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Meditación para soltar el control ¿Cuándo? Esta es una de mis meditaciones instantáneas. Úsala siempre que pienses que estás a punto de perder los nervios. Pongo esta meditación en la misma categoría de autocuidados que la maniobra de «detenerse, tirarse al suelo y rodar». Si se me incendiara la ropa, no tendría tiempo para meditar sobre mi lugar en el Universo, sino que me tiraría al suelo y rodaría sobre mí para apagar el fuego. La meditación de la botella de refresco es mi herramienta número uno cuando me encuentro en situaciones en las que parece que voy a explotar. Es rápida, es sencilla y funciona. ¿Dónde? Quiero que sepas que puedes contar con esta herramienta siempre que notes que te agobias. No doy demasiada importancia a dónde decidas poner en práctica esta meditación. Úsala allí donde creas que estás a punto de perder los nervios. Por ideal que resulte meditar en lugares silenciosos, es muy posible que se trate de un ideal poco realista en los momentos en que más necesites esta meditación. ¿Postura? Seguramente puedes imaginar lo que estoy a punto de decirte. De pie, sentado, tumbado, aparcado en un arcén... importa muy poco la postura que adoptes durante esta meditación. Lo único que te recomiendo es que estés cómodo y en un lugar seguro, y que evites aumentar la tensión física apretando las manos o los dientes. Y no me importa lo enfadado que estés con el tipo que no ha respetado el ceda el paso para incorporarse a la autopista: ¡aparca antes de empezar a meditar! Puedes meditar con los ojos abiertos o cerrados. Tienes 4 minutos para soltarlo Aunque ahora mismo no te dé la sensación de estar a punto de explotar, intenta seguir cada paso a modo de ensayo para prepararte para un momento futuro en el que realmente lo necesites. Solo hay que recordar dos mantras muy sencillos, así que es muy posible que después de practicar esta meditación por primera vez ya puedas realizarla a tus anchas. 1. Dedica unos instantes a centrarte en la respiración. Sigue el recorrido del aire a medida que entra por la nariz y sale por la boca. Respira como te resulte cómodo en este momento; ahora no hay necesidad de controlar nada. Todo es como debe ser, incluso aunque sientas agobio. La presión que sientes en tu interior tiene un propósito. Te indica que ha llegado la hora de liberarte y soltarla. 2. ¡Ya estás a punto para recitar el primer mantra! Repítelo en silencio o en voz alta. Acompasa la única palabra que compone este mantra con la respiración. Inhala con suavidad. Al exhalar, di: «Suéltalo». 3. Fíjate en que, con cada exhalación, el cuerpo deja ir un poco de tensión. Nota cómo bajan los hombros y cómo cada exhalación deja tu cuerpo como si acabaras de soltar algo muy pesado que llevabas cargado a la espalda desde hacía mucho tiempo. Repítelo durante diez ciclos de respiraciones completos o hasta que la respiración se haya ralentizado hasta alcanzar un ritmo que te resulte cómodo. Practiquemos la visualización... Liberar la tensión interior es muy fácil. Ahora ya te sientes algo mejor. Te estás concentrando en la respiración y el primer mantra ha empezado a obrar su magia. Ahora vamos a ocuparnos de soltar la tensión restante. 4. Imagina una botella de refresco llena y con el tapón cerrado con fuerza. Fíjate en cómo las diminutas burbujas del interior ascienden hacia la superficie e intentan escapar. Imagina que eres esa botella de refresco y que cada una de esas burbujitas contiene parte de la tensión que sientes en estos momentos. Si el tapón permanece cerrado, las burbujas estallarán dentro de la botella y el líquido reabsorberá la presión. Vamos a liberar esa presión. 5. Sigue prestando atención a las inhalaciones y exhalaciones. Ahora, en lugar de repetir el mantra con cada exhalación, visualiza cómo el tapón de la botella gira para abrirse lo justo y necesario para dejar escapar un poco de «fisss». Ahora son más las burbujas que suben a la superficie, preparadas para escapar de la botella y desaparecer en el aire exterior. Inhala por la nariz y exhala por la boca. El tapón gira un poco más y suelta más presión. Prosigue hasta que ya no queden más burbujas y puedas abrir el tapón del todo y sin peligro. Ya puedes respirar con tranquilidad, pues toda la tensión ha desaparecido. Sellar la práctica y permitir que la meditación arraigue... El mantra de sellado es este: «No tengo por qué controlarlo todo. Acepto lo que es». Si te resulta cómodo repetirlo en voz alta, hazlo. Si no, repítelo para tus adentros en silencio en las exhalaciones a lo largo de tres ciclos de respiración completos. Estas palabras sellarán la práctica y te permitirán seguir soltando presión si vuelve a acumularse durante la jornada.
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