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Av. Hidalgo 935, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, Jalisco, México bibliotecadigital@redudg.udg.mx - Tel. 31 34 22 77 ext. 11959 UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA COORDINACIÓN GENERAL ACADÉMICA Coordinación de Bibliotecas Biblioteca Digital La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos que posteriormente quiera darle a la misma. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS DEPARTAMENTO DE HISTORIA DOCTORADO EN HISTORIA/IBEROAMÉRICA La organización social en el norte de Chiapas. Relaciones de poder en tres fincas cafetaleras: El Triunfo, Cuncumpá y La Primavera (1893-1940) T E S I S Que para obtener el grado de Doctor en Historia Presenta CARLOS ARCOS VÁZQUEZ Director de Tesis DR. AGUSTÍN HERNÁNDEZ CEJA Guadalajara, Jalisco Noviembre 2020 México Tabla de contenido Introducción ............................................................................................................................ 1 Fuentes .................................................................................................................................... 8 Métodos y técnicas de investigación ...................................................................................... 9 Marco interpretativo ............................................................................................................. 10 Haciendas.............................................................................................................................. 11 Grupos sociales ..................................................................................................................... 24 Capítulo I Características históricas y socioculturales de la región de estudio ........... 29 Introducción .......................................................................................................................... 29 1.1. Denominación y espacio de los choles .......................................................................... 29 1.2. Los choles en el periodo colonial .................................................................................. 31 1.3. Características de los choles y su relación con el medio natural ................................... 35 1.4. Factores que determinaron la llegada de las fincas cafetaleras a las montañas del norte .............................................................................................................................................. 40 1.5. La formación de la región norte de Chiapas .................................................................. 43 Capítulo II Contexto de la economía internacional y nacional para la inversión local, 1870-1910 ............................................................................................................................. 52 2.1. Introducción ................................................................................................................... 52 2.2. Contexto internacional: la expansión económica y la inversión para la modernización de los países de América ...................................................................................................... 56 2.3. Contexto nacional: la apertura económica de México y los afanes modernizadores .... 69 Capítulo III Origen y desarrollo de las fincas cafetaleras ............................................ 77 3.1. Introducción ................................................................................................................... 77 3.2. The German American Coffee Co. ................................................................................ 82 3.3. Finca Cuncumpá ............................................................................................................ 93 3.4. Finca La Primavera ...................................................................................................... 101 Capítulo IV Historia de la vida cotidiana en las fincas cafetaleras............................. 109 4.1. Algunos aspectos teóricos de la vida cotidiana ........................................................... 109 4.2. Medios de transporte de las fincas cafetaleras: mulas, barcos y trenes ....................... 113 4.3. La organización doméstica .......................................................................................... 123 4.4. Las expresiones religiosas dentro y fuera de las fincas ............................................... 125 4.5 La instrucción pública en Chiapas y la educación en las fincas ................................... 128 Conclusiones ...................................................................................................................... 135 Bibliografía ........................................................................................................................ 137 Fuentes ................................................................................................................................ 137 Entrevistas .......................................................................................................................... 137 Otras fuentes ....................................................................................................................... 144 INDICE DE CUADROS Y GRÁFICAS INTRODUCCIÓN Cuadro 1. Clasificación de los grupos sociales en la región norte de Chiapas 1893-1940…..............26 CAPITULO 1 Gráfica 1. Crecimiento poblacional en Chiapas 1895-1940……………………………………………………….….49 Gráfica 2. Crecimiento poblacional en la región norte de Chiapas 1895-1940.………………………….….50 CAPITULO 3 Cuadro 2. Lista de fincas rústicas ubicadas en Salto de Agua, Catazajá, Tumbalá, Petalcingo, Tila y Palenque, en el Departamento de Palenque en el año de 1897……………………………………………………86 Cuadro 3. Lista de los extranjeros que radicaban en el municipio de Tumbalá, Distrito de Palenque, Estado de Chiapas 1936……………………………………………………………………………………………………...100-101 CAPITULO 4 Cuadro 4. Comparativo de la producción de cacao en toneladas en los últimos años de la década de los noventa del siglo XIX, entre Tabasco y Chiapas…………………………………………………………………114 Cuadro 5. Total de escuelas oficiales en el Estado de Chiapas, 1910…………………………………………..132 INDICE DE MAPAS CAPITULO 1 Mapa 1. Ubicación del grupo cholano en las Tierras bajas del sur del área maya…………………………33 Mapa 2. Ubicación de los choles en los municipios de la región norte de Chiapas…….……35 Mapa 3. Regiones fisiográficas de Chiapas; se aprecian las llanuras de Pichucalco y Palenque…….45 Mapa 4. Ríos que hacían fértil a la región………………………………………………………………………..…….47 CAPITULO 3 Mapa 5. Área de estudio de la región norte del estado de Chiapas………………………………………........78 CAPITULO 4 Mapa 7. La ruta del río Tulijá era navegable desde Salto de Agua, pasando por San Juan Bautista (hoy Villahermosa, Tabasco) hasta llegar al golfo de México (marcado en línea roja)…………………119 *Observación del mapa 7, no corresponde con el número de seguimiento de loa mapas, debería ser el numero 6* INDICE DE IMÁGENES Capítulo 1 Imagen 1. Las fases de la Luna rigen las actividades agrícolas y pecuarias de los antiguos ch´oles; parte del conocimiento milenario……………………………………………………………………………………….……….32 Imagen 2. Dios de la agricultura, considerado como la deidad del maíz……………………………………...37 Imagen 3. Ixchel, diosa de la luna, relacionada con la fertilidad, se representa como una señora abrazando un conejo en medio de la luna, en otras imágenes una señora vieja hincada, en ocasiones…………………………………………………………………………………………………………………………………....48 CAPITULO 3 Imagen 4. Aspectos del patio de secado natural de la finca El Triunfo en 1920 …………………….….…79 Imagen 5. Características fisiográficas y cadenas montañosas de la región norte de Chiapas…......83 Imagen 6. Aspectos de la finca El Triunfo en 1910…………………………………………………………..…….…….90 Imagen 7. Imagen recreada de la finca El Triunfo en sus años de esplendor…………………………..…...91 Imagen 8. Familia Kanter Urrutia de la finca Cuncumpá, María Urrutia de Kanter con cuatro de sus hijos…..…………………………………………………………………………………………………………………..……………………95 Imagen 9. Partes de un motor tostador, utilizado en la época del esplendor de la finca………………99 Imagen 10. Antigua casona de la finca La Primavera y parte del beneficio del café…………………….102 CAPITULO 4 Imagen 11. Barco alemán en el río Tulijá, Salto de Agua, 1920…………………………………………………..115 Imagen 12. Buque de vapor alemán “Kosmos”, viajes de Hamburgo a varios países de América Latina…………………………………………………………………………………………………………………………………….…..116 Imagen 13. Pataches de mulas trasladando café pergamino hacia el río Tulijá……………………..……121 Imagen 14. Monedas finca La Primavera………………………………………………………………………………..….123 Imagen 15. Moneda El Triunfo……………………………………………………………………………………………………123 Imagen 16. Familia Morison y misionera Evelyna, Tumbalá, Chis. 1950 (Evelyna, tercera de izquierda a derecha, tiene sobrepuesto un suéter negro, está abrazando a Porfirio Morison Trejo, con pantalón negro)…………………………………………………………………………………………………………….…....128 AGRADECIMIENTOS En esta parte del trabajo, es donde me negaba hacerlo porque significa que se está cerrando un ciclo de mi vida, había que recordar a todos aquellos que de alguna forma aportaron a este trabajo, a las instituciones, amigos y familiares, el orden en que se presenta no tiene un significado especial, palabras más o palabras menos, todos son importantes en mi vida. A las instituciones: A la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), por darme la oportunidad de seguir formándome profesionalmente en la disciplina de la Historia y su apoyo con la beca. Al Programa para el Desarrollo Profesional Docente, de tipo superior de la Secretaría de Educación Pública, Por su invaluable ayuda a través de la beca. A la Universidad de Guadalajara (UdeG) a través del programa del Doctorado en Historia iberoamericana, por creer en mí y formarme en sus aulas. A los archivos municipales de Tumbalá y Salto de Agua, así como el archivo Histórico del Gobierno del Estado y biblioteca del congreso del estado de Chiapas y su personal que en ella labora, por facilitarme los documentos, su amabilidad y comprensión a mi necesidad que les presente constantemente. A Dios por darme la oportunidad de volver a vivir después de la crisis de salud que viví en este año de la pandemia, quiero agradecer siempre, porque tengo la oportunidad de seguir construyendo mis sueños y ver la vida en el nuevo amanecer; de convivir de nuevo con mis seres queridos. Gracias. A las familias: Calvo Moreno, por alentarme a seguir con el objetivo. Soto Calvo, por su invaluable apoyo y darle bases a mi vida. Ramos Calvo, por su constante aliento que me permitió capitalizarlo en oportunidades, sus palabras motivacional que me empujaron a lograr la meta. Guzmán Calvo, su apoyo en diversos momentos ya sea moral y económico fueron las píldoras de ánimo que me fortalecieron para continuar el camino emprendido. Pérez Calvo, sus llamadas fueron los que alentaron y fortalecieron mis senderos, su disposición de apoyo siempre presente. Por último a la familia Calvo Ocaña, me dieron lo más valioso para fortalecer mis luchas cotidianas, su cariño son motores para el alma. A todo ellos no tengo palabras para agradecer, eternamente agradecido. A mi director de Tesis: Dr. Agustín Hernández Ceja, por guiarme siempre con su luz, pudo iluminar mi necesidad de aprender, me recupero en los momentos más complicados de mi vida en el programa del doctorado. Me escucho siempre, me dejo hablar y hacer lo que yo quería, siempre supo conducirme a la realidad, de él aprendí como académico pero sobre todo como un gran ser humano. Mi referencia será siempre él, gracias Dr. Agustín por su apoyo. Al Dr. David Carbajal López, Dra. María Pilar Gutiérrez Lorenzo Coordinadora del Doctorado en Historia, por darme la oportunidad de ser parte de esta primera generación y ser nuestros apoyos cada día. A mis profesores que me formaron todos ellos excelentes académicos con un alto grado de capacidad académica. A mis lectores Dra. Rosa Vesta López Taylor, Dr. Manuel Alejandro Hernández Ponce y la Dra. María de Los Ángeles Gallegos Ramírez, a lo largo de mi formación y en los diversos coloquios empezaron a leer mi trabajo aun cuando no tenía forma pero sus comentarios y observaciones fueron fortaleciendo y dándole forma al trabajo que presento el día de hoy. A todos un sincero agradecimiento por su apoyo académico. A mis amigos A María Rosas por darme su amistad desde el primer día cuando era un total desconocido en la inmensa ciudad de Guadalajara, abrirme su casa son de las acciones que me deja siempre como un eterno agradecido, por sus palabras motivacionales; María eres mi referente de esa geografía. A mi amigo Juan Pablo Torres Pimental por considerarme siempre parte de tu equipo académico, tus guías hacia los Altos de Jalisco son otras acciones que me ayudaron a entender los diversos espacios, a ti amigo gracias siempre. Cinthia Cortazar R. gracias por ser parte de diversos momentos en la ciudad y en el aula, tu disposición de ayudar me permitieron alcanzar mis metas, gracias cinty. A Laura Castro por sus constantes observaciones para mejorar el trabajo en la parte de la redacción y guiar los rumbos de la investigación, su experiencia fue fundamental en los diversos momentos en el salón de clases para apoyarme y motivarme, amiga gracias por tu apoyo. Laura Muñoz Pini amiga entrañable tú me dijiste que la investigación debía ser desde la misma experiencia y desde el centro del corazón que no había que buscar más, los documentos era para fundamentar la investigación, los tome en cuenta ahora se ve plasmado tu apoyo en este trabajo. Carmita Remigio Montero, tu alegría, tu chispa y carisma cubana alegraron nuestros diversos espacios y momentos donde me permitiste convivir, el ron cubano fue factor para hablar de la historia de los países caribeños y sobre todo del tema de investigación, tu aportación a la redacción es un acierto; tu ayuda siempre estuvo presente sin mirar a quien, gracias. Marco A. Acosta R. tu formación de antropólogo ayudaron a conducir mi discurso. Cristóbal Moncada tu experiencia nos ayudó a ordenar mi idea. Ixchel N Anguiano tu ayuda bibliográfica al tema de la historia están presente. Laura Ramírez, Julio y Alejandro su compañerismo me los llevo siempre. A todos mis colegas de generación 2016-2020 gracias. A mis padres: Francisco Arcos S. y Anita Vázquez S. gracias por seguir apoyando mi camino, alentando mis esfuerzos siempre les estaré agradecido por darme la oportunidad de emprender esta formación. A mi hermano Eligio por motivarme desde el otro lado de la frontera y su apoyo son parte de mi progreso. A mis hermanas Bella y Heidy gracias por sus alientos. Po último, a mi familia porque fueron los primeros que me apuntalaron, que cimentaron las bases de mi ser, mi compañera de vida, Lidia, no hubo un solo momento que me abandonara para conseguir la meta, tu hiciste la parte que te correspondía, me ayudaste a leer algunos documentos cuando me alcanzaba la desesperación cuando no conseguía entender, acompañaste en los momentos de oscuridad y sobre todo estuviste a mi lado cuando luchaba por sobrevivir, gracias. A mis hijas Ixchel y Natalia me acompañaron cuando más las necesitaba, su amor es el motor de mi vida 1 Introducción Corría el último lustro de la década de los años setenta del siglo XX, cuando por las noches mis abuelos paternos y maternos en diferentes momentos y espacios me contaban la historia de “los tiempos de mozos”.1 Sus voces se quedaron marcadas en mi mente, así como las historias de crueldad que escuchaba en las horas del café. Mientras hablaban, en sus labios se marcaban el sufrimiento, el dolor y la angustia: también era “el tiempo de las fincas”. No había otro escenario mejor para contar que alrededor del fogón de una humilde cocina, construida con tablas y techo de “guano”. En ese momento, quizás por mi edad, no identificaba los años durante los que se causó tanto daño a toda una población. La colectividad de los habitantes de esta región eran hablantes de la legua chol. Pareciera que la gran mayoría había pasado por esa experiencia amarga en las fincas cafetaleras. Solo quedaron grabados algunos conceptos en mi memoria: mozos, café, fincas, extranjeros, alemanes, ricos, capataces, gringos, poder, trabajo, raza... piezas sueltas de toda una enmarañada historia. Al iniciar esta investigación desconocía el origen y el destino de las fincas cafetaleras de la región norte; me ausenté del lugar por algún tiempo y olvidé las partes fundamentales de aquellas historias. Era momento de recabar las fuentes que me permitieran comprender el complejo proceso de la historia social. Así, el inicio del trabajo para la comprensión del pasado fue un recorrido por el espacio geográfico incluyendo la visita a las antiguas fincas que se encontraban desaparecidas por varios motivos, entre otros, la destrucción por los pobladores, la sustitución por nuevas viviendas o el avance de la vegetación exuberante de la zona que las cubrió conforme se acumulaban años de abandono una vez que dejaron de ser productivas. Tanto las charlas de mis abuelos como el recorrido por la región de estudio me motivaron a indagar lo siguiente, para empezar: ¿cómo habían ocurrido las cosas en el norte de Chiapas?, ¿cómo vivía la población Chol antes de la llegada de las fincas cafetaleras?, ¿cómo se insertaron en un sistema productivo extranjero?, ¿qué tipo de relaciones sociales mantuvieron los pueblos originarios choles con los ladinos y con los extranjeros? y ¿cómo se organizaba una finca cafetalera? 1 Esta expresión alude al tiempo cuando los indígenas choles fueron la mano de obra en las fincas cafetaleras. 2 Con esto pude darme cuenta de que las cosas no iban a ser sencillas. Era comprensible que 75 años después, el paisaje natural y social no iba a ser el mismo. Que había que buscar en los archivos documentos que me permitieran empezar a delimitar la temporalidad de esta investigación. Abordé el periodo que va de 1893 a 1940, debido a que en ese lapso es posible observar la organización social en una región cafetalera, el entorno natural que hizo posible su explotación o uso, las relaciones interétnicas entre extranjeros y nativos de la zona cafetalera, así como las políticas económicas locales, nacionales e internacionales que permitieron la instalación de grandes empresas cafetaleras en el Estado. La literatura que encontré sobre el tema resultó fundamental para comprender el proceso investigativo. Los testimonios orales de los ejidatarios también fueron parte importante en la construcción de la nueva historiografía de la región norte; desde luego, las huellas que aún quedan me ayudaron a conformar el rompecabezas de lo que nombré La organización social del norte de Chiapas: una relación de poder dentro y fuera de las fincas cafetaleras (1893-1940). Al respecto, conviene decir que existen investigaciones de historia general y regional de Chiapas. Sobre las primeras puedo mencionar las aportaciones de Antonio García de León Resistencia y Utopía. Memorial de agravios y crónicas de revuelta y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia (1985). Este trabajo busca sintetizar 500 años de historia de la entidad desde el inicio de la colonia hasta finales del siglo XX. Su enfoque metodológico fue novedoso en los años ochenta, pues en esa época no existían estudios que pudieran explicar el proceso histórico del desarrollo económico en la zona. Su gran aporte fue dividir el tiempo en tres momentos del desarrollo económico vinculados al cacao, el café, el ganado y el petróleo, actividades significativas que marcaron la economía chiapaneca. Este enfoque evolutivo, de acuerdo con el auge de cada producto, me ayudó a pensar en el inicio de la plantación del café, su auge y decadencia. Hay un hilo conductor dentro de este trabajo para conocer los cinco siglos de la historia de Chiapas y es justamente el definido por las plantaciones y las formaciones de las haciendas y las fincas. Thomas Benjamin, en Tierra rica, pueblo pobre (1995), aporta elementos importantes que ayudan a entender la llegada de los extranjeros y su inversión económica en la región. 3 Expone antecedentes históricos desde la Independencia de Chiapas, Federación de Chiapas con México o anexión de Chiapas a la República mexicana, hasta 1890, y a partir de este tiempo divide la historia en tres partes: la primera, presenta la importancia de la modernización de Chiapas, de 1890 a 1910, momento en que se manifiesta el impacto de las políticas económicas del Gobierno del presidente Porfirio Díaz y de los gobiernos progresistas en el Estado, particularmente los conocidos como gobiernos Rabasista. La segunda parte se centra en el periodo revolucionario (1910-1920). Si bien es cierto que en Chiapas no tuvo la relevancia de otros estados o regiones, se respiraban aires de descontentos sociales entre desprotegidos y la oligarquía chiapaneca; para 1914, los efectos revolucionarios se vieron en la lucha por el control territorial entre el gobierno carrancista y los políticos y terratenientes locales. La tercera parte, de 1920 a 1950, trata sobre los conflictos políticos y económicos que existían entre los grupos de poder, entre la defensa de intereses de clase, la reconstrucción de los grupos que encabezaron la revolución como los mapaches, por un lado y, por otro, el partido socialista chiapaneco, que trataba de buscar la defensa de la posición ideológica y política. Robert Wasserstrom, en Clase y sociedad en el centro de Chiapas (1989), enfoca su atención en dos comunidades indígenas de los Altos de Chiapas: Chamula y Zinacantán. Hace, efectivamente, una aportación sobre la zona, pero no reflexiona en torno a las relaciones interétnica con las demás poblaciones de la entidad, desde los inicios de la colonia hasta 1975. No puede pasar inadvertido un trabajo importante de Justus Fenner: La llegada al sur: la controvertida historia de los deslindes de terrenos baldíos en Chiapas. México en su contexto internacional y nacional, 1881-1917 (2015). En él podemos encontrar los primeros cambios en la historiografía agraria chiapaneca, pero, además, se puede ver que la política de deslindes de terrenos baldíos y la colonización de tierras de las últimas dos décadas del siglo XIX y las primeras del XX, no solo son un caso local, la inversión la hicieron empresas extranjeras. Los intereses nacionales e internacionales en las concesiones de deslindes trastocaron los sistemas de organización en la tenencia de la tierra con las poblaciones indígenas de todo el Estado de Chiapas y, desde luego, de los nacionales, lo que favoreció una nueva forma de explotación de la mano de obra en las plantaciones, es decir, un cambio 4 en la organización social; por ello no se pueden exponer las relaciones de poder sin contemplar los orígenes de la tenencia de la tierra a partir de los deslindes de terrenos baldíos. Ese sentido define el trabajo sobre aportaciones económicas de Cuauhtémoc González Pacheco: Con el capital extranjero en la selva de Chiapas de 1863 a 1983 (1983); un aporte fundamental para conocer el comportamiento económico de la región y las inversiones en el territorio. El autor explica que la producción cafetalera sirve para comprender la modernización de estos lugares, incluso clasifica las inversiones de acuerdo a la producción en cada espacio. Señala que a finales del siglo XIX y principios del XX fue muy importante la inversión extranjera en la siembra de cafetos en el norte de Chiapas y el Soconusco porque se puede notar la introducción de sistemas modernos para la producción agrícola, así como de vías de comunicación, específicamente en el Soconusco; no así en la región norte donde no se pudo establecer una red de caminos rápidos; solo se mantuvieron los caminos reales y de arriería. Es importante no perder de vista este último aspecto, es decir, los caminos que comunicaban a las montañas del norte de Chiapas. En cuanto a la Selva Lacandona, Jan de Vos, en la segunda entrega de su trilogía2 de estudios históricos sobre esta zona: Oro verde, la conquista de la Selva Lacandona por los madereros tabasqueños 1822 a 1949, (1996) presenta el proceso caracterizado por la explotación inmoderada de los recursos naturales con esta acción se inicia el ecocidio más grande que se recuerde en la historia de Chiapas, primero (1870-1880) por la incursión de los exploradores tabasqueños y chiapanecos que no son más que madereros que buscaban comercializar la caoba de la Selva Lacandona; en un segundo momento (1880-1895) entran compañías madereras que continúan la explotación de los recursos naturales en gran escala, acompañada de la explotación de la mano de obra de las poblaciones indígenas de la región, sobre todo de las más cercanas. El mismo autor expone que se utilizaron diversos recursos y estrategias para conseguir mano de obra indígena de pueblos más retirados para ser utilizados en las monterías.3 De Vos hizo una caracterización natural de la región de la selva y el norte de Chiapas; su análisis sobre los sistemas de comunicación se enfocó en los ríos navegables 2 Los tres trabajos que ha elaborado Jan De Vos sobre la Selva Lacandona se encuentra: La paz de Dios y del Rey. La conquista de la Selva Lacandona (1525-1821); el mencionado dentro del texto que corresponde al periodo de 1822 a 1949; el último de la trilogía Una tierra para sembrar sueños. La historia reciente de la Selva Lacandona 1950-2000. Todo esto es resultado de una investigación que llevó al autor más de 15 años. 3 Son campamentos de explotación maderera, en donde pernoctaban los trabajadores utilizados par el corte de la caoba. 5 y caminos reales, así como en el desarrollo de la arriería como un mecanismo de ingreso a las tierras profundas de la selva, y una vía hacia las zonas lacustres y montañosas del norte. Afirma que la historia moderna de Chiapas inicia en 1822, momento en que se independiza definitivamente de España, es cuando nace el Estado de Chiapas. Entonces inicia la incursión para explotar la madera y las tierras de la inmensa selva. Con el paso de los años, las empresas terminaron con la explotación de la caoba e iniciaron la venta de las tierras para el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas; más tarde esto afectaría nuevamente el entorno con sucesivos incendios que consumieron grandes extensiones de selva La historia contemporánea de las montañas del norte de Chiapas la conocemos gracias a las investigaciones de tipo arqueológico y antropológico de Alejandro Sheseña: Las pinturas mayas en cuevas (2006), quien realizó un estudio de las pinturas rupestres de los mayas en la cueva de Joloñiel. En narrativa sobresale el trabajo de Jesús Morales Bermúdez, Antigua palabra narrativa indígena Chol (1999). En esta obra podemos notar la gran gama de historias contadas y obtenidas entre los habitantes de Tila y Tumbalá, con ello demuestra la riqueza de la lengua: la musicalidad y la profundidad del significado de la lengua chol. La oralidad de los habitantes de Tumbalá se registra en la memoria histórica. Miguel Meneses López, en su obra K´uk´ Witz, cerro de los Quetzales. Tradición oral del municipio de Tumbalá (1997), recurrió a la oralidad como herramienta para reconstruir la historia de los choles de este municipio; indagó sobre su pasado y su presente. Con estas obras se ha recuperado la historia de los territorios donde solo se disponía de aportaciones etnohistóricas, complementarias de la historia porque proporcionan los medios para reconstruir los cambios históricos a falta de fuentes documentales comunes y, por lo general, abordan el lado nativo de la historia, a menudo omitido por los historiadores (Carmack, 1999, p. 401). De manera más puntual, los trabajos que revisé al inicio de esta investigación son los de José Alejos García, quien en su obra Mosantel, etnografía del discurso agrarista entre los choles de Chiapas, México (1994), presenta la técnica etnográfica para recoger información entre los habitantes que vivieron la experiencia de las fincas cafetaleras en El Triunfo. Incluye el testimonio de los choles “en los años de mozos”, particularmente los que trabajaban con inversionistas alemanes, identificados como esclavizadores de los campesinos 6 indígenas. Alejos García, al culminar este trabajo, se percató de que en la región donde se estableció la finca cafetalera El Triunfo, era necesario investigar una historia completa que explicara el origen de la inversión económica, las relaciones sociales que se generaron a partir de esta actividad, la participación de los choles en la revolución chiapaneca y, sobre todo, el conflicto agrario que causaron las ocupaciones de tierras comunales y nacionales en los territorios de la etnia chol. Gracias a otro trabajo de Alejos García: El archivo municipal de Tumbalá, Chiapas de los años de 1920 a 1946 (1990), hoy contamos con información valiosa sobre esa ciudad y la conformación de la región norte. En esa misma línea de investigación, en 1999 publicó Ch´ol/Kaxlan, identidades étnicas y conflicto agrario en el norte de Chiapas, 1914-1940, en el que analiza el inicio de la capitalización y modernización de la región a través de la inversión extranjera, que a la vez propició un conflicto entre los diversos actores. Es importante mencionar que su estudio se enfoca en la finca El Triunfo, desde la formación con capital alemán hasta llegar el capital estadounidense: The German American Coffee Company (GACC). En su contexto de crecimiento económico el investigador presenta a las familias con las que se establecen relaciones sociales y de poder. Uno de los historiadores contemporáneos sobre el tema es Emérito Pérez Ocaña cuya tesis doctoral titulada Fincas cafetaleras y capital extranjero en Tumbalá, Chiapas. El caso de El Triunfo 1894-1949 (2018), proporciona una guía fundamental para comprender la incursión de esta compañía que operaba con capital de inversionistas alemanes y estadounidenses. Todas las obras arriba señaladas me han servido de guía para continuar en aquellos ejes en los que no se ha hecho investigación o no se ha profundizado. Por ejemplo, aún no se han hecho trabajos que ayuden a comprender el presente de la región. No hay estudios que expongan las relaciones de comercio con las otras fincas como son los casos de El Triunfo, La Primavera y Cuncumpá. La presente tesis pretende coadyuvar en la generalidad y particularidad del tema de las fincas cafetaleras y sus relaciones sociales, económicas y culturales de la región norte de Chiapas. Así las cosas, es importante exponer un contexto general sobre la economía de los países capitalistas europeos del siglo XIX, así como la de Estados Unidos de Norteamérica. El primer contexto puede ser analizado desde algunas interrogantes: ¿en qué tipo de actividad 7 económica, los países capitalistas invirtieron en los países latinoamericanos? ¿Qué motivaciones tuvieron los alemanes para invertir en la producción cafeticultora en Chiapas? ¿Cuáles fueron los factores económicos, sociales, naturales y geográficos que permitieron el desarrollo del café en la región norte de Chiapas? Para ello se analizan los factores naturales de la región de estudio y determinar los alcances de la denominada región norte de Chiapas, así como los aspectos sociales y económicos de producción prevalecientes mediante las siguientes preguntas: ¿Qué organizaciones sociales habitaron el espacio? ¿Hubo alguna transformación lingüística en los pueblos establecidos? ¿Cuáles eran las características de los paisajes naturales y territoriales? Y sobre la formación de las fincas: ¿Cómo lograron los extranjeros obtener las tierras para la producción agrícola en la región norte de Chiapas? ¿Qué consecuencias sociales y económicas generó la aparición de un nuevo cultivo para los indígenas choles? ¿De dónde provenían los nuevos inversionistas agrícolas? ¿Cuáles fueron las nuevas relaciones de poder que se establecieron dentro y fuera de las fincas cafetaleras? ¿Cuáles fueron las estructuras de organización social para esta región? Son algunos cuestionamientos planteados para comprender la formación de las tres fincas que comprende esta investigación. Por último, a través del trabajo de campo en la región de estudio, logré escuchar las voces de los actores que participaron como peones y de los hijos de aquellas generaciones. Fue fundamental conocer el testimonio de los otros protagonistas que buscan reivindicar la memoria de sus antepasados, exponiendo que era necesario hacer producir la tierra y enseñar a trabajar a los naturales. Conocer las relaciones que se construyeron dentro de los espacios públicos y privados era clave para entender la historia de la vida cotidiana dentro de las fincas cafetaleras. ¿Cuáles eran las principales actividades que se desarrollaban en la casa principal de la finca? ¿Cómo se estructuró la organización de las actividades en la casa principal? ¿Cómo se obtenían los principales productos de consumo en la finca? ¿Cómo se realizaba la exportación de café? ¿Cuáles eran las principales vías de comunicación con el exterior? Todas estas preguntas entretejen la preocupación histórica por conocer las relaciones de poder: ¿Cómo se estableció la hegemonía y control sobre las organizaciones sociales? ¿Cómo se estructuró el peonaje y explotación racial? ¿De qué manera se explica la explotación de la mano de obra de los choles? 8 Fuentes Las visitas realizadas a los municipios de Tumbalá, Salto de Agua y Tila me condujeron hacia una carretera estatal que inicia en Yajalón; por las constantes lluvias que hay durante gran parte del año y las condiciones de humedad, resultó una travesía dificultosa. No solo fueron los factores naturales sino también los problemas sociales, pues diversos movimientos contrarios a los gobiernos locales y estatales buscan desestabilizar los sistemas de comunicación carretera para ser escuchados y atendidos de las dificultades que pasan dentro de sus comunidades. Es un síntoma que se vive en algunas partes del país, no es privativo de estas comunidades y zonas de la entidad. En muchas ocasiones se usa como bandera y, en otras, es una fachada de demanda social pero el propósito es delinquir. Esta realidad dificultó la ejecución de las actividades investigativas de este trabajo, así como, en general, la cotidianidad de las poblaciones. El rostro de las acciones sociales se ha politizado con el paso del tiempo en algunas zonas de la entidad, generando una mayor inestabilidad para la población, hechos que se han manifestado después de 1994; la demanda sigue siendo la tierra como un elemento importante para los campesinos indígenas. La actualidad de esta región es compleja debido a las políticas económicas de las últimas décadas marcadas por el Gobierno federal y centradas en el neoliberalismo que ha afectado profundamente la economía de los trabajadores, campesinos y obreros. La falta de producción agrícola hace que la alimentación sea escasa por la ausencia de una mecanización del campo. Esto propicia que se busque diversificar las actividades, que se incrementen los índices delictivos y que no cese la migración hacia la frontera norte y hacia ciudades industriales donde se busca empleo para aminorar la precariedad económica y mejorar las condiciones de vida de las familias y las comunidades. Estos factores sociopolíticos y naturales fueron parte de la dificultad para construir una idea de la historia de las fincas cafetaleras. En el municipio de Tumbalá se encontraba un archivo municipal; lo visité en 1999 y estaba organizado y catalogado gracias a la labor de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México; se había constituido en una fuente de primera mano para realizar futuras investigaciones históricas relacionadas con la historia social y económica de la región, era una fuente inagotable para otros investigadores de las Ciencias Sociales y Humanidades. Desafortunadamente, la falta de cultura de conservación de los documentos históricos fue la causa de que las mismas autoridades municipales descuidaran el acervo y desapareció. Gracias al esfuerzo aislado de algunas 9 personas se encuentran algunos documentos de particulares, resguardados. Fue poca información la que se pudo obtener debido a la falta de una clasificación que ayudara a ubicar datos y referencias sobre el tema. El Archivo Histórico de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas ha sido fundamental para obtener la mayor cantidad de información que sustenta esta investigación. La biblioteca del Congreso del Estado de Chiapas, que guarda una gran cantidad de periódicos oficiales es otra fuente que me permitió comprender el proceso complejo de la política en la entidad. Es difícil comprender la historia de la región norte de Chiapas si no se ubican los espacios geográficos; para ello, la Mapoteca Manuel Orozco y Berra me ubicó en los lugares de los documentos que localicé; su aportación siempre será un referente fundamental para las investigaciones de temas agrarios de la entidad chiapaneca. Las entrevistas a diversas personalidades, descendientes directos de las familias de los inversionistas extranjeros (destaca la de Porfirio Morison Trejo por sus recuerdos y experiencias en la Compañía de Café La Esperanza), contribuyeron a tejer la historia de la fincas. No se pueden dejar de lado los diálogos y conocimientos de don Abelardo Gómez Arévalo (+), dueño de lo que aún queda de la finca El Triunfo; sus aportaciones fotográficas me permitieron reconstruir la imagen de los diversos paisajes de la finca; del conjunto de personas provenientes de los distintos ejidos: Chuchucruz, Benito Juárez, José María y Morelos, Porvenir, Tumbalá, Salto de Agua, entre otros que guardan en su memoria la historia oral en “los tiempos de mozos”. Métodos y técnicas de investigación El enfoque metodológico que me condujo a investigar el tema de las fincas cafetaleras en la región norte de Chiapas se centró en la perspectiva de las relaciones de lo local a lo global. Recurrí a la historia regional para comprender el complejo proceso histórico de la entidad; la historiografía chiapaneca, por su diversidad cultural y geográfica, requiere abordar la historia en espacios delimitados; de ahí que la historia regional fuera fundamental para mi objeto de estudio. También recurrí a la historia oral para obtener testimonios sobre la cotidianidad de la sociedad regional, pues si bien las fuentes escritas fueron vitales, igual lo fueron las memorias 10 y la tradición oral de los pobladores de las áreas de estudio, que me ayudaron a comprender el presente a través del pasado. Y es que durante el recorrido que hice por las fincas pude observar tecnología y espacios de producción de café un tanto abandonados que me permitieron comprender mejor su historia. La visita me llevó a imaginar el desarrollo de las antiguas fincas cafetaleras; hacer una reconstrucción de imágenes hipotéticas a falta de fotografías, utilizando las bases de mampostería que se mantienen en pie luego del abandono: últimas huellas de lo que alguna vez fue la casa principal de los administradores extranjeros. En las entrevistas a diversos actores pude obtener fotografías que fueron una herramienta básica para fortalecer la información obtenida en los documentos de los archivos históricos, así como conectar con los testimonios orales. Marco interpretativo El objetivo de esta sección es el de exponer cómo se interpretan los conceptos que se manejan en la investigación. Conceptos que, durante el desarrollo, van a ser los ejes principales dada su relevancia para poder comprender el título del trabajo. Para tal caso se exponen las diferencias y análisis comparativos entre haciendas y fincas, fundamentales para conocer el uso de la tierra, sus fines, objetivos y metas, así como el tipo de posesión o tenencia. Si bien es cierto que el concepto de hacienda no es parte del título del trabajo, será primordial tenerlo presente para no confundir en el momento de identificar una estructura organizativa del uso de la tierra. En la diferenciación de estos dos conceptos, también fue preciso tomar en cuenta el tiempo (años), el lugar (entidad o región) así como las instituciones locales, estatales y federales porque en cada una se abordan o se califican de manera distinta de acuerdo con sus intereses y necesidades. A través del tiempo se registran los cambios semánticos dominantes de un concepto, así como el espacio que delimita los contextos donde se produce. El cambio histórico, en muchas ocasiones, favorece o detona la mudanza semántica de cada concepto específico; un fenómeno en relaciones socioculturales regionales. Los momentos históricos se notan en los cambios importantes que sufre un espacio o una sociedad, tales como la formación de las haciendas y fincas, su auge, crisis y decadencia, así como la formación de los ejidos, en cada momento de cambios históricos se modifican las actividades y la realidad socioeconómica de los actores. 11 Otro concepto que establece el sentido del trabajo es el de poder; una categoría de dominio y control sobre los peones y trabajadores de las fincas cafetaleras, así como de la población chol. El poder lo ejerció quien tenía el poder económico que prevaleció durante el auge de la plantación agrícola para el comercio con capital extranjero; sin embargo, sus antecedentes históricos datan de la dominación española sobre las tierras americanas. En ese periodo se crearon ideas de raza y trabajo para justificar una explotación de la mano de obra de los pueblos originarios, una clasificación social que tenía fines de poder vinculados al control social (Van Dijk, 2003). Haciendas Antecedentes, formación, características de la hacienda mexicana La evolución de la tenencia de la tierra en la historia moderna tiene sus antecedentes históricos con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, el modelo de organización territorial que se empezó a instaurar con estructuras de la aristocracia española, se fue plasmando con elementos de control social y económico como la encomienda y la religión. El paisaje natural se fue reconfigurando en el momento en que se presentaron las nuevas necesidades alimentarias de los españoles que se quedaron a administrar las tierras recién conquistadas; trajeron nuevas plantas y semillas para alimentar a los cada vez más extranjeros que llegaban a probar fortuna explotando la mano de obra y los recursos naturales. Dicho de otra manera, el “apetito de poder económico” llevó a los conquistadores y a sus descendientes a controlar y mantener tierras para sembrar nuevos cultivos como el trigo y la caña de azúcar principalmente (Lira y Muro, 1998, p. 398); más los ya existentes como el maíz, chile y frijol, así como cacao, algodón, frutas y verduras adaptados a ciertas regiones (Carrasco, 1998, p. 179); la visión occidental fue primero para alimentar a la población blanca y mestiza que iba en aumento, segundo, con el paso de los años, para acumular riquezas, para ello se practicó la estrategia de una agricultura comercial entre los dos continentes (Lira y Muro, 1998). Desde la llegada de la agricultura española cambió el paisaje natural; con el paso de los años se fueron delimitando las regiones del territorio por las actividades agrícolas. Por ejemplo, en el centro y norte de México prevalecía la ganadería y en algunos sectores la agricultura o simplemente una actividad mixta agroganadera, y también había diferencias dependiendo del tipo de ganado y de cultivo (Von Wobeser, 1989, p. 35). Mientras que el sur 12 del país era totalmente agrícola, por su característica principal: la fertilidad del terreno y la disponibilidad de agua en abundancia para irrigar; prevalecían las grandes extensiones de selvas y bosques, factor que determinaba la humedad del suelo. Cuando llegaron los inversionistas extranjeros se enfrentaron con la inmensidad de la selva, pero con la mano de obra indígena y maquinaria explotaron la madera, con las afectaciones consecuentes en el entorno natural. La madera fue utilizada para su comercialización en los mercados europeos y estadounidenses y se usó, además, como material para la construcción de las fincas, particularmente la casa grande y el casco de las fincas, así como haciendas en todo el país. El antecedente inmediato de la hacienda mexicana se encuentra en la unidad productiva agrícola denominada labores así como las estancias ganaderas de mediados del siglo XVI (Von Wobeser, 1989, p. 32). Fueron las primeras estructuras que se construyeron para establecer control sobre el uso de la tierra en la Nueva España. Las haciendas prevalecieron hasta el siglo XX. La característica del México colonial e independiente no solo fue una economía agrícola sino también la minería por lo menos hasta el último tercio del siglo XX (Marino y Zuleta, 2010, p. 437). En los inicios fue necesario reglamentar la tenencia de la tierra y los usos del suelo para hacerlos más productivo y destinar cada espacio para la explotación agropecuaria y para la minera. Estas formas de tenencia y uso de la tierra pronto cayeron en desuso, es decir, las labores en el siglo XVII. En cuanto a las estancias ganaderas, fueron desapareciendo en el siglo XVIII (Von Wobeser, 1989, p. 50), en ese mismo siglo fue ganando arraigo una estructura de organización agrícola en el campo novohispano a la que se le llamó hacienda cuyas actividades económicas eran la ganadería y/o la agricultura. En Yucatán, por ejemplo, las haciendas eran agrícolas, henequeneras; y en el centro también, aunque se sembraban otros cultivos; en el norte las haciendas estaban más enfocadas en la producción ganadera (Katz, 1980). Y en el sur de México, en el caso de Chiapas a principios del siglo XIX, no se hablaba tanto de haciendas, como de fincas, cuyo concepto, características y funciones abordaré más adelante. Otro de los antecedentes de la hacienda mexicana antes de su consolidación es el latifundio, su significado cercano es relativo a una finca rústica de gran extensión.4 Los 4 RAE, (04/04/2020). 13 latifundios eran las expansiones territoriales que tenían anteriormente las estancias de labores y la ganadería; fueron la base de la consolidación de la hacienda como lo exponen François Chevalier (1999), Von Wobeser (1989) y Nickel (1988). Para hacerse de mayor extensión territorial se valieron de diversas estrategias de dominio y control administrativo en la Nueva España y sobre los pueblos indígenas que fueron perdiendo su propio espacio. Si la expansión territorial fue la base de la consolidación de la hacienda y, por lo tanto, fue un fenómeno generalizado, hubo propiedades que destacaron por su tamaño y por las grandes extensiones de tierra que lograron agrupar bajo su dominio. A estas propiedades se le dio el nombre de latifundios (Von Wobeser, 1989, pp. 60, 61). François Chevalier es uno de los pioneros de la investigación sobre la formación de las haciendas coloniales en México, con él destaca el trabajo La formación de los latifundios en México. Hacienda y sociedad en los siglos XVI, XVII y XVIII (1999). Es un trabajo de gran relevancia para conocer que los latifundios son el precedente inmediato de las haciendas en nuestro país. Otra notabilidad del autor es su conocimiento sobre la tierra colonial, cuyas investigaciones inició en 1942 motivado por March Bloch, quien basaba sus investigaciones en archivos, trabajo de campo y observación del territorio. Fue Bloch quien animó a Chevalier a viajar a México en 1946 y trabajar de esa manera para conocer los antecedentes de la hacienda mexicana (Chevalier, 2007). La Comisión de Historia Económica del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) organizó un simposio en Lima en 1970 donde se acordó que el siguiente encuentro se realizaría en el marco del Congreso Internacional de Americanistas en 1972 en Roma y se tratarían los siguientes temas: 1) Haciendas y latifundios, estancias y plantaciones; 2) Demografía histórica; y 3) El impacto del sector externo en las economías latinoamericanas. Del primer grupo sobresalió el trabajo de Magnus Mörner con la investigación La hacienda hispanoamericana: examen de las investigaciones y debates recientes. El investigador mostró los resultados preliminares de un análisis sobre la evolución de las haciendas, su forma, estructura y conceptos del latifundio y las haciendas del México rural (Florescano, 1975). Un hecho relevante que refirió Mörner (1975), sin llegar aceptar en su totalidad, fue que Chevalier sostenía que la economía mexicana del siglo XVII estaría organizada con base 14 en los latifundios y en el peonaje, estos elementos eran fundamentales en la estructura económica del país de tipo rural para que pudiese funcionar el desarrollo económico y social; Mörner afirmaba que la formación de los latifundios fue en la depresión demográfica y económica del mismo siglo. Se puede decir, en general, que el punto de partida de Mörner es el trabajo de Chevalier, sin restarle méritos a sus aportaciones resultantes tanto de los trabajos de campo y sus recorridos como el trabajo en archivos. El concepto de hacienda se encontraba en medio de discusiones en ese momento por la similitud que tiene con el latifundio que ya había analizado Chevalier quien, por cierto, llegó a considerarlos sinónimos por las mismas características de extensión territorial. Aun con esas complicaciones, sin llegar a tomar una posición definitiva, definió hacienda con las aportaciones de Eric Wolf y Sidney Mintz como una propiedad rural de un propietario con aspiración de poder, explotada mediante trabajo subordinado y destinado a un mercado reducido, con la ayuda de un pequeño capital (Mörner, 1975, p. 17). Mörner explica que no se tiene claridad sobre cómo se origina la hacienda colonial, mientras que Chevalier manifiesta que surge de los latifundios; otros como Silvio Zavala (1944) y Andrés Molina Enríquez (2016) manifiestan que nace de la encomienda; algunos más de las estancias. Esto puede explicar que las haciendas no se crearon de la misma forma por el tiempo ni por la región. Lo cierto es que fueron un conjunto de factores los que determinaron su formación, infiere Mörner (1975, p. 22): por la decadencia de la población, la crisis de las minas, la conversión de la actividad económica de minas a tierras en grandes extensiones y una mayor demanda de los productos agrícolas para la población en la Nueva España. Para 1978 sale a la luz el trabajo de investigación de Herbert Nickel en el que recoge la mayor parte de las investigaciones que ya se han mencionado anteriormente y otras de carácter empírico como las monografías de haciendas del centro del país. En este trabajo establece con mayor claridad el desarrollo de las haciendas coloniales; después las de la época porfiriana y, por último, las llamadas haciendas capitalistas (más adelante se exponen las características de cada una). Nickel expone que la evolución del concepto se manifiesta con las diversas denominaciones que ha tenido para llegar al que se está analizando. En los inicios de la colonia están las estancias utilizadas para la cría de ganado ya sea mayor o menor; en el 15 mismo periodo funcionaban las caballerías que se dedicaban a las labores agrícolas. El autor expresa que para el siglo XVIII estas denominaciones van a ir quedando en el olvido, no así con el latifundio, a pesar de que sus inicios se encuentran en el siglo XVI como lo expresa Chevalier. En el siglo XIX se continuaba manejando en diversas partes de México, aunque ya para este tiempo el término hacienda pertenecía a la “edad de oro de la hacienda” (Nickel 1988) cuando se consolidó. No se puede perder de vista que sus orígenes están en los inicios de la formación y administración colonial. Antes de llegar a su consolidación de la hacienda mexicana, pasó primero por las denominaciones de: hacienda de azúcar, hacienda de labor, hacienda de ganado, esto se determinaba de acuerdo a la producción y del derecho que se tenían sobre la utilización del suelo (Nickel, 1988, p. 25). En este mismo sentido el autor explica que se pueden notar cambios semánticos de acuerdo con dos factores: uno con el paso del tiempo y el otro por el espacio. Esto se refleja en la hacienda colonial desde el siglo XVI hasta la primera década del siglo XIX. Después entra en un proceso de búsqueda de estabilidad política el país, después de la independencia hasta la primera mitad del siglo decimonónico. La iglesia católica juega un papel importante en la atención alimentaria de la población por la ausencia de autoridades administrativas del gobierno de la nueva nación; el país atravesaba una crisis severa por las disputas políticas y las penurias fiscale, en consecuencia, se enfrentaba el deterioro de la hacienda pública y la deuda externa (Cárdenas, 2015). Con la Ley Lerdo de 1856 y la Constitución de México de 1857, se establecen las reglas sobre el uso de la tierra que favorecen la modernización la hacienda mexicana que va de 1876 hasta la decadencia de 1940. Nickel da a entender que la modernización se puede analizar de dos maneras: como hacienda capitalista (1880-1940) y como hacienda porfiriana (1876-1910). Para precisar y establecer las características de la hacienda es necesario preguntarnos ¿qué es la hacienda?, ¿cómo se estructura?, ¿cuáles son los sistemas de organización que tiene? Con estas interrogantes busco llegar a contextualizar las fincas en Chiapas, sobre la base de que a través de la hacienda se facilita la comprensión de las características del sistema de producción agrícola en Chiapas. 16 Diversos autores5 coinciden en que no se tiene una caracterización general de la hacienda, pero coinciden en que el trabajo de Herbert Nickel (1988) en su libro Morfología social de la hacienda mexicana, es el que se acerca a una mejor descripción y análisis de la unidad productiva y comercial, porque cada espacio y tiempo la hace diferente, además del producto que se cosecha o comercializa en cada una y la idiosincrasia regional. La hacienda mexicana, entonces, no tiene una acepción clara y única; para Nickel (1988) “servía para designar cualquier tipo de bienes e inmuebles, correspondiendo ocasionalmente a nuestras denominaciones explotación o empresa”(p. 24); mientras que para Gisela Von Wobeser (1989) es “una nueva unidad productiva […] en su acepción más general significa bienes, posesiones y riqueza material” (pp. 49,50); mientras que Mörner se apoya de las definiciones de Eric Wolf y Sidney Mintz, “hacienda es la propiedad rural de un propietario con aspiración de poder, explotada mediante trabajo subordinado y destinado a un mercado de tamaño reducido, con la ayuda de un pequeño capital” (p. 17); Chevalier (1988) no difiere mucho de las definiciones anteriores, solo el tiempo determina las diferencias como las haciendas del siglo XVII que considera como “una pequeña comunidad rural bajo la protección del amo”. Si bien es cierto que los trabajos de John Kenneth Turner (1994) publicado en 1911, de Friedrich Katz (1980) y de Karl Kaerger (1986) publicado en 1901, se concentran en analizar las condiciones laborales antes y durante el porfiriato así como su estrecha relación con la inversión capitalista interna y externa, dan a entender que la hacienda es la propiedad privada centro de la unidad productiva, donde se practica la mayor explotación de mano de obra de carácter esclavista. No existe mucha diferencia en este concepto para construir la definición de las fincas en el Estado de Chiapas con relación a la hacienda mexicana de tipo moderna pero si las hay, no son sinónimos aun cuando para Chevalier (1988) la hacienda es igual a las fincas (p. 137); lo mismo que para Antonio García de León (1985, p. 101). Este último autor considera que la finca no es más que la continuidad de la hacienda colonial. 5 Gisela Von Wobeser en La formación de la hacienda en la época colonial (1989) coincide en que la hacienda no tiene una definición concreta y una caracterización general; así como en el trabajo de Daniela Marino y María Cecilia Zuleta: Una visión del campo Tierra Propiedad y tendencias de la producción, 1850-1930 (2010); ellas exponen que su mayor arraigo se ve reflejado en el siglo XIX, cuando se establecieron las leyes de 1856- 1857 y se regula el uso de la tierra en la Constitución de México. 17 Coincido más con Nickel en el sentido que las haciendas nunca fueron iguales, el modelo lo determinaban el tiempo y el espacio. En este orden de ideas, sostengo que las fincas chiapanecas tienen sus propias características, para ello es importante conocer los factores primarios y secundarios de la hacienda mexicana en la morfología social de Nickel. Para el autor, la hacienda es “la institución social y económica cuya actividad productora se desarrolla en el sector agrario […]” (p. 19) y sus características primarias son las siguientes: 1) Dominio de los recursos naturales (la tierra, el agua). 2) Dominio de las fuerzas de trabajo (los recursos humanos). 3) Dominio de los mercados regionales-locales. 4) Exigencia de una utilización colonialista (constituyendo a la vez la legitimación de los puntos 1-3) (p.19). Identifico que estas primeras características determinan que la hacienda mexicana colonial sea igual a la finca, como lo afirman Chevalier y García de León, no obstante, en el punto 3 hay diferencias por la utilidad de la producción destinada a un mercado internacional o nacional. Esta característica de la hacienda tiene mayor aproximación a la etapa colonial, la evolución que tiene llega en el siglo XIX, cuando alcanza su máxima expresión conocida como “la edad de oro”; después cambia cuando la política modernista de Porfirio Díaz exige que sea el motor de transformación y desarrollo. Con la llegada de Porfirio Díaz, la unidad productiva entra en una etapa de cambios a la que se le denomina La hacienda moderna que corresponde a los años de 1876 a 1940; esta clasificación se desprende de los autores mencionados en este texto. Según ellos, esta etapa tiene dos momentos importante que le imprimen sus propias características: el primero se le conoce como hacienda porfiriana que va de 1876 a 1910;6 el segundo es la denominada hacienda capitalista entre 1880 y 1940 que presenta otra peculiaridad (desde luego que sus bases se encuentran en la hacienda porfiriana): la inversión extranjera y capitalista que se inició en el gobierno de Díaz y que, después de su caída como gobernante, continuo en las 6 Es el tiempo de su periodo de gobierno, desde su llegada a la presidencia (1876) hasta que fue derrocado (1910) como presidente de México. 18 administraciones posteriores. Esta particularidad se asemeja a los entornos de las fincas de la región norte de Chiapas. A partir de este momento se presentan nuevas necesidades y retos, por lo tanto, las particularidades de las fincas del sur del país tienen más afinidad con las haciendas de tipo capitalista y porfiriano, debido a la modernidad con la que se desarrolló la producción. Para ello, es necesario presentar un segundo bloque de tipologías que fortalecen las diferencias entre la hacienda y la finca. Regreso a Nickel: a) La extensión (por encima de su valor límite). b) La elección del producto. c) El volumen de la producción. d) La procedencia del capital. e) El arrendamiento. f) El absentismo de los propietarios. g) El grado de autarquía económica. h) El volumen de la producción autoconsumida. i) El grado de la división del trabajo. j) El equipamiento de la explotación. k) Las técnicas de trabajo. Estas características secundarias para Nickel son “las variaciones regionales y temporales de la hacienda [...] resultado de la combinación de diversos factores, entre los que destacan la extensión de la explotación, las relaciones de competencia, así como también, los recursos que se dispone en cada caso” (1988, p. 19). Tampoco se puede olvidar otro factor importante: el periodo de establecimiento y el espacio geográfico de su ubicación y otras características temporales que lo hacen ser y tener su propia cualidad. Con este último bloque de particularidades me enfoco ahora en el análisis de las fincas de la región norte de Chiapas. Característica de las fincas de la región norte de Chiapas Es importante señalar que las fincas de la región norte de Chiapas tienen sus propias peculiaridades con respecto a las haciendas mexicanas; incluso hay diferencias entre fincas de la misma entidad ubicadas en otras regiones. Esto obedece a algunas característica que 19 planteó Herbert Nickel en el segundo bloque de particularidades que se repiten en la región de estudio para este trabajo. En la formación de las fincas en la zona se detectaron los siguientes factores: Dominio y control de los recursos naturales: la tierra es un factor importante para el establecimiento de las fincas lo mismo que el apoyo del Gobierno de México para abrirse a grandes inversiones extranjeras, sobre todo las de capital alemán, primero; y luego las de capital estadounidense. Las montañas del norte fueron ideales para la obtención de tierras, con la ayuda de la Ley Lerdo y la Constitución de 1857, con sus respectivos modificaciones como el decreto de Benito Juárez de 1863 sobre ocupación y enajenación de los terrenos baldíos y la Ley 1894 emitida por el presidente de la República mexicana, Porfirio Díaz. Nacionales y extranjeros obtuvieron con destreza las tierra de los choles que ocupaban en ese momento; llegaron a poseer hasta dos mil 500 hectáreas por persona con base en la ley aunque pocas veces se respetó el marco legal debido a que se crearon compañías y sociedades de capital variable que compraron hasta 10 veces más la extensión a que limitaba la ley, como es el caso de The German American Coffee Company, o una de menor tamaño con pocos recursos como La Compañía de Café La Esperanza, en contraste con las fincas familiares que solo lograron obtener y mantener lo que indicaba la ley de enajenación como las fincas Cuncumpá y La Primavera. Es importante resaltar que la región norte de Chiapas cuenta con montañas, ríos, bosques y tierras muy fértiles propicias para las plantaciones de productos agrícolas. “Una vez usurpadas las tierras de producción agrícola, los campesinos indígenas fueron integrados en el sistema de la hacienda como mano de obra barata a través del reclutamiento forzoso o del trabajo asalariado libre” (Nickel, 1988, p.10). Así, en la década de los años noventa del siglo XIX, inició la formación de las fincas en esta región. Dominio y control de la fuerza de trabajo: una de las ventajas que tuvieron las inversiones extranjeras fue la mano de obra de los pueblos originario como es el caso de los cho´les7 que poblaban estos territorios. Ellos se convirtieron en el motor de desarrollo capitalista en el momento en que fueron desplazados de sus tierras debido que se denunciaron como baldíos 7 A partir de aquí en adelante se les denominará como choles, debido a que el trabajo va dirigido a lectores de lengua española, el termino cho´les es como se expresa en la lengua originaria. 20 para que los empresarios mexicanos posteriormente las vendieran a los extranjeros a un precio mayor a lo adquirido; esto fue una constante en toda la entidad. Por lo regular, los inversionistas se establecieron donde existía una mayor concentración de población, pero no necesariamente. El Departamento de Palenque, por ejemplo, no era el de mayor densidad con relación a otros departamentos, pero el municipio de Tumbalá era el más poblado del mismo Departamento: Tumbalá, en 1910, tenía cuatro mil 664 habitantes (dos mil 403 hombres y dos mil 261 mujeres); el segundo municipio con mayor concentración poblacional era Tila con tres mil 662 habitantes8 (censo 1900). Otro factor fue la ubicación geográfica: esta región tiene una altura de entre 700 y mil 500 metros sobre el nivel del mar y registraba la mayor cantidad de humedad y nutrientes, condiciones perfectas para la siembra.9 A partir de este momento inició un proceso de peonaje en las unidades de producción desde la década de los años noventa del siglo XIX hasta 1940, cuando empezó a consolidarse el ejido, aunque esto no significa que se haya eliminado totalmente. Después de la desaparición de los latifundios, los capataces y rancheros10 de las fincas pasaron a poseer algunas hectáreas de terreno mayor al de un ejidatarios; a este tipo de propiedades se les conoce como minifundio y ranchos. Cabe decir que, dentro de la estructura organizativa de la unidad de producción capataces y rancheros estaban por encima (mando) de los peones, por lo tanto percibían más sueldo o trabajaban en mejores condiciones que los otros; también sucedía que los dueños de las fincas les otorgaban algunas hectáreas de tierras como agradecimiento por su fidelidad y sumisión a sus órdenes o de los administradores; y en algunas ocasiones, como pagos atrasados o acumulados. Este sistema de minifundios logró permanecer otros 40 años dentro de la región de acuerdo con mi experiencia y vivencia: el peonaje ya no tenían el carácter de peones acasillados,11 pero mantenían espacios reducidos como galeras para que pernoctaran en la propiedad del ranchero; esto lo hacían por la distancia que existía entre el centro de la 8 Ver en el Capítulo III el comportamiento demográfico en el Departamento de Tumbalá. 9 Ver Capítulo I sobre las características del suelo para la producción del café. 10 Estos personajes fueron parte importante en la administración de las fincas, son los que azotaban y castigaban a los peones (mozos) por diversas causas, pero la principal era para que se agilizara el trabajo en las plantaciones, por cometer alguna falta grave, que podría ser intentar huir de la finca o cuando eran capturados y devueltos. 11 Su origen viene de las haciendas mexicanas, es la mano de obra que existe en las fincas retenidos en contra de su voluntad por diversas causas, en las fincas de la región norte de Chiapas se le conoció como “mozos”. 21 plantación y sus lugares de origen. Podían pasar una semana en la plantación o quedarse todo el tiempo que durara el corte de café. No eran las mejores condiciones y los salarios eran muy bajos, no alcanzaban más que para la comida; no eran suficientes para, además, cubrir gastos de salud, educación, vivienda y vestido. Quizá cambiaron formas y nombres, pero las prácticas de explotación persistieron. Dominio de los mercados internacionales: Las fincas establecidas en la región norte como The German American Coffee Co. y La Compañía de Café La Esperanza exportaban el café a Estados Unidos, mientras que la finca Cuncumpá mandaba a Europa especialmente a Alemania; la finca La Primavera enviaba sus productos a España.12 Con esto se demuestra una de las diferencias con respecto a la hacienda mexicana. Mientras esta última comercializaba su producción solo en mercados regionales y nacionales, la producción cafetalera del norte de Chiapas se exportaba. El café era cotizado en el mercado internacional, particularmente en Europa y Estados Unidos, de hecho, algunas compañías como las estadounidenses cotizaban en el mercado de valores (entrevista a Morison, 19/03/2019). Tomando en consideración las características estructurales secundarias de las fincas chiapanecas de la región norte se presentan algunos factores desde la perspectiva de Nickel: La extensión: la mayoría de las unidades productiva que existieron en este espacio rebasaban los límites territoriales que debían poseer (permitido por la ley); incluso eran mucho mayores en extensión territorial que las de los pueblos originarios. La elección del producto: en este punto es muy importante diferenciar entre la hacienda mexicana y la finca chiapaneca en la forma de elegir los productos agrícolas. La primera, por lo regular, practicaba un sistema agrícola diverso, pero se enfocó en la cría y producción de ganado vacuno. La ganadería predominó en el centro y norte del país (Molina Enríquez, 2016, p. 35), sin dejar la agricultura, cuyas cosechas eran para autoconsumo, para alimentar al ganado y/o para comercializar en los mercados regional y nacional. En contraste, también 12 Esta información se obtuvo en el archivo municipal de Tumbalá y está referida por Alejos García y Ortega Peña (1990) sin año específico, solo menciona que el documento se realizó el 10 de abril. Por sus características es cercano a la mitad de los años treinta del siglo XX. 22 había muchas haciendas que producían caña de azúcar en el centro del país y la actividad ganadera era complementaria. En cuanto a la finca, se caracterizó por sembrar un solo producto (monocultivo) y esta práctica era característica del sur de México, incluyendo Yucatán. Para el caso de la región norte de Chiapas fue la plantación del café en las montañas; en las partes bajas había más diversidad en la producción finquera: carne, frutas y verduras, como el maíz, frijol, cítricos, entre otros. La procedencia del capital: el capital de las haciendas mexicanas por lo regular era generado por las mismas familias que allí vivían, por lo tanto, era un recurso económico nacional. En las fincas, en cambio, la inversión era de capitales extranjeros: Alemania, España, Inglaterra y Estados Unidos en el caso de las unidades de producción agrícola de la región norte de Chiapas, según documentos de Cuncumpá, GACC, La Primavera, La Compañía de Café La Esperanza. El arrendamiento: Es un contrato de dos partes, una de ellas cede a la otra el uso temporal de tierras propiedad de la hacienda o finca por una determinada cantidad o parte de la cosecha que se obtenía. Para Kantz (1980), “[…] en términos generales había cuatro clases de trabajadores en las haciendas mexicanas, los arrendatarios eran uno de ellos, tenían que pagar a la hacienda en efectivo o en productos por el uso de la tierra” (p. 17). Según el autor, en las haciendas se podía alquilar desde una parcela pequeña hasta grandes extensiones o un rancho entero. En las fincas de la región norte esta práctica era poco común, aunque en ciertos momentos este procedimiento se ejerció para los campesinos choles en la producción de maíz y frijol, con la idea de asegurar sus alimentos para aquellos que no contaban con tierras y se veían en la necesidad de alquilar tierras de las fincas o para los que se encontraban endeudados en las tiendas de rayas, después del corte de café muchos se dedicaban a esta actividad. El absentismo de los propietarios: en la hacienda mexicana el dueño reside en su propiedad; eran pocos los casos en que vivían en otro domicilio; en las fincas familiares como La Primavera y Cuncumpá, sucedía lo mismo, pero cuando se trataba de compañías de inversión extranjera, los dueños o capitalistas residían en el extranjero; dos ejemplos son la GACC y La Compañía de Café La Esperanza. 23 El grado de autosuficiencia económica: Si bien las fincas chiapanecas del norte se dedicaban a la producción de café exclusivamente (monocultivo), con fines de autosuficiencia para las familias y los trabajadores, cultivaban otros productos como maíz, frijol, chile, calabaza, árboles frutales; y criaban animales de traspatio: aves, cerdos y vacas. El grado de la división del trabajo: en la plantación y corte de café era donde se concentraba la mayor cantidad de mano de obra de los campesinos choles; ellos se constituían en la maquinaria que arrojaba la producción más abundante, sin ellos no habría resultados económicos; en menor cantidad estaban los capataces, personas que obtenían mejores sueldos para vigilar a los primeros de manera que no hubiera retrasos en ninguna de las etapas del proceso en las que participaban choles. En otro plano estaban los administradores que se encargaban de las finanzas y su distribución. Los administradores compraban las herramientas necesarias y eran responsables de la exportación de café. El equipamiento de la explotación: para la explotación de las tierras fértiles de las montañas del norte, aparte de la mano de obra se introdujo maquinaria de origen alemán:13 despulpadora, tostadora, turbina hidráulica, separadora y secadora. Todo lo que se importaba de Europa llegaba por río, el Grijalva, el más caudaloso de la región, y a través de uno de sus afluentes, el Tulijá. Se desembarcaban las toneladas de maquinaria y herramientas en Salto de Agua y luego se llevaban a las fincas. Ahí también se embarcaban los costales de café para exportación. Las técnicas de trabajo: las técnicas modernas en las plantaciones cafetaleras fueron algo novedoso en la región. Los alemanes se especializaron en la tecnificación y en el mejoramiento de la tierra para hacerla más productiva. Los estudios previos que había hecho el agrónomo alemán Karl Kaerger en 1900, revelaban que la tierra fértil para el cultivo de café estaba en el Istmo de Tehuantepec hacia el sur; sin embargo, la región norte de Chiapas tenía las características climáticas y de altura para lo que se necesitaba, además de que se acostumbraba el uso de fertilizantes. Para cerrar este apartado cabe hacer una precisión más sobre la diferencia entre hacienda y finca: en México, a la unidad de producción económica se le identificaba, en general, como hacienda, donde la base de esa producción era la tierra, con sus antecedentes planteados en líneas anteriores. En el caso de Chiapas, por sus vínculos con Centroamérica, 13 Ver imágenes en el Capítulo III. 24 se le llamaba, a esta misma unidad de producción económica, finca. Aun con su integración a México, en Chiapas se mantuvieron nombres y varias formas de producción y organización social iguales a las de Guatemala como resultado de vínculos que se construyeron por más de tres siglos en todo el periodo colonial: cercanía territorial, lazos familiares que se tejieron a lo largo del tiempo, organización administrativa y eclesiástica compartida, lazos culturales y una frontera administrativa que solo existía en los documentos de ambos países, mas no en las percepciones de la población. En los documentos oficiales de instituciones en México las fincas chiapanecas aparecen referidas como haciendas; según documentos consultados en los archivos municipales y estatales esta identificación empezó a cambiar después de 1937; las autoridades agrarias las nombraban haciendas, pero en la región, choles, ladinos e incluso los extranjeros, las siguieron denominando fincas. Grupos sociales La independencia de los países hispanoamericanos fue un parteaguas en la región porque a partir de esos cambios profundos, en unas naciones más rápido que en otras, se detonaron transformaciones sociales que han marcado el derrotero de América Latina, en muchos sentidos, hasta nuestros días. En cuanto se consumaron las independencias, en términos generales, la población extranjera mayoritaria era española y en varios países, particularmente México, se abrieron las puertas a la inmigración de otros países europeos como lo expone Bethell “Al obtener la independencia, los estados latinoamericanos levantaron, en su mayor parte, las restricciones coloniales a la entrada de extranjeros y abrieron sus puertas a los inmigrantes europeos en particular” (Bethell, 1991, p. 110). En México destacaron sobre todo británicos, alemanes y estadounidenses. Para Bethel, los primeros se concentraron en la explotación de minas; en el sur del país se puso en marcha la colonización de campos agrícolas con inversión de los alemanes después de 1880 y, en esta misma zona, los estadounidenses se manifestaron con inversiones en el mismo ramo para el estado de Chiapas. De esta manera los grupos sociales se fueron diversificando de una región a otra con base también en la especialización del trabajo o actividad económica. En la región norte de Chiapas estaban plenamente identificados tres grupos sociales, sobre todo, que se formaron a partir de la actividad agrícola organizada en torno a las fincas: 25 los extranjeros, los nacionales y los locales (ver Cuadro 1). Esta conformación de la organización social prevaleció en esta región a partir de la demanda de la producción agrícola desde el momento en que México se insertó dentro del marco del capitalismo dependiente. Los extranjeros eran los capitalistas, en el caso de Chiapas, alemanes y estadounidenses; los nacionales eran los mestizos, ladinos y kaxlanes y los locales eran los choles, etnia de los pueblos originarios. Estas tres definiciones son las que se usan y abordan en esta investigación como categorías de análisis fundamentales para la revisión de las relaciones entre los tres. La estructura de organización social que se plantea, está articulada con base en las formas de trabajo establecidas en las fincas; es un modelo de organización estructurado bajo la idea de la colonialidad de poder como lo que plantea Quijano donde se impone una clasificación racial y étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder (A. Quijano, 2014, p. 285). La raza y el trabajo como lo menciona el mismo autor, engranan de manera correcta en la estructura de organización social de la región norte como se expone en el siguiente cuadro de clasificación. Los extranjeros en la región norte eran todos aquellos provenientes de otros países, en este caso, de Alemania (Europa) y de Estados Unidos
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