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COORDINACIÓN DE BIBLIOTECAS BIBLIOTECA DIGITAL AV. JUÁREZ 976 (PISO 8), S.J., C.P. 44100 TELS. 01 (33) 38.25.88.88 EXT. 1959 FAX. EXT. 1961 GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO AUTORIZACIÓN PARA PUBLICACIÓN DE DOCUMENTOS DE TITULACIÓN EN LA BIBLIOTECA DIGITAL DE LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA El autor del presente documento haciendo uso de los derechos que la ley le concede, autoriza a la Biblioteca Digital de la Universidad de Guadalajara a hacer uso del material aquí presentado con la única condición de que se respete íntegramente el contenido del mismo y de que se aplique en beneficio de la Comunidad Universitaria. En base a este planteamiento y de acuerdo a la Ley Federal de Derechos de Autor, la cual especifica en el Título II del derecho de autor, Capítulo III de los derechos patrimoniales Art. 24.- En virtud del derecho patrimonial, corresponde al autor el derecho de explotar de manera exclusiva sus obras, o de autorizar a otros su explotación, en cualquier forma, dentro de los límites que establece la presente Ley y sin menoscabo de la titularidad de los derechos morales a que se refiere el artículo 21 de la misma. Art. 25.- Es titular del derecho patrimonial el autor, heredero o el adquirente por cualquier título. Esta autorización incluye el cambio al formato digital, así como el uso de este material en los sistemas informáticos de la mencionada institución, la reproducción con fines no lucrativos y otros afines, impidiendo explícitamente las reproducciones con fines lucrativos en cualquier medio de difusión. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA QVAESTIONES QVODLIBETALES DE HISTORIAE PHILOSOPHIA TESIS PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRO EN FILOSOFÍA PRESENTA VÍCTOR MANUEL FAVILA VEGA DIRECTOR DE TESIS: DR. FERNANDO LEAL CARRETERO Guadalajra Jalisco, diciembre de 2005. Índice Introducción ____________________________________ I-VI Capítulo I. Quaestiones ___________________________ 1 Capítulo II. El canon ______________________________ 24 Capítulo III. Respuestas a las Quaestiones Quodlibetales 76 Conclusiones ____________________________________ 127 Referencias ______________________________________ 129 Agradecimientos Quiero dar la gracias al Dr. Fernando Leal Carretero el haber tomado esta empresa bajo su dirección. Fue más que generoso con su tiempo, disposición y paciencia para con mi persona; también supo ofrecer palabras de aliento cuando las circunstancias personales y profesionales no eran favorables; señaló con toda oportunidad y rigor lo que estaba equivocado, y alentó los aciertos. Los errores que contenga este trabajo se deben a mí y no a él. No pude haber encontrado un mejor asesor. Pero sobre todo, le agradezco su amistad y su confianza. Este trabajo no representa, ni con mucho, la amistad, confianza y admiración que le profeso. Una primera aproximación al tema de esta tesis lo expuse ante un conjunto de profesores del departamento de historia, a instancias del Dr. Hugo Torres Salazar, en ese momento coordinador de investigación, a quien agradezco esa oportunidad, así como sus enseñanzas y su tiempo para atender algunos cuestionamientos que le formulé. Es justo agradecer a quienes me dieron la oportunidad de incorporarme a la docencia en el CUCSH: la Mtra. Graciela Ruano Ruano, en el departamento de historia y el Mtro. Clemente Castañeda Valencia en el departamento de filosofía. Ambos han sido generosos conmigo, por lo que les estoy muy agradecido. Asimismo, vaya mi agradecimiento a la Mtra. Ana María de la O Castellanos y al Dr. David Carbajal, por su confianza en mi trabajo en el departamento de historia. Debo agradecer en mucho a mis condiscípulos de la primera generación de la maestría en filosofía, por esos años de convivencia y estudio. Quiero aquí hacer mención de Guadalupe Orendáin, ya fallecida, quien fue sin lugar a dudas la gran animadora del grupo, así como gran compañera y amiga. De todos ellos sólo se puede decir et nemo nisi per amicitiam cognoscitur. Esta tesis nace de las preguntas e inquietudes surgidas en mi labor docente en el departamento de historia. Debo agradecer a los estudiantes que han desfilado por la asignatura Discurso, representación y narrativa: análisis teórico, durante ya cinco años. Sin ninguna falsa modestia, es justo decir que he sido yo el que más he aprendido de ellos: referencias, “jerga” histórica, una perspectiva desconocida, temas de investigación, libros, en suma, una disciplina diferente a la de mi formación profesional. Mis preguntas hacia ellos fueron más que los conocimientos ofrecidos. Con toda sinceridad puedo decir que de todos ellos aprendí algo, y que la experiencia ha sido muy agradable. No quiero mencionar a alguien en particular, porque me vería obligado a mencionar a todos, lo cual no es posible. A todos, gracias. At last, but no least, quiero dar las gracias a mi familia, por su apoyo en las difíciles circunstancias en que realizamos los estudios de maestría. Hoy veo con agrado que superamos los momentos difíciles; la vida sin problemas no es vida, pero aquellos problemas ya pasaron, y hoy nos enfrentamos a una nueva circunstancia con una nueva ventaja: el saber. A la memoria de mi padre, A mi madre. A la memoria de mi hermano. A mi hermana. A mi sobrina. “Lo que tus padres en herencia te dejaran, hazlo ganancia propia, que puedes poseer” (Goethe, Fausto). Parte de esa herencia fue mi formación profesional, por lo que siempre les estaré agradecido. Este trabajo es parte de ese agradecimiento. Dum audes, ardua vinces. Veritas filia temporis. I Introducción. En este escrito, sostenemos que la filosofía de la historia es una rama de la filosofía que nos acerca a las tres grandes áreas de problemas filosóficos: la teoría del conocimiento, la metafísica u ontología y la ética. Sostenemos que en ella se encuentran al menos tres orientaciones que corresponden a estas áreas de problemas filosóficos. También sostenemos que esta disciplina ha sido objeto de malos entendidos por parte de los historiadores profesionales y los mismos filósofos profesionales de nuestro medio. En el ámbito de la enseñanza y discusión de los problemas relativos a la historia, se piensa que la filosofía de la historia es una reflexión acerca del destino de la humanidad, los objetivos de nuestra especie y el mundo futuro. De suyo, estos temas no tienen nada de extravagantes a pesar de lo que algunos piensen; sin embargo, no es cierto que la filosofía de la historia sólo se ocupe de éste tipo de temas. Pienso que en la filosofía de la historia, la especulación ha tenido un enorme desarrollo. Los grandes filósofos que abordaron el tema, San Agustín, Joaquín de Fiore, Herder, Hegel, Kant, Voltaire y en tiempos más recientes Arnold Toynbee y Erich Kahler, son un ejemplo de la tradición filosófica en este rubro. Sin embargo, no es menos cierto que así como se reconoce esta forma de la filosofía de la historia como un estudio asociado a la metafísica y la ética, debe reconocerse también que la filosofía de la historia puede ocuparse de los procesos del pensamiento histórico, así como el examen de los conceptos usados por los historiadores, estudio asociado a la epistemología. Este trabajo de tesis nace en parte de una situación paradójica: al ser llamado para ocupar una asignatura en el departamento de historia, me encuentro, como profesor, in statu pupillari respectoa una materia nueva para mí, la filosofía de la II historia. Por esta razón quiero presentar este trabajo con vistas a una habilitación, en el sentido alemán del término, como profesor de esta rama de la filosofía. Al comenzar mi enseñanza de la materia, surgieron muchas preguntas respecto a esta disciplina que inmediatamente comencé a formular a mis alumnos y colegas del departamento de historia. Sin embargo comencé a notar que las respuestas que recibía parecían pertenecer a distintos ámbitos. Por una parte, se hacía referencia a aspectos metodológicos de la historia, a su utilidad. Pero también note con desconcierto la negativa a realizar una reflexión sobre el conocimiento histórico, y la tendencia a creer que una reflexión filosófica sobre la historia es necesariamente una especulación sobre el sentido de los acontecimientos humanos, o algo más extraño: una reflexión que no tiene nada que ver con la epistemología, sino una reflexión “aparte o al margen” de ella. En el departamento de filosofía, donde también enseño, la situación no era muy diferente. Se considera a esta rama de la filosofía como una asignatura marginal, pues también se tiene la creencia de que el contenido de sus reflexiones nada tiene que ver con los problemas de la epistemología o de la filosofía del lenguaje, consideradas, por lo demás, las ramas duras de la filosofía; en todo caso, la filosofía de la historia es una materia anticuada, una pieza del museo filosófico, más cerca de los asuntos de la metafísica o de la ética. Esta situación me llevó a investigar sobre esta rama de la filosofía y descubrir por mí mismo si esta imagen de la filosofía de la historia por parte de algunos historiadores y filósofos se justificaba. Después de haber realizado esa investigación mi respuesta es que no se justifica dicha imagen. Por lo demás, me he encontrado con una tradición de autores y textos tan amplia y tan antigua como la misma filosofía, es decir, de más de dos mil quinientos años, de la cual poco se sabe. Ahora bien, ¿por qué se ignora este hecho? No tengo una respuesta exacta. Pero me atrevería a decir lo siguiente: tengo claro que en filosofía de la historia hay III un conjunto de preguntas que buscan una respuesta. En filosofía, siguiendo a Collingwood, las preguntas son más importantes que las respuestas; es preciso entender la pregunta que formula un pensador antes que comenzar a balbucear una respuesta a una pregunta desconocida. Tal vez en filosofía de la historia, por alguna razón, se conocen más las respuestas que las preguntas, lo cual lleva a confusiones y malos entendidos al desconocer la naturaleza de sus preguntas. Así pues, conocer la naturaleza de estas preguntas es también el objeto de este trabajo. Encontré al menos tres grandes orientaciones en la filosofía de la historia: la especulativa, la crítica y la narrativa. En ellas se formulan preguntas sobre la naturaleza, objetivos, métodos y procedimientos de la historia, así como sobre el conocimiento y escrito históricos. Pero se hacía necesario realizar una clasificación de estas cuestiones. Lo anterior me llevó a formularme varias preguntas sobre la historia y examinar a que se refieren. Este conjunto de preguntas y su examen lo presento en el capítulo I, de donde selecciono tres preguntas representativas de la orientación crítica de la filosofía de la historia, donde también explico el sentido del término crítica. Las preguntas elegidas son: • ¿Es la historia una ciencia? • ¿Qué es la verdad histórica? • ¿Qué son los hechos históricos? En el capítulo II, examino, en un ensayo bibliográfico, un conjunto de textos que abordan como tema diversos aspectos del conocimiento histórico. De ellos, extraigo un canon de autores. Los autores de este canon son conocidos en nuestro medio, así como sus libros son, en algunos casos, lectura obligatoria para los estudiantes de licenciatura en historia o en filosofía, así que el criterio para IV seleccionarlos corresponde a su utilización en la discusión de los problemas sobre la historia. Estos autores y sus obras son: 1. Edward Hallet Carr. ¿Qué es la historia? 2. Marc Bloch. Apología para la historia o el oficio de historiador 3. Robin George Collingwood, La idea de la historia. 4. Henri-Irénée Marrou. El conocimiento histórico. 5. Adam Schaff. Historia y verdad. 6. William Henry Walsh. Introducción a la filosofía de la historia. 7. Paul Veyne. Cómo se escribe la historia. Mi afirmación sobre este canon es que no se les sabe ubicar dentro de las orientaciones de la filosofía de la historia que ya mencionamos, lo que puede causar algunas confusiones. Finalmente, en un tercer capítulo, luego de seleccionadas mis preguntas y mis autores, expongo la respuesta que ofrecen los autores del canon. Ahora bien, se imponen en este momento algunas precisiones. Elegí la orientación crítica de la filosofía de la historia porque es mi objetivo mostrar que los problemas epistemológicos son tratados también en la filosofía de la historia y que a pesar de que los autores puedan tener diferentes respuestas, en realidad hay una unidad en cuanto al objetivo de la empresa crítica que menciono en el capítulo I. Además, sostengo que dicha empresa no está agotada y que, por el contrario, la filosofía de la historia tiene un futuro en la investigación acerca de las capacidades cognitivas naturales del hombre, tal como lo investiga la ciencia congnitiva. Por otra parte, se me podrá replicar el por qué no respondo a todas las preguntas que presento en el capítulo I. La razón de no hacerlo es de tiempo y de espacio; responderlas todas supondría un texto amplio. Permítaseme explicar mejor V esto. En un principio el proyecto original de este trabajo era responder todas las preguntas y con un canon más amplio. La idea era emular la Summa de Santo Tomás de Aquino. Hoy puedo decir que afortunadamente intervino la risa. Quisiera explicar mejor esto refiriéndome a un descubrimiento personal, por lo cual pido perdón al hacer mención de esta situación en un trabajo como este; lo haré brevemente. El historiador Anthony Grafton dice que “la filosofía de la historia ha recibido mayor interés que su filología.” Yo entiendo de esta frase que la filosofía de la historia ha recibido una mayor atención en cuanto a la trayectoria que ha seguido a lo largo de los siglos, más que la investigación filológica de los textos que tienen por tema la filosofía de la historia. En otras palabras, la historiografía de la filosofía de la historia es un trabajo que se ha abordado con más frecuencia que la labor de crítica sobre los textos. Mi propósito era realizar cierto trabajo crítico sobre los textos. Hoy, debo reconocer con toda humildad, lo difícil que es asimilar una tradición como la de la filosofía de la historia: un conjunto enorme de textos, de autores, de referencias, de datos alrededor de ellos, etc., se abalanzan sobre el que quiera abarcarlos. Tal vez lo aplaste. La lección más importante de este descubrimiento es la humildad y el sentimiento de pequeñez ante la tradición, que tal vez sea el principio para acercarse al estudio de ella. Por esta razón, no he tratado ni todas cuestiones ni todos los autores, y el trabajo terminó siendo unas quaestiones quodlibetales (preguntas cualquiera, o más generosamente selectas) de historiae philosophia (de filosofía de la historia) donde los temas son la scientia, veritas, factum. Es más, mi acercamiento es todavía ínfimo: trato de exponer sólo tres tópicos, los cuales no examino con toda profundidad; incluso haberlo hecho en un sentido crítico clásico, me hubiera llevado mucho tiempo y muchas más páginas de las que aquí presento. VI El eminente filólogo y filósofo sueco, Ingemar Düring, en su monumental libro sobre Aristóteles,dice que quien emprende escribir una exposición total de la obra del estagirita, no puede menos que sentirse como enano sobre los hombros de gigantes; un sentimiento similar me invade ante la tradición de la filosofía de la historia. Por eso, me uno a Düring, cuando cita al autor del escrito hipocrático Sobre la regulación de la forma de vida que dice en el prefacio de ese escrito: “Todo lo que ha sido dicho acertadamente por mis predecesores, yo no lo puedo en verdad escribir de manera distinta a ellos, si es lo que quiero escribir con acierto. Pero, si yo contradigo lo que no dijeron acertadamente y muestro por qué no sucede así, con ello no conseguiré nada. Mas, al exponer, según mi opinión, cómo sucede exactamente cada cosa, aclararé qué es lo que me importa.” VII VIII IX X XI 1 Capítulo I. Quaestiones En este capítulo, presento el conjunto de preguntas que me formulé con respecto a la historia y al conocimiento histórico. Estas preguntas no pretenden agotar el tema, pero sí ilustrar los puntos de partida para la reflexión filosófica sobre la historia. Estas preguntas son: 1. ¿Es la historia una ciencia? 2. ¿Qué es la verdad histórica? 3. ¿Es objetiva la historia? 4. ¿Qué son los hechos históricos? 5. ¿Qué es un documento? 6. ¿Qué es una prueba en historia? 7. ¿De qué es “maestra” la historia? 8. ¿Cómo se escribe la historia? Narración/ Argumentación 9. ¿Es la historia el resultado de nuestra conciencia de temporalidad y finitud? 10. ¿Cuál es la relación de la historia con otras disciplinas? 11. ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía? (Esta pregunta puede generalizarse a otras disciplinas) 12. ¿Cuáles son los métodos de la historia? 13. ¿Tiene la historia algún sentido? 14. ¿Cómo se periodiza en historia? 15. ¿Qué es un problema histórico? 16. ¿Son las ideas lo que mueve la historia humana? 17. ¿Se imagina los hechos el historiador? (Representación histórica) 18. ¿Cuál es la explicación en historia? A continuación, en un primer apartado, haremos una breve explicación de cada una de ellas con el fin de aclararlas y que la formulación que de ellas ofrezco se comprenda mejor. Posteriormente, realizaremos una clasificación de las preguntas ubicándolas en las direcciones que distinguimos en la filosofía de la historia. 2 1. Descripción de las preguntas (1)¿Es la historia una ciencia? Esta pregunta tiene que ver con el estatus que tiene la historia frente a otras disciplinas, en especial las ciencias de la naturaleza. De estas últimas –como la física, la biología o la química- no parece que se dude de su carácter científico; en cambio, de las humanidades y las llamadas ciencias sociales si hay duda, ya que al compararlas, estas últimas no parecen compartir rasgos comunes con las primeras. Es conocida la opinión de Aristóteles sobre la historia (Poet. 9, 51ª 38-40/51b 1-6) donde dice: Y también resulta claro por lo expuesto que no corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o prosa (pues sería posible versificar las obras de Heródoto, y no serían menos historia en verso que en prosa); la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía dice más bien lo general, y la historia, lo particular.1 Ya en Aristóteles encontramos estas consideraciones sobre la historia y una respuesta: la historia no es ciencia, pues se ocupa de lo particular, mientras que la ciencia de lo general.2 Si examinamos la opinión de Descartes, nos encontramos con que no tiene una buena opinión de de las disciplinas humanísticas, en las que se encontraba la 1 Aristóteles. Poética. Edición trilingue de Valentín García Yebra. Madrid, Gredos, 1998. 2 Vid. Veyne 1971/1984. Para este historiador francés, las aportaciones de Aristóteles en este sentido siguen siendo válidas. 3 historia. Para él, estas disciplinas sólo constituían un entretenimiento literario e informaciones que en nada aumentan nuestro conocimiento; más bien, estas disciplinas embellecen nuestro espíritu, pero no son objeto de ciencia.3 Estas referencias nos podrían llevar a pensar que la respuesta a la pregunta es negativa y definitiva. Sin embargo, el siglo XIX es testigo del intento de esclarecer el estatus de la historia como ciencia, intento que llevan a cabo el positivismo y el historicismo. 4 En nuestro siglo, la filosofía crítica de la historia aborda otra vez la pregunta, bajo la perspectiva de diferenciar a la historia de la ciencia natural. Tal vez entre los historiadores profesionales el debate carezca de sentido, pero ese malestar no anula la preguntas que se derivan de estas consideraciones, como ¿qué clase de conocimiento es el de la historia? ¿Cómo se adquiere? ¿En qué radica su validez? Estas preguntas están implicadas en la pregunta por el estatus de ciencia o no de la historia. (2) ¿Qué es la verdad histórica? El problema de la verdad es discutido desde los inicios del pensamiento filosófico. En relación a la historia, el problema surge en dos vertientes: por una parte ante los desacuerdos de los historiadores con respecto a la exposición que de los hechos históricos ofrecen en los textos, lo que llevaría a pensar en que no hay objetividad en el conocimiento histórico; además, no es tan fácil separar de esta reflexión la que puede realizarse sobre los hechos.5 Por otro lado, la cuestión surge a partir de la opción de incluir o no de elementos de ficción– imaginación en el escrito histórico, lo que cuestiona la objetividad de la historia y su verdad como conocimiento. La discusión sobre este tópico, también es muy antigua.6 3 Vid. Discurso del Método. Primera parte. 4 Las aportaciones de estas filosofías, así como críticas a ellas, se pueden ver en Roldán, 1997; Corcuera de Mancera, 1997/2000; Palazón Mayoral, 1990; Cruz 1991; Collingwood 1946/2004; Bermejo Barrera, 1987. Una reseña acerca del movimiento de convertir a la historia en una ciencia similar a la ciencia natural, así como de las razones de esta empresa, se encuentra en Berlin 1978/1983, pp. 173-191. 5 En este punto, son pertinentes las observaciones de Schaff 1971/1987; Walsh 1951/1998, p. 84-110; Marrou 1954/1999; Handlin 1979/1999; Collingwood 1946/2004; Marwick 1970/2001. 6 Una estupenda reseña al respecto de esto, se encuentra en Hadas 1954/1987, pp. 45-51. Dice Hadas: “En el género histórico nunca se ha dictaminado a satisfacción de todos los interesados acerca de los derechos en pugna del arte y de la ciencia. Como era de esperarse, en la antigüedad se debatieron estos puntos en cuanto la crítica tuvo conciencia de sí misma. Por la influencia de la épica 4 En resumen, la pregunta sigue siendo pertinente ya que responderla implica otras de las preguntas que formulamos, así como el problema de la verdad. (3) ¿Es objetiva la historia? Ya mencionamos que esta pregunta es inseparable de las dos anteriores en virtud de ser temas que se implican necesariamente. Si se considera que la objetividad es una característica del conocimiento científico, entonces habrá que preguntarse si la historia tiene objetividad, y por lo tanto, tiene un carácter científico.7 (4) ¿Qué son los hechos históricos? En esta preguntaestán implícitos elementos tanto ontológicos, como epistemológicos. Por una parte, la pregunta se refiere al estatus del objeto de estudio de la historia; por otra, a la forma en que conocemos dicho objeto. Estas preguntas no podemos deslindarlas de algunos supuestos previos, tales como la posibilidad o no de conocer los hechos históricos (postura escéptica) y de aceptar tal posibilidad, por cuales medios: la observación, la deducción, etc. En otras palabras, habrá que partir de alguna teoría del conocimiento o epistemología.8 en los primeros historiadores, de la retórica en los que vinieron después y del deseo de fascinar al lector que siempre ha existido, se trató naturalmente de embellecer los escritos históricos con elementos en los que intervenía lo maravilloso y lo patético.” (pp.47-48). Infra, continúa Moses: “Una forma preferida de composición histórica que se practicó al declinar la edad antigua aceptaba tanto los hechos como lo ficticio en cierta proporción. Nos referimos a los relatos en prosa (diegeis, narratio) a los que se definía como ‘discursos expositivos de cosas que sucedieron o que pudieron haber sucedido’. El que esta definición aparezca en términos prácticamente idénticos en Cicerón (Auctor ad Herrenium), Quintiliano y Teón, pone de manifiesto hasta que grado era rígida e influyente la doctrina de las escuelas. Una idea de la naturaleza interior del canon de la narratio puede obtenerse de la invitación que Cicerón hace a Lucero (Ad familiares 5.12) para que escriba un tratado sobre su propia vida, dotándolo de del mayor atractivo posible (…) Dice Cicerón que, mientras la historia sirve a la veritas y a la utilitas, la narratio puede, además, proporcionar delectatio. Pero, ¿hasta qué grado se puede ceder a la delectatio sin menoscabo de la veritas? Esto es, ¿en qué consiste la verdad literaria? Se conoce un canon muy significativo, expuesto con toda claridad por el gramático Asclepíades de Mirlea (…) En él se distinguen tres categorías de verdad: alethes historia o ‘historia verdadera’, para lo que literalmente es verdad; pseudes historia o ‘historia falsa’, para los sucesos totalmente imaginarios; y plasmata, hos genomena o ‘ficción’, como podría suceder para la imaginación creadora.” (pp. 48-49), cursivas del original. Sirva esta extensa cita para ilustrar el punto. Para los aspectos poético- imaginativos en el escrito histórico, ver White 1973/2001 y 2003. 7 Este punto tiene un tratamiento como cuestión de grado en Günther Patzig, “El problema de la objetividad y del concepto de hecho”, en Pappe 2000, pp. 143-164; también Schaff 1971/1984 passim. 8 En este estudio, estos términos son sinónimos. 5 Esta es la razón por la cual esta pregunta está ligada con otras que hemos mencionado e intentar separarla para tratarla como una cuestión aparte, nos lleva a un tratamiento incompleto. Hay que mencionar también, que los historiadores cuestionan la pertinencia de estudiar los “hechos”9 como tales; en este debate, algunos historiadores han visto la necesidad de referirnos a periodos de larga duración en lugar de acontecimientos que hagan referencia a la historia política o militar, como es el caso de la escuela historiográfica francesa de los Annales.10 En todo caso, la pregunta hace surgir dudas y es necesario abordarla para aclarar cuál es el objeto de estudio de la historia y cómo abordarlo. (5) ¿Qué es un documento? Esta noción es metodológicamente importante. Como tal, la noción fue creada por el positivismo y además es correlativa de la noción de acontecimiento. El positivismo: (…) supone la instauración de la Historia no sólo a nivel teórico, sino también a nivel institucional y material, mediante la creación de cátedras universitarias, centros de investigación histórica, archivos, etc… y sobre todo al hacer que la Historia es la memoria de su pasado y el documento 9 Dice Arthur Marwick: “Burckhardt wanted to desmostrate the existence of something which could legitimately be called a Renaissance and its conclusive effects on the subsequent development of western Europe; dozens of historians since have fretted over it, what it was, when it began. Namier wanted to establish exactly how politics worked in eighteenth-century Britian. Historians have argued over the standard of living in the Industrial Revolutions, over the motivations and interests behind British imperial expansion, values and attitudes (‘mentalities’) in eighteenth-century France.One could say that, with regard to each of these very variegated topics, the historians involved were concerned to ‘establish the facts’. Critics of history would object to that formulation, preferring to speak of these historians as ‘selecting and arranging’ (‘narrativising’) the facts in order to present a particular interpretation’. In both cases the use of the phrase ‘the facts’ is highly unsatisfactory: what are ‘the facts’ when we are talking about the significance of the Renaissance, or mentalitites in eighteenth- century France? I want to suggest that if we want to get to the bottom of what historians at work actually do, we do best to forget the ridiculously simplistic phrase ‘the facts”. Marwick 1970/2000, p. 152. 10 Ver Bloch 1949/2001; Veyne 1971/1984; sobre la escuela de los Annales, Marwick 1970/2000; Corcuera de Mancera 1997/2000; Le Goff 1991; carbonell 1981/2001. 6 el instrumento material de esa memoria, y por lo tanto algo precioso que se debe conservar.11 La historiografía francesa y posteriores movimientos han reaccionado contra la concepción positivista y han ampliado esta noción que en la actualidad no se reduce al documento escrito; de aquí la importancia de determinar qué es un documento y en relación a que pueda serlo; sin embargo el legado positivista sigue presente en el sentido de que “la historia es, por esencia, conocimiento a través de documentos”.12 (6) ¿Qué es una prueba en historia? Una pregunta correlativa a esta es ¿los historiadores prueban algo en sus escritos? En resumen, la pregunta viene al caso, sobre todo en los tiempos recientes, debido al influjo de las tesis escépticas que reducen la historiografía a su dimensión narrativa o retórica. Nos dice Ginzburg: The idea that the historians should or can prove anything seems an antiquated idea to many, if not downright ridiculous. But even people who feel qualms over the dominant intellectual climate almost always consider it inevitable that rhetoric and proof should exclude one another.13 11 Bermejo Barreda 1987, p. 31, cursiva del original. 12 Veyne 1971/1984, p. 15. Leopold von Ranke, el llamado “padre de la historia científica”, es también conocido por su culto al documento y por sus investigaciones en archivos, lo que sabe cualquier estudiante de historia. Sin embargo, en mi experiencia, los estudiantes reproducen este lugar común sin mucha investigación al respecto de los métodos de trabajo de Ranke. Una reseña estupenda de estos métodos con citas del propio Ranke sobre su trabajo, así como la demostración que este “culto” a los documentos no era, al menos, como se piensa, se encuentra en Grafton 1998, donde nos dice: “(Ranke) relataba su propia historia para resaltar los atractivos técnicos y emocionales del método que empleaba más que para ofrecer una crónica exhaustiva y documentada del desarrollo de la historiografía. Con este fin, Ranke exageraba en buena medida el componente archivístico de su obra. Por ejemplo, al analizar la historia de la Reforma, A.G. Dickens descubrió que menos del diez por ciento de las notas al pie de Ranke citaban fuentes halladas en los archivos. El resto, en su mayoría, remitía al lector al tesoro de fuentesprimarias publicadas por estudiosos alemanes entre el siglo XVI y comienzos del XIX. Esta conclusión cimienta el prestigio de Ranke como conocedor de la literatura especializada, a la vez que socava su reputación como explorador de las cavernas archivológicas subterráneas”. (p. 44) 13 Ginzburg 1999b, p. 1. 7 Para Ginzburg, la prueba, en el pasado, fue considerada como parte de la retórica, así como que este hecho, alguna vez obvio y hoy olvidado, implica una imagen de los métodos de trabajo del historiador, incluidos nuestros contemporáneos, que es mucho más realista y compleja de lo que está de moda hoy día.14 Ginzburg desarrolla estas tesis en las cuales muestra que la prueba es importante para los historiadores independientemente del relato, y así ha sido desde la antigüedad. Hoy día, la pregunta es pertinente dentro del debate acerca de la naturaleza del escrito histórico. (7) ¿De qué es “maestra” la historia? Esta es una pregunta de índole ética, ya que su respuesta supone que sea lo que sea que enseñe la historia, esta enseñanza se traduce en una guía para la acción. Cicerón hace un muy conocido elogio de la historia cuando dice: “Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis, qua voce alia nisi oratoris immortalitati commendatur?”15 Sin embargo, queda por saber que significa ser “maestra de la vida” o de cualquier otra cosa. Benedetto Croce, en el marco de su principio de que toda historia es historia contemporánea, nos dice: (…) la historia no se construye nunca sobre las narraciones, sino sobre documentos, o sobre las narraciones reducidas a la categoría de documentos y tratadas como tales. Y si la historia contemporánea surge directamente de la vida, ello ocurre también con la que suele llamarse no contemporánea, porque es evidente que sólo un interés de la vida presente puede movernos a indagar un hecho pasado; en cuanto éste se unifica con un interés de la vida presente no responde a 14 Idem. 15 “La historia, en verdad, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de lo vetusto, ¿por cuál otra voz, sino por la del orador, es encomendada a la inmortalidad?” (De oratore,II, ix, 36) Cicerón 1995, t. II, p. 14. El énfasis es nuestro. 8 un interés pasado, sino presente. Este concepto se repite de cien maneras distintas en las fórmulas empíricas de los historiadores, y constituye, si no el contenido profundo, la razón del éxito del tan zarandeado lema: la historia es magistra vitae (maestra de la vida).16 La respuesta de Croce se encadena con otras preguntas sobre la utilidad o no de la historia, como si el interés que tenemos por el pasado para explicar el presente es lícito o no; si beneficia o no a ciertos grupos; o, como en nuestro medio, la historia de bronce sólo ha servido como justificación de la acción de ciertos gobiernos; o tal vez, la historia nos ha enseñado el proceso de la conformación del Estado Mexicano y esto sea factor para la unidad e identidad nacionales, etc.17 (8) ¿Cómo se escribe la historia? Narración/Argumentación. Se piensa que la labor del historiador es contar lo que sucedió en el pasado: narrarlo. Pero por otra, también queremos del escrito histórico una explicación acerca del porqué de los acontecimientos que se relatan en el escrito histórico. ¿A qué atiende más el historiador, a la investigación de los acontecimientos, su establecimiento e interpretación o la forma en que construye su relato? El aspecto de la investigación ha sido desarrollado por la filosofía crítica de la historia, en la que el papel de la argumentación con vistas a la explicación es un tópico importante dentro del proceso de la investigación; por otra parte, el aspecto de 16 Croce 1957, p. 12. Cursivas del original. 17 Luis González nos habla de una historia crítica o “aguafiestas”, que se erige como un saber de liberación. En contraparte, hay una “historia homenaje que también recibe los nombres de maestra de la vida, didáctica, conservadora, moralizante, pragmático-política, pragmático-ética, monumental o de bronce. Su perfil es bien conocido: recoge los acontecimientos celebrados en fiestas patrias, en el culto religioso y en el seno de varias instituciones. Resucita gente de estatura extraordinaria, gigantes con aureola de santos, sabios y caudillos muertos con el fin de perfeccionar las almas de los hombres vivos; presenta conductas dignas de imitación; imparte clases de civismo y de moral por ejemplos; es un código del bien y del mal y una escuela de perfección. (…) Según sus promotores, la historia reverencial podía hacer del peor de los niños un niño héroe como los muertos en Chapultepec ‘bajo las balas del invasor’” y remata González: “Los maestros de la escuela mexicana están convencidos de que las hazañas de Quiroga, Hidalgo, Juárez y los próceres de la Revolución, bien contadas por los historiadores, harán de cada niño mexicano un hombre merecedor de la medalla Belisario Domínguez”. González 1991, pp. 224-225. Las cursivas son nuestras. 9 la construcción del escrito histórico lo desarrolla la filosofía narrativista de la historia, donde: 1. Las narraciones históricas son interpretaciones del pasado. 2. La narrativa acepta el pasado tal cual. En forma de tautología: acepta lo que es indubitable sobre el pasado. Lo que es indubitable es un hecho histórico. Ambos sentidos de la segunda declaración son verdaderos. 3. La narrativa es el heredero moderno del historismo (no se confunda con el historicismo de Popper): ambos reconocen que la tarea del historiador es esencialmente interpretativa (p. ej., encontrar unidad en la diversidad). 4. El lenguaje narrativo no es un lenguaje objeto. 5. Las declaraciones de una narración histórica, siempre tienen una función doble: 1) describir el pasado, y 2) definir o individualizar una interpretación narrativa específica del pasado. 6. Las raíces de la historicidad son más profundas de lo que sugiere la historiografía moderna o la filosofía (de la historia) actual.18 Estas proposiciones se refieren a los aspectos que interesan a esta forma de filosofía de la historia, que no está centrada en los problemas epistemológicos sobre el conocimiento histórico, sino en la confección del escrito histórico. Como puede apreciarse, la visión de la filosofía narrativista de la historia, es distinta en objetivos y puntos de partida que la filosofía crítica de la historia, centrada en preguntas que atañen al proceso de investigación. Podemos preguntarnos si el relato (narración) tiene un estatus cognitivo o no. Además, cabría diferenciar el relato de histórico del relato de ficción, y poner en claro qué son exactamente cierto tipo de textos como la “novela histórica”.19 18 Ver “Seis tesis sobre la filosofía narrativista de la historia”, en Ankersmit 1994/2000, pp. 71-90, proposiciones 1-6, cursivas del original. Ver también Danto 1965/1989; White 1973/2001. 19 El psicólogo Jerome Bruner ha estudiado el estatus cognitivo del relato en Realidad mental y mundos posibles: los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia, Barcelona, Gedisa, 1988. Bruner, acerca del relato nos dice: “Puesto que nuestras intuiciones acerca de cómo confeccionar un relato o cómo captar su ‘médula’ son tan implícitas, tan inaccesibles para nosotros, que nos hallamos en un apuro cuando intentamos explicarnos a nosotros mismos o a algún dubitativo Otro qué es lo que conforma un relato y no –supongamos- una argumentación o una receta. Y por 10 (9) ¿Es la historia el resultado de nuestra conciencia de temporalidad y finitud? Esta pregunta es claramente especulativa. ¿Qué lleva a los hombres a hacer historia? ¿Saberse finitos y mortaleslleva a los hombres a dejar registro de los acontecimientos pasados? No tengo una respuesta clara a estas interrogantes; sin embargo, creo que son lícitas, en el sentido de que podrían ser inquietudes de algunas personas. La pregunta también podría enfocarse hacia lo que llamamos “la conciencia histórica”, es decir, cuando y cómo es que surge el darnos cuenta de nuestra posición dentro del fluyo de los acontecimientos y nuestro papel en él.20 (10) ¿Cuál es la relación de la historia con otras disciplinas? Con esta pregunta nos referimos (1) a la dependencia o no de la historia respecto a otras disciplinas, es decir, si para sus propósitos, la historia necesita de otros conocimientos provenientes de otras ciencias sociales o naturales; (2) a la necesidad de acercar la historia a otras disciplinas para elaborar investigaciones más amplias, como es el caso de la escuela de los Annales, donde Lucien Febvre y Marc Bloch intentan este acercamiento. El punto (2) proporciona una veta, a mi juicio, más interesante que (1). (11) ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía? (Esta pregunta puede generalizarse a la historia de otras disciplinas) Esta pregunta viene a colación en relación a la naturaleza de la historia de la filosofía. Los historiadores que se dedican a la historia intelectual suelen acusar a los filósofos de que las historias de la filosofía que componen son poco serias y deleznables; a su vez, los filósofos acusan a los historiadores de realizar historias de la filosofía obsoletas y propias de aficionados. más hábiles que seamos al adaptar nuestros relatos a nuestros objetivos, advertimos el mismo embarazo cuando intentamos explicar, por ejemplo, por qué lo que cuenta Yago hace vacilar la confianza de Otello en Desdémona. No somos muy buenos para comprender de qué modo el relato explícitamente ‘transfigura lo banal’”. Bruner 2002/2003, pp. 12-16. Sobre la novela histórica puede consultarse el libro coordinado por Conrado Hernández López Historia y novela histórica, México, El Colegio de Michoacán, 2004, que contiene valiosas aportaciones en diferentes direcciones de análisis tanto de historiadores como novelistas. 20 Para una exposición puntual de este aspecto, ver Gadamer 1993/2001, donde examina las aportaciones de Dilthey al respecto. 11 Cabría preguntarnos por qué en la preparación de los historiadores, los temas relativos a la historia de la filosofía o de la literatura, no están incluidos. Por otro lado, los tópicos sobre la metodología histórica o la historiografía, no figuran en la formación del filósofo. Y es que en la preparación del filósofo, al menos en nuestra tradición filosófica, el estudio de la historia es necesario para el filosofar.21 Así pues, ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía, los filósofos o los historiadores? Tal vez esto siga siendo polémico, ya que a la historia de la filosofía pueden formularse las mismas preguntas sobre la investigación histórica o sobre el escrito histórico: la historia de la filosofía ¿es conocimiento histórico o filosófico? ¿Hay diferencia entre los métodos para realizar historia cultural, historia económica, historia de las mentalidades, historia de la vida privada, historia militar, biografía, etc., y la historia de la filosofía?22 (12) ¿Cuáles son los métodos de la historia? La discusión acerca de la metodología histórica resulta todavía pertinente, si tomamos en cuenta que la llamada “nueva historia” proporciona un campo para formular preguntas acerca de la forma en que nos acercamos al objeto de estudio de la historia. Por otra parte, ¿cuáles son las operaciones intelectuales que realizan los historiadores con respecto a la manera en que tratan sus fuentes: la comprensión, la explicación, la interpretación?23 (13) ¿Tiene la historia algún sentido? La cuestión es de naturaleza especulativa. Popper se esforzó en negarla.24 La pregunta no es trivial; por el contrario, reviste gran importancia. Hay grandes respuestas a esta pregunta: la del cristianismo, la del marxismo, la de los grandes filósofos de la historia, Kant, Hegel, Herder. En tiempos más recientes, Erich Kahler la abordó de una forma por lo demás brillante. 21 Para los filósofos esto es una perogrullada; sin embargo, hay que aclarar esto para quien no esté familiarizado con la forma en que se llevan los estudios de filosofía en nuestro medio. 22 Sobre la historiografía filosófica y las cuestiones que suscita, ver Gracia 1992/1998; Lledó 1978/1996. 23 Ver para este punto González 1991, pp. 115-133. 24 Vid. Popper 1987. 12 Kahler hace referencia a una novela del escritor estadounidense Thornton Wilder (1897-1975) The Bridge of San Luis, donde un fraile es testigo de un fatal accidente donde mueren cinco viajeros, y el fraile se pregunta ¿por qué le paso esto a estos cinco? Al indagar sobre los difuntos, el fraile se entera de que la vida interior de los infortunados había llegado al final antes del accidente. Para Kahler, la novela muestra que: (…) de la manera más neta cómo un mero incidente se vuelve una “historia” –simplemente buscando un significado. Bien puede ser que todos nosotros estemos sin saberlo atrapados en una coherencia vasta y dinámicamente coordinada en cierto modo, lo mismo que la célula no tiene noción del organismo al cual pertenece. (…) Como una coherencia significativa requiere una mente consciente que la conciba, la historia sólo puede producirse y desenvolverse en conexión con la consciencia. (sic) Conforme el hombre nota mejor la coherencia de lo que hace y lo que le ocurre, en análoga medida le atribuye significado y lo convierte en historia.25 ¿Cuál es el significado de los acontecimientos? ¿Cómo les damos sentido? ¿Por qué nos es importante darle sentido a los acontecimientos del pasado? Quizás el sentido lo ofrece nuestro interés por el presente y su conexión con el pasado. Es aquí donde encontramos algunas respuestas y comenzamos a entender nuestra actualidad.26 25 Kahler 1964/1998, pp. 20-21. Cursivas del original. 26 En el análisis que hace Ankersmit sobre la explicación, la interpretación y la representación en historia, realiza una aguda observación: si el significado de los acontecimientos del pasado está dado por las acciones de los agentes, entonces la hermenéutica anglosajona, como la de Collingwood, tiene razón en sus apreciaciones. Sin embargo, la llamada “nueva historia”, como la historia de la vida privada, la historia de las mujeres, la historia del libro, etc., no se centran en las “intenciones” ni en las acciones de los agentes. “Así, tan pronto abandonamos la esfera de la acción humana intencional, el pasado no tiene un significado intrínseco, oculto o de otra clase, y es decididamente extraña hablar acerca de interpretar el significado de algo que no tiene un significado intrínseco.” Ver Ankersmit 1994/2004, p. 198. 13 (14) ¿Cómo se periodiza en historia? La pregunta es metodológica. La periodización establece puntos de referencia para el estudio de la historia. Tal vez algunos criterios para establecer estos puntos sean ideológicos, por ejemplo los del marxismo, que con la categoría de “modo de producción”, dividen la historia en varias formas de organización de la producción; el progreso, ya que la noción puede servir para el estudio de una época, como el progreso tecnológico, el avance que representó la escritura, etc. La concepción religiosa, donde en el caso del cristianismo nos ha aportado una idea de los periodos por los que atraviesa el hombre en su camino a la salvación. Podría haber otro criterio, como lo político. En todo caso, periodizar es una construccióndel historiador, sin la cual le es difícil abarcar su objeto de estudio. (15) ¿Qué es un problema histórico? La pregunta se refiere a qué es lo que el historiador trata de resolver con su investigación. Es claro que el historiador no se acerca al pasado sin ninguna pregunta; por el contrario, su acercamiento a los documentos, a un periodo, o a una forma de hacer historia conlleva una pregunta. Sin estas preguntas que se refieren a una situación que necesita esclarecerse, no tiene mucho sentido acercarse a los documentos en busca de cierta “inspiración”. Considérese el punto de vista de Collingwood: Todos los problemas históricos surgen en la experiencia presente y un problema que de ninguna manera embona en la experiencia presente ni altera nuestra actitud hacia ella, no es un problema auténtico, sino un problema realmente tan disparatado como el enigma infantil de la fuerza irresistible y del poste inmóvil, que pertenece al ámbito de la física sin sentido.27 La sentencia de Lord Acton es clara: “estudiad problemas, no periodos”. 27 Collingwood 1946/2004, p. 498. 14 (16) ¿Son las ideas lo que mueve a la historia humana? El cuestionamiento se presta a la discusión y a precisión de términos como “ideas”. La pregunta es especulativa y se refiere al papel de la concepción del mundo en las acciones que se han considerado relevantes en la historia humana.28 (17) ¿Se imagina los hechos el historiador? (Representación histórica) La pregunta surge de la filosofía narrativista de la historia. Si las narraciones históricas no contienen ni explicaciones ni descripciones del pasado, entonces contienen representaciones del pasado, lo que puede sugerir un acercamiento de la filosofía de la historia y la estética.29 Bajo la perspectiva del narrativismo, la obra histórica se concibe como: “(…) una estructura verbal en forma de discurso de prosa narrativa que dice ser un modelo, o imagen, de estructuras y procesos pasados con el fin de explicar lo que fueron representándolos.”30 El problema aquí es ¿qué es la representación? ¿Tiene que ver con la imaginación del historiador? Estas últimas preguntas se pueden abordar desde una perspectiva crítica, ya que para responderlas tenemos que remitirnos a nuestras capacidades naturales de cognición. (18) ¿Cuál es la explicación en la historia? En la filosofía crítica de la historia, la pregunta es en qué consiste y cómo se logra explicar en historia; si esta explicación tiene que ver con la relación causa-efecto, con finalidades o con la comprensión de las acciones por parte de los agentes.31 28 Lo cual provee de un punto de toque para la filosofía especulativa de la historia, que tiene aquí uno de sus temas. 29 Ankersmit, op.cit., p. 200. Este autor realiza una reseña acerca del problema de la representación y la forma en que se ha abordado. 30 White 1973/2001, p. 14. Cursivas del original. 31 La clasificación que de los tipos de explicación nos ofrece don Luis González resulta muy ilustrativa: explicación intencionalista, explicación genética o de encadenamiento causal, y la explicación histórico-naturalista, para quien “los seres humanos tienen más naturaleza que historia”. Ver González 1991, pp. 141-148; también Palazón Mayoral 1990; ver también la respuesta en los autores del canon que se presentan en el siguiente capítulo. 15 2. Clasificación de las preguntas Dentro del ámbito de la filosofía de la historia, distinguimos tres direcciones principales. 1. La filosofía especulativa de la historia (metafísica/ontología; ética) 2. La filosofía crítica de la historia (epistemología) 3. La filosofía narrativista de la historia (epistemología , filosofía del lenguaje) 32 Las preguntas que he formulado pueden ubicarse en alguna de estas direcciones de la filosofía de la historia. Así, las preguntas (7), (9), (13), (16), pertenecen al ámbito de la filosofía especulativa de la historia.33 Las preguntas (1) a (6) y (10), (11) (12), (14), (15), y (18), son materia de la filosofía crítica de la historia. Finalmente, las preguntas (8), (17) se ubican en la filosofía narrativista de la historia. La filosofía de la historia nos permite acercarnos a los problemas tanto de la ontología como de la epistemología y la ética. El conjunto de preguntas que presentamos puede responderse desde alguna de estas tres regiones de la filosofía. 32 Otros autores podrían sugerir otras vías adicionales a estas. Por ejemplo, Gabriel Vargas Lozano piensa que las vías son a) la especulación; b) la epistemológica; y c) la crítica, en el sentido de reflexión sobre la crisis de la civilización en que nos encontramos (ver Vargas Lozano, 1990). Puede encontrarse una vía ética emparentada a la filosofía de la acción en Roldán 1997. Hay otra vía, la fenomenológica. Este desarrollo me lo dio a conocer la Profesora María Luz Pinto Peñaranda, de la Universidad de Santiago de Compostela y el Profesor José Luis Ramírez que desarrolla su trabajo en Suecia y quien también me ha orientado en la dirección fenomenológica de la retórica. Ambos han sido generosos conmigo al responder a mis preguntas vía el correo electrónico. La Profesora Pinto tuvo incluso la amabilidad de enviarme varios de sus textos. Lo menos que puedo hacer aquí es mencionarlos a ambos, ya que por falta de espacio no puedo tratar las preguntas que se plantean desde la fenomenología a la historia. Una recopilación de textos sobre esta orientación de la filosofía de la historia se encuentra en Jesús Díaz Álvarez y María Carmen López Sáenz (editores) Fenomenología e Historia, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2003, donde se encuentra el artículo de la Profesora Pinto “Merleau-Ponty: fenomenología e historia”; también de la misma autora “Coexistence empirique, a priori historique et projet de transformation de l’histoire réelle” en I. Coperu, M. Diaconu y D. Popa (editores) Person, Community and Identity, Cluj-Napoca, Rumania, House of the Book of Science, 2003. Agradezco a ambos la calidez de su trato y su disposición para compartir conmigo su pensamiento. 33 Lo que podríamos llamar la filosofía clásica de la historia, en autores como Hegel, Kant, Voltaire, o anteriores como Joaquín de Fiore o San Agustín, que entre los temas que aboradan están la búsqueda de sentido y finalidad en la historia. De manera contemporánea, estas preguntas se siguen planteando. 16 Ahora bien, de este conjunto de preguntas que nos formulamos y de las direcciones de la filosofía de la historia que hemos distinguido, seleccionamos las siguientes preguntas dentro de la dirección crítica de la filosofía de la historia: (1) ¿Es la historia una ciencia? (2) ¿Qué es la verdad histórica? (3) ¿Qué son los hechos históricos? Estas son la quaestiones quodlibetales que responderemos en el tercer capítulo a partir de los autores representativos de la filosofía crítica de la historia. La vía crítica de la filosofía de la historia hace énfasis en los temas epistemológicos y metodológicos acerca del conocimiento histórico. Es por esto que se le llama crítica.34 Sin embargo, será necesario aclarar el uso del término crítica (del griego krísis, kritiké) lo cual puede proporcionar elementos para comprender el porqué de su uso en la descripción de los problemas epistemológicos. Examinando la historia del término, se pueden distinguir tres conceptos de crítica, uno que podemos llamar clásico y otros dos modernos, a luz de nuevas preocupaciones intelectuales y con un sentido igualmente técnico que el concepto clásico.35 El concepto clásico lo podemos llamar crítica como erudición. En este sentido, la disciplina llamada crítica se remonta al siglo V antes de nuestra era, y se cristaliza en la obrade Aristóteles; los que siguieron a Aristóteles son conocidos posteriormente como philólogoi, grammatikoí, kritikoí. En esencia: Se trata de la disciplina y formación por la cual se llega al discernimiento (krísis) de los buenos autores y los buenos libros, es decir, la capacidad cultivada a lo largo de muchos años y con un esfuerzo considerable, de distinguir (krínein) 34 Vid. Walsh 1951/1998, pp. 9-12. 35 Vid. Leal Carretero 2003, p. 246. Seguiremos a este autor en la siguiente exposición. 17 los autores que escriben y piensan bien de los que escriben y piensan menos bien.36 Así pues, la persona que se dedica a la crítica en este sentido, se vuelve un crítico, es decir, una persona que sabe discernir, discriminar los buenos autores de los no tan buenos. La crítica surge debido a la necesidad de explicar los textos, ya que en ellos se fija un estado de la lengua. Si bien esta se transforma con el tiempo, los textos permanecen en el mismo estado y con el tiempo se van volviendo incomprensibles, por lo cual es el crítico quien los explica. Para lograr ser un crítico es este sentido original se necesita: (…) conocimiento amplio y profundo de la historia de los autores, los libros, las copias, las ediciones, y las ideas y sistemas de pensamiento que en esos autores, libros, copias y ediciones se van transmitiendo a la posteridad, se van conservando en la memoria colectiva y van impulsando la tradición intelectual de una cultura o, si se prefiere, las tradiciones intelectuales de todas aquellas culturas que, de una manera u otra, se reclaman de un común origen.37 Como ya se podrá intuir, llegar a este conocimiento exige del lector un conjunto de capacidades difíciles de adquirir y cultivar.38 36 Idem. 37 Leal Carretero, op. cit., p. 247. 38 El autor menciona una lista de esas virtudes. Entre ellas el lector: “trata de comprender el inmenso catálogo de obras que se han producido en la tradición cultural a la que pertenecemos; no se contenta con leer la lista de artículos más recientes o que se ofrece en un seminario; no se contenta con repetir los autores de moda; busca leer los originales en las mejores ediciones que puede conseguir; compara interpretaciones posibles; explora la historia de las ideas y las palabras; busca situar a un autor en su contexto cultural, intelectual, académico, social, político, económico, pedagógico, polémico; (…) no confunde un concepto, un tema, una pregunta de hace dos siglos o cinco siglos o veinticinco siglos con un concepto, tema o pregunta que nos inquieta ahora”. Leal Carretero 2003, p. 248. 18 Es por esta razón que como un punto de referencia, este concepto de crítica lo llama Leal Carretero: (…) ‘crítica como ERUDICIÓN’, dado que la palabra latina eruditio designa justamente el proceso de cultivo por el cual abandona una persona su estado de ruda y primitiva ignorancia adentrándose en la gran conversación de la humanidad que está depositada en los documentos de una tradición cultural.39 Este concepto clásico de crítica como erudición, dio lugar a dos desarrollos modernos y que resultan importantes para nuestro tema. Ambos son resultado de la tradición cultural alemana. El primer concepto moderno de crítica, lo llama Leal Carretero crítica como ciencia. Dos grandes filósofos alemanes son los usurpadores del término ‘crítica’: Immanuel Kant (en la Crítica de la razón pura, de 1781) y Karl Marx (en su Crítica de la economía política, de 1859). La usurpación de Kant dio origen al sentido de crítica como ciencia. Desde el título de su obra, ‘crítica de la razón pura’, se nota que el objeto de la crítica, no parece ser el que se pensaría en el sentido clásico del término, es decir, los textos o su contenido. El mismo Kant explica el sentido en que usa el término: Pero no entiendo por esta frase una crítica de los libros y sistemas, sino una crítica de la capacidad misma de razonar con respecto a todos los conocimientos a los que la razón aspira independientemente de la experiencia, (con otras palabras entiendo por ‘crítica de la razón pura’) la decisión acerca de la posibilidad o imposibilidad de una metafísica como tal, y la determinación tanto de sus fuentes como de 39 Ibidem. p. 249. Como tal vez puede apreciarse, la práctica de la crítica en este sentido clásico está lejos de ser el modelo en que se inspiran nuestros planes de estudio. 19 su extensión y límites, todo ello empero a partir de principios.40 Si bien Kant menciona la palabra ‘decisión’, que corresponde al griego krísis, tal decisión no es entre un autor u otro, entre una obra mejor escrita que otra o un sistema de pensamiento mejor fundado que otro, sino que el objeto del discernimiento es de mayor envergadura: si la empresa intelectual llamada ‘metafísica’ es posible. Como dicha empresa se ha manifestado en ciertos textos de ciertos autores, la barrera entre la crítica en el sentido clásico y el sentido moderno es fácil de traspasar. Kant insiste que no es en la lectura de libros y autores lo que permite la decisión en el tema que le interesa, sino en otro procedimiento, que consiste en “delimitar (otra vez krínein), en encontrar y establecer los límites de la razón o, más generalmente, de las capacidades e incapacidades del aparato cognitivo humano.”41 Aunque el término es nuevo, el concepto y la ambición que expresa no lo es, ya que esta es la misma empresa que Bacon y Descartes formularon en sus escritos. Sin embargo, Kant y algunos de sus seguidores, siguieron llamando a esta empresa “crítica”, si bien quienes no lo siguieron o no tienen interés en ella prefieran utilizar el término en su concepto clásico.42 La empresa crítica que fundó Kant, ha tenido un gran desarrollo desde su muerte. Con diversos nombres, la tarea de encontrar y establecer los límites del aparato cognitivo humano ha prosperado bajo los rubros de: ‘teoría del conocimiento’, ‘epistemología’, ‘gnoseología’, ‘metodología’, ‘teoría de la ciencia’, ‘filosofía de la ciencia’, ‘epistemología genética’, ‘etología cognitiva’, ‘sintaxis lógica’, ‘crítica del lenguaje’, ‘ciencia cognitiva’, ‘ergonomía cognitiva’, ‘lingüística cognitiva’, ‘cognición comparada’, entre otras. Es claro que estas “marcas” no dicen lo mismo, sin embargo su propósito si lo es. Esta empresa se acerca más a la ciencia y tiende a volverse menos filosófica al descansar sobre procedimientos taxonómicos y de modelización preferente, aunque 40 Citado en Leal Carretero 2003, p. 250. 41 Leal Carretero, op., cit., p. 251. 42 Idem. 20 no exclusivamente matemática. Así, Leal Carretero opone al concepto clásico de crítica, esta concepción moderna con el nombre de ‘crítica como CIENCIA’.43 Hasta aquí, dentro de la empresa crítica destacan las ciencias naturales, ya que como originalmente lo pensaron Bacon, Descartes y Kant, la empresa se parece más a una ciencia natural que a una ciencia social. La entrada de las ciencias sociales en este proyecto se debe al segundo usurpador del término ‘crítica’: Karl Marx, que consolida el segundo concepto moderno de crítica como ciencia erudita o erudición científica. La obra de Marx Crítica de la economía política, exhibe como peculiaridad que sintetiza el concepto clásico con el concepto kantiano, es decir, lectura atenta y cuidadosa de los textos y autores con la exploración del alcance y límites del aparato cognitivo humano. En la obra de Marx hay crítica en el sentido clásico, sin embargo, también se encuentra un elemento nuevo. Para entenderlo mejor, habrá que retroceder hasta Bacon y Descartes. Bacon se diferencia de Descartes por su actitud hacia la crítica en sentido clásico. A diferencia de Descartes,quien desprecia los estudios humanísticos y que la lectura de libros antiguos le parece una pérdida de tiempo, Bacon concibe la posibilidad de construir una ‘historia literaria’ donde se mencione a todos los textos, autores e ideas de la tradición europea. Muchos autores trabajarán en este proyecto en los siglos siguientes.44 De entre estos autores destaca la figura de Giambattista Vico, quien formulará la alternativa al cartesianismo, en la que no se desprecia el conocimiento minucioso de las cosas antiguas, sino que por el contrario, hay que partir de ellas; pero no hay que dejar este conocimiento en manos de los eruditos, sino inyectarles el espíritu de la ciencia moderna.45 Aunque Vico no fue leído en durante el siglo XVIII, es redescubierto por Jules Michelet, quien lo traduce e interpreta en el siglo XIX. Ahora bien, para encontrar el nexo entre Vico y Marx: 43 Ibidem., p. 252. Es en este sentido que Walsh, por ejemplo, entiende que haya una filosofía crítica de la historia. Vid. Walsh 1951/1998. 44 Ibidem, p. 254. 45 Como hace Vico en su Ciencia Nueva. 21 (…) hay que recordar que en el contexto de renovado estudio de las antigüedades europeas se enmarca otra idea de Bacon, aquella idea a la que Voltaire asociaría después la frase ‘filosofía de la historia’, es decir el estudio de las etapas y progresos de la ciencia y la razón humanas. Todo mundo sabe que de esa nueva empresa intelectual surgirá alguna vez la sociología moderna; pero lo que tal vez no se medita siempre suficientemente es que el movimiento intelectual entero que nos lleva de Bacon a través de Voltaire hasta Comte, Tocqueville, Marx y finalmente los sociólogos clásicos, está marcado por una idea (…): que el pensamiento, el conocimiento y la razón están determinados por las circunstancias materiales, sociales, económicas y tecnológicas en que surge; (…) no hay una historia de las ideas independientemente de la historia material, social, económica y tecnológica de la humanidad.46 El surgimiento de este nuevo sentido de crítica va acompañado del nacimiento de las ciencias sociales; y en un periodo que abarca doscientos años desde 1750 a 1950, otros autores han conjugado la erudición con la ciencia.47 Así pues, el elemento nuevo que inaugura Vico e introduce Marx como un nuevo significado para el término ‘crítica’, consiste en que: (…) el alcance y límites del entendimiento y la razón humanas, de las clasificaciones y explicaciones que en nuestras ciencias damos de los fenómenos, en una palabra: del conocimiento de que somos capaces, no están solamente determinados por la génesis y estructura 46 Ibidem, pp. 254-255. Cursivas del original. 47 Para Leal Carretero, James George Frazer, Vilfredo Pareto, Max Weber, Georg Simmel, George Dumézil y Fernand Braudel, entre otros, son ejemplo de esta conjunción entre erudición y ciencia. 22 naturales de las que partimos y que son un producto de la evolución (…) sino también están determinados por la clase de sociedad al que pertenecemos, por el nivel tecnológico que alcanzamos, por la estructura del sistema industrial y comercial en que nos desenvolvemos, por el lugar que en todas esas relaciones ocupamos: estos modos de determinación sociales resultan tan importantes como los modos de determinación naturales y es igualmente urgente estudiarlos e investigarlos 48 Estos son los tres sentidos del término crítica. La filosofía crítica de la historia se inserta en el primer sentido moderno del término, al menos en Walsh, que es filósofo y cuyo proyecto es estudiar la lógica del pensamiento histórico, que para él se enmarca en la filosofía de la ciencia, es decir, en la epistemología. Y este encuadre no deja de llevarnos a problemas ontológicos y éticos, ya que no éstos no están divorciados del problema del conocer. Así pues la filosofía de la historia no es una reflexión marginal, sobre un tema puramente especulativo, sino una vía para que a través del conocimiento histórico, nos formulemos preguntas epistemológicas, ontológicas y éticas. Los autores del canon que abordaremos en el tercer capítulo, tienen un compromiso con la empresa crítica, ya sea en el sentido kantiano, como Walsh, o en el sentido viquiano-marxista, como Schaff, además de ser ambos filósofos puros; varios de estos autores tuvieron formación en el sentido clásico de la crítica, como Marrou, Collingwood, Veyne y Bloch. De aquí pues la importancia de conocer las opiniones de estos pensadores que pertenecen, por a la naturaleza de sus preguntas, a esta gran tradición; pero también hay que señalar con cierta perplejidad el que sus aportaciones sean vistas, en el campo de la enseñanza, fuera del contexto de un conjunto de quaestiones debatidas en la tradición crítica, así como el que no se les pueda ubicar dentro de las 48 Ibidem, p. 256. 23 grandes orientaciones de la filosofía de la historia. Esto también vale para autores que en el siguiente capítulo se mencionarán. De aquí la importancia de establecer una estatus de las preguntas para no confundirlas, lo cual propicia prejuicios sobre algunos autores49 y poder así valorar las aportaciones de los diferentes pensadores. 49 Así, se propician malentendidos y prejuicios sobre algunos autores porque se tienen la impresión de que su tema está caduco y que no es importante hoy en día. Todo lo que se puede decir de esta actitud ignorante y arrogante, es que no lleva a ninguna comprensión de los textos y mucho menos a la asimilación de una tradición de pensamiento, lo cual viene a redundar en una profunda deformación profesional, tanto en los campos de la filosofía como de la historia., 24 Capítulo II. El canon Una vez que hemos presentado nuestras preguntas y la orientación de la filosofía de la historia por la que optamos, en este ensayo bibliográfico me referiré a algunos textos que tienen por tema la filosofía de la historia.50 Mi propósito es doble: por una parte mostrar una posible guía de lectura sobre las preguntas suscitadas por la filosofía de la historia; por otra, presentar los textos del canon. En cuanto al primer propósito, la bibliografía mencionada no pretende ser exhaustiva; en todo caso he pretendido ser ecuménico en esta selección, que también refleja mis tendencias, intereses y mis propios conocimientos, así como la disponibilidad de obras con que cuentan nuestras bibliotecas y nuestro mercado editorial. Cuando alguna obra contiene una bibliografía importante, la señalo con un asterisco. La única revista especializada en filosofía de la historia es History and Theory. Studies in the Philosophy of History, auspiciada por la Wesleyan University, Connecticut, y publicada por Blackwell Publishing. Esta revista aparece desde 1961 y publica artículos, reseñas y ensayos, principalmente en las áreas de filosofía crítica de la historia, causalidad, interpretación, explicación, objetividad; filosofía especulativa de la historia, historia comparada y global; historiografía, teoría y práctica que en el pasado realizaron historiadores y filósofos de la historia; metodología histórica, examen de textos y otras evidencias, narrativismo, estilística; teoría crítica, marxismo, reconstrucción, género, psicoanálisis; tiempo y cultura, concepciones de la humanidad en el tiempo; disciplinas relacionadas, interacciones entre la historia y las ciencias naturales y sociales, las humanidades y la psicología. Como puede verse, esta revista trata una amplia gama de temas y goza de un gran prestigio internacional. Su editor es Brian C. Fay, y en su consejo editorial cuenta con eminentes historiadoresy filósofos, como F.R. Ankersmit, Arthur Danto, William H. Dray, Reinhart Koselleck, Jörn Rüsen, John Passmore y Hayden White entre otros. 50 Pongo entre paréntesis el año de la primera edición en idioma original. Los textos señalados con un asterisco contienen una importante bibliografía. 25 Mención aparte merecen sus números monográficos (Beiheft, Theme Issues) sobre bibliografía de obras dedicadas a la filosofía de la historia; temas selectos como representación de los eventos históricos; prueba y persuasión en historia; medio ambiente e historia; los historiadores y la ética; ensayos sobre el historicismo; historia y el concepto de tiempo; historia y teoría feminista; metahistoria: seis críticas; la bibliografía de publicaciones y manuscritos de R.G. Collingwood anotada; la historiografía de la historia de la filosofía; ensayos dedicados a la memoria de Arnaldo Momigliano, entre otros. La lectura de esta revista es básica si se quiere estar enterado de las cuestiones que actualmente preocupan a los historiadores y a los filósofos interesados en la historia, así como de la bibliografía reciente. Si continuamos con estudios generales y antologías sobre la materia, el volumen 5 de la Enciclopedia Iberoamericana de filosofía, Madrid, Editorial Trotta, 1993, titulado Filosofía de la historia*, resulta ser una estupenda visión de conjunto de esta rama de la filosofía. Esta enciclopedia es un proyecto conjunto del Instituto de filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y del Centro de Investigaciones Filosóficas de Buenos Aires, que reúne a los filósofos que tienen al castellano como instrumento lingüístico. La enciclopedia es un conjunto de temas monográficos selectos. En este volumen, un conjunto de especialistas en filosofía de la historia, coordinados por Reyes Mate, ofrecen una monografía de cada tema tratado, que van desde el mundo griego, la visión bíblica, judía e islámica, el mundo cristiano antiguo y medieval, pasando por la filosofía idealista y postidealista de la historia, hasta los temas contemporáneos del narrativismo y posmodernidad, pasando por los problemas sobre el conocimiento histórico y el punto de vista de la hermenéutica. Este es un texto muy recomendable, ya que su lectura cubre un amplio panorama de temas, además de ofrecer un tratamiento muy claro y preciso de cada tema. La introducción de Reyes Mate ofrece una visión de la situación de la filosofía 26 de la historia en el ámbito de la filosofía en español. Su lectura es indispensable para los interesados. En inglés, un libro básico es el editado por Patrick Gardiner, Theories of History, Glencoe, Illinois, The Free Press, 1959. En la introducción del editor se presenta la selección de lecturas realizada por Gardiner, que abarca las grandes interpretaciones del devenir histórico, que incluyen a Vico y Hegel, hasta los problemas del conocimiento histórico que incluyen textos de Walsh, Berlin, Croce, Popper, Gellner, entre otros. Una antología se justifica si cubre una necesidad; este libro cubre perfectamente un tratamiento por temas de la filosofía de la historia, si consideramos la división entre filosofía especulativa de la historia y filosofía crítica de la historia. Algunos de los textos de este libro pueden encontrarse en traducción castellana. A pesar de los años, sigue resultando útil. El libro de León Dujovne, La filosofía de la historia desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII, Buenos Aires, Ediciones Galatea, 1959, es un interesante recorrido que va desde Maquiavelo hasta los críticos de la revolución francesa Edmund Burke y Thomas Robert Malthus. Es un texto ameno y erudito; trata a autores a los cuales no se les asocia con la filosofía de la historia, como Leibniz y Hume, así como a teólogos ingleses XVIII, como Price, Priestley y Paley.51 Gibbon y su interpretación de la historia de Roma también es estudiado, sin faltar, por supuesto, a clásicos como Voltarie, Rousseau, Turgot y Kant. Un libro muy recomendable. En este mismo tenor, pero con respecto a la historiografía, el libro (1971) El nacimiento de la historiografía moderna, Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 1974 de George Lefebvre, resulta una útil obra de consulta, así como el librito de Charles- Olivier Carbonell (1981) La historiografía, México, Fondo de Cultura Económica, 51 El libro de M.D. Forbes, The liberal anglican Idea of History, Cambridge, 1952, es un estudio pertinente sobre la filosofía de la historia de corte teológico. 27 1986; ambos son recorridos por la historiografía, el primero desde el renacimiento, y el segundo desde los griegos. Ambos contienen datos y orientaciones valiosas. También, dentro de estos estudios generales, podemos incluir el excelente estudio de la Profesora Concha Roldán, Entre Casandra y Clío. Una historia de la filosofía de la historia.* Madrid, Ediciones Akal, 1997. La Profesora Roldán examina desde la prehistoria de la filosofía de la historia, que para ella se encuentra en el mundo griego y judeocristiano, para tener su aurora con Voltaire, Vico y Herder, padres fundadores, que originan la filosofía especulativa de la historia desarrollada por Kant, Hegel y sus secuelas: Comte y Marx. La filosofía crítica de la historia tiene en Ranke, Dilthey y Max Weber a sus grandes representantes. El panorama contemporáneo pasa revista –obligada, por cierto-, a las ideas de Hempel y el covering law model52, G.H. Von Wright y Karl Popper en cuanto al problema de la explicación en historia; Isaiah Berlin es mencionado en relación al problema del determinismo causal y la determinación histórica, para terminar con la perspectiva del narrativismo. El libro termina con un interesante epílogo sobre la filosofía de la historia de Collingwood, titulado R.G. Collingwood: el canto del cisne de la filosofía de la historia. Interesante ensayo que rescata y valora la obra de Collingwood como una filosofía de la historia que pone en el tapete el por qué de la disolución de esta disciplina que dio lugar a cierta dispersión, pero a la vez su importante contribución en dos vertientes: una epistemológica y otra práctica. La Profesora Roldán sostiene que una tercera vía para la filosofía de la historia, allende de la especulación o la crítica, es considerarla como una variante de la filosofía de la acción,53 es decir, como un añadido de una conciencia moral a la información procedente de la historia como ciencia; recordarnos que los sujetos de la historia somos morales. Es un libro importante y cuya tesis es un punto de referencia 52 Bautizado así por W.H. Dray en su libro, al que nos referiremos más adelante. En castellano podemos llamarlo modelo nomológico-deductivo o modelo de ley aclaratoria. 53 Sobre este desarrollo de la filosofía, véase Alan R. White (1968) (editor) La filosofía de la acción, México, Fondo de Cultura Económica, 1976; Alfred R. Mele (editor) The Philosophy of Action, Oxford, Oxford University Press, 1997; Héctor-Neri Castañeda (1975) Pensar y hacer. Fundamentos filosóficos de las instituciones. México, UNAM, 1995. 28 para la comprensión de los problemas relativos a una vía de estudio diferente en la filosofía de la historia. Un texto orientador, pese a su brevedad, es Teoría de la historia, México, Universidad Autónoma del Estado de México, 1999, de Jaime Collazo Odriozola. En sólo cincuenta páginas, este autor pone en claro lo que es la teoría de la historia y sus temas: la palabra “historia”, la historia en el conocimiento, la explicación histórica, verdad y objetividad de la historia, vinculación con disciplinas afines, estructura y coyuntura, periodización,
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