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artes, humanidades y ciencias sociales Comunidad: educación superiorNivel: bajo Grado de dificultad: B 01 La infancia de Sor Juana 20 horas / 2 semanasDuración: 2 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular La infancia de Sor Juana Sor Juana Inés de la Cruz fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el autosacramental, el teatro y la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de “el Fénix de América”, “La décima musa” o la “Décima musa mexicana”. En el recorrido de la vida de Juana Ramírez de Asbaje, resulta necesario detenerse un poco en su infancia: orígenes, familia y los pasajes de su niñez en Amecameca, ya que son años fundamentales en su vida. Juana Inés de la Cruz nació y vivió en el México colonial de la segunda mitad del XVII, en la hacienda de Neplanta que su abuelo había arrendado a los religiosos dominicos. El México de entonces pertenecía al Virreinato de Nueva España, una sociedad en la que coexistían grupos sociales dispares separados en castas de españoles y criollos (encomenderos, clérigos, religiosos, comerciantes, mineros, juristas, estudiantes); mestizos, indios, negros y mulatos. Una sociedad barroca y devota. Su año de nacimiento se ubicaba inicialmente en 1651, sin embargo el descubrimiento de un acta de bautismo que supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la fecha de nacimiento de la poetisa a 1648. Es considerada la primera mujer de la Nueva España que se dedica en forma casi exclusiva a las letras y que destaca sobre todo como poeta. Es considerada como la escritora más importante de habla española del siglo XVII y, según Octavio Paz, como “el escritor más importante de Nueva España” (2001, p.10). El padre de Juana Inés, Pedro Manuel de Asbaje y Vargas, era un vasco nacido en la provincia norteña de Guipúzcoa quien, procedente de la baja nobleza, buscó horizontes en el mundo de las colonias. Su madre, Isabel Ramírez de Santillana, provenía también de la casta de hidalgos. Su madre, tuvo dos esposos y seis hijos. Tres con Manuel de Asbaje y Vargas: María, Josefa María y Juana. También tuvo otros tres hijos con Diego Ruiz Lozano y Centeno: Diego, Antonia e Inés. Juana perteneció a una extensa y relativamente acomodada familia a la que parece estuvo muy apegada, aparentemente poco o nada conoció a su padre natural, se educó al cuidado de su madre y de su abuelo materno. 3 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular En un principio, vivió en el pueblecito de Nepantla (actual Estado de México), que quiere decir “en medio”, entre los volcanes, entre la montaña y el valle. El poeta, Francisco Maza expresó: En medio de la sierra y el valle, en medio del frío y el calor, en medio de los volcanes y la llanura, en un bello lugar que reúne circunstancias tan raras y maravillosas como el propio genio de la niña precoz, precisamente en medio de ellos (Maza, 1976, p. 8). La hacienda de Nepantla se hallaba en la falda sur del Popocatépelt, donde los rayos del sol llegan perpendiculares. Juana las describió: Nací donde los rayos solares me mirasen de hito en hito no bizcos, como a otras partes (De la Cruz, Sor Juana, 1997, p. 16) Posteriormente, Juana creció en Panoayán, hacienda arrendada a un convento. Las tierras donde estaba Panoayán pertenecieron a un cacique que un siglo antes las había recibido como premio por su ayuda a los conquistadores y cuyos herederos las habían cedido a la Iglesia. Panoayán proviene del náhuatl y significa: “en el vado del río” y se encontraba, a la orilla del pequeño río que llevaba el mismo nombre. En el pueblo de Nepantla, Juana Inés creció en un ambiente tranquilo y nada cosmopolita, es ahí donde se inicia en sus estudios. En esta hacienda aprendió también el náhuatl para comunicarse con los nativos, y comenzó a manifestarse su interés por aprender a leer y escribir. Su más grande influencia en las letras fue su abuelo, hombre enérgico y de gran decisión, poeta y gran lector. En sus ratos de ocio leía, entre otras obras, una antología de poetas latinos donde acostumbraba hacer anotaciones al margen. La biblioteca del abuelo representó, para su espíritu ávido de saber, un inmenso acervo donde viajar a través de la lectura. 4 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular Su deseo de saber comenzó, como ella misma lo narra, desde muy pequeña, más precisamente, en 1651, a la edad de tres años, cuando acompañaba a su hermana preferida, María, a sus lecciones de gramática: No había cumplido los tres años de mi edad cuando enviando mi madre a una hermana mía, mayor que yo, a que se enseñase a leer en una de las que llaman Amigas, me llevó a mí tras ella el cariño de la travesura. Viendo que le daban lección, me encendí yo de manera en el deseo de saber leer, que engañando, a mi parecer, a la maestra, le dije que mi madre ordenaba me diese lección. Ella no lo creyó, porque no era creíble; pero por complacer al donaire, me la dio. Proseguí yo en ir, y ella prosiguió en enseñarme, ya no de burlas, porque la desengañó la experiencia; supe leer en tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre, a quien la maestra lo ocultó por darle el gusto entero y recibir el galardón por junto. Yo lo callé, creyendo que me azotarían por haberlo hecho sin orden. (De la Cruz, como se citó en Atamoros, 1975, p. 16) Una “Amiga” era una pequeña escuela privada donde las niñas aprendían a leer, a escribir, algo de aritmética y labores en Amecameca. Juana leyó libros con avidez con pasión: “Sin que bastasen castigos ni reprensiones a estorbarlo” (Atamoros, 1975, p. 17). Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Juana creció conversando entre sus libros con su abuelo. También se entretenía conversando con una sierva que le había heredado su madre. Había en esta hacienda labriegos y esclavos negros; en su casa trabajadores como: “la cocinera Catalina una negra de cincuenta años; Manuel, Andrés, Pedro y María la mujer de Pedro que servía en la cocina y los más jóvenes, Gabriel y Jacinto y la mulata Francisca que había parido cuatro hijos: María, Beatriz, Matías y José, todos, en ese tiempo, niños, como la madre Juana” (Jiménez, 1951, p. 16). Su sensibilidad la hizo criticar las condiciones en que estas personas vivían; unos privados de su antigua grandeza y otros arrancados de sus feraces tierras africanas; ambos condenados a una juventud infamante. Durante los juegos de niña se familiarizó con el idioma náhuatl de los indígenas y con el castellano confuso y embrollado de los negros. Años más tarde, estos conocimientos la inspiraron para escribir poesías donde campean ansias de igualdad, justicia y libertad, muy adelantadas a su tiempo. 5 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz ella misma relata su infancia prodigiosa. En la famosa carta cuenta que cuando escuchó que el queso hacía tontos a quienes lo comían, lo eliminó de su dieta: “Acuérdome que en estos tiempos, siendo mi golosina la que es ordinaria de aquella edad, me abstenía de comer queso, porque oí decir que hacía rudos, y podía conmigo más el deseo de saber que el de comer, siendo éste tan poderoso en los niños” (De la Cruz, como se citó en Atamoros, 1975, p. 17). El primer acto de subversión de la niña Juana se ve entre los seis y los siete años de edad, cuando desea asistir a la Real y Pontificia Universidad de México, disfrazada de hombre, anhelo que ve truncado. Y apenas lo oí, cuando empecé a matar a mi madre con instantes e importunos ruegos sobre que, mudándome el traje me enviase a México, en casa de unos deudos que tenía, para estudiar y cursar la Universidad; ella no lo quiso hacer (e hizo muy bien); pero yo despiqué el deseo de leer en muchos libros varios que tenía mi abuelo, sin que bastasen castigos ni reprensionesa estorbarlo: de manera que cuando vine a México, se admiraban, no tanto del ingenio, cuanto de la memoria y noticias que tenía en edad que parecía que apenas había tenido tiempo para aprender a hablar (De la Cruz, como se citó en Atamoros, 1975, p. 17). 6 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular Su primer trabajo poético fue la “Loa al Santísimo Sacramento” para una festividad religiosa en 1659 donde impresionó gratamente al vicario de Amecameca, quien pronosticó que sería una brillante poetisa. Por estos versos recibió un libro como premio. Escribió “con todas las calidades que requiere un cabal poema”, según testimonio de San Francisco Muñiz, vicario en aquel tiempo de Amecameca. Al morir su abuelo en 1656, que había arrendado la hacienda por tres vidas, la madre de Juana se hizo cargo de la hacienda “en segunda vida” y a su fallecimiento le sucedió su hermana María, en tercera vida. Después de esto, la hacienda pasó a otras manos dentro de la familia. Pero Juana, no permaneció en el lugar hasta el final. A partir de 1656, entre los ocho y los diez años, muerto su abuelo, se trasladó a la ciudad de México. Sobre sus relaciones familiares, Guillermo Ramírez España (1947) comenta lo siguiente: Las noticias que he podido allegar acerca de Sor Juana y de sus parientes indican que existieron entre ellos afectuosas relaciones de familia, como lo muestran los siguientes hechos: el soneto que Sor Juana dedicó a su hermano con motivo de su cumpleaños; el testamento de la misma Juana Inés en que nombra herederas a sus dos hermanas, Josefa y María; las poesías elegíacas que, a la muerte de la gloriosa jerónima, escribieron su cuñado Torres y su sobrino Villena; la velación del mismo Torres y de Inés en San Jerónimo cuando Juana Inés ya estaba en ese convento; la intervención de Juana para lograr del virrey la repatriación de su sobrino Francisco; su mediación para conseguir dinero para que Josefa comprase una hacienda; la residencia de Juana, niña, en la casa de sus abuelos; la tutela de los hijos de Josefa y el albaceazgo de Diego Ruiz encomendados a José Miguel de Torres; el poder que dicha Josefa otorgó, primero en favor de Torres y después en favor de Salvador de Mata, su primo; la profesión en el convento de San Jerónimo de dos sobrinas de Juana y, por último, la declaración expresa de Diego el mozo acerca del “mucho cariño y buena hermandad” que ha tenido con todos sus hermanos (Ramírez, 1947, p. 28). 7 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular Árbol genealógico de la familia de Sor Juana Inés de la Cruz. (Ramírez, 1997) 8 / 8 Sor Juana, semblanza de una vida singular Referencias bibliográficas Arroyo, A. (1952). Razón y pasión de Sor Juana. México: Porrúa. Atamoros, N. (1975). Sor Juana Inés de la Cruz y la Ciudad de México. México: Colección Popular. Atamoros, N. (1995). Nueva iconografía de Sor Juana Inés de la Cruz: 1695 - 1995 trescientos años de inmortalidad. México: Hoechst Marion Roussel. Chávez, E. A. (1970). Sor Juana Inés de la Cruz: Ensayo de psicología. México: Porrúa. De la Cruz, J. I. (1991). Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. México: distribuciones Fontamara. De la Cruz, J. I. (1976). Sonetos y endechas [Prólogo de Xavier Villaurrutia]. México: Libros de México. De la Cruz, J. I. (1991). Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. México: distribuciones Fontamara. Gutiérrez, L. (s/f). Crónica de una vida de disfraces y subversiones. Revista de la Universidad de México. Recuperado de: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0304/pdfs/37-46.pdf Jiménez, J. (1951). Sor Juana Inés de la Cruz en su época. México: Porrúa. Maza, F. (1967). Sor Juana Inés de la Cruz en su tiempo. México: SEP. Octavio, P. (2001). Generaciones y semblanzas. Dominio mexicano. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México: Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores. Peñalosa, J. A. (2005). Los alrededores de Sor Juana: aproximaciones a la vida religiosa de Sor Juana Inés de la Cruz. Madrid: Dos Mundos. Pfandl, L. (1963) Sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa de México. Su vida. Su poesía. Su psique. México: Universidad Nacional Autónoma de México. Puccini, D. (1997). Una mujer en soledad: Sor Juana Inés de la Cruz, una excepción en la cultura y la literatura barroca. México: Fondo de Cultura Económica. Ramírez, G. (1947). La familia de Sor Juana Inés de la Cruz: Documentos inéditos. México: Imprenta Universitaria. Salceda, A. (1952). El acta de bautismo de Sor Juana Inés de la Cruz. México: Ábside XVI. Trejo, M. (14 de julio de 2014). Infancia y adolescencia de Sor Juana. Marisa Trejo Sirvent [Blog]. Recuperado de: http://marisatrejosirvent.blogspot.mx/2011/07/infancia-y-adolescencia-de- sor-juana.html
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