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Teorias de la Politica Internacional-Kenneth Waltz

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1 
LEYES Y TEORIAS 
Escribo este libro con tres propósitos: prin.!ero, examinar las 
teorías de política internacional __ y_ los enfoques del tema que --
alegan ser teóricamente importantes; segundo, elaborar una 
teoría de la política internacional que remedie las deficiencias 
de las teorías actuales; y, . terceró, examinar algunas _aplica~l9~ 
nes de la teoríá que se ha elaborado. Los preliminares necesa-
rIos para la concreción de estos propósitos implican definir 
de qué teorías se trata y enunciar los requerimientos de su 
comprobación. 
1 
Los estudiosos de la política internacional utilizan el término 
'~orí~' libremente, a menudo para referirse a cualquier obra 
que se aleje._ de la mera descripción, y rara vez para aludir a 
los trabajos que satisfacen -los standards de la filosofía. de la 
ciencia. Mis yrooositos requier~~ qlJe __ ª-(:Ld.efinan_ c]lidadQ~J:Ilen· 
te los tér~~o~ __ Jeoría y ley. En tanto hay ~os definiciones de 
teoría-susceptibles de aceptación, luna simple ,;definición 'de ley 
es ampliamente acept8da:-Las leyes establecén relaciones· entre.-_ 
variables, siendo las variables conceptos que pueden adQ.!lirir 
Cüfetentes - valores~ -Si a, luego b, donde a representa a una o más--
variables independientes y b representa la variable dependiente: 
formalmente, ésta · es la enunciación de una ley. Si la relación 
entre a y b es invariable, la leyes 'absoluta. Si la relación es 
altamente constante, aunque no invariable, la ley se leería así: 
Si a, luego b con probabilidad x. Una ley no se basa simplemente 
en el descubrimiento de una relación, sino en una relación que 
ha sido descubierta repetidamente. La repetición da lugar a la 
expectativa de que si me encuentro en el futuro con a, tengo una 
probabilidad específica de encontrarme también con b. En las 
ciencias naturales, incluso las leyes probabilísticas contienen 
9 
KENNETH N. WALTZ 
tma fuerte imputación de necesariedad. En las ciencias sociales, 
decir que las perstJna5 con un ingreso específico votan a los 
demócratas con cierta probabilidad es enunciar una afirmación 
similar a una ley. La palabra similar implica un menor sentido 
de necesariedad. Sin embargo, la afirmación no será de ningún 
modo similar a una ley a menos que la relación haya sido halla-
da en el pasado con tanta frecuencia y solidez como para dar 
lugar a la expectativa de que se sostenga en el futuro con altos 
niveles de probabilidad.1 
Según tma , definición, las teorías son conjuntos de leyes 
qué Pért8Jl.ecen a una conducta o fenómenos particulares. Ade-
máS 'de los niveles de ingresos, se pueden establecer asociacio-
rieséD.tre la educación de los votantes, su religión y los com-
pr:oflÍhJOsp()Hticos de sus padres, por una parte, y la manera 
~<~~: ~~,2~!l',~~,l~ c)tra. Si las leyes probabilísticas as1 estable-
'~f:!.M~-~:~!PÍJ).~~ Bn _cóhjtm,tc), Se pueden lograr mayores correla-
-ct&~':' eritre _las caracterfstiCl}S, de los votantes (las variables ) 
tDdePencllentes) y la ~lección de partido (la variable dependien-
te). Las teorfas son, entonces, más complejas que las leyes, pero 
a menudo lo son cuantitativamente. Entre las leyes y las teorías 
no 'aparecen diferenciaciones de clase. 
Esta primera definición de teoría respalda la aspiración 
de muchos cientificos sociales que procuran "edificar" teorías 
reuniendo hipótesis cuidadosamente verificadas e interconecta-
das. El relato siguiente sugiere el modo en que la mayoria de 
los cientfficos sociales piensa acerca de la teoría: 
Homero describe que los muros de Troya tenían ocho pies 
de espesor. Si ,su relato esver4adero, entonces varios milenios 
más tarde pOdríamos descubrir esos muros tras una cuidadosa 
excavación. Esta idea , se le ocurrió a Heinrich Schliemann en 
la adolescencia, y cuando fue adulto instrumentó una compro-
bación empírica de la teorfa. Karl Deutsch usa la teoría como 
~ . . 
,.<d 1." ~snecesario ser cuidadoso. La afirmación es solamente similar 
auna ley si puede ser verificada de diversas maneras. Las condiciones 
contrafácticas, por ejemplo, deberían satisfacerse de la siguiente manera: 
', ' La pe~on!l b está en la categoría de ingresos de los probables repu-
Jj.lI;Canos; SI el mgreso de b se redujera hasta un cierto nivel, esa persona 
prol:!abletpe~te se convertiría en demócrata. Más precisamente, una afir-
ma~l~n sImIlar. a una ley establece estas expectativas: si b es R con pro-
babibdad x, y SI a es D con probabilidad y, entonces si b se convierte en a 
se convierte por lo tanto e~ D con probabilidad x. 
10 
LEYES Y TEORiAS 
ejemplo de cómo se comprueban las teorías del nuevo estilo 
(1966, pp. 168-69). Una teoría nace de la conjetura y es viable 
si esa conjetura se confirma. Deutsch considera a las teorías de 
la clase si-entonces como "teorías ·especiales", que "más tarde 
pueden ser incluidas en una gran teoria". Da entonces otros 
ejemplos y al hacerlo se desplaza "de una cuestión si-o-no a 
otra acerca del ·cuánto". Deberíamos tratar de descubrir cuánto 
contribuyen las "diferentes variables" para la obtención de un 
determinado resultado (1966, pp. 219-21). 
¿Qué es lo que resulta útil en esa 'flstructura de pensamien-
to, y qué es lo que no? T-odos Mbemos que un coeficlente de 
correlación, incluso uno elevado, no -garantiza la existencia de 
llna relación causal. Sin embargo, el ·hecho de conforntar el 
coeficiente nos permite decir técnicamente que hemos dado 
cuenta de un cierto porcen.taje de variación. Entonces, resulta 
fácil creer que hemos identificado y medido una verdadera co-
nexión causal, pensar que se ha ,establecido la relación entre 
una variable dependiente y la independiente, y olvidar que sólo 
se ha dicho algo acerca de algunos puntos en un papel y de la 
linea de regresión que se ha trazado a partir de ellos. ¿Es espúrea 
la corr~lación? Eso sugiere la pregunta adecuada sin haberla 
formulado del todo. Las correlaciones no son espúreas ni ge-
nuinas; son meramente números que uno obtiene al desarrollar 
operaciones matemáticas simples. Una correlación no es espúrea 
ni genuina, pero la relación que nos inferimos de ella puede ser 
ambas cosas. Supongamos que. alguien propone una ley, por 
ejemplo, estableciendo cuidadosamente la relación existente en-
tre el impulso impartido a un coche y su movimiento. La rela... 
ción establecida, si se mantienen constantes las condiciones, y 
la medición es cuidadosa, es un simple hecho de observación, 
una l~y que permanece constantemente válida. La explicación 
ofrecida con respecto a la relación entre el impulso y el movi-
miento, sin embargo, es radicalmente distinta si consultamos 
a Aristóteles, a Galileo o a Newton. La aceptación aCrítica de 
un número. como indicador del resultado de una conexión .es 
el primer peligro del que habría que salvaguardarse. Es sencillo 
hacerlo. El siguiente problema es de mayor importancia y de 
más dificil resolución. 
'Incluso en el caso .de que estemos satisfechos de diversas 
maneras acerca de que una correlación señala una conexión que 
11 
KENNETH N. WALTZ 
se sostiene confiablemente, aún no hemos dado cuenta de esa 
conexión en el sentido de haberla explicado. Hemos dado cuen-
ta de ella a la manera -y sólo a la manera- en que la física 
aristotélica daba cuenta de la relación entre el impulso y el 
movimiento. Desde un punto de vista práctico, el conocimiento 
del elevado grado de correlación existente entre impulso y mo-
vimiento es muy útil. Ese conocimiento descriptivo puede su-
gerir ciertas claves acerca de los principios del movimiento. 
Sin duda,. también puede ser muy equívoco, como por cierto 
resultó. Los números pueden describir lo que sucede en el 
~undo. Pero, independientemente de la seguridad con· la q~e 
hayamos perpetuado una descripción en números, seguimos sin 
haber explicado aquello que hemos descripto. Las estadísticas 
no dellluestran cómo funciona algo ni cómo las cosas encaj ano 
Las estadísticas son simples descripciones con forma numérica. 
La forma es económica porque las estadísticasdescriben un 
universo por medio de manipulaciones de las muestras extraídas 
de él. Las estadísticas son útilés . a causa de la variedad de ope-
raciones ingeniosas que autorizan, algunas de las cuales pueden 
utilizarse para comprObar la significación de las otras. El 
resultado, no obstante, sigue siendo una descripción de alguna 
parte del mundo y no una explicación de ella. Las operaciones 
estadísticas no pueden franquear el abismo que se abre entre 
la descripción y la explicación. Karl Deutsch nos aconseja "for-
mular, o reformular, una proposición en términos de probabili-
dad, y decir cuánto del resultado puede ser justificado por un 
elemento y cuánto del resultado puede ser justificado por otros 
elementos o si es autónomo y libre" (1966, p. 220). Si seguimos 
ese 'consejo, nos comportaremos como físicos aristotélicos. Tra-
taremos un problema como si la única manera de hacerlo fuera 
decir hasta qué punto el movimiento del coche es consecuencia 
del impulso o del declive o hasta qué punto su movimiento se 
ve obstaculizado por la fricción. Seguiríamos pensando en tér-
minos secuenciales y correlacionales. Al hacerlo,' pueden lo-
grarse resultados que son útiles en la práctica, aunque los estu-
diosos . de la pol~tica internacional tienen desafortunadamente 
poco que mostrar como resultado de sus esfuerzos en ese sen-
tido, incluso, en términos prácticos. Y, si se r.evelara alguna 
información útil, seguiría existiendo la tarea más difícil de ima-
ginar su significado teórico. r 
12 
LEYES Y TEORÍAS 
La "ilusión inductivista", como la llama el antropólogo es-
tructuralista Lévi-Strauss, es la convicción de que se obtiene 
la verdad y se logra la, explicación por medio de la acumulación 
de más y más datos y del examen de más y más casos. Sin em-
bargo, si reunimos cada vez más datos y establecemos más y 
más asociaciones, finalmente no nos hallaremos sabiendo nada. 
Simplemente tendríamos más y más datos y conjuntos mayores 
de correlaciones. Los datos nunca hablan por sí mismos. La 
observación y la experiencia nunca conducen directamente al 
conocimiento de las causas. Como dijera en una oportunidad 
el pragmático norteamericano C. S. Peirce, "la experiencia di-
recta no es segura ni incierta, porque nada afirma -simple-
mente es. No implica ningún error, porque no da testimonio de 
nada que no sea su propia apariencia. Por la misma razan, no 
induce a ninguna certeza" (citado por Nagel, 1956, p. 150). Los 
datos, los hechos aparentes, las asociaciones aparentes no im-
plican el conocimiento cierto de algo. Pueden ser enigmas que 
un día pueden ser explicados, pueden ser trivialidades que no 
necesitan en absoluto ser explicadas. 
Si seguimos el camino inductivista, s610 podemos ocupar-
nos de partes de problemas. La convicción de que esas partes 
pueden ser sumadas, de que pueden ser tratadas como variables 
cuyos efectos sumados darán cuenta de una cierta porción del 
movimiento de una variable dependiente, se basa solamente en 
la fe. No sabemos qué sumar, ni sabemos tampoco si la adición 
es la operación apropiada. El número de partes en las cuales sepa-
rar un problema es infinito, y también lo es el número de mane-
ras en ,el que estas partes pueden combinarse. Ni por observa-
ción ni por experimentación se puede trabajar con una infinitud 
de Objetos y de combinaciones. En el siguiente ejemplo, Ross 
Ashby ofrece una adecuada medida de cautela. Los astrofísicos 
procuran explicar el comportamiento de grupos de estrellas con ' 
20.000 miembros. El principiante, observa Ashby, "dirá simple-
mente que desea saber cómo se comportará ese grupo, es decir, 
quiere conocer las trayectorias de sus componentes. Sin embar-
go, si pudiera acceder a este conocimiento,. tomaría la forma de 
muchos volúmenes colmados de tablas numéricas, y entonces 
advertiría que en ,realidad no desea todo eso". El problema, 
concluye Ashby, es cómo descubrir 10 que realmente deseamos 
saber sin "sobrecargarse con detalles inútiles" (1956, p. 113). 
13 
KENNETH N. WALTZ 
se sostiene confiablemente, aún no hemos dado cuenta de esa 
conexión en el sentido de haberla explicado. Hemos dado cuen-
ta de ella a la manera -y sólo a la manera- en que la física 
aristotélica daba cuenta de la relación entre el impulso y el 
movimiento. Desde un punto de vista práctico, el conocimiento 
del elevado grado de correlaci6n existente entre i~pulso y mo-
vimiento es muy útil. Ese conocimiento descriptivo puede su-
gerir ciertas claves acerca de los principios del movimiento. 
Sin duda, también puede ser muy equívoco, como por cierto 
resultó. Los números pueden describir lo que sucede en el 
mundo. Pero, independientemente de la seguridad con' la ql;le 
hayamos perpetuado una descripción en números, seguimo's sin 
haber explicado aquello que hemos descripto. Las estadísticas 
no demuestran cómo funciona algo ni cómo las cosas encajan. 
Las estadísticas son simples descripciones con forma numérica. 
La forma es económica porque las estadísticas describen un 
universo por medio de manipulaciones de las muestras extraídas 
de él. Las estadísticas son útiles ' a causa de la variedad de ope-
raciones ingeniosas que autorizan, algunas de las cuales pueden 
utilizarse para comprobar la significación de las otras. El 
resultado, no obstante, sigue siendo una descripci6n de alguna 
parte del mundo y no una explicación de ella. Las operaciones 
estadísticas no pueden franquear el abismo que se abre entre 
la descripción y la explicación. Karl Deutsch nos aconseja "for-
mular, o reformular, una proposición en términos de probabili-
dad, y decir cuánto del resultado puede ser justificado por un 
elemento y cuánto del resultado puede ser justificado por otros 
elementos o si es autónomo y libre" (1966, p. 220). Si seguimos 
ese 'consejo, nos comportaremos como físicos aristotélicos. Tra-
taremos un problema como si la única manera de hacerlo fuera 
decir hasta qué punto el movimiento del coche es consecuencia 
del impulso o del declive o hasta qué punto su movimiento se 
ve obstaculizado por la fricción. Seguiríamos pensando en tér-
minos secuenciales y correlacionales. Al hacerlo, pueden lo-
grarse resultados que son útiles en la práctica, aunque los estu-
diosos . de la pOli,tica internacional tienen desafortunadamente 
poco que mostrar como resultado' de sus esfuerzos en ese sen-
tldo, incluso, en términos prácticos. Y, si se. r.evelara alguna 
información útil, seguiría existiendo la tarea más difícil de ima-
ginar su significado te6rico. r 
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LEYES Y TEORÍAS 
La "ilusión inductivista", como la llama el antropólogo es-
tructuralista Lévi-Strauss, es la convicción de' que se obtiene 
la verdad y se logra la. explicación por medio de la acumulación 
de más y más datos y del examen de más y más casos. Sin em-
bargo, si reunimos cada vez más datos y establecemos más y 
más asociaciones, finalmente no nos hallaremos sabiendo nada. 
Simplemente tendríamos más y más datos y conjuntos mayores 
de correlaciones. Los datos nunca hablan por sí mismos. La 
observación y la experiencia nunca conducen directamente al 
conocimiento de las causas. Como dijera en una oportunidad 
el pragmático norteamericano C. S. Peirce, "la experiencia di-
recta no es segura ni incierta, porque nada afirma -simple-
mente es. N o implica ningún error, porque no da testimonio de 
nada que no sea su propia apariencia. Por la misma razón, no 
induce a ninguna certeza" (citado por Nagel, 1956, p. 150). Los 
datos, los hechos aparentes, las asociaciones aparentes no im~ 
plican el conocimiento cierto de algo. Pueden ser enigmas que 
un día pueden ser explicados, pueden ser trivialidades que no 
necesitan en absoluto ser explicadas. 
Si seguimos el camino inductivista, sólo podemos ocupar-
nos de partes de problemas. La convicción de que esas partes 
pueden ser sumadas, de que pueden ser tratadas como variables 
cuyos efectos sumados darán cuenta de una cierta porción del 
movimiento de una variable dependiente, se basa solamente en 
la fe. N o sabemosqué sumar, ni sabemos tampoco si la adición 
es la operación apropiada. El número de partes en las cuales sepa-
rar un problema es infinito, y también lo es el número de mane-
ras en el que estas partes pueden combinarse. Ni por observa-
ción ni por experimentación se puede trabajar con una infinitud 
de Objetos y de combinaciones. En el siguiente ejemplo, Ross 
Ashby ofrece una adecuada medida de cautela. Los astrofísicos 
procuran explicar el comportamiento de grupos de estrellas con · 
20.000 miembros. El principiante, observa Ashby, "dirá simple-
mente que desea saber cómo se comportará ese grupo, es decir, 
quiere conocer las trayectorias de sus componentes. Sin embar-
go, si pudiera acceder a este conocimiento" tomaría la forma de 
muchos volúmenes colmados de tablas numéricas, y entonces 
advertiría que en . realidad no desea todo eso". El problema, 
concluye AShby, es cómo descubrir lo que realmente deseamos 
saber sin "sobrecargarse con detalles inútiles" (1956, p. 113). 
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KENNETH N. WALTZ 
El viejo lema del "conocimiento por el conocimiento mismo" 
pierde su encanto, y por cierto su sentido, cuando uno advierte 
que los posibles objetos del conocimiento son infinitos. 
No obstante, los estudiantes actuales de política internacio-
nal muestran un fuerte compromiso con la inducción. Examinan 
numerosos casos con la esperanza de que allí emergerán estruc-
turas y conexiones, y de que esas estructuras y conexiones re-
presentarán la frecuentemente mencionada "realidad que está 
alH afuerú'''. La esperanza aparentemente descansa en la convic-
ción de que el conocimiento comienza con certezas y de que la 
~~,,\cc~ón puede revelarlas. Pero Jamás podemos decir con se-
~idad que un estado de cosas al que llegamos inductivamente 
se corresponde con algo objetivamente real. Aquello que pensa-
mos como realidad es en si mismo una concepción elaborada, 
construida y reconstruida a ~o largo de los tiempos. La realidad 
emerg.e de nuestra selección y organización de los materiales 
dispOnibles en cantidad infinita. ¿Cómo podemos decidir cuáles 
materiales seleccionar 'y cómo disponerlos? Ningún procedi-
miento inductivo puede responder a esta pregunta, pues el pro-
blema consiste en idear los criterios con los cuales la inducción 
puede llevarse adelante de manera útil. 
Aquéllos que creen, extrañamente, que el conocimiento em-
pieza con certezas piensari en las teorías como edificios de ver-
dades que pueden· construir inductivamente. Definen las teorías 
como hipótesis que pueden ser confirmadas y conectadas. Pero 
el conocimiento empírico es siempre problemático. La expe-
riencia a menudo nos conduce erróneamente. Tal como lo ex-
presara Heinrich Hertz, "aquello que es derivado de la experien-
cia puede volver a ser anulado por lá experiencia" (1984, p. 357). 
Nada es al mismo tiempo empírico y absolutamente verdadero, 
proposición establecida por Immanuel Kant y ahora amplia-
mente · aceptada, al menos por los estudiosos de las ciencias 
naturales. Y, dado que el conocimiento empírico es potencial-
mente infinito en cantidad, sin cierta guia no podemos conocer 
ni lo que reúne la información ni tampoco cómo combinarlo 
de modo que se vuelva comprensible. Si pudiéramos aprehender 
directamente el mundo que nos interesa, no tendríamos nece-
sidad de teorías. Pero no podemos. Sólo podemos. hallar un 
camino entre los infinitos materiales con la guia de la teoría 
tal como se definió en el segundo sentido. 
14 
LEYES Y TEORÍAS 
En vez de ser meros conjuntos de leyes,. las teorías son 
enunciaciones que las explican (Nagel, 1961, pp. 80-81; Isaak, 
1969, pp. 138-39), Las teorías son cualitativamente diferentes 
de las leyes. Las leyes identifican asociaciones probables o inva-
riables. Las teorías demuestran por qué se presentan esas aso-
ciaciones. Cada término descriptivo de una ley está directamente-
vinculado a procedimientos de observación o experimentación. 
Además de términos descriptivos, las teorías contienen nocio-
nes teóricas. Las teorías no pueden construirse por medio de 
la inducción solamente, pues las nociones teóricas sólo pueden 
inventarse, no descubrirse. Aristóteles se ocupó del movimiento 
ve-rdadero, es decir de las relaciones entre esfuerzo y movimien-
to, que son asuntos de la experiencia común. Galileo dio varios 
pasos audaces alejándose del mundo real con el objeto 'de expli-
carlo. Aristóteles creía que los objetos están naturalmente en 
descanso y que se requiere esfuerzo para moverlos; Galileo 
supuso que tanto el descanso como el movimiento circular uni-
forme son naturales y que un objeto permanece en cualquiera 
de estas dos situaciones en ausencia de fuerzas externas. New-
ton concibió un movimiento rectilíneo uniforme. La teoría que 
ideó para explicarlo introducía nociones teóricas tales como 
punto masa, aceleración instantánea, fuerza y espacio y tiempo 
absolutos, ninguna de las cuales puede observarse o determinar-
se experimentalmente. En cada paso, desde Aristóteles hasta 
Newton, pasando por Galileo, los conceptos teóricos se hicieron 
más audaces -es decir, más distantes de nuestra experien-
cia sensorial. 
Una noción teórica puede ser un concepto, como el de fuerza, 
o una suposición, tal como la de que la masa se concentra en 
un punto. Una noción teórica no explica ni predica nada. Sa-
bemos, al igual que Newton, que la masa no se concentra en 
un punto. Pero no era raro que N ewton supusiera que lo hacía, 
ya que las suposiciones no son aserciones de hechos. No son 
verdaderas ni falsas. Las nociones teóricas hallan justificación 
en -el éxito de las teorías que las emplean. Acerca de -las leyes 
propuestas, preguntamos: "¿Son verdaderas?" Acerca de las 
teorías preguntamos: "¿Cuál es su poder explicativo?" La teoría 
newtoniana de la gravitación universal suministró una explica-
ción unificada de los fenómenos celestes y terrestres. Su poder 
estribaba en el número de diferentes generalizaciones empíricas 
15 
KENNETH N. WALTZ 
previas y de leyes que podían incluirse en un único sistema ex-
plicativo, y en el número y diversidad de nuevas hipótesis suge-
ridas o generadas por la teoría, hipótesis que a su vez conducían 
a nuevas leyes experimentales. 
Aristóteles concluyó que, dentro de ciertos límites, "un 
cuerpo determinado puede ser desplazado en cierto tiempo du-
rante una distancia proporcional al esfuerzo ejercido" (Toulmin, 
1961, p. 49). Ya sea según la mecánica antigua o según la moder-
na, la elevada correlación existente entre el impulso y el movi-
miento es cierta. ¿Pero cómo se la puede explicar? Esos hechos 
han permanecido constantes; las teorías que se aceptan como 
adecuadas para explicarlos han cambiado radicalmente. Las le-
yes son "hechos de observaci.ón"; las teorías son "los procesos es-
peculativos introducidos para explicarlos". Los resultados expe· 
rimentales son permanentes; las teorías, por excelente que sea 
su respaldo, pueden no durar (Andrade, 1957, pp. 29, 242). Las 
leyes persisten, las teorías van y vienen. 
Como no veo motivo par~ desperdiciar la palabra "teoría" 
definiéndola como un conjunto de dos o más leyes, me atengo 
al segundo significado del término: las teorías explican las leyes. 
Este significado no está de acuerdo con el uso que se le da en 
gran parte de la teoría política internacional, que se preocupa 
mucho más por la interpretación filosófica que por la explica-
ción teórica. Corresponde a la definición que se le da al término 
en las ciencias naturales y en algunas ciencias sociales, especial-
mente en economía. La definición también satisface la nece-
sidad que existe de un término que cubra la actividad explica-
tiva en la que persistentemente nos embarcamos. Con el objeto 
de trascender los "hechos de la observación", que es lo qúe 
deseamos irremediablemente, debemos abocarnos al problema 
de la explicación. La urgencia por explicar no nace solamente 
de la curiosidad ociosa. También se produce por el deseo de 
controlar, o al menos de saber si es posible controlar, yno de 
la; mera predicción. La predicción surge del conocimiento de 
la. Fegularidad de las asociaciones que las leyes encarnan. Las 
&¡}Jidas y puestas del sol pueden ser razonablemente predichas 
~Q,~e la; única base de los descubrimientos empíricos, sin el be-
~~fiéio ,de teorías que expliquen por qué ese fenómeno ocurre. 
~. p:veqicción puede ser, sin duda, útil: las fuerzas que impelen 
a, d9s cqerpos destinados a colisionar pueden ser inaccesibles, 
16 q4 
LEYES Y TEORÍAS 
pero si podemos predecir la colisión, podemos' al menos salir-
nos del medio. Aun así, a menudo nos agrada poder ejercer 
algún control. Como una ley no puede decir por qué se sostiene 
una determinada asociación, tampoco puede decirnos si pode-
mos ejercer algún control ni cómo podemos hacerlo. Para este 
último propósito necesitamos una teoría. 
Una teoría, aunque relacionada con el mundo acerca del 
cual se desea explicación, siempre es diferente de ese mundo. 
"La "realidad" no sería congruente ni con la teoría ni con el 
modelo que puede representarla. COnio los científicos políticos 
a menudo piensan que el mejor modelo es aquél que refleja 
más precisamente la realidad, es necesaria una discusión más 
profunda. 
Modelo es un término utilizado de dos maneras principales. 
En un sentido, un modelo representa a una teoría. En otro sen-
tido, un modelo describe la realidad simplificándola, digamos, 
por medio de la omisión o de la reducción de escala~ Si ese mo-
delo se aleja demasiado de .la realidad, se torna inútil. Un aero-
plano modelo debe parecerse a un aeroplano real. El poder expli-
cativo, sin embargo, se adquiere alejándose de la "realidad", 
no permáneciendo muy próximo a ella. Una descripción me-
ticulosa no tendría prácticamente poder explicativo; una teoría 
elegante, en cambio, tendría máximo poder explicativo. Esta 
última estaría extremadamente alejada de la realidad; piénsese, 
por ejemplo, en la física. El alejamiento de la realidad no es 
necesariamente bueno,. pero si no se lo logra de una manera 
inteligente, sólo se puede describir y no explicar. Así, James 
Conant definió una vez la ciencia como "una empresa dinámica 
dirigida hacia la reducción del grado de empirismo involucrado 
en la resolución de problemas" (1952, p. 62). El modelo de una 
teoría estará tan alej ado de la realidad como la teoría que repre-
senta. Al modelar una teoría, debemos buscar modos sugerentes 
de describirla, y no la reproducción de la realidad de la que se 
ocupa. El modelo presenta la teoría, entonces, con sus nociones 
teóricas necesariamente omitidas, ya sea por medio de expresio-
nes orgánicas, mecánicas, matemáticas u otras. 
Algunos científicos políticos escriben acerca de los modelos 
teóricos como si fueran similares a los modelos de los aeropla-
nos. Por .ejemplo, primero critican el modelo estatocéntrico de 
la política internacional porque supuestamente se ha alejado 
17 
KENNETH N. WALTZ 
cada vez más de la realidad. Luego tratan de construir modelos 
que reflejen plenamo,llte la realidad. Si sus esfuerzos tuvieran 
éxito, el modelo y el mundo real se convertirían en uno solo 
e idéntico. El error es el opuesto del que advirtiera tan cohe-
rentemente Immanuel Kant, es decir, pensar que lo que es ver-
dadero en la teoría puede no serlo en la práctica. Tal como 
Kant comprGildió perfectamente, su advertencia no implicaba 
que la teoría y la práctica fueran idénticas. La teoría explica 
alguna parte de la realidad y es, por 10 tanto, diferente de la 
realidad que explica. Si la distinción se preserva, se torna obvio 
que la inducción a partir de 10 observado no puede en sí misma 
producir una teoría que explique la observación. "Una teoría 
puede comprobarse por medio de la experiencia", como dijo en 
una aportunidad Albert Einstein, "pero no hay un camino que 
vaya desde la experiencia hasta el establecimiento de una teoría" 
(citado en Harris, 1970, p. 121 ).' Alegar que es posible llegar a 
una teoría inductivamente es ' alegar que podemos comprender 
los fenómenos antes de que se produzcan los medios necesarios 
para' su explicación. 
El punto no es rechazar la inducción, sino preguntar qué 
es 10 que se puede lograr, y qué no, por medio de 'la inducción. 
La inducción se utiliza a nivel de las hipótesis y las leyes más 
que a nivel de las teorías. Las leyes son diferentes de las teorías, 
y la diferencia se refleja en la distinción entre la manera en 
que pueden ser descubiertas las leyes y la manera en la que 
deben construirse las teorías. De las teorías pueden inferirse 
hipótesis. Si son conclusivamente confirmadas, ·se las llama 
leyes. También se puede arribar a las hipótesis por inducción. 
Una vez más, si son confirmadas, se las llama leyes. Las mareas 
altas y bajas fueron predichas por los antiguos babilonios con 
una precisión insuperada hasta el fin del siglo diecinueve. Pero 
el conocimiento certero acerca de la casi-ley del movimiento de 
las mareas no permite explicarlas. Las hipótesis acerca ' de la 
asociación de una cosa con otra, por bien confirmadas que estén, 
no dan nacimiento a las teorías. Las asociaciones nunca contie-
nen ni sugieren conclusivamente sus propias explicaciones. 
Aunque en si misma la inducción conduce a un punto muer-
to teórico, no obstante necesitamos cierto sentido de las intri-
gantes conexiones existentes entre las cosas y los acontecimien-
tos antes de preocupamos por la construcción de una teoría. 
IR 
LEYES Y TEORíAS 
Al mismo tiempo necesitamos una teoría, o algunas teorías, 
con el objeto de saber qué clases de datos y conexiones debemos 
buscar. El conocimiento, según parece, debe preceder a la teoría, 
y sin embargo sólo puede provenir de la teoría. Esto se parece 
mucho al dilema planteado por la proposición platónica de que 
'nada podemos saber mientras no lo sepamos todo. Si se toma. 
este pensamiento literalmente, se cae en la desesperación. Pero 
si se toma, en cambio, como una enunciación del problema es· 
tratégico de adquirir conocimiento, se verá que lo único que 
se plantea es la dificultad, en c~alquier campo, de concentrarse 
en una senda intelectual que prometa conducirnos al progreso 
de alguna clase. 
Si la inducción no es el vehículo capaz de conducimos por 
una senda útil, ¿cuál será ese vehículo? El salto de la ley a la 
teoría, de la elaboración de hipótesis al desarrollo de sus expli· 
caciones, no puede concretarse tomando la información como 
evidencia y procurando una mayor cantidad. El salto no puede 
emprenderse preguntándose qué cosa está asociada con otra, 
sino más bien intentando responder a preguntas como éstas: 
¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo funciona esto? ¿Qué cosa causa 
otra cosa? ¿Cómo se relaciona todo esto? 
Si una teoría no es un edificio de verdades ni una reproduc-
ción de la realidad, ¿qué es, entonces? Una teoría es un cuadro 
mental de un reino o dominio de actividad limitado. Una teoría 
es un cuadro de la organización de un dominio y de las conexio-
nes existentes entre sus partes (Boltzman, 1905). Los infinitos 
materiales de cada reino pueden ser organizados de maneras 
infinitamente diferentes. Una teoría indica que algunos factores 
son más importantes que otros y especifica las relaciones ' que 
existen entre ellos. En la realidad, cada cosa está relacionada 
con todas las demás, y ' un dominio no puede separarse de los 
otros. La teoría aisla un reino de todos los demás con el Objeto 
de ocuparse intelectualmente de él. Aislar un reino es la pre:. 
condición 'para desarrollar una teoría que explicará lo que ocurre 
dentro de él. Si esta precondición no puede ser satisfecha, en·:· 
tonces la construcción de la teoría, con los materiales disponi-
bles, es imposible. La cuestión, como siempre en el caso de las 
teorías, no es si , el · aislamiento de un reino es realista, sino si 
es útil. y la utilidad se juzga por los poderes explicativos y 
predictivos de la teoría que pueda ser elaborada~ 
19 
KENNETH N. WALTZ 
Las teorías, aunque no están divorciadas del mundo de la 
experimentacióny la observación, están sólo indirectamente 
conectadas con él. Así, las afirmaciones de muchas teorías nun-
ca pueden probarse como verdaderas. Si la cuestión es la "ver-
dad", entonces nos hallamos en el dominio de la ley, no de la 
teoría. De allí la afirmación de James B. Conant, un químico, 
de que "una teoría sólo es desplazada por otra. mejor" (1947, 
p. 48). De allí 'la afirmación de John Rader Platt, un físico, de 
que "la presión del determinismo científico se hace débil y 
azarosa a medida que nos aproximamos a las grandes síntesis 
unitarias. Pues éstas no son sólo descubrimientos. Son también 
creaciones artísticas, moldeadas por el gusto y el estilo de una 
mano única" (1956, p .. 75). Y estas afirmaciones pueden leerse 
como glosas de la famosa prueba del matemático Henri Poin-
caré de que si es posible dar una explicación mecánica de un 
fenómeno, también· pueden darse entonces infinitud de otras 
explicaciones.2 Las teorías sí oonstruyen una realidad, pero nadie 
pllede decir que se trata de la realidad. Por 10 tanto, nos enfren-
tamos con infinitud de datos y con infinitas explicaciones po-
sibles de esos datos. El problema es doble. Los hechos no deter-
minan teorías; más de una teoría puede adaptarse a un conjunto 
de .hechos. Las teorías no explican conclusivamente los hechos; 
nunca podemos estar segUros de que una buena teoría no será 
reemplazada por otra mejor. 
He dicho qué son y qué no &on las teorías, pero no he dicho 
cómo se construyen. ¿Cómo se construyen? La mejor -pero 
poco clara- respuesta corta es ésta: "creativamente". ·La pala-
bra plantea el problema sin decir cómo se resuelve. ¿Cómo ha-
. cemos para movernos entre observaciones y experimentos y las 
teorías que los explican? El más prolongado y esforzado pro-
ceso de ensayo y error no conducirá a la construcción de una 
teoría a menos que en algún punto surja una intuición brillante 
o una idea creativa. No podemos decir cómo se origina la intui-
ción o cómo nace una idea. Lo que sí podemos decir es a qué 
se referirán. Se referirán a la organización del tema. Se referirán 
al sentido de las relaciones inobservables entre las cosas. Se refe-
rirán a las causas y conexiones que dan sentido a las cosas obser-
2 La prueba es simplemente presentada por Nagel (1961, p. 116). ·Debe-
ríamos agregar que las explicaciones no son igualmente simples ni útiles. 
20 
LEYES Y TEORÍAS 
vadas. Una teoría no consiste en .los acontecimientos vistos y 
las asociaciones registradas, sino que es la explicación de ellos. 
La fórmula de la aceleraci6n de un cuerpo en caída libre no 
explica c6mo cae ese cuerpo. Para la explicación uno busca en 
la física clásica de todo el sistema newtoniano -un conjunto 
de conceptos interconectados, una organización del mundo fí-
sico en la que los acontecimientos pertinentes se tornan naturales 
o necesarios. Una vez que se ha comprendido · el sistema, una 
vez que se ha aprehendido su principio organizativo, los fenó-
menos son explicados. Todo esto está perfectamente resumido 
en las palabras que Werner Heisenberg atribuye a Wolfgang 
Pauli: u 'Comprender' probablemente no signifique nada más 
que poseer las ideas y conceptos necesarios para reconocer que 
gran cantidad de fenómenos diferentes son parte de un todo 
coherente" (1971, p. 33). 
Por medio de una teoría se hace manifiesto el significado 
de lo observado. Una teoría ordena los fen6menos de manera 
que sean mutuamente dependientes; conecta hechos que de otro 
modo serían dispares; muestra cómo los cambios de ciertos 
fenómenos implican necesariamente cambios en otros fenóme-
nos. Para éonstruir una teoría se requiere la figuración de una 
estructura donde no hay ninguna visible alojo. La estructura 
no es la suma de la sustancia de nuestro mundo cotidiano. Los 
hechos científicos son altamente especiales y relativamente es-
casos si se los compara con todas las cosas que podrían entrar 
razonablemente dentro de un sistema explicativo. Una teoría, 
por lo tanto, debe construirse por medio de la simplificación. 
Esto se torna obvio si pensamos en cualquier teoría, ya sea la 
de Isaac Newton o la de Adam Smith, o pensando en la alterna-
tiva: no buscar explicación por medio de la simplificación sino 
una reproducción ajustada por medio de una descripción exhaus-
tiva. Las simplificaciones dejan al desnudo los elementos esencia-
les en juego e indican las relaciones necesarias de causa e inter-
dependencia -o al menos sugieren dónde buscarlas. 
Incluso para sus autores, la emergencia de las teorías no 
puede describirse más que de maneras inciertas e impresio-
nistas. Sin embargo, los elementos de las teorías pueden ser 
identificados. La dificultad que entraña desplazarse desde es-
peculaciones causales basadas en estudios fácticos hasta las 
formulaciones teóricas que conducen a considerar los hechos 
21 
KENNETH N. WALTZ 
de manera particular, es experimentada en cualquier campo. 
Para enfrentar esta dificultad se requiere la simplificación. Se 
logra, principalmente, de las siguientes maneras: 1) por aisla-
miento, lo que requiere considerar las acciones e interacciones 
de un pequeño número de factores y de fuerzas como si en el 
intervalo otras cosas permanecieran invariables; 2) por abstrac-
ción, 10 que requiere dejar ciertas cosas de lado con el objeto 
de 'concentrarse en otras; 3) por asimilación, lo que requiere 
la reunión de elementos dispares según los criterios derivados 
de Un. propósito teórico; 4) por idealización, lo que requiere 
compor.tarse como si se hubiera lográdo la perfección o se 
hubiera llegado a un limite, aunque ninguna de ambas cosas 
sea posible. Sean cuales fueren los medios de simplificar, el pro-
pósito es el de descubrir la tendencia principal entre una mul-
titud de ellas, el de elegir el principio generador, incluso, cuando 
operan otros principios, identüicar los factores esenciales don-
de otros innumerables factores se hallan presentes. 
Además de simplificaciones, .0 de sus formas, las teorías 
encarnan suposiciones teóricas. Imaginar que la masa se con-
centra en· un punto, inventar genes, mesones y neutrinos; plan-
tear un inter.és nacional y definir a las naciones' como actores 
unitarios y voluntariosos; todos éstos son ejemplos de suposi-
ciones comunes. Las teoríaS son combinaciones de enunciaciones 
descriptivas y teóricas. Las enunciaciones teóricas son elementos 
no-factuales de las teorías. No se los introduce de manera libre 
o caprichosamente. N o se los introduce a la manera medieval 
o antigua, como ficciones inventadas para salvar una ' teoría. Se 
los introduce solamente cuando' posibilitan una explicación. El 
valor de una noción ~órica se juzga por la utilidad de la teoría 
de la que es parte. Las nociones teóricas nos permiten extraer 
sentido de los datos; los datos limitan la libertad de invención 
de l~ nociones teóricas. Los teóricos crean sus suposiciones. Si 
son o no aceptables, depende del mérito de la estructura cienti-
fica de la que forman parte. 
La co~strucción de teorías involucra algo más que el desa-
rrollo de las operaciones lógicamente permisibles de los datos 
observados. Nada puede ser explicado por deducción, pues los 
resultados de la deducción se desprenden lógicamente de las pre-
misas iniciales. La deducción puede ofrecer ciertas respuestas, 
pero nada nuevo; lo que se deduce ya está presente, o bien en las 
22 
LEYES Y TEORÍAS 
premisas mayores teóricas o en las premisas menores empíricas 
que se ocupan de las cuestiones observadas previamente. La in-
ducción puede ofrecer nuevas respuestas, pero nada seguro; la 
multiplicación de observaciones particulares no puede respaldar 
nunca una afirmación universal. La teoría es fructífera porque 
trasciende el enfoque hipotético-deductivo, que es necesariamente 
estéril. Tanto la deducción como la inducción son indispensables 
en la construcción de la teoría, pero su utilización combinada 
sólo da nacimiento a una teoría si emerge una idea creativa. La 
tarea de construir teoríasse torna más consecuencial y más 
compleja, al igual que la tarea de verificarlas. La relación entre 
teoría y observación, o entre teoría y hecho, se torna enigmática. 
Como ejemplo de esta relación enigmática, consideremos el 
problema de definir los términos utilizados en la teoría. Pensa-
mos en los diferentes significados de las diferentes teorías físi-
cas del espacio, la energía, el impulso yel tiempo. Obviamente, 
esas nociones no tienen significado fuera de la teoría en la que 
aparecen (Nagel, 1961, pp. 17, 127 Y sigs.). Se comprende rápida-
mente el hecho de que las nociones teóricas sean definidas por 
la teoría en la que aparecen. En el campo de la política interna-
cional, perisemos en los diferentes significados que comúnmente 
se atribuyen a las palabras de esta lista: poder, fuerza, polo, 
relación, actor, estabilidad, estructura y sistema. Los significados 
de esos términos varían según el enfoque que quien los usa tenga 
acerca del tema. Esto es necesariamente así en cualquier campo 
en el que las teorías son contradictorias. La contradicción entre 
teorías crea diferencias en los significados que se da a los tér-
minos en distintas teorías. En politica internacional, al igual 
que en las ciencias sociales en general, las teorías resultan dé-
biles. La debilidad de las teorías produce la incertidumbre de 
los significados, incluso, dentro de una sola teoría. En politica 
internacional, ya sea a causa de la debilidad o del carácter con-
tradictorio de las teorías, las discusiones y argumentaciones 
acerca de muchas cuestiones importantes ---el cierre de la in-
terdependencia internacional, la estabilidad de particulares con-
figuraciones de poder, la utilidad de la fuerza- se toman difí-
ciles o inútiles porque los participantes hablan de cosas dife-
rentes utilizando para ello los mismos términos. La tendencia 
a remediar este problema se ve obstaculizada por el escaso de-
seo de tratar la cuestión del significado como un problema 'que 
23 
KENNETH N. WALTZ . 
sólo puede resolverse por medio de la articulación y refina-
miento de las teorías. En cambio, la tendencia es convertir el 
problema del significado en una cuestión técnica destinada a 
hacer operativos los términos. Eso no ayuda. Cualquiera. de los 
términos anteriores puede volverse operativo en la mayoría de 
los significados que nuestro discurso les asigna. "Polos", por 
ejemplo, tiene claros referentes empíricos, ya se trate como blo-
ques definidos o como grandes poderes. En cualquier definición, 
"polos" se puede transformar en término descriptivo dentro 
de la enunciación de leyes. La utilización técnica de términos 
es desafortunadamente un criterio débil. 
Aunque es fácil advertir que las nociones teóricas son de-
finidas por la teoría en la que aparecen, también es fácil pasar 
por alto el hecho de que incluso los términos descriptivos ad-
quieren significados diferentes a medida que las teorías cam-
bian. Stephen C. Pepper se refiere a "la estrecha interdepen-
dencia del hecho y la teor"ía". (1942, p. 324). Thomas S. Kuhn 
especifica lo que pasa precisamente en términos del cambio de 
las "relaciones de similaridad" en la transición entre una teoría 
y la próxima. Los objetos del mismo o diferentes conjuntos de 
una teoría pueden ser agrupados en el mismo o en diferentes 
conjuntos en otra teoría. Como señala Kuhn, si dos hombres 
están comprometidos con teorías diferentes, "no podemos decir 
con ninguna certeza que los dos hombres ven la misma cosa, 
que poseen los mismos datos pero que los identifican e inter-
pretan de maneras diferentes" (1970, pp. 266-76). ¿Sólo conoce-
mos lo que vemos, podríamos preguntamos, o sólo vemos lo 
que conocemos? Nuestras mentes no pueden registrar y hacer 
algo de todas las cosas que, en algún sentido, vemos. Por lo tan-
to, tendemos a ver aquello que estamos buscando, a encontrar 
lo que nuestro sentido de las causas de las cosas nos lleva a 
creer significativo. 
Los cambios de las teorías producen< cambios en los signi-
ficados de los términos, tanto teóricos como fácticos. Las teo-
rías no sólo definen términos, también especifican las opera-
ciones que pueden ser desarrolladas apropiadamente. En el 
sentido que acabamos de usar, la cuestión operacional es de 
importancia fundamental. Las teorías indican qué está conec-
tado con qué y cómo se produce esa conexión. Expresan el sen-
tido del funcionamiento de las cosas, o de su asociación, o de la ' 
24 
LEYES Y TEORÍAS 
naturaleza de la estructura de ese dominio de investigación. Si 
la organización de un dominio afecta las interacciones de las 
variables que contiene, no tiene sentido manipular los datos en 
tanto no se responda a la pregunta acerca de cómo están conec-
tadas esas variables. No obstante, los esfuerzos correlacionales 
prosiguen como si en el dominio internacional las variables es-
tuvieran conectadas directamente sin que sobre ellas . actuaran 
limitaciones estructurales, como si los fenómenos de los que nos 
ocupamos estuvieran todos en un mismo nivel. Se acumulan 
coeficientes de correlaciÓn sin preguntar qué teorías nos llevan 
a esperar una cierta clase de conexión entre ciertas variables. 
Se hace gran cantidad de trabajo inútil por ignorar las 
tres preguntas que deberían formularse en un principio.. Estas 
preguntas son: 
• ¿El objeto de investigación permite el uso del método 
analítico de la física clásica -el examen de los atributos y de 
la interacción de las variables mientras todas las otras se man-
tienen constantes? 
• ¿Permite la aplicación de estadísticas de las maneras co-
múnmente utilizadas cuando el número de variables se hace 
demasiadó grande? 
• ¿N o permite el Objeto de estudio ninguno de estos dos 
enfoques y requiere, en cambio, un enfoque sistémico? 
La respuesta a esta última pregunta será "sí" si el objeto 
de estudio es al mismo tiempo complejo y organizado. La com-
plejidad organizada, para utilizar la expresión de Warren Wea-
ver, impide el uso de los modos de · investigación tradicionales 
(1947, pp. 6-7). Se debe elegir un enfoque que sea apropiado al 
tema. Las reglas por las que se desarrolla la investigación va-
rían de un enfoque a otro. "Un adecuado proceso de investiga-
ción", como ha dicho Martin Landau, requiere que uno siga la 
lógica y los procedimientos descriptos por la propia metodolo-
gía (1977, pp. 2.19-21). La mayoría de los estudiosos de la polí-
tica internacional no han observado los "procesos de investiga-
ción adecuados". Lo que es peor aún, no han sido capaces de 
imaginar cuáles serán los adecuados procesos de sus irivestiga-
ciones. Se han preocupado grandemente por sus métodos y muy 
poco por la lógica de su utilización. Esto invierte la correcta 
prioridad de las preocupaciones, pues, una vez que se ha adop-
tado una metOdOlogía, la elección de métodos se convierte en 
· 25 
KENNETH N. WALTZ 
una cuestión meramente táctica. N o tiene sentido comenzar el 
viaje que nos llevará a la comprensión de los fenómenos sin 
preguntarse cuáles son las posibles rutas metodológicas que nos 
llevarán hasta allí. Antes de partir necesitamos preguntarnos 
cuáles son los diferentes mapas teóricos del tema. Si no quere-
mos desperdiciar tiempo esforzándonos sin tener idea de si el 
esfuerzo es meramente ejercicio muscular, las preguntas teóri-
cas deben ser formuladas al principio de la investigación. 
11 
Al examinar las teorías de política internacional en los próximos 
dos capítulos, nos basaremos en la discusión ya expresada acer-
ca del significado de la teoría. Si encontráramos algunas cons-
trucciones que apArecen como teorías, por supuesto desearemos 
saber cuál podría ser el grado de excelencia de las explicaciones 
que ofrecen. Concluyo este · capítulo, por lo tanto, examinando 
el problema de la comprobación de las teorías. 
Con el objeto de poner a prueba una teoría, deben seguirse 
los siguientes pasos: 
1. Enunciar la teoría que se pone a prueba. 
2. Inferir hipótesis de ella. 
3. Someter las hipótesis a pruebas experimentaleso de 
observación. 
4. En los pasos dos y tres, utilizar las definiciones de tér-
minos hallados en la teoría que se está poniendo a prueba. 
5. Eliminar o controlar las variables pertUrbadoraS no in-
cluidas dentro de la teoría que se está poniendo a prueba. 
6. Idear un cierto número de pruebas diferentes y exi: 
gentes. 
7. Si no se pasa una prueba, preguntarse si la teoría fra-
casa por completo, necesita ser reparada y re-enunciada, o 
requiere un estrechamiento del panorama de sus pretensiones 
explicativas. 
El aparente fracaso de una teoría puede resultar de la con-
creción inapropiada de alguno de estos pasos. Varios de ellos 
requieren un énfasis especial. Como lo que se prueba es una 
hipótesis derivada de una teoría (no hay manera de comprobar 
directamente una teoria), una hipótesi,:; que demuestra ser erró-
nea debe llevarnos a reexaminar la segunda y la séptima opera-
26 
LEYES Y TEORÍAS 
ciones. La hipótesis, ¿fue correctamente inferida' de la teoría? 
¿ Cómo, y hasta qué punto, la invalidación de una hipótesis ,co-
rrectamente inferida puede cuestionar a la teoría? Los resul-
tados desfavorables dE: las pruebas no deben conducir a un 
apresurado rechazo de las teorías. Tampoco los resultados fa-
vorables deben conducir a una apresurada aceptación. Incluso, 
si todas las pruebas son pasadas, se debe recordar que una teo-
ría es creíble sólo en relación con la variedad y la dificultad 
de las pruebas, y que no existe la teoría que, por medio de prue-
bas, demuestra ser "verdadera".3 
Los esfuerzos de los científicos políticos destinados a in-
ferir hipótesis de las teorías y comprobarlas se han convertido 
en un lugar común. Gran parte de las comprobaciones se hace 
básicamente de la misma manera. Un esfuerzo destinado a com-
probar las proposiciones, un esfuerzo más meticuloso que la 
mayoría, puede, por lo tanto, servir como ejemplo de hasta qué 
punto se ignoran los requerimientos que acabamos de enunciar. 
Singer, Bremer y Stuckey se dispusieron (1972) a evaluar "un 
número de formulaciones teóricas igualmente plausibles pero 
lógicament.e incompatibles" acerca de ciertas condiciones que 
se dicen asociadas con la paz y la estabilidad o, alternativamente, 
con la guerra y la inestabilidad. Tras haber consolidado los "pun-
tos de vista" de las "escuelas" en pugna, ofrecen "modelos pre-
dictivos" en los que la concentración de la capacidad dentro 
del conjunto de los poderes principales, los cambios de esa con-
centración y los cambios de capacidad entre ~os poderes son las 
tres variables independientes. Llegan entonces a conclusiones 
acerca de cuándo el modelo de la "paridad-fluidez" y cuándo el 
modelo de la "preponderancia-estabilidad" logrará hacer mejo-
res predicciones. Las preguntas formuladas son las siguientes: 
¿Será la política internacional más o menos pacifica y estable si 
el poder está más (j menos concentrado y si el ranking de los 
grandes poderes cambia más o menos rápidamente? ¿Qué pode-
mos hacer con las respuestas dadas? Muy poco. Las deficiencias 
que justifican esta decepcionante respuesta se revelan si las 
confrontamos con nuestra lista de reglas destinadas a la com-
probación de una teoría. 
3 Para la consideración de los procedimientos de prueba y para la 
explicación de la importancia que éstos revisten, ver Stinchcombe (1968, 
capítulo 2). 
27 
KENNETH N. WALTZ 
Muchos comprobadores de teorías parecen creer que las 
mayores dificultades estriban en la invención de las pruebas. 
En cambio, debemos insistir en que la primera dificultad gran-
de estriba en descubrir o enunciar teorías con suficiente preci-
sión y plausibilidad como para que valga la pena la compro-
bación. Pocas teorías de política internacional definen los tér-
minos y especifican laS 'conexiones entre las_,.y_arfªºles_-con._Iá' 
claridaa y la lógica que haríanquevaliera la pena . .1a _Q.ºUl-P~Q.ºª,­
clono alÍtes-ae'-aIegar"naoer . comprobado- algo~-'-uno debe tener 
algo para comprobar. Al poner a prueba sus modelos, Singer, 
,Bremer y Stuckey no logran examinar las teorías que intentan 
poner como modelos. Las teorías que los autores tienen aparen-
temente en mente son contradictorias y confusas acerca de si 
los resultados alternativos que se esperan son la guerra y la paz, 
el conflicto y la armonía o · la estabilidad y la inestabilidad. Se 
puede pensar, por ejemplo, que un sistema estable es aquél que 
sobrevive , a las guerras. N o obstante, Singer y sus asociados 
finiquitan la cuestión del resultado que se debe esperar iden.tifi-
cando la guerra con la inestabilidad y dejando las cosas en ese 
punto. No 199ran explicar de qué modo sus expectativas acuer-
dan con las expectativas derivadas de alguna teoría en particular. 
Los autores alegan evaluar sistemática y .cuantitativamente 
"formulaciones teóricas" contradictorias. Al reunir sus datos, 
fijan necesariamente ciertas definiciones de las variables invo-
lucradas. Como variable independiente clave eligen la ,concen-
tración de poder o de capacidades. N o mencionan ninguna teo-
ría que en realidad emplee esa variable, y yo no conozco ninguna 
que lo haga. Las teorías conocidas que se ocupan de esas cues-
tiones se refieren al número de grandes poderes o de polarida-
des. "Polaridad", más aún, es diversamente definida en términos 
de países o de bloques. "Polos" se refiere a veces a las capaci-
dades físicas de naciones o de alianzas, otras veces depende 
de la estructura de las interrelaciones nacionales, y otras se 
vincula a la concesión o la negativa de un status alto a aquéllos 
que logran sus propósitos o que fracasan en ello. Si no se reme-
dian las confusas, vagas y fluctuantes definiciones de las varia-
bles, no puede llevarse a cabo ningún tipo de pruebas de nada. 
Los autores, no obstante, han introducido arbitrariamente sus 
nuevas variables sin siquiera considerar cómo pueden alterar las' 
expectativas" con respecto a los resultados. Aunque este proble-
28 
LEYES Y TEORÍAS 
ma crucial ni siquiera se menciona, Singer y . sus asociados 
anuncian que la correlación entre las variables de la concen-
tración de poder y la guerra confirman o des confirman las ex-
pectativas de las dos escuelas a las que vagamente se refieren. 
Así, las reglas uno, dos y cuatro son absolutamente igno-
radas. Las teorías que se están comprobando no son enunciadas. 
No se explica de qué modo se infirieron hipótesis de esas teorías. 
Se hacen observaciones y se generan datos sin que se produzca 
ningún esfuerzo destinado a definir las variables como eran 
definidas en las teorías con las que presumiblemente se está 
trabajando. Los autores pueden lograr algo, pero ese algo no 
puede ser la confirmación ni la desconfirmación de las expec-
tativas de esas escuelas. 
Ante tal fracaso, resulta difícil creer que en este caso, como 
tan a menudo ocurre en las tareas correlacionales emprendidas 
por los estudiosos de la política internacional, no se ha pres-
tado la menor atención a la posible presencia de una variable 
perturbadora. Una excepción no prueba una regla o una teoría, 
pero, si se puede demostrar que algo es excepcional, eso . no 
suministra tampoco ninguna prueba en contra. Se esperaría que 
la variables. de los resultados obtenidos 'indujera a la búsqueda' 
de posibles fuentes de perturbación omitidas en los modelos. 
En la instancia con la que nos enfrentamos, los "descubrimien-
tos" del siglo diecinueve difieren de los del siglo veinte. La dis-
crepancia sólo lleva a los autores a la más desnuda especulación 
acerca de lo que puede h~berse omitido y a ninguna especula-
ción acerca de lo que puede haber estado equivocado en la ma-
nera original de definir e . interconectar las variables. N o se ha 
prestado a la regla cinco mayor atención que a las anteriores. 
La regla seis requiere pruebas diferentes y demandantes. Se 
podría pensar que esta instrucción tiene más importancia de la 
usual, ya que el modelo consiste solamente en una elección de 
tres variables altamente similares y arbitrariamente selecciona-das y, además, los resultados de las pruebas no son concluyen-
tes. La dudosa calidad de los resultados, sin embargo, no lleva 
a los. autores a idear o sugerir nuevas pruebas que puedan inte-
rrogar a sus modelos con alguna intensidad. 
La séptima regla exige cuidado' en la extracción de conclu-
siones a partir de los resultados negativos de la comprobación. 
Estos resultados, ¿invalidan la teoría, requieren su reparación 
29 
KENNETH N. WALTZ 
o demandan un ' más estrecho rango explicativo? Singer y sus 
asociados no toman ell ,'cuenta esas preguntas. En cambio, sólo 
reportan las diferentes correlaciones existentes entre concen-
tración de poder y guerra en los siglos diecinueve y veinte. Sus 
conclusiones SQn suficientemente modestas, pero, ¿qué otra cosa 
podrían decir? ' 
Deberíamos agregar otra advertencia a las muchas ya enun-
ciadas. Estaríamos más satisfechos si se pudieran hacer pruebas 
rigurosas y experimentales. Sin embargo, si una teoría es enun-
ciada en términos generales, y si da lugar a eXpectativas que caen 
dentro de un rango identificable pero desafortunadamente am-
,'plio, extraer inferencias precisas y tratar de comprobarlas 
experimentalmente es cargar a la teoría con un peso mayor del 
que puede soportar. La comprobación ' rigurosa de una teoría 
vaga es un ejercicio' de la utilización de los métodos más que 
un esfuerzo útil destinado a comprobar la teoría. La aplicación 
temprana de pruebas exigen~es puede, más aún, hacer que 
teorías pobremente desarrolladas sean descartadas antes de que 
hayan tenido tiempo de Qesplegar su potencial (Rapoport, 1968)., 
¿Qué se puede hacer? Simplemente negociar los siete pasos 
expresados aquí mismo de una xnanera apropiada para la teoría 
con la ' que, se está t~atando. Preguntarse qué es lo que' la teoria 
nos lleva a esperar en vez de fijar arbitrariamente las expectati-
vas que nuestros .datos y métodos pueden manejar. Comparar 
las expectativas con las propias observaciones (con frecuencia 
históricas) antes de dedicarse a refinamientos precisos ya la uti-
, lización de métodos elaborados. A menos que una teoría de-
muestre ser lógica, coherente y plausible, resulta necio someterla 
a pruebas elaboradas. Si se demuestra que una teoría es lógica, 
coherente y plausible, el rigor y la complejidad de las pruebas 
debe adecuarse a la precisión o a la generalidád de las expectati-
vas inferidas a partir de la teoría! ' 
m 
Hasta ahora me he ocupado del significado de la teoría y de 
.JU construcción y verificación. Las teorías no surgen de los es-
4 ,Ver capítulo 6, Parte 111, para mayores especificaciones acerca de 
la verificación. . 
30 
LEYES Y TEORÍAS 
fuerzos por establecer leyes, ni siquiera en el caso en que esos 
esfuerzos tienen éxito. La construcción de una teoría es una 
tarea primaria. Es necesario decidir en qué cosas concéntrarse 
con el objeto de tener una buena posibilidad de idear explica-
ciones de las estructuras y acontecimientos internacionales que 
nos interesan. Creer que podemos proceder de otro modo es 
apoyar el enfoque profundamente anticientffico que afirma que 
todo 10 que varía es una variable. Sin tener al menos el boceto 
de una teoría no podemos decir qué es 10 que necesita ser ex-
plicado, cómo puede ser explicado y cuáles datos, con qué for-
mulación, pueden ser aceptados como evidencia a favor o en 
contra de las hipótesis (Scheffier, 1967, pp. 64-66; Lakatos, 1970, 
pp. 154-57). Seguir buscando asociaciones sin tener siquiera una 
idea de la teoría es como disparar un arma en la direcéión ge-
neral de un blanco invisible. No sólo desperdiciaremos gran can- · 
tidad de municiones antes de darle, sino que, si ni quisiera le 
diéramos. . . ¡nadie se enteraría de ello! 
La treta consiste, obviamente, en relacionar los conceptos 
teóricos con unas pocas variables con el objeto de construir 
explicaciones a partir de las cuales se podrán inferir y verificar 
las hipótesis. Nuestro prOblema durante los dos capítulos si-
guientes consistirá en ver en qué grado y hasta qué punto este 
procedimiento ha sido seguido por los estudiosos de la políti-
ca internacional. 
31 
2 
TEORIAS REDUCCIONISTAS 
Entre los rasgos descorazonadores de los estudios de política 
internacional, se halla el pequeño aumento de poder explicativo 
que ha surgido a partir de la enorme cantidad de trabajo pro-
ducido durante las últimas décadas. Nada parece acumularse, 
ni siquiera las criticas. En cambio, se hacen una y otra 'Vez las 
mismas clases de críticas sumarias y superficiales, y se repiten 
errores del mismo tipo. En vez de aumentar el número de re-
súmenes disponibles, concentraré mi atención en la parte critica 
de este libro sobre unas pocas teorías que ilustren los diferen-
tes enfoques. Al hacerlo, nuestro pensamiento tenderá más hacia 
las posibilidades y limitaciones de los diferentes tipos de teoría, 
y menos hacia las bondades y debilidades de ciertos teóricos 
en particular. 
1 
Las teorías de política internacional pueden clasificarse de dife-
rentes maneras. En otro trabajo he diferenciado las explicacio-
nes de · .. la política internacional, y especialmente los esfuerzos 
por. localizar las causas de guerra y definir las condiciones 
de paz, según el nivel en el que las causas se sitúan -ya sea en 
el hombre, en el Estado, o en el sistema del Estado (1954, 1959). 
Puede hacerse una división aún más simple, que separa las teo-
rías según sean reduccionistas o sistémicas. Las teorías de política 
internacional que concentran las causas a nivel individual o na-
cional son reduccionistas; las teorías que conciben las causas 
a nivel internacional son sistémicas. En el capítulo 2, me con-
centraré en las teorías reduccionistas. 
Con un enfoque reduccionista, el todo es comprendido co-
nociendo los atributos y las interacciones de sus partes. El es-
fuerzo. por explicar la conducta dejULgnlpo por medio del 'estu-
~~9.-J;)$jgQlógi90 . .!le-..sus miembros es un enfoque reduccionista, 
33 
KENNETH N. WALTZ 
como lo es el esfuerzo destinado a comprender la política inter-
nacional por medio del estudio de las burocracias y los buró-
cratas nacionales. Tal vez, el clásico reduccionista fuera el 
una vez famoso intento de comprender los organismos desar-
mándolos y aplicando conocimientos físicos y químicos al exa-
men de sus partes. Entonces, es esencial para el enfoque reduc-
cionista que el todo sea conocido por medio del estudio de Ías 
partes. También sucede con frecuencia que los reduccionistas se 
encuentren utilizando los métodos de otras disciplinas con el 
obleto de aprehender su propio objeto de estudio. A priori, no 
se puede decir si la reducción será suficiente. La cuestión de lo 
adecuado o apropiado debe responderse por medio del examen 
del material a explicar y por medio de la observación de los 
resultados obtenidos. 
La época del furor de la reducción entre los biólogos puede 
haber sido desafortunada.l No obstante, es posible comprender 
que el éxito y el prestigio de. la física y la química hayan tor-
nado atractivo el camino del reduccionismo. En nuestro campo, 
el furor reduccionista deriva más de los fracasos de los trabajos 
realizados a nivel político internacional que del éxito de otras 
disciplinas posiblemente pertinentes. Muchos han tratado de ex-
plicar los acontecimientos políticos internacionales en términos 
de factores psicológicos o de fenómenos psicosociales o de las 
características políticas y económicas nacionales. Al menos en 
algunos de estos casos, los posibles factores pertinentes han sido 
explicados por teorías de algún modo más poderosas de 10 que 
las teorias de politica internacional han sido capaces de generar. 
En ningún caso, sin embargo, esas teorías no-políticas resultan . 
suficientemente poderosas como para suministrar explicaciones 
o predicciones confiables. 
La tentación verdadera de reducir es débil, no obstante lo 
cual, en política internacional, la tendencia a reducir ha sido im-
portante. Esta tendencia puede explicarsemejor agregando a la 
razón teórica, que acabamos de dar, una razón práctica. A menu-
do parece que las decisiones y acciones nacionales dan cuenta de 
la mayor parte de lo que ocurre en el mundo. Cómo podrían las 
explicaciones a nivel político internacional rivalizar en impor-
tancia con la respuesta de los poderes principales a preguntas 
1 Alfred North Whitehead al menos así lo pensaba (1925, p. 60). 
34 
TEORíAS REDUCCIONISTAS 
como éstas: ¿habría que gastar más en defensa? ¿Es necesario 
o no construir armas nucleares? ¿Habría qUe mantenerse en una 
posición sólida e inflexible o retirarse y.buscar la paz? Las deci-
ciones y actividades nacionales parecen de enorme importancia. 
Esta condición práctica, junto con el fracaso de las teorías polí-
ticas internacionales en el aspecto de suministrar explicaciones 
convincentes o una guía lítil para la investigación, han incremen-
tado la tentación de dedicarse a los enfoques . reduccionistas. 
La teoría económica del imperialismo desarrollada por Ho}). 
son y Lenin es el mejor de esos enfoques.2 Por 41mejor" no quiero 
decir necesariamente correcto, sino m4s bien la teoría más im-
presionante. La teoría es elegante y poderosa. Enunciada de ma-
nera simple y con la incorporación de unos pocos elementos, 
pretende explicar los más importantes acontecimientos políticos 
internacionales -no solamente el imperialismo sino la mayoría, 
aunque no todas~ las guerras modernas- e, incluso, señalar 
las condiciones que permitirían el predominio de la paz. La 
teoría ofrece explicaciones y, a diferencia de la mayoría. de las 
teorías de las ciencias sociales, también predicciones. Más aún, 
ha desempeñado exitosamente las otras tareas que debe.desarro-
llar una buena teoría: es decir, estimular y guiar la investiga-
ción, así como provocar contra-teorías que pretendan dar cuenta 
de los mismos fenómenos. En general, la literatura que puede 
ser atribuida a la teoría del imperialismo Hobson-Lenin, tanto 
a favor de la teoría como en contra de ella, es tan extensa y sofis-
ticada como la literatura asociada con cualquier otra escuela 
dentro del campo de la política internacional. Por estas razones, 
la teoría puede ser perfectamente usada para ilustrar los enfo-
ques reduccionistas. 
11 
Por el capítulo 1 sabemos que las teorías contienen suposicio-
nes teóricas (no-fácticas) y que deben ser juzgadas en términos 
de lo que pretenden explicar o predecir. Por lo que he dicho 
acerca de los enfoques reduccionistas, se desprende que las su-
posiciones de"la teoría Hobson-Lenin serán económicas, no polí-
• .2 Las teor:ías de Lenin y de Hobson no son idénticas, pero son muy 
SImIlares y caSI absolutamente compatibles. 
35 
KENNETH N. WALTZ 
ticas. Su jerarquía como explica.ción del imperialismo y de la 
guerra depende de: 1) si la teoría económica es válida; 2) si las 
condiciones consideradas por la teoría existen en la mayoría de 
los países imperialistas, y 3) si la mayoría de los países en los que 
primaban esas condiciones eran en verdad imperialistas. He 
hecho la especificación de la mayoría de los países, y no todos, 
no para debilitar las pruebas que deben pasar las teorías econó-
micas del imperialismo, sino porque las excepciones no pueden 
invalidar una teoría cuando su ocurrencia ha sido explicada de 
manera satisfactoria. Un viento que eleve una hoja caída no pone 
en cuestión la teO'ría newtoniana de la gravitación universal. Lo 
mismo ocurre con las teorías de Hobson y de Lenin: las causas 
asignadas pueden operar; sin embargo, otras causas pueden des-
viarlas o avasallarlas. Las teorías de Hobson y Lenin pueden 
explicar eel imperialismo cuando se produce, y no ser refutadas, 
sin embargO', ni siquiera en el caso de que no todos los países 
desarrollados capitalistas practicaran en todo momento el im-
perialismo. . 
Imperialism, de Hobson, publicado por ,primera vez en 1902, 
sigue mereciendo un estudio detallado. Sin duda, los estudian-
tes ahorrarán mucho tiempO' y problemas si dominan el capítulo 
sexto de la parte 1, donde encontrarán los elementos de las ul-
teriores explicaciones económicas del imperialismo, desde Le-
nin a Baran y Sweezy. "Sobreproducción", "superávit de capital", 
"mala distribución del poder de consumo", "aglutinaciones recu-
rrentes", "depresiones consecuentes": Hobson puebla densamen-
te sus págInas con estos conceptos, los que desarrolla y combina 
sistemáticamente. Al hacerlo, más aún, da con nociones que otros 
autores posteriores han retomadO' ---el rol de la pUblicidad y la 
importancia de los trusts, por ejemplo, e incluso la posibilidad de 
10 que ahora se conoce como el imperialismo d~l libre comercio. 
El razonamiento económico de Hobson es impresionante. 
Al igual que Malthus, anticipa a Keynes cuestionando la convic-
ción de los economistas clásicos acerca de que si el gobierno 
se despreocupara de la economía, la demanda efectiva tendería 
intensamente hacia la suficiencia, que la demanda de bienes por 
dinero limpiaría el mercado de todo lo producido y suministra-
ría así a los proveedores el incentivo necesario para emplear 
plenamente los factores de la producción por medio de la inver-
sión continua. Sobrepasando a Malthus, Hobson fue capaz de 
36 
TEORÍAS REDUCCIONISTAS 
explicar por qué la demanda efectiva podía ser deficiente, dando 
así razones para la proposición que más tarde establecería Key-
nes, es decir, que una economía de libre empresa podría descan-
sar sobre un punto que representara menos que el empleo pleno 
de todos los factores de la producción. 
A causa de la concentración de la riqueza en manos de unos 
pocos, argumenta Hobson, el consumo no puede mantener el 
mismo paso que el incremento del poder productivo; pues "10s 
ricos no serán nunca lo sUficientemente ingeniosos como para 
gastar lo suficiente pata impedir la sobreproducción". A un 
nivel de precios que deje beneficios, la demanda será insuficien-
te para vaciar el mercado. Hay entonces, según palabras de Hob-
son, "bienes que no pueden ser consumidos, o que ni 'siquiera 
pueden ser producidos porque es evidente que no pueden ser 
consumidos". En cuanto a Keynes, el mal funcionamiento de la 
economía está causado por una mala distribución de la riqueza. 
En lo que a él respecta, la solución sensata corresponde al go-
bierno, que con sus capacid.ades impositivas y de inversión debe 
dedicarse a lograr una distribución más equitativa de los ingre-
sos con el objeto de producir una demanda agregada que sos-
tendrá a"la economía ·en una condición de empleo pleno. En 
cuanto a Keynes, el enfoque es macroecon6mico, examinando las 
relaciones existentes entre los agregados sistémicos con el obje-
to de explicar las condiciones de la economía como un todo.3 
Ahora disponemos ·de los elementos económicos de la teoría 
del imperialismo de Hobson. Enfrentados con una decadente 
tasa de ganancias doméstica. y con escasos recursos, los inver-
sores potenciales dirigier.on la mirada al exterior en busca de 
mejores oportunidades. Estas oportunidades se hallan en los 
lugares donde han sido menos plenamente explotadas -es de-
cir, en países económicamente retrasados. Expresado de otro 
3 Los tres últimos párrafos son un resumen de la parte J, . capítulo 6 
de' Hobson (1902). Keynes da a Hobson todo el crédito de anticipar los 
elementos principales de su teoría general, aunque cor limitaciones por la 
carencia en Hobson de una teoría del porcentaje del "Interés y su conse-
cuente énfasis excesivo del excedente de capital en vez de acentuar la 
carencia de demanda. Ver Keynes (pp. 364-370) Y las referencias allí da-
das. En un artículo por todo otro criterio excelente, Boulding y Mukerjee 
(1971) señalan que es posible extraer algún sentido de la teoría del exce-
.dente del capital de Hobson interpretándola a la luz de Keynes. Sólo pue-
den creer que es necesaria una interpretación especial porque han omi-
tido la estrecha similitud entre Hobson y Keynes. 
37 
KENNETH N. WALTZ 
modo, decir qtl~ un país es económicamentesubdesarrollado 
significa que está ' escaso de capital. Cuando el capital es escaso, 
se requiere un prernio muy alto. Con similares impulsos de in-
vertir en el extranjero por parte de los ciudadanos de diferentes 
paises capitalistas,. sus gobiernos se sienten impulsados a respal-
dar l()&· ·pc~J.v.l de tratamiento justo por parte de esos ciuda-
danos, o de privilegios \~speciales por parte de los gObernantes 
de aquellos paísE::s en lo .. ~ que están operando. Si un gobierno 
respalda a sus conlerciant~s en el exterior, ¿acaso pueden otros 
gobiernos hacer mE:.'nos? Si un gobierno' construye muros tarüa-
rlos alrededor de sus COl01 uas, ¿acaso pueden otros gobiernos 
quedarse~ tranquilos ~nirand ') cómo son discriminados sus ciu-
dadanos en la mayoría. de 10.1 mercados mundiales? Los gobier-
nos de los Estados capitalistas sintieron la fuerza: del razona-
miento implicito en esas, preguntas retóricas. Y de ese modo el 
impulso a invertir en el exteriór, y la competencia entre los ciu-
dadanos de distintos pais.esque resP9ndian a ese impulso, con-
dujeron naturalmente, se pensaba, a oleadas de actividad im-
perialista. Asi,Hobson llegaba a esta conclusión: el imperialis-
mo "implica el uso de la .maquinaria del gobierno por parte 
de intereses privados, principalmente ca.pitalistas, para asegu-
rarse ganancias .económicas fuera de su país". otras fuerzas tam-
bién operan: ' el patriotismo, el celo misionero, el espíritu de 
aventura, por ejemplo. Pero el factor económico es la "raíz 
madre", la única causa cuya carencia marchita a la empresa 
imperialista. Las fuerzas ' económicas son "los verdaderos de-
terminantes en la interpretación de la política verdadera". Más 
aún, directa e 'indirectamente, se creía que el imperialismo daba 
cuenta de ·:caSi todas, :si 'no de todas, las guerras modernas. 
(1'982, p:p. '94,. '96, 126; cf. 106,356 y sigs.). Como más tarde lo 
expresara Harold J. Laski: "La principal ·causa -de la guerra 
radica:en :el .ca~poeconómico. Su objeto principal es la prosecu-
ción de una riqueza obt:enible por este medio, que es considerada 
más grande .por aquéllos que incitan al Estado a emprender la 
acción bélicaq,ue la que se hubiera 'obtenido de haberse preser-
vado la paz" (1933,p. 501). 
Aunque .el imperialismo promueve el empleo por medio de 
la ·exportación de -trabajo y capital excedentes, las pérdidas su-
fridas por una nacIón imperialista superan por lejos a las ga-
nancias. Las ganancias son insignificantes, en parte, porque la 
38 
TEORÍAS REDUCCIONISTAS 
mayoría de ellas va a los comerciantes e inversores, que cons-
tituyen dentro de la nación una ínfima minoría. Ellos cosechan 
los beneficios del imperialismo; la nación, en general, carga con 
las considerables expensas. En las palabras de Hobson, toma-
das de James MilI, el imperialismo es "un vasto sistema de ali-
vio externo para las clases altas". La redistribución de los ingre-
sos daría a los factores de producción una utilidad mucho más 
. ventajosa. Más aún, si la actividad imperialista origina todas las 
guerras y no solamente aquéllas directamente imperialistas, los 
costos de todo el "sistema de guerra", los costos de prepararse 
para las guerras y de emprenderlas, deben ser atribuidos a la 
empresa imperialista. Según ese razonamiento, los costos deben 
exceder por mucho a las ganancias.4 Además de los costos esti-
mados en libras, la prosecución de políticas imperialistas pro-
duce desafortunados efectos políticos y sociales a nivel domés-
tico. Conduce o bien al militarismo en Inglaterra o a su depen-
dencia de las tropas nativas; pone en movimiento fuerzas que 
son antagónicas a. las reformas sociales y económicas y que so-
cavan al gobierno representativo; sostiene y aumenta una aris-
tocracia estéril que depende de los. tributos de Asia y África, y 
que en última instancia puede convertir a la mayoría de los 
europeos. occidentales en un pueblo parásito (1902, pp. 51, 
103-52, 314-15). 
Eso, según Hobson, es lo que define la mayor parte de la 
pérdida de la nación imperialista. La otra parte· de la pérdida 
procede de los efectos que el imperialismo ejerce en el exterior. 
La nación imperialista, al exportar sus. bienes de capital y su 
saber técnico, permite que los países retrasados desarrollen sus 
recursos. una vez que esto se ha producido, no hay nada que 
impida, digamos, a China que utilice. capital extranjero y cada 
vez más su propio. capital, combinado: con su trabajo, para pro-
ducir bienes que pueden suplantar el "producido británico en 
los mercados neutrales del mundo". Puede por último "inun-
dar", incluso, los mercados occidentales con "productos chinos" 
4 Según una versión . más restrictiva, las ganancias y pérdidas rela-
tivas siguen siendo problemáticas, incluso para Gran Bretaña. en el apogeo 
de su imperialismo moderno. Ver los criteriosos cálculos de Strachey 
(1960, pp. 146-94) Y Brown (1970, p. X). Especialmente, Brown escribe 
acerca del imperialismo desde un punto de vista marxista. Recomenda-
mos también ver Boulding y Mukerjee (1971). 
39 
KENNETH N. WALTZ 
baratos, revertir el flujo de las inversiones y adquirir "control 
financiero sobre sus patrones y civilizadores" (1902, pp. 308 Y 
sigs). Las propias acciones del país imperialista socavan su po-
sición de superioridad. 
Lenin se basó grandemente en HObson, y sólo estuvo en 
desacuerdo con él en dos puntos importantes. Hobson creía que 
la tendencia al imperialismo podría ser eliminada por medio 
de políticas gubernamentales destinadas a redistribuir la ri-
queza (1902, pp. 88-90). Lenín creía que los capitalistas que con-
trolaban el gobierno jamás permitirían la articulación de esas 
políticas. El imperialismo era entonces inevitablemente una po-
lítica de los Estados capitalistas en su etapa monopólica (1916, 
pp. 88 .. 89). Hobson creía que la argumentación imperialista era 
la 9Q.usa de casi todos los 'conflictos que se producían entre los 
países: -imperialistas y la razón principal de ,sus enormes gastos 
en a.rmamentos. Sin embargo, Hobson preveía la horrible posi-
bilidad de que los Estados capitalistas cooperaran en la explo-
tación de los pueblos menos desarrollados (1902~ pp. 311 Y 81gs.; 
364 y . sigs.). Lenin creía que los pactos cooperativos no podrían 
durar, dadas las cambiantes fortunas de los Estados capitalistas 
y la inestable posibilidad de oportunidades de inversiones exter-
nas. El .capitalismo produce inevitablemente el imperialismo. A 
su vez, eso lleva inevitablemente a la guerra entre los Estados ca-
pitalistas, pensamiento que más tarde respaldó la convicciÓn de 
que el socialis'mo podría sobrevivir en un solo país (1916, .ps. fU· 
96, 117-20). 
Utilizando el análisis de Hobson, Lenin trató de demostrar 
que los efectos que ese autor creía probables eran necesarios pro-
ductos del capitalismo. Más aún~ a 'Lenin le agradaba aquello 
que Hobson predecía y deploraba: el imperialismo forma parte 
de la dialéctica que produce la decadencia del mundo capitalista 
minando las energías de los Estados desarrollados y agudizando 
los antagonismos entre ellos, por una parte, y promoviendo el 
desarrollo económico de las áreas retrasadas, por otra parte.! 
En este punto, Lenin se adecuaba cómodamente dentro del mol-
5 Lenin expone el primer punto citando, entre otros, a Hobson, y el 
segundo especialmente por medio de la cita de Rudolf Hilferding (Lenin, 
1916, pp. 102-104, 121). 
40 
TEORÍAS REDUCCIONISTAS 
ae marxista. En el Manifiesto Comunista, Marx,y Engels habían 
cantado al capitalismo una loa que hubiera sido incómoda y 
pretenciosa de haber procedido de un apologista burgués. 
Las düerencias nacionales, y los antagonismos entre los 
pueblos (escribían) se desvanecen más y más cada día 
debido al desarrollo de la burguesía, a la libertad de co-
mercio, al mercado mtindi~l, a la uniformidad de los modos 
de producción y a las condiciones de vida que corresponden 
a estas últimas características (1848, p. 39). 
Adaptando la explicación del 'imperialismo de Hobson,

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