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INTRODUCCION A LA FILOSOFIA-GUSTAVO CASAS

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INTRODUCCIÓN 
A LA FILOSOFÍA 
2 8 edición 
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INTRODUCCIÓN 
A LA FILOSOFÍA 
2a edición 
Gustavo Casas 
lOSiLIUROS - y M NO .SUalt.A'I'ES,.MAL TilA TES 
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BENmcJAJZIO 011. PIU~I MIK) 
Editorial de la Universidad Católica de Córdoba - EDUCC 
Casas, Gustavo 
Introducción a la filosofía. - 2a ed. - Córdoba : 
Universidad Católica de Córdoba, 2007. 
500 p.; 22x15 cm. 
ISBN 978-987-1203-83-3 
l. Filosofía-Educación Superior. I. Título 
CDD 107.11 
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA 
< 'opyright © 2003 by Gustavo Casas, SJ. 
1" L~dición: Copyright© 2003 EDUCC. 
1 k la presente edición: 
( 'opyright r\.) 2007 by EDUCC - Editorial de la Universidad Católica de Córdoba. 
1 ltreclor l•:ditorial: Leandro Calle. 
1 >i:;cfw dt: lapa: Adrián Manavella. 
hlú pmhihida la reprodución total o parcial de esta obra por cualquier método: 
li>logrúl"it:o, li)tocopia, mecánico, reprográfico, óptico, magnético o electrónico, 
:;in la aulorización expresa y por escrito de los propietarios del copyright. 
IMI'HI·SO Jo:N L/\ ARGENTINA- PRINTED IN ARGENTINA 
l'odo:; lo.~ derechos reservados - Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723 
1 S 11 N. 1>7X-IJX7-1203-83-3 
llnivcrsidad Católica de Córdoba 
< llw.p" T1qo l.>\. XSOOOIYG Córdoba. República Argentina 
lt-1./l·ax 1(5-1-:151) 421-9000 int. 8223 
t•tllll"t '(1111 H"t"t>r.cdu.ar www. uccor. edu. ar 
Prólogo 
Este libro de Introducción a la Filosofía tiene por finalidad 
orientar básicamente en el inicio de la tarea intelectual que se 
llama «amor a la sabiduría». 
No es un texto que se basta a sí mismo, sino que invita a la lec-
tura de las fuentes y de autores importantes que han procurado 
interpretarlas. 
Siendo tal comunicación tan compleja y difícil, hemos intentado 
mantenernos en un primer nivel de reflexión de modo que, evi-
tando sutilezas demasiado eruditas, nos permita entrar más di-
rectamente en lo esencial. 
En nuestra Universidad, la asignatura «Introducción a la Filoso-
fía» es el primer paso en la línea del Plan de Formación huma-
nista y cristiana. Es correlativa de la «Antropología» del segun-
do año, y por eso constituye su fundamento y referencia 
indispensable. 
Todo esto supone una progresiva y paciente selección de au-
tores y de temas que, obviamente, resultará insatisfactoria 
para algunos y acertada para otros. Tal es el riesgo. Pero nos 
tranquiliza la índole propia de una Introducción: no puede 
ser exhaustiva. Lo que interesa es «ingresan> por cuenta per-
sonal en la filosofía. Una vez adentro, los «guías» pueden 
retirarse, habiendo cumplido su objetivo. Hasta otra oportu-
nidad. 
Comenzamos ubicando la Filosofía en el conjunto del saber hu-
mano, en sus relaciones con las ciencias particulares y con la 
Teología. 
7 
Gustavo Casas 
1 .\ll')',o, una iniciación histórica nos abre el camino, a través del 
d i:'llogo con 1 os grandes filósofos, hasta llegar a los tiempos ac-
lllaks. Por último, buscamos respuestas a algunos de los grandes 
pmhkmas referentes al mundo, al hombre, a Dios. 
1 .as Notas Complementarias que acompañan cada tema, presen-
tan aspectos o modalizaciones más concretos. 
1 •:n la Antropología Filosófica del siguiente Curso, se volverá a 
insistir sobre asuntos semejantes, pero avanzando a un segundo 
nivd de reflexión. Una Ética General tendría que completar esta 
trilogía de Introducción a la Filosofía, siempre enraizados en la 
tradición, situados en el mundo actual, y proyectados en el ho-
rizonte posible del futuro. 
8 
Gustavo Casas 
Córdoba, Universidad Católica, noviembre 2003. 
. . 
Prólogo a la segunda edición 
En la segunda edición de este libro se ha incorporado un índice 
de autores que esperamos ayude a orientar y facilitar su integra-
ción con los textos ya publicados por esta editorial, de Antropo-
logía filosófica y de Ética general. 
Gustavo Casas 
Córdoba, Universidad Católica, Febrero 2007 
9 
> 1,< 
.1-,. 
•. ,¡ 
TABLA DE CONTENIDOS 
Prólogo 
l. Preliminares 
l. Importancia de la Filosofía 
2. Hacia una definición de la Filosofía 
3. La Filosofía y las ciencias particulares 
4. La Filosofía y la Teología 
u. Iniciación histórica 
5. El comienzo de la Filosofía en Grecia 
6. Otros filósofos presocráticos 
7. Sócrates 
8. Platón 
9. Aristóteles 
10. San Agustín 
11. Santo Tomás de Aquino 
12 . Transición hacia la Edad Moderna 
13. Descartes 
14. Kant 
15. Hegel 
16. Kierkegaard 
17. Comte 
18. La fenomenología y el existencialismo 
III. Iniciación sistemática 
19. El Universo en su conjunto 
20 . El mundo de la vida y el puesto del hombre 
21. El conocimiento 
22. La verdad 
23. El ser 
24. Dios 
Bibliografía 
Índice de autores 
Índice general 
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I. PRELIMINARES 
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1. IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA 
a) La "utilidad" de la Filosofía 
Al empezar a estudiar "Filosofía", nos basta asimilar una defini-
ción condensada y sugerente, pues a lo largo de todo el Curso 
estaremos averiguando progresivamente qué es la Filosofía. 
Entendemos por filosofia, la reflexión que el hombre hace, me-
tódicamente, sobre la última razón y sentido de la realidad en 
conjunto. Por ejemplo, veamos primero lo que no es filosofia. El 
hombre, a través de su experiencia común y de los conocimien-
tos adquiridos por las diversas Ciencias particulares, conoce y 
puede dominar muchos aspectos de la realidad, y de este modo, 
el hombre logra satisfacer sus necesidades materiales y cultura-
les, personales y sociales. Así, mediante las Ciencias empíricas 
(Física, Química, Biología ... ), y mediante las Ciencias humanas 
(Psicología, Sociología, Economía, Derecho ... ), puede curar y 
prevenir sus enfermedades, puede orientar más racionalmente 
los procesos de producción, puede establecer ordenamientos ju-
rídicos justos. Todo esto es muy bueno, valioso y necesario, 
pero no es "filosofía", porque no se ha llegado a reflexionar so-
bre las "últimas" razones de la realidad. 
En efecto, las Ciencias particulares, ni plantean ni responden a 
las preguntas que van más al fondo de las cuestiones. Y, ¿cuáles 
son esas preguntas? Por ejemplo son: ¿Qué es, en definitiva, ese 
ser "hombre"? ¿Qué es el hombre cuando pretende conocer y 
15 
Gustavo Casas 
dominar mediante su conocimiento? Y, ¿qué puedo conocer, 
realmente? Y, ¿qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar más allá de 
la muerte? Y, ¿por qué existe todo esto que existe, pudiendo no 
existir? Estas preguntas son ya "filosóficas", pues indagan, se-
gún un método, las últimas razones de sentido. 
Ahora bien, la reflexión filosófica, en el sentido que hemos ex-
plicado, sufre actualmente un renovado ataque, que se manifies-
ta en todos los ambientes: "Si eso es la Filosofía, ¿para qué sir-
ve? Pues parece que no sirve para nada". 
Esta objeción penetra muy hondo en nuestro mundo actual, 
mundo dominado por el criterio absoluto de la eficiencia para 
hacer cosas, y olvidado de su ser, y de que son personas las que 
principalmente lo integran. 
Para esbozar una respuesta a esa objeción, comencemos por re-
conocer que no es fácil ponerse en actitud de filosofar. En efec-
to, en la vida cotidiana, cuando estamos ocupados y exigidos 
por menesteres concretos: comer, trabajar, descansar, escribir un 
informe, preparar un viaje ... , no se puede decir que estemos en 
disposición de preguntarnos por las últimas razones de las cosas. 
Sencillamente, entonces estamos acaparados por lo que aquí y 
ahora hace al caso, por lo que se necesita, y nada más. Si voy 
por el paseo Sobremonte, frente al Palacio de los Tribunales, y 
detengo a dos abogados que discuten acaloradamente un litigio, 
seguramente me tendrán por extravagante (o tilingo), en el caso 
que les pregunte: "Señores, ustedes que quieren defender un de-
recho, ¿saben, en definitiva, en qué consiste la esencia del dere-
clw y de la justicia?" 
Sin embargo, en este ejemplo ya vislumbramos,que esa pregun-
la L'S allí inoportuna, pero que hace perfectamente al caso, y que 
L'S Slllll<IIJJCntc importante contestarla correctamente. 
Si bien no es fácil ponerse en actitud de filosofar, tenemos tam-
bién que reconocer que se dan otras circunstancias en la vida en 
las que pueden abrirse nuevos horizontes. Ocurre que, cuando se 
16 
Introducción a la Filosofía 
produce algo extra-ordinario, cuando un estímulo o un aconteci-
miento nos sacude poderosamente, entonces se hace apremiante 
la cuestión del "por qué" y "para qué" todo. Ante el logro de 
una gran felicidad (el despertar de un amor puro y noble; el na-
cimiento de un hijo; la solución de problemas que parecían in-
solubles ... ); o, por el contrario, ante una desgracia (la enferme-
dad; la muerte de una persona querida ... ), ante estas situaciones 
"límite", lo exclusivamente práctico pierde su urgencia, las co-
sas se empiezan a ver de otra manera, más profunda, más libre, 
más definitiva. Las valoraciones cambian de signo. Comprende-
mos más y mejor. 
En esas circunstancias, todo hombre que actúa como tal, "filoso-
fa" de alguna manera. Aunque niegue sentido y trascendencia a 
la vida, aunque niegue los valores del espíritu, para poder hacer-
lo, ha tenido que ingresar en el ámbito de la Filosofía. Claro 
está que lo ha hecho por la puerta falsa del materialismo y del 
ateísmo. Pero "filosofa". 
Por tanto, entre estar absorbido por objetivos prácticos y filoso-
far, hay una desproporción, hay un ir más allá, un cierto trascen-
der. En este sentido, podemos decir que la Filosofía "no sirve 
inmediatamente para esos objetivos prácticos". Pero no sirve, 
porque no es "sierva"; no sirve, porque es "libre". Y es libre, 
por cuanto no se refiere a nada que esté fuera de ella. Tiene sen-
tido en sí misma. No espera ser legitimada por su aptitud para 
servir a un fin. 
La Filosofía, como ya enseñó Aristóteles (Metafísica 1, 2), se 
caracteriza por su: 1) "universalidad"; 2) "dificultad" (debido a 
su alejamiento de lo sensible); 3) "enseñabilidad" (pues enseñar 
consiste en mostrar las causas de las cosas, y la Filosofía versa 
sobre las primeras causas); 4) "desinterés" (pues busca el saber 
por el mismo saber); 5) por su capacidad de "dirección" (pues 
ordena y dirige todos los otros saberes). (Ver: H. Mandrioni, In-
troducción a la Filosofia, p. 23-31). 
17 
Gustavo Casas 
Mientras el hombre siga siendo hombre, la Filosofía, como cien-
cia de los fundamentos, persistirá. Históricamente, el hombre 
sie1npre la ha ejercido, y parece que la seguirá ejerciendo en el 
rutmo. Porque la Filosofía no es simplemente inútil: sirve al 
hlllnbrc en la búsqueda de la Verdad definitiva. Es supremamen-
IL~ Íltil. 
Son los pensamientos los que guían al mundo, y los pensamien-
tos son hijos del espíritu fundamentalmente filosófico. "El filó-
so ro es el responsable del pensamiento y de la palabra". (H. 
Mandrioni, a.c., p. 5). 
Millones de seres humanos han vivido bajo el comunismo, "me-
diante" el pensamiento de K. Marx. El pensamiento de San 
Agustín y de Santo Tomás, con toda la tradición griega y cris-
tiana que lo sustenta, ¿no ha cooperado a configurar gran parte 
de la civilización de Occidente? El mundo moderno, ¿no es hijo, 
en gran medida, del pensamiento de Descartes, Kant y Hegel? 
"l.a Filosofía es una potencia espiritual: lo inútil es capaz de te-
ner poder, y de hecho lo tiene (Heidegger); la Filosofía es una 
de las fuerzas que contribuyen al movimiento histórico (Mari-
tain). Ella se mueve en el ámbito de los fines y maneja el orbe 
de las significaciones y el sentido de lo real. De hecho, incide 
sobre lo que, en última instancia, señala el camino del hombre 
y de su historia." (H. Mandrioni, a.c., p. 6). 
h) ¡,Es •·ccmplazable la Filosofía? 
AIV.IIIIos desprecian a la Filosofía como asignatura formativa de 
la JIIVt'lltud estudiosa, porque piensan que puede ser reemplaza-
da con Vl'ntajas, por otras disciplinas pertenecientes al campo de 
la.~< 'it'lll'Ías humanas, menos abstractas y generales y más aptas, 
Sl·~·.t'ln t·n.~en, para comprometer a los jóvenes con realismo y efi-
cacia en la (¡m~a de construir el mundo de nuestro tiempo. Tales 
serían la Psicología, la Sociología, Economía, Política, acompa-
18 
Introducción a la Filosofía 
ñadas de análisis concretos y "comprometidos" de las realidades 
que nos toca vivir. 
Esta tendencia, en el fondo, ha sido tocada en el punto anterior. 
En efecto, si comprendemos de una vez por todas, que el hom-
bre posee una exigencia irrenunciable de reflexionar sobre el 
fondo y el sentido de la realidad como un todo, nunca ninguna 
Ciencia particular, por valiosa y necesaria que sea en su campo, 
podrá reemplazar a la Filosofía. Precisamente por ser "particula-
res", permanecen esencialmente encerradas en sectores limita-
dos, sin poder llegar nunca en cuanto tales, a la forma de uni-
versalidad propia de la reflexión filosófica. 
Tampoco son capaces de fundamentar críticamente sus propios 
caminos, ni pueden ejercitar la capacidad de la inteligencia hu-
mana en la captación de los objetos universales del pensamien-
to, ni pueden interrogarse sobre los fundamentos últimos de lo 
real en su profundidad y en su totalidad. Ninguna otra Ciencia 
humana particular puede cumplir esta misión. Por eso, la Filoso-
fía es irremplazable en su función específica. 
e) Plan de nuestro Curso 
Nuestro Curso constará de dos partes: una primera parte de ca-
rácter histórico, y una segunda, sistemática, donde presentare-
mos los principales problemas filosóficos. 
¿Por qué comenzamos con la "historia"? Todos reconocemos 
que cualquier persona medianamente "culta", ha de saber algo, 
por ejemplo, de su historia patria, y mejor aún, si puede relacio-
nar los acontecimientos de su país con lo que ocurre en el resto 
del mundo. ¡Cuánto más cabe esperar de un estudiante universi-
tario que se está iniciando en la Filosofía! Porque la Filosofía, 
como toda tarea humana, se ha desarrollado a lo largo de la his-
toria. La mayoría de los hombres que se dedicaron especialmen-
te a cultivarla, como Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo To-
19 
Gustavo Casas 
tnús, Descartes, Kant, Hegel, nos han legado sus escritos como 
IL~stimonio objetivo de su espíritu y de su tiempo. Si nosotros, al 
comienzo del Siglo XXI, queremos empezar a saber algo de Fi-
losofía, lo mejor será acudir a estos grandes autores, como se 
acude a las vertientes de las fuentes para obtener agua más pura. 
Por consiguiente, para introducirnos en la Filosofía, no podemos 
ignorar al menos lo más importante que los grandes filósofos 
han elaborado. El verdadero diálogo es indispensable en toda 
larca educadora. Nada mejor, para empezar a formar nuestro 
propio pensamiento, que el intercambio fecundo con los Maes-
tros que han señalado rumbos en la historia de la reflexión filo-
sófica. 
Algunos pretenden prescindir de la información histórica, quizás 
por cierto prurito de originalidad, creyendo que nada tienen que 
aprender del pasado. Pero cortar las raíces es matar la planta vi-
viente. No podemos comprender el presente olvidando de dónde 
proviene; como tampoco podemos preparar el futuro, sin consi-
derar las tendencias reales del presente. 
llay que reconocer, sin embargo, que existe el peligro de apren-
der y repetir mecánicamente lo que los otros han dicho, sin lo-
grar una verdadera asimilación creadora de nuestro propio pen-
samiento. Aquí surge la decisión de no fosilizarnos en lo ya 
pensado, sino de participar, por cuenta propia en el diálogo con 
los mejores pensadores, para revivir el amor a la Sabiduría des-
dl' nuestra época y desde nuestras circunstancias concretas. 
< llros preferirían ir, sí, a la historia, pero a una historia más re-
I'Ít'llie, por ejemplo, remontarse al pensamiento filosófico de 
1 kp,el (siglo XIX), o bien de Kant (siglo XVIII), o a lo sumo, 
l"tltpczar <ksde Descartes (siglo XVII). 
I'L~ns:llllos que tal mutilación es anti-filosófica, pues no se pue-
den comprender ni la problemática,ni las soluciones, ni los con-
ceptos de laks autores, sin antes haberse iniciado en la evolu-
ción del pensamiento anterior. Hegel supone a Kant; Kant 
20 
·Introducción a la Filosofía 
supone a Descartes, y éste, a la Escolástica de la Edad Media. Y 
nadie ignora que la Escolástica supone a Platón, Aristóteles, y 
por consiguiente, a todo el desarrollo de la filosofía griega, des-
de sus orígenes. En Filosofía no se pueden dar saltos líricos, ni 
cortes violentos. Si se ve la necesidad de ir a la historia, hay que 
respetarla, de alguna manera, a toda. 
Además, como ya lo expresamos en el Prólogo, el Plan está pen-
sado para dos años, y así la Antropología del segundo Curso nos 
da la oportunidad de considerar más de lleno a los autores actua-
les. Por consiguiente, esperamos no hacer ningún corte violento 
ni saltos líricos. En cambio pensamos que algunos sí lo hacen, 
cuando se pasan por alto absolutamente todo lo Cristiano y me-
dieval, y a veces, también lo griego. 
Veamos ahora someramente, cómo la realidad histórica posee 
características tales que la hacen apta para una introducción a 
principiantes. En primer lugar, porque nos pone en contacto con 
problemas que de hecho han sido planteados por el hombre, y 
con soluciones y nociones que son realmente el resultado logra-
do por hombres de carne y hueso que expresan el nivel de cul-
tura alcanzado por una época determinada. 
Esto nos aparta de concebir la Filosofía como una tarea aislada 
de gabinete, como una elucubración de espíritus desvinculados 
del diálogo con los demás hombres que hablan a través de los 
grandes pensadores. 
En segundo lugar, la historia del pensamiento filosófico, al menos 
en sus líneas esenciales, posee virtudes pedagógicas. Pues procede 
de lo más simple y fácil a lo más difícil y complicado, siguiendo 
en esto el desarrollo de nuestra historia personal: un pensamiento-
niño, evoluciona y se transforma en un pensamiento-joven, el que 
a su vez llega a un pensamiento-maduro, el que decae luego para 
ser retomado todo el proceso en las generaciones sucesivas. 
Esto nos aparta de considerar la Filosofía como una maraña de 
ideas complicadísimas, que parecen servir sólo para poner en 
21 
Gustavo Casas 
csccmt los brillantes virtuosismos de los Profesores, que aprove-
chan las Clases para exponer magistralmente sus propias inves-
tigaciones monográficas, olvidando la más elemental pedagogía. 
;\hora bien, no se trata de perder el tiempo estudiando "sistemas 
refutados y espiritualmente muertos", como dice Hegel en su 
11 istoria de la Filosofía (citado por F., Copleston, Historia de la 
Filo.w4la: Vol. 1, p. 16), ni de paralizarnos contemplando los 
trastos viejos en el desván de la Historia. Porque en los autores 
verdaderamente grandes, no existen ideas completamente refuta-
das por los que han venido después, sino maravillosos comien-
zos germinales que conservan todavía la vibración de lo que ha 
sido descubierto por la primera vez, y pide ser desentrañado y 
perfeccionado. Y aún los errores que pudiéramos encontrar, nos 
enseñan algo muy importante: la limitación de la misma Filoso-
na, y a qué consecuencias se llega cuando se comienza con de-
terminados principios. 
Por último, en el Plan de nuestro Curso notemos que la parte 
histórica, por su mismo dinamismo interno, nos conduce gra-
dualmente a un estudio sistemático. 
Hn efecto, llega un punto en que ya no nos interesa tanto saber 
cómo trató Fulano o Mengano tal problema, sino cuál es la so-
lución verdadera que nosotros hacemos nuestra personalmente. 
Aquí, procuraremos iniciarnos en los grandes problemas filosó-
ficos acerca del mundo y de la vida; del hombre, del ser y de 
1 >ios; del conocimiento y de la verdad. Con esta segunda parte, 
dl· rarúcler más sistemático, daremos fin a la noble tarea de in-
troducimos en el amor a la Sabiduría. 
22 
Introducción a la Filosofía 
Sumario 1. Importancia de la Filosofía 
a) La "utilidad" de la Filosofía: Una definición inicial; dificul-
tad de la actitud filosófica; circunstancias que pueden provo-
car la "admiración" filosófica; caracteres de la filosofía se-
ñalados por Aristóteles; persistencia histórica de la Filosofía 
como poder espiritual. 
b) ¿Es reemplazable la Filosofía?: Por qué no puede ser reem-
plazada por ninguna ciencia particular; la misión propia de 
la Filosofía. 
e) Plan de nuestro Curso: Un doble camino de iniciación; fun-
damentación de la vía histórica; peligros de la "erudición" 
descarnada; integridad de la visión histórica; su valor peda-
gógico; apertura final a los grandes problemas filosóficos. 
23 
Gustavo Casas 
Nota complementaria: La "inutilidad" de la 
Filo.\·ofia 
.1. Pieper, propone así esta objeción sobre la "inutilidad" de la 
f"ilosoJ1a: "El hecho de filosofar, de reflexionar sobre la última 
razón y sentido de la realidad en conjunto, será, si se quiere, 
posible y hasta quizá sumamente interesante y apasionante, pero 
no sólo no sirve para nada, sino que impide cuidarse de lo que 
interesa a la vida cotidiana. Y así, es desatinado, y sobre todo, 
perjudicial". (Defensa de la filosofía, p. 23). 
1 •:1 autor insiste en la importancia de este argumento en contra de 
la Filosofía, el cual penetra tan hondo, "que casi se puede decir 
que hoy día influye en la situación de la Filosofía más que la 
verdadera problemática de su objeto propio". (O.c., p. 23) 
( 'ierlo que en esto se dan diferentes grados: en un extremo se 
halla el hombre de la vida práctica común que, de hecho, adopta 
una posición ajena a lo teórico; en el otro extremo está el hombre 
exclusivamente dedicado al ejercicio del poder, "agresivamente 
reli"actario a todo conocimiento 'inútil', para quien una filosofía, 
por ejemplo, que no se puede 'movilizar' para la acción política, 
súlo merece el más solemne desprecio". (O.c., p. 23-24). 
llay que reconocer que, por lo general, el hombre "no" se halla 
l'll disposición de filosofar. Por lo tanto, parece ser necesaria 
"1111a sacudida para salir de esa posición corriente, 'normal' fren-
ll' al llliiiHio, que, naturalmente y hasta con razón, domina la jor-
ll:uln dL· trabajo del hombre. Se requiere un poderoso estímulo, 
1111 ·~whol"k ', para que se ponga siquiera en movimiento la pre-
p,llllla q11e rebasa la esfera del cuidado por asegurar la subsis-
IL'IIl'l:l pm el sentido de la totalidad del mundo y de la exis-
ll~lll'Ía cn gclleral, es decir, el filosofar". (O.c., p. 27). 
24 
Introducción a la Filosofía 
Se da, pues, una cierta desproporción entre la vida práctica y el 
filosofar, entre el mundo laboral y la actitud filosófica, pero 
cuando los mismos filósofos tratan de eliminar esa despropor-
ción, en este caso, denunciando la "inutilidad" de la Filosofía, lo 
que hacen es destruir a la auténtica Filosofía. 
En efecto, esta posición no llega a comprender que la verdadera 
naturaleza y dignidad del acto de filosofar consiste en trascender 
el mundo de lo utilitario, dando el paso más allá capaz de con-
ferir sentido a todo el conjunto de lo real. Sin esta Filosofía, que 
es el "amor a la Sabiduría", el hombre no "sabe" para qué po-
see, en último término, el poder de la Ciencia y de su Técnica. 
(Ver: J. Pieper, o.c., p. 33-35). 
25 
2. HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA FILOSOFÍA 
u) Pluntco del problema 
Si prosiguiendo en nuestro camino nos proponemos delimitar, defi-
nir conceptualmente la noción de filosofía, nos enfrentamos con un 
problema nada fácil, pues son muchas las concepciones que los filó-
sofos han ido elaborando sobre qué es o debe ser la Filosofía. En 
consecuencia, es imposible, según parece, encontrar una definición 
que sea aceptada por todos. Principalmente por esto, muchos autores 
renuncian a proponer siquiera una definición de la Filosofía. 
Otros, ven una "aporía", es decir, una situación sin salida, a la 
hora de querer fijar y sobre todo, acreditar un concepto válido de 
"filosofía". En efecto, cuando la Filosofía pretende definirse a sí 
misma, y fundamentar por qué se define así y no de otramanera, 
ya está determinada, ya está en obra en la mente del que la quie-
re definir. En otras palabras, la aporía consiste en que, para la 
fundamentación del concepto de filosofía, "ya" ha de presuponer-
se en cada caso, el reconocimiento de los siguientes datos: de una 
pre-inteligencia; de un proceso lógico de argumentación; y de un 
cierto consenso previo sobre lo que es válido y lo que no lo es. 
(Ver: H. Krings y otros, Conceptos fundamentales de filosofía: 
Tomo 2, p. 131-133). 
Así, en nuestro caso, por ejemplo, hemos hecho una selección 
de autores y de temas y de bibliografía y ... de todo. Hemos op-
tado por unos filósofos con preferencia a otros. 
27 
Gustavo Casas 
Y lo notable es que lo hemos hecho, porque tal "aporía" es 
inevitable. En efecto, no hay forma, ni histórica ni sistemáti-
ca, de acreditar sin presupuestos el concepto objetivo de filo-
sona. No se puede empezar por ninguna "tabula rasa". Pero lo 
importante es caer en la cuenta que' tal situación no elimina el 
interés por entenderse sobre un concepto de filosofía. Cree-
rnos saber, y lo sabemos, de qué se está hablando. Nos ayuda-
mos del contacto con lo originario, para presentar una noción 
de filosoí1a suficientemente amplia, realista y dinámica, la 
cual noción, si es correcta, tenderá a imponerse, en última 
instancia, por la sola fuerza de su evidencia intrínseca, que-
dando siempre abierta a una confrontación y profundización 
inagotables. 
h) Definición de la Filosofía 
Entendemos por Filosofía, el conocimiento cierto y metódico de 
todas las cosas, consideradas en sus explicaciones más funda-
mentales, por medio de la luz natural de la razón. 
"Conocimiento": no es un conglomerado de sentimientos vagos 
y confusos de la afectividad, sino una elaboración disciplinada 
de carácter intelectual (realizada mediante conceptos, juicios y 
razonamientos coherentes) que busca dar unidad a los datos de 
la experiencia. Lo cual no obsta para que este conocimiento esté 
t'lll'aizado en la "vida", ya que el sujeto que filosofa es todo el 
hollthre y no sólo su inteligencia. 
"( '~t·rto": no se trata de simples opiniones "probables", sino de 
t'OIIVIl'l'Íones firmes, fundadas en la evidencia objetiva de la rea-
lidad <'aptahle por la razón del hombre. 
"Ml'lt'ldíro": tampoco se trata de un conocimiento espontáneo, 
vulgar, casual, anccdútico, sino de lo que se logra saber luego de 
un "camino" arduo, ordenado. 
28 
Introducción a la Filosofía 
"De todas las cosas": es el objeto material de la Filosofía. Ella 
busca la totalidad. Todo cae bajo su ámbito: el mundo que nos 
rodea; nosotros mismos que nos interrogamos; Dios como el úl-
timo fundamento de todo. 
"En sus explicaciones más fundamentales": éste es su enfoque 
propio, su objeto formal, el punto de vista que la constituye es-
pecíficamente. Por tanto, es lo que la diferencia de las Ciencias 
particulares, las cuales no se proponen llegar hasta los últimos 
fundamentos, sino que se limitan a las explicaciones próximas, 
al domínío de los fenómenos verificables empíricamente. Por 
ejemplo, si se estudia al hombre desde el punto de vista anató-
mico y fisiológico, se está en el campo de las Ciencias particu-
lares: en cambio, si se inquiere sobre la existencia del alma es-
piritual como determinante esencial del ser del hombre, se está 
tratando un problema filosófico. El objeto material es el mismo: 
el hombre; pero el objeto formal es distinto. 
"Por medio de la luz natural de la razón": la Filosofía se ubica 
en el orden natural, y sólo usa, en consecuencia, las facultades 
cognoscitivas naturales. En esto se distingue de la Teología, la 
cual como veremos, se basa sobre la Revelación sobrenatural y 
la luz de la fe. 
e) La Filosofía y el sentido común 
Podemos distinguir diversos niveles del conocer humano natural: 
el conocimiento del sentido común, el conocimiento de las cien-
cias particulares, y el saber filosófico, que acabamos de definir. 
De las relaciones de la Filosofía con las ciencias particulares, 
trataremos en el tema siguiente. 
El conocimiento del sentido común es el que posee el hombre 
concreto en su contacto con el mundo de la vida cotidiana. En 
efecto, todo hombre emerge del mundo como de su medio vital, 
y busca espontáneamente su adaptación a él, por medio del en-
29 
Gustavo Casas 
cuentro garantizado por el saber del sentido común. Este saber 
se realiza por un verdadero conocimiento que llega al ser de las 
cosas, si bien de una manera confusa y biológicamente interesa-
da. Esta "preocupación originaria por el mundo", como dicen los 
f'enomenólogos, es importantísima y no puede eliminarse, pues 
es fundamental. Todo lo que sabemos a este nivel es lo que ha 
permitido la supervivencia de la especie "horno sapiens". En 
efecto, si estos conocimientos primarios y vitales no hubieran 
tenido valor de adaptación, y por tanto, de cierta "verdad" en 
cuanto adecuación al mundo real, hace centenares de miles de 
años que nuestros humildes antepasados habrían desaparecido 
del planeta Tierra, así como desaparecieron los dinosaurios. 
(Conviene notar que siendo el hombre esencialmente superior a 
cualquier animal, su conocimiento se desarrolla también en un 
nivel esencialmente superior al de cualquier animal. Así ubica-
rnos al sentido común dentro de esta capacidad "humana" de 
conocer). 
Mucho antes, por tanto, de conocer las cosas científica o filosó-
l"icamcnte, las conocemos por un saber espontáneo, implícito, 
pre-científico, que constituye el "modo común" de conocer que 
lodos tenemos y que continuamos teniendo en todos los asuntos 
en que no somos especialistas, que son la mayoría. Y aun el 
científico, cuando vuelve a la vida cotidiana, tiene que reanudar 
cl insuprimible diálogo del sentido común con la naturaleza que 
lo rodea. Más todavía, hasta el universo de la misma Ciencia 
1 il~lle que construirse sobre la base del mundo vivido. (Ver: J. 
Auhcrl. Filosofia de la naturaleza, p. 236-249). 
¡,<)uó conocemos en cuanto somos hombres "comunes"? Cono-
n•tnos el mundo exterior que nos rodea y del cual participamos 
a lrnvl'·s de nuestro cuerpo: sabemos que coexistimos con otros 
St'IL'S ltttllJanos, amigos y enemigos, pero todos solidarios en la 
IIJÍSIIHt n;tlmaleza y enfrentados a la misma tarea; tenemos con-
ciL~ncia de nosotros mismos, de nuestros sentimientos, tenden-
cias e ideas. 1 .a experiencia propia y ajena nos enriquece cons-
30 
Introducción a la Filosofía 
tantemente en nuestro saber. El lenguaje, como vínculo social, 
nos transmite todo un patrimonio cultural ya elaborado, que an-
tes de ser asimilado personalmente, es recibido y aprendido. En 
efecto, ya hemos aceptado el depósito de una tradición concre-
ta, antes de toda crítica a una tradición. Lo quiera o no, el hom-
bre es un ser social que recibe enseñanzas. Preguntémonos sen-
cillamente: ¿cómo lograría salir de apuros un niño que estuviera 
completamente solo? 
Y lo que es más importante, el hombre es un ser moral y religio-
so porque distingue de algún modo lo bueno de lo malo, creyen-
do de alguna manera en valores absolutos, frente a los cuales se 
juega responsablemente el sentido de su vida. 
Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con la Filosofía? 
La Filosofía, bajo pretexto de ir al fondo de todas las cosas en 
una crítica radical, no puede hacer tabla rasa de lo que constitu-
ye la base de la existencia. La Filosofía tiene que recibir algo, 
quizás mucho, de la "ingenuidad" de la naturaleza. No podemos 
exterminar aquello de lo que se vive. La peor ingenuidad, degra-
dada ya en candidez intelectualoide de gabinete, es la pretensión 
de querer prescindir del arraigo en el ser que nos da el sentido 
común correctamente entendido. (Ver: J. Maritain, Introducción 
a la Filosofla, p. 1 08-116). 
¿Por qué nos hemos referido al sentido común "correctamente" 
entendido? Porque también aquí se pueden cometer excesos. En 
efecto, algunos, acomplejados quizás por la complicación mate-
matizante de las Ciencias, o por la dificultadde análisis fuerte-
mente especializados en Filosofía, tienden a defender el sentido 
común como un último reducto más accesible y habitable. Otros, 
lo conciben tan sólo como lo que es vivido por todos, como una 
mera organización utilitaria, despojándolo así de su valor de re-
presentación o contenido intelectual, dejándole solamente un 
cierto valor de significación capaz de orientarnos en nuestra 
conducta en el mundo. 
31 
Gustavo Casas 
Para ubicarnos mejor en este problema conviene distinguir entre: 
saber originario y saber primitivo; entre: contenidos intelectua-
les inmediatos y contenidos imaginativos vulgares. 
1\1 saber originario, constituye una actitud típicamente humana, 
inalienable. Es la estructura de fondo que se encuentra en el 
ejercicio de la razón ante la realidad. Es, por tanto, lo que se 
sabe "antes", el "presupuesto" de cualquier otro saber. 
El saber primitivo, en cambio, constituye una etapa primeriza en 
el intento de explicar acríticamente los datos precedentes, ya in-
fluenciados por representaciones históricas y culturales de cada 
época. 
Ahora bien, en el primero, o sea, en el saber originario, se dan 
los contenidos intelectuales de las evidencias inmediatas que re-
sultan de la percepción del ser. 
En el segundo, o sea, en el saber primitivo, se mezclan conteni-
dos imaginativos muchas veces erróneos. 
1 \n tone es nos preguntamos: ¿de cuál de ellos es solidaria la 
Filosofía? Evidentemente, del sentido común entendido en el 
primer sentido: del saber originario de contenido intelectual. Y 
agreguemos ahora: pero no de una manera pasiva, sino activa. 
1 \n efecto, la Filosofía lo aclara, lo precisa, lo enriquece por 
la rellexión crítica. La Filosofía no se apoya en la "autoridad" 
del sentido común, como si fuera el sufragio universal de la 
"mayoría", ni tampoco en su aspecto instintivo o sentimental 
(que, como tal, es ciego), sino que se fundamenta en la evi-
dencia necesitante de los primeros principios de la inteligen-
l'la, en cuanto explican las experiencias inmediatas de la rea-
lidad. 
1 ':n ~~siL: scnl ido podemos afirmar que las certezas propias del 
conoci111icnlo ordinario o común, poseen un fundamento sólido 
de verdad, si bien son imperfectas en cuanto al modo en que son 
poseídas. !\. la Filosotia corresponde la tarea de hundir aquí sus 
32 
Introducción a la Filosofía 
raíces para nutrirse de realidades y no de vacíos y estériles 
apriorismos y racionalismos. 
De todo lo cual se sigue, que, en cuanto al segundo aspecto 
del sentido común referido a los contenidos imaginativos pri-
mitivos, la Filosofía debe corregirlos y rectificarlos continua-
mente. Por ejemplo, que el alma del hombre es como una cosa 
metida dentro del cuerpo; que Dios es como una Persona enor-
me que forma parte del Universo; que conocemos las cosas del 
mismo modo que como se dan en realidad; etc. Notemos que 
las ( 'iencias han progresado precisamente corrigiendo con éxi-
lo muchas interpretaciones vulgares: que el sol gira alrededor 
de la tierra; que la luz se propaga instantáneamente y no en un 
cierto tiempo; etc. 
33 
Gustavo Casas 
Sumario 2. Hacia una definición de la Filosofía 
a) Planteo del problema: Una "aporía" superable; caracteres de 
una noción universal de "filosofía". 
h) De!inición de la Filosofta: Una propuesta razonable; expli-
cación de cada uno de los términos; objeto "material" y ob-
jeto "formal"; distinción respecto a los otros saberes. 
l') La Filosofía y el sentido común: Importancia del conoci-
miento originario; qué conocemos como hombres y mujeres 
comunes; función del lenguaje; valor de la ingenuidad natu-
ral; saber "originario" y saber "primitivo"; evidencias inme-
diatas y contenidos imaginativos; significado y ejemplos de 
la rectificación del sentido común. 
34 
Introducción a la Filosofía 
Nota complementaria: La "admiración" filosófica 
La búsqueda de una definición conceptual de la Filosofía no ha 
de separarnos nunca de su impulso inicial. Así, conviene en esta 
Nota hacer presente el origen existencial de la pregunta por el 
fundamento del todo, que es la pasión del "asombro" o la "ad-
miración". 
Ya para Platón y Aristóteles no hay filosofar sin admirarse, sin 
asombrarse, maravillarse. El que no se admira de nada, no pue-
de preguntar, y sin pregunta no hay respuesta, y sin respuesta no 
se da la actitud, el temple propio del que busca la sabiduría, la 
"sofía" a la que dice "amar". 
"La admiración, el estado de tu alma, es muy propio del filóso-
fo, querido Teeteto. Porque la filosofía no conoce otro origen 
que la admiración". (Platón, Obras Completas: Teeteto p, 901 ). 
"La admiración fue lo que inicialmente impulsó a los hombres a 
filosofar" .... "Buscar una explicación de las cosas y admirarse 
de ellas, es reconocer que se las ignora; por esta razón el filó-
sofo es, hasta cierto punto, un hombre aficionado a los mitos, 
porque el mito se construye sobre asuntos maravillosos." ( ... ) 
"Todas las ciencias nacen de una admiración inicial, preguntán-
dose si realmente las cosas son o suceden tal como aparecen". 
(Aristóteles, Obras: Metafisica, p. 912-913). 
Para Heidegger, la admiración o asombro no está sólo al co-
mienzo del filosofar, sino que penetra e impulsa cada paso de la 
filosofía. La admiración es verdadera "arjé" (principio) en el 
sentido griego del término. "Los pensadores griegos, Platón y 
Aristóteles, advirtieron ya que la Filosofía y el filosofar pertene-
cen a la dimensión del hombre que nosotros llamamos 'temple 
de ánimo', en el sentido de disposición y determinación". ( ... ) 
35 
Gustavo Casas 
-------------------------------
"El asombro es, en cuanto 'pasión', el 'arjé' de la Filosofía. He-
mos de entender la palabra griega 'arjé' en su sentido pleno. 
Nombra aquello de donde sale algo; pero este 'de dónde' no es 
abandonado en el salir; el 'arjé' se convierte más bien en eso 
que dice el verbo 'arj e in', o sea, en aquello que domina. El 'pa-
zos' (pasión) del asombro no está al comienzo de la Filosofía 
simplemente como, por ejemplo, el lavarse la manos precede a 
la operación del cirujano. El asombro sostiene y domina la Filo-
sofía. Aristóteles dice lo mismo." ... 
"Ahora bien, el asombro es 'arjé', domina cada paso de la Filo-
sofía. También asombro es 'pazos'. Ordinariamente traducimos 
'pazos' (pasión), por furor, sentimientos en ebullición. Pero 'pa-
zos' está en relación con 'pasjein': sufrir, padecer, soportar, so-
brellevar, dejarse llevar por, dejarse influir por." ... 
"En el asombro nos contenemos. En cierto modo retrocedemos 
ante el ente, ante el hecho de que es, y de que es así y no de 
otra manera. Pero el asombro tampoco se agota en ese retroce-
der ante el Ser del ente, sino que, al retroceder y contenerse, es 
al mismo tiempo arrebatado hacia y, en cierto modo, encadena-
do por aquello ante lo cual retrocede. 
El asombro es así la disposición en la que y para la cual, se abre 
al Ser del ente. El asombro es el temple de ánimo en el que les 
fue dado a las filosofías griegas el corresponder al Ser del ente." 
(M. Heidegger, ¿Qué es filosofia?, p. 63-65). 
En conclusión, el preguntar humano que surge de la admiración, 
no es algo que procede simplemente de la mera subjetividad, 
sino que es el resultado del encuentro del hombre con una reali-
dad con la cual "choca" y que por eso es en sí misma provocan-
te. (Ver: M. Cabada, El Dios que da que pensar, p. 96-97). 
1•:1 rnismo Heidegger relaciona explícitamente la admiración con 
la pregunta por el "ser": ¿Por qué hay ente y no más bien nada? 
Solamente el hombre es el afectado por esta cuestión. Única-
mente el hombre, llamado por la voz del ser, experimenta "la 
36 
' 
( 
' 
Introducción a la Filosofía 
maravilla de todas las maravillas: el que el ente es". (Heidegger, 
citado por M. Cabada, p. 103). 
La cuestión metafísica y antropológica sobre el por qué de la 
realidad, procede, en última instancia, no del hombre en cuanto 
tal sino de la realidad misma en cuanto provocadorade la ad-
mi~ación y del preguntar. Y esto ocurre desde los primeros años 
de la infancia, como lo han mostrado J. Piaget y muchos otros 
importantes estudiosos de las Ciencias humanas. 
37 
3. LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS PARTICULARES 
J<:stablccida ya la noción de "Filosofía" que nos orienta, convie-
ne e11 este Tenw, considerar sus relaciones con las Ciencias par-
ticulares, insistiendo en la autonomía de la Filosofía, por su pun-
to de partida, por su objeto, y por su método específico, como 
un interlocutor válido, que posee propia consistencia. 
a) El punto de partida filosófico 
Como acabamos de ver, la Filosofía admite una definición gene-
ral que delimita su objeto propio, frente al conocimiento del 
sentido común (que no es crítico ni metódico); de las Ciencias 
particulares (que no tratan de las explicaciones más fundamen-
tales); y de la Teología (que se basa en la Revelación sobrena-
tural di vi na). 
Llegados a este punto, quisiéramos insistir en la autonomía que 
posee la Filosofía como rama independiente del saber. En efec-
to, si una actividad intelectual posee, además de su objeto es-
pecífico, su propio punto de partida, y si avanza por un cami-
no (método) también propio, es evidente que nada le falta para 
poseer un estatuto, úna cierta personalidad auto-consistente, que 
la capacita como válido interlocutor en el diálogo del saber hu-
mano. 
Ahora bien, la Filosofía posee su propio punto de partida, sien-
do solidaria, como vimos, del saber originario del sentido co-
39 
Gustavo Casas 
mún, debidamente criticado y profundizado. Pero aquí surge un 
problema de relación entre la Filosofía y las Ciencias particula-
res, puesto que muchos, influidos por la mentalidad positivista, 
piensan que la Filosofía (en el caso que haya algo que deba lle-
var ese nombre), debería empezar justo donde terminan las 
Ciencias, sin solución de continuidad. De tal modo, la Filosofía 
sería algo así como una Ciencia más, pero de carácter universal, 
y seguiría atada a los métodos de las Ciencias particulares. 
Tratemos de responder a este tipo de planteo. Hay que recono-
cer que las Ciencias, a medida que progresan, se abren constan-
temente a nuevos y más vastos problemas, pero aquí es donde 
hay que distinguir. Si estos problemas se siguen tratando "cien-
tíficamente", es decir, con el método empírico, entonces no se 
habrá salido del campo de la Ciencia, se seguirá trabajando con 
un saber parcializado, aunque sea más "avanzado". Lo cual está 
muy bien (siempre que no se lo absoluticc), y sugiere mucho 
sobre el misterio inagotable del ser y la capacidad del espíritu 
del hombre. Mas si llegan a plantearse cuestiones que escapan 
esencialmente a los métodos científicos, ya se está penetrando 
en otro mundo de comprensión intelectual, ya se está ingresan-
do en lo que precisamente entendemos por Filosofía. Por ejem-
plo, ¿qué Ciencia particular puede dar cuenta de la comprensión 
de proposiciones como la consignada hace un instante: "El mis-
terio inagotable del ser es sugerido por el avance incesante de 
las Ciencias"? Por supuesto, que es necesaria cierta comprensión 
intelectual, que hay que "querer" tener. Porque aquí empieza a 
jugarse la vida toda de cada hombre. 
En otras palabras, la Filosofía no está atada a los resultados de 
las Ciencias particulares, sobre todo a las hipótesis y teorías, las 
cuales son consideradas como "provisorias" por los mismos 
científicos. Es distinto el caso de los "hechos" definitivamente 
comprobados. Pero aun aquí, la Filosofía los hará entrar dentro 
de su propio campo: el de las explicaciones fundamentales en el 
orden del ser. 
40 
Introducción a la Filosofía 
A este respecto conviene no olvidar que hay "hechos" de la ex-
periencia común que pueden quedar establecidos indubitable-
mente, sin necesidad de ser mediados "científicamente" por pro-
cedimientos empíricos o matemáticos. Por ejemplo, que alguna 
cosa existe; que existe una multiplicidad de cosas; que tales co-
sas múltiples cambian y están en relación dinámica; o bien, en 
otra perspectiva, más antropológica: el hecho de que nos plan-
teamos cuál puede ser el sentido último de nuestra existencia 
concreta. ¿Por qué y para qué todo? 
En efecto, un "hecho" es una verdad existencial bien comproba-
da. Un "hecho" es un dato real y objetivo, orientado hacia al-
guien que lo puede recibir como "dado". Un hecho es dado al 
hombre, que lo discierne y juzga con su espíritu. Pero no es algo 
"creado" por el espíritu. El hombre descubre en el hecho algo 
dado, que se le impone, que no procede de él; y al mismo tiem-
po, su actividad intelectual discierne lo que interesa al saber. 
Un hecho es también el reconocimiento existencial, no sólo de 
un dato objetivo como externo, sino de la situación concreta del 
hombre en cuanto sujeto personal que tiene que realizarse en el 
mundo del cual forma parte. 
Tales "hechos", originarios, universales e inmediatos, constitu-
yen el punto de partida del filosofar, que, en este sentido, puede 
decirse que parte de la "experiencia", pero de una experiencia 
ampliada, muy distinta de la experiencia estrictamente "cientí-
fica". 
Ahora bien, "la experiencia filosófica no es sólo un punto de 
partida, sino también un punto de llegada, 'tierra prometida', 
como solía decir Marcel, pues no se reduce a recoger materiales 
que hayan de ser elaborados seguidamente por una facultad in-
telectiva propiamente tal, antes bien constituye el proceso inte-
gral de penetración humana en la realidad, vista en sus impli-
caciones más hondas. Lejos de limitarse a ser un mero 
conocimiento experimental o empirista, atento en exclusiva a las 
41 
Gustavo Casas 
entidades sensibles, asibles, mensurables, la experiencia filosófi-
ca implica el conocimiento personal-comprometido-participativo 
de todas las vertientes de lo real, incluso las más altas. No se 
opone, en consecuencia, a conocimiento 'racional', sino a cono-
cimiento 'desarraigado, meramente elucubrativo, manipulador de 
conceptos'." De aquí "la necesidad de ampliar el radio de acción 
de la experiencia humana, extendiéndola a los planos más hon-
dos de lo real. ( ... )Ampliar el alcance de la experiencia huma-
na significa conceder al hombre un ámbito mayor de desplie-
gue que promocione su libertad, intensifique la capacidad de 
su inteligencia y le confiera su verdadera dimensión personal." 
(A. López Quintás, Cinco grandes tareas de la Filosofía actual, 
p. H9 y p. 7). 
h) El método filosófico 
"Mét-odo" es una palabra que proviene del griego, donde está 
compuesta de: "odós" (camino), y "metá" (junto a, en pos de). 
Por tanto, etimológicamente, "método" significa: el camino o 
atajo que se sigue. El método filosófico es, pues, el camino que 
la fiilosofia sigue para dilucidar y construir el conjunto ordena-
do de sus conocimientos. 
Para el quehacer filosófico, es importante la distinción entre: 
1 nétodo "analítico" (que descompone), y método "sintético" (que 
t·onstruye). En efecto, el análisis descompone mentalmente un 
todo en sus constitutivos parciales, obteniendo así un conoci-
tnknto "explícito" del todo. La síntesis, por el contrario, compo-
ttl', ttnc varios contenidos cognoscitivos en un todo, complemen-
tando de este modo al análisis. 
Nott•ttHlS que todo juicio puede llamarse una síntesis de concep-
tos, y qnc los razonamientos coherentes, forman una unidad sin-
tót ica, donde los conocimientos particulares se refuerzan unos a 
otros en la estructura sistemática de un edificio doctrinal. 
42 
,., 
1 
Introducción a la Filosofía 
El método, en Filosofía, depende de su punto de partida y de su 
objeto. En efecto, si partimos de las evidencias inmediatas del 
mundo y de la existencia del hombre, indagando sus explicacio-
nes fundamentales, tendremos que formar conceptos extraídos 
de la experiencia, desarrollarlos en una lógica correcta, confron-
tar nuestras conclusiones con las obtenidas por otros en distin-
tos contextos, intuir las soluciones auténticamente "sabias". Ve-
mosasí que el análisis y la síntesis se aplican, ya sea en un 
sentido más bien discursivo, plasmado sobre el modelo de la in-
vestigación científica, (por ejemplo, tal parece ser la orientación 
de la Filosofía "analítica" de nuestro tiempo); ya sea en un sen-
tido de meditación intuitiva, que reflexiona sobre la significa-
ción pendiente de las grandes preguntas existenciales del hom-
bre (por ejemplo, la posición de todas las filosofías que se 
atienen, como también nosotros, a planteamientos tradicionales 
metafisicos). (Ver: H. Krings y otros, Conceptos fundamentales 
de Filosofía, Tomo 2, p. 544-546). 
Algunos autores distinguen entre "procedimientos analíticos" y 
"procedimientos no analíticos" (o sintéticos). 
Los primeros, disuelven el objeto en sus partes y consideran las 
relaciones resultantes. Así, estos métodos arrojan fuera de la 
Ciencia, la valoración moral, social, política y religiosa. Dispo-
nen sólo de los "medios" y no de los fines. Su esquema básico 
sería: Si quieres A, considera o toma 'A'; si quieres B, conside-
ra o toma 'B'; pero la pregunta sobre los "fines" ¿A o B?, que-
da fuera de la Ciencia. 
En cambio, los "procedimientos no analíticos", interpretan su 
objeto como una totalidad, y precisamente se ocupan de los pro-
blemas de la vida del hombre, tratando de conocer los mejores 
"fines". (Tal es, por ejemplo, el planteo de H. Seiffert en su 
obra: Introducción a la teoría de la Ciencia, p. 13-20). 
En conclusión, en Filosofía, son varios los métodos utilizables 
en función del planteo inicial originario desde donde se parte, 
43 
Gustavo Casas 
donde se encuentran potencialmente anticipados: en general, 
anúlisis y síntesis; más en particular , formación de conceptos 
lú¡~icos, confrontación empírica, desarrollo dialéctico sistemáti-
co, todo lo cual puede efectuarse, o bien insistiendo en la inves-
tigación "discursiva", o bien haciendo predominar la meditación 
intuitiva "sapiencial". 
1 ·:n nuestra manera de ver las cosas, los métodos más propia-
tlll:ntc filosóficos, a diferencia de los métodos de las Ciencias 
particulares, son aquellos que permiten una meditación intuitiva 
sapiencial, que tiende a una síntesis doctrinal (aunque no la lo-
gre), todo esto basado en la "experiencia" (en el sentido amplio 
ya explicado), mediante la confrontación dialéctica con otras po-
siciones (diálogo), buscando, en último término respuesta a los 
interrogantes sobre el sentido de la existencia, no del hombre 
aislado (que esto no es el hombre), sino de todo el Universo, en 
su totalidad y en su radicalidad. 
e) Limitaciones del enfoque "científico" 
"Dime cómo te buscan y te diré quien eres" (Bachelard). En esta 
frase se expresa gráficamente la importancia condicionante y 
limilante-reductora del método "científico". En efecto, al esta-
blecer su propio método, la Ciencia delimita de antemano lo que 
se propone alcanzar en su objeto. Ahora bien, el método propio 
de las ciencias empíricas consiste en experimentaciones que 
concluyen en «medidas». De este modo, lo que dichas ciencias 
nos enseñan es sólo un aspecto limitado de la realidad: el aspec-
to ruantitativo del ser, que, ciertamente ha resultado muy prác-
1 ir o y fecundo en progresos materiales, pero que no representa 
t"l t'tnico aspecto ni el más importante de la realidad. Afortuna-
d:tllll'lllc quedan otras "miradas": la del hombre enfrentado con 
1111 tnundo vivido (sentido común), y la del hombre que trata de 
comprender las cosas como totalidad y en sus causas más pro-
l'ttndas (Filosof1a). (Ver: J. Aubert, o.c., p. 282-283). 
44 
Introducción a la Filosofía 
En efecto, la física-matemática (que constituye el prototipo en 
este nivel de conocimientos empíricos), si bien se preocupa de 
la realidad de las cosas, lo hace a su modo: de lo real, conser-
va sólo lo mensurable, es decir, las medidas tomadas por los 
instrumentos. Estas medidas (números), son algo real, pues 
tienen fundamento en la realidad. Pero vemos cómo todo que-
da reducido a lo mensurable. El conjunto de los conocimien-
tos físicos está basado sobre las cantidades medidas, que son 
los entes simbólicos que reemplazan a los objetos del mundo 
ex lerior. 
l !na vez que se tienen las medidas, se teje entre ellas una com-
plicada trama de relaciones matemáticas de forma deductiva, a 
las cuales lo único que se les pide es que sus últimos resultados 
numéricos coincidan con las medidas efectuadas sobre las cosas 
por nuestros instrumentos. De esta manera, como acertadamente 
expresa J. Maritain, "una teoría físico-matemática será verdade-
ra, cuando el sistema coherente y lo más amplio posible de sím-
bolos matemáticos y de entidades explicativas que hubiere orga-
nizado, coincida en todas sus conclusiones numéricas con las 
medidas realmente efectuadas por nosotros, sin que de ningún 
modo sea necesario que una realidad física, una cierta naturale-
za o ley, ontológica en el mundo de los cuerpos, corresponda de-
terminadamente a cada uno de los símbolos y de los entes ma-
temáticos en cuestión". (Los grados del saber, p. 1 09). 
En otras palabras, las técnicas operatorias han tomado el relevo 
de nuestros sentidos, reforzando la objetividad frente a las apre-
ciaciones puramente subjetivas, y prolongando su alcance mu-
cho más allá de sus umbrales naturales. Por ejemplo, una taza de 
té puede estar caliente para Pedro, tibia para Juan, y fría para 
Carlos. En cambio, la Ciencia establece una técnica operatoria 
(medir la altura del mercurio en un tubito graduado); está a 80 
grados centígrados. Se ha logrado un nivel "objetivo" comunica-
ble (pero a costa de "reducir" lo que en realidad es una buena 
taza de té). 
45 
Gustavo Casas 
1 ,as técnicas operatorias también amplían nuestro horizonte, pro-
longando el alcance de nuestros sentidos por medio de micros-
copios, telescopios, radio-telescopios, etc. 
Por tanto, las propiedades de los cuerpos, acaban definiéndose 
por el proceso operatorio e instrumental que permite su medida. 
Así nacen estos entes "científicos", que son de carácter abstrac-
to (que no dicen nada a nuestros sentidos), y que son estricta-
mente dependientes de las técnicas operatorias que los han reve-
lado. Por eso, el lenguaje de la Física, es el de las Matemáticas, 
y el de cualquier Ciencia experimental, tiende a ser influencia-
do cada vez más por este modelo. (Ver: J. Aubert, a.c., p. 
250-256). 
1 ~n el campo de la Biología, puede esperarse que el estudioso de 
la "vida" en los seres vivientes, mantenga en último análisis, 
una concepción autónoma de su Ciencia, sin dejarse absorber 
totalmente por los símbolos matemáticos. 
1 ~n Psicología, es mas fácil que el psicólogo pueda llegar a plan-
tearse problemas más allá de los "fenómenos" que estudia, lle-
gando a soluciones que se acercan a la frontera de lo propiamen-
te f'ilosófico. Pero se trata de una frontera que, en concreto, es 
dillcil decir por donde pasa. Lo mismo puede afirmarse de las 
demás Ciencias humanas. 
d) l~daciones de la Filosofía con las Ciencias particulares 
1 ·:.•;tahlccida suficientemente la autonomía de la Filosofia, pode-
lllos ahora preguntarnos sobre su relación con las Ciencias par-
1 il'liiiii'L~S. 
1 .a l.'ilosolla no debe aislarse del diálogo con las Ciencias. Ha de 
L~slar al tanto de los progresos científicos, y le corresponde res-
ponder a los nuevos interrogantes que se van abriendo. Una de 
las carencias de ciertos "existencialistas" es precisamente su 
46 
Introducción a la Filosofía 
desprecio e ignorancia en materias científicas. Aún convendría 
que el estudiante de Filosofía profundizase en alguna Ciencia, 
para tener experiencia de primera mano de la seriedad de las 
exigencias científicas y también de las limitaciones de sus enfo-
ques. En este sentido, el filósofo (sobre todo el excesivamente 
"literato"), tiene mucho que aprender de la sobriedad y discipli-
na del científico. (Ver: C. Tresmontant, Ciencias del universo y 
problemas metafísicos, p. 7-11). 
A su vez, podemos decir que las Cienciasdependen, en cierto 
modo, "indirectamente" de la Filosofia. Sólo "indirectamente", 
porque directamente son autónomas. 
Las Ciencias dependen de la Filosofia, en los siguientes aspec-
tos: en la fundament9-ción de sus principios; en la reflexión so-
bre el lugar de cada Ciencia en la armonía del conjunto del sa-
ber; en cuanto a la posible ordenación final de todo el saber 
humano hacia un fin trascendente. 
En cuanto a la fundamentación de sus principios, porque los 
fundamentos en que se basan las Ciencias, no son estudiados 
por ellas mismas. Por ejemplo, en Física se empieza suponien-
do ya que la inteligencia del hombre es capaz de conocer una 
realidad material, que también se supone inteligible de algún 
modo. De lo contrario, no tendría sentido estudiar Física. Tam-
bién se supone que la ley comprobada en pocas experiencias 
(ciertamente, no en todas las experiencias), vale para todos los 
casos en que se cumplan idénticas condiciones (en otras pala-
bras, se supone la legitimidad de la inducción). 
En Matemáticas, no se empieza estudiando el grado de abstrac-
ción correspondiente en el cuadro general de las abstracciones, 
ni el tipo de verdad que se logra con el lenguaje matemático. 
Tampoco se fundamenta especialmente el principio de identidad, 
que se va a usar constantemente. 
Esto no quiere decir que, para ser fisico o matemático haya que 
ser antes filósofo, porque los principios de las Ciencias pueden 
47 
Gustavo Casas 
st~r conocidos suficientemente, sin que sean explícitamente fun-
dalllcntados por la Filosofía. Pero siempre su valor de verdad 
dependerá de la verdad de los principios de la Filosofía que per-
lnitcn justificarlos ante la razón última de las cosas. En este sen-
tido se puede hablar de una subordinación "indirecta". Por ejem-
plo el principio matemático: "dos cantidades iguales a una 
tercera son iguales entre sí", se resuelve en el principio metafí-
sico mús universal "dos seres idénticos a un tercero son idénti-
cos entre sí". 
1 •:n cuanto al lugar de cada Ciencia en la armonía del conjunto, 
porque evidememente sólo una sabiduría que trascienda a todas 
las demás puede elaborar una visión total que vaya más allá de 
lo particular y específico de cada Ciencia. Lo mismo debe decir-
se en cuanto a la ordenación del saber humano. Es a la Filoso-
na a quien compete reflexionar sobre el Bien final a donde han 
de converger todos los esfuerzos del conocimiento del hombre. 
Todavía podemos preguntarnos algo sobre un "escándalo" que 
suele mencionarse cuando se comparan las Ciencias con la Filo-
sof'ía: los científicos logran ponerse de acuerdo en cambio, los 
l'i lúsolos se dividen casi en tantas opiniones como individuos. 
¡,< 'on qué "Filosofía" va a dialogar entonces la Ciencia? 
l•:s cierto que es más fácil ponerse de acuerdo en la solución de 
un problema científico que en una cuestión filosófica. Por ejem-
plo, si dudo que el hierro se dilata por el calor según tal coefi-
l'icnle, me pueden convencer fehacientemente con un buen expe-
rinwnto, realizado en cualquier lugar del mundo. Pero si dudo 
cll~ la superioridad esencial del hombre sobre los monos, enton-
l'l'S la cosa no es tan fácil, porque la respuesta correcta depen-
dn:'l de un esfuerzo mucho más pleno, que compromete todos 
los intereses del hombre. En efecto, no sólo tendré que consta-
tar y juzgar en su valor real las principales conclusiones de la 
!\ nt ropología física y cultural, sino que también tendré que po-
ner en juego ---aunque no quiera-, mi concepción de vida y mi 
111ancra real y concreta de vivir. Si vivo como un mono más o 
48 
Introducción a la Filosofía 
menos desarrollado, me será muy difícil comprender eso de la 
trascendencia espiritual del hombre. Y esto pasa con respecto a 
todos los valores que "interesan" a nuestra vida. Por ejemplo, 
¿acaso el que haya diversidad de pensamientos políticos o eco-
nómicos prueba algo en contra de un Bien común que debe ser 
buscado, en y a pesar de las divergencias? Lo que prueban tales 
divergencias es que lo humano es muy complejo y sujeto a fuer-
tes pasiones e intereses particulares. Tampoco conviene ilusio-
narse respecto a las convergencias de los científicos. También 
ellos se resisten más de la cuenta, a veces, para ponerse de 
acuerdo, cuando se toca a sus intereses vitales. (Ver: C. Tres-
montant. Cómo se plantea hoy el problema de la existencia de 
Dios, p. 56-57). 
En conclusión, la diversidad de opiniones de los filósofos nada 
prueba contra la Filosofía como búsqueda de la verdad (aún 
como posibilidad de irla alcanzando y poseyendo), sino que ma-
nifiesta, una vez más, la dificultad intrínseca de captar la reali-
dad cuando se la enfoca en profundidad. Las "raíces" siempre 
duelen, ya sea que se visualice el mundo que nos rodea, o el 
mismo hombre que se interroga, o la explicación última de todo 
cuanto existe. 
El hombre es un ser limitado, finito, pero con vocación de so-
brepasar siempre sus limitaciones. Por otra parte, la realidad del 
ser es inagotable. Podemos comprender que haya divergencias. 
e) La escuela "neo-positivista" y la Filosofía 
Por último, habiendo reflexionado sobre las relaciones de la Fi-
losofía con las Ciencias, no podemos dejar de lado la posición 
vigente en la actualidad, que precisamente intenta eliminar total-
mente a la Filosofía, tal como la hemos entendido en nuestras 
reflexiones. Tenemos que tratar, pues, de la tesis fundamental de 
la llamada escuela neo-positivista sobre su concepción de la Fi-
49 
Gustavo Casas 
loso ría, porque tal negación se pretende hacer en nombre del 
lenguaje de las Ciencias de la naturaleza. 
1•:1 "positivismo" nace en el siglo XIX con A. Comte (1798-
1 X.'i7), y tiene sus raíces en el empirismo inglés del siglo XVIII 
( llume: 1711-1776). 
1 .a denominada escuela neo-positivista se origina en 1929 con el 
nombre de "Círculo de Viena", y su folleto-programa se titula: 
( 'oncepción científica del mundo. Poco más tarde, los más des-
tacados neopositivistas, perseguidos en Alemania por el nacio-
nal-socialismo, emigran a Inglaterra y a los Estados Unidos, 
donde llegan a ejercer una gran influencia en el campo del pen-
samiento. Actualmente, hay que contar a esta escuela entre las 
<.:orrientes más importantes de la Filosofía de nuestros días, a 
pesar de que algunos la consideren como no vigente. En efecto, 
el mundo moderno está dominado por el poder de la Ciencia, y 
la actitud espiritual del neo-positivismo puede expresarse como 
"Cicntismo", es decir, como la doctrina según la cual sólo es 
vúlida la verdad demostrada por las ciencias experimentales (que 
son las "positivas") y sus teorías fundamentales. Notemos que el 
( 'icntismo se dirige principalmente contra la convicción religio-
sa y metafísica, desconociendo la diversidad de niveles en la 
verdad, y absolutizando un modo parcial y restringido de saber, 
eslo es, absolutizando el método científico. 
l.a lcsis fundamental que aquí nos interesa es la referente a la 
concepción de la Filosofía. R. Carnap (1891-1970), que aparece 
co111o el lógico, y en cierto sentido como el jefe de la escuela; 
declara que la Filosofía sólo puede consistir en un análisis de las 
proposiciones del lenguaje de las ciencias de la naturaleza. La 
Filoso na no es sino el estudio de la sintaxis lógica de las propo-
si1·ioncs científicas. Hay que partir de proposiciones que Carnap 
dL·notnina "proposiciones protocolarias", cuya forma pura es del 
si¡•,nienlc tenor: "X ha observado el fenómeno F en el lugar L, 
en el tiempo T". (Notemos que esta tesis tropezó con dificulta-
des, provocando grandes discusiones aún dentro de la escuela, 
50 
Introducción a la Filosofía 
porque por ejemplo, se puede poner en duda la salud mental del 
señor X que hizo la observación, y caer en la proposición pro-
tocolaria de un psiquiatra, y así indefinidamente). 
Ahora bien, prosigue la tesis, para que una proposición tenga 
sentido, tiene que ser "verificable". Y esta verificación tiene que 
poder ser real izada, porlo menos, por dos observadores. Claro 
es tú que esta vcri ficación resulta ser una verificación sensible, 
porque scp.(1n los two-posi l i vistas, el objeto de la experiencia es 
t•x¡·lusivanwntt~ la sensaciún. Así, no es posible verificar nunca 
la t•xtstt'IH"I:t dt~ cosas qttc sean dif'crentes de las sensaciones. 
l'no L'nloncL~s ocurre algo muy importante: ya que no es posible 
vcri ricar mús que las proposiciones que se refieren a los cuerpos 
y sus movimientos, todas las proposiciones de la Filosofía clá-
sica y aun de la Psicología introspectiva, caen en lo inverifica-
blc, y, por tanto, en el sin-sentido. Y el único lenguaje con sen-
tido es el de la Física ("Fisicismo"), y hay que unificar todas las 
Ciencias desde este punto de vista (lenguaje "unitario" y Cien-
cia "unitaria"). 
Partiendo de estas tesis fundamentales, los neo-positivistas se 
han ensañado con los "falsos" problemas de la Filosofía. En 
efecto, la Filosofía clásica, viene a decir Carnap, ha mezclado 
dos sentidos en las funciones del lenguaje: querer decir "algo", 
o bien, expresar sencillamente "deseos y sentimientos". Ahora 
bien, prosigue Carnap, las proposiciones de los filósofos cuando 
hablan de realismo, idealismo, el alma, la existencia de Dios, 
etc., probablemente quieren expresar "deseos y sentimientos", 
pero no pueden querer decir "algo". Por eso, esos son falsos 
problemas, y el intentar resolverlos no es más que perder el 
tiempo. La Filosofía, lo que tiene que hacer es limitarse el aná-
lisis del lenguaje científico con métodos lógicos, y nada más. 
(Ver: J. Bochenski, La Filosofia actual, p. 74-83). 
Citemos ahora directamente a Carnap en su obra La superación 
de la Metafisica por medio del análisis lógico del lenguaje (Tí-
51 
Gustavo Casas 
lulo muy significativo, por cierto, porque se "supera" aquello 
que se elimina como trasto viejo, ya que no sirve para nada). 
"1 (n el dominio de la Metafísica dice Carnap (incluida la filo-
sofía de los valores y la ciencia normativa), el análisis lógico 
c~mduce al resultado negativo de que las pretendidas proposi-
ciones de ese dominio, son completamente sin sentido. Con 
cslo se ha alcanzado una superación radical de la Metafísica 
que no había sido posible todavía desde los anteriores punto~ 
de vista antimetafisicos." (C. Fernández, Los filósofos moder-
nos: Tomo 2, p. 486). 
Todo esto es muy interesante. Mucha gente piensa así, sobre 
lodo en los ambientes científicos que se dicen "neutros". Por 
aquí pasa una gran veta de la "increencia" del mundo actual. 
Pero podemos preguntar sobre la verificación empírica (o analí-
lica) precisamente de esa proposición que se nos quiere endilgar. 
En efecto, si sólo tienen valor de verdad las proposiciones veri-
ricables empíricamente, ¿cómo se verifica esta misma proposi-
ción: "Sólo tienen valor de verdad las proposiciones verificables 
empíricamente"? Sólo podría verificarse en una experiencia tras-
cendente a lo sensible, en la experiencia de lo evidentemente 
captado por nuestro pensamiento, pero nunca puede verificarse 
otra vez "empíricamente", como postula el neo-positivismo. 
Ahora bien, tal proposición tampoco es evidente por sí misma· 
y, si se la quiere justificar por cualquier otro tipo de reflexión' 
se caería lamentablemente en lo que se intentaba superar: 1~ 
Melal1sica con sus "falsos" problemas. 
1 ,o~ análisis lógic?s del lenguaje científico pueden resultar muy 
val1osos para clanficar los métodos científicos y pueden contri-
huir al progreso de la Filosofia de las Ciencias, pero no bastan 
para "superar" y dejar fuera de combate los problemas metafisi-
cos, t~tw .son l~s .eternos problemas del hombre, y que no se pue-
(kll .llt~liHiar diciendo que son una mera expresión de deseos y 
senl11111enlos, por bellos que sean. 
52 
Introducción a la Filosofía 
Sumario 3. La Filosofía y las ciencias particulares 
a) El punto de partida filosófico: Legítima autonomía de la Fi-
losofia; los "hechos" constitutivos del punto de partida; sen-
tido y alcance de una experiencia humana ampliada. 
b) El método filosófico: Noción etimológica; "análisis" y "sín-
tesis"; la unidad del razonamiento coherente; procedimien-
tos analíticos y no analíticos; los métodos más propiamente 
filosóficos; investigación "discursiva" y meditación "sapien-
cial". 
e) Limitaciones del enfoque "científico": Descripción del mé-
todo propio de las ciencias empíricas; la ciencia "prototipo" 
en este nivel; lo mensurable, los instrumentos y las técnicas 
operatorias. 
d) Relaciones de la Filosofía con las Ciencias particulares: 
Un diálogo necesario; aspectos en los cuales la Ciencia de-
pende de la Filosofia; el escándalo del disenso de los filó-
sofos frente al consenso de los científicos; razones de tal di-
ferencia. 
e) La escuela "neo-positivista" y la Filosofía: Circunstancias y 
raíces históricas; la posición de R. Carnap y algunas re-
flexiones críticas sobre tal posición. 
53 
Gustavo Casas 
Nota Complementaria: "Juristas" y "Filósofos" 
Si aplicamos estas consideraciones a las relaciones de la Filoso-
tia con la Ciencia del derecho, nos encontramos con una situa-
ción que nos interesa especialmente. 
Todos los grandes autores, de Aristóteles a Kant, de Platón a 
llegcl, han filosofado sobre el derecho, asignándole a veces un 
puesto importante en sus respectivas interpretaciones del mundo 
del hombre. 
Por su parte, los juristas de profesión no suelen mirar con mu-
cha simpatía las elucubraciones de los filósofos, juzgándolas 
como ingenuas pretensiones teóricas, con las cuales no se pue-
de construir ningún sistema jurídico digno de ese nombre. 
Pensamos que está bien que los filósofos se ocupen de un hecho 
tan importante como es el fenómeno jurídico, siempre que res-
pcl en su enfoque propio de buscar las explicaciones fundamen-
tales, como hemos establecido en la definición de Filosofía. Por 
ejemplo, les corresponde definir qué es propiamente el "dere-
cho"; cómo se abre en él el reino del "deber ser" propio de la 
jusi icia; indagar la cuestión sobre el método, es decir, sobre el 
camino que conduce desde el fenómeno jurídico (expresado en 
la definición del derecho), hasta el ideal de la justicia. 
1 ·:n cuanto a los juristas de profesión, ocurre algunas veces que, 
luego de haber rechazado a los filósofos, se aventuran ellos mis-
lliOS por s11 cuenta en los problemas filosóficos, que la Ciencia 
¡mídira, como saber particular, no puede ni plantear ni discutir 
sin salir de su propio campo. 
Ahora hi,~n. lo que impulsa tanto a los filósofos como a los ju-
ristas cn esta lll:trcha del pensamiento es "la necesidad ínsita en 
54 
Introducción a la Filosofía 
la naturaleza de las cosas. Como no es arbitrariedad del filósofo 
sino exigencia de la Filosofía el abarcar el derecho en la visión 
universal del mundo, del mismo modo no es el capricho del ju-
rista sino la misma Ciencia jurídica la que invoca un rayo de luz 
de las más altas regiones del pensamiento, donde habita la Filo-
sofía." ... 
"Filosofía y Ciencia particular están entre sí como la circunfe-
rencia con respecto a los polígonos inscriptos y circunscriptos. 
Los polígonos, dice el geómetra, tienden a la circunferencia. 
Dadles vida; ellos, multiplicando indefinidamente sus lados, no 
sólo se acercarán cada vez más a la circunferencia, sino que lo-
grarán siempre más numerosos puntos de contacto con ella; no 
obstante, no podrán adecuarse nunca, salvo procediendo al infi-
nito, es decir, con un pasaje al límite, que ya no es un proceso 
empírico y cuantitativo, sino un traspaso cualitativo de concep-
tos. Algo similar sucede en todas las ciencias. Nacidas de la ne-
cesidad de unificar, ínsita en el pensamiento, ellas gustan de ex-
tender siempre más el valor de sus fórmulas, aumentando el 
grado de generalización, que las torna cada vez más cercanas y 
semejantes a las fórmulas filosóficas, en cuya universalidad las 
ciencias hallan su límite, que es también su punto de orienta-
ción." (G. Graneris, Contribución tomista a la Filosofiadel De-
recho, p. 2-3). 
Pues bien, aplicando esta consideración general al caso de las 
Ciencias jurídicas, podemos constatar que es el objeto mismo 
del derecho el que las impulsa hacia las dimensiones filosóficas. 
En efecto, con cierta razón se ha dicho que "primero es vivir, 
y luego filosofar". Pero si el "vivir" no se entiende como sinó-
nimo de dormir sino de "actuar", entonces lo primero será la 
actividad. Y precisamente encontramos el derecho en esta ac-
ción del hombre en cuanto ordena sus relaciones activas en la 
sociedad. Ahora bien, todo acto humano lleva implícita alguna 
"filosofía": "El acto humano no es posible si el sujeto no se de-
55 
Gustavo Casas 
termina; para determinarse es necesario elegir; para elegir, es 
necesario dejarse guiar por un fin, es decir, es menester vencer 
la apatía, decir 'sí' o 'no' a alguna cosa, pronunciarse. Y pro-
nunciarse en la acción es lo mismo que dar su adhesión a un 
concepto de la vida, que no es otra cosa que un lado o una 
consecuencia de la visión integral del universo, es decir filosó-
fi.c~. To~o acto humano está grávido de teoría. Sólo ~ proba-
brhsmo mgenuo y ciego puede ilusionarse de tomar una deci-
sió,n práctica sin salir de la duda especulativa. ( ... ) Juristas y 
filosofos, o al menos Derecho y Filosofía, parecen constituir los 
dos polos de un campo magnético, casi dos enemigos insepara-
bles. El filósofo comienza con la metafisica y desemboca fatal-
r~ente en la doctrina ética, donde encuentra el Derecho; el ju-
nsta parte del análisis de los textos legales y se eleva hacia las 
alt~ras metafísicas, llevado por una necesidad interna." (G. Gra-
nens, o.c., p. 4-5). 
56 
4. LA FILOSOFÍA y LA TEOLOGÍA 
Avan>'.ando un paso mús, debemos considerar en el presente 
'l'l'llW, la autonomía y vinculación de la Filosofía, con ese otro 
{unhito del saber que se fundamenta en la Revelación de Dios en 
la historia, y que constituye la "Teología" propiamente dicha. 
a) Noción de la Teología y sus partes principales 
Existe otro tipo de saber que se llama "Teología". ¿Qué enten-
demos por la Teología propiamente dicha? El término significa, 
tratado, estudio sobre Dios. Ahora bien, la Filosofia, al indagar 
sobre las explicaciones fundamentales de las cosas, llega a esta-
blecer la existencia de un Dios personal, Causa primera de todo 
ser, infinito en perfección. Por tanto, la Filosofía incluye una 
cierta "Teología", pero esta Teología, como todo lo filosófico, se 
fundamenta solamente en la luz natural de la razón. Es una teo-
logía "natural", que suele denominarse, según el término acuña-
do por Leibniz, "teodicea" (justificación de Dios). 
Por tanto, cuando aquí se habla de "otro" tipo de saber, nos es-
tamos refiriendo a algo distinto, que no es Filosofia. Por eso se 
la suele llamar "Teología sobrenatural". 
Vayamos por pasos. Si existe un Dios trascendente (distinto 
del mundo), personal (dotado de inteligencia y voluntad) y li-
bre (que no está determinado ni condicionado por nada fuera 
de Sí mismo), es evidente que, después de la creación, puede 
57 
Gustavo Casas 
comunicarse cuando y como quiere con sus criaturas racionales 
(los hombres). No le podemos poner límites al poder y al amor 
de Dios. Pues bien, esa comunicación libre de Dios a los hom-
bres, constituye la "Revelación". (Re-velare = descorrer un 
velo para descubrir realidades ignoradas o para mostrar nuevos 
horizontes). 
En efecto, Dios puede dar noticia a los hombres sobre sí mismo 
Y sobre las cosas divinas y religiosas. Como esta Revelación va 
más allá de la revelación natural (base de la Filosofía sobre 
Dios), se la denomina Revelación "sobrenatural". Es decir que 
Dios decide entrar en relaciones inmediatas con los hombres. 
"El mismo Dios que ha creado y dirige la Historia, interviene 
como actor en ella mediante dicha relación inmediata e inicia 
con ello una nueva historia sobre un plano distinto y superior. 
... La Revelación sobrenatural está al servicio de la vida sobrena-
tural, Y el punto central de este acontecimiento es la Encarna-
ción del Hijo unigénito de Dios, Jesucristo". (A. Lang, Teología 
Fundamental: Tomo 1, p. 50). 
Jesucristo es pues el que, por sus acciones y por su palabra, por 
lo que hace y por lo que dice, nos revela la intimidad de Dios y 
el camino que lleva a los hombres a la salvación total y defini-
tiva. (Ver: A. Lang, o.c., p. 45-58). 
Ahora bien, ¿qué entendemos por "Teología" (sobrenatural o 
propiamente dicha)? Brevemente, Teología es la Ciencia de la 
Revelación cristiana. Es la rama del saber humano que se ocupa 
del estudio metódico y sistemático del contenido de la Revela-
ción cristiana. 
Esquemáticamente podemos decir: los "principios" de la Teolo-
~ía son las verdades reveladas por Dios en la Tradición y en los 
hbros sagrados de su Pueblo escogido (Biblia), verdades confia-
das a la Iglesia para su custodia y auténtica interpretación. 
El "criterio" según el cual se aceptan estas verdades, no es la 
evidencia racional de sus principios (como en Filosofía), sino la 
58 
Introducción a la Filosofía 
autoridad de Dios que revela. Su "luz", no es la mera razón na-
tural (como en Filosofía), sino la razón iluminada por la fe. 
Notemos que hay verdades que pueden ser alcanzadas por la 
sola luz de la razón, y que también son reveladas por Dios. Por 
ejemplo: la existencia de Dios, la espiritualidad de la persona 
humana, la obligación de practicar el bien y evitar el mal, etc. 
Pero hay otras verdades como la Santísima Trinidad, la Encarna-
ción, que solamente pueden ser conocidas porque Dios las reve-
la. Es decir, que el ámbito del conocimiento natural y el de la 
Revelación, coinciden en parte. 
La Teología comprende tres grandes divisiones: la Teología Fun-
damental, la Teología Positiva, y la Teología Sistemática, Espe-
culativa o Dogmática. 
La Teología Fundamental se propone justificar la legitimidad de 
esta afirmación: "El Cristianismo es la religión revelada sobrena-
tural que procede inmediatamente de Dios". En otras palabras, 
pertenece al objeto de la Teología Fundamental todo lo que es 
necesario y conveniente para abrir y hacer posible el acceso a la 
fe. Por tanto, esta parte de la Teología tratará de hacer compren-
der los siguientes pasos: 1) la Revelación sobrenatural es posible 
y creíble; 2) la importancia de las disposiciones subjetivas para la 
fe; 3) la necesidad de una Revelación sobrenatural; 4) el hecho de 
la Revelación divina: la religión de Israel que culmina en Jesu-
cristo; 5) la fundación de la Iglesia por Cristo, que, por su Magis-
terio es la transmisora infalible de la revelación divina. 
' 
En resumen: la Teología Fundamental ayuda a comprender que 
es razonable el obsequio de nuestra fe a un Dios que se revela 
en Jesucristo, quien instituye una Iglesia como auténtico órgano 
de perpetuación y de transmisión de su mensaje divino. Se re-
flexiona sobre tres fundamentos íntimamente relacionados en 
orden a incitar nuestra fe: Dios, Cristo y la Iglesia. 
La Teología Positiva por su parte, se propone reunir y presentar 
de la manera más exacta y correcta posible, las afirmaciones 
59 
Gustavo Casas 
contenidas en las "fuentes" de la Revelación: Tradición, Escritu-
ra y Magisterio eclesiástico de los primeros tiempos. En efecto, 
la Revelación divina ha quedado consignada, ya sea en la tra-
dición oral del Pueblo de Dios, ya sea, sobre todo, en los Li-
bros inspirados de la Sagrada Escritura (Biblia). Por esto, se 
llalllan "fuentes" de la Revelación divina a la tradición y a la 
1 ·:scri tura. 
1 .a Teología Especulativa o Dogmática a su vez, retoma este 
material así reunido por la Teología Positiva, y trata de apropiár-
selo de una manera sistemática, relacionando los diversos datos 
particulares entre sí y con la totalidad del mundo espiritual del 
hombre. Y baste por ahora lo dicho, para la finalidad de una In-
troducción a la Filosofía (y no a la Teología). Aquí nos pregun-
tamos: ¿cómo se relaciona este tipo de saber "teológico" que 
hemos

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