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HISTORIA DE MI VIDA Por ADRIAN ORTIZ NICOLAS UNA HISTORIA ENTRE TANTAS En una época en la que los métodos anticonceptivos no tenían la difusión de hoy en día, y como producto del amor o irresponsabilidad de unos adolescentes que decidieron volverse adultos, nací en el Distrito Federal un 26 de junio de 1984. Mi nombre es Adrian Ortiz Nicolás y tengo 29 años, toda mi vida estudié en escuelas públicas y viví mi infancia en un tiempo en el que las cosas eran un poco distintas a las de hoy. En ese entonces no se podía estar enajenado con toda la tecnología que hoy se tiene, no hablábamos por celular todo el tiempo ni nos enviábamos mensajes por medio de what´s app, no teníamos facebook ni Skype, ni tampoco amigos virtuales, tampoco había tablet´s ni tantas consolas de videojuegos, a lo mucho teníamos un atari y su control solo tenía un botón el cual después de apretar durante 20 minutos se volvía aburrido. Nosotros salíamos a la calle pero en aquellos días nuestros padres no se quedaban con el temor de que alguien nos robara o secuestrara. Brincábamos, corríamos, jugábamos futbol y platicábamos, y en la alegría que le encontrábamos a todo esto, el tiempo seguía pasando. Mi adolescencia fue algo diferente, y en vez de futbol y todos esos deportes que hacen tanto bien, me empezó a interesar lo más dañino del mundo: las mujeres. A que se debió esa fijación, no lo puedo descifrar, lo que sí sé es que ese interés particular fue el que me dio la conciencia de que estaba creciendo. En realidad esta etapa fue bastante normal, igual que a la mayoría también me salieron barritos y la voz me cambio, nunca me sentí especial ni creí que estuviera destinado a cosas grandiosas como lo veía todo el tiempo en las películas, tampoco tuve intereses raros ni ocultos, más bien siempre fui una persona bastante común con intereses comunes, pasatiempos comunes, y al cual una cerveza y un plato de alitas todavía llenan de felicidad. De hecho, de todo ese tiempo solo tengo un recuerdo que me marcó y que hizo que mi vida fuera un poco diferente. Justo cuando entré a la preparatoria había una huelga, mi hermano mayor era activista de la misma, y en una redada que hubo en contra de todos esos estudiantes que defendían su derecho a la educación gratuita, él fue tomado preso. Yo entonces tenía 15 años y no alcanzaba a comprender bien lo que ocurría a mí alrededor pero aun así todos los días estaba obligado a acompañar a mi padre a sentarnos afuera del tutelar con la esperanza de que mi hermano saliera. Ahí todo era distinto, todo mundo parecía informado. Antes de esos días yo nunca había tomado un libro por decisión propia pero ahí mi padre me obligaba a leer el periódico todos los días en búsqueda de noticias relacionadas con el movimiento, siempre me pedía mi opinión al respecto de cada artículo y a mi molestaba muchísimo darlas ya que a veces eran tan infantiles que solo lograban sus gestos de desaprobación. Íbamos a todas las marchas, nos informábamos y gritábamos consignas, recuerdo observar el descontento general pero también ver como existía la convicción de que lo que se hacía tenía sentido. Había un ambiente de compañerismo y unión, y nadie en ese lugar era un extraño porque a todos nos interesaba un fin común. Era el inicio de un cambio y lo fue, al menos en lo personal, ya que gracias a esa experiencia el mundo se abrió y me dejo ver que en la vida había más, que la vida tiene infinidad de posibilidades y que solo es cuestión de que me decidida a tomar algunas.
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