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Kassfinol - Hijos De La Noche 04 - Secreto Real - Sandra Flores

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Libro 4
Saga Hijos de la Noche
Secreto real
Autora: Kassfinol
 
 
 
 
 
 
 
Publicado por: Kassfinol
Copyright © 2019 por Kassfinol
 
Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser
reproducido, escaneado, o distribuido en cualquier forma impresa o
electrónica sin permiso del autor, a excepción de citas breves en
reseñas. Por favor, no participar o fomentar la piratería de materiales
con copyright en violación de los derechos del autor. Todos los
personajes e historias son propiedad del autor y su apoyo y respeto
es apreciado.
Este libro contiene contenido para adultos y está destinado a
lectores adultos.
Este libro es una obra de ficción y cualquier parecido con
personas, vivas o muertas, eventos o lugares es pura coincidencia.
Los personajes son producciones de la imaginación del autor y
utilizado de manera ficticia.
 
1ra edición
Cubierta por los diseños de:
© Luce Monzant G
 
Secreto real
 
 
Saga Hijos de la Noche
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dedicatoria
 
Este último año, mi vida ha dado unos giros que me han hecho
replantearme muchos conceptos aprendidos, he cambiado mucho
gracias a todos esos acontecimientos, por eso no daré nombres,
pero sí le dedicaré esta historia a todas las personas que me
ayudaron a estar tranquila, feliz y protegida.
Sé, que sin amigos, nadie puede ser feliz, por eso muchísimas
gracias.
Agradecimientos
 
A ustedes, que siempre están atentos a mis publicaciones, que
me llenan de buenos comentarios y que sobre todo esperan sin
darme muchos problemas, a que mi vida se alineé con el sol, la luna
y las estrellas para poder sacar tiempo y escribir estas historias.
Los quiero, de verdad, muchas gracias.
Sinopsis
Desde que tengo consciencia de lo que ocurre a mi alrededor,
comprendí que era un ser inmortal y eso siempre me gustó.
Por años, desarrollé el instinto de ayudar a los humanos, con
mis conocimientos y capacidad financiera. Si me lo preguntan, sí,
era muy feliz, pero siempre sentí que algo me faltaba.
Mi vida cambió hace poco, al enterarme que pertenezco a la
raza de los Hijos de la Noche, y eso por mucho, ha sido lo peor que
me ha pasado en toda mi existencia.
No soy pesimista, si algo me caracteriza es la sinceridad al
determinar lo que ocurre a mi alrededor, no sufro de
autoconmiseración, ni acostumbro a engañarme a mí mismo, solo
digo que si como mortal piensas que tu vida ha sido difícil debes leer
esta historia y replantearte el concepto, aunque como sea, tenemos
algo en común…
Cuándo nos enamoramos todo tiende a ser más llevadero,
¿no?
 
Índice
 
 
Dedicatoria
Agradecimientos
Sinopsis
Índice
Capítulo 1: Branko
Capítulo 2 Branko
Capítulo 3 Lian
Capítulo 4 Lain
Capítulo 5 Branko
Capítulo 6 Branko
Capítulo 7 Branko
Capítulo 8 Branko
Capítulo 9 Branko
Capítulo 10 Branko
Capítulo 11 Branko
Capítulo 12 Branko
Capítulo 13 Branko
Capítulo 14 Branko
Capítulo 15 Branko
Capítulo 16 Branko
Capítulo 17 Branko
Capítulo 18 Branko
Capítulo 1: Branko
La vida es un conjunto de decisiones que a veces son tomadas
por alguien más
 
Supongo que algún día me sacarán de aquí —pensé dando
vuelta sobre la cama individual. No me podía quejar, era muy
cómoda, el problema era el sitio donde seguía encarcelado, ya tenía
ocho días aquí y el tiempo se me hacía cada vez más lento.
—¿Cómo es posible que traten así al hijo de un Rey? —grité
exasperado. Aunque de nada valía, lo hacía solo para bajar mi
ansiedad; las paredes de piedra hacían el lugar más frío y solitario,
sabía a la perfección que no me escuchaban— ¡Ni un puto libro
tengo para leer! —me quejé, para darme la vuelta y buscar conciliar
el sueño, no tenía ganas de escribir para sentirme mejor.
Entre divagaciones y diálogos internos, lo que me pareció una
hora después, caí dormido por el aburrimiento.
***
—Ana, creo que debes apurarte, en cualquier momento
comenzará una pelea —la voz se escuchaba a lo lejos, pero podía
oírla con cierta claridad, parecía que la persona venía de correr, se
percibía jadeante.
—Ya casi lo consigo —dudó otra voz— creo que le colocaron
una protección mágica, porque no logro saber con exactitud dónde
se encuentra, solo percibo su esencia muy leve —el tono de
preocupación se hacía notar en cada una de sus palabras.
—Si uso mi fuerza para potenciar tu hechizo capaz tendremos
un mejor resultado, ven acércate —se hizo un silencio y segundos
después logré escuchar varios chispazos y luego un viento
huracanado.
—¡Te lo dije, ahí está! —afirmó la voz que parecía ser la más
optimista.
Los pasos se acercaban, cada vez más, hacia donde me
encontraba. Escuché un fuerte estruendo, para luego cerrar mis ojos
porque una potente luz me daba directamente en el rostro, esos sin
mencionar que sentía toda mi cara llena de polvo. Enfoqué la vista,
ya que había perdido un poco la percepción del tiempo al estar por
completo a oscuras, de hecho, pensé que estaba en una tumba o
lugar muy reducido, me sentía confundido; pero ahora estaba frente
a dos mujeres y asumía que una de ellas acababa de derribar con
sus manos la pared de bloque y cemento que estaba frente a mí.
—¡Viste! ¡Aquí está! —afirmó una joven de cabello plateado —
¡Y santo Dios, está hecho una mierda!
—Solo es sangre, sus heridas ya se curaron —la voz fue tan
seria que por un momento pensé que la mujer me despreciaba.
—Vamos, Ana, ayúdame a soltarlo, tenemos que llevarlo a un
lugar seguro.
No podía decirles nada, estaba amarrado con unas sogas que
parecían estar hechizadas porque no pude romperlas a pesar de mi
fuerza; y, además, me encontraba amordazado desde lo que
consideré unas largas y tediosas horas. Por lo que veía, ellas eran
como yo, porque no les pareció nada extraño que ya estuviera sano
de las heridas de torturas que me propinaron esos hijos de puta que
me secuestraron y me encerraron aquí… sabía que habían usado
magia para esconderme, entonces estaba claro, que ellas habían
usado el mismo recurso para encontrarme.
—Hola bastardo, soy Michelle, Hija de la Noche Doscientos
Treinta y Cuatro —la joven se detuvo en seco y segundos después
continuó—, perdón, me presenté mal, pero es la costumbre… Soy la
Hija de la Noche Doscientos Setenta y Uno; una protectora que vino
ayudarte, ella es la Reina de Italia, se llama Ana Corsi, es la Hija de
la Noche Ciento Veintidós —todo esto lo dijo mientras me quitaba
las ataduras de las manos y de los pies. Ella cortó la soga con una
daga la cual asumí que también estaba embrujada porque casi ni
hizo esfuerzo.
La que ella señaló como la Reina de Italia, se acercó hacia mí y
me quitó el pedazo de tirro que tenía en la boca.
—Hola, soy la prima de tu padre, me alegro que ya estés a
salvo —su voz era sutil al oído, pero mi ser lo sentía como un balde
de agua fría, intuía que solo se quería alejar de mí.
—Gracias —logré decir, luego de carraspear mi garganta —Soy
Branko Figueira, me crie con ese nombre, ese es el que me
representa, no comprendo bien qué es un Hijo de la Noche, pero si
me buscan para torturarme o hacerme preguntas que no vienen al
caso, les agradezco que me dejen aquí… al menos los primeros que
me raptaron ya me ofrecieron un trato, estoy aquí solo para no ser
conseguido por mi hermano.
—Nosotras estamos aquí para salvarte, olvida ese trato, al
menos por el momento, vamos a ponerte a salvo, es la orden que
hay que cumplir, y es necesario. —Michelle me agarró la mano y me
ayudó a caminar sobre el montón de escombros que estaban frente
a nosotros. Creo que unos huesos aún no curaban bien, porque no
me sentía capaz de caminar por mi cuenta.
—Creo que me voy a desmaterializar para salir de aquí,
necesito estar solo, lejos de todos ustedes, desde que me enteré
que soy un Hijo de la Noche, solo he recibido insultos, golpes y
maltrato, no estoy hecho para esto —me quejé y vi los ojos castaños
de Ana, y de inmediato sentí remordimiento, quería estar lejos de
todo esto, pero no de ella.
—¡No seas idiota, somos amigas de tu hermano, nadie te va a
maltratar! Ya deja el drama, vamos, tenemos que irnos de aquí,
estás corriendo peligro—insistió Michelle.
Miré hacia los lados y estaba en un cementerio.
¡Por Dios! ¿Qué hago aquí?
Que poético e irónico, yo que le tengo cierto recelo y miedo a
los cementerios y esos infelices me encierran en un mausoleo
hechizado donde no me podía desmaterializar. Me trajeron
inconsciente, todo golpeado y lleno de sangre, en cuanto desperté
intenté salir sin éxito… Menos mal que no pude salir. ¿Yo caminar
solo por el cementerio? ¡Ni de chiste!
—¿Y por qué tu cara? ¿No me digas que te da miedo estar en
un cementerio de noche? —se burló Michelle mientras me ayudaba
a caminar, sentía dolor, tenía una rodilla aun partida, debía
inmovilizarla por unas horas… mi mente de médico estaba
preocupado por mi condición, no quería que los huesos se curaran
mal y quedara una malformación.
—No tienes por qué responderle su indiscreción, no te sientas
culpable, de todas formas, los cementerios no son cómodos para los
que aún se sienten humanos —intervino Ana mirando hacia los
lados, se veía muy alerta.
Sentí su preocupación y eso me agobió, mi sentido de
supervivencia me gritaba que tenía que salir de allí, el ambiente no
era propicio para dos mujeres y un hombre con una pierna partida.
—Silencio —susurró Michelle—. Alguien viene.
Ese alguien se movió muy rápido porque me golpeó por la
espalda, enviándonos a ella y a mí lejos de Ana. Medio pude abrir
mis ojos por culpa del aturdimiento, enfoqué la vista y logré ver a la
Reina a unos pasos lejos de mí, pero estaba tirada sobre el suelo y
se estaba comenzando a levantar con una muy mala cara.
—No sé qué pretenden, pero nadie se llevará a este bastardo
de aquí —gritó una voz terrorífica, enfoqué mi vista y era un
demonio, el mismo tenía unos largos cuernos y piel rojiza. Él caminó
hacia mí y apenas si pude hacer algo, solo sentí cuando me clavó
una daga en el pecho.
No pude evitar gritar por el dolor. El sonido fue agobiante, me
mareé por el esfuerzo.
Su objetivo era mi corazón, pero con mis conocimientos en
medina me moví en el momento exacto para que la espada no
pudiera tocarlo. Así me habían torturado la primera vez, pensé que
me matarían, luego entendí que solo hacían eso para aturdirme y
que así no pudiera desmaterializarme, sabía que solo podía morir si
me arrancaba la cabeza.
—¡Ni una mierda infeliz, eres un demonio muerto! —afirmó
Michelle, apareciendo detrás de él y lo decapitó sin esfuerzo.
Segundos después nos percatamos que otro demonio se
acercaba hacia nosotros. Eso no era bueno, yo estaba mucho más
herido; de hecho, cada vez que mi corazón palpitaba, me mareaba y
veía borroso, no tenía control de mi cuerpo, no sabía cómo íbamos
a salir de esta.
—¡Ay, no, eso sí que no lo permitiré! —dijo Ana, una vez ya
estando de pie, sin dudarlo movió su mano y una luz blanca con
dorado apareció y salió a una velocidad impresionante en dirección
al demonio, el mismo explotó con una gran luz blanca y segundos
después ya no había nada, el despreciable ser había desaparecido.
—¡Esa es mi Reina! —la halagó Michelle, mientras me
levantaba y yo intentaba soportar el dolor inimaginable que sentía—.
Supongo que te duele, ahora hay que sacarte esa daga del pecho
—me susurró con voz preocupada, luego miró hacia Ana y le dijo—.
Hey, el joven está sufriendo, ven ayúdame.
—No me recuerdes que es joven —en cuanto dijo las palabras
su propia reacción fue poner los ojos como platos, como si se
acabara de dar cuenta o arrepintiera de lo dicho, en ningún
momento dejó de caminar hacia nosotros.
—Desmaterialízate, el tiempo no nos sobra —le reclamó
Michelle con mala cara, mi visión iba y venía, necesitaba que me
sacarán esa daga del pecho, cada vez que respiraba me dolía
horrores.
—Voy —contestó la Reina y eso mismo hizo. Una vez frente a
nosotros Michelle se quejó:
—Maldito demonio, ¿cómo hizo para golpearnos a los tres al
mismo tiempo? —logré ver que Michelle miraba hacia los lados
como buscando algo.
—Lo ayudó un brujo, sentí su presencia, pero es un cobarde, se
esconde de nosotros, no debe de estar muy lejos.
—Sácale la daga al bastardito, nos los llevaremos de aquí
directo al Reino, para ponerlo a salvo y luego vendré a buscar a ese
infeliz, me vengaré por golpearnos por la espalda. —Michelle seguía
mirando hacia los lados muy atenta como un depredador buscando
a su presa.
—No le quiero sacar la daga, sentirá más dolor.
—¿Se la dejarás de adorno? ¡Hay que sacarla de su pecho, así
creo que siente más dolor! —insistió Michelle, dejándose ver
exasperada.
—Sí, sí, no me refería a eso, claro, hay que sacarla, pero
primero deja que haga un hechizo para disminuir su dolor. —Ana me
miró y pareció tomar aire, como si el hecho de observarme la dejara
sin respiración.
—Haz lo que quieras, pero hazlo ya, tengo que ayudar a Lian.
—Dirás, tenemos, ¿cierto?
—No, tú te quedarás cuidando al bastardito, está muy mal
herido, necesita de tus cuidados.
Ana asintió con el ceño fruncido y comenzó a recitar unas
palabras en un idioma que me pareció era el latín. Sentía que me
dormía, los parpados me pesaban y comencé a ver aún más
borroso.
—Ya mismo la sacaré —susurró Ana y sin ningún tipo de
delicadeza, retiró la daga de mi pecho, pero solo eso logré ver,
porque todo se puso negro a mí alrededor.
Pude medio abrir mis ojos unos minutos después y vi a dos
hombres a unos cuantos metros de mí, uno era corpulento, alto y
rubio; y el otro era un poco más bajo de cabello castaño… había
más personas, pero mis párpados insistían en cerrarse.
Michelle me servía como una muleta soportando todo mi peso
porque yo estaba como ido, no podía controlarlo. Poco después ella
gritó:
—¡Ya tenemos al príncipe con nosotras!
Qué humillación, todos luchando por los Reyes y yo moribundo
salvado por dos mujeres —pero no sé qué más pasó porque me
desmayé.
***
Me levanté de golpe, desde hace días soñaba con ese recuerdo
una y otra vez; y cada vez era más vívido. Ya me sabía de memoria
cómo era el rostro de Ana y cómo reaccionaba delante de mí. No
comprendía mis reiterados sueños, supongo que tenía un episodio
postraumático, aunque comprendía que mi vida últimamente era
como una mala película de cine, porque yo era el tipo bueno, que no
sabía dónde carajos estaba enjaulado, ni parado.
No podía tampoco sacarme de la cabeza el rostro de Ana. Ese
día luego de mi desmayo, ella me trajo hasta aquí, lo supe cuando
desperté; me enteré que fue ella misma la que limpió mi sangre y la
herida del pecho y también vendó mi rodilla para que sanara bien.
Cuando recobré el conocimiento estaba solo, detrás de estos
barrotes, no había visto más a Michelle, ni a Ana. Ni siquiera había
podido agradecerles por haberme rescatado del cementerio donde
esos demonios me habían encerrado.
Vi hacia la pequeña mesa y ahí estaban varias hojas de papel y
bolígrafos, tenía que escribir para mantenerme tranquilo y cuerdo.
Menos mal que los gemelos me habían dado la oportunidad de
seguir con mi pasatiempo y estaban pendientes de que no faltara
nada para mi aseo diario… Gracias a Dios, que esta pequeña cárcel
tenía un baño, sino estaría aún más desesperado por salir.
Lian, fue el único que se presentó, su gemelo mantuvo la
distancia… ya que no estoy haciendo nada productivo, no estaría
mal recordar esos momentos de nuestra primera conversación.
*** Seis días atrás***
—Oye, jovencito, bello durmiente, despiértate —Escuché la voz
de un hombre—. Ya estás curado, creo que el hechizo de la Reina
no te ayuda a salir de ese letargo.
Abrí mis ojos y un hombre blanco, rubio con intensos ojos
negros me sonreía. Me sentía desubicado, miré hacia mi alrededor y
no comprendía dónde estaba, lo que llamó mi atención fueron los
barrotes.
—¿Estoy en la cárcel? —pregunté mientras me sentaba sobre
la cama.
—Sí, pero no. —El hombre parecía una montaña por lo
corpulento que era, como notó que lo observaba me devolvió una
sonrisa, algo me decía que se estaba burlando.
—Explícate —exigí con el ceño fruncido, tocando mi pecho,
pasando mi mano por dentro de la camisa de algodón.
—Estás en el plano de los Hijos de la Noche, y esto es nuestracárcel o calabozo, pero no eres un prisionero… oh, bueno, sí, pero
tranquilo, no es nada serio, solo se están haciendo unas
averiguaciones y organizando unas cosas para dejarte salir, tu
hermano es muy terco, pero cuando comprenda todo te dejará salir.
—¿No es más fácil dejarme en alguna habitación? Deben tener
el lugar embrujado, con algún hechizo, porque no me puedo
desmaterializar, lo he intentado desde que desperté y no pasa
nada… Además, se supone que soy el hijo del Rey, ¿por qué me
dejan aquí?
—Ahhh, eso, no, ni lo intentes, en este plano no nos podemos
desmaterializar, hay ciertas limitaciones, ya aprenderás sobre
ellas… con respecto a por qué estás aquí… es porque Ana y
Michelle nos comentaron que hiciste una especie de trato con los
traidores, esos con los que hablaste, esos que te secuestraron… Y
solo queremos estar seguros de que tus palabras o juramento no
nos afectará, en el mejor caso, yo solo espero que lo que hayas
jurado no te afecte a ti… creo que sabes lo delicado que es jurar
para nosotros.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? ¿Por qué tardan tanto
en sacarme de aquí? ¡Y sí! Mi tío me dijo que por nada del mundo
jurara ya que si no cumplía mi palabra podría convertirme en un
demonio… Me explicó por encima ciertas cosas, como que debía
cuidar a los humanos y entrenar para poder lograr eso, pero soy
muy bruto para eso, no sé pelar, sé curar, soy doctor.
—Estás aquí desde no sé, ¿dos días? No sé con exactitud,
estoy muy ocupado. Tampoco tengo respuesta sobre cuánto te
sacarán de ti, con respecto a tu tío, considero que te crio bien, ya
luego hablaremos de eso, por el momento debes comer, te traje
suficiente comida —señaló hacia la mesa y logré ver, carnes, frutas
y ensalada.
—¿Me piensas matar de hambre? ¡Eso me va a quedar en una
muela! Tengo dos supuestos días sin comer, siento mucha hambre.
—Lo siento, la verdad es que estoy muy nervioso porque
hirieron a Michelle en su brazo con un hechizo muy poderoso e
incomprensible para mí; solo tomé lo que estaba cerca y me cabía
en las manos como excusa para salir de allí, no quería seguir
escuchando sus gritos —su rostro pasó de tranquilo a preocupado
—. El tratamiento que le hace la Reina Ana es rápido y ya está
mejorando, pero sus gritos me retumban en la cabeza por horas. Me
importa demasiado como para ser indiferente con su dolor.
—¿Qué le pasó? ¿Fue por mi culpa? ¡Lo siento, yo estaba muy
herido! Y no me sé defender bien, creo que caí inconsciente… ¿Y
Ana? ¿Ella se encuentra bien? —quería seguir disculpándome, pero
él me interrumpió.
—No, no, Branko, su herida no fue por tu culpa, eso fue
después de que ellas te salvaron el trasero. Y sí, la reina de Italia
está bien, te lo acabo de decir, ella está cuidando a Michelle —
sonrió, en ese momento su rostro cambió a uno más tranquilo.
Ay, gracias a Dios, sino no cabría en mi cuerpo por la
vergüenza. Y mierda, creo que exageré al preguntar por Ana,
aunque creo que no lo notó. —pensé.
—Siento cierto alivio —me sinceré—. Por cierto, tú sabes mi
nombre, pero yo no sé el tuyo —busqué cambiar la conversación
para desviar su atención.
—Ah, claro —me dio su mano—. Soy Lian, Hijo de la Noche
Doscientos Veintiuno… Soy un protector, sé poco de ti, pero me
caes bien, yo te vi ese día en que amenazaste al rey de Brasil con
dejarlo en evidencia frente a Brian; dejaste ver tu carácter y
convicciones.
Mi tío me mandó, para ser sincero, casi me obligó, a decir
verdad… ¿Cómo estuvo ahí? Estábamos solos con ese Rey de
Brasil.
—¿Cómo me viste allí? ¿Cómo fue posible eso? Solo
estábamos mi tío, el Rey y yo. —No pude disimular mi cara de
asombro.
—Mi amada Michelle, me volvió invisible ante los Hijos de la
Noche y al mismo tiempo el Rey Brian podía ver tu conversación…
de hecho te salvé de que no te decapitaran ese día. —El aire de
autosuficiencia le salió por los poros, aunque no se vio déspota.
—Ahhh, ahora comprendo todo… ¡Increíble! —afirmé
intentando analizar lo que me decía—. Entonces te debo las gracias
por lanzar por los aires a ese gran idiota. —Recordé la cara de
incredulidad del imbécil al salir por los aires sin tener a nadie en
frente; además, también evoqué las palabras de Lian, que me fuera
y buscara a mi hermano, ahora comprendía todo.
Lian soltó una carcajada.
—Me habría gustado decapitarlo yo mismo, pero esa no eran
las órdenes para ese momento.
—Me habrías ahorrado horas de dolor, ese hijo de puta me
torturó por horas. —No quería recordar todo lo que me hicieron,
pero los flashbacks golpeaban mi mente.
Los cortes que hicieron constantemente en mi piel. Las
puñaladas a todos mis órganos. El ahogarme en agua llena de
hielo… Golpearme una y otra vez las manos hasta partirme los
dedos.
No sabía qué era peor, si el dolor de la tortura o el saber que mi
cuerpo se regeneraría para soportar más tortura. Esos días
secuestrados me parecían años.
—Lo siento, no sabía que eso pasaría, pensé que te irías a
buscar de inmediato a tu hermano Brian como te dije, pero no fue
así como ocurrió.
—Lo intenté, pero fue inútil: logramos salir de ese castillo, horas
más tarde nos encontraron en nuestra casa y me llevaron con
ellos… ni siquiera sé si mi tío está vivo, no sé defenderme bien, así
que me dejaron inconsciente con facilidad.
—Tu tío está bien, está en su hogar, cuando se resuelva la
situación, lo dejarán ingresar a este plano, pero en tu antigua casa
está protegido y bien cuidado.
—¿Cuidado o vigilado? —Entrecerré mis ojos, mirándolo con
mala cara.
—Digamos que las dos cosas. —Lian se levantó y dejó ver su
supremacía en tamaño, a mí me faltaban como veinte centímetros
para poder alcanzarlo.
—¿Ya te vas? ¿Cuándo me sacarán de aquí?
—Me tengo que ir, enviaré a mi hermano a que te traiga más
comida… te aclaro de una vez… no grites porque nadie te va a
escuchar, para ser exactos estás muy en el sótano del castillo.
—Oh, qué novedad —ironicé poniendo los ojos en blanco y
caminando hacia la mesa, abrí las gavetas y había varias hojas de
papel sin nada con qué escribir.
—Podrías traerme un bolígrafo, me gusta escribir… eso me
libera…. Y mirando mis condiciones, me vendría bien poder hacer lo
que me gusta.
—Tienes hobbies humanos… qué gracioso.
—¡No te burles! Y también amo leer, así que si me traes libros
te lo agradecería.
—Tranquilo, no te pongas cómodo, espero que te saquen
pronto de aquí.
—Llámenme a declarar, así saldré más rápido, no tengo nada
que esconder —repliqué y luego mordí una manzana.
—Tal vez, tienes razón, pero el único que podía defenderte está
muerto. —No comprendí sus palabras, y Lian pareció leer mi
expresión, puso los ojos en blanco y continuó—. Hablo de tu padre
el Rey Hijo de la Noche Veinticinco, debes comprender que es
primera vez en la historia que un sangre pura convive con una
humana y tiene un hijo fuera de su vínculo… y ni hablar que aún no
sabemos quién convirtió a tu tío, hemos dejado varios temas de lado
por todos los problemas que consideramos más urgentes entre
nosotros.
—¿Qué puede ser más urgente que tener a un bastardo
encarcelado? —me burlé de mi condición, aunque me sentía
indignado.
—La Reina está embarazada, y la segunda al mando de
nuestro ejército está herida… Hay vacío de poder en Brasil y
Estados Unidos y se está investigando la posibilidad de que hay otro
Rey considerado traidor; ya que no nos confiamos de la información
que nos dieron esos Dampfen… créeme cuando te digo que un
bastardo puede estar en “modo pause” en nuestra realidad… No
eres cien por ciento prioridad.
—¡Menos mal que soy inmortal, no me gustaría hacerme viejo
entre estos barrotes! —vociferé con mala cara. Creía injusto todo
esto, pero era evidente debía esperar mi turno.
—¡Esa es la actitud! ¡Qué buen chico resultaste ser!
—¿Eso fue sarcasmo? —Entrecerré mis ojos mirándolo con
atención.
—Pues, claro que sí. —Subió y bajó los hombros para luego
continuar diciéndome—. No te desesperes todo se dará en su
momento.
—No te aseguro nada, pero lo intentaré… la verdad está de mi
lado, ya habrá tiempo para que permitan que me defienda y exponer
mi realidad.—Te enviaré los bolígrafos con mi hermano, él es idéntico a mí
así que no te confundas, nos vemos luego —se despidió Lian,
cerrando las rejas detrás de él y se fue sin esperar alguna
respuesta.
Pocos minutos después, llegó un hombre idéntico a él, pero con
los ojos color verde y su cabello rapado. Para entonces seguía
comiendo, así que esperé que se presentara, pero para mi asombro
se comportó muy neutral, no fue brusco, ni amable, sencillamente
dejó mucha más comida sobre la mesa y tres bolígrafos a un lado
de las bandejas… entonces, así como entró de la celda, se fue.
Soy un bastardo, supongo que no soy una moneda de oro para
caerle a todo el mundo bien —pensé mientras me comía un trozo de
carne.
Una vez que terminé de comer, escribí todo lo que cavilaba, no
sin antes quejarme por lo mucho que pensaba en Ana. Necesitaba
hacer algo al respecto sobre esta ansiedad en querer verla, y estar
encerrado era una situación que no me ayudaba.
 
 
Capítulo 2 Branko
Vivir medias verdades te hacen más feliz porque eres ignorante
en gran parte de lo desagradable
 
***De vuelta a la realidad ***
Todo esto del encierro me tiene con un humor de perros, las
horas parecen pasar más lento y no ayuda el hecho que piense
tanto en Ana.
Mi tío no me explicó que podría algún día sentirme así, y
tampoco creo que sea normal que un humano sienta todo esto, es
como enfermizo; es increíble que teniendo tantos problemas yo solo
pase la mayor parte del tiempo, por no decir que todo el tiempo,
evocando los ojos y la boca de esa mujer.
Necesito obligarme a pensar en otra cosa… Sí, ya sé, mejor
voy a enfocarme en recordar las últimas visitas de Lian a mi celda.
*** Cuatro días atrás ***
Terminaba de escribir otros pensamientos en una de mis hojas,
cuando escuché que caminaban hacia mi celda. Me di la vuelta y
era Lian, no tenía que observarlo muy bien para distinguirlo de su
hermano, ya había determinado que el corte de cabello y el color de
ojos me hacía la vida más fácil, eso los diferenciaba.
—Hola, Branko, ¿cómo estás? — saludó mientras abría a
celda, luego la cerró de nuevo e ingresó para sentarse sobre mi
cama, por mi parte guardé las hojas dentro de la pequeña gaveta.
No quería que las viera.
—No es un hotel cinco estrellas, pero ¿para qué me voy a
quejar? —Me levanté, tomé la silla y la giré para que su espaldar
quedara frente a mi pecho y me senté de nuevo, no me habían
enseñado a ser mal educado y menos con alguien que me había
tratado tan bien.
—No creo que extrañes los hoteles de cinco estrellas, hasta
donde sé tuviste una vida modesta.
—Así es, no viví con lujos, aunque tengo buenos ingresos por
haber estudiado medicina, tengo varias clínicas en mi país, como
verás no soy muy bueno derrochando el dinero, aunque debo
admitir que soy de los mejores cuidando a los humanos más no
protegiéndolos.
—¿Eso no es lo mismo? —Lian se veía divertido.
Tomé aire de forma audible y exhalé con fastidio.
—Los ayudo en sus enfermedades, los cuido cuando se sienten
mal, tengo especialistas que dan lo mejor de sí, yo me preparé para
ser un buen cirujano, aunque no ejerzo mucho porque desde hace
años poco me dejo ver, de hecho, estaba pensando dejar a un
apoderado y fingir mi muerte para empezar de cero en otro lado. Es
tedioso salir maquillado y disfrazado como un viejo para que
medianamente crean tu edad, porque la fui alterando con el tiempo
a medida que cambiaba los trabajadores de recursos humanos.
—No es necesario todo eso, claro, en parte, me refiero a que no
te dejes ver por tus conocidos humanos, pero mudarte por completo
y empezar de cero en otro lado es drástico, tú con solo no dejarte
ver por los humanos tienes… tenemos esa habilidad.
—Hay muchas cosas de las cuales no estoy al tanto —negué
varias veces con mi cabeza, no sabía cómo eso era posible—. No
sé muy bien en qué consiste ser un Hijo de la Noche. Pensé por
años que solo era un inmortal, llegué a mi cambio a los veinticinco
años, mi tío solo me dijo que guardara el secreto que en el momento
justo él me informaría de todo… por dos años me mantuvo
encerrado en casa… ¿el motivo?... cuidándome de que una bruja no
me hiciera una maldición, brujería o cómo se le diga… Nunca me
explicó el por qué, pero agradezco a la vida que para entonces ya
era un médico graduado y no me atrasó en mis estudios, porque si
no…
—Tu tío solo exageró, solo debía cuidarte de que una bruja no
te hiciera una maldición en tu primer año del cambio, pero al menos
te cuidó bien —me interrumpió sonriendo, comenzaba a disfrutar de
la conversación.
—Sí, tío es un buen hombre, tiene muchas cosas positivas,
pero me ocultó muchas otras cosas, aunque él afirma que fue por mi
bien… todo lo que me informó fue a cuenta gotas, todo a medias,
me contaba cuando ya era demasiado tarde o estábamos sobre la
marcha… ¡una mierda total!
—Según veo lo dejaron como especie de protector, te escondió
bien y te crio aún mejor, lo que no comprendo es por qué tanto
secreto.
—No lo sé, con decirte que supe que era un Hijo de la Noche
horas antes de atravesar ese portal, pensé que solo era un inmortal
y nada más… Al atravesarlo estaba en otra realidad, y terminé
encontrándome con el Rey de Brasil —hice silencio recordando las
palabras de mi tío:
“Debemos ir ahora mismo ante el Rey de Brasil y evitar que se
ponga en contra de tu hermano”
Lian me sacó de mi pensamiento diciéndome:
—Lo que aún no entiendo fue el por qué esperar tanto tiempo…
¿Qué fue lo que hizo que actuara en ese preciso momento?
—No lo sé, solo me enteré ese día de un montón de cosas que
me definían como Hijo de la Noche, que si me lo preguntas no te
sabría decir la mitad…. Solo estaba contento de enterarme de que
no estaba solo en el mundo, de que tenía un hermano, eso fue lo
que realmente me importó… por un momento me entraron muchas
ganas de poder ayudarlo: aunque al principio si te soy sincero, no
quería ir a enfrentar a ese traidor, me daba un poco de miedo, pero
Ángelo me sacó casi que a patadas de la casa… en cuanto entré a
ese castillo algo me dijo que ese era mi lugar, que esa era mi gente.
—No fuiste por ganar partido de toda la situación y tener poder,
¿cierto? Ya sabes, inventar todo un cuento de que eres el hermano
del Rey o estar en complot con otro Reino para ganar la confianza
de Brian y luego intentar derrocarlo —sus palabras fueron muy
serias, pero me causaron risas… no pude más que reírme.
Unos segundos después tomé aire, me intenté controlar y le
dije:
—Te lo pondré fácil, toma mi sangre y haz una prueba de ADN,
eso será más que suficiente para que sepas que soy su hermano.
—¿Tú por qué estás tan seguro de eso? —él tenía un punto,
pero le respondería con la sinceridad que toda mi vida me
representó, así no pudiera tener un argumento comprobable.
—Mi tío no tiene por qué mentirme, puede que obvie
información, pero jamás miente… yo creo en él. Además, tampoco
tengo necesidad de mentir… la verdad es que no tengo pruebas que
lo afirmen, no tuve tiempo, ni una muestra comparativa para
hacerme el examen, pero sí pensé en eso… el hecho es que aquí
me tienes, hazme la prueba y salgamos de esto.
—La prueba no nos dirá tus intenciones, créeme cuando te digo
que apareciste en el momento justo cuando te necesitábamos,
porque un familiar directo como tú le daría más fuerza a Brian ante
los demás… y no creemos en casualidades, las cosas siempre
tienen un por qué.
Me quedé en silencio, porque por segunda vez consecutiva, él
tenía un punto, y no tenía como refutarlo. Luego de unos segundos
de silencio incómodo, Lian insistió:
—¿Cuáles son tus intenciones? ¿Qué quieres?
“Al salir de aquí solo quiero ver a Ana y apartarme de los
problemas” —pensé, luego todo llegó de una forma fugaz y me
sentía muy convencido.
—Salir de aquí y exigirle que les explique cómo fue que se
enteró de todo lo que pasaba en esto de los reinos y los Hijos de la
Noche… y luego retomar mi vida de tranquilidad lejos de todo esto,
eso es lo que quiero. Si mi hermano me quiere lejos, luego de esa
tortura que me propinaron sus enemigos, lo mejores que le cumpla
su deseo.
—Dime, ¿cuáles son tus intenciones? —insistió levantándose
de la cama para caminar hacia la puerta de la celda.
—No hay intenciones, solo me permití ayudar cuando mi tío me
pidió que lo hiciera, él sabe más que yo de todo esto, soy solo un
inocente, alguien mal parado en las circunstancias, no me interesa
el poder, solo quiero salir de aquí. —Me desespera que me traten
como un estafador o delincuente, como si fuera un oportunista.
—Ya seguiremos hablando, verás a tu tío cuando todo esto se
resuelva… solo recuerda lo que te dije antes, no desesperes.
—Considero que las cosas serían más fáciles si nos
confrontaran y nos dejaran defendernos —repliqué en mal tono.
—Lo sé, pero tu hermano tiene un ataque de terquedad…
aunque como están las cosas, tienes a dos personas que por el
momento y sin la ayuda o testimonio de tu tío, avalan tu versión de
los hechos.
—¿Me vas a decir quiénes son? No sabía que tenía abogado.
—Me levanté y fui hacia la cama, como si dar esos pasos pudieran
controlar mi frustración.
—Sí, claro, la primera es la Reina de Italia, ella siempre ha
afirmado que eres el hijo del fallecido Rey; ella sabía de tu
existencia, pero jamás te buscó o habló de ti hasta el momento en
que apareciste.
¿¡Qué!? ¿Ella? ¡No entiendo!
—¿Te asombra que ella sea una? Mmm… podría jurar que
hasta te cambió el olor que emanas cuando mencioné su nombre —
intuía que le infeliz se quería reír.
—¡Qué dices, estás loco! ¿¡Qué olor ni que nada!? Mmm…
aunque digamos que sí me confunde que precisamente sea ella la
que abogue por mí.
—Lo hizo hace días, en cuanto te vio nos habló un poco más de
ti —sus palabras por alguna razón me cayeron mal—. Cambia esa
cara, estuvo muy ocupada terminando de curar a Michelle y luego
se marchó hacia su Reino, es por eso que ella no tuvo la
oportunidad de hablar más de ti.
Idiota, le gusta jugar con la gente —comprendí manteniendo mi
semblante neutro, esperaba que mi olor no cambiara, claro, en todo
caso que eso fuera posible, viniendo de él, muy capaz solo me
estaba jodiendo la paciencia.
—Ah, comprendo… ¿y quién es la otra persona que me apoya?
—¡Yo! —sonrió—. Habría que ser un ciego e idiota para no ver
el parecido físico que hay entre ustedes, por no decir que eres
idéntico a tu otro hermano, me refiero a Adrián… Aunque… mmm…
eso también te hace muy parecido a Brian, en fin, ellos eran
hermanos, es complicado en este momento compararlos, porque
uno de ellos ya no está entre nosotros —hizo silencio de forma
abrupta y miró hacia el suelo—. Perdón, no quería tocar ese tema.
—No entiendo, ¿por qué tienes esa cara? ¿Quién es Adrián?
¿No me digas? ¿Tengo otro hermano? —Me emocionó saber esa
información, pero el sentimiento me duró poco.
—Oh, lo siento, no quería que esta conversación siguiera por
aquí. La verdad es que Adrián fue asesinado hace poco, por todo
este asunto de la guerra y los Hijos de la Noche que quieren más
poder.
—No sabía que tenía otro hermano, solo sabía del Rey. —No
pude evitar sentir un poco de nostalgia por la situación, por lo que
veía el mundo de los Hijos de la Noche era tan corrupto como el de
los humanos, al menos hasta el momento no tenía una buena
impresión.
—No te culpo de que no te enteraras, viviste toda tu vida entre
medias verdades, no te dieron elección. —Lian era compresivo,
aunque algo me decía que no era así desde siempre, el que no
tuviera contacto visual conmigo me indicaba que estaba incómodo
con todo esto, como avergonzado de que yo estuviera aquí.
—¿Por qué tienes esa cara? ¿Te pasa algo? —Ante mi
pregunta negó varias veces con la cabeza y cambió el semblante.
—Insisto, me recuerdas a Adrián… y el que estés aquí lo veo
injusto, preferiría que estuvieras en algunas de las habitaciones del
castillo, ya sabes algo más cómodo, yo sé que eres su hermano y
por consiguiente parte de mi familia.
—Dime, ¿qué es eso que te provoca remordimiento? —insistí,
me estaba ocultando algo, lo intuía.
—Nada, solo que no se siente bien que piensen mal de ti, sé de
lo qué te hablo, mi hermano dudo hace poco de mí, todo fue un mal
entendido y duró solo unos minutos porque se dio cuenta casi que
enseguida, y me sentí terrible, muy mal… y tú llevas días aquí y ni te
han dado el derecho de palabra para que te defiendas y des tu
punto de vista.
—Cura por completo tu herida, que yo me encargo de la mía —
le contesté sin dudar, me tiré sobre la cama, di la vuelta y me arropé
por completo, deseaba estar solo. No quería ver a nadie.
Esto no era una actitud infantil dentro de mis parámetros, solo
estaba harto y ya que no podía salir de salir, lo mejor era ignorar
todo a mi alrededor.
—Si Brian viera eso que acabas de hacer, jamás dudaría de los
lazos de sangre que tiene contigo.
—Tráeme comida tengo hambre —respondí en forma cortante.
Lian soltó una carcajada. Mientras sentí que comenzó a
caminar hacia la puerta.
—Mi hermano no va a tardar —replicó aún entre risas. Escuché
cuando cerró la puerta de la celda y se alejó.
*** Presente***
Sentía hambre, hoy había tardado más de lo habitual Lain en
traerme la comida y lo peor es que ni una estúpida ventana había
para entretenerme mirando el cielo, ¿qué más podía hacer?
Supongo que seguir acostado repasando mis últimas
conversaciones con los visitantes de mi celda, así no caería en el
tedio.
*** Tres días atrás ***
Estaba haciendo varios pasos de defensa personal, esos pocos
que había aprendido, cuando Lian me sorprendió.
—¡Hey! Pero qué lento ahora entiendo por qué dos mujeres te
tuvieron que salvar el trasero hace días.
La poca moral que me quedaba terminó de morir en ese
momento.
—No soy un guerrero, no me sé proteger, ni a mí mismo, ni a
nadie, así que de una vez te digo que tampoco hay esperanzas para
los humanos.
Lian soltó una carcajada al ver mi mala cara.
—Todo en esta vida se aprende, claro, puedo notar que tú no te
has molestado en aprender bien el oficio —se burlaba en mi cara,
obvio, alguien con esa estatura podía hacerlo, era comprensible—
¿Cuánto tiempo has entrenado?
—¿Yo?... mmm… creo que cinco años, pero no es algo que
haga a diario, siempre estuve enfocado en conseguir operaciones,
donaciones y trasplantes para los humanos, ya era bastante trabajo
ocultar el hecho de que fuera yo el que moviera los contactos entre
los hospitales y las clínicas privadas —señalé con ambas manos mi
cara—, tengo ciento diez años y parezco tener menos de treinta
años, ni con todos mis conocimientos en cirugía esta carita sería
posible.
—Sí, te entiendo a la perfección, pero ¿por qué entrenar desde
hace solo cinco años si ya sabías tu naturaleza o condición de
inmortal?
—Cómo te dije sabía que era inmortal, pero nunca di con la
raza exacta con la que debería sentirme identificado y tampoco hay
un laboratorio médico con muestras comparativas de sangre que me
dieran un resultado.
—Ajá, ahí sí que te doy toda la razón —me interrumpió.
—Y entre los estudios, trabajo, esconderme y ayudar a los
humanos… mi tío me exigió a los ciento cinco años que entrenara,
lo hice para calmar su ansiedad, pero no me lo tomé muy en serio…
Como debes esperar, él no sabía de mi forma tan vaga de entrenar,
y tampoco tenía contactos que me pudieran ayudar, no sin dejarnos
en evidencia de nuestra condición.
—¿Tu tío tampoco sabe luchar, ni asesinar demonios? ¿Nunca
ha defendido a los humanos?
—No creo, lo dejé mucho tiempo solo, no sabría confirmar que
hacía en su tiempo libre, pero jamás lo vi entrenando.
—Hablando de tu tío… ¿qué hacía él para vivir y mantenerse
en el mundo humano?
—Fue un profesor en una universidad hasta que no pudo
ocultar más su edad, luego no fue necesario que trabajara porque
mis ingresos eran más que suficientes para ambos. En casa me
consta que él leía muchísimo y cuidaba de su jardín, y una que otra
vez evitaba que yo cometiera alguna estupidez, pero en líneas
generales no le di mala vida con mi comportamiento.
—¿Quién convirtió a tu tío? Está claro que es un humano
convertido porque aparenta más de treinta y dos años por decir un
número; un Hijode la Noche nacido siempre llega a su máximo
crecimiento antes de los treinta, así como tú y pueden
desmaterializarse y completar su cambio sin necesidad de asesinar
a un Dampfen.
—¿Un qué? —No conocía el término—. No sé lo que me dices,
siempre imaginé que mi tío había nacido, así como yo… no sabría
qué responder a tu pregunta y no conozco tampoco a ningún
Dampfen.
Lian me observó con detenimiento, como intentando ver qué
otra cosa guardaba, pero era mi verdad, yo no sabía muchas cosas
por las que estaba pasando, era un ignorante en el tema.
—Por lo que veo hay ciertas preguntas que solo podrían ser
contestadas por el señor Ángelo.
—Ya te lo he dicho, solo sé lo estrictamente necesario y de todo
lo que me enteré siempre fue a última instancia o a destiempo.
—¿Qué me puedes decir de tu madre?
—No mucho, poco la recuerdo, murió cuando yo tenía cuatro
años, enfermó y no soportó los síntomas, ni el tratamiento y falleció
de cáncer. —Recordar y decir eso en voz alta me hacía sentir un
poco mal.
—¡Qué mierda! ¿¡Cómo es que se prestó tu tío para engañarte
tanto!? —gritó golpeando la mesa, se veía indignado—. Sí alguien
tiene que explicar aquí muchas cosas, ese es tu tío, tú no sabes ni
en qué mundo vives.
¿Eso fue un halago o se está burlando? No, no, está molesto —
me corregí.
—Gracias por lo que me toca —contesté bajando y subiendo
mis hombros con una mueca en mi boca que dejaba ver mi
despreocupación—. ¿Por qué dices que me han mentido? ¡De
verdad no recuerdo a mi madre! Era un niño muy pequeño cuando
ella murió, y mi tío me crio desde entonces, soy su único familiar
vivo.
—¡Eres muy inocente muchacho! ¡Claro que eres su único
familiar vivo si sobrepasas el siglo de vida ya que un humano
promedio vive hasta los ochenta años!
—No lo decía por eso, esa parte la entiendo, solo te explico que
los padres de mi madre estaban muertos desde antes de quedar
embarazada de mí… de hecho por años siempre fueron mi tío y mi
mamá… luego ella murió y Ángelo solo vivió para mí… él no tuvo
hijos, ni esposa, nada, decía que no tenía tiempo para esas cosas.
—Tal vez no llegó la indicada —musitó Lian con mala cara.
—Perdón, ¿qué dijiste? —insistí con ceño fruncido.
—Nada, es solo que tengo que explicarte algo y me molesta ser
el portador de malas noticias. —Su semblante era de mortal
seriedad, casi que podía tocar la rabia a su alrededor.
—¿A qué te refieres? —Algo me decía que me debía sentar y
eso hice. Tenía el presentimiento que no sería capaz de escuchar la
respuesta.
—Creo que ya debiste de haber entendido que los Hijos de la
Noche solo mueren cuando se les corta la cabeza, eso te quedó
claro en tus momentos de tortura; entonces tu madre no pudo morir
de cáncer.
Sus palabras me retumbaron en la mente. No había hecho la
conexión con la situación de mi mamá, eso era un tema que para mí
estaba asumido y aceptado; pero me habían pasado tantas cosas
en tan poco tiempo que aún no había podido hacer esa relación de
hechos.
—¿A-a-a-asumes que la asesinaron? ¿Qué alguien le cortó la
cabeza? —pronuncié las palabras al mismo tiempo que sentía que
el mundo me daba vueltas.
—Estoy seguro de eso jovencito —guardó silencio por unos
segundos—. Mira, normalmente soy un perro sin causa, tiendo a
fastidiarle la vida a medio mundo; pero la tuya está tan jodida que ni
siquiera tengo que encontrarte un defecto para fastidiarte… la
verdad es que me parece un poco traumático tener que ser yo quien
te aclare todas estas cosas; y sobre todo ser yo, quien te diga la
verdad —su tono fue sincero acompañado de una mirada llena de
preocupación.
—¿Por qué alguien querría asesinarla? ¡No entiendo nada!
Dime, ¿esto tiene que ver por mi condición como Hijo de la Noche?
—Siempre tiene que ver con eso, no tienes ni una idea de todo
a lo que nos enfrentamos a diario… tal vez murió luchando o
asesinada, no lo sé, como es de esperarse hay que hablar con
Ángelo.
—Comienzo a odiar todo esto, mi vida era más fácil cuando era
un completo ignorante de toda esta realidad —me quejé y comencé
a sentir ira, ligado a un sentimiento de pérdida. No podía concebir
que mi tío me hubiera ocultado esa información.
—¡Calma! Estoy indignado con todo esto, pero no reniegues de
lo que eres, ya tendrás a tu tío frente a frente para aclarar todo, es
evidente que él te estaba protegiendo, debe tener una explicación
coherente para haberte mentido de esa forma tan descarda.
—Agradezco tu sinceridad —afirmé pasando mi mano sobre la
cabeza—. Podrías dejarme solo, necesito pensar.
—Como quieras, mañana si tengo tiempo pasaré a darte una
vuelta.
—¿Seguirás haciéndome interrogatorios y aclarándome mi
miserable realidad? —para cuando pregunté Lian tenía media
sonrisa en su rostro.
—No lo veas así, solo estoy atando cabos para sacarte de aquí
cuanto antes, por eso vengo siempre a conversar contigo.
—Supongo que te lo tengo que agradecer —musité mirando
hacia el suelo, me daba un poco de vergüenza estar en esta
situación.
—No tienes porqué agradecérmelo, digamos que tengo una
deuda moral.
—Es que eso es evidente, nadie más que tú viene a verme, y tu
hermano ni me dirige la palabra… solo debí analizar un poco para
llegar a esa conclusión.
—Eres inteligente y también eres médico como Adrián, eso me
agrada… Por mi parte hace falta que limpies tu nombre e
intenciones rápido porque de por sí hace falta una persona como tú
en nuestro Reino.
—Y que, si cuando se limpie mi nombre, me largo de aquí para
no volver, puedes tener por seguro que amo la vida que dejé y
siempre he disfrutado de mi tranquilidad.
—Decide lo que quieras, ese no es mi problema —la respuesta
fue sombría, estaba claro que no estaba de acuerdo conmigo.
—¿Y cuál es tu problema? —insistí, él me ocultaba algo—
¿Cuál es esa deuda moral?
—Yo me entiendo y eso es lo que importa. —Cerró las rejas
delante de él, pensé por un momento que diría algo más, pero se
me quedó mirando por unos segundos y luego se fue dando
grandes pasos, estaba molesto, se le notaba.
Al quedarme solo comencé a escribir toda la conversación que
acababa de tener, así como todo lo que sentía, debía drenar un
poco lo que tenía atragantado en mi ser.
*** Presente ***
—Debería escribir para seguir matando el tiempo —dije
mientras me levantaba para sentarme delante de la mesa. Según
veía, Lian, no quería seguir conversando conmigo, tenía dos días
exactos que no se asomaba por mi celda. Tenía esperanzas de que
viniera hoy; y para colmo, Lain seguía sin dirigirme la palabra.
Estaba esperando a alguno de los dos, estaba ansioso; si sus
intenciones eran matarme de hambre, pues creo que lo lograrían,
porque seguían sin en hacer acto de presencia.
Hoy lo abarcaría y ahí le sacaría información de mi hermano,
una cosa es que estuviera solo, otra muy distinta es que me privara
de las visitas.
Qué desgracia era para mí el que Ana ni una sola vez me
visitara, ¿qué impresión le habré dado? Que ni se molestó en saber
cómo estaba. ¿Será que ella creía que yo era un oportunista? No,
no, no, Lian me dijo que sí creía en mí... Bueno, al menos la parte
en la que yo soy el hijo del Rey.
 
—¡Qué problema! ¿Dónde estoy metido? —murmuré y en ese
momento llegó Lain. 
Llevaba ropa deportiva, lo noté, porque siempre llevaba ropa
formal. No esperé a que colocara toda la comida sobre la mesa,
que, por cierto, era el doble de lo que siempre traía, de inmediato le
pregunté:
—¿Puedes decirme por qué Lian no ha venido a verme?
 
Con voz neutral carente de emoción me respondió: 
—No puedo darte esa información.
—¿Le ocurrió algo malo? —repliqué un poco preocupado. 
 
—No, él está bien, por así decirlo.
—Vamos, dile que venga, quiero seguir conversando, estoy solo
aquí y ni un libro tengo para leer.
—Él no podrá venir, así lo quiera —se detuvo en medio de mi
celda—, el Rey te ha suprimido ese derecho hasta que se
demuestre por completo tu inocencia, aún se están buscando lazos
contigo y tu tío con otros hijos de la noche, creemos que de esa
forma se eliminará el riesgo de algún complot, debemos estar
seguros, no te lo tomes personal.—No conseguirán nada, porque nunca tuve contacto con su
raza hasta ese día cuando me presente frente al Rey de Brasil,
¿cuántas veces tengo que repetirlo? Ya yo le expliqué todo eso a tu
hermano.
 
—No se te quiere dejar rondando por el castillo teniendo a Carolina
embarazada.
—¿Quién es Carolina? —Ante mi pregunta Lain se me quedó
mirando.
 
—¿De verdad no sabes quién es? —Se dejó ver extrañado, pero
una sonrisa se plasmó en su rostro.
—¿Tendría que saberlo? No sé quién vive en este lugar mucho
menos sus nombres.
Lain hizo silencio, luego con su rostro más apacible me mostró
que creyó en mis palabras.
—Tienes razón, entonces si tú dices la verdad debería aclararte
quién es ella... Carolina es el nombre de nuestra Reina Suprema de
todos los de nuestra raza.
—Ah, okay, ella es mi cuñada, la esposa de Brian. Ahora lo
entiendo, Lian, me la mencionó como la Reina que estaba
embarazada, pero nunca me dijo su nombre.
—Así es —sonrió Lain. —Eres médico, ¿verdad? —Él
preguntaba algo evidente, eso quería decir que algo le preocupaba. 
 
—Lo soy, tengo varias especialidades he estudiado mucho para
poder ayudar a la gente.
—Carolina está llevando algo mal su embarazo, vomita mucho
y no está durmiendo bien. Brian, está sobreprotector y no quiere que
salga de este plano y para hacerte el cuento corto... el doctor que
antes teníamos aquí ya no está entre nosotros. No es que sea una
prioridad tener uno ya que los Hijos de la Noche no nos
enfermamos, pero contar con un médico para revisar y controlar los
embarazos sanos o con riesgos no nos vendría mal. La época de
gestación es delicada para nuestras mujeres.
—Estoy a sus órdenes, aún más si es para un familiar —afirmé
convencido; siendo empático y poniéndome en sus zapatos... yo
también con todos estos problemas a mi alrededor estaría como un
energúmeno en mi condición de esposo de una embarazada y padre
responsable.
—Hablaré con el Rey y le diré de tu proposición, nos vemos —
se despidió, dando la vuelta para dejarme ver su enorme espalda.
Soy un debilucho al lado de estos gemelos, menos mal que no
los tengo como enemigos, jamás tendría oportunidad.
—¿Te vas a meter en problemas si afirmas que conversaste
conmigo? —No quería que a él también le negaran la entrada aquí. 
 
—Asumiré el riesgo, mi hermano pocas veces se equivoca y según
todo lo que me has contado y luego de hacerte esa pregunta tan
sencilla pude ver tu reacción y sé qué dices la verdad.
—Gracias por tus palabras —me sinceré. Su discurso me
dejaba más tranquilo, ahora sentía que tenía una posibilidad latente
de creer que sí saldría de esta celda con mi nombre limpio.
—Ya habrá tiempo para conversar bien, toma —Lain sacó un
pequeño libro de su bolsillo—, te lo envía mi hermano, me ha dicho
que te lo leas y que si ya lo leíste lo vuelvas a leer y así entenderás
su punto. 
Tomé el libro y decía: “Romeo y Julieta”.
—Me estás jodiendo, ¿cierto? —me empecé a reír.
Él musitó mientras se alejaba de mí:
—Siempre busca la forma de hacerlo. —Lain cerró la puerta y
se marchó. Mientras me senté sobre la silla y comencé a comer
porque no era un secreto me moría de hambre.
 
Capítulo 3 Lian
La amistad tiene un precio, un riesgo y se llama “confianza”
 
***Hace dos días***
—Buenas noches, mi Rey, ¿cómo sigue la Reina? —pregunté
ingresando a la sala de reuniones. El rostro de Brian era como el de
hace algunos días, mostraba una mezcla de preocupación y
molestia.
—Está indispuesta, ha tenido muchas náuseas y ese mal
carácter que tiene creo que se multiplicó por tres. —Brian se pasó la
mano dos veces por el rostro y se acomodó en su asiento, tenía
varias carpetas en frente sobre la mesa.
—¿Qué es eso? ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar en este
momento? —tenía que buscarle conversación para abordar mis
intenciones.
—La investigación de Branko Figueira —contestó con un tono
mortal y serio—. No hay nada sobre el joven, parece ser un humano
promedio, sus cuentas bancarias tienen para vivir modestamente,
porque todos sus egresos son para el pago de tratamientos a
muchos humanos, parece que no tiene un patrón para elegirlos,
parecen ser tomados al azar, como si disfrutara su tiempo ayudando
a los que no tienen, eso es demasiado atípico entre los mortales.
—¿Entonces hay buenas referencias del joven? —insistí para
que me corroborara y él mismo se lo creyera.
Asintió con mala cara.
—Esperaba conseguir algo, pero sí, su historial de vida es
limpio, ni una multa de tráfico tiene, es un ciudadano ejemplar.
—Se me parece a alguien —contesté tomado las carpetas, me
senté y comencé a leer los papeles.
—¡Ay, no empieces, por favor! —respondió levantándose de la
mesa para comenzar su rutina de caminar de un lado a otro para así
pensar y desestresarse.
Me enfoqué en ver lo que decían estos papeles sobre la madre
de Branko; y me fijé que los datos eran correctos, decían lo mismo
que me había contado Branko, que su madre había muerto de
cáncer. Me enfoqué en la información laboral y figuraba como
médico de un hospital de Belém, capital del estado de Pará en
Brasil; luego, años después, consiguió crear dos clínicas con sus
ahorros y ganancias de cuarenta años, trabajó casi que a tiempo
completo y cuando no pudo dar más la cara se apartó y dejó como
administrador y apoderado a un joven humano muy honrado
graduado en economía; ese mismo le ayudó a multiplicar su dinero
en inversiones en la bolsa y todas las ganancias fueron dirigidas a
las clínicas para seguir haciéndole tratamiento a todos las personas
que fueran posibles.
—Parecía vivir, pero estaba como en pause, ayudó a los
humanos de forma intuitiva gracias a la medicina, en él está
ayudar… —Hice silencio antes de soltar todo lo que tenía por
dentro, luego continué—. Quiero que sepas que todo lo que
investigaron tus detectives es cierto, es la misma versión que me ha
dado tu hermano en nuestras conversaciones.
—¡Qué no es mi hermano! —gritó y se detuvo mirándome con
los ojos amarillos, el lugar se puso tenso, gracias a su mal humor—
¿Cómo es que él habló contigo? ¿Acaso me desobedeciste fuiste a
verlo? ¿Le hiciste una visita? Hasta donde sé, dejé a cargo a Lain,
para que lo alimentara y viera si estaba bien, a ti te dejé a cargo de
proteger todos los portales del reino, de realizar guardias y de
verificar que todos entrenaran como se debe. —Brian casi que ni
respiró mientras me soltaba en mi cara su frustración.
—Todo lo hice, es solo que soy eficiente y me sobró tiempo, lo
visité varias veces en estos días. —Sabía que se molestaría, pero él
no me exigió nada para hacer en mi tiempo libre.
—¡Dije de forma clara que ningún Hijo de la Noche debía hablar
con él y que vigilaran a su tío hasta que se efectuara la reunión!
¿Por qué me desobedeciste? ¡Eso mismo era lo que yo no quería,
que te dejaras manipular por él!
—Ah, perdón, debe ser que soy un crio… De hecho, soy tan
manipulable que tengo cojones para desobedecer a su Rey —me
burlé y me levanté de mi asiento. Estaba consciente de que todo lo
que leí era cierto, la investigación y lo que me había dicho Branko
era exactamente lo mismo, para mí, ese joven no era un mentiroso y
lo iba a sacar de esa celda lo más pronto posible.
Di dos pasos hacia Brian y noté que tenía rabia contenida.
—Mira, Brian, mi Rey, ya ha sido suficiente, saca a ese joven de
la cárcel tres estrellas que tiene el castillo —sonreí—, él no se
merece estar allí, ha pasado varios días encerrado y es un preso
inocente.
—¿Por qué puedes creer que mi padre transformó a una
humana y engendró un hijo y no nos dijo nada? ¿Por qué? Si eso
jamás pasó en la historia, se supone que solo los Hijos de la Noche
cazadores pueden convertir a los humanos, mi padre era un sangre
pura… eso no es posible… no se tiene registro de nada parecido.
—¿¡Tienes a un clon de ti o de Adrián en una celda y dices que
no es posible!? ¿Hasta cuándo te piensas engañar? ¿Por qué él
debe pagar el precio de tus inseguridades o los errores de tu padre?
Además, nunca se supo de un caso, tienes toda la razón, pero tú
mismo lo acabas de decir, tupadre fue una sangre pura y tiene el
poder suficiente de convertir a quien quiera, esas son solo reglas
estúpidas de esta raza de mierda, que le encanta complicarse la
vida, estamos peor que los humanos.
—Te estás pasando Lian, no me hables así… ¡no tienes que
hablar así!
—Te tengo que hablar así, porque nadie más lo hará, de hecho,
ni siquiera tu esposa aguanta tu actitud estúpida.
—Entonces yo sí debo de aguantar que tengas remordimiento
de consciencia, porque cuando murió Adrián, tú estabas molesto
con él por hacer sufrir a tu hermano por su enamoramiento con
Jess; y ahora andas de buen samaritano con ese extraño porque el
muchacho se parece a él y a mí… quieres en parte, remediar un
error y por eso tienes el descaro de joder mi tranquilidad. —No
podía creer lo que me decía.
—¡Eres un grandísimo idiota! ¿Te lo han dicho? —repliqué y
puse la carpeta sobre la mesa con más fuerza de la necesaria. No
estaba preparado para escuchar eso, pero era mi verdad.
—Te gusta decir las verdades en la cara, entonces debes
soportar que los demás también te la digan. —Tenía razón, pero eso
que me acababa de decir era solo media verdad.
—Tienes razón, no lo negaré, si hubiera sabido el final de
Adrián habría actuado de forma diferente, quise mucho a tu
hermano, fue un buen hombre… Al igual que ese que tienes
encerrado desde hace seis días en una celda, y que de forma
injusta no llamas a una reunión para que se defienda, porque —alcé
un poco más la voz—, siento que no tienes agallas para enfrentar tu
verdad.
Brian frunció el ceño y miró hacia el suelo, pensé por un
momento que me golpearía o que seguiría discutiendo, pero para mi
asombro me contestó de forma apacible.
—No solo son mis inseguridades, es sobre todo lo que pienso
de mi padre… murió hace poco y me han pasado tantas cosas, todo
es tan confuso; y sí, acepto que el puesto de Rey no ha sido fácil
con tantos problemas que se me han presentado, ¿pero esto? ¡Un
bastardo! Creo que la realidad se sobrepasa conmigo. —Brian se
sentó y puso su brazo sobre la mesa y colocó su mentón sobre su
mano, me miraba con ojos preocupados. Se veía como derrotado.
—Todo debe tener una explicación, debes llamar a Ángelo, el
tío de ese joven y a Branko para que entre los dos te den una
explicación… hay cosas muy importantes, ese vacío de poder en
Brasil y en Estados Unidos, además del hecho de buscar bien si no
hay otro traidor que quiera sacar provecho de todo esto que pasó…
ya todos saben en el Reino que Branko Figueira existe, debes hacer
el comunicado de qué pasó y de cómo será la situación de ahora en
adelante… —Brian me miró de nuevo a la cara y me interrumpió.
—También está Carolina embarazada —sonrió, se veía un poco
más tranquilo.
—Sí, exacto, eso también que no es menos importante —afirmé
y me senté a su lado—. Debes calmar esa rabia que llevas por
dentro, los hijos no somos culpables de las decisiones que toman
los padres, tampoco podemos reprocharlos… Esa fue su vida y esta
es la tuya; debes enfrascarte en tus actuales situaciones, más no en
lo que tu padre hizo en el pasado… él ya no es el Rey… Eres tú, y
eso es lo único importante en este momento.
—Tienes razón —afirmó y tomó las carpetas que estaban sobre
la mesa.
—Es una segunda oportunidad, es como yo lo veo, la vida te
quitó hace poco un hermano y ahora tienes a otro.
—Quiero que le hagas un examen de ADN, necesito esa
confirmación.
Puff, que hombre tan terco —me quejé.
—Lo tendrás luego de que todo esto se arregle —mantuve mi
posición. Él era terco, pero yo también lo era.
—¿Qué más conversaste con ese joven? ¿Hay algo que no
esté en estos papeles? —insistió, Brian, y sentí que volvía su actitud
desconfiada.
—Según lo que logré ver… —le quité las carpetas simulando
exagerada dulzura, quería que notara mi sarcasmo—. A ver,
permíteme. —Hojeé de nuevo la información y leí por encima lo que
ahí estaba escrito—. Nada, todo lo que está aquí él mismo me lo
dijo cuándo conversamos.
—¿Qué hay del trato que él hizo con aquellos Dampfens?
Mierda, eso se lo iba a preguntar hoy.
—¿Quién te dijo eso? —repliqué y sentí como se volvía a
tensar el ambiente entre nosotros.
—Michelle… Además, yo también hice mis averiguaciones y le
pregunté a ella todo lo que pasó ese día, es una lástima que todos
los Dampfens que se aparecieron esa noche fueron eliminados, no
conseguí a nadie que me corroborara esa información.
—Branko, no juró hacer nada con ellos, eso ya él me lo aclaró.
—No lo creo, por algo lo torturaron y no lo mataron, ellos tenían
un plan para él… Por como yo lo veo, nosotros nos anticipamos a
sus planes y dimos con ellos, en esa emboscada arruinamos su
plan… Sabes que si Branko hizo un trato es porque nosotros no le
importamos… ¡Lo sabes!
—El joven solo quería salvar su cuello, solo buscó sobrevivir, es
evidente, luego de tanta tortura, ¿qué más podía hacer? ¿Acaso
tenía que morir por el hermano que no conocía?
Hoy era el día de no tener filtros y provocar al rey para que te
golpeara —pensé esperando lo peor.
—Supongo que sí —respondió dejando ver su molestia.
—¿Se te olvidó que él fue en presencia al Rey de Brasil y lo
encaró? Además, que dejó su postura clara al decir que no
permitiría que se alzaran contra el Reino… ¿¡Se te olvidó Brian!? O
eso fue un teatro según tú… ¿De verdad esperabas que se dejara
morir bajo tortura por nada?
—No quiero que vuelvas a visitarlo, no quiero que hables con
él, si lo haces, y me desobedeces tendrás que ajustarte a un castigo
disciplinario. —Mis oídos no daban crédito a lo que oían.
Ahhh, este hijo de puta, está insoportable, esto tiene que
acabar pronto.
—Desde luego, mi Rey —contesté en mal tono, me levanté de
la silla, no dudé ni por un segundo hacerle una reverencia y caminé
hacia la puerta, sin dejar de ver lo molesto que estaba, pero eso no
evitó que cuando llegara a la puerta, Brian me dijera a mis espaldas:
—No vuelvas a desobedecerme, nadie más que tú debe dar el
ejemplo de disciplina, recuerda quién eres en este Reino, y cuáles
son tus funciones.
Hice silencio, si hablaba, lo mandaría a la mierda. Cerré la
puerta detrás de mí y fui en busca de mi hermano.
Luego de varios minutos buscándolo, lo encontré en la sala de
entrenamientos, estaba ejercitándose con Jess.
—Hola, adorados príncipes. —Jess se detuvo de inmediato y
me regaló una sonrisa amplia mientras se dirigía hacia mí en tono
burlón:
—Holaaaa, amargadito enamorado, yo estoy muy bien ¿y tú?
—Lain me saludó con su mano libre, luego aprovechó el
interrumpido descanso y se acomodó su pantalón deportivo.
—Estoy molesto —contesté tomando aire y soltándolo de forma
audible.
—¡Ah, qué novedad! ¿Y esta vez es por qué? ¿Michelle te
volvió a patear el trasero en seis segundos? —Jess sabía siempre
como burlarse a lo grande. Lain comenzó a reírse.
—Es mejor seis que uno, ¿no crees? Pues un solo segundo
necesito para dislocarte el cuello —contesté caminando hacia el
estante donde estaban las armas, quería drenar un poco mi estado
de ánimo.
—Bla, bla bla… Debes cambiar tu argumento, puede que
cuerpo a cuerpo me ganes, es evidente que nunca llegaré a ser tan
buena, de hecho, ni tan buena como Carolina, pero haré una
diferencia con la magia, ya verás —su voz llenaba el lugar con
entusiasmo, preferí ignorarla.
—¿Vas a entrenar con nosotros? —preguntó Lain haciéndome
espacio entre ellos.
—Sí, por favor, lo necesito. —Blandeé mi pequeña espada,
tenía que controlar mis movimientos con respecto a Jess, el colmo
sería que pudiera lastimarla dejándome llevar por mi rabia.
—Dos contra uno, ¿te parece? —sugirió Jess poniéndose en
guardia para atacar—. Sé que es poco ético entre los Hijos de la
Noche, un dos contra uno, pero de vez en cuando hay que romper
las reglas… aunque yo ni siquiera cuento como un contrincante para
ti —soltó riéndose.
—En eso mismo estaba pensando —afirmé poniéndome en
posición—. Por romper las reglas es que ahora estamos como
estamos.
Lain me atacó primero y paré su hoja filosa muy cerca de mi
cuello.
—Estás muy molesto, así no es bueno que entrenemos, estás
disperso,nunca mi hoja ha llegado tan cerca de tu cuello —Lain me
regañó con mala cara.
—Déjame drenar un momento y luego te cuento todo lo que me
pasa —insistí.
—Estoy de acuerdo —afirmó mi hermano, mientras Jess atacó
sin dudarlo.
El entrenamiento fue corto, duró alrededor de una hora. Terminé
con unos cortes en el abdomen, piernas y brazos; pero no me
quejaba, había podido asesinar a Jess dos veces, y a mi hermano
una, él evitó que su amada pudiera morir como otras diez
oportunidades. Era una buena marca, más cuando estaba luchando
contra dos.
—¿Te sientes mejor? —Jess se sentó y me palmeó el hombro.
Asentí mientras me secaba el sudor con una toalla.
—Dime Lian, ¿qué te pasa? —Lain se sentó al lado de Jess y le
dio un beso en la mejilla.
—Branko, tiene seis días encarcelado, y Brian no entiende
razones, de hecho, me acaba de prohibir que converse con él.
—Ya lo teníamos prohibido, ¿por qué desobedeciste? —
preguntó Jess, sus intensos ojos azules me miraban muy atenta.
—Primero que nada, soy siempre el que incumple las reglas,
segundo, soy el encargado principal de mantener la seguridad del
Reino, tenía que investigar por mis propios medios, debía saber de
la fuente, ¿quién era ese joven y sus intenciones?
—Es el hermano del Brian, eso es muy evidente —confirmó
Lain—, pero de sus intenciones no puedo opinar, ya sabes que en
estos momentos no podemos confiar mucho de quiénes nos rodean,
no son tiempos buenos.
—Brian está siendo prudente, es verdad, pero también está
más amargado que nunca, más hormonal que la misma Carolina, es
difícil su situación, pero se entiende —se burló Jess.
—El asunto es que sus investigadores ya le entregaron toda la
información y pude leerla y corroboré que es la misma que Branko,
me contó, de hecho, estoy seguro que en esos papeles hay más
información que la que sabe el mismo jovencito… él fue criado entre
mentiras y medias verdades, estoy seguro que jamás supo dónde
estaba parado en esta realidad… Lo tuvieron todo este tiempo como
escondido, con perfil bajo, según entiendo.
—Más razones para pensar mal —Jess pareció considerar sus
palabras haciendo una pausa y luego continuó—… Me refiero que
sería bueno saber, ¿quién quiso que saliera a la luz en este
momento y por qué? Todo es como un misterio, si piden mi opinión.
—Es verdad, el joven llegó en el momento casi exacto para que
Brian se enterara de todo y mira lo que pasó, ¿no te parece raro o
mucha coincidencia?
—No sé, la verdad es que están muy paranoicos… El problema
real es que el joven supuestamente hizo un trato con los que los
secuestraron en aquel momento, y quiero saber qué fue, pero ahora
no me puedo acercar a la celda, no sin que me den un castigo
disciplinario.
—Eso es nuevo y exagerado… hasta para Brian, ¿te amenazó
con eso? —preguntó Lain.
Asentí sonriendo. Eso de los castigos disciplinarios me parecían
amenazas sin sentidos, jamás me asustaron, pero viniendo de Brian
y considerando su mal humor, no quería provocarlo.
—Ya va, a ver si entiendo, —Jess se alteró— ¿hizo un trato con
un Dampfen y los traidores? ¡Por Dios! ¿Branko le hizo un
juramento a alguien? —no podía ocultar su rostro asombrado.
—No juró nada, eso lo sé, su tío le enseñó a no hacerlo, lo crio
con algunas reglas de nuestro mundo… Pero retornando a lo que
dices, sí, hizo un trato, pero como les acabo de contar no tuve la
oportunidad de preguntarle cuál fue.
—Sabes muchas cosas y lo más importante no se los
preguntaste, ¡no se puede ser tan tarado! —afirmó Jess sonriendo,
negando varias veces con su cabeza.
—Gracias princesa, no esperaba menos de ti —ironicé
achicando mis ojos.
—¿Quieres que le pregunte? Yo siempre le llevo la comida, sus
cosas de aseo diario, no creo que sea difícil que me responda.
—No quiero que te metas en problemas, buscaré la forma de
informarme sobre eso —contesté levantándome para salir del cuarto
de entrenamiento.
—En lo que te pueda ayudar sabes que puedes contar conmigo
—insistió Lain con rostro comprensivo.
Le di la mano y me despedí de Jess con una reverencia.
—Me tengo que ir, nos vemos luego.
—Hasta luego —respondió Lain.
—Chaitooo —se despidió Jess, como siempre tan elocuente y
con su expresivo buen humor.
Segundos después estaba caminando hacia la biblioteca.
¿Qué le gustaría leer a Branko? —Pensé, mientras veía esos
cientos de libros acomodados a la perfección en la gran habitación
— Un clásico, ¿pero ¿cuál? Sería más fácil saber qué no ha leído y
así entregarle algo que no lo aburra, pero, ¿qué?
Luego de unos diez minutos mirando por toda la habitación vi el
libro de Romeo y Julieta. Solté una carcajada.
—¡Este será! Un amor prohibido, él es fruto de un amor
prohibido… ¡claro que sí! Este le va a gustar, sino al menos lo leerá
desde una perspectiva diferente —murmuré entre risas.
Lo saqué de su lugar y me senté en la pequeña mesa de
lectura. Tomé una pequeña hoja y escribí:
“Responde claro y conciso” ¿Cuál fue el trato? Y dime, ¿qué
jurarías por tu Reino?
Hazme llegar las respuestas por el mismo medio.
Se despide Lian.
Esta es la única forma que se me ocurre de no despertar la ira
de Brian, me dijo que no le hablara, más no, que no le escribiera —
sonreí ante mi lógica.
Salí de allí convencido de que hacía lo correcto y que debía
enterarme por mis propios medios de todo y fui en busca de mi
hermano. Luego de un buen rato buscándolo, no lo conseguí.
—Debe de estar copulando con Jess —me quejé.
Ahora que lo pienso, sería bueno ir por Michelle.
Llegué a nuestra habitación, pero tampoco estaba, sobre la
cama había una nota que decía:
Estoy con Carolina, de nuevo se siente mal.
Mierda, otra vez —me quejé y salí deprisa hacia el cuarto de la
Reina. Cuando llegué noté que todos estaban allí.
—Con razón no te conseguí —me quejé mirando hacia Lain.
—Al salir del área de entrenamiento vine a dejar a Jess con la
Reina, pero decidí quedarme al ver que estaba un poco más mal de
lo normal.
—¡Claro, como si tener audiencia para vomitar alivianara el
dolor! —ironizó Michelle sonriendo mientras se acercaba hacia mí
para darme un beso.
—Hola, peli plateada, te extrañé —mi oración romántica fue
interrumpida por el sonido asqueroso de las arcadas de Carolina.
Brian estaba a su lado y le acariciaba la espalda mientras ella
vomitaba sin parar. La escena fue traumática para mí, no estaba
hecho para ver estas cosas.
—Ay, mi amiga, creo que tu vómito es directamente
proporcional a todo lo que te comes, deberías moderar la ingesta de
alimentos —las palabras de Jess se notaron sinceras, pero Carolina
no las tomó bien.
—¡Cierra la boca, Jess! ¡Tengo siempre hambre! ¡Y si me da la
gana de comerme veinte pizzas pues lo haré! Nadie te pidió tu
opinión —esto último casi que lo dijo gritando.
—Hay que controlarte las hormonas o sino cuando tengas siete
meses nos vas a asesinar con el único motivo de tragarnos enteros
después, en serio, nos va a dejar ni nuestros huesos. —Debí mirar
hacia el techo y tomar aire, no me quería reír por el chiste que
acababa de decir Jess.
—Te odio, Jess, ¿cuántas veces más te lo tendré que decir en
esta vida? —se quejó Carolina y volvió a vomitar. La cara de
preocupación de Brian se podía ver a kilómetros.
—Ya, déjala Jess, es normal, hay embarazos muy tranquilos y
otros como este… el malestar solo durará unas semanas… ya
pasará esta incomodidad, todo es cuestión de tener paciencia —
contestó Michelle, luego hizo un cántico en latín y desapareció todo
el vómito que estaba en el recipiente.
—¿Hay un universo paralelo a donde se va todo ese vómito que
desapareces? ¿Verdad? —preguntó Jess en tono divertido, mientras
caminaba hacia Lain que también se veía preocupado por el estado
de la Reina.
—Supongo que sí —contestó Michelle —. Si no debe ser
grotesco que todo esto le caiga a alguien encima mientras va
caminando por allí.
Jess, Michelle y yo nos comenzamos a reír; en cambio la cara
de Lain, Brian y Carolina era de auténtico asco.
—Lo siento, admítanlo, fue gracioso —me disculpé, veía que
los ánimos estaban muy volátiles, así que decidí irme—. Amor, voy a
trabajar,nos vemos más tarde, cuídate mucho si vas a tomar
guardia en el cementerio. Me despedí de mi amada, pero el Rey me
interrumpió.
—Hoy las mujeres se quedarán cuidando a Carolina, nosotros
los hombres trabajaremos como siempre —demandó Brian
levantándose para salir, le dio un beso a Carolina en la frente y salió
del cuarto sin cruzar palabras con más nadie.
Sabía que Jessica no se molestaría por ese comentario de
Brian, pero logré ver la cara “fugaz” que puso Michelle, aunque solo
le duró segundos, la pudo disimular.
Estaba muy claro que la presión de Brian por todo lo que estaba
pasando lo tenía tocando las líneas de las acciones déspotas que
no muchos estarían de acuerdo en aceptar.
—¡Vengan acá! —nos llamó Brian desde el otro lado del umbral
de la puerta a Lain y a mí.
—Nos vemos mi amor —se despidió Lain dándole un abrazo a
Jess y luego salió de la habitación.
—Te amo, peli plateada, cuida bien de la Reina —le di un
abrazo a Michelle y ahí ella me susurró:
—También te amo.
Salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mí.
Brian estaba sombrío, se le notaba el cansancio. Se dio la
vuelta y nos pidió que camináramos con el hacia el salón de
reuniones. Luego de unos cuantos pasos rompió el silencio
incómodo que nos envolvía a los tres.
—Necesitamos un doctor para Carolina, alguien que guarde el
secreto de quiénes somos… ¡Dios! ¡Cómo me hace falta mi amado
hermano! No había nadie mejor que él para que se encargara de
estas cosas en el Reino —se quejó Brian, lleno de ansiedad. Se
notaba que ya no podía disimular.
—Yo sé de alguien que te puede ayudar, está en una cárcel en
el último piso del castillo —vociferé sin ánimos de ofenderlo, pero
como estaba muy susceptible no me extrañó su mala respuesta.
—¡Cierra la boca! ¡No empieces! —su grito fue imponente. No
estaba acostumbrarlo a verlo tan fuera de control.
—Si Branko es doctor, déjala que él la vea, mi hermano y yo
podemos vigilarlo, no creo que exista problemas —insistió Lain, en
tono apacible, pero el Rey no entendía razones.
—¡Ya dije que no! —vociferó con mala cara y sus ojos
intensamente amarillos.
—Se nota que es más importante la reputación de un Rey
muerto que el embarazo de tu esposa —declaré con toda la
intención de hacerlo molestar; y lo logré, porque Brian caminó hacia
mí y me encaró.
—Si vuelves a decir algo como eso… no respondo —me lo dijo
tan cerca que pude oler su aliento.
Para mi sorpresa, Lain, intervino colocando una mano en el
hombro de Brian para separarlo de mí, diciéndole:
—Opino igual que Lian, lo siento amigo, pero es la verdad y así
pensamos todos… Carolina, Michelle, Jess… Nadie está de acuerdo
con tu comportamiento… deja por favor que te ayudemos… déjate
ayudar.
Brian tomó aire, una, dos veces y dio varios pasos hacia atrás.
Unos segundos después musitó:
—Me dejaré ayudar, ¿qué proponen? ¿Por dónde debo
comenzar? —llegamos al salón de reuniones y cada uno se sentó
en silencio, luego de unos minutos que me parecieron interminables,
Lain nos dijo:
—Haz la reunión con Branko y el señor Ángelo, soluciona ese
problema… Luego investiga a fondo los reinos de Brasil y Estados
Unidos; todo lo que tenga que ver con los antiguos reyes, su gente y
comunicaciones, así descartamos que exista algún otro traidor tanto
de ahí como de cualquier otra región… y busca hacer feliz a
Carolina, creo que gran parte de lo que siente es producto de todo lo
que tú le trasmites.
—Ella también necesita un médico humano, recuerda que es
medio humana, un embarazo de una Hija de la Noche pura o
protectora no es igual al de la cazadora y menos si es medio
cazadora… recuerden, ella es medio humana —insistí.
—Hermano, por favor, todo a su tiempo, es mejor darle la
tranquilidad al Rey y luego lidiar con los síntomas de la Reina, igual
sabemos que es algo normal y que durará como mínimo unos ocho
meses más.
Los ojos de Brian se agrandaron a escuchar eso.
—¡Idiota! ¡Primero debe ser la Reina y luego todo lo demás! —
lo insulté, no me cabía me la cabeza que Lain pensara así.
—Es cierto Lain, tu hermano tiene razón —contestó Brian.
Con la reacción de Lain, entendí que solo lo había hecho para
jugarse una psicología inversa. Qué maquiavélico puede ser mi
hermano cuando se lo propone —analicé.
—¿Entonces sacamos a Branko de la celda y dejamos que vea
a Carolina? —pregunté entusiasmado.
—¡No! —replicó Brian sin dudarlo—. Buscaré un Hijo de la
Noche especialista en medios humanos y lo traerá hasta aquí.
Y vuelve otra vez con el mismo discurso. Sí claro, suerte con
eso —me burlé. Como si fuera tan fácil eso, primero que nada, la
población de Hijos de la Noche con sangre humana es muy atípica;
y más difícil sería conseguir un Hijo de la Noche médico que supiera
ayudar a la Reina en su condición de embarazo.
El único que conocía que cuadrara con esa descripción era
Adrián y estaba muerto, total nosotros no necesitábamos de
médicos porque jamás nos enfermábamos. ¿Para qué estudiar esa
carrera? Si nos curábamos solos en cuestión de minutos u horas si
era muy grave la herida…Nuestra inmortalidad era infalible… Era
ilógico que abundaran médicos entre nosotros. Además, los Hijos de
la Noche con hobbies humanos no perdían mucho el tiempo con
esas cosas, al menos todas sabían que era la medicina humana, no
había nada que estudiar sobre la nuestra.
Adrián siempre fue la excepción a la regla, insistía que debía
saber sobre esta ciencia con tal de ayudar a cualquier humano que
saliera herido en un combate. Aunque en todos estos años, nada de
eso pasó.
—Me parece una buena idea —aseguró Lain con rostro
satisfecho.
—Gracias por entenderme —replicó Brian, levantándose de su
silla para salir de la sala de reuniones.
Cuando sentí que ya no nos podría escuchar, con mala cara le
dije a mi hermano:
—¿Eres estúpido? ¿Cómo es que le pediste todo eso, cómo se
te ocurre? —me quejé incrédulo. Era fastidioso ver como por un
momento pensé que estaba de mi lado y al final, se puso del lado de
Brian.
—Psicología inversa, solo quiero que llegue al punto en que
tenga que hacer lo que no quiere, solo porque ya no le queda de
otra… y eso se logra apoyándolo en algo que no le va a resultar.
—Sí lo sé, pero es que fue muy evidente, no sé cómo no se dio
cuenta.
—Déjalo, tiene el ego herido por lo de su padre, pronto va a
tener la verdad en frente y deberá aceptarla.
—¿Cómo hacemos para que eso se logre? Dame ideas, ya
estoy exasperado, tengo remordimiento por el joven encarcelado.
—Ese de ahí es Branko, no es Adrián, ya deja de torturarte por
eso, estoy seguro que Adrián, esté donde esté no está molesto
porque decidiste dejarle de hablar por apoyarme de forma moral.
—Siempre sabes cómo hacer para hacer sentir bien a los
demás, cada vez me queda claro que soy tu antítesis.
Lain soltó una carcajada.
—Ay, hermano, digamos que en conjunto tenemos un perfecto
equilibrio.
—¡Ves, ves, ahí está de nuevo! —Nos levantamos de la mesa
para salir, ya era hora de ir a realizar nuestro trabajo en el plano
humano—. Ajá, dime… ¿cómo haremos para que Brian llegue
rápido a ese punto de no retorno y que termine afrontando la
verdad?
—Nada, vamos a desobedecer, ya luego no los agradecerá,
necesito que me des tres días para poder organizar todo sin levantar
sospechas. Eso incluye que no desobedezcas y veas a Branko.
Ohhh, Lain se pondrá en plan malo malito —pensé sonriendo
para mis adentros.
—Está bien, te haré caso, pero necesito que le des este libro —
lo saqué de mi bolsillo— y si es durante esos tres días mucho mejor,
¿puedes?
—Ya hoy fui y casualmente le dejé comida suficiente para no
tener que ir mañana, ¿te sirve que se lo entregue pasado mañana?
Tengo muchas cosas que hacer y no te digo que se lo lleves tú
mismo, porque no es prudente que desobedezcas a Brian ante todo
lo que tengo planeado por hacer, ¿estás de acuerdo? —Salimos del
cuarto de entrenamiento en dirección hacia nuestras habitaciones.
Asentí convencido de sus palabras.
Mi hermano era bastante calculador cuando se lo proponía y
sabía que cualquiera que fuera el plan que traía entre manos

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