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lucrativos en cualquier medio de difusión. 
 
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA 
CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES 
DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS 
DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
QVAESTIONES QVODLIBETALES DE HISTORIAE PHILOSOPHIA 
 
 
 
 
TESIS PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 
MAESTRO EN FILOSOFÍA 
 
 
 
PRESENTA 
 
VÍCTOR MANUEL FAVILA VEGA 
 
 
DIRECTOR DE TESIS: 
 
DR. FERNANDO LEAL CARRETERO 
 
 
Guadalajra Jalisco, diciembre de 2005. 
 
 
 
 
 
 
Índice 
 
 
 
 
 
 
 
 
Introducción ____________________________________ I-VI 
 
 
 
 
 
 
Capítulo I. Quaestiones ___________________________ 1 
 
 
 
 
 
Capítulo II. El canon ______________________________ 24 
 
 
 
 
 
 
Capítulo III. Respuestas a las Quaestiones Quodlibetales 76 
 
 
 
 
 
 
Conclusiones ____________________________________ 127 
 
 
 
 
 
 
Referencias ______________________________________ 129 
 
 
 
Agradecimientos 
 
 
 Quiero dar la gracias al Dr. Fernando Leal Carretero el haber tomado esta 
empresa bajo su dirección. Fue más que generoso con su tiempo, disposición y 
paciencia para con mi persona; también supo ofrecer palabras de aliento cuando las 
circunstancias personales y profesionales no eran favorables; señaló con toda 
oportunidad y rigor lo que estaba equivocado, y alentó los aciertos. Los errores que 
contenga este trabajo se deben a mí y no a él. No pude haber encontrado un mejor 
asesor. Pero sobre todo, le agradezco su amistad y su confianza. Este trabajo no 
representa, ni con mucho, la amistad, confianza y admiración que le profeso. 
 
 Una primera aproximación al tema de esta tesis lo expuse ante un conjunto de 
profesores del departamento de historia, a instancias del Dr. Hugo Torres Salazar, en 
ese momento coordinador de investigación, a quien agradezco esa oportunidad, así 
como sus enseñanzas y su tiempo para atender algunos cuestionamientos que le 
formulé. 
 
 Es justo agradecer a quienes me dieron la oportunidad de incorporarme a la 
docencia en el CUCSH: la Mtra. Graciela Ruano Ruano, en el departamento de 
historia y el Mtro. Clemente Castañeda Valencia en el departamento de filosofía. 
Ambos han sido generosos conmigo, por lo que les estoy muy agradecido. Asimismo, 
vaya mi agradecimiento a la Mtra. Ana María de la O Castellanos y al Dr. David 
Carbajal, por su confianza en mi trabajo en el departamento de historia. 
 
 Debo agradecer en mucho a mis condiscípulos de la primera generación de la 
maestría en filosofía, por esos años de convivencia y estudio. Quiero aquí hacer 
mención de Guadalupe Orendáin, ya fallecida, quien fue sin lugar a dudas la gran 
animadora del grupo, así como gran compañera y amiga. De todos ellos sólo se 
puede decir et nemo nisi per amicitiam cognoscitur. 
 
 Esta tesis nace de las preguntas e inquietudes surgidas en mi labor docente 
en el departamento de historia. Debo agradecer a los estudiantes que han desfilado 
por la asignatura Discurso, representación y narrativa: análisis teórico, durante ya 
cinco años. Sin ninguna falsa modestia, es justo decir que he sido yo el que más he 
aprendido de ellos: referencias, “jerga” histórica, una perspectiva desconocida, temas 
de investigación, libros, en suma, una disciplina diferente a la de mi formación 
profesional. Mis preguntas hacia ellos fueron más que los conocimientos ofrecidos. 
Con toda sinceridad puedo decir que de todos ellos aprendí algo, y que la 
experiencia ha sido muy agradable. No quiero mencionar a alguien en particular, 
porque me vería obligado a mencionar a todos, lo cual no es posible. A todos, 
gracias. 
 
 At last, but no least, quiero dar las gracias a mi familia, por su apoyo en las 
difíciles circunstancias en que realizamos los estudios de maestría. Hoy veo con 
agrado que superamos los momentos difíciles; la vida sin problemas no es vida, pero 
aquellos problemas ya pasaron, y hoy nos enfrentamos a una nueva circunstancia 
con una nueva ventaja: el saber. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A la memoria de mi padre, 
A mi madre. 
A la memoria de mi hermano. 
A mi hermana. 
A mi sobrina. 
“Lo que tus padres en herencia te dejaran, hazlo ganancia propia, que puedes 
poseer” (Goethe, Fausto). 
 
Parte de esa herencia fue mi formación profesional, por lo que siempre les estaré 
agradecido. Este trabajo es parte de ese agradecimiento. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dum audes, ardua vinces. 
Veritas filia temporis. 
 I
Introducción. 
 
 En este escrito, sostenemos que la filosofía de la historia es una rama de la 
filosofía que nos acerca a las tres grandes áreas de problemas filosóficos: la teoría 
del conocimiento, la metafísica u ontología y la ética. Sostenemos que en ella se 
encuentran al menos tres orientaciones que corresponden a estas áreas de 
problemas filosóficos. También sostenemos que esta disciplina ha sido objeto de 
malos entendidos por parte de los historiadores profesionales y los mismos filósofos 
profesionales de nuestro medio. En el ámbito de la enseñanza y discusión de los 
problemas relativos a la historia, se piensa que la filosofía de la historia es una 
reflexión acerca del destino de la humanidad, los objetivos de nuestra especie y el 
mundo futuro. 
 
 De suyo, estos temas no tienen nada de extravagantes a pesar de lo que 
algunos piensen; sin embargo, no es cierto que la filosofía de la historia sólo se 
ocupe de éste tipo de temas. Pienso que en la filosofía de la historia, la especulación 
ha tenido un enorme desarrollo. Los grandes filósofos que abordaron el tema, San 
Agustín, Joaquín de Fiore, Herder, Hegel, Kant, Voltaire y en tiempos más recientes 
Arnold Toynbee y Erich Kahler, son un ejemplo de la tradición filosófica en este 
rubro. 
 
Sin embargo, no es menos cierto que así como se reconoce esta forma de la 
filosofía de la historia como un estudio asociado a la metafísica y la ética, debe 
reconocerse también que la filosofía de la historia puede ocuparse de los procesos 
del pensamiento histórico, así como el examen de los conceptos usados por los 
historiadores, estudio asociado a la epistemología. 
 
 Este trabajo de tesis nace en parte de una situación paradójica: al ser llamado 
para ocupar una asignatura en el departamento de historia, me encuentro, como 
profesor, in statu pupillari respectoa una materia nueva para mí, la filosofía de la 
 II
historia. Por esta razón quiero presentar este trabajo con vistas a una habilitación, en 
el sentido alemán del término, como profesor de esta rama de la filosofía. 
 
 Al comenzar mi enseñanza de la materia, surgieron muchas preguntas 
respecto a esta disciplina que inmediatamente comencé a formular a mis alumnos y 
colegas del departamento de historia. Sin embargo comencé a notar que las 
respuestas que recibía parecían pertenecer a distintos ámbitos. Por una parte, se 
hacía referencia a aspectos metodológicos de la historia, a su utilidad. Pero también 
note con desconcierto la negativa a realizar una reflexión sobre el conocimiento 
histórico, y la tendencia a creer que una reflexión filosófica sobre la historia es 
necesariamente una especulación sobre el sentido de los acontecimientos humanos, 
o algo más extraño: una reflexión que no tiene nada que ver con la epistemología, 
sino una reflexión “aparte o al margen” de ella. 
 
 En el departamento de filosofía, donde también enseño, la situación no era 
muy diferente. Se considera a esta rama de la filosofía como una asignatura 
marginal, pues también se tiene la creencia de que el contenido de sus reflexiones 
nada tiene que ver con los problemas de la epistemología o de la filosofía del 
lenguaje, consideradas, por lo demás, las ramas duras de la filosofía; en todo caso, 
la filosofía de la historia es una materia anticuada, una pieza del museo filosófico, 
más cerca de los asuntos de la metafísica o de la ética. 
 
 Esta situación me llevó a investigar sobre esta rama de la filosofía y descubrir 
por mí mismo si esta imagen de la filosofía de la historia por parte de algunos 
historiadores y filósofos se justificaba. Después de haber realizado esa investigación 
mi respuesta es que no se justifica dicha imagen. Por lo demás, me he encontrado 
con una tradición de autores y textos tan amplia y tan antigua como la misma 
filosofía, es decir, de más de dos mil quinientos años, de la cual poco se sabe. 
 
 Ahora bien, ¿por qué se ignora este hecho? No tengo una respuesta exacta. 
Pero me atrevería a decir lo siguiente: tengo claro que en filosofía de la historia hay 
 III
un conjunto de preguntas que buscan una respuesta. En filosofía, siguiendo a 
Collingwood, las preguntas son más importantes que las respuestas; es preciso 
entender la pregunta que formula un pensador antes que comenzar a balbucear una 
respuesta a una pregunta desconocida. Tal vez en filosofía de la historia, por alguna 
razón, se conocen más las respuestas que las preguntas, lo cual lleva a confusiones 
y malos entendidos al desconocer la naturaleza de sus preguntas. 
 
 Así pues, conocer la naturaleza de estas preguntas es también el objeto de 
este trabajo. Encontré al menos tres grandes orientaciones en la filosofía de la 
historia: la especulativa, la crítica y la narrativa. En ellas se formulan preguntas sobre 
la naturaleza, objetivos, métodos y procedimientos de la historia, así como sobre el 
conocimiento y escrito históricos. Pero se hacía necesario realizar una clasificación 
de estas cuestiones. 
 
 Lo anterior me llevó a formularme varias preguntas sobre la historia y 
examinar a que se refieren. Este conjunto de preguntas y su examen lo presento en 
el capítulo I, de donde selecciono tres preguntas representativas de la orientación 
crítica de la filosofía de la historia, donde también explico el sentido del término 
crítica. Las preguntas elegidas son: 
 
• ¿Es la historia una ciencia? 
• ¿Qué es la verdad histórica? 
• ¿Qué son los hechos históricos? 
 
 
En el capítulo II, examino, en un ensayo bibliográfico, un conjunto de textos 
que abordan como tema diversos aspectos del conocimiento histórico. De ellos, 
extraigo un canon de autores. Los autores de este canon son conocidos en nuestro 
medio, así como sus libros son, en algunos casos, lectura obligatoria para los 
estudiantes de licenciatura en historia o en filosofía, así que el criterio para 
 IV
seleccionarlos corresponde a su utilización en la discusión de los problemas sobre la 
historia. Estos autores y sus obras son: 
 
1. Edward Hallet Carr. ¿Qué es la historia? 
2. Marc Bloch. Apología para la historia o el oficio de historiador 
3. Robin George Collingwood, La idea de la historia. 
4. Henri-Irénée Marrou. El conocimiento histórico. 
5. Adam Schaff. Historia y verdad. 
6. William Henry Walsh. Introducción a la filosofía de la historia. 
7. Paul Veyne. Cómo se escribe la historia. 
 
 Mi afirmación sobre este canon es que no se les sabe ubicar dentro de las 
orientaciones de la filosofía de la historia que ya mencionamos, lo que puede causar 
algunas confusiones. 
 
Finalmente, en un tercer capítulo, luego de seleccionadas mis preguntas y mis 
autores, expongo la respuesta que ofrecen los autores del canon. 
 
 
 Ahora bien, se imponen en este momento algunas precisiones. Elegí la 
orientación crítica de la filosofía de la historia porque es mi objetivo mostrar que los 
problemas epistemológicos son tratados también en la filosofía de la historia y que a 
pesar de que los autores puedan tener diferentes respuestas, en realidad hay una 
unidad en cuanto al objetivo de la empresa crítica que menciono en el capítulo I. 
Además, sostengo que dicha empresa no está agotada y que, por el contrario, la 
filosofía de la historia tiene un futuro en la investigación acerca de las capacidades 
cognitivas naturales del hombre, tal como lo investiga la ciencia congnitiva. 
 
 Por otra parte, se me podrá replicar el por qué no respondo a todas las 
preguntas que presento en el capítulo I. La razón de no hacerlo es de tiempo y de 
espacio; responderlas todas supondría un texto amplio. Permítaseme explicar mejor 
 V
esto. En un principio el proyecto original de este trabajo era responder todas las 
preguntas y con un canon más amplio. La idea era emular la Summa de Santo 
Tomás de Aquino. Hoy puedo decir que afortunadamente intervino la risa. 
 
 Quisiera explicar mejor esto refiriéndome a un descubrimiento personal, por lo 
cual pido perdón al hacer mención de esta situación en un trabajo como este; lo haré 
brevemente. El historiador Anthony Grafton dice que “la filosofía de la historia ha 
recibido mayor interés que su filología.” Yo entiendo de esta frase que la filosofía de 
la historia ha recibido una mayor atención en cuanto a la trayectoria que ha seguido a 
lo largo de los siglos, más que la investigación filológica de los textos que tienen por 
tema la filosofía de la historia. En otras palabras, la historiografía de la filosofía de la 
historia es un trabajo que se ha abordado con más frecuencia que la labor de crítica 
sobre los textos. 
 
 Mi propósito era realizar cierto trabajo crítico sobre los textos. Hoy, debo 
reconocer con toda humildad, lo difícil que es asimilar una tradición como la de la 
filosofía de la historia: un conjunto enorme de textos, de autores, de referencias, de 
datos alrededor de ellos, etc., se abalanzan sobre el que quiera abarcarlos. Tal vez lo 
aplaste. La lección más importante de este descubrimiento es la humildad y el 
sentimiento de pequeñez ante la tradición, que tal vez sea el principio para acercarse 
al estudio de ella. 
 
 Por esta razón, no he tratado ni todas cuestiones ni todos los autores, y el 
trabajo terminó siendo unas quaestiones quodlibetales (preguntas cualquiera, o 
más generosamente selectas) de historiae philosophia (de filosofía de la historia) 
donde los temas son la scientia, veritas, factum. Es más, mi acercamiento es todavía 
ínfimo: trato de exponer sólo tres tópicos, los cuales no examino con toda 
profundidad; incluso haberlo hecho en un sentido crítico clásico, me hubiera llevado 
mucho tiempo y muchas más páginas de las que aquí presento. 
 
 VI
 El eminente filólogo y filósofo sueco, Ingemar Düring, en su monumental libro 
sobre Aristóteles,dice que quien emprende escribir una exposición total de la obra 
del estagirita, no puede menos que sentirse como enano sobre los hombros de 
gigantes; un sentimiento similar me invade ante la tradición de la filosofía de la 
historia. Por eso, me uno a Düring, cuando cita al autor del escrito hipocrático Sobre 
la regulación de la forma de vida que dice en el prefacio de ese escrito: “Todo lo que 
ha sido dicho acertadamente por mis predecesores, yo no lo puedo en verdad 
escribir de manera distinta a ellos, si es lo que quiero escribir con acierto. Pero, si yo 
contradigo lo que no dijeron acertadamente y muestro por qué no sucede así, con 
ello no conseguiré nada. Mas, al exponer, según mi opinión, cómo sucede 
exactamente cada cosa, aclararé qué es lo que me importa.” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 VII
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 VIII
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 IX
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 X
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 XI
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 1
Capítulo I. Quaestiones 
 
 En este capítulo, presento el conjunto de preguntas que me formulé con 
respecto a la historia y al conocimiento histórico. Estas preguntas no pretenden 
agotar el tema, pero sí ilustrar los puntos de partida para la reflexión filosófica sobre 
la historia. Estas preguntas son: 
 
1. ¿Es la historia una ciencia? 
2. ¿Qué es la verdad histórica? 
3. ¿Es objetiva la historia? 
4. ¿Qué son los hechos históricos? 
5. ¿Qué es un documento? 
6. ¿Qué es una prueba en historia? 
7. ¿De qué es “maestra” la historia? 
8. ¿Cómo se escribe la historia? Narración/ Argumentación 
9. ¿Es la historia el resultado de nuestra conciencia de temporalidad y finitud? 
10. ¿Cuál es la relación de la historia con otras disciplinas? 
11. ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía? (Esta pregunta puede 
generalizarse a otras disciplinas) 
12. ¿Cuáles son los métodos de la historia? 
13. ¿Tiene la historia algún sentido? 
14. ¿Cómo se periodiza en historia? 
15. ¿Qué es un problema histórico? 
16. ¿Son las ideas lo que mueve la historia humana? 
17. ¿Se imagina los hechos el historiador? (Representación histórica) 
18. ¿Cuál es la explicación en historia? 
 
A continuación, en un primer apartado, haremos una breve explicación de cada 
una de ellas con el fin de aclararlas y que la formulación que de ellas ofrezco se 
comprenda mejor. Posteriormente, realizaremos una clasificación de las preguntas 
ubicándolas en las direcciones que distinguimos en la filosofía de la historia. 
 2
 
1. Descripción de las preguntas 
 
(1)¿Es la historia una ciencia? Esta pregunta tiene que ver con el estatus que tiene 
la historia frente a otras disciplinas, en especial las ciencias de la naturaleza. De 
estas últimas –como la física, la biología o la química- no parece que se dude de su 
carácter científico; en cambio, de las humanidades y las llamadas ciencias sociales 
si hay duda, ya que al compararlas, estas últimas no parecen compartir rasgos 
comunes con las primeras. 
Es conocida la opinión de Aristóteles sobre la historia (Poet. 9, 51ª 38-40/51b 
1-6) donde dice: 
 
Y también resulta claro por lo expuesto que no corresponde 
al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría 
suceder, esto es, lo posible según verosimilitud o la 
necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se 
diferencian por decir las cosas en verso o prosa (pues sería 
posible versificar las obras de Heródoto, y no serían menos 
historia en verso que en prosa); la diferencia está en que 
uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. 
Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la 
historia; pues la poesía dice más bien lo general, y la 
historia, lo particular.1 
 
 Ya en Aristóteles encontramos estas consideraciones sobre la historia y una 
respuesta: la historia no es ciencia, pues se ocupa de lo particular, mientras que la 
ciencia de lo general.2 
Si examinamos la opinión de Descartes, nos encontramos con que no tiene 
una buena opinión de de las disciplinas humanísticas, en las que se encontraba la 
 
1 Aristóteles. Poética. Edición trilingue de Valentín García Yebra. Madrid, Gredos, 1998. 
2 Vid. Veyne 1971/1984. Para este historiador francés, las aportaciones de Aristóteles en este sentido 
siguen siendo válidas. 
 3
historia. Para él, estas disciplinas sólo constituían un entretenimiento literario e 
informaciones que en nada aumentan nuestro conocimiento; más bien, estas 
disciplinas embellecen nuestro espíritu, pero no son objeto de ciencia.3 
Estas referencias nos podrían llevar a pensar que la respuesta a la pregunta 
es negativa y definitiva. Sin embargo, el siglo XIX es testigo del intento de esclarecer 
el estatus de la historia como ciencia, intento que llevan a cabo el positivismo y el 
historicismo. 4 
En nuestro siglo, la filosofía crítica de la historia aborda otra vez la pregunta, 
bajo la perspectiva de diferenciar a la historia de la ciencia natural. Tal vez entre los 
historiadores profesionales el debate carezca de sentido, pero ese malestar no anula 
la preguntas que se derivan de estas consideraciones, como ¿qué clase de 
conocimiento es el de la historia? ¿Cómo se adquiere? ¿En qué radica su validez? 
Estas preguntas están implicadas en la pregunta por el estatus de ciencia o no de la 
historia. 
 
(2) ¿Qué es la verdad histórica? El problema de la verdad es discutido desde los 
inicios del pensamiento filosófico. En relación a la historia, el problema surge en dos 
vertientes: por una parte ante los desacuerdos de los historiadores con respecto a la 
exposición que de los hechos históricos ofrecen en los textos, lo que llevaría a 
pensar en que no hay objetividad en el conocimiento histórico; además, no es tan 
fácil separar de esta reflexión la que puede realizarse sobre los hechos.5 Por otro 
lado, la cuestión surge a partir de la opción de incluir o no de elementos de ficción–
imaginación en el escrito histórico, lo que cuestiona la objetividad de la historia y su 
verdad como conocimiento. La discusión sobre este tópico, también es muy antigua.6 
 
3 Vid. Discurso del Método. Primera parte. 
4 Las aportaciones de estas filosofías, así como críticas a ellas, se pueden ver en Roldán, 1997; 
Corcuera de Mancera, 1997/2000; Palazón Mayoral, 1990; Cruz 1991; Collingwood 1946/2004; 
Bermejo Barrera, 1987. Una reseña acerca del movimiento de convertir a la historia en una ciencia 
similar a la ciencia natural, así como de las razones de esta empresa, se encuentra en Berlin 
1978/1983, pp. 173-191. 
5 En este punto, son pertinentes las observaciones de Schaff 1971/1987; Walsh 1951/1998, p. 84-110; 
Marrou 1954/1999; Handlin 1979/1999; Collingwood 1946/2004; Marwick 1970/2001. 
6 Una estupenda reseña al respecto de esto, se encuentra en Hadas 1954/1987, pp. 45-51. Dice 
Hadas: “En el género histórico nunca se ha dictaminado a satisfacción de todos los interesados acerca 
de los derechos en pugna del arte y de la ciencia. Como era de esperarse, en la antigüedad se 
debatieron estos puntos en cuanto la crítica tuvo conciencia de sí misma. Por la influencia de la épica 
 4
 En resumen, la pregunta sigue siendo pertinente ya que responderla implica 
otras de las preguntas que formulamos, así como el problema de la verdad. 
 
(3) ¿Es objetiva la historia? Ya mencionamos que esta pregunta es inseparable de 
las dos anteriores en virtud de ser temas que se implican necesariamente. Si se 
considera que la objetividad es una característica del conocimiento científico, 
entonces habrá que preguntarse si la historia tiene objetividad, y por lo tanto, tiene un 
carácter científico.7 
 
(4) ¿Qué son los hechos históricos? En esta preguntaestán implícitos elementos 
tanto ontológicos, como epistemológicos. Por una parte, la pregunta se refiere al 
estatus del objeto de estudio de la historia; por otra, a la forma en que conocemos 
dicho objeto. Estas preguntas no podemos deslindarlas de algunos supuestos 
previos, tales como la posibilidad o no de conocer los hechos históricos (postura 
escéptica) y de aceptar tal posibilidad, por cuales medios: la observación, la 
deducción, etc. En otras palabras, habrá que partir de alguna teoría del conocimiento 
o epistemología.8 
 
en los primeros historiadores, de la retórica en los que vinieron después y del deseo de fascinar al 
lector que siempre ha existido, se trató naturalmente de embellecer los escritos históricos con 
elementos en los que intervenía lo maravilloso y lo patético.” (pp.47-48). Infra, continúa Moses: “Una 
forma preferida de composición histórica que se practicó al declinar la edad antigua aceptaba tanto los 
hechos como lo ficticio en cierta proporción. Nos referimos a los relatos en prosa (diegeis, narratio) a 
los que se definía como ‘discursos expositivos de cosas que sucedieron o que pudieron haber 
sucedido’. El que esta definición aparezca en términos prácticamente idénticos en Cicerón (Auctor ad 
Herrenium), Quintiliano y Teón, pone de manifiesto hasta que grado era rígida e influyente la doctrina 
de las escuelas. Una idea de la naturaleza interior del canon de la narratio puede obtenerse de la 
invitación que Cicerón hace a Lucero (Ad familiares 5.12) para que escriba un tratado sobre su propia 
vida, dotándolo de del mayor atractivo posible (…) Dice Cicerón que, mientras la historia sirve a la 
veritas y a la utilitas, la narratio puede, además, proporcionar delectatio. Pero, ¿hasta qué grado se 
puede ceder a la delectatio sin menoscabo de la veritas? Esto es, ¿en qué consiste la verdad literaria? 
Se conoce un canon muy significativo, expuesto con toda claridad por el gramático Asclepíades de 
Mirlea (…) En él se distinguen tres categorías de verdad: alethes historia o ‘historia verdadera’, para lo 
que literalmente es verdad; pseudes historia o ‘historia falsa’, para los sucesos totalmente imaginarios; 
y plasmata, hos genomena o ‘ficción’, como podría suceder para la imaginación creadora.” (pp. 48-49), 
cursivas del original. Sirva esta extensa cita para ilustrar el punto. Para los aspectos poético-
imaginativos en el escrito histórico, ver White 1973/2001 y 2003. 
7 Este punto tiene un tratamiento como cuestión de grado en Günther Patzig, “El problema de la 
objetividad y del concepto de hecho”, en Pappe 2000, pp. 143-164; también Schaff 1971/1984 passim. 
8 En este estudio, estos términos son sinónimos. 
 5
 Esta es la razón por la cual esta pregunta está ligada con otras que hemos 
mencionado e intentar separarla para tratarla como una cuestión aparte, nos lleva a 
un tratamiento incompleto. 
 Hay que mencionar también, que los historiadores cuestionan la pertinencia de 
estudiar los “hechos”9 como tales; en este debate, algunos historiadores han visto la 
necesidad de referirnos a periodos de larga duración en lugar de acontecimientos 
que hagan referencia a la historia política o militar, como es el caso de la escuela 
historiográfica francesa de los Annales.10 
 En todo caso, la pregunta hace surgir dudas y es necesario abordarla para 
aclarar cuál es el objeto de estudio de la historia y cómo abordarlo. 
 
(5) ¿Qué es un documento? Esta noción es metodológicamente importante. Como 
tal, la noción fue creada por el positivismo y además es correlativa de la noción de 
acontecimiento. El positivismo: 
 
(…) supone la instauración de la Historia no sólo a nivel 
teórico, sino también a nivel institucional y material, 
mediante la creación de cátedras universitarias, centros de 
investigación histórica, archivos, etc… y sobre todo al hacer 
que la Historia es la memoria de su pasado y el documento 
 
9 Dice Arthur Marwick: “Burckhardt wanted to desmostrate the existence of something which could 
legitimately be called a Renaissance and its conclusive effects on the subsequent development of 
western Europe; dozens of historians since have fretted over it, what it was, when it began. Namier 
wanted to establish exactly how politics worked in eighteenth-century Britian. Historians have argued 
over the standard of living in the Industrial Revolutions, over the motivations and interests behind 
British imperial expansion, values and attitudes (‘mentalities’) in eighteenth-century France.One could 
say that, with regard to each of these very variegated topics, the historians involved were concerned to 
‘establish the facts’. Critics of history would object to that formulation, preferring to speak of these 
historians as ‘selecting and arranging’ (‘narrativising’) the facts in order to present a particular 
interpretation’. In both cases the use of the phrase ‘the facts’ is highly unsatisfactory: what are ‘the 
facts’ when we are talking about the significance of the Renaissance, or mentalitites in eighteenth-
century France? I want to suggest that if we want to get to the bottom of what historians at work 
actually do, we do best to forget the ridiculously simplistic phrase ‘the facts”. Marwick 1970/2000, p. 
152. 
10 Ver Bloch 1949/2001; Veyne 1971/1984; sobre la escuela de los Annales, Marwick 1970/2000; 
Corcuera de Mancera 1997/2000; Le Goff 1991; carbonell 1981/2001. 
 6
el instrumento material de esa memoria, y por lo tanto algo 
precioso que se debe conservar.11 
 
La historiografía francesa y posteriores movimientos han reaccionado contra la 
concepción positivista y han ampliado esta noción que en la actualidad no se reduce 
al documento escrito; de aquí la importancia de determinar qué es un documento y 
en relación a que pueda serlo; sin embargo el legado positivista sigue presente en el 
sentido de que “la historia es, por esencia, conocimiento a través de documentos”.12 
 
(6) ¿Qué es una prueba en historia? Una pregunta correlativa a esta es ¿los 
historiadores prueban algo en sus escritos? En resumen, la pregunta viene al caso, 
sobre todo en los tiempos recientes, debido al influjo de las tesis escépticas que 
reducen la historiografía a su dimensión narrativa o retórica. Nos dice Ginzburg: 
 
The idea that the historians should or can prove anything 
seems an antiquated idea to many, if not downright 
ridiculous. But even people who feel qualms over the 
dominant intellectual climate almost always consider it 
inevitable that rhetoric and proof should exclude one 
another.13 
 
 
11 Bermejo Barreda 1987, p. 31, cursiva del original. 
12 Veyne 1971/1984, p. 15. Leopold von Ranke, el llamado “padre de la historia científica”, es también 
conocido por su culto al documento y por sus investigaciones en archivos, lo que sabe cualquier 
estudiante de historia. Sin embargo, en mi experiencia, los estudiantes reproducen este lugar común 
sin mucha investigación al respecto de los métodos de trabajo de Ranke. Una reseña estupenda de 
estos métodos con citas del propio Ranke sobre su trabajo, así como la demostración que este “culto” 
a los documentos no era, al menos, como se piensa, se encuentra en Grafton 1998, donde nos dice: 
“(Ranke) relataba su propia historia para resaltar los atractivos técnicos y emocionales del método que 
empleaba más que para ofrecer una crónica exhaustiva y documentada del desarrollo de la 
historiografía. Con este fin, Ranke exageraba en buena medida el componente archivístico de su obra. 
Por ejemplo, al analizar la historia de la Reforma, A.G. Dickens descubrió que menos del diez por 
ciento de las notas al pie de Ranke citaban fuentes halladas en los archivos. El resto, en su mayoría, 
remitía al lector al tesoro de fuentesprimarias publicadas por estudiosos alemanes entre el siglo XVI y 
comienzos del XIX. Esta conclusión cimienta el prestigio de Ranke como conocedor de la literatura 
especializada, a la vez que socava su reputación como explorador de las cavernas archivológicas 
subterráneas”. (p. 44) 
13 Ginzburg 1999b, p. 1. 
 7
 Para Ginzburg, la prueba, en el pasado, fue considerada como parte de la 
retórica, así como que este hecho, alguna vez obvio y hoy olvidado, implica una 
imagen de los métodos de trabajo del historiador, incluidos nuestros 
contemporáneos, que es mucho más realista y compleja de lo que está de moda hoy 
día.14 
 Ginzburg desarrolla estas tesis en las cuales muestra que la prueba es 
importante para los historiadores independientemente del relato, y así ha sido desde 
la antigüedad. Hoy día, la pregunta es pertinente dentro del debate acerca de la 
naturaleza del escrito histórico. 
 
(7) ¿De qué es “maestra” la historia? Esta es una pregunta de índole ética, ya que 
su respuesta supone que sea lo que sea que enseñe la historia, esta enseñanza se 
traduce en una guía para la acción. Cicerón hace un muy conocido elogio de la 
historia cuando dice: “Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, 
magistra vitae, nuntia vetustatis, qua voce alia nisi oratoris immortalitati 
commendatur?”15 Sin embargo, queda por saber que significa ser “maestra de la 
vida” o de cualquier otra cosa. 
 Benedetto Croce, en el marco de su principio de que toda historia es historia 
contemporánea, nos dice: 
 
(…) la historia no se construye nunca sobre las narraciones, 
sino sobre documentos, o sobre las narraciones reducidas a 
la categoría de documentos y tratadas como tales. Y si la 
historia contemporánea surge directamente de la vida, ello 
ocurre también con la que suele llamarse no contemporánea, 
porque es evidente que sólo un interés de la vida presente 
puede movernos a indagar un hecho pasado; en cuanto éste 
se unifica con un interés de la vida presente no responde a 
 
14 Idem. 
15 “La historia, en verdad, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la 
vida, mensajera de lo vetusto, ¿por cuál otra voz, sino por la del orador, es encomendada a la 
inmortalidad?” (De oratore,II, ix, 36) Cicerón 1995, t. II, p. 14. El énfasis es nuestro. 
 8
un interés pasado, sino presente. Este concepto se repite de 
cien maneras distintas en las fórmulas empíricas de los 
historiadores, y constituye, si no el contenido profundo, la 
razón del éxito del tan zarandeado lema: la historia es 
magistra vitae (maestra de la vida).16 
 
 La respuesta de Croce se encadena con otras preguntas sobre la utilidad o no 
de la historia, como si el interés que tenemos por el pasado para explicar el presente 
es lícito o no; si beneficia o no a ciertos grupos; o, como en nuestro medio, la historia 
de bronce sólo ha servido como justificación de la acción de ciertos gobiernos; o tal 
vez, la historia nos ha enseñado el proceso de la conformación del Estado Mexicano 
y esto sea factor para la unidad e identidad nacionales, etc.17 
 
(8) ¿Cómo se escribe la historia? Narración/Argumentación. Se piensa que la 
labor del historiador es contar lo que sucedió en el pasado: narrarlo. Pero por otra, 
también queremos del escrito histórico una explicación acerca del porqué de los 
acontecimientos que se relatan en el escrito histórico. ¿A qué atiende más el 
historiador, a la investigación de los acontecimientos, su establecimiento e 
interpretación o la forma en que construye su relato? 
 El aspecto de la investigación ha sido desarrollado por la filosofía crítica de la 
historia, en la que el papel de la argumentación con vistas a la explicación es un 
tópico importante dentro del proceso de la investigación; por otra parte, el aspecto de 
 
16 Croce 1957, p. 12. Cursivas del original. 
17 Luis González nos habla de una historia crítica o “aguafiestas”, que se erige como un saber de 
liberación. En contraparte, hay una “historia homenaje que también recibe los nombres de maestra de 
la vida, didáctica, conservadora, moralizante, pragmático-política, pragmático-ética, monumental o de 
bronce. Su perfil es bien conocido: recoge los acontecimientos celebrados en fiestas patrias, en el 
culto religioso y en el seno de varias instituciones. Resucita gente de estatura extraordinaria, gigantes 
con aureola de santos, sabios y caudillos muertos con el fin de perfeccionar las almas de los hombres 
vivos; presenta conductas dignas de imitación; imparte clases de civismo y de moral por ejemplos; es 
un código del bien y del mal y una escuela de perfección. (…) Según sus promotores, la historia 
reverencial podía hacer del peor de los niños un niño héroe como los muertos en Chapultepec ‘bajo 
las balas del invasor’” y remata González: “Los maestros de la escuela mexicana están convencidos 
de que las hazañas de Quiroga, Hidalgo, Juárez y los próceres de la Revolución, bien contadas por 
los historiadores, harán de cada niño mexicano un hombre merecedor de la medalla Belisario 
Domínguez”. González 1991, pp. 224-225. Las cursivas son nuestras. 
 
 9
la construcción del escrito histórico lo desarrolla la filosofía narrativista de la historia, 
donde: 
 
1. Las narraciones históricas son interpretaciones del pasado. 
2. La narrativa acepta el pasado tal cual. En forma de tautología: acepta lo 
que es indubitable sobre el pasado. Lo que es indubitable es un hecho 
histórico. Ambos sentidos de la segunda declaración son verdaderos. 
3. La narrativa es el heredero moderno del historismo (no se confunda con 
el historicismo de Popper): ambos reconocen que la tarea del historiador 
es esencialmente interpretativa (p. ej., encontrar unidad en la diversidad). 
4. El lenguaje narrativo no es un lenguaje objeto. 
5. Las declaraciones de una narración histórica, siempre tienen una 
función doble: 1) describir el pasado, y 2) definir o individualizar una 
interpretación narrativa específica del pasado. 
6. Las raíces de la historicidad son más profundas de lo que sugiere la 
historiografía moderna o la filosofía (de la historia) actual.18 
 
Estas proposiciones se refieren a los aspectos que interesan a esta forma de 
filosofía de la historia, que no está centrada en los problemas epistemológicos sobre 
el conocimiento histórico, sino en la confección del escrito histórico. 
Como puede apreciarse, la visión de la filosofía narrativista de la historia, es 
distinta en objetivos y puntos de partida que la filosofía crítica de la historia, centrada 
en preguntas que atañen al proceso de investigación. 
Podemos preguntarnos si el relato (narración) tiene un estatus cognitivo o no. 
Además, cabría diferenciar el relato de histórico del relato de ficción, y poner en claro 
qué son exactamente cierto tipo de textos como la “novela histórica”.19 
 
18 Ver “Seis tesis sobre la filosofía narrativista de la historia”, en Ankersmit 1994/2000, pp. 71-90, 
proposiciones 1-6, cursivas del original. Ver también Danto 1965/1989; White 1973/2001. 
19 El psicólogo Jerome Bruner ha estudiado el estatus cognitivo del relato en Realidad mental y 
mundos posibles: los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia, Barcelona, Gedisa, 
1988. Bruner, acerca del relato nos dice: “Puesto que nuestras intuiciones acerca de cómo 
confeccionar un relato o cómo captar su ‘médula’ son tan implícitas, tan inaccesibles para nosotros, 
que nos hallamos en un apuro cuando intentamos explicarnos a nosotros mismos o a algún dubitativo 
Otro qué es lo que conforma un relato y no –supongamos- una argumentación o una receta. Y por 
 10
 
(9) ¿Es la historia el resultado de nuestra conciencia de temporalidad y finitud? 
Esta pregunta es claramente especulativa. ¿Qué lleva a los hombres a hacer 
historia? ¿Saberse finitos y mortaleslleva a los hombres a dejar registro de los 
acontecimientos pasados? No tengo una respuesta clara a estas interrogantes; sin 
embargo, creo que son lícitas, en el sentido de que podrían ser inquietudes de 
algunas personas. 
 La pregunta también podría enfocarse hacia lo que llamamos “la conciencia 
histórica”, es decir, cuando y cómo es que surge el darnos cuenta de nuestra 
posición dentro del fluyo de los acontecimientos y nuestro papel en él.20 
 
(10) ¿Cuál es la relación de la historia con otras disciplinas? Con esta pregunta 
nos referimos (1) a la dependencia o no de la historia respecto a otras disciplinas, es 
decir, si para sus propósitos, la historia necesita de otros conocimientos provenientes 
de otras ciencias sociales o naturales; (2) a la necesidad de acercar la historia a 
otras disciplinas para elaborar investigaciones más amplias, como es el caso de la 
escuela de los Annales, donde Lucien Febvre y Marc Bloch intentan este 
acercamiento. El punto (2) proporciona una veta, a mi juicio, más interesante que (1). 
 
(11) ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía? (Esta pregunta puede 
generalizarse a la historia de otras disciplinas) Esta pregunta viene a colación en 
relación a la naturaleza de la historia de la filosofía. Los historiadores que se dedican 
a la historia intelectual suelen acusar a los filósofos de que las historias de la filosofía 
que componen son poco serias y deleznables; a su vez, los filósofos acusan a los 
historiadores de realizar historias de la filosofía obsoletas y propias de aficionados. 
 
más hábiles que seamos al adaptar nuestros relatos a nuestros objetivos, advertimos el mismo 
embarazo cuando intentamos explicar, por ejemplo, por qué lo que cuenta Yago hace vacilar la 
confianza de Otello en Desdémona. No somos muy buenos para comprender de qué modo el relato 
explícitamente ‘transfigura lo banal’”. Bruner 2002/2003, pp. 12-16. Sobre la novela histórica puede 
consultarse el libro coordinado por Conrado Hernández López Historia y novela histórica, México, El 
Colegio de Michoacán, 2004, que contiene valiosas aportaciones en diferentes direcciones de análisis 
tanto de historiadores como novelistas. 
20 Para una exposición puntual de este aspecto, ver Gadamer 1993/2001, donde examina las 
aportaciones de Dilthey al respecto. 
 11
 Cabría preguntarnos por qué en la preparación de los historiadores, los temas 
relativos a la historia de la filosofía o de la literatura, no están incluidos. Por otro lado, 
los tópicos sobre la metodología histórica o la historiografía, no figuran en la 
formación del filósofo. Y es que en la preparación del filósofo, al menos en nuestra 
tradición filosófica, el estudio de la historia es necesario para el filosofar.21 
 Así pues, ¿Quién debe escribir la historia de la filosofía, los filósofos o los 
historiadores? Tal vez esto siga siendo polémico, ya que a la historia de la filosofía 
pueden formularse las mismas preguntas sobre la investigación histórica o sobre el 
escrito histórico: la historia de la filosofía ¿es conocimiento histórico o filosófico? 
¿Hay diferencia entre los métodos para realizar historia cultural, historia económica, 
historia de las mentalidades, historia de la vida privada, historia militar, biografía, etc., 
y la historia de la filosofía?22 
 
(12) ¿Cuáles son los métodos de la historia? La discusión acerca de la 
metodología histórica resulta todavía pertinente, si tomamos en cuenta que la 
llamada “nueva historia” proporciona un campo para formular preguntas acerca de la 
forma en que nos acercamos al objeto de estudio de la historia. Por otra parte, 
¿cuáles son las operaciones intelectuales que realizan los historiadores con respecto 
a la manera en que tratan sus fuentes: la comprensión, la explicación, la 
interpretación?23 
 
(13) ¿Tiene la historia algún sentido? La cuestión es de naturaleza especulativa. 
Popper se esforzó en negarla.24 La pregunta no es trivial; por el contrario, reviste 
gran importancia. Hay grandes respuestas a esta pregunta: la del cristianismo, la del 
marxismo, la de los grandes filósofos de la historia, Kant, Hegel, Herder. En tiempos 
más recientes, Erich Kahler la abordó de una forma por lo demás brillante. 
 
21 Para los filósofos esto es una perogrullada; sin embargo, hay que aclarar esto para quien no esté 
familiarizado con la forma en que se llevan los estudios de filosofía en nuestro medio. 
22 Sobre la historiografía filosófica y las cuestiones que suscita, ver Gracia 1992/1998; Lledó 
1978/1996. 
23 Ver para este punto González 1991, pp. 115-133. 
24 Vid. Popper 1987. 
 12
 Kahler hace referencia a una novela del escritor estadounidense Thornton 
Wilder (1897-1975) The Bridge of San Luis, donde un fraile es testigo de un fatal 
accidente donde mueren cinco viajeros, y el fraile se pregunta ¿por qué le paso esto 
a estos cinco? Al indagar sobre los difuntos, el fraile se entera de que la vida interior 
de los infortunados había llegado al final antes del accidente. Para Kahler, la novela 
muestra que: 
 
(…) de la manera más neta cómo un mero incidente se 
vuelve una “historia” –simplemente buscando un 
significado. Bien puede ser que todos nosotros estemos sin 
saberlo atrapados en una coherencia vasta y dinámicamente 
coordinada en cierto modo, lo mismo que la célula no tiene 
noción del organismo al cual pertenece. (…) Como una 
coherencia significativa requiere una mente consciente que 
la conciba, la historia sólo puede producirse y 
desenvolverse en conexión con la consciencia. (sic) 
Conforme el hombre nota mejor la coherencia de lo que hace 
y lo que le ocurre, en análoga medida le atribuye significado 
y lo convierte en historia.25 
 
¿Cuál es el significado de los acontecimientos? ¿Cómo les damos sentido? ¿Por qué 
nos es importante darle sentido a los acontecimientos del pasado? Quizás el sentido 
lo ofrece nuestro interés por el presente y su conexión con el pasado. Es aquí donde 
encontramos algunas respuestas y comenzamos a entender nuestra actualidad.26 
 
 
25 Kahler 1964/1998, pp. 20-21. Cursivas del original. 
26 En el análisis que hace Ankersmit sobre la explicación, la interpretación y la representación en 
historia, realiza una aguda observación: si el significado de los acontecimientos del pasado está dado 
por las acciones de los agentes, entonces la hermenéutica anglosajona, como la de Collingwood, tiene 
razón en sus apreciaciones. Sin embargo, la llamada “nueva historia”, como la historia de la vida 
privada, la historia de las mujeres, la historia del libro, etc., no se centran en las “intenciones” ni en las 
acciones de los agentes. “Así, tan pronto abandonamos la esfera de la acción humana intencional, el 
pasado no tiene un significado intrínseco, oculto o de otra clase, y es decididamente extraña hablar 
acerca de interpretar el significado de algo que no tiene un significado intrínseco.” Ver Ankersmit 
1994/2004, p. 198. 
 13
(14) ¿Cómo se periodiza en historia? La pregunta es metodológica. La 
periodización establece puntos de referencia para el estudio de la historia. Tal vez 
algunos criterios para establecer estos puntos sean ideológicos, por ejemplo los del 
marxismo, que con la categoría de “modo de producción”, dividen la historia en varias 
formas de organización de la producción; el progreso, ya que la noción puede servir 
para el estudio de una época, como el progreso tecnológico, el avance que 
representó la escritura, etc. La concepción religiosa, donde en el caso del 
cristianismo nos ha aportado una idea de los periodos por los que atraviesa el 
hombre en su camino a la salvación. Podría haber otro criterio, como lo político. 
 En todo caso, periodizar es una construccióndel historiador, sin la cual le es 
difícil abarcar su objeto de estudio. 
 
(15) ¿Qué es un problema histórico? La pregunta se refiere a qué es lo que el 
historiador trata de resolver con su investigación. Es claro que el historiador no se 
acerca al pasado sin ninguna pregunta; por el contrario, su acercamiento a los 
documentos, a un periodo, o a una forma de hacer historia conlleva una pregunta. 
Sin estas preguntas que se refieren a una situación que necesita esclarecerse, no 
tiene mucho sentido acercarse a los documentos en busca de cierta “inspiración”. 
 Considérese el punto de vista de Collingwood: 
 
Todos los problemas históricos surgen en la experiencia 
presente y un problema que de ninguna manera embona en 
la experiencia presente ni altera nuestra actitud hacia ella, 
no es un problema auténtico, sino un problema realmente 
tan disparatado como el enigma infantil de la fuerza 
irresistible y del poste inmóvil, que pertenece al ámbito de la 
física sin sentido.27 
 
La sentencia de Lord Acton es clara: “estudiad problemas, no periodos”. 
 
 
27 Collingwood 1946/2004, p. 498. 
 14
(16) ¿Son las ideas lo que mueve a la historia humana? El cuestionamiento se 
presta a la discusión y a precisión de términos como “ideas”. La pregunta es 
especulativa y se refiere al papel de la concepción del mundo en las acciones que se 
han considerado relevantes en la historia humana.28 
 
(17) ¿Se imagina los hechos el historiador? (Representación histórica) La 
pregunta surge de la filosofía narrativista de la historia. Si las narraciones históricas 
no contienen ni explicaciones ni descripciones del pasado, entonces contienen 
representaciones del pasado, lo que puede sugerir un acercamiento de la filosofía de 
la historia y la estética.29 
 Bajo la perspectiva del narrativismo, la obra histórica se concibe como: “(…) 
una estructura verbal en forma de discurso de prosa narrativa que dice ser un 
modelo, o imagen, de estructuras y procesos pasados con el fin de explicar lo que 
fueron representándolos.”30 El problema aquí es ¿qué es la representación? ¿Tiene 
que ver con la imaginación del historiador? 
 Estas últimas preguntas se pueden abordar desde una perspectiva crítica, ya 
que para responderlas tenemos que remitirnos a nuestras capacidades naturales de 
cognición. 
 
(18) ¿Cuál es la explicación en la historia? En la filosofía crítica de la historia, la 
pregunta es en qué consiste y cómo se logra explicar en historia; si esta explicación 
tiene que ver con la relación causa-efecto, con finalidades o con la comprensión de 
las acciones por parte de los agentes.31 
 
 
 
28 Lo cual provee de un punto de toque para la filosofía especulativa de la historia, que tiene aquí uno 
de sus temas. 
29 Ankersmit, op.cit., p. 200. Este autor realiza una reseña acerca del problema de la representación y 
la forma en que se ha abordado. 
30 White 1973/2001, p. 14. Cursivas del original. 
31 La clasificación que de los tipos de explicación nos ofrece don Luis González resulta muy ilustrativa: 
explicación intencionalista, explicación genética o de encadenamiento causal, y la explicación 
histórico-naturalista, para quien “los seres humanos tienen más naturaleza que historia”. Ver González 
1991, pp. 141-148; también Palazón Mayoral 1990; ver también la respuesta en los autores del canon 
que se presentan en el siguiente capítulo. 
 15
2. Clasificación de las preguntas 
 
Dentro del ámbito de la filosofía de la historia, distinguimos tres direcciones 
principales. 
1. La filosofía especulativa de la historia (metafísica/ontología; ética) 
2. La filosofía crítica de la historia (epistemología) 
3. La filosofía narrativista de la historia (epistemología , filosofía del lenguaje) 32 
 
Las preguntas que he formulado pueden ubicarse en alguna de estas direcciones 
de la filosofía de la historia. Así, las preguntas (7), (9), (13), (16), pertenecen al 
ámbito de la filosofía especulativa de la historia.33 Las preguntas (1) a (6) y (10), (11) 
(12), (14), (15), y (18), son materia de la filosofía crítica de la historia. Finalmente, las 
preguntas (8), (17) se ubican en la filosofía narrativista de la historia. 
 
La filosofía de la historia nos permite acercarnos a los problemas tanto de la 
ontología como de la epistemología y la ética. El conjunto de preguntas que 
presentamos puede responderse desde alguna de estas tres regiones de la filosofía. 
 
 
32 Otros autores podrían sugerir otras vías adicionales a estas. Por ejemplo, Gabriel Vargas Lozano 
piensa que las vías son a) la especulación; b) la epistemológica; y c) la crítica, en el sentido de 
reflexión sobre la crisis de la civilización en que nos encontramos (ver Vargas Lozano, 1990). Puede 
encontrarse una vía ética emparentada a la filosofía de la acción en Roldán 1997. Hay otra vía, la 
fenomenológica. Este desarrollo me lo dio a conocer la Profesora María Luz Pinto Peñaranda, de la 
Universidad de Santiago de Compostela y el Profesor José Luis Ramírez que desarrolla su trabajo en 
Suecia y quien también me ha orientado en la dirección fenomenológica de la retórica. Ambos han 
sido generosos conmigo al responder a mis preguntas vía el correo electrónico. La Profesora Pinto 
tuvo incluso la amabilidad de enviarme varios de sus textos. Lo menos que puedo hacer aquí es 
mencionarlos a ambos, ya que por falta de espacio no puedo tratar las preguntas que se plantean 
desde la fenomenología a la historia. Una recopilación de textos sobre esta orientación de la filosofía 
de la historia se encuentra en Jesús Díaz Álvarez y María Carmen López Sáenz (editores) 
Fenomenología e Historia, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2003, donde se 
encuentra el artículo de la Profesora Pinto “Merleau-Ponty: fenomenología e historia”; también de la 
misma autora “Coexistence empirique, a priori historique et projet de transformation de l’histoire réelle” 
en I. Coperu, M. Diaconu y D. Popa (editores) Person, Community and Identity, Cluj-Napoca, 
Rumania, House of the Book of Science, 2003. Agradezco a ambos la calidez de su trato y su 
disposición para compartir conmigo su pensamiento. 
33 Lo que podríamos llamar la filosofía clásica de la historia, en autores como Hegel, Kant, Voltaire, o 
anteriores como Joaquín de Fiore o San Agustín, que entre los temas que aboradan están la 
búsqueda de sentido y finalidad en la historia. De manera contemporánea, estas preguntas se siguen 
planteando. 
 16
Ahora bien, de este conjunto de preguntas que nos formulamos y de las 
direcciones de la filosofía de la historia que hemos distinguido, seleccionamos las 
siguientes preguntas dentro de la dirección crítica de la filosofía de la historia: 
(1) ¿Es la historia una ciencia? 
(2) ¿Qué es la verdad histórica? 
(3) ¿Qué son los hechos históricos? 
 
Estas son la quaestiones quodlibetales que responderemos en el tercer capítulo a 
partir de los autores representativos de la filosofía crítica de la historia. 
 
La vía crítica de la filosofía de la historia hace énfasis en los temas 
epistemológicos y metodológicos acerca del conocimiento histórico. Es por esto que 
se le llama crítica.34 Sin embargo, será necesario aclarar el uso del término crítica 
(del griego krísis, kritiké) lo cual puede proporcionar elementos para comprender el 
porqué de su uso en la descripción de los problemas epistemológicos. 
Examinando la historia del término, se pueden distinguir tres conceptos de 
crítica, uno que podemos llamar clásico y otros dos modernos, a luz de nuevas 
preocupaciones intelectuales y con un sentido igualmente técnico que el concepto 
clásico.35 
El concepto clásico lo podemos llamar crítica como erudición. En este 
sentido, la disciplina llamada crítica se remonta al siglo V antes de nuestra era, y se 
cristaliza en la obrade Aristóteles; los que siguieron a Aristóteles son conocidos 
posteriormente como philólogoi, grammatikoí, kritikoí. En esencia: 
 
Se trata de la disciplina y formación por la cual se llega al 
discernimiento (krísis) de los buenos autores y los buenos 
libros, es decir, la capacidad cultivada a lo largo de muchos 
años y con un esfuerzo considerable, de distinguir (krínein) 
 
34 Vid. Walsh 1951/1998, pp. 9-12. 
35 Vid. Leal Carretero 2003, p. 246. Seguiremos a este autor en la siguiente exposición. 
 17
los autores que escriben y piensan bien de los que escriben 
y piensan menos bien.36 
 
 Así pues, la persona que se dedica a la crítica en este sentido, se vuelve un 
crítico, es decir, una persona que sabe discernir, discriminar los buenos autores de 
los no tan buenos. La crítica surge debido a la necesidad de explicar los textos, ya 
que en ellos se fija un estado de la lengua. Si bien esta se transforma con el tiempo, 
los textos permanecen en el mismo estado y con el tiempo se van volviendo 
incomprensibles, por lo cual es el crítico quien los explica. 
 
Para lograr ser un crítico es este sentido original se necesita: 
 
(…) conocimiento amplio y profundo de la historia de los 
autores, los libros, las copias, las ediciones, y las ideas y 
sistemas de pensamiento que en esos autores, libros, copias 
y ediciones se van transmitiendo a la posteridad, se van 
conservando en la memoria colectiva y van impulsando la 
tradición intelectual de una cultura o, si se prefiere, las 
tradiciones intelectuales de todas aquellas culturas que, de 
una manera u otra, se reclaman de un común origen.37 
 
 Como ya se podrá intuir, llegar a este conocimiento exige del lector un 
conjunto de capacidades difíciles de adquirir y cultivar.38 
 
36 Idem. 
37 Leal Carretero, op. cit., p. 247. 
38 El autor menciona una lista de esas virtudes. Entre ellas el lector: “trata de comprender el inmenso 
catálogo de obras que se han producido en la tradición cultural a la que pertenecemos; no se contenta 
con leer la lista de artículos más recientes o que se ofrece en un seminario; no se contenta con repetir 
los autores de moda; busca leer los originales en las mejores ediciones que puede conseguir; 
compara interpretaciones posibles; explora la historia de las ideas y las palabras; busca situar a un 
autor en su contexto cultural, intelectual, académico, social, político, económico, pedagógico, 
polémico; (…) no confunde un concepto, un tema, una pregunta de hace dos siglos o cinco siglos o 
veinticinco siglos con un concepto, tema o pregunta que nos inquieta ahora”. Leal Carretero 2003, p. 
248. 
 18
 Es por esta razón que como un punto de referencia, este concepto de crítica lo 
llama Leal Carretero: 
 
(…) ‘crítica como ERUDICIÓN’, dado que la palabra latina 
eruditio designa justamente el proceso de cultivo por el cual 
abandona una persona su estado de ruda y primitiva 
ignorancia adentrándose en la gran conversación de la 
humanidad que está depositada en los documentos de una 
tradición cultural.39 
 
 Este concepto clásico de crítica como erudición, dio lugar a dos desarrollos 
modernos y que resultan importantes para nuestro tema. Ambos son resultado de la 
tradición cultural alemana. 
El primer concepto moderno de crítica, lo llama Leal Carretero crítica como 
ciencia. Dos grandes filósofos alemanes son los usurpadores del término ‘crítica’: 
Immanuel Kant (en la Crítica de la razón pura, de 1781) y Karl Marx (en su Crítica de 
la economía política, de 1859). 
La usurpación de Kant dio origen al sentido de crítica como ciencia. Desde el 
título de su obra, ‘crítica de la razón pura’, se nota que el objeto de la crítica, no 
parece ser el que se pensaría en el sentido clásico del término, es decir, los textos o 
su contenido. El mismo Kant explica el sentido en que usa el término: 
 
Pero no entiendo por esta frase una crítica de los libros y 
sistemas, sino una crítica de la capacidad misma de razonar 
con respecto a todos los conocimientos a los que la razón 
aspira independientemente de la experiencia, (con otras 
palabras entiendo por ‘crítica de la razón pura’) la decisión 
acerca de la posibilidad o imposibilidad de una metafísica 
como tal, y la determinación tanto de sus fuentes como de 
 
39 Ibidem. p. 249. Como tal vez puede apreciarse, la práctica de la crítica en este sentido clásico está 
lejos de ser el modelo en que se inspiran nuestros planes de estudio. 
 19
su extensión y límites, todo ello empero a partir de 
principios.40 
 
 Si bien Kant menciona la palabra ‘decisión’, que corresponde al griego krísis, 
tal decisión no es entre un autor u otro, entre una obra mejor escrita que otra o un 
sistema de pensamiento mejor fundado que otro, sino que el objeto del 
discernimiento es de mayor envergadura: si la empresa intelectual llamada 
‘metafísica’ es posible. Como dicha empresa se ha manifestado en ciertos textos de 
ciertos autores, la barrera entre la crítica en el sentido clásico y el sentido moderno 
es fácil de traspasar. Kant insiste que no es en la lectura de libros y autores lo que 
permite la decisión en el tema que le interesa, sino en otro procedimiento, que 
consiste en “delimitar (otra vez krínein), en encontrar y establecer los límites de la 
razón o, más generalmente, de las capacidades e incapacidades del aparato 
cognitivo humano.”41 
 Aunque el término es nuevo, el concepto y la ambición que expresa no lo es, 
ya que esta es la misma empresa que Bacon y Descartes formularon en sus escritos. 
Sin embargo, Kant y algunos de sus seguidores, siguieron llamando a esta empresa 
“crítica”, si bien quienes no lo siguieron o no tienen interés en ella prefieran utilizar el 
término en su concepto clásico.42 
 La empresa crítica que fundó Kant, ha tenido un gran desarrollo desde su 
muerte. Con diversos nombres, la tarea de encontrar y establecer los límites del 
aparato cognitivo humano ha prosperado bajo los rubros de: ‘teoría del 
conocimiento’, ‘epistemología’, ‘gnoseología’, ‘metodología’, ‘teoría de la ciencia’, 
‘filosofía de la ciencia’, ‘epistemología genética’, ‘etología cognitiva’, ‘sintaxis lógica’, 
‘crítica del lenguaje’, ‘ciencia cognitiva’, ‘ergonomía cognitiva’, ‘lingüística cognitiva’, 
‘cognición comparada’, entre otras. 
 Es claro que estas “marcas” no dicen lo mismo, sin embargo su propósito si lo 
es. Esta empresa se acerca más a la ciencia y tiende a volverse menos filosófica al 
descansar sobre procedimientos taxonómicos y de modelización preferente, aunque 
 
40 Citado en Leal Carretero 2003, p. 250. 
41 Leal Carretero, op., cit., p. 251. 
42 Idem. 
 20
no exclusivamente matemática. Así, Leal Carretero opone al concepto clásico de 
crítica, esta concepción moderna con el nombre de ‘crítica como CIENCIA’.43 
 Hasta aquí, dentro de la empresa crítica destacan las ciencias naturales, ya 
que como originalmente lo pensaron Bacon, Descartes y Kant, la empresa se parece 
más a una ciencia natural que a una ciencia social. 
 La entrada de las ciencias sociales en este proyecto se debe al segundo 
usurpador del término ‘crítica’: Karl Marx, que consolida el segundo concepto 
moderno de crítica como ciencia erudita o erudición científica. La obra de Marx 
Crítica de la economía política, exhibe como peculiaridad que sintetiza el concepto 
clásico con el concepto kantiano, es decir, lectura atenta y cuidadosa de los textos y 
autores con la exploración del alcance y límites del aparato cognitivo humano. 
 En la obra de Marx hay crítica en el sentido clásico, sin embargo, también se 
encuentra un elemento nuevo. Para entenderlo mejor, habrá que retroceder hasta 
Bacon y Descartes. 
 Bacon se diferencia de Descartes por su actitud hacia la crítica en sentido 
clásico. A diferencia de Descartes,quien desprecia los estudios humanísticos y que 
la lectura de libros antiguos le parece una pérdida de tiempo, Bacon concibe la 
posibilidad de construir una ‘historia literaria’ donde se mencione a todos los textos, 
autores e ideas de la tradición europea. Muchos autores trabajarán en este proyecto 
en los siglos siguientes.44 
 De entre estos autores destaca la figura de Giambattista Vico, quien formulará 
la alternativa al cartesianismo, en la que no se desprecia el conocimiento minucioso 
de las cosas antiguas, sino que por el contrario, hay que partir de ellas; pero no hay 
que dejar este conocimiento en manos de los eruditos, sino inyectarles el espíritu de 
la ciencia moderna.45 
 Aunque Vico no fue leído en durante el siglo XVIII, es redescubierto por Jules 
Michelet, quien lo traduce e interpreta en el siglo XIX. Ahora bien, para encontrar el 
nexo entre Vico y Marx: 
 
43 Ibidem., p. 252. Es en este sentido que Walsh, por ejemplo, entiende que haya una filosofía crítica 
de la historia. Vid. Walsh 1951/1998. 
44 Ibidem, p. 254. 
45 Como hace Vico en su Ciencia Nueva. 
 21
 
(…) hay que recordar que en el contexto de renovado 
estudio de las antigüedades europeas se enmarca otra idea 
de Bacon, aquella idea a la que Voltaire asociaría después la 
frase ‘filosofía de la historia’, es decir el estudio de las 
etapas y progresos de la ciencia y la razón humanas. Todo 
mundo sabe que de esa nueva empresa intelectual surgirá 
alguna vez la sociología moderna; pero lo que tal vez no se 
medita siempre suficientemente es que el movimiento 
intelectual entero que nos lleva de Bacon a través de Voltaire 
hasta Comte, Tocqueville, Marx y finalmente los sociólogos 
clásicos, está marcado por una idea (…): que el 
pensamiento, el conocimiento y la razón están determinados 
por las circunstancias materiales, sociales, económicas y 
tecnológicas en que surge; (…) no hay una historia de las 
ideas independientemente de la historia material, social, 
económica y tecnológica de la humanidad.46 
 
 El surgimiento de este nuevo sentido de crítica va acompañado del nacimiento 
de las ciencias sociales; y en un periodo que abarca doscientos años desde 1750 a 
1950, otros autores han conjugado la erudición con la ciencia.47 
 Así pues, el elemento nuevo que inaugura Vico e introduce Marx como un 
nuevo significado para el término ‘crítica’, consiste en que: 
 
(…) el alcance y límites del entendimiento y la razón 
humanas, de las clasificaciones y explicaciones que en 
nuestras ciencias damos de los fenómenos, en una palabra: 
del conocimiento de que somos capaces, no están 
solamente determinados por la génesis y estructura 
 
46 Ibidem, pp. 254-255. Cursivas del original. 
47 Para Leal Carretero, James George Frazer, Vilfredo Pareto, Max Weber, Georg Simmel, George 
Dumézil y Fernand Braudel, entre otros, son ejemplo de esta conjunción entre erudición y ciencia. 
 22
naturales de las que partimos y que son un producto de la 
evolución (…) sino también están determinados por la clase 
de sociedad al que pertenecemos, por el nivel tecnológico 
que alcanzamos, por la estructura del sistema industrial y 
comercial en que nos desenvolvemos, por el lugar que en 
todas esas relaciones ocupamos: estos modos de 
determinación sociales resultan tan importantes como los 
modos de determinación naturales y es igualmente urgente 
estudiarlos e investigarlos 48 
 
 Estos son los tres sentidos del término crítica. La filosofía crítica de la 
historia se inserta en el primer sentido moderno del término, al menos en Walsh, que 
es filósofo y cuyo proyecto es estudiar la lógica del pensamiento histórico, que para 
él se enmarca en la filosofía de la ciencia, es decir, en la epistemología. Y este 
encuadre no deja de llevarnos a problemas ontológicos y éticos, ya que no éstos no 
están divorciados del problema del conocer. Así pues la filosofía de la historia no es 
una reflexión marginal, sobre un tema puramente especulativo, sino una vía para que 
a través del conocimiento histórico, nos formulemos preguntas epistemológicas, 
ontológicas y éticas. 
Los autores del canon que abordaremos en el tercer capítulo, tienen un 
compromiso con la empresa crítica, ya sea en el sentido kantiano, como Walsh, o en 
el sentido viquiano-marxista, como Schaff, además de ser ambos filósofos puros; 
varios de estos autores tuvieron formación en el sentido clásico de la crítica, como 
Marrou, Collingwood, Veyne y Bloch. 
 
De aquí pues la importancia de conocer las opiniones de estos pensadores 
que pertenecen, por a la naturaleza de sus preguntas, a esta gran tradición; pero 
también hay que señalar con cierta perplejidad el que sus aportaciones sean vistas, 
en el campo de la enseñanza, fuera del contexto de un conjunto de quaestiones 
debatidas en la tradición crítica, así como el que no se les pueda ubicar dentro de las 
 
48 Ibidem, p. 256. 
 23
grandes orientaciones de la filosofía de la historia. Esto también vale para autores 
que en el siguiente capítulo se mencionarán. De aquí la importancia de establecer 
una estatus de las preguntas para no confundirlas, lo cual propicia prejuicios sobre 
algunos autores49 y poder así valorar las aportaciones de los diferentes pensadores. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
49 Así, se propician malentendidos y prejuicios sobre algunos autores porque se tienen la impresión de 
que su tema está caduco y que no es importante hoy en día. Todo lo que se puede decir de esta 
actitud ignorante y arrogante, es que no lleva a ninguna comprensión de los textos y mucho menos a 
la asimilación de una tradición de pensamiento, lo cual viene a redundar en una profunda deformación 
profesional, tanto en los campos de la filosofía como de la historia., 
 24
Capítulo II. El canon 
 
 Una vez que hemos presentado nuestras preguntas y la orientación de la 
filosofía de la historia por la que optamos, en este ensayo bibliográfico me referiré a 
algunos textos que tienen por tema la filosofía de la historia.50 Mi propósito es doble: 
por una parte mostrar una posible guía de lectura sobre las preguntas suscitadas por 
la filosofía de la historia; por otra, presentar los textos del canon. En cuanto al primer 
propósito, la bibliografía mencionada no pretende ser exhaustiva; en todo caso he 
pretendido ser ecuménico en esta selección, que también refleja mis tendencias, 
intereses y mis propios conocimientos, así como la disponibilidad de obras con que 
cuentan nuestras bibliotecas y nuestro mercado editorial. Cuando alguna obra 
contiene una bibliografía importante, la señalo con un asterisco. 
 
 La única revista especializada en filosofía de la historia es History and Theory. 
Studies in the Philosophy of History, auspiciada por la Wesleyan University, 
Connecticut, y publicada por Blackwell Publishing. Esta revista aparece desde 1961 y 
publica artículos, reseñas y ensayos, principalmente en las áreas de filosofía crítica 
de la historia, causalidad, interpretación, explicación, objetividad; filosofía 
especulativa de la historia, historia comparada y global; historiografía, teoría y 
práctica que en el pasado realizaron historiadores y filósofos de la historia; 
metodología histórica, examen de textos y otras evidencias, narrativismo, estilística; 
teoría crítica, marxismo, reconstrucción, género, psicoanálisis; tiempo y cultura, 
concepciones de la humanidad en el tiempo; disciplinas relacionadas, interacciones 
entre la historia y las ciencias naturales y sociales, las humanidades y la psicología. 
 Como puede verse, esta revista trata una amplia gama de temas y goza de un 
gran prestigio internacional. Su editor es Brian C. Fay, y en su consejo editorial 
cuenta con eminentes historiadoresy filósofos, como F.R. Ankersmit, Arthur Danto, 
William H. Dray, Reinhart Koselleck, Jörn Rüsen, John Passmore y Hayden White 
entre otros. 
 
50 Pongo entre paréntesis el año de la primera edición en idioma original. Los textos señalados con un 
asterisco contienen una importante bibliografía. 
 25
 Mención aparte merecen sus números monográficos (Beiheft, Theme Issues) 
sobre bibliografía de obras dedicadas a la filosofía de la historia; temas selectos 
como representación de los eventos históricos; prueba y persuasión en historia; 
medio ambiente e historia; los historiadores y la ética; ensayos sobre el historicismo; 
historia y el concepto de tiempo; historia y teoría feminista; metahistoria: seis críticas; 
la bibliografía de publicaciones y manuscritos de R.G. Collingwood anotada; la 
historiografía de la historia de la filosofía; ensayos dedicados a la memoria de 
Arnaldo Momigliano, entre otros. 
 La lectura de esta revista es básica si se quiere estar enterado de las 
cuestiones que actualmente preocupan a los historiadores y a los filósofos 
interesados en la historia, así como de la bibliografía reciente. 
 
 Si continuamos con estudios generales y antologías sobre la materia, el 
volumen 5 de la Enciclopedia Iberoamericana de filosofía, Madrid, Editorial 
Trotta, 1993, titulado Filosofía de la historia*, resulta ser una estupenda visión de 
conjunto de esta rama de la filosofía. Esta enciclopedia es un proyecto conjunto del 
Instituto de filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, el 
Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y del Centro de Investigaciones 
Filosóficas de Buenos Aires, que reúne a los filósofos que tienen al castellano como 
instrumento lingüístico. La enciclopedia es un conjunto de temas monográficos 
selectos. 
 En este volumen, un conjunto de especialistas en filosofía de la historia, 
coordinados por Reyes Mate, ofrecen una monografía de cada tema tratado, que van 
desde el mundo griego, la visión bíblica, judía e islámica, el mundo cristiano antiguo y 
medieval, pasando por la filosofía idealista y postidealista de la historia, hasta los 
temas contemporáneos del narrativismo y posmodernidad, pasando por los 
problemas sobre el conocimiento histórico y el punto de vista de la hermenéutica. 
 Este es un texto muy recomendable, ya que su lectura cubre un amplio 
panorama de temas, además de ofrecer un tratamiento muy claro y preciso de cada 
tema. La introducción de Reyes Mate ofrece una visión de la situación de la filosofía 
 26
de la historia en el ámbito de la filosofía en español. Su lectura es indispensable para 
los interesados. 
 
En inglés, un libro básico es el editado por Patrick Gardiner, Theories of 
History, Glencoe, Illinois, The Free Press, 1959. En la introducción del editor se 
presenta la selección de lecturas realizada por Gardiner, que abarca las grandes 
interpretaciones del devenir histórico, que incluyen a Vico y Hegel, hasta los 
problemas del conocimiento histórico que incluyen textos de Walsh, Berlin, Croce, 
Popper, Gellner, entre otros. Una antología se justifica si cubre una necesidad; este 
libro cubre perfectamente un tratamiento por temas de la filosofía de la historia, si 
consideramos la división entre filosofía especulativa de la historia y filosofía crítica de 
la historia. Algunos de los textos de este libro pueden encontrarse en traducción 
castellana. A pesar de los años, sigue resultando útil. 
 
El libro de León Dujovne, La filosofía de la historia desde el Renacimiento 
hasta el siglo XVIII, Buenos Aires, Ediciones Galatea, 1959, es un interesante 
recorrido que va desde Maquiavelo hasta los críticos de la revolución francesa 
Edmund Burke y Thomas Robert Malthus. Es un texto ameno y erudito; trata a 
autores a los cuales no se les asocia con la filosofía de la historia, como Leibniz y 
Hume, así como a teólogos ingleses XVIII, como Price, Priestley y Paley.51 Gibbon y 
su interpretación de la historia de Roma también es estudiado, sin faltar, por 
supuesto, a clásicos como Voltarie, Rousseau, Turgot y Kant. Un libro muy 
recomendable. 
 
En este mismo tenor, pero con respecto a la historiografía, el libro (1971) El 
nacimiento de la historiografía moderna, Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 1974 
de George Lefebvre, resulta una útil obra de consulta, así como el librito de Charles-
Olivier Carbonell (1981) La historiografía, México, Fondo de Cultura Económica, 
 
51 El libro de M.D. Forbes, The liberal anglican Idea of History, Cambridge, 1952, es un estudio 
pertinente sobre la filosofía de la historia de corte teológico. 
 27
1986; ambos son recorridos por la historiografía, el primero desde el renacimiento, y 
el segundo desde los griegos. Ambos contienen datos y orientaciones valiosas. 
 
También, dentro de estos estudios generales, podemos incluir el excelente 
estudio de la Profesora Concha Roldán, Entre Casandra y Clío. Una historia de la 
filosofía de la historia.* Madrid, Ediciones Akal, 1997. La Profesora Roldán examina 
desde la prehistoria de la filosofía de la historia, que para ella se encuentra en el 
mundo griego y judeocristiano, para tener su aurora con Voltaire, Vico y Herder, 
padres fundadores, que originan la filosofía especulativa de la historia desarrollada 
por Kant, Hegel y sus secuelas: Comte y Marx. La filosofía crítica de la historia tiene 
en Ranke, Dilthey y Max Weber a sus grandes representantes. El panorama 
contemporáneo pasa revista –obligada, por cierto-, a las ideas de Hempel y el 
covering law model52, G.H. Von Wright y Karl Popper en cuanto al problema de la 
explicación en historia; Isaiah Berlin es mencionado en relación al problema del 
determinismo causal y la determinación histórica, para terminar con la perspectiva 
del narrativismo. El libro termina con un interesante epílogo sobre la filosofía de la 
historia de Collingwood, titulado R.G. Collingwood: el canto del cisne de la filosofía 
de la historia. Interesante ensayo que rescata y valora la obra de Collingwood como 
una filosofía de la historia que pone en el tapete el por qué de la disolución de esta 
disciplina que dio lugar a cierta dispersión, pero a la vez su importante contribución 
en dos vertientes: una epistemológica y otra práctica. 
La Profesora Roldán sostiene que una tercera vía para la filosofía de la 
historia, allende de la especulación o la crítica, es considerarla como una variante de 
la filosofía de la acción,53 es decir, como un añadido de una conciencia moral a la 
información procedente de la historia como ciencia; recordarnos que los sujetos de la 
historia somos morales. Es un libro importante y cuya tesis es un punto de referencia 
 
52 Bautizado así por W.H. Dray en su libro, al que nos referiremos más adelante. En castellano 
podemos llamarlo modelo nomológico-deductivo o modelo de ley aclaratoria. 
53 Sobre este desarrollo de la filosofía, véase Alan R. White (1968) (editor) La filosofía de la acción, 
México, Fondo de Cultura Económica, 1976; Alfred R. Mele (editor) The Philosophy of Action, Oxford, 
Oxford University Press, 1997; Héctor-Neri Castañeda (1975) Pensar y hacer. Fundamentos filosóficos 
de las instituciones. México, UNAM, 1995. 
 28
para la comprensión de los problemas relativos a una vía de estudio diferente en la 
filosofía de la historia. 
 
Un texto orientador, pese a su brevedad, es Teoría de la historia, México, 
Universidad Autónoma del Estado de México, 1999, de Jaime Collazo Odriozola. 
En sólo cincuenta páginas, este autor pone en claro lo que es la teoría de la 
historia y sus temas: la palabra “historia”, la historia en el conocimiento, la explicación 
histórica, verdad y objetividad de la historia, vinculación con disciplinas afines, 
estructura y coyuntura, periodización,

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