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Arebalo- Estrategia para promover un habitat digno

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ESTRATEGIA PARA PROMOVER UN HABITAT DIGNO 
BASES CONCEPTUALES 
DOCUMENTO PRELIMINAR 
 
OFICINA REGIONAL PARA LATINOAMERICA♦
 
 
INTRODUCCION 
La Oficina Regional para Latino América del Centro Cooperativo Sueco, debe 
en los próximos dos meses, reorientar su Estrategia Regional, a partir de un 
planteamiento renovado que pueda guiar sus acciones del 2007 al 2010. En 
ese sentido, tanto el equipo técnico del SCC, como las contrapartes ligadas con 
el objetivo estratégico de promoción de un hábitat digno, pretenden aportar a 
este trabajo a partir de un proceso de revisión y discusión de las bases teóricas 
que sustentan el accionar conjunto. 
 
Así, el presente documento de discusión, presenta algunas consideraciones en 
torno a lo que significa para los seres humanos, hombres y mujeres, vivir con 
dignidad. Con este objetivo, intenta, mostrar la importancia de vivir en entornos 
adecuados, en los que los grupos comunitarios interactúan con el territorio, 
como elemento de la naturaleza y soporte de las actividades humanas. A 
través de prácticas cotidianas, tanto de las personas, como de las familias y el 
grupo social en general, se expresa en el territorio, la calidad de vida del grupo 
comunitario. 
 
En este sentido, el derecho a una vida digna, exige que la calidad de vida se 
relacione no solo con vivir con una alimentación buena, bajo un techo, tener 
acceso a una educación mínima y a una saluda adecuada. Es además sentirse 
bien en el ahora, tener un proyecto de vida futura que complazca nuestro 
imaginario cuando lo meditamos y es habitar un espacio que nos haga pensar 
que nuestra dignidad como personas, hombres o mujeres, esta reconocida. 
 
¿A QUE LLAMAMOS “VIVIR CON DIGNIDAD”? 
Todos lo seres vivos, las comunidades vegetales o animales, se desarrollan 
dentro de determinados contextos medioambientales a los que la biología o la 
 
♦ Documento elaborado por R. Martha Arébalo, Coordinadora de Programa Bolivia, SCC. 
 1
ecología llaman “hábitat”. De igual manera, los hombres y las mujeres, 
necesitan para vivir de un entorno inmediato que, junto a su propia vivienda, les 
permita lograr lo que se llama calidad de vida. Así, el hábitat de los seres 
humanos es la porción de territorio ocupado por la casa y sus dependencias y, 
dadas sus características de ser social, por los espacios habitados por todo su 
grupo social. 
 
Esto nos permite ver que “vivir con dignidad” significa que ese hábitat humano 
presente características adecuadas al desarrollo de cada grupo social. No sólo 
tiene que ver con la carencia o precariedad de la vivienda, es principalmente el 
problema de la relación de las personas con el espacio que habitan, de sus 
prácticas de vida cotidiana en espacios de territorio y bajo condiciones que nos 
hagan pensar y sentir, que como hombres y mujeres estamos viviendo con 
calidad. Importa entonces “como es mi casa”, “como es mi calle”, “como es mi 
barrio” y finalmente es también muy importante “como es mi ciudad”. Pero no 
sólo se trata de “cómo son” estos espacios físicamente, sino principalmente su 
capacidad para permitirnos crecer como individuos, interactuar como miembros 
del grupo social, convivir reproduciéndonos como seres vivos, como seres 
sociales, como parte de una cultura y un grupo con historia, costumbres y hábitos 
y como parte de un mundo que cambia cada día. 
 
Por lo tanto el “vivir con dignidad”, se relaciona con problemas materiales pero 
también con problemas sociales, políticos y culturales"1. Este “vivir con dignidad” 
no es igual para todos, aun dentro de un mismo barrio o una misma familia. Los 
hombres y las mujeres, en sus distintas edades, viven, perciben y usan su casa, 
sus espacios externos, el barrio, la ciudad, de manera deferente, puesto que la 
vida cotidiana y las experiencias cotidianas de todos ellos, son cualitativamente 
distintas aunque pertenezcan a la misma clase social, raza o etnia, zona 
habitacional o barrio. 
 
 
 1 Recomendaciones, Taller "Mujeres y Hábitat", 1 al 7 de junio de 1987, Hábitat Foro 
Berlín 87. 
 2
Tomar consciencia de esta situación, plantea la necesidad de buscar cambios y 
significa ver y entender al hábitat, no solo como el espacio inmediato (la casa), 
sino en su extensión al barrio, la zona y la ciudad entera. Es el aire que se 
respira, los sonidos que se escuchan, la naturaleza que se toca, los servicios con 
que se cuenta, la facilidad de moverse de un lugar a otro en su interior. 
Significa además, ejercer la voluntad política de participar en la gestión del 
espacio local, de la ciudad, entendiendo a hombres y mujeres como ciudadanos 
con derechos sociales, cívicos y políticos que manifiestan puntos de vista, 
experiencias de participación, necesidades, demandas y sugerencias específicas 
y diferenciadas. 
 
El HABITAT PARA UNA VIDAD DIGNA 
La vida de todos los seres humanos se reparte siempre entre aquel espacio en 
el que se repliega con su grupo mínimo de convivencia (la casa) y los espacios 
o lugares donde se aprovisiona, trabaja, cuida su salud, se educa, se recrea y 
relaciona con la comunidad a la que pertenece (el barrio y la ciudad). 
 
Como haciendo tres círculos concéntricos, los hombres y mujeres nos 
movemos de la casa como espacio inmediato, al barrio como espacio 
intermedio de construcción de vida comunal y a la ciudad como el gran espacio 
de vida ciudadana, de representación política, de construcción de un proyecto 
colectivo y que define nuestra identidad y pertenencia territorial como 
ciudadanos de algún lugar del mundo. 
 
Estos tres contextos espaciales, no son unidades diferenciadas totalmente en 
el territorio. Se entrecruzan, unos penetran en los otros. La casa, tiene en las 
verjas el elemento de transición. Son penetraciones visuales de la calle, y 
cuando esto no es posible, por los altos muros que nos obligan a construir por 
seguridad, la verja abre la casa a través de sus espacios semipúblicos (el 
jardín) a la calle. Los límites del barrio con la ciudad no son líneas marcadas 
en el territorio como en un mapa a colores. Son sensaciones definidas por el 
sentimiento de apropiación del espacio que tiene la gente. Se delimitan a partir 
de las costumbres, del “hasta donde vivo yo mi vida cotidiana”, del hasta donde 
piensan l@s niñ@s y l@s jóvenes que es su barrio. Finalmente la ciudad es el 
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todo. Es mi casa, es mi barrio y es el lugar donde yo trabajo –allá, a una media 
hora de camino en bus-, es el lugar del deporte los domingos, de las compras 
importantes una vez al mes, de las marchas de protesta; en fin el lugar de la 
plaza central y de los políticos. 
 
Si alguno de ellos funciona mal, algunos componentes de la vida, van a estar 
mal y de alguna manera estarán contribuyendo a que la calidad de vida del 
grupo, la familia y la persona disminuyan. Si la casa y e barrio muestran 
deficiencias no sólo físicas sino como espacios de interacción y goce individual 
y colectivo, los hombres y mujeres que pertenecen a ese ámbito no están 
viviendo con dignidad y de hecho, aunque el resto de la ciudad este dotada de 
condiciones adecuadas, ese grupo vive en situación de exclusión y maltrato. 
Contar con un hábitat adecuado es tener condiciones de vida aceptables en la 
casa, el barrio y la ciudad 
 
LA VIDA EN LA CASA 
Este espacio de convivencia intima se ha ido transformando con el desarrollo 
de la humanidad, desde lo alto de un árbol, a una cueva, o una choza, hasta lo 
que es ahora, “la casa”. No solo un techo con cuatro paredes al que se llama 
“vivienda”, o “la unidad habitacional mínima” necesaria a la satisfacción de las 
exigencias básicas de protección del hombre y la mujer, sino 
fundamentalmente, el ámbito de la relación familiar en un espacio de 
convivencia, del transcurrir de los ciclos de vidacon sueños, ilusiones, 
frustraciones, deseos y aspiraciones; en fin, del ser en plenitud, en un habitar 
con dignidad. Dice María Teresa Esquivel 
 
“…es el espacio de la familia y el lugar en donde se aprende una forma de concebir y 
dar significado al mundo que rodea al individuo, es también un entorno afectivo”. 
 
La suma de cuatro paredes más techo, en “x” metros cuadrados mínimos, no 
es más que el cobijo ante la imposibilidad de habitar bajo las estrellas. Tanto 
hombres como mujeres pueden soportar confortablemente sólo ciertos 
márgenes de calor o frío, necesitan un volumen de aire determinado, de agua, 
de energía, de condiciones para desalojar desechos de todo tipo y pueden 
comer, leer o dormir mejor bajo sensaciones de libertad, color, olor y calidez 
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adecuadas. Sin embargo de ser considerada “el espacio de la mujer”, la casa 
debe ser capaz de satisfacer las necesidades de vida en privacidad de los 
ancianos de la familia, los adultos, los niños, considerando siempre sus 
diferencias de género. 
 
Si pensamos en sus partes, podemos ver rapidamente que la casa tiene 
lugares para gentes y actividades distintas. El jardín es más de l@s niñ@s en 
sus juegos y de las mujeres en algunos quehaceres domésticos, como lavar la 
ropa, por ejemplo. Claro, también de algunos hombres que comparten este 
trabajo con sus compañeras. Del mismo modo, en el jardín, o a veces en la 
sala, se junta la familia, l@s vecinos o l@s amig@s a conversar, a hacer vida 
social. Entonces el patio y la sala son de todos y de todas. 
 
En cambio, el baño y los dormitorios, son la expresión de la vida íntima de cada 
gente en la casa. Con un solo dormitorio no puede haber privacidad y por lo 
tanto si las cosas son así, una parte importante de lo que es vivir con dignidad 
queda afectada. Como mínimo los padres deben tener un dormitorio distinto al 
de los hijos y mejor si además las niñas cuentan con uno y los niños con otro. 
 
La cocina ¿es de la mujer? Bueno, así se ha visto desde hace varios siglos. El 
lugar del preparado de alimentos, del lavado de trastes, de la cocción de 
alimentos, tiene nombre de mujer. Pero esto es cada vez menos así y poco a 
poco, este espacio es también un lugar de todos: padres, hijos/as, abuelitos/as 
y amigos/as. 
 
Esa es la casa, el punto de encuentro de la familia, con sus lugares 
diferenciados y de integración, promoviendo relaciones de género y generación 
equitativas. 
 
LA VIDA EN EL BARRIO 
¿Ya saben lo que significa la palabra Barrio? 
Ma cái que no lo saben, me cái por ésta, 
yo se los digo, dos puntos: 
barrio es palabra árabe y significa o quiere decir: 
mi lugar, mi tierra 
Pero en chirris, o sea, la comunidad, 
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Donde esta mi familia, mis cuates y mis cuatas, 
la banda, la palomilla, los cábulas. 
 
(Daniel Manrique) 
 
La vida no transcurre solamente al interior de la casa. Los barrios2 representan 
las unidades vecinales menores. Tienen características relativamente 
homogéneas en sus casas, en sus calles y en sus espacios colectivos. Son el 
escenario de encuentro y contactos entre familiares, amigos y vecinos, el 
espacio de convivencia donde se efectúan las actividades regulares y 
cotidianas, como trabajar, estudiar, recrearse, ir a la iglesia o comprar lo 
urgente. 
 
Es el núcleo básico de vida social urbana; un espacio donde se vive 
intensamente la relación comunal, el chisme, el juego, la distensión en el bar o 
en el café de la esquina. Es un territorio cargado de lugares de significación 
social y configurado por un conjunto muy amplio de prácticas sociales. Es esta 
la escala bisagra en el complejo hecho de habitar un territorio, dándole 
territorialidad, contenido y sentido de lugar a la vida misma. 
 
 
Por una parte, en el barrio, esta la casa, sus alrededores, los espacios de la 
relación inmediata, es decir la calle; y por otra están los de la relación comunal, 
algunos equipamientos deportivos y la plaza o las áreas verdes. También aquí 
debieran existir los lugares de los y las niñas, con juegos que expresen sus 
necesidades lúdicas. Los lugares de los y las adolescentes y jóvenes, 
propiciando la integración, la creatividad, la convivencia y la expansión. Los 
lugares de los adultos, hombres y mujeres, mostrando sus necesidades 
distintas. No más a las áreas deportivas reconocidas sólo como de los 
hombres, también las mujeres tenemos un deporte favorito o queremos trotar y 
caminar cada mañana. 
 
 
2 Barrio es una voz árabe que significa exterior. 
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Pero en este esquema casi siempre haya unos/as olvidados/as. Los/as 
abuelitos/as, la gente de la tercera edad, que necesita de un lugar de descanso 
y recreación. ¿Al aire libre o bajo techo? Mejor ambos. 
 
Ese es el barrio, el lugar de la seguridad inmediata, donde encuentro a los 
míos. El territorio todavía propio, frente a una ciudad ajena, como de muchas y 
muchos. 
 
LA VIDA EN LA CIUDAD 
La ciudad ha sido siempre pensada y analizada de muchas maneras. Unos 
hablan de la ciudad como sistema social, otros como sistema económico, y 
para algunos otros es una obra de arte, una obra de ingeniería, de 
construcciones de arquitectos y de trabajo de jardineros. Los más nos dicen 
que la ciudad es el gran territorio de nadie, de la inseguridad y del miedo. Los 
que aman la vida ciudadana, dicen que la ciudad es la distensión, el paseo 
nocturno, el sabor del baile y la diversión. 
 
Es obvio que no es solo el territorio de los contactos impersonales, el espacio 
del “mercado”, el producto de muchos tipos de “constructores y obreros” que la 
hacen, modifican y cambian constantemente. Es el gran espacio que perciben, 
gozan y usan miles de personas, de grupos y clases sociales diferentes, en sus 
distintos géneros y generaciones como ciudadanos, en la práctica misma de la 
ciudadanía. 
 
“…la ciudad es ante todo un espacio público, un lugar abierto y significante en el que 
confluyen todo tipo de flujos. Y la ciudadanía es, históricamente el estatuto de la 
persona que habita la ciudad, una creación humana para que en ella vivan seres libres 
e iguales” (Jordi Borja) 
 
Saliendo del barrio, la gente, hombres y mujeres, con características distintas 
extienden sus tejidos de vida hacia la ciudad, hacia algunas prácticas que 
exigen el uso de espacios, equipamientos y servicios de rango regional: la 
fábrica, el gran parque, el aeropuerto, el estadium, la terminal de buses, el 
cementerio, etc. 
 
 
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El DERECHO A UNA VIDA DIGNA EN UN HABITAT ADECUADO 
 
“El derecho a una vivienda digna, incluyendo otras necesidades básicas asociadas a la 
misma (agua potable, saneamiento, salud, y educación), así como a un entorno físico y 
socio cultural, es un derecho fundamental de las personas”. (Estratégia Regional para 
América Latina 2002-2006, SCC). 
 
Desde hace varias décadas, los seres humanos, considerados iguales, 
gozamos de algunos derechos que por lo general se han venido llamando 
como derechos civiles, derechos políticos y derechos sociales. Los primeros 
se relacionan con aquellos derechos de igualdad civil, en tanto que los 
segundos se refieren al sufragio universal y la libertad política. Los últimos 
tienen base en las ya casi ausentes responsabilidades del estado y se vinculas 
con los derechos al trabajo, a la vivienda, a la salud, etc. 
 
En un planteamiento más integrador y amplio, se propone ahora la existencia 
de derechos complejos, que dan respuesta a las exigencias de nuestra época. 
Formando un paquete muy grande, se tiene: el derecho a la vivienda y el 
derecho a la ciudad; el derecho a la educación y el derecho a la formación 
continuada; el derecho a la asistencia sanitaria y el derecho a la salud y a la 
seguridad; el derecho al trabajo y al salario ciudadano o renta básica; el 
derecho al medio ambiente y el derecho a la calidad de vida; el derecho a unestatus jurídico igualitario y el derecho a la inserción social, cultural y política; 
los derechos electorales universales, el derecho a una participación política 
múltiple, deliberativa y diferenciada territorialmente, con diversidad de 
procedimientos y mediante instrumentos y actores diversos; el derecho a la 
información, a la comunicación y al acceso a la tecnología de información y 
comunicación, los derechos vinculados a la supervivencia y el desarrollo y el 
derecho a la igualdad de oportunidades, a la paridad entre géneros y a la 
igualdad individual3
 
Todos estos derechos, en conjunto, definen una vida digna. Varios de ellos, 
por ejemplo el derecho a la vivienda y a la ciudad, el derecho al medio 
ambiente y a la calidad de vida, se identifican más con lo que sería un hábitat 
 
3 Estos derechos son planteados por Jordi Borja en su libro, La ciudad conquistada, como una 
nueva forma de facilitar la compresión de los llamados derechos complejos. 
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adecuado. El problema se sitúa básicamente en definir ¿cuál vivienda? y ¿cuál 
ciudad?, ¿en que medioambiente? y ¿con que calidad de vida? 
 
Esta es una búsqueda. Es claro que no se trata de la vivienda de 3mts. por 
3mts, cocina integrada; ni de la ciudad de la exclusión, de los barrios pobres y 
los barrios ricos, de los parques amurallados, las escuelas bonitas y los 
hospitales feos; ni del medioambiente deteriorado y contaminado o en riesgo; ni 
de la calidad de vida de las necesidades básicas con casa mínima, barrio 
apenas dotado, canasta básica, educación primaria y salud preventiva. Es más 
bien la vida del florecimiento humano. Y esto es lo que hay que definir, para 
cada comunidad, para cada grupo de hombres y mujeres. Dentro de los límites 
de la equidad en la diferencia, dentro del respeto a los derechos y el 
reconocimiento de las obligaciones. 
 
En fin, dentro el saber que somos individuos hombres y mujeres, pero además 
colectivos humanos y humanidad toda. 
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