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Eje temático 1. Educación, aprendizaje y docencia en contextos humanos-socio- ambientales. COMPROMISO DE APRENDIZAJE DE ESTUDIANTES. DESAFÍO PARA LA EDUCACIÓN Y LAS NEUROCIENCIAS. Samara Guzman-Enriquez Escuela de Humanidades y Educación del Tecnologico de Monterrey. gues.idi2080@gmail.com, +52 (1) 9991277803 Resumen Los esfuerzos por definir y medir el constructo del compromiso de aprendizaje de estudiantes (Learner Engagement) ha cobrado relevancia en los últimos años. Ha tratado de definirse con diversas dimensiones. Todavía no hay consenso al respecto. ¿Qué factores pueden influir en el compromiso de aprendizaje de los estudiantes?, ¿Podría darnos respuestas un acercamiento entre la educación y las neurociencias? A través de una revisión exploratoria de literatura se buscan respuestas a estas preguntas. Hay propuestas que promueven una relación entre ambas ciencias, otras lo rechazan. Se puede concluir, que ya existen argumentos desde la neurobiología y la neuroanatomía que pueden contribuir con la educación para tener otra mirada en relación con el compromiso de aprendizaje de los estudiantes. Palabras claves: Participación, involucramiento, académico, neurobiología, neuroanatomía. Reseña curricular Estudiante del Doctorado en Innovación Educativa en la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey. Maestra en Ciencias por la Universidad de Essex, Reino Unido. Maestra en Administración por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Diplomada en Neurobiología del Comportamiento Humano por la Universidad de Tlaxcala. Líneas de investigación: competencias socioemocionales, compromiso en el aprendizaje, neuroeducación. . Introducción Al reflexionar cómo ha transcurrido la historia de la educación, se puede también observar su vinculación con la filosofía y las ciencias desde la antigüedad. Primero, a través de poemas míticos-cosmogónicos se enseñaba la creación del universo y del hombre. Luego, a partir de la filosofía griega y sus diversas escuelas, se promovió el naciente desarrollo de las ciencias. Aristóteles abarcó temas muy diversos y sintetizó los conocimientos que había en el siglo IV. Arana (2016) señala que la ciencia como tal, fue iniciada con las ciencias físicas, entre los siglos XVI y XVII con Copérnico, Galileo y Newton. También considera que, las nuevas ciencias (astrofísica, la biología molecular y la neurociencia) si se desarticulan de la filosofía se arriesgan a quedar estancadas. ¿Qué se puede reflexionar con esto? El pensamiento científico, nace, crece, se reproduce en diversas líneas y no muere: se da inicio a un nuevo proceso de creación, recreación, interpretación, diversificación o especialización, como es el caso de las Neurociencias con otras áreas del conocimiento, pero sin filosofía se paralizaría. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2005, p. 2, apartado 4), la filosofía es: “una forma de abordar los problemas universales de la vida y la existencia humanas y de inculcar a las personas una manera de pensar independiente. La filosofía se sitúa en la médula misma del saber humano y su ámbito es tan vasto [...] por ejemplo la educación para todos, la diversidad cultural, la ética de la ciencia, los derechos humanos, las sociedades del conocimiento, la democracia, el diálogo intercultural y el diálogo entre las civilizaciones, necesitan contar con sólidos cimientos filosóficos y estar dotadas de rigor analítico y conceptual. […] la UNESCO siempre ha tenido por objetivo fomentar el diálogo filosófico y el aprendizaje mutuo de las corrientes filosóficas”. “The International Mind, Brain and Education Society” (IMBES, 2018) promueve las relaciones entre neurociencia, genética, ciencias cognitivas, desarrollo y educación. Campos (2010), define a la Neuroeducación como una ciencia que pretende acercar los conocimientos relacionados con el cerebro y el aprendizaje a los actores de la educación. Se puede situar su origen a finales de los años sesenta, cuando Gaddes (1968) integró los conocimientos de neurología, psicología y educación para tratar los desórdenes de aprendizaje en niños. A finales de los ochenta, Preiss y Friedrich acuñaron el concepto de neurodidáctica (Fernández, 2017). Las neurociencias, ¿a qué reflexiones nos invitan en relación con la Educación en general, y al compromiso de aprendizaje de los estudiantes en particular? Desarrollo Para el desarrollo de esta investigación, se llevaron a cabo cuatro actividades que se presentan en dos secciones. Primero, se realizó una revisión sistemática de literatura (RSL) y un mapeo (Kitchenham et al., 2010; Petersen et al., 2008) sobre neurociencias relacionadas con la educación en la base de datos Scopus. Posteriormente una revisión exploratoria para identificar la postura de los investigadores sobre la aplicabilidad de los hallazgos de las investigaciones de neurociencias en la educación en general. Los resultados de ambas actividades se presentan en la sección “Neuroeducación”. Cabe mencionar que en el mapeo el objetivo fue identificar en qué países, universidades y facultades se publicaron más productos académicos relativos a la neuroeducación del año 2000 a octubre de 2019. La tercera actividad fue presentar un panorama general de los factores que influyen en el compromiso de aprendizaje de los estudiantes, realizado en febrero de 2020. Para finalmente, resaltar el rol de las escuelas y docentes, así como algunos factores personales que se pueden observar más claramente desde las neurociencias, y que están influyendo en los procesos educativos y en el compromiso de los estudiantes en su aprendizaje. Neuroeducación Para la RSL, se consideró lo siguiente y en total resultaron 224 publicaciones: 1. Se incluyeron los siguientes conceptos en título, resumen y palabras claves: neuroeducación (Neuroeducation) o neurociencia (Neuroscience) y educación (Education). 2. Se limitó a publicaciones: i) únicamente del año 2000 a octubre de 2019; ii) que tuvieran en las palabras claves: educación (Education) y iii) en las áreas de conocimiento a las ciencias sociales. 3. Se excluyeron los siguientes términos en el título, resúmenes o palabras claves: aviación (aviation), corazón roto (heartbreak), cuidados intensivos (intensive care), enfermedades (illness), psiquiatra, psiquiátrico, psiquiat- (psychiatry, psychiatrists, psychiat-), salud del círculo polar (circumpolar health), síndrome (syndrome). Con el mapeo, se obtuvo la siguiente información: 1. El 80% de la literatura sobre neuroeducación fue publicada del año 2011 a octubre de 2019 (180 publicaciones). El 20% fue publicado entre 2000 y 2010 (44 publicaciones). 2. Los siete países con más universidades publicando son: a. Estados Unidos (77 publicaciones, 27.2% de la producción total), b. Canadá (35 publicaciones, 12.4%), c. Reino Unido (30 publicaciones, 10.6%), d. Brasil (16 publicaciones, 8.1%), e. España (18 publicaciones, 6.4%), f. Australia (16 publicaciones, 5.7%) y g. Francia (8 publicaciones, 2.8%). Estos siete países en conjunto representan el 73.1% de la producción literaria sobre Neuroeducación con un total de 176 publicaciones. 3. Las universidades de cada país, con mayor número de publicaciones son: a. Georgetown University (con 18 publicaciones, Estados Unidos); b. University of Cambridge (con 6 publicaciones, Reino Unido); c. Universitat Jaume I de Castellón (con 6 publicaciones, España); d. McGill University y University of Calgary (cada una con 4 publicaciones, Canadá); e. University of Melbourne (con 4 publicaciones, Australia), f. Anhembi Morumbi University, Universidade de São Paulo y Universidade Federal Rural Do Rio de Janeiro (UFRRJ) (cada una con 3 publicaciones, Brasil); g.Centre Hospitalier Universitaire de Marseilles, French Académie des Sciences e INSERM (con 2 publicaciones cada una, Francia). 4. Las cinco áreas académicas universitarias, que tienen mayor cantidad de investigadores con publicaciones son: a. Educación (36 autores publicados), b. Neurociencia (21), c. Farmacología (12), d. Psicología (6) y e. Biología (5). En esta investigación, también se pudo identificar diferentes objetos e instrumentos de estudio, así como diversas posturas en relación con la neuroeducación. 1. Algunos autores realizaron su investigación en animales (Monfardini et al.,2017). 2. Otros, trataron problemas propios del aprendizaje en personas con capacidades mentales diferentes (Ashworth 2013; Giovagnoli et al. 2017; Shyman 2017; Stadler, 1996; Stubenrauch, Krinzinger, Konrad, 2014). 3. En algunas investigaciones, se utilizaron equipos de medición para analizar variables relacionadas con estudiantes (Anderson et al, 2018; Brewe et al. 2018; Coelho y Zuanon, 2019; Doukakis et al.,2018; Pareja-Rua y Gonzalez-Varela, 2019; Plerou, Vlamos y Triantafillidis, 2017; Sato y Tominaga, 2018; Škraban et al. 2018; Ventura-Campos, Ventura y Valentín, 2018). 4. Algunos autores están a favor de la neuroeducación, ya que consideran que sí se puede tener una aplicación real o potencial de las neurociencias en la educación (Anderson y Oliver, 2012; Battro, Fischer y Léna, 2008; Bruer 2008; Calandin 2018; Coelho y Zuanon, 2018; Devonshire y Dommett, 2010; Dubinsky et al. 2019; Feiler y Stabio, 2018; Lima y Zuanon, 2017; Pykett y Disney, 2016). 5. Hay quienes han manifestado una postura neutra (Ansari, De Smedt y Grabner, 2012; Barrella et al., 2019). 6. Por otro lado, existen investigadores que están en contra de la neuroeducación, ya que no ven aún la aplicación práctica de las neurociencias en la educación (Horvath y Donoghue, 2016; Medina-Vicent y PallarésDomínguez, 2017; Stubenrauch, Krinzinger y Konrad, 2014), ya sea por lo costoso que podría ser el adecuado seguimiento a través de equipo con sensores biofisiológicos o por la poca confiabilidad o validez en la toma de muestras, datos e interpretación de resultados. 7. Finalmente, algunos investigadores ya vislumbran y plantean problemas neuroéticos (Bonete, 2013; Howard-Jones y Fenton, 2012; Maxwell y Racine, 2012). Factores que pueden influir en el compromiso de aprendizaje de los estudiantes En cuanto a la Educación en general, Luengo (2004) propone tres dimensiones bipolares para delimitar algunas de sus características: enseñanza – aprendizaje; sujeto que educa – sujeto que se educa y humano que nace inacabado – ser el humano ideal. Por su parte, Fermoso (1990) plantea que “el hombre es un sujeto de perfección y acabamiento” (p. 123) y resalta que así ha sido señalado en diversas épocas: en la antigüedad griega con Platón, durante la escolástica, con el naturalismo rusoniano, en la ilustración, en la neoescolástica, con Pío XI en su encíclica Divini illius magistri, entre otros. Aquí cabe hacer una reflexión entre la pedagogía y la andragogía, la primera más enfocada en los niños y la segunda a los adultos que son más autodirigidos. Enfocándonos al término compromiso (Engagement), de acuerdo con Azevedo (2015), este es uno de los conceptos más utilizados en educación y psicología. Se ha relacionada tanto con el compromiso de los estudiantes en su aprendizaje (Learner Engagement, Christenson Reschly y Wylie, 2012; Carmona-Halty, Schaufell y Salanova, 2019), como con el compromiso de los empleados en su trabajo (Work Engagement, Shaufeli y Bakker, 2003). Particularmente, el compromiso de los estudiantes en su aprendizaje ha sido estudiado por diversos autores y desde una dimensión o como un constructo que incluye diversas dimensiones: la emocional, cognitiva, conductual y agéntica (Tomás et al., 2016) Guzmán-Enríquez y Castillo (2019), proponen un esquema en el que se consideran a esas cuatro dimensiones mencionadas, dentro del proceso del compromiso de aprendizaje de los estudiantes (CEA). Así mismo, presentan como interactúan diversos factores previos, durante y posterior al CEA. Estos elementos se retomaron y se adaptaron en la siguiente tabla. Tabla 1 Factores que conforman, influyen e interactúan en la relación estudiante y su sentido de compromiso con su aprendizaje Factores Previos al CEA Factores durante el Procesos del CEA Factores Resultantes del CEA El perfil, características y nivel de CEA del estudiante (antes del proceso) Ejemplo: experiencias de aprendizaje y seguridad en sí mismo. (Assami, et al. 2018; Halverson y Graham, 2019; Padgett et al., 2018; Zhang y Zhang, 2018) Microentorno familiar, escolar y social (previo al proceso). Ejemplo: soporte académico, de salud mental, motivacional para el aprendizaje, expectativas, valores, creencias, supervisión, relaciones entre compañeros, docentes, calidad de enseñanza, disciplina, retroalimentación, autoridad. (Padgett et al., 2018, Reschly y Christenson, 2012, Zhang y Zhang, 2018) Macroentorno sociocultural, económico, político, jurídico, geográfico-ambiental y tecnológico (previo al proceso). El perfil, características y nivel de CEA del estudiante (en acción durante el proceso). Incluye cuatro dimensiones: 1. Conductual. Ejemplo: comportamiento interactivo, constructivo, activo y pasivo (ICAP) (Lu et al., 2019), participación en lo académico, social y extracurricular (Reschly y Christenson, 2012) 2. Cognitivo, autorregulación y empeño (Fredricks et al., 2004, citado en Reschly y Christenson, 2012) 3. Emocional. Ejemplo: sentimientos con respecto a escuela, maestros, compañeros y actividades escolares (Reschly y Christenson, 2012) 4. Agentico: metas propias y constructivas en su propio aprendizaje. (Tomás et al., 2016) Es una espiral ascendente (Zhang y Zhang, 2018) o descendente, en función a si se genera un mayor o menor CEA. El perfil, características y nivel de CEA del estudiante (posterior al proceso). Ejemplo: aprendizaje, satisfacción, logro (Henrie et al., 2015), competencias desarrolladas (Assami et al., 2018; Zhang y Zhang, 2018), desempeño en pruebas estandarizadas y habilidades, logros sociales, competencias para relacionarse, toma de decisiones responsables, automotivación, autorregulación, solución de conflictos, titulación, estudios superiores, empleabilidad, ciudadanía productiva. ( Reschly y Christenson, 2012) mayor CEA (Zhang y Zhang, 2018) emoción, estrés, motivación, desarrollo cognitivo, fluir (flow), metacognición (Padgett et al., 2018) Microentorno familiar, escolar y social resultante del estudiante Macroentorno sociocultural, económico, político, jurídico, geográfico-ambiental y tecnológico, potencialmente resultante por influencia del estudiante. Fuente: Adaptación de Guzmán-Enríquez y Castillo (2019) De todos los factores previos al CEA, en este momento se resaltará al microentorno escolar y a los estudiantes. Las escuelas, con sus instalaciones, infraestructura, equipamiento y tecnología, ofrecen a sus estudiantes, personal académico, administrativo y a sus diversos públicos, una serie de valores, inmersos en su filosofía institucional, su misión-visión y los planes de estudios a través del currículum formal, real, nulo y oculto (Casarini, 2013). En cada plan académico se podrá enfatizar uno o más paradigmas pedagógicos clásicos en sus procesos de enseñanza-aprendizaje: cognitivo, conductista, constructivista, humanistas (Heredia y Sánchez, 2013). También pueden reflejar una o más de las nuevas tendencias en pedagogía: gamificación, mentorías, aprendizaje basados en retos, en competencias, en proyectos, vivencial, invertido, o bien, diferentes enfoques y tendencias tecnológicas: aprendizaje adaptativo,personalizados, ubicuo, en redes sociales, en entornos colaborativos, móvil, big data y analíticas de aprendizajes, cursos abiertos y masivos en línea (MOOCs), laboratorios remotos y virtuales, realidad aumentada (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey -ITESM-, 2017). Sin embargo, si la escuela, no se vincula claramente, a las necesidades y expectativas de los estudiantes poca influencia tendrá para incrementar el compromiso de ellos en su aprendizaje. Los estudiantes tienen diversas dimensiones en forma integral: biológico-físico- motor, cognitivo, emocional, social, self, espiritual. Cada una de estas dimensiones ha sido estudiada por diversas ciencias, por citar algunas: biología, química, anatomía, educación, psicología, sociología, antropología, neurociencias, entre otras. En relación con los factores propios del estudiante, que influyen en su compromiso de aprendizaje sólo citaré algunos, desde las neurociencias. 1. Existen procesos que antes se consideraban exclusivamente humanos. Pero ya existe evidencia científica que incluso, la metacognición, o capacidad de reflexionar sobre nuestros propios pensamientos y conocimientos también la tienen otras especies, como las ratas. (Gazzaniga, 2010). Nuestro cerebro y su funcionamiento, es lo que nos hace diferente a otras especies. 2. Existen “diferencias cognitivas y comportamentales entre hombres y mujeres como resultado de la distinta organización cerebral” (Luján, 2015, p. 110), así como diferencias entre las diversas etapas durante el ciclo de la vida, como ya se ha visto con la psicología evolutiva. Por lo que se hace necesario conocer esas diferencias para adecuar mejor los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, la neuropsiquiatría sostiene que desde que el feto tiene de ocho a 18 semanas, la testosterona del futuro niño influye en el cerebro matando células de comunicación, observación, procesos emocionales y propiciando el crecimiento de otras relacionadas con la agresión, el impulso sexual, las conductas exploratorias arriesgadas, destrezas especiales y movimiento bruscos (Brizendine 2010, en Lujan, 2015). Las mujeres, desarrollan más su hipocampo y cortex cingulado y pueden sopesar diferentes alternativas, riesgos, conflictos y tomar decisiones; expresan mejor las emociones, tienen mejor memoria (Brizendine 2007, en Lujan, 2015), tienen más circuitos cerebrales para la comunicación, contención de ira y conflictos. Las mujeres tienen superioridad en el lenguaje y el razonamiento verbal y los hombres en pruebas no verbales como “la manipulación del espacio tridimensional” (Galaburda y Habib, 1987 en Trelles, 1987). 3. Las investigaciones de neuropsicología han hallado que estas diferencias desde la vida intrauterina generan redes neuronales y procesos bioquímicos diferente entre hombres y mujeres, pero también los diferentes entornos socioculturales, por lo que se requiere explicaciones bio-psico-sociales (García, 2003). Estudios en 26 zonas cerebrales, han demostrado evidencia significativa en 16, entre hombres y mujeres. Esto genera diferencias conductuales desde el comportamiento sexual, procesos cognitivos, lingüísticos, emocionales. 4. De acuerdo con Calixto (2020), los órganos de los cinco sentidos están mejor desarrollados en las mujeres que en los hombres. Por lo que perciben más información, de mejor calidad y más rápidamente. Ambos, hombres y mujeres, para poder tener un mejor funcionamiento cerebral y con ello mejores procesos de memorización, interpretación, aprendizaje y toma de decisiones, requieren tener hábitos saludables, como pueden ser una adecuada nutrición, descansar al menos 6 horas continuas de calidad y en la noche; preferir los horarios entre las 9:00 y 12:00 horas para realizar actividades académicas más demandantes; mantener interacciones sociales constantes y saludables. Así mismo, evitar experimentar estrés agudo o permanente y el uso de sustancias adictivas. 5. Frente a situaciones de estrés que implican un aprendizaje, el hombre reacciona mejor que la mujer al incrementarse la densidad de las espinas dendríticas. (Cahili, 2006, en Parra et al., 2009a). Algunas enfermedades psiquiátricas son más frecuentes en las mujeres, como la depresión, la esquizofrenia, los delirios, alucinaciones. Los trastornos alimentarios o derivados de abusos de alcohol o sustancias adictivas impactan más a las mujeres. (Gruzeiler et al., 1999; Sanders y Wright, 1997; Schlapfer et al., 1995; Cowell et al., 1994 en Parra et al., 2009b). Conclusiones La filosofía, ciencias y educación han estado relacionadas desde la Antigüedad y se recomienda no desvincularlas, para evitar su estancamiento. Existen diversos paradigmas educativos clásicos y nuevas tendencias pedagógicas que tienen mayor impacto al vincularse con las necesidades y expectativas de los estudiantes para facilitar el incremento en su propio compromiso del aprendizaje. Las neurociencias todavía presentan retos difíciles de alcanzar y entender para poder aprovechar su potencial tanto en la educación en todos los niveles educativos, como en la capacitación laboral y profesional a lo largo de la vida. Sin embargo, ya existen diversos niveles de conocimiento factual, conceptual, procedimental y metacognitivo que provienen de las neurociencias y que ya se pueden implementar desde la planeación y evaluación curricular, hasta las actividades diarias en el aula. El desarrollo físico, cognitivo y socioemocional es diferente en cada persona en función a género, edad, experiencias vividas, factores hormonales, genéticos, neuroanatómicos, neuroquímicos, nutrimentales, de descanso, de horarios en los que se realizan las diversas actividades; así como la calidad y cantidad de las interacciones sociales que se tengan. Identificar con claridad estos factores y la forma en la que interactúan entre sí, generará beneficios tanto para los estudiantes, como para los profesores-facilitadores de aprendizajes. Esto a su vez, podría influir indirectamente y en un mediano o largo plazo en las familias y la sociedad. Para entender más fácilmente los temas propios de las neurociencias e identificar las aplicaciones en la educación, psicología, sociología o antropología, se requiere fortalecer la formación académica neurobiología, neuroanatomía, neuroquímica, neuropsiquiatría, entre otras. Referencias Anderson, M., y Oliver, M. (2012). Of all the conferences in all the towns in all the world, what in heaven's name brought us to neuroeducation? Neuroscience in education: The good, the bad, and the ugly () doi:10.1093/acprof:oso/9780199600496.003.0111 Anderson, S. J., Hecker, K. G., Krigolson, O. E., y Jamniczky, H. A. (2018). 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