos académicos mediante los cuales la pedagogía basada en el dibujo y sustentada por una estruc- tura teórica determinada fue sustituida sistemáticamente por otros campos de información comunicable, hasta casi hacerla desaparecer en lo operativo. Un objetivo de este texto, en primera instancia, es dar seguimien- to a personajes, planteamientos teóricos, planes de estudios, así como condiciones de enseñanza y aprendizaje de la arquitectura que han in- fluido en los periodos y casos elegido. Posteriormente se desarrollará una reflexión teórica acerca del dibujo como aproximación actualizada del tema. La referencia geográfica de este estudio lo componen escue- las de arquitectura en México. Establecer la relación que mantiene el dibujo con la didáctica de la arquitectura en estos centros universitarios, además de analizar la percepción que hoy se tiene de las asignaturas manuales activas -como comúnmente se les conoce- quizá nos permita establecer si esto genera diferencias en los procesos de aprendizaje del arquitecto y ponderar si los resultados proyectuales son, o no, afecta- dos por ello. Este documento se compone de dos partes. La primera, de los capítulos 1 al 5, revisa casos de estudio en escuelas de arquitectura mexicanas. Para tener un panorama adecuado de la cuestión, se inclu- yen referencias historiográficas de la enseñanza arquitectónica euro- pea, específicamente de las academias de arte y los movimientos de las vanguardias, ya que las influencias de estas etapas históricas de la enseñanza se verán reflejadas tanto en planes y programas de estudios de las escuelas mexicanas como en la propia arquitectura. 1 ntroducción 1 27 La enseñanza oficializada se establece a partir de la fundación de la Academia de las Nobles Artes de San Carlos en 1785. El desarrollo de la vida académica alrededor de esta institución dejó una herencia que fue tanto motivo de controversias intelectuales corno, por antagonismo, motor de la dinámica de la pedagogía identificada con el movimiento moderno en este siglo o, corno se le ha denominado en el medio acadé- mico del país: Escuela Mexicana de Arquitectura. Las actuales escuelas de arquitectura proceden, en su mayoría, de un centro que irradió su influencia hacia todo el país: la Escuela Na- cional de Arquitectura (ENA) de la UNAM, que a su vez tuvo su origen dentro de la Real Academia de San Carlos de México. Los sistemas de enseñanza que dictaban las academias de arte se basaban en el dibu- jo corno técnica didáctica, por lo que es posible analizar que éstas se dirigían más a la copia que al análisis de la obra o a la ideación de la misma. Por otra parte, la noción acerca de la potencialidad del dibujo en el desarrollo del proyecto y su papel corno constructo psicológico del conocimiento, que hoy parece novedosa, ha coincidido con momentos representativos en la historia de la producción artística y arquitectónica, según se desprende del breve análisis hecho a los documentos gráficos y escritos disponibles. No se trata de desarrollar comparaciones simplistas entre los mo- delos educativos; hacerlo no es del todo posible, pues cada cual res- ponde a momentos históricos específicos y diferenciados. Además, una postura meramente nostálgica alejaría todo intento de análisis crítico sobre el instrumento didáctico que se propone corno hilo común: el dibujo, que ha sido utilizado, con diferentes enfoques, en la formulación de planes de estudios en escuelas de arquitectura, tanto de las acade- mias corno en escuelas modernas. De los hechos relevantes que constituyen el escenario principal de transformaciones en la enseñanza de arquitectura en México durante 28 1 Alfonso Rodríguez Pulido el siglo xx se destacan: el cambio a la Escuela Nacional de Arquitectura de los estudios de la carrera de arquitecto que se impartían en la Aca- demia de San Carlos (aunque se siguió utilizando el mismo edificio de la Academia, en 1929 se separa su administración); el advenimiento del "movimiento moderno" y la preponderancia intelectual y profesional de arquitectos mexicanos ligados a la enseñanza; las condiciones de restricciones, en lo económico, del México posrevolucionario y el pro- greso significativo del país en el periodo de 1940 a 1944. Sin embargo, algunos participantes de esta transición que fungieron como profesores o estudiantes establecen que el verdadero cambio del academicismo al modernismo aconteció hasta 1954, cuando la ENA se traslada a Ciudad Universitaria, rompiéndose hasta esa fecha el vínculo físico con el con- junto de carreras impartidas en la Academia. Cuando San Carlos operaba como Escuela de Artes, la enseñanza de arquitectura estaba integrada tanto en su estructura académica como en la relación física del edificio,lo que propiciaba una interre- lación entre alumnos de otras disciplinas que ahí se impartían . La exi- gencia por el dibujo del natural, la estereotomía, geometría, etcéte- ra, era considerable en cuanto al número de horas destinadas en el currículum. Los planteamientos arquitectónicos y soluciones técnicas eran dibujados exhaustivamente (de aquí deriva la fama del arquitec- to como dibujante excelso). Algo sucedió con la descentralización de las escuelas de arquitectura y el inicio, coincidente y paralelo, de la influencia del movimiento moderno.El no-dibujo de arquitectos como W. Gropius o Le Corbusier, intérpretes teóricos en México como José Villagrán García, o la falta de contacto directo con la producción glo- bal de arte, quizá pudieron haberse constituido en causa de dismi- nución de la importancia del dibujo en la concepción del proyecto arquitectónico. De aquí se desprenden otras preguntas: ¿cuál es el estado actual del dibujo en las escuelas de arquitectura mexicanas?, Introducción 1 29 ¿es posible asignar al movimiento moderno de arquitectura alguna in- fluencia determinante en ello? En la segunda parte, conformada por los capítulos 6 y 7, se pre- sentan planteamientos conjeturales acerca de la visualización actual del dibujo y su relación con el proyecto y los mecanismos imaginativos del pensamiento. Las secciones que integran estos capítulos -aunque sus planteamientos derivan o están basados en lo investigado- constituyen líneas abiertas para investigaciones futuras sobre el tema, por lo que no deben considerarse conclusiones sino, en todo caso, como posturas teóricas que dirigirán el sentido de otras investigaciones relacionadas con la cuestión, que deberán ser necesariamente ampliadas y contex- tualizadas en el ámbito de la arquitectura americana y, concretamente, de México. UNO CAPÍTULO 1 Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México Eventualmente, Carlos y yo nos reuníamos para discutir acerca de pro- blemas diversos (incluso los inventábamos), proponiendo algunas solu - ciones o simplemente complicándolos. El café resultaba buen mediador, o más bien incitador, de los temas. Ahora las reuniones de profesores en la escuela para tratar los cambios en el plan de estudios acaparaban la dirección de las intervenciones. En esta ocasión el grupo estaba integrado por seis, pero la pasión con la que algunos hablaban bastaba para llamar la atención de las de- más mesas de la cafetería, que poco a poco se ocupaban. Los que más discutían eran los profesores con experiencia, los demás participába- mos sólo cuando éramos directamente aludidos. Eran las diez menos cuarto cuando Julio sugirió que nos cambiá- ramos a la planta alta, donde podríamos seguir platicando "con más enjundia", apuntó Ricardo. Julio es una persona amable y apacible, su manera de vivir parece estar en relación perfecta con sus conceptos que sobre la arquitectura expresa; al menos esa impresión nos ha causado desde el primer día en que iniciamos estas rondas de pláticas. Es un arquitecto "congruente con su obra", según la descripción de sus alumnos. 33 34 1 Alfonso Rodríguez Pulido De Ricardo conocemos poco, sólo lo que nos ha contado durante estas semanas. Visita eventualmente Xalapa y su trabajo lo desarrolla en la Ciudad de México o en el extranjero, Europa y Sudamérica, principal- mente. Su figura establece una especie de enigma como primera impre- sión. Una vez establecida la comunicación, esta sensación es borrada y suplida por la de un personaje tranquilo, agudo, observador y preciso en sus comentarios; además de traslucir una sólida preparación y expe- riencia académica y profesional, por lo que sus opiniones son seguidas con cierta mezcla de veneración y sorpresa causada, sobre todo, en los más jóvenes del grupo, alumnos que han querido seguir estas "obsesio- nes" acerca de la arquitectura. Carlos, rotundo en la barriga y siempre de inmejorable humor, lan- za algunas pistas de su velocidad de pensamiento cuando adereza las discusiones para alejarlas de toda solemnidad. Se declara escéptico de sí mismo y desmadrado por naturaleza, irreverente con la historia de todo y de todos. Cuando se trata de tomar posiciones para analizar algunas de las cuestiones planteadas, se torna vigilante para no aceptar dogmas ni prejuicios. En la reunión de este día Ricardo y Julio, sentados uno junto al otro, hablaban sobre sus estudios y los recuerdos de ambos sobre tal o cual profesor. No estÚdiaron juntos, ni siquiera fueron contemporáneos, su experiencia estudiantil los separa casi diez años, pero los relacionan las mismas siglas: ENA (Escuela Nacional de Arquitectura de la Universi- dad Nacional Autónoma de México). Alentado por la vehemencia de la conversación dominante -a la que Carlos, situado frente a Julio, se fue incorporando- y la curiosidad reflejada en los ojos de los estudiantes, decidí intervenir, no para mo- dificar el rumbo que estaba tomando la discusión sino como instigador de la misma. Algo había en la plática que fue creando la comunión de intereses. Cuando se presenta un tema del que todos tomamos parte o Discusiones sobre la enseñanza de la arqu itectura en México 1 35 nos captura porque nos sentimos realmente involucrados, la atención se concentra hasta en los gestos faciales de quien habla, y en este caso la posición media en el rectángulo de la mesa hacía privilegiada mi ubica- ción para intervenir y observar a mis contertulios. Julio enfatizaba la falta de tiempo para hacer lecturas durante los estudios de la carrera, y en un punto de la plática se volvió a los estu - diantes y los increpó: - ¿Por qué decidieron ingresar a una escuela de arquitectura? Cuan- do a mí me tocó hacerlo la cuestión estaba clara: los arquitectos viajaban en autos de lujo, usaban gasné con sacos azules y pantalo- nes grises ... Pero ustedes no creo que tengan en nosotros un gran modelo que copiar (ríe) ... esto es broma, de cualquier manera es importante que hablemos del porqué se toma la decisión de ser arquitecto. Cuando era joven, mi afición por el dibujo influyó en mis parientes para avalarme en la aspiración de ingresar en la escuela de arquitectura. - Cuando Julio decidió estudiar, arquitectura era la segunda profe- sión más antigua, y al igual que en la primera, también a veces se cobra -dijo Carlos enmedio de una carcajada. - Tampoco soy tan viejo, no se crean. Lo que pasa es que recordé que las exigencias para aprender el oficio han ido cambiando con los años; lo digo después de más de medio siglo en que he mantenido relación con las escuelas de arquitectura, desde estudiante y ahora a punto de jubilarme como profesor activo. No sé qué opines, Ri- cardo, considero que la enseñanza de nuestro oficio ha ido perdien- do eficacia . La comunicación con el estudiante ha cambiado. - Coincido, Julio. Parece que la masificación de la enseñanza, la mitificación de personajes, la "ley del menor esfuerzo" y los mal entendidos "referentes sociales" - al decirlo, señala las comillas 36 1 Alfonso Rodríguez Pulido doblando los dedos- han ido desviando la enseñanza de la profe- sión hacia otras rutas. Además ¿se han dado cuenta que ustedes los estudiantes, generación tras generación, recurren menos al dibujo para exponer sus trabajos? Los profesores, de igual mane- ra, recurren cada vez más a un abusivo uso de la verbalización e inducen al alumno a explicar con palabras proyectos inexistentes en planos. - No he reflexionado sobre ello -interrumpió Carlos-, pero ahora que lo dices, recuerdo una suerte de encuesta que nos planteamos entre mis condiscípulos, a finales de los sesenta . El común de las razones para ingresar a la carrera parecían encaminadas a la baja exigen- cia de matemáticas, a diferencia de la ingeniería; al menos eso se suponía. Cuando ingresé como profesor, hará unos treinta años,la cuestión iba sobre la ausencia de lecturas como "característica" del estudiante de arquitectura, obviamente añadido a la baja exigencia en matemáticas. Lo curioso, y como alusión a lo que comenta Julio, recientemente los alumnos que ingresan expresan, aparentemente en broma, que una de las razones para su elección es que debido al uso de las computadoras para estudiar arquitectura, aunado a las razones aludidas, no se requiere dibujar. Esto merece ser discutido detenidamente. : A estas alturas de la reunión los alumnos intentaban participar, aunque sólo balbuceaban y se miraban con "cara de interrogación", por expresarlo de alguna forma . Jorge, el más participativo, declaró que desde que ingresó a la Facultad nadie le había hecho notar si el dibujo tenía relación determinante en el proceso de proyecto en los talleres de diseño. Aunque ciertamente los profesores exigían de los estudian- tes "representar exhaustivamente sus proyectos". Dentro de la escue- la, este aprendizaje no era asumido por nadie en especial, por lo que Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 37 recurrían a sus compañeros para aprender o se copiaba de libros que referían "la representación del proyecto arquitectónico". - Creo que el problema está en la clase de Técnicas de Representa- ción -argumentó Enrique, el otro estudiante hasta ahora expec- tante.- Estas clases, donde medianamente se dibuja, sólo las tene- mos durante unas horas a la semana y durante pocos semestres ... El tema se visualizaba demasiado importante para pasar desapercibido, pero por experiencias anteriores con otros grupos de amigos consideré que existía el riesgo de no centrarse y permitir que la discusión se diluyera hacia otros rumbos. Estudiar alguna cuestión bajo pretextos de interés común, con las ventajas que ofrecen las posturas antagónicas para avanzar en el conocer, es una oportunidad de la que se debe sacar provecho. Así que sin meditarlo mucho me apresuré a intervenir: - El asunto no es tan evidente como parece y seguramente ustedes ten- drán opiniones distintas, así que nada mejor que intentar establecer si lo que dicen tiene alguna relevancia, además, si implica una situación generalizada o bien es una señal sintomática que nos está remitiendo a transformaciones en la enseñanza de la arquitectura. Aquí los cole- gas estudiantes podrían ser los que nos manifiesten una posición quizá antagónica, pero no inválida, para explorar la cuestión. Si me permi- ten, les propongo un ejercicio; podríamos abordar sus experiencias como alumnos y profesores. Creo que los muchachos también pueden aportar al tema. Así que asumo por "autodesignación democrática" la posición de moderador y relator de esta tertulia. Para ello quisiera que hiciéramos el esfuerzo de mantenernos en el hilo de la cuestión, pero valdría que cada uno hiciera una intervención más o menos completa, 38 1 Alfonso Rodríguez Pulido para evitar polemizar a la primera, y expresar sus ideas apartándose de cualquier preparación de la respuesta. Quizá se trate sólo de una idea vaga, pero lo que salta sobre lo que se está comentando es que ¡el dibujo está desapareciendo de las escuelas de arquitectura! DOS - Ya que tomaste el "micrófono" desde el principio, podríamos comenzar contigo, Julio; dinos cuál es tu visualización del tema propuesto. - Miren, cuando estudiaba, la Escuela Nacional de Arquitectura aún se encontraba en San Carlos. La sensación de pertenecer a una educación artística era fundamental. Allí convivíamos estudiantes de pintura, escultura, grabado y arquitectura. Continuamente se presentaban exposiciones en las salas, o te involucrabas con otras disciplinas porque era inevitable hacer amigos. Debo decir que en lo personal percibía una especie de recelo o distancia de los es- tudiantes de otras carreras respecto a los que estudiábamos ar- quitectura. Tal vez porque la imagen elitista de los arquitectos se oponía, o al menos no había correspondía, con la beligerancia de los artistas gráficos. - ¿Qué pasaba con ustedes respecto a su preparación como estu - diantes? - Como dijo Carlos, soy un estudiante "ancestral"; ingresé a la ENA en el año cincuenta, justo a la mitad del siglo. La escuela se había independizado de Bellas Artes por el año 29, pero los profesores 39 40 1 Alfonso Rodríguez Pul ido eran los mismos de la Academia, algunos muy mayores y otros en pleno disfrute de su popularidad profesional. Nosotros debía - mos dibujar todo, la exigencia era fuerte en el tema del dibujo. Dentro de la carrera estaban incorporadas varias asignaturas re- lacionadas: Dibujo del natural, Dibujo arquitectónico, Análisis de edificios (que no se podía hacer sin dibujarlos), Geometría des- criptiva, Estereotomía, etcétera . Además, durante los estudios de preparatoria se elegía el área universitaria a la que aspirabas, en mi caso el bachillerato incluía clases de Historia del arte,Dibujo del natural , Dibujo arquitectónico, Re/evée o estudio gráfico de elementos de arquitectura, una asignatura que parece provenir de la Academia, y, por supuesto, el idioma francés . - ¿Esto del idioma no era una reminiscencia del porfiriato?1 - Totalmente. De hecho, en la situación política y social, la Revolu- ción de 1917 se hacía notar, pero en la arquitectura los procesos de cambio se dieron sobre la base de transformaciones en la forma de enseñar y, por tanto, en la forma de aprender. Varios de los profe- sores eran "hijos de la Academia", por lo que dentro de los textos que recomendaban se encontraban varios autores franceses que se leían en San Carlos, tratadistas como Vitruvio, Alberti, Vignola, Ser- lío y otros autores del siglo pasado, en su mayoría franceses . Así que en el ámbito de la enseñanza preparatoria se seguía considerando la necesidad de mantener el idioma francés como requisito para el ingreso a la escuela de arquitectura. - ¿Y de tus profesores, a quiénes y cómo los recuerdas? - Los estudiantes de entonces considerábamos que teníamos profe - sores relevantes. Y respecto al tema que abordamos, todos eran magníficos dibujantes: José Villagrán, Carlos Lazo hijo, Mario Pani, Etapa de gobierno de Porfirio Díaz que comprendió de 1876 a 1910. Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 41 Domingo García Ramos, el Gringo del Moral, en fin, todos perso- najes importantes. Cuando presentábamos concursos para apro- bar, nos reuníamos en las salas y pasábamos todo el día dibujando los proyectos. Claro que los de último grado la llevaban más tran- quila, así que ahí nos tenían a nosotros sufriendo con los proyectos, mientras que ellos, con unos cuantos trazos, lograban dibujos de los que llamaban "ataranta tarugos". Después los profesores otor- gaban los "premios", que era la manera de evaluar: menciones, primeros premios, segundos premios, etcétera. Ahora me parece que hasta esto era parte de la herencia académica. - Parece que en la medida en que más hablas sobre la enseñanza de la arquitectura, nos remites de varias maneras a la Academia. - Estudiábamos en la Academia de San Carlos, como he comenta- do, y aunque por esas fechas (los cincuenta) la carrera de arqui- tecto era administrativamente independiente de la Escuela de Bellas Artes, nuestro referente era la Academia, esto era inevita- ble. Aunque existía una posición polémica de algunos profeso- res respecto a lo "obsoleto" de los sistemas de enseñanza aca- démicos y los planes de estudio, esto tal vez era tamizado por la procedencia formativa de la mayoría de los profesores y su manera aprendida de transmitir el conocimiento. Los sistemas de evaluación y, ahora que lo pienso, hasta la exigencia en cier- to tipo de dibujos con "sabor" academicista, estaban presentes. Lo cierto es que entendíamos poco de lo que los profesores inten- taban transmitir. Además, no quedaba tiempopara seguir las clases con lecturas previas. El trabajo era de locos, muy intenso. Conside- ro que la preparación previa a la carrera, en cuanto al dibujo, resultó de gran ayuda durante la carrera. - Interrumpo -advirtió Ricardo. -Coincido con Julio en su aprecia- ción acerca de la dificultad en la comunicación de "las teorías", o 42 1 Alfonso Rodríguez Pulido más bien las asignaturas de bases teóricas. Por alguna razón, en la educación impartida en las academias del siglo xv111, de las que algo he estudiado, estas referencias teóricas tenían menos peso de lo que creemos. Los profesores mantenían cierto misterio para expresar sus comentarios acerca de los "concursos". El alumno, igual que hoy, aprendía prácticamente solo, "a pesar de los pro- fesores" -dijo sin contener la risa.- Todo lo que, en sentido gené- rico, los alumnos asociamos a la escuela como sistema didáctico, tal vez sea una proyección de nuestro propio proceso de asimi- lación, traducido en memoria de lugares y personajes en los que descargábamos nuestros deseos de ser. Queríamos imitar, nece- sitábamos copiar a alguien o algo, es parte de nuestra condición humana, de nuestro proceso natural de incorporación a la cultura en la que nos desenvolvemos. Al mirar atrás, al recordar nues- tra época de estudiantes como ahora lo estamos haciendo, quizá confundimos las imágenes; como si observáramos desde arriba, aplastando, como con un teléfoto, y nuestra memoria no separa la carga de información actual de nuestras carencias intelectuales de entonces. Ciertamente, ahora tengo la sensación de que no hemos reflexionado lo suficiente sobre los procesos de enseñan- za de la arquitectura, visualizado desde las transformaciones del dibujo como factor común en los distintos procesos de confor- mación de la preparación de los arquitectos. Prometo traer algún escrito que alguna vez desarrollé para una malograda conferencia titulada "Funcionalidad y racionalidad", y que pretendí dar en el otoño de 1968, pero ya saben lo que pasó ... - La limitante que podemos tener con toda esta charla es que este- mos todos de acuerdo con lo que digan otros. Si queremos tocar el tema con cierta actitud crítica, adelante con las posturas encon- tradas. ¿Carlos? Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 43 - Si lo que se pretende es reflexionar sobre la enseñanza de la ar- quitectura, ni dudarlo, aunque considero insuficiente sólo abordar nuestros puntos de vista y expresar concordancias o discordancias. Es insuficiente, en tiempo y profundidad. Por otra parte, el tema lo estamos deduciendo a partir de la dirección que en determinado momento tomó la plática. - No entiendo cabalmente el sentido en el que se afirma que el dibujo "desaparece de las escuelas", si hoy seguimos dibujando -interrum- pió Enrique. -Los profesores nos encargan una enorme cantidad de planos para presentar los proyectos. Además, como alguno de uste- des ha dicho, están las computadoras que nos están resolviendo el tedioso problema de "corregir" nuestros planos. Tal vez a lo que se refieren es que nosotros, antes de ingresar a la escuela de arquitec- tura, no llevamos cursos de dibujo, al menos no de dibujo del natu- ral. La preparatoria que se solicita ahora para ingresar a la carrera es la de "área técnica", allí cursamos una asignatura de dibujo técnico, donde se nos enseñan algunas cuestiones sobre la representación de objetos mediante monteas ... , todo lo que se puede hacer con reglas y escuadras. Lo que sí he notado es que antes dibujaba más de "bulto", y desde que ingresé en la escuela he abandonado esta manera de dibujar y hago todo con instrumentos. Las computadoras hacen el mismo tipo de dibujo, pero con menos trabajo. - De eso se trata, Enrique - expresó Carlos. - Tu percepción del tema corresponde a tu vivencia, aunque corta, dentro de una escuela es- pecífica. Lo que está en discusión, al menos así lo entiendo, es la diferencia manifiesta sobre la importancia que se da a la actividad gráfica en los programas y planes de estudio de las escuelas de arquitectura en el país. No tengo duda acerca de la relación estre- cha entre la enseñanza de la arquitectura y el dibujo de la misma, pero estamos cayendo en cuenta que, al parecer, ya no se le ubica 44 1 Alfonso Rodríguez Pulido con la misma importancia que hace algunos años y ni remotamente el que las academias le otorgaban. No quiero decir con ello que debemos volver a los dibujos academicistas, sino plantearnos si el dibujar es importante para la formación de los arquitectos o si se trata de una mera "artesanía" más o menos chistosa, de la que hoy reniegan la mayoría de los profesores. Por otro lado, en algunos foros a los que he tenido oportunidad de asistir, se ha cargado la mano hacia la preponderancia de la "teoría de la arquitectura", como si ésta pudiera ser independiente de sus procesos de desa- rrollo. Recordemos que al menos en México la asignatura de Teoría de la Arquitectura nace casi con el siglo pasado. A últimas fechas, pareciera que la explicación teórica de los edificios se ha constitui- do en parte del sistema publicitario que busca legitimar y garan- tizar las inversiones. Así, nacen como yerbas cientos de variantes teóricas justificantes de los porqué; los cómo terminan como siem- pre, apoyándose en los mismos procesos intelectuales bajo los que se ha desarrollado arquitectura por milenios. TRES Hemos estado hablando como si la enseñanza de la arquitectura fuera patrimonio exclusivo de las escuelas ligadas o herederas de la Acade- mia, como en el caso de la Nacional, 2 pero la ESIA 3 del Poli tiene su propia historia, y aunque no lo tratemos con profundidad, porque nuestro cam- po de discusión lo estamos llevando a las derivaciones directas de San Carlos, su relación con la asignatura de dibujo resulta interesante en su desarrollo. Conozco algo al respecto por dos entrañables amigos, Ós- car y su padre, Fernando, ambos egresados de la ESIA en dos etapas que distan unos treinta años. Casualmente el domingo pasado platicaba con ellos acerca de la situación de la profesión y de sus ex condiscípulos; de la falta de costumbre de éstos para reunirse después de egresa- dos, a diferencia de los egresados de la Nacional. Óscar posee t ítulo de ingeniero-arquitecto, que hasta hace poco otorgaba el Politécnico. En la actualidad, ambas carreras están separadas. De lo comentado por Osear, quien estudió en la segunda mitad de los sesenta, puedo citar algunas cuestiones que pueden tener relación con la 2 Nombre coloquial con el que los estudiantes se refieren a la Escuela Nacional de Arquitectura . 3 Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional. 45 46 1 Alfonso Rodríguez Pulido plática. La carga de estudios de matemáticas era tan abrumadora para la mayoría de los estudiantes, que éstos no se proponían dedicar mayor tiem- po a estudios teóricos, o al menos apartarse de la necesidad de aprovechar el escaso tiempo libre. El principal tipo de dibujo era técnico, aunque tam- bién se tomaban algunas clases de dibujo del natural y con modelo en vivo. La enseñanza en la ESIA estaba planteada para conseguir resultados efi- cientes en cuanto a cálculos de estructuras, sistemas constructivos, deter- minación de costes, etc. Todo lo anterior con una preponderancia por las "áreas mínimas". Lo "mínimo" era uno de los énfasis generalizado en los estudios de arquitectura a partir del movimiento moderno, recalcó Julio. La categorización del estudiante que trabajaba en los estudios de sus profesores como dibujante o delineante, como también lo denominan, se ha utilizado históricamente de una manera peyorativa, continúo Carlos. Se ubicaba al dibujante como el "utility" del arquitecto, mientras éste es- peraba la "posesión de las musas". El que te identificaran como dibujanteequivalía (creo que sigue equivaliendo) a ubicarte en el último nivel de los integrantes de una oficina de arquitectura. Por tanto, después o durante tus estudios a lo que aspirabas era a dejar la "clase" de los dibujantes y aspirar a la de los "ejecutivos de la arquitectura", seres distintos o que, al menos, cobraban más. - Julio, hiciste mención de tus profesores. ¿Recuerdas algún interés especial en alguno de ellos por inhibir el dibujo, al menos de ma- nera indirecta? - Los profesores de la Nacional, ubiquémonos antes de los cincuenta, eran magníficos dibujantes. No recuerdo algo así como una instruc- ción expresa para proscribir el dibujo. Lo que se discutía eran los excesos en los que cayó el dibujo en la Academia, pero parece que esto no es exclusivo de México, sino que sucedió en todas partes. - Pero aquí con más atraso -interrumpe Carlos. Discusiones sobre la enseñanza de la arqu itectura en México 1 47 - No lo sé bien, pero puedo decir que impactaron en los profesores -y sobre todo en nosotros- las publicaciones con dibujos de Le Corbusier. Más tarde los de Niemeyer, que eran iguales. Todos los profesores idolatraban los croquis lecorbusianos y nos exigían que dibujáramos así. Recuerdo que en una ocasión un profesor, refi- riéndose a una revista, nos dijo: "en este dibujo está todo: esencia, forma y concepto". Aun con todo esto, algunos de los profesores de más edad continuaban machacando con las composiciones clá- sicas. Obviamente que a nosotros nos atraía más la simplicidad de los "monos" de las revistas. - Villagrán expresó concretamente que "el arquitecto no es un dibu- jante sino un constructor" ¿No es esta una instrucción específica? Creo que en el ámbito teórico sí existió una abierta predisposición por todo lo que oliera a académico. Aunque, por otro lado, algunos profesores formados en la Academia tenían que ser, por ley natu- ral, los que presentaran las más ardientes arengas contra la Acade- mia. Es como la lucha generacional entre padres e hijos al cambiar las condiciones y la naturaleza de las circunstancias. ¿Las batallas ideológicas, en el proceso histórico de la filosofía, no han sido en - tre aristotélicos y platónicos? No debe entonces extrañarnos, así se avanza . La cuestión se hizo más compleja al mezclar las ideas-fran - quicia de las vanguardias europeas, donde la lucha contra las aca - demias se daba en una esfera incluso del control del mercado del arte. Las ideas de personajes como Gropius, Mies, Breuer, Kandins- ky, Hannes Mayer,4 Paul Klee, por mencionar sólo unos cuantos, nos refieren posturas que, en lo fundamental, atacan los sistemas de enseñanza de las academias. ¿Y cuál era la asignatura y el sistema pedagógico más utilizado en ellas?: ¡el dibujo! Por tanto, se estaba 4 Mant iene residencia en México y contacta con la escuela mexicana, sobre todo con los arquitectos que conformaron la ESIA. 48 1 Alfonso Rodríguez Pulido atacando en la primera línea de fuego la dibujística académica. Hay que decir que los cambios en las orientaciones del arte y, ob- vio, en su producción, están profundamente ligados a la ideología, la tecnología disponible y al mercado que lo adquiere. La reacción de las vanguardias estaban respondiendo en consecuencia. Pero de lo que tengo serias dudas es que en este cambio antiacadémi- co, por cierta ira que motiva toda "revolución", no se tuvo el cui- dado de diferenciar lo sustantivo de la pedagogía de la Academia. Al menos esa es la impresión que tengo de la escuela mexicana. Paradójicamente, la Bauhaus intenta, desde su propuesta funda- cional, la recuperación de las ventajas del trabajo en los talleres de maestros; debemos recordar que si alguna actividad estaba ligada a los talleres desde la Edad Media y el Renacimiento era justamen- te el dibujo como base de toda obra artística. - Quiero intervenir para aclararle a Enrique algunas de nuestras co- munes preocupaciones. Considero que el dibujo como tal no po- demos apartarlo, de ninguna manera, de la acción de proyectar arquitectura. El arquitecto dibuja como necesidad de ser, no hay otra manera de lograrlo. El proyecto de arquitectura está irreme- diablemente ligado a la actividad gráfica. De mi etapa estudiantil recuerdo una anécdota que leí sobre el arquitecto japonés Kenzo Tange, cuando al referirse a un colaborador acerca de la idea de un proyecto, casi en trance, le dijo: "piensa en los cerezos en flor". Esto se nos repetía por nuestros profesores para que imaginára- mos nuestros respectivos encargos. Por más que intentaba ade- cuarlo a mi situación y me esforzaba en imaginar al menos un árbol de ciruelas en flor, me quedaba paralizado, como seguramente le pasó a mi colega japonés. Esto parece parte de un show. También recuerdo la obsesiva importancia hacia el programa arquitectó- nico y de las asignaturas que aparecen en los planes de estudio Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 49 en relación con su definición científica. Creo que a la disciplina le hace daño los excesos de teoría. La cuestión en la enseñanza más bien parecía corresponder a una lucha entre profesores por demostrar la posesión de "verdades por revelar". En la medida en que éstas menos se comprendían, pues mejor para el profesor y para la sacra teoría. - ¿Alguna vez dirás algo en serio, Carlos? - Estimado maestro, las cosas serias hay que decirlas con humor, lo demás es solemnidad, y con ella no podemos comunicarnos - to- dos lo seguimos con risas . Continuó: - Algunas veces he dicho algo que a muchos, por lo menos, ha in- comodado. Creo que la enseñanza de la arquitectura está llena de mitos que en ocasiones impiden su avance en el sentido crí- tico. Tenemos, por ejemplificar, que hasta fechas muy recientes han aparecido escritos acerca de la actividad promociona! hecha por Le Corbusier a través de sus textos, que embadurnó con cier- to halo de cientificismo y que pronto adquirieron categoría de doctrina; las posturas no menos doctrinarias de Mies y Gropius o, en el caso norteamericano, P. Johnson, Wrigth, Eisenman, por citar sólo algunos. Aunque de distintas épocas, todos se han en- cargado de construirse su propio mito o han sido complacientes en su edificación. Aquí también tenemos los nuestros: Mario Pani, Pedro Ramírez Vázquez, Agustín Hernández y, sobre todo, el mito que más daño ha hecho a la arquitectura en México: "la teoría de José Villagrán". Al decir esto, la mesa se revolvió. Carlos sonrió mientras garaba- teaba sobre una servilleta; Jorge y Enrique no parecieron darse cuenta de lo mencionado, pero Julio se puso tenso y se colocó en el borde de la silla. 50 1 Alfonso Rodríguez Pulido - No sé por qué dices esto, Ricardo -intervino-; asumo que tal vez lo expreses en ese tono porque no conociste a profundidad al maes- tro Villagrán, quien fue quizá el personaje de mayor envergadura en cuanto a definición teórica, obra construida y, sobre todo, por sus extraordinarias clases en la Nacional. - Hace un minuto acordamos establecer causas probables del tema que estamos abordando. Lo que dije lo estoy refiriendo a la mitifi- cación de la denominada "teoría de Villagrán" y no a su persona. Estas "teorías" no corresponden a un texto o reflexión original, él mismo lo advierte en reiteradas ocasiones. Los profesores hoy les machacan a sus alumnos dos o tres consignas impuestas doctrina- riamente, que su propia falta de análisis las ha convertido en actos de fe, atribuyéndole la paternidad original al arquitecto Villagrán lo que termina convirtiéndolo en el centro donde convergen to- das las referencias de la conformación de las escuelas mexicanas. Dibujos de José Vlllagrán García. (UNAM, 1990: 2, 1990: 3) Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 51 De hecho no existen teorías originales en el sentido estricto. La historiografía de la arquitecturaestá plagada de una serie de ex- plicaciones sobre el fenómeno arquitectónico y, recientemente, sobre la "creación de la obra". Por tanto, los estudiosos de la ar- quitectura van acumulando información al respecto y formándo - se su propia idea del asunto adecuándola a su circunstancia de vida. En el caso específico de Villagrán, su afición al estudio de- rivado de su formación familiar religiosa, la disciplina "marista" y el contacto con Guillermo Zárraga (quien comenzó a plantear la necesidad de cambiar la enseñanza academicista y enfatizar las ideas resumidas en Guadet5 sobre el programa arquitectónico) y Carlos Lazo, sus profesores, incidieron de manera determinante en la orientación de sus conceptos sobre la arquitectura y la ense - ñanza. La necesidad de concretar apuntes para su asignatura de teoría permitió a Villagrán formular una serie de reflexiones para transmitirla a sus alumnos; sus actividades profesionales como funcionario que debía decidir en el proyecto y construcción de edificios, sobre todo hospitalarios, redondearon su tendencia a potenciar los análisis de la organización funcional de las plantas arquitectónicas a través de exhaustivos check list -como dirían hoy los enterados de la productividad- para determinación del programa y superficies. Los mitos de los que expreso mi opinión son, por otra parte, necesarios para avanzar en la vida; sin ellos requeriríamos demostrar todo, dudar de todo. Esto sí resultaría una complicación operativa; es más cómodo hacer un acto de fe que dudar de algo. El "mito Villagrán" no es difícil de entender. Su construcción comienza en la época en la que llegan a América los no menos míticos personajes de la Bauhaus, que junto a otros 5 Julien Guadet, arquitecto y profesor de Beaux-Arts de París y autor, entre otros textos, de E/ements et Theorie de L'Architecture. 52 1 Alfonso Rodríguez Pulido arquitectos europeos vieron aumentada su popularidad al radicar en los Estados Unidos y ostentar cátedras en las escuelas y univer- sidades de mayor prestigio en América: Gropius, como director de la Escuela de Arquitectura de Harvard, junto a Bruer; Mies, jefe del Departamento de Arquitectura en Chicago, y Moholy-Nagy en la Escuela de Diseño de Chicago. En México, justo después, en los cuarenta, comenzó el crecimiento expansivo de escuelas de arquitectura, todas a partir de la que en un tiempo fue la única: la Escuela Nacional de Arquitectura. Al colocarse los escasos "teó- ricos" (o profesores de teoría) en el centro de la onda expansiva, sus escritos y conceptos causaron idéntico efecto que los teóricos europeos de las vanguardias: sus palabras ejercieron tal autoridad intelectual que propiciaron una suerte de petrificación ideológica. Una situación que favorece aún más el proceso de mitificación de los planteamientos o conceptos de Villagrán es que no podemos conocerlos con mayor precisión y de primera fuente. Gran parte de la literatura disponible corresponde a la mano de ex alumnos y arquitectos quienes, como Ramón Salguero, cumplen una labor de intérpretes y recopiladores de sus clases, conferencias, discursos, artículos publicados y entrevistas. En buena proporción son estos personajes los que presentan su interpretación de los escritos de Villagrán. ¡Terrible! Todo lo que no puedes tocar se convierte en un mito. Las teorías, en este sentido, lo son. La reacción de todos cambió; de la agitación inicial que causaran las palabras de Ricardo (principalmente en Julio, pero que se contagió a los estudiantes por la reputación que éste siempre ha tenido entre los jóvenes), a una perceptible alerta, como de animal en espera de las reacciones de la presa, causada por la pausada forma de expresarse de Ricardo, quien continuó: Discusiones sobre la enseñanza de la arqu itectura en México 1 53 - A lo que me refiero, amigos, es a la falta de objetividad crítica acerca de la época en la que arquitectos como Villagrán ejercían como docentes y teóricos. Recuerden y coincidirán conmigo que, durante la carrera, el tiempo disponible para estudiar algo más que los apuntes de los profesores resultaba una empresa compli- cada por la carga de trabajo. Estos apuntes, constituidos por re- copilaciones, síntesis bibliográficas, selecciones de conceptos re- levantes, etcétera, tenían por objetivo hilar las clases y obviar el esfuerzo de los estudiantes que, casi como una característica de la profesión, han demostrado su apatía para leer textos. Esto no es exclusivo de los aprendices de arquitectura; si pensamos en los estudiantes músicos, la carga intensa en horas de práctica ins- trumental los aleja de una visión general en lo cultural, incluso en la propia cultura musical. Tenemos así magníficos "niños prodi- gio" que han dedicado su vida a ejecutar un instrumento y, exa- gerando la nota, resultan ignorantes de su envolvente cultural. Volviendo a Carlos Lazo o Guillermo Zárraga, por ejemplificar, son profesores de los que poco se sabe hoy, pero motivan a nuestro personaje en principios teóricos en los que fundamentará sus pos- teriores cursos; pero aquellos no vivieron la época de expansión de las escuelas del país -el centro de la onda-, como sucede con Villagrán. Pongamos otros casos: O'Gorman y Enrique Yáñez, dis- cípulos respetados por Villagrán (aunque el primero presenta dis- crepancias teóricas con su maestro), fueron invitados a formar la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, en el Politécnico. Ambos no tuvieron mayor repercusión en el marco de las escue- las mexicanas, entre otras causas, porque la ESIA no ahijó escuela alguna sino hasta fechas recientes. Además, no podemos olvidar una aparente contradicción en la que vivió la enseñanza de la ar- quitectura en el México de la primera mitad del siglo xx cuando, 54 1 Alfonso Rodríguez Pulido financiados por el gobierno producto de la Revolución, los arqui- tectos representaban la herencia de una élite que históricamente estaba habilitada por la Academia para el control de la producción de arquitectura. Antes, durante el porfiriato, aunque las obras de mayor relevancia fueron ejecutadas con proyectos de arquitectos extranjeros -europeos en su mayoría-, estos hechos contribuían y reafirmaban la posición de los arquitectos como clase especial. En los años treinta y cuarenta los profesores de la ENA, en su mayoría egresados de la Academia de San Carlos, tuvieron que hacer una suerte de "caldo de ideas": por un lado, habían recibido un tipo de preparación que potenciaba el "genio individual" renacentista y, por el otro, incluían en sus clases ideas de las vanguardias eu- ropeas, coincidentes con el entorno político social de los gobier- nos post-revolucionarios. Sus estudiantes, por tanto, no sabíamos traducir adecuadamente esta situación: tanto se nos exigían solu- ciones "originales" e individuales como, al mismo tiempo, se nos --- · - - -------Ji Nedeluko Oraglc. (Rius, 1984: 33) Discusiones sobre la enseñanza de la arquitectura en México 1 55 alentaba al trabajo en equipo; además se privilegiaban los análisis cuantitativos de programas arquitectónicos. La primera exigencia correspondía a la herencia de la enseñanza academicista y la otra a su antagonista europea. Una se apoya claramente en la promoción del dibujo como sistema de copiado y producción de proyectos de arquitectura, en tanto la otra rechaza en abierto el protagonismo de la actividad gráfica tanto en la enseñanza como en el ejercicio profesional del arquitecto: "la necesidad de partir de un análisis minucioso del programa y sus determinantes; que no deben pre- concebir formas, éstas deben ser el resultado y no el punto de pa r- tida; que el dibujo debe ser un medio de representación y no de expresión, y el arquitecto ser constructor más que dibujante",6 diría una de las proclamas villagranianas en coincidencia con los repre-
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