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Av. Hidalgo 935, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, Jalisco, México bibliotecadigital@redudg.udg.mx - Tel. 31 34 22 77 ext. 11959 UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA COORDINACIÓN GENERAL ACADÉMICA Coordinación de Bibliotecas Biblioteca Digital La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos que posteriormente quiera darle a la misma. Universidad de Guadalajara Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades División de Estudios Históricos y Humanos Departamento de Letras Maestría en Estudios de Literatura Mexicana Cartografía del artificio; Ars narrativa en Tres días y un cenicero, de Juan José Arreola Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios de Literatura Mexicana Presenta Lic. Francisco Daniel Guzmán Obeso Director Dr. Guillermo Schmidhuber De La Mora Guadalajara, Jalisco; enero 2018 Índice INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I. El enigma del yo arreolesco, p. 4 a. Breviario crítico, p. 4 CAPÍTULO II. Reflejos imaginarios, p. 15 a. Redes intertextuales en la narrativa arreolesca, p. 15 b. La hipertextualidad, p. 17 c. La cita en exergo, p. 22 d. Otros intertextos, p. 35 CAPÍTULO III. Cartografía del artificio, p. 50 a. Un paratexto llamado Gog, p. 50 b. Las murallas textuales en “Tres días y un cenicero”, p. 61 c. El egotismo escritural: figuraciones del yo arreolesco, p. 70 d. La problemática del lector; el espejo externo, p. 81 CONCLUSIONES: La escritura insaciable, p. 93 1 INTRODUCCIÓN Juan José Arreola (Zapotlán el Grande, Jal. 1918) es un autor polifacético en lo que se refiere a su concepción del arte literario. Pasó de crear mundos juveniles e ingenuos, como en los relatos de Varia invención, hasta desarrollar verdaderas maquinas narrativas, como los textos que se encuentran en Palindroma. Los cambios que se dieron en la ordenación de sus relatos, que iban y venían de uno a otro libro, son muestras de la evolución en el carácter del ultimo juglar. De ahí la importancia de ahondar en su vida personal para podar comprender su obra. El universo narrativo que crea Juan José Arreola vuelve sobre las mismas temáticas, obsesiones que el autor llevará hasta su muerte. El autor mexicano matizará, pues, los golpes de la vida con chispazos de humor e ironía; se mofará de las relaciones tormentosas de la pareja, satirizará a la mujer, pero no porque sea misógino, sino porque es tan fervoroso su amor por el género femenino, hacia ese abismo que el autor traduce en sufrimiento, que finalmente no halla como repeler a las féminas. Así pues, Arreola será un autor que se contradice en su literatura, desde luego, como respuesta a un tiempo y una época en los que no se siente cómodo. Es por esto que su literatura viaja al pasado para dialogar con los grandes maestros de la literatura clásica, griega y europea. A través de la obra de Arreola, se puede acceder a un mundo literario inmenso; por lo que, en relatos como en el “El guardagujas” se puede percibir la esencia de Kafka, en “El prodigioso miligramo” se accede a la parábola bíblica, en “Parturient Montes” están las tradiciones griegas y latinas, y así nos podemos ir recorriendo la narrativa de Juan José Arreola, escritor que nos abre las puertas a la literatura de tiempos pasados. 2 El presente trabajo tiene como objeto aportar un granito más a los estudios enfocados en la obra de Arreola. Consideramos que los estudios relacionados con la narrativa de Juan José Arreola son numerosos, pero siempre hay un recoveco por donde se pueden filtrar nuevas propuestas de investigación. Si bien estamos conscientes de la abrumadora cantidad de estudios sobre la obra canónica de Arreola, entre los que sobresalen “El Guardagujas”, “El prodigioso miligramo”, “La feria” e incluso, en los relatos compendiados en “Bestiario”, creemos que los estudios centrados en Palindroma son escasos. De ahí que la propuesta de investigación sea analizar y desentrañar los mecanismos narrativos que se despliegan en el relato “Tres días y un cenicero”, texto incluido en Palindroma y relato que, a nuestro juicio, concentra gran parte de la esencia estilística y temática que obsesionaba al último juglar. El trabajo de investigación está dividido en tres capítulos: “El enigma del juego arreolesco”, “Reflejos imaginarios” y “Cartografía del artificio”. En el primer capítulo, nos centramos en hacer un rastreo y una descripción de los principales estudios críticos que giran en torno a la obra de Juan José Arreola. Algunos investigadores que se mencionan son, desde luego, Emmanuel Carballo, Sara Poot Herrera, Felipe Vázquez, Norma Esther Mendoza, entre otros que se han sumado a la lista de estudios sobre Juan José Arreola. El segundo capítulo es un obligado estudio intertextual que abarca gran parte de la narrativa arreolesca. Se consideran los estudios intertextuales y paratextuales de Gerard Genette como principal sustento teórico para realizar el análisis. El objeto del análisis será ahondar en el mundo de lecturas que anida en la mente del escritor mexicano, así como hacer un mapeo de las principales fuentes que nutren la pluma del autor. 3 El tercer capítulo es, a nuestro juicio, la propuesta más original del presente trabajo de investigación. Este capítulo se dedica completamente a realizar un análisis profundo que aglomera diferentes perspectivas teóricas para acercarse a “Tres días y un cenicero”. Se realiza, en primera instancia, un estudio sobre las implicaciones textuales del paratexto de Papini en el relato “Tres días un cenicero”. Posteriormente, se analiza la intertextualidad y su adecuación artificiosa en el relato. Después, se plantea un análisis sobre las figuraciones del yo. En este apartado, se pretende revelar el conflicto existente en las identidades nominativas, además de poner en tela de juicio las conclusiones investigativas que tildan a “Tres días y un cenicero” de relato autobiográfico, sentencias que pensamos son imprecisas, pues la estructura y la complejidad del texto van mucho más allá de un relato autobiográfico. Finalmente, en el último apartado se analiza la importancia del lector en la obra de Arreola. 4 CAPÍTULO 1 EL ENIGMA DEL JUEGO ARREOLESCO a) Breviario crítico En la obra de Juan José Arreola se encuentran diversos portentos literarios que hacen del autor un personaje culto e ilustrado, con un amplio bagaje intelectual y con un sentido de la experiencia intima que se refleja en su trayectoria literaria. Su labor de promotor cultural y docente; así como su devoción por el arte dramático, hicieron del escritor un individuo multifacético que dedicó gran parte de su vida a diversos oficios, entre los que destacan: el de escritor y el de actor. Como Cicerón, el autor de Confabulario cultivó el amor por el discurso y la retórica, por lo que se le podía ver de forma apasionada en entrevistas y conferencias que daba a su público, siempre con la palabra al filo de la lengua y esgrimiendo discursos en torno a sus lecturas o a la literatura en general. Al final de su carrera literaria y con Palíndroma (1971) siendo el último de sus libros narrativos, Arreola silenció su etapa de escritor y continuó la del juglar, la del hombre que regresó a las raíces de la literatura. El presente estudio tiene por objeto armar un ars narrativa en torno al relato Tres días y un cenicero; narración que deja al descubierto mecanismos y artificios como formas literarias de autorreflexión. La metaficción, la intertextualidad y la autoficciónson solo algunos de los recursos empleados por Arreola con el propósito de amurallar a la triada conformada por: autor, narrador y texto. Los temas arreolescos en Palíndroma (1971) como la ironía, la mujer y la imposibilidad del arte son nuevamente tratados; sin embargo, un estudio paratextual puede indicar que la relación entre el título y los relatos va más allá de 5 una elección azarosa. Más adelante, en el capítulo 3, se explorarán y se analizarán las afirmaciones vertidas para poder llegar a la conformación de una propuesta narrativa en “Tres días y cenicero”. De acuerdo a Sara Poot Herrera, la crítica en torno a la obra del autor inicia con el artículo publicado por Emmanuel Carballo y cuyo título fue: “Arreola y Rulfo cuentistas”. Ahí el crítico señala que, si bien los cuentos de Rulfo y Arreola son distintos, ambos convergen en la piedra de toque de toda obra literaria: la calidad (Carballo, 1954, núm. 7, p.28). Carballo además reivindica la imagen de Arreola como un escritor que vale la pena por el valor estético de sus obras y no por sus temáticas. Al hablar de “valor estético”, Carballo sienta las bases de futuros trabajos críticos que se realizarán alrededor de la obra arreolesca. Con el paso del tiempo, el autor de Bestiario irá acentuando la importancia en la forma literaria, e incluso llegará a emplear moldes para cada relato, entre los que se encuentra la carta, el anuncio, la biografía imaginaria, el ensayo histórico, etc. Para llegar a una interpretación asequible en la narrativa arreolesca, el lector debe desentrañar la multiplicidad de sentidos en los textos; así como indagar las referencias a las que alude cada relato. Es importante, entonces, la participación activa del receptor de la obra para poder llenar los huecos en el texto literario. Poot Herrera apunta que la obra de Juan José Arreola sugiere diversas lecturas y señala además que: “En las reglas que el autor establece, se requiere la participación permanente de un lector que asuma el papel de coautor” (Poot, 1993, p. 243). Así pues, lector y autor conforman un equipo que debe confabularse con el fin de lograr una comunicación literaria exitosa y un sentido compartido. Sobre el libro con que Arreola finaliza su ejercicio literario, Poot Herrera dice: “Toda obra de Arreola 6 desemboca en Palindroma, efecto y causa de un estilo bien definido, y se hace también palindromática (…) los textos mismos aparecen como temas de otros textos; se acentúa la discontinuidad del discurso” (Poot, 1993, p. 47). Como bien apunta la investigadora, la escritura de Arreola tiende a complejizarse hacia al final de su carrera literaria, perfeccionándose en estilo y girando sobre sí misma. Al final, Palindroma (1971) viene a cerrar un ciclo literario que retoma la esencia estilística y temática de narraciones anteriores; para esto, el autor de Confabulario recurre a una forma de intertextualidad llamada autotextualidad, recurso literario que se presenta cuando se localizan citas o fragmentos narrativos pertenecientes a obras del mismo autor en un trabajo literario posterior. Más adelante se analizarán y se identificarán las presencias de autotextualidad en Tres días y un cenicero; así como la red intertextual tejida alrededor de Palindroma (1971). No pocos han señalado la complejidad del discurso literario en la obra narrativa de Juan José Arreola. Felipe Vázquez sitúa al último juglar entre las figuras literarias que se mueven en las fronteras del relato al igual que un pez en el agua. En su artículo “Juan José Arreola y el género varia invención” el crítico acierta en decir que “en términos de taxonomía literaria, la varia invención es un género donde convergen no solo géneros literarios sino formas textuales que están al margen e incluso en el polo opuesto de lo que algunos llaman ‘la función poética de la lengua y otros literariedad’” (Vázquez, 2010, p. 62). Vázquez no vacila en afirmar que Arreola rompe las convenciones genéricas e instaura su propia invención, su “varia invención”. Posteriormente, en el mismo ensayo, el investigador señala que Arreola hace literatura a partir de literatura, y al igual que Poot Herrera, dice: “Al recurrir a la intertextualidad y a la hipertextualidad como estrategias 7 escriturales, el escritor exige de su lector un conocimiento del código a partir del que se desarrolla el objeto literario (Vázquez, 2010, p. 63). Aunque la crítica ha señalado hasta el cansancio la importancia de las influencias en Arreola, no es una nimiedad el aseverar que los maestros son trascendentales en la conformación de un estilo y una poética. La práctica del epígrafe y la dedicatoria son evidencias textuales de que el escritor no dejó de homenajear a sus ídolos en libros, entrevistas y diálogos. Por mencionar algunas de las influencias: Ramón López Velarde, Giovani Papinni, Jules Renard, Franz Kafka, Marcel Schwob, Charles Baudelaire, Gabriele D'Annunzio, Dante Alighieri, Paul Claudel, entre otros. Cabe señalar que abundan los estudios intertextuales sobre la obra de Juan José Arreola. El análisis de tipo intertextual es medular para poder acercarse a la narrativa del autor mexicano. Al respecto, dos investigadores centran sus esfuerzos críticos en la intertextualidad arreolesca: Carmen de Mora y Mauricio Ostra. La primera investigadora rastrea las huellas intertextuales en su ensayo titulado “Las confabulaciones de Juan José Arreola”. En el artículo, Carmen de Mora recorre la obra del autor jalisciense, haciendo una descripción detallada de los intertextos y de las fuentes que nutren la literatura de Arreola. Al final del ensayo, De Mora señala de forma puntual que: La singularidad de su estilo proviene, en primer lugar, de la sabia asimilación de una multiplicidad de fuentes librescas que entroncan con los orígenes de la narración breve europea; y, también, de la atmósfera peculiar en que sabe envolver a los personajes de sus cuentos, así como el espacio en que se mueven. Todo ello unido a una destreza verbal que le comunica a cada texto un aliento distinto sin dejar de resultar inequívocamente suyo. A pesar de que cuenta con una producción 8 nada extensa, Arreola es uno de los grandes maestros del relato breve en Hispanoamérica. (De Mora, 1993: 81) Así pues, en su artículo, Carmen de Mora asevera que Juan José Arreola deja una impronta imborrable en sus relatos cuya autenticidad es única y, además, recalca que el escritor mexicano asimila la tradición literaria europea para conformar su propia literatura. El segundo académico, Mauricio ostra, teje un artículo titulado “La función de la intertextualidad en la obra de Juan José Arreola”, texto que se leyó como homenaje al autor jalisciense en la Feria Internacional del Libro en 1992. La diferencia entre este y el otro ensayo está precisamente en el método que siguieron ambos investigadores. Este artículo comienza por definir la línea teórico-literaria que se seguirá con respecto al análisis intertextual. Aparecen dos nombres importantes en todo estudio de la intertextualidad: Julia Kristeva y Gerard Genette. Mauricio Ostra comienza por hacer un recorrido analítico por la literatura de Juan José Arreola, haciendo descripciones minuciosas sobre los intertextos y señalando, además, la importancia que tendrá el lector con respecto a la significación en la obra del ultima juglar: Los minúsculos textos arreolanos centran su enunciado y muchas veces su lenguaje en juegos intertextuales no siempre evidentes y, por lo tanto, suponen un lector que no solo posea la competencia lingüística pertinente, sino también una competencia semiológica capaz de responder al arduo desafío que cada texto en su engañosa brevedad supone: entender lo no dicho (presupuestos, consabidos, implicancias, connotaciones, etc.), decodificar eficazmente los diversoscódigos concurrentes (filológicos, históricos, culturales, retóricas, etc.), recomponer el universo de 9 remisiones textuales en su entorno, en fin, construir con todo aquello posibilidades de sentido. (Ostra, 1992: 1) A diferencia de otros autores que se mantienen más recelosos en su postura con respecto al arte de la literatura, Arreola fue siempre altivo y abierto con sus creencias y reflexiones literarias; por lo que las evidencias de su esencia literaria están esparcidas en un sinnúmero de documentos y trabajos de investigación. En el libro “Memoria y olvido” se encuentra, por ejemplo, una de las definiciones que da el autor a la literatura: En eso estoy de acuerdo con muchos escritores que opinan que el acto de escribir consiste en violentar las palabras, ponerlas en predicamento para que expresen más de lo que expresan. El arte literario se reduce a la ordenación de las palabras. (…) Las palabras son inertes de por sí, y de pronto la pasión las anima, las levanta: es decir, las incluye en el arrebato del espíritu. (Del paso, 2003: 198-199). Así pues, el autor es diáfano con su forma de describir el lenguaje literario y pinta, además, un bosquejo de la literatura que se instaura en discursos que tienden a una espiritualidad literaria muy personal. En otras palabras, el autor de La feria sentía la poesía fluir desde su pensamiento hasta su boca y la alababa, haciéndola personalísima y original. La narrativa de Juan José Arreola es, entonces, variopinta y lúdica como su personalidad literaria. La pluma del juglar llegó hasta Palindroma (1971) porque se embebió con las tintas de muchos otros escritores, fuentes inagotables que nutrieron su arte. Siguiendo la línea crítica de Felipe Vázquez en su libro: “Rulfo y Arreola: desde los márgenes del texto”, el crítico señala que en el relato “El himen en México”, texto insertado en Palindroma (1971), Arreola reescribe un tratado médico de Francisco A. 10 Flores titulado de igual manera “El himen en México”. Vázquez afirma que el autor de Confabulario juega con el hipotexto y lo deconstruye en aras de reescribir un relato que bien podría pasar por reseña científica. En el apartado “La lectura deconstructiva” el crítico habla brevemente de los primeros textos de Palindroma (1971): La primera parte da título al libro e incluye seis textos de prosa enrarecida que guarda muy poca semejanza con un cuento convencional, son textos de frontera: están al límite de otra cosa; además, el yo autoral juega a ser el yo escritural y viceversa, y los planos del realismo y la ficción se funden y confunden. (Vázquez, 2010: p 124). En este párrafo, Felipe Vázquez revela algunos de los mecanismos que Arreola despliega a lo largo de Palindroma (1971), recursos que apuntan a teorías relacionadas con el yo autoral y ficcional; por lo que la teoría de la autoficción resulta viable con el fin de aprehender los relatos de un libro que ha resultado elusivo para la crítica. “Tres días y un cenicero”, relato con el que inicia tan extraño compendio, es un relato de frontera, según Vázquez, pues hay una intervención autoral que se da por medio del juego con la estructura y los recursos narrativos. Los artificios arreolescos, como la ya mencionada metaficción e intertextualidad, son actos de prestidigitación que apelan al lector, audiencia que debe hacer uso de lucidez y bagaje literario, si es que no quiere quedar al margen de la riqueza interpretativa en textos como “Tres días y un cenicero”, “El himen en México” y “Botella de Klein”. Algunos trabajos que forman parte del corpus crítico en torno a “Tres días y un cenicero” son los desarrollados por Norma Esther García Meza y Ángel Alfonso Macedo Rodríguez. Ambos investigadores centran sus trabajos en la complejidad narrativa que se 11 construye alrededor de “Tres días un cenicero” y hacen énfasis, además, en la participación activa del lector. Esta última resalta en el texto como un recurso más al que acude el autor, y al que se dedicará un apartado en el tercer capítulo del presente estudio. En su artículo “La Venus de los Nabos”, Norma Esther García Meza resalta que el relato “Tres días y un cenicero” es un texto cuya diégesis se construye desde un posicionamiento ético y estético del arte. Sin embargo, casi al finalizar el ensayo, la doctora apunta lo siguiente: “precisando que es un texto sin ubicación genérica y, señalando que las críticas y cuestionamientos contenidos en él, no deben ubicarse en el estéril terreno de la acusación y la denuncia porque sin sentido es más amplio” (García, 2008, p. 79). Así pues, la investigadora recalca nuevamente la imposibilidad de definir al texto en un género específico. Con base en los argumentos de García Meza, se asume entonces que la indefinición genérica apela a una necesidad autoral de manejar la ambigüedad y la ironía a su máximo nivel, pues siendo un relato de frontera, como señalaba Vázquez, “Tres días y un cenicero” puede ser cualquier cosa, hasta un espejismo literario, un complejo y bien articulado aparato escritural que ya no encuentra su lugar en la escena literaria. La propuesta de lectura de Norma Esther García Meza es importante porque invita a reflexionar sobre una temática que finalmente angustiaba al último juglar: el devenir del acto creativo. A diferencia de la investigadora, Macedo Rodríguez recupera el sentido de la creación artística y analiza el de la intertextualidad en su ensayo titulado: “´Tres días y un cenicero´ de Juan José Arreola: entre la creación, el plagio y el homenaje”. En este trabajo el investigador analiza el aparato crítico relacionado con la red de intertextualidades que se teje alrededor del relato. A decir de la poética arreolesca, Macedo señala que: “El hallazgo 12 de una obra de arte, la escritura de un diario que puede ser leído por todos, y la ayuda que los lectores le dan al narrador en determinado momento […] son los principales indicadores de su arte poética” (Macedo, 2002, p. 81). El Ars narrativa en torno a Tres días y un cenicero se arma, entonces, mediando la cooperación del lector, ya que éste último reescribe el relato, dándole un sentido renovado a la lectura. Así pues, la crítica rescata de nuevo la figura del receptor en la obra literaria del autor de La feria. Más adelante, Macedo (2002) argumenta que el autor busca hacerse notar en el texto y emplea un recurso autoficcional que no hace más que revelar el yo autoral ante la audiencia (lector), exhibiéndolo a un grado estrafalario, como si el mismo Arreola dijera “aquí estoy, mírenme”; por lo tanto, el recurso o artificio otorga al texto nuevas estrategias de comunicación e interpretación literarias: El propósito de Arreola es traspasar la rígida forma de la barrera entre la estructura escritor-texto-lector y cambiar las funciones tradicionales. Se muestra como el gran cuentista que es, al ponerse en el texto como personaje y aparentar ser lector de algo que ha escrito con un coautor, como intenta hacer de sus lectores: ‘ustedes pongan la puntuación yo ya no puedo’. (Macedo, 2002: 81) Así, Juan José Arreola escribe “Tres días y un cenicero” con el objeto de jugar y confabularse con el lector. Los vacíos en torno al relato se vuelven baches que el receptor de la obra debe rellenar en pos de una construcción de sentido asequible. La propuesta estética de Arreola al final de su carrera literaria se complejiza porque las obsesiones temáticas y estilísticas del autor son recurrentes a lo largo de su trayectoria, volviéndose artificiosas. Macedo (2002) concluye su ensayo afirmando que: “Un aspecto fundamental de este cuento es la intención del autor para que los lectores participen en este no solo 13 leyéndolo, sino también, corrigiéndolo, criticándolo, creándolo […] Se sugiere entonces la teoría de que el autor es lectorde su propio texto y que el lector es en realidad el verdadero escritor de la obra” (p. 104). En esta misma línea investigativa, Iram Evangelista desarrolla un estudio sobre el cuento “Tres días y un cenicero” titulado “El cuento de Juan José Arreola entre el arte y el horror”, ensayo en el que analizan otros dos relatos: El discípulo y cuento de horror”. A decir de nuestro objeto de estudio, Evangelista afirma que el relato palindromático emplea un discurso mimético con la finalidad de mantener un dialogo con el lector. Al igual que Felipe Vázquez, Evangelista pone de relieve la complejidad de la configuración autoral en “Tres días y un cenicero”: Esta característica netamente arreolina marca su producción artística. No solamente su propuesta literaria responde a la banda de Moebius, sino que la realidad subjetiva, el yo del autor, viaja en sentido dentro-fuera de la narrativa. ¿Por qué el yo del autor se inmiscuye en su ficción literaria? Porque a Juan José Arreola le importa plasmar su visión del mundo a través de sus textos, lo mueve su voluntad, su oficio, un artesano de la narrativa. (Evangelista, 2016: 545) Por lo tanto, el conflicto de identidades autorales no es más que otro intento por complejizar la imagen que Arreola tiene de sí mismo. Estos recursos, que a nuestro juicio son artificiosos, se analizaran detalladamente en el capítulo 3. La conformación de un Ars narrativa en torno a “Tres días y un cenicero” tiene su soporte en la recopilación y descripción de los antecedentes críticos ya señalados en el presente capitulo y en un posterior estudio intertextual que sentará las bases para desarrollar el capítulo 3: “La cartografía del artificio”. Consideramos necesario rescatar lo que ha 14 venido señalando la crítica arreolesca, sin embargo, hay que hacerlo desde un prudente distanciamiento que nos permita atisbar los aciertos y errores en lo que se refiere a los estudios sobre Juan José Arreola, y más específicamente, a las investigaciones en torno al relato “Tres días y un cenicero”. 15 CAPITULO II REFLEJOS IMAGINARIOS a) Redes intertextuales en la narrativa arreolesca Juan José Arreola alberga en su mente una biblioteca personal extensa; una serie de lecturas que se conectan unas con otras. Son varios los autores que de alguna forma contribuyen con la creación, con la obra del último juglar. La literatura del autor de confabulario se nutre de múltiples venas literarias para configurar la suya. El estilo del escritor jalisciense lleva tatuada la palabra homenaje. La reescritura y el homenaje son prácticas escriturales que Arreola domina a la perfección: Arreola esgrime tres de sus principales armas barrocas: la fragmentación, la polifonía, y la intertextualidad. Reescribe sin imitar (…) Recorta y pega en citas, entre comillas, en negrillas, en itálicas o sin poner una indicación expresa. En último caso el lector debe poner sus comillas mentales. Arreola también juega como Borges con citas falsas de libros y autores ficticios, con epígrafes y refranes populares, para dar una mayor ambivalencia al texto. (Cadavid, 1997: 22) Más adelante se analizará la forma en que Arreola emplea la intertextualidad en su obra como uno más de sus juegos y artificios narrativos. Sin embargo, es necesario aclarar el término de la intertextualidad para poder avanzar en el estudio. En la teoría literaria, a este proceso palimpéstico que se manifiesta cuando se encuentra la presencia de un texto en otro, se le conoce con el nombre de intertextualidad. Julia Kristeva introduce el término de la intertextualidad de la siguiente forma: “todo texto es absorción y transformación de otro 16 texto. En lugar de la noción de intersubjetividad, se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, cuando menos, como doble”. (Kristeva, p. 3) En su artículo Bajtín, la palabra, el dialogo y la novela, Kristeva destaca la importancia que tendrá la relación entre un texto y otro. Si anteriormente Barthes hablaba de la muerte del autor y el nacimiento del lector, la teórica, entonces, despeja la niebla en las investigaciones que vendrán a futuro con respecto a la intertextualidad y a la relevancia que adquiere el rol del lector. Posteriormente, el teórico francés, Gerard Genette, continúa con los estudios de la intertextualidad en dos libros: Palimpsestos: la literatura en segundo grado y Umbrales. El primero se inclina por un estudio mucho más general sobre el fenómeno de transtextualidad1, como lo define el teórico, en todas sus variantes. El segundo es más específico, y acota su línea de investigación al estudio de la paratextualidad (lo que rodea al texto). Se considerará la taxonomía de Gérard Genette para llevar a cabo el estudio de la obra del autor en el presente capitulo. La definición de intertextualidad a la que se ceñirá el análisis será la siguiente: “Por mi parte, defino la intertextualidad, de manera restrictiva, como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro” (Genette, 1989, p. 10). Así pues, en Arreola la presencia explícita o implícita de sus influencias literarias ha sido motivo de estudio en numerosos trabajos de investigación. Aunque la intertextualidad, vista como un ejercicio escritural artificioso, pretende ser un aporte original del presente 1“Hoy yo diría, en un sentido más amplio, que este objeto es la transtextualidad o trascendencia textual del texto, que entonces definía, burdamente como <todo lo que pone al texto en relación, manifiesta o secreta, con otros textos> (Genette, 1989, pp. 9-10) 17 trabajo de investigación. En el capítulo III se profundizará más sobre la forma en que Arreola emplea el artificio en Tres días y un cenicero. A propósito de sus influencias literarias, el mismo Arreola menciona: Admiro a Ramón López Velarde, que fue un revolucionario auténtico de la poesía. En mi obra se nota el influjo de Amado Nervo, Mariano Silva y Aceves, Julio Torri, Francisco Monterde, Ada Negri, Marcel Schwob. Mis influencias más profundas, Rilke, Kafka, Proust, las he vivido no solo como payo, como pueblerino mexicano. (Arreola, 1997: 21) Estos son, pues, algunos de los autores que influyeron en el escritor mexicano, y a quienes les rinde homenaje a través de sus escritos. Las redes intertextuales se tejen en la obra de Arreola, y lo hacen en todos sus tipos y variantes, siendo el paratexto, y en especial, el epígrafe, uno de los preferidos por el autor. b) La hipertextualidad Sin lugar a dudas, uno de los cuentos canónicos de Arreola que ha sido más estudiado es El Guardagujas, texto que no se escapa a los estudios de la intertextualidad. El relato, que Seymour Menton clasifica como existencialista, está impregnado del absurdo kafkiano, de la tragedia a la que se enfrenta el individuo en la agitada y turbulenta sociedad moderna2. 2“Franz Kafka fue el primer escritor importante que demostró que la alegoría podía representarla duda y la enajenación el hombre moderno, en obras tales como El Proceso, El Castillo y La Metamorfosis. Juan José Arreola, gran admirador de Kafka, también ha creado alegorías que representan una visión esencialmente negativa del hombre. Tal como Kafka, Arreola presenta el reverso de lo que se veía en la alegoría tradicional. En vez de pintar el hermoso cuadro simbólico de una utopía, es decir, un mundo ideal no-existente, Arreola ofrece lo contrario: una negativa representación simbólica del mundo tal como es, pero como no debe ser.” (Heusinkveld, 1986, p. 47) 18 No es casualidad que los destinos T. y X. del relato de Arreola, estén conectadoscon el absurdo destino del personaje kafkiano, Josef K. El espacio en el cuento de Arreola está cargado de una densa niebla que cubre todo intento por adquirir sentido. El forastero, en “El guardagujas”, busca un destino anónimo, T., y Josef K. es apresado sin motivo alguno en la novela inconclusa de Kafka, El proceso. La relación intertextual se da por vía transformación, pues el texto de Arreola, aunque influido por el de Kafka, transforma al hipotexto3 en un hipertexto magistralmente distinto. Tanto en los personajes como en la atmósfera del relato de Arreola se siente la influencia del escritor austriaco, mas no es una copia fiel. Es pues, “El guardagujas” un hipertexto transformado de la obra del escritor austriaco. En una entrevista con Carballo, Arreola habla sobre sus principales fuentes literarias. A decir de Franz Kafka, Arreola menciona: La grandeza de Kafka radica en que su obra es la única que contiene, en profundidad, la imagen del hombre de nuestro tiempo: la imagen del hombre como ser arrojado, como ser abyecto: el ser que está arrojado allí, en el mundo (…) Por eso, la obra de Kafka me parece la más importante, ya que constantemente se pregunta por qué las cosas no son como podría ser. (Carballo, 1965: 459) Otro texto de Arreola que funge de hipertexto es el prólogo de Bestiario, cuyo origen intertextual se encuentra en la obra de Julio Torri, y más precisamente, en la minificción 3Genette define la hipertextualidad de la siguiente forma: “He retrasado deliberadamente la mención del cuarto tipo de transtextualidad, porque es de ella y solo de ella de la que vamos a ocuparnos directamente en este trabajo. Se trata de lo que yo rebautizo de ahora en adelante hipertextualidad. Entiendo por ello toda relación que une un texto B (que llamaré hipertexto) a un texto anterior A (al que llamaré hipotexto) en el que se injerta de una manera que no es la del comentario.” (1989, p. 14) 19 titulada “Mujeres”. La evidencia más exacta de la transformación del relato se encuentra en el último párrafo del texto B: “Y ama a la prójima que de pronto se transforma a tu lado, y con pijama de vaca se pone a rumiar interminablemente los bolos pastosos de la rutina doméstica” (Arreola, 1997, p. 71) En el texto A, el párrafo original se presenta de la siguiente forma: Y tú, a quien acompasadas dichas del matrimonio han metamorfoseado en lucia vaca que rumia deberes y faenas, y que miras con tus grandes ojos el amanerado paisaje donde paces, cesa de mugir, amenazadora al incauto que se acerca a tu vida, no como el tábano de la fábula antigua, sino llevado por veleidades de naturalista curioso. (Torri: 27) Tanto en el texto A como en el texto B se ven las relaciones intertextuales. Si bien en el texto B, es decir, en el texto de Arreola, se transforma al original en una serie de quimeras y juegos lingüísticos, no dejan de existir elementos influyentes y notorios, como la concisión narrativa. La brevedad es un rasgo estilístico que Julio Torri hereda a Juan José Arreola. Por mencionar algunos relatos del padre de la minificción mexicana: De fusilamientos, La cocinera, El héroe, La feria, Los unicornios, Las estampas, etc... Por otro lado, ambos autores, tildados a veces de misóginos, exploran la compleja relación entre el hombre y la mujer con humor e ironía. A decir del influjo que Torri ejerce sobre Arreola, Zaitzeff dice: El parentesco estético y espiritual entre estos dos prosistas de distintas generaciones ofrece un testimonio más de la modernidad y actualidad de Julio Torri en cuya escasa obra están los gérmenes de las perfectas y originales prosas de Juan José Arreola. (Zaitzeff, 1980: 1068) 20 A propósito de la relación escritural que mantienen Torri y Arreola, el estudioso mexicano de la minificción, Lauro Zavala, indaga también sobre los nexos estilísticos que unen a esta singular dupla de escritores. Respecto a la similitud entre los textos “Mujeres” de Torri y “Prólogo” de Arreola, el teórico menciona: “por supuesto, Arreola también estableció un dialogo literario con autores anteriores a él (…) Estas líneas bastarían para acusarlos a ambos de misoginia, aunque se puede observar el tono ligeramente humorístico en el caso de Arreola, y la organización estrófica mucho más cuidada que en el prosista Torri. “(Zavala, parr. 22-23) Pero no solo la crítica encuentra la impronta de otros autores en el escritor jalisiciense, el mismo Arreola confiesa y relata en Memoria y olvido sobre la influencia de Torri en su literatura: No tardé mucho en conocer a poetas y escritores mexicanos y, aunque no es mi intención hacer listas interminables, tengo que citar por lo menos a Amado Nervo, Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Enrique González Martínez, Ramón López Velarde, Alfonso Reyes, Julio Torri, Francisco Monterde… Debo Aquí mencionar dos textos capitales para mi futuro manejo del poema en prosa y que son precisamente de estos dos últimos autores: “La balada de las hojas más altas y habla un español de la colonia. (Del Paso, 2003: 94) Otro autor que destaca como maestro espiritual y literario de Arreola es el poeta Enrique González Martínez, miembro del Ateneo de la Juventud, a quien Arreola rinde homenajes por medio de epígrafes y alusiones que ya se irán analizando. Hay dos ejemplos al respecto: el primero se encuentra en el relato “El diamante “y el segundo en “El condenado”. En el primer texto, se encuentran dos tipos de intertextualidad: la alusión y la hipertextualidad. La primera forma intertextual se comprueba en las siguientes líneas: “Un día le torcieron el 21 cuello a la gallina de mísero plumaje” (Arreola, 1997, p. 143) Este fragmento alude al famoso soneto de González Martínez, “Tuércele el cuello al cisne”, poema en el que se hace un manifiesto contra ciertos tópicos del modernismo, movimiento que inicia su padre y fundador, Rubén Darío, siendo los elementos del cisne y el azul, símbolos representativos de tal movimiento literario. El verso al que se alude dice así: “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje”. Por lo que Arreola transforma el verso original para adaptarlo a su creación. La otra forma de transtextualidad que puede ser identificada en el relato es la de la hipertextualidad. El texto original, o texto A, sería la fábula de Esopo “La gallina y el diamante”. En el texto precedente, una gallina se encuentra una piedra preciosa; sin embargo, dicha piedra es inútil para la gallina, puesto que el animal es incapaz de hacer algo de provecho con ella. El hipertexto arreolesco, es decir, el cuento de “El diamante”, deviene de su forma didáctica y moralizante “El diamante y la gallina”, aunque convirtiendo a esta última en un relato irónico y juguetón. Cabe señalar que la minificción de Arreola recrea también la frase popular del “diamante en bruto” o el “diamante por pulir”, ya que la piedra de la ficción arreolesca se va puliendo dentro de la gallina hasta que alcanza su estado más perfecto y brillante, pero sus talentos se ven desperdiciados cuando la fregona de la historia dejar ir el diamante por el resumidero. Así pues, Arreola ironiza con maestría acerca de los talentos desperdiciados en un texto que ofrece múltiples lecturas. En “El condenado” se encuentra un epígrafe que proviene del ensayo autobiográfico de Enrique González Martínez: El hombre búho. La cita en exergo dice así: “Durante varias semanas estuvieron llegando a mi casa revistas de provincia y diarios de México en que aparecieron sendos y largos artículos sobre mi fallecimiento”. (Arreola, 1997, p. 160) A 22 partir de ahí, el narrador-personaje rivaliza con el poeta fallecido, creando así un poema titulado “el elegido de los dioses”. La noticia de la muerte del poeta resulta ser falsa—como en el epígrafe--; por loque el narrador fracasa en su intento de sobrepasar a quien sería González Martínez ficcionalizado. Irónicamente, el poeta que sigue vivo (González Martínez) escribe ahora sobre el narrador fallecido, es decir, los papeles se invierten en un relato impregnado de ironía arreolesca. c) Citas en exergo En Juan José Arreola, el epígrafe, como elemento paratextual, es una práctica que demuestra el bagaje literario y erudito del escritor. Tal artificio adorna varios relatos del escritor jalisciense, entre los que se encuentran: Kalenda maya, Homenaje a Johann Jacobi Bachofen, La noticia, El rey negro, Homenaje a Otto Weininger, La trampa, Epitafio, El condenado, Parturient Montes, Monologo del insumiso, De balística, El prodigioso miligramo, y Una mujer amaestrada, Tres días y un cenicero, Starring all people, La disyuntiva y Doxografías. Para llegar a una comprensión e interpretación asequible, el lector debe identificar las fuentes literarias de las que provienen los epígrafes. La intencionalidad autoral es clave en la selección del epígrafe, pues este último mantiene una relación con el título y el texto; brinda, pues, la llave para llegar al corazón del sentido en el relato arreolesco, como ya se vio en “El condenado”. Si bien el epígrafe no es enteramente necesario para disfrutar la lectura del relato, identificar el texto-fuente puede ayudar para ampliar la comprensión del texto. Cuando el lector enlaza al paratexto y al texto, es decir, cuando el receptor de la obra literaria entabla un dialogo no solo con el epigrafista (autor del relato y seleccionador del 23 epígrafe), sino con el epigrafiado (autor del epígrafe), se entablan entonces dos diálogos, mismos que hacen del acto de la lectura uno mucho más nutrido y enriquecedor. Es pues fundamental analizar la forma en que Arreola emplea el epígrafe, y ver como el artificio intertextual es una arista más del universo de lecturas arreolescas. Se ha visto, a lo largo del capítulo, que Arreola es un experto en el arte de imitar y transformar, es decir, el autor de Confabulario selecciona entre el vasto mundo de lecturas y elige una que ha de convertir en un relato único ¿Pero es el epígrafe realmente necesario para lograr la significación total del relato? ¿Qué intención autoral existe con respecto a la selección del epígrafe? Y finalmente ¿Qué nos dice el epígrafe sobre las lecturas predilectas del autor? El relato Kalenda maya es una ficción que toma su título-intertexto de la canción trovadoresca Kalenda Maya de Raimbaut de Vaqueiras, compuesta a fines de siglo XII. En este texto, la celebración jubilosa de unos cuantos alterna con un evento obscuro. El narrador, aquí, metaforiza la condición femenina de aquella época, comparando a las féminas con botellas de vino que serán descorchadas y bebidas. El epígrafe que adorna al texto dice así: “A Midsummer Night´s Dream”. La cita en exergo nos direcciona a la comedia de Shakespeare que en español se titula: “Sueños de una noche de verano”. Para entender los alcances intertextuales en este relato, es necesario contar con ciertos registros de lectura. Por ejemplo, hay dos alusiones en el relato que interconectan dos textos, el de Shakespeare y el de Darío. La primera se refiere a “la comedia”, obviamente a la del dramaturgo inglés, y la segunda al “cisne tenebroso”. Se infiere que el “cisne tenebroso” aludido en el texto de Arreola es el poeta Rubén Darío. Como lector de Darío, es muy probable que Arreola haya leído el cuento del escritor nicaragüense titulado “El linchamiento de Puck”. En este cuento, el duendecillo es 24 perseguido por toda clase criaturas, debido a su caída en el tintero de un poeta. Pero casi al final de la historia, cuando Puck está a punto de ser linchado, el narrador menciona: “No teman las niñas que amen al dulce genio, querido y premiado por la amable madrina Mab y por el celeste poeta Shakespeare”. Puck es un duendecillo que funge de personaje tanto en la obra de Shakespeare como en la de Darío, haciendo travesuras y enredos. Y no hay que olvidar que, en ambos textos, en el de Darío y en el de Arreola, se utiliza a las niñas como audiencia y como personaje. De esta forma, la conexión intertextual se presenta mediada por el epígrafe y por la última frase del texto de Arreola: “Pero, sobre todo, les oprimen el pecho hasta asfixiarlas, para que puedan soportar el peso de los hombres y siga la comedia, la pesadilla del cisne tenebroso.” (Arreola, 1997, p. 100) Este cuento sombrío de Arreola alude, pues, a la comedia de Shakespeare y al poeta nicaragüense. Las alusiones a Rubén Darío serán constantes en la narrativa de Arreola, y cobrarán importancia debido a la impronta que dejan en el escritor mexicano, sobre todo en el relato que marca el fin de la etapa creativa: “Tres días y un cenicero”. La influencia que ejerce Darío en Arreola es tan fuerte que este último memorizó poemas como forma de rendir un homenaje a la poesía y al poeta. A propósito de la influencia de Darío, Arreola menciona en sus memorias: Personalmente, el único modernista en el que creo es Rubén Darío. Su aportación a la lengua española, a la poesía universal, no tiene límites. Gracias a él los países de la América hispánica que describió en su poema épico titulado “Oda a Roosevelt”, escrito a principios de este siglo, nos damos cuenta de que los grandes poetas se convierten en visionarios. (Orso, 1998: 251) 25 Así pues, Rubén Darío está presente en la obra de Arreola, pues la infancia del escritor mexicano fue nutrida por la poesía del nicaragüense. Sin embargo, las alusiones al autor nicaragüense, presentes en el objeto de estudio, “Tres días y un cenicero”, se abordarán en el tercer capítulo. Los intertextos del poeta no cesan y se ven plasmados a lo largo de la narrativa arreolesca, como en el siguiente relato titulado: Homenaje a Johann Jacobi Bachofen. En este texto, el narrador heterodiegético comienza por hacer un recorrido histórico y ficticio acerca de la relación milenaria entre el hombre y la mujer. Picaresca y juguetona, la ficción de Arreola se mueve en aguas turbulentas por medio de la ironía y el humor. Como reza el título, Arreola rinde homenaje al antropólogo suizo, Johann Jakob Bachofen, quien fue un estudioso del matriarcado. Pero la red intertextual se plantea nuevamente a través del epígrafe, que dice así: “Divina Psiquis, dulce mariposa invisible”. (Arreola, 1997, p. 101) El epígrafe se adjudica a las iniciales R.D. El intertexto es, pues, de Rubén Darío, y el poema al que se alude en el texto de Arreola se titula “Divina Psiquis”. En este poema, el poeta nicaragüense canta a la divinidad “psique”, personificación del alma. Este personaje se filtra en el relato de Arreola y simboliza lo femenino. La mujer es, desde luego, una temática que apasiona al autor de Confabulario. No es este relato la excepción a la regla en lo que se refiere a la representación arreolesca de los conflictos entre el hombre y la mujer. Para Arreola, cualquier oportunidad de ficcionalizar los problemas de la pareja conformada por el hombre y la mujer, es primordial. Así pues, al final del relato y después de un pícaro discurso sobre la mujer, se ve una última alusión al poema de Darío: “La mujer esteatopigia no puede ocultar su resentimiento. Anda ahora libre y suelta por las calles, idealizada por las cortes de amor, 26 nimbada por la mariología, ebria de orgullo, virgen, madre y prostituta, dispuesta a capturar la dulce mariposa invisible para sumergirla otra vez en la remota cueva marsupial”. (Arreola, 1997, p. 102) Esa “dulce mariposa” se enlaza con la cita en exergo y con el poema de Darío “Divina Psiquis”. Se tiene en el epígrafe de Darío una nueva sugerencia de lectura, una lectura más completa y profunda que añade un nivel más de interpretación al relato.Otro relato que mantiene una relación epígrafe-texto, similar a la del texto anterior es “La notica”. En este relato, las dimensiones históricas, junto con una impresionante cantidad de alusiones a personajes como Urias el Hitita, Carlota Corday, Coatlicue, David, Betsabé, entre otros, hacen del relato uno de varios niveles de lectura. Por un lado, hay alusiones bíblicas que no pueden pasar desapercibidas. El intertexto bíblico, tan presente la narrativa del escritor mexicano, será analizado en otro apartado. Desde luego, el nivel paratextual es el que se habrá de analizar en primera instancia. El epígrafe que se encuentra adornando el relato dice así: “Yo acariciaba las estatuas rotas…”. (Arreola, 1997, p. 104) Del epigrafiado solo están las iniciales C.P. Ahondando un poco más en las lecturas y en las memorias de Arreola, se puede inferir que tales iniciales corresponden a las del poeta, Carlos Pellicer. Este poeta es mencionado y aludido en otros relatos de Arreola. Al inicio del libro de Confabulario, un paratexto precede a los relatos del escritor, aunque en este caso en específico los versos se adjudican abiertamente a Carlos Pellicer: “…mudo espío mientras alguien voraz a mí me observa”. (Arreola, 1997, p. 169) Otro homenaje epigrafial al poeta se puede ver en otro cuento de Arreola titulado “El prodigioso miligramo”. Aquí el epígrafe dice así: “…moverán prodigiosos miligramos”. (Arreola, 1997, p. 198) Y el paratexto también se adjudica al poeta, Carlos 27 Pellicer. Cabe señalar que el poeta mexicano es también un autor que ha dejado huella en el último juglar. Este poeta se suma a la titánica lista de autores predilectos por Arreola, a quienes rinde homenaje constantemente a través de su cuentística y de la práctica epigrafista, como ya se ha venido analizando. A decir de Pellicer, Arreola menciona: “Otro caso en el que también siento que tenemos diferencias es el de mi amigo Carlos Pellicer, a quien, junto con Ramón López Velarde, considero entre los poetas más importantes de la literatura mexicana de este siglo que termina”. (Orso, 1998, p. 243) Y también señala: Carlos es el poeta que he leído más, tal vez más que a Ramón López Velarde, pienso que los dos pueden ser llamados con toda justicia poetas nacionales, porque son dos afortunados inventores del lenguaje. (…) Estos dos poetas me acompañarán hasta el día de mi muerte, que espero sea una muerte lucida, solo para recordar los versos que me han hecho vivir y revivir continuamente. (Orso, 1998: 301) En estas memorias, Arreola cuenta y revela parte de su intimidad y de sus gustos literarios. Expone abiertamente su relación de amistad con el poeta y la influencia que este último le heredó. Fue entonces Carlos Pellicer un amigo al que Arreola rindió tributo en varios de sus cuentos, como en “La noticia”. Regresando al análisis paratextual, los versos elegidos para el epígrafe: “Yo acariciaba las estatuas rotas” provienen de un grupo de sonetos titulados “Sonetos dolorosos”, poemas en donde el fervor y la búsqueda mística se dan cita por medio de imágenes sufrientes. Por otro lado, un punto a destacar en este relato es la similitud en estructura con el anterior, es decir, en la forma en la que el texto se conecta con la cita en exergo. Al final del relato, se encuentra, nuevamente, la conexión con el epígrafe: “De vez en cuando abandono mi soledad hombruna, paseo vagamente por las ruinas del Imperio y acaricio en sueños las 28 estatuas rotas”. (Arreola, 1997, p. 104) Las últimas líneas revelan, pues, esa conexión epígrafe-texto-epigrafiado, dándole un nuevo significado al relato. Son numerosos los relatos que Arreola adorna con un epígrafe, y el relato titulado “El rey negro” no es la excepción. Este cuento es un regalo ficcional que el autor le obsequia a uno de sus más grandes amores: el ajedrez. Existen varios niveles de lectura, como en todos los relatos del autor mexicano, que pueden ser analizados. Por un lado, está el epígrafe: “J´ayauxeschésjouédevantAmours” (Arreola, 1997, p. 107) cuya traducción en español sería: “Yo he jugado ajedrez ante el amor”. Y por el otro, una lectura en la que se metaforiza el ajedrez, haciendo un paralelismo entre este último y la vida del hombre. Arreola no escatima en el empleo de recursos para aludir a otra de sus obsesiones, la mujer, aunque no sin la ironía arreolesca tan característica en su obra. Respecto a la cita en exergo, Arreola adjudica el epígrafe a un poeta francés, Charles D´ Orleans. Cabe señalar otros autores franceses que fueron importantes para el autor de Confabulario, entre los que están: Georges Duhamel, Louis Jouvet, Gabriele D'Annunzio y Paul Claudel. A propósito de Claudel, Arreola lo cita también en el relato titulado “De cetrería”, cuyo epígrafe reza: “Qu´il en decoúvre quelqu´unestatimadest”. (Arreola, 1997, p. 106) Debido a los elementos vertidos, se esclarece que el autor mexicano plasma retos textuales, al nivel paratextual, que hacen de la lectura de sus relatos una mucho más desafiante, pues exige del lector no solo la lectura del texto que ostenta el epígrafe, sino una lectura del texto al que direcciona el epígrafe. A diferencia del texto anterior, el siguiente relato ostenta un epígrafe sin un fragmento o verso tomado del original, aunque solo el título puede funcionar como cita en exergo. Nos referimos al relato “Homenaje a Otto Weininger”, texto en el que se alude dos personajes: 29 Otto Weininger y Jacob von Uexkull. Antes de proseguir, la cita en exergo dice así: “(con una referencia biológica del baron Jacob von Uexkull.).” (Arreola, 1997, p. 109) Nuevamente, Arreola direccióna a su lector fuera del texto, en busca de los orígenes del paratexto. Antes de ahondar en los orígenes del epígrafe, adentrémonos en la historia que se narra en “Homenaje a Otto Weininger”. El narrador-personaje es un cánido ser que falla en sus conquistas amorosas. El perro y protagonista de la historia sufre de sarna, por lo que anda por todos lados rascándose y rascándose. La historia parece simple, pero al conectarla con sus paratextos, es decir, con el título y el epígrafe, amplía sus niveles de interpretación y de complejidad. El título funge de homenaje a Otto Weininger, filósofo austriaco cuya obra principal fue “Sexo y carácter”. Es muy probable que el escritor mexicano, como lector voraz, haya posado sus ojos en las líneas de dicha obra. El otro personaje citado, Jacob von Uexkull, fue un biólogo alemán y etólogo; estudioso del comportamiento animal. Así pues, retomando estos elementos, se puede inferir que la alusión a tales personajes potencializa el nivel de interpretación del relato. La conexión entre los personajes aludidos y el protagonista de la historia hacen la lectura mucho más fructífera a nivel interpretativo. En “La trampa” vuelven a surgir los temas que obsesionan al autor de “La feria”. Esta vez, una especie de insecto narra sus peripecias y sus furtivos encuentros con una mujer. Es un relato breve y conciso cuya simbiosis epigrafial se torna necesaria en pos de amplificar la significación. El paratexto dice así: “Hay un pájaro que vuela en busca de jaula”. (Arreola, 1997, p. 112) Y el epígrafe se adjudica a Franz Kafka. Cabe señalar que Borges y Arreola mantuvieron una conversación en la Ciudad de México (1978), donde se tocaron varios temas literarios, sin embargo, hay un momento en el que la plática gira en torno al epígrafe 30 kafkiano. En la charla, ambos discuten la autoría del epígrafe, y llegan a la conclusión de que el paratexto pertenece a dos autores: Cummings y Kafka. En cuanto a la conexión epígrafe-texto, se ve claramente la imagen que Arreola busca proyectar, es decir, la imagen de la mujer como captora, como un abismo al que el hombre se ve atraído sin remedio, y bien lo señala el epígrafe. Otro relato conun hilo narrativo similar sería “Insectiada”, texto en el que un número considerable de insectos machos son devorados por una hembra atractiva e implacable. Esta vez, Arreola elige la obra del austriaco para ser un complemento de lectura más en el relato, pero bajo la forma paratextual. Como se ha venido señalando, el homenaje, así como la apropiación y transformación de los textos homenajeados en textos propios y originales, son prácticas arreolísticas en su máxima expresión. A decir del homenaje, el relato “Epitafio” es un claro ejemplo. En este texto hay dos homenajes, uno explícito y abierto, mediado por el epígrafe y dirgido a Marcel Schwob. El otro es, desde luego, implícito y se conduce a través de los personajes, entre los que destaca la Gorda Margot. El poeta aludido por Arreola en este texto que funge de doble homenaje es Francois Villon. Ambos autores, Villon y Schwob, viven en el texto de Arreola. El autor mexicano rinde un homenaje al primero por medio de la escritura de una biografía ficticia, aunque la ironía del ultimo juglar no deja de sorprender, y esto queda de manifiesto, pues desde el inicio la biografía es atribuida a Felipe Sermoyse, clérigo que fue asesinado por Francois Villon en la realidad. Los rasgos estilísticos de Las vidas imaginarias de Scwhob son tomados por Arreola para crear “Epitafio”, como bien lo señala González: Por su parte, Arreola procede de manera análoga al subsanar a su manera la ausencia aparente de François Villon en las Vidas imaginarias. “Epitafio” es una 31 especie de biografía condensada del poeta medieval que funciona al mismo tiempo como un homenaje velado a Villon –cuyo nombre no se menciona nunca en el texto– y a Marcel Schwob, a quien está dedicado (el texto se presenta, a través de su epígrafe, como un “homenaje” a Marcel Schwob”). Se trata de un texto breve construido a partir de referencias a la vida y a la obra de Villon y elaborada según algunos de los rasgos característicos de Vidas imaginarias. (González, 2010: 93) Así pues, el texto de Arreola, de una carga intertextual impresionante, rinde un doble homenaje, que puede ser comprobado a través del paratexto y las alusiones. El primer homenaje identificable es a Scwhob, quien es considerado por Arreola como uno de los principales fundadores de su estilo. Y el segundo, a Villon, poeta del medioevo que permanece vivo gracias al epitafio literario compuesto en su honor. El siguiente relato esboza un paratexto particularmente distinto a los demás epígrafes que han sido analizados. “El condenado” es quizá otro texto que homenajea la vida y obra de del poeta Enrique González Martínez. La cita fuera del texto menciona: “Durante varias semanas estuvieron llegando a mi casa revistas de provincia y diarios de México en que aparecieron sendos y largos artículos sobre mi fallecimiento”. (Arreola, 1997, p. 160) El fragmento citado se adjudica al poeta Enrique González Martínez, aunque, a diferencia de los epígrafes anteriores, quizá más oscuros en cuanto a sus orígenes, en este caso se añade también el título de la obra raíz, cuyo nombre es “El hombre búho”, así como el capítulo y las páginas en los que se puede encontrar el supuesto fragmento. La cita es, efectivamente, real, y proviene de un texto autobiográfico de Enrique González Martínez. La conexión entre el epígrafe y el texto radica en la irónica muerte del poeta y narrador del texto, es decir, el poeta y narrador-personaje del relato supone la 32 muerte de otro poeta y a partir de ahí le acomete la inspiración. Se infiere, por el epígrafe, que dicho poeta es el miembro del Ateneo. Finalmente, la noticia termina siendo falsa, y el que muere es en realidad el narrador-personaje. Irónico, como casi todos los cuentos de Arreola, el relato teje sus hilos intertextuales a partir de un paratexto cuyos orígenes se exponen de forma clara y abierta. El ejercicio de la cita en exergo se ve reducido en los relatos compendiados en Confabulario (1952), aunque la práctica de dicho recurso sigue siendo una constante en la narrativa de Arreola. El relato con que inicia el libro de relatos de Confabulario es “Parturient Montes”, texto canónico de Arreola en lo que respecta a la concepción de una poética arreolesca. Numerosos estudios revelan que este cuento es un manifiesto literario, un pronunciamiento narrativo y autoral acerca del ars poética arreolesca. Otra forma de identificar la propuesta literaria de Arreola es a partir de su epigrafe: “…nasetur ridiculus mus.” (Arreola, 1997, p. 171). El paratexto incluye el nombre del epigrafiado, Horacio, y el texto del cual proviene la cita: Ad pisones, o “Epístola a los pisones”, mejor conocida como el “Arte poética” de Quinto Horacio Flaco. El epígrafe, traducido al español, significa: “nacerá un ridículo ratón”. Esta frase alude a dos grandes autores de la tradición literaria griega y latina, es decir, a Horacio y a Esopo. El epigrafiado recoge la moraleja de “El parto de los montes” para construir su “arte poética”, epístola en la que Horacio busca confeccionar las técnicas de la escritura y la creación. Asimismo, Arreola bebe de ambas fuentes, la griega y la latina, para construir un relato cuyo objeto es revelar los mecanismos del arte escritural en el autor jalisciense. Veamos, pues, la forma en que inicia el relato del escritor mexicano: 33 Entre amigos y enemigos se difundió la noticia de que yo sabía una nueva versión del parto de los montes. En todas partes me han pedido que la refiera, dando muestras de una expectación que rebasa con mucho el interés de semejante historia. Con toda honestidad, una y otra vez remití la curiosidad del público a los textos clásicos y a las ediciones de moda. Pero nadie se quedó contento: todos querían oírla de mis labios. (Arreola, 1997:171) Así pues, desde el inicio del relato, el narrador y cuentacuentos pone de relieve las influencias, es decir, las fuentes literarias de las que bebe el autor creador. Juan José Arreola, haciendo uso de su ironía tan característica, no tiene pelos en la lengua para direccionar al narratario en el camino de los clásicos griegos y latinos. Pone en evidencia, además, las venas de las cuales se nutre para construir un relato que se sirve de la tradición. En este relato sobre la creación literaria, que marca el inicio de Confabulario, Arreola se muestra escéptico en lo que se refiere a la recepción de su obra. El lector, o sea, el público y los espectadores en el relato, son ignorantes de la dificultad que representa la creación literaria. Pero también Arreola se muestra escéptico con sus creaciones, y es por eso que compara sus trabajos y su arte con un “ridículo ratón”. Al final del cuento, cuando el narrador le obsequia el ratón a una fiel admiradora, queda expuesta la trágica vida del autor y creador de ficciones: Al despedirse y darme las gracias, explica cómo puede su actitud, para que no haya malas interpretaciones. Viéndola tan turbada, la escucho con embeleso. Tiene un gato, me dice, y vive con su marido en un departamento de lujo. Sencillamente, se propone darles una pequeña sorpresa. Nadie sabe allí lo que significa un ratón. (Arreola, 1997: 173) 34 Al final, el “ratón ridículo”, llega a oídos sordos e ignorantes. No es una casualidad que la mano seleccionadora del ultimo juglar haya dado con una frase del “Arte poética” de Horacio. Esta última le sirve al escritor mexicano para dar sombra y cobijo a su creación. Arreola es un experto en recoger textos clásicos y transformarlos en algo nuevo. La conexión entre los textos clásicos y el de Arreola se ve mediada por el paratexto, cita que funciona como un umbral hacia la literatura del pasado. Los rastros del epígrafe clásico en la narrativa de Arreola conducen inevitablemente al cuento titulado “De balística”. En primerlugar, el título del relato alude de forma especial a los ensayos de Michel de Montaigne; por lo que la literatura renacentista es otra más de las fuentes que nutren el oficio de Arreola. Los epígrafes seleccionados por Arreola remiten a textos y manuales sobre la guerra y la elaboración de armas. El primer paratexto remite a un texto titulado “De bello civil” o “Comentarios sobre la guerra civil” del reconocido dictador romano Julio César. El segundo epígrafe tiene su origen en un libro titulado “Las guerras ibéricas”, que Arreola cita como “Ibericae”, del historiador romano, Apiano. A nuestro juicio, este texto es una mofa intertextual al academicismo, pues sin dejar de lado la ironía, hay momentos en que la discusión entre ambos personajes, maestro y alumno, se torna absurda y sin sentido. En estructura, tiene un parecido a “El guardagujas”. En el relato “De balística” el escritor mexicano hace alarde de una magnífica memoria y de una erudición sin límites. Respecto a la trama del relato, un alumno y un maestro, ambos estudiosos de la cultura romana, y más específicamente, de balística romana, mantienen un acalorado diálogo sobre las artes bélicas en la antigüedad. Pronto comienzan a surgir nombres de todas las culturas, filólogos, arqueólogos e historiadores. Por mencionar 35 algunos nombres citados: Quinto Fulvio Nobílior, Marco Vitrubio Polión, Eneas el Táctico, Herón de Alejandría, José Almirante, Vegecio, Policio, entre otros. A diferencia del escritor argentino, Jorge Luis Borges, quien cita personajes ficticios e imaginarios en su literatura, Juan José Arreola hace del relato un alarde de sapiencia histórica con referentes reales. En “De balística”, recorren por entre sus líneas un sinnúmero de personajes históricos, individuos ficcionalizados que fungen de homenaje a las culturas griega y latina, que siempre están presentes en la historia y en la mente del último juglar. d) Otros intertextos Hasta el momento, se ha visto como la práctica del epígrafe en Arreola es un recurso que abre las puertas a múltiples literaturas del pasado. El escritor mexicano bebe de fuentes literarias clásicas con la finalidad de construir una voz propia y autentica; aunque alimentada por las venas de escritores de la talla de Velarde, Darío, Baudelaire y Kafka, por mencionar algunos. Sin embargo, el análisis intertextual nos direcciona en un camino que desemboca finalmente en un intertexto cuya presencia en Arreola se supone evidente: La Biblia. Existe la probabilidad de que la Biblia sea el intertexto que aparece con mayor frecuencia en los relatos de Arreola. El influjo de las escrituras sagradas en el autor jalisciense se puede ver en relatos tales como: Starring all people, Casus conscientiae, La noticia, Tú y yo, Cláusulas, El último deseo, Interview, En verdad os digo, El prodigioso miligramo, entre otros. 36 Las alusiones, por ejemplo, al Génesis bíblico, al texto cosmogónico por antonomasia, están presentes en la literatura de Juan José Arreola. Así pues, el relato “Casus conscientiae”, texto que alude al fratricidio de Caín, le sirve al autor mexicano para construir una nueva ficción en la que la ironía y el psicoanálisis se encargan de subvertir los roles y las identidades de los personajes: Para consolarme, el analista me cuenta viejas historias de errores judiciales. Por ejemplo, la de que Caín no es culpable. Abel murió abrumado por su complejo edípico y el supuesto homicida asumió la quijada de burro con estas enigmáticas palabras: “¿Acaso soy yo el superego de mi hermano?”. Así justifico un drama primitivo de celos familiares, lleno de reminiscencias infantiles, que la biblia encubre con el simple propósito de ejercitar la perspicacia de los exploradores del inconsciente. (Arreola, 1997: 99) En este texto, el ultimo juglar cubre con un nuevo barniz al relato bíblico. En esta ocasión, la óptica desde la que se vale el autor para dibujar su creación es el psicoanálisis y, desde luego, el autor adereza su relato con unas pizcas de humor e ironía. En otros relatos, que ya se mencionaron anteriormente, se verá cómo es que el recurso irónico funge de plataforma literaria en las ficciones de Juan José Arreola. La historia de Adán y Eva, según las escrituras sagradas, es el relato bíblico preferido por Arreola. No son pocos los cuentos en los que se abordan los conflictos de la pareja bíblica, misma que para el autor jalisciense será tortuosa y complicada a través de las épocas y hasta la actualidad. Así lo vemos en “Tu y yo”, relato que recoge el relato de Adán y Eva para darle un renovado sentido literario. La obsesión por el tema de la pareja bíblica, así como por la pareja conformada por el hombre y la mujer, lleva a Arreola por un camino 37 cuyo destino es “el eterno retorno” y la autorreferencilidad. Es, pues, la forma intertextual denonimada autotextualidad, una herramienta más que utiliza el ultimo juglar para su oficio literario. Esto se puede comprobar en las minificciones compiladas en “Clausulas”, textos que vuelven sobre los temas de la pareja bíblica y los conflictos amorosos entre el hombre y la mujer. Así que en la tercer clausula se está parafraseado el inicio del relato “Tu y yo”: “Soy un Adán que sueña en el paraíso, pero siempre despierto con las costillas intactas”. (Arreola, 1997, p. 128) y En “Tu y yo” la frase dice así: “Adán vivía feliz dentro de Eva en un entrañable paraíso”. (Arreola, 1997, p. 119) Los alcances intertextuales en la obra de Arreola parecen no tener límite, pues la conexión epigrafial y la mera labor de recolección y transformación de lecturas clásicas y antiguas no basta para el escritor mexicano. Ya en el capítulo 3 ahondaremos sobre esta búsqueda literaria que aquejaba al autor jalisciense. En “El último deseo” Arreola se mantiene en la línea del intertexto bíblico, pero esta vez, rindiendo homenaje a su mentor literario, Giovanni Papini. Nuevamente, el tema de la pareja bíblica sale a flote y Arreola prefiere verlo a través de la ventana de la ironía. El autor mexicano se muestra burlesco y profano en lo que respecta a los temas bíblicos, y este relato no es la excepción: En el último desván del universo, dicen las malas lenguas, Papini entrevistó a nuestros primeros padres. Adán y Eva, que están todavía en carne y hueso, han envejecido prodigiosamente y no se acuerdan de nada. Dicen que su única ilusión es que muy pronto ocurran el Juicio Final y la Resurrección de la carne, para que ellos puedan morir a más tardar al día siguiente y ser sepultados en su tierra natal. Por supuesto, quieren tomarse antes una foto de familia, con todos sus descendientes reunidos en el valle de Josafat. (Arreola, 1997: 139) 38 El escritor mexicano no pierde la ocasión para homenajear a sus ídolos literarios, como lo es Papini, escritor que también encuentra en la Biblia una vena de la cual nutrirse. Son, pues la parodia y la ironía recursos que emplea Arreola para desmontar el texto bíblico y armar nuevas ficciones a partir del texto original. Esta estrategia narrativa será una constante a lo largo de su producción literaria. En varias entrevistas, Arreola es claro en señalar que durante su infancia tuvo el influjo de una estricta formación religiosa, camino que finalmente no siguió debido a que otras preocupaciones desviaron al autor mexicano de las labores eclesiásticas. Las alusiones a la biblia y a los personajes que en ella moran, tanto en su literatura escrita como en la oral, forman parte del engranaje religioso que mueve la pluma de Juan José Arreola. Cabe señalar que, en una de las entrevistas, Cristina Pacheco cuestiona al autor y toca el tema del silencio creativo; por lo que Arreola aprovecha para compararse con el personaje bíblico, Jonás, refiriéndose a la traición hacia la literatura: C.P.: El largosilencio a que sometiste a tus personajes, ¿no fue una traición a ellos, a la literatura? J.J.A.: Claro que sí. Soy un traidor. Soy Jonás. Jonás es un personaje que se nos olvida. Imagínate que él es enviado por el profeta para que transmita el mensaje, pero tiene miedo de darlo y de que el pueblo se encolerice y lo lapide. ¿Qué hace Jonás? Huye de su destino: en vez de irse a Nínive, donde lo esperan, se va a Tarsis. Llega agobiado por los remordimientos, con el rostro marcado por la culpa… (Arreola, 2002: 161) 39 Y Arreola no pierde de vista al Jonás bíblico, llevándolo a su literatura en un relato titulado “Interview”, texto que juega con la historia de Jonás y que vuelve sobre los temas de la biblioteca mental de Juan José Arreola. A grandes rasgos, “Interview” es una rara entrevista de trabajo en la que el contratista dialoga y cuestiona al solicitante. La atmósfera del cuento es absurda, al más puro estilo de “El Guardagujas” y la narración se presenta a través de diálogos, estilo que encontramos en otro relato de abundancia intertextual como “De balística”. A decir de la alusión bíblica a la historia de Jonás: - Finalmente, a los lectores les gustaría saber en que trabaja usted por ahora. ¿Podría decirlo? - Anoche se me ocurrió algo, pero no sé, no se… - Dígalo usted de todas maneras. - Se trata de algo así como una ballena. Es la esposa de un joven poeta, digamos, de un hombre común y corriente. - ¡Ah, ya! La ballena que se comió a Jonás. - Sí, sí, pero no sólo a Jonás. (Arreola, 1997: 149) Así pues, Arreola gira en espiral, como bien apunta Poot Herrera, y toca y retoca los temas y las lecturas que dejaron huella en su historial de vida literaria. Las escrituras sagradas permean en la obra del autor de Confabulario, aunque casi siempre a través de alusiones y parodias, recursos que reflejan una y otra vez el juego artificioso del último juglar. El Génesis vuelve a surgir en “Eva”, relato que alude al intertexto bíblico y en cuya trama se encuentra a la primera pareja de la humanidad. La trama versa sobre una joven que se ve asediada por un hombre, ambos eruditos. El hombre busca conquistarla con citas y 40 teorías que encumbran a la mujer en la historia de la humanidad, debido a que la joven se encuentra influida por teorías feministas. El joven cita a un personaje ficticio de nombre Heinz Wolpe, teórico imaginario del que se sirve Arreola para alterar y parodiar el intertexto bíblico del Génesis y San Juan. La cita dice así: “En el principio solo había un sexo, evidentemente femenino, que se reproducía automáticamente. Un ser mediocre comenzó a surgir en forma esporádica, llevando una vida precaria y estéril frente a la maternidad formidable. Sin embargo, poco a poco fue apropiándose ciertos órganos esenciales. Hubo un momento en que se hizo imprescindible. La mujer se dio cuenta, demasiado tarde, de que le faltaban ya la mitad de sus elementos y tuvo necesidad de buscarlos en el hombre, que fue hombre en virtud de esa separación progresista y de ese regreso accidental a su punto de origen” (Arreola, 1997: 190) A partir de la presente cita, que el narrador el heterodiegético pone en boca de un personaje ficticio, el autor mexicano juega con los textos bíblicos, los transforma y parodia para elaborar un discurso erudito salpimentado con ironía y humor arreolescos. Así, por ejemplo, en San Juan, libro bíblico, vemos que la cita original dice así: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. (San Juan 1:1 Versión Reina Valera). Y en la cita paródica de Arreola: “En el principio solo había un sexo”. (Arreola, 1997, p. 189) Aquí el objetivo es desacralizar el texto bíblico. La mofa arreolesca se filtra en la cita de un ficticio Heinz Wolpe con la intención de jugar y provocar. “Anuncio” es otro texto que se sirve de las escrituras sagradas, aunque esta vez, incorporando al texto una cita directa. Hemos visto alusiones y parodias, así como paratextos, pero la cita directa, sin modificar, es otro de los recursos que emplea el ultimo 41 juglar en el entramado artificioso. El relato, bajo el formato de un anuncio periodístico, promueve la venta de un robot de característica femeninas denominado Plastisex. El anuncio comienza por enumerar todas las virtudes y bondades del robot. Respecto a las mujeres falsas y en este sentido es muy similar a “Parábola de trueque”. La cita se encuentra en el sexto párrafo, donde se menciona explícitamente el libro poético de la Biblia, El Cantar de los cantares: “´Hay leche y miel bajo tu lengua…´, dice el Cantar de los cantares.” (Arreola, 1997, p. 217) Cabe señalar que en su libro “Poesía en voz alta”, Arreola hace una recopilación de las lecturas que marcaron su infancia, y ahí destina un espacio a ciertos fragmentos de la Biblia, entre los que destacan algunos pertenecientes a San Pablo, San Lucas y San Mateo; por lo que el influjo de la Sagrada Escritura, obra de carácter universal, pervive en la literatura del último juglar. En Palindroma, otro relato que Arreola teje como parodia del intertexto bíblico es Starring all people, texto que ya desde su paratexto: “Homenaje a Cecil B. de Mille” (Arreola, 1997, p. 285) anuncia las temáticas a seguir: el cine y la Biblia. Cecil B. de Mille fue un reconocido cineasta cuya producción cinematográfica es de tonos épicos y bíblicos. Entre las películas de temática bíblica que rodó, se encuentran: Los diez mandamientos (1956), El rey de reyes (1927) y Sansón y Dalila (1947). El paratexto es la luz que alumbra el texto arreolesco, y brinda pistas para realizar conjeturas en torno al relato. Cabe destacar que el uso de la palabra “homenaje” trae consigo una serie de implicaciones alrededor del texto que el lector deberá aclarar, desde luego, si es que este último conoce al epigrafiado. La trama inicia cuando un espectador, Efren Hud, abandona una sala de cine. La proyección cinematográfica es, al parecer, la vida de Jesucristo, debido a la mención de acontecimientos y ciertos nombres como Poncio Pilato. El espectador se topa con el actor 42 de la película proyectada, es decir, con Jesucristo. Este último comienza a contarle todos los detalles del rodaje de la película, que son en verdad un resumen, algo alocado y paródico, sobre los evangelios bíblicos. La historia narrada por el actor se encuentra alterada al más puro estilo arreolesco y con buenas dosis de humor. A largo del relato desfilan nombres como el de Judas, María Magdalena, Longino, Pedro, Mateo y Simón de Cirene. Este puede ser el relato con la mayor cantidad de intertextos bíblicos que Arreola se propuso a escribir, ya que no es solo un pronunciamiento literario a favor del cine bíblico, el texto es más un homenaje jocoso a los sagrados evangelios: o ¡Qué bueno que no vio usted la película! Está incompleta. En realidad, no puede decirse que se trata de una película, aunque a mí me parece la mejor de todas… (…) Solo espero la voluntad de mi padre… Estoy completamente restablecido de las manos y los pies, pero todavía me duele aquí en el costado… la lanzada que me dio aquel pobre comparsa… ¿Cómo se llama? (…) o Longino o ¡Ah, sí, sí! Longino… se le cayó la lanza de las manos… Sí, me acuerdo, se restregó la sangre sin querer sobre los ojos… (…) Yo debí quedar para siempre entre vosotros… Y este traidor que me dejó solo. Así son los amigos ¿Te acuerdas Judas? (Arreola, 1997: 285-286) La predilección por el tema bíblico continúa en otros relatos de Juan José Arreola. Lo vemos, por ejemplo, en “La noticia”, texto que alude, entre otros intertextos, a la historia de David y Betsabé: “Una procesión de cornudos ilustres me paso por la cabeza y yo elegí 43 entre todos a Urías el hitita. Valientemente me puse a su lado en la primera línea del combate, mientras David
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